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La Madre de Mi Mejor Amiga

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La madre de mi mejor amiga » camren

Prólogo

Aun no entiendo que me sucede, aun no sé cómo he llegado a esto, pero aquí estoy, pensando en
ella. Ella, la mejor amiga de mi hija.

Capítulo 1

Sábado dieciséis de Marzo de mil novecientos noventa y se is.

Camila Cabello recientemente había cumplido sus quince años para aquellas fechas, era una joven
hermosa e inteligente, dedicada en sus estudios: el orgullo de sus padres.

Aquel sábado sería el primer día en el que se atrevía asistir a una fiesta de su secundaria. Austin
Mahone, estudiante de último curso y capitán del equipo del instituto, armaba las mejores fiestas
de todo Miami y, aunque su mejor amiga, Dinah Jane, lo odiara, no podía negar que si de reyes de
fiesta se trataba; Mahone se llevaba la corona.

Todas estaban en casa de Taylor, arreglándose para la gran noche. Selena jugueteaba con el cable
del teléfono mientras hablaba con su novio.

—Justin aún no puede creer que hayamos conseguido que su hermanita asista a la fiesta. —comento
graciosamente, después de colgar la llamada.

—Fue un reto. —suspiró dramáticamente Dinah.

— ¡Ya!— exclamó Camila, riéndose de las dramáticas expresiones de sus amigas. —No es para tanto,
saben muy bien que no me gusta salir"

—Lo se cuñadita. —dijo Selena, caminando hasta ella y rodeándole el hombro con su brazo. —Es
solo una broma, pero ¿sabes? Es genial que hayas aceptado, Jus sigue sorprendido.

—Mi hermano no es más que un dramático, igual que ustedes. —dijo Camila, señalando a sus
amigas.

—Si Mila, lo que digas. Ahora, deja de moverte, necesito terminar con tu maquillaje. —exigió, casi
frustrada Normani, mientras arreglaba a la morena.

—Lo siento. —susurró, haciendo un puchero.

—Ya, ya, lo que digas. Tay, ¿Cómo vas con su vestuario?—preguntó Normani a la dueña de casa.

—Todo bien mi capitana. —respondió burlonamente la rubia.

Siendo su primera fiesta, Camila no tenía idea de cómo maquillarse, o que ponerse, así que sus
amigas, como buenas amigas que eran, se habían encargado de todo. Selena, como buena cuñada,
había llevado los mejores atuendos que la morena tenía en su guardarropa, de los que en ese
momento Taylor se hacía cargo, buscando el mejor de todos y así poder combinarlos con algunos
de sus zapatos.

Camila rezaba internamente, ella era muy torpe constantemente, y lo era mucho más al caminar
con zapatos altos, y conociendo muy bien a su rubia amiga, estaba segura que ella no contaba con
pequeños zapatos. Solo esperaba, su torpeza le diera tregua esa noche.

—Apresúrate Mila, queremos verte. —pedían las chicas, ellas se encontraban en la habitación,
mientras Camila, en el baño, terminaba de acomodarse el vestido.

—Ya voy. —gritó Camila, saliendo por fin del baño.

La habitación quedo en un rotundo silencio, apenas la morena entro en él. Todas la miraban con la
boca abierta.

— ¡¿Qué?!—Preguntó la morena, un poco asustada — ¡¿No me veo bien?! —caminó hacia el espejo
completo para revisar su atuendo.

— ¡Woow!—exclamó Dinah, saliendo por fin de sus pensamientos.

— ¿No me veo bien?—volvió a preguntar, preocupada.

—Mila ¿Eres tú?—preguntó Selena, acercándose a la hermanita de su novio, tocando su rostro.

Todas estaban listas ya, cada una con su respectivo atuendo, y la única que faltaba entonces, había
sido Camila. La joven morena relucía, enfundada en un precioso vestido negro. Sabían las demás,
Camila daría mucho de qué hablar esa noche.

Siendo conocida como la nerd, Camila no salía constantemente, ella prefería quedarse en su casa,
disfrutando de un libro o de una simple noche de películas. Pero ahí estaba ella, a punto de salir a
una fiesta con sus amigas y su hermano. Siendo también, la hermana del chico más popular del
instituto, Camila era 'respetada', pues nadie quería tener problemas con el moreno, sobre todo si
se trataba de su hermana gemela, él era muy protector.
—Sí, soy yo, tarada. —respondió riéndose.

—Lo siento cuñadita, jamás te había visto así. —dijo Selena.

—Mila estás ¡Hermosa!—dijo Ally.

—Hemos hecho un gran trabajo Mani. —dijo Taylor, alzando la mano para que así la morena chocara
los cinco con ella.

—Lo sé Tay. —dijo Normani, chocando los cinco.

—Mila, si con tus lentes y esa ropa grande te veías bonita... —dijo Selena esta vez.

—Ahora te vez sexi ¡Estas que ardes, amiga!—terminó por decir Dinah.

Camila sonrió, sonrojándose tímidamente.


—Gracias. —murmuró a sus amigas.

El claxon de un auto se hizo escuchar, pronto estuvieron todas subiendo al auto de un sorprendido
Justin, si antes tenía que mantener a algunos pocos alejados de su hermanita –porque celoso
siempre– ahora, seguramente, le tocaba mantener a todos los chicos de la fiesta a raya. Jamás
permitiría que alguien se sobrepasara con ella.

Aun no entiendo como lograron convencerme, pero aquí estoy, a punto de entrar a mi primera
fiesta. Solo espero todo salga bien, pensaba Camila, siguiendo a sus ami gas al interior de la casa.

Capítulo 2

Camila's POV

Aún no puedo creer que esto me esté pasando, hace nueve meses era una chica normal y, justo en
este momento, estoy por convertirme en madre. Esta más que claro que mi primera vez no fue
como lo había imaginado alguna vez, pues ni siquiera lo podía recordar.

En estos momentos, mientras los fuertes dolores en mis caderas me atacan, estoy odiando
plenamente a mis amigas y mi hermano, sobre todo a él, el responsable de esto: Andrew.

Y, aunque sé que no es su culpa únicamente, pues yo también tengo mi ración de culpabilidad, no


hallo la manera de calmar mi dolor si no es culpándolo y apretando su mano con todas mis fuerzas,
otorgándolo en poco de dolor, nada comparado con el mío.

—Auch Camila. —gimió de dolor cuando clave mis uñas en su mano.

— ¡Cállate!—le grité, desesperada por este fuerte dolor. —Tu hija me está matando. —grité. Cada
vez dolía más.

— ¡No seas dramática Mila!—exclamó, sin soltar mi mamo, pues muy en el fondo sabía que merecía
sufrir un poco.

— ¡¿Dramática?!—gruñí, él sonrió. Debía estar bromeando. Aunque muy en el fondo, yo sabía que
él estaba tratando de distraerme, pues verme en este estado le dolía.

Andrew y yo habíamos aprendido a convivir después de haber despertado en la misma cama,


desnudos, al día siguiente de la fiesta; el día en que mi vida había dado un giro de ciento ochenta
grados sin yo saberlo aún. No hay que ser adivinos para saber lo que había sucedido.

Ese día había sido una locura, ninguno de los dos recordaba lo que habíamos hecho la noche
anterior, mucho menos de como habíamos acabado ambos, en aquella cama.
Yo solo tenía vagos recuerdos.

Lo único que podía recordar, y a veces no sabía si era sueño o re cuerdos, era hasta una hora después
de haber llegado a la fiesta. Justin se había ido a bailar con Selena, claro que sentía su mirada en mi
a cada momento, pues mi hermano era demasiado celoso. Recuerdo que estuve con las chicas,
quienes poco a poco, me fueron dejando sola, pues las invitaciones a bailar les llovían y yo no era
quien para impedirles divertirse.

Sé también que lo vi, él entro como un rey pues todas las miradas se dirigieron a él. Recuerdo que
se acercó, hablamos, bebimos y, como fue mi primera vez, tanto en una fiesta como bebiendo, me
pase de la raya.

He ahí el inicio de mi estado actual.

Después de aquel desastre, nos habíamos cambiado y yo había salido en busca de mis amigos. Mi
hermano se encontraba junto a Selena, dormidos en el sofá, mientras Dinah, Normani, Ally y Tay, se
habían instalado en la sala. Austin era amigo de Justin, así que al parecer les había ofrecido que se
quedaran, ellos son de ese tipo de personas que se amanecen en la fiesta, otra de las razones por
las cuales no aceptaba salir con ellos.

Junto a Andrew, encontramos a más personas en la sala, dormidas, entre ellos dos amigos del
ojiazul. En ese momento acordamos no contar a nadie lo sucedido, guardarlo como un pequeño
secreto.

Y así lo hicimos, pues desde entonces, nos hicimos buenos amigos.

Él era dos años mayor que yo y estaba en último año, pronto a graduarse, pero en otro instituto. Las
chicas al conocerlo, quedaron hipnotizadas por sus ojos y aquella radiante sonrisa, porque aunque
no me gustara ni me llamara la más mínima atención, no podía negar que Andrew tenía lo suyo.

No fue hasta el segundo mes de habernos hecho amigos que nos enteramos; estaba embarazada,
pues dada la confusión y los vagos recuerdos en nuestras memorias, el juraba haberse cuidado.

Cuando me enteré, entre en pánico y era normal pues yo esperaba que aquella noche no tuviera
secuelas y no tener razones para recordar lo que había pasado entre nosotros. Después de todo, era
nuestro secreto, nadie debía enterarse.

Al final todos se enteraron.

Andrew se portó de una manera que jamás me hubiera imaginado, pues en el momento en que
analicé las cosas y supe que debía contárselo, imaginé todo tipo de reacciones; pero nunca pensé
que el llegaría a llorar, pidiéndome perdón y prometiendo que cuidaría del bebé y de mí.

Aquello si me sorprendió, pues aunque lo fui conociendo en esos dos meses y nuestra amistad se
consolidó, jamás pensé que se lo tomaría de esa manera. Habrá sido el escuchar las historias de
chicas abandonadas por los padres de sus hijos lo que me llevo a pensar que quizás él haría lo mismo.

De todas formas me sentía mal, un hijo es una gran responsabilidad y yo no quería arruinar nuestras
vidas, aun éramos muy jóvenes. En ese momento un sinnúmero de opciones pasaron por mi cabeza,
pero Andrew enseguida las descartó, afirmándome que aquello había sido nuestro error y debíamos
afrontarlo, pues el haría lo posible para mantenernos a ambos bien.

Y le creí, y no me decepcionó.

El momento de contárselos a nuestros padres fue el más difícil, el me pidió hablar con mi padre
después de haber charlado con el suyo. Tenía que pedirle trabajo si quería mantener a su futura
familia.

Andrew venía de una familia millonaria, su padre era dueño de una de las empresas constructoras
más grandes del país. Lo había conocido un día en el que Andrew nos había invitado a pasar un
domingo en su casa, exactamente un mes después de la fiesta.

Justin estuvo a punto de matarlo, pero después de recalcarle que me había dejado sola esa noche y
que si me hubiese cuidado, nada de eso pasaría, el aparentemente reaccionó, eso y que Selena le
propinó una buena bofetada tratando de tranquilizarlo. Al menos supo entenderlo y notó como
Andrew se preocupaba porque todo estuviera bien conmigo, entonces ahí, mi hermano lo aceptó,
sobre todo, lo apoyo el día en el que le contó a mis padres.

Andrew había conseguido salir vivo de la conversación con sus padres y los míos, claro que papá
estuvo a punto de matarlo, si no hubiera sido por el hecho de que Justin y Shawn, el mejor amigo
de Andrew, estuvieron ahí, atentos. A mi padre sobre todo.

El contárselo a mis amigas fue una locura, pues inmediatamente fueron haciendo planes para el
babyshower, bautizo, cumpleaños..., creo que hasta armaron la boda de mi bebé.

Andrew y yo seguíamos siendo amigos, amigos que pronto tendrían una hija, aún recuerdo el día en
el que nos dijeron su sexo, él estaba tan feliz que apenas salimos del hospital junto a su madre y la
mía –quienes se volvieron buenas amigas, al igual que nuestros padres–, nos llevó al centro
comercial, donde compró tanta ropa, que imaginaba, no cabrían tantas bolsas en el auto.

Nuestros padres supieron entender que entre nosotros no había más que una buena amistad. Así
que, aunque mi padre quería, no nos obligaron a casarnos, pues él no quería que fuera madre
soltera, aunque yo sabía que Andrew estaría siempre conmigo, apoyándome.

Es por eso que yo aún vivía en mi casa, solo que mi habitación le habían hecho una pequeña
remodelación, ampliándola un poco y ubicando la pequeña cuna de mí bebé, cerca de esta había
una mecedora, un cambiador y el pequeño guardarropa de Hailee, mi hija. De ahí el resto seguía en
su lugar, mi closet, mi escritorio, mi cama, todo donde pertenecía.

En el transcurso de mi embarazo había contado con el apoyo de mis amigas, mi familia y sobre todo,
con el apoyo de él. Nuestra amistad se fortaleció a tal punto que nos habíamos convertido en
mejores amigos y estoy segura que no habría podido pedir un mejor padre para mi hija, pues
Andrew era el mejor.

Solo había un pequeño problema, él pronto se marcharía, pues tenía su futuro en Londres, donde
iría a estudiar, y yo no me opondría. Él había decidido quedarse en Miami y estudiar ahí, pero yo le
había dicho que no, pues su sueño siempre había sido ese, y aunque le doliera dejar a Hailee, había
aceptado, pues yo sabía, que aunque estuviera lejos, siempre podría contar con su ayuda. Después
de todo mi madre y su madre me ayudarían con el cuidado de la pequeña, pero él no se iría hasta
que nuestra hija haya cumplido su primer añito.

Una fuerte contracción me atacó, trayéndome al presente, al momento en el que mi pequeña estaba
por nacer. Andrew había conseguido mantenerme calmada por un tiempo, mientras me sumía en
mis pensamientos, recordando todo lo que habíamos vivido durante estos nueve meses.

Sus ojos, aquel mar azul que me encantaban y esperaba nuestra hija los tuviera también, me veían
con desesperación. Estaba sufriendo al verme de esa manera, me lo había dicho, pero también por
mi fuerte agarre en su mano.

—Calma Mila, pronto pasará. —me susurró cariñosamente.

El doctor ingresó finalmente al quirófano.

—Camila, es hora de traer a tu hija al mundo. —dijo antes de empezar su trabajo y pedirme pujar.

Andrew me permitió apretar su mano con más fuerza. Él sabía que merecía al menos sufrir un poco
junto a mí, después de todo estábamos juntos en esto.

Capítulo 3

Camila's POV

—Es tan hermosa. —susurró Andrew, mientras mecía a nuestra pequeña en sus brazos. —Es igual a
ti Mila. —me dijo mientras se acercaba y dejaba un cariñoso beso en mi frente.

Yo solo le sonreí, no tenía fuerzas para hablar, además de que me lo habían prohibido.

— ¿Dónde está mi hermosa sobrina?—entró mi hermano, con los brazos extendidos corrió hacia
Andrew, tomando a la pequeña en sus brazos.

Mis amigas le siguieron y segundos después mis padres y los de Andrew también habían ingresado.
Mi papá junto al Señor Steinfeld se habían acercado a Justin, y en menos de un segundo, papá se
encontraba sosteniendo a Hailee y mi hermano gruñendo porque se la habían arrebatado.

¡Dios! Me encontraba tan feliz de cómo había sucedido todo esto, que pensaba que explotaría en
cualquier momento. Solo esperaba todo fuera bien, aunque Andrew pronto se marcharía.

Un año después...
Hoy era jueves once de diciembre de mil novecientos noventa y siete. ¡Uf! Que rápido se iba el
tiempo, siento como si hace tan solo un par de horas, había dado a luz a esta preciosa niña que
ahora está en los brazos de su padre, saludando a todos los invitados, en su mayoría, familiares de
él y míos.

Nuestros amigos, 'tíos' de Hailee no pudieron faltar, y ahí estaban ellos, disfrutando de la pequeña
reunión. En poco más de dos meses, Andrew se marcharía, sus padres ya tenían todo listo, y él solo
esperaba el momento, aunque muchas veces me dijo que no quería dejarnos solas, sobre todo
porque extrañaría a Hailee. Yo sabía que él necesitaba irse, no podía retenerlo de cumplir su sueño,
él lo necesitaba, pues no me quería sentir culpable cuando él, en un futuro, no haya logrado lo que
siempre había soñado por quedarse con nosotras.

Nuestra amistad se había fortalecido con el tiempo y nuestra cercanía, pues debíamos estar juntos
por nuestra hija. En las mañanas, cuando yo iba a la escuela, él llegaba a pasar con ella, pues ya se
había graduado y se estaba tomando un año 'sabático'.

Andrew nos había comprado una pequeña casa, pues sabía que yo no me quedaría con mis padres
para siempre y que cuando me graduara, buscaría mi lugar, entonces optó por dejarnos un lugar
para Hailee y para mí.

Pequeños correteaban de un lado a otro en el jardín de los Steinfeld, mi pequeña en brazos de


Andrew, recorría toda la estancia, sonriente, mostrando esos dos pequeños dientecitos que habían
crecido y los otros que apenas se asomaban en su encía.

— ¡Hora del pastel!—gritó mi madre, logrando que todos los pequeño corriesen hasta la mesa
donde se encontraba el gran pastel de chocolate.

—Andrew y Camila, corten el pastel. —ordenó la madre de Andrew mientras paseaba a nuestra hija
por el patio.

Rápidamente Andrew y yo hicimos caso, cortando en pequeños trozos el pastel y dándole a cada
niño que se acercaba.

Pronto la noche llegó, todos los invitados fueron abandonando poco a poco la casa, hasta que
quedamos mis padres, mi hermano y yo, junto a los padres de Andrew.

—Eso fue una locura. —suspiró Andrew sentándose a mi lado mientras le daba de comer a Hailee.

—Lo sé. —respondí.

Hailee succionaba fuertemente mi pecho, acariciándolo al mismo tiempo, regalándome uno que
otro pequeño mordisco haciéndome gruñir, lo cual le divertía pues soltaba sus pequeñas risitas que
tanto me encantaban.

—La extrañaré. —dijo Andrew después de un tiempo en silencio mientras acarici aba la cabecita de
nuestra pequeña y ella sonreía tiernamente, cerrando sus ojos gracias a las caricias de su padre.

—Ella también lo hará. —le dije, viendo directamente a aquellos hermosos ojos azules.
— ¿Y tú?—me preguntó segundos después, observando atentamente a Hailee.

—Sabes que sí, eres el padre de Hailee y mi mejor amigo. —le sonreí.

—Lo sé, también te extrañaré. Las llamaré a diario y vendré cada vez que pueda. —aseguró con voz
animada.

—Gracias por todo Drew. —susurré, moviendo a Hailee para poder quitarle los gases mientras me
arreglaba la blusa.

—Déjame, yo lo hago. —pidió, tomando a la pequeña en sus brazos y empezando a caminar por la
sala, golpeando su espaldita y susurrándole cosas al oído.

Pronto Hailee estuvo dormida y acostadita en la cama de Drew.

—Por cierto, no tienes nada que agradecer. —me dijo mientras caminábamos hacia el patio, donde
estaban todos conversando. —Las quiero a ambas, y no lo siento como responsabilidad únicamente,
lo hago porque quiero hacerlo. Hailee es mi hija, tú eres su madre y ambas me han hecho feliz en
todo este poco tiempo que hemos estado juntos, y las extrañaré. Lo haré.

—También lo haremos. —lo abracé. —Y gracias por la casa.

Él simplemente rio, devolviéndome el abrazo para después salir y unirnos a nuestras familias.

Y sin darnos cuenta, los dos meses que le quedaban a Andrew se habían pasado, y es por eso que
ahora nos encontrábamos en el aeropuerto, despidiéndonos.

—...Te extrañare mucho pequeña, mucho, mucho, mucho... —era como la séptima vez que lo
repetía, mientras cargaba a Hailee y le daba vueltas, haciéndola reír.

—Te extrañaremos mucho hijo. —dijo su padre, abrazándolo.

—Cuídate mucho, por favor. —pidió su madre, entre lágrimas.

Incluso mis padres estaban aquí.

—Ten buen viaje muchacho. —dijo mi padre, dándole un apretón en el hombro.

Andrew le sonrío, agradeciéndole.

—Cuídate querido. —dijo mi madre.

—Muchas gracias Sinu, Alejandro.

Y estaba claro que no faltarían sus amigos, ni los míos.

—Bro... —dijo Shawn, abrazándolo por los hombros y acariciando la manito de Hailee. —Te
extrañaremos mucho, nos harás demasiada falta. —dijo, hablando por los demás, entrando en su
faceta dramática. —Sobre todo los fines de semana de fiestas, aunque después de ese fin de
semana... —insinuó, apuntando a Hailee, haciéndonos reír a todos.

—Idiota. —murmuró Andrew, riendo divertido.


—Y las tardes en tu piscina ¡Uf! —bromeó. —Pero, dejándonos de broma, realmente nos harás falta.
Sobre todo a esta pequeña. —sonrío tiernamente a Hailee.

Shawn era de los mejores amigos de Andrew, se conocen desde la niñez y ha sido todo un
consentidor con mi pequeña. Sé que a falta de su padre, Hailee tendrá a muchos 'tíos' que cuidarán
de ella, sobre todo, que la protegerán.

—Lo sé, y también sé que ustedes serán un gran ejemplo para ella en mi ausencia, y que la cuidaran
mucho. —dijo Andrew, viendo a sus amigos y a mi hermano.

—De eso no te preocupes. —dijo Justin, sonriéndole.

Y después de que todos se despidieran, llegó mi turno.

—Cuídate y cuídala. —pidió con los ojos llorosos, sabía que esto no era menos difícil para él, pero
necesitaba irse.

No podía retenerlo.

—Claro que lo haré. Tú también cuídate por favor, ella te necesita. —le dije, mientras arreglaba el
gorrito en la cabeza de nuestra pequeña.

—Lo haré, lo prometo. —dejó un beso en mi frente.

—Drew... —susurré.

— ¿Si?—preguntó.

—Prométeme que estarás abierto al amor. —le pedí. —Sé que lo nuestro nunca pudo ser, aunque
lo intentamos un tiempo. Estamos bien como mejores amigos y padres de Hailee, es lo mejor. Pero
necesito que busques a alguien que te haga feliz, por favor. —él sólo me sonrío tiernamente.

—Lo haré, si tú me prometes lo mismo. Lo mereces Mila, eres una chica estupenda y hermosa. —
me dijo.

—Lo haré, lo intentaré al menos. Te lo prometo.

Y con esa promesa, un beso de despedida y un abrazo, Andrew se marchó.

Capítulo 4

Camila's POV

Quince años después...


—Bienvenida a New York. —suspiré, arrastrando mi maleta por el aeropuerto, detrás de mí muy
emocionada hija.

Después de la partida de Andrew, había continuado con mi vida junto a Hailee. Hablábamos
constantemente, sobre todo por temas de nuestra pequeña, aunque nunca dejamos nuestra
amistad, él continuaba siendo mi mejor amigo.

Como padre, Andrew era el mejor. Pues, aunque se encontrara en otro continente, Hailee siempre
mantuvo el contacto con él y casi todas las noches hacían sus se siones de video llamada donde
secreteaban ambos, y de vez en cuando llegaba a incluirme en esas conversaciones, al igual que
Nina, la esposa de Drew.

Aún puedo recordar la emoción en la voz de mi mejor amigo al contarme sobre Nina. La había
conocido en su cuarto año de facultad, ella recién ingresaba a la Universidad y se habían chocado
cuando ella, desesperadamente, buscaba su salón. Entonces, tan caballeroso como siempre,
Andrew se había ofrecido ayudarle.

Y así empezó su hermosa relación.

Siete meses después él se le declaró y desde entonces empezaron a salir, claro que para ese
entonces, Andrew ya le había hablado de Hailee, y de mí. El ojiazul le había dejado en claro que
entre nosotros no había nada más que una bonita amistad, y se lo confirmé yo.

Poco después de que se oficializaran, Andrew realizó una video-llamada, con el fin de contarle a
Hailee sobre Nina. Nuestra hija tenía en claro que nosotros no teníamos sentimientos mutuos, y a
su corta edad había sabido entendernos y sobrellevar el que su padre no estuviera junto a ella.

Nina y yo nos hicimos buenas amigas, y Hailee aprendió a tomarle cariño, después de todo era una
gran chica que hacia feliz a su padre. Y hace aproximadamente cinco años se casaron,
convirtiéndome en la madrina de su boda y poco después, en la madrina de Jake, su primer hijo.

Y él cumplió su promesa, algo que no pudo decir de mí.

Después de acabar el instituto, fui aceptada en la Universidad de Miami, donde me licencié en la


carrera de Literatura. A mediados de mi carrera conseguí publicar mi primer libro gracias a que Jade
(una de mis amigas de la Universidad, y quien estudiaba específicamente para ser editora y en un
futuro hacerse cargo de la editorial de su padre), leyó uno de mis manuscritos.

Ella me había dicho lo bien que escribía y que aquel manuscrito merecía ser publicado, así pues su
padre, el señor Thirlwall me hizo firmar un contrato con él. Gracias a que su editorial era muy bien
conocida y muy respetada, mi libro fue todo un éxito.

A ese éxito poco después se le sumo mi segunda obra, que alcanzo miles de ventas en la primera
semana en todo Estados Unidos y Canadá ¡Fue una locura! Andrew siempre estuvo apoyándome,
junto a mis padres, los suyos y nuestros amigos.

Estaba feliz, después de todo lo estaba. Tal vez aún no era el momento de encontrar el amor como
Drew lo hizo, solo esperaba poder encontrarlo alguna vez, pues deseaba compartir mi vida con
alguien, que no fuera mi hija, que posiblemente, pronto me dejaría ¡Crecía muy rápido!
No puedo negar que tuve varios encuentros con diferentes personas, e incluso les permití a mis
amigas que me realizaran citas, pero nunca funcionaban. Algunas terminaban en sexo, pero nunca
lograba sentirme satisfecha, por lo que no los volvía a llamar.

Además, quería lo mejor para Hailee y no podía involucrarme en alguna relación teniendo a mi hija
pequeña, pero ahora que estaba grande, quizás podría probar, solo debía esperar a ver que me
traería el destino.

—Mamá, apresúrate. —gruñó Hailee, entrando a un Starbucks, seguramente moría por comer algo
dulce, como siempre. Eso es lo que creó Ally con sus deliciosos postres.

—Allá voy, cariño. Espérame. —le dije mientras intentaba desatascar la llanta de mi maleta, que se
había quedado atrapada.

De pronto, sentí que levantaban mi maleta y la llanta salía libremente.

—Gracias. —susurré a la chica frente a mí.

Ella tenía una sonrisa deslumbrante y era completamente hermosa, su cabello oscuro caía en
cascadas sobre su hombro. Y sus ojos, sus ojos eran maravillosos. Ella inclinó la cabeza a un lado y
me observó con los ojos entrecerrados, como si tratara reconocerme.

— ¿Es usted...Camila Cabello?—preguntó, pronunciando bien mi nombre, lo cual agradecía pues


muchos lo hacían mal, y me fastidiaba.

—Si... sí, soy yo. —asentí, al darme cuenta que me había quedado observándola y no respondía.

— ¡Oh! ¡Dios! Mierda. —gruñó.

— ¿Qué sucede?—pregunté asustada.

—Olvide mi libro en el auto...—suspiró. —Me encantan sus obras. —me dijo, mirándome a los ojos.
¡Siento que me perdí! —Es usted una gran escritora, Señora Cabello. —asintió, metiendo sus manos
en los bolsillos de sus jeans. —El diario de Julieth es de mis favoritos y lo estaba leyendo de camino
acá al aeropuerto. —suspiró. —Pero lo olvidé en el auto.

—No te preocupes, tal vez en otra ocasión podré firmártelo. —comenté, sin dejar de mirar sus
maravillosos ojos, no podía distinguir su color, pero sabía que eran perfectos. Jamás me había
sentido de esta manera, y me asusta por dos razones: es una chica, y seguramente tendría la edad
de Hailee. Pero simplemente no puedo evitar mirarla, ella es realmente hermosa. —En unas
semanas haré una firma de libros. —avisé. —Quizás puedes venir. —pude notar como empezaba a
ruborizarse ¡Se ve tan tierna!

—Ya lo sabía. —asintió, agachando la mirada y sonriendo tímidamente. —Y claro que iré. —suspiró,
levantando la cabeza y uniendo nuestras miradas una vez más.

—Entonces...nos veremos. —dije, empezando a caminar con mi maleta.

—Claro. —dijo, ensanchando su sonrisa.


Le sonreí, y me giré, entrando en el Starbucks, encontrando a mi hija haciendo la fila.

— ¿Por qué tardabas?—me gruñó.

—Tranquila, mandona. —le dije riendo, abrazándola. —Tuve un problema con la llanta de la maleta.

—Okay. —suspiró, viéndome de reojo con seriedad, pero luego sonrió y me devolvió el abrazo. —
Te quiero mami, este será un nuevo gran comienzo para nosotras.

—Lo sé, cariño.

—Estoy ansiosa por ir al instituto, ya quiero conocer la casa que papá nos compró.

—Tu padre, siempre tan necio. —suspire. — ¿Ya ves porque no quería decirle hasta después de
conseguir el departamento? Sabía que el haría algo así. —asentí.

—Igual, te ahorras el alquiler mamá. —asintió. —Además, estoy segura que es bonita, conoces los
gustos de Andrew Steinfeld.

—Lo sé, también estoy emocionada por verla.

—Quiero que disfrutes esto mamá. —me miro a los ojos. —Quiero que conozcas a alguien, que te
enamores como lo hizo papá. Yo ya no soy una niña pequeña, estoy a punto de cumplir dieciséis y
te apoyaré siempre. Y si alguien te lastima, le haré sufrir, tía Dinah me ayudaría. —asintió de acuerdo
a su plan. —Lo que quiero decir es: eres una gran madre y muy guapa, una excelente mujer, tienes
apenas treinta años y una gran carrera por delante. Pero debes divertirte, conocer personas...quiero
que seas feliz.

—Soy feliz. —sollocé por sus palabras. —Tú me haces feliz cariño.

—Lo sé mami. —asintió, avanzando un paso en la fila. —Pero necesitas otro tipo de felicidad, otro
tipo de amor. No el de tu hija, si no el de una persona que esté dispuesta a pasar su vida junto a ti.

—Te prometo que lo intentaré. —asentí.

—Pero espero que esta vez se cumpla, no como la que le hiciste a papá antes de irse a Londres.

— ¿Cómo lo sabes?—pregunté.

—Papá y yo nos contamos cosas. —murmuró como si fuera un secreto. —El caso es que él también
quiere que seas feliz, como lo es él con Nina.

—Está bien cariño, esta vez estaré abierta al amor. —susurré, y no sé porque aquella hermosa
mirada apareció en mi mente, junto a aquella radiante sonrisa. —Abierta al amor. —suspiré,
pensando en aquella chica.

Capítulo 5
Camila's POV

¡Oh! ¡Por! ¡Dios!

La casa que Andrew había adquirido para nosotras era una maravilla a simple vista, y el interior
seguramente era fenomenal. Estaba en uno de los vecindarios más acomodados de todo New York
y era lo más hermoso que hubiera visto en mi vida. Y eso que solo habíamos visto la fachada exterior,
no me quiero ni imaginar los muebles.

Andrew es un exagerado siempre.

El camión de mudanzas llegó a los pocos minutos detrás de nosotras. No habíamos traído mucho,
pues Andrew se había encargado de comprar casi todo de nuevo, así que lo único que ocupaba ese
gran camión era mi auto, las maletas con el resto de nuestra ropa, la bicicleta de Hailee junto a otras
cosas más de su habitación, al igual que de la mía.

No tardamos mucho en tener todo listo, pues como había mencionado, Andrew era un exagerado.
La casa tenía todo instalado, y la cocina ni se diga, era una maravilla ¡una preciosidad! Había cuatro
habitaciones, un enorme pasillo en el segundo piso conducía a ellas.

La sala era gigantesca, y en ella había un gran candelabro colgando del techo, dándole un aire de
sofisticación. Unos hermosos muebles que a simple vista se notaban cómodos, una mesita en el
centro y un gran plasma que se extendía por una gran parte en la pared, frente al mueble largo.
Había una pequeña separación en la sala que da a una especie de mini salón, y al fondo una puerta
corrediza que da al patio.

Cerca de la cocina, al fondo del pasillo, estaba el cuarto de lavados. Este era grande y tenía instaladas
ya la lavadora y secadora. Cerca de este había un baño grande y frente a este baño había dos
puertas, el uno era el almacén para guardar las cosas de aseo y el otro tenía un perchero,
seguramente para guardar los abrigos.

— ¡Esta casa es tan genial!—escuché a Hailee exclamar desde el piso de arriba, seguramente habría
encontrado su habitación con las cosas que su padre le había comprado.
Decidí continuar con la cocina, era amplia con un mesón americano imponiéndose a mitad de esta.

—Mamá ven a ver esto. —escuché a Hailee llamarme.

—Ya voy cariño. —respondí, caminando hacia las escaleras para luego subirlas.

Al estar en el segundo piso me dirigí rápidamente a la segunda puerta de mi lado derecho. Hailee
ya había ubicado su nombre sobre ésta, era una especie de letrero de madera pintado de diferentes
colores, simulando un arcoíris. Yo ya había visto mi habitación, era amplia y cómoda, y aquella cama
me llamaba a probarla de una vez, pero tenía que terminar todo antes de siquiera pensar en
echarme una siesta.

Di dos suaves toques sobre la puerta, sabía que Andrew había mandado a decorar con exactitud mi
habitación, al igual que la de Hailee, solo que no había tenido la oportunidad de ve rla, así como
tampoco sabía lo que le habría comprado esta vez.
Hailee estaba parada en mitad de su habitación, que al igual que la mía tenía un balcón al que se
accedía por una puerta corrediza. Púrpura, de ese color estaba pintada la habitación, a Hailee le
encantaba ese color y Drew lo sabía. Una enorme cama con sabanas púrpuras, cerca de ésta se
encontraba un escritorio de madera donde Hailee ya había ubicado su portátil.

Una estantería se alzaba metros más arriba del escritorio, mi hija ya había empezado a ubicar sus
libros en ese lugar. Frente a la cama estaba un enorme plasma y debajo de este un mueble con un
reproductor de música y una consola de video juegos, que por cierto, tenía a un lado varios cd de
videojuego que tanto a Hailee como a él le gustaban.

También habían tres pufs, y si, también eran púrpuras.

—Woow. —suspiré. —Tu padre se lució con esta casa.

—Sí. —asintió de acuerdo. —Lo llamaré y le agradeceré por todo esto. —me dijo mientras caminaba
hasta su portátil.

—Creo que mejor terminar de ordenar esto primero. —sugerí.

—Por favor, mami. —junto sus manos. —Hablaré rápido con papá y luego arreglaré todo, lo
prometo.

—Está bien. —suspiré.

—Si quieres puedes quedarte, así le agradecemos las dos. Ya vi la cocina, papá sabía exactamente
cómo la querías. —comentó, mientras encendía su computadora.

—Sí. —asentí. —Es hermosa. —le dije, caminando hasta su cama, donde se había instalado mientras
esperaba a que su computadora encendiera completamente. — ¿No crees que tu padre este
ocupado?—pregunté. —Son las once de la mañana, lo que significa que en Londres son las cuatro
de la tarde. —dije mientras observaba mi reloj. —Tu padre debe seguir en la empresa. —le recordé.

—Sí, pero siempre tiene tiempo para su bebé. —me sacó la lengua.

—Bueno, tienes razón. —sonreí.

Rápidamente Hailee abrió Skype, enviándole una invitación a su padre, quien enseguida contestó.
Andrew sonreía a través de la pantalla, sus ojos brillaban de felicidad, él adoraba a nuestra hija y era
lo que importaba.

—Hola cariño. —saludó a Hailee para luego sonreírme. —Hola Mila, espero no llames a reclamarme,
sabes que no puedo contenerme, solo quiero lo mejor para mis chicas. —trataba de defenderse.

—Está bien Andrew, no estoy enojada...

—La cocina la suavizó papá. Es genial. —sonrió Hailee, interrumpiéndome. —Y mi habitación es


fenomenal, te amo.
—Me alegra que te haya gustado cariño. —suspiró Andrew. —Y sabía que la cocina le gustaría a tu
madre. Aunque en realidad fue Nina quien se encargó que la cocina quedara así. Ella sabía que si la
cocina era como a Camila le gustaba, no me iba a reñir por comprarles esa casa.

— ¡Dios! —suspiré tapando mi rostro.

Escuché a ambos reírse de mí.

— ¡Ya! Basta. —los regañé.

—Okay, okay. —dijo Andrew. —Será mejor que las deje, tengo que terminar un papeleo y llegar
temprano a casa si no quiero que Nina me cocine vivo. —hizo una mueca. —Camila los papeles de
Hailee ya están en la escuela, en dos semanas empiezan las clases. —me avisó.

— ¿Tengo que usar uniforme?—preguntó Hailee.

—Sí. —asintió Andrew. —Ya hice el pedido de tu uniforme, debe llegarte en esta semana. —
respondió.

— ¿Qué tan lejos está la escuela, papá?—preguntó Hailee. Ella adoraba estudiar, era tan parecida a
mí en ese aspecto. Las vacaciones le gustaban porque así podría pasar en Londres con su padre,
pero aun así prefería que acabaran rápido. Ella amaba aprender.

—No esta tan lejos, hija. Tu madre te llevará hasta que cumplas los dieciséis y saques tu permiso. —
le recordó.

—Vendrás para mi cumpleaños ¿verdad?—le preguntó.

—Claro que si cariño. Tu hermano está ansioso, y Nina también, pasaremos la navidad allá.

—Eso me hace feliz. —respondió Hailee.

Su padre le había prometido su auto para los dieciséis, pero más que eso, ella quería pasarlo junto
a él, y también le agradaba la idea de tener a Jake y a Nina en uno de sus días más importantes.

—Bueno hermosas, me tengo que ir. Cuídense. —se despidió.

—Tú también, Drew. —sonreí.

—Adiós papá, te quiero. —Hailee le lanzó un beso y sonrió. Poco después la pantalla se puso negra.

—Bien pequeña... —suspiré, poniéndome de pie. —A arreglar tus cosas"

—Está bien, mamá. —asintió, poniéndose de pie y dejando la portátil sobre su escritorio.

—Bien cariño, iré a preparar la comida. —avisé. — ¿Qué quieres?—le pregunté.

— ¡Pasta! —respondió enseguida.

—Pasta será. —sonreí, saliendo de su habitación.

En dos semanas ella empezaba clases en su nueva escuela, y en dos semanas yo iniciaba mi nuevo
trabajo como jefa de redacción en el New York Times. Solo esperaba que en esta nueva vida que
estábamos empezando, todo salga bien y poder cumplir la promesa que le hice a mi hija. Pero sobre
todo, esperaba poder volver a ver a la linda chica de ojos verdes, lo deseaba.

Capítulo 6

Camila's POV

— ¡Mamá, la puerta! —escuché a Hailee.

Ella había subido a su habitación hace poco, después de comer, mientras yo me encargaba de
ordenar la cocina.

Yo ya había terminado todo, éramos únicamente ella y yo, no se ensuciaba mucho, así que
rápidamente sequé mis manos y caminé en dirección a la puerta, seguramente sería la visita de
algún vecino.

—Hola, bienvenida. —me saludó una mujer de aproximadamente unos cuarenta años.

—Hola, muchas gracias. —sonreí, aceptando la pequeña cana

sta que me extendía.

—Soy Clara Jauregui. —se presentó. —Vivo a un par de casas más adelante, notamos el camión de
mudanza, así que quise venir a presentarme y decirte que cualquier cosa que necesites, no dudes
en pedirlo. Para eso estamos las vecinas. —me sonrió. Ella era tan amable.

—Muchas gracias, la verdad creo que necesitaré mucha ayuda. Soy nueva en la ciudad. —comenté.
— ¡Oh! Por cierto, no me he presentado, soy Camila Cabello. —dije, extendiendo mi mano.

Ella me sonrió y me observó detenidamente al tiempo que estrechaba mi mano.

— ¿Camila Cabello?—susurró. —Tu nombre me suena conocido. —yo solo sonreí. — ¡Oh! Ya lo
recuerdo. —tronó los dedos y asintió. —Mi hija está obsesionada con sus libros.

— ¡Oh! Gracias. —me ruboricé, a pesar de tener gran éxito con mis novelas, no siempre me
reconocían y eso no me molestaba pero las pocas veces que sucedían, me sentía halagada.

—Sí, ella pasa leyendo y releyendo sus libros. —asintió. —Dice que cada vez que lo vuelve a leer, es
como si lo entendiera mejor, que encuentra cosas nuevas... cosas que no había captado en su
primera lectura... O eso es lo que siempre nos dice. No hay momento en el que no tenga su cabeza
pegada en uno de esos libros. —sonrió. —Pero esa es mi hija menor, mis dos hijos mayores prefieren
las adaptaciones en películas.

—Bueno, una película no siempre cuenta toda la historia. —le dije. —Yo prefiero los libros, al igual
que mi hija.
— ¿Tienes una hija?—preguntó, sus sonrisa no se acababa, seguía ahí, intacta. —Lauren no me lo
había contado. —susurró. —Entonces eres casada. —asumió, mirando mi mano.

Imaginé que buscaba algún anillo.

—No. —negué. —Estamos separados. Yo... la tuve muy joven, ella va a cumplir dieciséis en un par
de meses. Además prefiero mantener mi vida privada así: privada.

— ¡Oh! —asintió. —No te preocupes, eso suele suceder. ¿Pero eso no ha afectado a tu hija? —
pregunto, realmente interesada.

—Ah, no. Claro que no, Haiz lo ha tomado muy bien desde el primer momento. —asentí. —Ellos
tienen una muy buena relación y eso es lo importante. —recalqué.

—Bueno, en eso tienes razón. —asintió.

—Sí. — sonreí. —Por Dios, que grosera...—golpeé mi frente, abriendo un poco más la puerta. —
¿Gusta pasar?

—Claro, de todas formas me han dejado sola en casa. —comentó mientras entraba.

— ¿Enserio?—pregunté divertida, guiándola a la sala. Coloqué la canasta sobre la mesita de centro


y me senté junto a Clara.

—Sí, hoy llegaron unas sobrinas, mis hijos decidieron irse a pasear con ellas. Y mi esposo tuvo que
irse de urgencia a la empresa.

—Entiendo. —asentí.

—Por cierto. —suspiró. —Lauren acaba de cumplir los dieciséis...—comentó. —Sería bueno que se
conociera con tu hija... ¿a qué colegio irá?—preguntó.

—Sinceramente aún no lo sé. Andrew es quien se encargó de todo eso. —respondí.

— ¿El padre de la niña?—preguntó.

—Sí. —asentí.

—Bueno, imagino la habrá matriculado en el que está cerca del vecindario.

—Eso me dijo.

—En ese caso sería el Cornwall High School, es un buen colegio. Mi hija menor va a ese y mis otros
dos hijos estudiaron ahí también.

— ¿Enserio? Eso es estupendo. —le sonreí. —Así podrían conocerse, y Haiz no estaría sola en su
primer día.

—Tienes razón. Mi hija menor va a penúltimo curso.

—Hailee también, ojala sean compañeras.

—Eso sería estupendo. —comentó divertida.


El resto de la tarde la pasamos conversando. Clara era una mujer muy graciosa y me había dado uno
que otro consejo de seguridad para pasear por New York.

Hailee se nos unió un rato después, había estado hablando con Nina y su hermanito. Me alegraba
lo feliz que se ponía cuando hablaba con el pequeño Jake.

Clara invitó a Hailee a pasarse mañana por su casa, para que pudiera conocerse con los hijos de ella.
Mi hija aceptó, pues yo debía salir y hacer unos trámites en cuanto a mi nuevo trabajo.

Antes de irse Clara me dijo que no le contaría a su hija que yo era su nueva vecina, pues quería que
en la cena que planearíamos ese fin de semana, ella se sorprendiera. Me pareció graciosa su idea,
pero de todas formas acepté.

Ahora Hailee estaba ansiosa, ella adoraba hacer amigos y no podía esperar al día siguiente.

Esa noche tuve un pequeño presentimiento, estaba segura que mi vida cambiaría por completo,
tenía una pequeña ansiedad que no me dejaba dormir, y nuevamente recordé a la chica del
aeropuerto. A ella y sus hermosos ojos verdes.

Capítulo 7

Camila's POV

Hailee saltó a abrazarme apenas crucé la puerta de entrada. Eran las ocho de la noche, vivir en New
York era todo un reto.

—Mamá ¡la pase estupendo!

— ¿Enserio? Eso me alegra, cariño. —le sonreí, dejando mi bolso en la mesa de entrada.

—Sí. —suspiró, caminando hacia la sala. —Los Jauregui son fantásticos—siguió—, y Lauren y yo nos
hicimos buenas amigas, intercambiamos números y quedamos para salir mañana con sus primas. —
sonrió. —Tiene permiso para conducir y en sus dieciséis ¡Le regalaron un hermoso convertible! —
su emoción no paraba.

Me encantaba verla así, tan enérgica y feliz. Me senté a su lado, abrazándola. Seguía siendo mi bebé
después de todo.

—Me alegra que te hayas divertido tanto.

—Iremos al mismo colegio y estamos en el mismo nivel, solo que no sabemos si tendremos las
mismas clases.

—De todas formas, ya conocerás a alguien de ese lugar. —le dije.


—Sí, y mañana me presentará a más de sus amigas, que también van al Cornwall High School.

—Me alegro.

—Por cierto, no le dije que eras mi madre. Es tu fan, tiene todos tus libros ¡literal! Creo que cuando
te vea y sepa que soy tu hija, se morirá.

Yo solo pude reír mientras la escuchaba hablar acerca de su grandiosa tarde.

Hailee se había ido hace unos minutos a casa de los Jauregui, yo debía ir a su nuevo colegio a firmar
algunas cosas y cambiar las camisas que habían llevado -tal como Andrew lo dijo- pero estas no le
quedaban a mi hija.

No sabía cuánto me tardaría, pero mi pequeño demonio me había dejado en claro que pasearían
toda la tarde junto a las amigas de la hija de Clara. Me alegraba mucho el hecho de que no se
encontrara sola en estos últimos días de vacaciones y que conociera a varias de sus fu turas
compañeras.

Por mi parte, agradecía mucho eso, tampoco quería que se mantuviera encerrada en casa y me
parecía estupendo que empezara a conocer poco a poco, mejor la ciudad donde viviríamos. Así
como yo lo intentaba, pero realmente el tráfico de acá es mucho más pesado que el de Miami, y eso
es estresante.

Es gracioso que para llegar al colegio de mi hija me haya tardado tanto, cuando las instalaciones no
quedaban tan lejos del vecindario.

—Buenos días. —saludé a la secretaria. —Soy Camila Cabello, tengo una cita con la directora. —
avisé.

Ella me sonrió, era muy linda.

—Claro señora Cabello, la directora la está esperando

—Gracias. —respondí, sonriéndole y caminando en la dirección que me había apuntado. —Por


cierto. —me giré repentinamente, recordando el asunto de las camisas. —Me podría decir donde
podría cambiarlas. —le mostré la bolsa con el logo de la institución. —Son una talla muy pequeña
para mi hija.

—Por supuesto. —asintió. —Cuando se desocupe, le indicaré donde podrá hacer el cambio ¿trajo la
factura?—preguntó.

—Sí. —asentí.

—Entonces, después de su charla con la directora podrá ir a cambiarlas.

—Nuevamente, gracias señorita. —sonreí.

—De nada, señora Cabello, es un placer ayudarla... Por cierto. —Abrió un cajón de su escritorio y
extrajo un libro— ¿Podría firmarlo? —preguntó sonrojada.

—Sería un placer. —respondí, acercándome al escritorio.


—Muchas gracias. —me dijo una vez le entregue el libro firmado.

—A ti cariño. —asentí, retomando mi camino hacia la oficina de la directora.

—Muchas gracias directora Lovato. —dije poniéndome de pie después de firmar los últimos papeles
para la matrícula de Hailee y de haber charlado con ella en cuanto a los últimos acontecimientos en
la anterior escuela de mi hija.

—A usted señora Cabello. —sonrió, tendiéndome la mano. —Fue un gusto haberla conocido. Soy
fan de sus libros. —comentó.

— ¡Oh! Gracias, me siento halagada. —dije mientras colgaba el bolso en mi hombro.

—Gracias a usted, lamentamos el inconveniente de las camisetas. Andrea podrá ayudarla con eso,
ella la llevará para que las pueda cambiar.

—Muchas gracias nuevamente, señora directora.

—No es nada. En cuanto a Hailee, estaremos pendientes a ella. —asentí satisfecha y me despedí,
saliendo del despacho. Rápidamente me acerqué nuevamente a la joven secretaria, quien me sonrió
al notar mi presencia y enseguida llamó a un chico que me guio hacia el lugar donde tenían los
uniformes y libros que utilizarían los estudiantes.

Una vez allí, opté por comprar los materiales de Hailee, pues la directora me había proporcionado
la lista de libros que tendría que adquirir para ella.

Al regresar a casa, mi pequeño tormento aún no llegaba, seguramente seguiría paseando con sus
nuevas amigas. Me gustaba eso, Hailee había adquirido eso de su padre, él solía ser así, amiguero.
Le gustaba conocer personas y socializar, en cuanto a mí, yo prefería quedarme en casa a leer o ver
alguna peli mientras comía pizza.

Las fiestas no eran lo mío, solo hay que ver lo que paso en la primera a la que asistí de adolescente
con mis amigas y mi hermano.

Tenía la casa para mi sola, cuando eres adolescente piensas en muchas cosas en cuanto al tener la
casa para uno solo. Pero ese ya no era mi caso, además de que en estos momentos lo único que
buscaba era descansar un rato.

Moría de sueño, anoche me acosté muy tarde. Muchas ideas llegaban a mi cabeza y no podía parar
de escribir, por lo que terminé acostándome casi al amanecer.

De todas maneras, nadie me esperaba en la cama, a excepción de mis almohadas.

Suspiré. Realmente necesitaba dejar de pensar en esas cosas. Posiblemente no estaba hecha para
nadie, o nadie estaba hecho para mí, y en caso de que no fuera así, en cualquier momento
aparecería. Solo que se estaba tardando más de lo que yo quería.

O eso imaginaba.
Capítulo 8

Lauren's POV

Hailee era una chica estupenda, habíamos congeniado a la primera. Era fácil llevarse con ella y mis
amigas la adoraron apenas la conocieron. Tenía esta personalidad que simplemente te permitía
quererla al instante, era estupenda.

Ese día anduvimos recorriendo gran parte de la gran ciudad de New York, mostrándole lugares que
frecuentábamos seguidamente en grupo. Me había dicho que su padre le obsequiaría un auto para
sus dieciséis que sería en diciembre, y claramente ya estábamos invitadas.

En cuestiones familiares no había indagado mucho, solo sabía que sus padres eran separados, ella
vivía con su mamá y su papá tenía otra esposa e hijo en Londres. Aún no tenía la oportunidad de
conocer a su madre, pero mamá me había dicho que era una mujer estupenda y que este sábado
ella iría a una cena en nuestra casa, así que tampoco me preocupaba.

— ¿Qué hora es?—preguntó Vero, rodeando los hombros de Lucy, mi prima.

—La peli iniciara en cualquier momento. —Kendall comentó revisando su reloj de pulsera. —Será
mejor que vayamos al cine. —dijo sonriéndome y estirando su mano para que la tomara.

—Bien, ¡vamos! —exclamé, entrelazando mi mano con la de mi novia.

— ¿Qué película veremos?—preguntó Hailee mientras caminaba a mi lado y junto a ella, mi


hermano Patrick con Keana –quienes se veían muy juntos últimamente- y mi hermana mayor
Megan, conversando con Alexa, nuestra prima.

—No lo sé. —me encogí de hombros. —Vero y Kendall se encargaron de comprar los boletos.

Kendall me sonrió y luego le dio un guiño a Hailee.

— ¿Te gustan las pelis de terror? —le preguntó mi novia.

Y Hailee sonrió como niño en juguetería mientras mi hermana rodaba los ojos y Alexa suspiraba.

— ¡Dios! Esa película fue fascinante. —chilló mi nueva amiga cuando salimos de la sala.

—Eso estuvo del horror. —escuché como Keana se quejaba, las películas de terror no solían ser sus
favoritas.

—Si mi mamá la hubiera visto, habría salido llorando. —comentó Hailee. —Ella detesta esas
películas, si la ve es por complacerme.
—Eso es genial. —comenté. —Mamá no las ve ni por mí, ni por nadie.

—Mi mamá es la mejor. —continuó mientras caminaba a mi lado pues los demás iban con rapidez
al patio de comidas. —Ella es super cool, además su edad ayuda. Es muy joven, cuando la conozcas
te caerá muy bien. —dijo dándome dos golpecitos en el hombro.

—Entonces, esperaré ansiosa conocerla. —respondí.

Me sonrió para después acercarnos al puesto de McDonald's donde estaban los demás. Mi hermano
se estaba encargando de ordenar los pedidos de los demás. Yo abracé a mi novia, hundiendo mi
nariz en su cabello, aspirando su aroma. Ella es realmente preciosa y la quiero mucho.

Teníamos cuatro meses como pareja oficial, pues antes la pasábamos tonteando. Yo había "salido
del closet" frente a mis padres a los catorce años, cuando me di cuenta que me gustaban las chicas
gracias a mi pequeño enamoramiento por una chica mayor a mí, Ashley Benson.

Lastimosamente, ella estaba en último curso y tenía novio, quien curiosamente era mi hermano que
para ese entonces aún estaba en el colegio y era el quarterback del equipo. Así que solo me limite
a observarla de lejos.

Mi madre estuvo histérica por el primer mes, pero poco a poco se le fue pasando. Su aceptación y
apoyo era lo que yo más necesitaba, y la obtuve. Ya saben: lento pero seguro.

Mi padre, a diferencia de mi madre, me apoyo desde el primer mome nto, claro que después de
darles la noticia estuvo shockeado por un momento; no es fácil asimilar que tu hija de catorce años
te diga con toda seguridad que le gustan las chicas.

Y eso fue lo que a él le agrado, el hecho de que fuera valiente al enfrentarme a ellos tan joven y
afirmar mi sexualidad. Según él, tenía una gran admiración por mí, y el que mi padre me diga eso,
es de las mejores cosas que me han pasado en la vida.

Por otra parte, la conversación con mis hermanos fue las más fácil y divertida, ni nguno de los dos se
lo tomó en serio al inicio, pero no era porque no me creyeran, sino que querían aligerar el ambiente
y no ponerme nerviosa. Eso era lo que adoraba de ellos, sabía que pasase lo que pasase, ellos
siempre estarían para mí, después de todo era la pequeña de la casa.

Patrick había dicho estar feliz por no tener que preocuparse de algún chico, porque él siempre será
celoso, incluso con Megan, quien aun siendo la mayor, no se salvaba del 'hermano celoso'.

Y cuando empecé a salir con Kendall, él fue el primero en enterarse y la razón principal fue que yo
no sabía cómo ligar, y bueno, mi hermano tenía fama de rompecorazones.

No puse en duda ninguna de las técnicas que me dio para conquistarla, pues fueron dando resultado
hasta que empezamos a salir a escondidas, sin ningún título ya que ella tenía que hablar con sus
padres primero.

Tenía un punto a mi favor dado a que ellos me adoraban, y cuando Kendall llegó al colegio un día,
diciéndome que les había contado a sus padres y que querían que fuera a cenar ese fin de semana,
no lo dudé y le pedí que fuera mi novia.
Nuestra relación era linda, por así decirlo. Ella me gustaba y mucho, me gustaba abrazarla,
acariciarla. Sus besos me fascinaban, pero nunca había experimentado esa sensación de vértigo al
estar junto a la persona que amas, o las tan clichés mariposas en el estómago.

Realmente deseaba sentir algún día esas cosas, como en los libros que leía. Como lo que sentí el día
que vi por primera vez a la mujer de mis sueños en el aeropuerto.

Suspiré.

Camila Cabello ha sido mi más grande crush en la vida, incluso más que Ashley. Esa mujer es
simplemente maravillosa, inteligente, talentosa, hermosa... ella es perfecta. Siempre había deseado
conocerla y ese día, ese día sentía como si mi mundo se fuera a desbaratar. Su mirada; esos ojos
marrones me habían atacado.

Mi corazón pálpito frenéticamente contra mi pecho, mis rodillas fallaron y por un momento sentí
un extraño movimiento en mi estómago... como las mariposas de las que había leído.

Yo deseaba a Camila Cabello con todas mis fuerzas, la deseaba con tanta intensidad que había
noches en las que la soñaba.

A Kendall la quería. Pero a esa mujer -estaba completamente segura- la amaba. La amaba y la
tendría, ahora que la vi en persona, y que la volveré a ver en la firma de libros, no me cabía la menor
duda que ella era la mujer de mi vida.

Capítulo 9

Lauren's POV

—Hogar dulce hogar. —dijo Hailee a mi lado. Habíamos llegado al vecindario después de llevar a
Kendall, Keana y Vero a sus casas pues mi hermano regreso en su auto junto a Lucy, Megan y Alexa,
por lo que suponía que mis hermanos y mis primas ya deberían estar en casa.

—Gracias Laur. —suspiró mi nueva amiga sacándose el cinturón. —La pase genial, tus amigas y tu
novia son estupendas, y me cayeron muy bien.

—A ellas también les caíste bien, créeme. —le dije.

—Me alegro. —dijo ella.

—Bien H. —susurré. —Nos vemos otro día.

—Vale. —sonrió animada, acercándose para encerrarme en un abrazo. —Nos vemos Laur. —dijo
saliendo del auto.

—Bye. —me despedí para después acelerar y llegar a mi casa.


*

—Buenas noches madre. —saludé entrando en el comedor donde ella estaba.

— ¿Y esa felicidad?—Preguntó mi madre mientras ayudaba a Cristina, nuestra cocinera, poner los
platos en la mesa.

—Estuvo todo el día pegada con Kendall, mamá ¿Qué más puede ser?—Dijo Patrick entrando en el
comedor y acercándose a nuestra madre — ¡Woow! Eso se ve delicioso Cristi. —le sonrió a la vieja
mujer.

Ella era como una abuela para nosotros, la adorábamos pues de pequeños nos consentía
haciéndonos galletas en la noche, aunque aún lo hacía.

Mi mamá y Cristina rieron.

— ¿Patrick piensas seguir comiendo?—pregunté al recordar lo que había comprado a la salida del
cine.

—Claro, no comimos dentro del cine y esas hamburguesas de McDonald's no me l lenaron. —dijo
mientras tomaba asiento.

—Eres un tragón. —gruñí acercándome a la mesa.

—Iris in trigin. —me remedó sacándome la lengua. Iba a contraatacar, pero mamá me envió su
mirada de advertencia.

—Ustedes dejen de pelear, iré a llamar a sus primas, a Meg y a su padre. —nos señaló antes de
desaparecer del comedor.

A los pocos minutos estábamos todos, en la mesa, incluida Cristina, quien daba gracias por los
alimentos esta noche.

—Amén. —dijimos a coro cuando ella culminó para después persignarnos y empezar a comer.

Y sí, mi familia es de esas familias católicas, pero gracias a Dios, de mente abierta, y eso es lo que
amo de ellos. En todas las comidas hacemos la oración antes y cada quien tiene su turno. Hoy por
ejemplo, le tocó a nuestra querida nana.

— ¡Laur!—me llamó mi madre.

Asentí, indicándole que continuara.

— ¿Cómo te llevas con Hailee?—me pregunté, pero Lucy se adelantó a responderle.

—Ella es fascinante tía Clara. —dijo y yo asentí apoyándola. —Nos llevamos muy bien con ella, todos.

—Lucy tiene razón mamá, es genial como se acoplo fácilmente a nosotros, incluso pareciera que
lleváramos años siendo amigas. —aporté.

—Me alegra, su madre estará feliz que ella no inicie su año escolar sola, mucho menos cuando es
una nueva ciudad.
—Sí, tienes razón.

La cena continuó como siempre, todos hablando de su día. Mamá les dijo a Alexa y Lucy que sus
uniformes para este año habían llegado y estaban en sus habitaciones. Ellas eran hermanas y de mi
edad, perdieron a sus padres hace unos años en accidente aéreo cuando ellos estaban de regreso
en un jet privado de sus vacaciones –mi padre me dijo que había sido debido a mal clima que se les
presento aquella noche de repente- y desde entonces ellas se mudaron con nosotros.

Mis padres aceptaron gustosos a mis primas. Mis tíos habían dejado escrito que si algo les sucedía,
ellos confiaban planamente en mis padres para cuidar de sus hijas. Por ende, papá tuvo que empezar
a ocuparse de la parte que pertenecía a mi tío en la empresa y que para cuando Lucy y Alexa sean
mayores se hicieran cargo, para su suerte otro de mis tíos, Augusto, lo ayudaba, pues mi papá sólo
no podía abarcar tanta responsabilidad en la empresa.

El dinero de las chicas era administrado por mi padre, aunque algo que él adoraba de mis primas
era que no derrochaban el dinero, así que no tenía que regañarlas por grandes cuentas en el
supermercado. Bueno, no siempre.

Por otra parte, tanto sus abuelos maternos, como nuestros abuelos paternos, les depositaban una
generosa cantidad cada dos o tres meses. Ellas habían aprovechado las vacaciones para pasarla en
Puerto Rico con la familia de su madre, y ciertamente en ese tiempo me hicieron mucha falta.

Pronto me encontré siendo despertada de mis pensamientos por los sonidos de risa en la mesa.
Patrick al parecer había contado algo gracioso que hizo reír a los demás.

— ¿Y cómo van las cosas con Kendall?—preguntó mi padre de repente. Él siempre se preocupaba
de mi relación.

—Bien, todo bien. —respondí.

—Me alegra. —dijo mi mamá.

—Sí, bueno. Sus papás quieren que tengamos una cena antes de ingresar a clases. —les comenté.

—Eso sería bueno. Tal vez este sábado que la mamá de Hailee vendrá. —comentó mi madre
sonriente, ella estaba realmente emocionada con la mamá de Hailee.

—Bueno... ellos en realidad querían una cena solo entre nuestras familias. —le dije.

—Pero quizás podríamos hacer una cena con los padres de tus amigas. —apoyó mi padre. —Así
conocen a la mamá de Hailee, ya hemos cenado entre familias, será mejor una cena con amigos.
Coméntales eso, podemos hacer la cena entre los Jenner y nosotros en otro momento.

—Bueno, está bien. —asentí. —Yo se los diré.

Pronto estuve en mi habitación después de la cena. Tendría que ir a ducharme pero quería ver algo
antes. Caminé hasta la repisa donde estaban mis libros y tomé el que acababa de leer hoy. Me acosté
en mi cama con tan solo la luz de mi pequeña lámpara iluminando la habitación.
Entonces la vi, sonriente al reverso del libro donde estaba su biografía. Ella era hermosa, no podía
dejar de pensar eso. Curiosamente en internet no podía encontrar mucho de ella a pesar de ser sus
obras de las más conocidas últimamente, pues todas eran best-sellers. En su biografía no había
mucho, y eso me decía que era una persona a la que le gustaba guardar su vida privada, por lo cual
tampoco existe mucho sobre ella en internet.

Lo poco que sabía de ella era que tenía treinta y un años, una hija de no sé qué edad, ni mucho
menos el nombre. Pero para mi suerte, no era casada. También sabía que era una amante a la cocina
y que sus pasatiempos eran sin duda leer y pasar una agradable tarde con su hija. Le gustaban
diferentes tipos de música, pero uno de sus favoritos era el español Alejandro Sanz. Pero eso lo
había leído en una página de fans.

Suspiré mientras acariciaba su foto, tenía tantas ganas de volver a verla. Quería poder tomar su
mano esta vez, o quizás acercarme un poco más a ella, poder sentir su aroma de cerca... poder
besarla.

—Laur...—Megan irrumpió en mi habitación, trayéndome a la realidad.

— ¿Qué sucede?—pregunté, dejando el libro sobre mi pecho.

—Kendall te está llamando. —apuntó a mi teléfono.

— ¿Qué?—pregunté mientras tomaba celular. Estaba apagado.

—Está llamándote. —asintió, para después salir de la habitación.

Suspiré y me levanté de la cama, dejando el libro sobre mi almohada. Conecté mi celular y esperé a
que encendiera mientras me acostaba nuevamente con el libro abrazado a mi pecho.

—Hola...—escuché la voz animada de mi novia una vez la llamé.

—Hola, bonita. —saludé.

Y esa era mi realidad, por ahora.

Capítulo 10

Camila's POV

Hailee había llegado emocionada. No paraba de contarme lo que había hecho en la tarde junto a
sus nuevas amigas. Yo estaba feliz por ella y por el hecho de que estuviera tan sonriente desde que
había conocida a esa familia.
—Mamá, ve a descansar, yo me encargo de la cocina. —me dijo Hailee cuando terminamos de cenar.

—No te preo...

— ¡No!— negó, frenando mi tarea de recoger los platos. —Ve a dormir, anoche te acostaste muy
tarde escribiendo y hoy te la pasaste todo el día en tu despacho. —reprochó

—Haiz, sabes como soy cuando las ideas me llegan. Debo ordenarlas y crear algo que guste. —le
dije.

—Sí, pero recordando que eres mi madre. A mí me gusta verte descansada, así que ve a darte un
baño y te metes a tu cama. Hoy no escribirás. —ordenó.

—Sí, y recordemos que aquí tu madre, soy yo. Así que yo doy las órdenes...

—Ma'...

—Pero como bien has dicho, estoy cansada y me iré a dormir. —terminé de decir, haciendo que ella
sonriera.

—Descansa ma' te quiero. —dejó un beso en mi mejilla.

—Yo también te quiero mi pequeña. —dije, dándole un beso en la frente.

Salí de la cocina y caminé en dirección a mi habitación. A veces no sabía quién era la madre, si ella
o yo. Hailee solía ser muy estricta en cuanto a mis horas de sueño. A ella no le gustaba que me
desvelara y verme como un zombi por la casa al día siguiente, ya nos había pasado.

Entré en mi habitación y rápidamente me lancé a mi cama. No tenía las fuerzas para ir a la ducha,
ya me bañaría en la mañana, ahora solo quería dormir y recuperar mis horas perdidas de sueño.

— ¿A qué hora regresarás?—pregunté a Hailee que llevaba una pequeña mochila en su hombro.

Era viernes y los hijos de Clara habían planeado una pequeña fiesta en la piscina entre ellos esa
tarde, y Hailee estaba emocionada, pues sería su primera fiesta con su nuevo grupo de amigos.

—No lo sé. Imagino que en la noche. —respondió, recogiéndose el cabello en una coleta.

—Está bien. —asentí, observándola.

—No te preocupes ma', estoy a un par de casas. Nada malo va a sucederme. —me dijo.

—Lo sé, es solo que...—sollocé. —Pronto cumplirás dieciséis. Estás creciendo y eso me duele.

Ella sonrió y me abrazo fuertemente, escondiendo su cabeza en mi pecho.

—Pero siempre seré tu bebé, mami. —dijo, con una voz infantil.

Reí a carcajadas. Ella sabía levantarme el ánimo. Mi hija era lo mejor que me podría haber pasado
en la vida, y cada día agradecía tenerla conmigo.
—Lo eres, cariño, lo eres. —suspiré, limpiando mis lágrimas. —Ahora... vete. Deben estar
esperándote. —le dije.

—Me voy solo si me prometes que estarás bien y no llorarás. —pidió.

—Lo haré, cariño. —respondí.

—Eso espero. —suspiró, halando las correas de su mochila. —Entonces... me voy... ¡te quiero
mamá!—gritó desde la puerta.

—Yo también te quiero. —respondí, con mi voz más moderada.

La tarde la pasé recostada sobre el sillón, en la gran sala, viendo series en Netflix. Debía aprovechar
ésta y la próxima semana, pues serían las últimas de mis vacaciones antes de entrar a trabajar en el
New York Times.

A las cinco de la tarde decidí prepararme un sándwich, tenía mucha hambre, así que puse en pausa
la película que estaba viendo: Golpe bajo de Adam Sandler, y me levanté. Fui a la cocina y como me
di cuenta que con un sándwich no saciaría mi hambre, terminé preparándome cuatro de esos.

Iban a dar las ocho de la noche y Hailee aún no regresaba, imaginaba lo estaba disfrutando. En
Miami ella no salía mucho, pues aunque fuera muy amiguera, y le gustara socializar como a su padre,
me contaba que no tenía muchos amigos. Hasta que me enteré que en realidad ella había empezado
a sufrir bullying, después de haber tenido un accidente en la cafetería, por lo cual, Andrew la cambio
rápidamente de escuela.

El mudarse a New York y haber hecho buenos amigos tan rápido la tenía emocionada...

La tercera película que veía este día estaba por terminar, esta vez era una vieja de Jackie Chan; City
Hunter. Amaba esta película, tenia de todo: comedia, acción... era genial.

Recogí todo mi desperdicio una vez acabo la película. Eran cuarto para las nueve y Hailee me había
mandado un mensaje, avisándome que Clara les había pedido que se quedaran a cenar y tardaría
un poco más pues verían una película. No le dije nada, además yo no tenía nada preparado y estaba
llena de los sándwiches.

Terminé de limpiar la cocina y subí a mi habitación, hoy realmente descansé de mi trabajo y me di


tiempo para mí misma.

Decidí que tomaría una ducha, entonces tomé mi toalla y me metí al baño. El agua caliente cayendo
por mi cuerpo me relajaba, New York a estas horas era muy helado y aún no salía del baño cuando
sentí que me congelaba.

Una vez tuve mi pijama puesto y me encontraba en la comodidad de mi cama, con el edredón hasta
la barbilla, sentí el calor volver a mi cuerpo. Tomé el libro que estaba leyendo, La maravillosa vida
breve de Oscar Wao de Junot Díaz y continúe mi lectura.

Habría leído la mitad de un capítulo de la primera parte del libro, cuando mi celular sonó. Era Justin,
mi hermano.
Sonreí y contesté.

—Hola hermanito. —saludé, emocionada.

—Mila...—pero esa no era la voz de mi hermano, era Selena. Y no se escuchaba nada bien.

—Sel ¿Qué sucede?—pregunté preocupada.

—Sinu está en el hospital—dijo, con voz agitada.

— ¿Qué? ¿Pero que le ha sucedido?—pregunté asustada.

—Ha tenido un infarto, la hemos traído a tiempo. —contó. —Pero ahora esta sedada y la tienen en
observación. Justin me ha pedido que te llame, él está mal, igual que tu padre.

—Gracias Sel. —dije, levantándome de la cama. —Ahora mismo viajaremos Hailee y yo a Miami. —
avisé.

—Está bien. —respondió.

—Y Selena... no te preocupes, debes estar tranquila por el bebé. —le recordé a mi cuñada. Aunque
creo que la nerviosa era yo, y no ella.

—Yo estoy bien Mila, el que me preocupa es tu hermano. Te necesita, ve n pronto. —me pidió.

—En eso estoy, cariño. —respondí y colgué.

Tendría que ir a Miami, sin haber pasado ni siquiera una semana completa de mi mudanza.

Fui a mi armario y busqué mi maleta, lancé ropa al azar y luego la metí sin doblar, era lo de menos
importancia ahora, debía salir rápido al aeropuerto.

Tomé mi cartera con todos mis documentos y los guardé en mi bolso de mano. Traté de
tranquilizarme. Mi maleta ya estaba hecha, pero ahora debía llamar a Hailee. Suspiré con fuerza y
me senté en la cama. Tomé el teléfono entre mis manos y busqué el contacto de mi hija.

Un timbre.

Dos timbres.

Tres timbres, y contestó.

—Hola mamá. —dijo Hailee al otro lado del teléfono.

—Haiz, cariño...—suspiré, quedándome en silencio por unos segundos.

—Chicos, ya regreso. —escuché a Hailee.

Ella sabía cuándo algo andaba mal, mi voz me delataba y ella me conocía muy bien. — ¿Qué sucede
mamá?—preguntó con más seriedad.

—Yo... Selena acaba de llamarme del teléfono de tu tío. —empecé a contarle.

—Bien... y ¿Qué te ha dicho?—preguntó.


—Hailee cariño... la abuela está en el hospital. —conté.

— ¡¿Qué?!

—Tranquila cariño... ella ya está bien, Selena me dijo que la tienen en observación y esta sedada,
pero tu tío y el abuelo están mal, iré a Miami, y no sé si tú quieras ir también, pe ro tampoco te
puedo dejar.

—Yo... mamá... yo no quiero ir a Miami. —dijo.

—Lo sé Haiz. Imagino cómo te sientes al tener que regresar tan pronto a Miami, pero no te puedo
dejar sola. —dije.

— ¿Y si me quedo con los Jauregui?—preguntó.

—Tendrías que preguntarle a Clara, cariño, pero debe ser rápido. Tengo que irme al aeropuerto.

—Espérame un momento. —pidió.

Escuché unos pequeños murmullos, habrá pasado unos dos o tres minutos cuando volvieron a
hablar al teléfono.

—Camila, soy Clara. No te preocupes cielo, Hailee puede quedarse con nosotros. —dijo ella.

—Clara, gracias, muchas gracias. —respondí, saliendo de mi habitación con mi bolso y mi maleta.

—No te preocupes, espero todo vaya bien. Supongo que dejaremos la cena para otra ocasión.

—Lo lamento tanto.

—No te preocupes por eso, ve con cuidado.

—Claro, muchas gracias.

—Te paso a Hailee. —aviso.

— ¿Y bien?—pregunto mi hija.

—Te quedarás con los Jauregui. —le dije y chilló de emoción. —Pórtate bien, por favor Haiz. —pedí.

—Yo siempre me porto bien, madre... ¡salúdame a los abuelos y a mis tíos!—dijo.

—Está bien.

—Dile a la abuela que la quiero y que espero que se mejore pronto porque debe estar bien para mi
fiesta de cumpleaños.

—Yo se lo digo, adiós te quiero.

—Te quiero mamá.


Capítulo 11

Lauren's POV

Hailee había recibido una llamada y llevaba varios minutos fuera, no sabía que estaba pasando, pero
sí me percaté de su mirada llena de preocupación. Su madre la había llamado, quizás algo le ha
ocurrido a ella o a alguno de sus familiares.

Dejé a los chicos que siguieran viendo la película, y salí en búsqueda de mi nueva amiga. Hailee
estaba en la sala con mi madre. Ella me vio y me sonrió, mientras mi madre hablaba por el teléfono.

—No te preocupes por eso, ve con cuidado. —dijo mi madre. —Te paso a Hailee. —avisó, y luego le
tendió el teléfono a la morena, que me sonrió.

— ¿Y bien?—preguntó ella. No sé qué le habrá dicho, pero Hailee chilló de emoción. —Yo siempre
me porto bien, madre... ¡salúdame a los abuelos y a mis tíos!—dijo —...dile a la abuela que la quiero
y que espero que se mejore pronto porque debe estar bien para mi fiesta de cumpleaños... Te quiero
mamá. —dijo, para después colgar.

— ¿Qué pasa aquí?—pregunté, al tener por fin, la atención de ambas.

—Hailee se quedará con nosotros unos días. —dijo mi madre.

— ¿Cómo así?—pregunté.

—Mi madre tiene que viajar a Miami. Mi abuela tuvo un infarto, pero ya está estable. —contó
Hailee. —Así que como no quería viajar a Miami. —suspiró, jugueteando nerviosamente con sus
manos. —...mi madre aceptó en dejarme con ustedes. —sonrió, alzando sus pulgares.

— ¡Genial!—respondí.

Tomé su mano y corrimos de vuelta a mi habitación, la película estaba por la mitad y no queríamos
perdérnosla, estaba muy buena.

Después de llevar a mi novia y a mis amigas a sus casas, detuve el auto en la casa de Hailee, que
tenía que ir por ropa y lo había olvidado. Su madre le escribió un mensaje, diciéndole donde
encontraría la llave, y mi amiga caminó hasta la entrada y rebuscó en una maceta cerca de la puerta.

Se levantó y me mostro la llave, yo la esperaba en el auto. Reí y alce el pulgar, ella arreglo su vestido
y abrió la puerta. Quince minutos después, Hailee regresaba con un bolso sobre su hombro, aseguró
la puerta y corrió hasta mi auto.

—Bien, todo listo. —me dijo.

Manejé unas cuantas casas más adelante, hasta llegar a la mía. Guardé mi auto en el garaje y
entramos a la casa por la puerta que daba a la cocina. Mis hermanos estaban en la sala viendo la
televisión.
A Patrick le encantaba ver películas de terror a media noche, y casualmente estaban a punto de dar
las doce, por lo que intuí era eso lo que hacían a estas horas. Y no me equivoqué, pues cuando llegué
junto a Hailee a la sala, encontré a mis hermanos mayores y a mis primas, viendo el inicio de
Pesadilla en Elm Street.

Esa película me causaba tanto terror, que la primera vez que la vi, no pude dormir bien por casi dos
semanas, así que me metía en la cama de Megan. Pero tal parece que a Hailee realmente le
encantaban estas películas, porque cuando me di cuenta, ella ya estaba ubicándose entre mis
hermanos, y quitándole las palomitas a Pat.

Suspiré con fuerza y rodé los ojos.

Esperaba poder meterme en mi habitación y hablar con ella, empezar a conocernos más, pero veo
que los planes cambiaron. Con un poco de temor me junté a ellos, esta era la única película de terror
que no podía superar.

Me senté entre Megan y Hailee, pues mi amiga y mi hermano se peleaban por las palomitas, así que
era mejor que estuvieran cerca para no terminar en una batalla, y la sala llena de palomitas.

— ¡Despierta Lauren! —sentí un cuerpo aplastándome, Hailee.

— ¿Qué tipo de baterías usas, niña? —gruñí, moviéndome para quedar boca arriba sobre la cama.

—Lo mismo me dice mi papá... caaada vez que voy a visitarlo a Londres. —rio. —Son las once de la
mañana, gruñona, te he dado dos horas más para dormir.

—No sé de dónde sacas tanta energía, yo caí rendida en la mitad de la película, y tú con Patrick se
vieron la segunda también.

—Si... amo esa película. —suspiró.

— ¿A qué hora te acostaste?

—Casi a las cuatro de la mañana.

— ¿Y te levantaste a las nueve? —pregunté sorprendida.

Yo he dormido casi diez horas, y sigo muriéndome de sueño.

—Sí, la cama ya me estaba botando... al igual que tus patadas. —dijo burlándose.

— ¡Hey! yo... —traté de defenderme, pero ella me interrumpió.

—Estaré en la sala, tu hermano va a poner la tercera de Freddy... ¡tu madre dejó haciendo el
desayuno! —avisó, saliendo de la habitación.

Suspiré y me dejé caer devuelta en la cama. Tomé mi teléfono y lo revisé, tenía mensajes de Kendall
deseándome un buen día. El primero era de las ocho de la mañana, por lo cual imaginé, era la hora
en la que había despertado.

Soy una maldita vaga, y aunque he dormido diez horas, sigo muriéndome de sueño.
De pronto me llegó una notificación, era de la cuenta oficial de Twitter de Camila Cabello, donde
recordaba a los fans de New York, la fecha de la firma de autógrafos en Barnes & Noble, dentro de
tres semanas. Yo estaba realmente ansiosa por verla... volver a verla.

Si en aquella foto en miniatura me había robado el aliento, verla en persona había logrado que,
todas esas cosas cursis que solían sucederles a los protagonistas de las historias de amor, me
sucedieran.

Porque el corazón se me acelero, y sentí las mariposas en mi estómago, como si estuviera en una
montaña rusa, y las piernas se me pusieron débiles que incluso creí que en cualquier momento
habría caído de rodillas ante de ella.

Porque me di cuenta que estaba irremediablemente enamorada de aquella mujer, que en un


principio me había cautivado con su sonrisa y sus letras, y ahora, me tenía completamente mal al
ver lo hermosa que era.

—Camila. —suspiré, recordando el día en que la vi en el aeropuerto.

Deseaba verla. Pronto.

Capítulo 12

Camila's POV

Llegué a Miami a las tres y treinta de la mañana, y decidí que mejor sería ir a dormir pues
seguramente no me dejarían ingresar hasta mañana. Así que fui a mi casa y me acosté en mi vieja
cama.

Desperté a las nueve de la mañana, con un mensaje de Hailee. Sonreí y le respondí con un buenos
días. Me contó que había visto películas hasta tarde y que hoy terminaría de ver la saga de Pesadilla
en Elm Street con Patrick, el hermano mayor de su nueva amiga.

Ella amaba ese tipo de películas, y yo solo las veía por acompañarla. Era agradable que ahora tenga
compañero para ver ese tipo de películas.

También me contó que su amiga había caído rendida a mitad de la primera película y aún dormía,
mientras ella se había acostado casi a las cuatro de la mañana y a esta hora tenía tanta energía.

Rodé los ojos.

Se supone que no la llamé cuando llegué a Miami para no despertarla, cuando en realidad, ella
seguía prendida a la TV a esa hora.
Tras despedirnos, me levanté de la cama y me metí al baño. Necesitaba darme una refrescante
ducha con agua fría, estaba haciendo un insoportable calor y sentía que me sofocaba.

Iban a dar las once de la mañana cuando llegué al hospital. Mi padre estaba dormido en el sofá
frente a la cama de mi madre. Selena me había escrito temprano, diciéndome que se llevaría a Justin
a descansar, así que supuse que ambos estarían profundamente dormidos.

—Papá. —moví cuidadosamente su hombro. Él lentamente empezó a reaccionar.

Bostezó y se removió en el asiento, hasta enderezarse por completo. Talló sus ojos y giró su cabeza,
me miró y me sonrió.

—Kaki, cariño ¿hace cuánto has llegado? —preguntó, poniéndose de pie y abrazándome.

—He llegado en la madrugada y me he ido a casa a dormir. —respondí.

— ¿Y Hailee? —preguntó, mirando detrás de mí.

—Se ha quedado en New York, en casa de una amiga.

— ¿Una amiga? Tan rápido ha hecho una amiga. —preguntó sorprendido.

Él se había vuelto sobreprotector cuando se enteró lo que sufría Hailee en la escuela. Además de
que mi hija había empezado a desconfiar de las personas después de todo lo que soportó, así que
el que se haya permitido a si misma acercarse a otras personas, era algo definitivamente muy bueno.

—Si papá, ya sabes cómo es Haiz. Además, se trata de una buena chica, es una vecina. Su madre se
presentó con nosotras el primer día e invitó a Haiz a su casa para que conociera a sus hijos... se
llevan muy bien y ha hecho más amigos. Estoy realmente feliz por eso. —dije, sonriéndole.

—Eso me alegra mucho. —dijo él.

—Sí, a mi igual. —suspiré, separándome y caminando hasta la camilla donde estaba mi madre. —
¿Cómo estás? —le pregunté, mirándolo a los ojos.

Él volvió a sentarse en el mueble donde minutos atrás dormía, y yo me senté en la camilla, junto a
mamá.

—He estado mejor. —dijo.


— ¿Justin? —pregunté.

—Estaba mal. —negó. —Si no fuera por Selena, estaría aquí...—suspiró.

—Lo entiendo papá. —dije. —Puedes irte a descansar, Selena me dijo que has estado aquí toda la
noche.

—Solo me iré, porque necesito ducharme. —sonrió. —Vendré en un momento.

Se acercó a mi madre y besó su frente. Le susurró algo al oído y luego me abrazó.

—Nos vemos en un rato. Supongo que tu hermano vendrá en algún rato. —avisó.
—Okay, ve con cuidado. —le dije.

Una vez a solas, peiné el cabello de mi madre con mis dedos y acaricié su cabeza, ella estaba
profundamente dormida. Dejé un beso en su frente y me levanté de la camilla. Fui al baño y me lavé
la cara.

Regresé a la habitación al mismo tiempo que escuchaba mi teléfono sonar, rápidamente me acerqué
al mueble, donde había dejado mi cartera, y lo saqué.

Era Dinah.

— ¡CheeChee! —conteste.

— ¡Mila! —Chilló ella, al otro lado del teléfono — ¿Estas con tu madre? —preguntó.

—Sí, estoy aquí en el hospital. Mi padre acaba de irse.

—Bien, yo estoy llegando a la habitación de tu madre...—informó— ¿Esta Hailee contigo?

—No, ella se ha quedado en New York, en casa de una amiga.

— ¡Oh! Eso es genial, me alegra que vuelva a ser la misma de antes. —comentó mi polinesia amiga,
entrando en la habitación.

Sonreí y cerré la llamada.

—Si, a mí también... ella está muy emocionada con sus nuevos amigos. —le conté, tras darle un
abrazo.

—Eso está bien Mila, después de lo que la hicieron vivir esos niños...— gruñó.

—Ya eso es el pasado, y Hailee empezó bien su nueva vida en New York.

Dinah sonrió y rápidamente cambio el tema, como siempre indagando en mi vida amorosa, y como
siempre, no obtuvo nada nuevo.

Selena, Justin y mi padre regresaron poco después de las tres de la tarde, dándome tiempo para
salir a comer. Así que Dinah y yo habíamos decidido ir a la vieja cafetería a la que íbamos después
del colegio los viernes con nuestros amigos... ¡Aquellos tiempos! Como desearía volver a tener un
momento así.

Para mi sorpresa, en el local estaban mis amigas, e incluso minutos más tarde, Selena se nos unió,
sin duda ella no podía faltar.

Todas estaban felices porque Hailee volviera a ser aquella chica que era antes de todo lo sucedido
en su antigua escuela. Y sobre todo que haya adquirido esa confianza con su nueva amiga como
para querer quedarse con ella mientras yo no estoy. Aunque yo también confiaba en que Clara
cuidaría bien de mi hija.

Taylor nos contaba acerca de su turno en el hospital la noche anterior, le había tocado estar en
emergencia y todo fue un caos. Había ocurrido un accidente y al hospital llegaron tres personas con
heridas graves y cinco con heridas leves... de los tres, lograron salvar a dos, y Taylor aún podía
recordar como poco a poco iban perdiendo el pulso de l paciente, que era un chico de no más de
dieciséis años que había sufrido la imprudencia de un conductor borracho.

Pensar en ese chico me hizo recordar a Hailee, cada vez que escucho que algún adolescente muere
a causa de un accidente, enfermedad, o se suicida por bullying, me entra una nostalgia terrible. Yo
nunca podría soportar perder a mi hija, nunca.

Dinah golpeó levemente mi hombro, y me regaló una suave mirada. Al menos sabía que Hailee
estaba bien y a salvo en casa de los Jauregui, y eso me aliviaba.

Aunque no del todo, porque no pude evitar enviarle un mensaje, para verificar.

De: Haiz 👽

Mamá, tranquila, estoy bien. Hace poco acabamos de ver la película y decidimos salir a comer a
McDonald's con los chicos.

Respondió Hailee.

— ¿Qué haces Mila? —preguntó Taylor.

Dinah entrecerró los ojos y me miró seriamente. Había adivinado que le escribí a Hailee. Estiró su
brazo y me arrebató el teléfono, guardándolo en su bolso.

—Deja que la chica se divierta. —me dijo. —No le pasara nada, dices que confías en esa tal Clara,
entonces relájate un rato. No hemos estado juntas así, sin niños, trabajo y encargos desde hace
tanto. Merecemos tomarnos un descanso de la vida adulta... sobre todo tú.

—Está bien. —suspiré. —Pero devuélveme mi teléfono. —le hice un puchero, pero ella negó
firmemente.

—No.

Suspiré con pesadez. Iba a ser una tarde interesante.

Capítulo 13

Camila's POV

Regresé al hospital corriendo, con mis amigas detrás de mí, después de recibir la llamada de Justin.
Mamá había despertado y se encontraba un poco desorientada, y mi hermano era muy débil en
estos temas. Siempre se preocupaba de más y seguramente empezaría a reclamar a los médicos la
razón por la que nuestra madre estaba así.

—Justin cálmate, tu madre estará bien. Escuchaste al médico. —Selena regañaba a mi hermano
cuando entré en la habitación.

Mamá estaba sentada en la cama, con mi padre a su lado.


—Kaki, cariño. —sonrió al verme.

Sonreí y corrí a sus brazos, sollozando cuando sentí su aroma envolverme. Nos había dado un gran
susto.

—Tranquila cariño... no seas dramática como tu hermano. —dijo burlándose de Justin, que estaba
sentado en el mueble de brazos cruzados y con puchero por el regaño de su esposa — ¿Y dónde
está mi linda nieta? —preguntó.

—Ella se quedó en Nueva York, en casa de una amiga.

—Qué bueno que haya hecho nuevos amigos. —sonrió.

—Sí, mando saludos a todos y decirte que te quiere, y que no vuelvas a darnos estos sustos.

—No prometo nada.

—Te amo, mamá.

***

Lauren's POV

Se suponía que hoy regresaría la madre de Hailee, así que ella tendría que regresar a su casa, lo cual
era una lástima. La habíamos pasado genial estos días y nos conocimos mejor, y sobre todo, Hailee
me había contado todo lo que sufrió en su antiguo instituto en Miami.

Al parecer no es bueno meterse con el crush de la más perra del instituto, pues según lo que mi
amiga me contó, eso fue lo que inició la guerra entre Melissa, su ex mejor amiga, y ella. Y en el medio
estaba Jacob, quien era tres años mayor que ellas y capitán del equipo. Al parecer al quarterback le
gustaba Hailee y ¿a quién no? La chica es preciosa, pero Melissa no pensaba igual, por lo cual
provocó que Hailee quedara expuesta ante todos en la escuela, y desde ese momento había
empezado su tormento.

¿Lo más gracioso de todo? A Hailee no le gustaba el chico.

Lo bueno es que ahora estaba aquí, y nos tenía a nosotros.

Mi nueva amiga me había pedido que aquello no se lo contara a nadie, después de todo era parte
del pasado ya superado, y no era necesario recordarlo a cada instante. Lo entendí y le prometí que
podía confiar en mí.

Iban a dar las once de la mañana cuando la madre de Hailee le envió un mensaje avisándole que ya
estaba en casa. Mi amiga ya tenía sus cosas arregladas, así que se despidió y se fue, después de todo
la extrañaba, pues, aunque su padre estuviera pendiente de ella, al igual que sus abuelos y sus tíos,
siempre habían sido ellas dos, solas... juntas, y eso había creado un gran lazo madre e hija.

Después de que Hailee se fue, decidí dormir un rato más, ella parecía nunca cansarse, pero yo sí que
lo hacía.

Me desperté a la hora del almuerzo, mi madre golpeaba a mi puerta sin parar porque al parecer,
llevaba mucho llamándome y yo no bajaba.
—Ya voy, madre. —gruñí, poniéndome las zapatillas.

Bajé las escaleras, saltándome un escalón y llegué al comedor, donde ya estaban todos.

— ¿Qué hacías? —pregunto Patrick, buscando molestarme.

—Estaba durmiendo. —respondí, mirándolo con el ceño fruncido. —Solo me quedan dos días de
vacaciones, sin contar el fin de semana. —suspiré.

Era miércoles, y debía aprovechar estos últimos días de libertad antes de regresar a esa cárcel,
llamada escuela. No entiendo como Hailee esta tan emocionada porque empiecen las clases.

—Okay...—susurró él, tomando una cucharada de sopa.

Volví a suspirar y me senté entre Lucy y Alexa, quienes ya habían empezado a comer. Yo me
concentré en remover con mi cuchara la sopa, la primera semana de clases se acercaba, así como
se acercaban mis cinco meses con Kendall.

— ¿Qué te preocupa cariño? —preguntó mi madre.

Levanté la mirada, concentrándome en el rostro preocupado de mi mamá.

—Nada mamá, solo pienso en que se acerca el inicio de clases. —respondí.

—Déjala mamá, recuerda que pronto cumple cinco meses con Kendall y seguramente está pensando
que le hará... o regalara. —dijo Patrick, burlándose.

Yo lo mire mal.

— ¡Ya! No vayan a empezar con sus peleas. —dijo mi madre.

—Está bien. —respondimos los dos.

— ¿Saldrán hoy? —preguntó nuevamente mamá.

—No, no lo creo. Vero está en Boston. Unos familiares de Keana llegaron y no puede salir. Kendall
tuvo que viajar anoche a Los Ángeles. Y Hailee, bueno... ella se acaba de ir. Además quiero dormir
toda la tarde, si es posible. —dije.

—Está bien, pero primero necesito que vayas a hacerme unas compras. —pidió.

— ¿Por qué no va Patrick? —pregunté.

—Porque yo debo irme en un momento a la empresa con Megan. —respondió él, sacándome la
lengua.

—Está bien ¿Chicas, me acompañan? —miré a mis primas.

Alexa negó, limpiando sus labios con la servilleta.

—Lo siento, Lo. Pero iremos a visitar a nuestros padres. —dijo Lucy.

—Bueno... qué más da. —suspiré, terminando mi comida.

—Yo te avisaré. —dijo mi madre.


—Bien, ¿puedo retirarme? —pregunté.

— ¿No comerás el asado? —preguntó.

—Lo haré más tarde, ahora quiero ir a mi habitación.

—Está bien, te lo guardaré en el horno ¡Pero lo comes! —me apuntó, mirándome seriamente.

—Sí, mamá. —suspiré.

—Bien, ahora si puedes ir a tu habitación.

Sonreí y dejé un beso en su cabeza para después subir y encerrarme en mi habitación.

No quería que esa semana acabase.

Capítulo 14

Camila's POV

— ¿No me acompañarás? —pregunté a Hailee, que seguía recostada boca abajo en su cama, semi
dormida.

—Tengo mucho sueño, madre. —suspiró, levantando levemente su cabeza y mirándome con los
ojos entrecerrados.

—Está bien. —dije. —Entonces regresaré. Si quieres comer algo, hay un poco de pizza en la nevera.
—le dije, antes de salir de su habitación.

Fui a la cocina y tomé la lista que había hecho, para que no se me olvidase comprar nada, sobre
todo los dulces de Hailee. Regresé al segundo piso, pues había olvidado mi cartera en mi habitación.
Después de recuperarla, busqué las llaves de mi auto.

Antes de bajar, volví a pasar por la habitación de Hailee, que se encontraba profundamente
dormida. La siguiente semana iniciaría clases y seguramente querría guardar energías para lo que
se le vendría.

Salí de casa y me subí en mi camioneta, aún no había tenido tiempo de recorrer mucho New York,
y conocía poco o nada de esta gran ciudad, pero al menos ya había sali do anteriormente a hacer las
compras, por lo que sabía cómo llegar.
No tarde más de veinte minutos en llegar al supermercado más cercano. Dejé la camioneta en el
estacionamiento y caminé en dirección a la entrada, al mismo tiempo que un lindo auto entraba al
estacionamiento. Yo no era muy buena con ese tipo de cosas, pero pude distinguir que era un
BMW... Andrew ya me habría dicho incluso el día que lo ensamblaron, él era un amante a los autos.

Negué y sonreí, entrando y sacando la lista del bolsillo de mi chaqueta. Me dirigí primero a la sección
de los dulces, empujando el carrito. Tenía que comprar varios dulces que Hailee había anotado para
que yo no me olvidase, porque si lo hacía, había guerra en casa.

Cuando tuve todos los dulces de Hailee en el carrito, me moví hasta la sección de los enlatados,
empezando con las verdaderas compras.

Me encontraba cerca de los congelados cuando la vi. Ella estaba empujando su carrito
perezosamente a través del pasillo, cerca de los estantes que estaban frente al frigo, echando en él
un tarro de nutella y demás cosas.

Cuando levantó la cabeza, nuestras miradas conectaron. Ella sonrió, pero no sabía si era a mí o a
alguien cerca de mí, de todas formas me sonrojé. No podía creer que una niña de, no se... ¿quince,
dieciséis? Me hiciese sonrojar, y mucho menos encontrarme tan feliz por volver a verla.

Agaché la mirada y me concentré en lo que buscaba, intentando olvidarme de aquella chica. Sin
embargo podía sentir su intensa mirada sobre mí. Esos ojos verdes con los que h abía soñado varias
veces y había anhelado volver a ver, estaban a pocas distancias de mí.

—Woow...—escuché su voz, estaba a mi lado. Y sí, aún podía recordar su voz después de casi dos
semanas, era imposible no hacerlo.

Suspiré, tratando de controlar mi emoción... ¿Realmente estaba así de emocionada? No sé qué


significa esto, realmente nunca lo había sentido, pero justo ahora me encuentro tan confundida.
Solo puedo sentir como mi corazón late más rápido que de costumbre... y eso, definitivamente, me
asusta.

Giré mi cabeza y le sonreí.


—Hola. —dije.

Sus ojos... eran tan hermosos de cerca, me sonreían. Podía notar un leve brillo en su mirada, no
sabía cómo tomarlo, quizás se deba a que es fan de mis libros...

Ella es solo una adolescente Camila, tú ya pasaste esa edad, esto no está bien, me reproché
mentalmente, dándome cuenta de que lo que me ocurría no era normal.

—No puedo creerlo...—susurró. —Yo... nuevamente dejé mi libro ¡maldición! —Dijo bajito—...no
me imaginaba encontrarla justamente aquí, señora Cabello...

—Puedes llamarme Camila. —dije, interrumpiéndola a la vez que dejaba la carne dentro del carrito.

—Camila...—repitió con emoción. —Disculpe mi atrevimiento, pero es usted muy hermosa. —dijo,
mirándome a los ojos, acercándose un poco más a mí.
Esto no lo imaginé. Estoy segura que realmente lo hizo. Ella... ¡Ella coqueteo conmigo!

—Yo...—bajé la mirada nuevamente, ruborizada hasta la coronilla. —Gr-gracias. —susurré

—Solo digo la verdad. —dijo, colocando su dedo en mi barbilla y levantando mi cabe za. —Sus ojos
son... hermosos. —acarició mi mejilla con su pulgar. Ella estaba inclinada un poco, al ser más alta.

Miles de sensaciones recorrieron mi cuerpo con ese toque y su cercanía, no sabía si ella lo habría
notado o lo hacía apropósito, pero me estaba gustando y no quería alejarme.

Pero el destino no pensaba igual.

Mi teléfono empezó a sonar y no pude descartarlo, era el ringtone de mi madre.

—Lo siento. —dije girándome y sacando el teléfono, para llevarlo a mi oído —Hola mamá. —vi por
el rabillo de mi ojo, como ella lentamente bajaba su mano y me observaba, con el labio inferior entre
los dientes y una sonrisa.

—Hola cariño. —escuché a mi madre. —Nunca nos llamaste para decirnos como habías llegado.

—Lo siento, estaba cansando. Me quedé dormida casi toda la tarde con Haiz, hasta que recordé que
debía hacer las compras. Ella se quedó en casa. —respondí.

—Bueno cariño, solo quería saber si habías llegado bien.

—Si madre, estoy bien. Cuídate mucho por favor, y tomate la receta del médico. Hazle caso a papá
y a Justin. Y deja que Selena cuide de ti.

—Pero ella está embarazada...

—Embarazada, no discapacitada, ya te lo dijo madre. Deja que te cuide cuando los chicos no están.
—le dije, severamente. Ella a veces era una cabeza dura.

—Bueno, está bien. Saluda a mi nieta, dile que le mando muchos besos.

—Ella igual. —le dije.

—Te quiero hija, cuídate.

—Tú también mamá. —me despedí y ella colgó.

— ¿Está bien? —escuché que me preguntaba. Por un momento había olvidado que ella seguía aquí.
—Mmm sí, mi madre... ella estaba enferma.

—Espero que este mejor. —me dijo, sinceramente.

—Gracias... yo, tengo... tengo que irme. Mi hija me está esperando en casa.

—Sí, claro. —hizo una mueca. —Creo que la volveré a ver en la firma. —dijo.

—Sí. —asentí, ansiosa.

—Será mejor que siga con mis compras. —sonrió, acercándose y dejando un beso en mi mejilla, que
duró más de lo que debería.
—Claro...—suspiré cuando se alejó. Ella se irguió y puso sus manos en el volante del carrito,
sonriéndome.

—Yo...—dijo apuntando el pasillo. —Seguiré.

—Igual. —apunté el pasillo en dirección a la caja.

Ella suspiró y empezó a alejarse, sonriente.

Yo dejé escapar el aire que no sabía, estaba reteniendo. Negué sonriendo, y empujé el carrito hasta
la caja.

Llegué a casa cuando estaba por dar las seis de la tarde, el tráfico de regreso estaba explotando y
me tardé más en regresar que cuando fui al supermercado.

Hailee estaba sentada en el sofá, viendo una película. La saludé y caminé en dirección a la cocina,
empezando a preparar la cena. Decidí hacer una lasaña, ya que a Haiz le encantaba y hace mucho
no lo hacía.

— ¡Mmm! —Hailee entró en la cocina. —Huele delicioso madre. —dijo, acercándose a abrazarme.

—Sí, hice tu favorito. —le dije, dándole un beso en su mejilla.

Ella me sonrió y apoyó su cabeza en mi hombro.

—Te quiero mucho, mamá.

—Yo también te quiero, cariño. —dije, acariciando su cabeza.

Capítulo 15

Camila's POV

El sábado llego pronto, y con él, la llegada de Shawn a New York. Hailee estaba emocionada, después
de todo, no veía a su 'tío' desde la navidad pasada y ya lo extrañaba.

Después de la partida de Andrew, Shawn estuvo siempre pendiente de nosotras, tal y como se lo
había prometido a su mejor amigo. Pero ya hacía cinco años que se había mudado a Canadá tras
recibir un importante puesto en una gran empresa de Marketing en Toronto, donde le ha ido muy
bien desde entonces.
Su visita había sido de improviso, nadie sabía que estaba en el país y había decidido venir a New
York primero. Razón por la cual, recibí su llamada a las seis de la mañana, donde me pedía que lo
fuera a recoger porque su vuelo había llegado una hora antes de lo planeado y tenía mucho sueño.

Yo no quería levantar a Hailee, pero sabía cuánto lo había extrañado. Él se portó como un padre
para ella y aunque ella adoraba Andrew, Shawn formaba parte importante en su vida. Sin embargo
apenas mencione su nombre, ella ya estaba vistiéndose para acompañarme al aeropuerto.

—Haiz, espera. —dije una vez detuve el auto en el estacionamiento del aeropuerto John F. Kennedy.

—Apresúrate, mamá. —dijo ella.

—Voy detrás de ti. —dije en voz alta, asegurando el auto.

— ¿Dónde estará el tío Shawn? —preguntó Hailee, entrando y mirando alrededor. —Llámale mamá,
¿habrá venido con Bea? Hace mucho no la veo.

—No lo sé cariño, solo me dijo que estaba aquí y que moría de sueño.

—Espero que la haya traído. —gruñó.

Yo negué, riéndome de su actitud.

Saqué el teléfono del bolsillo de mi pantalón para llamarle, pero justo en e se momento me entró
una llamada de él.

—Estaba por llamarte, ya estamos con Haiz en el aeropuerto.

—La enana ya está despierta, debí imaginarlo. —suspiró él, seguramente sonriendo, como siempre.
Él y Justin simplemente no se podían resistir a su pequeña sobrina.

—Sí, me pregunta si Bea vino contigo. —dije.

—Sí, está aquí, casi dormida en el mueble. —respondió.

—Si vino. —le dije a mi hija. —Y... ¿Dónde están? —pregunté.

—En el Starbucks del segundo piso, cerca del Zara.

—Está bien, vamos para allá.

En menos de diez minutos nos encontrábamos dentro de un efusivo abrazo entre Bea, Shawn, Hailee
y yo.

Pero algo llamó mi atención cuando nos separamos, el vientre de Bea se veía más abultado que de
costumbre. Le di una mirada interrogante a Shawn y el únicamente sonrió, encogiéndose de
hombros.

— ¿Qué sucede? —preguntó Hailee, al darse cuenta de nuestras miradas.

—Pregúntale a tu tío. —dije, mientras Bea se echaba a reír.

— ¿Qué está pasando? —volvió a preguntar Hailee, alternando su mirada entre su tío, y la esposa
de él.
—Cariño...—dijo Bea. —Vas a tener un primito.

Hailee frunció el ceño. Poco a poco abrió los ojos y la boca, entendiendo lo que Bea le había dicho.
Se tapó la boca, fijando su mirada en el vientre de la rubia.

— ¿En serio? —preguntó, sonriente.

— ¡Sí! —asintió Shawn, feliz.

— ¡Oh, por Dios! —exclamó Hailee, acercando su mano al vientre de Bea — ¿Cuántos meses tienes?
—preguntó.

—Cuatro. —respondió.

— ¡¿Cuatro?! ¡Y recién me vengo a enterar! —dijo Hailee, ofendida, dándole un manotazo en el


hombro a Shawn.

—Bueno, ya. Vamos a su casa, que queremos dormir. —dijo Shawn, agachándose para abrazar a su
esposa y besar su cabeza, acurrucándose con ella.

—Vamos. — dijo Hailee. —Solo porque aún tengo sueño. —entrelazo su brazo con el mío y salimos
del Starbucks.

Cuando llegamos a casa, iban a dar las ocho de la mañana, guie a la pareja de esposos a la habitación
de invitados y Hailee fue a la suya. Shawn me había dicho que no preparara nada y me vaya a dormir
si lo quería, que él se encargaría de comprar desayuno cuando despertaran. Así que le hice caso y
regresé a mi habitación.

El sueño y la pereza nos habían ganado a todos, incluso a Hailee, pues a las doce del día estábamos
despertándonos. Shawn decidió pedir el almuerzo pues moría de hambre y no quería es perar a que
cocinemos.

Bea y Hailee estaban en la habitación, pues Haiz le estaba comentando algunas cosas, como el hecho
de que tenía nuevos amigos y que el lunes iniciaría clases.

Mientras Shawn y yo estábamos en la cocina, después de que él hiciera la orden de la comida.

— ¿Y bien? —suspiró, sentándose en la banqueta de la isla.

Yo me acerqué con mi vaso de leche, y me senté junto a él.

—Bien ¿Qué? —pregunté.

— ¿Cómo ha estado Haiz, como has estado tú? —preguntó, entrecerrando los ojos.

—Bien, bien. Hailee tiene nuevos amigos. —sonreí, al igual que él, que estaba muy feliz por eso.
Shawn odio cuando se enteró lo que sucedía con Hailee en la escuela, para ese entonces, él ya
estaba en Canadá.

—Sí, algo así escuche. —dijo.


—Sí, y yo estoy muy feliz de volver a ver a mi hija tan feliz" suspire.

—Eso también me hace feliz, sabes que Hailee es como mi sobrina. —suspiró. —Andrew es como
mi hermano, y esa pequeña es casi mi vida.

—Lo sé. —asentí.

—Camila ¿has conocido a alguien? —preguntó de repente.

— ¿Qué? ¿Por qué lo preguntas?

—La promesa que le hiciste a Andrew... ya han pasado quince años de eso. Deberías darte una
oportunidad. Eres una mujer joven, hermosa, inteligente... créeme cualquier hombre, estaría feliz
de tenerte a su lado. —dijo, mirándome tiernamente. Él se había convertido en un hermano más
para mí.

—Yo...—por un momento pensé en la chica de ojos verdes. —Lo estoy intentando, créeme. Pero
recién llegue a New York, no he conocido a muchas personas... además tuve que pasar casi una
semana en Miami por mi madre... —suspiré.

—Yo solo espero que seas feliz.

—Gracias por preocuparte, Shawn. Gracias por estar ahí para mí y Haiz.

—No. Gracias a ti, por permitirme estar ahí para ustedes.

Él se levantó y se acercó a abrazarme.

Pronto estuvieron las chicas junto a nosotros, después de que la comida llegara y nos encontráramos
sentados en la mesa, disfrutando de un delicioso almuerzo. Shawn y Bea nos contaron que estarían
por un mes en Estados Unidos, y que querían pasar primeramente este fin de semana junto a
nosotras aquí en New York, pues viajarían a Miami el lunes por la tarde.

Después de comer y dejar limpia la cocina, nos decidimos por salir a pasear. Shawn insistió en ir al
zoológico del Central Park, nos tardamos mucho en llegar, debido al tráfico. Pero apenas me
estacioné, Hailee y Shawn saltaron del auto como un par de niños, esos dos amaban a los animales,
y el zoológico siempre había sido de sus lugares favoritos. Incluso cuando Drew venía de visita,
cuando aún vivíamos en Miami, esos tres se perdían toda la tarde visitando el zoológico y
alimentando de vez en cuando a los animales, a escondidas.

Bea y yo caminábamos de cerca, conversando y recordando viejas anécdotas. Ella era la novia de
Shawn desde la adolescencia, y había sido parte del crecimiento de Hailee también, por lo que mi
hija la adoraba, era como otra de sus tías. Hailee solía reírse de su estatura, al igual que de Ally, y
ambas la dejaban, sobre todo Bea, ella adoraba demasiado a Hailee como para decirle algo.

Cuando le llegó la propuesta de trabajo en Canadá a Shawn, él sabía que no podía irse sin ella, por
lo que le pidió matrimonio y a los dos meses se casaron, para después mudarse juntos y empezar su
vida de casados.
Ella me contaba lo bien que le iba a ambos en Canadá, aunque eso ya lo sabía, nos manteníamos en
contacto y hablábamos a menudo. Ella trabajaba en una veterinaria cerca de su apartamento, por
lo que no se preocupaba en el tráfico, después de todo podía llegar caminando. A diferencia de
Shawn, su trabajo quedaba casi a media hora, sin tráfico. Para él era un reto llegar a tiempo en horas
pico.

Bea me dijo que ambos estaban ansiosos por ser padres y que cuando se enteraron, Shawn lloró
entre sus brazos, feliz. Ya me lo imaginaba, él era muy sentimental en ese aspecto, aún lo recuerdo
con Hailee de bebé.

Estaba feliz por ambos, sabía que serían unos muy buenos padres y ese pequeño seria afortunado
de tenerlos.

Por un momento perdimos de vista a los chicos.

— ¿Dónde están? —preguntó Bea, observando alrededor.

—Ni idea. —me encogí de hombros, haciendo lo mismo que ella.

—Ese par...—suspiró Bea. —Es como si estuviéramos con dos pequeños. No me quiero imaginar
cuando el bebé nazca, ¡tendré que cuidar de dos niños! —sonrió.

—Me pasó, créeme. Salir con Shawn, Drew y una Hailee de tres años, no fue la mejor idea. —dije.
—Después de esa vez, nunca más los acompañé al zoológico.

Ella rió.

—Creo que mejor los buscamos, Shawn dejo su teléfono contigo ¿verdad? —opiné.

—Sí. —respondió.

—Hailee me dejo el suyo. —suspiré.

—Bien, entonces yo iré donde los monos y tu ve donde el León. —dijo.

—Okay, me llamas si los encuentras.

—Okay. —dijo, caminando en dirección a la jaula de los monos.

Yo me giré y caminé en dirección donde estaba el León, cada vez que venía recordaba a ese León
bailarín de esa película animada... ¡Ahh! ¡Madagascar! Por un momento imaginaba que ese animal
haría lo mismo, pero únicamente se mantenía recostado o caminaba de un lado a otro y rugía. Pero
no como lo hacía el de la peli.

A Shawn y Hailee les encantaba ver, sobre todo, a los Leones y a los monos, decían que eran más
interesantes, por eso Bea propuso que buscáramos en aquellos dos lugares.

Cuando llegué no los vi cerca, pero caminé más, recostándome en el barandal, observando
levemente al salvaje animal, para después fijarme en las demás personas, buscando a Hailee y a
Shawn.
Sin embargo no los encontré.

—Los leones me encantan...—escuche a mi lado —... su melena, no sé, me encanta. —reconocí esa
voz. —Quizá porque hace de su cabeza, uno de los símbolos animales más conocidos de la cultura
humana... ya sabe, aparece muy a menudo en el arte... la escultura, la pintura... me gusta. —
terminó.

Sonreí y giré lentamente mi cabeza, para encontrar sus ojos verdes mirándome fijamente.

—Eres muy inteligente. —dije.

—Me gusta leer mucho. —respondió ella.

—Lo noté.

Ella sonrió, levantando levemente la comisura de sus labios.

—Parece que el destino quiere que nos veamos. —comentó.

—Sí, eso parece. —afirmé.

—Se ve muy hermosa esta tarde, Camila. —dijo, escaneándome.

—Gracias. —me sonrojé. Regresé la mirada al León, que había vuelto a rugir.

—Ellos son tan imponentes. —dijo, mirando al animal comer.

—Si... —estuve de acuerdo.

Ella se acercó más a mí. Su mano posada en el barandal, poco a poco se acercaba a la mía. Nuestros
meñiques se encontraron, y se entrelazaron, yo me sonrojé más, mientras ella sonreía.

Me estaba gustando mucho esta cercanía, y apenas la conocía. Ni siquiera sabía su nombre.

Pero nuevamente, el mismo destino que nos juntó esta tarde, nos separó.

Una chica alta y muy linda, de la edad de la ojiverde, se acercó a nosotros. La ojiverde soltó la unión
de nuestros dedos e hizo una pequeña mueca, para después sonreírle a la chica que llegaba hasta
nosotras.

—Amor, te estaba buscando. —le dijo.

Mi corazón se aceleró. Ella tenía novia ¡tenia novia!

Claro que la tenía, Camila, por Dios, si es demasiado preciosa para estar sola, me reproché el haber
sido tan estúpida. Eran de la misma edad, dos jóvenes enamoradas, y yo una mujer mayor con una
hija adolescente ¿en qué pensaba? Estaba claro que en nada. Eso me sucedía cuando ella estaba
cerca, simplemente dejaba que mi cuerpo reaccionara y no me permitía pensar.

—Lo siento Ken. —susurro la ojiverde, sonriéndole a la chica. —Es que, sabes que me gustan los
leones. —le dijo.

—Sí, porque se parecen mucho a ti con tu pelo alborotado. —sonrió la chica.


Yo me encontraba nerviosa, y por suerte, mi teléfono sonó. La ojiverde me miró, y sus ojos parecían
estar tristes.

— ¿Los encontraste? —le pregunté a Bea, tras esquivar los ojos verdes y concentrarme en el animal.
—No estaban viendo al León. —dije.

—Sí, están viendo a los monos y dicen que quieren ir a comer pizza. —me dijo.

—Claro, voy enseguida. Encontrémonos en el estacionamiento.

—Está bien.

—Okay, nos vemos.

Revisé la hora, iban a dar las cinco de la tarde. Guardé el teléfono en mi cartera y me alejé del
barandal. La otra chica se había retirado, pero la ojiverde seguía aquí.

— ¿Se va? —preguntó.

—Si... mi hija quiere ir a la pizzería. —dije.

Ella sonrió.

—Entonces, creo que es hora de despedirnos. —dijo.

—Claro, nos veremos en la firma. —sonreí y me puse de puntillas, besando su mejilla.

Ella abrió los ojos y acaricio la zona donde la había besado y donde había quedado un poco de mi
labial.

—H-hasta pronto. —suspiró.

Sonreí tímidamente, y agaché la cabeza. Volví a mirarla a los ojos, por un momento pensé en
preguntarle su nombre, pero eso sería peor, era mejor dejarlo así, tal y como estaba. No sabía lo
que me estaba pasando con ella, y saber su nombre lo haría más difícil.

—Nos vemos... —dije, empezando a caminar de espaldas, sin despegar mis ojos de los suyos,
sonriendo. Pero entonces recordé a la chica que nos había interrumpido. —Por cierto... tienes una
linda novia. —dije sinceramente, y ella hizo un mueca, mirando al piso. Luego levanto la cabeza, y
abrió la boca para decir algo, pero después la cerró.

Yo sonreí tristemente, y me di la vuelta caminando hasta la salida del zoológico. ¡¿En que estaba
pensando?! Me reclamé por enésima vez en esa hora. Debía dejar de pensar en esa chica, debía
dejar de sentirme de esta manera cada que la tenía cerca... debía conocer a alguien y olvidarme de
ella. Después de la firma de libros es más probable que no la vuelva a ver, y si lo hago, la evitaré, o
al menos lo trataré.

Tenía que hacerlo, era simplemente imposible y extraño. Jamás me había sentido de esta manera
por una chica... siempre me ha gustado apreciar la figura femenina, pero nunca nada parecido.

Cuando llegué al estacionamiento, los chicos ya estaban ahí. Traté de fingir una sonrisa, y parece
que lo hice bien porque nadie me pregunto nada. Hailee me pidió que me apurase para irnos a
comer pizza, pues se moría de hambre. Abracé a mi hija, y besé su cabeza antes de subirnos al auto.
Ella era lo único que necesitaba para ser feliz, ella era mi felicidad.

Capítulo 16

Camila's POV

Lunes.

Hailee ya estaba lista para irse a la escuela, al igual que yo ya estaba lista para ir a mi trabajo. Shawn
y Bea tenían el vuelo al medio día, nosotras regresábamos pasando el medio día, así que nos
despedimos de ambos, y nos fuimos.

Dejé a Haiz en la entrada de su nuevo instituto. Ella había hablado con sus nuevas amigas y
decidieron verse en ese lugar. Pero a penas Hailee se despi dió y bajó del auto, yo arranqué en
dirección a mi trabajo. No quería que me agarrara el tráfico, pero eso era algo imposible acá en New
York.

Llegué cuarto para las ocho al edificio del New York Times. Amanda, la joven recepcionista que
conocí el día que vine a conversar con el director, se encontraba en su puesto. Al verme, me sonrió.

—Buenos días, señora Cabello. —saludó, cordialmente.

—Buenos días, Amanda ¿te molestaría llamarme simplemente Camila? —pregunté con una sonrisa,
los formalismos no eran lo mío.

—Claro que no, no hay problema. —sonrió. —Bueno, el director Dean me pidió que la escoltara
hasta su oficina y que le avisara que a las nueve de la mañana tendrán una reunión con el editor y
varios accionistas... es algo así como una bienvenida. —bromeó.

— ¡Oh! Gracias. —sonreí.

—Bueno... sígame.

La oficina era más grande que la que tenía en mi trabajo anterior. De paredes blancas y con un gran
ventanal que me permitía ver la concurrida calle a esta hora de la mañana.

El escritorio también era blanco, y tenía una Mac de escritorio, una lámpara y un portalápices. Me
despedí de Amanda y continúe observando la que sería mi oficina a partir de este momento. Detrás
del escritorio había un librero de madera, muy hermoso, que tenía unos que otros libros.
Sonreí y empecé a ordenar las cosas que había traído. Primero rellené un poco más el librero con
varios de mis libros favoritos. Pero eso no llenó ni la cuarta parte del mueble. En el escritorio puse
una foto de Hailee junto a mí en su fiesta de quince años.

Mordí mi labio, acariciando la madera del escritorio. Me senté sobre la silla giratoria y me pegué
más al escritorio, encendiendo la computadora.

La puerta se abrió y Dean apareció, sonriéndome.

—Hola Camila. —saludó.

Me puse de pie y camina hasta él, dándole un pequeño abrazo.

—Dean, hola. —saludé con alegría.

— ¿Te gusta tu oficina? —preguntó, caminando hasta el pequeño mueble frente al escritorio,
sentándose en él.

—Sí, mucho. Gracias por esta oportunidad. —dije, caminando y sentándome junto a él.

—No te preocupes Mila, eres muy buena en tu trabajo, a mí me hace feliz tenerte trabajando aquí.

—Yo estoy más que feliz, créeme.

—Bueno... nos veremos a las nueve en la sala de reuniones. —dijo, poniéndose de pie.

—Claro. —asentí.

El dejó un beso en mi cabeza y salió de mi oficina.

Suspiré. Esto estaba siendo fantástico.

Capítulo 17

Lauren's POV

Era la primera semana de clases, pero yo ya estaba estresada. Agradecía que por fin fuera viernes y
el timbre de salida estuviera por sonar. Estaba emocionada, sobre todo, porque mañana en la
mañana era la firma de libros de Camila Cabello.

Avisaron en su cuenta fan que se adelantaría la fecha (pues antes lo tenían planeado para el
miércoles de la siguiente semana) debido a que ella se encontraba trabajando actualmente en el
New York Times. Además, mañana por la noche, sería la cena con mis amigas, y la madre de Hailee.

Y mi mamá estaba emocionada. Y yo no entendía por qué.


Decidí olvidar eso y me puse a ver el reloj que colgaba sobre el pizarrón, el segundero se movía de
la forma más lenta que alguna vez yo haya visto, y estaba ansiosa porque llegara al doce, lo
necesitaba.

Cuando el timbre sonó, la maestra ya había terminado su clase, y yo tenía mi mochila lista, así que
salí corriendo de mi salón, en búsqueda de mis primas, mis amigas y mi novia.

—Parece que alguien anda ansiosa estos días. —susurró Kendall, abrazándose a mi cuello y dejando
un beso en mis labios.

—Sí, estoy muy ansiosa. —acepté, rodeando la cintura de Kendall y besándola.

— ¿Y qué te tiene tan feliz? Si se puede saber, claro, prima. —dijo Vero, haciendo énfasis en el
'prima' y abrazando a Lucy.

Yo solo reí y negué, pasando mi brazo sobre el hombro de Kendall.

—Que mañana veré a mi escritora favorita. —dije, encogiéndome de hombros.

Las chicas empezaron a caminar junto a mí al estacionamiento.

— ¿Y Hailee? —pregunté, al no verla.

—Su mamá llegó a recogerla unos minutos antes de que llegaras, y tuvo que irse porque una tal tía
Dinah, estaba en la ciudad y Hailee estaba emocionada. —dijo Alexa.

— ¿Dinah? —pregunté, ese nombre se me hacía conocido, pero no conseguía recordar donde lo
había escuchado.

—Sí, eso dijo. —Vero se encogió de hombros.

—Bueno...—suspire. —Vámonos, entonces.

***

Camila's POV

Dinah estaba aquí, y yo sabía que su viaje no se debía a nada más que cotilleo. En una de nuestras
conversaciones, hace tres días, se me había escapado lo de la chica de ojos verdes, y mi polinesia
amiga me había obligado a contarle todo, con lujo de detalle, por lo que tuve que hacerlo, pues era
imposible ocultarle algo a ella.

— ¿Entonces...?—Hailee había ido al baño y nos encontrábamos las dos, esperando la orden.

—Entonces nada, Dinah. —dije.

— ¡¿Cómo que nada?! —replico, alterada.

—Cálmate. —le pedí. —Dinah, esa chica es como quince años menor que yo... tendría la misma edad
que Haiz...

—Mila, me estás diciendo que te mueres por verla mañana en tu firma, y no piensas en que ella
podría ser el amor de tu vida. —me interrumpió.
—Estás siendo dramática.

—Y tú estás siendo una idiota.

— ¿No te molesta que sea una chica? ¿O que sea poco más de una década menor a mí? —pregunté
sorprendida.

Ella bebió un sorbo de su vino.

— ¿A ti te molesta que yo tenga esposo? —preguntó.

—No... claro que no... No es eso, es muy diferente. —negué.

—El amor, es amor, Camila. Sin importar el sexo... o la edad. —recalcó.

—Pero...—traté de defenderme, pero Hailee llegaba a la mesa, sonriente.

Dinah sonrió, burlona al darse cuenta de que yo ya no podía replicar, así que solo bufé, y bebí un
poco de vino mientras esperábamos la comida y escuchaba la animada conversación entre mi hija y
mi mejor amiga.

En la tarde, cuando estuvimos nuevamente en casa, Hailee corrió a su habitación para empezar con
sus tareas y terminarlas para poder tener su fin de semana libre. Yo por mi parte, fui junto a Dinah
a mi habitación, ella quería preparar la ropa que usaría en la firma.

—Debes verte sexy...—suspiró, rebuscando entre mis ropas, mientras yo descansaba sobre mi
cama.

— ¿Por qué debo verme sexy? —pregunté.

—Porque si, punto. —respondió.

—Esa no es una respuesta. —le dije.

—La chica estará en la maldita firma, tú debes verte sexy para que no piense que estas pasada de
moda... ya sabes, no quieres verte mal frente a ella ¿o sí? —preguntó.

Suspiré, sintiéndome un poco frustrada.

Estuve a punto de decirle que no me importaba, pero estaría mintiendo, y ella lo sabría. Además,
estaba más que claro que quería verme bien para la chica de ojos verdes, aunque hace unos días
estaba pensando en no volver a verla, esta semana se me hizo interminable. Extrañé sus ojos... su
voz... todo de ella.

—No, Dinah. No quiero verme mal frente a ella. —acepté.

—Bien... ¿Qué tal este? —dijo, saliendo del closet con un vestido entre sus manos.

Lo había comprado unas semanas antes de viajar a New York, y aún no lo había usado. La única vez
que me lo puse, fue el día que lo compré, para probar que tal me quedaba. Y mis amigas insistieron
en que me lo llevase, incluso ellas lo pagaron... era hermoso, no lo podía negar, de un color verde
esmeralda... como sus ojos. Me llegaba, unos dedos más arriba de la rodilla, y el escote no era tan
exagerado... además iba con un blazer negro.
—No lo has usado desde que lo compramos ¿verdad? —preguntó, mirándome con las manos en la
cadera y el ceño fruncido.

—No se ha dado la oportunidad. —me excusé.

—Pues ya llegó su hora de lucirse. —dijo, examinando el vestido.

—Claro...—susurré, sonriendo.

Capítulo 18

Camila's POV

Hailee se había quedado en casa, pues iría a comprar algo de ropa con algunas de sus nuevas amigas.
La firma empezaría a las diez de la mañana, eran las nueve y yo estaba ansiosa, pues pronto volvería
a ver a la chica de ojos verdes.

Dinah estaba sentada con su teléfono entre sus manos, seguramente hablaba con su esposo o
algunos de nuestros amigos. Mi asistente estaba hablando con el dueño de la librería... las puertas
estaban cerradas, pero se podía ver a los chicos fuera del lugar, en una larga fila.

Suspiré nerviosamente.

Tenía que calmarme, así que me entretuve caminando entre los estantes, viendo los diferentes
libros que se exhibían en este lugar. Barnes & Noble era una hermosa librería, muy espaciosa y con
zonas de lectura. Me encantaba, por eso la había elegido para la firma, además de que es la librería
en la que más se han vendido mis libros.

Por veinte minutos, me mantuve entretenida con algo de Borges, él era uno de mis escritores
favoritos y admiraba sus obras, habría deseado poder conocerle.

—Camila, tienes que estar lista, en poco abrirán las puertas. —dijo Max.

Él era mi asistente, siempre mantenía mis horarios en orden y me recordaba todo lo que tenía que
hacer, porque yo sola no podía con mi vida.

—Vamos. —dije, ubicando el libro nuevamente en su lugar, y siguiéndolo hasta la pequeña mesa
que habían arreglado, donde había unos ejemplares de mi nuevo libro "La ultima rosa". Estaba
ansiosa por esto, había salido a la venta hace un mes en Estados Unidos, y las ventas fueron todo
un éxito. En poco estarían traduciéndolo.
—Mi chica está aquí. —escuché la voz de mi vieja compañera de Universidad, Jade.

—Jade, estoy feliz de verte. —saludé, dándole un abrazo.

No nos habíamos visto por varios meses debido al trabajo, gracias a el la había logrado mi sueño de
publicar mi primer libro, y gracias a ella me encontraba donde estaba ahora. Le debía mucho.

—Lo sé cariño, también me alegra verte... ¿Y Hailee? —preguntó, tras separarnos del abrazo.

—Se quedó en casa, saldría con unas amigas a hacer compras. —respondí.

— ¡Qué bien! Aunque la quería ver.

—Sí, no sabíamos que estarías aquí.

—Fue una decisión de última hora, mi padre quería que todo estuviera bien para esta firma... sabes
que te adora, además de que las ventas de este libro van en aumento a cada segundo.

—Lo sé. —sonreí, feliz.

—Bueno... prepárate, en poco abrirán esas puertas y había muuucha gente fuera. —sonrió.

—Mi mano está preparada. —bromeé.

—Es bueno saberlo.

Dinah llegó a mi lado, había olvidado por completo que ella vino conmigo, pero apenas vio a Jade,
la envolvió entre sus grandes brazos, pegándola a sus pechos sin darle la oportunidad de saludar.

— ¡Oh! Pequeña Thirlwall. —chilló de emoción.

—En poco será Edwards. —dijo Jade, alzando su mano y mostrando un anillo.

Eso no me lo esperaba, así que, al igual que Dinah, salté de felicidad y abracé nuevamente a Jade
que estaba radiante y sonriente, y algo sonrojada también.

— ¡Oh por Dios! —chilló Dinah, analizando el anillo en el dedo de nuestra amiga.

— ¡Lo mismo dije! —chilló Jade.

— ¿En serio? No nos vemos por casi siete meses, y ahora estas ¡¿comprometida?! —pregunté.

—En realidad fue hace poco, Perrie me lo propuso en Londres mientras estábamos en el London
Eye. —nos contó.

—Al menos fue un poco más original y no fue en la torre Eiffel. —dijo Dinah.

—Sí. —asintió Jade, acariciando el anillo.

Max se acercó a nosotras y me pidió que me colocara en mi lugar, pues en cinco minutos abrirían
las puertas.

—Suerte. —me dicen mis amigas antes de alejarse de la pequeña mesa.


Dinah me guiña el ojo, ella estaba ansiosa por conocer a la ojiverde.

—Las puertas se abrirán en dos minutos. —avisó uno de los chicos que trabajaban en aquella
librería.

Llevaba firmando unos sesenta libros, y la chica de ojos verdes aún no aparecía, esperaba que no se
hubiese olvidado de la firma y que si haya asistido... después de todo, ella quería que autografiara
su libro.

—Buenos días.

Yo estaba entretenida terminando de firmar el libro de un chico cuando escuché su voz.


Rápidamente levanté la cabeza y la miré a los ojos. Aquellos ojos verdes que había extrañado.

Sonreí y regresé mi atención al libro del chico que esperaba a un lado. Terminé de escribir y se lo
entregué con una sonrisa. Él suspiro y se alejó sonriente.

—Hola. —saludé.

Ella sonrió, achinando esos preciosos ojos y depositó sobre la mesa, dos libros: "El diario de Juliet"
y "La última rosa".

— ¿Podría regalarme un autógrafo? —pidió.

—Claro... ¿Para quién? —pregunté.

—Lauren. —respondió.

Asentí y posé mi mirada sobre el libro color pastel. El diario de Juliet. Tenía aquellos separadores
que se pegaban en las esquinas de las hojas y una que otra hoja doblada. Se notaba que lo había
leído más de una vez.

—Es mi favorito. —dijo Lauren, al darse cuenta de que me había quedado examinando el estado del
libro.

—No te preocupes. —sonreí, negando. —Los míos están igual... o peor. —dije, dejando en la primera
página para poder firmar.

Sonreí, y mientras escribía un par de cosas, giré mi cabeza un poco, encontrándome con la mirada
atenta de Dinah. Afirmé con la cabeza, indicándole con el gesto lo que ella quería saber.

Dinah abrió la boca y miró directamente a la chica parada frente a mí, analizándola de pies a cabeza.
Se mordió el labio y asintió, para después mirarme y alzar el pulgar.

Yo me reí de la actitud de mi amiga, negué con la cabeza y terminé de autografiar ambos libros.

—Aquí tienes, Lauren. —dije, sonriéndole.

Ella me miraba fijamente, mordiéndose el labio inferior y por primera vez me sentí deseada, y no es
que antes no se me hayan insinuado, pero era la primera vez que yo me sentía de esta manera.
Lauren provocaba muchas cosas en mí, y eso que no la conocía bien. Es más, ¡apenas sabía su
nombre!

Por Dios, Camila, ella es menor que tú, me reclamé. Debía ser razonable. Pero ¡eran tantos
sentimientos encerrados! Y ellos se habían simplemente liberado. Explotando en todo mi cuerpo.
Estaba pensando muy seriamente en hacerle caso a Dinah, pero tenía miedo.

—Muchas gracias, Camila. —respondió, tomando sus libros.

Su tiempo se estaba agotando y ambas lo sabíamos. Yo no quería que se fuera, y estaba segura por
sus miradas, que ella tampoco quería irse.

Un par de chicas detrás de la ojiverde pusieron sus libros sobre la mesa y me saludaron
animadamente, yo correspondí a ambas sonriéndoles y abriendo ambos libros. Sentí la mirada de
Lauren por unos segundos y después ella acercó un pequeño papel hasta mí. La miré y ella
simplemente sonrió.

—Hasta pronto. —asintió, alejándose lentamente.

Yo suspiré, viéndola alejarse.

Miré a Dinah que sonreí como el gato de Alicia en el país de la maravilla y negué. Estaba segura que
no pararía de molestarme en el resto del día. Miré el papel que seguía sobre la mesa, me mordí el
labio y rápidamente lo guardé en el bolsillo del blazer.

Les sonreí a las chicas frente a mí y les entregué los libros autografiados, ellas agradecieron y me
pidieron una foto, la cual acepté. Observe detrás de ellas, como continuaba una larga fila.

Suspiré.

Esta sería una muy larga tarde, y algo me dice que vendrán más sorpresas.

Capítulo 19

Camila's POV

Estaba increíblemente frustrada, el cierre del vestido que compré esta tarde con Dinah se había
atascado; halé con fuerza una última vez provocando que se escuchara un fuerte sonido para por
fin darme cuenta que se había roto. Quité el cabello de mi frente molesta, ¿qué haría ahora?
Dinah me mataría al enterarse que lo había dañado, pero no era mi culpa, cuando me lo probé me
quedaba genial, y ella lo había aprobado, pero al parecer no quería ceder esta noche. Por suerte mi
polinesia amiga tomó un vuelo de regreso a Miami hace dos horas, así que no vería el desastre que
soy ahora.

Me pegué una palmada en la frente, gritando para llamar la atención de Hailee que estaba en algún
otro sitio de la casa.

Hailee entró a la habitación mirándome con el ceño fruncido.

— ¿Todo bien? —preguntó.

No puedo hacer nada más que negar haciendo puchero y sentándome en la orilla de la cama, furiosa.

—El vestido que compré se rompió. —murmuré.

Tenía la cara de roja, estaba completamente frustrada.

—Te puedo prestar uno... tengo uno que es algo grande para mí, pero puede ser perfecto para ti.
—dijo Hailee, sonriéndome.

Acepté y ella salió de la habitación. Regresó a los segundos, con un hermoso vestido negro con
aperturas a los lados y en la espalda. Era suelto de la cintura para abajo, pero podría ajustarse a mi
cuerpo por el torso.

— ¿Dónde lo conseguiste? —pregunté, pues no recordaba habérselo comprado. Además, conocía


el guardarropa de mi hija.

—Pues... digamos que las chicas se alocaron un poco esta tarde. —respondió.

Sonreí y acepté el vestido, no tenía alguna otra opción, por más inapropiado que me pareciera
tendría que usarlo. Además, yo seguía siendo una mujer joven, y realmente no tenía nada mejor en
mi guardarropa por ahora, pues no pensaba ser invitada tan pronto a una cena, y en su mayoría
tenia ropa formal para el trabajo, demasiado formal.

Me metí al pequeño cuarto del baño para ponérmelo, a comparación del otro, este subió fácilmente.
No tenía cierre, así que en menos de cinco minutos estuve lista.

Volteé mirándome en el espejo frente a mí.

Me veía linda. Me encantaba verme hermosa... en la secundaria siempre me molestaban por cómo
me vestía, ahora los mismos idiotas que me molestaban, me alagaban al verme. Jamás me vestiría
linda y usaría un vestido incómodo solo para agradar a los demás, siempre será para mí y para nadie
más... a excepción de la linda chica de ojos verdes.

—Lauren. —susurré, ahora sabía su nombre y se sentía tan bien decirlo. Quería volver a verla.

Solté mi cabello, dejando caer los rizos de un lado. Finalmente salí, el ruido de la puerta hizo a Hailee
bajar el teléfono y ahora me miraba con la boca abierta haciendo una seña con las manos,
aprobando el atuendo.
—Dios, mamá. Te vez excelente, la mamá más sexy. —Bromeó, haciéndome sonrojar por el
cumplido.

— ¿Ya estás lista? —Pregunté, tomando las cosas y metiéndolas a mi bolsa de mano. Me senté en
la cama colocándome las zapatillas de tacón alto.

—Sip, hora de irnos. —dijo, saliendo de la habitación y dándome tiempo. Me quedé sentada,
observando el papel que Lauren me había dado esta mañana.

Su caligrafía era perfecta, eran sólo números, pero eran perfectos. La pregunta aquí era, ahora que
tengo su número ¿la llamaré?

Metí de nuevo el papel en el bolso, y salí de mi habitación para reunirme con Hailee en la parte baja.

Llegamos en poco tiempo, nuestras casas quedaban cerca así que no era necesario ir en auto. Me
sentí nerviosa... ¿Realmente tenía que estar tan nerviosa? Pero era normal en mí, pues desde
siempre he sido mala para socializar, y realmente eso no ha cambiado para nada con el pasar de los
años.

La puerta se abrió segundos después de tocar y supe en ese momento que no habría marcha atrás.
Clara nos había recibido gustosa con un beso en la mejilla y un abrazo a ambas, diciendo lo feliz que
está por esta noche y lo sorprendida que su hija estaría al verme.

Sonreí tímidamente, conocer fans de mis libros es interesante... hoy la había pasado genial en la
firma, aunque mi mano dolía, el saber que mis libros habían ayudado a algunas personas a
comprenderse a sí mismas me hacía feliz.

— ¿Pero qué hacen ahí? Pasen, pasen. Mike y los demás las estamos esperando. —dijo, haciéndose
a un lado y dejándonos pasar.

Nos guio al comedor. La mesa estaba perfectamente decorada con un hermoso mantel blanco, las
vajillas doradas, copas transparentes, un centro de mesa con flores hermosas.
Esto era inigualable.

—Tú debes ser Camila, un placer, soy Michael Jauregui. —saludó, acercándose y dejando un beso
en mi mejilla, al igual que a mi hija.

—Un placer, señor Jauregui. —saludé alegremente.

—Dime Michael, por favor. —pidió, sonriente.

—Claro. —asentí, devolviéndole la sonrisa tímidamente.

—Estos son mis hijos...—señaló al par de chicos que se acercaban. —Esta es mi preciosa Megan, mi
hija mayor, y este es mi muchacho, Patrick.

—Mucho gusto, señora Cabello, no sabía que Hailee tenía una madre tan guapa y joven. —Patrick
tomó mi mano y la besó delicadamente.

—Gracias. —me sonrojé, halagada.


—Es un placer conocerla Camila, ¿puedo llamarte así? —preguntó Megan.

—Claro, no hay problema. —respondí.

—Me alegra... mi hermana está obsesionada por tus libros y aquí entre nosotras, entiendo por qué,
eres muy buena escritora. Ella piensa que no los he leído, pero está equivocada, solo que no los
paso releyendo a cada momento como ella. —comentó. —Mi favorito es Voces, me encanta el
suspenso y misterio de la historia, es genial... sería una excelente película.

—De hecho... tan pronto como termine de redactar el guion, empezaran con la elección de elenco.
—dije.

— ¿Qué? —preguntó.

—Universal compró los derechos para hacerlo película. —dijo Hailee. —Y le propusieron a mamá
redactar el guion... ha estado trabajando en eso y en poco terminará, así que pronto se hará la
película.

— ¡Eso es genial! Mi hermana se morirá. —chilló Megan.

—Ya era hora... los libros realmente no son lo mío, a menos que sea un comic, prefiero las películas...
y Megan dice que este es muy bueno. —dijo Patrick.

—Te pierdes de mucho. —dije. —Los libros son como entrar a otro universo en donde tú puedes ser
muchas cosas.

—Puede que tome el consejo. —sonrió.

Asentí, relajándome. Estos chicos eran divertidos, ya veo por qué a Hailee les caía tan bien.

— ¿Dónde están las demás? —preguntó Hailee a Patrick.

—Laur fue a recoger a su novia y a las chicas... Alexa y Lucy la acompañaron. —respondió el chico.

Escuchamos como un auto se estacionaba fuera de la casa.

—Ya llegaron. —dijo Megan.

—Mamá ¿Los Jenner vendrán? —preguntó Patrick a Clara, que entraba al comedor junto a una
mujer mayor, dejando la comida sobre la mesa.

—No cariño, tuvieron que viajar a Canadá por unos asuntos de la empresa. —respondió Clara.

—Okay. —asintió.

La puerta de entrada se abrió y varias voces de chicas se escuchaban acercándose, seguramente


serían las nuevas amigas de Hailee, pues ella había corrido a penas escuchamos el auto.

Mi mandíbula casi toca el suelo cuando la vi, de todos los lugares de New York, tenía que estar aquí.
Lauren caminaba de la mano de su novia, la misma chica del zoológico, mirando las llaves que metía
en su bolsillo.
Esperaba que mi Lauren del aeropuerto, no fuera la misma Lauren de los Jauregui, después de todo,
New York era enorme, y existirían varias Lauren de dieciséis años en esta ciudad, pero mi suerte no
era la mejor, y como todo en la vida, nada me salía bien... excepto Hailee, por supuesto.

Seguramente ahora estaba completamente sonrojada.

Y fue entonces cuando alzó la mirada, estaba segura que mi sonrojo había aumentado, podía sentir
mis mejillas arder, todo mi cuerpo ardía bajo la atenta mirada de sus ojos verdes, aquellos que había
estado extrañando.

Estuvimos mirándonos a los ojos por casi cinco segundos, que se sintieron eternos. Sus ojos bajaron
lentamente por mi cuerpo, detallando cada parte de mi piel, cada parte de mí.

No pude evitar hacer lo mismo con ella, lo haría una y otra vez.

Nuestro contacto se perdió cuando una mano tomó la suya; se perdió cuando unos labios besaron
los suyos, unos labios que no eran los míos.

—Mi amor, ¿no dirás nada? ¿Que no es tu escritora favorita? —preguntó la chica, emocionada, pero
yo sólo pude concentrarme en la manera que se dirigió a ella.

Mi amor. Aquello –aunque me lo negara a mí misma– dolió.

—Yo... yo, no sabía que usted iba a venir, creí que sólo la mamá de Hailee y ella vendrían. —dijo,
nerviosamente.

—El punto es que, Lauren... ella es mi mamá. —dijo Hailee, detrás de la ojiverde.

Lauren abrió la boca, sorprendida y frunció el ceño hacia Hailee.

— ¿Por qué mierda no me lo habías dicho?

— ¡Lauren! —sus padres regañaron mientras sus hermanos se reían.

Ella tapó su boca, disculpándose con una sonrisa.

Volvió su mirada a mí y me sonrío. Traté de hacer lo mismo, realmente lo hice, pero sólo me salió
una mueca torcida. Cerré los ojos y pasé una mano por mi frente, sobándola lentamente al ver a la
novia de Lauren abrazarla de lado.

— ¿Se siente mal? —Preguntó Lauren preocupada. —Perdone por mi emoción, pero es como la
quinta vez que la veo, y... sigue sorprendiéndome lo hermosa que es. —susurró, acercándose a mí
después de soltarse del abrazo de su novia.

No quería, realmente no quería. Me negaba rotundamente a sonreírle, pero simplemente no podía


evitarlo.

—Muchas gracias. —dije secamente, logrando que ella frunciera el ceño.

Hailee se acercó con las demás chicas, sonriéndome.


—Mamá, te presento a mis nuevas amigas... ellas son Alexa y Lucy. —apuntó a un par de chicas.

Sonreí y me acerqué para dejar un beso en su mejilla.

—Un gusto, ustedes deben ser las sobrinas de Clara. —dije, pues Hailee me había estado contando
un poco de sus amigas.

—Sí, es un gusto conocerla señora Cabello. —dijo una de ellas.

—Ellas son Vero, Keana y Kendall, la novia de Lauren. —señaló una por una.

Sonreí a las otras tres chicas, después de todo Kendall no tenía la culpa de ser una chica joven y
guapa... había llegado tarde a la vida de la ojiverde, no podía reclamar nada... ¿En qué estoy
pensando? ¡Basta! Era una mujer adulta con una hija de quince años, eso era.

—Un placer verla de nuevo. —Kendall estiró su mano, saludándome amablemente.

Hailee estaba feliz, le alegraba que por fin pudiera conocer a sus amigas.

—La cena esta lista. —chilló Clara, llamando nuestra atención.

Todos pasamos al comedor y ocupamos nuestros lugares, para mi mala suerte, Lauren decidió
sentarse frente a mí.

—Mamá ¿tu sabias que Camila Cabello es la madre de Hailee? —preguntó Lauren a su madre,
mientras nos servían la comida.

—Si cariño, las conocí el día que se mudaron. —sonrió.

— ¿Por qué no me lo habías dicho? —volvió a preguntar, con el ceño fruncido.

—Quería que fuera una sorpresa para ti. —respondió encogiéndose de hombros.

—Vaya que fue una sorpresa. —suspiró.

—Debes estar feliz cariño... tu madre ha invitado a tu escritora favorita a cenar. —dijo Kendall.

—Ya quisiera que mi madre llevara a Ariana Grande a casa. —suspiró Vero.

—Ni se te ocurra Iglesias. —gruñó una de las sobrinas de Clara, haciéndonos reír a todos.

—Solo digo.

—Además hermanita...—dijo Megan, llamando la atención de la ojiverde. —Camila me contó que


harán una película de Voces. —chilló emocionada.

— ¿Desde cuando lees sus libros? —preguntó Lauren.

— ¡Hey! Que a mi si me gusta leer, solo que no los releo como tú. Además ese es mi favorito.

—Claro. —giró los ojos. —Pero... ¿es enserio? —preguntó, mirándome.

Asentí tímidamente.

—Si, en poco terminaré de redactar el guion.


— ¡Woow! Eso es genial.

Sonreí y posé mi mirada en mi comida, tratando de tranquilizarme mientras escuchaba a los demás
continuar la conversación, Hailee parecía estar bien y eso era lo que me importaba. Conversamos
tranquilos durante la cena, en todo momento sentí la mirada de Lauren, pero yo la evitaba después
de ver pasear la mano de Kendall por el muslo de la ojiverde.

Sentía celos, estaba ridículamente celosa de algo que no me pertenecía.

—Camila, ¿planeas escribir otro libro? —Preguntó de repente Lauren, interrumpiendo la


conversación y ganándose otro regaño de sus padres.

—No se preocupen...—tranquilice a Clara y Michael. —Y, Lauren, contestando a tu pregunta, por


ahora no. —respondí, continuando la conversación.

Lauren bajó la mirada por mi tosca respuesta.

Así pasó la noche, Lauren interrumpiendo y después apenándose, Michael y Clara regañándola, sus
hermanos riéndose de ella. Hailee continuando la conversación con sus nuevas amigas y
sonriéndome de vez en cuando, tratando de tranquilizar mi nerviosismo. Aunque estos no eran por
la cena, sino por la presencia de Lauren.

Al terminar agradecimos. Me ofrecí a levantar la mesa y después de pelear un rato con Clara,
finalmente cedió, pero mandando a Lauren a hacerlo conmigo.

Para mi suerte, Kendall estaba distraída en la conversación con Hailee y las demás, ya era muy difícil
haberla visto besar o acariciar a Lauren en toda la cena, no me creía capaz de aguantarla detrás de
Lauren mientras recogíamos los platos.

—Camila, ¿pasa algo? —preguntó Lauren. Su voz casi inaudible.

—Lauren... no, no pasa nada. —negué, sin mirarla.

Yo seguía en lo mío, sabía que si la veía a los ojos, iba a caer ante su verde mirada. Sé que me
comporté como una idiota inmadura, simplemente actué como una celosa de mierda.

—Las otras veces me trataste tan bien, ¿por qué ahora no? ¿Hice algo mal?... Si te hice algo,
discúlpame de verdad. —susurró, arrepentida.

—No te disculpes, es sólo que... me dolía la cabeza. —me excusé falsamente.

—Si pasa algo puedes decírmelo. —dijo, buscando mi mirada.

Pero yo no iba a ceder.

Asentí y seguí con lo que hacía, ella se acercó a mí.

—Llámame alguna vez. —me susurró al oído.

Y me dejé llevar, cedí a su mirada, pero ella esperó uno segundos para irse y dejarme allí con
millones de sentimientos embargándome por su acercamiento.

Todo estaba claro: yo me encontraba total y completamente, jodida.


***

Lauren's POV

Ella nunca me llamó, y eso me dolía. Me moría por escuchar su voz. Por verla. Ver sus hermosos
labios curvarse en aquella sonrisa que me volvía loca. Saber que se trataba de la madre de mi amiga
hacia la cosa más difícil quizás, sin embargo eso no impedía que yo pensara en ella.

Estaba jodida, demasiado jodida.

Capítulo 20

Camila's POV

No había podido dormir en toda la noche, pensando en la cena. Lauren Jauregui, la hija de mi vecina
Clara, y quien se había convertido en la mejor amiga de mi hija, resulto ser la misma Lauren del
aeropuerto, mi fan, la chica que había logrado confundirme en poco tiempo, y que había logrado
crear en mí, sentimientos inexplicables.

Como todas las mañanas, y sin importar el día que fuera, Hailee se levantó enérgica y más que feliz,
pues iríamos a casa de los Jauregui para una barbacoa a petición de Clara, y como siempre, no pude
negarme.

Debía aprender a decir que no, definitivamente.

—Mamá ¿Qué tal este? —me pregunto Hailee, mostrándome un nuevo conjunto de traje de baño
que había comprado con sus amigas el día anterior.

—Ese se ve genial. —sonreí. Estaba completamente nerviosa por lo que podría ocurrir este día.

—Bien, iré a ponérmelo... ¿Qué preparas? —preguntó interesada.

—Una torta de leche... la llevaré para el postre. —respondí, continuando con mi trabajo.

— ¡Delicioso!... Me encantan tus postres, ma'. Estaré en mi habitación...

—Claro, cariño. —me despedí y ella rápidamente corrió escaleras arriba.

En menos de una hora, tenía listo el postre que llevaría y a Hailee colgando de mi brazo,
preguntándome a cada momento que usaría. Estaba completamente nerviosa, y no pensaba en
meterme a la piscina, por lo cual descarté el traje de baño. Estábamos en invierno y aunque fuera
climatizada, andar con poca ropa frente a aquellas personas, me causaba una terrible ansiedad.

Lo sé, tenía claro lo joven que aún era y que mi cuerpo no estaba mal. De hecho, mis amigas no
paraban de molestarme cada vez que íbamos a la playa o pasábamos una tarde en la piscina de mi
casa, decían que con los años, mi cuerpo se había moldeado a la perfección y no parecía de más de
veintidós años. Pero el caso era que Lauren estaría ahí, obvio que lo estaría, y me vería.
Definitivamente no estaba preparada para eso.

Finalmente, estaban los señores Jauregui, ellos eran siquiera unos quince años mayor que yo, y no
encontraba adecuado el pasearme con poca ropa frente a ellos. Si bien seguía siendo joven, mi
momento ya había pasado, este era el momento de mi hija, y dejaría que ella lo disfrute al máximo,
mientras yo socializaba con los adultos que estarían en la barbacoa –que no serían más que los
Señores Jauregui–, aunque Hailee había mencionado algo sobre las madres de sus demás amigas,
supongo que tal vez estarían presentes también.

— ¿Lista mamá? —preguntó Hailee, apareciendo en la puerta de mi habitación.

—Lista, cariño. —asentí.

Ambas salimos de la casa, llevando las cosas necesarias. No tardamos casi nada en llegar, pues
vivíamos relativamente cerca.

Al tocar el timbre de la casa, en menos de un segundo, nos recibió Lauren, con una enorme sonrisa.
Podía apostar a que nos estaba esperando, o más bien, me estaba esperando.

—Hey, hola. —saludó, dándole un abrazo a Hailee, quien rápidamente entró en la casa. —Camila,
hola. —me sonrió dulcemente.

Ese simple gesto provoco en mi interior un remolino de emociones, algo que jamás había sentido.
Cuando era joven, soñaba con encontrar a mí 'príncipe azul' y tener de esos finales de cuentos de
hadas, pero pronto mi sueño se desvaneció. Yo no fui alguien que se dio a notar en la secundaria, a
menos no hasta que quede embarazada, y ciertamente, en esos tiempos, me describía como alguien
sin gracia, yo era la nerd del instituto y nadie se fijaba en mí.

Pero ahora las cosas cambiaron mucho, las veces que me he encontrado con viejos compañeros de
mi promoción, han quedado estupefactos por mi apariencia y hacían bromas, como aquella típica
del patito feo convertido en cisne. Y el que una adolescente, sienta atracción por mí, me hace sentir
deseada de una manera que jamás había sentido.

Ciertamente tuve uno que otro encuentro con hombres en mi pasado, e incluso en la Universidad
me acosté con uno que otro chico, pero jamás había sentido esa ansiedad por ser tocada por alguien,
mucho menos por una chica una década menor a mí.

—Hola, Lauren. —logré responder a su saludo, desviando mi mirada de sus brillantes ojos.

—Sera mejor que pases. —señaló el interior de la casa.

Asentí y entré en la casa. Enseguida ella tomó el postre de mi mano y lo llevó a la cocina, regresando
a los pocos segundos. Caminamos juntas hasta el jardín de la casa, donde se encontraban todos.

— ¡Camila! Hasta que llegaron, Lauren estaba ansiosa y no se apartaba de la puerta. —contó Clara,
haciendo sonrojar a su hija.
¡Bingo! Eso ya me lo imaginaba.

—Es la primera vez que conozco a alguien que ame tanto mis libros, y que se emocione por verme.
—sonreí tímidamente, regresándole el saludo a Clara.

—Sí, mi hermanita es muuuy fan tuya, Camila. —dijo Patrick, acercándose y dejando un beso en mi
mejilla.

Él era muy atractivo, pero no sentía nada de lo que sentía cerca de Lauren. Nadie me provocaba
siquiera una mínima reacción, como lo hacia esa chiquilla con tan sola una mirada de sus hermosos
ojos verdes.

—Es bueno saberlo.

Rápidamente, Hailee arrastró a Lauren con los demás chicos en la piscina. Pude ver que había otros
chicos aparte de las invitadas de anoche a la cena. Megan se acercó a nosotros de la mano de un
hombre.

—Hola Camila. —me saludó felizmente, dándome un pequeño abrazo. —Te presento a Ryan, mi
novio.

—Mucho gusto, he oído mucho de usted, principalmente por Lauren. —comentó, haciéndonos reír
a todos.

—Camila, te presentare a las madres de las chicas. —dijo Clara, guiándome hasta donde se
encontraban dos mujeres reunidas, todas parecían tener unos diez años más que yo.

—Por cierto... ¿y el señor Jauregui? —pregunté, al darme cuenta de su ausencia.

—Está en la cocina terminando de aliñar la carne con el padre de Verónica. —respondió, sin dejar
de sonreír, mientras nos acercábamos a las mujeres. —Señoras, les presento a Camila Cabello, ella
es la madre de Hailee. —dijo Clara.

—Mucho gusto. —sonreí tímidamente.

—Eres muy joven. —dijo una de las mujeres, levantándose y escaneándome. —No me
malinterpretes, pero a diferencia de nosotras, tu eres una joven preciosa, debo recalcar. Soy
Mariana Iglesias. —se presentó.

—Es un gusto conocerla, señora Iglesias.

—Tu hija es un encanto de señorita. —comentó una de las mujeres, sonriendo, encantadoramente.
—Issabela Issartel. —se presentó extendiendo su mano.

—Muchas gracias, y un gusto conocerla, señora Issartel.

—El gusto es mío, y llámame Issabela, me hace sentir más vieja de lo que ya soy.

—Siéntate con nosotras, Camila... nos gustaría conocerte mejor, ya que al parecer nos veremos muy
seguido. —dijo Mariana, regresando a su lugar.
Tímidamente me senté en una de las sillas, quedando frente a ambas mujeres, mientras, Clara se
sentaba a mi lado.

—Y... ¿a qué te dedicas? —preguntó interesada Issabela.

—Soy escritora. —respondí. —Actualmente estoy trabajando como jefa de redacción en el New York
Times.

—Eso es estupendo. —sonrieron.

—Gracias.

— ¿Y el padre de Hailee? ¿Ustedes están juntos? —preguntó Mariana.

—No, estamos separados. Como ya notaran, tuve a Haiz a una muy temprana edad... Andrew, el
padre de Hailee, vive en Londres ya que su padre le dio el mando de una de sus empresas en
Inglaterra. Pero eso no ha arruinado nuestra relación, ni la de ellos. Él sigue siendo mi mejor amigo
y un gran padre para Hailee.

—Es bueno que sea así, muchas veces los problemas entre los padres, afectan a los chicos de una
forma desagradable... ellos son los que más sufren en esos casos. —dijo Issabela. —Soy psicóloga y
he tenido muchos casos de chicos que han pasado por cosas así, sus actitudes cambian y los padres
se piensan que únicamente es su etapa de rebeldía cuando realmente es debido a lo mal que la
pasan dentro de su propia casa, que es el lugar donde deberían sentirse protegidos... —la interrumpí.

—Por eso buscan cubrir esa falta con cualquier cosa, y son víctimas fáciles para los vendedores de
drogas, o muchas veces se integran en pandillas. Buscan ser parte de una familia, buscan ser parte
de algo donde se sientan útiles y sobre todo, donde sientan que les importan a los d emás. —dije,
entendiendo perfectamente a lo que se refería.

Issabela asintió.

—Exacto, es bueno que tengas lazos con tus hijos... y que por las dos partes, las cosas funcionen
bien.

—Hailee es como mi mejor amiga. —sonreí. —Nos contamos todo, y viéndola crecer me duele...
pero ahora, verla sonreír y disfrutar con chicos de su edad sanamente, me llena de orgullo. Me hace
feliz que haya podido ser completamente valiente para superar las cosas del pasado. —suspiré. —
En uno de sus anteriores colegios, ella fue víctima de Bullying, y el venirnos a New York y tener
nuevos aires, le ha sido de mucha ayuda... ella está volviendo a ser mi pequeña Haiz.

—Lo único que los padres queremos, es que nuestros pequeños sean felices... cuando Lauren me
contó que le gustaban las chicas, enloquecí, pero luego recordé que sin importar sus gustos, ella
seguiría siendo mi hija y eso era lo único que importaba. Seguía siendo mi Lauren, y me alegraba
que ella haya tenido toda esa confianza conmigo como para contármelo... yo le prometí que nada
haría que dejara de quererla, es mi hija y si ella confió en mí, lo menos que podía era aceptarla tal y
como era. —dijo Clara, sollozando.

Le sonreí, imaginando a una Lauren temerosa de mostrarse a su madre como verdaderamente era.

—Eso y que te regañamos. —dijo Mariana riendo.


—Y poco después, la pequeña Lauren, se enamoró de esa linda chica. —apoyó Issabela.

En esos momentos, yo me empezaba a sentir incómoda. Lauren tenía novia, y yo no tenía nada que
ver en eso. Una relación era de dos, y yo no podía intervenir en eso.

—Sí, Kendall es una dulzura de chica. —asintió Clara.

Mi vista se fijó en el grupo de jóvenes en la piscina, concretamente, en la joven de ojos verdes.


Lauren se encontraba dentro de la piscina, con Kendall sobre su espalda, quien dejaba besos en su
mejilla tiernamente. Eran una pareja muy linda, y sin importar lo mucho que esa chica me hacía
sentir, yo debía alejarme.

Pero entonces volvía a suceder, y jamás pararía. Ella me miró con sus hermosos ojos verdes, que sin
importar la distancia, pude ver como brillaban. Se mordió los labios levemente, mientras escaneaba
lo poco que podía de mi cuerpo.

Mi sangre hirvió en mi interior, y sentí un cosquilleo recorrerme y concentrarse en mi parte más


íntima. No podía creer que con solo una mirada, esta chica lograra excitarme, pero así era. No sabía
si podía luchar contra esto, estaba cayendo lentamente sin saberlo, me estaba enamorando y ya no
había vuelta atrás.

***

Lauren's POV

Ella era tan hermosa, era imposible negarme lo que estaba sintiendo. Sin embargo ella parecía estar
en una batalla interna. Sabía que lo deseaba, lo deseaba tanto como yo. Y yo quería complacerla, o
complacerme a mí misma, no lo sé. Lo único que tenía claro es que mis labios picaban por tomar los
suyos, y mi lengua se moría por acariciar la suya. Deseaba probarla. Nunca había sentido las ganas
de besar a alguien, de la manera que me muero por besarla a ella.

Esto no me pasaba con Kendall, y me sentía mal de solo pensar en hacerle daño, sin embargo cuando
estaba frente a esa morena preciosa, todo se me olvidaba, y solo podía pensar en los suaves que
serían sus labios y en cómo se sentiría su cuerpo pegado al mío.

Suspiré con fuerza, temblando levemente de la excitación. Sabía que era una mujer mayor, pero ella
era preciosa y me importaba poco o nada su edad, yo solo la quería. La deseaba.

Y pasara lo que pasara, sin importar quien se interpusiera, ella sería mía. Camila Cabello sería mía.
Capítulo 21

Camila's POV

La tarde en casa de los Jauregui había sido excepcional, las miradas entre Lauren y yo no habían
parado, podía sentir como me desnudaba con la mirada. Ella me deseaba de la misma manera que
yo a ella.

Ya lo había aceptado, me había enamorado de una chica, pero ese no era el problema... el problema
era que le llevaba quince años. Esto era una locura, esto no podía ser.

Pero no podía luchar contra mis impulsos, definitivamente ella creaba demasiadas sensaciones que
me abrumaban y me imposibilitaba pensar como la mujer adulta que era.

Ahora, Hailee y yo estábamos exhaustas, al día siguiente tenía trabajo, y ella clases, así que apenas
entramos a casa, ella y yo nos despedimos con un beso y un abrazo de buenas noches, y nos
encerramos cada quien en nuestras habitaciones.

Me había encerrado en mi baño, relajándome en la tina mientras pensaba en lo que había sucedido
en estas semanas, sobre todo en las sensaciones que me abrumaban desde que Lauren había
aparecido en mi vida.

Quería dejar de pensar en todo eso, quería dejar de pensar en ella, pero sabía que no sería sencillo,
o al menos lo creía... jamás había pasado por esto.

Esa noche, no pude dormir, pensando en si sería correcto escribirle a Lauren para que así ella tuviera
mi número... pero enseguida descartaba la sola idea. No debía avanzar más, estaba jugando con
fuego y tarde o temprano me iba a quemar.

Cuando mi alarma sonó, yo había podido dormir tan solo una hora. Rápidamente busqué la ropa
que usaría ese día en mi closet, una vez estuvo listo mi atuendo, lo dejé sobre mi cama y me metí
en mi baño para asearme.

Media hora después, me encontraba en la cocina preparando mi desayuno y el de Hailee, quien no


tardó en llegar. Como siempre, y sin importar lo hora que fuera, mi hija se encontraba con muchas
energías para empezar su día.

—Buenos días mamá. —saludó sonriente.

Tuve que fingir una pequeña sonrisa, pues no me encontraba nada feliz de empezar esa semana.

—Buenos días, cariño. Siéntate, ya te pongo tu comida. —le respondí, tratando de que no notara mi
bajo ánimo.

Pero claramente, no lo logré. Hailee me conocía bastante bien y sabía que no me encontraba para
nada bien. Agradecía que el día anterior, ella estuvo demasiado ocupada para darse cuenta de las
miradas entre su amiga y yo.

—Está bien. —asintió.


Después del desayuno, llevé rápidamente a Hailee a su escuela. Cuando mi hija bajó, pude notar a
su grupo de amigas reunidas unos metros más adelante. Lauren estaba ahí.

Los ojos verdes se clavaron en los míos, haciéndome estremecer. No dejamos de vernos hasta que
decidí que era momento de dirigirme a mi trabajo. Lentamente salí del estacionamiento de la
escuela, para establecerme en la autopista, y dirigirme a mi destino.

El trabajo fue abrumador ese día, y mis pensamientos seguían en los oj os de aquella chica,
escaneándome por completo y desnudándome con la mirada cada vez que podía.

Llegué a mi casa a las cinco de la tarde, por suerte no hubo mucho tráfico y logré llegar en un tiempo
record.

Hailee ya estaba en casa, encerrada en su habitación, haciendo sus deberes.

A penas llegué, me fui directamente a mi despacho, aunque amaba cocinar para mi hija, había
decidido que pediría algo de chino. Necesitaba continuar con la redacción del guion, y si bien aún
tenía mucho tiempo para entregarlo, varias ideas habían surgido en mi cabeza. Ciertamente, en las
películas no se cuenta toda la historia que se narra en los libros, lo que significa que debemos
adaptarlo adecuadamente para que exista un balance en el tiempo que se presentará en la pantalla,
y yo intentaba que se pudiera abarcar la mayor parte posible del libro y que los espectadores no se
perdieran de mucho.

Lo primero que hice fue releer lo que tenía hasta el momento y continuar. Estuve aproximadamente
dos horas en ello, hasta que Hailee apareció en mi despacho y acarició su estómago. Fue entonces
cuando me di cuenta, que yo también moría de hambre.

—Pediremos sushi, o lo que sea cielo. Estoy trabajando en la redacción del guion. —me excusé.

—Está bien, yo haré el pedido. —me sonrió, saliendo del despecho.

Media hora después la cena había llegado y ambas nos encontrábamos cenando y disfrutando de
nuestra conversación. Hailee me contaba lo bien que le iban las clases y que en la tarde había
hablado con Drew por video chat mientras él estaba en la oficina. Para suerte de ella, su pequeño
hermano Jake estaba ahí, lo que hizo que la plática se extendiera por mucho tiempo.

—Yo recojo mamá, debes estar cansada. —dijo Hailee, una vez terminamos de cenar.

—Gracias cariño. —le sonreí. —Iré a ducharme y continuaré mi trabajo.

—Ma' sé que no dormiste anoche, por favor, dúchate y descansa. —pidió, mirándome seriamente.

Sonreí, que tan bien me conocía mi hija.

—Está bien, iré a guardar el archivo para no perderlo. —acepté, acercándome a ella y dejando un
beso en su cabeza.

—Descansa mamá.

—Tú también cariño.


Tras guardar los archivos y apagar mi portátil, me dirigí a mi habitación y tomé una relajante ducha.
Esa noche las dudas no asaltaron mi cabeza, estaba demasiado cansada para ponerme a pensar en
la batalla contra mis sentimientos y simplemente me dejé llevar por el sueño apenas toqué mis
sábanas.

***

Lauren's POV

Era realmente difícil estar tan cerca de ella y no poder hacer nada. Estuve a punto de escabullirme
a su habitación e intentar hablar con ella, ya que al parecer, ella no tenía la intención de llamarme,
sin embargo descartaba esa idea. Quizás todo estaba en mi cabeza y ella simplemente me veía como
una adolescente de dieciséis años más, como la mejor amiga de su hija, mientras yo no podía parar
de pensar en ella y en lo bien que se sentiría besarla.

Suspiré mientras observaba mi celular, eran las once de la noche y nada, ella no me llamaba. Dejé
de mirar por la ventana y descarté nuevamente mi idea de escabullirme a su habitación. Apagué la
luz y me acosté en mi cama, sintiendo mi corazón romperse.

Sin embargo me lo había propuesto a mí misma, y es que Camila sería mía, sin importar lo que me
tarde.

Capítulo 22

Camila's POV

Han pasado un par de semanas desde la última vez que vi a Lauren, casi un mes. He tratado de
evitarla últimamente, pero eso no significa que no me muera por verla. Tampoco impide que me
sienta triste por estar lejos de ella.

He avanzado mucho en cuanto al guion y me siento feliz, pues está quedando tal y como yo deseaba.
Hace dos días le envié los avances a Josh, el director de la película, y él está encantado con el hecho
de que me esté concentrando tanto por darle a los espectadores mucho del libro.

Josh es un tipo fantástico y he tenido la oportunidad de hablar con él personalmente en dos


ocasiones. Es un joven apuesto, solo cuatro años mayor a mí. Un hombre fantástico y sencillo, sobre
todo caballeroso. Pero ni todas esas cualidades logran crear en mi algún sentimiento.

Él me había invitado a salir, en plan de cita hace una semana, y a pesar de que mi plan era olvidarme
de aquella ojiverde, se me hacía imposible aceptar salir con él. Simplemente no podía. Además,
trabajaríamos juntos y sinceramente no quería terminar en malos términos, así que simplemente le
mentí, alegando que tenía una reunión importante, cuando la verdad era que me había quedado
toda la noche junto a mi hija, haciendo una maratón de Harry Potter.

Estábamos a mediados de octubre ahora, el tiempo pasaba rápidamente y pronto llegarían los
dieciséis de Hailee, lo que significaba la inminente llegada de Drew.

Andrew me había enviado un par de fotos de los vehículos que había visto para Hailee, él quería mi
opinión, como siempre cuando se trataba de nuestra hija. Andrew nunca tomaba una decisión sin
antes consultármelo, incluso si él pagaba los gastos.

Todas las imágenes, mostraban precioso vehículos, él no había pensado en nada enorme, pues sabía
que sería demasiado para una adolescente, y era mejor que tuviera un pequeño pero moderno y
lindo auto. Así que finalmente nos decidimos por un lindo Camaro descapotable, en color plateado.
Sabíamos perfectamente, que Hailee lo amaría.

Por otra parte, Hailee ya se había inscrito para recibir su licencia, por lo que en una semana haría la
prueba. Me comentaba en las cenas, que Lauren le ayudaba y cada vez que salían, le prestaba el
auto un momento, para que empezase a acostumbrarse a manejar en la carretera.

Me parecía bien que aquella chica se preocupase por ayudar a mi hija, y esperaba que lo hiciese por
que apreciaba a Hailee y no por querer quedar bien conmigo. Aunque Hailee decía que Lauren se
portó bien con ella desde el primer momento que se conocieron, y en ese entonces ella no sabía
que yo era la madre de Hailee. Así que dudaba que se tratase por eso, y que realmente lo hacía,
porque Haiz le importaba.

—Mamá. —Hailee apareció en la puerta de mi despacho, media dormida.

Suspiré y revisé la hora en la pantalla de mi computadora. Iban a dar las cuatro de la mañana.
Agradecía que el día siguiente fuera domingo y pudiera dormir hasta tarde.

— ¿Qué sucede cariño? —pregunté, sacándome los lentes.

—Mira la hora, mamá. Ve a dormir. —me pidió, entrando en el despacho.

—Lo siento cariño, ya iré a dormir. Déjame guardar los archivos. —respondí, empezando a guardar
los archivos con los cambios que había hecho. —Josh ha aprobado lo que le envié hasta el momento,
y aun me falta terminar.

—Lo bueno es que has avanzado mucho. —dijo ella, sentándose en el mueble.

—Sí, ya no me falta tanto. Voy más de la mitad del libro. —sonreí, cerrando mi portátil y dejando
marcada la página en la que me había quedado.

—Si...—suspiró. —Mamá, Josh es un hombre genial ¿no crees? —dijo, mientras yo acomodaba las
cosas en mi escritorio.

—Sí, es un hombre genial. —asentí, tratando de entender a qué se refería.

—Y es atractivo. —asintió, sonriéndome.

Suspiré y reí bajito, al entender lo que trataba de decirme.


—Claro que es atractivo, Haiz. Pero por favor, no intentes querer metérmelo a los ojos. Ya salimos
varias veces, como amigos, y siento que se debe quedar así... créeme cariño, Josh es un buen
hombre y realmente no quiero arruinar la amistad que tenemos.

—Está bien, lo entiendo... ahora, vamos a dormir. —suspiró ella, levantándose del sillón y
caminando hasta mí, abrazándome. —Yo solo quiero que tú seas feliz, sin importar nada. —dijo,
dejando un beso en mi mejilla y abrazándose a mi brazo, mientras caminábamos fuera del despacho.

—Lo sé, y lo aprecio. Pero realmente lo único que ahora necesito, está aquí conmigo. —dije, dejando
un beso en su cabeza.

—Te quiero mucho, mami.

—Y yo a ti, mi pequeña.

Capítulo 23

Lauren's POV

El vivir tan cerca de esa mujer, y no poder acercarme me estaba matando. Llevaba casi un mes y
medio sin verla, y las veces que pasaba con Hailee –que eran casi todos los días– aprovechaba para
saber algo más de ella.

Hailee era una chica estupenda y se había convertido en mi me jor amiga. Después de todo
pasábamos mucho tiempo juntas y siempre nos contábamos cosas. Se había vuelto en mi
confidente, pero sin embargo, estaba segura que jamás sería capaz de contarle lo que me sucedía
con su madre.

Hace dos días me contó lo emocionada que estaba debido a que su cumpleaños se acercaba y su
padre pronto estaría aquí. Además de que su madre le había contado que ya tenían elegido el auto
que le regalarían en su dieciséis. Ella había hecho la prueba hace una semana, y al fin tenía su carnet
de conducir, ahora solo esperaba tener su auto.

También me contaba cosas de su madre, sobre todo acerca de cómo iba el guion para la película,
que por cierto, aun no se había informado a los fans, por lo cual me sentía orgullosa de saberlo
incluso antes que los demás.

Pero lo que me había molestado, fue la cara de desilusión de Hailee cuando me contó que había
planeado que su madre saliera con Josh, el supuesto director de la película, y que claramente, Camila
no había aceptado.
Octubre estaba por acabarse, y yo no podía dejar de pensar en aquella mujer. No podía dejar de
pensar en cómo la última vez que nos vimos, pude sentir con su mirada, el deseo latente entre
nuestros cuerpos. Kendall era estupenda y yo no quería hacerle daño, pero simplemente yo no podía
dejar que algún idiota tratase de conquistar a Camila. La sangre me hervía de solo pensarla en los
brazos de alguien más.

Estaba claro que ella me estaba evitando, pero yo simplemente no podía siquiera pensar en que ella
lo hiciera, me dolía en el pecho tan solo imaginarla evitando toparse conmigo.

Le había robado el número de su madre a Hailee hace un par de días, pues me había rendido en
esperar alguna llamada suya, y debía respetarlo si ella no lo quería. Pero mataba la espera y me
consumía la ansiedad por tenerla entre mis brazos y hacerla mía.

Normalmente, Camila llegaba a las cinco o más tardar, seis de la tarde a su casa del trabajo. Pero
hoy ella llego antes, iban a dar las tres de la tarde cuando pasé por su casa y vi el auto de la mujer
mayor estacionado. Hailee se había quedado en el instituto con los demás, incluso Kendall y mis
primas estaban allá, pero yo había decidido regresar pues este día nos cancelaron la última clase y
no me encontraba con los ánimos de acompañar a los chicos.

Ellas habían decidido esperar un rato más a un par de amigos, para después irse a los bolos en la
camioneta de Niall, uno de nuestros amigos de último año.

Cuando llegué a casa, muchos pensamientos rondaban mi cabeza, no sabía si hacerlo o no. Los
chicos llegarían tarde y Camila se encontraba sola en su casa. Sabía que esto era jugar con fuego,
pero si esa morena era el fuego, no me importaba quemarme con ella.

Así que, tomando una decisión, me duché rápidamente, quitándome el sudor después de haber
hecho ejercicio en educación física. Me vestí con unos sencillos jeans negros, una camiseta blanca
con cuello en v. Me puse una beisbolera sobre la camiseta, mis zapatos, y salí de casa, sin decirle
nada a nadie.

Sabía que no era correcto hacer esto, pero me moría de ganas por verla. Necesitaba verla.

Cuando llegué a la puerta, pude escuchar en el interior risas y varias voces. Parece que no estaba
tan sola como pensaba.

Las dudas me atormentaron, aún tenía tiempo para dar media vuelta e irme a mi casa, y eso fue lo
que hice. El miedo se había apoderado de mí, al escuchar las voces en el interior de la casa. Para mi
suerte se escuchaban mujeres, pero una voz entre ellas sobresalió, era la de un hombre.

Más tarde en la noche supe que se trataban de los viejos amigos de Camila, y su hermano, gracias a
que Hailee me comentó que se encontraba feliz por la llegada de ellos, y que estarían el fin de
semana en su casa.

Suspiré tranquila al saber que no se trataba de ese tal Josh.


Capítulo 24

Camila's POV

En menos de un parpadeo nos encontrábamos iniciando diciembre y con ello, el cumpleaños de


Hailee acercándose. Ella se encontraba emocionada, pues en esa semana llegarían Andrew junto a
Nina y el pequeño Jake.

En todo este tiempo, vi a Lauren un par de veces. Su semblante al verme brillaba de emoción, y
sabia, era el reflejo de mi rostro. Ella no evitaba recorrerme el cuerpo con la mirada, y yo no me
quedaba atrás, siempre encontraba la forma de dejarme sin aliento, principalmente, cuando me
miraba fijamente a los ojos, con aquellos penetrantes ojos verdes.

Dinah seguía siendo la única en saber mi situación, y me hacía feliz que respetara mi decisión de
mantenerme alejada de aquella chica, pero tampoco dudó un segundo en recordarme que sin
importar nada, para ella mi felicidad era lo que importaba. Y ella sabía que la ojiverde, sería esa
felicidad y compañía que tanto he anhelado y buscado.

Pero sinceramente, lo único que me importaba en estos momentos, era que todo saliese bien en la
fiesta de cumpleaños de mi pequeña. Andrew me había comentado que enviaría su jet privado a
recoger a todos los amigos invitados de Hailee a la fiesta, pues esta se haría en Miami, donde
estaban todos nuestros familiares.

Yo me había tomado la molestia de hablar con todos y cada uno de los padres de los amigos de Haiz
y asegurarles que ellos estarían bien, pues nos encargaríamos de llevarlos y traerlos de vuelta.
Además de que Hailee quería disfrutar junto a sus amigos en la playa, y era una buena oportunidad,
después de todo, estarían un fin de semana entero.

Lauren había sido la primera en afirmar que iría, junto a sus hermanos, pues sin dudar, Megan y
Patrick estaban invitados. También iría Kendall, y aunque tratase de odiarla, era imposible. Aquella
chica era un amor de persona y se llevaba muy bien con mi hija, simplemente no podía, y odiaba el
no poder odiarla.

Ahora me encontraba sola en casa. Hailee había salido de compras junto a varias de sus amigas, por
lo cual decidí continuar con mi trabajo. El guion estaba casi listo y eso me hacía feliz, sobre todo
porque lo terminaría con mucho tiempo de anticipación y tendría tiempo disponible para mí.

De los preparativos para la fiesta, se estaba haciendo cargo la madre de Andrew, como siempre,
junto a mi madre, lo cual era estupendo, pues me daban tiempo de continuar con mis ocupaciones.

Estuve aproximadamente unas tres horas, encerrada en mi despacho, cuando el timbre resonó por
toda la casa. Fruncí el ceño mientras me ponía de pie. No sabía de quien podría tratarse, pues
sinceramente no esperaba a nadie.

Arreglé mejor mi ropa y mi cabello, y salí de mi despacho.


El aire se quedó atorado en mi garganta al ver de quien se trataba, mis piernas se sintieron débiles
y mi cuerpo se encendió bajo su mirada, como siempre que aquellos ojos verdes me escaneaban.

—Hailee no está. —fue lo único que pude articular, y me sentí estúpida al escuchar su risa.

—No la busco a ella. —dijo seriamente, sin dejar de ver mis piernas.

Sus ojos se encontraron con los míos, ella sonreía mientras se mordía el labio y yo simplemente no
pensé.

En menos de un minuto, Lauren había entrado en mi casa y me había tomado de la cintura,


pegándome a la puerta y cerrándola con la acción. Sus manos bajaron hasta mi trasero y apretó
levemente mis nalgas, provocando que un gemido se escapara de mis labios.

—No sabe cuánto la deseo, señora Cabello. —suspiró, acariciando mi cuello con su nariz.

Me sentía débil bajo su tacto, y en ese momento en lo único que pensaba e ra en que se deshiciera
de mi ropa y me hiciera suya.

—Usted es tan malditamente hermosa...—susurró, empezando a dejar besos en mi cuello. —Me


muero por hacerle el amor... tenerla debajo de mí, pidiendo que la haga mía... —sus palabras se
clavaban en mi mente, mi excitación creciendo con cada cosa que salía de su boca. Podía sentir lo
mojada que estaba, y nunca antes me había sentido de esta manera.

— ¿Qué es lo que quieres, Lauren? —logré decir. Mis manos apretando sus hombros.

—La quiero a usted. —suspiro, besando mi mejilla. —Y sé que usted, también lo quiere. —dijo,
completamente segura de sus palabras.

—Esto es un error... tu eres muy joven para mí, tienes la edad de mi hija... eres la mejor amiga de
mi hija...—dije, tratando de darle una excusa para que parase, porque si ella continuaba, yo
simplemente me iba a dejar llevar.

—No es un error, mi amor... nunca es un error amar. —asintió, mirándome a los ojos.

—No sabes lo que dices... tienes una novia...

— ¡Pero no la amo! —me interrumpió, sus manos bajando para colarse dentro de mi vestido y tocar
mi piel desnuda.

—Pero ella es una joven hermosa, igual que tú...—repliqué. —Yo no soy para ti, Lauren...

—Créame, esa es una vil mentira que se repite para tratar de convencerse... yo sé que usted también
lo desea... vamos Camila, déjese llevar...—dijo, tomando mi labio inferior entre los suyos,
desarmándome por completo.

Lauren levantó mi pierna derecha y me hizo rodear su cintura con ella, mientras su cuerpo se pegaba
más al mío. Nunca antes había estado así de excitada. Ningún hombre había logrado hacerme sentir
de esta manera, y ella con unas simples palabras me tenía a su merced.
Ella tenía razón, yo también la deseaba, y simplemente no podía luchar. Así que me deje llevar.
Apreté levemente sus hombros, acercando su rostro al mío y por primera vez nuestros labios se
tocaron... esto se sentía realmente bien, aunque no lo fuera.

Sus manos apretaron mis nalgas, levantándome y logrando que rodeara su cintura, rápidamente la
ojiverde nos llevó al sofá, sin dejar de besarnos. Luchamos con nuestras ropas, hasta quedar
completamente desnudas. Ella sobre mí, besando y acariciando mi cuerpo, y yo gimiendo sin parar...

— ¡Mamá! —la voz de Hailee me sobresaltó.

Rápidamente abrí los ojos, dándome cuenta de que aún me encontraba en mi despacho y me había
quedado dormida. Había sido simplemente un sueño, un sueño demasiado real.

—Acabo de llegar y vine a buscarte...—dijo, acercándose a mi escritorio.

—Lo siento, estoy muy cansada. —suspiré, levantándome de mi silla.

—Lo noté. —ella rio. —Son las ocho ¿comiste algo? Yo comí una pizza con los chicos y estoy llena...
si quieres te preparo algo mientras tomas una ducha. —me sonrió y yo simplemente asentí,
aceptando su oferta.

—Gracias cariño. —dije, arreglando mi escritorio.

Ella se encogió de hombros.

— ¿Qué te gustaría cenar? —me preguntó, antes de salir.

—No te preocupes, prepárame un sándwich de pollo... ¡No espera! Mejor cuatro. —respondí,
saliendo del despacho junto a ella.

Hailee negó y me sonrió.

—Está bien, ve a ducharte.

—Gracias. —suspiré.

Hailee asintió y se fue a la cocina. Yo suspiré nuevamente y fui a mi habitación. Necesitaba esa ducha
con agua helada después del sueño que había tenido. Eso realmente había estado mal, pero se sintió
tan bien. Aunque no fuera real.
Capítulo 25

Kendall's POV

Todo era cálido al estar junto a ella. Su mirada me penetraba, sentía que veía mi alma. No sabía si
sentir algo así era real. Me gustaba. Pero estaba mal.

Aparté la mirada provocando que frunciera el ceño.

— ¿Todo bien? —preguntó.

—No, Cara. —Respondí tajante.

Me levanté de la mesa dispuesta a irme de la cafetería.

—No otra vez, por favor. —suplicó. Tomó mi brazo delicadamente para darme vuelta y estampar
nuestros labios. Hacíamos una sincronía perfecta. ¿Quién era yo para resistirme a sus labios? Una
pregunta mejor, ¿quién era yo para resistirme a ella?

Lauren se había ido temprano hoy. Caminaba a paso lento por la banqueta para dirigirme al hospital.
Mi abuela no se encontraba bien, por eso estaba allí.

Llegué encontrándome con la sala de espera vacía, a excepción de alguien que estaba sentado en
una esquina con una frazada encima cubriéndolo.

Qué extraño.

Me senté del otro extremo pero en la misma fila, mi ceño estaba fruncido, tenía curiosidad de saber
quién estaba debajo de esa cosa.

Mi teléfono cayó de mis manos, provocando que la persona debajo de esa cosa se moviera.
Sonrojándome, me agaché a levantarlo. Iba a encenderlo cuando me di cuenta que la batería no se
encontraba en el lugar que debería.

—Mierda. —murmuré.

Cuando volteé de nuevo, vi una mano extendiéndome la batería que buscaba. Sin dudarlo la tomé
tocando sin querer su mano. Sentí una pequeña corriente en mis dedos. Mis ojos se ab rieron,
asustados por el sentimiento. Alcé la mirada y los vi.

Unos grandes ojos azules me miraban. Me congelé sin saber qué hacer.

Mis ojos comenzaron a recorrer su cara. Tenía una piel pálida, sus ojos azules resaltaban bajo sus
grandes cejas, su cabello rubio perfectamente lacio. Mis ojos siguieron bajando para detallar su
vestimenta; una camisa blanca con un estampado que decía fuck en negro, unos pantalones ceñidos
a las piernas con unas pequeñas aperturas en las rodillas.
El aire se me fue de los pulmones, ésta chica era hermosa. Cuando mis ojos subieron de regreso a
los suyos tenía una ceja levantada seguida de una sonrisa burlona.

—Ya sé que estoy buena, amiga. —su voz, era la perfecta sintonía. Mi sonrojo se hizo evidente, me
había pillado viéndola.

Su teléfono sonó distrayéndome y dándome ventaja de separar la mirada. Me levanté para irme a
la cafetería a esperar ahí a mis padres, cuando sentí un papel en mi mano.

—Mi número. —ya se estaba yendo cuando se dio la vuelta. —Por cierto, mi nombre es Cara, Cara
Delevingne.

Eso fue ya hace semanas, el día que la conocí. Podría recordar muchas cosas que hicimos juntas.
Sentir sus labios sobre los míos, me hace sentir completa.

Pero, no ¡esto estaba mal!

Llevaba cerca de un mes hablando a diario con Cara por mensaje.

Tenía una llamada entrante. Era ella.

—Hola. —Contesté risueña, amaba que me llamara solo porque quisiera escuchar mi voz.

—Hola, preciosa. —El rubor en mis mejillas se hizo presente. —Escuché que no te gustan las flores,
¿es cierto?

Negué rápidamente aunque no me pudiera ver.

—Me encantan las flores, aunque nunca me han regalado algo que no fueran rosas. —digo un poco
desanimada, me gustan las rosas, pero quería algo diferente aunque sea una vez.

—Que rara. —Rió.

El timbre me hizo levantar del sofá de mala gana.

—Espera, ahora regreso. —seguí con el teléfono en mi oreja y fui a abrir la puerta.

Unos girasoles fue lo primero que vi. Poco a poco fueron bajando encontrándome con los ojos azules
de Cara.

No lo podía creer.

Solté el teléfono llevando las manos a mi boca.

—Dios Mío, no puede ser. —Salté a sus brazos con alegría, ella me dio una vuelta riendo de igual
manera.

—Para ti. —Las extendió con un sonrojo en sus mejillas, aunque sonriendo.

— ¿Para mí?
—Siempre para ti.

Y me besó.

Sentir unos manos aparte de las de Lauren me hacían sentir mal. Muy mal. Esto estaba mal. No
paraba de repetirlo, sin embargo parecía no importarme mucho.

Porque no podía, simplemente no podía alejarme. Una vez que conoces a tu complemento no
puedes dejarlo ir.

Pero ¿y Lauren? Yo la amo, la amo de verdad. Aunque... ¿Realmente lo hago?

Pensaba mil cosas mientras nos besábamos, sentía sus manos descansar en mis caderas mientras
las mías apretaban su cuello en busca de más acercamiento.

— ¡¿Qué mierda está pasando aquí?!

Mierda, pensé, separándome rápidamente de Cara y viendo a la dueña de aquella voz. Estaba jodida.

Capítulo 26

Camila's POV

Aún no podía entender como el tiempo se pasaba tan rápido, cuando tienes tanto trabajo que hacer.
Necesitaba un descanso.

Estábamos a dos días del cumpleaños de Hailee, y a una semana para la fiesta, de la cual se estaban
encargando sus queridas abuelas, ya que yo no tenía tiempo, ni cabeza para eso. Aunque a veces,
ellas me daban detalles de cómo iba a quedar el lugar, pero Hailee era la más atenta a todo, y estaba
muy animada por eso.

Ahora, el maldito tráfico de las siete de la mañana de un domingo, no nos permitía llegar
rápidamente al aeropuerto, pues Drew, Nina y el pequeño Jake llegaban esta mañana. Ellos querían
pasar junto a Hailee el día de su cumpleaños, y Drew quería tener preparado el jet privado que
llevaría a los amigos de Hailee el viernes por la tarde a Miami. En cuanto Nina, bueno, ella como
siempre quería pasar un rato con Haiz, eran como mejores amigas... lo que a veces me ponía celosa,
pero me las cobraba con Jake, ya que el pequeño nunca se quería alejar de su adorada madrina.

Aunque al final del día, cada quien terminaba con su hijo abrazada.

— ¿Sabes a qué hora aterrizaba el avión de tu padre? —pregunté a mi hija.

—A las ocho de la mañana, aún tenemos tiempo para llegar. —respondió rápidamente.
—Bien. —asentí, conduciendo entre las abarrotadas calles de New York.

Aún no podía entender ni acostumbrarme al ritmo de esta ciudad. Ni siquiera los domingos por la
mañana se encontraban despejadas las calles. Estaba claro que esta ciudad era un caos, al que no
sabía cuando me acostumbraría.

Después del día en el que tuve aquel sueño con Lauren, no la había vuelto a ver, lo cual me
desanimaba, pues aquel día no la había visto tampoco, solo había sido un sueño... un sueño que ha
estado repitiéndose constantemente en las últimas semanas, y que muchas veces no me deja
dormir.

Pero sé que tendré que verla pronto, después de todo se había convertido en la mejor amiga de mi
hija, y respetaba su amistad. Además de que hoy en la tarde, Hailee había invitado a todos sus
amigos, pues Drew quería conocerlos, mientras que yo ya había hablado con sus padres respecto al
viaje a Miami.

Todo estaba listo para el próximo fin de semana, pero yo no estaba lista para ver a la ojiverde. Yo
ya había aceptado que lo que sentía por ella iba más allá de una simple atracción... ya había
aceptado que me había enamorado de una chica... de la mejor amiga de mi hija.

Y tenía miedo.

Mucho miedo.

Hailee iba a mi lado, muy contenta, cantando las canciones que salían de la radio, pero por
momentos se enojaba ya que quería llegar pronto al aeropuerto.

Treinta estresantes minutos después, nos encontrábamos entrando en el aeropuerto, yendo a la


sala de espera.

— ¡Estoy feliz! —exclamó Hailee, dando pequeños saltitos en su lugar.

Recién habían anunciado que el avión de su padre había llegado y su emoción aumento con el hecho
de saber que en poco vería a Drew, Nina y a Jake.

—Yo también cariño. —sonreí abrazándola, observando a las personas tomar sus equipajes y,
mientras unos salían en búsqueda de sus familiares, otros simplemente seguían de largo con la
mirada fija en sus teléfonos y arrastrando sus maletas.

— ¡Camila, Haiz! —el grito de Drew se escuchó, literalmente, por todo el aeropuerto.

Nina venía sonriendo, de la mano del pequeño Jake que caminaba algo adormilado y tallándose los
ojitos, mientras Drew arrastraba el carrito con el equipaje de su familia. E indudablemente, su
sonrisa era radiante.

Jake se había sobresaltado por el grito de su padre, y rápidamente sus pequeños ojitos se fijaron en
su hermana mayor y en mí. Sonrió en grande, para después soltarse de su madre y correr hasta
nosotras.

—Haileeee. —gritó con su linda vocecita.

Hailee se había inclinado para poder tomar al pequeño en brazos.


— ¡Estas grandote! —exclamó Hailee, observando a su hermanito.

—Soy un hombr-recito. —dijo el pequeño, haciéndonos reír a Hailee y a mí.

— ¿A mí no me saludas, hombrecito? —pregunté, haciendo un puchero.

El pequeño me miró y sonrió. Asintiendo efusivamente se lanzó a mis brazos y me llenó la cara de
besos.

—Hola, madlina. —separó su rostro del mío, y su linda sonrisita seguía ahí.

— ¡Papá! —escuché a Hailee, y cuando los vi, mi hija se había lanzado a los brazos de su padre, y
ambos sonreían, mientras él daba vueltas con Hailee abrazada.

—Mi pequeña, te he extrañado mucho. —dijo él.

Nina me sonrió y rápidamente me envolvió en un efusivo abrazo, que correspondí, aun con el
pequeño Jake en mis brazos.

— ¡Me ahogo! —exageró el pequeño, alejando un poco a su madre.

—Camila, estas muy guapa. —me halagó, como siempre.

—Nina, tú lo estás más. —respondí, no solo por ser amable, sino que era verdad. Nina era muy
guapa, y Drew tenía mucha suerte.

—Jake, somos muy afortunados ¿no crees? Estamos rodeados de muchas mujeres guapas. —dijo
Drew, que seguía abrazado a nuestra hija. Ambos sonriendo y con sus ojos brillando.

—Muuuy guapas. —asintió el pequeño, de acuerdo con su padre.

Y nadie pudo evitar reír a carcajadas. Jake se bajó de mis brazos, pegándose a las piernas de su
hermana mayor.

—Hailee ¡salúdame a mí también! —dijo Nina, mirándola con el ceño fruncido.

Hailee sonrió y se separó de su padre, para después abrazar a Nina.

Drew me sonrió y se acercó, estrechándome entre sus brazos.

—Mila. —suspiró, descansando su barbilla en mi cabeza. Un hábito que con el tiempo no cambia.

—Drew. —respondí, rodeando su cintura.

Y aquí estábamos de nuevo. Todos juntos y a pocos días del cumpleaños número dieciséis de Hailee.
Estaba nerviosa, hoy en la tarde estarían los amigos de Haiz en casa, y era más que seguro, que
cierta ojiverde también iría. No quería ni imaginarme que sucedería. Yo no me sentía preparada
para verla de nuevo.

4V

___
No me maten, se que pueden estar odiándonos en estos momentos, pero la verdad es que he estado
demasiado ocupada y hoy me voy a un viaje con un grupo de la Universidad. Si hay alguien de
Ecuador aquí, sabrá que hay un festival de Artes en la ciudad de Loja y nos están llevando a unos
cuantos estudiantes allá, por lo cual yo soy parte de esa comitiva y hoy en la noche viajamos. Tengo
mucho que dejar haciendo y siento que voy a explotar.

Este semestre lo inicie con tantos problemas que anoche incluso me puse a llorar porque muchas
veces suelo tener estos pequeños ataques, pero poco después empece a pensar con claridad y tratar
de hallar salidas a mis problemas y ahora estoy mejor, bueno no tanto pero mejor que anoche si.

El punto es que no me quería ir sin actualizar, y aquí les dejamos estos dos caps.

Muchos de sus comentarios son graciosos y todo, pero hay algunos que suelen hostigar. Me dicen
que son muy cortos pero tratamos de subir mas de uno, y bueno, solo espero que no comenten el
típico 'esta muy corto' o el 'otro' o del que nunca se cansan 'maratón?' casi siempre hay maratón
porque cuando actualizo, subo más de un cap.

Ya bueno, mejor me calmo, capaz que ni leen esto. Da igual regresare a mi casa la próxima semana,
y veré si me da chance de actualizar, porque debo hacer unos papeleos para conseguir una beca,
recen para que me salga pronto, necesito el dinero.

Capítulo 27

Lauren's POV

Estaba nerviosa, muy nerviosa.

Hoy iríamos a casa de Hailee, aunque no era la primera vez que yo entraba en esa casa, la diferencia
ahora es que si vería a Camila, y además, su padre estaría ahí.

Andrew Steinfeld, estaría aquí.

Tenía celos de ese hombre, muchos celos porque él la había tenido, él la había...

Suspiré negando e intentando sacar esos pensamientos de mi cabeza. No quería imaginarme eso,
no quería pensar en ellos. Sé que Camila me ha estado evitando, eso es notable, pero tampoco había
querido incomodarla y no había encontrado el tiempo de buscarla.

Pero definitivamente, hoy no se me escaparía.

Kendall había llegado desde temprano a mi casa, y nos habíamos encerrado en mi habitación. Sin
embargo, la notaba extraña. Ella simplemente me había pedido dormir juntas hasta que nuestras
amigas llegaran para luego ir a casa de Hailee. Acepté y dejé un be so en su mejilla, para después
abrazarla y seguir durmiendo.
Nos despertamos con la bulla que se escuchaba fuera de mi habitación. Las voces de mis hermanos
y mis primas peleando eran algo común en esta casa, sobre todo si Alexa peleaba con Patrick.

Desenredé mis brazos de la cintura de mi novia y me levanté de la cama, dirigiéndome hasta la


puerta de mi habitación. Escuché a Kendall gruñir y bufar. La miré, removiéndose en la cama. Ella
abrió sus ojos y me vio, me sonrió y lentamente se sentó sobre la cama, empezando a arreglar su
cabello y su ropa, para después levantarse y meterse en mi baño, mientras yo abría la puerta de mi
habitación, encontrando a Patrick en el suelo boca abajo, con Alexa sobre su espalda.

— ¿Qué rayos pasa con ustedes? —pregunté, caminando hasta ellos y tomando a Alexa de la cintura,
alejándola de mi hermano.

—Patrick tiene mi teléfono ¡no me lo quiere devolver! —gimió frustrada.

Escuché las risas de Lucy y Megan a un lado, mi prima se encontraba con su teléfono, seguramente
grabando todo y subiéndolo a alguna de sus redes sociales. Fruncí el ceño y sonreí, para luego
regresar mi mirada a mi hermano y mi prima.

—Devuélvele el teléfono a Alexa, Patrick. —Dije seriamente, a veces –o más bien, la mayor parte
del tiempo– yo era más madura que todos ellos juntos.

— ¿No quieres saber porque se lo quité? —preguntó mi hermano, mirándome directamente a los
ojos. Sabía que eso significaba que era algo importante que debería averiguar, pero era la privacidad
de Alexa, y ella ya no era una pequeña.

—Es la privacidad de Alexa...—suspiré, aunque ahora yo también estuviera intrigada.

—Bueno, pues a mí sí me importa. —dijo Patrick.

—Ya escuchaste a Lauren. —dijo Alexa algo nerviosa, acercándose a Patrick y tratando inútilmente
arrebatarle el aparato —¡Devuélvemelo! —gimió, frustrada.

— ¿Qué pasa aquí? —preguntó Kendall, saliendo de la habitación.

—Esto te interesara mucho, hermanita. —Patrick me miró fijamente a los ojos, mientras me lanzaba
el teléfono y sostenía a Alexa.
— ¡No! —chilló Alexa.

—Vamos, léelo. —dijo Patrick.

Lo miré fijamente, tratando de buscar algo en su mirada, algo que me dijera que solo estaba jugando
con Alexa, pero él estaba muy serio, y mi prima muy nerviosa.

Miré a Megan y Lucy, ellas habían dejado de reírse y ahora miraban con seriedad la discusión.
Entendí entonces que ellas tampoco sabían a qué se refería Patrick. Kendall estaba cerca de Patrick
y Alexa, con el ceño fruncido, tan perdida como todas.

Esto ya no me gustaba.
Fijé mi mirada en la pantalla del teléfono, por suerte estaba aún desbloqueado y abierto en una
conversación en iMessage. Fruncí el ceño a medida que iba leyendo la última conversación.

Esto no podía ser.

—Alexa...—suspiré, algo enojada y decepcionada.

— ¡Lo siento! —sollozó, derrumbándose en los brazos de Patrick. —Lo siento. —susurró.

Rápidamente Lucy y Megan se acercaron a abrazarla sin importarles la razón de su llanto, solo
buscaban consolarla y calmarla. Kendall también se acercó y enrolló sus brazos alrededor de las
chicas.

Patrick se alejó de ellas y caminó hasta mí, con el ceño fruncido y las manos hechas puño. Sabía que
estaba enojado, yo también lo estaba, y mucho. Pero no con Alexa.

— ¿Qué estás pensando? —pregunté, aunque ya me imaginaba lo que pasaba por su cabeza, porque
yo también pensaba lo mismo.

—En que le voy a partir la madre a ese idiota de Owen. —gruñó.

—Vamos, ¡vamos ahora! —dije sin dudar.

Me acerqué a Kendall y le dejé el teléfono de Alexa, ya bloqueado, en sus manos. Ella me miró a los
ojos, buscando una explicación, pero yo simplemente negué y salí corriendo junto a Patrick.

Nuestros padres estaban en la cocina, y al vernos salir con tanta rapidez, preguntaron qué sucedía.
Ni Patrick, ni yo pensábamos detenernos. Teníamos que ir por el idiota de Rick Owen.

— ¡Lauren! ¡Pat! —Lucy llegó hasta nosotros, que estábamos a punto de subir al auto de Patrick.

— ¿Qué sucede Lu? —pregunté.

— ¿Qué está pasando? Alexa no quiere decirnos nada ¡Dime que le pasa a mi hermana! —dijo,
completamente alterada.

Kendall salió, junto a mis padres, tratando de encontrar una explicación, pero era algo que
simplemente no podíamos decir, tendríamos que esperar hasta que Alexa lograra calmarse.

—Regresaremos pronto, lo prometemos. Intenten hacer que Alexa se tranquilice y descanse, lo


necesitara. No la atormenten con preguntas ahora, cuando Patrick y yo regresemos, hablaremos
con ella. —dije calmadamente, mirando a todos, en especial a Lucy.

Lucia suspiró y asintió lentamente.

—Está bien, pero no se tarden. —pidió.

Yo asentí rápidamente y me subí al auto junto a Patrick.

—El imbécil de Owen creé que puede hacer lo que se le venga en gana con Alexa. Se lo dejé claro
una vez, no permitiría que lastimaran a mi prima. Él se lo busco Laur...—suspiraba erráticamente
mientras encendía el auto. Patrick siempre fue un celoso terrible, si de las chicas y de mí se trataba,
después de todo, era el único varón en la familia.
—Owen se arrepentirá de esto Pat. Si tuvo los huevos para meterse entre las piernas de Alexa...
tendrá los huevos para responsabilizarse de su hijo. —gruñí, igual de enfadada.

Yo también era celosa con mi hermana y mis primas, incluso hasta con Pat. Simplemente eran mis
personas favoritas y nunca soportaría verlos lastimados.

Patrick giró la cabeza, dándole retro al vehículo y logrando salir a la calle. Pisó el acelerador con
todas sus fuerzas y el auto parecía volar, sus manos se mantenían apretadas al volante, hasta el
punto de perder color.

Esquivaba los demás vehículos con gran agilidad. Llegamos a casa de la familia Owen en menos de
cinco minutos. La primera en salir del auto fui yo, y traté de controlar a Patrick. Aunque estuviera
muy enojada, mi parte racional sabía que debíamos ir con calma. Yo también quería partirle la cara
al tipo, pero su familia estaba ahí.

—Déjame, yo hablaré...

—No hay nada que hablar, Laur. Vinimos a partirle la madre a ese imbécil.

—Eso lo haremos Pat, no lo estoy defendiendo. Simplemente no podemos irrumpir en su casa y


empezar a golpearlo delante de su familia. —dije.

Él suspiró con fuerza y se giró para darle una patada a la llanta del auto y mantenerse recostado
sobre el capó. Suspiré y arreglé mi cabello, para después continuar con mi camino hasta la puerta
de la casa.

Toqué el timbre y en menos de un minuto, el idiota de Rick Owen estaba parado delante de mí con
una sonrisa, que se fue perdiendo al darse cuenta de mi presencia y de la de Pat.

—Oh, mierda. —susurró, intentando cerrar la puerta, pero yo fui más rápida.

Se lo que le dije a Patrick, pero simplemente no me pude resistir al tener al infeliz frente a mí. Así
que en menos de un segundo, me lancé sobre él y empecé a golpear su rostro, mientras él intentaba
taparse.

— ¡¿QUÉ ESTA SUCEDIENDO AQUÍ?! —el fuerte grito de la madre de Rick me hizo reaccionar. Tomé
al rubio de sus cabellos, mientras trataba de ponerlo de pie.

Patrick llegó hasta mí, mirándome con el ceño fruncido, y yo simplemente me encogí de hombros.

—Señorita Jauregui, me explicaría ¿por qué irrumpió de esa manera y golpeó a nuestro hijo? —
preguntó calmadamente el señor Owen.

—Estaría gustosa de responder a su pregunta, señor. —sonreí, mientras Patrick sostenía a Rick.

—Adelante. —suspiró.

—Bueno, el problema aquí es que su hijo ha tenia los hue... digo, él ha tenido la decencia de meterse
entre las piernas de Alexa, sin embargo no tiene los pantalones para hacerse cargo de su
irresponsabilidad. —Suspiré. —Alexa está embarazada, y Rick decidió terminar con ella, porque
según él, ella no se cuidó. —dije calmadamente, pues de solo recordar las palabras de ese imbécil
me llenaba de ira.

— ¡Rick! —gruñó el hombre, enfurecido.

—Y claramente, le propuso a Alexa abortar, y como ella se negó, él terminó la relación...—dijo


Patrick. —Le juro señor que por respeto a ustedes no he terminado de partirle la cara a este imbécil.

— ¿Ya ves lo que consigues al pasarte consintiéndolo? —dijo el señor Owen, dirigiéndose a su
esposa —¡Consigues a un irresponsable y estúpido hijo!

—Richard...

—Tu. —El hombre se acercó hasta nosotros, tomó a Rick de la oreja, y le dio un fuerte golpe en la
cabeza —¿Crees que puedes ir por ahí haciendo lo que te dé la gana? ¿Acostándote con quien
quieras, embarazándola, y dejándola por el simple hecho de que prefieren tener a su hijo en lugar
de abortar? Eres, definitivamente, una vergüenza. Alexa no abortará a ese pequeño, y te harás
responsable de tu hijo, porque si tuviste la decencia de hacerlo, tendrás la decencia de mantenerlo.
Porque para hacer un hijo, se necesitan de dos personas, así que no la culpes únicamente a ella, que
tú fuiste quien no se cuidó debidamente.

—Si papá. —respondió Rick, con la cabeza gacha.

—Ahora vete, que no te quiero ver.

Rick asintió e intentó acercarse a su madre, pero ella solo negó. Ella estaba dolida, seguramente
aquello no había sido grato para sus oídos, después de todo, Rick era su único hijo y lo malcriaba
aun después de que ya no era un niño.

—Lamentamos mucho lo que sucedió. —dijo Patrick. —Se suponía que Lauren seria la racional de
los dos. —bromeó.

—No me culpes, simplemente lo vi y me entró la rabia. —gruñí.

—Bueno chicos, gracias por darnos a conocer la noticia de que seremos abuelos. Rick es un niñato
aún, no sabe comportarse, pero está claro que ni al pequeño, ni a Alexa les faltara algo. —dijo el
señor Owen.

—Díganle a Alexa, que puede contar con nosotros en cualquier momento. —nos sonrió la madre de
Rick, al parecer ya había procesado todo y se encontraba alegre de pronto tener un nieto.

—Lo haremos. —dijo Patrick.

—Será mejor que nos vayamos, aún tenemos que hablar con Alexa. —recordé el estado de mi prima
y de cómo habían quedado todos en casa.

—Claro, vamos. —asintió Patrick.

Nos despedimos y salimos rápidamente de la casa de los Owen, para regresar a la nuestra.
Cuando llegamos a nuestro vecindario, me sentí más tranquila al saber que el imbécil había recibido
su merecido. Patrick bajó la velocidad del auto y cuando pasamos por la casa de Hailee, ahí estaba
la mujer de mis sueños, la que me robaba el aliento con una simple sonrisa.

Y estaba preciosa con aquellos pantalones negros que resaltaban su hermoso trasero. Pero no
estaban solas, ahí junto a ellas estaba un hombre, muy atractivo a decir verdad, y lo reconocí, él era
el padre de Hailee.

Andrew Steinfeld estaba aquí, y aunque sabía por Hailee que él tenía esposa y un pequeño, eso no
impedía que me sintiera celosa de él.

Celosa de que fue el primero en tocar a aquella preciosa mujer.

Celosa de que compartían algo muy importante como un hijo.

Simplemente celosa, de que siguiera en la vida de Camila.

Capítulo 28

Camila's POV

Pude divisar, dentro del auto que pasaba por mi casa, a Lauren junto a su hermano Patrick. Ella
estaba mirando fijamente hacia nosotros, sobre todo a Drew, que en ese momento estaba con Jake
en sus brazos y sonreía con Hailee.

Su ceño estaba fruncido y sus labios apretados entre sí, haciendo una línea recta. Sabía que
significaba eso. Lauren estaba enojada, definitivamente lo estaba. Ella estaba celosa.

Ni siquiera se había fijado en que yo la miraba a ella, solo miró a Drew y luego agachó la cabeza. Ella
se veía tan tierna y hermosa con su ceño fruncido... deseché rápidamente esos pensamientos. Ella
era la mejor amiga de mi hija, eso era todo.

Observé por última vez el auto, que ya entraba en la calzada de los Jauregui y sonreí, realmente esa
chica me hace sentir tantas cosas. Ella me hace sentir viva.

Decidí olvidarme por un momento de ella y de que en esta tarde vendrían a una barbacoa planeada
por Drew para así conocer a los amigos de nuestra hija, y me concentré en mis invitados.

— ¡Woow! Se ve mejor que en las fotos. —dijo Andrew, observando todo.

—Yo quiero ver si la cocina es tal y como lo ordené. —me sonrió Nina, tomando mi mano y
arrastrándome junto a ella, mientras Hailee llevaba a su padre y hermanito a la habitación.

—No sé si tu idea era esta, pero me gustó mucho. —dije.


—Es mejor de lo que imaginé. —sonrió, satisfecha. —De verdad que las fotos no hacen justicia, esto
se ve hermoso

—Sí, lo sé. Al inicio estaba enojada con Drew, pero al ver la casa... bueno, digamos que se me paso
el enojo. —sonreí.

Ella sonrió y se acercó a la nevera, para sacar leche.

—Oye Mila. —suspiró, sentándose en la barra con su vaso de leche entre las manos.

—Dime. —dije, sentándome frente a ella, mientras me servía leche en un vaso.

—Yo sé que quizás te tengan fastidiada con esto, pero...—suspiró, ya imaginaba yo por donde iría
esta conversación. —Andrew te quiere mucho, lo sabes. Eres la madre de su hija y comparten este
amor por Hailee y yo lo respeto. Sé que en un inicio, como tú misma me lo contaste , ustedes
intentaron estar juntos, sobre todo por el bien de Hailee, pero simplemente no funcionaron. Y él
aún recuerda la promesa que le hiciste de ser feliz, pero han pasado quince años y...

—Nina, sé que se preocupan, pero te aseguro que soy feliz. Hail ee es mi vida entera...

—Pero ella ya es una adolescente. —replicó. —Sé que quizá en un inicio tuvieras miedo de permitir
que cualquier persona entrara en la vida de tu hija, y luego se fuera sin importar. Pero Hailee ya no
es una pequeña, ella es una adolescente que entiende que necesitas de alguien... yo también amo
a Jake, pero... no sé. Jake es mi hijo, Drew es mi esposo. Cada amor es diferente y tú necesitas
conocer ese amor. Si alguien llega a tu vida y provoca tantas sensaciones en ti y sientes que d eseas
verlo siempre... no te cierres y permítele ingresar a tu vida. Si no quieres involucrar a Hailee en un
inicio, no lo hagas. Conócelo y mira a donde los lleva esto, y cuando lo creas seguro y conveniente,
deja que se conozcan. Eres preciosa Camila y aun eres muy joven, seguramente tienes a muchos
hombres babeando por ti.

—Gracias Nina. —sonreí, sonrojada.

Ella asintió y posó su mano derecha sobre mis manos, que rodeaban mi vaso de leche.

—Solo recuerda que Hailee está creciendo, y por más que queramos, simplemente no podremos
mantenerlos por siempre a nuestro lado. Ella se preocupa por ti, y sé que quizá ella diga ahora que
sería feliz si encontraras a alguien que te quisiera, pero también sé que sería difícil. Siempre han
estado juntas, solo las dos, y han creado un hermoso lazo... pero de todas maneras, ella será feliz –
al igual que todos, por cierto–, si tu encontraras a alguien que te haga feliz.

—Me haces llorar. —chillé, limpiando la lágrimas que rodaban por mi mejilla.

Ella simplemente se encogió de hombros y sonrió. Nina era una gran amiga, y sabía que podía
contarle secretos y ella los guardaría muy bien, además de que siempre ha sido una gran consejera,
tanto para mí, como para Hailee.

Pero no sabía si sería adecuado contarle sobre Lauren, tal vez ella sabría que decirme, y me ayudaría.

—Nina, hay al...—ella me miraba, escuchándome con atención.


— ¡Mami! Mira, mira lo que Haiz me compr-ro—el pequeño Jake entró en la cocina,
interrumpiéndonos.

—Qué lindo cariño, ¿le agradeciste? —dijo Nina, observando al pequeñín corretear por toda la
cocina, haciendo volar a su muñeco de Iron Man.

—Sí, si lo hice. —asintió el niño.

— ¡Bien! Tengo mucha hambre. —Drew entró en la cocina junto a Hailee.

—Yo también ma'. —dijo Hailee, acariciando su estómago.

—Pero si comimos en el camino. —dijo Nina.

— ¡Ya! pero me entró el hambre. —chilló Andrew.

—Ya preparemos panqueques. —dije, rodando los ojos.

—Eso me hace feliz. —sonrió felizmente Drew.

—Ayuda a Jake a cambiarse de ropa, y los llamaremos cuando todo esté listo. —dijo Nina.

—Está bien ¡Vamos chicos! —gritó Drew.

Y rápidamente, desaparecieron escaleras arriba.

— ¿Qué era eso que me ibas a decir, antes de que Jake interrumpiera? —preguntó Nina, mientras
yo sacaba las cosas para preparar los panqueques.

Me acerqué a la nevera y extraje el bote de jugo de naranja y un pedazo de cake.

—Que había algo de cake para acompañar la leche. —sonreí inocentemente.

Ella frunció el ceño, pero después sonrió. Estuve a punto de confesarle a Nina lo que me había
estado pasando desde el día en que me mudé a New York y definitivamente, no estaba preparada
para que alguien más lo supiera. Ya era suficiente con que Dinah me moleste a diario
preguntándome por Lauren.
Capítulo 29

Lauren's POV

Mi padre se había vuelto loco al enterarse que el idiota de Rick había planeado hacer que Alexa
interrumpiera su embarazo, solo porque él no quería hacerse responsable.

Cuando llegamos a casa, después de visitar a los Owen, Alexa estaba encerrada en su habitación sin
querer hablar con nadie, y todos estaban preocupados, pues no entendían que le sucedía. Y
definitivamente nosotros no diríamos nada, hasta haber hablado con Alexa.

Gracias a la agilidad de Patrick para abrir puertas, logramos entrar en la habitación de nuestra prima
y tener una larga charla con ella. No estábamos enojados, quizás algo decepcionados, pero lo
importante ahora era mantenerlos a ambos bien.

Patrick se disculpó por haberle arrebatado el teléfono, pero simplemente se había enojado mucho.
Él detestaba a Rick por ser un idiota, cretino y un patán siempre, pero respetaba que nue stra prima
tenía una relación con él, aunque nunca le hubiera agradado.

Tampoco era santo de mi devoción, lo único que quería era que mi prima fuera feliz, y parcialmente,
el idiota la hacía feliz. Pero definitivamente, después de esto, todos en la familia se irían en su contra.
Tampoco es que alguien aquí lo quisiera, y espero que Alexa ya no siga perdidamente loca por él,
porque definitivamente no vale la pena, y si es así, entonces sí que me enojaría con ella, y mucho.

Tras contarle lo que habíamos hecho, ella se calmó un poco al saber que lo había golpeado, e incluso
sonrió. El dinero no era algo que le hiciera falta, simplemente no podíamos dejar que el imbécil
simplemente hiciera lo que se le venga en gana con nuestra prima.

Alexa suspiró y decidió que era momento de contarles a los demás lo que sucedía, así que
rápidamente arregló su cabello y lavó su cara para salir de su habitación. Patrick había bajado
minutos antes, pidiéndoles a todos que tomaran asiento.

Cuando bajamos, Keana ya estaba ahí, pero no veía a Kendall.

Todos estaban sentados, Lucy se había colocado junto a su hermana y tenía las manos de Alexa
entre las suyas. Vero apareció junto a Kendall segundos antes de que Alexa empezara a hablar. Mi
novia me sonrió nerviosamente, mientras Vero estaba con el ceño fruncido. No entendía que mierda
pasaba con estas dos, llevaban días distanciadas y Vero parecía muy enojada con ella.

Me acerqué a Kendall y la abracé por la cintura. Ella se tensó, pero pronto se relajó. Vero miró hacia
nosotras y negó, para después sentarse junto a Lucy y abrazarla.

— ¿Qué está sucediendo? —preguntó mi padre, completamente preocupado.

Alexa les contó todo, desde el momento en el que empezó a sentirse extraña, hasta los mensajes
de Rick, donde terminaba con ella y le echaba la culpa de haber quedado embarazada.
Patrick y yo les dijimos que ya nos habíamos hecho cargo de ese imbécil y que sus padres ya estaban
enterados, eso tranquilizó un poco a papá, pero él estaba odiando cada segundo más a ese tipo. No
lo culpo, yo también lo hacía.

— ¿Qué está sucediendo con Vero? —le pregunté a Kendall.

Habíamos subido a mi habitación a recoger nuestras cosas, pues Hailee me había escrito para
decirnos que ya podríamos ir a su casa. Iban a dar las tres de la tarde y debido a todo lo que había
pasado en casa esta mañana, había olvidado por completo que hoy conoceríamos al padre de Hailee,
y sobre todo, que volvería a estar cerca de Camila después de tanto.

—Na-nada ¿Por qué lo preguntas? —ni siquiera me miraba a los ojos.

—Simplemente porque parece estar enojada contigo, y Vero no se enoja por nada Kendall, algo está
pasando. —dije, mirando fijamente a su espalda, pues ella aún no se giraba.

—Tuvimos una pequeña discusión, cariño. Ya lo arreglaremos. —dijo, girándose a mí. —No te
preocupes, todo estará bien. Gracias por interesarte.

Entrecerré los ojos, mirándola fijamente y asentí. No estaba de ánimos, lo único que quería era ver
a la madre de mi mejor amiga.

Cuando salimos de la habitación, todos ya estaban esperando por nosotras e n la sala. Nos
despedimos de nuestros padres y caminamos hasta la casa de Hailee.

Ella me había dicho que varios de los otros chicos ya estaban ahí. Patrick tocó el timbre y puedo
jurar que esos diez segundos que se tardaron en abrir, fueron infinitos para mí. Ella abrió la puerta
con una enorme sonrisa, mientras llevaba en sus brazos a un pequeño. Definitivamente, se la veía
preciosa, y por un momento dejé a mi mente volar e imaginarla a ella con un bebé recién nacido
entre sus brazos. Un bebé nuestro.
—Hola chicos. —saludó Camila.

—Hola señora Cabello. —respondieron los demás, yo simplemente asentí. Ella me había robado las
palabras.

—Pasen, que Drew quiere conocerlos. Principalmente a ti, Lauren.

Cuando entramos, escuchamos la música.

—Están en la piscina. —nos informó.

Esta era la primera vez que los demás entraban en la casa de Hailee, mientras yo ya había venido
varias veces en todo el tiempo que llevábamos de conocernos.

Camila indicó como llegar, pero yo no estaba escuchando, solo podía mirar lo hermosa que se veía.
Llevaba el pelo suelto, unos shorts blancos y una blusa de tiras.

Suspiré, definitivamente, esa mujer me volvía loca.


— ¡Llegaron! —Hailee apareció por el pasillo, ella llevaba un traje de baño y estaba completamente
empapada, venía junto a una chica rubia, muy linda a decir verdad.

Camila sonrió y rápidamente se fue por el pasillo en dirección a la cocina, quise ir detrás de ella,
pero sería algo extraño.

—Mierda. —escuché a Kendall susurrar.

La rubia sonrió y miró a mi novia atentamente, su sonrisa creció, parecía completamente


emocionada al ver a Kendall.

— ¡Laur! —Hailee saltó a abrazarme y yo me concentré en mi amiga, devolviéndole el abrazo.

—H. —saludé.

—Les presento a una amiga. —dijo Hailee, separándose del abrazo. —Cara Delevingne, estamos
juntas en el curso de piano. —explicó. —Ellos son mis vecinos Patrick, Megan, Lucy, Alexa, Lauren y
su novia Kendall. Y ellas son Vero y Keana, amigas y compañeras del colegio. —nos presentó.

Vero sonrió enormemente, casi parecía el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Es un gusto conocerte Cara. —saludó.

Cara sonrió nerviosamente y asintió.

—Bueno, vamos que papá está haciendo la barbacoa. —dijo emocionadamente Hailee.

—Espera. —Camila apareció nuevamente. —Lleva a Jake con Nina, yo salgo en un minuto. —dijo,
pasando al pequeño a los brazos de Hailee.

—Claro. Chicos, les presento a Jake Steinfeld, mi hermanito. —el pequeño nos sonrió tímidamente
y escondió su rostro en el cuello de Hailee. —Es algo tímido cuando ve a muchas chicas.

Patrick empezó a bromear con el pequeño mientras caminaba junto a Hailee.

— ¿Vienes?—preguntó Kendall, pues me había quedado mirando en dirección a la cocina, por donde
Camila había regresado.

—Voy en un minuto, necesito el baño. —mentí.

Kendall asintió y dejó un beso en mi mejilla para después caminar por el pasillo, siguiendo a los
demás.

Fruncí el ceño y suspiré, tomando el valor necesario para ir a la cocina. Sonreí viendo como Camila
se concentraba en su trabajo, no sé qué era eso que hacía, pero imaginaba era algún postre. Mordí
mi labio inferior imaginando un día cotidiano con ella.

Simplemente no me pude contener y caminé hasta ella, rodeando su cintura y pegándome a su


espalda.

— ¡Oh mi Dios! —exclamó. Giró su cabeza y me miró a los ojos. —Me asustaste. —suspiró.
—Lo siento. —sonreí, aunque en realidad no lo sentía.

—Yo... Lauren ¿Qué haces? —preguntó incómoda, tratando de soltarse de mi agarre, pero se lo
impedí.

—No es obvio. —respondí.

—Lauren, por favor. —suplicó. —No hagas esto más difícil.

—No me has llamado Camila, me has estado evitando. —susurré, con mis labios pegados a su
cabello.

—Eso debería decirte algo ¿no? —murmuró.

—Eso solo me lastima, Camila. —susurré. —Creo que ya sabes lo que me pasa contigo, no necesito
decírtelo. —mi mano derecha descendió a su pierna y lentamente la acaricié con la yema de mis
dedos.

—Lauren. —suspiró, pegando su espalda a mi pecho. —Esto, esto está mal. —susurró, soltando las
cosas que tenía en la mano. —Eres mucho menor a mí.

—Pero eso no impide que la deseé, señora Cabello. —susurré en su oído.

—Es simplemente un... no sé. Eres una adolescente, muchos sueñan con el morbo de estar con la
madre de sus amigos. —dijo ella.

—No Camila, no es así. —aseguré, apretándola más contra mi pecho.

— ¿Entonces? Lauren, tienes una novia que casualmente esta también aquí, junto a los demás en la
piscina. Junto a mi hija. —suspiró.

—Sí, pero con Kendall no siento esto. Cuando la veo, tengo unas irremediables ganas de abrazarla,
de sentirla junto a mí. Deseo besarla sin parar, deseo tantas cosas con usted.

—Lauren...—no permití que siguiera hablando, usé todas mis fuerzas para lograr girarla y así tenerla
frente a mí.

—La quiero a usted, señora Cabello. —gruñí.

La miré fijamente a los ojos, mientras lentamente acercaba mi rostro al de ella. Nada me impediría
besarla, había deseado tanto volver a verla, y ahora la tenía entre mis brazos, no se escaparía.

—Esto es un error. —susurró ella, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello.

—No lo es, ambas lo sentimos y lo necesitamos. —susurré sobre sus labios.

—Bésame Lauren. —susurró, cerrando los ojos.

Cuando toqué sus labios con los míos, me sentí desfallecer. Sus labios se ajustaron perfectamente
a los míos y no pude evitar soltar un pequeño gemido debido a todas las sensaci ones que explotaron
en mi interior. Había esperado por esto mucho tiempo y simplemente no estaba dispuesta a
separarme.
Mis manos apretaron sus caderas, y ella acarició mi nuca. Nuestros labios se movían
sincronizadamente, una de las manos de Camila empezó a acariciar mi mejilla, sin dejar de besarme.

Lentamente nos separamos, aunque yo quisiese seguir besándola, necesitábamos respirar.

Esto se había sentido tan bien.

—No puedo creer que lo haya hecho. —susurró Camila, sonriendo. Ella aún tenía los ojos cerrados.

—Yo no puedo creer que me haya dejado besarla. —dije. —Eso sigue siendo un sueño para mí.

Camila abrió los ojos.

—Se sintió muy bien. —susurró.

—Lo sé. —asentí, dejando un pequeño beso en sus labios.

Ella tomó mi labio inferior entre los suyos y empezó a besarme. Ninguna de las dos pudo evitar
sonreír, y se sintió tan bien.

—Camila... —escuchamos la voz de una mujer, acercándose.

Rápidamente nos separamos, Camila se giró para continuar con lo que hacía, mientras yo corría a la
nevera y la abría, en busca de agua.

—Mila, quería saber si necesitabas que te ayudara en algo. Jake se metió a la piscina con Hailee y
Andrew está concentrado en la barbacoa mientras habla con ese chico Patrick...—dijo, entrando en
la cocina.

—No te preocupes Nina, ya casi acabo. —sonrió Camila.

—Bien. —asintió ella.

Su mirada recayó en mí, y levantó una ceja. Era muy guapa a decir verdad. Recordé entonces que
Hailee me había dicho el nombre de la esposa de su padre, Nina.

Ese hombre sí que tenía suerte.

—Eh... hola. —saludé, nerviosa.

—Nina, ella es Lauren, la mejor amiga de Hailee. Lauren ella es Nina, la esposa del padre de Hailee.
—nos presentó Camila.
La mujer sonrió y se acercó para envolverme en sus brazos.

—Pero mira que chica más guapa. —dijo, apretando mis mejillas. —Que ojazos. —asintió.

—Gra-gracias. —tartamudeé.

Camila se rió de mí.

—Será mejor que vayas pronto, Drew está queriendo conocerte ya que Hailee le habla mucho de ti.
—dijo Nina, mirándome a los ojos.

—Iré en un minuto. —sonreí.


—Bien, iré a la piscina entonces, en cualquier momento Hailee querrá estar con sus amigos y Jake
puede llegar a ser muy fastidioso.

—Claro, yo voy en un rato.

—Nos vemos Lauren. —me sonrió y salió de la cocina.

—Ella es... muy simpática. —dije, dejando la botella de agua de regreso en la nevera.

—Sí, no te asustes. Nina suele ser muy afectiva. —Camila me sonrió.

Le devolví la sonrisa y me acerqué a ella, envolviendo nuevamente su cintura entre mis brazos.

—Sí, pero nos interrumpió... recuerdo que estábamos en algo importante. —susurré.

— ¿Ah, sí? —preguntó ella.

—Mmhmm. —murmuré, acariciando su mejilla con mi nariz.

— ¿Podrías recordármelo? Simplemente se me olvido. —dijo.

—Sería un placer. —respondí.

Uní nuevamente mis labios a los de ella y la besé lentamente, solo eran nuestros labios moviéndose
sincronizadamente el uno contra el otro.

—Será mejor... que vayas a la piscina. —dijo Camila sobre mis labios. —Hailee vendrá a buscarte en
cualquier momento.

—Sí, tienes razón. —asentí, dejando un último beso, para después separarme.

—Estaré fuera en un rato. —me dijo.

—Estaré esperándote. —asentí.

—Bueno... ¡vete!

— ¡Ya! —sonreí y salí de la cocina.

Definitivamente este día iba a ser mejor de lo que pensaba. La sonrisa que cargaba nadie me la
quitaría del rostro, simplemente estaba feliz. Completamente feliz.

ó QvVH

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Ultimo capítulo, por hoy


Capítulo 30

Camila's POV

Aún no podía creer lo que había sucedido en la cocina hace menos de quince minutos. Y aunque
parece algo malo, estoy completamente segura que no me arrepiento. Me sentí tan bien y tan feliz.
Aquel beso me había hecho suspirar. Nunca nadie me había besado de esa manera ¡y me encantaba!
Ahora, me moría por volver a besarla.

Suspiré tras dejar el postre de tres leches en la nevera, y empecé a ordenar la cocina. Hacer postres
era una de mis cosas favoritas para desestresarme, había aprendido de Ally. Sin duda alguna tuve
una gran mentora.

Sonreí viendo toda la cocina ordenada y rápidamente me dirigí al patio trasero, donde estaba la
piscina temperada. La luz del sol entraba a través de aquellos grandes vidrios que cubrían la piscina.
El lugar era muy espacioso. Sin duda, Drew había pensado en todo al comprar esta casa.

Nina se encontraba con el pequeño Jake en los escalones de la piscina, mientras le ayudaba a jugar
dentro del agua. Patrick y Drew conversaban animadamente y bebían cerveza, mientras se hacía la
barbacoa.

Los chicos estaban metidos en la piscina, aunque algunos se encontraban recostados en las sillas,
disfrutando del sol que se colaba por los vidrios.

Hailee estaba dentro del agua, riendo como loca mientras Charlie, uno de sus nuevos amigos, la
llevaba en los hombros. Vi a Drew fruncir el ceño, él definitivamente era un padre celoso, pero
pronto Patrick lo distrajo con la conversación. Aunque, regresaba la mirada de vez en cuando, solo
para asegurarse.

Caminé hasta quedar sentada en el borde de la piscina, cerca de los escalones, mirando a Jake
chapotear. Me recordaba mucho a Hailee cuando se metía a la piscina en casa de sus abuelos de
pequeña, era muy animada y arriesgada, igual a su padre.

—Hailee se divierte como nunca. —dijo Nina, sonriéndome.

—Lo sé, me hace feliz. —dije, viendo en dirección al grupo de mi hija.

Ahora podía reconocer a cada uno de los amigos de Hailee, y por lo poco que había llegado a hablar
con cada uno, o de lo que Hailee me ha dicho, se nota que son buenos chicos.

—Ella se ve muy feliz. —asintió Nina.

—Sí, mucho. —sonreí.

Kendall se encontraba fuera de la piscina, recostada en una de las sillas junto a Alexa. Se me hacía
muy raro que no estuviera pegada a Lauren, pero realmente lo agradecía. No quería ser mala con
ella, porque ella ha sido una gran amiga para mi hija y eso es algo muy importante para mí, sin
embargo no puedo evitar sentirme celosa al verla junto a Lauren.

Dejé de pensar en esas cosas y me concentré en los chicos dentro del agua. Lauren llevaba a Lucy
sobre sus hombros mientras esta forcejeaba con Hailee esperando derribarla, pero Charlie se
mantenía fuerte, mientras que Lauren parecía estar más cansada. Sonreí por lo tierna que se veía
jugueteando y con las mejillas levemente sonrosadas y el cabello alborotado. Esa chica era perfecta.

Una pequeña carcajada se me escapó al ver caer a Hailee de espaldas al agua. Keana se había
encargado de hacer que Charlie perdiera el equilibrio y así perdieran. En parte le agradecí, porque
mi linda ojiverde estaba demasiado cansada, pero también había afectado los resultados del juego,
lo que hacía a Hailee y a Charlie perdedores. Aunque eso pareció no importar, porque cuando Hailee
salió a la superficie, saltó sobre Keana y empezaron una guerra que terminó en grandes carcajadas.

Y me hacía completamente feliz verla sonreír de esa manera.

—Metete al agua, Mila. —dijo Nina.

—Mmm... en un rato. —respondí, nerviosa.

Nina estaba en traje de baño, ella tenía un cuerpo perfecto y aunque muchas veces mis amigas me
recordaban que aun poseía un gran cuerpo, no podía evitar sentirme intimidada y nerviosa. Tenía a
varios adolescentes a mí alrededor. Lauren estaba ahí ¿Y si ya no le gustaba al verme en traje de
baño? Yo era una mujer de treinta años, con una hija adolescente. Simplemente tenía miedo.

—Vamos Mila, si tienes un cuerpazo que mostrar. —sonrió Nina, dejando a Jake en los escalones
para luego acercarse a mí. —A poco no quieres que cierta ojiverde te vea en bikini. —susurró, con
una sonrisa maliciosa.

Abrí mis ojos en sorpresa y la miré. Ella estaba sonriente, parecía feliz, mientras yo estaba a punto
de entrar en un cuadro de ansiedad ¿Nina nos había visto?

— ¿Tu...—balbuceé.

—Alégrate que fui yo. —sonrió. —Estabas tan sonrojada cuando entré en la cocina. —se burló. —
Oye enserio, esa chica ha estado todo el tiempo pendiente a que salieras, y cuando llegaste se puso
tan feliz.

Sonreí al imaginarla.

—Así que vamos a que te pongas un bikini para que la deleites, seguramente está esperando a verte
de esa manera.

— ¿No estas enojada, confundida o algo? —pregunté.

— ¿Enojada? —preguntó. —Bueno, sí, lo estoy. Estoy enojada contigo Camila, pero porque no me
lo contaste antes. —dijo, cruzándose de brazos y haciéndose la ofendida.

—Lo siento. La verdad estoy confundida que lo tomes tan bien.


—Mila en la mañana estábamos hablando de tu felicidad, y sinceramente mírate ahora; estas
sonriendo como una idiota adolescente de quince años que se ha enamorado del chico popular de
la escuela... o bueno, de la chica.

— ¿Gracias?

—A lo que quiero llegar es... no me importa si es una chica, claro que esta jovencita..., lo importante
es que seas feliz. Ya te dije. Conózcanse bien, y si crees que funcionará, pues, se lo contarán a Hailee.
Los demás son lo menos importantes. —dijo, con una linda sonrisa.

—En serio, muchas gracias Nina. —sonreí, abrazándola de costado.

—De nada Milita, eres como una hermana para mí y solo quiero que seas feliz.

—Yo también. Tenía mucho miedo asimilar lo que me pasaba con Lauren, pero ella insistía y yo
simplemente ya no pude resistirme. Ella es muy linda y tierna, no se... me encanta cómo se
comporta con Hailee, incluso la protege. —suspiré. —Hoy fue nuestro primer beso, no nos habíamos
visto en varias semanas y sinceramente ya extrañaba verla. —confesé. —Lo único malo es que ella
tiene novia, pero me dijo que con ella no sentía lo mismo que cuando estaba cerca de mí. —dije,
sonrojándome.

—Camila Cabello, sedujo a una adolescente de dieciséis años. —dijo, burlándose. —Si no estuviera
felizmente casada, te pediría el secreto. —dijo, haciéndome reír.

—Cállate, que no hice nada importante.

—Bueno, pero ahora ve a ponerte el bikini para que la impactes por completo y así termine pronto
con su novia. —sonrió malvadamente.

—Eres una idiota. —reí, levantándome del lugar.

Ella se encogió de hombros y regresó al agua con Jake. Dirigí nuevamente mi mirada al grupo de
adolescentes y me encontré con unos ojos verdes mirándome atentamente. Sonreí y mordí mi labio
inferior para después darme la vuelta y caminar al interior de la casa.
Capítulo 31

Lauren's POV

—Ya vuelvo, iré al baño. —dije rápidamente al grupo de chicos, sin embargo nadie me prestó
atención ya que estaban concentrados en el juego.

Nadé rápidamente a los escalones y los subí a una gran velocidad. Necesitaba volver a besarla y
aprovecharía el que entró nuevamente en la casa.

—Lauren. —la voz de la madrastra de Hailee me detuvo.

— ¿Mande?—pregunté sonando más desesperada de lo que quería.

Ella simplemente sonrió.

—Fue a su habitación. Solo asegúrate de que nadie las vea esta vez.

Fruncí el ceño, tratando de entender. Mis ojos se abrieron por completo al comprender de qué se
trataban sus palabras.

— ¿Usted...

—Vete ya. —chilló.

Eché un vistazo alrededor y noté que todos seguían concentrados en lo que hacían, incluso Kendall
que se había mantenido apartada de mí casi toda el tiempo, conversando con la rubia. Tampoco era
que me importara demasiado, así tenia carta libre y podía escaparme para estar con Camila.

—Claro. —le sonreí y, tras pasar rápidamente la toalla por mi cuerpo, corrí dentro de la casa.

Rápidamente subí las escaleras, conocía la habitación de Camila, sabia cual puerta era pero jamás
había entrado ahí, y estaba emocionada. La puerta estaba entreabierta y pude ver a la linda morena
despojarse de su ropa, quedando en un sexi bikini color blanco.

¡Mierda! Como me pone el blanco, pensé.

Ella estaba parada frente a un espejo, revisando su cuerpo. No sé en que estaría pensando ella, pero
en lo único que yo pensaba era en que esa era la mujer más sexi del mundo y me tenía
completamente mal.

No pude aguantarme más y me metí en su habitación, haciendo que se sobresaltara, pero luego
sonrió al darse cuenta que se trataba de mí. Cerré la puerta con seguro y me acerqué a ella,
apretándola nuevamente entre mis brazos.

—Camila...—suspiré, hundiendo mi nariz en su cabello, mientras sentía su piel pegada a la mía.

Ella pegó su espalda a mi pecho, intentando dejar el menor espacio posible entre nuestros cuerpos.
—Tengo tantas ganas de volver a besarte. —suspiré. —Quiero besar todo tu cuerpo, acariciarte...
—suspiré, mientras una de mis manos acariciaba su vientre.

—Eso es muy apresurado, Lauren. —dijo ella, con la voz temblorosa.

—Entonces solo quiero besarla. —dije, dejando un beso en su cuello.

—Yo también. —dijo, dándose la vuelta entre mis brazos, quedándonos frente a mí.

Mis manos bajaron a su trasero ¡esto se sentía genial! Me encantaba poder tocar su cuerpo, me
encantaba ella, en todos los sentidos. Sus brazos rodearon mi cuello, yo era un par de centímetros
más alta y me encantaba la diferencia.

Sus manos acariciaron mi nuca, mientras mis manos acariciaban su glorioso trasero. Nuestros labios
se encontraron y nos besamos como si lleváramos un siglo haciendo esto. Nuestras bocas se
conocían tan bien, aunque hace poco se presentaron. Simplemente todo era magnifico con esta
espléndida mujer.

Apreté su trasero, logrando obtener un gemido de su parte. Jamás había hecho algo parecido.
Kendall y yo no nos tocábamos de esa manera. No me entraban las ansias de tocarla de esa manera,
mientras Camila despertaba todo eso en mí.

Logré levantarla y que rodeara mi cintura con sus piernas, y ella simplemente sonrió sin dejar de
besarme.

La llevé hasta la cama y la dejé caer lentamente mientras nuestros labios seguían pegados. Yo caí
sobre ella y sostuve mi peso con mis codos mientras continuaba besándola húmedamente. Su
lengua y mi lengua explorándose.

Mi mano derecha continúo acariciando su trasero y bajaba por sus muslos, para regresar a ese
glorioso culo que tenía. Una de sus manos acariciaba mi mejilla delicadamente ¡Esto era el cielo!

—Lauren, no. —Camila se separó levemente de mí, al sentir como mi mano intentaba meterse en
su ropa interior.
—Lo siento, pero verla así me emociona. —sonreí inocentemente, dejando mi mano en su pierna.
—Solo besos por ahora. Por favor. —dijo ella, haciendo un hermoso puchero.

—Solo besos. —asentí, acercándome para besarla de nuevo.

Yo aceptaría todo lo que ella podía darme.

Éste era el maldito mejor día de mi vida, al fin la tenía, ahora solo debía mantenerla conmigo sin
importar lo que los demás digan. Pero debía arreglar muchas cosas, como terminar mi relación con
Kendall. Aunque todo valdrá la pena, esta mujer vale la pena.
Capítulo 32

Camila's POV

—Lauren, ve con Haiz. —dije, alejándome de sus labios.

—En un segundo. —dijo ella, besándome de nuevo. Yo simplemente no me podía negar.

Amaba besarla.

Habían pasado tres días de nuestro primer beso. Aquella tarde en la piscina se nos hizo casi
imposible, o al menos a mí, dejar de pensar en nuestros besos, así que cada mínima oportunidad
que teníamos de escabullirnos para besarnos, la aprovechábamos. Nina nos ayudó en varias
ocasiones y le debía mucho ahora.

Andrew adoró a Lauren desde el primer instante en que hablaron. Él adoraría a cualquiera que
hiciera feliz a su hija, y simplemente Lauren se preocupa por Hailee. Ella es una gran amiga para mi
hija.

Esa noche cuando se fueron, no logramos despedirnos como habríamos deseado, pero eso no la
detuvo. Casi a la media noche la tuve fuera del balcón de mi habitación, y no pude evitar derretirme
de cariño al verla ahí, abrazándose a sí misma y temblando levemente por el frío que hacía. Todos
en la casa ya estaban dormidos, así que cerré con seguro mi habitación y abrí la puerta corrediza,
dejándola entrar.

Ella no tardo nada en tomarme entre sus brazos nuevamente y besarme como si su vida dependiera
de ello, para después dejarme sobre la cama y seguir besándome. Estuvo junto a mí por casi una
hora, hasta que tuvo que irse, aunque ninguna de las dos lo deseáramos.

Y ahora estaba aquí nuevamente, y ambas corríamos riesgo que nos llegaran a encontrar.

—Debes irte antes de que venga. —dije seriamente, apartándome de ella.

—Sí, lo sé. —respondió, arreglando su cabello.

— ¡LAUREN! —la voz de Hailee resonó por toda la casa, se suponía que ellas dos estaban haciendo
tareas y por esa razón la ojiverde aún no se marchaba a su casa.

— ¡VOY! —respondió Lauren.

—Debes ir, en cualquier momento llegarán Andrew y Nina. —le recordé, acercándome y dejando
un pequeño beso en sus labios.

—Bien. —refunfuñó, como una pequeña.

—Eres adorable. —sonreí.

Ella sonrió con las mejillas sonrojadas.


—Iré con Hailee. —dijo, saliendo de la cocina.

— ¿No olvidas algo? —pregunté, dejando la carne sobre la tabla de picar.

Ella volvió sobre sus talones y caminó hasta mí, con una enorme sonrisa.

—Alto ahí vaquero. —la detuve, poniendo mi dedo sobre su pecho.

— ¿Qué? —sonrió, con esa sonrisa suya que me hacía delirar.

—No me refería a eso Laur, me refería a las galletas que Hailee te mando a ver y la razón por la que
bajaste.

—Ahhh. —asintió. —Pero no hace daño un beso más. —sonrió, intentando acercarse.

—No Jauregui. Hailee bajará en cualquier momento. —dije seriamente, alejándome de ella para
tomar el bote de galletas. —Toma, y ve a trabajar. —ordené.

Ella no paraba de sonreír tan hermosamente que no sabía hasta que momento sería capaz de
resistirme.

—Está bien, pero esta noche regresaré. —dijo, tomando el bote de galletas y caminando lentamente
de espaldas a la salida de la cocina.

—Vete ya. —regañé y ella soltó una pequeña carcajada, dándose la vuelta y corriendo fuera de la
cocina.

Yo negué y sonreí mientras tomaba el cuchillo y empezaba a hacer la cena. Nina tenía razón, debía
darme una oportunidad y no pensar tanto las cosas. Dejarme llevar por mis sentimientos. Lauren
lograba despertar tantas emociones en mí, cosas que nunca ningún hombre logró, y el deseo era
una de ellas. La deseaba como jamás deseé a alguien en mi vida.

Dinah ya estaba enterada de lo que había empezado a ocurrir entre Lauren y yo, y estaba
emocionada de que me había decidido dar ese paso. Yo también lo estaba. Claro que debía
contárselo a mis demás amigas, y no sabía de qué manera reaccionarían, pero Dinah prometió que
las prepararía para la noticia.

En dos días sería el viaje a Miami para la fiesta de cumpleaños de Hailee y no me había dado cuenta
que yo también estaba emocionada por lo que sucedería. Mi hija había cumplido los dieciséis aquel
lunes y sus amigos le habían hecho una pequeña reunión sorpresa. Compraron bebidas y mucha
pizza para pasarse la tarde echados en los muebles viendo películas y comiendo.

Yo había pedido la tarde libre cuando me enteré lo que los amigos de mi hija habían decidido hacer,
y me uní a ellos al igual que Nina y Drew. Ellos no se molestaron debido a que Drew hizo otra enorme
orden de pizzas para la cena.

Yo había logrado sentarme cerca de Lauren, y como el día anterior, la ojiverde y yo nos escabullimos
un par de veces para besarnos. Me sentía como una adolescente. Ella me hacía vivir y me encantaba
como me sentía al estar cerca de ella, al besarla.

Escuché la puerta principal abrirse, y segundos después los pequeños gritos de felicidad de Jake se
escuchaban por toda la casa. Nina llegó a la cocina, con una gran sonrisa en su rostro.
— ¿Qué sucede? —pregunté.

—Drew y yo apostamos a ver quién podía comer más rápido dos hamburguesas, yo le gané y ahora
debe bañar y vestir a Jake. A él no le gusta bañarlo porque es muy relajoso en la bañera. Además
Jake se le está burlando. —me contó Nina.

Sonreí y continúe con mi trabajo.

— ¿Qué te paso en el labio, Camila? —preguntó Nina, mientras sacaba una botella de agua de la
nevera. La vi, su sonrisa bromista seguía ahí.

—Lauren bajó por unas galletas. —respondí, sonrojándome.

—Seguro que bajo por las galletas. —dijo con su tono burlón. —Pareces una adolescente Camila...
y me gusta eso. —sonrió, sinceramente.

—Ella me hace, no se...—suspiré. —Cada que se acerca mi corazón late muy rápido, y siento tantas
ganas de que me abrace y me bese. —cerré los ojos y mordí mi labio inferior. —Pero tengo miedo,
ella es mucho menor y puede que algún día se aburra de estar con una vieja. —torcí mis labios,
abrumada con tan solo el pensamiento de no poder volver a besarla.

—No pienses en esas cosas, ya te dije, concéntrate en el presente y disfruta lo que esa adolescente
puede darte. Disfruta lo que ella puede hacerte vivir. —me dijo Nina. —Además, no estas vieja. Pero
si tú piensas que sí, te diré que eres una vieja muy sexi. —dijo, haciéndome reír levemente. —Ya
deja de comerte la cabeza con esos pensamientos, y disfruta.

—Gracias Nina, realmente has sido un gran apoyo para mi estos días.

—Cuando me necesites. —respondió. —Ahora, iré a ver que Jake no haya bañado a su padre ya. —
dijo, para después salir de la cocina.

Suspiré. Nina tenía razón. Definitivamente dejaría de pensar en aquellas cosas que me
atormentaban, y dejaría que las cosas entre Lauren y yo siguieran su curso, y ver donde nos llevaría.

Más tarde en la noche, cuando todos estaban dormidos, Lauren llegó al balcón de mi habitación, y
al igual que la vez anterior, me tomó entre sus brazos y me besó con toda la pasión que nos
acechaba. Aquella noche se quedó conmigo, fue la primera vez que dormí en los brazos de alguien
y sentí el calor de un cuerpo abrazado al mío, que no fuese Hailee. Era tan placentero tener a alguien
en la cama junto a mí, sobre todo si era ella.

Y se sintió tan malditamente bien, sabía que estaba perdida, pero quería vivir eso por lo que me
restaba de vida. Quería vivir todo junto a ella.

Antes de que amaneciera, tuvo que marcharse, no sin antes una larga y calurosa sesión de besos, y
prometerme que haría lo posible porque nos pudiéramos ver esa tarde. Estaba emocionada como
una adolescente, y me gustaba. Todo lo que ella provocaba en mi me gustaba.
Capítulo 33

Lauren's POV

El día había llegado por fin. Mis hermanos, mis primas y yo, ya teníamos todo listo para el viaje a
Miami. Debíamos ir a casa de Hailee, donde nos recogería una Van para después llevarnos a todos
al aeropuerto. Estaba completamente emocionada por mi amiga, pero más que eso, me moría por
ver a Camila.

Llevábamos una semana viéndonos a escondidas, y se sentía tan bien poder tenerla en mis brazos y
besarla, la quería tanto que dolía. Aún no había roto con Kendall, pues no hallaba el momento
adecuado, además de que ha estado un poco alejada de mí. No me molestaba, al contrario, me hacía
feliz, ya que así tenia oportunidad de verme con Camila sin tener que darle explicación.

— ¿Lista Laur? —Patrick entró en mi habitación, con su bolso de viaje en un brazo, y con su traje
enfundado en el otro brazo.

Asentí y tomé el mango de mi maleta, al igual que mi vestido, que se encontraba dentro de la bolsa
de viaje. Arrastré la maleta fuera de la habitación y bajé junto a Patrick, encontrando a las demás
chicas en la sala. Incluso Ryan estaba ahí.

Vero, Keana y Kendall quedaron en llegar directamente a casa de Hailee, así que no nos
preocupamos por esperarlas y nos despedimos de nuestros padres, para después, salir hacia la casa
de Hailee. Camila se había encargado de hablar personalmente con todos y cada uno de los padres
de los chicos que iríamos a la fiesta, así que todos estábamos bajo su responsabilidad. Bueno,
Patrick, Megan y Rick no tanto. Ellos ya eran "adultos", o al menos lo aparentaban.

Esperaba que todos lograran comportarse adecuadamente y no le causaran problemas a Camila, no


me gustaría para nada que eso pasara.

Cuando llegamos a casa de Hailee, el auto del padre de Kendall estaba estacionándose cerca. Le pedí
a Patrick que llevara mi maleta, y a Lucy que llevara mi vestido, para luego acercarme al vehículo.

—Hola cariño. —saludó Kendall, dejando un pequeño beso en mis labios.

Asentí y giré a Bruce, que sacaba la pequeña maleta de Kendall de la cajuela.

—Hola Bruce. —saludé al padre de mi novia.

—Hola Laur. —se acercó a abrazarme efusivamente. —Cuida de Kendall, por favor. —dijo, casi
suplicante, pero sabía que estaba bromeando.

— ¡Papá! —Kendall chilló, con una sonrisa.

—Claro, no te preocupes. —respondí, bromeando.


—Okay chicas, que tengan un buen viaje. —dijo Bruce, dejando un beso en la cabeza de Kendall, y
luego a mí.

—Claro, conduce con cuidado. —dije, tomando el mango de la maleta de Kendall.

Bruce asintió y subió al auto, unos minutos después veíamos como desaparecía girando en la
siguiente cuadra.

—Vamos. —dije, moviendo la maleta, mientras Kendall llevaba su vestido.

— ¿Qué tal estos días? —preguntó Kendall. —No nos hemos visto mucho. —dijo, haciendo una
mueca.

—Si...—dije alargando la i perezosamente. Recordé lo bien que lo había pasado las pocas veces que
podía estar con Camila y tuve que retener la sonrisa que amenazaba con aparecer. Debía terminar
con Kendall, de eso estaba segura, pero no podía hacerlo hoy, no ahora. —Ha estado bien. —termine
diciendo, encogiéndome de hombros.

—Ya veo...—suspiró. —También he estado bien. —asintió, parecía querer decirme algo, pero se
mantenía callada.

Fruncí el ceño, pero lo dejé pasar. Sea lo que sea, tendríamos que hablarlo.

—Laur...—suspiró Kendall, deteniendo su andar.

Me detuve y giré sobre mis talones, quedando frente a ella. Podíamos escuchar la bulla proveniente
del interior de la casa. Al parecer habían llegado un par de chicos ya.

—Dime. —dije, regalándole una pequeña sonrisa.

—Yo...—susurró nerviosamente.

— ¿Qué sucede Ken? —pregunté.

—Yo... yo...

— ¿Tu? —pregunté, elevando una ceja.

—Yo...—sus ojos se clavaron en los míos, pero pronto desvió la mirada. Inhaló y exhaló. Sonrió
levemente y sus ojos se encontraron nuevamente con los míos. —Te quiero mucho.

Sonreí y asentí ligeramente.

—También te quiero. —dije, acercándome para abrazarla.

Ella rodeó sus brazos alrededor de mis hombros y suspiró.

—Seré mejor que entremos. —dijo, separándose de mi abrazo, con la mirada nerviosa nuevamente.

—Claro. —sonreí y caminé hasta la entrada.


La puerta estaba abierta, así que entramos enseguida. Dentro ya estaban todos, conversando
animadamente y comiendo pizza que seguramente Drew habría comprado. Escaneé con la mirada
a todos en el lugar. Vero y Lucy, estaban abrazadas en un sillón compartiéndose una rebanada de
pizza. Keana hablaba con Alexa, desviando de vez en cuando su mirada al vientre de mi prima.

Dejé la maleta de Kendall junto a las demás ycontinúe mi inspección. Zayn, Niall y Charlie jugaban a
quien podía comer másrápido aquellas dos rebanadas de pizza, mientras Cara, Gigi –una amiga de
larubia que también iba a nuestro instituto– Kendall, y Hailee les animaban, yPatrick parecía ser el
jurado. Ryan se reía y Megan comía de su rebanada.

No veía a Camila por ningún lado, no estaban ninguno de los adultos aquí.

— ¡Lauren! —Hailee notó mi presencia y corrió a abrazarme, enganchándose a mi cintura.

— ¡H! —Sonreí, devolviéndole el abrazo— ¿Emocionada? —pregunté.

—Mucho, me hace muuuy feliz que todos ustedes vayan. —dijo sonriente.

Sonreí y dejé un beso en su cabeza.

—Nosotros estamos emocionados. —dije.

Ella se separó y miró sobre mi hombro.

— ¡Hola Josh! —chilló Hailee.

Mi sonrisa se desvaneció al recordar ese nombre. Existía la posibilidad de que se tratara de otro Josh
y no del que estaba tratando de conquistar a Camila.

—Hola Hailee. —saludó el hombre.

Me giré lentamente, encontrándome de frente con un hombre atractivo de unos treinta a cuarenta
años. Era alto y de piel bronceada. Llevaba unos pantalones negros, una camisa a cuadros roja con
una chaqueta de cuero, y su cabello perfectamente peinado.

También llevaba un pequeño ramo de rosas en sus manos.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Hailee.

Mordí mi lengua y apreté mis puños tratando de contenerme.

—Vine a ver a Camila. —sonrió como típico galán de telenovela.

—Ella ya baja, está terminando de arreglar nuestros equipajes. —respondió Hailee.

Al menos conseguí saber dónde estaba Camila.

—Oh ¿A dónde viajan? —preguntó confundido.

—A Miami, por mi fiesta de cumpleaños. —respondió Hailee como si fuera obvio.

— ¡Oh! Woow, no lo sabía. —dijo Josh.


— ¿Enserio? Entonces... ¿Qué haces aquí? —preguntó Hailee.

—Solo pasaba a dejarle este ramo de rosas a tu madre. —sonrió ligeramente.

—Eso es lindo de tu parte Josh. —dijo Hailee. —Déjame las pongo en agua.

—Claro, claro...—dijo el hombre, entregándole el ramo a mi mejor amiga.

Hailee tomó el ramo y se perdió en dirección a la cocina, dejándonos a Josh y a mí en el pasillo,


mientras los demás se encontraban jugueteando en la sala.

—Soy Josh Carver. —se presentó, estirando su mano para que la estrechase. Y lo hice, pero de mala
gana.

—Lauren Jauregui. —susurré entre dientes.

Nos quedamos callados, escuchando la bulla que hacían los demás e n la sala. Él se notaba nervioso,
mientras yo moría de los celos.

Hailee regresó al pasillo en el momento exacto en que su madre hacia acto de presencia en el inicio
de las escaleras. Ella estaba tan hermosa, radiante como cada día. Sonrió al notar mi presencia, y
por un instante todo enojo, angustia y celos desaparecieron de mi cuerpo. En ese momento éramos
ella y yo, conectadas por nuestras miradas.

Hasta que Josh carraspeó, arruinando nuestro momento.

—Hola Mila. —saludó con nerviosismo.

Camila no había notado su presencia hasta ese momento. Pero ella simplemente lo miró y sonrió
levemente, en forma de saludo.

—Josh, hola. —saludó, bajando por las escaleras.

—Yo... Ahhh... yo...—balbuceó, y no lo culpaba. Es que Camila ponía tonto a cualquiera.

—Josh te trajo flores, mamá. —sonrió Hailee, poniendo una mano sobre el hombro del hombre. —
Las dejé en un florero en la cocina. —avisó.

—Eso es lindo de tu parte. —dijo Camila, llegando hasta nosotros.

—Yo estaba pensando en invitarte a salir esta noche, por eso las flores. —confesó tímidamente,
haciéndome enojar.

Camila me miró por sobre el hombro de Josh y me sonrió, transmitiéndome tranquilidad con ese
gesto.

—Josh, yo lo siento pero...

—Sí, Hailee ya me lo dijo. —interrumpió Josh.

—Lo lamento. —dijo Camila.

— ¡Pero! —Hailee se interpuso entre ambos, con una enorme sonrisa. Sabía que no me gustaría lo
que mi amiga diría. —Podrías invitarlo a la fiesta mamá, así podría él ser tu pareja.
Por esos escasos cinco segundos que tardó Josh en hablar, sentí mi corazón lati r a un ritmo casi
inhumano.

—Lo siento Hailee, pero debo salir a un viaje en la madrugada de regreso a Los Ángeles para poder
hablar con los productores. —dijo Josh, haciendo una mueca.

Y yo no pude esconder la enorme sonrisa que se apoderó de mi rostro. Camila se dio cuenta y negó
levemente, sonriéndome.

—Oh. —suspiró Hailee, decaída.

—Tal vez para la próxima. —dijo rápidamente Josh.

—Sí, ¡claro! —chilló Hailee.

—Cariño, deja de decidir por mí. —interrumpió Camila. —Bueno Josh, estaremos en contacto por
el tema de la película, espero que te vaya bien en tu viaje. —dijo Camila, tratando de ser cortes con
el hombre frente a ella.

—Claro... sí, claro. —asintió, algo tímido y avergonzado.

Camila dejó un beso en la mejilla de Josh, para después acompañarlo hasta la puerta a que se
marchara. Hailee hizo una mueca y susurró algo que no logré entender, para después ir a la sala.
Camila por su parte me dio una mirada, para después ir a la cocina. Miré hacia la sala. Todos estaban
distraídos, y Kendall hablaba animadamente con Cara, mientras Hailee se acercaba a Charlie.

Me mordí el labio y caminé rápidamente hasta la cocina, encontrando a Camila bebiendo de una
botella de agua, recostada en el mesón. Sonreí y me acerqué a ella, tomándola de la cintura. Ella
dejó la botella sobre el mármol y enredó sus brazos en mi cuello.

—Dime que nunca saldrás con él. —casi supliqué.

Ella sonrió.

—No saldré jamás con él.

Asentí feliz, acercando mis labios a los suyos. La besé lentamente, dejando que nuestros labios se
acoplasen entre sí, y nuestras lenguas se encontrasen.

—Sera hora de irnos. —dijo Camila sobre mis labios. —Vamos cariño, tenemos una fiesta.

Ella se alejó sonriente, para luego desaparecer de la cocina, dejándome embobada y feliz, con una
enorme sonrisa que nadie podría borrar.
Capítulo 34

Lauren's POV

El viaje había sido divertido, Drew se había encargado de que estuviésemos lo más cómodos posible.
Pero lo que yo más deseaba era poder besar a Camila, realmente me había vuelto adicta a sus labios,
a su piel. Era una adicta a Camila Cabello.

Llegamos a Miami sobre las diez de la noche, y en la pista ya nos estaban esperando los vehículos
que nos llevarían hasta el lugar donde nos quedaríamos e ste fin de semana. Camila me había dicho
que Drew siempre intentaba dar lo mejor a sus huéspedes, en este caso, quería dar lo mejor a los
amigos de su hija, por lo cual rentó una enorme casa solamente para nosotros, cerca de la casa de
los abuelos de Hailee, donde sería la fiesta.

Lo malo de todo esto: Camila iría a casa de sus padres y pasaría la noche ahí, pues la casa que Drew
rentó, era específicamente para nosotros.

La casa era enorme, y tenía como diez habitaciones, todas con baño. Drew nos indicó q ue la Van
que nos había llevado estaría disponible para nosotros en el caso de que queramos salir a algún lado
el día siguiente.

Todos asentimos, escuchando atentamente al hombre, o al menos los demás lo escuchaban. Yo


estaba concentrada en Camila, que estaba de pie junto a Hailee, que solamente sonreía a todo lo
que su madre le decía.

—Bien chicos, Nina y yo estaremos en casa de mis padres, está a dos casas de aquí, pero en el caso
de que lleguen a necesitar algo, pueden llamar a Ronald y él les ayudará con lo que necesiten. —
dijo Drew, sonriéndonos. —Gracias por estar aquí. —suspiró, con los ojos brillosos. Imagino el tema
del bullying que Hailee sufrió le afectaba mucho.

—Solo no se acuesten a dormir tan tarde chicos. —interrumpió Camila.

—Sí. —asintió Drew, de acuerdo.

—Lo intentaremos. —bromeó Charlie.

—Bueno, no pidamos tanto, son chicos...—dijo Nina. —Solo no hagan cosas malas. —dijo
divertidamente, aunque dudaba que fuera una broma. —Y lo digo enserio. —asintió.

—Solo comeremos mucha pizza Nina. —dijo Hailee, acercándose a sus padres. —Ahora váyanse,
saludan a los abuelos y les dicen que mañana iré a verlos. —le dijo tanto a Drew como a Camila.

—Claro, cuídate cariño. —dijo Drew, dejando un beso en su cabeza.

—Estaré bien papá. —sonrió Hailee.


—Si necesitas algo Haiz, llámame. —pidió la morena.

—Sí, sí. —susurró, empezando a empujarlos fuera de la casa.

Drew rió, para después tomar la mano de Nina y salir, despidiéndose de todos. Camila tomó las
mejillas de Hailee y dejó un beso en cada una, para después abrazarla fuertemente.

Sonreí por la tierna escena. Sin duda Camila era la mejor madre del mundo. Sus ojos se encontraron
con los míos por un instante, pero rápidamente la desvió, pues todos estaban atentos a la
interacción entre ella y Hailee.

—Pásenlo bien, chicos. —dijo Camila, tras separarse del abrazo con su hija —Nos vemos mañana.
—y salió de la casa.

Quise correr tras ella, pero los chicos estaban aún en el pasillo. Hailee estaba aún en el pasillo.
Seguramente, afuera estarían Drew y Nina esperándola en el auto, pues según lo que Camila me
dijo, la casa de sus padres estaba más lejos.

Suspiré resignada. Mañana hallaría la forma de tenerla para mí un momento.

Capítulo 35

Camila's POV

Moría de ganas por besarla, quería despedirme de ella como era debido, pero teníamos a muchas
personas alrededor, así que simplemente me despedí del grupo de chicos y salí de aquella casa.

Fuera estaba el auto esperándome, y dentro estaban Nina, Drew, y un Jake dormido. El auto avanzó
un par de casas, hasta detenerse en la gran mansión de la familia Steinfeld. El chofer ayudó a Drew
a entrar las maletas, mientras Nina y yo nos despedíamos.

Pronto, me encontraba abriendo la puerta de casa de mis padres, había decidido venir acá porque
no quería pasar sola en una enorme casa. Además, mi hermano estaría aquí junto a Selena, y les
extrañaba mucho.

— ¡Hermanita! —Justin saltó a abrazarme apenas entré en casa.

—Jus, te he extrañado. —dije, correspondiendo el abrazo.

Él rió y me levantó en sus brazos, dando vueltas por el pasillo.

—Cariño, llegaste. —escuché a mi madre.

—Hola mamá, hola papá. —sonreí, acercándome a ellos y abrazándolos.

—Mila ¿Qué tal el vuelo? —preguntó mi papá.

—Siempre se viaja bien en un jet privado. —respondí sarcásticamente, rodando los ojos.
—Al menos has volado en uno. —Selena apareció por las escaleras, su barriga era enorme. —Hola
Mila. —sonrió y me abrazó muy fuerte.

— ¡Selena! —chillé emocionada. —Estas enorme. —bromeé, alejándome del abrazo para observar
su muy abultado vientre.

— ¿Si? Te recuerdo que tú estabas igual cuando tenías a Hailee. —frunció el ceño a la defensiva.

—Era una broma. —sonreí.

—Lo sé, son las hormonas... Ven acá. —chilló, atrapándome entre sus brazos nuevamente.

—Yo no era tan bipolar ¿verdad? —pregunté a mis padres.

Selena golpeó mi brazo, pero no dejó de estrujarme en su abrazo.

—Te quiero aunque seas muy idiota.

—Yo también te quiero Sel.

— ¡Bueno! Imagino que estarás cansada, así que mejor ve a ducharte y descansa, porque mañana
tenemos una larga tarde de chicas. —dijo Selena tras separarse del abrazo, mirándome fijamente a
los ojos.

¡Mierda! Mañana vería a todas las chicas nuevamente y tendría que contarles acerca de Lauren,
pues Dinah ya les había dado un adelanto y ahora yo tendría que continuar y decirles la verdad.

¡Ojalá lo tomen bien al igual que Dinah y Nina!

—Claro, sí. Necesito un baño. —dije, tomando mi bolso.

—Y yo necesito una hamburguesa ¡Justin! —gritó mi cuñada.

—Claro amor, primero llevaré el equipaje de Mila. —respondió obedientemente mi hermano.

— ¡Pero que sea rápido!

Justin subió las escaleras a una velocidad impresionante con mi equipaje entre sus brazos mientras
mis padres reían.

Selena me guiñó el ojo.

—Lo tengo comiendo de mi mano.

—Ya lo veo. —reí.

— ¡Justin! —volvió a gritar, y mi hermano ya se encontraba bajando las escaleras.

—Estoy yendo por tu hamburguesa. —respondió, pasando por nuestro lado como un rayo hasta
llegar a la mesita donde estaban las llaves, agarrando las de su auto, para después salir como alma
que lleva el diablo.

— ¡Con doble queso, cariño! —volvió a gritar Selena, sonriendo enormemente.

— ¡Claro! —escuchamos la voz de Justin.


Todos rompimos a carcajadas. Realmente Selena aprovechaba muy bien el embarazo.

—Lo tienes completamente mal.

Selena simplemente asintió, riendo con ganas.

¡Dios! Me sentía en casa, con mis padres, mi hermano y mi cuñada. Solo faltaba Haiz. En este
momento seguramente estaría divirtiéndose con sus amigos.

—Bueno, esta diva se va a la cama. —dijo Selena, acercándose a mis padres y despidiéndose de
ambos. —Esperaré a Justin en la habitación ¡descansen! —exclamó, subiendo las escaleras.

—Selena le sacará canas a Justin. —reí ligeramente. —Es bueno estar en casa. —sonreí a mis padres.

—Es bueno tenerte aquí cariño, aunque hace falta mi hermosa nieta. —dijo mi madre.

—Ella está bien mamá. Les mando saludos a todos, por cierto. —recordé.

—Seguramente Drew llenó esa casa de cámaras, y pasará toda la noche vigilando. —bromeó papá.

—Eso no me sorprendería. —estuve de acuerdo.

—Bueno cariño, Selena tiene razón. Seguramente estarás cansada, ve a ducharte y descansa.

—Claro mamá, descansen. —dije, dejando un beso en la mejilla de mi madre, y abrazando a mi


padre.

—Descansa cariño. —escuché mientras subía las escaleras.

Después de tomar una relajante ducha, y enredarme entre las sábanas de la cama de mi antigua
habitación, suspiré. No podía dormir, y es que simplemente no paraba de pensar en cierta chica de
ojos verdes.

Como te extraño Lauren, pensé mientras me revolvía entre las sábanas. Sin duda, esa sería una larga
noche.

Capítulo 36

Camila's POV

—Apresúrate Mila. —escuché la voz de mi cuñada al otro lado de la puerta.

— ¡Voy! —respondí.

—Te espero en la cocina.


—Vale. —esperé a escuchar sus pasos alejándose para volver a prestarle atención a mi teléfono. —
Lo siento cariño, ha sido mi cuñada. —dije.

—No te preocupes Camz. —respondió Lauren, sacándome una sonrisa.

— ¿Te puedo decir algo? —pregunté tímidamente.

—Dime.

—Anoche te extrañe mucho. —confesé.

—Yo también la extrañe, mucho.

— ¿Dormiste junto a Kendall? —no quise preguntar, pero los celos hablaron por mí.

—No, dormí sola en el sofá.

— ¿No estas mintiéndome? —pregunté, entrecerrando los ojos mientras terminaba de arreglar mi
bolso para la salida junto a mis amigas.

—Claro que no preciosa. —respondió segura, y decidí creerle.

— ¿Y por qué dormiste en el sofá? —pregunté intrigada, mientras me observaba en el espejo y


arreglaba mi cabello.

—Porque la extrañaba y no podía dormir, así que bajé a ver una peli y terminé dormida en el sillón.
—respondió.

—Bueno, al menos dormiste sola. —solté seriamente, aplicándome un poco de labial.

— ¿Celosa? —bromeó.

—Algo. —respondí, sonriéndole a mi reflejo.

—Pues no lo estés, ya sabes... estoy buscando la forma de terminar con Kendall...

—Entiendo que es tu novia y tiene derecho...

—Pero estoy enamorada de usted. —interrumpió.

—Más te vale niña. —bromeé. —No me enfrentaré a mis amigas por nada. —recordé.

—Sobre eso, espero que vaya bien hoy. Me gustaría acompañarte, pero debo estar junto a Haiz y
planeamos pasar la tarde en la playa.

—No te preocupes cariño, tengo a Dinah y Nina. Además Dinah dijo que estaba tanteando el terreno
por mí. —recordé. —Tú debes disfrutar con tus amigos y cuidar a mi hija. —demandé.

—Claro señora. —respondió con voz firme.

—Tonta. —reí.

—Así tonta me quiere.

—Ya, ajá. —bromeé.


—Auch, golpe bajo.

—Por cierto ¿Haiz ya despertó? —pregunté, pues había olvidado por completo a mi hija.

—Esa chica tiene mucha energía, no sé cómo has podido soportarla dieciséis años. —bromeó mi
linda ojiverde.

—Sacrificios de una madre. —suspiré dramáticamente.

—Pues te mereces un premio por ello. —una pequeña carcajada escapó de sus labios. —Y si, ella
despertó primero que todos y pidió el desayuno.

—Bueno, la llamaré en un rato. —avisé.

—Claro. —respondió.

— ¡Mila! —Selena volvió a llamarme.

—Tengo que dejarte Laur, cuídate y vigila a Haiz. —ordené, caminando con mis cosas hasta la
puerta.

—A su orden mi capitana. —respondió.

—No sé por qué, pero te quiero. —reí levemente.

—Yo también te quiero, cuídate y me llamas cuando hables con tus amigas.

—Vale. —respondí y colgué.

Bajé las escaleras y entré en la cocina, donde mi madre y Selena se encontraban charlando mientras
tomaban un vaso de jugo.

—Hasta que has bajado. —gruñó Selena.

—Lo siento. —Respondí, tomando una tostada y engulléndola— ¿Nos vamos? —pregunté,
bebiendo un poco de jugo.

—Yo solo te esperaba. —respondió Selena.

—Vaya que las hormonas te han puesto algo insoportable.

Ella solo me dio una mirada amenazadora.

—Volveremos pasado el medio día Sinu. —avisó Selena.

—Bueno chicas, cuídense. —se despidió.

—Claro mamá. Hailee puede que ya este despierta, sabes cómo es de hiperactiva, llámale si quieres.
A ver qué hacen. —dije.

—Seguramente estará con sus amigos. —dijo ella. —Dejaremos que disfrute, pero luego no se
escapará de mí.
—Bueno, me pareció escucharles anoche que irían a la playa, así que...

—Ya veremos. —contestó.

—Vale, me llamas al celular cualquier cosa. Estoy por llamarla. —avisé.

—Bueno, mejor vete ya. Selena se enojará, ya sabes, las hormonas. —sonrió burlonamente.

—Bien, me voy. —me despedí y salí de casa, encontrando a Selena ya en el auto.

— ¿Por qué siempre demoras tanto? —preguntó, poniendo en marcha el vehículo.

—No he demorado. —repliqué.

—Sí que lo has hecho.

—Bueno...—suspiré, sacando el celular para llamar a mi hija.

— ¿Con quién hablabas cuando estabas en la habitación? —preguntó de repente.

— ¿Me espiabas? —pregunté, asustada.

—No, solo escuché que murmurabas, así que asumí que hablabas por teléfono.

—P-pues no. Y-yo solo p-pensaba en voz alta. —mentí.

Ella me miró a los ojos, y rápidamente regresó la mirada a la carretera.

—Claro, como digas.

— ¡Es enserio! —chillé, tratando de sonar convincente.

—No sé por qué no me lo creo.

—Allá tú problema. —le resté importancia y me concentré en buscar el número de mi hija.

—Igual nos enteraremos pronto ¿no? Para eso es la reunión. —sonrió triunfalmente.

—Vale, basta. —susurré, escuchando los pitidos a través del teléfono.

—Hola mamá. —saludó la animada voz de mi hija.

—Hola hija. —Correspondí— ¿Qué tal la noche? —pregunté interesada.

—Genial, muy bien. Nos divertimos mucho y comimos mucho también. —dijo, dejando escapar una
pequeña carcajada.

—Me alegra. —sonreí.


—Hoy tenemos planeado ir a la playa, en un rato salimos. —avisó.

—Bueno, vayan con cuidado.

—Claro mamá, por cierto llamaré a la abuela para ver si quiere ir con nosotros. —propuso.

—Eso sería genial. —estuve de acuerdo a su propuesta.


—Entonces la llamaré... a ambas mejor.

—Bueno cariño te dejo, estoy por reunirme con las chicas.

—Mándale saludos a todas. —pidió.

—Claro cariño, aunque las verás esta noche. —sonreí.

—Bueno si...

—Vale Haiz, me llamas cualquier novedad.

—Claro mamá, disfruta con las tías.

—Claro cariño, Selena te manda saludos. —dije, cuando noté los gestos de mi amiga.

—Igualmente.

—Bye. —me despedí y colgué.

Selena me dio una rápida mirada, supe que quería preguntar algo pero decidió no hacerlo y se
concentró en conducir. Ya tendría tiempo de torturarme a preguntas en l a reunión.

Capítulo 37

Lauren's POV

Terminé de arreglar las cosas en mi bolso y salí de la habitación para reunirme con los demás en la
sala. Habíamos conocido a la abuela de Hailee, quien iría con nosotros a la playa. Y aún faltaba que
llegaran dos de los amigos de Hailee, las dos únicas personas que la apoyaron.

Estaba emocionada, este fin de semana sería increíble, de eso estaba segura.

—Laur, ven acá—escuché a Hailee llamarme desde su lugar junto a la que me presentó como la
mamá de Camila, su abuela.

—Señora. —saludé, sintiéndome un poco nerviosa por estar frente a la madre de Camz.

—Hola cariño, Hailee me estaba contando lo muy bien que se llevan. —sonrió, indicándome que me
sentara junto a ella en el sillón.

—Si bueno, es una gran chica. —respondí.

—Laur es la mejor, abuela. Es una gran amiga. —dijo Hailee, sonriendo enormemente.

—Ya lo veo. —susurró la señora. —Por cierto, llámame Sinu, los amigos de mi nieta son mis amigos.

—Claro, claro. —tropecé con mis palabras tan estúpidamente.


—Iré a revisar que todo esté listo para salir y a llamar a Shannon y a Troye. —avisó Hailee,
poniéndose de pie. —Ustedes hablen y... eso, yo ya regreso. —rápidamente desapareció.

Okay, justo ahora me sentía incómoda, y no era para menos, Hailee me había dejado sola con su
abuela ¡su abuela! ¡La mamá de Camz! Estaba empezado a sudar levemente y no por el infernal
calor de Miami precisamente.

La abuela de Hailee me sonreía gratamente, sus ojos levemente achinados.

—Bueno Lauren...—suspiró. —Me hace muy feliz que mi nieta haya encontrado una amiga en ti. Te
conozco hace apenas unos minutos y ya puedo notar porque le caes tan bien a Hailee... Camila
también me ha hablado de ti, a ella le hace muy feliz saber que Hailee tiene con quien contar
después de todo lo que mi pequeña pasó hace un tiempo e n su antigua escuela. —dijo, haciendo
una pequeña mueca.

—Hailee me contó todo lo que pasó. —dije, observando como todos los demás chicos a mi alrededor
terminaban de revisar sus cosas, mientras otros se mantenían conversando entre ellos.

—Me lo imaginaba. —asintió la mujer.

—Y sé que Ca- la señora Cabello. —rápidamente me rectifiqué. —Entiendo que para ella sea
importante conocer a las personas con las que se rodea su hija, después de todo lo que a Hailee le
pasó. —murmuré.

—Me agradas mucho, niña. Cuida de mi nieta por favor. —pidió, regalándome una pequeña sonrisa.

Fruncí levemente el ceño y asentí.

—Claro, claro. No se preocupe. —respondí atropelladamente.

—Mi nieta confía mucho en ti, y te estima mucho. No la lastimes. —sus ojos se mostraban
nostálgicos.

Asentí con mi ceño completamente fruncido.

Comprendí enseguida que se trataba de Melissa. Hailee me había contado que fueron amigas desde
pequeñas y la quería mucho, incluso en la familia de mi amiga, la tal Melissa era muy bien recibida
siempre. Pero luego simplemente ella había dado un cambio radical y su comportamiento hacia
Hailee había cambiado.

Al parecer Hailee se fue dando cuenta que Melissa no era su amiga realmente y solo la usaba por
los beneficios que tenía al ser amiga de un Steinfeld, siendo que en Miami su familia era muy
respetada. Hailee lo había notado cuando ingresaron a la secundaria, pero simplemente no podía
imaginar realmente que la pequeña rubia que le había ayudado a atar sus agujetas a los seis años
realmente fuera capaz de ello.

Al parecer no podemos conocer bien a todas las personas que nos rodean.

Hailee confió en ella y aun se me hace imposible pensar en alguien haciéndole daño a esa chica, si
ella es realmente encantadora y gentil, igual a su madre.
—Melissa encontró su oportunidad de brillar con luz propia, —fueron las palabras de Hailee cuando
me contó lo que había sucedido en su anterior escuela. —Aunque yo no sabía que la estaba
opacando, nunca quise que ella pensara eso.

»Cuando entramos a la secundaria me volví popular, mucho realmente. Todos querían estar
conmigo, ya sabes "los beneficios de un Steinfeld", —sus ojos estaban húmedos ante los recuerdos.
—Pero también habían unas personas que me odiaban y ¡no entendía por qué!... Intenté acercarme
a ellas, eran porristas, pero simplemente siguieron molestándome y tratando de humillarme.

Recuerdo que sentí un nudo en la garganta que no me dejaba tragar. Pensar en Hailee siendo
lastimada me llenaba de cólera.

»Entonces no me daba cuenta que Melissa quería lo que yo tenía, nunca pensé que ella tuviera
envidia de mí. —su ceño fruncido y su sonrisa triste me molestaron, después de todo lo que le hizo,
Hailee aun sentía pena por ella.

»Lauren, nunca me di cuenta que tenía al enemigo junto a mí, porque simplemente nunca creí que
alguien a quien yo quería, llegará a querer hacerme tanto daño. Nunca le hice nada malo, ni a ella
ni a ninguna de las otras chicas... Melissa se hizo porrista y empezó a salir con ellas, ya no contestaba
mis mensajes ni hablábamos. Intenté muchas veces comunicarme con ella pero nunca me permitía
acercarme. Siempre me esquivaba, hasta que llegó el punto en que entendí que ya no quería ser
más mi amiga. Ella había obtenido por fin lo que quería: que todos estuvieran a su disposición.

»Hablaba con pocas personas, preferí alejarme de todos. Melissa había sido mi mejor amiga desde
pequeñas y me había lastimado como nunca nadie lo había hecho. Nadie se metía conmigo, sin
embargo. Aunque no hablara mucho, seguían respetándome por mi apellido. —dijo con una sonrisa
irónica.

»Después de todo, Melissa no había logrado que las personas no estén pendientes de mí. Muchos
seguían interesados en ser mis amigos, y varias chicas querían sustituir el puesto de Melissa en mi
vida, pero yo ya había perdido la confianza.

»También hubo personas que me dejaron en claro que no se acercaban por mi apellido y eso, sino
que simplemente les agradaba mi forma de ser y se preocupaban mi estado de ánimo, —suspiró
con fuerza, dejando caer un par de lágrimas —aleje a varias personas que solo se preocupaban, por
el hecho de que me sentía utilizada y tenía miedo a que lo volvieran a hacer.

»Entonces Melissa se enamoró del quarterback del equipo de la escuela, Jacob Payne, —rodó los
ojos ante el recuerdo — ¡el tipo ni siquiera me agradaba! era un tremendo idiota que pensaba que
todas las chicas se morían por él, o eso pensé hasta que me tocó hacer un trabajo con él. Digamos
que creí conocer al verdadero Jacob y empezamos a hablar más seguido, él era muy agradable solo
que ante los demás tenía esa pinta de gallito bravo. —hizo una pequeña mueca y yo fruncí el ceño.
—Te juro que nunca pensé que podría encontrar a un amigo en él, y creo que no debí confiar
nuevamente, pero le di una oportunidad. Yo no sabía que Melissa gustaba de él, pero si sabía que
él gustaba de mí. Pero a mí no me gustaba, solo era un amigo.
»Melissa estaba celosa al vernos casi todos los días hablando. Jacob trataba de conquistarme pero
yo no cedía, él no me interesaba en ese aspecto. Creo que llegó el punto en qu e se cansó, o tal vez
se había dado cuenta que no iba a llegar a nada y dejó caer la máscara. Me había dejado engañar
nuevamente.

»Él me lastimó también. Entre Melissa y las otras chicas del equipo de porristas, me tendieron una
trampa. Yo aún no me había dado cuenta que ese no era el Jacob que conocía y que supuestamente
moría por mí. Había sido desde el inicio una apuesta. A Jacob le gustaba, nada más, él no pensaba
realmente en una relación, él quería llevarme a la cama por una apuesta que había hecho con sus
compañeros de equipo. Melissa se enteró poco después y decidió aprovecharse de ello.

Mis uñas se clavaban en la palma de mi mano de lo fuerte que apretaba mi puño, recuerdo que en
aquel momento deseaba poder estar frente a ese par de idiotas y reventarles la cara a golpes por
eso.

»Las clases recién comenzaban ese nuevo año escolar, Melissa envió unas fotos a todos los chicos
de la escuela. Era un montaje, habían puesto mi rostro en el cuerpo de una mujer desnuda y todos
lo habían visto, y la mayoría lo creyó más cuando Jacob se alabó contándoles a todos que nos
habíamos acostado. Y que tenía un supuesto video.

»Me humillaron frente a todos en la cafetería de la escuela, pero ningún maestro estaba enterado
y yo no quería molestar a mamá, ellos habían hablado mal de ella. Melissa sabía la historia de mis
padres y lo había divulgado, muchos empezaron a hablar mal de ella y yo no quería que se enterara.

Ahora que recordaba eso, las ganas de partirles la cara habían pasado a las ganas de asesinarlos.
Nunca jamás en la vida permitiría que alguien lastimara a Hailee o hablara mal de Camila.

»Desde ese momento mi vida fue un infierno por dos meses en la secundaria. Escribían en mi
casillero, me dejaban notitas. Me molestaban en los pasillos, para todos había empezado a ser la
puta que se acostó con el quarterback y que le enviaba fotos de mi desnuda. Nadie me creyó, o
bueno, solo un par de personas, pero en ese entonces estaba demasiado dañada. Sin embargo, ellos
me demostraron que no importaba si confiaba en ellos o no, me ayudaban aun después de que
varias veces les hable mal. Eran un chico y una chica, ambos gays. —sonrió, pero esta vez fue
verdadera. —Troye y Shannon. Ellos me ayudaban a limpiar el casillero y botaban las notas que me
dejaban, o en otros casos me defendían cuando alguien me llamaba de esa manera tan horrible que
llegué a odiar, o cuando insultaban incluso a mi madre.

»Shannon y Troye, aunque en inicio detesté que lo hayan hecho, fueron quienes lograron que todo
parara. Grabaron a Melissa y sus chicas molestándome, revisaron la fotografía y se dieron cuenta
que era montaje y el video también. Hablaron con mi mamá y llevaron las cosas al director y los
expusieron, la chica del video en realidad era Melissa y la de la foto también. Mamá se puso muy
mal, no le importó que hayan hablado mal de ella, lo único que le lastimó fue que yo había estado
sufriendo de Bullying y ella no se había dado cuenta de eso.

»Entonces ella había recibido la propuesta y llevaba pensándoselo, pero con aquello simplemente
aceptó, decidiendo que irnos de Miami sería bueno. Aun me faltaba para acabar ese año y el trabajo
de mamá no empezaba hasta septiembre, entonces mi padre me cambio de colegio sin pensarlo.
Todo fue mejor desde ese momento en adelante, en el otro colegio no sabían lo que había pasado,
además de que Melissa y los demás se habían ganado una fuerte sanción, pero no serían expulsados
por completo. Yo había pasado casi un año siendo molestada por ellos y dos meses atormentada
por los demás chicos.

»Muchos de ellos trataron de acercarse, pero me habían hecho mucho daño. Solo tenía a Troye y a
Shannon, incluso aunque hablaba con varias personas en la nueva escuela, no hice amigos. El año
escolar acabo y fui a Londres con mi padre a las vacaciones, para después regresar a Miami y con
mamá venirnos a New York a nuestra nueva vida.

—Hailee... —yo me había mantenido en silencio, solo escuchándola desahogarse entre mis brazos.

—Lauren no. Ese es el pasado, no quiero que sientas lastima. Ahora esta es mi nueva vida. New York
es mi nuevo hogar. Tú eres mi amiga y confió en ti, confió en que no me harás daño.

— ¡No! Ni siquiera se te ocurra pensarlo H, jamás podría siquiera pensar en lastimarte.

—Gracias Lauren. —esas fueron sus últimas palabras antes de caer dormida entre mis brazos, con
las mejillas mojadas por las lágrimas.

Esa noche me había prometido que jamás dejaría que nadie la lastimara, y ahora lo tenía más que
claro, también el hecho de no permitir jamás que alguien hable mal de Camila.

— ¡LAUREN! —escuché a Hailee llamarme y levanté la cabeza mirando directamente a sus ojos.
Definitivamente nunca permitiría que nadie la dañara. Ni a ella ni a su madre. Me sentía responsable
de protegerlas.

Pestañeé varias veces, saliendo de mis pensamientos y evitando que las lágrimas que se habían
acumulado se deslicen por mis mejillas. Ella frunció el ceño y se sentó rápidamente a mi lado, en el
lugar donde había estado su abuela. Me había concentrado tanto en mis pensamientos que ni
siquiera había notado que la madre de Camila me había dejado sola en el sofá.

—Hey Lo ¿Qué sucede? —preguntó tiernamente, colocando un mechón de mi cabello detrás de mí


oreja y acariciando levemente mi mejilla.

—Yo...—aclaré mi garganta, tratando de desaparecer el nudo. —Nada, estoy bien. Hablaba con tu
abuela. —respondí, dándole una pequeña sonrisa.

—Sí, ella me dijo que te habías quedado pensativa. Mi abuela Susan acaba de llegar y Troye junto a
Shannon también. Te venía a buscar para que los conozcas. Ellos están con los demás ch icos. —
contó. —Ya todo está listo para irnos.

—Okay, vamos entonces. —dejé un beso en su frente y me puse de pie junto a Hailee.

Ella sonrió y se abrazó a mi cintura mientras yo pasaba mi brazo derecho sobre sus hombros.

Caminamos hasta la pequeña sala de juegos que estaba cerca de la sala, y donde se encontraban
todos los demás, incluidos los dos amigos de Hailee y sus abuelas, que conversaban animadamente
entre ellas.
Hailee me sonrió y me llevó hasta el grupo donde estaban mis primas, Vero, Keana, Cara y Kendall,
hablando con Troye, un chico delgado y pálido, y Shannon, una chica delgada y morena.

Mientras, Zayn, Niall, Charlie, Ryan y Patrick jugaban billar, y Gigi y Megan animaban a sus parejas.

—Bien chicos, entonces... esta es Lauren. —me presentó Hailee apenas llegamos al pequeño grupo
de chicas... y Troye.

—Así que aquí tenemos a la famosa Lauren Jorgui. —dijo Troye mirándome con los ojos
entrecerrados.

—Es Jauregui. —corregí, con el ceño fruncido.

—No le hagas caso. —sonrió Shannon. —Él solo quiere parecer intimidante, si sabe cómo es tu
apellido, estuvo practicándolo...

— ¡Oye! —exclamó ofendido, haciéndonos reír.

—Es cierto Troye. —dijo Shannon, mirándolo con una ceje elevada.

Él solo rodó los ojos y se cruzó de brazos, girando la cabeza hacia el otro lado cual diva.

—Yo soy Shannon, un gusto conocerte por fin. Hailee nos ha hablado mucho de ti y de sus amigos
neoyorquinos. —comentó con una sonrisa.

—Si, a mí también me ha hablado mucho de ustedes. —respondí.

—Más le vale. —chilló Troye, mirando a Hailee con los ojos entrecerrados.

—Claro que le conté lo entrometidos que eran cuando nos conocimos. —dijo Hailee, omitiendo
muchas partes pues los demás no sabían lo que le había sucedido hace aproximadamente un año y
medio atrás.

—Ajá, entrometidos nos dice. —murmuró Troye.

—Claro que sí, sobre todo tu Troye, siempre metiendo tu nariz donde no te llaman. —bromeó
Hailee.

—¿Lo dices por la vez que se me escapó decir que te gustaba Jackson Cross frente a él en aquella
heladería cerca de tu antigua escuela el día que te fuimos a recoger por tu cumpleaños número
quince? —preguntó, mientras revisaba sus uñas.

— ¡Troye! —chilló Hailee, girando levemente su cabeza observando a los chicos jugar, o más bien,
observando a Charlie y asegurándose que no haya escuchado.

Y para su suerte, Charlie estaba concentrado en un juego y al parecer no se había percatado de


nada. Fruncí el ceño y entrecerré los ojos mirándola fijamente hasta que nuestros ojos se
encontraron. Negué y ella sonrió tímidamente, logrando hacerme sonreír.

Charlie era un buen chico y lo conozco desde hace mucho, Hailee estaría bien con él, pero si llegaba
a lastimarla olvidaría todo lo que habíamos pasado.

—Entonces si se trataba de eso. —susurro Troye.


— ¿Así que Cross? —jugó Cara, dándole con su dedo índice en la nariz de Hailee.

—No molesten, eso fue hace mucho. Solo somos amigos. —respondió, con un leve sonrojo de
incomodidad.

— ¿Esta invitado a la fiesta? —preguntó interesada Shannon.

—Invité a varios chicos de mi antigua escuela. —respondió Hailee. —Muy pocos en realidad.

— ¿Y Cross está en esa lista? —preguntó Troye, elevando las cejas sugestivamente.

—Bueno sí. —respondió. —Pero él y yo somos amigos Troye, ya no fastidies.

—Está bien, pero no te pongas agresiva. —bromeó Troye, sonriéndole. —Ya todos nos dimos cuenta
que le estas echando ojo al castaño de allá. —dijo, moviendo la cabeza hacia el grupo de chicos
jugando.

— ¡Ay, Troye! —exclamó Hailee. —Mejor vamos que ya están esperándonos afuera. —dijo, y
rápidamente me arrastró fuera de la sala de juego, avisándoles a todos que el vehículo que nos
llevaría esperaba por nosotros ya.

Capítulo 38

Hailee's POV

Era tan genial estar de vuelta en Miami. Estos cuatro meses había extrañado mucho el sol y el calor
de mi ciudad, al igual que sus playas. Pero, mamá y yo habíamos decidido tomar un nuevo rumbo
en nuestras vidas, y ahora me encontraba más que feliz con ella por la decisión que había tomado.

Mudarnos a New York nos había hecho mucho bien a ambas, y había conocido a personas
maravillosas.

— ¡Charlie, cuidado! —chillé, levantándome rápidamente de mi lugar y corriendo hacia donde él


estaba.

Niall había lanzado el balón tan alto, y por intentar atraparlo, Charlie no se había percatado que
estaba yendo directamente de espaldas hasta la tabla de surf que papá nos había prestado, así que
terminó cayendo.

— ¡Auch! —gimió de dolor, haciendo reír a los demás.

Intenté estar seria pero era imposible, así que yo también terminé riéndome mientras le ayudaba a
ponerse de pie. Él se levantó y me miró haciendo un puchero, mientras se acariciaba el brazo
izquierdo.
— ¿Por qué te ríes? —preguntó, agachándose para recoger la tabla y clavándola sobre la arena
nuevamente.

—Es que fue gracioso, estabas tan concentrado por atraparla que caíste con la tabla. —respondí.

—No fue gracioso, me golpeé. —gruñó, sin dejar de acariciar su brazo lastimado.

—Sí que lo fue. —repliqué.

—No, eso no fue gracioso. —dijo seriamente, colocando sus manos en sus caderas, mirándome
fijamente.

A este punto los demás se habían decidido meter al agua, mientras algunas de las chicas se quedaron
recostadas en las sillas al igual que mis abuelas.

—Que si lo fue. —respondí testaruda, aguantándole la mirada y cruzando mis brazos.

—Que no, no lo fue. Pero esto si es gracioso. —dijo sonriente.

¡Maldita sea! ¡Su sonrisa! Por quedarme como idiota viéndolo no me di cuenta que se había
acercado mucho hasta que me tomó en su brazos y me llevó directamente al agua, zambulléndonos
juntos.

Salí rápidamente con los ojos completamente cerrado, empezando a toser levemente por la poca
cantidad de agua que había tragado.

La risa de Charlie se escuchaba muy fuerte, tallé mis ojos y los abrí para después dirigir mi furiosa
mirada hacia él, que seguía riendo mientras las olas chocaban contra su cue rpo.

— ¡Eres un idiota! —grité, saltando hasta donde se encontraba y golpeando su brazo.

— ¡Auch! Loca, ese fue el brazo que me lastimé. —gimió, dejando de reír.

—Eso es por lanzarme al agua sin avisar. —chillé, y el únicamente se encogió de hombros y sonrió.

—Tú te reíste de mi caída. —atacó.

—Pero te grité que tuvieras cuidado. —contraataqué.

—Pero...

—Nada. —corté. —Te odio, tragué agua salada. —chillé.

Él sonrió y me abrazó.

—No me odias bonita, tú me quieres. —dijo.

Sonreí y enredé mis brazos en su cintura.

—Eso quisieras Puth. —respondí, mordiendo su hombro.

— ¡Auch! ¡Agresiva! —chilló, separándose.


Reí y caminé hasta la orilla. Mis abuelas se habían levantado y al notar que las veía me hicieron
señas de lo que entendí como un: "iremos a caminar un rato".

Sonreí y asentí, para después verlas caminar mientras conversaban. Alexa y Megan seguían
recostadas en las sillas. En el agua estaban casi todos, a excepción de Lauren que se encontraba
sentada sobre la arena a unos cuantos metros alejada de todos, del lado en que no había mucha
gente. Llevaba un bikini negro que le lucia espectacular, no podía negar que mi amiga era muy
hermosa. Estaba empapada porque había estado metida en el mar. Se la veía muy pensativa, llevaba
así casi todo el día.

Desde que conocí a Lauren me di cuenta que ella es el tipo de persona apasionada y que ama con
todas sus fuerzas. Es muy inteligente y hermosa, y siempre tiene algo que decir frente a las
diferentes situaciones que se le presente.

Eso me recordaba mucho a mamá, ella era igual. Mi madre era una mujer apasionada en su trabajo,
cada palabra escrita en sus libros era algo en lo que ella trabajaba mucho para conseguir el efecto
deseado, para conseguir apasionar a los lectores.

Ellas eran tan parecidas en ese aspecto, y me hacía muy feliz.

Lauren fue la primera persona maravillosa que conocí en New York, aun no entiendo como conseguí
confiar rápidamente en ella, pero simplemente su forma de ser es tan única que supe que podría
encontrar a una amiga en ella. Y sí que lo hice. En ese momento no permití que mis fantasmas del
pasado dictaran mi presente y me di una oportunidad. No me arrepiento de ello. Ahora, tengo
personas maravillosas a mi lado que no conocen mi pasado y no les importa mi apellido.

Suspiré dando una mirada a todos mis amigos que estaban aún dentro del agua, jugando entre ellos.
Una gran sonrisa se extendió en mi rostro al saber que esas personas estaban ahí por mí y que yo
era importante para ellos, así como ellos lo eran para mí.

—Pero miren a quien tenemos por aquí. —mi sonrisa desapareció enseguida. Esa voz, no otra vez.

Mi corazón empezó a latir muy rápido contra mi pecho, sentí un inmenso calor instalarse en mi
estómago y empezara crecer hasta invadir todo mi cuerpo. Mis piernas las sentía débiles, creía que
en cualquier momento me caería. Mi respiración se volvió pesada un gran nudo apretó mi garganta.

Tenía miedo dar la vuelta y encontrarme con la persona que por un tiempo fue muy importante
para mí, y que ahora solo era el recuerdo de meses de tortura y tristeza.

—Parece que la niña esta sorda. —escuché como se reían. No andaba sola, nunca lo estaba.

Los chicos dentro del agua estaban ensimismados en su juego y no se daban cuenta de lo que
ocurría.

Una pequeña lágrima resbaló por mi mejilla al recordar todo lo que me habían hecho, las burlas, los
golpes, todo. Me había marchado para dejar esos fantasmas en el pasado, y su sola voz logró traerlos
de golpe a mi presente.

— ¡Oh! La pequeña niña solitaria quiere tener amiguitos. —esa vez no fue Melissa, aunque tampoco
reconocí la voz.
—Deja de espiar a esos chicos, Steinfeld. —dijo burlonamente uno de los chicos.

Sabía que había varios, pero aún no era capaz de girarme y enfrentarlos. Cerré los ojos y miré hacia
donde estaba Lauren. Ella rápidamente miró en mi dirección y me sonrió, hasta que se percató de
mi mirada. Su ceño se frunció y se levantó rápidamente de donde estaba tomando la camisa que
llevaba en un puño y apretando fuerte su mandíbula. Ella vio a los chicos detrás de mí riéndose, y la
vio a ella.

En Lauren confié tanto que fui capaz de contarle todo, e incluso le mostré una foto de Melissa.

Rápidamente se enfundó la camisa y caminó hasta donde me encontraba. Llevaba una cara de pocos
amigos, completamente furiosa, y solo cuando me abrazo pude sentirme segura nuevamente.

— ¡Váyanse de aquí! —gruñó, completamente enfurecida.

—Ahora eres lesbiana Steinfeld. —esa vez fue Jacob, su voz seguía causándome irritación y asco.

Miré hacia donde se encontraban los demás, al parecer la voz de Lauren había sido más fuerte de lo
que pensé y había llamado la atención de los chicos, que rápidamente corrían hacia nosotros sin
entender, liderados por Troye y Shannon que al igual que Lauren estaban enojados.

— ¡Oh! Pero mira Melissa, si han estado también el mariquitas y la lesbiana de mierda. —dijo con
desprecio el mismo chico de hace un rato.

— ¿Qué mierda quieren? —Shannon gruñó, situándose junto a mí al igual que Troye, pero yo seguía
abrazada a Lauren.

— ¿Qué está sucediendo Laur? —preguntó Patrick, mirándome.

—Luego te explico. —respondió Lauren. —Ahora debemos alejar a estos idiotas.

—Está bien. —respondió Pat, regalándome una pequeña sonrisa a la que no fui capaz de responder.

—Lauren...—sollocé.

—Shhh... pequeña tranquila. Ellos no te harán nada. —dijo, acariciando mi espalda y dejando un
pequeño beso en mi cabeza.

Respiré profundamente y logre tranquilizarme del pequeño ataque de nervios que estaba sintiendo
para después alejarme un poco y mirar a Lauren a los ojos.

Ella seguía con el ceño fruncido, sus ojos más oscuros de lo normal, completamente enfurecidos con
la mirada hacia aquel grupo de chicos que seguían riéndose mientras mis amigos no entendían lo
que sucedía.

—Lauren. —la llamé.

Ella rápidamente me miró y sus ojos se suavizaron, me regaló una pequeña sonrisa, tratando de
transmitirme confianza.

—Todo estará bien H. —repitió.


—Lo sé, pero necesito enfrentarlos. —dije.

— ¿Segura? —preguntó.

—Sí. —respondí.

Ella hizo una mueca y asintió.

—Estaré justo aquí. No dudes en buscarme si me necesitas. —me pidió.

Asentí y la abracé, para después alejarme y girarme para enfrentar a las personas que tanto daño
me habían hecho.

Pero la diferencia de aquel entonces con este momento, es que tenía a personas apoyándome
realmente. Los miré. Seguían siendo los mismos de siempre, aunque no conocía a todos, solo a unos
cuantos. Ellos seguían con su sonrisa burlona.

Entonces, miré a mí alrededor. Todos los chicos estaban rodeándome, y aunque no sabían lo que
sucedía, simplemente me protegían.

Sentí que alguien tomó mi mano y me encontré con Charlie, mirando fijamente al otro grupo. Él me
miró y me sonrió.

—Estoy aquí. —susurró. Posó una mano en mi mejilla y me dio un pequeño beso en los labios. —Y
te quiero.

Sonreí feliz y me separé de él, caminando entre los chicos hasta quedar a una pequeña distancia
separada del otro grupo. Vi cada uno de sus rostros, pero me interesé más por el de Melissa y Jacob.
Ambos eran tal para cual, realmente merecían estar juntos.

Melissa tenía una mueca de disgusto en el rostro, tal vez al darse cuenta que en realidad no andaba
sola. Mientras Jacob tenía el ceño fruncido y miraba sobre mi hombro, seguí su mirada y me
encontré con Charlie.

Shannon estaba unos centímetros detrás de mí y me sonrió, dándome apoyo, al igual que Troye.

Suspiré y miré a Melissa.


— ¿Qué quieres Carter? —pregunté, parándome firme frente a ellos.

Melissa sonrió arrogante y se cruzó de brazos.

—Entonces no has estado muda. —su séquito empezó a reír. —Así que ya tienes amiguitos...—se
burló. —Lindos los neoyorquinos.

—Muy lindos. —dijo Sarah, mordiéndose el labio.

—Pero bueno...—suspiró, mirando sus uñas. —Supimos que estarías aquí... que feo de tu parte irte
sin despedir, sobre todo de mí, que fui tu mejor amiga desde la infancia. —su sonrisa burlona me
lleno de rabia. —Supe también que te harán tu fiesta de dieciséis ¿Por qué no me invitaste querida
Hailee? —preguntó con sarcasmo.
—Estuve esperando mi invitación Hailee, creí que después de todo lo bien que la pasamos no te
olvidarías de mí. —sonrió burlonamente Jacob.

—Eres un...

—No, Shannon. —interrumpí. —Yo no puedo pedirles que se vayan porque no soy dueña de la playa,
y me importa una mierda lo que hagan o no con sus malditas vidas de porquería. —gruñí, dejando
que todos esos recuerdos del pasado se convirtieran en ira. —Aunque parece que no tienen una
vida porque recuerdo que lo único que sabían hacer con ella era fastidiarme siempre...

—La pequeña Hai...

—Tu cállate Melissa...—interrumpí rápidamente cualquier mierda que soltaría y su sonrisa se


desvaneció. —Tu eres el ser más despreciable de este mundo... eras mi mejor amiga, ¡confiaba en
ti, maldita sea! No sé qué hice para que decidieras hacerme daño, la verdad no lo sé. —sollocé. —
Creí que realmente eras mi hermana pero solamente eras una maldita zorra di sfrazada de cordero,
capaz de saltar y atacar en su primera oportunidad. Ellos no saben lo que ustedes me hicieron, ellos
no sabían de mi familia hasta poco después de conocerme. Ellos no se interesaron por mi apellido
¡Ellos si son mis amigos! —señalé a mis amigos, sin dejar de mirar fijamente a Melissa.

»Nunca quise creer que la niña de seis años que me ayudó atando mis agujetas y limpió la herida de
mi rodilla sería capaz de hacerme daño. —sollocé. —Desde ese momento te vi como una de mis
personas favoritas, confiaba en ti, te contaba todo a ti. Mi madre te invitaba a nuestros paseos. Mis
abuelos te adoraban. Mi padre no dudaba en invitarte a nuestros viajes, sin importar si tus padres
podían costear todo, él se encargaba de eso. —sonreí irónicamente. —Tuviste los placeres de ser
amiga de un Steinfeld hasta que decidiste darme la espalda. —suspiré.

»No tenía a nadie más, creía que con una mejor amiga todo estaría bien porque nunca pensé que
me abandonarías. Pero lo hiciste y me lastimaste mucho. No espero que mis palabras te lastimen,
después de todo entendí que yo para ti no fui nada, cuando tú para mi fuiste una de las personas a
las que más quise. —una pequeña lágrima resbaló por mi mejilla. —Melissa, lamento mucho haberte
opacado tantos años, si esa es tu excusa para lo que me hiciste, pero yo nunca te dejé llorar. Siempre
limpié tus lágrimas y te abracé cuando me necesitabas. Y cuando yo te necesité, tú te encontrabas
siendo la causante de mis lágrimas.

»Pero ¿sabes? Me fui. Y retomé mi vida, y encontré a personas maravillosas a las que solo les
importo yo, no mi apellido, no mi dinero. —asentí, sonriéndoles a todos mis amigos. Pude ver como
Alexa lloraba abrazando a Megan, seguro era por las hormonas. —Tú y tú. —la señalé junto a Jacob.
—No son más que un recuerdo que cada vez se vuelve menos nítido. —sonreí. —No les voy a
permitir que me sigan arruinando. Si sus vidas son tan aburridas y sus padres no tienen tiempo para
prestarles atención, no es mi culpa. Solo dejen de joderme la vida, y busquen algo que hacer,
imbéciles.

— ¡Esa es mi H! —exclamó Lauren. Giré la cabeza y le sonreí, ella se acercó y me abrazó. —Estoy
orgullosa de ti. —dijo, apretándome entre sus brazos.

—Gracias. —suspiré, alejándome del abrazo.


—Escucharon entonces. —dijo Patrick parándose delante de todos junto a Ryan y Charlie. —Creo
que será hora que nos dejen disfrutar nuestra tarde niñatos.

— ¡¿A quién le dices niñato?! —gruñó Jacob, acercándose a Patrick.

—Mira, pequeñín. —suspiró Patrick, cruzándose de brazos. —Estoy a poco de perder mi paciencia,
y con todo lo que escuché, darte una paliza a ti y a tus amigos es algo que me llenaría de gusto.

—Quisiera ver eso. —Jacob lo retó, y Patrick estuvo a punto de ceder a su petición.

—Alto ahí Pat. —dijo Lauren. —Recuerda que es un niño de dieciséis y tú ya eres mayor, evitemos
que mamá tenga que viajar a Miami para sacarte de aprietos.

Patrick gruñó.

—No me dejaste golpear al idiota de Rick porque decidiste cargártelo sola, y ahora tampoco me
dejas golpear a este niñato. —dijo Patrick.

—Lauren tiene razón, Pat. —dijo Megan.

Lauren masajeó el hombro de su hermano y miró a Jacob con una pequeña sonrisa.

—Pero, yo sí puedo.

Jacob rió con ganas.

— ¿Tu? Una chica, por f...—se vio interrumpido por el puñetazo que Lauren le dio en la cara.

—De nada. —dijo Lauren sonriente.

Jacob se puso de pie, tambaleando un poco y con la nariz sangrando.

—Maldita perra. —gruñó.

— ¡Eh! A mi hermanita no. —dijo Patrick deteniéndolo nuevamente.

— ¿Quieres golpear a una mujer, eh? Solo así te crees muy hombre. —dijo Ryan.

— ¡Ella me golpeó primero! —gritó Jacob.

— ¿Te golpeó? ¿Cuándo? Mi pequeña cuñada no es capaz de hacer eso. —dijo Ryan, haciéndose el
desentendido y burlándose de Jacob. —Es solo una chica ¿no? Tú lo dijiste.

— ¡Maldita sea! —gruñó. —Beck, ayúdame. —llamó al otro chico que estaba con ellos y él
simplemente negó, alejándose un poco. Y no era para menos, si Ryan tenía talla para pasar como
boxeador, aunque era de los que tienen pocos músculos. —Eres un marica. —gritó Jacob.

—Me parece que tus amiguitos entendieron el mensaje de Hailee, así que es hora de que tú también
lo hagas y se vayan de aquí. —dijo Charlie, mirándolo fijamente.

—Esto no se queda así perra. —dijo mirando a Lauren, quien simplemente sonrió haciéndose la
desentendida. —Me voy porque quiero, no porque me lo ordenaste. —le dijo a Charlie, quien
simplemente se encogió de hombros y me abrazó. —Y tu pequeña Steinfeld, espero volver a verte
y pasarlo bien de nuevo. —hizo aquella sonrisa suya que derretiría a cualquiera, pero que a mí solo
me daba asco y me irritaba.

Charlie intentó acercarse pero lo detuve y Jacob se fue, empujando al tal Beck siendo seguidos por
Hannah y las otras dos chicas, mientras Melissa se quedaba de pie, mirándome.

—Tus amiguitos se fueron Carter, ve por ellos antes de que alguien intente darte la espalda. —dije.

Ella rodó los ojos y tras soltar un suspiro, se fue.

—Adiós para siempre Melissa. —susurré.

Capítulo 39

Camila's POV

—... y realmente estoy enamorada de ella. —suspiré al terminar de contarle todo a mis amigas.

En la mañana nos habíamos encontrado en la cafetería de siempre para tomar el desayuno como
en los viejos tiempos, e incluso Nina estaba invitada. Eso me hizo sentir un poco me jor. Tener a dos
de mis amigas que ya sabían de mi nueva relación es un gran apoyo.

Pero después de comer, Dinah nos invitó a su casa, sabiendo que aquel tema era preferible tratarlo
en algún lugar privado.

—Yo...—Taylor susurró, sin saber cómo continuar.

Mordí mi labio inferior con fuerza, teniendo miedo a lo que dirían. Sus rostros desconcertados me
hicieron entrar en pánico. Si bien Dinah y Nina lo tomaron de buena manera, no esperaba que las
chicas actuaran de la misma forma, simplemente no podía suponer que ellas también podrían
aceptarlo. Al menos esperaba que no se enojaran, o algo por el estilo.

Normani tenía el ceño fruncido y mordía su labio, parecía como si estuviera en una batalla mental,
al igual que Selena. Los segundos se hacían eternos y me empezaba a sentir frustrada por eso.

Nina me sonrió y tomó mi mano sobre la mesa, dándole un leve apretón.

—Bueno chicas, que Camila se va a desmayar si no dicen algo ya. —dijo Dinah, caminando hacia la
nevera y sacando una botella de agua.

—Sé que es... extraño, o como quieran llamarle, pero yo realmente...— suspiré. —Yo realmente
estoy enamorada de ella.
Ally suspiró audiblemente, captando la atención de todas. La pequeña rubia me miró fijamente,
regalándome una suave sonrisa.

—Ella realmente te gusta. —no lo preguntó, lo aseguró. Y yo simplemente asentí. —Bueno ¡Dios!...
—sonrió nerviosamente. —Te quiero mucho Mila... realmente no sé qué pensar, pero nunca te
había visto tan feliz como ahora y no puedo arruinarte eso. —dijo suavemente, logrando que mi
corazón se controlara un poco. —No necesitas de nuestro permiso para salir con ella, pero me alegra
que hayas decidido contárnoslo. —la pequeña caminó hasta mí y me abrazó.

— ¿Entonces no estas enojada? —pregunté, devolviéndole el abrazo.

Taylor resopló, arreglando su cabello y cruzándose de brazos.

—No estamos enojadas, solo... confundidas ¿desde cuándo te gustan las chicas? —preguntó,
elevando una ceja.

Ally y yo nos separamos del abrazo y miré a mi amiga, mordiéndome el labio con nerviosismo.

—No lo sé, creo que solo me gusta ella. —respondí.

—Camila...—suspiro Selena. —Bueno, yo no sé qué decir. Te quiero mucho, eres mi cuñada y lo


único que deseo es que seas feliz, y si esa niña te hace feliz, pues... bienvenida. —dijo, regalándome
una pequeña sonrisa.

—Gracias Selena. —le sonreí.

—Claro que sabemos que es ilegal puesto que ella aún tiene dieciséis años, y tu treinta y uno...—
suspiró Normani. —Siempre y cuando no te demanden no hay problema ¿verdad? —bromeó.

—Tonta. —reí.

—Te quiero Mila, y todos estos años has estado sola, ya era hora que encontraras a alguien... aunque
sinceramente no nos esperábamos esto. —dijo Mani.

— ¡Pero si las hubiesen visto besarse! —exclamó Nina, llevándose las manos a la cara.

— ¿Lo grabaste? —preguntó Dinah rápidamente.

—No, claro que no. —respondió la chica. —Pero fue intenso. —asintió.
—Ya basta. —susurré, sonrojada.

—Taylor. —susurró Ally, recordando que la rubia aún no había dicho nada.

Dirigí mi mirada a la rubia más alta y ella soltó un suspiro, dejando caer sus brazos.

— ¿Qué puedo decir? —preguntó, sonriendo. —Solo espero que seas feliz Mila, y que esa niña no
te rompa el corazón. —dijo seriamente.

—No lo hará. —aseguré, aunque con algo de nerviosismo al no saber que nos depararía el futuro.

—Eso espero, de todas maneras tenemos que hablar con ella. —las demás asintieron de acuerdo.
—Bueno, yo que las he visto puedo decirles que esa niña está loca por Camila, y para su edad es
muy madura. —dijo Nina, saliendo en defensa de mi linda ojiverde.

—Pues aún falta que la conozcamos mejor, si va a ser parte de la familia. —dijo Selena.

—Hablando de eso, no se lo puedes contar a Justin, no aun. Todo se sabrá con el tiempo,
simplemente no creo ser capaz de enfrentarme a mis padres y mucho menos a Hailee aun. —dije.

—Pero no puedes dejar que el tiempo pase, Mila. Las cosas terminarán sabiéndose en cualquier
momento y no sería bueno que Hailee se enterara por terceras personas. —dijo Taylor.

—Tay tiene razón. —apoyó Selena.

—Lo sé, pero aún no lo hemos hablado con Lauren. Ni siquiera e stamos en una relación oficial. —
gemí frustrada.

— ¿Y para cuando termina con la novia? —preguntó Normani.

—Dijo que lo haría pronto, pero le pedí que fuera después de este fin de semana. Kendall también
es amiga de Hailee y no quería que hubiera tensión entre ellas en este viaje. —respondí.

— ¿Y no están durmiendo juntas? —preguntó Normani.

—No. —respondí.

— ¿Cómo lo sabes? —preguntó Taylor.

—Ella me lo dijo, durmió en el sofá. Además ha estado un poco distante últimamente de su novia.
—respondí.

—Pero...

—Ya dejen a Camila. —gruñó Dinah, que se había mantenido al margen. —La chica está loca por
nuestra amiga, y ella está queriendo hacernos parte de su felicidad, así que no la hostiguen más
con sus preguntas y déjenla, que ya está grandecita para saber lo que hace.

Taylor y Normani suspiraron, para luego asentir de acuerdo.

—Además, Lauren también se preocupa mucho por Hailee. —dijo Nina. —Seguro es para ganar
puntos con Camila. —sonrió divertida.

— ¿Has pensado en cómo reaccionará Hailee? —preguntó Ally.

—No, pero sé que no será nada bueno. —suspiré.


Capítulo 40

Camila's POV

— ¡Llegamos! —gritó Selena al entrar a la casa de mis padres, donde nos estábamos quedando
todos este fin de semana.

—No que llegarían al medio día. —dijo mi madre, saliendo de la cocina.

—Se nos hizo larga la charla. —bromeó.

— ¿Estuviste con Haiz? —pregunté, mientras me acercaba a ella y besaba su mejilla.

—Sí, llegue hace poco. —respondió, con una sonrisa tensa.

Fruncí el ceño y la miré.

— ¿Qué sucedió? —pregunté.

Ella suspiró.

—Melissa estuvo en la playa. —dijo.

Mis ojos se abrieron por completo, pensando lo peor.

— ¿Cómo esta Haiz? —pregunté rápidamente.

—Ella está bien. —sonrió. —Sus amigos la apoyaron, y Lauren golpeó a Jacob. —sonreí, imaginando
a mi linda ojiverde defendiendo a mi hija.

La preocupación no desapareció de mi cuerpo después de todo. Saber que mi pequeña había estado
expuesta nuevamente a esos chicos me hacía sentir terriblemente mal.

— ¡Tengo que ir a verla! —dije, decidida.

No podía siquiera imaginar cómo se habría sentido Hailee al estar nuevamente frente a e sos chicos
que tanto daño le habían hecho. Agradecía que sus amigos estuvieran presentes y la defendieran,
sobre todo Lauren, definitivamente ella quería mucho a Haiz y saber eso me llenaba de alegría. Ellas
tenían una linda amistad y mi linda ojiverde cuidaba de Hailee, pero temía que en el momento que
mi hija se entere lo nuestro, todo cambie.

—La niña está bien. —repitió mi madre.

—Solo necesito verla. —suspiré, confiaba en mi madre, pero necesitaba ver a Hailee y asegurarme
que realmente estaba bien.

—Camila, Hailee está bien. —dijo Selena con firmeza. —Ella está bien, esta con sus amigos. —dijo,
mirándome a los ojos.

Suspiré.
—Está bien. —susurré derrotada, aceptando lo que mi madre y mi cuñada decían. Pero aun así
confirmaría que todo iba bien con mi hija. —Voy a mi habitación. —dije, caminando hacia las
escaleras.

—Susan iba a enviar a estilistas para Hailee, así que no te preocupes por eso. —comentó mi madre.
—Y Drew llamó, el auto estará...

—A las ocho, lo sé. —interrumpí sin detener mi caminar.

—Bien, yo iré a alistarme y arreglar el traje de Justin. —escuché a Selena murmurar, antes de cerrar
la puerta de mi habitación.

Saqué el teléfono de mi bolso y rápidamente marqué a Lauren.

—Vamos cariño, contesta. —Susurré, escuchando los timbrazos— ¡Lauren! — chillé cuando la
ojiverde descolgó el teléfono y escuché su leve suspiro al otro lado de la línea.

—Hola, mi señora bonita. —Susurró Lauren, dejando escapar otro suspiro— ¿Qué tal fue en su
reunión del té? —bromeó.

No pude evitar sonreír como una tonta adolescente cuando escuché su voz.

—Bien todo fue bien, ellas lo aceptaron a su modo. Ahora quieren hablar contigo. —respondí.

—Creo que mejor me esconderé toda la noche. —bromeó.

—Laur. —suspiré, caminando hasta mi cama y dejándome caer de espaldas sobre el colchón.

—Espera. —susurró. Se escuchaban voces de fondo, hasta que poco a poco se debilitaban, para
finalmente no escucharse nada. —Ahora sí. Acaban de llegar unas estilistas y eso, para ayudar a
Hailee. —dijo.

—Sí, mi madre me dijo que Susan haría eso. —suspiré, tomando una de las pequeñas almohadas y
colocándolas sobre mi pecho.

Ella dejó escapar un sonoro suspiro al otro lado de la línea.

—Tu madre ya te lo conto. —afirmó.

—Si...

—Amor, ella está bien. Te prometí que cuidaría de ella.

Por un momento me quede shockeada por la palabra que había utilizado para referirse a mí, pero
pronto lo dejé pasar y continúe.

— ¿Cuidaste de ella? —pregunté, sintiendo como me enamoraba de ella cada vez más, a cada
segundo.

—Es mi amiga, y es tu hija. Si puedo evitarlo, jamás permitiré que le vuelvan a hacer daño, mucho
menos que alguien se atreva a hablar mal de ti. —podía imaginarla con el ceño fruncido.
—Te contó esa parte. —suspiré.

—Sí, lo hizo. —dijo.

— ¡LAUREEN! —escuché el grito de mi hija, y supe que era momento de dejar ir a la ojiverde.

—Nos vemos en la noche. —dije, a modo de despedida.

—Estoy ansiosa por verla. —suspiró.

—Yo también. —sonreí.

—Nos vemos entonces. Y por cierto, Hailee está muy bien, y dudo mucho que esos chicos vuelvan a
intentar acercársele.

—Eso espero. —susurré.

***

Lauren's POV

Eran las ocho de la noche ya, y todos estábamos listos para la fiesta, esperando únicamente que el
vehículo que nos llevaría estuviera listo. Miré a Hailee que hablaba animadamente con Cara y
Kendall, las tres se veían lindas en sus vestidos, sobre todo mi amiga. Hailee lucía preciosa en aquel
vestido celeste que sus abuelas se habían encargado en conseguirle, y Charlie no paraba de mirarla
a cada segundo, babeando porque definitivamente mi amiga era preciosa.

En cualquier momento cualquiera tendría un accidente debido a toda la baba que derramaba el
idiota de Puth. No pude evitar reír ante el pensamiento, y tampoco podía culparlo, si mi amiga era
muy hermosa, igual a su madre, así que lo comprendía. Yo tambié n babeaba, pero por Camila, y era
peor.

Y es que Camila era la mujer más hermosa, y ahora era mía, y me aseguraría que lo fuera por
siempre.

Ahora pensando en ella me di cuenta cuanto la había extrañado en todo el día, necesitaba al menos
verla un segundo para ser feliz y apenas habíamos hablado un rato por teléfono en la mañana, y
luego otro rato en la tarde. Me había vuelto adicta a ella, a pasarme mirándola todo el tiempo
posible, a sus labios, a su dulce aroma y sus tiernas caricias.

Suspiré, observando a Hailee ahora hablando tímidamente con Charlie, que se encontraba
completamente sonrojado, y es que Hailee se veía tan preciosa que intimidaba.

Sonreí al darme cuenta que Hailee también estaba sonrojada, ella me había confesado que se sentía
atraída por Charlie, y sin duda alguna harían una linda pareja.

Revisé mi teléfono y sonreí al ver un mensaje de Camila.

De: Señora Cabello


Creo que voy a matar a Dinah, no deja de fastidiarme y será mejor que te vayas preparando, ella
está esperando poder verte por fin y te aseguro que te hará la vida imposible.

Pdta.: Te quiero, ya quiero verte.

Suspiré y tecleé rápidamente una respuesta.

Para: Señora Cabello

Estaré preparada para lo que sea que suceda esta noche con sus amigas, estoy dispuesta a luchar
por usted si es necesario. La quiero mucho y estoy deseando verla ya.

Y rápidamente lo envié.

—Lauren, vamos. —Kendall apareció de la nada, situándose de pie delante de mí.

No podía negar que mi novia se veía hermosa, ella era realmente preciosa sin necesidad de
maquillarse, pero esa noche se veía deslumbrante y quería si quiera sentir un poquito de emoción,
después de todo Kendall y yo éramos amigas antes de empezar a salir y eso no iba a cambiar, o al
menos eso esperaba.

Sonreí y me puse de pie. La abracé y ella rápidamente correspondió. La quería mucho, muy aparte
de sentir algo románticamente hacia ella, la quería como la gran amiga que era y esperaba muy en
el fondo de mi corazón que al terminar la relación, nuestra amistad continuara de la misma manera.
No quería perderla como amiga.

Y aunque últimamente habíamos estado demasiado tiempo separadas, podía notar que yo no era
la única que pensaba que esta relación había llegado a su punto final, pero ambas parecíamos tener
miedo de destruirnos, o dañar la bonita amistad que teníamos.

Sin importar lo que sucediera, una vez regresáramos a New York, hablaría con Kendall.

¡Oh Dios! ¡Oh! ¡Dios! Camila se veía deslumbrante esta noche en ese vestido blanco que se pegaba
perfectamente a sus curvas y me dejaba ver parte de su espalda, y una de sus largas y morenas
piernas que tanto me encantan... ¡Mierda! Necesitaba besarla, besarla mucho y arroparla entre mis
brazos.

Suspiré con fuerza, sintiendo mi cuerpo temblar por el deseo creciendo desde lo más profundo de
mí ser. Ella aún no se percata de mi presencia, está sonriendo hermosamente mientras habla con
las que supuse son sus amigas. Hailee también esta con ellas, mientras es abrazada por dos rubias
altas.

— ¡Auch! —gemí de dolor. No me había dado cuenta que estaba mordiendo muy fuerte mi labio
inferior.

Despegué mi vista del grupo de mujeres y me concentré en la conversación de Kendall con las chicas,
aún no habían llegado muchos invitados. Apenas estábamos nosotros y unos cuantos pequeños
primos de Hailee correteando por el lugar.
—Woow. —susurró Lucy, mirando sobre mi hombro. —La mamá de Hailee se ve preciosa. —
comentó, y rápidamente varios giraron la cabeza para verla.

Yo solo sonreí, ella se veía más que preciosa, no existía aun palabra alguna que lograra describir lo
hermosa que era aquella mujer.

—Hailee viene hacia acá, disimulen el hecho de que han estado viendo a su madre. —bromeó
Charlie.

Reí despacio, viéndolos a todos disimular. No sentí celos, más bien sentí orgullo. Ellos solo podían
ver, porque esa mujer ya era mía.

—Chicos, quiero presentarles a mis tías. —dijo Hailee, llegando hasta donde estábamos.

Dirigí mi mirada nuevamente al grupo de mujeres, y esta vez me encontré con un par de ojos
marrones observándome detalladamente, con una enorme sonrisa en el rostro. La vi suspirar y
morder levemente su labio. El deseo quemándome nuevamente por completo en mi interior.

No estaba prestando atención a lo que hablaban los chicos con Hailee, mi mirada y concentración
estaban dirigidas por completo en la forma tan sensual con la que ella mordía su labio, hasta que
Hailee tomó mi brazo y me sacó de mis pensamientos no tan sanos con su madre.

Ella tiró de mí, siendo seguidas por los otros chicos.

—Hola chicos ¿Qué tal la tarde? —preguntó Nina, saludándonos a cada uno.

—Bien, con pequeños inconvenientes, pero bien. —respondió Patrick.

Camila también nos saludó, con un beso en la mejilla a cada uno, dejándome al final.

—Te extrañé. —susurró en mi oído antes de separarse.

Sonreí complacida, yo también la había extrañado.

—Bueno chicos, estas son mis tías Dinah, Normani, Taylor, Ally y Selena. —dijo Hailee, señalando a
cada una.

—Yo soy la tía más genial de todas. —gritó la que identifique rápidamente como Dinah, y quien
según Camila, era quien estaba más al tanto de nosotras.

—Eso no es cierto Hansen ¿verdad Haiz? —preguntó la otra rubia, Taylor.

—Amm...—Hailee murmuró, haciendo una pequeña mueca con los labios, quedándose
completamente callada.

Taylor jadeó y colocó su mano sobre su pecho, aparentando estar ofendida.

—Te quiero mucho, tía. —dijo Hailee, abrazándose a la cintura de la mujer.

Camila y sus amigas habían empezado a reír por la actuación de su amiga y su hija.

—Ya, ya enana...—dijo Taylor, abrazándola. —Sé que prefieres a esa idiota.


—Las quiero a todas, y tú también eres genial. —dijo Hailee.

—No, el daño ya está hecho.

— ¡Ay! ya deja el drama, rubia. —gruñó Dinah. —La chica me prefiere ¡solo mírame! Como no
adorarme. —dio una vuelta en su lugar e hizo unas cuantas poses. — ¿Ves?

—Tranquila Hansen. —dijo Taylor, riéndose.

— ¡Dios! Ustedes parecen un par de adolescentes. —sonrió la más bajita de todas. —Soy Ally chicos,
es un gusto conocer a los amigos de nuestra pequeña Haiz. —dijo la mujer, su sonrisa siempre
presente y amigable.

—Es un gusto conocerlas. —sonreí.

Ally rápidamente me observó y me regaló una pequeña sonrisa de confidencialidad, acompañada


de un guiño. Camila me había dicho que sus amigas querían hablar conmigo, y yo estaba dispuesta
a todo por ella.

Casi una hora después, el lugar se empezaba a aglomerar de personas. Troye y Shannon habían
llegado juntos poco después de la pequeña presentación con las tías de Hailee. Sabía que les llamaba
tías a todas porque eran amigas de Camila y así las había conocido. Incluso una de ellas, la muy
embarazada Selena, era la esposa de su tío, el hermano gemelo de Camila, Justin, a quien aún no
tenía la oportunidad de conocer. Aunque tampoco me encontraba ansiosa por hacerlo.

Habíamos conocido a Jackson Cross y aparte de ser un chico super atractivo, era muy amigable, pues
no tardó nada en acoplarse a nosotros. Aunque hubo un pequeño ceño fruncido y una mueca de
parte de Charlie cuando Troye insinuó algo entre él y Hailee, pero pronto se le pasó, cuando llegaron
varios de los excompañeros de Hailee, entre ellos, la novia de Jackson.

Al inicio, Hailee corría de un lado a otro, recibiendo a los invitados y presentándonos a varios de sus
familiares, sobre todo a mí. Había conocido a Shawn Mendes, el mejor amigo de su padre, y a Bea,
la esposa de él.

Varias veces, Hailee me alejó del grupo y me pedía que la acompañase mientras recibía a los
invitados, porque se encontraba muy nerviosa. Aunque lo disimulaba bien con esa enorme sonrisa
que tenía en el rostro.

Si no estaba junto a Hailee, Kendall me agarraba el brazo muy fuerte y me forzaba a quedarme a su
lado. Ella no había actuado así desde hace mucho y aunque se notaba que se divertía, podía ver algo
de molestia en su rostro.

Parecía estar celosa, pero no entendía que le pasaba. Ella sabía que Hailee y yo éramos buenas
amigas y nunca podría pensar en ella de otra manera, y yo era muy cuidadosa en cuanto a mirar a
Camila, quien conversaba animadamente con sus amigas, o sus parientes, o en otros casos
acompañaba a Hailee cuando yo no estaba.
No creo posible que ella se haya fijado en nuestras miradas, estaba segura que no era eso, pero sea
lo que sea, espero que se le pase pronto.

—Kendall estoy algo cansada ¿quieres beber algo? —le pregunté mientras bailábamos.

—Si, por favor. Iré a sentarme un momento. —dijo, señalando la mesa donde Alexa hablaba
animadamente con Shannon, y donde estaban varios de nuestros amigos.

—Claro, ve. —respondí.

Cuando llegué a la mesa donde estaba el ponche, serví dos vasos y me quedé un momento ahí,
escaneando el lugar. Hailee hablaba animadamente con dos chicas rubias que fueron sus
compañeras de su antiguo colegio, y con Keana. Se podría decir que todos los invitados ya habían
llegado y eran muchos, familiares de Hailee y pocos amigos que conservaba en esta ciudad.

Vi a Drew sonreír mientras de lejos observaba a su hija atentamente. Aquello me hizo sonreír. Sin
duda alguna mi amiga tenía un gran padre, y una madre preciosa.

Reí levemente cuando Drew frunció el ceño al ver a Charlie tomar la mano de Hailee y llevarla hasta
la pista de baile, era muy gracioso todo. Camila por su parte, sonreía feliz al ver a su hija feliz,
incluso yo rebosaba de felicidad por Hailee después del incidente de hoy. Ella se merecía todo lo
bueno que le podría ofrecer la vida. Ella y su madre.

Camila me miró y me regaló un pequeño guiño, para después continuar conversando. Suspiré ¡Dios!
Esa mujer me tenía completamente mal, necesitaba poder tenerla en mis brazos ya.

—Trata de disimular un poco, estas comiéndote con la mirada a mi amiga y cualquiera podría
notarlo. —escuché a mi lado. Giré un poco mi cabeza, encontrándome con Normani y Taylor,
sirviéndose un poco de ponche.

—H-hola. —saludé.

Sé que en un inicio dije que sin importarme nada lucharía por Camila, pero esas dos eran algo
intimidantes.
—Oye queríamos hablar contigo. —suspiró Taylor, tras dar un sorbo a su bebida.
—Claro. —respondí, tratando de sonar lo menos nerviosa posible.

—Solo queríamos decirte, que...

—Esperamos que no le hagas daño a nuestra amiga. —intervino Normani, mirándome seriamente.
—Entendemos que seas una adolescente que quiera experimentar con una mujer mayor. —quise
intervenir, pero me lo impidió. —Déjame terminar. No sabemos mucho sobre ti, solo lo poco que
Camila nos contó. Pero si realmente la quieres, lo único que te pedi mos es que no la lastimes.

—Yo, nunca la lastimaría. —respondí.

—Eso es lo único que queremos. —dijo Taylor. —Aún se nos hace extraño que ella este saliendo
contigo, siendo tu tan joven. Pero esperamos que ella sea feliz, y si tú la haces feliz, entonces no nos
queda más remedio que aceptarlo.
—Solo recuerda que Camila tiene treinta y un años, y tú eres una adolescente de dieciséis... su
diferencia de edades puede traerles problemas. —dijo Normani.

—Yo realmente quiero a Camila, y la haré feliz. Aún es pronto para decirle a Hailee, pero sé que
algún momento llegará el día en que debamos decírselo y estaré junto a ella. —dije seriamente. —
En cuanto a mi relación actual. —suspiré. —A penas estemos devuelta en New York, hablaré con
Kendall.

—Espero que así sea. —dijo Normani, para después darse la vuelta y marcharse.

—Así será. —asentí, observando a Taylor dejar el vaso sobre la mesa.

—Confío en ti. —asintió, y antes de marcharse, me regaló una pequeña sonrisa.

Suspiré muy fuerte, y tomé nuevamente los vasos de ponche que había dejado sobre la mesa, para
dirigirme donde se encontraban mis amigos y Kendall.

—Toma Kenny. —dejé el vaso de ponche sobre la mesa junto a ella.

Kendall rápidamente giró y me sonrió tiernamente, para después tomar mi mentón y tirar de mí,
besando mis labios. Le seguí el beso algo más tímido, sus labios me gustaban, pero no eran los de
Camila que me encantaban. Sus besos no provocan en mí las ganas de apretarla entre mis brazos y
fundirnos como me pasa con Camila cada vez que me besaba.

Al separarnos le sonrió tiernamente, llevando mi vaso de ponche a mis labios.

—Gracias cariño. —me guiñó el ojo y regresó a su conversación con Alexa y Shannon.

Suspiré y busqué con mí mirada a Camila, por suerte se encontraba ocupada hablando con el servicio
de cátering, acompañada de Dinah. Cuando se desocupó de eso, se giró y nuestras miradas
conectaron, ella me sonrió y esta vez yo le guiñé.

Ella negó y caminó junto a Dinah hasta donde se encontraba Drew. Bajé mi mirada hasta la mesa,
mi sonrisa no desaparecía. Estaba siendo muy feliz y era todo por esa mujer.

Dejé escapar una bocanada de aire y me enderecé en mi lugar. Observé un poco a los demás en la
mesa y me encontré con unos ojos azules algo perdidos. Cara estaba sentada a unos cuantos
puestos, junto a Rose, una prima de Hailee de México. Era muy guapa y tenía todo ese aire latino
que enloquecería a cualquiera.

Cara suspiró y sus ojos se encontraron con los míos. Le regalé una pequeña sonrisa y ella frunció
levemente el ceño, para después responder a mi sonrisa cortésmente y prestarle atención a Rose.
No teníamos una gran relación de amistad, pero me agradaba, y a Kendall parecía agradarle mucho
también.

—Quiero bailar. —escuché a Kendall gruñir y levantarse de su lugar, tomando mi brazo y tirando de
él hasta la pista de baile.

Yo también quería bailar, pero quería bailar junto a esa morena que me volvía loca.
*

Iba a dar la media noche y la pista rebosaba con las personas bailando. La cena había estado deliciosa
y Drew nos había deleitado con un par de palabras a su hija durante el brindis. Luego de eso, bailaron
padre e hija.

Todo había ido muy bien, pero lo malo era que Camila y yo teníamos que mantenernos distanciadas.
Lo único que nos conectaba eran nuestras miradas y nuestro deseo por estar junto a la otra.

Tomé un largo trago de whisky. Drew nos había dejado una sola botella alegando que era una noche
para disfrutar pero que no nos alegráramos tanto, porque esa sería la única botella que nos daría.

Observé a Kendall bailar en grupo junto a Alexa, Shannon, Troye y Keana. Mi novia esta noche estuvo
junto a mí a todo momento, normalmente en estos últimos días nos habíamos distanciado un poco
y a ninguna de las dos parecía importarle, sin embargo esta noche ella parecía enojada pero siendo
muy cariñosa conmigo.

Las mujeres somos tan complicadas de entender.

—Me gusta Keana. —escuché a Patrick, que estaba sentado junto a mí.

Di un pequeño sorbo y me giré para verlo.

— ¿Enserio? No me había dado cuenta. —respondí irónicamente.

Él rodó los ojos.

—No te molestaría ¿verdad? —preguntó.

— ¿Qué salgas con mi amiga? —pregunté. Él asintió. —No, para nada. Siempre y cuando no seas un
idiota con ella. —respondí.

Él sonrió y asintió, dándole un largo trago a su vaso, vaciándolo al instante.

—Iré a bailar con ella. —dijo, poniéndose de pie.

—Suerte. —sonreí.

—La necesitaré. —asintió, con una sonrisa nerviosa.

Observé a mi hermano caminar entre las personas y situarse detrás de Keana.

— ¿Qué hace Patrick? —preguntó Niall.

—Buscar su muerte. —respondí riendo, aunque muy en el fondo sabía que ambos hacían linda
pareja, además de que siempre había notado a Patrick observar mucho a Keana.

Ambos reímos observando como mi hermano tímidamente bailaba junto a Keana. Sabía que mi
amiga también sentía algo por el idiota de mi hermano. Además, mis padres ya la adoraban, así que
no había problema.

—Hola Lauren. —escuché una voz detrás de mí. Me giré levemente encontrándome a Dinah Jane.
Sonreí.

—Hola. —dije.

—Necesito que vengas. —pidió.

Niall se encogió de hombros y tomó un largo trago de whisky, y se levantó de su lugar.

—Iremos a bailar. —señaló a los demás chicos y chicas que se ponían de pie.

Asentí y me puse de pie también. Dinah me hizo una seña de que la siguiera y fui tras ella.

Los Steinfeld tenían un enorme jardín y Dinah me condujo por un largo camino hasta un pequeño
lago artificial. Esta familia sí que tenía mucho dinero. Ahora entendía la razón de que fuesen tan
respetados aquí en Miami.

Dinah se detuvo y me señaló.

—Espero que no me decepciones niña. Si Camila alguna vez llora por tu culpa, te mataré. —
amenazó.

Bien. Dinah parecía ser menos intimidante que las otras amigas de Camila, pero sin duda ella
adoraba mucho a Camila y sus palabras daban miedo.

—Cl-claro. —susurré.

Ella sonrió y aplaudió.

—Ve con tu cenicienta, tienen poco tiempo para estar juntas. Las chicas y yo trataremos de cubrirlas,
pero dudo que alguien se dé cuenta que hacen falta. —me dijo, para luego señalarme un pequeño
camino que guiaba a un gran invernadero.

Sonreí.

—Muchas gracias.

—Sí, lo que digas. Ve ahora.

Asentí y caminé rápidamente al invernadero.

Podía escuchar levemente la música que venía desde la fiesta, pero me concentré en buscar a
Camila.
—Hola. —susurré, cuando la encontré observando un par de flores.

—La abuela de Hailee ama las plantas, así que trata de que se mantengan bien e hizo construir este
gran invernadero. Hay plantas de diferentes países. —comentó.

Sonreí y me acerqué a ella, rodeando su cintura y escondiendo mi cara en el hueco de su cuello,


dejando pequeños besos.

—Mmm...—suspiró.
—La extrañe mucho. —dije, colocando mis manos en su cadera y alejándome un poco, para darle la
vuelta.

Ella sonrió y pasó sus brazos alrededor de mi cuello. Yo suspiré sintiéndola al fin entre mis brazos.
Apreté mi agarre en sus caderas, acercándola todo lo que podía a mí.

—Yo también te extrañé. —dijo ella, acercándose a besarme.

Sus labios se movían lentamente sobre los míos, mi lengua pidió permiso y ella rápidamente me
cedió el paso. Un gemido escapó de ambas al sentir como nuestras le nguas se enredaban entre
ellas.

Las manos de Camila acariciaban mi cuello, mientras mis manos picaban por bajar y apretar su
hermoso trasero.

— ¡Dios! Te ves tan bien en ese vestido. —suspiré, dejando a mis manos vagar por su espalda.

—Tú también. —suspiró ella, sus manos acariciando mis hombros, y su lengua acariciando mi boca.

Un gruñido se escapó de mis labios y mis manos apretaron su trasero, pegando su pubis a la mía y
ella gimió.

—Lauren. —susurró sobre mis labios, tomando mi rostro sin dejar de besarme.

—Te quiero tanto. —dije, sintiendo como ella mordisqueaba mi labio.

—Yo también. —suspiró, acariciando mis mejillas.

Nuestros besos ahora eran más lentos y cariñosos. Ella dejó un pequeño beso y se separó
lentamente, sonriéndome.

— ¿Qué te dijeron Taylor y Normani? —preguntó.

—Nada, solo que si te hacía daño la pagaría. —respondí, sonriéndole.

—Oh, lo siento por eso. —dijo, pasando sus brazos alrededor de mi cuello y juntando nuestras
narices.

—No te preocupes, no planeo hacerte daño y mucho menos alejarme de ti. —dije seriamente.

—Eso espero. —ella sonrió, y me enamoro más de lo que ya estaba. —No tenemos mucho tiempo,
pero lo poco que estaremos aquí seremos solo tú y yo. Ya habrá tiempo para hablar de lo demás. —
dijo, y supuse que se refería a Hailee, o tal vez a Kendall.

Asentí de acuerdo y la volví a besar.

—Toda la noche he querido a bailar con una hermosa mujer. —conté.

— ¿Ah, sí? —preguntó, sonriéndome.

—Sí.

—Entonces deberías pedírselo.


—Eso haré. —sonreí, y dejé un beso en su nariz. —Mi hermosa señora, aceptaría regalarme una
pieza. —pregunté, haciendo una reverencia.

—No hay música. —dijo, pues casi era imperceptible la música de la fiesta en este lugar.

—Eso no importa. —respondí, colocando bien mis manos en su cintura y empezando a moverme
junto a ella.

—Aún no he aceptado. —comentó burlonamente.

— ¿Acaso no quiere bailar conmigo? —pregunté, haciendo un puchero.

—Claro que sí. —respondió y reposó su cabeza sobre mi pecho, mientras nuestros cuerpos se
balanceaban el uno contra el otro, en una pequeña danza que iba al ritmo de nuestros latidos.

Capítulo 41

—Está decidido, le diré. —Kendall le dijo a Cara, quien sólo rodó los ojos.

—Es la tercera vez que me dices eso en la semana. —la rubia estaba sentada en el sofá con los pies
puestos sobre la mesa de centro. Hablaba normal, mientras cambiaba los canales de la televisión.

—Pero esta vez es de verdad. —Aclaró, sentándose junto a ella.

—También me has dicho eso tres veces. —bromeó, sonriéndole y tocando con la yema del dedo la
mejilla de su chica.

— ¿Puedes dejar de ser tan tierna? —los pucheros de Cara se desvanecieron para reír a carcajadas.

— ¿Puedes dejar de ser gruñona?

— ¿Puedes callarte?

— ¿Puedes besarme? —Kendall estaba por abrir la boca para decir otra cosa pero la cerró
inmediatamente al entender lo que había dicho. Una sonrisa iluminó su rostro y cualquier signo de
molestia desapareció.

Cara pasó el pulgar por la mejilla suave que poseía aquella chica, besó aquel sitio para terminar
besando sus dulces labios.

—Te quiero. —dijo Kendall dulcemente cuando el beso terminó.

Cara sonrío pero negó con la cabeza, sus frentes aún estaban unidas, sus ojos se veían directamente.
Los ojos azules junto a los marrones.
—No quiero que me digas eso. —Su voz estaba rota, una punzada sintió Kendall en el pecho al
escucharla.

— ¿Acaso no me quieres? —Estaba por alejarse, pero Cara la retuvo.

—No quiere que me lo digas a mí, si también se lo dices a ella.

Y fue cuando Kendall lo entendió, tenía que decir la verdad.

***

Kendall's POV

—Ya te di el tiempo suficiente para decirle. —dijo Vero mientras caminaba dándome la espalda en
los pasillos de aquel centro comercial. —Dijiste que lo harías apenas regresáramos de Miami, y eso
fue hace una semana Kendall. —dijo deteniéndose y girándose para enfrentarme.

—Vero, por favor, entiende. No he tenido la oportunidad, ni siquiera he pasado con Lauren mucho
tiempo estos días. —suspiré. —Escucha, si te enamoraras de alguien además de Lucy y... —ella
volteó inmediatamente y con la mano me señaló que me detuviera.

—Yo jamás le haría eso a alguien que quiero ¿Qué vas a saber tú de sentimientos cuando juegas con
los de Lauren? —preguntó fríamente. Sabía que ella no quería decirlo, pero antes de ser mi amiga,
era amiga de Lauren.

—Hey, no le hables así, idiota. —una mano se posó en mi cintura atrayéndome a un pecho. Cara
estaba junto a mí, protegiéndome.

—Pero miren quien llegó, la otra mentirosa y falsa. —dijo con voz burlona, alzando las manos
mientras las personas pasaban alrededor de nosotras —Oye, no vayas a robarme la novia.

Veía como Cara apretaba los dientes. Estaba furiosa, lo sabía. La rubia intentó caminar hacia Vero y
darle un golpe, pero la detuve a tiempo.

—Cara, basta. —advertí, ella aún con los dientes apretados se quedó quieta.

—Le diré a Lauren hoy mismo Vero, pero por favor, déjame ser yo quien le diga. —supliqué con
lágrimas en los ojos. Eso fue suficiente para que la mirada dura de Cara se ablandara, dio la vuelta
quedando frente a mí y limpio las lágrimas que estaban por mis mejillas.

—Hey, no llores, bebé. —puso sus manos a los lados de mi rostro, dejando un beso en mí frente.

—Ay, por favor. No tienen vergüenza. —Vero suspiró. Ella estaba molesta, pero ella no entendía
nuestra situación.

—Cállate o si no...

— ¿Si no, qué? —Verónica se puso frente a Cara empujándola, eso fue suficiente para que se llenara
de furia lanzándose contra ella.

—Cara, basta. —pedí, las lágrimas caían de nuevo.


Mi oji-azul no llegó a tocar a Vero porque fue inmediatamente a limpiar mis lágrimas nuevamente.

—Cobarde. —susurró Vero, riendo irónicamente.

Cara le dio una mala mirada que ni siquiera la inmutó.

— ¿Cuál es el problema con nosotras? —preguntó realmente muy, muy molesta.

—No me interesa lo que hagan, me preocupa Lauren.

—Lauren ni siquiera la quiere, no de la misma manera que yo la quiero. Se nota que no le pone
atención, o dime, ¿no lo has notado? —eso fue suficiente para que Verónica apretara los dientes y
se quedara callada.

Sabía que tenía razón.

Abracé fuertemente a mi rubia quedando lo más cerca posible, la necesitaba conmigo. Ella acarició
mi rostro y acercó sus labios a los míos en un dulce beso que me hacía sentir muy bien.

— ¿Kendall?

Esa voz.

Esa jodida voz.

Mierda, mierda ¡MIERDA!

No podía ser verdad.

Me alejé de Cara y giré, encontrándome con mi novia con un par de bolsas en la mano.

—Lauren. —susurré viendo sus ojos.

No se veía molesta o dolida, solo muy confundida. Hailee venía a su lado, estaba con la boca abierta.

— ¿Qué mierda? — frunció el ceño, mirándonos. — ¿Tu y Cara están juntas? —preguntó,
regalándonos una pequeña sonrisa.

— ¿Estás loca o qué? —preguntó Vero al escuchar la pequeña risa de Lauren. —Te está poniendo
los cuernos tu novia, amiga. —Verónica nos señaló dramáticamente.

Lauren hizo una pequeña mueca y se encogió de hombros — ¿Qué debería de hacer? —le pregunta
a Hailee quien también se encoge de hombros.

—A mí ni me preguntes. —respondió Hailee.

Cara y yo nos miramos confundidas.

—No creo que haya mucho que hacer. —dijo Lauren. —Las dos sabíamos que nuestra relación ya
no iba bien.

—Eso quiere decir que no estás molesta. —pregunté lentamente tratando de asimilar lo que estaba
pasando.

La ojiverde frunció el ceño y asintió.


—Sí, sí estoy molesta. Muy molesta. —dijo, acercándose.

Tragué saliva cuando estuvo frente a Cara.

—Tú. —señaló a mi rubia, que tenía el ceño fruncido, pero pronto Lauren soltó una pequeña risa,
confundiéndonos de nuevo. —Es broma no estoy molesta, o bueno tal vez contigo Kendall por no
haber sido honesta y decírmelo. Ahora estoy algo confundida, pero feliz por ti. Ya sabía yo que Cara
no solo te agradaba. —bromeó. —Sé que al inicio entre nosotras todo iba bien, pero las cosas han
cambiado en nuestra relación y lo único que me importa es que estés feliz. Así que, creo que
terminamos ¿no? —preguntó rascando su cuello.

—Lauren estoy confundida. —dijo Hailee, rascando un costado de su cabeza.

Lauren sonrió en respuesta, sus ojos parecían estar en una batalla, así que tenía que preguntarle lo
que más temor me daba.

— ¿Eso significa que seguiremos siendo amigas? —pregunté al borde de las lágrimas, jamás quisiera
perder la amistad con aquella chica que había sido muy especial para mí.

—Claro que sí, creo que finalmente lo nuestro no era para relación. —sonrió y me abrazo.

Todos estábamos en silencio hasta que Cara lo interrumpió dejando escapar una pequeña risa.

—Pero más te vale a ti cuidar bien de ella, y hacerla feliz. —amenazó Lauren a mi rubia, sin dejar de
abrazarme.

—Claro que sí. —respondió Cara.

—Eso espero. —Lauren dejó un beso en mi cabeza. —Te quiero Kenny.

Y si, finalmente todo se había aclarado. Lauren seguía siendo mi amiga y yo podría estar con Cara.

No podía estar más feliz.


Capítulo 42

Lauren's POV

Siempre existen esos pequeños momentos que marcan tu vida para siempre de una buena, o mala
manera. En este caso, era de la mejor manera posible.

Estaba realmente feliz de no haber sido yo quien terminara la relación con Kendall. Aunque por un
momento si me sentó mal ver a mi novia besarse con otra chica, sin embargo no quería demostrarlo.
No quería verme afectada pues yo la estaba engañando y era algo que ella no se merecía. Sabía que
tanto a ella como a mí nos dolía perder la amistad que en un principio tuvimos, ambas estuvimos
asustadas y lo entendía, por eso mi única reacción fue reír, después de todo, ninguna había salido
lastimada, o al menos no tanto.

Hailee me estuvo gruñendo un buen rato de camino a casa, recalcándome que fui muy suave con el
tema y que aunque a ella le caía bien Kendall, mi ex novia había hecho mal en tener una relación a
escondidas con Cara mientras salía conmigo. Yo no respondía porque por dentro, si me había
lastimado un poco. Pero preferí tomarlo de una manera en la que los sentimientos que aún tenía
por Kendall no me hicieran verme vulnerable. Ahora podía estar con Camila, sin sentir que dañaba
a Kendall.

Hailee parloteó un buen rato, para luego empezar a hablar sobre Cara y lo mucho que solía observar
a Kendall desde que nos presentó hace un par de semanas atrás. Y divagaba entre teorías sobre
ellas, para luego finalizar con que hacían una linda pareja.

Y quien entendía a esta chica, porque yo no podía. Pero la quería, y amaba a su madre.

—Lauren ¿Qué tal este? —Hailee apareció delante de mí con un lindo vestido rojo. Estábamos
terminando de hacer las compras de navidad, pues la vez anterior no terminamos con todo lo que
teníamos planeado, después de encontrarnos a Kendall, Cara y Vero en el centro comercial.

Yo fruncí el ceño, escaneando a mi amiga de pies a cabeza. Se veía bien, no podía negarlo, pero el
vestido era muy cortó y puedo asegurar que a Drew tampoco le gustaría verla en eso.

—Está bien, pero... ¿no puede ser más largo? —pregunté, evitando mirar sus piernas ¡Dios! Si era
hija de su mamá.

Ella me mira con el ceño fruncido y revisa su vestido.

—Así está bien, Laur. —responde, dando una vuelta.

—Está muy corto. —susurré.

Ella coloca sus manos en sus caderas y me mira seriamente.

—Tu vestido en mi fiesta no era tan largo que digamos. —dice ella y yo me hago la desentendida,
mirando hacia otro lado. —Laur eres mi amiga, no mi madre. Ni siquiera ella me dice algo por el
largo del vestido. —Suspira — ¡Actúas como papá! —exclama.
Sé que tiene razón, pero simplemente me molesta verla con un vestido demasiado corto. Solo no
quiero que alguien la esté mirando demasiado ¡es mi mejor amiga!

—Está bien, está bien. —suspiré. —Tienes razón, el vestido esta genial y luces hermosa. —le digo lo
que sé que quiere oír y le sonrió.

— ¿Entonces...?

—Debes comprarlo. —acepté.

—Ya lo sabía. —chilló y se observa en el espejo.

Ruedo los ojos y me levanto del mueble.

—Ve a cambiarte, miraré algo por aquí mientras. —digo, tomando la bolsa donde llevaba un par de
camisas nuevas que me había comprado.

—Está bien, tengo que buscar algo para mamá y Nina. —dice, sin dejar de observarse en el espejo.
— ¿Crees que le guste a Charlie? —pregunta de repente.

Pongo los ojos en blanco y masajeo el puente de mi nariz.

—Si H, seguro le encanta. —respondí. —Pero sigo pensando que está muy pequeño.

—Ya déjalo Laur. —me mira y sonríe. —Iré a cambiarme, tenemos mucho por comprar aún. —dice,
mientras camina al cambiador.

Ruedo los ojos por milésima vez y empiezo a recorrer la tienda, observando vestidos entre otras
cosas. Aún no sé qué regalarle a Camila, ella y yo aún no estábamos siendo algo oficialmente. Y
aunque ya estaba al tanto de mi ruptura con Kendall, ninguna de las dos había decidido etiquetar lo
nuestro.

Sin embargo, sería mi primera navidad junto a ella y estaba ansiosa. Mi familia y yo la pasaríamos
con Camila y los Steinfeld en casa de la morena. Estaba emocionada por encontrar algo perfecto
para ella, pero no sabía aún que podría regalarle y faltaban tan solo dos días para la Navidad.

Ya había comprado los regalos para mi familia y para Hailee incluso, sin embargo aún estaba indecisa
en que darle a la mujer mayor. Ambas habíamos acordado que intercambiaríamos regalo después
de que todo acabara. Camila en un inicio no quería que le comprara nada, pero después de mi
insistencia ella aceptó, siempre y cuando lo hiciéramos en la seguridad de su habitación, después
de que todos estuviesen dormidos.

Yo acepté su propuesta. No me importaba ser sumisa ante ella. Haría siempre lo que me pidiera y
aceptaría lo que me podía dar. Sabía que eso era lo único que podría obtener para poder seguir
junto a ella, después de todo hasta que yo no cumpliera la mayoría de edad, lo nuestro no era legal.
Y prefería mil veces escondernos a estar separada de ella.

Hailee se acercó a mí después de un rato, con el vestido en brazos. Había revisado algunos vestidos,
sin embargo ninguno me gustaba para Camila.
— ¿Qué buscas? —pregunta Hailee.

—Nada, solo observaba. —respondí.

Ahora que Hailee estaba a mi lado, sabía que no podía comprar algo sin que ella empezara con su
interrogatorio, así que decidí que después de llevarla a casa, saldría en busca de un regalo para su
madre.

—Bueno, creo que ya tenemos todo, así que...—suspiró, caminando delante de mí hacia la caja
registradora.

La seguí y nos detuvimos frente a la rubia quien rápidamente tomó el vestido y las demás cosas que
Hailee había comprado. Hailee le entregó su tarjeta de crédito y mientras la chica cobraba, yo me
acerqué a observar un poco a través del vidrio de la tienda, viendo a las personas caminar por los
pasillos de aquel centro comercial. Y al otro lado se encontraban Kendall junto a Cara, tomadas de
la mano y comiendo un helado.

Sonreí porque a pesar de todo, Kendall siempre seria alguien importante en mi vida y siempre la iba
a querer, solo esperaba que Cara la cuidara y nunca se atreviera a lastimarla, Kendall no se merecía
eso.

Mi sonrisa ensanchó al ver a Cara pasar su brazo por los hombros de Kendall y acercarla a su cuerpo,
en gesto protector. Era algo que yo solía hacer con ella, siempre me pareció que Kendall merecía a
alguien que cuidara de ella, y yo me sentía en la obligación de hacerlo cuando salíamos. Kendall
recostó su cabeza en el hombro y yo suspiré, ambas hacían una preciosa pareja y aunque aún no
conociera del todo a Cara, sabía que ella realmente quería a Kendall.

—Se ven bien juntas. —escuché a Hailee detrás de mí.

—Eso estaba pensando. —respondí, sonriendo.

—Sé que aunque no lo quieras aceptar, te dolió que Kendall te haya engañado. —dijo.
Yo suspiré y eché un último vistazo a la pareja que se perdía en el mar de gente.

—Un poco, sí. —acepté, siguiendo a Hailee fuera de la tienda. —Pero las cosas entre Kendall y yo,
ya no eran como al inicio. Ambas fuimos perdiendo eso que nos había unido, y créeme que estoy
muy feliz por ella. Se nota que se quieren.

Hailee asintió de acuerdo.

—Lo sé, solo que...—ella sonrió. —No lo sé, cuando las conocí creí que eran eternas. —rodó los ojos.

—Pues ya ves que no. —sonreí.

—Solo quiero que tú también seas feliz.

Sentí como una patada en el estómago. Hailee se había convertido en mi mejor amiga, sabía que
contarle lo que sucedía entre su madre y yo sería difícil de analizar y aceptar para ella. Me dolía
tener que ocultarle esto.
—Sí, ya llegará mi turno algún día.

Ella soltó una carcajada y se abrazó a uno de mis brazos mientras caminábamos hasta una heladería.

Okay, conseguir lo que sería el regalo perfecto para Camila me tomó un poco más de tiempo del
que imaginé, pero finalmente encontré algo que sabía que amaría.

Llegué a casa con el regalo envuelto y sin prestarle atención a nadie subí hasta mi habitación. Sabía
que mi madre me regañaría por retrasarme, pero definitivamente no iba a darle cualquier cosa a
Camila.

—Lauren. —Megan dio dos golpecitos a mi puerta.

— ¡No demoraré! —dije antes de meterme en el baño.

—Mamá dice que nos adelantaremos. Te esperaremos en casa de Camila.

— ¡Esta bien! —grité desde el baño, antes de empezar a ducharme de la manera más rápida.

Me había tardado demasiado logrando que ese viejo me vendiera finalmente el bendito regalo, y
aunque me pidió una exagerada cantidad de dinero, sabía que no importaba si obtenía una sonrisa
de parte de mi hermosa morena.

Nunca en la vida me había duchado tan rápido como esta vez. En menos de diez minutos estaba de
vuelta en mi habitación. Al menos había dejado listo lo que me pondría esta noche, así que
simplemente tomé mi ropa y me vestí rápidamente.

No quería usar vestido esta noche, así que me conformé con unos pantalones pitillos y una camisa
de mangas color celeste y algo holgada. Unos zapatos de tacón color negro y maquillé levemente
mi rostro, preocupándome sobre todo en resaltar mis ojos, pues a Camila le encantaban.

Sonreí al darme un vistazo frente al espejo. Mis padres habían acordado que mañana por la mañana
intercambiaríamos los regalos entre nosotros, igual que siempre. Sin embargo, ellos le llevarían un
presente a Camila en agradecimiento por la invitación, al igual que lo harían Megan y Ryan.

Aunque Camila tampoco había estado de acuerdo con eso, terminó aceptando ante la insistencia de
mis padres ¿Qué podía decir? Ella simplemente no podía rechazar a ningún Jauregui.

Yo por mi parte, les había dicho que le llevaría un regalo a Hailee al igual que Lucy y Alexa. Así que
antes de salir de mi habitación, tomé el regalo de mi amiga, guardé bien el de Camila, pues lo vendría
a ver luego, y finalmente salí de ahí.

Cuando llegué a casa de Camila, el primero en recibirme fue el pequeño Jake, que al verme corrió
hasta abrazarse a mis piernas. Este niño era realmente hermano de Hailee, ambos eran tan
hiperactivos.
Sonreí y lo tomé en brazos sintiendo como el empezaba a llenar mis mejillas de pequeños besos y a
llamarme "Lolo". Pronto otro cuerpo chocó contra el mío y no tenía que ser adivina para saber de
quien se trataba.

Hailee me besó en la mejilla sin soltarme aún. Ambos hermanos parecían pulgas pegadas a mí, pero
que podía hacer si ambos eran tan tiernos.

—Ya chicos, que la asfixian. —Camila llegó y tomó a Jake de mis brazos, dejándole así a Hailee toda
la oportunidad de ahogarme con su abrazo.

—Hola H. —suspiré una vez mi amiga se alejó.

—Estoy emocionada Laur, ¡esta será nuestra primera navidad! —chilló feliz, haciéndome sonreír
porque a pesar de que a veces sea un poco loca, esta chica era mi mejor amiga y la adoraba.

—Lo sé. —respondí sonriéndole.

—Bueno, vamos a la sala. —dijo, tomando mi mano y empezándome a arrastrar hasta la sala. Miré
a Camila haciendo un puchero y ella simplemente me sonrió antes de irse con Jake por el pasillo que
guiaba a la cocina.

Creí que no soportaría, pero finalmente si logré mantenerme al margen durante toda la noche.
Finalmente habíamos cenado e intercambiado los regalos y después de haber obtenido un avión a
control remoto y un par de cosas más, el pequeño Jake había caído rendido ante el sueño.

Pero ahora eran casi las dos de la mañana, y yo ya estaba ansiosa por que mis padres decidieran ir
a casa y así poder tener mi tiempo a solas con Camila.

Finalmente después de tanto rogar en silencio, mi padre empezó a despedirse junto a mi madre.
Después de eso, Drew se disculpó y llevó a Jake a la cama.

—Fue una gran noche Camila, gracias por invitarnos. —dijo mi madre tras despedirse de la morena.

—Gracias a ustedes por asistir. —respondió ella, con una gran sonrisa.

Todos nos despedimos por última vez y caminamos a nuestra casa. Mi madre y mi padre charlaban
de lo buena que estaba la comida y de cómo Camila y Drew manejaban una buena amistad y todo.
Ellos no habían conocido antes al padre de Hailee, y a mi padre le había agradado enseguida.

Apenas entramos en la casa les dije a todos que tenía mucho sueño y me iría a dormir, así que corrí
a mi habitación y me encerré. Dejé el regalo que Hailee me había dado sobre mi escritorio, era un
lindo cuaderno de cuero con mi nombre bordado en la portada. Rápidamente me cambié de ropa,
poniéndome algo más cómodo y esperé impacientemente a que todos se fueran a la cama.

Tardaron casi media hora, pero finalmente la casa estaba en silencio y con todas las luces apagadas.
Camila me había escrito hace unos minutos atrás, diciéndome que Hailee ya se había ido a su
habitación y Drew se había quedado dormido con Jake.
Mientras Nina se encontraba ayudándola a limpiar un poco, aunque sabíamos que de ella no nos
teníamos que preocupar. Le envié un rápido mensaje, avisándole que ya estaba a punto de salir y
ella me respondió enseguida, diciéndome que ya estaba en su habitación.

Suspiré sintiendo las inmensas ganas de correr a abrazarla y besarla, pero tenía que salir despacio
de mi casa y no levantar sospechas. Le puse seguro a la puerta de mi habitación y tomé el regalo de
Camila, para después caminar hasta mi balcón.

Me había vuelto muy ágil con esto de escaparme de casa y sobre todo, con esto de trepar hasta el
balcón de Camila.

Me acerqué a la puerta corrediza, observando a través del vidrio. La habitación estaba a oscuras y
no encontraba a Camila por ningún lado. Me mordí el labio cuando vi la puerta del baño abrirse y a
mi hermosa morena salir.

Sonreí y di dos pequeños toques en la puerta, Camila enseguida dirigió su mirada hasta mí y sonrió
feliz. Se acercó a su puerta, la abrió y observó el pasillo, para luego volver a cerrarla y ponerle seguro.

Apenas abrió la puerta, la tomé en mis brazos y la levanté. Mis labios buscaron los suyos y ella
ansiosa correspondió. Sus piernas se envolvieron alrededor de mis caderas y suspiré cuando su
lengua y la mía se encontraron después de casi dos días.

—Te extrañaba mucho. —dijo ella, acariciando mis mejillas.

—Yo también. —sonreí, dejando un pequeño beso en sus labios, antes de dejarla en el suelo
nuevamente.

Ella caminó hasta la puerta corrediza para cerrarla, mientras yo me acerqué al velador y dejé mi
regalo cerca de su despertador.

Ella se dio la vuelta y yo me acerqué, y la abracé por la cintura. Besé su mejilla, bajando hasta su
cuello.
—Mmm...—gruñó, apretándome a su cuerpo.

Mis labios recorrieron su cuello con adoración. Camila clavó sus uñas en mi espalda y jadeaba
pesadamente mientras mi lengua acariciaba la piel de mi hermosa morena.

—Lauren. —gimió Camila, acariciando mi espalda y mi nuca.

Mordí levemente su cuello y ella tomó mi cabeza, separándome. Sus labios buscaron los míos
desesperadamente. Mis manos se quedaron en su cintura, pegándola a mi cuerpo. Ella rodeó mi
cuello y mis manos pronto dejaron su cintura para aventurarse a su trasero, tocando y acariciando
ese maravilloso trasero que me volvía loca.

Apreté fuerte y Camila mordió mi labio.

—Me vuelve loca. —gruñí, apretando su trasero y levantándola.


Ella rodeó mis caderas y la llevé hasta la cama. Nuestros labios no se separaron en ningún momento,
y Camila tampoco me alejó cuando mis manos se metieron debajo de su camisa, acariciando su
pecho.

Sus pequeños jadeos me volvían loca y me moría de ganas por hacerla mía, pero sabía que en
cualquier momento ella me detendría y yo lo aceptaría.

Sus manos acariciaban mi nuca y mi cabeza, mientras mis labios se perdían en su cuello, y mi mano
derecha masajeaba sus pechos alternativamente. Pero cuando intenté quitarle la camisa, ella me
detuvo.

—Lauren. —dijo en un hilo de voz.

—Lo sé, lo sé. —suspiré, dejando un último beso en su cuello, y sacando mi mano de su camisa.

—Lo siento cariño. —se disculpó, tomando mi mano y acariciándola.

—No, no te preocupes. Estoy bien. —respondí, mirándola.

Ella tenía las mejillas sonrojadas, y el cabello un poco desordenado. Y definitivamente se veía
preciosa.

—Te prometo que no tendrás que esperar mucho. —me dijo, con una sonrisa tierna.

—No me importar esperar. —dije, escalando su cuerpo, hasta poder besarla. —Esperaré por ti, lo
que tenga que esperar.

Su sonrisa me hizo recordar que, sin importar el tiempo y el tener que ocultarnos, ella valía la pena.
Siempre valdría la pena.

—Bueno. —suspiré, dejando un último beso antes de salir de la cama. —Feliz navidad. —dije,
tomando el regalo y mostrándoselo.

Ella se sentó en la cama y me regaló una preciosa sonrisa.

—Gracias cariño. —dijo, tomando el regalo entre sus manos.

—Espero que te guste. —dije nerviosamente, viéndola romper el papel de regalo.

Sus ojos se ensancharon y su boca se abrió en sorpresa cuando encontró lo que estaba envuelto.

—Es primera edición. —le dije.

Ella se lanzó a mis brazos y me besó profundamente. Camila había estado últimamente obsesionada
con leer Clarissa de Samuel Richardson, y estuvo a punto de obtenerlo semanas atrás, pero
lastimosamente se habían acabado en la librería y no lo consiguió.

Cuando lo vi en aquella tienda, el anciano no quiso vendérmelo por ser un viejo regalo de p arte de
su madre, me contó que aquel había sido el primer libro que leyó a sus catorce años, y era su
favorito y esa era su razón para resistirse a vendérmelo. Además de que aparte de ser primera
edición, se encontraba firmado por el autor. Supe en ese momento que Camila moriría por tenerlo
y yo haría lo necesario por dárselo.
Convencer al anciano fue la parte más difícil, pero lo había logrado y aquí estábamos.

— ¿Primera edición? —preguntó, una vez nos separamos.

—Sí. —asentí felizmente.

—No lo puedo creer, había estado buscándolo tanto.

—Lo sé.

— ¿Cómo lo conseguiste? —preguntó, separándose y tomando el grueso libro entre sus manos,
observando la portada.

—Bueno, estaba desesperada buscando que obsequiarte. —confesé, sentándome junto a ella y
abrazándola. —Y hoy encontré una pequeña tienda de cosas viejas y eso. —susurré, dejando un
beso en su mejilla. —Estaba observando unas pulseras cuando vi el libro. El señor no quería
vendérmelo, pero tuve que persuadirlo con unos cuantos billetes.

— ¿Te costó mucho? —preguntó.

—Eso no importa. —respondí.

—Bueno, no te diré nada solo porque hace mucho he querido leer este libro. —dijo, acariciando la
portada.

—Pues eso me parece bien. —dejé un beso en sus labios. —Espero que disfrutes de tu lectura.

Ella sonrió de esa manera tan hermosa y que me volvía loca. Y no me importaba haber tenido que
rogarle a ese señor y haber pagado lo que me pidió, porque esa sonrisa lo valía todo.

Camila Cabello valía la pena.


Capítulo 43

Lauren's POV

Los labios de Camila siempre me volvían loca, no había momento en el que la besara y no sintiera
una explosión de emociones en mi interior o que mi corazón no intentara salirse de mi pecho para
llegar hasta sus delicadas manos que acariciaban mi rostro con cariño.

Sus quejidos, suspiros, jadeos y gemidos me volvían loca y las ganas de arrancarle la ropa y hacerla
mía se volvía casi imposible de controlar, pero ella siempre me detenía. Sé que me comporto como
una adolescente hormonal... ¡pero es que soy una adolescente! Y definitivamente estoy hormonal
por ella.

Mis labios se deslizan con facilidad por su clavícula. Estaba agradecida infinitamente porque había
decidido ponerse ese pequeño top de tirantes que me permitían acceder a un poco más de su piel
morena que me encantaba.

Su olor me fascinaba, y saborear su piel era una de mis cosas favoritas. Las manos de Camila
empezaron a recorrer mi espalda por debajo de mi camiseta, acariciando mi piel con sus delicados
y suaves dedos. Mi nombre susurrado entre jadeos que escapaban de sus labios era lo más
excitante.

—Lauren. —suspiró, pasando sus uñas por mi columna.

— ¡Dios! Camila, me enloqueces. —susurré, lamiendo su piel.

Dejé unos cuantos besos húmedos en su clavícula y su cuello, hasta volver a sus labios .

—Me encantan tus labios. —gruñí con impaciencia, sintiendo unas incontrolables ganas de sacarle
la ropa.

Camila suspira y muerde mi labio inferior. Sé que ella también lo quiere, pero también sé que tiene
miedo.

—Lauren...—suspira. —Detente cariño. —me pide y yo frustrada saco mi mano de sus shorts y la
coloco sobre la cama, cerca de su cintura.

Dejé un par de besos sobre sus labios, dándole a entender con ese gesto que no estoy enojada y
que comprendía su temor. Camila me había contado que nunca había estado en una relación,
aunque también me contó que tuvo algunos encuentros con hombres durante todo ese tiempo,
nada importante, pero eso no impidió que me pusiera celosa.

Sabía que Camila tenía miedo por algunas razones. Aunque ella no me lo había dicho, yo sabía que
uno de sus temores era porque ambas éramos mujeres y era algo nuevo. Otro de sus temores era
nuestra diferencia de edades, aunque últimamente le ha tomado poca importancia a eso. Ella era
una mujer mayor y tenía una hija, y aunque nunca me lo había dicho directamente, yo sabía que
uno de sus más grandes temores era que yo la viera completamente desnuda.
Siempre trataba de demostrarle de una u otra manera, que a mí me gustaba su cuerpo, y que ella
era hermosa, sin embargo eso no parecía funcionar del todo bien.

Pero yo estaba dispuesta a esperarla, y demostrarle así que la quería mucho y realmente deseaba
estar junto a ella. Por toda la vida si me lo permitía.

—Está bien Camz. —susurré sobre sus labios.

— ¿No estas enojada? —pregunta tiernamente, acariciando mis mejillas.

—Nunca podría enojarme contigo, te quiero demasiado. —aseguré, dejando un beso en sus labios
antes de moverme para acostarme junto a ella.

Camila suspiró y se colocó de lado, abrazándose a mi cintura. Yo sonreí feliz. Jamás podría enojarme
con ella, sobre todo por algo tan tonto. Yo sabía que llegaría el momento y las cosas fluirían.

Pasé mi brazo por sus hombros, abrazándola y pegándola más a mi cuerpo.

—Yo también te quiero demasiado. —dijo Camila, acariciando el pequeño dije de mi cadena.

Mis mejillas dolían de tanto sonreír y es que Camila solo podía hacerme feliz, incluso cuando
sabemos que debemos escondernos y que corremos peligro que Hailee venga a la habitación de su
madre, todo eso pasaba a segundo plano cuando la tenía en mis brazos.

— ¿Has utilizado la cámara? —preguntó Camila acariciándome el abdomen por debajo de la camisa.

Camila me había regalado una cámara Canon Análoga y yo me sentía como niña con juguete nuevo.

—Claro que lo he hecho. —sonreí, acariciando su cintura. —Megan ha estado preguntándome


cuando la conseguí. —recordé la insistencia de mi hermana mayor.

Camila soltó una pequeña risita y besó mi mejilla antes de dirigir su mirada a su reloj despertador.

— ¿Tienes que irte? —me preguntó haciendo un puchero.

—Puedo quedarme e irme antes del amanecer. —respondí, viendo que apenas iban a dar la una de
la mañana.

Camila sonrió y me besó en los labios.

—Eso suena bien, me encanta dormir contigo.

—Y a mí. —suspiré y la pegué más a mi cuerpo.

Nuestros labios se encontraron y ambas soltamos un suspiro lleno de amor. Camila aruñó mi
abdomen y yo acaricié su trasero.

—Podemos...—suspiré. —Podemos encontrarnos a la media noche. —pregunté.

Camila me miró por unos segundos sin entender, para después sonreírme triste mente.
—No lo sé, tú estarás con Hailee y los demás chicos en Times Square recibiendo el año. —suspiró,
dejando un beso en la punta de mi nariz. —Y yo estaré en esa cena con Drew y Nina. —respondió.

—Pueden llevar a Jake al Times, o no lo sé. —murmuré. —Yo solo quiero verte.

Ella acarició mis mejillas y asintió.

—Está bien, le pediré a Nina que nos ayude. —respondió. —Puede que me escape para recibir mi
beso de año nuevo. —dijo divertida.

—Pues espero que así sea. —sonreí y la besé.

—Hay mucha gente. —dijo Hailee divertida, mientras caminaba tomada de la mano con Charlie
entre la multitud que se aglomeraba en esta avenida de New York.

—Es treinta y uno de diciembre. —dije sonriéndole. — ¿Qué esperabas? Estamos en el Times
Square.

Hailee rió mientras caminábamos en grupo por la transitada calle. Habíamos llegado hace poco,
apenas eran las once de la noche y faltaba casi una hora entera para la celebración de año nuevo.

Nos habíamos reunido cerca de las nueve de la noche en un pequeño restaurante en la Séptima
Avenida, donde disfrutamos una agradable cena entre amigos. Luego de eso decidimos caminar un
poco, hasta que finalmente nos mezclamos con la multitud que esperaba ansioso el nuevo año en
Times Square.

Todos habíamos venido como un grupo de amigos, pero también estaban esas pequeñas parejitas
que se formaban, incluso Patrick estaba muy pegado a Keana.

Hailee estaba muy feliz caminando de la mano de Charlie y eso me alegraba porque sabía que así
ella estaría distraída y podría escaparme un momento mientras ellos disfrutaban. Sin embargo,
Camila no estaría llegando hasta poco antes de la media noche, y yo aún tenía que esperarla.

Camila me había comentado de la cena que tenía en el trabajo y a la que invitó a Drew y Nina, sin
embargo no sabía nada más.

— ¡Esto esta genial! —exclamó Niall moviendo la cabeza al ritmo de la música y caminando junto a
mí.

Yo asentí sonriendo y seguí a mis amigos entre la multitud, estaba ansiosa porque finalmente Camila
llegara y poder verla, estaba ansiosa por poder recibir este nuevo año con ella y besarla a la media
noche ¡Estaba tan ansiosa!

Camila me había llamado hace unos minutos, avisándome que se encontraba de camino junto a
Drew y Nina, y el pequeño Jake que estaba emocionado por los fuegos artificiales, la música y las
luces.
Eran las once con treinta y ocho minutos y estaba tan nerviosa y ansiosa por correr a ella. Pero tenía
que ser paciente, algo en lo cual no era muy buena si de Camila Cabello se trataba.

Visualicé a Hailee abrazada con Charlie, y de la misma manera estaban Patrick junto a Keana e
incluso Cara y Kendall, debía admitir que se veían realmente bien juntas. Yo solo deseaba que Cara
la amara realmente y la cuidara, no me gustaría ver a Kendall con el corazón roto.

Verónica estaba fuertemente abrazada a Lucy mientras ambas hablaban con Alexa y sonreían, Lucy
estaba emocionada por su sobrino al igual que todos en casa. Zayn charlaba con Gigi quien se había
unido a nuestro grupo fácilmente, podía notar en la mirada de mi amigo que la rubia le gu staba, y
mucho.

Niall seguía a mi lado, pero yo sabía que él tenía ganas de acercarse a Alexa. Mi prima siempre había
sido el amor secreto de mi rubio amigo y supe desde un principio que él siempre sería mejor que
Rick. Sin embargo Alexa había estado enamorada de ese estúpido y no se había dado cuenta de la
persona que tenía cerca y que la adoraba.

Sentí una profunda tristeza al recordar el rostro de Niall cuando se enteró del embarazo de Alexa,
él incluso había llorado en mis brazos pues realmente la amaba, sin embargo ella no lo veía de otra
manera que no fuera como un amigo. Rick nunca fue aceptado en nuestro grupo de amigos, él era
un idiota de primera y no se merecía a Alexa, pero poco podía hacer yo contra los deseos y
sentimientos de mi prima.

Alexa debía darse cuenta de lo que tenía cerca, y quien realmente la amaba, pero parecía estar
ciegamente enamorada del imbécil de Rick, y Niall seguía sin ser tan valiente para invitarla a salir.

—Oye, aprovecha esta noche. —susurré en el oído de mi amigo.

Niall me miró y suspiró, negando levemente.

—Ella no me ve de esa manera, Laur. Solo soy un amigo. —respondió, encogiéndose de hombros.

—No pierdes nada con intentarlo. —le respondí, tratando de animarlo.

—Las cosas no volverían a ser las mismas. —suspiró. —Y no podría estar cerca de ella. —se encogió
de hombros, irguiéndose en su lugar.

Negué levemente y dirigí mi mirada a mis primas. Alexa estaba mirándonos mientras escuchaba a
Lucy contarle algo y asentía a lo que le decía. Mi prima tenía el ceño fruncido y cuando se dio cuenta
que la estaba observando, me sostuvo la mirada por unos segundos, antes de agachar la cabeza.

No sé si había sido mi imaginación o realmente Alexa estaba observando a Niall, lo único que
esperaba era que mi prima se diera cuenta pronto quien realmente la quería.

Escapar de mis amigos no había sido tan difícil cuando todos estaban en parejas disfrutando de la
noche, y sobre todo cuando mi prima se acercó a Niall decidiendo que quería terminar la noche
junto a él. Estaban tan sumidos el uno con el otro que no se dieron cuenta que me había ido, o al
menos eso esperaba.

Faltaban diez minutos para la media noche y Camila me había llamado para encontrarnos en el lugar
que habíamos planeado vernos, ella ya estaba ahí esperándome.

Me tomó casi cinco minutos poder llegar hasta ella y cuando por fin la vi, tan preciosa como siempre,
no pude evitar correr a ella y abrazarla.

— ¿Cómo lograste zafarte de Hailee tan pronto? —me preguntó, acariciando mis mejillas.

—Pues digamos que actualmente soy la única 'soltera' en mi grupo. —respondí divertida.

Ella sonrió y me besó en la mejilla, para después limpiar porque seguramente me había dejado labial.

— ¿Y cómo lograste zafarte de Drew y Nina? —pregunté, acariciando su cintura sobre su abrigo.
Esta noche hacía mucho frío.

—Nina ya sabía que me encontraría contigo. —respondió, escondiendo su rostro en el hueco de mi


cuello. —Le dije a Drew que estaba algo cansada y que me regresaría a casa, por un momento él
quiso que todos nos regresáramos, pero Jake se negó a ir a casa. —me comentó divertida.

Sonreí y besé su nariz, estaba realmente congelada.

— ¿Tienes mucho frio? —pregunté pegándola más a mi cuerpo.

Ella sonrió y me abrazó por los hombros.

—Así estoy bien. —respondió, dejando un beso en mi cuello.

Yo suspiré sintiendo mi corazón latir furiosamente en mi pecho. Estaba tan enamorada de esta
mujer, de eso estaba segura. Yo jamás había sentido algo parecido. Nunca tuve la necesidad de
abrazar tanto a alguien, o las fuertes ganas de besar unos labios, nunca antes me había pasado.
Hasta que ella había aparecido.

Escuchamos como las demás personas contaban en conjunto los poco segundos que faltaban para
que finalmente se acabar el año, sentí mi celular vibrar en el bolsillo de mi pantalón pero no estaba
dispuesta a contestar, luego encontraría una excusa para los chicos. Lo único que quería en estos
momentos, lo tenía entre mis brazos.

Estaba algo nerviosa por la pregunta que tenía planeado hacerle, pero todo eso se me olvido cuando
la sentí mover su cabeza y sus manos algo frías sujetar mi cara. Sus labios buscaron los míos en el
momento en que todos gritaron 'Feliz Año' y la explosión de fuegos artificiales que bañaban el cielo
no era nada comparado a los fuegos artificiales que sentía en mi estómago cada vez que la besaba.

Sabía que estaba enamorada de ella, irremediablemente enamorada y mi corazón definitivamente


ya no era mío, ella me lo había arrebatado desde el momento en que la vi tan preciosa y sonriente
en aquella pequeña foto en la contraportada de uno de sus libros, el primero que leí.

Ella se había robado mi corazón con esa dulce sonrisa y esas maravillosas historias. Ella se había
adueñado de todo mí ser con sus palabras y quizás si era muy joven para saber que era el amor,
pero lo sentía, con ella sentía todas esas maravillosas cosas que alguna vez leí, con ella lo quería
todo.

Quizás si era muy joven, pero podía decir con el corazón que la quería realmente. Yo quería a Camila
Cabello como nunca había querido a nadie en mis cortos diecisé is años, y como estaba segura, no
querría a nadie más.

Ella lo era todo para mí, y estaba completamente segura que juntas lucharíamos por esto que
sentíamos y enfrentaríamos a todos.

Sus labios besaban los míos tan suave y delicadamente, me sentía literalmente en las nubes con sus
caricias en mis mejillas y su lengua en mi boca.

En un inicio no creí que sería capaz de tenerla, simplemente ella parecía ser un imposible, sin
embargo me correspondía casi con la misma intensidad. Entendía también sus razones, pero ahora
aquello era solo un mal momento de los pocos meses que ella no me permitía acercarme y buscaba
cualquier excusa para alejarme. Ahora lo único que importaba es que ella estaba junto a mí,
besándome en medio de toda esta multitud, perdidas en los labios de la otra.

Ella fue la primera en alejarse, pegó su frente a la mía, sus manos nunca dejaron de acariciar mis
mejillas. Mis ojos cerrados y mi cuerpo sintiéndose emocionado por tenerla cerca.

—Feliz año. —dijo ella.

Sin embargo mis labios esperaban hacer una pregunta importante.

— ¿Quieres ser mi novia? —pregunté sintiéndome valiente.

No tuve una respuesta inmediata, simplemente la sentí dejar un beso en la punta de mi nariz y
abrazarse fuertemente a mi cuerpo.

—Sabes que las cosas entre nosotras no serán fáciles. —dijo ella, acariciando mi espalda. Yo asentí.
—Sin embargo no te puedo negar que no he estado ansiosa porque me lo preguntaras. —sentí su
sonrisa en mi piel.
— ¿Entonces? —pregunté emocionada.

—Será difícil cuando tengamos que enfrentar a los demás, sobre todo a Haiz. Pero quiero estar
contigo y no me voy a negar esta felicidad que me das. —respondió, dejando un pequeño beso en
mi cuello antes de alejarse para mirarme a los ojos. —Sí, sí quiero ser tu novia.

Sonreí feliz y la besé, escuchando el ruido a nuestro alrededor y sin importar que mi celular volviera
a vibrar en mi bolsillo, yo solo la quería a ella en esos momentos.

Y ahora la tenía, así que la cuidaría por siempre para mantenerla junto a mí.
Capítulo 44

Camila's POV

El agua de la bañera estaba tibia pero agradable para mí cuerpo. Quería dejar de pensar un rato,
pero siempre que cerraba mis párpados veía aquellos ojos verdes que me vuelven loca.

—Lauren. —suspiré.

Mordí mi labio inferior al recordar la suave textura de sus labios sobre los míos. Sus abrazos y sus
muy escurridizas manos.

Sonreí recordando la noche pasada, ella siempre intentaba ir más allá, sin embargo respetaba
cuando yo la detenía. Me alegraba que fuese capaz de entenderme.

Oficialmente, ya llevábamos un par de días siendo novias. Exactamente, ocho días, los que podrían
ser nombrados como los mejores ocho días de toda mi vida. Estaba realmente feliz, y aunque estaba
segura que podríamos tener problemas en algún momento, me decidí a vivir el momento junto a
Lauren, así como ella me lo dijo.

Nina fue una gran amiga en todo momento, y antes de marcharse, me había prometido no decirle
nada a Drew hasta que yo estuviera preparada. Sin embargo, no era Drew quien me preocupaba del
todo. Hailee y Lauren habían construido una gran amistad y yo no quería ser la culpable de la ruptura
entre ellas.

Y al igual que Lauren, Nina me pidió que dejara de pensar en lo que podría suceder, y que me
concentrara en el momento y en lo feliz que era con la ojiverde. Ya llegaría el momento y sabríamos
afrontarlo, o al menos intentarlo.

Unos toques en la puerta me hicieron abrir los ojos y levantarme un poco asustada.

—Mamá. —la voz de Hailee hizo que me relajara después del susto inútil que pasé.

— ¿Qué pasa, Haiz?

Silencio.

Torcí la boca levantándome por una toalla para abrirle la puerta y escuchar lo que sea que no me
quiso decir. Abrí, sin embargo no la encontré allí. Fui directo a su habitación encontrándome con
ropa tirada por todas partes para finalmente encontrarla a ella metiendo ropa en una de sus
mochilas.

— ¿Vas a algún lado? —Paró sus movimientos y volteó a verme sonriendo.

—Sí, la tía Dinah me acaba de llamar. Ella está aquí y me pidió que pasara el fin de semana con ella.
—Pudiste habérmelo gritado. —Señalé la puerta con mi pulgar, sonriendo — ¿Y por qué Dinah no
me avisó que estaría en New York? —Hailee se encogió de hombros con una sonrisa, sin dejar de
doblar su ropa

—La verdad no lo sé, acaba de llamarme. Me dijo que estaba en el aeropuerto. —dijo Hailee.

— ¿Y porque no viene a quedarse acá? —pregunté nuevamente, con el ceño fruncido.

Dinah llevándose a mi hija. No es que no haya pasado antes, pero siempre que lo hace tiene un
motivo ¿Cuál sería esta vez? Me pregunto ¿Y por qué no viene a quedarse acá? Ella sabe que mi
casa es su casa. Como dije anteriormente, mi polinesia amiga debe tener un gran motivo.

Rodé los ojos y regresé al baño, para terminar mi baño interrumpido.

— ¡Dinah ya está aquí! —Le grité a Hailee desde el piso de abajo— ¿Qué haces en New York? ¿Por
qué no me dijiste que vendrías? —pregunté, mirándola con el ceño fruncido y con los brazos
cruzados.

—Pueees. —detestaba cuando arrastraba las letras. —Jack y yo estamos pensando en mudarnos
aquí. —dijo lentamente, sin dejar de sonreír.

Abrí los ojos, completamente sorprendida. Lancé un grito y la abracé.

— ¡¿Enserio?! —pregunté, emocionada.

— ¡Muy enserio! —respondió ella.

—Pero, pero...

—Jack recibió un ascenso, pero debe mudarse aquí. —dijo. —Será gerente de la sucursal que se
encuentra aquí en New York.

—Eso es genial, estoy muy feliz.

—Yo también. —suspiró. —Ya ves, no es fácil deshacerte de la gran Dinah Jane. —dijo con aires de
grandeza.

—Por supuesto. —susurré.

Mi rubia amiga me escaneó con una extraña mirada.

— ¿Qué? —pregunté, poniéndome nerviosa.

—Nada. —Dijo y tapó su boca mientras reía.

Fruncí el ceño. Sabía que me ocultaba algo más.

— ¿Qué te...
— ¡Tía Dinah! —Hailee interrumpió la primera pregunta del interrogatorio que preparaba para
Dinah. —Ya tengo todo listo ¡vámonos! —Daba pequeños saltos emocionada por irse, lo entendía,
con Dinah nunca era posible aburrirse.

Ambas eran tan... ¿alocadas?

—Pues ya vámonos. —dice Dinah. Estaba por irse cuando tomé su antebrazo en mi mano.

—Por favor, no hagan nada ilegal. —ruego, haciéndola reír.

— ¿Qué clase de tía crees que soy? —Preguntó ofendida. —Además, no eres la indicada para hablar
de cosas legales. —bromeó regalándome un guiño.

No contesto y solo me río. Ella besa mi mejilla y sale junto a Hailee.

Cuando veo el auto avanzar decido cerrar la puerta. No sé qué hacer ahora que Hailee se ha ido,
debería ver televisión o debería llamar a Lauren.

Llamar a Lauren. Si, esa es una mejor opción, ni siquiera sé porque pensé en la otra opción.

Tomé mi teléfono sentándome en el sofá ya lista para llamar a mi ojiverde cuando dos toques en la
puerta me hacen levantarme de nuevo. Quizás a Hailee se le olvidó algo, es una niña muy olvidadiza.

— ¿Qué se te...—las palabras se quedan atoradas en mi boca en cuanto veo a mi hermosa novia
parada allí con una rosa en mano. Apuesto a que mis ojos están brillando tanto, lo sé, lo siento. —
Lolo. —susurré.

Ella sonríe.

Esa sonrisa.

Esa maldita sonrisa.

— ¿Puedo pasar, cariño? —Siento que me desmayo, su voz siempre me provoca mariposas en el
estómago.

Me hago a un lado dejándola pasar, ella trae puesto un suéter negro con la capucha extendida sobre
su cabeza. Supongo que para pasar desapercibida por los vecinos.

Al cerrar la puerta, sus manos se dirigen a mi cintura atrayéndome a ella en un dulce beso.

—Te extrañé. —decimos al mismo tiempo.

Yo me sonrojo.

— ¿Qué haces aquí? —pregunto algo agitada, después de una corta sesión de besos necesitados.

Sonríe caminando hacia el buro donde coloco mis llaves, para tomarlas entre sus manos. —Vamos
a un lugar, debes conducir.

—Tengo que cambiarme, Lo. —Señalé mi vestimenta, sus ojos me analizan. El brillo en sus
esmeraldas me hacen sentir lo hermosa que soy para ella.
—Estás hermosa. Tú te subes al auto mientras yo voy a mi casa, me esperas en la otra cuadra, estaré
allí en unos minutos. —me entrega la rosa dándome otro beso mientras sale corriendo.

Puedo escuchar su risita.

No me tardo más de dos segundos en darme cuenta que Dinah tuvo que ver con esto.

Analizo el vestido sencillo que llevo puesto y me encojo de hombros recordando que a Lauren le
encanta verme con vestidos. Tomé mi cartera y salí de casa, procurando dejar todas las puertas
cerradas, al igual que las ventanas. Me dirijo a mi auto, y una vez lo enciendo, avanzo la cuadra que
Lauren me dijo.

Quedo recostada en mi asiento mientras la espero, dejando escapar un suspiro.

Reviso la hora en mi teléfono. Las seis de la tarde con veintitrés minutos ¿Qué tendría en mente mi
preciosa novia? No lo sabía, lo único que tenía claro era que estaría con ella sin temor a algún
interrogatorio de Hailee.

Capítulo 45

Lauren's POV

Camila se ve tan preciosa al volante ¡Dios! Estoy tan enamorada de esa mujer. Sabía lo que sentía,
estaba segura de que mis sentimientos hacia ella eran reales.

Esta sería nuestra primera cita y quería que todo saliera bien. Había estado toda la tarde arreglando
cada detalle y esperaba que a ella le gustara.

Sabía que no podría llevarla a algún lugar en el centro de la ciudad, pues sin duda alguien podría
reconocernos. Estaba claro que New York era una ciudad enorme, pero prefería no correr riesgos.
Así que finalmente opté por algo más sencillo y solitario.

Guie a Camila en todo el camino, hasta que finalmente llegamos. Mi novia me dio varias miradas de
intriga durante el camino, pues ahora nos encontrábamos casi fuera de la ciudad.

Lentamente, Camila se estacionó cerca del lugar que le indiqué. Los árboles nos rodeaban y mi novia
seguía con la confusión y la intriga palpada en su rostro.

— ¿Por qué me has hecho conducir hasta aquí? —preguntó una vez estuvo fuera del auto, mientras
yo tomaba la bolsa y la colocaba sobre mis hombros.

—Mi auto se averió cuando estaba de camino a recogerte, por eso te ha tocado conducir. —
respondí.

Me puse frente a ella y la tomé por la cintura, besándola.


— ¿Dinah tiene que ver algo en esto? —preguntó una vez separamos nuestros labios.

—Puede ser que sí. —respondí, arrugando mi nariz.

—No me has respondido la primera pregunta. —dijo, frunciendo el ceño.

Hice una mueca y dejé un beso en sus labios antes de separarme de ella y tomar su mano.

—Sé que no somos una pareja normal. —empiezo a decir. —Sin embargo eso no va a evitar que yo
quiera hacer cosas de pareja contigo. —dije mientras caminábamos por un pequeño sendero. Ya
estaba anocheciendo, entonces pude ver las luces de los focos alumbrar el camino.

Camila se detuvo un instante, mirándome con una mano en la boca. Yo solo dejé un beso en su
mejilla y le sonreí, retomando el camino.

Había comprado muchos juegos de luces navideñas, de esas de un solo color, y había extendido los
cables entre los árboles.

—El que Dinah viniera fue solo suerte. —comenté. —Ella me llamó cuando yo estaba terminando
de decorar, y me dijo que te liberaría de Hailee por este fin de semana. —le sonreí.

—Laur...—suspiró.

—Espera. —dije, interrumpiéndola.

Caminamos unos pocos metros más, hasta que finalmente llegamos a una parte del bosque que se
encontraba rodeada por los árboles que eran envueltos por los pequeños focos que nos iluminaban
junto a las estrellas y la luna.

— ¡Oh por Dios! —exclamó Camila, observando cada detalle alrededor.

A unos cuantos pasos de donde estábamos, había una gran manta extendida sobre el césped y sobre
ella, en el centro, una cesta de picnic. Junto a la cesta, y con el propósito de regalarnos más luz,
había una de esas pequeñas lámparas de hilo que decidí colocar a último momento.

—Esto es...—Camila me miró y se acercó, rodeando sus brazos alrededor de mi cuello y escondiendo
su rostro en mi pecho. —Esto es tan hermoso, muchas gracias. —dijo, su voz chocando contra mi
pecho.

—Tal vez no pueda ir a recogerte a casa y pasear de tu mano con total libertad. Tal vez no pueda
llevarte al cine como una pareja normal, pero eso definitivamente no va a evitar que tengas una cita
conmigo, Señora Cabello. —ella empezó a reír, su risa siendo tan hermosa de escuchar.

Nos quedamos abrazadas por un tiempo más. Ella agradeciendo el detalle en cada oportunidad, y
diciéndome que nunca nadie había hecho ese tipo de cosas por ella, y eso solo me hacía feliz. No
me importaba saber si hubo alguien importante antes de mí, lo que me importaba, era hacerla feliz
y que siempre sonriera de esa manera.

Finalmente nos acercamos hasta la manta. Dejé la bolsa a un lado, y ayudé a mi novia. Me encantaba
verla con vestido, y ella lo sabía muy bien, sin embargo sabía que tendría frio. Me senté sobre la
manta y de la bolsa extraje otra manta más gruesa, la cual extendí sobre las piernas de Camila.
Ella me miró con una gran sonrisa en el rostro, soltó un suspiro y agachó la mirada, su rostro
empezaba a ruborizarse y ella negó levemente.

—Eres la mejor novia. —susurró, acercándose a mi rostro.

Sonreí y me acerqué hasta que nuestros labios se unieron en un dulce beso.

—Te quiero. —susurró, mientras lentamente abría sus ojos.

—Yo también te quiero. —respondí.

Me saqué la chaqueta de cuero que llevaba puesta sobre el suéter, y se la puse a Camila sobre los
hombros.

—Ponte la chaqueta cariño. —me pidió.

—Estoy bien. —le sonreí.

Ella me mira con el ceño fruncido y una mueca.

—No quiero que te enfermes. —me reprendió.

Simplemente sonreí y dejé un beso en la punta de su nariz.

—Estoy bien, lo prometo. —repito, sin dejar de sonreírle. —Entonces, veamos que tenemos aquí.
—digo, dirigiendo mi atención a la cesta de picnic.

—No sabía que cocinaras. —dice ella.

—Y no lo hago, cariño. —respondí con una sonrisa. —Espero que te guste la pizza y la coca cola.

Ella rueda los ojos, su sonrisa creciendo cada vez más.

—Sabes que amo la pizza. —dijo.

—Lo sé. —respondí.

Y durante un par de horas fuimos solamente nosotras dos, disfrutando del momento y la compañía,
mientras la luz de la luna y las estrellas nos alumbraban junto a las pequeñas luces en los árboles.

Y fue en ese momento donde se lo dije, mientras Camila recostada en mi pecho, intentaba contar
las estrellas.

—Te amo.
Capítulo 46

Kendall's POV

El cielo empezaba a clarear finalmente. Me encantaba despertarme antes del amanecer para poder
ver lo hermoso que se veía el cielo por las mañanas, muy temprano. Cuando las personas aún
dormían y otras salían a correr. Era un momento maravilloso que me llenaba de paz y serenidad.
Era un momento casi único y especial.

Dejé escapar un suspiro y giré mi cabeza hacia mi cama, mis ojos detallaron a Cara, que se
encontraba profundamente dormida. Había pasado una mala noche después de enterarnos del más
grande secreto de mi padre.

El hombre que me había enseñado a montar en caballo, a andar en bicicleta, a jugar futbol. El
hombre que me enseñó a manejar la motocicleta, la moto de agua, el yate y el auto. Ese hombre
nos confesó, que no se encontraba conforme con su cuerpo, que no se sentía bien siendo él. Que
ese no era él.

No sé qué pensar en estos momentos, es un tema muy difícil enterarte que tu padre es transexual
y que no ha vivido bien durante todo este tiempo por mantener oculto el secreto y tener que fingir
alguien que no es.

Me siento terriblemente mal por la forma en la que le hablé la noche anterior. Pero simplemente
no me cabía en la cabeza que el gran Bruce Jenner, sea simplemente una mujer atrapada en el
cuerpo de un hombre.

Tendré que disculparme con él, pero ahora no quiero pensar en nada. Solo quiero admirar lo bella
que se ve Cara cubierta con mis sábanas. Ella había acudido a mi rescate al instante en el que la
llamé.

Esa noche la necesité más que a nada, necesitaba sentirme bien y segura entre sus brazos, el único
lugar en el que me siento de esa manera. La había llamado poco antes de las once de la noche y
ella estuvo en menos de media hora, lanzando piedritas a la ventana de mi habitación.

Solo necesitaba abrazarla y besarla. Era la primera vez que dormíamos juntas, simplemente
acurrucadas la una contra la otra, viviendo el momento y disfrutándolo.

Sonreí levemente y regresé mi mirada a la ventana, ya era de día finalmente.

—Hey. —escuché la voz ronca de Cara.

Sin dejar de sonreír, giré mi rostro hacia la cama nuevamente, encontrándola semi dormida. Ella
estiraba su brazo izquierdo mientras con el dorso de su mano derecha, limpiaba sus ojos.

—Buenos días. —dije.


Cara se recostó de lado, abrazando una de las almohadas y sonriéndome.

— ¿Qué haces ahí? —preguntó. —Ven acá. —abrió sus brazos, haciéndome espacio entre ellos.

Suspiré levantándome y, perezosamente, caminé hasta mi cama, dejándome caer a un lado de la


rubia.

— ¿Estas bien? —me preguntó, su voz sonando preocupada.

—Sí, eso creo. —respondí, mientras acariciaba una de sus manos, jugando con sus anillos.

Ella suspiró y se acurrucó más contra mi cuerpo.

—Gracias por estar aquí. —le dije.

—No tienes nada que agradecerme bonita, sabes que hago lo que sea por ti. —respondió.

Sonreí y dejé un beso en cada una de sus manos, antes de girarme y mirarla a los ojos. Lauren tenía
lindos ojos verdes, y se podrían decir que eran únicos. Sin embargo, los ojos de Cara eran mi
perdición.

Ella me sonrió con los ojos y yo junté nuestras narices, acariciándolas entre sí.

—Te amo. —suspiró Cara.

Yo detuve las caricias y la miré directamente a los ojos.

—No me digas nada. —dijo segundos después, sin dejar de sonreír. —Solo quería que lo supieras.
—susurró, dejando un tímido beso en mis labios.

—Yo... Cara. —suspiré. —Yo también te amo. —le correspondí.

Su sonrisa creció, una de sus manos me apretó la cintura, acercándome más a su pecho.

—Me haces feliz. —chilló emocionada.

—Y tú a mí. —dije, tomando sus mejillas con mis manos y besándola.

Besarla era mi parte favorita en todo momento, era fascinante la sensación de las mariposas en mi
estómago gracias a sus besos.

—Se mi novia. —dijo segundos después de separarnos del beso.

Me quede estática, mirándola con una sonrisa. Había estado esperando que me lo preguntara y
ahora no podía responder.

—Kenny. —susurró, el nerviosismo palpable en su voz y en su rostro.

— ¡Sí! —chillé, lanzándome sobre ella y volviendo a besarla.

Sus manos acariciaron mi cintura y sus labios me besaban de esa manera única que me encantaba.

—Te amo. —suspiré entre besos.

—Te amo. —respondió.


Capítulo 47

Camila's POV

San Valentín estaba próximo a llegar, y Lauren me insistía en tener una cita, salir ese día como una
pareja común y corriente. Y yo quería, claro que quería. Deseaba poder pasar con mi novia un día
como ese, juntas. Faltaba una semana para dicha celebración, y le había pedido a la ojiverde que
fuera paciente, pero era solo una obstinada que quería lo que quería.

Sin embargo, accedió a darme hasta el sábado para pensarlo.

Sé que quizás no será la primera vez que salimos juntas, pero eso no evita que me de miedo el hecho
de que alguien en algún momento llegue a reconocernos y que Hailee se entere, siempre tengo ese
temor.

Pero después de todo, no puedo negar que cada cita a la que Lauren me ha llevado, han sido tan
hermosas. Ella siempre se preocupa de tener todo listo y eso me hace feliz.

Ella es tan perfecta.

Suspiré, continuando mi lectura. En poco llegaría Lauren y quería terminar.

—Hola bonita. —Lauren entró en la habitación como de costumbre, y cerró la puerta corrediza.

Yo la observé desde mi lugar en la cama, con una sonrisa. Ella se quitó sus zapatos y su ch aqueta, y
se escabulló dentro de mis sábanas. Sus brazos rápidamente rodearon mi cintura.

—Te extrañe mucho. —susurró con su rostro pegado a mi costado.

Suspiré y me quité las gafas de lectura y las dejé sobre la mesita de noche junto a mi libro.

—Yo también te extrañe mucho. —respondí, acariciando su cabello. —Pensé en lo que me


propusiste. —saqué el tema, sabiendo que estaba ansiosa por mi respuesta.

—Aún tienes dos días para pensarlo, amor. —dijo Lauren, mirándome con esos hermosos ojos algo
angustiados.

—Tranquila bebé. Ya lo pensé y tienes razón, nos merecemos esto, pasar nuestro primer San
Valentín. Juntas, como pareja.

— ¿Estas segura? —preguntó con entusiasmo.


Le sonreí y asentí.

—Muy segura.

Lauren me tomó de las caderas, y con una fuerza que desconocía, me colocó sobre su cuerpo, para
después invertir las posiciones y ella quedar sobre mí, tratando de no aplastarme mucho.

Empezó a llenar mi rostro de besos y yo me dejaba, simplemente acariciaba su espalda, sintiendo


sus labios en mi rostro. Suspiré cuando por fin me besó los labios, sintiendo su hábil lengua invadir
mi boca y encontrarse con la mía.

— ¡Te amo! ¡Te amo! —susurró, dejando pequeños besos sobre mis labios, la punta de mi nariz, mi
mentón y mi frente.

Yo suspiré, observándola fijamente. Desde aquella primera cita en que me confesó que me amaba,
no paraba de recordármelo, mientras yo no sabía que responder. Siempre me quedaba así,
observándola a los ojos y viendo en ellos a una chica madura que sabía lo que hacía y lo que quería.

No era un juego para Lauren, lo sabía. Ella me quería. Me amaba. Y yo también lo sentía, pero era
en estos momentos en los que me quedaba callada sin saber que responder.

Y ella siempre me sonreía de esa manera tierna y segura.

—Te quiero mucho. —le dije, sin dejar de mirar sus ojos.

Y su sonrisa continuaba ahí. Lauren era paciente y me entendía, y eso era bueno para nuestra
relación, pero más que eso, esa forma de ser de ella y de tratarme solo hacía que mis sentimientos
fueran más fuertes cada segundo que pasaba junto a ella.

Dejó un beso y se acostó a mi lado, rodeándome con sus brazos.

Pegué mi espalda a su pecho y sentí sus caricias en mi vientre, por encima de la camiseta para dormir
que llevaba puesta. Lauren dejó besos detrás de mi oreja y fue bajando poco a poco, hasta empezar
a besar mi cuello.

—Sabes que vamos a tu ritmo. —susurró cerca de mi oído, bajando su mano y empezando a acariciar
mis piernas. —Me hace feliz saber que me quieres, no quiero que te sientas presionada. —se pegó
más a mi cuerpo.

—No...—jadeé. —No me siento p-presionada.

Sentí como sonreía sin dejar de besar mi cuello.

—Eso es bueno. —dijo, dejando un último beso y abrazándome más contra su cuerpo, como si fuese
posible. —Buenas noches. —susurró.

—Buenas noches amor. —respondí.

***

Lauren's POV
— ¡Mamá! —escuché el grito de Hailee y me sobresalté, apretándome contra el cuerpo de Camila.

Camila se removió entre mis brazos y yo abrí los ojos.

— ¡Mamá! —volví a escuchar el grito de Hailee y moví a Camila, tratando de despertarla.

—Camz. —susurré en su oído. —Amor, Hailee está tocando la puerta.

Camila se despertó enseguida, sentándose en la cama. Yo me senté también y busqué mi teléfono


para revisar la hora. Eran a penas las cuatro de la madrugada.

— ¡Mamá! —llamó nuevamente.

—Ya voy cariño. —respondió, levantándose de la cama y lanzándome una mirada.

Entendí y rápidamente tomé la ropa que había dejado en el piso y mi teléfono, y empecé a alistarme.

— ¿Dónde me escondo? —susurré, acercándome a ella.

Camila se mordió el labio, mostrándose algo angustiada y desesperada. Respiró profundamente


después de que se lo pidiera, y me señaló el closet. Asentí y, antes de esconderme, la tomé de la
cintura y la besé. Camila me correspondió, pero enseguida me apartó y me señaló el closet.

Cuando finalmente estuve escondida, observé a Camila por la pequeña rendija de la puerta del
closet. Respiró profundo antes de abrirle la puerta a Hailee.

— ¿Qué sucede cariño? —escuché a Camila preguntarle, su voz sonando algo preocupada. Pude ver
a Hailee lanzarse a los brazos de su madre y empezar a llorar.

—Ellos... ellos de nuevo. —susurró Hailee.

Camila cerró la puerta y caminó con Hailee hasta su cama.

— ¿Ellos? —preguntó, acariciando la cabeza de su hija.

—Melissa, Jacob...—respondió, sorbiéndose la nariz.

Fruncí el ceño, preocupada por ella.

— ¡Oh, cariño! —susurró Camila, apretando a Hailee entre sus brazos.

—Creí...—lloriqueó. —Creí que después de enfrentarlos esa vez en Miami ya no me atormentarían


de esa manera los recuerdos. —sus sollozos eran como un puñal en mi corazón, yo solo quería salir
de aquí y correr a abrazarlas a ambas.

—Shh...—Camila trataba de calmarla.

Yo me pegué a la pared del closet y me deslicé hasta quedar sentada, escuchando a Hailee llorar y
a Camila tratar de calmarla, y yo sin poder hacer nada por ellas.

Hailee le hablaba de su sueño, que más bien fue un recuerdo. El recuerdo de aquella vez que se
burlaron de Camila en la escuela y la llamaron de mil maneras que solo incrementaban mi furia.
Pronto el llanto de Hailee quedó en sollozos, hasta que finalmente no escuché más. Me puse de pie
y vi por la rendija como Camila cubría el cuerpo de Hailee que se había quedado dormida, y
acariciaba su cabello. Se enderezó y limpió las lágrimas de su rostro, acercándose con cautela al
closet.

Lo abrió y me hizo una seña de silencio. Asentí y la seguí, caminando en puntitas hasta salir de la
habitación. Camila cerró la puerta y tomó mi mano, llevándome a la sala.

Me hizo sentar en el mueble y se sentó sobre mi regazo, rodeando mi cuello. Yo le rodeé la cintura
y la apreté contra mi cuerpo, sintiéndola temblar debido al llanto.

Acaricié su cabello, y besé su frente, tratando de calmarla.

—Aún no puedo creer que fui tan ciega para no darme cuenta que mi hija fue víctima de bullying en
su anterior escuela. —susurró.

—Shh...—nos mecí lentamente, sin dejar de acariciarla.

—Creí que ella estaba mejor.

—Ella lo está amor, ella es una chica fuerte. —le dije con seguridad.

—Lo sé, es solo que...

—A veces no podemos deshacernos completamente de nuestro pasado, siempre va a estar ahí, a


nuestro acecho. Pero podemos vivir con él. Hailee ha aprendido a vivir con él y superarlo poco a
poco, y para eso te necesita. Necesita que tomes su mano y la ayudes en cada batalla que deba
enfrentarse, eres su madre y es tu deber estar apoyándola.

Camila me miró y me sonrió, dejó un pequeño beso en mis labios y recostó su cabeza sobre mi
hombro.

— ¿Ya te dije que eres la mejor novia del mundo? —preguntó.

—Lo has hecho, pero me gusta escucharte decirlo. —respondí, girando mi cabeza un poco y
besándola.

Ella me volvió a sonreír.

—Hailee tenía pesadillas todas las noches desde que empezó, y cuando se cambió de colegio dormía
prácticamente en mi habitación. —dejó un beso en mis labios y continuó. —Ella misma empezó a
mejorar de apoco con ayuda de la psicóloga, finalmente las pesadillas no eran recurrentes. Ellos le
afectaron demasiado, sobre todo Melissa. Varias pesadillas eran recuerdos de ellas de pequeñas y
luego su imaginación controlaba todo y Melissa aparecía causándole daño y tantas cosas. —suspiró.
—Empezó a recuperar su autoestima y volvió a ser mi pequeña y alocada Haiz. —sonrió. —Y luego
vinimos acá y te conoció a ti y a los demás chicos y ella... ella simplemente volvió a ser la misma.
Dejó de temer a relacionarse con las personas, todo gracias a ti. Nos haces tanto bien.

Mordí mi labio inferior y suspiré, acercando mis labios a los suyos y atrapándolos en un dulce beso.

—Y ustedes me hacen tanto bien a mí. —respondí, acariciando sus labios con los míos. —Te amo.
Las amo.
Camila sonrió y escondió su rostro en mi cuello.

—Me haces feliz.

—Y tú a mí. Soy muy feliz.

Capítulo 48

Lauren's POV

Las cosas entre Camila y yo han avanzado poco a poco. Ella me ha permitido tocarla más y aunque
aún esta reticente a llegar a algo más, yo entendía lo que le sucedía, y la esperaría hasta que
estuviera lista para dar ese paso.

Pero hoy era un día importante, era catorce de febrero: San Valentín. Nuestro primer San Valentín,
y tenía planeada una cita junto a ella. Hailee saldría con Charlie, pues él se lo había pedido semanas
atrás así que no tenía que preocuparme por ella pues había hecho un interrogatorio completo a mi
amigo. En un inicio lo hacía por cuidar de mi amiga, pero luego, al tener todos los datos de lo que
Charlie haría con Hailee ese día, decidí que era una buena oportunidad para, con Camila, tener
nuestro primer día de los enamorados, como una pareja normal.

No era la primera vez que salíamos, pero si era la primera vez que tendríamos una salida normal. En
las anteriores citas a las que la he llevado (aunque para mi eran un desastre y no podía considerarlas
cita, Camila decía que le encantaban y siempre repetía que eran las mejores citas que había tenido),
normalmente ambas nos escapábamos de casa poco después de la media noche y nos
encontrábamos en mi auto a unas cuadras de su casa.

A diferencia de la primera cita que tuvimos a los días de oficialmente ser novias. Aquella vez tuve la
suerte de que Dinah estuviese en New York para llevarse a Hailee todo un fin de semana. Esa si
puedo considerar una buena cita.

Sin embargo, para mí nunca era suficiente si se trataba de Camila.

Yo trataba de darle lo mejor que podía, pero al tener que mantenernos ocultas se me hacían casi
limitadas las opciones, por eso decidíamos hacerlo por la noche. La última vez i ncluso Camila le
mintió a Hailee diciéndole sobre una cena en el trabajo, cuando en realidad habíamos ido al cine y
habíamos salido como una pareja normal.

Lograr que Camila acepte una cita conmigo el día de San Valentín fue un poco difícil pues tenía
miedo de que sucediera algo y fuéramos expuestas, sin embargo luego de contarle que Hailee
estaría muy ocupada en su cita con Charlie y era poco probable que se diera cuenta de algo, ella
dejó de dar tantos pretextos. Finalmente se decidió arriesgarse por segunda vez y confió en mí.

Le haría disfrutar un gran día, o al menos eso esperaba.

*
— ¿Dónde estamos? —preguntó Camila, mientras le ayudaba a caminar pues ella llevaba los ojos
vendados.

Sonreí viendo el velero esperando por nosotras a unos cuantos pasos de donde nos encontrábamos.

—Espera un poco preciosa. —respondí, besando sus labios antes de continuar. Le ayudé a subir y
cuando finalmente nos encontrábamos a bordo, solté la pañoleta que cubría sus ojos.

Camila observó todo con una sonrisa y me miró. Saltó a mis brazos y me besó de aquella manera
que me volvía loca. Metiendo su lengua en mi boca y acariciando mi lengua.

—Esto es hermoso. —susurró sobre mis labios.

Cuando el capitán subió, guie a Camila a la cubierta y le ayudé a sentarse sobre una manta. El velero
no era tan pequeño, pero tampoco era tan grande, tenía un tamaño promedio. El piso era de
madera, muy suave y bonita.

Nos acomodamos sobre la manta y el velero empezó a moverse, rápidamente el capitán soltó las
velas y Camila chilló emocionada. Había dado en el clavo. Sabía que le gustaría mucho. Estando aquí,
era poco probable que nos encontráramos con alguien. Camila y yo disfrutaríamos nuestro San
Valentín sin preocuparnos de que algún conocido nos viera.

Solo éramos ella y yo, disfrutando de un momento en pareja.

—Eres en definitiva, la mejor novia del mundo. —dijo, abrazándose a mi cuello mientras el velero
se movía a través del East River. Este paseo en velero me había costado casi seis meses de mi
mesada, pero nada importaba si Camila era feliz. —Gracias por esto. —susurró, besándome.

El paseo duró una hora y Camila se encontraba realmente contenta mientras navegábamos y
escuchábamos a Alejandro Sanz. En algunas ocasiones ella me cantaba al oído, despacio, con su voz
un poco ronca, y eso solo me provocaba abrazarla más y besarla sin detenerme.

Le abrazaba la cintura, y pegaba mi pecho a su espalda mientras sentíamos el viento frío pegar en
nuestros rostros. Escondía mi rostro en su cuello y lo besaba. Ella acariciaba mis manos. Ella me
besaba y me decía que me quería. Y yo solo quería explotar de felicidad.

Cuando finalmente bajamos del velero iban a dar las cinco de la tarde. Subimos al auto y manejé en
dirección al bosque. Camila sonreía completamente feliz a mi lado. Coloqué mi mano sobre su muslo
y ella me miró y suspiró. Apoyó su cabeza en el asiento y estiró su mano izquierda hasta alcanzar
mi cabello, empezando a acariciarme.

Mordí mi labio, apretando un poco mi agarre en su muslo. Ella se acercó y me beso en la mejilla y
en el cuello.

Cuando llegamos al bosque (que se había convertido en nuestro pequeño refugio) coloqué las luces
pues ya estaba anocheciendo. Camila ubicó la manta y sacó de la cajuela una cesta. Ella había
decidido preparar la comida.
Le ayudé y cuando tuvimos todo listo, nos sentamos sobre la manta. Camila sacó los recipientes y
los colocó delicadamente sobre la manta, sirviendo en cada plato posteriormente. Había preparado
espaguetis con albóndigas, y estaba delicioso.

—Esto sin duda es mejor que la pizza. —comenté, tomando un trago de agua.

Camila sonrió, llevando su copa de vino a sus labios y dándole un sorbo.

—Pues a mí me gusto la pizza. —dijo, encogiéndose de hombros.

Sonreí y me incliné un poco, acercándome a ella. Camila suspiró y giró su rostro, buscando mis
labios. Atrapé entre mis dientes su labio inferior, obteniendo un hermoso gemido de su parte.

—Gracias por aceptar esta cita. —susurré sobre sus labios.

Camila negó suspirando y acarició mi mejilla.

—Gracias a ti por ser tan comprensible y paciente conmigo, y por cuidar nuestra relación. —acarició
mi labio inferior y me besó. —Siempre piensas en todo.

Sonreí, besándola y volviendo a mi lugar.

— ¿Puedo dormir contigo esta noche? —pregunté, llevando el tenedor hasta mi boca.

Desde aquella noche que Hailee había ido a su habitación llorando, Camila me había pedido que no
fuese hasta que me avisara.

—Sí, te extraño. —respondió haciendo un adorable puchero.

—Yo no he podido dormir. —suspiré. —No puedo dormir tranquila si no te tengo en mis brazos.

Camila apretó sus labios y se acercó para besarme. Yo ya era adicta a todo lo que tuviera que ver
con ella; sus labios, sus manos, sus ojos... y ahora no podía imaginarme una vida sin tenerla a ella, o
a Hailee.

—Eres tan dulce. —acarició mis labios. —Te quiero.

Sonreí.

—Te amo.

Detuve el auto unas cuadras antes de llegar a casa de Camila, iban a dar las diez de la noche y Hailee
aún no llegaba. Hubiese deseado quedarme toda la noche junto a Camila en el bosque, pero no era
posible. Sin embargo, no desaprovechamos el tiempo que tuvimos juntas.

Camila se deshizo del cinturón y se giró para besarme, acariciando mis mejillas mientras nuestras
lenguas luchaban por el control. Coloqué mis manos en su cintura, acariciando y acercándola un
poco más.

—Te espero. —jadeó.

—Iré lo más rápido posible. —respondí.


Camila sonrió y me dejó un último beso antes de bajarse de mi auto. Esperé un momento antes de
arrancar. Cuando pasé por su casa, vi las luces encendidas y suspiré.

— ¡Llegué! —grité una vez cerré la puerta de casa.

Tenía que esperar un rato para ir a casa de Camila, y según lo que me dijo Charlie, Hailee estaría
llegando en unos treinta minutos. Caminé a la cocina, encontrándome a mamá junto a Cristina
preparando galletas.

—Mmm... —murmuré, acercándome a ellas.

— ¿Dónde estuviste? —preguntó mamá.

—Por ahí. —respondí, tomando una galleta y recibiendo un manotazo por parte de mi nana. —Auch.
—chillé, llevándome la galleta hasta la boca.

Cristina me miró con el ceño fruncido y negó, para después continuar ubicando las galletas en el
tarro.

— ¿Cenaste? Cristina te dejó la comida en...

—Sí, ya cené. —respondí.

— ¿Estuviste con Kendall? —preguntó mi madre, aunque ya sabía que habíamos terminado.

—No mamá. —respondí rodando los ojos y caminé a la nevera, sacando la jarra de agua.

— ¿Entonces? —volvió a preguntar.

Bebí mi vaso de agua y suspiré.

—Estuve por ahí.

—Bueno, entonces ¿Por ahí, con quién? —preguntó.

—Mamá...

—Mamá nada. —Gruñó— ¿Estas saliendo con alguien?

Fruncí el ceño, sintiéndome nerviosa de repente. No era tan obvi a ¿o sí?

—No quiero hablar de eso ahora, voy a mi habitación. —dije, antes de salir corriendo de la cocina
escuchando los llamados de mi madre.

Me encerré en mi habitación y me lancé a mi cama, tapándome la cabeza con la almohada ¡Mierda!,


debía ser más cuidadosa, mi madre era muy observadora y lo que menos deseaba era que se
enterará de mi relación con Camila.

Tenía miedo, miedo a que ella hiciera algo en contra de Camila y perderla. No soportaría no tenerla
conmigo, es algo que simplemente no puedo imaginar.

Camila se había convertido en todo para mí, la amaba y pensar que por algún motivo ella no estaría
en mi futuro, simplemente me destrozaba. No podía. La quería conmigo, siempre.
Capítulo 49

Lauren's POV

Domingo 3 de marzo de 2013

— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ! —gritó Hailee entrando en la habitación de su madre, y lanzándose


a la cama junto a ella, mientras yo llevaba el desayuno que habíamos preparado, quedándome de
pie cerca de la puerta, sonriendo.

— ¡Haiz! —chilló Camila, removiéndose en la cama y tratando de esconderse entre las sábanas. La
entendía, eran apenas las siete y treinta de la mañana de un domingo, pero claramente eso a Hailee
no le importaba.

— ¡Ya! Despierta mamá ¡ES TU CUMPLEAÑOS! —Hailee echó su pierna sobre el cuerpo de su madre
y la atrapó en un abrazo.

—Haiz, son las siete de la mañana ¡En domingo! —volvió a chillar Camila, sin querer perder la batalla
contra su hija.

Me acerqué a la mesita de noche y dejé sobre ella el desayuno. Me crucé de brazos y las observé
divertida desde mi lugar cerca de la cama.

—Pero es tu cumple. —susurró Hailee, sin dejar de abrazarla. —Y te preparamos el desayuno.

— ¿Preparamos? —preguntó Camila, saliendo de entre las sábanas para verme.

—Sí, desperté a Lauren para que me ayudase. —Respondió Hailee, dejando un beso en la mejilla de
su madre— ¡Feliz cumpleaños! —volvió a repetir colocando su cabeza sobre el pecho de Camila,
recibiendo caricias de su madre.

—Gracias cariño. —respondió ella, mirándome con una hermosa sonrisa en el rostro.

—Feliz cumpleaños, señora Cabello. —susurré.

—Gracias, Laur.

Bruno Mars – Locked Out Of Heaven

—Un poco más abajo. —dijo Hailee, alzando la voz para que Charlie la escuchase.

Me reí observando a Charlie rodar los ojos mientras hacia lo que Hailee le pedía. Sostuve la escalera
hasta que finalmente Hailee quedó contenta, y Charlie bajó.
—Es tan estresante. —dijo Charlie. —Pero me gusta ¡tanto!

Reí y observé el pequeño cartel que guindaba de la pared, donde se leía "Happy birthday mum" que
Hailee había hecho. Troy –esposo de Ally– y Jackson –novio de Taylor–, aparecieron por la entrada
del salón, cargando una mesa y colocándola donde Hailee les ordenó. Esta chica estaba
completamente loca.

— ¡Apresúrense! Mamá está por llegar. —dijo Hailee, cargando un par de cajas de pizza a la mesa y
acomodando por enésima vez el pastel de cumpleaños. — ¡Tía Ally! ¡Los bocadillos! —gritó Hailee.

Vi a Ally salir de la cocina, seguida de una muy embarazada Selena y una muy amargada Taylor.
Hailee colocó los bocadillos sobre la mesa y los chicos casi saltaron encima, de no ser por la mala
cara que les dio la chica.

Observé la hora en mi teléfono, iban a dar las seis de la tarde y en cualquier momento Camila llegaría
junto a Dinah, Normani y los esposos de ambas.

— ¡Tío Justin! Deja de comerte los bocadillos. —era gracioso ver como Hailee se encargaba de
regañar a todos los adultos, y lo estresada que se veía. — ¡Tía! Regáñalo. —le pidió a Selena.

— ¡Justin! —gritó Selena, llamándole la atención. —Deja de comerte esos bocadillos. —el rostro de
Selena se mostraba divertido ante la situación, logrando enojar a Hailee.

—Con ustedes no se puede. —resopló mi amiga, abrazándose a la cintura de Charlie.

—Pero si también es mi cumpleaños. —murmuró Justin, haciendo un puchero que rápidamente


Selena besó.

Hailee iba a decir algo, cuando se vio interrumpida por el timbre de la puerta. Fruncí el ceño al ver
a Hailee brincar de emoción antes de dirigirse a abrir. Era claro que no podía tratarse de Camila, ella
no tendría que tocar el timbre de su propia casa teniendo sus llaves, además Dinah nos habría
avisado, y Hailee en lugar de emocionarse, habría refunfuñado el nombre de sus tías y nos habría
callado a todos.

Pero cuando Hailee regreso a la sala junto a aquel hombre que llevaba un enorme ramo de flores
junto a una funda de regalo, lo único que sentí fueron los celos apoderándose de todo mi cuerpo.
Tan elegante y apuesto, Josh Carver se plantó frente a todos con una sonrisa que a cualquiera le
parecería encantadora, pero que a mí solo me provocaba borrar de su rostro. Golpearla tan fuerte
hasta que quedara irreconocible.

Lo sé, suena cruel, pero es lo que provoca en mí.

Josh saludó amablemente a todos, sin embargo Justin se puso serio y lo fulminó con la mi rada.
Definitivamente se trataba de un hermano celoso. Él examinó a Josh de pies a cabeza, para después
simplemente terminar moviendo la cabeza en un asentimiento, dejando al otro hombre nervioso y
con a mano estirada, que poco a poco fue recogiendo con vergüenza.
Hailee fulminó con la mirada a su tío debido a su actitud frente al cineasta. Justin simplemente
sonrió, y para molestarla más, tomó otros de aquellos bocadillos. Hailee gruñó, sin embargo eso no
impidió que el hombre dejara de comer. Definitivamente le gustaba molestar a su sobrina.

No voy a negar que quizá el comportamiento de Justin hacia Josh me pusiera un poco nerviosa, pero
definitivamente me había agradado su indiferencia hacia él. Esperaba que cuando se llegue a
enterar de mi romance con Camila, él fuera capaz de tratarme mejor.

Hailee realizó una rápida y última inspección, asegurándose que todo estuviese en orden. Dinah le
había mensajeado, avisando que ya estaban regresando a casa.

—Es hora, están entrando al vecindario. —dijo Hailee, guardando su teléfono y acercándose a
bajarle el volumen a la música. —Apaguen las luces.

En menos de un minuto, las luces fueron apagadas y el lugar quedó iluminado por la luz que entraba
a través del gran ventanal.

Escuchamos el auto estacionarse y el leve grito de emoción de Hailee. La puerta de entrada se abrió.
Nosotros esperábamos pacientemente a que Camila llegara a la sala.

Escuchamos murmullos, la voz de Camila sonando confundida y las risitas de Dinah. Cuando
finalmente la luz de la sala fue encendida, todos gritamos un coro de "¡Sorpresa!". Camila se cubrió
la cara, feliz y sorprendida por el detalle.

Justin corrió a abrazarla, cargándola y dando vueltas con ella por el salón, mientras entre los dos se
deseaban un Feliz cumpleaños repetidamente. Justin agregando lo muy orgulloso que se encontraba
de ella.

Se veía realmente feliz. Amaba verla sonreír, y aquella sonrisa sin duda era de las más hermosas que
le he visto. Mis sentimientos hacia ella solo crecían segundo con segundo, y el pensar en al gún día
perderla simplemente me llenaba de terror.

La observé moviéndose entre las personas, abrazándose con sus amigas y chillando de felicidad
como toda una adolescente. Sonreí. Tenía tantas ganas de caminar hacia ella, rodear su cintura y
besarla sin detenerme, pero lo tenía claro, aquello no lo podía hacer, no ahora.

La ira me invadió cuando vi como Josh se acercaba lentamente hacia Camila, alentado por Hailee.
Mi hermosa morena estaba concentrada hablando con Selena. Los celos me ganaban cuando de
Camila se trataba, y en este momento son imposibles de evitar ¡Dios! Si Josh es un hombre muy
apuesto, ambos son adultos, él tiene un buen trabajo y sin duda alguna, tenía que ofrecerle a Camila.
Pero de algo que estaba segura, es de que nadie la ama de la manera en la que yo lo hago.

Camila tomó el ramo de flores entre sus manos, sonriéndole con algo de incomodidad, pero
agradecida ante el detalle del hombre. Los observé mientras conversaban, Camila de vez en cuando
mirándome tratando de tranquilizarme, pero yo estaba demasiado celosa y enojada. No había
logrado tener un tiempo a solas en todo el día con ella y me mataba aquello.
Me mordí la lengua y decidí salir un momento al jardín, en cualquier momento llegarían los demás
invitados, entre ellos mis padres, y no quería que me vieran con cara enojada. Tampoco quería que
Camila se sintiera mal. Este era su día, su cumpleaños. Yo confiaba en ella, sin embargo eso no
evitaba que me pusiera celosa al ver que él si se podía acercar con toda libertad a ella.

Lo peor de todo esto, es que tampoco podía enojarme con Hailee. Sé que fue su idea, lo sé por la
forma en que se mantiene alerta a la interacción entre su madre y aquel hombre, sin embargo ella
solo está tratando de que Camila sea feliz, porque la ama y quiere que sea feliz.

Dejo escapar un fuerte suspiro y observo el cielo estrellado. Nunca había visto tantas estrellas en
una noche, quizás todas se habían puesto de acuerdo para adornar el cielo en este día especial para
Camila. Sonreí de solo pensar en aquello. Quizás el cielo se había enamorado de ella al igual que yo,
y solo quería entregarle una de las más hermosas noches.

La luna también brillaba, esplendorosa en lo más alto del firmamento, completando aquel hermoso
cuadro.

La música empezaba a escucharse en el interior de la casa, al igual que las risas, el sonido del timbre
y las conversaciones entremezcladas. Saqué la pequeña caja del bolsillo de mi pantalón y la abrí,
observando el sencillo pero hermoso collar que había comprado para ella.

—Es precioso. —escuché detrás de mí.

—Dinah. —susurré, guardando la caja nuevamente en mi bolsillo.

—Deberías entrar, Camila se ha preocupado y me ha enviado a buscarte.

Me mordí el interior del labio y di una mirada al cielo, suspirando.

—Te molesta que él esté aquí.

Suspiré, tratando de calmar mis celos.

—Es solo que...— me interrumpí, sin saber que decir.

—Sé que la posición en la que ustedes se encuentran es un poco difícil de sobrellevar, pero créeme
cuando te digo que esto que tienen es tan importante para ti, como para Camila.

—Lo sé, lo sé. —susurré, sin dejar de observar el cielo. —Pero me molesta no poder ser yo quien
esté cerca de ella en estos momentos y poder besarla. Es difícil porque sus intenciones hacia Camila
son claras y tengo miedo de perderla. —dije, exponiéndome ante la mejor amiga de mi novia. Ella
simplemente coloco una mano sobre mi hombro, dándome a entender que me escuchaba. —Él es
un hombre, es atractivo, tiene un buen trabajo, y se ve realmente interesado en ella ¡Es insistente!
—gruñí, apretando los dientes.

—Pero...

Suspiré.
—Pero sé que a pesar de que él tiene todas esas cualidades que puedan convertirlo en un buen
hombre y en un buen partido para ella, yo sé que el amor que siento por Camila, es único y
verdadero. No hay momento en el día en el que no piense en ella, o en que no me muera de ganas
por besarla. —susurré.

—Escucha. —dijo Dinah, dándome un apretón en el hombro. —Nunca antes había visto o escuchado
a Camila tan emocionada por una persona. Antes de ti solo existían los encuentros esporádicos, o
citas a ciegas que las chicas y yo concertábamos para ella con hombres sumamente guapos y con
muy buenos trabajos. Sin embargo ella no sentía nada. Hasta que llegaste tú. —la mire de reojo, ella
me regalo una pequeña sonrisa. —Camila está enamorada de ti, Lauren. Solo deben ser fuertes para
poder sobrellevar esta relación. Ella te quiere a ti, y claramente también tiene esos temores...
¡Mírate! Eres una chica joven y guapa, que sin duda alguna tiene varias pretendientes de la misma
edad, y ella teme que en algún momento te canses de estar escondiéndote con el temor a ser
descubiertas y todo lo que ello puede conllevar...

—No, yo la amo.

— ¿Y crees que ella no lo hace?

—Ella no me la ha dicho. —dije, bajando la mirada.

—A veces las palabras no son necesarias, cuando el sentimiento es verdadero.

Nos quedamos en silencio por unos segundos, hasta que el marido de Dinah salió a buscarla.

—Solo no dejes que tu miedo te lleve a cometer un error. No esperes a que de su boca salgan las
palabras que anhelas escuchar, solo siéntelas. —su mano se alejó de mi hombro. —No tardes, o
Mila vendrá por ti.

—Iré en un segundo. —respondí.

—Está bien.

Cuando nuevamente estuve sola, repase las palabras de Dinah en mi mente. Tenía razón. Era
necesario que dejara mi miedo a un lado, me había prometido luchar por el amor de Camila siempre,
costara lo que costara.

Al entrar en la casa, noté que había más personas de las que estaban antes de que saliera al jardín.
Mis padres también se encontraban ya en la fiesta, al i gual que algunos de los compañeros del
trabajo y jefe de Camila.

Me acerqué a mi madre, que se encontraba cerca de la mesa de bocadillos, probando unos cuantos
y hablando animadamente con Ally. A mamá le gustaban los dulces, sin embargo no era la mejor
para hacerlos.

—Lauren, te estaba buscando ¿Dónde andabas? —preguntó mi madre apenas me notó.

—Hola mamá, estaba en el patio. —respondí, dejando un beso en su frente.

—He visto a Kendall con una rubia. —susurró.


—Lo sé, es Cara. Supongo que ya están oficialmente juntas.

—Ay, cariño ¿Cómo te sientes? —sonreí observándola, Ally me regalo un guiño de complicidad.

—Estoy bien mamá, creo que Kendall y yo no estábamos hechas para estar juntas. Ella sigue siendo
mi amiga y la quiero, solo espero que sea feliz.

—Eres tan madura. —dijo mi madre, acariciándome la mejilla mientras yo rodaba los ojos. —
Supongo que se conocieron en Miami. —dijo mi madre a Ally. —Pero esta es mi hija menor, Lauren,
y es una gran chica.

—Ya dilo mamá, Megan y Pat no están cerca. —mamá rodó los ojos.

—Es mi hija favorita. —susurró.

Ally rió asintiendo.

—Guardaré el secreto. —susurró en respuesta, haciendo reír a mi madre.

Vi a Charlie hablando con mi hermano y me acerqué a ellos.

— ¿De qué hablan? —pregunte, sentándome junto a Pat y robándole de su rebanada de pizza.

— ¡Oye! —chilló Patrick.

Charlie se encogió de hombros, bebiendo de su refresco.

—Estaba pensando en invitar a Hailee a una cita.

Dejé de masticar y lo miré fijamente, con el ceño fruncido. Charlie estaba pensando en llevar a Hailee
a una cita, lo que significaba que estaba queriendo hacer las cosas correctamente con ella, sin
embargo algo en mí se activó de manera inconsciente. Una especie de instinto de protección hacia
la morena me obligaba a desconfiar, aun cuando conocía muy bien a Charlie y sabía que él no era
capaz de lastimar a Hailee.

Tragué la pizza, sin dejar de observarlo, tratando de intimidarlo. ¿Qué haría Drew en este caso?
Quizás se pondría a interrogarlo, o tal vez... ¡Espera! ¿En qué rayos estoy pensando? Hailee es mi
amiga, y solo no quiero que salga lastimada porque la quiero mucho, y además es la hija de mi novia.
No tengo porque pensar como actuaría su padre frente a esto, solo debo actuar como la amiga
preocupada que soy.

—Entonces... ¿Ya tienes algo planeado acaso? —pregunté.

Charlie se encogió de hombros y negó.

—No realmente.

—Pero bueno, ya tuvieron una cita en San Valentín. —le recordé.

—Lo sé, pero...

Asentí entendiendo lo que quería.


—Estás pensando hacer la pregunta.

Charlie asintió, dejándose caer contra el respaldar del sofá.

— ¿No? ¡¿Enserio hermano?! —preguntó Patrick, sonriendo.

Yo me quedé frunciendo el ceño, Charlie llamó mi atención dándome un pequeño golpe en el brazo.

— ¿Qué piensas? —preguntó, nerviosamente.

—Nada, solo que...

— ¡Oh, mierda! No me digas que Hailee te gusta. Es que ustedes son tan cercanas desde que ella
llego, se conocieron antes y...

—Charlie cierra la boca. —dije, mirándolo con enojo. —Claro que no me gusta de esa manera, Hailee
es mi amiga. Ella es...es...—la hija de mi novia, pensé. —Es como mi hermana.

—Lo siento, no pensé.

—Eso no es nuevo Charles. —bromeó Patrick, golpeándole el hombro.

—Yo solo espero que recuerdes, que Hailee es mi amiga y la quiero mucho. No me gustaría tener
que golpearte si le haces daño. —dije seriamente, mirando directamente a los ojos de Charlie, que
hizo una mueca y asintió.

—Y yo te recuerdo que mi hermanita pega fuerte para ser una chica, así que no sería bueno
desafiarla. Solo ve con cuidado. —dijo Patrick.

— ¿Lo dices por Keana? —pregunto Charlie con una sonrisa burlona.

—Ella no hace más que recordarme que me golpeara las bolas si llego a hacerle daño a su amiguita.
—suspiró Patrick, echando la cabeza hacia atrás. —Deberías cuidar que no me hagan daño a mí, soy
tu hermano.

—Ustedes los hombres tienen la regla con sus amigos de no meterse con las hermanas.

—Es diferente. —dijo Pat, frunciendo el ceño.

—Es lo mismo. —dije yo.

—Entonces deberías amenazar a Keana de no hacerme daño, no a mí.

Tenía razón, pero no se lo diré, ni ahora ni nunca. Sin embargo, si había tenido la conversación con
mi amiga. Patrick era mi hermano, sabía que a pesar de todo el estaría conmigo siempre. Además,
yo era una hermana muy celosa a veces.

Sentí un peso en mi espalda, y cuando giré mi cabeza, me encontré con la brillante sonrisa de Hailee.

— ¡Hey!, miren quien recordó nuestra existencia. —bromeé.

Hailee rodó los ojos y se levantó de mi espalda, dejándome ver a Cara y Kendall detrás de ella. Ambas
se veían hermosas, a decir verdad lucían muy bien juntas. El rostro de Kendall resplandecía de
felicidad y me alegraba mucho de que ella fuera feliz. La seguía queriendo a pesar de todo.
Cara rodeaba su cintura de manera posesiva, se notaba que la quería y eso me alegraba.

—Estábamos hablando con Selena. —dijo Hailee, plantándose frente a nosotras, encogiéndose de
hombros.

—Lo has hecho genial Hailee, tu madre se ve muy feliz.

Hailee se giró y buscó con la mirada a Camila que conversaba animadamente con sus amigas
mientras bebían un poco de vino.

—Sí, se la ve feliz. —asintió Hailee, sonriente. —Sin embargo no le ha hecho mucho caso a Josh. —
dijo desanimada, haciendo una mueca.

Auch, eso dolió. Se sintió como una fuerte patada en el estómago. Hailee realmente quería que su
madre saliera con ese tipo.

—No creo que debas forzarla a eso. —escuché a Kendall decir, sentándose a mi lado.

—Kendall tiene razón, tu madre es joven, encontrará a alguien. Si no le hadado oportunidad a Josh,
es porque realmente no le interesa de esa manera. No creo que sea conveniente que te encuentres
forzando algo entre ellos. —dijo Cara, sentándose en el apoyabrazos del mueble y tomando la mano
de Kendall.

Suspiré agradecida con ellas. Observé a Hailee que parecía estar meditando las palabras de la pareja.
Sentí una terrible ansiedad mientras ella se quedaba en silencio.

Dejó escapar un suspiro y se acarició la frente.

—Sí, creo que tienen razón. —asintió. —Ella me lo ha dicho, pero él parece tan agradable, me
gustaría mucho que ellos estuvieran juntos.

—Pero esa no es tu decisión. —dije de manera brusca y Hailee me miró asombrada. —Lo siento.
Pero las chicas tienen razón. —dije, tratando de sonar calmada. —No deberías forzarla a algo a lo
que no está cómoda, puede que solo lo vea como un amigo y le estás haciendo las cosas más difíciles.
—comenté, recordando una discusión con Camila sobre Josh.

—Tienes razón Laur...—susurró, haciendo una mueca. —Creo que deberé resignarme.

—Ella encontrará a alguien. —dijo Pat con seriedad. —Digo, es joven, talentosa, inteligente,
hermosa y, perdona que lo diga pero, es muuy sexy. —asintió.

Y yo estuve a poco de matarlo.


Capítulo 50

Lauren's POV

La fiesta había ido genial, Camila se veía realmente feliz. Lamentablemente, no habíamos podido
escapar en ningún momento y tener un par de segundos para nosotras, así que tampoco había
podido entregarle su regalo, sin embargo eso no me iba a detener.

Cuando llegamos a casa, me despedí de mis padres y mi hermano y corrí a mi habitación, cerrándola
apenas entré. Habíamos quedado en que apenas todos se acostaran a dormir (pues sus amigos se
quedarían en su casa a pasar la noche), Camila me enviaría un mensaje y así poder escabullirme
como tantas noches a su habitación.

Tomé una rápida ducha pues sentía mi cuerpo sudado. Me vestí con una sudadera del colegio, y
unos pantalones de chándal negros. Me lancé a la cama y tomé el teléfono entre mis manos,
esperando su mensaje.

Estaba empezando a sentir como mis ojos se cerraban del cansancio, cuando su mensaje llegó. Salté
enseguida fuera de la cama, deshaciéndome de la pereza y sonriendo llena de felicidad. Tomé la
cajita que había dejado sobre mi escritorio y la guardé en mi bolsillo. Revisé que todos estuvieran
en sus habitaciones, y volví a cerrar con llave mi puerta.

Me había convertido en toda una experta bajando por la ventana de mi habitación y trepándome al
balcón de Camila. Cuando finalmente toqué el césped de mi jardín, caminé con precaución,
acercándome a la casa de mi novia.

Fruncí el ceño y me detuve, escondiéndome detrás de un árbol observando a Josh recostado sobre
su auto, observando directamente a la casa de Camila. Segundos después la morena salió,
abrazándose a sí misma. Estaba muy lejos de ellos, así que no podía escuchar lo que hablaban y
ellos tampoco podían verme. Josh se enderezo y parecía tími do, sin embargo eso no le impidió hacer
lo que deseaba. Apreté mis manos en un puño, sintiendo como se me clavaban mis cortas uñas en
la palma de mi mano. Josh tenia agarrada a Camila de la cintura con una de sus manos, mientras
que con la otra la tomaba del cuello para impedir que se apartase de él, mientras la besaba.

Lo iba a matar, de eso estaba segura.

Mi corazón latía de una manera desenfrenada, sentía mi cuerpo temblar a la vez que los celos me
inundaban por completo. Vi como Camila movía la cara, tratando de apartarse de él, y golpeaba sus
hombros, hasta que finalmente él se apartó y Camila retrocedió, alejándose de él, con el rostro rojo
y el ceño fruncido.

El pánico se apodero de rostro de Josh, y bajó la mirada avergonzado. Camila le dijo un par de cosas
y él asintió. Segundos después se subió a su auto y manejo a toda velocidad.

Camila se limpió los labios con la manga de su abrigo y suspiró. Yo salí de mi escondite, sin dejar de
mirarla. Ella sintió mi mirada insistente y me miró. Negó rápi damente, viéndose algo asustada,
quizás queriéndome decir con el gesto que ella no quería ese beso. Lo sabía. No era su culpa ser tan
hermosa.
Asentí, dándole a entender que estaba bien. Luego señalé con mi cabeza a su balcón, ella asintió y
entró a su casa mientras yo terminaba de cruzar el jardín y comenzaba a trepar.

Cuando llegué a su balcón, Camila me esperaba con la puerta corrediza abierta. Rápidamente
ingresé en la habitación, pues estaba haciendo mucho frío. Camila saltó a mis brazos y me besó,
hambrienta. Enseguida le devolví el beso con la misma intensidad. Me moría por ella.

—Quiero matarlo. —susurré sobre sus labios, mientras la llevaba hasta su cama.

—Shh...—Camila me silencio, acariciando mis mejillas mientras nuestros labios se entrelazaban


entre sí.

—Camila. —suspiré, separándome unos pocos centímetros de sus labios. —Tú eres mía. —solté un
gruñido, chocando mi pelvis contra la suya, tratando de pegarme lo más que podía a su cuerpo. —
Mía.

—Lauren. —Gimió ella, mientras yo besaba su rostro, bajando a su cuello empezando a mover mis
caderas en una excitante fricción— ¡Oh! Lauren. —susurró, acariciándome la espalda, subiendo
lentamente su manos hasta mis hombros. — ¡Lauren! —jadeó, apretándome los hombros mientras
yo me adueñaba de su cuello y la saboreaba.

—Te deseo tanto. —solté un gruñido, aspirando su aroma.

Camila me tomó de las mejillas, obligándome a mirarla a los ojos, aquellos ojos marrones que
expresaban tanto como los míos, aquellos ojos que me indicaban que ella también me deseaba. Me
estaba invitando a tocarla, y no iba a desaprovecharla oportunidad.

Me besó, con su lengua acariciando la mía y sus manos acariciándome la nuca. Mis manos se colaron
por debajo de su blusa de dormir. Acaricié su piel, subiendo lentamente hasta consegui r uno de sus
pechos. Camila arqueó la espalda, soltando un gemido lleno de placer. Mis labios besaron sus
mejillas, mientras mi mano acariciaba lentamente su pecho, dándole placer.

Camila jugó con el borde de mi sudadera, empezando a tirar de ella. Me separé y la miré a los ojos,
que brillaban de deseo.

—Quiero. —susurró. —Te quiero. —dijo mordiéndose el labio inferior.

Jadeé, asintiendo a su petición y dejé que me sacará la sudadera, quedándome con el brassier.
Camila se mordió el labio mientras yo me colocaba de rodillas entre sus piernas. Ella se sentó y me
instó a deshacerme de su blusa, la cual rápidamente desapareció.

Suspiré, sintiendo mi corazón apretarse ante la emoción. Ella era tan perfecta. Me deleité
observando las curvas de sus pechos, tan hermosos. La hice recostarse, mientras yo volvía a quedar
sobre ella. Besé sus labios y sus mejillas, deslizándome lentamente por su cuello y su clavícula.

Entonces bajé un par de centímetros más, hasta llegar a sus pechos. Tomé la punta de uno entre
mis labios, sintiendo a Camila sobresaltarse. Abrí mi boca, tomándolo con dulzura y acariciándolo
con mi lengua.
— ¡Oh, Lauren! —gimió en un susurro.

Con cautela, me deslicé por su cuerpo, hasta encontrarme con el dobladillo de su pantalón de
pijama. La miré, sus ojos puestos en cada uno de mis movimientos. Suspiró hondo y asintió, dejando
caer su cabeza sobre su almohada. Tragué el enorme nudo de ansiedad y empecé a bajar su
pantalón.

Me coloqué de rodillas sobre la cama, observando como relucía su piel bajo la luz de la luna, acaricié
sus piernas desnudas hasta toparme con su ropa interior. Sus ojos me observaban con esa chispa
de deseo. Nunca antes había llegado tan lejos, Camila en este punto ya me habría detenido, sin
embargo no lo hace. Lo quiere tanto como yo.

—Eres tan hermosa. —susurré, admirándola.

Enganché mis dedos a su última prenda y, lentamente, fui deslizándola por sus piernas. Nunca antes
en mi vida había visto algo tan hermoso y perfecto como lo era Camila desnuda, reluciendo a la luz
de la luna. Tendí mi cuerpo sobre el suyo, teniendo cuidado en no aplastarla. Mi mano derecha
acariciaba con lentitud sus caderas, bajando a sus piernas. Quería memorizar cada detalle de su
cuerpo desnudo. Memorizarlo con mis manos y mis labios.

Estaba nerviosa, no podía dudarlo. Era la primera vez que tocaba a una mujer de esa manera, y lo
que más nerviosa me pone es el hecho de que se trata de la mujer que amaba con locura. Quería
hacerlo bien. Anhelaba escucharla gemir, susurrar mi nombre, pidiéndome que no me detenga y
que le dé más. Quería hacerla mía.

Nerviosamente, empecé a besar sus mejillas, sus labios, bajando con lentitud por su cuello,
saboreándola y disfrutando de sus pequeños jadeos. La besé con algo de rudeza, sintiendo la
excitación calentarme el cuerpo. Camila me mordió el labio y sonrió al escuchar mi gemido.

—Esta noche se trata de ti, amor. Eres mía. —gruñí, pasando mi lengua por sus labios.

Camila sonrió.

—Tuya.

Sonreí complacida y poco a poco me deslicé por su cuerpo, pasando mi lengua, dejando un camino
húmedo desde su cuello, pasando por el valle de sus pechos y entreteniéndome unos pocos
segundos en su ombligo. Separé sus rodillas y suspiré, sintiendo su excitación. Mi boca estaba
ansiosa por probarla y complacerla, por marcarla como mía.

Acerqué mis labios a su sexo, sonreí con arrogancia al notar lo húmeda que se encontraba. Camila
me deseaba tanto como yo a ella, sin embargo esta noche será solo suya.

Suspiré una vez más, con mucha fuerza, embriagándome de su dulce aroma que me tentaba a
saborearla con ímpetu. Escucharla jadear y susurrar mi nombre de esa manera, solo lograba
descolocarme.

Mi lengua deseosa de aquel manjar, se movió de manera ágil y precisa desde su clítoris a su entrada,
tomando un poco de aquella dulzura. Camila despegó su espalda de la cama, sobresaltada por el
primer asalto. Sonreí y repetí la acción de manera inversa. Mi lengua inició en su entrada,
empapándola poco de sus fluidos y, lentamente, fue subiendo hasta su clítoris, donde me quedé
varios segundos jugando. Escuchar los gemidos de Camila son mi compensación, llevaba tiempo
esperando este momento, sin duda alguna me he vuelto adicta a otra parte del cuerpo de Camila.
Su sabor, tan agridulce, me tenía enloquecida.

Camila trataba de retener sus gemidos, sin embargo parecía ser imposible para ella. Una de sus
manos apretaba las sábanas, mientras que con la otra mantenía mis cabellos enredados entre sus
dedos y me apretaba a su sexo. Mi boca acariciaba con ímpetu su zona sensible, orgullosa de
escucharla pedir entre gemidos de placer que le diera más. Mordí muy despacio, su clítoris, logrando
que Camila halara con un poco de fuerza mi cabello.

Gruñí llena de satisfacción, en lugar de hacerme daño lograba excitarme, así que volví a darle otro
leve mordisco.

—Lauren. —gimió Camila.

Mi lengua acarició su clítoris y bajó hasta encontrarse con su entrada, tomando un poco de sus
fluidos antes de entrar en ella. La espalda de mi amada volvió a despegarse del colchón, sentí uno
de sus pies en mi espalda y como poco a poco apretaba mi cabeza entre sus piernas. Mi lengua sin
embargo, no se detuvo y continuó dándole el placer que anhelaba.

— ¡Oh! —Camila movía sus caderas contra mi cara, sin inhibiciones. —Lauren... esto-estoy ¡Ahhh!

Su cuerpo se desplomo sobre la cama mientras entre mis labios recibía su orgasmo. Succioné con
fuerza, tomando todo de ella. Camila acariciaba con algo de pereza mi cabello, mientras mi lengua
se encargaba de limpiar todo rastro de su orgasmo.

Cuando finalmente mi trabajo estuvo hecho, dejé un beso sobre su clítoris y recorrí su cuerpo, hasta
encontrarme con su sonrojado rostro. Tenía los ojos cerrados, sin embargo estaba sonriente. Sus
brazos rodearon mis hombros y sus labios buscaron los míos, gimiendo al sentir su sabor en mi boca.

—Esta noche solo se trata de ti, preciosa. —susurré al sentir como intentaba moverme debajo de
su cuerpo sin éxito alguno.

—Pero...

—Nada. —la detuve y volví a besarla por un rato más, sintiendo su lengua jugar con la mía entre
nuestras bocas.

Cuando dejamos de besarnos, Camila me abrazó con fuerza, pegando nuestros cuerpos. Mis manos
estaban en su cuerpo, acariciándola lentamente.

—Te amo. —susurré en su oído, sintiendo sus uñas recorrerme la espalda.

—Nunca había sentido algo parecido. —susurró, besándome el cuello. —Nunca sentí tanto placer
en la cama... ¡Oh, Laur! Te quiero tanto.

—Eres mía Camila, así como yo soy tuya. Esta noche he reclamado tu cuerpo y nadie más tendrá
nunca el placer de tocarte como yo le he hecho. Solo yo puedo besarte y hacerte el amor Camila.
—Solo tuya mi amor. —asintió Camila.

Sonreí y dejé un corto beso en sus labios. Me separé de ella y me moví a su lado. Extendí la sábana
sobre nuestros cuerpos y me pegué a ella, sin dejar de acariciarla.

—Poco a poco iré aprendiendo cada detalle de tu cuerpo mi amor, con mis manos, mis labios. No
existirá espacio alguno en el que mis manos no te hayan acariciado, o mis labios no te hayan besado.

—Laur... lo que sucedió antes....

—Shh...—susurré, apartando el cabello de su rostro. —Lo sé.

—Solo soy tuya. —susurró, colocando su mano sobre mi pecho.

Sonreí asintiendo.

—Mía.

Camila se acurrucó en mi pecho mientras yo acariciaba su cabello, nos mantuvimos de esa manera
por un corto momento hasta que recordé su regalo de cumpleaños. Miré la hora en su reloj, eran
las tres de la mañana.

—Creo que ya es un poco tarde, pero...—dije sacando la pequeña caja que seguía en el bolsillo de
mis pantalones,

Camila me miró a los ojos mientras yo abría la pequeña caja.

— ¡Oh! Lauren, es hermoso. —suspiró, observando la bonita cadena adornada con aquella piedra.

—Me alegra que te guste. Feliz cumpleaños, amor. —Camila me besó, sonriendo.

—Ayúdame a ponérmelo. —susurró, sentándose sobre la cama, sujetando la sábana contra su


pecho.

Con mis dedos recorrí su espalda, dejando pequeñas caricias hasta llegar a su cuello. Moví su cabello
a un lado y dejé un beso en su nuca antes de colocarle el collar. Abracé sus caderas y coloqué mi
mentón sobre su hombro, observándola acariciar la esmeralda que adornaba el sencillo collar.

—Sé que quizá una esmeralda sea un poco cliché. —susurré, acariciando su piel desnuda. —Pero
siempre me dices que mis ojos te recuerdan a esa piedra, y aquel color verde profundo que observas
en mi mirada y en esa piedra, simbolizan un amor profundo, fe y paciencia. —besé su mejilla y le
sonreí al encontrarme con su mirada. —Eso es lo que siento por ti, es por eso que mis ojos brillan
de esa manera profunda cuando te ven, porque te amo de una manera que me vuelve loca. Porque
a pesar de todo soy paciente y voy a tu ritmo. Porque tengo fe en esto que tenemos, tengo fe en
que nuestro amor... nuestra historia de amor apenas acaba de empezar. —besé sus labios,
saboreando sus lágrimas. —Esto es solo el principio porque te prometo que nada, nada será capaz
de separarme de ti. Te amo.
Capítulo 51

Lauren's POV

Hailee parecía muy emocionada. Hoy era sábado y tendría su cita con Charlie, razón por la cual ahora
me encontraba sentada sobre su cama junto a un montón de ropa que ella había decidido no era la
adecuada para la ocasión. Hailee me había despertado muy temprano, o al menos para mí las nueve
de la mañana en sábado es aún demasiado temprano para salir de la cama, y me obligó a que la
ayude a prepararse. No pude negarme, claro está. Así que aquí me encontraba, comiendo unos
panqueques que Camila había preparado con mi pijama aun puesto y observando a Hailee luchar
con su décimo octavo atuendo.

— ¿Es enserio Lauren? —chilló Hailee, observándose al espejo.

Me quedé a medio masticar y la miré, con la boca llena.

— ¿Qué? —murmuré.

Ella se giró y me fulminó con la mirada, con las manos en la cintura y el ceño fruncido.

—Te pedí que me ayudaras y tu estas ahí toda sentadota tragándote esos panqueques como si tu
vida dependiera de ello.

Tragué lo que tenía en la boca y le fruncí el ceño.

—Pues me has levantado de mi cama un sábado a las nueve de la mañana y no me has dado tiempo
ni a desayunar, ni a cambiarme. —respondí, engullendo otro pedazo de panqueque. —Por cierto,
ese vestido te queda bien.

Hailee suavizó el rostro y empezó a sonreír, girándose enseguida para observarse en el espejo.

—Es lindo ¿verdad? —dijo, alisando la falda del vestido.

—Te ves preciosa. —respondí, tragando el panqueque.

Hailee dio unas cuantas vueltas sin dejar de observar en el espejo lo bien que lucía con aquel vestido,
mientras yo me acababa todo lo que me habían servido.

—Esta hermosa cariño. —Hailee rápidamente se giró en dirección a la puerta, al igual que yo, para
encontrarnos con Camila recostada sobre el marco de la puerta sonriendo.

Hailee agachó la cabeza, sonrojada, arreglándose el vestido. Yo sin embargo, me recosté al respaldar
de la cama sin dejar de observar a la mujer mayor. Camila se veía tan sexy con esos pantalones
apretados, que le hacían ver un buen culo. Me mordí el labio inferior con fuerza, sintiendo mis
manos picar por quitarle la ropa, y mis labios deseosos de volver a recorrer su cuerpo.

—Si Charlie no te pide pronto que seas su novia, se perderá de tener a la chica más linda. —dijo
Camila, caminando hacia Hailee y empezando a jugar con su cabello.

Hailee hizo una mueca y jugueteó con sus manos.


— ¿Crees que me lo pida pronto? —preguntó Hailee.

Yo rodé los ojos y me comí otro panqueque.

—Claro que si cariño, no creo que sea tan tonto como para no hacerlo.

—Si es muy tonto. —aclaré. Hailee me fulminó con la mirada, y Camila me guiñó el ojo a través del
espejo.

—Tú sigue comiéndote esos panqueques. —me gruñó mi amiga.

—Sin embargo...—susurré, masticando un pedazo del último panqueque. —Pedirte noviazgo es lo


que pretende hacer hoy.

Hailee se separó de su madre y se lanzó a la cama, acercándose a mí.

—Tú sabes algo.

—Yo lo sé todo. —respondí. —Pero no te diré nada. —me puse de pie y tomé el plato entre mis
manos. —Muchas gracias por el desayuno, señora Cabello. Estuvo delicioso.

—No te preocupes Lauren, es lo menos que podía hacer después de que mi hija te sacará de tu cama
tan temprano en un sábado. —bromeó.

Hailee se levantó de la cama y nos dio una mirada fulminante a mí y a su madre antes de encerrarse
en el baño, haciéndonos reír a ambas a carcajadas.

Camila acariciaba mi nuca sin dejar de besarme, su lengua batallando con la mía por el control.
Mordió mi labio inferior, haciéndome gruñir.

—Amo que hagas eso. —murmuré, apretando sus caderas.

Camila sonrió y volvió a morderme el labio, logrando que mis manos se deslizaran hasta su trasero.

—Y yo amo que hagas eso. —gimió sobre mis labios cuando le di un apretón a su trasero.

Después de la noche de su cumpleaños, Camila y yo no habíamos tenido oportunidad de estar a


solas nuevamente, pues ella se encontraba muy ocupada con sus trabajos, mientras que yo me
encontraba con muchas cosas por hacer de mi clase de biología y literatura. Así que este era el
primer momento que encontrábamos para poder besarnos.

Hailee había decidido tomar un baño, por lo que demoraría en la tina, así que ambas salimos de su
habitación y vinimos a la cocina, donde empezamos con nuestra pequeña sesión de besos
necesitados.

—No puedo estar tanto tiempo lejos de ti. —susurré, acariciando desde su trasero hasta sus caderas.

—Yo tampoco. —jadeó Camila, enredando sus dedos entre mis cabellos. —Quédate conmigo esta
tarde.
—No tienes que pedirlo dos veces. —respondí enseguida.

—Eso me alegra. —respondió, dejando un último beso antes de separarse.

La acorralé entre mis brazos, impidiéndole que se alejara.

—Hailee está en la tina, se tardará. Vamos, dame otro beso. —pedí, haciendo un puchero al que se
le hizo imposible resistirse.

—Ya, será mejor que vayas a cambiarte de ropa y... te asees un poco. —bromeó, apartándose de
mí.

— ¿Insinúas que apesto? —pregunté.

—No lo he dicho yo. —respondió, sonriendo mientras se acercaba a la nevera.

—Eso es grosero de tu parte. —dije, sentándome en una de aquellas sillas altas y tomando una
manzana.

Camila me sonrió y continuó buscando lo que necesitaría para cocinar. Cuando tuvo todo fuera, se
acercó a mí y me besó nuevamente.

—En serio cariño, ve a cambiarte.

Aquel beso me había dejado completamente fuera de base, así que simplemente asentí y me levanté
de la silla, sintiéndome algo desorientada.

—Claro amor, lo que tú digas. —respondí.

Camila sonrió y dejó un último pico en mis labios, y me empujó fuera de la cocina.

— ¡Vete! ¡Ya!

Cuando regresé a casa de Hailee, ella ya se encontraba duchada y con una camisa enorme y unos
pantalones de chándal sentada sobre el sillón comiendo de la pasta que Camila había preparado,
mientras veía televisión en la sala.

Me senté a su lado y le robé un poco de su comida. Ella me dio un manotazo en la mano y me frunció
el ceño. Hailee odiaba que le robasen de su comida, sin embargo no le importaba robarles a los
demás. Le saqué la lengua y me hice del control remoto, cambiando los canales.

— ¡Oye! Yo estaba viendo eso. —chilló.

La miré y me encogí de hombros, regresando mi atención a la pantalla de televisor. Sentí un golpe


en mi hombro pero no hice caso y continúe buscando algo interesante para ver.

—Está bien, deja en esa. —dijo Hailee.

Arrugué la nariz y dejé el control sobre mi pierna después de subirle un poco el volumen. Estaban
pasando Harry Potter y la Orden del Fénix, era una de mis favoritas a decir verdad.

—Te imaginas que fuéramos a Hogwarts. —murmuró Hailee.


—Sería lo mejor. —asentí. —Seriamos Slytherins, y jugaríamos al Quidditch.

—Mamá me mataría. —respondió Hailee. —Ella es Gryffindor.

Solté una carcajada porque ya lo sabía, Camila era una aficionada a Harry Potter, incluso más que
Hailee y yo juntas.

—Hola Lauren ¿quieres comer un poco? —preguntó Camila, apareciendo en la sala.

Le sonreí y asentí.

—Sí, muchas gracias.

—Vale, ya te traigo. —respondió enseguida saliendo de la sala.

Miré a Hailee concentrada viendo la película así que me levanté y caminé a la cocina. Camila servía
un poco de jugo de naranja en un vaso cuando entré.

— ¿Qué tienes planeado para hoy? —pregunte, besando su cuello.

—Nada. —respondió. —Ya he terminado y revisado el guion. Esta mañana lo envié finalmente.

—Eso es grandioso. —dije, colocándome a su lado.

—Y tú ¿tienes algo para hoy? —preguntó.

—Bueno, planeaba tener una tarde con mi novia viendo unas películas acurrucadas en su cama. —
dije, besando su mejilla. —Supe que se quedaría toda la tarde sola pues su hija tiene una cita y el
chico es mi amigo, así que sé todo lo que tiene planeado para hoy...

— ¿Un hotel no está en la lista de planes del chico? —preguntó Camila con seriedad.

Yo fruncí el ceño y me enderecé, bajando la mano.

— ¡No! Por supuesto que no. —respondí enseguida. —Lo mataría primero.

Camila me miró con el ceño fruncido y una sonrisa divertida en sus labios.

— ¿Qué? —pregunté.

—Actúas de la manera que Drew actuaría. —respondió. —Sabes que no es tu responsabilidad, el


que seamos pareja no te obliga a...

—Hailee es mi amiga. —dije, interrumpiéndola. —Me importa mucho. Además su felicidad es tu


felicidad, y mi felicidad es la tuya, así que...

Camila soltó una pequeña carcajada.

—Eres la mejor. —susurró, dejando un pequeño beso en mis labios.

Suspiré cerrando los ojos con fuerza, sintiendo las mariposas revolotear en mi estómago.

—Entonces... ¿lo de la película y las dos acurrucadas en tu cama? —pregunté.

—Es una cita.


Capítulo 52

Lauren's POV

Abrí la puerta de casa de Camila encontrándome con Charlie sosteniendo un ramo de rosas entre
sus manos. Él me sonrió con nerviosismo mientras yo lo escaneaba de pies a la cabeza. Se veía muy
bien, también demasiado ansioso.

—Hola Laur. —saludó, pasando su mano por su cabello en un gesto de nervios.

—Hola Charlie. —le sonreí, tratando de tranquilizarlo.

Hailee bajó a los pocos segundos y se despidió de su madre y de mí antes de irse junto a Charlie. Mi
amigo me dio una mirada y yo simplemente lo apunte con mi dedo índice, amenazándolo con el
gesto. Charlie asintió y se metió en el auto, arrancando al instante.

Cerré la puerta de la casa y fui detrás de Camila a la cocina.

— ¿Pedimos pizza? —pregunté.

—Claro. —respondió enseguida, colocando los platos en la máquina.

Hice rápidamente el pedido, asegurándome de pedir la favorita de Camila, extra de queso y


pepperoni. Camila colocó su mentón sobre mi hombro y me abrazo mientras yo terminaba de hacer
el pedido.

—Bien, gracias. —dije y colgué.

Me giré y la abracé, empezando a dejar besos en todo su rostro.

— ¿Dónde piensa tu madre que estas? —preguntó Camila, separándose de mí.

—Con Hailee, además ella iba a salir esta tarde con papá, así que... no creo que este pendiente de
lo que hago.

— ¿Segura? —preguntó nuevamente.

—Completamente.

Camila sollozaba entre mis brazos por aquella triste escena en la película mientras yo le acariciaba
la cabeza. Ella había decidido ver por enésima vez A Walk to Remember, y yo solo la complacía. La
película me gustaba mucho, y también lograba romperme el corazón, así que yo también estaba
llorando.
— ¿Estas bien? —pregunté una vez acabó la película.

Camila asintió, limpiándose las mejillas y soplándose la nariz. Se veía hermosa de aquella manera
que solo provocaba en mí unas inmensas ansias de besarla. Sentía tantas cosas por ella que no sabía
cómo explicarlo. Era algo emocionante en mi pecho, como si se sintiera en paz cuando estábamos
juntas. Y en mi estómago, aquellos aletos de las mariposas golpeaban con fuerza, haciéndome
cosquillas y manteniendo aquella sonrisa en mi rostro. Ella es especial, y la amo con tanta intensidad
que no creía posible que fuera cierto. Ella lo es todo para mí, es todo lo que siempre quise.

— ¿Qué? —preguntó Camila, mirándome. —Ay no, me veo desastrosa ¿verdad?

Reí y negué, besando su frente.

—No, para nada.

— ¿Entonces? ¿Por qué me ves así? —preguntó, haciendo un puchero.

Suspiré, dejando salir todo el aire que retenía en mis pulmones, sin dejar de sonreír porque era algo
que no podía dejar de hacer cuando estaba con Camila. Ella es el motivo de mi felicidad y es por ello
que siempre sonrió, porque soy feliz.

—Es que te ves preciosa así, con la nariz rojita de tanto llorar y tus ojitos hinchados.

— ¿Así que me veo linda, hecha un desastre? Realmente me amas. —dijo ella, riendo.

—Sí, lo hago. —respondí, sintiéndome perdida en sus ojos.

Camila se escondió en mi pecho, llevando la sabana hasta su cabeza.

— ¡Hey! No te escondas. —dije riendo. —Déjame ver tu hermoso rostro, mi amor.

—No porque yo sé que estoy hecha un asco y no quiero que me veas así. —chilló ella.

Fruncí el ceño y como pude, me tendí sobre su cuerpo y destapé su rostro.

—Eres la mujer más hermosa del mundo. —susurré, mirándola a los ojos. —Y eres mía.

Camila sonrió y acarició mi rostro.

—Te amo, Lauren.

Sus ojos hablaron al mismo tiempo que sus labios, confesándome aquello. Ella también me amaba,
tanto como yo a ella. Dejé escapar una pequeña risa, sintiendo una emoción en mi pecho, algo
imposible de explicar, lo único que sabía era que se trataba del más puro y grande amor. Escucharla
decirme que me ama, es lo que mi corazón ha anhelado desde hace mucho. Antes lo sabía, lo veía
en sus brillantes ojos marrones, sin embargo moría por escucharla decírmelo.

—Al fin lo has dicho. —susurré.

—Te amo, siempre lo he hecho. —dijo ella, besando mi nariz.

—Te amo también. —dije, buscando sus labios.


Camila acarició mi cabeza, enredando sus dedos entre mis cabellos con una de sus manos, mientras
la otra masajeaba uno de mis hombros.

—Lauren. —llamó mi atención.

— ¿Si? —pregunté, dejando un beso sobre su nariz.

—Hagamos el amor.

Capítulo 53

Hailee's POV

Sonreí alegremente al ver a Charlie traer consigo, dos caballos. Eran hermosos y tan grandes. Me
encantaban los caballos, sin embargo no era la mejor montando. Cuando tuve ocho años monte sola
por primera vez, después de que mi padre me regalara mi primer caballo. Él era un gran jinete, al
igual que mamá. De pequeña amaba ir al rancho familiar y montar a caballo con mi madre, o con mi
padre cuando estaba de visita, pero no me había animado a hacerlo sola, hasta que papá me dio a
Sky.

Sin embargo, las cosas no salieron bien. Caí del caballo y desde aquel momento prefería no montar,
y si lo hacía debía ir con mi padre o mi madre.

—Son hermosos. —dije, acariciando uno de los caballos.

—Ese es Róman, es muy manso. —dijo Charlie. —Es de mi hermanita, no te hará daño.

Sonreí sin dejar de acariciar su cabeza.

—Aun no supero ese pequeño trauma. —respondí.

—Pues hoy lo superaras. —dijo Charlie, sonriente.

En un impulso, fácil para él, se subió en el caballo con agilidad. Me sonrió y me animó a hacer lo
mismo con Róman. Con algo de dificultad, pero teniendo la ayuda de Charlie, logré subir en el
caballo.

—Vamos, iremos despacio para que no te asustes. —dijo Charlie, haciendo mover a su caballo.

Anduvimos cabalgando por varios minutos en aquellas extensas tierras. Estábamos en una pequeña
granja a las afueras de la ciudad, en el campo. Era muy lindo y pertenecía a la familia de Charlie, que
se mantenía al cuidado de una familia humilde que los Puth habían ofrecido ayuda. Ellos cuidaban
de los ganados y las cosechas, y la familia de Charlie les daban techo y comida, más el 40% de las
ganancias.
Charlie me guio por un pequeño sendero, rodeado de inmensos árboles que nos proporcionaban
sombra al andar. Llegamos a una zona despejada, por donde cruzaba un riachuelo.

—Podemos descansar un rato aquí. —dijo Charlie, bajando de su caballo y llevándolo hasta un árbol,
donde lo amarró. Luego se acercó y me ayudó a bajarme, haciendo lo mismo con mi caballo.

Del lomo de su caballo desató la cesta y la llevó cerca de un árbol que proporcionaba mucha sombra.
Sacó una manta y la colocó sobre el pasto, lego coloco la cesta en el medio de la manta y se lanzó
sobre ella.

— ¿Vienes? —pregunto, estirando su mano hacia mí. Sonreí y acepté, sentándome al otro extremo
de la manta. —Más abajo hay una pequeña cascada, donde termina el riachuelo formando un
precioso lago. — me contó.

— ¿Si?

—Sí, es precioso. Mis hermanos y yo siempre venimos acá, nos gusta mucho.

—Supongo que sí. —asentí, aceptando la manzana que me extendía.

—Entonces... ¿perdiste tu miedo a montar? —preguntó, mordiendo su manzana.

Mastiqué, meditando la respuesta.

—Algo así. —respondí.

—Qué bueno, porque luego haremos una carrera.

—Ah, no. Eso sí que no. —respondí enseguida.

— ¿Por qué? Si ya casi superas tu miedo. —dijo Charlie, sonriéndome.

Me encogí de hombros y le di otro gran mordisco a mi manzana.

—Haremos un trato, el que pierde tendrá que cumplir un reto. —dijo Charlie, con sus ojos brillantes.

— ¿Qué? No, con más razón me niego. —respondí.

Charlie se encogió de hombros.

—Eres una cobarde.

—Eso no funcionara conmigo. —dije enseguida.

Charlie suspiró y se dejó caer en la manta.

—Oh, vamos. Es divertido, no te pasará nada malo.

Negué rotundamente.

—Haré lo que tú quieras. —dijo, colocándose de lado y mirándome. —Lo prometo. —levanto su
mano derecha.
—No lo haré Charlie.

—Te prometo que así ganes o pierdas, haré lo que tú quieras.

Lo pensé por unos segundos.

— ¿Lo que sea? —pregunté.

—Sé que lamentaré esto. —susurró. —Sí, lo que sea.

—Bien, ahora no sé qué podría ser pero en algún momento se me ocurrirá algo. —respondí. Charlie
dejó caer su cabeza sobre la manta. — ¿Qué es lo más vergonzoso que te han hecho hacer? —
pregunté.

Charlie levantó la cabeza y me miró con el ceño fruncido, pensando en la respuesta.

—Si te lo digo, tendrás que hacer algo por mí. —respondió, sentándose enseguida sobre la manta.

—Y que sería eso.

—En algún momento se me ocurrirá algo. —me guiñó un ojo.

Sonreí y negué levemente, agachando la mirada.

—Entonces...—murmuró. —Lo más vergonzoso que he hecho fue... A los doce años, mi hermano y
yo apostamos algo, no recuerdo que era, pero quien perdía debía cumplir un reto impuesto por el
otro. Él terminó ganando y durante la fiesta de cumpleaños de mi madre, me hizo ponerme uno de
sus vestidos y joyas, junto a sus zapatillas de tacón fino. —negó levemente, cerrando los ojos
mientras su rostro se ponía adorablemente rojo. —Estaba toda mi familia ahí y tuve que cantar
frente a todos ellos vestido de esa manera. La canción era un dueto, Summer Lov e de Grease, es
una de las películas favoritas de mi madre y ama esa canción, así que Chad lo había planeado con
anticipación, solo necesitaba que yo aceptará vestirme como chica y cantará la parte de ella. —
resopló frustrado.

Solté una carcajada tras la historia de Charlie. Bebí un poco de jugo que había sacado de la cesta.

—No es gracioso, no para que rías de esa manera.

— ¡Oh, por favor! Imaginarte vestido con la ropa de tu madre sí que es gracioso, sobre todo
cantando esa canción —respondí enseguida.

Tomé uno de los sándwiches y empecé a comer.

—Ya me deshice de toda huella que recuerde ese vergonzoso momento. Solo estará en los
recuerdos de mis padres, mis hermanos...—dio un mordisco a su sándwich. —mis tíos, primos...
toda mi familia. Es vergonzoso.

—Debe haber algo. —susurré. —Ya le preguntaré a tu hermano.

— ¡Ni se te ocurra! —dijo, señalándome con el ceño fruncido.


—No me señales. —dije yo, bajando su mano y frunciéndole el ceño.

Charlie rodó los ojos y miró a los caballos que comían del pasto.

—En serio no lo hagas. —me pidió. —Y tampoco se lo cuentes a nadie, solo tú lo sabes.

Sonreí llena de ternura y asentí.

—Está bien, no le diré nada a nadie y tampoco hablaré con tu hermano. Pero ¿sabes algo? Ya se me
ocurrió lo que debes hacer: tendrás que darme un concierto privado con ese vestido de tu madre y
la peluca.

— ¡No lo haré! —chilló en respuesta.

—Entonces, creo que a Patrick le gustaría saberlo.

—No, a Patrick no. —pidió, haciéndome ojitos.

—Entonces...

—Está bien. —respondió resignado.

Aplaudí satisfecha.

***

Lauren's POV

Aguanté la respiración por un par de segundos, tratando de analizar las palabras de Camila ¿Ella
realmente lo había pedido? No estaba segura de sí había escuchado bien o no. Hacía una semana
Camila me había permitido tocarla más allá de aquellas tiernas caricias que siempre compartíamos.
Ella finalmente estaba siendo sincera en esta relación, y sobre todo consigo misma.

— ¿Qué has dicho? —pregunté, sintiendo un nudo en mi garganta de la emoción.

—Que quiero que hagamos el amor. —respondió de manera pausada, acariciando mi rostro.

—Tu, tú... ¿Estás segura?

Camila sonrió y asintió, dejando un beso en la punta de mi nariz.

—Mucho. —respondió.

Yo asentí de manera violenta, lastimándome el cuello. Camila soltó una pequeña risa y me acarició
la nuca.

—Cuidado te rompes el cuello, cariño. —susurró divertida.

Negué lentamente, besando su mejilla.

—Te amo. —susurré sobre sus labios, atrapándolos en un dulce beso.

Camila colocó sus manos sobre mis hombros y apretó, clavando sus cortas uñas. Soltó un gemido
cuando mordí su labio inferior.
— ¿La puerta está cerrada? —pregunté.

—Sí, tiene seguro. —jadeó.

Asentí, tragando un poco. La besé. Sentía la garganta seca y mi cuerpo calentarse de deseo. Metí mi
mano dentro de su blusa, acariciando la suave piel de su abdomen, y subiendo lentamente hasta
encontrarme con su brassier. Camila me empujó por los hombros, y se colocó sobre mí sin dejar de
besarme, con sus piernas a cada lado de mi cuerpo. Esa posición me permitió acariciar sus desnudas
piernas, subiendo lentamente hasta colocarse sobre su trasero.

Camila me mordió el labio inferior cuando le apreté el trasero.

Poco a poco y con lentitud, nos deshicimos de nuestra ropa. Nos tomamos nuestro tiempo para
desnudarnos y acariciarnos. Yo quería memorizarme cada parte de su cuerpo y era lo que planeaba
hacer esta tarde. Teníamos aun tiempo suficiente para disfrutar, y lo aprovecharíamos al máximo.

Coloqué a Camila bajo mi cuerpo tras deshacerme de su brassier, dejándola únicamente con sus
bragas. Estaba empezando a anochecer y en la habitación solo se escuchaban nuestros besos y
respiraciones convertidas en jadeos llenos de deseo y placer.

Finalmente me deshice de las últimas prendas que nos estorbaban y me tendí nuevamente sobre
Camila, empezando a acariciar ese lugar que necesitaba de mi atención, ganándome unos cuantos
gemidos entre cortados por parte de mi novia.

Recorrí desde su entrada hasta su clítoris, extendiendo su humedad. Camila me mordía los labios,
llena de placer. Era la primera vez que hacia esto, pero me había estado preparando para así poder
darle la mejor experiencia a Camila. Quería que me sintiera, que sintiera cuanto la amaba. Quería
hacerle el amor como nunca nadie se lo ha hecho. Quería marcar su piel y poder reclamarla como
mía. Quería dejar mis huellas en su cuerpo. Tan solo quería hacerla sentirse amada.

Ella separó sus piernas, dejándome entre ellas sin dejar de acariciar mi espalda. Me separé de sus
labios y besé sus mejillas, su mentón y su nariz. Hice un recorrido con mi lengua hasta su oreja y le
di un pequeño mordisco, obteniendo un ronco gemido como respuesta de que todo iba bien. Camila
nos cubrió con la sábana a la vez que mordía su cuello y el primer dedo se introducía en su interior.

Una de las manos que acariciaba mi espalda se detuvo y hundió sus dedos en mi piel, a la vez que
gemía. Mantuve mi dedo en su interior por un par de segundos, disfrutando de su calidez. Besé su
hombro y empecé a mover mi dedo, entrando y saliendo, disfrutando de sus gemidos. Camila me
tomó de las mejillas y me besó a la vez que yo la penetraba ahora con dos dedos y cada vez más
rápido.

Flexionó las piernas, dándome de esa manera más facilidad. Nuestros cuerpos sudorosos se rosaban
entre sí. Camila me besaba y sonreía, al igual que yo.

—Te amo. —susurraba Camila entre besos.

—Te amo. —correspondí, llena de felicidad.

Una de las manos de Camila se deslizó por nuestros cuerpos, hasta llegar a mi parte más sensible.
Dos de sus dedos acariciaron mi clítoris, y yo gruñí.
—Me deseas tanto como yo a ti. —gimió ella, a la vez que paseaba sus dedos desde mi entrada
hasta mi clítoris haciendo pequeñas caricias.

Mi cuerpo tembló sobre el suyo, mientras mis dedos se quedaban en lo más profundo de su interior.
Estaba perdiendo el control por sus caricias. Dejé escapar otro gruñido y mordí su hombro,
empezando a mover nuevamente mis dedos con más rapidez y fuerza. Camila gemía y gruñía en mi
oído, sin dejar de acariciarme. Me susurraba que me amaba. Me susurraba cuanto le gustaba que
la hiciera mía mientras sus dedos acariciaban con más ímpetu mi clítoris, hasta que finalmente
dejando escapar un fuerte gemido, Camila se dejó llevar por el orgasmo, sin embargo no dejó de
acariciarme. Mantuve mis dedos en su interior mientras movía mis caderas, sintiendo como estaba
a punto de explotar.

Dejé caer mi cuerpo sobre el suyo, respirando con fuerza. Mi cuerpo estaba lleno de sudor al igual
que el de ella. Mis dedos seguían en su interior, mientras mi otra mano descansaba a un lado de
nuestros cuerpos, apretando la sábana. Camila empezó a acariciarme la cabeza y el rostro con sus
manos, besándome en el pelo.

—Te amo. —susurré sobre su pecho, besando uno de sus pezones.

—Y yo a ti. Te amo, siempre lo haré.

Capítulo 54

Lauren's POV

Hailee me observaba fijamente, analizándome. Últimamente hacia eso muy seguido y no entendía
que le sucedía, quizá estaba en sus días, era lo más lógico, ella se ponía pesada y a veces me
fastidiaba. Pero era Hailee, yo la adoraba, aun cuando parecía que ni siquiera su propio novio la
soportaba.

Rodé los ojos y dejé escapar un suspiro de frustración, la miré a los ojos y ella simplemente frunció
el ceño, para después suavizar su mirada y sonreírme.

—Estas actuando algo raro últimamente, H. —dije, levantándome de la silla giratoria.

Estábamos en su habitación, haciendo algo de tarea, o al menos eso intentábamos.

—Seguro soy yo la que está actuando raro. —dijo. Se levantó de su cama y se acercó a mí. —Tú has
actuado raro, como si estuvieras escondiendo algo. —colocó su dedo índice en mi pecho.

Rodé los ojos, tratando de parecer indiferente, y sonreí.

—No sé de qué hablas Haiz. Creo que salir con Charlie te ha vuelto algo loca. —dije y me alejé,
caminando hacia el escritorio y sentándome en la silla nuevamente.
—Ajá. —susurró, mirándome desde donde la había dejado de pie, ahora con los brazos cruzados y
una mirada divertida en sus ojos. —Ya, dime quien es. —sonrió, elevando una ceja.

Solté una pequeña risa y me giré dándole la espalda.

—No hay nadie H, lo prometo. —dije, observando la pantalla del portátil para continuar con mi
lectura.

Hailee se dejó caer sobre la cama y soltó un suspiro. Yo me reí de lo dramática que estaba siendo,
sin embargo algo muy dentro de mí se puso alerta y con algo de temor. Debía ser más cuidadosa
acerca de mis sentimientos, Hailee ya notó que hay alguien en mi vida, ella es demasiado inteligente,
y si seguía así ella pronto lo descubriría todo, y me odiaría.

—Voy a creerte. —dijo en un suspiro. —Solo porque se acerca tu cumpleaños.

Oh, no. Ahí vamos de nuevo.

—H, aún faltan dos meses para eso...

—¡Oh, vamos Laur! Déjame hacer algo por ti. Yo me iré por dos meses a Londres con mi padre y tú
viajaras a L.A con tus hermanos.

Estaba empezando a odiar esto, no podía negarle nada cuando hablaba como una chiquilla, mucho
menos cuando hacia esos pucheros tan parecidos a su madre. ¡Dios! Ahora entiendo porque Charlie
esta tan jodido por ella. Ahora si le daba el beneficio de la duda a Dinah, y es que era una maldita
gobernada, y no solo por Camila.

—Está bien. —dejé escapar en una exhalación. —Solo no trates de emparejarme con nadie H, no
estoy para eso.

—Claro, porque tienes una chica escondida a la cual no me quieres presentar. Laur, las mejores
amigas no hacen eso. Pero, está bien, ya no te molestaré. No te emparejaré con nadie tampoco.

—Gracias Haiz, pero tampoco hay alguien. —dije, sintiendo un tirón en el pecho. Esto siempre me
dolía decir, pero simplemente era algo que aún no podía salir a la luz, o que al menos Hailee aún no
podía saber. —Solo no estoy de ánimos para eso.

Hailee colocó sus manos en mis hombros y dio un pequeño apretón, luego dejó un beso en mi cabeza
y reposó su mentón en la misma.

—Se dé algo que te animará. —dijo, miré hacia arriba encontrándome con su sonrisa.

—¿Qué? —pregunté.

—Los emparedados de mamá.

Solté una risa y Hailee se alejó, salió de la habitación y a los segundos regresó con un charol lleno
de emparedados, detrás de ella entraba Camila con dos vasos y una jarra llena de jugo de naranja.
Ella sonreía, sin embargo sus ojos no brillaban como siempre. Ella había escuchado mi conversación
con Hailee, lo sabía. Me puse de pie y me acerqué a ella, ayudándola con la jarra. Le susurré un "Te
amo" y sus ojos parecían recobrar ese brillo que amaba. Solté un suspiro y me alejé un poco de ella,
tenerla cerca era un peligro, más cuando Hailee estaba con nosotras.

—Chicas ¿Qué tal si dejan las tareas por un rato y vemos una película? —sugirió Camila.

—Mamá ¿ya te he dicho que eres la mejor del mundo? —preguntó Hailee, mirándola seriamente y
arrancándole una sonrisa a su madre. —Porque de verdad lo eres.

Camila soltó una pequeña risa que llenó de ternura mi corazón.

—Iré a llamar a la pizzería, esos emparedados se acabaran antes de que hayamos elegido la película.
—dijo Camila, saliendo de la habitación.

Hailee asintió mientras le daba un mordisco a un emparedado.

—Definitivamente, eres la mejor. No podría pedir otra madre, ¡Gracias Dios!

Camila rodó los ojos por el dramatismo de su hija, sin embargo seguía sonriente. Salió de la
habitación y yo miré a Hailee que encendía ahora el televisor de su habitación.

—Entonces Haiz ¿has dejado de intentar que la señora Cabello salga con alguien? —pregunté,
recordando la última charla con Camila.

Hailee sonrió inocente y se sentó en la esquina de su cama.

—El hecho de que con Josh no funcionara, no significa que con otro no lo haga. —respondió,
encogiéndose de hombros y buscando una película en Netflix.

—Como a alguien a quien también le has estado haciendo eso, te puedo asegurar que no es lindo.
—dije, llevándome a la boca un emparedado. —Tu madre es joven y hermosa. —dije, tragando del
emparedado. —Sin embargo es una mujer que es capaz de tomar sus decisiones, deberías dejarla
tomar la decisión de si quiere estar con alguien, o prefiere estar sola. Quizás esa persona aún no ha
llegado, o quizás...

—O... ¿quizás ya está con esa persona y no me lo ha dicho? —dio Hailee, saltando de la cama. —No
la has notado rara, Laur. Como si me escondiera algo. Últimamente cierra la puerta de su habitación,
ella no hacia eso antes, al menos no lo hacía tan seguido. No lo sé, Laur. Solo quiero que ella sea
feliz, que tenga alguien a su lado que la ame así como papá tiene a Nina. ¿Sabes? Me gustaría tener
más hermanos, pero que sean hijos de mi mamá. Amo a Jake, pero... no sé. Él está lejos. Solo quiero
que mamá sea feliz.

Por un momento imaginé el cuadro. Camila embarazada, con un hijo de ambas. Ella siendo mía para
siempre. Siendo feliz a mi lado, amándome de la misma manera que yo la amaba. Por un momento
quise olvidar todo y confesarle la verdad a Hailee.

Estuve a punto de decirle que su madre ya tenía a alguien que la amaba y que haría lo que sea por
mantener esa sonrisa en su rostro, que movería mar y tierra solo por hacerla feliz.

Estuve a punto de decírselo, pero me detuve. Si lo hacía, Hailee me odi aría. Y peor aún, ella odiaría
a su madre.
—Hailee, no puedes obligarla a querer a alguien que tú crees que es bueno para ella. El corazón
quiere lo que quiere.

Hailee hizo una mueca y asintió con la cabeza gacha, como niña regañada. Luego levantó la cabe za
y me sonrió.

—Tienes razón, debo dejar de hacerle eso. A ambas.

Me encogí de hombros y le di un pequeño golpe en su brazo. La arrebaté el control remoto. Ella solo
soltó un pequeño quejido.

—Entonces, la pizza estará aquí como en unos veinte minutos. —dijo Camila, entrando nuevamente
a la habitación. —¿Qué veremos?

Se dejó caer sobre la cama junto a Hailee que no dejaba de comer. Las miré a ambas abrazadas y
sonreí. Esperaba en un futuro ser parte oficial de ese cuadro familiar, quizás con un par de
integrantes más en la familia.

Coloqué la primera película que encontré y me senté junto a ellas, con Camila en el medio de ambas
y el charol de emparedados casi vacío. Mi mano acarició levemente la de mi novia, y finalmente su
dedo anular se unió al mío mientras la película empezaba y Hailee se dejaba enrollar en un abrazo
de su madre.

Si, definitivamente quería ser parte de esto por el resto de mi vida.

Dejé caer mi mano al frío piso del balcón. Llevaba dos días sin ver a Camila, pues había viajado a
Miami junto a Hailee por el nacimiento de su primer sobrino.

Mis padres estaban pasando un fin de semana romántico lejos de nosotros, así que teníamos la casa
a nuestra disposición, por lo cual Patrick no encontró otra forma de celebrarlo sino con una gran
fiesta.

Después de pasar casi una hora con todas esas personas alrededor, y muchas chicas tratando de
llamar mi atención, decidí que la fiesta la acabaría en mi habitación, por lo cual me robé un par de
cervezas y dos botellas de tequila. Y ahora me encontraba aquí, recordando aquella tarde familiar
de hace una semana, donde había dejado mi imaginación volar.

Había estado hablando con Hailee por teléfono, ella se encontraba realmente emocionada por el
nacimiento de su primo. Ya me había mandado tantas fotos que me gastó la memoria del teléfono.
Camila por otro lado, no era tan diferente. La verdad es que madre e hija eran tal para cual. Aun así
las amaba a las dos.

Llevé la botella de tequila a mis labios, leyendo el último mensaje de mi novia, donde me pedía que
me cuidara en la fiesta y me recordaba lo mucho que me amaba y cuanto me extrañaba. Esas
palabras llenaban de felicidad mi corazón, saber que era correspondida completamente por esa
mujer, solo provocaba en mí un deseo frenético de mantenerla entre mis brazos y besarla a cada
momento.
La extrañaba demasiado, tenía tantas ganas de escabullirme a su habitación y hacerle el amor como
tantas noches se lo he hecho desde aquella primera vez donde finalmente nos entregamos por
completo. Amaba escucharla jadear y gemir, pidiéndome más, rogando por mí. Amaba sentir sus
uñas clavándose en mi espalda, y sus piernas rodeándome la cintura. Amaba tener mis dedos dentro
de ella, en lo más profundo, y sentirla, caliente, húmeda. ¡Dios, cuanto amaba hacerla mía!

Quería tenerla ahora y besar su cuerpo completamente, y acariciarla. Quería hacerla gritar de placer
mientras mi lengua la acariciaba y se introducía con ganas en ella. Necesitaba sentir su esencia
derramándose entre mis labios, mientras recibía con gusto su orgasmo en mi boca. Me había vuelto
una adicta a su cuerpo y a su sabor. Solo al de ella. Solo al de Camila Cabello.

Dejé escapar un suspiro, sintiendo mi cuerpo calentarse aun cuando aquí fuera hacia tremendo frío,
pero de solo imaginar el cuerpo desnudo de Camila a mi entera disposición, mi cuerpo se enciende
de deseo.

Escucho la puerta corrediza del balcón ser abierta, frunzo el ceño pero no me giro a ver de quien se
trata. Me quedo en mi lugar, bebiendo de la botella.

—Así que aquí has estado. —reconocí la voz de mi ex.

Giré un poco mi cabeza solo para encontrarme a Kendall de brazos cruzados y con el ceño fruncido,
sin embargo podía vislumbrar algo de diversión en su rostro.

—Hola Kenny.

Kendall se acercó, finalmente se sentó a mi lado.

—¿Cómo has estado, Laur? —preguntó mientras lentamente me quitaba la botella de la mano.

—Bien. —respondí sonriendo, recordando a Camila.

—Okay. —dijo Kendall, llevándose la botella a la boca. —¿Quién te hace sonreír de esa manera? —
preguntó.

Rodé los ojos, tratando de parecer indiferente. Me bebí un buen trago de tequila, tratando de ganar
tiempo para poder inventarme algo que responderle.

—Lauren...—suspiró Kendall, tomando una de mis manos entre las suyas. —Quizás no fue bueno de
mi parte ocultarte lo que sucedía entre Cara y yo, pero solo no quería lastimarte. Fuiste una gran
novia, no hay duda de eso. Y quizás ya estés harta de que alguien intente emparejarte con alguien,
yo también lo estaría, y entiendo si prefieres estar sola, pero lo único que quiero es que seas fe liz,
porque lo mereces. Pero, hay... hay algo que quiero preguntarte Laur, y quiero que seas
completamente honesta conmigo ¿sí?

La miré a los ojos y asentí, sonriéndole a la vez que acercaba nuevamente la botella a mis labios.

—¿Cómo se llama ella? —preguntó con cuidado.


Suspiré, mirando al cielo. Kendall a mi lado acariciaba los dedos de mi mano y esperaba paciente mi
respuesta. Pero yo no sabía que decirle, mi juicio a estas alturas estaba completamente nublado por
el alcohol. Y sin darme cuenta, empecé a hablar.

—Ella es fantástica. —dije, cerrando los ojos y recordando a Camila. —Es la mujer más hermosa y
fantástica, Kenny. —susurré.

—¿Estas enamorada? —preguntó.

Abrí los ojos y la miré directamente a los suyos, notando felicidad en ellos. A ella le h acía feliz verme
de esta manera, así como a mí me hacía feliz verla enamorada de Cara y siendo correspondida.

—Kendall, yo la amo. —confesé, dejando una lágrima derramarse por mi mejilla.

—Aww cariño. —susurró, llevándome a sus brazos y encerrándome entre ellos. —¿Y ella también
siente lo mismo por ti? —preguntó con cautela.

Sonreí recordando las veces que Camila me decía lo mucho que me amaba.

—Ella lo hace. —respondí asintiendo.

Kendall acarició mi cabello y dejó un beso en mi cabeza.

—Pues seguro, ella es la mujer más afortunada al tenerte.

Negué levemente, definitivamente la afortunada era yo.

—No, Kendall. La afortunada soy yo. Soy tan afortunada de que ella sienta por mi lo mismo que yo
siento por ella.

—Realmente la amas.

—Lo hago.

Nos quedamos por un rato en silencio, Kendall no dejó de abrazarme. Compartimos la botella de
tequila y la acabamos, enseguida nos hicimos de la segunda botella. Llevábamos más de una hora
en este lugar, solo compartiendo de la botella y de un cómodo silencio.

Sabía que Kendall estaba esperando que le diga un nombre. Pero ¿podría? Camila tenia a sus amigas
con quienes podía hablar acerca de nosotras, yo sin embargo, no tenía a nadie. A veces era difícil no
poder contarle a alguien acerca de tu felicidad, del amor que estás viviendo porque se trata de algo
prohibido, un amor prohibido pero que en lugar de sentirse mal, se siente como si fuera lo mejor el
mundo. Al menos para mí así lo era.

Podía confiar en Kendall.

Me separé un poco de Kendall y tras soltar un fuerte suspiro, lo dejé escapar. —Es Camila. —dije,
respondiendo a su pregunta inicial, dejando escapar su nombre en una exhalación.

Kendall me miró por unos instantes sin entender, sin embargo ella era demasiado inteligente. Pocos
segundos después me observaba asombrada e incluso con algo de temor en sus ojos.

—Camila ¿Cabello? —preguntó, solo para asegurarse quizás.


Yo asentí en respuesta y Kendall se quedó mirando a la nada. No sabía que cosas podían estar
pasando estos momentos por su mente. No sabía que haría después de reaccionar, y estaba
empezando a asustarme.

"Fue una mala idea, fue una mala idea" pensé. Los pocos segundos en los que Kendall se quedó
callada, se me hicieron eternos.

—Vaya, eso no me lo esperaba. —finalmente dijo, frunciendo un poco el ceño. Luego me regaló una
pequeña sonrisa. —Pero bueno, ya veo porque tanto interés en sus libros. —dijo de manera
juguetona. —Ella es muy guapa.

Sonreí y negué, jugando con la botella entre mis manos.

—Sí, es demasiado hermosa. —suspiré. —Es fantástica con las letras ¿sabes? Es maravillosa en lo
que hace. Ella me enamoro con sus historias, definitivamente así empecé a amarla, pero al tenerla
cerca... Kendall muchas veces quise tomarla entre mis brazos y besarla, sin importarme nada ni
nadie. Pero la cordura siempre llegaba, sus ojos siempre me pedían que me calmara. Luego cuando
encontrábamos la manera de estar juntas por unos segundos, ella me decía que también deseaba
lo mismo, que también quería que la besara frente a todos, ella también lo quería... —suspiré. —
Tengo miedo.

Kendall solo me escuchaba atenta, y con una pequeña sonrisa en sus labios.

—¿Miedo? —preguntó.

Asentí y llevé la botella a mis labios.

—¿A qué? —volvió a preguntar.

Me encogí de hombros.

—A todo, supongo. Tengo miedo a que ella encuentre a alguien mejor, no sé, un hombre de su edad
con buen trabajo y esas cosas. Tengo miedo a que se canse de andar con alguien menor. Tengo
miedo parecer inmadura para ella. Tengo miedo a tantas cosas. Me asusta que mis padres se
enteren, no sé qué serían capaces de hacer, me aterra imaginar que la alejan de mí. Me aterra
imaginar a Hailee odiándonos, creo que es algo que no soportaría. Nunca soportaría ver a Hailee
odiando a su madre...

—¡Hey, hey, hey! —Kendall volvió a abrazarme, estrechándome fuertemente entre sus delgados
brazos y dejando pequeñas caricias en mis brazos. —Tranquila, tranquila.

Kendall acarició mi cabeza y dejó un beso sobre mi cabello. Me arrulló y mis ojos empezaron a
sentirse pesados.

—Tal vez lo de ustedes sea difícil de comprender para los demás, sobre todo para Hailee, pero
lograrán mantenerse unidas, porque algo que te caracteriza Lauren, es que eres la persona más
persistente de este mundo. Te aferras a lo que amas y no lo dejas ir con facilidad. La señora Cabello
no sería capaz de dejarte ir, eres perfecta. —casi no podía escucharla, el sueño me estaba arropando
entre sus brazos.

—Gracias Kenny. —logré decir antes de caer completamente dormida.


Capítulo 55

Lauren's POV

Sonreí a Camila, mientras nuestras manos entrelazadas se sostenían sobre su cabeza y nuestros
cuerpos se apretaban entre sí. Ella soltó una débil risita tratando de alejarme, pero solo lograba que
me apretara más contra ella.

—Faltan ocho minutos. —dijo, después de echarle un vistazo al reloj en su mesita de noche.

—Seguro Hailee querrá ser la primera en llamar. —dije, recordando lo emocionada que ella estaba
por mi cumpleaños.

Su pierna se entrelazó con la mía y con la planta de su pie empezó a acariciarme las piernas.

—Lo siento por mi hija, pero yo seré la primera en felicitarte.

Reí y la besé, separando los labios para dejar que nuestras lenguas se encontrasen. Solté sus manos
y ella rápidamente me tomó del cabello, impidiéndome alejarme. Dejé todo mi cuerpo sobre ella,
mientras mis manos bajaban a su cintura y la acariciaba.

—S-Se me ocurre...—dije entre besos. —Una buena forma, de empezar mi cumpleaños. —metí mis
manos debajo de su bata de dormir, sintiendo su piel caliente con las puntas de mis dedos.

Camila sonrió, y tomando los bordes de mi camiseta, empezó a subirla por mi cuerpo. Cuando logró
quitármela, me dio la vuelta quedando ella a horcajadas encima de mí. Me besó, acariciándome las
mejillas.

—Acaso se te ocurrió algo como...— se sentó sobre mí, y empezó a deshacerse de su bata de dormir.
—¿esto?

Su atrevimiento me dejo perpleja, pero me podía acostumbrar a esta nueva faceta de Camila.
Últimamente es ella quien toma las riendas cuando hacemos el amor. Todo lo que me pide que
haga, se lo cumplo. No puedo evitarlo, me tiene completamente idiota.

De pronto, mi teléfono empezó a sonar. Rápidamente lo tomé para que Hailee no lo escuche, y
contesté. Era ella.

—H. —susurré, pues estaba al otro lado del pasillo.

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS LAUR!


Camila, que estaba aún sentada a horcajadas sobre mí y semidesnuda, soltó una pequeña risita al
escuchar la emoción en la voz de Hailee.

—Gracias Hailee. —dije, dejando escapar una sonrisa. —Estabas esperando a que se hiciera
medianoche para despertarme con tus gritos.

—Obvio, iba a ir a tu casa a molestarte pero mamá me lo prohibió. Dijo que bastaba con tenerme
todo el día en el instituto ¿puedes creerlo?

Reí bajito viendo a Camila encogerse de hombros.

—Pues recuérdame agradecérselo a la Señora Cabello, ella tiene mucha razón.

—Traidora, te pones del lado de mi madre. Ella en pocas palabras me dijo pesada.

—Ya sabes lo que dicen, las madres siempre tienen la razón. —Camila asintió de acuerdo y se separó
de mí para poder vestirse.

—¡Lauren!

—Es broma.

—Bueno idiota, ¡ya es tu cumpleaños!

—¡Lo es! —respondí con emoción. —Pero es día de semana y tenemos clases. —recordé, dejando
caer mi cabeza sobre la almohada. Camila se acostó a mi lado, colocando su cabeza en mi pecho.

—Lo sé, eso no está cool ¡Pero! El sábado será grandioso, nos divertiremos mucho.

Sonreí.

—Confiaré en ti.

Cuando finalmente Hailee se despidió, besé la cabeza de Camila llamando su atención.

—Creo que termino ganándome y te felicito antes.

—Bueno, ella interrumpió cuando me felicitabas de aquella manera tan... única.

Camila sonrió y besó mi mejilla. Una de sus manos acarició mi rostro mientras nuestras miradas se
mantenían conectadas. La abracé, atrayéndola más a mi cuerpo y sintiendo su delicioso aroma
envolverme.
—Feliz cumpleaños. —susurró.

—Es el mejor porque te tengo a mi lado. —Camila sonrió y dejó un beso en la comisura de mis labios.

Nos quedamos dormidas, así que cuando desperté me di cuenta que es taba por amanecer. La
observé dormida a mi lado, viéndose tan hermosamente perfecta con el cabello revuelto, los ojos
cerrados y los labios levemente separados.

Intenté sacar mi brazo sin despertarla, pero no tuve éxito. En el primer segundo que moví el b razo,
Camila apretó su agarre en mi cintura y empezó a abrir los ojos. Cuando me vio sonrió y se apretó
más contra mi cuerpo.
—No sabes cuánto quisiera amanecer así todos los días, contigo. —su voz fue un susurro ronco que
lleno mi cuerpo de calidez.

Sonreí y tomando del mentón, acerque su rostro al mío para besarla. Aquel también había sido mi
sueño en más de una ocasión, sobre todo en las noches que caminaba de regreso a mi casa y
observaba el balcón de Camila. Deseaba no tener que marcharme y dejarla en la cama, fantaseaba
en despertar con ella y hacer todas esas cosas que las parejas se suponen que hacen. Sin embargo,
ambas teníamos que atenernos a las consecuencias que nuestro amor conllevaba.

—Ese es mi sueno también. —susurré sobre sus labios. Sonreí. —Despertar junto a una mujer tan
hermosa, abrazándome y mimándome.

—Mimándote mucho, amor.

—¿Si?

—Claro que sí. —respondió, acariciándome el pelo.

—Bueno, hoy es mi cumpleaños ¿Qué mimos estaría recibiendo ahora?

Ella sonrió pícaramente. Acarició mi cabeza y me guió hasta sus labios, besándome, con su lengua
invadiendo mi boca y explotando mis sentidos. Al separarse, acarició mis labios con su pulgar. En
ese momento yo estaba más que perdida, me había puesto completamente idiota y no sabía cómo
reaccionar así que la dejaba hacerme lo que deseara, como sucedía todo últimamente. Ella ama el
control, y a mí no me molesta otorgárselo.

Acarició mis pechos y me empujó para recostarme completamente en la cama y ella se colocó sobre
mí. Esta es otra cosa que le gusta hacer, y ya no se inhibe. Le gusta estar en esta posición y tenerme
a su merced, y bueno, a mí me encanta verla sobre mí, más cuando esta desnuda y puedo apreciar
su piel morena, y sus pechos.

—Te despertaría a besos...


—Mmmm, me gustan tus besos. —dije, interrumpiéndola. Ella sonrió.
—Seguro te gustarían más al despertar. —dijo, acariciando mis mejillas.

—Me encantaría. —Camila se inclinó y besó la punta de mi nariz.

—Quizás podríamos tener tiempo para...— acercó sus labios a los míos. —hacer el amor. —la forma
en el que susurro aquellas últimas tres palabras provocaron grandes estragos en mi interior. —
Luego, te ayudaría a tomar una ducha. —mi piel se erizó con el pensamiento. —Y, te prepararía un
delicioso desayuno.

Llevé mis manos a sus caderas y las coloqué ahí, apretando levemente aunque me temblaban.
Camila tenía el control de nuevo, y no me molestaba, me fascinaba.

—Creo que tendré que llegar a casa y darme una ducha bien fría. —Camila soltó una pequeña risita,
haciéndome sonreír. —Amor, estoy diciéndolo en serio.
—Bueno, si te portas bien en la fiesta que Hailee te preparará, seguro podrás tener una recompensa.

—¿Portarme bien? Hailee te ha dicho algo de la fiesta.

—Bueno, si mi hija va a organizar una fiesta en mi casa un sábado por la noche, tengo que
preguntarle qué tipo de personas exactamente vendrán a parte del grupo que ya conozco. Es un
trabajo de madre, cariño. Además, si la fiesta es para mi novia, se convierte también en una
investigación para asegurarme de que mi alocada hija no quiera meterte por los ojos a alguna chica
joven y gua...

La besé e invertí las posiciones, girándonos para dejarla debajo de mi cuerpo. Me apreté contra su
cuerpo y ella me rodeó la cintura con sus piernas.

—Te prometo. —susurré sobre sus labios. —Que no hay chica en el mundo, que pueda siquiera
hacerme sentir un mínimo de lo que siento por ti.

Camila sonrió.

—¿Ni siquiera excitarte? —preguntó, acariciando mi pecho. En sus ojos vi duda.

—Ni un poquito. —respondí enseguida, sin dudar. —Solo tú provocas estos sentimientos en mí, solo
te deseo a ti. Día y noche, en lo único que pienso es en tu sonrisa, tu voz, tus ojos y tus besos.

Camila me besó, acariciándome la nuca.

Cuando llegué a mi habitación, aún no había salido el sol así que le quite el seguro a mi puerta y me
eché a la cama, escondiéndome entre mis sábanas y extrañando la calidez del cuerpo de Camila
junto al mío.

Estaba por volver a quedarme dormida cuando entraron Patrick y Megan, con mis padres detrás de
ellos y Lucy junto a Alexa, que tenía la panza demasiado grande ya. Con Patrick la molestábamos,
diciéndole que seguro eran dos niños ahí dentro, porque esa panza era descomunal.

Patrick se lanzó a mi cama y me abrazo, gritándome al oído.

—¡Feliz cumpleaños, hermanita!

Me quejé y le lance una manotazo, pero como estaba medio dormida el me esquivo.

Mis padres se acercaron a felicitarme cuando logre sentarme en la cama para prestarles atención.
Mi madre dejo un beso en mi cabeza y mi padre me apretó entre sus grandes brazos. Megan, Lucy
y Alexa me dieron cada una un abrazo y un beso en la mejilla. Les agradecí y después de un par de
minutos, salieron de mi habitación.

—Creo que no debí quitarle el seguro. —susurré mientras caminaba a mi baño.

La puerta de mi habitación se abrió y la cabeza de Megan se asomó.

—Por cierto, Laur.

—¿Si? —pregunte, pasándome la mano por la cara.


—Para la próxima que te escapes de casa por la noche. —dijo susurrando. —Trata de ser más
cuidadosa. —mis manos empezaron a temblar. —Y no me refiero a cuando sales de casa, sino a
cuando entras a la habitación de Camila Cabello...

—Megan. —solté en un suspiro, sintiendo una terrible ansiedad extendiéndose en todo mi ser. Ella
me miraba muy seria.

—Tranquila, no he dicho nada a nadie... por ahora. Sin embargo, tú y yo pequeña, tenemos una
conversación.

—Meg...

—Ahora será mejor que te apresures, no querrás llegar tarde a clases.

Y sin más, salió de mi habitación, dejándome con el corazón bombeando desesperadamente.

Capítulo 56

Lauren's POV

Finalmente, había llegado el día. El último día de clases antes de empezar las vacaciones. Y al día
siguiente, la tan anhelada fiesta que Hailee había preparado por mi cumpleaños, que sin duda ahora
parecía más una fiesta por fin de curso a la que al parecer asistiría toda la escuela. Camila se enojaría.

Camino junto a mis amigas hasta el estacionamiento, después de vivir todo el alboroto que causa
este día en los estudiantes. Firmo un par de anuarios por aquí, otros por allá. No presto atención a
nada. La conversación pendiente con Megan me tiene nerviosa, ella no parece apurada en hablar
conmigo acerca de lo que sabe, y eso solo provoca mayor ansiedad en mí.

No le había dicho nada a Camila, y no pensaba preocuparla. Primero hablaría con Megan y
descubriría lo que sabe, y a lo que quería llegar con esto.

—Okay chicos, nos vemos mañana en mi casa. —dijo Hailee, que iba tomada de la mano de Charlie.

Me crucé de brazos y la miré seriamente.

—¿La señora Cabello sabe que el número de invitados aparentemente ha subido? —pregunté.

A mi lado, Kendall, soltó una risita. Desde que se había enterado de mi relación con Camila, se había
vuelto en una gran confidente. Aunque siempre que la llamaba "Señora Cabello", se burlaba de mí.

Hailee me dio una sonrisa inocente, abrazándose a la cintura de Charlie.


—Puede que haya omitido ese último detalle en la cena de anoche. —dijo. —Pero ella se irá
temprano a casa de mi tía Dinah y mientras las habitaciones estén cerradas y nadie dañe nada, todo
estará bien.

Fruncí el ceño y negué. Espero que todo salga bien el día de mañana.

Cuando entré en mi habitación, Megan estaba recostada sobre mi cama con uno de mis libros entre
sus manos. Reconocí enseguida de cual se trataba, era "El diario de Julieth", el primer libro de Camila
que leí.

—Ella es muy buena. —dijo después de que cerré la puerta.

—S-sí, lo es. —estuve de acuerdo, sintiéndome nerviosa.

Ella no se movió de su posición, mientras continuaba su lectura. Las hojas estaban ajadas de las
veces que había releído ese libro. Caminé hasta mi escritorio, donde dejé mi mochila. Me quité la
chaqueta, viendo a Megan cambiar de página sin inmutarse.

—Es muy interesante este libro. —dice. —Julieth me cae muy bien, es una chica muy inteligente y
atrevida, es... poderosa. —susurra de manera pensativa.

Jugué con mis manos, mirando al piso y murmurando estar de acuerdo con lo que decía. Entendía
de lo que hablaba, el personaje de Julieth era muy intrigante. Ella era una aventurera innata, una
chica que había dejado todo, escapado de unos padres que buscaban casarla por conveniencia, y de
amigos falsos. En los diferentes capítulos, Camila detalló con precisión la transformación de este
personaje. Julieth recorrió el mundo, conoció culturas y religiones, disfrutó de la gastronomía, y,
sobre todo, hizo amigos, amigos reales.

—Hay un productor que pretende comprar los derechos del libro para hacer una película, pero...—
carraspeé. —Camila no está segura, siente... siente que no podrá plasmar todo lo que representa el
libro, y lo que representa Julieth, en una película.

—Supongo que sí, este libro es muy diferente a "Voces". —dijo, sentándose sobre la cama. —Es algo
más complejo.

Asentí, sentándome en la esquina de mi cama.

—Sí, lo es. —respondí, casi por inercia.

Megan dobló la esquina de una página y cerró el libro, dejándolo sobre sus piernas. Arregló su
cabello y finalmente fijó su mirada en mí, lo que provocó que pusiera toda mi atención en mis dedos
jugando con la sábana de mi cama.

—Bueno, mamá estará todo el día fuera de casa porque está ayudando a papá a preparar una cena
con unos inversionistas. —suspiró. —Así que pienso que podemos hablar ahora ¿no crees?

—Si...—asentí rápidamente, algo distraída. —probablemente sí.


—Entonces... ¿Qué tal si empiezas contándome que sucede entre ustedes dos? Yo tengo una leve
sospecha, pero me gustaría escucharlo de ti. Soy tu hermana mayor... yo no te juzgaré, solo
necesito... necesito entender. —dijo, empezando a jugar con sus manos.

Empezar ¿Por dónde empezar? Ni siquiera yo sabía el momento exacto en que había pasado. Al
inicio había sido admiración. Había quedado fascinada por sus libros, las historias que en ellos
contaba y en los personajes que la hacían...

—Yo... no lo sé, solo pasó, creo. —suspiré y Megan me indicó que me acercara a ella, así que me
moví, sentándome a su lado y dejando que me abrazara por los hombros. —Sabes que sus libros me
gustan...

—¿Enserio? No lo había notado. —bromeó, levantando el libro que tenía en su mano y moviéndolo.

Solté una pequeña carcajada, tranquilizándome un poco al notar que Megan no estaba enojada, o
al menos eso aparenta.

—Bueno... la primera vez que la vi, fue aquí. —dije tomando el libro y dándole la vuelta, observando
la foto de Camila en la contraportada. —Creo que fue su sonrisa ¿sabes? Ella se ve preciosa en esta
foto. —susurré sintiendo mi corazón latir lleno de emoción por el solo hecho de ver su sonrisa. —
Sus ojos... Meg, soy sincera contigo al decirte que...—la miré a los ojos. —estoy completamente
enamorada de ella. —Megan asintió. —Al principio, fue... ya sabes, simple admiración. La conocí en
el aeropuerto cuando fuimos por Lucy y Alexa. No había visto a Hailee en esa ocasión, cuando la
conocí no tenía idea de que fuera su hija. En sus biografías no decía mucho de ella, Camila siempre
fue muy privada con todo... sobre todo con Haiz. —me separé de Megan, acostándome sobre la
cama y cubriéndome los ojos. —Ella tiene miedo para cuando Hailee se enteré, y yo igual... ¡Ni
siquiera había pensado en mamá o en ustedes! No había imaginado sus reacciones, solo la de ella.

—Te preocupa bastante. —afirmó. —Es comprensible, es tu amiga y la hija de tu...

—Novia. —afirmé con un nudo en el estómago. —Camila y yo estamos saliendo oficialmente. —


dije. Me abracé a la almohada sin abrir los ojos, tenía un poco de miedo de ver su reacción.

Escuché como soltaba un fuerte suspiro y se acostaba a mi lado, abrazándome por la cintura.

—¿Desde cuándo?

—Desde año nuevo, en el Times.

—¿Se lo pediste después de recibir el año besándola? —noté un deje de diversión en su voz.

—Sí. —respondí, sonriendo.

Ella besó mi cabeza y empezó a jugar con mis manos.

—Te diré algo, hermanita, que sepas que no me gustó para nada verte entrar por la noche en la
habitación de una mujer de treinta y dos años.

—Sí, me lo suponía.

Besó mi cabeza y me acurrucó contra su cuerpo.


—Sin embargo, no se le diré a mamá...

—¡¿Enserio?! Gracias, gracias. Megan te amo, gracias...

—Se lo dirás tú. —dijo, cortando mi monólogo agradecimiento. —Guardaré el secreto, pero sabes
que si yo las pude ver, cualquiera en el vecindario podría hacerlo, si es que no las llega a ver por sí
misma. Lauren, esto es peligroso, sobre todo para Camila.

—¡Lo sé! ¡Lo sé! ¿Acaso crees que no he pensado en eso? Porque sí que lo hago, y hay noches en
las que ni siquiera puedo dormir de tanto pensar en qué pasaría si nos descubren. Yo...—y el nudo
en mi garganta finalmente si hizo tan apretado que no pude hablar, solo pude dejar mis lágrimas
caer, sintiéndome vulnerable y asustada.

Megan me abrazó y dejó que llorase en su hombro, desahogándome.

—Por favor, seré más cuidadosa, pero no me hagas decírselo a mamá, no aun...—sollocé.

—Lauren-

—Ni siquiera le he dicho a Camila que tú sabes algo, ella me terminaría enseguida.

Megan suspiró, acariciando mi cabeza. Nos mantuvimos en esa posición hasta que finalmente caí
dormida. Cuando desperté, ya había anochecido y Megan se había ido. Me levanté de mi cama y
caminé hasta mi baño, me observé en el espejo e hice una mueca al notar mi rostro manchado por
las lágrimas y mis ojos rojos.

Me desvestí y me metí a la ducha. El agua caliente relajó mis músculos. Una vez salí del baño me
sentí mejor, me vestí con unos pantalones de chándal negros y un buzo azul. Arreglé mi cabello y
abrí la puerta de mi habitación, permitiéndome escuchar las voces de mi familia y embriagarme del
olor de la cena.

Salí de mi habitación colocando las manos en los bolsillos de mi buzo. Caminé hasta la habitación de
Megan y di dos toques.

—¿Qué tal la siesta? —me giré encontrándome con mi hermana, que me miraba con una ceja
elevada y los brazos cruzados.

—Emm-mm bien. —dije, carraspeando. —Yo no pretendía dormirme, ni nada de eso,


simplemente...

—Estabas cansada y estresada, te entiendo. —dijo, rodeándome para abrir la puerta de su


habitación. —Escucha, te prometi que no se lo diré a mamá pero creo que deberías confiar en ella,
conoces la historia de nuestros padres...

—De todas maneras, sigo pensando que no es buena idea.

—No es necesario que le confieses enseguida que están saliendo, puedes confesarle que te sientes
atraída por Camila. —susurró. —iniciar poco a poco.

—Enloquecería, no me permitiría ir a casa de ella nunca más.


Megan suspiro, encogiéndose de hombros.

—Bueno, yo te ayudaré en lo que pueda. No estoy precisamente feliz con esto, pero es tu decisión
y la respeto, y no es porque Camila no me agrade, simplemente... me asusta un poco.

—A mi igual, me aterra y horroriza pensar que... no sé, alguien nos separe.

—Por ese alguien te refieres a Hailee, ¿verdad?

—Es egoísta de mi parte.

—No lo es. —dijo ella, encogiéndose de hombros nuevamente. —Simplemente tuviste la mala
suerte de enamorarte de su madre. —bromeó y yo reí. —Escucha, aunque no me agrade del todo
esto que tienen, me importa tu felicidad y es lo único que diré al respecto. Sin embargo, me gustaría
tener una charla con ella.

—No. —dije enseguida.

—Sí. —debatió ella. —No te amenazaré con contarlo, eso es infantil. La conversación se dará con o
sin tu consentimiento.

—Harás que me termine sin siquiera llegar a nuestro primer año de novias. —dije pasándome las
manos por la cabeza.

—Con Kendall tampoco llegaron al año. —dijo frunciendo el ceño en confusión.

—Esto es diferente.

—Sí, lo que sea. He hablado Jáuregui, tu novia y yo tendremos una charla y no se diga más.

Tras decir eso, cerró la puerta, dejándome como una idiota parada delante de su puerta. Me pasé
las manos por el rostro y cabello, revolviéndolo. Esto significaba solo una cosa:

—Camila me va a terminar.

Había aceptado que Megan hablase con Camila, sin embargo logré convencerla de que fuera
después de nuestro viaje a L.A porque no quería que después de que ella se enterase de que mi
hermana nos había descubierto, yo tuviera que viajar, eso seguramente traería muchos más
problemas a nuestra relación.

Terminé de arreglarme frente al espejo de mi habitación, escuchando como por tercera vez, Lucy
me llamaba.

—Hailee dijo que es hora de que muevas tu trasero a la fiesta.

—Estoy terminando, dame cinco.

—Eso dijiste la última vez... hace veinte minutos.

Solté una carcajada y caminé hasta la puerta, abriéndola enseguida.


—Son un par de exageradas, apenas son las nueve.

—Sí, pero la señora Cabello acaba de llegar junto a Dinah y Hailee dijo que querían verte para poder
felicitarte.

Mordí mi labio inferior, sintiendo la ansiedad recorrer mi cuerpo de solo pensar en ella. Solté un
suspiro que llamó la atención de Lucy porque me miró con una ceja levantada.

—¿Qué? —pregunté, saliendo de mi habitación.

—Nada, solo que...—hizo un gesto con la mano, restándole importancia. ——Olvídalo, vamos antes
de que Hailee vuelva a llamar.

Desde el momento en que salí de mi casa, pude escuchar con claridad la música que provenía de la
casa de mi mejor amiga. Estaba segura que lo que menos debía esperar de Camila a esta hora sería
una felicitación, puesto que debe sospechar que yo sabía acerca de los cambios de planes para la
fiesta.

Cuando entre en la casa de Hailee, las felicitaciones por parte de los invitados empezaron. Conocía
a algunos, sin embargo de otros ni siquiera recordaba haberlos visto por los pasillos del ins tituto.
Seguí caminando hasta salir al jardín, donde Lucy me dijo que se encontraban Hailee junto a su
madre y la mejor amiga de esta.

—Ay mierda. —susurré por lo bajo al notar el ceño fruncido y los brazos cruzados de Camila.

—¿Qué? —preguntó Lucy, que venía a mi lado mirando por todos lados.

—No, nada. —dije, negando.

—Bien, entonces iré por allá. —dijo apuntando hacia un grupo de chicos viendo un juego de ping
pong, donde Vero parecía estar pateándole el trasero a aquel chico. —Iré a apoyar a mi chica, por
allá están Hailee y su madre.

—Sí, ya las vi. Ve con Vero. —Lucy besó mi mejilla y corrió lejos de mí.

Cuando Camila notó mi presencia, me miró elevando una de sus perfectas cejas, barriendo el lugar
con la mirada, preguntándome con el gesto por qué no se lo había dicho.

Hailee me abrazó, sonriente, como si su madre no estuviese a su lado con los brazos cruzados y un
gesto de estas en problemas.

—Ella se enojó un poquito. —me dijo al oído.

—Seguro. —susurré, apartándome de ella.

—Oye ojiverde, feliz cumpleaños. —dijo Dinah, dejando un golpe en mi hombro.

—Gracias.

—Bueno, Hailee y yo las dejamos, ella ya recibió su sermón. —dijo Dinah, tomando a Hailee del
brazo. —Camila, no seas tan dura que es su fiesta de cumpleaños, además ella es otra víctima. —
bromeó, apuntando a Hailee y haciendo unas muecas graciosas. —No tardes, tenemos una larga
noche de chicas.

Y se fue, dejándome con una sonrisa incómoda frente a mi novia.

—Claramente lo sabias.

—Intenté decirle que era una mala idea, pero es una cabezota.

—Me lo hubieses dicho. —reclamó.

—Apenas me enteré. —me regaló una sonrisa irónica, elevando nuevamente esa ceja tan perfecta
que me volvía loca. —Está bien, lo supe hace varios días.

—Y aun así lo apoyaste.

—Creímos que estarías en casa de Dinah desde muy temprano...

—Y así no me enteraría.

—Sí, algo así. —dije, rascando mi nuca.

—Bien, muy bien. Simplemente perfecto, la secundaria completa está en mi casa.

—Las habitaciones están cerradas, y tu despacho bajo mil llaves, lo juro.

Camila asintió sin mirarme, y de brazos cruzados. Paseó nuevamente su mirada en todos los chicos
que estaban en el patio, algunos bailando, otros jugando en grupos, y algunos simplemente
conversando o comiendo de lo que había en la mesa.

Varios de los chicos y chicas pasaban cerca mío felicitándome, y pude notar uno que otro gesto de
molestia en el rostro de Camila cuando las chicas besaban mis mejillas o dejaban alguna caricia en
el brazo.

—Parece que hay muchas chicas lindas esta noche. —dijo, dejando escapar un suspiro. —Será mejor
que me vaya, Dinah estará molesta esperándome.

—Camila, espera. —dije, tomándola del brazo.

Camila se zafó rápidamente de mi agarre y miró hacia todos los lados, imagino que buscando a
Hailee.

—Lauren, no hagas eso.

—Lo siento, solo no quiero que te vayas enojada conmigo...

—No estoy enojada contigo.

—Eso puedo notarlo. —murmure entre dientes.

—Lo digo enserio, solo... solo estoy algo molesta con Hailee. Me convenció porque solo eran un par
de chicos y se trataba de tu fiesta de cumpleaños, sin embargo e sto rebasa los límites.

—Lo sé y lo siento, enserio.


—Lo sé cariño, tu solo no puedes negarle nada a ella.

—No cuando hace esos pucheros iguales a los de su hermosa madre. —confirmé, soltando una risa
que ella acompañó, regalándome una hermosa sonrisa al final.

—Enserio ya es hora de que me vaya y les deje disfrutar su noche.

—Solo prométeme no enojarte conmigo.

—No estoy enojada contigo, solo me molesta ver tantas...—vio a un grupo de chicas conversando
cerca de la piscina. —chicas guapas, y jóvenes.

—Oh, ya entendí. —sonreí. —No es enojo, son celos.

Ella simplemente sonrió encogiéndose de hombros.

—Nos vemos mañana. —dijo, acercándose a mí y dejando un beso en mi mejilla.

—Mañana, por supuesto. —asentí, sintiéndome algo tonta.

—Y nada de alcohol. —dijo, mientras caminaba lentamente de espalda.

—Ni una gota. —respondí.

Hailee se acercó a Camila, abrazándola por la espalda y tomándola por sorpresa.

—Me asustaste.

—Lo siento ¿ya te vas?

—Estaba yendo en busca de Dinah.

—Ella está esperándote en el auto.

—Sí, ya me iré para que puedan tener su fiesta sin molestias.

—Gracias mamá, podrás castigarme después de que regresé de Londres y te prometo no volver a
ocultarte algo.

—Eso suena muy bien, es un trato entonces.

—Trato. —dijo Hailee sonriendo mientras entrelazaba su menique al de su madre.

—Sin embargo te pediré que nadie si quiere intente entrar en mi despacho, mucho menos a las
habitaciones.

—Ellos lo tienen claro, además un grupo de chicos del equipo de futbol se ofreció a cuidar las
escaleras, y el pasillo que da a tu despacho. El primer grupo lo está haciendo bien hasta ahora.

Camila sonrió y dejó un beso en la frente de Hailee, para después despedirse e irse de la fiesta.
Hailee me sonrió y me abrazó de lado, pasando su brazo por mis hombros.

—Ahora si cumpleañera, ¡que inicie la fiesta!


Capítulo 57

Lauren's POV

Siento mis oídos doler por el grito de Hailee a la vez que sus brazos rodean mi cuello, apretándome
tanto, que pensé que en cualquier segundo moriría asfixiada. Ella se cuelga de mi cuello y hace que
mi cuerpo se tambalee hacia delante con ella agarrada a mí, mientras mis brazos rodean su cuerpo
tratando de mantenerme equilibrada y no caer al suelo del aeropuerto.

Ella repite en mi oído que nos mantendremos en contacto y hablaríamos por skype todo el tiempo.
Grita un par de veces de emoción por ir a ver a su padre y a su hermano, y a la vez sé que se
encuentra triste por el simple hecho de que será su primera separación con Charlie desde que
empezaron a salir.

Finalmente se separa de mí y yo puedo respirar tranquila, acariciando mi nuca. He venido junto a


Lucy y un par de amigos a despedirnos de Hailee al aeropuerto, tomándola por sorpresa. Todos han
tomado su dosis de despedida al estilo H, cuando ella finalmente se acerca a Charlie, yo giró mi
cabeza al verlos besarse.

Camila a mi lado, suelta una risa y entrelaza nuestros meñiques por breves segundos, antes de
separarse y acercarse a Hailee. Cuando la veo alejarse de nosotros con su mochila al hombro y una
gran sonrisa mientras nos despide con la mano, no puedo evitar extrañarla.

En el momento en el que finalmente ella desaparece, suelto un suspiro y siento mi teléfono vibrar
en mi bolsillo.

De: H 👽

No me extrañes mucho Lo, volveré pronto 😉

Solté una pequeña carcajada, y le mostré el mensaje a Kendall que estaba a mi lado.

Para: H 👽

Creí que la del ego era yo 🤔 sin embargo no te niego que ya te estoy extrañando. Vuelve
pronto enana.

De: H 👽

Disfruta de L.A por mí y yo disfrutaré de Londres por ti.

Para: H 👽

Trato.
De: H 👽

Tengo que apagar el teléfono, te llamaré apenas llegue. Vigila a Charlie por mí, y cuida de mi madre.

Kendall soltó una escandalosa risa a mi lado, llamando la atención de los demás, sobre todo de
Camila que me miraba con el ceño fruncido y los brazos entrecruzados.

—Vaya que si cuidarás de su madre, ¿no es así Lolo? —bromeó, pellizcando mis mejillas sonrojadas.

—No molestes Kendall.

—¿Qué pasa con ustedes dos tan juntitas? —preguntó Vero.

Cara se acercó a Kendall y la tomó de la mano, pegándola a su cuerpo, se despidieron para después
alejarse tomadas de la mano. Yo di una rápida mirada a mi novia, solo para darme cuenta de que
estaba algo enojada, o tal vez muy cabreada. A veces se molestaba cuando Kendall estaba cerca de
mí y entendía sus inseguridades, yo también tenía muchas de esas rondando mi cabez a cuando
pensaba en nuestras edades, en todo lo que nos aleja.

Bajé la mirada hacia mi teléfono y escribí un rápido mensaje para ella.

Para: Sra. Cabello

Podemos tener una cita esta noche

—Vamos Laur. —dijo Lucy, llamando mi atención. Levanté la mirada, dándome cuenta que casi
todos los chicos habían abandonado ya el aeropuerto.

Camila agradeció nuestra presencia ahí y se despidió también, caminando hacia la salida. Suspiré,
acercándome a Lucy cuando mi teléfono vibró con el cortante mensaje de Camila.

De: Sra. Cabello

Estaré ocupada

—Mierda. —susurré con una sonrisa. Esto solo significaba una cosa y es que Camila estaba
completamente celosa.

Suspiré, siguiendo a las chicas fuera del aeropuerto. Cuando llegamos a casa me topé con Megan
que estaba por salir, me regaló una pequeña sonrisa y desapareció. Vero subió junto a Lucy a su
habitación y yo fui hasta la cocina, encontrándome con mi madre que sostenía entre sus manos una
taza mientras miraba hacia la pared, parecía estar meditando o algo porque ni siqui era se había
fijado en que había entrado.

—Hola mamá. —saludé acercándome a ella y dejando un beso en su frente.

Ella me observó por unos segundos con el ceño fruncido, para después sonreírme de una manera
un tanto extraña. Entrecerré los ojos y luego le sonreí, besando nuevamente su cabeza y
abrazándola de lado.

—¿Algo va mal? —pregunté, colocando mi mentón en su cabeza.


—No, nada cariño es solo...—suspiró negando, y dio un par de golpecitos en mi mano que guindaba
de su hombro. —Nada, solo pensaba.

—Cosas buenas o...

—En que estas por graduarte.

—Oh, eso.

—Sí, eso. —dijo, levantándose y llevando la taza hasta el lavabo. —Y si mal no recuerdo, tú deseabas
ir a Oxford.

—Bueno...—me senté en uno de los taburetes, poniendo mi mentón entren mis dos puños. —sí, esa
era la idea. —dije encogiéndome de hombros.

—¿Has cambiado de opinión?

—Puede que sí. —ella asintió lentamente, dándome a entender que quería que yo continuara. —
Aun me agrada la idea de poder ir a Oxford, pero sabes que soy muy dependiente de ti, mad re.

—Eso no es cierto, Patrick sigue siendo demasiado dependiente de mí, tú sin embargo nunca lo
fuiste, al menos desde que aprendiste a ir al baño por tu cuenta.

—Esperaba que eso te convenciera.

—¿Hay alguna razón más fuerte? —preguntó con interés, mirándome con las cejas elevadas.

Camila, pensé. Mi amor por Camila, nuestra relación.

—Tal vez no estoy realmente preparada para dejarte. —y no mentía. Puede que si haya aprendido
a dependerme por mi misma desde muy pequeña, sin embargo a veces me sentía de una manera
terriblemente ansiosa que lo único que necesitaba era un abrazo de mi madre y sus palabras de
aliento.

—Oh, cariño. —susurró acercándose y envolviéndome entre sus brazos. —Tu estas más que
preparada para cualquier cosa que se te enfrente. Eres una chica madura y muy inteligente, y lo más
importante de todo es que eres una cabezota que no se permite rendirse ante nada porque luchas
con amor, igual que tu padre. Y quiero que sepas que siempre estaré orgullosa de ti, siempre. Puedes
confiar en mí, soy tu madre y tu mejor amiga ¿de acuerdo? —dijo, tomando mi rostro entre sus
manos y mirándome directamente a los ojos. —Estoy aquí para ti si deseas hablar de cualquier cosa,
nunca lo dudes.

Sonreí asintiendo, coloqué mis manos encima de las de mi madre que cubrían mis mejillas y di un
apretón. Ella besó mi frente y me abrazo, y yo le devolví el abrazo, sintiéndome pequeña entre sus
brazos, protegida.

Después de la cena subí hasta mi habitación, esperando obtener algo de Camila. Ella no había
respondido mis últimos mensajes y ya me estaba desesperando, sin embargo decidí darle un poco
de espacio, al menos un par de minutos mientras tomaba una rápida ducha.
Al salir del baño recibí un mensaje de Hailee, donde me decía que ya se encontraba en casa de su
padre y estaba yendo directamente a dormir porque aunque suene imposible, tal parece que a la
inagotable Hailee Steinfeld la había dejado sin energías el vuelo y el cambio de horario.

Reí con el último mensaje de ella, donde me decía que apenas recuperara sus e nergías, haría estallar
mi teléfono con mensajes. Le envié un mensaje de respuesta, diciéndole que esperaría pero que
hasta entonces descansará, pues en Londres serian alrededor de las once de la noche.

Dos toques en mi puerta llamaron mi atención. Me senté sobre la cama, recostándome contra el
espaldar al momento en que la puerta se abría y un Patrick sonriente deslizaba su cabeza en el
interior.

—¡Hey! —dijo sin entrar por completo. —A papá se le ha ocurrido una noche de películas familiar,
me ha enviado a buscarte. Y antes de que lo pienses, no hay escapatoria, incluso Niall y Ryan están
abajo.

—No pensaba escapar. —sonreí, bajando de la cama y revisando mi teléfono, sin encontrar
nuevamente, algún mensaje de Camila. Una noche en familia me haría bien. —Vamos allá.

Papá había decidido que la noche de películas seria un maratón de Jackie Chan, y terminamos viendo
un total de cinco películas, o más bien cuatro y media pues cuando finalmente el último integrante
de la familia cayó rendido al sueño, papá decidió que era hora de ir a la cama.

Mi teléfono se encontraba cargando encima de la mesita de noche al lado derecho de mi cama.


Cerré la puerta de mi habitación y me deshice de mi ropa mientras caminaba acercándome a él.
Bostecé mientras encendía la pantalla, encontrando algunos mensajes de Camila.

De: Sra. Cabello

Lamento no haber respondido antes, pero realmente iba a estar ocupada. Acabo de enviar el
borrador de una nueva novela y hoy estuve toda la tarde editándola, así que dejé el teléfono
apagado. Disfruta de tu noche en familia cariño, te amo ❤.

Sonreí relajada al saber que no estaba enojada conmigo. Revisé la hora y me di cuenta de que iban
a dar las dos de la madrugada. Rápidamente me vestí con unos pantalones de chándal y un buzo
negro con capucha, revisé el pasillo y cerré mi habitación col ocándole el seguro a la puerta.

Decidí moverme con mucho cuidado, no sabía aun como Megan había logrado verme entrar en la
habitación de Camila, pero si no quería que alguien más me viera y le fuera a mi madre con el cuento,
debía saber moverme y ser más precavida de lo que se suponía que era.

Deslicé la puerta corrediza de la habitación de Camila con cuidado, tratando de ser lo más silenciosa
posible, y entré rápidamente cerrándola de inmediato para que ella no sintiera el frio del exterior.
Sonreí porque inconscientemente, Camila había dejado la puerta sin seguro, como la hacía cada vez
que sabía que yo vendría.

O tal vez si lo sabía.


Extendí las persianas y me quité rápidamente la ropa, dejándola en el suelo para después acercarme
a la cama. Me mordí el labio al notar que tampoco llevaba ropa de dormir, últimamente no lo hacía
pues desde que hicimos el amor por primera vez, se había vuelto un poco más segura en cuanto a
su cuerpo.

Levanté el edredón que cubría su cuerpo y me metí en la cama, pegándome a su cuerpo enseguida.
Solo llevaba bragas. Solté un suspiro sintiendo su piel caliente junto a la mía y la pegué más a mi
cuerpo, como si eso fuese posible. Dejé un par de besos sobre su hombro y ella empezó a removerse
entre mis brazos.

—Llegaste. —susurró dándose la vuelta y colocando su mano derecha en mi nuca, pegando así sus
pechos a los míos.

—¿Me esperabas? —pregunté en un hilo de voz, tragando fuerte de la excitación. Ella se pegó más
a mí, apretando mis pechos con los suyos a la vez que empezaba a de jar besos en mi cuello y yo
acariciaba la piel desnuda de su cintura.

—Siempre te espero, mi amor. —susurró contra piel, erizando cada molécula de mi cuerpo.

Movió mi cabeza y me besó, invadiendo mi boca con su lengua caliente y húmeda que solo lograba
enloquecerme a niveles inimaginables. Apreté su cintura, escuchando como dejaba escapar un
gemido que solo provoco que el fuego en mi estómago, se extendiera por todos y cada uno de los
rincones de mi cuerpo.

—Creí que estabas enojada conmigo. —susurré contra sus labios, mientras mis manos traviesas,
como ella suele decirles, se sumergían en sus bragas, acariciando y aunando ese precioso trasero.

—Lo estaba. —respondió, sin dejar de besarme. —Pero no encontré motivo para seguir estando
enojada contigo cuando se perfectamente que eres mía.

Mordí su labio inferior a la vez que daba un fuerte apretón en su trasero. Era tan excitante que ella
me llamara suya, porque eso era para ella. Yo era suya y ella era mía. Hoy, mañana y siempre.

—Lauren...—soltó un gemido, apretando su mano en mi nuca cuando uno de mis dedos decidió
pasarse alrededor de su clítoris.

—Dilo de nuevo. —gruñí, sintiendo lo completamente mojada que estaba. —Repítelo Camila,
¡repite que soy tuya!

—Eres. Mía. —repitió, soltando pequeños jadeos. —¡Mía! —gimió y yo suspiré, sintiendo su calor y
su humedad rodear mis dedos.

—Eso es, soy tuya. —gemí, sintiendo como ella empezaba a acariciar mis pechos con una de sus
manos, mientras la otra continuaba en mi nuca, dando leves apretones mientras jadeaba. —Soy
tuya.

—Mía. —y me besó, mientras mis dedos índice y medio entraban y salían de ella, y mi pulgar
acariciaba su clítoris.
Camila se movió hasta sentarse a horcajadas sobre mis caderas, aun con mis dedos dentro de ella.
Me acomodé mejor sobre la cama, viéndola montar mis dedos y juro que estaba a punto de
correrme con solo verla subir y bajar lentamente, con su cabello hacia atrás y sus pechos desnudos.
La boca se me hacía agua viendo sus pezones completamente erectos.

Me senté sin dejar que mis dedos abandonar siquiera un milímetro del interior de Camila, le rodeé
la cintura con mi brazo desocupado y empecé a besar sus pechos, sintiendo sus manos acariciar mi
cabello y mi nuca mientras sus piernas me rodeaban.

—Te amo. —dijo entre suspiros, mientras mi boca se ocupaba de dar la atención adecuada a uno de
sus pechos. —Te amo tanto. —gruño cuando di un mordisco a uno de sus pezones y mis dedos
acariciaban su interior.

—Yo también. —dije, pasando mi lengua sobre el pezón. —Te amo como no tienes idea.

—Oh, créeme cariño. —suspiró con una sonrisa que inmediatamente besé. —Si me amas como yo
te amo a ti, sin duda alguna tengo una idea de cuánto me amas.

Ella continúo moviéndose sobre mis dedos, gimiendo y jadeando, suspirando mi nombre. Cuando
empezó a temblar, la apreté contra mi cuerpo, sintiendo como por mis dedos corrían sus fluidos,
empapándome la mano. Nos besamos y ella no dejaba de jugar con mi cabello, o de acariciar mi
nuca.

Nuestros labios estaban a unos cuantos centímetros de distancia, podía sentir su respiración agitada
contra mis labios.

—No salgas de mí, no aun. —susurró cuando pretendía sacar mis dedos de ella, poniendo su mano
para hacer más clara su petición. —Amo tenerte ahí, sentirte dentro de mí. —beso mis mejillas. —
Es tan... delicioso.

Mi cuerpo tembló ante sus palabras.

—Estar dentro de ti es realmente maravilloso. —le digo, acariciando su interior con mis dedos. —
Sentir tu humedad recorrerme y apretarme. —sus labios volvieron a besarme a la vez que sentía
como volvía a apretarme en su interior.

Ella soltó en quejido de protesta cuando mis dedos la abandonaron, quejido que se volvió en gemido
al ver como introducía ambos dedos en mi boca, probando su delicioso sabor. Me beso nuevamente,
acariciando delicadamente su lengua con la mía.

—Es tan excitante probarme en ti.

—Es más excitante devorarte completamente. —dije, dándonos vuelta y dejándola recostada de
espalda sobre la cama. —Estas se van. —apunté a sus bragas, que terminaron rotas en mis manos y
luego volaron a través de la habitación.

—¿Qué hay de estas? —preguntó, apuntando a mis bragas.


—Estarán fuera en un par de segundos, primero...—susurré, bajando lentamente por su cuerpo,
dejando besos por todo su abdomen. —tomaré un bocado. —susurré sobre su intimidad.

Besé su clítoris y lo acaricié con mi lengua sintiendo como ella acariciaba mi cabello. Soplé sobre él
y Camila tembló debajo de mí. Mi lengua se movió a través de su intimidad, recogiendo los rastros
de su anterior orgasmo y limpiándola. La besé como si estuviera besando sus labios, mi lengua se
sumergió en ella, saboreándola.

—Ven aquí. —susurró. —Ven aquí, mi amor.

Me deshice de mis bragas y dejé un último besó en su intimidad para después subir hasta sus labios
y besarla, dejándola saborearse entre mis labios. Ella me acunó entre sus piernas a la vez que
extendía el edredón por nuestros cuerpos, cubriéndonos.

—Sabes tan exquisitamente. —suspiré. —Soy adicta a todo tu cuerpo. —gruñí, empujando con
fuerza contra sus caderas, sintiendo como nuestros sexos se rozan entre sí.

—Oh, Laur...—empujé otra vez, estaba vez más fuerte, nuestros clítoris encontrándose en un roce.
—Más.

Apreté su trasero y la besé mientras mis caderas iban con fuerza contra ella, embistiendo duro y
rápido. Sus manos acunaron mis pechos, pellizcando mis pezones, y nuestros labios se mantenían a
pocos milímetros de distancia, suspirándonos.

—¡Lauren! —Camila tembló, pasando sus brazos por mi cuello, arqueando su espalda y colgándose
de mí mientras el orgasmo recorría su cuerpo. Su cuerpo cayó sobre la cama cansado, y mis caderas
continuaban embistiendo con fuerza y rapidez, buscando mi orgasmo. Eché la cabeza hacia atrás
con mis manos hechas puños sobre la cama a cada lado del cuerpo de Camila, sintiendo sus caricias
en mi abdomen y uno de sus talones clavado en mi trasero.

Cuando finalmente llegué al orgasmo, di una última embestida, quedándome paralizada y con los
ojos cerrados dejándome llevar. Caí sobre el cuerpo de Camila, suspirando con fuerza. Ella acariciaba
mi cabeza mientras sus piernas abrazaban mi cintura. Cuando me recuperé, besé uno de sus pezones
y me acosté al lado suyo. Me puse de lado y abracé su cintura, pegando su espalda a mi pecho.

—Sabes, amo hacer cucharita contigo. —susurró, llevando mis manos hasta sus labios y besando
mis nudillos.

Besé su cuello y sus hombros, pegándola más a mi cuerpo. Parecía que mi necesidad de ella no se
agotaba nunca, ni siquiera después de hacerle el amor.

—Yo también lo amo, es hermoso tenerte entre mis brazos. —dije, besando su mejilla. —Enserio
creí que te habías enojado conmigo, sabes que Kendall y yo somos buenas amigas. Ella esta
terriblemente enamorada de Cara y yo estoy más que terriblemente enamorada de ti, enserio.

—Lo sé, solo que a veces es un poco molesto porque ustedes tuvieron su historia.

—Historia que ya es historia, somos amigas, nada más. Te amo a ti.


—Y yo te amo a ti. —giró el rostro y me besó. —Y bueno dime ¿Qué tal la noche de películas en
familia?

Reí y dejé un pequeño beso en sus labios, acomodándome mejor contra su cuerpo.

—No sé si te conté que mi padre ama las películas de Jackie Chan.

—¡No! ¿Enserio? Jackie Chan es uno de mis actores favoritos ¿Qué películas vieron?

—Bueno, vimos primero la favorita de mi papá, New Police Story.

—¡Oh, Dios! Esa me hace llorar tanto.

—Si, a mi igual.

—¿Qué otra vieron?

—City Hunter, La vuelta al mundo en 80 días, Dos ladrones y medio, y nos quedamos en la mitad de
Espía por accidente.

—Sí, me he visto todas esas.

—Lo supuse.

—¿Qué te puedo decir? Podría proclamarme su fan número uno.

—Tendrías que competir con mi padre.

—Bebé, competiré con tu padre por el título, pero será en otra ocasión. Ahora abrázame más fuerte
y duerme, que ya es tarde y estoy agotada.

Sonreí y besé su mejilla, abrazándola más fuerte mientras una de sus manos empezaba a acariciar
la mía que se encontraba sobre su estómago.

—Descansa amor. —susurré, sintiendo su cuerpo relajado contra el mío y escuchando su suave
respiración. Sonreí y besé nuevamente su mejilla, dejándome llevar por el sueño.

Los siguientes días transcurrieron de manera normal, hablaba con Hailee por teléfono y por la noche
me escabullía a la habitación de mi novia donde hacíamos el amor hasta el amanecer.

Mi viaje a L.A junto a mis hermanos y mis primas, seria en un par de días. Cuatro días, para ser
exacta. Pasaríamos ahí por tres semanas enteras visitando a nuestros abuelos, y aunque los amaba
con mi vida entera, esta vez no estaba tan ilusionada por ir. Iba a extrañar a Camila como una
demente.

Esta noche mis padres saldrían a una cena de negocios y no llegarían hasta muy tarde en la
madrugada. Niall llevaría a Alexa a una cena familiar, mientras que Patrick saldría junto a Keana,
Ryan y Megan a lo que parecía ser una cita doble a los bolos. Y Lucy tenía permiso para quedarse a
dormir en casa de Vero pues tendrían "noche de películas".
Me encontraba en la sala viendo TV cuando mi madre bajó. Se veía preciosa, llevaba un vestido
negro de coctel, había ido a la peluquería temprano y se había cortado el pelo, haciéndola lucir más
joven. Le sonreí cuando se acercó a besar mi cabeza.

—¿No tienes planes para esta noche? —preguntó, pasando su dedo sobre mi frente. Seguramente
me había manchado con el labial.

—Puede que terminé la maratón de Harry Potter en mi habitación. —dije, señalándole la pantalla
del televisor. —Recién inicié, pero si le pongo empeño me acabo todas las pelis esta noche.

—¡Esa es mi hija! —bromeó.

—Te ves preciosa mamá. —dije pausando la película. —No creo que papá y tu vuelvan esta noche,
seguramente alquiló una de las habitaciones en el hotel donde será la fiesta.

—¡Lauren! —exclamó, sonrojada. —No digas tonterías.

—Es que lo veo detrás de ti con esa sonrisa pícara y es lo que me imagino. —dije, soltando una risa
cuando mi madre se giró, encontrándose con mi padre vestido elegantemente en un traje. —Será
mejor que se vayan pronto.

—Nos estas echando de nuestra casa. —preguntó mi madre indignada.

—Sí, necesito continuar con mi maratón. Ahora papá, llévate a tu esposa de aquí y dale una buena
noche. —bromeé.

Mi papá soltó una carcajada tomando la mano de mi madre.

—Ten una buena noche tú también, cariño. —dijo mi padre, besando mi cabeza y pasándome la
barba por la frente.

—La tendré en cuanto llegué la pizza.

—No te acuestes tan tarde Lauren, por favor. —dijo mi madre antes de salir.

Suspiré una vez escuché como la puerta principal se cerraba,

—No prometo mucho, madre.

Esperé a que Niall llegara por Alexa, lo cual no tardó mucho pues casi cinco minutos después de que
mis padres se fueran, Niall estaba llegando. A las siete en punto, Patrick, Megan y Ryan estaban
saliendo de casa. Megan se acercó a mí, con los brazos cruzados y una sonrisa de "yo sé lo que
tramas".

—Disfruta tu noche en los bolos. —le dije, concentrada en la película.

—Disfruta tú también de tu noche. Será mejor que dejes de fingir y te vayas e nseguida a hacer lo
que sea que hayas planeado para ella esta noche.

—¿Cómo es que siempre sabes todo? —pregunté, apagando el televisor y levantándome del sofá.
—Porque soy tu hermana mayor. Lo sé todo.

—A estas alturas ya estás dándome miedo. —dije caminando hacia las escaleras.

Ella me regaló una tierna sonrisa.

—Solo... ten cuidado ¿de acuerdo? Hazlo sobre todo por ella.

—De acuerdo. —respondí.

Megan se giró y tomó su chaqueta, colocándosela enseguida cuando escucho el claxon de uno de
los autos fuera de casa. Me guiño un ojo y camino hacia la puerta de entrada.

—Ten una buena noche, hermanita.

Sonreí y terminé subiendo las escaleras. Le escribí un rápido mensaje a Dinah y me puse manos a la
obra.

***

Camila's POV

Cuando finalmente llegué a casa, estaba tan agotada que solo quería darme un baño y acostarme a
dormir. Dinah me había mantenido fuera haciendo compras, y parecía no querer soltarme hasta que
finalmente por algún milagro divino decidió que era hora de dejarme regresar a casa.

Sin embargo, en el momento en que entré en casa, entendí la razón por la cual Dinah actuaba de
una manera tan rara. Sonreí al ver el camino de pétalos desde la entrada hasta el comedor. Decidí
no encender las luces y así no perder el aura romántico que mi hermosa novia había decido recrear
para nosotras.

Cuando llegué al comedor la encontré de pie a unos pasos de la mesa que se encontraba
hermosamente decorada con dos velas y la cena. Ella me sonreía con una rosa entre sus manos. Le
sonreí y me acerqué a pasos lentos.

—Esto es... es hermoso. —dije mirando la mesa. —Gracias, amor.

Ella se acercó y me tomo de la cintura, acercando mi cuerpo al suyo a la vez que pasaba la rosa por
mi rostro.

—Lo mejor para la mujer de mi vida. —susurró sobre mis labios, para después besarme de e sa
manera tan apasionada que tiene de besarme.

Acaricie sus brazos, subiendo hasta cruzar mis brazos alrededor de su cuello.

—Te amo. —susurré sobre sus labios.

—Escucharte decir eso es mi motivación. —dijo sobre mis labios, dejando un rápido beso. —Tu
sonrisa, tus ojos, tu piel, tu olor...—sus ojos recorrían mi rostro y mi cuerpo. —Haré siempre mi
mejor esfuerzo para hacerte feliz, siempre. Mi recompensa siempre será escuchar esas dos palabras
saliendo de tus labios.

—Y por eso nunca dejaré de amarte.


—Ese es el plan, amada mía.

Y me besó, y entre caricias y besos cenamos. Y luego me llevó a la habitación donde me hizo el amor
hasta no poder más. El cansancio en mi cuerpo se había desvanecido desde el momento en que vi
los pétalos en el suelo marcando un camino.

Y fui feliz entre sus brazos, como estaba segura no lo seria en brazos de otra persona. Sus caricias
en mi piel, sus besos recorriendo mi cuerpo. Ella dejaba una huella enorme dentro de mí, y la amaba
tanto que llegaba a ser insoportable no tenerla junto a mí.

Sus brazos rodeaban mi cuerpo agotado y sudoroso por nuestra noche desenfrenada de entrega y
pasión. Y entre sus brazos y su calor, dejé que el sueño y el cansancio me vencieran, sabiéndome
segura y protegida por la persona que me ama y a la que amo con igual o mayor intensidad.

Capítulo 58

Lauren's POV

El aire fresco y veraniego de California llena mis pulmones, mientras las olas del mar bañan mis pies.
Amaba visitar a mis abuelos en su casa de la playa en Malibu, todo era tan genial. Se sentía el verano
caliente y liberador, la juventud rompiendo como las olas en la playa.

Me encantaba despertar por las mañanas con la brisa fresca de la costa acompañada del olor salado
del mar entrando por la ventana de mi habitación, desayunar con la calidez de los rayos del sol
bañando mi piel. Era simplemente fascinante

Durante los últimos días había hablado con Hailee regularmente, ella se lo estaba pasando muy bien
en Londres junto a su padre y su pequeño hermano y yo no quería irrumpir. Sin embargo cuando
allá anochecía, Hailee siempre me escribía contándome lo que había sucedido en el día y
deseándome buenas noches.

Por otro lado, aunque amaba estar en Malibu con mis abuelos, extrañaba mucho a Camila. Durante
los últimos días habíamos hablado poco, pues ella se encontraba ocupada en un nuevo libro y en su
trabajo. Sin embargo, esto me permitía pensar en las diferentes escenas que ocurrirían cuando
Camila se entere que Megan sabe lo nuestro. La más recurrente es ella terminando conmigo y eso
simplemente no me hace desear volver pronto.

—No pienses mucho, hermanita. —escuché la voz de Megan acercándose a mí.

A lo lejos, podía ver a Patrick y a Lucy divertirse surfeando con un par de chicos que habían conocido
hace poco, mientras Alexa descansaba en la playa junto a la abuela.
—No lo hago.
Ella deja escapar una pequeña risa, a la vez que me abraza por el cuello y descansa su barbilla en mi
hombro.

—Estás más alta. —dice en un susurro, mientras las olas rompen a nuestros pies. —Ahora dime,
¿piensas en ella?

—Sabes la respuesta. —dije con una sonrisa algo tímida.

—Sí, lo sé. —exhaló un suspiro, y empezó a jugar con las puntas de mi cabello. —Sé que no quieres
que Camila se entere que yo lo sé, pero no te preocupes que no planeo hacerlas terminar.

—Puede que no, pero estoy completamente segura que cuando se entere que tú lo sabes, ella
terminará conmigo. —suspiré, cruzándome de brazos. —Ella se asustará, y huirá.

—Si te ama, no lo hará.

—Sé que me ama, sin embargo el temor de que Hailee se llegué a enterar puede más. —observé a
lo lejos como Patrick caía de su tabla, seguido de Lucy. —Y la entiendo ¿sabes? —dije, girando mi
rostro y enfrentando a mi hermana. —, ella es su hija. Enfatizando el hecho de que es su única hija.

—Trataré de no espantarla, lo prometo.

— ¿Y si mejor lo dejas como esta? Digo ¿realmente es demasiado importante para ti, hablar con
Camila y decirle que sabes de nuestra relación?

—No estoy queriendo hacer que terminen, ¿sabes? No te niego que me encantaba la pareja que
hacías con Kendall, se las veía simplemente perfectas juntas. Pero ahora veo a Kendall junto a Cara
y veo que ambas son felices, y que lo que tienen es lindo. —me mira sonriendo. —Y te veo a ti, con
una cara de idiota enamorada, con tus ojos brillando con la sola mención de Camila. Siendo toda
una adolescente enamorada. Y solo quiero ser parte de eso, quiero que puedas compartir conmigo
las cosas que te hacen feliz, que puedas contar conmigo para cualquier situación o problema que
debas afrontar. —me abraza de lado, dejando un beso en mi cabeza. —Solo estoy siendo una
hermana mayor, Lolo.

—Lo siento.

—No, está bien. Lo entiendo. La amas, y tienes miedo a que su relación terminé por el hecho de que
ella sepa que yo lo sé. Pero te prometo que eso no pasará, al menos no por mi culpa.

Me separé de ella, adentrándome un poco más en el océano. El agua me llegaba a la rodilla cuando
me di la vuelta.

—Después de que regresemos. —hice una pausa. —Dame un poco de tiempo y podrás hablar con
ella.

Ella sonrió acercándose. —Hecho. —dijo sumergiéndome al agua.

Cuando salí, Megan corría hacía la orilla donde nuestro abuelo se encontraba de pie con las manos
en las caderas riéndose. Rápidamente salí corriendo tras ella, que se escondía detrás de nuestro
abuelo. Cuando me acerqué, él me atrapó y me tomó de los cachetes.
—Pero que grande y guapa esta mi pequeña Lolo. —dijo mi abuelo, mientras Megan se escabullía.

—Te atraparé. —dije, liberándome de mi abuelo y corriendo detrás de ella.

A los pocos minutos, Patrick y Lucy se habían unido a nosotros, corriendo como locos alrededor de
Alexa y nuestros abuelos. Finalmente Lucy derribo a Megan y entre Patrick y yo la llevamos al mar,
arrojándola al momento en que una ola, medianamente grande, rompía.

***

Camila's POV

Los últimos días se habían sentido como un maldito dolor de cabeza. Los minutos pasaba lentos sin
Hailee en casa, y aún más lentos sin cierta ojiverde imprudente entrando en mi habitación todas las
noches. Sonreí recordando la última noche antes de que partiera con sus hermanos por las
vacaciones de verano. Ella era tan apasionada cuando hacíamos el amor, y aun después de tantos
días podía sentir sus manos tocar mi cuerpo y sus labios besándome y devorándome completa.

No podía creer que una loca adolescente me hiciera sentir todas estas cosas, pero simplemente no
podía evitarlo. Me sentía completamente enamorada de ella, la amaba tanto y me hacía mucha falta
en estos momentos. Deseaba su cercanía a todas horas, anhelaba estar en sus brazos, refugiarme
en su calor y envolverme en su aroma.

El agua de la bañera se estaba enfriando así que decidí que era momento de salir sino quería
enfermarme. Entré en la habitación que estaba a oscuras, la única luz encendida era la que reflejaba
del cuarto de baño. Me vestí rápidamente, colocándome únicamente la ropa interior y un enorme
suéter que me cubría los muslos.

Me mordí el labio, llevándome la manga del suéter a la nariz, absorbiendo el aroma de Lauren. La
última noche que vino se le había quedado por salir corriendo de mi habitación y últimamente era
lo único que usaba para dormir. Sentir su olor me relajaba y me hacía pensarla cerca de mí.

Tomé mi teléfono de la mesita de noche, sonriendo al encontrarme varias llamadas perdidas de mi


insistente novia. Finalmente rendida de que no le había contestado, dejó un mensaje de texto
deseándome buenas noches y recordándome cuanto me amaba y me extrañaba.

Al parecer había tenido un día agotador junto a su familia y estaba cansada. Dejé escapar un suspiro,
de esos de adolescente enamorada y le respondí. Espere por unos minutos, en caso de que aun
siguiera despierta. Sin embargo, después de diez minutos entendí que quizá estaba demasiado
agotada y se había dormido, porque Lauren nunca tardaba ni un minuto en responder a mis
mensajes.

Dejé el teléfono sobre la mesita de noche y, acercando la manga a mi nariz, me quedé dormida
envuelta con el dulce aroma de la chica que amaba.

*
—Veo que la estás pasando realmente bien. —dije al teléfono mientras observaba la pantalla de mi
computadora, releyendo lo último que había escrito antes de recibir la llamada de mi impertinente
joven enamorada.

—De hecho sí. —respondió. —Hoy hemos ido a navegar con mi abuelo. —podía escuchar las voces
de sus hermanos de fondo.

—¿Qué sucede ahí? —pregunté, llevándome la copa de vino a los labios.

—No lo sé, debe ser algún juego entre Pat y Lucy. —dijo, escuché unos pasos y luego las voces de
sus hermanos se escuchaban más lejanas. —Así está mejor.

—Y... ¿Qué estás haciendo ahora?

—Extrañándote, pensando en ti a cada segundo de mi maldita existencia lejos de ti...

—Eres una tonta. —dije soltando una pequeña risa. —Yo también te extraño mucho mi amor, pero
me prometiste que disfrutarías con tus hermanos y tus abuelos.

—Y lo estoy haciendo, solo que no puedo evitar que me hagas falta.

—Tú también me haces mucha falta.

—Y eso que solo han pasado dieciséis días, cuatro horas y...dame un segundo ¡cuarenta y tres
minutos!

—¿Los has estado contando? —pregunté divertida.

—Cada segundo a tu lado es una felicidad. Y cada segundo lejos de ti es un maldito martirio, y de
esos me faltan muchos.

—¡Oh! que cursi, ya falta poco.

—Solo soy cursi para ti.

—Eres tan cursi que no puedo creer que eso me enamore más de ti, así que espero que sea así
siempre.

—Lo será. —solté una risita, acomodándome mejor en mi lugar.

La puerta de mi estudio se abrió y la castaña cabellera apareció, seguida por una par de ojos y
finalmente una radiante sonrisa que me hizo reír. Jade entró en mi despacho, sosteniendo el pomo
de la puerta con una mano, mientras colocaba su otra mano en la cadera.

—La cena esta lista.

—Querrás decir: "La cena ya llegó". —respondí con una sonrisa.

—Bueno, lo que sea. —dijo, restándole importancia. —Perrie está colocando la mesa, te esperamos.

—Voy enseguida.

—De acuerdo. —dijo antes de irse.


—Tengo que dejarte amor, mis amigas están esperándome para cenar.

—Está bien. —suspiró dramáticamente, haciéndome reír divertida. —Me alegra que tus amigas
hayan ido a visitarte.

—Sí, a mí también. —respondí mientras guardaba los archivos en mi computadora para después
cerrarla. —Perrie ya terminó su gira, así que pronto será la boda. Decidieron entre gar las
invitaciones a sus amigos más íntimos personalmente, y también deseaban ver a Hailee pero no
tuvieron suerte.

—Bueno, entonces te dejo. Disfruta tu cena.

—Te amo, descansa.

***

Lauren's POV

Dejé el teléfono sobre la mesita de noche. Los ruidos fue ra de la habitación se escuchaban cada vez
más fuertes. Entonces Patrick entró a mi habitación, con el rostro pálido y empezó a tartamudear.
Se lo veía desesperado y asustado, y yo no podía entender lo que me quería decir.

—Patrick, cálmate y respira. —dije levantándome de la cama y acercándole a él. Mi hermano hizo
lo que le pedí. —Ahora, dime que pasa.

—Alexa. —dijo en una exhalación. —Ella, él bebé.

Entonces el miedo y la desesperación se apoderaron de mí también.

—¿Qué pasa con ellos? ¡Patrick habla! —pregunté, zarandeándolo para que hablara.

—El bebé viene.

—¿Qué? ¿Cómo que el bebé viene? Aún falta para eso Pat.

—No Laur, el bebé viene ahora.

—¡Oh, demonios! ¡Oh, demonios! —exclamé, agarrándome la cabeza con ambas manos y
empezando a recorrer la habitación.

—Lo sé, lo sé. —repitió Patrick con las manos en las caderas.

Escuchamos unos pasos por las escaleras y a los segundos, Lucy apareció con el ceño fruncido y le
dio un golpe a Patrick en la cabeza.

—¿Qué hacen par de idiotas? Los abuelos llevarán a Alexa al hospital, Megan ya llamó a mamá y
ellos tomarán el jet. Así que apresúrense que debemos llegar al hospital.

Ambos asentimos y la seguimos fuera de casa, donde Megan nos esperaba en la camioneta. Después
de asegurarse de que la casa estuviera completamente cerrada y segura, subió a la camioneta y
fuimos al hospital.
Cuando llegamos, los abuelos nos indicaron que Alexa había sido ingresada por urgencias. El médico
que la atendería nos indicó que Alexa seria sometida a una cesárea de urgencia debido a que él bebé
no estaba acomodado de la manera correcta para un parto natural.

Finalmente después de un par de horas, nuestros padres llegaron. Mamá se veía preocupada, sus
ojos llorosos mientras papá la abrazaba y ambos rodeaban a Lucy.

—Iré por un café, alguien quiere uno.

—Es el cuarto que tomas, Lau. Mejor ve por una botella de agua. —dijo Megan acercándose a mí.
—Ven, yo te acompaño.

Me dejé guiar por Megan hasta la máquina de bebidas, y dejé que ella sacara una botella de agua.

—Pat y yo regresáremos a New York, papá dejó un par de cosas en la empresa y me pidió que me
hiciera cargo. Ellos quieren quedarse con Alexa y acompañar a Lucy. Quería saber si quieres regresar
con nosotros.

—¿Nos iremos ahora?

—No, después de saber que Alexa y el bebé están bien. Pero como es prematuro tendrá que
quedarse en la incubadora por unas semanas. Mamá llamó al médico de Alexa, y apenas el bebé
este estable lo transferirán a New York.

—De acuerdo. —Megan me entregó la botella y empecé a beber de ella.

—Laur, no te pediré hablar con Camila hasta que Alexa y el bebé estén completamente bien y en
casa.

—Gracias.

—Ahora vamos.

Después de que el médico nos indicara que el bebé había nacido, Alexa estaba fuera de peligro y
que ambos se encontraban bien, Patrick, Megan y yo regresamos a New York. Nos permitieron ver
al bebé a través del vidrio que daba a la sala de los niños prematuros, era una cosa muy pequeña y
entre Patrick y yo nos asombrábamos porque el vientre de Alexa había sido demasiado grande.

Estaba rodeado de muchos cables que ocupaban todo su pequeño cuerpecito y era algo casi
aterrador, pero el médico nos indicó que eso lo mantendría estable y ayudaría en su desarrollo.
Después visitamos a Alexa que se veía cansada, pero con un brillo en sus ojos por el deseo d e ver al
pequeño.

Fuimos a casa de los abuelos por nuestras cosas, pues el jet esperaba por nosotros en el hangar.
Llegamos a casa cerca de las diez de la noche, encendí mi teléfono encontrándome con varias
llamadas perdidas y mensajes de Camila. Ninguno de nosotros se había contactado con nadie para
contar las últimas noticias, y Camila no sabía que regresaba hoy pues no había podido hablar con
ella.
Después de ducharme fui a la habitación de Megan y toqué a su puerta, esperando a que abriera.

—¿Saldrás a verla? —preguntó.

—La necesito.

—De acuerdo ve. Yo llamaré a Niall. —asentí de acuerdo.

—Se delicada.

—¿Quieres llamarlo tú?

—Claro que no.

—Entonces déjame hacerlo como puedo.

—Bien, bien.

Regresé a mi habitación y cerré con llave para después hacer mi camino a la ventana. Aunque Megan
estaba enterada, aún estaba Patrick y por ahora no estaba de ánimos que alguien más supiese de
mi relación. Escalé hasta el balcón de Camila, vi el reflejo de la luz del televisor encendido y cuando
intenté abrir, la puerta no cedió.

Escuché los pasos de Camila acercándose y luego la puerta corrediza fue abierta.

—Lauren. —susurró.

Sonreí acercándome a ella y tomando su rostro entre mis manos, uniendo nuestros labios en un
dulce beso. Ella colocó sus manos sobre las mías y las acarició, besándome con delicadeza. Poco a
poco alejó mis manos de su rostro y entrelazo nuestros dedos a la vez que nuestros labios se
separaban.

Nuestras frentes se unieron.

—Lamento no contestar, y no avisar que regresaba. —dije mirándola a los ojos.

—Está bien. —susurró sonriéndome.

—No, no está bien. Yo...

—Shh...—susurró Camila, dejando un pequeño beso en mis labios.

—Creo que olvidó que estamos aquí. —escuché un susurró y levanté el rostro, encontrándome con
dos mujeres observándonos mientras comían de sus palomitas. —Ciertamente esto fue más
interesante que la película.

—¡Oh, por Dios! Jade, cállate.

—Oh, mierda ya nos vio.

Camila soltó una pequeña risita mientras yo aguantaba la respiración. Camila cerró la puerta del
balcón y tomó mi mano entre las suyas.
—Yo... no lo sabía. Creí que estarían en una de las habitaciones. —dije rápidamente, buscando la
mirada de Camila y encontrándome con su rostro completamente sonrojado.

—Está bien amor, ellas lo saben.

—¿Qué?

—Jade espió nuestra última conversación y tuve que decirles.

—Oh. —suspiré asintiendo a la vez que escondía mis manos en los bolsillo de mi suéter.

—Creo que esa es nuestra señal amor. —dijo la rubia, empujando a la otra mujer que parecía no
querer moverse. —Jade Amelia Thirlwall será mejor que muevas ese lindo trasero si no quieres
dormir en el sofá.

—Pero si Mila ni siquiera nos ha presentado. —dijo la castaña levantándose de la cama y


acercándose. —Hola mucho gusto, mi nombre es Jade, aunque ya lo escuchaste de mi adorada
prometida. —sonrió divertida extendiendo su mano para ser estrechada. —Y tú eres la famosa
Lauren Jáuregui, no sé cómo lo lograste pero gracias por hacer que Mila se diera cuenta que la
heterosexualidad no era su virtud.

—¡Oh mi Dios! —jadeó de manera dramática la rubia, tapándose el rostro con la almohada mientras
Camila a mi lado soltaba una risita. —¡Amelia! Dormirás en el sofá.

—Siempre dice lo mismo. —susurró la castaña mirándome y sin dejar de sonreír. —Y bueno, la
gruñona de allá es Perrie. Aunque gruñona y todo la amo, por algo me casaré con ella.

Camila me tomó del mentón y giró mi rostro hasta quedar frente a mí.

—Lo siento cariño, ella es así. No querrás aguantarla junto a Dinah, son de lo peor. —dijo con una
hermosa sonrisa que enseguida correspondí.

—Pero si la tienes estúpida por ti Mila. —bromeó Jade.

—Okay Thirlwall, basta. Nos vamos de aquí y las dejamos con su reencuentro. —Perrie tomó a Jade
del brazo y la arrastró fuera de la habitación. —Nos vemos por la mañana Mila, un gusto conocerte
Lauren.

—Igual. —respondí y tras regalarme una sonrisa, cerró la puerta de la habitación.

Camila me llevó hasta la cama y nos acostamos una frente a la otra, protegidas del frío gracias al
enorme edredón que nos cubría. Ella me sonrió mientras acariciaba mi rostro, como si quisiera
asegurarse de que estaba aquí, con ella.

—Estas aquí. —susurró. —Espero que no te moleste que ellas lo sepan, es solo que Jade sabe cómo
obtener información. —dijo divertida.

—No me molesta, esta bien. —respondí. —Solo me sorprende que se lo hayan tomado tan... bien.

—Bueno, anoche tuvimos una larga charla donde tuve que explicarles todo. —respondió,
acariciando mi nariz. —Estoy feliz de que estés aquí, pero...
—Alexa. —respondí interrumpiéndola. —El bebé ya nació.

—¡Oh por Dios! —susurró. —¿Ellos están bien?, se suponía que aún le faltaban dos meses.

—Sí, sí. Están bien. —respondí, besando su mano. —Mis padres se quedaron con ella y con Lucy.
Estuvimos en el hospital y luego, cuando pudimos ver al bebé y a Alexa, Pat, Megan y yo tuvimos
que viajar de regreso. Los chicos se ocuparan de la empresa mientras mis padres están en L.A.

—¿Cuánto tiempo se quedaran?

—El medico nos dijo que el bebé se encontraba muy bien desarrollado aun siendo sietemesino. Sus
pulmones funcionan bien. Sin embargo lo tienen bajo control para ayudar a que se desarrollen bien
y no tenga secuelas. Apenas este estable lo transferirán a la clínica donde Alexa se estaba haciendo
tratar.

—¿Y tú cómo estás?

—Bien. —respondí simplemente, encogiéndome de hombros.

—Lauren te conozco, aunque no lo aparentes eres muy sensible y sé que este te afectó.

Le sonreí tiernamente y me acerqué a sus labios, tomándolos entre los míos y acariciándolos.

—Estoy bien ahora, te necesitaba.

Camila acarició mi rostro y buscó mis labios para iniciar otro beso, uno más apasionado.

—Yo también te necesitaba.

Sus manos bajaron a mis hombros, acariciándolos por encima del suéter. Mis labios fueron dejando
un rastro de besos por su mandíbula, bajando lentamente. Camila buscó deshacerse de mi suéter,
mientras yo me deshacía de su blusa de dormir y me sumergía entre el valle de sus pechos.

—Lauren. —Camila me tomó de las mejillas, llevándome hasta sus labios y besándome
apasionadamente. —Hazme el amor.

—Eso planeo hacer toda la noche. —susurró sobre sus labios. —Toda mi vida.
Capítulo 59

Lauren's POV

Jade y Perrie se fueron un par de días después de mi regreso a Nueva York. Habíamos pasado un
buen tiempo con la pareja, ellas eran divertidas y ciertamente Jade tenía un humor muy parecido al
de Dinah. Me había encantado ver a Camila disfrutar de la compañía de sus amigas estos días,
siempre sonriente y comportándose incluso como una adolescente en algunas ocasiones.

Habíamos recibido noticias de Alexa y el bebé, ambos se encontraban mucho mejor ahora y pronto
estarían de regreso.

Al igual que Hailee.

En realidad, Hailee llegaba dentro de dos días, lo que en pocas palabras me hacía pensar que tras su
llegada todo volvería a la rutinaria normalidad en la que me toca escalar para llegar a la habitación
de mi novia y pasar un corto tiempo con ella. Con esto se pensaría que no estoy ansiosa por el
regreso de Hailee, lo cual no es cierto, es solo el hecho de que mis momentos con Camila se
recortarían después de haberme acostumbrado a tenerla para mí todo este tiempo.

Aunque la opción de decirle a Hailee sobre nosotras no estaba puesta sobre la mesa, había pasado
muchas veces esa idea por mi cabeza. Sin embargo el miedo me carcomía, sabía que si lo hacia las
cosas en mi relación con Camila no irían muy bien precisamente.

Revuelvo mi cabello mientras los miles de pensamientos ahogan mi mente, a la vez que escuchó un
pequeño quejido a mi lado. Sonrió sabiendo que esta por despertar así que dirijo mi mirada a su
rostro y la veo arrugar sus cejas y abrir lentamente sus hermosos ojos. Me sonríe y empieza a
acariciar mi rostro.

—Extrañaré tenerte conmigo al despertar. —dice tras besar mi mejilla repetidas veces.

—Yo también lo extrañaré. —respondo apretándola entre mis brazos, pegándola más a mi cuerpo.
—Ya estaba a punto de empezar con la mudanza. —bromeo, tratando de callar las miles de
estúpidas ideas y pensamientos que pasan por mi cabeza.

Ella suelta una pequeña risa y eso provoca una revolución en mi estómago.

—Algún día. —dice, para después levantarse de la cama permitiéndome admirar su perfecto cuerpo
desnudo.

—¿A dónde vas? —pregunto embobada, viéndola ponerse las bragas.

—Iré a preparar el desayuno, amor. —responde simplemente, tomando mi suéter para después
enfundárselo.

—No, nada de eso. —dije, levantándome de la cama completamente desnuda y acercándome a ella
para tomarla entre mis brazos y lanzarla a la cama. —Estoy hambrienta, pero no exactamente de
comida en estos momentos. —dije gateando sobre su cuerpo, quedando entre sus piernas. —
Aprovecharé cada segundo de libertad que tenga contigo, y ni siquiera el hambre me hará cambiar
de opinión.

Camila soltó una sonora risa para después agarrarme del cuello y acercarme a sus labios. Me deshice
de sus bragas y en pocos segundos, mi suéter se unía también a la pila de ropa en el suelo.

—Te amo. —jadeó Camila a la vez que mis labios recorrían un camino desde su cuello, pasando por
sus pechos hasta llegar a su centro. —Oh, Laur.

—Sabes, me encanta esta posición. —le comento a Camila. Ella se encuentra sentada a horcajadas
sobre mí en la bañera mientras masajea mis hombros. Sonríe y besa mis labios, escondiendo su
rostro en mi cuello.

—Estos últimos días han sido maravillosos. —suspira, besando mi cuello.

—Lo sé. —suspiro, jugando con el agua tibia de la bañera.

Nos quedamos en silencio, únicamente admirando y atesorando el momento. Guardándolo en


nuestras memorias para los futuros días en los que tengamos que mantenernos alejadas.
Sosteniéndonos en un fuerte y amoroso abrazo.

Un tiempo después estamos fuera de la bañera, jugueteando mientras nos vestimos. Camila me
sonríe sentada desde la cama mientras se coloca loción en las piernas, yo me quedo embobada, a
medio camino de ponerme la camisa, viéndola masajear esas largas y morenas piernas que tanto
me encantan.

—Deja de mirarme de esa manera. —dice ella, levantándose de la cama y despojándose de la toalla
que rodeaba su cuerpo, quedando únicamente con su ropa interior de encaje.

Sonrío y me acerco a ella, tomándola de la cintura y pegando su espalda a mi cuerpo.

—¿Sabes? Estoy pensando seriamente en mantenerte sobre esa cama el tiempo que nos queda
juntas. —susurro suavemente a su oído.

Suelta una carcajada y da la vuelta entre mis brazos, me rodea el cuello con uno de sus brazos
mientras acaricia mi rostro con su otra mano.

—Me hiciste saltarme el desayuno y estoy muy hambrienta ahora, así que me debes el almuerzo.

—De acuerdo, de acuerdo. —susurro sobre sus labios, dejando pequeños besos. —Te animas a salir
a alguna parte, o preparamos algo.

—Ammm no estoy con muchas ganas de salir. —responde mientras se coloca una de mis sudaderas
y unos pantalones de chándal. —Me gustaría que sigamos escondidas estos dos cortos días que
tenemos. —se sienta sobre mis piernas y pega su frente a la mía. Siento cómo mi corazón se agita y
simplemente sonrío.
Rozo mi nariz con la suya, jugando un poco. Ella me sonríe mientras acaricia mi cuello con su mano,
y siento como se eriza mi piel. Siempre sucede, ella provoca que mi cuerpo reaccione a su sola
cercanía, a su voz, a su olor. La amo demasiado.

—Te amo. —nunca puedo contenerme de decir esas palabras, porque las siento en mi corazón. Es
como lava volcánica, quemando mi pecho, en el buen sentido claro.

Ella me mira con esos lindos y dulces ojos marrones que me enloquecieron desde la primera vez que
los vi. Y me sonríe también, y eso solo provoca que mi amor por ella queme con más intensidad.
Amo verla sonreír, amo verla feliz, y amo más ser quien la hace feliz y sonreír de esa manera.

—Yo también te amo, mi amor. —deja un pequeño beso en mis labios, es casi un roce, casi inocente,
pero eso solo provoca que el volcán erupcione y que yo me queme por completo por su amor.

—Tengo... ammm tengo que...—carraspeo. —Decir algo importante. —la abrazo más a mi cuerpo y
beso su mejilla. —Por favor, no me interrumpas, estoy segura de lo que diré y no necesitaré
sermones de mi novia.

—Okay. —deja otro corto beso en mis labios. —Dirá usted.

Ruedo los ojos y ella rie, dejando otro corto beso en mis labios.

—Vamos, dime.

—Está bien, está bien. —suspiro. —Oye, sé que solo tengo 17 años y que para muchos adultos, un
joven de esta edad no sabe lo que realmente quiere en la vida. Piensan que algunos toman
decisiones por rebeldía o falta de experiencia, o yo que sé. Pero siempre atribuyen eso a la edad. Sé
que entre tú y yo existen algunos años de diferencia...

—Quince.

—Eso no importa, ¿me dejas continuar?

—Claro amor.

—Bueno quizás pienses de esa manera cuando te diga lo que te tengo que decir. Pero solo quiero
que sepas que quizá sí, tengo solo 17 y mucho por delante. Un gran futuro, o lo que sea. Muchas
cosas pueden cambiar de un día a otro, pero lo que nunca cambiara es el amor que siento por ti. Lo
muy enamorada que estoy de ti. Lo único que sucederá es que cada día será más y más grande que
el día anterior porque me enamoro de ti cada minuto que paso contigo, y cuando estoy sin ti es
como una maldita pesadilla que no me gusta que suceda seguido. —suspiro. —Es por eso que
quiero... quiero que estés conmigo para siempre, así como toda la vida ¿entiendes?

—Lauren...—sus tiernos ojitos me ven con un par de lágrimas.

—Quizás no es la propuesta más romántica, pero Camila necesito que sepas que quiero que seas mi
esposa. Tal vez no ahora, pero si después de solucionar todo, después de contarle a Hailee y a tu
familia, y claro a mi familia. Yo solo... imagínalo como una pre-propuesta de la propuesta de
matrimonio que volveré a hacer en un par de años y será mejor planeado. —suspiro lentamente. —
Pero la respuesta que me des ahora, debe ser la misma dentro de un par de años.

Ella suelta una pequeña risa y dos pequeñas y escurridizas lagrimas recorren su rostro.

—¿Entonces...?

—Eres una tonta adolescente...

—Oye, ya te dije que la edad...

—Shhh...—coloca su dedo sobre mis labios. —Te dejé hablar, ahora me dejas a mí. —simplemente
muevo mi cabeza afirmativamente. —Como decía, eres una tonta adolescente de 17, con una mente
y actitud de un adulto completamente responsable y sin perder ese aire juvenil. Y te amo por eso.
Te amo Lauren, y te admiro por ser tan obstinada y siempre obtener lo que te propones.

—Me propuse tenerte, y te tengo.

—Sí, eso también. —ambas soltamos una pequeña risita. —Sé que no eres una adolescente
inmadura, me lo has demostrado y dejado bien en claro estos meses juntas. Me amas, me cuidas y
me proteges. Proteges nuestra relación y me enamoras todos los días con detalles que parecieran
insignificantes como un mensaje de buenos días al teléfono o servirme una taza de café, pero lo
haces, de esa manera haces que mi corazón se agite y piense que quizá llegamos un poco tarde a la
vida de la otra.

—O yo llegué quince años tarde a la vida. —bromeo y ella ríe, dejando un golpe en mi hombro.

—El punto es que...— suspira. —Sí, Lauren. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, que me ames
y me cuides, y yo poder mimarte...

—¿Entonces, si? —pregunto emocionada.

—Solo si prometes volver a proponérmelo en un par de años.

—Claro que lo haré. —beso repetidamente sus labios. —Y te compraré el más hermoso anillo que
exista.

—Eso no será necesario, amor. Incluso si me das un anillo de caramelo, aceptaría casarme contigo.

—Te amo Camz.

—Y yo a ti, Jáuregui.

—Creo que debería comprarme un velero. Seria genial ¿no crees? —le pregunto a Camila que está
sentada entre mis piernas mientras el velero que logré alquilar de último minuto navega a través
del rio Hudson bajo la noche iluminada por las estrellas. Ella gira su rostro y me sonríe.

—Sí, sería estupendo. Pero eres muy joven. —responde, pegándose más a mi cuerpo en busca de
calor.
—¿Enserio amor? —pregunto, acariciando su cabeza. —Acabas de aceptar casarte conmigo y dices
que soy muy joven.

—Acepté casarme contigo cuando tuvieras la edad.

—Pero aceptaste. El punto es... si tengo mi velero, podremos hacer esto más seguido. Ya sabes, sin
tener que contratar a alguien y solo estar las dos navegando a través del Hudson cualquier noche, a
cualquier hora. —suspiro. —Poder escondernos a la vista de todos. —bromeo.

—Sí, lo sé. Además de que es muy lindo estar aquí, contigo.

—No se diga más, compraré un velero.

—¿Con que dinero?

—Tengo mis ahorros, cariño. No le pediré a mi padre. Además hace un tiempo trabajé en el cine y
no gasté un solo centavo de mi sueldo. Soy muy ahorradora, amor. Un combo completo.

—Veo que sí. Así que trabajaste en el cine.

—Sí, mi padre hizo eso con todos para que aprendamos el valor del sacrificio y esas cosas.

—Eso es bueno.

—Lo sé, soy un gran material de futura esposa ¿no crees? —sonrió.

—Vaya que sí.

—Y soy tuya.

—Solo mía.

Me acercó y rozo su nariz con la mía, para después tomar sus labios entre los míos, empezando con
una pequeña caricia. Camila abre sus labios, permitiendo que nuestras lenguas se encuentren. Amo
besarla, se siente como si me crecieran alas y pudiera llegar a salir volando en cualquier momento.

Cuando nos separamos, noto que el velero está regresando al puerto. Dejo un beso corto en sus
labios y en la punta de su nariz, y la abrazo contra mi cuerpo.

—Creo que la diversión fuera de casa acabo.

—Aún podemos divertirnos en casa. —responde ella.


—Espero que tu idea de diversión sea igual que la mía y conlleve cero ropa y tú y yo sobre una cama.

—Pervertida. —ríe y golpea mi hombro.

Cuando llegamos al puerto, ayudo a Camila a desembarcar. La tomo de la cintura y ella envuelve sus
piernas alrededor de mi cuerpo mientras ambas reímos llenas de felicidad. Camila acaricia mi rostro
y me besa, yo le sigo el beso y siento el deseo burbujear en mi estómago. Estos últimos días a su
lado han sido los más maravillosos y no sé qué haré cuando ambas tengamos que regresar a nuestra
realidad, solo quiero disfrutar el poco tiempo de libertad que nos queda.
Bajo a Camila, pero ella no se separa de mis labios. Rodea mi cuello y acaricia mi nuca, provocando
que mi cuerpo reaccione con frenesí. La tomo de la cintura y la pego a mi cuerpo. Puedo sentir sus
pechos debajo de aquel enorme abrigo que la cubre y solo deseo estar en la seguridad de su
habitación en este momento para poder hacerla mía.

—Lauren...

Me separo de Camila enseguida y veo por encima de su hombro.

—Oh, mierda. —susurro.

—¿Sra. Cabello? —pregunta Charlie sorprendido.

—Charlie. —susurra Camila aterrorizada, y siento que en cualquier segundo se puede desmayar.

Capítulo 60

Lauren's POV

Reconozco la inconfundible cabellera castaña de Hailee incluso antes de que se lance a mis brazos
para un apretado abrazo. Ella grita mientras yo la sostengo y rio sonoramente, abrazándola con
fuerza. Charlie esta frente a mí y solo le suplico una vez más con la mirada, que sea capaz de
mantenerse callado y nos permita a Camila y a mi enfrentarnos a Hailee, tal como le pedimos aquella
noche.

Finalmente, Charlie asiente levemente girando la cabeza a un lado y guardando sus manos en sus
bolsillos en un gesto de enfado e incomodidad.

Hailee se separa de mí y corre a los brazos de Charlie, tomándolo desprevenido y empezando a


besarle el rostro y los labios, haciéndolo sonreír. Después de dejarle la cara manchada de labial, a lo
cual todos reímos, Hailee gira sobre sus talones y camina hacia su madre para apretarla en un fuerte
abrazo. Sonrío observando la escena, madre e hija abrazadas mientras se balancean de un lado a
otro.

Estoy distraída viendo a Hailee apachurrar a su madre, cuando siento como una mano me toma del
brazo y me empieza a alejar del grupo. Giro la cabeza enseguida y me encuentro con el rostro serio
de Charlie. Nos detenemos a unos metros de donde se encuentran los demás. Hailee está ahora
siendo abrazada por los otros chicos, mientras Camila lanza miradas disimuladas hacia donde nos
encontramos Charlie y yo.

—¿Qué sucede Charlie? —pregunto directamente, manteniéndome firme, tal como me recomendó
Megan la noche anterior.
—Tú realmente la amas. —dice.

Busco rápidamente con la mirada a Camila y le veo sonreír verdaderamente hacia su hija.

—Lo hago, Charlie. La amo demasiado. —lo miro directamente a los ojos, con firmeza. —Y temo
perderla.

El asiente y deja escapar un suspiro. Vuelve a asentir, lo hace repetidamente, ahora jugando un poco
con su cabello. Finalmente niega con una sonrisa y me mira a los ojos.

—Sabía que estabas viendo a alguien, que tu comportamiento no e ra normal. Se notaba que estas
enamorada, pero...—suelta una pequeña risa de incredulidad. —¿La Sra. Cabello? Es la madre de tu
mejor amiga, mi novia. Es como prohibida, ¿no crees?

Suelto una pequeña risita a la vez que me encojo de hombros, restándole imp ortancia.

—Lo sé, pero no puedo hacer nada Charlie. La amo, y no pretendo alejarme de ella.

El asiente nuevamente.

—De acuerdo. —suspira. —De acuerdo, no diré nada. Está claro que es un asunto que no me
incumbe, pero no quiero que Hailee piense que mantengo secretos con ella. Deben hablarlo entre
ustedes tres, y debe ser lo más pronto posible, Lau.

—Lo tengo claro Charlie.

—De acuerdo, porque no quiero tener problemas con esa chica. Es un demonio cuando se enoja. —
bromea y ambos reímos. —Realmente te deseo lo mejor, Lau. Está claro que están completamente
enamoradas la una de la otra, es notable, y espero que todo marche bien en su relación.

—Gracias, Charlie. —respondo agradecida, dándole un pequeño y juguetón golpe en el hombro.

—¿Quién lo diría? —sonríe. —Estas saliendo con la madre de tu mejor amiga. —confirma
asintiendo.

—No me fastidies ahora. —respondo sonriendo.

—Ahora te pediré un favor, y tú aceptaras sin reprochar.

Me cruzo de brazos y lo observo fijamente con aquella sonrisa bobalicona y las mano s en señal de
ruego.

—¿Qué es lo que quieres Puth? —pregunto, sintiendo que lo que me pedirá no me agradará para
nada.

Me mantengo observando fijamente a Hailee y Charlie que parecen no querer separarse para nada,
mientras mantengo mi puño apretado, sintiendo como se me clavan las uñas a la palma de la mano,
sabiendo el porqué de tanta emoción en la pareja. Camila me matará por ayudar a Charlie y no
avisarle a ella lo que planeaban.
Siento una mano posarse en mi hombro y muevo mi cabeza, encontrándome con la mirada
preocupada de mi novia. La presión que ejercía en mi mano se va aflojando a la vez que le ofrezco
una boba sonrisa, como todas las que ella consigue de mí. Siento mi corazón acelerado y no creo
ser capaz de disimular lo que siento por esta mujer, pero logro controlarme.

—¿Necesita ayuda? —le pregunto.

Ella me sonríe y niega, para luego dirigir su mirada a mi mano donde se pueden ver las marcas de
las uñas.

—¿Está todo bien? —pregunta dulcemente.

Asiento rápidamente.

—Sí, todo bien. —respondo.

—De acuerdo. —responde y se aleja, caminando hacia la cocina.

Escaneo el lugar. Todos se encuentran ocupados en la sala. Me levanto y lanzo una mirada a Charlie
que me ve con la ceja elevada. El asiente y yo me muevo con precaución hasta la cocina, tratando
de que nadie note mi ausencia.

Entro en la cocina y me encuentro a Camila arrimada a la encimera, con los brazos cruzados. Me
mira y me sonríe tristemente, negando.

—Está bien, está todo bien. —susurro, acercándome un poco. —Charlie prometió no decirle nada.

—¿Estas segura? —pregunta.

—Sí, él me lo prometió. —respondo, acercándome un poco más a su cuerpo. Acaricio su mejilla. —


Te amo. —ella me mira con esos hermosos ojos marrones brillando. —Te amo demasiado, y no
quiero perderte.

—Yo también te amo, Lauren. No quiero perderte.

—No sucederá, amor. Lo prometo. Solo debemos mantenernos fuertes. Charlie dijo que es nuestro
deber contárselo y eso haremos. —ella asiente. —Solo debemos esperar unos pocos meses más,
¿de acuerdo? —digo, acercando lentamente mi rostro al suyo.

—De acuerdo. —responde, acercando su rostro al mío también.

—Te amo. —susurro, rozando nuestros labios.

***

Kendall's POV

Sonrío observando los estúpidos gestos que hace Cara para tratar de desconcentrarme. Me levanto
de la cama y camino hacia ella, me inclino sobre su cuerpo y dejo un pequeño beso en sus labios.

—Pareces muy feliz últimamente. —susurro sobre sus labios.


—Bueno, tengo una novia preciosa. —dice entre besos, sonriendo.

Sonrió, rozando su nariz con la mía. Ella achina sus ojos y me toma de la cintura, sentándome sobre
sus piernas. Suelto un grito ante el repentino y brusco movimiento, para después soltar una risa,
contagiando a mi hermosa rubia.

—Ya enserio, estabas muy extraña estos últimos días. Me contaras ahora lo que te molestaba.

Ella hizo una mueca con sus labios, que enseguida bese. Suelta una risa, dejando un corto beso en
mis labios para después separarse y negar lentamente con la cabeza, mirándome a los ojos.

—No pasaba nada, era una tontería.

—Nada es una tontería, amor. Somos una pareja, y nuestra relación se basa en la confianza entre
nosotras, recuerda.

—Lo sé, lo sé.

—Entonces. —me acomodo sobre sus piernas, y paso mis brazos por su cuello. —¿Me dirás ahora?

—Está bien, pero no quiero que te vayas a enojar.

—No lo haré, te prometo. —respondo, besando su mejilla. —Ya, dime.

Suspira sonoramente y sus mejillas se ruborizan un poco.

—Estaba celosa. —es lo único que dice.

La observo fijamente, con mi ceño fruncido. Ella esquiva mi mirada y se concentra en un punto
cualquiera de la habitación.

—¿Celosa?

—Sí. —murmura bajito.

—Puedes ser más clara.

—Últimamente pasabas escribiéndote mucho con Jáuregui. Creí que intentaba reconquistarte o
algo. Cuando la encontrábamos en el centro comercial, o en cualquier parte, parecías demas iado
cómoda con ella y me dejabas a un lado. Estaba quemándome de los celos, pensando que quizás
ustedes podrían regresar en cualquier momento. Y yo simplemente no quiero perderte, porque te
amo demasiado.

Se queda callada por unos segundos, mirando el suelo. La tomo del mentón y alzo su cabeza,
buscando encontrarme con sus hermosos ojos azules.

—Yo también te amo demasiado, Cara. Y no quiero perder lo que tenemos, porque es realmente
maravilloso. Nunca me había sentido así con nadie, aunque quise mucho a Lauren, ella jamás me
hizo sentir de la manera en que tú me haces sentir. Estoy enamorada de ti, completamente
enamorada de ti.
—Lo sé.

—Lamento si te hice pensar cosas que no eran, es solo que sabes que Lauren y yo no hemos perdido
nuestra amistad. Y ahora, ella me ha confiado algo muy importante, y hablamos mucho sobre eso.
No es nada malo, pero no te lo puedo contar. Le prometí guardar el secreto.

—Está bien, lo comprendo.

—¿En serio?

—Por supuesto. —dice con una pequeña sonrisa. —Debe ser muy difícil estar tan enamorada y tener
que ocultarlo.

—¿Lo sabes? —pregunto nerviosa.

—Bueno, es que...—se mueve incomoda y rasca su nuca. —La noche de la reunión en casa de Hailee
por su regreso, yo fui a la cocina por un poco de agua y sin querer, escuché la conversación entre
Lauren y la Sra. Cabello.

—¡Cara! —la regaño.

—Y luego me asomé un poco y las vi besarse. —cuenta apenada, con el rostro rojo de la vergüenza.

—Ese era un momento íntimo entre ellas.

—Lo sé, lo siento. Pero no dije nada, no es algo que me incumba decir y... bueno, entonces
comprendí que definitivamente ella no quería nada contigo y que si, solo eran buenas amigas. Ahora
sé que tu solo tratas de protegerla.

—Sí, Lauren sigue siendo muy importante para mí, Cara. La quiero mucho.

—Lo entiendo.

—Y tú no dirás nada, ellas lo dirán a su tiempo. Tienen miedo de lo que pueda llegar a hacer Hailee
al enterarse.

—Ya te dije, no es algo que me incumba a mí.

—De acuerdo, gracias. —susurro sobre sus labios.

—Te amo. —dice mientras sus labios acarician los míos, para después pasar a mi mejilla.

Acaricio su nuca sintiendo como sus labios se deslizan con sensualidad por mi rostro, acariciándome.

—Yo también te amo. —respondo, sintiendo ahora como besa mi cuello. Lo hace de una manera
tan suave y delicada que mi piel se eriza y siento como la parte más sensible de mi cuerpo empieza
a reaccionar. —Cara. —jadeo cuando sus dientes raspan mi caliente y sensible piel, y sus manos
acarician mi espalda por debajo de mi blusa.

Tomo su rostro entre mis manos, echando mi cabeza hacia atrás para poder verla a los ojos. Aquellos
maravillosos ojos azules que tanto amo se encontraban completamente dilatados, el deseo
reflejado en su mirada. Mi pecho se calienta, mi piel se eriza, mis pezones se ponen duros y mi
centro palpita, todo por su maldita mirada.
—Te deseo. —susurra con una voz ronca que me hace humedecer.

Acaricio sus mejillas, observando con fascinación su rostro. Su voz y su mirada provocan en mí un
torbellino de emociones, la excitación siendo la predominante. Ella susurra mi nombre mientras mis
pulgares se deslizan por sus labios, sintiendo su suavidad. Toma uno de mis dedos entre sus labios,
y siento el ardor en mi vientre bajo. Juega unos segundos, para después liberarlo. Muevo mi dedo
por sus labios antes de acercarme y besarla descaradamente.

—Cara. —jadeo, apretando mis pechos contra los de ella. Sus manos inquietas me recorren por
debajo de la blusa. —Quítala.

Ella hace lo que le pido sin preguntar y en menos de un minuto ya me encuentro sobre la cama, con
mi espalda pegada al colchón y su cuerpo moviéndose sobre el mío. Había deseado tanto este
momento.

Nos deshacemos de nuestra ropa lentamente. Cara reparte besos por todo mi cuerpo mientras me
quita el pantalón y la ropa interior. Hago lo mismo con ella. Senti r su piel contra la mía, sin alguna
tela de por medio es sin duda, la sensación más fantástica.

—Amo tu cuerpo. —dice, besando mi cuello.

No logro responder ya que un fuerte gemido escapa de mis labios cuando siento un pequeño
mordisco en mi piel. Sonríe complacida y poco a poco se desliza por mi cuerpo, pasando su lengua
y dejando un húmedo camino. Se detiene en mis pechos entreteniéndose unos pocos segundos
antes de pasar a mi ombligo. Me mira directamente a los ojos mientras separa mis rodillas, y suspiro
sintiendo su aliento en mi centro mojado. Mi boca se abre dejando escapar un ronco gemido cuando
deja un beso sobre mi sensible clítoris.

Sonríe con arrogancia, mirándome mientras acerca sus labios a mi sexo húmedo y palpitante.
Suspiro, despegando mi espalda del colchón al sentir como su lengua empieza a jugar con mi botón
de placer. Los gemidos y jadeos se hacen incontrolables gracias a su experta lengua. Ella juega, su
boca haciendo maravillas en mí, y yo me deshago sobre la cama, apretando las sabanas con mis
manos, y mis caderas elevándose y yendo contra su boca. Muevo una de mis manos a su cabeza,
enredando mis dedos en su rubia cabellera. Halo su cabello y ella da un leve mordisco a mi clítoris.

Grito su nombre y ella da otro mordisco. Su lengua entra en mí, y mi espalda se despega nuevamente
del colchón. Mis piernas se vuelven de gelatina, siento el calor en mi vientre y la fuerte ola de
liberación viene acompañada de un grito con su nombre. Mi cuerpo cae sobre la cama,
completamente sudado, mi pecho sube y baja por mi respiración descontrolada. Siento la humedad
de mi orgasmo, Cara no se detiene y bebe de ella antes de regresar a mí y besarme.

Rodeo sus hombros en un abrazo, sintiendo la calidez de su cuerpo sobre el mío.

—Te amo. —susurro en su oído, recorriendo con mis uñas su espalda desnuda.

Ella me sonríe tiernamente, y besa mi nariz. Se acuesta a mi lado, su mano sobre mi vientre y sus
ojos fijos en los míos.
—¿Eso estuvo bien? —pregunta. —¿Te gustó?

Sonrío viendo con adoración su sonrojado rostro.

—Fue lo mejor. —respondo con la sinceridad brillando en mis ojos. Ella sonríe y besa nuevamente
mi nariz.

—Estaba preocupada que quizás...

—Fue lo mejor. —repito, interrumpiéndola. Paso mi mano por su rostro y beso sus labios. —Eres lo
mejor que me ha pasado.

—Y tú lo mejor que me ha pasado a mí. —responde juguetona, moviendo su cuerpo hasta colocarse
sobre mí. —Pero déjame aclararte algo, hermosa. —besa mi mentón. —Eso fue solo el comienzo.

—Ya lo creo. —digo y la empujo por los hombros, colocándome sobre su cuerpo, con mis piernas a
cada lado de su cuerpo.

Deja escapar una hermosa risa que provoca un revuelo en mi estómago y eso solo confirma que
estoy a punto de hacer lo correcto, con la persona indicada.

***

Hailee's POV

—¿Estas segura de esto? —me pregunta Charlie con algo de preocupación en su voz. Sonrío
tiernamente y beso sus labios.

—Muy segura. —respondo.

Él me sonríe y continúa besándome. Siento como sus manos empiezan a deshacerse de mi ropa. Él
se quita la camisa y vuelve a besarme. Mi cuerpo está temblando por la anticipación. Había esperado
este momento con ansiedad. Sus manos eran un poco toscas, pero cariñosas. Temblaban levemente
mientras acariciaba mi cuerpo semidesnudo tiernamente.

Estábamos de vuelta en la casa de campo de la familia de Charlie. En la pequeña granja donde


tuvimos nuestra primera cita. Charlie logró convencer a mi madre para que me dejara pasar la noche
aquí con él, acampando en una hermosa y romántica velada preparada por él.

El calor irradiaba de nuestros cuerpos. Podía sentir la erección de Charlie golpear mi muslo. Bajo mis
manos por nuestros cuerpos y encuentro el botón de su pantalón. Él me mira a los ojos mientras
deslizo la cremallera hacia abajo. Sonríe tímidamente mientras lo ayudo a deslizar el pantalón de
sus caderas.

—Aún... aún podemos parar si quieres. —dice con voz temblorosa.

Mis ojos se mantienen fijamente en los suyos mientras mis manos se deslizan por su abdomen,
siento como tiembla en mis manos y su respiración entrecortada golpea en mi barbil la.

—No. —respondo. —No quiero detenerme.


Él me besa, pasando de la ternura a la pasión. Lo siento apretarse contra mí, empujando sus caderas
con ansiedad. Jadeo pasando mis manos por su espalda. Nos cambio de posición, quedando sentada
sobre sus caderas a horcajadas, sintiendo su erección acariciarme. Acaricio su abdomen,
observándolo. Su pecho sube y baja aceleradamente, y sus manos empiezan a acariciar mis piernas.

Mis manos suben hasta su rostro y acaricio sus labios. Me extiendo sobre su cuerpo y lo be so. Él
responde el beso con pasión y somos un lio de jadeos y extremidades entrelazadas.

Una corriente recorre mi cuerpo cuando siento sus manos deshacerse de mi brasier. Me vuelve a
colocar debajo de su cuerpo tras despojarme de la prenda y comienza a dej ar un camino de besos
húmedos por mi rostro, llegando a mi cuello. Empieza regando besos y uno que otro pequeño
mordisco, provocando que un leve gemido brotara de mis labios.

—Te necesito, Charlie. —susurro en su oído, acariciando su cuello.

Él tembló sobre mi cuerpo, y sentí como sus dientes tomaban presa la piel de mi cuello.

—Eres más hermosa de lo que puedes imaginar. —susurra sobre mi piel, besándome y
acariciándome a la vez que se desliza lentamente hacia abajo.

Acerca su rostro a mi pecho, inhalando mi aroma. Lentamente, comienza a besar alrededor de mi


pezón, provocando que arqueara la espalda al sentir su lengua, buscando más contacto.

Continua descendiendo y se detiene en mi abdomen unos segundos, repartiendo besos.

—¡Charlie! —suspiro con fuerza al sentir sus besos en mi centro, antes de despojarme de mis
empapadas bragas.

—Eres tan hermosa. —dice en un susurro.

No sé cómo lo hace, pero empieza moviendo su lengua y yo me deshago debajo de él.

—¡Oh! —suspiro, entornando mis ojos hacia atrás. Su lengua es tan buena en lo que hace. —¡Oh!
Charlie.

A los pocos segundos siento un calor en mi estómago, mi rostro se siente demasiado caliente y de
mis labios se escapan los gemidos mientras con mis ojos cerrados siento mi primer orgasmo.

Mi cuerpo se relaja y suelto una pequeña sonrisa, mientras mis ojos continúan cerrados y mantengo
mi cabeza contra la almohada. Charlie besa mis labios y siento mi sabor en ellos.

—Eso fue...—susurro, sin palabras. —Maravilloso.

Él suelta una pequeña risita, repartiendo besos por mi rostro.

—¿Quieres continuar? —pregunta tímidamente. Abro los ojos y observo su rostro constreñido por
el dolor de su erección en sus bóxeres.

Tomo su rostro entre mis manos y asiento. Lo ayudo a deshacerse de su última prenda y espero a
que se coloque el preservativo.
—¿Estas segura? —pregunta nuevamente, de rodillas entre mis piernas.

Asiento.

—Completamente. —digo en un susurro.

—De acuerdo. —susurra, acomodándose entre mis piernas. —Aquí voy. Lo hare despacio, no quiero
lastimarte. Pero, si eso sucede, me detienes. —empieza a divagar y sonrió ante lo tierno que se ve
preocupado.

—Sé que no me lastimaras, Charlie. Confió en ti.

—Solo... prométeme que si te sientes incómoda me detendrás.

—De acuerdo, lo prometo.

—Bien. —susurra.

Siento como posiciona su miembro en mi entrada y empieza a empujar lentamente, introduciéndose


en mí.

Había escuchado cuan doloroso era esto, y ahora lo sé de primera mano. Sin embargo sé que Charlie
está tratando de ser lo más cuidadoso posible, aunque eso no lo hace menos doloroso. Él coloca sus
brazos a los lados de mi cuerpo, sosteniendo su propio peso mientras yo clavo mis uñas en su
espalda.

Charlie se detiene.

—¿Estas bien? ¿Quieres que me detenga? —pregunta preocupado.

— ¡No! —digo en un pequeño grito. —No. —repito. —Solo... solo no te muevas. Duele un poco,
nada más. Deja... deja que se me pase.

Mantuve mis ojos cerrados sintiendo como poco a poco el dolor parecía apaciguarse.

—Este bien. —digo, abriendo mis ojos y sonriéndole. —Puedes seguir. — susurro antes de darle un
beso.

Charlie asintió y de una sola embestida termino por entrar en mí. Araño su espalda. Empieza con
pequeños movimientos, suaves embestidas. Siento el placer florecer en mi interior mientras las
punzadas de dolor desaparecen por completo, solo queda la pequeña pero soportable incomodidad
de su invasión en mi interior.

—Te sientes tan apretada. —susurra Charlie. —Se siente demasiado bien.

Rodeo su cintura con mis piernas, buscando un mayor contacto y siento como entra más en mí al
levantar mis caderas. Acaricio su espalda y susurro en su oído, pidiéndole más. Él nos complace a
ambos. Pronto, siento el orgasmo construyéndose nuevamente en mi interior y se lo hago saber.

—Córrete para mi cariño. —jadea en mi oído, estimulando mi clítoris al mismo tiempo.

—Charlie. —ronroneo en su oído. —Más.


Él acelera y vuelvo a tener los mismos síntomas que hace un rato: mis ojos se cierran con fuerza, mi
boca se abre exhalando un fuerte jadeo, mi rostro se pone más caliente y el calor en mi estómago
crece con cada embestida hasta que finalmente me corro.

Charlie no se detiene, continuo embistiéndome. Sus penetraciones son más rápidas y fuertes
mientras va en busca de su orgasmo. Se detiene, completamente enterrado en mi interior. Abro mis
ojos y observo su rostro constreñido por el placer, sonrió cuando lo siento desplomarse contra mí.

—Oh. Dios. —susurra.

—Lo sé, creo que también lo vi. —bromeo.

Él suelta una carcajada y levanta su cabeza para dejar besos en mis labios.

—Eso fue mejor de lo que imagine. —dice.

—Digo lo mismo.

Charlie sale de mi interior y se deshace del preservativo. Regresa y extiende una manta sobre
nuestros cuerpos, abrazándose de mi cintura.

—Te amo Haiz.

—Yo también te amo Charles. —respondo en un bostezo, sintiendo el cansancio en mis parpados
que empiezan a cerrarse poco a poco.

***

Lauren's POV

—Así que Charlie terminó sobornándote para que me convencieras de que él pudiera llevarse a mi
hija por una noche entera a una finca a las afueras de la ciudad. —bromea Camila.

—No fue soborno, simplemente estaba ayudándolo. Eso me daría tiempo contigo. —respondo
acariciando su cuerpo desnudo.

Camila acaricia mi rostro.

—Te he extrañado en mi cama. —susurra. —Extraño dormir y despertar contigo. Me encantaba


verte dormir.

—A mí me pareces demasiado sexy dormida, debo confesar. —ella suelta una risita y deja un beso
en mi mejilla. —Por eso decidí ayudar a Charlie, un par de días sin ti y creo que mi vida está por
acabarse.

—Eres demasiado dramática, amor.

—¿Qué puedo decir? Mi novia es demasiado hermosa y no puedo vivir sin ella, sobre todo porque
ha aceptado comprometerse conmigo en un futuro.

—Futura prometida. —dice, soltando una risita.

—Sí, eso eres. —respondo y la beso.


La alarma de su teléfono empieza a sonar y sabemos que es hora de salir de nuestro sueño, sin
embargo ninguna de las dos se aleja.

—¿Cuándo podremos hacer esto de nuevo? —pregunta.

La miro a los ojos mientras acaricio su mejilla, despojándola de aquellos mechones rebeldes.

—No lo sé, pero buscaré una forma. —respondo, besando sus labios. —Por ahora, disfrutemos este
momento y a la mierda lo demás.

Ella suelta una risita negando y me toma del cuello, acercándome para besarme.

—Te amo.

Le sonrío mientras la observo con adoración.

—Te amo más.

Capítulo 61

Lauren's POV

—¿Estas bien? —pregunto ansiosa a mi novia.

Camila está de pie frente al espejo y la observo moverse nerviosamente jugueteando con los dedos
de su mano casi frenéticamente. Yo me encontraba sentada sobre su cama esperando su respuesta.
Habían pasado ya varios días del regreso de Hailee y Alexa junto al bebé a New York, y en poco todos
estaríamos de regreso en la escuela para cursar finalmente nuestro último año. Y, obviamente,
Megan había hecho notar mi tardanza con respecto a lo de Camila. La noche anterior había entrado
a mi habitación a decirme que hoy hablaría con Camila sin importarle si yo he hablado con ella o no
al respecto. Así que aquí me encontraba, sentada sobre la cama en la habitación de mi novia
esperando saber su decisión en cuanto al futuro de nuestra relación.

—Me puedes decir algo. —susurro jugando con las sabanas de su cama.

Camila suspira y se gira hacia mí. Ella me regala una pequeña sonrisa que más bien se ve como una
mueca, y se acerca hasta quedar de pie frente a mí.

—Estoy bien. —responde en un susurro y vuelve a suspirar, tomando ahora mis manos entre las
suyas. —Está bien, me reuniré con tu hermana. Pero...

—Me terminaras. —dejo escapar en un susurro.


—¿Qué? —dice confundida. —¡Estás loca! Por supuesto que no. Claro que no ¿Por qué piensas eso,
que te hizo pensar en eso? —repite algo alterada y noto su voz un poco temblorosa. —¿Acaso
quieres terminar? —pregunta en un hilo de voz soltando mis manos.

Salto de mi lugar y la tomo enseguida entre mis brazos escondiendo mi rostro en su cuello y
aspirando su aroma.

—No, no, no. Por supuesto que no. —susurro repetidamente en su oído.

—¿Entonces? —pregunta separándose unos centímetros para poder vernos. —¿Por qué me
preguntas eso? —sus ojos están húmedos por las lágrimas contenidas, y tengo ganas de golpearme
muy fuerte.

—Lo siento amor, claro que no quiero terminar contigo. Recuerda que te debo una mejor propuesta
y un anillo de compromiso. —bromeo y ella deja escapar una dulce sonrisa. —Es solo que pensé que
te molestaría saber que mi hermana estaba enterada y pensarías que lo mejor sería terminar y, en
mi defensa, tenía todo un discurso preparado para hacerte cambiar de opinión. —digo lentamente
jugando con su cabello. —Te amo demasiado, no quiero perderte.

Camila niega y toma mi rostro entre sus manos.

—Quiero que te quede claro, Lauren Jáuregui, que yo también te amo demasiado y no deseo
perderte por nada del mundo. —dice lentamente, acariciando mi mejilla. —Te amo mi amor, y jamás
estaría enojada contigo porque Megan sabe de nuestra relación ¿Me asusta? Un poco, sí. Pero esa
no es una razón importante para decidir alejarme de ti y terminar esto tan hermoso que tenemos.
Estoy feliz de que ahora tengas a alguien con quien platicar, porque yo tengo a las chicas que,
aunque al inicio no estaban muy felices de mi decisión y no es que ahora lo estén del todo. —bromea
y deja escapar una risita. —Pero me apoyan y están siempre que necesito algo. Tú mereces eso
también, y que mejor que tu hermana.

—Eres perfecta. —susurro sobre sus labios.

—No, tú lo eres. —deja un corto beso en mis labios. —Tú no te enojaste cuando tomé la decisión
de contarle a mis amigas, y mucho menos cuando se los dije a Jade y Perrie sin hablarlo contigo ¿Por
qué entonces crees que yo no podría aceptar eso también? —sonrió y beso sus labios lentamente.
—Solo diré algo. —se separa y me acaricia las mejillas, mirándome directamente a los ojos. —Se
más cuidadosa al entrar a mi habitación por el balcón en las futuras visitas.

—Estoy siendo muy cautelosa, lo prometo. —respondo.

—De acuerdo. —ella deja un par de besos en mis labios y luego se aleja. —Entonces ¿a qué hora y
donde me encontraré con Megan?

—Yo iré contigo. —respondo abrazándome a su cintura. —Nos vemos realmente bien juntas. —
comento observando nuestros reflejos en el espejo.

Camila sonríe y acaricia mis manos que están sobre su vientre, mientras que con su nariz acari cia mi
mejilla.
—Sí, nos vemos muy bien. —susurra roncamente en mi odio y reparte cortos y rápidos besos en mi
cuello.

—Cre-creo que debemos salir a lo de Megan. —susurro. —Charlie se encargará de Hailee hasta
entonces.

Camila suspira y se separa de mí.

—De acuerdo, déjame vestir.

—Pero si te ves demasiado sexy así. —susurro observándola en aquel pequeño vestido floreado.

—No iré así. —responde tajante.

—Tienes razón, no me gustaría saber que alguien más está viendo tus hermosas y morenas piernas.
—jadeo y muerdo mi labio inferior siguiéndola hasta el armario. Me acerco y acaricio sus piernas,
susurrando cerca de su oído. —Te esperare en la sala. —mi voz es lenta y ronca. —No tardes mucho.
—digo alejándome poco a poco. Camila ni siquiera voltea. —Y no te quedes escondida aquí
nuevamente. —bromeo acercándome a la puerta de la habitación y la veo sacar su cabeza.

Me mira a los ojos y suelta una carcajada.

—Idiota.

Me detengo cuando estoy a punto de salir.

—Ammm. —murmuro. —Kendall también lo sabe. —digo y salgo corriendo.

—Espera ¿Qué? —la escucho desde las escaleras. —¡Lauren Jáuregui!

—Y ¿Cuándo pensabas decírmelo? —pregunta Camila, mirándome por unos segundos antes de
volver su mirada al camino.

—Dependiendo de cómo iban las cosas esta noche, te lo diría después. —susurro. —¿Estas enojada?

Camila suspira.

—No, por supuesto que no. Pero ¿Por qué no me lo dijiste?

—Por la misma razón por la que estaba posponiendo decirte sobre Megan.
Camila asiente en entendimiento.

—Lauren escucha. Somos una pareja, estamos juntas en esto. —dice tomando mi mano y dándole
un apretón. —Necesito que confíes en mí y en lo que siento por ti. Ya no puedes pasarte temiendo
que terminaré contigo por el hecho de que tu hermana o tu ex lo saben... ¿Es por eso que hablaban
mucho últimamente?

Asiento encogiéndome de hombros.

—Ha sido un gran apoyo. —respondo observando su perfil concentrado en el camino. —No estas
enojada ¿verdad?
—Que no, Lauren. —suelta con seriedad. —Ya deja de preguntarme eso o me enojaré de verdad.

—De acuerdo. —susurro sonriendo. —Estás celosa.

—Lauren. —dice en advertencia. Mantengo mis ojos fijos en ella y la escucho suspirar. —De
acuerdo, si me sentía un poco amenazada, pero ahora todo está claro y entiendo que solo son
buenas amigas. Ex que se llevan muy bien.

Suelto una carcajada y ella me da una mirada con la que podría matarme.

—Confía en mí, eres todo lo que quiero y necesito. Y ¿sabes lo mejor? —ella niega y sonríe. —Que
te tengo. Eres toda mía. —susurro sobre su oído y beso su mejilla sintiéndola temblar por la acción.

—Contrólate por favor. —caigo de vuelta en mi asiento y observo como sujeta con fuerza el volante.

—Sí, tienes razón. Tenemos que llegar en una sola pieza con Megan.

Cuando llegamos al lugar que Megan había escogido, Camila y yo caminamos de cerca, pero sin
tomarnos las manos. Solo para prevenir. Encontramos a mi hermana sentada en una de las mesas
más alejadas de aquel pequeño restaurante de comida mexicana.

—Hola chicas. —Megan nos saluda con una amable sonrisa dirigida especialmente a Camila.

Ayudo a Camila a tomar asiento y luego me ubico a su lado. Ella se ve algo nerviosa sosteniendo sus
manos entrelazadas sobre sus piernas que se mueven sin cesar. Le devuelve la sonrisa a mi hermana,
pero algo más tímida.

Tras pedir nuestra orden, la tensión en la mesa se vuelve más pesada. Megan solo nos observa con
una pequeña sonrisa en el rostro. No es una sonrisa desagradable ni nada parecido, es más bien esa
sonrisa tierna que haces cuando ves algo que te gusta demasiado y que te hace sentir bien. Y eso
me hace sentir bien a mí.

Camila por su parte, trata de mantenerse tranquila pero sé que mi hermana puede llegar a ser
demasiado intimidante. Sobre todo su mirada.

—Me gustaría poder hablar contigo unos minutos a solas, Camila. —dice mi hermana, mirándola
directamente a ella.

Camila suspira y asiente en acuerdo. Toma una de mis manos entre las suyas y da un leve apretón,
luego me mira y me sonríe indicándome que está bien con la decisión. Le sonrió de vuelta y me
acerco a dejar un beso en su mejilla para después levantarme de mi lugar.

—Estaré de regreso pronto. —le susurro antes de dejar un besos sobre su cabeza. —Si ella se pone
muy molesta me llamas y estaré aquí enseguida. —bromeo.

—De acuerdo. —me sonríe.

—No espantes a mi novia. —le digo bromeando a mi hermana. Ella sonríe y asiente.
***

Camila's POV

—¿Estas muy nerviosa, Camila? —me pregunta amablemente Megan.

—No, estoy bien. —respondo.

—De acuerdo. —ella asiente y toma un trago de su bebida. —Mira sé que esto quizá te tomó por
sorpresa pero llevo un par de meses al tanto de tu relación con mi hermanita. Y quiero dejarte en
claro que no estoy aquí para hacerles terminar su relación, nunca le haría algo así a Lauren. La amo,
es mi hermana pequeña y solo quiero protegerla de todo. Ella se puso paranoica cuando le dije que
quería hablar contigo. —dice sonriendo y entonces recuerdo nuestra anterior charla.

—Sí, lo mismo pasó hoy cuando me contó que ya estabas al tanto de nuestra relación. —comento.
—Ella pensó que yo terminaría lo nuestro.

—Sí, lo mismo me dijo a mí. —suelta una pequeña risita cubriendo sus labios.

—¿Entonces? —pregunto interesada, observándola aun con algo de nerviosismo.

—Nada, solo quería tener una comida con mi cuñada. —bromea sonriéndome. —Quería
asegurarme que todo estaba bien entre ustedes y que no le harás daño a mi hermanita.

—La amo mucho, Megan. —confieso y ella asiente. —Estoy realmente enamorada de ella y quizá
suene loco dado nuestra diferencia de edad, pero simplemente nunca antes me había sentido de la
misma manera con alguna otra persona. Con ningún otro hombre o mujer de mi edad.

—Entiendo. —responde dándole un trago. —Lauren puede ser muy madura para su edad a veces y
he visto lo entregada que está en esta relación, igual que tú. Y créeme, sus diferencias de ed ades no
es algo que me moleste. Lo único que me importa es que ambas sean cuidadosas hasta que... bueno,
Lauren tenga la mayoría de edad.

—No me gustaría tener problemas con tus padres, ellos han sido muy amables con nosotras desde
que llegamos, sobre todo con Hailee.

—Dudo que mis padres se enojen. —dice escondiendo una sonrisa detrás de su vaso. —Lauren no
te ha contado la historia de ellos, ¿verdad? —niego algo confundida y ella suelta una pequeña
carcajada. —¿Cuántos años crees que tiene mi madre?

—No lo sé, nunca se lo he preguntado pero cuando la conocí imagine que tendría unos cuarenta. —
Megan suelta otra carcajada ante mi respuesta.

—No podrías estar más equivocada, Camila. —responde acomodándose en su lugar. —Verás, mi
mamá está cerca de cumplir los sesenta y dos años. —el gesto en mi rostro le hizo reír. —Sí, no lo
parece.

—No, para nada. —concuerdo.


—Mi madre tenía treinta y cinco años cuando conoció a mi padre. Él era uno de sus alumnos de
secundaria. Papá se enamoró de ella en el primer momento que la vio. Él tenía la edad de Lauren,
solo diecisiete años, cuando le declaró su amor eterno a nuestra madre que en ese entonces estaba
pasando por un mal momento en su matrimonio, él la culpaba de no poder tener hijos. Claramente
el culpable era él. —dice con una sonrisa burlona.

—¿Clara estaba casada? —pregunto asombrada.

—Sí. —responde asintiendo. —Sin embargo su esposo en ese entonces era un hombre terrible que
la engañaba. Un día simplemente la abandonó, y para ese entonces mamá estaba empezando a
sentir cosas por mi padre que le insistía siempre.

—Creo que ya sé de dónde heredó Lauren su obstinación. —murmuro.

—Exacto. —dice sonriendo. —Pero mamá se mantenía firme pues los separaban muchos años y
además era su maestra de secundaria. Cuando papá se graduó, mis abuelos tenían planeado que él
se fuera al extranjero a estudiar. Pero el día de su graduación él le había prometido a mamá que
regresaría cuando cumpliera los veintiuno y que ella se casaría con él. —Megan sonríe tiernamente,
seguramente por lo feliz que le hacía recordar la historia de amor entre sus padres. —Papá regresó
poco antes de cumplir los veintiuno, graduado, con honores y a punto de tomar un puesto
importante en la empresa familiar. Después de hablarlo con mis abuelos, fue a verla al i nstituto en
el que él estudio y donde se conocieron, y le pidió matrimonio enfrente de todos. Mamá lo rechazó
en ese primer instante. —dijo en una mueca. —Pero luego terminó aceptándolo después de una
semana. Poco después se casaron, y luego llegué yo. Mamá dejó de dar clases cuando nació Lauren
pues su parto se complicó y decidió pasar en casa con nosotros.

—Eso no lo sabía. —dije en un susurro.

—Lauren nació antes de tiempo y mamá entró en coma. De un momento a otro sus riñones y su
hígado empezaron a fallar y fue hospitalizada de emergencia, tuvieron que sacar a Lauren con ocho
meses y estuvo bajo revisión médica. Por esa razón mis padres estaban nerviosos por el adelanto
en el nacimiento de Nate. —dice refiriéndose al pequeño hijo de Alexa. —Mamá estuvo
hospitalizada por casi dos meses y cuando se recuperó decidió mantenerse cerca de su familia. Pat
y yo éramos muy pequeños también.

—Woow hay muchas cosas que Lauren no me había contado.

—Sí, son cosas de las que no habla mucho. Cuando le contamos en forma de broma aquello, ella
lloró por varios días pensando que casi mata a mamá.

Mi corazón se destrozó pensando en una pequeña y frágil ojiverde asustada y sintiéndose culpable
por algo que no sucedió.

Finalmente el mesero llega con nuestros pedidos y siento a Lauren sentarse a mi lado y mirar con
ojos acusadores a su hermana que solo se encoge de hombros y empieza a comer.

—¿No vas a terminarme, verdad? —pregunta bromeando, aunque su mirada preocupada y casi
asustada me dice lo contrario.
Le sonrió con cariño y acaricio su mejilla con adoración.

—Por supuesto que no, amor. —respondo. —Aun me debes ese anillo. —susurro.

Ella sonríe grandemente y besa mi mano para después empezar a comer y a hablar animadamente
con su hermana, que mantiene una sonrisa de satisfacción y llena de cariño en su rostro.

***

Lauren's POV

Cierro la puerta de mi casillero y me apoyo en él de brazos cruzados y dejando escapar un lento


suspiro. Veo a Hailee caminar por el pasillo de la mano de Charlie, ambos con una sonrisa tonta en
la cara. Frunzo el ceño porque sé muy bien el origen de esas sonrisitas, y solo pienso en golpear a
Charlie en la cara para quitársela por completo.

Sin embargo suspiro y me abstengo a hacerlo. No quiero tener problemas con Hailee ahora, además
de que Charlie nos ha estado cubriendo a Camila y a mí estos últimos días.

—Hola Lau. —dice Hailee abrazándose a mi cintura y dejando un cariños beso en mi mejilla. —¿Qué
tienes? —pregunta separándose de mi para abrir su casillero junto al mío.

Le doy una rápida mirada a Charlie y él sonríe divertido.

—No es nada, solo he tenido la visita no deseada. —respondo derrotada.

—¿Visita no deseada? —pregunta Charlie confundido.

—El periodo. —responde Hailee con una mueca, guardando unos cuadernos en su casillero. —Pero
te ves como una maldita frustrada sexual. —comenta en forma de broma y Charlie suelta una sonora
carcajada.

Gruño y les doy a ambos una mirada asesina. La verdad es que Hailee no podría estar más en lo
correcto y Charlie lo sabía. Hailee cierra su casillero y nos ve a ambos con los ojos entrecerrados
como si quisiera ver dentro de nosotros.

—Era una broma. —dice cruzándose de brazos. —Pero ¿Por qué te ríes de esa manera y por qué tú
gruñes así? —pasa su mirada de Charlie a mí. —Estoy perdiéndome algo y ustedes lo están
ocultando. —Hailee suelta un gritito. —¿Tiene que ver con la chica que "no existe"? —me pregunta
con cierto enfado brillando en su mirada.

—¿Qué chica? —pregunto realmente confundida, olvidando su anterior demanda. Charlie suspira.

—Ya sabes. —Hailee dice observando sus uñas como su tuvieran algo realmente interesante.

—No sé. —respondo suspirando por el ya casi imperceptible dolor en mis caderas. Le doy una
mirada a Charlie y él simplemente se encoge de hombros.

—Eres una idiota. —resopla Hailee. —La chica de la que estás enamorada y no me quieres contar.

Y de nuevo con lo mismo, pienso y suspiro lentamente.


—No hay chica, H. —respondo. —Simplemente estoy con esto del periodo, las hormonas y el cambio
de humor. Odio esta parte de ser una chica. —bromeo, tratando de cambiar el tema.

—Amor, Lauren solo esta frustrada por empezar el último año y saber que cuando termine estaría
tomando un vuelo a Oxford. No es frustración sexual, obvio. —trata de bromear soltando una risita
estúpida y solo me place desbaratar su sonrisa al darme cuenta de lo que ha dicho y al ver el ceño
fruncido en el rostro de Hailee.

—Idiota. —susurro golpeando mi frente.

—¿Oxford? —pregunta Hailee.

Niego y estoy a punto de responder cuando Charlie me interrumpe.

—Sí, ha sido algo que quiere desde pequeña. —dice él, echándole más leña al fuego.

—¿Ah, sí? —asiente Hailee con la mandíbula tensa.

—Sí. —confirma Charlie sin darse cuenta de que si sigue así terminará por empezar la Tercera Guerra
Mundial en los pasillos del instituto.

—No. —respondo yo, mirando directamente a Hailee. —Ósea si era algo que quería de pequeña
pero los intereses cambian. —digo a la pareja encogiéndome de hombros. —Como ya te dije, he
decidido entra Columbia. —le digo a Hailee.

—Entonces Oxford ¿ya no? —pregunta Charlie sonriente.

—No. —respondo con una pequeña sonrisa a su mirada brillante de emoción.

—Más te vale. —dice Hailee con una sonrisa perdiendo la actitud seria de hace un rato.

—¡Eso es genial! —exclama emocionado Charlie. —Tú, Hailee, Zayn y yo estaremos en la misma
Universidad.

—Kendall irá a NYU. —dice Hailee y yo asiento. Claramente estaba al tanto de eso.

—Cambió de opinión por Cara. —digo empezando a caminar por el pasillo junto a la pareja.

—Cierto. —susurra Charlie tomando a Hailee de la mano. —Ella pensaba en UCLA antes.

—Sí, pero NYU era su otra opción y ya le dijo a sus padres que quería ir ahí.

—¿Qué hará Alexa? —pregunta Hailee.

—Ella se tomará un año sabático con el bebé y luego se postulara en NYU con Niall. Vero y Lucy
decidieron irse de mochileras por un año al menos y luego entraran a Loyola.

—Amo New Orleans. —Charlie sonríe.

—Sí, también me gusta mucho esa ciudad. —suspiro. —Simplemente New Orleans es mágico para
la vida nocturna con su música de Jazz y el Blues sonando en todos los bares y los carnavales en
media calle con todos bailando. Y su arquitectura...
—Entendemos. —me interrumpe la morena, sonriéndome divertida.

—Sé que Lucy y Vero se divertirán mucho allá. —digo.

—¿Dónde se divertirán Lucy y Vero? —Keana aparece detrás de nosotros colocando sus brazos
alrededor de Hailee y de mí.

—Oye idiota ¿Cuándo llegaste? —pregunto.

—Tierna como siempre Jáuregui. —me sonríe irónicamente.

—Ya sabes. —respondo encogiéndome de hombro para luego atraerla en un abrazo.

—Llegué por la madrugada. —responde. —No pensaba venir hoy, pero llevaba mucho sin verlos y
ya los extrañaba chicos.

—¿Sabes quién más te extrañó? —pregunto haciéndola sonrojar.

—Bueno, yo también lo extrañe mucho. —dice en una vocecita haciéndonos reír.

—Supongo que ya sabe que estas aquí y vendrá a verte a la salida. —digo mientras salimos al patio
de la escuela. —La mejor parte de que tur hermanos se gradúen ante que ti es que no deberían
volver mucho a su antiguo instituto. —suspiro. —Pero creo que veré muy seguido a Patrick por aquí
este último año. —gruño fingiendo estar disgustada.

Keana suelta una carcajada y camina hasta la mesa donde están Kendall y Gigi conversando
animadamente mientras Niall y Zayn miran con atención sus teléfonos.

—¿Qué hay chicos? —pregunto al par. Ambos me dan una rápida y desanimada mirada antes de
volver a sus teléfonos.

—Realmente no extrañaba la escuela. —gruñe Zayn en un bostezo.

Sonrió y me siento junto a él.

—Yo tampoco. —digo haciendo una mueca.

Kendall me da una mirada cómplice.

—¿Qué tal el fin de semana chicos? —pregunta lanzándome una indirecta.


Todos murmuran en respuesta.

—Del asco. —digo yo, sintiendo el dolor en mis caderas hacerse notar nuevamente.

—Ya estaba mejorando su humor. —bromea Hailee.

—¿Qué te sucede? —pregunta Kendall.

—Lo que más odiamos cada mes. —responde Hailee.

—Ohh. —susurra haciendo una mueca.


—Hablen por ustedes. —dice Gigi. —Yo soy feliz esos tres días. —bromea y yo hago una mueca.

Zayn sonrojado nos sonríe tímidamente y se levanta de su lugar.

—Creo que nosotros sobramos en esta conversación chicos. —dice poniendo su manos sobre el
hombro de Niall y llamando la atención de Charlie.

—Sí, tienes razón. —dice Niall. —No quiero saber que hicieron durante el verano.

—Vamos, vamos. Esa fue nuestra alerta. —se apresura Charlie yendo detrás de los otros dos chicos.

Lanzo una mirada asesina a Charlie que ya está a unos cuantos metros de distancia junto a un par
de chicos más.

—Supongo que yo también soy feliz esos tres días. —susurra tímida y completamente sonrojada
Hailee llamando mi atención.

—¿No? —pregunta Keana con los ojos abiertos y una sonrisa pícara en su rostro, y tanto Gigi como
Kendall están atentas.

—Sí. —chilla Hailee emocionada.

—Eso era completamente innecesario. —gruño y me cruzo de brazos.

Hailee rueda los ojos y me da un golpe en el brazo.

—Bueno, yo no tengo por qué preocuparme si me baja o no porque en mi caso no funciona así. —
dice Kendall sonrojada y yo la miro con los ojos completamente abiertos. —Así que igual odio
cuando llega. —dice haciendo un puchero.

—¡Oh por Dios! ¡Kendall! —grita Gigi. —Creí que tu llegarías virgen al matrimonio, aunque
conociendo a Cara. —dice con una sonrisa pícara haciendo sonrojar a Kendall.

—¿Enserio estamos hablando de como todas ustedes perdieron su virginidad este verano? —
pregunto con el ceno fruncido. —¿Hicieron acaso un pacto del que no me enteré?

—No todas, yo no. —dice Keana haciendo un puchero. —La pregunta realmente debería ser
¿Enserio estamos hablando de que aún no he perdido a mi amiga la señora gran V y u stedes si
disfrutaron de su despedida este verano? —dice Keana fingiendo estar indignada con todas. —Me
estoy quedando atrás. —chilla en un susurro. —¡Espera! —exclama y me mira. —Ustedes nunca lo
hicieron. —dice alternando su mirada de mi hacia Kendall. —Significa que aun eres...—deja la
pregunta en el aire.

—Algo así. —respondo simplemente encogiéndome de hombros.

—¿Cómo que "algo así"? —pregunta Hailee con el ceño fruncido, seguramente a punto de volver a
sacar el tema de la supuesta chica misteriosa nuevamente.

—Me refiero a que ya no lo soy pero eso no significa que necesite de alguien más para eso. —miento
con audacia tratando de sonar creíble para todas. Kendall asiente en apoyo. —Solo, ya saben. —
dejo que ellas terminen de entender y escucho en pequeño ohh de entendimiento escapar de los
labios de Hailee.

Creo que finalmente logré engañarla ya que no hizo ningún comentario al respecto y no pregunto
nada más.

—Yo ni siquiera he hecho eso. —suspira Keana. —¿Qué piensan de Lucy y Vero?

—Que ellas incluso fueron las primeras de todas nosotras. —opina Hailee.

—Por algo anatomía se les da tan bien. —dice Kendall sonriendo.

—Ellas incluso inventaron educación sexual. —bromea Gigi.

Keana me da una mirada interrogativa.

—Lo hicieron a los tres meses de empezar a salir. —respondo.

—Definitivamente fueron las primeras. —ríe Kendall.

—¿Cuánto tiempo llevan juntas? —pregunta Hailee.

—Casi dos años y medio. —respondo. —Al menos mi habitación está lejos de la de Lucy, las visitas
de Vero cuando nuestros padres están de viaje suelen durar mucho.

Finalmente la campana y suena y todas suspiramos resignadas.

—Oficialmente nuestro último año escolar acaba de iniciar. —suspira Kendall levantándose de su
lugar. —¿A quién le toca historia con el profesor Wesley? —pregunta revisando su horario.

—A mí. —respondo levantándome también de mi lugar.

—Yo tengo gimnasia ahora. —suspira Hailee con pesadez.

—Bien, yo también. —chilla Keana tomando a Hailee del brazo. —Necesito que me cuentes tu
experiencia con Charlie.

—Creí que habíamos dejado ese tema. —gruño.

—Tú no gruñas, yo necesito consejos. Ahora vete a tu clase con el sexy profesor Paul Wesley. —dice
Keana. —Nosotras iremos a admirar al nuevo entrenador. Supe que se trata de un sexy y joven
holandés.

—Oh, ya lo vi. —dice Gigi mordiendo su labio inferior. —Incluso lo empecé a seguir en instagram.
Se llama Martijn Garritsen, creo que se pronuncia así. —suelta una risita. —Bueno, el punto es que
es súper sexy y joven. —asiente con una gran sonrisa en su rostro que se borra al revisar su horario.
—Creo que la única que no ha tenido suerte esta mañana he sido yo. Tengo química con el viejo y
asqueroso Griffin. —gruñe.

Los chicos llegan y hacen una mueca al escuchar a Gigi.

—Yo también tengo con Griffin ahora, bebé. —dice Zayn logrando obtener una sonrisa de la rubia.
—Empezando mal el primer día. —escucho la voz de Lucy a nuestras espaldas y la veo llegar junto a
Vero tomadas de la mano y con una sonrisa estúpida adornando sus rostros. —Nosotras también
tenemos esa clase. —su sonrisa se transforma en una desagradable mueca y recuerdo cuanto odia
al maestro Griffin.

—Lucy aún no supera el siete que le puso Griffin en noveno grado. —dice Vero, acariciando la mejilla
de mi prima.

—Odio a ese viejo. —gruñe. —Es un morboso asqueroso y atrevido. ¡Nos espía a Vero y a mí
besándonos!

—Déjalo amor, sabes que es lo más cerca que estará del sexo. —bromea Vero.

—Sexy y todo, pero a Wesley no le gustan los retrasos. —interrumpe Kendall tomando mi brazo. —
Nos vemos luego chicos.

Ella empieza a arrastrarme y yo alcanzo a despedirme con un movimiento de manos para luego
seguirle el paso a mi ex hasta nuestro salón de clase.

—Entonces las cosas no salieron bien ayer. —comenta Kendall mientras giramos en un pasillo.

—Ya escuchaste a Hailee. —digo dándole una mirada asesina. —Estaba mejorando mi humor.

—Lo siento. —dice y suelta una pequeña risa. Le gruño.

—¡Hey! chicas. —Charlie llega hasta nosotras. —¿Van con Wesley, no? —pregunta y ambas
asentimos. —Genial. —nos sonríe.

—Así que ¿tú y Hailee? —dice Kendall con una sonrisa pícara jugando con sus cejas.

Gruño estando en medio de ambos y Charlie me mira con algo de miedo en sus ojos.

—Eh...—suelta una sonrisa incómoda. —Sí, estuvo bien. —dice cautelosamente.

—¿Bien? —pregunto con el ceño fruncido.

—Quiero decir. —dice nervioso. —La trate bien, lo juro. Fui despacio y siempre le pregunte como
se sentía y... y... ¿podemos cambiar el tema? —pregunta sonrojado.

—No te preocupes Charlie. —dice Kendall. —Lauren solo esta frustrada porque ayer no pudo llegar
a nada con la Sra. Cabello.

Les gruño a ambos.

—Odio la menstruación. —declaro entrando en el salón junto a mis dos amigos que se ríen detrás
de mí.

***

Camila's POV
La puerta de mi despacho se abre y aparece Lauren con una gran sonrisa en su rostro. Le 1dev uelvo
la sonrisa algo extrañada, mientras me deshago de mis gafas de lectura y cierro mi laptop donde me
encontraba trabajando.

—Hola amor. —la saludo al verla entrar. —¿Cómo entraste? —pregunto.

—Por tu habitación. —responde apoyándose en la puerta. Escucho el característico clic del


picaporte.

—¿Qué haces?

Ella se encoge de hombros y se acerca a mi escritorio.

—Esta ha sido una horrible primera semana de clases y solo moría por terminarla con la mujer más
hermosa. —dice con una sonrisa pícara. —Te ves sexy ahí. —comenta con una voz ronca
deteniéndose frente a mí. —¿Te he dicho cuanto amo que te pongas esos vestidos? Haces que me
vuelva loca por desvestirte.

Suelto una risita y me levanto, rodeando el escritorio quedando de pie frente a ella que se sienta
sobre el escritorio y me toma de la cintura.

—¿Qué haces aquí? —pregunto rodeando su cuello con mis brazos. —Son las siete de la noche,
Hailee puede llegar en cualquier momento.

—No-oh. —canturrea. —Se tardará un poco más con Charlie.

—Ni siquiera me ha avisado. —digo seriamente.

—¿Acaso no te gusta tenerme aquí? —pregunta haciendo un puchero que enseguida beso.—Obvio
que me encanta tenerte aquí. —respondo pegándome más a su cuerpo. —Es solo que soy su madre,
tiene que avisarme si llegará más tarde de lo que me ha dicho. —suspiro. —Dime la verdad ¿ellos
ya...?—dejo la pregunta inconclusa, sabiendo que ella me entenderá.

Lauren suspira.

—Sí. —responde en un pequeño murmullo.

—¿Por qué no me lo ha contado? —susurro. —¿Acaso no confía en mí?

—Claro que confía en ti. Eres su madre y te admira. —me dice. —Solo creo que esta algo asustada
de que te llegues a sentir defraudada.

—Me siento dolida. —digo. —Pero creo que la entiendo. Hablaré con ella del tema y esperaré hasta
que ella este lista y se pueda abrir conmigo.

—Esa es una buena idea. —susurra acariciando mis caderas.

—Ahora estoy enojada contigo por habérmelo ocultado. —doy golpecitos en su pecho con mi dedo
índice. —Fue aquella vez que pasaron la noche en esa granja ¿verdad? —ella simplemente asintió
en respuesta. —¡Genial! —exclamo. —Mi hija y mi novia me mienten.
—No te he mentido, simplemente esperaba a que ella fuera capaz de contártelo. No quería
entrometerme.

—¡¿Cómo estuviste de acuerdo?!

—Charlie me pidió ayuda, él estaba ocultando lo de nuestra relación y... ¡No estuve de acuerdo!
Solo...—balbucea nerviosa. —¡Lo amenacé por si le hacía daño!

—¿Sabes al menos si se cuidaron?

—Lo hicieron. —responde con una sonrisa divertida. —Yo mismo lo acompañé por los preservativos.

—Creo que me siento un poco aliviada. —digo suspirando.

—Sí, le dije claramente a Charlie que no deseaba volverme tía tan pronto nuevamente. Nate es
suficiente por ahora.

—Adoras a Nate. —le sonrío.

—Lo adoro. —concuerda con una sonrisa. —Es tan pequeño y hermoso. No se parece en nada a Rick
y todos en casa lo agradecemos.

Suelto una carcajada y me acerco a besar sus labios.

—Creo que es el tuyo. —me dice en medio del beso.

Me separo de ella y tomo mi teléfono del escritorio. Efectivamente tenía un nuevo mensaje de
Hailee. Lauren acaricia mis caderas y empieza a repartir besos en mis mejillas bajando a mi cuello.

—Mamá llegaré un poco tarde. Estoy bien, Charlie está conmigo. No me esperes despierta, te quiero
XOXO. —leo el mensaje de mi hija para después dejar mi teléfono sobre el escritorio. —Supongo
que tendré que empezar a acostumbrarme a esto. —dejo escapar un jadeo cuando siento como
Lauren pasa sus dientes en mi piel.

Ella se separa y me sonríe. Sus labios se ven un poco hinchados por los besos y mi corazón se
ensancha al saberlos míos. Sus manos empiezan a jugar con la punta de mi vestido, subiéndolo
lentamente mientras sus manos acarician mis muslos.

—¿Sabes? —ronroneo sobre sus labios. —He tenido un par de fantasías contigo en este despacho.

—¿Ah, sí? —pregunta con total interés, sus manos acariciando mi trasero y jugando con mi ropa
interior.

—Sí. —vuelvo a jadear.

—¿Te gustaría hacerlas realidad? —me pregunta, su voz sonando más ronca. Veo sus ojos y el brillo
del deseo los empaña.

Asiento rápidamente sintiendo como uno de sus dedos empieza a jugar con mi clítoris debajo de mi
ropa interior.

—He soñado como me haces el amor sobre este escritorio. —susurro sobre sus labios, sintiendo mi
centro totalmente empapado por sus caricias.
—Entonces creo que es hora de que lo haga. —suspira en mis labios para después tomarlos en un
devastador beso. —Estoy para cumplir todos tus deseos amor. Tu solo tienes que pedirme lo que
deseas y yo lo haré realidad.

—Ahora mismo te deseo dentro de mí. —digo en un gemido, sintiendo como su dedo juega con mis
fluidos.

Su dedo se detiene en mi entrada, acariciándome.

—¿Me quieres dentro? —gruñe.

Únicamente logro asentir ante su pregunta. De mi boca solo escapan pequeños gemidos y no puedo
controlar mi respiración.

—Te quiero muy dentro. —ella gruñe ante el tono ronco de mi voz.

—Yo también he tenido fantasías de ti sobre este escritorio gritando mi nombre. —me susurra al
oído, acariciándolo con sus dulces labios.

—Lauren. —jadeo, mis manos en su espalda acariciándola.

La escucho suspirar y pronto cambiamos de lugares. Ahora yo estoy sobre el escritorio, su mano aun
dentro de mi ropa interior acariciándome mientras mueve un par de cosas en el escritorio. Logra
guardar mi laptop y mi teléfono en uno de los cajones mientras envía las demás cosas al suelo.

—Gracias por preocuparte por mi trabajo. —le sonrío.

Ella me devuelve la sonrisa y me besa. Sus labios son algo toscos y apurados. Me besa con
desesperación, igual que yo a ella. Habíamos tenido una semana difícil en la que solo podíamos
besarnos unos pocos segundos, y ya la extrañaba. Mi cuerpo anhelaba la cercanía del suyo, su calor.
Extrañaba también sus manos acariciándome tan delicadamente como si me fuera a quebrar.

Ella me quita la ropa entre besos y hermosas palabras llenas de amor. La lujuria nos invade en estos
momentos de pasión, sin embargo ella nunca deja de lado su romanticismo. Aun cuando lo parece,
nunca se trata de sexo. Siempre se trata de hacer el amor.

Y solo ella sabe hacerme el amor.

Sus labios toman uno de mis pezones y empieza a jugar con él. Grito su nombre en un gemido de
placer y ella da un mordisco que solo provoca que la humedad en mi centro crezca cada vez más. La
ayudo a deshacerse de su buzo y de su brasier. Mis manos llegan hasta sus pechos y los acaricio. Ella
gruñe y pasa sus dientes por la piel de mis pechos.

Sus labios bajan hasta llegar al lugar donde más la necesito y su boca hace maravillas en mí. Su
lengua no cesa de juguetear con mi clítoris para luego hundirse en mi interior y hacerme gritar de
placer al llevarme al clímax.

Necesito besarla y ella lo sabe. Me besa hundiendo su lengua en mi boca, dejándome saborear mi
propia esencia en ella. Y amo hacerlo. Es mi sabor mezclado con el de ella y solo puedo pensar que
se trata de la mejor combinación.

—Te amo. —susurra mirándome a los ojos y siento como hunde dos de sus dedos en mí y yo grito.
Sus ojos están atentos a cada uno de mis gestos y yo mantengo mis ojos en ella. Le encanta verme
llegar y saber que ella provoca eso, y a mí me encanta verla cuando me ama de esta manera porque
sus ojos brillan y no solo de deseo. Hay un brillo especial, un brillo de felicidad que resplandece en
sus ojos cuando hacemos el amor, una emoción que me llena por completo y que hace que los
orgasmos sean fascinantes.

—¡Lauren! —ronroneo su nombre en un sonoro gemido. Sé cuánto ama que grite su nombre cuando
llego. Su sonrisa se ensancha y el brillo en sus ojos solo parece aumentar. Me abraza a su pecho y
amo esta sensación de mi piel contra la suya. Amo sus manos acariciándome la espalda mientras
sus dos dedos aun dentro de mí se mueven lentamente prolongando mi éxtasis. —Te amo. —susurro
en su oído, acariciando su nuca y sintiéndola estremecerse contra mí. —No sabes cuánto muero por
ser tu esposa algún día. —le digo con una sonrisa pegada a su cuello.

Siento su corazón palpitar con fuerza contra mi pecho y me estremezco ante la emoción de saberme
completamente suya en el futuro. Ella solo me besa, y siento como en ese beso me entrega su
corazón y su amor eterno y estoy dispuesta a tomarlo y protegerlo, porque en mucho tiempo ella
es lo mejor que me ha pasado.

Capítulo 62

Lauren's POV

Camino de un lado a otro en mi habitación leyendo una vez más parte del discurso de graduación
que estoy preparando, con Hailee sentada sobre mi cama fingiendo que me escucha cuando estoy
consciente de que se está empezando a quedar dormida. Suspiro y dejo las hojas sobre mi
escritorio.

—¿Qué te parece?—pregunto, con los brazos en mis caderas.

—¿Qué?—pregunta distraída, limpiando sus ojos.—Lo siento.—susurra bostezando.

—Esta aburrido, ¿verdad?—suspiro, sentándome en la esquina de mi cama.

—No, no. Claro que no.—responde negando. Le doy una mirada.—Bueno, tal vez un poco.—
responde.

—Tiene que ser perfecto. Cuando se graduó, Megan fue elegida para dar el discurso de despedida
siendo la mejor estudiante de su generación. Y, aunque no lo creas posible, Patrick también. Sus
discursos fueron muy buenos, y cuando la directora me llamó para decirme que sería yo quien daría
el discurso de despedida, supe que tenia que ser bueno. Como lo hicieron ellos. —suspiro, dejando
caer mis brazos a cada lado de mi cuerpo.—Es como una tradición. Mi padre también dio el discurso
de despedida en su graduación, esto es importante H.
—De acuerdo Lau, entiendo. Solo relájate, aun hay tiempo suficiente para eso. Faltan como siete
meses para que eso suceda. —dice sonriéndome.—Mejor empecemos a planear mi fiesta de
cumpleaños. Esta muy cerca.

Sonrío.

—¿Qué quieres hacer este año?—pregunto con curiosidad, observándola moverse por mi
habitación.

—Bueno, en realidad papá tiene todo casi listo¿Recuerdas que le prometí a mamá no volver a hacer
una fiesta en casa como la que hice por tu cumpleaños?

—Créeme, lo recuerdo muy bien.—respondo.

—Exacto, entonces como lo prometí, papá alquiló una enorme suite. Y la tía Dinah me ayudará con
algunas cosas necesarias.—dice guiñándome.

—¿Por cosas necesarias te refieres al alcohol?—pregunto.

—¡Exacto!—exclama emocionada.—Prometió no decirle nada a mi madre, ni a mi padre. Confío en


ella.

—De acuerdo.

—En realidad quería hablarte de otra cosa.—dice Hailee, sentándose junto a mí.—Todo el tema de
mi fiesta de cumpleaños está arreglado.—me sonríe divertida.—Va a estar genial... pero bueno¡que
me vuelvo a desviar del tema!—suspira.—La cosa es que... mi mamá me ha mentido, Laur.—hace
una mueca, bajando sus hombros.—Ella está viendo a alguien, ahora estoy completamente segura.

—¿Co-cómo lo sabes?—pregunto, tratando de no sonar tan nerviosa.

Ella sonríe, rodando los ojos y haciendo ese juego de cejas tan suyo.

—Le vi la marca de una mordida en su hombro, y no cubrió bien un chupetón que tenía en su
cuello.—dice divertida, y yo me muerdo la lengua.—No le he dicho nada. Supongo que si mi madre
ha llegado a ese punto es porque se trata de una relación seria.—comenta Hailee, colocando un
mechón de cabello detrás de su oreja.—Mamá no ha tenido sexo en muchos años.—ríe. Yo la miro
con las cejas elevadas y una graciosa mueca en mi rostro. Ella suelta otra carcajada.—No me mires
de esa manera. La relación con mi madre es así desde siempre. Cuando cumplí quince empezamos
a hablar de ciertas cosas. Siempre nos decimos todo, aunque parece que últimamente ya no tanto.

—¿A qué te refieres?

—No le he dicho que...—suspira.—Bueno, que Charlie y yo ya...

—Entiendo.—la corto enseguida.—¿Piensa que aún eres virgen?—trato de fingir.

—No lo creo.—responde ella, balanceándose.—Pienso que lo sospecha, pero me esta dando mi


espacio.

—¿Por eso no le has reclamado lo del chupetón en el cuello?


—Exacto.—responde.—Mira, se que mi madre estuvo con un par de hombres hace años. Uno de
ellos fue un chico que conoció en la Universidad. Él le llevaba un par de años. Estuvieron saliendo
un tiempo, yo era muy pequeña entonces. Ella creyó haberse enamorado de él, creyó que
finalmente había encontrado al chico perfecto. Él la invitaba a salir, le llevaba rosas y todo ese tipo
de cosas.—hace una mueca.—Decía querer conocerme, pero mamá siempre fue tajante en eso. No
quería que nadie entrara en mi vida de la nada, y se marchara de la misma manera.

—No quería que te lastimaran, sin importar que a ella si.—susurro a sabiendas.

Hailee asiente.

—Pero hubo un momento en que pensó tanto que realmente se trataba del chico correcto, que
estuvo dispuesta a presentarnos. Llevaban un par de meses saliendo, él era todo lo que ella pensaba
como hombre ideal. Pero entonces ella lo descubrió con otra chica.

—Imbécil.—susurro. Hailee ríe.

—Sin embargo, mamá me confesó que no sintió nada. Que realmente no le importó. Se dio cuenta
que realmente no estaba enamorada, ni mucho menos lo amaba como pensó. Y agradeció mucho
que nunca nos presentó. Luego de que se gradúo y empezó a publicar para Thirlwall ed., mis tías
empezaron a llevarla a estas citas a ciegas. Mamá siempre las odio, pero conoció a un par de
personas de las que se hizo amiga. Y también conoció a un hombre interesante, como ella solía
decirle.—bromea.—Ella me habló de él muchos años después. Yo nunca lo conocí, al igual que al
idiota universitario. Cuando ellos empezaron esa semi-relación, yo tenía ocho años y mamá nunca
quiso involucrarme porque no quería que llegara a tomarle cariño a ningún otro hombre que no
fueran mi padre, o mis tíos, porque sabía que él estaba solo de paso en su vida. —cuenta, dejando
escapar un suspiro. Yo por mi parte, mantengo mis manos apretadas en un puño, realmente no
necesito saber nada de eso.—Su nombre es Alan. Digo "es" porque supongo que aún vive.—
bromea.—El punto es que ellos estuvieron casi dos años en esa extraña relación, pero finalmente
terminaron cortándolo. Él conoció a una chica, y mamá se dio cuenta que simplemente nunca sintió
nada.—ella muerde su labio.—Aunque si tuvieron mucho sexo durante ese tiempo.—eso es todo,
quiero matar a Hailee en este momento. —Después de eso mamá tuvo un par de encuentros
casuales, pero finalmente terminó centrando toda su energía en su trabajo y en mi.

—¿Cómo sabes que no se trata de otro encuentro casual?—pregunto curiosa por su respuesta.

—Porque ella se ve feliz.—me responde, con una enorme sonrisa que hace brillar hasta sus ojos.—
Sus ojos brillan de una manera que no había visto jamás. Siempre está sonriendo. Y se que ella
naturalmente es así, pero ahora lo es más. Y no importa cuanto tenga que esperar para conocerlo,
sé que mamá nos presentará cuando esté lista y se de cuenta que ya no soy una niña. Puedo soportar
todo, menos que rompan su corazón.—me mira a los ojos y siento escalofríos. Ella no puede saberlo,
¿o si?—En fin, cuando lo conozca, le agradeceré por hacer feliz a mi madre, pero también lo
amenazaré si piensa llegar a hacerle daño. Mi madre se merece ser feliz.

—Lo sé.—suspiro.—Yo pienso que lo hará. Tu madre es... hermosa.—susurro.—Cualquier persona


en su sano juicio no dudaría en querer hacerla feliz. Ella... ella se lo merece.
—Gracias.—me dice Hailee, con una hermosa sonrisa.

Le respondo con un asentimiento, sintiendo la emoción florecer en mi corazón. Creo que tal vez
vamos por un buen camino. Hailee nos aceptará, estoy segura de ello.

La música es fuerte en todo el lugar, el juego de luces me molestan un poco pero es soportable.
Observo a mis amigos bailar en grupo y me acerco a ellos, llevando en mis manos un par de vasos
con bebidas.

—¿Te diviertes?—me pregunta Hailee, gritando por sobre la fuerte música de la fiesta tomando uno
de los vasos de mi mano y empezando a saltar en una especie de alocado baile.

Le sonrío, tomando un poco de la bebida de mi vaso rojo.

—Esta genial.—respondo, moviéndome al ritmo de la música.—Ya te lo he dicho, tu padre es genial.

—¡Lo sé!—grita emocionada.

Estábamos en su fiesta de cumpleaños, apenas iban a dar las diez de la noche pero el lugar ya estaba
repleto con varios chicos del instituto bailando y bebiendo. La suite que el padre de Hailee había
alquilado era enorme y estaba en uno de los pisos más altos del edificio. Desde el gran ventanal se
podía ver el juego de luces que adornaba la isla de Manhattan, y el maravilloso East River en todo
su esplendor nocturno.

—Me encanta la vista.—digo, acercándome al ventanal.

—Si, a mi igual. Me gustaría vivir en un lugar como este.—dice ella.

Hailee me sonríe, para luego regresar con Charlie. Sonrío, dirigiendo mi atención nuevamente al
ventanal. Siento mi teléfono vibrar en mi bolsillo y lo saco. Mi sonrisa se vuelve más grande cuando
veo de quien se trata.

De: Sra. Cabello

¿Cómo lo estás pasando?


Para: Sra. Cabello

Todo está genial por ahora, pero te extraño ¿Qué haces ahora?

Le respondo y enseguida veo los puntitos formarse, indicándome que está escribiendo.

De: Sra. Cabello

Yo también te extraño.

De: Sra. Cabello

Estoy viendo que encuentro en la tv.


De: Sra. Cabello

Espero que no haya ninguna chica rondándote.

Sonrío ante sus celos.

Para: Sra. Cabello

No. No hay nadie, y si lo hubiera no le prestaría atención.

Para: Sra. Cabello

Sólo puedo pensar en mi hermosa novia.

De: Sra. Cabello

Eso espero.

De: Sra. Cabello

Y ¿Cómo lo está pasando Haiz?

Para: Sra. Cabello

Ella se está divirtiendo, está con Charlie ahora. Me abandonó, como siempre 😕

De: Sra. Cabello

Awww mi bebé

Para: Sra. Cabello

¿Sabes? Si me voy por un rato, no creo que noten mi ausencia.

De: Sra. Cabello

Hailee si lo notaría.

Para: Sra. Cabello

No teniendo a Charlie pegado a ella.

De: Sra. Cabello

Drew tiene una sorpresa para la fiesta.

De: Sra. Cabello

Él contrató a The 1975.

De: Sra. Cabello

Llegarán por la media noche.

De: Sra. Cabello


Hailee obviamente te buscará.

Para: Sra. Cabello

¡¡¿Contrató a The 1975?!!

Para: Sra. Cabello

Drew es el mejor.

Ahora cobra sentido el pequeño escenario en medio de la habitación y la batería junto a las guitarras
sobre el.

De: Sra. Cabello

Lo sé, aunque aveces me enoja

Reviso la hora en mi teléfono, apenas son eran poco más de las diez de la noche. Si me voy ahora,
llegaré a tiempo para que Hailee no sospeche.

Para: Sra. Cabello

Iré a verte.

De: Sra. Cabello

No, Lauren. Quédate en la fiesta.

Para: Sra. Cabello

Hailee no se dará cuenta, Charlie me cubrirá.

De: Sra. Cabello

Lauren...
Para: Sra. Cabello

Estoy yendo por ti en este momento.

—Me estoy enojando mucho contigo en este momento.—dice Camila, subiéndose al auto.—Este no
es tu auto¿de quién es?

—No me das un beso.—pregunto, moviendo el auto fuera de la acera de la casa de Camila.

—Ya te dije que estoy enojada.—suspira.—Responde a mi pregunta.

—Es el auto de Kendall. Pensé que mis padres podrían reconocer el mío.

—¿Y el de tu ex no?—pregunta con seriedad, cruzándose de brazos y elevando una ceja para
enfatizar su molestia. Sonrío.
—Esté se lo acaba de regalar su... madre.—respondo.

Ella asiente y se mantiene con la mirada fija en la ventana mientras salimos del barrio. Muevo mi
mano hasta atrapar su muslo y le doy un apretón, para después acariciarlo sin dejar de observar el
camino.

—No me gusta que estés enojada conmigo.—susurro, dándole una breve mirada.

—Tampoco me gusta estar enojada contigo Lo.—responde, tomando mi mano entre las suyas,
acariciándola.—Pero hay que ser cuidadosas, si Hailee se da cuenta de tu falta que le dirás.

—Veré que inventar en ese momento, yo solo deseaba estar contigo ahora. Recuerda que por estas
fechas hace un año nos dimos nuestro primer beso. Me gusta diciembre, es un mes mágico.—le
sonrío.—Y lo es más teniéndote a mi lado.

—Te odio.—susurra, con una sonrisa en su rostro.

—¿Qué?—bromeo.—¿Pero por qué?

—Porque quiero estar enojada contigo pero no puedo porque eres de masiado dulce.—suspira.—Te
amo tanto.

—Yo también te amo. —respondo, deteniéndome en un semáforo en rojo.—¿Será que puedo tener
un beso ahora?

—Todos los que quieras mi amor.—responde, acercándose a mis labios.

Cada vez que unimos nuestros labios, se siente realmente como algo mágico. Mi corazón latiendo
con tanta rapidez, las mariposas en mi estómago revoloteando con felicidad, mis manos
temblorosas y sudadas. Esa es la magia que Camila me hace sentir con un solo beso. Esa es la magia
que nos envuelve cuando sus labios y mis labios se acarician, cuando su lengua y mi lengua se
encuentran, cuando sus dientes muerden mis labios, y cuando los míos muerden los de ella. El amor,
por muy tonto y cursi que parezca, es magia. Una magia poderosa. El que diga que la magia no
existe, es porque realmente nunca ha estado enamorado de esta manera. Porque nunca ha sentido
los labios de la persona que ama acariciando los suyos, mientras sus manos se deslizan por su rostro
y su cuello, tal y como Camila hace conmigo.

Sonrío al sentir como atrapa mi labio entre sus dientes y se aleja un poco, para tomar aire, y luego
regresa a mis labios. Porque no podemos vivir sin esto. Porque el besarnos se ha vuelto incluso más
indispensable que el mismo aire. Ella gime cuando mis manos hacen contacto con la piel de sus
piernas expuestas en aquella falda. Me encantaba verla con vestidos, pero sobre todo, con aquella
ropa formal que usaba para el trabajo, la hacía ver tan sexy y profesional.

Gruño al escuchar los pitidos de los demás autos, y Camila ríe, acomodándose en su lugar. Ruedo
los ojos y pongo en marcha el auto, saboreando mis labios, sintiendo su dulce esencia. La veo
morderse el labio, con una sonrisa en su rostro, sentada de costado observándome.
—¿Dónde me llevas?—pregunta.

—A ningún lugar en particular, solo quería estar un rato contigo.—respondo.—Cada día siento que
te extraño más, no soporto estar lejos de ti.

—Yo tampoco siento poder estar lejos de ti más.—suspira, acariciando mi brazo.—Siento que te
necesito todo el tiempo.—susurra sonrojada.

Yo sonrío coquetamente.

—Yo también necesito de ti todo el tiempo.—respondo, estacionando el auto cerca del East River.

Camila suspira, observándome fijamente mientras yo sonrío, observándola de igual manera.


Nuestras manos se mantienen unidas, y juro que no puede existir mejor momento que éste. Estar
con ella solo hace que las cosas sean mejores en mi vida, realmente no sabría que hacer si tuviera
que alejarme de ella. No puedo concebir un futuro en el que ella no forme parte de mi vida. Es la
mujer que amo, y la amaré lo que me reste de vida.

—Me gusta tu rostro cuando te pones pensativa.—me dice, mordiendo su labio inferior.—Te ves
tan sexy.

Suelto una carcajada y me acerco a besarla.

—A mi me encanta tu rostro en cada momento. Cuando estas pensativa, o cuando estas trabajando
en tu computadora. Cuando estas leyendo y hay algo que no te gusta, o algo que te gusta demasiado
al punto de emocionarte. Me gusta cuando estas dormida con tu cabello desordenado sobre la
almohada, y unos cuantos mechones acariciando tus mejillas. Me gusta cuando estamos viendo
alguna película y te quedas embobada.—ella suelta una risita.—Me gusta tu rostro cuando hablas
de Hailee, cuando hablas de tu familia y tus amigos. De Justin y Selena, y de tu pequeño sobrino. Me
encanta cuando me observas a los ojos y me dices que me amas, cuando te beso y mantienes esa
hermosa sonrisa. Amo ver tu rostro cuando estoy desnudándote.—acaricio sus mejillas.—Amo ver
tu rostro cuando te acaricio y te hago mía. Amo la forma en que me ves cuando estás llegando al
orgasmo por mis caricias. Lo amo todo de ti, Camila Cabello. Te amo tanto.

—Yo también te amo tanto.—susurra, con un par de lágrimas formándose en sus ojos.—Te amo.—
suspira sobre mis labios, observándome a los ojos antes de besarme.

Mis labios acarician los suyos de esa manera tan especial y algo tímida. Ella sabe como besarme y
volverme loca. Ella sabe como acariciarme y hacer que sienta chispas con cada pequeño toque de
ella. Mis manos recorren sus caderas, atrapándola en un apretado abrazo mientras nuestras lenguas
se buscan en las profundidades de nuestras bocas, batallando la una contra la otra.

—Me muero por tenerte.—gruño sobre sus labios.

—Ya me tienes.—susurra en respuesta, colocándose a horcajadas sobre mi, con su falda


enrollada.—Hazme tuya.

Sus manos recorren mi cuello, bajando por mi costado y tomando mi camisa entre sus manos,
llevándola por encima de mi cabeza hasta sacarla de mi cuerpo.
—Amo sentir tu piel caliente contra la mía.—susurra sobre mis labios, tirando de mi labio con sus
dientes.

Rápidamente mis manos se mueven hacia su blusa de botones, empezando a abrirla poco a poco.
Lanzo una maldición al ver el hermoso brassier de encaje que lleva cubriendo esos hermosos pechos
que tanto amo. Le doy una mirada antes de llevar mi rostro hasta ellos. Paso mi nariz, olfateándola
y llenándome de su aroma. Agradezco que el broche este por delante y rápidamente lo abro,
dejando esos hermosos pezones ante mi hambrienta vista. Paso la lengua por mis labios,
sintiéndome babear por saborearla. Camila me toma del cabello y levanta mi rostro hacia el suyo y
me besa.

—Te amo.—susurro tras el beso, bajando hacia sus pechos.

—¡Oh! Amor.—suspira, acariciando mi cabeza.—Eso se siente muy bien.—su voz me enloquece y


muerdo su pezón, escuchando un gritito de su parte.—Hazlo de nuevo.—pide y la complazco,
cuando ella me pega por completo a sus pechos, impidiendo que me alejara mucho.—Entra en mi.—
me susurra al oído y siento que veo todo negro.

Mis manos bajan acariciando cada resquicio de piel a su paso. Llego finalmente hasta sus muslos,
mi tarea entre sus pechos sigue y siento que no puedo parar al escuchar sus gemidos. Quiero vivir
el resto de mi vida sabiendo que estos pechos son míos. Teniendo la facilidad de poder be sarlos y
mimarlos de esta manera, la manera en que tanto le gusta a Camila. Ella hala un mechón de mi
cabello para acercarme a sus labios. Mi mano llega a su entrepierna y gruño al sentir la humedad
entre sus pliegues empapando sus bragas. Camila suspira pesadamente, separándose de mis labios
y refugiándose en mi cuello.

—Tan húmeda y lista para mi.—gruño.

—Siempre.—responde en un suspiro.

Sus manos se deslizan por mi cuerpo, deteniéndose en el broche de mi brassier. Juega con mis
pechos y yo gruño ante su toque, mordiendo su pezón y la escucho soltar una maldición, rogándome
por más. Mis dientes se mueven acariciando sus pechos mientras mis dedos empiezan a acariciar su
clítoris lentamente por encima de las bragas.

—Por favor.—suplica en un jadeo.

Me separo de sus pechos y la observo. Su cabello esta algo despeinado ya, sus labios hinchados por
los besos y las mordidas. Su rostro sonrojado tan hermosamente constreñido ante la excitación. La
escucho suspirar con pesadez, con sus manos apretando mis hombros. Sus hermosas balanceándose
con cada respiración.
Sus ojos me ven y puedo ver el fuego de la excitación incendiarlos mientras da otro apretón en mis
hombros.

—Laur...—ronronea, bajando una de sus manos hasta mi abdomen donde deja un par de caricias
con sus dedos para después llegar hasta la bragueta de mis pantalones y soltarlos.—Por favor.—
susurra sobre mi oído, pegando sus pechos a los míos y empezando a mover su cuerpo lentamente,
buscando mayor contacto con mis dedos y haciendo que nuestros pechos se rocen.—Entra en mí.—
dice en una súplica, mientras su mano entra en mis pantalones.

—¡Oh!—jadeo, sintiendo sus dedos llegar hasta mi punto más sensible.

—Estás tan húmeda.—susurra sobre mi oído, acariciándolo con sus labios.—Me encanta.

Sus dedos me acariciaron, provocando que de mis labios escapara un gran gemido.

—Camila.—suelto en un jadeo, sintiendo como empieza a acariciar mis labios con sus dientes.

—Vamos, Laur.—susurra. Con su otra mano me toma fuertemente del mentón. —Entra.—gruñe en
una orden.

Mis dedos mantienen un pequeño juego con su clítoris, sintiendo como sus fluidos me permiten
moverme con mayor facilidad entre sus pliegues.

—¿Así te gusta?—susurro, deslizando lentamente mis dedos en su interior. Ella gime y sus dedos se
aprietan contra mi clítoris.—¡Oh!—jadeo.—Móntame.—susurro en su oído.

Camila me sonríe de esa manera tan sexy que tiene, y empieza a moverse sobre mis dedos
rítmicamente. Jadeo cuando sus dedos continúan con el suave movimiento en mi clítoris. Sonrío
observando como sus pechos saltan frente a mi rostro, muerdo mi labio para luego tomar uno de
ellos entre mis labios y morderlo. Amo hacer esto y se que a ella le encanta. Paso mi lengua
alrededor de su pezón y hago un recorrido hasta su cuello, donde dejo un par de marcas.

—No las hagas muy grandes.—susurra en un jadeo sin dejar de montarme ni tocarme.

—Mmhmm.—susurro en respuesta, subiendo a sus labios.

Empiezo a mover mi mano al ritmo de sus caderas, escuchando el sonido característicos de mis
dedos entrando y saliendo de ella. Camila da un apretón en mi hombro, y se sostiene de él mientras
mueve con más rapidez sus caderas. Sus dedos se detienen. La tomo de la cintura y ayudo a sus
movimientos. Duro y rápido. Ella echa su cabeza hacia atrás y yo reparto besos por toda su piel
descubierta, sin dejar de mover mis dedos.
—¡Oh!—gime.—Lauren.—susurra mi nombre.

—Mírame.—le digo.—Sabes que amo verte llegar.

Sus ojos encuentran los míos. Sus manos sobre mis hombros, apretándolos sin dejar de moverse en
mis dedos. Amo verla a los ojos cuando le hago el amor. Amo que vea mis ojos cuando estoy dentro
de ella. Y ella lo sabe. Sabe lo que causa en mi ver sus ojos ardiendo en placer. El placer que yo le
estoy otorgando.

—Te amo.—susurra y no hay necesidad de que sus labios lo digan, porque puedo verlo en sus ojos.

Una última estocada y Camila se detiene. Su cuerpo tiembla entre mis brazos y rodeo su cintura
con mi brazo, pegándola a mi cuerpo. Mis dedos permanecen dentro de ella, moviéndose
lentamente para prolongar su orgasmo. Su pecho sube y baja con fuerza, rozando nuestros pechos.
Ella esconde su rostro en mi cuello y deja una mordida.

—En caso de que a alguna chica se le ocurra acercarse a ti.—susurra.

—¿Marcando territorio Sra. Cabello?—mis dedos se deslizan fuera de ella.

Ella gime y suelta una risa perezosa.

—Siempre.—bromea.—Eres mía.—susurra mordiendo mi oreja.

—Completamente.—respondo, acariciando sus piernas.

Ella suelta una risita, pasando su nariz por mi cuello. Yo sonrío.

—Me encanta tu sonrisa.—dice ella, mirándome a los ojos.—Es muy linda.—sonríe, arrugando su
nariz de esa forma tan hermosa. Yo río, porque a mi también me encanta su sonrisa. —Y tu forma
de reír.—suspira, acariciando mis mejillas.—Pareces un bebé.—hace un puchero.—Mi bebé.

Me acerco y beso sus labios.

—Yo también amo tu sonrisa y esa forma tan tuya de arrugar la nariz.—digo y dejo un beso en la
punta de su nariz.—Y tu risita es tan linda.—muerdo mi labio inferior.—Con solo escucharla siento
esos aleteos en mi panza y en mi corazón.

—Yo también siento lo mismo.—susurra.—Cuando pienso en ti. Cuando te veo. Cuando escucho tu
voz.—sus manos acarician mi cuello.—Solo tu provocas ese aleteo en mi.

—Y eso me hace feliz.—digo.—Saber que solo yo provoco eso en ti, porque solo tu provocas todo
eso en mi también.

Sonríe y se acerca lentamente, pegando su nariz a la mía.

—Tenemos que volver.—susurra.


Observo la hora y se que tiene razón. Llevo poco más de una hora con ella y Hailee se dará cuenta
que me he escapado de su fiesta de cumpleaños. Suspiro con pesadez cuando la siento moverse
entre mis piernas y la veo arreglar su ropa.

—No quiero.—susurro como una niña pequeña.

—Pero tienes que hacerlo.—responde, abrochando su blusa.—Anda, no seas una nena. Vístete.—
deja un beso en mis labios y se mueve al asiento de copiloto, arreglando su falda.—Lamento que no
hayas llegado.—susurra mientras abrocho mi brassier. La observo y noto su rostro sonrojado.—Es
solo que...

—No te preocupes.—digo, besando sus labios.—Estaré un poco caliente en la fiesta pero iré al after
en tu habitación. —ella suelta una carcajada y golpea mi hombro mientras me coloco la camisa y
abrocho la bragueta de mi pantalón.

—Eres una idiota.—bromea.

—¿Sabes? Hailee ha visto una mordida en tu hombro y ha notado también una marca en tu cuello.—
comento. Ella me da una mirada aterrada.—Debes cubrirlas mejor.

—O tal vez tu deberías ser más cuidadosa cuando me las haces.—responde.

—No.—digo.—Amo hacerte esas marcas.—susurro acariciando la marca que he hecho hace poco
en su cuello. —También tuvo la brillante idea de hablarme de tus antiguos pequeños romances.—
ella hace una mueca.

—Lo siento.—susurra.

Le sonrío negando, y tomo su mano entre las mías.

—Ella sabe que estás con alguien y dice que está feliz de que tu lo seas.—suspiro.—Creo que ella
nos aceptará, Camz.—susurro con emoción.

—Deseo creer lo mismo amor.

—Hailee te ama, y quiere que seas feliz. Cuando vea lo feliz que somos ella nos aceptará. Ella me lo
dijo, lo único que desea es que tu seas feliz. Y yo estoy haciendo bien ese trabajo, verdad?

—Lo haces perfectamente.—responde.

—Entonces ella no podrá negarse.—sonrío y acaricio su mejilla.—Ella me dijo que lo único que no
permitirá es que rompan tu corazón. Y tenlo claro Camila, jamás sería capaz de romper tu corazón
porque eso implicaría romper el mío.

*
—Veo que lo pasaste bien.—me sonríe Kendall cuando le entrego las llaves de su auto.—Solo espero
que no hayas dejado nada en mi auto.

—No te preocupes, abrí las ventanas de camino.—bromeo.

—Gracias, supongo.—dice para después alejarse con Cara.

Camino entre la multitud aglomerada y me acerco a Hailee que está junto a Charlie y un par de
chicos del instituto.

—¡Hey! ¿Dónde has estado? Llevo buscándote un par de veces.—dice sonriéndome.

—He estado por aquí.—respondo encogiéndome de hombros.—Me dejas sola cuando estás con
Charlie así que fui por un McDonald's.—ella frunce el ceño hacia mi, mirándome extrañada.—Te
traje una Big Mac.—digo levantando la funda de papel hacia su cara. —Además Dinah me pidió
ayuda para la última sorpresa por parte de tu padre.

—¿Última sorpresa?—pregunta, tomando la hamburguesa.

—Si.—respondo.—Debes ver hacia el escenario en este momento.—le digo con voz fuerte ya que
todos han empezado a gritar a nuestro alrededor.

—¡Oh mi Dios! ¡Es The 1975!—exclama emocionada observando a la banda subir mientras cada uno
toma los instrumentos.

—Tu padre los contrató para cerrar la noche.—le digo.

Ella toma mi mano y la de Charlie y nos lleva hasta estar cerca de la banda. Matty sonríe en dirección
a Hailee mientras cuelga la guitarra en su cuello.

—Supongo que eres Hailee.—dice en el micrófono y todos alrededor lanzan gritos. Hailee por su
parte solo atina a responder con un asentimiento. Charlie gruñe con el ceño fruncido. —Bien, esto
es para ti.

Los acordes de Girls se escucha y Hailee grita tan fuerte que siento que voy a perder mis tímpanos,
y por mucho que ame estar tan cerca de una de mis bandas favoritas me alejo un poco permitiendo
que Charlie la rodee con sus brazos mientras juntos corean la canción. Hailee me mira y me sonríe
de una manera un tanto extraña. Suspiro y dejo pasar aquel escalofrío recorriendo mi cuerpo,
seguro no es nada malo.

Sonrío hacía Camila ayudándola con los aperitivos que nos ha preparado a Charlie, a Hailee y a mi,
mientras los otros dos se encargan de buscar la película que veremos.
—Gracias Sra. Cabello.—dice Charlie tras tomar uno de los sándwiches y comerlo.—Esto está muy
bueno.

—Gracias Charlie.—dice Camila.

—La Sra. Cabello cocina muy bien.—digo soltando un suspiro.

—Eso es muy lindo de tu parte Lauren.—me sonríe.—Bueno, los dejaré con su tarde de películas.
Iré a continuar con mi trabajo.

Camila se despide y sale de la habitación. Hailee me da una mirada extraña.

—¿Estas bien?—pregunto comiendo un sándwich. Su ceño se frunce y ella solo me da un


asentimiento como respuesta.—De acuerdo, empecemos con esto.—digo, sentándome junto a la
pareja sobre la cama y dándole play a la película.

Ha pasado un par de días de la fiesta de cumpleaños de Hailee y la he notado un poco rara


últimamente. Aquel escalofrío que sentí aquella noche ha perdurado en el transcurso de estos días.
Siento un malestar en el pecho, como presentimiento de que algo pasará. Y odio no saber si es
bueno o malo.

Hailee me da un par de miradas durante la película, pero yo mantengo mi atención en la gran


pantalla de tv frente a nosotros donde Los otros de Nicole Kidman se reproduce. Había visto un par
de veces esta película. Decir que me fascinaba era decir poco. Se trataba de una película muy bien
elaborada, con una trama interesante y original. Sin duda una de mis películas favoritas.

—Adoro esta escena.—susurro sin apartar mis ojos de la película donde Grace, el personaje de
Nicole, encuentra la fotografía.

—¡Ay mierda! —exclama Charlie.—Están muertos.

—Lo sé.—susurro sonriendo.—Iré por más agua¿ustedes quieren? —pregunto levantándome sin
apartar la vista de la película.

—Estamos bien, gracias.—respondo Hailee, mirándome.

—De acuerdo.—susurro algo extrañada por su actitud.—Ya regreso.

Cuando llego a la cocina veo a Camila de pie frente a la encimera observando un libro. Sonrío y me
acerco, abrazándome a su cintura.

—Me asustaste.—susurra.

Suelto una pequeña carcajada y dejo un beso en su cuello.

—Lo siento.—digo, acercándome a la nevera para tomar agua.—¿Qué haces?—pregunto.

Ella se sonroja.

—Estaba viendo un par de recetas de postres del libro que me regaló Ally. —responde.—Quería
hacer uno para ti.
—No es necesario que hagas un postre para mi.—susurro.—Es suficiente con que te untes un poco
de nutella en el cuerpo.

Ella sonríe.

—Es que... se acerca nuestro primer aniversario.—sus ojos brillan con emoción y estoy segura que
los míos de igual manera.—Nunca había tenido un aniversario.—suelta una risita y esconde un
mechón detrás de su oreja.—Quiero hacer algo lindo para ti.

Doy una mirada hacia la entrada de la cocina y me acerco a ella, enredando mis brazos en su cintura.

—Estoy tan emocionada porque llegue ese día.—susurro.—Tengo una hermosa sorpresa preparada
para ti.—sus ojos brillan.—También es mi primer aniversario de un año con alguien, y me alegra que
sea contigo.—acaricio su mejilla y beso sus labios.—No importa lo que tengas pensado darme, lo
amaré de todas formas. Sin embargo sigo pensando que nutella en tus pezones sería un gran postre.

—Idiota.

—Así me amas.

—Lo hago.—sus manos acarician mi cuello mientras sus labios me besan de esa manera tan dulce.—
Debes subir.—susurra sobre mis labios, sin separarse.

—Un poco más.—respondo, tomando su labio inferior entre mis dientes.—Además Charlie está con
ella.

Camila intenta protestar nuevamente pero yo soy más rápida y profundizo el beso, robándole un
gemido.

—Hailee detente.—escucho la voz de Charlie pero es muy tarde cuando Camila y yo nos separamos.

Hailee esta de pie en la entrada de la cocina, con el ceño fruncido. Sus ojos brillan bañados en ira
mientras ve de su madre a mi. Su rostro esta rojo y su respiración se escucha pesada. Aquella maldita
sensación que llevaba molestándome los últimos días incrementa en este momento. Hailee lo sabía.
Ella lo sabe. Sin embargo no es como me lo imaginaba. Ella se ve realmente furiosa.

Mis manos tiemblan un poco debido a esa maldita sensación. Tenía el presentimiento de que algo
iba a pasar, y ahora puedo confirmar que no se trataba de nada bueno.

—H.—susurro cubriendo a Camila con mi cuerpo.

—¡¿Qué diablos está pasando aquí?!


Capítulo 63

Lauren's POV

Camila se mueve detrás de mi, pero rápidamente la detengo, tomando su muñeca y pegándola a mi
cuerpo.

—Haiz, cariño.—susurra.

—No digas nada.—dice con enojo.—No quiero escucharte madre. No puedo creer que me hayan
hecho esto.—gruñe.—Eres una imbécil, Lauren ¡Te odio!—grita apuntándome.

—Hailee no digas eso.—pide Camila.

—¡Cállate! No te quiero escuchar.

—¡Es tu madre, no le hables así! —gruño, mirándola con los ojos entrecerrados.

—¡No quiero escucharte!—me grita.—¿Cómo fueron capaz de hacerme esto?¡Los tres me


mintieron! Estuvieron engañándome todo este tiempo.—gruñe sosteniendo su cabeza con ambas
manos.—Has estado revolcándote en la cama con mi madre todo este tiempo mientras yo he sido
tan tonta que no lo ha visto.

—Hailee debes calmarte.—Charlie trata de acercarse, pero ella enseguida se aparta.

—¿Y tu lo sabias?—dice, golpeando el hombro del chico.—¡Tu sabias lo que sucedía entre ellas y me
lo escondiste!

Charlie suspira, tratando de calmarla.

—Tienes que pensar con claridad, puedes decir algo de lo que te llegarás a arrepentir.

—De lo único que me arrepiento es de ser amiga de ella.—dice, apuntándome.—Eres una maldita
traidora.—susurra acercándose a mi.—Confiaba en ti, te conté tantas cosas y tu a mis espaldas te
follabas a mi madre.

—Hailee, cielo...

—¿Te gusto la experiencia? Follarse a la madre de tu amiga.—grito dirigiéndose a mi, sin prestar
atención a las palabras de su madre.

—¡Hailee!—Camila exclama enojada.—Deja de hablar de esa manera.

—¡Ah! ¿entonces no es eso lo que hacían?—pregunta sarcásticamente.—Siempre tuve razón en


cuanto a que ambas me escondían algo. Cada que te preguntaba por esa chica misteriosa pensabas
en que no podías simplemente llegar y decirme: "sabes Hailee estoy follándome a tu madre todas
las noches mientras tu duermes en la otra habitación"

—¡Basta ya Hailee!—la regaña Camila.

—¿No te gusta escuchar la verdad, madre?—pregunta a Camila, con una sonrisa de lado.—¿Que
pensabas Lauren? ¿Que soy tan idiota? Si, quizá me dejé engañar por un tiempo, pero después de
mi fiesta de cumpleaños todo empezó a cobrar sentido. Esa noche te fugaste de mi fiesta para
follarte a mi madre y luego regresaste conmigo¡como si nada!—grita.—Pero no son tan cuidadosas
como pensaban. —niega, sonriendo de una manera que incluso llego a asustarme.—Oh, no. No. Esa
noche regresaste con una marca en el cuello. Y, curiosamente, al día siguiente mi madre tenía una
nueva marca en su cuello que no volvió a cubrir perfectamente.—sonríe.—Solo tuve que sumar dos
más dos y todas las piezas empezaron a caer. Empece a recordar esas miradas y esas sonrisas a las
que no solía prestar atención antes. A las tantas veces que hacíamos los trabajos en mi habitación y
solías desaparecer por largos minutos. Cada maldita pieza empezó a caer en su lugar. Y hoy era solo
una prueba, tenía que salir de una vez por todas de las dudas.

—¿Por eso me invitaste esta tarde?

—Si.—respondió tras un asentimiento.—Quería verlo con mis propios ojos, saber que no ha sido mi
loca cabeza inventándose algo y que realmente dos de las personas que más he querido no me han
estado engañando. Hasta el ultimo segundo tuve la esperanza de que no fuera así.

—Hailee podemos explicarlo.—digo.

—No quiero escuchar nada de ti.—responde.—No quiero que vuelvas a mi casa, no quiero verte.

—H por favor debes escucharme.—suplico, tratando de acercarme.—Amo a tu madre.—le digo,


tratando de verla a los ojos y que así pueda ser capaz de ver que digo la verdad. Camila da un apretón
en mi mano y acaricia mi espalda.

—¡Vete de mi casa! —gruñe Hailee en respuesta, apartándose y esquivando mi mirada. —¡Vete


ahora! Aléjate de mi.

—Hailee debes escucharla.—dice Charlie acercándose a ella.

—Tampoco te quiero ver a ti.—responde con frialdad.—Me ocultaste algo importante, te quiero
fuera de mi casa ahora.

—Hailee...

—¡Largo!—grita sin siquiera dirigirle la mirada.—Y llévate a esta traidora.—dice aputándome.—En


cuanto a ti madre.—sus ojos la repasan.—Me das asco ¡Las dos me dan asco!—escupe. Camila le da
una bofetada y Hailee la mira con ojos asustados, que luego pasan a brillar con enojo. —No quiero
verte a ti tampoco ¡Te odio!.—susurra con rencor, manteniendo la mano en su mejilla antes de
correr fuera de la cocina.

Camila se separa de mi, sosteniendo la mano con la que había abofeteado a Hailee contra su pecho.
Su respiración es pesada y se que esta esforzándose por no romper en llanto. Me acerco y la abrazo
por la espalda, rodeando su cintura y escondiendo mi nariz en su cuello. Escucho sus sollozos y la
siento tomar mis manos entre las suyas, dándole un apretón antes de obligarme a alejarme.

—Tienes que irte.—susurra, su voz cargada en tristeza.

—No te abandonaré en este momento.


—Debo arreglar las cosas con ella, no debí abofetearla.

—Si hablas con ella, yo estaré contigo.—la miro a los ojos.—No te abandonaré.

Ella niega.

—Por favor, vete.

—No.—respondo tajante.

—¡Deja de comportarte como una nenita y haz lo que te digo!—exclama, enojada.

—Por favor no hagas esto.—susurro, tomándola de la cintura.—Por favor no me alejes ahora que
más nos necesitamos.

—Solo te estoy pidiendo espacio Lauren.—responde, alejando mis manos de su cuerpo.—Necesito


arreglar las cosas con mi hija.

—¿Y luego qué?—pregunto.—Si ella decide que la única forma de arreglar las cosas entre ustedes
es alejándote de mi. Alejándome de la vida de ambas ¿Lo harías?

Camila suspira, abrazándose a si misma sin mirarme a los ojos.

—Responde.—susurro, tomando su barbilla.—¿Lo harías?—pregunto, conectando sus ojos con los


míos.

Las lágrimas empañando sus ojos me dan la respuesta y puedo sentir como mi corazón empieza a
romperse lentamente. No puedo creer como las cosas cambiaron tan rápido en un abrir y cerrar de
ojos. Hace un momento estábamos hablando acerca de lo emocionadas que estábamos sobre
nuestro aniversario, y ahora todo se esta desmoronando frente a nuestros ojos. Camila me toma
del cuello y me besa apasionadamente. Sus labios son toscos y desesperados y quiero pensar que
no esta tratando de despedirse, pero sé que de una manera se trata de eso. Dejo escapar libremente
las lágrimas que había empezado a retener y la tomo de la cintura, pegándola más a mi cuerpo,
devolviéndole el beso con la misma intensidad.

—Es mi hija.—solloza.

—Lo sé, lo sé amor.—digo, limpiando sus lágrimas.—No quiero separarte de ella, pero no puedo
alejarme de ti como si nada. Te amo, Camila.

—También te amo.—deja un beso en mis labios.—Pero debes irte, por favor.

—Camila...

—Vete.—deja otro beso en mis labios.—Charlie, llévatela.

—No, no.—niego, sintiendo a Charlie tomarme del brazo.—Charlie, ¡suéltame!—exclamo


moviéndome entre sus brazos que me han atrapado y alejado de Camila.—No Camila ¡No hagas
esto! ¡No nos hagas esto!—Charlie logra sacarme de la casa mientras Camila cierra la puerta.—
¡Suéltame! —gruño.
—Lo siento, Lau.

—¡No debiste sacarme de ahí!—gruño, pegando mi frente a la puerta, sabiendo que Camila estaba
del otro lado.—Dijiste que no nos separaríamos.—susurro, consciente de que puede escucharme.
—Lo prometiste.

Las siguientes noches son difíciles para mi. Camila no responde mis llamadas, ni me abre la puerta
corrediza de su habitación. Hailee me ignora en la escuela, y las pocas veces que posa su mirada en
mi, puedo notar la ira destellar en sus ojos. Estamos a pocos días de navidad y eso solo hace que me
duela más nuestra separación. Diciembre ya no parece tan mágico como antes. Kendall me ha
apoyado, dándome palabras reconfortantes, sin embargo estoy consciente de que he perdido. No
puedo culpar a Camila por elegir arreglar las cosas con su hija en lugar de seguir manteniendo una
relación con una estúpida adolescente.

—Puedes decirme ya que está pasando contigo, cariño?—mi madre pregunta desde la puerta de mi
habitación.

Suspiro y me siento sobre mi cama, pegando mi espalda a la cabecera.

—No pasa nada mamá.—respondo en un susurro, observando el atardecer a través de mi ventana.

Mi madre suspira y cierra la puerta. Se acerca a mi cama y se sienta en la esquina.

—Te conozco muy bien señorita.—dice, tomando una de mis manos entre las suyas, dando leves
cariños.—Te conozco tan bien como para saber que estás de esta manera por un corazón roto
¿Quieres contarme?

—Te vas a enojar conmigo.—respondo.

—No tanto como me enojaré con ella por haber roto el corazón a mi bebé.—susurra, tomándome
entre sus brazos y dejando un beso en mi cabeza.—Vamos, háblame de ella.

—Ella es hermosa, mamá. —digo, abrazándome a su cintura mientras siento sus caricias en mi
cabeza. —Estoy realmente muy enamorada de ella.
—Es la razón por la que no quieres ir a Oxford?—pregunta.

—No quería alejarme de ella. La amo.

—De acuerdo. —susurra sin dejar de acariciar mi cabeza. —Entonces que pasó?

—Nuestra relación era algo así como prohibida. —susurro, las caricias de mi madre se detienen. —
Nos mantuvimos escondidas porque así podíamos estar juntas, porque teníamos muchos contras
en nuestra relación.

—Laur no estoy entendiendo.

—Pero aún así sabíamos que debíamos decirlo en algún momento porque no podía esconder por
siempre lo mucho que la amo. —no contesto a mi madre y continúo. —Solo esperábamos a que
saliera del instituto y lo diríamos... Faltaba tan poco.
—Lauren necesito que me expliques.—dice mi madre y yo me separo de ella.

—Pero todo se arruinó. Ella se enteró antes y no reacciono de la manera que esperaba. Ahora no
me contesta ni me quiere ver. Todo se arruinó mamá. —sollozo.

—Cariño necesito que me expliques, no entiendo lo que me dices. —susurra mi madre, acariciando
mi mejilla.

—Lo siento mamá, Megan me dijo que debía decírtelo hace mucho y ahora se que tuvo razón. Solo
no te enojes conmigo.

—Oh mi preciosa niña, no podría enojarme contigo. Eres mi bebé. —susurra. —Solo me gustaría
que me lo contarás ahora. No te juzgaré, puedes confiar en mí. Siempre seré tu apoyo, soy tu madre.
Ese es mi trabajo. —deja un par de besos en mi frente. —Se sincera conmigo, ¿estamos hablando
de una maestra de tu escuela?

Rápidamente suelto una risa mientras seco un par de lágrimas.

—Por supuesto que no mamá. —respondo y la escucho suspira llena de alivio.

—Bueno es que dijiste tantas cosas sobre terminar el Instituto para luego contarlo que fue lo
primero que se me vino a la cabeza. —dijo sonriendo. —Tal vez repitiendo la historia. —broma y yo
sonrío. —Entonces dime ¿de quien hablas? Es alguien mayor, verdad.—pregunta y yo respondo con
un simple asentimiento. Mi madre suspira y vuelve a dar caricias en mi cabeza. Se que esta dándome
mi tiempo, pero también se que desea saber su nombre.

Suspiro.Me abrazo a su cintura nuevamente, apretándome contra ella y sintiéndome a sal vo entre
sus brazos.

—Camila Cabello.—susurro lentamente. Las caricias de mi madre se detienen por unos segundos y
luego continúa. No dice nada. Poso mi cabeza sobre su pecho. —Es Camila Cabello mamá. La amo.—
confieso.

—Y supongo que Hailee es quien se ha enterado antes de lo planeado.—pregunta en un susurro


calmado. Yo asiento.—Y no ha salido como esperabas.

—No mamá, ella se ha enojado mucho. No me habla, me mira con odio.—susurro con dolor, porque
también la extrañaba a ella.—Y Camila no contesta mis llamadas.

—Oh cariño.—susurra.—Ella te dobla la edad.

—No creo que sea conveniente que tu lo digas, mamá.—bromeo y mi madre me da un pequeño
golpe en el brazo a la vez que suelta una pequeña risa.—Sabes lo que se siente. Me comprendes
mejor que nadie en este momento. La amo y no la quiero dejar ir. Pero ella ha elegido a Hailee, y lo
peor de todo es que no puedo culparla.—suspiro.—Es su hija, es obvio que preferiría arreglar las
cosas con ella que continuar nuestra relación.

—Por cuanto tiempo han estado juntas.—pregunta.


—En enero cumpliríamos nuestro primer aniversario.—respondo, una sonrisa se posa en mis labios
recordando esa noche.—Se lo pedí después después del beso de año nuevo en el Times.

—La verdad es que esto no era algo que me esperara Lauren. —dice mi madre.

—Lo siento.

—No, no lo sientas. Está bien. Nunca te disculpes por amar mi pequeña. —susurra.—El amor es algo
hermoso, y no conoce de género ni de edades. Eso lo sabemos muy bien en esta familia. —bromea.—
Y entiendo que no puedas culparla por lo que está pasando. Y eso es lo que te hace especial. Eres
una chica madura que comprende muy bien las cosas y sabe tomar decisiones. Camila no se ha
alejado porque así lo quiera, ella se ha visto atrapada. Hailee es su hija, y una madre ama
incondicionalmente a su hijo. Y si ella te ama tanto como tu la amas a ella, seguramente alejarse de
ti ha sido difícil. Pero ha tenido que hacerlo, porque debía salvar uno de sus dos amores, y aunque
suene egoísta, ella ha decidido salvar el amor de su hija aun cuando te lastima a ti, y se lastima a si
misma.

Asiento en comprensión. Eso es justo lo que pensaba, sin embargo aun seguía siendo difícil.

—Una vez le dije que nunca rompería su corazón porque hacerlo implicaría romper el mio.

—Ella se ha visto en la necesidad de romper dos corazones, para mantener uno.

—Eso no hace que las cosas sean más fáciles.—susurro.

—Lo sé.—suspira.—Dolerá mucho aceptarlo, pero lo superarás. Sin embargo, si realmente están
hechas la una para la otra, el tiempo se encargará de hacer que suceda.

—No sé si pueda esperar tanto mamá.

—Podrás.—responde, sonriente.—Eres Lauren Jáuregui. Obstinada como tu padre, siempre


obtienes lo que quieres.

—Puede que esta sea la excepción.

—No hay excepciones, Lauren.—deja otro par de besos en mi frente mientras acaricia mi mejilla.—
Yo solo quiero que seas feliz.

—Gracias mamá. Eres la mejor.

Charlie se detiene frente a mí con su mochila colgándole del hombro izquierdo y sus manos en los
bolsillos de su chaqueta.
—Hey Laur. —me saluda.

—Charlie. —respondo en un susurro desanimado.

Él se mantiene en silencio observándome con una expresión triste en su rostro mientras juega con
la punta de su pie en el suelo.

—Creo que sería estúpido preguntarte si estás bien ¿verdad? —suelta una risita incómoda.

Me cruzo de brazos, manteniéndome recostada sobre mi auto.

—De todos modos ¿qué haces aquí conmigo? Creí que Hailee no quería que me hablaras.

Él se encoge de hombros.

—Bueno, el hecho de que sea mi novia no significa que deba hacerle caso cuando me pide que deje
de hablarle a una de mis mejores amigas ¿no crees? —sonrió y asiento. —Seguimos siendo amigos,
Laur. De eso no lo dudes. Y aunque casi pierdo mi relación por mantener tu secreto, lo volvería a
hacer por ti. Aunque ella siga muy cabreada conmigo.

—Gracias Charles. —le digo con honestidad y me acerco a él para tomarlo en un abrazo. —Eres un
gran amigo.

—Lamento tanto que Hailee se esté comportando de esta manera.

—No, está bien. —niego. —Se siente traicionada y esta dolida. Solo espero que su relación con
Camila vuelva a ser la misma. No quiero que ella pierda a su hija.

—Pero para eso, ustedes deben separarse. Hailee debe darse cuenta que su felicidad no vale dos
corazones rotos.

—Sin embargo, Camila ya ha decidido Charlie. Algunas promesas deben romperse. Ella me ha sacado
de su vida, y entiendo que su hija se más importante que una estúpida relación con una estúpida
adolescente. —cada palabra destruye poco a poco mí ya roto corazón.

—No lo creo Lauren. —niega Charlie. —¿La has visto? Ella está igual o peor que tú, te extraña tanto
como tú a ella porque te ama.

—Pero Hailee siempre estará en primer lugar. Me lo ha dejado en claro. —niego sintiendo el nudo
en mi garganta. —Si quiere recuperar la relación con su hija, nuestra relación debe acabar. Y ella ya
lo hizo.

—Lo siento tanto Laur.

—Está bien, no es tu culpa. En todo caso, lamento haberte metido en problemas con Hailee.

—No importa, ya te dije. —responde con un encogimiento de hombros.

—Sí importa. —asiento mirando al cielo, sintiendo mis ojos arder por las lágrimas. —Esto es un
maldito infierno. Es una mierda. Creí que eso del corazón roto era una tontería, pero se siente tan
jodidamente mal. Siento que se me hace difícil respirar porque al hacerlo, puedo sentir claramente
como mi corazón se va deshaciendo en pedazos. —mi voz tiembla y mis lágrimas empiezan a
deslizarse lentamente por mi rostro. —Lo peor es lo cerca que esta de mí, pero lo difícil que es llegar
a ella.

Charlie me toma en un apretado abrazo y puedo sentir como las piezas rotas de mi corazón parecen
juntarse, pero es solo una ilusión que desaparece cuando él se aleja y todo vuelve a derrumbarse
dentro de mí. Su teléfono suena y no hay que ser adivino para saber que se trata de Hailee. Él hace
una mueca antes de contestar su llamada.

No escucho lo que dice Charlie, solo observo a la chica que solía ser mi amiga a unos metros de
distancia, de pie en la entrada del instituto. Ya no sonríe al verme, ni tiene ese brillo de diversión.
Ahora lo único que obtengo de ella es una mirada fría, lle na de ira y desprecio, y eso solo me
destruye más.

—Está bien. —escucho a Charlie antes de colgar la llamada.

—Supongo que debes irte. —digo captando su atención.

Él asiente dejando escapar un fuerte y profundo suspiro.

—Nos veremos después de las vacaciones de navidad Laur. Diviértete.

—Claro Charles, tu igual. —respondo y veo como se aleja a pasos lentos hacia la morena.—¡Oye! —
grito, llamando su atención. El se da la vuelta y se acerca a mi. —Necesito que me hagas un favor.

Es viernes por la noche y debería estar terminando de empacar para el viaje que mis padres
planearon de improviso para sacarme de la ciudad por las fiestas. Papá y mamá habían tomado bien
la situación, sin embargo me recalcaron que no estaban conformes a como había manejado la
situación. Ellos igual entendían por lo que estaba pasando, ellos vivieron algo similar. Megan estaba
un poco enojada, sin embargo se comportaba muy bien conmigo. Había pasado de ser una hermana
protectora, a una hermana sobreprotectora en solo unos segundos. También me había dejado muy
en claro que no me quería ver rondando la casa de Camila, sin embargo aquí estoy, de pie frente a
la puerta corrediza de su habitación igual que muchas veces antes lo estuve, con la diferencia de los
últimos días. Ella ya no abría la puerta para mí, pero siempre estaba del otro lado, de pie, con la
cortina impidiendo que nos veamos.

La rutina había sido esta desde aquella noche en que la bomba explotó. Yo llegaba hasta el balcón
y tocaba la puerta, esperando a que abriese, pero no sucedía. Me quedaba unos minutos ahí, viendo
su silueta al otro lado, hasta que Megan me llamaba obligándome a volver a casa. Hoy solo deseaba
despedirme. Solo deseaba verla un rato antes de tomar el vuelo a París.

Suspiro y doy un par de golpes en la puerta corrediza de su balcón. Pego mi frente a la puerta, dando
otro par de golpes cuando me percato de movimientos dentro de la habitación. Camila esta del otro
lado, frente a la puerta.

—Por favor.—susurro.—Solo quiero verte.


Finalmente, después de tantos días, ella separa las cortinas. Nuestras miradas se unen, pero sus ojos
no se ven como los recuerdo. No tienen ya ese característico brillo de diversión en sus ojos, y me
duele tanto. Ella coloca su mano sobre la mía, separadas por el cristal. Deseo tanto poder tocarla.

—Te extraño.—confieso. Ella me da una sonrisa triste.

—Yo también.—logro leer de sus labios.

Ella se aleja y toma su teléfono de la mesita de noche.

De: Sra. Cabello.

Debes irte.

Leo el mensaje.

Para: Sra. Cabello.

Solo quería verte antes de marcharme. Mi familia decidió que era buena idea pasar las fiestas fuera
de la ciudad.

De: Sra. Cabello.

Espero que te diviertas.

Para: Sra. Cabello.

Se suponía que este sería nuestro mes.

De: Sra. Cabello.

Lo sé, y lo lamento tanto.

De: Sra. Cabello.

Te amo, nunca lo olvides por favor.

De: Sra. Cabello.

Eres y siempre serás mi primer y más grande amor, Lauren Jáuregui.

Niego ante el último mensaje, dejando que las lágrimas recorran mi rostro.

Para: Sra. Cabello.

Y tú el mío.

Para: Sra. Cabello.

No me rendiré. Aún hay un anillo que debo poner en tu dedo.

Para: Sra. Cabello.

Lo prometí, y lo cumpliré.
Ella me da una melancólica sonrisa.

Para: Sra. Cabello.

Serás mi esposa. Te lo prometo.

De: Sra. Cabello.

Algunas promesas deben romperse.

Para: Sra. Cabello.

Yo nunca rompo una promesa.

Me mira y sus ojos brillan por las lágrimas acumuladas, y me sonríe. Y por un segundo puedo ver
esa sonrisa que me enamoró de ella. Esa pequeña sonrisa de felicidad. Pero pronto desaparece.

—Te amo.—susurra.

—Y yo a ti.

La puerta de su habitación se abre y Hailee aparece con su pijama y aquel estúpido oso que Charlie
le regaló hace un par de semanas, antes de que todo ocurriera. Sus ojos me escudriñan, mientras
Camila cubre lentamente la puerta del balcón con la cortina. Ante s de cerrarla por completo, besa
la punta de sus dedos y los coloca sobre el cristal. Rápidamente pongo mi mano a la altura de la de
ella y le sonrío.

—Adiós.—suspiro. Camila ha cerrado la cortina, y me ha sacado definitivamente de su vida.

Porque algunas promesas no pueden cumplirse.

Sin embargo, mis promesas siempre se cumplen.

***

Camila's POV

—Feliz navidad, Sra. Cabello.—me dice Charlie, sonriendo.—Espero que disfruten de Miami.

Hailee sonríe, abrazándose a su cintura.

—Quizá puedas venir para fin de año.—comento.

El sonríe y niega.

—Ammm tenemos algo preparado en casa.—responde.—Pero gracias por la invitación.

—Eres bienvenido siempre que quieras.—digo.

—Bueno, yo iré rápido al baño.—deja un beso en la mejilla de Charlie y se levanta de su lugar.—Ya


regreso.

Hailee se aleja a paso apresurado.


—Me alegra que ustedes hayan arreglado las cosas.—comento.—Eres un buen chico, Charlie. Y
nunca te agradecí por cuidar de Lauren y de mí.

—Debo confesar que me aproveche un poco.—susurro algo sonrojado.

—Lo sé.—sonrío.—Lauren no me ocultaba nada.

El me sonríe.

—La extraña mucho.—declara y yo asiento. —Ella también lo hace.

—Lo sé.—respondo.

—Amo a Hailee pero ella esta siendo muy egoísta.—dice.

—No me gustaría hablar de eso ahora, por favor.—ruego, porque siempre es difícil pensar en ella.
Limpio una lágrima y lo miro.—Las cosas entre Hailee y yo van mejor en estos últimos días, y prefiero
que siga así.

—Aún cuando esta sufriendo.—susurra con pesar.

—Perder a mi hija no es una opción.

—¿Perder el amor acaso lo es?—pregunta.

Sonrío y niego.

—Por favor...—susurro.

—De acuerdo, no insistiré más.—suspira, sacando algo de su bolsillo.—Esto es algo que me pidió
que le entregara.—dice, extendiendo un sobre.

Lo tomo con las manos temblorosas y lo acerco a mi. Sonrío al ver mi nombre escrito con su hermosa
caligrafía. Acaricio cada letra y acerco la carta a mi rostro, sintiendo su aroma. Aquel aroma que
tanto extraño sentir. Siento que el llanto esta a poco de apoderarse de mi.

—Gracias.

Capítulo 64

Camila's POV

No sé como empezar esta carta, es algo difícil para mi escribirte en este momento. Está siendo muy
duro soportar esta separación. En primer lugar, quiero que sepas que no estoy enojada por tu
decisión. Estoy muy dolida, pero no enojada. Nunca podría enojarme contigo mi amor, te amo
demasiado. Entiendo que hayas decidido terminar lo nuestro para mantener tu relación con Hailee.
Es obvio que la elegirías por sobre mi. Ella es tu hija y yo solo una tonta adolescente que se enamoró
perdidamente de ti y lo estará hasta su último suspiro. Sin embargo, te hice una promesa, y tenlo
por seguro que la cumpliré. Pondré un anillo en tu dedo, quizá no tan pronto como deseaba, pero
lo haré. Y tu serás mi mujer, eso te lo aseguro.

Creí que éste sería el mejor mes de todos. Tenía tantas sorpresas preparadas para ti, pero supongo
que ya no sucederán así que no importa si te lo digo. ¿Recuerdas que te comenté que me gustaría
tener mi propio velero para poder ir a navegar siempre que quisiera junto a ti? Bueno, lo h ice. Papá
me ayudó ya que un amigo suyo estaba vendiendo uno de su colección. Es muy lindo, y pequeño.
Era mi sorpresa para nuestro aniversario. El Sr. Fitzgerald, quien nos rentaba el velero, me estaba
enseñando a navegar. Dice que soy buena alumna, porque aprendí rápido. La verdad es que estaba
muy emocionada, me moría de ganas por enseñarte lo que había aprendido, y quizá darte unas
clases. Tal vez tendremos que posponerlo.

Por ahora, he tomado una decisión. De pequeña había deseado estudiar en la misma universidad
que mi padre. Oxford había sido mi ilusión desde que mi padre me contó historias de cuando él
estudió ahí. Así que he decidido que, al igual que lo hizo mi padre, debería darme un tiempo y
despejarme. Pero regresaré, así como él lo hizo por mi madre, y no me rendiré. Sin embargo no
estudiaré ciencias económicas como lo hizo él, eso no es lo mío y lo sabes bien, habíamos hablado
de esto tantas noches después de hacer el amor. Mis hermanos ya están estudiando para hacerse
cargo de la empresa familiar, así que he sido afortunada de poder alejarme de todo eso y poder
estudiar lo que realmente deseo. Además, Oxford es catalogada como una de las mejores
universidades del mundo para estudiar arte y ya se los he hecho saber a mis padres. Ellos lo tomaron
muy bien, tenías razón, como siempre.

Lo malo fue que casi no logro entrar, pero gracias a que papá tiene influencia dentro, he conseguido
enviar mi carta y hacer el examen online. Obtuve una muy buena calificación, así que espero
estés orgullosa de mí, mi amor. Entonces, prácticamente estoy dentro, solo tengo que asistir a una
rápida entrevista que será en estos días por lo que pasaremos junto a mi familia las navidades en
París y luego viajaremos a Reino Unido.

Desearía mucho que estuvieras conmigo en París, pero será en algún otro momento. ¿Quizá de luna
de miel?

Creo que eso es todo lo que quería decirte. La verdad, hay más cosas pero debo entregarle esta
carta a Charlie para que él te la entregue a ti. Te extraño mucho amor, y lo haré más estando alejada
de ti, pero lo soportaré. Solo te pido una cosa, por favor espera por mi, arreglaré todo para que
podamos estar juntas. Seré la mujer que necesitas. Dicen que el tiempo sana heridas y logra
fortalecerte. El tiempo logrará fortalecer nuestro amor, y cuando este de vuelta, tu serás mi esposa.

Es una promesa.

Te amo con todo mi ser.

Siempre tuya, Lauren.


Suspiro, dejando que las lágrimas se deslicen por mi rostro mientras una pequeña sonrisa tira de
mis labios. Sin duda alguna, Lauren era una obstinada, y debo admitir que esa es una de las
cualidades que más amo de ella.

—Le patearé el trasero a esa niña.—escucho a Dinah gruñir.

—He sido yo quien ha terminado la relación.—susurro, doblando cuidadosamente la hoja.

—Lo sé, no me refiero a Lauren.—responde mi amiga.—A ella le quedó muy claro que no le iría bien
si te lastimaba.—dijo, apuntando al resto de mis amigas.—Nos encargaríamos de hacerla pagar.—
bromeo.—Pero a quien me refiero es a Hailee. Ya se que es mi sobrina, la adoro con todo mi corazón,
pero se está comportando como una niña inmadura y la verdad es que no me esperaba esto de
ella.—dice Dinah desconcertada.—Tampoco esperaba que recibiera la noticia con rosas y corazones,
pero no creí que te haría terminar algo que habías buscado por tanto tiempo: una relación real, con
una persona que te ama de verdad.

—Se que ni Normani, ni yo estábamos del todo de acuerdo sobre tu relación con Lauren,
principalmente por el hecho de que hablamos de una relación ilegal que te perjudicaría mayormente
a ti.—dijo Taylor, de brazos cruzados en una esquina de mi antigua habitación.—Y también debo
admitir que la subestime catalogándola como una adolescente hormonal que solo quería probar lo
que era estar con una mujer mayor.—comentó haciendo una mueca.—Me disculpo por eso, porque
finalmente ella nos demostró lo contrario. Por eso lo terminamos aceptando, porque poco a poco
vimos lo feliz que eras con ella, y como amigas lo único que deseamos es tu felicidad.

—Sabemos que siempre han sido Hailee y tu.—dice Selena, tomando mi mano.—Aunque nos han
tenido siempre, y a tu familia, y a Drew y su familia, no podemos negar que siempre han estado las
dos juntas. Han sido como mejores amigas desde siempre, y quizá eso haya lastimado mucho a
Hailee. Pero debes pensar en lo que es bueno para ti también. No siempre podemos hacer feliz a
todos.

—Lauren se irá a Oxford.—digo, levantando la carta.—Está despidiéndose de mi porque ha decidido


darme mi espacio.—suspiro, limpiando las lágrimas de mis mejillas.—Ella me dijo que regresará y
arreglará todo. Me pidió que la esperara, pero no sé que hacer.—sollozo.—No quiero que se vaya,
no quiero que este lejos de mi.

—No creas que será fácil para ella también, Mila.—susurra Normani.—Ella estará igual de
destrozada que tu, pero has sido tu quien la saco de su vida y ella está aceptándolo. Se irá, y lo único
que te pide es que la esperes. Quizá lo único que busca es hacer las cosas bien.

—Pero ella ha hecho las cosas bien, Mani.—respondo.—He sido yo quien no lo ha hecho bien, y la
he lastimado.

—Tu también lo estás.

—Por elección propia.—suspiro.—¿Les conté que ella me propuso matrimonio?—comento,


recordando aquella noche con una pequeña sonrisa en mi rostro.—Ella dijo que se trataba de una
pre-propuesta y que más adelante haría la verdadera.—acaricio las puntas de la hoja doblada.—Lo
recalcó en esta carta. Dijo que regresaría y sería su esposa, que no se rendiría. Que haría todo
porque estemos juntas. Lo único que quería de mi es que la espere.

—Y lo harás.—dijo firmemente Ally, que se había mantenido en silencio, escuchando.—Lo harás


Mila, porque mereces ser feliz. Estar con alguien que te ame con locura, que te haga sentir bien. Y
todas estamos conscientes que la única persona capaz de hacerte sentir de esa manera es Lauren.
Y también estamos conscientes de que es la única persona que deseas.

Sonrío y muevo mi cabeza en un asentimiento.

—Lo hago.—confirmo.

—¿Entonces por qué lo piensas tanto?—pregunta Selena.—Ella te pide que la esperes, y será difícil
de soportar, pero lo harás. Porque la amas y no quieres a nadie más que a esa sexy ojiverde.

—¡Oye!—golpeo su brazo, en broma.

—Lo siento, es que sus ojos son muy lindos.—susurra con el ceño fruncido y acariciando su brazo.

—¿Lo harás?—pregunta Ally.—¿La esperarás?

Suspiro, pensativa. Observo entre mis manos aquella carta. Ella me ha dado tanto, y realmente no
deseo estar con nadie más que no sea aquella hermosa ojiverde que me había cautivado desde el
primer momento. Sonrío melancólicamente recordando que el día de nuestro aniversario se
acercaba. Siento a Selena acariciar mi brazo y le sonrío. Finalmente asiento, respondiendo a las
preguntas de Ally.

—Lo haré.—respondo.—La esperaré lo que tenga que esperar.

Dinah salta de su lugar como un resorte.

—Me alegra escucharlo.—responde.—Ahora iré a patear el trasero de cierta morena que no me


tiene muy contenta.

***

Lauren's POV

Suspiro sintiendo el sudor recorrer mi cuerpo. Me siento realmente cansada mientras Patrick parece
estar de lo más lindo, saltando de un lado a otro con esa sonrisa en su rostro. Final mente se detiene
y va por las toallas, lanzándome una. Respiro con fuerza, quitándome los guantes de boxeo y
secando el sudor de mi cuerpo y me dejo caer de espaldas en la colchoneta del gimnasio.

—Estás muy enojada hermanita.—dice Patrick, bebiendo de su botella de agua mientras se acerca
a mi con otra botella entre sus manos que me extiende.—No lanzas bien tus golpes, puedes
estropearte la muñeca.

—Lo siento, no han sido los mejores cuatro meses y medio.—respondo, sentándome sobre la
colchoneta y bebiendo de la botella.—Gracias por ayudarme con esto.
—No es nada, es bueno poder patearte el trasero sin que mamá me regañe. —responde,
encogiéndose de hombros, sentado frente a mi.—¿Por qué no confiaste en mi?—pregunta de
repente, mirándome a los ojos.—Digo, te habría ayudado, lo sabes.—niega lentamente jugando con
sus pies contra la colchoneta.—Habría guardado el secreto, no se lo habría dicho a nadie. Ni a mamá
o papá... siempre te protegería.

—Lo sé Pat.—respondo, buscando su mirada que parece estar atenta al movimiento de sus pies en
la colchoneta.—No es que no confiara en ti, es solo que no sentía seguro que los demás supieran.
Sé que no habrías dicho nada, quizá solo no pensé en... decir algo.—agacho la mirada y una pequeña
sonrisa tira de mis labios.—Yo solo quería disfrutar el tenerla.

—La amas mucho.—dice.—Lo puedo ver. Cada vez que pasamos por su casa te quedas
observándola.

—La amo, y la extraño demasiado.

Él asiente.

—¿Realmente te marcharás?

—Si, lo necesito. Tengo que dejar que las cosas se apacigüen con Hailee, y darle tiempo a Camila.—
respondo.—Pero cuando regrese iré por ella, y la haré mi esposa.

Patrick suelta una pequeña carcajada.

—Siguiendo los pasos de papá.

—Insistiré hasta que me diga que si, es una promesa...

—Y un Jáuregui siempre cumple una promesa.—yo asiento, sonriéndole.—¿Cómo va tu discurso de


despedida?

—Bien, supongo.—respondo haciendo una mueca.—Ya no tengo a Hailee para que me diga lo
aburrida que soy.

—La extrañas a ella también.

—Si, la quiero mucho.—respondo.—Sé que quizá la lastime. Ella sufrió en su anterior instituto por
personas que la querían por su apellido.

—Y tu eras fan de su madre y tenías un gran crush en ella.—dice Patrick antes de darle otro sorbo a
su botella de agua.—Pensó que la utilizaste también, aún cuando te enteraste de que era hija de
Camila después de ser amigas.

—Si.—respondo en un asentimiento.—Me dijo que soy igual a todos aquellos idiotas de Miami.—
suspiro.—Sé que fue por el enojo, pero ya van más de cuatro meses y ella sigue enojada. No hay
manera de que me deje acercar a explicar... ella solo...

—Está cerrada en el enojo.


—Desde cuando eres tan... no sé.—bromeo, haciendo gestos con mi mano hacía él.

—¿Guapo?—pregunta, pasando la mano por su cabello.—Siempre lo he sido, no te sorprendas.—


bromea.—No, en serio.—dice, mirando directamente a mis ojos.—Supongo que es obra de Keana.—
se encoge de hombros.—Creo que me ha hecho capaz de prestar más atención a las cosas y poder...
ya sabes. Ser útil.

—Entonces habrá que agradecerle.—respondo, levantándome.—Ahora mueve tu trasero, que no


he acabado contigo.

—Ya quisieras hermanita.—responde Patrick, saltando de su lugar con una sonrisa.

Son las diez de la noche cuando finalmente estaciono mi auto en la acera de mi casa. Esta mañana
había despertado con el cuerpo magullado luego de todo el ejercicio que hice la tarde anterior junto
a mi hermano, sin embargo eso no me impidió saltar lo más pronto fuera de mi cama y pasar toda
la tarde lejos de casa. Claro que eso provocó que mi celular estuviera a poco de explotar por los
mensajes y llamadas, tanto de mis padres y hermanos, como de mis amigos. Lo único que fui capaz
de hacer fue responder a mis padres que me encontraba bien y que solo necesitaba estar sola, para
después apagar el celular.

Definitivamente no me quería encontrar con mis amigas, todas listas y muy guapas para el baile de
graduación. Ya había tenido suficiente de eso durante toda la semana en la que no dejaron de
fastidiarme. Finalmente entro en casa, notando el coro de voces proveniente de la cocina.

—¡Ahí estas idiota! Llevábamos rato esperándote en el baile y decidimos venir a buscarte.—es lo
primero que dice Vero al verme.—¿Por que llevas esa ropa? Ve a cambiarte que debemos volver
pronto.

Ruedo los ojos y me acerco a la nevera, sacando una botella de jugo.

—No iré.

—¡Vamos, Laur!—dice Kendall.—Te irás a Oxford al acabar el curso, al menos comparte con
nosotros esta noche.

Suspiro, dejando la botella sobre la encimera.

—Lo siento chicos, pero sigue siendo mi respuesta.

Megan lanzó un fuerte suspiro de frustración.

—Pueden todos dejarme un momento con mi hermana.— dice en un gruñido.—Ahora.


Uno a uno, mis amigos van saliendo de la cocina. Patrick me dio una mirada con la que me
confirmaba lo muy cabreada que estaba Megan.

—No cambiaré de opinión Meg.—le digo una vez que todos se han ido.

—Lauren no puedes simplemente renunciar al baile solo porque Hailee estará ahí.—dice Megan.

—Camila también estará.—digo en un susurro.—Ella forma parte del comité de padres.

—Mejor razón para asistir.

—No lo creo, además todos van en pareja y no quiero ser la amiga que va sola.—respondo.

—Bueno, para eso están las hermanas mayores.—dice, encogiéndose de hombros y sonriendo.—
Vamos Lau, el baile de graduación no se repite. Has decidido marcharte y eso no solo implica alejarte
de la mujer que amas, sino también de tus amigos y tu familia. Es una noche para compartir entre
todos. Pat irá con Kea, y yo te acompañaré a ti.

—Creí que estabas cabreada conmigo.

—Lo estoy.—responde con seriedad.—Pero te quiero demasiado como para enojarme contigo,
sabiendo que estás sufriendo.—me sonríe. —Ahora ve a alistarte.

—De acuerdo jefa.—respondo con una sonrisa.

Cuando llegamos a la escuela, se logra escuchar claramente la música desde el estacionamiento.


Megan me sonríe y enreda su brazo con el mío mientras caminamos junto a los demás chicos hacía
el interior de la escuela. El juego de luces me da directamente a la cara cuando entramos en el
gimnasio, provocando que entrecerrara mis ojos.

—Se ve mucho mejor que mi fiesta de graduación.—escucho decir a Megan.

Me encojo de hombros.

—Si, bueno...—suspiro.—Hailee fue la organizadora.

—Nosotras ayudamos.—dice Keana.

No presto atención a la plática que mantienen los demás. Mis ojos se deslizan de rostro en rostro
por todo el gimnasio. Suelto un suspiro de decepción al no encontrarla.

—Vamos a bailar Lau.—dice Megan, regalándome una sonrisa.

Le devuelvo la sonrisa y asiento, caminando junto a ella hacia nuestro grupo de amigos que se
encontraban ya bailando. Intento concentrarme en mis amigos y disfrutar junto a ellos, pero no
puedo evitar que mis ojos vuelvan a barrer el lugar en busca de ella.
Hailee se acerca un momento y habla con los demás mientras a mi me evita. Hago una mueca y
suspiro cuando nuestras miradas se chocan y ella la esquiva enseguida. Veo a Charlie acercarse con
las manos en los bolsillo de su pantalón y la corbata desarreglada, me sonríe.

—Ese traje te queda genial.—me dice.

Golpea su hombro con el mío.

—Lo sé, no me queda mal.—respondo. Lo observo unos segundos.—También te ves bien, seguro
serás elegido Rey esta noche.

—Tal vez.—responde con un encogimiento de hombros.—Hailee luce fantástica esta noche.

—Si, ella lo hace.—digo.

—Ella te extraña, solo que es demasiado orgullosa para aceptarlo.—dice.—Necesita tiempo.

—Y le daré todo el tiempo posible.—respondo.—Pero si cuando haya regresado las cosas no han
cambiado, no me importará pasar por sobre ella con tal de estar con Camila. Porque te aseguro
Charlie que cuando vuelva, me casaré con ella.

Charlie me sonríe.

—¿Y yo puedo ser tu padrino?

—Eso no lo dudes.—respondo con una sonrisa.

La música se detiene y la voz de la directora retumba por todo el gimnasio.

—Bueno chicos, ha llegado el momento que estaban esperando.—dice con una sonrisa.—Aquí
tengo los resultados de las votaciones del rey y reina del baila.

Charlie golpea mi hombro.

—Supongo que tengo que irme ahora.—dice señalando con la mirada a Hailee.—Esto es para ti.—
frunzo el ceño confundida.
—Qué?—pregunto y siento como Charlie intenta dejar un pequeño papel en mis manos.—Oh!

Él asiente y se marcha junto a Hailee. Observo el papel perfectamente doblado entre mis manos y
acaricio la marca del labial con una sonrisa.

—Y por elección de todos ustedes, el rey y reina del baile son...—levanto la mirada y mis ojos se
chocan con un par de hermosos ojos marrones que me observan con atención desde el otro lado
del gimnasio.—Hailee Steinfeld y Charlie Puth.—en el momento en que ambos son nombrados mis
amigos empiezan a saltar de emoción haciendo que perdiera de vista a Camila.
Rápidamente empiezo a moverme entre los estudiantes que celebran a sus reyes. Mis ojos se
mueven con desesperación en busca de Camila. Cuando consigo llegar al otro lado del gimnasio, ella
ha desaparecido, pero logro identificar a alguien más. Con gesto aburrido y un vaso rojo entre sus
manos está Josh Carver observando la coronación. Maldita sea, ese idiota no pierde tiempo, aunque
tampoco me sorprendería que haya sido idea de Hailee siendo que ha querido verlos juntos desde
que empezaron a trabajar en la adaptación del libro.

Decido salir del gimnasio y de toda esa bulla para poder leer la nota.

Podemos vernos un momento en el salón de música? Estaré esperándote durante la coronación.

Siempre tuya, Camila

Corro lo más rápido que puedo hasta el salón de música que se encuentra casi al otro extremo de la
escuela. Suspiro deteniéndome en la puerta y arreglo mejor mi ropa al igual que mi cabello.

Cuando entro, veo a Camila de pie frente al piano de cola jugando con un par de teclas. Me tomo
un par de segundos para apreciar lo hermosa que se ve. Llevaba meses sin poder estar a solas con
ella y lo único que deseo en este momento es tomarla entre mis brazos y besarla hasta quedarnos
sin aire, pero me controlo.

Cierro la puerta llamando su atención. Ella se gira lentamente y siento que no puedo lograr
controlarme más cuando veo esa hermosa sonrisa en su rostro. A paso apresurado camino hasta
ella, al igual que ella hacia mi, y abrazo su cintura, ella rodea mi cuello y nuestros labios se juntan
después de tanto tiempo de penitencia. Sus labios siguen igual de deliciosos y siento que he recaído
en una sobredosis. Nuestro beso no es tan delicado, más bien es necesitado. Mi lengua irrumpe en
su boca con desesperación, necesitándola. Nuestros suspiros mueren ahogados en los labios de la
otra. Ella acaricia mi espalda y mi nuca, acercándome todo lo posible a sus labios, no queriendo
separarse de mí.

Sin embargo llega ese maldito momento en el que debemos finalmente hacerlo. Poco a poco me
alejo de sus labios y voy a su mejilla, dejando besos por todo su rostro y bajando a su cuello. Hay
una necesidad ardiendo en mi de reclamarla, de que cuando regrese al gimnasio Josh pueda ver que
no tiene oportunidad alguna porque ella ya es mía.

—Lau...—jadea cuando hundo mi rostro en su escote. Toma mi rostro entre sus manos y deja
pequeños y cortos besos en mis labios.

—Te he extrañado tanto.—confieso.—Te necesito tanto.

—Yo también.—suspira.

—Que hace Josh aquí?

—Hailee lo invitó.—responde.—Pero te prometo que no esta pasando nada.

—En serio?
Ella sonríe y siento que me derrito.

—Por supuesto.—deja un beso en mis labios y toma mi mano, llevándome hasta la banca del
piano.—Te amo Lauren...—suspira, acariciando mi rostro.—Y te voy a esperar, tal como me lo
pediste en esa carta.

—Realmente lo harás?—pregunto emocionada.—Porque créeme que si regreso y te encuentro


casada, tendrás que divorciarte porque tu serás mi mujer.

—Eso es imposible, porque yo ya estoy comprometida.—sonríe.—Contigo.—me abraza y esconde


su rostro en mi cuello.—No quiero que te marches, me duele pensar que estaremos separadas. Pero
tu aceptaste mi estúpida decisión, así que es mi turno de aceptar tu decisión.

—Te falto decir "estúpida decisión". —bromeo.

Ella suelta una hermosa carcajada.

—Te amo tanto.—acaricio su cabello con mi nariz.—Y me gusta como se ve este traje en ti.—me
mira a los ojos.

—Ah, si?

—Si. Quiero que utilices uno igual en nuestra boda.

—Todo lo que tu quieras, mi amor.—ella sonríe.—También me gusta como te queda ese vestido.
Me encanta, en realidad. Incluso podríamos salir de aquí y casarnos esta misma noche... Espera.

Rápidamente Camila se endereza en su lugar y sostiene un dedo en alto.

—No, ni lo pienses. Quita esa mirada, no va a suceder esta noche.

—Sería como de películas, nos escaparíamos a nuestra Luna de Miel.

—Y tu graduación?

—Regresaría para la ceremonia y luego continuaríamos viajando y haciendo el amor por todos
lados.—respondo con un encogimiento de hombros.

—Estás realmente loca.—dice en una risita y besa mis labios.

—Eso te lo debo a ti.—respondo acariciando su mejilla.

—Gracias.—susurra.

—Por qué?

—Por ser tan comprensible. Por amarme aún después de hacerte sufrir. Por querer a Hailee aún
después de todo. Solo gracias por amarnos como lo haces, aún cuando te hemos lastimado.
—No debes agradecer algo que hago con gusto.—respondo.

Mi teléfono empieza a vibrar en mi bolsillo y lo saco rápidamente para encontrarme con un mensaje
de Charlie diciendo que se nos acaba el tiempo.

—Es hora de volver a la realidad.—susurra Camila, besando mi mejilla para después levantarse.—
Supongo que no nos veremos por un tiempo.—suspira, tomando mi rostro entre sus manos.—Pero
recuerda siempre que estaré esperándote, y siempre te seré fiel. Porque no anhelo otros labios que
no sean los tuyos, y no quiero otras manos acariciándome. Te amo, y estaré con mi mano extendida
esperando por ese anillo.

Sonrío.

—Y será el más hermoso que alguna vez hayas visto.—respondo.—También te amo, y no dudes de
mi fidelidad por ti. Eres la mujer de mi vida.

Me da un último beso antes de empezar a alejarse de mi. Cuando la puerta se cierra y ella se marcha,
me siento solo un poco mejor de lo que me había sentido los últimos meses. Puedo sentir como
poco a poco las piezas de mi corazón van volviendo a encajar. Porque ella me ama, y mientras ella
me siga amando, mi corazón seguirá reconstruyéndose.

***

Capítulo final

Lauren's POV

Los últimos meses parecían haber transcurrido de una manera tan ridículamente lenta, que me
fueron insoportables. Había sido así desde la noche en que Hailee nos descubrió a su madre y a mi
besándonos en la cocina de su casa. Aquella noche que parecía otra noche normal, terminó siendo
la peor de toda mi vida. No solo perdí a la mujer que amo, sino también a una de las personas que
llegó a tomar mucha importancia en mi vida. Hailee me detestaba desde entonces, y no sé si podría
culparla. Ella tiene razón, la engañé. Aunque no de la manera que ella piensa. Claramente ella sabía
que yo desconocía que Camila era su madre cuando la conocí, si n embargo, está demasiado
cabreada conmigo como para escucharme.

En los últimos días intenté acercarme a ella para poder despedirme, pero siempre parece estar
ocupada, demasiado enojada, o simplemente hace como si no notara mi presencia. Así que mi
última noche en casa había llegado, y decirle "adiós" había sido una tarea imposible.

Finalmente, me rendí. Decidí no molestarla más.


—¿Te llevarás todos tus libros? —escucho a Megan preguntarme desde el otro lado de mi
habitación, cerca de mi pequeño librero.

—Es probable. —respondo. —Ahora estoy llevando los últimos títulos y mis favoritos. Después
pueden enviarme los otros si los necesito.

Ella asiente mientras continúa ordenando en orden alfabético los libros que quedaban.

—¿Estás segura que no quieres cambiar la hora del vuelo? —repite la pregunta que llevaba
haciéndome por más de una semana.

—Estoy segura. —respondo.

—Bueno. —suspira. —No puedes negar que lo intenté.

Le sonrío mientras continúo empacando mi ropa. Llevaba un par de días en esta tarea de ir
guardando poco a poco lo que llevaría conmigo a Oxford.

—¿No intentarás despedirte de Hailee?

—Lo he intentado toda esta semana. Cada que me ve llegar, huye. Y si se queda, hace como si no
notara mi presencia.

—Oh. —es lo único que dice. —¿Y de Camila? —pregunta con cuidado.

Suspiro y dejo una de mis chaquetas sobre la cama.

—Estaba pensando ir a verla esta noche.

—¿Y qué esperas? —pregunta saltando a mi cama. —Ve a verla.

Sonrío y me dejo caer en mi cama.

—No lo sé. —respondo. —Siento que, si la voy a ver, me retractaré de mi decisión y no querré irme.

—Con más razón tienes que ir a verla ahora. —dice Megan enseguida de manera divertida. —A ver
si te das cuenta de que tu idea es estúpida y te quedas.

—No es gracioso Meg.—digo y le lanzo una almohada.

Ella me lanza la almohada de regreso y rueda los ojos.

—Ve ahora, si yo fuera Camila no te perdonaría el que no te despidieras.

—Tienes razón.

—Siempre la tengo, soy la mayor.—dice arrogante.


Ruedo los ojos y vuelvo a lanzarle la almohada antes de salir corriendo entre risas.

—IDIOTA.

No me atrevo a golpear la puerta. Sé que Hailee no está ahora y por eso he decido llegar hasta la
puerta principal como una persona normal, en una visita normal a su vecina. Pero sé que no es así.
Está no es una visita normal, es una despedida. Una despedida demasiado dolorosa.

Con mi mano temblorosa toco el timbre y puedo escucharlo resonar en el interior. Escucho también
el grito de Camila con un "ahora voy", y luego sus apresurados pasos acercándose a la puerta.

—Lauren. —dice en un susurro.

No sé por qué, pero me quedo paralizada de pie frente a ella en la entrada de su casa. No sé que
decir que no haya dicho ya, no sé como actuar ahora. No sé de que manera despedirme. No sé como
estoy siendo capaz de alejarme de ella, aún cuando siento que cada segundo solo lejos de ella solo
consigue abrir más la herida en mi corazón.

—Yo...—empiezo a jugar con las mangas de mi suéter sin saber que más decir. —Yo...

Ella suelta una pequena carcajada y se arrima al marco de la puerta, jugando con la manija.

—¿Tú?

Sonrío y agacho la mirada, sintiendo mis mejillas ruborizarse.

—Lo siento, yo solo...—suspiro. —Quería decir... hasta pronto.

Su sonrisa tiembla y se abraza a si mismo.

—Oh. —dice en un susurro. —Creí que te vería en la ceremonia de graduación mañana.

—No, yo... ammm...—suspiro.—Yo decidí no asistir. Mi padre ya programó mi vuelo.

—Pero ¿y el discurso? Estabas emocionada por darlo.


—Lo sé.—sonrío.—Lucy lo leerá por mi.

Ella niega.

—No será lo mismo.

—Lo sé.—respondo.

Nos quedamos en silencio, y es la primera vez en que siento un incómodo silencio con Camila.

—¿Por qué has decidido no ir?—pregunta insistente, y sonrío porque me recuerda a Megan.

—Simplemente no quiero hacerlo.—respondo y me encojo de hombros.

Ella asiente, pero puedo notar como la noticia la ha molestado porque tiene el ceño ligeramente
fruncido de aquella manera tan hermosa y tierna, pero que a la vez logra asustarme un poco.

—¿Es tu decisión final?—pregunta con seriedad.

—Lo es.—respondo simplemente.

—De acuerdo.—noto como aprieta la mandíbula y se que tiene ganas de regañarme, así que solo
espero en silencio.—Quiero que te quede claro que no es algo que me ponga feliz.—dice.—Pero
tendré que respetarlo aún cuando me moleste mucho y lo único que de seo es golpearte por esto.

—Camz...

—Supongo entonces que ésta es la despedida.—suspira.—Mi promesa sigue intacta.—dice.—Te


esperaré lo que tenga que esperar, pero necesito que vuelvas pronto a mi.

No logro resistirme más, y voy a sus brazos. Ella rodea mi cuello a la vez que la estrujo entre mis
brazos, tratando de sentirla lo más cerca posible y de que su aroma quede impregnado en mi. No
soy lo suficientemente fuerte como para alejarme de ella, lo intento pero se me hace imposible.

—Regresaré pronto.—respondo.—No sé como seré capaz de vivir lejos de ti.


Ella sonríe con un par de lágrimas en sus ojos.

—Te amo.

Por un instante olvido que estoy a horas de tomar un vuelo lejos de casa, lejos de ella, y me permito
concentrarme en el momento, en esas dos pequeñas palabras que me envuelven en una atmósfera
de felicidad.

Solo por este momento me permito olvidar nuestra realidad, y solo me aferro a su cuerpo.

—Te amo.

***

Hailee's POV

Escucho con poco interés como la directora Lovato empieza el discurso sobre el nuevo grupo de
graduados. Mi atención está en la ausencia de cierto grupo de chicos. La directora carraspea y yo
trato de enfocarme en lo que dice, pero es inevitable al no saber dónde se encuentran tanto la
ojiverde, como nuestro grupo de amigos. Esto solo causa preocupación en mi interior.

Suspiro cuando escucho la puerta del gran salón abrirse y un apresurado Charlie entra colocándose
la toga, seguido por todos los demás. Excepto Lauren. Escucho risas de mis otros compañeros ante
las palabras que la directora les ha dedicado a mis amigos atrasados, para luego continuar con su
discurso.

Charlie se sienta junto a mí y deja un beso en mi mejilla.

—Lamento la tardanza. —dice en un exhausto susurro.

—¿Dónde estaban? —pregunto, y me guardo la curiosidad de preguntar acerca de Lauren.

—En casa de Lauren. —es lo único que dice, para después concentrarse en las palabras de la
directora.

Kendall se sienta por delante de nosotros, junto a Gigi. Ambas me ven y me regalan una pequeña
sonrisa, y sé que me ocultan algo. Miro a Charlie con insistencia, pero él ni se inmuta.
Disimuladamente dirijo mi mirada a la puerta, esperando que Lauren entre por ella. Pero eso no
sucede.

—Ella no vendrá. —escucho a Charlie susurrar.

—¿Qué? —digo tratando de sonar indiferente mientras intento prestar atención al subdirector que
ha tomado ahora el micrófono.

—Ella está a punto de irse a Londres. —dice, manteniendo su mirada en el escenario.

—¿Qué? —esta vez mi voz tiembla y siento como mi corazón empieza agitarse ansiosamente.
Centro mi atención en las palmas de mis manos, observando cautelosamente las uñas de mis dedos
que tiemblan junto con todo mi cuerpo.
—Ella se va Hailee. Tomó la decisión de estudiar en Oxford, y no es seguro que vuelva tan pronto.
—susurra mi novio, tomando una de mis manos entre las suyas, con la intención de calmarme. —
Trató de despedirse de ti, pero la rechazaste.

Lo miro conmocionada por la noticia, sintiendo un pequeño nudo formarse en mi garganta. Él da un


apretón en mi mano y deja un pequeño beso en mi meji lla.

—Pero ella tiene que dar el discurso de despedida. —digo, tratando de convencerlo de que era
imposible que ella se estuviese yendo ahora. Ella trabajó mucho en ese discurso, me fastidió muchas
veces porque lo escuchara para saber si estaba bien, no era justo que ahora no sea ella quien lo lea.

—Ella le ha dado a Lucy su discurso. —responde con un encogimiento de hombros.

Mi mirada vuelve al escenario donde el subdirector está a punto de comenzar a llamar al primer
estudiante a recibir su diploma, sin embargo, yo me apresuro y salto de mi asiento como un resorte.

—¡ALTO! —grito, llamando la atención de todos.

Mis amigos y compañeros de clase me observan con gestos de confusión grabadas en sus rostros,
al igual que los maestros y los padres de familia presentes en la ceremonia. Sin embargo, yo no les
doy importancia y empiezo a moverme fuera de mi columna.

—Haiz ¿A dónde vas? —me pregunta Charlie, tomándome del brazo antes de alejarme por completo
de él.

Le sonrió.

—A detenerla y disculparme con ella. —respondo.

Él sonríe y un brillo se refleja en su mirada, sé que está feliz por la decisión que he tomado.

—Entonces corre, que puedes llegar a tiempo. Su vuelo está programado para salir en
aproximadamente una hora. —dice revisando su reloj.

—Cruza los dedos.

Me alejo de él mientras escucho como la directora se disculpa a través del micrófono y pide unos
minutos. Entonces, corro como una pequeña asustada hacia mi padre, sabiendo que él podría
ayudarme a solucionar todo.

—Hey cariño. —mi padre se detiene frente a mí y me toma de los hombros. Sus ojos se centran en
los míos. —¿Está todo bien? —pregunta cautelosamente y yo le respondo con un movimiento de
cabeza en negativo.

—Haiz ¿Qué estás haciendo? —pregunta mi madre llegando hasta nosotros.

Mis ojos van directamente a los suyos y puedo apreciar en esa mirada marrón una fuerte carga de
tristeza, tristeza que yo he provocado. Es una gran tristeza la que, tanto sus ojos, como su corazón,
reflejan, y no puedo evitar sentirme mal por eso. Porque sé que ella está al tanto de la locura que
cometerá Lauren yéndose lejos de nosotras, pero que aun así ella no ha impedido por mí. Porque
me quiere demasiado y ha decidido ser infeliz porque yo la he orillado a ese lugar, porque yo me he
negado a su felicidad junto a mi mejor amiga, obligándola aceptar que la persona que ama se aleje
de ella para siempre.

—Tengo que hablar con papá. —suelto en un tono algo rudo, y ella se sorprende al igual que yo, sin
embargo, asiente y se aleja de nosotros.

Quiero decirle que no estoy enojada con ella, que no era mi intención hablarle de esa manera pues
con la única persona que en estos momentos estoy enojada, es conmigo misma por ser capaz de
dañar a dos de las personas más importantes en mi vida. Estoy tan cabreada por lo idiota que he
sido estos últimos meses viendo el desánimo y la falta de brillo en los ojos de mi madre, ese brillo
peculiar que estuvo en su mirada por casi un año, el año que estuvieron juntas. Estoy tan cabreada
por haber alejado a Lauren de nuestras vidas y haberla orillado a tomar la estúpida decisión de
marcharse.

Sin embargo, no le digo nada.

—¿Qué sucede pequeña? —vuelve a preguntar mi padre una vez nos alejamos. Usa ese tono lleno
de ternura que utiliza con Jake y conmigo.

—Necesito que pauses la ceremonia por un tiempo papá.

—Pero cariño, yo no puedo hacer eso.

—Es importante que lo hagas. Acabo de enterarme que Lauren está por tomar un vuelo a Londres y
no puedo permitir que se vaya.

Él sonríe.

—¿Has entrado en razón?

—Tal parece todos apoyan la relación menos yo. Creo que he sido la carcelera de mi madre, la
malvada bruja en su historia de amor. —digo haciendo una mueca.

—Te sentías traicionada, cariño. No eres la mala. Tu mamá entiende eso, pero sabes muy bien que
ella merece ser feliz también.

—Lo sé, no hice mucho al respecto siendo que yo también deseo que sea feliz. —suspiro. —Las
separé. Hice que rompieran sus corazones y cause en ambas una profunda tristeza.

—A todos nos llevó tiempo asimilar la noticia. Sin embargo, teniendo a Nina como gran defensora
de la relación, y de la felicidad de tu madre, me ayudó a entender. Estuve preocupado e incluso en
desacuerdo, pero verlas juntas me hizo entender que quizás Lauren es una adolescente, pero es la
adolescente que hace feliz a tu madre y es lo que me importó. Además, sabes muy bien que Lauren
me agradó completamente desde el inicio, cuidaba de ti por mí.

—Lo sé papá, a veces era más fastidiosa que tú y es por eso que debo detenerla. Ella tiene que llegar
a la ceremonia y presentar su discurso, y quedarse con mamá.

Él suspira y asiente lentamente.


—De acuerdo. —responde. —Vete ahora, detendré lo más que pueda la ceremonia.

—Gracias papá. —suelto un gritito de emoción. —Iré por mamá.

—Haiz detén el auto, por favor.

Niego a la petición que lleva repitiéndome un buen rato, y me concentro en conducir lo más rápido
posible, mientras intento llamar a Lauren.

—Mamá, si vuelvo a marcar su número y no me contesta, la mataré. —gruño por enésima vez
mientras vuelvo a marcar el número de la ojiverde. —Te prometo que, si sube a ese avión, iré
personalmente a Oxford y le patearé el trasero, y te la traeré de regreso. —mamá suelta una
pequeña risa a mi lado. Vuelve a pedirme que me detenga pero la ignoro y continuo. —Lo siento. —
digo después de unos minutos en silencio. —Lamento haberlas separado. Yo... estaba muy enojada,
pero fui muy tonta e inmadura. Las quiero a ambas, y me dolía verlas sufrir, pero creía que mi enojo
era justificado. Yo no pensé que ella había decido marcharse...—suspiro. —Eso era lo que quería,
que se alejara. Pero ahora que está a punto de hacerlo, me siento completamente estúpida por lo
que les he hecho. —le doy una rápida mirada, mis ojos llenos de lágrimas retenidas. —Y por eso
necesito saber que me perdonas.

Ella suspira, pegando su cabeza al asiento.

—Detén el auto. —pide nuevamente. Lo repite como si de un mantra se tratara.

—No puedo mamá, debemos llegar antes de que ella se haya ido. —niego, limpiando rápidamente
un par de lágrimas. —Debemos detenerla, quiero que seas feliz.

—Haiz, debes detener ahora el auto. —vuelve a pedirme con un tono cariñoso.

—Estamos a poco de llegar mamá.

Ella se queda callada por unos segundos, mientras esperamos en el tráfico. Golpeo con
desesperación el volante del auto y empiezo a tocar la bocina, lanzando gruñidos de frustración.

—Ella ya se fue. —escucho el susurro de mi madre.

—¿Qué? —pregunto enseguida.

—Ella ya se fue. —repite. —Ya no hay tiempo.

—No mamá, aún estamos a tiempo. —replico enseguida y acelero cuando los autos delante de
nosotras finalmente empiezan a moverse. Ella suspira y acaricia mi mano sobre la palanca. —Charlie
me dijo que tenía planeado su vuelo dentro de una hora. Aún tenemos tiempo de llegar al hangar.

—Ella lo adelantó, Haiz. Me envió un texto de despedida cuando abordó el Jet, poco antes de que
los chicos llegaran al gimnasio. —dice y acaricia mi mano. —Por favor, detén el auto. —pide en un
susurro casi imperceptible.
Hago lo que me pide y suspiro con mis manos apretando el volante. Ambas nos mantenemos en
silencio. Mi cabeza reposa en el asiento mientras trato de deshacerme del nudo que se ha formado
en mi garganta.

—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunto. —¿Por qué, si sabías que planeaba marcharse, no me lo
dijiste?

—Porque te había prometido que no la volvería a ver. —responde.

Suspiro dando un apretón al volante, enojada.

—Lo siento mamá. —digo en un sollozo. —Lamento haberlas alejado. —siento como acaricia mi
cabeza. Ella se mantiene en silencio. —Tenemos que ir por ella. —digo decidida. —Debemos ir a
Oxford por ella.

—No podemos cariño.

—¿Por qué no? —pregunto enseguida.

—Porque, así como ella nos dio nuestro espacio, ella me pidió que entendiera su decisión.

—¿Entonces solo la dejarás ir? —pregunto con enojo.

Ella niega y me da una sonrisa cargada de tristeza.

—La esperaré, se lo prometí.

Le doy una mirada llena de confusión mientras ella mantiene esa sonrisa en su rostro. Una maldita
sonrisa llena de tristeza. Estaba a punto de decir algo cuando mi celular empezó a sonar.
Rápidamente lo tomo entre mis manos y observo el nombre que se refleja en él. Parpadeo un par
de veces, sintiendo la garganta seca, y vuelvo a leer el nombre de la ojiverde.

—¿Se puede saber en qué demonios estás pensando para irte de esa maldita manera, Michelle? —
respondo enojada y no presto atención al regaño de mi madre por mi vocabulario.

—Woow. —suspira. —Cuántas palabras has aprendido últimamente. —bromea, soltando una
pequeña risita al otro lado.

—¡No estoy bromeando idiota! —gruño. —Más te vale que ese avión este dando la vuelta de
regreso a Nueva York o te prometo que iré hasta Oxford y traeré tu pálido trasero de vuelta a casa
sin importar lo que mi madre y tu hayan decidido. —mi madre vuelve a llamarme la atención, pero
no hago caso a sus palabras.

—Haiz... —intenta hablar, pero la interrumpo.

—Es que eres una imbécil, Jáuregui ¡¿Cómo se te ocurre tomar una decisión tan estúpida como
esa?! —pregunto frustrada. —¡Se supone que iríamos a Columbia! Sé que no he estado receptiva a
tus explicaciones y te he evitado como si tuvieras la peste, pero te juro que esta e stupidez de
mantenerte alejada de mi madre se me iba a pasar. Quizá no estaba trabajando bien en eso, tal vez
se me pasaba durante nuestro primer año en la universidad, ¡no lo sé! Pero se me iba a pasar. —
lanzo otro suspiro. —¡Pero no! A la señorita no se le ocurrió otra forma de llamar mi atención que
largándose a no sé cuántos miles de millas de distancia. Y ahora estás a no sé cuántos pies de altura
y... —me detengo abruptamente, separando el aparato de mi oreja y observando la pantalla. —
¡Espera! estás llamándome de tu teléfono ¡¿Cómo malditamente estas llamándome desde el
avión?! —mi madre me observa en silencio.

—Yo puedo responder a eso si me dejas hablar. —dice con rapidez.

—Está bien, supongo que puedo gritarte después. Ahora responde ¿dónde estás? —pregunto,
poniendo la llamada en altavoz.

—La pregunta realmente es ¿dónde estás tú? —dice y puedo imaginármela con esa estúpida sonrisa.
—Los chicos y yo estamos esperando a que regreses a la escuela para poder continuar la ceremonia.
—miro a mi madre confundida. —Tienen que llegar pronto o se acabaran las hamburguesas que tu
padre pidió para poder atrasar la graduación. Acaban de llegar y todo el mundo ha saltado por ellas.
Le he guardado unas dos a Camz... ammm y a ti también.

—Espera un minuto tu... ¿Estás en la escuela?

—Duh, ¿en qué otra parte si no? ¡Es nuestra graduación!

—¡Ah! no lo sé, idiota ¡Quizá volando lejos de aquí!

Ella ríe.

—¡Oh, eso! Bueno, ¿qué tal si regresan pronto y les explico?

—Estaré ahí lo más rápido posible para poder darte tu paliza, tarada.

—Siempre tan dulce. —susurra. —Te veo acá.

—¡Ah! Y ¿Lauren? —pregunto conteniendo la respiración.

—¿Sí? —responde, y puedo reconocer el nerviosismo en su voz.

—Te extrañé. —contesto en un susurro.

Ella se queda en silencio unos segundos al otro lado del teléfono. Miro a mi madre y ella me sonríe,
pero esta vez no es esa sonrisa triste que llevaba en su rostro últimamente. No. Ahora vuelve a llevar
esa sonrisa maravillosamente brillante que había desaparecido de su rostro.

—Y yo a ti, H.

Cuando finalmente llegamos a la escuela, siento como mis manos vuelven a temblar. Sin embargo,
está vez la razón es que me siento una completa estúpida y tengo miedo. Tengo mucho miedo ver
a Lauren. No sé que decir exactamente porque la verdad es que todo lo que ha sucedido es mi culpa.
Tengo miedo que ahora sea ella quien no me quiera ver y me evite de la manera en la que yo hice
con ella.
—Haiz.—escucho el susurro de mi madre y siento sus caricias en mi espalda.

—Mamá, nunca me respondiste si me perdonabas.—susurro sin verla, apretando el volante llena


de miedo por su respuesta.

—Cariño, mírame por favor. —me toma del mentón. —Claro que te perdono. —responde y siento
un alivio invadir mi cuerpo, así como las lágrimas que empiezan a recorrer mi rostro si n permiso
alguno. —No llores mi pequeña, te perdono. —seca mis lágrimas mientras repite esas dos últimas
palabras y me abraza. —Está todo bien.

—Crees que ella me perdone.—le pregunto.

—Estoy segura de que lo hará.—responde.—Pero debes salir para averiguarlo.—llevo mi mirada


hasta Lauren que está recostada sobre una camioneta a unos pocos metros de nosotras. —Vamos.—
susurra antes de salir, y se que está emocionada por saber que la ojiverde sigue aquí.

Suspiro y bajo del auto para seguir a mi madre de cerca, que parece querer correr hasta Lauren y
saltar a sus brazos. Una sonrisa se forma en mi rostro al notar que mi madre parece una tonta
adolescente enamorada. Pero ella no es una adolescente. Ella es una mujer que se ha enamorado
profundamente. Es una mujer que ha conocido finalmente a su verdadero amor.

Todo se reproduce frente a mi como si se tratara de una película de romance, y yo fuese una
espectadora en el cine. Mi madre finalmente llega hasta la ojiverde y, como lo premeditaba, se lanza
a sus brazos, y ambas se aferran a la otra. Me detengo a medio camino y las observo, sintiéndome
una intrusa en ese momento. La sonrisa de Lauren parece hacerla brillar de una manera
indescriptible, como toda una tonta enamorada.

Tengo ganas de llorar frente a la escena de ambas tocándose los rostros mientras se miran
fijamente, como si aquello se tratara de un sueno para ambas. Río al ver a Lauren estrujar a mi
madre, como si deseara pegarse a ella, y decido acercarme para evitar que la ahogue.

—Creí que ya te habías ido.—escucho a mi madre entre hipidos.—Me llego tu mensaje.

—No pude hacerlo.—responde Lauren.—Estuve en el jet, estuve a punto de irme, pero no pude.
Detuve todo y vine enseguida hacia acá. No puedo alejarme de ti, Camz. Es estadísticamente
imposible que sobreviva sin ti.

—¿Ah, si?—pregunta mi madre en un tono juguetón. Lauren asiente.—Es bueno saberlo.

No sé que decir o que hacer. No deseo interrumpir el momento que están teniendo, así que me
quedo de pie cerca de ellas, esperando el momento adecuado. Lauren vuelve a estrujar a mi madre
y esa sola acción me hace sonreír llena de ternura. Mamá esconde el rostro en el cuello de la
ojiverde, mientras ésta besa su cabeza. Puedo imaginar lo que mi madre está sintiendo en ese
momento, seguramente es lo mismo que yo siento cuando Charlie me abraza de esa manera. Me
siento segura y feliz.

Estoy tan distraída en ese pensamiento que no noto la mirada de Lauren sobre mi.

—Haiz.—ella susurra llamando mi atención.

Rápidamente carraspeo. Sé que es mi turno de decir algo, pero no sé como empezar.

—Ammm...—suspiro. No sé que decir, así que simplemente me cruzo de brazos y frunzo el ceño.—
¿Se puede saber como se te llegó a ocurrir esa estúpida idea de largarte?

—Hailee.—escucho a mi madre.

—Ahora no mamá, esto es culpa de la tonta que tienes por novia. —respondo al regaño de mi
madre.

Lauren sonríe.

—Tienes razón, fue una estúpida idea.—responde ella.

—¡Exacto!—exclamo en acuerdo.—Es bueno que tengas en cuenta lo idiota que eres a veces.

—Gracias H.—dice sin dejar de sonreír.

Me quedo en silencio, sintiéndome fuera de lugar mientras ellas parecen tener una conversación
con la mirada.

—Les daré unos segundos a solas.—dice mamá antes de dejar un beso en la mejilla de Lauren y
alejarse de nosotras.

Veo a Lauren suspirar como una completa estúpida, y es que ahora soy capaz de ver claramente lo
enamorada que ella está de mi madre.

—Oye yo...

—Escucha...
Ambas hablamos a la vez. Lauren me mira con una ceja elevada y una sonrisa divertida, antes de
dejar escapar una sonora carcajada, a la cual yo le sigo.

—Tu primero.—me dice.

—Oh, sí. Claro.—susurro.—Yo primero.—carraspeo y llevo un mechón detrás de mi oreja.—La


verdad no sé como hacer esto.

—Solo dime lo que necesitas decir.

Suspiro.

—Bien.—susurro.—Lo siento.—confieso.—Fui una total y completamente tonta e inmadura.

—Lo fuiste.—acepta ella.

—¡Oye!—digo indignada, cruzándome brazos.—No debías estar de acuerdo con eso.

Ella suelta una carcajada.

—Está bien, no fuiste tonta ni inmadura ¿mejor?

—Si, mucho mejor.—respondo y sonrío.—¿Me perdonas?

—No podría no hacerlo.—contesta y me abraza.—¿Tu me perdonas a mi?

Niego y escondo mi rostro en su cuello.

—No tengo nada que perdonarte.—digo encogiéndome de hombros.—Haces feliz a mi madre, es lo


único que me importa. Podemos hablar mejor las cosas en otro momento. Lo único que necesitaba
ahora, era que te quedaras porque no podía permitirme lastimar más a mi madre.

—Gracias.—susurra.

—Gracias a ti.—le respondo.—No sabía si me perdonarían, pero lo han hecho aun cuando yo las
obligué a separarse.

—Bueno, Haiz.—empieza.—Es difícil estar molesta contigo. Además estabas a punto de hacer una
dramática, cursi y cliché escena yendo a detener mi vuelo.—dice de manera burlona.

—No te rías de mi.—gruño.

—No lo hago. —responde, pero puedo notar como la comisura de su labio lucha por no elevarse en
una sonrisa burlona.
—Si lo llegas a hacer, te revoco mi permiso para salir con mi madre.

—Está bien, está bien.—dice con seriedad.—No me burlo.

Sonrío satisfecha.

—De acuerdo.

Ella vuelve a sonreír, fácilmente se la podría confundir con una pequeña niña rodeada de sus
juguetes favoritos.

—Entonces ¿soy la novia de tu madre?

Me encojo de hombros.

—Eso ya es entre ustedes dos.—respondo.

—De acuerdo.—dice.

—De acuerdo.—repito y me contagio con su sonrisa.

Veo a mi madre acercarse cuidadosamente.

—Todo está bien con ustedes dos?—pregunta.

Sonrío y asiento.

—Todo muy bien mamá.—respondo.

—¡Excelente!—responde Lauren.—Hailee me ha dado consentimiento de poder besarte cuando


quiera.—dice la ojiverde, tomando a mi madre de la cintura.

—Hey, hey.—llamo la atención de ambas.—Solo dejen que me acostumbre a esto.—mamá suelta


una carcajada llena de felicidad, y eso calienta mi corazón.—Creo que les daré su tiempo a solas,
Lauren parece necesitarlo.—bromeo al ver a la ojiverde repartir besos en la mejilla de mi madre.—
Estaré dentro esperando aburrirme con tu discurso.—Lauren ríe y niega.

—Gracias.—leo los labios de mamá.

Les sonrío y empiezo a alejarme.

—Las quiero a ambas.—les digo con unas inmensas ganas de llorar invadiéndome de nuevo.

—Y nosotras a ti, H.—responde Lauren.

Antes de entrar en la escuela me giro para verlas. Lauren tiene a mi madre entre sus brazos dando
vueltas, soltando grandes carcajadas que estoy segura todos dentro son capaces de escucharlas y
saber lo felices que ambas están. Finalmente, Lauren se detiene y se besan. Y lo único que siento al
ver esa escena, es felicidad pura. Tal vez me acostumbre a esto más rápido de lo que pensaba.

Sonrío.

—Tal vez.

Epílogo

Lauren's POV

Cuando era pequeña y mi madre me hacía ver esas típicas películas de princesas de Disney, nunca
me llegaron a gustar realmente, al menos no como a mi hermana. Ella se sentía identificada con las
princesas que eran rescatadas por su príncipes azules, mientras yo pensaba en lo genial que sería
ser un príncipe azul, un héroe, y rescatar, con espada en mano y un fiel corcel, a mi bonita princesa
del peligro. Si la Bella Durmiente precisaba de un beso para despertar de su letargo, yo quería ser el
príncipe que la despertara. Si Blancanieves necesitaba de un beso de amor verdadero para romper
el hechizo, quería ser su amor verdadero. No había entendido porque razón los chicos no me
llamaban la atención de pequeña.

Con el tiempo dejaron de ser las princesas y se convirtieron en niñas reales. Primero fue Chloe, una
de mis vecinas de la infancia. Recuerdo que tenía tan solo 6 años y lo primero que me llamó la
atención de ella fue su cabello rubio, y su linda e inocente sonrisa. Sin embargo, ella tuvo su primer
crush con Patrick, y finalmente terminó mudándose junto a su familia al otro extremo del país.
Entonces, empecé a notar que los niños no me agradaban de la manera en que las niñas lo hacían.
Mi madre decía que con el tiempo eso cambiaría, pero en realidad eso nunca sucedido.
Lo que si sucedió es que llegué a la adolescencia, y me enamoré terriblemente de una mujer a la
que empecé a conocer a través de sus palabras y una diminuta fotografía al reverso de su primer
libro. La misma mujer que terminó siendo la madre de mi mejor amiga, y que en pocas horas se
convertirá finalmente en mi esposa.

—Lauren.—escucho el susurro de Hailee detrás de mi.

Me detengo y suelto el aire. Estaba tratando de ser silenciosa para poder llegar hasta la habitación
donde estaba Camila alistándose, pero tal vez he perdido la práctica. Hailee me mira con el ceño
fruncido y yo solo le sonrío. Mis ojos se dirigen rápidamente al peque ño bulto que sostiene entre
sus brazos y siento mi corazón acelerarse de emoción.

—Estaba buscándola a ella.—respondo, acercándome.

Hailee me da una mirada desconfiada.

—Ya te he dicho que no puedes ver a mamá hasta la boda.—repitió.—Se supone que es de mala
suerte.

—Bueno ya.—respondo.—Mejor dame a mi hija.

Hailee sonríe y niega, alejando a Amelia de mi. La pequeña suelta un risita al ver mi puchero y
empieza a balbucear.

—¿Quieres ir con Mamá, Amy?—pregunta Hailee a la pequeña que soltaba carcajadas acompañadas
de unas palmaditas.—Eso significa que está bien en los brazos de su hermana mayor, Laur.

Ruedo los ojos y extiendo los brazos hacia mi bebé, que enseguida se lanza a mi. Hailee gruñe y yo
le sonrío victoriosa.

—¿Qué te puedo decir?—pregunto engreída.—Ella me prefiere a mi, así como tu madre.

—Auch.—se cruza de brazos.—Golpe bajo. Eso dolió, Jáuregui.

Amelia lanzó una fuerte carcajada al ver la expresión de Hailee, y empezó nuevamente con el
balbuceo, manchándome la manga de la camisa con su baba. Parecía estar diciéndole algo
realmente importante a su hermana mayor porque veía a Hailee con toda la seriedad que podía
tener una niña de ocho meses.

—Lo sé, peque. Tu madre es malvada.—le respondió Hailee, fingiendo entender lo que Amelia le
decía.

—Estoy segura que mi hija jamás diría eso de mi.—refunfuño mientras ellas continúan en su
conversación, y yo las admiro con una sonrisa.
—Hasta ella se da cuenta de que quieres tener la atención de mamá solo en ti.—bromea Hailee.

—Eso no es cierto.—contraataco.

—Si es cierto, todos lo notan.—dice Dinah pasando detrás de mi.

Bufo y me encojo de hombros, siguiendo a la alta rubia hasta la cocina, con Hailee detrás de mi.

—Tía D, Lauren estuvo a punto de ir a la habitación de mamá.—dice Hailee.

—¿Que no has escuchado que es de mala suerte verse antes de la boda?—pregunta con seriedad.—
O es que tanto sexo desenfrenado te ha averiado el cerebro.

Cubro los oídos de Amelia mientras le doy una mirada asesina a Dinah y escucho la fuerte carcajada
de Hailee.

—Hay pequeñas presentes, DJ, cuida tu maldito lenguaje.

—Es una pequeña Jáuregui, aprenderá pronto todas las groserías que salen por tu estúpida boca.—
responde con un encogimiento de hombros.

—No me refiero a las groserías, sino a la palabra con "s"

—Te molesta que diga "sexo" frente a Amelia, pero no te molesta hacérselo a Camila mientras ella
toma la siesta en la cuna que está en la habitación de ustedes.—escucho a Hailee fingir arcadas.

Siento mi cara enrojecer por las estupideces que suelta Dinah.

—En primer lugar, no repitas esa palabra frente a ella. No debe saber su significado, ni mucho menos
practicarlo hasta que cumpla los treinta como mínimo. En segundo lugar, eso no ha sucedido. Yo
siempre la llevo a su habitación en esos casos.

—Como tu esperaste a la mayoría de edad.—responde sarcásticamente la rubia.


—Mejor iré por la chaqueta.—respondo, saliendo de la cocina con Hailee detrás de mi riendo.—
¿Ahora eres mi guardaespaldas?—le pregunto cuando entramos en la habitación que llevo
ocupando desde la noche anterior, gracias a la exigencia de nuestras madres. Hailee se encoje de
hombros y se sienta sobre la cama.

—Solo me aseguro que no intentes ir a la habitación en la que está mamá.—responde y yo ruedo


los ojos.—Clara y la abuela Sinu me dijeron que si te llegan a ver un solo pelo por la puerta, te darán
un buen chancletazo al puro estilo latino.—Dejo a Amelia junto a Hailee y busco la chaqueta del
traje.—Ese se parece al traje que utilizaste en la graduación.—comenta mi amiga y yo sonrío ante
el recuerdo de aquella noche.

—Camila me pidió que para nuestra boda quería verme con uno idéntico al que llevaba puesto esa
noche.—respondo mientras me aliso la camisa.

—Y tu como la buena gobernada que eres, haces todo lo que mi madre te pide.—bromea Hailee.—
Es bueno saberlo.

Ruedo los ojos y me coloco la chaqueta, observando mi reflejo a través del espejo de cuerpo
completo. Hailee está detrás de mi, con Amelia entre sus brazos. Nuestras miradas se cruzan en el
espejo y me sonríe. Sé que está feliz por hoy, al igual que Camila y yo. Aun cuando siempre está con
sus estúpidas bromas sobre mi relación con su madre, sé que está feliz por nosotras. Durante los
últimos cinco años, Hailee ha sido nuestro ancla en momentos difíciles. Porque, como toda pareja,
Camila y yo hemos tenido algunos problemas en nuestra relación.

Hailee fue nuestro gran apoyo durante los meses difíciles en que empezamos con el tratamiento
para la inseminación artificial. Camila había decidido ser quien se embarazara, y yo no me opuse por
dos importantes razones: la primera es que, aunque deseaba ser madre, no me quería someter a un
parto. No después de escuchar los gritos de Alexa, y los de Dinah. La segunda razón, es que deseaba
estar para Camila durante todo el proceso. Me ilusionaba cuidar de ella durante los nueve meses, y
mimarla.

Lo difícil fue que el tratamiento parecía no funcionar. Camila se veía cada vez más triste por no poder
quedar embarazada, y llegamos a tener muchos problemas durante ese proceso. Me echó de casa
un par de veces, e incluso trató de terminar nuestra relación en demasiadas ocasiones que me faltan
dedos en las manos para contarlas. Hailee estuvo en cada momento, permitiéndome dormir en el
sofá cama de su departamento, y manteniendo largas charlas con Camila, que la ll amaba
aproximadamente una hora después de nuestras discusiones a preguntarle si estaba ahí.

Después de intentarlo por casi siete meses, decidimos tomarnos un tiempo con el tema del bebé
tras obtener otro negativo en la última prueba de embarazo. Las semanas que le siguieron fueron
un tanto difíciles debido a la depresión en la que Camila se encontraba sumida, pero poco a poco
consiguió volver a la normalidad. Tratábamos de mantenernos en contacto a cada segundo del día,
tenía que darle la seguridad a Camila de que no me iba a ir de su lado por los resultados negativos
del embarazo.
Empezamos entonces a hablar de adopción, e incluso había puesto en la mesa la posibilidad de ser
yo quien se embarazara, teniendo esas dos opciones. Camila parecía estar de acuerdo, pero sabía
muy bien que ella estaba ilusionada por embarazarse y deseaba mucho poder tener al bebé en su
vientre. Entonces había pasado casi un mes y decidimos dejarlo como un plan a futuro, después de
que saliera de la Universidad, pero una mañana Camila salió disparada de la cama al baño y empezó
a vomitar todo lo que había comido en la semana. Después de eso tuvimos una larga charla en el
piso del baño de nuestra habitación y decidimos ir al médico antes de hacernos ilusiones. Meses
después llegó esa hermosa pequeña que no ha hecho nada más que alegrar nuestros días, y hacer
más feliz nuestra vida.

—Oye, sé que lo he repetido muchas veces.—dice Hailee, acercándose para arreglarme la chaqueta
y el cuello de la camisa, mientras Amelia nos sonríe desde l a cama.—Pero enserio, gracias.—me
sonríe.—La haces muy feliz, y eso es lo que más me importa. Sé que mi madre siempre será amada
por ti, lo veo en tus ojos.

Le sonrío y la atrapo en un fuerte abrazo.

—No me hagas llorar.—le susurro al oido.

—Créeme, no sé como lograré mantener las lágrimas durante la ceremonia.—responde.—Si solo tu


propuesta me hizo llorar como una pequeña, no sé como haré para no morir de diabetes con los
votos que tienes preparados.

Suelto una sonora carcajada y me separo de ella, para poder llegar hasta mi pequeña.

—Que te puedo decir.—bromeo.—Tu madre saca ese lado romántico en mi.

Hailee niega con una sonrisa y la puerta de la habitación se abre, dejando ver la oscura cabellera de
mi hermana.

—Aww, aquí está mi pequeña consentida.

—Megan, no digas eso.—susurro.—Amelia se pondrá celosa.

—No hablo de ti, idiota.—rueda los ojos.—Mejor dame a esa princesita.

Amelia estira sus bracitos hacia Megan y sonríe cuando mi hermana la toma en brazos y reparte
besos en su preciosa carita.

—Me han enviado a decirte que ya todo está listo.—dice Megan.—Es hora de que vayas al altar a
esperar a tu futura esposa.
Asiento y sonrío. Estoy algo nerviosa, pero enseguida empiezo a desechar todas las tontas ideas que
pasan por mi cabeza. Veo a mis padres de pie en la primera fila, junto a los padres de Camila. Detrás
de ellos están Nina, Drew y el ya no tan pequeño Jake. Les sonrío y mi vista se traslada hacia mi
hermana, que tiene a mi linda Amelia en brazos, que mantiene su mirada en mi hasta que la música
suena, y al mismo tiempo, nuestros ojos van hacia nuestro amor.

Escucho el gritito de felicidad de Amelia al ver a su madre, pero yo no puedo despegar mis ojos de
ella. Camila viene del brazo de su hermano mientras le sonríe a nuestra pequeña. Por un segundo
siento que mis piernas fallan, pero logro mantener mi equilibrio. La mirada y la sonrisa que me
dedica mientras se acerca provocan tantas cosas en mi, que no soy consciente de las lágrimas hasta
que las siento mojar mis mejillas. Sonrío y trato de limpiar las lágrimas de mi rostro, pero parece
algo imposible porque no paran.

Cuando llegan hasta el altar, Justin me regala una sonrisa y se marcha hasta donde se encuentra
Selena derramando lágrimas. Sé que ahora tengo cara de idiota mientras l a recorro con la mirada,
pero es que se ve tan hermosa que no puedo evitarlo. Ella me sonríe y limpia mis lágrimas.

—Me encanta ese traje.—susurra, mientras escuchamos al Juez dar inicio a la ceremonia.

Le sonrío.

—A mi me encanta ese vestido.—respondo juguetona, acercándome a ella.—Y estoy emocionada


porque llegue el momento de quitártelo.

Escuchamos el carraspeo del juez y Camila niega completamente sonrojada, mientras que los demás
sueltan risas.

—No sé que voy hacer contigo.—dice ella y yo me encojo de hombros.

—Amarme.

Camila sonríe, acariciando mi rostro.


—Eso ya lo hago.

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