Guiraldes
Guiraldes
Guiraldes
Los silencios de Güiraldes
He subrayado en otro lugar que Güiraldes era un tapao como Don
Segundo Sombra. Por eso no siempre se lo ha entendido bien.
Güiraldes ha guardado silencio respecto a cosas que son claves
para la inteligencia cabal de un autor y de su obra. Me voy a referir
hoy al nacionalismo de su época y a su propio y personal
nacionalismo, que debió de ser entrañable pero que pasó
inadvertido o casi inadvertido durante muchos años. Para entrar en
el tema conviene evocar uno de sus silencios, botón que nos baste
para muestra. Este silencio se produce, curiosamente, cuando
parece más locuaz y comunicativo que de ordinario. La fecha es
junio de 1925, mientras Güiraldes trabaja sobre Don Segundo
Sombra y no mucho antes de la gloria y de la muerte.
El ambiente mental
[Página 157]
[Página 159]
Sin duda, Bécker alude nada menos que al gran Alberdi, profeta
fallecido más de veinte años atrás que, en la Babel y en el caos,
veía la fragua de la grandeza argentina. Ahora bien: no sólo los
coetáneos de Güiraldes sino hombres de pensamiento nacidos
mucho antes ya habían denunciado el peligro de la disolución
nacional. Sarmiento había vociferado contra «el mito babilónico»,
contra «la Babel de banderas» y, anciano ya, en 1883, se
preguntaba: «¿Argentinos? Desde cuándo y hasta dónde; bueno es
darse cuenta de ello». Ricardo Rojas contestaría a Sarmiento en el
libro titulado Blasón de plata, de 1912129. José Enrique Rodó, en
1900, en Ariel, había dado la señal de alarma «contra la afluencia
inmigratoria que se incorpora a un núcleo aún débil»130.
Y hasta el desdeñoso francés argentinizado, autor de páginas de
áspera censura y de quien Güiraldes fue una de las últimas
víctimas, -Paul Groussac- escribía en aquella época: «Están
sufriendo alteración profunda todos los elementos nacionales:
lengua, instituciones políticas, gustos e ideas tradicionales. A
impulsos de un progreso spenceriano, que es realmente el triunfo
de la heterogeneidad, debemos temer que las preocupaciones
materiales desalojen gradualmente del alma argentina las puras
aspiraciones, sin cuyo imperio toda prosperidad nacional se edifica
sobre arena. Ante el eclipse posible de todo ideal, sería poco
alarmarnos por el olvido de nuestras tradiciones: correría peligro la
misma nacionalidad»131.
—161→
La expresión más enérgica y sistemática de la preocupación
nacional de la época se halla en la obra ya nombrada en 1909, La
restauración nacionalista. Dicho sea entre paréntesis que el
nacionalismo no es el único contenido ambiental de los tiempos.
También de 1909 es el Manifiesto del Partido Socialista. Leamos de
él un párrafo para ver que el que llamamos lenguaje epocal es el
mismo en bocas de gentes de muy diversa ideología. El manifiesto
evidencia la preocupación nacionalista y el afán de argentinizar a la
república o, lo que sería aún más interesante a los efectos de este
trabajo, el deseo de congraciarse con el clima de opinión
dominante:
* * *
—165→
La novela termina con el adiós de Fabio a su padrino, el cual se
desvanece entre las sombras. Se hunde, dirían muchos, Don
Segundo, en la muerte, de donde había venido por evocación ritual
de un gran poeta. En la realidad sucedió lo contrario. Fue Don
Segundo el que dio su adiós a su discípulo. El 15 de noviembre de
1927 tres hombres bajaron a la fosa el ataúd de Güiraldes:
Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas y Segundo Ramírez. Es decir,
quien dio el espaldarazo al novelista en 1926; quien postuló con
mesiánica elocuencia la restauración de lo nacional y, finalmente,
quien sirvió de modelo al personaje inmortal.
------------------------
En la crítica sobre Don Segundo Sombra de las últimas tres décadas se nota
una tendencia a enfatizar cada vez más el tema de la educación. Guillermo Ara
ve en el l ibro una especie de «propedéutica»; para Juan Carlos Gh iano constitu
ye u na paideia campesina; según Ofclia Kovacci, uno de sus temas fundamenta
les es el del aprendizaje o formación del hom bre. 1 Otros críticos, entre ellos Al
berto B lasi, Sara Parkinson, Hugo Rodríguez-Alcalá y Óscar Tacca, lo ven
directamente como Bildungsroman; Jean Franco y Emir Rodríguez Monegal
opinan que tiene meramente estructura y forma de tal.2 Estas últimas afirmacio
nes han quedado siempre sin elaborar. El propósito de la presente com unicación
será examinar en prof undidad las posi bles afinidades y divergencias entre la no
vela de Güi raldes y el Bildungsroman.
El referido a los Bíldung sromane se ha vuelto campo polémico. Una visión
tradicional (Borcherdt, Dilthey, Howe, Jenisch, Stahl...) sostiene que la Bildung
(educación) del protagonista es motivo central de tales novelas y que en ellas se
describe una formación armoniosa e integral de la personalidad. Hay quienes
cuestionan este enfoque (Beddow, Pabst, Swales...) y aún sostienen que el pro-
l. G. ARA: Ricardo Güira/des, Buenos Aires, Mandrágora, 1961, p. 233. J. C. GH!ANO: ln1ro
ducción a Ricardo Güira/des, Buenos Aires, ECA, 1969, p. 47. O. KoVACCI: La pampa a través
de Ricardo Güira/des, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1961, p. 73.
2. A. BLASI: «Contribuciones ensayísticas de Güiraldes», Los Ensayistas, VIII-IX (1980), p.
145. J. FRANCO: Historia de la literatura hispanoamericana, Barcelona, Aricl, 1981, p. 245. S. PAR·
KINSON: «Don Segundo Sombra: De novela picaresca a Bildungsroman», I Congreso Internacional
sobre la Picaresca (ed. Manuel Criado de Val), Madrid, Fundación Universitaria Española, 1979, pp.
1.129-1.136. H. RoDRfGUEZ.ALCALÁ: Ricardo Güira/des: Apología y Detracción, Asunción, Lltoco
lor, 1986, p. 135. E. RooRIGUEZ MoNEGAL: The Rorzoi Antho/ogy of l.Atin American Literature, Nue
va York, Knopf, 1977, p. 479. O. TACCA: Las voces de la novela, Madrid, Gredos, 1973, p. 142.
819
pósito de esas novelas trasciende la descripción de la Bildung de un detennina
do héroe y que deberían llamarse Humanitiitsromane (Beddow).3
Los límites de esta comunicación nos impiden entrar en la polémica y fuer
zan a elecciones. Francois Jost, que pertenece a la «escuela tradicional» y cuya
opinión coincide con la de n umerosos críticos,4 practica un análisis del Bil
d ungsroman que creemos se ajusta a las necesidades de DSS , particularmente su
visión del Bildungsroman como u n « voyage spirituel».5
Según Franr;ois Jost, el Bildungsroman es la exposición de una evolución,
u n devenir, o, como dicen los alemanes, un Werdegang, cuyo principio formati
vo no debe busca rse en una doctrina ni en una escuela, sino en la experiencia
del m undo. Lo que importa es aprovechar las lecciones del mundo, y en el Bil
dungsroman --contrariamen te a lo q ue pasa en la novela de aventuras o en la
picaresca- , los sucesos marcan al héroe, forman de manera definitiva su carác
ter. La confrontación entre el héroe y su ambiente, o mejor dicho, entre el indi
viduo y el mundo, es el Bildungsprinzip goctheano.6
A propósito de Wilhelm Meisters lehrjahre, Jost afirma que su protagonista
llega a la mad urez gracias a u na serie de ex periencias, desgracias y derrotas que
en vez de resbalar sobre él o tenerlo como mero testigo, Jo han modelado. Ha n
sido, en efecto, «les i nstru ments qui l u i permettent de s'exercer, de
s'entrainer en vue des grandes épreu ves qui marq uent toute carricre d 'homme»
(p. 104).
El héroe del Bildung sroman -a di ferencia del del Er ziehungsroman 7- l
u cha en su am biente natural por una meta que vislum bra o que se ha asignado
a sí mismo, y haciéndolo, se va fonnando. Jost considera crucial el concepto de
autofonnación y define el Bíldung sroman como la expresión literaria de un n ue-
3. \1. Brnoow: The Fiction of / / umanity: Studies in the lli/dungsroman from Wie/and to Tho
mas Mann, Cambridge, Cambridge Univcrsity Press, 1982. 11. H. llORCl lERDT: «Bi ldungsroman», Re
allexikon der deutschen Li1era1urgeschichte, Berlín, Kohlschmidt & Moh r, 1955, v. 1, pp. 175-178.
\V. ÜILTllEY: Das Erlebnis und die Dich1ung , l..cipzig, Teubncr, 1910. W. DILTID!Y: Leben Schleier
machers, Berlín, De Gruyter, 1922. S. HowE: Wi/he/m M eister and /lis English Kinsmen, Nueva
York, Columbia Univcrsity l'ress, 1930. E. JEKISCll: «Vom Abendteuer- zum Bildungsroman», Ger
manisch-romanische M onatsschrift , XIV (1926), pp. 339-351. W. PABST: «Literatur zur Theorie des
Romans», Deutsche Vierteljahrschrift für Li!eraturwissenschafl und Geistesgeschichte, XXXIV
(1960), p. 264 ff. E. L. STAHL: «Die rcligiose und die humanitiitsphilosophische Bildungsidec und
die Enlstchung des deutschen Bildungsroman im 18 Jahrhundert», Sprache und Dichtung , LVI
(1934). M. SWALES: The German Bildungsroman from Wieland to Hesse, Princeton, Princcton Uni
versity Press, 1978.
4. R. P. SHAFFNER: The Apprenticeship Novel, Nueva York, Lang, 1984, pp. 1-37.
5. F. loST: «La Tradition du Bildungsroman», Comparative Litera/ure, XXI (1969), pp. 97-115.
6. JosT, p. 99; el crítico basa su análisis en Wilhelm Meisters Lehrjahre. En adelante, cuando
ci tamos a Jost, pondremos la página entre paréntesis.
a
7. Jost define así: «Erziehungsroman insinue que l'homme éduquer subit l'influence d'un pré
cepteur, d'une école, d'une force, sinon d'une contrainte extérieure, artificiellment instituée en vue
d'un résultata aueindre» (p. 101).
82
0
vo ideal de educación, en cuyo centro está la idea de que el nifio debe formarse
a sí mismo en vez de ser formado (pp. 101 y 113).
Hablando de la meta alcanzada por Wilhelm, el citado crítico afirma:
«Mieux que le monde lui-meme, Wilhelm reconnait sa place dans le monde, il
commence
but
a distinguer, a pouvoir définir cet homme qu'est lui-meme ... Le
8. Guacho, adj. (Del quichua o almará hujcha o huagcha) pobre, huérfano, solitario, desampa·
rado, impar, insólito, vagabundo, aislado (F. J. SA?ITAMARIA, Diccionario General de Americanis
mos, México, Robredo, 1942).
dós años- hace el balance de su progreso, corresponden a las tres fases de su
evolución. En el curso de los ocho años que comprende el período de la novela,
su personalidad va cambiando paulatinamente, y cada fase nos m uestra a un Fa
bio distinto. Cada cual tiene un valor inherente y sirve al mismo tiempo como
fundamento de una fase superior.
La huida de Fabio al principio de la novela no se debe sólo a su aburrimien
to con la vida pueblerina y a un simple deseo de aventuras. Hay en él un anhelo
de libertad e independencia; una necesidad, como bien observa Kovacci, «de
encontrar un prohijamiento verdadero supliendo la indiferencia hacia las tías
con un empico más humano de sus reservas afectivas»; 9 y, más importante aún,
un deseo de llegar a ser quien real mente es. No está contento consigo mismo;
vive una vida de pícaro sin serlo, vi ve por lo tanto una vida falsa. Lo q ue quiere
Fabio es, para utilizar u na expresión moderna, realizarse.
La aparición de Don Segundo, q uien le impresiona profundamente por su
calma y serenidad, le marca el camino a segu ir. Se une a él por propia elección,
«sa bedor», en palabras de G hiano, «de que sólo en el campo y junto a Don Se.
gundo pod rían encarnarse sus aspiracioncs». 1º Con la ayuda de Don Segundo,
Fabio se inicia en el duro oficio de resero y pasa por una serie de experiencias
que ponen a prueba su coraje y hom brad ía. Al principio siente aflojar en repeti
das ocasiones su vol untad al darse cuenta de su «impericia de bisoño» 11 frente
a las duras real idades físicas del oficio. De su finneza de decisión, si n em bargo,
no cabe duda, aun los mismos gauchos la reconocen; según decir del resero Pe
dro Barrales, «es de los que m ueren matando» (p. 75). Él no volvería por nada
en el m u ndo a la vida puebleri na: «Yo era, una vez por todas, un hombre
libre que ganaba su puchero, y más bien viviría como puma, alzado en los
pajalcs, q ue como cuzco de sala entre las faldas hediondas a sahumerio
eclesiástico y re tos de ma ndonas bigotudas» (p. 56). Lucha con determinación
para llegar a su meta, y en el camino hacia esa meta se va formando.
Desde el pun to de vista pedagógico, la educación que reci be Fabio es una
autoed ucación a base de la experiencia, 12 en oposición a la educación formal de
tipo memorístico que había reci bido en el pueblo y que no le sirvió para nada
(«¿Para qué d iablos me sacaron del lado de "mama" en el puestito cam pero, lle
vándome al colegio a aprender el alfabeto, las cuentas y la historia, que hoy de
nada me servían?» [pp. 58-59]). Guiado por Don Segundo, Fabio puede hacer
sus propios descubrimientos, sus propias inferencias, y sobre todo aprender a
través de sus propios errores -que, lógicamente, comete con cierta frecuen-
9. KOVACCI, p. 87.
10. GHIANO, p. 42.
11. R. GüIRALDES: Don Segundo Sombra (ed. P. R. Beardsell). Oxford, Pergamon Press, 1973,
p. 48. Se.cita por esta edición, en adelante, cuando cilemos, pondremos la página emre pa rémesis.
12. Que Fabio reciba una «educación» no significa que el libro se reduzca a un Erziehungsro
man; véase definición en nota 7.
822
cia-; el trial-and-error learning es fundamental en su educación. Las leccio
nes recibidas no se limitan a las destrezas físicas del oficio; Fabio aprende toda
una manera de ser, de enfrentarse con la vida, de atacar con coraje las dificulta
des, de tener perseverancia en las desgracias, en las derrotas. Recibe una educa
ción que es una preparación para la vida. Probablemente Güiraldes se inspiró en
Education: lntellectual, M oral and Physical de Herbert Spencer, el cual había
estudiado con mucho interés, según se sabe documentalmente. 13
En una perspectiva más amplia, la de la experiencia vital de Fabio, la cues
tión de la autoformación se hace más compleja. Durante su largo aprendizaje,
cae bajo varias influencias: la de Don Segundo y los otros gauchos que le acom
pañan, la del ambiente -es decir, la pampa, que es otra m uestra no menos im
portan te-, la de los sucesos. Y si bien es verdad que estas fuerzas externas le
marcan y moldean, él no está representado como un ente pasivo que meramente
se deja formar, sino como un ente que contribuye a su propia formación con una
fuerza activa bien definida, y es sobre ésta que actúan las fuerzas externas. O
sea, Fabio se forma a través de la formación.
El proceso de su formación constituye un doble purgatorio: la educación que
recibe entre Jos ga uchos es, en el aspecto físico, m uy d ura; «todo el libro --dice
Ara- mod ula el tema del dolor que se doma a fuerza de coraje». 14 En el sentido
moral, su experiencia equivale a un largo camino de integración humana, en el
cual aprende el difícil arte de vivir, y en que de un m uchacho bisoño e inmadu
ro se transforma en un hombre responsable, maduro, con pleno dominio de sí
m ismo. Peregrinación, en la cual el hombre se encuentra a sí mismo, llega a sa
ber quién cs.
También en el caso de Fabio, el gnothi seauton es meta inmediata de la for
mación, pero la integración de la personalidad lleva indefectiblemen te a la del
hombre y su ambiente. La pampa constituye una especie de escuela de la vida;
es, dice Kovacci, «una exigencia continua de perfección, agitación física y espi
ritual, búsq ueda de cquili brio». 15 Tal es la asimilación del gaucho a la pampa
que él se vuel ve una extensión de ella, un virtual microcosmos.
El final abierto de DSS , además de responder a una necesidad inherente al
Bildung sroman, está relacionado con aquella concepción cíclica del final como
principio. El viaje que hace Fabio con los gauchos es circular: sale de su pueblo
como guacho apicarado y vuelve a él, ya hecho hombre gaucho. Después de la
ida de Don Segundo, su vida pasará a una fase subsiguiente que incorporará to
do lo que ha aprendido. Sale de escena, «armé pour l'existence», maestro en el
824
Io posee todo, y la pobreza del estanciero, quien pese a todas sus
posesiones no es dueño de nada: «¿Dueños de qué? Algunos parches de
campo figurarían co mo suyos en los planos, pero la pampa de dios había
sido bien mía, pues sus co sas me fueron amigas por derecho de fuerza y
baquía» (p. 220). Se ve además en su desprecio por las aventuras
amorosas de Raucho: «¿Qué creía que iba a encontrar? La vida, a mi
entender, estaba tan llena, que el querer meterle n uevas combinaciones se
me antojaba lamentablemente infantil» (p. 222). Y, finalmen te, en su
estoica aceptación de la ida de Don Segundo, su padrino y maestro. Ha
pasado así la más difícil de todas las pruebas y su rito de iniciación queda
com pleto.
Resumiendo lo dicho hasta ahora, podríamos formular algunas
conclusiones. DSS concuerda, en términos generales, con la silueta
propuesta por Jost. Encon tramos que el texto presenta la evolución de un
individ uo; un individuo que aprovecha las lecciones del m undo. El
protagonista vi ve una confrontación con el medio ambiente que se
resuelve en su asimilación a éste. En su proceder se puede divisar una
meta implícita y alcanzable. Logra una autoformación, de acuerdo con
motivaciones internas, a través de la formación general. Resultado del
proceso formativo es el autoconocimiento. Tanto el proceso como sus resul
tados tienen al hombre como centro. Consecuentemente, se puede divisar
la idea de que vivir es un arte que se puede aprender, y que el joven
aprendiz pue de llegar a ser maestro en ese arte. El acercamiento a la meta
propuesta se logra en gran med ida mediante elección y esfuerzo
personales. El carácter episódico procede de necesidades del personaje
central y autoriza una lectura del texto co mo viaje espiritual. Un final
abierto corona el discurso, completando el ajuste de éste a la silueta
propuesta por Franois Jost.
Abstract
The argentine author Ricardo Gü iraldes produced a work that takes
as a central topic his land, the pampas and the customs of his people.
Ne- vertheless it has an almost secret facet that is his affinity with
the Hindu philosophy. That spirituality led him to a conception of the
universe and inside it the man. The sense of the harmony between
the macrocosmos and the microcosm will be what he feels as a
cosmic conception.
Keywords: India, Grandhi, Satyagraha, Ahimsa, Ricardo Gü iraldes.
Introducción
A Ricardo Güiraldes lo asociamos casi impensadamente con Don Segundo
Sombra, texto que se focaliza en el guacho y la vastedad de la pampa argentina,
sin embargo su interés por la vida no concluía en los confines de Argentina.
94 Letras 83 (118),
2012
La influencia de la india en Ricardo Gü iraldes: su concepció n
có smica
1 Gü iraldes, Ricardo (1886-1927). Su obra mas conocida es Don Segundo Sombra. Entre otras
de envergadura podemos citar El Cencerro de Cristal, Cuentos de Muerte y de Sangre, Xamica,
Rosaura, y Raucho. Su esposa, Adelina del Carril, luego de la muerte de su marido, publicó
otros trabajos y aú n quedan obras iné ditas a la espera de que su hijo adoptivo
Liliana García Daris
Ramachandra Gouda se haga cargo de ellas.
interés se lo transmitió a su esposo. Tras la muerte del escritor, Adelina viajó a
la India “en busca del alma de Ricardo”. Vivió trece años en Bangalore y volvió
a la Argentina, donde se estableció con su hijo adoptivo hindú Ramachandra
Gouda, en un ashram de Bella Vista.
Güiraldes buscaba un modo de ejercitación para el perfeccionamiento y
dominio de sí mismo. Es lo que indica el subtítulo que le habría puesto Adelina
del Carril al cuaderno Anclajes: Cuaderno de disciplinas espirituales. 2
Güiraldes registró la vía de sus anhelos espirituales, los que se publicaron en
1932 con el título de El sendero3. En sus páginas se pueden descubrir hue- llas
de lo que habrían sido los diálogos consigo mismo en la búsqueda de lo
sagrado.
Güiraldes orientó su ascetismo hacia el Raja Yoga, el cual se distingue por
intentar hallar conocimientos metafísicos pretendiendo develar la esencia tras-
cendental de lo humano, la conciencia del Yo único y verdadero, sin opuestos ni
dualidades, que es un estado luminoso de gozo y equilibrio, de pura con-
ciencia sin sujeto ni objeto, al que se alcanza por el desapego. La conquista del
ego conlleva a participar en la totalidad de cuanto es, el Uno. En algunas
anotaciones de El sendero4, Güiraldes define el sentido que debería tomar en su
caso el trabajo de despojamiento: renuncia a los placeres mundanos, sobre todo
al sensualismo, la renuncia a la vanidad, en sus diversas manifestaciones,
incluso en la preocupación por publicar la obra literaria. Decisión nada fácil
para un escritor.
Sin duda, otros mundos amplían nuevas miradas de la vida. Entendiendo
que la cultura no era privativa de Occidente, disintió con los que intentaban
marcar la superioridad de la cultura de la ‘raza blanca’. Explícitamente afirma:
“Schuré quiere forzarnos la mano y a pesar de su respeto por Oriente,
hacernos creer que toda idea superior nos viene de la raza blanca (y
por ella entiende los rubios)”5
2 Gü iraldes, Ricardo Anclajes: En GIORDANO, Alberto. Ricardo Güiraldes en su Diario: los ejercicios
es- pirituales de un hombre de letras. Anclajes, Santa Rosa, v. 13, n. 2, dic. 2009 . Disponible en
<http:// www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-
46692009000200002&lng=es& nrm=iso>. accedido en 23 jun. 2012
3 Gü iraldes, Ricardo. El sendero: Notas sobre mi evolución espiritualista en vista de un futuro.
Losada Buenos Aires 1967, pp. 75.
4 Ricardo Gü iraldes, El sendero. Notas sobre mi evolución espiritual en vista de un futuro, en Obras
com- pletas, Buenos Aires, Emecé, 1985. http://www.temakel.com/texolvelsenderorg.htm. Ver
Ricado Gü iraldes, Poemas místicos, en Obras completas. Buenos Aires, Emecé, 1985. 511-513.
http://www. temakel.com/texolvelsenderorg.htm. Entrada 4 junio 2012
5 Gouda, Ramachandra. Antología de Cuadernos con Memoria 2 y 2.1. 2001. Así pensó y escribió
Ricardo Güiraldes. Argentina. pp. 61. Este texto fue compilado luego de la muerte del autor.
Los artículos de este libro eran iné ditos.
Güiraldes insistió en resaltar lo autóctono como componente del multicul-
turalismo. Desde la afirmación de la identidad, rescataba la cultura viva de las
civilizaciones, sin aceptar la exclusividad o superioridad de alguna en especial.
Intuitivamente aprehendió que la totalidad se presenta con muy diferentes
coloraciones, por lo cual no esfumó las diferencias: las realzó, destacando el
papel de la integridad ética.
“Una nacionalidad sin fisonomía moral es como un cuerpo
sobrellevando una de esas innobles cabezas leoninas que la lepra ha
trocado en una infor- me masa sin rasgos. No es admisible la materia
humana sin una expresió n interior y tampoco es admisible un
territorio vacío de alma colectiva”.6
Creía que el alma de los pueblos es la fuerza que los impele a buscar caminos
diferentes y mejores. La fuerza está fundada en la moral; de ahí su simpatía y ad-
miración por Gandhi, que la afirmaba como la única arma capaz de lograr metas.
Desde el análisis crítico y duro de las estrategias de la política opina:
“Adular, satisfacer, provocar luchas sangrientas entre los hombres es
un bajo oficio de egoísta y es estéril. Jamá s obra alguna de
construcció n social se basó en tales sentimientos.”7
Oponiéndose a las reiteradas conductas de los políticos, resalta la figura de
Gandhi como el modelo ejemplar de austeridad, digno de respeto y emulación;
por ello criticó a la sociedad de su tiempo, en especial la afectación argentina.8
6 Gü iraldes, R. Sociales. En Proa. Mayo- Junio. Nº 47 Argentina 2000. p. 25. Este nú mero de la
revista está totalmente dedicado a Gü iraldes, que fue cofundador de la misma en el añ o
1922 junto con Jorge L. Borges y otros destacados escritores.
7 Gü iraldes, R Proa mayo–junio. Nº 47. Argentina, 2000; pp 26
8 Ver Gü iraldes R. Prototipos, en Gouda, Ramachandra Op Cit . P. 81- 85.
9 Esto es, la Divinidad Superior.
10 Ver Gü iraldes. R. Poesía, en Martín Fierro. Añ o IV, Nº 39.Argentina. 1927; pp. 34.
A esta narración de Güiraldes no cabe agregar nada sobre su aprehensión
del silencio y su relación con el arte de la poesía, un lenguaje que se expresa
más allá del lenguaje, y al que aleja de elucubraciones estériles; aún así, a am-
bas las entiende como expresiones de la profundidad del ser.
La volatilidad de la vida y del tiempo es mostrada en frases que no puedo
menos que comparar con conceptos típicamente hinduistas y budistas.
“Lo efímero de la obra humana me hace frecuentemente tomar a
broma lo que yo mismo hago. Dejo aquello de la inmortalidad a los
cuarenta académicos de Francia. Cuatrocientos, mil, diez mil añ os...
¿qué importa esa mísera fracció n de tiempo en el tiempo mismo?”11
Nos acerca a la profunda intuición de la transitoriedad del mundo fenomé-
nico. Se puede atisbar en esta sentencia una sonrisa apenas imperceptible de
quien contempla las angustias del quehacer humano en su futilidad y pequeñez
en lo que concierne al transitar en el inmenso tiempo sin fin.
Su poética prosa nos descubre el hálito de su visión:
“Solo un pasaje, cierta sensació n de espacio que da el aire, la pasiva
per- cepció n del sol por todo mi cuerpo, el amor, la sensació n
vigorosa que da a los mú sculos la fuerza ascendente de la mañ ana
me toman fuerte y me deshumanizan, sacá ndome de mí mismo para
ser la naturaleza, grandemente inconsciente, inmensa, duradera y de
la cual por lo menos no conocemos el fin, la fuerza propulsora.”12
El escritor no hace una exposición sistemática de la tradición espiritual de
la India, pero a lo largo de algunos escritos, pocos, se atisban conceptos que le
son muy afines a su pensar y vivir.
Dice al respecto Horacio Ruiz:
“Los estrechos vínculos entre los cultos antillanos y los Vedas13
ejercen una poderosa influencia sobre Gü iraldes. Tal convergencia se
observa en su escritura: gran poder de síntesis, exposiciones a modo
de “sutras” o aforismos, la musicalidad de su prosa poética y un
lenguaje inefable del cual hace uso en: Poemas Solitarios, Poemas
Míticos y El sendero.” 14
Esboza en su espiritualidad la semejanza del filosofar hindú. Usa un meta-
lenguaje propio del místico, no el análisis racional del filósofo. Cuando habla
‘deshumanización’ enuncia la integración con la naturaleza e induce a pensar en
la conciencia vívida del monismo. Todo es uno.
La cita siguiente es significativa para subrayar la anterior.
11 Guiraldes. R. “Lo efímero de la obra humana”, En Gouda, Ramachandra . Op. Cit. pp.
69. 12 Gü iraldes R .Sociales en Gaouda, Ramachabdra, Op. Cit. pp. 45.
13 Textos sapienciales del hinduísmo.
14 Ruiz, Horacio. Crisis y misticismo latente en. Proa, Mayo-Junio. Argentina 2000. pp. 24.
“Los grandes razonamientos son inú tiles, razonar es bueno como medio,
no como fin; es una fuerza que se debe emplear en segundo
término.”15
Intuye que la realidad múltiple y fenoménica es también la Realidad, Eso,
como lo enseñan los textos upanishádicos.16
Estas son palabras de Ricardo Güiraldes:
“¿Existe en nosotros una fuerza magnética de índole idéntica a la luz
de la fuerza latente y activa de nuestro mundo? Si es así, la
iluminació n y el nirvana son naturales como má s no pueden serlo.
Todo está en saberse poner en estado receptor”.17
Ricardo Güiraldes, tal vez en un destello contemplativo, aprehendió deste-
llos de la divinidad. La armonía fue otra de sus constantes búsquedas y análisis.
La relación con el aquí y ahora.
“Preguntarse cuál es el sentido y la significació n del mundo es querer
mejorar, si no en entendimiento, por lo menos en percepció n de gran-
des armonías, amores y aspiraciones.
“De un entendimiento más generoso del universo puede nacer todo
un nuevo orden de ideas, de bienestar social, de comprensió n, de
inteli- gencia y de arte.”18
“Los animales y plantas está n regidos por leyes semejantes, las
piedras viven de movimientos diversos, los astros giran atraídos y
guardados a distancia por fuerzas de atracció n y repulsió n, la
electricidad se ma- nifiesta por el encuentro de los que llamamos
polos sur y norte. ¿No es todo esto una prueba de que algo mayor
nos rige y construye otras formas de armonías más perfectas?” 19
La armonía planetaria evoca el concepto de Dharma, la Ley Universal, en la
cual todo el universo debe concordar. El cosmos, el mundo y el hombre se
deben a esa armonía, base indispensable para el imperio de la justicia en el
mundo. La comprensión de estos fundamentos es la iluminación.
Pareciera que Güiraldes es un explorador que, en los laberintos de la vida,
anhela encontrar la esencia común a todas las cosas. El autor intuye que lo
trascendente es inmanente al hombre y únicamente es posible captarlo en un
estado de conciencia superior, en el profundo silencio.
Güiraldes afirma:
“Como es abajo es arriba...
“Como es en lo pequeño es en lo grande”
15 R. Gü iraldes. Prólogo Para Un Libro Afilosófico. En Gouda, Ramachandra Op. Cit. pp.
16. 16 Textos del alto contenido metafísico de alrededor del sigloVIII A.C.
17 Cita de Brandan Caraffa en Güiraldes inédito. En Gouda Ramachandra. Op. Cit. pp.
11. 18 Gü iraldes, R. Concepto del mundo, en Gouda Ramachandra. Op. Cit. pp. 18.
19 Íbid. p. 19.
En esta breve sentencia, Güiraldes evoca, sin decirlo explícitamente, una de
las grandes enseñanzas del Corpus Upanishádico:
“Todo esto es en verdad Brahman”20
Todo es parte de la misma esencia, por eso como es abajo es arriba, inter-
pretando el micro y el macrocosmo analógicamente. No existe diferencia entre
la inmensidad del universo y el hombre, como tampoco en la sociedad puede
haber diferencia entre los que gobiernan y los gobernados. Postulados que
serán guía político-religiosa de Gandhi.
El microcosmo es igual al macrocosmo, de ahí la idea del Dharma como
principio de armonía y justicia, de Orden Universal. Esta concepción es desta-
cada en los textos espirituales.
“Como es en lo pequeño es en lo grande” Afirmó Gü iraldes.
Esa esencia intuida por el alma, para el hinduismo es el Atman21. Un texto
de la India afirma:
“Mi Atman, que está en el interior de mi corazó n, es más pequeñ o
que un grano de arroz, que un grano de cebada, que un grano de
mostaza, que un grano de mijo; mi Atman, que está en el interior de
mi corazó n, es má s grande que la tierra, más grande que la
atmó sfera, más grande que el cielo, má s grande que los mundos.
Mi Atman, de quien son todas las actividades, todos lo deseos, todos
lo olores, todos lo sabores, que abarca todo silencioso, indiferente –
mi Atman que está en el interior de mi corazó n, es Brahman”22.
La gran enseñ anza del Advaita Vedanta (concepció n monista de la Realidad)
nos dice: Atman es Brahman, el Absoluto Incondicionado.
Ricardo Güiraldes presentó la relación de identidad entre lo de abajo y lo de
arriba, que a la vez está en igual correspondencia entre lo pequeño y lo grande.
En esto ha tratado de establecer que la Esencia única está en todos y en todo,
que, a mi criterio, es lo que quiso significar tan escuetamente el autor de Don
Segundo Sombra.
Brandan Caraffa dice en Güiraldes Inédito que el novelista argentino busca
‘apoyo en la luz oriente’, con lo cual coincido plenamente, aunque a la vez
me permitiría afirmar que la delicada intuición de Güiraldes es de igual forma
innata en su propio ser, como lo traslucen sus palabras.
Es posible captar en un acto místico la Realidad que nos incluye y nos con-
tiene. Los extensos campos y la soledad de las inconmensurables tierras son
una invitación a la introyección. Así lo expresa:
27 Íbid. pp.47
28 San Antonio de Areco fue uno de los lugares donde má s tiempo residió R.G. Aú n se
mantiene su estancia llamada ‘La Porteñ a’.
29 Gü iraldes. R. Semblanzas de nuestro país y otros escritos. En Gouda Ramachandra Op. Cit. pp-57-58.
“La fuerza está por encima del derecho; el derecho procede de la
fuerza; el derecho se sustenta en la fuerza, como los seres vivos en el
suelo. Así como el humo sigue al viento así el derecho sigue a la
fuerza”30
“Sé como la garza al calcular tus ventajas; como el leó n al atacar;
como el lobo al despojar; como la liebre al huir”31
Pocos tienen la fortaleza, la convicción y la constancia para defender sus
ideales. Esa fue la decisión de Gandhi y el reconocimiento que de ello hace
Güiraldes.
Güiraldes afirma:
“Gandhi quiere ante todo que su pueblo tenga un alma de
generosidad, de verdad y sacrificio para lo que no es espiritualmente
esencial. A esta alma espiritual, que es la parte de Dios de un pueblo,
debe responder el arma de una voluntad bien ejercida. Bajo esta
voluntad, la inteligencia debe construir un razonado sistema de
gobierno (no se trata aquí de los cuatro señ ores que pueden
pavonearse en sus títulos ni de las ventajas materiales que puedan
sacar de la situació n), que responde a los bá sicos principios morales
intuidos por el alma.
Bajo esta misma voluntad, puesta de acuerdo con el sistema
elaborado, debe llegarse a la acció n. Nunca los resultados de la
acció n, ni el sistema de gobierno, deben deformar los principios
bá sicos, sino modificarse ellos mismos y tomar virtudes má s
prácticas para transformarse ellos mismos.
Así es difícil equivocarse y se marcha con el arma formidable de un
fuer- za centrada y coherente.”32
Este texto sobre el sabio indio, Güiraldes, según mi apreciación, resumió
muy escuetamente algunos de los conceptos principales de su entendimiento de
la India encarnados en la figura del Mahatma.
En Argentina solo se sabía de sus ayunos y de la marcha de la sal como nos
hace saber Adolfo de Obieta, también admirador del libertador indio, en un
artículo publicado en el diario La Prensa del año 1948.
Güiraldes, comprometido con el destino de su tierra, ve en Gandhi, un ini-
ciador de una Nueva Era. Fue una esperanza frustrada, lo que no aminora la
importancia de la gesta ni del arquetipo del hombre digno que puede realizar
una epopeya en el marco de los parámetros de la ética.
Si ‘Todo en verdad es Brhaman’, la sensibilidad social de Gandhi, basada en
la gran enseñanza, afirmó como uno de los principios de su misión que debía
abolirse la división en castas, expresión de leyes sociales tal vez las más severas
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