Articulo Del Desarrollo Neurologico Del Cerebro y Su Implicancia en El Aprendizaje-1506
Articulo Del Desarrollo Neurologico Del Cerebro y Su Implicancia en El Aprendizaje-1506
Articulo Del Desarrollo Neurologico Del Cerebro y Su Implicancia en El Aprendizaje-1506
¿Qué hay que hacer? Conocer las leyes del cerebro y aplicarlas. No poner más límites que los que
establezca el amor y el respeto a la iniciativa de cada niña, de cada niño.
Con tratamientos adecuados, iniciados a tiempo y desarrollados hasta el final, puede evitarse que se
generen problemas graves.
Por eso, es importante estar atentos al desarrollo escolar de nuestros hijos y tener la lista de
especialistas a mano para consultar, siempre, ante la mínima inquietud. Es muy importante que el
diagnóstico y –si es necesario– el tratamiento, sean realizados lo más tempranamente posible, de manera
de apoyar al niño a que supere las dificultades detectadas y evitar que se generen otros problemas que
afecten además su desarrollo emocional y conductual.
1. SISTEMA NERVIOSO
El sistema nervioso puede definirse como un sistema anatómico-fisiológico que coordina y regula el
comportamiento de los organismos animales. Este sistema se presenta en forma rudimentaria y
simplificada en los organismos inferiores y se encuentra perfeccionado en los organismos más
evolucionados, como es el caso de los animales superiores.
En el ser humano el sistema nervioso tiene una estructura y organización bastante compleja y
desarrollada. Incluso se distinguen subsistemas nerviosos que cumplan funciones propias o específicas.
Es necesario señalar, además, que las regulaciones humorales, hormonales y nerviosas, no son
independientes unas de otras, las glándulas endocrinas vierten las hormonas en el medio interno, pero a su
vez están vinculadas al sistema nervioso (reflejos neuroendocrinos y hormona-neuronales). Veremos
también que el sistema nervioso se encuentra bajo la influencia del medio interno; incluso los fenómenos
psíquicos, sobre todo en el dominio afectivo, depende de la actividad humoral y de la hormonal. Por último,
algunas formaciones intraaxiales se pueden asimilar por su función (neurocrinas) a glándulas endocrinas
Entre las principales estructuras nerviosas cabe señalar a la corteza cerebral, el tálamo, el
hipotálamo, la formación reticular, el cerebelo y la medula espinal.
El cerebro humano puede considerarse constituido por tres bloques principales que incorpora
las funciones básicas. A continuación, examinaremos las responsabilidades de cada bloque.
1.2.1. El Primer Bloque
Regula el nivel de energía y el tono del córtex, proveyéndole de una base estable para la
organización de sus varios procesos. Las excelentes investigaciones de Orase W. Magoum,
Giuseppe Moruzzi, Herbert H. Jasper y Donald B. Lindsley, localizaron los componentes del primer
bloque en las partes superior e inferior del tronco encefálico y particularmente en la formación
reticular que controla el estado de vigilia. Si se produce un daño en alguna parte del primer bloque,
el córtex entra en estado patológico: la estabilidad de sus procesos dinámicos se desbarata, se da
un marcado deterioro del estado de vigilia y los vestigios de la memoria se desorganizan.
Cara lateral del hemisferio cerebral izquierdo, mostrando la función de las áreas corticales
I.P. Pavlov observó que cuando desciende el tono normal del córtex se pierde el “derecho de
la fuerza” y se resiente mucho la capacidad del cerebro para discriminar entre los estímulos.
Normalmente, el córtex reacciona poderosamente a los estímulos fuertes o significativos, y apenas
si responde a los estímulos insignificantes o débiles, que son fácilmente suprimidos. Por otra parte,
un córtex debilitado tiene casi la misma respuesta para los estímulos insignificantes que para los
significativos, y en estado de extrema debilidad puede incluso reaccionar más fuertemente a los
estímulos débiles que a los fuertes. Todos conocemos por experiencia común de esta pérdida de
selectividad del cerebro.
Obviamente, los resultados de una lesión del primer bloque del cerebro, a saber, la perdida
de selectividad de las acciones corticales y de la normal discriminación de los estímulos, acarrearán
señalados cambios en el comportamiento. El control del comportamiento se descompone. En el
trabajo realizado por Mac. Donald Critchley, de Inglaterra, se han observado tales trastornos en
pacientes que tenían tumores en las partes medias de los lóbulos frontales; asimismo, otros
investigadores en el laboratorio de Moscú han informado de efectos similares por lesiones en las
regiones profundas del cerebro.
El segundo bloque del cerebro ha sido objeto de mucho más estudios y se conoce mejor su
papel en la organización del comportamiento. Localizado en las partes traseras del córtex, juega un
papel decisivo en el análisis, codificación y almacenamiento de la información. En contraste con las
funciones del primer bloque, que son principalmente de naturaleza general (por ejemplo, controlar el
estado de vigilia), los sistemas del segundo bloque podemos fácilmente identificar áreas que son
respectivamente responsables del análisis de los estímulos ópticos, acústicos y cinestésicos. Cada
una de estas áreas corticales tiene una organización jerárquica: una zona primaria que distribuye y
registra la información sensorial, una zona secundaria que organiza la información aún más y la
codifica, y una zona terciaria de donde los datos procedentes de las diferentes fuentes se
superponen y combinan para poner los cimientos de la organización de la conducta.
Los desperfectos en las partes del segundo bloque produce efectos muchos más específicos
que los de las lesiones del primer bloque. Un desperfecto en una zona primaria del segundo bloque
tiene por resultado un defecto sensorial (en la vista o el oído, por ejemplo); sin embargo, no acarrea
un cambio señalado en las formas complejas del comportamiento. Una lesión en la zona secundaria
produce trastornos muchos más complicados. Interfiere con el análisis de los estímulos sensoriales
que la zona recibe y, como la función codificadora queda deteriorada, la lesión lleva a la
desorganización de todos los procesos conductuales que responderían normalmente a estos
estímulos particulares. No trastorna, sin embargo, ningún otro proceso del comportamiento, lo que
constituye una ayuda importante para localizar la lesión.
De las varias lesiones del segundo bloque del cerebro, las de las zonas terciarias son
particularmente interesantes para nosotros. Como estas zonas son responsables de las síntesis, en
un todo coherente, de una colección de entradas de información procedentes de fuentes distintas,
una lesión de una zona terciaria puede causar trastornos tan complejos como la desorientación
visual en el espacio. La lesión deteriora seriamente la aptitud para manejar problemas que
impongan una organización de entradas en matrices simultáneas. Es por eso que estas lesiones
pueden hacer que una persona sea incapaz de realizar operaciones complicadas con números o
enfrentarse con una complicación en lógica gramatical o en estructuras del lenguaje.
El tercer bloque del cerebro, que comprende los lóbulos frontales. Está implicado en la
formación de intenciones y programas de conducta. Han realizado importantes contribuciones para
la elucidación de las funciones de los lóbulos frontales: S.I. Franza, L. Bianchi, Kart H. Pribam y
Jerzy Konorski; mediante estudios de animales, y V.M. Bekhterev, c. Kleist y Derek E. Denny Brown
mediante observaciones clínicas. Nosotros hemos dedicado mucha atención al estudio de los
cometidos del tercer bloque.
Las lesiones de las zonas primarias no producen manifestaciones distintas de uno a otro
hemisferio porque la lateralización de funciones se hace evidente a partir de las zonas secundarias.
En el caso de la lesión de zonas primarias, se reportan síntomas que no tiene mayor connotación
cognoscitiva; provocan trastornos a nivel somatoestético (dolor, sensación de calor, frío, etc.),
trastornos del movimiento grueso (marcha, de ambulación, coordinación de los movimientos,
parálisis corporal, etc.), tanto en los compromisos del lóbulo occipital como frontal, respectivamente.
Lesiones de las zonas primarias del lóbulo temporal generan trastornos a nivel de la
captación de las características melódicas de los sonidos. El aspecto melódico es más primitivo que
el aspecto semántico y sintáctico de las palabras.
El sujeto tiene dificultad para distinguir melodías por lesiones del hemisferio derecho, no les
es fácil distinguir determinados giros lingüísticos, a pesar de la indemnidad de su hemisferio
izquierdo.
En la Apraxia Ideatoria, el sujeto pierde la noción de los movimientos y de los gestos que se
realizan en el momento actual; mientras que la Apraxia Ideomotriz responde a la pérdida del
esquema perceptual frente a situaciones simuladas, es decir, cuando no se realizan en ese
momento. Se altera el esquema conceptual de los gestos cuando tienen que ser reproducidos
ideativamente. Otro campo de análisis clínico corresponde a los trastornos del lenguaje.
En las lesiones del lóbulo temporal se altera la capacidad analítica auditiva; en las lesiones
del lóbulo parietal los aspectos semánticos.
Al parecer, la simbolización, como una actividad perceptiva espacial, tiene una relación muy
estrecha con los aspectos semánticos, porque muchos pacientes con lesiones del lóbulo parietal
izquierdo producen la Afasia Motora Aferente.
a) Lóbulo límbico. Lo forma el giro del cíngulo (circunvalación callosa) y el giro parahipocampal
(circunvalación del hipocampo).
b) Hipocampo. Continuación del giro hipocampal (circunvolución del hipocampo), que llega hasta
el piso del ventrículo lateral.
c) Núcleo amigdaloideo (amigdalino). Se localiza por detrás del núcleo caudado.
d) Cuerpos mamilares del hipotálamo. Dos masas redondeadas, cercanas a la línea media y los
pedúnculos cerebrales.
e) Núcleo anterior del tálamo. Se sitúa en el piso del ventrículo lateral.
Dado que el sistema límbico tiene una función significativa en las emociones como las de
dolor, placer, ira, enojo, tristeza, conducta sexual, docilidad y amabilidad, se le ha llamado cerebro
“viseral”, o “emocional”.
APLICACIÓN CLÍNICA
Las lesiones encefálicas se relacionan frecuentemente con golpes a la cabeza que dan por
resultado desplazamiento y deformación del tejido nervioso al momento del impacto. Los
diversos grados de lesiones cerebrales se describen como sigue:
1.- Concusión. Pérdida súbita pero temporal de la conciencia después de un golpe a la cabeza,
o la interrupción súbita del movimiento de la misma. La concusión no produce contusión visible
del encéfalo.
2.- Contusión. Lesión visible del encéfalo a causa de traumatismos y extravasación de sangre
de vasos microscópicos. La piamadre se separa de encéfalo sobre el área lesionada y puede
presentar desgarro, con lo que permite que la sangre entre al espacio subaracnoideo. La
contusión usualmente da por resultado pérdida prolongada de la conciencia, que varía desde
algunos minutos hasta muchas horas.
3.- Laceración. Desgarro del encéfalo, usualmente por fracturas craneal o herida con arma de
fuego. Suele originar la ruptura de grandes vasos sanguíneos, con hemorragia del encéfalo y
espacio subaracnoideo. Sus secuelas incluyen hematoma cerebral, edema y aumento de la
presión intracraneal.
Las funciones del cerebro son numerosas y complejas. En términos generales se divide a la
corteza en áreas sensoriales, motoras y de asociación. Las áreas sensoriales interpretan los
impulsos homónimos, las áreas motoras regulan la actividad muscular y las áreas de asociación
se relacionan con los procesos emocionales e intelectuales.
1
Estos números, al igual que la mayor parte de los que se muestran en la figura, se basan en el mapa citoarquitectónico de K.
Broadmann, mapa que vio por primera vez la luz pública en 1909 y es un intento de correlacionar estructuras con funciones.
ejemplo, la porción del área somestésica que recibe impulsos de los labios es mayor que su
similar correspondiente al tórax. La función principal del área somestésica es la localización
exacta del punto del cuerpo en que se originan las sensaciones. El tálamo localiza las
sensaciones de una manera general, es decir, en grandes áreas del cuerpo, pero no “distingue”
el punto específico de estimulación, capacidad reservada al área somestésica de la corteza
cerebral.
El área somestésica secundaria es una pequeña región de la pared posterior del surco
lateral (cisura de Silvio) alineada con el giro poscentral (circunvolución retrorrolándica). Guarda
relación principalmente con aspectos menos discriminatorios de las sensaciones.
Por detrás del área somestésica primaria está el área somestésica de asociación, que
corresponde a las áreas 5 y 7 de la figura de las áreas funcionales. Recibe impulsos del tálamo,
otros centros encefálicos inferiores y del área somestésica primaria. Su función es integrar e
interpretar las sensaciones, y gracias a ella podemos identificar forma y textura de un objeto o su
orientación respecto de otro a la palpación, así como las posiciones relativas de partes
corporales. Otra de sus funciones es el almacenamiento de recuerdos de experiencias
sensoriales pasadas, lo que posibilita a su comparación con las actuales.
1.- Área visual primaria (centro receptor visual o área 17 de Brodmann). Se localiza en
la cara medial (interna) del lóbulo occipital y a veces llega hasta la cara lateral (externa). Recibe
impulsos sensoriales de los ojos interpreta forma, color y movimiento de los objetos.
2.- Área visual de asociación (áreas 18 y 19). Se localiza en el lóbulo occipital y recibe
impulsos sensoriales del área visual primaria y el tálamo. Relaciona las experiencias visuales
pasadas con las presentes e identifica y evalúa los objetos observados.
3.- Área auditiva primaria (centro receptor auditivo – áreas 41 y 42). Se sitúa en la parte
superior del lóbulo temporal, cerca del surco lateral (cisura de Silvio). Interpreta las
características básicas de los sonidos, como tono y ritmo. La porción anterolateral
(anteroexterna) del área auditiva responde a sonidos graves, mientras que la posterolateral
(posteroexterna) lo hace a los agudos.
4.- Área auditiva de asociación (área 22). Se sitúa en plano inferior inmediato al área
auditiva primaria, en el lóbulo temporal de la corteza cerebral. Gracias a ella, diferenciamos
entre lenguaje, música o ruidos, e interpretamos el significado del lenguaje por “traducción” de
las palabras en pensamientos.
5.- Área gustativa primaria (área 43). Se localiza en la base del giro poscentral
(circunvolución retrorrolándica), por arriba del surco lateral (cisura de Silvio), en el lóbulo parietal
de la corteza. Interpreta las sensaciones relativas al gusto.
6.- Área olfatoria primaria. Se localiza en la cara medial (interna) del lóbulo temporal e
interpreta sensaciones relacionadas con el olfato.
7.- Área gnóstica (o zona de correlación – áreas 5, 7, 39 y 40). Esta área de integración
general se sitúa entre las áreas somestésicas o sensorial primaria, visual y auditiva. Recibe
impulsos de ellas, así como de las áreas gustativa y olfatoria
primarias, tálamo y estructuras inferiores del tallo en cefálico.
Integra los pensamientos que se originan en las áreas
sensoriales de modo que se forman uno general a partir de la
diversa información sensorial. Acto seguido, transmite impulsos a
otras partes del encéfalo para desencadenar la respuesta
apropiada de un estímulo sensorial dado. La Tomografía de
Emisión de Positrones, de desarrollo reciente, a sí como sus
aplicaciones clínicas; se emplea en el diagnostico de diversas
enfermedades. Los investigadores también la utilizan para
estudiar el encéfalo sano. La detección y el registro de los
cambios en el metabolismo (consumo) de glucosa permiten Imágenes de resonancia
magnética, imagen del
encéfalo humano.
identificar qué áreas del encéfalo guardan relación con actividades motoras y sensoriales
específicas.
Tomógrafos de emisión de
positrones:
(a) Metabolismo del oxígeno en el
cerebro.
(b) Volumen sanguíneo del
cerebro.
(c) Flujo sanguíneo por el
cerebro.
Áreas motoras. El área motora primaria (o área motriz – área 4) Se localiza en el giro
precentral (circunvalación frontal ascendente) del lóbulo frontal. Al igual que la sensorial
primaria, consiste en regiones que controlan músculos o grupos de músculos específicos. La
estimulación de un punto dado de esta área da por resultado contracciones musculares, por lo
general en la mitad corporal contralateral.
Él área premotriz (área promotora – área 6) está por delante del área motriz y guarda
relación con actividades motoras aprendidas de cierta complejidad y de carácter secuencial.
Genera impulsos que provocan la concentración de un grupo de músculos específicos en un
orden también dado, por ejemplo, en la escritura. De tal suerte, regula movimientos precisos.
Él área frontal del movimiento ocular – área 8) del lóbulo frontal suele considerarse como
parte del área premotriz; regula los movimientos voluntarios de rastreo que se efectúan con los
ojos, por ejemplo, al buscar una palabra en un diccionario.
Las áreas de lenguaje también son parte importante de la corteza motora. En la “traducción”
del habla o el lenguaje escrito en pensamientos, participan área sensoriales, como la auditiva
primaria, de asociación auditiva, visual primaria, de asociación visual y gnóstica, en la forma
recién descrita. La interpretación de los pensamientos y su conversión al lenguaje hablado
implica la participación del área motora del lenguaje articulado (área de Brocal – área 44),
que se localiza en el lóbulo frontal justo por arriba del surco lateral (cisura del Silvio). Desde
ella, se envían impulsos a las regiones promotoras que controlan los músculos de laringe,
faringe y boca. Los impulsos provenientes del área premotriz que llegan a los músculos dan por
resultado contracciones coordinadas específicas de éstos, que hacen posible el habla. En forma
simultánea, se envían impulsos desde el área motora del lenguaje articulado al área motriz
primaria, y de ésta pasan a los músculos inspiradores, para regular el reflujo adecuado de aire
por las cuerdas vocales. Las contracciones coordinadas de los músculos relacionados con el
lenguaje y la respiración permite la expresión de pensamientos por medio del lenguaje hablado.
APLICACIÓN CLÍNICA
El área motriz del lenguaje articulado y otras relacionadas con el lenguaje se localizan
generalmente en el hemisferio cerebral izquierdo, sin importar que la persona sea zurda o
manidiestra. La lesión de las áreas motoras o sensoriales da por resultado afasia, que es la
incapacidad para hablar: agrafia, que es la incapacidad para escribir, sordera verbal (o
mental), que es la incapacidad para entender el lenguaje hablado, o ceguera verbal (o
alexia), que es la incapacidad para entender el lenguaje escrito
Las células de la pared que envuelve al tubo neural se diferencian en tres tipos. Las de la
capa marginal externa se transforma en la sustancia blanca del sistema nervioso; las de la capa
del manto intermedia corresponden a la sustancia gris, y las de la capa ependimaria interna
forman el recubrimiento de los ventrículos del sistema nervioso central.
La cresta neural es una masa de tejido presente entre el tubo neural y el ectodermo que se
diferencian de modo que a la larga forma los ganglios de las raíces dorsales (posteriores) de los
nervios espinales, los nervios espinales mismos, los ganglios de los nervios craneales, los nervios
craneales mismos, los ganglios del sistema nervioso autónomo y ka médula suprarrenal.
Cuando se forma el tubo neural a partir de la placa homónima, la porción anterior del primero
se transforma en tres áreas protuberantes, a saber: 1) vesícula del cebro anterior (procencéfalo);
2) vesícula del cebro medio (mesencéfalo), y 3) vesícula del cerebro posterior (rombencéfalo).
Las vesículas son áreas que contienen líquido y se desarrolla hacia la cuarta semana de gestación.
Dado que son las primeras que se forman, reciben el nombre de vesícula primaria. Al continuarse
el desarrollo, la región vesicular se flexiona (pliega) repetidas veces, lo que da por resultado la
subdivisión de las tres vesículas primarias, y al llegar la quinta semana de desarrollo embrionario el
encéfalo consiste en cinco vesículas secundarias. La vesícula del cerebro anterior (prosencéfalo)
se divide en telencéfalo anterior y diencéfalo posterior; la del cerebro medio (mesencéfalo) no se
divide, y la del cerebro posterior (rombencéfalo) lo hacen en metencéfalo anterior y mielencéfalo
posterior. A la larga, el telencéfalo da origen a los hemisferios cerebrales y ganglios basales; el
diencéfalo al tálamo, hipotalamo y glandula (o cuerpo) pineal; la del cerebro medio (mesencéfalo), al
mesencéfalo; el metencéfalo se transforma en el puente (puente de varolio) y el cerebelo, y el
mielencéfalo forma la médula oblongada (bulbo raquídeo). Las cavidades presentes en las vesiculas
se transforman en los ventrículos del encéfalo y el líquido de las mismas es el líquido cerebroespinal
(cefalorraquideo). La médula espinal tiene origen en el área del tubo neural por detrás del
mielencéfalo.
2. LAS LEYES DEL CEREBRO Y EL APRENDIZAJE
Se debe hacer más rico y más dinámico el proceso educativo, la educación de cada uno de los
alumnos. Pero el ámbito educativo ha carecido siempre de flexibilidad para enriquecerse de los
descubrimientos científicos de otros campos afines o paralelos. Entre ellos, uno de los más importantes es
el de la influencia del sistema nervioso en la conducta humana; los técnicos la llaman neuropsicobiología.
Mientras en el ámbito científico han sido constantes y evidentes los avances establecidos, la posible
influencia de los mismos en el campo del aprendizaje, desde los primeros meses de vida, y por tanto en el
de la educación, ha sido, en un sentido amplio, prácticamente nula.
Sin embargo, los científicos y estudiosos del tema han sabido ofrecer a padres y educadores
profesionales unos puntos clave, que deberían servir como pautas claras y de modelo -verdaderas leyes
de funcionamiento- para una intervención educativa en la primera y segunda infancia:
Por último, hay que tener en cuenta la enorme capacidad potencial en cuanto al aprendizaje.
Este inmenso torrente de posibilidades es tan amplio que, aunque consiguiéramos estimular el
cerebro de un niño desde su nacimiento continua e intensamente, nos sería imposible saturar sus
capacidades potenciales. De hecho, sólo llegamos a desarrollar una ínfima parte de las
posibilidades de nuestro cerebro.
3. LA PSICOFISIOLOGÍA
Los últimos estudios de anatomía, fisiología y bioquímica del cerebro han revelado interesantes
correlaciones clínicas en el área de la conducta. Últimos estudios anatómicos, neurofisiológicos y
bioquímicos que permiten ampliar el campo de prevención, diagnóstico y tratamiento de los problemas de
conducta con el mayor conocimiento de los factores biológicos en el área de la psicología clínica.
Los estudios anatómicos del cuerpo estriado y sus correlaciones neuropatológicas han demostrado
que, además de liderar el movimiento automático por sus componentes bioquímicos, tiene relación con el
área afectivo-volitiva. De este modo, diversas lesiones del núcleo caudado y globo pálido en un grupo de
pacientes determinan el desorden obsesivo-compulsivo y estados anormales afines, tales como
despersonalización, hipocondrías, anorexia nerviosa, compulsiones sexuales, tricotilomanía, cleptomanía,
tortícolis, síndrome de Tourette (enfermedad de los tics), autismo, corea de Sydenham y diversos
desórdenes impulsivos que pueden llegar a la violencia compulsiva (Cummings, 1993; Cia, 1997).
4. EL APRENDIZAJE
La definición más simple y precisa del aprendizaje, es la de un cambio de la conducta que resulta de
la práctica. La característica principal de esta definición es que se refiere más a cambio que a mejoría del
comportamiento, aunque el cambio que resulta de la práctica o de la repetición a menudo implica que
ciertas respuestas se debilitan mientras que otras se hacen más fuertes. La definición no es aún tan precisa
como lo sería si todos los cambios llamados aprendizajes persistiesen siempre hasta un cierto grado,
aunque fuese en forma débil. En consecuencia, hay que definir el aprendizaje como los cambios
permanentes de la conducta que son consecuencia de la práctica o de la experiencia, sin que por ello se
entienda que todo lo que se aprende se recuerda perfectamente.
Una definición conceptual completa de las Dificultades de Aprendizaje (DA) y sobre la que existe un
mayor consenso es la siguiente:
“Las dificultades de aprendizaje son un término genérico que se refiere a un grupo heterogéneo de
trastornos, manifestados por dificultades significativas en la adquisición y uso de la capacidad para
entender, hablar, leer, escribir, razonar o para las matemáticas. Estos trastornos son intrínsecos al
individuo, y presumiblemente debidos a una disfunción del sistema nervioso, pudiendo continuar a lo largo
del proceso vital. Pueden manifestarse problemas en conductas de autorregulación e interacción social,
pero estos hechos no constituyen por sí mismos una dificultad de aprendizaje. Aunque las dificultades de
aprendizaje se pueden presentar concomitantemente con otras condiciones discapacitantes (por ejemplo
déficit sensorial, retraso mental, trastornos emocionales severos) o con influencias extrínsecas (como
diferencias culturales, instrucción insuficiente o inapropiada), no son el resultado de dichas condiciones o
influencias” (NJCLD- National Joint Committee on Learning Disabilities- en 1988).
El perfil más generalizado del adulto con dificultades de aprendizaje se caracteriza por tener una
inteligencia de tipo medio, déficit neuropsicológicos selectivos y un rendimiento académico inferior al
esperable en función de su CI. Varios estudios ponen de relieve un rendimiento verbal inferior al
manipulativo (Portellano, 1993).
Evaluar cuidadosamente dichas áreas nos puede ayudar a realizar un diagnóstico diferencial inicial,
pero también nos da mucha información de cómo enfocar el tratamiento, en qué aspectos tendremos que
incidir, qué objetivos iniciales nos plantearemos, a qué debemos dar prioridad.
Muchas veces ocurre a los terapeutas que trabajan con niños con dificultades de aprendizaje, que
pierden la referencia de la normalidad, por eso la valoración utilizando baremos nos ayuda a tomar
conciencia de la dificultad real del niño. Esto no anula el mérito de la observación directa del terapeuta. Los
datos objetivos (provenientes de los tests) y los subjetivos (provenientes del terapeuta) son
complementarios.
Los marcadores neuropsicológicos en los niños con DA indican que estos niños presentan
inmadurez en su sistema nervioso y aumento significativo en la cantidad e intensidad de los signos
neurológicos menores, algunos de ellos:
trastornos de la orientación espacial
nociones temporales confusas
predominio cerebral inadecuado
defectos del lenguaje
trastornos de la motricidad
deficiente reconocimiento del esquema corporal
confusión figura-fondo
Con relación a los trastornos emocionales, estos no son la causa de las DA pero es frecuente la
concomitancia entre dichas dificultades y la presencia de alteraciones emocionales. Esto se debe en parte
a la experiencia escolar frustrante en la mayoría de los niños con DA, a la incomprensión a la que se ven
expuestos por parte de los adultos que muchas veces les tachan de “vagos”, a la situación de indefensión
ante la que se encuentran, etc.
Huntington y cols., 1993, demuestran que los adolescentes con DA presentan un aumento severo del
riesgo de depresión y suicidio, así como un negativo desarrollo emocional. Otros trabajos (Ritter, 1989)
indican que los adolescentes con problemas de aprendizaje presentan alto nivel de ansiedad con tendencia
a la somatización.
En cualquier caso, lo que sí se tiene que tener en cuenta es que el tratamiento debe estar
estructurado teniendo en cuenta las características particulares de la persona que tiene dificultades de
aprendizaje. Por supuesto, el trabajo debe estar dirigido y supervisado por un especialista en este tipo de
dificultades. No solo será importante el tipo de ejercicio elegido sino también la valoración de la actitud de la
persona con dificultades en su forma de abordar la tarea que se le propone. En este sentido el papel del
reeducador es fundamental dado que es el que observa, dirige y modela dicha actitud. Por todo ello se crea
una relación y un vínculo entre el alumno y el reeducador que, como en cualquier tipo de terapia, juega un
papel determinante en el proceso de recuperación del alumno.
Concepto.-
Estos trastornos están definidos de manera que quedan excluidos aquellos individuos cuya
lentitud en el aprendizaje queda explicada por falta de oportunidades educativas, escasa
inteligencia, deficiencias motoras o sensoriales (visuales o auditivas) o problemas neurológicos.
Con frecuencia, el diagnóstico se realiza durante el período escolar. Durante los primeros
años escolares, las habilidades básicas, atención y motivación construyen pilares para el
aprendizaje subsiguiente. Los deterioros importantes en estas funciones se identifican en la
necesidad de un abordaje precoz.
Tipos.-
Trastorno de la Lectura
Trastorno del Cálculo
Trastorno de la Expresión Escrita
Trastorno del Aprendizaje No Especificado
Evaluación
Los criterios del DSM-IV especifican que un diagnóstico debería basarse en algo más que en
la observación clínica: siempre que sea posible es esencial evaluar la presencia de un déficit
específico con protocolos de tests estandarizados. Dependiendo del trastorno, pueden resultar
necesarias para el diagnóstico tanto las medidas formales del CI como las de habilidades
específicas.
Diagnostico Diferencial
Los trastornos del aprendizaje deben diferenciarse de posibles variaciones normales del
rendimiento académico, así como de dificultades escolares debidas a falta de oportunidad,
enseñanza deficiente o factores culturales.
Una audición alterada puede afectar la capacidad de aprendizaje, debiendo investigarse con
pruebas audiométricas o de agudeza visual. En presencia de este déficit sensorial sólo puede
diagnosticarse un trastorno de aprendizaje si las dificultades para el mismo exceden de las
habitualmente asociadas a dicho déficit.
El trastorno disocial puede resultar también una complicación, pero puede aparecer
previamente al fracaso escolar e incluso en los años de preescolar. Aunque se ha insistido mucho
en el solapamiento emocional resultante de los trastornos del aprendizaje y de la comunicación,
existe un cuerpo de conocimientos creciente sobre antecedentes y concomitantes
neuropsiquiátricos y sociofamiliares de estos trastornos.
Resulta también esencial evaluar un posible trastorno afectivo (baja motivación) y otros
trastornos psiquiátricos y neurológicos. Normalmente los tests de percepción sensorial se obtienen
para valorar los posibles deterioros de la visión o de la audición, que pueden agravar o imitar las
manifestaciones de estos trastornos.
Tratamiento
Con el tiempo los casos leves pueden resolverse gracias a la educación y la práctica
persistentes. Algunos individuos pueden compensarlos por medio de un aprendizaje excesivo, pero
otros conservan déficit específicos de aprendizaje durante la edad adulta. Con frecuencia, los
problemas conductuales asociados y las complicaciones intrapsíquicas persisten más allá de la
duración del déficit evolutivo, y pueden permanecer sintomáticos durante la vida adulta.
En la práctica, debe diseñarse un plan individual de educación para cada niño. El manejo
multidisciplinario y la comunicación resultan esenciales, ya que muchos especialistas y profesores
pueden estar implicados en la educación y tratamiento de un solo niño. La intervención educativa
temprana puede emplear uno de los varios sistemas terapéuticos. Puede resultar necesario alentar
la autoestima del niño (o adulto) para ayudarle a tolerar los esfuerzos terapéuticos. El tratamiento
debe dirigirse directamente a los trastornos del aprendizaje, pero también a la comunicación, al
trastorno de conducta y TDAH posiblemente asociados (Kaplan y Sadock, 1999).
La implicación de los padres es crucial para apoyar el programa educacional y para los
esfuerzos continuados del niño en un ambiente libre de críticas. Está demostrado que los padres
pueden ayudar escuchando cada día en casa cómo leen sus niños.
Descripción clínica
Etiología
En la aparición del trastorno de la lectura parece ser que actúan algunas variables como
bajo peso al nacer, accidentes prenatales y perinatales, trastornos neurológicos manifiestos, y
anomalías en el EEG. Los numerosos factores neurológicos, psicológicos, de atención,
conductuales y culturales se entienden mejor como correlaciones o factores de riesgo que
como causas. Por tanto, ello implica que la corrección de cualquiera de este déficit puede
contribuir solo marginalmente a remediar de forma general el trastorno de la lectura, y perder la
oportunidad de maximizar las fuerzas potencialmente anormales y talentos especiales de estos
individuos.
6.1.2. Trastornos del cálculo
Los individuos con un trastorno del cálculo (Tabla 2) presentan dificultades en aprender
a contar, hacer cálculos matemáticos simples, definir grupos de objetos y en el pensamiento
espacial (derecha-izquierda, arriba-abajo, este-oeste). Los déficit pueden observarse en la
copia de formas, memoria matemática, número y procesos secuenciales y en nombrar
conceptos matemáticos y operaciones (Hales y Yudofsky, 2000).
Algunos problemas de lectura y escritura van asociados con el trastorno del cálculo. Los
factores que producen un desarrollo académico lento incluyen estados neurológicos, genéticos,
psicológicos, socioeconómicos y las experiencias del aprendizaje, el trastorno del cálculo está
definido para designar no individuos que son simplemente estudiante lentos o que tienen pocas
oportunidades educacionales, sino individuos con una anomalía neurocortical o psiquiátrica
específica.
Entre los síntomas se incluye velocidad lenta al escribir y producción baja, ilegibilidad,
rotaciones de letras, búsqueda de palabras y errores sintácticos, borrones, rectificaciones,
errores de espacios y puntuación, y problemas de ortografía. Estos déficit pueden ser el
resultado de problemas subyacentes con la función grafomotora (control de la mano y el lápiz),
funciones motoras finas y visomotoras, atención, memoria, formación y organización del
concepto (prioridades y fluidez), así como de la función del lenguaje expresivo.
En esta categoría la DSM-IV-TR incluye los trastornos que no cumplen los criterios de
cualquier trastorno especificado anteriormente. Esta categoría puede referirse a deficiencias
observadas en las tres áreas (lectura, cálculo y expresión escrita) que interfieran
significativamente el rendimiento académico aún cuando el rendimiento en las pruebas que
evalúan cada una de las habilidades individuales, no se sitúe sustancialmente por debajo de lo
esperado, teniendo en cuenta la edad de la persona, su CI y la enseñanza propia de su edad.
7. ESTILOS DE APRENDIZAJE
Dos alumnos predominantemente visuales pueden aprender de manera muy distinta y tener
resultados muy distintos en el colegio dependiendo de cómo organicen esa información. Hay distintos
modelos que se ocupan de la manera de organizar la información. Entre ellos, la teoría de los hemisferios
cerebrales.
El cerebro humano se divide en dos hemisferios, cada uno con cuatro lóbulos, conectados entre sí
por el corpus callosum. Cada hemisferio procesa la información que recibe de distinta manera o, dicho de
otro modo, hay distintas formas de pensamiento asociadas con cada hemisferio.
El comportamiento en el aula de los alumnos variará en función del modo de pensamiento que
prefieran.
Por eso, es importante estar atentos al desarrollo escolar de nuestros niños y tener la lista de
especialistas a mano para consultar, siempre, ante la mínima inquietud. Es muy importante que el
diagnóstico y –si es necesario– el tratamiento, sean realizados lo más tempranamente posible, de manera
de apoyar al niño a que supere las dificultades detectadas y evitar que se generen otros problemas que
afecten además su desarrollo emocional y conductual.
8.1. PSICOPEDAGOGO
Como padres debemos consultar a un psicólogo cuando nuestro hijo manifiesta dificultades que le
impiden desarrollar las actividades propias de su edad. Estos problemas abarcan un espectro amplio y
variado:
- Falta de madurez,
- Dificultades para el aprendizaje del habla,
- Dificultades de la marcha, del control de esfínteres,
- Dificultades para la aceptación de límites,
- Trastornos en el dormir, en la alimentación, etc.
- Dificultades para la integración y adaptación a la vida escolar,
- Temor a enfrentar situaciones nuevas,
- Trastornos de conducta,
- Baja autoestima,
- Trastornos emocionales asociados a situaciones traumáticas,
- Cuadros de depresión y estrés, etc.
El método.-
Es hora de visitar a un fonoaudiólogo cuando notamos que nuestro hijo presenta dificultades o
alteraciones en diversas áreas, como la voz, la audición, el habla y el lenguaje.
A veces, el niño tiene problemas de la voz: disfonías o alteraciones en las cuerdas vocales, entre
otras. En otros, presenta problemas de audición: sorderas, hipoacusia, etc. Es muy importante atender
a los problemas de lenguaje que puedan presentar los niños, ya que suelen ser una de las causas de
problemas de aprendizaje generales. El profesional atiende casos de retrasos del lenguaje, de dificultad
en la comprensión y elocución. Si los niños presentan dificultades para articular un sonido (fonema), es
probable que lo transfiera al papel o lo interprete en el papel tal como lo escucha o lo dice. Se pueden
producir confusiones en la lectura, escritura, etc.
En el campo del habla, el fonoaudiólogo puede ayudar a superar errores articulatorios (dislalias).
Es bastante frecuente que algunos niños, a pesar de tener un desarrollo del lenguaje adecuado,
presenten problemas al momento de pronunciar un sonido. El fonoaudiólogo también atiende la
tartamudez, fisuras en el sector oral, problemas para masticar, tragar, respirar, entre otros.
9. BIBLIOGRAFÍA