07-LU-Literatura Medieval I
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año 1000)
Un guerrero danés conduce a Beowulf hasta el Hérot. (v. 229 – 319)
El vigía danés que en lo alto de un risco un cruel malhechor, oculto en la noche
la costa guardaba bien pudo ver lo ataca con furia y le causa quebranto,
que bajaban del barco equipados de cota pesares y muertes. A Ródgar pretendo
y brillantes escudos. El deseo sintió en buena amistad ofrecerle mi ayuda.
de saber al momento qué tropa era aquélla. Podrá de este modo vencer al maligno,
El guerrero de Ródgar presto a la orilla si es que el destino consiente que tengan
corrió en su caballo; blandía con fuerza sus males remedio, que le vuelva la paz
en su mano la lanza. Así les habló: y encuentre un alivio en sus muchas desgracias.
"Decid quiénes sois, oh gente equipada Sufrirá en otro caso constantes ultrajes,
con armas de guerra que en alto navío, violentas matanzas, en tanto se eleve
las olas surcando a través de los mares, y mantenga en el alto el hermoso palacio".
llegasteis acá. Por tiempo muy largo Allá en su caballo el osado vigía,
he guardado la costa, he oteado las aguas, el guardián, respondió: "El guerrero avisado
cuidando que nunca la tierra danesa que juzga prudente se forma opinión
atacada se viera por nave enemiga. atendiendo a lo dicho o también a los hechos.
Más que ninguno vinisteis aquí He oído que es ésta una tropa leal
de animosa manera, aunque poco sabéis al señor skildingo. ¡Pasad adelante
si os irá a recibir y aceptar en su tierra con armas y cotas! ¡Yo seré vuestro guía!
la gente skildinga. Está entre vosotros A los hombres que mando la orden daré
el hombre más fuerte, equipado guerrero, de que guarden a salvo de todo enemigo
que he visto jamás: no es un simple vasallo la nave que os trajo, el bien embreado
-le adornan sus armas- si es que no miente navío en la costa, hasta el día en que el leño
su digna apariencia. Ahora quiero saber de proa curvada de nuevo os devuelva
de qué gente venís, no vayáis a pasar a través de la mar al país de los wedras:
como astutos espías, siguiendo adelante al hombre animoso la suerte le ayuda,
a la tierra danesa. ¡Escuchad, extranjeros, salva la vida en la dura batalla".
oh gente de mar! ¡Atentos oíd Se pusieron en marcha. Firme quedaba,
mi sincero consejo: mucho os conviene amarrado con cuerdas, el amplio navío,
decir al instante de dónde venís!" sujeto en el ancla. Coronaban sus yelmos
Respuesta le dio el de rango más alto, brillantes verracos forjados en oro,
habló de este modo el que mando tenía: templados al fuego: protegían las vidas
"Somos nosotros intrépidos navegantes, de aquellos valientes. Tras rápida marcha
fieles vasallos del ínclito Híglak. -ceñida la tropa- alcanzaron a ver
Glorioso renombre le cupo a mi padre: la ensamblada mansión de dorados adornos.
príncipe era, llamábase Ekto; En la más excelente de todas las salas
tras vida muy larga -anciano en palacio- debajo del cielo el famoso vivía:
partió de este mundo. ¡Bien lo recuerdan su reflejo llegaba hasta muchas naciones.
los sabios varones que habitan la tierra! El guardián señaló la morada del rey,
Con buena intención al encuentro venimos la muy reluciente, de modo que a ella
del rey de tu pueblo, del hijo de Halfdan, pudiesen llegar. Entonces la vuelta
del bravo señor. ¡Condúcenos tú! se dio en su caballo y así les habló:
Alta misión al famoso nos trae, "Yo ahora me vuelvo. ¡Que Dios Poderoso
al notable monarca. No voy a ocultarte os conceda su gracia y haga que a salvo
el proyecto que tengo: tú sabes, vigía, salgáis de la empresa! Yo corro a la costa
-si es verdadero el relato que oímos- a guardarla de nuevo de gente enemiga".
que al pueblo skildingo un cierto enemigo,
CUESTIONES
1. Resume el contenido de este fragmento en tres o cuatro líneas.
2. Localiza en este fragmento intervenciones en estilo directo, típicas de los poemas épicos.
3. Recuerda la literatura que viste en 3º de la ESO… ¿Qué es ese triple espacio a mitad de verso?
4. Revisa los apuntes… ¿A cuál de las dos partes de Beowulf pertenece este fragmento? ¿Por qué?
5. ¿A qué ha ido Beowulf hasta Dinamarca? ¿Dónde se dice en el fragmento?
6. ¿Quiénes hablan en este fragmento? ¿Quiénes son los “skidlingos”?
LITERATURA MEDIEVAL: Tristán e Isolda. ANÓNIMO (aprox. s.XII). [Fragmento]
Llegado el tiempo de entregar a Isolda a los caballeros de Cornualles, su madre recogió hierbas, raíces y
flores, las mezcló con vino y compuso un poderoso brebaje. Acabado éste con ciencia y magia, lo vertió en un
frasco y dijo a Brangania.
—Hija mía, has de seguir a Isolda al país del rey Marés, ya que le profesas un amor fiel. Toma, pues, este
frasco de vino y recuerda mis palabras. Ocúltalo de manera que ningún ojo lo vea, ni ningún labio se le acerque.
Llegada la noche nupcial y en el instante en que quedan solos los esposos, verterás este vino de hierbas en una
copa y la presentarás al rey Marés y a la reina Isolda para que apuren su contenido entre los dos. Procura, hija
mía, que sólo ellos prueben este brebaje porque tal es su virtud que quienes lo beban juntos, se amarán con
todos sus sentidos, con todo su espíritu, para siempre, en la vida y en la muerte.
Brangania prometió a la reina que lo haría según su voluntad.
La nave se llevaba a Isolda, cortando las profundas olas. Cuanto más se alejaba de la tierra de Irlanda, más
tristemente se lamentaba la doncella. Sentada bajo la tienda donde se había encerrado con Brangania, su
sirvienta, lloraba de nostalgia; ¿Adónde la arrastraban aquellos extranjeros? ¿Hacia dónde la empujaba el
destino? Cuando Tristán se le acercaba y quería calmarla con dulces palabras, se irritaba, le rechazaba y sentía el
corazón henchido de odio. Había venido él, el raptor, el matador de Morolt; la había arrancando con astucia de su
madre y de su país y no se había dignado guardarla para sí. ¡La llevaba como un raro botín, a través de las olas,
hacia la tierra enemiga!
—¡Mísera! —decía ella—. ¡Maldita sea la mar que me lleva! ¡Más me valdría morir en la tierra donde nací
que vivir allá abajo!
Cierto día amainaron los vientos; las velas colgaban fláccidas, a lo largo del mástil. Tristán hizo tomar tierra en
una isla y, cansados del mar, los cien caballeros y los marineros bajaron a la playa. Sólo Isolda permanecía en la
nave con una pequeña sirvienta. Tristán se acercó hasta la reina tratando de apaciguar su corazón. Ardía un sol
de fuego, y abrasados ambos por la sed pidieron de beber. La pequeña buscó algún brebaje, hasta que descubrió,
escondido, el frasco confiado a Brangania por la madre de Isolda.
—¡He encontrado vino! —les gritó.
No, no era vino; era la pasión, era el bárbaro goce y la angustia sin fin; era la muerte. La muchacha llenó una copa
y la presentó a su ama. Bebió a grandes tragos y luego la tendió a Tristán, que también bebió.
En este instante entró Brangania y vio con asombro que se miraban calladamente con loco embeleso. Ante ellos
estaba la copa casi vacía. Cogióla, corrió a popa y la arrojó por la borda, gimiendo:
—¡Desgraciada! ¡Maldito sea el día en que nací y maldito el día que subí a esta nave! ¡Isolda, amiga, y vos,
Tristán, habéis bebido vuestra muerte!
De nuevo la nave se encaminaba a Tintagel. Le parecía a Tristán que una zarza viva de agudas espinas, de
olorosas flores hincaba sus raíces en la sangre de su corazón y con fuertes lazos ligaba el hermoso cuerpo de
Isolda a su cuerpo, a todo su espíritu y a todos sus deseos. Pensaba:
«Andret, Denoalén, Guenelón y Gondoíno, felones que me acusabais de codiciar la tierra del rey Marés, ¡ah!
¡Soy más vil todavía, y no es su tierra lo que codicio ya! Buen tío, que me habéis amado huérfano, aun antes de
reconocer la sangre de vuestra hermana Blancaflor; vos que me llorabais tiernamente mientras vuestros brazos
me llevaban a la barca sin velas ni remos, buen tío, ¿por qué desde el primer día no habéis arrojado lejos de vos
al niño errante venido para traicionaros? ¡Ah! ¿Qué he pensado? Isolda es vuestra mujer y yo vuestro vasallo.
Isolda es vuestra mujer y yo vuestro hijo. Isolda es vuestra mujer y no debe amarme»
Isolda le amaba y quería odiarle, sin embargo: ¿no la había desdeñado vilmente? Y se torturaba el corazón
por este amor más doloroso que el odio.
Brangania les observaba con angustia, más cruelmente atormentada aún, pues sólo ella sabía el daño que
había causado. Les espió durante dos días, les vio rechazar todo alimento, toda bebida y todo refrigerio, v
buscarse mutuamente como ciegos que caminan uno hacia otro. Infelices cuando languidecían separados, más
infelices todavía cuando, reunidos, temblaban ante el horror de la primera confesión.
CUESTIONES
7. Tristán acompaña a Isolda hasta Cornualles. Allí la joven debe casarse con el rey Marco, tío de
Tristán. Accidentalmente los dos jóvenes se enamoran, desafiando todas las normas del honor.
Busca en el texto ejemplos de las dudas y remordimientos de los protagonistas.
8. ¿Qué hacen los dos jóvenes para enamorarse? ¿Quién es la responsable del hecho accidental?
9. ¿Qué parentesco une a Brangania con alguno de los protagonistas?
LITERATURA MEDIEVAL: Los cuentos de Canterbury. G. CHAUCER (s.XIV).
El cuento de la comadre de Bath [Fragmento]
En los viejos tiempos del rey Arturo, cuya fama todavía pervive entre los naturales de Gran Bretaña, todo el reino andaba lleno
de grupos de hadas. La reina de los Elfos y su alegre cortejo danzaba frecuentemente por los prados verdes. Según he leído, ésta
es la vieja creencia; hablo de hace muchos centenares de años; pero ahora ya no se ven hadas, pues actualmente las oraciones y la
rebosante caridad cristiana de los buenos frailes llenan todos los rincones y recovecos del país como las motas de polvo centellean
en un rayo de sol, bendiciendo salones, aposentos, cocinas y dormitorios; ciudades, burgos, castillos, torres y pueblos; graneros,
alquerías y establos; esto ha ocasionado la desaparición de las hadas. En los lugares que frecuentaban los elfos, ahora andan los
frailes mañana y tarde, musitando sus maitines y santos oficios mientras rondan por el distrito. Por lo que, actualmente, las
mujeres pueden pasear tranquilamente junto a arbustos y árboles; un fraile es al único sátiro que encuentran, y todo lo que éste
hace es quitarles la honra. Pues bien, sucedió que en la corte del rey Arturo había un caballero joven y alegre. Un día que,
montado en su caballo, se dirigía a su casa después de haber estado dedicándose a la cetrería junto al río, se topó casualmente
con una doncella que iba sin compañía y, a pesar de que ella se defendió como pudo, le arrebató la doncellez a viva fuerza.
Esta violación causó un gran revuelo. Hubo muchas peticiones de justicia al rey Arturo, hasta que, por el curso de la ley, el
caballero en cuestión fue condenado a muerte. Y hubiese sido decapitado (tal era, al parecer, la ley en aquellos tiempos) si la reina
y muchas otras damas no hubieran estado importunando al rey solicitando su gracia, hasta que al fin él le perdonó la vida y lo
puso a merced de la reina para que fuese ella a su libre albedrío la que decidiese si debía ser ejecutado o perdonado. La reina
expresó al rey su profundo agradecimiento y, al cabo de uno o dos días, encontró la oportunidad de hablar con el caballero, al que
dijo […]: “Os concederé la vida si me decís qué es lo que las mujeres desean con mayor vehemencia. Os concederé el permiso de
ausentaros durante un año y un día para encontrar una solución satisfactoria a este problema”.
El caballero estaba triste y suspiró con mucha pena; sin embargo, no tenía otra alternativa. Al fin decidió partir y regresar al
cabo de un año con cualquier respuesta que Dios quisiese proporcionarle. Por lo que se despidió y se puso en marcha. Visitó todas
las casas y lugares en los que pensaba que tendría la suerte de averiguar qué cosa es la que las mujeres ansían más, pero en
ningún país encontró a dos personas que se pusiesen de acuerdo sobre el asunto. […] Cuando se dio cuenta de que no podía
descubrirlo –quiero decir lo que las mujeres queremos por encima de todo–, sintió una gran pesadumbre en el corazón; pero, con
todo, se puso en camino hacia casa, pues no podía esperar más. Había llegado el día en que debía regresar al hogar.
Mientras iba cabalgando lleno de tristeza pasó junto a un bosque y vio a veinticuatro damas o más, que bailaban; se acercó por
curiosidad esperando aumentar su sabiduría. Pero antes de llegar hasta donde estaban aquéllas, por arte de magia,
desaparecieron, sin que él tuviese la menor idea de hacia dónde habían ido. Excepto una sola anciana que estaba allí sentada
sobre el césped, no divisaba a un solo ser viviente. Por cierto que esta anciana, que era la persona más fea que uno pueda
imaginar, se levantó del suelo al acercársele el caballero y le dijo: “Señor, no hay camino que siga desde aquí. Decidme lo que
buscáis; será probablemente lo mejor; nosotros las ancianas sabemos un montón de cosas”.
–Buena mujer -replicó el caballero-, la verdad es que puedo darme por muerto si no logro poder decir qué es lo que las mujeres
desean más. Si me lo podéis decir, os recompensaré con largueza.
–Poned vuestra mano en la mía y dadme vuestra palabra de que haréis la primera cosa que os pida si está en vuestra mano -dijo
ella-, y antes de que caiga la noche os diré de qué se trata.
–De acuerdo –dijo el caballero–. Tenéis mi palabra.
Entonces ella le susurró su mensaje al oído, diciéndole que se animase y no tuviera más miedo.
Cuando llegaron a la corte, el caballero anunció que, de acuerdo con lo prometido, había regresado puntualmente y estaba
dispuesto a dar su respuesta. Más de una noble matrona, más de una doncella, y muchas viudas también (puesto que tienen
mucha sabiduría), se reunieron a escuchar su respuesta, con la mismísima reina sentada en el trono del juez. […] El caballero, lejos
de quedarse callado como un muerto, dio su respuesta enseguida. Habló con voz sonora para que todos pudiesen oírle:
–Mi soberana y señora –empezó-, en general las mujeres desean ejercer autoridad tanto sobre sus esposos como sobre sus
amantes y tener poder sobre ellos. Aunque con ello respondo con mi vida, éste es su mayor deseo. Haced lo que queráis; estoy
aquí a vuestra merced.
Ni una sola matrona, doncella o viuda en todo el tribunal contradijo tal afirmación. Todas declararon que merecía conservar la
vida. En aquel momento la anciana, a quien el caballero había visto sentada en el césped, se puso en pie de un salto y exclamó:
–¡Gracias, soberana señora! Yo di la respuesta al caballero, a cambio de lo cual él empeñó su palabra de que realizaría la
primera cosa que pudiera que estuviese en su poder hacer. Por consiguiente, señor caballero, os lo ruego ante todo este tribunal:
vieja, pobre y fea como soy, por todo el oro y todos los minerales que están enterrados bajo tierra o se encuentran en su
superficie, no quiero nada que no sea ser tu esposa y también tu amante.
CUESTIONES
10. El primer párrafo tiene bastantes referencias anticlericales (en contra de la Iglesia). Señálalas.
11. ¿Por qué el descubrimiento que hace el protagonista se vuelve en su contra?
12. ¿Por qué está en la cárcel el protagonista al principio del relato?
13. Averigua cómo acaba este cuento.