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Libro Jacoba

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la que habla con el corazón

Primera edición septiembre 2016

Universidad Autónoma del Estado de México


Av. Instituto Literario 100 Ote.
Toluca, Estado de México
http://www.uaemex.mx

Esta obra está sujeta a una licencia Creative Commons, Atribución 2.5
México (CCBy 2.5). Para ver una copia de esta licencia visite http://creative commons.
org/licensesiby/2.5/mx. Puede ser utilizada con fines educativos, informativos o
culturales, siempre que se cite la fuente. Disponible para su acceso abierto en: la que habla con el corazón
http://libro.uaem.mx/ y http://ri.uaemex.mx/
Flor de María
Citación Gómez Ordóñez
Gómez-Ordóñez, Flor de María (2016), Jacoba, la que habla con el corazón, México,
Universidad Autónoma del Estado de México.

ISBN: 978-607-422-740-6
Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico

“2016, Año del 60 Aniversario de la Universidad Autónoma del Estado de México”


Dr. en D. Jorge Olvera García
Rector

Dr. en Ed. Alfredo Barrera Baca


Secretario de Docencia

Dra. en Est. Lat. Ángeles


Ma. del Rosario Pérez Bernal
Secretaria de Investigación y Estudios Avanzados

Dr. en D. Hiram Raúl Piña Libien Tercer Concurso de Cuento Infantil del Centro de Actividades Culturales (CeAC), 2016
Secretario de Rectoría
Comité Organizador
Dra. en D. María de Lourdes
Jorge Rubén López Jiménez
Morales Reynoso
Nélida Rebeca Flores Ortiz
Secretaria de Difusión Cultural

M. en C. Ed. Fam. María de Los Ángeles El jurado estuvo integrado por los escritores:
Bernal García Samuel Pérez Ortega, Irma Bastida Herrera y Martha Elisa Aguilar.
Secretaria de Extensión y Vinculación

M. en E. Javier González Martínez


Secretario de Administración

Dr. en C. Pol. Manuel Hernández Luna


Secretario de Planeación y Desarrollo Institucional

Mtra. en A. Ed. Yolanda E. Ballesteros Sentíes


Secretaria de Cooperación Internacional

Dr. en D. José Benjamín Bernal Suárez


Abogado General

Lic. en Com. Juan Portilla Estrada


Director General de Comunicación Universitaria

Lic. Jorge Bernaldez García


Secretario Técnico de la Rectoría

M. en A. Emilio Tovar Pérez


Director General de Centros Universitarios
y Unidades Académicas Profesionales

M. en A. Ignacio Gutiérrez Padilla


Contralor Universitario
En Temoaya, Estado de México, existe
un lugar llamado Enthavi. Dicen que es
el lugar de los enamorados porque se encuentra
en una cañada en donde se unen dos cerros. En esa cañada nació Jacoba,
Cuenta una leyenda que esos cerros en realidad eran una niña inquieta que jugaba a recorrer el río de este a oeste,
dos enamorados gigantes que por una maldición nunca esperando siempre ver dónde iniciaba y hasta dónde
pudieron estar juntos y cuando lo lograron, fueron llegaba su fin; por la mañana, los primeros rayos del sol
convertidos en montes llenos de manantiales, la guiaban para caminar por ese sendero de agua escarchada
pues al ver su nueva condición, los enamorados lloraron por el hielo y aunque sus pequeños pies descalzos se
tanto que las lágrimas de ambos formaron un cauce entumían a cada paso que daba, a ella no le importaba, entre
de agua que los separó eternamente y hoy, las piedras y el musgo sus pies iban entrando en calor.
ese cauce es el río que calma la sed de los habitantes
de Enthavi, el pueblo de la cañada.
Por la tarde, una vez terminados los mandados
de su mamá, volvía a recorrer el río
en sentido contrario, a esa hora el agua la refrescaba
del calor húmedo que hacía en la cañada, así corría
para intentar atrapar los destellos dorados
del sol que se reflejaban en el agua transparente del río.

En el trayecto de la tarde, Jacoba se


demoraba más, porque se entretenía a jugar con
los insectos, perseguir ranas y recolectar
los pequeños brillos de la arena fina de la orilla del río.

Siempre terminaba cansada y sin lograr su objetivo,


pero eso no le quitaba la esperanza de saber a dónde
llegaba ese camino de agua que pasaba
entre los dos cerros.

Al cumplir los seis años de edad, su mamá


la inscribió en la escuela, la cual era muy pequeña,
compuesta por un cuarto grande en donde había niños
de primero a sexto grado, con un solo profesor.

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El primer día la mamá de Jacoba la dejó
en la puerta del gran salón, ella y otros tres niños
estaban espantados, no era para menos,
era su primer día en la escuela. Así, una
vez que todos estuvieron sentados
y los nuevos alumnos ubicados, el profesor
inició la clase; Jacoba se sentía
desconcertada, el maestro movía la boca,
agitaba las manos y escribía en el viejo pizarrón.

Ella no entendía nada,


mayor desorientación no podía haber sentido.
Sólo cuando el profesor se daba un tiempo
para dibujar, Jacoba entendía algo. Los otros
niños que habían entrado con ella estaban
igual, pero sin preocuparse tanto como Jacoba,
cuchicheaban y jugaban entre ellos
con unas semillas de cedro.

Jacoba de repente atendía al profesor, por


momentos a sus compañeros, hasta que de plano cogió
una semilla de cedro y frotándola suavemente empezó
a aspirar su olor y recordó el río de la cañada, su
angustia cesó y con la mirada fija como extraviada,
siguió los movimientos del profesor
hasta que la clase terminó.

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A la salida de la escuela su mamá
ya la esperaba, con la pregunta de cómo le había ido
en la escuela, si había aprendido algo. Jacoba
no supo qué decir, sólo pudo expresar que puso
atención y que le había gustado mucho, sobre todo
porque en el recreo había hecho trueque con su itacate,
había cambiado dos de sus tacos de huitlacoche por
otros dos: uno de habas y otro de quelites.

Al otro día, Jacoba se levantó muy temprano,


se lavó, sobre todo las orejas, porque quería estar
bien atenta a lo que dijera el profesor, se arregló con
la convicción de que ese día entendería todo.
Nuevamente su mamá la dejó en la puerta del salón y ella
se dirigió a la silla que había ocupado el día anterior.

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Ese día, los más pequeños como
ella no abrieron los libros. Jacoba esperó
el recreo para saborear los tacos de requesón que le
había preparado su mamá, y también para disfrutar
el olor, la textura y contenido de sus nuevos
libros, trató de adivinar el porqué
Llegó el profesor, dijo unas palabras y empezó de cada dibujo y de cada hoja,
a sacar libros de unas grandes cajas de cartón y los era feliz.
empezó a repartir entre los niños, a ella le tocaron seis;
eran de pastas brillantes y coloridas,
unos delgados, otros gruesos y todos oliendo a papel
y a tinta. Una vez que cada uno de los
alumnos tuvo sus libros, el profesor puso a
leer a uno de los niños más grandes.

Fue entonces cuando Jacoba empezó


otra vez a sentir angustia, veía a su compañero
cómo abría y cerraba la boca como si conversara
con el libro, pero ella no entendía nada.
Ya en la clase, el profesor dio instrucciones
a todos para trabajar con un libro,
pero nuevamente ella no entendió
nada, su angustia desvaneció la emoción
con la que había llegado, fue entonces
cuando se dio cuenta de que sus compañeros
Una vez en su casa, Jacoba le enseñó orgullosa tampoco entendían, el profesor tuvo
los libros a su mamá, le dijo todo lo que había visto en que acercarse a ellos,
ellos, e inventó historias a partir de los dibujos que vio; elegir un libro de sus morralitos
su mamá emocionada la motivó a echarle ganas y colocárselos en su pupitre.
y juntas hicieron planes sobre las oportunidades
que le brindaría la escuela. Nuevamente, aunque el profesor
sonreía y les hablaba cordialmente,
Esa noche, Jacoba soñó que en la escuela ellos, los “nuevos”, por alguna razón,
le daban un nuevo libro, grande y lleno de ilustraciones, no se integraban a la clase.
ese libro ilustraba el principio y fin del río de la cañada,
el río que tanto recorría. Y así con esa imagen
se despertó, aún más emocionada por ir a la escuela.

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Así pasaron los días, hasta que
se animó a hablar con el profesor y decirle que no
entendía nada, él la escuchó y le hizo la seña que
le daba autorización para salir a la letrina.
Jacoba empezó a sospechar que al igual que ella,
el profesor no entendía nada, pero para eso
estaba en la escuela, para aprender, eso
le había dicho su mamá:
“aprenderás y ya verás que después
todo será más claro”.

Así pasó el ciclo escolar y al momento


de dar calificaciones, Jacoba no entendió, menos
su mamá, el porqué las calificaciones no
correspondían al empeño que ambas le habían puesto.
Jacoba y sus demás compañeros, los “nuevos”,
tenían que “repetir” el año. Un tío de Jacoba, preocupado
porque el resultado no había sido igual
al entusiasmo que había puesto la niña, fue al otro
día a la escuela para hablar con el profesor
y éste confirmó la noticia: Jacoba tenía que cursar
nuevamente el primer año.

Así, Jacoba repitió el primer año,


no una vez, tres veces más. Un año, pasó un suceso
que hacía mucho tiempo no se presentaba:
el río se desbordó y no tuvieron clases por cerca
de dos meses, la escuela se afectó, el resultado
fue volver a repetir el año.

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En otra ocasión, les dijeron que iban a
tener un nuevo profesor y así fue, Su mamá preocupada, habló con su tío
llegó una profesora muy joven que el primer que vivía en la ciudad para ver si le encontraba
día salió corriendo porque encontró un trabajo a Jacoba, lamentablemente
un murciélago dormido en el salón de clases, no había aprendido nada en la escuela, tal vez
justo donde ella se sentaba. No la volvieron a ver; su destino era trabajar. Y así, Jacoba se
dicen que pidió su cambio al centro del pueblo. fue a vivir con su tío, quien le dijo:

Después de cursar cuatro años en primer “A ver Jacoba, antes que nada, serás mi sombra
grado, Jacoba se sintió triste, lo más que había o la sombra de tu tía, y te fijarás en lo que
aprendido era a hacer cuentas, y eso, porque su abuelito hablamos y cómo lo hablamos, porque con ese
le había enseñado a trazar en la tierra con un palito lenguaje que tú tienes nadie en la ciudad te va
los números y jugar a sumar con granos de maíz. a entender, y sobre todo te van a ver mal”.

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En la ciudad, Jacoba acompañaba a sus tíos
en silencio y obedecía con diligencia lo que le ordenaban;
cambió sus grandes moños coloridos por cordones Su tío, al ver el esfuerzo que ponía Jacoba, no la puso
grises, su blusa, su chincuete, su faja, por los vestidos a trabajar, le permitió ir a la escuela. Años después
que vendían en la ciudad y empezó a practicar terminó la primaria con buenas calificaciones;
los sonidos que había oído a sus profesores, esos sonidos su tío, entonces, le consiguió un trabajo. Jacoba se
que las demás personas de la ciudad entendían, sentía feliz y no le importó el trabajo que tenía que hacer,
sonidos que en su pueblo no se pronunciaban, pero que veía en ese trabajo un gran logro, podía valerse por sí
venían escritos en los libros. misma en ese mundo que ya no le era tan extraño.
Su primer trabajo fue limpiar pisos, pero después
Entendió entonces que esos sonidos ayudó en una farmacia; y como en los estudios
y signos escritos eran otra lengua, la lengua que Jacoba también tuvo avances, terminó su carrera
nunca entendió. Así, Jacoba, a veces con gusto, a veces técnica en taquimecanografía y fue contratada
con miedo, pero las más de las veces con tristeza, en una oficina de gobierno. Y fue cuando nuevamente
empezó a cambiar su atuendo y los sonidos pensó en regresar a su pueblo, a su cañada, a su río,
que salían de su boca. con la idea de hacer su vida en ese lugar que la vio nacer.
Les comentó que era secretaria y que
su deseo era seguir trabajando
Jacoba se sintió feliz con la bienvenida que y estudiando, para no echar en saco roto lo aprendido,
le dieron los cerros con el olor a mirto y la alfombra así como formar una familia. En ese instante
crujiente de hojas secas del árbol de bellota, se hizo un gran silencio, hasta que por ahí se oyó la voz
le dio mucho gusto ver la cara de felicidad de su mamá, de uno de los vecinos, don Macedonio, el más viejo,
quien la visitaba de vez en cuando en la ciudad. Fue que dijo con voz sería:
una gran sorpresa para ella encontrar a sus vecinos,
ese día era la fiesta del poblado de Enthavi. “Mira mi hija, yo creo que
Todos le preguntaron cómo le había ido y le contaron o te vas olvidando de las letras o te quedas
las noticias que habían sucedido en el pueblo mientras para vestir santos, porque eso de que tú quieras
ella no estaba. Jacoba, al fin de la reunión, agradeció encontrar marido con todo eso que dices
las atenciones de todos, y les relató que se había
que sabes, va a estar ‘re te’ difícil,
dedicado a estudiar y trabajar.
nadie te va a querer, tú ahora sabes más que
un hombre y eso no está bien”.
Transcurrieron más de tres décadas
desde que Jacoba recuerda esa triste y a la vez inspiradora
Esa noche, Jacoba lloró a la orilla de su río noche; su felicidad es muy grande porque no se
que tantas veces recorrió una y otra vez. Ahora no parecía cumplió la sentencia de don Macedonio, porque aunque
tan ancho y tan caudaloso como lo había sentido no tenga su propia familia, ella se siente amada.
cuando era niña. Esta vez era un hilo de agua que
apenas se escuchaba y el croar de las ranas lo percibía Siguió trabajando un tiempo en la ciudad,
como un sonido lejano. Sólo el cielo era el mismo, repleto pero después de unos años empezó a recordar el lenguaje
de estrellas, y la luna resplandeciente contorneaba que le había enseñado su abuelita, ese que se habla
los cerros de la cañada. Fue en ese momento a través de lienzos e hilos de colores y que cuenta la
que Jacoba llegó a pensar que tal vez su futuro no historia del cielo, los montes, del río y la cañada.
estaba ahí en su tierra ni con su gente, lo que sí estaba
segura es que su río y su cañada eran su inspiración.
Todos dicen que Jacoba bebió del espíritu
del río, pues su entusiasmo no muestra principio
ni se le ve fin; ella es la que habla la lengua de los cerros, ese
El lenguaje que habla del armadillo, del coyote, lenguaje mudo que habla de amor a su tierra y a su gente.
del zorrillo, del guajolote, de los pollos y de los burros;
que cuenta historias fantásticas en donde las flores Jacoba es la que sabe todos los sonidos,
se transforman en pájaros; el lenguaje que muchos el lenguaje de la ciudad y de su pueblo otomí, pero no
han olvidado, pero que Jacoba aún habla ninguno, sabe que el idioma mudo que ella
recordaba y pudo plasmar con hilos multicolores. ahora habla, todos lo entienden, porque el lenguaje
del bordado, ese lenguaje que su abuelita le enseñó,
Se fue a vivir nuevamente a Enthavi, ya no habló no necesita traductor,
el idioma de la ciudad ni la lengua de su tierra. ese lenguaje lo dicta y lo entiende
el corazón.

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Flor de María Gómez Ordóñez
Diseñadora gráfica de profesión, originaria del Estado de
México, ha desarrollado su trabajo dentro de la comunicación
visual, como una herramienta para expresarse dentro del
ámbito publicitario y académico. Su acercamiento con el
mundo infantil ha sido esporádico, impartiendo clases
de artes plásticas en el nivel básico y diseñando diversos
objetos editoriales y de identidad gráfica para niños. Aun
cuando ha escrito relatos de manera informal, mismos que
comparte en su perfil, en redes sociales, su desarrollo como
escritora de cuentos es incipiente e inaugura esta actividad
con el cuento “Jacoba, la que habla con el corazón”; cuento
inspirado en una artesana del mismo nombre, del municipio
de Temoaya, a quien tuvo oportunidad de conocer gracias
a la realización del libro Diseño y vida en el arte popular,
en el que colaboró. Es por ello que considera esta obra
un homenaje a los artesanos anónimos que comparten
su arte, tejiendo y moldeando historias de vida dignas de Jacoba, la que habla con el corazón, se terminó
admiración. de imprimir en septiembre de 2016 en Editorial
Cigome S.A. de C.V. El tiraje consta de 400
ejemplares. Coordinación editorial: Lucina Ayala.
Corrección de estilo: María Consuelo Barranco Monroy.
Formación y diseño: Concepción Contreras Martínez.
Carlos Badillo Cruz Apoyo en ilustración: Alejandra Santiago.
Dibujante, ilustrador y diseñador gráfico. Pertenece a la
Editora responsable: Gabriela Lara
AMDI Asociación Mexicana de Ilustradores. Seleccionado en
diversos Catálogos de ilustradores en México, Iberoamérica
e Italia. Ha ilustrado libros en México y en el extranjero,
además colabora como ilustrador en revistas de circulación
nacional. En 2009 y 2010 ilustra un libro Valores de la serie
Vivir los Valores que edita Fundación Televisa. En 2010
obtiene el primer lugar en el concurso de cartel “Invitemos a
Leer” por la filij. En 2012 pinta el mural Toluca Bicentenario,
como parte de la conmemoración del Bicentenario de la
Fundación de la ciudad de Toluca.

Actualmente lleva a cabo el proyecto de Muralismo para


la Universidad Autónoma del Estado de México, además la
serie de retratos de los Doctorados Honoris Causa de dicha
institución.

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