Guardianas de La Luna
Guardianas de La Luna
Guardianas de La Luna
COLECCIÓN Her
STÉPHANIE LAFRANQUE
FORMATO 16 x 24 cm.
Rústica con solapas
SERVICIO
Otros títulos de la colección La luna guía nuestros pasos, desde tiempos inmemoriales, con sus STÉPHANIE LAFRANQUE STÉPHANIE LAFRANQUE es una apa-
cuatro fases universales: nacimiento, crecimiento, decrecimiento y VIC OH sionada de las plantas, las energías PRUEBA DIGITAL
Esto va de chicas muerte. Como mujeres, llevamos en nuestro ser esta esencia cíclica y los ciclos lunares. Maestra de reiki, VÁLIDA COMO PRUEBA DE COLOR
EXCEPTO TINTAS DIRECTAS, STAMPINGS, ETC.
VIC OH
Cristina Valbuena que nos une a ella. Ha llegado el momento de despertar esta sabi- creadora de las tisanas SloWood y
duría que ya habita en cada una de nosotras y seguir su llamada organizadora de círculos de mujeres,
El arte coreano del cuidado de la piel
Lilin Yang, Leah Ganse y Sara Jiménez
para recuperar nuestra naturaleza original.
EDICIÓN
19-05-2020 Marga
GUARDIANAS dE lA LunA
La salud de tus hormonas
Belinda Kirpatrick y Ainsley Johnstone
IMPRESIÓN
PAPEL
4/0
INSTRUCCIONES ESPECIALES
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ZenithLibros Diseño de la cubierta: Éditions Solar, 2019
zenithlibros.com Ilustraciones de la cubierta: © Vic Oh
13 mm.
STÉPHANIE LAFRANQUE
VIC OH
Guardianas
de la luna
UNA GUÍ
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NOS DE NUE
ISBN: 978-84-08-22988-9
Depósito legal: B. 8.641 - 2020
Fotocomposición: gama, sl
El papel utilizado para la impresión de este libro está calificado como papel ecológico y procede de bos-
ques gestionados de manera sostenible.
LA LUNA DESVELADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
PARA IR MÁS LEJOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
AGRADECIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190
O SOCIEDADES PRIMITIVAS
Imaginémonos descalzas, los gritos de los animales nocturnos ocupan el
silencio gélido de la noche, levantamos el rostro hacia el cielo, hay luna
llena, ella es nuestra única luz, esperamos ese momento. Seguramente
fue así como las primeras mujeres se encontraban cada mes, saliendo de
su cueva para admirar el astro radiante. Ellas fueron las primeras en
comprender la evidencia de la sincronía de nuestros ciclos: el de la luna,
que dura veintinueve días y que empieza con cada luna nueva, y el de la
menstruación femenina, que dura un promedio de entre veintiocho y
treinta días. Así pues, la luna se convirtió en la primera referencia para el
cálculo del tiempo. Sus cuatro movimientos corresponden a las etapas de
toda vida, y podemos encontrar representaciones precisas de ello en
cerámicas del Neolítico. En Europa, desde el Paleolítico, se establecieron
los primeros calendarios lunares, con huesos grabados con marcas
correspondientes a estas fases; la luna nueva servía de punto de referen-
cia para iniciar un ciclo. En estos objetos también se indicaban las mens-
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O COSMOGONÍAS
En la época precristiana, el culto a la luna estaba extendido en la mayoría
de las culturas (griega, romana, mesopotámica...). Las representaciones
del astro como una divinidad eran muy frecuentes, y en los mitos de crea-
ción aparecía tanto con rasgos masculinos como femeninos. Encarnaba
el primer poder creador, muy potente, en el origen del nacimiento del Sol y
del universo.
En el momento de la llegada de la escritura, en el año 3000 a. C., cuando el
patriarcado sustituyó el matriarcado, el Sol se convirtió en el astro vene-
rado. A pesar de este cambio radical, la luna conservó la conexión con la
interioridad del poder femenino y mantuvo toda su influencia espiritual.
Los mitos ancestrales, inuit, egipcios, sumerios, aztecas o celtas, mues-
tran esta veneración hacia el Sol y la Luna, presentados muy a menudo
como una pareja, e incluso, en ocasiones, como un trío con la Tierra. La
Luna es casi siempre señalada con alguna imperfección que la obliga a
brillar menos que su compañero, el Sol. Por vergüenza, por necesidad de
esconderse, solo podrá aparecer por la noche. Resulta interesante cons-
tatar que la Luna, astro vinculado a la mujer y a sus ciclos, está marcada
por un defecto y lleva el peso de un arrepentimiento desde el momento en
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O CHAMANES
Desde la noche de las noches existe un conjunto de prácticas que conec-
tan íntimamente el ser humano con el cosmos, con los ciclos naturales y,
en consecuencia, con la luna: el chamanismo. Lleva el sello de las culturas
que lo han visto nacer e integra en sus técnicas y ritos espirituales los rela-
tos y mitos originales de sus pueblos. Tiene la fuerza de conectar los mun-
dos, el mundo físico en el que evolucionamos y los universos sutiles que
nos rodean. Todas las civilizaciones han sido testigos de ello, en un
momento u otro, algunas lo han acogido como tierra fértil para su equi-
librio social, otras lo han reemplazado por prácticas religiosas más
dogmáticas. Pero desde los bosques boreales de Siberia donde el cha-
manismo vio la luz hasta las tierras remotas de África y de América, la
figura del chamán se mantiene como el punto de acceso a lo invisible, el
canal entre las fuerzas telúricas y cósmicas. A través de sus viajes extáti-
cos y sus trances, viene a curar las almas y los cuerpos. En Occidente,
encontramos esta relación espiritual en la naturaleza, con los y las drui-
das, quienes ocuparon un lugar semejante en las civilizaciones celtas.
Desde la era arcaica, el chamanismo ha tomado diversos colores. Pero los
elementos comunes perduran, como, por ejemplo, el «árbol del mundo» o
la «montaña cósmica», que hace de vínculo entre el mundo de abajo y el
mundo de arriba. Utiliza la posición de las estrellas y de los planetas, en
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