Bandura
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Bandura
PsicoFem APA
En su carrera de casi seis décadas, Bandura ha hecho grandes contribuciones en muchos campos
de la psicología, incluyendo la teoría social-cognitiva, terapia y psicología de la personalidad.
También ha tenido una influencia decisiva en la transición entre el conductismo y la psicología
cognitiva. Es conocido como el creador de la teoría de la autoeficacia, es un importante
contribuyente a la teoría de aprendizaje social, y responsable del experimento del muñeco Bobo
sobre el comportamiento agresivo de los niños.
Ha recibido el título de Doctor Honoris Causa en universidades de distintos países por sus
contribuciones a la psicología. Algunos de estos títulos fueron otorgados por las universidades de
Roma, Indiana, Leiden, Berlín y Salamanca.
Bandura fue además presidente de la American Psychological Association, APA el año 1974. En
1980 fue nombrado presidente de la Western Psychological Association (WPA, Asociación de
Psicología de Occidente) y además en el año 1999 recibió el título de presidente honorario de la
Asociación Psicológica Canadiense.
Una encuesta en 2002 situó a Bandura en el cuarto puesto de los psicólogos más citados de todos
los tiempos, después de B. F. Skinner, Sigmund Freud y Jean Piaget, y el más citado vivo.[cita
requerida] Bandura es reconocido como el más grande psicólogo actual y uno de los más
influyentes de todos los tiempos.
Puede que el concepto de "aprendiz" pueda parecer plano y sin matices, pero lo cierto es que ha
evolucionado mucho a lo largo del tiempo. Al fin y al cabo, si nos ponemos filosóficos, no existen
respuestas fáciles para ninguna pregunta. ¿De qué hablamos cuando hablamos de aprender? ¿El
hecho de llegar a dominar una habilidad o tema es un mérito únicamente nuestro? ¿Cuál es la
naturaleza del proceso de aprendizaje y qué agentes intervienen en este?
En occidente, lo habitual era considerar al hombre como el único motor de su proceso de
aprendizaje: la idea del hombre en busca de la virtud (con permiso de la deidad correspondiente).
Luego, llegaron los psicólogos conductistas y revolucionaron el panorama: el ser humano pasaba
de ser el único responsable de su propio desarrollo personal para pasar a ser un trozo de carne
esclavo de las presiones externas y los procesos de condicionamiento.
Se había pasado en pocos años de creer en un libre albedrío ingenuo a sostener un determinismo
feroz. Entre estos dos polos opuestos apareció un psicólogo canadiense que hablaría del
aprendizaje en términos más moderados: Albert Bandura, la mente pensante que hay detrás de la
moderna Teoría del Aprendizaje Social (TAS).
Tal y como hizo Lev Vygotsky, Albert Bandura también centra el foco de su estudio sobre los
procesos de aprendizaje en la interacción entre el aprendiz y el entorno. Y, más concretamente,
entre el aprendiz y el entorno social. Mientras que los psicólogos conductistas explicaban la
adquisición de nuevas habilidades y conocimientos mediante una aproximación gradual basada en
varios ensayos con reforzamiento, Bandura intentó explicar por qué los sujetos que aprenden
unos de otros pueden ver cómo su nivel de conocimiento da un salto cualitativo importante de
una sola vez, sin necesidad de muchos ensayos. La clave la encontramos en la palabra "social" que
está incluida en la TAS.
Los conductistas, dice Bandura, subestiman la dimensión social del comportamiento reduciéndola
a un esquema según el cual una persona influye sobre otra y hace que se desencadenen
mecanismos de asociación. Ese proceso no es interacción, sino el envío de paquetes de
información de un organismo a otro. La Teoría del Aprendizaje Social propuesta por Bandura
incluye el factor conductual y el factor cognitivo, dos componentes sin los cuales no pueden
entenderse las relaciones sociales.
Aprendizaje y refuerzo
Por un lado, Bandura admite que cuando aprendemos estamos ligados a ciertos procesos de
condicionamiento y refuerzo positivo o negativo. Del mismo modo, reconoce que no puede
entenderse nuestro comportamiento si no tomamos en consideración los aspectos de nuestro
entorno que nos están influyendo a modo de presiones externas, tal y como dirían los
conductistas.
Ambiente
Ciertamente, para que exista una sociedad, tiene que haber un contexto, un espacio en el que
existan todos sus miembros. A su vez, ese espacio nos condiciona en mayor o menor grado por el
simple hecho de que nosotros estamos insertados en él.
Es difícil no estar de acuerdo con esto: resulta imposible imaginar a un jugador de fútbol
aprendiendo a jugar por sí sólo, en un gran vacío. El jugador refinará su técnica viendo no sólo cuál
es la mejor manera de marcar goles, sino leyendo las reacciones de sus compañeros de equipo, el
árbitro e incluso el público. Muy probablemente ni siquiera habría empezado a interesarse por
este deporte si no le hubiera empujado a ello una cierta presión social. Muchas veces son los
demás quienes fijan parte de nuestros objetivos de aprendizaje.
El factor cognitivo
Sin embargo, nos recuerda Bandura, también hay que tener en cuenta la otra cara de la moneda
de la Teoría del Aprendizaje Social: el factor cognitivo. El aprendiz no es un sujeto pasivo que
asiste desapasionadamente a la ceremonia de su aprendizaje, sino que participa activamente en el
proceso e incluso espera cosas de esta etapa de formación: tiene expectativas. En un contexto de
aprendizaje interpersonal somos capaces de prever los resultados novedosos de nuestras acciones
(de manera acertada o equivocada), y por lo tanto no dependemos totalmente del
condicionamiento, que se basa en la repetición. Es decir: somos capaces de transformar nuestras
experiencias en actos originales en previsión de una situación futura que nunca antes se había
producido.
Gracias a los procesos psicológicos que los conductistas no se han molestado en estudiar,
utilizamos nuestra continua entrada de datos de todos los tipos para dar un salto cualitativo hacia
adelante e imaginar situaciones futuras que aún no se han dado.
Aprendizaje vicario
El pináculo del aspecto social es el aprendizaje vicario remarcado por Bandura, en el que un
organismo es capaz de extraer enseñanzas a partir de la observación de lo que hace otro. Así,
somos capaces de aprender haciendo algo difícilmente medible en un laboratorio: la observación
(y atención) con la que seguimos las aventuras de alguien. ¿Recuerdas las polémicas que se
desatan periódicamente sobre la conveniencia o no de que los niños y niñas vean ciertas películas
o series de televisión? No son un caso aislado: muchos adultos encuentran tentador participar en
Reality Shows al ponderar los pros y los contras de lo que les pasa a los concursantes de la última
edición.
Un término medio
En definitiva, Bandura utiliza su modelo de la Teoría del Aprendizaje Social para recordarnos que,
como aprendices en continua formación, nuestros procesos psicológicos privados e impredecibles
son importantes. Sin embargo, a pesar de que son secretos y nos pertenecen sólo a nosotros,
estos procesos psicológicos tienen un origen que, en parte, es social. Es precisamente gracias a
nuestra capacidad de vernos a nosotros mismos en la conducta de los demás por lo que podemos
decidir qué funciona y qué no funciona.
Además, estos elementos del aprendizaje sirven para construir la personalidad de cada individuo:
Somos capaces de prever cosas a partir de lo que les pasa a otros, del mismo modo en el que el
hecho de vivir en un medio social nos hace plantearnos ciertos objetivos de aprendizaje y no otros.
Por lo que respecta a nuestro papel como aprendices, está claro: no somos ni dioses
autosuficientes ni autómatas.