Este documento presenta varias fábulas y sus moralejas. En la primera fábula, un labrador mantiene una actitud positiva a pesar de las dificultades y desgracias aparentes, enseñando a los vecinos que es difícil saber si un evento es una bendición o una desgracia. La segunda fábula trata sobre una vasija desvencijada que, a pesar de sus defectos, ayuda a regar las flores a lo largo del camino.
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Este documento presenta varias fábulas y sus moralejas. En la primera fábula, un labrador mantiene una actitud positiva a pesar de las dificultades y desgracias aparentes, enseñando a los vecinos que es difícil saber si un evento es una bendición o una desgracia. La segunda fábula trata sobre una vasija desvencijada que, a pesar de sus defectos, ayuda a regar las flores a lo largo del camino.
Este documento presenta varias fábulas y sus moralejas. En la primera fábula, un labrador mantiene una actitud positiva a pesar de las dificultades y desgracias aparentes, enseñando a los vecinos que es difícil saber si un evento es una bendición o una desgracia. La segunda fábula trata sobre una vasija desvencijada que, a pesar de sus defectos, ayuda a regar las flores a lo largo del camino.
Este documento presenta varias fábulas y sus moralejas. En la primera fábula, un labrador mantiene una actitud positiva a pesar de las dificultades y desgracias aparentes, enseñando a los vecinos que es difícil saber si un evento es una bendición o una desgracia. La segunda fábula trata sobre una vasija desvencijada que, a pesar de sus defectos, ayuda a regar las flores a lo largo del camino.
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FABULAS Y MORALEJAS
PARTE N° 1
SELECCIÓN DE FABULAS
Las fábulas se destacan por ser muy
populares gracias a su sencillez y fácil comprensión para todos. En las fábulas los protagonistas son normalmente animales, que a través de su comportamiento proporcionan una lección moral, recogida al final como moraleja. Con cuentos que aportan enseñanzas para la educación, pero también ayudan a desarrollar la creatividad y fomentan el interés por la lectura. Hicimos una selección de las mejores fábulas para que puedas compartirlas.
¿Cómo Sabes?
Hace muchos años, en una pobre aldea
china vivía un labrador con su hijo. Su único bien material, aparte de la tierra y de la pequeña casa de paja, era un caballo que había heredado de su padre. Un buen día el caballo se escapó, dejando al hombre sin animal para labrar la tierra. Sus vecinos —que lo respetaban mucho por su honestidad y diligencia— acudieron a su casa para decirle cuánto lamentaban lo ocurrido. Él les agradeció la visita, pero preguntó:
¿Cómo podéis saber que lo que
ocurrió ha sido una desgracia en mi vida? Alguien comentó en voz baja con un amigo:
«Él no quiere aceptar la realidad, dejemos
que piense lo que quiera, con tal que no se entristezca por lo ocurrido».
Y los vecinos se marcharon, fingiendo
estar de acuerdo con lo que habían escuchado.
Una semana después, el caballo retornó
al establo, pero no venía solo: traía una hermosa yegua como compañía. Al saber eso los habitantes de la aldea alborozados, porque sólo ahora entendían la respuesta que el hombre les había dado, retornaron a casa del labrador para felicitarlo por su suerte.
Antes tenías sólo un caballo, y ahora
tienes dos. ¡Felicitaciones!—dijeron. Muchas gracias por la visita y por vuestra solidaridad —respondió el labrador. ¿Pero cómo podéis saber que lo que ocurrió es una bendición en mi vida?
Desconcertados, y pensando que el
hombre se estaba volviendo loco, los vecinos se marcharon, comentando por el camino:
«¿Será posible que este hombre no
entienda que Dios le ha enviado un regalo?».
Pasado un mes, el hijo del labrador
decidió domesticar la yegua. Pero el animal saltó de una manera inesperada, y el muchacho tuvo una mala caída rompiéndose una pierna. Los vecinos retornaron a la casa del labrador, llevando obsequios para el joven herido. El alcalde de la aldea, solemnemente, presentó sus condolencias al padre diciendo que todos estaban muy tristes por lo que había sucedido. El hombre agradeció la visita y el cariño de todos. Pero preguntó:
¿Cómo podéis vosotros saber si lo
ocurrido ha sido una desgracia en mi vida?
Esta frase dejó a todos estupefactos,
pues nadie puede tener la menor duda de que un accidente con un hijo es una verdadera tragedia. Al salir de la casa del labrador, comentaban entre sí:
«Realmente se ha vuelto loco; su único
hijo se puede quedar cojo para siempre y aún tiene dudas de que lo ocurrido es una desgracia».
Transcurrieron algunos meses y el Japón
declaró la guerra a China. Los emisarios del emperador recorrieron todo el país en busca de jóvenes saludables para ser enviados al frente de batalla. Al llegar a la aldea, reclutaron a todos los jóvenes excepto al hijo del labrador que estaba con la pierna rota. Ninguno de los muchachos retornó vivo. El hijo se recuperó, los dos animales dieron crías que fueron vendidas y rindieron un buen dinero. El labrador pasó a visitar a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos ya que se habían mostrado solidarios con él en todos los momentos. Siempre que alguno de ellos se quejaba el labrador decía:
¿Cómo sabes si esto es una
desgracia? Si alguien se alegraba mucho, él preguntaba: ¿Cómo sabes si eso es una bendición?
Y los hombres de aquella aldea
entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene otros significados.
El Cuento de la Fresa
Un rey fue hasta su jardín y descubrió
que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble.
Entonces encontró una planta, una Fresa,
floreciendo y más fresca que nunca. El rey preguntó:
¿Cómo es que creces saludable en
medio de este jardín mustio y sombrío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: Intentaré ser Fresa de la mejor manera que pueda.
Ahora es tu turno. Estás aquí para
contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Podéis disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena...
La Vasija de Agua Desvencijada
Un aguatero en la India tenía dos grandes
vasijas, cada una colgaba de cada extremo de un palo que llevaba a través del cuello. Una de las vasijas tenía una rajadura en ella, y mientras que la otra estaba perfecta y siempre entregaba una porción completa de agua al final de una larga caminata desde el arroyo a la casa del patrón, la vasija desvencijada llegaba solamente medio llena. Por dos años enteros esto pasó diariamente, con el aguatero entregando solamente una vasija y media de agua al patrón de la casa. De hecho, la vasija perfecta estaba orgullosa de sus logros, perfectos para el final al cual había sido hecha. Pero la pobre vasija desvencijada estaba avergonzada de su propia imperfección, y miserable de que era capaz de solo lograr la mitad para lo que había sido hecha.
Después de dos años de lo que percibió
como una amarga falla, habló al aguatero un día por el arroyo. Yo estoy avergonzada de mi misma, y quiero disculparme con Usted. ¿Por qué?, preguntó el aguatero. ¿De qué está avergonzada? He sido capaz, por estos dos años pasados, de entregar solamente la mitad de mi carga porque esta rajadura en mi costado causa que el agua se fugue hacia afuera a lo largo de la vía hasta el regreso a la casa de su patrón. A causa de mis fallas Usted ha tenido que hacer todo este trabajo y no consigue el valor completo de sus esfuerzos, la vasija dijo. El aguatero se sintió triste por la vieja vasija desvencijada, y en su compasión dijo, Como retorne a la casa de mi patrón, quiero que note las hermosas flores a lo largo del camino.
Evidentemente, a medida que fueron
escalando el monte la vieja vasija desportillada notó al sol calentando las hermosas flores silvestres al lado del sendero, y esto la alegró algo. Pero al final de la senda, aún se sintió mal porque estaba fugándose la mitad de su carga, y de nuevo se disculpó ante el aguatero por su falla. El aguatero dijo a la vasija, ¿Notó que había flores solamente en su lado de la vía, pero no en el lado de la otra vasija? Eso era porque yo siempre he sabido de su falla, y saqué provecho de ella. He plantado semillas de flores en su lado del camino, y cada día mientras que caminamos de regreso del arroyo, Usted las ha regado. Por dos años he estado recogiendo estas hermosas flores para decorar la mesa de mi patrón. Sin ser de la forma como es, él no hubiera tenido esta belleza para agraciar su casa.
Moraleja: Cada uno de nosotros tenemos
nuestra propias y únicas fallas. Todos somos vasijas desportilladas. Pero son las rajaduras y fallas que cada uno de nosotros tenemos las que hacen las vidas juntas muy interesantes y remuneradoras. Solo tienes que tomar a cada persona por lo que ella es, y mirar lo bueno en ella. Hay cantidad de bondad allá. ¡Hay cantidad de bondad en nosotros! Bienaventurados los flexibles, por que ellos no se doblan fuera de forma. ¡Recuerda apreciar a todas las diferentes personas en tu vida! O como nos gustaría pensarlo ——si no hubiera sido por las vasijas desvencijadas en nuestras vidas hubieran sido muy aburridas y nada tan interesantes... Gracias a Ustedes, todas mis vasijas desvencijadas amigas.
La Antigua Vasija de Cerámica
Contaba el Maestro en cierta ocasión la
historia de una antigua vasija de cerámica de valor inestimable por lo que había pagado una fortuna en una subasta pública. La vasija había sido usada durante años por un mendigo que acabó sus días en la miseria, totalmente ignorante del valor de aquel objeto con el que había pedido limosna.
Cuando un discípulo preguntó al Maestro
qué representaba aquella vasija, el Maestro le dijo: A ti mismo.
El discípulo le pidió que se explicara, y el
Maestro prosiguió: Tú centras toda tu atención en el insignificante conocimiento que adquieres de los libros y de los maestros. Sería mejor que le prestaras más atención a la vasija en la que lo guardas.
La Ermita
El viejo Haakon cuidaba cierta Ermita. En
ella se veneraba un crucifijo de mucha devoción. Este crucifijo recibía el nombre, bien significativo, de Cristo de los Favores. Todos acudían allí para pedirle al Santo Cristo. Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodilló ante la imagen y le dijo:
Señor, quiero padecer por ti. Déjame
ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en La Cruz. Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Sagrada Efigie, como esperando la respuesta. El Crucificado abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
Siervo mío, accedo a tu deseo, pero
ha de ser con una condición. ¿Cuál, Señor?, preguntó con acento suplicante Haakon. Es una condición difícil, dijo el Señor. Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor, respondió el viejo ermitaño. Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardar siempre silencio. Haakon contestó: Os, lo prometo, Señor. Y se efectuó el cambio. Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció al ermitaño colgado de cuatro clavos en la Cruz.
El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y
éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada. Los devotos seguían desfilando pidiendo favores. Pero un día llegó un rico, después de haber orado dejó allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla pensó que el muchacho se a había apropiado. El rico se volvió al joven y le dijo iracundo:
¡Dame la bolsa que me has robado!.
El joven sorprendido, replicó: No he robado ninguna bolsa. No mientas, ¡devuélvamela enseguida!. Le repito que no he cogido ninguna bolsa, afirmó el muchacho.
El rico arremetió, furioso contra él. Sonó
entonces una voz fuerte:
¡Detente! El rico miró hacia arriba y
vio que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. Este quedó anonadado, y salió de la Ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje. Cuando la Ermita quedó a solas Cristo se dirigió a su siervo y le dijo: Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio. Señor, dijo Haakon, ¿cómo iba a permitir esa injusticia? Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño que quedó ante el Crucifijo. El Señor, clavado, siguió hablando: Tú no sabías que al rico le convenía perder la bolsa pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabías nada. Yo sí sé. Por eso callo... Y la sagrada imagen del crucificado guardó silencio.
¡Cuántas veces pretendemos dirigir
nuestro destino creyendo que es lo mejor para nosotros!. Sólo Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Hay que aprender a aceptar su Santa voluntad, aunque a veces no la comprendamos.
El Muro
Las apariencias engañan
Dicen que una vez un hombre era
perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre ingresó a una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores de la que él se encontraba. Con tal desesperación elevó una plegaria a Dios de la siguiente manera:
Dios todopoderoso, haz que dos ángeles
bajen y tapen la entrada para que no entren a matarme. En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que él se encontraba, y vio que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado:
Señor, te pedí ángeles, no una araña. Y
continuó: Señor, por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme. Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observo a la arañita tejiendo la telaraña. Estaban ya los malhechores ingresando en la cueva anterior de la que se encontraba el hombre y éste quedó esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva en la que se encontraba el hombre ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escucho esta conversación:
Primer hombre: Vamos, entremos a esta
cueva. Segundo hombre: No. ¿No ves que hasta hay telarañas?, nadie ha entrado en ésta.
La fe es creer que se tiene lo que no se
ve, perseverar en lo imposible. Hay una frase muy bella que dice: Si le pides a Dios un árbol te lo dará en forma de semilla. Pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos, pero Dios nos da aquellas con las cuales nos muestra que con cosas muy sencillas Él puede hacer mucho más. Como en esta lectura a veces pedimos muros para estar seguros, pero no tendría ningún mérito pues sabríamos y tendríamos la certeza de que estamos protegidos, Dios en cambio nos pide además confianza en Él para dejarlo que su Gloria se manifieste y haga que algo como una telaraña nos dé la misma protección que una muralla. Si has pedido un muro y no ves mas que una telaraña, recuerda que Dios puede convertir las cosas... y confía en Él.
La Parábola del Hijo
Hay una diferencia entre la educación y la
experiencia. La educación es lo que Usted obtiene de la lectura del pequeño texto impreso. La experiencia es lo que obtiene de no leerlo! Pero ¿no es verdad que el gran aprendizaje viene de tanto la educación como de la experiencia? Permítame que le cuente una parábola:
Un joven maestro de escuela tuvo un
sueño en el que se le apareció un ángel y le dijo, Tendrá un niño que crecerá para llegar a ser un líder mundial ¿Cómo la preparará a ella para que se dé cuenta de su inteligencia, crezca con seguridad en sí misma, desarrolle tanto lo afirmativo de ella como su sensibilidad, sea de mente abierta, sin embargo fuerte de carácter? En breve, ¿qué clase de educación le proveerá para que ella llegue a ser uno de los verdaderos GRANDES líderes mundiales?
El joven maestro se despertó con un
sudor frío. Nunca se le ocurrió a él antes —que CUALQUIERA de sus actuales o futuros estudiantes pudiera ser la persona descrita en su sueño. ¿Estaba él preparándolos para elevarse a CUALQUIER POSICIÓN en la que pudieran aspirar? Pensó, '¿Cómo podrían mis enseñanzas cambiar si YO SUPIERA que uno de mis estudiantes fuera esta persona?' Gradualmente empezó a formular un plan en su mente:
Esta estudiante necesitaría
experiencia también como instrucción. Necesitaría saber cómo resolver problemas de varias clases. Necesitaría crecer en carácter también como en conocimiento. Necesitaría seguridad propia también como la habilidad para escuchar bien y trabajar con otros. Necesitaría entender y apreciar el pasado, sin embargo ser optimista acerca del futuro. Necesitaría conocer el valor del aprendizaje durante toda la vida. Necesitaría mantener una mente curiosa y activa.