Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Juicio Abreviado

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 17

Razones para una reforma al juicio abreviado

por César Albarracín y Manuel Bouchoux

I.- Consideraciones preliminares.-


En nuestra provincia, la mayoría de las causas penales1 se deciden a través del instituto del juicio abreviado 2un
procedimiento de alcances inciertos en el que, pese a requerirse el consentimiento de las partes, no se sabe
cuánto se resigna ni a cambio de qué.
Y esto último no porque los operadores desconozcan la ley, sino porque frente a la proliferación de opiniones y
decisiones encontradas no resulta fácil prever las alternativas que podrían seguirse de un acuerdo.
La ley habla de consentir pena y calificación.
Pero muchas veces se termina interpretando que el acuerdo implica poco menos que renunciar al juicio previo, al
estado de inocencia, al derecho a una sentencia fundada y, eventualmente, también al de recurrir la condena ante
un Tribunal Superior.
De modo que, con independencia de las modificaciones que se proponen a través del proyecto que hoy tiene
estado parlamentario -y que luego analizaremos-, consideramos imprescindible ajustar en la regulación legal
algunos otros detalles que, sin alterar la esencia del instituto, permitan adecuarlo definitivamente a las exigencias
constitucionales (en especial, los arts. 18 de la C.N. en cuanto prohibe que se obligue a declarar contra uno mismo
y los arts. 8 inc. 2º "h" de la C.A.D.H. y 14.5 del P.I.D.C.P.).-

II.- Necesidad de la reforma.-


Como quedó esbozado, la ley actualmente vigente generó interpretaciones que parecen ya irreductibles en dos
temas que consideramos centrales: el alcance del acuerdo y las limitaciones al eventual recurso de casación.
Esquematizando, podríamos al respecto distinguir dos grandes posturas.
Por un lado, quienes entienden que el imputado que pacta el juicio abreviado reconoce el hecho y la autoría.
Se explica para ello que no resultaría lógico acordar la calificación pero, a la vez, desconocer el hecho al que esa
calificación se refiere.
El acuerdo constituye entonces un indicio en contra del imputado.
Y en el ámbito recursivo, lleva a concluir que si el juez no se aparta de lo acordado, no existe interés para recurrir
la calificación, la pena, el hecho ni la autoría.
Esta tesis que podría clasificarse como "amplia" respecto del alcance del acuerdo y "restringida" en relación a las
facultades recursivas, es seguida por varios Organos Orales (v. gr., Juzgado Correccional nº 5 de Lomas de
Zamora, sent. del 17/04/02, en causa "Luque, Antonio Ramón..."; Tribunal Oral nº 1 de San Nicolás en causa
"Peralta, Roberto Javier...") y tiene clara recepción en al menos una de las Salas del Tribunal de Casación Penal
de la Provincia (ver Sala I, causas nº 807, 1495, 2242, 7096 y 10015, entre otras muchas).-
Desde la restante postura, restringida en cuanto al acuerdo y amplia respecto del recurso -con las variantes a las
que luego nos referiremos- se entiende que acordar el juicio abreviado sólo implica renunciar al debate oral y al
cuestionamiento de las consecuencias jurídicas de la imputación.
El hecho y la autoría deben entonces acreditarse sólo mediante las constancias de la IPP, sin que pueda
considerarse como indicio alguno el acuerdo alcanzado.
Y el recurso casatorio resulta en ese marco admisible sin otro límite que los que derivan de las disposiciones
comunes, entra las que, obviamente, se encuentra el art. 421 del C.P.P., que lleva a desconocer interés
impugnaticio en relación a la pena y calificación previamente consentidas.
Esta tesis es seguida también por varios Organos Orales (v. gr. y aunque en forma sólo implícita, Tribunal Oral nº
4 de La Matanza, en causa "Ruiz Diaz, Hugo César, del 29/12/99) y tiene recepción en al menos una de las Salas
del Tribunal de Casación (Sala II, causa nº 10120, entre otras muchas.).-
Entre ambas posturas hay una gama casi infinita de pareceres y opiniones que, a la vez que enriquecen la
discusión, terminan convirtiendo al juicio abreviado en una herramienta de riesgo cuya utilización parece
incompatible con el debido proceso.-
A título de ejemplo, mas allá de las discusiones acerca de lo que comprende el concepto pena (¿abarca modalidad
de cumplimiento, reglas de conducta, reincidencia...?), hay quienes sostuvieron -en una variante de la primera de
las tesis- que, en el marco de nuestro actual acusatorio, si las partes eligen prescindir del debate, deben entonces
acordar responsablemente sobre todos los puntos con relevancia para la imputación, porque la sentencia es mera
homologación y porque si se opta por no plantear ni discutir nada, no existe luego agravio para recurrir la
condena3.
En la misma línea, se dijo que en ésta clase de proceso no cabe dictar veredicto, porque éste es siempre fruto del
debate. Y que la sentencia es, como se dijo, mera homologación irrecurrible.
En suma y sin perjuicio de volver sobre el punto mas abajo, consideramos que, en cualquier caso, hay dos
cuestiones de índole constitucional seriamente involucradas.
La primera se refiere a los alcances del acuerdo y a la prohibición de ejercer cualquier tipo de coacción -o
promesa- para obtener la confesión del imputado.
La segunda se refiere a la doble instancia y a la imposibilidad que algunos afirman de recurrir la condena fruto de
lo pactado.
Eliminar la inseguridad e incertidumbre que genera el uso de ésta herramienta -hoy imprescindible para evitar el
colapso del sistema- y adecuar su regulación a los postulados constitucionales básicos -sin renunciar a la
celeridad y eficacia-, constituyen los objetivos centrales del presente proyecto.

III.- El juicio abreviado en la ley 11.922 y su modificación por ley 12.059.-


Es pertinente recordar que en su redacción original (ley 11.922, B.O), el Código establecía un procedimiento
abreviado que lo acercaba más a la regulación de la ley procesal nacional, por cuanto el art. 397 preveía que el
imputado asistido por su defensor admitiera el hecho y su participación.
Sin embargo, la ley 12.059 (B.O.), entre otras muchas modificaciones realizadas al código que aún no regía y en
particular al instituto que nos ocupa, suprimió aquella referencia a la admisión de los hechos y la participación,
limitando el art. 396 la conformidad del imputado a la pena solicitada por el Fiscal y la calificación legal .
Si bien dicha reforma parece claramente direccionada a establecer un procedimiento abreviado que no requiera la
confesión del imputado (en sintonía con códigos procesales de Tierra del Fuego y Neuquén) , lo cierto es que
-como dejamos ya esbozado - tal regulación legal no ha sido lo suficientemente clara como para zanjar las
discusiones planteadas en torno a la naturaleza de este tipo de procedimientos,.
De ello nos ocuparemos en los acápites siguientes.

IV.- La regulación actual y la importancia práctica del instituto.-


El Código Procesal Penal de la Provincia de Buenos Aires (ley 11.922 y sus modificatorias), regula junto con otros
Procedimientos Especiales (Juicio correccional, Juicio por delitos de acción privada, Suspensión del Juicio a
prueba y Habeas Corpus), el instituto del Juicio abreviado que, sobre la base del acuerdo de partes, permite una
clara simplificación del juicio previo constitucional y, por esa vía, la aceleración de los procesos, la optimización de
recursos y, en última instancia, el descongestionamiento del sistema.
Aunque se trata de un instituto primitivamente concebido como alternativa de excepción, lo que surge con
meridiana claridad no sólo de su inclusión en la ley como una especie de procedimiento especial, sino también de
la escueta regulación que se le brindó a éste procedimiento (arts. 395 a 403), en oposición a la mucho mas
extensa y detallada dedicada al procedimiento oral común (arts. 338 a 375); lo cierto es que diversas razones,
entre las que no cabe descartar la sobrecarga de trabajo derivada del constante aumento de la conflictividad
penal, llevaron a que el juicio abreviado haya pasado a ser en nuestra provincia, además del sistema de
enjuiciamiento habitual y ordinario, la herramienta imprescindible para evitar el colapso del sistema.
Y pese a que la ley 11.922 tuvo como uno de sus principales objetivos la instauración del juicio oral y público, lo
cierto es que, en la mayoría de los casos -que configuran hoy la regla- los procesos se deciden, al igual de lo que
sucedía con el ya derogado Código Jofré, sobre la base de constancias escritas, aunque ésta vez, no ya
colectadas por un Juez de Instrucción, sino por el mismo Agente Fiscal con escaso o nulo control de la defensa.
Todo ello, seguido de una sentencia -sin previa etapa contradictoria- que, en la actual regulación del juicio
abreviado, bien podría entenderse como mera homologación esencialmente irrecurrible, aún respecto de las
cuestiones de derecho propias de la instancia casatoria.
El juicio previo constitucional quedaría así reducido en la mayor parte de los casos a una investigación escrita a
manos del fiscal seguida de un acuerdo de partes que, aún antes de la sentencia y con total independencia de la
prueba, sellaría en forma definitiva e irrecurrible la suerte del imputado.
Y por esa vía, se terminaría también colocando al encausado -aun al que se sabe inocente- en la disyuntiva entre
declararse tácitamente culpable en un acto informal que incumple todas las exigencias de los arts. 308 y sstes.
renunciando además anticipadamente a los recursos contra la eventual condena, o tener que asumir el riesgo de
transitar un debate oral y público sin tope punitivo alguno y en el que se ventilarán actividades que prefiera quizás
mantener reservadas.-4.
A fin de evitar estas consecuencias que, pese a derivar de la legítima interpretación de la ley, implican serio
compromiso constitucional, se propondrán entonces las reformas -casi de detalle- que, de seguido, se pasan a
explicar.

V.- Propuesta de reforma.-


Si bien en la actual situación no puede discutirse seriamente un proyecto de reforma del procedimiento abreviado
sin prever responsablemente que cualquier modificación legislativa puede resultar perniciosa respecto de la mejor
justicia general que, en la práctica, viene garantizada por la generalizada utilización de este instituto, ello no debe
llevar al inmovilismo legislativo ante los graves problemas que -paralelos a las señaladas ventajas- conlleva la
aplicación del juicio abreviado, sobre todo a consecuencia de las referidas deficiencias legislativas que, a nuestro
juicio y como se explicará seguidamente, pueden ser fácilmente corregidas sin detrimento alguno de la
simplicidad, celeridad y eficacia.-
Siguiendo los lineamientos de la tesis intermedia antes reseñada, en la que se entiende que el acuerdo para el
juicio abreviado sólo importa reconocer como adecuada a la hipótesis fiscal contenida en la acusación la
calificación y pena requeridas, entendemos que las siguientes precisiones legislativas resultan imprescindibles
para aventar la inseguridad derivada de las interpretaciones encontradas a que dio lugar y, en definitiva, para
adecuar por fin el instituto a las exigencias constitucionales.-
En la presente propuesta, se prevé la modificación de diversas normas referidas al procedimiento abreviado.
1.- La reforma esencial que se propugna se vincula con la problemática antes referida y, como se señaló, pretende
dotar de mayor certeza y precisión a la regulación legal en punto al alcance del acuerdo y la recurribilidad de la
sentencia y, a la vez, armonizar la normativa con los ya señalados imperativos constitucionales.
Tales modificaciones alcanzan a los arts. 396, 398 -último párrafo-, 399 y 401.-
2.- Paralelamente, se proponen otras dos modificaciones que hacen a cuestiones de trámite y que tienen distinto e
independiente fundamento de las antes señaladas, de lo que deriva que la suerte de un y otras puede
eventualmente transitar por carriles diferentes.-
Así, la modificación del art. 398 en el apartado b de su segundo párrafo -con su correlato en el art. 399-, pretende
permitir a las partes -a fin de garantizar mayores posibilidades de defensa y sin renuncia a la economía procesal-,
agregar una nota escrita referida a puntos no incluidos en el acuerdo (aspecto respecto del cual la ley actual nada
dice).-
Por su parte, la reforma al último párrafo del art. 397 se relaciona con la controvertida cuestión referida al
momento hasta el cual procede el acuerdo del juicio abreviado.
Los artículos modificados quedarían redactados del siguiente modo:
396. Acuerdo. Para que proceda el trámite del juicio abreviado se requerirá el acuerdo conjunto del fiscal, el
imputado y su defensor.
El Fiscal deberá pedir pena y el imputado y su defensor extenderán su conformidad a ella y a la calificación, sin
que ello implique admisión alguna respecto de los hechos contenidos en la acusación.

397. Trámite. El fiscal formulará su solicitud en la oportunidad del artículo 334, acompañando la conformidad del
artículo anterior, del imputado y su defensor, conformidad que éstos últimos podrán prestar hasta la oportunidad
del artículo 336.
El imputado y su defensor podrán formalizar su solicitud hasta la oportunidad del artículo 336. En éste caso, el
Juez de Garantías convocará a las partes, en forma inmediata, a audiencia. En dicho acto, el fiscal manifestará si
acepta la solicitud del imputado y su defensor debiendo, en caso afirmativo, estimar pena. El imputado y su
defensor extenderán, en su caso, la conformidad a dicho pedido.
Las partes podrán también acordar posteriormente el trámite del juicio abreviado, hasta treinta días antes de la
fecha fijada para el comienzo de la audiencia de debate.

398.- Resolución. Formalizado el acuerdo, el Juez de Garantías remitirá las actuaciones al Juez en lo Correccional
o Tribunal en lo Criminal, según correspondiere. Estos podrán:
a) Desestimar la solicitud de juicio abreviado, ordenando que el proceso continúe tramitándose por el juicio
correccional común que, en su caso, correspondiere. Dicha resolución será inimpugnable.
b) Admitir la conformidad alcanzada, notificando a las partes para que, en el término de tres días, puedan
expedirse en forma sintética sobre puntos no incluidos en el acuerdo.
En los casos que el juez o tribunal ordenare continuar con el trámite ordinario, se remitirán las actuaciones al
órgano jurisdiccional que en turno corresponda y ninguna de las conformidades efectuadas por el imputado podrán
ser tomadas en su contra. El pedido de pena formulado por el fiscal no vinculará al Ministerio Público que actúe en
el debate.

399.- Sentencia. La sentencia se atendrá al hecho materia de acusación y sólo se fundará en las constancias
obrantes en la Investigación Penal Preparatoria. Aquella deberá dictarse en el plazo de cinco días a partir del
vencimiento del término para alegar.
Para la apreciación de la prueba rige el art. 210.-
En caso de corresponder condena, no se podrá imponer una pena superior a la acordada por las partes.
Rigen los arts. 371 y 375 del C.P.P. y, en lo pertinente, las restantes reglas del veredicto y sentencia.

401.- Impugnación. Contra la sentencia que recaiga en el juicio abreviado, procederá el recurso de Casación
interpuesto por el Ministerio Público Fiscal, el imputado o su defensor, salvo respecto de aquellos puntos de la
resolución en los que se recepta el acuerdo.

VI- Fuundamentos de las modificaciones:


a) Artículo 396: Se incluye "....sin que ello implique admisión alguna respecto de los hechos contenidos en la
acusación..." con el objeto de precisar los alcances del acuerdo y de aventar de ese modo la posibilidad de que se
interprete que la elección de éste instituto implica una confesión indirecta. De ésta manera se garantiza desde ya
que la condena sólo pueda fundarse en los elementos convictivos legítimamente incorporados al proceso -con
lógica exclusión del acuerdo- y, por otro lado, que la sentencia podrá luego recurrirse en cuanto al hecho y a la
autoría sin otra limitación que la que deriva de las normas que regulan la vía casatoria.
b) Artículo 397: Avalamos aquí plenamente la propuesta del proyecto enviado a la legislatura. Esta reforma, como
lo adelantamos, es por completo independiente de las precisiones que proponemos y la consideramos necesaria
en vistas a que, en la actualidad, la fecha del debate suele fijarse con muchísima antelación. Importa, en definitiva,
reconocer a nivel legislativo una práctica que, atenida al sentido común, resulta casi derogatoria de la ley vigente.
c) Artículo 398: Proponemos dos reformas a éste artículo.
1.- La primera modificación, contenida en el apartado b del segundo párrafo del art. 398 resulta, como ya
dijéramos, -si bien complementaria-, independiente de las anteriores.
La misma se dirige a conferir expresamente a las partes la posibilidad de peticionar o alegar todo cuanto crean
conveniente a sus intereses, siempre, claro está, respecto de aquellos puntos que no hubiesen sido materia de
acuerdo. Los interesados podrán de ese modo expedirse, por ejemplo, respecto de la modalidad de ejecución de
la pena -si no hubiese sido acordada-, de las eventuales reglas de conducta, de la procedencia o no de la
declaración de reincidencia, de la eventual unificación de penas, de la prueba referida a la materialidad ilícita, de la
autoría, de la eventual existencia de alguna eximente, etc.- Si bien entendemos que la posibilidad se encuentra ya
implícita en la actual regulación, la precisión legislativa resulta necesaria para aventar posibles interpretaciones en
contrario que, desde nuestra óptica, comprometerían el derecho de defensa.
2.- La segunda reforma que se propugna, materializada en el último de los párrafos del artículo, es de detalle y
ayuda a reforzar el sentido que pretendemos conferir al instituto. Se eliminan para ello las palabras ".....o
admisiones...." y "....como reconocimiento de culpabilidad....." porque de acuerdo a la exégesis que proponemos
-siguiendo los lineamientos de la "tesis intermedia" que se reseña en el apéndice -, entendemos que el acuerdo
para el juicio abreviado en ningún caso -y no sólo cuando es rechazado- importa "admisión" del hecho ni resulta
posible entenderlo "como reconocimiento de culpabilidad". Las expresiones de la ley resultan en ese marco
equívocas por las interpretaciones "a contrario" a que podrían dar lugar.
d) Artículo 399: Las modificaciones aquí contenidas terminan de definir nuestra propuesta. Se pretende recalcar
que el acto jurisdiccional que resuelve la cuestión planteada es verdadera sentencia y no mera homologación del
acuerdo. Así lo exige el juicio previo constitucional que -en líneas generales-, además de acusación y defensa,
requiere prueba y sentencia. Se remite entonces expresamente a los artículos 371 y 375 del C.P.P. y a las reglas
del veredicto y la sentencia. Y se reitera también que la convicción sincera sólo podrá fundarse en las constancias
de la IPP. Se agrega que la valoración de la prueba debe hacerse de conformidad con las reglas del art. 210 del
ritual, sacándose por obvia la referencia a la posibilidad de absolver que, en la redacción actual, parece dar la idea
de que ella configura una mera gracia o excepción. Por el contrario, teniendo en cuenta que hasta antes de la
sentencia el reo mantiene su estado de inocencia, se hace una referencia eventual a la condena ("....en caso de
corresponder condena...") reiterando el tope punitivo contenido en la actual legislación aunque aclarando, en el
sentido del reciente Plenario del Tribunal de Casación, que la razón del mismo no es el pedido fiscal, sino el
acuerdo de partes (éste punto deberá concordarse, desde luego, con lo que se resuelva respecto de la eventual
modificación del art. 375 del C.P.P. que, en el proyecto de reforma que se ha discutido en el Congreso de
Necochea, pretende adoptar a nivel legislativo un temperamento contrario al referido Plenario nº 6467) .
e) Artículo 401: La modificación es mínima y termina de reafirmar todo lo dicho. La sentencia del juicio abreviado
es recurrible en su totalidad y la única limitación es la que deriva de la ausencia de agravio -art. 421 del C.P.P.-
para cuestionar aquellos aspectos que la misma parte consintió o requirió expresamente. Si el juez no se aparta
del acuerdo, pena y calificación serán entonces irrecurribles. La única salvedad a esto se daría cuando hay algún
cambio en la plataforma fáctica sobre la que versó el acuerdo. Si los hechos de la acusación no se consideran
probados en su totalidad o alguna circunstancia no se reputa acreditada -o lo es mediante la absurda valoración
de la prueba- el interés recursivo de la defensa renace sobre esos puntos puesto que, como se dijo anteriormente,
su conformidad era sólo reconocer como adecuadas "a la hipótesis fiscal" la calificación y pena requeridas. Si esa
hipótesis varía -siempre, principio de congruencia mediante, en favor del imputado-, la pena y calificación
acordadas comienzan a causar agravio en relación al hecho finalmente comprobado en la sentencia.

VII.- La reforma con actual trámite parlamentario.-


Ninguna de las modificaciones que proponemos resulta incompatible con el proyecto que hoy tiene a estudio la
legislatura.
Consideramos sin embargo necesario efectuar algunas precisiones y fijar nuestra postura al respecto.
Ya adelantamos que apoyamos abiertamente la reforma de trámite referida a los límites temporales para arribar al
acuerdo.
No podemos decir lo mismo respecto de la pretensión de fijar taxativamente los motivos que pueden dar lugar a la
inadmisión del acuerdo, puesto que se pretende asumir legislativamente -con invasión de la esfera propia de otro
poder del estado- la decisión de toda eventual controversia futura. Nótese que en la reforma no se prohíbe al juez
rechazar el acuerdo en uno u otro supuesto particular, sino que se recurre a la técnica inversa prohibiendo siempre
la inadmisión del pacto salvo en las dos excepciones que se mencionan expresamente.
Se retoma así el sistema del Código de Nación cuya ineficacia viene en éste punto demostrada por una nutrida
jurisprudencia que -con invocación de principios superiores- terminó resultando casi derogatoria de la ley5.
Y mas allá de las dificultades constitucionales que podrían derivar de la imposición al juzgador de una escala
penal con un tope distinto al previsto por la ley de fondo, lo cierto es que con una norma de la amplitud prohibitiva
como la que se propone, se estaría también imponiendo al juzgador -al menos implícitamente- la admisión de
acuerdos aún ilegítimos o contrarios al orden público y, en definitiva, el dictado de sentencias violatorias de la ley
aplicable, como sucedería si se hubiese pactado una pena inferior al mínimo legal o una especie no prevista para
el ilícito de que se trata.
A nuestro humilde criterio, entendemos que si lo que se pretende es excluir la posibilidad de que el órgano
jurisdiccional declare inadmisible en ciertos casos particulares el acuerdo de partes, cabría quizás recurrir a la
técnica legislativa inversa, prohibiendo expresamente la invocación de alguna causal determinada -como sería la
imposibilidad de rechazar el acuerdo por discrepancia con la pena pactada, como bien explicó el Dr. Ozafrain
durante las jornadas de Necochea- para de ese modo respetar -en lo restante- un ámbito de decisión jurisdiccional
que permita resolver cada caso particular de acuerdo a la prudencia y racionalidad que debe imperar en toda
resolución judicial.
Desde otra perspectiva, tampoco parece conveniente que se prevea como causal de rechazo la existencia de
vicios en el consentimiento, porque en ese caso lo que corresponde es la anulación del acuerdo por aplicación de
los principios generales que rigen la validez de los actos jurídicos -solución que da la posibilidad a que las partes
arriben a un nuevo pacto-, y no un rechazo que, inexorablemente, termina conduciendo a un juicio oral y público
que quizás las partes estimen innecesario (conf. art. 398 del C.P.P.).
Con respecto a la pretensión de extender la norma referida al tope punitivo a la modalidad de ejecución de la pena
y a las reglas de conducta del art. 27 bis del C.P., si bien ello podría aceptarse en el actual contexto legislativo
(C.P.P. según ley 12.059) para los supuestos en que no concurran impedimentos objetivos para su procedencia
(art. 26 del C.P.), lo cierto es que su inclusión junto a la disposición que acabamos de comentar podría derivar en
consecuencias inaceptables, como sucedería si se pacta la condicionalidad respecto de un sujeto anteriormente
condenado, para una pena de reclusión o respecto de un delito cuyo mínimo exceda los tres años de prisión.-
Si bien entonces la norma no nos parece en sí misma objetable, a nuestro entender requeriría, para su correcto
funcionamiento, que en el art. 398 no se prevean taxativamente los motivos de rechazo del acuerdo. Y también -a
fin evitar nuevas imprecisiones acerca del alcance del pacto- que en el art. 396 se agregue como último párrafo un
texto que podría decir del siguiente modo: "Si concurriesen los requisitos objetivos del art. 26 del C.P., las partes
podrán pactar la condicionalidad de la condena y, en su caso, las reglas de conducta que estimen adecuadas".
En cuanto a la supresión que se hace en el último párrafo del art. 399 respecto de la remisión a las reglas del
veredicto, entendemos que ello importa un claro retroceso en cuanto a la adecuación constitucional del instituto en
razón de las interpretaciones a que dio lugar, tal como lo reseñamos anteriormente.

A PENDICE:
Las variantes interpretativas en la jurisprudencia del Tribunal de Casación.-
Reafirmando todo lo dicho y a los efectos de recalcar la inseguridad que, en la actual redacción genera el instituto,
creemos necesaria ésta breve referencia a las tres posturas que se han definido en el seno del Tribunal de
Casación respecto de los puntos de la sentencia que pueden impugnarse por vía del recurso de casación.

Postura restrictiva.
Según esta primer tesis, sostenida por la mayoría de la Sala I (ver causas 10015 "Peralta", 7096 "Gómez", 4083,
"Escudero" y 807 "Fresart", entre muchas otras) del mencionado Tribunal, la sentencia resultaría irrecurrible -in
totum- si el sentenciante no se apartó de lo acordado 6.
La base radica, desde luego, en los alcances que se le asignan al acuerdo. En éste sentido, se dijo que la
conformidad de la defensa prevista por el art. 396, si bien semántica y jurídicamente no es sinónimo de
allanamiento, en el caso contingente puede significar materialmente lo mismo 7. Y que la sentencia dictada como
consecuencia de esta clase de procesos, tiene la "impronta de una homologación" 8. También que el acuerdo
sobre calificación y pena abraza calificación y autoría 9.
En ese marco, la posibilidad de absolver prevista en el art. absolver 399 se justifica para supuestos de excepción
-así, por una circunstancia que no ha sido considerada central en el acuerdo, v. g. la inimputabilidad, prescripción
de la acción, atipicidad del hecho- 10.
El recurso casatorio sólo sería viable cuando el sentenciante se aparta de lo acordado11.

Postura intermedia.
Esta posición resulta mayoritaria en la Sala II (doctores Celesia y Hortel, en causa nº 1491, entre otras muchas) y
minoritaria en la Primera (doctor Natiello , en causa nº 7096 y 10015, entre otras)
Según esta postura, el acuerdo de juicio abreviado importa conformidad de la defensa en orden a la calificación
legal y pena pedida por el Fiscal (art. 396), sin que por ello pueda afirmarse que medie confesión o admisión del
hecho y la autoría.
Entienden el procedimiento abreviado como un acuerdo entre las partes en virtud del cual el imputado renuncia a
su derecho a ser juzgado luego de un debate oral, a cambio de lograr un pronunciamiento rápido en el que, en
caso de que resulte acreditado el hecho materia de acusación y los otros extremos que funden su responsabilidad,
no se le podrá imponer un monto de pena superior al que él asintió.
La conformidad defensista supondría solamente aceptar como adecuadas a una hipótesis fáctica -el hecho materia
de acusación- la calificación legal y la pena solicitada por el Fiscal.
Que el hecho materia de acusación aparezca como una hipótesis fáctica supone para esta tesis que el juez debe
decidir respecto de su acreditación conforme el régimen de valoración de la prueba establecido en el art. 210 del
ritual y con base en los elementos obrantes en la Investigación Penal Preparatoria.
El juez, entonces aparece limitado por la hipótesis fáctica, de la cual no podrá apartarse y la pena (art. 399).
Podrá, sin embargo, mudar la calificación legal, en virtud del principio iura novit curia.
En lo que se refiere al interés recursivo (art. 401 y ccs.) la única limitación defensista derivaría de los límites del
acuerdo, lo que en esta tesis implicaría que, acreditado correctamente el hecho materia de acusación y respetadas
en la sentencia la calificación legal y pena acordada, la defensa carecería de interés en recurrir esos aspectos del
fallo. En cambio tendrá interés para recurrir aquello que no formó parte del pacto (v.g. la acreditación del hecho y
la participación del imputado), como así también si entendiera que media apartamiento de lo acordado12.-

Postura amplia.-
Invariablemente sostenida por el Dr. Mancini, quien considera ininvocable la falta de interés como supuesto de
inadmisibilidad en recursos interpuestos contra sentencias dictadas en el marco de pronunciamientos abreviados.
Argumenta este magistrado que quien puede eventualmente beneficiarse con una absolución no puede ser
privado de la facultad de recurrir un pronunciamiento en el que pretenda denunciar como existentes vicios
casatorios, agregando que sería un despropósito vedar el cuestionamiento de un fallo que, con errores
susceptibles de casación "condenara a un imputado que, otros riesgos mediante, decidió acordar un tope
punitivo".

Notas:

1 Ver estadísticas adjuntas.-


2 Este dista mucho de ser un fenómeno exclusivo de nuestra provincia, ni siquiera de nuestro país. Existe por el
contrario una marcada tendencia -nacional e internacional- a incluir en las legislaciones de fondo o procesales
modos simplificados para concluir los conflictos penales (al respecto, se ha señalado que en los Estados Unidos
de Norteamérica el 90% de los asuntos se concluyen por el procedimiento del "plea bargaining". Ver en éste
sentido, Falcone, Roberto A. En "Simplificación del proceso", Doctrina...., 1999-I, artículo en el que se hace
mención también al "Patteggimiento" italiano y al Juicio abreviado del C.P.P. de la Nación.
3 En el sentido indicado, se ha dicho que "...el carácter de juicio abreviado que el proceso exhibe impone
valoraciones propias de esa peculiar naturaleza. En efecto, al mismo se llega, inexorablemente, con el acuerdo de
las partes. De tal suerte, la sentencia tendría -como lo he manifestado antes de ahora- la impronta de la
homologación Eso desvía la trascendencia de la materia impugnativa a los apartamientos o excesos en que el
Tribunal haya incurrido con relación al acuerdo mencionado.."; agregándose asimismo que "...el rito no exige del
Tribunal de Juicio la formulación de veredicto. El veredicto es el fruto de la deliberación tras un debate de partes
que en la especie no existe. Por eso el rito habla de la sentencia (arts. 398 b) y 399 del C.P.P.) remitiendo en la
última norma citada a las que rigen el veredicto y la sentencia del juicio común (en el que ha habido controversia)
para la fijación de las cuestiones que la misma debe contener....", conf. Sala I del T.C.P. en causa nº 1495 "Bigatt,
Eduardo Rubén..".-

4 Conf. voto en minoría del Dr. Natiello en causa nº 10015 de la Sala I del Tribunal de Casación Penal.
5 Ver en éste sentido Bruzzone, Gustavo en "Acerca de la adecuación constitucional del Juicio Abreviado" en
Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal, nº 8, pags. 571 y sstes, en el que se detalla claramente que, pese
a la previsión taxativa de la ley (relacionada con la calificación legal y el mejor conocimiento de los hechos), en la
práctica se rechazan acuerdos por varios otros motivos, incluso por la discrepancia con la pena pactada..
6 La tesis parece también compartida por la Sala III del Tribunal que, en causa 8329 "Godoy, Ramón Silvio...."
sostuvo por mayoría que "...la aceptación del imputado y su defensa de la pena propuesta por el Fiscal dentro de
un procedimiento de juicio abreviado, resulta entonces incompatible con la existencia del interés directo requerido
en el último párrafo del artículo 421 del Código Procesal Penal, en tanto el Tribunal de juicio no se apartó de lo
acordado entre las partes.....", doctrina que en el caso que se cita, se entendió aplicable aún cuando el Sr.
Defensor de la instancia -por fuera del acuerdo-, había requerido la imposición de una pena de ejecución
condicional y el Tribunal "a quo" había decidido en contra de esa petición expresa.
7 Ver voto Dr. Sal Llargués, en las citadas causas nº 7096 y 10015 de la Sala I del T.C.P.-
8 Ver voto Dr. Sal Llargués en causa nº 2242 antes citadas, entre otras muchas.-
9 Voto Dr. Piombo en causa nº 807 "Fresart...", entre otras muchas.
10 Causa nº 6165 "MPF s/ recurso de Casación", voto de la minoría de la Sala I del T.C.P.
11 Lo dicho llevó por ejemplo al rechazo del recurso nº 4083 "Escudero" en el que se cuestionaba la declaración
de reincidencia (porque no había sido objeto de acuerdo y, por ende, no había mediado apartamiento alguno del
pacto alcanzado) y también el tramitado bajo el nº 7096, en el que se cuestionaba el rechazo del pedido de
prescripción de la acción penal porque "...al prestar conformidad para la aplicación de la sanción penal, se está
tácitamente desistiendo del agravio anterior..."
12 En éste sentido, se sostuvo que "...la letra de nuestro C.P.P. -art. 396- y su interpretación a la luz del principio
de legalidad y de las garantías constitucionales y procesales en materia penal (que prohíben obligar a declarar
contra uno mismo -art. 18 C.N.- y tienden a asegurar que la declaración del imputado sea libre y espontánea, al
punto que excluyen por ejemplo la posibilidad de aprovecharse del cansancio del imputado -art. 310 del ritual-)
imponen reconocer que consentir en nuestro ámbito el trámite abreviado del juicio sólo importa aceptar como
adecuadas a la hipótesis fiscal -que, hasta ese momento, no es mas que una hipótesis- la calificación y la pena
requeridas, sin que en modo alguno pueda interpretarse que ello también implica tácito reconocimiento del hecho
o de la autoría y mucho menos aceptación anticipada de la condena..." (conf. voto minoritario Dr. Natiello, en
causa nº 10015 de la Sala I del T.C.P.)

Juicio abreviado. Garantía de la doble instancia. Aplicación doctrina de la C.S.J.N. in re "Casal"


Suprema Corte de Justicia de la Prov. de Buenos Aires, P. 87.176, "G. , D. M. . Recurso de casación" Rta. 6
de setiembre de 2006.

ACUERDO
En la ciudad de La Plata, a 6 de setiembre de 2006, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en
el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Pettigiani, Soria, Hitters,
Genoud, Kogan, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para
pronunciar sentencia definitiva en la causa P. 87.176, "G. , D. M. . Recurso de casación".

ANTECEDENTES
La Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires declaró inadmisible el recurso
de casación interpuesto contra la sentencia dictada en trámite de juicio abreviado por el Tribunal en lo Criminal nº
5 del Departamento Judicial de San Isidro que condenó a D. M. G. a la pena de seis años de prisión, accesorias
legales y costas, por resultar autor penalmente responsable de los delitos de robo calificado por el uso de armas,
abuso de arma criminis causa y tenencia ilegítima de arma de guerra, todos en concurso ideal.
El señor Defensor Oficial ante ese Tribunal interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, el que fue
concedido por esta Corte (fs. 93/95).
Oído el señor Subprocurador General, dictada la providencia de autos, presentada por la defensa la memoria que
autoriza el art. 487 del Código Procesal Penal y hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la
Suprema Corte decidió plantear y votar la siguiente

CUESTION
¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?

VOTACION

A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo:

1. La Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal por mayoría declaró inadmisible el recurso impetrado, en
razón del incumplimiento de la exigencia contenida en el art. 421 del Código Procesal Penal según ley 11.922 y
sus modific., al considerar ausente en el impugnante un interés para recurrir.
Fundó la decisión en que "al haberse ajustado el Tribunal a la pena acordada por la[s] partes [...] el interés del
imputado para recurrir ese aspecto del fallo se desvanece" fs. 65 vta. (voto del doctor Celesia con adhesión simple
del doctor Hortel).
2. Denunció el impugnante que lo resuelto por el a quo "vulnera lisa y llanamente la garantía de la doble instancia"
(arts. 18 y 75 inc. 22 de la Constitución nacional; 8 inc. 2º letra "h" de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos; 14 inc. 5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos)(fs. 84 vta.).
Adujo que lo decidido por el Tribunal de Casación es "insuficiente para no admitir una impugnación contra una
sentencia definitiva [...] donde se advierte claramente que pese al acuerdo de partes la sentencia del tribunal de
mérito hizo nacer el agravio al quitar una de las calificantes del robo (referida al haberse cometido en poblado y en
banda), sin disminuir como consecuencia lógica la pena acordada" (fs. 86 vta. párr. 1º).
Añadió que "tiene interés para recurrir quien tiene agravio concreto, y en este caso el agravio se patentiza con la
sentencia del tribunal de origen, que no ha sido tratado por el a quo so pretexto de que el mismo es inexistente. Lo
dicho por el a quo constituye una mera afirmación dogmática que desconoce las constancias objetivas de la causa
y que por infundada es arbitraria" (fs. cit. párr. 2º).
Explicó, al presentar la memoria que "si el tribunal no está obligado a condenar en los términos de la acusación,
resulta clara la posibilidad de que frente al dictado de la sentencia condenatoria, puede existir agravio para el
titular del derecho el imputado y/o su defensa" (fs. 100 vta. in fine/101).
3. La impugnación fue admitida por esta Corte mediante resolución del 1-IV-2004, en virtud de la denuncia de
infracción del derecho al recurso, que encierra una típica cuestión federal (fs. 93/95).
Por su parte, el señor Subprocurador General dictaminó que el Tribunal de Casación no vulneró la garantía de la
doble instancia al rechazar el recurso en tanto consideró que "rigiendo las normas del instituto [del juicio
abreviado] y habiéndose respetado el tope de calificación legal y pena acordado por las partes [...] el imputado
carece de interés, lo que constituye la medida del agravio, para discutir lo ya acordado" (fs. 97).
4. Al emitir mi voto en la causa P. 90.327, sent. del 1III2006, tuve oportunidad de responder ante agravios
similares al presente, que el recurso debía prosperar.
Cuando el principio que informa el art. 1º de la Constitución nacional impone la razonabilidad de los actos de
gobierno los del Poder Judicial lo son no hace distinción alguna. Razonabilidad, que se orienta a lograr el examen
republicano de las tareas efectuadas por el servicio de justicia, entendido aquél a modo de control.
Así, las posibilidades de impugnación de decisiones desfavorables no sólo resultan ser una garantía a favor del
imputado, sino también un medio de contralor que los tribunales superiores poseen y realizan respecto de los de
grado inferior, producto de la organización jurídica vertical que los regula.
En este orden de ideas, puede señalarse que la propia Ley Fundamental (art. 1º) es la que demanda la
fundamentación de las decisiones judiciales, maguer lo hagan también los digestos locales, y asegura vía
recursiva la consecución de un resultado justo.
5. A partir de la reforma constitucional de la Carta Magna llevada a cabo en el año 1994, es claro que la doble
instancia es un requisito nacido de los tratados internacionales suscriptos por nuestra patria, en particular la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, art. 8 inc. 2, ap. "h" y el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos en su art. 14 inc. 5. Por lo tanto aquélla asumió, por virtud de lo normado en el art. 75 inc. 2 de la
Constitución nacional, jerarquía constitucional.
Es que, el requerimiento de la doble instancia en materia penal con aptitud de cuestión federal (art. 14, ley 48) por
su esencia constitucional tiene ahora un baremo que la distingue del resto de las cuestiones procesales y asegura
al justiciable la revisión del fallo condenatorio por otro tribunal superior (art. 8º nº 2, ap. H, CADH).
6. El nuevo sistema de enjuiciamiento penal local (según ley 11.922 y sus modific.) establece en su art. 401
ubicado dentro del capítulo II del Libro III que contra la sentencia que recaiga en este juicio "procederá el recurso
de casación interpuesto por [...] el imputado, [y] su defensor" (énfasis agregado).
Por su parte, en el art. 454 determina que tanto el imputado como su defensor pueden recurrir ante un tribunal
superior el tribunal de Casación y entre otros supuestos "1. De la sentencia condenatoria del [...] Tribunal en lo
Criminal".
7. De lo hasta aquí dicho puede advertirse que en el marco de un juicio abreviado, el imputado al igual que su
asistencia letrada pueden recurrir la sentencia condenatoria que allí recaiga. También, es dable observar que el
Código en comento no fija ninguna restricción excepto las expresamente previstas al derecho de acceso por la vía
impugnaticia a un tribunal superior.
8. Comparto con Sagües que el derecho procesal siempre recorta entendido esto desde un mirador que impone la
necesidad de establecer pautas que respondan a las particularidades propias de cada impugnación mas ello no
puede ser al punto de omitir una interpretación armónica con las mandas constitucionales. Por cuanto, si el
derecho adjetivo no es más que derecho constitucional aplicado, es ahí donde surge la imperiosa necesidad de
ser interpretado en conjunción con las garantías constitucionales.
Lo contrario lleva a que se frustre la plena vigencia de la garantía de la defensa en juicio por falta de acceso a una
revisión judicial suficiente y adecuada ("Fallos", 205:549; 243:448; 256:485; 292:202; 295:42; 303:2049).
9. El agravio defensista consistía en que la sentencia del tribunal de mérito quitó una de las calificantes del robo
(referida al haberse cometido en poblado y en banda), sin disminuir como consecuencia lógica la pena acordada.
El tribunal a quo por mayoría resolvió que al haberse ajustado el órgano de juicio a la pena acordada por las
partes no existía interés del imputado para recurrir ese aspecto del fallo (voto del doctor Celesia con adhesión
simple del doctor Hortel), declarándolo inadmisible el recurso intentado.
10. En el sub lite, la hermenéutica aplicada por el órgano de casación infringió la garantía constitucional de doble
instancia. Ello es así, en tanto con lo resuelto no se aseguró el efectivo examen de la cuestión sometida a su
conocimiento, cuando del sistema de organización local previsto (ley 11.922 cit.), surge que era él quien estaba
llamado a abastecer la revisión constitucional bajo análisis.
Es decir, que el Tribunal de Casación tenía la obligación de pronunciarse respecto del planteo en que se fundó el
recurso homónimo.
A su vez, es dable adunar que la circunstancia de que la revisión del monto de pena se dé en el marco de una
sentencia dictada por medio del sistema de juicio abreviado (art. 395 y ss., ley cit.), en modo alguno implica que
aquella no deba si fuera atacada recursivamente ser revisada y de esta manera, dotada dicha impugnación de
todas las prerrogativas constitucionalmente aseguradas. Toda vez que, como lo señalara, no existe en la
normativa constitucional distinción que autorice su discriminación frente a otra que tramite por vía del juicio común.
11. También traigo a colación, el fallo dictado por la Corte de la Nación in re "C. , M. E. y otro s/robo simple en
grado de tentativa causa nº 1681 recurso de hecho" (C. 1757.XL), sentencia del 20-IX-2005, donde el Máximo
Tribunal dio cuenta en lo que resulta de interés para el caso del alcance del derecho de revisión de la sentencia de
condena y de la pena.
Interpretación ésta, que se condice con la línea que trazara en supuestos anteriores vinculados precisamente con
el alcance diferenciado y superior que corresponde otorgar al derecho de revisión ante un tribunal superior aun en
supuestos en los cuales el monto de pena resulte inferior a lo establecido en el art. 494 del Código Procesal Penal
(cit.). (Ac. 83.339, I. del 9XII2003; Ac. 88.623, I. del 28-IX-2005).
12. Por consiguiente, propongo hacer lugar al recurso impetrado por el señor Defensor Oficial ante el Tribunal de
Casación, revocar el decisorio en crisis y remitir estos actuados a dicha instancia para que se dicte una nueva
sentencia ajustada a derecho (arts. 479 y 496, C.P.P., cit.).
Voto por la afirmativa.

A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo:

1. En el recurso de inaplicabilidad de ley bajo estudio (fs. 83/88 vta.), el Defensor Oficial ante el Tribunal de
Casación se alza contra la decisión del a quo que declaró por mayoría la inadmisibilidad del recurso homónimo
articulado a fs. 53/57 del legajo respectivo, por considerar incumplida la exigencia de "interés directo" para recurrir
que reclama el apartado final del art. 421 del Código Procesal Penal (ley 11.922 y sus modificatorias), siendo que
en el caso "el aspecto del acuerdo referido al monto punitivo, al cual se dirige la queja" había sido respetado por el
tribunal del juicio (v. fs. 65 vta./66).
2. El recurrente aduce que lo decidido por el a quo "vulnera lisa y llanamente la garantía de la doble instancia" con
cita de las normas constitucionales y de los pactos internacionales que considera vulneradas (fs. 84 vta.) al
impedir la revisión de la sentencia dictada por el tribunal de mérito en la cual a su entender se habrían aplicado
erróneamente las reglas de los arts. 40 y 41 del Código Penal. Justifica ese agravio en la circunstancia de haber
"quita[do el tribunal del juicio] una de las calificantes del robo (la referida a haberse cometido en poblado y en
banda), sin disminuir como consecuencia lógica la pena acordada" (fs. 86 vta.).
Denuncia que al así resolver, se prescindió de "las constancias objetivas de la causa", configurando un supuesto
de arbitrariedad en los términos de la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y, por ende, infracción
al derecho de defensa (art. 18, C.N.; fs. 86 vta. cit.).
Explicó, al presentar la memoria autorizada por el art. 487 del ritual (fs. 100/101 vta.) que en el juicio abreviado lo
que se acuerda es el contenido de la pretensión fiscal y que ello determina el límite del conocimiento del órgano
jurisdiccional (fs. 100 vta.), lo cual en modo alguno podría ser entendido como la pérdida del derecho al recurso
(fs. 101).
3. Coincido con el doctor Pettigiani en la procedencia del reclamo.
a. El contenido de la exposición referida abastece, por sus particularidades, el umbral de la suficiencia
impugnativa, puesto que los argumentos de la parte se hallan dirigidos primordialmente a cuestionar la
interpretación efectuada por el tribunal a quo respecto de las reglas que gobiernan el acceso a la vía casatoria, en
cuanto vedó a la defensa del imputado la posibilidad de revisar lo decidido por el juez sentenciante en materia de
determinación judicial de la pena en el marco del juicio abreviado (cf. doctr. P. 90.327, sent. de 1III2006).
Es sabido que en supuestos como el de autos, la competencia extraordinaria de esta Suprema Corte se extiende
por fuera de los confines de las reglas del art. 494 del Código adjetivo, a efectos de controlar la interpretación y
aplicación realizada por el tribunal inferior respecto de las normas procesales que regulan la materia recursiva, con
el fin de evitar que por su injustificable estrictez se vulnere el acceso a la revisión de la sentencia condenatoria y
de la pena por un tribunal superior garantizada por el bloque de constitucionalidad (arts. 18 y 75 inc. 22º de la
Constitución nacional; 8.2.h de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.5 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos; cf. doctr. Ac. 82.973, res. de 10IX2003).
b. Es cierto que al diseñar la vía impugnativa respecto de las sentencias dictadas a través de ese trámite especial,
el legislador no explicitó sus alcances. Simplemente consignó que "[c]ontra la sentencia que recaiga en el juicio
abreviado, procederá el recurso de casación interpuesto [entre otros] por el imputado [o] su defensor" (art. 401,
C.P.P., según leyes 12.059 y 13.183).
De todos modos, el cariz que el derecho a la revisión judicial de la sentencia de condena y de la pena emanado
del bloque de constitucionalidad ha ido adquiriendo a través de la doctrina emergente de los organismos
internacionales, particularmente de los diversos dictámenes de la Comisión o los pronunciamientos de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, sobre todo a partir de la sentencia recaída in re "H. U. v. Costa Rica" el 2
de julio de 2004, receptada recientemente por la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo "C. , M.
E. y otro", sent. de 20-IX-2005, inhibe cualquier posibilidad de limitar ab initio el control de la sentencia dictada a
través del procedimiento abreviado establecido en el art. 395 y ss. de la ley ritual.
c. Como lo puse de resalto en el precedente P. 90.327 antes citado, del conjunto normativo que regula dicho
instituto se desprende que lo acordado entre el Fiscal, el imputado y su Defensor es el trámite abreviado (art. 396,
C.P.P.), por el cual las partes prescinden del juicio oral y público y aceptan que la sentencia se pronuncie con
fundamento "en las evidencias recibidas antes de presentado el acuerdo" (art. 399, C.P.P.).
La conformidad extendida por estos últimos en esos términos a la pena pedida por el Fiscal y al encuadramiento
legal (art. 396 cit.), entraña en dicho régimen un límite más acentuado al poder jurisdiccional, ya que el
sentenciante no podrá imponer una pena superior a la solicitada por el Fiscal, ni modificar en perjuicio del
imputado el modo de ejecución de la pena acordado por las partes, ni incluir otras reglas de conducta o
consecuencias penales no convenidas (art. 399 cit.). Si el órgano judicial competente tuviere "una discrepancia
insalvable con la calificación legal aplicada en el acuerdo" podrá desestimar la solicitud de juicio abreviado (art.
398). Por lo demás, absolverá al imputado, cuando así correspondiera (art. 399 cit.).
Este último precepto establece, asimismo, que regirán en lo pertinente las reglas de la sentencia. Ello trae como
corolario el deber de motivar esa decisión, bajo sanción de nulidad (arg. arts. 1º, Constitución nacional; 106,
C.P.P.).
El hecho de que la sentencia se dicte en el marco de un juicio abreviado no autoriza a aligerar el recaudo de la
debida fundamentación. Las implicancias de la prescindencia del debate reglado por el procedimiento ordinario
demanda mayor severidad en el control del juzgador a fin de establecer que lo consensuado por las partes se
adecua a las evidencias obrantes en la causa. Estas connotaciones, justamente, aventan la posibilidad de que
dicha sentencia se constituya en un mero acto homologatorio de lo convenido por el imputado, su defensa y el
representante fiscal.
En coherencia con tales premisas, la sentencia del juicio abreviado no puede hallarse exenta de la debida
motivación y, por ende, tampoco es posible predicar a su respecto la ausencia de revisión.
d. Participa de esa extensión lo decidido en relación con la pena, aun cuando se trate de la acordada por las
partes. Pues como lo afirmara con acierto el Juez Hitters al votar en la causa P. 90.327 referida además de
"consensuada", la pena debe ser la que se ajusta a las circunstancias del caso.
Refuerza en especial esta concepción la exigencia autónoma de fundamentación que anida en las reglas que
guían el capítulo de determinación judicial de la pena, a tenor de lo normado por los arts. 40 y 41 del Código
represivo, cuya errónea aplicación aparece en estos autos denunciada.
Esta Suprema Corte ya se ha expedido en reiteradas ocasiones en pos de la necesidad de que la legalidad y
racionalidad de los fundamentos de la individualización de la sanción penal puedan ser examinados por un tribunal
superior, asegurando el derecho a la doble instancia. Así lo puso de resalto en las causas P. 83.260, sent. de
8IX2004; P. 81.933, sent. de 20IV2005, entre otras).
4. Por lo que llevo dicho, el interés del imputado en la revisión de la sentencia impugnada en relación con el tramo
vinculado a la individualización de la pena no puede ab initio considerarse ausente.
Así las cosas, corresponde establecer que el Tribunal de Casación descartó arbitrariamente la ausencia de interés
directo en recurrir, aplicando rigurosamente el recaudo previsto en el último párrafo del mentado art. 421 del
Código Procesal Penal (ley 11.922 y sus modificatorias) y, en consecuencia, decidió con igual rigorismo la
inadmisibilidad del remedio intentado, en franca contradicción con los estándares que gobiernan el derecho al
recurso en materia penal, en cuanto pregonan que no es posible poner trabas a la posibilidad de que un tribunal
superior fiscalice la validez de la sentencia de condena y su pena cuando existe voluntad impugnativa por parte
del imputado o su defensa.
Por ello propongo, al igual que el doctor Pettigiani, hacer lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley
deducido y revocar la resolución en crisis, debiendo remitirse los autos al tribunal de origen a fin de que dicte un
nuevo fallo ajustado a derecho (art. 496 del C.P.P.).
Con el alcance dado, voto por la afirmativa.

A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo:

Adhiero a la solución que propician mis colegas y considero innecesario reiterar aquí cuáles son las circunstancias
particulares de este caso pues han sido suficientemente reseñadas en los votos que me anteceden.
Me limitaré a traer a colación lo que sostuve en P. 90.327 (sent. del 1III2006), pues es de aplicación también a
este supuesto.
1. Para resolver el asunto corresponde analizar cómo se compatibiliza el siguiente conjunto normativo: a) las
reglas sobre el procedimiento especial establecido por el Código Procesal Penal para el juicio abreviado (arts. 395
a 403, modificado por las leyes 12.059, 13.183 y 13.260); b) las pautas sobre los alcances del recurso de casación
para ese tipo de juicio (arts. 401 y 448 del C.P.P.) y c) los arts. 40 y 41 del Código Penal que rigen la
individualización de la pena, así como eventualmente otros de la Parte General que inciden en esa tarea y d) las
normas internacionales de jerarquía constitucional que garantizan el derecho a la revisión judicial de la condena y
la pena (arts. 75 inc. 22 de la Constitución nacional; 8.2.h. del Pacto de San José de Costa Rica y 14.5 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
A mi juicio, el deber de fundamentación de las sentencias impuesto por el Código ritual es el elemento que permite
interpretar e integrar tales preceptos.
El primer párrafo del art. 106 del Código Procesal Penal establece sin excepción que "Las sentencias y los autos
deberán ser motivados, bajo sanción de nulidad" y por lo tanto, no es posible que la que se dicta en el juicio
abreviado carezca de argumentos. Y esta exigencia importa aquí, un modo de control del juzgador de lo
consensuado por las partes.
En este procedimiento especial, los puntos a los que se refiere el acuerdo conciernen a la calificación y la pena
(art. 396 del C.P.P.) y sobre ambos la ley contempla formas de control jurisdiccional, de modo tal que lo pactado
no surte efectos automáticos.
Uno de esos controles es previo a la sentencia, pues la solicitud de abreviación puede ser desestimada por el
órgano judicial competente cuando "haya discrepancia insalvable con la calificación legal aplicada en el acuerdo".
Así lo establece el art. 398 del Código Procesal Penal, según la ley 13.260, y con anterioridad también lo hacía la
ley 12.059 aunque sin referencia expresa al tema del encuadre legal.
Luego, al momento de dictarse el fallo, el Juez o Tribunal tiene establecido un límite en tanto no puede imponer
una pena superior a la solicitada por el Fiscal (art. 399 del C.P.P., tanto por la ley 12.059 como por la 13.260, que
además incorporó otras restricciones en cuanto a la pena), lo cual no le impide imponer una sanción menor e
incluso absolver.
Más tarde, la revisión jurisdiccional tiene lugar en una instancia superior, por vía de impugnación ante el Tribunal
de Casación, con alcances que el legislador no explicitó (art. 401 del C.P.P., según leyes 12.059 y 13.183).
Todo lo cual señala que existen límites para lo pactado por el Fiscal, el imputado y la defensa.
2. Si se parte de que al pronunciarse el fallo debe respetarse el deber de motivarlo, es razonable exigir que la
pena impuesta incluso la acordada tenga sustento en los arts. 40 y 41 del Código Penal en particular, pero no
solamente, cuando la calificación fue variada por el juzgador en beneficio del acusado a fin de que la legalidad y
racionalidad de los fundamentos de la individualización puedan ser examinados por un tribunal superior,
asegurando el derecho a la doble instancia.
3. Para la interpretación que propicio de las reglas en juego encuentro pertinente tomar en consideración la
doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación establecida en "C. , M. E. y otro" (sentencia del 20-IX-2005)
que se nutre, a su vez, del caso "H. U. v. Costa Rica", fallado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
el 2 de julio de 2004.
Si bien allí se señalaron los alcances del recurso de casación entre otros temas en materia de lo que
tradicionalmente se llamaron "cuestiones de hecho", lo cierto es que establece lineamientos acerca del contenido
del "derecho al recurso", tal y como está garantizado en los Pactos Internacionales, asignando a la Casación la
función de hacerlo operativo.
En el caso de autos la defensa se alzó, a partir del recurso de casación, contra la sentencia de origen puesto que
si bien el juzgador eliminó el encuadre en una de las figuras legales incluidas en el acuerdo, no le hizo surtir efecto
a tal modificación en el monto de la pena que había sido pactada (fs. 52/57).
Si lo denunciado configurara en efecto una infracción legal, la pena podría eventualmente ser reducida y es
precisamente sobre ello que debía expedirse el a quo.
De modo que si se considerara irrevisable la cuestión como lo ha hecho el Tribunal de Casación en este supuesto
entonces carecería de sentido que el fallo de origen abordara la justificación de que la determinación de la pena,
además de consensuada, es la que se ajusta a las circunstancias del caso (arts. 40 y 41 del C.P.).
En lo que concierne a la competencia del tribunal intermedio para examinar la cuestión de la individualización de la
sanción, esta Corte ya estableció un criterio amplio de revisión con anterioridad a "C. ", con el cual por lo tanto
está en consonancia, sin perjuicio de las diferencias que los separan (P. 83.260, sent. del 8IX2004, entre otras).
También la posibilidad de acceder a la casación en los juicios abreviados fue objeto de decisión de esta Corte en
ciertas situaciones pero sin aplicación entonces de la citada doctrina "C. " reconociendo en aquel momento como
un motivo de interés que habilita la apertura de una instancia superior, el reclamo de una absolución y negándolo
cuando la disconformidad versaba sobre la calificación (Ac. 83.339, I. 9XII2003 y Ac. 88.623, I. 28IX2005).
Así, como lo han señalado mis colegas, no puede afirmarse que el imputado carezca aquí del interés que exige el
art. 421 del Código Procesal Penal.
4. De todo lo expuesto resulta que, en el caso, ha sido infringido el derecho a que la pena impuesta sea sometida
a un tribunal superior, en transgresión de los arts. 14.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;
8.2.h. del Pacto de San José de Costa Rica y 75 inc. 22 de la Constitución nacional.
Por ello, corresponde hacer lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley y revocar la resolución
impugnada remitiendo los autos al tribunal de origen a fin de que se dicte una nueva ajustada a derecho (art. 496
del C.P.P.).
Voto por la afirmativa.
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Genoud dijo:

1. Abierta la competencia de esta Corte, conforme lo resuelto a fs. 93/95, tenemos que la Cámara de Casación por
mayoría declaró inadmisible el recurso intentado.
Sostuvo "que el disconformado carece de interés para recurrir, toda vez que [...] al haberse ajustado el Tribunal a
la pena acordada por las partes [...] el interés del imputado para recurrir ese aspecto del fallo se desvanece art.
396 y 421 del C.P.P." (ver fs. 65 vta.).
2. El Defensor de Casación, manifiesta que en autos "se advierte claramente que pese al acuerdo de partes la
sentencia del tribunal de mérito hizo nacer el agravio al quitar una de las calificantes del robo (la referida a haberse
cometido en poblado y en banda), sin disminuir como consecuencia lógica la pena acordada" y que "[l]o dicho por
el a quo constituye una mera afirmación dogmática que desconoce las constancias objetivas de la causa y que por
infundada es arbitraria" (fs. 86 vta.).
Denunció asimismo, que "se vulneró lisa y llanamente la garantía de la doble instancia consagrada por los pactos
internacionales con jerarquía Constitucional receptados en nuestra Carta Magna (arts. 8.2 h. de la Convención
Americana de Derechos Humanos y 14.5 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos y 18 y 75 inc. 22 de la C.N.) al
negarle a G. la revisión de la sentencia que le impuso siete años de prisión" (fs. 84 vta.).
3. Asiste razón al recurrente.
Más allá de si es posible o no mantener la pena acordada, cuando en la sentencia de juicio abreviado se modifica
la calificación por una más benigna; resulta arbitrario el cercenamiento de la vía recursiva, sobre la base que no
existe interés, por no superar la pena impuesta, la solicitada.
Es evidente, que la aplicación de la pena acordada para un delito mayor, a un delito menor, genera en algún
sentido una pena mayor; aunque también sea cierto, que la pena aplicada, ha sido la consensuada entre el Fiscal,
el imputado y su Defensor (arts. 395, 396 y conc. del C.P.P.).
El fundamento del Tribunal para denegar el recurso fue solo aparente, e impidió por tanto, el derecho a la revisión
judicial invocado (C.S. "C. , M. E. y otros", sent. 20IX2005).
Justamente, el deslinde sobre estos puntos y los alcances de las normas que se denuncian como transgredidas,
es lo que se pide al Tribunal de Casación que resuelva en ejercicio de su función específica (art. 448 del C.P.P. y
conc.) y de lo que se vio privado el imputado.
4. Por todo ello, adhiero a la solución que propician mis colegas de hacer lugar al recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley interpuesto y remitir la causa al tribunal de origen, a fin de que dicte un nuevo fallo de
conformidad con lo aquí resuelto.
Con el alcance dado, voto por la afirmativa.
La señora Jueza doctora Kogan, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó la cuestión
planteada, y con el mismo alcance, también por la afirmativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente

SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, oído el señor Subprocurador General, se resuelve hacer lugar al
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto y, en consecuencia, revocar la sentencia recurrida (art.
496, C.P.P.).
Vuelvan los autos al Tribunal de Casación Penal para que dicte una sentencia ajustada a derecho (art. 479,
C.P.P.).
Regístrese y notifíquese.

También podría gustarte