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¿Qué Le Pasa Al Planeta

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¿Qué le pasa al planeta?

Cuento de Eva Clemente


El planeta se despertó una mañana con picazón por todas partes. Le picaba mucho el Polo Norte, así que

empezó a rascarse muy fuerte. Los habitantes se despertaron muy desconcertados preguntándose “ qué pasa? ¿
¿qué pasa?”. Luego, empezó a picarle el Amazonas. El cielo se llenó de plumas y prisas. Gritaron los loros,

¿
tucanes y guacamayos, preguntándose “ qué pasa? ¿qué pasa?”.
El atlántico se lo notaba como… pegajoso, ¡Eugh! Metió la mano hasta lo más hondo y se rascó con ansia las

algas y los fondos marinos: ¡ras, ras! Burbujearon los besugos, un pez globo y un atún como preguntándose “¿qué
pasa?, ¿qué pasa?”.
Para colmo, le escocían muchísimo algunos continentes; seguro que era por esos granos tan raros que le habían

salido. ¿Y si en lugar de rascarse… se soplaba un poquito? Así: ¡B f f f f f!


Pero lo cierto es que el bufido fue un tifón tan fuerte como una flatulencia de elefante, que hizo flotar de un ¡flip
flop! edificios, faroles, fuentes, estufas, bufandas, pantuflas y también se llevaba volando a los niños, que

¿
agitaban los brazos en el aire, preguntándose: “ qué pasa? ¿qué pasa?”, hasta que por fin entendieron lo que

estaba ocurriendo:

¡
“ Es el planeta, le pasa algo al planeta!", dijeron los niños. El planeta paró de repente de soplar, ¿le había

parecido que hablaban de él?

Los niños fueron cayendo uno a uno como gotas de lluvia; todos querían oír lo que le pasaba, pero tuvieron que

esperar un buen rato, porque el planeta –que no estaba muy acostumbrado a que lo escucharan- tardó mucho en

contarles que tenía granitos y picores por todas partes.

¿Granitos? ¿Picores? ¡Eso era que tenía piojos, o alguna alergia, o también podía ser la varicela! ¿Quizá le había
dado mucho el sol?... ¿Quizá le había picado un enorme mosquito?

Desde hacía ya un tiempo le pasaban muchas cosas raras. Se estaba quedando calvo por algunas zonas ¡y eso

que no tenía ni cuatro mil quinientos millones de años!. Últimamente tenía tanto calor que… ¡Hasta se le derretían

los polos! Cada vez se sentía más sucio y recalentado. ¿Habría ido al médico?
El planeta les enseñó las hojas que le había dado el doctor: calentamiento, deforestación, residuos tóxicos,

¡
humo, contaminación… Todo eso le pasaba! ¿y qué sería eso de la fabriquitis?
¿
“ Fabriquitis?, ¿pero eso qué es?”, se preguntaron entre todos.
Los niños pensaron en las fábricas. Es cierto que eran muy feas y el humo de sus chimeneas ensuciaba el cielo de

gris, pero de las fábricas salían las cosas y sin ellas no existirían los televisores, ni los teléfonos ni los coches ni los

juguetes. ¿Podría existir el mundo sin fábricas?


¡
El planeta suspiró…" ajjj!" Las fábricas lo dejaban agotado; para alimentarlas le vaciaban las minas y los

yacimientos de petróleo, le ensuciaban los ríos, le talaban los bosques.

No podía recuperarse tan rápido y, además, muchas de las cosas que se fabricaban al poco tiempo no servían

para nada y se le acumulaba la basura por todas partes. ¿Cómo iba a deshacerla tan deprisa? Justo en ese

momento le entraron unos picores en el centro de África, ¡Ras, ras!, los animales corrieron como locos por la

¿
sabana, preguntándose “ qué pasa? ¿qué pasa?”.
¡ ¡
“ Para, planeta, para!”, gritaron niñas y niños desde todos los continentes. “ Para por favor, para planeta, tienes

que parar!”, pero el planeta no podía dejar de rascarse.

¡
Entonces entre todos tomaron una decisión: “ Vamos a ayudar a nuestro planeta!”.

Pero, ¿qué podían hacer ellos?, eran pequeños y no se les ocurría una gran idea, solo se les ocurrían ideas…

pequeñitas: no tirar basura al río, al mar o a la montaña ni tampoco por el inodoro, separar la basura para

reciclar, apagar la luz cuando no se necesita, fabricar juguetes reciclados, utilizar menos bolsas de plástico, usar

bolsas de tela o reutilizables en su lugar, cuidar las cosas, así duran más y se fabrican menos, usar el transporte

público, ir a pie o en bicicleta, comprar en comercios cercanos productos locales y de comercio justo… Cosas

fáciles que niños y mayores podían hacer para cuidar el planeta.

Como eran cosas tan pequeñas, cabían en todas las casas, familias y colegios; rodaban aquí y allá, colándose

por cualquier rendija y, aunque solas seguían siendo pequeñitas, juntas crecieron y crecieron hasta que…

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