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Pescadoras en La Caleta de Chorrillos-Lima

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Arqueología y Sociedad

Nº 31, 2016: 313-325


issn: 0254-8062

Recibido: Abril de 2016


Aceptado: Mayo de 2016

PESCADORAS EN LA CALETA
DE CHORRILLOS-LIMA1
Carmen Cazorla Zen2
Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga
cazorlazen@yahoo.com

Resumen
Se describe y analiza algunos elementos de la pesca artesanal y la participación de las mujeres
como protagonistas. Así mismo, entender que piensan las pescadoras de su trabajo, si existe algún
tabú en torno a su participación y cómo responden ellas frente a las restricciones que se gestan en
torno a esta actividad económica.

Palabras clave: Pesca artesanal, trabajo femenino, cosmovisión

Abstract
It describes and analyzes some elements of artisanal fisheries and participation of women as pro-
tagonists. Also, understand that fisherwomen think of their work, if there is any taboo around their
participation and how they respond against the restrictions that are developing around this econo-
mic activity.

Keywords: Artisanal fisheries, women’s work, worldview

1. El artículo se desprende de la investigación etnográfica realizada en la caleta de Chorrillos- Lima, entre los
meses de agosto a diciembre del año 2015.
2. Arqueóloga egresada de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Magister en Antropología en la 313
UNMSM, trabaja como docente de Investigación académica en la Universidad Tecnológica del Perú.
Arqueología y Sociedad 31, 2016: 313-325

Introducción
Ciertos estereotipos en el mundo de la pesca señalan que esta actividad es exclusivamente mas-
culina, pues lo riesgoso de este trabajo lleva a pensar que los varones son los únicos que podrían
afrontar los peligros del mar. No obstante, encontramos que algunas mujeres si tienen un real acerca-
miento al mar y ejercen la actividad pesquera, incluso en ocasiones a organizar incursiones pesque-
ras exclusivamente femeninas con una que otra ayuda masculina. En esta exposición, plantearemos
precisamente algunas experiencias de mujeres pescadoras que contrasta este misterioso mundo de la
vida marina. Este trabajo es un acercamiento etnográfico a la presencia femenina en el mundo de la
pesca. En una primera parte desarrollaremos una pequeña presentación sobre la cuestión femenina
en el mundo de “trabajos pesados” y reconocidos como masculinos, y esto lo abordaremos desde los
debates de género; en un segundo momento observaremos alguna información sobre el mundo de la
pesca en la historia regional; y finalmente expondremos la experiencia de una pescadora chorrillana
desde un acercamiento etnográfico.

La Caleta de Chorrillos
Chorrillos es un centro de acopio de especies marinas para consumo humano con uso de 15 millas
de la costa como espacio de operación de desembarque. La descarga de la flota artesanal se ejecuta
en la infraestructura portuaria operada por la capitanía de puerto. Los pescadores artesanales están
representados por la Asociación Sindicato de Pescadores Artesanales “José Silverio Olaya Balandra”.

Antecedentes Históricos de la Pesca Limeña


La importancia de la actividad pesquera en esta parte de la región se inicia en la época prehispáni-
ca y durante la colonia se incentivó por el crecimiento demográfico y las migraciones. Esto posibilitó
el desarrollo de la cultura en los valles bajos de la costa. Flores Galindo (1981) menciona que algunas
de las caletas de la costa central se fundaron en la colonia como producto de las migraciones de agri-
cultores por el proceso de expansión de las haciendas, como es el caso de Chorrillos, su fundación
data de 1688, sus pobladores fueron inicialmente indios de Huacho y agricultores migrantes por la
expansión de siembra de caña de azúcar en Surco. La proliferación de las caletas en la costa central
propone al autor, responde a la presión de los españoles sobre los indios que vieron en la pesca un
espacio de libertad, ya que se ubicaban en espacios poco accesibles. La actividad de la pesca fue un re-
curso utilizado para mantenerse alejados de las presiones tributarias de los españoles sobre los indios,
mantener tradiciones culturales que habían estado siendo reprimidas y encuentran un espacio donde
la iglesia tiene poco acceso y pueden seguir manteniendo sus espacios de ritualidad: «Los pescadores
vivían, pues, alejados de las ciudades y de las haciendas, lo que significaba también vivir a una pru-
dente distancia de administradores coloniales (recolectores de tributos, corregidores o intendentes)
y también de curas e iglesias» (Galindo 1981:163).
También es importante considerar los registros arqueológicos de este espacio como parte del
complejo de Armatambo que se ubica en la margen izquierda del valle bajo del río Rímac, las cróni-
cas más tempranas describen la importancia de este espacio con ocupaciones del señorío Ichma. De
acuerdo a las investigaciones de Díaz y Vallejo (2002) Armatambo en la época inca se constituyó en un
centro urbano de gran importancia en el esquema de organización de la costa central, y también por
la cercanía al complejo de Pachacamac:
«...era este postrero pueblo el mayor de todos, y estaba asentado en la falda oriental del
314 Morro Solar, donde al presente permanecen sus ruinas y se echa de ver haber habido muy
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grande población; veanse las casas del Cacique con las paredes pintadas de varias figuras, una
muy suntuosa guaca o templo y otros muchos edificios que todavía están en pie sin faltarles
más que la cubierta [...] a estos pueblos como cabeza de gobierno obedecían innumerables
lugarejos de corta vecindad que habían en sus límites de los cuales apenas queda memoria, ni
aun de los nombres que tenían más que una infinidad de paredones y adoratorios que hay por
todo el valle. (Cobo 1882[1639]).» (Díaz y Vallejo,2002: 360)
La cercanía a Pachacamac permitió que estos agricultores ahora convertidos en pescadores conti-
nuaran sus procesos rituales, mirando al mar como una expansión de tierra firme, por ello el uso de
algunos términos que se utilizan en la actividad pesquera (hasta la actualidad): mirar al mar como una
chacra, los pescadores de acuerdo a las especies geo-referencian como parcelas y cada pescador tiene
una chacra en el mar. La captura también está relacionada con la cosecha. Así mismo la concepción
en torno a la extensión de la masa de agua salada: Mar, en la cosmovisión de las sociedades costeras se
encuentra asociada al género femenino. En el mundo andino es la «paqarina», espacio donde se forma
la vida, al igual que tierra firme (mamapacha) esto se demuestra en la iconografía prehispánica, en los
mitos de origen que narran la llegada de los dioses fundadores.
Así mismo, la población de especies marinas se describe a través de un mito relacionando a Pa-
chacamac y que fue recopilado por el cura extirpador de idolatrías Francisco de Ávila (¿1598?), trata
de una mujer “Urpay Wachaq” madre de dos de las hijas de Pachacamac, quien criaba peces dentro
del palacio y tras un evento de conflicto con Cuniraya posibilita la proliferación de especies marinas:
«En aquel tiempo, dicen, no existía ni un solo pez en el mar [cocha mama] únicamente la mujer a
quien llamaban «la que pare palomas» criaba [peces] en un pequeño pozo que tenía en su casa. Y el
tal Cuniraya, muy enojado: « ¿por qué esta mujer visita a Cavillaca en el fondo del agua?» diciendo,
arrojó todas las pertenencias de Urpayhuachac al gran mar. Y solo desde entonces, en el lago grande,
se criaron y aumentaron mucho los peces». (Ávila 2006 [¿1598?]: 21)
La importancia de este muelle se sustenta en el factor socio-cultural durante la colonia que permi-
tió asentarse a una población de agricultores migrantes que miraban al mar como un repositorio de
tradiciones y rituales frente a la represión de la iglesia católica. Trasladaron festividades, recrearon
nuevos mitos porque provenían de diversos grupos étnicos donde el mar es un elemento vital gene-
radora de lluvias, manantiales, ríos y sus dioses tienen la capacidad de vivir dentro y fuera del mar.

El Trabajo Femenino y la Desigualdad, el Debate Teórico


La mirada de Sherry Ortner con respecto a la naturaleza anatómica entre hombres y mujeres en
diferentes culturas, nos permite comparar la actividad pesquera de las mujeres con sus pares los pes-
cadores: « El estereotipo es que en cualquier situación exterior que requiera ejercicio muscular, los
hombres se desenvolverán mejor que las mujeres. Entonces la tipificación del genero atribuye a los
varones unos roles que tienen alguna conexión con todo ello» (Ortner 1979:135)
Esta manera de clasificar el trabajo de las pescadoras en función a las diferencias anatómicas con
sus pares no tiene una correspondencia concreta ya que no se considera elementos fundamentales
como el tiempo de trabajo que efectúan las mujeres. Lo que se realiza es una clasificación simplista en
base a las diferencias biológicas en función a cuánto puede producir una mujer en el laboreo pesquero.
No pretendemos aplicar universales culturales y humanos, y ver la posición subordinada de la
mujer con respecto al hombre, pero creemos que en esta caleta los patrones de conducta y sociali-
zación con respecto a la mujer han permitido establecer mecanismos de legitimación que instituyen
los procesos de interrelación y valoración con respecto a la división del trabajo. Sin embargo, estos 315
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mismos patrones se repiten en otras sociedades pesqueras. Es así que en la investigación realizada
por De Oliverira y Sefnner en el municipio de São José do Norte en el extremo sur de Brasil (2010-
2013) encuentran que las mujeres pescadoras han ido incorporándose a esa actividad primero como
auxiliares en la producción pesquera de sus esposos pescadores y posteriormente como pescadoras
reclamando regímenes de igualdad y reconocimiento como pescadoras, que sin embargo se está muy
lejos del ideal de equidad de género, pues en ella se evidencia una fuerte estructura patriarcal:
«Las mujeres necesitan presentar motivos justificados para dedicarse a la pesca. En cambio, para
los hombres, basta auto-nombrarse como pescadores para obtener reconocimiento. Fue posible per-
cibir cierta invisibilidad femenina en la pesca y la subordinación de las mujeres a sus maridos, resul-
tado de relaciones desiguales de poder» (De Oliveira y Sfenner 2013:69)
Esta misma figura aparece en México en la costa del pacífico norte; bahía tortugas, bahía asunción,
la bocana y punta abreojos, las mujeres ejercen actividades pesqueras en el proceso de la producción
mas no en la pesca misma:
«La principal actividad económica en la zona Pacífico norte es la pesca de langosta, abulón y es-
cama. Existe una división del trabajo por género en la actividad pesquera, según la cual, el hombre
captura y la mujer participa en parte del proceso. Si bien algunos hombres toman parte en las labores
de la planta de procesamiento, ninguna mujer trabaja directamente en el mar» (Soares, Castoreña y
Ruiz 2005:)
La investigación de la antropóloga Amelia García (2001) en la caleta de San Andrés- Pisco, propone
que la participación de la mujer en la actividad pesquera estará condicionado por la cultura predomi-
nante en cada caleta, considera algunos aspectos importantes: el origen de la comunidad pesquera y
como se desenvuelve en el espacio socio-económico, todo ello concretará el desempeño de la mujer
en la pesca.
Estas diferencias socialmente determinadas se manifiestan por ejemplo al acceder a los espacios
políticos o de organización en el que las mujeres tienen una participación limitada o subordinada. En
la caleta de Chorrillos las mujeres mencionan que no han asumido cargos gerenciales en el sindicato
de pescadores: « Nunca ha entrado una mujer a dirigir el sindicato. Que van a querer, ellos son pesca-
dores, no las dejarían. (…) tampoco me dan nada a mí, sólo a mis hijos porque ellos son pescadores»
(Pascuala Cuya, 84 años Chorrillos 2015)
En este sentido, Sherry B. Ortner (1979) reflexiona acerca de la universalidad de la subordinación
femenina y parte el análisis de un problema: ¿cuáles podrían ser las pruebas de que una cultura en
concepto considera inferiores a las mujeres? y propone algunos tipos de datos que permiten com-
prender estas diferencias: primero, las valoraciones de subordinación de la mujer con respecto al
hombre tienen una correspondencia con la construcción de la ideología cultural que asignan funcio-
nes a las mujeres en su entorno social otorgándoles menos prestigio que el concedido a los hombres.
Segundo, los artificios simbólicos, como atribuirles una cualidad contaminante; y tercero, los ordena-
mientos socio estructurales que excluyen a la mujer de participar o tener contacto con determinadas
esferas donde se supone que residen los poderes sociales. Es decir, la construcción cultural genera
elementos que permiten colocar a la mujer en un espacio de subordinación. La lucha continua de
búsqueda de equidad de género tendrá éxito cuando se entienda que esta involucra a hombre y mujer
confrontando a ambos como un elemento en conjunto necesarios para la supervivencia de la especie

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Carmen Cazorla Zen | Pescadoras en la caleta de Chorrillos- Lima

Las Mujeres en Sociedades Pesqueras


Las mujeres en sociedades pesqueras han desarrollado diversas actividades relacionadas a la pesca
misma o actividades derivadas de esta: venta del recurso hidrobiológico, elaborar y reparar redes,
bolsos de pesca (Carcal), selección de carnada, prestar servicios de limpieza a botes y chalanas, elabo-
ración y venta de artesanía. Como pescadoras, a menudo parte por razones de subsistencia y la acti-
vidad se realiza con la participación de la familia nuclear. La zona de pesca no rebasa las cinco millas
y se especializan en una determinada especie que les permite mantener un equilibrio económico y
la competencia se reduce con los pescadores ya que trabajan directamente confrontados con ellos.
La pesca artesanal en el Perú de acuerdo al Decreto Supremo 005-2012 promulgado por el Ministerio
de la Producción (Produce) permite acceder entre 5 a 10 millas para la pesca de menor escala (de 10 a
32 m3 de bodega) (IMARPE, 2015). De acuerdo al trabajo de campo realizado en la Caleta de Chorrillos,
las mujeres que se dedican a la pesca en pocas ocasiones se arriesgan a la pesca de altura más allá de
las 7 millas, por el riesgo que implica manipular la chalana y se requiere contratar a hombres para
realizar una buena cosecha3. Sumado a la inequidad de redistribución de ingresos que apertura más
las brechas de trabajo en la pesca entre las mujeres y los hombres. Las mujeres al ser contratadas para
trabajar en un bote o chalana recibirán menos dinero que un hombre por un discurso de clasificación
social, ya sea por su condición de género o poniendo en plataforma su situación de subordinadas. Esta
desvaloración del trabajo ejecutado por las mujeres en las chalanas y botes se basa en las ideas de
género relacionada a la clasificación en las diferencias anatómicas. Los trabajos que requieren mayor
fuerza son asignados a los hombres y obtienen un monto mayor de pago. Sin embargo, las pescado-
ras cumplen una doble función como actores de subsistencia: proveedoras del sustento económico y
encargadas de la crianza de los hijos y mantenimiento del hogar. La pesca en su mayoría se realiza en
dos horarios: 3am- 6am. y 17hr. 21hr. Las horas fuera del mar se realizan actividades paralelas entre
el comercio y la atención de sus hijos:
«En la mayoría de las comunidades, si bien no en todas, los productores primarios suelen ser hom-
bres, mientras que de las mujeres se suele esperar una doble función: primero, como sostenimiento
principal de sus hogares e hijos y, segundo, como responsables de la elaboración, comercialización y
distribución del pescado.» (McGoodwin, 2002:10).
Es así que las mujeres no realizan el trabajo de la pesca como una actividad complementaria a su
quehacer diario, sino que es una fuente primaria de ingreso económico. El proceso de transformación
y comercialización del recurso marino se ejecuta con la familia y el 90% del producto extraído se de-
dica a la venta porque eso les genera mayores ingresos. Para la alimentación se destina los peces de
menor valor en el mercado:
«El ojo de Uva es un pescado caro, cuando lo sacamos no lo comemos. Eso puedes venderlo aquí
a unos 40 soles si es grande, con esa plata podemos comprar los útiles de colegio, así juntamos. No lo
comemos, quién se come 40 soles» (Juana, 32 años Chorrillos 2015)
La forma como se percibe a las pescadoras en la caleta de Chorrillos es posicionarlas en aparente
igualdad con sus pares los pescadores, es decir ellas pierden su imagen como mujeres y se transfor-
man en una figura masculina “machas”, de esa manera ellas pueden competir abiertamente en el
trabajo. Esta forma de mirarse también está en el discurso de las mismas mujeres.

3. Cosecha: Pesca. (Casma). Extraer del mar los productos marinos que la naturaleza provee (Pastor 2012: 135);
explica que este término se deriva porque algunos pescadores en Casma son o han sido agricultores y existe una
relación lógica entre el espacio suelo y mar. Esta expresión también es utilizado en la caleta de Chorrillos porque 317
es parte del lenguaje de los pescadores.
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Foto: Cazorla, Chancay 2015.

Entrevistamos a la señora Pascuala Cuya quien ha trabajo como pescadora muchos años:
«Yo trabajo en la pesca desde los quince años, yo he chivateado bastante acá, un hombre mismo
era yo, porque antes se pescaba diferente te parabas en la esquina del bote y veías la mancha de
pescado, entonces tirabas la red y después tenías que estar volteando para que se enrollara. Mi red
era de hilo, recogías lindos peces, ahora usan de nylon pero antes era de hilo (…) mi abuelo, mi papá,
mi mamá mis hijos siempre hemos sido pescadores toda mi familia (…) yo soy la única dentro de mis
hermanas que ha entrado al mar. Ellas trabajan en el mercado con pescados, yo nada más he sido la
macha, porque me gusta el mar, especialmente cuando está mansito, ese color azul, el agua sube y
baja es bonita. Hay redes también para amallar» (Pascuala Cuya, 84 años Chorrillos 2015)
En la actividad pesquera de la Caleta de Chorrillos la percepción de relaciones de género construi-
das desde las mujeres para comprender lo que representa ser hombre o mujer creemos que responde
a la forma como se construyen las relaciones socioeconómicas donde las mujeres aparecen como las
que menos aportan económicamente en las subsistencia del hogar, es decir tienen un ingreso pasivo
porque trabajan pocas horas, el ingreso de la venta es menor al obtenido por los hombres, etc. (no se
considera el trabajo ejercido en la casa). El esposo de la señora Pascuala era un mecánico de motores,
no ejercía el trabajo de la pesca, el mayor ingreso económico en la familia era producto del trabajo de
318 la pescadora, es decir el ingreso activo provenía de ella, sin embargo eso no se percibe en el discurso
de la comunidad pesquera.
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Doña Pascuala Cuya, Pescadora de la Caleta de Chorrillos


En la Caleta de Chorrilllos encontramos a doña Pascuala Cuya de 84 años, una mujer que se ha
dedicado a trabajar como pescadora artesanal desde los quince años, tuvo 10 hijos, tres de ellos falle-
cidos, 42 nietos, 17 bisnietos y dos tataranietos. Es una de las pocas mujeres en la caleta que se dedicó
a la pesca de forma activa y continua hasta los 70 años, logrando legitimar su actividad obteniendo
una inscripción y carnet de pescadora en el sindicato de pescadores de Chorrillos:
«Las mujeres si pueden entrar a la Mar. Algunas mujeres no les consienten pero yo les mandaba
a la mierda y me embarcaba, sino que acá les prohíben, pero he tenido hasta carnet de pescador. Yo
siempre he pescado aquí nada más, pero a veces entraba para sacar el calamar, salía a las tres de la
mañana hasta la tarde que volvía, llevaba frutas y pan para comer, como un pescador pues»
Este proceso de legalización del trabajo como pescadora le ha permitido tener participación den-
tro del sindicato (como pescadora, no en la dirigencia) y participar en el sistema de control de produc-
ción y desembarque a nivel artesanal de subsistencia, participar en reuniones, ver las confrontacio-
nes entre “pinteros”, “rederos”, “cangrejero” etc. Los años dedicados a este trabajo le han permitido
un espacio de reconocimiento por la comunidad de pescadores.
« Yo, cuando desembarcaba salía orgullosa sacando pecho. Los pescadores decían “ahí está la tía
Pascuala, la tía Pascuala”, yo respondía alegre con lisuras, mentaba la madre. Cuando a una le gusta
no lo suelta, yo misma como hombre salía. Yo soy la única que ha salido a la Mar aquí. Además yo era
viva salía solo cuando había pesca, Yo sé pescar bien, hasta bomba he tirado y hay que saber tirar, solo
a los ocho minutos, una vez que tiras ahí se levanta el pescado, entonces a mí me dieron un carcal, que
no era así y yo llena y llena tanto el carcal que a la hora de sacar ya no podía, tuve que pedir ayuda»
La comunidad pesquera también reproduce desigualdades estructurales, la autonomía que ob-
tienen las mujeres al ejercer el trabajo como pescadoras así como doña Pascuala es limitada, porque
existe jerarquización social, técnica y económica. Esto se percibe en la forma de distribución del re-
curso pesquero. En el caso de Doña Pascuala ella era dueña de tres embarcaciones “chalanas” y el
trabajo se ejercía a nivel familiar por lo tanto la distribución de la captura era equitativa ya que están
estrechamente vinculados, sin embargo dentro de la comunidad pesquera, del sindicato aparece invi-
sibilizada. Las otras mujeres que trabajan para terceros en el proceso de: producción, transformación
del recurso marino y el comercio, el sueldo o ganancia es fluctuante varía de acuerdo a la capacidad de
captura y la recurrencia de salidas al mar. Ante esto tienen que generar mecanismos de supervivencia
en un mercado totalmente desigual entre hombres y mujeres: «Yo, salía con chalana, con botes a las
justas podía mover pero salía pero necesitaba fuerza. Solo cuando estaba embarazada no salía porque
necesitas fuerza. Para mantenerme tenía otro negocio. Antes la Mar se venía de un momento a otro
no es como ahora que te avisan, entonces cuando pasaba eso nosotros con mis hijos salíamos ayudar
a los otros pescadores, las redes, las chalanas teníamos que jalar, cuidando para que no se rompa las
embarcaciones, las redes eran de hilo de cáñamo o pabilo, ahora ya es de nylon »
En su mayoría los pescadores mantienen como única ocupación y fuente de ingreso a la pesca que
no se limita sólo a la captura de especies. Las horas que se encuentran fuera del mar son rederos, ven-
dedores de pescado, reparan los botes y chalanas, en el caso de la entrevistada y las familias de otros
pescadores poseen un establecimiento de venta de comida con productos marítimos, que les permite
generar mayores ingresos y complementar la economía familiar.
Doña Pascuala menciona que su familia ha tenido buenos tiempos de pesca ya que está involu-
crada la familia en el proceso de captura y distribución, cuando habido temporadas bajas con la pre- 319
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sencia del fenómeno del niño han podido sobreponerse porque tenían acumulado un capital familiar
y han aprendido a usar las nuevas especies que traen las aguas calientes y colocarlas en el mercado.
Estas destrezas han ido transmitiéndose de padres a hijos por generaciones y les permite a la econo-
mía familiar auto sostenerse en momentos de carencia a la vez que esto se capitaliza y se transforma
en mecanismos de cohesión en la comunidad: «El conocimiento técnico especializado constituye un
capital social y cultural, en el sentido dado por Bourdieu (1997), por lo que trata de mantenerse den-
tro de la familia» (Ripsoli 2006:5).
El trabajo como pescadora de doña Pascuala le ha permitido conocer diferentes medios de captu-
ra, al igual que los pescadores ella no se ha limitado a una sola especie, ese conocimiento le ha permi-
tido mantener a una familia numerosa :
«Yo he salido con mis hijos a pescar calamar, pero también pejerrey, lisa, jurel, cojinova. El pe-
jerrey es más difícil una vez se ha enredado y para sacar como son chiquitos se enredó todo, pero
después me dolían las piernas, la espalda, pero saqué bastante peces de aquí de la Herradura nada
más (…) a nosotros nos conviene el fenómeno del niño, por el sol, calienta y las aguas traen otros
peces corvinas, otra clase pero también mata otros peces. En invierno me dedicaba a sacar Lorna y en
verano toda clase de pescado»
Los “pinteros” o pesca en chalanas procuran capturas de peces de carne blanca que tienen mayor
precio en el mercado a diferencia que las embarcaciones más grandes botes o “rederos” quienes eje-
cutan pesca de altura. Sin embargo frente a la pesca industrial se encuentran en una abismal diferen-
cia económica. El hijo de la señora Pascuala quien también es pescador nos explica que las capturas
han descendido en los últimos 20 años por la pesca industrial en perjuicio de la pesca artesanal:
«La pesca ha bajado por la competencia con barcos rusos, mira yo un día hace ya varios años me
fui de aquí en bote hasta Ancon pasando por el Callao haciendo pesca de altura, vi casi 40 barcos rusos
sacando nuestra anchoveta con aspiradoras, en pesca de altura, eso arrasa con todo chico grande has-
ta la hueveras con todo. Por eso la pesca ha bajado» (Barraza ,50 años Chorrillos 2015)
En la actualidad en Chorrillos se ejecutan diversos tipos de captura, siendo la capitanía de puerto
quien autoriza y fija los turnos especialmente para la captura de corvina. Los pescadores se encuen-
tran agremiados en el sindicato de pescadores José Olaya Balandra. Entre los tipos de captura los
pescadores utilizan por ejemplo: los “chinchorros”, y es una actividad exclusiva para la captura de
corvina, siendo esta la que genera más ingresos. También están las chalanas “cangrejeras” que son
operadas por dos o más pescadores y la captura se realiza en las peñerías de la playa en horas de la
mañana, los “pinteros” o chalanas cuyos pescadores se dedican a la captura de peces de carne blanca
y expenden a restaurantes del malecón, los “pinteros” embarcaciones con cubierta o botes utilizan
redes agalleras de cortina y la captura de especies es variada: boniteras, cojinoberas, corvineras, lor-
neras, pejerreyeras, etc. Los pescadores artesanales en esta caleta se ven en la constante necesidad de
adaptarse al cambio climático que actúa directamente en el mar y han aprendido del comportamiento
de las aguas y de las especies para poder mantener activa su economía sustentada directamente por
la captura de recursos ictiológicos:
«Los pescadores en pequeña escala desarrollan conocimientos profundos, detallados y de orien-
tación funcional de los ecosistemas marinos que explotan y las especies a las que se dedican. » (Mc-
Goodwin, 2002:10)
Este proceso de continuo aprendizaje de los pescadores de Chorrillos se sustenta en sus antece-
320 dentes históricos. El haber sido una comunidad de agricultores migrantes les ha permitido generar
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mayores estrategias de sobrevivencia ya que no contaban con tierras agrícolas y complementar sus
ingresos en las temporadas bajas de pesca. Frente a ello recrearon actividades afines a esta actividad:
expendio de alimentos a los pescadores y turistas que acuden al muelle, venta de capturas selecciona-
das (peces de carne blanca) para un mercado selecto, artesanías elaboradas con productos marinos:
caracoles, piedras, crustáceos disecados, embarcaciones a escala, etc. Especialistas en reparaciones de
embarcaciones y redes, turismo y vistas con chalanas a una o dos millas de la playa.

La Mar una Entidad Viva


Las aguas se sacralizan por diferentes factores: su posición geográfica, su extensión, propiedades
salutíferas, manantes, escases o proliferación de especies, etc. Existe una relación de dependencia
directa en su contexto mágico-religioso por la valoración que le asigne cada grupo humano y conlleva
a gestar comportamientos sociales, el corpus ritual para mantener el equilibrio.
En este sentido, el carácter sagrado del agua ha sido un elemento central en la mayoría de las
cosmovisiones de los pueblos. También se le confiere un género determinado y la explicación a esto
se encuentra en los mitos que se han creado en torno a ellas. Así una montaña será identificada con
el género masculino y los manantes que se ubican en torno a la montaña serán identificados con el
género femenino. « (…) la contraparte femenina de los cerros son los puquios o manantiales vecinos
a ellos» (Millones y Millones 2013:36).
La concreción de esa sacralidad se verá reflejado en el culto purificador del elemento en sí o a las
deidades que habitan en estos espacios. El agua como elemento fecundador de tierra firme ha sido
considerado desde los períodos más tempranos como una entidad viva y se encontraban indisoluble-
mente unidos por una fuerza divina en ellas. En la parafernalia del culto a la tierra se han utilizado
productos provenientes de mar, de los ríos o lagunas, así mismo en las ofrendas al mar se acompañaba
con frutos de tierra firme. Por ejemplo Millones y Millones (2013) menciona un ritual descrito por un
cura evangelizador en la costa central Huacho-Lima se trata de las ofrendas de chicha de maíz antes
del recojo del guano de isla se derramaba la chicha en la playa en honor al señor del guano “Huaman-
canfac” quien fertilizaba los campos de maíz. Estas celebraciones tienen un profundo arraigo cultural
especialmente en las relaciones que existen en el universo mágico de la población que habita los
espacios costeros y los andes. Existe una correspondencia ritual. Los Apus y Wamanis dioses sagrados
de las montañas se alimentaban del “mullu” (Spondylus) y está asociada los rituales de fertilidad. A
su vez, los agricultores de los valles bajos colindantes a la franja costera utilizaban la anchoveta para
poder abonar sus sembríos. Colocaban una semilla dentro de esta especie y de esa manera se podía
asegurar el crecimiento y producción de la planta. Esta interacción y uso de recursos marinos por
agricultores permitieron generar hacia el mar cualidades físicas y simbólicas.
La investigación etnográfica realizada en la caleta de chorrillos se sustentó en la necesidad de
conocer qué es lo que piensan las pescadoras del trabajo que realizan, si existe algún tabú en torno a
su participación en esta actividad económica y cómo responden ellas frente a las restricciones que se
gestan en torno a su trabajo. Al realizar las entrevistas con los pescadores y saber qué piensan ellos
del trabajo de las mujeres, aparece en primer orden la fuerza que se necesita para ejercer el trabajo.
Se asocia el trabajo leve, sencillo como un trabajo “femenino”:
« Si pueden entrar a pescar pero se requiere de fuerza para amallar, jalar la red, una chalana no
es fácil, necesitas fuerza y las mujeres como mujercitas que son no pueden por eso casi no entrar. A
veces de compañía pueden ir, pero trabajo, son pocas, aquí solo una, la tía Pascuala » (Jorge, 64 años
Chorrillos 2015)
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El segundo argumento está relacionado con la cosmovisión en torno a La Mar, asociado a la femi-
nidad y por lo tanto existe un rechazo con sus pares y eso se refleja por ejemplo en la “pérdida de la
pesca cuando las mujeres ingresan al mar”. La investigación del antropólogo Sabino Arroyo en esta
misma caleta menciona que:
«Así mismo, es celosa con las mujeres y no acepta su presencia; incluso el pescador evitará co-
pular con su mujer antes de echarse a la mar, para tener en su jornada suerte sin contratiempos es
decir «una buena pesca». Todo pescador afirma categóricamente que los hombres muertos en el mar
siempre son arrojados desnudos a la orilla: los muertos nunca permanecen en las entrañas de la qo-
chamama». (Arroyo 2003: 144)
Las mujeres miran al mar como sus pares, ellas mencionan el término “La Mar” y la describen
como una entidad viva que siente, acciona como una mujer y los temores que enfrenta a ellas al ac-
ceder a la pesca de altura:
«La Mar es celosa, te da pero también te quita, hasta todo te puede quitar. Antes había astilleros
arriba, ellos arreglaban ahí se lleva las embarcaciones. A mí una vez la braveza del mar me quito mi
bote, como nosotros siempre ayudábamos, esa vez yo no vine estaba enferma creo, entonces mi hijo
vio mi bote que estaba bien y se puso ayudar a otra gente sería la una de la mañana, cuando terminó
fue a ver mi bote y ya no estaba leña, leña estaba. De ahí ya no volví a tener otro bote. Yo he tenido
tres chalanas, una me robaron en Ancón, otra acá y el otro está conservada lo tiene mi hijo (…) La Mar
de noche da miedo, es oscuro, parece que estarías entrando a la boca de un lobo, por eso tienes que
saber cómo entrar y a qué hora entrar. Mi hijo mayor hace pesca de altura y él ha visto ballenas y es
peligroso porque puede chocar la embarcación lo voltea» (Pascuala Cuya, 84 años Chorrillos 2015)
El peso cultural de la tradición pesquera artesanal se ha clasificado como un sector masculinizado
que limita la incorporación de las mujeres en la pesca en sí, ya sea con los argumentos antes expuestos
o con la creación de artificios simbólicos como el atribuirles una cualidad contaminante Ortner (1979)
como la menstruación:
«Los pescadores dicen que las mujeres cuando están con la regla no pueden entrar al mar. Eso
dicen ellos, pero yo no creo en eso, yo siempre he trabajado así. También la mar menstrua, está con
su regla bota una espuma así medio amarillo, rojizo, espeso, con algas» (Pascuala Cuya, 84 años Cho-
rrillos 2015)
El fenómeno biológico conocido como la marea roja o floración de algas que puede ser nocivo para
las especies marinas ya que algunos dinoflagelados poseen toxinas y merman la captura de las espe-
cies para la producción pesquera, se relaciona con el ciclo fisiológico menstrual en la mujeres. Esta
relación se basa al considerar la sangre menstrual como un líquido peligroso o venenoso y requiere
el aislamiento de las mujeres durante ese periodo de la actividad pesquera. En diferentes culturas la
menstruación ha sido relacionada con el ciclo lunar, en algunos casos el sangrado responde a un even-
to mágico, de castigo, fertilidad, se asocia a mitos de origen de la humanidad: que la mujer al haber
sido mordida en los genitales por un lagarto, culebra, oso, etc. se inició el ciclo fértil y de esa manera la
repoblación humana. (Alarcón, 2005:4), Las grandes religiones también consideran a la menstruación
como un negativo contaminante y negativo a la sociedad que requiere de un proceso de purificación
y seclusión.
Para la señora Pascuala, la menstruación no es un limitante real para el laboreo pesquero ya que
considera que es una cuestión fisiológica y que conlleva los mismos cuidados al realizar cualquier tra-
bajo fuera del mar. Su perspectiva es bastante pragmática, porque la necesidad de trabajar y sustentar
322 la familia ha sido un factor primordial para dedicarse a la pesca:
Carmen Cazorla Zen | Pescadoras en la caleta de Chorrillos- Lima

«Las mujeres deben ser orgullosas de ir a la Mar, es mentira que no se puede. Que se pierde la pesca
por la menstruación. Lo único difícil es para poder hacer las necesidades, el hombre es fácil orinar,
pero como yo iba siempre con mis hijos entonces me iba atrás y ahí podía orinar» (Pascuala Cuya, 84
años, Chorrillos 2015)
Existen cambios en las relaciones socio-culturales debido a la penetración de la economía de mer-
cado y se han transformado las formas como se piensa la actividad pesquera. El predominio masculino
en las diferentes etapas de producción han posibilitado que las mujeres limiten sus actividad a la fase
final de la captura de las especies hidrobiológicas.
Las migraciones de agricultores andinos hacia los valles bajos de la franja costera posibilitó que
varios elementos culturales se recreen en estos nuevos espacios, como por ejemplo el consumo de
la hoja de coca (erythroxylon coca) cumple la misma finalidad que el trabajo agrícola. La Mar está
segmentada en parcelas o chacras y la captura se relaciona con la cosecha y para poder mantenerse
despierto y con fortalezca los pescadores utilizan la hoja de coca para su masticación. Este producto
se compra en el mercado de Chorrillos:
« (…) así tienen que llevar su coca Se mastica hoja de coca con bicarbonato, para aguantar la pes-
ca de altura, si no comen el frio el sueño te gana. Hacen pesca de altura de tres o cuatro días, traen
bonito, pez espada, merlín. Para el perico son quince o veinte días. Hacen guardia toda la noche en el
barco, jalamos las redes como desde aquí hasta la chalana y más todavía. Yo nunca he usado coca sólo
mis hijos, yo sola comía frutas» (Pascuala Cuya, 84 años).
En el imaginario de los pescadores La Mar es una entidad femenina que prodiga de recursos y se
requiere de procesos rituales para mantener el equilibrio natural y cultural. En el universo pan andi-
no los dioses y diosas que habitan la zona pelágica han sido transformados por los procesos históricos
adquiriendo nuevas identidades, algunas desapareciendo por la imposición de nuevas identidades
religiosas. Con el descubrimiento de América llega también un nuevo corpus santoral, las advoca-
ciones cristianas reemplazan algunas deidades locales, pero también algunas se reproducen sutil-
mente dentro de las imágenes cristianas, a través de código, que recuerdan a los dioses originarios.
No es gratuito que algunas caletas del litoral de la costa norte se les hayan asignado una advocación
mariana y haya habido una aceptación por parte de los pobladores, porque han extendido el culto a
divinidades femeninas asociadas al mar y su productividad. (Prieto 2011:196). Si bien es cierto que San
Pedro aparece como el patrón de los pescadores, las advocaciones marianas son importantes en el
calendario festivo de los puertos. Por ejemplo en Chorrillos tienen a la virgen del Morro (inmaculada
concepción), El puerto del Callao la virgen del Carmen, Puerto de Eten virgen purísima, Huanchaco
Virgen de la Candelaria del Socorro, Puerto de Casma la virgen del Carmen, etc. es posible que se trate
de una reminiscencia prehispánica, porque en el desarrollo de las grandes culturas pesqueras del
Perú aparece la figura femenina asociada al mar. En la iconografía Mochica del valle de Jequetepeque
se puede apreciar para la fase tardía la presencia de mujeres que ingresaban al mar para realizar
ofrendas. Así mismo, en el periodo Chimu se ha identificado en la cerámica una divinidad femenina
asociada a la abundancia y fertilidad. Esta misma deidad está representada en los murales de los pa-
lacios de Chanchan Campana (2008).
El arquetipo de las divinidades femeninas en el mar están estrechamente vinculadas a la produc-
ción de las especies hidrobiológicas y al ciclo de agua. En función a esto se modela el pensamiento y
actitud de los individuos en cada cultura costera y se incorpora como patrones de comprensión de la
realidad. A través de representaciones como imágenes, símbolos, mitos, canciones, etc. que están en
constante cambio, para luego transformarse en patrones socialmente aceptados. 323
Arqueología y Sociedad 31, 2016: 313-325

Palabras Finales
El acercamiento etnográfico a una familia de pescadoras artesanales, nos ha permitido compren-
der algunos elementos importantes de su trabajo y de cómo ellas entienden su participación frente a
sus pares. También cómo la cosmovisión pueden alterar, influir en su quehacer diario.
Las pescadoras perciben que el trabajo en el mar produce un impacto diferente en los pescadores,
debido a las brechas socio-económicas que relacionan el trabajo femenino como inferior o de menos
valor económico. Aunque existen cambios profundos en las relaciones género, en espacios como la
actividad pesquera no ha tenido el impacto necesario para posicionarlas en igualdad de oportunida-
des laborarles y desarrollar una autonomía económica.
En el Perú, entre las culturas agrarias o marinas existe una relación directa con la naturaleza:
“mamacocha”, “mamapacha”, estas poseen atributos de fertilidad y de producción esenciales para
el desarrollo de una sociedad y las deidades femeninas representan justamente este arquetipo que se ve
reflejado en la actualidad durante las festividades cristianas en la que se observa reminiscencias prehispánicas
introducidas en la celebración a las advocaciones marianas.
Agradecimiento
A la pescadora Sra. Pascuala Cuya y su familia, por permitirme aprender de su actividad económi-
ca y su experiencia en La Mar en la caleta de Chorrillos.

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