Agresividad y Violencia
Agresividad y Violencia
Agresividad y Violencia
Facultad de educación
Asignatura:
Psicología del desarrollo del niño y adolescente
Alumna:
Katherine Méndez Guillén
Tema:
Agresividad y violencia en el niño
Profesora:
Noelia Padilla Rojas
Introducción
En esta investigación trataremos de abordar el tema relacionado a la agresión y
violencia en el niño, las causas, efectos y consecuencias de esta acción. Los cómo adultos
podemos mejorar la crianza hacía ellos que no impliquen daños físicos y el intervenir de
manera correcta si surge agresión fuera del entorno familiar.
Objetivos Generales:
-Dar conocimiento sobre los tipos de agresión física
-Explicar métodos de enseñanza
Objetivos específicos:
-Definición de agresividad y violencia en el niño
-Tipos de agresión
-Causas y consecuencias
-Soluciones
¿Qué es la agresividad y violencia?
Definimos la agresividad como una característica de la naturaleza humana que ha
sido fundamental para la evolución de la especie, las conductas agresivas del ser humano
han sido la base de la supervivencia. Sin embargo; a lo largo de la vida los
comportamientos agresivos se han modificado.
La agresión fisiológica incluye comportamientos con mínimos efectos negativos en
el desarrollo psicológico de los niños y de su entorno. También sabemos que existe una
evolución de esta agresión hacía formas concretas de violencia, hablando de conductas
violentas hace referencia a causar daños físicos a otra persona o que conducen a daño
mental o físico a otros.
Niños de 3 a 7 años:
Hay una actitud general de desprecio, ir en contra de los deseos de los adultos,
desobedecer ciertas instrucciones, perder los estribos y mal humor, ataques físicos a otros
(especialmente entre igualdad), destrucción de la propiedad de otras personas, tendencia a
discutir (se culpa a otras personas por sus propias malas acciones) y provocación e irritar a
los demás.
Niños de 8 a 11 años:
En esta etapa se observan insultos, mentiras, robo de pertenencias a otras personas fuera de
casa, infracción persistente de las normas, peleas físicas, intimidación a otros niños y
crueldad con animales.
EL PROCESO DE DIÁGNOSTICO
Requiere a menudo una observación eficaz y pausada. Muchos adolescentes con
trastornos conductuales pueden a su vez cumplir criterios para ser diagnosticados de
trastorno por déficit de atención (TDA), depresión, trastorno límite de la personalidad,
trastornos psicóticos, etc.
AGRESIVIDAD Y FRUSTRACIÓN
Es un proceso importante para analizar las conductas agresivas o violentas del niño,
podemos distinguir 2 componentes (no excluyentes y coexistentes) de la reacción contra la
frustración:
Agresividad reactiva: Se trata de una agresividad hostil y reactiva hacía
una frustración. Existe irritabilidad, miedo o rabia en la respuesta, y ataques
no planificados. Responde a una activación del sistema nervioso. Suele darse
en niños y adolescentes impulsivos, sensibles, con tendencia a distorsionar
las intenciones de los demás, y con escasas habilidades en la resolución de
conflictos.
Agresividad preactiva: La agresión pretende obtener una recompensa o
resultado. En este caso aumenta el nivel organizativo de los aspectos más
reactivos (miedo, rabia, irritabilidad). Importan los modelos aprendidos. El
FACTORES:
Genéticos: Pero ¿hasta qué punto podemos hablar solamente de genética o debemos
hablar también de ambiente familiar? Es especialmente dañina la combinación de
una predisposición genética con una educación adversa.
Temperamento: Se habla del niño con un “temperamento difícil” que presenta una
elevada reactividad, falta de control, respuestas muy bruscas, y con dificultades de
adaptación.
En un reciente trabajo, hemos demostrado como la situación de desesperanza en el
adolescente supone un aumento del riesgo hacia conductas más agresivas. Ello tiene
un enorme interés para los aspectos preventivos desde el Instituto de Enseñanza
Secundaria.
Alteraciones en la vinculación afectiva, especialmente durante los seis primeros
meses de vida.
Exposición a neurotoxinas durante el embarazo (especialmente alcohol y nicotina).
Mal rendimiento escolar. En este caso debe hacerse una valoración multiaxial y
descartar trastorno específico del aprendizaje. Se hace imprescindible un correcto y
prioritario abordaje de estos trastornos para un correcto tratamiento de los
problemas de conducta.
Todas las formas de abuso de sustancias están asociadas con un riesgo incrementado
de violencia.
FACTORES DE PROTECCIÓN:
Factores individuales:
Temperamento fácil, niño asequible.
Nivel intelectual normal y elevado.
Locus de control interno (capacidad de autocontrol).
Autoestima y resiliencia suficientes.
Competencia académica.
Competencia social.
Competencia en actividades, reconocida por el entorno.
Factores familiares:
Buena relación entre los padres y el hijo, basada en la calidez y la coherencia.
Funcionamiento familiar adecuado, libre de tensiones.
Ausencia de psicopatología paterna.
Nivel socio económico suficiente.
TRATAMIENTO
Comprensiblemente, la agresión y la violencia requerirán una muy buena forma de
posibilidad de diagnóstico diferencial y comorbilidades existentes. Una enfermedad rara
vez ocurre sola y la agresividad puede ser un síntoma. Por lo tanto, seremos opciones de
tratamiento sin tener que estudiar en profundidad ninguna de ellas. El tratamiento de estos
niños debe ser "adaptado".
Intervenciones psicosociales:
Técnicas cognitivo-conductuales (TCC) para el modelaje de las habilidades en el
niño. Mientras que las TCC se han mostrado eficaces, no se ha observado ninguna
efectividad con las terapias de tipo psicoanalítico.
Técnicas para mejorar las actividades y relaciones interpersonales del niño.
Técnicas en el propio colegio.
Programas de prevención.
Tratamientos psicofarmacológicos:
En primer lugar, conviene utilizar un diagnóstico psiquiátrico inicial, a menudo
como hipótesis de trabajo, que pueda responder a una medicación o un enfoque
biológico conductual como base para la prescripción, y solamente después de una
valoración diagnóstica completa.
Solamente debe utilizarse la medicación para frenar la agresividad de forma
coadyuvante, integrada en un plan de tratamiento psico-educacional,
multidisciplinar y coordinado.
Cuando iniciamos un tratamiento, conviene tener algunas variables cuantificables
para valorar la seguridad y la eficacia del fármaco:
Definir los comportamientos objetivo y las medidas de calidad de vida que
deben ser monitorizadas.
Utilizar métodos empíricos (escalas, cuestionarios, validados y sensibles a la
puntuación).
Obtener datos basales antes del tratamiento y durante el tratamiento para
comparar.
LA PREVENCIÓN ES POSIBLE
Tener un sistema de apoyo (familia, profesores, monitores,)
Poseer consistencia en su entorno propio.
Ser socialmente competente, responsables, y con preocupación por los otros.
Poseer habilidades de resolución de problemas y la habilidad de desarrollar
soluciones alternativas en las situaciones de frustración.
Poseer flexibilidad mental, de comportamiento y emocional.
Poseer buenas habilidades de comunicación, sentido del humor, sentido de
autonomía, y un sentido positivo de independencia y auto-eficacia, autoestima alta,
y control de impulsos.
Ser capaz de hacer planes y fijar metas.
Creer en el futuro.
https://faros.hsjdbcn.org/adjuntos/335.2-Ps_inf_agresividad_violencia.pdf
Gallego, H. (2011). Agresividad infantil. Medellín, Colombia: Revista Virtual Universidad Católica
del Norte. https://www.redalyc.org/pdf/1942/194218961016.pdf