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Arquitectura Romana - Ward Perkins

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Reconstruido desde sus cimientos entre 118 y 128.

En la antigüedad, la rotonda casi quedaba oculta por los edificios ya hoy demolidos.

Desde el frente, solo se veía poco más que el consabido aspecto de una fachada con frontón y sus
columnas de 11,8 metros de granito egipcio alzándose majestuosamente al extremo de un
antepatio porticado, largo y algo estrecho.

El esquema formal del interior es simple: un tambor cilíndrico (43,2m) cubierto con una cúpula
semiesférica, cuya altura desde el suelo era exactamente la misma que el diámetro interior del
edificio. Las paredes interiores están divididas por cornisas en dos zonas, y por el exterior en tres,
de las cuales, la superior corresponde a la parte inferior de la cúpula vista desde dentro.

Hubo concesiones en el aspecto exterior de un edificio que sería un hito visible entre los edificios
de alrededor: las propias cornisas y quizá las tejas de bronce dorado.

Un segundo factor era la resistencia de los cimientos. La rotonda apoya en un sólido anillo de
cemento de unos 7,3 m de longitud en la base y 4,5 m de profundidad y durante la edificación se
reforzó con un anillo exterior concéntrico.

Un tercio factor fue la selección graduada de las caementa de los morteros según su peso y su
resistencia a la compresión: travertinos en los cimientos; capas alternas de travertino y toba en la
parte del tambor y solo toba en la superior y en los dos anillos inferiores de lacunarios; una lajade
losetas y toba en correspondencia con el tercer anillo de artesonado y por encima de esa línea
solo ligera toba amarrilla y piedra pómez. En la clave de la cúpula el peso estimado por unidad de
volumen es apenas dos tercios del de los basamentos. Por esos medios y con la reducción del
espesor de la envoltura desde 6 m en el tambor a 150 cm en la clave, se calcula que el punto
crítico de flexión se mantuvo casi uniforme en toda la envoltura factor muy importante para
asegurar la estabilidad de toda estructura ya terminada.

El cuarto y último factor es el de las numerosas cavidades cuidadosamente dispuestas en el cuerpo


del tabor. Esas cavidades, además de facilitar el secado del ingente volumen de argamasa, servían
para aligerar el gran peso muerto de la mampostería y en particular durante la construcción para
aliviar el peso sobre el vano de la entrada y los siete nichos radiales que constituyen la principal
articulación decorativa del interior. A esto contribuían los grandes arcos de descarga que
constituyen rasgo tan notable en el muro exterior de ladrillo del tambor.

En el caso del Panteón no cabe duda del simbolismo cósmico del diseño básico y de los siete
nichos que con la puerta dividen el interior en ocho segmentos iguales.
Vitruvio describe con exactitud como el arquitecto del Panteón al hacer el proyecto tuvo que
empezar subdividiendo la circunferencia interior en 4, 8, 12 y 32 partes simétricas. El interior de la
cúpula ha perdido su ornamentación que probablemente consistía en rosetones metálicos
enmarcados con estuco moldurado, el revestimiento de mármol del orden superior fue
remplazado incluidos el espléndido pavimento, columnas de mármol, edificios y revestimientos
marmore del orden inferior continua fundamentalmente como en la Antigüedad.

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