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Neurobiología Del Perdón

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NEUROBIOLOGÍA DEL PERDÓN: ASÍ

CAMBIA EL CEREBRO CUANDO


PERDONAMOS
El perdón tiene un efecto positivo en el cerebro. Reduce los
estados de estrés provocados por el rencor y la ira para dar forma a
una mente más relajada y capaz de afrontar las dificultades que
aparezcan.

Suele decirse que errar es humano y perdonar es un acto


divino. Sin embargo, la neurobiología del perdón añadiría que
pocos actos son, en realidad, tan saludables para las personas.
Este estado mental al que uno suele llegar no sin cierto esfuerzo,
meditación y voluntad, orquesta una serie de cambios que reducen
desde el estrés hasta emociones como la ira.

Bien es cierto que en ocasiones cuesta dar el paso y que no


falta quien, en su pleno derecho, opta por no perdonar a quien una
vez le causó un daño. No obstante, si desde un punto de visto
psicológico ya sabíamos que procurar esta acción revierte en el
bienestar mental, los neurocientíficos nos señalan ahora que este
proceso es capaz de modelar el cerebro.

Muchas veces no buscamos una reconciliación con el perdón.


En ocasiones, el objetivo más simple es el de encontrar alivio. En
una parte de los casos esta conducta se ejerce para cerrar
etapas, dejar ir el peso del rencor y avanzar de manera más
íntegra, de manera más equilibrada. Todo ello, revierte de manera
directa en múltiples áreas cerebrales.
Conozcamos por tanto cómo cambia el cerebro cuando
perdonamos.

“Es uno de los mejores regalos que puedes darte a ti mismo es


perdonar. Perdona a todos”.
-Maya Angelou-

Neurobiología del perdón: ¿en qué consiste?

El perdón supone un cambio en el estado mental de una


persona que decide por sí misma reducir emociones como el odio,
la ira o el rencor provocado por un acto injusto. Es un acto que
implica una reformulación cognitiva (pensamientos), una adecuada
regulación emocional y una tendencia mental a no situar la mirada
de manera constante en el pasado, en lo ya sucedido.

Todo ello requiere esfuerzo, voluntad y un compromiso, lo que


se traduce en activar una serie de mecanismos muy concretos en
el cerebro. Vamos a bucear en la neurobiología del perdón.

Hay personas más proclives a perdonar, la clave está en el


surco temporal superior anterior

Un estudio del Instituto SISSA de Trieste, publicado en


el Scientific Reports, nos señala algo interesante. Hay personas
que son más proclives a ejercitar el perdón que otras. La clave
está en el cerebro y, concretamente, en el surco temporal superior.
Al parecer cuanta más materia gris exista en ese surco del cerebro
más probabilidades hay de que alguien ejercite el perdón.
Así, quienes evidencian un surco temporal superior más
desarrollado, no solo demuestran conductas más indulgentes, sino
que tienen mayores habilidades para conectar con las realidades
emocionales ajenas. Esto favorece que detecten con mayor
efectividad conductas como el arrepentimiento.

La corteza prefrontal dorsolateral izquierda: el perdón como


técnica para reducir la depresión

La neurobiología del perdón nos da otro dato que vale tener


en cuenta. Las técnicas de diagnóstico revelan que las personas
con una corteza prefrontal dorsolateral izquierda más grande
también son más tendentes a ejercitar el perdón. No obstante,
esto no es todo. Porque disponer de esta región cerebral más
desarrollada correlaciona con una menor incidencia de los
trastornos depresivos.

De algún modo, aquellos que sean capaz de perdonar —y


perdonarse— evidenciaban un menor riesgo de sufrir ansiedad o
depresión.

Neurobiología del perdón y la regulación emocional

Una investigación llevada en conjunto por las universidades de


Pisa, de Roma y de Illinois en Estados Unidos incide también en la
relación entre la corteza prefrontal dorsolateral y el perdón. No
obstante, van un poco más allá:

 La corteza prefrontal dorsolateral favorece la regulación


emocional.
 Asimismo, procesos como la empatía, la regulación de la ira,
del enfado y el rencor, así como todos los proceso asociados
a la teoría de la mente, activan las regiones parietales
inferiores derechas del cerebro, así como la propia corteza
prefrontal dorsolateral.

Por tanto, existiría una vía neurológica asociada a los


procesos del perdón que unas personas tienen más desarrolladas
que otras.

Perdonar activa los procesos de bienestar psicológico

Algo que conviene tener en cuenta sobre el ejercicio del


perdón es que su finalidad no es olvidar lo ocurrido. Ejercer el
perdón permite aprende a vivir con lo sucedido, reducir la angustia
y, a su vez, orientar a la persona hacia el futuro y la esperanza.

Como bien sabemos, y como nos indica la neurobiología del


perdón, este no es un proceso sencillo. El cerebro pone en marcha
procesos de análisis, reflexión, regulación emocional y hasta de
planificación. Es intentar proyectarse en el futuro y no tanto en el
dolor del pasado.

Todo ello tiene un gran número de beneficios a nivel


neurológico:

 Se reduce el estrés, el malestar, la angustia…


 Se recuperan los mecanismos de control cognitivo. La
persona tiene un mayor dominio sobre sus pensamientos.
 Asimismo, se optimizan funciones ejecutivas como la toma de
perspectiva, la atención, la capacidad para resolver
problemas, la memoria, la atención selectiva, etc.

Existe una correlación positiva entre la actitud hacia el perdón y


el volumen de materia gris en la corteza prefrontal dorsolateral, lo
que facilita procesos como la mentalización, la reflexión, la
comprensión o la empatía.

Perdonarse, otro ejercicio de bienestar para el cerebro

Es difícil hablar de la neurobiología del perdón sin hacer


referencia al autoperdón. Dejar de juzgarnos por los errores
cometidos, por lo hecho o incluso por lo no realizado nos
proporciona bienestar. No podemos descuidar el impacto mental
que supone reforzar el arrepentimiento y esas emociones que nos
anclan al malestar emocional y también fisiológico.

Por tanto, ser capaz de ser empáticos y compasivos con


nosotros mismos para perdonarnos, reduce, por ejemplo, esa
hiperactividad del sistema simpático que cursa con el nerviosismo,
el insomnio y las enfermedades somáticas. Así pues, no dudemos
en dar el paso, perdonar y perdonarnos es un ejercicio de
valentía y bienestar que puede cambiarnos la vida.

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