Quien Dicen Que Soy
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Quien Dicen Que Soy
Intro
¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Jesús no hizo esta
pregunta porque no sabía quién era, o porque tenía una dependencia
desafortunada de la opinión de los demás. Hizo esta pregunta como introducción
a una pregunta más importante a continuación.
Esta es una pregunta que El aún está formulando, y una pregunta que
todavía está siendo respondida en nuestro tiempo. El es aún la Persona más
polémica que jamás ha vivido sobre la tierra. En este pasaje, podremos oír el
punto de vista de las multitudes que le siguieron. Creo que si tú y yo formulásemos
esa pregunta en cualquier esquina de nuestras ciudades, obtendríamos
respuestas similares, porque las personas todavía continúan confundidas acerca
de Jesús.
Desarrollo
Cesara de Filipo, cerca del monte Hermón a unos treinta kilómetros del Mar de
Galilea, está en la frontera con el mundo gentil, y es la principal ciudad gentil. En
tiempos pasados, la ciudad fue conocida por el culto a Baal y Pan que allí se
efectuaba. En el tiempo de Jesús, había un templo dedicado al César. Parece ser
que Jesús va ahí para escapar de las multitudes de Galilea y poder preparar a sus
discípulos para la jornada hacia Jerusalén, que comienza en Mateo 19:1; una
jornada que terminará con su muerte y resurrección.
Jesús escoge este lugar gentil para revelarse más completamente a sus
discípulos, tal vez dándonos una pista de su preocupación por todo el mundo que
después hará explícito en la Gran Comisión (28:19-20). Más que decirles a los
discípulos su identidad, les pide que le digan quién cree la gente que sea el Hijo
del Hombre. Hijo del Hombre es el título que Jesús usa más frecuentemente para
identificarse a sí mismo (8:20; 9:6; 10:23; 11:19; 12:8, 32; 13:37,41; 16:13, 27;
17:9, 12, 22; 19:28; 20:18, 28; 24:27, 30, 37, 39; 25:31; 26:2, 24, 45, 64). Su
significado no es claro. Puede ser que Jesús lo prefiere porque no lleva algo del
“bagaje” asociado con el título de Mesías.
¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Jesús sabía que su momento de morir se acercaba y por ello durante su último
año de ministerio busco lugares lejos de las multitudes para estar a solas con sus
12 apóstoles, ya que de estos dependía el continuar con la obra evangelizadora
que había iniciado. Estando aquí decide hacerles una pregunta muy importante:
¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Antes de hacerles la
pregunta directa en cuanto a quién es Él, decide preguntarles quién dice la
gente que es Él. Es obvio que la pregunta tenía con objetivo que los discípulos se
preguntarse quién era realmente Jesús, ya que habían pasado mucho tiempo con
Él y era clave que ellos lo reconociesen como el ser que realmente es. Ante la
pregunta ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
Jeremías, o alguno de los profetas. Si nos damos cuenta la gente tenía muchas
opiniones en cuanto a la persona de Jesús, libre de lo que sus enemigos creían.
Por ejemplo:
ya anteriormente Herodes Antipas había creído que Jesús era Juan el
bautista que había resucitado de entre los muertos: “En aquel tiempo Herodes
el tetrarca oyó la fama de Jesús, y dijo a sus criados: Este es Juan el Bautista;
ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes”, (Mateo
14:1-2).
Otros por el contrario creían que era Elías por la profecía de Malaquías:
“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová,
grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el
corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con
maldición”, (Malaquías 4:5-6). Sin embargo, esta profecía hacía referencia a
Juan el bautista y no al Mesías.
Otros creían que era Jeremías, ya que en 2 Macabeos 2 se narra una
historia donde se dice que cuando el templo fue destruido por Nabucodonosor
Jeremías había tomado el arca y los utensilios del templo y ocultándolos en
una cueva la cual él sello y no se volvió a encontrar. La tradición decía que
justo antes de la venida del Mesías aparecería Jeremías trayendo de regreso
el arca para devolverla al templo y la antigua nube de gloria que cubría el
tabernáculo en tiempos de Moisés y el templo cuando Salomón lo edifico
volvería a posarse.
Y en general, otros creían que Jesús era alguno de los profetas que había
resucitado, sin embargo, aunque algo nobles estas interpretaciones eran
erradas ya que no lo identificaban como el verdadero Mesías, el Salvador y
único Dios.
Por tanto, el hombre necesita conocer a Jesús como ese Mesías, el Cristo que
vino a esta tierra a morir por nuestros pecados y darnos vida eterna, pero, por otro
lado, también es importante reconocer que Él es el único y verdadero Dios al cual
debemos rendir nuestra vida. Si el hombre no reconoce esto jamás será salvo de
sus pecados, pero aquel día Pedro lo había comprendido y por ello dijo: Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Ciertamente, la gente dice cosas que tienen ya cierto valor. Dicen que es
un profeta; o bien Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos,
como pensaba Herodes; o bien Elías, el gran profeta cuyo retomo se esperaba
para preparar el camino al Mesías; o bien, por último, alguno de los antiguos
profetas. Son las mismas respuestas que circulaban antes, que ya eran
conocidas, que estaban difundidas, propagadas. Es como si hoy, para
responder a la pregunta «¿quién es Jesús?», nos basáramos en lo que dicen
los periódicos, las películas, las revistas especializadas: en la práctica, es la
respuesta de los medios de comunicación, de la investigación cultural y de la
propaganda religiosa.
Todas estas respuestas, ya sean las de los tiempos de Jesús referidas
por el evangelio, ya sean las de hoy, transmitidas por los periódicos, la
radio, la televisión, se basan en un presupuesto, que es el de la
posibilidad de la comparación. Jesús puede ser comparado a Juan el
Bautista, a Elías o a cualquier otro profeta, antiguo o moderno. El
establecimiento de comparaciones, de parangones entre realidades diferentes,
entre identidades diversas, es un medio importante para conocer. Sin embargo,
sigue siendo aún una respuesta genérica, impersonal, parcial, a partir de lo que
se ha oído decir.
¿qué piensan los demás? Nos encanta hablar de los otros, de lo que hacen,
dicen, piensan y de cómo se equivocan. En tiempos de Jesús la gente lo veía
como uno de los grandes profetas que habían existido hacía siglos. Ellos también
tenían sus profetillas y sus lidercillos, pero no eran como aquellos de antaño. El
único que destacó fue Juan Bautista. Así, la gente relaciona a Jesús con los
grandes personajes del pasado remoto (Elías, Jeremías) o reciente (Juan
Bautista). No está mal para empezar, pero no basta. La gente capta que Jesús
tiene un mensaje de parte de Dios, y que su figura significa mucho, pero no llega
al fondo de quién es en realidad.
Esta es una pregunta interesante y que muchas veces se realiza con la intención
de conocer el criterio que las personas tienen del otro. Resulta relevante para
aquellos que necesitan autorrealización conociendo lo que otros dicen o piensan
acerca de ellos. Para muchos es importante saber si es bien recibido por sus
congéneres o si se tiene buen criterio o no de ellos.
La pregunta planteada en el título aparece en primer lugar en el texto de Mt.16.14
y se repite en Mr.8.27 y Lc.9.18. Es básicamente el mismo y la pregunta es
invariable. Está dirigida primeramente a los discípulos, Jesús les pregunta a ellos:
¿Quién dice la gente que soy yo? en otras palabras, ¿Qué han escuchado ustedes
entre los vecinos acerca de quién soy yo? Y la respuesta es bien conocida: “Unos
dicen que es Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los
profetas”, señala Mateo. En Marcos la respuesta es: “Unos dicen que Juan el
Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas” y Lucas dice casi lo
mismo, aunque añade: “…y otros que uno de los antiguos profetas ha resucitado”.
Todos los evangelistas dicen lo mismo, con el mismo argumento y con escasas
diferencias.
Esa pregunta en boca de cualquier ser humano no sería extraña, pero escucharla
en boca de Jesús sí lo es; ¿Por qué necesitaba Jesús saber lo que la gente
pensaba acerca de Él? ¿Estaría haciendo una encuesta para saber si las
personas tenían un buen concepto de Él? Lo cierto es que es una pregunta
extraña, sobre todo si viene de parte Jesús.
Conclusión
Parece que la revelación que Pedro recibe de parte del Padre es lo que realmente
le importa a Jesús. Él está a punto de comenzar su camino hacia la cruz, y es
importante para él que quede bien claro quién es en realidad, y que sus discípulos
también lo tengan claro, porque ellos serán los encargados de llevar esa
enseñanza a todas las naciones.
Por tanto, la enseñanza que nos deja este texto no es que Jesús estuviera
interesado en saber lo que la gente pensaba de Él, sino si sus seguidores lo
tenían claro, ¡eso era lo importante!
Si se preguntara a los que están alrededor: ¿Quién dice la gente que soy yo?
¿Cuál sería la respuesta? ¿Sería quizás, este es un fiel representante de Cristo?
¿Qué dirían los que están cerca? y, ¿Los que están lejos?
La respuesta debe buscarse y debería ser categórica, porque eso definirá la clase
de mensajero que se está siendo.
Asi que amados les pregunto…