Calidad de Vida Del Adulto Mayor
Calidad de Vida Del Adulto Mayor
Calidad de Vida Del Adulto Mayor
E-mail: halamasrojas@yahoo.com
Resumen
Abstract
The aging process constitutes a universal phenomenon that affects all the alive beings.
Aging doesn’t necessarily mean that the person slips inevitably toward the disability,
solicitude and to a physical and mental deterioration. However, regarding the age they
have been developed a variety of myths. We should pay attention to the processes that
are usually associated to the aging, and that indicate us which are problems that are
presented. On one hand, the incomprehension and the lack of adaptability to new
situations that place the grown-ups in a situation of inferioty in a quickly changing
world. For other, the psychophysical decline associated to the aging that bears
psychosocial, sanitary and economic attention necessities bigger each time.
Los mitos sobre el adulto mayor
Para el año 2002 la población estimada a nivel nacional es de 26 millones 749 mil
personas, de las cuales el 33.8% tiene menos de 15 años, el 60% está entre 15 y 59 años,
mientras que el 7.2 % cuenta con 60 y más años . Proyecciones oficiales estiman que
para el año 2020 esta proporción de adultos mayores subirá al 11% de la población y a
12.6% el año 2025. En cifras absolutas, las personas de 60 años y más subirán de 1
millón 848 mil en el año 2000 a 3 613 mil en el año 2020 y, a 4 millones 470 mil en el
año 2025.
Al menos tres factores han sido identificados como predictores de un menor decremento
en las habilidades cognitivas, a medida en que envejecemos. El primer y mejor predictor
es el nivel educacional. El segundo es la capacidad pulmonar , estrictamente relacionada
con la actividad física regular y que probablemente permite una mejor circulación y
oxigenación de la sangre que llega al cerebro. El tercer predictor es el nivel de
autoeficacia, es decir, la creencia en la habilidad personal de ser capaz de influir en lo
que nos ocurre a diario (Albert,1995; Greider, 1996).
Un sexto mito se relaciona con la creencia de que los viejos son una carga para los otros
grupos etáreos y que no participan en actividades productivas. Lo cierto es que, una
buena parte de los adultos viejos están preparados y dispuestos a trabajar, o trabajan; lo
que ocurre es que en el mercado laboral son discriminados, cuando se trata de
contrataciones o ascensos.
3. Las actitudes de los cuidadores hacia las personas mayores resultan ser el mejor
predictor de las conductas paternalistas y de sobreprotección en el cuidado de sus
familiares mayores (Cicirelli, 1990).
Así, por ejemplo, una investigación en la que tanto un grupo de profesionales que
trabajan con población anciana como estudiantes de psicología, a punto de incorporarse
al mundo profesional, tenían que facilitar un diagnóstico y un tratamiento a partir del
análisis de historias clínicas muestra como ambos grupos tienden a describir los mismos
problemas clínicos como orgánicos cuando la persona juzgada es de edad avanzada, a
diferencia de si es joven que lo consideran como un problema funcional (Montorio e
Izal, 1994). Con respecto a la forma de tratamiento propuesto, se sugería con una mayor
frecuencia fármacos e institucionalización para los ancianos en detrimento de terapias
psicológicas. Estos resultados apoyan el supuesto que los profesionales pueden llegar a
utilizar la edad como un indicador para explicar el comportamiento, variando el
diagnóstico y las recomendaciones para el tratamiento de las personas mayores en
comparación con adultos de menor edad (Montorio e Izal, 1994).
5. Las actitudes de los miembros de una comunidad hacia los mayores se encuentra
estrechamente relacionada con la imagen que socialmente se mantiene de ellos, y esta
imagen se encuentra estrechamente relacionada, a su vez, con el estatus que las personas
mayores disfrutan en dicha comunidad (Fry, 1988). En esta sentido, aquellas culturas
que mantienen valores tradicionales y donde los miembros de más edad desempeñan
funciones rituales, de transmisión de conocimentos o de formación de nuevos
miembros, valoran y tratan más positivamente a las personas mayores que las culturas
nómadas, donde se consideran una carga, o las tecnológicas, donde las personas
mayores no poseen el control de los recursos ni de los conocimientos (Keith, 1992). Por
ejemplo, entre los Herero de Botswana y Namibia es costumbre que las mujeres
mayores se encarguen de la crianza de los niños que ya tienen edad para aprender a
realizar tareas cotidianas, manteniendo así su estatus en el grupo, mientras que entre los
Inuit es costumbre que los mayores se abandonen a su muerte cuando ellos mismos
consideran que ya no son "útiles" a la unidad social.
En sus escritos sobre los aspectos psicológicos del trabajo con personas mayores, Little
(1988) sugiere que el edadismo se mantiene porque las falsas creencias que socialmente
imperan sobre la vejez no sólo influyen en el modo como se trata a las personas
mayores, sino también en el modo en que ellas se comportan. El modelo contempla el
proceso de interacción entre, por un lado, los estereotipos y expectativas negativas sobre
la vejez y, por el otro, la discapacidad para las actividades de la vida diaria. Con esta
propuesta se pretende superar algunas limitaciones de los modelos tradicionales
(biológicos, conductuales, etc.) sobre la dependencia funcional en la vejez, pues
considera no sólo un proceso básico de influencia de las cogniciones sobre las
conductas manifiestas, sino también las interrelaciones existentes entre variables
mediadoras y factores implicados.
Ante estos hechos, la prevención comunitaria se revela como una de las medidas más
eficaces en cuanto sustentadas en dos líneas de actuación:
En relación a lo cual, Muñoz (1997), plantea algunas estrategias que podríamos utilizar
para fortalecer redes sociales, la integración social y la calidad de vida del adulto
mayor:
- Animación sociocultural
En los países desarrollados se considera que cerca del 25 por 100 de la población
geriátrica sufre una afección psíquica (Sheperd y Clare, 1981), siendo la depresión la
más frecuente, con un índice de morbilidad que oscila entre el 13 y el 20 por 100
a. Es posible que el apoyo social lleve a las personas a obtener tratamiento médico de
manera más rápida y que les provea de mejor información en salud incluyendo el cómo
acceder a los servicios.
La conciencia del envejecimiento algunas veces hace perder la confianza que la persona
tiene de sí misma. En un esfuerzo por apuntalar su seguridad, el adulto mayor recurrirá
frecuentemente a su pasado. Tratará de reafirmarse con el pensamiento: "He hecho esto
toda mi vida, desde luego que puedo hacerlo otra vez!. Las personas me han respetado,
porqué iban a dejar de hacerlo ahora?". Se reviven en la mente momentos de triunfo y se
revisan los logros. Si el proceso de validación tiene éxito, entonces el individuo habrá
renovado la fe en su propia capacidad. Esta confianza le ayudará a seguir adelante y a
continuar demostrando su competencia.
De manera similar, los prejuicios en contra de las personas mayores pueden hacer que
otras nieguen que éstas todavía tienen una alta capacidad, aún cuando para ellas mismas
haya quedado claramente manifestada. Unas cuantas experiencias humillantes y
destructivas son suficientes para convencer a algunas personas de que no valen como
ciudadanos de primera clase, y de que ni siquiera vale la pena darse ánimo con hazañas
ocurridas en su fructífero pasado.
Esto es lo que ocurre la mayoría de las veces cuando los adultos mayores viven su retiro
como una jubilación social, Experimentan como un sentimiento de distanciamiento en
relación con la corriente de la vida de su propio grupo de pertenencia. Este
empobrecimiento del contacto con el entorno se traduce en un empobrecimiento del
tiempo que tiene para disfrutarlo. Privados de estímulos adecuados, los adultos mayores
tienen la impresión de que el tiempo es largo, que transcurre a un ritmo mucho más
lento.
La jubilación social de los adultos mayores lleva directamente a la soledad por el hecho
de afectar a su comunidad de experiencias con los miembros de su grupo de
pertenencia. Comprueban con amargura que la vida, más que la ausencia de la muerte,
es en realidad la comunión con una corriente vital experimentada a través de un grupo
de pertenencia. Se imaginan que después de un gran número de siglos, la humanidad
podrá haber desaparecido de la faz de la tierra. Pero ellos, solitarios, seguirán viviendo.
Su destino les parece entonces intolerable: sin grupo de pertenencia, su soledad será
absoluta.
La intervención psicosocial
Es cada vez más claro que el mantenerse activo en tareas que tengan un propósito y un
significado, junto con el mantener relaciones significativas, es fundamental para la
mantención del bienestar a lo largo de la vida; en relación a lo cual, es muy importante
una intervención sustentada en los siguientes principios metodológicos (Girard, 1991):
. Las intervenciones deben ser definas en función de las necesidades individuales de las
personas mayores
. La discapacidad y/o inadaptaciones son las circunstancias que deben poner en relación
a las personas mayores y/o sus familias con el entorno institucional.
En el caso del adulto mayor, se plantean retos de adaptación y los esfuerzos de estas
personas para acometerlos., y se supone que la integridad de la calidad de vida emana
de las respuestas adaptativas. Por ejemplo, en relación a movilidad útil, actividades
básicas de la vida diaria, capacidades de orientación, comunicación receptiva y
expresiva, relaciones sociales e interpersonales, autonomía, percepción de salud, entre
otras. Lo que podría interpretarse a partir de la teoría de la actividad. Según este
enfoque, de raíces aristotélicas, una persona se sentirá bien en función de las actividades
que realice y de la calidad con la que las lleve a cabo, aprehendida ésta a través de
percepciones subjetivas: opiniones, actitudes, creencias y valores Por ejemplo: El
desafío de adaptación es extraer placer de la vida. La pregunta que tendríamos que
plantearnos es si la persona, el adulto mayor en nuestro caso, tiene respuestas ante éste
desafío y su percepción de las mismas: actuar de acuerdo con los propios valores, seguir
intereses, adherirse a experiencias religiosas y estéticas, relajarse en tiempo de ocio,
valorar la vida a pesar del dolor y de los problemas, etc. Y, dos aspectos finales, no
olvidemos que no hay un único estándar con el que sopesar el declive, el mantenimiento
o la mejoría de la adaptación y que la adaptación se modifica en función del contexto,
especialmente la motivación y la respuesta del entorno.