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Betwixt: Melissa Pearl

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Betwixt

Melissa Pearl
Sinopsis
La hermosa y salvaje Nicole Tepper es atropellada por un auto y dada por
muerta. Pero cuando despierta a la mañana siguiente, Nicole se encuentra
en la cama sin un rasguño. Quizás estaba más intoxicada que de
costumbre, ya que su madre le estaba dando el tratamiento del silencio y
sus amigos estaban ignorándola también.

Las cosas toman un giro extraño cuando Nicole pronto descubre que
realmente ronda entre la vida y la muerte. Su cuerpo está en el bosque
mientras su espíritu busca a cualquiera que la pueda escuchar. Por
desgracia la única persona que puede es Dale Finnigan, el tipo que ella
humilló en público con un insulto mordaz que lo ha dejado marcado.

Desesperada, Nicole no tiene otra opción más que perseguir a Dale y


convencer al nervioso estudiante de último curso que la ayude.
¿Encontrará él su cuerpo antes de que sea demasiado tarde? ¿O lo hará
el tipo que trató de matarla con su auto, llegando allí primero y terminando
con ella antes de que alguien lo averigüe?
Índice
Sinopsis Capítulo 18
Índice Capítulo 19
Capítulo 1 Capítulo 20
Capítulo 2 Capítulo 21
Capítulo 3 Capítulo 22
Capítulo 4 Capítulo 23
Capítulo 5 Capítulo 24
Capítulo 6 Capítulo 25
Capítulo 7 Capítulo 26
Capítulo 8 Capítulo 27
Capítulo 9 Capítulo 28
Capítulo 10 Capítulo 29
Capítulo 11 Capítulo 30
Capítulo 12 Capítulo 31
Capítulo 13 Capítulo 32
Capítulo 14 Capítulo 33
Capítulo 15 Acerca de la Autora
Capítulo 16 Agradecimientos
Capítulo 17
Capítulo 1
Traducido por Jo

Corregido por ☽♏єl

M
is botas hacen un sonido de golpeteo intenso mientras piso fuerte
en mi camino a casa. La grava suelta en el borde del camino
salta por mi ira, rebotando en frente de mí y luego cayendo por
el terraplén.

No puedo creer que esté en esta situación. ¿Cómo pudo mi novio ser tan
imbécil? Cruzo mis brazos y tiemblo, intentando bloquear los últimos treinta
minutos de mi mente. ¿Qué pensará la gente? Pestañeo lágrimas mientras
imagino el árbol del chisme sacudirse con júbilo. ¿Cómo voy a enfrentar a
todos mañana?

Debería sólo haberme rendido y hecho lo que él quería. Lo he hecho


antes.

Levanto la mirada al cielo nocturno. Está despejado y frío, las estrellas


están brillantes sin luces de la calle para esconder su resplandor. Supongo
que es alrededor de medianoche. No puedo ver mi reloj en esta tenue
iluminación. Apenas puedo ver dos pasos en frente de mí.

Un viento frío silba a través de mi ropa y deseo, de nuevo, no haber


elegido usar una camiseta sin mangas con un profundo cuello en V que no
deja nada a la imaginación. Tal vez Trent tenía razón. Me había vestido
para eso.

Bajé la mirada a mis botas hasta la rodilla y jeans tan ajustados que
tendrían que ser arrancados. De pronto me siento como una prostituta. Mi
labio inferior tiembla. Puedo sentirme desmoronando. Lucho por mantener
la compostura.
Estoy atrapada en el medio de quién sabe dónde. No tengo idea de
cuánto tiempo me tomará caminar a casa… ni siquiera sé en qué
dirección está mi casa.

Trent dijo que sería romántico, el mejor panorama que había encontrado,
pero no era un pintoresco mirador. Sólo era un claro de oscuridad donde
las travesuras no podrían ser descubiertas.

La bilis se revuelve en mi estómago.

Las placas de perro tintinean contra mi esternón. Puedo sentirlas


moviéndose adelante y atrás a ritmo con mi marcha. Las agarro a través
de mi ropa y aprieto. Estoy tentada a quitármelas y lanzarlas a los árboles a
mi lado, pero no puedo. Las culpo, sin embargo… bueno, no a ellas
exactamente, sino a la persona que me las dio.

¿Por qué me las había puesto? Habían estado escondidas en mi joyero por
meses. Mis dedos las habían rozado mientras buscaba por mis aretes y me
había visto forzada a deslizarlas sobre mi cabeza y meterlas debajo de mi
camiseta. Si no me las hubiera puesto, no habría pensado en él, y si él no
hubiera estado nadando alrededor de la parte trasera de mi cerebro, no
estaría en esta situación.

Dale Finnigan.

Dale Finnigan y su mirada de “deberías saberlo” tenía un montón de


responsabilidad por esta noche. Comencé el largo descenso por el
camino serpenteante, mi mente jugando conmigo.

Tal vez deberías llamar a Dale.

Hice una mueca.

Tú sabes que él vendría y te recogería.

—No lo haría —dije al aire—. Él me odia.

Fruncí el ceño.

Caracortada.

La palabra envía un estremecimiento por mi sistema y cierro la puerta en


mi cerebro. Puede callarse ahora.
No llamaré a Dale.

Alcanzo mi bolso y busco mi teléfono. Me detengo en mi camino para ver


mejor, pero sin luz, el intento es inútil. Parece que no llamaré a nadie.
Aprieto mis dientes y sigo caminado, acelerando mi paso mientras rodeo la
esquina. El viento silba a través de mi ropa de nuevo y tiemblo. Debería
detenerme y ponerme mi chaqueta, pero no quiero. Si sólo sigo
caminando no tendré que detenerme y analizar realmente la mierda en la
que estoy.

Mi cerebro no juega limpio y lo analizo de todas formas.

Es martes en la noche. La mayoría de los chicos de dieciséis años estarían


en casa en sus camas habiendo terminado su tarea, visto un poco de
televisión, y dicho buenas noches a sus padres, pero no yo, ¿cierto?
Siempre tengo que hacer las cosas de manera diferente.

Puedo sentir mi boca apretándose en una tensa línea mientras la


simplicidad y bendición de ese tipo de vida se siente a cientos de
kilómetros lejos.

Sacudo mi cabeza.

—¿De qué estoy hablando? Mi vida es genial —digo la última palabra


demasiado fuerte mientras continúo convenciéndome—. Sólo he estado
en el grupo de estudio.

Río. ¿Por qué lo llamábamos siquiera así? Nunca estudiábamos. Era


básicamente el tiempo de fiesta de la noche del martes.

Los padres de Matt estaban fuera de la ciudad, así que habíamos puesto
música y sentado junto al lago bromeando y riendo hasta que nuestros
estómagos dolieron.

Sonrío mientras me imagino la escena en mi cabeza: amigos rodeándome,


el brazo de Trent alrededor de mis hombros haciéndome sentir segura.

Deseo que sus brazos estuvieran alrededor de mí ahora.

Me estremezco.

La segunda parte de la noche no había sido tan genial.


Envuelvo mis brazos alrededor de mí y aprieto, intentando borrar los
recuerdos, la mirada de molestia registrada en sus perfectas facciones, las
duras palabras de disgusto y el sonido de rocío de hierba mientras se
alejaba de mí.

¡Estúpido imbécil!

¿Quién lo necesita?

Ignoro el “tú lo haces” en la parte trasera de mi mente y aspiro.


Levantando mi cabeza, acelero el paso de nuevo mientras entro a un
oscuro pedazo del camino. Los árboles se alzan por arriba e intento
realmente duro no pensar en fantasmas y demonios mientras mi respiración
se acelera.

El distante sonido de un motor me distrae. El leve brillo de luces aparece


detrás de mí y sonrío. Trent se siente culpable. ¡Sí! Hombre, iba a hacerle
pasar un infierno por esto.

Miro detrás de mí y la decepción abrasa mi interior. Las luces están


demasiado abajo en el auto para ser Trent. Él maneja un Jeep Cherokee,
¿este auto se ve más como un Sedan? ¿O tal vez un auto deportivo?

Juego con la idea de sacar mi pulgar mientras se acerca. Estoy segura de


que sería lo suficientemente seguro. Sólo pediría un aventón hasta Big Bear
Village y luego caminaría desde allí. Nada de otro mundo. Tal vez hasta
podría pedir un aventón a Los Ángeles. La idea de escapar atraviesa mi
cerebro mientras aprieto mi dedo dentro de mi puño.

Lucha por librarse, pero no lo dejaré. Hasta comienzo a llenar mi mente


con cada historia de terror acerca de hacer dedo en la que puedo
pensar. Eso funciona como un encantamiento y mi pulgar se relaja.

El auto está conduciendo por las colinas hacia mí cuando un repentino


miedo sube por mi columna. Puedo verlo cambiando de dirección por el
rabillo de mi ojo y me giro para ver sus erráticos movimientos. Me muevo al
borde del camino, mis botas pateando pilas de tierra y piedra por el borde
del terraplén. Mi pierna choca con la barandilla. Con ojos del tamaño de
platos de comida observo al auto girando. ¿No me había visto? ¿No sabe
que estoy vulnerable en el lado del camino?

Me giro para hacer un escape, pero es demasiado tarde.


Las luces iluminan mi cuerpo por un segundo, antes de que el auto
violentamente gire en la otra dirección, pero no antes de chocarme. El
dolor abrasa mi cuerpo y grito mientras soy lanzada sobre la barandilla.

Es como estar en una secadora mientras ruedo por la colina,


rasguñándome con piñas y escombros naturales. Mi descenso viene a una
abrupta pausa cuando choco con el tronco de un árbol. Un fuerte crujido
suena como una bala en mi cabeza, traqueteando en mi cerebro. Ruedo
lejos del árbol, gimo y alcanzo mi sien, luego grito mientras el dolor se
irradia por mi brazo. Mi estómago gira y siento sus contenidos yendo hacia
el norte. Cubro mi boca, pero no tiene sentido.

Sin aliento, intento alejarme de mi vómito, pero moverme duele


demasiado. Me recuesto en la desigual tierra y levanto la mirada al cielo.
Las estrellas están borrosas y moviéndose salvajemente. Pestañeo para
enfocarlas, pero eso sólo lo empeora. Siento como si el mundo estuviera
cayendo sobre mí. Mientras las estrellas y copas de los arboles van
derrumbándose escucho a una chica joven gritar mi nombre.

—¡NICKY!
Capítulo 2
Traducido por flochi

Corregido por ☽♏єl

—¡N
icky!

Abro mis ojos.

—¡¡Nicky!!

Me doy la vuelta en mi almohada y miro el reloj en mi mesita de luz.

—¡Nicky! ¡Es hora de levantarse! Llegarás tarde a la escuela.

Registro la hora y me siento, la adrenalina bombeando a través de mi


sistema. Odio llegar tarde por cualquier cosa. Estoy a punto de saltar de la
cama pero en cambio dejo salir un gemido. Mi cabeza se siente como si
estuviera llena de lodo y alguien estuviera usando mi cerebro como un
bombo.

—¿Nicky? —Mi madre abre la puerta sin golpearla y se asoma.

Odio cuando lo hace.

Le lanzo una mirada fría.

—Mamá, te he pedido que me llames Nicole. Es lo que pusiste en mi acta


de nacimiento, ¿recuerdas?

Mamá me mira sobre la cama y entorna la mirada. A la vez que sacude la


cabeza se dirige a la puerta sin decirme una palabra.

Típico.

Quiero gritarle que regrese y por lo menos responder, pero no puedo.


Quiero gritarle por ignorar todos los problemas, pero nunca lo haré. Esta es
mi vida. Me recuerdo, una vez más, que me acostumbraré… ¿no?
Incapaz de ignorar mi dolor de cabeza, lentamente me pongo de pie,
intentando recordar lo que hice anoche. Creo que estuve con Penny y
Amber. ¿Trent también estuvo ahí? Debió haber estado. ¿Qué día es?

Vuelvo a mirar mi reloj.

MIÉRCOLES, 18 SEPTIEMBRE

Escuela.

Tengo escuela… para la cual voy a llegar realmente tarde.

Bajando la mirada, noto que ya estoy vestida. ¿Dormí con la ropa puesta?
Eso es muy raro. Nunca hago esa clase de cosas. ¿A qué hora llegué a
casa? ¿Cómo llegué?

Agarro mi mochila, la que ha dormido en la cama junto a mí, y rebusco en


ella. Sacando mi pequeño espejo de mano, reviso mi aspecto. Mi cabello
parece un poco sin vida. Agarro mi cepillo y lo ordeno. Sacando mi brillo
labial, hago que mis labios brillen y luego los presiono juntos. Sigo luciendo
un poco pálida y mi máscara está empezando a deslizarse, haciendo que
los círculos oscuros debajo de mis ojos se vean peor. Lamo mi dedo índice
y lo arreglo.

Mirando el reloj de la cabecera, decido que no tengo tiempo para mucho


más. Bajo mi largo flequillo para cubrir mi ojo izquierdo un poco luego
esponjo la parte trasera de mi grueso cabello. El tiempo no me permitirá la
perfección esta mañana.

Realmente odio eso, pero prefiero parecer un poco desaliñada que llegar
tarde.

Creo.

Frunciendo el ceño, me vuelvo a sumergir en mi bolso. ¿Dónde demonios


está mi teléfono?

Tengo que llamar a Amber para que venga a recogerme. Miro el reloj y
hago una mueca. Ella probablemente ya está en la escuela de todos
modos. Si no escucha nada de mí para las siete treinta, siempre asume que
voy a faltar ese día. No lo he hecho en un par de semanas, pero como
sea.
Hombre, si piensa que voy a faltar a la escuela sin ella, se enfadará. No
puedo imaginar los mensajes que tendré cuando encuentre mi teléfono.
Mis labios se curvan en un puchero.

Volviendo a meter mis cosas en el bolso, lo engancho en mi hombro y


salgo por la puerta.

Supongo que tendré que pedirle a mamá un aventón.

Qué horror.

Bajo las escaleras hacia la cocina y me detengo en el rellano. Como hago


cada mañana, miro la gran puerta de vidrio corrediza de la sala. El alto
árbol de pino en nuestro patio trasero está allí de pie burlándose de mí. Al
principio cuando nos mudamos aquí, papá nos prohibió escalarlo. Era muy
alto y peligroso, pero eso nunca nos detuvo. Estudio sus ramas nudosas con
un ceño.

Pasando mi mano entre mi cabello, me aproximo a la cocina con pasos


cortos.

—Mamá, necesito un aventón a la escuela.

—No lo sé, cariño, acabo de decirlo.

Me paro en la entrada de la cocina. Mamá no puede verme, está muy


ocupada charlando en el teléfono.

—Bueno, ¿cómo debería saberlo? ¿Tú sigues cada uno de sus


movimientos?

Ella deja caer su taza de café con fuerza. El líquido negro salta sobre el
borde y aterriza en la mesada. Se da la vuelta para agarrar un trapo de
cocina a la vez que su voz se hace más audible.

—También es tu hija, sabes.

Me cruzo de brazos. Así que está hablando con papa… sobre mí. ¿Cuál es
su problema de todos modos? Voy a llegar un poco tarde a la escuela, no
es como si me hubiera ido de fiesta toda la noche. ¿O sí lo hice? El dolor en
mi cabeza sugeriría lo contrario. Me froto el ceño fruncido de la frente.
¿Había estado bebiendo?
No me extrañaría. Cuando se trataba de mis amigos no había gran
diferencia entre las noches de escuela y los fines de semana. Si estábamos
de humor, hacíamos que sucediera.

¿Qué habíamos hecho anoche? Me gustaría poder recordar.

—Sí. —Suspira mi madre—. Llamaré a la escuela para asegurarme que ella


se haya presentado.

Enjuaga el trapo y lo pone sobre el grifo para secar.

—Síp. Te amo también —finaliza mamá, sonando todo menos amorosa.

Entro en la cocina.

—Voy a ir a la escuela, sólo para que sepas. Gracias por pensar tan bien
de mí, por cierto. —Me cruzo de brazos y la miro a la espalda—. Si quieres
que llegue a tiempo, tendrás que darme un aventón.

Mi madre me ignora mientras traga lo que queda de su café y recoge sus


cosas.

—¿El tratamiento del silencio? ¿Así es cómo vas a estar el día de hoy? —
Doy otro paso en la cocina—. Es realmente maduro, mamá, una fantástica
manera de castigar. Deberías empezar a escribir para una revista de
paternidad.

Mira alrededor de la cocina, su mirada pasando sobre mí mientras se


asegura que todo esté bien.

Quiero decirle que lamento enfadarla. Quiero admitir que no tengo idea
de lo que estaba haciendo anoche y que lamento si llegué realmente
tarde… otra vez. Pero sello mis labios. No tengo interés en admitir que no
tengo idea de lo que estaba haciendo… y además, luego de su inmaduro
silencio, ella no se merece una disculpa.

La sigo a la puerta, preguntándome si incluso debería molestarme en


rogarle por un aventón. Imágenes de su aburrido coche y el tenso silencio
son bastante horribles, pero llegar tarde a la escuela también tiene
consecuencias.

—Mira, mamá…
El teléfono me interrumpe. Abre la puerta principal mientras lo saca y toca
la pantalla.

—Jackie A., mi cliente favorita. —Ella ríe alegremente, lo que hace que mi
estómago se revuelva.

Es tan injusto que los contactos del trabajo siempre reciban la luz del sol,
mientras que su familia es dejada en el lodo.

—Claro que no me molestas. ¿Qué necesitas?

—Un aventón a la escuela —murmuro.

—No, no es problema. Podemos hacer que suceda. ¿Cuándo funcionaría


mejor para ti?

—Como ahora mismo. —Levanto mi voz solo un poco. Ya que se está


comportando como una arpía, al menos puedo ser la irritante adolescente
que cree que soy.

—Bueno, tengo la casa abierta programada para las dos el sábado, así
que todavía tenemos un poco de tiempo de sobra. ¿Por qué no hago
algunas llamadas y te vuelvo a contactar? —Hace una pausa y luego
vuelve a reír—. No te preocupes, serás mi primera prioridad hoy.

—A diferencia de mí. —Me paro en su camino. Ella mira lejos de mí a la vez


que asiente y dice unos hmms a Jackie. Dejo escapar un jadeo
degustado—. Olvídate del aventón. Preferiría caminar de todos modos. —
Me doy la vuelta y hago una rápida retirada por las escaleras, gritando
sobre mi hombro—. No te olvides de llamar a la escuela para asegurarte
que no estoy faltando.

Me cruzo de brazos a la vez que empiezo el largo camino a la escuela. Son


cerca de trece kilómetros. No hay manera de que pueda caminar tanto
en estos tacos. Big Bear Village está a sólo dos kilómetros más o menos.
Tendré que tomar un autobús desde allí. ¡Ugh!

Miro mi reloj y apuro el paso. Este día tiene escrito detención por todas
partes, a menos que pueda colarme por el fondo. Miro detrás de mí al
coche que se aproxima y noto que Dale está en el asiento del conductor.
Su radio está resonando mientras sus dedos tocan el volante a ritmo. Está
completamente perdido en su cabeza golpeando al son de la música
mientras me traspasa.

Suspiro. Incluso si me hubiera notado, no existía manera de que se


detuviera y me ofreciera un aventón. No después de lo que le hice. Me
estremecí por millonésima vez al recordar esa tarde.

Han pasado unas pocas semanas antes del receso escolar de verano.
Estaba buscando en mi casillero mientras esperaba por mis amigas. Se
aproximó silenciosamente, como siempre lo hace.

—Hola, Nicole.

Salté un kilómetro, al no haberlo escuchado, pero me contuve. Recuerdo


meter mi flequillo detrás de mi oreja y levantar mi barbilla, esperando que
él no lo hubiera notado… no es que me preocupara o algo.

Me dio esa clásica sonrisita suya. No sé por qué me gustaba tanto. Su cara
está realmente desfigurada. Nadie sabe lo que le pasó, los rumores
abundan, pero tiene esa larga cicatriz que zigzaguea justo por debajo de
su ojo derecho hasta su barbilla. Cuando sonríe se empuja torpemente
hacia un lado. Es algo raro cómo no se ve feo, no que lo fuera a admitir a
mis amigas.

De todas modos, se para allí sonriéndome, no una mala media sonrisa, sino
una linda, y me entrega mi iPod.

—Dejaste esto en tu clase de inglés ayer. Mi clase sigue después de la tuya.


Intenté encontrarte luego de la escuela, pero ya te habías ido.

—Oh, gracias, Da… ¿Darren?

Sacude la cabeza y esa sonrisa vuelve a aparecer.

—No te preocupes, nadie está mirando, no tienes que fingir que olvidaste
mi nombre. Somos prácticamente vecinos, ¿recuerdas?

Suspiré y le quité el iPod de la mano.

—Gracias, Dale. Me estaba preguntando dónde estaba.


—Escucha, sé que es algo intrusivo, pero comprobé tu play list. Tienes muy
buen gusto.

—¿Tú qué? —Estaba mortificada. Eran mis cosas privadas y él las estuvo
viendo y… pensaba que tenía un buen gusto. Tuve que aplastar mi sonrisa
mientras me esforzaba por indignarme.

Él ignoro por completo mi poderosa mirada y sacó algo de su bolso.

—Vi esto en una tienda de segunda mano hace un par de semanas. Iba a
guardarlo, pero pensé que te interesaría.

Tomé la bolsa con un ceño confundido y saqué un CD. Mi grito de


asombro debió haber sido audible, porque se rió.

—¿Granite? No puedo creer que te guste esta banda.

—¿Una banda oscura de rock heavy metal y glam de los noventa? ¿Cómo
no va a gustarme?

Reí.

—No conozco a nadie de nuestra edad que haya escuchado de ellos


antes.

—Sí, bueno, algunos de nosotros lo han hecho.

—Esto es… —Miré el CD, luchando por las palabras—. Es el único álbum
que no tengo.

—Lo sé, por eso te lo doy.

¿Cuán dulce fue eso?

Metió las manos en los bolsillos y me dio una de esas sonrisas con la boca
cerrada para luego aclararse la garganta.

—Entonces, ¿por qué te gustan tanto?

Mantengo mis ojos sobre el estuche del CD. Nunca le había dicho esto a
alguien antes, pero las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas.

—Mi papá a veces me llevaba en sus viajes de negocios a Los Ángeles y


siempre los ponía. Cantábamos hasta que nos dolía la cabeza.
No sé por qué ese recuerdo me duele tanto. Quizás es porque ya nunca
sucede. No me detiene de amar a la banda… en secreto.

La sonrisa de Dale era reluciente mientras asentía por mi historia.

—Es realmente genial.

Me miró por un largo instante luego excavó en su bolso mientras


empezaba a hablar.

—Bueno, mi hermana y yo siempre amamos a la banda y fuimos a su


concierto de reunión el año pasado.

—Oh, sí, ¿tocaron en el Hollywood Bowl, cierto?

—Uh-huh. Fue impresionante. —Sacó una cadena de metal con dos


etiquetas de perro colgando de él.

—De ninguna manera. —Las agarré y estudié el trozo de joyería icónico de


la banda. GRANITE – Rock Hard estaba perforado en el metal—. Esto es tan
estupendo. ¿Lo lanzaron desde el escenario o algo así?

—Sí. Tuve verdadera suerte esa noche. Agarré esto y un palillo de tambor.

—Vaya.

—Lo sé. Genial, ¿huh?

—Totalmente. —Debería haber frenado mi entusiasmo allí. Si mis amigas


alguna vez descubrieran que me gustaba una banda así, me molestarían
absurdamente. Pero no pude detenerme. Estaba hablando con otro
fanático a muerte de Hard Granite. Aparte de mi papá, no conocía a
otros.

Apreté las etiquetas en mi mano y se las devolví.

—No, quédatelas. Tengo el palillo de la batería.

—No puedo.

—Claro que sí.

Incliné mi cabeza con una sonrisa cínica.

—¿Cuál es el truco? ¿Quieres una cita o algo así?


Se ruborizó y su cara se arrugó con una amplia sonrisa.

—Ningún truco. Pero si quieres invitarme a salir…

—¡No! Yo sólo… —Me sentí nerviosa y probablemente estaba totalmente


ruborizada, pero entonces mis ojos se agrandaron y mi sangre se heló.

—¿Nicole?

Lancé el CD y las etiquetas de perro en mi casillero y lo cerré mientras mis


amigas se aproximaban desde atrás.

Dale me dio una mirada seca.

—¿En serio?

Le rogué con los ojos lo mejor que pude, pero lo ignoró y puso una sonrisa
cursi para mis amigas.

—Hola, señoritas.

La nariz de Amber se arrugó y Penny pareció incómoda.

—¿Qué quieres? —La expresión de Amber le dijo que era un patético


bicho y debería alejarse tan rápido como pudiera.

Dale no estaba perturbado y contestó con una sonrisa cordial antes de


mirarme con una sonrisa malvada.

—Qué agradables amigas tienes. Qué placer es finalmente conocerlas.

Quise que la tierra se abriera y me tragara mientras ellas miraban de mí a


Dale.

—Gracias por devolverme mi iPod. —Intenté hacer más que obvio que
habíamos terminado, pero él siguió.

—De nada. Oye, quizás podamos quedar después de la escuela mañana,


escuchar algo de música.

Amber y Penny fruncieron el ceño. Tenía que hacer algo. No quería que
pensaran que estaba con el chico. Penny, más conocida como parásito
de Twitter, por su adicción al Twitter, podía aniquilarme en menos de un
minuto. Tenía que terminar con esto.
E hice que terminara.

De la peor manera posible.

Me encogí de hombros y luego dije con una sonrisita de suficiencia.

—Como sea, Caracortada.

Mis amigas se rieron y la expresión de Dale decayó. Todos los rumores


desaparecieron y me encontré con una mirada que no puedo quitarme
de la cabeza.

Deberías saberlo.

Intenté disculparme sin realmente decirlo, pero fue muy tarde. Las palabras
ya habían salido, mis amigas pensaron que yo era estupenda, o sea una
perra otra vez y fui dejada sintiéndome como la escoria de la tierra.

Miré detrás de mí una vez más mientras caminaba lejos y Dale estaba
sacando los rizos largos hasta sus hombros que siempre metía detrás de sus
orejas, por encima de su cara… un intento patético de ocultar su cicatriz.

Las luces de Dale aparecen mientras pasa por el final de la calle. El


repentino impulso de gritar y ondear una mano para que se detuviera
pasa a través de mí, pero se aleja antes de que realmente pudiera actuar.
De todos modos no se habría detenido. No me miró ni una vez desde que
lo dije. Han pasado cerca de cuatro meses desde que lo apodé
Caracortada. ¿Cómo se supone que iba a saber que ganaría popularidad
y se desparramaría por toda la escuela como un virus? Trago saliva y me
cruzo de brazos. Cuatro meses… y no me ha mirado ni una sola vez.
Capítulo 3
Traducido por Helen1

Corregido por NayeliR

T
omo el autobús en el pueblo y llego a la escuela una hora tarde. Por
suerte nadie me ve mientras me escabullo en la parte trasera de la
escuela y me apresuro a mi siguiente clase. La campana para el
segundo período debe haber sonado un par de minutos antes, porque la
puerta está abierta ampliamente y puedo escuchar a mis amigos todavía
en el modo de charla.

Tiro mi bolso sobre el escritorio y me siento al lado de ellos.

—Hey, chicos. No van a creer la mañana que he tenido.

Amber está evaluando sus uñas mientras el parásito de Twitter termina un


texto y luego cierra su teléfono.

—Así que... —Ella le da a Amber esa sonrisa de cuéntamelo todo.

Amber se sonroja, luego sonríe.

—Estuvo bien.

—¿Qué estuvo bien? —Me inclino hacia adelante.

—Y... —Penny hace círculos con la mano, suplicándole a Amber por más.

—Está bien fue increíble. Él es un muy buen besador. Creo que me gusta.

Penny deja escapar un chillido.

—Yo los conecté. Hashtag1, Penny es impresionante.

1Hashtag: Un hashtag o etiqueta, es una cadena de caracteres formada por una o varias
palabras concatenadas y precedidas por una almohadilla o gato (#). Se usa en servicios
web tales como Twitter, FriendFeed, identi.ca o en mensajería basada en protocolos IRC
para señalar un tema sobre el que gira cierta conversación.
Trato de ocultar mis ojos en blanco. El parásito de Twitter habla con
hashtags.

Amber hace unas risitas.

—Hashtag, grupo de estudio genial.

Y Amber ha comenzado a hacerlo también. Sólo me callo, es súper


molesto.

Espera, ¿acaba de decir grupo de estudio? Por supuesto. Siempre tenemos


grupo de estudio los martes. ¿En casa de quién fue la noche pasada?
Estoy demasiado avergonzada para preguntar. Ellas me acusarán de
beber demasiado de nuevo.

—¿No estás contenta de que lo haya invitado? —Penny pincha el hombro


de Amber.

Amber pone los ojos en blanco.

—Está bien, está bien, no hagas una gran cosa de ello.

Puedo decir por la mirada en su cara que ella totalmente quiere que
hagamos una gran cosa de ello.

—¿Con quién te enrollaste? —Odio no poder recordar lo que hice anoche,


pero tengo que saber a quién besó Amber—. Entonces, otra vez, ¿cuál era
su nombre?

Amber pasa la mano por su pelo y se sienta derecha.

—¿Amber?

Aparta la mirada de mí.

—¿Qué?

Inhala y se aclara la garganta.

—Está bien, ¿es esto porque no te llamé esta mañana? Porque, para tu
información, no puedo encontrar mi teléfono.

Amber sacude su cabeza y se reajusta su largo flequillo.


Pongo los ojos en blanco. Esto es tan Amber. Cada vez que la hago enojar,
incluso por la cosa más pequeña, me castiga con su pretencioso olfateo y
carraspeo. Ella me hace trabajar el doble para averiguar cuál es el
problema también. Es tan absolutamente irritante.

—Penny, ayúdame aquí. ¿Hice algo anoche? No recuerdo haber hecho


nada malo. —Contengo mi comentario “la verdad es que no me acuerdo
de nada”.

Penny revisa su teléfono de nuevo, luego abre su libro de texto mientras el


maestro entra.

—¿Ella te tiene en esto también? Dame un respiro, Penny. No puedo


arreglar esto si no sé lo que está mal.

Se rasca la nariz y luego saca un bolígrafo, mirando hacia la parte


delantera de la clase.

—Gracias, chicas. Muchas gracias —les susurro antes de caer de nuevo en


mi asiento.

Mi mente corre con todas las cosas que podría haber hecho. Por
desgracia mi pizarra está apenas limpia. Amber me ignoró durante tres
semanas una vez cuando me enrollé con el chico con el que tenía un
enamoramiento. Eventualmente conseguí que me perdone, pero nunca le
he dicho que en realidad tuvimos sexo. Prefiero morir. Tal vez se enteró ayer
por la noche.

Me mordisqueo el labio mientras otro delito menor corre a través de mi


cerebro. Esa vez totalmente critiqué su atuendo delante de todos. Solo
estaba tratando de castigarla por haber perdido la pulsera que le presté.
Ella en realidad se veía bastante bien, pero yo, por supuesto, tenía que
señalar el hecho de que esos pantalones en particular hacían que se le
vieran los gorditos. Mátame ahora. No puedo creer que llegué a decir eso
delante de todos nuestros amigos. Me refiero que a menudo su ropa es
demasiado apretada y me encantaría hacerle un cambio en vestuario,
pero ella estaría muy ofendida si alguna vez lo sugería. Además, me
castigó al día siguiente "accidentalmente" derramando jugo de arándano
por toda mi camisa blanca. La guerra podría haber seguido durante meses
si Penny no hubiera intervenido con un acuerdo de tregua.
Echo un vistazo a la señora Spencer mientras comienza su diatriba sobre la
calidad de nuestros trabajos escolares. Ahora somos juniors y no hay
excusa para la tardanza con el trabajo, descuido o tarea incompleta. La
clase deja escapar un gemido colectivo cuando amenaza con hacernos
repetirla.

—Todos, excepto Cassie Martin y Derek Li, cuyo trabajo es constantemente


del más alto nivel.

Disparo a Amber ojos en blanco, pero ella no responde. Dejo de atender a


la señora Spencer y vuelvo a mi preocupación.

¿Qué hice anoche? ¿Con quién se enrolló? Me estremezco por dentro


mientras me imagino a mí —yo— borracha haciendo una jugada en el
interés amoroso de Amber. Qué humillante.

Ciertamente no lo habría hecho.

—Oye, ¿estaba Trent en el grupo de estudio? —susurro.

Amber está demasiado ocupada escuchando a la maestra para


atenderme.

Él debe haber ido. Siempre está ahí, porque yo siempre estoy ahí... y si
estaba allí, no hay manera de que habría estado coqueteando con nadie
más. Por lo menos puedo tachar eso de mi lista.

Miro a Amber de nuevo. Las cosas no han sido lo mismo desde que
comencé a salir con Trent. Amber nunca en realidad lo dijo, pero no creo
que le guste. Él puede ser un poco un chico malo, supongo, pero tiene un
lado muy dulce... a veces. Tal vez no le gusta que esté con él. No hemos
pasado tanto tiempo juntas desde que Trent ha estado en la escena. No
sé, a lo mejor la ignoré en el grupo de estudio. Conociéndola, ella habría
querido mostrar al señor buen besador. Si no había estado prestando
atención, las posibilidades de una fiesta de malentendidos eran bastante
altas.

Suspiro.

Parece que mi día de mierda solo va a conseguir empeorar.

Golpeteo mi pluma en mi libreta y luego tomo una decisión rápida. Me


levanto de mi asiento, recojo mis cosas y camino al frente de la clase.
—Sra. Spencer, no me siento muy bien. ¿Puedo ir a ver a la enfermera por
favor?

Está muy ocupada escribiendo en la pizarra, apenas se vuelve hacia mí


prestándome atención. Tomo su ondeo de la mano como un está bien y
me vuelvo para salir, disparando una mirada taciturna a Amber mientras
camino hacia la puerta.

Quiero lanzar algo mientras taconeo mi camino por el pasillo vacío. Odio
esto, ¿por qué no puedo recordar nada?

Mi cerebro pulsa contra mi cráneo mientras me vuelvo hacia la enfermería.


¿Realmente quiero ir allí?

Giro sobre mis talones y me dirijo hacia las escaleras. Voy a esperar en los
vestuarios. Tal vez para la clase de baile las chicas se habrán
descongelado y puedo averiguar qué diablos está pasando.

Voces vienen desde la parte inferior de la escalera y dejo escapar un


suspiro de alivio.

Trent.

Finalmente. Puedo obtener algunas respuestas.

Voy corriendo los últimos pasos y giro bruscamente alrededor de la esquina


sólo para congelarme en seco. Trent está apoyado en la pared con una
morena linda en frente de él. Julie Peters. Bueno, bueno, bueno.

—No quiero que me atrapen —susurra ella.

—No lo harán. Nadie viene por aquí durante horas de clase.

Cruzo los brazos y poco a poco me acerco a la pareja. Mis pasos son,
evidentemente, demasiado silenciosos para interrumpir su interludio. Me
paro detrás de Trent y espero a que él me note.

—Te veías realmente muy caliente anoche. Sabes que yo quería salir
contigo en lugar de estar ahí.

Julie ríe tontamente, lo que hace que me den ganas de arañarle los ojos.

—Tienes novia, Trent.


—Sí, sí, lo sé, pero... vamos, no puedes negar la química entre nosotros.

Mi labio inferior cae al suelo.

—Bueno, tal vez deberías terminar con ella.

Se mueve incómodamente y deja escapar una risa suave.

—Quiero, pero ya sabes cómo puede ser ella. Tengo que escoger el
momento. No quiero que las cosas sean malas para ti y si ella piensa que la
dejé para poder estar contigo, tu vida apestará.

Malditamente correcto que lo hará.

Voy hacia delante, dispuesta a ir a por todas.

—Gracias por cuidar de mí, Trent, ¿pero qué si se entera?

—No lo hará. Vamos a mantener esto muy tranquilo. Nunca se enterará.

—¿En serio? —grito mientras Trent se inclina para besarla. Doy un paso
adelante y lo golpeo en el hombro. Mi respiración se evapora en un
zumbido grande.

Tropiezo atrás con ojos saltones.

¿Qué acaba de pasar?

Trent se estremece y se frota el hombro. El hombro que había justo tratado


de golpear.

El hombro que mi mano acababa de atravesar.

—¿Estás bien? —Julie le toca la cara.

—Sí. —Se estremece y sonríe de nuevo hacia ella—. Vamos, salgamos de


aquí.

Él pone su mano en su espalda y la lleva afuera.

Me quedo en estado de shock congelada mientras escucho el clic de la


puerta al cerrarse detrás de ellos.

Respirando por la nariz, me acerco a la puerta con pasos tambaleantes. Mi


brazo está temblando mientras alcanzo el pomo de la puerta.
Mis dedos pasan a través del metal.

—No.

Se siente raro. Como, más allá de raro. No es duro como el metal debe
ser... o frío, es solo... nada. No siento nada.

Un dolor agudo se dispara a través de mi cerebro y suelto un grito. Me


agarro la cabeza y caigo al suelo, apretando bien los ojos. El corredor
comienza a girar. Abro los ojos y las paredes se precipitan hacia mí. Mis
pulmones se llenan con un grito de terror antes de que todo se vuelva
negro.
Capítulo 4
Traducido por Shadowy

Corregido por NayeliR

N
o quiero abrir mis ojos. Cada fibra de mi ser pulsa con dolor.
¿Dónde estoy?

La primera cosa que registro es el sonido de los pájaros


batiendo el aire sobre mí.

Wip-wip-wip.

Ellos pían y cantan unos a otros.

Wip-wip-wip.

¿Qué demonios están haciendo pájaros en un pasillo de la escuela? Mis


ojos se abren por su propia voluntad.

Grandes árboles se ciernen sobre mí. El olor a pino flota a mi nariz.

Mierda. ¿Estoy alucinando?

¿Por qué estoy en un bosque?

Me giro para asimilar mi entorno y siento un agudo dolor arder en mi cuello.

—Ahhh.

Es como si alguien hubiera confundido mi cabeza con un clavo. El martillo


se balancea golpeando mi cerebro en un constante e implacable ritmo.

Cierro mis ojos con fuerza. ¿Qué está pasando?

Está bien, sólo detente y piensa. Estabas con Trent, la escoria que está
engañándote.

Hombre, eso pica. No es importante en absoluto para mi situación en este


momento, pero aun así pica… realmente mal. Mi novio está
engañándome con Julie Peters. Imágenes de sus manos y labios en mi piel
masacran mi cerebro. ¿Con cuántas chicas he estado compartiendo esos
labios? Me siento enferma. Lágrimas instantáneas se alinean en mis
pestañas. Sacudo mi cabeza para retirarlas. No es la mejor idea del
mundo.

El dolor pulsa con una venganza, obligándome a volver a la realidad. Al


menos creo que es la realidad.

Con movimientos lentos, investigo el origen de mi dolor de cabeza. Hay un


gran chichón en la parte trasera de mi cabeza. Está suave y blando,
haciéndome poner una mueca. ¿Mi cabello está húmedo?

Alejo mi mano y noto un líquido rojo en las puntas de mis dedos.

¿Sangre?

Estoy sangrando.

Doy un tirón ante la comprensión y grito.

El lado izquierdo de mi cuerpo se siente como si ha sido golpeado con un


martillo de bola. Uso mi mano derecha para hacer una evaluación rápida.
Mi brazo me está matando. No quiero tocarlo, pero me obligo a sentir
alrededor de la zona. Mi codo está hinchado y palpitante. Trato de
moverlo de nuevo, pero el dolor es insoportable.

Me acuesto quieta mientras respiraciones aterradas golpean a través de


mi sistema. Estoy al borde de un festival de gritos. Puedo sentirme
perdiéndolo. Si no lo contengo, el pánico va a robarme todo el sentido
común pronto.

¿A quién le importa una mierda el sentido común? ¡Me estoy volviendo


loca aquí!

—Sólo detente.

Las palabras salen a través de mis labios resecos. Mi cerebro está luchando
por el control, obligando a mis emociones a calmarse.

—Detente.

Me repito otras diez veces, hasta que mi respiración vuelve a un patrón


normal.
—Ahora piensa. —Puedo oír la voz de mi padre en mi cabeza. Cada vez
que me enojaba cuando era niña, él diría—: Detente. Respira. Piensa.
Ahora, ¿cuál es la mejor manera de manejar esto?

Eso solía molestar el infierno fuera de mí. Él no lo había dicho en mucho


tiempo realmente. Es sorprendente cuan reconfortante es el recuerdo.

—Detente. —Hecho eso.

—Respira. —Hecho eso.

—Piensa. —Está bien, piensa.

¿Cómo llegué aquí? ¿Cómo pasó esto?

Una imagen de mí rodando por un terraplén destella en mi cerebro. Vuelvo


cuidadosamente mi cabeza para mirar por la ladera empinada. Estoy
rodeada de pinos. La luz de día lucha para llegar a mí a través de las
ramas gruesas, pero todavía estoy acostada en una cama de luz
moteada.

Tengo miedo de moverme, pero levanto mi cabeza para tener una mejor
idea de lo que podría estar arriba de la colina.

Consigo nada más que dolor.

No puedo ver donde estoy. No tengo idea de qué es arriba o abajo.

Todo lo que sé es que me duele.

Realmente, realmente me duele.

¿Y es eso vómito lo que huelo? Miro a mi derecha y noto una mancha de


asquerosidad cerca de mi cabeza. ¡Ewwww! ¿Por qué estaba vomitando?
¿Me emborraché totalmente y caí por esta colina o algo así? ¿Por qué
nadie me ayudó? ¿Mis amigos sólo se rieron y se alejaron, dejándome
completamente sola?

Sola.

Estoy totalmente sola.

El pánico se levanta con cruel rapidez.


—No. Detente. Respira. Piensa. —Puedo escuchar la desesperación en mi
voz y mis siguientes palabras apenas pueden lograrlo más allá de mis
lágrimas—. ¿Cuál es la mejor manera de manejar esto?

Los sollozos hacen que mi vientre tiemble. Alejo mis lágrimas y grito:

—¡¡No tengo idea!! ¡Ayúdenme! ¡Alguien ayúdeme!

Grito hasta que mi voz está ronca. Los pájaros se han quedado en silencio
y ahora me quedo sin nada.

La desesperanza me envuelve, pero mi cerebro no la dejará ganar.


Todavía puedo escuchar las palabras de papá repitiéndose una y otra vez
como un mantra.

Lo intento una vez más.

Detente. Respira. Piensa.

Quiero a mi mamá.

No. ¡Nicole! ¡Detente! ¡Respira! ¡Piensa!

Empujo mis deseos infantiles a un lado y acepto el hecho de que estoy


sola. La sensación no es nueva, pero eso no impide que mi corazón arda.

Piensa. Piensa, Nicole.

Respiro lentamente a través de mis fosas nasales y dejo que el aire se libere
con un silbido.

Piensa.

Está bien, así que mi brazo está jodido, pero todavía puedo usar mi mano
derecha. Tal vez puedo arrastrarme por la colina y ver si hay alguna
civilización cerca.

Giro mi cuerpo, lista para ejecutar mi brillante plan cuando un dolor se


dispara de mi rodilla. Se siente tan intenso, que aparecen estrellas en una
sucesión rápida, seguida por una neblina negra. Antes de que sepa lo que
está pasando, estoy parada en mi sala de estar mirando ese horroroso
pino.

—Sí, hola. Soy la Sra. Tepper, la madre de Nicole.


Mamá.

Corro rápidamente alrededor del sofá y hago una línea recta hacia la
cocina, siguiendo su voz como una cuerda salvavidas.

—Mamá. Gracias a Dios.

Ella está mirando sus pies mientras gira alrededor de la encimera,


asintiendo con su cabeza.

—Sí, pero, ¿ella ha ido a la escuela hoy?

—Mamá. —Me paro en su camino y agito mis brazos, pero ella no puede
verme.

—¿No? Está bien, gracias.

¡Maldita sea! ¿Soy un fantasma? ¿He muerto ya?

No puedo haberlo hecho. Era como esta misma mañana. Todo se siente
igual. Tal vez mi mente ha dejado mi cuerpo. Tal vez estoy atrapada en
esta extraña sub-realidad, medio muerta medio viva.

Un escalofrío corre por mi columna. Medio muerta… y probablemente no


tan lejos de estar totalmente muerta a menos que encuentre ayuda.

—¡Mamá! —Agito mis brazos más frenéticamente, pero ella sólo asiente
con su cabeza y mira a través de mí.

—Sí, entiendo, pero, ¿puede por favor contactarme si alguien la ve?

Wow, en realidad se ve preocupada.

—Gracias. —Mamá cuelga el teléfono y juguetea con su pendiente. Sus


ojos tienen ese brillo vidrioso en ellos mientras mira fijamente la encimera.
Está claramente en modo zombie y ella sólo tiende a hacer eso cuando
está concentrándose realmente fuerte o simplemente no sabe qué hacer.

—Mamá. —Me paro justo a su lado. Tal vez si estoy súper cerca, ella será
capaz de escucharme—. Soy yo. Soy Nicole. Necesito tu ayuda. Tienes que
encontrarme. Estoy herida. No sé dónde estoy o qué me pasó, pero
necesito que sigas intentándolo. Por favor, llama a alguien más.

Me estiro por el teléfono y mis dedos pasan a través de él.


¡Asqueroso!

No me encanta mucho la cosa de fantasma.

—Mamá, por favor. —Mi voz tiembla.

Ella despierta de su ensueño y camina a la máquina de café. Levantando


la tapa, deja escapar un suspiro y bota las sobras en el bote de basura.
Agarra un filtro fresco, lo pone en la parte superior y alcanza el café.

El teléfono la detiene. Fuerza una sonrisa y presiona el botón contestar,


asegurándose de que está en altavoz así puede seguir moviéndose por la
cocina.

—Hey, ¿dónde estás ahora?

—¡Papá! ¿Puedes oírme? —Sé que no tiene sentido, pero grito de todos
modos.

Mamá está llenando la jarra de cristal con agua, por lo que grita sobre su
hombro.

—Vine a casa.

—¿Pensé que no tenías un momento libre hoy?

—No lo tengo, gracias a Jackie A. hombre esa mujer es tan exigente… un


dolor en el trasero.

Mi padre se ríe.

—¿Por qué estás en casa, entonces?

Ella vacía el agua en la parte superior, luego mete la jarra en la máquina


con fuerza y presiona el botón de encendido.

—Sólo quería ver si Nicky estaba aquí. Pensé que tal vez estaba faltando a
clases de nuevo y solo había esperado hasta que me fui antes de salir.

¿Mamá sabía que yo faltaba a clases? Diablos, no sabía eso. ¿Por qué
nunca ha dicho nada? Siento que mi espíritu se desinfla. No quiero
responder esa pregunta.

—Mira, cariño, sé que estás preocupada, pero estoy seguro de que ella
está bien.
—Ella no está bien, Mitchell. —Sus dedos dan toquecitos en la encimera
mientras espera que su café se filtre—. Sé que llega a casa a todas horas,
sé que probablemente hace de las suyas con sus amigos, sé que está
saliendo con un perdedor… ¿cuál es su nombre, Brent o algo así? Pero ella
siempre viene a casa. Ella siempre está aquí en la mañana.

¿Cómo sabe todas estas cosas? ¿Ni siquiera le presenté a Trent?

Papá se aclara la garganta.

—Trudy, ella se ha quedado fuera toda la noche antes.

—Pero no en una noche de escuela. No puedo sacudirme la sensación de


que algo no está bien.

—¿La has llamado?

—Sólo va directo al correo de voz. No tiene sentido dejar un mensaje, ella


nunca me devuelve la llamada de todos modos.

—Estoy seguro de que llegará eventualmente. No creo que deberíamos


preocuparnos aún.

—Pero, ¿y qué si ella finalmente lo hizo?

¿Hice qué?

—Yo no…— Papá suspira—. No quiero pensar de esa manera.

Los ojos de mamá se llenan de lágrimas.

—¿Mamá? —Extiendo mi mano para tocarla, pero sé que no puedo—.


¿Qué crees que hice?

—Vamos a explorar todas las opciones primero, ¿está bien? Haré una
llamada a la escuela.

—Ya lo he hecho.

—¿Y?

—No creen que fuera.


—Bueno, tal vez vale la pena realmente ir allí. Uno de sus amigos
definitivamente será capaz de decirnos algo. Si está huyendo, uno de ellos
lo sabrá.

—¿Huyendo? Espera un segundo, ¿crees que he huido? ¡No lo he hecho!


—Agito mi mano en frente de la cara de mamá, pero no soy nada más
que aire—. Mamá, no he huido. Necesito que ustedes me encuentren.

—Sí. —Mamá suspira mientras retira la jarra y se sirve café fresco en su taza-
termo—. Lo intentaré e iré allí en algún momento de hoy.

—Trata de no preocuparte. Ella aparecerá.

—Sí, yo sólo… —El teléfono de mamá emite un bip—. Maldita sea. Esa es
Jackie otra vez. Mejor me voy.

—Te veré en la cena. Intentaré estar en casa a las seis. Si no ha aparecido


para entonces, podemos hablar de qué hacer a continuación.

—Sí, está bien. Adiós. —Ella sostiene su aliento antes de apagar el altavoz y
pegarse una sonrisa—. Jackie. —Su voz es brillante y aireada mientras
agarra su taza y sale de la cocina de regreso hacia su auto.

La sigo con pasos rápidos y logro salir por la puerta antes de que ella la
cierre sobre mí. Tan pronto como abre la puerta del conductor, me lanzo
dentro.

—Mamá, desearía que pudieras oírme. ¿Qué puedo hacer para que me
escuches?

Trato de golpear el salpicadero y sonar la bocina, pero es inútil. Estoy


hecha de maldito aire. Además, ella está tan inmersa en su llamada con
Jackie, que probablemente ni siquiera notaría si en realidad estuviera aquí.

Me desplomo en mi asiento con una maldición.

La llamada dura hasta poco más allá de Big Bear Village. Mamá continúa
maldiciendo hacia la escuela, sus dedos tamborileando… su mente a un
millón de kilómetros de distancia.

—¿Estás pensando en mí? ¿Preguntándote qué estoy haciendo? Deberías


ir a la escuela. No esperes, ve allí ahora.
Puedo ver el desvío a la escuela justo delante. Mamá desacelera el coche
y mira hacia Maple Lane.

—Eso es. Gira a la derecha. Puedes hacerlo.

Su teléfono empieza a sonar de nuevo. Mira la pantalla y suspira antes de


responder con esa luz del sol plástica de ella.

—Hola, Gordan... Ajá. Claro, estoy libre ahora. Puedo encontrarme contigo
en diez minutos. —Mamá enciende el indicador equivocado y va a hacer
un giro en U.

—¡No! ¡La escuela! ¡Averigua dónde estaba ayer por la noche!

Ella frena para dejar pasar un par de coches y tomo una decisión
apresurada.

—Bien. Si tú no vas a ir, yo lo haré.

Trato de saltar por la ventana abierta, pero termino cayendo a través de la


puerta del auto. Probablemente me veo como una idiota total mientras
salto lejos del auto y golpeó el bordillo. Aterrizo en un montón mientras ella
se aleja de mí.

Lentamente me sacudo, recojo mi bolso, el cual parece aparecer


conmigo, a pesar del hecho de que no estoy realmente aquí, y me vuelvo
hacia la escuela. No debería esperar que mamá o papá sean capaz de
escucharme… nosotros difícilmente somos cercanos. La depresión se sienta
en mi hombro y me recuerda que no soy realmente cercana a nadie… lo
que quiere decir que nadie será capaz de escucharme nunca.

Trato de sacudírmelo mientras pongo un pie delante del otro. Lo menos


que puedo hacer es averiguar qué me pasó anoche. No quiero morir
completamente inconsciente.

En realidad no quiero morir en absoluto… Creo.


Capítulo 5
Traducido por Clary

Corregido por Mlle_Janusa

C
orro a la escuela precipitándome al estudio de baile. La puerta
está cerrada.

¡Perfecto! ¿Cómo diablos se supone que entre?

Pienso acerca de caer a través de la puerta del auto y tiemblo. No, no lo


haré.

Entonces, ¿qué más se supone que haga?

Antes de que pueda imaginarlo, la puerta se abre y me encuentro


envuelta en un grupo de chicas haciendo su camino a... período libre.
Nosotros siempre tenemos tiempo libre después de baile los miércoles.

Trato de evitar los ajetreos, pero no puedo evitar que algunas personas
caminen a través de mí. Intento convencerme a mí misma que los siento
rozándome a lo largo de mis brazos y hombros, pero soy como una nube
de humo. Un par de chicas tiemblan como Trent lo hizo. Tal vez las
personas pueden sentirme.

Me agarro del brazo de Amber cuando ella pasa caminando, pero no


obtengo ninguna reacción. Mis dedos golpean directamente a través de
su brazo que aparta de mí. Ella está riendo de las referencias de Lauren de
su sesión de besuqueo inconsciente de la noche anterior.

—No pude evitarlo. Es caliente.

—No es caliente. —Lauren sacude la cabeza—. Estabas muy borracha


para notarlo.

—¡No lo estaba!

—Estabas un poco borracha —murmura Penny.


—De acuerdo, bien, pero eso no cambia el hecho de que es un buen
besador.

—¿Entonces vas a empezar a salir con él?

—Tal vez. —Amber pone su nariz en el aire—. O quizá fue sólo una aventura
del grupo de estudio.

Lauren ríe y enrosca su brazo a través del de Amber.

—Mejor asegurarse de que Nicole mantenga su anzuelo lejos de él.

¿Qué acaba de decir?

—¡Auch! ¿La viste la última noche pavoneándose en la camiseta de un


millón de dólares?

Un recuerdo inundó mi cerebro mientras las chicas caminaban lejos de mí.


Me esfuerzo por mantener las imágenes en mi mente.

Salí de la casa, después de haber pasado al menos una hora


asegurándome que lucía perfecta. Abrí la puerta del pasajero con una
sonrisa y me deslicé dentro.

—Echa un vistazo a la nueva vestimenta. —Amber señaló mi camiseta.

—¿Te gusta?

—¡Me encanta! —Tocó el cuero suave y pasó su dedo sobre el fino encaje
delgado. Estaba segura que su piel se volvió un poco verde antes de que
aclarara su garganta y saliera a la calle—. ¿Dónde lo obtuviste?

Forcé un tono casual.

—Es un Marc Jacobs. Lo compré en línea.

—¡De ninguna manera! ¿Cómo puedes permitirte este tipo de cosas?


Apenas puedo convencer a mi madre que gastar $200 en un par de
zapatos es razonable.

Agarré la tarjeta de crédito de Papá y la miré con una astuta sonrisa.

—¿Quieres una también?

Me miró y luego empezó a reír.


—Eres un dolor en el trasero.

—Es un poco ladrona. —Amber hace un movimiento rápido empujando su


cabello hacia atrás mientras subían las escaleras, rumbo a la biblioteca.

Bueno, ella ciertamente cambió su opinión.

Yo trato de no dejar que me moleste, pero no puedo evitar cruzar mis


brazos y fruncir el ceño.

—O.M.G. ustedes, echen un vistazo a esto. —Penny agarro el brazo del


Amber—. Acabo de recibir un texto de Milly.

Todos miran fijamente sin expresión.

—Ustedes saben, uno un poco gordito uno que trabaja en la oficina a


veces. —Penny frunce el ceño—. No sé cómo se las arregló para salir de
clases para enterarse de algo tan jugoso, pero de todos modos.

Me muevo detrás de mis amigas con el fin de evitar una avalancha de


tráfico humano que serpentea a través del angosto corredor dentro del
patio interior.

—Escuchen esto... —Penny agarra el teléfono más cerca de su rostro—.


Acabamos de enterarnos. Nicole no está en la escuela. Su mamá piensa
que está AWOL2.

Las chicas suspiran y mi pecho se aprieta con esperanza.

Bueno chicas, empiecen a armar juntas el rompecabezas. Escucho mi


respiración.

—De ninguna manera. Está jugando a escaparse de nuevo —Lauren rueda


sus ojos.

—Sí, me refiero a que ella no me llamó esta mañana.

—¿La llamaste tú? —Penny mira a Amber.

—Lo intenté.

2 AWOL: es un acrónimo de “absent without leave”, es decir, “ausente sin permiso”.


—Mentirosa. —Lauren rió—. Todavía estás molesta porque ella rechazó tu
aventón de vuelta a casa anoche.

¿Yo hice qué?

—Hey, tuve que detener un muy importante escenario de besos y ella no


estuvo allí para mí.

¿Estás bromeando?

—¡Chicas! Puede una de ustedes por lo menos empezar a preocuparse,


por favor.

Penny se rasca la nariz.

—Voy a enviar un tweet, y ver si alguien la vio.

—Gracias, Penny. —Frunzo el ceño a mis supuestas amigas.

Si quieres saber algo de esta escuela, sigue a @Twitterbug. Dentro de dos


minutos, el grupo de estudio de los chicos estaba persiguiéndonos.

—Así que Nicole esta AWOL. ¿Qué pasa con eso? —Matt balancea su
brazo alrededor de los hombros de Penny. Penny se encoje con una sonrisa
cortés.

Sacudo mi cabeza. ¿Cuánto tiempo ha estado buscando su afecto?


¿Cuántos rechazos hacen falta? Sigue la pista, Matt.

—Sí, su mamá llamó a la oficina. No la ha visto.

—Está probablemente sólo escondida fuera de su casa hasta que su


mamá se vaya o algo.

—Me sorprende que a su madre incluso le importe. Ella ha permitido que


haga lo que ella quiera.

—Lo sé, ¿no? Si alguna vez yo hubiera sido atrapado metiéndome a casa
después de las diez en una noche de escuela, estaría encerrado de por
vida. Se mueve de forma desenfadada dentro y fuera de su lugar cuando
quiere.

—Me gustaría tener su vida.

No ahora, no.
—Así que, ¿dónde crees que está ella? —Penny está con su cara
encendida con la emoción de los chismes.

—En casa.

—En L.A. por el día.

—Haciéndolo con Trent detrás de las gradas.

—¿Quién está haciéndolo conmigo? —Trent aparece de la nada. Miro


hacia arriba a su alta estructura y lucho contra el deseo de admirarlo.
Imbécil infiel. Si hubiera sido un día normal. Habría puesto mi brazo
alrededor de su cintura. Él habría besado la parte superior de mi cabeza y
que hubiéramos caminado a la biblioteca, escuchando a los otros,
mientras compartiríamos pequeñas miradas secretas. Sus manos
recorriendo mi espalda, enviando chispas por mi cuerpo.

Manos que rondaban por otras espaldas.

Doy un paso atrás de él y lo llamo de la peor forma que puedo pensar.

—Nicole, ¿quién más?

Trent se ríe entre dientes y pasa una mano a través de su corto cabello
oscuro. Sus hoyuelos aparecen en su lugar y mira a su alrededor con una
sonrisa. Matt y Drue ruedan sus ojos. Tal vez ellos saben que es una mierda...
o quizás ellos piensan que sus travesuras de engaño son geniales. Hombre,
odio a estos chicos a veces.

—Está perdida, sabes. —Penny se detiene en las puertas de la biblioteca.

—¿Qué? —Trent traga, un poco nervioso.

—Sí, al parecer su madre llamo a la escuela para decir que no sabe dónde
está.

—Eso es una locura. Está alrededor.

—Ella no está en casa.

Trent encoge los hombros.

—Probablemente huyó a L. A. por el día.


—Él está en lo correcto, sabes. —Lauren se encoge de hombros—. Amber,
dijiste que ella le robó la tarjeta de crédito a su papá. Probablemente está
caminando a Rodeo Drive mientras hablamos.

Los celos en voz de Lauren eran imposibles de pasar por alto.

—Pero ella usualmente me invita. —Entonces Amber frunce el ceño, su


expresión oscureciéndose. Puedo escucharla pensando: Perra.

—No, no te invité, Amber. Estoy atascada en un bosque en algún lugar, a


punto de morir, no en las tiendas de Rodeo Drive.

Miro a Lauren.

—¿No fuiste a su casa anoche? —Penny apunta a Trent.

Asiente, viéndose algo extraño.

—¿Qué? —Amber da unos pasos hacia él.

—Nada, Solo espero que ella esté bien. No actuaba como ella anoche.

¿No lo hacía?

—¿Qué quieres decir?

—Parecía tensa. Estoy seguro que ella está solo arrastrándose en algún
lugar. Saben cómo es ella.

Todos asintieron.

Frunzo el ceño. ¿Cómo actuaba yo? ¿Por qué estaba tensa ayer por la
noche? ¿Qué quiso decir con eso?

Ojalá pudiera recordar. Mi cabeza pulsa y me froto la sien.

Lauren le da a Trent una mirada simpática.

—Siento si ella arruinó tu noche. —Aprieta su brazo.

Él le dispara una sonrisa algo desanimada, jugando la tarjeta de


solidaridad como un profesional.

Ruedo mis ojos.

—¿Disculpa? ¿Arruinado su noche? Él no está perdido tirado en el bosque.


Quiero gritar. Esto es tan frustrante. ¿Cómo es posible que Trent me haya
dejado en su casa si había terminado en el medio de la nada? ¿Qué
sucedió entre su coche y mi casa?

—Bueno, nosotros, grandes señores, tenemos que pensar en cosas más


importantes justo ahora. —Da a las chicas un guiño y sonríe a Matt de
represalia antes de partir a su próxima clase. Quiero seguirlo y pedirle más
detalles, pero ya que no puede escucharme quedarme con este grupo
probablemente funcione en beneficio mío.

Tal vez algunos de sus parloteos chismosos puedan llevar a la verdad.

Matt abre las puertas para todos y entran en fila. Doy un salto dentro antes
de que se cierre en mi trasero.

—Penny. Amber. —Camino junto a mis amigas—. ¿Por qué no están


preocupadas? ¿Qué pasa si Trent está mintiendo? ¿Cómo pude terminar
en el bosque? Por favor, alguien escúcheme.

—¿Que si ella no está de compras? —Penny deja caer sus libros en la gran
mesa de la biblioteca. Por lo menos parece un poco preocupada.

Gracias. Finalmente.

—Tal vez ella huyó. Ha estado amenazando con hacerlo durante meses —
Amber saca una silla—. Trent dijo que ella estaba actuando raro ayer por
la noche. Tal vez cuando la dejó ella recogió sus cosas y se fue.

—¿Alguien apuesta porque algún semental la recogió y ahora se están


casando en Las Vegas?

Todos rieron de la broma de Matt.

—Tal vez algún camionero la secuestró y está encerrada en la parte de


atrás con una carga de ganado.

Amber ríe.

—¿Por qué tendría que ser gracioso? —Mi voz sale en duras sílabas.

—Tal vez está en un autobús con dirección a Nueva York. Hashtag, Nicole
anhela eso. —Penny sonríe.

—Penny, no tú también. No huí. —Tiro mi bolso sobre la mesa—. ¡Chicos!


—Quizás está muerta.

La mesa queda en silencio ante la casual declaración de Lauren. Todos la


miran, luego se miran unos a otros... entonces todos estallan en una
carcajada.

—¿Por qué se están riendo? No estoy muerta. NO ESTOY MUERTA —grito.

Por el rabillo de mi ojo, veo una cabeza levantarse desde un libro y mirar
alrededor de la habitación como si él acabara de escuchar algo.

—No estoy muerta —grito a través de la sala.

Se encoge, baja su libro y mira fijamente hacia mí.

Me estremezco.

Dale Finnigan.

Malditamente imposible.
Capítulo 6
Traducido por IreneRainbow

Corregido por Mlle_Janusa

D
e todas las personas. Lamo mis labios y doy un paso hacia su mesa.
Todavía está escaneando esta sección de la biblioteca, buscando
nerviosamente.

Muevo los brazos y salto hacia arriba y hacia abajo. Dale frunce el ceño y
luego baja la mirada, hacia su libro. Bueno, tal vez no me puede ver.

—No estoy muerta —digo, a través de la habitación.

Frunce el ceño y obviamente está haciendo un gran esfuerzo para


continuar leyendo.

Agarro mi bolsa, zigzagueo por las mesas y llego en cuclillas a su lado.


Muevo mi mano enfrente de su rostro, pero él no se mueve. Sus ojos siguen
ojeando las páginas del libro, como si nada estuviera tratando de
bloquearlas.

Conteniendo la respiración, lentamente me pongo de pie y me agacho


para que mis labios queden justo a un lado de su oreja.

—¿Puedes oírme? —susurro.

El libro cae sobre la mesa con un fuerte ruido. Dale se ve como si estuviera
a punto de tener un paro cardiaco. Todos en la biblioteca lo observan. El
bibliotecario frunce el ceño y lo hace callar, mientras que en la mesa de
mis amigos todos empiezan a reír.

Quiero caer al suelo con alivio. ¿A quién le importa si es Dale? Alguien


puede oírme.

—Dale, yo... —Las lágrimas hacen mi voz temblar.


Se pone de pie y con sus manos temblorosas, recoge sus cosas.

—¿Dale?

Ni siquiera se molesta en guardar sus cosas correctamente, solo las mete


en su mochila mientras camina en línea recta hacia la salida.

Lo sigo y me las ingenio para pasar por la puerta antes de que se cierre
sobre mí.

—¿A dónde vas? —Tengo que correr para igualarle el paso.

Él continua caminando, agarrando la correa de su mochila como si fuera


un salvavidas.

—Dale, por favor detente. No puedo seguirte.

Aceleramos el paso y giramos en una esquina. ¿Por qué no me escucha?


Sé que puede oírme. ¿Realmente me odia tanto?

Su ritmo es cada vez más veloz, y finalmente tengo que detenerme.


Inclinándome, dejo escapar un ligero grito y golpeo con mi pie.

—Maldita sea, Dale. ¡Detente!

Su ritmo se ralentiza. Doy un par de respiraciones profundas y continúo


caminando tras de él.

—Mira, si esto se trata del comentario de Caracortada, lo siento, ¿de


acuerdo? ¡Lo siento! No quise decirlo y me sentí muy mal después.

Puedo ver sus hombros agitándose mientras dobla en la siguiente esquina.

Alzo mi voz aún más mientras corro para mantener su ritmo.

—Sé que debí haberlo dicho hace meses, pero no es como si alguna vez
me hubieras dado oportunidad.

Niega con la cabeza. Sé lo que está pensando: que incluso aunque


hubiera tenido la oportunidad, yo no lo habría hecho. Odio aceptar que
tiene razón.

La desesperación inunda mi cuerpo mientras él rodea la esquina, me


detengo en seco y estoy al borde de las lágrimas. Cayendo al suelo, me
rodeo con mis brazos.
—Define ironía —murmuro—, realmente alguien puede oírme, pero no
quiere escucharme.

Sacudo la cabeza y sorbo mi nariz. Líquido quema mis ojos y sé que si cierro
mis parpados, grandes lágrimas comenzarán a rodar por mis mejillas.

Esto no es justo.

—¿Nicole?

Alzo la vista ante el susurro de Dale. Su rostro está pálido y parece bastante
nervioso, pero está caminando... hacia mí.

Levantándome del suelo, sacudo mis jeans y aclaro mi garganta.

Sus ojos me lanzan una mirada, y empieza a hablar al casillero que está a
mi derecha.

—No es por el comentario. —Mira por encima de su hombro antes de


detenerse a unos metros de mí, todavía frente a los casilleros—. Es por...

—Estoy a tu izquierda.

Vuelve la cabeza, evidentemente molesto por la interrupción; pero al


menos me está mirando ahora... más o menos.

Dos respiraciones lentas entran y salen de su nariz y luego dice:

—Esto no es real.

—Lo es, te juro que no estoy jugando contigo. No sé por qué puedes oírme,
pero pareces ser la única persona que puede hacerlo. Por favor, necesito...

De repente se ríe, no un sonido feliz, sino uno de esos al borde de la histeria.

—Estoy hablando con un fantasma, ¿cierto? ¿Eres un fantasma o algo así?

—No estoy muerta.

—Te escucho. ¿Qué eres? ¿Por qué te puedo oír? —Apunta su cabeza con
un tembloroso dedo.

—No lo sé.

Sacude la cabeza y se da la vuelta para dejarme.


—Por favor, Dale, no estoy muerta; pero lo estaré si alguien no me ayuda.

Mi arrebato de palabras es seguido por un silencio sepulcral. Engancha su


mochila a su hombro y baja la barbilla. Puedo sentirlo preparándose para
alejarse a grandes zancadas, pero entonces sus hombros se hunden. Deja
escapar un pesado suspiro.

Agitada, espero en silencio. Mi bota haciendo un nervioso golpeteo rítmico


en el suelo del pasillo. No es como si alguien pudiera oírlo.

Moviéndose muy lentamente, Dale se gira de nuevo hacia mí. No puedo


leer su expresión; hay una profundidad en sus ojos que es inexplicable. Su
comportamiento ha cambiado totalmente, su sonrisa se ha hundido en la
distancia y siento como si estuviera mirando a un adulto... de diecisiete
años.

Dejando caer su mochila al suelo, Dale susurra: —¿Qué te ha pasado?

—No estoy segura. Quiero decir, mi mente está aquí, pero mi cuerpo... —Mi
voz empieza a temblar—. Estoy perdida en algún lugar del bosque y no sé
cómo llegué aquí. No puedo recordar nada.

—¿Qué es lo último que recuerdas?

—Amber me estaba llevando al grupo de estudio... en la casa de Matt.

Bueno, eso era nuevo. Imágenes de la enorme casa de Matt pasaron a


través de mi cerebro. Música a todo volumen flotando hacia el lago
donde todos estábamos. Drue y Nixon estaban lanzando piedras al agua;
Trent tenía su brazo alrededor de mis hombros y yo estaba bebiendo una
Corona3. Matt estaba demasiado cerca de Penny mientras ella reía por
una broma de Lauren... y Amber estaba sentada sobre un tronco,
enrollándose con... ¡Charlie Watson! ¡Ewww! ¿El chico flaco de pelo
grasiento de su clase de Biología? Pensé que ella lo odiaba. La memoria se
evapora de mi cerebro. Trato de buscar más recuerdos, pero se han ido.

Dale resopla con disgusto.

—¿Grupo de estudio? ¿No querrás decir la fiesta?

3 Corona: marca de cerveza.


Asiento con la cabeza, todavía un poco aturdida por las imágenes de
Amber y Charlie jugando con sus lenguas.

—¿Nicole? ¿Tengo razón?

Estoy a punto de reclamarle por hacerme contestar dos veces, cuando


recuerdo que no puede verme. Aclaro mi garganta.

—Sí, la fiesta... Como sea que quieras llamarla.

Parece serio mientras asiente y mete un rizo detrás de su oreja.

—Está bien, así que dejaste la casa de Matt y...

—No recuerdo haber salido de la casa de Matt. —Cierro mis ojos y los
aprieto—. Me duele la cabeza... y no puedo recordar.

Las facciones de Dale parpadean con preocupación.

—Debes tener una contusión en la cabeza.

—Así es. Me golpeé la cabeza y mi brazo me está matando y creo que mi


pierna está rota.

—¿Cómo sabes eso? ¿Lo puedes sentir?

—No, regresé a mi cuerpo. Así es como sé que no estoy muerta. Me


desperté rodeada por árboles y todo me dolía. Cuando traté de moverme,
me desmayé de nuevo. No sé qué hacer. Yo... estoy... qué hacer...

Mi voz tiembla mientras las lágrimas se aproximan rápidamente.

—Shhhh —susurra Dale, suavemente—, está bien. Yo...

Sostiene su respiración, dudando.

No puedo quitar mis ojos de él mientras su rostro es atravesado por


diferentes emociones. Su resistencia es difícil de pasar por alto, pero su
cabeza se balancea. El movimiento es mínimo, pero la esperanza dentro
de mí se aferra a ello. Finalmente respira y el asentimiento con su cabeza
se hace pronunciado.

—Te ayudaré, lo haré. —Asiente de nuevo—. Solo quédate conmigo en mi


siguiente clase y dime todo lo que sabes, ¿de acuerdo?
Su voz es dulce y suave como si estuviera hablando con un niño de cinco
años. Por alguna extraña razón, es lo más reconfortante que he oído en
todo el día.

Me limpio las lágrimas. Con unos pocos lloriqueos, me arrastro junto a él y


caminamos a la clase en silencio.

Apenas se ha sentado, saca una hoja de papel en blanco y escribe:

Dime todo lo que puedas ver.

—¿Quieres decir, cuando estoy en mi cuerpo?

Asiente con la cabeza.

Empiezo a hablar, describiendo el terraplén con todo el detalle posible.


Asiente con la cabeza, tratando de hacer que parezca que le está
poniendo atención al profesor. Cada vez que quiere aclarar algo, me
detiene con una pregunta escrita.

¿Estás sangrando?

—No, bueno sí. Un poco de sangre en mi cabeza. No creo que sea malo.

Hace esa sonrisa suya.

¿Qué estás vistiendo?

—¿En serio? ¿Quieres una imagen mía en este momento?

Me lanza una mirada oscura. Su dirección es bastante buena y me da con


toda la fuerza de su mirada. No puedo dejar de sonreír un poco. Es
realmente muy lindo cuando frunce el ceño.

Me aclaro la garganta.

—Estoy en jeans, botas hasta la rodilla y una... camisa de cuero sin


mangas.

¿En otoño? ¿No tienes frío?

—Supongo. No recuerdo haber pensado en eso cuando me desperté.

¿Tienes una chaqueta? ¿Qué es lo que llevas contigo?


—No estoy segura... ¡Espera un segundo! —Tomo mi bolsa—. Debo tener mi
bolso conmigo.

¿Qué hay en él? ¿Tu teléfono?

Busco en él, sacando brillos labiales, un kit de maquillaje, esmaltes de uña,


mi billetera, la tarjeta American Express de mi padre. Frunzo el ceño.
Empujando todo, busco alrededor de cada esquina de la bolsa, pero
salgo con las manos vacías. Suspiro.

—No hay teléfono.

¿Una chaqueta?

Toco la chaqueta que había buscado en mi bolso.

—Sí.

La próxima vez que vuelvas, cúbrete. Asegúrate de mantenerte caliente...


y trata de tener una mejor idea de tus lesiones. Cuanto más sepa, más te
podré ayudar.

—Está bien. —Llamaradas de esperanza me atraviesan cuando leo sus


palabras. De todas las personas en el mundo que podían oírme. Sacudo mi
cabeza. Dale Finnigan.

¿Por qué me siento tan increíblemente agradecida?

Me mantengo cerca de Dale mientras salimos de su clase de Inglés


Avanzado. Está caminando rápido de nuevo y tengo que saltar alrededor
de la gente para mantener su paso.

—¿Por qué siempre caminas tan rápido?

—Necesito hablar con tus amigos antes de mi próxima clase y no quiero


llegar tarde.

—¿Mis amigos?

—Sí, ¿no me dijiste que fuiste al grupo de estudio con Amber?

—Sí, pero no regresé con ella.

—Bueno, tal vez ella sepa con quien regresaste.


Por alguna razón, no quiero decirle que me fui con Trent. Me muerdo los
labios mientras cruzo por la multitud. Mira su reloj de nuevo y puedo sentir
su urgencia y renuencia a llegar tarde.

Eventualmente, dejo escapar un suspiro.

—Me fui con Trent.

Dale se detuvo y estuve a punto de chocar con él.

—¿Qué? —murmura por el lado de su boca.

—No recuerdo, pero de acuerdo a Amber rechacé un paseo con ella y


elegí irme con Trent.

Su rostro se torna oscuro mientras da vuelta en dirección a mi voz. Abre la


boca para hablar, pero espera hasta que un grupo de estudiantes pase,
antes de preguntar.

—¿Te llevó a casa?

—Él dijo que sí.

—¿Le crees?

—No. —Ni siquiera lo dudo. Pero no estoy segura de por qué. Tal vez
porque lo atrapé engañándome esta mañana. A lo mejor porque es la
verdad. De cualquier manera, creo que es seguro decir que nuestra
relación ha terminado, por lo que pensar en él como un mentiroso no
parece tan malo.

Sus ojos oscuros adquieren un tono tempestuoso y su piel palidece


haciendo su cicatriz enrojecerse.

—Vamos. —Cumplo sus suaves palabras y corro tras él mientras desciende


por las escaleras.

Dale balancea la puerta y la deja abierta más tiempo del necesario.

—Gracias.

Me da una pequeña sonrisa mientras se dirige a su casillero.

—¿Puedes travesar las puertas? —susurra mientras gira el dial de su


casillero.
—No lo he intentado aún... Bueno, no a propósito de todos modos. Mis
dedos pasan todo lo que toco, así que técnicamente las puertas no son
diferentes.

—¿Qué te está deteniendo?

—Ah... ¿qué hay sobre el factor asqueroso?

Sonríe.

—Sabes que cuando piensas en eso. —Abre su casillero—. Es un poco


genial. Eres como la Mujer Invisible de los Cuatro Fantásticos.

Resoplo una carcajada.

—¿Estás jugando conmigo?

—Piensa en el poder que tienes. —Me mira sin expresión—. Podrías colarte
en cualquier lugar y nadie lo sabría.

Menea sus cejas.

No puedo dejar de reír.

—¿Cuál es el punto de colarme a algún lugar cuando en realidad no


puedo hacer nada ahí?

—Cierto, pero... —Su voz se corta cuando un par de tipos dan vuelta en la
esquina y empiezan a abrir sus propios casilleros.

De repente soy súper consciente de que estoy en el vestuario de chicos. El


tipo a mi lado se baja la cremallera de sus jeans y se los quita. Me doy
vuelta y me encuentro mirando a un Dale medio desnudo.

Wow. Está como totalmente cambiado. Eso es sorprendente. Lo miro con


los ojos muy abiertos mientras se voltea para encontrar su camisa. ¿Cómo
no me di cuenta antes de esto sobre él? Sus anchas camisetas estaban
escondiendo algunos dulces mayores.

Muerdo mi labio mientras registro lo que acabo de pensar. ¿Dale?


¿Dulces? ¿Estoy volviéndome loca?

Incapaz de apartar mis ojos de él, lo veo llegar a su camisa de Educación


Física y noto la nítida cicatriz que atraviesa su hombro derecho. Debe
haber tenido una cirugía. Extiendo la mano para tocarla. No sé qué está
poseyéndome, pero no puedo detenerme.

Recorro mi dedo a lo largo de su herida y luego a su bíceps, dándole un


suave apretón.

Dale se sacude, por sorpresa. El tipo a su lado frunce el ceño.

—¿Estás bien, amigo?

—Calambre —murmura Dale, frotándose el hombro.

El chico asiente y luego se aleja, mientras que Dale me lanza una mirada
oscura.

—¿Sentiste eso?

Sus ojos se oscurecen más.

—No podía evitarlo. Estás realmente en forma y siempre pensé que serías
enclenque y flaco...

—No tienes que seguir hablando.

—¿Qué? —Un tipo diferente se da la vuelta para ver que dijo Dale.

—Nada. —Dale le lanza una sonrisa de boca cerrada, lo que se convierte


en un gesto en mi dirección.

Varios casilleros son cerrados de golpe mientras los chicos alrededor se


dispersan. Los veo deambular hacia el campo de deportes y veo una
figura familiar caminando hacia nosotros.

—Trent está llegando.

Mi boca se seca mientras él se acerca. ¿Qué le va a decir Dale? Trent


puede ser algo mezquino. Miedo por Dale da remolinos en mi vientre
mientras lo veo llegar. Es como ver a un gigante contra un enano, mientras
Dale se queda frente a Trent y se aclara la garganta.

Trent se da la vuelta y mira a mi ayudante.

—¿Qué demonios quieres, Caracortada?

—¿Llevaste a Nicole a casa anoche?


Trent pone los ojos en blanco y se da la vuelta hacia su casillero.

—¿Y eso por qué tendría que ser tu asunto?

—Sólo me pregunto dónde está.

—¿No se pregunta lo mismo todo el mundo? —Trent se arranca la camisa.


Me quedo mirando su largo torso, un torso en el que había recorrido mis
manos. Recuerdo estar recostada en su cama con él una tarde de verano,
pasando mis dedos por sus tensos músculos y memorizando cada curva.
Me había parecido tan romántico en su momento, ahora ese simple
pensamiento me enferma. Otros recuerdos pasan por mi cabeza y me
estremezco.

—Sólo quiero saber dónde está.

—¿Cómo diablos podría saberlo?

—¡Porque eres su novio!

Los hombros de Trent se tensan. Veo una contracción muscular en su cuello


mientras se pone la camisa de Educación Física sobre su cabeza.

—Mira, se escapa todo el tiempo, ¿de acuerdo? A sus padres no les


importa. Probablemente esté en casa.

—Nicole odia estar en casa. Si se escapara, se iría a Los Ángeles y ella


siempre lleva a uno de sus amigos.

¿Cómo lo sabe él?

—Mira, hombre, no lo sé... Tal vez está haciéndolo solitaria esta vez. Tal vez
hizo autostop hasta Los Ángeles y está desahogándose con la tarjeta de
crédito de su papá. Volverá esta noche y se robará toda la atención
mañana.

—Nunca me iría en autostop. No soy tan estúpida.

Dale ignora mi respuesta y continúa con su interrogatorio con calma.

—¿Y si no regresa mañana?

—Tal vez finalmente encontró el coraje para huir.


Mis entrañas se retuercen. ¿Por qué todo el mundo asume que eso es lo
que quiero hacer?

—¿Por qué no le escribes un mensaje de texto, para saber si está bien?

—Y por qué no te metes en tus propios asuntos. —Trent cierra su casillero y


gira.

Dale no se mueve. Alzando su barbilla, da un pequeña asentimiento, pero


no dará marcha atrás.

—Fuiste la última persona en verla.

—¿Qué eres, un policía o algo así? Mira, ¡ella se bajó de mi auto y esa fue
la última vez que la vi!

—¿Dónde se bajó?

Trent aprieta sus puños.

—Dale, no importa. No va a decirte nada. Vamos a salir de aquí. —Trato


de tirar de su brazo, pero mis dedos atraviesan a través de él esta vez.

Me ignora, apretando sus propios puños, sin miedo a la gigante nariz


resoplando frente a él.

—¡Hey, ustedes dos! ¡Traigan sus traseros a mi campo! ¡Ahora! —El


entrenador Yeller (en realidad es Gellar, pero todos los llaman Yeller4... por
razones obvias) los aleja con una mirada de fierro. Trent saca a Dale de su
camino. Dale lo mira, imperturbable por la agresividad.

—¡Finnigan! ¡Muévete!

—Voy, señor; sólo tengo que ir al baño. —Hace una mueca y sostiene su
estómago.

El entrenador Yeller da un paso hacia atrás, asqueado.

—¡Que sea rápido! —Girando sobre sus talones, él se marcha.

Dale se aclara la garganta y espera al golpe de la puerta antes de tomar


su mochila y caminar en la dirección contraria.

4Yeller: En español Gritón, que grita mucho. Juego de palabra con el sonido del apellido
del entrenador y su afición por gritar.
—¿Vienes?

—Ah, no; gracias. Realmente no necesito ver tu popó.

—No voy al baño. —Tira de la puerta, abriéndola—. Quiero comprobar el


coche de Trent.
Capítulo 7
Traducido por Jo

Corregido por yonoestoyloca

D
ale mira sobre su hombro mientras caminamos al estacionamiento.
Agachándonos, pasamos alrededor de los vehículos hasta que
alcanzamos el Jeep de Trent. Dale pasa sus dedos a lo largo del
borde de la ventana. Dejando caer su bolso, lo abre y saca un largo, plano
pedazo de metal con un pequeño gancho a un lado. ¿Es eso una
ganzua?

—¿Por qué tienes eso en tu bolso?

Sin decir una palabra, lo inserta por el borde de la ventana, lo mueve


como un profesional y le saca el cierre.

—En caso de que alguna vez se me queden las llaves en el auto. —Me
dispara una sonrisa y luego abre la puerta.

—Pero, cómo… —Mi voz muere mientras observo a Dale revisar el asiento
del pasajero. Abriendo la guantera, la revisa mientras soy abrumada por
otro recuerdo.

—Trent, detente. —Empujé sus dedos revoltosos de la cremallera de mis


jeans, intentando mantener mi voz baja.

—Vamos —murmuró en mi cuello, sus labios moviéndose sobre mi esternón


y hociqueando bajo mi camiseta.

Yacía en el asiento del pasajero reclinado, aplastada debajo de mi


muscular novio. Pasé mis dedos por su cabello mientras sus manos se
movían debajo de mi camiseta. Tuve que resistir la necesidad de tirar de
sus mechones.

Un extraño miedo se apoderó de mí mientras sus manos deambulaban por


mis pechos. No se sentía bien. Sus labios no eran suaves y suculentos, sus
manos no eran cariñosas y delicadas. Mientras yacía bajo de él en el auto
me sentí asfixiada. No sabía por qué, pero quería salir.

—Trent, en serio, detente. —Empujé sus manos fuera de mi camiseta


mientras rozaban mis placas de perro. Sentí el frío metal en mi piel y los ojos
de Dale flotaron por mi cerebro.

Trent me dio una sonrisa traviesa y volvió a su posición de comienzo


original, pasando sus manos por mis muslos, apretó mi trasero y luego
deshizo el botón de mis jeans.

Intenté atrapar su muñeca, pero me esquivó.

—¡Lo digo en serio! —Apreté mis muslos juntos y empujé su pecho. Se


tambaleó lejos de mí y maldijo.

—¿Cuál es tu maldito problema esta noche?

Volví a cerrar mi cremallera y me sacudí lejos de él mientras se volvía a


poner en el asiento del conductor.

—No es como si no hubiéramos hecho esto antes. Recién la semana


pasada estábamos…

—Sí, lo sé, pero ¿no puedes sólo llevarme a casa y darme un beso de
buenas noches? ¿Por qué siempre tenemos que terminar nuestras citas con
sexo? —Volví a ajustar mi camiseta.

Trent soltó un suspiro frustrado.

—No te entiendo para nada. Un minuto estás rogando por eso. Mira la
manera en que estás vestida. Y ahora estás haciéndote la fría.

Lo fulminé con la mirada. ¿Rogando por eso? ¡Difícilmente!

Tocó mi rostro y mantuvo su voz dulce y cariñosa.

—¿Qué quieres, Nicole?

Reconocí la táctica, pero aun así me sentí tranquilizada por esta.

—No lo sé. —Di mi respuesta típica, lo que él tomó como un permiso.


Fui rápidamente envuelta de besos y manos vagantes. La necesidad de
sólo rendirme y terminar con ello era fuerte, pero entonces sentí las placas
de perro de nuevo y mi interior brilló con rabia.

—¡Detente! Dije que no quería esta noche. ¿Por qué siempre tienes que
seguir presionando?

Me giré lejos de él y miré por la ventana… a la tan llamada vista. Todo lo


que vi a fueron oscuros y tenebrosos árboles.

Los dedos de Trent alejaron mi cabello de mi cuello y rápidamente sus


labios siguieron. Rodé mis ojos y abrí la puerta, saltando al frío aire
nocturno.

—Dije detente. No quiero, sólo lidia con eso.

La tenue luz del auto iluminaba sus facciones mientras me fulminaba con la
mirada.

—Entra al auto.

—No. —Crucé mis brazos y lo fulminé de vuelta.

—Nicole. Entra. Al. Auto —repitió con la mandíbula apretada.

Levanté mi barbilla.

—No.

—Bueno. —Golpeó el manubrio—. Perra obstinada.

Agarrando mi bolso lo tiró a mis pies.

—No quieres estar conmigo, esa es tú pérdida.

Cerrando de golpe la puerta, encendió el auto y aceleró.

—¡Espera! ¡Trent! —Alcancé la manilla de la puerta, pero antes de poder


agarrarla las ruedas traseras giraron y se alejó de mí.

—¿Mira lo que encontré? —Dale me atrae al presente al mover mi iPhone


en frente de su rostro—. Parece que estuviste aquí anoche, a menos que
Trent tenga una afición por carcasas de teléfono de joyería rosa eléctrica
incrustada.
Forcé mis labios a sonreír. Sólo no sé por qué, no es como si pudiera verme.

—Sí eso es mío —murmuré, alcanzándolo luego dejando caer mi mano


invisible mientras Dale se gira de nuevo a buscar en el auto—. Recuerdo
haber estado aquí.

—¿Lo haces? —Dale se gira a verme, su dirección está un poco corrida,


pero no puedo molestarme en corregirlo—. ¿Qué pasó?

—Yo… um. Nos estacionamos. Sólo recuerdo que nos estacionamos.

Las cejas de Dale se juntan, su boca moviéndose en una fina línea mientras
mira el suelo.

—Nada pasó. —No sé por qué quiero tanto que lo sepa.

Asiente y yo suspiro.

—Eso es por lo que me bajé del auto.

—¿A qué te refieres?

¿Por qué le estoy contando esto?

—Él quería… tú sabes… y yo no tenía ganas así que…

La expresión de Dale cambia a una de entretención mientras tropiezo con


mis palabras y me molesto.

—¡Mira todo es tu culpa!

—¿Mi culpa? —Se apunta.

—¡Sí! Si no hubieras estado flotando atrás de mi cerebro con tu mirada de


“deberías saberlo,” sólo lo habría hecho y luego él no se habría ido sin mí.

La rabia pasa por el rostro de Dale. Puedo sentir su lucha para mantenerse
calmado.

—Bien, así que estás diciendo, que si hubieras tenido sexo con ese imbécil,
¿todo habría estado mejor?

—Al menos estaría viva.


—No estás muerta todavía. —Dale cierra la puerta de un golpe, mete mi
teléfono en su bolsillo y comienza a caminar de vuelta a los camarines.
Corro para alcanzarlo. La rabia todavía está pulsando fuera de él, pero su
voz está calmada cuando me pregunta:

—¿Recuerdas dónde estabas?

—No. —Sacudo mi cabeza—. Estaba realmente oscuro y había una


tonelada de árboles. ¿No estoy segura de si caí allí o si estaba caminando
a casa y tal vez me resbalé?

Dale bufa por la nariz.

—No puedo creer que salgas con ese imbécil. ¡Te dejó en el medio de la
nada!

No tengo nada que decir. Dale tiene razón. Trent es un imbécil y he estado
saliendo con él por casi cinco meses.

La vergüenza me baña mientras Dale continúa con su pequeño sermón.

—Cuando pienso en sus manos sobre ti me hace querer vomitar.

—Gracias, Sr. Moralizador, pero no pedí tu opinión.

—No es acerca de ser moralizador. —Dale se gira repentinamente. No me


está mirando directamente, no que él sepa eso—. La única persona que
debería estar tocándote así es alguien que te ame y ese imbécil no lo
hace.

Sus palabras duelen como el infierno y no puedo evitar murmurar:

—Si ese es el criterio, nadie nunca me tocaría.

Veo su mirada llenarse de tristeza mientras camina hacia mí.

—Sabes que es la basura como Trent —Apunta hacia el estacionamiento—


, la que te hace creer esa mierda.

Me quedo sin palabras mientras él se gira y se aleja.

Toma unos pocos momentos que mis piernas se muevan. Siento que
alguien está aplastando mi corazón como masilla.

¿Qué sabe él de todas formas?


Capítulo 8
Traducido por Mari NC

Corregido por yonoestoyloca

D
ecido esperar fuera del vestuario esta vez. Cuando Dale reaparece
está desplazándose a través de mi teléfono y luciendo un poco
preocupado.

—¿Qué encontraste? —Miro por encima de su hombro.

Se estremece entonces dejando escapar su aliento.

—¿Estás bien?

—Sí, estoy bien. Simplemente no me siento como para ver a un montón de


chicos sudorosos ducharse y vestirse.

Su rostro se ilumina con su pequeña media sonrisa.

Camino junto a él mientras teje su camino a través de los pasillos.

—Parece que tu madre ha intentado llamar un par de veces esta mañana.

Quiero decir: “Esa sería una primera vez”, pero trago las palabras de
vuelta. Tenía que darle a mamá un poco de crédito. Ella se veía
preocupada esta mañana... hasta que giró su auto y se dirigió a una
reunión. Mis entrañas hierven.

—¿Crees que debería llamarla?

—¿Y decir qué? Sí, hola, soy el chico que vive a la vuelta de la esquina,
usted me saluda ocasionalmente, pero en realidad nunca hablamos.
Resulta que tengo el teléfono de su hija... que robé del auto de Trent. ¡Ah!
¿y mencioné que puedo oír su voz en mi cabeza? Ella es un fantasma por
cierto.

—Okey, okey, lo entiendo. —Él desliza el teléfono en el bolsillo de atrás—. Y


para tu información, reclamar propiedad no es robar.
—Lo es cuando la propiedad no es tuya.

—Está bien. —Dale saca mi teléfono y lo sostiene en el aire—. Llévalo


entonces.

Le echo una oscura mirada y murmuro:

—Touche.

Su sonrisa aparece mientras pasamos por alto la cafetería y nos dirigimos


hacia el extremo opuesto de la escuela.

—¿A dónde vas? ¿Acaso no comes?

Se detiene frente a una de las suites de ICT y gira el pestillo.

—Tengo cosas más importantes que hacer hoy. —Empuja la puerta con el
hombro y la mantiene abierta para mí.

—Ya pasé.

Él deja ir la puerta y se va a una computadora en la parte trasera de la


sala.

—¿Tienes permitido estar aquí?

Sacando una silla, se deja caer en ella.

—Al Sr. Attley no le importa que los seniors estén en aquí durante el
almuerzo. Estamos bien, Nicky. No te preocupes por eso.

Me arrastro a su lado.

—Es Nicole.

—¿Qué?

—Mi nombre es Nicole —repito, con un suspiro.

—Lo sé. —Él trae la pantalla a la vida con un movimiento del mouse—.
Simplemente me gusta más Nicky.

—Bueno, me gusta Nicole y es mi nombre, así que...

Una suave risa se escapa de sus labios mientras abre Google.


—Lo que tú digas, Nicole.

Ruedo los ojos y me encaramo en el asiento a su lado.

—¿Qué estás buscando?

—Bueno, sabemos que Trent está mintiendo. Él no te dejó en casa y


supongo que si ustedes estaban... ya sabes... en su auto entonces
probablemente condujo a un mirador o a algún lugar privado.

Dale busca en los mapas de la zona.

—¿Así que Matt vive... aquí? —Señala a la pantalla. Me inclino sobre él y


asiento.

—¿Es eso cierto?

—Sí. Sigo olvidando que no puedes verme.

Él sonríe.

—Está bien, así que me imagino que Trent no condujo por kilómetros antes
de detenerse, así que vamos a suponer que estás dentro de un radio de 25
kilómetros de la casa de Matt. —Se inclina más hacia la pantalla e
inspecciona las diferentes rutas que se alejan de la casa de Matt—. Hay
puntos de vistas dispersos por todo el camino a través del Parque Nacional.
Podríamos empezar esta tarde, ver si alguno de los ellos revuelve algunos
recuerdos.

Me aclaro la garganta y sacar a la luz el recuerdo de nuevo.

—No fue una vista de nada. Estaba oscuro y era un poco espeluznante.
Creo que fue fuera de la carretera. Oculto.

Su sonrisa desaparece y esa mirada dura regresa. Antes pensaba que


estaba enojado conmigo, pero ahora me pregunto si ésta tranquila rabia
es únicamente para Trent. Por alguna extraña razón me resulta
conmovedor que él esté molesto de que alguien me trate de esa manera.

Frunzo el ceño y aclaro mi garganta.

—Debo haber empezado a caminar, ¿verdad? Quiero decir que no


tendría sólo que quedarme allí en la oscuridad. La lógica dice que habría
tratado de encontrar una calle principal o algo así.
—Si estabas en un lugar tranquilo, las posibilidades de que resbalaras y
cayeras son altas. Podrías haber caído por la ladera con bastante
facilidad. —Sus rasgos están grabados con preocupación—. ¿No
recuerdas nada más?

—No. —Me trago el nudo en mi garganta y miro de nuevo hacia la


pantalla. El Parque Nacional San Bernardino es enorme. El camino desde la
casa de Matt corta a través de una parte de este. Con poco para seguir
en esta búsqueda podría llevar meses... y yo no tengo tanto tiempo—. ¿Y si
él condujo hacia el sur?

Dale pasa sus dedos por sus rizos y los aparta de su cara.

—Un humano puede sobrevivir durante unos cuatro días sin agua y de lo
que has dicho, no estás derramando sangre, así que tenemos un poco de
tiempo.

Agarrando el mouse, abre una nueva pantalla y hace una búsqueda


sobre el clima.

—Soleado y bien toda esta semana. Tienes una oportunidad.

—No es una muy grande —me burlo.

—Es mejor que nada.

Mi teléfono suena. Dale se estira por él y lee la pantalla con el ceño


fruncido.

—De acuerdo con la encuesta “Dónde está Nicole”, el 88% de los votantes
cree que has huido. —Sacude su cabeza y se desliza el teléfono.

—Supongo que la gente cree que me conoce completamente.

Él mira en mi dirección, sus ojos buscando mi triste expresión. Estoy


sumamente agradecida de que él no me pueda ver en estos momentos.

—Lo siento si crucé una línea antes. No debería haber sido tan grosero
sobre tu novio.

Miro mis uñas y paso mi dedo pulgar sobre el suave esmalte azul.

—Él ya no es mi novio. Si logro salir de esto voy a dejarlo, muy


públicamente.
Dale ríe.

—Lo vi tratando de enrollarse con Julie Peters esta mañana. Creo que es
algo bueno. Si esto no hubiera sucedido nunca lo hubiera sabido, seguíría
saliendo con él como una maravilla sin tener idea.

—¿Incluso después de lo que te hizo ayer por la noche? —La frente de


Dale se arruga con un ceño fruncido.

—No lo sé. —Me encojo de hombros.

Dale se inclina hacia adelante y apoya sus codos en sus rodillas. Mirando
con ojos sinceros que están sólo a unos centímetros de mi cara, susurra:

—Te mereces algo mejor.

Siento el aguijón de las lágrimas. Si supiera la verdad no estaría diciendo


cosas como esta.

—No sabes lo que merezco.

—Yo...

La puerta suena y Dale se endereza, girándose de nuevo a la pantalla y


estudiándola. Miro hacia la puerta y veo una chica asiática de rostro
redondo con ojos muy abiertos y una expresión inocente tejiendo a través
de las mesas hacia nosotros. Su sonrisa es brillante.

—Hey Dale.

Lo miro con una sonrisa mientras aparta los ojos de la pantalla y le da a la


muchacha un gesto amable.

—Hey Sophie, ¿cómo te va?

—Bien. —Su rostro está radiante mientras pasa y se sienta a su lado.

—Hey, hey, cuidado. —Su trasero está a punto de aterrizar sobre mí así que
salto fuera del camino, pero no antes de su zapato vaya directamente a
través de mi bota de cuero—. Bueno, ella está totalmente en mi pie.

Dale se ríe disimuladamente.

—¿Estás bien? —pregunta Sophie, sus grandes ojos luciendo preocupados.


—Sí. —Dale aclara su garganta—. Sólo un texto divertido.

Golpea mi teléfono y mira torpemente la pantalla.

Sus ojos de adoración lo estudian en silencio, luego deja caer su cabeza y


mete un mechón de cabello negro detrás de su oreja. Aclarando su
garganta, ella mira hacia Dale y sonríe de nuevo.

—Así que, ¿vas al grupo de jóvenes el viernes por la noche?

—Echa un vistazo a esa cara. —Sonrío—. ¿Esta es tu novia o algo así?

—¡No! —chasquea Dale.

—Oh. Está bien. —La sonrisa de Sophie se desvanece y empieza a


juguetear con el anillo de plata en su dedo medio.

—Amigo, ella está tan flechada por ti.

Dale ignora mis burlas y le envía a la chica una sonrisa de disculpa.

—Quiero decir, tal vez, no estoy seguro.

La habitación se ilumina con su resplandeciente sonrisa y no puedo evitar


reírme.

—¿Cuál es tu problema, Dale? Mira esos grandes ojos marrones. Te quiere.


Ve por ello.

—Quieres callarte —murmura.

—¿Disculpa? —Sophie se ve destrozada—. ¿No es bueno que esté aquí?

—Sí, por supuesto. Está totalmente bien. —Dale le palmea la mano y se


levanta—. Es sólo que tengo que irme y me preguntaba si quería usar mi
computadora y luego apagarla por mí.

—Suave —susurro.

Dale cierra sus ojos y se aclara la garganta, con una sonrisa forzada.
Sophie sonríe y asiente con la cabeza, evidentemente decepcionada por
su partida.

—Está bien. Gracias, Dale. —Ella se desliza en su silla y él se estira sobre ella
para ocultar la pantalla.
—Sólo voy a cerrar sesión.

Ella estudia su rostro mientras rápidamente cierra su cuenta. Risitas


retumban en mi vientre, pero me las trago. Dale luce muy incómodo justo
ahora. Incorporándose, palmea a Sophie en el hombro y dice un adiós
rápido.

—Adiós. —Ella le da un pequeño saludo mientras él se vuelve para salir por


la puerta.

El pasillo está vacío mientras hacemos nuestro camino de regreso hacia el


patio.

—¿Qué es lo que te pasa? Esa chica está en tu puerta, hombre. ¡Déjala


entrar!

—Tal vez yo no quiero dejarla entrar.

—¿Qué, crees que vas a hacerlo mejor?

Dale se detiene en seco y me da una mirada sombría.

Me tapo la boca con la mano y hago una mueca de dolor.

—No quise decirlo así. Lo que quiero decir es... que parece dulce.

Él inclina su cabeza hacia un lado, su ceja derecha elevándose,


añadiendo más potencia a su expresión burlona.

Estúpidamente sigo hablando.

—Vamos, ella parece totalmente tu tipo.

—¿Cómo sabes cuál es mi tipo? Ni siquiera me conoces. —Dale se da la


vuelta y empieza a caminar de nuevo.

Corro para alcanzarlo.

—¿Es a causa de la cicatriz? Porque hay algunos cirujanos plásticos


impresionantes en LA. Podrían arreglar eso por ti.

—No, no es a causa de la cicatriz y no necesito arreglarlo. Me gusta de


esta manera.

—¿En serio? ¿Por qué?


Cierra los ojos y suspira.

—Es un buen recordatorio.

—¿De qué? —Levanto la vista hacia sus labios apretados.

—Nada.

Niega con la cabeza.

Jugueteo con mi correa de reloj, sin saber cómo responder. Mi curiosidad


sin duda alcanzó su punto máximo.

—Sólo me preguntaba si la cicatriz te hacía sentir...

—¿Quieres dejar de hablar de ello? ¡Por Dios, Nicole! Tienes la sensibilidad


de un tiburón.

Mi boca se abre y le disparo un ceño que olvido totalmente que no puede


ver.

—Sólo estaba tratando de ser útil.

—¿Cómo? —Se gira hacia mí—. ¿Cómo tu constante piar en mi oído es


útil?

—Yo... ¡ella es una chica a la que le gustas! —Señalo al pasillo.

—No tienes que jugar a Cupido, está bien. Puedo cuidar de mi propia vida
amorosa.

—¿Cuál vida amorosa? Apenas tienes unos cuantos amigos, y mucho


menos una novia.

Gime y mira al techo.

—¿Quieres ayudarme, Nicole? —Inclinándose hacia mí, trata de hacerlo


directo hacia mi cara. Su dirección es aterradoramente exacta mientras
grita—: ¡Deja de hablar!

Bien. Cruzo los brazos y lo miro.

Después de un enfrentamiento de helado silencio, finalmente murmura:

—Gracias —luego se da vuelta y se aleja.


Estoy tan enojada ahora que casi no puedo respirar. Lo veo pisotear lejos
de mí y luego grito una retahíla de maldiciones en mi cabeza antes de
seguirlo. Mientras se acerca al cuarto de baño, mis ojos se entrecierran.

Mujer Invisible.

Una fortalecedora sonrisa se forma sobre mis labios mientras Dale tira de
nuevo de la puerta del baño y yo salto detrás de él. Sin decir una palabra,
lo veo dejar caer su bolsa y luego lo escucho bajando la bragueta
mientras se acerca al urinal.

Le doy un segundo para empezar, y luego camino por detrás de él y me


aclaro mi garganta.

Sus hombros se sacuden luego resopla:

—¿Estás viéndome mear en este momento?

—No. ¡Estoy mirando la parte trasera de tu cabeza idiota!

No puedo estar segura, pero creo que él sólo se ríe, una de esas cortas que
salen del pecho. Subiendo su bragueta, Dale vacía el orinal y se dirige al
lavabo. Creo que supone que todavía estoy de pie detrás de él, porque ve
en el espejo mientras se está lavando las manos. Miro a un lado de su cara.

—Sabes, deberías ser más amable conmigo. Yo soy el único dispuesto a


ayudarte.

—Tú eres el único que puede.

Él salta hacia un lado y se vuelve hacia el sonido de mi voz. Sacudiendo las


gotitas de sus manos, agarra una toalla de papel.

—Y cualquiera en mi posición habría corrido por su vida. —Se seca sus


manos y se vuelve hacia mí—. Pero me detuve y escuché.

—Oh, mi héroe, —No puedo evitar la burla de mi voz—, el chico que me


dice que me calle en mi cara. Estoy tan increíblemente feliz que eres tú
quien me puede oír.

—¿Sabes lo que...?

Jadeo.
—¿Qué pasa? —Dale camina hacia mí.

—Las paredes están moviéndose.

—¿Qué?

—¡Mi cabeza! —La agarro y me derrumbo hacia el suelo mientras las


baldosas empiezan a abalanzarse hacia mí.

—¿Nicole? —Dale se estira hacia mí.

—Duele. Voy a volver. No puedo. Duele.

—Nicole, mantén la calma, todo va a estar bien.

—¿Qué pasa si no vuelvo?

Su rostro adquiere un aspecto de terror antes de desaparecer en la


oscuridad. Oigo un último Nicole gritado desde el cuarto de baño antes de
abrir los ojos al bosque a mí alrededor.
Capítulo 9
Traducido por flochi

Corregido por Micca.F

R
elajo mi respiración. Dale me dijo que me calmara. Puedo hacerlo.
Con movimientos muy lentos, miro alrededor. El dolor late de la
cabeza a mis pies y tengo que parar para protegerme de las
estrellas en mi visión. Quiero regresar con Dale, pero también necesito
evaluar la situación.

Tomándome mi tiempo, con suavidad vuelvo a examinar mis heridas. Mi


cabeza ha dejado de sangrar y ahora simplemente siento costras secas en
mi cabello. ¡Qué asco! Con una mueca de dolor, intento mirarme el codo,
pero duele girar la cabeza y mi cabello está enganchado en una rama.
Me muevo para liberarlo, lo que sólo me causa más dolor.

Respirando por la nariz, obligo a mi mente a marcar la lista que Dale me


dio.

Chaqueta. Tengo que ponerme la chaqueta.

Intentando no mover la cabeza, examino la zona y noto mi bolso a


centímetros de mis dedos. Me estiro hacia él. El dolor me atraviesa.
Empiezo a respirar como una embarazada en labor de parto y empujo mi
mano derecha hacia la correa. Fallo. Apretando mis ojos cerrados,
murmuro una maldición y luego lo vuelvo a intentar. Duele como el
infierno, pero esta vez me las arreglo para envolver mis dedos alrededor
del cuero.

Una sonrisa triunfante revolotea sobre mis labios mientras arrastro el bolso
hacia mí, pero pronto desaparece. El bolso se sacude hasta detenerse y se
niega a acercarse más. Levanto la cabeza para ver mejor y veo que está
atrapado en una rama que yace ahí abajo.

¡NO!
Mi cabeza cae hacia atrás con un ruido sordo y nuevas estrellas se
dispersan en frente de mí.

Respiro de nuevo, una larga y lenta inhalación, sostengo el aire por un


instante y lo dejo salir.

Obligándome a mantener la calma, vuelvo a agarrar el bolso. Está


completamente atascado. Lo tironeo y lo veo moverse contra la rama. Las
hojas crujen debajo de él como si estuvieran riendo.

Tiro y giro la correa.

—Ven aquí, obstinado pedazo de…

Dejo escapar un grito. A medida que la bolsa se libera trae una pila de
hojas y helechos hacia mí. Me cubro la cara con mi brazo bueno y cambio
de posición mi cuerpo. Esto sólo hace que todo sea peor. El dolor se
dispara por mi pierna. Me muevo intentando aliviarla, lo que causa que mi
cuerpo se deslice a un costado. No me había dado cuenta que había
estado balanceada tan precariamente y antes de que pueda detenerme,
me estoy deslizando hacia abajo por el terraplén.

Mi cuerpo rueda e imágines parpadean a través de mi mente.

Círculos amarillos.

Cayendo.

Un golpe.

¡NICKY!

El ultimo pensamiento grita a través de mi cerebro mientras doy tumbos


hasta detenerme.

Vuelvo a estar fuera de mi cuerpo. Dale está a mi lado, pareciendo


preocupado y distraído mientras golpea su pluma sobre el cuaderno frente
a él. ¡Maldita sea! Mi chaqueta. Estúpida caída, quería evaluar mejor mi
situación. ¿Dónde estoy ahora? ¿A dónde caí? ¿Y qué eran esos círculos
amarillos?

Cierro mis ojos con fuerza, intentando darle sentido a la imagen. No


funciona. Mis ojos se abren de pronto y maldigo en voz baja. Quiero volver.
Quiero decir, no quiero volver a sentir dolor, pero me gustaría ver dónde
estoy ahora y realmente quiero ser capaz de decirle a Dale que cubrí mi
fina camisa con una chaqueta.

¡Oh, ¿cuál es el punto?! No tengo ningún control sobre la estúpida


situación.

Abriendo la boca, estoy a punto de admitir mi derrota y decirle a Dale que


volví cuando el escritorio empieza a apresurarse en mi dirección. Mis ojos se
agrandan mientras la habitación gira. Los cierro con fuerza para luego
sentir el dolor abrazando nuevamente mi sistema.

He regresado al bosque. ¿Cómo demonios pasó? ¿Y en qué estoy


recostada?

Escupo las hojas de mi boca y alcanzo mi codo palpitante. Ahora estoy en


una pila de hojas de pino muertas, aquellas afiladas de color marrón que
pinchan la piel. Cepillo las puntas lejos de mi cuello y saco algunas de mi
cabello sucio. Mi codo está latiendo como una luz estroboscópica. Cada
latido envía un pico de dolor desde las yemas de mis dedos a mi hombro.
Un gemido bajo pasa a través de mis labios y un sollozo sube a mi
garganta.

Bien, así que soy una completa idiota por querer regresar aquí. ¿A quién le
importa la chaqueta? ¡Esto duele demasiado!

Intento mover mi rodilla a una posición más cómoda, pero el fuego que
abrasa mi pierna es demasiado para soportarlo. Dejo escapar un grito
fuerte y dejo de moverme.

Cerrando los ojos, intento alejar las lágrimas y pensar.

Mi bolso. ¿Cayó conmigo?

Echo un vistazo alrededor de mi cuerpo y me sorprende verlo apoyado en


mi rodilla derecha. Mis dedos van bajando por mi muslo y consigo agarrar
la correa de cuero. Lo tiro hacia mí para luego detenerme y tomar unas
pocas respiraciones. Mi cabeza está empezando a girar.

Lo abro temblorosamente y saco la chaqueta. Me toma una eternidad y la


pequeña tarea es agotadora. Abrazo la chaqueta contra mi pecho y
apoyo mi cabeza sobre las agujas de pino. Mi cerebro se siente hinchado y
pastoso y la desesperación está a sólo un instante de distancia.

Las lágrimas queman.

La escritura de Dale gira frente a mí diciéndome que me ponga la


chaqueta. Miro las letras, garabateadas en tinta azul y hago que mi mente
las repita. Me toma cuatro intentos, pero finalmente mi mano derecha
capitula y empieza temblorosamente a abrir la chaqueta.

Intentar estirarla sobre mí es malditamente difícil, pero consigo cubrir mis


hombros y asegurarla bajo mi barbilla… algo así.

Mis dientes castañean a la vez que me doy la vuelta para ver lo lejos que
rodé. Creo que veo el lugar. Mirando hacia arriba a la colina, reproduzco
la caída en mi cabeza. Círculos amarillos destellan en mi mente. Son dos,
uno junto al otro.

Frunzo el ceño y cierro los ojos otra vez.

Círculos… desviándose hacia mí.

Abro los ojos.

—¿Círculos amarillos? —susurro.

—¡NICKY! —grita una chica joven y me estremezco.

—No. —Parpadeo entre lágrimas—. Círculos.

Me obligo a repetir la palabra, esperando que erradicara el sonido del


grito de un niño.

—Círculos brillantes. —Los veo desviarse en mi mente, sobre la carretera


directamente hacia mí—. ¡Faros delanteros! —grito ahogada.

Esos dos círculos amarillos eran faros de un coche.

Fui golpeada por un coche.

Por alguna razón, el pensamiento es liberador. Finalmente, sé lo que pasó.

Intento sacar a la luz nuevos recuerdos. Obligando a que los faros vengan
hacia mí una y otra y otra vez. No puedo recoger más información y tras
unos minutos estoy agotada.
Tengo que volver a Dale. Tengo que contarle lo que sé.

Arrugo la cara, intentando ir a su lado, pero no funciona.

—¡Vamos! —La desesperación tiñe mi voz mientras mis ojos se cierran con
fuerza otra vez—. ¡Arghhhh! —Se me escapa un grito y golpeo la tierra—.
¡Por favor! ¡Tengo que volver!

Un pensamiento bordea el fondo de mi cerebro. No es agradable, pero la


idea de que no tengo otra opción me hace considerarlo. Inhalando dos
rápidas inspiraciones, sostengo la tercera y me obligo a doblar la pierna.

Mi grito se pierde hasta que estoy inconsciente.

Prácticamente aparezco en el regazo de Dale. Vacilando, salto y tomo


asiento en un banquillo vacío junto a él. El Sr. Moffat está disertando en su
monótona voz sobre alguna ecuación con una tonelada de letras y
números. Hay un diagrama en la pizarra bajo el título de energía cinética.

Mi nariz se arruga y miro a Dale. Su boca está triste. Miro la cicatriz


estropeando sus rasgos y pienso que es hermoso.

¿Qué?

Sacudo la cabeza. ¿Qué está mal conmigo?

Sí, estoy muy contenta de estar sentada junto a él ahora mismo, pero,
¿Dale Finnigan? ¿Hermoso?

Pasando la mano sobre mi cara, aliso mis cejas y niego con la cabeza.

Contrólate, Nicole.

Lo estudio por un momento más. Él no está escuchando ni una palabra de


lo que el Sr. Moffat está diciendo. Sus ojos están a kilómetros de distancia y
si pudiera borrar esa preocupación en su rostro ahora mismo, lo haría.

Inclinándome hacia él, susurro tan suave como puedo:

—Hola, Dale.

Se endereza y suelta un jadeo.

—¿Sr. Finnigan? —El profesor de física se detiene y le da una mirada


severa—. No lo desperté, ¿o sí?
—Lo siento, señor. —Dale se sienta y me lanza una mirada atenta.

La mirada del Sr. Moffat dura un poco más pero luego su expresión suave
regresa junto con su monótona explicación.

Luchando por su pluma, Dale voltea un pedazo nuevo de papel y


escribe…

¿¡¿¡¿¡Estás bien!?!?!?

Sonrío.

—Sí. Estoy bien… bueno, no por completo, obviamente. Tuve una caída y
ahora estoy incluso más lejos de la orilla.

¿Lesiones?

—Nada nuevo. Creo que mi cabeza ha dejado de sangrar, pero mi rodilla


está bastante mal y mi codo me está matando. Conseguí cubrirme con la
chaqueta.

Dale sonríe.

Buena chica.

No creo que súbitamente hayas descubierto una térmica bajo tu camisa,


¿no?

Me mira con esperanza.

Suprimo una risita y contesto:

—Lo único que tengo debajo de mi camisa es un sostén y tus placas de


perro.

Su cabeza se gira bruscamente hacia mí, sus ojos enormes.

—¿Qué? Me los diste para que los usara, ¿no? ¿Qué ocurre?

Sacude la cabeza y escribe…

No pasa nada. Consérvalas.

Quiero preguntarle más, pero no puedo retrasar mi respuesta a su siguiente


pregunta.
¿Recuerdas algo más?

—Sí. Faros.

Entonces, ¿estabas en la carretera?

—Uh-huh. Debo haber llegado a la carretera y empecé a caminar a casa.

¿Lado izquierdo?

—Sí. —Asiento—. No, espera. Estaba en el derecho. Estaba caminando con


el tráfico.

Sabes que deberías haber caminado en sentido contrario en un camino


parecido.

—Gracias, pero eso ahora es poco útil.

Lo sé, es simplemente más fácil divisar los coches y que ellos puedan verte.

—Bueno, este no me vio.

¿¡¿¡¿Crees que fuiste golpeada por un coche?!?!?

—Sí. Se estaba desviando por el camino.

¿Como un conductor borracho o algo así?

—Quizás. No lo sé.

¿Y te golpeó?

—Sí, estoy bastante segura de eso. No lo recuerdo con exactitud pero,


¿qué más pudo haber sido en el lugar donde estoy con las heridas que
tengo? Recuerdo caer y… —La palabra NICKY grita en mi cabeza y mi
suministro de aire se corta.

Me muerdo los labios.

¿Nicole?

—Eso es todo lo que recuerdo.

Bueno, entonces todo lo que tenemos que hacer es encontrar al conductor


del coche.
—Sí, porque es fácil. Pudo haber sido cualquiera… probablemente algún
turista que está afuera de la ciudad.

Dale suelta la pluma y se frota la oreja derecha.

La desesperanza golpea mis hombros. Podía tan fácilmente hundirme en su


ritmo implacable. Podía sentirme derrumbándome mientras notaba su
expresión triste.

—No voy a lograrlo, ¿verdad?

Dale suelta una corta respiración y agarra su pluma.

¡Voy a encontrarte! ¡Tan solo MANTENTE CON VIDA!

Subraya las tres últimas palabras varias veces y las ondas de desesperanza
que siguen golpeándome, se calman un poco. Sonrío y vocalizo la palabra
gracias. Sé que no puede verme y me alegra. Las emociones que
masacran mi sistema son unas que no estoy lista para compartir.
Capítulo 10
Traducido por Shadowy

Corregido por Micca.F

L
a campana suena momentos más tarde, y los estudiantes se
apresuran a recoger sus cosas. EL Sr. Moffat está metiendo papeles en
su maletín mientras sale por la puerta con todos los demás. Supongo
que los estudiantes no son los únicos que están desesperados por salir al
final del día.

Dale se toma su tiempo recogiendo sus cosas, sin duda esperando a que el
salón esté vacío así puede hablar conmigo sin parecer un bobo total.

Mi teléfono suena mientras los últimos estudiantes de último año salen por
la puerta.

Dale da un resoplido de disgusto y lo pone de golpe en la mesa.

—¿Qué?

—Tus amigos dan asco.

—¿Por qué? ¿Qué están diciendo? —Extiendo mi mano hacia el teléfono,


olvidando que mis dedos pasarán directamente a través de él.

Dejo salir un suspiro y doy un paso atrás. —Puedes leerlo por mí, por favor.

—No. —Dale agarra el teléfono y lo mete en su bolsillo.

—¡Hey, ese es mi teléfono! Ahora léeme el tweet.

—Olvídalo.

—Dale. —Cruzo mis brazos y fuerzo mi voz para que permanezca


calmada—. Yo…

—No te voy a leer el tweet, Nicole.

—¿Por qué no?


—Sólo vamos a decir que la etiqueta ha cambiado.

—¿A qué?

Dale suspira y mira al suelo.

—No quieres saberlo, ¿de acuerdo?

Mi frente se arruga y me trago el dolor. Debe ser malo si no está dispuesto


a mostrármelo. Odio estar tan desesperada por verlo a pesar de que
probablemente dolerá como el infierno.

—Dime. Necesito saber.

—No voy a hacerlo. —Dale camina a zancadas pasándome y me paro en


su camino. Él camina directo a través de mí y ambos nos estremecemos. Se
da vuelta con un jadeo—. NO me hagas eso de nuevo. Nunca.

Deja salir un suspiro y masajea su frente.

—Dime lo que dice o te lo haré por el resto del día.

Él gime y lanza sus manos al aire.

—Ninguna de estas personas con las que pasas el rato se preocupan por ti.
¡Obviamente estás desaparecida y todo lo que ellos han hecho es
comenzar un frenesí en Twitter sobre lo que podría haberte sucedido! —
Saca mi teléfono—. Algunos de estos tweets son repugnantes, Nicky.
¿Cómo puedes ser amiga de esta gente?

Su dulce desesperación ante mi situación tira de fibras del corazón que


nunca supe que tenía. Mis ojos arden mientras le respondo bruscamente.

—Porque no se preocupan por mí.

Los hombros de Dale caen y me mira confundido.

Trago y continúo como una idiota.

—Ellos son demasiado superficiales para cavar más profundo de la ropa


que uso, o los zapatos que tengo puestos… o a qué fiesta voy… o con
quién me acuesto. No se preocupan sobre mi forma de ser… y no quieren
saber nada sobre quién soy yo realmente. Nunca lo sabrán y esa es la
forma en que lo quiero.
—¿Nunca sabrán qué?

—Nada. —Trago—. Quise decir que ellos nunca me conocerán realmente.


—Mi cubierta es tan patética, pero Dale misericordiosamente lo deja
pasar.

—Sabes que eso es un desastre, ¿no? —La sonrisa que sigue su dulce
declaración es demasiado linda.

Muerdo mis labios y asiento.

—¿Estás bien?

Aclaro mi garganta en respuesta a sus palabras tranquilas.

—Ven, vamos a conducir por el parque nacional por un rato.

Cruzo mis brazos y lo sigo.

—Sólo tengo que parar en mi casillero primero.

Su ritmo es aún bastante rápido, pero logro mantener el paso mientras lo


sigo a su casillero. Pasamos a Sophie en el camino, ella le da una sonrisa
tímida y él asiente de vuelta.

Quiero burlarme de él otra vez, pero me obligo a salir con algo más. Lo
necesito a mi lado, no diciéndome que cierre mi boca de nuevo.

—¿De qué es tu grupo?

Él se gira para mirar a Sophie, luego de vuelta hacia mí con una mirada
sospechosa.

—Sólo estoy preguntando qué es. —Levanto mis manos.

Al detenerse en su casillero, marca la combinación y mira para asegurarse


de que nadie está cerca. —Es sólo un grupo de niños de mi iglesia. Nos
reunimos todos los viernes en la noche y pasamos el rato.

—¿Y qué? ¿Leen sus biblias?

Sus cejas se unen mientras trata de esconder su sonrisa. —A veces. No


siempre. Por lo general sólo nos reunimos para divertirnos un poco.

—¿Qué tipo de diversión?


—Juegos, paintball, películas… el pasado viernes entregamos barras
luminosas, apagamos todas las luces y bailamos hasta cansar nuestros
traseros.

Me río.

—¿Con cánticos?

—Está bien, tus ideas erróneas son aterradoras.

Cierra su casillero y la cremallera de su mochila.

—Bueno, discúlpame, pero nunca antes he ido a la iglesia.

—Tal vez deberías venir y echarle un vistazo.

—No, gracias. —Frunzo el ceño.

—¿Crees que la única forma de divertirse es emborracharse, comprar


ropa, salir con perdedores y decir cosas maliciosas sobre la gente?

Doy un paso lejos de él. A pesar de que fueron dichas con humor ligero,
sabía que quiso decir cada palabra.

—Vaya. —Trago—. Realmente no te agrado, ¿verdad?

Sus ojos se llenan rápidamente con pesar mientras pone su mochila sobre
su hombro.

—Te dejé mantener las placas de perro, ¿no?

Lo veo alejarse de mí, insegura de si sentirme insultada o tocada. Pasar


tiempo con él es lo más confuso que he hecho en mi vida. Me quedo allí
como una idiota, insegura de qué sentir.

Mi cuerpo fantasmal se hace cargo y corre tras él antes de que pueda


detenerme.

Lo alcanzo y caminamos lado a lado. Él aclara su garganta y olfatea,


luego mira sobre su hombro derecho.

—Estoy a tu izquierda.

Su sonrisa aparece mientras me mira. ¿Cómo puede alguien verse tan


seguro de sí mismo y tan torpe al mismo tiempo?
—No puedo imaginarte bailando. —Las palabras salen antes de que
pueda detenerlas.

Dale se ríe y susurra: —Créeme, si las barras brillantes no hubieran sido la


única fuente de iluminación, no podrías haberme arrastrado de una silla.

Sonrío.

—¿Te pusiste todo despreocupado?

—Créelo, nena.

Timbres de risa salen de mí. Es un sonido tan sorprendente que en realidad


dejo de caminar. Es casi extraño a mis oídos… No me he reído así desde…

Trago y frunzo el ceño.

Nadie puede hacerme reír ya, al menos no del tipo genuino que está
burbujeando en mi vientre en este momento. ¿Cómo logró hacerlo Dale?

Imágenes de él bailando-como-Glee5 en la pista de baile traen una nueva


ola de risitas. Las contengo y lo sigo.

Dale está parado en la salida de la escuela hablando con Adam Hutton. El


tipo es como Thor al lado de Dale. Su amplia forma ocupa la mayor parte
del marco de la puerta. Me muevo junto a ellos mientras salen por la
puerta. Puedo sentir que Dale está aguzando el oído por mí, así que le doy
un aviso.

—Detrás de tu hombro izquierdo.

Él asiente y luego se sintoniza de vuelta en la conversación de Adam.

—…quiere que aplique para todas las grandes universidades de la costa


este. ¿A dónde crees que irás el año que viene?

Dale se encoge de hombros.

—No estoy seguro aún. Todavía necesito ver algunas guías de cursos y
averiguar lo que quiero hacer. Sólo es septiembre, no quiero quedar
atrapado en toda la cosa de la universidad hasta que sea absolutamente
necesario.

5Glee: Serie de televisión cómica-musical emitida por la cadena Fox.


—Sí. —Adam fuerza una risa incómoda.

¿De qué tiene que preocuparse? Él seguramente va a ser el graduado con


las mejores calificaciones. El tipo trabaja más duro que cualquier otro
estudiante en esta escuela, por no mencionar el hecho de que es una
estrella del deporte y está en el consejo estudiantil. El tipo es tan dorado
que es prácticamente una estatua.

Me pregunto, ¿cómo llegó a ser amigo de Dale?

—¿Estás bien, hombre? Te ves un poco cansado. —Dale le da una


palmada en el hombro.

¿A quién estoy engañando? Él es tan amable con todos, que quién no


querría ser su amigo.

Adam pasa la mano por su cabello rubio desgreñado. —No dormí bien
anoche. Trabajé hasta tarde en una asignación y luego no pude
desconectarme. —Se encoge de hombros y le dispara una sonrisa
nerviosa—. Yo mismo soy mi peor enemigo.

Dale sonríe y busca en su bolsillo por sus llaves.

—Te veo luego, hombre. —Adam lo saluda con la mano y va hacia la


parada del autobús.

—Hey, ¿quieres un aventón?

La cara cuadrada de Adam se ilumina con una sonrisa. —¿Estás seguro?


Eso sería increíble, gracias.

—¿Qué? ¿Por qué? —Frunzo el ceño. No quiero compartir el coche con


alguien más. Quiero hablar con Dale sin ser interrumpida—. ¿Realmente
tenemos tiempo para esto? ¿No tenemos alguna búsqueda pre-oscura por
hacer?

Dale dispara una mirada severa en mi dirección.

—Él está en el camino —susurra.

Adam camina a zancadas al auto y abre la puerta del pasajero.

Dale abre su puerta y finge mirar su mochila, dándome tiempo para saltar
en la parte trasera.
—Gracias —susurro, todavía un poco malhumorada.

Él lanza su mochila en el asiento trasero con un guiño. No puedo evitar


sonreír.

Me muevo hacia atrás en el asiento mientras Adam empieza a hablar de


nuevo.

—Mi mamá robó mi auto.

Dale se ríe. —¡¿Qué?!

—Sí, el de ella está en el taller siendo arreglado y se quedó con el mío por
el día. Ni siquiera se ofreció a pasar y recogerme después de la escuela.
Hombre, odio coger el autobús. Me salvaste, hermano.

—No hay problema.

El auto vuelve a la vida y Dale sale del estacionamiento.

Realmente no me gusta su auto. Es un viejo Toyota Corolla. Un pedazo de


basura de color amarillo mostaza. Adam baja la ventana y todos hacemos
una mueca al alto chillido agudo.

—Lo siento, hombre —Dale sonríe—. Tengo que ahorrar para este bebé por
mi cuenta, así que es… ni bueno ni malo.

—Nah, está bien.

Adam está siendo muy amable. Él es dueño de un magnífico Mustang azul


medianoche por el que los chicos babean y en el que las chicas quieren
viajar. Lo consiguió por su decimosexto cumpleaños. Fue un regalo de su
tío rico, y al parecer su papá (el alguacil Hutton), se puso como loco.
Después de una batalla épica se le permitió mantener el auto, pero creo
que las reglas son muy estrictas. Si alguna vez se mete en problemas —lo
cual nunca hace— pero si alguna vez lo hiciera, el auto sería lo primero en
irse.

Adam es un chico realmente agradable, pero hombre, él se pavonea


como un pavo real cuando está caminando a la escuela cada mañana.

Ruedo mis ojos mientras nos ponemos en camino a la casa Hutton.

Mi teléfono suena de nuevo y Dale lo alcanza.


Frunce el ceño.

—Sabes, es realmente peligroso leer y conducir.

Él mira en el espejo retrovisor y me lanza una mirada seca. Sonrío.

Aclarando su garganta, Dale deja caer el teléfono en su regazo y mira a


Adam.

—¿Votaste en la Encuesta de Nicole hoy?

—Nah, hombre. No me gustan esas cosas. —Adam mira por la ventana y


se aclara la garganta.

—¿La conoces muy bien?

—¿Qué estás haciendo? —Me inclino hacia delante.

Adam se encoge de hombros.

—Sí, algo así. Solíamos pasar el rato un poco cuando éramos niños.

—Entonces, ¿qué pasa con ella?

—¿Qué quieres decir?

—Vamos. —Dale sonríe—. ¿Ella siempre fue así?

—¿Siempre cómo qué?

—Tú sabes, franca, irritante…

Golpeo a Dale tan duro como puedo. Mi puño va a través de su hombro,


pero al menos lo veo estremecerse.

Adam sigue mirando por la ventana, pero da una carcajada. Yo le lanzo


los males.

—De ninguna manera. —Adam niega con la cabeza y se da vuelta para


enfrentar a su amigo—. Ella solía ser increíble. Pasábamos el rato todo el
tiempo en la escuela media. Había un grupo masivo de nosotros y solíamos
hacer todo juntos. Nicole era siempre muy organizada y se le ocurrían estas
cosas locas para que hiciéramos.
Noto que la cabeza de Dale se inclina a un lado y sus ojos se estrechan
ligeramente. —¿Qué paso?

—No es asunto tuyo —susurro bruscamente.

—Jody.

—¿Quién?

Adam mira a Dale. —¿No conoces esta historia?

Dale niega con la cabeza.

—Jody era la hermana menor de Nicole. Era esta linda niña rubia con una
sonrisa constante. Puros rayos de sol, ¿sabes?

Mi corazón empieza a latir tan fuerte que creo que podría estallar de mi
pecho. Presiono mis dedos en el medio de mi caja torácica.

—Nicole la adoraba. Un día ella… —Adam se aclara la garganta.

No lo digas. No le digas, Adam. Quiero gritar las palabras, pero sé que no


hará ningún bien.

—Se cayó de un árbol, se rompió el cuello y murió.

Mis oídos empiezan a sonar mientras me desplomo hacia atrás en mi


asiento.

—Ella sólo tenía nueve años —termina en voz baja.

—Whoa. —Los nudillos de Dale están blancos mientras agarra el volante—.


Eso explica muchas cosas.

—Nicole fue quien la encontró.

La cabeza de Dale se mueve de un tirón a un lado. La sorpresa en su cara


es ineludible, seguida rápidamente por tristeza. Me aparto de ella. No hay
nada que pueda decir para detener esto.

—Nunca ha sido la misma desde entonces. Pasó ocultándose durante el


verano y luego, cuando llegó a la secundaria comenzó a pasar el rato
con…

—¿La gente equivocada?


—Bastante. —Adam asiente.

El auto se llena con ese inquietante silencio que sigue a una noticia
trágica. Mantengo mis ojos en la ventana, viendo el mundo desacelerar
hasta parar mientras Dale se detiene en la calzada de Adam. Él levanta el
freno de mano mientras Adam abre su puerta.

—¿Crees que ella ha huido?

Adam hace una pausa y rasca su nuca.

—No lo sé, hombre. Tal vez. —Su manzana de Adán baja en su garganta y
vuelve a subir de nuevo antes de forzar una sonrisa y salir del auto.

Dale espera el golpe de la puerta antes de dar reversa en el camino. Veo


a Adam caminar a su puerta, luego se gira y nos observa yéndonos. Me
giro en el asiento y miro por la ventana de atrás mientras él mira detrás de
nosotros.

Una parte de mí quiere odiarlo. Otra parte tiene que admitir que eso con el
tiempo iba a salir.

Le echo un vistazo de nuevo a Dale. Él sigue mirando por el espejo


retrovisor, buscando mi respuesta.
Capítulo 11
Traducido por Jo

Corregido por NayeliR

N
o digo nada. No puedo. Adam sale rápidamente de la vista. Sigo
mirando por la ventana trasera, incapaz de enfrentar a Dale. Él era
la única persona en la escuela que no sabía.

Odio que el status quo haya cambiado.

Dale aclara su garganta.

—¿Quieres sentarte al frente conmigo?

—No, estoy bien acá atrás —murmuro.

El auto comienza a detenerse. Lentamente me giro para ver a Dale


enfrentándome.

—Lo siento. —Su voz es suave.

—¿Por qué? —Mi voz es dura.

Sus ojos se llenan con compasión mientras susurra:

—Siento que hayas tenido que encontrar a tu hermana así. Siento que la
hayas perdido.

—No quiero hablar acerca de eso. —Aclaro mi garganta.

—Nic…

—¡NO QUIERO HABLAR ACERCA DE ESO!

Dale salta a su asiento y accidentalmente golpea la bocina. Ajustando su


posición, se gira para enfrentar el camino y suelta un pequeño: —Está bien.

Acelerando el auto, damos saltitos de conejo por un segundo hasta que


Dale encuentra su ritmo. Todavía me estoy sujetando a mi atontamiento, la
única forma de protección que he conocido desde el accidente.
Cierro mis ojos.

Jody.

Aprieto mi mano a un duro puño, haciendo que me duela. Solía ser capaz
de sacar sangre. Abro mi mano ahora y no veo nada… por supuesto. No
puedes romper la piel de un fantasma… sólo su corazón.

El silencio llena el auto hasta que pasamos el cruce a la casa de Matt y


comienza a adentrarse en el bosque.

—¿Algo se ve familiar?

Me inclino hacia el vidrio y sacudo mi cabeza.

—¿Nicole?

—Todo se ve igual. —Suspiro—. Puedo haber estado en cualquier lugar de


alrededor.

—Sólo sigue buscando, ve si algo provoca un recuerdo.

Hago lo que me dice y le pido a Dale que reduzca la velocidad como


cinco minutos después.

—Aquí podría ser. Quiero decir que hay un bandejón a lo largo de este
camino.

—Bueno, salgamos y demos un vistazo.

Dale se ve lleno de esperanza mientras salta fuera del auto y comienza a


caminar a lo largo de la carretera.

—Si fuiste atropellada, entonces probablemente haya marcas o daño en


la barandilla —dice sobre su hombro—. Sigue por ese camino y yo
intentaré aquí abajo, ve si encontramos algo.

Tomo las placas de perro alrededor de mi cuello mientras camino por la


carretera, mirando la barandilla. He caminado al menos 90 metros cuando
me giro y grito:

—No veo nada. La barandilla se ve bien.

—Lo mismo por acá. —La voz de Dale llega a mí—. Vamos, manejemos un
poco más allá.
Pasamos la siguiente hora saltando dentro y fuera del auto. La barandilla
está bien a lo largo de todo el camino y a los 24 kilómetros, estoy
completamente rendida.

—No quiero hacer más esto.

Dale mira su reloj.

—Probablemente debería irme a casa de todas formas. —Pone su pie en el


acelerador y nos dirigimos de vuelta a Big Bear Village.

—Qué malgasto de tiempo —suspiro.

—No lo creo.

Lo miro desde el asiento del pasajero.

—Siempre supe que eras un idiota.

Su risita es seguida por una rápida sonrisa.

—Podemos quitar ese tramo de camino ahora. No fue un malgasto de


tiempo.

—Bien, claro. —Inclino mi cabeza hacia atrás contra el asiento y cierro mis
ojos.

A veces siento que Dale puede verme o algo. Es como si pudiera sentir lo
que estoy haciendo y en vez de comenzar otra conversación cansadora,
simplemente se inclina hacia adelante y enciende la radio.

La música nos baña mientras paseamos de vuelta al pueblo. Siento el ritmo


dentro de mí mientras la letra gira en mi cerebro. No puedo evitar cantar.

—¿Realmente te gusta esta canción?

Abro mis ojos y veo la sonrisa de Dale.

—A todos les gusta esta canción.

—No, realmente no.

Mis cejas se juntan.

—¿Entonces por qué la estás escuchando?


—Porque me gusta el sonido de tu voz.

Avergonzada, me siento un poco más derecha. Una sonrisa tira de mis


labios y lucho para enderezarla.

—Así que, ¿te gusta cantar, en casa, cuando nadie está observando? —
Dale cambia de marcha y me echa un vistazo.

—Tal vez. —Me encojo de hombros.

—¿Cepillo de cabello o desodorante?

Sonrío abiertamente.

—Mi cepillo hace un micrófono mucho mejor.

—Lindo. —Asiente Dale—. Siempre fui más del tipo de chico de espátula.

—No lo fuiste. —Intenté golpear juguetonamente su hombro, pero mi mano


lo atraviesa.

Él rasca el punto donde lo golpeé y ríe.

—Lo juro, solía encontrar cada pocillo y olla en la cocina y volverlo en un


gran equipo de batería. Golpearía el infierno de esas cosas. Volvía loca a
mi madre.

Río.

—Los buenos músicos comienzan jóvenes, supongo.

—Sí, bueno difícilmente soy un talento, pero me divierto.

—Así que, un baterista entonces. Sabes, eso es de hecho bastante genial.

—Oh, bueno me hace feliz que lo apruebes.

Otra canción empieza y siento mis interiores saltar de placer. Amo esta.

—¿Puedes subirla, por favor?

Dale lo hace sin comentar y por alguna razón, me lanzo dentro de la


canción. No sé por qué. Nunca lo hago con mis amigos, pero de alguna
manera siento como si lo tuviera permitido en este viejo auto de mierda.
Como si fuera seguro o algo.
Termino la canción con fuerza.

Dale sacude su cabeza con una sonrisa.

—Eres una Gleek, ¿no?

—No. —Me giro en mi asiento y luego suspiro—. Tal vez… bien, sí, pero si se
lo dices a alguien te mataré.

—Por qué no quieres que le diga a alguien. Glee es genial.

—Cállate. Glee es genial.

—Lo es.

¡Huh! ¡Muy sarcástico!

Mis ojos se entrecierran mientras lo observo.

—Sé que no puedes verla justo ahora, pero te estoy dando una mirada
muy seca.

—No, puedo verla.

—¿Puedes? —Mi voz sale toda alta y chillona.

—En mi cabeza —admite suavemente Dale—. Puedo imaginarte


realmente clara en mi cabeza y conozco esa mirada. La haces bastante.

No sé cómo responder a esto. Él lo hace sonar como si estuviera


estudiándome desde que llegó a nuestra escuela hace casi un año. Lo
miro en un confundido silencio y luego bajo la mirada a mis uñas, de
repente incómoda.

Inclinando su asiento hacia atrás, Dale saca su iPod y busca música


mientras intenta mantener un ojo en el camino. Unos pocos minutos
después, está enchufándolo al estéreo con una sonrisa.

—Sabes que es más genial que Glee sin embargo, ¿cierto?

Subiendo el volumen, Dale deja que Granite palpite a través del auto.

Una risa contenta escapa por mis labios mientras Dale comienza a cantar
a toda voz la música con deleite.
En segundos estoy uniéndome a él.

Cantamos lo más fuerte que podemos, todo el camino a la casa de Dale.


Capítulo 12
Traducido por Helen1

Corregido por NayeliR

N
o tengo razón para estar nerviosa acerca de entrar a la casa de
Dale, pero lo estoy. Doy un paso a través de la puerta y miro en el
interior. En realidad es bastante agradable. Muy sencillo y simple,
pero elegante de todos modos. Las paredes son de madera, dándole esa
sensación de cabaña de madera, apuesto a que hay una chimenea en el
salón. Echo un vistazo a la barandilla de madera sólida en la parte
izquierda de la escalera y me pregunto si alguna vez Dale metió sus piernas
a cada lado de ella y se deslizó hasta el fondo. Sería tentador, eso es
seguro.

La madre de Dale aparece en la esquina.

—Hola cariño. —Llega de puntillas y le da a Dale un beso en la mejilla.

A lo lejos, ¡creo que en realidad es más baja que yo! No pensé que eso
fuera posible.

Dando un paso atrás, mira hacia arriba con una sonrisa de adoración.

—¿Cómo estuvo la escuela?

—Sí, bien.

Su madre camina hacia la cocina.

—¿Un día lleno de acontecimientos?

Dale mira sobre su hombro con una sonrisa irónica.

—Se podría decir que sí.

—¿Pero uno bueno? —Se da vuelta en el mostrador de la cocina. Sus ojos


están bailando con dulce alegría. Es muy difícil no verlos.

Dale sonríe y asiente con la cabeza.


—Sí, mamá, fue grandioso.

—Fantástico.

A lo lejos, se ve como si estuviera a punto de llorar. Ella, obviamente, quiere


realmente que Dale lo haga bien en la escuela, o sea feliz... o algo así. El
corazón se me aprieta un poco a medida que veo su genuino interés
mientras Dale le cuenta sobre su día y le inventa una excusa de por qué
llega tarde.

—La cena es en media hora. Te llamaré cuando esté lista.

—Maravilloso, me muero de hambre. —Dale la besó en la mejilla y se


escabulló por las escaleras justo saliendo de la cocina.

No puedo evitar dejar de mirar alrededor de la casa mientras lo sigo por las
escaleras y por el pasillo hacia su habitación.

La sensación de la casa es diferente a la mía. Es mucho más vieja, parece


que fue construida en los años 70s o 80s.

La alfombra ha sido renovada, sin embargo, pero con un rico color


burdeos que da a la casa un delicioso calor.

¿Delicioso calor? ¿En serio?

Niego con la cabeza. Eso es lo que se siente. No sé de qué otra manera


describirlo.

Paso la mano por la pared, tratando muy duro para evitar que mis dedos
pasen a través. No siento nada y frunzo el ceño mientras mis dedos pasan
a través de un cuadro.

—Entonces esta es mi habitación. —Dale abre la puerta.

Entro y soy una vez más golpeada por la calidez.

Me pregunto si mi madre les vendió esta casa. No es para nada su estilo,


pero conociéndola ella habría arrojado esa palabra calidez en numerosas
ocasiones.

Hay una cama doble en la esquina de la habitación con un edredón de


color verde brillante. Es bastante abrumador, pero resistí la tentación de
comentar. Es su cuarto, no el mío. Dale vuelca su bolso al lado de su
escritorio y explora la repisa por encima de ella.

—¿Qué estás buscando?

—Cuando nos mudamos aquí, papá me compró un libro de mapas de la


zona. Destacamos un montón de rutas de senderismo que queríamos
hacer.

—Y déjame adivinar, no han hecho ninguna de ellas.

Dale me mira con sorpresa.

—No, hemos hecho cerca de ocho hasta ahora.

—Oh. —Me paso los dedos por el pelo y vuelvo la mirada, sintiéndome
estúpida.

—Aquí está. —Él lo saca y pasa a través de las páginas—. Muy bien, así que
aquí es a donde nos dirigimos hoy. —Hurga a través de su escritorio por un
marcador y marca una cruz en el tramo de la carretera a la que fuimos—.
Así que tal vez mañana pueda levantarme temprano y podamos hacer
esta sección antes de la escuela.

Miro por encima del hombro.

—Tendrías que levantarte bastante malditamente temprano.

—Lo sé. —Asiente con la cabeza—. No puedo faltar a la escuela. Lo siento


mucho, pero...

Su cara se frunce con pesar.

—Yo no te estoy pidiendo que te saltes la escuela. —Las palabras salen un


poco más golpeadas de lo que quiero que lo hagan. Supongo que
simplemente me molesta que asuma que creo que saltarse la escuela es
algo en lo que yo nunca pensaría no hacer. Lo que él nunca sabrá es que
nunca he perdido un día de clases cuando he tenido una prueba
importante y ni una vez presenté un trabajo tarde. Mis días de saltar la
escuela siempre coinciden con los días en que no puedo soportar hacer
frente a la población estudiantil. Invito a Amber porque ella está
demasiado absorta en sí misma para notar mis estados de ánimo.
—¿Debo llamar a la policía? —La pregunta de Dale me hace voltear hacia
él.

—No creo que se tomen en serio este tipo de casos, por lo menos durante
48 horas.

—Tal vez el sheriff puede ayudarnos.

—¿El Sheriff Hutton? —Niego con la cabeza y comienzo a escanear su


habitación—. No lo creo. Él tiende a ser un purista de las reglas.

—¿Y si le digo lo que sé?

Miro abajo para leer la colección de libros de Dale.

—Él se preguntará cómo sabes estas cosas. No le puedes decir que puedes
oírme. Todo el mundo pensará que estás loco.

—No puedo sentarme aquí y no hacer nada.

Me pongo de pie y lo enfrento, amando el hecho de que él quiere


esforzarse tanto.

—Necesitas comer y dormir, Dale. No me sirves muerto de hambre. —


Mantengo mi voz tan casual como puedo. Estoy en lo cierto. Estoy siendo
sensible. No hay nada más que podamos hacer en este momento.

Miedo se enrosca en mi vientre.

Trato de librarme de ello con distracción y moviéndome al segundo


estante de libros de Dale. Hombre, a este tipo le gusta leer.

—Hay algunos buenos títulos aquí —murmuro.

—Sí, bueno, la lectura es buena para el cerebro. —Da un paso hacia mi


voz.

Me deslizo por delante de él y me muevo hacia el escritorio. Es un


desorden con pilas de libros en torno a su computadora. Me doy cuenta
de una enorme pila de páginas en una pila ordenada y me inclino a ver lo
que son.

El Secreto Troyano por Dale Finnigan

—¿No sabía que te gustaba escribir?


—Uh. —Dale salta nerviosamente hacia su escritorio.

—No leas eso.

—¿Por qué no?

—No está terminado. —Levanta uno de sus libros de texto y cubre la


primera página.

—Está bien. —Cruzo los brazos y murmuro—: Aguafiestas. —Mientras me


doy la vuelta.

—Es sólo que yo…

—¿Quién es la anciana? ¿La Sra. Cazadora de Pumas? —Me inclino a


inspeccionar la foto que acabo de ver. Dale tiene su brazo alrededor de
una mujer hermosa con rizos oscuros y una sonrisa radiante.

Dale camina a mi lado.

—En primer lugar es grosero y en segundo lugar, ella es mi hermana,


Rachel.

—¿En serio? ¿Qué edad tiene?

—Treinta. —Toma la foto a su lado—. Éstos son sus hijos Emma y Tim.

Miro a las tres sonrisas traviesas de la imagen. Dale está sosteniendo sus
helados.

—Mira tu cara, el tío orgulloso.

—No puedo evitarlo. Son dos dulces pastelitos.

—No puedo creer que eres un Tío Dale.

—Sí, bueno, Tío Dee en esta etapa.

Se sonroja mientras regresa la imagen a su lugar.

—Así que... —Miro a mis pies y luego casualmente me encojo de


hombros—. ¿Cuántos años tiene tu madre?

Dale mete las manos en los bolsillos y se aparta de mí.

—¿Qué, no me vas a decirme?


—Mira mis padres son impresionantes, está bien. —Se gira de nuevo hacia
mí—. No necesito que difundas chismes acerca de ellos.

—¡No lo haría! —Trato de ignorar su mirada seca, pero es difícil pasarla por
alto. Me enfado—. No confías en mí.

Se encoge de hombros.

—¿Por qué habría de hacerlo?

Abro la boca con una respuesta aguda, pero soy interrumpida por un
labrador negro que estalla a través de la puerta con un ladrido feliz. Grito y
salto hacia atrás.

Dale se ríe.

—Está bien, no le haría daño a una mosca.

Me muevo dudosa en el borde de la habitación, agradecida de que el


perro saltando no puede verme. Su lengua babosa está colgando de su
boca en éxtasis mientras Dale frota detrás de las orejas. De repente, la nariz
del perro se movió y se alzó en el aire, olfateando ruidosamente.

—¿Qué pasa, muchacho?

El perro se echa hacia abajo y empieza a oler la alfombra, tejiendo su


camino a través de la habitación hasta que está a mis pies.

—¿Q… qué estás haciendo? —le grito al perro.

Él olfatea alrededor de mis tobillos y luego comienza a trabajar su camino


hasta mis piernas hasta que su nariz está en mi entrepierna.

—¡SAL de ahí! —Trato de dar una palmada al perro—. ¡Dale! ¡Un poco de
ayuda!

—Wow. —Dale retrocede con asombro—. Eso es increíble.

Trato de moverme lejos del perro.

—¿Qué es increíble? ¿El hecho de que tu estúpido perro no puede dejar


de oler mi entrepierna?

—Buf, ven aquí, muchacho. —Dale se golpea el muslo—. Bufón. Ven aquí.
Después de algunas peticiones más, entre carcajadas, el perro de Dale
finalmente hace lo que se le dice.

Me sacudo mis vaqueros con una mano temblorosa y levanto mi cuerpo


con toda la dignidad que puedo.

—Lo siento —dice Dale con una sonrisa boba.

—Estoy segura de que lo sientes. —Cruzo los brazos.

—Es bastante increíble que pueda sentirte así. Me pregunto por qué.

—Mira, quién sabe. Sólo mantenlo fuera de mi entrepierna, ¿bien?

—Sí, señora. —Dale asiente con la cabeza, luchando por contener sus
labios de estallar de nuevo en una sonrisa.

Rodando los ojos, me ablando con una pequeña sonrisa que no puede
ver. Acercándome más, extiendo mi mano y dejo a Bufón oler mis dedos. Él
empieza a lamer aire. Esto es demasiado extraño.

—No entiendo cómo me puede sentir.

—La vida es misteriosa.

—¿Ésa es tu respuesta?

Dale se encoge de hombros.

—A veces sólo tenemos que aceptar el hecho de que no podemos


explicarlo todo. La vida pasa, lo queramos o no, y no siempre tenemos una
razón del por qué. Nuestro trabajo es tratar de hacer salir algo bueno de
ella.

Tengo la sensación de que se está refiriendo a Jody, así que me aclaro la


garganta y cambio de tema.

—¿Por qué lo nombraste bufón?

Arrodillándose, Dale le da a su perro otra frotada detrás de las orejas.

—En el momento en que lo conseguí, él era el único que podía hacerme


reír. Bufón parecía el nombre perfecto.

—¿Qué te pasó?
Dale le da a su perro una palmadita final y se para.

—¿Tiene que ver con tu cicatriz?

No me mira.

—¿Es cierto el rumor de la pelea con cuchillo?

Dale sonríe.

—¿Caíste a través de una puerta de cristal? ¿Accidente de Ciclismo?


¿Qué hay de aquel en el que estabas navegando en un arrecife?

Me da una mirada lastimosa.

—Bueno, está bien dime entonces. ¿Cómo conseguiste la cicatriz?

Sacudiendo la cabeza, se dirige a su escritorio y empieza a rebuscar en


algunas páginas.

—Vamos. Sabes todo acerca de mi pasado.

—¿Lo sé? —Se vuelve.

Frunzo el ceño al ver su expresión abierta y luego miro hacia el suelo.

—Bueno, está bien, no me lo digas. —Miro con desdén—. No me importa


de todos modos.

—¡Dale! ¡La cena está lista!

Me lanza una última mirada de incredulidad antes de salir por la puerta.

Pisoteo por las escaleras detrás de él, molesta de que está siendo tan
reservado. Es tan completamente injusto. Gracias a su interrogatorio a
Adam, ahora sabe sobre Jody. Lo menos que puede hacer es decirme por
qué se parece a Frankenstein.

Me estremezco; me alegro de que no esté hablando en voz alta.

Dale toma un asiento en la mesa, frente a sus padres. Su papá le da una


sonrisa y le pregunta cómo le va. Ellos comparten una broma rápida que
no entiendo a continuación, se sostienen las manos y dan las gracias.

¿Tomados de la mano alrededor de la mesa? Raro.


—Amén —dicen todos al unísono y luego sonríen el uno al otro.

Tío, somos como cinco tímidos de los Brady Bunch6 aquí.

Me apoyo en la pared y veo hacia el padre de Dale, ¿cuál es su nombre?

—Charles, ¿puedes pasar la pimienta por favor?

Correcto.

Le da a su esposa —¿Mary? Sí, creo que es Mary— la pimienta y le da una


sonrisa privada. Hombre, se ven tan enamorados, es repugnante. Quiero
decir, ewww. ¿Qué edad tienen estas personas?

Ignoro el pensamiento de que mis padres solían mirarse de esa manera y


en su lugar devuelvo mi atención sobre el hecho de que Dale está siendo
un imbécil terco. No puedo creer que no confíe en mí. Después de todo lo
que hemos pasado hoy.

Cruzo los brazos y le disparo unas cuantas miradas asesinas, pero él es


ajeno a ello.

—Entonces, Dale, ¿cómo te va con el señor Moffat?

—Sí, bien. —Dale asiente.

—¿Bien? Estuve sentada junto a ti por media clase y no tomaste una nota
—le digo a través del cuarto.

Los hombros de Dale se tensan y les da a sus padres una estrecha sonrisa.
Mis ojos se entrecierran. Caminando hacia la mesa, decido jugar a la perra
por la que todo el mundo me conoce.

En cuclillas al lado de los Finnigan, hago todo lo posible para lanzar una
juerga retorcida para mi compañero desconfiado.

—En realidad, Sr. y Sra. Finnigan, su hijo probablemente está fallando con
física.

Dale lleva un tenedor lleno de arroz a su boca y mira en la dirección de mi


voz.

6 Brady Bunch: The Brady Bunch es una sitcom estadounidense. El programa se emitió
originariamente desde el 26 de septiembre de 1969 hasta el 30 de agosto de 1974 en la
cadena estadounidense ABC.
—No me sorprendería si consigue una gran y gorda F en su expediente
académico. —Hago una mueca—. No es tan bueno para aplicaciones
universitarias, ¿estoy en lo cierto?

Inclinándose hacia adelante, Dale aclara su garganta y se mueve de un


lado a otro en su silla.

—Si yo fuera ustedes, estaría pidiendo ver su trabajo en la escuela, ya que


si la cantidad de notas que tomó hoy son un indicativo, podría no estar
haciéndolo tan bien en otras áreas tampoco.

El tenedor cae de la mano de Dale y, a pesar del hecho de que no me


puede ver, se las arregla para apuntar una mirada oscura justo en
dirección a mí.

—Dale, cariño, ¿estás bien?

Contiene el aliento por un instante, y luego niega con la cabeza.

—No, en realidad. Tengo que contarles algo.

—¿Qué estás haciendo?

Doy un paso atrás de la mesa, mientras sus padres se inclinan hacia


delante, luciendo preocupados.

—La verdad es que...

—¿Estás loco, ahora mismo? ¡No van a creer que puedes escuchar un
fantasma!

Suspira.

—Creo que estoy fallando en física.

Confusión frena mi próximo comentario.

La Sra. Finnigan parece decepcionada y el señor Finnigan se inclina hacia


atrás con una expresión pensativa.

—Holgazán —dice finalmente.

—Sí, lo sé, papá. Lo siento mucho, pero yo sólo... Realmente lo odio y no


entiendo lo que el señor Moffat está hablando la mitad del tiempo.
Simplemente no creo que pueda hacerlo bien este año.
—Pero lo estás haciendo muy bien en todo lo demás.

—Sí, bueno Biología es un poco difícil, pero me encantan mis otras


materias.

Los labios de la Sra. Finnigan se fruncen, y luego mira a su marido. Tienen


una de esas conversaciones silenciosas que las parejas casadas sólo
parecen capaces de hacer.

—Hablamos de que estudiaras una variedad de temas este año.

—Lo sé, pero no lo disfruto. Quiero transferir la clase y hacer algo en lo que
voy a sobresalir.

Como si alguna vez van a dejar que eso suceda.

La pareja terminó su conversación en silencio luego miraron a Dale.

—Está bien, bueno estoy abierto a discutir eso.

¿Qué?

—Realmente sentimos si no está funcionando.

—Sí, bueno, debería haber ido desde el principio. Nunca quise tener Física.

—¿Entonces por qué lo hiciste?

—Porque quería hacerlos... orgullosos.

—Oh cariño. —La Sra. Finnigan llega a través de la mesa y agarra la mano
de Dale—. Siempre estaremos orgullosos de ti y lo sabes, tu honestidad en
este momento sólo nos hace más orgullosos. Te amamos, chico.

La conversación continúa mientras discuten otras materias que Dale podría


tomar. Sus voces se convierten en ruido estático mientras me apoyo contra
la pared.

Mis ojos arden con lágrimas inoportunas.

Te amamos, chico.

No puedo recordar la última vez que alguien me dijo que me amaba y


ellos lo dicen como si fuera un hecho cotidiano.
Me doy cuenta que Dale mira sobre su hombro. Busca lentamente en la
habitación mientras asiente con la cabeza a los comentarios de sus
padres. Me está buscando.

Debería hablar y decirle dónde estoy, pero no puedo.

En su lugar me arrastro fuera de la habitación.

La puerta de la cocina está abierta, me presiono a través de ella, cruzo la


calle en diagonal y doy la vuelta hacia Piney Lane. A unos cientos de
metros más adelante, estoy caminando alrededor de la parte de atrás de
mi casa y subo las escaleras. Mamá siempre deja la ventana del baño
abierta. No tengo idea de cómo voy a subir en realidad a través de ella.
Estoy fuera y miro el estrecho espacio. Podría ser capaz de pasar a través
de ella... pero con las manos tan densas como el humo, no tengo ni idea
de cómo voy a agarrar el marco para tirar de mí misma hacia arriba.

Dejo escapar un resoplido furioso. No puedo trabajar esta estúpida cosa


de fantasma. Mis pies parecen capaces de caminar sobre superficies
sólidas y mi trasero parece capaz de sentarse en cualquier tipo de asiento,
así que, ¿por qué mis manos se deslizan a través de todo? Tal vez sea una
cosa de tipo de la mente sobre la materia.

Mis ojos se estrechan cuando estudio la ventana y voy a creer que se trata
de un objeto sólido que ninguna parte de mi cuerpo puede atravesar.
Decido que cuanto más rápido lo haga, se verá involucrado menos
pensamiento. Tomando un respiro, me lanzo hacia la ventana, mi pie
aterriza en el travesaño mientras mis manos tocan el marco.

Por supuesto, mi cerebro entonces decide recordarme que todo esto es


simplemente ridículo y mis manos vuelan en línea recta a través del vidrio
seguido por el resto de mi cuerpo. Aterrizo en un montón en el suelo de
baldosas. Saltando, hago un poco de baile tipo “hormigas en mis
pantalones". Me tuerzo hacia atrás para mirar por la ventana, tiemblo de
nuevo a continuación hago mi camino a través de la casa. Está fría, oscura
y silenciosa.

Entro en mi habitación y miro a mi alrededor a mis prístinas pertenencias. Mi


biblioteca está perfectamente alineada con los libros sin tocar, la ropa
está perfectamente doblada en cada gaveta o colgada
cuidadosamente en cada percha. Mi sutil colcha está tensada a la
perfección... justo como me gusta.

Frunzo el ceño.

Todo se siente frío. Frío y sombrío.

Giro sobre mis talones, desciendo las escaleras hasta la sala de estar y me
obligo a no mirar por la ventana. Hay una luz encendida en la cocina. Sigo
el resplandor ámbar y tropiezo a través de mi madre. Ella está sentada en
la mesa de la cocina, picando en una comida de microondas.

—¿Mamá?

Doy un paso delante de ella. Está en el modo zombie de nuevo. Su tenedor


está justo por encima de su comida. Es como si sabe que tiene que comer,
pero no puede obligarse a terminar de hacerlo.

Miro el reloj de la estufa. 6:50. Papá está casi una hora retrasado, ¿qué más
hay de nuevo?

Mi madre parpadea y finalmente regresa. Mira el reloj y resopla, lanzando


el tenedor en su plato y alejándose de la barra. Con eficacia practicada
va al armario y coge una copa grande de vino. Selecciona una botella,
hace estallar el corcho y se sirve a sí misma una enorme copa. Tomó
cuatro grandes tragos.

—Whoa, mamá.

Ella sirve otra copa y golpea la botella en el mostrador. Va a engullirlo


entonces se detiene y lo coloca suavemente abajo. Un sollozo repentino
sale a borbotones de su boca mientras sumerge la cabeza. Sus rizos rubios
caen sobre su rostro y sus hombros tiemblan.

—No llores —le susurro.

Ella no me escucha y los sollozos siguen viniendo de ella, lenta y


penosamente.

Retrocedo. No puedo estar aquí. No puedo ver esto de nuevo.

Tropezando fuera de la habitación, corro al baño y vuelvo a caer a través


de la ventana. Ni siquiera me importa.
Todo lo que quiero ahora mismo es el calor delicioso.
Capítulo 13
Traducido por Mari NC

Corregido por yonoestoyloca

L
a puerta de la cocina está cerrada cuando regreso a la casa de los
Finnigan. Maldigo luego de caminar por el lado de la casa en busca
de otra forma de entrar. Puedo ver que la ventana de Dale está bien
abierta. Me pregunto si él la dejó así para mí.

¿Cree que puedo malditamente volar?

Pateo la roca con el pie y veo mi bota pasar a través de esta.

Esto es una mierda.

Estoy a punto de desplomarme al suelo cuando se abre la puerta principal.

—No tienes que preocuparte, Mary. Está siendo honesto con nosotros, eso
es lo más importante.

—Sólo quiero que sea feliz. No quiero que se repita…

El señor Finnigan coloca su dedo suavemente en los labios de su esposa.

—Eso no va a suceder de nuevo. No tengas miedo. Tenemos que confiar


en él.

Ella le da una sonrisa suave.

—Lo sé.

Con una mirada tierna, el señor Finnigan se inclina y besa a su esposa.


Tomo mi oportunidad y me meto por delante de ellos y a través de la gran
puerta. Estoy segura de que acabo de pasar mis caderas por sus piernas.
Ambos parecen temblar mientras dan un paso lejos del otro.

—Diviértete.
—Lo haré. Esta pareja es fantástica. Muy adecuados. Estas sesiones de pre-
matrimonio han sido geniales.

—Sólo un mes hasta la boda. No puedo creerlo.

El señor Finnigan le da una sonrisa.

—No puedo esperar para casarlos.

—Adiós cariño. Te quiero.

—A ti también, cariño. Vuelve pronto.

Los veo intercambiar una última mirada antes de correr apresuradamente


por las escaleras.

—No sabía que tu papá era un ministro.

Dale salta una milla mientras camino por su puerta abierta.

Dejando caer su cabeza entre las manos, murmura algo acerca de si su


corazón será capaz o no de sobrevivir a esto, entonces me mira.

—Ya no lo es. Hace asesoramiento, funerales, bodas, cosas así.

Se sienta en su silla con un suspiro, y se frota los ojos.

Hay una silla vacía a su lado. Tomo asiento y aclaro mi garganta para que
sepa dónde estoy.

Se vuelve hacia mí.

—Hey, ¿estás bien? Sólo desapareciste.

—Sí. —Me encojo de hombros, tratando de sonar casual—. Sólo fui a casa.

—¿Está todo bien?

No respondo de inmediato, no puedo. Sólo miro a la pantalla de su


computadora. Él ha estado investigando las páginas de primeros auxilios.
También puedo ver su cuenta de Twitter abierta, pero la página no está
abierta, así que no puedo escanear por mi nombre. Lo miro y veo el libro
de mapas abierto entre sus manos. Está marcando rutas para probar y
también tiene una página de preguntas que está compilando para
preguntar a mis amigos.
—¿Nicole? —pregunta Dale en voz baja.

—No lo entiendo. —Niego con la cabeza, pensando en el día que acaba


de ocurrir.

—¿Entender qué?

Mi voz adquiere una calidad distante mientras recuerdo a los padres de


Dale besándose en despedida luego pienso en mi madre llorando en la
cocina. Luego recuerdo de nuevo la escuela y escucho a mis amigos
riéndose sobre mí estando muerta.

—Soy popular. Soy bonita. A pesar de su maldad de hoy, las chicas todavía
quieren ser yo y los chicos quieren estar conmigo. —Espeto y miro fijamente
a Dale—. Tú apenas tienes amigos. Tienes cicatrices en tu cara que asustan
a todo el mundo.

Frunce el ceño Dale y lame sus labios.

—¿Hay una razón para esto o simplemente estás tratando de darme un


complejo?

Hago una pausa durante un largo latido luego miro dentro de sus hermosos
ojos marrones.

—¿Por qué quiero tu vida?

La cara de Dale se pliega con una mirada de tal compasión y simpatía


que tengo que darle la espalda. Lo puedo sentir a punto de decir algo,
pero es interrumpido por un golpe en la puerta.

Su madre aparece y mira alrededor de la habitación.

—Pensé que te escuché hablar con alguien.

—Oh, no, yo sólo… —se sonroja.

—¿Representando escenas para tu libro de nuevo?

Él deja escapar una risita nerviosa.

Ella le sonríe luego pone su mano en su cadera mientras camina por su


habitación y cierra la ventana.

—Deberías hacer tu tarea de física, no escribir.


—Me estoy transfiriendo, ¿recuerdas? —Su sonrisa descarada es adorable.

Su madre cierra las cortinas.

—No estás transferido aún y hasta que lo estés, quiero que des lo mejor de
ti... luego puedes escribir hasta que se te crucen los ojos.

Ella da una palmadita en su hombro.

—Sí, señora —saluda.

Ella da una pequeña risa y luego besa su mejilla antes de salir.

Para ser honesta, estoy contenta por la interrupción. No quiero tener


respuesta a mi pregunta. No quiero ver esa mirada en la cara de Dale de
nuevo, porque esa mirada me hace querer fundirme.

Me siento con la espalda recta y agito el flequillo de mis ojos.

—¿Así que estás escribiendo un libro o una historia corta? —pregunto


alegremente.

Dale vacila, obviamente sorprendido por mi cambio de humor repentino.


Saltando, cierra la puerta y vuelve a su escritorio.

—Voy por una novela.

—¿Por qué no dejas que la lea?

Él se deja caer de nuevo en su silla.

—Todavía es el primer borrador. Necesita un poco de trabajo importante y


no estoy muy dispuesto a compartir.

Arrugo mi nariz hacia él.

Cerrando el libro de mapas, lo mueve a un lado de su escritorio.

—Escucha, será mejor que termine mi tarea. La haré lo más rápido que
pueda, luego podemos planificar una ruta para mañana.

—Está bien —murmuro y descanso la barbilla en mi mano. Lo veo trabajar


con un pequeño ceño confundido en su rostro. En realidad es bastante
adorable. Me doy la vuelta y estudio cuidadosamente su escritorio y luego
sonrío cuando Dale coge distraídamente un libro de la parte superior de su
manuscrito. Me inclino sobre él y empiezo a leer.

Es bueno. Me refiero a realmente bueno. Para el final del cuarto párrafo


me gusta el personaje principal y al final de la página tengo que saber lo
que va a hacer con la pieza de armadura que acaba de descubrir.

Agarro la página y trato de mirar sobre ella. Mis dedos silban a través de
esta. Retengo mi gruñido irritado y vuelvo a intentarlo.

Dejo escapar un suspiro y resisto la tentación de pedirle Dale que lo haga


por mí. Como si dijera que sí después de decirme específicamente que no
lo lea. Miro de reojo hacia él. Él entrecierra los ojos y frunce el ceño
mientras estudia el texto, garabatea algunas notas más y a continuación
las teclea en su computadora.

Miro de nuevo al manuscrito y entrecierro mis ojos.

Frotando mis dedos, me estiro por la página. Determinación pasa a través


de mí mientras empujo mi dedo sobre el papel y lo agarro. La página
rebota hacia arriba y luego cae de nuevo.

Mi boca se abre.

Lamiendo mis labios, entrecierro mis ojos y me inclino de nuevo. Aguanto la


respiración cuando uso más fuerza para agarrar la página. Se levanta
hermosamente y cae al lado del manuscrito. Ahora puedo ver la página
dos.

Me inclino para leerlo y tomo conciencia de la forma congelada de Dale


a mi lado. Sus ojos son cortantes mientras me mira.

—¿Estás leyendo mi manuscrito?

—Sólo di vuelta la página.

—Te dije que no la leyeras… Mierda acabas de dar vuelta a la página. —


Se sienta hacia adelante—. ¿Puedes hacerlo otra vez?

Lo intento de nuevo. Toma tres intentos, pero ambos damos una risa
triunfante mientras flota en el aire y aterriza en el suelo a mi lado.

Dale asiente con una sonrisa.


—Es bueno saberlo. Ahora deja de leer mis cosas. —Coge las dos páginas
caídas y las coloca cuidadosamente de nuevo en la pila.

—¿Por qué no? Es bueno.

Se queda quieto y me mira.

—¿En serio? ¿Crees que es bueno?

—Sí. Ya me gusta Matthias y tengo muchas ganas de conocer la


importancia de la coraza que acaba de encontrar. ¿Qué significa el
símbolo que aparece en la parte frontal?

Los ojos de Dale brillan con una sonrisa.

—Supongo que tendrías que leerlo para averiguarlo.

—Duh. Eso es lo que estoy tratando de hacer.

Una pequeña risa brota de su boca.

—Ok está bien, pero tú misma tienes que darle vuelta a las páginas.

Tomando su pluma, lo veo intentar, pero falla en regresar a la Física.

Sigo leyendo. Es un poco frustrante pasar por mí misma las páginas, pero
después de cinco o seis, estoy tomando la práctica.

Dale me mira con una ligera expresión de asombro en sus ojos. Cada vez
que una página aletea al suelo niega con la cabeza.

—Me pregunto ¿qué otra cosa puedes hacer? —murmura finalmente,


cerrando su libro de Física y recogiendo las páginas que dejé caer—. Aquí,
trata de sostener mi pluma.

Miro hacia el objeto y trato de tomarlo, pero no se mueve de la mesa.

—¿Estás tratando?

—Sí, pero no está funcionando. —Lo golpeo con mi dedo y lo veo rodar un
poco.

—Eso es. —Dale se ve emocionado.


—Sí, pero no puedo levantarlo y ¿qué lograré realmente de todos modos?
Recoger una pluma no va a ayudarme a encontrarme.

—Lo sé, pero al menos demuestra que tu mente es fuerte. Esto demuestra
que tienes algo de fuerza de voluntad.

Lo veo abrir el libro de mapas de nuevo y enciende la pantalla de la


computadora. Parpadea unas cuantas veces y se inclina hacia ella
mientras ahoga un bostezo.

—En serio, Dale. No eres bueno para mí a menos que duermas. —Miro el
reloj en la pantalla—. Vamos, son las diez. Vete a la cama.

—Está bien, está bien —suspira, apagando la pantalla del ordenador y


caminando hacia su cama. Alcanzando debajo de la almohada, saca
una camiseta y boxers. Se quita la camisa y estoy una vez más sorprendida
por mi atracción instantánea. Él va a quitarse sus pantalones y luego hace
una pausa.

—¿Te… quedas?

—Um. No, yo… me iré a casa. Te veo en la mañana.

Dale cruza la habitación y abre la puerta para mí. Caminando por las
escaleras, me deja salir al frente. Su sonrisa es demasiado linda mientras
dice adiós. Espero que nadie pueda verlo. ¿Qué clase de idiota abre al
azar su puerta frontal, sin camisa, y saluda al aire?
Capítulo 14
Traducido por Brendy Eris

Corregido por yonoestoyloca

M
e da miedo ir a casa, pero fuerzo mis piernas para caminar en
esa dirección. Noto el coche de papá en el camino de entrada.
Al menos está en casa ahora. Deambulando por la parte
posterior de la casa, decido a hacer frente a la ventana del baño de
nuevo. Es más solvente que cualquiera de las puertas de la casa y por
alguna razón se siente más fácil de hacer. Estoy sorprendida de ver que
sigue abierta. Mamá suele cerrarla antes de irse a la cama.

Porque soy un idiota... o tal vez porque acabo de pasar algunas páginas
del manuscrito de Dale, me engaño a mí misma con en el pensamiento de
que puedo subir a través de la ventana esta vez. Yo, por supuesto, fallo. Mi
mente me hace hacer otro baile de "hormigas en mis pantalones" antes de
que pueda ir a mi habitación. Mientras subo las escaleras, me doy cuenta
de un suave resplandor a través de la puerta.

Mi lámpara de noche está encendida y mamá está sentada en mi cama...


leyendo mi diario.

—¿Qué estás haciendo?

Trato de tomar la libreta, pero es inútil. Ni siquiera agito las páginas esta
vez. Mi madre inhala fuerte y pasa la página siguiente. Trato de ver dónde
está llegando.

No puedo creer que lo hice. ¡Perdí mi virginidad con Chris Cooper!

Me estremezco. ¡No puedo creer que mi madre esté leyendo esto! Puedo
morir ahora, por favor.

—Yo pensé que sería mágico —Mi madre murmura mis palabras en voz
alta—, pero no fue así. Es realmente muy doloroso y él casi no me habla
desde entonces. No es que me importe.
Mi madre deja caer la libreta en su regazo.

—¿No es que te importe? Oh, cariño. —Se cubre la boca y parpadea las
lágrimas.

—Lo siento, mamá. —Me siento a su lado—. La verdad es que... yo... no sé


por qué lo hice.

Sí lo hago.

—Mis amigos me dijeron que era caliente y muy genial y que sería una
idiota para no ir por ello. Él era un tipo insistente. Era más fácil ceder.
Sucedió antes de que pudiera detenerlo.

Sacudí la cabeza, sintiéndome sucia y avergonzada, aún sabiendo que


era lo que merecía. Mamá alcanzo un pañuelo y se sonó la nariz.

—¿Cómo lo llevas? —Papá aparece en la puerta. Su camisa está toda


arrugada y esta de fuera, la corbata está suelta y en un ángulo raro.
Parece cansado.

—Esta es nuestra culpa. —Mamá sacude la cabeza.

—Oye, no hables de esa manera. —Papá camina en la habitación y se


apoya contra la pared.

—¿Sabes cómo ha estado viviendo? Ella tiene todo el derecho de salir


corriendo.

—¿Por qué dices eso? —Papá frunce el ceño.

—Encontré su diario. —Mamá levanta la libreta gruesa, moviendo las


páginas con su dedo pulgar—. No conozco a esta chica.

—¿De verdad crees que deberías estar leyendo eso?

—¡Sí! —Lo abre de nuevo y golpea su mano en la página—. Sí debo


hacerlo. No puedo creer que he esperado tanto tiempo y he dejado pasar
tanto.

Toca la parte de atrás y analiza el contenido.

—¿Sabías que robó tu tarjeta de crédito la semana pasada?

Papá mete las manos en los bolsillos y mira al suelo.


—Sí, yo iba a llamarla cuando llegó la factura.

—¿En serio?

Él suspira.

—Probablemente no.

—¿Cómo pudimos permitir que esto sucediera?

—Estábamos dejándola afligirse, Trudy.

—¿Desde hace dos años? —Mamá cierra la libreta y la tira en el cajón—.


No estábamos dejándola afligirse, nosotros no sabíamos qué hacer con
ella.

Se levanta y se alisa la falda.

—Hemos hecho lo mejor que podemos.

—¿Lo hacemos? —Acercándose a mi padre con pasos suaves, ella lo mira


con los ojos rotos y susurra—. ¿Es esto realmente lo mejor, Mitchell?

Antes de que pueda responder, ella sale por la puerta. Papá se gira para
verla irse.

—Trudy.

La oigo bajar las escaleras, ignorando sus súplicas patéticas.

Él deja escapar un largo suspiro y se pasa las manos por el pelo.


Pellizcándose la nariz, maldice.

—Síguela, papá. —Camino hacia él—. Por favor. Ella quiere que la sigas.

Dejando escapar un bufido irritado, golpea la pared y la sigue. Mamá está


moviéndose alrededor de la cocina, haciendo ruidosamente una taza de
té.

—La muerte de Jody fue difícil para todos nosotros. Todos nosotros hemos
estado tratando de encontrar el camino, Trudy.

—Por nuestra cuenta. —Hace una pausa para mirarlo—. ¿Cómo iba eso
siquiera funcionar?
Vierte agua hirviendo sobre su bolsita de té y la deja reposar.

—También podemos afrontarlo, si Nicole se va, deberíamos terminar ahora.

Papá se pone de pie.

—¿Qué estás hablando?

—Oh, vamos, Mitchell. Sólo hemos estado juntos por ella.

Aflojándose la corbata, papá se la quita y niega con la cabeza. Lo veo


luchando por controlar sus emociones, pero se las arregla para nivelar la
voz cuando responde.

—Yo no. Nunca te dejaré.

—Me dejaste el día que Jody murió.

—Me quedé. —Papá lanza la corbata en el mostrador, con la voz


quebrada—. Simplemente dejaste de dejarme entrar.

Mamá levanta la bolsita de té fuera de su taza y la tira en el fregadero.


Apoyada contra el frío metal, deja caer la cabeza y susurra:

—No nos conozco ya. Ni siquiera conozco a mi propia hija

Se volvió y mira a papá, con los ojos inundados de lágrimas.

—¿No te das cuenta? Con su partida, no nos queda nada.

El rostro de papá se convierte en carbón mientras agarra su corbata y sale


fuera de la habitación.

—¡Papá, no te vayas! —Llamo detrás de él—. Es por eso que no te queda


nada. —Corro tras él y lo encuentro luchando por sus llaves—. ¿A dónde
vas?

Él no puede oírme y casi camina a través de mí mientras hace su camino a


la puerta de entrada, evitando la cocina por completo.

La puerta principal se cierra de golpe detrás de mí. Me quedo cerca de


papá, así entro en el coche antes de que cierre de golpe la puerta. Él
enciende el motor y gira fuera de la calzada.

—¿A dónde vas?


Sólo tarda diez minutos a la velocidad en la que está conduciendo y
estamos muy pronto sentados en el camino de entrada del Sheriff Hutton.
Papá golpea fuera del coche y camina hacia la puerta principal. La luz del
porche se enciende y el Sheriff Hutton abre la puerta con el ceño fruncido.

—¿Mitchell? ¿Qué estás haciendo aquí?

—Perdón por la tardanza, Gerry, necesito hablar contigo.

—Está bien. —El Sheriff abre la puerta un poco más—. ¿Cuál es el


problema?

—Es Nicole. —Papá se gira con un suspiro.

Los ojos del sheriff se estrechan.

—¿Qué ha hecho ahora?

Mi papá frunce el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—Oh, vamos, Mitch, los dos sabemos que ella sale con los niños de fiesta.

—Sí. —Papá asiente—. Sí, supongo que sí.

Él mete la cabeza y entonces mira hacia arriba como un niño perdido.


¿Son esas lágrimas en sus ojos?

—No podemos encontrarla. Ella no vino a casa ayer por la noche y


ninguno de sus amigos la ha visto.

—¿La has llamado?

—Varias veces. Simplemente sigue yendo al correo de voz.

Los ojos oscuros del sheriff resplandecen

—Odio el identificador de llamadas a veces. No se puede sorprender a la


gente.

Mi padre asiente con la cabeza estúpidamente, es obvio que recién ahora


está tomando en cuenta la perspectiva de que desviara sus llamadas. Me
gustaría decirle que yo nunca he hecho eso, pero no es cierto. De hecho,
he designado tonos para ellos... me ahorra tener que buscar el teléfono
cuando no quiero hablar con ellos. Me ruborizo con culpa.

El Sheriff pone las manos en los bolsillos mientras estudia a mi desamparado


padre.

—¿Crees que se ha escapado?

—No lo sé. —Papá se encoge de hombros—. Yo solo... y si no lo ha hecho.


¿Y si algo malo le ha pasado?

—¡Sí! Gracias, papá. —Corro hacia él—. Por fin. Escúchalo, Sheriff.

—¿Qué estás pensando? —El Sheriff se lleva las manos a los bolsillos.

—Tal vez esté herida o tal vez alguien la ha tomado. —Se quiebra la voz de
papá—. ¿Y si es un engaño y nosotros solo asumimos que ella escapó? No
puedo vivir con eso, Gerry. Necesito encontrar a mi hija.

El Sheriff Hutton le dispara a papá una mirada comprensiva y se acerca


con pasos lentos.

—Oye, puedo entender lo que te está pasando ahora mismo. Con todo lo
que pasó con Jody, esto debe ser una píldora realmente difícil de tragar,
pero estoy seguro de Nicole está bien.

—¡No estoy bien!

—Voy a sondear el terreno en la mañana y ver si no puedo preparar


alguna información para ti. Voy a llamar al L.A.P.D7 y poner su cara en
algunas paredes como persona desaparecida, ¿de acuerdo?

—¿Podríamos iniciar una búsqueda?

El Sheriff esta obviamente vacilante para decirlo, pero deja salir un suspiro y
le pregunta:

—¿Dónde? ¿Dónde podríamos incluso empezar?

Desolación baña el rostro de papá.

—Lo siento, Mitch. —Gerry da palmaditas en el hombro de papá—. Voy a


hacer todo lo posible para ayudarte, pero en este momento, tienes que ir

7 L.A.P.D: Departamento de policía de Los Angeles.


a casa y descansar. Si alguien se la ha llevado o lastimado, vamos a
encontrarlo. Puedo prometerte eso.

Los hombros de papa se hunden. Parece vacilante a marcharse, pero


finalmente murmura:

—Gracias, Gerry.

—Te llamaré por la mañana.

—Sí, está bien. —Papá no puede hacer nada más mientras que el Sheriff lo
introduce por la puerta principal. Papá se está moviendo en cámara lenta
mientras se despide y se mete en su coche. No puedo quitar mis ojos de él
mientras maneja a casa en modo robot. Nos detenemos en nuestra
entrada y apaga el motor. Colocando sus manos sobre el volante deja
escapar un suspiro largo y lento y sólo mira al frente.

—¿Papá?

Muevo mi mano delante de su cara. ¡Qué pérdida de tiempo! Colocando


mi mano suavemente sobre su brazo, trato de obtener una respuesta,
incluso un escalofrío, pero me da nada. Él sólo sigue mirando al frente
viéndose perdido y asustado.

Quiero apoyar mi cabeza en su hombro y le decirle que va a estar bien,


pero no puedo.

No he apoyado la cabeza en su hombro desde que tenía trece años. La


desesperanza engulléndonos es casi imposible de soportar y yo en realidad
doy por bienvenido el indulto cuando mi cabeza comienza a latir con
fuerza y el salpicadero del coche se precipita hacia mí.

•••

Abro los ojos con un jadeo. El aire a mi alrededor es limpio y frío. Me


estremezco por debajo de mi chaqueta. Duele cuando me muevo, pero
no puedo evitar que mis músculos tiemblen.
Quiero dejarlo y simplemente dejarme ahogar en un charco de lágrimas,
pero no tengo esa suerte. Todo lo que puedo ver son las caras rotas de mis
padres, todo lo que escucho son sus desesperadas palabras. Ellos juegan
otra vez en mi cabeza, rebotando continuamente a las palabras
susurradas de mi madre, “Con su ida, no nos queda nada”.

Eso no puede ser verdad. Pensé que tenían un buen matrimonio. Pensé
que estaba sólo yo en el exterior. ¿Cómo no noté que todo está
cayéndose a pedazos a mí alrededor?

Las piedras se mueven por encima de mí. Miro a la oscuridad, miedo


atravesándome. ¿Era un animal? Sé que los osos y leones de montaña
recorren estas colinas, ¿han llegado a comerme? Sostengo mis
respiraciones de pánico, forzando mi cuerpo a yacer tan inmóvil como es
posible.

Otro montón de piedras se dispersan. El sonido viene de la colina. Sé que


debería de llamar en caso de que alguien me pueda ayudar, pero la idea
de que sea una trampa me detiene. ¿Qué pasa si alguien que conozco
conducía el coche? ¿Y si me hubieran golpeado a propósito?

Por la forma en la gente hablaba hoy, obviamente, no era tan adorada


como pensaba.

¿Qué pasa si alguien hubiera intentado intencionalmente sacarme?

Tan silenciosamente como es posible, me muevo más en las agujas de


pino. Es una tarea torpe, mi cuerpo se siente hinchado y estúpido. La bota
de la pierna izquierda está poniéndose más apretada cada segundo.
Quiero arrancarla, pero mi rígida mano no podría, aunque lo intentara.
Con el tiempo me acurruco una pulgada más a fondo en las agujas. Los
temblores regresan y tengo que luchar muy duro para no hacer un crujido.
Piedras siguen dispersándose por encima de mí y creo escuchar pasos,
descendiendo cautelosamente la colina

Aguanto la respiración. Mi corazón latiendo tan fuerte que creo que


puede escaparse de mi pecho. Una suave maldición flota por el aire
seguido del sonido de un teléfono celular. Al menos creo que eso es lo que
es. No es uno común. Suena como una persona silbando un lento y fácil
tono. Se detiene y trato de escuchar una voz apagada, pero desaparece.
¿Estoy soñando?

¿O estoy dejando que alguien que en realidad podría ayudarme se aleje?

—¿Ayuda? —llamo a través de los labios agrietados, pero mi voz es muy


ronca y seca para hacer mucho ruido. Parte de mí se alegra por ello. El
miedo está pulsando a través de mi sistema como una luz estroboscópica.

Cierro los ojos

Quiero a Dale.

Quiero a Dale.

Quiero a Dale.
Capítulo 15
Traducción SOS por Jo

Corregido por ☽♏єl

L
a mañana no viene rápidamente; tampoco lo hace mi regreso a
Dale. Yazco en la oscuridad, mi mente yendo del terror a la
desesperación. Es difícil mantener un pensamiento coherente por
mucho. Mi cerebro continúa vagando por un turbio camino de nada antes
de aclararse abruptamente, sólo para dejar que el terror se adentre.

La fría amargura me envuelve y todo lo que puedo hacer es pedirle al sol


que ilumine el cielo. Cuando creo que no puedo soportarlo más comienzo
a anhelar a Dale de nuevo. No sé cuánto tiempo mi mente grita su
nombre, pero eventualmente abro mis ojos y lo encuentro yaciendo a mi
lado.

Salto de pie. Bufón está acostado a los pies de Dale. Su nariz se alza en el
aire y deja salir un bajo ladrido, luego su lengua sale de su boca como si
estuviera sonriendo. Unos pocos olisqueos más tarde y está hurgando por la
cama, intentando apretar su cabeza bajo mi mano.

Demasiado bizarro.

Suavemente acaricio su pelaje, casi engañándome al pensar que puedo


sentirlo. Probablemente sólo es mi mente diciéndome lo que debería estar
sintiendo. Olfateo mis dedos, pero sólo huelo a pino y tierra.

Demasiado, demasiado raro.

Bufón hace ese temblor que los perros hacen cuando se están estirando,
luego apoya su cabeza, literalmente, en mi regazo.

Miro a Dale. Está estirándose con un suave gemido. Abriendo sus ojos, mira
su reloj. Lentamente se sienta y frota su cara, luego revuelve sus rizos. Un
gran bostezo estira su boca antes de que se quede quieto y mire alrededor
de la habitación.
—¿Nicole?

—Sí, estoy aquí.

Él sonríe y se gira en la dirección de mi voz.

—Buenos días. —Casi se ve incómodo de que esté sentada en la cama a


su lado, pero no en una mala manera, como un tipo de feliz y sonrojado
incómodo.

Mis cejas se juntan.

—Hola.

Tira hacia atrás las frazadas y sale de la cama. Tomando un elástico de su


velador, tira su cabello a una cola de caballo. Se ve realmente bien de esa
manera. Quiero decir, sí, puedes ver su cicatriz claramente, pero con ese
peinado… se ve algo caliente.

Muerdo mi lengua y frunzo el ceño. El accidente está metiéndose con mi


cerebro. Debo haberme golpeado la cabeza malditamente fuerte.

A pesar de mi regaño, todavía no puedo evitar mirarlo moverse por la


habitación.

—¿Estás bien? —Su cabeza se mete por una camiseta limpia—. Estás
realmente callada.

—Sí, yo sólo… me tomó tiempo llegar aquí. Supongo que sólo estoy
cansada.

—¿No estabas en casa?

Dale saca sus jeans del closet y los desliza sobre su bóxer de Ironman.

—Estaba, pero luego volví a mi cuerpo. Estuve allí la mayor parte de la


noche y…

Mis hombros se tensan mientras recuerdo mi visitante nocturno.

—¿Y qué?

Lágrimas salen de la nada, haciendo que mi voz tiemble.

—Escuché pisadas.
Dale se gira para verme, la esperanza iluminando sus ojos.

—¿Los llamaste?

—No pude.

—¿Por qué?

Doy tres cortas respiraciones y dejo que las lágrimas vengan.

—Porque mi papá fue y vio al alguacil y estaba hablando sobre alguien


queriendo lastimarme intencionalmente y me enloqueció. ¿Qué si la
persona que estuvo allí anoche sólo vino para terminar el trabajo? ¿Qué si
realmente me quieren muerta?

—Bien, shhhh, estará bien. —Dale se sienta a mi lado en la cama. Siento


que si pudiera verme, estaría envolviéndome en un abrazo justo ahora.
Ignoro cuánto quiero que eso pase—. Nicole estás exagerando un poco.
Estoy seguro de que el auto te atropelló por accidente. ¿No dijiste que
parecía ebrio?

Murmuré un silencioso sí.

—Mírame.

—Lo hago.

—A los ojos.

Hago lo que me dice. Su profunda mirada café es embriagante.

—Prométeme que si escuchas pisadas de nuevo, gritarás a todo lo que


dan tus pulmones.

—Bien.

—¿Prometido?

—Sí.

—Está bien. —Dale aleja la mirada de mí, rompiendo el contacto y


rompiendo mi pequeño momento mágico.

Aclaro mi garganta y me pongo de pie.


—Creo que la persona recibió una llamada.

—¿Sí?

—Fue un tono realmente inusual, casi como alguien silbando. No sé, tal vez
podemos estar atentos o algo.

—Buena idea. —Dale lanza sus cosas dentro de su bolso y toma el libro de
mapas—. Vamos, salgamos a hacer un poco más de excursión antes de la
escuela.

Pasamos una hora o algo así manejando más allá en la carretera que
intentamos ayer. Dale me llena de preguntas acerca de tonos y finalmente
me rindo y se lo tarareo. Creo que no tiene sentido. Probablemente nunca
lo escuchemos de nuevo de todas formas.

Mientras vamos a la escuela, una vez más me quejo de que hemos


malgastado nuestro tiempo y Dale una vez más me recuerda que hemos
borrado otra sección del camino.

Pongo mis ojos en blanco por su actitud optimista.

—Tal vez tendremos algo de suerte en la escuela. Puedo ir a charlar con


Amber y Penny, ver si ellas pueden decir más acerca de dónde pudiste
haber ido.

—No te vas a decir nada.

—Dejarías de ser tan negativa por favor, estás arruinando mi vibra


matutina.

Gimo.

—¡Ush! Eres una persona feliz por la mañana, ¿no?

—Y déjame adivinar, tú eres un búho nocturno.

—Tal vez. —Intento ocultar mi sonrisa.

Él entra al estacionamiento y encuentra un lugar cerca de las escaleras de


concreto. Saliendo del auto, deja su puerta muy abierta mientras cuelga su
mochila al hombro.

—Ya salí.
Él cierra la puerta y empezamos a caminar por las escaleras juntos.

Giro para escudriñar la multitud, buscando a mis amigos, en su lugar veo a


Adam Hutton saliendo del autobús. Se ve exhausto, sus rubios rizos más
desaliñados de lo usual.

—Adam está viniendo en autobús.

—¿Huh? —Dale mira sobre su hombro—. Su mamá debe tener su coche de


nuevo hoy.

—¿Pero no crees que eso es extraño?

—¿Por qué sería extraño? —murmura Dale por el lado de su boca.

—Bueno, ¿cuánto tiempo demora un coche en ser arreglado?

Dale frunce el ceño y luego se va a un lado, abriendo una puerta lateral y


guiándome a una sala de clases vacía.

—¿De qué hablas?

—No lo sé. Sólo me estaba preguntando…

—No lo hagas. Si su coche está esperando alguna parte, toma tiempo


para que llegue.

—Sí, sólo tengo un presentimiento.

—No tengas un presentimiento, no es él.

—¿Cómo sabes?

—Es mi amigo, Nicole. Sé que él no manejaría ebrio. Sé que si él te hubiera


atropellado, no se habría escapado. Es un buen tipo.

El rostro de Dale ha tomado una calidad de granito. Sus ojos se


arremolinan de un color café oscuro y juro que su cicatriz está palpitando.
Bajo la mirada a mis uñas y me recuerdo que me está ayudando y que
Adam es posiblemente su único amigo en esta escuela.

Aclaro mi garganta y me encojo de hombros.

—Tienes razón. Supongo que sólo me estoy sintiendo al borde después de


anoche.
Él se acerca a mí.

—Voy a encontrarte. No me rendiré, ¿bien?

Le sonrío a su dulce expresión.

—Sólo deja de sentir locas intuiciones acerca de mis amigos.

—Bien, claro.

Asiento y lo sigo fuera de la habitación.

Camino a su casillero, vemos a Amber y a Penny dirigiéndose hacia el


estudio de baile. Dale gira a la derecha y las sigue. Espera hasta que están
dejando caer sus bolsos en el suelo antes de acercarse a ellas.

Amber arruga su nariz.

—¿Qué quieres?

—Hola chicas.

Él le sonríe a Penny y su cortesía la fuerza a devolverle una.

—Sólo me preguntaba si habían escuchado de Nicole.

Penny se acerca con una mirada compasiva.

—Lo siento mucho, amigo, pero ella como que está con Trent. No creo que
le gustes.

Dale frunce el ceño.

—No me gusta ella.

¡Ouch! ¿Por qué eso duele?

—Sólo estoy preguntando dónde está.

—No lo sabemos. —Amber se encoge de hombros.

—Pero son sus mejores amigas. ¿No las ha llamado?

—No, Señor Entrometido, no lo ha hecho.


—¿Por qué no están más preocupadas?

—Mira, Nicole es una chica independiente. Se va cuando quiere y nunca


piensa en nadie más que en sí misma. No sé dónde está justo ahora y
francamente, no me importa realmente.

Siento como si Amber acabara de golpearme en los intestinos. La miro con


la boca abierta, incapaz de ponerle palabras a la rabia y dolor
burbujeando en mi sistema.

—Bien, eso es algo duro. —Dale frunce el ceño.

—¿Qué sabes tú, Caracortada? Como si tuvieras amigos. Considérate


afortunado de evitar el drama.

La piel de Dale se palidece mientras escucha a Amber.

Penny le lanza una mirada incómoda.

—Tenemos que arreglarnos, así que adiós.

Su mandíbula se tensa.

—Sé que se fue con Trent. ¿Dónde la llevó él?

—Él dijo que la llevó a casa.

—Creo que está mintiendo.

—Cree lo que quieras. —Amber cruza sus brazos y se para en frente de él—
. Pero hazlo en otra parte.

Sintiendo lo inevitable, Dale les lanza una dura mirada y se aleja sin otra
palabra.

Lo sigo en un silencio hirviendo de rabia hasta que no puedo contenerlo


más.

—¿No puedo creer que te hayan tratado de esa manera?

—No importa.

—Sí lo hace. Fueron realmente groseras.

Dale se detiene en el ahora vacío corredor.


—Tú me has tratado así también.

—Lo sé y odio que lo haya hecho. No sabes cuántas veces deseo haber
podido retractarme.

Dale sacude su cabeza y bufa.

—Ya no importa. Estoy acostumbrado a esto. No malgastes tu rabia en


Amber. Estoy bien.

—No te entiendo para nada.

Lanzando sus manos en el aire, Dale se detiene y se gira para enfrentarme.

—Mira, todo lo que las personas ven es la cicatriz y me etiquetan en


seguida. No me importa. Sé quién soy y si a dos remilgadas chicas ricas no
les gusta, me importa una mierda.

—Estás mintiendo. ¿Cómo puedes no odiar esa cicatriz? Ha arruinado tu


vida.

Una lenta sonrisa deforma la cara de Dale mientras apunta a su rostro.

—Esto justo aquí, no lo cambiaría por nada.

Se gira y se dirige a clases, dejándome de pie con completa confusión.

¿Quién habla así?

Estoy a punto de seguirlo y preguntarle cuando veo a Adam doblando por


la esquina.

¿Por qué no está en clases? ¿El Señor Buenito está saltándoselas? Eso no es
posible.

Miro la forma en retirada de Dale y luego me muevo para seguir a Adam.


Él camina por el corredor con su cabeza abajo. Sus manos están metidas
en sus bolsillos. ¿Dónde está el pavoneo confianzudo usual que tiene? ¿En
serio depende tanto de su coche?

Su coche.

Frunzo el ceño.

¿Por qué no me puedo quitar este presentimiento?


Estamos cerca de la oficina y casi choco con él cuando rodeamos la
esquina y se detiene de golpe.

—¿Papá? ¿Qué estás haciendo aquí?

—Hola, hijo. —El alguacil desliza sus lentes dentro del bolsillo de su camiseta
y se acerca con pasos lentos—. Le prometí a Mitchell Tepper que vendría a
la escuela y vería si hay noticias de Nicole.

—Oh. —Adam asiente—. ¿Algo?

—Nop. —El alguacil sonríe con cortesía a la Señorita Walters mientras ella
pasa—. Mi suposición es que ha huido. Pero si no ha aparecido para
mañana en la mañana, voy a necesitar ser un poco más enérgico en mi
búsqueda.

Sus ojos son fríos y azules. Se entrecierran levemente mientras taladran


agujeros en Adam.

—¿Por qué no estás en clase, hijo?

—Yo um, tengo que recoger una tarea del Sr. Simmons. Crédito extra.

Su papá asiente.

No sé lo que es, pero este movimiento parece lento e intimidante.

—Creo que es mejor que vengas directo a casa después de la escuela


hoy… en el autobús. Ningún aventón de ese chico Finnigan.

—Papá, él es un chico bueno.

—Tiene un pasado. No quiero que te distraiga de tus estudios.

—Papá…

—Adam. —Su mordaz mirada hace que Adam se trague sus siguientes
palabras.

—Sí, señor.

Su padre le da una mirada dura.

—Lo sé, papá. Esta noche… quiero decir, después de la escuela… directo.
Estaré allí.
—No llegues tarde.

El alguacil saca sus lentes y se los pone. No tengo idea de lo que acaba de
pasar, pero puedo sentir el miedo de Adam. Pasa una temblorosa mano
por su cabello y acelera el paso mientras camina a la clase del Sr.
Simmons.

Lo observo caminar lejos y el sentimiento que no puedo quitarme crece.

Necesito hablar con Dale.

Girando sobre mis talones, me dirijo de vuelta a dónde lo vi por última vez,
dándome cuenta de que no tengo idea de cuál es su próxima clase o
dónde se supone que lo encuentre.
Capítulo 16
Traducido por Clary

Corregido por ☽♏єl

I
mpacientemente espero en su casillero, pero él no viene después de su
próxima clase. No estoy segura de qué hacer, así que empiezo
casualmente a buscarlo por la escuela. Camino de clase a clase,
mirando por la ventana y rastreando rostros. Es una tarea inútil. Al final del
segundo período, todavía no puedo encontrarlo. Regreso a su casillero y
me inclino contra él. El ruido de los estudiantes pasa cuando ellos hacen su
camino a su próxima clase.

Estoy estudiando sus rostros cuando Dale camina a través de mí.

—¡Ugh!

Los estudiantes cerca paran y miran en la dirección de Dale. Él les da una


extraña sonrisa y ellos se alejan con un confuso ceño fruncido y susurran
sobre su rareza. Él espera hasta que se van antes de susurrarme
ásperamente:

—Te pedí que no me hagas esto.

—Oye, yo estaba mirando al otro lado, no te vi venir.

—¿Dónde has estado?

Él parece irritado, lo que por alguna razón me pone nerviosa.

—Yo sólo…

—No me dejes plantado. Si no me seguirás, dilo.

—Bueno, discúlpame.

—Pensé que estabas ignorándome de nuevo… sin mencionar el hecho de


que me vi como un completo idiota susurrándole a nadie todo el camino a
clase.
—¿No te ves de esa manera incluso si estoy aquí?

Él dispara una oscura mirada en mi dirección.

—Tú dijiste que no te importaba lo que la gente pensara.

Él cierra su casillero un poco demasiado fuerte.

—Sígueme, por favor.

Giro sobre mis talones y camino hacia afuera con él.

—¿No deberías estar yendo a clase?

—Tiempo libre —murmura sobre su hombro.

Nos dirigimos hacia el aislado extremo del campo. Puedo decir que está
yendo directo hacia las gradas. Es una buena idea. Podremos hablar en
privado.

Una vez que estamos sentados debajo de las gradas, se gira hacia a mí.

—¿Regresaste a tu cuerpo?

—No, yo... vi a Adam y decidí seguirlo.

—¿Por qué? —Los ojos de Dale se estrechan.

—No lo sé. —Tiro mis manos en el aire—. Yo sólo quería ver por qué no
estaba en clase.

—¿Y?

Suspiro.

—Él sólo estaba recogiendo un trabajo de crédito extra para el Sr.


Simmons.

—Te dije que era un buen chico. Deja de sospechar de todos.

—Lo siento, pero algo no se siente correcto.

—Deja de pensar lo peor de mis amigos.

—¡No lo hago! Esto no tiene nada que ver con su amistad. Yo solo pienso
que la historia de su coche no es sólida.
—Es sólida como un ladrillo. Estás buscando algo que no existe.

Retrocedo un paso con enojo y trato de quitar la suciedad. Esto no nos


está llevando a ninguna parte. Muevo mi flequillo y miro a través de las
gradas hacia el campo.

—Su papá me asusta un poco.

—Sí, sé lo que quieres decir. Es muy estricto. No creo que le guste mucho.

—Lo sé. Le dijo a Adam que no consiguiera un aventón contigo hoy. Dijo
que estaba preocupado de que lo distraigas de sus estudios.

—¿Oh sí? —Dale mueve su cabeza—. ¿Qué más le dijo?

—Que tienes un pasado.

Dale mira hacia abajo y roza su zapato sobre la tierra.

—¿Qué quiere decir?

—Mira, no es nada, de acuerdo. Simplemente no te vayas sin decirme de


nuevo y deja de pensar que mis amigos son malos.

—Yo estoy...

Él comienza a caminar lejos antes de que yo pueda decir algo. ¿Cuál es su


problema?

Piso fuerte después de él y estoy a punto de gritarle para que se detenga


cuando alguien lo hace por mí.

Hago una mueca mientras Trent se acerca desde lejos, dando paso
enojados.

—¿Qué demonios has estado diciendo de mí?

Dale se aleja un paso del gigante y pone las manos en los bolsillos.

—¿Por qué sigues buscando a Nicole?

—Porque no es un imbécil como tú —le digo a mi EX-novio.

Trent avanza hacia adelante inclinándose para mirar a la cara de Dale.

—¿Crees que le hice algo? ¿Tú crees que yo la herí o algo?


Él empuja a Dale, lo que lo hace tropezar.

—Dile que se pierda, Dale.

—No la toqué, hombre. —La agresión de Trent vibra fuera de él—. Salió de
mi coche. Le pedí que volviera a entrar, pero no lo hizo. Nada de esto es
mi culpa.

—Mentira, idiota. Si sólo hubieras tomado dos segundos para escuchar y


controlarte a ti mismo nada de esto habría sucedido —le grito.

—No he hecho nada malo.

Dale le da una mirada de furia que dice otra cosa.

Antes de que yo sepa lo que está sucediendo Trent pone sus dedos en un
puño y golpea a Dale directo en la cara.

Dale tropieza hacia atrás.

—¡Estúpido! —Empujo a Trent lejos de Dale, pero mis manos van


directamente a través de él. Ni siquiera se encoje. En su lugar se inclina
hacia la forma caída de Dale y le apunta con el dedo.

—Olvídate de eso, Caracortada. Ella simplemente se fue y a nadie le


importa una mierda.

Caigo sobre mis rodillas junto a Dale mientras Trent se aleja.

—¿Estás bien? —Trato de mover sus manos para poder ver su rostro.

—No me toques. —Él se gira lejos de mí y se toma su tiempo sentándose.

La sangre está corriendo por su nariz y entrando a su boca.

—¿Por qué no dijiste nada? ¿Cómo pudiste dejarlo hacerte esto?

—No es como si hubiera tenido opción. —Dale se levanta y quita


rápidamente la sangre de su nariz con el dedo.

Asqueroso.

—Además, tú abriendo la boca cada dos segundos fue difícilmente de


ayuda.
—Bueno, lo siento, pero no estabas haciendo mucho para defenderte.

—¡Tal vez si yo hubiera tenido un segundo para pensar, podría haberlo


hecho!

Hurgando en su bolsa, saca su camiseta de EF y la usa para limpiar la


sangre.

—No es mi culpa que seas un pensador lento.

Dale lanza la camiseta manchada en su bolsa, y se para recto. Su nariz


está roja y aún tiene una mancha de sangre debajo de su barbilla.

Apunto a eso.

—Aún tienes…

—No tengo que estar haciendo esto, sabes. Si me alejo, no tendrás nadie.

Retrocedo por su abrupta declaración. ¿Por qué está diciéndome esto?


¿Por qué está siendo como todos los demás?

Lágrimas pican mis ojos a medida que mi voz se eleva.

—Soy una persona muy popular.

—¡Que no le importa a nadie! Tú lo escuchaste decirlo. —Dale apunta a


donde Trent estaba parado—. ¿Honestamente piensas que si alguien
pudiera oírte, se tomaría el tiempo para escuchar? Soy la única persona en
esta escuela dispuesta a hacer cualquier cosa.

—¡No es cierto!

—¿No lo es?

No sé qué decir.

—¿Sabes por qué a la gente no le gustas? Porque actúas como una perra.
Tú dices cosas horribles y tratas a la gente como basura. Por eso nadie está
de luto.

—¿Por qué estás diciéndome esto? —Trago—. Ya dije que lo sentía sobre lo
de Caracortada.
—Esto no se trata de lo de Caracortada. Es acerca de tu actitud con
respecto a todo. Es acerca de ti sospechando de uno de los únicos amigos
que tengo en esta escuela. —Señala su nariz—. Se trata de ser golpeado
en el rostro por tu estúpido novio que cree que puede tratarte como una
esclava sexual y salirse con la suya.

La respiración de Dale sale como la de un toro listo para atacar.

Cruzo mis brazos y no puedo evitar unirme a él. Mis respiraciones


comienzan a acelerarse cuando agito mi cabeza.

—No te atrevas a pararte allí a juzgarme. ¿Qué demonios sabes? ¿Has visto
alguna vez a alguien morir? ¿Alguna vez has escuchado sus gritos de
terror? ¡Ese ruido es imposible de olvidar! Por lo tanto, no te pares ahí
diciéndome que todas las elecciones que hice son malas. ¡Todo lo que he
estado haciendo es tratar de sobrevivir a este infierno!

—¿No crees que entienda la tragedia? —Empuja su cabello atrás,


mostrándome la cicatriz en todo su esplendor—. Pasé cinco horas
atrapado en un coche escuchando a mis amigos muriendo a mí alrededor
y sólo rezando por lograr salir vivo.

Mi ira desaparece de la escena en un tiempo récord. Mis brazos caen a mi


lado mientras trago el nudo en mi garganta.

—Sé lo difícil que es ignorar el sonido, pero por lo menos, yo no he elegido


tirar mi vida en un montón de malas decisiones. Estoy tratando de
ayudarte, Nicky. Pero tu jodida vida sigue metiéndose en el camino.

Él deja escapar un largo suspiro.

—Bien. —Levanto mi barbilla—. Eres mejor que yo. Felicidades.

—No quise decir…

—No me hables de nuevo. —Sacudí mi cabeza—. No quiero que pierdas


tiempo buscándome, no lo merezco de todos modos.

—Nicole, no es así.

Me giro y comienzo a caminar. No sé qué sucedió, pero la idea de pasar


otro segundo cerca Dale Finnigan es demasiado dolorosa.
—¡Aún quiero ayudarte! —grita detrás de mí.

Sigo moviéndome.

—Nicole.

Las personas junto a mí voltean a ver a Dale.

—¿A quién demonios le está hablando? —susurra un chico.

—No lo sé, el chico es muy raro.

Cubro mis oídos y sigo caminando. Mezclándome con el tráfico de seres


humanos, me aprieto a través de puertas que se abren y eventualmente
salgo de la escuela. Envuelvo mis brazos alrededor de mí, giro por Maple
Lane y comienzo a caminar a casa.

No tengo otro lugar donde ir.

Las palabras de Dale corren a través de mi cabeza.

Todo lo que puedo pensar es... él está en lo correcto.

Mis pecados están finalmente volviendo en contra mío.

Me merezco esto.

Nadie podrá jamás encontrar mi cuerpo, porque merezco morir.


Capítulo 17
Traducido por Mari NC

Corregido por Micca.F

L
a casa está vacía cuando llego. No tengo más remedio que saltar...
caer a través de la ventana y caminar a mi habitación.
Deteniéndome en el salón, permanezco de pie y miro el alto árbol de
pino en el patio trasero. Puedo ver el pequeño cuerpo de Jody caer
mientras grita mi nombre.

Cierro los ojos con fuerza y trato de apagar el sonido, pero no funciona.

—¡NICKY! —timbra en mi cerebro, alto, claro y ensordecedor.

Me tapo mis oídos y corro a mi habitación. Arrojándome en la cama,


entierro mi cabeza en mis brazos y dejo que los sollozos me invadan. Suben
por mi cuerpo, haciéndolo torcerse y sacudirse. No he llorado tan fuerte...
nunca.

Mis fuertes gemidos y respiraciones hiposas llenan la habitación hasta que


no queda nada.

El silencio que sigue es deprimente, pero no puedo alejarme de él. Me


quedo entumecida en silencio el resto del día. No puedo dormir, no puedo
desaparecer, lo único que puedo hacer es yacer allí y escuchar todas las
palabras desagradables de mis amigos arremolinarse en mi cabeza. La
única cosa que rompe el ritmo es el grito de Jody y el enfermo ruido sordo
que le siguió.

A las cuatro la puerta principal hace clic al abrirse. Reconozco los


entrecortados pasos de mi madre. Quiero ir abajo y verla, pero no puedo
hacer que mi cuerpo se mueva. Una hora más tarde oigo a papá entrar.

—Levántate —susurro. Repito las palabras hasta que mi cerebro comienza


a funcionar. Poco a poco me levanto de la cama y hago mi camino
escaleras abajo.
Mamá está matando el tiempo en la cocina, cortando lechuga,
rebanando tomates. Papá está en el refrigerador sacando una cerveza.

Ellos caminan alrededor el uno del otro en silencio, sin decir una palabra.

Mamá sorbe algunas lágrimas mientras corta las cebollas. No sé lo que


realmente está provocándolas, pero mi papá ni siquiera se inmuta.

¿Qué pasó con nuestra familia?

Un recuerdo de los cuatro sentados alrededor de la mesa del comedor —


la que nunca usamos ahora— jugando un juego de mesa revolotea en mi
cerebro.

Jody estaba riéndose mucho por las muecas de papá. Mamá le golpeó en
el hombro para hacerlo detenerse y luego agarró su estómago mientras
otra ronda de risas la invadió. Yo los miraba con una gran sonrisa, tratando
de no reír por cuán tonto estaba siendo papá. Una vez que tuvo a nuestras
dos amigas riéndose histéricamente se detuvo y me lanzó un guiño de
complicidad. Nuestro entretenimiento estaba establecido para la noche.
Vimos con diversión mientras ambas trataban de recobrar la compostura,
pero después de una mirada la una a la otra, ambas resoplaban y
empezaban todo de nuevo. Papá miraba a mamá con ojos de adoración.

Miro los ojos de papá ahora y están en blanco, sin vida... entumecidos,
como los míos han estado desde aquel horrible día.

—Haría cualquier cosa para cambiar el pasado, chicos.

Ellos no me escuchan... y supongo que en realidad no importa. No puedo


cambiar el pasado. No puedo cambiar lo que hice o lo que pasó.

Sólo tengo que vivir con ello.

Quiero decir, ellos sólo tendrán que vivir con ello, yo puedo seguir adelante
y morir.

Cansada de la desolación, me giro y me dirijo a mi habitación. Sé que he


estado vagando sin rumbo durante los últimos años, pero me siento más
perdida que nunca mientras tomo un asiento en mi fría y tranquila
habitación. Me siento en el sillón junto a la ventana y miro a la oscuridad.
El tiempo pasa en lentos y dolorosos minutos. Mi cuerpo empieza a doler
con una frialdad que no había sentido antes. Envuelvo mis brazos
alrededor de mí y me hago un ovillo. Mi cabeza está palpitando de nuevo
y me pregunto si estoy a punto de regresar cuando escucho el timbre de la
puerta.

Sacudiéndome de mis divagaciones oscuras, me siento y escucho.

Me esfuerzo para reconocer las voces y no es hasta que todos están


entrando en mi habitación que veo al sheriff aparecer de detrás de mi
madre. Sus ojos están redondos de preocupación cuando se vuelve hacia
él.

—Así que, aquí está.

El sheriff asiente, poniendo sus manos en sus caderas e inspeccionando mi


entorno ordenado.

—Ciertamente tiene un montón de libros.

—Sí. —Mamá sonríe—. Solía amar la lectura. Siempre me la encontraba


aquí con su nariz enterrada en un libro.

—Es curioso, nunca me pareció del tipo lectora.

El tipo apenas me ha dicho dos palabras, ¿cómo iba a saberlo?

Mi padre se aclara la garganta.

—Ella no ha estado en libros durante un par de años. La secundaria sacó


un lado diferente de ella. No está en casa tanto como antes.

El sheriff le dispara a mi padre una mirada triste.

—No lo mires de esa manera. —Me pongo de pie y camino a su lado—.


¿Así que eres el padre perfecto? ¡¿Nunca antes has cometido errores?!

No sé por qué salgo en defensa de papá, pero detesto esa mirada de


juicio en el rostro del sheriff Hutton. Nunca ha perdido un hijo, ¿cómo iba a
saber qué hacer?

Salto hacia atrás antes de que el sheriff ponga su pie a través de mis botas.
Él va a mi escritorio y rebusca a través de algunas páginas, leyendo partes
y pedazos.
—Es sólo mi tarea.

Sus cejas se levantan por la sorpresa cuando nota la A- en la parte superior


de mi última asignación. Intento arrebatarla de su mano, pero el papel no
se mueve. Miro fijamente al papel, concentrándome muy duro y estoy
alcanzándolo de nuevo cuando lo deja caer de nuevo en mi escritorio.

—Entonces, ¿dónde crees que van a empezar la búsqueda? —Papá luce


esperanzado mientras lo mira.

—Eso no es realmente por lo que estoy aquí, Mitchell. —El sheriff Hutton se
vuelve hacia ellos con una expresión triste—. He estado al teléfono durante
una gran parte del día, he charlado con sus amigos, he preguntado por
ahí. Lo que pasa es... —Se pasa la mano por su cabello y suspira—. No
estamos seguros de si tenemos los recursos y fondos para una búsqueda sin
ningún punto de partida... y las posibilidades de que Nicole haya huido son
tan altas... hemos decidido no seguir adelante.

—¿Qué?

Mi padre camina hacia adelante, ira y dolor bailando tango con su


expresión.

Los muy abiertos ojos de mi madre se llenan de lágrimas y se muerde el


labio inferior.

—Lo siento, amigos.

—¿Y si ella no huyó?

—¿De verdad creen que no lo ha hecho?

Mis padres miran hacia abajo y sacuden la cabeza.

No puedo creer que esté haciendo esto. No puedo creer que está
renunciando a mí antes de siquiera intentarlo. El impulso de ponerme de
pie y gritar en su cara está en guerra con las ganas de hacerme un ovillo y
quedarme dormida para siempre.

—Haremos lo que podamos, Trudy. Ya he hablado con la policía de Los


Ángeles. Sólo vengo a recoger una foto reciente de ella y entonces puedo
escanearla para ellos. Ellos se mantendrán alerta de ella.
Mi madre enjuga sus lágrimas y mira alrededor de la habitación.

—Um... no tenemos muchas que sean recientes. —La culpa está goteando
de sus palabras; puedo escucharla flotando por el aire. El arrepentimiento
apesta—. Tal vez ella tiene algo en su computadora o... en sus cajones.
Sólo dame un minuto.

Papá camina hacia mi computadora y devuelve la pantalla a la vida.


Empieza a mirar a través de mis carpetas en vano. No estoy demasiado
preocupada, siempre y cuando no abra mi página de Facebook, yo
debería estar bien.

Miro a mi madre y la veo recoger mi diario y después rebuscar en el cajón


debajo.

—Mamá, no lo hagas. —Me disparo hacia ella, pero no a tiempo.

Su cara cae con incredulidad y disgusto. Olvidé que dejé esas impresiones
allí. Quiero decir, ¿quién incluso imprime fotos de todos modos?

Pienso en el día que encontré el interior de mi casillero decorado con estas


fotos de la fiesta. Me obligué a reír hasta que manejé risitas histéricas, pero
recuerdo estar silenciosamente humillada. Tan pronto como todo el mundo
se fue las arranqué de mi casillero y las enterré en mi bolsa.

Debería haberlas desechado.

Caminando junto a mamá, miro por encima de su hombro y hago una


mueca. Las fotos son difícilmente halagadoras. Fueron tomadas este
verano cuando fuimos a la cabaña de Drue para el fin de semana. El
alcohol había fluido y travesuras de borrachos habían seguido. Mamá está
mirando una de mí medio desnuda, enrollándome con Trent a la orilla del
agua. Quiero arrebatarla de sus dedos.

—Dejar de mirar esas... por favor.

Ella da la vuelta a otra en la que yo, Amber y Penny estamos mostrando el


dedo del centro a la cámara pensando que somos oh tan geniales y
divertidas.

Mi madre cierra sus ojos y deja caer las fotos de nuevo en el cajón.

—¿Encontraste algo? —El sheriff se vuelve.


Mamá desliza el cajón cerrándolo y niega con la cabeza.

—No, nada.

—Creo que tengo algo.

Papá agranda la imagen en la pantalla. Ha encontrado una foto de mí


mirando a la cámara. Mis ojos se ven vacíos de vida y mi boca se
encuentra en una línea apretada. Luzco molesta, pero por lo menos estoy
vestida y no hago ningún gesto grosero.

—¿Eso es lo mejor que tienes?

Mi papá luce avergonzado y cabizbajo mientras asiente con la cabeza a


la pregunta del sheriff.

—Está bien, bueno envíamela por correo electrónico entonces y me


pondré en ello a primera hora de la mañana. —El sheriff Hutton le entrega
papá su tarjeta de visita.

Mi padre asiente con la cabeza y luego se va en abrir su webmail y


adjunta la foto.

—¿Qué vestía la última vez que la vieron?

El sheriff Hutton saca su bloc de notas, la pluma está lista para garabatear
una descripción.

Papá levanta la vista de la pantalla y llama la atención de mamá. Ella


niega con la cabeza.

—No la vi irse el martes y Mitchell no estaba en casa.

Papá se ve molesto y se vuelve a la pantalla.

—Ella sólo gritó un adiós como siempre hace. Yo... ¡ella tiene dieciséis años!
No es como que tengo que despedirla cada vez que sale de la casa. No
creía que era la última vez que estaría viéndola. —La voz de mamá cae, su
última palabra sale como un chillido.

El sheriff le lanza una sonrisa triste mientras desliza la pluma y la libreta de


nuevo en su chaqueta.

—Siento que tengas que enfrentarte a esto, Trudy. Realmente lo hago.


Ella se cruza de brazos y asiente.

—Por favor, mantennos informados.

—Lo haré, pero tengo que advertirles... no se hagan ilusiones.

¿Por qué les diría algo como eso a ellos? ¿No puede ver que ya están al
borde?

—Creo que debería irse ahora —mi voz es dura.

El sheriff Hutton palmea el hombro de mi padre y le da un apretón antes de


despedirse e irse.

El silbido de un correo electrónico enviándose es el único sonido en la


habitación. Miro a las expresiones de estupefacción de mis padres.

No sé qué decir. No sé cómo hacerlo mejor.

—Voy a terminar la cena. —Las manos de mamá caen a su lado y sale de


la habitación.

Papá robóticamente apaga mi computadora, no sólo la pone en


suspensión, sino que en realidad la apaga.

La acción termina y deja un sensible moretón justo en el medio de mi


pecho.

Obviamente no soy la única dándose por vencida.


Capítulo 18
Traducido por LizC

Corregido por Micca.F

S
on las ocho de la mañana al momento en que regreso a la cocina.
Papá está apilando el lavavajillas, mientras mamá está envolviendo
las sobras. Hay un montón. Supongo que tampoco fueron capaces de
comer.

Mamá abre la boca un par de veces como si fuera a hablar, pero


entonces no se atreve a hacerlo.

Y así reina el doloroso silencio.

Papá acaba de cargar el último de los cubiertos cuando suena el timbre


de la puerta una vez más.

Mamá mira a papá con el ceño fruncido en forma interrogativa. Él se


encoge de hombros y cierra el cajón del lavavajillas.

Me quedo con mamá mientras él va a abrir la puerta.

—Hola. —Papá suena confundido.

¿Es el sheriff de nuevo? ¿Qué otras noticias deprimentes tiene? Camino


hacia la puerta y luego me congelo.

—Hola, Sr. Tepper. ¿Le importa si entro?

Reconozco la voz de Dale y retrocedo encogiéndome contra la pared. Él


camina humildemente a la cocina y le da a mi madre una sonrisa suave.

—Hola, Sra. Tepper.

—Hola. —Ella se seca las manos en una toalla y se mueve alrededor del
mostrador para estrechar la mano de Dale.

—Dale Finningan —le recuerda.


—Es cierto. Vives a la vuelta de la esquina, ¿no?

—Sí, nos ayudó a encontrar la casa.

—Lo recuerdo. —Ella se esfuerza por sonar jovial.

—¿Qué podemos hacer por ti, Dale? —Papá saca un taburete y le ofrece
un asiento.

Dale se desliza en la silla y mira alrededor de la cocina.

Debería hacerle saber que estoy aquí, pero no puedo. Las palabras se
atascan en mi garganta, obstruyendo mis vías respiratorias, dificultando la
respiración. ¿Qué vino a decir hasta aquí?

—Yo… —Se lame los labios y se aferra a la parte superior del mostrador—.
He estado preocupado por Nicole. ¿Ustedes tienen más noticias?

Mis padres se miran entre sí, tratando de tener una de esas conversaciones
sin palabras, pero creo que están un poco oxidados.

Espera, no, lo veo.

¡Acaban de tener una!

Papá se vuelve a Dale y admite con la voz quebrada—: No sabemos qué


le ha pasado.

—¿Has oído hablar de ella? —La esperanza en la voz de mamá es difícil


pasar por alto.

Dale sacude la cabeza con una sonrisa triste.

—Sabes que eres el único de sus amigos que ha venido a ver si ella está
aquí. ¿Están los dos en algún tipo de relación?

Puedo sentir la lucha de mi madre para preguntarle. Después de lo que


descubrió en el primer cajón de mi mesita de noche, puedo entender por
qué.

—No, señora. —Esa sonrisa que me encanta salta sobre su rostro—. No…
uhh… ella no está realmente con tipos como yo. Soy un poco demasiado
franco y desconsiderado para su gusto.
Me muevo desde mi posición en la puerta, mi corazón derretido ante sus
palabras tranquilas.

—Así que, ¿no son amigos?

—Yo realmente quiero serlo, pero creo que primero tengo que controlar mi
lengua.

Mis padres se miran el uno al otro en confusión.

—Simplemente de verdad lamento si alguna vez he dicho algo para


lastimarla y me arrepentiré para siempre si no consigo volver a verla y le
digo eso.

Parpadeo rápidamente a medida que lágrimas empañan mi visión.

Las cejas de mi padre se fruncen con preocupación.

—¿Estás sugiriendo que ella huyó porque ustedes dos tuvieron una pelea?

—No, señor. —Dale se sienta con la espalda recta—. De hecho —hace una
pausa y toma aliento—, me pregunto si ella no huyó en absoluto.

—¿Por qué? ¿Por qué dices eso?

Me estremezco ante la severidad de la voz de mi madre.

Es impresionante que Dale no esté rehuyendo.

—No lo sé, Sra. Tepper, es sólo un sentimiento… o una pregunta. ¿Alguien


ha considerado el hecho de que ella podría no haberse ido de la ciudad?

—El sheriff cree que lo hizo. —Los hombros de mamá se tensan con
agitación.

—¿Pero está en lo cierto? Quiero decir que todo es sólo una conjetura, ¿no
es así?

Por alguna razón esto está alterando a mi madre más que la idea de mí
huyendo. Tomando el trapo de cocina, ella lo aprieta en sus manos.

—Entonces, ¿qué significa eso para ella? Si no se ha escapado, ¿dónde


está?

Dale y yo vemos a dónde va esto y quiero desesperadamente intervenir.


—No estoy seguro; sólo estoy sugiriendo que tal vez alguien debería iniciar
su búsqueda.

Papá pone una tierna mano en la espalda de mamá y le da un pequeño


apretón. —He enviado una foto de ella al Sheriff. Él la va a enviar a la
policía por nosotros.

Dale se ve molesto.

—¿Van a hacer algo más? ¿No van a buscar en la zona? ¿Reunir un grupo
de personas? Yo ayudaré.

Él se levanta del taburete.

—Hijo, tenemos que admitir que Nicole huyendo es la respuesta más


probable a esto.

—Pero no es la única. —Se frota la cara—. Sr. Tepper creo que debe ir de
nuevo al sheriff e insistir en que se inicie la búsqueda de ella.

—Tenemos todo bajo control, Dale. —La voz de papá suena calmada,
pero puedo escuchar un pequeño tono agudo reptando en ella.

—Señor, no creo que lo tengan. Ella no huyó.

—Dale. —Mi madre golpea el mostrador—. Detente. Estamos haciendo lo


que podemos y quiero que te vayas.

—Lo siento, Sra. Tepper, no quise molestarla, yo sólo…

—Vete, por favor. —Su voz se quiebra y se tambalea cuando se aleja de él.

Dale reitera sus disculpas una vez más.

—Adiós, Dale. —Papá le dispara una mirada mordaz y Dale no tiene


refutación.

Con un suspiro suave, se mete las manos en los bolsillos y camina hacia la
puerta. Se vuelve a escanear la habitación por última vez, sus ojos
iluminados con una esperanza que se está muriendo rápidamente. Con la
cabeza gacha y en silencio, sale de la habitación.

Su mano está en el pomo de la puerta cuando lo alcanzo.

—Gracias —le susurro al oído.


Se queda inmóvil como una estatua mientras que su rostro se inunda con
alivio.

—Lo siento. Siento haberte dicho esas cosas —susurra.

—Lo sé… pero supongo que puedo ser más o menos una zorra irritante.

—No lo eres. —Dale se vuelve hacia mí—. Ojalá pudiera volver el tiempo
atrás y borrar toda esa conversación. Es sólo que mi nariz estaba dolorida y
estaba molesto por Adam, y estaba tan humillado que Trent me derribara
frente a ti.

Una risa brota de mis labios antes de que pueda detenerla.

Con dedos suaves toco su nariz hinchada.

—Oh, eso se siente bien. —Cierra los ojos—. Agradable y frío.

Mi corazón da un vuelco cuando él levanta su mano y la coloca encima


de la mía. Él se cierne sobre ella, asegurándose de no dejarla caer
directamente a través de mis dedos. Abre los ojos y me da una larga
mirada firme.

—¿Quieres venir a mi casa?

Escucho los sonidos de la conversación de mis padres. Se está poniendo


cada vez más agitada, pero esa no es la razón por la que quiero decir que
sí.

Dejo ir su nariz y llego hasta su mano. Él siente lo que estoy haciendo y


extiende sus dedos.

—Vamos.

Con una suave sonrisa, abre la puerta y caminamos bajo el fresco aire
nocturno.
Capítulo 19
Traducción SOS por Mari NC y LizC

Corregido por ☽♏єl

C
uando llegamos a su casa, subimos las escaleras en silencio. Dale
cierra la puerta detrás de él y toma asiento en su cama.

—¿Dónde está Bufón?

—Él ha sido desterrado por el día después de orinar en la alfombra persa


de mamá.

Me río y me muevo más al fondo en la cama mientras Dale se acuesta


sobre su espalda. Me acuesto de manera que mi cabeza está
descansando junto a él y ruedo a mi lado para poder verlo. Se gira hacia
mí.

—Me gustaría poder tocarte en estos momentos.

—¿Por qué?

Por alguna razón eso me pone nerviosa. Un montón de chicos me han


dicho eso antes y siempre los he dejado entrar. No quiero que sea así con
Dale. No es como si realmente pudiera dormir con él justo ahora, pero si
pudiera y lo hiciera... ¿hablaría conmigo en la mañana?

Mi voz tiembla cuando pregunto:

—¿Qué harías?

—Bueno —Dale sonríe—, ¿sabes, tu largo flequillo, la forma en que siempre


cae hacia adelante y cubre tu ojo izquierdo?

Asiento con la cabeza.

Dale se mueve sobre su costado, por lo que estamos yaciendo cara a


cara.
—Lo metería detrás de tu oreja y me aseguraría de que estuvieras
mirándome para que pudiera decirte que no creo que seas horrible, creo
que eres increíble.

—No, no lo harías —me burlo.

Él me sonríe.

—Creo que esa es otra razón por la que estaba tan molesto esta mañana.
Toda la gente que elegiste para pasar el rato no tiene idea de lo que
realmente eres. Están gastando demasiado tiempo en sacar lo peor de ti
para descubrir lo maravillosa que puedes ser.

—Yo no soy impresionante, Dale.

—Sí que lo eres. Pregunté por ahí... hablé con tus viejos amigos. Uno de
ellos me dijo que solías escribir estos increíbles poemas. Brody, el chico de
tu clase de inglés, dijo que solías invitar a todos a esos maratones de
películas y tu mamá cocinaba suficientes palomitas de maíz para
alimentar a un país.

Sonrío al recordar los grandes cuencos que utilizábamos para llenar hasta
rebosar. Palomitas de maíz serían encontradas días después, metidas
detrás de los cojines del sofá, escondidas bajo la alfombra. Papá estaría
tan irritado y mamá sólo se reiría y agitaría la cabeza... entonces Jody
comenzaría a comerlas.

—Lisa de tu clase de baile, dijo que ustedes pasaban horas coreografiando


movimientos y realizando recitales para sus padres. Y Jake de Gráficas dijo
que solías leer libros y luego rediseñar sus portadas. Y...

—Eso es suficiente Dale. —Demasiado. ¿Había estado jugando al reportero


durante todo el día?

—¿No lo ves, Nicky? Eres brillante.

Pienso en todas las portadas que había pasado horas diseñando en


photoshop. Es lo que quería hacer con mi vida, convertirme en una
diseñadora gráfica y trabajar para autores de todo el mundo. Solía pasar
horas en las librerías estudiando portadas, señalando las cosas que me
gustaban y que habría hecho de manera diferente a cualquiera que
quisiera escucharlo. Mi madre solía acusarme de estar obsesionada. Yo
solía fijar mis diseños por todas mis paredes.

El verano después de que Jody murió, las arranqué todas y las deseché.

Lamo mis labios y miro al techo.

Sacudiendo la cabeza, suspiro.

—Cuando Jody murió toda mi familia se apagó. No teníamos nada que


decirnos el uno al otro.

Difícilmente podía decirles la verdad sobre ese día. Trago y disparo una
mirada nerviosa a Dale. Gracias a Dios que no me puede ver.

—No sabía qué hacer. Estaba tan perdida y cuando llegué a la escuela
secundaria, Brad Schuman se fijó en mí. Él pensó que yo era linda... o
vulnerable, no lo sé. Cuando empezó a coquetear conmigo, no me pude
resistir. Él fue la primera persona en hablar conmigo y no seguirlo con
alguna mirada comprensiva o un abrazo torpe. Él me llevó a su vida y me
hizo olvidarme de todo. Una vez que me acosté con Chris todas las chicas
pensaban que era genial y todos los chicos pensaban que yo era fácil. Era
un hecho después de eso. —Hago una mueca al recordar—. Antes de que
esto sucediera, habría jurado que estaría perdida sin ellos.

—Una gran llamada de atención, ¿eh?

Me vuelvo para mirarlo.

—¿Parecida a la tuya?

Él frunce la nariz.

—Vamos. ¿Cómo eras antes de las cicatrices?

La risa de Dale es fría y dura.

—Horrible. Era una pequeña mierda. —Traga—. Mi mamá tenía dieciséis


años cuando tuvo a mi hermana. Era bastante malo. Papá era un
estudiante de último año saliendo del seminario y cometieron un error.
Mamá fue llevada a vivir con sus abuelos y nunca pensaron que se verían
otra vez. Diez años más tarde tropezaron el uno con el otro y se casaron
antes de que nadie pudiera detenerlos... y entonces llegué yo. Tenían
mucho que demostrar. Muchas personas en contra de ellos. Creo que
estaban asustados de que si no eran muy estrictos, Rachel y yo
cometeríamos los mismos errores. —Suspira—. A Rachel no le importaba,
era una buena chica y le encantaba seguir las reglas. Yo me sentía
sofocado. Cuando cumplí trece años empecé a pasar el rato con los
chicos malos en la escuela, sólo para estresar a mi mamá. Ellos no sabían
qué hacer conmigo.

Empieza a recoger un hilo en el bolsillo de sus jeans.

—Tenía trece años cuando empecé a fumar, unos meses más tarde tomé
alcohol y luego vino robar y conducir coches. Nos separábamos en unos
realmente bonitos y conducíamos tan rápido como pudiéramos por las
carreteras secundarias. Luego nos deshacíamos de ellos en los bosques y
corríamos riendo a casa. Era un apuro. Casi fuimos atrapados por la policía
un par de veces.

Su rostro se aprieta con dolor mientras se queda en silencio.

—¿Qué? —Toco sus líneas de expresión, tratando de suavizarlas. Él me mira,


sus ojos llenos de un dolor del que nunca podrá completamente deshacer.
Cierra los ojos y suspira.

—Yo no estaba conduciendo la noche del accidente. Estaba aplastado


en el asiento trasero con otros dos chicos. No sé lo que pasó. Golpeamos
algo y rodamos por una colina. El chico a mi lado salió directo a través del
parabrisas. Le llevó una hora al conductor para morir y luego otras dos
antes de que el tipo de al lado dejara de gemir. No sé cuándo murió Hugh.
Él estaba en el asiento frente a mí y pasó alrededor de una hora gritando
que su pierna dolía. Yo no podía hacer nada. Estaba clavado. Mi cara
estaba atrapada en algo afilado y desagradable. Cada vez que trataba
de moverme, pensé que podría arrancarme la cabeza y mi hombro
estaba irradiando dolor. No pensé que sería capaz de utilizarlo de nuevo
alguna vez.

Parpadeo las lágrimas al escuchar su historia. Su voz es distante mientras


cuenta el resto de los detalles.

—Con el tiempo todo se puso muy, muy tranquilo. Sabía que era sólo
cuestión de tiempo antes de que me uniera a esos chicos y sabía que
merecía ir al infierno. No sé por qué, pero empecé a hablar en voz alta.
Quería vivir, así que empecé a suplicar.

—¿A quién?

—Dios. —Una suave sonrisa cruza su rostro—. Le dije que si sobrevivía a eso,
haría que valiera la pena. Dejaría de desperdiciar la vida que él me había
dado y empezaría a usarla para el bien.

Se ve serio mientras asiente.

—Pienso en ello cada día… y cada día me motiva.

Pensé que me gustaba antes de esta historia, ahora ha subido unos


cuantos escalones más y todo lo que quiero hacer es estar cerca de él. Me
arrastro hasta su lado, con ganas de acurrucarme en sus brazos, pero
sabiendo que no puedo. Descanso mi rodilla contra su pierna.

—Tus padres no parecen tan estricto ahora.

—Yo no era el único que tenía que cambiar. Mamá dejó el trabajo y me
educó en casa mientras me recuperaba. Ella me ayudó con mi terapia
física y me hizo hacer todos mis ejercicios, me decía que si alguna vez
quería tocar la batería o ser capaz de llevar a mi esposa a través del
umbral, sería mejor que me funcionara el hombro. —Él se ríe—. Papá dejó
de ser un ministro y nos mudamos aquí. Querían sacarme de mi antigua
vida, empezar de nuevo.

Me mira fijamente.

—Tomó el asesoramiento y mamá decidió quedarse en casa y cuidar de


mí. Fijamos algunas nuevas reglas de juego y una de ellas fue la
honestidad. Cada vez que me siento un poco sofocado, les digo y cada
vez que piensan que estoy resbalando me devuelven al carretel. Ha
estado funcionando bien hasta ahora… y terminar con la educación en
casa probablemente evitó la Tercera Guerra Mundial.

—Debe haber sido difícil para ti, entrar en una escuela en el tercer año de
secundaria, ya empezado.

—No fue fácil, pero era mejor que estar en casa diciéndole a mi madre
que estaba sofocándome todos los días.
—Me gustaría poder hablar con mis padres de esa forma.

—Bueno, cuando superes todo esto, deberías comenzar.

—Si lo supero.

Me mira.

—Lo harás. Esta será tu segunda oportunidad… justo como la mía. Todo lo
que tienes que decidir ahora es qué quieres hacer con ello. —Él me da una
sonrisa suave—. ¿Qué quieres?

—No lo sé —susurro.

La sonrisa de Dale es triste, pero él asiente de todos modos. Estirando su


brazo, me atrae hasta recostarme sobre su hombro.

Mi duda es breve y finalmente estoy acurrucándome contra su pecho


firme. Paso mi mano por encima de su camisa y él se estremece. Ojalá
pudiera sentirlo. Tengo que concentrarme mucho para cernirme en su
hombro. Cada vez que mi mente comienza a vagar siento que mi cabeza
se funde en él.

Nos tumbamos en silencio durante un rato. Yo concentrándome. Dale


dejándose caer en un sueño ligero. La noche se ha establecido. Puedo
sentir una frialdad extraña arrastrándose en mis huesos. Me inclino más
cerca de él, deseando acurrucarme debajo de las sábanas, envolverme
entre sus brazos. Echo un vistazo a Dale. Sus ojos están cerrados. Me
pregunto cómo sería poder dormir a su lado toda la noche.

Nunca he hecho eso con un chico, acostarme a su lado, sólo


abrazándonos.

—¿Eres virgen?

Dale abre los ojos y suspira.

—Me gustaría poder decir que sí.

—Yo también.

La respuesta viene tan rápido que sé que debe ser verdad. Frunzo el ceño.

Dale se aclara la garganta.


—He decidido que no voy a hacerlo de nuevo hasta que encuentre a la
chica con la que me voy a casar.

—¿Qué? —Giro la cabeza en su hombro—. ¿Pero eres un chico?

—¿Y?

—¿No tienes ciertas necesidades?

—Sí. —Él asiente—. Necesito hacer el amor con mi mujer y no sólo tener
sexo con cualquier chica que se presente.

—Supongo que hay una diferencia… entre hacer el amor y tener sexo.

—Sin duda la hay.

—No creo que he hecho el amor antes.

—Yo tampoco.

Cubro su pecho con mi brazo.

—¿Crees que podrás hacerlo?

Dale se ríe.

—¿Esperar a la chica adecuada?

—Ajam.

—Sí… Sólo espero encontrarla en la universidad.

Me río.

—Ella será afortunada, sea quien sea. La mayoría de los chicos no piensan
como tú, ellos simplemente toman lo que quieren y se van.

—Eso es sólo porque te juntas con idiotas.

—Seamos realistas. Es lo que merezco.

—No, no lo es —susurra.

¿Cómo lo sabe? No quiero pensar más en eso así que en cambio entierro
mi cabeza en su cuello.

—¿Puedes sentir eso?


—Sí.

—¿Qué se siente?

—Es como si un rocío fino estuviera descansando en mi piel.

—¿Se siente bien?

—Sí, Nicky. Se siente muy bien.

¿Por qué “Nicky” suena tan dulce en sus labios? El nombre quedó
manchado después que Jody lo gritara antes de su muerte, pero él lo
hace… soportable de escuchar una vez más.

Levanto la vista y sus ojos comienzan a cerrarse. Él tiene una sonrisa


afirmada en sus labios mientras se duerme profundamente.
Capítulo 20
Traducido por flochi

Corregido por NayeliR

Q
uiero quedarme y observarlo a medida que la noche se aleja, pero
algo me compele a ir a casa. Entrando a hurtadillas en la casa,
entro en la habitación de mis padres y la hallo vacía. Frunciendo el
ceño, me giro hacia la cocina. Mamá está sentada en la encimera
haciéndose otra taza de té. Ella se encuentra en modo zombi otra vez.

La veo sacar y meter el saquito de té en la taza de agua hirviendo. Arriba-


abajo, arriba-abajo, como un robot. Está mirando el espacio vacío y
desolado.

—¿Dónde está papá?

Su única respuesta es un parpadeo.

Me alejo de la encimera y me dirijo a la sala de estar. Con la oscuridad de


afuera, no puedo ver el temido árbol, pero puedo imaginarlo en mi
mente… una jovencita cayendo de una rama alta y todo lo que puedo
hacer es observar con mudo horror.

Estremeciéndome, cierro los ojos para alejar la imagen, me dirijo por la


escalera. Una luz está encendida en mi habitación.

Subo corriendo para encontrar a Papá sentado en mi cama. Fotos de


fiestas están esparcidas alrededor de él y mi diario está abierto. La bilis
quema mi estómago cuando entro en mi habitación. Él parece como si
hubiera sido golpeado por un tsunami y todo lo que puedo hacer es
quedármelo mirando.

La palabra lo siento yace en mis labios, pero no puedo lograr decirla, estoy
muy disgustada para hablar. Odio que hayan encontrado todo esto. Odio
que sepan lo que he estado haciendo conmigo misma.

—Duele, ¿verdad?
Pego un salto ante la voz de mi madre. Está parada con su taza de té,
apoyada contra el marco de la puerta, al igual que papá ayer.

—Yo… yo no tenía idea.

Mi madre respira temblorosamente y parpadea las lágrimas.

Papá comienza a guardar las fotos, arrojándolas juntas con una expresión
de dolor arrugando su rostro. Agarra los bordes como si no quisiera
tocarlas. Pasando su mano sobre las páginas abiertas de mi diario, suelta
un lento suspiro.

—¿Crees que ese chico Finnigan podría tener razón?

—No quiero pensar en ello.

Papá mira hacia la ventana, su boca fija en una línea apretada.

—Ignorar los problemas no hace que desaparezcan, Tru.

Mamá parece herida por su declaración, su expresión está empezando a


resquebrajarse, pero toma aliento y la vuelva a unir, simplemente.

—No sé qué es peor… que ella esté allí afuera sola… o ella lidian…

—¡No lo digas, Mitchell! —Los ojos de ella se ven salvajes cuando él se da la


vuelta para mirarla—. No puedo perderlas a ambas.

La cara de papá se resquebraja a la vez que sus ojos se llenan de lágrimas.

—Ya la hemos perdido.

Señala la pila de fotos.

—Pero al menos si ella se ha escapado existe la posibilidad de que regrese.

Papá pasa los dedos entre su cabello y agarra un puñado.

—¿Por qué querría volver?

Puedo sentir mi corazón hacerse astillas al observar la boca de papá


contener un sollozo.

—Tenías razón, Tru. Deberíamos haberlo hecho mejor. Pensamos que esta
libertad la ayudaría a lidiar con su dolor.
—No queríamos que se sintiera culpable o responsable por lo que pasó. No
quisimos poner ninguna presión sobre ella.

—Pero se sintió abandonada. —Papá se levanta disparado de la cama y le


da un puñetazo a la pared. Apoya su cabeza sobre su puño y parece listo
para romper algo.

—Se sintió completamente desprotegida. Soy su padre. —Se gira hacia


mamá—. Se supone que la cuidara y en cambio alimenté a los lobos con
ella. Mira esto.

Agarra las fotos y las lanza a través de la habitación, luego agarra mi cajón
y saca un paquete de condones que estaba ocultando allí. Se
desparraman fuera de la caja cuando los arroja hacia la ventana.

—Estaba durmiendo por ahí. ¡Mi niñita estaba teniendo sexo! ¿Qué más
estaba haciendo? ¿Estaba metida en drogas?

Niego con la cabeza.

—Nunca —susurro.

—¿Está afuera en alguna parte… en alguna fiesta donde a nadie le


importa quién es o de dónde ha salido?

Las lágrimas se vierten por mi cara a medida que sus hombros se


desploman. Mi madre está sollozando silenciosamente en su té.

—La amo. —Él cae de rodillas—. Es mi niñita. La amo tanto y nunca llegaré
a decírselo.

Enterrando su cabeza en sus manos, solloza. Todo su cuerpo tiembla


mientras fuertes gemidos salen de su cuerpo.

Mamá pone su té en el escritorio y se arrodilla junto a él, pasado una mano


sobre su espalda y enterrando la cabeza en su cuello.

Lloran uno contra el otro y no puedo evitar unirme a ellos.

Cubriendo mi boca, dejo que las lágrimas se derramen sin control.

Él me ama. Papá realmente me ama.

—Lo siento —grito—. Lo siento, Papi.


Mi corazón empieza a arder con un agudo dolor a la vez que la cama se
precipita hacia mí. Caigo de rodillas y lloro mientras los sollozos y los dolores
se mezclan juntos. Me estoy dirigiendo de regreso a mi cuerpo. Parte de mí
lo quiere. No puedo ver a mi padre desmoronarse. Otra parte no puede
soportar irse.

Abro mis ojos cuando mi habitación empieza a estar borrosa, no hay nada
que detenga esto ahora. Un suave silbido toca en el fondo de mi cerebro
mientras me retiro. Suena familiar, pero no puedo pensar dónde lo he
escuchado.

Mis padres se desvanecen y el silbido se hace más fuerte.


Capítulo 21
Traducido por Clary

Corregido por Jo

A
bro mis ojos. Mis lágrimas desaparecen mientras el silbido se
aclara.

¡El tono!

Contengo mi respiración y me congelo. Intento girar mi cabeza


y mirar arriba de la colina, pero mi cuello esta dolorido. Tengo que lograr
hacer un movimiento de mis ojos en la dirección correcta. Está oscuro,
pero puedo ver luces de linternas encima de mí.

El silbido suena de nuevo.

—¿Sólo vas a ignorar eso? —La voz flota hacia mí a través del aire
nocturno.

—Sí.

—Pero, ¿qué si es...?

—¡No voy a contestar!

Yo intento escuchar atentamente para ver si conozco las voces, pero son
bajas en el mejor de los casos. Me esfuerzo para descifrar el resto de la
conversación, forzando mi dispersa mente a seguir cualquier frase que
pueda captar.

—Lo siento...

—¡Deja de disculparte!

—¡Yo… lo arruine! No hacemos esto en nuestra familia.

—Eso es tan condenadamente cierto, no lo hacemos. Ahora ¿dónde crees


que la golpeaste?
Mi corazón acelera a medida que registro las palabras.

—Por allí, mira la barandilla.

—Algunos de esos daños son viejos, pero esa pintura azul puede ser de tu
auto.

Pintura azul. Recuerda la pintura azul, Nicky. Cierro los ojos y trato de
grabarlo en mi cerebro. Siento que estoy flotando lejos de mí, pero pude
regresar. Dale, querría saber. Recuerda esto, Nicky. ¡No te atrevas a
olvidar!

—Espero que podamos encontrarla.

Hay una pausa cargada y contengo mi respiración, asegurándome de no


perder ninguna información.

—Ella probablemente no esté viva.

¿Debería llamar por ayuda?

—Por favor, no digas eso.

—¿Esperas que ella no lo esté?

Me trago mi grito. ¿Qué es lo que dijo?

—¿Qué?

—Tu vida está terminada si se enteran de esto. ¿Lo entiendes?

—Yo...

—No habrá ninguna posibilidad de una beca. Estarías yendo a detención


juvenil... tal vez hasta la cárcel. No voy a dejar que eso te pase a ti.

—¿Qué estás diciendo?

—La encontramos y la enterramos, viva o muerta.

Respiraciones de pánico empujan a través de mi sistema y tengo que


luchar para mantener mi cuerpo quieto. Mis extremidades se sienten como
si estuvieran en llamas y tengo que resistir la tentación de lanzar mi
chaqueta. Mi lucida mente da vueltas y me grito a mí misma que debo
permanecer en silencio y quieta.
—Todo lo que tenemos que hacer es hacer correr la historia hasta que
todo el pueblo nos crea. No será difícil.

El terror gira a través de mi cerebro. Ellos van a matarme. Quienes sean


esos hombres arriba en la colina, ellos vienen a terminar el trabajo. La idea
de ser enterrada viva es horrorosa. No quiero un final como ese. ¡Prefiero
fallecer en mi propio dulce momento!

Mi depresivo deseo de muerte anterior se desvanece mientras mi mente se


llena de estrategias de cómo sobrevivir a esto. Intento escanear el suelo de
los bosques por algún tipo de arma, silenciosamente trato de tomar palos
con mis torpes, dedos rígidos. El dolor es insoportable y me da miedo hacer
algún ruido.

No quiero morir así. Tengo que volver con Dale. Él tiene que encontrarme.
Lamo mis labios que necesitan agua, estoy a punto de regresar a él
cuando me detengo. No. Necesito quedarme. Necesito protegerme a mí
misma y asegurarme de que estos chicos no me entierren.

Mis ojos buscan en la oscuridad, buscando las sombras oscuras y las formas
que podrían ser los hombres.

La luz de una antorcha roza sobre el terreno a mi derecha. Trato de girar mi


cabeza cuando la luz me pasa, pero no me puedo mover lo
suficientemente rápido. Cierro los ojos en su lugar, dispuesta a que no me
noten.

—Esto es imposible. No vamos a ser capaces de buscar toda esta zona con
antorchas.

Le sigue un suspiro frustrado.

—Es más seguro de esta forma.

—¿Quieres hacer esto toda la noche? ¿Cómo vamos a explicarle a


Mamá?

Una fuerte maldición atraviesa el aire.

—Vamos a regresar en la mañana, tendremos una buena caza y


terminaremos con esto. Es tiempo de poner este error tuyo detrás de
nosotros. —La voz desciende y se vuelve amenazante—. Y Dios me ayude,
si alguna vez haces algo como esto de nuevo, Yo voy a golpearte tan duro
que estarás caminando gracioso por el resto de tu vida.

Miedo impregna el aire a mí alrededor. Quienquiera que sea la persona


que está hablando, totalmente cree lo que acaba de decir. Puedo sentir
su consternación, aunque este en la parte superior de la colina. Sé que él
me golpeó con su coche y sé que él merece ser castigado, pero en este
preciso segundo, casi siento pena por él.

Escucho el motor de un coche disparando hacia arriba y, espero como


una eternidad para que se aleje. Mi corazón lentamente regresa a su
habitual ruido sordo, pero los escalofríos siguen masacrando mi sistema. En
cuanto llegara la mañana, yo sería una chica muerta.

—Dale —susurro—. ¿Qué puedo hacer?

Escalofríos hacen temblar mis músculos, pero mi cuerpo apenas se puede


agitar. Estoy cada vez más débil. Mi garganta seca necesita agua. Mis
extremidades que estaban temblando ayer están empezando a sentirse
entumecidas. Mis ojos lentamente luchan por permanecer abiertos.

—Dale. No puedo dejarlos hacerme esto. Mis padres no van a sobrevivir a


una muerte por asesinato. ¿Qué puedo hacer?

Una lágrima se desliza por mi mejilla, pero no tengo la energía para


quitarla.

—Necesito que me encuentres. —Mi cabeza cuelga de un lado—.


Encuéntrame. Por favor, encuéntrame.
Capítulo 22
Traducido por Brendy Eris

Corregido por yonoestoyloca

—E
ncuéntrame.

Abro los ojos y estoy tendida en la cama de Dale.


Sentándome, veo que la habitación está vacía.
Paso mis manos sobre su cama pulcramente hecha
y escaneo su escritorio por la tarea. Ya se ha ido.

No.

Salto de la cama y salgo corriendo por la puerta. La cocina está vacía,


también lo está el comedor. Puedo escuchar a su madre tarareando para
sí misma en el dormitorio de arriba. Estoy a punto de correr al aire libre para
ver si el coche está todavía en la entrada cuando escucho un sonido
sofocando.

—Está bien, mamá. Me voy a la escuela.

—Que tengas un buen día, cariño.

—Lo haré.

Corriendo por las escaleras, sigo el sonido de su voz y casi choco con Dale.

—Ayúdame.

Él cae hacia atrás al oír el sonido de mi voz y aterriza en su mochila.

—¿Cariño? —Su madre sale de su habitación, con aire preocupado—.


¿Estás bien?

—Sí. —Él sonríe—. Yo sólo me resbalé.

Se puso de pie y se sacudió.

La preocupación de la Sra. Finnigan se evapora y le da un guiño. Ella sonríe


y lo ve bajar las escaleras. Mantengo mi lengua hasta que estamos afuera.
—Tienes que ayudarme. Están tratando de encontrarme. Ellos van a
buscarme hoy y enterrar mi cuerpo para que nadie sepa nunca la verdad.

Dale abre su puerta, preocupación estropeando sus rasgos.

—Nicole —dice en voz baja—, cálmate. Comienza desde el principio.

—Está bien. —Me subo al asiento del pasajero y lamo mis labios—. Estabas
dormido así que fui a casa anoche.

—Me di cuenta. —Se coloca el cinturón de seguridad y enciende el


coche.

—Mientras estuve allí, volví a mi cuerpo.

—¿Cómo te va? —Miro en mi dirección.

—No es genial. —Me cuesta decir las palabras, sabiendo que lo van a
decepcionar.

Sus cejas se juntan mientras frena al final de la calle y golpea el indicador.

—Nos estamos quedando sin tiempo.

—Ese no es nuestro mayor problema... bueno quiero decir que la cosa es...
no porque yo no vaya a hacerlo, pero ellos podrían ganarte allí.

—¿De qué estás hablando?

—El teléfono celular. El silbato. Me trajo de vuelta a mi cuerpo la noche


anterior. Oí el sonido en mi cabeza y luego me desperté y estaban en la
colina con linternas buscándome.

—¿Quién era?

—No lo sé. Era dos chicos, uno sonaba viejo y el otro quiere una beca.

—No tiene ningún sentido.

Respiré y me obligué a reducir la velocidad.

—Él dijo que si alguien se entera de que él me golpeó no tendrá ninguna


posibilidad de conseguir una beca y será enviado a un reformatorio, tal
vez incluso a la cárcel.
—Bueno, por lo que es estudiante de secundaria.

—Sí, creo que sí.

—Y obviamente alguien de Big Bear, ¿correcto?

—Creo que podemos asumir eso.

Dale frunce el ceño.

—Oh, ¡pintura azul!

—¿Qué?

—Él dijo que había pintura azul en la barandilla, que es probablemente del
coche.

Dale asiente y me lanza una sonrisa rápida.

—Pintura azul.

Le sonrió de vuelta.

—Así que todo lo que tenemos que hacer ahora es buscar un coche azul
con arañazos en el parachoques.

—Sí. —Asiento con la cabeza mientras conducimos despacio a través de


Big Bear Village.

—Esto debería ser bastante simple. —Dale frena para dejar que una madre
cruce la calle con su cochecito Miro por la ventana y frunzo el ceño.

—A menos que el conductor haya ocultado su coche o lo haya llevado al


taller.

—Basta con la negatividad. Sé que tienes miedo, pero lo que pasó ayer
por la noche es probablemente una cosa buena. Por lo menos tenemos
algo concreto para buscar.

Reconozco a la señora Hutton mientras Dale acelera lejos. Empujando los


tonos grises en su cabello, ella sonríe al hombre que pasaba por allí.
Bajando de la acera, rodea el coche y abre la puerta de su SUV.

Dale continúa trazando la estrategia a medida que hacemos nuestro


camino a la escuela.
—Tienes razón, sin embargo, no pueden tener su coche en la escuela, pero
sé que todo el mundo tiene que presentar los detalles de su coche, marca,
modelo y matrícula.

—¿Dónde?

—En la oficina. Tuve que llenar este formulario cuando llegué. Tiene que
haber un registro de ello en alguna parte.

—Sí, pero ¿cómo vamos a llegar a él?

—No sé Mujer Invisible, ¿cómo lo haremos?

Dale me da una sonrisa socarrona y sacudo mi cabeza

•••

—Oh, vamos —dice Dale una vez más mientras cierra la puerta cerrándola
detrás de mí.

—¿Cuál es tu problema? —La chica junto a él frunció el ceño.

—Lo siento. —Dale se sonroja—. Sólo me hablaba a mí mismo.

—Tipo raro —murmura ella mientras se escabulle lejos. Dale gira los ojos y
pone las llaves en el bolsillo.

—Puedes hacer esto —susurra a medida que ascendemos la escalera.

—¿Cómo sabes eso?

—Lo sé. —Él me da una cálida sonrisa y se dirige hacia la oficina.

Él abre la puerta para mí, fingiendo que realmente la mantiene para otra
persona. Ella le sonríe dulcemente. Le doy una mirada oscura y miro sobre
su hombro para ver a Adam caminando hacia nosotros. Él se aparece
junto con un grupo de niños que acaban de llegar en el autobús.

—Vamos —murmura Dale, guiándome a la oficina.

Yo no quiero hacer esto. Ni siquiera sé si puedo.


—Quédate tranquila. Déjame hablar a mí. —Le doy una mirada divertida,
actúa como si él pudiera ver, lanzándome una sonrisa descarada.

—Buenos días, señorita García. —Dale se pasea hasta la oficina de la


señora joven. Ella ha estado trabajando aquí durante unos seis meses y
todos los chicos tratan de coquetear con ella porque es caliente. Dale
obviamente no es la excepción.

—Señor Finnigan. —Ella sonríe dulcemente—. ¿Cómo está hoy?

—Estoy bien. —Se inclina sobre el mostrador—. Me preguntaba si usted


podría ayudarme. Quería comprobar qué detalles entregué de mi auto el
año pasado. El Sr. Nelson sigue arrastrándome y preguntando por mi
identificación de estudiante

Su nariz se arruga.

—Lo siento por eso. Él nunca ha sido bueno con las caras, pero él
comprueba el estacionamiento por coches ilegales casi todos los días, me
sorprende que no recuerde el tuyo

—Yo también, por lo que me pregunto si anoté mal el número de registro o


algo así.

—Déjame echar un vistazo. —Ella mueve el mouse y aparece una pantalla


nueva.

Dale inclina su cabeza en la dirección que piensa que estoy de pie. Hago
una mueca de regreso a su mirada que dice que ponga mi trasero detrás
de ella y eche un vistazo de lo que ella puede ver. A regaña dientes paso
por encima de la barrera, pero termino resbalando y cayendo a través de
esta.

—¡Ewww! ¡Eso es tan asqueroso! Me caí directamente a través de esa


cosa. —Me estremezco y suelto otro ruido de disgusto.

Dale se muerde los labios y se tapa la boca con la intención de dejar de


reír.

—Cállate. —Le disparo algunas dagas rápidas y a continuación me inclino


sobre los hombros de la señorita García—. Bueno, ella está buscando en
una lista de los coches. Allí está el tuyo.
Miro hacia él. Me lanza una mirada que grita, ¡No estás buscando por mí!

Poniendo los ojos, miro de vuelta en la pantalla. Azul, azul, azul.

No puedo tomar notas así que empiezo a nombrar los nombres de los
estudiantes.

Dale busca una pluma mientras trata de escuchar tanto a la señorita


García y a mí.

—Terri Hemming, Saturn Astra azul, matrícula 3HPV968.

—Y veo su número de registro de matrícula es 7ADK249.

Dale garabatea la información.

—Nicholas Evans, Dodge Dakota azul, 6PQR842.

Veo el nombre de Adam en la cima y estoy indecisa de decir nada.

—¿Esos son todos? —pregunta Dale.

La Srta. García parece confundida.

—No puedo ver el final de la página, necesito que se desplace hacia


abajo.

—¿Cómo dice? —La Srta. García frunce el ceño—. ¿Me he perdido un


número?

— Lo hace —responde Dale.

¿Qué?

—¿Perdón? —La Srta. García ladea su cabeza.

—Lo siento. —Dale le da una sonrisa encantadora—. Quiero decir, ¿podría


repetirlo?

Miro a la pequeña bola en la parte superior del mouse. Todo lo que tendría
que hacer es cliquear.

Echo un vistazo a Dale haciéndose el ridículo por mí.

Mordiéndome el labio, cojo el mouse y luego lo detengo. —No puedo


hacerlo mientras ella está mirando a la pantalla, la asustaría totalmente.
Dale se aclara la garganta dando un paso atrás de la mesa. —Deja
asegurarme de que este correcto. —Él mueve el papel en el aire,
comprándome algo de tiempo y es de esperar una distracción.

Espero en silencio agitado mientras la señorita García desperdiciaba su


tiempo alrededor de su escritorio. Todo lo que puedo esperar es que ella
deje la pantalla hacia arriba para que vea. El teléfono empieza a sonar y
se vuelve a responder. Tomo mi oportunidad. Estudiando mi dedo, yo
movería el mouse.

Estoy segura de que si fuera de carne y hueso en este momento mi labio se


desangraría.

Estoy mordiendo la mierda tratando de alcanzar el mouse.

Mi dedo se va directo a través la primera vez.

Me muerdo el labio aún más duro. Echando un vistazo a la señorita García,


puedo oírla terminando la llamada y volteando de nuevo hacia la
pantalla.

¡Por favor! ¡Muévete!

Cliqueo la bola del mouse y lo veo girar. La página se lanza al final.


Dejando escapar una risa de sorpresa, me agacho para memorizar
rápidamente los últimos tres azules que veo.

Dale se despreocupa de nuevo.

—Está bien. —Levanta las manos—. No sé cuál es el problema del Sr.


Nelson.

La Srta. García se ríe.

—Voy a ver si puedo doblar la oreja. —Ella guiña.

—Gracias señorita García, eres la mejor.

Preocupada de olvidar los nombres si siguen hablando por mucho tiempo,


contengo la respiración y camino directamente a través de la barrera.

¡Ugh!

—Vamos. —Llamo por encima de mi hombro.


—Que tenga un buen día. —Dale se despide y empuja la puerta extra
ancha mientras sale de la habitación.

—Está bien, Annie Spencer, Dodge Avenger azul, no recuerdo el registro


pero comienza con un cinco, eso creo. También está Philippa Wright... ella
tiene un… ¿Mercury azul? Sí, un Mercury Cougar. —Chasqueo mis dedos.

—¿Algún otro? —Dale garabatea la información a medida que camina


hacia el estacionamiento.

—Sí... dos. —Vacilo—. Um... Michael Bishop.

—Conozco a su coche.

—Y...

Dale se detiene en la puerta.

—¿Y?

—Adam Hutton, Ford Mustang azul media noche.

Con el ceño fruncido, Dale asiente con la cabeza. Me doy cuenta de que
no lo agrega a la lista mientras bajamos por las escaleras para el
estacionamiento. Agachándose detrás de un Jeep Wrangler, Dale
comprueba la entrada de la escuela y las ventanas por cualquier profesor
antes de levantarse para escanear rápidamente los coches.

—Veo el coche de Michael. Vamos a verlo primero.

Nos arrastramos alrededor de los coches. Balanceándonos hacia abajo


por el parachoques frontal derecho, buscamos cualquier daño o trabajo
de nueva pintura. No parece haber ninguna.

—Parece que lo podemos tachar de la lista. —Dale saca su lápiz y coloca


una línea a través del nombre.

Dale va a levantarse de nuevo, pero lo detengo.

—Déjame. Al menos los profesores no me pueden encontrar. —Estoy de pie


y enfoco a mis ojos en algo azul—. Veo un Saturno azul. ¿Es en la lista?

—Sí, Terri. Vamos a ver.

Su coche está bien también.


Pasamos la siguiente media hora revisando todos los coches azul que
podemos encontrar. Todos ellos parecen totalmente bien. Nos
desplomamos de vuelta a nuestro lugar original.

—¿Qué nos queda? —Estoy un poco desanimada mientras Dale escanea


su lista.

—Sólo Nicholas Evans.

—Y Adam —susurro.

—Nicole. —Dale me advierte.

—Lo siento, pero ¿Por qué no está su coche aquí?

—Su madre lo tiene. ¿Cuántas veces tenemos que tener esta


conversación?

—A ella no la vi entrar en su propio coche en Big Bear Village hoy. Y


cuando llegamos por primera vez a la escuela, vi a Adam bajar del
autobús.

La cabeza de Dale voltea en la dirección de mi voz.

—En realidad, ¿lo viste bajar del autobús?

—No, en realidad no, pero él estaba caminando con un grupo de chicos


que acababa de bajar del autobús.

—Todavía no quiere decir que es él.

—No, no es así, pero si era... ¿Dónde está probablemente su coche?

Puedo sentir la reticencia de Dale. No quiero presionarlo, pero por lo que


sé estos chicos están conduciendo a mi sitio ahora mismo.

—Por favor, Dale. Si no es él, lo podemos descartar, pero ¿no deberíamos


por lo menos revisar?

Él agarra su mochila con un puño apretado y frunce el ceño.

—¿Vas a dejarme decir, te lo dije, para el resto de mi vida?

—Por supuesto. —Sonrío, pero no dura por mucho tiempo.


Le estoy pidiendo a este chico que sospeche de su amigo. Por lo que sé de
Dale, él es leal por defecto. Esto va en contra de todo en lo que él cree.

—Puedo hacerlo sola. Ve a clase.

—Te va a tomar demasiado tiempo caminar allí. —Mira a su papel—. Y si


Nicholas Evans es el chico como estoy pensando, él vive aún más lejos.

Dobla el papel con un suspiro y lo entierra en el bolsillo.

—No tenemos tiempo que perder.

—Pero no puedes hacer novillos. Yo no quiero que te metas en problemas.

Una suave sonrisa cepilla a sus labios.

—Está bien, Nicky. Puedo manejar problemas.

—Pero…

—Vamos.

Él se agacha de su lugar y saca sus llaves. Lo sigo a su coche y nos


agachamos en el interior.

No decimos nada mientras hacemos nuestro camino a casa de Adam. Me


doy cuenta de que Dale disminuye la velocidad inicial cuanto más nos
acercamos a la casa Hutton.

—Puedo aparcar a una manzana o así —murmura—. Podemos colarnos


por la parte trasera.

—Está bien. —Asiento con la cabeza y sigo en su dirección una vez que
aparcamos.

Cerrando la puerta en silencio, mira al suelo y empieza a caminar.

—Vamos a terminar con esto.

Quiero sostener su mano mientras caminamos, pero están atascadas


apretadas en los bolsillos. Tejemos nuestro camino hacia el bosque y
encontramos un pequeño camino que serpentea colina arriba hacia la
carretera. Escucho los renuentes pasos de Dale.
No debería estar obligando a hacer esto. Adam es su único amigo en la
escuela... excepto por Sophie, supongo. Celos no autorizados rompen a
través de mí. Apretando los dedos en puños, trato de bloquear las
imágenes de Dale sosteniendo su mano y dándole un beso de buenas
noches después del grupo de jóvenes. Mi mente no juega limpio y las
imágenes siguen llegando de nuevo a mí. La parte de la que no puedo
quitar mis ojos es de la sonrisa feliz de Dale. Se merece estar en clase ahora
mismo, sobresalir en todo. Se merece una chica dulce como Sophie quien
lo adore. Lo que no merece es a mí. Si supiera la verdad, él no estaría
haciendo esto.

—Alto.

Dale detiene su siguiente paso y se vuelve hacia mí.

—No tienes que hacer esto. Deberías volver a la escuela.

—Estamos aquí ahora. No voy a volver.

—Pero yo no me merezco esto, Dale.

—Merecer qué.

Abro la boca para decírselo, pero no puedo. En su lugar débilmente


pronuncio: —Vida.

La cara de Dale cae con el ceño fruncido compasivo. Cierro los ojos
contra él.

—No sé lo que piensas que has hecho para tener el derecho a hablar así,
pero te guste o no, te encontraré.

Poco a poco, se vuelve hacia la casa de Adam y sigue caminando.

Mi historia descansa en el extremo de mi lengua, pero no puedo hacerme


contarla. Dejando caer mi cabeza, sigo a Dale los últimos pasos del
camino y llego a descansar afuera del garaje de los Hutton.
Capítulo 23
Traducido por lalaemk

Corregido por Micca.F

M
alhumoradamente miré la estructura de madera. Casi no quiero
saber lo que hay dentro. La sensación en mi estómago está
pulsando con fuerza. ¿Qué pasa si es cierto? ¿Va a aplastar a
Dale por completo?

Busco su mano y trato de apretarla, pero él la aleja antes de que pueda.


Colocando sus manos en la alta repisa de la ventana, se empuja a sí
mismo para mirar en la ventana, pero no puede ver bien.

—¿Algo?

Él desciende con un resoplido.

—No, hay una hoja de bloqueo en la ventana. —Revuelve sus rizos y los
quita de su cara.

Lo sigo en torno a la puerta trasera, y trata de dar un tirón para abrirla. La


puerta se golpea una y otra vez en contra de una barrera.

—Tiene que haber un tornillo a través de la puerta.

Caminamos hacia el frente y él intenta levantar la puerta del garaje, pero


es inútil.

—No hay forma de entrar. Sólo deberíamos irnos. Probablemente no haya


un coche allí de todos modos.

—Entonces, ¿por qué hay una hoja cubriendo la ventana? —Dale maldice
suavemente y sacude la cabeza. Su cuerpo se queda quieto y me mira—.
Tú podrías entrar por la pared.

—¿Qué? —Doy un paso lejos de él—. ¡De ninguna manera!

—Nicole. Tienes que hacerlo.


—No, ¡no tengo que hacerlo! —Mi respiración se acelera mientras paso a
su lado, sabiendo que tiene razón—. Quieres que ponga mi rostro a través
de una pared.

—Por supuesto que no quiero que lo hagas, pero no puedo encontrar otra
manera. Haz caminado por otras cosas.

—¡Esto es diferente!

—¿Cómo?

—Es gruesa como una pared de un edificio, no como un delgado tabique


o un trozo de vidrio. ¡Qué pasa si me quedo atascado en el medio!

Dale me lanza una mueca triste. —No quedarás atrapada.

—Sí, porque no lo voy a hacer.

—Entonces sólo has desperdiciado nuestra mañana. —Él lanza sus manos
hacia arriba—. No estoy dispuesto a acusar a mi amigo sin pruebas.

—No puedo hacerlo.

—Sí puedes.

—No, realmente no puedo.

—Nicole. Mueve tu trasero a través de esa pared. ¡Hazlo!

Doy un paso atrás y cruzo los brazos, disparándole una bastante decente
mirada asesina. Me está mirando directamente, hombre, me gustaría que
él pudiera verla.

—Para que conste —le digo en voz baja mientras me dirijo al garaje—. En
realidad no me agradas.

—Para que conste, realmente no me importa.

—Mentiroso. —Ambos decimos al unísono antes de romper en una amplia


sonrisa.

La expresión de Dale se suaviza mientras se mueve hacia mí.

—Sé que puedes hacerlo. Simplemente toma una respiración, cierra los
ojos y camina en línea recta.
—¿Cómo sabes que estoy yendo al garaje?

—Es sólo una corazonada. —Se encoge de hombros.

Tomo unas cuantas respiraciones temblorosas y luego dejo que mis brazos
caigan a mi lado.

—Puedes hacerlo —dice una vez más mientras extiendo mi mano hacia la
pared.

Mis dedos van directamente a través de la madera y el instinto los saca de


nuevo.

—Cierra los ojos —me recuerda.

Lo hago mientras me lo dice y empiezo a caminar hacia adelante.

No puedo sentir nada, por lo que abro mis ojos para ver donde estoy.
Lucho por respirar cuando me doy cuenta que estoy en medio de la
pared. Con un pequeño gemido, me empujo a través de ella.

—¡Asqueroso! ¡Asqueroso! ¡Asqueroso! ¡Asqueroso! —Salto por la habitación


como si sólo hubiera caminado a través de una tela de araña.

—¿Estás dentro? —Dale llama desde fuera.

—Sí. —Me vuelvo para mirar hacia atrás y noto un coche cubierto con una
enorme tela calicó. Estoy bastante segura de que es el Mustang de Adam,
pero tendríamos que quitar la manta para estar seguros.

—Bien, Nicky, ahora abre el cerrojo de la puerta y déjame entrar.

Camino hacia ella y miro a la cerradura. Afortunadamente, el perno no


está cerrado con candado. Llego para abrirla, pero mis dedos de aire son
inútiles.

—No puedo. Mis dedos directamente la atraviesan.

—Nicky. —Dale se inclina contra la puerta exterior. Lo oigo respirar


lentamente, obligándose a no perder la cordura con mi incompetencia—.
Si puedes levantar papel, puedes abrir la cerradura. Ahora concéntrate.

Cierro los ojos. —No suenes tan condescendiente, por favor.

—¿Qué quieres que diga? ¿Abre la maldita cerradura?


Sonrío. —Sí, eso estaría bien.

Dale resopla una carcajada. —Hombre, yo...

Mis ojos se agrandan mientras trago sus palabras.

—¿Tu qué?

—Nada —susurra—. Sólo tienes que abrir la maldita cerradura.

—Muy bien, bien, pero dame un minuto y no hables. —Levanto la barbilla—


. Tengo que concentrarme.

Un ruido sordo suena al otro lado de la puerta, seguido de un suspiro de


exasperación. Aplasto mi sonrisa y me centro en la cerradura.

Se siente como si me tardara una eternidad, pero poco a poco, me las


arreglo para mover el perno hasta que finalmente se libera. Yo estoy detrás
de la puerta.

—Bien, está desbloqueada.

Dale gira el cerrojo y la empuja con su hombro. La luz inunda la habitación.

Mirando su reloj, Dale me sonríe. —Diez minutos. No está mal Dedos de Aire.

—Gracias —murmuro.

El humor de Dale se desvanece cuando se da cuenta del coche a nuestro


lado. Levantando la sábana, vemos la pintura azul medianoche. Observo
sus profundas líneas de expresión mientras levanta la sábana lentamente.
Sin decir una palabra, se pone en cuclillas del lado derecho del
parachoques, corriendo sus manos a lo largo, y luego mirando al espejo
retrovisor. No necesito verlo para ver cómo luce; la cara de Dale está
gritando la verdad.

—Lo siento, Dale.

Niega con su cabeza y se pone de pie, pateando la parte baja del


parachoques. Me muevo para ponerme a su lado y notar las marcas de
arañazos. Deslizo mis dedos por la pequeña hendidura.

—Eso es con lo que debió haberme golpeado.

—¿Estás hablando acerca de la abolladura?


—Sí.

—Supongo

Supongo que debería sentirme feliz por saber ahora quién es. Adam sabe
dónde estoy, así que Dale ahora me puede encontrar. Pero una tristeza
tranquila se instala a nuestro alrededor. No envidio a Dale, de hecho, mi
corazón se está rompiendo por él cuando veo sus cejas juntarse y a sus ojos
marrón arremolinarse con decepción.

—¿Qué quieres hacer ahora?

—Dirigirme de vuelta a la escuela. —Sacude su cabeza—. Patear el trasero


de Adam y luego hacer que me diga dónde estás.

—Bien. —Asiento—. Deberíamos…

Un sonido acorta mi oración.

—¿Oyes eso?

Dale me mira y luego se detiene a escuchar. ¿Silbidos?

—Un tono. —El miedo corta mi palabra, haciendo que salga corto y
agudo.

Los ojos de Dale se abren redondos ante la sorpresa y se apresura a cubrir


el auto mientras escuchamos una voz que nunca esperamos.

—Habla el sheriff Hutton.

—¿Qué? —No puedo creerlo. Él lo sabía. Supo dónde estaba todo este
tiempo.

—Sí. ¿Puede esperar?... No, no lo entiendo... Ajá.... Mira, dame diez minutos
y voy a estar allí... Sí... Sí... Bueno, adiós.

El sheriff deja escapar una breve maldición y luego lo escucho marcar otro
número.

Dale me hace señas para llamar mi atención, después señala a la puerta.

—¿No deberíamos cubrir el coche primero?

Sacude la cabeza y murmura—: Demasiado ruido.


—¿Dónde estás? —El sheriff suena enojado—. Te dije que me encontraras
allí esta mañana y te fuiste a la escuela.

Los pasos se acercan al garaje mientras su voz se hace más fuerte.

—Esto es su lío, hijo. Y te estoy ayudando a salir de ello. Ahora tengo que ir
a la estación, pero tan pronto como haya terminado, es mejor que estés
fuera de la escuela esperándome.

La llamada finaliza con un pitido definitivo.

Dale está a punto de salir por la puerta trasera y correr cuando aparece el
sheriff Hutton.

—¿Qué demonios?

Dale da un paso atrás, el miedo revoloteando sobre sus rasgos, antes de


poner en su cara una mirada dura.

—¿Qué estás haciendo aquí?

El sheriff ve sobre el hombro de Dale y ve el coche de Adam totalmente


expuesto. Su cara palidece y sus ojos se agrandan. Agarrando a Dale por
el cuello lo saca.

—Estás entrando sin autorización hijo, ¡y no voy a tolerar ese tipo de


comportamiento!

—¡Déjelo ir! —Trato de aflojar el agarre del sheriff en Dale, pero ni siquiera
me siente. Lanzando a Dale contra el coche, saca sus esposas.

—¿Qué estás haciendo?

Dale no dijo nada mientras sus muñecas están sujetas con el metal frío, él
sólo tiene este aspecto muy oscuro en su cara.

—Parece que usted y yo vamos a tener un pequeño viaje a la estación.

Abriendo la puerta trasera de la patrulla, el sheriff Hutton mete a Dale.

Dale se desploma de nuevo en su asiento y cierra los ojos. Su cicatriz


quema rojo y se ve como si quisiera vomitar.

Todo esto es mi culpa.


¡Mierda! ¿Qué debo hacer?

El coche comienza a alejarse de mí y yo hago lo único que se me ocurre.


Tomando mi ritmo, corro directamente a la puerta trasera y aterrizo en el
regazo de Dale. Si él va a la cárcel, entonces yo también.
Capítulo 24
Traducido por val_mar

Corregido por Samylinda

—H
as estado en uno de esos antes, ¿verdad?

Miro hacia abajo a Dale. Está sentado en el frío


banco de una celda de la cárcel con la cabeza
en sus manos. Sus rizos están cubriendo su cara y
no ha levantado la vista ni una vez desde que ha
sido arrojado aquí.

Sus rizos rebotan mientras asiente a mi pregunta.

Me siento a su lado.

—Creí que dijiste que nunca fuiste arrestado.

—Si bueno… —Dale se levanta—. Tal vez no quería que supieras que tenía
antecedentes criminales.

Golpea su cabeza contra el muro de concreto y maldice.

—Mis padres van a recibir una llamada pidiendo que vengan a recoger a
su hijo de la cárcel. —Apretando su nariz, sacude su cabeza—. Les prometí
que no pasaría de nuevo.

—Esto no es tu culpa.

—No importa. Sólo no quiero que reciban la llamada. Puedo ver la


expresión de mi madre y escuchar el suspiro decepcionado de mi padre.
Solía odiar ese sonido. —Golpea su cabeza otra vez—. Debería haber
corrido tan pronto como escuché ese sonido telefónico.

—Probablemente aún te atraparía.

Ignora mi comentario y simula los barrotes de la celda su oscura mirada.


Dale había estado de esta manera desde que el Sheriff lo sacó del garaje
por el cuello. Fue realmente desconcertante. Podía manejar la irritación de
Dale… y al Dale reflexivo… estaba incluso acostumbrada al dulce y
encantador Dale, pero el sombríamente pensativo Dale era un poco
aterrador.

Vuelvo a pensar en el viaje hasta aquí.

El Sheriff seguía mirando en el espejo retrovisor, haciendo comentarios


sarcásticos.

—Sabía que volverías a tus viejos hábitos. He leído tu historial, chico. Sé


todo sobre tu robo.

Dale se mantuvo viendo fuera de la ventana, sin hacerle caso a ninguna


de las burlas.

—Qué estabas intentando tomar de mi lugar, ¿eh? ¿El auto de mi hijo? Ibas
a tomar el Mustang para un viaje de placer, ¿verdad?

La maldad burlona del Sheriff estaba tan fuera de lugar. Me preguntaba si


se estaba poniendo tan denso, porque quería conseguir a Dale fuera del
camino.

Miré al espejo retrovisor, intentando atrapar una buena mirada de los ojos
del Sheriff Hutton.

Fue sólo cuando comenzó demandar un explicación a Dale por su


presencia en el auto de Adam fue que noté una pizca de miedo en su
expresión.

—¡¿Qué sabes?! —Su voz se empezó a alzar mientras aceleraba a la


estación—. Es mejor que comiences a hablar muchacho.

Golpeó los frenos con fuerza y Dale se tambaleó hacia adelante en su


asiento, sólo consiguiendo detener su cara de chocar en el asiento de en
frente.

Con la dignidad de un rey, tranquilamente se reacomodó y continuó


mirando la parte posterior de la cabeza del Sheriff Hutton.
Todos vieron como fue arrastrado dentro de la estación. El agente no hizo
ninguna pregunta mientras miraba a Dale siendo llevado a la celda. Los
barrotes se cerraron, seguidos por el clic de la cerradura.

Los ojos del Sheriff se estrecharon mientras miraba a Dale.

—Sólo quédate tranquilo campeón, volveré pronto.

No ha vuelto. Miro mi reloj. Hemos estado atrapados aquí por treinta


minutos. El tiempo pasa volando y no hay nada que pueda hacer para
detenerlo. Creo que el Sheriff recoge a Adam de la escuela, luego,
conduce donde está mi cuerpo.

¿Dónde me van a enterrar?

Miles de posibilidades se dispersan en mi cerebro. Tienen todas las


oportunidades de llegar lejos con esto.

¿Pero que sobre Dale? Miro a través de él y me pregunto cuál es su futuro.

¿Cómo lo silenciará el Sheriff?

Mi imaginación explota con imágenes una más tortuosa que la siguiente…


Dale está encarcelado por un crimen que no cometió, Dale estando en
prisión, Dale teniendo que enfrentar la vergüenza y la decepción de sus
padres… o lo peor de todo, Dale yacía junto a mí en una conspiración
oculta hecha por los dos.

Puse mis brazos a mí alrededor para intentar detener los temblores que
sacuden mi cuerpo.

Mis ojos entonces con lágrimas.

—Esto es mi culpa, sólo habías sido bueno conmigo y todo lo que he hecho
es arruinar tu vida.

Dale lentamente gira en la dirección de mi voz. Su expresión está un poco


rota y volteo lejos de ello.

Las lágrimas hacen mi voz temblar.

—Lo siento mucho por la manera en que te he tratado. Lo siento por


Caracortada. Lo siento por meterte en esto.
—Era mi elección.

—No, no lo era. Un chico con un corazón como el tuyo no puede alejarse


de alguien que lo necesita. —Me deslizo lejos del asiento y me arrodillo a
sus pies—. Eres muy bueno, Dale y yo no lo soy.

Un sollozo atrapado en mi garganta.

—Nunca debería haberte perseguido por ese pasillo y exigido tu ayuda,


debería haberte dejado solo. —Me trago otro sollozo—. Deseo haber
muerto cuando Adam me golpeo. Habría sido mejor para todos.

—No digas eso. —levanto la vista para ver su expresión adolorida. Llega a
donde piensa que estoy sentada. Quiero tocarlo. Quiero poner mi mano
en la suya, pero en cambio me levanto y me alejo.

—No tengo derecho… lo siento, Dale. Lo siento tanto.

Sorbo e intento apoyar mi cabeza contra las barras de la celda. Me


mantuve deslizándome me muevo hacia atrás y me quedo quieta.

—Nicky —susurra Dale—, no necesitas mi perdón. Necesitas el tuyo.

Miro encima de él. Está tratando de determinar dónde estoy parada,


tratando de mirarme a los ojos.

—Crees que me conoces, pero no lo haces. No sabes lo que he hecho. No


puedo cambiar el paso y no puedo perdonarme a mí misma. Esto es sólo el
karma poniéndose al día conmigo.

—Dime qué pasó.

Abro mi boca entonces la cierro.

—No puedo.

—Mira, lo que sea que es, juro que no importa. No cambia como me siento
por ti.

Me paso al otro lado de la celda.

—Lo hará… y debería.

—¿Mi carrera de placer cambió lo que piensas de mí?


—Eso es diferente. Has hecho algo de tu vida.

—Y harás algo de ti.

Se para junto a mí, pero me pego a la esquina así no puede encontrarme.

—Debes olvidarte de que me escuchas, Dale.

—Nunca seré capaz, Nicky, y lo sabes.

Mete un rizo de vuelta en su cara. Piensa que me está mirando, pero su


dirección está un poco lejos. No quiero corregirlo. Si en este momento el
me atrapa con esa mirada suya, me desmoronaré.

No, tengo que aclarar mi mente. Eso es todo.

—Tienes que decirle a la gente la verdad. Necesitas estar seguro de que el


Sheriff no trama algo para ti.

—Nicole, tienes que sacarme de aquí. La única forma de probar mi


inocencia es encontrándote.

Odio que tenga razón.

—Sólo quiero que esto acabe. Debo ir y necesitas decirme toda la verdad.
Sé que pensaran que estás loco, pero la verdad te hará libre, ¿cierto? ¿No
es lo que dice el dicho?

Mi voz se está alzando mientras escalo a la histeria.

—Para de hablar —ordena Dale—. Sólo guarda silencio por un segundo.

Cierro mi boca.

Me da tiempo para mi usual réplica, pero no la doy. Asiente y traga.

—¿Por qué crees que puedo escucharte?

—No tengo idea

Tiro mis manos en el aire. La histeria baila en mi vientre, haciéndome reír.

Dale camina derecho hacia a mí y apunta bastante bien. Colocando sus


brazos en la pared de la celda, me atrapa en la esquina. Espera hasta que
mi calmo, lo que no toma mucho con su cara tan cerca de la mía.
—Se supone que debes sobrevivir a ésta.

—No sabes eso.

—Tal vez lo hago. Tal vez éste es el por qué Dios me mantiene con vida en
ese auto… por la situación justo aquí.

—No creo en Dios.

El rostro de Dale se suaviza con una sonrisa.

—Él cree en ti.

—No lo entiendes.

Me presiono contra él, queriendo liberarme. Mis manos rozan a través de su


caja torácica y tiembla.

—No necesito nada. —Se inclina tan cerca que no puedo dejar de mirarlo
a los ojos—. Me gustas.

—No, no lo hago, tú me soportas.

—No. —Él ríe—. En verdad me gustas. —El rubor que ilumina sus mejillas, me
lleva a preguntarme si realmente está diciendo la verdad—. La primera vez
que te vi, pensé que eras tan increíblemente hermosa, pero luego abriste
tu boca.

—¡Oye!

Sonríe.

—Déjame terminar… quería que te mantuvieras lejos de mí, te encontraba


tan irritante.

—Sabes, realmente no vendes esto.

—No he terminado. Ahora cierra tu boca y déjame terminar. —Sonríe


gentilmente—. A pesar de eso, no podía parar de mirarte y recuerdo que
ese único día cerca del principio de año. Estabas realmente ansiosa y lo
perdiste por completo con este chico en la cafetería. Le dijiste que la
chupara y entonces le tiraste un vaso de jugo de naranja en su cara.
Me estremezco recordando la escena tan claramente. El chico de Amber.
El chico con el que dormí. No podía superar mi culpa y él no me dejaría
sola, sostenía que quería volver a hacerlo.

—Te encontré una hora después llorando en las salas de música. Estabas
ocultándote detrás de una batería. Al segundo que te vi, supe que tenías
un corazón y restauré toda mi fe en ti. Fue muy difícil que no me gustaras
después de eso. Todos tus comentarios sarcásticos pueden ser muy
transparentes.

Trago el nudo en mi garganta.

—Quería tanto impresionarte y cuando encontré tu iPod, creía que era mi


oportunidad.

El auto-odio me hunde.

—No puedo creer que todavía te dijera Caracortada.

—Sí. —Dale sacude su cabeza—. Supongo que era un poco el colmo para
mí. Calculé que las posibilidades no valían la pena… pero estaba
equivocado.

Tentativamente se inclina hacia el frente, extendiendo su mano para tocar


mi mejilla. La urgencia de darse la vuelta anulada por el poder de su
mirada. Antes de pueda detenerme, me apoyo en su mano y el resto de
mi mejilla en su palma. Los ojos de Dale brillan con una sonrisa.

—Ésta es mi oportunidad y no voy a joderla. Así que Nicole, sácame de


este infierno de celda para así poder encontrarte.
Capítulo 25
Traducido por LizC

Corregido por Jo

S
é que Dale tiene razón. Encontrarme será la única manera de
probar que él es inocente. Pero, ¿cómo demonios se supone que
voy a sacarlo de esta celda?

—Está bien, puedo pasar a través de los barrotes, pero entonces,


¿qué?

—Tendrás que encontrar la llave y traerla para mí.

Cierro los ojos y en silencio, maldigo. No creo que pueda hacer esto. Estoy
a punto de decirle a Dale eso cuando susurra—: Sé que tienes miedo, pero
puedes hacer esto.

Al abrir los ojos, lo miro directamente a él. Sus ojos están llenos de tal
convicción que simplemente podría ser capaz de creer en él.

—Bien —suspiro—. Bien.

Dale me lanza una sonrisa ganadora y camina hacia los barrotes de la


celda.

—Buena suerte.

Dejo escapar dos respiraciones rápidas y luego cierro los ojos y doy un
paso adelante.

Mi cuerpo se fragmenta cuando me empujo a través de los barrotes, luego


me doy la vuelta con una pequeña sonrisa.

—¿Lograste pasar?

—Listo. —Asiento al mirar por el pasillo—. Está bien, voy a ir a explorar. Tú,
sólo espera por mí aquí.

La mirada de Dale se desplaza de un lado a otro antes de que asienta.


—Está bien.

Lo veo tratando de reprimir una sonrisa cuando me doy cuenta de lo que


acabo de decir.

—¡Oh, cállate! Estoy nerviosa.

Su rostro se ilumina con una sonrisa.

—Vas a estar bien.

—Sí, lo que sea.

Ignoro su risa silenciosa a medida que me arrastro fuera de la celda y me


dirijo hacia la recepción.

No sé por qué estoy caminando de puntillas, ¡no es como si alguien me


pueda oír! Furtivamente llego hasta el frente de la estación, me asomo por
encima del escritorio y diviso al comisario con la cabeza enterrada en un
montón de papeleo. Él parece ajeno a la distracción mientras hojea notas
y marca diversos pedazos de papel.

Un ruido en la oficina de al lado me distrae y observo por encima de los


escritorios para ver al sheriff paseándose frente a su invitado. Mira su reloj
en agitación y echa un vistazo hacia la puerta. Instintivamente me agacho
y luego pongo los ojos en blanco y me pongo de pie. Él parece molesto
mientras asiente a… ¿es ese el alcalde? Entorno los ojos, pero no puedo
conseguir una buena vista cuando el Sheriff Hutton entra en mi línea de
visión.

Decido que en realidad no importa con quién está hablando y mientras


más tiempo se tome mejor. De recuerdo, el alcalde es un bocazas total, así
que este encuentro de los suyos está trabajando a mi favor.

Obligando a mi cerebro a pensar en la llave de la celda, arrastro mi


atención al comisario y su escritorio. No es exactamente el área de trabajo
más limpia que he visto en mi vida. Frunzo el ceño a medida que camino a
través de la división y me detengo detrás del hombre. Él se quita las gafas y
les da a sus ojos un masaje antes de estirar los brazos hacia atrás y dejar
escapar un bostezo. Yo salto en su dirección y encuentro las llaves junto a
su taza de café justo antes de que él se incline de nuevo hacia delante.
¿Cómo se supone que voy a conseguirlas sin que él se dé cuenta? Están
justo al lado de su mano izquierda.

Frunciendo el ceño, jugueteo con la correa de mi reloj mientras trato de


formular algún tipo de plan. No puedo volver donde Dale sin la llave.
Simplemente no puedo.

Meneando los dedos y rodeando al policía, trato de llegar junto a él por las
llaves. Su mano se levanta de un salto y rasca su hombro. Intento una vez
más y pasa lo mismo. La única manera que puedo conseguir esas llaves es
pasando directamente a través de él, e incluso si lo hago, probablemente
se asustará cuando vea las llaves moviéndose a lo largo del escritorio por
una fuerza invisible. No. Tengo que distraerlo.

Frunzo los labios cuando veo en la parte posterior de la cabeza del


comisario. Se rasca su hombro otra vez y eso me da una idea.

Por favor que funcione. ¡Por favor, por favor, por favor que funcione!

Frotando los dedos juntos, los corro hacia abajo a un lado de su cuello.

Él se sobresalta y se rasca en el lugar. Sonrío y lo hago de nuevo. Esta vez se


da una bofetada. Mi sonrisa crece más y más a medida que continúo
atormentando al hombre hasta que se pone de pie y se aleja de su
escritorio.

—¿Estás bien, Walter? —El oficial femenino que trabaja en el mostrador


detrás de él levanta la mirada.

—Sí, sólo sentí que algo se arrastró por mi cuello.

—Déjame echar un vistazo. —Ella se pone de pie, se acomoda sus


pantalones y luego se inclina sobre su escritorio para estudiar el cuello
rosado del comisario.

Me dirijo rápidamente al espacio que dejó vacante y arrebato las llaves.


Mis dedos se deslizan a través de ellas.

—¡Oh, vamos!

No es como si tuviera unos segundos de margen. Echo un vistazo por


encima del hombro cuando la oficial femenina murmura y entrecierra los
ojos, tratando de encontrar algún insecto invisible o picadura.
Mirando de nuevo a las llaves, estrecho mis ojos y murmura—: Tú vienes
conmigo.

Pongo mi dedo índice en el interior del anillo de la llave y las deslizo por la
mesa. Como por arte de magia esta se desplaza a través de la madera y
aterriza en mi mano izquierda. Envuelvo mis dedos alrededor de la preciosa
carga y me aferro a ella mientras corro en línea recta de vuelta a las
celdas.

Estoy en el pasillo cuando siento que comienzan a deslizarse.

—¡No! —Trato de apretar más fuerte, pero es inútil. Los dedos de aire están
de vuelta y las llaves se dirigen al suelo. Aterrizan con un gran estrépito, que
seguramente van a investigar. Dejándome caer al suelo, les doy un
empujón y por suerte se deslizan por el piso brillante y vienen a descansar
entre dos archivadores.

La cabeza del comisario aparece en la esquina. Observa el pasillo con el


ceño confundido y luego empieza a caminar lentamente hacia mí.

—No mire a los archivadores. No mires a los archivadores —digo una y otra
vez, hasta que pasa junto a ellos.

Se vuelve una vez más y se mete los dedos en el cinturón. Sus líneas de
expresión se profundizan con confusión, y el pánico llama a mi puerta
hasta que él se encoge de hombros. Su rostro decae de nuevo al
aburrimiento y él regresa de nuevo a su escritorio.

Dejo escapar un suspiro y fuerzo a mi corazón para empezar a latir de


nuevo mientras rebusco las llaves.

Tan silenciosamente como puedo, las empujo de debajo del archivador y


las arrastro a lo largo del suelo. Debo verme ridícula a medida que me
arrastro sobre mis manos y rodillas hacia Dale, presionando las llaves por
delante de mí.

—Bueno, eso es lo más loco que he visto en mi vida.

Levanto la vista ante el comentario de Dale y sonrío.

—Ya casi llego.


—Buen trabajo. —Dale se agacha y se estira a través de los barrotes,
recoge las llaves en la mano y busca la correcta.

—Intenta esa. —Señalo la llave pequeña y plana.

—¿Cuál?

—La pequeña. No… sí, esa.

Dale sacude las claves en torno mientras intenta de obtener el ángulo


correcto en la ranura.

Contengo la respiración.

—Alguien viene.

Puedo oír los pasos lentos de unas botas de cuero sobre el linóleo.

Dale se apresura a su banca, empujando las llaves en sus bolsillos. Acaba


de poner una mirada de desesperación cuando aparece la cabeza del
comisario.

—¿Qué es ese ruido?

Dale lo mira con confusión forzada.

—¿Qué quiere decir?

—No te hagas el listo conmigo, chico. Oí un ruido.

Sabiendo que no puede moverse y correr el riesgo que las llaves tintineen
en su bolsillo, Dale permanece descansando contra la pared y se encoge
de hombros.

—Lo siento, oficial, pero no era yo.

Los ojos del hombre se estrechan y yo de igual forma no quiero ver a


dónde va esto. Saltando detrás de él, recorro mi dedo por su cuello de
nuevo. El oficial se retuerce y da una bofetada en el lugar. Lo hago de
nuevo. Se rasca esta vez. Lo repito una vez más y el comisario murmura
una maldición irritada, luego gira sobre sus talones. Lo veo retirarse y noto
que va en dirección al baño de hombres.

Dale se pone de pie con una sonrisa.


—¿Fuiste tú?

—¿Estuvo muy mal?

—Perfecto. —Él sonríe.

Sacando la llave pequeña y plana, trata de trabajar más en silencio esta


vez y la desliza en la cerradura. No es la adecuada.

—¡Mierda!

—No te preocupes. Voy a tratar con todas hasta que la encontremos. —La
voz tranquila de Dale calma mis nervios, pero todavía me balanceo de un
pie a otro hasta que dos llaves después la cerradura se abre.

Los dos nos congelamos ante el sonido, pero nada se dirige hacia nosotros.

Deslizando la puerta, la cantidad más pequeña posible, Dale se retuerce y


pasa a través de la abertura.

—¡Eres libre! —Antes que el pensamiento me detiene, envuelvo mis brazos


alrededor de su cuello.

Él se estremece y salto lejos de él.

—Lo siento.

—No hay problema. —Su sonrisa es de oro. Puedo sentir todo mi cuerpo
calentarse con ella hasta que el sonido de unas botas acercándose me
distrae.

Dejo escapar un jadeo. El pánico se refleja en el rostro de Dale.

—Corre, yo lo distraigo.

—Pero…

—¡Sólo vete!

Corro por el pasillo hacia el comisario. Él está limpiándose la cara con una
toalla de papel mientras se pasea de vuelta a comprobar a Dale. Esto no
puede suceder. Necesitamos más tiempo.

Aguanto la respiración, cierro los ojos y correr directamente hacia él,


pasando a través de su cuerpo y haciendo que se detenga de golpe. Su
espalda se estremece y sus extremidades se sacuden rápidamente antes
de girar para mirar detrás de él.

—Sí, ven por aquí.

Poco a poco explora las paredes a su alrededor, pareciendo nervioso,


antes de dar un paso atrás cauteloso hacia las celdas.

—¡No!

Miro a mi alrededor y visualizo mi distracción número dos. Corriendo en el


sentido contrario, apunto a las bandejas abiertas apiladas en los estantes a
lo largo de la pared. Con tanto la fuerza de la que soy capaz, las arranco
de los estantes. Aterrizan con un gran estruendo, esparciendo papeles en
todas partes.

El comisario aparece en segundos.

—¿Todo bien ahí atrás, Walter? —llama la oficial.

—Sí —suspira el comisario—. Sólo el viento causando estragos otra vez.


Tenemos que encontrar otro hogar para estas bandejas de archivos. —Se
inclina y comienza a recoger los papeles.

Salto por encima de él y me dirijo a la salida.

Dale está agachado debajo del mostrador. Tenía la esperanza que mi


distracción con las bandejas de archivo sacara a ambos funcionarios de
allí, pero no funcionó. Me pongo de pie para ver en dónde está la oficial
trabajando y entonces atacar de nuevo.

—Si intentas caminar por esa puerta, ella te va a ver que de inmediato.

Él asiente con el ceño fruncido.

—¿Cómo se supone que vamos a hacer esto?

Dale articula—: ¿Distracción?

—¿Otra? ¡Me estoy quedando sin ideas!

Sus labios se alzan en una sonrisa mientras aprieta las llaves en sus manos.
Miro sus nudillos tornarse blancos y de repente me siento inspirada.

—Usa las llaves.


Me mira fijamente.

—Arrójalas por encima del escritorio o algo así. Ellos darán la vuelta para
ver y nosotros podremos correr por la puerta.

Dale piensa por un momento y luego asiente a mi plan, señalando la


puerta.

—¿Qué?

—Abre la puerta —murmura.

—Van a ver.

Rápidamente se señala a sí mismo e imita arrojar las llaves y luego me


señala a mí e imita abrir la puerta.

—No soy lo suficientemente fuerte como para hacer eso.

Él asiente.

—No, no lo soy.

Me lanza una mirada severa, y asiente definitivo nuevamente.

—Tu fe en mi habilidad es estúpida.

Sus ojos se suavizan con una mirada de adoración, por la cual caigo
totalmente. Mis entrañas zumban con calidez mientras mis labios libran una
sonrisa.

—De acuerdo, bien. Voy a moverme a la puerta y contar hasta tres. Tú


arroja las llaves y yo voy a tratar de empujar la puerta para abrirla.

Él me da los pulgares en alto.

Me arrastro hasta la puerta y me inclino contra ella.

Concéntrate, Nicole. No te atrevas a arruinar esto.

Miro a Dale, quien está listo, dispuesto a arriesgarse una vez más por mí. Él
es un idiota.

Echando un vistazo a la puerta, él asiente.


—Está bien, uno… dos… tres. —Dejo escapar un gruñido mientras trato de
convencerme de que no estoy hecha de aire y empujo la puerta.

Oigo el sonido de las llaves, seguido de un—: ¿Qué demonios fue eso?

Dale corre junto a mí y me vuelvo para ver al oficial hurgar en el suelo


detrás de su escritorio.

Risitas nerviosas hacen que mis músculos tiemblen mientras corro alrededor
de la parte lateral del edificio, siguiendo a Dale por el estacionamiento y
sobre la cerca. Dale trepa por la madera y engancha la pierna por
encima de la parte superior.

Yo, siendo la Señorita Pequeñez no haré ningún espectáculo. Apretando


los ojos, paso a través de la madera y termino junto a Dale cuando él
aterriza en el suelo. Se apoya en los tablones para recuperar el aliento.

—Esto es malo. —Empiezo a mecerme sobre los talones—. Esto es muy, muy
malo. Acabo de sacarte de la cárcel.

—Cálmate.

—¿Cálmate? ¡Nos estamos escondiendo de la policía en este momento!


Tan pronto como se den cuenta de que te has ido todo el infierno va a
desatarse.

—¿No crees que lo sé? —Dale pasa una mano temblorosa a través de sus
rizos.

—¿Y ahora qué?

—Vamos a encontrar a Adam y conseguir tu cuerpo antes de que el Sheriff


Hutton lo haga.

—La escuela está como a cinco kilómetros de distancia. ¿Cómo vamos a


llegar hasta allí?

Dale frunce el ceño y luego se lame los labios. Obviamente es reacio a


decir lo que sea que tiene que decir, ya que abre y cierra la boca un par
de veces y luego se estremece.
—¿¡Qué!?

Suspira. —¿Te apetece un viaje de placer?


Capítulo 26
Traducción SOS por Jo

Corregido por Samylinda

—¿T
e has vuelto loco? ¡No! No te dejaré meterte en
más problemas por mí.

—¿Qué más se supone que hagamos? No tenemos


tiempo para una corrida de ocho kilómetros.

—¿Qué si te atrapan?

—¿Qué si no llego a ti antes que el Sheriff?

Un temblor recorre mi médula. Quiero romper en una perorata acerca de


cómo él no debería estar haciendo esto por mí, pero él ya ha comenzado
a moverse. Suelto un agitado bufido y lo sigo. Sólo toma un par de minutos
llegar al camino paralelo a la estación de policía. A regañadientes reviso
los autos, buscando ventanas bajadas o puertas sin seguro. Gracias a dios
la calle residencial está difícilmente ocupada. La mayoría de la gente está
en el trabajo a esta hora del día.

Visualizo un auto estacionado al otro lado del camino.

—¿Qué tal ese rojo?

Lo señalo.

—No, tomemos el gris a este lado.

—¿Qué pasa contigo y los autos de mierda? Ése es un pedazo de basura.

Miro su abolladura exterior.

—Sí, un pedazo de basura que probablemente no tendrá alarma.

Corremos hacia ése. Dale revisa el lado del conductor, pero está cerrado.
Agachándose, mira dentro de la ventana y una pequeña sonrisa vuela en
sus labios.
—Olvidaron cerrar la puerta trasera.

Corriendo alrededor del auto, la abre y escala hacia el asiento del


conductor.

—Vigila por mí.

Alcanza debajo del volante y saca algunos cables.

—Por supuesto que sabes cómo cablear un auto —murmuro—. ¡¿Quién


no?!

Me giro para revisar la calle y me aseguro de que nadie lo puede ver. Mi


pulso está corriendo tan rápido que creo que puedo desmayarme. Si mi
condición física no me mata, puedo de hecho morir por una explosión
cerebral.

El auto enciende.

—¿Estás dentro?

—Sí.

Dale se estira sobre mí y cierra la puerta trasera.

Puedo decir que quiere conducir como un loco, pero está luchando con la
necesidad para no atraer ninguna atención innecesaria. Hasta donde
sabemos el Sheriff todavía está caminando en su oficina y el comisario
todavía está ordenando cientos de hojas de papel. Todo lo que puedo
hacer es cruzar mis dedos y esperar que ése sea el caso.

Tomando la calle trasera, Dale se estaciona en el lado opuesto de la


escuela. Nos metemos por la parte de atrás y corremos por las canchas.
Los estudiantes que ven a Dale sólo asumen que está llegando tarde e
intentando entrar sin ser detectado. La valla es donde todos los chicos
atrasados llegan.

Nos agachamos detrás de las graderías y hacemos nuestro camino hacia


los edificios de la escuela. Dale busca un camino vacío hasta la sala de
besuqueo donde muchos periodos libres han sido ocupados por
numerosas parejas.
Nadie está aquí hoy y nos inclinamos contra la pared mientras Dale
recupera su aliento.

—¿Dónde estará Adam?

Dale echa un vistazo a su reloj.

—Déjame pensar. No estamos en muchas de las mismas clases, pero es…


¿qué día es hoy?

Restriego mi cerebro.

—¿Viernes?

—Eso. Viernes, bien… tenemos Inglés Avanzado primero y luego… —


murmura otras clases y después se detiene con un asentimiento—. Periodo
libre. Creo que tiene periodo libre y él usualmente va a la biblioteca.

Dale va a hacer un movimiento y agarro su brazo. Él tiembla y me mira.

—Te verán. Espera aquí y volveré a buscarte.

—Tomará demasiado tiempo.

—No quiero que te atrapen. La biblioteca está justo al lado del patio
interior, es como la autopista allí.

Dale finalmente asiente a regañadientes.

—Bien, pero no esperaré aquí, está demasiado lejos. Me esconderé en la


sala de recursos.

—Sí, sé dónde está eso.

Cuidadosamente hacemos nuestro camino hacia el centro de la escuela.


Pasó a través de las puertas de la biblioteca y revisó las mesas. Encuentro a
Trent susurrando en el oído de alguna pelirroja con una sonrisa seductora
en su rostro. Resisto la necesidad de golpearlo en el rostro mientras paso.
Preferiría mucho más hacer eso cuando soy carne y hueso. Si voy a
golpearlo, quiero que duela.

No hay señales de Adam en las áreas comunes de grupo de estudio así


que comienzo a sistemáticamente a revisar cada uno de los pasillos.
Diez minutos después, estoy corriendo por las puertas con un ceño fruncido
irritado.

Llego a la sala de recursos y suavemente aclaro mi garganta, para no


sorprender a Dale. No funciona realmente. Él aún así salta y pone su mano
sobre su corazón.

—Lo siento.

—¿Algo?

—No está en la biblioteca.

—¡Mierda!

Dale saca un rizo de su rostro.

—¿Dónde más va?

—No estoy seguro.

Dale maldice de nuevo y golpea su cabeza en el estante en frente de él.

—Está bien. —Toco su brazo—. Lo encontraremos.

Miro alrededor de mí mientras intento forzar mi mente en acción.

—Si fueras Adam justo ahora, ¿dónde irías?

—Acabo de decir que no estoy seguro.

—Pero pensemos en esto. Él me golpeó con su auto. Posiblemente se está


sintiendo culpable y su papá está presionándolo para que me extermine.

Dale se para y asiente mientras me escucha.

—Sabe que su papá vendrá a buscarlo de la escuela pronto, así que…


¿dónde es un buen lugar para esconderse?

Dale mira fijamente el techo mientras piensa. Su cabeza pronto cae para
enfrentarme y asiente.

—Conozco esta habitación que nunca es usada realmente. El Sr. Attley


mete todas sus computadoras viejas y cosas antiguas tecnológicas allí
adentro. Los estudiantes que le agradan tienen permiso para ir y pasar el
rato allí durante sus periodos libres. Estoy bastante seguro de que Adam
está en su lista.

—Vale la pena.

Comenzamos a correr, bajando un tramo de escaleras y a través de un


laberinto de corredores.

—¿Cómo siquiera sabes de esta sala?

Dale se detiene afuera de la puerta.

—El Sr. Attley me contó sobre ella.

—Adulador.

Él me da una mirada seca y abre la puerta.

Entramos. La habitación está abarrotada y sucia. Monitores de


computador y teclados están apilados en desorden a lo largo de los
muebles. Varios cables cuelgan de clavos a lo largo de la pared y
dispersas en la mesa del centro hay un exceso de aparatos tecnológicos.
Obviamente estudiantes han estado tomando partes de diferentes
artefactos e intentando transformarlos en algo nuevo. Entorno los ojos a
una cámara digital pegada a la parte inferior de un auto a control remoto.

Hmmm. Imágenes de este metiéndose en el camarín de las chicas me


hacen fruncir el ceño. Chicos nerd.

Dale enciende las luces mientras me muevo más adentro de la sala. No


parece haber ninguna señal de actividad humana. Dale me lanza una
mirada molesta y estoy segura que está a punto de maldecir cuando
escuchamos un suave sonido desde la parte trasera de la habitación.

—¿Hola? —dice Dale.

Hay una pausa pesada mientras nos adentramos en la habitación.

Finalmente alguien se aclara su garganta y mira alrededor de la esquina.

—Oh, hola, amigo. ¿Cómo te va?

El rostro de dale está grabado con decepción mientras se acerca al


enorme rubio escondido detrás de un montón de libros técnicos.
—Hola, Adam.

Veo su rostro con preocupación. Él no quiere para nada tener esta


conversación ahora. Mete sus manos en sus bolsillos y se detiene junto a su
amigo.

—¿Qué estás haciendo aquí abajo? —Adam levanta la mirada desde la


computadora abierta. El teclado está removido exponiendo todos los
chips y cables que lo hacen funcionar.

—Necesitamos hablar, amigo.

Adam aleja la mirada. Noto cuán pálido está. Los círculos oscuros debajo
de sus ojos lo hacen ver como si hubiera estado en una pelea de bar.

—¿Qué pasa? —murmura finalmente.

El rostro de Dale se arruga con dolor.

—¿Dónde está Nicole?

Adam recoge un destornillador miniatura y continúa jugueteando.

—¿Cómo sabría yo?

—Adam, no me mientas.

Rápidas respiraciones pasan a través de las fosas nasales de Adam


mientras sacude su cabeza. Mi estómago se enrosca. No va a decirnos. Va
a negar todo y luego su papá llegará y arrestará a Dale de nuevo.

—Vamos. Por favor, necesito encontrarla.

Otra sacudida de cabeza.

—No sé de qué estás hablando. Mira la chica es un impredecible caso


perdido. Podría estar en cualquier lugar.

Los ojos de Dale se oscurecen con rabia y fuera de la nada, se pone todo
Hulk con todos. Soltando un fuerte grito, él agarra el cuello de la camiseta
de Adam y lo empuja hasta que está acostado sobre su espalda. Los
músculos de Dale están tensos, el tendón en su cuello viéndose como si
estuviera listo para romperse mientras entierra su rodilla en el pecho de
Adam.
—¡¿Dónde está?!

—No lo sé, amigo. Ella huyó.

La voz de Adam está temblando, sus ojos amplios con miedo.

Dale lo golpea en el rostro, dejando atrás una marca roja como


quemadura.

—Sé que fuiste tú. Vi tu auto. ¡Ahora dime donde está!

El labio inferior de Adam comienza a temblar y su voz se quiebra mientras


lágrimas burbujean de la nada.

—No quería hacerlo. Estaba cansado de toda la presión. Necesitaba una


noche libre. —Lloriquea—. No se suponía que estuviera afuera y estaba
apurado para llegar a casa, pero había tomado algunos tragos. Ella salió
de la nada, amigo. No quería golpearla, pero es como si mis brazos
estuvieran hechos de plomo. Para el momento en que la vi, era demasiado
tarde…

Aspiró una respiración acelerada.

—Y ahora está muerta. Yo la maté.

Observarlo es patético. Dale lentamente se para y se aleja. Adam se sienta


y limpia su nariz con su dedo.

—No está muerta.

—No sabes eso.

—Sí lo sé. Necesitamos encontrarla. Necesito que me lleves hacia ella.

Adam se para en piernas temblorosas y frota su cuello hinchado. El miedo


rezuma de cada poro de él.

—No puedo. No puedo hacerlo.

—Mira, sé qué espera tu papá de ti, pero no tienes que hacerlo.

—¿Cómo sabes eso?

Las cejas de Adam se juntaron.


Dale sacude su cabeza.

—No importa justo ahora, ¿bien? Nos estamos quedando sin tiempo. —
Avanzando, toma el cuello de la camiseta de Adam—. No tienes que ser
un asesino, Hutton. Ahora muévete antes de que tenga que arrastrarte al
auto.

Adam se sacude y le da un pequeño asentimiento. Con manos


temblorosas él toma su mochila y la pone sobre su hombro. Sus nudillos
están blancos mientras toma la correa. Observo su rostro recientemente
amoratado crisparse y mis interiores brillan con una corazonada.
Capítulo 27
Traducido por val_mar

Corregido por Samylinda

M
ientras corremos a través de la parte trasera de la escuela y
saltamos dentro del bote gris de basura, mis nervios están
agitados. Siento como si mi sangre estuviera corriendo con agua
helada y parece que no puedo dejar de temblar. No quiero decirle algo a
Dale. Tiene suficiente de que preocuparse con las engañosas preguntas
sobre donde consiguió el auto de Adam.

Una sirena de policía aúlla en la distancia y me estiro para ver si está detrás
de nosotros. Dando la vuelta, me hundo en el asiento trasero y cierro los
ojos. Él no debería estar haciendo esto por mí. Es muy arriesgado.

Podría discutir hasta que mi cerebro explote, pero seguiría volviendo al


mismo punto. En orden para probar su inocencia tenía que encontrarme…
pero no tiene que salvarme… y tal vez no debería.

Miro a su hermoso rostro por el espejo retrovisor. Sus ojos están oscuros con
concentración. Puedo ver la preocupación rodeando los bordes de su
expresión mientras mira al espejo retrovisor y atrapa mi mirada… no que no
lo sepa. Muerdo mi labio y parpadeo las lagrimas.

—¿A dónde vas? Dije Arctic Canyon Road. Estás yendo por el camino
equivocado.

—Sólo necesito tomar algo de mi casa.

—¿Estás loco? —Me inclino hacia adelante—. Podrían atraparte.

—Necesito a Bufón —dice hacia atrás.

—No sé si tu perro pueda encontrar personas.

—Yo tampoco —murmura Dale—, pero creo que él conoce a Nicole.

—¿Cómo?
Dale ignora la pregunta de Adam mientras frena con un chirrido afuera de
su lugar. Tomando un minuto para evaluar la casa, deja salir una
exhalación.

—Bueno, el auto de mamá no está. Espero que no esté en casa.

Mirando sobre su hombro, Dale sale del auto y corre alrededor de la parte
trasera de la propiedad. Adam y yo esperamos en un agitado silencio.
Puedo ver su mano flotando cerca de la manija de la puerta.

—No pensaría en ello.

Mira fuera de la ventana, una mano agarrando el borde de su mochila


hasta que creo que sus dedos podrían perforar el material, mientras la otra
mano golpetea la manija de la puerta. Miro en agonía mientras su mente
hace tictac en cámara lenta, eventualmente deja salir un suspiro y se
apoya en el respaldo de su asiento mientras Dale corre hacia el auto con
Bufón a rastras.

Me revuelvo lejos del lado del asiento mientras Bufón sube junto a mí.
Comienza a ladrar e intenta lamer mi rostro.

—¡Detenlo!

Lo empujo lejos y dejo escapar un pequeño quejido.

—Tu perro está loco, hombre.

Adam miró a Bufón con el ceño fruncido.

Dale deja salir una risa nerviosa mientras regresa a la carretera y conduce
hacia el Bosque Nacional de San Bernardino.

Toma cerca de treinta minutos llegar a Arctic Canyon Road. Pasé la


mayoría del viaje mirando fuera de la ventana, esperando ver policías a
nuestra espalda en algún momento. Si estuviera en forma humana,
probablemente estaría sudando sangre ahora mismo. No puedo controlar
mucho tiempo mis extremidades, se están sacudiendo con un frío que
parece filtrarse en mi esencia.

Quiero murmurar que estoy helada. Sé que haría a Dale apresurarse. Sé


que lo ayudaría a buscar más duro, pelear más y asegurarse de que
sobreviva esto, pero él no sabe la verdad.
Él debería.

Lo necesita.

No puede poner su vida al borde sólo por mi bien.

¿Aun estaría arriesgando todo esto si lo supiera?

Me encontraría de una o de otra forma. Ellos buscarían. Bufón olfatearía mi


cuerpo y él probaría su inocencia. No necesitaba estar con vida para
reivindicarlo.

—Aquí —indica Adam para que Dale se detenga.

Salimos del auto. Noto que Adam duda por la puerta. Alcanza su mochila,
pero después de una mirada cortante de Dale decide dejarla en el auto.

Doy una mirada repasando el área de alrededor y frunzo el ceño.

—Esto no parece para nada familiar —susurro.

—Es el momento.

Adam mira a Dale extrañamente. Se aclara la garganta y apunta a la


barandilla. Está dentada y manchas azules de pintura la atraviesan.

—Debes haberla golpeado aquí.

Adam palidece y retrocede, luciendo nervioso.

Regresando al auto, Dale libera a Bufón ladrando.

—¿Dónde estás?

Mira hacia mí mientras Adam mira detrás de él, luciendo totalmente


asustado por el extraño comportamiento de Dale.

—Estoy en frente de la puerta del pasajero.

Dale apoya a su perro a mí y se para pacientemente mientras Bufón


olfatea excesivamente mis tobillos, todo el camino hasta mi entrepierna.

—¡Oye!

Le doy un golpe en su nariz.


Dale reprime una sonrisa.

—Ven aquí Bufón. —Tira de la correa y hace que el perro se siente a sus
pies. Inclinándose rasca las orejas de Bufón mientras mira a sus ojos—.
Necesito que la encuentres para mí. Sólo sigue ese olor, ¿está bien chico?

Bufón ladra. Quiero decirle a Dale que esto no va a funcionar, pero


muerdo mi lengua. No necesita mi negatividad ahora. Mirando sólo con un
poco de nervios, Dale desengancha la cadena y retrocede.

—Ve a cazar, chico. Vamos.

Señala a la orilla y Bufón salta volando sobre la barandilla. Tiene que ser el
único disfrutando de esto.

Pongo mis brazos alrededor de mí, tratando de evitar el frío mientras Dale
cautelosamente escala sobre la barandilla. Se detiene y mira de vuelta su
tranquilo amigo.

—Vamos.

El gigante rubio, que de repente parece más pequeño, se rasca el cuello y


se pasa la mano por el pelo.

—No quiero, hombre.

El rostro de Dale se vuelve una sombra oscura.

—Trae tu trasero aquí, Hutton.

No puedo discutir con ese tono de voz. Mordisqueo la uña de mi meñique


mientras veo el intercambio. Después de lo que parece una eternidad de
silencio sepulcral, Adam mueve sus piernas y se une a Dale en el otro lado.

El material suelto es resbaloso bajo sus pies, a medida que están a medio
camino, medio lado debajo de la barandilla Dale atrapa su equilibrio
contra un árbol alto.

—¿Algo de esto parece familiar?

Adam se encoge de hombros, mirando molesto.

—Está oscuro, hombre.

Respondo:
—Todo se ve igual. No estoy segura que tan abajo estoy.

Dale asiente y continúan bordeando su camino debajo de la pendiente.


La renuencia de Adam a seguir es irritante, pero no puedo sacudir el
sentimiento que me inunda.

El pensamiento tamborilea en mi cerebro hasta que mi cabeza esta


lastimada por el esfuerzo.

No puede encontrarme hasta que lo sepa.

Agarro mi cien y quiero lloriquear. Apretando mis ojos cerrados, tomo una
rápida inhalación y grito:

—¡Alto!

Dale casi se cae sobre el trasero, pero consigue agarrarse a una rama y se
para derecho. Mira atrás hacia a mí, ansioso después de mi arrebato
repentino.

Hago mi camino hacia él, odiándome y a este momento.

—No puedo dejar que hagas esto. —Me detengo a su lado y toco su
brazo—. Tienes que saber.

—¿Saber qué?

—¿Lo que estas intentando salvar?

—Nicole, te dije que no tienes que preocuparte por tu pasado.

Adam mira de vuelta a Dale.

—¿Qué has dicho?

—Um… Sólo voy a revisar por aquí, hay que asegurar que cubrimos todo.
Sigue a Bufón.

Adam da un desganado asentimiento y continua descendiendo la cuesta.

Miro de vuelta a Dale y trago.

—Sé que dices que no importa, pero no puedo dejar pongas en riesgo
todo esto por mí. Honestamente no lo merezco.
Se ve un poco molesto que no dejare pasar esto.

—¿Qué Nicole? ¿Qué hiciste que es tan terrible?

Aguanto mi respiración, cuento hasta cinco entonces libero un chorro. Las


palabras salen de mí, pequeñas y patéticas.

—Mate a mi hermana.
Capítulo 28
Traducido por 5hip, Evey! y leiiBach

Corregido por Samylinda

L
a piel de Dale está blanca, y sus ojos bien abiertos con horror.

Sabía que cambiaría de opinión.

—Sólo vuelve a llamar a Bufón. No tienes que seguir buscándome.

Dale parpadeó lenta y forzadamente, pero cuando sus ojos se dispararon


abiertos habían perdido su calidad de "ciervo delante de los faros".

—¿Dónde estás parada? Quiero verte directamente para esto.

—Estoy a tus tres.

En cámara lenta, se vuelve hacia mí. Miro a su cicatriz, algo que debería
ser tan feo y desagradable, en lugar quiero tocarlo, correr mi dedo a lo
largo de su borde liso. Hago puños con las manos y miro al suelo.

—Tienes que escuchar con mucha atención. —La voz de Dale es lenta y
controlada—. Tú no mataste a tu hermana. Se cayó. Fue un accidente.

Las burbujas se precipitan dentro de mí, están llenas de culpa y


remordimiento. Me inclino cuando la angustia hace que mi pecho quiera
despedazarse.

—No lo entiendes. Se supone que estaría vigilándola. Ella era mi


responsabilidad. —Inhalo una respiración entrecortada—. Era una niña tan
fresca. Tan dulce y adorable, todo el mundo la quería. —Golpeo las
lágrimas frescas arremolinándose en mis mejillas y me pongo de pie,
obligándome a superar esto—. Normalmente, cuando mamá y papá
salían, jugamos y bailamos o hacíamos juegos, pero yo no quería ese día.
Estaba molesta por tener que cuidar de ella y todo lo que estaba
haciendo simplemente me irritaba.

—Finalmente me enfadé tanto que la arrastré afuera y cerré la puerta.


Mi voz estaba empezando a quebrarse, haciendo difícil el continuar. Aspiré
con fuerza, con mi estómago sacudiéndose por los sollozos.

—Me fui a mi habitación para seguir trabajando en mi último diseño de


portada. Oí a Jody llamando, pero no le hice caso. Estaba tratando de
llamar mi atención. Estaba gritando por ayuda y yo seguía pensando: Sí, lo
que sea, Jo. Da falsa alarma todo lo que quieras.

Mi cuerpo está temblando mientras suelto el resto de la historia.

—Entonces ella gritó. Parecía tan asustada y me levanté de un salto y corrí


hacia la puerta corrediza en la sala. Ella estaba colgando de una de las
ramas de este árbol de pino muy alto. El que no se nos permitía subir. El que
en secreto le había enseñado a subir.

Me tapo la boca con la mano y luego aspiro.

—Miró hacia mí, Dale, y juro que nuestros ojos se encontraron por un
segundo antes de que sus pequeños dedos se deslizaran. Lo último que le
oí fue gritar mi nombre, entonces este... ruido sordo.

El rostro de Dale está grabado con agonía cuando lo miro fijamente. Cierro
los ojos y miro hacia otro lado.

—Corrí hacia ella. Estaba tendida en el suelo toda rota como un pajarito y
había sangre rezumando por todo el suelo, empapándole el pelo.

Caigo de rodillas mientras la imagen se cristaliza en mi cerebro. Me obligo


a contemplar su rostro sin vida.

—Nunca le contaste esto a nadie, ¿no?

—No.

Mi voz es tan baja, la emoción quitándole todo su volumen.

—Nicole. —Dale se agacha enfrente de mí, de alguna manera


presintiendo que estoy en el suelo—. Sé que crees que no mereces más
chances, pero me niego a creer que puedo oírte a menos que estés
destinada a vivir. Tienes que luchar.

—¿Para qué?
Levanto mi mirada hacia él, imágenes de mi vida actual centelleando en
mi mente como fotografías pasando demasiado rápido.

—El derecho de corregir tus errores.

—No puedo corregir éste. No la puedo hacer regresar.

Me levanto instantáneamente y me alejo de él.

—Lo sé. —Su voz es suave—. Pero no mereces morir.

—Tampoco Jody. —Me volteo y miro su figura agachada—. Ella era una
buena niña, pura y dulce. Yo siempre fui la que daba problemas; era yo la
que merecía caer de ese árbol.

Dale se levanta lentamente y coloca sus manos en sus bolsillos.

—Quizás. Pero ¿habrías querido que Jody viviera sin ti? ¿Su hermana mayor
a quien admiraba? ¿Qué habría causado aquello en ella?

Cierro mis ojos y sacudo mi cabeza, sintiendo el inevitable frío llegando a


mi corazón.

—No importa. Se acabó.

—No tiene por qué. —La voz de Dale es alta y urgente—. Toma esta
segunda oportunidad Nicole, has algo de tu vida. Por favor. Por favor,
tienes que luchar.

—No merezco este segundo chance.

—Nadie la merece. Esa es la gracia. No lo arruines.

La desesperación se arraiga en sus facciones. No sé qué decirle. Nunca


antes me habían rogado así por algo. Él quiere que viva. Un shock de frío
recorre mi cintura y gimo. Se mueve a través de mis miembros y las
sacudidas se intensificaron… Y entonces mi nariz está húmeda.

Sacudo y agito mi mano frente a mi rostro. Mi nariz cosquillea. La rasco


pero la sensación de un húmedo cosquilleo regresa.

—Nicole, ¿estás todavía aquí?

—Sí.
Rasco mi nariz nuevamente.

—¿Estás bien?

—Algo está haciendo cosquillas a mi nariz.

Sacudo mi cabeza de lado a lado mientras Dale se reincorpora, la


esperanza iluminando su rostro como una hoguera.

—Bufón.

Sin echar una mirada atrás, corre colina abajo, cayéndose y deslizándose,
llamando a su perro. Bufón ladra alto en respuesta. Seguimos el sonido y
pronto nos encontramos en una escena que precisamente no me interesa
ver. Adam está parado encima mío, sus manos en sus bolsillos. Se ve
traumatizado mientras Bufón se sienta junto a mi extremadamente pálido
rostro, su cola golpeando el suelo.

—Buen chico.

Dale cae en sus rodillas y se desliza el resto del trecho hasta mí. Acaricia a
modo de felicitación la cabeza de Bufón y luego lo aparta gentilmente.

Al principio parecía algo perdido al mirarme fijamente. No me veo


exactamente sexy. De hecho, ¡me veo horrible! Mi piel es demasiado
pálida, tanto que casi puedo ver mis venas debajo de ella. Mis labios están
tintados de azul y cuando Dale recoge mi mano, parezco una débil
muñeca de trapo.

Quitando el pelo de mi cara, Dale toma mi pulso, se ve horrorizado y luego


de unos cuantos golpecitos frenéticos en mi cuello con sus dedos deja
escapar un suspiro de alivio.

—Nicole, despierta. —Él suavemente corre su mano por mi cara y luego se


inclina para revisar la respiración—. Esto no es bueno.

Él mira a Adam mientras azota su suéter y lo envuelve alrededor mío.

—Ella es como un cubo de hielo. Tenemos que pedir ayuda. Ve por tu


teléfono.

Adam da unos pasos atrás.

—No puedo, hombre. No voy a hacerlo.


Dale mira hacia él.

—Ve. Por. Tu. Teléfono.

Sacudiendo su cabeza, Adam se retira más lejos. Por alguna fuerza


magnética sus ojos se clavaron en mi cuerpo. Amplios y llenos de miedo.

—Papá se enterará... y entonces estaremos todos muertos.

Luciendo listo para golpear algo, Dale alcanza su bolsillo trasero y saca su
teléfono, con una mano descansando en mi frente como una madre
haría, él levanta la otra para comprobar la recepción. Mirando hacia
arriba al teléfono en su mano, jura y lo tira al suelo.

—No hay recepción aquí. Tienes que ir a la calle y llamar a una


ambulancia.

—No pue…

—¡Adam! ¿Quieres vivir con esto por el resto de tu vida? ¡Se está muriendo!
¡Ahora HAZLO!

Sorprendido una vez más por el estallido inusual de Dale, Adam se


tambalea hacia atrás. Sus ojos como platos, girando con una mezcla de
miedo y algo más que no puedo descifrar.

—MUÉVETE.

La voz de Dale se quiebra.

Adam parpadea lentamente y luego mira a mi moribundo cuerpo por


última vez antes de hacer su camino hasta la colina.

—¿Crees que lo hará?

—No lo sé —suspira Dale—. Pero no voy a dejarte. Vuelve a tu cuerpo. Por


favor, Nicky. Despierta.

—Voy a intentarlo. —Miro a mi cuerpo sin vida y cierro mis ojos, dispuesta a
que la oscuridad me rodeé para poder volver.

—Me estoy desvaneciendo —susurro.

—Bueno, vuelve a mí.


Él acaricia mi cara mientras habla, mirando a mis ojos. Puedo sentir lo
desesperadamente que él quiere que se abran. Cierro mis ojos con fuerza
otra vez.

La sangre fría corre por mis venas y los estremecimientos funcionan a través
de mi sistema otra vez.

Una negrura lenta comienza en la esquina de mi mente.

—Creo que está funcionando. Todo se oscurece.

Abro los ojos y descubro la expresión esperanzada de Dale. Él se inclina


sobre mí, su rostro tan sólo a un centímetro del mío.

—Vamos —susurra.

La oscuridad se está acercando, bloqueando mi visión de él. Se siente


diferente esta vez. Nada duele. Si hay algo siento como si mi cuerpo
estuviera lleno de helio.

—¿Nicole? —Dale toca mi cara.

—Lo siento —se susurro.

—Nicole.

Floto lejos de él, la oscuridad me consume mientras me levanto en el aire.


Todavía puedo oír sus súplicas desesperadas para que me despierte, pero
ya no puedo alcanzarlo.

Miedo pulsa a través de mi sistema mientras llego a la oscuridad.

Así que esto es la muerte. Una nada negra. Tenía la esperanza de sentir
algún tipo de paz, una especie de fin a mi sufrimiento, en cambio el miedo
se construye en mi sistema hasta que me siento como si me estuviera
ahogando en ella.
Capítulo 29
Traducido por lalaemk

Corregido por Samylinda

—E
spera —grazno—. Espera, ¡no estoy lista! ¡No he
terminado!

Mi voz hace eco en las paredes circundantes,


haciéndome temblar.

—No he terminado —grito de nuevo, y luego me hago un ovillo mientras


mis gritos llenos de miedo me cubren.

¿Dónde estoy? Mi cuerpo se estremece con sollozos mientras descanso mi


cabeza en mis rodillas. ¿Esto es todo? ¿Es esto lo que voy a tener que
soportar durante el resto de la eternidad? ¿Una nada negra?

Me esfuerzo por escuchar a Dale, pero su voz se ha desvanecido en la


oscuridad.

Me esfuerzo para ver lo que está delante de mí, pero cuando extiendo mi
mano, ni siquiera puedo ver mis dedos moviéndose.

Forzando el aire en mis pulmones, me pongo de pie con las piernas


temblorosas y trato de avanzar con cautela dando pequeños pasos, sin
saber lo que voy a encontrar.

No parece haber nada a mi alrededor. No sé sobre lo que estoy parada,


no puedo sentir nada.

—¿Hola? Por favor, ¿alguien puede oírme?

Mi voz suena pequeña y extraña.

Me tropiezo y me caigo de espaldas al suelo. Los temblores están


regresando, me lleno de pavor. No hay escape de esto.

Mi ojo capta una pequeña luz por encima de mí.


Me concentro en ella lo mejor que puedo. Se ve como una estrella y
parece estar cayendo hacia mí. Mis ojos están paralizados. A medida que
desciende gradualmente mi nuevo mundo se vuelve más brillante. Miro a
mi alrededor. Estoy sentada en una burbuja. Como si algún niño ha
soplado una espuma de jabón y estoy atrapada en el interior. Veo a Dale
en el suelo debajo de mí, está frenéticamente haciendo CPR en mi cuerpo
inerte. Me estremezco y me doy la vuelta. Su desesperación es
desgarradora.

La intensidad de la luz que me rodea es cada vez más fuerte a medida


que la estrella continúa descendiendo. Me pregunto si va a aterrizar en mí
mientras mis ojos se entrecierran contra el resplandor brillante. Levanto mi
brazo y me cubro de ella.

Aterrizando justo en frente de mí, quema tan brillante que quema mis
retinas. Parpadeo ante las manchas nublando mi visión.

La luz comienza a desvanecerse. Mientras gano la guerra con la mancha,


mi visión se hace nítida y pronto estoy mirando la cosa más hermosa que
he visto en mi vida.

El aire precipitado sale de mis pulmones en un gran chorro.

—¿Jody?

—Hola, hermana.

Ella sonríe, esa pequeña pícara por la que siempre caía.

—Te ves... —Extiendo la mano para tocarla, pero la aparto a última hora.
Esto es muy raro. ¿Estoy realmente buscando a mi hermana? Ella se ve
exactamente igual que cuando tenía nueve años, excepto que luminosa y
radiante. Su sonrisa se llena de luz y de amor, sus ojos son de luz trémula. Mi
mano cae a mi lado—. Te ves hermosa... igual que eras antes.

Se encoge de hombros.

—Pensé que sería más fácil para que me viras así.

—¿Cómo luces normalmente?

Sus hoyuelos saltan a su lugar.


—Ya lo verás.

—¿Así que me voy contigo?

La esperanza brota a través de mi sistema, seguido rápidamente por la


desesperación.

La cabeza de Jody se inclina a un lado mientras me estudia.

Miro lejos de su mirada evaluación y cruzo los brazos.

—Ambas sabemos que no lo merezco, Jo.

—¿Por qué no?

—¡¿Sabes por qué?!

—Nicky, tienes que entender esto. No es tu culpa.

—No debería haberte dejado afuera.

Sacudo mi cabeza.

—No debería haber subido a ese árbol.

La miro fijamente con el ceño fruncido.

—Debería haber ido cuando me llamaste.

—Yo debería haber hecho lo correcto y dejarte sola. Había un millón de


otras cosas que podría haber estado haciendo ese día, pero elegí
molestarte. Sabía lo mucho que querías terminar esa portada, pero yo
quería jugar. Estaba tratando de castigarte.

Las paredes defensivas dentro de mi pecho comienzan a desmoronarse


mientras lucho para ganar la discusión.

—Soy tu hermana mayor. Era mi responsabilidad cuidarte.

—Nunca me defraudaste, Nicky. —La voz de Jody es tranquila y segura, sin


dejar lugar a objeciones—. Yo te adoré cada día de mi vida. Fuiste la mejor
hermana mayor y lamento que hayas estado sufriendo por mi culpa.

—¿Cómo puedes ser tan indulgente?

Las lágrimas burbujean en el borde de mis pestañas.


—Eso es fácil. —Sus ojos se iluminan con una cálida sonrisa—. Te amo.

No puedo hacer nada más que sonreír mientras alejo mis lágrimas.

—Te he echado mucho de menos. Eras un rayo de sol, recuerdo que


mamá solía decir eso todo el tiempo.

Ambas reímos, pero la mía se desvanece.

—La casa no es lo mismo sin ti.

—Lo sé, y también los extraño a ustedes.

—Ojalá pudiera volver el tiempo atrás y cambiar lo que pasó.

—La vida no funciona de esa manera. —Jody se encoge de hombros—.


Además, estoy feliz, Nicky. Es tan increíble allí.

Ella apunta en la dirección de la que descendió.

—Mejor de lo que nadie puede imaginar.

Ella sacude su cabeza, luciendo completamente feliz.

Suena increíble. Miro hacia arriba y siento el tirón de la curiosidad.

Jody tiende la mano.

—No tienes que tener miedo. Yo me ocuparé de ti.

Se ríe.

Sonrío ante el sonido dulce y alcanzo su mano. Un grito desde abajo me


llama la atención. Miro hacia abajo y veo a Dale inclinarse sobre mi
cuerpo, bombeando mi pecho, forzando que mi corazón se reavive.

—¡No! ¡Nicole! ¡Vamos!

Me alejo de Jody, mi corazón dividiéndose ante sus gritos.

—Él es un gran tipo. —La voz de Jody me llama la atención—. Me gusta


mucho más que tus otros novios.

—Él no es mi novio —murmuro, incapaz de apartar los ojos de él.

—Bueno, debería serlo.


La tristeza me hunde mientras miro de vuelta a Jody.

—Supongo que nunca podrá serlo ahora.

Me encojo de hombros y giro de nuevo hacia ella... lista para unirme a ella
en esta misteriosa vida de luz.

Jody levanta su manita y se aleja de mí con un suave suspiro.

—Si regresaras, ¿qué vas a hacer con tu vida?

—No lo sé.

Los ojos de Jody adquieren una calidad de granito.

—Te has estado castigando a ti misma por mi muerte… de fiesta, saliendo


con personas que no se preocupan por ti, saliendo con chicos que sólo
quieren una cosa.

Se ve un poco rota por todo.

Me pongo colorada por la culpa y alejo la mirada.

—Eso tendría que parar.

Mi suministro de aire se corta y la veo con los ojos muy abiertos. ¿Qué está
diciendo?

—¿Crees que podrías hacer eso?

Su pregunta es dicha con una voz fuerte, mucho más vieja que sus nueve
años. De repente me siento pequeña mientras hundo mi cabeza y meto un
mechón de pelo detrás de mi oreja.

—¿Nicky? ¿Crees que podrías?

Mi cerebro se llena con imágenes de lo que mi nueva vida podría ser.


Tendría unos bloqueos que afrontar antes de llegar a donde quiero estar.
¿Podría superarlos?

Eventualmente asiento.

—Sí, creo que puedo.

—¿No más deslices?


Su rostro es severo, su inocencia infantil no puede ser encontrada.

Me trago mi sonrisa.

—Voy a intentar.

—No, tienes que prometerlo. Prométeme que va a terminar.

La seriedad en sus ojos hace que mi boca se seque.

—Te lo prometo.

Y lo digo en serio.

Su cara parpadea con decepción y asiente.

—Entonces tienes una opción.

Mi corazón hace un lento ruido doble antes de despegar como un caballo


de carreras.

—¿La tengo?

—Sí —suspira—. Se me permite darte una opción. Realmente no quiero.

Ella mira a la tierra.

—Sería genial tenerte allá arriba y serías tan feliz. La vida allí abajo es muy
dura y tu camino a recuperarte va a ser largo y doloroso.

Levanta la vista, sus grandes ojos azules brillando como los de un


vendedor. Un hoyuelo profundo aparece en su mejilla izquierda y sus labios
se contraen.

—Pero si lo quieres, se te permite regresar.

La estudio por un largo latido, sabiendo lo que quiere... luego miro a través
de la burbuja de regreso a la tierra. Los recuerdos de mis últimos días
atrapada entre la vida y la muerte inundan mi cerebro... La sonrisa de
Dale, el pálido miedo de Adam, las lágrimas de culpabilidad de mi papá y
el dolor silencioso de mi mamá. Levanto la vista hacia la luz y una vez más
siento un tirón hacia ella. Es más fuerte esta vez, así que miro hacia otro
lado.

—¿Qué va a pasar con todo el mundo que dejo atrás?


—No puedo ver el futuro.

Jody se encoge de hombros.

Frunzo el ceño.

—Pero acabas de decir que mi camino será largo y doloroso.

Sus ojos se ensanchan con una mirada de ¿Estás bromeando?

—Has sido golpeado por un coche. Estoy utilizando el sentido común.

La risa brota de mí antes de que pueda detenerla.

—Siempre fuiste más inteligente que yo, Jo.

Sacudo la cabeza y miro a mis pies. El peso de la decisión es enorme. He


odiado mi vida durante tanto tiempo y ahora tengo el escape perfecto,
pero... miro la correa del reloj un par de veces y luego mirar a Jody.

—Tengo muchas ganas de ir contigo. —Obligo a mis labios a sonreír—. Pero


no puedo hacerlo con mamá y papá. —Miro a través del suelo y veo a
Dale tratando urgentemente de resucitarme—. No puedo hacérselo a él.

Cuando miro hacia atrás, Jody está mirándome con una sonrisa de
resignación.

—Él me dijo que dirías eso.

—¿Quién?

Se encoge de hombros.

—Aquel que cree en ti.

Mis cejas descienden con confusión.

—No te preocupes, llegarás a conocerlo algún día, pero por ahora sólo
sabrás que los dos te estamos mirando.

La idea de que ella podría estar hablando de Dios atraviesa mi cabeza. Mi


cerebro destella con un rápido “Yo no creo en él”, pero es seguido por un
rápido, “¿estás segura de eso?”

Sacudo la cabeza. Esa es una pregunta para otro día.


Dando un paso adelante, Jody se levanta sobre las puntas de sus pies y
envuelve sus brazos alrededor de mi cuello.

—Te amo, Nicky.

—Yo también te amo. —La aprieto de vuelta tan duro como puedo,
disfrutando de la sensación familiar de mi hermana envuelta en mis brazos.
Trato de no imaginar cómo hubiera sido la vida si ella no hubiera muerto, y
luego que esforzarme mucho más en no imaginar regresar a la tierra sin
ella.

Ella me aprieta de vuelta y luego se aleja.

—Recuerda tu promesa.

—Lo haré.

Nuestras sonrisas de despedida se llenan de calidez y afecto. Mi estómago


ruge con risitas mientras Jody se aleja y hace unos rápidos movimientos de
baile que habíamos trabajado cuando éramos niñas. Se da la vuelta con
una sonrisa descarada y luego empieza a flotar lejos de mí. La veo
ascender. Cuando ella vuelve a ser un pequeño punto, la burbuja que me
rodea estalla y estoy cayendo.
Capítulo 30
Traducido por LizC

Corregido por Jo

E
s difícil no gritar cuando me precipito hacia la tierra. Todo el dolor
que había estado adormecido en el interior de la burbuja regresa.
Mi brazo empieza a clamar, mi rodilla comienza a palpitar y mi
cabeza está golpeando a medida que el aire se precipita de
nuevo en mis pulmones y toso.

—Oh, gracias a Dios.

Dale apoya su frente en la mía y susurra su gratitud otra vez, plantando un


largo y suave beso en mi frente.

Trato de abrir los ojos y mirarlo, pero todo lo que consigo es un breve
vistazo de su cara junto a la mía. Cierro los ojos y respingo cuando otra tos
hace que mi cuerpo tenga espasmos.

—Duele. —Mis palabras se arrastran y me dan ganas de llorar, pero mi


cuerpo apenas puede funcionar.

Dale aparta el cabello fuera de mi cara.

—Lo sé —suena como si estuviera sintiendo mi dolor—, pero la ayuda está


en camino. Terminará pronto, de acuerdo. Te conseguiremos poner cálida
y segura. Vas a estar bien.

Su voz tiembla. Siento su mano fuerte frotando mi brazo bueno y sus labios
una vez más en mi frente. —Creo que tienes hipotermia, es por eso que tu
piel está tan fría. —Él aprieta su suéter con más firmeza alrededor de mí—.
Vamos, Adam. ¡Date prisa!

Su voz está empezando a desvanecerse a medida que la oscuridad borra


el borde de mi visión.

—No. —Dale me sacude suavemente—. Mantente despierta. No te está


permitido dormir hasta que los paramédicos lleguen aquí, ¿me entiendes?
Quiero asentir, quiero decir que sí, pero no puedo hacer nada. Mi lengua
se siente hinchada y mis labios agrietados no pueden moverse.

Entorno los ojos y echo un breve vistazo a su expresión angustiada.

Quiero que esto termine de una vez.

Mi mente grita por Jody.

—Déjame volver. He cambiado de opinión.

Entonces esas imágenes de antes se abalanzan por mi cabeza. Apretando


los dientes, trato de forzar a mi cerebro a mantenerse lejos del líquido
salpicando que amenaza con ahogarme.

Me obligo a abrir mis ojos y busco a Dale. Gracias a Dios que él me mira. Su
sonrisa es radiante.

—Oye. Mantente despierta, ¿de acuerdo?

—No puedo —susurro.

—Sí puedes.

Hago una mueca mientras trato de entender lo que está diciendo.


Necesito algo que me mantenga aquí. No puedo soportar esta sensación
flotante tirando de mi mente.

—¿Dónde está Bufón? —Obligo a las palabras salir.

—Está a tus pies.

—Sigue hablando —le insto—. Hábleme del día que lo llevaste a casa.

Dale ríe.

—Bueno… —Su voz me traspasa como un bálsamo calmante. Me aferro a


él mientras me guía a través de su primer encuentro con Bufón. La historia
está salpicada de su sarcasmo clásico que me sigue tirando de vuelta al
presente. Líneas de risa bordean mi cerebro y mis labios quieren sonreír,
pero luego todo se detiene.

A mis pies Bufón salta con un ladrido fuerte, seguido de un gruñido,


amenazante.
Abro los ojos para ver sus dientes expuestos y sus ojos negros estrechados a
matar. Echo un vistazo a Dale.

Su rostro está pálido, pero sus ojos están llenos de rabia. Me obligo a girar la
cabeza y ver por encima de mí. Es una lucha que duele como el infierno,
pero tengo que ver.

Jody, pienso, por favor, dime que no acabas de mantenerme con vida
para poder morir cinco minutos más tarde.

Miro a la boca del cañón que apunta abajo en mí.

—Aléjate de ella, Finnigan. —La voz de Adam está temblando.

Bufón ladra de nuevo y parece listo para lanzarse.

—Abajo, chico. —Las palabras de Dale nos perforan mientras se mueve en


frente de mí, bloqueando mi vista.

El gruñido de Bufón es amenazante y me está asustando plenamente.

—¡Cállate! ¡Calla a tu perro o le voy a disparar! —La voz de Adam se


quiebra.

—Cálmate. —Dale baja lentamente su mano y señala a su perro—. Bufón.


Abajo.

El perro gruñe de nuevo y Dale tiene que repetirse, su voz sale fuerte y
asertiva. Bufón deja escapar un gemido.

—Siéntate.

A regañadientes Bufón pone su trasero en el suelo, pero no se ve de


ninguna manera relajado. Manteniendo un ojo en Adam, sus patas están
temblando de tener que permanecer en su lugar.

—¿De dónde sacaste el arma? —Puedo oír el miedo revestir las palabras
constantes de Dale.

—Del escritorio de papá. No sé por qué la puse en mi bolso esta mañana.


—Adam suelta una risa extraña, toda aguda y chillona—. Sólo tuve el
presentimiento de que algo malo iba a suceder.

—No tiene por qué, hombre.


—Esto es lo que quiere mi papá. —La desesperación perforando cada una
de las palabras de Adam es lamentable.

—¿Que tú seas un asesino?

—Tú no entiendes. Esto va a arruinar mi vida. No hay otra manera.

—Sí la hay, Adam. No tienes que hacer esto.

—No tengo otra opción. —La voz de Adam se quiebra con lágrimas
infantiles.

—Si la tienes. —Dale se pone de pie lentamente—. Puedes elegir ser el


villano o el héroe.

Vislumbro a Adam a través de las piernas de Dale. La pistola está


temblando en su mano y el terror por Dale ondea a través de mí.

—¡Alto! —Trato de gritar, pero la palabra se queda atascada en mi


garganta.

Dale da un paso hacia su amigo.

—Te conozco, Adam… y quieres ser el héroe en estos momentos. Confía en


mí en esto.

El arma apunta al suelo y luego se alza otra vez cuando Dale da un paso
más. Él retrocede y levanta las manos. Bufón gruñe.

—Tu papá está pidiendo demasiado. No puedes dejar que te convierta en


esto. Él no quiere que seas esta persona. Él sólo quiere que estés en una
buena escuela y lo hagas bien, eso es todo.

Dale se lanza hacia delante de nuevo.

—Nadie tiene que saber… —Dale balancea los brazos—. Sobre todo esto.

Él me mira, estudiando mi expresión, esperando una respuesta que vaya a


salvar nuestras vidas.

Tardo una eternidad, pero finalmente chillo—: Nunca vi el auto que me


golpeó.

Dale azota de vuelta a Adam. No puedo ver su cara, pero puedo imaginar
la esperanza de una solución brillando en sus ojos.
Puedo sentir el tic tac del reloj con una lentitud insoportable a la espera de
una resolución. Es casi más doloroso que mis heridas.

Como si trabajara en cámara lenta, el arma de Adam finalmente apunta


al suelo.

—Descárgala. —La voz tensa de Dale no deja lugar a discusión.

Adam hace en silencio lo que le dicen. Las lágrimas corren por su rostro
cuando abre la recámara y saca la bala del cañón.

Colocando sus manos en las caderas, Dale se dobla sobre sí y respira


entrecortadamente.

Buscando en su bolsillo, Adam saca su teléfono. Al pulsar tres botones, lo


levanta a su oreja y pide una ambulancia.

Dale se agacha junto a mí y recorre mi pelo hacia atrás con un gesto


confuso.

—¿Cómo es que su teléfono tiene recepción?

—Debido a que su teléfono patea el trasero de tu teléfono de mierda —le


susurro.

Su cuerpo tiembla de alegría y me da una sonrisa tierna.

—¿Puedes aguantar ahí un poco más?

Con mi mano buena, busco la suya.

—No te vayas y estaré bien.

Dale mantiene mi mano entre la suya y termina su historia sobre Bufón.


Pierdo la consciencia en varias oportunidades mientras escucho, pero él
sigue trayéndome a casa. Cada vez que despierto, oigo a Adam dar
vueltas y luego el gruñido de Bufón cuando se acerca demasiado.
Finalmente, el sonido lejano de las sirenas se acerca cada vez más.

Adam gira y corre hacia la colina. Oigo un aluvión de voces cuando las
personas descienden. Dale es empujado fuera del camino cuando los
paramédicos se hacen cargo. Trato de mantener mis ojos en él, pero con
el tiempo se hace demasiado duro. Las cosas se vuelven un borrón
mientras soy atada a una camilla y arrastrada colina arriba.
Cuando soy levantada por encima de la baranda, el coche de un policía
chirria hasta detenerse al lado de la ambulancia. Un sheriff furioso salta del
coche y me lanza una mirada fundida antes de abrirse paso más allá de
los paramédicos y sujeta una mano de hierro alrededor del brazo de Dale.

—Tienes algunas importantes explicaciones que dar, Houdini.

Dale no se queja mientras el Sheriff lo conduce al coche y lo golpea contra


este.

Quiero llorar mientras me esfuerzo por ver lo que está pasando. Mis
entrañas se retuercen de pánico y lucho contra las correas.

—Oye, cálmate. Está bien. —El paramédico coloca una mano sobre mi
cabeza, obligándome a relajarme.

Trato de levantar la cabeza para ver a Dale, pero todo lo que vislumbro es
una mata de rizos siendo empujados hacia la parte posterior de un coche
de policía.

Cerrando los ojos, ya no lucho las lágrimas a medida que las sirenas
resuenan y me conducen lejos de la persona que me salvó la vida.
Capítulo 31
Traducido por val_mar

Corregido por Jo

T
odo es negro de nuevo. No quiero abrir mis ojos. No estoy segura de
lo que encontraré. ¿Una burbuja de vidrio de nuevo? ¿Un bosque
solitario?
Aprieto mis ojos cerrados. Eso solo lastima mi cabeza.

Sé que debería investigar, descifrar donde estoy realmente, pero estoy


aterrada. Memorias y sueños han estado golpeando mi cerebro como una
tormenta marina. Traen círculos de luz, el precioso rostro de Jody, la suave
sonrisa de Dale, mi madre llorando, el estéril olor de un hospital,
apresuradas palabras, gritos urgentes, mi puño volando directo a través del
hombro de Trent, la mano de Dale en la mía. La suave piel registrada
contra mí y aprieto mis dedos. La mano dentro de la mía responde con un
suave apretón de vuelta.

—¿Nicky? ¿Estás despierta, cariño?

Mis ojos se abren de golpe y la primera cosa que registro es la brillante luz.
Cierro mis párpados una vez más y lamo mis labios secos antes de
intentarlo de nuevo. El resplandeciente cuarto lentamente se enfoca. Giro
mi cabeza y veo los ojos azules de mi mamá brillando hacia a mí.

—Hola. —Su voz es suave y mete una hebra de cabello detrás de mi


oreja—. Buenos días —sonríe.

—¿Qué hora es? —grazno y miro alrededor.

—Casi las ocho —Ahoga un bostezo—. Has estado entrando y saliendo del
sueño por un par de días. ¿No lo recuerdas?

¿Unos días?

Bizqueo y trato de llegar a que memorias tengo. Están todas borrosas y


llenas de niebla.
—¿Dónde? ¿Qué? —Frunzo el ceño—. ¿Qué día es?

—Martes.

—¿Cuándo llegué aquí?

Mi mamá parpadea las lágrimas.

—El viernes. Estabas en muy mal estado. Has estado con antibióticos y
analgésicos… y estuviste en cirugía la mayor parte del día de ayer —Su voz
se tensa—. Eso es el por qué has estado tan fuera de ti.

Miro a mamá necesitando otra cosa más que solo mis recuerdos perdidos
enfocándose. Luce cansada con ojeras debajo de sus ojos inyectados con
sangre. Debe haber estado conmigo todo el tiempo. Alcanzando por su
mano, siento que cae dentro de la mía inmediatamente. Me da una
valiente sonrisa y casi dice algo cuando la puerta hace clic al abrirse y mi
papá entra con dos tazas de café.

Se ve demacrado e inquieto, pero su rostro se ilumina como un árbol de


navidad cuando me ve mirándolo.

—Hola.

Dejando a mi mamá su café, le da un rápido beso en la mejilla y luego


camina alrededor de la cama para poder tomar asiento a mi lado.

Estoy flanqueada. Mirando de uno de mis padres a otro. Es decir,


verdaderamente me quieren. Mis labios están cerca de empezar a temblar
cuando la animada voz de papá interrumpe.

—¿Así que, cómo te estás sintiendo?

Muevo la mirada evaluando mi cuerpo, asimilando mi pierna entablillada y


el pesado yeso sosteniendo mi codo en su lugar. Los analgésicos
funcionando para evitar la mayor parte de mi malestar, pero puedo
percibirlos acechando en el fondo.

Jody me advirtió de que esto sería un largo y lento camino.

Dejo salir un suspiro.

—Parezco mitad Frankenstein y creo que mi cabello no ha sido lavado en


un año, así que, pienso que podemos marcar la casilla “no tan genial”.
Su sonrisa es ancha.

—¿Por qué estás sonriendo?

—Después de una frase como esa, creo que podemos marcar la casilla
“ella va a salir de esta”. —Él parpadea y aleja la mirada, entonces da una
fuerte aspiración y se gira a mí—. Ha sido una larga semana. Es lindo
escucharte hablando coherentemente.

Paso mi mano sobre mi mejilla y la levanto hasta mi cabello. Puedo sentir la


protuberancia en mi cabeza. Hago una mueca de dolor. Es aún muy
sensible.

—De modo que, ¿recuerdas algo?

—Trozos y piezas. Es difícil saber que es real o si solo lo soñé.

—Lo más importante es que estas con vida. No importa lo que sucedió. —
Mamá aprieta mi mano—. Todo lo que interesa es que estas a salvo ahora.

—Pero importa.

¿Qué dije?

—Es importante. —Mi boca toma mente propia—. No podemos seguir


ignorando… todo. Como llegue a este lío.

—¿Qué estás diciendo? —Las líneas de expresión de mamá se profundizan.

Cierro mis ojos y respiro. No puedo creer que estoy haciendo esto, pero la
idea de empezar de cero es tan tentadora que no puedo ignorar la
urgencia de decir mi parte.

—Mamá y papá, no podemos desconocer el hecho de que la muerte de


Jody rasgó a nuestra familia en partes. Te encerraste. —Señalo a Papá y
entonces miro a mamá—. Y tú te ocultaste detrás de esta placa de
plástico así nadie vería tus lágrimas. —Ambos palidecieron, pero empuje
más—. Me zambullí en este mundo donde la gente podía lastimarme,
porque ese dolor era menor que tratar la pérdida de Jo.

Los hombros de Mamá se hundieron y empezaron a sacudirse mientras


lágrimas gotean por su rostro.
—Todos corrimos lejos del otro cuando debimos haber estado juntos. No…
—Aclaro mi garganta—. No quiero ir a casa si las cosas están iguales.

—No lo están. —Mamá luce asustada mientras sostiene mi mano.

Miro entre mis padres.

—Ese maldito árbol tiene que irse también.

Mamá deja salir una lágrima unida a una risa y luego deja caer su cabeza
en mi antebrazo. Mi papá se ve serio por un momento entonces agarra su
chaqueta y saca su teléfono. No deja de mirarme mientras marca el
número y comienza a caminar mientras un débil tono se puede escuchar a
través del auricular.

—Si hola, Marty. ¿Cómo está yendo?... Necesito que pases por nuestro
lugar y que de deshagas de un árbol por mí… Sé que estas ocupado, pero
lo necesito para mañana… No, no importa cuánto cueste… Gracias.

Al terminar la llamada, se gira y me mira directo a los ojos.

—Sé que te he defraudado, pero eso termino ahora. Tu madre y yo hemos


tenido mucho tiempo para hablar de los días pasados. Tienes razón. La
muerte de Jody rasgó en partes, pero tu casi muerte nos ha unido de
nuevo. Es un nuevo comienzo, Nicky.

—¿Lo prometes?

Papá toma la mano de Mamá y luego la mía, formando un círculo de tres.

—Lo prometemos.

Quiero decirles que hable con Jody. Quiero que sepan que he atravesado,
pero no puedo. Tal vez un día, pero por ahora mi experiencia fantasmal es
algo solo para mí y Dale.

Dale.

El pánico hace que mi respiración se acelere.

—¿Dónde está Dale?

Alcanzo mis placas de identificación pero se han ido.

Mis padres fruncen el ceño mientras frenéticamente trato de buscarlas.


—¿Dónde…?

—Los ojos de Papá se estrechan ligeramente entonces se amplían con la


comprensión. Dejando ir la mano de mamá, alcanza dentro de su bolsillo y
saca las palcas de identificación de Granite.

—¿Te dio estas?

Dejo escapar un suspiro y las consigo.

—Sí.

Pasando mi pulgar sobre el metal, imagino a Dale sentado en la celda de


la cárcel y las lágrimas me inundan antes de que pueda detenerlas.

—¿Él está bien? Quiero decir, ¿Qué sucedió con él?

—Nada. Cariño, él se encuentra bien. Es el héroe de la ciudad por el


momento. Te dije esto la otra noche, pero podrías no recordar. —Ella
aprieta mi hombro derecho con una brillante sonrisa—. Él y Adam Hutton,
te encontraron.

—Es un verdadero milagro. —Papá sacude su cabeza—. Estaban haciendo


alguna investigación para la asignatura de biología, buscando alguna
muestra en el parque nacional y Adam vio una barandilla torcida.
Decidieron revisar por fuera y tropezaron con tu cuerpo. ¿No es
asombroso?

Y totalmente increíble.

—La policía piensa que fuiste golpeada por un auto, pero no tienen forma
de encontrar de quien era el que conducía. El Sheriff Hutton dijo que podía
intentar hacer algo de búsqueda por autos azules rapados en la zona,
pero no cree que las oportunidades fueran muy altas.

Puedo sentir las arrugas en mi frente mientras me remojo en las falsedades


que mis padres han estado repartiendo.

—¿Estás enojada?

Miro a mi Papá. Su expresión es dura, sus ojos negros con furia a penas
reprimida.
—No. Estoy salva y sana, No me importa quién me golpeo… y a ti tampoco
debería.

Alcanzo sus dedos. Puedo decir que su sonrisa es forzada, pero al menos lo
intenta.

Imágenes de Dale siendo metido en la parte trasera de un coche patrulla


me asaltan. El auto robado. La fuga de la cárcel. Él estaría en el
reformatorio con seguridad. Lágrimas queman detrás de mis ojos.

—¿Dónde está Dale?

—En la escuela.

—¿Qué?

Mi mamá toma mi mano y se sienta junto a mí.

—Ha estado aquí tanto como pudo. Sus padres han tenido que arrastrarlo
lejos varias veces. Estoy segura de que vendrá después de la escuela.

—Pero… ¿qué hay sobre la cárcel?

Mis padres se dan una extraña mirada el uno al otro.

—Pensé… —Frunzo el ceño y lamo mis labios—. Pensé que, ¿había sido
arrestado?

—¿Dale? —Mi papá se inclina hacia adelante en su silla—. ¿Por qué?

—Por… —Trago mi frase y me empiezo a preguntar acerca del viaje en


auto de vuelta a la estación de policías.
Capítulo 32
Traducción SOS por Jo

Corregido por Jo

P
asé el resto del día preguntándome acerca del viaje a la estación.
El Sheriff Hutton debió haber cambiado de opinión si Dale salió
libre, pero pensé que él estaría friendo su trasero y sirviéndolo para
la cena. Nosotros habíamos traspasado completamente, no había
forma de negar eso.

Era la palabra de un Sheriff contra la palabra de un ex criminal. Dale no


tenía nada a su favor.

Lucho con mi muñequera de hospital y me muevo en mi cama, con


cuidado de no mover mi rodilla entablillada.

Revisando el reloj en la pared por millonésima vez ese día, deseo que Dale
camine a través de la puerta y explique todo.

Mamá y papá me dejaron sola para dormir un rato, pero mis ojos no se
quedarían cerrados. No importa si estoy exhausta. Necesito respuestas.

No quería ahondar en detalles con mamá y papá así que pasé el resto del
día hablando acerca de los tipos de cambios que íbamos a hacer en
casa. Fuimos interrumpidos varias veces por doctores y fisioterapeutas
explicando mi largo camino de recuperación.

Sólo pensar en cuánto tengo que trabajar para hacer que mis
extremidades se muevan apropiadamente me hace querer llorar. Muerdo
con fuerza mi labio, sin querer rendirme a las cascadas de nuevo.
Miro el reloj. Cuatro en punto.

—Maldición, Dale, apresúrate.

Mi puerta se abre y levanto la mirada con una sonrisa. Se desvanece


cuando veo un Adam de rostro avergonzado pasando por la puerta. Creo
que veo un revoltijo de rizos en el corredor, pero la puerta se cierra antes
de poder confirmarlo.

—Hola, Nicole. —Adam lucha con el cierre en su chaqueta mientras


espera a los pies de la cama.

—¿Dónde está Dale? ¿Está a salvo? ¿Qué le pasó?

Adam levanta sus manos, sin duda para intentar detener mi invasión de
preguntas.

—Él está bien. Papá no lo cargó con nada. De hecho nos metimos por la
parte trasera de la estación y papá pretendió que Dale había estado allí
todo el tiempo.

—¿Cómo no lo notó el comisario?

Adam se encoge de hombros.

—Tenía una tonelada de papeleo que ordenar. Cuando llegamos allí él


estaba recién terminando y hablando acerca del viento o algo.

Oculto mi sonrisa.

—¿Qué acerca del auto rob… prestado?

—Dale insistió en que papá lo llevara, para que él pudiera devolverlo. Él


hasta se detuvo y le llenó el tanque.

¿Qué tan Dale es eso? Sonrío.

—¿Por qué tu papá cambió de opinión?

—Dale le prometió no decir nada… acerca de mí o mi auto.

—¿Y tu papá sólo lo dejó ir?

—Creo que papá va a estar vigilándolo con mucho cuidado.

—Tiene miedo… y debería tenerlo.

La culpa baña el rostro de Adam.

Le lanzo una mirada dura.

—¿Por qué estás aquí, Adam?


—Me dijeron que tenía… —Mira la puerta y luego de vuelta hacia mí—. Lo
siento… por lo que te hice.

—¿Te refieres a ser un cobarde?

Se sonroja con fuerza y mira el suelo.

—No conoces a mi papá.

La lástima entra en mi sistema a la fuerza.

—Sé lo suficiente. Entiendo por qué no dijiste nada, pero no entiendo por
qué estás dejándolo controlarte de esta manera.

Adam levanta la mirada.

—Casi te hizo un asesino.

Sus labios se ponen blancos.

—Si Dale no hubiera estado allí, ¿qué hubieras hecho? ¿Me hubieras
enterrado viva, como quería tu papá?

—¿Cómo sabes eso? —Su rostro blanco se arruga con confusión.

Sacudo mi cabeza.

—Hazme un favor, Adam. Dile a tu papá dónde metérselo. Esta es tu vida y


no quieres llegar al fin de ella y darte cuenta de que realmente viviste la
suya.

Sus cejas se fruncen.

—¿Por qué no estás tratando de matarme ahora?

—Tengo un brazo roto y una pierna entablillada. Es un poco desafiante.

Una pequeña sonrisa juega en sus labios.

—Lo digo en serio, Adam. No diré nada acerca de lo que pasó, esa es tu
decisión… sólo por favor usa esta pesadilla para el bien. No estoy pasando
por toda esta mierda para que todo a mi alrededor sólo vuelva a ser de la
manera que era. El cambio debe suceder… y no sólo para mí. —Levanto
mis cejas, luego levanto mi dedo índice y lo apunto directo hacia él—. Y si
alguna vez te veo apuntándole una pistola a alguien de nuevo, voy a
patear tu trasero hasta Júpiter.

La sonrisa en sus labios se ensancha.

—Sabes, cuando dices cosas como esa suenas como ella.

—¿Quién?

—La vieja Nicky.

Le devuelvo la sonrisa, sintiendo un sonrojo calentar mis mejillas.

—Sal de mi habitación… y envía a Dale, ¿sí?

Adam asiente y abre la puerta, pero Dale no está. En su lugar el corredor


está abarrotado con un montón de rostros familiares acercándose a mí.
Entran en multitud a mi habitación y rodean la cama, todo sonrisas y
buenos deseos.

Trent se inclina y besa mi mejilla. Julie Peters me da una sonrisa ganadora y


aprieta mi mano.

La saco de su agarre. ¿Qué infiernos está haciendo aquí?

Al otro lado de la cama Amber y Penny están siendo efusivas mientras Matt
y Drue hacen chistes inútiles porque se están sintiendo incómodos.

—Tu mamá finalmente dijo que estaba bien visitarte. —Penny sonríe.

—Hemos estado preguntando desde que te encontraron y ella continuaba


rechazándonos. —Amber suena pequeña mientras mira mi yeso—. ¿Puedo
firmarlo?

Ella busca un lápiz.

—No. —Cubro el yeso con mi brazo bueno.

—¿Cuál es tu problema?

—¿En serio?

Amber hace un arrogante puchero y luego se gira hacia Penny con el


ceño fruncido.
—Hemos estado tan preocupadas por ti. —Julie busca mi mano de nuevo.
La alejo.

—No me digas. —Le doy una mirada fría.

—Bueno por supuesto que lo estábamos. —Penny salta—. Tú como que


desapareciste y nadie sabía que te pasó.

—En serio. ¿Nadie supo cómo terminé caminando a casa tarde en la


noche… en el medio de la nada? —Miro a Trent, quién para mi deleite,
está retorciéndose en los jeans de diseñador que le compré.

—Mira, sabemos que has tenido una semana muy dura, pero no hay
necesidad de ser perra. Quiero decir, ha sido duro para nosotros también.

—¿Duro para ustedes? —No puedo ocultar mi sorpresa—. Ha sido duro…


¿enviarse mensajes y escribir en twitter y ocurrírseles un montón de
asquerosas teorías acerca de qué me ocurrió? Sí, puedo imaginar que fue
realmente duro.

—¿Quién te contó esa mierda? No hicimos eso. —Drue sacude su cabeza.

—Dale me contó que hicieron una encuesta, la mayoría del las personas
pensaron que había huido.

—¿Finnigan? Está mintiendo. Haría cualquier cosa para meterse en tus


pantalones. Ha estado tratando desde que empezó en esta escuela.

—Gracioso. —Me encogí de hombros—. Él es casi el único chico que


conozco que no ha intentado meterse en mis pantalones desde que Jody
murió.

Un silencio incómodo cae en la habitación. El grupo de pie alrededor se


ven torturados mientras se observan los unos a los otros o hacia el techo…
a cualquier lugar menos donde estoy recostada.

—Escucha, has estado bajo un montón de estrés. Obviamente necesitas


algo de tiempo para componerte.

—Sabes qué, Penny. Pon esto en tu twitter. —Levanto el dedo medio de mi


mano derecha y lo apunto directo hacia ella. Suelta un pequeño jadeo y
se pone rojo remolacha—. Ahora sal de mi habitación.
—Nena… —Trent alcanza mi mano, pero la alejo de él.

—No puedes llamarme así de nuevo. Hemos terminado. Tú y Julie pueden


besuquearse tanto como quieras ahora, sin culpas.

Los ojos de Julie se ensanchan y mira a Trent y luego el suelo.

—¿Qué estás haciendo? —La voz de Trent es tensa.

—Deshaciéndome de las cosas malas en mi vida.

—¿Qué, te dieron pastillas sicóticas de desayuno esta mañana?

Ignoro la burla con una sonrisa dulce.

—Tengo una promesa que mantener.

Su rostro se arruga con confusión.

—Ya no quiero que seas parte de mi vida. —Miro alrededor de la


habitación—. Ustedes no son buenos para mí y nuestros días de salir de
fiesta juntos han acabado.

Amber suelta un jadeo disgustado. Penny al menos tiene la decencia de


verse un poco avergonzada. Drue y Matt se ven típicamente
desconectados, pero el rostro de Trent se está moteando de rabia mientras
me apunta.

—Acabas de cometer suicidio social.

—Bien. Puede que de hecho haya logrado algo este año.

—¿Qué infiernos te ha ocurrido?

Observo la mirada malvada de Amber y le respondo con una sonrisa.

—Desperté.

Todos en la habitación se ven completamente perplejos por mi extraña


declaración. Nunca entenderán lo que vi mientras estaba muriendo.
Nunca sabrán la verdad y no lo merecen.

—Pueden irse ahora.


—Con placer. —Trent toma la mano de Julie y la tira a la puerta,
fulminándome con la mirada una última vez antes de alejarse. Todos lo
siguen.

Sostengo mi barbilla en alto mientras se van. Comienza a temblar


levemente cuando Amber cierra de golpe la puerta, pero atrapo mi labio
y lo obligo a quedarse quieto. Mantuve mi promesa a Jody. Eso es algo
bueno. Lo es. ¿A quién le importa si ahora soy un rechazo social?

Cerrando mis ojos, inclino mi cabeza contra los cojines y dejo que las
lágrimas caigan. Al menos Dale estará cerca pronto para secarlas por mí.
Capítulo 33
Traducido por lalaemk

Corregido por Jo

É l no vino. Dale nunca apareció para limpiar mis lágrimas... ni siquiera


una.

Cruzo mis brazos y me muevo con enojo contra el asiento trasero.

—¿Estás bien, cariño? —Papá me mira por el espejo retrovisor.

—Bien. —Le doy un asentimiento firme.

—¿Tu pierna te está doliendo... o tu codo?

—No, mamá, estoy bien, de verdad.

Me aparto de sus ceños preocupados. Debería estar feliz de que me voy a


casa. Debería estar agradecida de que el doctor me dejó salir un día
antes. Mamá ha estado explicando cómo ha puesto una cama para mí en
la sala de estar para que no tenga que subir las escaleras, y tendré todo lo
que necesite al alcance de mis manos.

No me importa.

¿Por qué no vino Dale? Podría jurar que lo había visto cuando Adam llegó
el martes, pero tal vez me equivoqué. Mamá dijo que había estado al
margen mientras yo estaba inconsciente. ¿Por qué me había abandonado
mientras yacía totalmente coherente por el último día y medio?

Tal vez había cambiado su opinión sobre mí. Tal vez ahora que yo era real
y no sólo una voz en su cabeza ya no quería conocerme más. Le di un tirón
a la etiqueta del hospital alrededor de mi muñeca, con ganas de
arrancarla.

Papá mete el auto en la entrada. Apagando el motor, me mira con ojos


preocupados.
—Estoy bien, papá. Sólo llévame a la casa.

Es una misión dolorosa. No puedo usar muletas, y la silla de ruedas no subirá


los escalones de la entrada, así que papá tiene que cargarme mientras
mamá pasa alrededor tratando de abrir la maldita cosa. Termina tardando
una eternidad, así que papá sólo tiene que pararse ahí sosteniéndome,
mientras le da constantes consejos a Mamá que ella solo encuentra
irritante.

—¡Papá! Quieres callarte y dejar que mamá lo haga por su cuenta. Ella no
es estúpida.

Mamá se ríe. Papá responde con una mirada oscura y luego murmura: —
Sólo voy a llevarte al sofá. —Que es exactamente lo que hace.

Colocándome abajo, gentilmente pone una almohada debajo de mi


pierna y se pone de pie, luciendo orgulloso de sí mismo.

—¿Todo bien? —Él me da una sonrisa.

Obligo a mis labios a levantarse y darle un rápido asentimiento. Acaricia


suavemente mi pierna buena y sale de la habitación.

Mamá entra con la silla de ruedas y es lo suficientemente buena como


para perdonar papá con un beso mientras él murmura una disculpa
rápida.

Tomando asiento a mi lado, ella quita su pelo de sus ojos y se aclara la


garganta.

—Vamos a odiar esa silla de ruedas, ¿no?

Ella mira por encima de su hombro y asiente.

—Probablemente.

—Esto apesta. —Froto mi frente y alejo la mirada de ella.

—Sin embargo no estás enojada por esa silla, ¿verdad?

No puedo mirarla mientras sacudo la cabeza y siento las lágrimas quemar.

—¿Estás lista para hablar de tus amigos que te visitaron el otro día?

—No son mis amigos, —murmuro.


Tomando suavemente mi mano, ella le da a mis dedos un apretón.

—Hiciste lo correcto, pidiéndoles que te dejen en paz.

La miro y me encojo de hombros.

—Tal vez... pero ahora no tengo a nadie. —Las lágrimas se atrapan en mi


garganta.

—¿Qué pasa con Dale?

—¿Qué pasa con él? —sollozo.

—Pensé que tal vez había algo entre ustedes dos.

—Sí, bueno, yo también, pero ahora... —Me encojo de hombros, queriendo


parecer casual—. No importa de todos modos.

Levanto mi barbilla.

Una pequeña sonrisa pasa sobre los labios de mi mamá.

—Comenzar de nuevo puede ser muy difícil, todos tenemos retos por
delante. Siento que este accidente tuyo ha sido el shock desfibrilador que
todos hemos estado necesitando.

Sonrío.

—Sí, lo sé.

Metiendo mis largos mechones detrás de mi oreja, ella voltea mi cabeza,


así que la estoy enfrentando.

—Has estado viviendo una vida que odias desde hace unos pocos años.
Ya es hora de empezar a luchar por la vida que quieres.

Sus ojos azules brillan.

—No sé lo que quiero, mamá.

—Sí, lo sabes.

Su sonrisa está llena de diversión, y yo dejo salir un gemido.

—¡Bien! Pásame el teléfono.


Con la elegancia de una reina, ella se levanta del sofá y toma el teléfono
junto con un pequeño trozo de papel. Lo coloca en mi mano con un guiño
y desliza las puertas internas para cerrarlas detrás de ella.

Me quedo mirando el teléfono durante un minuto tratando de decidir si


quiero hacer esto. Dale y yo pasamos por tanto esos tres días que él estuvo
buscando por mí. Tal vez simplemente se trataba de la alta presión lo que
me hizo sentir de esta manera con él.

Cierro los ojos y pienso en mí misma aplastada en la esquina de una celda


de la cárcel, con sus brazos a ambos lados de mí. Esa mirada en sus ojos lo
decía todo. No podía ignorarlo... pero ¿por qué no había venido a verme?

Con un bufido irritado, miro el papel y marco su número.

Dos pitidos más tarde.

—Hola, habla Dale.

—¿Dónde has estado? ¿Por qué no viniste a verme el último par de días?

—Hey Nicole, —su voz es tranquila y fácil—. ¿Cómo te va?

—¡¿En serio?! ¿Eso es todo lo que tienes que decir?

Hay una pausa y luego suspira.

—Fui a verte el martes, pero tus amigos me adelantaron. Pensé que podrías
necesitar un poco de espacio para darte cuenta de lo que quieres. No
estaba seguro de dónde estábamos.

—¿Dónde estábamos? Acabamos de pasar por toda esa basura juntos y


¿no sabes dónde estamos?

—Mira, tú ya sabes lo que siento por ti. No quiero presionarte a


corresponderme, así que pensé que iba a dejarte hacer el siguiente
movimiento.

—No sabes nada acerca de las chicas, ¿verdad?

—Dame un respiro, Nicole. Sólo quiero que decidas lo que quieres para ti...
no por mí, no a causa de tus padres... o tus tontos amigos. ¿Qué es lo
quieres?
—Yo no… —Estoy a punto de decir ‘lo sé’, pero me detengo. Por primera
vez en lo que parece años, sé lo que quiero, y no me gusta que él me
haga decirlo. Me enfado—. Quiero que me llames para saber cómo estoy.
No quiero estar recostada sola en una cama de hospital toda la noche
esperando que llegues a limpiar mis lágrimas. Quiero que estés aquí para
darme la bienvenida a casa. Quiero que veas películas conmigo y pases el
rato y escuches a Granite conmigo. Quiero leer tu libro y diseñar su
portada. Quiero que tomes mi mano y quiero que me beses al final del día
para decir adiós... y ¡no quiero tener que decirte que hagas cualquiera de
estas cosas!, no puedo creer que me estoy humillando de esta manera.
Sólo olvídalo. Eres un tarado desagradable, Dale.

Él se ríe.

Habría hecho cualquier cosa por tener un anticuado teléfono ahora


mismo. En lugar de eso tiene que ser suficiente pulsar el botón de ‘Finalizar
llamada’ muy duramente.

Recostándome en el sofá con demasiada fuerza, me estremezco mientras


el dolor irradia hasta mi brazo. Parpadeo las lágrimas y maldigo.
Limpiándolas con una mano furiosa, miro por las ventanas de vidrio
grandes y casi olvido ver el hecho de que el árbol se ha ido.

Oh, ¿a quién le importa un maldito árbol?

Levanto mi pierna de la almohada y empiezo a arrastrar los pies hacia el


borde del sofá, con el objetivo de llegar a la silla de ruedas.

Agarro el borde de la misma y la arrastro hacia mí. Entonces suena el


timbre. Me siento como estatua en la sala de estar, esforzándose por oír
voces.

—Oh, hola Dale. Entra.

Me pierdo la siguiente parte.

—Ella sólo está en la sala de estar.

—Gracias.

Me giro para hacer frente a la puerta y asegurarme de que mi rostro


enojado esté en su lugar.
Las puertas se deslizan lentamente y aparece su hermosa mata de pelo.

—Hey. —Él me da esa sonrisa que me encanta y me toma una enorme


cantidad de esfuerzo para no sonreírle.

—¿Qué quieres?

Nerviosa, trato de levantarme, pero los frenos no están en la silla y


comienza a rodar lejos de mí. Me tropiezo sobre mi pierna buena y
comienzo a dirigirme a una vergonzosa caída en el suelo.

Dale está ahí en un segundo, me captura suavemente contra él. Su brazo


alrededor de mi cintura me abraza fuertemente a su lado.

—Quiero atraparte cuando caigas. —Sonríe.

Pongo los ojos.

—Esa es la cosa más cursi que he escuchado.

Tomándome en sus brazos, él empuja la silla a un lado y me lleva al sofá,


poniéndome contra las suaves almohadas y cuidadosamente
acomodando mi pierna. Toma asiento a mi lado, aleja mi flequillo y sonríe.

—Quiero llevarte a rehabilitación. Quiero estar contigo y decirte que no


renuncies cuando realmente te duela y te quieras dar por vencida.

Mis entrañas se convierten en puré mientras sus palabras entran. Parpadeo


lejos las lágrimas mientras se inclina hacia mí.

—Y quiero besarte cada día, pero no sólo porque me esté despidiendo.

Mis labios se estiran con una amplia sonrisa mientras su nariz toca la mía.
Cerramos los ojos por un instante que parece durar una eternidad y luego
se le ilumina la mirada con una sonrisa mientras coloca su mano en mi
cuello y toca suavemente sus labios con los míos.

Nunca he sentido nada igual.

Es suave, dulce y tiene más promesas que cualquier otro beso que haya
recibido.

Pongo mi mano en su mejilla, pasando mi dedo sobre su suave cicatriz y


disfruto de la calidez de sus labios sobre los míos.
Todo lo que puedo pensar es, “Finalmente he encontrado mi camino a
casa”.

Fin
Acerca de la Autora
Melissa Pearl

Melissa Pearl nació en Auckland, Nueva Zelanda, pero ha pasado gran


parte de su vida en el extranjero, viviendo en países como Jordania, Chipre
y Pakistán… sin mencionar un viaje de nueve meses alrededor de Norte
América con su marido. Ella ahora vive en China con su marido y dos hijos.
Es una maestra de primaria calificada, pero la escritura es su pasión. Desde
que se convirtió en una madre a tiempo completo ha tenido la
oportunidad de perseguir este sueño y su novela de debut golpeó a la
Internet en noviembre de 2011. Desde entonces ha producido tres libros
más con su quinta novela, Betwixt, salida en noviembre de 2012.

“Tengo pasión por la escritura. Revuelve un fuego en mi alma que nunca


supe que tenía. Quiero ser la mejor escritora que posiblemente pueda ser y
transportar a mis lectores a otro mundo donde pueden reír, llorar, y
enamorarse.”

Descubre más acerca de Melissa Pearl y sus libros en:

http://melissapearl.blogspot.com/
Agradecimientos
Moderadora
Jo

Traductoras
Mari NC Clary

Brendy Eris Shadowy

flochi val_mar

Jo IreneRainbow

LizC 5hip

Helen1 Evey!

lalaemk leiiBach

Correctoras
Micca.F

yonoestoyloca Jo ☽♏єl

NayeliR Samylinda Mlle_Janusa

Recopilación y Revisión
Jo

Diseño
PaulaMayfair
¡Visítanos!

http://www.bookzingaforo.com/

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