12 Pasos
12 Pasos
12 Pasos
PRÓLOGO
PRIMER PASO
¿A quien gusta admitir la derrota total? A casi nadie, por supuesto. Todos
los instintos naturales se rebelan contra la idea de la impotencia personal.
Es verdaderamente horrible admitir que, con una copa en la mano, hemos
deformado nuestra mente hasta tener una obsesión por beber tan
destructiva que solo un acto de la Providencia puede librarnos de ella.
No hay otro tipo de bancarrota como ésta. El alcohol, ahora convertido en
nuestro acreedor más despiadado, nos despoja de toda confianza en
nosotros mismos y toda voluntad para resistirnos a sus exigencias. Una
vez que se acepta esta dura realidad, nuestra bancarrota como seres
humanos es total.
Pero al ingresar en A.A. pronto adoptamos otra perspectiva sobre esta
humillación absoluta. Nos damos cuenta de que sólo por medio de la
derrota total podemos dar nuestros primeros pasos hacia la liberación y la
fortaleza. La admisión de nuestra impotencia personal resulta ser a fin de
cuentas la base segura sobre la que se puede construir una vida feliz y útil.
Sabemos que son pocos los beneficios que un alcohólicos que ingrese
en A.A. puede esperar, si ni ha aceptado, desde el principio, su debilidad
devastadora y todas sus consecuencias. Mientras no se humille así, su
sobriedad - si es que la logra - será precaria. No encontrará la verdadera
felicidad. Esta es una de las realidades de la vida de A.A., comprobada
más allá de toda duda por una vasta experiencia. El principio de que no
encontraremos una fortaleza duradera hasta que no hayamos admitido la
derrota total es la raíz principal de la que ha brotado y florecido nuestra
Sociedad.
Al vernos obligados a admitir la derrota, la mayoría de nosotros nos
rebelamos. Habíamos acudido a A.A. con la esperanza de que se nos
enseñara a tener confianza en nosotros mismos. Entonces, se nos dijo
que, en lo concerniente al alcohol, la confianza en nosotros mismos no
valía para nada; que de hecho era una gran desventaja. Nuestros padrinos
nos dijeron que éramos víctimas de una obsesión mental tan sutilmente
poderosa que ningún grado de voluntad humana podría vencerla. Se nos
dijo que sin ayuda ajena no podía existir tal cosa como la victoria personal
sobre esta obsesión. Complicando implacablemente nuestro dilema,
nuestros padrinos señalaron nuestra creciente sensibilidad al Alcohol - una
alergia, la llamaban. El tirano alcohol blandía sobre nosotros una espada
de doble filo: primero, nos veíamos afligidos por un loco deseo que nos
condenaba a seguir bebiendo y luego por una alergia corporal que
aseguraba que acabaríamos destruyéndonos a nosotros mismos. Eran
muy contados los que, acosados de esta manera, habían logrado ganar
este combate mano a mano. Las estadísticas demostraban que los
alcohólicos casi nunca se recuperaban por sus propios medios. Y esto
aparentemente había sido verdad desde que el hombre pisó las uvas por
primera vez.
Durante los años pioneros de A.A., únicamente los casos más
desesperados podían tragar y digerir esta dura verdad. E incluso estos
"moribundos" tardaban mucho en darse cuenta de lo grave de su
condición. Pero unos cuantos sí se dieron cuenta y cuando se aferraban a
los principios de A.A. con todo el fervor con que un náufrago se agarra ala
salvavidas, casi sin excepción empezaban a mejorarse. Por eso, la primera
edición del libro "Alcohólicos Anónimos", publicado cuando teníamos muy
pocos miembros, trataba exclusivamente de casos de bajo fondo. Muchos
alcohólicos menos desesperados probaron A.A., pero no les dio resultado
porque no podían admitir su impotencia.
Es una tremenda satisfacción hacer constar que esta situación cambió
en los años siguientes. Los alcohólicos que todavía conservaban su salud,
sus familias, sus trabajos e incluso tenían dos coches en su garaje,
empezaron a reconocer su alcoholismo. Según aumentaba esta tendencia,
se unieron a ellos jóvenes que apenas se podían considerar alcohólicos en
potencia. Todos ellos se libraron de esos diez o quince años de auténtico
infierno por los que el resto de nosotros habíamos tenido que pasar. Ya
que el Primer Paso requiere que admitamos que nuestras vidas se habían
vuelto ingobernables, ¿cómo iban a dar este Paso personas como ésas?
Era claramente necesario levantar el fondo que el resto de nosotros
habíamos tocado hasta el punto que les llegara a tocar a ellos. Al repasar
nuestros historiales de bebedores, podíamos demostrar que, años antes
de darnos cuenta, ya estábamos fuera de control, que incluso entonces
nuestra forma de beber no era un simple hábito, sino que en verdad era el
comienzo de una progresión fatal. A los que todavía lo dudaban, les
podíamos decir, "Tal vez no seas alcohólico. ¿Por qué no tratas de seguir
bebiendo de manera controlada, teniendo en cuenta, mientras tanto, lo que
te hemos dicho acerca del alcoholismo?". Esta actitud produjo resultados
inmediatos y prácticos. Entonces se descubrió que cuando un alcohólico
había sembrado en la mente de otro la idea de la verdadera naturaleza de
su enfermedad, esta persona nunca podría volver a ser la misma. Después
de cada borrachera, se diría a sí mismo, "Tal vez esos A.A. tenían razón . .
. " Tras unas cuantas experiencias parecidas, a menudo años antes del
comienzo de graves dificultades, volvería a nosotros convencido. Había
tocado su fondo con la misma contundencia que cualquiera de nosotros.
La bebida se había convertido en nuestro mejor abogado.
¿Por qué tanta insistencia en que todo A.A. toque fondo primero? La
respuesta es que muy poca gente tratará de practicar sinceramente el
programa de A.A. a menos que haya tocado fondo. Porque la práctica de
los restantes once Pasos de A.A. supone actitudes y acciones que casi
ningún alcohólico que todavía bebe podría siquiera soñar en adoptar.
¿Quién quiere ser rigurosamente honrado y tolerante? ¿Quién quiere
confesar sus faltas a otra persona y reparar los daños causados? ¿A quién
le interesa saber de un Poder Superior, y aun menos pensar en la
meditación y la oración? ¿Quién quiere sacrificar tiempo y energía
intentando llevar el mensaje de A.A. al que todavía sufre? No, al alcohólico
típico, extremadamente egocéntrico, no le interesa esta perspectiva - a
menos que tenga que hacer estas cosas para conservar su propia vida.
Bajo el látigo del alcoholismo, nos vemos forzados a acudir a A.A. y allí
descubrimos la naturaleza fatal de nuestra situación. Entonces, y sólo
entonces, llegamos a tener la amplitud de mente y la buena disposición
para escuchar y creer que tienen los moribundos. Estamos listos y
dispuestos a hacer lo que haga falta para librarnos de esta despiadada
obsesión.
SEGUNDO PASO
TERCER PAS0
CUARTO PAS0
Tal vez la relación que exista con él sea de tal indole que se
preferirá revelarle solamente parte de nuestro historial. Si éste
es el caso, debe empezarse, aunque sea en esas condiciones,
porque es muy importante comenzar esta tarea lo más pronto
posible. Puede suceder que se escoja a otra persona para la
parte más dificil de las revelaciones. Esta persona puede estar
desligada completamente de A.A.; por ejemplo, nuestro confe-
sor o nuestro médico. Para algunos de nosotros, una persona
completamente extraña puede a veces darnos el mejor resultado.
SEXTO PAS0
Algunos de 10s que creen haber hecho bien el Sexto Paso tal
vez refuten esto, asi es que iremos mas alla. Casi cualquier
persona siente el deseo de liberarse de sus impedimentos mas
notorios y destructivos. Nadie quiere ser tan orgulloso que se le
tilde de jactancioso, ni tan ambicioso que se le llame ladron.
Nadie quiere encolerizarse al grado de matar, ni ser lujurioso
hasta llegar al rapto, ni tan gloton que arruine su salud. Nadie
quiere sentir el malestar cronico que produce la envidia o que-
darse paralitico por la pereza. Desde luego que la mayoria de
10s seres humanos no sufre de estos defectos en ese grado
exagerado.
SEXTO P A S 0 41
que nos hemos marcado. En algunos casos tal vez todavia ten-
dremos que decir: "Esto no lo puedo dejar todavia ...",per0 nun-
ca debemos decirnos: "Esto no lo dejare nunca."
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46 LOS DOCE PASOS
OCTAVO PAS0
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evitar contemplar el datio que le hemos causado a alguien, en-
SCTAVO P A S 0 51
l
en nuestras vidas hogareñas somos mezquinos, irresponsables,
indiferentes o fríos; que somos irritables, criticones, impacien-
tes y malhumorados; que colmamos de atenciones a uno de
nuestra familia e ignoramos a los demás. ¿Qué pasa cuando
tratamos de dominar a toda la familia, ya sea con mano de hie-
rro o tratando de que cada uno de sus actos se apegue minucio-
samente a las órdenes que les estamos dando constantemen-
1 te? ¿Qué pasa cuando exageramos nuestra depresión,
creyéndonos muy dignos de compasión y hacemos víctimas de
nuestra condición a los demás? Esa serie de daños que les
causamos a otras personas, daños que hacen que la vida coti-
diana con nosotros los alcohólicos. cuando estamos bebiendo,
resulte difícil y a veces insoportable. puede ser numerosa. Cuan-
do llevamos esas características de nuestra personalidad a la
tienda, a la oficina y a las reuniones pueden causar tanto daño
como el que hemos ocasionado en nuestros hogares.
medida que miremos hacia los años pasados, hasta donde nos
alcance la memoria, podremos hacer una relación larga de per-
sonas a las que en mayor o menor grado hemos dañado. De-
bemos, desde luego, estudiar y pensar cuidadosamente cada
caso. Debemos limitarnos a admitir lo que hemos hecho noso-
tros, a la vez que perdonamos los daños reales o imaginarios
que nos han causado. Debemos evitar llegar a los extremos al
juzgarnos a nosotros mismos y al juzgar a los demás. No de-
bemos exagerar ni nuestros defectos, ni los de los demás.
Nuestra meta, constantemente, será un punto de vista sereno
y objetivo.
1 NOVENOPASO
Es un axioma e s p ~ r ~ t uque
a l cada vez que nos alteramos, no
i
I
importa cual sea el motivo, hay algo que no esta bien en noso- 1
BUSCAMOS A TRAVES DE LA O R A C ~ ~ N
Y LA MEDITACION MEJORAR NUESTRO CONTACT0
CONSCIENTE CON DIOS, COMO NOSOTROS
LO CONCEBIMOS, PIDIENDOLE SOLAMENTE
QUE NOS DEJASE CONOCER SU VOLUNTAD
PARA CON NOSOTROS Y NOS DlESE LA FORTALEZA
PARA CUMPLIRLA
i
cual pudieramos sacar beneficios de segunda mano. 0 tal vez
no creemos en nada de esto.
-
: - - 3 2 9 y en c~rcunstanciasajenas a todo control? En esas cir-
- - -- . - --- 3s
-= z ~ e d ehaber justicia y. por consiguiente, no pue-
de haber Dios. Algunas veces nuestro alegato era ligeramente
distinto. Nos deciamos que indudablemente la gallina habia exis-
tido antes que el huevo. Indiscutiblemente, el universo tenia una
"primera causa" de alguna indole; el atomo, unas veces caliente
y otras frio. Pero ciertamente no existia prueba de que algun
Dios hubiera conocido a 10s seres humanos o que se hubiera
interesado por ellos. A.A. nos parecia bien y estdbamos prontos
a decir que habia hecho milagros; pero, retrocediamos ante la
idea de la oracion y la meditacion, tan obstinadamente, como el
cientifico que se rehusa a hacer cierto experiment0 por temor a
que este compruebe que su teoria favorita esth equivocada. Claro
que al fin experimentamos y cuando 10s resultados fueron ines-
perados, pensamos de otra manera; de hecho supimos que ha-
bia algo distinto que desconociamos y asi fue como aceptamos
la meditaci6n y la oraci6n. Y hemos descubierto que lo mismo le
puede suceder a cualquiera que trate de lograrlo. Bien se ha
dicho: "Los unicos que se burlan de la oraci6n son aquellos que
nunca han tratado realmente de rezar."
I
camente, el resultado es una base firme de toda la vida. De vez
en cuando se nos puede conceder entrever esa realidad funda-
mental: el reino de Dios. Y se nos consolara y se nos asegurard
que nuestro propio destino esta seguro en ese reino, siempre
que tratemos, no importa que haya vacilaciones de encontrar y
de hacer la voluntad de nuestro propio Creador.
68 LOS DOCE PASOS
Todo esto debe ser muy alentador para aquellos que recha-
zan el acto de orar porque no creen en ello o porque se sienten
distanciados de la ayuda y la direccion de Dios. Todos noso-
tros, sin excepclon. pasamos por epocas en las que solamen-
. te podemos rezar cuando nos esforzamos a hacerlo. Ocasio-
nalmente, vamos abn mas lejos. Se apodera de nosotros una
rebelion, a tal grado que nos enferma y nos impide rezar. Cuan-
do esto suceda no debemos pensar ma1 de nosotros mismos.
1
Sencillamente debemos volver a rezar tan pronto como poda-
mos, haciendo lo que estamos seguros que nos beneficia.
' tra manera rebelde de aferrarnos a ellos. Nos dijimos: "Esto tal
vez no lo pueda hacer hoy; per0 puedo dejar de vociferar, no
nunca ".
En A A hay ~ L I C ~ Oalcoholicos
S que desean casarse y que
estan en una s :,a: z m 3ue se 10s permite. Algunos se casan
. .
con cornpanepas :t 9 Z.arno les va a esos matrimonios?
Por regla ge-e.3 5.7- --- . sa:~sfactorios.Los matrimonios de
-
alcoholicos a U 1: .--L 3 O . r - 5 -:?res comljn en A.A. y en asun-
tos e s p ~ r ~ t u a l e:sc - 2 - 3 ~ , : r - 3 ~ s e Solamente en casos de
.
"amor a primera s:a z e - : - _ :- - ,. . eq 10s que hay ligereza,
es cuando hay a~'#c,,:aaes - 1 s '-:;lros conyuges necesitan
ser a.a. firmes y naberse conoc 2 2 Dastante t ~ e m p opara cer-
ciorarse de que su compatibilidad esprritual y mental y su nivel
ernocional son un hecho y no una racionalizacion de sus espe-
ranzas. Necesitan estar lo mas seguros que les sea posible de
que no hay en ellos ningun obstaculo ernocional escondido que
pueda surgir mas tarde para entorpecer su vida. Estas conside-
raciones son igualmente irnportantes y ciertas cuando se trata
de un a.a. que desee matrimonio con alguien que no lo es. Ha-
bra felicidad cuando se proceda con un entendimiento claro y
con la debida actitud de un adulto.
habia tratado la vida, nos parecia muy natural que fueramos emo-
cionalmente sensibles. En lo tocante a nuestra conducta ampu-
losa, insistiamos en que lo unico que teniamos era una ambi-
cion grande, per0 legitima, de ganar la batalla de la vida.