Lecciones de Derecho Penal
Lecciones de Derecho Penal
Lecciones de Derecho Penal
Vi veritatis et iustitiae
La ciencia del Derecho Penal, tiene por objeto organizar la estructura que sustenta la
argumentación jurídica penal, en un sistema perfectamente definido de contenidos, con el objeto
de facilitar entre otros aspectos, la comprensión y aplicación de dichas normas, todo ello
vinculado con la necesidad y expectativa que refleja el modelo democrático social de justicia y
libertades de un Estado.
Dentro del principio que rige la distribución y división del poder público, surge la potestad
sancionadora que la Constitución y la Ley ha puesto en atribución a las autoridades
jurisdiccionales, como expresión de la independencia entre las ramas del poder público, siguiendo
este postulado sostenido desde el surgimiento de las corrientes del liberalismo clásico, lo cual dejó
atrás los sistemas totalitarios en donde el Rey era quien ejercía las tres funciones básicas del
Estado.
Las nuevas corrientes de la filosofía política han propuesto concebir el poder público, como un
supuesto único de poder, que aunque dividido en distintos órganos, es regido por la colaboración
armónica y sistemática, para el cumplimiento óptimo de los cometidos del Estado.
La ilicitud, entendida como la contrariedad entre el ser y el deber ser jurídicamente establecido, es
el fundamento de imposición de una sanción. En el derecho penal esta ilicitud se corresponde con
el concepto de delito, como noción que cobija las características de tipicidad, antijuridicidad,
culpabilidad y punibilidad respecto de la comisión de determinadas conductas.
La causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado.
Por ello, para que el derecho penal se haga operante se requiere que la conducta desplegada por
un ciudadano se encuentre previamente definida en la ley penal como delito, que exista una
"contradicción entre la acción realizada y las exigencias del ordenamiento jurídico" y que además
el sujeto haya actuado con culpabilidad.
Parte General
Módulo I
Tema 2: FUENTES DEL DERECHO PENAL. Definición de fuentes del derecho penal. Clasificación de
las fuentes del Derecho Penal. Fuentes Directa o de Producción. La ley. Concepto de ley. Las
fuentes indirectas o de conocimiento del Derecho Penal: La jurisprudencia; La doctrina; los
principios generales del Derecho. El valor de las fuentes indirectas en el Derecho Penal. El Principio
de legalidad en el Derecho penal venezolano.
Tema 3: LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY PENAL. La naturaleza del acto de interpretar la ley penal.
La Teorías que sustentan la interpretación de la ley penal. Finalidad de la interpretación de la Ley
penal. Clases de Interpretación: conforme al sujeto que la hace; conforme a los medios que se
aplican; conforme al resultado que se llega.
Tema 4: EFICACIA DE LA LEY PENAL. Validez temporal; Sucesión de leyes; La ley más favorable;
Validez espacial; Principios que regulan la aplicación de la ley penal venezolana; Validez personal:
Inmunidades, Prerrogativas; La extradición; La retroactividad de la Ley Penal.
Tema 5: INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DELITO. Noción formal y sustancial del delito. Evolución
del concepto dogmático del delito. Teoría clásica del delito. Bipartición y tripartición. Teoría
finalista del delito. Formas de hecho punible.
Tema 6: LA ACCIÓN. El concepto de acción. Teorías. La omisión. Delitos de comisión por omisión.
El resultado. Estructura. Teorías sobre la relación causal. La ausencia de acción.
Tema 7: LA TIPICIDAD. Concepto de tipicidad. El injusto típico. Estructura del tipo penal. Especies
de los tipos penales. Función de la tipicidad. La atipicidad.
Inicio
Penal I
Penal II
Penal III
Penal IV
Biblografia
Parte General
Módulo II
Tema 4: EL DELITO IMPERFECTO. Iter Criminis. Fases. Actos Preparatorios. La tentativa. El delito
frustrado. Desistimiento.
Tema 6: CONCURSO DE DELITO. Unidad y pluralidad de acciones. Teorías. Concurso ideal de delito.
Concurso real o material de delitos. El delito continuado. El delito masa. Concurso aparente de
normas penales.
Tema 7: CIRCUNSTANCIAS MODIFICATIVAS DE LA RESPONSABILIDAD PENAL. Circunstancias
atenuantes y agravantes genéricas. Atenuantes específicas: El exceso. Imputabilidad disminuida.
Arrebato o intenso dolor. Perturbación mental por embriaguez o ingestión de drogas. La vejez. La
reincidencia.
Parte Especial
Módulo I
Tema 10: EL DELITO DE VIOLACIÓN. Los actos lascivos violentos. Acto carnal. Corrupción de
menores. Seducción bajo promesa de matrimonio y el incesto. Elementos. Ubicación en el Código
Penal venezolano. Análisis del artículo 380 del Código Penal y su comparación con el artículo 25
del Código Orgánico Procesal Penal.
Tema 11: EL DELITO DE RAPTO. Elementos. Tipos. Ubicación en el Código Penal venezolano.
Análisis de las disposiciones comunes a los delitos contra las buenas costumbres.
Tema 16: DELITOS CONTRA LOS PODERES PÚBLICOS. El delito de rebelión. Instigación a la
insurrección. Vilipendio. Elementos. Análisis. Ubicación en el Código Penal venezolano.
Parte Especial
Módulo I
Tema 11: EL DELITO DE RAPTO. Elementos. Tipos. Ubicación en el Código Penal venezolano.
Análisis de las disposiciones comunes a los delitos contra las buenas costumbres.
Tema 16: DELITOS CONTRA LOS PODERES PÚBLICOS. El delito de rebelión. Instigación a la
insurrección. Vilipendio. Elementos. Análisis. Ubicación en el Código Penal venezolano.
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Lecciones de Derecho Penal
Parte General
Módulo I
Tema 2: FUENTES DEL DERECHO PENAL. Definición de fuentes del derecho penal. Clasificación de
las fuentes del Derecho Penal. Fuentes Directa o de Producción. La ley. Concepto de ley. Las
fuentes indirectas o de conocimiento del Derecho Penal: La jurisprudencia; La doctrina; los
principios generales del Derecho. El valor de las fuentes indirectas en el Derecho Penal. El Principio
de legalidad en el Derecho penal venezolano.
Tema 3: LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY PENAL. La naturaleza del acto de interpretar la ley penal.
La Teorías que sustentan la interpretación de la ley penal. Finalidad de la interpretación de la Ley
penal. Clases de Interpretación: conforme al sujeto que la hace; conforme a los medios que se
aplican; conforme al resultado que se llega.
Tema 4: EFICACIA DE LA LEY PENAL. Validez temporal; Sucesión de leyes; La ley más favorable;
Validez espacial; Principios que regulan la aplicación de la ley penal venezolana; Validez personal:
Inmunidades, Prerrogativas; La extradición; La retroactividad de la Ley Penal.
Tema 5: INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DELITO. Noción formal y sustancial del delito. Evolución
del concepto dogmático del delito. Teoría clásica del delito. Bipartición y tripartición. Teoría
finalista del delito. Formas de hecho punible.
Tema 6: LA ACCIÓN. El concepto de acción. Teorías. La omisión. Delitos de comisión por omisión.
El resultado. Estructura. Teorías sobre la relación causal. La ausencia de acción.
Tema 7: LA TIPICIDAD. Concepto de tipicidad. El injusto típico. Estructura del tipo penal. Especies
de los tipos penales. Función de la tipicidad. La atipicidad.
Temario
1. Fuente de Producción, y
2. Fuente de Conocimiento
Actividades de Refuerzo
Cuestionario:
1. ¿Qué entiende por fuente de Derecho Penal?
2. ¿Cómo puede clasificar las fuentes del Derecho Penal?
3. ¿Esquematice y explique las fuentes del Derecho Penal?
4. ¿Qué importancia tiene la ley como fuente directa del Derecho
Penal?, defínala.
5. ¿Cuáles son y explique las fuentes de producción del Derecho
Penal?
6. ¿Cuáles son y explique las fuentes del conocimiento del Derecho
Penal?
7. ¿Cuál es el valor de la jurisprudencia y la doctrina como fuente
del conocimiento penal?
8. ¿Cuál es el valor y en que consiste el principio de legalidad
penal?
9. ¿Cuál es el valor que se le otorga como fuente de derecho a los
principios generales del derecho?
Temario
LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY:
De forma general, Según Muñoz Conde, la interpretación es una operación
intelectual por la que se busca establecer el sentido de las expresiones
utilizadas por la ley para decidir los supuestos contenidos en ella y,
consecuentemente, su aplicabilidad al supuesto de hecho que se le plantea al
interprete.
También podría decirse, que la interpretación es la indagación del certero
sentido y alcance de la norma jurídica, en relación con el caso que por ella ha
de ser estudiado. Se trata de determinar cómo, es posible aplicar el supuesto
contenido en una norma jurídica de carácter general, a un hecho concreto, en
consecuencia el órgano judicial subsume los hechos al derecho con la
peculiaridad de su aplicación ya que debe estar ajustada a las premisas de
carácter individual que caracterizan la concreción del hecho material. La
Interpretación es la técnica que conduce a la comprensión del sentido de la
norma jurídica.
Desde el punto de vista teórico, Interpretación es la acción de interpretar.
Etimológicamente, el verbo “Interpretar” proviene de la voz latina interpretare
o interpretari, en el caso que nos interesa recalcar, el diccionario de la Lengua
Española dice que “Interpretar” es explicar o declarar el sentido de algo, y
principalmente el de textos poco claros. Explicar, acertadamente o no,
acciones, palabras o sucesos que pueden ser entendidos de varias formas. Es
desentrañar el sentido de una expresión.
La interpretación jurídica, por excelencia es la que pretende revelar el
verdadero pensamiento del legislador o explicar el sentido que se desprende
de cada una de las palabras, que conectadas de forma sistemática, determinan
una disposición legal. Latorre Ángel con claridad expresa que la interpretación
pretende determinar el sentido de la norma. Mientras que Mario Alzamora
Valdez, señala que para aplicar la norma a los hechos es necesario descubrir
los pensamientos que encierran las palabras que la forman hasta llegar a los
objetos, a este proceso, es a lo que denomina interpretación.
La Naturaleza del acto de Interpretar la Ley Penal:
Pretende determinar el Objeto, propósito y finalidad de la Interpretación de la
norma. Ello significa entenderla, comprenderla en su sentido y significación,
haciéndola susceptible de aplicarla al caso concreto, y aunque a veces parezca
evidente, es siempre necesaria, ya que la fórmula que expresa la voluntad de la
ley, tiene necesariamente el carácter general y abstracto.
En relación a la naturaleza de interpretar la Ley Penal, se evidencio que ante la
fragilidad de la situación que rige la necesidad de interpretación del texto
jurídico, en la actualidad se rompió el régimen en donde el soberano eran
quien creaba la norma penal, la aplicaba dictando sentencias, y en
consecuencia la interpretaba, lo cual implico muchas veces, la evidente
circunstancia de adecuar su interpretación a la necesidad puntual de juzgar y
condenar a quienes eran considerados enemigos del régimen.
El avance social trajo consigo el cambio evolutivo de los principios
fundamentales que rigen a las sociedades jurídicamente organizadas,
permitiendo el surgimiento de la división de los poderes públicos y la
aparición del Estado de Derecho y el principio de legalidad penal que se
deriva en muchos otros.
En este transcurrir de tiempo, se estableció la necesidad de declarar la
interpretación a la ley y a la norma penal el carácter restrictivo, estableciendo
preceptos que de forma taxativa prohibían cualquier interpretación de la ley.
Teorías estas sostenidas por Von Bar, Carrara, Beccaria por mencionar
algunos, quienes afirmaban que la ley penal debe bastarse por sí sola, su
alcance estricto no puede estar sujeto al capricho o la necesidad de un
intérprete que le pueda dar un sentido restringido o sobrepasar la intención del
legislador.
La evolución de criterios en el tiempo, ha permitido entender que el problema
no está en negar la posibilidad de interpretación a la ley penal, que sería como
negarle su aplicación, o como afirmar que el acto de interpretar la norma penal
no es psíquico, sino mecánico. El problema consiste en fijar las condiciones de
esa interpretación, conforme a la naturaleza de la misma, de la condición
social que la vincula a un caso concreto. Ya que, la ley surge como producto
de la necesidad social de regular la conducta humana en general, pero su
aplicación es específica e individual respecto al caso concreto o problema
humano a resolver.
Puesto que la interpretación consiste en escudriñar y determinar el sentido de
la ley, se hace necesario ver qué debe entenderse por sentido de la ley,
llamado también pensamiento, espíritu, voluntad de la ley, abandonando lo
que algunos creen que el sentido de la ley equivale a la voluntad del
legislador, pensamiento este que imperaba en los Estados totalitarios. En la
actualidad, prima la corriente de pensamiento que sostiene que el legislador
tiene la función especializada de proporcionar el medio y las condiciones para
formar la ley, la cual, una vez sancionada, tiene una entidad propia, y un
contenido que se puede distancia del significado intrínseco de la disposición,
independientemente de la voluntad subjetiva de su autor.
El resultado de la interpretación, pretenderá entonces, ajustar la voluntad de la
ley a los hechos sometido a ella, o esclarecer la voluntad objetivada en la
norma penal. Lo que interesa es el sentido que tiene ahora y no el que tenía
cuando entró en vigencia; interesa es el sentido que tiene ahora en el lugar
donde es menester aplicarla a un caso concreto y particular que presenta la
realidad.
La Teorías que sustentan la interpretación de la Ley penal:
La interpretación, persigue como premisa y finalidad, desentrañar el sentido y
alcance de la norma jurídica. El tema del objeto de la Interpretación ha llevado
al enfrentamiento de dos corrientes:
1. los Subjetivistas y
2. los objetivistas.
Los Subjetivistas o voluntaristas: sostienen que para interpretar una norma
debe tenerse como punto de referencia al legislador, con el propósito de
desentrañar de su mente lo que ése quiso decir. La Interpretación jurídica de la
Ley, debe necesariamente considerar la consulta de la fuente única y exclusiva
del Derecho, que se encuentra en sus precursores, para poder determinar el
alcance, propósito y razón de su comprensión.
Para ellos, la interpretación de la ley es la averiguación de la voluntad real del
legislador y toda interpretación que no sea tal debe ser rechazada, ya que
estaría desvinculada de la voluntad manifiesta de su fuente. Sostiene además,
que la Interpretación no se queda en lo que la construcción semántica de la
norma podría denotar, sino que dicha actividad llega a involucrar una tarea
mucho más compleja y elaborada, que determina establecer la razón de ser
que permitió la iniciativa de creación o adecuación de la norma penal.
Los Objetivistas o Intelectualistas: propugnaron que la Interpretación es un
acto de razonamiento, una operación lógico mental destinada a revelar el
significado o sentido de la norma jurídica penal.
Sostienen que sólo lo que aparece redactado en la ley es lo objetivamente
dispuesto como mandato, que una vez publicada la ley, ésta se desprende de
sus autores y adquiere vida y espíritu propios, en consecuencia es la voluntad
de la ley “mens legis” lo que debe descubrirse, porque en ella está lo
objetivamente plasmado. Concluyen, que al ser puesta la ley en vigencia, se
despoja ésta del pensamiento de legislador para ir a vivir una vida propia,
subordinada al medio social y sus transformaciones al que deberá
corresponder.
Como toda teoría tiene sus seguidores y sus críticos, en este caso el profesor
español Latorre Segura Angel, expresa que la norma no puede tener voluntad
y por ello, cuando, de acuerdo con el Objetivismo se habla de “voluntad de la
ley”, está sumamente claro que esta referencia se hace únicamente en sentido
metafórico.
Hans Kelsen, fue considerado uno de los defensores de la corriente
intelectualistas, destaca al respecto, que la interpretación de la norma por parte
del juez, es un acto de creación intelectual de una nueva norma, solo que esta
vez es de carácter individual, el cual es a su vez, un acto de voluntad en la
medida que se trata de llenar el marco establecido por la norma general.
Al respecto Alvarez Gardiol Ariel sostiene que: “El célebre debate entre
intelectualistas y voluntaristas no ha agotado –a mi juicio- ni con mucho, la
intrincada madeja de elementos que se mueven alrededor de este complejo
problema. Ni la interpretación es un proceso que se agota en una mera tarea
de intelección del sentido de una norma, colocada allí para que el intérprete
valore su significado, ni tampoco puede considerársela mero acto de voluntad
del intérprete que decide a su arbitrio el significado correcto para el caso”.
Refiriéndose a estas teorías, Karl Larenz considera que a cada una de estas
teorías corresponde parte de verdad y que por ello ninguna puede aceptarse sin
limitaciones. Continúa indicando que la verdad de la teoría subjetiva es que la
ley jurídica, a diferencia de la natural, es hecha por hombres y para hombres,
es la expresión de una voluntad dirigida a la creación de un orden justo; en
cambio la verdad de la teoría objetiva es que una ley, tan pronto es aplicada,
despliega una actividad peculiar a ella, que va más allá de lo que el legislador
había intentado.
Por su parte el jurista Alzamora Valdez Mario, explica que la teoría del
subjetivismo, sostiene que la ley no puede ser entendida de otro modo que
como “mandato”, que es la voluntad dirigida a regular las relaciones jurídicas
y que dicho mandato proviene de la mente y de la voluntad del legislador; en
tanto que la segunda teoría, refiriéndose al objetivismo, se apoya en la forma
como se originan las normas, en el valor de éstas consideradas en sí mismas, y
en el carácter de los objetos culturales, para atribuir a la ley un sentido
independiente de lo querido por su autor.
De esta forma, los subjetivistas para alcanzar la interpretación de la norma
penal emplean la exegética, la cual construye su metodología de interpretación
dogmática, que se sustenta sobre la premisa de lograr la comprensión de la
Ley penal, a través de un método filológico-histórico, que tiene como
procedimiento el remontarse al pasado hasta llegar al pensamiento del
legislador, plasmado en los diarios de debate el alcance que quiso otorgarle a
la ley.
Es por ello, que La corriente subjetivistas, entiende que la Interpretación de la
argumentación confía en que la respuesta brindada por el jurista puede ser
escogida o respaldada en razones provistas por la razón práctica, ya que en el
acto de interpretación no hay conocimiento ni razón, sino puro acto de
voluntad, ello sin perjuicio de los márgenes que le deja la norma superior para
interpretar o crear la norma inferior que es la derivada del proceso intelectual
que realiza el juez al resolver un caso y plasma tal resultado en la sentencia.
En cambio, los objetivistas proceden en una forma totalmente diferente, por
cuanto ellos, para encontrar la finalidad interpretativa de la norma penal, lo
hacen en virtud de un juicio de razón, de inteligencia del intérprete, así como
también del análisis sistemático del ordenamiento jurídico, es decir, se trata de
un método lógico sistemático; científico porque toma en consideración, la
integralidad del el ordenamiento jurídico para alcanzar la interpretación de la
norma penal.
En resumen podemos señalar, que la teoría subjetivista sostiene que la
interpretación consiste en buscar el pensamiento del legislador, tesis
actualmente superada pero no descartada de un todo, ya que es
complementaria a la tesis objetivista, que sostiene que lo que se trata de
descubrir es el sentido y alcance de la Ley; es decir lo que en la Ley aparece
objetivamente querido, en ocasiones para alcanzar un conocimiento profundo,
podemos ir a la fuente para ampliar el sentido general de la norma y descubrir
así las razones históricas que motivaron su creación y con ello lograr su mejor
comprensión.
Es por ello, que el objetivo de la Interpretación es el esclarecimiento del
sentido propio de una proposición jurídica, al respecto el artículo 4 del Código
Civil señala:
Artículo 4: A la Ley debe atribuírsele el sentido que aparece evidente
del significado propio de las palabras, según la conexión de ellas entre
si y la intención del legislador.
Cuando no hubiese disposiciones precisa de la Ley, se tendrá en
consideración las disposiciones que regulan casos semejantes o
materias análogas; y, si hubiese todavía dudas, se aplicaran los
principios generales del Derecho.
Por lo cual podríamos establecer, que el legislador venezolano se apega a la
corriente intelectualista, ya que orienta como parámetro de interpretación de la
norma el razonamiento y la operación lógico mental destinada a revelar el
significado o sentido propio contenido en la interpretación que se haga de la
norma jurídica.
Finalidad y Elementos de la interpretación de la Ley penal
La Finalidad de la interpretación de la Ley penal, como operación lógica
jurídica, tiene por finalidad esclarecer la voluntad manifiesta del contenido,
propósito y razón de la norma penal. Por lo tanto, lo que interesa no es lo que
quiso decir determinado legislador, lo que importante representa determinar la
voluntad de la ley.
Una vez que la ley entra en vigencia, se independiza de su pasado, y muchas
veces la interpretación puede variar en el tiempo en virtud de cambios
sociales, políticos, éticos, económico entre otros.
Elementos de La Interpretación de La Ley Penal
1. Ratio Legis: o razón de la ley, representa el motivo que ha tenido el
poder legislativo para poner en vigencia o articular una disposición
determinada.
2. Elemento Histórico: Las leyes no nacen por generación espontánea,
sino que hay un proceso histórico que determina su formación, desde
que se establece la necesidad de dictar disposiciones legales en una
materia determinada, hasta que la ley entra en vigencia efectivamente o
es derogada.
3. Elemento Sistemático: entre las diversas disposiciones de una ley, el
marco Constitucional y muchas veces el derecho internacional, existen
relaciones muy estrictas; y por ello, para poder esclarecer
adecuadamente el sentido y alcance de determinadas disposiciones
legales, se hace necesario conocer todo este basamento jurídico, ya que
se llegaría a resultados erróneos si se pretende interpretar de forma
dislocada una disposición legal sin conocer a cabalidad de forma
integral el marco normativo dentro del cual forma parte e interactúa la
ley.
4. Elemento comparativo extranjero: en muchos casos en lugar de legislar
expresamente para un país determinado, simplemente se escoge la ley
extranjera teóricamente más perfecta y se copia, en ciertos casos, si esa
ley escogida es de idioma extranjero, se traduce al idioma nacional; por
lo tanto pudieran orientar en el esclarecimiento de dicha ley los
comentarios hechos por los juristas de ese país extranjero de donde
procede. No obstante aun cuando la ley sea teóricamente perfecta, y en
consecuencia haya resultado perfecta en dicho país, su aplicación en
otro país pudiera resultar nefasto, ya que la realidad política, social,
económica pudiera variar.
5. Elemento Extra – penal: en la redacción de una disposición penal,
pudieran emplearse términos que no son propios del Derecho penal,
sino que corresponden a otra disciplina jurídica; y cuando esto ocurra,
para poder entender el sentido y alcance que se le pretende dar a la
disposición en cuya redacción se empleó, será menester acudir a la
disciplina a la cual corresponda, para así establecer el marco referencial
adecuado.
6. Elemento Extra – jurídico: en otros casos se pudieran emplear en la
redacción de una disposición penal, términos técnicos o concepto que
pertenecen al mundo de la ciencia, la tecnología o la bioética entre otras
disciplina, y por lo tanto, cuando encontremos uno de estos casos
tendremos que apelar a la ciencia o técnica a la que pertenezca ese
término para comprender el sentido y alcance de esa terminología, y nos
ponga en condiciones de interpretar correctamente la disposición penal
en la que fue empleado.
Clases de Interpretación:
De acuerdo al maestro Jiménez de Azua, la interpretación de la norma penal se
divide conforme al sujeto que la hace, a los medios que se emplean y al
resultado a que se llega. Conforme al sujeto que la hace, puede ser auténtica,
doctrinal y judicial. Según los medios usados, será literal y teleológica. Y de
acuerdo con los resultados a que se llega, puede considerarse: declarativa,
extensiva, restrictiva y progresiva.
Conforme al sujeto que la realiza:
Interpretación Auténtica: es la que realiza el mismo órgano
legislativo de donde emana la norma penal. Es la explicación
sobre el contenido, alcance, propósito o razón de la ley o norma
penal elaborado por el propio sujeto de donde emana.
En estos casos surge la llamada ley interpretativa, lo cual
constituye un instrumento normativo de efecto general que
establece la interpretación a cuyo tenor se ha denominado
“norma de interpretación legal”.
Dentro de esta categoría también se encuentra la interpretación
contextual, que es la que hace el propio legislador dentro del
cuerpo normativo de la ley. La interpretación contextual la
encontramos en los preámbulos, en los catálogos de definición
de conceptos y hasta fusionada dentro del articulado de la norma
que la misma ley incorpora. En ellos el legislador pretende
establecer un enfoque u orientación en cuanto a la utilización de
términos o bien al alcance que debe tenerse a una expresión
empleada, entre muchas otras definiciones suplementarias.
De igual forma, el legislador incorpora la interpretación
contextual, al determinar la denominación de los títulos,
capítulos, secciones y artículos de una ley. Dicha interpretación
auténtica busca a través de la denominación, orientar al
intérprete sobre el alcance propósito y razón del contexto y
contenido de la norma o de lo que se trate.
Interpretación Doctrinal: es la explicación del contenido de la
ley penal realizado por los jurisconsultos, doctrinarios o
estudiosos del derecho, que en aplicación del método científico,
la dogmática jurídica y la lógica, buscan darle explicación al
contenido, propósito y razón de la ley penal.
Su contenido se encuentra expresado en los libros, revistas,
trabajos de grados, tesis, trabajos de ascensos universitarios
entre otros. Representa el marco referencial utilizado por el juez
en sus sentencias.
Interpretación Judicial: es la que realiza el juez dentro de su
tarea de aplicar la justicia y que plasma en su sentencia.
Representa el esfuerzo psíquico del administrador de justicia que
al subsumir los hechos al derecho, se ve en la necesidad de
interpretar la norma que aplica y darle un contenido práctico a la
misma.
A diferencia de la interpretación auténtica, en Venezuela no
tiene carácter vinculante a menos que sea de las decisiones
dictadas por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, quien en uso de las atribuciones que la Constitución de
La República le otorga, como último y final interprete de la
Constitución, fije criterio sobre la aplicación de una norma penal
en atención a un principio o garantía constitucional y por tanto
establezca un precedente vinculante al respecto.
Conforme a los medios que se aplican:
Interpretación Literal o gramatical: El juez como interprete,
pretenderá descubrir el alcance, propósito y razón de la norma
penal que se desprende del significado propio de las palabras
que la integran y de la conexión lógica y sistemática entre ellas.
Cada palabra encierra un significado pero la misma no puede ni
debe ser analizada, para su adecuada interpretación en un
contexto estéril, la correcta interpretación se llega cuando de
forma sistemática es enlazado el concepto de cada palabra para
alcanzar la lógica de su comprensión.
Interpretación Teleológica: esta interpretación es la que mejor
descubre el significado íntimo de los preceptos, la verdadera
voluntad de la ley. El juez, como intérprete, deberá deducir no
solo el significado propio de la palabra, sino los múltiples
elementos que contribuyen a formar las disposiciones
legislativas, con ello deberá descubrir el alcance integral de la
norma penal atendiendo a sus causas finales y los fines que
pretende el derecho.
Conforme al resultado que se llega:
Interpretación Declarativa: la interpretación es declarativa
cuando la eventual duda de un juez, se resuelve con exacta
correspondencia entre la letra y el espíritu de la norma penal, al
declarar entendido el supuesto factico analizado dentro de la
norma legal a la cual no se le da un sentido más amplio ni más
restringido del que aparece expresamente señalado en ella.
Interpretación Extensiva: La interpretación es extensiva cuando
el juez como intérprete cree que se debe ampliar el alcance de
las palabras legales para que la letra corresponda al espíritu y
voluntad del texto legal.
Interpretación Restrictiva: la interpretación es restrictiva
cuando el juez reduce el alcance de las palabras que contiene la
ley por entender que su pensamiento y voluntad no consiente
atribuirle a su letra un contenido distinto al significado que en ella
contiene.
La interpretación restrictiva es un principio consagrado en el
Código Orgánico Procesal Penal, el cual dispone que toda norma
que restrinja la libertad, limite facultades y defina la flagrancia,
debe ser interpretada restrictivamente. La concordancia legal de
dicha interpretación la podemos conseguir tanto en el artículo 9
del como en el artículo 233 del Código Orgánico Procesal Penal
venezolano.
Es importante destacar que la interpretación restrictiva es un
mecanismo que emplea el legislador con la finalidad de que el
intérprete judicial limite el alcance extensivo de cualquier
consideración que pudiera estar al margen establecido para la
norma penal.
Interpretación Progresiva: Es la que tiene por finalidad trazar la línea
de contacto entre el momento en que entró en vigencia determinada ley
y el presente, en el que ha de ser aplicada, a los casos particulares y
concretos que se presentan en la realidad. En virtud de la interpretación
progresiva se puede dar una concepción diferente, e incluso
radicalmente opuesta a una disposición legal, sin cambiar el texto de esa
disposición, sino cambiando su sentido, al ponerlo en contacto con la
realidad actual. En el caso de la norma penal, debe entenderse el
carácter progresivo de su aplicación atendiendo el contenido de la
Constitución de la República así como de los tratados, convenios y
acuerdos internacionales. En este sentid, el juez no puede ser ajeno a las
transformaciones sociales, científicas, éticas, y jurídicas.
La ley vive y se desarrolla en ambientes que cambian y evolucionan, en
ocasiones las palabras persisten en el tiempo pero su significado se
transforma. Por ello el juez tiene la carga de analizar en su
interpretación, la ley pero dentro del entorno social de su aplicación,
adecuando su contenido a la lógica que implica la razón de ser de las
cosas, ya que en definitiva, su objetivo es la administración de la
justicia.
Actividades de Refuerzo
Cuestionario:
1. ¿Cuál es la naturaleza y qué consiste la interpretación de la ley
penal?
Temario
1. La superficie terrestre.
2. El mar territorial.
3. La zona contigua.
4. La plataforma submarina continental.
5. La zona económica exclusiva.
6. El espacio insular de la República.
7. El espacio aéreo; y
8. Las naves y aeronaves venezolanas: de guerra, mercantes y
civiles.
VALIDEZ PERSONAL:
La ley penal se aplica indistintamente a todo individuo que cometa un
delito o una falta en el territorio de la República (artículo 3 del Código
Penal). Y así mismo la Constitución de la República consagra en su
artículo 21 el principio de la igualdad de todos los ciudadanos, lo que
impide establecer discriminaciones entre los individuos que puedan
sustraerlos de la aplicación en, nuestro caso, de la ley penal.
Sin embargo, en nuestro ordenamiento, como en la mayoría de las
legislaciones, se establecen algunas excepciones, para ciertas
personas, en razón de las funciones públicas que desempeñan.
INMUNIDADES:
Los Diputados a la Asamblea Nacional y Asambleas Legislativa
de los Estados: En Venezuela existen diversos casos de exención de
la aplicación de la ley penal venezolana por hechos punibles
cometidos por determinadas personas en el ejercicio de sus funciones.
Es el caso de la denominada inviolabilidad de los diputados de la
Asamblea Nacional y de las Asamblea Legislativas de los Estados, a
quienes la Constitución de la República y de los Estados le reconoce
la inmunidad, no concediendo responsabilidad penal, civil o
administrativa a consecuencia de los votos y opiniones emitidas en el
ejercicio de sus funciones.
De esta forma, se consagra la inmunidad parlamentaria como una
garantía del ejercicio autónomo de las funciones legislativas respecto
de los otros poderes y como garantía para el mejor y efectivo
cumplimiento de la función parlamentaria. La inmunidad, está referida
al ejercicio de las funciones parlamentarias, desde el momento de la
proclamación por parte del órgano electoral, hasta la conclusión del
mandato.
Su desconocimiento por parte de los funcionarios públicos ocasiona
sanciones de naturaleza penal que el legislador deberá establecer en
la ley correspondiente.
En cuanto a los presuntos delitos cometidos por los diputados,
conocerá el Tribunal Supremo de Justicia en forma privativa, siendo la
única autoridad que, previa autorización de la Asamblea Nacional,
podrá ordenar la detención o continuar el enjuiciamiento, según sea el
caso. En caso de delito flagrante cometido por algún diputado, la
autoridad competente pondrá a éste bajo custodia en su residencia y
comunicará de manera inmediata el hecho al Tribunal Supremo de
Justicia.
Por la inviolabilidad, un diputado puede incurrir en hechos cometidos
por medio de la palabra oral o escrita, calificables como de difamación,
injuria, instigación a la desobediencia de la ley o de la autoridad,
incitación a la rebelión, vilipendio u ofensas a funcionarios entre otros
y ello, sencillamente, no es delito, porque por esas conductas de los
diputados, que se concretan en expresiones u opiniones, se
encuentran exentas de la aplicación de la ley penal, razón por lo cual,
su integridad personal es inviolables por ningún órgano del poder
público, salvo que sea sometido al procedimiento de desafuero
previsto en la misma Constitución de la Republica con la finalidad que
se establezca el antejuicio de mérito y que sea despojado de su
inmunidad por el mismo cuerpo legislativo.
De acuerdo con la Constitución de la República en el artículo 199
señala:
Artículo 199: Los Diputados o Diputadas de la Asamblea
Nacional no son responsables por votos y opiniones ejercidas en
el ejercicio de sus funciones. Sólo responderán ante los
electores o electoras y el cuerpo legislativo de acuerdo con la
constitución y los reglamentos.
Dos aspectos básicos discute la doctrina con relación a este punto, la
extensión de esta inmunidad y su naturaleza jurídica.
En cuanto a la extensión de la inmunidad, debe precisarse que la
inviolabilidad se limita a los votos y opiniones emitidos por los
diputados en ejercicio de sus funciones, dentro o fuera de la Asamblea
Nacional.
En cuanto a la naturaleza jurídica, algunos autores creen que se trata
de una causa de justificación, otros de una excusa absolutoria y otros
de una excusa personal de exclusión de la pena. La doctrina
venezolana se ha inclinado a considerarlo una causa personal de
exclusión de la pena, por quedar excluidos de la aplicación del
Derecho Penal, en razón de la función ejercida.
Artículo 200. Los diputados o diputadas a la Asamblea Nacional
gozarán de inmunidad en el ejercicio de sus funciones desde su
proclamación hasta la conclusión de su mandato o la renuncia
del mismo. De los presuntos delitos que cometan los o las
integrantes de la Asamblea Nacional conocerá en forma privativa
el Tribunal Supremo de Justicia, única autoridad que podrá
ordenar, previa autorización de la Asamblea Nacional, su
detención y continuar su enjuiciamiento. En caso de delito
flagrante cometido por un parlamentario o parlamentaria, la
autoridad competente lo o la pondrá bajo custodia en su
residencia y comunicará inmediatamente el hecho al Tribunal
Supremo de Justicia.
Los funcionarios públicos o funcionarias públicas que violen la
inmunidad de los o las integrantes de la Asamblea Nacional,
incurrirán en responsabilidad penal y serán castigados o
castigadas de conformidad con la ley.
Diversa es el alcance de la inmunidad, que es considerada relativa y temporal,
por lo cual hasta tanto no sea revocada, los parlamentarios no pueden ser de
ninguna forma coartados en el ejercicio de sus funciones; no pueden ser
apresados, salvo en caso de flagrancia, lo cual no excluye expresamente el
antejuicio de la inmunidad o la función parlamentaria, ni se puede entender
que sea la justificación para levantar o cesar automáticamente el privilegio; no
pueden ser objeto de registro o de requisas; no pueden ser sometidos a proceso
penal, si antes no se cumplen dos pasos esenciales como son: primeramente
que el Tribunal Supremo de Justicia declare por sentencia de la Sala Plena,
que hay mérito para ello; y segundo que es un aspecto fundamental, que la
Asamblea Nacional, autorice el enjuiciamiento por la mayoría simple de sus
integrantes, situación que eventualmente pudiera no hacer por razones de
orden político.
Particularmente, los delitos de vilipendio y todos los llamados “delitos de
desacato”, están proscritos de la legislación penal internacional. Sin embargo,
en Venezuela y en otros países, estos delitos son conservados por la
legislación penal a pesar del criterio internacional, ello derivado a la
desactualización del bloque jurídico penal o a intereses de orden político.
El Defensor del Pueblo: En lo que respecta al Defensor del Pueblo,
órgano del Poder Ciudadano, el artículo 282 de la Constitución de la
República, le acuerda el goce de inmunidad en el ejercicio de sus
funciones. Al igual que para los diputados de la Asamblea Nacional,
esta inmunidad es temporal y limitada al período de ejercicio de su
cargo. No puede ser sometido a juicio penal por hechos que no
guarden relación con sus funciones, si previamente el Tribunal
Supremo de Justicia no declara la existencia de méritos,
correspondiendo a esta máxima instancia el conocimiento de la causa.
Los Jefes de Estado extranjeros: Otra excepción de la aplicación de
la ley penal en Venezuela, es el caso de Jefes de Estado extranjeros,
que se encuentre en el territorio de la República, por reconocimiento a
la soberanía del Estado que representa.
El ordenamiento jurídico venezolano consagra o acuerda ciertas
prerrogativas, que no constituyen realmente excepciones al principio
de igualdad de la ley penal que no sustraen absolutamente a estas
personas de su aplicación pero si le dan privilegios o tratamiento
especial, cumpliendo determinados requisitos. La excepción a esta
regla la encontramos en otro tratado internacional como lo es el
Estatuto de Roma de la Corte penal internacional, que es ley interna
por imperio de la ratificación hecha por Venezuela. En este caso,
cuando la Corte Penal Internacional, emita una orden de entrega de un
Jefe de Estado o algún funcionario extranjero que se encuentre de
paso en el país, el gobierno venezolano estaría obligado a producir la
aprehensión y eventual entrega del funcionario a la justicia
internacional.
La inmunidad de los diplomáticos extranjeros acreditados en
Venezuela: Se consagra la inviolabilidad en sus personas, residencias
particulares y oficiales, bienes y documentos, y la inmunidad de la
jurisdicción civil administrativa y penal del Estado receptor, lo que no
los exime de la jurisdicción del Estado acreditante, ello de acuerdo a lo
establecido en la Ley aprobatoria de la Convención de Viena sobre
relaciones Diplomáticas de l961. Conforme el artículo 31, de la
convención internacional, el agente diplomático gozará de inmunidad
de la jurisdicción penal del Estado receptor, en consecuencia no
estará obligado a testificar y su persona es inviolable. El artículo 29,
ejusdem advierte que el diplomático no puede ser objeto de ninguna
forma de detención o arresto. El Estado receptor le tratará con el
debido respeto y adoptará todas las medidas adecuadas para impedir
cualquier atentado contra su persona, su libertad o su dignidad.
Los miembros de la familia de un agente diplomático, siempre que no
sean nacionales del Estado receptor, gozarán de la misma inmunidad
diplomática de acuerdo al artículo 37 del ya mencionado tratado
internacional, y también están protegidos por la inmunidad de
jurisdicción, que estaría limitada al ejercicio de sus funciones, los
miembros del personal administrativo y técnico de las misiones
diplomáticas. El Estado acreditante puede renunciar expresamente a
la inmunidad de jurisdicción de sus agentes diplomáticos, de acuerdo
con lo establecido en el artículo 32, del Tratado, siendo la forma de
enjuiciar a estas personas por el Estado venezolano.
De igual forma, los locales de la misión diplomática son inviolables, las
autoridades venezolanas, como Estado receptor no podrán penetrar
en ellos sin consentimiento del jefe de la misión. Los locales de la
misión, no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, embargo o
medida de ejecución, así como su mobiliario, archivos o medios de
transportes, que deberán ser protegidos contra todo ataque o
intrusión, de acuerdo a lo expresamente dispuesto en el artículo 22 de
la Convención de Viena sobre relaciones Diplomáticas. También están
protegidas por esta inviolabilidad las viviendas de los agentes
diplomáticos. Esta inviolabilidad se extiende a su residencia particular,
sus documentos, su correspondencia y sus bienes, que sólo
excepcionalmente podrán ser embargados, (Art. 30).
Los Funcionarios Consulares: En relación a la inmunidad con que
cuentan los funcionarios consulares en Venezuela, existen ciertas
prerrogativas, consagradas en la Ley Aprobatoria de la Convención
de Viena sobre relaciones consulares de l963, que prevé la inmunidad
de estos funcionarios, es así como el artículo 43 de ya mencionado
instrumento normativo, consagra la denominada “Inmunidad de
Jurisdicción”, que resguarda a los funcionarios consulares y los
empleados consulares, señalando que en materia penal no estarán
sometidos a la jurisdicción de las autoridades judiciales y
administrativas del Estado receptor por los actos ejecutados en el
ejercicio de las funciones consulares. Es por ello, que en caso de
iniciarse un procedimiento penal en contra del cónsul o de algún
funcionario consular, si el delito no es grave, el funcionario no podrá
ser detenido preventivamente, ni sometido a ninguna limitación de su
libertad, sin la previa autorización del Estado que le envía. En caso de
delito grave, opera las mismas condiciones de los funcionarios
consulares, en cuyo caso el Estado al cual pertenece el funcionario
consular puede renunciar, a la inmunidad del funcionario y en este
caso se procedería con su enjuiciamiento.
PRERROGATIVAS:
Respecto a los altos funcionarios: El Presidente de la República y
otros altos funcionarios, gozan de prerrogativas de acuerdo a lo
establecido en el artículo 232 de la Constitución de la República, que
señala: “el Presidente o Presidenta de la República es responsable de
sus actos y del cumplimiento de las obligaciones inherentes a su
cargo”. Por tanto, no goza de exención alguna en relación a la
aplicación de la ley penal sustantiva. Sin embargo de acuerdo al
artículo 266, numeral 2 de la misma Carta Fundamental, corresponde
al Tribunal Supremo de Justicia declarar si hay o no méritos para su
enjuiciamiento y, en caso afirmativo, conocerá de la causa el propio
Tribunal Supremo, previa autorización de la Asamblea Nacional, hasta
la sentencia definitiva.
Asimismo, en lo que respecta al Vicepresidente de la República, a los
integrantes de la Asamblea Nacional, a los Magistrados del Tribunal
Supremo de Justicia, a los Ministros, al Procurador General, al Fiscal
General, al Contralor General, al Defensor del Pueblo, a los
Gobernadores, a los Oficiales Generales y Almirantes de las Fuerzas
Armadas y a los Jefes de misiones diplomáticas, corresponde al
Tribunal Supremo de Justicia declarar si hay o no méritos para su
enjuiciamiento y en caso afirmativo, remitirá los autos al Fiscal General
de la República o a quien haga sus veces, si fuese el caso, y seguirá
conociendo, hasta sentencia definitiva si se trata de un delito común
(artículo 266, numeral 3, ejusdem).
En relación a este procedimiento especial, se debe tener en cuenta lo
previsto en los artículos 376 y siguiente del Código Orgánico Procesal
Penal y otras leyes especiales. A los efectos del enjuiciamiento se
requiere la previa querella del Fiscal General de la República y la
realización del antejuicio de mérito ante el Tribunal Supremo de
Justicia. Si se declara que hay mérito seguirá conociendo hasta
sentencia definitiva el Tribunal Supremo de Justicia como juez natural,
de acuerdo a lo expresamente señalado en el artículo 266 de la
Constitución de la Republica.
Recibida la querella, El Tribunal Supremo de Justicia convocará a una
audiencia oral y pública dentro de los treinta días siguientes, para que
el imputado responda. En la audiencia el Fiscal General explanará la
querella, seguidamente el defensor hará sus alegatos, se admitirá
réplica y contra réplica y el imputado tendrá la última palabra.
Concluido el debate el Tribunal Supremo tendrá cinco días para
dictaminar si hay o no méritos para el enjuiciamiento (artículo 379 del
Código Orgánico Procesal Penal).
Declarado el enjuiciamiento el funcionario público quedará suspendido
o inhabilitado para ejercer cualquier cargo durante el proceso (artículo
380 del Código Orgánico Procesal Penal).
LA EXTRADICIÓN
Se entiende por extradición el acto por el cual un Estado, en el cual se
encuentra un sujeto reclamado por la comisión de un delito, lo entrega
a otro Estado que lo requiere por tener competencia para juzgarlo o
para la ejecución de una pena impuesta.
La extradición es el procedimiento judicial penal-administrativo por el
cual una persona acusada o condenada por un delito conforme a la ley
de un Estado es detenida en otro Estado y devuelta al primero para
ser enjuiciada o para que cumpla la pena ya impuesta.
Si bien existe una cooperación internacional muy activa para la
represión de los delitos, continúa existiendo la regla de que un Estado
está obligado a conceder la extradición de un delincuente extranjero,
solamente si existe tratado internacional con el Estado requirente o
Convención Internacional sobre extradición, de la que ambos Estados
sean firmantes. Cuando no hay tratado o convención internacional, el
Estado requerido está facultado para acordar la extradición, pero no
está obligado a concederla. Sin embargo la obligación señalada no es
absoluta pues siempre el estado requerido conserva la facultad
soberana de no conceder la ex-tradición si de acuerdo a su legislación
interna no se cumplen los requisitos establecidos para tal efecto.
Hoy en día, se señala que la extradición es un acto de colaboración
internacional en materia penal con el cual se refuerza la lucha contra
el delito, con el fin de evitar la impunidad.
Terminología:
El Estado que solicita la entrega se llama requirente y
El Estado a quien se le solicita se llama requerido
La Extradición Activa, es la que realiza el Estado requirente y
Extradición Pasiva es la denominación al Estado requerido.
Clasificación de la extradición.
1.- Necesaria u obligatoria: cuando entre uno y otro de dichos
Estados está vigente un tratado de extradición, en el que, además, se
ha incluido el delito que motiva la extradición, el Estado requerido está
jurídicamente obligado a atender dicha solicitud; y
2.- Facultativa o potestativa: cuando entre el Estado requirente y el
requerido no existe tratado de extradición o si aquél existe, pero en él
no está comprendido el hecho delictivo que ha dado origen a la
solicitud, el Estado requerido no está jurídicamente obligado a
conceder la extradición, aun cuando puede acordarla en ejercicio de
un acto de soberanía.
En Venezuela existe un procedimiento para la extradición activa, por
ser el Estado que la solicita y otro procedimiento diferente cuando se
trata de la extradición pasiva, por ser el Estado a quien se le solicita,
así lo establece el Código Orgánico Procesal Penal en los artículos
391 al 399.
Fuentes de la extradición
En Venezuela esta materia está regulada por normas contenidas en
los artículos 6, y 391 al 399 del Código Orgánico Procesal Penal. De
igual forma, está contemplada en otras leyes especiales que
conforman la ratificación de Tratados de Extradición suscritos por
Venezuela con otros Estados y por los principios de Derecho
Internacional, específicamente, por la costumbre internacional y la
reciprocidad, respecto a otros Estados de los cuales no existe ningún
acuerdo internacional.
No se puede considera como fuente exclusiva de la extradición los
Tratados, ello no lo admite nuestro ordenamiento, al señalarse en el
artículo 6 del Código Penal, que la extradición de un extranjero por
delitos comunes se acordará por la autoridad competente, de acuerdo
con los Tratados Internacionales en vigor suscritos por Venezuela, y a
falta de estos, por las leyes venezolanas.
Por su parte, el artículo 391 del Código Orgánico Procesal Penal
dispone que la extradición se rige por las normas contenidas en este
instrumento legal y por los Tratados, Convenios y Acuerdos
internacionales suscritos por la República a lo que se añade la
mención de las normas internacionales aplicables, según el artículo
399 ejusdem.
Lamentablemente, el artículo citado del Código Orgánico Procesal
Penal se quedó corto en el enunciado de las fuentes de la extradición,
pues impone la misma referencia a los principios de Derecho
Internacional y a la costumbre entre los Estados. Sin embargo la
mención de los Acuerdos y Convenios, haría procedente la entrega
cuando, en ausencia de Tratado, se da un compromiso o convenio de
reciprocidad que obliga a la entrega al Estado requirente en situación
analógica, en razón de la cooperación internacional en la lucha contra
el delito.
Principios que rigen la extradición según los tratados suscritos
por Venezuela y la ley penal venezolana.
1.- principios relativos al hecho punible.
a) Principio de la doble incriminación: De acuerdo con este
principio, el hecho que da lugar a la extradición debe ser
constitutivo de delito tanto en la legislación del Estado requirente
como en la legislación del Estado requerido. Tal principio se
establece en el artículo 6 del Código Penal venezolano. Que
señala que Venezuela no concederá la extradición de un
extranjero por ningún hecho que no esté calificado como delito
por la ley venezolana.
Además, el mencionado principio exige que los tipos por los que
solicita la extradición sean similares en ambas legislaciones, lo
que supone una identidad sustancial, sin que se tomen en
cuenta las circunstancias modificativas del hecho o su
denominación en cada una de las legislaciones.
b) Principio de la mínima gravedad del hecho: De acuerdo
con este principio sólo se concede la extradición por delitos y no
por faltas, así lo señala el artículo 6 del Código Penal y en
relación a aquellos se suele establecer en los tratados la pena
mínima que debe tener asignada el delito para que proceda la
extradición.
Además, la extradición no sólo se concede por delitos
consumados sino también en grado de tentativa o en grado de
frustración, y a ello aluden la mayoría de los tratados. Asimismo,
no sólo hace referencia a los autores del hecho punible, sino
también a los partícipes y a los encubridores.
c) Principio de la especialidad: Según este principio el sujeto
extraditado no puede ser juzgado por un delito distinto al que
motivó la extradición, cometido con anterioridad a la solicitud.
Sin embargo, excepcionalmente, como lo prevén los mismos
tratados, puede el sujeto ser juzgado por un hecho cometido con
anterioridad a la extradición, siempre que consienta en ello el
Estado requerido, o si el extraditado permanece libre en el
Estado requirente durante un determinado lapso después de
juzgado y absuelto por el delito que originó la extradición, o de
cumplida la pena de privación de libertad impuesta.
Otro problema se plantea cuando el sujeto comete un nuevo
delito en el Estado requerido. En este caso, si el hecho se
comete con anterioridad a la solicitud, la entrega podrá diferirse
hasta que el sujeto sea juzgado y cumpla la pena. Además,
también podrá postergarse la entrega cuando el traslado ponga
en peligro la vida de la persona, por razones de salud.
d) Principio de no entrega por delitos políticos: Este principio
según lo establecido en el artículo 6 del Código Penal y en la
mayoría de los tratados, se prohíbe la entrega de sujetos
perseguidos por delitos políticos, lo cual se ve reforzado por el
derecho de asilo consagrado también en nuestra legislación.
Cabe señalar en este punto que se han dado diversa razones
por las cuales se justifica la protección al delincuente político y
su no extradición. Fundamentalmente se han formulado
consideraciones sobre el carácter altruista del delincuente
político; sobre su relatividad en el tiempo y en el espacio y
básicamente, sobre su importancia limitada al Estado en el cual
busca refugiar al individuo.
En algunos tratados quedan abarcados por el principio de la no
entrega, los delitos militares, los de carácter religioso, los delitos
culposos y los contrarios a las leyes de prensa.
2.- principios relativos a la persona.
Nuestra legislación establece el principio de la no entrega de los
nacionales, al señalar el artículo 6 del Código Penal, que “la
extradición de un venezolano no podrá concederse por ningún motivo;
pero deberá ser enjuiciado en Venezuela a solicitud de la parte
agraviada o del Ministerio Público, si el delito que se le imputa
mereciere pena por la ley venezolana”.
La entrega del nacional sería atentar contra la dignidad nacional,
exponer al ciudadano a una justicia no confiable, sacrificar el deber de
protección del Estado con sus súbditos y un derecho de estos, y
sustraerlo de sus jueces naturales. La Constitución de la República,
defendiendo la soberanía, sin tomar en cuenta el valor de la
solidaridad internacional y la eficacia de la lucha contra el delito, sobre
todo en sus manifestaciones de crímenes que no conocen fronteras,
como en el caso del tráfico de drogas, ha consagrado, en el artículo
69, que “se prohíbe la extradición de venezolanos y venezolanas”.
En cambio, en franca desigualad y dejando en el vacío la salvaguarda
de otros derechos y garantías que no pueden ser desconocidos, la
misma Constitución prescribe en su artículo 271, que “en ningún caso
podrá ser negada la extradición de los extranjeros o extranjeras
responsables de los delitos de deslegitimación de capitales, drogas,
delincuencia organizada internacional, hechos contra el patrimonio
público de otros Estados y contra los derechos humanos”.
3.- principios relativos a la acción penal, a la pena y al
cumplimiento de otros requisitos procesales.
1. No se concederá la extradición si la acción penal o la pena
han prescrito conforme a la ley del Estado requirente.
2. No se concederá la extradición por delitos que tengan
asignada en la legislación del Estado requirente la pena de
muerte o una pena perpetua, según el artículo 6 del Código
Penal. Así, también se establece en la mayoría de los
tratados, aunque se señala que podrá hacerlo, si el Estado
requirente se compromete expresamente a no aplicar la
cadena perpetua o la pena de muerte.
3. No se concederá la extradición si la persona reclamada ya ha
sido juzgada y puesta en libertad, o ha cumplido la pena, o si
está pendiente de juicio en el Estado requerido, por el mismo
delito que motiva la extradición.
Consideramos que no puede considerarse como absoluta la
prohibición que hace el transcrito artículo 271 de la
Constitución, sino que debe interpretarse en congruencia con
los principios que hemos mencionado.
El procedimiento en materia de extradición: El Código Orgánico Procesal
Penal, en los artículo 391 y siguiente, regula el Procedimiento de Extradición,
y fija las normas que deben observarse, tanto para el caso de la “extradición
activa”, cuando Venezuela es el país requirente, que ejerce el derecho de
solicitar la entrega de una persona procesada o condenada que ha buscado
refugio en otro país; como para el caso de la “extradición pasiva”, cuando
Venezuela es el país requerido y se cumple con la obligación de entregar a un
país extranjero a una persona procesada o condenada que se encuentra en
nuestro territorio.
Actividades de Refuerzo
Cuestionario:
1. ¿Cuál ha sido la importancia para las ciencias penales del
estudio de la eficacia de la ley penal? Explique.
Temario
1. Leyes de Dios.
2. Leyes del Hombre
3. Leyes Sancionatorias.
Los filósofos que influyeron en la Escuela Clásica fueron Immanuel
Kant y Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el primero sostenía que nunca
se debe tratar a nadie como simple medio, sino como fin en sí mismo.
El segundo decía que el delito es la negación del derecho; la pena es
la negación del delito o sea la afirmación del derecho.
Para la teoría clásica, la técnica penal, pretende encontrar los
elementos que matemáticamente identifiquen al delito, para establecer
como consecuencia la imposición de la pena, de allí surgen las
diferencias entre autor, coautor, cómplice en el concurso de delitos y
personas.
El concepto de delito para la escuela clásica señala que es un ente
jurídico previsto en la norma jurídica y no un fenómeno social, es
denominado infracción, se valora por el resultado de un acto externo
del hombre.
El acto externo humano, se refiere a que no pueden ser sancionables
aquellos actos internos o pensamientos que pueda tener un hombre,
como entidad conciente y abstracta.
La teoría positivista establece como acto positivo o negativo, a
aquellos que se refiere a las acciones y omisiones, las acciones son
positivas y las omisiones negativas.
Es considerado moralmente imputable, cuando el hombre comete un
delito movido por su libre albedrio, que significa que este puede
escoger libremente en hacerlo o no.
La teoría clásica considera que el acto es políticamente dañoso,
cuando se refiere a que se ha cometido por el hombre, en franca
violación de los derechos de otras personas, perjudicando a toda la
sociedad.
Se tiene al delincuente como un ser normal, que obra con inteligencia
y voluntad propia, dotado de libre albedrio que viola la ley y es
castigado por su acto y no por su responsabilidad.
La Pena en consecuencia representa el medio con que cuenta el
Estado para reaccionar frente al delito, expresándose como
la "restricción de derechos del responsable". La pena repara la
ofensa a la sociedad y el fin que persigue no es otro que el de
restablecer el orden jurídico perpetuado de la sociedad y con este fin
debe ser aflictiva, moral o físicamente, cierta, pronta y publica en
cuanto a su aplicación para asi lograr su carácter ejemplarizante.
El método que emplea es el deductivo que va de lo particular a lo
general, utiliza la razón, la lógica y la ciencia para determinar la
esencia del delito y así castigarlo.
Postulados de la Escuela Clásica del Derecho Penal:
Encuentra sus bases filosóficas en el derecho natural.
Establece un respeto absoluto al principio de legalidad penal.
Considera que el método debe ser lógico-abstracto, silogístico y
deductivo.
Entiende que el delito representa un ente jurídico y no un ente
filosófico.
La acción es motivada por el libre albedrío de las personas.
La aplicación de las penas, a los individuaos moralmente
responsables, es la razón que determina la existencia del derecho
penal.
Entiende que existen circunstancias especiales en donde se
encuentran las personas que carezcan de libre albedrío, como por
ejemplo los locos y los niños, quienes quedan excluidos de la
aplicación del derecho penal.
La pena es la retribución o consecuencia directa que se aplica al
criminal por el mal que se hizo a la sociedad.
La medida de la retribución debe ser exacta, oportuna y concreta al
daño causado.
Las penas son sanciones aflictivas determinadas, ciertas, ejemplares,
proporcionales, deben reunir los requisitos de certeza, prontitud,
publicidad, fraccionabilidad y reparabilidad, y en su ejecución deben
ser correctivas inmutable e improrrogables.
La finalidad de la pena es restablecer el orden social externo que ha
sido roto por el delincuente.
El derecho de castigar pertenece al Estado, titular de la tutela jurídica.
El derecho penal es garantía de libertad, ya que mediante él se
asegura la preminencia y continuidad del orden social, la seguridad
jurídica y el estado de derecho que representa el imperio de la
autoridad soberana del Estado.
Evolución doctrinal de la teoría clásica del delito:
Se divide en tres periodos:
1. Periodo
Filosófico: Estudia el ius puniendi del Estado, el
concepto y finalidad de la pena, el fundamento de los delitos, el
principio de legalidad, en este periodo se destacan autores
como: Cesare Beccaria, Juan Domingo Romagnosi y Giovanni
Carmignani.
2. PeriodoMatemático: La pena debe ser proporcional al delito, el
daño de la pena debe ser matemáticamente igual al tipo de
delito, sus mayores exponentes fueron Juan Domingo
Romagnosi, Francisco Carrara y Franck Enrique Pessina.
3. Periodo Jurídico: Los principios doctrinales son trasladados a la
legislación positiva, su mayor exponente es Luis Luchinni.
Aportes de la escuela clásica penal: se considera que en este
periodo se sistematizó el derecho penal, de igual forma se humaniza
su contenido al crear los tipos penales y suaviza las penas, entes de la
revolución francesa, luego de ello se reafirma e institucionaliza el
principio de legalidad penal.
Críticas a la Escuela Clásica del delito: No acepta las medidas de
seguridad, porque concebía que el autor del delito obraba bajo su libre
albedrío y en consecuencia Dios otorgo la capacidad de
discernimiento a todos los hombres por igual, por lo que es un deber
del Estado garantizar el orden y control social por encima del deseo
individual. En consecuencia en esta etapa no se estudia la
individualidad del delincuente.
TEORÍA POSITIVISTA DEL DELITO: A consecuencia de que la teoría
clásica del delito, no fue capaz de mostrar el mejor interés por realizar
un estudio del delincuente. Surge entonces esta nueva corriente, la
teoría positivista mostró mayor interés por el estudio del delincuente,
considerando al hombre que delinque como alguien que se ve
influenciado por factores internos y externos que lo impulsaron a ellos;
por consiguiente, le niegan vigencia al principio del “libre albedrío” que
sostenía la Escuela Clásica.
Las concurrencias históricas acaecidas en la segunda mitad del siglo
XIX, permiten el surgimiento de un nuevo concepto de ciencia, unido a
la variación del carácter del Estado, ello conduce a revisar las teorías y
formular un profundo cambio de orientación en los estudios del
derecho en general y del derecho penal de forma particular.
Esta doctrina antropológica nació en Italia en el año 1876, a partir de
la publicación de la obra de César Lombroso titulada “El Hombre
Delincuente”, donde se plantea en forma sistemática una explicación
causal del delito. A mediados del siglo XIX, cuando la corriente clásica
del Derecho Penal, consideraba haber alcanzado su más alto grado de
perfeccionamiento, en relación a la majestuosa construcción jurídica
formulada por Francesco Carrara, aparece en Italia una nueva
corriente de pensamiento en la Ciencia del Derecho Penal, que
apartándose radicalmente de los principios y postulados clásicos,
hasta entonces aceptados, provocó una verdadera revolución en el
campo jurídico penal minando su estructura desde los cimientos hasta
sus niveles más elevados. Tal es el surgimiento de la Escuela Positiva
del Derecho Penal, que representa una sub-estimación de lo jurídico
en beneficio de lo biológico-social.
La concepción antropológica del delito es obra de Cesar Lombroso
(1836- 1909), quien en 1878 publica la primera edición de la obra en
que vació todas sus observaciones antropológicas sobre los
criminales, llamada “El hombre Delincuente”. Lombroso también es
creador de la Antropología Criminal. Quien sostenía que, a través de
sus investigaciones había podido comprobar que el delincuente es un
anormal con ciertas características que lo hacen diferente de
cualquiera persona.
En este sentido, se incorpora al positivismo las indagaciones en el
terreno sociológico que realizó Enrique Ferri (1856- 1929), quien
plasmó sus doctrinas en su obra capital “Sociología Criminal”,
publicada en 1881. Sus ideas eran de origen sociológico, y se debe a
él la consideración del delito no solo como un ente natural, sino
también social.
Pero, lo antropológico y sociológico no bastaba, era necesario todavía
revisar los principios jurídicos de la Escuela Clásica relativos al delito,
que los positivistas habían subestimados. A esta tarea se consagró
Rafael Garofalo (1851- 1934) en su obra fundamental “Criminología”.
Quien proporciona el componente jurídico a las concepciones del
delito como ente natural que venía manejando Lambroso, y afirma la
necesidad de definir previamente el concepto de delito, creando la
Teoría Sociológica de Delito Natural.
Así tenemos que los principales exponentes de la Teoría positivista del
delito son:
· César Lombroso (Antropólogo)
· Enrique Ferri (Sociólogo)
· Rafael Garófalo. (Jurista).
Concepto sociológico del delito: Ante el fracaso de la escuela
clásica en su intento de formular un concepto filosófico del delito, la
escuela positivista pretendió formular un concepto sociológico del
delito.
Por ejemplo Rafael Garófalo, afirmó que hay que renunciar al examen
de los hechos y acudir al examen de los sentimientos, por eso, formuló
el concepto sociológico del delito, como: “la violación de los
sentimientos altruistas fundamentales de piedad y probidad en la
medida en que tales sentimientos se encuentran en la sociedad
civil y por tanto, en la medida en que son necesarios para la
adaptación del individuo a la colectividad”.
Esta teoría es rechazada, por las siguientes razones:
1. No hace más que reproducir la antiquísima distinción entre los
delitos malos y los delitos artificiales, de pura creación legal.
2. Garófalo sostiene, que el delito natural, es la violación de los
sentimientos altruistas fundamentales de piedad y probidad. en
realidad existen otros sentimientos fundamentales, como por
ejemplo, la protección al patrimonio, cuya violación debe
constituir delito natural; y
3. Se objeta al concepto del delito natural, que por más que un acto
de la vida real sea contrario y viole los sentimientos
fundamentales de piedad y probidad, si ese acto no está previsto
en la ley penal como delictivo, no se le puede asignar ese
carácter a tal acto, por más antisocial que sea, ni debe ni puede
aplicarse una sanción penal a quien lo perpetre.
Método de la teoría positivista: Su aparición fue favorecida, no sólo
por el fracaso de los principios clásicos en la lucha contra el delito,
sino también por la extensión del método experimental y de
observación, de las ciencias causal- explicativas, a las ciencias
sociales.
El concepto de Delito para la teoría positivista: Para la teoría
positiva el delito es un ente de hecho natural y social, producto de un
complejo determinismo integrado por factores antropológicos, físicos y
sociales. Por consiguiente, el delito debe ser estudiado como
fenómeno natural desde los aspectos individual y social.
El delito se definía como: “una lesión a aquella parte del
sentimiento moral que consiste en los sentimientos altruistas
fundamentales, o sea, la piedad y la probidad, en la medida media
en que estos sentimientos son poseídos por una comunidad”. O
como “acción punible determinada por aquellas acciones
encaminadas por móviles individuales y anti sociales que turban
las condiciones de vida y contravienen la moralidad media de un
pueblo en un momento dado”.
De tales conceptos se infiere que el delito es, ante todo,
comportamiento humano debido a factores antropológicos, físicos, y
sociales. Por lo tanto, no es un ente de derecho, es un ente de hecho.
En conclusión el delito es considerado como un hecho natural y social,
producto de factores internos de orden biológico, psíquico,
antropológico, entre otros, y factores externos: medio circundante,
familia y sociedad.
A diferencia de la teoría clásica, que centró su estudio en el delito
como ente jurídico sin prestar demasiada atención a la acción delictiva
como resultante de influencias que necesariamente determinan al
sujeto, la teoría positiva se preocupa por el estudio de las causas del
delito, para poder prevenir y reprimir la criminalidad.
La Responsabilidad Penal: Para la teoría clásica, la responsabilidad
penal se fundamenta en la imputabilidad del sujeto, la cual descansa
en el libre albedrio. Para la teoría positivista, de acuerdo con su
orientación determinista, niega la existencia del libre albedrio o libre
arbitrio, problema que, por lo demás, no es de interés del Derecho
Penal, sino de la filosofía o de la metafísica, y fundamenta la
responsabilidad penal en la responsabilidad social, derivada del
determinismo y temibilidad del delincuente, cuya fórmula es la
siguiente: “Todo individuo responde de los delitos que ejecuta por
el solo hecho de vivir en la sociedad”. De acuerdo con la
responsabilidad social, el hombre es imputable, no porque sea un ser
consciente, inteligente, libre y espontaneo, sino que sencillamente su
responsabilidad se deriva del simple hecho de vivir en sociedad y la
sociedad debe defenderse contra los que la atacan, sean estos
individuos considerados normales o anormales.
No se distingue, bajo esta concepción, entre imputables o
inimputables. Toda persona, cualquiera que sea su edad o condición
psíquica, responde de los delitos que cometa; por ello no significa que
la sanción a imponer sea la misma para todos los infractores de la ley.
La calidad de la sanción dependerá de la categoría antropológica a
que el delincuente pertenece, y la cantidad varía de acuerdo con el
grado de su peligrosidad.
En consideración a ello, el delincuente actúa conforme a determinados
factores antropológicos, físicos y sociales. Es por ello, que en contra
de su actuación antisocial, se plantean los mecanismos jurídicos de
defensa de la sociedad. Su responsabilidad es, por consiguiente,
social y adquiere carácter objetivo.
La pena como Medio de Defensa Social con Carácter Preventivo:
representa el castigo que se pudiera imponer al delincuente en
retribución o compensación del mal del delito cometido. Por ello, el
positivismo emplea, en lugar de la denominación pena en la ley, en
empleo de la palabra “sanción” como mecanismo de defensa social,
que se realizaba mediante la prevención general, lo cual representa
para el colectivo una amenaza a todos los que atenten contra la norma
penal, y la prevención especial que está representada en la imposición
de la sanción al infractor por la acción antijurídica cometida.
La sanción, como la conciben los positivistas, no pretende causar un
sufrimiento al culpable, sino asegurar la defensa social, procurando un
máximo de seguridad con un mínimo de sufrimiento individual; y se
traduce en las medidas de seguridad, que consisten en la aplicación
de ciertas disposiciones adoptables, respecto de determinadas
personas, no dentro de una idea de amenaza o de retribución sino de
un concepto de defensa social y de readaptación humana, por tiempo
indeterminado.
En la teoría positivista, la sanción debe adaptarse al delincuente, el
juez debe aplicarla por un plazo indeterminado, hasta que cese la
peligrosidad del reo. El fin principal de las penas deja de ser el
restablecimiento del derecho violado, pasando a convertirse en el
positivismo en la prevención y, en esa virtud, las penas ya no son
determinadas y proporcionales al daño causado por el delito, sino más
bien las sanciones indeterminadas y proporcionadas a la temibilidad
del delincuente.
Su medida ha de hallarse en la peligrosidad del delincuente y no en la
gravedad objetiva del delito. Así, la naturaleza de la pena se orienta a
establecer una terapéutica social, encaminada a obtener la
readaptación social del delincuente, siempre que ellos sean posibles o
en consecuencia, su eliminación o segregación en caso contrario ya
que admitía para entonces, la pena de muerte como solución final.
En conclusión, se considera la pena como un medio de defensa social
con carácter preventivo, procurándose con ella la readaptación del
delincuente. Así también, esta sanción penal no solo debe ser acorde
con la clase de delito cometido, sino que también deberá tomar en
cuenta al delincuente, quien como entidad individual, es materia de
interés para el colectivo.
Así, la teoría positivista no solo se considera la pena como un medio
de defensa social, sino que incluye también las medidas de seguridad.
A esta teoría, le corresponde el mérito de haber afirmado por primera
vez, que también la delincuencia, al igual que la enfermedad, podía
ser prevenida.
La teoría positivista ve al delincuente como un enfermo, es un ser
anormal, por lo cual la sociedad debe centrar su atención, tanto
respecto al estudio científico, como en relación a establecer las
medidas profilácticas legales que se adopten para combatir el delito.
En el aspecto personal, la teoría clásica no hace distinción entre
imputables y no imputables.
Delincuente es el individuo que perpetra un hecho dañino a los
intereses sociales, cualesquiera que sean las condiciones o
circunstancias en que se encuentre. La mera imputabilidad física o
amenaza, trae consigo la responsabilidad penal. Recordemos en este
punto que, para la Escuela Clásica, en cambio, la simple atribución
material del hecho punible a su autor no acarrea responsabilidad
criminal, si éste no obro con libre albedrio.
En conclusión, el delincuente en su acción delictiva, obra influenciado
por factores criminógenos internos y externos; cuando delinque, no es
un hombre normal, sino que sufre anomalías congénitas o adquiridas,
permanentes o transitorias, derivadas de factores de orden externo o
interno a él.
TEORIA FINALISTA DEL DELITO: tras la segunda guerra mundial, el
redescubrimiento de que la acción humana se encuentra gobernada
por la idea de finalidad buscada por el agente, se planteó la teoría
finalista que sirve para reorientar el orden de las categorías de la
teoría del delito, e ir dotándolas de nuevo contenido, es así como
surge esta teoría, expuesta por Hans Welzel y R. Maurach (1904‐
1977).
Desde los años setenta del pasado siglo, y hasta ahora, dominan de
forma universal el panorama doctrinal que establece el enfoque
finalista, matizado más adelante con otras singularidades que dan
forma al modelo funcionalista que en la actualidad impera en el mundo
jurídico penal, plasmado sobre todo en el esquema y orden de las
categorías del delito.
El Autor Fernando Velásquez señala que en el periodo de la
postguerra, una vez derrotados los extravíos del nacionalsocialismo,
fue que originó el cambio que también influyó en el ámbito del derecho
penal. Gracias a la labor de Hans Welsel, que quiso establecer de
nuevo, el carácter central de la acción humana, la cual dinamiza la
teoría del delito, desde un punto de vista ontológico, de manera
Aristotélica.
La escuela finalista nace cuando Welzel, en su obra replanteó un
nuevo rumbo metodológico de la acción. El cambio se genera a partir
del análisis de dos factores: un factor político y otro científico; el primer
factor hace parte de la influencia en Europa que tuvo la derrota sufrida
por el régimen nazi, que al rigor de la derrota motivo una revisión
profunda de todas las teorías que dinamizaban el derecho penal
alemán, obligándolos a mirar hacia otros horizontes, que se
distanciara del modelo de Estado Nacional Socialista y abriera paso a
la transformación de paradigmas, a un Estado Liberal. Lo cual dio
cabida, a la transformación del derecho penal que tomó como centro,
el respeto del ser humano, y orientó al legislador para hacer efectivo
un examen profundo de diversas doctrinas en procura de resguardar
las condiciones punitivas del cual es responsable el derecho penal, en
resguardo de los Derechos Humanos.
El segundo factor, científico, derivado del hecho de que Hans Welsel
planteaba en sus escritos filosóficos, un paso del subjetivismo al
objetivismo, por lo cual era el objeto del conocimiento el que
determinaba al sujeto y no al contrario, como postulaba la teoría
positivista o también conocida como neokantiana del delito, quienes
acusaban de malinterpretar la doctrina del gran pensador Immanuel
Kant.
Ahora bien, sobre el planteamiento de Welzel respecto del concepto
de acción final algunos autores han sostenido y aun el propio Welzel
que este tiene su origen en la filosofía de Aristóteles, quien afirmaba:
“No deliberamos acerca de los fines, una vez que ha sido determinado
el fin, uno examina como y porque medios se alcanzara; si este fin
parece debe ser conseguido por medio de varios recursos, se busca el
medio más fácil y mejor; si no hay más que uno, se busca como
alcanzar este medio y aun otro por medio de este, hasta llegar a la
causa primera, que es lo que se halla en último lugar, el resultado
ultimo del análisis es el primero en el orden de los hechos.
Como puede apreciarse, Aristóteles ligaba a la conducta voluntaria
una finalidad. En opinión de Hans-Heinrich Jescheck: “La
conducción final de la acción, tiene lugar a través de la
anticipación mental de la meta, la elección de los medios
necesarios y la realización en el mundo material”.
La Teoría de Welzel distinguió conceptualmente dos etapas en la
dirección final de la acción, que son: La primera etapa se desarrolla en
la esfera del pensamiento, subdivida en tres momentos, algunas veces
difíciles de delimitar cronológicamente que son:
1. La anticipación del fin que el autor quiere realizar;
2. La
selección por parte del autor de los medios más idóneos para
lograr el fin; y,
3. La
consideración de los efectos concomitantes que van unidos al
proceso causal.
La Segunda etapa consiste en la realización por parte del autor de su
acción final en el mundo real. No cabe duda de que, de esa manera,
conociendo el hombre lo que quiere causar, puede dominar, aunque
no ilimitadamente, el suceso y orientar su comportamiento a conseguir
el fin que ha planeado.
La Doctrina final de la acción fundada por Welzel, parte de la crítica
del esquema positivista o neo-clásico del delito y pretende pasar, de
forma tajante a la realidad del ser social, poniendo de modas el
concepto de “estructuras lógico-objetivas”, previas a toda regulación
jurídica y se edifica el Derecho sobre la “naturaleza de las cosas” esto
es, como dice Cerezo Mir “La vinculación del Derecho a la realidad,
objeto de su regulación”.
Unido a lo anterior se pretende superar el neutralismo valorativo del
positivismo, mediante el intento de proceder a una fundamentación
ético-social del Derecho penal lo que pronto quedó plasmado en la
concepción personal de la antijuricidad o en el “injusto personal” como
prefiere llamarlo Gómez Benítez y Muñoz Conde.
Esta característica fundamental, como lo es la concepción personal de
la antijuricidad o injusto penal, es la que considera que la esencia de la
desvaloración de la acción típica y antijuricidad no es la acusación del
resultado, sino el desvalor de la acción.
Ello se entiende claramente cuando Welzel dice: “Toda acción
humana, para bien o para mal, está sujeta a dos aspectos
valorativos diferentes”. Puede ser valorada de acuerdo al resultado
que origina, “valor de resultado o material”, y también,
independientemente del logro del resultado, según el sentido de la
actividad como tal, “valor de acto”.
Más adelante agrega Welzel: que,”…una acción dirigida a un
resultado reprobado también es valorativamente reprobable, con
independencia de que se alcance o no el resultado”, ya que implica
el desvalor de acto de la acción, por ejemplo la acción del delincuente
que introduce la mano en el bolsillo vacío de una persona. En
consecuencia, no solo se sanciona cuando se ha producido un
resultado, sino también, cuando ha existido un desvalor de acto.
Esto ha dado lugar a que algunos autores como Enrique Bacigalupo
señalen, que: “el concepto personal de lo ilícito”, en donde esta
teoría requiere “junto al desvalor del resultado un desvalor de
acción, ya que el análisis de la acción nos lleva a valorar lo que el
autor quiso hacer, por cuanto importa tanto como lo que hizo”. En
consecuencia, la teoría personal de lo ilícito, bajo la perspectiva de la
teoría finalista llevada a sus extremos, “reduce lo ilícito
exclusivamente al desvalor de la acción".
Retomando el concepto final de acción, parte Welzel, como hemos
dicho, de lo que se ha llamado un concepto ontológico de la acción,
porque la esencia del actuar humano es una forma de comportamiento
que está dirigida a un fin determinado. El Ser Humano está dotado de
poder para tomar decisiones y tiene la capacidad de influir en los
cursos causales para poder llegar a un fin, a un objetivo determinado.
Es claro que la introducción del concepto final de acción en la base de
la estructura del delito tuvo repercusiones inmediatas. Por un lado, la
consideración de la acción como un concepto pre jurídico, lo que hacía
que no fueran ya objeto del tipo todas las consecuencias de un
resultado, sino solo aquellas que fueran finales. Por otra parte, al
equiparar el dolo a la finalidad típica, la consecuencia lógica era
sostener que el dolo debía pertenecer al tipo.
De acuerdo con Jescheck, el cambio metodológico del enfoque
analítico del concepto de delito del finalismo, trajo algunas
consecuencias que someramente enunciamos:
La Separación entre la conciencia del agente que tiene sobre la
antijuricidad y el dolo, para en la teoría finalista a ser un elemento
natural en el dolo.
Tal separación obligo a dar un trato diferente a los casos de error de
tipo y error de prohibición y, por último, establecido que la participación
solo puede darse en un hecho principal doloso, pues sin dolo falta el
tipo del hecho principal.
Welzel logro superar los escollos de los delitos imprudentes y de los
delitos de omisión; en los primeros, la acción final está encaminada
hacia fines que carecen de transcendencia para el Derecho Penal; en
ellos lo importante es la infracción del deber objetivo de cuidado. En
cuanto a los delitos omisivos, el panorama se completó con la
aportación de Armin Kaufmann, que los concibió como una tercera
forma de aparición del hecho punible, dotado de una estructura
diferente.
Con la Teoría Finalista del delito, manifiesta Bustos “se logra pues
culminar todo un proceso dogmático en la configuración de la
Teoría del Delito, que permite superar las contradicciones y
simplificaciones anteriores, con lo cual se logra una mayor
precisión conceptual y garantista”.
En resumen, para la teoría finalista, el Delito es: una conducta típica,
antijurídica y culpable. Con respecto a esta definición es importante
tener en cuenta primero que la conducta tenga las características
elementales, Típica y antijurídica y luego que al autor le sea
reprochable el resultado. Para esta teoría, hablar de hecho punible y
delito son sinónimos.
TEORÍA FUNCIONALISTA: En la década de los años ochenta un
jurista Alemán de nombre Claus Roxin realiza una nueva teoría (1984)
mediante el uso de la llamada Política Criminal o Criminológica en
donde se expone que la misión última del Derecho Penal es la
protección de bienes jurídicos en todo ámbito dentro de la vida del
hombre, dándole el nombre a ésta teoría de funcionalista en virtud de
que ve a la pena o castigo en función de una prevención general del
delito así como prevención especial que va dirigida al autor del delito
para que no reincida; y a la sociedad en general para que sirva de
ejemplo la imposición de un castigo.
Para esta teoría, el momento de imponerse la pena constituye la parte
más importante del proceso penal, ya que de ello depende el detener
tanto al delito como al delincuente.
Esta escuela descansa su ideología en los modernos principios de
política criminal, y entre sus principales desarrolladores se encuentra
Ghünter Jakobs quien ha dado impulso al llamado “Funcionalismo
Radical” al partir su teoría de principios filosóficos.
Así, los doctrinarios del Derecho Penal y de la Teoría del Delito han
dividido a la escuela funcionalista en dos:
Esta escuela ha tenido diversos seguidores en el mundo; en Alemania
Bern Schunemann y Schmidhäuser; en España Santiago Mir Puig,
Juan Bustos Ramírez, Manuel Cancio Meliá, Francisco Muñoz Conde
y Miguel Polaina Navarrete; en Italia Alessandro Baratta.
Según Jakobs (1995), la teoría funcionalista, del derecho penal explica
que las estructuras del delito dependen de los fines y funciones que
cumple el derecho en la sociedad y que la finalidad del derecho es la
estabilización de expectativas sociales. Günther Jakobs, una de sus
principales artífices, define al delito como injusto, y éste es el
comportamiento típico evitable, doloso o imprudente que no está
justificado. El autor del injusto sólo es responsable por el déficit de
motivación jurídica, si en el instante del hecho constituye un sujeto con
la competencia de poner en cuestión la validez de la norma, es decir,
si es imputable.
En concreto la teoría funcionalista, rechaza el punto de partida del
finalismo, parte de la hipótesis de que la formación del sistema
jurídico-penal no puede vincularse a realidades ontológicas previas,
como son: la acción, la causalidad, las estructuras lógico-reales, entre
otras, sino que única y exclusivamente puede guiarse por las
finalidades que cumple el Derecho Penal. Y todo ello, en base a la
filosofía jurídica positivista y finalista, que había sufrido un detente en
la época de entreguerras y en el sistema neoclásico habían tenido un
desarrollo insuficiente, como cree Roxín.
CONCEPCIÓN BIPARTITA: De acuerdo con esta concepción el delito
se define como la acción culpable, ello implica la existencia de tan solo
dos elementos: La Acción y la Culpabilidad.
La concepción bipartita del delito, es un reflejo de la doctrina anclada
en las raíces de la Escuela clásica, que toma como precedente, la
descomposición del tipo penal que formuló Carrara bajo la premisa de:
“fuerza física” y “fuerza moral”.
Bajo esta premisa, se concibe la existencia de dos elementos: uno
objetivo: “fuerza física”, referido a lo material, a lo externo, y; otro
subjetivo, “fuerza moral”, referido a lo subjetivo, a la conciencia de lo
que se hace, al entendimiento de lo bueno y lo malo. Por lo cual, se
plantea bajo esta concepción bipartita, que la antijuricidad no es un
elemento integrante de la estructura fundamental del tipo penal, sino
que es la esencia misma del delito.
En el primer término, se analiza todo aquello que en la descripción
legal del hecho, determina la forma objetiva o material del tipo penal,
que establece los elementos diferenciadores, los cuales abarcan todos
aquellos términos que hacen referencia al juicio valorativo de exclusión
de la responsabilidad penal, y también, las causas de justificación.
En el elemento subjetivo se incluyen, todos aquellos aspectos
relevantes de la descripción legal que conciernen a la actitud que
define la voluntad humana, como conexión psicológica entre el hecho
y su autor.
Esta concepción, sostiene que la tripartición no debe ser aceptada por
el solo hecho de considerar la antijurícidad como un elemento propio
del delito. En consecuencia sustenta, que en el delito no cabría la
posibilidad de distinguir sino dos elementos sustanciales: el elemento
objetivo que determina el hecho material o manifestación del
comportamiento exterior del hombre; y el elemento subjetivo, dado por
la actitud o voluntad que permite dar origen al hecho material que
conduce la voluntad culpable del agente.
En su paulatina evolución, los polos de la bipartición varían según los
autores, de igual forma se mencionan dos tipo o elementos dentro de
la terminación global que abarca el juicio de culpabilidad: un elemento
físico y otro elemento psicológico. Ya se ha hecho referencia al hecho
de que, desde esta perspectiva, el tipo penal se estructura en torno a
estos dos componentes fundamentales: el elemento objetivo y el
elemento subjetivo.
En consecuencia, en esta concepción, la antijuricidad no es un
elemento del tipo penal, porque constituye en sí misma, el elemento
abstracto general, que integran la esencia misma del delito, y como
carácter esencial de su conformación, determina su existencia
intrínseca.
CONCEPCIÓN TRIPARTITA: Que ha tenido una compleja evolución
en la dogmática alemana, el concepto tripartito del delito se estructuró
sobre la base de tres elementos: la típicidad, la antijuricidad y la
culpabilidad. De acuerdo con esta concepción el delito se define como
una acción típica, antijurídica y culpable.
En esta concepción del injusto penal, fue claramente expuesta por el
alemán h. Luden (1840) elaboró un concepto tripartito de delito a pesar
del estudio que se realiza de la acción u omisión se considera como el
primer elemento la tipicidad, luego la antijuridicidad y el tercer
elemento es la culpabilidad.
A diferencia de la concepción bipartita, el componente fundamental y
primordial, lo constituye la antijuridicidad, como momento de la
negación del valor representado por la lesión del bien jurídico. La
tipicidad es concebida como una forma técnica de descripción del
hecho que lleva en su seno reflejado el interés relevante para el
Derecho penal.
A diferencia de la concepción bipartita en la teoría tripartita la
antijurícidad, cumple la función de determinar el momento preciso
cuándo un hecho representa una lesión a un bien jurídico tutelado.
Estos dos elementos constituyen la categoría formal del tipo penal, ya
que en sí mismo, representa la noción teleológica para el Derecho.
La culpabilidad, en sí misma, vendría a significar el momento a partir
del cual el hecho puede ser considerado reprochable al autor que lo ha
perpetrado.
CONCEPCIÓN FUNCIONALISTA: Surge desde los inicios de los años
60 hasta el presente, ha conformado un conjunto de teorías
dogmáticas que dan forma a las nuevas tendencias del Derecho
Penal, denominada funcionalista o final-racional, cuyo denominador
común viene definido por una orientación en la sistematización de los
diversos conceptos y principios del Derecho penal, para construir los
criterios que determinan la moderna política criminal. Su principal
interacción está representada en la búsqueda de los fines propios de
la pena, en particular, de la prevención general.
Define el delito como la acción u omisión, típica, antijurídica, culpable y
punible. De tal forma que complementa la idea tripartita o finalista y
centra la intención de la construcción de estructuras típicas dentro de
la función que cumple la pena para el Derecho Penal, conformando la
denominada teoría democrática de la pena.
La concepción funcionalista está integrada por varias tendencias de
muy diverso signo. Con el fin de no complicar demasiado la
explicación, pasamos a examinar los rasgos sistemáticos
fundamentales que presentan las obras de dos de los más
representativos autores.
Por una parte se encuentra la posición de Ghünter Jakobs, quien
orienta su exposición sobre la teoría funcionalista, basada en razones
de naturaleza sociológicas, señalando que el derecho penal debe
construirse sobre los criterios de prevención general que debe cumplir
la pena, es decir, a raíz de la teoría de los fines de la pena se
construye la función general de prevención que debe cumplir el
derecho penal.
Por otra parte, rescatando la concepción valorativa del pos finalismo,
se desarrolla la teoría expuesta por Claus Roxín, quien conjuga el
desenvolvimiento dogmático de la teoría finalista del delito, con la
teoría que orienta la finalidad de la política criminal de un Estado, es
decir, no sólo centra su atención en los derechos tutelados a los que
atiende el fin de la pena para la teoría tripartita, sino que va mas allá
para establecer la finalidad esencial y funcional para la sociedad del
Derecho penal. Entre ambos autores existen, claro está, diversas
posiciones intermedias que sustentan sus teorías, que no pueden ser
estudiadas ahora, por razones fácilmente comprensibles.
En su visión general de la concepción funcionalista del Derecho Penal,
se aparta del principio clásico que sostiene la teoría finalista o tripartita
del Derecho Penal, quien sitúa su función final, en la mera protección
de un catálogo de bienes jurídicos que desarrolla la ley penal. La
concepción funcionalista considera que la lesividad social es algo más
que la violación de valores ideales, y que su centro de protección es el
ser humano, dentro del conjunto de peculiaridades y diferencias que
los caracterizan, quien en definitiva representa la esencia de la
sociedad, precisamente por esta razón se denomina de igual forma la
corriente funcionalista como: derecho penal social.
La crítica funcionalista achaca a la dogmática finalista la pérdida de
contacto con la realidad, y el que aquélla haya consagrado la teoría de
los valores como postulado único y fundamental sobre el que se
asienta el sistema tripartito.
La pregunta sobre la función representada por esos valores sería,
según los partidarios del funcionalismo, un tabú incontestable como
todo aquello que queda fuera de la capa del derecho positivo, ya que
la premisa formadora del derecho penal final está expuesta a las
fuerzas inclementes que ejercen las diversas tendencias sociales en el
tiempo, tales como: la moral, la economía, la religión, la política, entre
otras, que determinan valores sociales a los cuales habría que asignar
una protección de carácter penal. En consecuencia, la tendencia de
protección de bienes jurídicos que caracteriza la teoría tripartita, se
distancia de la intención de prevención funcional que caracteriza la
teoría funcionalista.
Así, se aconseja al Derecho Penal que se olvide del examen de la
problemática sobre la naturaleza del valor fundamental para que
desarrolle su actividad investigadora en la vida social y en la función
esencial que cumple para garantizar la libertad, la democracia y el
progreso social, basados en premisas como la mínima regulación y
entendiendo la pena como la última ratio social.
ESTRUCTURA BÁSICA DEL TIPO PENAL
Núcleo Rector: representa el marco general en donde se agrupan las
distintas modalidades de un mismo tipo penal.
El legislador establece categorías dentro de las cuales agrupa de
forma sistemática un conjunto de tipos penales, que de forma peculiar,
establece condiciones variadas de punibilidad, el conjunto general
encierra en sí mismo la categoría que los agrupa, por ejemplo: robar,
matar, hurtar, violar entre otros.
Verbo que dirige la acción del tipo penal: se encuentra dentro de la
construcción típica, se subsume dentro de la acción humana. El
legislador puede establecer para un tipo penal un único verbo de
acción, o bien puede de forma alternativa enumerar un conjunto de
ellos, por ejemplo: “quien oculte, trafique, comercie, distribuya,
modifique….”.
Sujeto activo del delito: Es la persona física, la persona natural, el
individuo de la especie humana, el hombre que comete el delito. Sólo
las personas físicas pueden ser sujetos activos de delito. No pueden
serlo las personas jurídicas, por cuanto falta en ellas la conciencia y
voluntad que constituyen la base de la imputabilidad y por lo tanto la
base de la responsabilidad penal.
Sin embargo en las modernas teorías de responsabilidad de las
personas jurídica, se establece por delegación la responsabilidad de
ellas en los dueños o administradores.
Sujeto pasivo del delito: Es el titular del bien jurídico destruido,
lesionado o puesto en peligro mediante la comisión de un delito. Por lo
regular, es una persona física o natural, pero también puede ser una
persona jurídica, como por Ejemplo, el hurto cometido contra el
patrimonio de una persona jurídica. Los animales no pueden ser sujeto
pasivo de delito, sólo pueden ser objetos materiales de delito.
Objeto material del delito: Es la persona o cosa sobre la cual recae
la actividad del delincuente. Por Ejemplo, cuando una cosa ha sido
destruida, cuando una persona ha sido lesionada, entre otros. En
ciertos casos pueden coincidir en la misma persona física las
cualidades de sujeto pasivo y objeto material del delito. Por Ejemplo, el
delito de lesiones personales, en el cual la persona lesionada es al
mismo tiempo sujeto pasivo y objeto material del delito.
Objeto jurídico del delito: Es el bien jurídico destruido, lesionado,
perjudicado o tan siquiera puesto en peligro mediante la perpetración
de un delito, Por Ejemplo, el derecho a la propiedad, a la vida, a la
libertad personal, al libre tránsito, entre otros. En el delito de homicidio
el bien jurídico corresponde a la vida humana; en el delito de lesiones
personales el bien jurídico corresponde a la integridad personal o
física que es el bien jurídico ofendido.
ESTRUCTURA COMPLEMENTARIA:
Está constituida sobre un conjunto de situaciones que de forma
incidental expone el legislador en los tipos penales para establecer
condiciones especiales de: modo, tiempo, lugar entre otras. Por
ejemplo: la nocturnidad es una condición de tiempo, mediante
escalamiento, es una modalidad, también es una modalidad el empleo
de astucia o medios electrónicos, una condición de lugar puede ser: en
cementerios, templos, oficinas públicas entre otras.
DISTINCIÓN ENTRE DELITOS Y FALTAS:
Según el aparte único del artículo 1º del Código Penal Venezolano, los
hechos punibles se dividen en: delitos y faltas. En algunos países,
como Francia, se acoge en el Código Penal la división tripartita:
crímenes, delitos y contravenciones. En Venezuela, en cambio, se
acoge la bipartición, que es la distinción en delitos y faltas.
Nos preguntamos qué diferencias existen entre delitos y faltas?
Algunos autores sostienen que existen diferencias cualitativas,
esenciales, ontológicas, de naturaleza, que radican en que los delitos
violan u ofenden un derecho subjetivo, en tanto que las faltas violan el
derecho objetivo. Este criterio de distinción fracasa porque el acto que
viola un derecho subjetivo, automáticamente viola el derecho objetivo
que otorga a una persona un derecho subjetivo.
Grandes discusiones se han suscitado en la doctrina para establecer
las diferencias entre delitos y faltas. Se ha dicho que los delitos
ofenden la seguridad del individuo y de la sociedad y que constituyen
hechos reprochables y que las faltas violan tan sólo leyes destinadas a
promover el bien público; que los delitos ofenden condiciones
primarias, esenciales, permanentes de la vida social, y las faltas
condiciones secundarias, accesorias contingentes; que los delitos son
infracciones dolosas o culposas y que en las faltas basta la mera
voluntariedad de la acción o de la omisión; que los delitos producen
una lesión jurídica, y las faltas aun pudiendo ser hechos inocuos en sí
mismos, representan un peligro para la tranquilidad pública o el
derecho ajeno, de manera que el precepto de la ley en los delitos diría,
no matar, en tanto que en las faltas diría, no hacer nada que pueda
exponer a peligro la vida ajena.
La crítica a estos criterios, ha llevado a la doctrina y a muchas
legislaciones, a conformarse con razones cualitativas de distinción
entre los delitos y las faltas estableciéndolos en la mayor o menor
gravedad del hecho punible por el tipo de pena.
Al respecto, en Venezuela no existe problema alguno para diferenciar
los delitos de las faltas, pues los delitos están previstos en el Libro II
del Código Penal y las faltas en el Libro III del mismo Código Penal.
De esta distinción de tipo estructural se derivan Importantes
consecuencias jurídicas:
1. La extradición se concede por delitos y no por faltas.
2. El delito se castiga no sólo cuando se comete, sino cuando
queda en grado de tentativa o en grado de frustración, siempre
que admita, por su naturaleza misma, la tentativa o la frustración.
Las faltas se castigan cuando se consuman realmente.
3. En cuanto al orden procesal tanto los delitos como las faltas se
castigan, de conformidad con las previsiones del Código
Orgánico Procesal Penal.
CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS EN LA LEGISLACIÓN
VENEZOLANA
Delitos Comunes, Políticos, Sociales Y Militares.
1.- DELITOS COMUNES: Son aquellos que ofenden o lesionan bienes
jurídicos individuales. Por ejemplo: la violación, el hurto, el robo, el
homicidio, la estafa entre otros.
2.- DELITOS POLÍTICOS: Puros son los cometidos contra el orden
establecido en el Estado. El orden político es el conjunto de
mecanismos que son necesarios para el correcto desarrollo del
Estado. Por ejemplo: la rebelión. Al lado de los delitos políticos puros,
están las infracciones conexas con el delito político, que son en
realidad delitos comunes, pero estrechamente relacionados con un
delito político puro, y esa vinculación les da un matiz político. Ejemplo:
un robo, que es un delito común, se convierte en delito político conexo,
si se cometiere con un fin político, como sería preparar una rebelión
(robo de armas).
3.- DELITOS SOCIALES: Son los cometidos contra el régimen
económico-social establecido en una comunidad organizada. Esta
denominación de delitos sociales es artificial y ha sido creada para
impedir que los terroristas sean amparados por el trato de favor que,
en materia de extradición, protege a los delincuentes políticos.
ejemplo: el terrorismo, delito por el cual si se concede la extradición de
extranjeros.
4.- DELITOS MILITARES: Son aquellos que están constituidos por
infracciones o violaciones del orden, disciplina o deberes militares. No
están tipificados en el Código Penal, sino en el Código Orgánico de
Justicia Militar y quienes los cometen serán juzgados por los
Tribunales de Justicia Militar, según lo previsto en el citado Código.
Por ejemplo: la deserción, el ataque al centinela, entre otros.
Delitos de Acción, Omisión y de Comisión por Omisión.
1.- DELITOS DE ACCIÓN: Se cometen haciendo algo que la Ley
Penal prohíbe en forma implícita, en ellos el resultado antijurídico se
produce por una conducta positiva, haciendo algo que el precepto de
ley prohíbe. Ejemplo: matar a una persona, robar, hurtar, violar, entre
otros.
2.- DELITOS DE OMISIÓN: Se consuman cuando el resultado
antijurídico se produce como consecuencia de una conducta negativa,
abstención del sujeto activo, cuando deja de hacer algo que el
precepto de ley ordena. Por ejemplo: el tipificado en el artículo 207 del
Código Penal, cuando el funcionario público en el ejercicio de sus
funciones, tiene conocimiento de la comisión de un delito que debe ser
castigado de oficio, omite denunciar o dar parte a la autoridad
competente.
3.- DELITOS DE COMISIÓN POR OMISIÓN: Son verdaderos delitos
de comisión, cuyo resultado antijurídico se produce por una omisión y
que entran en la categoría de los delitos de resultado, cuya noción
analizaremos más adelante. Por ejemplo: la madre que no suministra a
su hijo alimento y le causa la muerte. La madre viola un precepto de
ley negativo, por ello se habla de omisión, que es el medio para lograr
el resultado.
Delitos Simples, Complejos y Conexos.
1.- DELITOS SIMPLES: Son aquellos que ofenden o violan un solo
derecho o bien jurídico. Por ejemplo: el homicidio, el cual destruye el
bien jurídico de la vida.
2.- DELITOS COMPLEJOS O PLURIOFENSIVO: Son aquellos que
ofenden o violan varios derechos o bienes jurídicos. Por ejemplo: la
seducción con promesa matrimonial, que ofende o ataca, en primer
lugar, la libertad sexual de entregarse a quién ella elija, y en segundo
lugar, ataca el bien jurídico del pudor, de la honestidad.
3.- DELITOS CONEXOS: Son los que están tan íntimamente
vinculados, que los unos son consecuencia de los otros. Por ejemplo:
el caso de una persona que roba y luego, al enterarse que un individuo
ha presenciado el hecho, da muerte a ese testigo accidental, para
evitar que éste lo descubra. Sin duda que el robo inicial y el homicidio
perpetrado para encubrir el robo, son delitos conexos.
Delitos Instantáneos y Permanentes.
1.- DELITOS INSTANTÁNEOS: Son aquellos en los que la acción
termina en el mismo instante en que el delito queda consumado. Por
ejemplo: el homicidio es instantáneo, puesto que la acción del ejecutor
termina con la vida del sujeto pasivo o víctima.
2.- DELITOS PERMANENTES: Son aquellos en los que el proceso
ejecutivo perdura en el tiempo. Por ejemplo: el secuestro es un delito
permanente, porque el proceso ejecutivo, dura todo el tiempo que el
secuestrado permanezca privado de su libertad por decisión del
secuestrador.
La distinción entre estos dos tipos de delito es importante en la
práctica en lo que se refiere al cómputo del lapso de prescripción de la
acción penal. En principio, el lapso de prescripción de la acción penal
en los delitos instantáneos, comienza a correr a partir del momento en
que se perpetra el delito, en tanto que, en los delitos permanentes,
dicho lapso corre desde que cesa la ejecución del delito. En el
homicidio, desde el momento que muere el sujeto pasivo; en el
secuestro, no corre sino desde que la persona secuestrada recobra su
libertad.
Delitos de Acción Pública y de Acción Privada.
1.- DELITOS DE ACCIÓN PÚBLICA: Son aquellos en los cuales el
enjuiciamiento del sujeto activo es, del todo, independiente de la
voluntad de la persona agraviada. El sujeto activo debe ser enjuiciado,
aun cuando la parte agraviada no manifieste voluntad de que así sea.
Por ejemplo: el homicidio, es un delito de acción pública en todas sus
clases. Al perpetrarse un homicidio, el Estado debe enjuiciar al sujeto
activo, con absoluta prescindencia de la voluntad de la parte
agraviada, en este caso, de los parientes de la víctima.
2.- DELITOS DE ACCIÓN PRIVADA: Son aquellos en los cuales el
enjuiciamiento del sujeto activo está subordinado al enjuiciamiento de
la parte agraviada o de sus representantes legales. Sólo pueden
enjuiciarse por acusación. Por ejemplo: el delito de difamación e
injuria. La parte agraviada tiene la titularidad y la disponibilidad de la
acción penal. Para que el perdón surta efectos jurídicos se requiere la
aceptación del acusado. En algunos casos cuando el delito de acción
privada es cometido en determinadas circunstancias se convierte en
delito de acción pública, como por ejemplo: la violación, cuando se
comete en algún sitio público o expuesto a la vista del público, o
cuando la víctima se trata de un niño o adolescente.
Delito Doloso o Intencional, Culposo y Preterintencional.
1.- DELITOS DOLOSOS O INTENCIONALES: Son aquellos en los
cuales el resultado antijurídico coincide con la intención delictiva del
agente Por ejemplo: en el homicidio, el agente quiere matar y en
efecto mata.
2.- DELITOS CULPOSOS: Son aquellos en los cuales el agente no se
propone cometer delito alguno, sino que el acto delictivo ocurre por
negligencia, imprudencia, impericia en su profesión, arte o industria o
por inobservancia de los reglamentos, ordenes o instrucciones. Por
ejemplo: los accidentes de tránsito, en cualquiera de las circunstancias
descritas.
3.- DELITOS PRETERINTENCIONALES O ULTRAINTENCIONALES:
Son aquellos en los cuales el resultado antijurídico excede a la
intención delictiva del agente. Por ejemplo: una persona quiere
lesionar a otra y la empuja, ésta cae, se fractura el cráneo y muere.
Esta persona no quería causar la muerte de la otra persona, pero la
mató, en este caso ocurre un homicidio preterintencional.
Delitos Formales o de mera conducta y materiales o de resultado.
1.- DELITOS FORMALES O DE MERA CONDUCTA: Son aquellos
que se perfeccionan con una simple acción u omisión. Basta la
conducta y con ella sola se tiene el daño o peligro en que consiste
esencialmente el peligro. Por ejemplo: la difamación o injuria.
2.- DELITOS MATERIALES O DE RESULTADO: Son aquellos que se
perfeccionan con el resultado o efecto material que se persigue. Por
ejemplo: el homicidio sólo se consuma cuando se produce la muerte
de la persona contra quién se dirigió la acción.
Delitos de Daño y de Peligro.
1.- DELITOS DE DAÑO: Son los que ocasionan una lesión material en
bienes o intereses jurídicamente protegidos. Por ejemplo: el hurto, el
robo, entre otros.
2.- DELITOS DE PELIGRO: Son los que, sin ocasionar lesiones
materiales, crean una situación de peligro, una probabilidad – no
simplemente una posibilidad – de que se produzca un daño. Lo
probable está más cerca de que se produzca el daño: un hecho es
probable cuando el número de posibilidades de que ocurra es superior
al de las posibilidades de que no ocurra.
Los delitos de peligro se clasifican:
a) Delitos de Peligro Común: Son los que ponen en peligro un
número indeterminado de personas, como por ejemplo: el
envenenamiento de aguas, porque se expone a todas las personas
que usen esas aguas, a sufrir una enfermedad física a causa del
efecto del envenenamiento e incluso a la muerte.
b) Delitos de Peligro Individual: Son los que ponen en peligro a una
persona individualizada. Por ejemplo: el abandono de niños: la
persona que abandona un niño, comete un delito de peligro individual,
ya que sólo ha puesto en peligro, la vida o al menos la salud del
pequeño abandonado.
Delitos Comunes y Especiales.
1.- DELITOS COMUNES: Son por oposición a los especiales, los
previstos en el Código Penal, que es la Ley penal fundamental,
aunque no la única. Por ejemplo: el homicidio, el robo, el hurto, la
violación, entre otros.
2.- DELITOS ESPECIALES: Son los consagrados en las leyes
especiales en sentido propio e impropio. Por ejemplo: el tráfico de
estupefacientes, los delitos ambientales, el contrabando, el cheque sin
provisión de fondos, entre otros.
Delitos Flagrantes y No Flagrantes.
1.- DELITOS FLAGRANTES: Cuando el agente que acaba de
cometerlo se ve perseguido por la autoridad o por el clamor público; o
cuando es sorprendido mientras lo está cometiendo, o poco después
de haberlo perpetrado, en el mismo lugar de la comisión o cerca de él.
Por ejemplo: la persona que es detenida en la comisión de un robo.
2.- DELITOS NO FLAGRANTES: Cuando no se dan ninguna de las
hipótesis anteriores. Por ejemplo: la estafa, cuando se detiene a la
persona con posterioridad a la comisión del hecho.
Delitos Individuales y Colectivos.
1.- DELITOS INDIVIDUALES: Son los que pueden ser perpetrados
por una sola persona física e imputable. Por ejemplo: el homicidio, el
robo, el hurto, entre otros.
2.- DELITOS COLECTIVOS: Son aquellos que no pueden se
cometidos jamás por una sola persona física e imputable, sino que
tienen que ser cometidos necesariamente por dos o más personas
físicas e imputables. Por ejemplo: el agavillamiento, la riña tumultuaria,
entre otros.
Delitos Principales y Accesorios.
1.- DELITOS PRINCIPALES: Son aquellos cuyo contenido se
manifiesta con independencia de toda otra forma delictiva. Para su
existencia jurídica no necesitan apoyarse en la consumación previa de
otro delito. Por ejemplo: el homicidio.
2.- DELITOS ACCESORIOS: Son los que requieren como condición
indispensable para su existencia, el haber cometido previamente otro
delito. Por ejemplo: el encubrimiento, el cual no se puede cometer si
antes no se ha cometido el delito que se va a encubrir.
Delitos Tipos y Circunstanciados.
1.- DELITOS TIPOS: Son los que se presentan en su solo modelo
legal, básico, que sólo contienen los elementos esenciales del delito y
nada más. Por ejemplo: el homicidio intencional simple. Se trata que
una persona que intencionalmente le ha dado muerte a otra.
2.- DELITOS CIRCUNSTANCIADOS: Son aquellos en que la
perpetración del hecho delictivo está acompañado de ciertas
circunstancias, además de tener los elementos esenciales del mismo.
Por ejemplo: el parricidio, que es el homicidio perpetrado por el agente
en la persona del padre o de algún otro ascendiente.
Delitos de Fraude y de Violencia.
1.- DELITOS DE FRAUDE: Son los que se cometen por medio de la
astucia, del engaño. Por ejemplo: la estafa.
2.- DELITOS DE VIOLENCIA: Son los que se perpetran por medio de
la violencia, de la fuerza. Por ejemplo: el robo, la violación, entre otros.
Delitos de Sujeto Activo Indiferente y de Sujeto Activo Calificado.
1.- DELITOS DE SUJETO ACTIVO INDIFERENTE: Son los que
pueden ser cometidos indistintamente por cualquier persona física e
imputable. Por ejemplo: el homicidio, el robo.
2.- DELITOS DE SUJETO ACTIVO CALIFICADO: Son los que solo
pueden ser perpetrados por determinadas personas físicas e
imputables, pues suponen una determinada cualidad en el sujeto
activo. Por ejemplo: el peculado, sólo puede cometerlo el funcionario
público.
Delitos de Sujeto Pasivo Indiferente y de Sujeto Pasivo Calificado.
1.- DELITOS DE SUJETO PASIVO INDIFERENTE: Son los que
pueden ser perpetrados en contra de cualquier persona. Por ejemplo:
el hurto, el homicidio, entre otros.
2.- DELITOS DE SUJETO PASIVO CALIFICADO: Son los que
únicamente pueden cometerse contra una clase determinada de
personas. Por ejemplo: la seducción con promesa matrimonial, sólo
puede cometerse contra una mujer mayor de dieciséis y menor de
veintiún años, conocidamente honesta.
Actividades de Refuerzo
Cuestionario:
1. ¿Cuál es la importancia que ha tenido el planteamiento en el
tiempo de la teoría del delito, para el Derecho Penal? Explique.
2. ¿Cuál es la noción formal y material del delito? Explique.
3. ¿Señale de acuerdo a la doctrina un concepto dado al delito?
4. ¿Resuma la evolución histórica que ha sufrido el concepto de
delito de acuerdo a las escuelas doctrinarias?
5. ¿Qué postulados principales sostuvo la escuela clásica respecto
a la concepción del delito?
6. ¿Qué postulados principales sostuvo la escuela finalista respecto
a la concepción del delito?
7. ¿Qué postulados principales sostuvo la escuela funcionalista
respecto a la concepción del delito?
8. ¿En qué consiste la concepción bipartita del delito?
9. ¿En qué consiste la concepción tripartita del delito?
10. ¿En qué consiste la concepción funcionalista del delito?
11. ¿Señale y explique la estructura básica y complementaria del
tipo penal?
12. ¿Qué distinción existe entre delitos y faltas?
13. ¿Señale la clasificación de los delitos contenida en la legislación
penal venezolana?
14. ¿Qué diferencia y semejanzas existe entre los delitos comunes,
políticos y militares?
15. ¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos de
acción, omisión y de comisión por omisión?
16.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos simples,
complejos y conexos?
17.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos
instantáneos y permanentes?
18.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos de
acción pública y de acción privada?
19.¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos doloso o
intencional, culposo y preterintencional?
20. ¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos
formales o de mera conducta y materiales o de resultado?
21. ¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos de daño
y de peligro?
22. ¿Qué diferencias y semejanzas existen entre los delitos de daño
y de peligro?
23. ¿Cómo se clasifican los delitos de peligro?
24. ¿En qué consisten los delitos comunes y especiales?
25. ¿En qué consisten los delitos flagrantes?
26. ¿En qué consiste los delitos individuales y colectivos?
27. ¿Cuáles son los delitos principales y accesorios?
28. ¿En qué consiste los delitos denominados tipos y
circunstanciados?
29. ¿En qué consisten los delitos de fraude y de violencia?
30. ¿En qué consisten los delitos de sujeto activo indiferente y de
sujeto activo calificado?
31. ¿En qué consisten los delitos de sujeto pasivo indiferente y de
sujeto pasivo calificado?
Temario
En la conformación del Derecho Penal, la acción como parte del comportamiento humano,
ha despertado innumerables polémicas a través del tiempo, orientado por la naturaleza
restrictiva que denota la norma de carácter penal, que en definitiva es un producto social.
Esto ocurre, ya que el Derecho Penal, con la fuerza del Estado, se contrapone al conjunto
de libertades con que nace todo ser humano, que en esencia biológica y casuística en
principio, solo están regidas por el Derecho Natural, el cual evidentemente gobierna, limita,
rige y determina la dinámica inmutable de todo lo que es y se encuentra en el universo en
esencia material, en tiempo y en espacio.
Entrando en materia, el concepto de acción ha experimentado una constante evolución, en
gran medida paralela a la producida por la teoría del delito. Iniciaremos considerando el
esquema presentado por la concepción causal de la acción, la cual surgió a finales del siglo
XIX y ocupó la atención preponderante en la construcción normativa y doctrinal del
derecho penal, que mantuvo plena validez hasta bien entrado el siglo XX.
En sí misma, la concepción causal naturalista, construía los pilares filosóficos que
fundamentaban la justificación y validez de la teoría en este ámbito. Por su parte, el ilustre
profesor alemán Von Liszt, desarrolló gran parte del núcleo de convicción material y
normativo en la justificación aceptada como válida, para el esquema clásico de la acción, en
esta parte de la historia de la teoría del delito.
En el esquema causal, la acción era concebida como el movimiento corporal provocado por
un impulso de la voluntad humana que ocasiona una modificación material del mundo
exterior. En dicho concepto, se puede aislar el elemento fundamental de tal definición, que
determina la causalidad, dado que es el impulso de la voluntad humana el valor de interés
que dirige precisamente la causa del movimiento corporal, siendo indiferente cuál fuera el
contenido de dicha voluntad, ya que no se entraba a valorar si tal impulso se dirigía o no a
realizar un determinado hecho. En sí mismo, para el concepto causal de acción, es
irrelevante, por ejemplo, si el movimiento corporal va dirigido a matar a una persona, o si
fue producto de un arco reflejo; lo único trascendente para esta teoría, consistía en valorar
el resultado de la producción de una modificación material del mundo exterior.
Este concepto encontraba importantes escollos a la hora de explicar la omisión, en la
medida en que un “no hacer” no es de ningún modo un movimiento corporal, y por lo tanto
no puede provocar (causar) ninguna modificación del mundo exterior.
Con el desarrollo de corrientes que fueron surgiendo posteriormente al causalismo, como el
neokantismo, se hace ya evidente que, para la validación de la acción en el derecho penal,
no es suficiente “observar y describir los hechos” como si se tratara de fenómenos
naturales, sino que es necesario además “comprender y valorar el sentido, propósito y razón
de los hechos”, especialmente si se trata de hechos humanos.
Es en este momento cuando se abandona el término “acción” y empieza a hablarse del
primer elemento de la teoría del delito como conducta humana. Uno de los principales
precursores de esta corriente, fue el jurista alemán Edmund Mezger, quien concluyó que era
válido incluir en el concepto de acción, también las omisiones. No obstante, la concepción
neoclásica continuaba adherida a la corriente causal, en la medida en que siguió poniendo
el acento en la causación de un resultado: ya que preservó la esencia de la conducta que lo
provoca, manteniendo que se encontraba guiada por la voluntad humana, pero el contenido
sintáctico de dicha voluntad es a estos efectos irrelevante, y sólo es analizada al solo
propósito de valorar la culpabilidad.
Mas adelante, avanzado el siglo XX surge un avance significativo, cuando dentro de los
mecanismos de análisis jurídico, se aplicó el método fenomenológico y ontológico al
derecho penal, provocando el surgimiento de la corriente denominada finalismo, de la mano
de la construcción de una nueva concepción final de acción.
El profesor alemán Hans Welzel, impulsor de la teoría finalista de la acción penal, puso de
manifiesto que lo que caracteriza a la conducta humana frente a las fuerzas de la naturaleza
o las acciones ejecutada por los animales, no es lo que causa un resultado, sino la finalidad
que la guía, esto es, al dirigirse de forma consciente y decidida a una meta previamente
seleccionada. A diferencia de otros procesos naturales, que también son causales, pero
“actúan” de modo aleatorio, sin la existencia de conciencia, la acción humana es “vidente”,
pues persigue un objetivo y un resultado que puede ser perfectamente calculado.
La teoría finalista sostiene, que la finalidad es por tanto especialmente esencial en el
concepto de acción, como lo es para el análisis de la causalidad, por ello sería absurdo
relegar la culpabilidad del análisis del contenido de esa finalidad o voluntad, pues así se
estaría vaciando de contenido a la responsabilidad jurídica derivada de la acción.
La consecuencia fundamental de este enfoque, consiste en que antepone el análisis del dolo
y la imprudencia a un momento anterior al de la culpabilidad; ello es, si el delito es una
acción típica y antijurídica, la antijuricidad debe recaer no sólo sobre el resultado sino
también sobre la propia finalidad de la acción, de modo que establece una diferencia
sustantiva entre acciones dolosas e imprudentes.
De este modo Welzel cambió completamente los pilares básicos del causalismo,
caracterizado por la diferenciación entre antijuricidad y culpabilidad como referidas,
respectivamente, a las partes objetiva y subjetiva del hecho. Por ello, el doctrinario español
Muñoz Conde, afirma que el debate entre el concepto causalista y finalista de acción es en
gran medida un debate sobre cuál es el papel del desvalor de acción y el desvalor de
resultado en el concepto de delito.
Con todo lo afirmado, es posible inferir que el concepto final de acción, en su formulación
más estricta, presenta ciertos problemas a la hora de explicar, en la construcción normativa
de forma válida, las diversas formas de conductas humanas relevantes para el Derecho
Penal, como son: los comportamientos imprudentes, dado que en éstos la finalidad aparece
completamente desconectada del resultado causado. Se entiende entonces, que la finalidad
del sujeto que actúa con culpa, de ningún modo va dirigida a la producción del hecho típico
y antijuridico.
Un paso más en la evolución del concepto del elemento acción, vino de la mano del
profesor alemán Hans-Heinrich Jescheck, el cual trata de superar los problemas que suscita
tanto el causalismo como el finalismo, en su construcción doctrinal, propulsando la llamada
concepción social de la acción, que fue considerada, no como un paradigma independiente,
sino más bien como un complemento de la teoría finalista.
En tal sentido, el profesor español Ignacio Verdugo, sostiene que en la teoría social, es
acción todo comportamiento humano socialmente relevante, y poseen dicha relevancia
tanto las conductas verdaderamente finales (dolosas) como aquellas otras que se aparten de
la finalidad socialmente esperada: en la imprudencia, porque el hecho causado podría
haberse evitado mediante la conducción final del proceso; en la omisión, porque un
comportamiento activo podría igualmente haber evitado el resultado dañino a la sociedad.
En definitiva, en la acción dolosa se desvalora por lo que se ha hecho, mientras que en la
acción imprudente y en la omisión se desvalora por lo que se debería haber hecho.
Entre otras variantes de las teorías anteriores, en España recientemente ha cobrado
relevancia la concepción acuñada por el profesor Tomás Salvador Vives Antón: que
propuso la denominada “concepción comunicativa de la acción”, la cual pone especial
relevancia en el significado social del comportamiento, considerando como eje motor de la
acción y su naturaleza la dinámica comunicativa, existencial y peculiar de cada ser humano
dentro de su entorno social.
De esta forma, el Derecho Penal como producto directo de la sociedad, surge y se
transforma en el tiempo, con la finalidad de contener y delimitar, precisamente la acción
humana. Como primera aproximación, indicaremos, que para ser punible dicha acción,
además de estar subsumida en una norma de carácter penal, debe provenir de un sujeto con
plena conciencia, ello implica que esté dotado de intención, libertad y cognición, así como
que esté dirigida a producir un cambio en el entorno jurídico.
Para comprender integralmente el significado de la acción, es necesario previamente
referirnos al comportamiento humano, que irreversiblemente es el objeto fundamental que
pretende regular la norma penal. Es así como, del análisis jurídico del comportamiento
humano, han surgido las distintas construcciones dogmáticas que vinculan, dentro de la
construcción típica, los elementos descriptivos de la acción, dando forma a los distintos
matices que en el transcurso del tiempo, ha caracterizado la teoría del delito.
Por todo ello, el comportamiento humano estudiado desde la perspectiva de Derecho Penal,
se compone de acciones u omisiones que dan lugar a resultados que analizados desde una
perspectiva social e histórica, conduce a determinar conductas socialmente reprochables y
penalmente castigables.
Es necesario enfatizar, que no es lo mismo analizar el comportamiento humano para la
conformación del Derecho Penal desde la perspectiva de un Estado Democrático, en donde
imperan las garantías, libertades y el respeto por los Derechos Humanos, que un Estado no
democrático o totalitario, a pesar de que en ambos este instituido un Estado de Derecho. Ya
que la historia ha registrado de forma constante, que dentro del ejercicio del poder y de la
necesidad de preservación del Estado totalitario, surgen normas penales que restringen e
incluso, pueden llegar a limitar al extremo, el conjunto de libertades civiles, políticas y
económicas, así como las normas que tutelan los Derechos Humanos, que son comunes en
los Estados democráticos, lo que en dotrina se ha denominado “Derecho Penal del
Enemigo.
Claro está, que es posible la existencia de normativas penales desfasadas y anacrónicas en
los estados democráticos, que penalicen libertades, tal como ha referido el maestro Claus
Roxin al desarrollar su teoría: “Derecho Penal del Enemigo”, sin embargo, es la misma
naturaleza y diseño estructural de los Estados Democráticos, la que orienta definitivamente
a la búsqueda de la perfección del conjunto de libertades que caracterizan a los Estados
modernos, mitigando el riesgo que establece la existencia y prevalencia de normas injustas
para la sociedad, mediante la plena vigencia de la división de poderes, el control judicial y
la revisión normativa por parte de un Poder Legislativo libre, autónomo e independiente.
Afirmar que el Derecho Penal es un derecho de actos, significa en esencia, que la
correlación punitiva establecida en el tipo penal, toma la acción humana como referencia
central e inicial. En consecuencia, el hecho descrito en el tipo penal, es subsumido en la
acción implícita en el acto perpetrado por el autor, para encontrar su efectiva adecuación,
permitiendo establecer en el proceso, la imputación objetiva, la defensa y la eventual
culpabilidad.
De esta manera, para la construcción de la norma penal, resulta necesario determinar los
factores que hacen de un comportamiento humano, una acción penalmente relevante.
En materia procesal, la constatación del hecho, es el punto de referencia inicial para
determinar la noción de acción dentro de la adecuación penal, ello constituye el primer paso
en la construcción de la teoría del delito, la cual pretenderá dar respuesta a circunstancias
esenciales descritas en la norma penal, subsumidas a los hechos y las personas.
De manera general en primer lugar, se plantea la interrogante de cómo debe ser concebida
la acción. Dos criterios se oponen:
El primero pone de relieve el aspecto ontológico de la acción en cuanto a
las características que la hacen única y determinable y, en consecuencia,
afirma su autonomía en relación al derecho. Se habla entonces de una
noción óntica, “prejurídica”.
El segundo criterio sostiene, por el contrario, que la noción de acción sólo
puede ser de carácter normativo, ya que todos sus caracteres, para que
tengan existencia, deben estar expresa, formal y debidamente descritos en
la norma penal.
En tal sentido, la acción ha sido considerada tradicionalmente como el primer elemento
constitutivo del delito, del cual se derivan los demás: la tipicidad, la antijuridicidad, la
culpabilidad y la punibilidad, que sin la existencia de la acción, no tendrían valor.
Según Maihofer: "el concepto de acción ha de actuar como elemento básico, unitario, del
sistema de la teoría del delito; como elemento de unión o enlace de las distintas fases del
análisis; y como elemento límite, que establezca las fronteras con aquellos fenómenos
irrelevantes para el Derecho Penal".
El concepto de acción: La acción como el primer elemento constitutivo de la infracción
penal, puede concebirse en sentido estricto, como la manifestación externa, consiente y
voluntaria de un ser humano, que está tipificada penalmente. Se expresa, mediante el
resultado material que surge de la acción, y que en sentido estricto, vulnera el derecho
tutelado por la norma penal, acreditando la existencia de una relación de causalidad entre el
agente, que expresa su manifestación de voluntad consciente, libre y decidida; y el
resultado antijurídico materializado.
Podríamos afirmar, que la acción es el elemento más importante en la construcción del tipo
penal, ya que describe el comportamiento que puede estar integrado por conductas de orden
activas u omisivas, que producen a un resultado contrario a lo que expresamente preceptúa
y tutela la norma penal.
En tal sentido, el alcance y dimensión objetiva del comportamiento preceptuado por la
norma penal, que representa la acción, debe estar expresado de forma clara y taxativa. La
parte subjetiva, que se desprende muchas veces en la parte descriptiva de la norma penal,
pretende encontrar explicación coherente de la motivación interna del autor, y con ello
muchas veces busca encontrar un sustento psíquico al describir la intención.
Es así como, analizando la estructura de la norma penal, encontramos elementos
particulares que pretenden dotar de significación interna o personal a la realización del
hecho, que como complemento, buscan determinar la finalidad, la intención, el ánimo, la
tendencia, entre otros, que de alguna forma puedan justificar el impulso en la voluntad de
actuar del agente.
Todo esto, expresado en diversas técnicas legislativas, ha dotado de mayor o menor
claridad a la interpretación de la norma, principalmente en legislaciones de orden
Funcionalistas, ya que este recurso ha pretendido en definitiva, valorar aspectos del alcance
de la acción y de su resultado, respecto al dolo, la imprudencia, así como de otros
elementos transversales que determinan situaciones de impunidad frente a lo expresamente
señalado en la norma penal, como consecuencia de la transgresión o injusto penal.
Es necesario enfatizar, que el resultado material, derivado de un hecho no humano, como
puede ser el producto de un acontecimiento climático o relacionado con un animal, entre
otros, no es de interés del Derecho Penal, a menos que las consecuencias de él sean
imputables a la acción u omisión punible humana. También son de consideración especial,
el estudio de las acciones realizadas por personas que son consideradas inimputable por la
ley, quienes, habiendo obrado con intención, no son conscientes de sus actos, o bien cuando
la ley considera que no cuentan con la madurez y estabilidad suficiente como para
imponerle una consecuencia jurídica, o cuando existe una prerrogativa que despenaliza la
acción, o hace imposible la persecución penal de sus autores.
De acuerdo a Von Liszt, se entiende a la acción o comisión como la manifestación de la
voluntad que se expresa con un movimiento corporal voluntario.
Para Welzel, es, todo movimiento corporal causado por un acto de voluntariedad, entendida
esta como toda conducta que, libre de fuerza mecánica o fisiológica, estuviere motivada por
representaciones.
En criterio de García Falconí, desde la perspectiva de la norma de determinación de
conductas, los tipos penales de acción son la base de las infracciones.
Para Velásquez, Las acciones penales son circunstancias prohibidas contempladas en la ley,
que normativamente hablando, tal hecho responde a la potestad que se le otorga al
legislador de definir conductas como delitos, determinadas por un verbo rector y revestidas
de un sinnúmero de circunstancias, donde se representaría de forma clara, la expresión de
un proceso fenomenológico en sus nociones de acto, suceso o estado.
Teorías: La concepción de la acción tuvo sus raíces constructivas en la antigua filosofía
griega, donde daba valor a los acontecimientos naturales que eran atribuidas a los dioses y a
la acción ejecutada por las bestias, que en muchos casos, revestían carácter penal al
imponer el sacrificio del animal que era encontrado culpable por alguna acción que
realizara.
Posteriormente, en la obra de Von Pufendorf en el siglo XVIII, se hace referencia y análisis
con mayor énfasis, a las estructuras antiguas, criticando la concepción penal sin llegar a
plantear una solución al respecto. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XIX que se
formula la concepción moderna de la acción, la cual quedo planteada en la obra del filósofo
y jurista Hegel, la cual incluye a la imprudencia dentro del concepto de acción, sin lograr
alcanzar la diferenciación clara dentro de la imputación.
La acción para Hegel, es la exteriorización de la voluntad moral. Se trata de un concepto
valorativo que comprende prácticamente toda la estructura de imputabilidad penal al
señalar que: solo si hay acción también hay imputación, y si hay imputación hay acción.
Como puede interpretarse, esta concepción plantea dificultades para la aplicación de la
figura de la culpa, pues en esta no hay voluntad ajena que pueda ser evaluada. Asimismo,
como valorar el resultado, si este no es querido o deseado en los casos de la culpa. No solo
se presenta este inconveniente, además las conductas de los inimputables no se pueden
considerar acciones, pues no cabe distinguir entre acción culpable y acción no culpable, ya
que para esta teoría todas las acciones son culpables.
En si mismo, el concepto de acción de los hegelianos, constituyo un avance para su época,
sin embargo, resultaba muy estrecho y limitado, ya que difícilmente podía permitir
subsumir aquellos supuestos sociales en donde la acción reflejaba las características de la
culpa.
Hasta la década del año 80 del siglo XIX predominó el concepto hegeliano de acción, pero
después fue abandonado y reemplazado por el concepto causal, desarrollado por la
dogmática europea, pues se entendió que las premisas sostenidas hasta ese momento no
podían adaptarse a las exigencias del desarrollo social y los conceptos valorativos de
justicia que la dogmática de la época venía desarrollando, dada la identidad que mantenía
entre la acción y la culpabilidad.
En realidad, en el concepto de acción de los hegelianos, lo ilícito y la culpabilidad eran
inseparables, pues en la norma, no se hacía distinción entre los hechos cometidos por los
incapaces y no consideraba las circunstancias de culpabilidad, ambas categorías constituían
dolo y un todo dentro de la ecuación, al momento de valorar la carga de responsabilidad
penal del autor.
Especial mención merece el análisis de la obra publicada por los alemanes Heinrich Luden
y Karl Stübel, que se apartaron de la concepción hegeliana, logrando sorprendentemente
una división del delito en el año 1840, la cual se aproxima a los proyectos sistemáticos del
siglo XX, al diferenciar el fenómeno delictivo provocado por una acción humana, e
identificar las características de la antijuricidad de esa acción, asimismo la cualidad dolosa
o culposa del hecho, en la valoración objetiva de la acción, si bien es cierto no separa
sistemáticamente aún la acción y el tipo, pero como avance, prefiguraba de alguna forma la
tripartición.
En los primeros tratados de Derecho penal entre los que destaca el clásico Von Feuerbach,
a quien se le atribuye la autoría del Código Penal liberal alemán, esto es, el Código bávaro
de 1813, la acción no era considerada objeto de especial análisis, quizás porque se
consideraba algo tan obvio que no merecía la pena detenerse en su estudio. La teoría del
delito no conocía sino la rudimentaria distinción entre imputación objetiva y subjetiva,
dominante hasta mediados del siglo XIX.
Es necesario que se entienda en esta parte, que respecto al Derecho Penal, se estudia el
avance de la dogmática alemana, ya que en esta época era la que inspiró principalmente en
el mundo civilizado occidental, el desarrollo jurídico penal de la época.
Es así, como fue necesario esperar al siglo XX para hallar en la dogmática alemana
(llamada clásica), y gracias a las construcciones de Binding, Beling, Von Liszt y Radbruch,
el desarrollo de la concepción tripartita del delito, como acción típica, antijurídica y
culpable.
De esta manera, quien introduce los elementos de la acción dentro del análisis moderno de
la estructura de la norma penal, fue en 1906, el filósofo, catedrático y jurista alemán Ernst
Von Beling.
Han sido numerosas las teorías desarrolladas en el tiempo por los diferentes autores a cerca
de la acción; no obstante, para efecto pedagógico, merecen especial mención las teorías
causales, final y social de la acción, para luego esbozar de forma general las últimas
tendencias de estudio que comporta la teoría funcionalista de la Acción, dentro del
desarrollo del Derecho Penal contemporáneo.
La acción para la teoría causalista: dentro de esta teoría se considera que la acción
constituye la consecuencia directa del impulso volitivo del agente, esta idea, formulada por
Von Lizst y Mezger, es cónsona con la corriente clásica y la concepción neoclásica del
delito respectivamente.
En resumen, esta corriente doctrinal asumió en principio, que la acción por su
carácter ontológico: pertenece al mundo del ser, por ser aprehensible por el conocimiento
empírico del colectivo social; descriptiva: por limitarse a mostrar lo que sucede, sin entrar
a valorarla en sí misma y; causal: por ser un “impulso de la voluntad humana” que causa
un movimiento que da lugar a un resultado que es perceptible por los sentidos.
Posteriormente, en la etapa neoclásica el concepto de acción se simplifica, y se introduce el
concepto de valor para definir la misma, de modo que pasa a entenderse como el proceso
causal que la voluntad del hombre desencadena en el mundo exterior, independientemente
de lo que el autor de la acción haya pretendido con su comportamiento o lo que haya
podido querer; sin embargo, tal concepción generó numerosas críticas, fundamentalmente
por no tener en consideración el contenido de la voluntad.
En esta teoría el sujeto de la acción es el ser humano, a quien se le atribuirá la
responsabilidad por acción u omisión. No existe otro ser sujeto de la acción. Si el ser
humano no es quien desarrolla la acción y no existe un sujeto válido a quien atribuirle el
resultado, no puede existir un delito que sea perseguible por el Derecho Penal.
Esta teoría evidencia dos fases para la realización de la acción:
Temario
En principio, podríamos afirmar que la tipicidad es un elemento objetivo del delito, que se
integra mediante la función de comprobación del hecho imputado, constituido en una
conducta y resultado, que se adecúa al presupuesto descrito en la norma penal.
Ello implica, que la tipicidad es la constatación plena del encuadramiento exacto, entre los
componentes de una hipótesis delictiva descrita en la ley penal y un hecho concreto,
acontecido y probado en el mundo fáctico. De lo cual se infiere, que una conducta es típica
cuando se aprecia identidad entre sus componentes fácticos y los descritos en la norma
jurídica, es decir, cuando existe homogeneidad entre el hecho real perpetrado y los
elementos normativos que describen y fundamentan el contenido material del injusto.
Por su parte Juan Ortiz, señala que la tipicidad fue “propuesta en 1906 por Ernst von
Beling, quien afirmaba, que la tipicidad es el encuadramiento en el tipo penal de toda
conducta que conlleva una acción u omisión ajustada a los presupuestos detalladamente
establecidos como delito o falta en un cuerpo legal; es decir, para que una conducta sea
típica, debe constar de manera específica y pormenorizada como delito o falta en un
código.”
Concepto de Tipicidad: Para Jiménez de Asúa, la tipicidad es la descripción objetiva y
legal, desprovista de caracteres valorativos, contenida en la norma penal.
Para Bacigalupo Enrique, la tipicidad es la coincidencia del hecho cometido con la
descripción abstracta, que es propuesto de pena, contenida en la ley.
Según Muñoz Conde, “la tipicidad es la adecuación de un hecho cometido a la
descripción que de ese hecho se hace en la ley penal. Por imperativo del principio de
legalidad, en su vertiente del nullum crimen sine lege, sólo los hechos tipificados en la
ley penal como delitos pueden ser considerados como tales.”
En tal sentido, Berdugo Ignacio, afirma que la tipicidad es simplemente la adecuación del
comportamiento penalmente reprochable a la descripción que se hace del mismo en la parte
especial del Código Penal, Esta categoría del delito cumple formalmente con un esencial
requerimiento derivado de la propia Constitución, señalada en el principio de legalidad.
Para Girón José, la tipicidad es la característica o cualidad que tiene una conducta (acción u
omisión) de encuadrar, subsumir o adecuarse a un tipo penal. Ahora bien, tipificar es la
acción de encuadrar la conducta en un tipo penal. Este acto de tipificar lo realiza el fiscal, la
defensa, la víctima, la policía o el estudiante; sin embargo, cuando lo hace el juez, ya deja
de convertirse en una expectativa, para determinar un hecho o acontecimiento denominado
tipificación judicial.
Es así como, en el artículo 1 del Código Penal venezolano se establece que sólo las
acciones u omisiones previstas – tipificadas- en la ley penal pueden ser consideradas como
delitos o faltas, (nullum crimen sine lege). De esta forma, la tipicidad refrendada en el texto
legal protege al ciudadano del ejercicio arbitrario y abusivo del poder por parte del Estado,
cumpliendo en esencia la función de garantía a los derechos civiles y políticos del
ciudadano en resguardo de sus Derechos Humanos.
El injusto típico: En principio podríamos afirmar, que el injusto típico es la descripción
conceptual, que sirve para establecer la acción prohibida en el supuesto de hecho contenido
en la norma penal.
En este sentido Politoff Sergio, afirma que la determinación del injusto típico, permite
establecer los caracteres de la tipicidad de una conducta y con ello se logra traspasar el
primer filtro o tamiz valorativo. Es así como podríamos concluir, que la conducta de que se
trata es un tipo de injusto, es decir, que corresponde a la clase de conducta prohibida
descrita en la ley penal, aunque a priori ese indicio pueda desvanecerse posteriormente en
los sucesivos pasos o etapas del análisis valorativo que se realice del hecho, cuando
emerjan eventualmente elementos de antijuricidad.
Es así como podemos inferir, que por injusto típico se entiende que es la propia acción
típica y antijurídica descrita en la norma de carácter penal. De forma contraria, si
sustraemos la antijuricidad penal a tenor del principio de unidad del ordenamiento,
significaría que la acción se encuentra autorizada por el Derecho.
Welzel diagramó su teoría de injusto como una infracción de la conducta a la norma, una
relación de contradicción entre la acción y la norma jurídica, basado en su concepto de
acción dentro de la teoría finalista. Este autor, pone en claro que el injusto es esencialmente
una acción humana y final, por tanto, esta acción debe ser típica y antijurídica. En
consecuencia, si se realiza la acción descrita conceptualmente en el tipo de una norma
prohibitiva, esta entra en contradicción con lo que exige la norma, por ello afirma que, de
esta contradicción deriva la “anti normatividad de esa conducta”. Es en ese momento que el
profesor alemán, determina la importancia del análisis del Injusto Penal.
Es evidente entonces que, del examen del injusto, partiendo del tipo y la antijuridicidad
como elementos totalmente independientes entre sí, se establece una relación que vincula
directamente el echo examinado con la norma penal, por tanto, podríamos afirmar, que el
injusto típico es la descripción del hecho que se subsume en la norma penal.
Estructura del tipo penal: Este punto hace referencia a la construcción normativa que fija
el legislador en la ley penal. Es así como la imagen conceptual que de él se desprende, se
forma como expresión lingüística que intenta aproximar, con mayor o menor acierto, la
descripción objetiva de la conducta prohibida.
La importancia del análisis de la estructura del tipo penal, radica en que de ella se
desprende los elementos que conforman el tipo que determina la prohibición, este ejercicio
representa sin duda alguna, una problemática de relativa dificultad, pues el diseño del tipo
penal dependerá de la posición que asuma el legislador, empleando las diversas
concepciones teóricas que respecto de él se hagan y que, según hemos visto a lo largo de su
historia evolutiva, han permitido formular los diferentes esquemas constructivos, por lo
tanto, abordaremos el tema atendiendo a los postulados generales sin entrar en detalles
específicos de las distintas escuelas o teorías expuestas anteriormente, tales como: las
conocidas como causalista y finalista, social y funcionalista.
Siendo así, se comprende que las conductas típicas que se hallan descritas en la norma
penal, están compuestas de una serie de elementos que pueden aparecer de forma expresa
en la redacción legal, o bien deducirse tácitamente de su contenido sin que por ello se
establezca la analogía como regla fundamental de su interpretación.
De esta forma, para cumplir su función de garantía, el tipo penal tiene que estar adaptado al
momento histórico y ser comprensible por el nivel cultural promedio de la sociedad donde
se aplique, debe utilizar terminología clara y concisa que permita de la simple lectura de su
texto, alcanzar el conocimiento pleno de la acción que se prohíbe. Sus definiciones deben
ser parcas en la utilización de elementos técnicos normativos, que puedan dificultar la
comprensión fundamental de la norma de prohibición. Debe evitar el empleo de
construcciones gramaticales subjetivas, por el contrario, la redacción de la norma penal
debe ser lo suficientemente descriptiva para permitir su fácil comprensión. Debe evitar el
empleo de conceptos y definiciones ambiguas o indeterminadas, como: el de “moral y
buenas costumbres”, “intachable reputación”, “conducta deseada”, entre otros, que
conlleven la necesaria interpretación y adecuación social, ya que ello podría representar un
riesgo para la seguridad jurídica de los ciudadanos, al dejar de manos del fiscal, la policía,
de la ciudadanía e incluso del juzgador, su aleatoria interpretación.
Ahora bien, según Márquez Piñero, en términos generales, esos elementos suelen
clasificarse en: objetivos; normativos y; subjetivos.
Tome en cuenta que dependiendo del punto de vista de la teoría que este empleando como
base y elemento de partida para el análisis del tipo penal, respecto a las corrientes o
escuelas, pueden categorizarse de forma distinta, formulando distinciones específicas. Sin
embargo, para efectos pedagógicos y de forma general, sin apartar ningún otro
razonamiento, asumiremos como válido la siguiente clasificación para el análisis de la
estructura del tipo penal:
1. Elementos Objetivos;
2. Elementos Subjetivos y;
3. Elementos Normativos y Descriptivos.
En ocasiones los tipos penales equiparan la culpa grave al dolo. En la práctica, no se está
haciendo equivaler ambos conceptos, pero, dado que probar la intención es sumamente
difícil, el legislador entiende que una culpa grave o muy grave se asemeja a una actuación
intencionada, dado que es difícil comprender que se haya hecho de forma involuntaria.
Circunstancias Específicas, son las que permite modificar la responsabilidad penal,
agravando las circunstancias contenidas en la forma básica o fundamental de algún tipo
penal, cuándo se está en presencia de tal fenómeno normativo o cuando simplemente se
trata de otra manifestación del poder de configuración de legislador penal. Sobre este
concepto se desarrolla la motivación interna, que va más allá de la acción preceptuada en la
norma que vincula la voluntad que tuvo el autor y que rebasa el limite de la acción
expresada en el tipo penal. Por ejemplo, el tipo penal que establece el tráfico de órganos
humanos, donde existe el homicidio, pero que la voluntad final del autor no es matar sino
traficar con los órganos humanos.
Una discusión recurrente en la teoría general de las circunstancias modificativas de la
responsabilidad penal es la relativa a la diferenciación entre elementos que configuran las
circunstancias específicas constitutivas del tipo penal, y las meras circunstancias o
elementos accidentales o contingentes. Por eso, se habla de “accidentalia delicti” para
destacar justamente que las circunstancias son elementos contingentes que pueden faltar sin
que el delito configurado en alguna norma de remisión desaparezca, en tanto que, si falta un
elemento esencial del delito, desaparece la figura criminal misma.
Dentro de esta categoría se agrupan el conjunto de tipos penales que establecen estas
prerrogativas, muchas veces para ampliar la responsabilidad penal como agravante del tipo
penal básico, y otras veces conforman circunstancias específicas dentro de la construcción
de tipos penales autónomos.
Elementos Normativos y Descriptivos: constituyen valoraciones específicas dejadas por
el legislador en la norma penal. Por elemento normativo entendemos, aquel término legal
que el legislador introduce en la norma penal y que exige para su valoración, la remisión a
la descripción que el mismos hace sobre su alcance y contenido.
Mezger, señala que "los elementos normativos se refieren a aquellos datos que no pueden
ser representados e imaginados sin presuponer lógicamente una norma base que señale
taxativamente lo que debe inferirse del término empleado. Se trata de presupuestos del
injusto típico que sólo pueden ser determinados mediante una especial valoración de la
situación del hecho contenida en la ley".
En el delito de homicidio, por ejemplo, pueden considerarse elementos normativos, la
forma de producción de la muerte establecida en el tipo penal como es: la premeditación,
alevosía o motivos fútiles e innobles, cuyos conceptos exigen para su valoración la
determinación del alcance que la misma ley realiza. Por ello, estos elementos normativos,
derivan de las valoraciones jurídicas expresa que el legislador plasma en la norma penal.
Los elementos descriptivos, están presente en la construcción gramatical de la norma penal,
con la finalidad de permitir describir algún concepto o acción, evocando su naturaleza. La
intención de incorporar elementos descriptivos en la norma penal, constituyen una técnica
legislativa que pretende facilitar la comunicación de la norma a sus destinatarios, y
favorecer mayores cotas de proporcionalidad, igualdad y, muy especialmente, de certeza y
seguridad jurídica.
Especies de los tipos penales. Permite establecer criterios de clasificación, tomando en
cuenta la presencia de distintos elementos o circunstancias en la construcción legislativa de
los tipos penales. Ello ha permitido alcanzar una mejor comprensión para su estudio, de
esta forma los podemos clasificar de la siguiente manera:
Por la magnitud de la penalidad que establece
o Delitos
o Faltas y Contravenciones típicas
o De Acción
o De Omisión
o De Daño o Lesión
o De Peligro o Amenaza
o Dolosos
o Culposos
o Instantáneos
o Permanentes
o Continuados
o Conexos o Compuestos
o De Persecución de oficio
o De Instancia de Parte
o Simple
o Especial
Temario
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Temario
Temario
Temario
Tema 6: CONCURSO DE DELITO. Unidad y pluralidad de
acciones. Teorías. Concurso ideal de delito. Concurso real o
material de delitos. El delito continuado. El delito masa. Concurso
aparente de normas penales.
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