La Enseñanza de Las Ciencias Cesar Roble
La Enseñanza de Las Ciencias Cesar Roble
La Enseñanza de Las Ciencias Cesar Roble
ciencias a partir de la
resolución de problemas
Resumen
La enseñanza de las ciencias puede abordarse en prácticamente todos los niveles educativos a
través de la resolución de problemas, para lo cual es particularmente útil la propuesta del filósofo
inglés S. Toulmin. Aquí se presenta dicha propuesta y se reconocen algunas de sus ventajas sobre
la enseñanza tradicional.
* Doctor José Antonio Chamizo Guerrero. Profesor Titular “C” en la Facultad de Química
de la unam. Cursó la licenciatura y la maestría en la Facultad de Química de la unam
y el doctorado en la School of Molecular Sciences de la University of Sussex, Inglaterra.
Profesor de la Facultad de Química desde 1977, ha impartido más de 90 cursos desde la
secundaria hasta el doctorado y publicado más de 90 artículos arbitrados sobre Química,
Educación, Historia y divulgación de la ciencia. Es autor o coautor de más de 30 capítulos
en libros y de 40 libros de texto y divulgación. Ha recibido diferentes premios y reconoci-
mientos, entre los que destacan el Premio Nacional de Química “Andrés Manuel del Río”
otorgado por la Sociedad Química de México en 1994, el Premio Universidad Nacional
en el área de docencia en Ciencia Naturales en 1996 y el Third World Network of
Scientific Organizations en 1997. Sus líneas de investigación se centran en las condi-
ciones curriculares para mejorar el aprendizaje.
* Maestro en Docencia César Robles Haro. Docente del cch de la unam desde 1998, ha
participado en la preparación de alumnos para concursos como la Olimpiada de Química
en su versión metropolitana (D.F. y municipios cercanos). Ha colaborado en diferentes
cursos de formación de profesores tanto a nivel básico como de bachillerato. Sus princi-
pales líneas de investigación son el desarrollo de propuestas de aprendizaje de las ciencias
experimentales, en particular los enfoques de aprendizaje basado en problemas, en pro-
yectos y el diseño de secuencias de enseñanza-aprendizaje; así como la investigación sobre
conocimientos y actitudes hacia la ciencia en docentes y alumnos en los niveles bachille-
rato y profesional. Actualmente es Profesor de Carrera Asociado “b” en el cch (Plantel
Azcapotzalco) de la unam.
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C. Sagan.
Introducción
Cada uno de nosotros es dueño de sus pensamientos; pero los conceptos los
compartimos con nuestros semejantes… y de lo que creemos somos respon-
sables como individuos; pero el lenguaje en que se articulan nuestras creencias
son propiedad pública.
Las ciencias aparecen así como una de las diferentes disciplinas intelec-
tuales que las sociedades humanas han construido a lo largo de su propia
historia. La unidad de las disciplinas intelectuales en las que siempre se con-
sideran no sólo los conceptos, sino también las personas que los conciben,
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se debe a las ambiciones intelectuales del grupo que trabaja en ellas y les
da forma. En pocas palabras, la unidad de una disciplina intelectual refleja
la continuidad impuesta a los problemas que aborda. Este punto de vista es
compartido por otros filósofos, por ejemplo L. Laudan indica (1986): “El co-
nocimiento científico avanza gracias a la resolución de problemas”. A lo que
aquí se podría decir en la línea de una enseñanza racional y razonable (Cha-
mizo, 2007): el “conocimiento científico-escolar” (Izquierdo, 1999) avanza
gracias a la resolución de problemas.
Así, basándose en la historia de las ciencias, Toulmin manifiesta de mane-
ra muy clara que las razones prácticas –podríamos adelantar que el entorno–
influyen en la evolución de los conceptos científicos.
Los conceptos científicos desarrollados a lo largo de la historia integran
una complejidad tal que es necesario distinguir en ellos tres aspectos diferen-
tes, características que permitirán utilizarlos particularmente en el espacio
educativo de mejor manera:
1. El lenguaje.
2. Las técnicas de representación.
3. Los procedimientos de aplicación de la ciencia.
Sobre estos tres aspectos hay que hacer algunas precisiones. Respecto al
primero Toulmin, influido por Wittgenstein, reconoce que cada teoría tiene
su lenguaje propio y cuando se adopta un nuevo lenguaje se adopta también
una nueva teoría, más allá de que algunas palabras en ambas sean las mis-
mas. Las teorías son una visión del mundo (Echeverría, 2003, p. 76) buscar
una forma de lenguaje común a todas ellas, por muy formalizada que esté, es una
tarea vana, porque supondría privarlas de su especificidad, de lo que caracteriza
a cada una como concepción del mundo, o al menos del ámbito que es objeto de su
estudio. Por ello, el significado de los términos científicos, contrariamente a
lo que indica el positivismo absolutista con su creencia en una base empírica
común a todas las teorías, depende de cada teoría.
Cuando Toulmin se refiere a las técnicas de representación opta por los
modelos como el lazo entre el mundo y las leyes de la ciencia en una postura
que algunos podrían identificar como instrumentalista. Otros filósofos de las
ciencias después de él, particularmente R. Giere (1990) continúan trabajan-
do en la misma línea de pensamiento. Por otro lado, la importancia de los
modelos en la enseñanza de la ciencia es un asunto aceptado (Gilbert, 2000;
Chamizo, 2010).
José Antonio Chamizo, César Robles 73
Así, son los procedimientos y técnicas de una disciplina científica los que for-
man sus aspectos comunales –y aprendibles– y, por ende, los que definen el
conjunto representativo de conceptos que constituyen la transmisión colecti-
va de la ciencia. Por ello, los conceptos sólo tienen un uso genuinamente ex-
plicativo cuando se aplican en el mundo, lo cual es relevante en la educación.
Considerar como innovador que la ciencia siempre se desarrolla en contexto
(por ejemplo, la corriente Ciencia y Tecnología en Sociedad [cts]) sólo tiene
sentido desde una postura filosófica (positivista-lógica) en la que las ciencias se
consideran separadas de la sociedad que las construye y en la que se manifies-
tan culturalmente (Chamizo, 2005). Así, el tercer aspecto (los procedimientos
de aplicación de la ciencia) comprende el reconocimiento de situaciones a las
que son apropiadas estas actividades simbólicas: el entorno. En el aprendizaje
de una ciencia el aprendiz debe aprender también dónde aplicar los aspectos
simbólicos de los conceptos, a construir (y reconocer y aplicar en situaciones
pertinentes) aquellos modelos que encajen mejor con el mundo (1977, p. 194):
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A manera de conclusión
A finales del siglo xix el cubano José Martí escribió en Nueva York La edad
de oro, un libro acerca de la tarea de formar un hombre nuevo en América
Latina. Allí se recoge una carta que le envió a un profesor mexicano, en la
que indica:
Verá por la circular que lleva pensamiento hondo y ya que me la echo a cues-
tas, que no es poco peso, ha de ser para que ayude a lo que quisiera yo ayudar,
que es a llenar nuestras tierras de hombres originales, criados para ser felices
en la tierra en que viven, y vivir conforme a ella, sin divorciarse de ella, ni vivir
infecundamente en ella, como ciudadanos retóricos, o extranjeros desdeñosos
nacidos por castigo en esta parte otra del mundo. El abono se puede traer de
otras partes; pero el cultivo se ha de hacer conforme al suelo. A nuestros ni-
ños los hemos de criar para niños de su tiempo, y hombres de América. Si no
hubiera tenido a mis ojos esta dignidad, yo no habría entrado en esta empresa.
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