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AUTOESTIMA

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AUTOESTIMA, AUTOCONCEPTO Y 

AUTOVALORACIÓN
La psicología humanista, en relación con la autoestima, propone el siguiente
axioma: “Todo ser humano, sin excepción, por el mero hecho de serlo, es digno
del respeto incondicional de los demás y de sí mismo; merece estimarse a sí
mismo y que se le estime”.

Generalmente se relaciona la autoestima con madurez, estabilidad, felicidad,


éxito…Parece obvio que una persona que se acepta y se quiere, tendrá más
posibilidades de conseguir alcanzar sus objetivos y desarrollarse como ser
humano. Pero construir autoestima no es tarea fácil, hay muchos aspectos a
tener en cuenta, por lo que nos parece importante profundizar en esta idea con
otros dos conceptos: autoconcepto y autovaloración.
El autoconcepto es el conjunto de ideas y pensamientos que tenemos acerca
de nosotros mismos en cualquier ámbito de nuestra vida (personal, familiar,
profesional…). Estos pensamientos pueden referirse a conductas,
sentimientos, pensamientos u otras características personales.
La autovaloración es el resultado de relacionar nuestro autoconcepto con
nuestros valores e ideales. En este caso se contrapone lo que soy con lo que
me gustaría ser, emitiendo un juicio o valoración. Nuestro crecimiento y
evolución personal están muy relacionados con nuestra capacidad para
reaccionar constructivamente ante estas valoraciones. En la autovaloración
influye el nivel de exigencia que asumimos y cuáles son nuestros estándares
para medir y evaluar nuestras experiencias.
INFORMAR DE ESTE ANUNCIOEn un proceso de intervención psicológica,
para trabajar la autoestima, es útil explorar con mucho detalle estos dos
aspectos sus implicaciones en el estado del cliente.
En ocasiones las personas interiorizan ideas poco precisas o incluso
equivocadas acerca de sí mismos. Un caso extremo sería la anorexia, en la
cual el autoconcepto está totalmente distorsionado: una persona
extremadamente delgada se percibe gorda. Podemos encontrar otros ejemplos
del día a día: políticos corruptos que se consideran ejemplares, gente valiente
que se juzga cobarde o personas inteligentes que se sienten ignorantes.
En otros casos, un autoconcepto coherente puede ir acompañado de una
autovaloración contradictoria o distorsionada. Esto puede ocurrir por varios
motivos: el primero es un conflicto entre dos valores. Imaginemos a una
persona que valora hacer bien su trabajo y, además, tiene como ideal el uso de
estrategias pacíficas para resolver conflictos. Si trabajara en la industria
armamentística, por muy coherente y ajustado que fuera su autoconcepto, es
posible que surgieran conflictos en su autovaloración. Otro motivo de
autovaloración distorsionada puede ser mantener unos niveles de exigencia
que son inalcanzables. Por ejemplo, el caso de una mujer que se valora
negativamente como madre porque su hija, puntualmente, no se comporta
como a ella le gustaría. O un hombre muy complaciente que se siente mal
marido porque su mujer no muestra felicidad absoluta en todo momento.
INFORMAR DE ESTE ANUNCIO
Es importante notar que la autoestima, así como las posibles distorsiones en
autoconcepto y autovaloración, son factores importantes para la consecución
de la felicidad y el desarrollo personal. La autoestima debería ser la base sobre
la que nos asentamos, una estima incondicional que reconozca nuestros logros
y nuestros valores, el suelo firme que nos permita observar y explorar
oportunidades de crecimiento. Los desajustes entre el autoconcepto y la
autovaloración nos dan la oportunidad de saber en qué dirección podemos
seguir evolucionando como personas, reorganizando o jerarquizando nuestros
valores, ajustando constructivamente nuestras ideas acerca de nosotros
mismos o regulando nuestros niveles de exigencia (todo es mejorable, pero
nada es perfecto).
Es frecuente simplificar el concepto autoestima con la noción de quererse y
sentirse bien con uno mismo (a toda costa). Esta idea, poco meditada, puede
dar lugar a situaciones problemáticas: imaginemos el caso de una madre y
esposa, trabajadora, con unos altos niveles de exigencia en los tres ámbitos y
un autoconcepto distorsionado por frecuentes juicios acerca de su incapacidad
para sentirse la madre y la esposa que le gustaría ser, de acuerdo con su
elevado ideal. Supongamos que, por el contrario, consigue generalmente
sentirse muy buena trabajadora. Si, en este caso, la mujer solo tiene en cuenta
el factor autoestima (simplificado), es probable que trate de centrarse
exclusivamente en el ámbito que le permite quererse y sentirse bien consigo
misma, el laboral. Esta persona, puede acabar descuidando otros ámbitos que
sean igual de importantes (o más) en su vida: el personal y familiar.
En realidad, suelen ser los ámbitos que más valoramos personalmente los que
nos provocan mayores incomodidades cuando no somos capaces de alcanzar
nuestras exigencias. Cuando esto sucede, corremos el peligro de no afrontar
los desafíos, descuidar esos contextos buscando una pseudofelicidad que nos
proporcionen otros ámbitos menos importantes en nuestras vidas, pero en los
que nos sintamos más capaces o reforzados. En otras palabras, donde nos
resulte más fácil querernos y valorarnos positivamente.

INFORMAR DE ESTE ANUNCIO


En conclusión, la autoestima es un factor muy importante en la búsqueda de la
felicidad y el desarrollo personal, pero es importante tener en cuenta otros
aspectos que están implicados en ella, para poder realizar un diagnóstico más
acertado de cómo la persona está dando sentido al mundo y ayudarle a
conseguir sus objetivos, explorando en qué ámbito se podría intervenir con
mejores resultados globales. Consideramos que la autoestima debe ser la base
y el motor de nuestro desarrollo, no una idea distorsionada que promueva el
estancamiento, la desconexión con los propios valores y la falta de sentido en
nuestras vidas.
La importancia de la autoestima
La autoestima es una autovaloración, es decir, se trata de un conjunto de
percepciones, pensamientos y sentimientos sobre nosotros mismos que
determinará nuestra manera de comportarnos y relacionarnos con los demás.
En el post de hoy os contamos la importancia de la autoestima.
Tenemos varios tipos de autoconceptos que afectarán a diferentes áreas de
nuestra vida. Estos no tienen por qué coincidir, es decir, una persona puede
tener buena autoestima en una de ellas y en las demás no.
Autoconcepto personal: creencias sobre uno mismo: la manera de evaluar
nuestros comportamientos, la relación con nuestro cuerpo…
Autoconcepto social: creencias sobre lo que creemos que piensan los demás
de uno mismo. Condicionará nuestra habilidad para solucionar conflictos, la
manera de relacionarme con los demás y la asertividad.
Autoconcepto familiar: creencias y sentimientos sobre mi papel como hijo,
pareja, progenitor…
Autoconcepto intelectual / profesional: percepción sobre nuestras aptitudes y/o
capacidades.
La razón por la que uno evita asumir responsabilidades reside en una baja
autoestima.
¿Cómo se forma la autoestima?
No nacemos con ella, estas creencias las vamos a ir desarrollando a lo largo de
nuestra vida a través de los mensajes que recibimos del exterior, de nuestras
experiencias y de nuestra manera de interpretar lo que nos sucede. La infancia
es una etapa muy importante porque según los mensajes que hayamos
recibido del exterior ( familia, colegio, amigos,…), se establecerán las bases de
nuestras creencias.
La autoestima puede ir cambiando a lo largo de nuestra vida, la podemos
mejorar mediante una terapia cognitiva, a través de esta terapia podremos
lograr un mayor auto-conocimiento y desechar las creencias deformadas que
teníamos sobre nosotros mismos y los demás.
Merece la pena intentarlo porque tener una sana autoestima nos va a aportar
enormes beneficios ya que, es clave para nuestra estabilidad emocional.
BENEFICIOS DE UNA SANA AUTOESTIMA
Estabilidad emocional.
Fortaleza para afrontar adversidades y fracasos. Nos ayudará a aceptar mejor
los cambios y a desarrollar la resiliencia.
Motivación en la consecución de nuestras metas. Nos permite saber cuáles son
nuestras fortalezas y puntos a mejorar, por lo tanto, podremos avanzar.
Intentaremos lograr nuestros objetivos y ello, aumentará nuestra capacidad de
éxito.
Mejora en las relaciones interpersonales.
Asertividad. Me respetaré a mí mismo y sabré poner límites a aquello que me
hace daño.
Mejora nuestro cuidado físico.
Mejora de nuestro estado de ánimo y de nuestra capacidad para disfrutar de
las cosas.

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