Neruda Odas Elementales
Neruda Odas Elementales
Neruda Odas Elementales
NERUDIANA
El ciclo de las Odas domina la producción nerudiana de los años cincuenta (Odas
elementales, 1954, Nuevas odas elementales (1956), Tercer libro de odas (1957) y
esos libros, por ejemplo, en poemas de Estravagario (1958), Las piedras de Chile (1961),
de Odas elementales, toda una poética en torno a los deberes del poeta y a la función de la
poesía.
yo quiero
que todos vivan
en mi vida
y canten en mi canto,
yo no tengo importancia,
no tengo tiempo,
para mis asuntos,
de noche y de día
debo anotar lo que pasa,
y no olvidar a nadie (1999: 63).
1
Hernán Loyola ve este cambio como negativo, “reflejo de un cierto voluntarismo optimista”, un
esquematismo simplificador” (1961:27-28).
2
Considérese, por ejemplo, los poemas “Explico algunas cosas”, de España en el corazón, “ Alturas de
Macchu Picchu I”, de Canto general, “Tenéis que oírme”, de Las uvas y el viento, “El sobrino de occidente”,
de Cantos ceremoniales, etc., y en el mismo libro de las Odas elementales, “Oda a la poesía”. Sobre el tema,
cf. Ellis 1979.
2
El programa de las Odas supone una cierta continuidad con Canto General, en
cuanto a que la voz del poeta se propone cantar los dolores, las alegrías y las luchas de los
Del mismo modo, la crítica3 ha establecido, con diferentes énfasis, los rasgos
caracterizadores de las odas: dominio absoluto del verso breve, ligero, aéreo; de la sintaxis
procesos metafóricos; del temple optimista con proyecciones utópicas y el tono alegre, a
veces juguetón, no exento de ligeras ironías y risueñas autocríticas; en fin, del resuelto
espíritu solidario y testimonial que trasciende la mera escritura poética para vincularla con
las Odas: su carácter de palabra recién nacida, de lenguaje originario, de imagen auroral:
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Así, por ejemplo, Loyola 1961, Foxley 1972, Alazraki 1974, Suárez Rivero 1975, Pring Mill 1979, Sicard
1981, Concha 1999.
3
La poesía nerudiana desde sus inicios y hasta las residencias se caracterizó por un
reconoce el “clima duramente pesimista que ese libro mío respira” (1979: 404). Y de
Tentativa del hombre infinito, afirma: “ese libro mío procede, como casi toda mi poesía, de
la oscuridad del ser que va paso a paso encontrando obstáculos para elaborar con ellos su
naturaleza imaginaria que predomina en ella. En efecto, el mundo poético construido por
esa escritura se sustenta en una relación raigal con el espacio natural del sur de Chile:
"Comenzaré a decir, sobre los días y años de mi infancia, que mi único personaje
inolvidable fue la lluvia [...]. La lluvia caía en hilos como largas agujas de vidrio que se
rompían en los techos, o llegaban en olas transparentes contra las ventanas, y cada una era
una nave que difícilmente llegaba a puerto en aquel océano de invierno [...]. Frente a mi
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“Era evidente que las Odas elementales surgían como reanudación del esfuerzo de Neruda por lograr el
inventario poético de la materia en sus múltiples manifestaciones” (Loyola 1961: 28).
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casa la lluvia se convirtió en un inmenso mar de lodo" [1979: 11]. “De aquellas tierras, de
aquel barro, de aquel silencio, he salido yo a andar, a cantar por el mundo” [1979:10]. A
partir de esa experiencia inaugural: "Se comenzó por infinitas playas o montes
enmarañados una comunicación entre mi alma, es decir, entre mi poesía y la tierra más
solitaria del mundo. De esto hace muchos años, pero esa comunicación, esa revelación, ese
pacto con el espacio ha continuado existiendo en mi vida [1979: 24]. Tiene razón Gaston
Bachelard cuando afirma que "el sitio en que se ha nacido es menos una extensión que una
materia" [1978:18]. Por eso, el canto nerudiano no puede sino articularse como acuoso y
vegetal: los habitantes de su mundo son la lluvia, los ríos, los océanos, los árboles con su
multitud de hojas y raíces, las maderas podridas pululantes de pequeñas palpitantes vidas y
unos seres humanos en cierto modo anfibios. Desde un principio, la poesía de Neruda
materia que añora en el exilio y a la que desea regresar "hasta llegar al nido de la lluvia!
[2000: 386]. Así, pues, reitero, el bosque lluvioso y frío con su muchedumbre de raíces y
paisaje, vivido y soñado, una y otra vez, se yergue en el sistema imaginario profundo que
regula las relaciones semánticas y otorga a los diversos temas y estructuras su carnadura
diferencial y específica, primera y definitiva fidelidad del poeta a sus raíces: "Las tierras de
la fronteras metieron sus raíces en mi poesía y nunca han podido salir de ella. Mi vida es
una larga peregrinación que siempre da vueltas, que siempre retorna al bosque austral, a la
transitorio [...]. El ser consagrado al agua es un ser en el vértigo. Muere a cada minuto, sin
cesar algo de su sustancia se derrumba. La muerte cotidiana [...] es la muerte del agua. El
agua corre siempre, el agua cae siempre, siempre concluye en su muerte horizontal [...]: la
De aquí que, con la lucidez de costumbre, Jaime Concha advierte que el talante
multiplicado en la faz de los objetos singulares que se cantan” (Concha 1999: 22)5.
dialógica que redescubra el mundo para todos los hombres, una escritura en que las cosas y
los seres, percibidos en su singularidad material, sensual, espiritual, fulguran como recién
5
Véase, especialmente, Concha 1999: 31-33.
6
creados. Poesía de la claridad6. Ilustran muy bien este cambio las diferentes moradas del
poeta. Mientras en Tentativa del hombre infinito, la casa se sitúa en medio del bosque y de
Esta es mi casa
aún la perfuman los bosques
desde donde la acarreaban
allí tricé mi corazón como el espejo para andar a través de mí mismo
ésa es la alta ventana y ahí quedan las puertas
de quién fue el hacha que rompió los troncos
tal vez el viento colgó de las vigas
su peso profundo olvidándolo entonces
era cuando la noche bailaba entre sus redes
cuando el niño despertó sollozando
yo no cuento yo digo en palabras desgraciadas (1964: 31-32),
cotidiano del que se han expulsado las ‘negras monarquías’ y los ‘reptiles mentales’, es
taller del intenso trabajo del poeta y ha sido construida y amoblada para que todos la
habiten:
Comprendo
que el comprador de mitos
y misterios
entre
en mi casa de odas,
hecha
con adobe y madera,
6
“... el ideal de la claridad de la expresión poética predomina consciente y concienzudamente sobre todo lo
que pudiera considerarse como un cultivo de cualquier tipo de oscuridad” (Pring Mill 1979: 262).
7
y odie
los retratos
de padre y madre y patria
en las paredes,
la sencillez
del pan
y del salero.
Pero es así la casa de mis odas.
..................................
Para que todos vivan
en ella
hago mi casa
con odas
transparentes (1965: 7-9).
de acumulación, superposición o suma en procura de una visión total: “Estas Odas (...) se
extensión y totalidad”, apunta Neruda y agrega: “Concibo, pues, las Odas elementales
como un solo libro...” 1971: 327). Una totalidad de signo contrario al de la mayor parte de
acabar con esa poesía en la que el sujeto del acto poético anula su objeto, cuando no lo
sustituye” (1981: 609). Ahora se procura el esplendor del objeto del canto: las cosas y las
acelera el ritmo, lo hace alado y chispeante. Véanse estos fragmentos de las odas al tomate
ya la papa:
La calle
se llenó de tomates,
mediodía,
verano,
la luz
se parte
en dos
mitades
de tomate,
corre
por las calles
el jugo.
En diciembre
se desata
el tomate,
invade
las cocinas,
entra por los almuerzos,
se sienta
reposado
en los aparadores,
entre los vasos,
las mantequilleras,
los saleros azules... (1999: 246).
Te llamas
papa
y no patata,
no naciste castellana:
eres oscura
como
nuestra piel,
somos americanos,
papa,
somos indios.
Profunda
melodía, pero Neruda disfraza el endecasílabo, lo corta y recorta” (Cardona Peña 1955:. 71).
9
y suave eres,
pulpa pura, purísima
rosa blanca
enterrada,
floreces
allá adentro
en la tierra,
en tu lluviosa
tierra
originaria,
..................
Papa,
materia
dulce,
almendra
de la tierra, (1963: 108-109).
irracionalista con que Amado Alonso (1965) caracterizaba a Residencia en la tierra se hace
presente en la estructura de las Odas. Por otra parte, la sintaxis semántica (relaciones y
léxicas a través de las cuales se establecen comunicaciones fluidas entre los distintos
órdenes de seres, entre las cosas y los hombres, entre la naturaleza y la cultura, entre el yo y
el tú, el poeta y el mundo. Así lo advierte Jaime Concha: “En las Odas (...) se trata de una
Concha 1999), aunque en muchas de ellas se puede establecer una estructura tripartita
clásica, es sustituido aquí por el canto a lo cotidiano, lo elemental que, por efecto del
mismo canto se torna exultante en su plenitud9. Asimismo, el tono amable, ‘natural’ de las
crítica ha adverido el matiz conversacional (la relación horizontal yo-tú) de las Odas y
Es verdad que el esfuerzo nerudiano por ejercer el oficio poético como un trabajo,
un deber que lo hace invisible y lo convierte en la voz del pueblo, así como el construir una
tranquilo (...). No puedo ser sin que las hojas vuelen y vuelvan a la tierra (...). Lo tercero es
el gran invierno, la lluvia que amé, la caricia / del fuego en el frío silvestre” (1972: 13). En
me tiendo en el pasto,
pasa un insecto color de violín,
pongo el brazo sobre un pequeño seno
o bajo la cintura
de la dulce que amo,
y miro el terciopelo
duro
de la noche que tiembla
con sus constelaciones congeladas,
entonces,
siento subir a mi alma
la ola de los misterios,
la infancia,
el llanto en los rincones,
la adolescencia triste (1999: 63-64)11.
Como quiera que sea, las Odas representan el esfuerzo nobilísimo del poeta
hombre, sin descuidar por eso la función del arte. En definitiva, ”esos preciosos caligramas
–esencial para Neurda- entre la poesía y el destino de las gentes: “mi poesía fue regional,
OBRAS CITADAS
11
Así también, por ejemplo, en fragmentos de las odas a “la envidia”, al “invierno”, “la luvia”, “la madera”,
“la noche”, 2el otoño”, “la poesía”, “un reloj en la noche”.
12
Alazeaki, Jaime. 1974. “Observaciones sobre la estructura de la oda elemental”, Mester, IV,
2: 94-102.
Alonso, Amado. 1965. Poesía y estilo de Pablo Neruda. Introducción a una poesía
hermética, Buenos Aires, Sudamericana..
Bachelard, Gaston. 1978. El agua y los sueños. Ensayo sobre la imaginación de la materia,
México, D.F., FCE.
Bracamonte, Jorge. s/a. “Mirada sobre lo elemental desde la poética en Pablo Neruda”,
www.lehman.cuny.edu/ciberletras/v07/bracamonte.html
Cardona Peña, Alfredo. 1955. Pablo Neruda y otros ensayos, México, Ediciones de
Andrea.
Concha, Jaime. 1999. “Introducción” a P.N., Odas elementales, Madrid, Cátedra: 13-56.
Loyola, Hernán. 1961. “Pablo Neruda: itinerario de una poesía”, prólogo a PN. Antología
esencial, Buenos Aires, Losada: 7-37.
----. 1971. Antología esencial, Buenos Aires. Losada (Selección y prólogo de Hernán
Loyola).
---. 2000. Canto general, Madrid, Cátedra, 6ª (edición de Enrico Mario Santí).
13
Pring Mill, Robert 1979. “El Neruda de las Odas elementales”, en Alain Sicard (coord.),
Coloquio Internacional sobre Pablo Neruda. La obra posterior al Canto General, Poitiers,
CRLA de l’Université de Poitiers: 261-300.
Suárez Rivero, Eliana. 1975. “La estética esencial en una oda nerudiana”, en Isaac Jack
Lévy y Juan Loveluck (editores), Simposio Pablo Neruda, Madrid, University of South
Carolina/Las Américas: 79-96.