La guerra de independencia dominicana se libró entre 1844 y 1856 contra Haití. Hubo doce batallas importantes en ese periodo, tres de las cuales fueron cruciales para la preservación de la nación: las batallas de Azua y Santiago en 1844 y la batalla de Las Carreras en 1849. Aunque sufrieron varias derrotas, las tropas dominicanas finalmente lograron expulsar a los invasores haitianos y asegurar su independencia.
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La guerra de independencia dominicana se libró entre 1844 y 1856 contra Haití. Hubo doce batallas importantes en ese periodo, tres de las cuales fueron cruciales para la preservación de la nación: las batallas de Azua y Santiago en 1844 y la batalla de Las Carreras en 1849. Aunque sufrieron varias derrotas, las tropas dominicanas finalmente lograron expulsar a los invasores haitianos y asegurar su independencia.
La guerra de independencia dominicana se libró entre 1844 y 1856 contra Haití. Hubo doce batallas importantes en ese periodo, tres de las cuales fueron cruciales para la preservación de la nación: las batallas de Azua y Santiago en 1844 y la batalla de Las Carreras en 1849. Aunque sufrieron varias derrotas, las tropas dominicanas finalmente lograron expulsar a los invasores haitianos y asegurar su independencia.
La guerra de independencia dominicana se libró entre 1844 y 1856 contra Haití. Hubo doce batallas importantes en ese periodo, tres de las cuales fueron cruciales para la preservación de la nación: las batallas de Azua y Santiago en 1844 y la batalla de Las Carreras en 1849. Aunque sufrieron varias derrotas, las tropas dominicanas finalmente lograron expulsar a los invasores haitianos y asegurar su independencia.
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De 1844 a 1856, fueron libradas doce batallas importantes.
Durante los 10 años que duró la guerra de independencia dominicana, de 1844 a
1856, fueron libradas doce batallas importantes, tres de las cuales fueron de vida o muerte para la preservación de la patria. Las tres batallas de mayor envergadura entre los ejércitos dominicano y haitiano fueron las del 19 y 30 de marzo de 1844, las cuales se libraron en Azua y Santiago, respectivamente. La otra fue la de Las Carreras que se produjo el 23 de abril de 1849, en las inmediaciones del río Ocoa, también en la sureña provincia de Azua. La primera y segunda batallas pertenecen a la etapa inicial de la guerra independentista y la otra a la tercera campaña militar cuando por primera vez las tropas haitianas lograron su mayor aproximación a la ciudad de Santo Domingo al cruzar el río Ocoa. Luego de las derrotas sufridas en las batallas de El Memiso y Tortuguero, ambas sostenidas el 13 de abril de 1844, las tropas haitianas se retiraron a reorganizarse ante la imposibilidad de vencer al naciente ejército dominicano. Las incursiones masivas de los soldados del vecino país fueron reanudadas en septiembre de 1845, es decir un año y siete meses después, con incursiones por el Sur y el Norte, pero nuevamente fueron derrotados al cruzar la frontera en las batallas de La Estrelleta, el 17 de septiembre de 1845, en Elías Piña y Beller, el 28 de octubre del mismo año, en Dajabón. De 1845 hasta 1849, durante cuatro años, los haitianos se dedicaron nuevamente a fortalecer sus ejércitos tomando en cuenta su experiencia en el campo de batalla con el objetivo de no fracasar en sus planes de controlar toda la isla. Aprovechando las luchas internas que protagonizan los principales líderes políticos y militares del país enviaron nuevamente en abril de 1849 un poderoso ejército por el sur al mando de sus mejores oficiales En esta oportunidad las tropas haitianas logran vencer todas las resistencias encontradas a su paso y lograr su mayor avance durante toda la guerra al cruzar la estratégica ciudad de Azua, sostener una encarnizada batalla en El Número el 17 de abril y seguir avanzando hasta llegar al río Ocoa, donde nuevamente son derrotadas por el ejército dominicano bajo el mando del general Pedro Santana durante la sangrienta batalla de Las Carreras, el 23 de abril de 1849, deteniendo así su avance hacia la ciudad de Santo Domingo. Pese a las derrotas sufridas desde 1844 al 1849 los haitianos no bajaron la guardia en sus pretensiones de desconocer el nacimiento de República Dominicana y en 1855 iniciaron una nueva oleada de invasiones por las regiones Sur y el Norte. En esta oportunidad sus tropas no pudieron avanzar tanto como en la anterior porque fueron vencidas en San Juan durante la batalla de Santomé el 22 de diciembre de 1855, en Neiva el 22 de diciembre del mismo año en la batalla de Cambronal y nuevamente en Sabana Larga, Dajabón, el 24 de enero de 1856. Con esa última derrota militar los gobernantes haitianos se dieron cuenta que la independencia dominicana era un hecho irreversible y así terminó la primera etapa de la lucha patriótica dominicana. La batalla del 30 de marzo o batalla de Santiago fue la segunda batalla posterior a la Guerra de la Independencia Dominicana y se libró el 30 de marzo de 1844, en Santiago. Líneas de tiempo con las Batallas más importante de nuestra Independencia. 1) El Memiso 13 de marzo de 1844 2) Fuerte de rodeo 13 de marzo de 1844 3) Cabeza de Las Marías 18 de marzo 1844 4) 19 de marzo 1844 5) 30 de marzo1844 6) Cachimán 4 de diciembre de 1844 7) La Estrelleta17de septiembre1845 8) Beller 28 de octubre1845 9) El Número17 de abril de 1849 10) Las Carreras 23 de abril de 1849 11) Santomé 22 de diciembre de 1855 12) Cambronal 22 de diciembre de 1855 13) Sabana Larga 24 de enero de1856 14) De la Canela.4 de diciembre de1864 Redactar un ensayo de opinión sobre la Guerra Restauradora, donde se analicen sus principales acciones militares, líderes y características de los Gobiernos Restauradores. El 16 de agosto del 1863, ocurrió en Dajabón el Grito de Capotillo, clarinada que inició Santiago Rodríguez, acompañado de bravos centuriones como Benito Monción, Eugenio Belliard, Segundo Rivas, Alejandro Bueno, Pablo Reyes, Juan Monción, , San Mezquita Tomás de Aquino Rodríguez, José Cabrera, Sotero Blan, Juan de la Cruz y un soldado desconocido, dando con este hecho la génesis a la guerra de la Restauración de la República Dominicana, que nos liberó otra vez, tras dos años de lucha titánica, de las cadenas que, por segunda vez, cercenaron la libertad, esta vez bajo el yugo español. En esta gran epopeya de nuestra historia, es de rigor destacar la valentía en combate del general Gregorio Luperón, quien, bajo la guía de Gaspar Polanco, se destacó desde muy joven como la espada de la Restauración, en un combate desigual contra España, una de las potencias militares de la época, donde aproximadamente 6,300 soldados mal entrenados y con pocas armas, derrotaron una numerosa tropa bien equipada de soldados españoles. A principios de 1861, cuando el general Matías Ramón Mella era comandante de armas de Puerto Plata, fue destituido y enviado a Santo Domingo por su desacuerdo con Santana en sus aprestos anexionistas, siendo encerrado en la Torre del Homenaje. Posteriormente fue deportado a Saint Thomas; retornó a Santo Domingo el 15 de agosto de 1863 y se integró de una vez a las luchas, siendo nombrado ministro de Guerra por el gobierno restaurador de Santiago. En ese período, produjo el Manual de Guerrillas, que fue usado por Luperón. Según refieren historiadores de la época, el clima, la topografía y las enfermedades tropicales, le causaron más bajas a los españoles (aproximadamente 11,000), que el fuego enemigo, mientras que del lado dominicano las bajas fueron mínimas, pues las tropas mantuvieron siempre en alto la moral, a pesar del estado de miseria que vivían algunas regiones, con una economía afectada en su conjunto. La guerra restauradora fortaleció el alma colectiva de los dominicanos el Cibao, Sur y Este con una dureza diamantina que los españoles no pudieron penetrar, por lo que terminaron mordiendo el polvo de la derrota en 1865, acontecimiento que dio lugar al nacimiento de la Segunda República. Sin embargo, los albores de la Segunda República encontraron las ciudades del Cibao destruidas, principalmente Santiago, zona de duros combates. En la supervivencia de la posguerra, los dominicanos se vieron obligados a vivir en pequeñas villas dejando un vasto territorio deshabitado, pues la ganadería, riqueza de otra época, ya no estaba y solo quedaba el tabaco como la única fuente de producción en el Cibao central. A estos males se le sumó la proliferación de líderes locales, quienes desde que formaban un pequeño grupo se autoproclamaban generales que no pertenecían a ningún cuerpo militar de la nación, pero que en ocasiones ofrecían sus empíricos servicios en la milicia, y como no había dinero para pagarles, se les otorgaban inmerecidos rangos militares, entre otros privilegios. Había el inconveniente de que, al haber finalizado la guerra, estos generales ya no estaban en su elemento, pues eran el resultado de unas circunstancias donde la anexión a España los había unificado para sacar a los invasores del país y este escenario ya había cambiado. Es por eso que cuando el Presidente del gobierno restaurador en armas, Pedro Antonio Pimentel, se dirigió a la capital a instalar su gobierno, se enteró en Cotuí que el general José María Cabral, vencedor contra los haitianos en la Batalla de Santomé 1855 y contra los españoles en la Batalla de La Canela 1864, nombrado por su resplandeciente espada contra el invasor como jefe de las fuerzas revolucionarias del Sur, había llegado primero a la capital, y con el apoyo de líderes prominentes como el general Gregorio Luperón y Fernando Arturo de Meriño, fue proclamado Presidente de la República. Así continuó la dinámica histórica de nuestra todavía lenta evolución democrática, ya sin Santana en el escenario, pero con el anexionista Buenaventura Báez vigente, el cual, a pesar de que, en el fragor de la lucha restauradora, fue nombrado Mariscal de Campo del ejército español, y tener en su historial haber engañado a los tabaqueros del Cibao en 1857, retornó al poder en 1865. Sobre la Guerra de Restauración. La guerra restauradora se inicia oficialmente en Capotillo, un cerro situado en la frontera Norte con Haití y allí, un grupo de revolucionarios integrado por Santiago Rodríguez, José Cabrera, Benito Monción y Pedro Antonio Pimentel, acompañados por otros izan la bandera dominicana, abriendo la brecha para restablecer la soberanía nacional. Desde los primeros combates tuvieron una destacada participación Santiago Rodríguez, Gaspar Polanco, ex-oficial al servicio de los españoles, Gregorio Luperón, Benito Monción, Pedro Antonio Pimentel y Pepillo Salcedo, quien se había escapado de una cárcel en Santiago y gozaba de gran prestigio en toda la región. La Restauración fue propagada rápidamente por todo el Cibao y en poco tiempo los patriotas habían controlado toda la Línea Noroeste. Gaspar Polanco, el general de más alto rango, fue proclamado Comandante en Jefe de las fuerzas restauradoras por todos los revolucionarios de la región. Una de las grandes batallas en la Guerra Restauradora fue la del ataque y toma de la ciudad de Santiago de los Caballeros. Los primeros combates produjeron muchas bajas criollas, y se llegó a dudar si en realidad se podía vencer la resistencia de los españoles, pero un joven líder y luchador por la causa libertadora, el futuro general Gregorio Luperón, revertió el escenario. Debido a la ayuda de Luperón, la ciudad de Santiago que fue duramente atacada por los españoles, es tomada finalmente por los restauradores. Para principios de septiembre los españoles sólo contaban en la región del Cibao con el bastión de Puerto Plata. Hasta allí fueron perseguidos. El 14 de septiembre de 1864 se organizó en Santiago el primer gobierno restaurador. Este gobierno estuvo presidido por José Antonio Salcedo, quien fue derrocado al poco tiempo por sus errores políticos, siendo sustituido por Gaspar Polanco. La Restauración fue además el mayor movimiento armado que conoció el país en toda su existencia, a partir incluso de los tiempos coloniales. El 16 de agosto, los dominicanos conmemoran otro aniversario del inicio de los actos bélicos, que desataron la guerra domínico-española, por la restauración de la República Dominicana, que había sido proclamada el 27 de febrero de 1844, pero desde su fundación estuvo amenazada por las luchas intestinas de sus fundadores y otros que, aun siendo acabados de llegar, ejercieron un protagonismo y una presión tan deliberante, que terminaron desplazando a los más sacrificados por la patria. A estas luchas de intereses entre los dominicanos, se sumaron las constantes invasiones, amenazas y presiones de los haitianos, quienes alegaban que, desde el tratado de Basilea en 1795, la isla era una sola e indivisible y por lo tanto se oponían a la independencia del territorio que ellos siempre habían reclamado y que habían gobernado desde el 9 de febrero de 1822, hasta el 27 de febrero de 1844. También presionaban e instigaban potencias como Francia, España, Inglaterra y el naciente imperio del norte. Estas potencias no tenían ningún interés real en el territorio dominicano, sino tenerlo como base para sus defensas o para atacar a otras potencias, por eso el desenfrenado interés por la estratégica bahía de Samaná. Es el caso de los haitianos, ya que ellos sólo querían esa parte de la isla para evitar que cayera en manos de alguna de esas potencias y en caso de verse atacados, dar a Quisqueya como botín de guerra, en un eventual acuerdo de paz. En este estado de efervescencia, intranquilidad e inestabilidad social, política y económica, así como los constantes cambios de gobernantes y el revanchismo político, el país pasó sus primeros trece años de vida republicana, hasta que el 7 de julio de 1857, estalló un movimiento en todo el Cibao, que es conocido en la historia dominicana como la Revolución de Julio y terminó con el derrocamiento del segundo gobierno de Buenaventura Báez y abriendo el camino para el tercer y último gobierno de Pedro Santana.
Independencia de la República Dominicana.
Guerra de la Independencia Dominicana fue el proceso histórico que culminó con la proclamación de la República Dominicana y su separación de Haití en febrero de 1844. Durante los 22 años que precedieron a la independencia, toda la isla de La Española estuvo bajo el dominio de Haití, a consecuencia de la ocupación por parte de este país del estado de Haití Español, surgido fugazmente en 1822 en la parte oriental de la isla. Después de los esfuerzos hechos por patriotas dominicanos para independizar el país del dominio haitiano, varias acciones militares ocurridas entre 1844 y 1856 terminaron por consolidar a la república como un nuevo estado. Los haitianos intentaron varias veces volver a dominar la recién creada república con resultados fallidos hasta que en 1867 Haití reconoció la independencia dominicana. No obstante, como la situación fronteriza no quedó definida después del conflicto, Haití siguió ocupando el altiplano central, donde están emplazadas las ciudades de Hincha, Las Caobas, San Miguel de la Atalaya y San Rafael de la Angostura. Tras el tratado fronterizo de 1936, la República Dominicana terminó renunciando a esos territorios. Juan Pablo Duarte un joven educado y auténtico nacionalista fue quien inspiró y ayudó a dirigir la Guerra de la Independencia de 1844. Duarte, junto con varios liberales dominicanos fundó en 1838 la sociedad secreta La Trinitaria, nombrada así porque sus nueve miembros originales se habían organizado en grupos de tres. Cada grupo iba reclutando adeptos, manteniendo estricto secreto, con poco o nada de contacto directo entre sí, con el fin de minimizar la posibilidad de ser detectados por las autoridades haitianas. Aunque muchos fueron los reclutados, la Trinitaria fue descubierta, lo que motivó el cambio de su nombre a La Filantrópica. En 1843, los Trinitarios se unieron al partido liberal haitiano que derrocó al presidente Jean Pierre Boyer. Sin embargo, los Trinitarios que participaron en el derrocamiento llamaron la atención del sustituto de Boyer, Charles Riviere-Hérard. Este encarceló algunos Trinitarios y obligó a Duarte a abandonar la isla. Durante su exilio, Duarte buscó sin éxito apoyo en Colombia y Venezuela. En diciembre de 1843, los rebeldes le pidieron a Duarte que regresara, ya que tenían que actuar con rapidez ante el temor de que los haitianos se dieran cuenta de sus planes de insurrección. En febrero de 1844, como Duarte no había regresado por encontrarse enfermo, los rebeldes decidieron actuar bajo el liderazgo de Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, y Pedro Santana, un rico ganadero que comandaba un ejército privado de sus peones agrícolas. La Fortaleza Ozama en Santo Domingo, fue secuestrada por los rebeldes dominicanos el 27 de febrero de 1844. La noche del 24 de febrero de 1844, los principales miembros de La Trinitaria, se reunieron clandestinamente en casa de Francisco del Rosario Sánchez, y acordaron los planes y fecha del alzamiento. El 25 de febrero, fueron despachados los emisarios rebeldes hacia las diversas regiones del país, con el claro propósito de dar a conocer las decisiones tomadas en la reunión. El 27 de febrero de 1844, los rebeldes liderados por Sánchez ante la ausencia de Duarte, tomaron la Fortaleza Ozama en la capital Santo Domingo. La guarnición haitiana, fue tomada por sorpresa, aparentemente traicionada por uno de sus centinelas. Otro grupo de insurgentes, liderados por Matías Ramón Mella llegó hasta la Puerta de la Misericordia donde Mella disparó el legendario Trabucazo de la Independencia y Sánchez izó inmediatamente la nueva bandera dominicana al grito de Dios, Patria y Libertad. Había nacido la nueva república bajo la forma de un gobierno republicano y democrático, en un pueblo libre que rechazaba cualquier imposición extranjera. A este nuevo periodo de libertad se le llamó Primera República (1844-1861). https://listindiario.com/la-republica/2019/08/10/577622/la-restauracion-y-nuestra- dominicracia http://enciclopediadominicana.org/Guerra_de_la_restauraci%C3%B3n https://consuladordmadrid.es/independencia-rd/