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Leccion 4 - Elementos Del Culto Cristiano

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CULTO CRISTIANO

Lección 4:
ELEMENTOS DEL CULTO CRISTIANO
BOSQUEJO
I. El mobiliario y la decoración en el culto
II. La música en el culto
III. Los elementos o componentes del culto

I. EL MOBILIARIO Y LA DECORACIÓN EN EL CULTO

Para la construcción del Tabernáculo, se dieron por parte de Dios instrucciones muy precisas
en cuanto a los materiales y a su distribución espacial, lo que nos hace suponer que el
mobiliario cúltico es importante y puede encerrar en sí mismo simbolismos que nos animen
y ayuden a centrarnos en la presencia de Dios; pues es cierto que la presencia de Dios se
comunica no solo por medio del mobiliario, sino también por el simbolismo que encierra su
orientación, sus colores y el material mismo.

A. EN LA HISTORIA

1. En la época patriarcal, cuando el culto a Dios se establecía sobre la base de los


sacrificios, aun antes de la construcción del Tabernáculo, el mobiliario esencial era el
altar del sacrificio.

2. En el desierto del Sinaí, con la presencia de Dios habitando en medio del pueblo hebreo,
el rico mobiliario del Tabernáculo (tan exactamente detallado en su construcción)
simbolizaba cada uno de los pasos del oferente hacia Dios: el arrepentimiento, la
expiación, el lavamiento, la comunión, la oración... etc.

3. En la época postexílica, una vez que se habían instaurado las asambleas locales, las
sinagogas, estas adoptaron el mobiliario (púlpito central y arca conteniendo las Sagradas
Escrituras), el cual les ayudaba a comunicar la verdad que querían enfatizar: centralidad
de la Palabra de Dios y su enseñanza.

4. En la época cristiana, la iglesia primitiva celebraba sus cultos por las casas o en las
catacumbas, siendo la mesa del ágape o comunión, donde se compartían los alimentos,
su mobiliario esencial.

5. En los siglos posteriores, sobre todo a partir de Constantino y durante toda la baja y
alta Edad Media, los templos cristianos experimentaron un cambio radical. Los sencillos
hogares, algunos de los cuales acabaron usándose exclusivamente para la celebración
de los cultos, fueron cambiados, con la “cristianización” del imperio a partir del siglo IV,
por las imponentes basílicas que se construyeron y donde el mobiliario y la decoración
no respondieron tanto a un canon bíblico, sino más bien a las directrices culturales y
artísticas de la época: crucifijos, reliquias, imágenes y estatuas de santos y vírgenes,
retablos ricamente ornamentados, sustitución de la mesa por altares de piedra con
carácter sacrificial, etcétera.

6. En la época de la Reforma en el siglo XVI, hubo aires de sana austeridad en los


recargados templos, despojándolos de todo elemento considerado profano y dejando las
bancas para los fieles, la mesa de la comunión y el púlpito o ambos para la predicación

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de la Palabra como mobiliario suficiente, aunque este celo santo fue llevado hasta el
extremo de suprimir elementos legítimos del mobiliario y de la simbología cúltica.

B. EN LA ACTUALIDAD

Actualmente, tanto la adquisición de los templos como su decoración y mobiliario se ven en


muchos casos parcialmente supeditados a imperativos de funcionalidad, espacio y
economía.

Todo elemento decorativo en los templos actuales debe ser discreto y no ostentoso, sencillo
y no recargado, pues “no debemos identificar lo bello con lo moralmente bueno. Debe
haber armonía entre lo ético y lo estético”.

Los arreglos y ramos florales tienen su lugar aportando un reflejo de la belleza de la creación
divina, siempre que no desplacen u oculten otros elementos tales como la mesa de la
comunión o los textos bíblicos pintados o enmarcados en las paredes.

Cada país debe saber recoger de su cultura y de la historia lo que estime conveniente y
teológica o moralmente correcto, para la contextualización de la arquitectura, el mobiliario y
la decoración de nuestros templos

El mobiliario básico estaría compuesto de un púlpito para la lectura y predicación de la


Palabra y de una mesa para representar y oficiar la Santa Cena, preferiblemente de madera,
para no confundirla con la mesa-altar católico romana de carácter sacrificial. La cruz es un
elemento central (para algunos casi obligatorio, mientras para otros opcional) en el mobiliario
cúltico, pues a pesar de ser un instrumento pagano de tortura, al presentarla sin Cristo
clavado en ella, nos recuerda que el Señor resucitó venciendo a la muerte y
ofreciéndonos la posibilidad de reconciliarnos con Dios. La presencia de una pila
bautismal o un bautisterio quedaría sujeta a la convicción y doctrina de la congregación

Muchos templos (debido mayormente a los costes y a la funcionalidad) son locales


comerciales o semisótanos, con lo que se pierden parte de la identidad y presencia visible
dentro del marco urbano. En tales casos su arreglo debe mostrar el ser un lugar que invite a
la adoración y al recogimiento y que marque su diferencia con el mundo exterior plagado de
pecado

C. SIMBOLOGÍA CÚLTICA

Gran parte del mobiliario cúltico de muchas iglesias responde o ha respondido a una teología
y a una simbología propia.

El término símbolo proviene de los vocablos griegos parabolé (παραβολή), ‘echar’ o ‘colocar
al lado de’, y symballo (σιμβαλλω), ‘reunir, juntar, interpretar’. Los símbolos son realidades
materiales que representan verdades espirituales y teológicas por las analogías que se
establece entre ellas, pertenecen al mundo de los signos y nos permiten expresar más
profundamente aquello que queremos comunicar.

S. Barton dice:

Los símbolos son formas no verbales de comunicación que expresan pensamientos


demasiado profundos para ser puestos en palabras.

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La realidad de Dios, su majestad y grandeza, es difícil de explicar; todo lo secreto y
trascendente del cristianismo es difícil de encerrar, definir o racionalizar y ahí donde no
llegan las palabras o la razón, encuentra su sentido y lugar la expresión simbólica. Por tanto,
el símbolo es un puente entre la infinitud de Dios y la limitación del hombre.

Para muchos cristianos evangélicos, el símbolo es otro de esos elementos puestos bajo
sospecha, y que, por haber sido mal usado, enseguida lo han anatemizado.

Cuando el símbolo se idolatriza, se vuelve un problema ya que se convierte en un objeto de


adoración en sí mismo, mezclándose con la imaginería y el paganismo. Entonces el símbolo
se convierte en un velo más que en una luz para la verdad que representa, aunque el mal
uso de algo no anula su valor intrínseco.

A quienes ven el símbolo como algo negativo, se les debe recordar que uno de los
elementos centrales del culto lo constituyen los símbolos del pan y del vino, que nos
sirven como memorial, representación y anticipo de verdades y principios esenciales
de la fe.

En realidad, hemos de considerar los símbolos como parte de la vida cotidiana. Por ejemplo:
cuando dos hombres se dan la mano, están simbolizando su compañerismo y amistad;
cuando los novios en la ceremonia de boda se intercambian los anillos, están simbolizando
lo eterno de su amor. En la esfera civil, la bandera simboliza la patria, el cetro simboliza
autoridad, la balanza justicia, etcétera.

En la vida diaria, el símbolo es un vehículo que nos ayuda a comunicarnos e identificarnos.


En el contexto bíblico, todo lo que ayude a comunicar la verdad revelada ha de tener su justo
lugar, y mientras el símbolo se utilice para realzar la verdad que representa debe ser
bienvenido.

En el Antiguo Testamento, todo el sistema cúltico y su legislación está cargado de una


tipología y simbología muy rica. El Tabernáculo en sí es tipo de Cristo; en el Lugar Santo, el
candelabro simboliza la luz verdadera de Cristo; la mesa con los 12 panes simboliza la
comunión del pueblo de Dios; y el altar de incienso simboliza las oraciones de los santos;
etcétera.

En el Nuevo Testamento, los símbolos cristianos nacen dentro del contexto de la


clandestinidad como una manera de ocultarse frente al Imperio romano y de
reconocerse entre ellos.

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la simbología es netamente cristológica


y escatológica.

Es cristológica, ya que todo el sistema sacrificial del Tabernáculo y el propio Tabernáculo


es símbolo y tipo de Cristo. En el Nuevo Testamento la mayoría de las representaciones
simbólicas también hacen referencia a Cristo.

Es escatológica, porque tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento apuntan hacia Cristo;
el Antiguo apuntó a su primera venida y a su obra redentora, mientras que el Nuevo apunta
a su segunda venida y al establecimiento final del Reino.

Los grabados de contenido bíblico como distintas representaciones del pan y el vino, el Alfa
y la Omega, la cruz, la Estrella de David, la Menorah, etcétera, tienen su apropiado y justo
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lugar en nuestros templos, siempre que sirvan como símbolos que nos recuerden la verdad
que representan. Todo símbolo cristiano ha de ser visto como un canal o cauce que nos
haga conscientes de la presencia de Dios.

Las imágenes, tallas o estatuas están explícitamente prohibidas por la Biblia, y el


protestantismo histórico siempre ha adoptado una postura iconoclasta (rechazo del culto a
las imágenes sagradas) en cuanto a ellas.

II. LA MÚSICA EN EL CULTO

A. LA MÚSICA: SUS INICIOS

En el contexto bíblico y más concretamente en el cúltico, la adoración y la alabanza se


expresan a través de la música (aunque no es la única manera).

Alabar es ensalzar y apreciar con entusiasmo los valores de algo. Los hombres que no
conocen a Dios desvían su necesidad de alabar hacia otras personas o cosas.

Un ingeniero, cuando contempla con ojo experto la moderna ingeniería mecánica de un buen
automóvil, cuando destaca sus innovaciones y la estética de su carrocería, está alabando al
coche.

En los estadios de fútbol, en los conciertos de música, en los mítines políticos, se alaba a
personas, ideales o cosas, por tanto, la alabanza es un hecho innegable en el ser humano.

La música ha existido desde los inicios de la humanidad y acompaña a todas las culturas
formando parte de rituales religiosos o como medio de expresión artística.

La música existe antes de la creación del universo. Veamos:

● En Job 38, Dios le habla de cuando Él puso los fundamentos de la tierra y cómo en aquel
solemne acto se alzaron cantos de alabanza por parte de las estrellas del alba y los hijos
de Dios.

● En Ezequiel 28, aparte de hablar en su contexto inicial del rey de Tiro, hablando también
de la caída de Satanás, en el versículo 13 menciona que cuando este era un ángel
protector, un querubín, en el día de su creación estuvieron preparados para él lo mejor
de las “flautas y los tamboriles”.

B. LA MÚSICA: SU EVOLUCIÓN EN EL CONTEXTO BÍBLICO

En la Biblia hay más de 575 versículos que nos hablan de la música, la mayoría, referidos a
la música en el servicio religioso, ya sea en el Tabernáculo, en el Templo, en las sinagogas,
y aunque en menor medida, en la iglesia primitiva.

1. En el Antiguo Testamento, la música impregnaba la vida del pueblo de Israel, pues había
música y canciones para cada situación y estado personal.

● Se cantaba durante la recogida de la cosecha (Esd. 9:2; Jer. 31:4, 5)

● Se cantaba por la llegada de la primavera (Cnt. 2:12)

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● Se cantaba durante las bodas (2 S. 19:35; Sal. 45:9)

● Se cantaba y hacía música en las cortes y en los palacios, donde habían cantores y coros
profesionales (2 S. 19:35; Ec. 2:8)

Pero aparte de la vida cotidiana, la vida religiosa del pueblo de Israel estaba frecuentemente
acompañada diversos instrumentos y cantos.

a. En Génesis 4, los descendientes de Caín fundan la primera ciudad de la historia bíblica,


comenzando de esta manera la especialización de las actividades humanas.

● En el v. 20 habla de Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían
ganado.

● En el v. 21 habla de Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta.

En estos dos textos se encuentran los orígenes de la ganadería y el comercio, así como
de la música y las bellas artes en general, que constituyen uno de los pilares básicos de
toda civilización. Por lo tanto, el hombre, necesita satisfacer, aparte de lo material, un
sentido estético y armónico inherente a su personalidad.

b. En Números 10:10, la música era usada en los servicios religiosos del Templo, formando
parte del culto por orden divina:

“Y en el día de vuestra alegría y en vuestras solemnidades, y en los principios de vuestros


meses, tocaréis las trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los sacrificios de paz,
y os serán por memoria delante de Dios…”

c. El rey David, siendo pastor, tocaba el arpa, ya en la corte del rey Saúl tocaba para aliviar
los dolores de este, y finalmente cuando ya era rey, inventó diversos instrumentos
musicales para alabar a Dios (Am. 6:5; 1 Cr. 16:42).

David estableció cantores, maestros de música, coros y directores de alabanza en


número tal que superaban las cuatro mil personas (1 Cr. 5:13; 23:5). Todo esto refuerza
la idea de que la música era una parte indispensable dentro de las actividades cúlticas
del pueblo de Israel.

d. El libro de los Salmos está compuesto por muchas alabanzas y poemas, su nombre en
hebreo, tehilim, significa ‘alabanzas’ y en la LXX se usa el griego psalmoi que significa
‘canciones’, y que, según algunos, deriva de una raíz que denota toque o rasguido, como
el que se da a un instrumento de cuerdas.

● Los enigmáticos selah, que aparecen al final de muchos versículos de los salmos,
significan ‘pausa o tiempo de reflexión’ y estaban marcados por toques de trompeta.

● El Salmo 150 que cierra el salterio es una exhortación a alabar a Dios con cualquier
instrumento de música.

Los ideales y el profundo sentido de la adoración pública judía se contagian en la experiencia


cristiana. Por tanto, parte de la herencia que los judíos convertidos aportaron al cristianismo
no tiene que ver con el ritualismo de los fariseos, saduceos y escribas, sino con un profundo
sentido de adoración, expresado en forma poética y musical.

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2. En el Nuevo Testamento, el evangelio de Lucas contiene algunos himnos de alabanza.

a. Evangelio de Lucas

 El canto de María (Lc. 1:46-55), conocido como el Magnificat.

 El Benedictus o cántico de Zacarías (Lc. 1:67-79).

 Gloria in Excelsis Deo (o Doxologia Mayor) (Lc. 2:13-14), el canto de los ángeles que
sigue al nacimiento de Jesús.

 Nunc Dimittis (o el canto de Simeón) (Lc. 2:29-32), cuando Jesús es llevado al Templo
para que reciba la bendición según la costumbre judía.

Estos cantos, desarrollados como himnos de alabanza por el nacimiento del Mesías, y
que Lucas anota en su evangelio, parecen haber sido usados en los cultos cristianos de
forma habitual. Su estructura se parece mucho a los salmos, por lo que se podría
denominarlos como los Salmos de la Natividad.

b. Otros textos neotestamentarios, Mateo 9:23; Colosenses 3:16; Santiago 5:13 y Efesios
5:19, que es el más representativo porque alude a los distintos estilos recogidos de la
cultura tanto judía como griega: “Hablando entre vosotros con salmos, himnos y cánticos
espirituales…”

Egon Wellesz aporta tres definiciones que vienen al caso:

Salmodia. La entonación recitativa de los salmos judíos y de los cánticos y


doxologías basados en ellos.

Himnos. Cantos de alabanza de tipo silábico, es decir, cada sílaba se canta con una
o dos notas de la melodía.

Cánticos espirituales. Aleluyas y otras canciones de júbilo o de carácter extático


ricamente ornamentadas.

C. LA MÚSICA: SU ACTUALIDAD

El pueblo de Dios, a lo largo de los tiempos, ha expresado sus más hondos sentimientos y
emociones a Dios. Muchos de los grandes avivamientos de la historia han tenido en los
himnos excelentes elementos de cohesión y ánimo, de manera que la música ocupa por
derecho propio un lugar privilegiado en la vida de la iglesia y en el culto en particular.

Según K. Osbek, podemos encontrar cuatro objetivos de la música en la vida cúltica:

 Es un medio de unir a un grupo de personas en la adoración, la oración y la alabanza

 Enseña verdades espirituales y las graba en las mentes.

 Da a todos la posibilidad de expresar sus actitudes interiores y sus experiencias,


mucho mejor que si lo hicieran con sus propias palabras.

 Predispone a la escucha del mensaje.

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En nuestros cultos contemporáneos se puede ver:

Los cultos de las iglesias carismáticas


En algunas de ellas, las guitarras eléctricas, los sintetizadores y las baterías presiden los
altares desplazando o relegando el púlpito y la mesa de la comunión.

Los cultos de las iglesias más conservadoras


Inmunes al paso del tiempo y anclados en el pasado, donde el viejo órgano se considera
más digno que los modernos sintetizadores y todo intento de cambio es visto como una
traición y un motín que hay que sofocar.

Los cultos en iglesias balanceadas


Quienes combinan de una manera equilibrada en sus cultos la tradición con la renovación,
y así en su liturgia tienen cabida los gloriosos himnos de siempre junto con un tiempo fresco
de adoración y alabanza.

Debe de haber un especial interés en el texto que se canta, ya sean himnos o cantos de
alabanza, pues muchas veces o son teológicamente incorrectos o no contienen más que
fórmulas repetitivas carentes de profundidad.

El salterio finaliza con el Salmo 150 animando a alabar a Dios con cualquier
instrumento musical. Por tanto, la iglesia debe esforzarse para que todo
fundamentalismo musical que pretenda monopolizar un solo estilo a expensas de los
demás, desaparezca de nuestros templos y cultos.

D. LA MÚSICA: SU FUTURO

La música del futuro es la narrada en Apocalipsis, que hace referencia a la adoración


celestial. Una de las principales tareas de los redimidos en el cielo para la eternidad, será
justamente alabar y adorar a Dios.

En Apocalipsis:

● Los 24 ancianos adoran y cantan a Dios acompañados de arpas (Ap. 5:9, 10)

● La multitud, vestida de ropas blancas, glorifica a Dios en actitud de adoración (Ap. 7:10)

● Los ángeles adoran postrándose ante Dios (Ap. 7:11)

Tanto desde antes de la fundación del mundo, como después de que éste pase, la música
expresada en adoración y alabanza continúa como un valor eterno, siendo por tanto algo
inherente al ser humano como un medio de expresar y canalizar sus emociones.

III. LOS ELEMENTOS O COMPONENTES DEL CULTO

A. EN LA BIBLIA

Los distintos elementos que conforman un orden de culto son muy variados. Ateniéndonos
al testimonio bíblico solo del Nuevo Testamento sorprende la cantidad de ellos que podemos
ver en las Escrituras:

● Oraciones litúrgicas y espontáneas (Hch. 2:42; Ro. 11:33-36; 1 Co. 14:14)

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● Himnos y cánticos (1 Co. 14:2; Col. 3:16; Ef. 5:19)

● El ósculo santo (Ro. 16:16; 1 Ts. 5:26)

● Lecturas del Antiguo Testamento y apostólicas (Col. 4:16; 1 Ts. 5:27; 1 Ti. 4:13)

● Predicaciones (Hch. 2:42; 20:7; 1 Co. 14:26)

● Amenes de la congregación (1 Co. 14:16)

● Lenguas e interpretación (1 Co. 14:23)

● Profecías (1 Co. 14:16)

● Sanidades (1 Co. 12:9; 28, 30)

● La Santa Cena (Hch. 2:42; 1 Co. 10:16, 11:20)

● Confesiones de fe (1 Ti. 6:12; 1 Co. 15:1-4)

● Ofrendas (1 Co. 16:1-2; Ro. 15:26)

● Doxologías (2 Ts. 3:16; Jud. 24)

B. EN LA ACTUALIDAD

Todo culto está en cierta manera sostenido y llevado por la Palabra, ya que esta se presenta
o está contenida dentro del culto, en diversas maneras: lecturas bíblicas, proclamación
profética (predicación) y proclamación comunitaria (oraciones, confesiones de fe, lecturas
antifonales, himnos y coros).

Separando de manera general cada elemento, mencionamos los que pueden incluirse hoy
dentro de un culto. Dichos elementos son:

● Invocaciones u oraciones de apertura

● La Palabra de Dios y su proclamación e interpretación

● Confesión de pecados y anuncio del perdón

● Oración e intercesión

● Testimonios personales de edificación

● Cantos de alabanza, adoración e himnos

● Interludios o postludios musicales

● Credos o confesiones de fe

● Comunión (Cena del Señor)

● Ofrenda y anuncios públicos

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● Lenguas con interpretación

● Profecías avaladas por la Palabra

● Ministración a las necesidades

● Salutaciones

● Bendiciones finales o doxologías

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