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No Fue Mi Culpa

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NO FUE MI CULPA

lad_sam

1
Copyright Information

This ebook was automatically created by FicLab


v1.0.53 on October 16th, 2021, based on content
retrieved from www.wattpad.com/story/83801878.
The content in this book is copyrighted by lad_sam or
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explicitly stated otherwise. Please do not share or
republish this work without the express permission of
the copyright holder.
If you are the author or copyright holder, and would
like further information about this ebook, please read
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This story was first published on September 6th, 2016,
and was last updated on July 31st, 2019.
FicLab ID: xpvp59mY/kuujgl47/50f008

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Table of Contents

Cover
Title Page
Copyright Information
Table of Contents
Summary
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24

3
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Libro ♥
Sorteo

4
Summary

title NO FUE MI CULPA


author lad_sam
source https://www.wattpad.com/story/83801878
published September 6th, 2016
updated July 31st, 2019
words 210,389
chapters 43
status Complete
rating Unknown
18, Abuso, Alfas, Complete, Drama, Fantasía, Ha-
tags vuelto, Lad, Mascota, Mpreg, Omegas, Romance,
Sam, Violencia

Description:
Este es un universo alternativo, donde hablamos de categorías por
especies, humanos genéticamente modificados. Omegaverse, algo
así.
Yune es la mascota de Dante, quien lo ha cuidado durante varios
años, pero todo cambia con la llegada de una mujer, y lo que
caracterizaba a Dante como alguien amable empieza a verse
afectado hasta un punto extremo. Yune sufrirá las consecuencias
de algo para lo que nunca se preparó.

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Capítulo 1

Un mundo dividido en jerarquías era lo más


común, sin embargo, estas jerarquías tenían algo
más que su poder marcando la diferencia.
Con grandes ciudades, los habitantes eran
diversos, habiendo desde los más débiles que
subsistían día a día, hasta los más fuertes que
dominaban todo. Los ciudadanos eran humanos
genéticamente modificados, la evolución llegó
súbitamente por la fuerte influencia científica,
acompañada de cambios asombrosos para bien, y
para mal.
Las categorías eran muy marcadas, pues se
dividían en clanes y los dominantes siempre eran
depredadores.
Los Alfas eran líderes de enormes grupos,
controlaban y defendían a su raza, a su tribu, sólo los
había entre especies fuertes, sea de lobos, leones,
tigres, entre otros. Se diferenciaban generalmente
por su aspecto, eran altos, fuertes, y con un carácter
sumamente imponente, sus sentidos resultaban ser
los mejores, aumentados según su raza.

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Después de ellos estaban en el segundo escalón
Betas y Gammas por igual, siendo siempre los más
fieles al Alfa de su clan. Entre hombres y mujeres,
que eran tan fuertes como para pelear si era
necesario, siempre un poco menos que el dominante
anterior.
En tercer lugar estaban los Delta, mujeres y
hombres que generalmente se dedicaban a
complacer a sus superiores, ¿por qué? Porque
querían, su mayor característica era el hecho de ser
demasiado demandantes en el sexo, al igual que
entregados, por lo que solían ser quienes cumplían la
función de esposos o esposas para los altos rangos.
Pertenecían a los clanes, y no era común verles con
miembros de otras especies, a no ser que se tratara
de Alfas, Betas o Gammas.
En cuarto lugar se reunían todas esas especies
débiles, las presas, conformando al resto de la
sociedad, trabajando como cualquier obrero,
manejando negocios pequeños para tener ganancias,
cada quién dedicándose a lo suyo, las familias
seguían dividiéndose en especies pero sin mantener
las categorías de las especies depredadoras.
Y por último, estaba el quinto eslabón de la
cadena, los llamados Omegas, una raza demasiado

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humana, con ligeros genes de animales domésticos y
demasiado inofensivos, y con una peculiaridad
enorme. Ellos, tanto hombres como mujeres, podían
concebir, eso les había puesto en un sitio peligroso
de la cadena, al no ser útiles por su conocida
debilidad e inferioridad, se les encontró un mejor
uso, y comenzaron a ser comercializados como si de
mascotas habláramos.
Las clases depredadoras, al ser tan fuertes como
inteligentes, tenían el mercado comercial dominado,
y por ello sus clanes eran los más ricos de las
ciudades en que habitaban, unos llegando incluso a
poseer los primeros lugares de riqueza a nivel
mundial. Ellos eran precisamente los que mantenían
a flote el negocio de la venta de Omegas,
comprándolos para diversos fines.
Justamente esa fue la situación de Yune, un
Omega felino que fue vendido a sus doce años,
desde niño había pasado por mucho, sin embargo la
vida le sonrió cuando alguien le salvó.
Su comprador fue nada más y nada menos que
Dante, Alfa clan más importante de tigres, un tipo
alto, moreno, de cabello negro, con unos ojos
intensos casi tan oscuros como una noche sin luna.

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Pero, a pesar de ser tan imponente, por su porte y
fuerza física, resultó ser amable.
Fue esa amabilidad lo que le llevó a pagar por
Yune, pues le encontró en un mercado siendo
vendido en pésimas condiciones, golpeado y mal
alimentado, Dante decidió salvarle la vida, y no sólo
eso, también cambió radicalmente la suerte de ese
pequeño.
La vida de los Omegas casi siempre estaba llena
de golpes, malos tratos, amos crueles. Este Alfa era
el más cruel de todos, sin embargo, el niño que le
miró aquel día con una inmensa desesperanza logró
menguar esa fiereza, era Yune el único que tenía el
privilegio de conocer el mejor lado de Dante.
Con los días, meses, e incluso años, Yune
confiaba más y más en ese hombre y sus buenos
tratos, al punto de ser él quien le buscaba cada que
lo escuchaba llegar.
Vivían en una mansión, rodeada de otras más en
una zona residencial únicamente habitada por tigres,
Yune era libre de ir y venir cuanto quisiera, incluso
tenía amigos que eran como él, las mascotas de otros
miembros del clan, ahí se dio cuenta que los tigres
tenían una gentileza escondida, pues poco sufrían los
Omegas en manos de sus amos.

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Todo era perfecto, Yune crecía, incluso estudiaba
junto con sus iguales, era una convivencia
armoniosa, y en casa estaba lo mejor, el cariño de
ese Alfa que siempre le cuidaba con todas las
atenciones posibles, incluso habían sirvientes que se
encargaban del chico.
Los años transcurrieron en prosperidad, Yune se
convirtió en un joven alegre, siempre iba y venía,
con una energía sin igual, sonreía todo el tiempo, se
emocionaba con cosas simples como la fuente que
decoraba la entrada a la propiedad, nunca paraba de
correr por doquier, incluso los empleados lo querían.
— Yune, ya llegué —informaba Dante con voz
alta entrando a casa como cualquier día común. Pero
no era cualquier día. Esperaba que el chico bajase
enseguida, y como de costumbre, así sucedió.
— ¡Te extrañé! —el pequeño saltó hacia él con
una agilidad perfecta, era un felino después de todo,
a pesar de sus genes inferiores a los depredadores de
alto estatus.
Entre ronroneos y sonrisas Yune se aferró al
cuello del Alfa y se restregó emocionado. Su
relación era de amo y mascota, no iba más allá,
Dante era cariñoso y le agradaba hacerlo feliz, pues

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disfrutaba de los gestos tan dulces que el Omega le
regalaba.
—Tengo una sorpresa para ti, ven conmigo.
—Llévame. —pidió sin querer soltarse.
Accediendo a su petición, como era costumbre,
Dante sonrió acomodándoselo mejor para poder
caminar, saliendo de la casa hasta el jardín, a cada
mansión la rodeaban extensos jardines, pero la del
Alfa era la más grande, rodeada con muros
delimitándola y dando privacidad, con varias
hectáreas a su disposición. Minutos después llegaron
a un área alejada de la casa, Yune se movió un poco
hasta que volteó en dirección a donde se dirigían.
Su sorpresa fue tanta que se bajó de los brazos
que le cargaban y no pudo moverse ni un solo paso.
Frente a él había una casita, o bueno, una casa de
buen tamaño, construida con paredes de cristal que
dejaban ver el interior, por dentro parecía enorme,
tenía dos pisos, el segundo a la mitad y aun así lucía
tan espaciosa.
—Sé que te gusta mucho la naturaleza, si por ti
fuera dormirías en el pasto mismo. —comentó Dante
haciéndole caminar en dirección a la casita. —Por

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eso mandé a construir esto, y ahí no acaba, mira. —
señaló a un lado.
Yune jadeó emocionado al ver la pequeña cabaña,
no podía creerlo. La casa de cristal estaba llena de
sillones y cojines, mesas, una biblioteca, incluso
había un frigorífico y alacena, junto con un
microondas, una enorme cama en el segundo piso,
podía ver todo eso desde afuera, a excepción de dos
baños que eras lo único con muros.
Sin embargo, la cabaña llamó enseguida a su
curiosidad.
—Es para ti, quiero que disfrutes esto como
mejor quieras. Pero trata de no quedarte a dormir en
la cabaña, no quiero que enfermes. En la casa de
cristal tendrás el clima perfecto, aún si hace mucho
frío o mucho calor fuera.
—Dante, yo… —jadeó casi sin poder hablar, de
pronto un par de lágrimas se le escaparon y volteó
hacia el mayor abrazándolo con fuerza. —Gracias,
muchas gracias.
—No, no agradezcas, es por tu cumpleaños. La
verdad es que no se me ocurría que regalarte, y
pues…

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—Esto es mucho. —sollozó el Omega
escondiendo el rostro contra su pecho. —Es como el
regalo de todos mis cumpleaños futuros.
—Si esto te pone así, no quiero ver qué pasará en
el siguiente año. —se burló Dante acariciando con
suavidad la espalda del pequeño joven.
Dante era millonario, su clan resultaba ser una de
las más grandes potencias económicas en la
sociedad, y ese obsequio no era ni un soplido para
sus cuentas bancarias. Pero para Yune, ese había
sido un regalo invaluable, y no por la lujosa
construcción, sino porque era algo que su amo pensó
para él, que se ideó en base a lo que Dante había
notado en los gustos de Yune, buscando
complacerlo, a su manera exagerada y protectora,
pero a fin de cuentas era para él.
—Trata de tener cuidado cuando estés aquí, si te
caes o algo no hay nadie tan cerca como para que
pueda darse cuenta. Pensé hacer un solo piso, pero el
diseñador me dijo que seguramente disfrutarías más
si al menos tenía dos.
—No me caeré. —gimoteó Yune limpiándose los
ojos con una sonrisa imborrable. —Eres tan
paranoico, es solo un piso, la mansión tiene más y…

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—Y siempre tengo que decirte que no corras en
las escaleras, que no te acerques tan
descuidadamente a los barandales. ¿Es tan difícil?
No me importaría que me ignoraras en todo, si al
menos obedecieras eso. —se quejó Dante frunciendo
el ceño. — ¿Qué voy a hacer si te caes? Un golpe así
podría matarte.
—Pero tengo cuidado, enserio. —murmuró Yune
bajando la mirada.
—Bueno, de eso hablaremos otro día. —suspiró
el mayor al ver que lo había hecho entristecer, era
eso lo que menos quería. — ¿Vale? Yune, no pongas
esa cara.
No pasó a más, Yune volvía a sonreír, entró de la
mano de Dante a la pequeña cabaña, había una mesa
y una cama, un sofá y un estéreo pequeño, acorde al
tamaño disponible, era simplemente perfecta. El
mejor regalo de cumpleaños, su cumpleaños número
dieciséis.
Todo eso pintaba a que la vida de Yune sería
siempre perfecta, pero no fue así, algo estaba por
pasar.
Con los meses, el pequeño Omega notaba que
Dante cada vez pasaba menos tiempo en casa,

14
aunque se le veía ¿feliz? Y con algo diferente, algo
que el mismo Dante definía como amor.
Sí, aparentemente el Alfa de los tigres se había
enamorado, y nadie podía estar más feliz por él que
su pequeña mascota, aún sin conocer a quien capturó
ese amable corazón.
Había tenido parejas antes, tanto hombres como
mujeres llegaron a pisar esa casa para cenas
importantes, de la mano de Dante, y sin embargo
nunca duraban demasiado, porque él no sentía más
que una atracción por ellos. Ahora parecía diferente,
se trataba de una mujer, una Delta, a la cual nadie
conocía, se rumoraba que era una tigresa de un clan
vecino.
Pasado casi medio año de relación, Dante decidió
que era momento de dar a conocer la seriedad de su
compromiso.
Citó a todos en su casa, hubo una enorme fiesta
en la que Yune también estuvo presente. La mujer
era hermosa, alta, rubia, de ojos verdes, con una
sonrisa encantadora, se veía increíble la noche en
que fue presentada como la prometida del Alfa.
Y así de inesperado como se anunció el
compromiso, se organizó la boda y en dos semanas

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de dar la noticia ya se habían casado.
Todo parecía normal, con la diferencia del
hombre que antes jamás hubiese pensado en el
matrimonio, y ahora comía de la mano de aquella
mujer.
Muchas y muchos se preguntaban qué sucedía, no
podían creer que de la noche a la mañana su líder se
hubiese dejado enredar por aquella Delta, quienes
conocían de cerca a Dante se negaban a aceptarlo
como una realidad, no creían que eso era amor, a
pesar de los hechos.
En la mansión, Yune no se atrevía a juzgar, era su
amo después de todo, pero de pronto se dio cuenta
de lo que había ocurrido. Entristeció al comprender
que no podría entrar por las noches a buscar la
atención del Alfa, ni pasaría las tardes enteras con él
viendo alguna película.
Trató de mantenerse positivo, diciéndose a sí
mismo que al menos de vez en cuando Dante le
dedicaría algo de tiempo.
Eso no sucedió.
Dante iba y venía de atender sus ocupaciones en
las empresas que él debía manejar, volvía a casa y se
encerraba en la habitación con su esposa, una esposa

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que no movía ni un dedo si no era para gastar en sus
salidas a la ciudad, sus amigas la visitaban y hacían
fiestas en la mansión.
Aunque nadie había dicho nada, Yune sentía que
salía sobrando ahí, así que poco a poco fue
quedándose a dormir en su casa de cristal, hasta que
llegaba a pasar días sin aparecerse en la casa
principal. Se sentía solo, olvidado, pues su dueño
sobreprotector ya ni siquiera se acordaba de él.
Tal vez hubiese sido mejor que siguiera
ignorándolo.
—Amor, ¿qué te parece este vestido? —
preguntaba aquella Delta rubia saliendo del tocador.
—Me parece horrible, ¿qué tal si mejor te lo
quito? —sugirió Dante con esa sonrisa seductora
que siempre le dedicaba.
—No tengo tiempo, es enserio.
—Emma, todo se te ve perfecto, pero no quiero
que vayas, ¿por qué no te quedas aquí? Traeré vino,
unos bocadillos, podríamos tener una noche
increíble, mejor que si vas con tus amigas a esa
reunión. —propuso acariciando su suave cabello con
ondulaciones falsas. —Me gusta más como luces sin
tanto maquillaje, ya eres hermosa, no…

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— ¿No lo necesito? —cortó ella con cierta burla.
—Cariño, no me vengas con esas.
— ¿Por qué te pones así? Siempre que te lo digo
tú sonríes y dices que te sientes alagada, ¿estás
molesta por algo? —cuestionó Dante mirándola
preocupado.
—No estoy molesta, sólo cansada. Quiero salir a
divertirme. Tengo una vida, yo disfruto de salir con
mis amigos. ¿Por qué no haces lo mismo?
—Está bien, entiendo que puedes estar aburrida.
Diviértete. —dijo ignorando su tono altanero para
volver a la cama. —Yo me quedaré aquí.
—Eres demasiado aburrido. —farfulló Emma
saliendo de ahí con aire enfadado.
Dante apagó el televisor y suspiró, quería
entender su carácter, pero no podía. Recientemente
estaban chocando demasiado, y él creía quererla, por
ello soportaba sus arranques, atribuyéndolo a la
diferencia de edad entre ambos.
No era mucha, el Alfa tenía veintinueve, y Emma
veintiuno, pero él y su costumbre de trabajar
demasiado tal vez era lo que hacía la diferencia. O
quizá lo eran las prioridades de ambos. Mientras
Dante prefería pasar todo su tiempo libre con ella a

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solas, Emma prefería salir a divertirse cada que la
invitaban a algún sitio.
Tratando de hacer caso a la sugerencia de su
esposa, se vistió y salió de casa, iría a un bar donde
algunos colegas solían reunirse.
—Dices que la amas, pero ¿ella te ama a ti? —
cuestionaba Ashton, un viejo amigo, con quien tenía
la suficiente confianza como para beber de más y
tocar ese tipo de temas, al igual que los otros tres,
todos ellos Betas.
—Yo creo que ella sólo te ha impresionado, es
hermosa, más que cualquiera. —comentó Goliat.
—No es verdad. —difirió otro bebiendo de su
cerveza con una sonrisa idiota en su rostro. —Yune
es más lindo, ese niño sí que enamora.
—Deja de decir tonterías, no te casarías con un
Omega si te lo dieran a escoger. —alegó Oliver, el
último en abrir la boca.
—No vine aquí a hablar de mi mujer. —farfulló
Dante, aunque ellos le acaban de recordar al chico
que hacía semanas ni siquiera veía.
—Vale, no hablaremos más de eso, o seguro que
no volverás a venir. —rio Goliat, hizo una seña y

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pidió al mesero más cervezas para todos.
Entre charlas y tonterías la noche siguió. A altas
horas de la madrugada volvió Dante, caminando
hasta su habitación sólo para descubrir que Emma
no había vuelto.
Se quedó dormido sin esperarla por primera vez.

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Capítulo 2

Lo que bien había comenzado, de pronto dio un


vuelco y comenzó a surgir la verdadera naturaleza
de esa relación. El matrimonio del año, frente a
todos, comenzó a ser una miserable vida de puertas
para adentro.
Emma no paraba de salir a fiestas, llegando casi
siempre a la mañana siguiente, y Dante ya ni
siquiera esperaba a beber cuando sus colegas le
invitaban, ahora lo hacía solo, porque sí, porque era
mejor que estar esperando a esa fría mujer. No era la
chica agradable y linda que parecía meses atrás.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Acaso el matrimonio les
había afectado?
Dante no entendía, y tampoco quiso darle muchas
vueltas al asunto, sumiéndose en la bebida y el
trabajo ya ni siquiera le importaba. Aunque había
algo, estaba casado, y su esposa ni un beso le
concedía, no iba a serle infiel, ella se enteraría y
sería un motivo más, una razón para que los
problemas aumentaran, aunque la frialdad y
distancia comenzaban a pesar.

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Ese fue el detonante. Sus necesidades, contra la
indiferencia de su esposa, lo llevaron a buscar una
solución, aunque no imaginó cómo terminaría.
Una tarde llegó a casa, fue a la cocina por una
cerveza y se topó con su pequeño Omega, que
trataba de cocinar algo y estaba a punto de
quemarse.
— ¿Qué estás haciendo? —cuestionó sin
importarle lo que ocurriría, abriendo el frigorífico
sin mayor preocupación.
Yune volteó, y al hacerlo el sartén resbaló por
completo. Soltó un grito de dolor y brincó hacia
atrás por reacción, el aceite había alcanzado a
salpicar sus pies y fue demasiado doloroso, aunque
no grave.
— ¿Dónde está la cocinera? Tú no deberías usar
la estufa.
— ¿Por qué me preguntas? —murmuró el chico
frunciendo el ceño con cierta molestia, eran las
primeras palabras que cruzaban desde que se
comprometió. —Hace semanas no trabaja aquí la
señora Marina.
— ¿Qué? ¿Y eso por qué? Eso no lo sabía. —y al
parecer la noticia no le agradó.

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—Emma, tu esposa la corrió.
—Seguro tendrá sus razones, yo no he comido
aquí hace mucho, tal vez ni siquiera sea necesario, al
parecer estás aprendiendo a cocinar.
Yune ladeó el rostro viendo el plato de huevos
revueltos que preparó, estaban horribles, quemados
y llenos de tanto aceite que escurría. ¿Por qué era
tan difícil? Suspiró tomándolos y los colocó en el
frigorífico, de pronto olvidó el hambre, se dirigió a
la salida suponiendo que no había mucho qué decir.
— ¿A dónde vas?
—A dormir.
— ¿Y por qué sales?
— ¿Tampoco notaste esto? —le miró con ironía,
pero el reproche en esos ojos verdes era inminente.
—He dormido en la casa de cristal hace meses, me
gusta ese lugar, aunque, se ha acabado la comida.
— ¿Comida? Yo no dejé comida, eran golosinas.
—Bueno, yo no sé cocinar, y corrieron a Marina,
pensé que no me moriría de hambre si me comía
todo antes de intentar cocinar.

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—Mañana contrataré a una cocinera para ti, te
ves muy delgado, ¿cuánto tiempo hace que no
comes?
—Lo suficiente para quemarme intentando
prepararme algo.
Dante no dijo más, no pensaba en Yune ahora, ya
ni siquiera le importaba dónde dormía, ni qué comía,
sólo pensaba contratar a alguien para que su mascota
no muriera de inanición. Sí, había olvidado el cariño
y sentido de protección que tenía hacia el pequeño,
ahora su mente estaba nublada y no veía más allá de
sus problemas maritales.
Yune pasó días esperando que Dante cumpliera
su promesa, pero el tiempo corría y no había
ninguna cocinera. Un día, nuevamente, se atrevió a
entrar a la casa a escondidas y sacó aquellos huevos
que cocinó casi una semana atrás, los comió de
prisa, escuchando a Emma y Dante discutir, lo
hacían demasiado alto, ambos gritaban, más ella,
diciendo una cantidad de insultos que Yune jamás se
atrevería a decir, mucho menos dirigirlos hacia el
Alfa.
Escuchó los rápidos pasos de Emma bajando las
escaleras, después la puerta azotarse, así que supuso
que había salido. No hubo más, Dante ni siquiera

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apareció en el primer piso. Yune se ocultaba
asomándose al pasillo, podía ver la entrada y parte
de las escaleras. La casa lucía tan solitaria, daba
tristeza recordar que antes había muchos
trabajadores, todos le veían pasar y le regalaban una
sonrisa, pero Emma llegó a cambiar todo, corrió a
todo aquel que trabajaba dentro de la casa, los
jardineros iban una vez cada dos semanas.
Se había ya pasado el primer aniversario de la
boda, y la pareja discutía a muerte para después
ignorarse. Yune comenzó a ser testigo de eso cuando
se acercaba a buscar comida, la cual ya estaba
demasiado limitada sin nadie que se ocupara de
comprarla.
Semanas después, cuando el Omega ya llevaba
nuevamente días sin comer y no encontró ni una
miga de pan en la cocina, se atrevió a pasar de ahí
para hablar con Dante, creyendo que si le pedía
alimento, él no se lo negaría.
Iba a subir las escaleras, pero retrocedió de
inmediato al ver que Emma bajaba. Ella le dirigió
una mirada déspota y siguió su camino.
Entonces, estando solo, Yune se atrevió
finalmente a subir.

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Dante no estaba.
El pequeño se mantuvo un rato en la puerta de la
habitación, después de buscar al hombre por toda la
casa ya sólo quedaba ese lugar, y estaba vacío. No
pudo evitar recordar la calidez que sintió aquellos
días de lluvia en que dormía días enteros en esa
cama, Dante le permitía todo, lo consentía tanto, que
era doloroso sentir su olvido ahora.
Lleno de añoro, Yune se atrevió a entrar hasta
llegar al lecho, la habitación era un completo
desastre, cosas de Emma tiradas por doquier, incluso
algunas de Dante, que fue lo que más llamó la
atención del menor.
Sonrió melancólico al encontrar una camisa del
Alfa, y la abrazó comenzando a llorar. Se sentía muy
solo, quería que las cosas volviesen a ser como
fueron antes de Emma, pero creía que eso no
pasaría.
Fue hacia la cama y se recostó acurrucado, no
creía que fuesen a llegar, sabía que Emma pasaba
noches enteras fuera, y Dante hacía lo mismo con
frecuencia.
Cerró los ojos y perdió el paso del tiempo, ni
siquiera el hambre le impidió soñar, con el fuerte

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deseo de que todo fuera una pesadilla, de que Dante
le despertara enternecido de encontrarle en su cama
y le diera un regalo más, pues ese día era su
cumpleaños, sería el segundo que pasaba sólo, y al
menos poder dormir en esa cama le había hecho
feliz.
Un auto se estacionó fuera de la mansión, Dante
bajó ignorando a sus amigos que le habían llevado
de vuelta negándose a permitirle un trago más, ya se
encontraba demasiado ebrio, según ellos, como para
seguir tomando.
Los corrió a reclamos y entró a casa, de nuevo a
la misma mierda de siempre. Llevaba un año y
medio de casado, pero se le estaba haciendo una
eternidad insoportable.
Subió a tropezones las escaleras, aferrado al
barandal, de ahí en más ya no fue difícil llegar a su
habitación, necesitaba más alcohol ahora que creía
estar aún lúcido, pero ya ni siquiera había nada de
beber en el bar del recibidor.
Comenzó a quitarse la ropa apenas estaba
cruzando la puerta, al mirar la cama se sorprendió
creyendo que quien estaba ahí era su mujer.

27
—Llegaste a dormir. —comentó con ironía sin
detenerse a ver mejor, fue dejando su ropa por ahí
botada hasta llegar a su lado de la cama, donde se
sentó de espaldas a quien dormía.
No tenía pensado intentar hacer conversación,
sabía que Emma siempre dormía profundamente y
era imposible despertarla, así que se acostó sin tener
cuidado de no moverla, seguramente estaba aún más
borracho que él y ni un temblor la haría abrir esos
gélidos ojos.
Pero no era ella, y el pequeño cuerpo reaccionó
ante los movimientos despertándose de inmediato.
Yune se sentó al ver a Dante, la mirada del Alfa
se posó sobre él extrañado y luego sorprendido. El
pequeño trató de levantarse, pero la mano del mayor
le detuvo.
— ¿Qué haces aquí? —cuestionó incorporándose
lo suficiente. —A Emma no le gusta que entres a
esta habitación.
—Lo siento, yo… creí que ustedes no volverían.
—susurró Yune encogiéndose donde estaba. —
Necesitaba hablar contigo, y me quedé dormido. —
se talló los ojos con una mano tratando de espabilar,

28
quiso salir del lecho al comprender que no era
bienvenido, y el Alfa no le soltaba.
—He bebido mucho, lo último que quiero es
hablar contigo. —al fin lo liberó.
El pequeño jadeó ante ese comentario, fue
doloroso escucharlo. Con más razón quería irse,
pero apenas moviéndose hacia la orilla, sintió de
nuevo la firme mano deteniéndole.
—No te he dicho que te vayas.
Lo jaló haciéndole caer y se le colocó encima
para impedirle cualquier movimiento. Yune le miró
sin comprender, de pronto sintió que algo estaba
mal, la mirada de ese hombre era diferente, no
estaba reteniéndolo para darle el cariño que en casi
dos años no le brindó.
— ¿Cómo no lo había pensado? —murmuró
Dante para sí mismo, recorriendo con su mirada el
frágil cuerpo que estaba aprisionando. —No haré
nada malo, después de todo yo te compré, te he dado
una vida excelente, así que lo menos que puedes
hacer ahora es no quejarte, ¿entiendes?
—No, no entiendo. —susurró el menor tratando
de moverse, provocando que él apresara sus manos
contra el colchón. —Dante…

29
—No vuelvas a decir mi nombre, de ahora en
adelante todo va a cambiar. —advirtió. —Eres una
mascota, sólo eso, así que me llamarás como lo que
eres, yo soy tu dueño, y vas a hacer lo que yo diga, o
te castigaré.
—Nunca me habías hablado así. —dijo Yune
mirándole asustado. — ¿Estás molesto porque me
dormí en tu cama? No volveré a hacerlo, lo juro.
—Eso me tiene sin cuidado.
— ¿Entonces qué hice? ¿Por qué me hablas así?
—se quejó tratando nuevamente de moverse, y
Dante le apretó las muñecas con tanta fuerza que
casi le hace llorar. No entendía nada, no le gustaba
lo que estaba pasando, no le gustaba sentir miedo de
ese hombre, pero era lo único que le provocaba en
ese momento.
—Parece que cometí un error contigo, consentirte
tanto te ha hecho olvidar lo que eres. Yo te compré,
¿lo recuerdas?
—Duele, Dante, me lastimas.
— ¡Deja de decir mi nombre! —exclamó
soltándole un golpe que le volteó la cara.

30
Yune se soltó a llorar, no entendía nada y estaba
aterrado, él jamás le habló así, y ni hablar del golpe,
Dante nunca le pegó, nunca. Dante lo había cuidado
y mimado siempre, le regalaba caricias cariñosas y
le hacía sentir seguro, pero ahora estaba tan
cambiado, no era para nada el Alfa amable que le
salvó de seguir siendo maltratado.
Pero, cuando sus muñecas fueron liberadas y
sintió las manos del Alfa comenzando a arrancarle la
ropa, creyó entender. Yune sabía lo que algunos
amos hacían con sus Omegas, sabía lo que Dante
estaba haciendo en ese momento, sin embargo no
tenía idea de qué debía hacer, tampoco sabía si era
correcto.
No quería.
No lo soportaba.
Sintió la húmeda boca de Dante lamiendo a
placer su cuello, bajando mientras le arrancaba la
camisa, y no podía hacer más que cerrar los ojos, no
se atrevió a decirle que parara, aunque sus caricias
bruscas resultaban dolorosas.
Dante estaba cegado, creía haber encontrado la
solución a sus necesidades, no le importaba que
Yune saliera perjudicado en el camino. Comenzó a

31
explorar con sus manos, apretó con fuerza todo a su
paso, reafirmando que no era un sueño, y lo mejor
de todo, no habría consecuencias con su esposa, ella
nunca lo sabría.
Su desesperación le hizo romper cada prenda del
Omega, iba con prisa y no aguantaba más, apenas lo
tuvo completamente desnudo le hizo levantar las
piernas y buscó con su mano cualquiera de sus
entradas, no le importaba cual, sólo deseaba
penetrarlo.
Y enterró sus dedos en la más cercana, la más
pequeña, la más frágil, haciéndole gritar. Con su
mano libre le cubrió la boca y se acomodó sin
importar que lo estuviera asfixiando, se posicionó,
empujó un poco pero no lo lograba. Se levantó lo
suficiente y se impulsó hacia adentro ahora
sosteniendo con ambas manos la cadera del menor,
ya ni siquiera le interesó acallar los gritos que le
acompañaron en su intrusión, sólo debía detenerlo y
comenzar a moverse en él, terminar lo que comenzó.
Las débiles manos de Yune intentaron empujar al
Alfa, le miraba aterrado, dolía demasiado tenerlo
ahí, dolía como el infierno. Su rostro estaba bañado
en lágrimas, su expresión era terrible, comenzó a

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golpear el pecho de Dante mientras trataba de
suplicar, pero la voz se le había ido por completo.
Dante sonrió al ver que intentaba hablar, que sus
labios se movían y que tomaba bocanadas de aire
que soltaba enseguida, el pequeño se veía tan
agitado, completamente rojo por el llanto y la
presión que soportaba. Pero ni así se detuvo, el Alfa
lo embestía más fuerte por cada golpecito que el
chiquillo le daba, hasta que Yune ya no tuvo fuerzas
y llevó sus manos a su rostro tratando de cubrir su
lamentable cara, ya demasiado desesperado,
llegando a morderse para aguantar sin seguir
rompiéndose la garganta con sus propios gritos.
Y minutos después de embestidas insoportables
para el pequeño, Dante estalló metiéndosela tan
adentro como si quisiera perforarlo, lo obligó a
destaparse la cara y se sintió satisfecho apenas vio el
desastre que era Yune en ese momento.
Salió de su interior y se levantó dejándolo al fin.
Yune quedó tendido tal como estaba, cerró las
piernas aún con el dolor y las encogió tratando de
darse la vuelta, tenía tanto miedo, que ni siquiera se
atrevió a mirar ni un segundo a su agresor, ni
tampoco podía parar de llorar.

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—A partir de hoy, seré “amo” para ti, si vuelves a
llamarme por mi nombre, te romperé la cara. —
comenzó a decir Dante, aún algo agitado después del
sexo, ya ni siquiera se sentía mareado por todo lo
que bebió. —Esto se repetirá, así que vete haciendo
a la idea. Pondré algunas reglas que deberás seguir,
la primera es que no debes negarte, ni reprochar, si
vuelves a intentar empujarme como hace un
momento tendré que amarrarte y será peor para ti.
— ¿Por qué? —gimió Yune, atreviéndose a
cuestionar lo que no entendía. Se sentía horrible, se
sentía herido, y no sólo físicamente. Le dolía más
que ese hombre que siempre le cuidó, era quien
ahora le amenazaba después de forzarlo a algo que
nunca había experimentado.
—Porque se me vino en gana. ¿Algún problema
con eso? —respondió Dante acercándose molesto
hasta tomarle del brazo haciéndole sentarse. —Deja
de llorar, que eso no me hará cambiar de idea, desde
ahora vas a comenzar a ser útil.
— ¡Me duele! —se quejó tratando de zafarse,
miró abajo, entre sus piernas, y descubrió con terror
la sangre que ensuciaba entre ellas. — ¿Qué me
hiciste? ¡Estoy sangrando!

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Dante bajó la mirada también, empujó al chico y
vio en la sábana manchas que seguramente pasarían
al colchón, tiró a Yune abriéndole las piernas y vio
donde había profanado, su mayor problema no era
que el chico sangrara, sino que las sábanas estaban
arruinadas. Jaloneó a Yune y lo arrastró hasta el
pasillo lanzándolo fuera de la habitación para
cerrarle la puerta sin importarle en qué condiciones
lo dejaba.
El Omega tropezó y terminó en el suelo, lloraba
desconsolado, le ardía y dolía tanto que no podía
ponerse de pie por sí mismo. Estaba desnudo,
golpeado y violado, sangrando en el pasillo. Su día
favorito, su cumpleaños, estaba terminando
terriblemente mal, y todo por querer recordar, por
querer sentir que no había sido olvidado, ahora ni
siquiera podía moverse.
Dante cambió las sábanas y fue a ducharse, sentía
la peste de Yune en todo su cuerpo. Al terminar
tomó las sábanas para tirarlas a la basura, así que
salió de la habitación nuevamente vestido, y más
lúcido que antes, sin embargo no se arrepentía de la
decisión tomada.
Al cruzar la puerta vio a Yune, estaba al extremo
contrario pegado a la pared, se había quedado hecho

35
un ovillo en el piso y temblaba con fuerza, por lo
cual Dante pensó que seguía despierto. Se acercó y
lo movió con el pie, el Omega tembló más y apretó
los puños, sus ojos se abrieron despacito tratando de
mirar la figura alta que le perturbaba, sin embargo
no pudo, miró hacia otro sitio y se encogió un poco
más.
— ¿Qué haces aún aquí?
Yune no respondió, no podía hablar, la voz no le
salía en ese momento, con el enorme nudo en la
garganta apenas pudo gemir ahogando la nueva ola
de llanto que le provocaba la presencia del Alfa.
— ¿Acaso estás ignorándome? —tanteó Dante
acercándose más, se inclinó y observó el rostro del
chico. Podía darse cuenta de lo que había hecho,
pero, ya no le importaba. Emma había acabado con
su amabilidad, con esa parte de él que le permitía
dar el cariño que alguna vez le demostró a ese
pequeño. A su parecer, no tenía caso ser amable, no
servía de nada, y podía tener a ese Omega cuantas
veces quisiera, sin soportar ninguna clase de escena
estúpida como con su esposa. —Quieres fastidiarme
enserio, ¿no es así?
Yune negó de prisa con la cabeza, se llevó una
mano a la boca comenzando a morderse uno de sus

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dedos con desesperación, estaba entrando en pánico
por la cercanía, su cuerpo se congeló y no podía
escapar.
—Eres patético. Ponte de pie y lárgate, no te
quiero ver por aquí cuando Emma vuelva.
Al ver que el menor no le obedecía, volvió a
incorporarse ahora furioso, y no lo pensó dos veces,
su pie pateó con fuerza el menudo cuerpo haciéndole
gritar. Lo vio moverse en torpes intentos por
alejarse, queriendo ponerse de pie, pero no parecía
tener fuerza suficiente y eso le enfadó, le dio una
segunda patada sólo para lastimarlo, y lo pescó del
cabello arrastrándole hacia las escaleras.
—Inútil, eso es lo que eres, un maldito Omega
inútil. Siempre tan delicadito, mira que te has
tomado muy enserio eso de ser un gato de angora.
Pero eso termina hoy, más te vale resistir, si
enfermas te dejaré morir. —decía Dante mientras lo
llevaba a rastras al primer piso, siguiendo sin
detenerse, caminó hasta la cocina escuchando el
llanto del pequeño.
Lo sacó al patio por la puerta de servicio y le
miró con fastidio.

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No había más que decir, cerró la puerta y se fue
de ahí, dejando a Yune fuera de la casa, sabiendo
que no podía moverse, sabiendo que estaba
lastimado, sabiendo que acababa de romperle el
corazón en mil pedazos. ¿Por qué no le importaba?
Ni él entendía, jamás pensó ser capaz de hacerle
daño a ese pequeño, y lo peor era que deseaba
hacerlo aún más, todo lo que fuera posible, pues se
había sentido demasiado bien.
Pasó un día entero en la mansión. Dante había ido
a trabajar, volvió y salió con sus amigos, no volvió a
casa esa noche.
Pero, al segundo día su rutina tuvo que ser
modificada. Había nuevos socios que recién
llegaban a la ciudad, así que él decidió que
organizaría una bienvenida, por cortesía, claro, pues
no era algo que le agradara demasiado. Era la
costumbre, así que los invitó a su casa para el fin de
semana, y ya era viernes.
Al salir del trabajo fue directo a la Mansión y
comenzó a pensar cómo solucionar ese problema.
No tenía cocinera, la casa era un desorden total por
donde se le viera, y su esposa era un cero a la
izquierda para pedirle que le apoyara. Buscó en el
directorio algunos teléfonos y llamó a quien creyó

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necesario. Finalmente sólo debía esperar y todo
estaría perfecto para el sábado, esa misma tarde
llegarían los que se encargarían de la limpieza.
Mientras esperaba salió de casa, se debatía en
hacer la reunión en el enorme jardín o en las
comodidades del interior. Desde lejos divisó la casa
de cristal, podía ver dentro y no parecía que Yune
estuviese ahí, pero se veía terrible, todo
completamente desordenado. Reprendería al Omega
por ello, así que se dirigió molesto hasta el sitio.
No lo encontró en la casa de cristal, y su visita
sólo sirvió para que se enfadara más, no podía dejar
ese sitio como estaba, dejaría una pésima imagen a
sus invitados. Fue a la cabaña enseguida, y ahí dio
con el pequeño Omega.
Después de ser echado de la mansión, Yune pasó
un horas dónde el Alfa le dejó, pero después logró
levantarse. Queriendo ocultarse de él, fue a
esconderse en la pequeña cabaña, no había ropa que
pudiese usar, pero se metió en la cama y se cubrió
con las cobijas.
Desde entonces no se había movido, hasta que
sintió necesidad de orinar y muy a su pesar se puso
de pie, le dolía todo, así que trató de caminar
despacio. Apenas estaba en eso cuando la puerta se

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abrió y Dante entró con aire enfadado, clavando su
intensa mirada sobre él.
— ¿Sigues durmiendo a esta hora? —cuestionó
arqueando una ceja con autoridad, llegando hasta el
menor comenzó a rodearlo. —Bien, ya veo que
tienes unas costumbres terribles, y eso lo vamos a
erradicar. ¿Entiendes?
Yune se mantuvo callado, bajó la mirada y se
abrazó sintiendo la cercanía de ese hombre como
una amenaza, pero no podía dejar de moverse
incómodo, no aguantaba más las ganas de hacer sus
necesidades y mucho menos teniendo a ese hombre
respirando tan cerca de su cuello. Dante se detuvo
detrás del chico y tomó su cintura con fuerza.
— ¿Te estuviste divirtiendo con los juguetes de la
casa de cristal, verdad? Tienes demasiado tiempo
libre, pero no haces nada útil. ¿Qué haces? ¿Pasas
los días enteros jugando y durmiendo?
—No. —susurró Yune tragando en seco, tenía
tanta sed, tanta hambre, que le costaba un gran
esfuerzo hablar.
— ¿Por qué no te has puesto ropa decente? —
cuestionó Dante levantando la camisa que el
pequeño usaba. —Ni siquiera llevas ropa interior.

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—Por favor, detente. —sollozó el menor
temblando cuando una mano bajó hasta su trasero
explorando sin reparo.
—Te dije que me hablarías con respeto y que no
te negarías a esto. ¿Acaso estás retándome?
—Dante, me duele mucho. —chilló cuando el
Alfa comenzó a meterle los dedos en el mismo sitio
que había dañado antes.
No debió abrir la boca. Dante lo empujó contra
una mesa, y no siguió profanando ese estrecho
conducto, pero tampoco se detuvo, un par de dedos
entraron con brusquedad en el pequeño ano y
comenzó a abrirlo mientras Yune suplicaba que se
detuviera.
En un momento, el Alfa se encontraba con
suficiente dureza en su virilidad y desabrochando su
pantalón se fue directo contra el esfínter que había
“preparado”, cuando aún no estaba listo. Intentaba
abrirse paso con su miembro sintiendo la resistencia
de Yune, era demasiado difícil llegar hasta el fondo,
y en vista de que el chico no cedería, volvió a la
primer entrada penetrando de golpe.
Yune no aguantó más, al ser invadido su vejiga
era presionada y no logró retener la orina.

41
A Dante no le importó de momento, eso no iba a
detenerle, comenzó a acelerar el ritmo sabiendo que
no tenía mucho tiempo, que debía volver a sus
ocupaciones. Entre gritillos de Yune con cada
estocada, Dante finalmente acabó. No fue mucho
tiempo, sólo hizo lo que necesitaba y salió de él
volviendo a acomodarse los pantalones.
El delicado cuerpo de Yune quedó tendido sobre
la mesa, sus piernas temblaban mientras de en medio
le escurría algo del semen que fue liberado en su
interior. Sus dos entradas estaban rojas por la
agresión, pero la más dañada era la que por segunda
vez había sido invadida.
—Ve a darte un baño, vístete con algo decente y
ve a la mansión. Tienes una hora. —decía Dante
dándole la espalda. —Y espero que no vuelvas a
hacer la porquería de orinarte cuando te follo,
porque haré que te bebas todo.
Yune resbaló sin fuerzas, llamando la atención
del Alfa.
— ¿Acaso no entendiste? Es una orden, ve y haz
lo que te dije. —dictó mirándolo fastidiado.
—El baño… es arriba. —susurró Yune mirando
el piso dónde ahora se encontraba medio sentado.

42
— ¿Y eso qué?
Limpió sus ojos con fuerza y se enfrentó a la
mirada del Alfa, no quería ser tratado así, no lo
soportaba. Pero estaba asustado, podía notarse, sus
ojos eran tan puros que no podían ocultar la cantidad
de sentimientos que en ese momento le llenaban.
—No puedo subir. —dijo bajito, intentando no
hacerlo enfadar más. —Me… me lastimaste.
—Deja de llorar de una vez. Y me importa un
carajo, nadie se ha muerto por follar, así que
levántate y deja de fingir que te duele.
Yune bajó de nuevo la mirada, no tenía caso
intentar explicarle, se dio cuenta que no le interesaba
recibir sus excusas. Pudo agarrarse de la mesa y se
levantó, de cualquier forma también quería darse un
baño, se sentía sucio, aún tenía el semen del día
pasado que se secó en sus piernas, y aun así Dante lo
había vuelto a tomar.
Como pudo salió de la cabaña, se movía muy
extraño, se doblaba de dolor y sus piernas
temblaban, pero no se detuvo, no quería parar si
detrás venía Dante. Así llegó a la casita, subir las
escaleras fue un suplicio, pero al final lo logró, se

43
metió en la tina y abrió la llave para que el agua
comenzara a remojar su cuerpo.
Por su parte, Dante no le siguió hasta allá, se
quedó observándole desde la puerta de la casa de
cristal, realmente parecía sufrir con cada paso que
daba, pero no le importó en lo más mínimo, pensó
que pronto se recuperaría, sólo era cuestión de
tiempo, que se acostumbrara al sexo, y después todo
iría mejor para Yune.
Después de verle perderse tras la única pared que
podía ocultarle, se largó para seguir con sus propios
asuntos. Dio órdenes exactas, incluso pidió que
recogieran el desorden de Yune en la casa de cristal
y la cabaña, pero tras una hora, el pequeño aún no
llegaba a la mansión.
Con media hora de retraso, Dante estaba a punto
de ir a buscarlo, cuando el chico entró a la sala de
estar. Se podía ver a kilómetros que no se encontraba
bien, tenía un moretón de un lado de la cara, y otros
tantos en piernas. Llevaba un pijama holgado de
manga larga y le llegaba a las rodillas, por lo que
Dante se acercó de inmediato y lo levantó asustando
a Yune.
—Bien, pensé que no llevabas nada. —aclaró el
Alfa dejándolo por el momento al ver que llevaba un

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short, parte del conjunto, un conjunto que él
recordaba haberle regalado mucho tiempo atrás, aún
le quedaba grande. — ¿Por qué has tardado?
Yune se encogió de hombros con temor y miró
alrededor, no sabía qué decir para que ese hombre
no se enfadara.
—En realidad no me interesa. Quédate aquí hasta
que te diga que puedes irte, tengo otras cosas qué
hacer. Más te vale no estorbarles a las personas que
han venido.
El Omega asintió acercándose a un sillón, no
aguantaba ni un minuto más de pie, pero al sentarse
volvió a dolerle más y soltó un gemido que Dante
alcanzó a oír.
—Si vuelvo a escuchar como lloras, o te quejas
de nuevo, te haré esperar encerrado en el sótano.
Y sin más, le dejó solo.
Yune estaba tan triste, aún no se hacía a la idea de
lo que estaba ocurriendo. Se acostó en el sillón para
que el dolor no siguiera torturándolo tanto, y cerró
los ojos deseando desaparecer.
— ¡Dante! ¿Qué es todo esto? —exclamó Emma
en cuanto cruzó la puerta topándose con su marido.

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—Se llama servicio. Están haciendo lo que
deberían hacer los empleados que corriste.
Con fastidio, ella se dirigió a la sala, pero se
detuvo abruptamente al ver a Yune dormido en un
sillón.
— ¿Y qué demonios hace esa mierda aquí? ¡Está
ensuciando mi sillón!
—Emma, ese sillón estaba aquí antes de que tu
llegaras, nada de lo que hay en esta casa es tuyo. Y
si yo quiero que esté él aquí, aquí estará.
—Idiota. Soy tu esposa. —farfulló ella mirándole
con fastidio, y lanzó su bolso contra el Omega.
Yune despertó asustado, se levantó con torpeza y
miró a la rubia que se acercaba furiosa.
—Lárgate de aquí.
—Ni se te ocurra moverte. —advirtió Dante a su
mascota, contradiciendo la orden de su mujer.
Emma estaba furiosa, y bien sabía que tenía las
de perder, ese Omega odioso obedecería más a
Dante que a ella. Le pareció extraño verle golpeado,
sin embargo le tenía sin cuidado, y sonrió
levantando su mano amenazante.

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—Vete de aquí o te volteo la cara.
Yune miró con desesperación a Dante, él se cruzó
de brazos diciéndole todo con la mirada, si se atrevía
a moverse le iría fatal. Cerró los ojos con fuerza
cuando vio la mano de Emma caer en su contra.
Soportó la primera bofetada, pero una segunda
contra el lado que Dante había golpeado antes sí que
le dolió, sollozó cubriendo su mejilla y volvió a
mirar detrás de la mujer.
—Enserio me fastidias. —dijo Emma tomando su
bolso de nuevo antes de marcharse. Molesta por no
lograr su cometido, pero satisfecha de haberle hecho
daño frente a Dante, pues creía que el pequeño era
importante para él.
Yune retrocedió cuando Dante se acercó.
—Te obedecí. No me hagas nada. —suplicó
encogiéndose.
No sirvió de nada, un tercer golpe llegó, esta vez
con tanta fuerza que cayó al piso completamente
aturdido.
— ¡No vuelvas a dirigirte a mí tan
deliberadamente! —exclamó furioso, dejándolo ahí
tirado.

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Dante no volvió a aparecerse por la sala, Yune
pasó la noche ahí, su cara ardía por los golpes y su
estómago estaba tan vacío que ya se sentía
demasiado mareado. Al menos había bebido agua
del grifo de la cocina un par de veces, aunque llegar
ahí era insufrible.
Al día siguiente un aroma delicioso llegó hasta el
Omega, que despertó sin saber de dónde venía.
¿Alguien estaba cocinando? Pensó que tal vez Dante
se había apiadado de él llevando a quien volviera a
encargarse de la cocina. Se levantó con emoción y
fue a ver. Era el paraíso, sobre una enorme mesa
movible había una cantidad de comida que olía y se
veía deliciosa.
No estaba nadie ahí, así que no pensó que fuera
malo tomar algo de todo eso. Empezó a probar todo,
era increíble, tanto que no podía detenerse. Había
una bandeja que atrajo de inmediato su atención,
tenía unos pequeños aperitivos, bolitas de carne
bañadas en una salsa que se veía exquisita. Tomó el
primero y al meterlo en su boca sonrió de gusto, así
que comió otro, y uno más, y no paró hasta que se
sintió tan lleno que ya no le cabía ni un solo bocado.
Había arrasado con la mitad de la charola y picado
algunos otros platillos.

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Emocionado por haber comido como un rey, y
feliz de pensar que Dante había hecho eso por él,
quiso buscarlo para agradecerle. Ya no se sentía tan
mal, a pesar de lo que el Alfa le había hecho, quería
creer que sólo fue un mal momento del mayor, que
tal vez no era su intención hacerle daño y hablarle
como lo hizo.
Pero cuando estaba por salir de la cocina se
detuvo en la puerta con un dolor que le causó
nauseas. Había comido demasiado y muy rápido,
después de días sin comer no era lo mejor que pudo
hacer, pero no pensó que se sentiría mal. Mientras
estaba tratando de aguantar, Yune vio a Dante
acercarse por el pasillo, iba hablando por teléfono.
No pudo prestar atención cuando la fría mirada
del Alfa se posó sobre él.
Dante colgó y arqueó una ceja. Detrás de Yune se
abrió una puerta, la de servicio, y el Alfa miró a
quien entraba.
— ¿Está todo listo?
—Señor, ya he terminado, si quiere puede ver
cómo ha quedado todo. —dijo un hombre señalando
la mesa.

49
Cuando ambos miraron en esa dirección sus
reacciones fueron instantáneas. El cocinero se
acercó de inmediato tratando de entender qué había
pasado con lo que tardó horas en preparar, y Dante
entró a la cocina empujando a Yune para reclamarle
al responsable de la comida.
— ¿Qué demonios significa esto? ¿Qué clase de
presentación es? —cuestionó enfadado. —Dijiste
que ya habías terminado.
—Yo acabé hace un momento, salí para dejar la
basura en el depósito. —se defendió el cocinero. —
Alguien se ha comido lo que falta.
Dante entendió de inmediato. Había encontrado a
Yune saliendo solo en la cocina. Volteó de inmediato
y se acercó al chico que se aferraba el estómago con
expresión de dolor.
— ¿Fuiste tú? —preguntó tomándolo del brazo
para hacerle voltear. — ¡Responde! ¡¿Tú te comiste
eso?!
—Señor, si aún queda tiempo puedo preparar
más, lo haré rápido. —comentó el cocinero al ver
cómo se alteraba el Alfa que le contrató, queriendo
evitar un problema.

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—Hazlo, ya he depositado tu paga. —dijo Dante
y salió de ahí jalando a Yune.
Mientras era llevado de esa manera, Yune entraba
en pánico al darse cuenta de lo que acababa de
ocurrir. Se había equivocado, esa comida no era para
él, y Dante ahora estaba más que furioso.
—Eres una verdadera molestia, ¿sabes lo que
acabas de hacer? ¡Tengo más cosas qué resolver
como para tener que lidiar contigo!
— ¡Creí que podía! ¡Llevaba mucho sin comer y
tú dijiste que contratarías a alguien! —exclamó
Yune tratando de soltarse, pero era imposible contra
semejante fuerza.
YEs

51
Capítulo 3

Dante se encontraba en la amena reunión con sus


invitados, sonreía a ellos escuchándolos hablar de
dinero, de lujos, de sexo, conforme más bebían, más
se descaraba su plática. Él procuraba mantenerse
sobrio por ser el anfitrión, pero ciertamente
comenzaba a fastidiarse de verse reflejado en esos
déspotas Alfas de especies ajenas.
¿Por qué? Bueno, eran tres hombres que habían
llegado acompañados de sus respectivas mascotas.
¿Y eso a él en qué le afectaba? Pues los Omegas que
estaban presentes se notaban en condiciones poco
saludables. Uno de ellos tenía golpes en el rostro, lo
cual le hacía recordar a Yune cada que se topaba con
esos moretones.
—Dante, escuché que también tienes un Omega,
que lo compraste hace muchos años. —tanteó el más
viejo de los presentes, y sonrió al ver que el aludido
no pensaba responder al comentario. —También me
dijeron que lo has estado cuidando mucho.
—Eso no…

52
— ¿Sabes lo que pasa cuando tratas bien a estas
sucias putas? —le interrumpió jalando al chico de
los moretones para sentarlo en su rodilla. —Lo
toman a uno por imbécil, y no dudes que te
traicionará para escapar en cuanto tenga
oportunidad.
—No generalices. —respondió Dante
completamente confiado. —Mi mascota no
escaparía, ha tenido cientos de oportunidades.
—Sé lo que te digo. En cuanto ya no le des lo
suficiente a su parecer, en cuanto dejes de prestarle
atención, él se largará y buscará quién le de lo que tú
ya no le das. ¿Entiendes? Ellos son así, esta puta lo
intentó hace poco y tuve que castigarla.
El Omega cerró los ojos y ni siquiera se quejó
cuando las manos del viejo comenzaron a recorrerlo
con fuertes apretones. Lo lastimaba y no emitía ni un
solo reproche. Tal vez ese Alfa tenía algo de razón,
tal vez era buena idea disciplinar a Yune antes de
que siquiera pensara en escapar.
Aunque, se podía decir que ya había comenzado
sin que nadie le dijera, horas antes lo encerró en el
sótano, donde lo golpeó hasta hacerlo vomitar, lo
dejó incluso sangrando de la nariz, que muy
probablemente le había roto.

53
Tal vez esos tres hombres y su pensamiento tan
firme contra sus mascotas eran la clase de amistades
que necesitaría de ahora en adelante. Sabía que sus
viejos conocidos no estarían de acuerdo con el trato
que le daba a Yune, pues incluso le preguntaban
continuamente cómo se encontraba el pequeño, ese
idiota le agradaba a todos los que le llegaron a tratar,
y era molesto.
Desde ese día todo fue de mal en peor. Pasó
semanas buscando a Yune en el sótano, de donde no
le permitió salir, se daba gusto con su cuerpo y le
dejaba de vez en cuando un plato de comida que
apenas y recordaba llevarle.
Su relación con los nuevos socios iba de
maravilla. La situación con Emma era la misma de
siempre, se ignoraban a tal punto de ni siquiera
mirarse, hasta que Dante decidió dormir en un
cuarto diferente.
Mientras tanto, Yune estaba viviendo en
condiciones terribles, había dejado de moverse
durante los últimos días, estaba tan deprimido que
no tenía ganas de nada. El sitio apestaba, pues sus
necesidades las debía hacer ahí mismo, no tenía una
cama, ni cobijas, mucho menos ropa, tampoco agua.

54
Del tiempo que llevaba ahí, sólo salía cuando
Dante iba por él, lo llevaba al segundo piso y lo
obligaba a bañarse antes de volver a ensuciarlo con
esas violentas caricias y las arremetidas contra su ya
bastante herido trasero.
Yune ya no soportaba, y el Alfa parecía no
cansarse de él, de penetrarlo con el salvajismo de
siempre y luego tirarlo de nueva cuenta en el frío
sótano con un plato de comida en mal estado que
sólo le hacía doler el estómago.
Dante se encontraba en las instalaciones de su
empresa, acababa de tener una junta con los
inversionistas. Tres meses habían sido suficientes
para obtener grandes entradas de dinero, y había
asuntos que tratar referentes al nuevo mercado que
abarcarían.
Cuando caminaba hacia su oficina se encontró
con Marín, un pequeño Omega que él bien conocía,
perteneciente a uno de los vicepresidentes, Armet,
que había estado presente en la junta. Un viejo
amigo al cual había dejado de frecuentar
últimamente.
—Señor Dante. —dijo el pequeño sonriéndole
amablemente. —Buenos días.

55
—Hola, Marín, ¿cómo te va? —preguntó por
cortesía, aunque no le importaba mucho saber de él.
—Muy bien. —sonrió aún más. —He querido
visitar a Yune pero Armet ha dicho que está
enfermo. Espero no sea grave.
—No lo es. —sí, Dante les había mentido a todos
los que llegaban a preguntar por su pequeña
mascota, inventando que estaba indispuesto para que
no lo molestaran con visitas. —Seguro luego podrás
ir.
—Yune ha estado muy sólo desde tu boda.
Seguro es por eso que enfermó. —la voz de Armet
atrajo la atención del Alfa, que arqueó una ceja
cuestionando sus palabras. —Debes saberlo, los
Omegas se caracterizan por ser frágiles, incluso
pueden enfermar de tristeza. Siempre he pensado
que lo quieres, ¿por qué no te tomas al menos una
tarde para estar a su lado y que sepa que estás al
pendiente de él?
Aunque Armet no tenía la intención de fastidiar,
sus palabras no fueron bien vistas por el Alfa, sin
embargo, Dante no demostró su enfado.
—Veré qué puedo hacer. No tengo mucho tiempo
libre, y lo sabes.

56
—Porque tú no quieres, si faltas un día no pasará
nada. Vamos, si bien que tenías tiempo de irte de
farra con nosotros. —dijo refiriéndose a los otros
que les acompañaban y a él mismo.
—Yune lo quiere mucho, la última vez que lo vi
me dijo que le dolía que no le prestara atención. —
comentó Marín tomando a su dueño del brazo con la
confianza que éste le permitía.
—Todos sabemos que eres la razón de ser de ese
chico, si te olvidas tanto de él posiblemente va a
deprimirse.
—Ya entendí, tienen razón. —sonrió irritado y les
dio la espalda dispuesto a marcharse, pero el
vicepresidente se acercó a él tomándolo del hombro.
—No olvides tus principios. Espero que Yune
realmente esté enfermo de gripe como has dicho.
— ¿Y si no? ¿Vas a golpearme? —se burló Dante
mirándolo sobre el hombro. —Dejen ya de meterse
en donde no les llaman, y controla a tu mascota si no
quieres que yo le cierre la boca. Dile que no será
bien recibido, que ni se le ocurra buscar a Yune de
nuevo.
Sí, habían colmado su paciencia.

57
Se retiró sin detenerse, vio la expresión
preocupada de su viejo amigo, era un Beta, no
representaba amenaza alguna contra un Alfa como
Dante.
Como si se tratara de una terrible jugada para
hacerle enfadar, apenas entró a su oficina se
encontró con uno de los socios, aquel viejo que
siempre llevaba consigo a su Omega.
— ¿Qué haces aquí? —cuestionó de mala gana
sentándose detrás del escritorio.
—Tengo una duda.
—Debiste hablarlo en la junta, me iré a casa
temprano.
—Esto es personal. —comentó sonriendo con
aire divertido. Cuando la atención del tigre se posó
en él, continuó. —Me he enterado que tu mascota
está enferma.
— ¿Acaso aquí todo el mundo habla de lo que no
les concierne?
—Al parecer.
— ¿Y eso a ti qué te importa?

58
—Es molesto que ellos enfermen, pero creo saber
la verdad detrás de la excusa que te inventaste. Sé
que has seguido mis consejos.
—No es algo que…
—Ya sé que no es mi asunto. —interrumpió el
viejo. —Pero te daré un consejo más. Si ese inútil no
está rindiéndote lo suficiente, consigue otro y
deshazte de esa basura.
—Lo tendré en cuenta, ahora lárgate.
—Eres un muchacho inexperto aún, deberías
escuchar a este hombre que ha tomado lo que los
placeres de la vida traen junto con esta especie.
Míralos, son las víctimas perfectas. —señaló al
Omega que no despegaba la mirada del piso,
siempre con el semblante asustado y golpes que
nunca sanaban, se veía terrible.
Dante tomó su portafolio y marchándose
enseguida, no tenía intención de seguir soportando
que todos se entrometieran en su vida privada. ¿Qué
ocurría con la sarta de habladores que había a su
alrededor? Si todo seguía así, no dudaba que pronto
se supiera lo que le hacía a Yune, y sin embargo eso
no era lo que ahora importaba.

59
Llegó a casa y no le sorprendió ver a Emma, lo
que le molestó fue ver que no estaba sola, un grupo
de mujeres le acompañaban, unas de ellas eran sus
amigas, las otras masajistas. Emma había convertido
el salón principal en un spa y ni siquiera le había
dicho nada.
De igual forma nadie notó su presencia, las
Deltas se encontraban bocabajo en unas camas de
masajes y las masajistas no le prestaron atención.
Así que fue a cambiarse y bajó directamente al
sótano. Como siempre. Se acercó hasta Yune que le
miraba desde el piso, parecía enfermo, se veía más
pálido de lo normal, y había vomito debajo de él.
Asqueado por el olor, Dante lo hizo pararse y le
limpió a medias, definitivamente ya no podía tenerlo
ahí, era molesto incluso cuando sólo bajaba para
llevarlo a otro sitio, no tenía pensado entrar ahí de
nuevo.
Subió las escaleras, Yune no parecía querer
moverse y lo obligó con bruscos empujones y
jalones hasta que salieron al pasillo.
El pequeño trataba de sostenerse, y apenas le era
posible, cerró los ojos con fuerza al sentir la luz y
mientras se acostumbraba siguió siendo empujado.
Cuando pudo ver mejor se encontró con que esta vez

60
no subirían a las habitaciones del segundo piso,
ahora se dirigían a la puerta de servicio que estaba
en la cocina, la que estaba frente a la casita de
cristal, su casa.
Y justo ese era su destino, ya en el patio a la luz
del sol, Dante vio mejor el cuerpo de Yune. Sus
moretones contrastaban con su palidez, y entre sus
piernas alcanzaba a ver algo de sangre seca del día
anterior, después de haberlo usado lo dejó así, y
Yune siempre sangraba, tal vez porque su cuerpo
aún no se acostumbraba, o quizá por la violencia a la
que era sometido en cada penetración que sufría.
Se veía más delgado de lo que era, demasiado a
decir verdad, incluso era desagradable notar esas
condiciones tan deplorables. Dante lo llevó hasta el
segundo piso, de la misma manera que le había
hecho andar, y le ordenó que tomara un baño,
dejándolo solo enseguida.
Como siempre, Yune ya sabía lo que le esperaba,
sin embargo obedeció sin tener opción. Al menos
esta vez estaba en su casita, en ese pequeño
santuario donde había pasado días felices, y que en
su soledad le refugió.
Dante entró nuevamente a la cocina, buscó en el
refrigerador algo que pudiese dar a Yune, pues ese

61
día olvidó llevarle algo de la oficina, como siempre
hacía. Le sorprendió ver una buena cantidad de
cosas ahí, supuso que Emma había ido de compras
para preparar su Spa perfectamente. Sin embargo no
había nada ya preparado, así que salió y se dirigió
hasta la sala.
Emma seguía pegada a la cama.
De pronto Dante imaginó a Yune recibiendo esas
atenciones, seguramente el pequeño estaría feliz y
sumamente agradecido si le diera un día de
consentirse con masajes y todo eso, pero erradicó el
pensamiento de inmediato, esas atenciones las tenía
únicamente su esposa, aunque la mujer ni siquiera
valoraba el sitio que ocupaba.
Entró al salón tomando la bandeja de tentempiés
que estaba sobre una mesita, si bien, no consentiría
en exceso a Yune para evitar que se convirtiera en lo
que era Emma, bien podía darle un pequeño gusto
como lo era esa comida que al menos no estaba
pasada.
Se retiró sin que su esposa siquiera se enterara, de
nuevo, que estuvo ahí, entonces volvió a donde
estaba Yune.

62
Apenas entró a la habitación del Omega, éste
volteó a verle de inmediato, acababa de salir del
baño seguramente, sostenía una toalla contra su
pecho que le cubría entero. Dante se acercó a él
mostrándole la bandeja.
— ¿Tienes hambre?
—Sí. —susurró Yune pasando saliva sin dejar de
mirar los bocadillos.
—Entonces haremos algo. —dispuso Dante,
colocando la bandeja en la cama le quitó a Yune la
toalla de sus manos, que no pudieron aferrarse
demasiado fuerte para evitarlo. — ¿Acaso quieres
que te castigue?
Yune negó de prisa con la cabeza y bajó ambos
brazos, sabía que a ese hombre no le gustaba que se
cubriera, se enteró de mala manera cuando comenzó
a llevarlo al baño de una de las habitaciones en la
mansión, al principio salía de la ducha y se cubría
con toallas, pero eso le hizo ganarse más vejaciones.
Era peor cuando trataba de cubrirse con sus manos,
Dante se volvía más agresivo y le hacía más daño
cando se metía entre sus piernas.
—Eso creí. Ahora, volviendo al tema—se en la
cama, jaló a Yune y lo colocó sobre sus piernas,

63
teniéndolo de lado podía ver aún más de cerca las
marcas posteriores a sus sesiones de sexo. Torció la
boca un poco y prosiguió. —Las cosas no pueden
seguir como hasta ahora.
Yune le miró de inmediato, mostrando una ilusión
propia de él, creía que la pesadilla iba a terminar, y
eso le hizo emocionarse casi al punto de querer
sonreír, abrazar a ese hombre y agradecerle,
conforme Dante hablaba, la tierna sonrisa de Yune
aparecía de a poco.
—Te alimentaré mejor, con eso pronto
recuperarás fuerzas, y no te encerraré más en el
sótano. Te gusta la idea, ¿verdad? —Dante sonrió al
verle asentir emocionado. De momento pudo
recordar la cantidad de veces que Yune le regalaba
esa clase de expresiones, y le sorprendía que en ese
momento lo hiciera también. No, no debía hacerlo.
—Pues entonces debes recordar bien las siguientes
reglas, o volverás al sótano hasta que las entiendas.
—Creí que…
—No creas nada. —cortó Dante borrando
cualquier rastro de esa ilusión que antes vio. —
Número uno; no puedes salir de esta casa, tienes
todo lo necesario, así que no hay motivo alguno para
encontrarte fuera. Dos; no quiero que hables con

64
nadie, tal vez vuelva a contratar empleados, el jardín
es un asco y no podré estar al pendiente de que
obedezcas las reglas en todo momento, pero donde
me dé cuenta que has estado socializando, no te irá
nada bien. Tres; deberás estar más dispuesto cuando
quiera cogerte, porque ya me he cansado de tus
intentos para evitarlo, que además no sirven de nada.
Supongo que por el momento es todo, pero si algo se
me ocurre igual deberás acatarlo.
Yune bajó la mirada abrazándose a sí mismo,
como si quisiera consolarse, pues esas palabras
habían roto cualquier esperanza que pudiese tener.
—Esto lo hago por ti, con este aspecto que te
cargas comienzas a darme asco, y puedo
conseguirme otra mascota si tú que te sustituya,
entonces no me importará más lo que ocurra
contigo, podría dejarte morir.
No recibió respuesta del menor, así que lo
observó un momento, ahora descubriendo las
enormes ojeras debajo de esos ojos verdes tan
hermosos. Yune era lindo, pero en ese estado su
belleza se opacaba día con día. No quería tener una
mascota como la del viejo Alfa, que pareciera sin
vida siempre. Él quería a su pequeño Yune, y sin

65
embargo, hacía todo por joderlo, por lastimarlo y
hacerlo doblegarse a sus pies.
¿Realmente había necesidad de herirlo? Si Yune
siempre le había sido fiel, no se detuvo a pensar qué
hubiese sucedido si en lugar de violarlo, lo hubiese
tomado con su consentimiento, ¿Yune lo habría
permitido? No tenía idea de lo que estaba
destruyendo.
—Es todo, te dejaré descansar por hoy, tengo
cosas qué hacer. —dijo levantándose con el pequeño
encima, de pronto lo estaba cargando y comprobaba
que pesaba mucho menos que antes. Sentía que si lo
apretaba con fuerza lo rompería.
Dejó al pequeño sobre la cama, después de tanto
tiempo ya había olvidado lo que era tenerlo cerca sin
que éste llorara desconsolado, y se sentía bien,
aunque pronto se le olvidaría nuevamente.
Yune se quedó quietecito hasta verle bajar las
escaleras, cuando ya no estaba en su campo de
visión al fin pudo soltarse, se tiró bocabajo y abrazó
sus almohadas desesperado. Ya no aguantaba, y
rompió en llanto queriendo desahogarse de lo que le
dolía, su alma estaba más dañada que su cuerpo,
pues no entendía por qué Dante lo trataba de esa
manera.

66
Dante se tomó el resto del día para contratar a
una empleada que se hiciera cargo de las comidas
diarias para Yune, era una mujer de unos cuarenta
años llamada Viviana, parecía de carácter fuerte, así
que no habría problema con que sintiera el menor
reparo al ver el estado en que Yune se encontraba
actualmente.
Al día siguiente, viernes, no se apareció por ahí,
hasta que llegó el sábado. No tenía trabajo, y
tampoco planes, así que finalmente fue a ver qué tal
estaba su mascota.
De camino podía ver la cama en el segundo piso,
y mientras más se acercaba, se dio cuenta que Yune
estaba recostado. Entró con cautela para no
despertarlo, así pudo llegar a él sin ver de inmediato
su rostro lleno de miedo. Al subir las escaleras,
captó en el aire el dulce aroma de Yune, vio su
cabello húmedo y supo que se acababa de bañar, eso
de pronto le hizo creer que ya se encontraba mejor.
Le quitó las cobijas despacio, Yune dormía en
posición fetal, como últimamente hacía, siendo que
antes se estiraba en toda la cama disfrutando la
comodidad. Dante chasqueó la lengua al ver las
piernas desnudas del menor, marcas de sus manos se
plasmaban en la suave piel, subió la vista y se

67
encontró con un pequeño short. En tiempos de calor
era común que Yune usara esos pijamas, tenía
muchos del mismo estilo, algunas más livianas que
otras, como lo era esa.
Un short azul pastel, y una camiseta sin mangas
del mismo color, con estampados de ositos. Lucía
tan tierno, su pequeño tamaño no concordaba con su
edad, Dante sabía que Yune ya no era el niño de
doce años que compró, pero aún seguía siendo muy
pequeño comparado con él, que en proporciones le
superaba épicamente.
Yune se estremeció de pronto y jadeó agitado
abriendo los ojos. Su respiración se cortó en cuanto
descubrió al Alfa mirándole junto a la cama. Había
tenido una pesadilla, y no sabía si haber despertado
había sido lo mejor. Cerró los ojos de nuevo y se
encogió temblando.
—Vaya manera de agradecer que te he dado un
buen descanso. —recriminó Dante acercándose a la
cama para sentarse, hundiendo el lecho Yune resbaló
hacia él sin poder evitarlo, y antes de que huyera le
detuvo del brazo. —Me ha dicho la cocinera que te
has estado comiendo todo lo que te trae.
—Pensé que debía hacerlo. —susurró Yune
comenzando a preocuparse, ya antes había sido

68
golpeado por comerse lo que no debía. —Me dijiste
que tendría alimentos nuevamente.
Dante suspiró, llevaba meses castigando a Yune
porque no le hablaba con respeto, y él no aprendía
esa lección, seguía hablándole como su igual. Sin
embargo, en ese momento lo dejó pasar, tampoco era
muy grave.
—Claro, es lo que dije. No te asustes, he venido a
felicitarte por tu disposición, creí que no comerías
tanto. ¿Te has sentido bien?
Yune negó confundido, no entendía por qué
Dante le preguntaba eso, pero no le iba a mentir,
llevaba con dolor de estómago ya dos días y medio,
desde que comió lo que Dante le dejó la última vez
que lo vio.
— ¿Te duele el estómago? —cuestionó
arqueando una ceja, y sonrió al ver a Yune asentir.
—Eso es normal, últimamente andas muy delicado
con lo que comes, desde que te llevé al sótano.
—La comida que me llevabas siempre estaba
pasada. —murmuró Yune, pero se arrepintió
enseguida al ver que Dante dejaba de sonreír y
pasaba a verse molesto.

69
—Deberías agradecer que no te maté de hambre.
—dijo Dante apretando con fuerza el delgado brazo
que apresaba. —Maldito gato malagradecido.
Se puso de pie y jaló a Yune bajando el short y
ropa interior de forma brusca. No le importaba lo
frágil que era, ni que temblara tanto y comenzara a
llorar de saber lo que vendría.
—De cualquier forma, no vine a ver cómo te
encuentras. —comenzó a desabrocharse el pantalón,
vio con diversión que Yune trataba de alejarse y se
sacó el cinturón antes de detener al menor por los
tobillos.
Le atrajo de nuevo y Yune forcejeaba, apenas se
había recuperado un poco en ese breve descanso y
realmente trataba de evitar lo inevitable, cuando
sintió algo rodear su cuello impidiéndole respirar.
—Creí haberte dicho las reglas que debías
cumplir. —comentó Dante apretando más el
cinturón en el delgado cuello, cuando Yune ya
estaba demasiado rojo y casi no se movía, lo aflojó
permitiéndole tomar el aire que necesitaba.
Pero el pequeño volvió a enfadarlo. Yune trató de
quitárselo y apenas sus dedos se metieron debajo
sintió la presión asfixiarle de nuevo. No podía

70
jalarlo, se debilitaba con sus inútiles esfuerzos.
Cuando volvió a respirar empezó a toser, mirando a
Dante como si no lo reconociera. ¿Por qué sonreía al
hacerle daño? ¡¿Por qué le hacía eso?!
—Voltéate y coloca tus manos sobre tu espalda.
—ordenó Dante amenazando con ahorcarlo de
nuevo si no se apuraba a obedecer.
Yune giró de inmediato, no tenía opción, Dante
iba a lastimarlo más si se negaba. Sollozando dejó
ambas manos detrás, y sintió como su cuello era
libre de nuevo. Sin embargo, sus brazos fueron
apresados esta vez y eso le hizo temer más.
Dante los ató con el cinturón y apretó
fuertemente rodeándolos hasta que lo pudo asegurar.
Se inclinó sobre el cuerpo cubriéndolo por completo,
y olfateó el suave cabello del menor. Olía delicioso,
todo él. Su aroma lo hacía tan irresistible.
—Disfrutarás todo el día de mi compañía. —
murmuró rozando con su erección el culo de Yune,
escuchando su inmediata queja de rechazo.
Apenas se incorporó lo suficiente para deshacerse
de su propia ropa y forzó las piernas de Yune hasta
abrirlas, colocándose en medio. Acercó su virilidad

71
a la pequeña entrada, esa que solía profanar sin
cuidado o reparo alguno.
Los Omegas tenían una fisonomía genital algo
distinta, pues, en el espacio entre miembro y ano,
debía encontrarse una entrada diferente, no era como
tal una vagina, no tenía todo el entorno como tal, era
más bien una pequeña abertura que llevaba a su
útero. Y era complejo, más delicado que los
genitales femeninos, éste resultaba más estrecho y
menos elástico, por ello, la violencia del Alfa
cuando se enfundaba en él siempre causaba
sangrado.
Sin embargo, aunque Dante ignoraba por
completo los detalles de lo que implicaba la
sexualidad de un Omega, tampoco habría cambiado
mucho la situación de haberlo comprendido antes,
pues era suficiente con escuchar los gritos y el llanto
de Yune para saber que lo lastimaba, y aun así él no
se detenía.
El pequeño cerró los ojos con fuerza cuando el
miembro de Dante comenzó a penetrar con dureza.
Ahogó las quejas mordiéndose los labios, hasta que
todo estuvo dentro. Comenzó a respirar de nuevo,
había dejado de hacerlo, y le costaba retomarlo,
tener semejante cosa en su interior le aturdía

72
demasiado, era muy grande, había visto a Dante
desnudo y ni siquiera se podía comparar con lo que
él tenía por virilidad entre las piernas.
Aguantó cada estocada que vino después,
ahogaba sus gritos mordiendo las sábanas debajo de
él. Entre esas violentas arremetidas, sentía un dolor
en el interior de su vientre, muy, muy dentro, que le
hacía sollozar, comenzaba a ser insoportable. Pero
todo llegó a su fin, Dante apretó su cintura con
demasiada fuerza y gruñó justo en el momento en
que vació su semen en ese estrecho lugar.
Segundos después Yune volvió a abrir los ojos,
Dante se mantuvo en su interior cuando todo acabó,
de pronto pareció estirarse por algo y el pequeño lo
sintió. Vio caer a su lado una imagen que había
estado sobre su buró durante varios meses, tal vez un
año. Recordaba haberla cortado de una revista que
se encontró, era una fotografía de Dante, lo habían
entrevistado y cuando Yune la encontró fue muy
feliz, leyó emocionado toda la nota, incluso tenía
guardadas las páginas de ésta, pues ya para ese
momento eran nulas las veces que podía saber cosas
de la vida de su dueño.
Quiso tomarla para ocultarla, pero sus brazos no
tenían posibilidad alguna de moverse ni tantito.

73
— ¿Por qué tienes esto?
Yune veía la imagen con desesperación, tenía
miedo de todo, no sabía qué pensaba Dante de eso, y
creía que no era nada bueno para él.
— ¡Responde! —exclamó haciendo un
movimiento contra Yune que le hizo arquearse de
dolor.
—La encontré. —jadeó éste sin hacerlo esperar
más.
—No pregunté cómo la conseguiste, dije ¿Por
qué tienes esto? Yo tenía esa revista en mi
habitación, ¿te has atrevido a robarla? —cuestionó
Dante con tono amenazante.
— ¡No! Estaba en la cocina. Yo no robé nada. Lo
juro.
—No mientas.
— ¡No estoy mintiendo! —chilló Yune.
Cabreado por su contestación, Dante se levantó
de la cama colocándose los pantalones nuevamente.
Iba a dar con la verdad. Terminó de vestirse en
segundos, entonces fue por Yune y no le importó
llevarlo desnudo, lo sacó de la cama y lo forzó a

74
caminar jaloneando su delgado brazo, que aún se
encontraba atado al otro.
El camino a la mansión fue una tortura para el
pequeño, que no podía parar de llorar y jurar que no
era lo que él creía.
—Eso lo sabré ahora. Cierra la boca o haré que
no puedas hablar en semanas.
Llegaron, y subieron las escaleras, algunos de los
nuevos y pocos empleados que habían observaron
extrañados, incluso sorprendidos, por ver a su jefe
llevando al muchachito en esas condiciones, sin
embargo se voltearon para no ser descubiertos,
sabían que no podían prestar atención y mucho
menos entrometerse en lo que ocurriera en la casa,
Dante se los había dejado claro al contratarlos.
Dante empujó a Yune dentro de su habitación,
donde ya no dormía hacía mucho. Fue hasta un
mueble dejando al Omega que apenas y podía
mantenerse en pie. Entonces buscó en un mueble,
revisó en todos los cajones, sin dar con la bendita
revista.
No estaba ahí. Se alejó del mueble y caminó
hacia Yune, que temblaba aterrado al ver la
expresión que tenía.

75
—Yo no la tomé. —susurró sabiendo que le
culparía.
—Además de ladrón, también eres un jodido
mentiroso. Vas a aprender a no volver a hacerlo en
lo que queda de tu miserable vida. —aseguró
tomándolo de nuevo, esta vez para liberarle los
brazos.
—Enserio no fui yo. —se defendía comenzando a
llorar de nuevo, no quería ser castigado, los golpes
de Dante dolían demasiado, tenía tanta fuerza, la
última vez que lo castigó no pudo pararse por días,
había sido cuando aún estaba en el sótano.
Pero Dante no lo iba a golpear. Volvió a
arrastrarlo consigo hasta el primer piso, dirigiéndose
a la cocina, y le detuvo mientras encendía la estufa.
Yune vio con pánico a Dante, y trató de huir
cuando éste le jaló con fuerza acercándole al fuego,
pero por más que jalaba su brazo era imposible
soltarse. El Alfa puso la mano del menor sobre las
llamas, sosteniéndolo del brazo a una distancia
prudente.
— ¡Detente, detente! —exclamó sintiendo apenas
el calor, mientras iba siendo más la cercanía. —
¡Quema! Por favor… ¡Yo no fui!

76
— ¡Cierra la puta boca! —estalló Dante y acercó
de súbito la pequeña mano hasta donde realmente le
quemaría.
Yune se perdió por el dolor, no era lo mismo que
los golpes, esta vez no pudo resistirlo, y de
inmediato reaccionó tratando de defenderse, mordió
a Dante donde le tuvo más cerca, en el brazo, tan
fuerte como era capaz.
Con un golpe Dante se lo quitó de encima, ahora
no estaba molesto, estaba tan furioso, y aún fue peor
cuando vio la marca de la pequeña dentadura
dejando unas molestas marcas con fisuras que le
hicieron sangrar, si bien no era nada comparado con
lo que él le hacía, eso no importaba, Yune se había
atrevido a morderlo, y lo pagaría.
Pero Yune entró en pánico, el sabor de la sangre
de su amo le era apenas notable, lo suficiente para
hacerle saber que no saldría ileso. Y su mano con
una quemadura que le ardía como el infierno,
tampoco le ayudaba a reaccionar. Miró a todos lados
con desespero y vio la puerta abierta, si corría podría
llegar a la cabaña, cerrar por dentro para esconderse
de ese tigre que ahora lo acechaba furioso como
depredador que era.
—Ni te atrevas. —advirtió Dante.

77
Esa fue la señal de huida. Yune salió y corrió tan
rápido como su cuerpo le permitió. No pensó ni
siquiera en el dolor entre sus piernas, ni que iba
desnudo, y tampoco se le ocurrió que Dante era
mucho más rápido.
Apenas llevaba unos cuantos metros, cuando
escuchó el aire cortarse y a Dante envolverlo entre
sus brazos para detenerlo. Ambos tropezaron y Yune
quedó debajo del Alfa al que había hecho enfurecer.
Un áspero gruñido se escuchó y Yune cerró los ojos
para sentir los colmillos de Dante hundirse en su
hombro derecho.
Los Alfas solían tener unos colmillos ligeramente
más pronunciados, dientes más afilados y una fuerza
en la mandíbula propia de su especie. Su mordida
era poderosa, y la herida que estaba causando de
inmediato comenzó a sangrar, pero no quería
devorarlo, sólo dañarlo, por lo que se detuvo
levantándose lo suficiente para hacerle voltear, tomó
con fuerza el frágil rostro que tenía una expresión
horrorizada y lo apretó marcando sus dedos, casi
rompiendo la cara del Omega con sólo presionarla.
—Vas a desear no haber nacido. —advirtió Dante
fuera de sí.

78
Y se levantó llevándose consigo al pequeño.
Yune se negaba a avanzar, conforme volvían en
dirección a la casa de cristal, trataba de aferrarse a
no avanzar ni un centímetro más, pero de nuevo
estaba siendo arrastrado a placer, hasta llegar a la
cabaña.
Dante entró con Yune a cuestas, y apenas lo soltó
le dio un golpe que lo hizo caer de lleno al piso.
Comenzó a golpearlo salvajemente, desquitando
cualquier rastro de furia en ese cuerpecito que se
encogía en el piso pidiendo a gritos que no siguiera.
Fueron tantos los golpes, más que cualquier otra
ocasión, con una fuerza incontrolable, y el Omega
no sabía qué parte de su cuerpo debía cubrir. Su
mano y su intimidad ya no eran lo único que dolía.
Tras intensos minutos, Dante se detuvo agitado y
vio lo que había hecho.
— ¿Te quedan ganas de volver a ser tan imbécil?
—cuestionó pateándolo por última vez.
Yune no respondió, y tampoco se movió, no
podía hacerlo. Le costaba trabajo respirar, incluso no
podía quejarse más, su garganta estaba dañada de
tanto gritar. Miró a Dante con una inmensa tristeza y

79
movió la cabeza en negación, su cuerpo parecía un
trapo de cómo lo había dejado.
—Atrévete a robar de nuevo y no te quemaré, te
cortaré la mano. —advirtió Dante sentándose en la
silla, había sido cansado darle una lección así de
fuerte. —Y si intentas huir de mí, no sólo te
golpearé, hay castigos peores.
Se quedó observando un momento los verdes
ojos de Yune, era eso lo único que no había podido
ensuciar, porque el resto de su cuerpo estaba hecho
un asco, con tierra y pasto por la caída en el jardín,
con sangre y moretones en cantidades notables, lo
había dejado tan mal.
—Y si se te ocurre volver a morderme, te tiraré
todos los dientes. De igual forma ya no te servirían
de nada, no te permitiré comer hasta que aprendas a
no retarme.
Yune sintió que sus ojos se cerraban, todo daba
vueltas, de pronto ya no sabía qué estaba ocurriendo.
Lo último que vio fue a Dante poniéndose de pie, y
su conciencia lo abandonó rápidamente.

80
Capítulo 4

El Alfa salió de esa cabaña y volvió a la mansión,


pero no podía quitarse de la cabeza el estado en que
había dejado a Yune, lo había golpeado antes, pero
siempre medía su fuerza, y esta vez no lo hizo. Pasó
el día entero con ese cargo en su conciencia, si es
que a eso que tenía muy en el fondo podía llamársele
conciencia.
Esa noche, al suponer que Emma no volvería
hasta el día siguiente, se quedó en su habitación.
Hablaría con ella, si las cosas iban a seguir así, bien
podía cambiarse de cuarto en lugar de hacerlo él.
Para el día siguiente, por la tarde, Dante se
encontraba en su despacho revisando los estados de
cuenta de las tarjetas que compartía con su mujer.
Estaba bastante sorprendido de los excesivos gastos
que ella hacía, aunque era de esperarse, si se la
pasaba visitando los bares más cotizados de la
ciudad, y las exclusivas tiendas de moda. Tenía que
dejarle en claro un par de cosas, y como si la hubiese
invocado, la puerta se abrió dando paso a la hermosa
rubia, que tenía pinta de no haber dormido en

81
semanas, ya no se veía tan perfecta, de hecho ya ni
siquiera lucía la mirada cariñosa que lo conquistó.
— ¿Acaso no sabes tocar? —cuestionó molesto
mientras ella se acercaba, la vio sentarse con ese aire
de grandeza, cruzando sus largas piernas y
frunciendo el ceño con algo que parecía enfado.
—No estoy para tonterías, apenas llego y me
entero de lo que sucedió ayer. ¿Sabes lo que tus
empleaduchos han estado comentando?
—No. Y me tiene sin cuidado.
— ¡Dicen que te estás cogiendo a tu pedazo de
gata que tienes en el jardín! —exclamó azotando su
cartera de mano contra la mesa. — ¿Cómo está eso
de que lo traías por la casa medio desnudo? ¡Más te
vale que no me estés poniendo el cuerno!
—Lamento decepcionarte, los empleados han
acertado, me he estado cogiendo a Yune. Y eso es
más tu culpa que mía, que te la vives en fiestas,
¿acaso no se supone que querías pasar tu vida
conmigo? —reprochó arqueando una ceja, y se
levantó rodeando el escritorio para acercarse a la
mujer. —Tú misma has provocado que busque en
otro sitio lo que ya no hay entre nosotros.

82
Emma se abstuvo de contestar, lo suficiente para
entender lo que Dante decía. Sonrió satisfecha y se
estiró hasta alcanzar una mano del Alfa, atrayéndolo
más hacia ella.
—Ya entiendo. Hace mucho no nos divertimos
juntos. No tenías que caer tan bajo con esa bestia
que no me llega ni a los talones, no se compara
conmigo, ¿cómo se te ocurrió remplazarme con eso?
—se puso de pie pegando su pecho al de Dante,
sonriendo cuando él miró su pronunciado escote. —
Tienes razón, es mi culpa, y lo pasaré por alto, pero
no quiero que se vuelva a repetir.
— ¿Cómo piensas impedirlo? —retó Dante
tomándola con firmeza de la cintura. Extrañaba ese
cuerpo, esos pechos, aquellas piernas acariciando
entre las suyas provocándole.
—No voy a perderte por algo tan vano, sabes que
soy tuya, puedes tomarme, y olvidarte de
reemplazarme con cuerpos ajenos. —se estiró
rodeándole el cuello con sus brazos y buscó sus
labios.
Comenzó con un beso, mientras buscaba
desabrochar el pantalón que estorbaba. Dante le
siguió el juego, arrancó con ganas el ajustado
vestido que dejaba tan poco a la imaginación, y giró

83
poniéndola sobre el escritorio, con esa misma
euforia se deshizo de las estorbosas bragas y la
penetró de golpe.
Emma gimió complacida, comenzó a moverse al
ritmo de su Alfa. Se aferró a él buscando
satisfacerlo, pues era tal como dijo, no lo iba a
perder por una estupidez. No tiraría a la basura el
matrimonio que le había resuelto la vida, y
divorciarse de él no era opción, sabía que no
obtendría ni un centavo si se largaba. Bien podía
darle lo que él quería, podía entregarse tantas veces
fuera necesario.
No iba a negarlo, disfrutaba de las manos de ese
Alfa recorriendo su cuerpo, las embestidas fuertes y
gloriosas, la manera en que su vagina era invadida
hasta el más profundo rincón, los besos apasionados,
y había algo más, un reclamo oculto en cada
movimiento, Dante era tan vigoroso, un amante
excelente, cuando se trataba de compartir placer.
Definitivamente no iba a perder a ese hombre, era
perfecto en todos los sentidos, aunque ella no iba a
verlo como algo más que una chequera abierta y
buen sexo, de la misma forma en que le vio desde
que lo conoció. Sí, le hizo creer que lo amaba,
porque no se conformaría con ser su amante, quería

84
todo de él, quería incluso su amor, y ahora pensaba
que lo tenía en sus manos.
Dante se abrochaba el pantalón mientras Emma
trataba de recomponerse el vestido, aunque ya no
tenía arreglo. Se acercó a ella y le colocó su saco
encima.
—Ve a dormir, pediré que te lleven algo de cenar
en unas horas. —le dijo con suavidad, tuvo la
necesidad de abrazarla, y lo hizo, pero Emma se
separó casi enseguida para tomar su cartera y
dirigirse a la puerta.
—Voy a salir a cenar con mis amigas, mejor pide
que alguien me despierte para que pueda arreglarme.
—dijo a secas. —Y recuerda, no necesitas serme
infiel, si tienes ganas puedes buscarme. —le sonrió y
salió de ahí.
Dante se quedó con esa sonrisa dando vueltas en
su cabeza, no, no era una sonrisa agradable, era tan
fría, tan carente de emociones. Salió del despacho
dejando todo tirado, el escritorio era un asco, y se
dirigió a la cocina para tomar una cerveza. No se
sentía cómodo, no había disfrutado como antes
estando con Emma, y eso le tenía demasiado
confundido.

85
Tanto lo había deseado, ¿por qué no se sentía
satisfecho? Además, ella dejó en claro que volverían
a tener sexo cuantas veces fueran necesarias, y sin
embargo él no tenía intenciones de buscarla pronto
en la intimidad.
Se quedó viendo un punto fijo perdiéndose en sus
cavilaciones, cuando de pronto su mirada se clavó
en la estufa, y recordó lo que había ocurrido la tarde
del día anterior.
De encontrarse decepcionado de su matrimonio y
expectativas, pasó a enfurecer contra Yune. Ni
siquiera sabía por qué, ni quería enterarse, pero tenía
latente la necesidad de desquitar su frustración con
él, de culparlo de todo, y destruir su tierna mirada,
acabar con esa inocencia al igual que acabó con su
sonrisa. Esa sonrisa, la que Yune solía mostrarle
antes de todo esto, esa sí era una sonrisa hermosa,
dulce, real y enternecedora.
Recordó de la nada cómo era la vida antes de
contraer matrimonio, cada que volvía a casa de
trabajar, Yune estaba esperándolo y le recibía lleno
de emoción. Tal vez por eso lo buscó como sustituto
de Emma, pero ya no conseguía nada del Omega, y
eso era un fastidio.

86
Llegó a una conclusión bastante idiota, pero a él
le pareció coherente. Le había dado todo a Emma, su
amor, sus atenciones, su dinero, su vida entera, y ella
estaba convirtiéndose en una mujer tan vana, él lo
sabía, podía darse cuenta que detrás de esos ojos ya
no había nada, estaba vacía, no lo amaba, sólo
amaba los lujos, y no era tan ciego como para no
saberlo. Y a Yune, en su momento, consideraba
haberle dado todo de igual forma que a Emma, y tal
vez por eso era que el Omega estaba tan cambiado.
En ningún momento se dio cuenta de la realidad,
que Yune no había cambiado, que sólo estaba
aterrado y lastimado, y que por ello ya no le sonreía,
ni lo abrazaba, o le recibía emocionado. Pensaba que
estaba pasando lo mismo que sucedía con Emma,
con la diferencia de que Yune era su mascota, y no
iba a permitírselo.
No iba a dejar que también Yune comenzara a
verle la cara como lo hacía su mujer, a él no iba a
pasárselo por alto.
Yune despertó lentamente, de a poco fue
recordando en dónde estaba y por qué, hasta que fue
del todo consiente. No tenía idea de cuánto tiempo
pasó, pero era de noche. Se sentía terrible, mareado
y con dolor de cabeza, sin contar que no soportaba el

87
cuerpo entero. Volvió a cerrar los ojos, que se le
llenaban de lágrimas en esa inmensa soledad.
Ni siquiera era capaz de moverse, nada le
respondía correctamente, así que sólo atinó a
encogerse más y trató de volver a dormir. No le
gustaba estar solo, pero ahora lo único que deseaba
era que Dante no volviera a aparecer. Le tenía tanto
miedo, que la sola idea de verle le hacía llorar aún
más.
Los siguientes días fueron terribles para Yune,
estaba completamente abandonado en esa cabaña,
nadie fue a ayudarle, y para la mitad de la semana ya
estaba hecho un completo asco, su cuerpo todo
entumido de no haberse movido, su mente tan
dispersa tratando de privarse de la realidad todo lo
que le fuera posible.
Después de ser golpeado con tanto salvajismo, ya
no le quedaba ninguna esperanza. Tal vez esta vez sí
moriría de hambre. Esos días comenzaron las
lluvias, y eso fue lo que ayudaba un poco al
pequeño, algo de agua se escurría desde la puerta y
llegaba hasta él, pero era agua sucia, de tierra y algo
de la sangre que derramó cuando fue golpeado por
Dante. Esa misma lluvia le había hecho enfermar,
tenía fiebre, y temblaba creyendo que se congelaría.

88
Dante llegó a casa temprano, había tenido un día
tan molesto, que sólo deseaba descansar. Pero no era
posible, uno de sus amigos salió con la estupidez
más grande que se le podía ocurrir. Ahora tenía que
ir por Yune y volver a alimentarlo, el fin de semana
lo llevaría a una fiesta, todos sus amigos dueños de
Omegas insistieron en organizarles una reunión, e
insistieron tanto para que Dante accediera a que
Yune fuera, que no tuvo de otra.
Ya algunos comenzaban a insinuar lo extraño que
era que ya no sabían nada del pequeño, y no podía
mentir más acerca de que estaba enfermo o irían a
verlo en cualquier momento, tampoco iba a contarles
lo que le hacía, pues sabía bien que le recriminarían
y no iba a tolerarlos, finalmente eran de la misma
especie, eran aliados, trabajaban juntos, eran sus
amigos, no podía simplemente mandarlos al diablo.
Llegó a la casa de cristal, esperando verlo ahí,
pero no lo encontró, así que supuso que nuevamente
estaba metido en la cabaña. No pudo moverse más
después de abrir la puerta y encontrarse con lo que
había hecho.
Sintió un vuelco enorme que le hizo estremecer.
Yune estaba exactamente en el sitio donde lo dejó el
sábado, en la misma posición, tan sucio, se había

89
hecho del baño en el piso, ni siquiera se había
movido para no ensuciarse más, estaba ahí, inmóvil,
con sus ojitos medio abiertos mirando a la nada,
como si estuviese muerto.
Su pequeño cuerpo estaba amoratado, marcas
violáceas y algo verdes, muy grandes en algunos
sitios, ciertos golpes se habían hinchado, su rostro,
sus pierna, sus brazos, nada en él lucía un buen
estado, y eso que no podía ver parte de su torso por
esa camisa azul que aquella vez no le quitó.
Volvió en sí y se acercó de inmediato tratando de
moverlo, pero apenas lo tocó, la mirada de Yune se
posó sobre él con un dolor casi palpable. Su piel
estaba hirviendo.
No tenía palabras, el pequeño Omega estaba en
condiciones deplorables, y todo era su culpa. Se
estaba planteando si realmente había sido necesario
golpearlo tanto.
Vio la manita del menor tendida sobre el piso,
medio cerrada, la tomó estirándole los dedos y vio
que la quemadura había dejado una marca que ahora
se veía entre roja y café sobre un pedazo de la
palma, no tan grave como el resto de lesiones.
Luego observó la mordida en su delgado hombro, se
veía mal, seguramente infectada.

90
Trató de recordar cuál fue la razón para golpearlo
así, y bajó la vista a su propio brazo, ya no tenía ni
rastro de la mordida que Yune le dio para
defenderse. Ahora que no estaba enfadado, se daba
cuenta de que sus razones fueron absurdas. ¿Cómo
se le ocurría usar descontroladamente su fuerza
contra un ser tan débil? Era un imbécil.
Tomó a Yune en brazos, no pesaba nada, ni
siquiera se movió, parecía un muñeco sin vida.
Tenía que ayudarlo, tenía que bajarle la fiebre y
ver cómo sanar tantos golpes. No sabía por qué lo
haría si él mismo había ocasionado eso, pero
comenzó a sentir una incomodidad terrible cuando
pensó que en cualquier momento Yune dejaría de
respirar.
Lo llevó a la mansión, necesitaba privacidad, y en
la casa de cristal eso no existía. Ese día nadie
trabajaba ahí, así que no sería un problema. Llegó a
una de las habitaciones y dejó a Yune sobre la cama,
enseguida comenzó a llenar la tina del baño con
agua tibia, más fría que caliente, y volvió por el
menor.
Al verle inconsciente se alarmó y revisó su pulso
de prisa, aún estaba vivo. Lo cargó de nuevo y fue

91
hasta el baño dejándolo con cuidado dentro del agua.
Yune no despertaba y eso era inquietante.
Lo dejó un momento y tomó el móvil marcando
de inmediato a uno de sus contactos, su médico de
confianza. Hacía años que no le llamaba, la última
vez había sido también por Yune, que había pescado
un resfriado y le preocupó tanto que pasó días sin ir
al trabajo para cuidarlo. Maldijo en voz baja y volteó
a ver a Yune esperando que en algún momento
volviera en sí, mientras esperaba que el doctor
tomara la llamada.
—Dante, cuando me llamaste para que revisara a
Yune, no pensé encontrarme con lo que acabo de
ver. —comentó el hombre que ya había terminado
de revisar al Omega, de hacerle las curaciones y
aplicarle una inyección que ayudaría a que no le
doliera todo lo que su amo le había hecho. Estaba
terrible, y como conocido del Alfa no podía creerlo.
—Pensé que ese pequeño era tu vida, ¿por qué lo
has dejado así? ¿Cómo se te ocurre lastimarlo? Tú
no eres así, ¿qué fue lo que pasó?
—Las cosas han cambiado, y ahora soy así, no te
llamé para que me cuestionaras. Limítate a decirme
qué tan mal está, y si va a recuperarse.
—Tus padres estarían tan decepcionados.

92
—Ellos no están aquí. Deja de entrometerte, te
pago por curarlo, no por darme sermones. —refutó
Dante comenzando a fastidiarse, porque las palabras
de ese doctor eran un golpe bajo.
—Si así lo quieres. —farfulló disgustado, pero
estaba atado de manos, no podía retar a un Alfa,
mucho menos a uno como Dante, pues sabía
perfectamente de qué era capaz. —Yune tiene las
costillas muy lastimadas, por suerte no le has roto
nada. He aplicado pomada para desinflamar los
golpes, y un sedante, si su fiebre no baja dale esto.
—le tendió dos cajas de pastillas que Dante tomó de
inmediato. —Estas otras son para la para evitar
cualquier infección.
— ¿Va a sanar?
—Sí, pero tiene que mantenerse en reposo.
—Perfecto, entonces puedes irte.
—Dante, has mantenido relaciones sexuales con
Yune, tiene desgarres internos.
—No te dije que podías meterle mano. —
contestó Dante poniéndose de inmediato a la
defensiva.

93
—Me has pedido que lo revisara. Y aun no me
creo que tú le hayas hecho eso, ¿acaso eres un
inconsciente? Yune siempre ha sido delicado, lo
tienes en un límite que me sorprende que no haya
muerto.
—Deja de fastidiarme, si es todo ya puedes irte.
—Espero que entiendas antes de que sea
demasiado tarde. —murmuró el médico, y se
dispuso a marcharse. —De cualquier forma,
llámame para saber cómo va.
No podía hacer nada por el pequeño Omega, ni
siquiera logró crear conciencia en el idiota de Dante,
que se estaba cerrando por completo a escucharlo.
Por su parte, el Alfa entró nuevamente a la
habitación donde Yune se encontraba. Lo encontró
despierto, bocarriba sin mover un solo dedo, apenas
ladeó un poco el rostro evitando su mirada. Dante
dejó la medicina en el buró y se inclinó para ponerle
las cobijas encima.
— ¿Tienes hambre? —cuestionó tontamente, no
sabía qué decirle al pequeño para que volviera a
mirarle, pero necesitaba saber que estaba ahí. —Te
hice una pregunta.

94
Yune se encogió de hombros suavemente,
demostrando que le había escuchado, pero no era
capaz de contestar. No, no tenía hambre, no quería
nada, lo único que deseaba era volver a dormir,
porque el terror lo estaba consumiendo, no entendía
qué pasaba a su alrededor, sólo sabía que Dante
estaba a su lado y que corría peligro mientras
estuviese ahí.
—No mientas, cómete esto. —le ordenó tirándole
una galleta de chocolate, al pequeño le encantaban, y
creyó que con eso sería suficiente para hacerle
reaccionar.
Pero no, Yune ladeó el rostro viendo la galleta y
ni siquiera hizo el intento de tomarla, no se movía,
tampoco parecía emocionado por lo que antes le
había hecho sonreír encantado. Sus galletas favoritas
no causaron ningún efecto en él esta vez.
Dante se molestó, no soportaba verlo así, tomó la
galleta y el rostro de Yune obligándole a abrir la
boca, con su brusquedad rompió la galleta en la boca
del Omega haciéndole toser. Ni siquiera podía
impedir que Dante le obligara a comer, pero
tampoco era capaz de tragársela, su tos era rasposa y
parecía tener dificultades para recuperarse.

95
Al ver eso, Dante lo soltó y retrocedió de
inmediato, entendiendo que no podía forzarlo a
comer porque Yune simplemente no podía.
Decidió hacer lo que el médico pidió, dejó que
Yune descansara tanto como quisiera, y colocó junto
a la cama una jarra de agua con un vaso, para
después salir de ahí. Si se quedaba más tiempo
viendo esa imagen tan penosa del pequeño,
terminaría por perder el debate mental en el cual
insistía que no le importaba el estado en que lo dejó.
Los días siguieron su curso, a partir de entonces
Dante ordenó a la cocinera que atendiera
personalmente a Yune, y nunca se acercó a verificar
las atenciones de la mujer. Se conformaba con saber
que lo estaba haciendo comer.
Yune sin embargo sufría un infierno, esa mujer lo
obligaba a tragar todo lo que le llevaba, lo hacía
hasta que le parecía suficiente. ¿Por qué? Pues era
más fácil que intentar convencerle de abrir la boca y
masticar, era su trabajo hacer que Yune comiera,
mientras le pagaran por ello iba a cumplirlo. Llevaba
unas jeringas enormes para relleno, toda la comida
licuada la metía ahí y luego iba directo a la garganta
del pequeño para que ni siquiera pudiera escupirlo,
hacía lo mismo con el agua, aunque después de unos

96
días Yune ya se había atrevido a tomar el vaso que la
cocinera siempre le dejaba lleno de agua por si se le
ofrecía.
Quizá la forma no era la mejor, pero gracias a esa
brusca mujer y su manera de alimentarlo, Yune no
murió de hambre, y pronto comenzó a recuperarse
con ayuda de la misma medicina que la cocinera
también se encargaba de darle. Esa mujer solo hacía
su trabajo, que prácticamente era no dejar al Omega
morir.
Habían transcurrido dos semanas.
Dante no fue a verlo de nuevo, no se atrevía. Le
era suficiente escuchar el reporte de su empleada,
Yune iba mejorando día con día.
Ese percance, como él lo llamaba, le hizo
cancelar la asistencia de Yune a la fiesta, sin
embargo se comprometió a llevarlo sin pretexto o
excusas en la siguiente ocasión, todavía tenía un
mes.
Sin embargo ahora no lo calentaba ni el sol.
Emma lo buscó un par de veces, tuvieron sexo tal
como ella prometió, y sin embargo Dante ya estaba
asqueado de ella. No le excitaba, y no podía dejar de

97
recordar a Yune mientras la hacía suya más por
obligación que por cualquier otra cosa.
Finalmente decidió evitarla, y lo hacía bastante
bien, le compró un coche nuevo, le hizo cita en su
spa favorito y le tiró una gran cantidad de ropa que
ella ya no usaba para que fuera de compras con ese
pretexto. Ella estaba encantada de gastar como si no
hubiera un mañana, y así Dante ya no tuvo que lidiar
con ella un tiempo.
Pero necesitaba sexo, y la única opción que
realmente deseaba tomar estaba aún en malas
condiciones.
¿Qué no habían sido suficientes esas dos
semanas?
Buscó a la cocinera, necesitaba saber cómo
estaba Yune, llevaba unos días desconociendo su
mejoría, pero recordó que la mujer había ido a
comprar las cosas que necesitaba para la comida del
pequeño.
Entonces, decidió emprender camino hacia la
habitación donde éste se encontraba.
Abrió la puerta y no vio a Yune en la cama.
Supuso que debía estar mejor, pero lo dudó al

98
escucharlo vomitar. Estaba en el baño, así que se
dirigió ahí.
Yune se encontraba sentado frente al retrete, en el
piso, con expresión de fatiga, las marcas de todos los
golpes ya no eran tan alarmantes, pero aún se
notaban mucho. Cuando se percató de la presencia
de su dueño se puso tenso y trató de no mirarle,
quizá con suerte no sería castigado. Se sentía
culpable, había vomitado, y hasta eso le hacía pensar
que recibiría un castigo. ¿Por qué volvía? Esos días
de su ausencia habían sido lo más cercano que tenía
de tranquilidad.
—Sigues enfermo, no puedo creerlo.
El menor se encogió cuando le escuchó acercarse
en su totalidad, cubrió su cabeza y comenzó a
temblar. Dante chasqueó la lengua con fastidio y se
inclinó hacia el Omega.
—No voy a pegarte, deja de actuar así, luces
patético. —lo tomó del brazo haciéndole levantarse,
provocando un quejido que se ahogó con otro más
cuando le estiró por completo. — ¿Y ahora de qué te
quejas? No te estoy haciendo nada.
Lo llevó hacia la recámara y lo dejó en la cama,
esta vez no lo lanzó, pero aun así el rostro de Yune

99
reflejaba terror, ni siquiera se atrevía a encararlo,
hasta que Dante tomó su rostro con una mano
obligándole a hacerlo. Los ojos de Yune estaban
cristalinos, tal vez por las lágrimas que trataba de
contener, y sus labios temblaban sin control.
—Me estás cansando con tu actitud. Quítate la
ropa, anda.
Apenas lo soltó pensó que el pequeño ignoraría
su orden, pero aún en contra de su voluntad y con
todo ese miedo que se acumulaba en su ser,
obedeció a medias, quitándose como pudo la parte
inferior de ese feo pijama que Dante esta vez no
reconocía, no era algo que él le hubiese regalado.
— ¿Quién te trajo eso? ¿Fue la cocinera?
Yune apenas asintió.
Entonces Dante comprendió y no hizo más
preguntas, se desabrochó el pantalón listo para
satisfacer sus necesidades. Empujó a Yune
haciéndolo recostarse y levantó un poco la camiseta
gris, viendo varios moretones en el abdomen,
subiendo más seguían en las costillas. Las piernas
del menor estaban igual, y cuando le separó las
piernas y miró entre ellas, apenas hizo a un lado ese

100
pequeño miembro, descubrió la cerrada entrada que
en ese tiempo había dejado de sangrar.
Acercó su miembro dispuesto a penetrar ese
lugar, consciente de lo que ocurriría, Yune volvería a
sangrar y lloraría más, como siempre, como cada
vez que lo usaba para sus fines. Empujó contra él
sintiendo como éste se estremecía e intentaba cerrar
las piernas, pero lo tenía inmóvil, y entró lo
suficiente para hacerle chillar. Entonces volvió a
mirar su cara, Yune estaba rojo y no era de
vergüenza, era del dolor que trataba de soportar.
Terminó de entrar por completo y el Omega soltó
todas las lágrimas que tenía acumuladas,
acompañadas de gritos y quejas constantes. Y
mientras Dante lo embestía pensó que eso
comenzaba a ser una molestia.
— ¡Deja de llorar así! ¡No es tu maldita primera
vez, ya deberías estar acostumbrado! —le gritó
furioso, tomando su cadera con fuerza lo embistió de
prisa.
Yune simplemente no se callaba. De pronto soltó
un grito tan fuerte que paralizó a Dante, quien se
distrajo permitiéndole escapar. El pequeño salió
como pudo de entre sus manos y fue de prisa al baño
con las manos en su estómago, se sentó en el retrete

101
con una expresión de confusión, dolor y miedo al no
entender qué le sucedía, él mismo no sabía por qué
dolía tanto. Sus manos temblorosas fueron al sitio
que había sido nuevamente ultrajado y se tocó
desesperado. Le ardía muchísimo, y dolía más por
dentro.
Sostuvo su vientre y miró a todos lados tratando
de sostenerse de cualquier cosa, o caería al piso en
cualquier momento a pesar de estar sentado.
Dante llegó enseguida, su falo ensangrentado era
muestra de que nuevamente había dañado a Yune,
pero no era una reacción normal en él, no lo había
visto alterarse tanto antes y mucho menos lo
esperaba ahora, entonces que huyera de semejante
forma era simplemente incoherente, ¿qué era lo que
sucedía?
Algo le decía que no debía preguntar, que no
debía ir más allá de verlo como el ser inferior que
era y lo mejor sería tratarlo como tal.
Pero era su Omega, la pequeña criatura que él
rescató, a quien consintió por años, a quien disfrutó
de hacer feliz antes de que Emma apareciera. No era
una vil mascota como se lo repetía día con día, y eso
ganó en el momento, pues Yune seguía llorando y se
quejaba con alaridos alarmantes.

102
— ¿Qué es lo que te duele?
—Aquí. —gimió Yune aferrando sus manos a su
vientre bajo, justo sobre donde estaba su miembro.
Era tan insoportable, que no dudó en responder. Le
miró con súplica, necesitaba pedírselo, era su única
esperanza para no morirse con semejante dolor. —
Ayúdame, por favor.
Dante sintió un escalofrío recorrerle, no sabía por
qué, ni siquiera lo imaginaba. Pero era algo que
compartía en ese momento con el pequeño, que
sufría de espasmos acompañados de escalofríos
continuos. Yune bajó la mirada y siguió llorando
desesperado.
El Alfa era consciente de lo grave que debía ser,
si no se había quejado a tal grado ni siquiera con los
golpes de la última vez. La erección entre sus
piernas desapareció en instantes y se acomodó el
pantalón que aún llevaba desabrochado. Salió de
inmediato, llamó al médico, volvió al dormitorio y
sacó a Yune del baño llevándolo a la cama muy a
pesar de su negativa.
Eso tenía que atenderlo de inmediato, Yune se
veía peor a cada instante, no quería que muriera y la
imagen que dejaba ante él le hacía temer lo peor.

103
¿Acaso eso había sido por haberlo follado? Si lo
hizo de la misma manera muchas veces antes, no
entendía por qué ahora era diferente y se ponía tan
mal.
u|ӕ��S

104
Capítulo 5

Cuando llegó el médico y vio a Yune de


inmediato se preocupó, antes no había hecho los
exámenes pertinentes, pero ahora eran sumamente
necesarios. Tenía un calmante para casos así, lo
administró en el menor y prosiguió a revisarlo en
cuanto Yune perdió el conocimiento.
Finalmente no tenía duda alguna. Un asunto así
de delicado, sabiendo las circunstancias en que se
había dado, no podía ser más que peligroso,
posiblemente una noticia terrible, aunque el médico
no sabía cuál de los involucrados lo tomaría peor.
Salió de la habitación con los artefactos que
utilizó perfectamente guardados y se dirigió al
despacho de Dante, con previo aviso de que ahí le
esperaría.
Apenas entró, la profunda y seria mirada del Alfa
se clavó en él, una clara orden de que debía decir
todo lo que sabía. ¿Acaso a Dante le importaba en lo
más mínimo lo que Yune tenía? Porque la manera en
que lo encontró no lo demostraba.

105
—Yune no se encuentra bien. -dijo al fin
dispuesto. Se acercó y tomó asiento, no sabía cómo
decirle aquello, pues el hombre frente a él no parecía
el mismo que conoció tantos años atrás. -Como tu
médico de cabecera siempre he creído que existe una
confianza mutua, ¿hay algo que quieras contarme
respecto a tu comportamiento con él?
—No hay nada que debas saber, o que yo quiera
contarte. Ya te dije antes que no te metieras en eso,
te he llamado para que lo revises y…
—Eso es justo lo que hice, pero no volveré aquí
si te opones a que te diga lo mal que haces
tratándolo de esa manera. Sé que no puedo hacer
nada por él si tú no quieres, y me negaré a atenderlo
solo para arreglar lo que tú rompes. ¡Deja de tratarlo
como lo haces!
— ¡Yo lo trato como me da la gana! -exclamó
Dante poniéndose bruscamente de pie. — ¡Me
importa un carajo si no quieres atenderlo más!
Conseguiré a otro médico. Lárgate.
—Si así lo quieres, bien. Pero antes de irme te
dejaré claro lo que está pasando, y que quede en ti lo
que venga después. -dijo el doctor tratando de
mantener la calma, pues ver al Alfa enfurecer de esa
manera era impresionante. -Yune no se encuentra

106
bien de salud, está bastante desnutrido, y los
múltiples golpes que recibió de tu parte hacen que
todo su cuerpo esté en constante alerta, sin
mencionar que aún le duele, no ha sanado como
debería por sus bajas defensas, ahora mismo está
presentando fiebre.
— ¿Sólo es eso? -Dante arqueó una ceja con tono
fastidiado, debía ser una broma si Yune se había
puesto como loco por el dolor, ¿o acaso estaba
fingiendo? Eso era aún peor, lo castigaría si había
hecho toda esa escenita para detenerle.
—No, no es “sólo eso”. Pero no sé si decirte será
peor.
—Dime qué demonios tiene, de igual forma me
enteraré si traigo a cualquier otro doctor que no
pierda su tiempo juzgando las situaciones que no le
corresponden.
Con claro enfado y muy a su pesar, el hombre
tuvo que ceder.
—Yune está en gestación.
— ¿Y por eso el drama? -cuestionó Dante
arqueando una ceja, su expresión no tuvo ningún
cambio aparente.

107
—Hice la revisión debida. -continuó el médico,
bastante decepcionado al pensar que Dante estaba
siendo indiferente, aunque pensó que era mejor a
verle molesto. -Yune lleva tres meses de embarazo,
los golpes que recibió hace dos semanas fueron
detonantes para lo que ahora le ocurre, está en un
estado de estrés sumamente alto y su pulso aumenta
y disminuye de manera preocupante, eso afectará al
feto que se forma en su vientre si no comienza a
estabilizarse. Sin mencionar que los golpes que
recibió en esa zona han hecho estragos, tiene
contusiones que posiblemente han provocado un
problema interno, necesitaría hacer un ultrasonido
para saber por completo en qué estado se encuentra
el feto. Si continuas abusando de él, sólo causarás
que tenga complicaciones graves, desde el nivel de
estrés que le causas, junto con los golpes internos a
su útero, y lo peor será cuando empiece la labor de
parto, un mal cuidado previo puede provocar
infinidad de problemas, sobre todo para un Omega
que ya está al borde de sufrir un aborto.
Dante se dejó caer en la silla detrás de él y
observó al médico un momento, su mente estaba en
blanco, había escuchado todo, pero ni siquiera
lograba entenderlo. O no quería. Giró la silla y fijó
la mirada en la ventana detrás de su escritorio,

108
ventana que Yune siempre admiraba cuando iba a
buscarlo a ese lugar. Recuerdos así de pronto le
parecieron tan lejanos, pues hacía mucho que Yune
ni siquiera se movía por su propio gusto, mucho
menos le iría a buscar a ningún sitio.
—Dante, tienes que escucharme, esto es
importante.
—No lo es, toma tu cheque y lárgate.
El médico observó dicho papel sobre el
escritorio, no soportaba la idea de marcharse
sabiendo que Yune no estaría a salvo, pero, tampoco
podía meterse. Se fue de inmediato, no iba a aceptar
ese dinero, no si eso le hacía sentir culpable.
Horas más tarde, cuando ya el atardecer estaba
por terminar, Yune comenzó a despertar. Sus ojos se
abrieron temerosos de todo y los talló tratando de
acomodarse a la oscuridad que aún era tenue. Sentía
una constante punzada en su vientre, eso ya se había
hecho costumbre, no dolía pero sí era muy
incómodo, le inducía a la necesidad de ir al baño.
Se movió despacio, estaba bastante mareado,
pero le urgía orinar y si no se levantaba iba a hacerlo
sobre la cama, lo cual traería sus consecuencias, y
temía ser castigado.

109
Apenas entró al baño encendió la luz y se sentó
en el escusado, ni siquiera podía hacer de pie, si no
lograba mantenerse parado mucho tiempo.
Cuando acabó y volvió a la cama, notó que no
había apagado la luz. Apenas estaba pensando en
volver a pararse, cuando descubrió que la puerta de
la habitación estaba abierta. Vio la enorme silueta de
Dante, que al ser descubierto caminó hacia él con un
aire peligroso.
—Lo siento, lo siento mucho. -se apresuró Yune a
decir, no sabía por qué, pero pensaba que había
hecho algo malo y que Dante estaba ahí para hacerle
pagar, cada que pensaba en él creía que si volvía a
verlo sólo sería en esas circunstancias.
Cerró los ojos y se encogió cuando Dante estuvo
demasiado cerca, y lo sintió inclinarse hasta que ese
cálido aliento a alcohol chocó con su cuello.
— ¿Qué es lo que sientes? ¿Acaso hiciste algo
por lo que deba enfadarme? -cuestionó Dante con un
tono preocupantemente suave. — ¿Hay algo que
deba saber?
Yune negó y tembló cuando las manos del alfa
tomaron sus brazos con fuerza innecesaria, le hacía

110
daño como siempre, ya se lo esperaba, y aun así no
lograba acostumbrarse a ello.
—Seguro que no, ya lo sé todo. ¿Qué creíste?
¿Qué con esto ibas a garantizar tu seguridad? Eres
tan imbécil como para siquiera pensar en las
verdaderas consecuencias.
—No sé de qué hablas. -susurró Yune
entreabriendo los ojos, sabía que Dante no estaba
hablando por el alcohol que había consumido, su
mirada fiera decía que era plenamente consciente de
lo que decía.
— ¿No lo sabes? -Dante se alejó un poco, lo
suficiente para ver bien esos ojos verdes entre la
oscuridad, descubriendo al instante que Yune no
estaba mintiendo. En serio no entendía nada. -Te voy
a advertir una cosa, yo no quiero tener una familia
contigo. Tú nunca dejarás de ser una vil mascota, ¿lo
entiendes?
Yune pareció aún más confundido, eso fue
suficiente para que Dante determinara la situación,
el Omega desconocía completamente su propio
estado.
Perfecto. Decidió en ese momento que lo
mantendría en la ignorancia un tiempo más,

111
necesitaba pensar qué hacer con esa situación, y
evitar que cualquier otra persona se enterase.
—Si vuelves a fingir que te sientes mal, haré que
realmente lo estés. -advirtió finalmente el Alfa,
soltando a Yune como si le quemara tocarlo.
La visita culminó, Yune suspiró aliviado de no
tener que soportar una violación más, esa tarde le
había dolido de forma inmensurable, no creía poder
resistir otra vez lo mismo, aunque sabía que no
pasaría mucho tiempo para que volviera a ocurrir.
Los días siguientes, Dante estuvo que no lo
calentaba ni el sol, demasiado irritado iba y venía en
el trabajo gritándole a todo el mundo, molesto con
todos, ni siquiera se le podía saludar porque
inmediatamente se volteaba a contestar con
cualquier desplante.
Por más que pensaba en la situación, no podía
idear una mejor manera de arreglar su problema,
sólo tenía una opción en mente, y estaba
planteándose seriamente cómo llevarla a cabo.
Pero por más que planeaba y tenía todo en un
orden meticuloso en su mente, de ahí no salía.
Hacer que Yune abortara sin que siquiera supiera
lo que sucedía, no era tan fácil de realizar como él

112
deseaba, pues de pronto tenía en la mente el rostro
inocente de su Omega, con una sonrisa radiante de
esas que ya no veía en él.
Recordaba a diario lo que el médico dijo, y por
momentos se sentía una asquerosa mierda, Yune ya
estaba embarazado cuando lo golpeó con tanta saña,
cuando quemó su mano su mano para castigarlo,
pero quería pensar que lo merecía por robar esa
mentada revista.
Aún no comprendía del todo lo que estaba
sucediendo, aún no era suficientemente real para él,
pues se había cerrado a pensar en ese asunto de
forma fría, no podía doblegarse por algo así, mucho
menos sabiendo las consecuencias posibles si Yune
continuaba gestando a esa criatura y daba a luz.
Yune había pasado días recuperándose un poco
más de los golpes, la quemadura en su mano ya era
apenas una marca que pronto se iría, sin embargo las
molestias de lo que él creía era una infección
estomacal, como esas que alguna vez le dieron por
comer algo en mal estado, no dejaban de perturbar la
aparente calma en la que se encontraba.
Se sentía terrible, no solo por los malestares, sino
que la soledad jamás le gustó. Trataba de distraerse
contando los cuadros que había en el adoquín, o las

113
líneas en las sábanas, pero nada de eso le despejaba
del encierro donde seguía.
Y peor aún, su apetito estaba aumentando cada
día más, y temía que si pedía mayor cantidad de
comida, Dante se enfadaría con él.
Aún después de lo que había sucedido, y de las
veces que fue castigado, un día estaba tan necesitado
de al menos poder salir y caminar un poco, que se
atrevió a dejar la habitación a escondidas. Pronto
descubrió que Dante no estaba por el pasillo de las
habitaciones, en su cuarto se encontraba Emma que
no parecía de muy buen humor, sacaba la ropa del
Alfa de todos los cajones como si estuviese
buscando algo.
Yune la veía desde la puerta, escondido detrás,
por la rendija que ella dejó entreabierta. Hasta que
algo llamó toda su atención. Emma cesó con su
búsqueda al dar con lo que parecía buscar y fue al
baño con una sonrisa de oreja a oreja, la cajita entre
sus manos debía ser de suma importancia para ella,
supuso Yune, pero a él le importaba otra cosa.
Aprovechó que ella se retiró y fue por lo propio
para después escapar antes de ser descubierto.
Volvió a su cuarto bastante agitado y abrazó con
fuerza lo que tenía entre manos. Sonrió tenuemente

114
pensando que Dante se alegraría de ver aquello, que
tal vez entonces todo podría mejorar al menos un
poco, que quizá cuando volviera a entrar no le haría
daño si le devolvía lo que tantos problemas le causó
al pequeño.
Y entonces ya tenía una razón para esperar a
verlo. Quería demostrarle que no era malo, que no
había hurtado nada, que jamás lo haría.
Ingenuamente tenía la ilusión de que eso sería
gratificado.
— ¿Qué demonios es todo esto? -cuestionó Dante
apenas entró y vio todas sus cosas tiradas por
doquier, miró a Emma molesto, pero ella seguía sin
inmutarse frente a su enorme espejo donde solía
arreglarse.
—Nada relevante, estaba buscando esto. -dijo ella
acariciando con fascinación el collar de diamantes
que decoraba su cuello.
— ¿Entre mis cosas?
—Lo había dejado en la cama, supuse que lo
habías guardado, al final estaba aquí. -señaló el
mueble frente a ella, lleno de joyas, maquillaje,
perfumes, cremas, y un montón de cosas más de

115
valores increíbles. -Por cierto, pronto será nuestro
aniversario, he pensado hacer una gran fiesta…
—No.
—No es una pregunta, ya he encontrado el sitio
donde será, también vi a los que harán el banquete,
una amiga se encargará de la organización. ¿No es
genial?
—Emma, no pienso asistir a ninguna fiesta
ridícula, ¿acaso todavía crees que lo nuestro es un
matrimonio? No seas ridícula.
—El ridículo eres tú. -se levantó molesta y
caminó hacia él, era hermosa, pero a Dante ya no le
causaba reacción alguna, y ella comenzaba a notarlo.
-Sé que sigues revolcándote con ese Omega, sé que
incluso le has dado una habitación aquí. Se me han
estado perdiendo muchas cosas últimamente, y más
de vale que ese maldito mocoso no sea el
responsable. Deberías ir a revisar sus cosas ya
mismo, seguramente también es responsable de lo
que tú has perdido estos días. No puedo creer que
tengas a una escoria así viviendo bajo mi techo.
—Te recuerdo que esta casa es mía. Y si Yune ha
tomado cosas que no le pertenecen, lo sabré, así que

116
deja de meter mierda donde nadie te ha llamado. -
respondió cabreado y salió de ahí.
No tardó en llegar al dormitorio del pequeño,
entró bruscamente, sin embargo Yune se encontraba
dormido tan profundamente que ni siquiera se
percató.
Emma le siguió y se paró en la puerta viendo
como Dante buscaba entre los cajones, sonreía
satisfecha, pero no tenía tiempo para quedarse al
espectáculo. Se retiró saliendo de la casa con ese
aspecto tan vulgar que había adoptado y subió al
coche de quien había llegado a recogerla. Mientras
Dante tuviera en qué entretenerse, ella podía ser tan
descarada como él sin que siquiera lo notara.
Dante abrió uno de los tantos cajones, y encontró
un montón de cosas, suyas y de Emma, entonces
enfureció.
Importándole poco la situación de Yune, no iba a
detenerse a preguntar. Lo tomó del cabello y lo
movió tan fuerte que le hizo despertar gritando
mientras le arrastraba fuera de la cama.
— ¡Te dije que si volvías a robar te iría realmente
mal! -exclamó levantando su mano, tomó tanto
vuelo que cuando la dejó caer sobre la mejilla de

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Yune cortó cualquier chillido de su parte, cualquier
queja, lo dejó atónito y aturdido.
Y es que el pequeño todavía no lograba
reaccionar del todo, cuando fue golpeado con tanta
fuerza, que se ahogó con sus gritos y no fue capaz de
emitir ni media palabra, mientras veía desde el piso
a su agresor.
— ¿Es que acaso eres un animal para que no
entiendas? -reclamó Dante a punto de golpearle por
segunda vez.
Pero Yune reaccionó tratando de cubrirse y sus
brazos de abrieron dejando caer eso a lo que se había
aferrado durante la agresión. Dante vio confundido
aquella revista, esa que había sido la causante de
tantos problemas semanas atrás. Parecía casi nueva,
de no ser por algunas arrugas.
La tomó sin comprender, y supo que era la
misma, ese fue el ejemplar que él consiguió de
primera mano, tenía la misma mancha del café que
bebía en su oficina cuando la compró. Un detalle
que no podría pasar desapercibido. Y no estaba rota,
la portada se encontraba intacta, su fotografía en
perfectas condiciones.

118
Tomó la revista y miró a Yune tratando de
entender. Era simple, Yune jamás robó la revista, tal
vez él decía la verdad cuando confesó haberla
encontrado de casualidad, quizá un antiguo
empleado la dejó por ahí y Yune simplemente la
recogió. Pero si no era un ladrón, ¿qué hacía todas
las demás cosas en su cajón?
— ¿De dónde has sacado esto?
—Tu cuarto. -susurró Yune temblando en el piso.
— ¡Pero no hice nada! Sólo quería tomarla para
devolvértela. -agregó con súplica. -No la robé, lo
juro.
Dante lo jaloneó hasta el cajón y lo empujó
contra el mueble, haciendo que se cayera sobre éste.
— ¿Y qué me dices de todo esto?
Los ojos de Yune se abrieron con desesperación,
sosteniéndose del cajón observaba todo con un
miedo infinito. No sabía cómo llegó todo eso ahí, y
sin embargo estaba seguro de que Dante no iba a
creerle. Ni siquiera iba a tratar de defenderse, no
después de la golpiza que se ganó por ello.
Posó su mano en el borde del cajón abierto, y con
la otra lo empujó cerrándolo de golpe. Sus dedos
quedaron aplastados contra el mueble y gimió de

119
dolor abriendo enseguida de nuevo para sacarlos,
entonces le mostró su mano a Dante, sus dedos
machucados estaban rojos. Dante quedó sorprendido
ante semejante acto.
— ¿Pero qué… qué mierda te pasa? -cuestionó
tomando su muñeca para revisar que no se hubiese
roto ninguno.
—Lo haré cuanto quieras, o quémame, pero no
cortes mi mano, la necesito. -suplicó al borde de las
lágrimas, tratando de soltarse hasta que lo logró, y
volvió a ponerla entre el cajón abierto.
Antes de que volviera a cerrarlo Dante lo jaló
separándole del mueble abruptamente.
— ¡Deja de hacer esa estupidez! ¿Eres imbécil o
qué?
—Si me lastimas, volveré a sanar y… y estaré
bien. -susurró Yune cruzándose de brazos con
nerviosismo, logrando ocultar así sus manitas. -Pero,
si me mutilas así, si me las cortas, no volveré a
tenerlas, si me cortas una mano no crecerá de nuevo,
no estará jamás. -de pronto su voz se cortó y empezó
a llorar. -No me las quites, te lo ruego.
Negaba repetidas veces, ahí sentado en el piso y
temblando de miedo, suplicando cualquier castigo

120
que no fuera quedarse sin manos, daba tanta pena
que Dante no pudo evitar acercarse a él esta vez con
suavidad, lo tomó de los brazos haciéndole
levantarse y lo sentó en la cama.
—Dime la verdad, ¿tú tomaste esas cosas? -
cuestionó pacientemente, lo que provocó que Yune
levantara la mirada aún temeroso.
— ¿Me vas a creer? -preguntó el pequeño,
sacando una mano de su escondite para tratar de
limpiarse las lágrimas. Esa mano que aún
conservaba sana.
—Tal vez.
—Es que… yo no las tomé. -declaró finalmente,
aunque inseguro de hablar demasiado y enfadar a
ese hombre. -Yo no sé cómo llegaron ahí.
Dante lo analizó un momento, estaba a nada de
dudar y realmente arremeter contra el pequeño, su
argumento era estúpido, pero entonces recordó a
quién le había dicho que esas cosas se perdieron,
Emma. Claro, ¿cómo no lo pensó? Ella sabía que
Yune estaba ahí, se lo reclamó hacía un momento, y
dudaba que su mujer se hubiese rebajado a hablar
con los empleados, la única que sabía que el Omega
estaba en la mansión era la cocinera. De inmediato

121
imaginó que fue la misma Emma quien dejó todo ahí
para crear un conflicto, y casi lo logra.
Y ahora tenía a Yune muriendo de miedo, que
aún confiaba en que le creería, cuando la primera
vez no lo hizo, y ahí estaba la maldita revista que
provocó una fuerte quemadura y una golpiza.
Yune de pronto se dobló con una mueca de dolor,
sus brazos envolvieron su abdomen y cerró los ojos
mordiéndose los labios para no gritar. La punzada,
esa punzada que siempre solía ser leve, esta vez fue
demasiado fuerte.
— ¿Ahora qué te pasa? -cuestionó Dante con
tono brusco, tener conocimiento del estado tan
delicado de Yune sólo le hacía sentir esa molesta
culpa, pues él mismo había provocado que el
pequeño se alterara.
—Me duele… duele mucho. -gimió Yune en
respuesta.
—Debes calmarte. Es tu culpa que te duela. -dijo
tratando creérselo él mismo, pero ciertamente no le
salía muy bien.
Yune le miró con tristeza y luego bajó la cabeza,
fuertes escalofríos lo recorrían a causa de lo que
sentía, el dolor empezaba a menguar, pero un

122
profundo miedo se había instalado en su mente,
además de creer que realmente Dante tenía razón.
Los temblores continuos de Yune eran bastante
notorios, pronto él solito se recostó en la cama y
cerró los ojos, parecía fatigado. Con suaves suspiros
lamentables que el llanto ocasionó fue perdiéndose.
Sus labios temblaban a pesar de que ahora dormía.
Dante se preguntaba cómo era Yune capaz de
dormirse tan rápido. Pero, viéndolo bien, el pequeño
estaba muy débil, su salud no era ni un poco buena,
era normal que no tuviera fuerzas para mantenerse
despierto, y posiblemente sería muy difícil hacerlo
reaccionar una vez que caía en sus sueños.
Tal vez aquello fue lo que le permitió a Emma
entrar sin que Yune le viera.
Después de unos minutos observando al Omega,
Dante lo alejó de la orilla haciéndose espacio y se
sentó al nivel de sus muslos, lo acomodó mejor
dejándole bocarriba, puesto que se había quedado en
posición fetal. Y Yune ni siquiera se inmutó, solo en
ese momento el lindo rostro del pequeño no
mostraba miedo, ni ninguna otra expresión parecida.
Se tomó el tiempo de detallar cada centímetro de
esa cara y se estiró un poco inclinándose sobre el

123
cuerpo de Yune, hasta que con sus dedos acarició la
mejilla que aún conservaba un moretón bastante
grande.
En ese momento se sentía un completo idiota.
Todo lo que le había hecho a Yune era lastimarlo,
tratarlo como si fuera el responsable de su mal
matrimonio, y buscando cualquier motivo lo golpeó
tanto que ahora corría peligro de perder a un
pequeño ser que en su vientre se estaba formando.
—Un bebé. -susurró Dante, dejó de tocarlo y se
separó mirando directamente el vientre de Yune, de
prisa levantó le levantó la camisa y bajó el pans que
llevaba puesto, dejando a la vista lo que quería
comprobar.
Haciendo cuentas, sabiendo que Yune llevaba tres
meses y quizá una semana de embarazo, supo que lo
había preñado durante el tiempo que lo mantuvo
encerrado en el sótano, y el trato que le dio dentro
fue de lo peor. Durante ese encierro Yune perdió
mucho peso, duraba días enteros sangrando después
de que lo tomaba, lo hizo enfermar con la poca
comida que le daba aun sabiendo que estaba en
malas condiciones como para ser consumida.
Recordó uno de esos días, cercanos al tiempo que
calculaba en que Yune había quedado encinta. Había

124
llegado como siempre al sótano, buscando quitarse
el estrés y las ganas de follar, Yune le suplicó tanto
que no lo hiciera, decía que no le gustaba, que dolía
demasiado, y eso ocasionó que lo tomara con tal
fuerza que el pequeño no volvió a moverse en varios
días, ni siquiera cuando volvía a penetrarlo, apenas
gemía de dolor y se aferraba al piso con la cara llena
de lágrimas, como esperando a que eso terminara.
Hacía mucho que ese cuerpo no volvía a estar sin
marca alguna de violencia, y a pesar de que debía
estar mejorando, lucía peor cada día, con sus ojos
que únicamente expresaban miedo o tristeza, las
huellas de tantos golpes que no parecían querer
borrarse, el continuo malestar que presentaba.
De nuevo volvió a pensar en la situación y fijó su
vista en el vientre de Yune, notando que sobresalía.
Se sorprendió al descubrirlo, no era mucho, y con la
ropa ni siquiera se notaba, posiblemente solo podía
verlo por la posición del menor, teniéndolo estirado
y bocarriba, resaltaba ese bulto al igual que sus
costillas. Seguía demasiado delgado.
Su mano se posó sobre el vientre sin siquiera
planearlo, y de pronto sonrió. Sentía que todo a su
alrededor estaba desmoronándose.

125
Retiró su mano enseguida y frunció el ceño, sabía
bien lo que pasaría si permitía que el embarazo
siguiera su curso. Yune era un Omega, y la
probabilidad de que su hijo fuese igual era muy alta,
Dante no podía darse el lujo de tener un hijo
bastardo y mucho menos uno de esa clase, era un
Alfa, se esperaba que sus hijos tuvieran la clase
debida, siendo Alfas en su mayoría, no una simple
mascota.
Acomodó las ropas de Yune y se fue de ahí, no
podía seguir dándole vueltas a todo eso, sólo había
una solución y eso sería. Esa misma tarde hizo una
cita para Yune en una clínica que se encontraba en
otra ciudad, ni siquiera se daría el lujo de que
alguien conocido pudiese descubrirlo haciendo algo
así, pues el hecho de que Yune esperaba un hijo suyo
no debía salir de esa habitación.
Ni siquiera estaba pensando en los peligros que
Yune correría, la cita quedó para dentro de dos
semanas. Y por ello no se tomó la molestia de llamar
al médico después de ver que el pequeño se sentía
mal, no tenía caso, eso acabaría pronto.
Los siguientes dos días Dante trató de ignorar la
voz de la culpa que trataba de hacerlo entrar en
razón. Evitando sentirse mal por el destino del bebé

126
que Yune esperaba, pensó que tal vez darle algo de
felicidad al pequeño Omega los días previos a la
intervención sería buena idea.
Entonces, una mañana llegó a buscarlo y le
ordenó seguirle, Yune obedecía, aunque el cansancio
no le dejaba ir a su paso trataba de no quedarse
demasiado lejos.
Llegaron a la cocina, hacía mucho que Yune no
entraba ahí, temía hacerlo, así que se detuvo apenas
estuvo en la puerta.
—Te he comprado algo. -informó Dante sacando
del refrigerador una caja que no decía nada, era
simplemente café. -Es porque ya te encuentras
mejor, y la cocinera me ha dicho que has comido
bien. -mintió, no iba a decirle ni por error lo que
sucedía.
Yune era tan inocente, que al escuchar eso no
dudó en sus palabras, sus ojitos se cargaron de
emoción y fue hasta ahí casi llorando de alegría,
aunque no se atrevió a preguntar de qué se trataba,
no quería ser demasiado atrevido.
—Mira, es tu favorito. -abrió la caja y sacó un
pequeño pastel que puso frente al pequeño. — ¿No
piensas decir nada?

127
El Omega estaba llorando, hacía mucho que lo
único que recibía de Dante eran malos tratos, y
ahora le regalaba un pastel.
Cuando Yune levantó la mirada Dante se quedó
sin respiración. No podía comprender por qué ahora
ese idiota estaba tan feliz por un simple pastel, pero
llevaba meses sin ver esa emoción en sus tiernos
ojos, por ello no dijo nada, ni le exigió que hablara.
—Anda, cómelo, es para ti.
Ese fue el primer día, permitía que Yune fuera
feliz por pequeños momentos como aquel y así no se
sentía tan culpable. Pronto llegaría el momento de la
verdad y sabía que en algún punto el Omega
descubriría sus planes, posiblemente demasiado
tarde como para evitarlo, eso era lo mejor.
El cambio de Dante había sorprendido a Yune,
pero no se lo cuestionó mucho, de pronto se
imaginaba que tal vez había sido porque él no robó
la revista, ilusamente se confió de que no pasaba
nada, y quiso creer que Dante volvía a quererlo,
pues ya no le hacía daño, y le llevaba pequeños
detalles que le hacían emocionarse.
Y pronto comenzó a sentirse mejor, el dolor en su
vientre era casi inexistente, sin embargo se mareaba

128
mucho todavía. Sin preocuparse demasiado se lo
atribuía al cansancio, por las noches no dormía bien,
la oscuridad no le gustaba, y menos cuando al cerrar
los ojos recordaba sus días en el sótano, o en la
cabaña donde Dante lo golpeó.
Llegó el primer fin de semana. Dante entró a la
habitación de Yune tomándolo por sorpresa, el
pequeño acababa de darse un baño y se encontraba
recostado en la cama con ambas manos en su vientre
y tratando de mirarse con una expresión de
extrañeza.
De inmediato Dante creyó que ya se había dado
cuenta.
— ¿Qué estás haciendo?
El menor le miró de inmediato y trató de sonreír
sin temor, puesto que aún le costaba trabajo no
asustarse por su presencia, y mucho menos si
entraba con esa cautela y aparecía a unos pasos.
—Nada. -dejó sus manos encima de su abdomen
para olvidar lo que hacía, pues no creía que fuese
relevante.
— ¿Por qué te tocabas? ¿Te sientes mal?

129
—No. Bueno, creo que no. -frunció el ceño y sus
manos de inmediato volvieron a su posición anterior
emitiendo una suave queja. -No sé. -gimió tratando
de sentarse.
— ¿Cómo que no sabes? -dejó las galletas que le
había llevado ese día y se sentó en la cama, igual
que la última vez.
Esos días de amabilidad habían bastado para que
Yune confiara nuevamente en él, aunque aún temía a
sus posibles reacciones, por ello no quería quejarse
por sus malestares.
—Hace días me pasa, no es nada.
— ¿Qué es? ¿Te duele algo?
—No, pero siento raro. Aquí. -señaló palpando
con sus manos y sonrió un poquito más. -Estoy
engordando por tantos dulces.
Esa sonrisa acompañada de los moretones que
aún eran visibles causó un escalofrío en Dante, por
no mencionar que esas palabras causaron un
estremecimiento mayor.
—Seguro no te han caído bien, debería dejar de
traerlos.

130
— ¡NO! -exclamó Yune, inmediatamente se
arrepintió y bajo el tono. -No dejes de traerlos, me
gustan mucho, por favor.
—Está bien, no lo haré si me dices bien qué es lo
que tienes.
—Es que enserio no sé.
—Bien, me iré para que lo pienses un rato. -se
levantó tomando las galletas dispuesto a llevárselas.
—Creo que algo se mueve. -soltó Yune casi
gritando para evitar que se fuera, y con toda la
sinceridad, pues era verdad.
Dante volteó de inmediato bastante sorprendido,
¿el bebé había comenzado a moverse?
—Dijiste que hace días te ocurre, ¿por qué no
dijiste nada?
— ¿Es algo malo? -preguntó inocente al ver que
Dante se regresaba de prisa y volvía a sentarse.
Los dedos del Alfa picaban, deseaba colocar su
mano sobre ese vientre y sentir esos movimientos, le
parecía un momento único, como si no fuese a
repetirse jamás. Sin embargo, no se atrevía estando
Yune despierto. Tenía que encontrar la manera de

131
hacerlo en ese instante, sin que Yune fuese a
descubrir lo que ocurría realmente.
—No lo creo. -farfulló Dante observando
fijamente las manos de Yune que no se movían de
ese lugar.
—Yo tampoco, no me duele, pero se siente
extraño. ¿Qué podría ser? -preguntaba el pequeño
bastante inmerso en tratar de verse.
Sólo había una forma de tocar al pequeño sin que
lo interpretara de alguna forma que fuese a delatarle,
Dante tomó a Yune de ambas muñecas y lo hizo
girar tan rápido que ni siquiera pudo reaccionar
hasta que le bajó el short del pijama hasta las
rodillas.
—Vamos a hacerlo, sabes lo que pasará si te
niegas. -advirtió subiéndose casi en su totalidad
sobre Yune.
El Omega se tensó de inmediato. Había pasado
un tiempo en que Dante no le hacía esas cosas, pero
recordaba lo doloroso que era y no quería.
— ¿Por qué? -cuestionó nuevamente asustado,
sus ojos se llenaron de lágrimas. -Creí que ya no me
lastimarías, yo te dije todo, lo juro. -comenzó a

132
sollozar al sentir las manos de Dante tomando su
cintura.
—No te haré daño si no te resistes. -aseguró el
Alfa bajando el cierre de su pantalón.
Lo cierto era que sus intenciones habían
aumentado, apenas bajó las prendas inferiores de
Yune el deseo de tomarlo fue en aumento, ese
pequeño lograba excitarlo sin siquiera quererlo.
Durante casi dos semanas no lo había disfrutado
como acostumbraba, ahora era una necesidad.
Yune quiso debatir, suplicarle que no siguiera,
pero tenía muchísimo miedo de que Dante volviera a
golpearlo y aun así terminaría de hacerle lo que
quisiera. Sabía que aún si se dejaba hacer iba a
doler, pero no tanto como cuando Dante lo hacía por
la fuerza.
Se recostó por completo y separó un poco las
piernas sintiendo como los dedos del Alfa
comenzaban a penetrar su entrada. Y aunque no era
con la rudeza de siempre, Yune no paraba de emitir
quejas apenas audibles.
Dante era incitado por el calor que esa pequeña
cavidad le brindaba, sus dedos entraban y salían
cada vez con más facilidad.

133
—Necesito ir al baño. -jadeó Yune de pronto,
sentía su vejiga llena de un momento a otro, aferrado
a las sábanas trató de moverse con insistencia. -
Enserio, lo necesito.
—Ahora no, irás cuando termine. -lo hizo
levantarse, dejándole en cuatro sobre la cama. Sus
dedos dejaron el sitio y pronto los reemplazó con su
miembro.
Cuando entró Yune se contrajo apretándolo con
fuerza, lo había hecho tan rápido que llegó al fondo
provocando un grito por parte del menor. Comenzó a
moverse con cortas arremetidas.
Yune sentía que golpeaba algo muy dentro de él,
algo que le hacía querer orinar, no aguantaba las
ganas, y además ya comenzaba a dolerle justo donde
ese Alfa le estaba penetrando.
Aprovechando el momento, Dante tomó a Yune
por la cintura y llevó sus manos hacia el bulto de su
vientre, en esa posición podía sentirlo
perfectamente, era aún bastante pequeño, casi como
la vez anterior que tuvo oportunidad de posar sus
manos ahí, quizá solo había crecido un poco más.
—Dante, necesito ir, lo juro. -gimió Yune cuando
ya sentía que terminaría haciéndose sobre la cama,

134
no quería que ese hombre se enfadara por algo así,
trataba enserio de darle gusto a su exigencia, pero no
aguantaba más y sería peor si se orinaba justo ahí.
—Dije que lo harías cuando termine. -respondió
molesto, no sentía movimiento alguno en el vientre
de Yune, y comenzaba a fastidiarse. Fue moviéndose
sin medir más su fuerza.
— ¡No! ¡Detente! -chilló Yune asustado. —
¡Dijiste que no me dañarías!
— ¡Cierra la maldita boca si no quieres que te
rompa la cara! -exclamó Dante bastante enfadado.
Palpaba más el vientre y seguía sin sentirlo, incluso
se había puesto tenso, y era porque ese mocoso no se
calmaba.
Yune comenzó a llorar, no aguantó más y un
charco de orina se fue absorbiendo en las sábanas
que cubrían la cama, Dante se vino dentro cuando la
entrada del pequeño comenzó a apretarlo más en su
torpe intento de retener su necesidad.
El Alfa se separó más que molesto, apenas soltó
al pequeño y éste cayó de lado aun llorando,
completamente rojo, apenas tomaba el aire que
necesitaba, cubrió su rostro con sus manos y se
encogió temblando.

135
— ¿Por qué me haces esto? -preguntó el
acongojado Omega entre lágrimas, le dolía mucho y,
aunque no llegaba al dolor que en ocasiones pasadas
llegó a soportar, no pudo evitar sentirse
terriblemente humillado y traicionado, de nuevo.
—Porque no permitiré que olvides tu lugar. -
respondió Dante, se acomodó la ropa observando al
pequeño fijamente. -Y por cierto, deja de inventar
que tu vientre tiene algo que se mueve dentro,
seguro sólo tienes hambre.
Tomó nuevamente las galletas favoritas de Yune
y se las llevó consigo, ni siquiera le dejaría el
pequeño obsequio, no lo merecía después de ni
siquiera haberle permitido sentir al bebé.
Yune salió de la cama para dirigirse al baño al
fin, aunque ya había hecho todo sobre las sábanas
ahora necesitaba un baño para quitarse esa sucia
sensación en su ahora adolorida entrada, de nuevo
había sido violado y humillado, no lo soportaba, no
lograba hacerse a la idea de ser tratado de semejante
forma.
El buen trato que Dante había planeado para
recompensar a Yune de lo que le haría, no duró más.
No volvió a llevarle ningún detalle, pero al menos
tampoco se apareció donde el pequeño para hacerle

136
aquello de siempre. Dante trató de mantener más
distancia, pues verse interesado en el vientre
preñado de Yune no le había parecido correcto, no si
quería deshacerse del producto.
Entonces, desde aquella última vez, evitó a toda
costa acercarse a Yune, hasta el día de la cita en el
médico que haría el trabajito.
Apenas despertó fue a buscar a la cocinera, la
mujer que se encargaba diariamente del Omega, le
preguntó todo de Yune, si había comido bien ese
tiempo, si no se había sentido mal, lo más
importante, qué tan sano se encontraba.
La mujer, algo extrañada puesto que ya había
pasado un tiempo en que Dante no le preguntaba
nada, dijo todo lo que sabía. Yune estaba
alimentándose lo mejor posible, sin embargo con
continuidad se mareaba, vomitaba seguido, a veces
le dolía el estómago. Dormía más de lo habitual, esa
semana había sido difícil hacerle comer, pues no
despertaba cuando lo llamaba. No había más qué
decir.
Dante agradeció la información y le dio el día
libre, junto con el sábado y domingo, pidiéndole que
se presentara hasta el lunes. Entonces se dirigió a la
habitación donde Yune aún estaba dormido. Ni

137
siquiera lo despertó, tomó una cobija de la misma
cama y salió con él en brazos.
Notó que no pesaba nada, sí, el pequeño había
perdido mucho peso desde que él comenzó a
tomarlo, era de esperarse, lo golpeaba, lo dejaba sin
alimento, lo mantenía siempre encerrado.
Fue con él hasta el auto, y lo colocó
cuidadosamente en el asiento trasero. Miró su rostro
un momento, estaba tan tranquilo, suspiraba
temblorosamente en sueños, con esa carita sin
expresión que de pronto fruncía el ceño antes de
estremecerse. Dante se alejó y cerró la puerta para
subir en su sitio, comenzando a conducir enseguida
sin pensar más en Yune, no iba a arrepentirse ahora.

138
Capítulo 6

Yune despertó acurrucado en aquella cobija, pero,


apenas abrió los ojos y descubrió que no se
encontraba en la habitación, se levantó de golpe
mirando a todos lados, vio el paisaje de la carretera,
hacía tanto que no viajaba en coche, que le
sorprendió demasiado, miró con temor al Alfa que
se mantenía conduciendo.
—Vaya, has despertado.
— ¿Qué hago aquí? —murmuró confundido,
sosteniéndose de los asientos delanteros para
mantenerse erguido.
—Es obvio que dormías.
—Sí, pero…
—No preguntes más estupideces. Estaba mejor
cuando no escuchaba tu odiosa voz.
El pequeño volvió a recostarse, no entendía lo
que pasaba, pero Dante se veía demasiado tenso, así
que ni siquiera se atrevió a quejarse cuando su
vientre dio un tirón. Se colocó bocarriba y tocó el
sitio.

139
Ya se había acostumbrado a esas sensaciones. El
movimiento en su interior era cada vez más
perceptible, pero temía mencionarlo frente a Dante,
recordando lo ocurrido la vez que se atrevió a
contarle. De alguna manera pensaba que no era nada
malo, incluso había comenzado a ser reconfortante
sentir aquello.
Dante acomodó el retrovisor lo suficiente para
ver a Yune, sabía que algo pasaba, el menor se
sobaba el vientre como si buscara algo. ¿Acaso el
bebé estaba moviéndose? Se orilló para detener el
coche y giró lo suficiente hasta ver al Omega. Sin
pensarlo mucho le quitó las manos de ahí para posar
la suya. Sintió un suave golpe contra su palma y
unos cuantos más en sus dedos antes de que el
movimiento cesara.
—No es lo que…
—Se mueve. —murmuró Dante tratando de
sentirle de nuevo. Estaba tan inmerso, que olvidó su
entorno, hasta que una sonrisa se llegó a escapar
cuando un par de golpeteos más rebotaron contra su
mano
Por un momento, el Omega dejó a un lado el
temor que le provocaba, no entendía a qué se debía
el interés de Dante.

140
— ¿Por qué… por qué te importa tanto? —se
atrevió a preguntar, le miraba con inquietud
pensando que en cualquier momento ese hombre
volvería a la normalidad y lo lastimaría como solía
hacer desde los últimos meses.
Dante levantó la mirada topándose con la del
menor, lucía tan desorientado que no pudo responder
como hubiese hecho en otras ocasiones. Se quedó
callado un momento, observando esos ojos verdes
inundados de preocupaciones, esos hermosos ojos.
Eran del mismo color que los de Emma y, sin
embargo, cada mirada expresaba algo
completamente diferente.
—Me sorprende que aún te atrevas a
cuestionarme. —dijo al fin, con ese tono de voz que
lo caracterizaba al enfadarse. Sintió de inmediato
que el vientre de Yune se tensaba, ya no le permitía
sentir los movimientos que había dentro.
—No lo volveré a hacer. —susurró Yune
encogiéndose para alejarse tanto como podía, quería
salir del auto y correr lejos, pero sabía que en
segundos Dante lo alcanzaría, y no sería nada
agradable ser castigado por tal osadía.
El Alfa regresó a su sitio completamente y
encendió el coche, siguiendo así su camino.

141
Minutos después de manejar en absoluto silencio,
divisó la clínica. Estaba a las afueras de una ciudad
muy distinta a la suya, las pocas casas que
comenzaban a verse eran viejas y deterioradas, la
decadencia se había apoderado rápidamente de ese
lugar, era lógico que la clínica estuviese en esas
mismas condiciones. Apenas se estacionó pudo ver a
Yune mirando por la ventana preocupado.
Bajó del coche y lo rodeó abriendo la puerta del
lado donde el menor estaba.
—Sal de ahí. —ordenó al ver que Yune ni
siquiera se movía.
— ¿Por qué me trajiste? ¿Estoy enfermo? —
preguntó temeroso. Tenía un mal presentimiento,
algo le decía que no debía bajar, que no debía entrar
a ese tenebroso hospital.
Dante enfureció, le había colmado con sus
estúpidas preguntas. Se inclinó lo suficiente y
alcanzó al Omega para hacerlo salir por la fuerza.
Yune quiso resistirse, empujaba a Dante incluso
utilizando sus pies para impedir que lograra su
cometido, pero la furia del Alfa llegó a otro nivel, de
un último tirón lo lanzó sobre el piso del
estacionamiento y azotó la puerta del coche
volteando de inmediato hacia el pequeño.

142
—Más te vale ponerte de pie y entrar al maldito
hospital, o te meteré a patadas.
Yune obedeció, se levantó y caminó lentamente,
deseando nunca llegar. Cuando estuvo a unos pasos
de la puerta, se detuvo y giró mirando a Dante con
súplica.
— ¿Ahora qué?
—No quiero… me siento bien, no necesito esto.
—susurró temeroso.
—Claro que lo necesitas. —aseguró Dante
tomándolo del brazo para seguir.
Entraron y siguieron hasta recepción, muy a pesar
de que Yune temblaba apenas cruzaron la puerta. El
Alfa soltó al pequeño por un momento y le dio una
tarjeta a la recepcionista.
La mujer lucía un aspecto terrible, desganado,
como si trabajar fuese lo más tedioso del mundo.
Miró a ambos y leyó la tarjeta.
—Maternidad está en el segundo piso, pregunte
por el doctor ahí. —dijo devolviendo la tarjeta.
Dante la tomó y jaló a Yune para entrar a
elevador, que para joderle más ni siquiera
funcionaba. Mientras subían por las escaleras, Yune

143
se detuvo abruptamente y jaló a Dante, pues no se
esperaba esa interrupción.
— ¿Maternidad? —preguntó mirándole a los
ojos, su mal presentimiento aumentaba.
— ¿No te ha quedado claro que no debes
cuestionarme nada?
—Pero esa señora ha dicho…
—Sí, ha dicho maternidad, es justo ahí a donde
nos dirigimos, ¿algún problema?
— ¿Por qué me trajiste? —se alejó de él un par
de escalones abajo.
Dante lo pescó previniendo su huida y lo hizo
subir hasta donde se encontraba él.
—Porque hoy mismo voy a solucionar eso que te
ha estado molestando hace un tiempo. Deberías
agradecerlo dejando de hacer tantas preguntas.
—No quiero. No voy a subir. —dijo Yune
aferrándose al barandal con la mano que tenía libre.
Vio a Dante sonreír siniestramente, y eso le aterró.
—No tienes alternativa. —lo cargó bruscamente
haciéndole soltarse y subió los escalones que le
quedaban. Llegó con una enfermera que llevaba la

144
misma pinta que la recepcionista, preguntó por el
médico con quien hizo la cita.
—Supongo que viene por un aborto. —comentó
ella sin darle mucha importancia, mirando al Omega
sobre su hombro. —Tendrá que esperar, hay como
tres personas antes que usted.
—No esperaré. Vaya a decirle que Dante
Williams está aquí. —ordenó autoritario.
La mujer rodó los ojos y se retiró. Yune comenzó
a moverse demasiado inquieto y finalmente logró
que Dante al fin lo bajara.
La mirada del Alfa advertía que no estaba de
humor para escuchar ni una sola palabra de
reproche. Mientras que Yune acababa de entenderlo
todo ahora y su corazón palpitaba a mil por hora
mientras retrocedía.
—Ni se te ocurra comenzar una escena en este
lugar. —siseó Dante al ver el pánico que aumentaba
en Yune.
—Estoy…
—Sí, sí. —lo interrumpió. —Estás encinta. Pero
eso será pasado cuando el doctor interrumpa tu
embarazo. Volverás a la normalidad. Esto ha sido un

145
maldito inconveniente, así que más te vale cooperar,
porque no dudaré en obligarte si es necesario.
—Un bebé… estoy esperando un bebé. —susurró
desviando la mirada. Entonces comenzó a recordar
esos malestares, las sensaciones extrañas y los
cambios en su cuerpo que apenas y notaba, nunca les
hizo mucho caso, pero los movimientos en su
vientre eran suficientes para imaginarlo.
Su vientre. Inmediatamente sus manos fueron a
ese lugar que comenzaba a doler justo en ese
momento. Sentía una pesadez en todo su cuerpo,
todo comenzaba a dar vueltas, pero no quería cerrar
los ojos, si lo hacía, eso se convertiría en la peor
pesadilla de todas.
Comenzó a caminar lejos de Dante, quería
alejarse de él, pero a unos cuantos pasos sus piernas
no respondieron más, el dolor en su vientre le hizo
doblarse mientras caía de rodillas. Escuchaba los
pasos del Alfa, se estaba acercando, y él no podía
huir más.
—Todo esto va a terminar cuando lo saquen de tu
cuerpo.
— ¡NO! —exclamó alterado sin atreverse a
mirarle, no quería verlo, no soportaba saber que él le

146
estuviera haciendo eso. — ¡No te atrevas! ¡Es tuyo!
—Yo no pienso tener un hijo con alguien como
tú.
—Tú… me has hecho cuanto has querido. —dijo
mirándole al fin, volteando hacia arriba desde su
posición inferior, con sus ojos cristalinos a punto de
derramar esas habituales lágrimas. —Lo he
soportado, tus abusos y los golpes. Yo no pedí esto.
—Perfecto, estamos de acuerdo entonces que no
deberías llevar esta responsabilidad. Voy a
deshacerme de eso y tomaré mis precauciones de
ahora en adelante. Si esto llega a repetirse, sería muy
estúpido de mi parte.
— ¡No vas a deshacerte de nada! —exclamó de
nuevo, se aferró a su vientre y comenzó a llorar. —
Ni él ni yo tenemos la culpa de lo que me has hecho.
Dante arqueó una ceja sorprendido. Tal vez no
debió decirle nada antes de tiempo, hacer todo sin
que en ningún momento se enterase de lo que
sucedía le parecía mejor idea ahora.
—Señor Williams, puede pasar al consultorio, la
intervención será ahora mismo y debemos preparar
al paciente. —la voz del doctor cortó abruptamente
el silencio que se había formado.

147
Dante volteó a verle un momento y enseguida
devolvió la mirada hacia Yune, que se encogía
gimiendo de dolor. Algo le pasaba, y sabía que era
malo, de pronto estaba tan pálido y ya ni siquiera
lloraba como hizo apenas un minuto antes. Llegó a
él y se agachó en canclillas tratando de ver su rostro,
apenas iba a tomarlo de los brazos, cuando el menor
se desvaneció.
A pesar de todas las veces que se repitió a sí
mismo que no le importaba la vida de la criatura que
estaba dentro de Yune, no pudo evitar estremecerse
cuando su mirada encontró las manos de ese
pequeño sobre su propio vientre.
—Señor… —le llamó nuevamente el doctor.
—Está inconsciente.
—Será mejor así, no le aplicaremos anestesia.
Dante volteó molesto. Sabía que esa clínica era
terrible, pero ese comentario fue lo peor que pudo
haber escuchado, aún peor en ese momento. Tomó a
Yune en brazos y fue hacia las escaleras, debía
llevarlo de regreso, después vería cómo solucionar el
problema, sin embargo, después de ver cómo se
puso el pequeño al saber lo que sucedía, no le
quedaban muchas ganas de practicarle un aborto.

148
Sabía de antemano que con el embarazo tan
avanzado como estaba, era peligroso, si había
complicaciones en el mejor de los casos Yune sólo
quedaría estéril, no volvería a embarazarse, y Dante
estaba dispuesto a arriesgarlo de esa forma, hasta
que se dio cuenta de la clase de carnicería que era
ese hospital, muy probablemente Yune moriría en la
intervención. Y sí, le importaba, al menos lo
suficiente como para no dejar que aquel doctor de
pacotilla pusiera sus peligrosas manos en él.
Dejó nuevamente a Yune en el coche. Ni siquiera
dijo nada al salir del hospital, no era necesario.
Condujo de vuelta esperando que el Omega
despertara en cualquier momento, y comenzaba a
inquietarle ver que ni siquiera se movía. Iba a más
velocidad de la que acostumbraba, pronto divisó
algo más conocido, de ahí ya sólo fueron unos
cuantos minutos más para llegar a casa. Mientras
tanto, sacó el móvil y marcó a su médico de siempre,
el que había estado atendiendo a Yune las últimas
veces.
Le explicó el estado del Omega, sin embargo, no
mencionó la razón.
Cuando llegó a casa lo encontró esperándole.
Entraron y él mismo se encargó de llevar a Yune a la

149
habitación de siempre. La mirada reprobatoria del
médico se clavó sobre él apenas lo dejó sobre la
cama.
— ¿Hace cuánto se ha desmayado?
—Una hora. —respondió Dante. Esta vez no se
marchó, se mantuvo junto a la cama observando
todo lo que el doctor hacía. —Tal vez más.
El hombre acomodó cuidadosamente el cuerpo de
Yune, tomó su pulso y temperatura. Una mueca de
desagrado se dibujó en su cara mientras anotaba los
resultados. Después levantó la camisa del paciente y
bajó su pijama lo suficiente para revisar el estado del
vientre.
Sacó un aparato que Dante jamás había visto,
ante eso el Alfa se puso a la defensiva.
— ¿Qué haces?
— ¿Tú qué crees? Reviso a Yune. —obvió el
doctor, molesto con el idiota que le había llamado a
pesar de que tiempo atrás prácticamente le mandó al
carajo.
—Ya sé que lo revisas, pero ¿qué vas a hacer con
eso? —señaló aquel aparato.

150
—Es para hacerle un ultrasonido de emergencia.
—explicó preparando los instrumentos sin detenerse
ni un momento. —Con esto podré escuchar y ver al
bebé lo suficiente para saber cómo se encuentra.
— ¿Verlo? —cuestionó acercándose. De pronto
la idea de verlo despertó su interés.
— ¿No se supone que no te importaba? —al fin
se detuvo con todo listo, miró a Dante con ironía. —
¿Por qué ahora pareces tan pendiente de lo que
hago?
—No me importa. —dijo de inmediato
cruzándose de brazos.
—Entonces apártate. Si fueras un padre
realmente interesado en su pareja e hijo, te
permitiría verlo, pero no lo eres.
— ¿Y si yo lo quiero ver? ¿Acaso crees que
puedes impedírmelo?
Yune emitió un gemido y se contrajo abriendo un
poco los ojos. Miró a su alrededor confundido, no
sabía qué estaba pasando, pero apenas vio al doctor
trató de levantarse y escapar de él. No fue su mejor
idea, tuvo que parar de inmediato, su vientre aún
dolía, pero al menos no cayó de la cama.

151
—Yune, soy yo. Tranquilo. —murmuró el
médico, sabía que el pequeño confiaba en él, fue
quien le curó de cada gripe y fiebre, quien le daba un
dulce después de dejarse revisar cuando era más
pequeño. Era quien le había ayudado a soportar el
dolor con los analgésicos que le recetó tras lo que
Dante le hizo.
Poco a poco el chico pareció reconocer todo, el
lugar, el rostro de quien estaba cerca, y a Dante a un
par de metros solamente.
—No te alteres, no voy a hacerte daño. —aclaró
el hombre con paciencia.
—Yune, no pasó lo que estás pensando, así que
cálmate o te llevaré de vuelta.
—No tienes qué hablarle así, Dante. Y a todo
esto, ¿de dónde vienen? —cuestionó comenzando a
darse una idea, pues bastaba con ver la expresión de
Yune para darse cuenta de que no era como las
ocasiones anteriores.
Dante no respondió, su sola mirada bastó para dar
a entender que no hablaría de ello. El médico suspiró
volviendo la atención a Yune y pidiéndole que se
acomodara de nuevo le colocó un frío gel en el
vientre. El menor se estremeció, estaba temeroso de

152
que fuese un engaño, pero no era capaz de dudar por
mucho.
En una pequeña pantalla portátil se mostró una
imagen y varios números.
— ¿Mi bebé? —susurró Yune apenas divisó esa
pequeña y rara forma. Lo había visto en películas,
sabía lo que era ese aparato que el médico le estaba
pasando por el vientre, y que la imagen en la
pantalla era nada más y nada menos que la criaturita
que se formaba en su interior.
—No pareces sorprendido, pensé que Dante no te
lo diría.
—Se ha enterado hoy. —aclaró el Alfa
acercándose para ver mejor. No alcanzaba a
distinguirlo del todo, pero lo que veía fue suficiente.
— ¿Está… bien? —cuestionó el pequeño con la
preocupación y el temor a flor de piel. Dante estaba
cerca y eso le ponía nervioso, pero le importaba más
saber que esa criaturita se encontraba a salvo.
—Sí, sorprendentemente sí. El bebé está
aparentemente bien. —contestó contrariado. Sacó de
su camisa unos anteojos y se los puso para analizar
mejor la imagen. —Sus latidos están un poco bajos,

153
pero es porque tú has tenido una crisis nerviosa,
cuando te estabilices él lo hará también.
—Dijiste que estaba en riesgo de aborto.
—Aún lo está. —aclaró volteando a ver a Dante,
dando la espalda a su paciente. —Te dije que no
debía alterarse, si al chico le sucede algo, quien más
daño recibe es el bebé. ¿Qué fue lo que le puso así?
Un poco más y esta conversación sería
completamente diferente.
—No es asunto tuyo. Si dices que se encuentran
bien entonces ya has cumplido con tu trabajo.
— ¿Crees que es así de simple? No, Dante. —ese
era el momento de intervenir en el terrible
comportamiento del Alfa. Verlo interesado en Yune
y el bebé fue la clave para sacar a relucir las
necesidades del Omega. —Voy a recetarle unas
vitaminas, reposo, mejor alimentación.
— ¿Qué te has creído?
—Si me llamaste con tanta urgencia, doy por
hecho que no quieres que pierda a tu hijo.
—No des por hecho nada que yo no diga. —
respondió Dante con fastidio. —Si te llamé fue
por…

154
—Guárdate tus pretextos para quien los quiera
escuchar. Yo cumpliré con darte la receta e
indicaciones de lo que necesita, tú sabrás si las
tomas en cuenta o no.
Yune escuchaba todo, miró a Dante con súplica.
Ahora no era solo él, ahora tenía un pequeñito ser
formándose en su interior, y si el Alfa decidía no
darle el tratamiento que el médico ordenaba,
entonces sería dañino para el bebé.
El doctor terminó de anotar todo en una hoja y la
dejó sobre un mueble en vista de que Dante ni
siquiera se dignó a recibirla.
—Hay un proceso de monitoreo que se debe
seguir. Ya tiene casi cuatro meses y no ha seguido el
control que debió llevar desde hace mínimo tres
meses.
—Ni lo llevará. No tengo tiempo para perderlo
con esa estupidez.
El médico recogió sus cosas con fastidio, ya no
haría más, Dante realmente era estresante con su
estupidez. Apenas se despidió de Yune dirigiéndole
una mirada de disculpa y se marchó de prisa, o
terminaría discutiendo con el inconsciente Alfa.

155
Yune bajó su camisa lentamente, atento en todo
momento de Dante, por si acaso se ponía violento
poder evitarlo lo más posible.
Pero el mayor no se quedó más tiempo. Dio la
vuelta y salió de ahí. Había muchas cosas dando
vueltas en su cabeza, muchas contradicciones que no
le permitían reaccionar de ninguna forma. Y lo
único que hizo fue escapar de todo eso. Se dirigió a
su despacho, ahí podía pensar mejor, tomó una
botella y se sentó detrás de su escritorio.
¿Qué iba a pasar ahora? Todo estaba en sus
manos, pero no era capaz de decidir. Recordaba una
y otra vez la mirada de Yune cuando supo lo que
tenía pensado hacer, y una inquietud nada común le
comenzaba a atormentar. Ya ni siquiera tenía en
mente la idea del aborto, era demasiado incluso para
él, aún si se repetía que no le importaba.
Pero, si permitía que ese bebé naciera, todo el
mundo se enteraría. Posiblemente su matrimonio se
iría al caño.
En realidad, no tenía mucho por perder, la
relación con Emma era un asco desde hacía mucho
tiempo. ¿A quién quería engañar? No tenía razones
para seguir con esa mujer, incluso le sorprendía no
haberlo pensado así antes.

156
Por otro lado, no tenía muy en claro la posición
que Yune ocuparía, sería la madre de su hijo, pero no
su pareja, podría seguir teniendo su cuerpo cuantas
veces quisiera, sin tener que darle las atenciones que
hasta ahora sólo le brindó a su esposa. Aún si Emma
se marchaba y le pedía el divorcio, no se imaginaba
a su mascota ocupando el lugar de su mujer.
Después de todo, se había repetido tantas veces
que no se dejaría envolver sentimentalmente de
nuevo, no había ninguna posibilidad para el Omega,
ni siquiera de recuperar al generoso y amable Alfa
que alguna vez le cuidó.
Los siguientes días fueron de absoluta tención.
Dante apenas vio a Yune un par de veces, sin
embargo, tuvo la buena acción de darle a la cocinera
la receta que el médico dejó. Ella se encargaba ahora
de cumplir con las indicaciones, incluso había
conseguido los medicamentos, después de todo era
su trabajo y ni siquiera lo cuestionaba.
Era ya mitad de semana cuando Dante se
encontraba inmerso en el trabajo. Estaba en la
empresa desde muy temprano, había tenido dos
juntas y estaba que no lo calentaba ni el sol.
Un colega entró sin llamar a la puerta, Dante le
miró de inmediato y arqueó una ceja dejando lo que

157
hacía de lado.
—Vaya, hasta que apareces. Espero tengas una
buena razón para haberte ausentado, las juntas de
hoy eran tu responsabilidad.
Era Armet, detrás de él alcanzó a ver a Marín, el
Omega que siempre andaba preguntando por Yune.
Al menos esta vez no entró. Armet se acercó
encogiéndose de hombros sin darle importancia al
tono enfadado del Alfa, se sentó frente a él como si
nada ocurriese y sonrió.
—Sí, tengo una razón. Llevé a Marín al hospital,
se ha sentido mal esta mañana y me preocupé.
— ¿No pudiste esperar a salir del trabajo?
—Tu faltaste muchas veces porque Yune tenía un
simple resfriado. —argumentó recordándole hechos
de años atrás.
—Claro, pero yo soy el dueño de todo esto, tú
eres un empleado.
—Tu mano derecha. Y también tengo una vida.
—siguió sin inmutarse. —Ni con un millón de
reproches lograrás arruinarme el día. Si quieres
volveré más tarde.

158
—Ni se te ocurra largarte. Tenemos cosas
pendientes.
—Está bien, pero deberás esperar un poco más.
Llevaré a Marín a casa.
— ¿Qué?
—No puede quedarse aquí, debe descansar y…
Dante le miraba con fastidio, su amigo pudo
notarlo y dejó de dar explicaciones ambiguas.
Suspiró inclinándose hacia el escritorio.
—Marín está embarazado. ¿Entiendes por qué no
puedo pedirle que me espere ahí afuera?
— ¿Qué dices? —cuestionó Dante con sorpresa.
Había escuchado perfectamente, pero no podía creer
que su amigo lo dijera con una sonrisa e incluso
orgullo.
—Que ese chico de allá afuera me dará un hijo.
Esta mañana casi se desmaya apenas despertó, creí
que estaba enfermo y apenas me di cuenta lo llevé a
revisión. Siempre ha sido muy sano, el médico dijo
que todo está perfecto, pero yo no pienso correr
riesgos, mi hijo está creciendo dentro de él. No te
imaginas mi sorpresa, sabía que era posible, pero,
nunca me lo planteé como una realidad.

159
—No sabía que tú y él…
—Bueno, ya lo sabes. No es novedad. Paso todo
el tiempo con él, incluso me acompaña al trabajo, de
pronto me encontraba preguntándome ¿por qué no?,
nunca he conocido a alguien que me haga tan feliz
como lo hace él.
—Es un Omega, ¿sabes lo que significa tener un
hijo con uno de ellos?
—Lo sé, pero me importa poco. Si me acuesto
con él, es lógico que no me preocupa tener un hijo
suyo, así nazca siendo un Omega también. Tú
mismo has expresado que ellos no son simples
mascotas, son seres humanos, su raza es lo que les
hace diferentes y eso al final del día deja de tener
importancia.
Dante comprendió su punto, Armet iba a ser
padre y se sentía satisfecho por ello. De pronto,
saber aquello le hizo pensar en su propia situación.
Tan parecida y tan diferente a la vez. Armet era un
Beta, su nivel social no llegaba al mismo nivel de
Dante al ser un Alfa, sin embargo, era un rango alto
y aun así él no se sentía inconforme con tener como
pareja a un simple Omega, ni mucho menos le
importaba la posibilidad de que su hijo fuera igual.

160
—Puedes llevarlo a casa. —murmuró distraído.
—No tardaré.
—Me da igual, ya hice casi todo el trabajo sin ti.
—farfulló volviendo en sí y se levantó de prisa. —
Cuando regreses sigues con el resto.
Armet vio a Dante salir de la oficina y no
comprendió qué le pasaba, pero bueno, desde que su
amigo conoció a Emma todo cambió, ya no era raro
ver actitudes cortantes e incluso violentas de parte
del Alfa. Lo único que le preocupaba, era lo que
podía suceder en casa de Dante, conocía al pequeño
Yune y le preocupaba que estuviese sufriendo los
cambios de personalidad tan radicales de Dante.
Ya bastantes veces se había planteado que algo
debía estar ocurriendo, como para que el Alfa no
permitiera a Yune salir, siendo que antes no había
ningún problema con ello.
Dante salió de la empresa, subió a su coche y
manejó de regreso a casa. Iba a medio camino
cuando vio la tienda de pasteles que a Yune tanto le
gustaba. Recordó la ocasión pasada en que le
compró algo ahí, había sido únicamente por
menguar la culpa de lo que planeaba hacerle.

161
Lo pensó un momento y al final se estacionó.
Esta vez no tenía ninguna razón, pero estaba ahí
pidiendo aquel pastel que al pequeño le fascinaba.
Cuando al fin llegó a la mansión, dejó el pastel en
la cocina y tomó una rebanada con la cual se dirigió
a la habitación del menor.
Yune estaba sentado sobre la cama, comía lo que
la cocinera le había dejado hacía ya un rato. Cuando
la puerta se abrió ni siquiera levantó la mirada, creía
que era aquella mujer.
—Yune, te he traído algo.
La voz de Dante lo alertó, sólo entonces volteó y
dejó caer la cuchara sobre la mesilla en sus piernas.
Ni siquiera reparó en lo que le dijo, al verle
acercándose quiso levantarse, en su intento tiró la
mesilla y la sopa se regó sobre la cama, pero logró
escapar hacia el lado contrario de la cama.
— ¿Quieres calmarte? Mira lo que has hecho. —
reprendió Dante dejando en plato con pastel sobre
un mueble y recogiendo de inmediato las sábanas
sucias. —Agradece que no te haré lavar esto, has
ensuciado tantas sábanas que…
Dejó de hablar cuando miró a Yune de nuevo. El
pequeño temblaba pegado a la pared contraria, lejos

162
de la cama, lejos de él.
—No vine a hacerte nada. Te traje pastel. —
señaló tratando de tranquilizarlo. No era sano que se
alterara, bien claro lo dijo el médico.
—No lo quiero. —respondió Yune desviando la
mirada. —Quiero estar solo.
—Siéntate y cómete ese pastel, no lo traje en
vano.
—No quiero.
Ante esa negativa tan rotunda, Dante se dispuso a
rodear la cama, pero Yune brincó encima y se fue al
otro lado, ahora comenzaba a verse más asustado.
—No estoy jugando. —advirtió el Alfa
comenzando a enfadarse. —Obedece de una vez,
siéntate y cómete el jodido pastel.
— ¡Que no quiero!
¿Le había gritado? ¿Realmente Yune acababa de
levantarle la voz? Fue por él, pero Yune corrió hacia
el baño y cerró la puerta con seguro.
Dante comenzó a golpear con fuerza la madera,
estaba a punto de romperla y no parecía dispuesto a
parar.

163
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164
Capítulo 7

— Dante. ¡Dante! ¿Qué está pasando? —Emma


le llamaba desde la entrada de la habitación.
El Alfa detuvo los golpes de inmediato y miró a
su mujer, parecía sorprendida y bastante molesta.
—Los invitados han comenzado a llegar y se
preguntan qué son estos ruidos. —farfulló
acercándose con ese porte elegante que
acostumbraba, llevaba un vestido entallado azul
marino, zapatillas altas, un maquillaje perfecto y el
cabello adornado en un peinado que debió tomar
horas elaborar.
— ¿Qué invitados?
—No me digas que lo has olvidado. —arqueó
una ceja cruzándose de brazos. —No puedo creer tu
egoísmo, ¡te dije muchas veces que hoy sería nuestra
fiesta de aniversario!
— ¡Y YO TE DIJE QUE NO HICIERAS
NADA! —contestó Dante comenzando a enfadarse
con ella, ya lo había colmado. —Ve y dile a tus
malditos amigos que se larguen de mi casa.

165
— ¡Esta también es mi casa!
—Dije que quiero que se larguen. Si no los corres
tú, lo haré yo. —advirtió furioso.
— ¿Por qué te comportas así? ¡Si esa pulga te ha
hecho enojar no es asunto mío! Te dije que no tenías
que ponerme el cuerno con ese pedazo de…
— ¡Cierra la puta boca! —exclamó cada vez más
fuera de sí.
— ¿Cómo te atreves a hablarme así? ¡Eres un
idiota desconsiderado!
—Me importa un carajo. —la tomó del brazo
sacándola de la habitación, pero Emma logró zafarse
y volvió a entrar tomando el plato que tenía el
pastel. Dante no pudo evitar que ella se desquiciara
y lanzara aquello contra la puerta del baño.
— ¡¿Por qué le traes esto?! ¡A mí nunca me
llevas comida a la habitación! ¡Ni un maldito vaso
de agua! —reclamó todavía más enfadada que antes.
Se dirigió a la puerta y esta vez fue ella quien
comenzó a tratar de abrirla.
Dante ya había hecho gran parte del trabajo. Si
ella no hubiese llegado a interrumpir, la puerta
habría sido derribada por completo, entonces al

166
golpearla un poco más, lo inevitable ocurrió. Emma
pegó con todas sus fuerzas y la puerta cayó dentro
del baño, llevándose incluso el umbral que Dante
zafó previamente.
Ubicó a Yune escondido en un rincón dentro de la
regadera y no dudó en ir por él, pero Dante la detuvo
sacándola del baño antes de que siquiera avanzara
tres pasos.
—Lárgate. —ordenó el Alfa, esta vez apretando
con fuerza el brazo de su esposa impidiendo que
escapara, y sin siquiera levantar la voz, continuó. —
Tuviste mucho de mí, especialmente mi
consideración, por no mencionar otras cosas, pero te
han importado una mierda. No vengas a reclamar
por estupideces. Más te vale bajar y correr a tus
estúpidos amigos, y no te entrometas en asuntos que
no te incumben.
Emma le miraba desafiante, en vista de que ella
no pensaba ceder, la sacó de la habitación entre
forcejeos descontrolados y le cerró la puerta en la
cara. La mujer no paró de golpear repetidas veces
por lo menos durante un minuto, hasta que decidió
marcharse. Las cosas no se quedarían así, Dante
sabía que la había hecho enfadar, pero le importaba
un carajo.

167
Volvió a la realidad tras un momento en silencio,
seguía furioso, ahora quizá más que antes. Entonces
se dirigió hacia el baño. Yune temblaba sentado en
un rincón de la regadera, escondía su rostro tras sus
rodillas, las cuales abrazaba fuertemente a su pecho.
—Sal de ahí.
Ante esa orden, Yune ni siquiera reaccionó.
Dante frunció el ceño y abrió la llave de agua fría,
apenas el Omega comenzó a mojarse pegó un grito y
se levantó tratando de evitar el chorro de agua.
— ¿No piensas obedecer?
Yune le miró asustado y bajó la cabeza negando
lentamente, sentía que en el momento que volviera a
seguir sus órdenes, Dante lo castigaría por su previa
desobediencia. Pero el Alfa no planeaba tolerarle
más, tomó la regadera para la tina, aquella que iba
con una manguera larga, cerró la otra abriendo de
inmediato la que tenía en mano y apuntó hacia el
pequeño. El agua estaba helada, Yune trató de
aguantar, pero era mucho, ahora temblaba de frío y
lo único que quería era salir de ahí.
De pronto vio la salida, Dante estaba muy cerca
de la bañera, pero si lograba pasarle, saldría del baño

168
antes que él. No sabía qué pasaría después, pero se
atrevió a hacerlo y corrió fuera.
Dante tiró la regadera y fue tras él, apenas salió
vio a Yune resbalar por el piso mojado, y en un
movimiento logró alcanzarlo antes de que cayera por
completo. Ambos se habían detenido, Dante sostenía
a Yune con fuerza, rodeando su torso
completamente, y pegándolo a su pecho, se había
mojado también, pero al menos el pequeño no había
caído, ni siquiera le hubiese dado tiempo de poner
las manos, el golpe bien pudo haber sido contra su
vientre y las consecuencias posiblemente negativas.
Sintió a Yune temblar, quizá de miedo, tal vez de
frío, o ambas. Lo apretó contra sí mismo y respiró en
su cabello, olía bien, su aroma natural era suave,
relajante, a pesar de lo tenso que el menor se
encontraba.
—Quítate la ropa. —le susurró mientras lo
soltaba, asegurándose de que ya estaba nuevamente
estable sobre el piso.
Yune se sacó la camisa comenzando a llorar,
sabía que le había hecho enfurecer, y que ahora
estando tan cerca de él, no lograría dar dos pasos
antes de que le alcanzara. Iba a ser castigado, lo
sabía, pero no quería aceptarlo. Bajó sus prendas

169
inferiores y dio un paso hacia delante. Giró despacio
y levantó la mirada.
—Eres un idiota. —dijo el Alfa, sorprendiendo a
Yune cuando le colocó una toalla sobre los hombros.
El pequeño ni siquiera sabía en qué momento fue
por ella, pero al sentir su calidez se aferró a la tela
cerrándola por delante. — ¿Creíste que podías
evitarme encerrándote ahí?
El menor negó de inmediato, estaba demasiado
confundido.
—Más te vale que esto no vuelva a repetirse.
Sécate y vístete.
Y dicho eso, Dante salió de la habitación. Yune
suspiró aliviado, aunque no confiado. Tenía miedo
de que en cualquier momento volviera ese hombre a
desquitar su furia como suponía que iba a hacer
desde un comienzo.
De cualquier forma, el chico buscó ropa seca. A
pesar de que comenzaban las épocas de frío, no tenía
más que unos cuantos pijamas ligeros que solía usar
en días de verano. Se puso el primero que encontró y
fue a la cama para cubrirse con las cobijas, al menos
una parte del lecho no se había ensuciado de sopa.

170
Se acurrucó tratando de entrar en calor
nuevamente, moría de frío. Mientras se calentaba un
poco pensó en su bebé, en lo que Dante había
querido hacerle, y se preguntaba si acaso había
cambiado de opinión, ya no había dicho nada al
respecto.
— ¡Dante! ¡No me dejes hablando sola! —
gritaba Emma siguiendo a su marido por las
escaleras, estaba furiosa, no podía creer que se
atreviera a hablarle como lo hizo.
—No tengo nada qué hablar contigo. Deja de
joder.
— ¡Soy tu esposa! ¡Si no piensas respetarme,
entonces dilo y esto se termina!
—Bien, entonces que termine. —soltó sin
siquiera mirarla, ella se detuvo, él también lo hizo.
Estaba seguro de lo que acababa de decirle a su
mujer, no se retractaría.
—Dime que estás bromeando. Esto no es
divertido.
—Emma, esto no es una broma. —finalmente
volteó, mirando unos escalones arriba, pues él ya no
estaba en las escaleras, pero ella sí. —Ambos

171
sabemos bien que esto se ha estado acabando desde
hace mucho tiempo, ya solo faltaba decirlo.
—No puedes hacer esto.
—Fuiste tú quien lo propuso.
— ¿Estás seguro? —cuestionó altiva. —Porque
hay algo que no sabes, pensaba decírtelo hoy en la
fiesta, planeé contarles a nuestros amigos también,
pero lo has arruinado.
— ¿Y qué es? —preguntó él sin interés.
—Vamos a tener un bebé. —soltó con una
enorme sonrisa, terminando de bajar los escalones
que le faltaban. —Hace días me he sentido extraña,
así que fui al médico y me dijo que estamos
esperando un hermoso niño. Tu hijo.
— ¿Cuánto tiempo tienes?
— ¿Qué? No lo sé.
—Dices que fuiste al médico. ¿No te dijo cuánto
llevas? —preguntó arqueando una ceja. Quizá meses
atrás, escuchar esa noticia viniendo de ella, le habría
hecho el hombre más feliz del mundo, pero ahora no
era así, y las palabras de Emma le sonaban tan
falsas.

172
—Bueno, me ha dicho que tengo apenas un mes.
—murmuró colocando sus manos sobre su vientre
perfectamente plano. —En unos meses va a notarse,
y podrás sentirlo.
— ¿Tienes los resultados del médico?
—Los perdí, estaba tan emocionada que no
recuerdo dónde los guardé.
—Emma, nosotros llevamos más de un mes sin
tener sexo, apenas y nos encontramos en la casa.
¿Acaso crees que soy imbécil?
— ¡Tal vez es más tiempo! —exclamó molesta.
—No recuerdo todo lo que dijo el médico, yo solo
pensaba en el bebé que vamos a tener. ¡¿Por qué me
cuestionas tanto?!
—Bien, te voy a creer. Supongamos que estás
embarazada, de ahora en adelante espero no verte
llegar ebria. Si estás mintiendo, en unos meses lo
sabré.
— ¡No tengo por qué mentirte!
—Sí, sí, te creo. —dijo retirándose. No perdería
más tiempo hablando con ella, sin embargo, se
sentía un reverendo idiota.

173
No sabía si debía creerle, sus palabras carecían de
fundamentos. Mientras entraba a la cocina se detuvo
a pensar en cuánto tiempo había pasado desde la
última vez que tuvo intimidad con ella. Sí, un mes o
mes y medio, el gusto fue de solo una semana, antes
de ello no tuvo ningún contacto con Emma, después
mucho menos.
Le exigiría un examen médico con el doctor que
atendía a Yune, pues él era el único que no le
mentiría en algo así.
Emma subió furiosa, se dirigió a la habitación de
Yune, pero estaba cerrada con llave. Entonces
decidió que lo mejor era esperar, no iba a cometer
una estupidez ahora, debía salvar su matrimonio de
otra forma o ese maldito Omega saldría ganando.
Minutos después Dante volvió a donde Yune
descansaba, se acercó a él con un nuevo trozo de
pastel, Yune le miró confundido y negó con la
cabeza al ver que se lo ofrecía.
—No voy a permitir que escapes otra vez,
siéntate y cómelo.
—Pero no quiero. —susurró aferrado a las
cobijas.

174
—Yune, es una orden, ya me has desobedecido
suficiente por hoy. Si no quieres que tu castigo sea
peor que bañarte con agua fría, entonces siéntate y
come. Ahora.
El pequeño le miró nervioso, no sabía que aquel
había sido su castigo, pero si era así, entonces Dante
no lo golpearía más, no quería ganarse más golpes
de su parte, así que obedeció muy a su pesar.
Se sentó despacio y tomó el platito junto con la
cuchara, llevando enseguida un bocado a sus labios.
Dudaba en aceptarlo o no, desconfiaba de las
intenciones de Dante.
— ¿Por qué es tan difícil trata contigo?
Cómetelo, no tienen nada, es tu favorito. —Dijo
Dante tomando la cuchara para darle el primer
bocado. — ¿Ves? Yo también puedo comerlo, no
tiene nada que pueda hacerte daño.
Con eso bastó para que Yune confiara en que no
le pasaría nada si lo comía, y no esperó más, sólo
necesitaba saber que no le haría daño. Comenzó a
devorarlo, pues realmente le encantaba ese pastel.
Sus ojos se iluminaron ante el sabor que se derretía
en su boca, y siguió hasta dejar el plato sin una sola
pisca del delicioso postre.

175
— ¿Cómo te has sentido estos días?
La pregunta de Dante sorprendió al menor, volteó
a verle sin comprender y luego bajó la mirada para
ubicarla en su vientre.
— ¿Estás bien?
—No se ha movido mucho. —dijo colocando
ambas manos encima de ese pequeño bulto que ya
resaltaba.
— ¿Quieres que llame al doctor? —ofreció
frunciendo el ceño, no le parecía muy normal lo que
Yune acababa de contarle. Podía ser algo malo la
ausencia de movimiento.
—Creí que no te importaba.
—Y no lo hace. Pero si necesitas que el doctor
venga, lo llamaré.
— ¿Por qué? —susurró Yune, que
definitivamente no entendía a qué venía el cambio
de Dante. Primero le llevaba pastel, luego le daba un
castigo mínimo, y ahora ofrecía llamar nuevamente
al médico. — ¿Por qué estás comportándote así
conmigo?
Dante se sorprendió ante esa pregunta, ni siquiera
tenía una respuesta clara.

176
— ¿Prefieres que te trate como siempre? —soltó
una fría sonrisa, mientras se levantaba de la cama
para desabrocharse el pantalón. —Hace tiempo que
no nos divertimos.
— ¡Espera! ¡NO! —gritó cuando Dante lo tomó
de los brazos impidiéndole moverse. Por más que se
sacudía, no podía liberarse. No se refería a eso
cuando preguntó, y no quería sentirlo dentro de
nuevo, le dañaba.
—Si quieres seguir caminando cuando
terminemos, entonces deja de resistirte.
El móvil de Dante sonó, interrumpiendo aquel
momento de peligro para Yune. El Alfa se detuvo y
lo soltó para contestar, sorprendiéndose al ver de
quién se trataba.
— ¿Qué quieres?
Yune se incorporó sobándose los brazos, encogió
las piernas viendo distraído los moretones que
abarcaban a lo largo de sus muslos, su corto short
permitía ver la cara interna de éstos, era donde más
morados tenía. No quería ser tratado así, verse en el
espejo ya no era lo mismo, se sentía sucio, usado,
como si fuera una mierda que no tenía valor alguno.
Dante lo trataba así y comenzaba a creérselo. ¿Debía

177
ceder ante lo que el Alfa le obligaba a hacer? No
quería, le dolía demasiado, y peor aún era saber que
eso podía poner en peligro a su bebé.
Pensar en su bebé le hacía sentir cierta calma,
pero al mismo tiempo la intranquilidad le aturdía,
sabiendo que Dante no lo quería. Miró al mayor, que
de pronto parecía molesto.
— ¿Cómo que están aquí? Yune está resfriado, no
puede ver a Marín.
El Omega abrió los ojos con sorpresa. Dedujo
que Armet era quien hablaba ahora con Dante, y si
él estaba dando semejante escusa era porque su
amigo no sabía lo que hacía. Armet era el dueño de
Marín, su mejor amigo, un Omega muy lindo que
era feliz, como Yune lo fue tiempo atrás. Una idea
cruzó por su cabeza, una idea que quizá le costaría
caro si no funcionaba, pero no lo pensó dos veces,
quería salir de ese infierno.
Se levantó despacio escuchando como Dante
discutía por teléfono diciendo que no bajaría a abrir
y exigiéndole que se largaran. Debía llegar antes de
que Armet hiciera lo que Dante decía, pues por lo
que logró entender, se encontraban en la entrada de
la casa.

178
Ya estaba en la puerta de la habitación, cuando
Dante volteó hacia la cama. No dudó más, abrió y
salió corriendo rumbo al recibidor, bajando las
escaleras casi tropezando cuando escuchó a Dante
llamarle furioso.
Dante fue tras él apenas descubrió su huida, pero
para el momento que llegó al final de las escaleras,
Yune se encontraba abriendo la puerta principal. El
pequeño había sido demasiado astuto para salir
mientras estaba distraído.
Armet miró con sorpresa al Omega, retrocedió un
poco cuando Marín le hizo a un lado para acercarse
al pequeño. Marín era dos años mayor que Yune, y
llevaban conociéndose desde unos diez años atrás,
cuando aún estaban en manos de los comerciantes,
por cosas del destino se reencontraron, pues Armet
había comprado a Marín en un lugar muy diferente
del sitio donde Dante encontró a Yune.
— ¿Yune? ¿Qué te ha pasado? —cuestionó Marín
realmente preocupado, sin dejar de reparar en los
viejos golpes que el menor mostraba, incluso en su
rostro, los cuales no habían desaparecido del todo.
Yune comenzó a llorar aferrándose a su amigo,
sus piernas no daban más, había corrido tan, pero tan
rápido, evitando que Dante le alcanzara, que ahora

179
sus piernas se sentían como popotes, y eso que la
distancia no había sido tanta. Pasar sus días
encerrado menguaba bastante su condición, siendo
que antes amaba correr por todos lados.
Armet vio a Yune un momento y luego cambió
hacia Dante, que se acercaba con esa firmeza que lo
caracterizaba, sin embargo, su expresión dejaba
claro que Yune estaba en serios problemas.
—Dante, ¿por qué Yune tiene tantos golpes? —
cuestionó el Beta, interfiriendo entre el menor y su
amigo para que no se le acercara.
—No es asunto tuyo. Dile a tu puta que suelte a
Yune y váyanse ahora mismo. —dijo amenazante.
— ¡No, por favor! —exclamó el pequeño
soltando a Marín para señalar a Dante. — ¡Él me
hizo esto! Me ha violado y…
Los ojos de Dante brillaron furiosos, iba a darle
la lección de su vida en cuanto lo tuviera entre sus
manos. Yune ni siquiera pudo continuar, hasta que
su voz volvió.
—No me dejen con él. Armet, no dejes que me
siga haciendo daño. —suplicó acercándose al Beta.
—Si vuelvo a entrar, va a matarme en cuanto se
vayan.

180
— ¿Es verdad? —cuestionó Armet a su amigo,
no podía creerlo, o más bien, no quería creer que
Dante fuese tan imbécil como para hacerle daño al
pequeño que tanto dijo querer cientos de veces.
—Yune, no vamos a dejarte. —susurró Marín.
—Sí lo harán. Armet no va a desobedecer una
orden directa, sabiendo lo que eso ocasionaría. —
aseguró con desdén.
—Dante, no puedo dejarlo así, ni siquiera piensas
negar las acusaciones.
— ¿Acaso vas a pelear conmigo por proteger a
ese mocoso? ¿Sabes lo que te estarías jugando?
Armet volteó a ver a Marín, pelear con Dante
significaba una derrota segura, y si eso se salía de
control, tal vez le costaría hasta la vida, dejaría solo
a Marín, a su futuro hijo, por defender a la mascota
de ese Alfa desconsiderado. Perdería demasiado, no
podía hacerlo, por más que quisiera ayudar al
pequeño, no había ninguna posibilidad.
—Yune, lo siento mucho. —susurró bajando la
mirada mientras retrocedía. Se alejó y tomó a Marín
del brazo llevándolo consigo casi arrastrándolo.
— ¡Tenemos que ayudarlo!

181
— ¡No puedo hacer nada! —estalló haciendo que
Marín le mirase sorprendido. —No voy a
arriesgarte, ni a ti, ni a nuestro hijo.
Yune les miró sorprendido, no tenía idea.
Entonces comprendió, no podía pedirle a Armet, ni a
nadie, que le salvaran de ese demonio. Todos tenían
una vida, nadie iba a preocuparse por una mascota
maltratada, mucho menos si Dante estaba de por
medio.
Comenzó a llorar nuevamente viendo como
subían en su coche y se marchaban. A los pocos
segundos sintió la mano de Dante sobre su hombro,
estaba detrás, demasiado cerca.
El peligro podía sentirse en el aire. Yune cerró los
ojos y entró a la casa siendo dirigido por la firme
mano del Alfa, quien no se separó ni un poco. No
subieron las escaleras, esta vez se dirigieron a un
sitio que Yune ya conocía, y por más que quería
evitarlo, sabía que era imposible.
La oscuridad del sótano era lo que menos le
preocupó al entrar. Olía terrible, la humedad era
asfixiante y el frío le hacía doler todo el cuerpo.
Mientras bajaba las escaleras del lugar dirigido por
Dante, se preguntó si esta vez iba a sobrevivir a su
furia, y lo peor, si su pequeño lograría soportarlo.

182
Cometió un error enorme. Hubiese sido mejor
quedarse en la habitación, ser violado una vez más
no iba a ser tan doloroso como lo que le esperaba en
ese lugar.
— ¿Armet? ¡Qué milagro que me llamas! Hace
siglos que no sé de ti. —decía alguien del otro lado
de la línea.
El aludido miró a Marín arrepentido, sabía que el
muchacho estaba molesto por no haber hecho nada
por Yune, pero aún había una posibilidad, la razón
por la cual había ido a casa de Dante no era
precisamente para que los Omegas se reunieran.
—Escuché que llegarías hoy a la ciudad.
—Oh, eso, al parecer los rumores vuelan rápido.
¿Has corrido a contarle a Dante?
—Pensé hacerlo, pero no pude hablar mucho con
él. ¿Piensas aparecerte en su casa esta noche?
—De hecho, acabo de llegar a la mansión.
¿Sucede algo? ¿Crees que era mejor llamarle antes?
—No me interesa si lo sorprendes, mejor aún.
Necesito pedirte un favor.
La risa del otro resonó fuerte y clara.

183
—Yo no hago favores. Olvídalo.
—Sé la clase de imbécil que eres, pero esta vez
es necesario. Dante ha cambiado, no tienes idea
cuanto, y hay alguien que está sufriendo daños
irreparables.
— ¿Su esposa? Creí que ese matrimonio era el
mejor de todos, un matrimonio honorable. —dijo
con burla.
—Eros, no es una broma, Dante está dañando a
Yune. —dijo Armet comenzando a fastidiarse. Tal
vez no era la mejor idea pedirle ayuda a ese idiota.
—¿Lo recuerdas?
— ¿A Yune? ¿Hablas enserio? Dante jamás le
tocaría un solo cabello. Es culpa de ese mocoso que
mi hermano me corriera de su casa la última vez que
lo visité.
—No parabas de molestar al chico, era un niño.
—Claro, claro, lo que digas. ¿Y qué quieres que
haga? ¿Le digo que deje de fastidiarlo y vuelva a
subirlo en un pedestal?
—Solo evita que lo mate, acabo de verlos, Dante
está molesto y Yune se veía realmente asustado.

184
—Vaya, mi hermanito ha estado haciendo de las
suyas. ¿Entonces se encuentran en casa? No escucho
gritos, tal vez estás exagerando.
— ¡Entra de una maldita vez!
Eros colgó la llamada fastidiado, observó la
mansión mientras bajaba de su auto, era tal como la
recordaba, aunque se veía algo descuidado el jardín,
las fuentes, y toda la entrada en general. No pensaba
prestarle demasiada importancia a lo que Armet le
había dicho, no era su asunto, así que no iba a
meterse. Entró a la casa con aquella llave que él
mismo había hecho, una llave maestra para todas las
puertas de la casa de su hermano.
Había un abismo entre Eros y Dante, la diferencia
siempre fue mucha, Dante era menor, tenía aquella
bondad y consideración que a Eros le faltaba, él era
todo lo contrario, un maldito que hacía sumo horno a
su nombre. Disfrutaba de los placeres de la vida, no
tenía en mente casarse, mucho menos formar una
familia, y por el contrario, casi esperaba llegar a
casa de Dante y encontrar a un montón de mocosos
corriendo, una esposa horneando pasteles, o algo así
de ridículo, algo típico de su hermano.
Eso tal vez hubiese sido real, si Dante no se
perdía de la manera en que lo hizo, cosa que Eros

185
descubriría.
Llegó a la sala lanzando sobre un sillón su
chaqueta, tomó asiento y encendió la televisión,
esperaba que en algún momento Dante apareciera
cuestionando su repentina aparición.
—Te gusta hacerme enfadar, ¿te parece divertido?
—cuestionó Dante, rodeando lentamente a Yune,
como un cazador que tiene a su presa lista para ser
devorada. — ¿Qué esperabas? ¿Qué Armet te
defendiera? Él no necesita a otra zorra, ya tiene a la
suya.
—No me hagas daño. —susurró Yune tragando
en seco, aunque sabía que no iba a escucharlo, no
podía dejar de intentar. —Prometo no volver a hacer
nada como eso, lo juro.
—Oh, claro que no lo harás. No te quedarán
ganas de volver siquiera a levantarte.
Estando frente a él, tomó su rostro con una mano
apretándole con demasiada fuerza, viendo la
expresión de dolor que se formaba.
—Yo mismo me encargaré de que aprendas la
lección de una vez por todas.

186
—Lastimarás al bebé. —murmuró Yune. —Mi
bebé, sé que no lo quieres, pero por favor, no le
hagas daño.
— ¡Debiste pensar en él antes de cometer
semejante estupidez! —exclamó furioso.
Y antes de que esa mirada asustada le hiciera
doblegarse, golpeó su rostro con el puño cerrado. El
golpe hizo a Yune caer, quiso alejarse, pero
enseguida sintió algo apresando su tobillo. Cadenas.
Dante acababa de ponerle un grillete conectado a
una cadena corta. No iba a escapar, y de eso Dante
se estaba asegurando.
Recibió una patada en la espalda y apenas atinó a
encogerse cubriendo su vientre, ni siquiera le
importó que los golpes fueran también hacia su
cabeza. En ese lugar con luz tan baja, Dante no sabía
en dónde golpeaba, pero ya había dejado de
importarle. Desquitaba su furia en cada patada, la
fuerza con que atinaba cada puntapié era tanta, que
dejaba a Yune sin aire.
En algún momento dejó de hacerlo, se dirigió a
un mueble sacando de ahí una cuerda gruesa y vieja,
la dobló para utilizarla contra el pequeño, cada azote
provocaba un violento grito del menor, y conforme
más gritaba, la fuerza aumentaba.

187
Fueron demasiados golpes, Yune ya ni siquiera
sentía la espalda cuando escuchó la cuerda caer
sobre el piso, lo siguiente fueron las manos de Dante
bajándole el pequeño short, con tanta violencia que
terminó rompiéndolo con todo y su ropa interior.
De nuevo la oscuridad no ayudaba, y la furia de
Dante mucho menos, no se tomó la molestia de ver
en qué sitio estaba buscando, cuando sus dedos
abrieron paso en el pequeño y cerrado ano de Yune
escuchó sus protestas, gemidos que trataban de decir
algo y no le entendía. El pequeño se encontraba tan
mal que no podía formar las palabras, ni tampoco
servía intentar revolverse para evitarlo, de pronto
sintió el falo de Dante penetrando en aquella entrada
que hasta ahora no había sido corrompida.
Lo hizo con tanta fuerza que Yune sintió algo
romperse, dolía peor que nada, incluso peor que
aquella primera vez en que Dante lo forzó. Quería
morirse, quería que todo terminara de una vez por
todas. Y tenía mucho miedo, porque sabía que de él
dependía su pequeño, ese que se formaba en su
interior, no podía dejarse vencer, tenía que ser fuerte,
aunque doliera como el infierno.
Mientras que Dante sólo pensaba en apaciguar
esa furia, hacerle daño ya no era suficiente,

188
golpearlo y dejarlo así no era castigo suficiente para
el error que se atrevió a cometer. No estaba
pensando más allá de su enojo, no pensaba en su
hijo, ni en la mirada que Yune le daría de ahora en
adelante, si acaso era que el menor volvía a dirigirle
la mirada alguna vez, solamente le importaba darle
un castigo que jamás olvidaría, y saciar esa
excitación que desde hacía días no podía liberar.
Pasó más de una hora, Eros ya se había aburrido
de esperar y buscó en toda la casa a su hermano, ni
siquiera se topó con su bella cuñada, aunque no la
conocía en persona, había visto las revistas que
cubrieron la boda, podía entender por qué su
hermano se había casado con ella, tenía un cuerpazo
y una mirada que atrapaba, aunque a él no le
interesaba en lo más mínimo, mujeres así solo
servían para tenerlas un par de veces, conocía a esa
clase de chicas con solo verlas.
En su paseo por la casa, dio con una habitación
en particular, era un asco, incluso la puerta del baño
estaba tirada, lo cual de pronto le hacía pensar en lo
que Armet dijo. ¿Sería cierto? En dado caso, ¿dónde
estaban? Si se suponía que Dante debía estar dentro
de la casa, según su amigo.

189
Bajó de nuevo y se asomó a la entrada principal,
ahí había un coche, supuso que era el de su hermano.
Entonces se dirigió por un pasillo hasta la cocina y
se asomó al patio trasero. Divisó la casita de cristal
que lucía tétrica en medio de la oscura noche, fue en
esa dirección pensando que tal vez se encontraba
ahí, no recordaba eso de la vez pasada, habían sido
casi seis años de no pisar esos jardines, esa casa, de
no ver a Dante, mucho menos al pequeño Omega.
Lo recordaba como un niño, pequeño y alegre que
siempre iba tras su hermano, nunca se le despegaba.
Iba a mitad del camino cuando por alguna razón
le dio por voltear hacia la casa, y le sorprendió ver la
luz de la cocina encendida. Él ni siquiera tocó el
apagador. Tal vez Dante realmente sí estaba en casa.
Volvió por donde vino y se detuvo en la puerta
cuando vio a Dante salir de la cocina, no llevaba
camisa. ¿Por qué?
Entró al fin, la luz seguía encendida, pudo ver
entonces la camisa que Dante debió quitarse ahí
mismo, estaba sobre la mesa, llena de sangre.
¿Qué demonios era eso? Era casi imposible
pensar que Dante estuviese herido, y si no era él, la
única razón que Eros podía imaginar era… el
mocoso.

190
Siguió a su hermano y le vio pasar de largo la
puerta del sótano, sin embargo, esa puerta tenía
sangre en la manija. Dedujo que ahí había estado
todo ese tiempo.
— ¿Qué demonios es esto? —murmuró Dante,
más que nada para sí mismo, tomando la chamarra
que encontró en la sala apenas entró.
—Es mía. Llegué hace rato, creí que habías
salido. —respondió Eros, se encontraba detrás de
Dante, a lo que éste se dio la vuelta para verle. —
¿Te sorprendes de verme?
— ¿Qué haces aquí?
—Vine a visitarte. ¿Tengo que recordarte que
somos hermanos? En lugar de hablarme como si no
me quisieras aquí, cuéntame por qué te encuentras
lleno de sangre. —ladeó el rostro acercándose a él.
—No me digas, ¿te has estado divirtiendo con tu
mascotita? Entonces lo que me contaron es cierto.
— ¿Armet tiene algo que ver con esto? ¿Él te dijo
que vinieras a joderme la existencia?
—No, vine por mi cuenta, él solo me contó
algunas cosas cuando yo ya estaba aquí. Llevo casi
dos horas aquí. ¿Tanto tiempo te tomó fastidiarle la
vida a ese chico? —sonrió tirándole la camisa llena

191
de sangre, que Dante ni siquiera agarró. —Mira que
eres tremendo hipócrita, cuando yo quería tirármelo
te enojaste tanto y casi me destierras, pero ahora que
tú lo haces, y sabrá qué más cosas le estuviste
haciendo hoy, no te parece perverso y degenerado.
—Ese es un asunto que a ti no te incumbe. No
eres bienvenido aquí, vete.
— ¿Por qué no? Si ahora ya somos iguales.
—No me compares contigo.
—Oh, claro, tal vez no lo somos, yo no privo a
nadie de su libertad, mucho menos hago daño por
placer. Algo me dice que Yune no está muy contento
encerrado en un sótano, tanta sangre, ¿estás seguro
que no morirá?
—Cierra la boca.
—Vale, me callaré si me dejas quedarme aquí un
tiempo. Igual, aquella última vez que nos vimos, me
quedó claro que no quieres que me meta en asuntos
que tengan que ver con tu mascotita, ya ni siquiera
me interesa, pero tengo asuntos qué atender acá y no
pienso quedarme en un hotel.
—Haz lo que te dé la gana, pero más te vale no
acercarte a Yune, ni abrir la boca acerca de esto una

192
vez más.
—Sí, lo que digas. Tomaré una de las
habitaciones, ya subí mis cosas. —informó
dirigiéndose a las escaleras.
En realidad, no pensaba entrometerse. No se
metería en problemas que no le correspondían, ese
siempre había sido su lema, ya suficientes cosas
tenía qué solucionar en su vida como para cargar
con más. Tampoco se daría golpes de pecho ante lo
que veía, pues si bien él tenía ciertos principios, esos
no le hacían una buena persona.
Dante bufó molesto mientras su hermano
desaparecía al llegar al segundo piso. Fue por una
botella y se sirvió lo primero que encontró,
necesitaba calmarse, su furia aún estaba latente, pero
no volvería al sótano ahora, Yune se había
desmayado y eso fue lo que le detuvo, salió y fue a
la cocina por agua pensando despertarlo, ahí se dio
cuenta de la cantidad de sangre que le ensuciaba, no
podía creerlo. Pero en enojo no le permitía pensar en
las consecuencias, apenas era capaz de mantenerse
lejos.
Comenzó a beber y subió a su habitación minutos
más tarde, necesitaba un baño, sacarse de encima

193
cada gota de la sangre de Yune, olvidar que le había
hecho daño hasta un punto inmensurable.
Esta vez no había sido suficiente golpearlo con el
salvajismo de la vez anterior, sino que los azotes que
vinieron después causaron heridas, Dante quería
pensar que esas eran la razón de la cantidad de
sangre que le ensuciaba, y tal vez lo sería, si no
fuera porque en sus pantalones también había
demasiada sangre, como si se hubiese hincado sobre
un charco de dicho fluido.
Se negó bajar de nuevo. Tiró la ropa a la basura y
siguió bebiendo lo que quedaba de la noche, porque
ni siquiera era capaz de dormir.
CI@

194
Capítulo 8

Eros despertó y no perdió el tiempo, salió


temprano de la casa, pues tenía asuntos de
“negocios” qué atender. No planeaba quedarse
mucho tiempo con su hermano, sabía perfectamente
que no era bien recibido.
No pisó la mansión en todo el día.
Por el contrario, Dante ni siquiera despertó.
Emma llegó por la mañana, se la había pasado bien
de fiesta y ahora aprovecharía la inconciencia de su
marido.
Bueno, ese fue su plan, pero le extrañó no
encontrar al Omega en la habitación que suponía.
Estaba agotada de una larga noche, así que decidió
no buscarlo más por el momento, de igual forma aún
no sabía qué hacer con él, no podía tentar su propia
suerte haciéndole daño, sabiendo que Dante podría
enfurecer. Ni siquiera se imaginaba las condiciones
en las que el pequeño se encontraba, aunque
tampoco le era de interés.
Horas después, el celular de Dante comenzó a
sonar repetidas veces hasta hacerlo despertar. Se dio

195
cuenta que era medio día cuando miró el móvil,
frunció el ceño fastidiado, la cabeza le iba a
reventar. Se levantó de la cama, Emma se
encontraba a su lado y él ni siquiera sabía en qué
momento llegó, aunque tampoco le importaba.
Tomó una ducha y se vistió para salir. Veía su
teléfono marcar el nombre de Armet en la pantalla,
le había quitado el sonido enseguida a sabiendas de
lo que pasaría si contestaba, así que continuó
ignorándolo mientras salía de la habitación. Al bajar
las escaleras completamente, se detuvo observando
el pasillo, más precisamente la puerta del sótano.
No quería entrar, no se atrevía. Podía recordar
todo lo que le hizo a Yune ahí dentro, y por más que
la culpa lo estaba carcomiendo, ganó la negación. Ni
siquiera se acercó, no echó ni un solo vistazo,
simplemente salió de casa para ir a la empresa.
Aunque a mitad del camino se desvió. No iba a
aparecerse ahí para tener que escuchar los molestos
reclamos de su amigo, iba a tomarse un descanso
lejos de todo lo que le recordara a Yune. Quería
borrar de su memoria los gritos y llantos de la noche
anterior, y mientras lo intentaba continuó manejando
sin rumbo fijo.

196
El día iba llegando a su fin cuando Eros volvió a
casa, apenas entró se topó con una hermosa mujer,
que no hacía falta preguntarle quién era, imposible
no reconocerle. Su belleza era incluso mayor a la
que las revistas mostraban seguido.
— ¿Quién eres tú? —cuestionó Emma
deteniéndose de golpe ante aquel desconocido que
entraba a su casa como si nada. Le miró molesta y
sacó el móvil comenzando a marcar. —Llamaré a la
policía si no me dices quién eres.
—No hace falta que llames a nadie, deja el
drama. Soy Eros, hermano de tu esposo. —aclaró
caminando hacia la sala.
Sí, ella era hermosa, pero a él ni siquiera le atraía,
porque detrás de esa belleza podía reconocer la
verdadera esencia que cargaba.
— ¡Espera un momento! Dante no tiene
hermanos. —argumentó Emma siguiéndolo de prisa.
—No, hermanos no, hermano, sólo uno. No me
invitó a su boda, por eso no me conoces, hace
muchos años no vengo a esta casa y seguramente él
nunca habla de mí porque no le agrado mucho. —
decía dejándose caer sobre el sofá. —Pero ni

197
siquiera es necesario que me conozcas, pienso irme
mañana mismo.
—No te creo.
— ¿Y por qué iba a mentirte? —la miró a los
ojos cuando ella se plantó delante, le regaló una
sonrisa y continuó. —Mira, sólo ignora mi
presencia, puedes llamarle y preguntarle, o puedes
seguir a donde ibas, lo que hagas me tiene sin
cuidado, pero quítate de en medio.
Encendió la televisión y ella bufó marchándose
de ahí. Trató de llamar a Dante, pero no le
contestaba. Terminó saliendo de la casa tal como era
su intención antes de verle, no perdería su valioso
tiempo con un idiota déspota, pero si al día siguiente
aún no se largaba, iba a encargarse de hablar con
Dante seriamente, ya era suficiente de que actuara
sin que ella supiera qué ocurría.
Eros escuchó la puerta azotarse tras la salida de la
mujer y no pudo evitar reírse, sí que tenía mal
carácter esa chica. ¿Sería por eso que Dante terminó
optando por acostarse con su mascotita?
La verdad era que recordaba a Yune como un
chico salvaje muy dócil, era todo un amor, por eso
mismo le gustó tanto desde la primera vez que lo

198
vio. Se preguntaba si había cambiado mucho desde
aquella vez, y tenía curiosidad.
No creía que Dante fuese capaz de hacerle un
daño grave, pero recordaba la cantidad de sangre
que vio en la ropa de su hermano, y de pronto se
preocupó por el Omega. ¿Acaso a Dante se le habría
pasado la mano? No quiso pensar mucho en eso,
trató de convencerse que ese no era asunto suyo, se
marcharía al día siguiente y no sabría más de nada.
Pero mientras más tiempo pasaba ahí sentado,
más le picaba la curiosidad de saber si al menos
Dante había sacado a Yune del sótano. Conocía ese
lugar, era el sitio más frío de la casa, y en épocas
como en la que se encontraban era mucho peor.
No pudo más con la duda. Se levantó con
convicción y fue directamente a esa puerta en la
pared. Apenas abrió y ya sentía la temperatura
descender.
Encendió la luz, dejó la puerta abierta para que se
iluminara un poco más, y bajó lentamente fijándose
sólo en dónde pisaba, hasta que llegó al final de las
escaleras se permitió observar. Bastaron dos
segundos para ubicar el cuerpo de Yune tirado sobre
un charco de sangre casi seco.

199
—No me jodas. —farfulló acercándose de prisa.
Yune tenía la espalda tan lastimada, que le hizo
estremecer, las llagas de los azotes recibidos lucían
tan profundas, por no mencionar que estaba
prácticamente desnudo, los hilachos de lo que fue su
ropa estaban entre sus tobillos, la camisa rasgada
casi tanto como su piel, y no parecía estar consiente.
Eros dedujo que llevaba así toda la noche y todo
el día, desde que Dante salió de ahí, lo cual agravaba
el asunto. ¿Qué tan maldito desconsiderado debía ser
alguien para abandonar a una criatura en ese estado?
Se acercó de inmediato y trató de moverlo,
apenas lo tocó Yune abrió lentamente los ojos y le
miró por un segundo. Esos ojos oscuros que alguna
vez estuvieron llenos de alegría, ahora parecían
llenos de dolor, y no era para menos.
Un escalofrío recorrió al Alfa, no se imaginaba lo
que debía doler tener semejantes golpes en su
cuerpo, y peor aún, que ahora había notado de dónde
había salido tanta sangre, el trasero de Yune estaba
bañado en ésta misma, no hacía falta verle
demasiado para comprenderlo.
Tenía qué sacarlo de ahí inmediatamente, si
Dante había sido capaz de hacerle eso, no tardaría en

200
acabar completamente con lo poco que quedaba del
pequeño. Si bien, Eros no era alguien muy
considerado, tampoco podía dejar a su suerte a
alguien como Yune, que era débil y no podía
defenderse, en manos de quien le había hecho todo
ese daño.
Lo tomó en brazos he intentó cargarlo, pero una
cadena en el tobillo del Omega le devolvió al suelo.
El golpe hizo a Yune retorcerse, pero no era capaz
de quejarse, su voz no salía.
Eros vio el tobillo, la gruesa cadena y las marcas
que ya se tornaban moradas alrededor. Debía
liberarlo, pero no tenía idea de dónde encontraría las
llaves.
No había tiempo, Dante seguramente enfurecería
si lo encontraba ayudando a Yune, era de esperarse
habiendo sido el causante de semejantes heridas.
Entonces pensó rápido y sacó su llave, aquella que
abría todas las cerraduras, eso debía servir.
Y lo hizo.
Soltó el tobillo del menor, y se inclinó para
cargarlo de nuevo. Parecía un trapo, pero sus manos
tuvieron fuerza para colocarse en su estómago
mientras salían de ahí.

201
—Necesitas un médico.
—No… —la voz de Yune al fin salió, rasposa y
muy bajita, pero era suficiente. —Llévame lejos de
él.
—Estás sangrando demasiado, al único sitio que
te llevaré será a un hospital.
—No, sólo llévame lejos, te lo ruego. —susurró
recostado en su pecho. No soportaba el dolor, pero,
lo único que necesitaba ahora, era un sitio lejos de
ese infierno para tener calma al menos una vez.
El chico no confiaba en Eros, sin embargo, ya no
había nada peor que pudiese vivir. Estaba
destrozado, sabía lo que había sucedido, horas antes
un dolor tan fuerte le había hecho gritar como nunca,
se lastimó la garganta, y aun así no se detenía,
espasmos en su vientre tan violentos e insoportables,
sintió que algo iba muy mal, y pidió ayuda a gritos,
sin embargo, nadie fue a ayudarle.
No sabía qué era, sin embargo, era consiente que
mientras más lejos estuviera de Dante, menos
peligro correrían. Debía resistir, por su bebé al
menos, porque él ya no tenía fuerza para luchar por
sí mismo.

202
Eros llegó al patio, bajó la mirada y se encontró
con el demacrado rostro de Yune, no podía creer aún
que Dante le dejara así. Notaba el miedo y la tristeza
en esos ojos claros, y aunque creía que lo mejor
sería ir a un hospital, no pudo hacerlo. Entendía el
miedo del chico, en cuanto Dante volviera se daría
cuenta, y si ya le había hecho eso, le haría algo peor
si se enteraba en qué hospital estaba.
No lo pensó más, llegó a su auto y subió al menor
en el asiento del copiloto, seguidamente entró del
otro lado. Lo llevaría lejos, tan lejos como era
posible en ese momento. Sólo esperaba que Yune
resistiera, pues realmente se veía terrible.
Dante volvía a casa al amanecer, apestaba a licor,
había pasado la noche entera en un congal de
carretera, quitándose de la cabeza a Yune, aunque no
le funcionó muy bien. Estaba de mal humor, y quería
verlo, deseaba sentirlo, porque desde que subió a su
coche el día anterior, algo le hacía sentirse tenso.
Quería saber de Yune, así que fue completamente
seguro que lo encontraría donde lo dejó, hasta que
llegó a aquella puerta y la descubrió abierta. Entró
de prisa, Yune no estaba ahí, sólo quedaba la sangre,
la cadena, y los hilachos de la ropa que le rompió
con tanta violencia.

203
Salió de prisa y subió las escaleras, entró a su
cuarto y sacó a Emma de la cama a jalones.
— ¡¿Dónde demonio está?!
— ¿Qué te pasa? Suéltame. —se quejó ella que
acababa de ser interrumpida en una llamada, su
celular había salido volando.
— ¡No te voy a soltar hasta que me digas dónde
está!
— ¿De quién hablas?
— ¡De Yune!
—Oh, ya veo. —sonrió divertida a pesar de la
furia que Dante mostraba. —No tengo idea, aunque
podrías preguntarle a tu hermano, si es que lo
encuentras. O quizá fue él quien se lo llevó. Mira
que ayer que volví ya no escuché más esos molestos
gritos de animal herido, hasta pensé que tu mascotita
se había muerto de una buena vez, y tu hermanito no
estaba. Por cierto, qué malo eres, debiste decirme
que tenías un hermano, yo creí que era un…
—Cierra la maldita boca. —la soltó y salió de la
habitación, dirigiéndose a las demás. Debía revisar
todo antes de preocuparse.

204
Eros ya estaba cansado de manejar, toda la noche
de viaje había sido agotador, pero al fin habían
llegado. Una puerta enorme se abrió para él
permitiéndole entrar en algo que parecía una
fortaleza interminable. Un empleado le saludo. Por
suerte se le había ocurrido ponerle a Yune su
chaqueta, hacía demasiado frío en la noche, por ello
nadie reparó en él.
Era una hacienda colosal, fueron más de
doscientos metros lo que manejó para llegar a la
enorme casa que era la primera vista del lugar, pues
detrás había establos e infinidad de cosas más. Se
estacionó, entonces pudo prestar atención a Yune.
Le dio lástima verle, apenas iba a destaparlo para
que despertara, y el chico abrió los ojos como si
supiera que el viaje había terminado.
—Te ayudaré a bajar, no vayas a intentar nada, te
he traído lejos como pediste.
Salió y rodeó el auto, abrió con cuidado la puerta
y sostuvo al pequeño evitando que fuera a caerse.
Mientras lo sacaba de ahí notó los asientos
manchados de sangre y le sorprendió que, aun así, el
pequeño ni siquiera se había quejado, pero todo el
camino lo pasó de lado, quizá porque un costado de
su cuerpo estaba menos maltratado.

205
Lo llevó dentro de la casa y fue a una habitación,
ordenó de inmediato a una joven sirvienta que
llamara a la doctora Karen, no era justo lo que
necesitaba, pues era la veterinaria de la hacienda, sin
embargo, tenía estudios en áreas de medicina, ella
hubiese sido una pediatra, que dejó sus estudios tras
un fuerte problema que le quitó los ánimos para
tratar con niños. Era una mujer excelente, con sus
pequeños inconvenientes.
Eros dejó a Yune en una cama y fue por toallas,
un balde de agua tibia y el botequín de primeros
auxilios. Minutos después estaba de vuelta con el
Omega, al verlo le inquietaba su aparente calma,
estaba ausente, como si nada a su alrededor
importara, y sus manos no se despegaban de su
vientre. ¿Era su imaginación, o Yune tenía algo
abultado ahí?
No lo había notado, se acercó curioso hasta que la
puerta fue abierta con brusquedad, una mujer entró
de prisa ubicando de inmediato al Omega del cual la
empleada le había informado.
—Eros, ¿acaso lo atropellaste? —cuestionó
mientras se hincaba sobre la cama para revisar al
pequeño, pues no perdería tiempo viéndolo en
semejante estado.

206
—Es una larga historia, pero yo no tengo la culpa
de su estado, fue Dante.
— ¿Dante? ¿Tu hermanito, el que no rompe ni un
plato?
—El mismo.
—Entonces… tú debes ser Yune. —dijo ella con
suavidad, dirigiéndose al pequeño que sólo entonces
le miró. —No preguntes cómo sé tu nombre, sólo
confía en mí, si me ayudas con esto pronto estarás
mejor.
Yune la observó desconfiado, pero ella parecía
amable, sus manos sostenían una toalla húmeda con
la que había comenzado a limpiarle la cara con una
suavidad única, eso no le dolía tanto como para
alejarse.
Mientras la mujer seguía limpiando las heridas,
Eros se acercó a Yune incitándole a recostarse sobre
sus piernas; le acariciaba el cabello lentamente,
como si tratase de relajarlo un poco, lo cual
comenzaba a funcionar.
El rostro de Karen se deformó notablemente
cuando detuvo su mirada en la parte baja del menor,
estaba sumamente maltratado, y algo llamó de
inmediato su atención. Su reacción inmediata fue

207
mover bruscamente a Yune separándole las piernas y
colocándose de prisa unos guantes introdujo dos
dedos en la cavidad del útero.
El pequeño se agitó, trató de impedirlo, pero esa
mujer era más fuerte, cualquiera lo sería, y más con
semejante golpiza de por medio. Pero Eros se
levantó tomando la mano de Karen para alejarla del
chico.
— ¿Qué demonios estás haciendo? No lo trates
como acostumbras, él no es un animal como para
meterle la mano sin avisar. —reprochó molesto.
—Lo siento, no lo pensé bien, pero lo vi y estaba
casi segura. Tenía qué comprobarlo.
— ¿Comprobar qué? Está lastimado, le ha dolido
lo que hiciste. —volteó hacia Yune y suspiró al verle
temblando, les daba la espalda y sollozaba. —Dale
un trato más suave, mira nada más cómo está.
—Lo haré, pero tengo qué hablar contigo afuera.
—Primero termina con él, lleva más de un día
con esas heridas, se le infectarán si sigue así.
Karen asintió y volvió a lo que hacía, esta vez fue
más cuidadosa. Eros se disculpó con Yune y siguió a
su lado mientras continuaba la curación. Pasó una

208
hora en la que la mujer mantenía su expresión seria
y preocupada, Eros solo pensaba en lo mal que el
Omega se encontraba, y Yune pronto cerró los ojos,
no era por sueño, simplemente no podía mantenerse
consiente, estaba excesivamente agotado.
— ¿Por qué tanta prisa? —cuestionó Eros en
cuanto salieron de la habitación. Yune se había
quedado dormido, o eso parecía. —Explícate de una
vez, no me parece que…
—El chico está embarazado. O estaba. —soltó de
inmediato, pensando que estaba de más escucharlo,
era más importante decirle lo que ocurría. —No
estoy segura, el útero está dilatado, como si en algún
momento hubiese entrado en labor de parto. Debo
hacerle preguntas al respecto, tengo qué revisarlo
mejor, pero no tengo lo necesario aquí. Podría usar
el aparato de ultrasonidos que utilizo con los
animales, tengo que ir por todo, pero si es lo que
creo que es… yo no podré hacer mucho. ¡Debiste
llevarlo a un hospital!
— ¿Embarazado? ¿Yune está embarazado? Eso
es imposible. —se burló Eros. —Dante no…
—Dante abusó de él. —lo interrumpió
abruptamente. —Se le nota por todos lados, ¿acaso
no viste cómo tiene toda la zona genital? Le metí

209
dos dedos y lloró como si le arrancara la piel, tiene
heridas internas, no se te ocurra decir que Dante no
pudo haberlo preñado.
—Pero, si ha sido él… Dante debió haberle
hecho esto desde hace tiempo.
—Suficiente tiempo para que su vientre se
empezara a notar. Además, tiene golpes de antes.
¿Qué clase de imbécil es tu hermano? Este chico
está completamente desnutrido, me sorprende que
llevara un embarazo por meses.
—Para de reclamos, me hablas como si fuera yo
el causante. Deja de gritarme y ve por lo que
necesitas, el chico pasó horas así y cuando lo
encontré no quiso ir a un hospital.
—No te estoy culpando. Cuida de él mientras
vuelvo, llamaré a un médico que venga de
emergencia, yo soy veterinaria y no puedo darle la
atención que necesita.
Eros volvió a la habitación y observó a Yune
seriamente desde la entrada. Definitivamente no
podía creer que Dante desatara su furia de esa forma
contra el chico. Continuamente estaba en su cabeza
las veces en que su hermano criticó su estilo de vida,

210
diciéndole que maltratar a sus parejas no le llevaría a
nada bueno.
¿Maltrato? Él no había golpeado nunca a nadie,
no de esa forma. Sí, tal vez le gustaban esos juegos
de golpes y sexo rudo, pero jamás en contra de la
voluntad de alguien, y mucho menos atentando
contra sus amantes. Era un amante del placer, tal vez
no solía ser altruista y amable con las personas, sin
embargo, tenía límites que le impedían llegar a herir
tan gravemente a nadie que no lo deseara.
Su hermano le juzgó toda la vida. ¿Estaría
buscando a Yune? Imaginó a Dante furioso y una
sonrisa se escapó en su seria expresión. Sí, le
satisfacía saber que acababa de quitarle algo
importante, mejor aún, que acababa de salvar a ese
chico que alguna vez fue la única prioridad de
Dante. No era que le agradara el estado en que Yune
se encontraba, pero saber que el culpable había sido
su hermano, le hacía sentir como si hubiese ganado
algo, después de todo no era tan perfecto como solía
mostrarse ante todos.
—Dante, ¿qué haces aquí? —cuestionó Armet
apenas vio al aludido, estaba de pie frente a su
puerta, con una expresión furiosa. Temió que fuese
algo grave, desde ahí vio a Marín en las escaleras y

211
le hizo una seña para que se fuera, entonces salió y
cerró tras de sí.
—No finjas sorpresa, sé que hablaste con Eros
antes de que llegara a mi casa. ¡¿Qué demonios fue
lo que le dijiste?! —lo tomó de la camisa
arrastrándolo hacia él. —Se ha llevado a Yune, y si
tienes algo qué ver en esto, más te vale decirme de
una vez.
—Yo no sabía de eso. Hablé con él, dijo que no le
importaba lo que hicieras.
— ¡¿Entonces por qué lo hizo?!
—No tengo idea, y si fue así, al menos espero
que sea para ayudarlo, porque después de ver cómo
estaba…
— ¡Cierra la maldita boca! —un golpe cortó de
tajo las palabras del Beta. Dante le miraba furioso,
como nunca antes le había visto.
Armet cayó al piso con el puño de Dante
marcado en un costado de su rostro, comenzó a
levantarse con una mueca de desagrado y escupió a
los pies de su amigo la sangre que había provocado.
—No puedo creer que cambiaras tanto. ¿Qué
sucedió contigo?

212
Dante se alejó, le dio la espalda sin estar
dispuesto a escucharle más, tenía la prioridad de
encontrar a Yune cuanto antes, y no pelearía con un
Beta estúpido que buscaba provocarle, guardaría eso
para su hermano, ese infeliz que se atrevió a llevarse
algo que le pertenecía.
Comenzaba a pensar por qué Eros se había
entrometido, y no le agradaba imaginarse la
respuesta. Recordando años atrás, cuando Eros
intentó seducir a Yune, siendo éste un niño, y de
pronto creía que el propósito de su hermano era
justo el mismo por el cual le corrió aquella vez, esa
en que le advirtió que no quería volver a verlo cerca
del Omega o lo lamentaría. En aquel tiempo, para
Dante era importante el bienestar de ese pequeño, lo
protegía por sobre todas las cosas, y ahora sólo lo
buscaría para hacerle pagar.
Eros no lo habría sacado de ese maldito sótano si
el mocoso no se lo hubiese pedido, o al menos eso
era lo que Dante quería creer. Para él, su hermano
era un hijo de puta que no respetaba a nadie, mucho
menos sentiría empatía, ni siquiera tratándose de
Yune.
Subió a su coche y aceleró tan fuertemente, que
había salido de la calle en cuestión de segundos.

213
Armet entró a su casa, de pie frente a la puerta
vio a su pequeño amante que corrió preocupado
hacia él. Marín le abrazó con fuerza y comenzó a
llorar.
—Cálmate, no pasó nada.
—Armet, él lo matará, si lo encuentra, lo matará.
—gimoteó el muchacho aferrado al cuerpo del
mayor. —Tenemos que ayudarle, Yune no merece
esto, él no tiene la culpa de lo que Dante le hace.
—Marín, nosotros no podemos hacer nada.
— ¡Llama a Eros! Es lo único que se me ocurre.
Te hizo caso una vez, al menos dile que Dante
buscará a Yune. —suplicó desesperado. —Por favor,
hazlo.
El Beta suspiró asintiendo, era lo menos que
podía hacer, así que fue al teléfono y marcó aquel
número al que ya antes había llamado.
—De nuevo tú. ¿Ahora qué queja quieres darme
sobre mi hermano? No soy su niñera, ¿sabes? —
cuestionó Eros apenas contestó la llamada. Se
encontraba en la sala, pues Karen había vuelto para
revisar a Yune.

214
—Dante ha venido a averiguar qué te dije, estoy
seguro de que te buscará.
—Pues por mí puede hacer lo que quiera, no va a
encontrarme, de eso estoy seguro.
— ¿Qué tan lejos estás?
—Lo suficiente. No sigas llamándome, ya hice
suficiente. —colgó fastidiado y apagó el teléfono.
No le agradaba pensar que había hecho lo que
otra persona le pidió, prefería quedarse con que la
ayuda hacia Yune era la forma de vengarse por las
continuas palabras engreídas de su hermano.
Tampoco le gustaba verse como el buen tipo que
había salvado a ese idiota. Aunque por dentro, cierta
preocupación se mantenía latente.
Un rato más tarde llegó el médico a quien Karen
había llamado, entre los dos siguieron con sus
atenciones hacia Yune, tenían mucho por hacer, el
estado del chico y del bebé era crítico.
Los días pasaban, en la hacienda todo estaba
completamente tenso.
Yune estaba peor cada día, el doctor ni siquiera se
había marchado, Eros pagaba para que su estancia
fuera de tiempo completo. El Omega estaba en

215
estado crítico, el embarazo ponía en riesgo su vida, y
lo peor de todo era que no se podía garantizar que
diera a luz, las probabilidades de que se completara
la gestación era nula. Lo único que estaban
esperando era que el bebé se terminara de formar, el
plan era hacerle una cesárea el séptimo mes, aunque
tampoco era muy viable.
Lo peor de todo era que no habían podido hablar
con Yune, el chico pasaba los días enteros dormido,
se negaba a contestar lo que el doctor le preguntaba.
Tras una semana, Eros decidió volver a verlo, no
se había presentado en su habitación puesto que dos
ocasiones anteriores Yune se alteró al verlo. Eso a
veces ocurría también con Karen o con el doctor,
pero ellos debían controlarlo, pues era elemental que
estuviesen ahí.
Apenas entró, la mirada tensa de Yune ya estaba
sobre de él. El chico se encontraba recargado sobre
un montón de almohadas que le permitían
mantenerse sentado y ver la habitación entera, las
indicaciones del médico habían quedado más que
claras, no debía moverse, reposo absoluto, y al
parecer el chico comprendía que eso era por el bien
del bebé, pues no desobedecía. Era un problema
constante atenderlo, pues Yune nunca decía lo que

216
necesitaba o quería, y para cosas simples como ir al
baño, solía esperar a que entrara Karen a ver si lo
necesitaba.
—No vayas a ponerte histérico, vine a ver cómo
te encuentras. Karen tuvo que salir a la ciudad por
medicinas para uno de los caballos.
El Omega no dijo nada, se encogió ligeramente
de hombros y volteó hacia la ventana, desde ahí
podía disfrutar del día, esa era su única distracción
diariamente, aunque en algunos momentos deseaba
salir y tomar algo de sol. El clima era fresco, como
los veranos que pasaba descansando en su casa de
cristal, o junto a Dante años atrás.
—Yune, ¿cómo te has sentido?
—Mal.
La respuesta sorprendió al mayor, no lo esperaba
a pesar de haber preguntado. Era la primera vez que
el chico le hablaba después de haberlo sacado de
casa de Dante. Se acercó y observó con atención el
abdomen del menor, sus manos siempre estaban
sobre su vientre, como si con ello pudiese resguardar
al pequeñín que se encontraba dentro.
— ¿Sabes algo? Eres realmente fuerte. —dijo de
pronto, logrando captar nuevamente la atención del

217
chico.
Yune le miró sin ánimos, no creía lo que él decía.
Si fuera fuerte, habría podido evitar los golpes de
Dante.
—Aunque me veas así. ¿Acaso no te das cuenta?
Mírate, has pasado tanto, y no te has dado por
vencido.
— ¿Tú qué sabes? —murmuró Yune, aferrándose
al camisón que le cubría.
—Sólo sé lo que veo. Tú no sólo has tolerado
golpes y abusos, has pasado por algo peor.
El chico no comprendía, bajó la mirada y acarició
su vientre tratando de no darle una explicación a
esas palabras,
—Lo peor ha sido su traición, ¿no es así? Jamás
imaginaste que Dante haría algo en tu contra, era tan
bueno contigo y de pronto…
—Vete.
—Yune, no lo he dicho para fastidiarte.
— ¡VETE!
—Él te está buscando.

218
El chico dejó de correrlo y tembló ante la noticia,
no podía ser cierto. Si casi lo mata por pedir ayuda,
estaba seguro de que por haber huido sería
violentamente asesinado. Por más miserable que se
sintiera, no quería morir.
—No sé qué tan cerca esté, pero tengo
informantes que me han dicho que está a poco de
encontrar esta hacienda. En cuanto sepa de este
lugar va a venir, habrá problemas. Sabes que no eres
únicamente tú el que lo ha enfurecido, y
personalmente no pienso pelear con él para
defenderte, si ya de por sí debe estar pensando en
matarme.
— ¿Por qué le estás diciendo eso? ¿Acaso eres
idiota? —reclamó Karen entrando a la habitación,
había escuchado suficiente como para darse cuenta
de la razón para que Yune estuviese temblando
aterrado. Empujó a Eros y se sentó frente al chico
acariciando su rostro con suavidad. —No lo
escuches, cuidaremos de ti. Dante no va a
encontrarte.
—Lo hará si seguimos aquí.
— ¡Él no puede viajar en coche! No debe
moverse mucho, tampoco debería estar tanto tiempo
sentado. —quitó las almohadas del menor y lo hizo

219
recostarse, aunque éste seguía intranquilo. —Cariño,
no lo escuches.
Se levantó bruscamente y sacó a Eros de la
habitación, llevándolo lejos de ahí para que Yune no
escuchara.
nD;{0’/

220
Capítulo 9

Estando a solas soltó al Alfa y le miró furiosa.


— ¿Cómo se te ocurre decirle algo que va a
preocuparlo?
—No te pongas intensa, ese chico es más fuerte
de lo que todos creen, y ese bebé que espera, si no
nace sería mucho mejor. ¿Has pensado que el chico
tendrá que volver con Dante si da a luz a su hijo? Es
la ley.
—Lo sé, pero eso no es tu decisión.
—Ni la tuya, ni siquiera la de él. No va a nacer,
sólo ve lo cansado que se ve Yune. No resistirá.
Ella iba a reprochar, pero a Eros no le importó,
volvió dentro de la habitación dispuesto a enfrentar a
ese chico, tenían que tomar una decisión ya, o sería
demasiado tarde para quejarse después.
— ¿Y bien? ¿Qué piensas hacer?
— ¿Me vas a ayudar? —preguntó Yune
escondiendo su rostro tras el cabello que caía en su
posición.

221
—Obviamente, ya me metí en esto. Además, no
creo que algo pueda justificar lo que te hizo.
—No quiero que me encuentre, nos hará daño. —
susurró aferrando con fuerza la ropa que cubría su
vientre.
—Haremos un viaje más corto que la última vez,
pero deberás prepararte, será un camino agotador
para ti, ahora que estás tan delicado de salud.
—Lo soportaré.
—Sabes que hay posibilidades de que tu hijo…
—Si me quedo, de todas formas, morirá. —
sollozó desesperado. —Prefiero intentar salvarlo de
esta forma que esperar a que él nos mate.
Eros se acercó hasta sentarse sobre la cama y, con
movimientos lentos, hizo a un lado el cabello de
Yune para ver mejor su rostro, se encontró con esa
mirada temerosa, y, sin embargo, tenía una
intensidad extraña, estaba completamente seguro de
lo que decía, y no parecía querer retractarse. Eso era
lo que esperaba.
—Saldremos de inmediato, llamaré al médico y
le pediré que nos acompañe.

222
Yune apenas asintió. No quería hablar más, y
tampoco hacía falta.
El Alfa se retiró para preparar lo que llevarían a
dónde planeaba llevarlo, mandó llamar al médico,
todo bajo la intensa mirada de Karen.
Bastó menos de medio día para tener todo listo,
Eros consiguió una silla de ruedas donde sentó a
Yune y salió de la casa. En una camioneta esperaba
el médico, partirían de inmediato después de saber
que Dante había encontrado su ubicación esa
mañana.
Esa misma noche, Dante llegó a la hacienda de
Eros, cuestionó a todos los trabajadores, amedrentó
a todo el que trataba de interponerse, hasta que
terminó de revisar el lugar por completo. Nadie le
daba razón de su hermano, mucho menos de Yune.
Karen había mantenido distancia, llamando a
Eros en cuanto ese Alfa descontrolado se largó. Se
notaba su furia, y peor aún, que no se detendría en el
afán de encontrar al pequeño omega.
Le contó todo a Eros y colgó al saber que habían
llegado con bien a su destino, después de ver al
monstruo que había golpeado y violado a Yune, le
dolía imaginar el infierno que éste tuvo que soportar.

223
—Yune, termínate todo. —ordenaba Eros,
haciendo a un lado al doctor que trataba de alimentar
al menor.
—No importa si no tiene hambre, déjalo.
—Tú no te metas, estás aquí para cuidar su salud,
no digas que no importa si no come.
—Como su médico sé lo que le hace bien o mal,
y si lo obligas a comer terminará sintiéndose mal.
¿Acaso no lo has visto? Nunca se termina lo que le
sirven, es demasiado, su estómago se redujo de
tamaño por el tiempo que pasó sin una alimentación
correcta.
Eros volvió su vista al Omega y levantó solo una
ceja en gesto de enfado. Yune se encogió tomando
nuevamente la cuchara, y haciendo un esfuerzo por
que le cupiera el resto del guiso, continuó comiendo.
— ¿Ves esto? —refutó Eros dirigiéndose de
nuevo al doctor. —Puede que contigo le funcionen
esa clase de desplantes, pero yo no me lo trago.
Todavía de que le tienen que cocinar algo especial
por esa estúpida dieta que le diste, no puedo creer
que todo este tiempo haya estado desperdiciando los
alimentos, y que tú lo permitieras.

224
— ¿Sabes algo? No voy a tolerar tu prepotencia.
Si me has traído a este lugar para hacer de cualquier
manera lo que te da la gana, entonces consigue a
otro doctor. Ya te ayudé a mantenerlo estable
durante el viaje, volveré a mi consultorio.
Eros no le detuvo, dejó que el médico que
marchara, y se quedó a solas con Yune, quien estaba
a nada de acabar con todo lo que le habían servido.
Sí, de pronto lo pensó mejor y se dio cuenta que
quizá había sido muy brusco al darle órdenes de esa
forma, pero no creía que fuese buena idea
consentirle demasiado, Yune pasó tantos años siendo
una mascota consentida y había terminado así de
mal, no fomentaría más que siguiera siendo un inútil
debilucho.
—Muy bien, ¿ves que no te costaba nada? De
ahora en adelante aliméntate mejor. —dijo unos
minutos después, retirándole el plato, y salió de ahí
rumbo al comedor, era muy tarde y no había cenado.
Tras ver la puerta cerrarse, Yune se recostó
dispuesto a dormir, pero apenas cerró los ojos sintió
que toda la comida le regresaba a la boca. Había
sido demasiado esfuerzo, era más del doble de lo
que solía comer.

225
Esa noche fue inquietante para todos. Mientras
Eros tenía problemas para conciliar el sueño sin
motivo aparente, Yune sufría dolor de estómago que
iba empeorando hasta hacerle vomitar.
Donato pasó casi toda la noche conduciendo, por
las cuatro de la mañana paró para descansar en un
hotel, sin embargo, en un par de horas volvería a
salir, tenía que volver a casa y planear mejor lo que
debía hacer para encontrar a su hermano, pues lo que
hacía hasta el momento no estaba funcionando tan
bien.
Y si él solo no lograba encontrarlo, entonces lo
manejaría de forma legal. Yune era su mascota y
esperaba un hijo suyo, él era un tipo muy
importante, la policía se pondría a sus órdenes
inmediatamente.
Así pasaron más días, Yune no era monitoreado
debía ser, puesto que no había un médico dispuesto a
quedarse en la casa de seguridad donde se
encontraban, era demasiado lejos de la civilización.
Una mujer que solía ir a limpiar era la única que se
había instalado ahí para encargarse de preparar las
comidas diarias tanto del Omega, como de Eros.
Tras casi una semana, el Alfa comenzó a notar
que Yune estaba empeorando, después de haberle

226
hecho comer tanto aquella vez provocándole
enfermar, el chico ya casi no tocaba la comida, y
seguido le dolía el estómago, vomitaba y le subía la
temperatura. Ni siquiera se podía conversar con él,
estaba cada día más débil, como si las ganas de vivir
se esfumasen con el tiempo.
No lo culpaba, sabía que era difícil querer seguir
adelante, la situación no estaba para ponerse feliz y
optimista. De hecho, hacía unos días Eros se enteró
que Dante había solicitado una búsqueda tras
levantar una denuncia, ahora la policía estaba
revisando hasta el más pequeño rincón de cada
ciudad, cada pueblo, cada todo. Con eso en mente
sabía que pronto darían con ellos. Y, por si fuera
poco, aquello se hizo público, en los programas de
noticias no dejaban de comentarlo y pedir que
cualquier información fuese dada a las autoridades,
lo que hizo que Yune se enterara de todo.
La tensión no era buena para el chico, cada que
escuchaba la puerta abrirse volteaba de inmediato
con una expresión de pánico, daba pena verle tan
mal.
— ¿Cómo te has sentido? —preguntó Eros
viéndole sorber algo de la sopa que le había llevado,
apenas y probaba la comida la hacía a un lado, no

227
quiso forzarlo a comer más después de haber visto el
desastre de la mañana siguiente de hacerlo.
— ¿Cuánto va a tardar en encontrarme?
—No te preocupes aún por eso.
—No puedo evitarlo. —susurró dejando el plato a
un lado, no solo era la falta de apetito lo que le
impedía comer, sino esa punzada que sentía en su
vientre cada que pensaba en Dante.
Desde que vio las noticias días atrás, comenzó
con dicha molestia. Iba en aumento, como todos los
problemas que se avecinaban. Cerró los ojos
doblándose de dolor, esta vez era mucho más fuerte
que la última.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, sabía que no
tenía salvación, su bebé estaba muy débil y esa clase
de dolores le decían que pronto todo llegaría a su
fin. No lo soportaba, era tan frustrante no ser capaz
de salvar la vida de su pequeño, se sentía culpable,
aún si Eros le decía que era fuerte y que resistiría.
Yune estaba seguro de que era solo cuestión de
tiempo para que ese pedacito de él se apagara.
—El médico que te atendió la última vez no
vendrá más, ha visto que te están buscando y no
quiere involucrarse. —dijo Eros al ver que se sentía

228
mal. —Si empeoras, tendré que llevarte a un
hospital.
Yune se encogió recostándose, ¿acaso era ese el
momento?
De pronto el dolor aumentó a gran escala y no
pudo acallar el primer grito, mucho menos los que le
siguieron. Sentía como si su vientre fuese a
desgarrarse.
Un ruido violento detonó todo, Eros se levantó en
tanto la puerta de la habitación fue abierta con más
fuerza de la necesaria, el equipo policial que invadía
el lugar lo detuvieron, era eso lo que menos le
importaba, podía quitarlos de encima en segundos,
pero dos de ellos fueron hacia Yune forzándolo a
levantarse aun viendo su condición.
Era un Alfa, no permitiría que hicieran su
voluntad frente a él, en su propia casa, empujó a tres
de ellos y otros cuatro se acercaron dispuestos a
someterlo. Dante entró a la habitación, y eso no lo
esperaba el mayor, sus miradas se cruzaron
desafiantes.
Eros jadeó al sentir algo enterrarse en su brazo,
apenas vio aquella enorme jeringa, su visión se
nubló y comenzó a sentirse demasiado pesado. No

229
podía moverse con la fuerza que le caracterizaba, en
pocos minutos estaba completamente sedado. Pudo
ver cuando Dante se acercó a Yune y el tremendo
golpe que atinó a su estómago, escuchó las quejas
del chico al quedarse sin aire y fue lo último que
supo, todos sus sentidos quedaron obsoletos con
aquella droga.
—Desde ahora yo me haré cargo de él. —dijo
Dante alejando con ello a los policías que sostenían
a Yune en pie.
El chico cayó en sus brazos, lo cargó sin esfuerzo
alguno y salió de la habitación, ordenando que
llevasen a su hermano a prisión, no sabía qué haría
con Eros, pero no dejaría semejante ofensa en el
aire. Después decidiría, por ahora, lo único que tenía
en mente era darle su merecido al estúpido que
llevaba cargando.
En cuanto Yune fue lanzado dentro del auto, trató
de recobrar fuerzas, pero no podía moverse. Vio a
Dante entrar del otro lado y lo único que pudo hacer
fue pegarse contra la puerta manteniendo distancias.
Le dolía demasiado el cuerpo, de pronto sentía que
el bebé saldría de su cuerpo, apenas abrió las piernas
un poco pudo distinguir la sangre que salía de su
útero.

230
Dante manejaba sin mirarlo, no se inmutaba por
los quejidos y el llanto alarmante de Yune, hasta que
el menor comenzó a gemir gravemente. Volteó a
verle enfadado y vio sus temblorosas piernas
separadas, su pantalón lleno se sangre, las manos de
Yune tratando de quitarse esa prenda. Orilló el coche
y bajó para sacar al menor, lo colocó en el asiento
trasero, quitó el pantalón, y entonces fue inevitable
ver lo que sucedía.
Sintió un vuelco en el estómago, Yune había
entrado en labor de parto, y no era tiempo de que el
bebé naciera aún. Todo estaba sucediendo muy
rápido, mientras Yune se retorcía de dolor, su
pequeño era expulsado de aquella que debía ser su
cuna por algunos meses más.
De prisa, el Alfa sacó su teléfono y llamó a
emergencias, sin embargo, era estúpido pensar que
podrían hacer algo por salvar al bebé, la imagen de
la criatura era terrible, lleno de sangre y ese líquido
donde antes flotaba, tenía un color extraño. En solo
minutos todo acabó, Dante veía atónito ese
pequeñito cuerpo aún sin haberse terminado de
formar, el cordón que le unía a Yune seguía ahí, pero
no hacía falta que le dijeran que el bebé había
muerto, si no tenía ni cinco meses de gestación.

231
Levantó la mirada, Yune estaba casi inconsciente,
su cara llena de lágrimas era devastadora, y a pesar
de su débil estado, trató de levantarse.
El Omega a mirar un poco, su llanto se
intensificó al ver a su bebé. Dejó de respirar, sentía
que todo le daba vueltas, y lo único que le
importaba, era tomarlo entre sus manos, era tan
pequeño. Él mejor que nadie sabía el resultado de
ese parto prematuro, su pequeñito no lo había
logrado, y tal vez era mejor así, ahora que Dante le
había encontrado.
Alcanzó a su hijo y lo tomó con ambas manos
cuidadosamente, aferrándolo a su pecho como podía.
Su propio cuerpo estaba colapsando, pero eso no era
nada comparado con el dolor de quedarse vacío,
algo se había roto, algo en su mente estaba
derrumbándose mientras lloraba la muerte de su
bebé.
Los paramédicos llegaron, Dante se hizo a un
lado y vio cómo trataban de arrebatar el feto de las
manos de Yune, la forma en que él se aferraba a
defenderlo era implacable, gritaba y pateaba a los
hombres hasta que al final lo subieron a una camilla.
No tenían tacto, eran violentos en su trato con el
paciente, pues se trataba de un Omega, en una

232
ciudad donde poco se les respetaba. Minutos
después lograron arrancar al bebé de sus manos y lo
metieron en una bolsa negra frente a los ojos
aterrados del chico.
Preguntaron a Dante si les acompañaría o se iría
en su coche, sin decir nada subió al vehículo y se
sentó junto a uno de los paramédicos, Yune aún
luchaba por levantarse y recuperar esa bolsa que fue
hecha a un lado cual basura, pero le habían atado a
la camilla.
—Es sorprendente que siga teniendo fuerza,
ponle algún sedante. —le ordenó un tipo a otro, que
de inmediato iba a hacerlo.
Dante reaccionó cuando vio lo que iban a
inyectar en Yune, detuvo bruscamente al paramédico
y le miró furioso.
—Ponle algo adecuado, eso lo matará. —dijo en
tono de advertencia, pues esa droga era utilizada
para Alfas, incluso betas con muy buena salud,
demasiado fuerte, y peor aún, planeaban inyectar en
el Omega una cantidad excesiva.
—No tenemos permitido malgastar los sedantes
de esa forma.

233
—Me importa un carajo, van a atenderlo bien, o
me encargaré de que todos ustedes no vuelvan a
tener un buen trabajo en sus patéticas vidas.
Los dos paramédicos se miraron mutuamente,
enseguida cambiaron el sedante, y toda la atención
con el paciente, siendo ahora más profesionales.
Pronto Yune se quedó quieto.
Dante volvió su completa atención al menor, y
sin esperarlo le golpearon recuerdos de lo que ese
pequeño era para él antes de hacerle tanto daño. La
mirada que Yune le dedicaba en ese momento era de
dolor, odio, furia y terror, muy distinta a la mirada
llena de alegría cuando llegaba a casa y el pequeño
lo recibía, o esas miradas tiernas al acurrucarse
sobre sus piernas.
Lo había perdido, había acabado con su preciado
Yune, con ese chico ingenuo y confiado que le
abrazaba en todo momento. Sí, tal vez fue muy fácil
tomar su cuerpo por la fuerza y hacer de él lo que le
vino en gana, eso le evitó el trabajo de buscar un
amante fuera de casa, tenía a Yune de tiempo
completo, siempre disponible, pero nunca dispuesto.
Ahora pensaba que haberlo buscado había sido
un error, el golpe que le dio fue sin pensarlo, ni
siquiera pasó por su estúpida cabeza el hecho de que

234
podía causar daño al bebé. Tampoco se le ocurrió
que Yune podía estar delicado de salud, porque no
razonaba, el enfado le nubló tanto desde que Eros se
lo llevó, incluso desde antes, y no era un enfado
contra Yune, sino contra todo, su vida se había
convertido en un completo asco.
Un momento más tarde, el Omega fue ingresado
en el hospital, Dante pagó por los mejores médicos
que pudiesen atenderle, no iba a permitir que Yune
muriera también, no después de saber lo que se
sentía perder a un hijo, sintiéndose el ser más
miserable y despreciable sobre la tierra, de solo
recordar con cuanta tenacidad Yune había protegido
a esa criatura procreada a base de abusos. Era una
lección demasiado dura para afrontar, sin embargo,
su coraje con la vida aún estaba aún presente, por
más que trataba de hacerlo a un lado.
Eros despertó en una celda, había pasado un día
entero desde lo ocurrido, y estuvo ahí muchas horas
más pensando en cómo iba a salir de ahí, aunque no
hizo falta planear mucho. Un alto mando llegó y dio
la orden de que le liberaran, órdenes de Dante
Williams.
Los guardias que le encarcelaron fueron los
mismos que le dejaron salir, entregándole sus

235
pertenencias y ofreciendo una disculpa. Tal parecía
que Dante no procedería en su contra, pero, ¿por
qué?
Lo más importante, ¿dónde estaba Yune?
Pensó lo peor, tenía un mal presentimiento
conforme recordaba lo último antes de perder el
conocimiento. Sabía que antes de que la policía
llegara, Yune ya se encontraba bastante mal, y luego
aquel golpe.
Cerró los ojos suspirando, mientras el taxi que
había tomado seguía en movimiento. Necesitaba
saber en dónde estaba el menor, temía por él, siendo
tan frágil y estando en tan delicada condición, debía
advertirle a Dante de los riesgos, hacerle entrar en
razón si tanto quería conservarlo, aunque eso último
le parecía la peor idea.
Se imaginaba que Dante había vuelto a casa, así
que no tenía de otra que volver a la hacienda y partir
de nuevo, mientras tanto trataba de llamarle, hasta
que no dio línea después del tercer intento.
Dante salió del hospital con Yune postrado en una
silla, los médicos le dijeron que la muerte del bebé
iba a ocurrir tarde o temprano, que la única
diferencia era que, al ser ahora, el chico no tenía

236
complicaciones tan graves como era de esperar a
futuro. Sin embargo, Dante sabía perfectamente que
bien pudo haberlos salvado a ambos, si no lo
hubiese golpeado tanto, Yune y el bebé estarían bien,
no como ahora, que no había ninguna emoción en la
mirada del menor.
El trayecto posterior fue largo, Yune iba en el
asiento trasero, recostado en todo momento. Desde
que lo vio despertar tras la intervención médica, el
chico ni siquiera se movía, estaba como fuera de sí,
no se quejaba, no lloraba, ni siquiera preguntó por el
cuerpo de su hijo, el cual, Dante pidió que fuese
cremado. Yune había visto la cajita metálica que
Dante llevaba cuidadosamente, pero ya nada le
importaba, ya nada tenía sentido después de lo
ocurrido.
Después de manejar por horas, Dante estacionó el
coche frente a la casa. Habían llegado. Durante el
trayecto no se atrevió a hablarle a Yune, pero ahora
creía que era el momento. Giró el cuerpo lo
suficiente y vio que Yune estaba despierto.
—Llegamos. Estás en casa de nuevo.
— ¡¿Dónde demonios has estado?! —la chillona
voz de Emma causó una mueca de fastidio en Dante,
quien salió del coche para enfrentarse a esa mujer.

237
Yune se sentó lentamente y vio la discusión que
comenzaban en cuanto se encontraron, eso no le
importaba, así que como pudo trató de salir. Podía
caminar, aunque sentía su cuerpo tambalear mientras
se acercaba a la casa. Subió las escaleras de la
entrada y se dirigió lentamente hasta la cocina,
quería refugiarse en cualquier sitio lejos de ellos, no
soportaba sus voces. Como pudo, logró llegar a la
casita de cristal, entró y se recostó sobre un montón
de cojines de la planta baja.
Para cuando Dante se dio cuenta, Yune ya no se
encontraba ahí. Emma estaba furiosa, reclamándole
la falta de atención que no le dedicó por buscar a su
mascota, aunque ella era lo que menos le importaba.
La miró fastidiado e ignoró sus reproches para ir en
busca del chico, cuando ella se paró frente a él
mostrándole unos análisis médicos.
— ¿Cómo puedes tratarme así? —gimoteó con la
mano en alto sosteniendo el papel. —Estoy
esperando a tu hijo, y te comportas como si no te
importara lo que pasa con nosotros. ¡Te importa más
esa mascota tuya que sólo te aleja de mí!
¿Un hijo? ¿Con Emma? Entonces era verdad que
ella estaba embarazada. Sintió un vuelco en el
estómago, Yune se enteraría de eso y recordaría al

238
bebé que acababa de perder. Pero, por otro lado, él
sería papá, Emma le daría un hijo legítimo, sano y
muy probablemente Alfa. La miró un momento, ella
realmente no era una dulce esposa, de hecho, sus
exigencias y pésimo trato con él le habían hecho
cansarse de ese matrimonio, planteándose ahora si
realmente estaba dispuesto a tener una familia con
ella.
Un auto llegó a la mansión, frenó bruscamente
detrás de su coche. Era de esperarse, Dante vio a
Eros salir y acercarse furioso. Le dejó soltar el
primer golpe y luego esquivó el segundo. Eros
detuvo su agresión y empujó a Emma que trató de
interponerse.
— ¿Dónde demonios está Yune? Tu carro apesta
a sangre, ¿qué le has hecho?
— ¡¿Cómo te atreves a empujarme?! —chilló la
mujer.
—Emma, cierra la boca. —advirtió Dante,
mirando desafiante a su hermano. —Y tú, ¿quién te
crees para venir a buscarlo? ¿No te quedó claro aún?
Yune me pertenece, no puedes llevártelo si es lo que
pretendes.

239
— ¡Está esperando un hijo tuyo! ¿Cómo puedes
ser tan imbécil? Debiste dejarlo, tú sólo quieres
tenerlo para hacerle daño. —siseó Eros realmente
furioso.
Había un aroma que pudo percibir, algo que no le
agradó, la sangre que Yune impregnó en los asientos
del coche tenía algo diferente a la del día en que lo
sacó del sótano.
—Dante, ¿a qué se refiere con que la pulga esa va
a darte un hijo? —cuestionó Emma, pero fue
completamente ignorada.
—Yune perdió al bebé, ya no tienes qué
preocuparte por eso. Lárgate de mi casa o llamaré a
la policía.
—Eres un…, maldito hijo de puta. —farfulló
Eros acercándose con aire dominante, sabía que las
cosas se podrían graves, pero esa noticia le había
hecho estallar, no podía creer la clase de desalmado
que decía algo así como si nada. — ¡Era tu hijo!
¡¿Qué pasa contigo?! Yune era tu protegido, y ahora
te has convertido en su maldito violador que lo
golpea hasta hacerle abortar, ¿acaso esperas que te
odie? ¿Qué te hizo para que lo trataras así?

240
—No te metas en lo que hago con él, es de mi
propiedad, pagué por él y puedo hacerle lo que me
dé la gana.
—Bien, si se trata de eso, entonces véndemelo.
Quédate tú con esta estúpida mujer y deja que Yune
esté en un mejor lugar, lejos de ti.
Emma estaba furiosa, rompió el papel de los
resultados y tomó a Dante del brazo llamando su
atención.
—Vamos a ser padres, esta es tu realidad. —dijo
tomando su rostro para que la escuchara bien. —Si
no quieres que me largue con mi hijo, entonces
manda a ese pedazo de gato lejos de aquí. Lo mejor
que pudo pasar es que perdiera a tu hijo,
seguramente habría sido un Omega igual de inútil
que él.
Dante miró a Emma sintiéndose frustrado. Había
perdido al pequeño que Yune esperaba, y ahora
estaba ella, amenazando con irse, eso significaría
perder a otro en tan poco tiempo. No podía
permitirlo, si bien, ya no amaba a esa mujer,
tampoco quería quedarse sin el heredero que le
daría.

241
Eros estaba ahí, dispuesto a quedarse con Yune, y
tal vez eso sería lo mejor, un momento de
humanidad se asomó en Dante mientras recordaba lo
mal que el chico se encontraba ahora, y los llantos,
las súplicas cada vez que lo lastimó. Yune era su
escape de esa inmensa frustración que sentía, pero
con ello, lo estaba matando.
—Puedes llevártelo, te daré los documentos
firmados. —declaró al fin, no iba a pelear con Eros,
estaba demasiado aturdido como para seguir
molesto, siendo que quizá aquel día en que Yune
sangró tanto estando en el sótano, bien podría
haberlo encontrado muerto.
Eros asintió, entraron a la casa con ese un
silencio incómodo, y Dante sacó una carpeta, una
hoja en blanco y una pluma, con la que escribió que
cedía los derechos sobre Yune de manera parcial,
dejando claro un par de condiciones.
Emma se había ido furiosa, y a nadie le importó.
Seguido de eso, Eros preguntó en dónde estaba el
Omega. Dante no respondió, salió de ahí antes de
romper aquella hoja y privar a Yune de un mejor
trato, así que el mayor tuvo que buscarle por todo el
lugar.

242
127H

243
Capítulo 10

Casi anochecía y la casa estaba completamente


sola, no había rastro de Yune, hasta que recordó
aquella casita de cristal en el patio. Se asomó desde
la cocina, no había llegado ahí la vez pasada. No
tardó en llegar, entró y encontró al fin lo que tanto
buscó. Le preocupaba cómo estaría, pero cuando
caminó hacia él y Yune le miró, percibió algo muy
diferente, que ni siquiera se esperaba, la mirada del
chico era fría, demasiado para tratarse de él.
— ¿Qué haces aquí? —cuestionó como si le
sorprendiera, pero su expresión no cambió en nada.
—Vine a buscarte, Dante me dijo que podías irte
conmigo, me dio los documentos de tu propiedad y
una carta a poder…
—Me ha regalado como si no le importara,
después de lo que hizo. Mató a mi bebé. —murmuró
tratando de levantarse, ni siquiera al decir aquello
pudo demostrar algún sentimiento, y eso heló a Eros.
—Sé lo que pasó, pero él no volverá a hacerte
daño.

244
—Eso ya no sirve de nada. —reprochó.
Sin embargo, no dijo más. Caminó hacia ese Alfa
y tomó su brazo para no caerse.
Eros estaba dispuesto a cuidarle, verle tan
indefenso los días anteriores le había provocado una
sensación extraña de protección, aunque ahora no
era lo mismo, Yune estaba tan extraño, tan distante e
inexpresivo, que no parecía él.
Salieron de la mansión y pronto de la ciudad.
Eros había pensado qué podía hacer por el chico,
desde que subieron al coche era eso lo que inundaba
su mente, pero no le venía nada que supusiera una
buena idea.
—Ahora que Dante no te estará buscando, te
llevaré conmigo a donde debí haber ido hace
semanas. —explicó tras un muy largo silencio.
Yune asintió, aunque en realidad no le importaba.
Entendió que quizá fue una molestia para Eros, tal
vez aún lo sería, pero le daba igual ahora, bien
podría haberse quedado donde estaba, aun sabiendo
que tarde o temprano moriría de inanición, o por la
cantidad de golpes infringidos por algún castigo de
Dante, estaba en una situación en la que ya no le
importaba morir.

245
Los días se convirtieron en semanas, las semanas
en meses. Yune llevaba bastante tiempo ya al
cuidado de Eros. La situación había mejorado un
poco, el chico ya comía sin ser necesario estar en
todo momento con él, pues las primeras semanas
fueron de constantes negativas a la hora de
alimentarlo.
Lo único inquietante era que el pequeño no salía
del cuarto que le había asignado. Era un sitio
demasiado estrecho como para que pasara ahí todo
el tiempo. Tampoco hablaba mucho, era ocasional
que Yune comenzara una conversación.
—Deberías ver el show, seguro eso te levantaría
el ánimo. —comentó Eros sentándose en la cama
donde se acurrucaba Yune.
Ya era tarde, pero la acción de visitarlo al final de
las funciones se había hecho costumbre.
—No me interesa. —murmuró el Omega.
—Entiendo. Mañana nos detendremos en una
ciudad. —le contó creyendo que tal vez eso sí le
interesaría, pero Yune no le dirigió ni una mirada. —
Bueno, de cualquier forma, tendrás que ir conmigo,
no te puedo dejar aquí solo. Aprovecharé para

246
llevarte con un médico, has mejorado, pero debo
confirmar que te encuentras bien.
—Me encuentro perfectamente, ¿por qué insistes
en hacerme salir? ¡NO quiero! —exclamó
sentándose bruscamente para encarar al hombre.
Inmediatamente su expresión desafiante cambió,
bajó la mirada y encogió los hombros volviendo a
recostarse con un suave “lo siento” escapando de sus
labios. Ni él mismo entendía qué le sucedía, desde
que estaba al cuidado de Eros había a comportarse
diferente de lo que era. Entendía que ese Alfa no era
Dante, tal vez por ello incluso se atrevía a gritarle de
esa forma; pero, cuando Eros se molestaba por sus
momentos de histeria, Yune temía que en algún
momento se hartase tanto como para castigarlo.
— ¿Sabes algo? Creo que esto de cuidarte y tratar
de que te mejores, no está sirviendo de nada. —soltó
el Alfa poniéndose de pie. —Yo no tengo la
paciencia de estar cuidando de un mocoso tan
desagradecido como tú. Y comprendo que pasaste
por ratos difíciles, pero eso no es mi problema, no
tengo ninguna responsabilidad contigo, y deberías
pensar que te hice un bien sacándote de ese lugar
donde habrías terminado muerto. ¿Eso querías?

247
¿Preferías haberte quedado y que Dante terminara
por matarte?
—No. —susurró apenado.
Sí, tal vez cuando ocurrió todo, sobre todo
cuando su bebé murió, deseó morir también. Pero
ahora no estaba herido, había pasado mucho tiempo
ya, casi seis meses, y la calma había servido para
que aclarara su mente. No era tan cobarde como para
darse por vencido cuando ahora tenía la oportunidad
de vivir sin las vejaciones que sufrió. Aunque no era
lo mismo que fue años atrás a lado de Dante, quería
seguir viviendo, temía a la muerte, y tampoco quería
que la muerte de su pequeño no sirviera ni siquiera
para darle una lección que le hiciera valorar la vida.
Eros frunció el ceño, comenzaba a hartarse de
cuidar a ese Omega. No sabía en qué estaba
pensando cuando decidió hacerse cargo de él, tenía
sus propios asuntos, era demasiado individualista
como para preocuparse por alguien más. Se marchó
de la habitación molesto y bajó del camión.
Era algo parecido a una casa rodante, detrás de
ese había más estacionados en la orilla de la
carretera. Eros era casi tan adinerado como Dante,
sin embargo, los dos se habían interesado en cosas
completamente opuestas. Mientras Dante invirtió en

248
grandes empresas para al final establecer una propia,
Eros quiso vivir una vida muy diferente,
comenzando años atrás con un pequeño circo que
subió muy pronto de categoría.
Quizá era esa una de las razones para que el
mayor de los hermanos, Eros, no hubiese establecido
una relación formal con nadie, puesto que a él le
interesaba más vivir como un cirquero, no como un
hombre de familia. No le importaba tener hijos, ni
un sitio al cual llegar donde su familia le recibiera.
Y ahora que tenía a Yune desde meses atrás,
comenzaba a parecerle un estorbo para continuar
con la vida que le gustaba y llevaba, hasta antes de
meterse en tantos líos por ayudarlo.
Se sentía responsable por haberse entrometido,
esa responsabilidad era lo único que le impedía
devolverlo con su respectivo dueño, igual, creía que
no duraría mucho. Dante había establecido clausulas
donde claramente indicaba que podía recuperar a
Yune cuando le viniera en gana. Y aunque quizá eso
no era lo mejor para el pequeño Omega, Eros creía
que sería la mejor forma de deshacerse de él.
Juraba que jamás volvería a meter sus narices en
donde no le importaba, pues el lío que se cargaba
ahora resultaba demasiado para su escasa paciencia.

249
Dante estaba en su oficina, un abogado se
encontraba frente a él tratando algunas cosas de
suma importancia. A pesar de los seis meses que
pasaron, él no era padre como debía suponerse.
—El acuerdo de divorcio ya fue firmado por ella,
exige algunas de sus propiedades, dice que si usted
no acepta entonces no se irá de su casa. —comentó
el hombrecillo mostrándole los documentos.
— ¿Qué ha dicho el Juez? —cuestionó Dante.
—Bueno, usted alegó que ella le engañó con un
falso embarazo, pero ella argumentó con pruebas
que usted tuvo una aventura con un Omega, quien
incluso vivía en su propia casa. El Juez ha reducido
la cantidad de peticiones que su esposa hizo, en
realidad perderá muy poco si firma ahora. Pero los
abogados de la señora Emma comienzan a
proponerle pedir más, después de que ha salido a la
luz que usted casi tenía un hijo con su amante.
—Si es así, ¿por qué Emma aceptó firmar esto
ahora?
—Lo hizo antes de saber que lo del hijo no nato
podía usarlo para su propio beneficio, y debo llevar
hoy mismo estos papeles con el Juez si queremos

250
que el matrimonio se dé por terminado de una vez.
—explicó.
Dante suspiró fastidiado y tomó los documentos,
sacó una pluma de algún cajón y firmó todas las
hojas que el licenciado le indicaba.
Apenas terminó con eso, el abogado se retiró. Era
el fin de su matrimonio con Emma, después de esa
mentira todo se acabó, Dante la corrió de la casa con
la intención de no verla jamás, cualquier rastro de
interés que le quedaba por esa mujer, terminó por
morir aquel día, y solo entonces entendió que
aquello fue todo, menos amor. La pasión que sentía
por ella le había llenado, al punto de creer que la
amaba, quiso seguir pensando de esa manera y se
esforzó tanto, que descuidó al único ser que le había
querido: Yune.
Esas últimas semanas no había dejado de
recordar cómo era su vida antes de que Emma
llegara a arruinarlo todo. No necesitaba buscar
cariño en los brazos de esa mujer, pero no lo supo
hasta muy tarde, se dio cuenta que, de haber querido,
la historia de amor habría sido real junto con el
pequeño Omega en lugar de Emma, si tan solo lo
hubiese dejado de ver como un niño cuando tuvo la
oportunidad…

251
Pero no, todo lo había arruinado, absolutamente
todo. Y ahora que recuperaba su vida, sus
pensamientos comenzaban a esclarecer.
Se sentía una vil mierda de solo recordar a Yune,
no tenía derecho, no merecía siquiera estar cerca de
él.
Meses atrás, cuando se enteró de que Emma lo
había engañado, pensó en recuperar al Omega,
llevarlo de vuelta a casa quisiera o no y retenerlo por
la fuerza, volver a ser su dueño y exigirle lo que
antes le había obligado a dar, pero se detuvo en ese
momento al recordar aquella imagen que nunca
podría sacar de su mente, donde Yune abrazaba con
fuerza a su bebé sin vida y luchaba por mantenerlo
entre sus brazos, su rostro de horror cuando los
paramédicos lograron arrebatárselo y lo botaron
dentro de una bolsa.
No, definitivamente no podía volver a hacerle lo
mismo. Yune no tenía la culpa de nada, y había sido
quien más daño recibió en el tiempo que duró aquel
matrimonio de mierda.
Sin embargo, eso no evitaba el deseo de tenerlo
de vuelta, y a veces pensaba en buscarlo, volver a
darle la vida que le arrebató, tratarlo bien, jamás

252
tocarlo de esa forma que tanto lo hirió. Tampoco era
una buena idea, lo sabía, pues jamás sería lo mismo.
Deseaba a Yune más que a nada, pero temía no
poder hacerlo feliz jamás, y era lo más seguro,
después de todo ya había causado demasiado daño
irremediable en su vida.
Mientras pensaba en todo eso, levantó la mirada
y vio fuera de su oficina a su antiguo amigo. Armet
no volvió a dirigirle la palabra, si acaso lo hacía para
tratar cosas de la empresa, tan importantes como
para tener que hablarse personalmente.
Junto a Armet iba Marín, ese pequeño Omega
que lucía una panza enorme, su embarazo estaba
casi en las últimas, pronto nacería, y aquel par se
mostraban orgullosos de ser padres. Armet abrazaba
al chico mientras caminaban rumbo a una máquina
de galletas, justo ahí se separaron y Marín parecía
emocionado al no saber cuáles elegir.
Ver eso aturdió demasiado a Dante, que ahora no
podía ni siquiera desviar la mirada al imaginarse a
Yune en esa posición. De no haber sido un imbécil,
de no haberlo tratado como lo hizo, de no haber
golpeado su estómago aquella vez, ahora él tendría
un pequeñito, quizá un Omega, pero sería su hijo a
pesar de todo. Ahora no tenía nada, ni siquiera a

253
Yune sonriéndole cuando llegara a casa, y todo era
su culpa, su maldita culpa.
Se levantó furioso consigo mismo y salió de la
oficina, apenas Armet le vio hizo un movimiento
pasando a Marín detrás suyo. Sí, ellos le temían,
pocas veces veía al Omega por ahí, puesto que
Armet parecía evitar sus encuentros. Era normal,
después de ver lo que le hizo a Yune, cualquiera
temería a un tipo así.
Sin embargo, ni siquiera les dirigió la mirada, no
quería ver que tan felices eran, se largó de ahí
dispuesto a encerrarse el resto del día en el hotel
donde se estaba quedando. Tenía que hacer unas
llamadas, pero podía hacerlo desde aquel lugar
donde no vería a nadie que le recordara la mierda
miserable que era.
Yune comenzaba a marearse, trató de abrir la
ventanilla de su habitación, pero apenas se hincó
sobre la cama fue lanzado contra el piso. Odiaba ese
camión, sobre todo cuando Eros manejaba, era muy
desconsiderado, como si olvidara que llevaba a
alguien más.
Como pudo logró volver a la cama y
aprovechando que la velocidad había disminuido,
volvió a intentar abrir la ventana, ahora con éxito,

254
pero apenas se estaba sentando escuchó un sonido
que ya conocía. Eros olvidó su celular en la cama, y
seguramente ni él sabía dónde lo dejó.
Tomó el móvil y vio la pantalla.
Su cuerpo tembló de pies a cabeza y tuvo que
sentarse para no volver a caer. Debía ser una broma,
pero, ¿por qué?
De pronto no pudo evitar el movimiento de sus
dedos, contestando la llamada se pegó el teléfono al
oído.
—Maldito seas, hasta que contestas.
Esa voz, esa voz enfadada que tan bien podía
recordar. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su
corazón latió tan de prisa que creía que se podía salir
de su pecho en cualquier momento.
— ¿Por qué demonios no has respondido? Llevo
meses intentando comunicarme contigo y es inútil.
No, no podía responder, si hablaba, él se daría
cuenta que no era Eros con quien hablaba, y no sabía
si eso era peligroso.
—Oye, sé que has contestado, ¿acaso estás
sordo? ¡Eros!

255
—No…, no está. —susurró por inercia y cubrió
su boca inmediatamente.
— ¿Yune? —la voz del otro lado se suavizó
drásticamente. —Yune, eres tú.
El menor entró en pánico, había cometido un
error. Colgó de inmediato y se acostó cubriéndose
completamente con las cobijas, pero no podía soltar
el teléfono.
Pronto entró nuevamente una llamada, el mismo
nombre se mostró en la pantalla, y Yune solo atinó a
desviarla. Sucedió repetidas veces, sus ojos no
dejaban de derramar abundantes lágrimas, mientras
él peleaba con el impulso de lanzar el aparato por la
ventana.
Ni siquiera se dio cuenta cuando el camión se
detuvo, y mucho menos escuchó a Eros entrando
hasta que la puerta de su cuarto se abrió y sintió que
las cobijas le eran arrebatadas.
— ¿Qué te sucede? Pensé que estabas dormido.
—dijo Eros al verle lleno de lágrimas. Trató de no
preocuparse, pero no le agradaba verlo así. —
¿Tuviste una pesadilla?
Yune negó y estiró la mano dándole el teléfono,
casi lanzándoselo. Eros lo tomó justo cuando recibía

256
otra llamada más.
—Dante…, creí que se había cansado de insistir.
—comentó sorprendido, pero de inmediato pareció
comprender y miró a Yune. — ¿Contestaste la
llamada?
El chico asintió asustado.
— ¿Por qué? —cuestionó el Alfa desviando la
llamada y apagando el móvil de una buena vez. —
¿Para qué le respondiste?
—No lo sé. No sé por qué.
—A ver, tranquilízate. ¿Te dijo algo que te ha
alterado? ¿Qué fue?
—No, yo solo, le colgué y ha llamado ya muchas
veces, pero no debí responder, no debí.
—Tranquilo, ya pasó. —susurró acercándose a él
para abrazarlo, se sentó a su lado y suspiró contra su
cabello mientras lo ayudaba a calmarse. —Hace
tiempo me ha estado llamando, no contesto porque
no tengo nada qué hablar con él, ¿te ha dicho algo
que te ha puesto mal?
Yune negó con la cabeza, no podía hablar, y eso
no era bueno. ¿Qué clase de daño podía hacer
alguien, como para que su simple voz causara tanto

257
miedo? Claro que comprendía el miedo del chico,
después de todo, fue testigo de lo mucho que lo
lastimó.
—Ya, todo está bien. Fue mi culpa que esto
sucediera, no debí olvidarlo aquí. —guardó el
teléfono en su pantalón y se separó un poco del
chico haciéndole levantar su rostro. —No pasó nada,
todo está bien.
—Pero…
—Hemos llegado. Vine a avisarte que saldré y…
—Quiero ir.
Eros lo miró con sorpresa, iba a ofrecerle que le
acompañara, pero no esperaba que aceptara, mucho
menos creía posible que quisiera ir por su cuenta.
— ¿Y eso? —preguntó el Alfa.
—Yo…, estuve pensando en lo que dijiste, y creo
que, debería salir. —explicó Yune limpiándose las
mejillas.
Eros comprendió, no era precisamente lo que el
chico decía, pero aun cuando había más detrás de su
decisión, no quiso cuestionarlo. Esperó a que Yune
se levantara y saliera de esa habitación.

258
Apenas iban bajando del camión cuando una
chica se acercó corriendo, detrás de ella venían otras
dos. Todas se detuvieron frente a Eros con una
enorme sonrisa que sorprendió a Yune, quien
retrocedió ante la cercanía.
— ¿Ya te vas? Julián me dio una lista de las cosas
que necesita, ya no hay nada para preparar la cena.
—dijo una de ellas, de cabello castaño y estatura
mediana.
—Ah, claro, ¿por qué no va él? —farfulló Eros
tomando la hoja como si le fastidiara, la risa de las
tres resonó aturdidora.
—Es que está ayudando a Johan, van a instalar
una carpa aparte que funcione como cocina.
— ¿Y ustedes? Parece que no están ocupadas, si
han venido las tres juntas quiere decir que no hacen
nada productivo. Vayan ustedes a conseguir esto.
—Nosotras vamos a descansar. —respondió otra,
la más pequeña, su cabello rubio era muy largo y
bonito. De pronto Yune se acercó un poco para
verlas.
—Además, tú lo único que haces es pasearte. —
le recriminó la mayor, morena y alta, con un cuerpo
más que atractivo, ropa entallada y expresión

259
demandante. —Siempre andas diciendo que hay que
apoyarnos entre todos, pero tú te desapareces cada
que quieres, ¿qué clase de jefe hace eso?
—Precisamente porque soy su jefe, les ordeno
que compren todo esto ustedes. —decretó Eros
tirando la hoja al piso. —Ustedes tres no son nadie
para venir a exigirme que haga las compras, eso no
me corresponde.
— ¡Eres un grosero!
—Hey, baja el tono, niña.
Yune tomó la hoja del piso, escuchando cómo
Eros discutía con las chicas, que por su aroma podía
deducir que se trataba de Betas. Observó la lista y
notó que no se trataba únicamente de alimentos, una
hoja repleta por ambos lados, dividida en secciones
por nombres, donde tal parecía que cada quien había
anotado lo que necesitaba.
—Miren nada más, apenas se ven y ya están
peleando. —la voz de un hombre detuvo aquel
alegato que ya parecía interminable.
Eros le sonrió y lo saludó como si fuesen viejos
amigos. Mientras que Yune volvía a levantar la
mirada.

260
Recordó la noche en que llegaron, la única vez
que pudo ver el circo. No había nadie fuera aquella
ocasión, era muy tarde, tampoco se había detenido a
mirar alrededor, y ahora notaba que aquello era
como una comunidad, había al menos cien personas
rondando por ahí, iban y venían moviendo cosas,
algunos apenas bajaban de los camiones en los que
bajaban, los cuales sí que eran muchos.
Pronto más personas se iban acercando, y Yune
comenzaba a sentirse abrumado.
— ¡Eros, yo quiero ir contigo! —la voz aguda de
alguien hizo a todos callar, Yune miró al chico que
corría entre tantas personas, era claramente un
Omega, sin embargo, él era diferente al resto.
Un par de orejas en punta se mezclaban entre su
cabello, mientras una cola esponjosa y larga se
mecía detrás. Tenía un cabello más que llamativo,
igual que sus orejas y su cola que compartían el
mismo color, pelirrojo, donde resaltaba su piel
demasiado blanca, y se mezclaba con sus grandes
ojos, que eran tan claros como la miel pura. Llegó
agitado y emocionado, parecía como si toda su
felicidad dependiera de ir con Eros a donde se
suponía que iría.

261
Pero el Alfa lo paró en seco poniendo la mano
delante de él con la clara orden de que se detuviera.
El chico paró de inmediato y le miró expectante y
ansioso, mientras su cola se movía más rápido. Yune
le miró curioso, era un chico muy pequeño, incluso
de estatura menor que la suya.
—No. —soltó Eros despectivamente, tomando a
Yune del brazo para alejarse de ahí molesto.
— ¡¿Pero por qué no?! —reclamó el Omega más
joven mientras les seguía tratando de alcanzarlos.
—Apestas, no me agrada tu olor. —no se habían
alejado demasiado cuando Eros detuvo su andar y
volteó enfadado. — ¡Te he dicho que debes tomar un
maldito baño!
—Me bañé anoche. —susurró el chico.
—Pues hazlo ahora de nuevo.
— ¿De qué olor estás hablando? —preguntó
Yune confundido, acercándose un poco a Eros.
—Nada, vámonos ya.
Yune fue nuevamente arrastrado, no pudo evitar
mirar atrás, ahí se había quedado aquel muchacho
mirándolos cual cachorro abandonado, mientras

262
Eros se alejaba sin parecer importarle lo que había
hecho.
—El circo, es muy grande. —comentó Yune
mientras iban en el coche.
—Sí, lo es.
—Eran muchas personas.
—Sé que no debiste pasarla bien, hablaré con
todos para que no se acerquen tan abruptamente
cuando me vean contigo.
Yune asintió, pues la verdad eso le parecía mejor
mientras volvía a acostumbrarse a estar entre tantas
personas. Antes no le costaba nada, siempre fue un
chico animado, tenía muchos amigos, pero después
de lo ocurrido con Dante, no le quedaban ganas
siquiera de hablar con alguien. Ya era mucho
mantener una conversación con Eros, y eso porque
tampoco le gustaba sentirse tan solo como cuando se
la pasaba la vida recluido sin ver a nadie.
—A pesar de que son tantos, y todos están locos
como acabas de ver, son amables, y si quisieras
conocerlos entenderías a qué me refiero. —comentó
Eros volviendo a la conversación.

263
—Creo que…, creo que tienes razón. Parece que
todos te respetan. Yo no creí que fueras alguien tan
amable, les has saludado y sonreído a todos.
—Son como mi familia, ¿por qué no hacerlo?
—Pero…
— ¿Qué? —quiso saber al notar que Yune parecía
dudar de decir o no algo. —Anda, dime, ¿cuál es el
“pero”?
—Es que, el chico, ese que tenía aquel aspecto.
— ¿El chico de las orejas?
—También tenía una cola. ¿Cómo es posible? —
preguntó confundido. Nunca había visto algo así, y
eso picaba a su curiosidad.
Eros sonrió mirando a Yune brevemente, le
agradaba ver que de pronto pareciera interesado en
hacer preguntas, podía jurar que, en ese momento, el
chico no estaba triste como tantas veces anteriores
que hablaban.
—Bueno, pasa que algunos omegas son así, no es
muy común, pero los hay, ellos son diferentes a lo
que es un Omega común. —explicó manteniendo la
vista en el camino. —Él tiene genes caninos, pero

264
también existen como felinos como tú que tienen esa
fisonomía tan especial.
— ¿Solo son diferentes por las extremidades que
tienen?
—No, también por su aroma. No me agrada que
esté tan cerca de mí por eso mismo, quizá si fuera el
aroma de un felino no me molestaría, pero es un
perro. El aroma es una de las razones, huele más
fuerte que un Omega común, y para mí, o cualquier
Alfa, ese olor es muchas veces más perceptible.
Yune comprendió entonces por qué Eros había
sido tan cortante con el chico.
—Yune, ¿tienes hambre?
El chico asintió distraído, de pronto su mente se
quedó en blanco y la voz de Dante diciendo su
nombre al teléfono le hizo estremecer. Quería
olvidarse de eso, y lo iba a hacer, estaba
determinado a volver a ser el mismo de antes, quería
ser feliz de nuevo, tan feliz como aquel Omega del
circo, como las tres chicas, como todos los que se
acercaron con sonrisas agradables y sinceras.
Entonces entendió lo que Eros acaba de decir. El
circo era una familia, todos ellos parecían tan
unidos, todos se saludaban y bromeaban entre sí.

265
Yune comprendió entonces que quizá él no
necesitaba de Dante para tener a alguien que le
cuidara, Eros lo hacía, y le ofrecía la oportunidad de
pasar sus días acompañado de gente amable como
todos los que viajaban en la caravana.
—Zair va a enfadarse cuando se entere de lo que
hiciste, de nuevo. —decía una chica, ayudando a
aquel pequeño Omega que tomaba un baño tal como
el jefe le había ordenado.
—Es que yo quería ir con Eros. —bufó
cruzándose de brazos disgustado
—Orién, sabes bien que Zair se enfada cuando te
vas con el jefe. Y luego te quejas porque te regaña.
El pelirrojo se encogió dentro de la tina,
recordando la última vez que había hecho enfadar a
su dueño. Zair era muy impulsivo y no se detenía a
la hora de castigarlo por desobedecer.
—Eso podría provocar un problema, sabes que al
jefe no le gusta cómo te trata Zair, pero él es tu
dueño después de todo. —decía la chica, formando
espuma en el suave cabello del chico. —A ninguno
de nosotros nos gusta verte herido.
— ¿Crees que sea por eso que Eros no me deja
acompañarlo?

266
—No lo sé, pero deberías tener más cuidado.
El pequeño asintió, sumergiéndose un poco en el
agua, hasta cubrir la mitad de su rostro. Su nombre
era Orién, aunque muchos lo llamaban Ori, tan solo
tenía quince años.
Jamás se quejaba del trato que recibía, sabiendo
lo diferente que era, creía que el resto tenían razón al
tratarlo como lo hacían, algunas personas eran
buenas con él, muchas otras no. Pero lo peor era que
ni siquiera su propio dueño era considerado.
Zair lo había comprado cuando el Omega era solo
un niño de cinco años, él era un Alfa lobuno, en ese
entonces de aproximadamente veinte años, que
encontró en Orién algo interesante. No era común
ver orejas y cola en un Omega, de hecho, en ningún
ser humano de la clasificación que fuera, sin
embargo, ahí estaba ese chico con su aspecto tan
peculiar que seguramente le haría ganar mucho
dinero.
Cuando Zair conoció a Eros, éste se ofreció
comprar a Orién, pero el trato no fue ese después de
todo, ahora Zair viajaba con el circo, manipulando al
pequeño Omega para hacer espectáculos donde se le
era exhibido. Cuando eso comenzó, Ori no quería
hacer ese tipo de cosas, pero conocer a Eros cambió

267
todo, era un Alfa amable, que le pedía las cosas
como si se tratase de un igual.
Eso duró lo suficiente para acostumbrarse a
trabajar ahí, después, Eros se olvidó de la
amabilidad y lo trató como a todos, con su manera
tan directa de ser y a veces un tanto prepotente, pero
a Ori no le importaba, se sentía cómodo en ese lugar,
y agradecido, puesto que, de no haber sido por Eros,
Zair bien pudo acabar vendiéndolo en algún
prostíbulo para obtener algo de dinero.
Orién prefería estar cerca de Eros, que de Zair,
pues la presencia del jefe evitaba que su dueño le
hiciese daño. Estando a solas era completamente
diferente la situación, y Ori la pasaba realmente mal
cuando Eros no se encontraba cerca.
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268
Capítulo 11

—Vaya, hasta que te dignas a venir.


Orién entraba a la tienda que él mismo había
armado, la voz de Zair hablando desde la oscuridad
le hizo estremecer.
—Me he enterado de lo que has hecho esta tarde.
—Solo quería salir de aquí un rato, no era mi
intención molestarte. —se apresuró a explicar
apenas sintió una fuerte mano apresando su brazo,
pronto vio el rostro de su dueño y cerró los ojos
deseando que no llegara el castigo. —Él volverá
pronto, no deberías…
— ¿Qué dices? ¿Crees que a Eros le importará lo
que te haga ahora? Pero sí que eres tonto, hace
meses que a él le importa un carajo lo que ocurre a
su alrededor, tiene a ese Omega que no es un
fenómeno como tú, además comparten una especie
más cercana, tú le resultas insoportable, lo sabes
bien.
—Él te ha dicho que no debes golpearme. —
susurró amedrentado.

269
—Te aseguro que ni siquiera va a notarlo, ya ni
siquiera quiere llevarte a hacer las compras como
antes. Entiende de una buena vez, no le interesas.
—Los demás le dirán, todos saben que…
—A nadie le interesas. —refutó Zair, y apenas
terminó esa frase, soltó el primer golpe atinando en
un costado del menudo cuerpo.
Ori aguantó el dolor y no gritó, sabía que, si
gritaba, Zair lo golpearía de peor manera. Dejó que
desquitara su ira, a pesar de que cada puño le daba
en sitios ya sensibles por anteriores castigos. Pronto
terminó en el piso con todo el cuerpo mallugado,
pero ninguna marca visible. Su dueño se marchó tras
aburrirse de eso.
Minutos después, el pequeño pelirrojo se levantó
como pudo y fue a la cama, no cenaría esa noche, no
con ese dolor, sabía que no podría disimular esta
vez, y si alguien se daba cuenta, Zair volvería a
lastimarlo.
No sabía qué hacer para que se detuviera,
siempre estaba molesto, y por más que Ori creía
estar portándose bien, Zair sacaba una “buena”
razón para volver a dejarle tan adolorido como
siempre. Ni siquiera podía saludar a alguien sin que

270
el resultado fuera desfavorable cuando el Alfa se
enteraba.
Yune se había quedado dormido en el coche
mientras volvían, hacer las compras de todo lo que
decía en esa hoja había resultado más difícil de lo
que parecía. Mientras tanto, Eros veía la lista
arrugada en su mano mientras conducía.
Consiguió la mayor parte de las peticiones, sabía
que todos estarían felices por ello, pero había algo
que no llevaba: lo que el pequeño Ori había pedido.
Era tan estúpido y simple, que lo dejó para el
final y después lo olvidó. No le dio mucha
importancia, solo quería una venda, muy
posiblemente para sus entrenamientos, entonces
podría conseguirla después. Lo único que deseaba
ahora era llegar y dejar a Yune en la cama, pues le
preocupaba que fuese a enfermar.
Sí, era extraño contrariarse tanto, a veces creía
que no lo soportaba, y luego ahí estaba
preocupándose por él. Pero, en realidad, Yune se
había ganado un lugar desde que lo conoció, quizá
por ello se atrevió a ayudarlo sabiendo a lo que se
atenía con Dante.

271
Y precisamente al pensar en su hermano, escuchó
el celular sonar a todo volumen, lo había encendido
por si sucedía algo en el circo y debían llamarle, lo
sacó enseguida y vio el nombre de Dante en la
pantalla. No podía creer lo insistente que podía ser,
pero entonces recordó que aun cuando Yune estaba
ahora a su lado y a salvo, Dante podía reclamarlo
según lo indicaban las clausulas. Decidió contestar
pensando que quizá era necesario.
— ¿Qué quieres?
—Eros, ¿cómo está Yune?
— ¿Me has llamado tantas veces solo para
preguntar eso? —refutó molesto.
—Quiero saber cómo se encuentra. Él ha
contestado esta mañana, pero no habló conmigo lo
suficiente para preguntarle.
—Está perfectamente bien sin tener que verte. ¿Y
tu esposa? No me digas, ya soy tío.
—Visitaré tu circo, quiero ver yo mismo que
Yune se encuentre bien. —sentenció Dante
comenzando a fastidiarse por la manera en que su
hermano le hablaba. —Si no estás cuidando de él, lo
querré de vuelta.

272
— ¿Cómo te atreves a decir algo así? El único
que no cuidó de él fuiste tú, ¿acaso se te olvida todo
el daño que le hiciste? Además, no deberías dejar
sola a la golfa que tienes por esposa, mucho menos
ahora que seguramente debe estar por parir. —soltó
molesto y colgó enseguida.
Le fastidiaba de sobremanera el cinismo de
Dante, no podía creer que después de todo fuese a
exigir por el cuidado del chico, a quien tanto dañó.
No era posible que se apareciera por ahí, o por lo
menos eso pensaba Eros, así que no le tomó más
importancia de la debida. De igual forma, sabía que,
si Dante quería ver a Yune, él no podía impedirlo
por más que quisiera. Solo deseaba que el chico no
se quebrara si algo así llegaba a suceder pronto.
Yune despertó bastante alterado, una pesadilla
interrumpió su descanso haciéndole temer, pero
ahora que veía todo se daba cuenta de dónde estaba.
Suspiró tratando de relajarse, ya era de día.
Recordaba haberse quedado dormido en el coche de
Eros, supuso que él le había llevado a la cama al
volver, pues ya era algo tarde cuando terminaron las
compras.
Escuchó ruido afuera, eran las voces que siempre
oía cuando el circo comenzaba a levantarse en

273
alguna ciudad. Sin embargo, esta vez no pudo
ignorarlo.
Se levantó y parado en las puntas de sus pies
logró echar una mirada afuera. Todos iban y venían,
algunos se detenían a saludarse entre sí y
conversaban animados.
De lejos logró reconocer a Eros, su imponente
presencia era absorbente, y aun así nadie parecía
temer. Eso le recordaba mucho a lo que fue Dante
años atrás. ¿Por qué todo había cambiado tanto? No
podía aún creer que el amable hombre que fue, se
convirtiera en el demonio mismo.
Pero así habían sido las cosas, y ya no estaba a su
lado, ni siquiera podía decir que le extrañaba, pues
prefería no verlo nunca más. Alguien más cuidaba
ahora de él, y si bien, Eros no era tan parecido, al
menos podía confiar en que éste no le haría más
daño de lo que le hizo Dante.
Volvió a recostarse y trató de dormir un poco
más, era muy temprano todavía.
—Ori, no debiste bañarte ahora, hace demasiado
frío. —decía un joven Beta al pequeño pelirrojo.
—Es que si no lo hacía Eros no iba a quererme
cerca. —explicó éste. Llevaba el cabello empapado

274
y caminaba de prisa rumbo al camión del jefe.
Aquel Beta suspiró y dejó al chico para seguir
con sus propias labores, todos se encontraban muy
ocupados, y Ori no era la excepción. Solo que el
pequeño había comenzado desde muy temprano y
ahora quería ver a Eros, además, justo en ese
momento necesitaba lo que le había pedido.
Llegó al camión y tocó la puerta varias veces.
Hacía demasiado frío, de pronto sentía que se
congelaría, y todo por tomar un baño con semejante
clima.
— ¿Este es el camper de Eros? —una voz varonil
le hizo detener los golpes para voltear enseguida.
La presencia de aquel Alfa le intimidó, Ori
apenas pudo asentir cuando aquel tipo se acercó para
golpear la puerta con brusquedad. Apenas lo hizo un
par de veces cuando paró de pronto arrugando la
nariz.
— ¿Eres un canino? —cuestionó con fastidio,
mirando al perplejo Omega. Entonces, reparando en
esas orejas y la cola que se escondía tras su cuerpo,
pudo comprender a qué se debía el fuerte aroma que
le invadió. —Vaya, Eros sí que sabe cómo tener
buenas atracciones en este circo.

275
— ¿Quién es usted? —murmuró Ori
retrocediendo un poco por precaución. Nunca había
visto a ese hombre, sin embargo, tenía un extraño
aroma livianamente parecido al de Eros.
— ¿Qué carajo estás haciendo aquí, Dante?
¡¿Cómo te has atrevido a venir?! —Eros apareció
para responder, ahora que estaban ambos Alfas tan
cerca uno del otro, Ori comprendió la semejanza.
—Más te vale controlarte. No querrás que decida
de una buena vez largarme con Yune de vuelta.
Eros le miraba con rabia, no era una buena idea
pelear, pero lo haría si era necesario.
—Ori, vete de aquí ahora mismo.
—Pero…, venía a saludarte. —murmuró el
pequeño mirándole entristecido.
— ¡Te dije que te largues!
Orién retrocedió asustado, Eros jamás le había
hablado de esa manera. Miró al otro Alfa, ahora
comprendiendo todo, era el hermano de su jefe y
quizá tenía algo que ver con el Omega dentro del
camión, pero, ¿por qué Eros se había molestado
tanto?

276
—Tengo que hablar contigo, y si no me escuchas,
entonces haré lo que me dé la gana sin tomarte en
cuenta. —advirtió Dante.
—Como si fuera tan fácil.
— ¿Realmente quieres retarme?
—Me importa una mierda. —soltó Eros con
cierta burla. —En verdad eres idiota, ¿no? ¿Acaso
no te das cuenta que Yune no quiere saber nada de
ti? Si has venido a comprobarlo, puedes pasar. —
señaló el camper.
—No, en realidad no vine para mortificarlo. —
explicó Dante desviando la mirada.
No era común que un Alfa como él hiciera tal
evasión, pero era necesario, no había ido a pelear y
Eros estaba completamente a la defensiva.
—Me agrada ver hasta dónde llegarías por
proteger a Yune. —confesó Dante, sonriendo con
pesar. —Veo que realmente lo cuidas bien. Si
piensas pelear conmigo solo para evitar que me vea,
quiere decir que te preocupa.
— ¿A qué has venido?
—En realidad, ni siquiera yo lo sé.

277
Eros observó un momento a su hermano, no
parecía el mismo, podría decir que incluso lucía
cansado. ¿Debía creerle? No confiaba en que su
razón de aparecerse ahí tan repentinamente, no fuera
para llevarse a Yune, pero tampoco había necesidad
de que mintiera.
—Vamos a otro sitio, si Yune te ve aquí no sé qué
pasaría. —murmuró Eros caminando hacia Dante.
—Eros, espera…
Ambos Alfas detuvieron su andar para voltear.
Dante no estaba de ánimos como para tolerar a un
perro, sin embargo, se abstuvo de decir cualquier
ofensa, incluso toleró ese incómodo aroma mientras
Eros se dirigía al muchacho.
—Si vienes por lo que me encargaste, olvidé
traerlo. —dijo manteniendo la distancia suficiente
para no olerle demasiado. —Y ya vete de aquí, ve a
tomar un baño, que mucha falta te hace. ¿Acaso
quieres que te corra del circo? Si sigues siendo tan
desagradable, hablaré con Zair para que se vayan de
una buena vez.
— ¡Me acabo de bañar! ¿Por qué me tratas así?
—se quejó Ori. De inmediato bajó el tono de voz y

278
desvió la mirada. —Por favor, no le digas a Zair que
te pedí algo, no lo haré más.
—Puedes pedir lo que quieras, pero haz algo con
ese odioso olor, es lo único que me molesta. —
aclaró con más calma, ni él mismo comprendió a
qué se debía la manera en que lo ahuyentó, pero no
quería pasar más tiempo cerca suyo.
Orién se encogió y caminó en sentido contrario,
volvería a darse un baño, esta vez se sumergiría por
tanto tiempo en agua perfumada, que no quedaría ni
rastro de su aroma personal. Estaba decidido a
quitarse esa peste que Eros odiaba tanto.
Mientras tanto, Eros llevó a Dante a una carpa
donde Yune no le vería. Se sentaron en completo
silencio, el mayor de los dos arqueó una ceja a modo
de interrogación, si Dante no hablaba pronto eso se
tornaría incómodo.
— ¿Vas a decir algo?
—Eros, mi matrimonio con Emma ha terminado.
—soltó al fin.
—No me digas, y ahora te sientes solo, crees que
puedes venir y que Yune querrá estar nuevamente
contigo. ¿Acaso te golpeaste la cabeza? —reprochó
Eros.

279
—No espero eso, sé perfectamente que le causé
demasiado daño, y al ver como lo defiendes,
comprendo que está mejor a tu lado. Sin embargo,
tampoco puedo volver y quedarme como si no me
importara. Yune no te pertenece.
—Si te queda al menos algo de aprecio por ese
chico, no deberías acercarte a él. ¿Cómo puedes
tener el descaro de venir a buscarlo? La única forma
en que Yune se iría contigo, sería a la fuerza, y ya
demasiado miedo te tiene como para que causes
más.
—No me pienso marchar.
—Bien, si está así la situación, le diré que te
encuentras aquí y que quieres que se vaya contigo.
—concluyó Eros comenzando a enfadarse. —Pero ni
creas que…
—Tampoco quiero llevármelo, solo, déjame verlo
por unos días, convencerme de que es mejor
alejarme de él. —pidió Dante bajando la mirada con
pesar.
Eros se sorprendió, no era común que un Alfa
decayera tanto, sin embargo, Dante realmente
parecía dolido por esa situación. ¿Acaso era verdad?

280
¿Dante se había enamorado de Yune? No, no podía
ser.
—No vas a permitir que me niegue, ¿verdad?
—Es esto, o llevarlo conmigo de una vez sin
importarme lo que él quiera. —declaró el menor.
—Está bien. Puedes quedarte en el circo el
tiempo que estemos en esta ciudad. —aceptó Eros,
aunque no estaba seguro. —Cuando compruebes que
Yune se encuentra bien, te marcharás y no volverás a
molestarle. Él no es un juguete que puedas tratar
como una mierda, botándolo cuando ya no te era
útil, y luego, de buenas a primeras, quieras
recuperarlo.
No hubo más que decir, Eros salió de la pequeña
carpa y les dio indicaciones a algunas personas de
preparar una carpa extra, lo más lejos posible de la
suya, donde se quedaría Dante.
Definitivamente Eros no planeaba dejar las cosas
así, no iba a permitir que Dante se quedara por
mucho tiempo, así que debía pensar en algo que le
ahuyentara, algo que ni siquiera fuera capaz de
tolerar. Justo cuando su mente rebuscaba
alternativas, vio a Ori completamente empapado

281
envuelto en un enorme trapo con el cual trataba de
secarse.
No podía creer que ese maldito olor no se fuera.
Pero, ese olor tan detestable podía ser la solución.
— ¡Orién, ven aquí! —lo llamó haciéndole una
seña desde lejos.
El cachorro le miró emocionado y corrió a
tropezones torpes para llegar lo antes posible, y
envuelto entre trapos se detuvo expectante
esperando que Eros hablara. Sí, Ori era un buen
chico, si no fuera por esa peste tan desagradable,
bueno, no duraría mucho así, solo eran meses
difíciles, y ahora habría una buena forma de darle
utilidad a tan molesta situación.
—Tengo un trabajo para ti. Es muy importante
que lo cumplas bien, yo me encargaré de que Zair no
te busque por unos días, tú encárgate de lo que te
voy a pedir.
Ori escuchó con atención y asintió emocionado.
Tendría un trabajo especial, no daría funciones, pero
eso no importaba, era un trabajo que su jefe le había
ordenado personalmente. No cabía de la felicidad, y
planeaba hacerlo todo tal cual Eros lo indicó, aunque
le pareciera algo extraño.

282
Eros había entrado al camper, después de haber
armado una carpa afuera solo había una razón para
estar dentro del caluroso camión.
—Yune, la comida estará lista pronto, te traeré
algo y…
—Quiero salir. —intervino el menor, sonriéndole
tímidamente cuando Eros le observó sorprendido.
— ¿Y eso? No es que me moleste, pero no lo
esperaba tan pronto. —explicó el Alfa.
—Bueno, son muchas cosas. Pero sobre todo es
que no aguanto el calor. —se quejó Yune saliendo de
la cama como si le quemara. —Por más que abro las
ventanas no lo soporto.
Una burlona carcajada de parte de Eros hizo que
el pequeño se sonrojara. Pensando que tal vez estaba
siendo idiota al quejarse por una nimiedad tan
simple, se arrepintió al instante. Eros pareció notarlo
y bajó un poco el tono.
—Vaya, de haber sabido que no te gusta tanto el
calor, habría apagado antes el aire acondicionado.
Nos quedamos sin energía y no hay alguna fuente
alterna disponible de la cual pueda conectarlo. —
explicó abriendo la puerta de la habitación. —
Tenemos una gran carpa para pasar los calurosos

283
días como si fueran vacaciones de verano. ¿Quieres
venir?
Yune asintió feliz, ya no se sentía como la burla
del Alfa, ahora agradecía que él hiciera lo posible
por tenerle un clima adecuado cuando no se animaba
a salir, habría sido una tortura morir de calor dentro
del camión y temer asomar siquiera la nariz.
Bajó junto con Eros y se refugió bajo la sombra,
había muchas cosas, y estaba mucho más fresco ahí.
El mayor arregló todo de inmediato, le consiguió
cojines y una suave colchoneta, una hamaca, un
abanico, y demás artículos que podían servirle para
refrescarse. Yune estaba encantado con esas
atenciones, hacía mucho que no era tratado de esa
forma, y veía que Eros resultaba más amable cuando
él no estaba deprimido. Era normal, si ese Alfa
intentaba ayudarlo, y antes nada parecía funcionar.
Pasaba de medio día, ya todos habían terminado
de comer y algunos decidieron ensayar, la primera
función sería al día siguiente, apenas les quedaba
tiempo a aquellos que tenían nuevos espectáculos.
Todos trabajaban en ello, menos Orién, que llevaba
una enorme charola llena de alimento para el
invitado que Eros dejó a su cargo.

284
Entró a la carpa que le quedaba demasiado lejos
del improvisado comedor, y dejó todo
cuidadosamente sobre el piso.
— ¿Qué haces aquí? —siseó el alfa con
autoridad, causando que Ori estremeciera.
—Le traje comida. Eros me ha pedido que le
atienda mientras está aquí. —murmuró
retrocediendo por precaución un par de pasos.
Dante se acercó de mala gana. Su hermano sí que
se había pasado, y no estaba para nada satisfecho
con la carpa tan maltrecha que le había dejado,
mucho menos al no tener ni donde sentarse, llevaba
un buen rato planteándose la idea de largarse a un
hotel y sólo rondar por ahí de vez en cuando, pero
eso no era muy factible si lo que deseaba era vigilar
a Yune.
— ¿Y no tienes algo mejor qué hacer ahora? Ya
lárgate.
—Es que…, Eros me dijo que permaneciera cerca
de usted, por si necesitaba algo.
— ¿Ah sí? —Dante arqueó una ceja inclinándose
sobre el pequeño Omega, toda la tienda se había
llenado de su irritante aroma. — ¿Y qué más dijo mi
hermano?

285
—Dijo que, que yo…, me dijo…
— ¡Habla de una vez! ¡Deja de tartamudear de
esa manera!
— ¡Que usted no debe salir de aquí! —chilló
asustado, y en su intento de retroceder terminó
tropezándose tontamente hasta caer sobre su trasero
de manera dolorosa.
Dante chasqueó la lengua y se alejó, ese aroma
había aumentado drásticamente, quizá por haberlo
asustado tanto, o tal vez por el dolor de la caída.
Daba igual, era un problema, y debía deshacerse de
él o Eros ganaría.
—Olvidaste traer bebida. ¿Acaso eres idiota?
Orién se levantó de prisa y salió de la tienda casi
corriendo, conseguiría algo de vino y lo llevaría de
inmediato, Aun cuando ese tipo le causaba tanto
miedo, debía hacerlo, pues no defraudaría al jefe.
Por otro lado, Eros descansaba después de un
largo día, estaba anocheciendo y ya no había más
qué hacer, se relajó en un esponjoso sillón donde
podría perderse y no le importaría. Tan distraído se
encontraba, que casi se quedaba dormido.

286
Sin embargo, una insistente mirada le hizo abrir
los ojos bruscamente. Era Yune, quien estaba junto a
él mirándole con intensidad y en absoluto silencio.
Eros se incorporó lo suficiente y le observó un
momento tratando de entender qué sucedía, el chico
pareció notar su confusión.
—Perdón. Creí que dormías, pero, no hacías
ningún ruido, de pronto todo está muy silencioso
aquí afuera y no me gusta. ¿Puedo dormir dentro del
camión?
Eros sonrió comprendiendo, se movió un poco
dándole un sitio a Yune y lo jaló del brazo
haciéndole sentarse.
—Dentro aún hace calor, ¿por qué no te quedas
aquí? —ofreció confiado, como si nadie pudiese
decirle que no, incluyendo a Yune.
—Pero…
—Mira, tampoco nos molestarán los insectos. —
señaló las cortinas que evitaban a entrada de
cualquier insecto volador. Yune pareció pensárselo.
—Claro, si te sientes más cómodo adentro, yo lo
entiendo.
—No, es solo que…, está todo tan oscuro, y es
tan extraño tanto silencio. Durante todo el día esto

287
estuvo muy movido, había tantas personas, que
cuesta creer que aún siguen aquí. —se acomodó en
el sillón acurrucándose junto a Eros con más
confianza. — ¿Cómo hacen todos para dormir?
¿Entran a los camiones?
—Por supuesto que no, sería un gasto muy
elevado con el calor tan insoportable. —contestó
Eros señalando algunas tiendas a lo lejos. —Mira
ahí, ellos aún no se duermen, todos hacen lo mismo.
— ¿Duermen afuera?
—Sí, es como estar de día de campo.
—Me gustan los días de campo. Me gustaban…
—susurró con pesar al recordar que Dante no volvió
a llevarlo a días así.
—Lo recuerdo, siempre estabas por el jardín de la
casa de mi hermano, ibas y venías corriendo, era
jovial verte así.
—Tú no me veías, tú te acercabas y me tocabas,
eso molestaba a Dante. —se quejó Yune al
rememorarlo también. Sin embargo, ni siquiera
parecía incomodarse por ello, tal vez porque eso
tenía menor importancia, siendo que Eros era quien
ahora le protegía.

288
—Bueno, no puedes culparme del todo. —se
burló Eros. —Me has parecido atractivo desde que
te conocí. Aunque, no tenía la intención de hacerte
daño, creí que en algún momento serviría de algo
incitarte así.
Yune no supo qué decir, ni cómo reaccionar, de
pronto se sentía demasiado abrumado. Sentía el
calor del cuerpo ajeno junto a él, ese calor que le
sofocaba de pronto. Se encogió un poco y desvió el
rostro sintiéndolo arder, no entendía a qué se debía
esa sensación tan candente, no podía ser el clima, y
no quería pensar en la posibilidad que llegaba a su
mente. Cerró los ojos tratando de ignorarlo.
De pronto, Eros tosió un poco y se levantó al
instante alejándose del sillón. Dejando un frío vacío
junto a Yune, tomó una jarra de agua y bebió un
largo trago. Lo acababa de hacer, acababa de
imaginar a ese omega jadeando entre sus sábanas,
gimiendo de placer bajo su cuerpo, y no podía
permitírselo.
Negó internamente, luchando contra ese deseo.
No era posible, no debía desearlo de esa manera, no
tratándose de Yune, no después de haberle visto tan
mal. Sabía a la perfección que ese pequeño jamás le
permitiría acercarse de esa manera, y sentía culpa.

289
Sí, se sentía culpable por pensar obscenidades
cuando Yune estaba tan vulnerable.
—Eros, tengo frío. —susurró Yune,
estremeciéndose por la sensación helada que le
recorrió al ser abandonado en el sillón.
—Deberías entrar al camper. Olvidé hacer algo,
volveré en un rato. —contestó el Alfa.
Escapó tan deprisa, que Yune no pudo siquiera
opinar. Se quedó solo, mordiéndose los labios por la
inquietud con la que se había quedado. ¿Qué era
todo eso? No podía evitar cuestionarse, mientras que
por primera vez se sentía tan extraño y confundido,
imágenes irreales se formulaban en su mente
haciéndole temblar, y no, no era miedo, no era nada
parecido a lo que sentía cuando recordaba el daño
que Dante le hizo.
—Eros, ¿a qué se debe el honor de tu visita? —
cuestionó una chica hermosa, abrazándole
cándidamente en cuanto él entró a su camarote. De
cabello negro y piel canela, con esas caderas que
volvían loco a cualquiera que la mirase tan solo un
segundo.
Dos jóvenes más se asomaron al escucharle,
saliendo de prisa con encantadoras sonrisas y poca

290
ropa, la cual iba cayendo conforme andaban.
Gemelas, como dos gotas de agua, sus cuerpos tan
delicados, cabellos castaños y piel clara, ojos verdes,
labios rosas.
Tres mujeres exquisitas, no cabía duda de ello.
Hermosas betas leonas, y una sensual Delta lobuna.
Y tan deseosas de complacer al jefe, como cualquier
otra.
—Vaya, pero si es nuestro tigre favorito… —dijo
una de las gemelas, con esa sonrisa felina que las
caracterizaba. Seguida de su hermana.
—Cielo, nos has tenido muy olvidadas
últimamente.
j4V@

291
Capítulo 12

Deseosas llegaron a él, dispuestas a complacerlo,


pero aquella Delta pudo percibir algo que las otras
no.
—Esperen. —ordenó la morena, se separó de él
buscando su mirada, y sonrió divertida al ver que él
la evitaba pidiendo sus labios. —No puedo creerlo.
—No arruines el encuentro. —advirtió él,
tomándola por la cintura con brusquedad. —O me
largaré sin follarte, y sabes que lo deseas.
—Cariño, eres todo un semental, y yo vivo para
servirte. —admitió, sin embargo, no titubeó su
sonrisa. —Pero lo que tú quieres no lo tenemos
nosotras.
— ¿Qué estás diciendo? —cuestionó una beta
separándose confundida.
—Brandy, ¿por qué le estás diciendo eso?
Siempre que se calienta viene a buscarnos, mira
cómo está, necesita de nosotras. —se quejó la otra,
sonriendo dulcemente al Alfa. Acarició sobre el
pantalón aquella erección y ya parecía poder

292
saborearle, hasta que pareció notarlo y se detuvo. —
Eros, tú…
— ¿Ven a lo que me refiero? Ni siquiera parece
estar con nosotras. —explicó la Delta, recogiendo su
bata del piso para cubrirse. Tomó la mano de Eros y
lo guió dentro ofreciéndole una silla. —Sabes que
nosotras te veneramos, nos fascina ese fuego con el
que nos llevas a la cama.
—O al piso, la mesa, la estufa…
—Cindy, cierra la boca. —refutó Brandy, esa
mujer que, aun siendo Delta, tenía más autoridad
que cualquier otra mujer en ese lugar. La amante
favorita de ese hombre.
Eros la miró con fastidio.
—Tú no vas a decirme cuando puedo o no
acostarme con quien me dé la gana. —argumentó él.
—Ni siquiera lo intento. Pero, ¿a qué has venido?
Si aquí no está la persona con la que quieres hacerlo.
—sonrió triunfal al ver la molestia del Alfa
aumentar. — ¿Se trata de ese Omega? Es muy lindo,
entiendo que quieras tenerlo.
—No sabes lo que dices.

293
—Deberías buscarlo a él, sería muy tonto si no
acepta.
— ¡No lo haré! —exclamó levantándose de la
silla con brusquedad. — ¡Si quisiera concejos no
habría venido con ustedes!
—Cariño, no deberías negarte a esos impulsos.
Se nota que es algo especial para ti, pero no deberías
temerle, es un chiquillo, ¿qué de malo podría
pasarte?
—Brandy, no sigas. —susurró Cindy con
suavidad.
—Claro que voy a seguir, este idiota va a cometer
un error si evita al chico.
—El error sería tocarlo. —dijo Eros suspirando
abrumado. — ¿Sabes lo que ese chico ha pasado?
Yo no debería tener esta clase de deseo por él. Es un
error.
—Entiendo tu preocupación. —dijo Brandy,
sonriéndole con sinceridad. —Pero no predispongas
algo que no has escuchado de él. ¿Acaso te detuviste
a pensarlo? ¿Sabes si él realmente no quiere estar
contigo? Podrías estar equivocado, ¿no lo crees?

294
—Solo han pasado unos meses, él apenas tiene la
confianza de salir y yo no sé si seré capaz de
controlar esto. —se quejó tirándose en un sillón. Las
tres chicas se acercaron rodeándolo como si
buscaran consolarlo.
— ¿Quieres contarnos qué pasó?
—No, no tengo derecho de decir algo así.
— ¿Por qué no tomas un baño de agua fría? —
propuso una de las gemelas como si fuese la mejor
idea que había tenido en años. —No me mires así,
estás caliente, y ya ha dicho Brandy que nosotras no
te ayudaremos con eso.
Eros cerró los ojos, era una locura, con semejante
frío no le parecía adecuado. Pero ellas quisieron
insistir.
—Pensándolo bien, ella tiene razón. —admitió la
otra.
Brandy también las apoyó en ello hasta lograr
llevarlo a la bañera del camper. Eros se sentía cual
adolecente con calentura, y no precisamente por
enfermedad. Esas mujeres se estaban aprovechando
de su situación y le tenían en bajo el agua helada, sin
embargo, no podía negar que iba funcionando.

295
— ¿A qué hora piensas irte? —Dante cuestionó a
Ori.
Ya arrastraba las palabras, después de la gran
cantidad de vino que había bebido era sorprendente
que aún pudiese levantarse para servirse más.
El pequeño Omega se encontraba sentado a la
entrada de la carpa, comenzaba a dormitar, hasta que
esa voz le despertó por completo. Miró al Alfa sin
saber qué responder, no le agradaban las personas
alcoholizadas, no tenía ninguna buena experiencia al
respecto, comenzando por los golpes que llegó a
recibir de parte de Zair cuando se ponía así. El
alcohol parecía hacerles más violentos, y eso no era
seguro para él.
—Hey, mocoso, te hice una pregunta.
—Eros me dijo que me tenía que quedar aquí.
— “Eros me dijo…” —le imitó Dante fingiendo
la voz con fastidio. —Y una mierda. Si no te vas
tendré qué…
Orién se levantó rápido, podía dormir fuera de la
tienda, no quería que ese enorme tipo fuese a
agredirle. Pero Dante pareció perder la línea, de
pronto soltó una risa y se sirvió más vino para

296
volver a tirarse sobre unos cojines que hacían de
cama.
—Eres tan estúpido.
— ¿Por qué me habla así? —cuestionó Ori
sintiéndose ofendido.
—Porque eso eres. —Dante volteó a verle con
fastidio, notando que el chico también estaba
molesto. — ¿Qué pasa? ¿Solo puedes recibir
insultos de parte de tu jefe?
—Eros nunca me ha insultado.
—Entonces seguro que te gusta verlo rechazarte,
repitiéndote lo mal que hueles. Eres un fastidio para
él, por eso te ha mandado aquí. ¿Sabes quién soy?
¿Te dijo algo sobre mí? ¿Te aconsejó cuidarte
mientras estabas en este lugar?
Ori bajó la mirada con confusión, no sabía a qué
venían esas preguntas, pero era cierto que Eros
siempre le reclamaba por su aroma, sobre todo esas
últimas semanas, Eros no le permitía ni siquiera
acercarse.
— ¡Orién! ¡¿Dónde demonios has estado todo el
día?!

297
La voz de Zair alertó al pequeño, que brincó
girando de inmediato para encontrarse con su dueño,
éste le miraba demasiado enfadado, y la única razón
debía ser que Eros no le había informado nada.
—Maldito desagradecido, estuve esperando toda
la tarde que me llevaras la comida, y tú aquí como si
nada.
—Eros me pidió que estuviera aquí. —respondió
encogiéndose, mientras Zair le tomaba del brazo
dispuesto a llevarle de vuelta a su camper.
—Este no es lugar para gritar. Cierren la boca. —
dijo Dante, que a pesar de ver la situación, no se
disponía a impedir que se llevaran al Omega.
— ¿Quién eres tú? —la pregunta de Zair no
recibió una respuesta de quien esperaba, así que
miró al muchacho esperando que él lo dijera.
—Es hermano de Eros. —susurró Orién.
—Vaya. —soltó al chico y caminó hasta Dante
con aire de grandeza.
El Alfa no se inmutó, llevó el vaso a su boca
bebiéndose todo de un trago y se levantó para
servirse de nuevo. Era más alto que Zair, más fuerte,

298
y con un semblante de indiferencia que fastidiaba al
otro.
Pero era el momento perfecto, Zair no
desaprovecharía esa situación. Había escuchado
hablar antes de ese tipo, un hombre extremadamente
rico, no le dejaría ir sin sacar algo de provecho.
— ¿Te gustaría pasarla bien con este idiota? —
preguntó en un tono por demás amistoso, que atrajo
la atención del Alfa.
— ¿Pasarla bien?
—Sabes a qué me refiero. ¿Acaso no te parece
atractivo? Podrías tenerlo en tu cama cuando
quieras.
—No sabía que esa perra fuera una prostituta. —
comentó Dante mirando a Ori un momento.
— ¡Yo no soy eso! —exclamó el pequeño
acercándose temeroso a Zair. —No lo hagas, dijiste
que no me venderías así, dijiste que Eros me
compraría.
—Te venderé al mejor postor, Eros no va a
comprarte.
— ¡Sí lo hará!

299
— ¿Acaso le ofreciste el mismo trato a mi
hermano? —preguntó Dante con curiosidad.
—Traté, pero a él no le va esto de tener algo de
su propiedad. Me ha dicho que lo deje libre.
— ¿Cuánto pides por él?
Zair sonrió triunfante viendo como ese Alfa
buscaba entre sus cosas y sacaba una chequera.
Estaba a punto de hacerse de un buen negocio y
podría liberarse de esa cría fastidiosa.
Orién comenzó a llorar en silencio mientras veía
como ese par terminaban de cerrar la compra. Dante
había pagado demasiado, y eso no era bueno, no
después de saber que Zair le había ofrecido cual
prostituta.
Zair se marchó con un cheque de varios ceros, y
la sonrisa avariciosa en su rostro decía que el trato
estaba hecho. Ori miró a Dante dispuesto a suplicar
de rodillas si era necesario, para que no le hiciera
daño, sin embargo, no pudo ni hablar cuando ese
Alfa le tomó del brazo sacándole de la tienda.
Ahora Dante se marchaba con su maleta en una
mano y a Orién en la otra, subió al coche y arrancó
de inmediato saliendo pronto a carretera. No estaba
en buenas condiciones para manejar, y no le

300
importó. Acababa de encontrar el perfecto
reemplazo, ya ni siquiera deseaba ver a Yune, sabía
que estaría a salvo con Eros, que su hermano le
cuidaría bien.
No había ninguna necesidad de disculparse,
después de todo, Yune no le querría ver ni en
pintura. Le había arruinado la vida al único ser que
realmente fue importante para él.
Y tal vez, ese remordimiento y culpa que sentía
era únicamente por lo que Yune representó por
tantos años en su vida.
Lo amaba, y por ello lo dejaría ser libre por
completo, no volvería a aparecerse en su vida nunca
más. No quería ensuciar aún más ese cariño que
tenía hacia él. Fue un amor puro en su momento,
aquel amor que le provocó cuidarle y ver por su
bienestar, el amor que le daría a un hermano
pequeño, o quizá el que en aquel entonces hubiese
dado a un hijo, y nada más.
Lo extrañaría, sin embargo, al quererle como lo
hacía, no le quedaba más opción que dejarle en paz.
En realidad, tampoco tenía el valor de verle a la
cara, lo había pensado mientras bebía y a cada trago
la realidad le golpeaba. Sabía que ver esos ojos de
nuevo sería una tortura, haber lastimado a alguien

301
que prometió proteger era la peor estupidez que
cometió.
Ahora no tenía nada, y no importaba.
Eros caminaba por las carpas del circo, a pesar de
estar completamente mojado gracias a aquellas
mujeres, tenía aún demasiado calor. Había sido todo
un caos salir del camper de ese trío de locas, pero al
menos le habían ayudado a estabilizar su excitación
lo suficiente.
Ahora solo trataba de hacer tiempo, no quería
volver y encontrarse a Yune aún despierto, pues no
sabía si sería capaz de resistir la tentación. Debía
hacer algo con eso, aún creía que pensar en él de esa
manera era un error, que eso sería aprovecharse de la
situación, y no quería confundir al chico, mucho
menos asustarlo.
De pronto algo le sacó de sus cavilaciones, se
encontraba ya en el área donde su coche, y el de
Dante, debían estar estacionados, pero solo estaba el
suyo.
Extrañado caminó hacia la tienda donde su
hermano debía estar, y al entrar no había nadie. Solo
pudo pensar lo peor, y salió de ahí rumbo a su
propio camper.

302
Llegó y paró en seco viendo el menudo cuerpo de
Yune sobre el mismo sillón donde antes le dejó.
Preocupado se acercó al chico, habría jurado que no
le encontraría, y de solo pensarlo se quedó sin
respiración. Hincado junto a él analizó su rostro a
detalle, no parecía perturbado, estaba
completamente tranquilo.
¿Entonces por qué Dante se había marchado?
Pensó en llamarle y averiguarlo, sin embargo, no
se atrevió. ¿Y si al cuestionarle su ausencia
repentina, éste decidiera volver? Lo mejor era dejar
todo como estaba. Yune nunca se enteraría que ese
idiota estuvo ahí, así no lo preocuparía sin razón.
Cargó al menor y entró al camper para llevarlo al
dormitorio. No se quedó más de lo necesario.
— ¡Deténgase! ¡Tendremos un accidente! —
gritaba Orién.
Llevaban al menos una hora de viaje, al principio
todo iba en calma, hasta que Dante comenzó a
acelerar más, y su control sobre el volante era
terrible, entonces el pequeño Omega empezó a
preocuparse. Trató de detener el volante, pero aquel
hombre lo empujó, y en el movimiento giró con
fuerza.

303
Solo entonces Dante pisó el freno, mientras el
coche rechinaba tratando de parar. Fueron a dar de
lado contra un árbol, y cuando el alfa fue consciente
de lo ocurrido miró con furia al pequeño chico, éste
se aferraba al cinturón de seguridad, lo único que
había evitado que se golpeara. En cambio, la cabeza
de Dante había sufrido cierto daño, eso le molestaba
aún más.
Estaba a punto de volver a encender el coche,
cuando Orién intervino estirándose hasta quitarle las
llaves. Aquello terminó de enfurecer a Dante, volteó
hacia el pequeño tomándole del cabello, y a pesar de
lo mucho que dolía, Ori se revolvió hasta deshacerse
de su agarre y giró abriendo la puerta, lanzó fuera
las llaves antes de sentir un jalón en su camisa que le
hizo regresar a su posición, recibiendo un golpe en
las costillas dejándole sin aire, y otro en la cara que
le aturdió e hizo vibrar su oreja por la magnitud de
la fuerza.
Eso fue todo, Dante gruñó dándose por vencido,
no lograría encontrar esas malditas llaves, y tampoco
tenía ganas de manejar, estaba mareado por tanto
alcohol y comenzaba a dolerle la cabeza. Después de
reprender al osado mocoso junto a él, reclinó su
propio asiento y cerró los ojos. Dormiría unas
cuantas horas, después seguiría su camino.

304
Minutos después, cuando Orién ya se encontraba
mejor y había recuperado una respiración normal,
desabrochó su cinturón y bajó con cuidado, cerrando
la puerta despacio para no despertar a ese hombre.
Estaba tan acostumbrado a los golpes, pero esos sí
que le habían dolido. Apenas estuvo fuera del auto,
cerró los ojos y comenzó a llorar, ¿en qué problema
estaba ahora? Ya no le pertenecía a Zair, y todos
esos años en los que pensó que Eros le compraría se
habían ido al caño.
Se repitió mil veces que debía aceptarlo, las cosas
no serían diferentes, solo tendría que aceptar su
destino, como siempre había hecho, y adaptarse a las
condiciones que su nuevo dueño le pusiese.
Ya había amanecido cuando Dante despertó. Un
fuerte dolor de cabeza le nublaba la vista y la luz no
ayudaba. Se encontraba en su propio auto a la orilla
de la solitaria carretera. Vio su reloj, eran las once de
la mañana. Quiso abrir la puerta, pero el árbol con el
cual había chocado le impedía hacerlo.
Entonces todo se comenzó a aclarar. Comenzó a
enfadarse de nuevo, hasta que volteó dispuesto a
soltar esa furia contra el responsable, y un aroma le
hizo detenerse.

305
Arrugó la nariz viendo el rostro del pequeño
chico, Ori dormía profundamente, tenía los parpados
algo hinchados como si hubiese pasado horas
llorando, sus delgados labios tan secos como un
desierto, su pequeña nariz completamente roja a
pesar de la palidez del resto de su piel, y en su
mejilla derecha un rasguño, justo en el pómulo.
Dante bajó la mirada viéndose la mano, en su
muñeca tenía un reloj que le gustaba más que
cualquier otro, y ahora se encontraba roto.
No tardó en recordar el golpe que le dio al chico,
y entendió cómo se había roto el reloj. Estaba claro
que aquel golpe debió darlo con tanta fuerza, que
destrozó la dura caratula, y sintió un vuelco al ver
mejor ese rasguño, pues estaba rodeado de una
marca entre rojiza y morada.
Bajó la mirada sintiéndose contrariado, ese rostro
le había distraído, ahora miraba las manos del chico,
tenía los dedos llenos de tierra, y entre ellos logró
ver un brillo que atrajo su atención. Las separó con
cuidado de no despertarlo, encontrando entonces las
llaves de su auto.
¿Ori las había buscado por la noche? Era la única
explicación, no solo sus manos estaban sucias,

306
también las rodillas de sus pantalones, y sus zapatos,
incluso su camisa, pero… ¿Por qué?
Suspiró arrepentido de haberlo golpeado como lo
hizo, ahora que podía pensar con claridad, fue capaz
de razonar lo que el chico hizo al quitarle las llaves,
así evitó que el accidente fuese peor.
Tomó sus llaves y volvió a carretera. Ya debía
pasar del medio día y comenzaba a darle hambre.
Sin embargo, no pasó desapercibido aquel olor
por el cual tuvo que mantener todas las ventanas
abiertas. Algo extraño había, algo diferente del día
anterior, y no podía detenerse a pensar de qué se
trataba.
Ahora creía que había cometido un error al
comprar al Omega, no podía hacerse cargo de él, no
se encontraba tan bien como para cuidarle. Aunque,
él no era Yune, no tenía por qué darle los mismos
cuidados que le dio a Yune cuando todo marchaba
bien.
Estaba confundido, tenía que pensar antes de
cualquier decisión, y ya estaba hecho, tampoco
podía botarlo por ahí. Algo sí le quedó claro, no
volvería a tomar decisiones estando ebrio.

307
Orién comenzaba a despertar, Dante bajó del auto
y lo rodeó hasta abrir la puerta del copiloto, movió
un poco al chico y pronto esos ojos se abrieron.
Parecía asustado, su primera reacción fue alejarse, y
Dante le detuvo haciéndole salir.
Sin decir nada lo llevó en dirección a una
cafetería en la que acababa de parar. Orién andaba
de prisa tratando de seguirle el paso, pues no podía
quedarse atrás si Dante no le soltaba el brazo.
Entraron y llegaron a la mesa que el Alfa eligió sin
pensarlo demasiado, hizo que Ori se sentara y
después lo hizo él también.
Pidió un café, dos desayunos, y esperó a que la
mesera se marchara. Solo entonces carraspeó un
poco y habló.
—Puedo ver que no te agrada esto. Aún recuerdo
que anoche no estabas de acuerdo con que tu dueño
quisiera venderte a mí.
—No, no quería que lo hiciera. —murmuró Ori
sin atreverse a mirarlo. —Él dijo que Eros iba a
comprarme, que lo haría pronto.
—Pues no lo hizo, y al parecer quería deshacerse
de ti.

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Ori asintió sin ofenderse, pues eso era muy cierto,
Zair le detestaba tanto…
— ¿Por qué Eros no hizo nada por ti? Es extraño
que él permita un abuso así. —comentó hablando
por su experiencia respecto a Yune.
— ¿Abuso? No sé de qué…
—No tienes por qué hacerte el tonto. ¿Acaso
Eros no sabía que tu dueño te prostituía?
— ¡Eso no pasó! —exclamó avergonzado, bajó el
tono enseguida y continuó. —No era así, él solo…
—También te golpeaba, ¿no?
—Cómo…, ¿cómo sabe eso? —preguntó Orién
ahora confundido.
Al fin sus miradas se cruzaban, hubo un corto
silencio, antes de que Dante se inclinara hacia él.
Rápidamente jaló la camisa del pequeño dejando su
abdomen a la vista para toparse con una serie de
moretones viejos y recientes.
—Se te nota que estás lastimado, no caminas
bien. Por un momento pensé que era por tu oficio,
eres muy chico para prostituirte, pero te cubres con
demasiada ropa siendo que hace tanto calor, eso no
es muy normal.

309
— ¡Yo no hago eso! —repitió ofendido. —Y para
mí no hace calor.
— ¿A qué edad comenzaste? —cuestionó Dante,
con cierta burla al ver que al chico le molestaba. —
Bueno, si no quieres responder eso, puedo darme
una idea si me dices desde hace cuánto era tu dueño
aquel tipo.
Orién se mordió los labios con frustración, no iba
a seguir repitiéndole nada, era inútil.
Por suerte, la mesera llegó con lo que Dante
ordenó, y eso cambió la conversación por completo.
Mientras el Alfa tomaba un sorbo de café, Ori veía
ansioso el plato de comida que le habían dejado
enfrente.
— ¿No vas a comer? —cuestionó Dante. Ori
levantó la mirada con un brillo muy fuerte en sus
ojos.
— ¿Es para mí?
—Por supuesto, yo ni siquiera tocaría un plato
con una cara en la comida.
Orién no lo pensó dos veces, pinchó con el
tenedor la yema de un huevo que hacía de ojo en una

310
sonriente cara alimenticia. Se veía tan rico, que la
boca se le dormía antes de probarlo.
Dante observó con atención esos gestos, era tan
expresivo y gracioso, la cara que puso cuando llevó
el primer bocado a su boca fue épica. El mayor no
pudo evitar sonreír, en ese momento Ori era tan
osado, jovial e ingenuo, que costaba creer que se
trataba de alguien que había sido prostituido. ¿Acaso
el chico lo hacía a voluntad? Podía ser una
posibilidad para su despreocupado comportamiento.
— ¿Por qué no te fuiste anoche? Me quedé
dormido, pudiste haber escapado. —comentó Dante
después de un rato.
El pequeño dejó de comer y le miró sin entender.
—No eres idiota, así que deja de poner esa cara.
Tú no querías que yo te comprara. —le recordó el
Alfa. Ori soltó el tenedor de su mano derecha y el
pan que tenía en la izquierda, tragando con fuerza lo
que le quedaba en la boca.
—Yo…, no debía hacerlo. Lo que quiera no
importa, ahora usted me ha comprado. Si me voy me
perderé, y no tendré comida, ni un techo, y podría
pasarme algo…

311
— ¿Algo peor que los golpes que tu otro dueño te
propinaba? ¿Peor que ser una puta? ¿Peor que
parecer un perro desnutrido? Seguro que sí. —
ironizó Dante. —No sabes lo que dices, estar
conmigo sí puede ser peor.
— ¡Yo no soy una puta!
— ¡Deja de levantar la voz! —exclamó
golpeando la mesa.
Ori brincó cerrando los ojos con temor.
—Es que no quiero que lo diga más. —sollozó
éste bajando la cabeza.
—Como si eso fuera a cambiar lo que eres.
—No sabe lo que dice. —susurró.
—Deja de quejarte por tonterías, y termina rápido
de comer, nos tenemos que ir.
Orién volvió a tomar el tenedor, sin embargo, el
hambre se había ido. Se forzó a terminar, aunque su
expresión no era la misma que cuando comenzó,
pronto se acabó todo y bebió el vaso de jugo que
estaba frente a él, sabía tan bien, que hubiese
querido poder disfrutarlo mejor, pero sus ánimos
habían decaído nuevamente.

312
Habían pasado ya dos días, en el circo todo
estaba en aparente calma, pero esa mañana Eros
había estado buscando a Ori por todos lados, le
extrañaba que no hubiese aparecido por ahí después
de que Dante se marchó. Entonces se topó con Zair.
—Hey, ¿a dónde vas? —le preguntó al verle tan
apurado con un saco lleno de lo que parecía ser ropa.
—Me largo de aquí.
— ¿Cómo que te vas? ¿Orién está de acuerdo?
—Oh, por supuesto. —dijo Zair sonriendo
ampliamente. —Él está terminando de guardar sus
cosas, le he dicho que iremos al mar y está contento
con ello.
— ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Porque lo decidí esta mañana. Iré a visitar a
unos familiares.
—No sabía que tenías familia. —comentó Eros
algo incrédulo.
—Yo no sabía que habías mandado a Orién con
tu hermano para que le vigilara. ¿Crees que puedes
mandarle lo que te dé la gana?
—Olvidé decirte, es verdad.

313
—Eso ya no importa, y no hace falta que te
preocupes, no le haré nada malo al chico. Iremos a
un viaje que yo debo hacer, pero volveremos pronto.
Te llamaré para saber a dónde llegar. —comentó
quitado de la pena.
—Entiendo, si no se puede evitar, entonces
espero regresen pronto. Dile a Orién que pase a
despedirse. —pidió aún desconfiado, quería verificar
que Zair no estuviese obligando a Ori para
marcharse, pues a pesar de no ver nada raro
últimamente, no podía evitar pensar mal de ese tipo.
—Por supuesto, en un rato pasará por tu camper,
espéralo ahí.
Eros asintió y se marchó, mientras tanto
aprovecharía de llevar el desayuno para Yune, ya
que no había querido cenar la noche anterior.
Fue ahí y pasó un buen rato hablando con él,
Yune había recuperado el apetito esa mañana y
además parecía mucho más animado, entonces no
paraba de hablar y de sonreír, lo que distraía al Alfa
de lo que debía ser importante. Olvidó que Zair
estaba por irse, y que Orién no había ido a buscarle
durante varias horas, dejando así que pronto llegase
la tarde sin ninguna novedad.

314
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315
Capítulo 13

Para el siguiente día, Dante se encontraba de


nueva cuenta en casa. Emma se había marchado tal
como debía ser, se quedaría algunas propiedades y
no la volvería a ver. Sin embargo, esa casa sería
vendida.
Un agente de ventas hablaba con él, mientras
Orién observaba todo por donde pasaban, seguía a
Dante de cerca, y le asombraba la enorme mansión,
sin embargo, tampoco era un sitio en el cual le
hubiese gustado vivir. Escuchaba algo acerca de una
venta, las grandes sumas de dinero eran más de lo
que él podía tratar de imaginar.
En cuestión de media hora el trato con aquel
agente se había cerrado, un buen porcentaje le
motivaría a vender la casa lo antes posible. Entonces
Dante se devolvió por donde había entrado,
prometiéndose jamás volver a esa maldita mansión.
No le importaba que con ella se fuesen todos los
buenos recuerdos, aunque antes de despedirse de
todos ellos, llamó a alguien para que se hiciera cargo
de recoger sus cosas personales.

316
El mismo agente de ventas le ofreció visitar
algunos departamentos en buenas zonas de la
ciudad, y Dante aceptó, pues necesitaría un lugar
dónde vivir, no pasaría el resto de su vida en hoteles.
Ya era tan tarde, y Orién se encontraba
completamente agotado de tanto ajetreo. Habían
visitado muchos edificios en busca de un buen sitio,
incluso pasaron por algunas casas que no fueron del
agrado de Dante, y al final del día llegaron a un
acogedor departamento, estaba amueblado, tenía una
vista increíble de la ciudad, enormes ventanas y
balcones en cada habitación. Era del tamaño del piso
entero, prácticamente una casa montada en el
décimo piso.
—Me interesa. ¿tienes el contrato contigo? —
preguntó Dante al agente de ventas, quien pareció
sorprenderse.
—Sí.
—Perfecto, ¿si lo firmo ahora puedo instalarme
ya mismo?
—Por supuesto, pero, ¿no desea saber el precio?
—sugirió el hombre comenzando a buscar de prisa
los papeles.

317
—Es el único departamento acorde a lo que tenía
en mente, no me interesa cuanto cueste, lo compraré.
El agente cambió completamente de ánimos,
también estaba cansado y ya se había ido cualquier
ilusión de realizar alguna venta, pero ahora que
aquel tipo había tomado una decisión no dejaría la
oportunidad.
Pronto iniciaron con las firmas, Dante le entregó
un cheque y el trato se cerró. Ya solo quedaba llevar
los documentos al notario correspondiente, pero eso
lo haría el agente, Dante por su parte estaba
satisfecho.
Cuando el vendedor se marchó, el alfa comenzó a
rondar el lugar para decidir cuál habitación sería la
suya, pues había cuatro y cada una era diferente. De
pronto se detuvo y volteó a ver a Ori, quien le seguía
de cerca, pero no demasiado.
— ¿Por qué vienes detrás de mí?
Ori no contestó, bajó la mirada y retrocedió un
poco. Dante continuó hasta entrar en el último
cuarto, era perfecto, el tipo de habitación en la que
podía descansar con tranquilidad. Revisó los
muebles a detalle, era un departamento
ridículamente caro, pero lo valía.

318
Vio su celular y notó lo tarde que era, entonces
decidió dormir, al día siguiente iría a la empresa
para volver a tomar las riendas, no tenía caso faltar
un día más si no había razón alguna. Entonces se
quitó la camisa y la dejó sobre un mueble, al hacerlo
volteó hacia la puerta y no ocultó su fastidio cuando
se topó con ese omega tan raro.
— ¿Qué haces ahí?
Ori no respondió de nuevo. Eso comenzaba a ser
un fastidio.
—Perfecto, si no vas a contestar cuando te
pregunte algo, entonces te ignoraré.
Fue por su maleta y volvió al cuarto, Ori seguía
junto a la puerta sin moverse, sin decir ni media
palabra, sin siquiera mirarle, así que Dante continuó
en lo propio y se quitó la ropa casi por completo,
pronto estuvo dentro de la cama cerrando los ojos,
reacio a darle la importancia que Ori no merecía.
A la mañana siguiente un ruido molesto
despertaba a Dante. Su celular estaba entre la ropa
que se había quitado, y por poco decide no
levantarse, pero ese sonido comenzaba a volverle
loco.

319
Decidido a pararse y contestar la llamada
entrante, se sentó en la orilla de la cama y sus pies
golpearon algo blando que atrajo su atención de
inmediato. Era Orién, quien al instante había
despertado, se tallaba los ojos sin darle importancia
y pronto volvía a cerrarlos.
Dante se levantó sin volverle a patear, no había
sido su intención, pero exigiría una respuesta. El
celular no sonaba más y lo que fuese bien podía
esperar. Empujó a Ori con el pie tratando de
despertarle por completo, aunque eso parecía
imposible, por más que lo movía, el muchacho solo
se quejaba y se acurrucaba más en el piso.
—Eres un fastidio. —farfulló el Alfa obligándole
de una vez por todas a dar la cara.
Levantó el cuerpo del chico jaloneando su brazo.
Ori se asustó, miró al mayor con temor y balbuceó
una disculpa poco entendible.
— ¿Por qué te has dormido en mi habitación?
¿Qué demonios te crees?
La agresividad de Dante no ayudaba, el chico no
podía hablar, su brazo aún era preso de la fuerte
mano que le dejaba sin circulación. Pronto, el Alfa
notó que Ori temblaba de pies a cabeza, suspiró

320
molesto y le liberó empujándole para que se sentara
en la cama.
—Habla de una vez, ¿qué haces aquí?
—Yo…, no pensé que le molestaría. —susurró
Ori sobándose el brazo.
— ¡Claro que no pensaste!
—Hoy dormiré donde usted diga. —se apresuró a
decir. —Es que anoche, usted se acostó y no me dijo
nada.
— ¿Ahora es mi culpa tu incompetencia? ¿Se
supone que debo decirte todo lo que tienes qué
hacer?
—Solo ahora, porque no sé qué quiere que haga o
no.
—Eres patético. —se burló Dante. —Deja de
comportarte como un niño inútil, haz las cosas como
mejor te parezcan y no vuelvas a decir algo tan
estúpido, yo no pienso andar detrás de ti diciéndote
lo que debes hacer, eso es mera lógica.
Orién se encogía conforme las palabras de Dante
le llegaban, era imposible que hiciera lo que él
decía, tenía demasiado miedo de equivocarse en algo
y enfadarle.

321
—No puedo.
— ¿Por qué no? ¿Acaso no tienes voluntad
propia? —cuestionó Dante levantando una ceja con
expectación. — ¿Qué tal que decido dirigir todos tus
movimientos y entonces te doy una orden que no te
guste?
—Nunca he recibido órdenes que me gusten. —
comentó Ori encogiendo los hombros sin
comprender a qué venía esa suposición. —Tengo
que hacer lo que usted me diga.
— ¿Cuántos dueños has tenido?
—El único que puedo recordar es Zair.
Dante le observó con curiosidad, se sentó a su
lado y el penetrante aroma del Omega le hizo
estremecer. ¿Por qué era diferente? Desde que le
había comprado notó el cambio, seguía siendo
fuerte, pero no molestaba para nada, y se podía decir
que incluso resultaba agradable. Su olor…, ese
cambio solo podía significar una cosa.
—Él me dijo que no debía actuar por mi cuenta,
se enojaba cuando lo hacía. —murmuró Ori, su voz
sacó a Dante de sus cavilaciones y volvió a prestarle
atención. —Aunque, si usted no quiere decirme

322
cómo debo hacer las cosas, puedo hacerlo como con
él.
— ¿Dónde dormías cuando vivías con Zair?
—En cualquier sitio. A veces me dejaba hacerlo
en la tienda, en otras me mandaba al camión y no me
permitía salir hasta que se acordaba, entonces podía
dormir todo el día. Algunas ocasiones no me dejaba
dormir.
— ¿Haciendo qué?
—Haciendo nada. —desvió la mirada.
Dante dudó de esa respuesta.
—¿Era cuando tenías clientes qué atender?
Orién le miró ofendido y negó de inmediato. No
le gustaba que ese hombre le insinuara cosas así,
porque él no tenía idea de nada.
— ¿Entonces qué hacías?
El chico bajó la mirada y levantó la manga de su
camisa, en sus muñecas lucía unas marcas moradas
y otras cafés que parecían ser más antiguas, sus
delgados dedos acariciaron con suavidad la zona
lastimada y de pronto se puso de pie. Sin decir nada

323
se quitó la camisa por completo, mostrando su
espalda desnuda a unos ojos sorprendidos.
Dante tragó su propia saliva, eso le había dejado
sin palabras, estaba tan golpeado que era difícil ver
alguna zona del color natural de su piel.
—Cuando se enojaba demasiado conmigo, me
ataba a algún sitio y usaba cualquier cosa con la que
pudiera causar marcas. —dijo el menor volteando
avergonzado, abrazaba su camiseta con fuerza, como
si ocultara algo.
— ¿Eros permitía esto?
—No. Él no sabía.
— ¿Qué tratas de esconder ahí?
—N… nada.
—Muéstrame. —pidió tratando de arrebatarle la
camisa. Ori se resistió un poco, pero no era capaz de
desobedecer, y la soltó dejando a la vista lo que más
odiaba de sí mismo.
Dante abrió ligeramente la boca al descubrir una
marca hecha con hierro debajo del pequeño ombligo.
La reconoció enseguida, conocía esas iniciales, la
forma era inconfundible. Un famoso burdel
clandestino, tan antiguo como concurrido, marcaban

324
a sus prostitutas en alguna parte del cuerpo, eso era
de por vida, así jamás olvidarían de dónde venían.
Había descubierto el significado de esa quemadura
recientemente, un par de meses atrás, y odió esa
marca, pues vivió estúpidamente engañado por
varios años.
—Y dices que no lo eres. —le echó en cara
mirándole despectivamente. —Ya comenzaba a
creerte.
— ¡No es así! —chilló Ori tratando de explicarle,
pero Dante se levantó enfadado y le amedrentó.
—Me repugnan las putas de ese burdel como no
tienes una maldita idea.
Ori tembló tratando de retroceder cuando la
cercanía aumentó.
Dante estaba fuera de sí. Ese mocoso le había
recordado a su ex esposa, esa maldita prostituta,
jamás pensó que alguien como ella hubiese caído tan
bajo. Ella no tenía necesidad de prostituirse, y eso
era lo que más le jodió, era una cualquiera por mero
placer y le mintió al respecto. Cuando se conocieron,
ella fingió ser la mujer más linda e inocente que
podía haber. El cuento que le lanzó respecto a la
quemadura fue increíble, una tradición de su

325
manada, puras estupideces que él se tragó porque la
quería.
No iba a caer de nuevo con alguien que viniera
del mismo círculo al que esa mujer pertenecía.
Y si su instinto le estaba orillando a algo, lo
disfrutaría hasta que pasara, y no más. El celo de esa
maldita ramera le estaba llamando, ahora creía que
bien podía ser intencional, ese Omega tendría lo que
pedía y luego lo botaría a la calle cual perro que era.
Se abalanzó sobre Ori atrapándole antes de que
huyera, ya no sentía lástima ni compasión por él.
Orién trataba de detenerlo, sintió sus brazos
apresarle y las manos en su espalda le lastimaban, no
debía estar ocurriendo eso, no así. No quería.
Recordaba que Zair se lo había dicho muchas veces,
cuando tuviera otro dueño tendría que dar todo de sí
o le abandonarían. No sobreviviría en la calle, no
con esa marca en su cuerpo.
Entonces solo le quedaba cooperar, aunque no
supiera exactamente lo que le esperaba. Cerró los
ojos y mordió sus labios cuando sintió las manos de
ese Alfa colarse dentro de su pantalón. En un
movimiento brusco fue lanzado al piso y vio sus
pantalones ser arrebatados.

326
Ahora que estaba desnudo levantó la mirada para
encontrarse con la misma desnudez de parte del
Alfa, mientras una erección imponente se hacía
presente.
—Date la vuelta.
Ori obedeció, estaba tan asustado que no se
atrevió siquiera a tardarse. Dante se hincó detrás y le
levantó la cadera hasta hacerle quedar a la altura de
su viril miembro, esa estorbosa cola no le dejaba ver
y la jaló hacia arriba con demasiada fuerza que le
hizo sollozar.
Le parecía tan ridículo, si bien se veía que esa
perra estaba acostumbrada a jugar rudo. Sonrió de
lado al encontrarse el pequeño orificio anal, y debajo
una abertura rosada que casi le hacía creer que no
había sido profanado. Sabía que el chico no lo estaba
disfrutando, al menos no aún, pues Dante juraba que
en cuanto le invadiera comenzaría a gemir como la
golfa que era, una golfa idéntica a Emma.
Se preparó para entrar y comenzó a empujarse
dentro. Resultaba difícil, el chico estaba tan estrecho
que cuando logró abrirse paso sintió una particular
presión en su miembro.

327
— ¡Deténgase! —gritó Ori olvidándose de la idea
de dejarse hacer. — ¡Duele!
—Claro, seguro que no habías follado nunca con
un Alfa, maldita perra barata. —inquirió Dante
empujando con más fuerza. Algo se rompió.
Ori soltó un grito tan fuerte, seguido de más
súplicas por que sacara lo que fuera que tenía en su
interior, empezó a agitarse demasiado y su llanto le
acompañó enseguida.
—Arde mucho. —gimoteó cuando sintió la
cadera del mayor contra su trasero.
El último movimiento de Dante fue lo que detonó
todo, se fue a fondo con un brusco empujón y ahí
sintió la barrera romperse. Era indiscutible, no podía
ser otra cosa. Miró con pánico al muchachito que se
retorcía adolorido debajo de él y trató de no moverse
para no ocasionarle más daño, pero permanecer
dentro tampoco ayudaba.
¿Cómo era posible? Esa marca…
Salió de él tan rápido que le hizo gritar una vez
más, lo volteó y observó la marca, era la misma,
exactamente la misma. ¿Qué demonios significaba
eso? Tomó sus piernas y las levantó revisando su
trasero, tampoco su orificio anal había sido abierto,

328
era virgen de ambos sitios, bueno, entonces ya solo
le quedaba uno, pues Dante acababa de quitarle el
virgo del sitio más delicado para cualquier Omega.
Ori temblaba cubriéndose la cara para ocultar su
llanto, se sentía terrible.
—No más. Ya no más. —repetía casi sin aliento.
Lo había vuelto a hacer, Dante había arruinado a
otro inocente. ¿Por qué no se detuvo a averiguar
más? ¿Por qué no le creyó? Ori le había dicho
muchas veces que no se prostituía, no le costaba
nada creerle.
No tenía el valor de disculparse con el pequeño,
se sentía un completo imbécil ahora, debía alejarse
de él, debía irse cuanto antes, y eso hizo.
Tomó su ropa, se vistió, y salió pronto del
departamento sin mirar atrás. No podía ver a Orién
ahí tirado ni un segundo más.
El día fue ajetreado, lleno de juntas, clientes,
socios. Dante no daba para más cuando dieron las
siete de la tarde, pero a pesar de que ya no tenía más
trabajo pendiente, no quería volver al departamento.
Se sentía como la mierda más asquerosa de todas.

329
Fue tanta su impresión al haber comprobado lo
que no quiso creer, que apenas salió de casa ya no
quedaba rastro alguno de su excitación previa, y lo
único que había era una molesta incomodidad por no
haber terminado como esperaba.
La duda le mataba, ¿por qué ese chico tenía tal
marca y se conservaba virgen? Tenía qué
averiguarlo, y por más que buscó información en la
red no encontró nada que explicara algo así.
Tal vez debía preguntarle, de pronto quiso pensar
que no era del todo su culpa, así que se levantó
decidido a volver por respuestas.
Apenas llegó al departamento fue a su habitación
en busca de Ori, pero no estaba ahí, ni su ropa,
tampoco había rastro de lo que ocurrió esa mañana.
Salió al pasillo y fue hacia la sala, había pasado por
ahí al entrar, el chico no estaba entonces y tampoco
ahora.
¿Dónde se había metido? ¿Era posible que
decidiera irse? Bueno, tal vez, sería estúpido de su
parte quedarse en donde le dañaron de tal forma.
Sintió un vuelco en el estómago que no le agradó
para nada.

330
De pronto unos pasos lentos le hicieron voltear en
dirección al pasillo. Ahí estaba él, con su cabello
alborotado y la ropa descompuesta, esa ropa vieja y
ahora rota. Orién se detuvo al verle y se escondió
detrás de una pared asomando apenas la mitad de su
rostro.
Sus grandes ojos verdes reflejaban un temor
absoluto, sus labios entreabiertos temblaban en una
mueca rota.
—Creí que te habías marchado.
No recibió respuesta, así que caminó hacia él.
Notó que tenía el cabello húmedo, se había bañado
recientemente.
— ¿Puedes venir conmigo?
Orién negó ocultándose un poco más.
—Sé que te lastimé esta mañana, no quise
escucharte y cometí un error que te dañó. —suspiró
al entender que no había palabras que convencieran
al chico de acercarse. —Quiero hablar de eso
contigo, no es correcto lo que hice, pero debes
entender que esa marca…
—Yo nací en ese lugar. —le interrumpió Ori
desviando la mirada con tristeza. —Me marcaron

331
cuando iban a venderme.
Dante sintió aún más remordimiento, ese chico ni
siquiera tenía la culpa de llevar aquella marca tan
terrible en su cuerpo. Se repitió lo estúpido que era
por enésima vez y trató de encontrar algo qué decir
al respecto.
—Zair me golpeó cuando la vio. —Ori tragó con
fuerza recordando los peores momentos que tuvo
que vivir en su infancia, pero continuó. —Se enfadó
porque no le dijeron que me marcarían, dijo que era
un robo. Yo no sabía que era tan grave, no sabía qué
quería decir.
—Te debo una disculpa. Creí que estabas
mintiendo, me fastidió que negaras algo que supuse
obvio.
Ori encogió los hombros y asintió con timidez,
no sabía qué pensar, Zair le hacía mucho daño y
jamás se disculpó por ello, nunca nadie se arrepintió
de tratarle mal, y ese hombre lo estaba haciendo. Era
un Alfa, ¿por qué se disculpaba con un simple
Omega? ¿Acaso era una mala broma?
Aunque, aún si lo fuese, Ori no dudó en
perdonarle, y por más temor que sentía salió de su
escondite para acercarse.

332
— ¿Cómo te sientes? —preguntó Dante al verle
andar a paso lento. Notaba la palidez de Ori un tanto
más de lo normal, también el temblor constante de
su cuerpo, esos ojos irritados por haber llorado
demasiado.
—Mejor.
— ¿Mejor a comparación de qué?
—De hace un momento. —dijo el pequeño
levantando la mirada con una ligera sonrisa que
erizó la piel del mayor.
— ¿Cómo puedes sentirte mejor de un momento
a otro? ¿No te duele…?
—Mi cuerpo sigue doliendo. —admitió con
timidez. —Pero usted me pidió disculpas, y eso me
hace sentir mejor. No sabía que algo así sirviera para
curar. Mañana estaré bien, mañana…
Se tambaleó sin terminar de hablar y buscó de
donde sostenerse para no caer, pero no había nada
cerca, todo dio vueltas y sintió la calidez de aquel
alfa rodearle rápidamente.
Estaba en sus brazos. Dante le había salvado de
golpearse al caer, le abrazaba y Ori se sentía

333
protegido. Cerró los ojos y se aferró al saco del
mayor logrando estabilizarse.
Dante lo llevó hasta un sillón dejándole sin
sacudirlo demasiado, de pronto se sintió intranquilo
por verle así, notaba el sobresfuerzo que hacía Ori
tratando de ocultar su malestar.
—Pediré comida, ¿quieres algo?
Ori asintió, aunque no dijo nada al más al
respecto.
El Alfa comprendió que no le podía hacer elegir
algo, así que se sentó a su lado y ordenó en línea.
Mientras terminaba de colocar los datos de entrega
sintió un peso sobre su brazo, del sitio donde Ori
estaba, y al voltear se encontró con una mirada
tímida como si con ello pidiera permiso de
permanecer recargado en su costado.
No era una reacción normal, que de pronto se
acercara tanto como si no le hubiese hecho daño,
como si entre ellos existiera algo más que la relación
de amo y mascota.
—Tengo sueño.
—Anoche dormiste en el piso. —murmuró Dante
dejando el teléfono al finalizar el pedido. — ¿No

334
intentaste descansar en el día?
—No… ¿Puedo dormir ahora?
—Como quieras, te despertaré cuando llegue la
cena.
— ¿Va a irse? —preguntó Ori con notoria
decepción.
Dante negó y tomó el control de la TV, tras
encenderla comenzó a buscar algún canal. Pronto
sintió más el peso del Omega a su lado, se estaba
quedando dormido con una confianza inexplicable,
su respiración bajaba a un ritmo largo y suave, como
si nada malo ocurriese a su alrededor.
Mientras Orién dormía, Dante no pudo ignorar
demasiado el aroma que éste emanaba. Era
penetrante, apenas entró al departamento pudo
percibirlo, y tener al chico sobre él le hacía
impregnarse de éste, pero extrañamente había dejado
de ser molesto, incluso le parecía de alguna manera
reconfortante. No le había gustado la simple idea de
que Ori hubiese escapado.
Eros estaba molesto, todo el día había tenido que
soportar a las personas del circo que preguntaban
por Ori, no podía responder nada que no fuera lo que
Zair mencionó antes de marcharse, aunque algo le

335
decía que cometió un error en no exigirle que le
permitiera hablar con Orién.
Aquel día lo olvidó por completo y ahora ya era
demasiado tarde, no había rastro alguno de ese Beta
irresponsable, mucho menos de Ori.
Después de la función volvió a su tienda, donde
Yune le había esperado.
— ¿Cómo te fue? —preguntó el chico al notarle
demasiado serio.
—Bien, las funciones han sido un éxito en esta
ciudad.
—Te ves cansado.
—Fue un día agotador.
—Eros, ¿hay algo que te preocupe?
El Alfa se detuvo un momento para mirar a Yune,
el chico realmente se interesaba en lo que le sucedía.
Era su naturaleza tal vez, pues recordaba que había
sido tan cariñoso con Dante cuando éste lo cuidaba
de verdad. Sonrió un poco y se acercó hasta sentarse
a su lado, ahora Yune podría ser suyo, y sin embargo
no se atrevía a intentar tocarlo como su cuerpo lo
pedía.

336
— ¿Recuerdas a un Omega canino que andaba
por aquí? —comentó tratando de regresar al tema
inicial. Yune asintió. —Bueno, su dueño no le
trataba muy bien, y se lo ha llevado hace unos días,
ahora todos me cuestionan el por qué lo permití.
—Entiendo, pero ¿podías hacer algo? Es decir, no
era tu responsabilidad.
Eros desvió la mirada. No quería decirlo, pero sí
que habría podido evitarlo, Zair le ofreció a Ori
muchas veces, con solo pagarle éste hubiese
desaparecido dejando en paz al muchacho. Pero
nunca quiso esa responsabilidad en su vida, y se
sentía tan egoísta.
Ahora con Yune a su lado no le molestaba la
responsabilidad, claro, pero Ori no le atraía de
ninguna forma como lo hacía Yune, y ahora
reconocía que esa fue la razón por la cual no le
liberó del yugo de Zair.
Sí, defendía a ese indefenso Omega cuando veía
malos tratos de parte del Beta, pero jamás se detuvo
a pensar que eso podía afectar más a Orién, cuando
él no estuviese para evitar los abusos.
—Yo…, yo tampoco era tu responsabilidad. —
susurró Yune analizando un poco sus propias

337
palabras. — ¿Por qué no hiciste nada por él y por mí
sí?
—Son casos completamente diferentes.
—No lo son.
— ¡Claro que sí! Zair jamás abusó sexualmente
de Ori.
— ¿Lo hubieras ayudado de ser así? —cuestionó
el menor.
Una pausa se hizo presente. Tras pensarlo, Eros
negó con la cabeza sin atreverse a mirarle, porque
sabía que acababa de demostrar algo más que la
indiferencia hacia el otro Omega.
Yune no sabía qué decir, por un lado, le
molestaba que Eros admitiera su desinterés hacia un
problema muy similar al que él vivió con Dante,
pero, por otra parte, reconoció la diferencia marcada
y el interés de por medio.
—Espero que lo entiendas, su aroma era
sofocante, aún si Zair le hubiese hecho lo que Dante
te hizo a ti, yo no lo resguardaría. Podría ayudarle de
alguna otra forma, pero no directamente. —explicó
el Alfa.

338
—Eros, ¿por qué conmigo es distinto? Te
arriesgaste incluso a que Dante ejerciera sus
derechos sobre mí, pudo meterte a la cárcel. ¿Me
salvaste realmente porque me encontraste en
aquellas condiciones? ¿O hay algo más?
—En primera instancia, lo hice por lo que has
dicho. Pero no te he mentido nunca, desde que te
conocí quise tenerte, y eso lo sabes bien.
—Yo no…
—Espera. Antes de que digas algo, tienes que
escucharme. —pidió Eros volteando de nuevo a
verle, notando la decepción y cierta desconfianza en
la mirada de Yune. —No te voy a pedir nada a
cambio de lo que hice por ti, No es que no siga
deseándolo, pero ya no es lo mismo; cuando estabas
con Dante las cosas eran completamente diferentes,
tú no estabas herido, ni despertabas en las noches
por pesadillas que involucraban violaciones. No
quiero que te acuestes conmigo si tanto te molesta
siquiera pensarlo.
—No puedo creer que te esté importando más yo
que estas personas. Son tu familia, tú debes
cuidarlos, eres lo único que tienen, y te importó tan
poco lo que ese chico vivía. ¿Sabes al menos si se
encuentra bien?

339
—No, ni siquiera lo vi el día que se marcharon.
Yune le miró enfadado y se levantó. No volteó ni
un poco mientras se dirigía al camper.
Eros sabía que la había cagado completamente. Y,
sin embargo, decirle tan directamente las cosas, le
quitaba una carga de encima.
Tal vez las cosas cambiarían, solo quedaba
esperar a ver qué sucedería después. Y reconoció
que Yune lo había tomado mejor de lo que podía
imaginar.
[Y՛:

340
Capítulo 14

— ¿Sigues molesto? —cuestionó Eros dejando el


desayuno de Yune sobre su cama. El menor se
incorporó lo suficiente para sentarse y le miró con
seriedad. —Oye, yo no quise mentirte, pero de saber
que te enfadarías por decirte la verdad habría
pensado mejor antes de hablar.
—Eso me molestaría más.
— ¿Quiere decir que no tiene caso intentar
disculparme?
—No tengo nada qué perdonar. Al final del día
son tus decisiones.
—Yune, no dejaré que la situación de Orién se
quede así. Si en una semana no sé nada de Zair
entonces me encargaré de averiguar dónde se
encuentran. Y antes de que digas algo, no lo hago
porque estés molesto por ello, es porque creo que
tienes razón, pensé de forma egoísta y puede que Ori
necesitara de mí. Lo que dijiste ayer, las personas
del circo son como una familia para mí, no debo
darles la espalda.

341
Yune asintió, una suave sonrisa se dibujó en sus
labios al saber que Eros no se quedaría de brazos
cruzados, sabía que ese era un buen tipo, solo que a
veces podía actuar sin pensar en las consecuencias.
Dante no era así, él actuaba a costa de saber los
resultados de sus acciones, se daba el lujo de
cometer errores graves de forma consiente.
— ¿Eso quiere decir que nos quedaremos más
tiempo en la ciudad?
—Sí, hablaré con los demás para avisarles. —
respondió Eros dando la media vuelta para salir del
cuarto.
—Oye, ¿ya has desayunado?
Se volvió hacia el chico y negó al instante.
— ¿Por qué no vamos a desayunar con todos? —
propuso Yune. —Quiero conocerlos, si vivo aquí,
ellos también pueden ser mi familia. Y creo que no
debería pasar todo el tiempo sin hacer nada, así que
quiero ofrecerles mi ayuda a todos.
— ¿Estás seguro? Hace poco no querías ni salir
del camper.
—Estoy seguro. Ya no quiero estar aislado. —
murmuró bajando la mirada, recordando que antes

342
de que todo se arruinara en su vida, solía salir,
conocer a otras personas, así había hecho amigos,
sobre todo Omegas. Pero desde que Dante cambió,
no volvió a poner un pie fuera de casa, y era de las
cosas que más extrañaba hacer.
—Si es así, entonces vamos.
Yune se emocionó y salió de la cama, Eros no
pudo evitar reír al notar que el chico ya se había
preparado con anticipación para salir.
—Pero qué rápido.
—Sabía que no te ibas a negar. —dijo Yune
sonriéndole a cambio y fue hasta él abrazándole en
agradecimiento. —Ya no estoy enfadado. Eres una
buena persona, yo no debí ponerme así anoche y…
—No, estabas en todo tu derecho.
No dijeron más, tras cortar el abrazo salieron del
camper y caminaron junto. No podían quedarse
solos más tiempo, Eros había sentido su cuerpo
erizarse apenas tuvo ese contacto tan cercano con el
cuerpo del menor; y aunque Yune no dijera nada,
pudo sentir algo muy parecido que trató de ignorar.
Las cosas eran más claras de lo que creían, pero aún
no era tiempo.

343
Dante despertó al sonar la alarma, era común
amanecer con la típica erección matutina, pero
apenas apagó el despertador, sintió que lo que tenía
entre las piernas no era lo de siempre. Se sentó
observando el bulto dentro del pans que llevaba
puesto, comenzaba a incomodarle la prisión de la
prenda.
No tenía ningún problema con eso, podía
solucionarlo solo, el verdadero conflicto era que no
deseaba hacerlo así. Pensó de inmediato en Ori y
sacudió la cabeza maldiciéndose por idiota, ¿cómo
se le podía ocurrir? Después de haberlo lastimado la
mañana anterior no podía siquiera sugerirle que se
encargara de eso.
Lo pensó un momento, tal vez sí podía. Orién era
obediente, tampoco se la metería, podía solucionarlo
con sus manos, o incluso su boca, eso sería
suficiente.
Entonces se dispuso a buscarlo.
La noche anterior, después de cenar, le asignó un
dormitorio propio y le explicó que podía dormir ahí,
que no tenía que quedarse en el suelo. La habitación
más alejada de la suya, ahora Dante pensaba que
había sido mala idea mandarle tan lejos. Al entrar le

344
encontró profundamente dormido, se acercó lo
suficiente y lo probó moviéndole un poco.
No sabía si debía despertarlo, el chico necesitaba
descansar, ni siquiera lograba sentarse sin mostrar
una expresión de dolor que varias veces trató de
disimular.
Pero la idea de ir solo al baño, y masturbarse
hasta terminar, no le satisfacía.
Además, entrar a esa habitación impregnada con
ese aroma tan fuerte, le hacía endurecer más. ¿Por
qué olía así de bien? Era tan atrayente…, la
respuesta se le vino a la mente, había escuchado algo
así, pero, no podía ser cierto.
Olfateó un poco y arrugó la nariz, era demasiado
para sus sentidos, y para las ganas de follar que se
cargaba en ese momento. Se sentó en la cama y le
destapó lanzando lejos las cobijas, era la misma ropa
del día anterior, la que le arrancó por la fuerza, y era
demasiado vieja y no tenía ninguna otra cosa que
ponerse. Tal vez podía comprarle algunas prendas,
pero eso sería después.
Vio al menor moverse un poco, parecía buscar la
cobija con su mano, al no encontrarla, Ori abrió los
ojos un poco para descubrir lo que sucedía.

345
¿Por qué Dante estaba sentado a su lado? ¿Por
qué además le miraba de esa forma tan extraña? Su
cuerpo se estremeció recordando lo que pasó el día
anterior. Pero, le había pedido disculpas, no se
repetiría algo así, ¿verdad?
— ¿Ocurre algo? —preguntó aún adormilado.
—Orién, necesito que me hagas un favor.
— ¿Qué es?
—Levántate. —pidió Dante.
Ori le miró extrañado, tallándose los ojos con una
mano se incorporó despacio hasta salir de la cama, al
pararse frente al Alfa no pudo evitar notar el
miembro que se marcaba debajo de su pantalón.
Dante se levantó y no reparó en nada al quitárselo,
dejando descubierta su erección.
—Ya lo viste, ¿sabes lo que tienes qué hacer?
—No. No quiero. —murmuró el Omega
retrocediendo un par de pasos. —Eso duele, duele
mucho.
—No te voy a obligar como ocurrió antes. Hay
formas de arreglar esto, ven aquí.

346
El chico dudó un momento, no sabía si debía
creerle, pero él era su dueño. Aún si mentía, debía
obedecer. Ladeó el rostro para no tener que verle y
se acercó. Las manos del mayor le atraparon
obligándole a hacerlo de prisa, chocando contra su
cuerpo y sintiendo contra sí aquel falo caliente, era
grande, entonces creía comprender por qué le había
dolido tanto tenerle dentro.
Dante lo empujó un poco y tomó sus manos
dirigiéndolas a su virilidad.
—Tómalo.
Ori lo hizo, titubeando le apresó y sintió cómo
Dante comenzaba un ritmo en el que le hacía
acariciarlo de arriba abajo. Las manos de Dante
cubrían completamente las suyas, eso no era tan
malo, si se trataba de solo tocarlo no saldría herido.
— ¿Crees poder hacerlo solo?
—Sí… —respondió Ori levantando la mirada de
nuevo.
Se sintió más confiado cuando Dante se sentó en
la cama. Entonces Ori se hincó frente a él y sin una
orden previa volvió a tomar entre sus manos aquel
asunto. No sabía muy bien qué hacer, así que
mantuvo el mismo ritmo que Dante le mostró. Podía

347
distinguir el placer en la mordaz mirada del Alfa, y
se sentía útil, sabía que ese hombre lo disfrutaba, y
lo mejor de todo era que no le hacía daño.
Pero el mayor necesitaba más, así no llegaría
nunca. No se quejaba, sabía que Orién hacía lo que
podía, pero no era suficiente.
—Mételo en tu boca.
— ¿Qué? —cuestionó el chico mirándole
confundido, luego devolvió la vista hacia el falo y
tragó saliva. —No puedo, es muy grande.
Dante sonrió con prepotencia, escuchar eso
aumentaba el ego de cualquier hombre, pero no le
servía para venirse más rápido. Entonces estiró la
mano hasta acariciar la cabeza de Ori, jugueteando
un poco con sus orejas hasta hacerle estremecer.
—Anda, intenta hacerlo. Haz lo que puedas, solo
trata de no usar los dientes.
Ori le miró embobado, asintió y se propuso hacer
todo lo posible por complacerlo. Nadie le había
acariciado de esa forma nunca, nadie había tocado
sus orejitas con tanta suavidad. Se inclinó lo
suficiente y abrió sus rosados labios para poner un
beso suave en la punta del miembro que sus manos
sostenían.

348
Escuchó a Dante jadear y le emocionó haber
logrado algo así, podía sentir la energía del Alfa
cargada del placer que sentía, así que intentó algo
más, abriendo la boca lo suficiente adentró el glande
y lo aprisionó con sus labios. Mientras su lengua aún
podía moverse dentro, comenzó a acariciar la
pequeña abertura, algo con un sabor extraño estaba
saliendo, pero no le desagradaba.
Por su parte, Dante se inclinó un poco hacia atrás
disfrutando la ocasión. Los inexpertos movimientos
de Ori no solo le producían placer, sino también
morbo, pues era claro que tampoco había practicado
sexo oral a nadie, era tan pequeño e inocente. Volvió
a acariciarlo en recompensa a su buen trabajo,
impulsándole un poco a que lo tragara un poco más,
y Ori no se negó, por más esfuerzo que tuviese que
hacer para meterle más.
La mitad era demasiado, un poco más y Ori
comenzó a ahogarse, pero Dante sabía que pronto
llegaría al final, tomando firmemente el cabello del
chico le insistió que continuara, hasta que lo vio
demasiado rojo por la falta de aire, apenas pensé en
soltarlo y dejar que respirara cuando sintió la lengua
de Ori moverse desesperada por sacarlo, eso fue
todo.

349
Se corrió dentro de esa exquisita boca y lo soltó
permitiéndole separarse. Orién tosía tratando de
respirar, sentía aún algo en su garganta, un extraño y
viscoso líquido que también había bañado su boca y
se resbalaba junto con su saliva en la comisura de
sus labios. Se limpió con el dorso de la mano y
levantó la mirada para ver qué sucedía,
preguntándose si había hecho algo mal por la forma
en que Dante le soltó.
Pero no parecía ser así, el Alfa tomaba su propia
virilidad haciendo los últimos movimientos mientras
su erección bajaba, y su mirada no mostraba enfado
alguno. Al darse cuenta que Ori le observaba, Dante
le sonrió y se levantó pasando a su lado, le regaló un
par de palmadas en la cabeza y continuó caminando
sin preocuparse por el pantalón que dejó por ahí.
Orién se levantó de prisa, recogió el pantalón y
siguió al hombre hasta su habitación. Sin decir nada
entró, Dante estaba a punto de meterse al baño
cuando vio al chico dentro de su dormitorio.
—Lo has hecho muy bien, ¿por qué no vas a
dormir?
— ¿Va a irse todo el día? —preguntó Ori
mostrándose consternado.

350
—Sí. Volveré en la noche. ¿Por?
—Es que…
— ¿Qué hiciste ayer cuando me fui? —quiso
saber el Alfa, pues era algo que le intrigó y no lo
había averiguado.
Ori se encogió de hombros apenado, no quería
decirle, al menos no todo.
—Me bañé…
— ¿Y qué más? Eso lo hiciste poco antes de que
yo llegara, recuerdo haberte encontrado con el
cabello aún húmedo.
—Es que pasé tiempo en la tina. —se excusó.
— ¿Solo hiciste eso? No te creo. —soltó Dante
mirándole con seriedad. Ori no pudo evitar contarle
el resto.
—Cuando usted se fue, yo limpié esta habitación.
—admitió avergonzado tratando de evitar su mirada.
—En el piso había sangre, creí que se enfadaría si no
lo limpiaba, pero cuando me levanté no me di cuenta
que aún sangraba y al ir por las cosas para limpiar
ensucié todo el pasillo. Lo limpié también.

351
Dante se quedó callado un momento, no sabía
que le dejó tan mal, al punto de sangrar de ese
modo.
—No se preocupe. —dijo Ori tratando de sonreír.
—Lo arreglé, ya no ensuciaré nada.
—Debí dejar que siguieras durmiendo hace un
momento. No tenía idea del trabajo que hiciste,
debes sentirte agotado.
Ori negó y le entregó su pantalón. Cuando Dante
lo tomó se dispuso a irse.
— ¿Después de que te bañaste dejaste de
sangrar? —preguntó Dante evitando que siguiera su
camino.
Orién volteó de inmediato y negó. Esa no era una
buena noticia.
— ¿Y cómo sigues?
—No lo sé. —murmuró el chico. —Usé papel,
me puse suficiente para no ensuciar mi ropa.
—Ven aquí. —ordenó Dante arrestándolo del
brazo, lo hizo entrar al baño y le quitó el pantalón
junto con su ropa interior.

352
Un montón de papel envuelto empapado de
sangre era el resultado, debió haber dormido tan
incómodo con eso, y ni siquiera parecía preocupado.
— ¿Por qué no me lo dijiste?
— ¿Debía hacerlo? Creí que era normal. —
susurró apenado mirando el papel en el piso. —Por
lo que usted me hizo, pensé que era normal, que me
curaría pronto. ¿Estoy enfermo? ¿Me ocurre algo
malo?
—No, no es tan grave. —dijo Dante para
tranquilizar al pequeño, pues tampoco era necesario
asustarle. Debía llevarlo a revisión, pues tampoco él
sabía mucho de la gravedad del asunto.
Recordó que con Yune había pasado algo similar,
pero, la primera vez recordaba que solo sangró
durante el acto, y no más. No era bueno
compararlos, y menos por semejantes situaciones,
sin embargo, en ese momento le ayudaba a saber que
no era algo normal. Había pasado todo un día y Ori
aún tenía esa hemorragia.
—Ve a bañarte, iremos al hospital.
— ¿A un hospital? —cuestionó asustado. El
cambio en su expresión fue drástico.

353
— ¿Le temes a los hospitales?
— ¿Por qué va a llevarme a uno?
—Porque necesito que te revise un médico.
—No me gustan esos lugares. No quiero ir.
—Orién, no está a discusión. Me parece muy
infantil de tu parte que te pongas así. ¿Qué te pasa?
—Los doctores son malos conmigo. —dijo con
tristeza. Dante no comprendía a qué se refería, así
que esperó a que se explicara. —Me hacen enfermar.
— ¿Cómo que te hacen enfermar?
—Me inyectan cosas, y me hacen sentir mal. Zair
me llevaba a un hospital, me ataban a las camillas y
me ponían cosas aquí. —señaló su muñeca, en ella
tenía una cicatriz bastante pequeña, pero visible.
— ¿Por qué te llevaba? —cuestionó Dante
comenzando a darse una idea de lo que Ori le
contaba, no quería sacar conclusiones, pero ya
empezaba a comprender.
—Porque le pagaban. Los medicamentos me
hacían daño muchas veces y me regañaban por todo,
decían que no servía para hacer las pruebas que
necesitaban y que por eso me sentía mal.

354
Laboratorios de pruebas, Dante lo entendió de
inmediato. Sitios así buscaban a personas que
quisieran ganar algo de dinero, les hacían consumir
determinados medicamentos que sacarían al
mercado, pero había cierto riesgo, algunas personas
solían presentar efectos secundarios.
Ahora estaba más que claro, el antiguo dueño de
ese Omega había tratado de ganar dinero a su costa,
manteniéndolo virgen únicamente para venderlo
cuando le fuese posible y, que aquello, no
representara un impedimento en cualquier
negociación con muchos ceros de por medio.
—El sitio al que iremos no es así. —le explicó
con pesar, pues entendía que la vida de Ori había
sido terrible. Sólo el pequeño sabía cuántas cosas
tuvo que soportar en manos de Zair. —Es un
hospital de primera, te atenderán bien, harán que
dejes de sangrar.
— ¿También me quitarán el dolor? —preguntó
Ori comenzando a creerle.
—Sí. Y estarás solo unos minutos, volveremos
después de que te revisen. Solo será una revisión,
¿entiendes?

355
Ori asintió. Volvió a ponerse la ropa como debía
ser, tirando el papel a la basura. Y se marchó para
bañarse tal como Dante se lo pidió.
Era tremendamente tierno, Dante no pudo evitar
pensarlo mientras se metía bajo la regadera. Ese
chico debía ser demasiado optimista para poder
sonreír aún con la vida que llevó, y más aún, para
confiar en alguien que abusó de él un día antes. No
lo merecía, Dante era consciente de que ese
muchachito era demasiado bueno para él, pero
después de todo, era suyo, y la atracción que sentía
hacia Ori estaba más que clara.
Sí, era verdad que por Yune sintió también el
deseo sexual que le llevó a tomarlo, pero era
completamente diferente, era un deseo ciego que no
medía la situación. No sabía en qué momento fue
exactamente, que, aunque el cuerpo de Yune llegó a
excitarle, no era nada particular, no había algo que le
hiciera pensar únicamente en él como lo único que
necesitaba. Era un blanco fácil para desahogar su
lívido, sin embargo, solo era eso. Por más duro que
resultaba, podía comprender ahora que, si se
obsesionó con Yune de la forma en que lo hizo, fue
únicamente por tener una presa a la qué doblegar
para desquitar la ira de sus problemas maritales.

356
Y aunque acababa de conocer a Ori, las cosas
estaban cambiando deprisa. No era solo su mascota
nueva, era el deseo que le provocaba. Quería llevarlo
a su cama y follarlo hasta no poder más, pero no
solo eso, ansiaba verlo disfrutar, se moría de ganas
por escucharlo gemir de placer.
La atracción era tan fuerte, tan imponente, que
superaba con creces lo que sintió por Emma en sus
buenos tiempos, y tampoco era semejante a lo que
sintió por Yune antes de convertirse en su verdugo.
Un sentimiento estaba formándose y no sabía cómo
describirlo. ¿Qué podía ser?
Pensó que se volvería loco si seguía pensando en
eso, así que dejó aquel tema de lado para continuar
lo que tenía qué hacer. Esperaría a que el tiempo le
diera las respuestas. Por otro lado, aún tenía cosas
qué resolver, y entre ellas estaba lo ocurrido con
Yune.
No podía olvidarlo solo porque su vida ahora
parecía tener otro camino por delante. Yune había
sido su pequeño, y recordar la manera en que lo
destruyó le causaba una ira inmensa consigo mismo,
no solo por haber arruinado la buena relación que
tenían, sino por haber matado a una criatura
completamente inocente, que, a fin de cuentas, era

357
suya, su propio hijo. Jamás se borraría de su
memoria aquel día en que Yune dio a luz, lo
impactante que fue verle llorar y aferrarse al
pequeño que no tenía salvación.
Yune jamás le perdonaría, sin embargo, debía
disculparse de rodillas aún si el chico le miraba con
el odio que bien merecido se tenía.
Aunque no sería en ese momento, sabía que Yune
no quería verle ni en pintura, y lo entendía
completamente. Confiaba en que Eros cuidaría de él
como era debido. Por más mala que fuese su
relación de hermanos, aquel tipo era un hombre
justo, no dañaría a alguien como Yune, Eros no
cometería los mismos errores que él cometió.
Orién y Dante llegaron al hospital. El muchacho
seguía algo nervioso, así que cuando tuvo que entrar
al consultorio, Dante se ofreció a ir con él. Resultaba
increíble la confianza que el pequeño le brindaba,
asintiendo de inmediato a tenerle cerca cuando
estaba asustado.
La doctora que recibió a Ori comenzó haciendo
preguntas básicas al paciente.
— ¿Qué edad tienes?

358
—Quince. Pronto cumpliré dieciséis. —respondió
Ori. Desde que entró se sintió con más confianza al
ver el amable trato de la mujer.
—Ya veo, me han reportado que vienes por una
hemorragia en tus genitales. ¿Has tenido sexo
recientemente? —preguntó, siendo consiente que
muchos Omegas comenzaban una vida sexual
incluso siendo más jóvenes.
Orién bajó la mirada sin saber qué responder, si
decía la verdad, esa mujer podía mal interpretarlo,
no quería decir lo que Dante le había hecho, además,
él podía enfadarse.
—Sí. —respondió Dante secamente.
— ¿Hace cuánto fue? —preguntó ella mirando al
Omega. Esperaba respuestas de su parte, no del tipo
que le había llevado.
—Ayer.
—Ya veo. —anotó algo y continuó con cierto
enfado, pues de nuevo respondía el Alfa. —Orién,
¿cuando tienes relaciones te genera alguna molestia?
—Solo lo ha hecho una vez.
— ¿Usted es su pareja? —cortó de tajo cansada
de que cada cosa que preguntaba la respondía el

359
mayor.
—Sí, se puede decir que sí.
Ori miró a Dante sorprendido, luego a la doctora
que fruncía el ceño con desagrado.
—Conozco a los tipos como usted, si ha abusado
de él no dejaré el caso sin avisar a las autoridades en
pro a los derechos…
—Cierre la boca.
— ¡Él no ha hecho eso! —exclamó Ori
deteniendo la discusión que parecía a punto de
comenzar. Incluso Dante se le quedó viendo
sorprendido.
— ¿Estás seguro? —le preguntó la mujer.
—Sí, él no sabía que yo no había hecho eso antes.
No se lo dije, no es su culpa.
—Orién… —murmuró Dante sin saber por qué el
chico había inventado eso.
— ¿Puedo revisarte?
—Anda, deja que lo haga. —le dijo el Alfa
viendo que Ori parecía dudar.

360
El menor se levantó, fue dirigido detrás de una
cortina, donde la doctora le dio una bata y le pidió
que se quitara únicamente las prendas inferiores.
En unos minutos la mujer terminó. Volvió a su
escritorio, hizo más preguntas referentes al tema,
pero por más que lo intentó, Ori no admitió que
había sido violado. Eran claras las señales físicas, las
paredes internas de su útero estaban realmente
lastimadas, pero el chico no parecía amedrentado
por aquel Alfa, ni siquiera lucía asustado cuando se
le acercaba. No pudo hacer más, si el chico se
negaba a reconocerlo quizá ella estaba en un error,
así que anotó algunos cuidados y medicinas para que
no se infectara, el sangrado ya no era tan grave
como debió serlo en un inicio.
—Si vuelves a hacerlo, tienes que tener mucho
cuidado, trata de esperar al menos una semana. —le
dijo al muchacho mientras le daba la receta.
Eso fue todo, el Omega se marchó junto con
aquel tipo.
Apenas salieron del hospital, Dante posó su mano
sobre el hombro de Ori.
—Lo has hecho muy bien. Pero, ¿por qué no
dijiste lo que realmente pasó? —quiso saber.

361
—Ella le miraba como si fuera su culpa.
—En realidad lo es, y lo sabes.
El chico no dijo nada más, simplemente no había
querido delatarlo. No por miedo, sino que la
disculpa que Dante le ofreció había sido suficiente
para creer que no se repetiría, y esa mañana lo
confirmó. Dante no volvió a lastimarlo. Tal vez era
demasiado confiado, pero ese hombre era diferente a
otros.
La idea de pertenecerle a Eros siempre le hizo
ilusionarse con que su vida mejoraría, sin embargo,
era claro que aquel Alfa no iba a comprarle nunca,
mucho menos cuando comenzó a fastidiarse de
aquel aroma del que tanto se quejaba, mientras que a
Dante ya no parecía molestarle.
Eros se apareció en el comedor que se había
montado para todos los del circo, y que le vieran en
compañía de Yune solo hizo le se le quedaran viendo
sorprendidos.
—Qué bueno que la mayoría ya están aquí. —
dijo al fin. —Quiero que conozcan a Yune, él ha
estado viajando con nosotros, aunque no todos le
conocen.

362
—Pero qué lindo eres. —dijo una chica
poniéndose de pie. —Mira nada más ese cabello,
¿quieres que te lo corte un poco? Puedo hacer
maravillas.
Yune asintió sonriendo algo nervioso, de pronto
estaba rodeado de chicas y jóvenes, los mayores
mantuvieron su distancia, pero no por ello estaban
menos interesados en conocerle. No había nada de
incómodo entre ellos, eran amables, y no dejaban de
hacerle preguntas que ni siquiera tenía tiempo de
contestar.
Eros no dejaba de asombrarse por la sonrisa
tímida que mostraba Yune, parecía agradarle volver
a hablar con más personas, y eso era bueno.
—Vaya, no creí que lo traerías tan pronto con
nosotros. —mencionó la Delta que se paraba a su
lado observando lo mismo que él. — ¿Ya están
saliendo?
—No, y más te vale no mencionar nada de lo que
pasó el otro día, mucho menos decirle algo sobre lo
que hablamos.
—Ah, eso es injusto.
—Brandy, eres la más sensata de todas las
mujeres que trabajan aquí, no me orilles a pensar

363
que me equivoqué al creerlo.
—No te preocupes, no molestaré al chico, ni te
delataré. Pero si no actúas pronto, puede que él se
fije en alguien más. —advirtió desviando la mirada
hacia el resto de Alfas que se encontraban ahí. —Lo
tienes fácil, el chico te mira de esa forma boba que
tienen en particular los jovencitos soñadores, pero
sabes bien que cualquiera de esos tipos es casi tan
bueno como tú para seducir a su presa, que no te
sorprenda si te roban a tu gatito.
Eros se disgustó notoriamente por las palabras de
la mujer, pero sabía que ella tenía razón, ahora que
Yune había decidido salir y pensaba ayudar en el
circo, era muy probable que tuviera contacto
continuo con aquellos Alfas, y si bien, era sus
amigos, eso no quitaba el hecho de que Yune no le
pertenecía de ninguna forma.
—Yo me llamo Cindy, y ella es mi hermana,
Camil. —dijo la chica logrando al fin abrirse paso
para presentarse ante el jovencito. —No sabes, nos
moríamos de curiosidad por conocerte. Llevas tanto
tiempo aquí y no habías hablado con nadie.
—Seguramente Eros no te dejaba salir del
camper. —mencionó Camil con un tono sugerente
que Yune no supo comprender.

364
—Chicos, aléjense un poco de él, terminarán
sofocándolo. —intervino Brandy, que había ido de
inmediato al ver a las gemelas cerca. Apartó a todos,
hasta detenerse frente a Yune y le sonrió con
amabilidad. —Había escuchado de ti, pero no tenía
el placer de conocerte.
—Hola. —murmuró el chico sin saber qué más
decir, miró alrededor y se topó con la mirada de
Eros, él asintió como diciendo que todo estaba bien.
Entonces Yune recobró algo de confianza y sonrió a
la hermosa mujer.
—Yo soy Brandy, y estoy para servirte. Siempre
que necesites algo puedes buscarme, mi camper es el
rojo de allá. —señaló ella.
—Muchas gracias. Yo…, yo también quiero
servirles. —hizo una leve reverencia y Brandy no
pudo evitar reír.
—Basta, no seas tan formal. Hace un momento
hablaba con Eros, él me dijo que quieres ayudarnos
con lo que se tiene que hacer en el circo, ¿es cierto?
—Sí. No sé hacer mucho, pero aprenderé.
—Entiendo, no te preocupes, yo me encargaré de
darte algunas tareas.

365
— ¿Enserio? —preguntó Yune realmente
emocionado.
Así sería, Eros le había encargado a Brandy que
mantuviera a Yune ocupado y lejos de los otros
Alfas, mientras no resolviese su situación con el
Omega, no permitiría que nadie le pusiera los ojos
encima.
NOTA: 
Hola personitas que siguen esta historia. Algunos
quizá me conozcan e incluso estén en el grupo de
face donde subí mis historias después de que
wattpad me eliminó la cuenta y todo lo que había en
ella. 
Muchos sabrán del proyecto que he estado
llevando a cabo. La publicación del libro “¿Cómo
llegamos a esto?”. Es la primer novela yaoi que
escribí y verla en físico ha sido maravilloso ♥
Quería contarles a quienes no lo sabían, para así
hacerlos también parte de esto que me causa tanta
emoción n_n
La otra razón de esta nota es invitarlos a entrar
en el grupo de facebook donde encontrarán tanto
esa novela, como otras que tampoco puedo subir
aquí n_n y disfruten sin perderse de nada, pues no

366
sé si en algún momento esta cuenta volverá a ser
denunciada y posiblemente batallarán para
volverme a encontrar. Entonces, les dejo el link aquí
abajo ;) o pueden encontrarlo como LAD_SAM
https://www.facebook.com/groups/250584371939
277/

367
Capítulo 15

Lo primero que hizo Dante después de salir del


hospital, fue conseguir la medicina para Orién, le dio
un par de analgésicos como decían las indicaciones
antes de seguir su camino. Pero aún no lo llevaría a
casa, tenía algunas cosas qué hacer antes.
Unos minutos después se encontraba
estacionándose. Finalmente apagó el coche.
— ¿Qué es este lugar? —preguntó Ori con
curiosidad.
—Un estacionamiento.
—Sí, pero, ¿de qué? ¿A dónde vamos?
—Estaba pensando que no hay despensa, tengo
que comprarte algunas cosas para que puedas
quedarte solo en mi ausencia sin necesidad de pedir
comida a domicilio.
—No lo haría, no sé usar los teléfonos. —dijo Ori
sonriendo como si le causara gracia.
—Eso no es bueno, puede haber una emergencia
donde necesites usarlo.

368
La sonrisa del chico se borró y Dante suspiró
decepcionado, no era lo que quería, pero si pasaba
por alto ese detalle el chico podría sufrir algún
accidente y nadie iría a ayudarle en dado caso.
—No te preocupes, te enseñaré cómo llamar
cuando lleguemos a casa.
Se bajó y Orién le siguió de inmediato.
El Omega iba cabizbajo, como si hubiese
cometido algún error, pues creía que así era.
Al entrar al centro comercial, Orién olvidó todo y
miró sorprendido el lugar. Nunca había ido a un sitio
tan grande y elegante, era maravilloso. No perdió
detalle alguno, había tantas tiendas de toda clase de
cosas. Siguió junto a Dante hasta que llegaron a una
entrada con cajeros cubriendo al menos la mitad,
pasaron y el Alfa jaló un carro metálico que Ori
reconoció, había visto de esos cuando viajaba en el
circo, los veía en aquellas plazas comerciales por
donde pasaban.
— ¿Puedo llevarlo? —pidió con timidez. Dante
asintió y permitió que lo tomara.
—No te atrases mucho, debemos comprar de
prisa porque tengo que ir a trabajar después.

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Orién le siguió mientras jugaba con el carrito,
había visto a niños subirse en esas cosas, se veía
divertido, y lo era. Veía como Dante tomaba algunas
cosas y las dejaba dentro, pronto eran demasiadas.
De pronto Dante se detuvo y frenó a Ori antes de
que chocara con él, le miró serio un momento, pero
no pudo mantenerse de ese modo al ver la cola del
chico moviéndose de prisa a causa de su felicidad.
¿Cómo podía hacer que algo tan infantil y tonto
pareciera de pronto demasiado sexy? Verle con el
trasero levantado solo le hacía pensar que ese carrito
podía tener un uso mejor. La decepción al verle bajar
le hizo maldecirse.
— ¿Por qué no vas delante de mí? Si sigues así
chocarás conmigo y es molesto ir cuidándome la
espalda.
Ori comprendió y pasó por su lado para
adelantarse, se mantendría al tanto de que Dante no
se fuese por otro lado, pero no perdería la
oportunidad de seguir jugando.
Por su parte, el Alfa sonrió satisfecho al verle
desde el nuevo ángulo. Orién no dejaba de
contonearse mientras trataba de mantener el
equilibro, bajaba y volvía a subirse de inmediato, su

370
cola seguía moviéndose de prisa y eso solo incitaba
más a Dante.
Ya había encontrado todo lo necesario, pero no
quería marcharse aún, no si tenía ese pequeño
espectáculo para él solo.
De pronto se sentía acalorado, la excitación se
hacía presente, y vio la oportunidad cuando el chico
se estrelló con algo. Había tomado tanto vuelo que
cuando chochó se fue de frente y casi termina dentro
del carro. Dante se acercó para ayudarle y
aprovechar la situación, tomando a Ori de la cintura
lo jaló hacia atrás, restregándole sin reparo el bulto
dentro de sus pantalones.
— ¿Estás bien? —preguntó fingiendo que no
había sido su intención semejante contacto.
—S…, sí.
— ¿Seguro? ¿No te has hecho daño?
Ori negó de prisa tratando de alcanzar el piso con
los pies, pero estaba preso entre el carro y el cuerpo
de Dante. Se movió un poco logrando que le soltara
y volteó sonriendo avergonzado, no quería decir
nada respecto a lo que sintió contra su trasero, creía
que él no lo había hecho con esa intención, así que
no le tomó más importancia de la que creyó debida y

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agradeció jalando nuevamente el carrito, solo que
esta vez no se subió más.
Lo cierto era que el accidente le había asustado lo
suficiente, como para no hacerlo de nuevo, al menos
en ese momento.
Tras unos minutos Dante dijo que había
terminado y debían ir a pagar, pues no tenía sentido
seguir ahí si Ori no seguía con lo de antes. Mientras
iban hacia el estacionamiento Dante tuvo una idea
que le pareció perfecta.
Llevó a Ori a una tienda de ropa.
—Orién, ¿ves algo que te guste?
— ¿Cómo? —preguntó el menor sin comprender.
—Te compraré ropa, la necesitas.
—No es necesario, mi ropa está bien.
—No, no lo está. Está demasiado usada. Además,
es lo único que tienes, ¿cómo harás para lavarla?
—Pues me la quito. —respondió Ori como si
fuera lo más obvio. —La lavo rápido y espero a que
se seque para volver a ponérmela.

372
Dante luchó contra la tentación de acceder a esa
solución, no le parecía mala idea ver a Ori desnudo
mientras lavaba esos trapos, mucho menos poder
disfrutar esa misma imagen por el tiempo que
tardara en secar. Pero no, su idea era mejor que verle
un rato desnudo de vez en cuando, además de saber
que Ori podría aprovechar el tiempo a solas para
lavar y no sería testigo de ello si tenía que ir a la
oficina.
—No es buena idea, podrías enfermar. Aquí
encontrarás ropa que te guste, ¿por qué no buscas
algo?
— ¿Puede elegir por mí? —pidió avergonzado.
—Es que, nunca he comprado ropa, no sé qué me
quedaría bien.
¿Qué tan perfecto podía ser? Dante sonrió por
dentro y tomó al chico del brazo para guiarle. De
lejos vio una sección que le pareció por demás
interesante, era específicamente ropa para Omegas,
y las prendas eran por demás atractivas.
Agarró algunas cosas y llevó a Ori hacia los
vestidores, dándole todo para que comenzara a
probárselo. Sin darse cuenta, acababa de encontrar el
pasatiempo perfecto. No dudaría en llevarlo al
centro comercial tanto como le fuera posible.

373
Se sentó a esperar frente a los vestidores, una
chica le atendió ofreciéndole ayuda, pero declinó por
el momento. Cuando comenzaba a pensar que quizá
el Omega tenía problemas con la ropa, vio la puerta
de su cubículo abrirse y la imagen que se le presentó
le dejó sin palabras.
No podía creer que ese chico causara tantos
estragos sin siquiera proponérselo. El pantalón que
llevaba puesto dejaba muy poco a la imaginación,
parecía quedarle exacto, quizá algo ajustado,
mientras que la camisa se le resbalaba por los
hombros y cubría debajo del vientre. Un simple
conjunto, igual a los que Yune tenía, era ahora tan
tentador que le hizo levantarse como si el asiento
quemara.
Se acercó a Ori y le acomodó los tirantes
observándole a detalle.
—Te queda…, bastante bien.
—Es incómodo, el pantalón me aprieta. —se
quejó el Omega girando para mostrarle.
Su cola quedaba aplastada por la prenda, cuando
volteó de nuevo Dante descubrió que no se lo había
subido por completo, tenía el botón abierto. La piel
que mostraba de más era sublime, el Alfa sintió un

374
hormigueo en su entrepierna que le hizo despertar
aquello por completo, no era algo que fuese a pasar
por alto tan fácil como hizo antes.
—Prueba con lo demás, pediré que traigan otra
talla de ese. —dijo de prisa empujándole para que
volviera al vestidor. Sabía que era un juego riesgoso
seguir ahí, pero no podía evitarlo, realmente deseaba
verle cada una de las prendas puestas antes de
llevarlo a casa.
Minutos después, cuando Dante se relajó un poco
en ausencia de Ori, éste se asomó mirándole
angustiado.
— ¿Qué pasa?
—No puedo salir con esto. —se quejó Ori
poniéndose completamente rojo de la cara.
Dante volvía a levantarse, se acercó queriendo
averiguar lo que sucedía.
— ¿Cuál es el problema? ¿Tampoco te queda?
—Es que…, se me ve mal.
—No creo haber escogido algo que pueda verse
mal. —refutó Dante frunciendo el ceño. ¿Acaso Ori
había criticado su elección? —Déjame ver.

375
—No. Enserio, le juro que no luzco bien con esto.
—Deja de hablarme de usted, y sal de ahí ahora.
—Pero…
— ¿Prefieres que entre yo?
—Me cambiaré, probaré lo demás. Espere. —dijo
de prisa y cerró la puerta dispuesto a quitarse lo que
tanta vergüenza le causó al verse en el espejo.
Apenas estaba por sacarse la camisa de tirantes
que venía en el conjunto, cuando la puerta se abrió
impidiéndole seguir. Miró a Dante sin saber qué
hacer, no quería que le viera con eso, no le gustó esa
ropa por parecer prendas de chica, y le incomodaba
pensar que ese hombre quería vestirle así.
Dante se tomó un minuto para recorrer el cuerpo
de Ori con la mirada, sus piernas estaban
descubiertas, con aquel short lleno de holanes de
encaje color verde pastel, claro que era una elección
mala, pero se lo había imaginado y no pudo evitarlo,
de hecho, no se arrepentía de ello, pues en Ori lucía
tan…, perfecto.
Maldijo al Omega, ¿acaso todo lo que se pondría
lo luciría tan bien? Y esa camiseta de tirantes con los
mismos encajes y menos holanes, que dejaba buena

376
parte de su delicada espalda a la vista. No pudo más,
la erección que había logrado calmar minutos antes,
volvió con más ímpetu y le exigía darle la atención
necesaria. Ori tenía que hacerse responsable.
Cerró la puerta y tomó al chico de la cintura para
impedir que tratara de evitar su siguiente
movimiento, le besó furiosamente, atacó sus labios y
pronto su agarre fue más allá, se aferró a ese
delicioso trasero empujando a Ori contra la pared. El
chico no oponía resistencia, y Dante se aprovechó de
ello para meter sus manos dentro del short que le
separaba de esa suave piel. Apretaba la carne con
suficiente fuerza, hasta que provocó un par de quejas
débiles por parte del chico.
Hizo que el short callera al piso y comenzó a
desabrocharse el pantalón con una mano, mientras
que con la otra comenzaba a explorar en medio de
esa línea que dividía dos redondas y perfectas
nalgas.
— ¿Ya no te duele? —preguntó dejando sus
labios un momento, solo entonces pudo verle a los
ojos.
— ¿Eh?

377
Ori le devolvía la mirada y parecía tan
confundido, que ni siquiera entendía a qué se refería,
hasta que sintió algo entrar en su cuerpo justo donde
Dante había estado ya. Brincó por la sorpresa, pero
no dolía, al menos no demasiado. Tal vez la
medicina había ayudado.
—Necesito hacértelo ahora. Si aún te duele,
puedes arreglarlo como lo hiciste esta mañana. —
sugirió Dante, aunque no sería lo mismo, quería
enfundarse en ese agujero y follarlo hasta caer
rendido, no sería ni la mitad de bueno si lo hacía con
la boca del Omega. Con un dedo comenzaba a
penetrarle, Ori apretaba en cada gemido que sus
movimientos comenzaron a arrancarle.
Esos gemidos eran la respuesta, Ori estaba más
que listo para hacerlo, Dante solo debería tener
cuidado de no ser demasiado brusco con él. Lo
levantó un poco y atrapó una de las piernas del
chico, la mantuvo en su brazo y se colocó justo
donde debía, guiándose con una mano para entrar en
esa cálida abertura. Apenas comenzó a deslizarse en
su interior, Ori jadeó estremeciéndose.
—No te haré daño esta vez, cierra los ojos y
relájate. —dijo Dante al ver la mirada de pánico en

378
el pequeño cuando se dio cuenta por completo de lo
que sucedería.
Ori asintió, se repitió mentalmente las palabras
que Dante le acababa de dar, no le haría daño, solo
tenía que relajarse y todo estaría bien. Obedeció
tanto como pudo, tomó aire, y no fue capaz de
soltarlo despacio, pues apenas iba a exhalar sintió
todo el miembro de aquel Alfa abrirse paso hasta
llenarle por completo. Soltó el aire tan rápido que se
sintió asfixiado, y la posición no era la mejor.
Pero hizo lo demás que Dante le dijo, cerró los
ojos y quiso relajarse. Sentía una extraña sensación,
entre un dolor que ya conocía, aunque en menor
cantidad, y un estremecimiento que le recorría con
cada movimiento del falo en su interior.
Una mano en su trasero le hacía comenzar a
moverse. Las caricias de Dante eran bruscas, pero le
tranquilizaban, más aún cuando sintió la otra
comenzar a subir por debajo de su camisa, llegando
a su pecho.
Orién ladeó el rostro y pudo verse en el espejo,
no sabía en qué momento sus brazos rodearon el
cuello del Alfa, pero se sostenía de él mientras era
embestido con fuerza, sus mejillas casi tan
enrojecidas como sus labios y su cabello despeinado

379
le hacían ver completamente diferente a lo que creía
ser. Dante besaba su cuello hasta subir a una de sus
peludas orejas, donde acarició con su lengua antes
de morderla.
Tuvo que cerrar los ojos para no verse más, se
sentía tan exhibido y a la vez elogiado, pues un Alfa
como Dante lo estaba tomando de esa manera, sin
importarle que fuese un sitio público. No le dolía, al
menos no como el día anterior, pero de pronto le
incomodaba un poco, su entrada seguía resentida y
Dante lo hacía con fuerza, entraba a fondo
golpeando hasta el último rincón, salía solo un poco
para volver dentro al instante, a cada segundo con
más rapidez.
Al recordar en dónde se encontraban, Ori dejó de
gemir y se mordió los labios tratando de evitar que
les descubrieran en semejante situación.
Dante se inclinó un poco y tomó la otra pierna del
chico, que soltó un pequeño grito al sentirlo llegar
aún más profundo.
—No dejes de gemir. —pidió el Alfa volviendo a
besar sus labios.
—Hay personas afuera. —jadeó Ori aferrándose
a la espalda de Dante.

380
—Quiero que escuchen. Ahora eres mío y deben
saberlo.
Orién sintió un vuelco en el estómago.
Escucharle decir eso fue tan extraño. Sabía que le
pertenecía, Dante le había comprado, pero algo le
decía que no se refería a eso. Por primera vez,
escuchar que era propiedad de alguien, le hizo sentir
bien. No lo sintió ofensivo, ni demandante, sino
como una afirmación con la cual estaba en completo
acuerdo.
De pronto no pudo evitar soltar esos lascivos
gemidos que antes quiso ocultar.
Dante incrementó el ritmo cuando sentía que
estaba a punto de llegar, y escuchar a Ori chillar de
placer le hizo venirse sin control. Se detuvo
llenándole con todo lo que tenía y jadeó complacido
mientras liberaba las piernas del chico. Aún se
mantenía dentro, no quería dejar tan confortante
lugar, y cuando buscó la mirada del Omega le
sorprendió ver una suave sonrisa en sus labios, los
cuales buscó al instante.
En el movimiento su miembro salió del cuerpo de
Ori. El chico sintió algo escurrirse entre sus muslos
y dejó de aceptar el beso para separarse de Dante
con temor. De inmediato se miró pensando que

381
había vuelto a sangrar, pero al ver entre sus piernas
solo encontró algo que parecía baba. Suspiró
tranquilizándose y rio un poco tratando de
sostenerse en pie.
— ¿Estás bien? —preguntó Dante ayudándole
para que no cayera. — ¿De qué te estás riendo?
—Creí que era sangre. —dijo con esa sonrisa
inocente que estremeció al mayor. —Pero es lo que
me dejó esta mañana en la boca.
—Es semen. —aclaró distraído. —De hecho, me
parece que ya no sangras.
Ahora Dante era el que se alejaba, lo recargó en
la pared y retrocedió con una expresión que Ori no
supo definir.
—Ponte lo que traías antes y trae lo que te dije
que te probaras. Debemos irnos.
Salió del vestidor abrochándose de nueva cuenta
el pantalón y fue a sentarse donde antes estuvo,
dejando a Orién completamente desconcertado.
El chico trató de darse prisa, pero no podía
moverse demasiado. Después de un breve momento
de calma comenzó a sentirse adolorido de nuevo. No
quiso quejarse para que Dante no creyera que le

382
había lastimado, pues no creía que fuese su culpa.
Entonces hizo lo que le ordenó, pronto salió del
vestidor cargando toda la ropa y fingiendo que
estaba perfectamente bien.
No cruzaron palabra alguna mientras salían de
ahí, aunque al menos Dante tuvo la idea de llevar él
las compras y le permitió subirse al auto en cuanto
llegaron a él.
El celular del Alfa comenzó a sonar mientras
conducía de vuelta al departamento. Era su
secretaria, le informaba de la llegada de unos
inversionistas con los que acordó verse esa misma
tarde. Lo había olvidado, y su error le causó ciertas
complicaciones, pues tendría que llevar a Ori a la
empresa, no le quedaba de otra.
—Espero que no me causes problemas mientras
estamos aquí. —advirtió Dante mientras le dirigía a
su oficina.
Ori no dijo nada, él no se atrevería a hacer
cualquier cosa que pudiese molestar a Dante. Entró
siguiéndole lo más cerca que podía y se detuvo
agotado cuando vio que el Alfa dejaba de avanzar.
—Armet, ¿vendrás a la junta? —preguntó Dante
tratando de no mostrar el vuelco que sintió al verle

383
en compañía de Marín.
—Sí, ahí estaré. —Armet respondió a secas, no
tenía ni la menor intención de cruzar más palabras
de las necesarias con quien fue antes un gran amigo.
—Entonces ponte al corriente, has faltado
demasiado y eso te pasará factura si los
inversionistas quieren hacerte preguntas acerca del
proyecto.
Armet asintió, y, tomando la mano de su Omega,
decidió continuar con sus deberes.
— ¿Está todo bien? —cuestionó el Alfa. Tanto
Armet como Marín le miraron confundidos, con
cierta preocupación que Dante había notado. —Me
enteré que faltaste una semana entera, y no pareces
enfermo. En cambio, Marín se ve cansado. ¿Le
ocurre algo?
—Dante, siento tener que responderte de esta
manera, pero a ti no te incumbe lo que le suceda a
Marín. —respondió Armet frunciendo el ceño con
cierta irritación. —Hazme un favor, trata de
mantener un diálogo meramente profesional
conmigo.
—Siento no poder acatar tu petición. Pero hasta
hace unos meses tú eras más que un empleado para

384
mí.
—Sí, y hasta hace unos meses yo no sabía la
clase de mierda que eras. Por favor, manten tu
distancia, y ni se te ocurra acercarte a Marín.
—No pensaba hacerlo. —dijo Dante antes de
retomar su camino.
Realmente quería apoyarle, se había enterado de
cosas que se rumoraban en la oficina. Armet tenía un
problema bastante fuerte con Marín, el muchacho
había enfermado y tal parecía que el riesgo de tener
problemas con el embarazo estaba muy latente.
Pero era lógico que Armet no le diría nada. Le
pesaba saber que no solo había perdido a su pequeño
protegido, sino a todos esos amigos que pronto se
enteraron de la clase de imbécil que resultó ser.
Entró a la oficina, Ori seguía a sus espaldas, hasta
que se sentó en el escritorio y el cachorro se detuvo
a su lado.
Dante observó desde su sitio la escena que
siempre le causaba culpa y arrepentimiento. Armet y
Marín caminaban juntos, el Omega sostenía su
propio vientre mientras Armet le miraba ilusionado,
aunque esta vez era diferente, la ilusión estaba
acompañada de preocupación, de un miedo casi

385
palpable, mientras que el muchacho no tenía la gran
sonrisa de siempre, estaba triste, pálido, agotado.
— ¿Por qué se ven tan tristes? —preguntó Ori sin
quitarles la vista de encima. Le había dado tanta
curiosidad ver que era conocidos de Dante, que
ahora deseaba comprender lo que sucedía.
—El Omega que va con ese hombre está
enfermo.
— ¿Enfermo? Creí que solo esperaba un bebé.
—Sí, está encinta, pero supe que enfermó y ha
estado entrando y saliendo de la clínica.
—Su amigo quiere mucho a ese chico. —
murmuró Ori con admiración. Dante no comprendió
de inmediato, así que el menor continuó. —Todos
nos rechazan por ser lo que somos, pero, ese hombre
lleva a su Omega de la mano y le mira con tanto
cariño, como si no le importara lo que puedan pensar
los demás. No veo otra razón viable para que
parezcan una pareja normal, a pesar de las
diferencias. Quizá yo no sé mucho de sentimientos,
pero, lo que veo en ellos es muy bonito, sé que el
bebé nacerá sano y fuerte, y ellos serán felices.
Dante no supo que decir, era la primera vez que
Ori hablaba de esa forma, sus palabras eran tan

386
maduras y sensatas, pero a la vez tan dulces e
inocentes. Pronto dejó de ver a la pareja de la que
hablaban, se habían ido, mientras que Ori se
sonrojaba con la mirada perdida.
—No me digas que llorarás por semejante
cursilería. —farfulló Dante fijando su atención en la
computadora que recién había encendido.
— ¿Cómo es que un Omega como yo puede
quedar embarazado? —cuestionó Ori aquella duda
que le revoloteó en la mente apenas recordó lo que
había hecho con Dante en el vestido.
No es que Ori no supiera, pero en realidad no
estaba bien informado, y solo sabía que se requería
cierto contacto físico, pero, ¿cómo era exactamente?
Dante levantó la mirada de inmediato, trató de
descifrar con qué fin le había preguntado algo así.
¿Qué debía responderle? Tal vez la verdad, pero
aquello era un punto que no quería tocar, mucho
menos después de su reciente encuentro en el
vestidor, pues era consciente de las posibles
consecuencias, y definitivamente no estaba
preparado para ello.
— ¿Usted tiene hijos? —preguntó el Omega al no
recibir una respuesta a lo anterior, creyendo

387
inocentemente que tal vez Dante tampoco tenía idea.
—Deja de hacer preguntas estúpidas.
Ori bajó la mirada de inmediato, se reprochó a sí
mismo y se prometió en silencio que no volvería a
preguntar algo así. Dante se había enfadado y ahora
le hablaba de esa forma que le hacía sentir como un
completo idiota.
—Perdón…, solo quería saber. —susurró
cabizbajo y se alejó de Dante para sentarse en un
sillón de la oficina.
El teléfono sonó y Dante contestó de inmediato.
Apenas dijo un par de cosas y se levantó cortando la
llamada. Salió de ahí sin dirigirle palabra alguna a
Ori.
El pequeño se sintió mal, creía que había
cometido un grave error, y le dolía pensar que su
dueño ahora estaba molesto. No se levantó del sillón
el resto del día, se recostó y cerró los ojos mientras
el tiempo pasaba. En algún momento Dante volvería
y se irían a casa, entonces Ori se disculparía de
nuevo y no volvería a decir algo respecto al tema
anterior.
La junta había sido ya bastante larga. Dante
comenzaba a fastidiarse.

388
Mientras los inversionistas leían la carpeta del
nuevo proyecto y Armet les explicaba, una joven
entró casi corriendo, ni siquiera llamó antes de
interrumpir. Estaba alterada e incluso pálida, se
acercó a su jefe directo, el único Beta en esa sala.
—Armet, Marín entró a labor de parto. —jadeó
sofocada, había corrido lo más rápido que pudo
cuando vio lo que estaba ocurriendo en el comedor,
donde platicaba con el Omega como era costumbre.
La expresión de Armet cambió completamente, la
seriedad que había mantenido durante las horas que
llevaba ahí se derrumbó para dar paso a una angustia
casi palpable.
—He llamado una ambulancia, pero Marín dijo
que no quería irse si no ibas con él, no tardan en
llegar.
—Iré…, tengo que ir. —afirmó Armet, volteando
de inmediato para encontrarse con la mirada del Alfa
a quien horas antes había mandado al diablo. —
Dante, tengo que irme.
—No puedes.
— ¿Cómo que no puedo? Mi hijo y Marín están
en riesgo, no me quedaré…

389
—Si esperas a que llegue la ambulancia no
llegarán a tiempo. Ve por tu chico, yo te esperaré en
la entrada con el coche listo.
Armet no dudó en aceptar su ayuda, si no
llegaban pronto al hospital podía ocurrir una
desgracia. Ese no era el momento para hacerse el
digno.
Dante se disculpó con los inversionistas, les pidió
que revisaran la propuesta y aclararían cualquier
duda en la próxima reunión. Salió enseguida y fue al
estacionamiento sin recordar lo que había dejado en
su oficina.
La tarde terminó en urgencias, Armet esperaba
noticias, Dante se quedó a su lado creyendo que tal
vez podía necesitarle. Después de todo, y a pesar de
lo que ocurrió antes, Armet había sido su amigo por
muchos años, incluso más tiempo del que tuvo la
custodia de Yune.
El Beta no le echó, realmente agradecía que le
acompañara, pues la incertidumbre y preocupación
le estaban matando lentamente.
Las horas en el hospital parecían eternas, hasta
que el reloj en la pared de la sala de espera marcaba
2:15am.

390
Un doctor más apareció, pero esta vez les
llamaba a los familiares del Marín. Armet se levantó
enseguida, se acercó con el temor de escuchar lo
peor, no podía imaginar que todo saliera bien, era
imposible, los doctores se lo habían advertido, y
creía que había perdido a uno de sus dos pequeños
amores.
Ambos le importaban con la misma intensidad,
de pronto sus ojos se humedecieron mientras
comenzaba a sentirse perdido, no creía poder
soportarlo.
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391
Capítulo 16

Dante mantuvo la distancia, pero escuchó


perfectamente lo que el médico decía. Habían
corrido con suerte, el parto resultó más complicado
para Marín que para su bebé, y aun así ambos se
habían salvado. El Omega estuvo horas en el
quirófano y ahora lo pasaban a la sala de
observación, con más esperanzas de recuperarse,
pues los doctores no reportaron complicaciones al
estabilizarlo. Mientras que el bebé estaba en una
incubadora, solo por prevención, le daban un rango
de 24 horas para confirmar que todo estaba bien y
pasarlo a una cuna normal, después de eso Marín
podría conocerle.
Armet no dudó en ir al área de maternidad, el
médico le mostró a su pequeño desde lejos y su
rostro se cargó de emociones únicas. Mientras tanto,
Dante observaba a unos metros de ahí, no quería
acercarse, no quería ver a todos esos bebés, porque
un enorme vacío le hacía estremecer mientras
recordaba al pequeño que murió por su culpa. No
había más responsables que él, Yune quiso salvar a
su bebé desde que se enteró que lo esperaba, hizo

392
todo lo que pudo y mucho más, escapó para no
correr más riesgos.
Ahora que Dante podía pensar con claridad, no
entendía por qué le hizo tanto daño. ¿Por qué se
ensañó tanto con Yune? ¿Por qué lo golpeaba con
tanta ira? Y aunque sentía cierto placer al hacerlo,
no era suficiente razón, pues el remordimiento fue
mucho mayor, no solo ahora, sino también cuando
Yune estaba en su poder. Recordaba haber sentido
pena por él muchas veces, pero la furia lo cegaba, el
dolor propio y ese odio que se fue formando en su
cabeza no le permitía ver más allá de esos oscuros
pensamientos.
Terminó haciéndole daño a alguien que realmente
le quería, al único que jamás tuvo la culpa de nada y
que no merecía ni el mínimo maltrato, y peor aún,
acabando con la vida del pequeño a quien no le dio
la oportunidad de nacer, al bebé que rechazó desde
un inicio. Su hijo, una criatura que dependía tanto de
Yune, mientras él no paraba de golpearlo y violarlo
sin consideración.
Se había convertido en un monstruo. ¿Cómo tenía
cara para seguir con su vida como si nada? Incluso
fingir que nunca ocurrió y tener el descaro de
interesarse en Ori, de hacer borrón y cuenta nueva

393
con alguien que apenas conocía, cuando arruinó la
vida de dos personas que debieron importarle mil
veces más que sus problemas con Emma.
Ni siquiera ella tenía la culpa, pues por más que
le orilló a convertirse en lo que fue, Emma nunca le
dijo que podía desquitar su coraje con Yune. Él lo
decidió por sí mismo, y jamás podría perdonarse.
Trataba de pensar que no podía hacer ya nada al
respecto, quería olvidarse de los fatídicos hechos
que él mismo protagonizó, se repetía cada mañana lo
mismo, que no tenía culpa alguna qué debiera seguir
cargando, pero la realidad era otra.
Cada que recordaba, sentía la herida abrirse, pues
saber que era el responsable de todo no le permitió
salir ileso. Al menos algo le daba cierta calma,
pensando que Yune tenía quién le ayudase a sanar,
ver a Eros protegerle como lo hizo fue increíble, le
hacía admirar su determinación y pensar que quizá
él, a pesar de su actitud ordinaria, era mucho mejor
persona, un mejor Alfa, y un buen amo para Yune.
—Dante, no tienes que quedarte aquí toda la
noche. —dijo Armet, sacándole completamente de
aquellos pensamientos. —Te agradezco que nos
trajeras de inmediato y que dieras por terminada la
reunión. Creí que ni siquiera me permitirías salir.

394
—No ha sido nada. Fuiste un buen amigo y era lo
menos que podía hacer. —contestó Dante,
tomándose unos segundos antes de continuar. —
Entiendo que ahora prefieras que no esté cerca, así
que me retiro.
—Quisiera que habláramos de lo que ocurrió. El
hombre que yo conocía no era aquel que vi hace
meses, y no puedo aún entender qué fue lo que
sucedió.
—No es momento de charlas. ¿Te parece bien si
lo dejamos para cuando Marín y tu hijo sean dados
de alta?
—Sí.
Dante asintió confirmando lo que se había
acordado y dando media vuelta comenzó a alejarse.
Apenas llegó al final del corto pasillo y suspiró
deteniéndose un momento.
—Por cierto, felicidades.
Armet no pudo responder, Dante se marchó
enseguida sin darle tiempo. Pero, su tono de voz
dejaba muy claro el dolor que le causaba decir esas
palabras, y entendía que era normal, a fin de cuentas,
su amigo no había cambiado demasiado y eso lo
confirmaba, podía notar que lo ocurrido con Yune le

395
había marcado tal vez de por vida, y que por más
poca importancia que pareciera darle, no lograba
ocultarlo de todo.
Pero había algo diferente en Dante, un aroma que
no reconocía y era tan notorio como para no
prestarle atención. No pensaba demasiado en ello,
pues un Beta no podía fiarse demasiado de su olfato,
al menos no como lo hacía un Alfa, aunque tampoco
lograba ignorarlo del todo, causando cierta
curiosidad en él.
El Alfa salió del hospital y subió a su coche, eran
las tres en punto, el cansancio que provocó la
tensión era tanto que deseaba ir a casa, o tal vez era
mejor idea ir a algún bar, pues los recuerdos no se
detenían, y sabía que no lograría dormir lo que
quedaba de la noche.
Pero mientras conducía con la mente dando
vueltas, frenó en seco cuando la imagen de Ori
apareció en su cabeza. De inmediato recordó que el
día anterior lo llevó a la oficina, y también que lo
dejó solo en su oficina después de haberlo regañado
por hacer preguntas que le incomodaron.
Maldijo su estupidez y condujo de vuelta a la
empresa. Sabía que a esa hora solo un par de

396
guardias estarían ahí, y lo peor de todo era que
cuidaban únicamente las entradas del edificio.
Aceleró más de la cuenta, apenas llegó dejó el
coche mal estacionado y entró de prisa, vio a uno de
los guardias y le avisó que subiría, pues no era
común que se apareciera por ahí de noche, mucho
menos a esas horas.
Todo estaba oscuro, no se detuvo a pedir que
encendieran las luces, las cuales siempre se
apagaban cuando todos salían de trabajar. Subió por
las escaleras todos los pisos, algo estaba
preocupándole demasiado y sabía que no se
detendría hasta ver que Ori estuviese bien.
Mientras buscaba sus llaves tiró el celular, al
recogerlo y pensar que con él podía alumbrar un
poco, descubrió que tenía varias llamadas perdidas,
mensajes de su secretaria preguntándole por el chico
que dejó en su oficina.
No se detuvo a verlos en ese momento, insertó la
llave y abrió de prisa buscando al Omega.
Con la luz de su celular logró ver lo suficiente, y
suspiró aliviado cuando le vio recostado en el sillón.
Suponiendo que estaba dormido se acercó y trató de
cargarlo, pero el chico reaccionó de inmediato

397
evitando que lo tocara, se levantó brincando fuera
del sillón, y entre lastimosas quejas se cubrió los
ojos, pues la luz le dio directo y lastimaba.
—Orién, todo está bien, soy yo. —susurró
tratando de tranquilizarle.
Pareció funcionar, pues en cuanto el pequeño
reconoció su voz volvió a sentarse, bajando la
guardia por completo.
—Lo lamento, olvidé que estabas aquí. Pero fue
por causas mayores, el Omega que viste ayer aquí,
comenzó con la labor de parto en la tarde. ¿Y sabes
algo? Tenías razón. —comentó guardando su celular
tras activar nuevamente el timbre, y caminó hacia el
mini-bar. —Parece que todo salió bien, el bebé y
Marín sobrevivieron. Aún no puedo olvidar la
expresión de Armet cuando el doctor se lo dijo.
Tomó una botella de vino y una copa que sacó de
un mueble adjunto, luego se dirigió al escritorio,
podía ver lo suficientemente bien en la oscuridad
como para no tropezar con nada. Se sirvió una buena
cantidad y bebió esperando alguna palabra del chico,
pero nunca llegó. De pronto creyó haber sido
demasiado duro con él, quizá Ori no quería hablar
por el regaño que recibió.

398
—Oye, hay cosas que no debes preguntar, pero
tampoco es como para que dejes de hablar. ¿Acaso
piensas quedarte callado para siempre?
Nada… No recibió respuesta alguna.
— ¿Estás así porque tardé en venir por ti?
Tampoco. Lo vio moverse un poco hasta
recostarse en la misma posición que había estado, de
lado y volteando hacia el respaldo del sillón. ¿Por
qué se comportaba así? Ori le había demostrado
tener tanta vitalidad, aún después de lo que le hizo el
chico no dejó de hablarle, y ahora se comportaba así,
no le parecía normal.
Se levantó dirigiéndose hacia él, cuando el sonido
de su celular le detuvo.
Lo sacó de su pantalón y vio que era su
secretaria, de nuevo. ¿Acaso esa mujer no pensaba
dormir? Contestó pensando alguna buena excusa,
creyendo que preguntaría acerca de Ori por mera
curiosidad, pues no leyó sus mensajes, mucho
menos escuchó los correos de voz.
—Cecilia, ¿qué demonios quieres a esta hora?
—Lo siento, sé que no son horas para llamarte,
pero traté de comunicarme contigo desde anoche,

399
incluso llamé a Armet y tampoco respondió. —dijo
la mujer, con un tono apurado nada común en ella.
— ¿Qué sucede? ¿Tanto te importa enterarte del
chisme con respecto al Omega que dejé en la
oficina? —refutó Dante.
— ¡A mí no me importa tu vida personal! —
exclamó molesta. —Anoche Emma se apareció en la
empresa, te estaba buscando y no pude detenerla,
estaba tan enfadada que empujaba a todos y nos
amenazó varias veces, parecía una loca.
— ¿Qué quería?
—No lo sé, no entendí nada de lo que estaba
diciendo, pero todo se puso peor cuando entró a tu
oficina.
Dante miró a Orién en cuanto escuchó aquello.
— ¿Qué significa eso de que se puso peor? —
cuestionó de inmediato.
—El Omega que dejaste en la oficina pasó toda la
tarde dormido, hasta que Emma lo despertó…
— ¿Qué demonios pasó? ¡Habla rápido!
—Ella se puso furiosa cuando lo olfateó. Dijo
que eras un infeliz y comenzó a agredir al chico, lo

400
golpeó y lo arrastró por toda la planta hasta los
elevadores, ahí la detuvieron los guardias, pero el
muchacho acabó muy lastimado.
El Alfa tragó en seco, la copa que sostenía se
resbaló de su mano al hincarse detrás de Ori.
—Quise llevarlo al menos a la enfermería, pero
se escapó a tu oficina y no paraba de llorar cuando
tratábamos de acercarnos. Dijo que no se iría hasta
que tú volvieras, no quiso escuchar a nadie. Se
encuentra mal, y te estuve llamando, te mandé
mensajes, pero no me respondiste, no sabía qué
hacer. Justo ahora se me ocurrió buscarte en el
hospital y Armet me ha dicho que te fuiste hace rato.
—Estoy en la oficina, acabo de llegar. Yo me
encargo de esto. —dijo cortantemente y colgó.
Un largo silencio se hizo presente. Dante podía
escuchar la respiración entrecortada de Ori, podía
ver su cuerpo temblar en la oscuridad, incluso olía
su sangre.
Posó una mano sobre el brazo del chico y sintió
cómo se estremecía bajo aquel contacto. ¿Por qué a
él? ¿Qué demonios le ocurría a esa desquiciada
mujer?
—Ori, ¿por qué no me has dicho nada?

401
—Lo siento. —fue lo primero que dijo el
pequeño, su voz quebrada hacía estragos en Dante,
no soportaba escucharle así.
—No debes sentirlo tú, fui yo quien se olvidó de
ti esta tarde, fue mi culpa que Emma…
—Siento haber preguntado. —agregó Ori
encogiéndose en la misma posición. —No quería
molestar.
Dante comprendió entonces, Ori trataba de
disculparse por las preguntas del día anterior. ¿Cómo
podía aún pensar en eso?
—Olvídalo, ya no importa. ¿Quieres ir a casa?
Le vio asentir. Cuando Dante se puso nuevamente
de pie, Ori también lo hizo y le siguió fuera de la
oficina, sin embargo, mantenía la mirada en el piso y
andaba despacio.
Bajaron un montón de escaleras, el Omega se
sostenía de la pared siguiendo al Alfa, hasta que al
fin salieron del edificio. Afuera había más luz, pero
Dante no reparó en Ori de inmediato. Subieron al
auto, condujo distraído tratando de pensar en qué era
lo que Emma había ido a hacer a su oficina, ¿acaso
no tenía suficiente?

402
Un rato después, tras llegar a su destino, tomaron
el elevador para subir al piso correspondiente. Tras
cerrarse las puertas, Dante vio el reflejo de Ori en
una de las paredes.
Por más que el chico trataba de ocultar su rostro,
no era posible con tantos espejos rodeándole. De
perfil se notaba un gran rasguño, quizá de las largas
uñas de Emma, la comisura de sus labios con un
gran moretón, su ropa también estaba dañada, su
camisa con una manga rota y manchada de sangre
que Ori limpiaba de su nariz cada cierto tiempo.
Las palabras de su secretaria no eran en broma,
Ori realmente había sido golpeado, y Dante creyó
que no había sido tan grave. En cuanto las puertas se
abrieron tomó al chico del brazo y lo hizo entrar al
departamento.
— ¿Por qué no me has dicho nada?
Ori le miró nervioso, comenzó a apretar la manga
de su camisa asustado, pues Dante parecía molesto.
No quería más golpes, aquella mujer le había hecho
mucho daño, no quería recibirlos ahora de él. Al ver
que se alejaba quiso huir a su cuarto, pero el Alfa
apareció de nuevo en la sala con una caja blanca
entre sus manos.

403
— ¡Habla de una puñetera vez! ¡¿Acaso estás
sordo?!
—Yo…, yo no hice nada.
—No te pregunté eso.
— ¿Sigue molesto por lo que le pregunté? —
murmuró al ver que Dante abría aquella caja. Tenía
miedo. — ¿Va a castigarme?
Dante volteó a verle sorprendido, entonces se dio
cuenta de lo que la mirada de Ori reflejaba, su
angustia era tanta que no se atrevía a moverse.
Desde abajo, el Alfa pudo ver mejor los daños, no
solo era un lado de su rostro, pues del otro tenía el
ojo morado e inflamado.
—Ven aquí, curaré esos golpes para que vayas a
dormir. —dijo con suavidad para que Ori no se
asustara.
El chico se acercó despacio, hasta sentarse donde
Dante le señaló. Desviando la mirada se dejó hacer,
dolía, pero el gesto cuidadoso del Alfa no pasó
desapercibido. Era extraño que alguien le curara,
pues los golpes que recibió toda su vida siempre
sanaban solos.

404
— ¿Tu nariz no ha dejado de sangrar desde que
Emma te hizo esto? —cuestionó Dante.
—Sí…, se detuvo, pero cuando me subí al coche
volvió.
— ¿Por qué no me dijiste?
—Creí que no importaba.
Dante suspiró, no lo cuestionaría más, no quería
abrumarlo. Terminó de limpiar las heridas, revisó
brevemente sus extremidades sobre la ropa,
presionando un poco para verificar que todo
estuviera en su lugar.
Minutos después le dio carta libre para que se
retirara a dormir. Ori se fue agradeciéndole antes.
Pero cuando Dante volvía a quedarse solo, no
paraba de pensar en lo mismo de antes, lo que tenía
en la cabeza desde hacía ya varias horas. Comenzó a
beber, un trago tras otro, sentado en la sala sin hacer
nada más. El tiempo se pasó tan lento, torturándole
mientras la vista se le nublaba y le echaba la culpa al
alcohol.
Orién abrió los ojos lentamente, sentía que había
dormido demasiado. Sonrió a pesar del dolor que ese
gesto le provocó, aquello no le impidió sentirse feliz

405
de recordar cómo Dante le había ayudado la noche
anterior. No le importaba haberlo esperado por horas
en la oficina, así que emocionado se levantó y salió
para buscarlo.
Llegó a su cuarto, pero no se encontraba ahí,
pensando que tal vez había ido a trabajar se
encaminó a buscar algo qué comer, encontrándole
recostado sobre la barra que dividía al comedor de la
cocina.
Dante volteó a verle, tenía los ojos irritados y un
aspecto decaído, Orién se acercó preocupado.
— ¿Está enfermo? —preguntó parándose a su
lado. —No debería ir a trabajar así.
—No estoy enfermo.
—Pero…
—Aunque tampoco iré a la empresa hoy. —dijo
Dante, separándose de la barra solo para beber otro
sorbo directo de una botella de licor. Había tratado
de emborracharse a más no poder, y por más que
bebía no lo lograba. Se sentía frustrado. — ¿Sabes
preparar café?
Ori asintió de prisa.
—Quiero uno con dos de café y una de azúcar.

406
El Omega comenzó a hacerlo, mirando de vez en
cuando a Dante. No le importaba hacer algo por él,
al contrario, se sentía útil. Sin embargo, le
preocupaba encontrarle de esa manera, con una
botella casi vacía en su mano.
No entendía por qué las personas bebían,
tampoco solía preguntar, pero deseaba saber las
razones de ese Alfa, pues no lucía bien.
Preparó todo tal como Dante lo pidió.
Pronto comenzó a hervir y lo sirvió en una taza
que llevó con cuidado hasta dejarla frente a Dante.
Sin pensarlo dos veces, el mayor vació el resto de
licor en el café y lo tomó para beber.
—Está caliente. —murmuró Ori deteniendo sus
manos.
Dante no alcanzó a tomar ni un sorbo, y volteó a
ver al chico bastante sorprendido, pues no le soltó
hasta que dejó la taza.
—Iba a quemarse. Lo siento.
—No tienes qué disculparte. Y deja ya de ser tan
formal. —dijo Dante poniéndose de pie. De pronto
todo le dio vueltas, haciéndole ver que el alcohol sí
le había hecho efecto.

407
Volvió a la silla y se detuvo de la barra, no podría
caminar ni dos pasos sin caerse.
— ¿Cómo debería dirigirme? —preguntó Ori,
tratando de hacer conversación para ver que Dante
se encontraba bien, pues no lo parecía.
—Solo no me hables de “usted”. —respondió
entre dientes. La cabeza comenzó a dolerle de un
momento a otro, eso no era normal, de pronto todo
el vodka que bebió le pasaba factura.
— ¿Puedo llamarte Dante?
—Ahora no, vuelve a tu cuarto.
—Pero…
— ¡Que te vayas!
Ori brincó ante esa orden, retrocedió un poco,
pero no se marchó.
— ¿Acaso estás sordo? Lárgate.
—Se encuentra mal, no le dejaré así.
— ¿Y qué vas a hacer? —se burló Dante
dirigiéndole una mirada prepotente. —Tu presencia
no sirve de nada.

408
Eso dolía. Orién se alejó de él, fue hacia el pasillo
agachando la cabeza y Dante le escuchó entrar a una
habitación.
Se maldijo por hablarle así, ver la expresión
dolida del menor no le agradó, pero tampoco quería
que Ori presenciara su borrachera. Tanto daño le
había hecho a Yune estando alcoholizado, que creía
que Ori también corría peligro si se quedaba a su
lado.
Bebió el café, que ya estaba menos caliente, y
suspiró cuando ya no quedaba más en la taza.
También se había acabado la botella, y estaba muy
lejos del bar de su casa, no llegaría en el estado que
se encontraba.
Pero el deseo de quedar ahogado en alcohol le
hizo intentarlo. Balanceándose tratando de mantener
el equilibrio llegó a la mitad del camino, justo al
inicio del pasillo, algo le insistía con voltear y al
hacerlo vio nuevamente a Ori, que salía de la última
habitación y se acercaba a él de nuevo.
— ¿Qué hacías ahí?
—Le preparé la tina. —murmuró Ori aun
manteniendo suficiente distancia, pues sabía que,
aunque Dante no quisiera hacerle daño, el licor

409
muchas veces nublaba las intenciones de las
personas.
—Yo no te lo pedí.
Y, sin embargo, Dante se acercó hasta sostenerse
de él, siguiendo hacia su cuarto. Permitió que Ori le
ayudara a llegar, y el chico se esforzaba en no caerse
junto con él.
Llegaron al dormitorio y entraron al baño. Dante
estaba a nada de meterse con todo y ropa, pero el
chico le detuvo y ayudó a que se desvistiera, hasta
estar desnudo. Finalmente, el Alfa pudo entrar, el
agua estaba cálida, sintió sus músculos relajarse
mientras recostaba la cabeza en la orilla.
—No te vayas.
—Iba a quedarme afuera. —susurró Ori. ¿Cómo
se dio cuenta que estaba por irse? Si Dante tenía los
ojos cerrados.
—Entra conmigo.
—No debería. Usted ha bebido mucho.
— ¿Me tienes miedo? —cuestionó Dante
abriendo los ojos para mirarle. — ¿Crees que puedo
hacerte daño porque estoy ebrio?

410
—No le tengo miedo a usted, sino al alcohol que
ha bebido.
—Eres muy listo.
— ¿Por qué lo dice?
—Ven aquí.
Orién se lo pensó un momento, al final decidió
acercarse y se sentó en la orilla de la bañera.
Observó a Dante, él parecía satisfecho, volvía a
cerrar los ojos y se relajaba. Entonces el chico se
distrajo observando el sitio a detalle, mientras
esperaba a que su amo quisiera salir.
Los brazos del Alfa le atraparon en segundos, tan
rápido que ni siquiera pudo quejarse antes de ser
sumergido en el agua. Salió a respirar y tosió
tratando de no ahogarse. La tina era enorme, cabían
los dos perfectamente y aún sobraba espacio, pero
Dante no le soltó, lo abrazó pegándole a su pecho y
enseguida bajó sus manos para desabrocharle el
pantalón.
La ropa del menor pronto fue tirada fuera entre
pequeños forcejeos, creía saber las intenciones de
Dante, pero al quedar tan desnudo como él, no pasó
más. El Alfa volvió a abrazarle, se recargó en la
espalda del chico hundiendo el rostro en su cuello.

411
—Eres demasiado para alguien como yo. —
murmuró cansado. —No deberías confiar en mí,
podría hacerte tanto daño, que desearías morir.
Ori se mantuvo callado, no entendía esas
palabras, pero el tono de Dante le entristecía de una
manera inexplicable. Tímidamente colocó sus manos
en los brazos que le rodeaban y le acarició tratando
de reconfortarlo.
— ¿Conoces a Yune?
—Sí. —respondió Ori algo confundido. —Es el
chico que Eros llevó al circo hace tiempo.
—Yo fui a buscarlo.
—Lo sé.
—Él fue mi mascota. —agregó Dante, aferrando
con más fuerza el pequeño cuerpo frente a él. —
¿Sabes por qué está ahora con mi hermano?
Ori negó. Había escuchado muy poco al respecto,
casi nada, solo que Eros había llegado con el chico
en muy malas condiciones. El día que Ori conoció a
Dante no pudo escuchar demasiado, no sabía nada
en realidad. Tampoco había querido saber, hasta ese
momento.

412
—Él era feliz, siempre sonreía. Confiaba en mí.
—contó el Alfa sin despegarse de Ori ni un poco. —
Y yo cuidaba de él como nadie más podría hacerlo.
— ¿Por qué se fue?
—Porque le destruí la vida entera, le hice tanto
daño, lo que nadie en el mundo podría soportar.
— ¿Abusó de él? —preguntó el pequeño,
recordando que apenas unos días antes Dante le
había hecho eso.
Dante rio secamente y levantó un poco el rostro
para susurrar en su oído.
—Abusé de él, tantas veces, que perdí la cuenta.
El Omega se congeló, esa voz sonaba tan tétrica,
que le hizo temer lo peor. ¿Acaso Dante lo haría
nuevamente? De esa forma no podría soportarlo, su
cuerpo aún dolía. No podía imaginar el sufrimiento
de Yune, pasar por aquello una y otra vez. Se quebró
por dentro de solo imaginarlo.
—Nunca pensé en hacerle algo así, hasta que
Emma apareció arruinándome por completo. Esa
mujer… —Dante se calló un momento, tragó con
fuerza tratando de retener el sentimiento de
impotencia y coraje. Su vista comenzaba a nublarse,

413
y no podía evitarlo. —Ella solo llegó a desatar los
demonios que me cegaron por completo. ¿Sabes?
Jamás supe por qué golpeaba a ese chico, ni
tampoco por qué lo violé con tanta saña, si él jamás
tuvo la culpa de nada.
Orién se tranquilizó un poco, Dante no había
dejado de abrazarle, y ahora hablaba como si solo
quisiera sacar algo que le inquietaba.
—No logro sacar de mi cabeza todas las veces
que lo escuché implorar que me detuviera. Y cuando
supe que él esperaba un hijo mío, tuve qué arruinarlo
aún más.
— ¿Tuvo un bebé? —preguntó el menor con
sorpresa.
Dante le soltó de inmediato, se recargó en la
orilla de la tina alejándose de él.
—No.
—Pero dijo que… —volteó a verle y no pudo
continuar, la mirada del Alfa estaba tan cargada de
rabia que no se atrevió a continuar.
—Yo lo maté.
Un silencio se impuso entre ambos. Ori no podía
creer lo que acababa de escuchar, y Dante luchaba

414
contra el odio propio que sentía en ese momento.
— ¿Sigues creyendo que puedes confiar en mí?
Podría hacerte lo mismo. —siseó ladeando el rostro
para no mirarle, pues no podía seguir viendo a Ori a
los ojos.
— ¿Lo hará? —preguntó el chico, y, sin embargo,
no había miedo en su voz, sino tristeza.
Dante le escuchó moverse, volteó a verle de
nuevo y lo encontró hincado frente a él.
— ¿Acaso no has escuchado? Maté a mi propio
hijo, fui capaz de torturar a alguien que prometí
proteger, ¿crees que me detendré contigo? —se
burló Dante.
—Está triste, todo lo que me ha contado le duele.
—murmuró Ori estirando su mano hasta acariciar el
rostro del Alfa, sin titubear delineó con su pulgar el
contorno de la barba que llevaba ya varios días sin
afeitarse. —Y aunque no sé cómo debe sentirse,
puedo ver que se arrepiente del daño que hizo. No
conozco bien a Yune, pero, si él le quería como el
amo que dice haber sido antes, tal vez si se disculpa
con él…
—Yune no es como tú. Él jamás me perdonará.
—respondió deteniendo la mano del pequeño. —El

415
daño que le hice no es ni una pizca de lo que tú has
pasado en la vida, así que deja de creer que
entiendes, a ti nadie te rompió tanto como a él.
Ori bajó la mirada tratando de contener las
lágrimas, Dante estaba siendo demasiado duro al
hablarle así, sus palabras le hirieron. Era verdad que
lo que ahora sabía de Yune era demasiado grave, que
él jamás pasó por una situación semejante, pero
vivió su propio infierno por largos años, Dante no
sabía la cantidad de situaciones en las que pudo
haber acabado en un burdel cuando era tan solo un
niño que no llegaba ni a los diez años, tampoco era
consciente de las veces que tuvo que huir de Zair
para evitar que sus abusos llegaran demasiado lejos,
tuvo que defenderse siempre de hombres que
deseaban poseerle, para que al final, un completo
extraño lo acabara violando de la manera en que lo
hizo, tratándole como una prostituta a la cual había
comprado.
No quería sentirse como una víctima, mucho
menos sabiendo lo que aquel Omega, que antes
estuvo en su lugar, había tenido que pasar.
—No sé por qué mierda te compré.
— ¿Puedo irme? —murmuró Ori al escuchar
aquello, ni siquiera fue capaz de levantar la cara. Sus

416
ojos habían desbordado, se sentía la peor basura del
mundo. Rompería en llanto en cualquier momento,
no quería estar frente a Dante cuando eso sucediera.
—Me da igual. No necesito que te quedes, si lo
único que sabes decir son tonterías.
Orién salió de la tina de inmediato, recogió su
ropa y la abrazó para dirigirse a la salida. No volteó
de nuevo, siguió en dirección a su propia habitación.
Apenas cerró la puerta tras entrar, se derrumbó en
el piso con sollozos que trató de calmar. Todas las
veces que Zair le dijo lo inútil que era hacían eco en
su cabeza, le abrumaba tanto no servir de nada,
porque sabía lo que eso significaba bajo la custodia
de su antiguo amo. Cada que Zair lo consideraba
incompetente o inservible, lo amenazaba con
comenzar a prostituirle, o cosas peores, como
venderle a un laboratorio de pruebas.
Dante golpeó el agua con fuerza.
Sí que era un idiota, pero, alejar a Ori era lo
mejor que podía hacer, no quería aferrarse a él, no
quería sentir nada como lo que sintió por Emma,
aquello solo le había traído problemas que ya no
tenían solución alguna. No caería de nuevo, no
volvería a lo mismo.

417
Las cosas en el circo seguían bien. Yune estaba
encantado de ayudar. Brandy le enseñaba muchas
cosas respecto a las funciones, le mostró por primera
vez la carpa donde la magia ocurría ante los
espectadores, era un lugar increíble, el chico podía
ver cómo practicaban los acróbatas, los
contorsionistas, los magos, era todo tan agradable,
que no se arrepintió en ningún momento de haber
tomado la decisión de salir nuevamente.
Por otra parte, Eros aún esperaba el regreso de
Zair. Solo quedaban un par de días para que enviara
a alguien a averiguar su paradero, aunque presentía
que algo malo debió ocurrir, y pensó que quizá debía
adelantarse un poco.
Al final tomó una decisión antes de lo esperado,
les pidió a algunos chicos del circo que averiguaran
a dónde había ido Zair, y si en el camino sabían algo
de Ori le avisaran de inmediato.
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418
Capítulo 17

Dante despertó estornudando, se dio cuenta que


no había salido de la tina, el agua estaba ahora
helada. Pensó que tal vez hubiese sido mejor
permitir que Ori le vigilara, y evitar así el malestar
que sentía al abrir los ojos.
No solo le dolía la cabeza por la cruda que se
cargaba, también era el cuerpo entero, sus músculos
se sentían tan entumidos que le costaba moverse
para salir de ahí. Estornudó nuevamente y ahí supo
que enfermaría. No era grave, un Alfa como él podía
resistir fácilmente un resfriado.
La puerta del baño se abrió bruscamente, el
pequeño Omega entró de prisa y paró en seco al
verle salir del agua.
— ¿Qué haces aquí?
—Alguien lo busca, yo vine porque no sé si
puedo abrir la puerta, y no le vi en la habitación. —
murmuró el chico, le miraba preocupado, como si
temiera a algo y no precisamente a él.
— ¿Qué hora es?

419
—Las nueve de la noche.
Dante maldijo poniéndose una toalla en la
cintura, con razón hacía tanto frío.
— ¿No se te ocurrió venir antes? —reprochó
culpándole, aunque dejó de hacerlo al ver bien su
rostro. Ori había estado llorando recientemente,
quizá todo el día, pues sus ojos tan hincados no eran
algo de un rato. —No me mires con esa expresión
arrepentida, de cualquier forma, yo te corrí, es más
mi culpa el haberme quedado hasta ahora en la tina.
Caminó hacia el dormitorio y entró al
guardarropa, sentía la piel extraña, sobre todo las
palmas de sus manos. Suspiró viendo que Ori se
retiraba, era lógico que no quisiera quedarse después
de cómo le habló. Sí, aún podía recordarlo, y
comenzaba a pensar que se excedió bastante al
contarle todo y después echarlo como si fuera un
estorbo.
Se vistió con lo primero que encontró, algo que le
brindara la calidez que necesitaba recuperar. No lo
expresaba demasiado, pero esa noche sí que hacía
frío.
Entonces salió, dirigiéndose a la entrada del
departamento. El timbre sonaba repetidas veces,

420
hasta activó el comunicador de la pared,
encendiendo la pantalla para ver de quién se trataba.
— ¿Armet? ¿Qué haces aquí? —preguntó
sorprendido. —Entra, abriré la puerta.
No esperó respuesta, el Beta tampoco se quedó a
darla, entró enseguida y subió al elevador. Dante
esperó unos minutos, la expresión de su amigo no
era la mejor. Sintió un vuelco en el estómago de solo
pensar que había ocurrido algo grave.
—Adelante. —dijo Dante en cuanto vio a Armet
aparecer en el pasillo. Cerró la puerta y le dirigió a
la sala. — ¿Le ha ocurrido algo a tu hijo? ¿A Marín?
¿Qué pasó?
—No…, ellos están bien. —murmuró el otro con
una sonrisa nerviosa que a Dante no le convencía
demasiado.
— ¿Entonces por qué traes esa cara? ¿Seguro que
están bien?
—Sí, pronto les darán de alta. Mi pequeño ha
reaccionado mejor de lo que esperaban, Marín
despertó de los sedantes y me ha dicho que se siente
bien, esta tarde el doctor les ha llevado juntos a la
sala de recuperación.

421
—Felicidades, me alegra que todo saliera bien.
Pero, ¿qué te ocurre? —se detuvo un segundo
observando al Beta con atención. —No pareces tan
feliz.
—Dante, tengo un problema, yo…, cuando Marín
se embarazó no pensé que la situación se
complicaría, compré una casa donde ambos
tuviéramos espacio incluso para más de un bebé. —
comenzó a contarle. —Gasté demasiado dinero, y
aún quedaba suficiente para el parto y cosas que el
bebé requiriera. Entonces Marín enfermó. La última
semana de su embarazo todo se complicó, y yo no
me detuve buscando soluciones, gasté más de lo que
costó la casa, viajando con Marín para que varios
especialistas lo revisaran, todos decían que no había
soluciones, y…
—Y no quisiste quedarte con esa respuesta.
—Así es. —murmuró Armet bajando la mirada.
—Sé que te dije que te alejaras de nosotros, que
mantuvieras una relación de trabajo y te olvidaras de
nuestra amistad, por eso, ahora quiero hablarte como
tu empleado. Necesito un préstamo por parte de la
empresa, fui esta tarde a la oficina esperando tratar
este asunto ahí, pero…
—No fui. ¿Cómo supiste mi dirección?

422
—Hablé con Cintia.
—Entiendo.
—Dante, por favor, accede a darme el préstamo
que te pido, puedes descontarme la mitad de mi
sueldo, con lo que me sobre podré mantener a mi
familia. Los bancos no aprueban mis solicitudes
después de que hipotequé la casa y mi departamento,
si no liquido alguna de las hipotecas pronto, me
quedaré en la calle.
—Debieron ser gastos muy altos. —murmuró
Dante analizando la situación.
—Lo fueron, y al final, todo lo que los médicos
dijeron no fue real. —dijo Armet gruñendo
desesperado. Se ató la soga al cuello buscando una
respuesta positiva en solo una semana, para que al
momento de la verdad quedaran de lado las palabras
de todos aquellos doctores incompetentes.
—No podría hacerte un préstamo de la empresa.
—dijo el Alfa, posando su mano en el hombro de su
amigo. —Vas a necesitar cada centavo de tu sueldo
para que Marín tenga la vida que merece, al igual
que tu hijo.
— ¿Cómo? ¿Qué tratas de decir? No tengo otras
opciones.

423
—Sí, tienes la opción de aceptar que yo te regale
el dinero de las hipotecas. —ofreció Dante tomando
de un mueble su chequera, para volver enseguida
con Armet. — ¿Cuánto dinero necesitas? Aumenta
los costos del hospital.
—No puedo aceptar eso. Necesito que sea un
préstamo, no quiero deberte un favor tan grande.
—No es un favor, es mi manera de disculparme.
Si quieres que nuestra relación siga siendo
meramente de trabajo, a mí no me importa, pero
quiero hacer algo por la amistad que perpetuó desde
que nos conocimos. —dijo anotando lo que creyó
suficiente y firmando para ofrecerle el papel. —
Además, soy el Alfa de este clan, y te ordeno que lo
aceptes.
—Es demasiado.
—Quédate con lo que sobre, puedes comprar
cosas para el bebé. ¿Es un niño o una niña?
—Un niño. —murmuró Armet sonriendo como
un idiota mientras recordaba la carita más angelical
que había visto en su vida. —Mi hijo es un Omega,
como Marín.
Dante tragó grueso, justo había sido por eso que
trató de impedir el embarazo de Yune, y fue una

424
fuerte puñalada en el estómago ver que Armet
parecía orgulloso de ello. Claro, Armet era un Beta,
su responsabilidad de engendrar a alguien de su
misma clase no era tan marcada como la de un Alfa.
Todo Alfa solía tener al menos un hijo Alfa, a quien
heredaría su imperio.
—Cuida mucho de tu familia. Y tómate libres los
días que necesites, me las arreglaré en la oficina.
Armet asintió agradecido. Ya no sabía qué pensar,
sabía que Dante le había dado aquel dinero con toda
la intención de ayudar, pero, ¿era suficiente para
olvidar lo que vio meses atrás? No pensó demasiado
en ello, mientras volvía al hospital solo podía
imaginar lo emocionado que estaría Marín de saber
que no perderían la casa, y que pronto saldrían
juntos de ese lugar.
Dante fue a la cocina a buscar algo de beber, que
no fuera más licor o no volvería a levantarse en una
semana. Cuando cerró el frigorífico se topó con Ori,
que escondía inmediatamente la mirada moviéndose
nervioso.
—Lo siento. —susurró el Omega.
— ¿A qué viene eso?

425
—No debí opinar sobre Yune. No quise
compararme con él, nunca lo haría. Cuando hablaba
de él, entendí que es muy importante para usted. —
dijo con suavidad, su colita se escondía entre sus
piernas y sus orejas se mantenían abajo, como si
tuviera miedo. —Yo sé que usted no quería
comprarme, y si no quiere que viva aquí, puedo
irme. No quiero molestar más, ni ser un estorbo…
Tampoco quiero que me haga daño.
—Entonces te quieres largar porque eres un
cobarde. —dedujo Dante arqueando una ceja con
seriedad. No le agradaba lo que acababa de
escuchar, y no quería permitirlo, pero recordó que
eso era justo lo que necesitaba. Si Orién se
marchaba, pronto le olvidaría y podría seguir solo,
luchando contra sus propios demonios, tratando de
superar lo que él mismo ocasionó. — ¿Sabes cuánto
pagué por ti?
—No.
—Fue demasiado para la poca cosa que eres.
— ¡No tiene por qué decirlo así! —exclamó el
pequeño sollozando. Cubrió su rostro con sus
pequeñas manos limpiándose las lágrimas. —Basta
con que diga que no puedo irme. Deje de tratarme
como si fuera un objeto, y además inútil.

426
Dante cortó la distancia y lo tomó violentamente
de las muñecas, asuntándolo tanto que Ori levantó la
mirada.
—Puedo tratarte como me dé la gana, ¿cómo te
atreves a levantarme la voz? Podría partirte la cara
ahora mismo, dejarte peor de lo que ya estás, y no
sería suficiente castigo.
—No era mi intención gritar. —dijo Ori
temblando de miedo. —Yo solo…, solo… Usted me
lastima cuando dice esas cosas. Sé que no valgo
nada, pero, cuando usted lo dice, me duele, y mucho.
Las lágrimas del chico no dejaban de caer, sus
manos temblaban, y sin embargo no hacía el
esfuerzo por alejarse. Dante suspiró, verle así le
causaba lástima, ya estaba demasiado lastimado
como para darle un golpe, en lugar de ello posó su
mano en la mejilla morada de Ori y le acarició con
firmeza, haciendo que se quejara.
—No seas insensato. Si te duele lo que digo,
imagínate sentir lo que puedo llegar a hacerte si
vuelves a fastidiarme. —advirtió suavizando la
caricia, dejando entonces su mano quieta en aquel
lugar. — ¿A dónde piensas ir si te dejo marchar por
tu cuenta?

427
—No sé. —gimoteó Ori. —Yo solo…
— ¿Tú solo qué?
—No quiero que usted me odie.
La mirada del pequeño al decir eso brillaba
angustiada, Dante sabía que Ori era demasiado
susceptible a las palabras, lo había notado desde el
principio, y ese día no había parado de insultarle,
tampoco era necesario tratarle tan mal, ¿o sí? Quizá,
si se ablandaba solo un poco con ese pequeño,
podría volver a disfrutar de él como en los
vestidores del otro día.
Tenía necesidades, y se creía capaz de separar el
sexo de los sentimientos que el jovencito despertaba
en él. Tal vez su estrategia de alejarlo no era la
mejor idea, quizá un cambio de planes le vendrían
bien.
—Ven aquí. —lo jaló un poco y Ori cayó contra
su pecho. Rodeó el cuerpo del menor abrazándole
sin darle oportunidad de evitarlo.
Aunque el chico no se movió, ni hizo nada para
separarse de él.
— ¿Quieres saber cómo puedes ser realmente útil
para mí? Así dejaría de decir que comprarte fue un

428
error.
— ¿Cómo? —preguntó tímido, pues la cercanía
le hacía estremecer.
—Sé mi amante, y únicamente eso. No será algo
importante, mucho menos especial. Necesito a
alguien con quien desahogarme en ese sentido, solo
serás mi acompañante sexual, y nada más.
No recibió respuesta inmediata, de pronto creyó
que Ori se negaría, era lo más probable, después de
haberlo obligado la primera vez, y de no darle
oportunidad de negarse en la tienda de ropa. Se
separó de él dispuesto a dejarlo en paz, al menos por
el momento, pero entonces le vio asentir.
—Está bien. —murmuró Orién abrazándose a sí
mismo, pues no sabía bien lo que estaba aceptando.
Sin embargo, su deseo de no ser rechazado por
Dante le impulsaba a acceder.
—Vaya, creí que te negarías.
—Ya lo hemos hecho antes. Si eso es lo que usted
quiere de mí, puedo hacerlo.
Dante sonrió al verle avergonzado, le parecía la
imagen más tierna.

429
Orién, tan inocente que era, aceptando algo tan
sucio, como lo era follar para satisfacer las
necesidades de quien no paraba de hacerle daño. La
ternura que sintió Dante pasó a algo completamente
diferente, viéndolo a su conveniencia, podía hacer
cuanto quisiera con ese chico y él estaría de acuerdo.
—Entonces, ¿por qué no ahora? —propuso
desabotonándole la camisa, esa ropa vieja que no se
había cambiado, ¿acaso no usaría lo que le compró?
—Pero, usted está…
—Nada de peros. Quiero tenerte ahora.
Ori volvió a asentir, siguiendo él solo con la tarea
de desvestirse frente a ese hombre. Las prendas
fueron cayendo a su lado, mientras Dante se
deleitaba con ese delicado cuerpo.
— ¿Aquí? —preguntó el chico cuando quedó
desnudo, y las manos de Dante se posaron en su
cintura. Miró a los lados inquieto, estar desnudo en
pleno pasillo le hacía sentir expuesto, aunque no
hubiese nadie.
Dante lo llevó a la sala, se sentó en el sillón y
apenas sacó su falo hizo que Ori se arrodillara a
chuparlo. No le preocupaba que el chico disfrutara
de eso, y tampoco escuchó queja alguna.

430
Y Ori hizo lo que el Alfa esperaba de él. Abrió la
boca y lo metió tanto como pudo, pronto la erección
que ya comenzaba se hizo más firme, parecía
agradarle a Dante, así que el Omega continuó hasta
que sintió al hombre empujarle.
—Está listo. —dijo Dante poniéndose de pie.
Cargó a Ori y lo hizo hincarse en cuatro sobre el
sillón. —Lo estás haciendo muy bien. Quiero que
aprendas pronto cómo hacer esto por tu cuenta, si yo
hago todo siempre comenzará a ser aburrido.
El pequeño se aferró al respaldo y mordió un
cojín mientras sentía el miembro de Dante penetrar
en medio de su ser. Gimió adolorido, aún no
terminaba de recuperarse, aunque la manera en que
había entrado le hizo estremecer, recordando el
placer que sintió en los vestidores. Cerró los ojos y
dejó que le embistiera tanto como quisiera.
Pero el Alfa se detuvo de la nada, saliendo del
cálido cuerpo para alejarse de él.
—Vamos a mi habitación. Olvidé algo. —ordenó
sin mirarle demasiado y se retiró.
Orién fue tras él enseguida, no entendía nada de
lo que Dante hacía, ni a qué se refería, pero, no era
tan malo después de todo. Entró al cuarto y se

431
acercó a la cama, el Alfa buscaba en los cajones de
un mueble, parecía algo desesperado y al mismo
tiempo frustrado.
De pronto paró y se acercó a Ori con un bote en
su mano.
—Es lo único que encontré, tendrás que
soportarlo. —dijo algo enfadado. —Ponte como
estabas en el sillón.
El menor obedeció, levantó el trasero esperando
que Dante entrara de nuevo, su colita se mantenía
erguida y caía en su espalda permitiendo el acceso a
su intimidad. Pero algo le hizo brincar, cuando algo
húmedo y frío cayó entre sus nalgas. Apenas iba a
preguntar qué era, cuando sintió los dedos de Dante
penetrar en su esfínter.
Chilló de dolor, la brusquedad fue demasiada, y
la manera en que los movía dentro le dolía más. Le
había metido dos de golpe, pero eso no era nada con
lo que llegó después, cuando el Alfa opinó que
estaba listo y le clavó el miembro hasta el fondo.
Con el lubricante que le puso nada se lo impidió,
pero no lo pensó dos veces antes de meterla toda de
un solo empujón y Ori comenzó a llorar diciendo
que dolía demasiado. Era la primera vez que su ano

432
era usado de esa forma, la dilatación forzada le
palpitaba, mientras Dante disfrutaba de ello.
—Ya pasará, no puedo hacerlo por el otro sitio.
—dijo el mayor, tomándolo de la cintura para evitar
que siguiera moviéndose tanto.
Tuvo que dejarle inmóvil contra la cama, pues
Ori esta vez sí trataba de liberarse. Siguió follándolo
con cortas embestidas mientras mordía el suave
cuello del Omega.
Se sentía tan bien, resbalaba fácilmente por el
lubricante, pero la presión sobre su miembro era lo
que le volvió loco, pues el chico apretaba el culo
conforme lo embestía, y no dejaba de hacerlo, como
si eso pudiera detenerle. No, no se detuvo, lo hizo
con más ímpetu, deseando más de ese cuerpo que
tanto placer le provocaba.
Orién gemía con la cara hundida entre las
sábanas, no soportaba tenerlo dentro, mucho menos
que aumentara la fuerza cuando se quedó quieto,
pero tampoco tenía energía para seguir luchando, le
causaba más dolor resistirse. Se mantuvo inmóvil,
aferrándose a la cama y llorando en silencio,
tratando de relajarse a pesar de lo que sentía.

433
Tras un momento, que fue casi eterno para el
chico, Dante se vino en ese culo tan apretado,
deteniéndose en donde su cadera chocó por última
vez con las nalgas enrojecidas del Omega. Apenas
terminó de llenarlo a placer, retiró su falo
lentamente, pensando que podría repetirlo en unos
minutos. Se sentó junto a Ori, satisfecho de ver
aquella entrada escurriendo lo que había quedado
dentro, su semen saliendo del pequeño y palpitante
ano era tan excitante, que su erección no tuvo
tiempo de disminuir.
— ¿Qué te pasa? —preguntó al notar que el chico
no se había movido después de liberarlo.
—Me duele. —sollozó Ori llevando una de sus
manos al sitio que acababa de ser violentado. Ni
siquiera llegó a tocarse, tenía miedo de ver sangre,
como la primera vez que fue tomado por donde
suponía que debía ser.
— ¿Es que no puedes dejar de quejarte por todo?
Comienzas a molestar con tanto llanto.
— ¿Por qué me hace esto? Dije que lo haría,
acepté seguir acostándome con usted. —se limpió
las lágrimas con ambas manos y miró a Dante con
tristeza. —No tenía razón para lastimarme de nuevo.

434
—Pronto te acostumbrarás, tampoco fue tan
grave. ¿Acaso estás pensando en arrepentirte? Si es
así, sal de esta habitación.
Ori no respondió de inmediato. Sí, le dolía
demasiado, pero ni siquiera pensó en arrepentirse de
haber aceptado. Podía tomarle la palabra, sin
embargo, no quería.
Sentía su corazón latir tan rápido apenas de
imaginarse lejos de Dante, y no entendía por qué.
Tan solo de pensado en irse del departamento le
había costado demasiado, y rogaba en silencio para
que ese hombre no se lo permitiera. Ahora veía
aquello como la oportunidad de quedarse a su lado,
así fuera de esa manera.
— ¿Me va a doler así siempre? —murmuró tras
unos minutos en completo silencio. Su rostro
enrojeció de vergüenza al ver la confusión en la
expresión del Alfa, que inmediatamente soltó una
corta carcajada.
— ¿Acaso piensas creer todo lo que yo te diga?
—se mofó Dante. Sorprendido al ver que Ori asentía
con esa timidez que le caracterizaba. —Eres un
idiota. —farfulló frunciendo el ceño. —Será o no
doloroso si a mí me da la gana. ¿Vas a soportarlo?
Porque si no te parece, puedo traer a cualquier otra

435
persona que lo haga mejor. Así podrías largarte de
inmediato.
—Yo dije que lo haría.
—Entonces deja de hacer preguntas estúpidas.
Sabes bien cuál fue el acuerdo, así que no creas que
quejándote y llorando vas a conseguir algo.
Y a pesar de lo que acababa de decir, Dante se
levantó marchándose al baño. No volvió a tocar al
pequeño, pues tampoco quería verlo sufrir más, ya
bastante daño le había hecho penetrándole sin
haberlo preparado bien antes, no lo pensó y la fuerte
excitación que sintió antes no le permitió detenerse.
Pasaron dos horas, tal vez un más, pues se tomó
su tiempo atendiendo lo que llevaba entre las
piernas. Terminó la faena a solas. Después se duchó
y volvió a la habitación creyendo que le tocaría
sacar a Ori, pues no planeaba permitirle dormir a su
lado.
Apenas llegó, notó que el Omega no estaba en su
cama, ni en ningún rincón del cuarto. Se acercó al
lecho creyendo que tal vez se había caído del otro
lado, o quizá se encontraba escondido, pero no era
así, y tampoco estaba su sábana.

436
Salió de la habitación viendo la ropa del chico
aún tirada a lo lejos, entonces fue directamente a
primer dormitorio del pasillo. Ahí lo encontró.
Apenas abrió la puerta pudo ver en la oscuridad el
menudo cuerpo de Ori sobre la cama.
Mientras entraba al cuarto del chico, pudo
percibir el aroma a limpio que desprendía, lo que le
hizo saber que también se había aseado. Era
sorprendente, sabía que Ori estaba adolorido, y aun
así se levantó por su cuenta y tomó un baño antes de
acostarse. Pero se daba cuenta del agotamiento que
debió haber tenido, pues aún estaba envuelto con la
toalla y así mismo se había quedado dormido, en una
posición que parecía algo incómoda.
Dante rompió la distancia y acomodó al chico
dejándolo bocarriba, le quitó la toalla y le cubrió con
las cobijas. Pero no quería irse aún, así que encendió
la lámpara junto a la cama y se sentó recargándose
en la cabecera, mirando el rostro de Ori sin perder
detalle.
El chico dormía tan profundamente, que ni
siquiera se dio cuenta de la presencia del alfa, y eso
lo aprovechó Dante, acariciando el húmedo cabello,
las orejitas que se movieron al sentirle, y esas
mejillas sonrosadas. No pudo evitar reconocer que

437
ese Omega era lindo, podía imaginarlo con esos
brillantes ojos abiertos de par en par mirándole con
timidez, y regalándole una dulce sonrisa como las
que algunas veces se le dibujaban en los labios.
Parecía tan puro e inocente, y tal vez lo era. Pero
Dante no sabía qué hacer, no quería pasar por lo
mismo de nuevo. A Emma la había creído perfecta,
se enamoró de ella pensando que era una mujer
dulce que le amaba, y, apenas se unieron en
matrimonio, ella no tardó en demostrarle lo iluso
que fue. La había amado tanto, que no supo qué
hacer, no quería hacerle daño, no fue capaz de
vengarse de ella en aquel entonces, y terminó
desquitando su impotencia y coraje sobre Yune,
siendo que él había sido olvidado y hecho a un lado
desde el día de la maldita boda.
¿Y si también Orién resultaba ser así? Sí, esa era
una posibilidad latente que no le permitía pensar
bien.
Pero no podía evitar cuestionarse aún más.
¿Era correcto juzgarlo así? ¿No estaba siendo
muy duro con él?
No solo eso. Había otra cosa que le preocupaba, y
con Emma no tenía ese problema. No podía procrear

438
con un Omega, en su posición como Alfa tenía casi
como regla engendrar un heredero, y los Omegas no
eran la mejor opción, no podía arriesgarse.
Volvía a ver el rostro de Ori y sentía un vuelco en
el estómago. Lo acababa de lastimar de nuevo, y
esta vez había sido por su egoísmo, no quería
preñarlo y no encontró condones, entonces solo se le
ocurrió follarle por detrás sin importarle que fuera
tan pequeño.
Ori estaba permitiendo todo, un rato antes
acababa de acceder a ser violentado cuantas veces lo
quisiera hacer Dante. A pesar de saber a lo que se
atenía, lo aceptó. ¿Por qué? Cualquier habría
preferido marcharse lo más lejos posible. ¿Acaso se
trataba de una táctica para conseguir algo?
El Alfa suspiró tratando de calmar sus
cavilaciones, justo en ese momento detuvo la mirada
en el hombro del chico, encontrando una gran marca
de colmillos, le había mordido con demasiada
fuerza, entonces recordó haber sentido el sabor a
sangre en su boca mientras lo tomaba, no le había
prestado atención hasta ahora.
Era su marca, sabía de lo que se trataba. Pensó en
ello y recordó que a Emma nunca la marcó, no lo
hizo creyendo siempre que era para no causarle

439
daño, pero, en realidad, por más que la quiso, no
tuvo el deseo ciego de hacérsela.
Su padre la hizo en su madre antes de casarse, él
se lo contó cuando era un niño, explicándole de qué
se trataba. Pocos Alfas marcaban a sus parejas, no lo
hacían porque no sienten la necesidad, un impulso
que, en palabras de su padre, era imparable. Dante
no se dio cuenta en qué momento lo hizo, pero su
aroma estaba impregnado en Ori, demasiado como
para tratarse de una mordedura cualquiera.
Apenas se estaba dando cuenta, su esencia
imponente y dominante estaba completamente en
Ori, y se había mezclado con su propio aroma,
creando algo que resultaba embriagante.
Cerró los ojos un momento, disfrutando de lo que
había creado. No era algo de lo que pudiera sentirse
orgulloso, pues le sucedió con ese Omega, el menos
indicado para llevar su marca, pero por una primera
y única vez quería disfrutar la experiencia de haberle
marcado y saber que era completamente suyo.
Orién comenzaba a despertar, se sentía sofocado,
no podía respirar bien y algo aplastaba su cuerpo
impidiéndole moverse. Ya se sentía demasiado
adolorido, y con ese peso extra estaba a nada de
llorar. Abrió los ojos encontrándose con el cabello

440
oscuro que sólo podía ser de Dante. Tenía al Alfa
casi por completo encima, con la cara entre su cuello
y una fuerte mano sostenía su brazo, impidiéndole
empujarlo.
No entendía qué hacía Dante ahí, se había ido de
la habitación del mayor para no molestarle, y ahora
apenas despertaba lo veía ahí mismo. ¿Se habría
enfadado porque se fue sin decirle?
Se sentía mal. Le dolía la cabeza y sentía mucho
frío. No estaba en condiciones de liberarse por su
cuenta, pero tampoco quería despertarle.
Y entonces estornudó. No pudo evitarlo. El
sonido, junto con la breve sacudida de su cuerpo,
alertaron de inmediato a Dante.
El Alfa apretó el brazo del chico por reacción, no
recordaba haberse quedado dormido y el estornudo
le puso a la defensiva, pero, apenas levantó la
cabeza y vio de qué se trataba, soltó la extremidad
del chico. Sintió el cuerpo de Ori debajo suyo, al no
llevar camisa mientras el menor se encontraba
desnudo, pudo notar que éste desprendía demasiado
calor.
Se separó de inmediato tocando su frente, el
chico tenía la temperatura demasiado alta. Otro

441
estornudo de su parte alertó a Dante.
Lo había contagiado. Él mismo sentía el malestar
del resfriado que le comenzó la noche anterior, pero
no tenía fiebre, apenas estaba algo cansado y no
más. En cambio, el chico estaba pálido, con las
mejillas enrojecidas de una manera para nada
normal, temblaba como si muriera de frío, sus ojos
se veían acuosos. No estaba así por verle al
despertar, se trataba del mismo resfriado, pero en
mayor proporción.
—Maldita sea, te hice enfermar. —farfulló
saliendo de la cama para buscar algo de ropa en los
cajones, le sacó un pijama y se lo lanzó. —Vístete,
que no te hará bien seguir desnudo.
Y salió de ahí tan rápido, que el chico no pudo
responder.
Ori creyó que se marcharía a trabajar. Como pudo
trató de alcanzar el pijama, pero había caído en sus
pies, al final lo único que pudo hacer fue estirar sus
manos y jalar la cobija para taparse hasta el cuello.
Se acomodó un poco de lado cerrando los ojos
nuevamente. Se sentía tan mal, no quería despertar
en una semana entera.
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442
Capítulo 18

Unas voces molestaban el sueño de Ori, volvía a


abrir los ojos preguntándose cuánto tiempo habría
dormido. Buscó con la mirada y se levantó de golpe
al ver que se trataba de Dante, y alguien más. ¿Qué
sucedía? ¿Por qué había otro hombre en la
habitación? Miró al Alfa con pánico, no quería
pensar lo peor, pero, ¿y si Dante estaba molesto y
quería venderlo?
— ¿Otra víctima a tu lista? —cuestionó el
desconocido mirando a Dante con desapruebo. —
¿No te bastó con lo que le hiciste a Yune?
—Para con tus acusaciones, yo no le he golpeado,
fue Emma. —respondió el Alfa de mala manera.
— ¿No te habías divorciado de esa mujer?
—Sí, y fue a la oficina a buscarme cuando no me
encontraba, se topó con él, y le hizo eso. —señaló a
Ori, entonces se percató de su torso descubierto, vio
el pijama donde lo dejó una hora antes, su expresión
enfadada no pasó desapercibida por el menor. —Sal
de aquí un momento, aún no está presentable. —le
dijo al otro tipo.

443
Aquel comprendió a qué se refería, se retiró
cerrando la puerta, pero quiso escuchar qué ocurría
realmente, pues no creía en Dante desde que fue
testigo del daño que ese Alfa había causado a su
anterior mascota.
—Te dije que te vistieras. —inquirió Dante
acercándose furioso. — ¿Qué acaso quieres que el
doctor te vea así? Si se te antoja también le digo que
te folle.
—No. —jadeó Ori, que de inmediato se hincó
alcanzando las prendas, pero cayó sobre la cama
bocabajo, sus piernas no le respondían, y sus brazos
no le dieron mucho tiempo antes de ceder a su peso.
—No puedo hacerlo solo. —gimoteó desesperado.
Dante suspiró, ahora comprendía, y era de
esperarse, el chico estaba muy enfermo, mas aparte
lo que le hizo la noche anterior debía seguirle
doliendo. Se acercó a él y le ayudó a levantarse,
sentándolo con cuidado en la orilla de la cama.
—Así será más fácil.
Ori asintió, comenzando con cuidado a ponerse la
ropa, era uno de esos shorts, no cubría demasiado,
pero era suficiente, y la camiseta sin mangas no
ocultaba la mordida en su hombro.

444
Eso pudo notarlo Dante, sabía que el médico lo
notaría, pero en las condiciones que Ori se
encontraba, no quiso exigirle que volviera a
cambiarse, entonces solo le ayudó a recostarse de
nuevo.
—Ese hombre es mi médico de confianza, va a
revisarte porque tienes fiebre y has pescado mi
resfriado.
— ¿También va a revisarte a ti? —preguntó el
pequeño mirándole intrigado. Dante arqueó una ceja
sin comprender. —Es que, dijiste que tú me
contagiaste. ¿No te sientes mal?
—No, a mí no me afecta. —dijo de prisa y se
levantó para dejar que el doctor volviese a entrar. —
Los dejaré un momento. —avisó lanzando la última
mirada hacia el Omega, que de lejos le regaló una
tímida sonrisa como si tratara de agradecerle con ese
lindo gesto.
¿Cómo podía sonreírle después de todo lo que le
hacía?
No evitó sonreír también cuando se encontró
afuera del dormitorio. Había ocultado esa expresión
estúpida cuando escuchó que Ori le habló con más
confianza, dejando de lado el “usted” que tanto le

445
fastidiaba, y no solo eso, el pequeño se preocupó por
él, que también estaba resfriado.
¿Tan inocente e ingenuo era ese chico?
Se alejó en cuanto escuchó el timbre, había
ordenado comida para ambos, pues ese día tampoco
iría al trabajo, y no pensaba preparar algo por su
cuenta, no era nada bueno cocinando.
— ¿Me permites comenzar la revisión? —
preguntó el doctor cortésmente. Recibiendo una
afirmación en respuesta.
El pequeño hizo todo lo que el hombre le pedía,
le agradaba su amabilidad y eso le hacía confiar en
él. No pasó mucho para que terminara, entonces se
sentó frente a él con una expresión demasiado seria.
— ¿Estoy muy mal? —cuestionó Ori bastante
preocupado.
—No es eso, te encuentras mejor de lo que creí al
verte. Tienes menos fiebre de la que Dante suponía,
y tu resfriado se irá pronto si sigues unas
instrucciones, te mandaré algunos antibióticos, con
eso mejorarás, mañana te sentirás mejor, y en tres
días seguramente no quedará nada.
— ¿Entonces por qué me mira así? —quiso saber.

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— ¿Cuál es tu nombre?
—Orién.
—Orién, ¿puedo hacerte unas preguntas? No
tiene que ver con el resfriado, es sobre Dante y tu
estancia en este lugar.
—Está bien. —accedió el menor.
— ¿Por qué estás aquí?
—Él me compró.
—Ya veo, no creí que Dante quisiera otra
mascota. —murmuró el doctor algo pensativo. —
¿Es verdad que él no te hizo esos golpes?
—Sí, él no fue.
— ¿Te ha golpeado o lastimado de alguna forma?
—Un poco, pero se disculpó conmigo. —dijo
nervioso. — ¡Y no me pegó! —aclaró.
— ¿Abusó de ti? ¿Te obligó a acostarte con él?
—No me obligó, él creyó que yo ya lo había
hecho. —murmuró Ori desviando la mirada
avergonzado. —Él no sabía nada de mí, pensó que
me prostituía.

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El doctor le miró alarmado, ¿cómo podía
justificar tal violencia?
—Pero se arrepintió y no lo hizo más. —agregó
el menor.
— ¿Cuándo fue eso?
—Hace unos días.
— ¿Seguro que no volvió a tocarte? ¿O estás
tratando de defenderlo?
—Sí me tocó, pero no me obligó. —explicó Ori,
comenzaba a sentirse extraño hablando de esas
cosas, así que trató de calmarse agarrando la cobija
con cierto nerviosismo. —Yo lo permito, él me dejó
decidir si quiero estar con él. Anoche lo acordamos
y…
— ¿Anoche? ¿Por eso te cuesta trabajo moverte?
El Omega asintió sonrojado.
—Ese idiota…
—Yo decidí que así fuera. —dijo el chico
adelantándose a lo que el médico estaba por decir.
—Está abusando de ti, deja de decir que tú lo
permites. ¿Acaso él te ha dicho que es tu culpa?

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— ¡No! —exclamó ofendido. —Él me ha dicho
que puedo irme si no quería estar aquí. No me obliga
a seguir haciéndolo con él.
—No sabes qué clase de hombre es.
—Puede ser que no lo conozca mucho. —
murmuró Ori recordando lo que Dante le contó el
día anterior. Suspiró con tristeza y miró al doctor. —
Pero, sé que ha hecho daño a alguien que quiso, y
que está arrepentido. Y sí, me ha lastimado también,
sin embargo, no quiero irme.
—Si te preocupa lo que pueda ser de ti, yo puedo
ayudarte a que no te quedes en la calle, mi esposa
aceptará que pases un tiempo en nuestra casa en
cuanto sepa lo que estás viviendo.
—No, no me preocupa eso. Me preocupa Dante.
—confesó el chico con total sinceridad. —Él no se
encuentra bien. Sé que yo no puedo hacer nada por
él, pero, no quiero irme.
El doctor se congeló por completo. ¿Acaso ese
chico estaba mal de la cabeza? No, eso debía ser
obra de Dante, seguramente manipuló al menor
hasta convencerlo de semejante estupidez.
—No cambiaré de opinión.

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—Entiendo. Disculpa si te molesté. —dijo el
mayor poniéndose de pie, le sonrió con la misma
amabilidad de antes y anotó algo en un papel. —
Quiero que guardes mi número en un sitio seguro, si
un día te sientes mal y Dante no me llama, puedes
hacerlo tú, vendré enseguida.
—Gracias. —murmuró Ori, viendo al hombre
marcharse después.
Se sintió abrumado, había hablado de más. Pero
todo lo que dijo era verdad, no quería irse a ningún
lado, no si tenía la oportunidad de pertenecerle a
Dante, así fuese de esa forma.
Dante vio salir al médico, así que se acercó
recibiendo la receta. Notó su mirada enfadada, pero
no le prestó atención a ello.
—No olvides que es importante seguir las
indicaciones. —agregó el hombre tras explicarle
todo.
—Está bien. ¿Yo puedo tomar este medicamento?
Siento el cuerpo algo cortado.
—Me imagino. —ironizó. —Sí, puedes usarlo si
te da la gana.
—Ya te dije que yo no golpeé al chico.

450
—Pero le has hecho otras cosas. ¿Por qué
demonios lo has marcado? ¿Cómo te atreves
después de abusar de él?
— ¿Orién te dijo eso? —cuestionó Dante
comenzando a enfadarse.
—Él no te quiso delatar, no para de decir que él
permite las porquerías que le haces. ¿Qué carajo
tienes en la cabeza?
—Sabes que esa marca no se puede hacer cuando
ambas personas no están de acuerdo. —respondió el
Alfa. —Solo me excedí un poco con él, pero…
— ¿Un poco? El chico no puede ni siquiera
sentarse, se va de lado apenas lo intenta. Pero no es
mi asunto, igual que con Yune, ¿verdad? Entonces
llama cuando lo tengas muerto de hambre y
agonizando por tantos malos tratos, o mejor aún,
cuando esté embarazado y no te des cuenta. —bufó
el doctor saliendo furioso del departamento.
Dante gruñó molesto. Pero acababa de recordar lo
último, esa marca, no habría podido hacerla si Ori
no la quería. ¿Eso qué significaba? ¿Acaso el chico
disfrutó lo le hizo? No, no podía ser. Los gritos y
súplicas no eran nada falsos, él no quería que lo
cogiera por el culo y lo hizo por la fuerza.

451
Tenía qué averiguar qué sucedía con Ori, ese
Omega comenzaba a resultarle algo extraño.
Orién vio a Dante entrar, ya había pasado un rato
de que el doctor se fue, y eso preocupó al chico,
pues Dante parecía estar molesto.
—Yo no quise decirle nada, él me cuestionó. —
dijo deprisa, trató de sentarse, pero no tenía fuerzas
para hacerlo y se cayó sobre la cama nuevamente.
—No te muevas así, tienes que descansar.
—Pero yo no… ¿Descansar? —preguntó
sorprendido. — ¿No estás molesto?
—No contigo. Sé que el médico te hizo algunas
preguntas, acaba de irse y me reclamó por las
condiciones en las que te encuentras.
—Yo estoy bien, se lo dije a él.
—No estás bien, anoche te lastimé, y además hice
que enfermaras. Es mi culpa que ahora te encuentres
tan débil.
—Estaré mejor pronto, no tienes qué sentirte
culpable, yo debí vestirme anoche, dormir así seguro
me hizo enfermar y…

452
—Ori, no me justifiques más. ¿Acaso no piensas
molestarte por lo que te he hecho? Desde que estás
conmigo no he dejado de tratarte mal, me sorprende
que no enfermaras antes.
El chico desvió la mirada y abrazó las cobijas, no
sabía qué decir. Sí, le dolían sus agresiones, pero no
podía sentir enojo contra él.
— ¿Cómo serías si Eros te hubiese comprado en
mi lugar? ¿Pensabas entregarte a él como lo haces
conmigo?
—Yo… Yo jamás me imaginé intimando con
nadie. —murmuró avergonzado. —Creía que, si él
me compraba, todo mejoraría, porque él no me
pediría algo así.
—Claro, pero yo soy un maldito enfermo que
solo puede verte de esta manera.
— ¡No quise decir eso! —exclamó el pequeño.
—Es solo que…
—Ya no hables. Entiendo.
— ¡No entiendes! —volvió a levantar la voz y
Dante se sorprendió. —Crees que cualquiera que
hubiese hecho lo que tú, podría tratarme así solo por
ser mi dueño. Yo, solo soportaba a Zair, porque no

453
me tocaba, y no le interesaba llevarme a su cama,
era algo que podía tolerar, sus golpes, pero cuando
empezó a decirme lo que sería de mí sí me vendía a
alguien con otras intenciones, tuve mucho miedo.
Muchas veces que quiso venderme, pensé en
escapar.
— ¿Por qué no escapaste cuando yo te compré?
No me conocías…
—Tú… me miras de una forma diferente a los
otros que pudieron haber sido mis dueños. —
reconoció Ori, mirándole sonrojado. Dante no sabía
si el chico estaba avergonzado, o aún tenía fiebre. —
No pensé que me harías daño, pero, aun cuando lo
haces, no quiero irme.
—Eres un idiota. —dijo Dante, y con una sonrisa
carente de emoción se sentó frente al chico. —Te he
dicho lo que he hecho a alguien que me importaba,
¿crees que voy a detenerme contigo?
—No. —tragó con fuerza y atinó a tomar el brazo
de Dante. —Solo quiero que dejes de odiarme. Sé
que soy muy poco para ti, sé que no me quieres, y
que solo te sirvo para desahogarte cuando necesites
hacerlo. Pero me duele que me mires así. —sollozó
limpiando sus lágrimas, ahogando un quejido. —

454
Haré lo que me pidas, cuando sea y como sea, y no
volveré a quejarme, lo juro.
—Orién…
—Anoche dolía mucho, y sé que lloré, y te hice
enfadar por eso. Pero no dolerá tanto después, podré
soportarlo, enserio.
—No me toques. —siseó quitando su brazo,
alejándolo de la temblorosa mano del pequeño, pues
su tacto comenzaba a erizarle de una forma
demasiado extraña. Oírle decir aquello le provocó un
enorme nudo en la garganta que le impedía respirar.
—Perdón. —susurró Ori ladeándose un poco para
encogerse, escondió sus manos entre las cobijas y
las subió hasta cubrirse el rostro. No quería que le
viera llorar, sabía que eso podía molestarle, así que
trató de calmarse.
— ¿Qué es lo que pretendes? No creas que esa
imagen de sumisión que insistes en dar, me va a
convencer de algo.
No recibió respuesta. Veía el cuerpo de Ori,
completamente cubierto por las cobijas, temblando
entre sollozos apenas audibles. Le arrancó las
cobijas, el chico no pudo impedirlo y le miró con
temor.

455
—Sabes que te marqué, ¿no es así? Tú lo
permitiste, y si crees que eso significa algo, estás
muy equivocado.
Ori no dejaba de llorar. Y Dante comenzaba a
enfurecer, ese crío estaba convirtiéndose en un
problema, algo en él no le gustaba, quizá estaba
imaginando cosas, pero, si había hecho esa marca
cuando lo “forzaba y lastimaba”, no podía evitar
dudar de la inocencia del chico.
Se levantó comenzando a quitarse el pantalón, si
ese mocoso quería ser su pareja, entonces se lo haría
cumplir, y sería tan violento, que no le dejaría ganas
de volver a follar jamás. Le forzaría a retractarse de
todas las estupideces que no paraba de repetir.
Ya vería hasta donde aguantaría esa perra.
—Me siento mal. —dijo el pequeño cubriéndose
la boca al toser. Le miró con súplica, pero sabía que
eso no funcionaría.
—Quítate la ropa.
Ori apenas podía moverse, como pudo se bajó el
short y apenas logró sacar una de sus piernas, su
colita ni siquiera se movía, estaba completamente
caída. Sintió un tirón en ella y se mordió los labios
antes de gritar. Cerró los ojos y quiso mentalizarse,

456
tenía que aguantar, solo sería un momento, después
seguramente Dante le dejaría descansar, solo un
poco…
Pero no pudo, estaba tan agotado, y tan asustado,
que todo eso se juntó, sumándose al dolor que
sentía, comenzó a marearse y por más que quiso
mantenerse despierto, no pudo. Todo se puso oscuro
y no supo qué más ocurrió.
Dante no lo notó, pensaba tanto en
desenmascararlo, que entró violentamente en ese
pequeño trasero, en ese estrecho lugar, que solo unas
horas antes había invadido por primera vez.
No escuchó gritos, ni llantos, y siguió con fuerza
embistiéndole, sosteniendo la delgada cintura
mientras lo tomaba a placer. Pero nada, ni una sola
queja.
Ori estaba bocabajo, no se movía, y su cabello
cubría su rostro, por lo que Dante no notó su
condición hasta que se corrió. No había durado
demasiado, la violencia con la que lo hizo había sido
tanta, que aceleró todo. Entonces, satisfecho y
creyendo que al fin Ori diría algo, se inclinó sobre él
para hablarle de cerca.

457
— ¿Crees que te odio por follarte de esta
manera?
Se quedó quieto tras venirse en su interior, y
retiró el cabello de Ori buscando su mirada. Al ver
que no tenía ninguna expresión, y sus ojos se
mantenían cerrados, le preocupó que pensar que no
respiraba. Revisó su pulso, pues tampoco lo sentía
presionarle con su esfínter como alguna reacción de
lo que acababa de hacerle.
Estaba vivo, pero totalmente inconsciente. Salió
de él y vio su pequeño agujero irritado por la
intromisión.
No podía ser cierto, Ori debía encontrarse
realmente mal, si se había desmayado sin despertar
durante lo que le hizo. ¿Qué demonios le estaba
haciendo a ese pobre chico? Tan débil y enfermo,
¿cómo fue que se le ocurrió abusar de él para
comprobar una teoría estúpida?
Una voz propia le insultaba sin parar, no podía
escudarse en nada, sus sospechas eran tan carentes
de sentido, que la culpa no se detenía. Lo estaba
destruyendo, Ori quería darle todo de sí, y él no
dejaba de hacerle tanto daño. Se sostuvo la cabeza
con fuerza y no quiso mirarle más.

458
En un arranque de ira contra sí mismo, lanzó al
piso todo lo que sus manos alcanzaron, tiró los
muebles de la habitación, rompió las cortinas, las
sábanas, no dejaba de destrozar todo a su paso. La
cabeza iba a estallarle, no soportaba escuchar a su
“yo” anterior, aquel que no hubiese hecho daño
nunca, ese hombre que fue alguna vez, y que ahora
le recriminaba todo lo que hacía, que le encaraba
diciéndole que Ori era lo único que le quedaba, y
que si continuaba como ahora solo lo destrozaría,
que Ori le odiaría al final.
Pero la furia que sentía al creer que volvería a
caer en la idiotez de enamorarse, competía con la
sensatez que trataba de detener su propia
destrucción. Salió de la habitación que dejó hecha
ruina, donde el cuerpo inconsciente y dañado de Ori
se mantenía inerte.
Lo terminaría matando si seguía así, pero no
podía parar, se había convertido en un demonio y lo
destruiría si no encontraba una salida.
Llegó a la cocina, ahí estaba la comida que
encargó. En lugar de ir a romperle el culo, habría
sido mejor alimentarlo, sabía que el chico no había
comido desde el día que le dejó en la oficina. Tiró
todo al piso comenzando a gritar de frustración. No

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soportaba más, era un miserable, cada día, cada
minuto que pasaba, no dejaba de sentirse más
mierda.
Y salió del departamento hecho una furia. No
volvería hasta no calmar esa ira que sentía.
Eros se encontraba hablando con algunos de los
Alfas, la reunión era para que opinaran respecto a las
funciones. Generalmente eso se hacía entre todos,
sin distinciones de raza o categoría, pero eran
aspectos muy simples como para reunir a tantas
personas, así que lo decidirían ellos.
Se distrajo un momento, viendo que no muy lejos
iba pasando Yune, llevaba una cubeta de agua que
con trabajos cargaba, delante iba Brandy con otra
cubeta, que llevaba con mucha más facilidad. Eso le
causó gracia, Yune era demasiado débil, quizá
porque en su vida hizo algo que le exigiera una
buena condición física.
Volvió a lo que estaba, notando que algunos de
esos Alfas miraban al chico también. Carraspeó
atrayendo su atención nuevamente y frunció el ceño.
—Señores, creo que está de más recordarles que
no deben meterse con él. —les recordó.
—Eros, él no te pertenece.

460
—Respeten un poco, quizá no sea suyo como él
quisiera, pero lo protege. —mencionó uno de ellos,
que no parecía tener ni el mínimo interés por el
Omega. —Además, Eros es nuestro jefe, y esa
debería ser suficiente razón para que dejen de
imaginarse todo eso que están pensando.
El tigre sintió aquello como un balde de agua fría,
no era necesario que le ayudara, si iba a recordarle
que Yune no le hacía caso alguno.
— ¿Piensas reclamarlo? Porque si tú no lo
haces…, a muchos aquí nos gustaría hacerlo.
—Váyanse a la mierda. —bufó molesto. —La
reunión terminó, hagan lo que se les dé la gana, pero
no se acerquen a Yune o los colgaré de los huevos en
la cima de la carpa. —advirtió marchándose.
Siguió el mismo camino que había tomado Yune,
hasta que logró alcanzarlo y le quitó la cubeta.
—Oye, yo puedo con eso. —se quejó el chico.
—Ve al camper y espérame ahí.
—No, estoy trabajando.
— ¡Que vayas al maldito camper! ¡Ahora! —
estalló enfadado.

461
Yune se detuvo, Eros no solía gritarle. Pensó que
tal vez algo malo estaba sucediendo, así que
obedeció.
—Hey, Eros, no tienes qué hablarle así al chico.
—le reprochó Brandy cuando se fue acercando.
—Y tú no deberías hacer que trabaje tanto.
— ¿Tanto? ¿Enserio? Ori, y muchos otros
Omegas, han hecho diez veces más de lo que hace
Yune, es bueno que trabaje, despeja su mente y se
ejercita un poco.
—Pero él no puede con tanto.
—Deja de protegerlo así, enfermas. —farfulló la
chica quitándole la cubeta para llevar ambas por su
cuenta. —Y ve a pedirle una disculpa, no merece
que le hables así por estar molesto, no es su culpa
que sea atractivo para otros.
Eros maldijo por lo bajo y cambió de dirección
para ir a su camper, donde Yune debía estarle
esperando. Entró arrepentido, pues a fin de cuenta,
Brandy tenía razón.
Encontró al chico sentado en la cama de su
dormitorio, parecía algo triste, le miró de inmediato
y Eros no supo qué decir, así que hizo lo mejor que

462
podía en ese momento, se acercó sentándose a su
lado y habló.
—Lo siento, no debí gritar.
— ¿Pasó algo? —preguntó Yune. — ¿Hice algo
mal? Sé que no trabajo muy bien, pero Brandy me
ha estado enseñando cómo hacer las cosas y…
—No, tú no eres el problema. Soy yo, me he
molestado porque unos idiotas han estado viéndote,
y sé que es una tontería, ellos no te harán daño, pero
imaginar que prefieras estar con cualquiera que no
sea yo, y dejar que lo hagas porque sé que no puedo
impedirlo, no sabes cuánto comienza a enfermarme.
—Eros, yo no sabía…
—Claro que lo sabías, es imposible que no notes
sus miradas.
—No, no me refiero a eso. Yo no sabía cuánto te
afecta eso, pensé que con ignorarles era suficiente,
no creí que tú estuvieses enterado. —mencionó
sorprendido. —Incluso pensaba que tal vez yo lo
estaba imaginando, no sé, por lo que pasó con
Dante, sentí que quizá era algo paranoico.
—Yune, ¿por qué no me dijiste eso? Si te
incomoda…

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—Eros, yo quiero seguir trabajando, me gusta
hacerlo. —dijo sonriendo con ese gesto que tenía
idiotizado al Alfa. —Además, tú siempre estás
cerca, y eso me gusta, saber que estás ahí.
—A mí no me está gustando, para nada. Ya me
estoy cansado de verte siempre, y no poder
defenderte como si realmente me pertenecieras. —
murmuró Eros. — ¿Sabes? Yo no puedo exigir
siempre que ellos se mantengan lejos de ti, si
cualquiera viene a ofrecerte algo, pueden hacerlo, y
solo dependerá de ti.
—No quiero nada con nadie, con ninguno de
ellos.
—Lo sé, conmigo tampoco, ¿no?
—Nunca dije eso. —dijo Yune con un suave
sonrojo en sus mejillas. —Eros, quisiera estar
preparado para intentarlo contigo. Pero…
— ¿Pero aún no es el momento? Está bien, no
voy a presionarte.
—No, yo creo que…, tal vez sí es este el
momento.
Eros le miró sorprendido, no podía creer lo que
acababa de escuchar. Yune dijo las palabras exactas,

464
y su mirada no parecía dudar. Algo hizo clic en la
mente del Alfa, eso era lo que había estado
esperando, y apenas reaccionó, se tiró sobre Yune
asaltando sus labios como si quisiera devorarlo.
Yune gritó y trató de empujarlo, no porque no
quisiera, sino que había sido tan rápido, y le dejaba
sin aire. Pero Eros no parecía querer detenerse, y
aunque solamente le besaba, ya se encontraban en la
cama, Yune debajo, tratando de respirar y de
liberarse, mientras Eros lo apresaba de una manera
tan dulce, que el chico enterneció. No sentía miedo,
no había agresiones de por medio, solo el ímpetu
desesperado de Eros que deseaba tanto esos labios y
ahora lograba tenerlos.
— ¡Basta! —exclamó Yune logrando ladear el
rostro, tomó aire y jadeó mirando nuevamente a
Eros, que parecía confundido. —Necesitaba aire.
Casi muero ahogado.
—Yune, ¿realmente quieres intentarlo conmigo?
No quiero hacerte daño, ni que sientas que debes
hacerlo solo porque estás aquí.
El chico le sonrió con dulzura, acariciando su
mejilla.

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—Me gustas, yo te gusto. Siento mi corazón latir
cuando estás cerca de mí, justo ahora, está frenético.
Y cada que me has dicho que te intereso, se forma
un extraño aleteo en mi estómago que me llena de
emoción. No lo dije antes, porque tenía miedo. Pero
estos días ha sido diferente, te he podido conocer
mejor, confío en que realmente eres bueno, que no
me harás daño. Quiero esto, lo quiero tanto como tú.
— ¿Y Dante?
— ¿Por qué me preguntas por él? —murmuró
Yune sin comprender.
—Sé que le querías, estabas siempre con él,
tantos años a su lado…
—Él era mi dueño, me protegía, y yo lo quise
mucho. —dijo Yune sentándose cuando sintió que
Eros se quitaba de encima. Bajó la mirada con
tristeza mientras continuaba. —No debes
preocuparte por lo que siento por él, lo quise, porque
era bueno, y creí que me quería también, pero no de
esa forma, nunca pensé en él como pareja, yo era un
niño cuando él me compró, nunca quise que
cambiara, mucho menos que se convirtiera en una
pesadilla.
—Lo siento, no debí preguntar.

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—Está bien, mereces saberlo. Yo también quiero
saber qué hay entre tú y Brandy.
Eros se erizó al escuchar esa pregunta. Miró a
Yune sorprendido y trató de hacerse el tonto.
—No sé de qué hablas.
—Encontré ropa que huele a ti en su camper. —
farfulló molesto, cruzándose de brazos ante el
mayor. — ¿Es tu novia?
—No. Ella y yo somos buenos amigos.
— ¿Amigos que tienen sexo?
—Sí, bueno, no. Fuimos amigos que tenían sexo
cuando uno necesitaba del otro, pero…, ya no es así,
ella entiende que yo quiero estar contigo, y bueno,
solo era quedó en amistad. —trató de explicarse.
Yune ahora le miraba con cierta duda, pero tal
parecía que decidía creerle.
—Si me estás mintiendo, no voy a perdonarte. —
advirtió serio.
—No podría mentirte. Y si quieres, puedo decirte
con quienes me he acostado si eso te deja más
tranquilo.

467
— ¡Ni se te ocurra! Tu lista debe ser demasiado
larga, no quiero saber. —bufó Yune frunciendo el
ceño. —Tampoco alardees.
—Ahora serás solo tú, y nadie más. Lo prometo.
—Tienes finta de no poder cumplir esa promesa.
—refunfuñó el chico, sintiendo como Eros volvía a
acorralarlo. — ¿Cómo confiaré en ti?
—Esto es de lo que más seguro he estado en la
vida. No traicionaría tu confianza por nada.
Yune cerró los ojos al sentir el cálido aliento de
Eros contra sus labios, sus manos tomando su
cintura mientras le besaba, abrió la boca un poco y
suspiró al sentir la lengua de ese Alfa asaltando
como si quisiera arrancarle la voz. Eso se sentía tan
bien, no era como los contados besos que Dante le
forzó a dar, esos donde sus labios resultaban heridos
y solo le provocaba nauseas. No, con Eros todo era
suave y le encendía algo tan profundo que se
estremecía con cada movimiento de la lengua que
invadía su boca.
Estaba dispuesto a dejarse llevar, quería ser suyo,
pertenecerle por completo en cuerpo y alma, pues
era con quien se sentía seguro, a quien deseaba por
primera vez, y por quien se estremecía de solo

468
escuchar su voz, no se negaría a ese deseo, aunque
luchaba aún por no recordar lo que Dante alguna vez
le hizo. 

469
Capítulo 19

Dante bebía de nuevo. Se encontraba en un bar,


llevaba varias horas ahí y había llegado ebrio. El
aroma suave de una mujer le llamó la atención.
Era atractiva, de unos veintitantos, su atuendo
atraía todas las miradas. Se había sentado a dos
lugares de él, ordenó un trago y sonrió al barman.
Una sonrisa rota, ella no se encontraba tan bien
como lucía. Pero quizá todas las miradas que atrapó
no lo notaron.
La mirada de esa mujer se clavó en la suya,
pasaron al menos un par de minutos mirándose con
intensidad, hasta que ella volvió a sonreír.
— ¿Mal de amores? —dijo con cierta gracia. Su
voz resultaba agradable.
— ¿De qué hablas?
—Me refiero a si estás aquí por esa razón.
—No te interesa. —bufó Dante volviendo la vista
al frente, tomó su vaso bebiendo lo que quedaba
para ordenar otra igual.

470
—Yo sí, llevo ya un año visitando este lugar. —
admitió ella. —Bebo hasta no poder más, salgo con
tipos a quienes no les intereso, tengo sexo, pero nada
logra hacerme sentir mejor.
— ¿Por qué me cuentas eso? ¿Crees que tienes
posibilidades de pasar la noche conmigo?
La mujer rio con dulzura y se acercó sentándose
más cerca, justo a su lado, negando entre esa risa
que no podía detener.
—Por supuesto que no. No me gustaría estar con
alguien que parece estar peor que yo.
— ¿Entonces qué carajo quieres?
—Hablar. Mi actividad favorita desde que el sexo
no ayuda, es hablar con extraños, y contarles mi
vida.
Dante la miró como si estuviera loca, ella recibió
su bebida despachando al barman demasiado rápido.
—Lo sé, es una estupidez. Pero, algunas veces
nos hace falta conocer lo que otros han vivido, para
entender que no somos los únicos que la pasan mal.
Luces mal, y no sé qué te sucedió, o quién te hizo
tanto daño.

471
Esta vez fue Dante quien no contuvo la risa, una
risa seca, carente de gracia.
— ¿Y no has pensado que quien hace daño soy
yo?
—Sí, imagino que así es. No me digas, quiero
adivinar. —dijo ella tomando su brazo con suavidad.
—Amaste a alguien que no te amaba, y ahora
rechazas a aquellos que aún podrían sentir algo por
ti.
—No estoy para estos juegos, vete de aquí.
—Está bien. —se levantó dispuesta a
desaparecer.
Al ver que la mujer no pensaba insistir más,
Dante la detuvo. La curiosidad había ganado.
— ¿Por qué vienes a este lugar? —cuestionó
llamando de nueva cuenta su atención.
—Tendría que quedarme y contarte todo, porque
si no, no lo entenderás. —advirtió ella sin voltear.
—No planeaba irme aún. Tengo tiempo de
escucharte.
Ella volvió a sentarse, mirando al hombre que
estaba a su lado.

472
—Me llamo Megan, un placer. —se presentó
estirando la mano como saludo.
—Dante.
—De seguro no tienes amigos. —murmuró
quitándola al no recibir la mano de Dante.
— ¿Y bien?
—Bueno… ¿Por dónde empiezo?
—Creí que lo habías contado muchas veces.
— ¿Crees que hay muchos borrachos dispuestos
a llevar una conversación conmigo? —se burló ella.
Dante negó, en realidad, su vestimenta
provocativa no dejaría pensar a la mayoría, sin
embargo, él ni siquiera se sentía atraído. ¿Entonces
por qué quería escucharla? Para tener un pretexto y
tardar más en volver a casa. Además, la curiosidad
jugó un papel importante.
—Hace algunos años, conocí a alguien que no era
de la ciudad. —comenzó Megan, suspirando al
recordar. —Era un hombre mayor que yo, diez años.
Mis padres no me permitían verle, así que, decidí
buscarlo a escondidas. Él insistía en vernos de esa
forma, nunca quiso presentarse ante mi familia, y yo

473
creí que era normal. Nos veíamos en un callejón que
queda tras este bar. —sonrió melancólica.
Era una Delta, Dante podía saberlo por su aroma.
Se mantuvo atento escuchando.
—Él decía que no podía vivir sin mí, y yo sí que
lo amaba, vaya que lo amaba…
—Lo amabas, ¿por qué en pasado?
—Porque me hizo mucho daño. —trató de
mantener la sonrisa, pero pronto comenzaba a
quebrarse. —Me propuso fugarnos, yo era joven, y
tonta. Para mí fue maravilloso, me ilusioné con una
vida perfecta a su lado, quería darle todo de mí.
Entonces, una de tantas noches en las que escapé de
casa para verlo, llevé algo de mi ropa y dinero que
tomé del bolso de mi madre. No le conté a nadie.
Nos encontramos aquí, él había conseguido un auto,
salimos de la ciudad…, fueron horas de viaje.
—Eso comienza a sonar como película de terror.
—comentó Dante bebiendo del vaso frente a él. No
le estaba pareciendo muy interesante hasta el
momento.
—No lo era, al menos al principio. —dijo la
chica. —Llegamos a otra ciudad, era de donde él
venía, conocí a sus amigos, a su familia. Él me hacía

474
feliz, aunque estando a solas se comportaba
diferente, era distante, se enojaba con facilidad. Yo
creí que era normal su comportamiento, pensé que
solo era cansancio por el trabajo o el estrés del día a
día. Hasta que empeoró. Comenzó a golpearme cada
que volvía a casa. Quise justificarlo conmigo misma,
algo me decía que debía salir de ahí, pero, yo lo
amaba, no podía dejarlo. Pronto las cosas fueron de
mal a peor. Una noche quiso tener sexo conmigo y
me negué, pues horas antes me había golpeado por
una estupidez, no se lo pensó demasiado, abusó de
mí, a pesar de los gritos y las súplicas no se detuvo.
Los golpes y las violaciones no se detenían. Y yo no
quería irme, pensaba que en algún momento él
llegaría a ser el de antes, que me pediría perdón y
seríamos felices.
— ¿Alguna vez se arrepintió de ello? —preguntó
Dante. La imagen de Ori le vino a la mente, y por
más que quería, no pudo evitar recordarle llorando
sobre su cama.
—No. Una vecina llamó a la policía una noche en
la que discutimos, yo le dije que si volvía a tocarme
me marcharía, y él sonrió asegurándome que antes
iba a acabar conmigo. Salí de la casa y él me
persiguió, los policías lo detuvieron cuando estaba
sobre mí golpeándome el rostro sin parar. Quedé

475
varios meses en coma, mis padres me habían
buscado hasta dar conmigo, hicieron que me
trasladaran a esta ciudad. Cuando desperté lo había
olvidado todo, mis papás creían que era mejor así,
me ocultaron lo que sucedió.
—Y recuperaste la memoria en algún momento.
Supongo que por ello lo sabes ahora.
—Sí, y aunque es algo que me duele recordar,
creo que ha sido mejor así. Recordé todo cuando él
salió de la cárcel, el imbécil quiso buscarme, se
aprovechó de que no lo recordaba y se hizo pasar
por una persona más, se acercó, volvió a
envolverme. Yo estaba asistiendo a la universidad
cuando él apareció, y no le funcionó lo mismo que
usó cuando era una muchachita. Un día dijo algo que
hizo clic en mi cabeza, me llamó como solía hacerlo
cuando me fugué con él, y recordé todo tan rápido,
tuve una crisis nerviosa, volví al hospital… En
cuanto me recuperé puse una orden de restricción en
su contra. No hubo necesidad, a él lo asesinaron días
después, y lloré tanto…
— ¿Eres estúpida? —interrumpió Dante.
—No lloré por él, era por la frustración que sentí
al enterarme. —confesó la chica. — ¿Sabes qué es
lo peor de ser una víctima?

476
Dante no respondió, pero quería saberlo.
—Que llegas a odiar como nunca imaginaste,
incluso a él, a quien tanto amé, a quien creí poder
perdonarle cualquier cosa, lo odié tanto que lamenté
su muerte, porque yo deseaba destruir su patética
vida, igual que él hizo conmigo. Comencé a planear
todo, y de pronto, él estaba muerto, antes de poder
siquiera encararlo.
El Alfa sintió un escalofrío recorrer su espalda, al
voltear hacia ella, vio por un momento el rostro de
Ori bañado en lágrimas, con una expresión llena de
rencor, de una furia indescriptible, mirándole con
rabia, esos ojos tiernos… Volvió en sí al darse
cuenta que Ori no se encontraba ahí, el rostro de esa
mujer volvía a ser diferente, desconocido, pero sí
lloraba y lucía tan frustrada.
— ¿Por qué sigues viniendo a este lugar?
—Aquí también es donde lo conocí, no adentro,
pero él frecuentaba este bar. Hace un año mis padres
murieron en un accidente, no hay nadie que me diga
qué hacer, y descubrí que al emborracharme puedo
pasarla bien. No confío en los hombres, pero no
puedo detenerme, siento que de esta forma le estoy
haciendo daño, aunque sé que es estúpido.

477
— ¿Cómo pudiste enamorarte de alguien así?
Aún peor, ¿por qué te quedaste después de que te
golpeó la primera vez?
—Lo quería, realmente lo amaba.
—Maldición, escucharte decir eso…
— ¿Te recuerda a alguien? —dijo cambiando su
expresión triste a una divertida. —No me digas,
seguro es tu razón de estar aquí. No deberías seguir
bebiendo, si alguien te espera en casa, solo causarás
daño si bebes más.
—No sabes lo que dices.
—Él bebía…
—Y ahora tú también. —le reprochó Dante a la
defensiva.
—Pero yo no tengo a nadie. En cambio, tú, ese
aroma que traes encima te delata. ¿Estás
enamorado?
—No, por supuesto que no.
—Claro, con la primera negación podría haberte
creído. ¿Cómo se siente?
— ¿Cómo se siente qué?

478
—Ser quien destruye el cariño de una relación.
—No sé de qué hablas.
—No vas a lograr engañarme. —advirtió ella
señalándole con una copa en su mano. —No luces
como alguien a quien puedan hacerle daño
fácilmente, pero pareces tan arrepentido de algo, que
cualquiera puede darse cuenta.
Dante frunció el ceño, dio por terminada la
plática poniéndose de pie. No iba a dejar que esa
mujer le cuestionara cosas que no le incumbían.
—Espero verte pronto, en mejores condiciones.
Tal vez tengas mejor carácter estando sobrio. —dijo
ella mientras él se marchaba.
Minutos después Dante estaba en su coche, no
encontraba las llaves, aunque estaba claro que no
podría conducir en ese estado. Suspiró reclinando el
asiento. Desde que había hablado con esa chica, no
podía quitar a Orién de su cabeza, las palabras de
ella habían sido tan exactas, y le hizo pensar ¿qué
sucedería si Ori llegaba a tal punto? No era
imposible.
Pensó en Yune, en el daño que le hizo, él
seguramente lo odiaba más que nadie, y comprendía
eso, pero, no quería que sucediera también con el

479
pequeño pelirrojo, no quería causarle más daño, y ya
no sabía cómo detenerse, si cada que comenzaba a
pensar en los nuevos sentimientos que Ori
despertaba en él, creía estar en un error y prefería
lastimarlo para reafirmar que no podía sentir
ninguna clase de cariño por él.
Cerró los ojos, todo daba vueltas, si seguía
bebiendo de esa manera jamás volvería al
departamento. Recordó que Ori debía seguir
enfermo, le dejó dos días atrás y desde entonces…
Ori no había comido, ni tomado las medicinas,
seguramente estaría peor.
—Las llaves. ¿Dónde están? —susurró moviendo
las manos sobre su saco.
Tenía que volver, tenía que saber si Ori estaba
bien, necesitaba verlo al menos un momento.
Un golpeteo en el vidrio de la puerta le hizo abrir
los ojos, Megan, la chica del bar estaba ahí afuera,
mostrándole las llaves de su coche. Dante abrió y
salió del auto para tratar de quitárselas, ella lo
esquivó con facilidad.
— ¿Por qué?
—Si manejas ebrio, atropellarás a alguien. —
explicó entrando en donde él había estado. —Yo

480
puedo conducir, tomaré un taxi cuando te lleve a tu
casa.
—No te diré dónde vivo.
—Entonces no te daré las llaves.
Dante rodeó el coche y entró del otro lado, se
había rendido, no quería discutir, tampoco manejaría
así, pero deseaba volver cuanto antes. Sacó su
celular y con la vista borrosa logró encontrar el
registro del GPS, se lo dio a la chica indicándole que
siguiera en la dirección que marcaba como DP.
Ella lo hizo, algo sorprendida de ver que era
bastante lejos.
En cuarenta minutos llegó al edificio y se
estacionó dentro, pudo entrar por llevar el coche del
Alfa.
—Listo. Espero que traerte me haga acreedora de
una cerveza al menos.
—No puedes subir. —dijo Dante saliendo del
coche. El tiempo de viaje le sirvió para despejarse
un poco, aunque seguía mareado.
Llegó hasta el elevador y entró sin dirigirle la
mirada.

481
— ¡Al menos agradece! —exclamó ella
lanzándole un zapato.
—No tengo por qué. Eres una entrometida.
Las puertas se cerraron. Dante subió ignorando el
hecho de haberle dejado las llaves de su auto a una
desconocida, apenas estuvo frente a la puerta de su
departamento se detuvo tras marcar la clave. Esa era
la tercera noche, se había ido por dos días y tres
noches, pronto amanecería. Se preguntó si realmente
quería entrar, y si estaba seguro de soportar lo que
encontraría, o lo que no…
Finalmente tomó una decisión y abrió la puerta.
Lo primero que vio fue el pasillo, la ropa de Ori no
estaba, por supuesto, el chico siempre recogía todo.
Por ello, cuando entró más y vio hacia la cocina, le
sorprendió ver una mancha de comida en el piso y la
llave del grifo abierta. Fue enseguida, creyendo que
Ori se encontraría ahí.
No estaba. El grifo se encontraba roto, así que
cerró el paso del agua y se dirigió a la habitación del
pequeño.
Comenzó a ponerse nervioso cuando no lo vio en
la cama. Se repitió que era normal, seguramente el
chico despertó y…

482
Maldijo su estupidez, recordando en qué
condiciones le dejó. Ori se había desmayado y él ni
siquiera se quedó a verificar que estuviese bien,
después de haber abusado de él de la manera en que
lo hizo, con tanta violencia, estaba claro que Ori al
despertar debió sentirse terrible.
Fue al baño de la habitación y tampoco lo
encontró. Revisó en la sala, detrás de cada sillón, en
el comedor, en las otras habitaciones, hasta que solo
quedaba la suya, la última puerta del pasillo.
Se acercó pensando que, si no le encontraba, solo
podía significar que Ori se había marchado.
Entonces abrió, y caminó cauteloso casi sin respirar,
hasta que vio el cuerpo del chico sobre su cama.
Suspiró más tranquilo, viendo que llevaba la misma
ropa que le hizo ponerse, y parecía dormir hecho un
ovillo en la orilla del colchón.
Llegó hasta él y tomó su hombro para moverlo,
pero estaba helado.
—Ori. Orién, despierta. —le llamó preocupado,
el chico no le respondía.
Revisó su pulso, aún estaba vivo, sus latidos
parecían normales. Lo movió con más fuerza y vio
esos tristes ojos abrirse.

483
El chico levantó la mirada, al reconocerle se
levantó de prisa tambaleándose demasiado, hasta
que se bajó de la cama por el lado contrario y se
cayó al no poder mantener el equilibrio.
Dante notó las enormes ojeras del chico, incluso
lucía mucho más delgado, y ni siquiera intentó
ponerse en pie. Comenzó a respirar agitado por el
esfuerzo que hizo, temblaba cual cachorrito asustado
que no se atrevía a mirarle de nuevo.
—No te dejé comida. —murmuró Dante
acercándose a él para ayudarle.
—Sí… Había… —susurró Ori, que ni siquiera
podía sostenerse de los brazos que tomaban los
suyos.
— ¿Te comiste lo que había en el piso de la
cocina?
Lo vio asentir despacio, y no pudo creer lo que le
había hecho. No solo lo abandonó y le dejó sin
alimentos, también tiró lo que ese día debió haberle
dado. Si hubiese bajado las compras del coche días
antes, Ori no estaría en esas condiciones, no estaría
muriendo de hambre.
Por su negligencia Ori había tenido que comer
del piso, y ese fue su único alimento de los últimos

484
seis días.
—No debiste.
—Perdón. —se disculpó Ori con la voz cortada.
—Quise buscarlo, pero no podía moverme.
— ¿No podías? Llegaste a la cocina. —se quedó
callado al ver las piernas del chico, estaban rojas y
con algunos moretones, igual que sus brazos. — ¿Te
arrastraste?
—No puedo caminar, y usted no estaba. —dijo
asintiendo.
— ¿Cómo que no puedes caminar? —cuestionó
Dante alarmándose de inmediato. Pasó por alto el
hecho de que Ori volvía a hablarle de “usted”, pues
no era el momento de decir nada al respecto.
El pequeño negó cerrando los ojos, no quería ser
un fastidio, se arrepintió de decir aquello y sonrió de
pronto, pero las lágrimas inundaron su mirada
cuando quiso ver al Alfa y decir que no pasaba nada.
Dante acababa de levantarle del piso y eso dolía
demasiado.
— ¿Qué te ocurre?
—Nada. —gimió tratando de ocultarle lo duro
que le resultaba estar parado.

485
Cuando Dante lo llevó a la cama y le hizo
sentarse, Ori gritó de dolor y se encorvó de
inmediato, tuvo que detenerlo antes de que cayera
nuevamente. Entonces pudo comprender.
Hizo que el pequeño se recostara tal como lo
encontró, tratando que estuviese en una posición
donde no sufriera más por el dolor. Supo que aquel
día se había excedido, y aunque Ori no fue consiente
de ello, el daño estaba hecho, la fuerza con la que lo
tomó aquella mañana había sido demasiada para el
menudo cuerpo del Omega. Lo había lastimado, y
mucho.
Lo vio estremecer y luego estornudar, aquello le
recordó el resfriado que le contagió. Ni siquiera le
compró las medicinas, ni estuvo al tanto de su
recuperación, que claramente era nula, pues incluso
parecía estar peor.
—No debí dejarte solo.
—Estoy bien. —susurró Ori temblando de frío.
—Mañana estaré mejor.
— ¿Por qué siempre dices eso? Mañana,
mañana… Te dejé solo casi por tres días, ¿eso te
estuviste repitiendo eso en mi ausencia? —reclamó

486
enfadado, pues le desesperaba que Ori no le
reprochara nada.
—Pensé que había sido menos tiempo. —dijo el
pequeño con una triste expresión en su rostro.
—Eres tan estúpido. Después de cómo te dejé
sigues igual, no dejas ese maldito optimismo a un
lado. Es por mí que no puedes ni siquiera pararte, y
sigues diciendo “mañana mejoraré”.
—Usted no me hizo nada.
— ¿Eso crees? —cuestionó enfadado tomándolo
del brazo para que le mirase. — ¿Acaso no te
preguntaste por qué demonios no puedes caminar?
¿O por qué crees que te ha estado doliendo el culo?
Ori cerró los ojos y negó varias veces, no quería
pensar en ello, aquella noche en la que despertó
medio desnudo y con un insoportable dolor en su
espalda baja, tan fuerte que incluso le impedía
respirar, se reusó a culpar a Dante. Quiso creer que
había sido una caída, trató de bloquear los recuerdos
previos al momento en que no supo más y quedó
inconsciente. Pero no era tonto, sabía bien lo que
debió ocurrir, solo que prefería pasarlo por alto
como todo lo demás que Dante le hizo.

487
El Alfa salió de la habitación, ese chico era
imposible de comprender. Fue hasta la cocina, pero
de antemano sabía que no encontraría nada de
comer. Las compras que hizo días atrás las olvidó en
el coche y ya apestaban, no pensó en sacarlas ahora.
Buscó cualquier cosa, pero no tenía nada.
Llamó a una farmacia de 24 horas. Pidió algunos
alimentos básicos y las medicinas que el chico debía
haber comenzado a tomar desde la visita del médico,
aprovechando también encargó un gel desinflamante
y analgésico para Ori, pues sabía que lo necesitaba.
Cuando volvió a la habitación vio la mirada de
Ori fija en él, se acercó para cargarlo y acomodarlo
mejor en la cama, sintiendo como se estremecía,
pero no emitió queja alguna.
—Me excedí contigo. —dijo Dante, sentándose a
su lado y acariciando su cabello con la intención de
reconfortarle un poco. —La has pasado mal desde
que te compré, y no entiendo cómo es que aún
quieres confiar en mí.
—No…
—Shhh, escucha. —pidió con voz calmada, lo
menos que quería era asustarlo de nuevo. —No
mereces lo que te hice, ni tampoco tienes que

488
soportar estar aquí en la posición que aceptaste.
Anulo ese acuerdo, no tienes que pagarme de
ninguna forma lo que pagué por ti, eso era una
estupidez que no debí proponerte.
—No quiero irme. —sollozó Ori aferrándose con
fuerza al pantalón de Dante, y levantó la mirada
suplicante. —Por favor, no me pida que me vaya. Le
dije que obedecería, haré lo que me pidió.
—Deja de rebajarte. —reprendió Dante.
Suspiró abrumado, había estado pensando en algo
desde que llegó, una solución que no afectara al
chico, pues no se creía capaz de cuidarle si no
lograba olvidar todo, viviría recriminándose y
desquitando el rencor propio sobre ese Omega que
no tenía la culpa de nada.
—No te seguiré lastimando, ya has pasado
demasiado, no destruiré tu vida también.
—Pero no quiero…
—Esto no significa que tengas que ir por tu
cuenta. —aclaró sin dejarle hablar. —Sé que
seguramente prefieres quedarte aquí porque temes a
lo que pueda sucederte si vas a la calle. Es por ello
que pensé en algo, tal vez será lo mejor. Mañana
mismo te llevaré a un sitio seguro donde te cuidarán

489
durante un tiempo, aprenderás a hacer tu vida por tu
cuenta y no dependerás de un dueño, serás libre.
— ¡No! —exclamó Ori, cerrando la boca
enseguida le miró como si estuviera enfadado,
aunque con ese gesto lucía demasiado tierno ante los
ojos del mayor. —No quiero eso, no me quiero ir a
ningún sitio.
—Es lo mejor, te prometo que cuidarán bien de ti,
no te pasará nada.
—Es que no tengo miedo de lo que pueda
sucederme. —dijo angustiado. —No decidí
quedarme porque crea que esto es mejor.
—Orién, no quiero que esto se convierta en una
discusión. ¿Acaso no has entendido? No voy a
cambiar, si te quedas, volveré a hacerte daño como
he hecho hasta ahora. ¿Eso quieres?
—No…, pero…
—Pero nada. Mañana mismo te llevaré a un
albergue.
—No quiero, no puede hacerme esto. —reclamó
desesperado, quería levantarse, pero sus intentos
eran en vano.

490
— ¿Hacerte qué? ¿Salvarte de todo lo que pasará
si te quedas? —cuestionó Dante apresándole ambas
manos contra el colchón para que dejara de moverse.
El chico le miró con tristeza.
—Quiero estar con usted, si me lleva a ese sitio
no lo veré más.
Dante no supo qué decir. La mirada tímida de ese
pequeño era tan perfecta, tan tierna, no podía creer
que esa criatura tan dócil e inocente quisiera
permanecer ahí, junto a él, cuando tantas veces le
había hecho llorar, cuando no mostraba ni el mínimo
interés por su bienestar.
— ¿Por qué? —cuestionó al fin, necesitaba
saberlo, si no escuchaba una buena razón entonces
creería que era una gran farsa.
—Le quiero… —susurró el pequeño. Desvió la
mirada y tomó valor, pues creía que tenía que
explicarlo, entonces continuó. —Y me preocupa
verle mal, no sé cómo, tampoco entiendo por qué me
siento así.
—Claro, lo dice un mocoso que hasta hace un par
de semanas no me conocía, y que además estaba
dispuesto a venderse con mi propio hermano. —
farfulló Dante soltándole con brusquedad. —No

491
digas idioteces, eres un estúpido niño con problemas
de identidad.
—Yo no quiero a su hermano como a usted. —se
defendió el pequeño, logrando levantarse un poco.
—Eros me protegía de Zair, lo admiraba, porque
cuidó de mí cuando nadie más lo hizo.
—Entonces ve a sentir esas cursilerías por él. En
lugar de llevarte al albergue te llevaré al circo,
podrás admirar a Eros cuanto quieras y olvidarte de
esto que has dicho.
—No, no quiero volver. —se quejó con seriedad.
—No me importa si usted va a volver a lastimarme,
y si quiere pruébeme, no me rendiré, no quiero irme.
—Eres demasiado testarudo. —dijo Dante
volteándose contra el chico, lo empujó haciéndole
caer de espaldas y se subió en él aplastándole. —
¿Cuánto vas a soportar? ¿Una semana? ¿Dos? Antes
de comenzar a suplicar para que te deje ir de una
buena vez. ¿O es acaso que te gusta ser tratado así?
Ori negó aguantándose el dolor que sentía, estaba
tendido bocarriba y su espalda dolía horrores.
— ¿Por qué me trata así? —susurró asustado. Sí,
quería quedarse, a pesar de las consecuencias, solo

492
necesitaba entender cuál era la razón, si acaso había
alguna. — ¿Disfruta haciéndome daño?
Estaba dispuesto a aceptar cualquier respuesta.
Pero Dante detuvo su asalto, quitándose cuando
esa última pregunta le empezó a taladrar en la
mente. ¿Que si lo disfrutaba? ¡Por supuesto que no!
En ese momento se dio cuenta que no la pasaba nada
bien obligando al chico de esa manera, ni viendo ese
rostro temeroso con lágrimas queriendo salir de
nuevo. Lo hacía por frustración, para demostrarle
algo, demostrarle que era un maldito enfermo sin
remedio, pero, ahora que pudo detenerse a pensar
supo que no era eso lo que quería.
Sí, había hecho mucho daño y se culparía día tras
día, lo que le hizo a Yune no tenía perdón alguno,
pero, si tanto se odiaba por eso, ¿por qué lo estaba
haciendo con Ori?
Tenía que calmarse. Salió de la cama
comenzando a caminar de lado a lado. Debía parar,
no podía seguir así o acabaría por destruirlo todo.
El recuerdo de Yune abrazando a su pequeño
bebé muerto le hizo doblegarse, eso jamás podría
sacárselo de la cabeza, y tenía tanta repulsión contra
sí mismo.

493
Sonó el timbre, tuvo que salir a abrir la puerta y
recibir lo que había pedido, estaba tan alterado que
el joven que llegó con las bolsas quiso saber si se
encontraba bien. Le cerró en la cara y fue hacia el
mini bar, era lo único que se le ocurría en ese
momento, ahogarse en alcohol.
Pero antes de tocar cualquier botella escuchó un
fuerte alarido venir de su habitación. Tomó las
bolsas y fue deprisa, había olvidado lo mal que Ori
se encontraba.
Al entrar lo encontró en el piso a mitad del
camino hacia la puerta, se arrastraba sollozando
hasta que le miró.
—No se vaya. —susurró entre llantos.
—Maldita sea, ¿cómo puedes decir que me
quieres? Ve lo que te hice. —jadeó Dante
acercándose de inmediato para levantarlo. Lo llevó a
la cama y se alejó como si tocarlo le quemara.
Ori se mantuvo quieto, pues notó que Dante se
comportaba demasiado extraño. Vio las bolsas que
llevaba y cómo sacaba unas cajas pequeñas, sus
manos temblaban.
— ¿Se encuentra bien? —preguntó Ori
comenzando a preocuparse. ¿Por qué Dante se había

494
alterado de esa manera?
No recibió respuesta a eso, el Alfa le lanzó las
cajas cuando no logró abrirlas.
—Bebe una de cada una. —ordenó Dante,
sacando también pan y queso. No coordinaba sus
movimientos, comenzaba a ver nublado y aun así no
se detuvo. No quería parar, porque si lo hacía
volvería a recordar esa imagen que tanto le
perturbaba.
—Pero…
—Tómatelas.
—Dante, te estás poniendo pálido. —susurró Ori
tratando de acercarse a él.
Fue lo último que escuchó, alcanzó a ver el rostro
del pequeño entrando en pánico mientras todo se
desvanecía.
Ori saltó de la cama aun cuando aquello significó
un inmensurable dolor, comenzó a llorar llamando a
Dante repetidas veces mientras lo sacudía. No
despertaba.
Usando toda la fuerza que le quedaba se obligó a
ponerse de pie, no le importó lastimarse más, estaba
tan asustado por ver así al mayor que ni siquiera lo

495
pensó demasiado, fue a su cuarto y buscó en la cama
la tarjeta de aquél médico que Dante llevó días
antes.
Volvió al cuarto del Alfa, seguía en el piso, buscó
en su saco aquel celular que siempre llevaba, pero
tenía bloqueo. Miró desesperado a los lados, hasta
ver el teléfono de la casa sobre un buró. Logró
alcanzarlo y entonces pudo llamar.
Temblaba de nervios mientras esperaba en la
línea.
— ¿Dante? ¿Por qué llamas a esta hora? —se
quejó el hombre con voz cansada.
—Creo que Dante está muerto. —chilló el
pequeño soltando nuevamente el llanto. — ¡No se
mueve! ¡Por favor, tiene que venir!
La angustia del chico despertó por completo al
doctor.
— ¿Cómo que está muerto?
—Se cayó, no sé qué pasó, ha bebido, pero…
— ¿Te hizo daño?
— ¡NO! ¡Él está mal! —gritó con desesperación.

496
—Voy hacia allá, llamaré una ambulancia en el
camino. —dijo de prisa y colgó.
Orién se recostó sobre el cuerpo de Dante, no
quería que muriera, trató de escuchar su corazón y se
calmó apenas un poco cuando sintió el palpitar.
Cerró los ojos tratando de dejar de llorar, sabía que
él detestaba escucharle así, pero no podía, tenía tanto
miedo de que le ocurriese algo grave, que no quiso
separarse ni un poco de él.

497
Capítulo 20

—Eros, averiguamos dónde se encuentra Zair,


pero no lleva a Orién con él. —decía un chico que
parecía bastante preocupado. —Le preguntamos
dónde está, y nos dijo que lo vendió cuando se fue
de aquí.
Eros se levantó mirándolos con seriedad. Los días
de calma al parecer habían terminado. Orién era un
miembro del circo, alguien a quien protegió cuando
fue necesario, no iba a tolerar que Zair hubiese
hecho algo de semejante magnitud.
— ¿A quién se lo ha vendido?
—No nos dijo, y tampoco ha querido venir. Nos
amenazó diciendo que nos mataría si volvíamos a
molestarle. —dijo otro de los jóvenes a los que
envió a buscarle.
— ¿Pudieron averiguar algo más?
—No, y realmente nos preocupa. —murmuró
éste.
—Era nuestro amigo.

498
—Chicos, tenemos que pensar cómo lo
encontraremos. —murmuró Eros viendo que Yune le
saludaba de lejos con una sonrisa. No pudo
corresponderle en ese momento, había un asunto
importante que debía solucionar.
Su relación recién comenzaba con ese lindo
Omega, no quería involucrarlo en lo que estaba
ocurriendo, así que fingió la sonrisa y se dio la
vuelta para seguir hablando con los chicos.
—Reúnan a todos, nos organizaremos para buscar
a Ori hasta encontrarlo. ¿Quedó claro?
— ¡Sí señor! —exclamaron los jóvenes y se
fueron de inmediato.
—Eros, ¿qué está sucediendo? —la voz de Yune
le alertó enseguida, volteó sin saber qué responder,
el chico se acercó preocupado. — ¿Se trata de aquel
chico? ¿Orién?
—Yune, no tienes que saber, no quiero que te
preocupes por esto. —dijo Eros acercándose al
menor para tomar su rostro con suavidad.
—Muchos aquí están preocupados por él, y
aunque no lo conocí mucho, he escuchado cosas de
su dueño. ¿Cómo no voy a preocuparme? Dime qué
sucede, por favor.

499
—Zair lo vendió. —confesó rendido, no quería
ocultarle nada, además, Yune realmente estaba
preocupado por el bienestar de todos. —No sabemos
aún a quien, pero, conozco los alcanzas de ese tipo.
— ¿Qué estás pensando?
—Que pudo haberlo vendido a algún prostíbulo,
o a cualquier proxeneta que se topó por ahí.
Yune cerró los ojos con fuerza, deseando
sinceramente que ese chico no estuviese en malas
manos.
—Esta noche hablaré con todos, no habrá más
funciones. Y quien quiera ayudar a buscarle podrá
hacerlo, los que no entonces tendrán vacaciones
temporales. —dijo inquieto. —Siento que todo esto
es mi culpa. Debí comprarlo.
—Eros, no es tu culpa.
— ¡Lo es! Yo sabía de lo que era capaz ese tío.
¿Y si ahora el chico está muerto? ¿O algo peor?
— ¡Lo encontrarás! —exclamó Yune tomando las
manos del mayor. —Estará bien…
—Yune, gracias por querer que me sienta mejor,
pero no todos pensarán como tú. Todos saben que
Zair me lo ofreció.

500
— ¿Solo a ti? ¿Qué no hay más personas aquí?
—Nadie aquí iba a comprarlo.
— ¿Por qué no?
—Los omegas como él entran en un celo muy
particular. —le explicó mientras se sentaban. Yune
le puso total atención. —Cuando no tienen pareja su
aroma es un problema. Los Alfa del circo no se
acercaban a él porque temían que el instinto
dominara, y hay de dos, o te atrae, o te repele. En mi
caso, odié ese olor por los últimos tres años, que ha
sido el tiempo en que se ha puesto así. Le sucede
durante un mes por cada dos normales, y aun cuando
ese ciclo terminaba, seguía teniendo una esencia
sobrante durante los meses que no apestaba.
—Pero no es su culpa, ¿por qué lo despreciaban
así?
—Tendrías que ser yo para entenderlo. —suspiró
acariciando el cabello del chico. —Los Omega
comunes también entran en celo, pero no de esa
manera.
—Es mentira. —reprochó Yune. —Yo nunca he
entrado en nada.

501
—Seguramente sí, pero nunca lo notaste. —se
quedó un momento pensando, y luego agregó algo.
—Creo que puede ser por la edad, Omegas como
Orién suelen comenzar mucho antes que los que son
como tú.
— ¿Cómo se supone que se siente?
—No lo sé, deberías preguntarles a los chicos, no
a mí. —rio Eros, tomándose con buen humor la
curiosidad del chico.
Yune se puso rojo y negó, no lo haría ni soñando.
Eros se despidió de él tras tontear un poco y
quitar la tensión que se creó. Tenía asuntos qué
arreglar, cancelar las funciones no era algo que le
gustase, pero Orién era de la familia, y debían
encontrarlo a como diera lugar.
Dante despertó solo, supo que se encontraba en
un hospital apenas vio la habitación, pero no
entendía cómo llegó ahí.
Se sentó sintiéndose extraño, pero por suerte
suya, no estaba tan mal. A su lado estaba su ropa, así
que se arrancó el suero y comenzó a vestirse. ¿Acaso
había soñado? No, los recuerdos de esa noche eran
muy nítidos como para ser un simple sueño.
Entonces, ¿dónde estaba Ori? ¿En casa?

502
Salió de la habitación como si nada, se había
recuperado tan rápido, que al toparse con su médico
éste le miró sorprendido.
— ¿A dónde crees que vas?
—A casa. —contestó Dante.
—No puedes irte. Te daré de alta en unas horas,
por ahora tienes que descansar. —le dijo el hombre
haciéndole entrar de nueva cuenta a la habitación. —
Espero que sepas agradecerle a Orién, gracias a él no
has muerto por la sobredosis de alcohol que tuviste,
llamó demasiado asustado y me creyendo que habías
muerto.
— ¿En dónde está? —cuestionó sorprendido. Ori
podía parecer tonto, pero al parecer no lo era, pues
pensó bien al llamar al médico.
—Lo sedamos cuando llegamos, ya que no quería
separarse de ti y se alteró demasiado. Noté que no se
encontraba bien, así que me tomé la libertad de
llevarlo a revisión antes de que despertara.
— ¿Y cómo se encuentra?
El doctor levantó la mirada con sorpresa, no
pensó que a Dante le importaría saber.

503
—Mejor que como llegó. Pero tiene una lesión en
la columna que le causará dolor al caminar durante
un tiempo. ¿quieres decirme qué pasó? Si lo estás
obligando a hacer trabajos pesados…
—No empieces, no permitiré que te entrometas.
¿Va a recuperarse?
—Tardará unos días en desinflamarse la lesión,
entonces recuperará la movilidad común, y por
suerte no tendrá daños posteriores.
Dante asintió distraído, ahora se daba cuenta qué
fue exactamente lo que provocó esa lesión, al haber
abusado de él estando inconsciente, se recargó
demasiado sin saber que lo lastimaba, recordaba
tener sus manos en la espalda de Ori cuando salió de
él y se mantuvo recargando todo su peso. Sí, seguía
siendo su culpa, pero al menos en médico no habló
de una fisura en el recto o algo peor.
Enseguida escuchó lo que le hicieron a él, le
habían lavado el estómago. Tal vez era por eso que
sentía la garganta tan seca y un ligero malestar.
—Te conectaré nuevamente el suero y…
—No. —intervino Dante. —Quiero que me des
de alta ahora, y dime dónde está Ori.

504
—Dante, eso no es posible.
—No es una pregunta. —advirtió. — ¿Cuál es su
habitación?
—La que sigue de esta. —murmuró el doctor y
vio a Dante salir de inmediato.
No podía hacer nada para retenerle, así que
solamente le siguió, pero cuando iba a entrar Dante
lo corrió de inmediato.
Al quedarse solo, el Alfa se acercó a la camilla
donde Orién dormía. Se veía tan pequeño…
No quiso molestarlo, pero se atrevió a tocar su
rostro pálido, y el chico abrió los ojos lentamente
para mirarle con una sonrisa que ablandaría hasta a
una roca.
—Está bien. —susurró el menor.
— ¿Por qué sonríes? Pronto nos iremos al
departamento, y sabes que…
—Me asusté cuando se cayó. —le interrumpió el
pequeño. —Por eso…, estoy feliz de que esté bien.
Quiero irme de aquí, no me gusta que me pregunten
cómo me hice daño. Y no me dejaron quedarme con
usted cuando le trajeron. Tuve miedo.

505
—Nos iremos en un rato, prepararé todo. —dijo
Dante, alejándose para salir de ahí. —Por cierto,
gracias por llamar al doctor.
Ori no pudo responderle, cuando quiso hablar
Dante ya no estaba. Pero suspiró sintiéndose mejor,
ahora que le había visto estaba más tranquilo.
Nadie pudo evitar que Dante se marchara,
llevando a Ori con él. Esa misma noche volvieron al
departamento, el pequeño estaba emocionado por
una reverenda estupidez, pues Dante le había
conseguido una silla de ruedas y ahora podía
moverse felizmente. El Alfa no comprendía, pero
eso significaba demasiado para el chico, pues le
hacía pensar que ese hombre se preocupaba por él.
Sí, tal vez era verdad, Dante había buscado esa
solución pensando que así Orién estaría más cómodo
y sería menos complicado cuidar de él, porque tenía
intenciones de mejorar el trato que le estaba dando,
después de todo…, ese estúpido chico le había
salvado la vida.
—Me dijeron en el hospital que no quisiste comer
nada. —mencionó observando al menor con esa
autoridad que ya era tan natural en él. — ¿Por qué?

506
—Porque no quería que volvieran a dormirme,
cuando me ofrecieron agua y la bebí no supe qué
más pasó. —se quejó Ori frunciendo el ceño
disgustado.
Dante no dijo más. Como siempre, llamó a algún
sitio para encargar la cena.
Esta vez apenas llegó el pedido, hizo que Ori al
fin comiera algo, teniendo cuidado de no excederse.
Intentaba seguir las indicaciones del doctor. El
pequeño tomaba cada bocado con ese entusiasmo
propio de él.
—No comas deprisa, te hará daño.
—Lo siento. —murmuró Ori volteando a verle
con cierta curiosidad. — ¿Usted no tiene hambre?
—No mucha. Orién, ya habíamos quedado en que
dejarías el “usted” de lado.
—Pero…
—Nada de peros. Es molesto que te dirijas a mí
de esa forma, no lo hagas.
—Está bien. —acató el pequeño. — ¿Aun cuando
te enfades conmigo puedo hablarte de esta manera?

507
Dante comprendió entonces por qué Orién había
retomado los formalismos. Había sido demasiado
duro con ese chico.
—Aún si crees que estoy enfadado. —dijo
manteniendo su postura seria. —Por cierto, espero
que mejores rápido, debo volver al trabajo cuanto
antes y no lo haré hasta que puedas quedarte solo en
el departamento.
— ¿Esto quiere decir que ya no me llevarás a
ningún albergue? —cuestionó Ori con emoción.
—Posiblemente no. Todo depende de lo que
suceda desde ahora.
Ori asintió, prometiéndose a sí mismo no fallarle
a Dante.
—Me portaré bien, haré todo lo que me digas, lo
juro. —aseguró volviendo enseguida a tomar sus
alimentos. Se sentía el chico más afortunado del
mundo, y sus ojos llenos de ilusión no ocultaban esa
sensación.
Dante lo notó, y suspiró al darse cuenta de lo
torpe que era el chico.
No se refería a Ori cuando mencionó aquello. Sí,
efectivamente todo dependería de lo que sucediera a

508
partir de aquel momento, pero no por el
comportamiento del menor, sino por el suyo. No
quería dañar más a nadie, mucho menos a ese
muchachito tonto e ingenuo, y si no era capaz de
mantener una convivencia sana por el bien de Ori,
no le quedaría más que sacarlo de su podrida vida, o
todo acabaría realmente mal.
Ya estaba completamente hastiado de ser lo que
era, de desquitar la irracional furia que sentía con
quienes menos lo merecían. Jamás podría olvidar,
mucho menos superar, el daño que le hizo a Yune,
haberlo roto tanto, arruinar su felicidad, una
felicidad que él mismo le había brindado desde que
era un crío, eso no se le borraría nunca de la
conciencia, ni de los recuerdos.
Hizo daño a alguien importante, y que no tenía
culpa alguna de los errores que Dante cometió por
su propia cuenta.
Pero por más que se recriminara, eso no podía
cambiarlo, Yune estaba lejos, a salvo, y era Orién
quien parecía tomar el lugar en sus peligrosas
manos.
Ese estúpido Omega, tan pequeño, ingenuo y
frágil, que podía sostenerle la mirada diciendo que le
quería, a pesar del daño que ya le había causado, a

509
pesar de los abusos y los golpes, o todos los insultos
que hasta la fecha llevaba; un chico tan inocente que
le salvó la vida a su propio verdugo. Cualquiera en
su lugar le habría dejado morir.
Dante se tomó un rato para observar con atención
los movimientos descuidados y simples del chico,
tratando de encontrar la trampa, una pizca de farsa
en sus gestos, o en su mirada distraída, quizá en
algún momento fallaría su actuación, si es que era
eso.
Los minutos pasaron rápidamente, Ori terminó de
comer y volteó satisfecho, descubriendo que los
intensos ojos del Alfa no se le despegaban ni un
poco. Se sintió avergonzado por no saber que le
miraba, la única expresión fingida fue la diminuta
sonrisa, pues los labios le temblaron ligeramente por
nerviosismo. Fue la pauta que Dante creía haber
estado esperando.
— ¿Por qué te pones nervioso? —se burló el
mayor, levantándose para merodear la silla de Ori.
—Y no digas que es porque te sorprendí, llevo
mirándote los últimos veinte minutos.
El chico tembló ligeramente al sentir las manos
de Dante sobre sus hombros.

510
—Responde. —susurró éste, acercándose al oído
del menor. —Anda, que no voy a enojarme.
—Yo…, es que… —Ori tragó saliva tratando de
reunir algo de valor. —Si me mira mucho… Bueno,
yo creí que…
— ¿Qué sucede? No balbucees o nunca
terminarás de explicarlo.
—Me hizo sentir extraño. —soltó inquieto. —
Siento…, siento vergüenza cuando te veo a los ojos.
—Vaya, eso es nuevo. —se burló Dante
nuevamente, irguiéndose para dar dos pasos lejos de
Ori. —Qué curioso, cuando hablamos ayer dijiste
aquello mirándome a los ojos, ¿qué cosa fue?
¿Acaso era “Te quiero”? —lo pensó un momento,
caminando hasta posarse frente al chico. —Sí, algo
como eso, y no pareciste muy avergonzado.
Se detuvo al ver el rostro de Ori, toda su cara
estaba roja, mordía sus labios incesantemente y
jalaba con los dedos la tela de su propio short sin
poder evitarlo. Pero no le sostuvo la mirada cuando
volvieron a cruzarse, así que Dante le tomó la
barbilla obligándole que lo mirara, quisiera o no.
Ori no opuso resistencia, cedió y sus claros ojos
se clavaron en los del mayor.

511
Eran dos ventanas puras y transparentes, Dante
pudo ver todo el remolino de emociones que Orién
escondía dentro, fue capaz de entrar en su mente por
un momento, y podía jurar que ese chico no era
capaz de decir una sola mentira, pues esos ojos, tan
tiernos y sinceros, lo delatarían de inmediato.
Orién era todo un cachorrito, sin nada de malicia
en su pequeño ser. Quizá por ello era que perdonaba
cada maltrato que Dante ejerció en él.
— ¿Te gustó la cena? —preguntó Dante dejando
al fin de atosigar al pequeño, pues notó que
comenzaba a asustarlo, lo suficiente para percibirlo
en su aroma. Ori apenas asintió, ladeando el rostro
cuando el alfa se alejó. —Muy bien, ahora ve a
dormir, necesitas descansar.
—Gracias. —susurró el chico, y con
movimientos cuidadosos se retiró a su propia
habitación.
Había sido un día largo, y algo extraño para él,
estaba agotado, intranquilo, expectante. Le
confundía un poco la actitud de Dante, pero no
quería pensar en ello, no debía, si era solo una
mascota y debía mantenerse al margen de su amo.

512
Tan cansado se sentía, que como pudo dejó la
silla y se acomodó en la cama por su propia cuenta,
sus ojos se cerraban como si fuesen imanes, incluso
creyó haber comenzado a soñar, pues entre las
sombras divisó la silueta de Dante en la entrada del
cuarto sin moverse ni hacer nada.
Eros entró al camper tratando de no hacer ruido.
Después de un largo día trabajando en colaboración
con todos para desmontar las carpas y recoger las
cosas del circo, ya pasaba de media noche, por lo
que no quería despertar a Yune.
Fue al pequeño cuarto del chico y se asomó para
ver que estuviese bien, verificó y pensó retirarse, así
que cerró la puerta despacio. Apenas lo hizo, un
fuerte grito de Yune le obligó a volver enseguida.
Yune tenía los ojos abiertos de par en par, se
encontraba sentado con una expresión de horror,
temblaba y lloraba aferrándose a las sabanas, su
respiración era agitada como si hubiese corrido una
enorme distancia. Miró a Eros en cuanto logró
reaccionar y ver en dónde estaba realmente.
De nuevo había tenido una pesadilla. El mayor
pensó que lo mejor era salir, pues sabía que al chico
no le gustaba que le viera así, y lo que menos quería
era incomodarlo con su intromisión.

513
—Eros, por favor, no te vayas. —suplicó Yune,
estirando su mano como si quisiera alcanzarle. —
Por favor.
— ¿Estás seguro? —preguntó Eros, se acercó y
sintió la fría mano del chico tomando la suya. —No
me molesta si prefieres que me vaya, sé que no debí
entrar así.
—Sí debiste, te necesito. Volví a soñar con él, y
con mi bebé. —susurraba el chico, haciendo que
Eros se sentara a su lado, poco a poco fue
acurrucándose a su lado mientras sentía los brazos
del mayor protegiéndole. —Creí que había pasado,
hace tanto que no despierto así.
La voz temblorosa y rota de Yune transmitía todo
su dolor, y Eros podía sentirlo casi palpable. Abrazó
a Yune con tanta fuerza como era posible sin hacerle
daño, y suspiró contra su cabello.
—Estoy aquí, me quedaré contigo. —le aseguró
al oído, mientras se acomodaba recargándose en la
pared del camper. Mantuvo a Yune cerca de su
pecho en todo momento y pronto escuchó que
dejaba de llorar.
— ¿Por qué me hizo todo eso? —preguntó el
menor, aferrándose a la camisa de Eros.

514
—Ni siquiera yo puedo entenderlo. Podría decirte
cualquier cosa, quizá incluso que lo hizo por
imbécil, pero, incluso yo sigo sin creer en qué
monstruo se convirtió Dante. Mucho menos puedo
hablar de sus razones. —dijo el Alfa. —Sin
embargo, nada lo justifica.
—Lo odio…
—No, no digas eso. Son palabras muy fuertes,
Yune. No te envenenes odiándole.
—Mató a mi bebé. —sollozó apretando con más
fuerza la camiseta que tenía entre sus dedos. —No
me pidas que no le odie. ¡Lo detesto!
Eros decidió no meterse más. Si Yune quería
odiar a Dante, no lo detendría, pues tenía razones de
sobra para sentir tal rencor. Aun así, él sabía que su
hermano no se encontraba bien, pudo verlo aquel día
en que visitó el circo buscando a Yune. Eros notó
que Dante estaba sufriendo por los fantasmas de los
errores cometidos, y lo pagaba lentamente en su
conciencia, porque a final del día, Dante mató a su
propio hijo, algo que solo un desalmado podría
ignorar.
Sí, por todo lo que Dante hizo, podría pensarse
que no tenía conciencia, ni alma, mucho menos

515
sentimientos o compasión, pero sí que los tenía, y
ser responsable de tanto caos era un tanto peor que
ser la víctima, sobre todo cuando el daño que se
hace comienza a pasarle factura, a él, alguien que
tiempo atrás demostró tener humanidad.
Eros sintió que Yune se relajaba, lo movió un
poco para descubrir que se había quedado dormido
nuevamente. Lo recostó con cuidado y se quedó a su
lado acariciándole el cabello. No quería dejarlo solo
de nuevo, al menos no esa noche.
Los días siguientes Dante no salió del
departamento para nada, absolutamente nada. Fue
testigo de la mejora de Ori, que se curó del resfriado,
cada día lucía menos pálido y su cuerpo pareció
recuperarse mientras mejor se alimentaba, y diez
días bastaron para que volviera a caminar
perfectamente.
Sin embargo, a pesar de la mejora del chico,
Dante no tenía ánimos de ir a la empresa. Tras
hablar con su secretaria supo que Emma seguía
buscándole. No quería encontrarse con ella,
claramente tampoco le interesaba saber qué quería.
Pero finalmente ya había demasiadas cosas
pendientes que tenía qué atender en la oficina, así
que tuvo que salir, dejando a Ori en el departamento.

516
Ori…
Ese pequeño no le daba problema alguno, a veces
creía que, de no ser porque lo veía siempre
merodeando cerca suyo, olvidaría que se encontraba
ahí. Aunque, en realidad era imposible.
Durante esos días de descanso, Dante no le gritó,
ni volvió a agredirlo, tampoco le pidió cumplir con
el trato referente a lo sexual, simplemente estaban
juntos, y aunque tampoco conversaban mucho, pudo
conocer a ese Omega un poco más, notando
pequeños detalles como que Ori hacía gestos de
disgusto al comer ciertos alimentos, generalmente
verduras como las zanahorias y el brócoli, mientras
que la carne parecía ser su alimento favorito (en
todas sus presentaciones).
Al final de sus cortas vacaciones no pudo evitar
pensar en las posibilidades. Ori era suyo, y además
le quería a pesar de todo, literal. No tenía nada más
que perder si decidía aceptar esos sentimientos que
el chico le provocaba, pues, si todo eso resultaba una
farsa, el único perjudicado sería el chico, nadie más,
todo terminaría ahí…
Cuando Dante tomó su cartera, se dio cuenta que
no tenía las llaves del coche, no recordaba cómo

517
llegó al departamento aquella noche, así que
imaginó que tal vez debió dejarlas pegadas.
—Ori, voy a la oficina. —le avisó al verlo
aparecer en el pasillo. —Dejé mi número de celular
en la mesa, si tienes algún problema, o pasa algo
importante, me llamas. Pero no vayas a hacerlo si no
es grave, estaré bastante ocupado.
El pequeño se acercó casi corriendo y le abrazó
con todas sus fuerzas, descontrolando un poco le
equilibrio de Dante, que no correspondió de ninguna
manera. No esperaba eso, en todos esos días no tuvo
ningún gesto de cercanía como esa por parte del
chico, pero se sentía tan bien, que no pudo evitar
sonreírle cuando Ori se separó.
—Con cuidado. —murmuró el chico,
devolviéndole la sonrisa con esa ternura de siempre.
— ¿Espero para comer cuando vuelvas?
—No, llegaré en la noche. Hay comida de ayer,
caliéntala. —dijo Dante, volviendo en sí. —Y no le
abras a nadie, tampoco no respondas el interfono.
Orién asintió siguiendo a Dante para escuchar sus
indicaciones. Después lo vio marchar y suspiró
quedándose solo. Todo había sido demasiado lindo

518
para ser cierto, pero entendía que el Alfa tuviese qué
salir a seguir con lo suyo.
Fue a la sala y encendió la televisión, vería
cualquier cosa, como cuando Dante se sentaba ahí y
le permitía estar a su lado, ver la tele juntos se había
convertido en algo cotidiano en poco tiempo.
Dante no encontró su coche, algo frustrado creyó
que quizá lo había dejado en alguno de los bares que
visitó, así que decidió tomar un taxi y mandar por el
auto a alguien de la empresa, aunque primero
debería averiguar en dónde se encontraba.
Al llegar a la empresa, su secretaria comenzó
resumirle todo lo que había ocurrido en esos días, le
dio los documentos importantes que debería revisar
y las nuevas fechas de las juntas que se pospusieron
por su culpa. No le daba tiempo ni siquiera de
respirar, tanto que olvidó solucionar lo del auto por
toda la mañana.
Horas más tarde, cuando al fin hubo algo de
tiempo, Dante entró al sistema de rastreo de su
vehículo. Inmediatamente notó algo extraño, el
coche estaba en el estacionamiento de su edificio.
¿Cómo era posible? No era ciego como para no
verlo.

519
Con cierto escepticismo llamó al portero del
edificio y le preguntó por el auto. Efectivamente,
estaba estacionado donde siempre, pero lo más
importante, y lo que hizo a Dante levantarse de
inmediato, fue escuchar que esa mañana su prima
había llegado de visita y le esperaba en el
departamento, la misma que se llevó el coche más de
una semana atrás.
Entonces la recordó, esa mujer…
Todo fue a su cabeza en breves recuerdos de
aquella noche, se maldijo por confiado e imbécil,
mientras salía de la empresa tan rápido como le fue
posible. Orién estaba solo en casa, comenzó a
llamarle, pero la línea del departamento sonaba
ocupada.
43, “proZh ? 

520
Capítulo 21

Ori se había quedado dormido, pero un fuerte


estruendo le alertó haciéndole despertar. El aroma a
perfume femenino le obligó a levantarse, además del
ruido que venía de la cocina. Dante no olía así,
obviamente, pero quizá había llegado con alguien
más, así que no pensó que fuera peligroso acercarse,
hasta que se dio cuenta que su dueño no estaba ahí,
solo había una mujer revisando toda la alacena y
sacando un montón de cosas.
— ¿Quién es usted? —preguntó tallándose los
ojos, aun creyendo que era una invitada de Dante.
—Oh, ¿te desperté con el ruido? Lo lamento
mucho, no era mi intención. —dijo la chica,
acercándose a él con una sonrisa enorme. —Wow,
eres hermoso, mira que ese tipo tiene buenos gustos.
— ¿De qué habla?
—Dante… Hablo de él. Cuando entré vi que
estabas durmiendo muy tranquilo, así que no te
quise molestar, pero me moría de curiosidad por ver
qué rostro tenías.

521
—No entiendo… ¿Dónde está él? —comenzó a
ponerse nervioso al notar que Dante no estaba por
ahí.
—Ah, no te apures. No debe tardar.
—Dijo que volvería en la noche. —murmuró
retrocediendo. —Y no vino con usted, ¿qué quiere?
¿Quién es?
—Relájate. Me llamo Megan, soy amiga de
Dante, bueno, nos conocimos hace poco, pero pensé
que era hora de entregarle su coche.
— ¿Su coche?
—Orién, aléjate de ella. —la voz imponente de
Dante hizo al chico voltear enseguida a la entrada
del departamento. — ¿No escuchaste? Ven aquí,
ahora.
El chico brincó asustado, el tono del mayor
denotaba enfado, así que no quiso desobedecerle y
corrió hacia él, sintiendo como Dante le pescaba de
un brazo.
— ¿Por qué demonios la dejaste entrar? ¿Qué te
pasa? ¿Acaso ignoraste lo que te dije sobre abrir la
maldita puerta?
—Yo no…

522
—Cierra la boca, esto lo arreglaremos después.
—soltó al Omega y caminó hacia la mujer, que le
miraba molesta. — ¿Has venido a robar algo más
que mi coche? Llamaré a la policía si no sales de
aquí ahora mismo.
—Bájale dos rayas a tu tono. —refutó Megan. —
Para empezar, tu mascotita no me abrió la puerta, yo
entré con la llave de emergencias que guardabas en
tu cartera, la tomé el día que te traje porque pensé
que me sería útil. Y no, no vine a robar, vine a
conocer al chico, después de lo que hablamos me dio
curiosidad saber qué clase de persona eres, y, sobre
todo, quién era la razón por la que estabas tan ebrio.
—explicó cruzándose de brazos.
— ¿Qué?
— ¿Por qué te sorprendes tanto?
— ¿Tienes problemas mentales? Lo que dices no
tiene sentido, entrar a una propiedad privada por
algo tan estúpido que no es de tu maldita
incumbencia.
—Lo sé, no tuvo sentido alguno. Vives solo,
revisé todo y no parece que tengas esposa, ni
siquiera novia. Solo a esa ternurita de chico por
mascota. —bufó aburrida, con la mirada puesta en

523
las verduras que había sacado del refrigerador. De
pronto pareció pensar en algo y volteó a ver al
Omega con total sorpresa. — ¡No es verdad! ¡Era él!
—exclamó impresionada señalando a Ori.
— ¿De qué estás hablando? —cuestionó Dante
arqueando una ceja. No estaba tan molesto en
realidad, pues ver que Ori se encontraba bien le
había aliviado bastante.
— ¡Él era tu razón! No me lo creo, un Alfa
bebiendo hasta ahogarse en alcohol, por causa de un
Omega, ¡esto es tan lindo!
—Detente ya, estás diciendo estupideces. No
sabes en los graves problemas que puedes meterte si
no te vas por tu cuenta.
—No puedo irme. —sonrió con cierta burla y
rodeó la barra de la cocina para acercarse a Dante.
—Verás, tuve un problema de dinero, he dejado de
salir con tipos que me pagaban todo y bueno, ahora
no tengo dinero para comer, o pagar al menos los
servicios de mi casa.
—Pues ve y consigue un trabajo como la gente
normal. ¿Qué pretendes? No te voy a mantener, te
conocí en un bar, así que lárgate.

524
— ¡Pero me ofrecí a traerte! —se quejó
tomándolo del saco. —Deberías agradecérmelo de
alguna manera. Es decir, si no te traigo yo, habrías
tenido un accidente grave.
—Mejor eso, a tener una puta de cantina en mi
casa. —siseó el Alfa. —Que además me ha robado
el auto.
—Ahh, eso… —se lo pensó un momento y luego
encogiendo los hombros le restó importancia. —No
le hice ni un rasguño, solo quería pasar tiempo en
ese auto, es maravilloso, la verdad me divertí
bastante en él, hasta que se acabó la gasolina y tuve
que gastar lo último que me quedaba de dinero para
venir a dejarlo.
—Estás loca.
—Tal vez, pero te juro que soy una buena
persona. —sonrió intentando convencerlo. —Anda,
deja que me quede unos días, tienes mucho dinero y
no te cuesta nada mantenerme, no salgo cara. ¡Por
favor! ¿Sí?
— ¡Dije que no!
—Dante… —susurró Ori tomándole del brazo
con suavidad, logrando llamar su atención.

525
— ¿Qué quieres?
— Quizá realmente lo necesita…
—No digas tonterías, esta mujer va de bar en bar
dándole el culo a quien se cruza por su camino,
¿realmente quieres que meta a esta puta en la casa?
—le cuestionó enfadado.
—Oye, sí soy algo de eso, pero no tienes que
decirle al niño. Está muy chiquito para saber de mis
aficiones. —reprochó Megan.
Ori miró a Dante con súplica, algo en su interior
le decía que esa chica era sincera y buena persona,
tal como dijo la misma, y bueno, él por su cuenta no
podía ayudarla de ninguna forma, si no era
convenciendo al Alfa.
—Siento que esto se convertirá en un cuento muy
largo. —farfulló Dante, sacando de su cartera varios
billetes de gran denominación que le dio a la mujer,
quien los tomó sorprendida. —Con esto puedes
comprar algo de comida y pagar algunos servicios
de tu casa. Consigue ropa decente también, y ve a
buscar empleo, porque no quiero saber nada más de
ti.
—Seguro que sí. —dijo sonriente y tomando el
dinero se marchó.

526
Dante se calmó un poco y miró a Ori pensando
que de nuevo lo había tratado mal. Pero, enserio que
esa última no era su culpa, no podía creer que esa
loca se metiera por su cuenta, mucho menos que le
sacara la llave de repuesto en su cartera… su cartea.
Esa mujer era demasiado extraña, pues le robó la
llave, y no el dinero que llevaba aquella noche. Dio
un vistazo al departamento, verificando que no
faltara nada, y efectivamente, todo estaba en su sitio.
Ori le siguió de cerca hasta la última habitación.
— ¿Cómo fue que no te diste cuenta que entró?
—cuestionó Dante finalmente.
—Me quedé dormido. Desperté y tú llegaste
cuando traté de preguntarle quién era. —explicó el
menor manteniéndose a unos pasos de distancia por
si acaso seguía molesto.
—Creí que tú la habías dejado entrar, y eso sería
desobedecerme.
— ¡Pero no lo hice! —exclamó alarmado.
—Lo sé. Después de todo has sido un buen chico,
la casa no se ha quemado mientras estabas solo. —
sonrió ante la idea y se acercó a Ori para acariciar su
alborotado cabello. —No debí hablarte como lo hice
sin saber lo que sucedió.

527
—No importa. —murmuró Orién sonriéndole
también. La caricia de Dante le había hecho brincar
internamente de felicidad, sobre todo por sus
palabras.
— ¿Y qué has hecho mientras no estuve? ¿Has
comido bien?
El Omega negó apenado, Dante suspiró
regañándolo ligeramente y lo hizo ir a la cocina,
donde se dispuso a calentar algunas sobras de días
pasados. Tras poner todo en la estufa, se sentó donde
antes había estado aquella loca mujer.
Ori le miraba expectante, se había acercado hasta
estar frente a Dante, del otro lado de aquella barra
para mantener algo de distancia.
—Te dije que comieras. —comentó Dante,
observándole con seriedad.
—Quería esperar hasta que llegaras.
—No tienes qué esperarme. ¿Qué harás mañana
que salga todo el día de nuevo? ¿Y los siguientes
días? No puedes comer solo cuando yo esté aquí o
tendrás una descompensación.
—Lo siento. —murmuró Ori bajando la mirada.

528
—Está bien, creo que puedo entenderlo. No
acostumbras estar solo, seguro en el circo siempre
había personas contigo, además la forma en que te
he tratado, debes sentirte incómodo quedándote solo,
¿verdad?
Ori no respondió. En parte Dante tenía razón, no
se sentía cómodo encerrado todo el día, sin verlo a
él.
El Alfa se mantuvo varios minutos en silencio
absoluto, observando a Ori con atención, hasta que
un olor terrible llegó a su olfato. Volteó de inmediato
a ver la estufa, destapando los sartenes que había
dejado en el fuego. Todo se había quemado.
Enfadado por haberse quedado sin cena, tiró todo en
el lavavajillas.
—Cenaremos fuera. —dijo molesto, girando
hacia el menor. Arqueó una ceja mientras lo recorría
con la mirada. —Ve a ponerte algo decente.
Aquel chico obedeció enseguida, corrió a
cambiarse y volvió en cuanto terminó, Dante le miró
satisfecho al verle llegar con un pantalón negro y
una camisa azul clara de esas que se abotonan por
completo; se veía bastante bien, el pantalón le
quedaba perfecto y dejaba su cola salir libre por
encima, el corte era precisamente para eso.

529
Tras dar el visto bueno, salieron de ahí.
Ori parecía tan feliz, y Dante no tenía idea de
cuál era la razón, si solo irían a cenar.
— ¿A dónde vamos? —preguntó Yune mirando
por la ventana.
Ese día Eros le pidió que subiera al auto, no dio
muchas explicaciones, solo que se separarían del
resto por aquello de la búsqueda de Orién. Ya era de
noche y habían recorrido varios kilómetros de
carretera, así que decidió preguntar.
—A una casa, algunos de los chicos llegarán en
los siguientes días.
— ¿Por qué a una casa? ¿No estaban buscando
a…
—Seguimos buscando a Ori. —aclaró Eros sin
despegar la mirada del camino. —Pero no hemos
logrado dar con él, y comienza a ser muy extraño.
Iremos a una de mis propiedades, ahí llamaré a
algunos contactos que tengo para que me den
información, si es que la hay.
— ¿Qué amigos? —cuestionó el Omega
mirándole sin comprender.
—Policías, doctores, morgue, entre otros…

530
— ¡¿Morgue?! ¿Crees que ese chico…, que
alguien lo pudo haber matado?
—No te alarmes, es solo para quitarlo de las
opciones. Yune, sabes que llevamos más de una
semana buscando al chico y no sabemos nada de él,
es como si la tierra se lo hubiese tragado.
—Pero… ¿Muerto? ¿Enserio? —murmuró Yune,
tembló asustado y se encogió en el asiento, que fuera
de noche no ayudaba.
—Tal vez, si lo encontramos de esa forma, será
preferible.
— ¡¿Por qué dices eso?! No hables así, no sabes
lo que dices.
—Sí sé lo que digo. —impuso Eros. —Y tú
mejor que nadie debería ser consciente de lo que ese
chico podría estar pasando, en caso de haber caído
en manos de alguien sin escrúpulos.
—Yo…, sé a qué te refieres. Pero no puedes decir
que es mejor que esté muerto, ¿acaso crees que esa
es la solución? Tal vez así puede terminar el dolor,
pero es un niño, tiene mucho qué vivir, ¡no puedes
decir que sería mejor encontrarle muerto!

531
—Lo lamento Yune, sé que lo dije de esa forma
como si no me importara, trato de evitar pensar en
las circunstancias en las que puede encontrarse, ese
chico podría estar ahora mismo en la red de
prostitución más grande del país, si Zair vendió a
Ori, esos tipos le habrían pagado bastante por
recuperarlo.
— ¿Prostitución? ¿Enserio? ¿No puedes pensar
que quizá está bien? O al menos no pienses cosas tan
graves. —se quejó Yune, creyendo por un momento
que quizá Eros estaba exagerando. Después se quedó
un momento en silencio y recordó las palabras de
Eros segundos antes. — ¿A qué te refieres con
“recuperarlo”?
—Ori nació en un lugar así, tiene una marca que
le hicieron al venderlo cuando era niño. Hace tiempo
Zair me dijo que lo llevaría a ese sitio si yo no lo
compraba, y me preocupa que cumpliera esa
amenaza.
—Si sabías eso, ¿Por qué no hiciste nada? —
cuestionó confundido.
—Porque no soy tan buena persona. ¿Crees que
me la paso haciendo caridad? Ya hablamos de esto
antes.

532
—Es verdad. —murmuró Yune bajando la
mirada. —Yo no debería molestarme, pero, me
siento algo culpable por esto, y no sé por qué me
preocupa demasiado.
—No es tu culpa, para nada lo es. Deja de pensar
cosas que no son. Trata de dormir un poco,
llegaremos pronto.
Yune asintió encogiéndose en el asiento, lo
reclinó y miró a Eros un rato.
No habían tenido ni un minuto para hablar de lo
que había comenzado entre ellos, pero extrañamente
Yune se sentía bien con eso, el simple hecho de estar
a su lado, de verle y poder perderse en la perfección
de su rostro, un cosquilleo en el estómago hacía al
Omega estremecer continuamente, era una emoción
extraña, por eso también se sentía culpable.
La culpa era terrible, la sintió cuando Dante le
hizo tanto daño, pensó muchas veces que el
problema era él mismo, y no aquel Alfa que lo
destruía con tanta furia.
Pero, estar con Eros todos esos meses, le hizo
entender que no era su culpa, que el único culpable
fue Dante. Eros era completamente diferente, él
explotaba cuando estaba enfadado, pero no

533
arremetía contra nadie haciendo daño, discutía,
levantaba la voz y a veces rompía cosas, pero jamás
usaba la fuerza contra alguien débil y mucho menos
contra quien no lo mereciera.
Y todas esas virtudes en Eros, hacían a Yune
desear quedarse a su lado el resto de los días por
venir. No podía evitarlo, se sentía querido y
protegido, de una manera tan distinta a como se
sintió con Dante años atrás, completamente distinto,
porque las cosquillas que le hacía sentir Eros, eran
únicas.
— ¿Qué demonios le pasa a este lugar? El
servicio era mejor antes. —farfulló Dante mirando
alrededor con fastidio. —Veinte minutos y aún no
traen lo que pedí.
— ¿Está bien que estés bebiendo? —preguntó
Ori mirándole preocupado, pues era la tercera copa
de vino que se servía.
Dante chasqueó la lengua volteando hacia el
pequeño Omega, quien se encogió en la silla
arrepentido por decir aquello.
—Lo siento, no debí…
—Exacto. No debes abrir la boca. —siseo Dante.

534
—Pero…
—Cállate.
—La otra vez te pusiste mal…
— ¡Quien se pondrá mal serás tú si sigues
hablando! —exclamó golpeando la mesa.
Ori brincó del susto y bajó la mirada arrepentido,
sintió que su estómago se contraía y comenzó a
sollozar en silencio, estaba preocupado por Dante, lo
único que quería era que él estuviese bien, pero solo
lograba hacerlo enfadar.
Un mesero se acercó a dejar la orden, no le dio
importancia al Omega que lloraba, tampoco al Alfa
furioso que le reclamaba por el servicio, dejó todo y
dando una disculpa falsa se retiró.
Dante comenzó a comer, estaba hambriento, pues
no había tenido tiempo de tener una comida decente
en todo el día, eso quizá le había puesto de mal
humor, peor aun cuando Ori se atrevió a mencionar
lo de la bebida. Tras haber terminado la mitad de lo
que pidió, se dio cuenta que el chico no estaba
comiendo.
— ¿Qué esperas?

535
No recibió respuesta, pero vio las pequeñas y
temblorosas manos del menor acercarse a la comida.
—Usa cubiertos, no seas vulgar.
Ori bajó ambas manos y negó con la cabeza.
—Orién, más te vale empezar a comer ahora.
—Ya no tengo hambre. —susurró amedrentado.
—Te traje para que comieras, no lo has hecho en
todo el maldito día.
—Pero no quiero.
—Deja de llorar. —gruñó Dante.
—No estoy llorando. —dijo Ori tallándose los
ojos, secó su rostro y levantó la mirada, pero no
podía ocultarlo.
— ¿Por qué lo haces? ¿Quieres que siga
disculpándome contigo? Eso no va a suceder, te
hablé de esa forma porque te estabas metiendo en
algo que no es tu asunto. Es lo que ganas por ser un
entrometido.
—No me meteré más. —murmuró el pequeño. —
Lo siento.

536
—Bien, entonces no me molestaré más contigo.
Come rápido, nos iremos pronto.
—No.
—Orién, estás comenzando a enfadarme. —
advirtió el mayor.
—Necesito ir al baño.
—Cuando vuelvas te vas a comer todo, y no
quiero más negativas de tu parte.
Ori asintió poniéndose de pie, y se retiró rumbo
al sitio que dijo.
Mientras tanto, Dante lo observó marchar y
suspiró sabiendo perfectamente que nuevamente lo
había hecho sentir mal. Quería tratarlo mejor, pero
estaba tan a la defensiva, y Ori se llevaba la peor
parte siempre.
No solo el hambre le ponía de ese humor,
también era ese chico y aquel aroma que le atraía
tanto, se había planteado seriamente no volver a
tocarlo, al menos en un tiempo para que el pobre
pudiera superar ciertas cosas que le hizo, pero ya no
lo soportaba, y en ese momento tenía media erección
entre sus pantalones. Necesitaba solucionar el
problema de alguna forma, y la única que se le

537
ocurría era la peor, hacer que Ori cumpliera su parte
del trato que hicieron antes.
Se levantó dirigiéndose al mismo baño a donde el
menor fue, y apenas entró, sintió su virilidad
endurecer más. No quería hacerle daño, pero
necesitaba tenerlo.
Fue a donde sus instintos le llamaron, abriendo el
único cubículo ocupado, pues no había nadie más.
Ori se encontraba en la esquina con esa adorable
expresión confundida y sus ojos llenos de lágrimas
que no paraban de salir.
—Tú y yo tenemos un trato, creo que ya te has
recuperado bastante como para que comiences a…
Dejó de hablar cuando la expresión tierna del
chico cambió por completo, y vio una tristeza
inmensa en sus grandes ojos. Ori comenzó
desabrocharse el pantalón asintiendo sin ánimos,
hasta que lo dejó caer hasta sus delgados tobillos y
dio la vuelta recargándose en la pared.
Dante no pudo pensar demasiado, sentía una
fuerte necesidad que no le dejaba tranquilo, y se
acercó separando bruscamente las piernas del chico
para tratar de entrar en él lo antes posible, pero era
difícil y escuchaba quejas por parte del pequeño.

538
Intentó hasta lograrlo, en esa pequeña entrada que
fue la primera que se atrevió a profanar. No lo haría
por atrás de nuevo, no después de verlo desmayarse
del dolor y saber cuánto lo había lastimado.
Conforme entraba y comenzaba leves embestidas,
se daba cuenta que no se sentía tan bien como
deseaba. Estaba a nada de hacerlo con más fuerza,
creyendo que eso era lo que necesitaba, cuando
escuchó un ligero gemido que Ori dejó escapar.
Atrapó su atención por completo, detuvo su plan
inicial y siguió moviéndose lento.
Un gemido así le dejaba claro que el chico sentía
cierto placer al tenerle dentro, ante más gemidos
comenzó a aumentar su excitación, su miembro dio
un extraño tirón que le hizo gruñir por lo bajo,
tomando firmemente la cadera del menor. No
entendía muy bien de qué se trataba, pero quería más
de eso.
Quiso confirmar su sospecha, y provocó que Ori
soltara unos cuantos gemidos más, y apenas logró
escucharlo pudo descubrir que eso era lo que faltaba.
Recordó aquel día en los vestidores de la tienda
de ropa. Aquella vez Ori no dejó de gemir de esa
manera tan complaciente como ahora comenzaba a

539
hacer. Aquel día el chico lo disfrutó bastante, y no
paró de demostrarlo con aquellos lascivos sonidos.
— ¿Qué pasa? —jadeó Ori cuando notó la
diferencia en los movimientos del mayor. Le dolía
un poco, pues su entrada había sido forzada, pero,
¿por qué de pronto sentía algo extraño en su interior,
como si estuviese húmedo ahí abajo?
— ¿Por qué no te opusiste a esto? Apenas entré te
has puesto para que te folle.
—Dije… Dije que lo haría. —se mordió los
labios, mientras una extraña electricidad recorría su
cuerpo al ritmo de las estocadas que recibía.
Dante sonrió para sí mismo y, tomándolo por la
cintura lo separó de la pared, se sentó sobre el retrete
sin salir del interior de Ori, provocando que soltara
un grito de sorpresa cuando el miembro entró aún
más, tocando un ponto que le hizo estremecer. El
baño estaba muy limpio, y era espacioso, bastante
cómodo para lo que estaban haciendo.
Ori se sostuvo de una barra para discapacitados y
se mantuvo quieto un momento, hasta que notó que
Dante no planeaba moverlo. Sintió la necesidad de
hacerlo él mismo, de provocar esas sensaciones
extrañas de nuevo en su cuerpo, y no lo pensó

540
demasiado, comenzando a apretar las paredes
internas que resguardaban aquel trozo en su interior.
Pronto necesitó más y trató de levantarse, pero
sus piernas no estaban muy dispuestas a ayudarle,
sobre todo porque apenas y alcanzaba a tocar el piso.
Lo único que pudo hacer es dar pequeños brincos,
apoyado en el tubo del cual se sostenía como si de
eso dependiera su vida.
Dante soltó una risa ronca al ver los intentos del
chico, y se inclinó hacia él tomando sus piernas para
comenzar a manejarlo a su antojo. Ori se recostó en
su pecho y comenzó a respirar agitado, dejando ver
su roja cara que expresaba todo el placer que sentía.
Sí, el chico lo disfrutaba, aunque no había
comenzado de la mejor manera, ahora era diferente,
y le gustaba sentirlo dentro, más aún escuchar los
gemidos del mayor detrás de sus peludas orejas.
Comenzó a contraerse mientras más rápido lo movía
Dante, y de pronto sintió el estallido de su propio
final mojando su vientre.
No pasó mucho para que Dante acabara, la
estrechez aumentada en el interior del chico había
ayudado, pero, los sublimes gemidos que emitió Ori
al venirse fue lo que le hizo culminar tan profundo
como le fue capaz en esa posición.

541
Con cuidado bajó al chico de sus piernas, y lo
hizo pararse despacio, sintiendo el frío cruel en su
miembro ahora desnudo. Estar dentro de Ori era
asombroso, pero no podía pasarse ahí toda la noche.
Se puso de pie ayudando al menor a recoger su ropa,
se acomodó la propia y esperó a que él terminara de
vestirse.
Ori temblaba de pies a cabeza, aun sintiendo ese
cosquilleo en su interior, pero de una forma que
poco a poco menguaba. Se puso el pantalón como
pudo y siguió a Dante, que se arreglaba el traje
frente al espejo fuera del cubículo.
—Luces exquisito. —dijo Dante al ver el reflejo
de Ori en el mismo espejo. — ¿Te encuentras bien?
Ori se miró un momento y trató de arreglarse el
cabello un poco, acomodando también su ropa.
—Te hice una pregunta.
—Estoy bien. —susurró el menor. —Mi camisa
está sucia.
—La has llenado de semen. Ni se te ocurra
intentar limpiarla con agua. —advirtió Dante
deteniéndole la mano cuando vio que se acercaba al
grifo estirando la prenda. —Solo harás que sea una

542
enorme mancha y todos afuera se darán cuenta sin
necesidad de olfatearte.
— ¡¿Olfatearme?! ¿De qué hablas? —preguntó
alarmado.
—Ori, apestas a buen sexo. ¿Qué esperabas?
Acabo de follarte, es normal.
—Pero afuera hay muchas personas. —dijo ahora
alterado. —Si se dan cuenta…
— ¿Por qué te importa? No es cosa del otro
mundo.
Ori asintió no muy convencido, la poca
excitación que le quedaba se vio arruinada por
completo, pensar que todas esas personas sabrían lo
que ocurrió en ese baño, le asustaba mucho. Cuando
salieron de ahí, se fue demasiado cerca del mayor,
tratando de esconderse a su lado, hasta que llegaron
a la mesa.
Su apetito había vuelto, ahora tenía mucha
hambre, y Dante ordenó más comida sabiendo que
Ori necesitaba recuperar energía.
Había sido una experiencia bastante buena,
perfecta en realidad, el Alfa estaba más que
convencido de que Orién sería su amante, ya no se

543
complicaría la existencia en negarse lo que no podía
evitar. Incluso tenía fe en que eso funcionara a
futuro, pero no quería hacerse muchas expectativas
al respecto.
No bebió más esa noche, no le hacía falta, ahora
tenía algo mejor que una botella de vino para ahogar
sus malos recuerdos. Si se entregaba de lleno a una
relación, tal vez lograría olvidar esas cosas que le
atormentaban del pasado. Sería difícil, lo sabía, y
aun así iba a tratar.
Entraron al departamento, ya era bastante tarde.
Ori caminó despacio por el pasillo pensando en ir a
descansar, cuando sintió la mano de Dante tomar su
brazo. Volteó a verle algo confundido.
—Vamos a mi habitación, quiero que hagamos
nuevamente lo que hicimos en el restaurante.
—Pero estoy cansado. —murmuró el chico
mostrándose algo nervioso.
—Sin peros, tengo necesidades, ¿recuerdas?
Ori asintió algo inseguro y fue tras Dante. No iba
negarse, de hecho, sí quería hacerlo de nuevo, pero
se sentía tan agotado, que no creía ser capaz de
llevarle el ritmo. No quiso pensarlo mucho, así que
decidió hacer todo lo posible por resistir las veces

544
que Dante deseara repetirlo esa noche, ya dormiría
todo el día si era posible.
894Z

545
Capítulo 22

Dante se encontraba en la oficina revisando


algunos documentos bajo la mirada seria de su
secretaria, pues ella esperaba recibir respuesta
inmediata.
—Está todo bien, no te equivocaste. Saca copias
de esto y ponlo en carpetas.
—Ya sé cómo hacer todo eso, es mi trabajo. —
dijo la mujer quitándole los papeles para salir, pero
se detuvo un momento en la puerta. —Dante, sé que
no debería preguntarlo, pero, ¿has estado bebiendo
últimamente?
—No, ¿por qué? —levantó la mirada confundido,
pues no esperaba esa pregunta.
—Bueno, tienes cara de no haber dormido toda la
noche, de hecho, parece que no lo has hecho en toda
la semana. Solo te ves así cuando llegas apestando a
alcohol, pero no he notado aroma a licor en ti.
Aunque debo reconocer que no te ves tan amargado
como de costumbre.

546
— ¿No tenías trabajo pendiente? Te despediré si
vuelves a hacer esa clase de comentarios. —advirtió
molesto. —Y no, no he dormido bien, así que, si ya
lo notaste, deberías haber traído un café desde hace
rato, ¿qué esperas?
La secretaria bufó saliendo de ahí, le llevaría un
café tan cargado que no podría sorber ni un trago.
Eso le daría una lección.
Dante suspiró recargándose en el escritorio,
estaba agotado físicamente. No descansó en toda la
noche, ni en las pasadas cinco. Había tenido tanto
sexo con ese pequeño Omega, que sentía como si
hubiese corrido un gran maratón durante toda la
semana.
Jamás había hecho algo así, a lo mucho lo repetía
tres veces por noche y era todo, pero, ese chico le
excitaba tanto, apenas acababa y su erección volvía
con solo mirar a su lado el tierno rostro del menor, y
su sonrisa de haberlo disfrutado. Aunque, a decir
verdad, Ori dejó de sonreír cuando ya solo quería
dormir.
Incluso lo hacía bañarse con él, lo penetraba
también en la ducha, mientras Ori solo jadeaba con
cada movimiento.

547
Quizá se había excedido, y ahora le preocupaba.
Pensó que si él mismo, siendo un Alfa en perfecta
condición física, estaba agotado, seguramente Orién
debía estar deshecho después de no parar por casi
una semana entera.
El muchacho no lo decía, pero, hacerlo cada
noche sin cesar, debió haberle pasado factura, y
Dante caía en cuenta apenas, eso explicaba por qué
Ori casi no se movía, a pesar de estar siempre
dispuesto a hacerlo.
Tomó el teléfono y marcó el número de su
departamento, pero nadie contestó.
Ya no tenía trabajo pendiente y apenas eran las
once, así que decidió regresar. Quería verificar que
Ori estuviese bien, quizá repetirlo una vez más, solo
una, después lo dejaría descansar enserio. Tomó sus
llaves y salió de prisa.
No era el primer día que volvía temprano a casa
para volver a repetir esos encuentros, lo cierto era
que estar íntimamente con ese Omega le permitía
olvidar muchas cosas que le incomodaban. Ya no
pasaba las noches bebiendo hasta no saber más, y en
su lugar estaba Ori, siempre debajo suyo gimiendo
suavemente y sonrojándose mientras lo poseía.

548
No iba a negarlo, Ori era increíblemente
excitante, y no necesitaba otra cosa que no fuera ese
chico, pero no pensó antes que podía haberse
excedido un poco con él.
Tras un rato de conducir por la ciudad, Dante
llegó al departamento y entró quitándose la corbata.
Notó enseguida que Ori había limpiado, la noche
anterior lo habían hecho en la cocina y luego en la
sala, el alboroto había sido tal que algunas cosas se
rompieron durante el frenético encuentro, esa
mañana el lugar era un caos.
Sonrió ligeramente, tal vez Ori no estaba tan
cansado como pensó. Eso era bueno, pasaría el resto
del día con él en la cama.
—Dante, creí que llegarías en la noche. —la
suave voz de Ori llamó la atención del mayor.
El pequeño chico salía de su propio cuarto, tenía
unas ojeras terribles, su cabello despeinado y llevaba
solo una enorme camisa que le pertenecía a Dante,
quien le observó exigiendo una explicación con la
mirada, no era usual que Ori tomara sus cosas.
—Lo siento. La tomé sin permiso, es que… —
murmuró el menor, dejando de tallarse los ojos al

549
darse cuenta de su error, y mordiéndose nervioso los
labios continuó. —Ya no me queda ropa limpia.
—Te quedas solo todo el día, ¿no te da tiempo de
lavarla? —cuestionó Dante, que no creía aquello tan
difícil, sin embargo, no podía saberlo tras pasarse la
vida llevando su ropa a lavandería.
—No es el tiempo, bueno, sí, pero…
—No es algo tan complicado, ¿por qué pones
peros?
—Dante, no duermo por las noches, y esto días
he limpiado la casa más que antes. —se quejó el
pequeño, tratando de que no pareciera un reproche.
—Es que, tú llegas siempre y me pides que esté
contigo, apenas y puedo dormir un poco antes de
que vuelvas.
—Desvelarte no te matará, hazlo un día. Usar una
lavadora no es complicado, solo debes meter la ropa
y listo.
—No hay una lavadora aquí. —murmuró
sonriendo al pensar que Dante no lo sabía, aun
siendo su casa, entonces le pareció un poco gracioso.
—No mientas, eso es ilógico, si no la hay
entonces explica cómo lavaste tu ropa antes.

550
—Como siempre lo he hecho, a mano.
Dante pensó que Ori le quería ver la cara de
idiota esa mañana, pero no encontraba falsedad en
esos ojos claros que le observaban confundidos.
Tomó un respiro sentándose en el sillón, mientras
hacía memoria del día en que compró el
departamento.
Era verdad, estaba amueblado, pero ahora
recordaba que no contaba con lavadora ni secadora,
el cuarto de lavado estaba vacío completamente.
Entonces fue más comprensivo con Ori, era
lógico que le costaría trabajo lavar a mano si no
descansaba nunca, aunque ese no era pretexto
suficiente.
—Pudiste haber lavado al menos un par de
prendas, en lugar de usar mi ropa.
—Lo siento. —murmuró Ori bajando la mirada.
—Iré a cambiarme y…
—Devuélveme mi camisa, ahora.
—Pero…
—Orién, es una orden. Te he visto desnudo lo
suficiente, no tiene importancia, así que quítatela.

551
Ori se desabrochó la prenda rápidamente y fue
hasta donde Dante se encontraba para devolvérsela
en sus manos. Se puso completamente rojo al quedar
desnudo, y no era capaz de sostenerle la mirada al
mayor.
—En serio lo siento, no lo haré de nuevo.
—Estoy seguro de que no lo harás. Olvidemos
esto. —dijo Dante, desabrochándose el pantalón
para sacar la reciente erección que comenzaba a
crecer. —Ven aquí, anda.
—Dante, yo no… ya no… —trató de negarse,
pero no fue capaz. Suspiró y se acercó, dejando que
el Alfa le tomara de la cintura y le hiciera girar.
— ¿Ya no? ¿Intentas decir que no quieres
hacerlo? —cuestionó Dante sentando a Ori sobre sus
muslos, penetrándolo sin preliminares.
Ori aún estaba húmedo, horas antes lo había
llenado de semen, y eso ayudó a que entrara sin
problema. Escuchar una leve queja por parte del
menor excitaba a Dante más que cualquier cosa, era
siempre la misma queja inicial cada que volvía a
entrar en él. Enseguida vendrían algunos gemidos, y
con suerte, un par de movimientos por parte del
menor.

552
—No…, ya no quiero. —chilló Ori levantándose
de prisa. Miró aterrado a Dante y se hincó frente a él
tomándole el miembro erecto con ambas manos.
Dante no se lo esperaba, no de esa manera.
—Ya no aguanto, me arde. —gimoteó el chiquillo
tratando de complacer a su dueño de una forma
distinta. —Sé que dije que lo haría siempre, pero me
ha estado doliendo. Por favor no te enojes conmigo,
haré cualquier cosa…
Sus pequeñas manos se movían de prisa,
queriendo brindar placer, pero lo hacía terrible y
Dante se levantó molesto, empujándolo para que se
detuviera.
—Esto es nuevo, pensé que en algún momento
tratarías de librarte de tus responsabilidades, pero no
que sería tan pronto. —dijo Dante jalando al chico
por el brazo.
Ori cayó de cara contra el asiento del sillón, y
sintió como Dante le levantaba el culo. Estaba
asustado, sabía que él se molestaría, y si le hacía eso
estando enojado, seguro le dolería mucho más. Ya
comenzaba a arrepentirse de haberle dicho lo que le
sucedía desde hacía ya tres días, pero esa mañana el
dolor había aumentado y no pudo aguantar.

553
Pero Dante no hizo lo que Ori temía. Pasaron un
par de minutos para que el pequeño decidiera voltear
a ver qué pasaba, y se encontró con la intensa y
molesta mirada de Dante sobre su lastimada entrada.
El mayor soltó al chico y se sentó a su lado
mirándole aún enfadado, permitiendo así que Ori se
acomodara mejor.
—Está muy rojo ahí. —mencionó reconociendo
que el chico no le había mentido, pues tenía sus
genitales demasiado irritados. — ¿Apenas te ha
comenzado a molestar hoy?
—No, han sido unos días. —murmuró el
pequeño, juntando sus piernas contra su pecho. —
Pero hoy arde más. No quería decirte, enserio, iba a
hacerlo contigo, pero apenas lo metiste sentí que me
quemaba, y dolió mucho.
—Seguro que sí, la forma en que te paraste, casi
pensé que estabas exagerando…, no puedo creer que
siguieras acostándote conmigo aún con ese ardor.
Hubo un corto silencio.
Dante suspiró recargándose en el sillón,
decepcionado al saber que no podía disfrutar de Ori
en ese momento, y tal vez en un par de días, sabía
que era enteramente su culpa, era un

554
desconsiderado, y todavía le reclamaba por no lavar
su ropa, ahora comprendía que el chico no estaba en
buenas condiciones, ni siquiera se había bañado, no
le daba tiempo ni de respirar.
— ¿Ya desayunaste? —preguntó Dante,
queriendo saber qué otras cosas estaba descuidando
de su acompañante.
—Iba a hacerlo cuando llegaste.
— ¿Y a qué hora pensabas asearte?
—Después de desayunar. —murmuró Ori sin
comprender a qué venían esas preguntas.
—Bien, entonces sigue con lo tuyo. —dijo y se
retiró enseguida, necesitaba bajarse la calentura con
un baño de agua helada, y esperaba que eso
funcionara, porque si no sería un grave problema.
Ori obedeció, no molestó a Dante para nada. Lo
primero que hizo fue lavar un par de prendas para
usar más tarde, luego volvió a la cocina y se puso
una toalla para no quemarse el cuerpo mientras
calentaba algunas sobras.
Desayunó, o más bien comió, y luego fue a su
habitación a tomar un buen baño. Eso era lo mejor
del día, pues tras una breve ducha se fue a la cama

555
para dormir un poco, aunque cuando terminó eran
pasadas las tres de la tarde. Con el dolor entre sus
piernas últimamente tardaba demasiado haciendo
cualquier cosa.
Yune paseaba por toda la casa donde llevaban
varios días, esa mañana algunas personas llegaron
sin noticias de Ori, así que Yune no quiso molestar a
Eros, pero mientras recorría el lugar sucedió lo
inevitable, vio al Alfa recostado en un sillón con una
carpeta en la cara, parecía agotado, así que se
acercó.
— ¿Aún nada? —preguntó el chico tratando de
formar una conversación. Se sentó a un lado y
acarició suavemente el cabello de Eros mientras éste
negaba. —Pareces estresado, y cansado. No has
dormido bien, te escucho todas las noches hacer
llamadas hasta que me quedo dormido.
—Yune, esto me está superando. Si seguimos sin
encontrarlo, tendré que pedir ayuda a otras personas
con las que no quiero entablar ni media
conversación. —le contó Eros quitándose la carpeta
de la cara.
— ¿Qué personas?

556
—Personas cercanas a mi hermano. No quiero
que él sepa lo que estamos haciendo, seguro
entenderá todo mal, creerá que puede venir por ti.
— ¿Por qué creería eso? —refutó Yune.
—Hace dos meses y medio Dante fue al circo a
buscarte. No supe bien qué quería, pero no quise
decírtelo, se fue esa misma noche, y luego Zair se
llevó a Ori, entonces me pareció que tocar el tema
de Dante no tenía caso.
—Ese infeliz, ¿cómo se atreve? —soltó Yune
sintiendo cierta rabia que le quemaba por dentro. —
¡Debiste decirme!
—No, no en ese momento. Mira ahora cómo te
pones, no me imagino qué hubiese sucedido
entonces, si no dejabas de tener pesadillas y parecía
que no te recuperarías emocionalmente, no iba a
decirte algo que te alteraría más.
— ¿Qué quería? ¿Para qué me estaba buscando?
—Hablamos solo unos minutos y le pedí que se
mantuviera alejado, él quería saber cómo estabas y
no pensaba molestarte, pero exigió que le permitiera
verte por unos días. Se iba a quedar en el circo, y no
sé, quizá sintió que debía alejarse, porque se fue. Al
día siguiente ya no estaba y no ha vuelto a aparecer.

557
—No entiendo, eso es extraño. —murmuró Yune
dejando de acariciar el cabello del mayor cuando
éste se levantó.
—Noté algo diferente, no era el mismo de hace
años, pero tampoco parecía el que te hizo tanto
daño. Parecía arrepentido, y aunque discutimos un
poco, creo que solo quería saber si realmente te
encontrabas mejor ahora.
— ¡Pero claro que me encuentro mejor! ¿Qué se
cree? Cualquier cosa es mejor que estar con él, ¡es
un animal!
—Yune, no te alteres.
— ¿Es que cómo se atreve?
—Él te quería, antes de todo lo que sucedió fuiste
su vida entera, y eso no puedes negarlo. Recuerdo
que fue él quien me dijo que no me acercara a ti
cuando se dio cuenta que te acosaba. —dijo Eros
dejando salir una sonrisa melancólica. —Sé que eso
no lo justifica, pero, él se divorció de Emma, y fue
ella quien lo transformó en el demonio que te
lastimó.
— ¿Tratas de justificarlo? ¿Acaso quieres
devolverme a él? —reprochó Yune mirándole
enfadado.

558
— ¡Por supuesto que no! Yo siento algo por ti, y
estamos comenzando una relación, ni loco te dejaría
marchar. Pero, jamás vi a Dante bajar la mirada en
una discusión, hasta ese día en que nos visitó en el
circo.
—Pues no lo creo, seguramente actuaba para
convencerte de algo. Y si me buscó antes, puede
hacerlo de nuevo. No quiero saber nada de él, por mí
podría morirse.
—Yune…
—Nada, ni se te ocurra decir que no debo
desearle la muerte, si él casi me mata, y asesinó a mi
bebé. ¡A su propio hijo! ¿Qué esperas? ¿Quieres que
le llame y le diga que todo está bien, y que puede
seguir arruinando mi vida?
—No, no quiero nada de eso, solo creí que debías
saber lo que ocurrió. Y no me gusta verte mal,
odiarlo de esa forma te hace más daño a ti que a él,
no te desgastes en eso.
—Eros, él me arruinó. Nunca voy a olvidarlo, y
no dejaré de guardarle rencor.
—Entiendo… —murmuró Eros acercándose a
Yune para abrazarlo, sintiendo como el chico
permitía que le reconfortara. —Evitaré que él sepa

559
dónde nos encontramos, sin embargo, tendré que
llamar a esos contactos que lo conocen, porque
Orién sigue desaparecido y no logramos dar con él.
—Si no hay otra manera, entonces está bien.
—La “otra manera” se nos escapó. —dijo Eros
separándose un poco del chico. —Teníamos ubicado
a Zair, esa sabandija se ha estado escondiendo,
cuando supimos en dónde se encontraba mandé a los
chicos para que lo hicieran hablar. Él desapareció de
nuevo y han pasado varios días en que no sabemos
nada más de él, es como si se lo hubiera tragado la
tierra.
Yune comprendía la gravedad de la situación.
Solo esperaba que Dante no se enterase de nada,
pues temía que volviera a aparecer. Aún no sabía si
sería capaz de verle a la cara sin entrar en pánico, así
que era mejor mantener la distancia tanto como
fuera posible.
Dos días más pasaron, Ori no había visto mucho
a Dante, él iba y venía del trabajo, encerrándose en
su habitación apenas llegaba a casa. Solo se detenía
para cuestionar a Ori sobre cómo se encontraba, si
había mejorado, si comió bien o si necesitaba algo,
pero después desaparecía de nuevo.

560
Esos días el chico pudo descansar de maravilla,
pero se sentía triste pensando que quizá Dante estaba
molesto.
No era eso, en realidad el Alfa se mantenía
ocupado con cosas de la empresa, justo aquella
noche tenía una cena con un ex-socio.
Tras haberse puesto un traje cualquiera, salió de
la habitación y chocó con Ori, lo cual le sorprendió.
— ¿Ocurre algo?
—No. —murmuró el chico mirándole
avergonzado. — ¿Volverás a salir? Es tarde y creí
que ya no tenías nada qué hacer.
—Iré a una cena.
—Yo no he cenado aún. ¿Puedo ir contigo?
Dante quedó aún más sorprendido ante esa
petición, jamás pensó que Ori le pediría que le
llevara, mucho menos de forma tan directa. No pudo
evitar sonreír y le acarició el cabello un poco.
—Será mejor que sea en otro momento. Es por
trabajo, no seré solo yo y seguro te aburrirás.
—No, no importa. Quiero acompañarte. —
insistió el pequeño.

561
—Vaya, me asombra tu determinación. Es como
si no fueras a aceptar una negativa como respuesta.
—Perdón, no debí pedirlo. —murmuró
avergonzado. —Es solo que paso aquí todo el
tiempo, no me gusta estar encerrado. Puedo
acostumbrarme, no importa.
Tras decir eso quiso marcharse, dio la vuelta y
apenas había avanzado cuatro pasos, cuando
escuchó a Dante hablar.
—Vístete bien, es un sitio elegante así que usa
algo serio. Te esperaré en la sala.
— ¡Gracias! —exclamó el menor.
Corrió hacia Dante con emoción y lo abrazó
fuertemente, estaba tan emocionado, al fin Dante
volvía a prestarle atención y además había logrado
que le llevara a su cena. Le dio un pequeño beso en
la mejilla y lo dejó para ir a cambiarse.
El Alfa se quedó estático por un momento. Sentir
los labios suaves de ese chico sobre su rostro le
había provocado una fuerte sacudida, no entendía
por qué, pero sentía que necesitaba tener
nuevamente los delgados brazos de Ori rodeando su
cuello, y su pequeña boca en cualquier parte de su
piel.

562
Volvió en sí y fue a la sala para esperar, no le
quedaba mucho tiempo, pero no quiso romper el
momento apurando al chico, así que por primera vez
trató de ser paciente.
Aunque por suerte, Ori fue rápido y apareció en
minutos luciendo prendas sencillas de colores
oscuros, no estaba nada mal, era informal pero
elegante a su manera, así que no sobresaldría
demasiado en el restaurant. Bueno, seguramente sí,
pues sus orejas y esa peluda cola llamarían toda la
atención.
—Pésimo anfitrión tenemos aquí. —dijo un
hombre, saludando a Dante con una breve
inclinación de cabeza, ni siquiera se molestó en
levantarse.
Dante reparó en el Omega que acompañaba a
aquel tipo, era diferente al de la última vez, aunque
lucía tantos golpes como el anterior, se encontraba
hincado en el piso, junto a su dueño, ni siquiera
parecía respirar de lo quieto que estaba.
Aquello le recordó la comida que organizó en la
mansión donde vivió con Yune, y lamentablemente
con Emma, aquel tipo le había dado a entender que
herir a sus mascotas era correcto, y al parecer seguía

563
su propio lema. Impartir miedo en ellos para evitar
que intenten escapar. Semejante estupidez.
Ori, por su parte, al ver al otro Omega sintió algo
de miedo. Se escondió detrás de Dante y le tomó del
brazo.
—Vaya, al fin conozco a tu mascota. —volvió a
decir aquel tipo, levantándose solo para acercarse a
Ori. — ¿Cuántos años tiene contigo? Parece muy
joven.
—Recientemente lo compré. Y trata de no
acercarte a él, no me gusta que toquen mis
pertenencias. —advirtió Dante, indicándole al
pequeño que se sentara a su lado, lo más cerca
posible.
—Parece que lo tratas muy bien. ¿Qué sucedió
con el otro?
—No es de tu incumbencia, hemos venido a
hacer negocios.
—Dante, mi amigo, recuerda lo que te dije
aquella vez. Seguramente el otro escapó porque no
lo disciplinaste lo suficiente. Pero yo podría
enseñarte con este cómo se hace, estaré encantado
de romperle la cara y alguna que otra cosa.

564
Dante volteó a ver a Ori cuando notó que aquel
Alfa sonreía de forma extraña. Descubrió que el
pequeño temblaba de pies a cabeza, incluso sus
orejitas y su cola tiritaban.
—Deja de decir tonterías. Estoy aquí únicamente
para para despedirte como un antiguo socio de la
empresa, no para que digas semejantes estupideces.
—De haber sabido que tenías ese manjar, te
habría dado mis acciones a cambio de él.
—Es suficiente, no te conviene seguir
fastidiándome. —advirtió Dante inclinándose un
poco sobre la mesa. —Sabes que puedo arruinarte,
no te arriesgues.
— ¿Piensas amenazarme por ese Omega? ¿Qué
te pasa? —reclamó aquel.
—Pasa, que alguna vez escuché las mierdas que
salían de tu asquerosa boca, y no pienso hacerlo de
nuevo. ¿Qué te parece si te largas ahora mismo?
—Eres un imbécil engreído.
—Y tú un mediocre que está al borde de la ruina.
—dijo Dante sonriendo ampliamente. —Al menos
ahora no te queda dinero para comprar más vidas
qué destruir.

565
El hombre se levantó furioso y salió de ahí
llevándose al chico que le acompañaba.
Dante abrazó a Ori, comprendiendo que aquella
situación había sido bastante incómoda para él,
siendo un Omega frente a un hombre que lo
consideraba un objeto.
—No te preocupes por lo que acaba de pasar. La
cena será solo entre nosotros ahora, ¿no te agrada?
—Dante. ¿Por qué estás siendo tan distinto
ahora? —cuestionó el chico tratando de calmarse.
Levantó la mirada para ver al mayor. —Yo, al
principio creí que mi vida sería como la de ese
Omega que acompañaba al señor. Tú no me tratabas
bien, y de pronto todo cambió y no sé qué debo
esperar. ¿Volverás a hacerme daño?
—Han pasado muy poco tiempo. —murmuró
Dante desviando la mirada hacia la mesa. —No sé
aún qué es lo que está ocurriendo. Lo que sí sé, es
que no quiero hacerte más daño. A veces pierdo la
cabeza, y digo o hago cosas que te afectan, no es que
me quiera justificar, pero no es mi intención herirte.
— ¿Volverás a pegarme si te hago enfadar?
Dante bajó la vista lo suficiente para ver los
ojitos asustados de Ori. En ese momento quedó claro

566
que no quería volver a levantarle la mano nunca
más, no iba a dañar a quien ya le importaba tanto.
Era casi imposible pensar que se estaba enamorando
de Ori, pero, quizá eso era lo único real que le
quedaba, y no quería destruirlo como lo hizo antes
con Yune y su hijo, aquel hijo que él mismo mató
por ser tan imbécil.
Ori no tenía la culpa de sus errores, tampoco
Yune la tuvo, pero no ganaba su perdón
lamentándose, y el daño seguía hecho. Lo único que
le quedaba, y lo que aún podía salvar, era lo que ya
había comenzado con Ori. Por más difícil que fuera,
quería volver a ser aquel que no dañaba, que cuidaba
y protegía.
Estaba más claro que el agua, Ori era su
oportunidad, no lo merecía, pero ahí estaba, y por
alguna razón el chico permitió que pusiera su marca
en él.
—No, no te golpearé. Por más molesto que esté.
— ¿Enserio? —preguntó Ori con ilusión. — ¿Ni
siquiera si rompo algo en tu casa?
—Aunque rompieras todo lo que hay ahí.
—Y si un día no quiero que me hagas eso…, ya
sabes. —se sonrojó fuertemente y desvió la mirada.

567
—Si alguna vez no quiero acostarme contigo, ¿me
castigarás?
— ¿Sabes? No es el mejor sitio para discutir esto.
¿Qué te parece si cenamos y volvemos al
departamento? —sugirió Dante, y el pequeño
asintió.
Dante fue quien ordenó y no tocaron más temas
importantes el resto de la velada. Sin embargo, Ori
parecía mucho más animado, incluso feliz, y disfrutó
tanto la cena que comió como nunca.
— ¿Por qué te gusta beber eso? —preguntó Ori.
Ya habían terminado, y Dante disfrutaba una copa de
vino más, era la cuarta que tomaba, sin embargo,
seguía siendo muy poco como para sentirse
mareado.
—No lo sé, sabe bien. ¿Quieres probarlo?
—Eso te hizo daño, fuiste al hospital por beber
alcohol.
—Fui al hospital porque me pasé varios días
seguidos tomando tanto alcohol como me fue
posible, y sin detenerme. Pero una copa no hace
daño.
—Llevas cuatro.

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—Está bien. Yo dejaré de beber, pero tendrás que
terminarte mi copa. —dijo pasándosela con una
sonrisa retadora.
Ori frunció el ceño algo inseguro, pero
finalmente decidió probar. Sorbió un poco, era
amargo, pero extrañamente le había gustado.
Cuando se terminó la copa, Dante le dijo que era
hora de irse, así que salieron del restaurant.
El camino a casa fue lento, Ori de pronto sentía
mucho calor y quería abrir la ventana del auto.
— ¿Te sientes mal? —preguntó Dante mientras
conducía.
—No… quiero aire.
El Alfa bajó un poco el vidrio y continuó su
camino.
Cuando llegaron al departamento notó que el
chico se comportaba extraño, y de inmediato
descubrió que estaba ebrio. Soltó una risa ganando
la atención de Ori, que apenas se podía sostener de
la pared en el elevador.
— ¿Por qué ríes? —se quejó sintiendo que se
burlaba de él. Dante lo tomó del brazo ayudándole a
salir.

569
—Solo bebiste una copa y no puedes ni caminar
bien. No puedo creerlo. ¿Nunca habías bebido?
El chico negó.
Ya dentro del departamento Dante cerró la puerta
y llevó al chico a su respectiva habitación, pensando
que quizá era mejor que descansara.
Pero apenas entraron, Ori se giró colgándose de
su cuello con una sonrisa.
—Quiero que me toques…
—Yo creo que no, la última vez te levantaste
gritando que te dolía. —dijo Dante llevándolo hasta
la cama, donde se lo quitó de encima.
— ¡Pero ya estoy bien!
—Ori, estás ebrio.
—Solo fue una copa. —hipó al final y rio
tontamente. Sentía que todo daba vueltas, pero no
estaba tan mal como para no saber lo que estaba
haciendo. El vino solo le había hecho decir lo que en
otras circunstancias no habría mencionado.
— ¿Esto es lo que quieres? —cuestionó Dante
tomándole de la cintura con fuerza, restregando su

570
cuerpo contra el del menor. — ¿Seguro que puedes
con esto?
—Sí, lo quiero. —aseguró Ori, separándose de él
para tratar de desabrocharle el pantalón.
—Y vaya que sí. —se burló empujándolo para
que se sentara sobre la cama.
No había más qué decir, Dante deseaba lo mismo
que ese chico, y no pensaba dejarlo pasar después de
dos días sin tenerlo. Se quitó el saco, dejando
pendiente la camisa, mientras Ori encontraba al fin
la manera de abrirle el pantalón hasta bajarlo lo
suficiente.
El menor tomó aquel miembro entre sus manos y
sonrió recordando algo que había hecho solo una
vez, a petición de aquel Alfa, lo cual le hacía
suponer que era una buena idea volver a intentarlo.
Lo metió en su boca apretando con sus labios
mientras intentaba que entrara todo, aunque eso le
provocaba ahogarse un poco.
Lo lamía y presionaba constantemente. Había
tomado por sorpresa a Dante, pues él no esperaba
que Ori tomara la iniciativa de forma tan
determinada. Pero no había ningún problema, podía

571
dejarlo seguir tanto como quisiera, así que disfrutó
de la húmeda y candente boca que lo succionaba.
Ver a Ori inclinado sobre su falo, lamiéndolo tan
concentrado, era una escena única. Hubiese pasado
así la noche entera, sin embargo, era apenas el
inicio, y había mucho por delante.
Tras unos minutos Dante detuvo al chico y le
arrancó la ropa, tenía que estar en su interior cuanto
antes, lo necesitaba.
Ori se dejó caer hacia atrás, cerró los ojos
sintiendo demasiado sueño, tanto como para olvidar
lo que él mismo comenzó y quedarse dormido.
—Orién, ¿qué te pasa? —cuestionó Dante al ver
que se había quedado completamente inmóvil.
Lo sacudió un poco al no recibir respuesta, y a
cambio solo escuchó una queja de parte del menor
mientras se volteaba quedando de lado.
—No puedes dormirte ahora, ¿qué demonios te
sucede? —reclamó enfadado sacudiéndolo más. —
Despierta, tú comenzaste esto.
No sirvió de nada, Ori estaba profundamente
dormido, era increíble que sucediera tan rápido
cuando minutos antes le había hecho una mamada.

572
Despertarlo no era opción, no quería perturbarlo
de nuevo y tampoco abusaría de su inconciencia.
Suspiró frustrado y volvió a ponerse el pantalón para
largarse a solucionar el problema por su cuenta. Ya
después hablaría con Ori muy seriamente, pues no
iba a tolerar que le excitara de esa manera y después
simplemente se durmiera, eso no podía repetirse.
La noche pasó, y Dante despertó temprano como
era de costumbre. Comenzó a revisar unos archivos
en su computadora, era sábado y no tenía qué ir a la
empresa, aunque adelantar algo de trabajo era lo
mejor para distraerse. Estaba algo molesto por lo
ocurrido con Ori, y no quería reprenderlo, pero
enserio se la pasó mal tratando de bajar la erección
solo.
Un rato pasó para que volviera a ver la hora, ya
casi sería medio día, así que la curiosidad le ganó y
fue a ver si Ori ya había despertado.
Estaba a nada de tocar la puerta antes de entrar,
cuando recordó que era su casa, no necesitaba
permiso para ir a donde le diera en gana, así que
abrió sin avisar y vio al chico completamente
desnudo levantándose de la cama para correr al
baño.

573
Ori ni siquiera reparó en el mayor. Acababa de
despertar y se sentía terrible, llegó al escusado y se
hincó para vomitar casi por completo lo que había
cenado.
Dante llegó a presenciar parte del asqueroso
espectáculo y observó sin decir nada hasta que el
chico pareció acabar, pues se alejó del retrete
tratando de calmar su propia agitación.
—Eso fue terrible, no permitiré que vuelvas a
beber una gota de vino jamás.
El pequeño levantó la mirada avergonzado y
asintió, tampoco era como que quisiera volver a
beber.
—Tranquilo, vas a estar mejor, es solo resaca. —
explicó Dante ayudándole a ponerse de pie, pero
apenas lo levantó un poco, el chico volvió a tirarse
sobre el escusado para vomitar más.
q=)5W

574
Capítulo 23

—Perdón. —gimoteó Ori intentando no ahogarse


cuando acabó de devolver el resto de la cena al
escusado
—No te disculpes, fue mi culpa, yo te dije que
bebieras. —le dijo manteniendo la calma, aunque
estaba algo preocupado, a decir verdad. —¿Has
terminado?
—Creo que sí.
Dante volvió a ayudarle y lo llevó hasta la ducha,
abriendo el paso de agua caliente. Hizo que Ori se
sentara en la tina mientras se llenaba y se hincó a su
lado para tomar su rostro.
— ¿Qué pasa? —preguntó el chico ante la
cercanía de Dante. — ¿Tengo algo raro?
—Parece que no, tienes color en el rostro, eso es
buena señal. Y tu temperatura parece normal.
—Dante, anoche yo…
—Anoche te quedaste dormido, y por si te lo
estabas preguntando, sí, estoy molesto. —dijo el

575
mayor, sin embargo, su expresión no parecía de
enfado.
—Enserio lo siento, todo daba vueltas, y cuando
me acosté sentí tanto sueño.
—Tú lo comenzaste, no vuelvas a hacerlo si no
piensas seguir.
—No creí que me quedaría dormido.
—Está bien, ya no importa.
—Enserio quería estar contigo. —murmuró Ori
bajando la mirada avergonzado.
— ¿Por qué? ¿Cómo puedes disfrutarlo? No te he
tratado bien, ni siquiera he tenido la intención de que
te guste.
—Ya no me lastimas cuando me tocas. —dijo el
chico regalándole una tierna sonrisa. —Y aunque
llego a cansarme mucho, me gusta lo que haces
conmigo, la forma en que me haces todo eso, me
hace sentir que te importo de alguna manera.
Dante comprendió aquello, y reconoció que era
mentira aquello de no tener intenciones de que Ori
lo disfrutara, si cada que lo tomaba buscaba la
manera de hacerlo delirar de placer. Eso significaba
más de lo que parecía, no lo hacía solo para disfrutar

576
de las reacciones del chico, pues en esos días se
había preocupado por su comodidad no solo en el
sexo.
Llenaba el frigorífico de comida que a Ori
parecía gústale, evitaba aquellos alimentos que el
chico solía rechazar, y todas las tardes revisaba para
saber si había comido adecuadamente durante el día.
Y todas las veces que tuvo a Ori en su cama, se
aseguró de no usar la violencia para dominarlo,
entendiendo que el cuerpo del menor era pequeño,
que fácilmente podría causarle daño, y era lo último
que quería. Además, no era necesario ser brusco con
Ori, si siempre estaba dispuesto.
La tina terminó de llenarse y Dante salió de sus
propios pensamientos. Cerró las llaves y alcanzó un
bote pequeño que le pasó a Ori.
— ¿Cómo te sientes? ¿Crees que sea necesario
que te revise el doctor?
—Estoy bien. Solo me sentí mal un momento, ya
se me pasó. —aseguró Ori muy convencido de lo
que decía.
—Iré a hacer algunas cosas.
— ¿Vas a volver temprano? —preguntó triste.

577
—No saldré del departamento, estaré en mi
habitación. —explicó Dante, notando que el
semblante de Ori cambiaba drásticamente, pasando a
ser más animado. —No te gusta quedarte solo,
¿verdad?
—No…
—Entiendo. Si necesitas algo, llámame o ve a
buscarme. Y no vayas a quedarte dormido aquí. —
advirtió poniéndose de pie para marcharse.
Ori no dijo más, estaba bien si sabía que Dante
no saldría, así que comenzó a asearse disfrutando el
agua que cubría su cuerpo. Aquello era tan relajante,
de pronto le daba algo de sueño, pero no quería
molestar al Alfa, así que evitó dormirse.
Pasó un buen rato, quizá dos horas, cuando Dante
escuchó fuertes golpes en la puerta del
departamento. ¿Quién demonios podía ser? La única
que le vino a la mente era Megan, esa loca del bar.
Llamaría a la policía si esa chica no se largaba.
Llegó a la entrada y trató de ver por la mirilla de
la puerta, no pudo hacerlo, alguien debía estar
cubriéndola. Entonces abrió, no le preocupaba que
esa mujer volviera, no parecía una chica peligrosa a
pesar de todo.

578
Sin embargo, cuando abrió dispuesto a decirle
que se largara, descubrió que no era quien imaginó.
En su lugar estaba Emma, que lo miró furiosa antes
de pasar por su costado.
—Eres un maldito hijo de puta. —fue lo primero
que ella dijo, lanzando su bolso sobre un mueble.
Tiró algunas cosas y eso no pareció importarle.
— ¿Cómo encontraste esta dirección?
—Le robé su teléfono a la estúpida de tu
secretaria. —explicó mostrándole el aparato. —No
puedo creer que tú puedas seguir disfrutando de
estas cosas, y mí me dejaras en la calle.
—Y yo no puedo creer que vengas a joder con
eso. Emma, te quedaste con algunas de mis
propiedades, ¿de qué te quejas? Ahora no es
momento de reclamos, firmaste el divorcio, y lo que
hubo entre nosotros se acabó por completo.
—Firmé el divorcio porque me presionaron. —
refutó furiosa. — ¿Dónde quedó lo que sentías por
mí? ¡Debiste acceder a la pensión! Estuve casada
contigo, no puedes negarme lo que me pertenece.
— ¿Te has vuelto loca? Nada de lo que tengo que
te pertenece.

579
—Cuando nos casamos dijiste que me amabas. —
le recordó cambiando su expresión completamente.
— ¿Por qué ahora me sacas de tu vida como si
fuéramos extraños?
—Tu teatro no funciona más conmigo. —se burló
Dante. —Sí, cuando nos casamos te quería, incluso
te amaba, pero acabaste con eso, no fue mi maldita
culpa, así que deja de joderme de una buena vez. No
quiero que vuelvas a buscarme en la empresa, ni en
mi departamento. Pondré una denuncia en tu contra
si es necesario. Y si no quieres quedarte
completamente en la calle, más te vale no aparecer
de nuevo en mi vida. ¿Te quedó claro?
La tomó del brazo y la llevó a la salida, sin
detenerse mientras ella trataba de librarse de su
agarre. Apenas llegaron al elevador, ella dejó de
moverse y observó a Dante con cierta sonrisa que lo
fastidiaba.
—Sé que tienes otra mascota. ¿Te gustó cómo lo
dejé aquella vez en tu oficina? Me pareció que le
faltaban marcas para verse igual a Yune. —dijo con
un deje de orgullo.
—Cierra la boca.

580
—Algo que también sé, es que te estás
divirtiendo mucho con él. Ten cuidado, cariño,
recuerda lo que pasó con el otro cuando las cosas se
pusieron calientes. Eso podría resultar en una cría,
un Omega cachorro con tu sangre, eso sería tan
asqueroso. —siseó escupiendo todo el veneno que
tenía.
—Lárgate de aquí, y más te vale no volver, o te
meterás en graves problemas. —advirtió Dante
empujándola dentro del elevador cuando las puertas
al fin se abrieron.
Ella tocó un botón y sonrió con maldad.
—Tú eres un Alfa increíblemente poderoso,
mereces más que un bastardo débil, piénsalo.
Las puertas volvieron a cerrarse y Dante las
golpeó furioso. Esa maldita mujer le había hecho
recordar a Yune, y la manera en que le hizo perder al
bebé.
Pero, había algo que ni siquiera Yune sabía, y que
Dante había decidido averiguar por su cuenta
cuando lo dejó marchar: un examen realizado al
pequeño cuerpo decía que, de haber nacido vivo en
su debido tiempo, hubiese sido un Omega.

581
Era lo más común, los genes de un Omega
generalmente se pasaban en mayor porcentaje a su
descendencia, y eso hacía que sus hijos fuesen de la
misma clase.
Lo que más afectaba a Dante era la doble culpa
que sentía, al ser él quien provocó la prematura
muerte del bebé de Yune, y el hecho de que aquello
le diera cierto alivio momentáneo, pues no tendría
un hijo Omega después de todo. Pensar en eso
último le hacía sentir terrible, no le agradaba pensar
de esa manera, pero tampoco quería un heredero que
no fuera digno.
Dejó de pensar al recordar a Ori, y la cantidad de
veces que había terminado en su interior sin ninguna
protección. ¿Cómo pudo olvidar algo tan
importante? ¿Acaso nunca aprendería la lección? Si
no quería un hijo suyo, debió buscar alternativas
para evitarlo.
Tomó el teléfono de inmediato y llamó al médico
de siempre, pues no tenía idea de qué hacer en esa
situación.
Ori salió de su cuarto, ya estaba vestido y limpio,
se sentía mucho mejor, aunque quería estar con
Dante y quizá terminar lo que en la noche no pudo
hacer. Lo encontró en la sala y se acercó despacio,

582
hasta pararse delante de él. El mayor estaba
demasiado serio y concentrado en la pared, hasta
que Ori se atravesó.
—Dante, ¿ocurre algo?
—No, ve a tu habitación. —le ordenó
encendiendo la televisión sin reparar en lo que el
chico se había puesto.
—Acabo de salir de ahí. ¿Puedo estar contigo un
rato?
—Ahora no, estoy trabajando.
—Pero si solo estás viendo la tele. —se quejó el
chico volviendo a pararse frente a él. — ¿Hice algo
mal? Me disculpé por lo de anoche, no tienes qué
ignorarme.
— ¿Por qué te pones esos shorts? Son demasiado
cortos, ve a ponerte algo con lo que no pueda verte
el culo.
Ori se dio por vencido y bajó la mirada
sintiéndose avergonzado, no sabía que esa ropa era
tan pequeña, Dante se la había comprado y antes
parecía gustarle que la usara.
— ¿Estás enojado conmigo? —preguntó
sentándose a su lado.

583
—No, no estoy enojado. Intento escuchar, guarda
silencio. —respondió Dante subiéndole volumen a
lo que veía.
—Si no estás molesto, ¿por qué me hablas así? —
se recargó en él buscando algo de cariño, una caricia
al menos, y se acurrucó al no recibir nada. —Yo solo
quería hacer lo que anoche no cumplí.
—Orién, cállate ya. Si estás caliente, ve a quitarte
las ganas solo. ¿Qué no entiendes que estoy
ocupado?
El pequeño se congeló al escuchar aquello. Dante
estaba siendo demasiado frío con él, y no entendía
sus razones. ¿Acaso se había aburrido de hacerlo?
Quizá ya no le gustaba. Mil cosas pasaron por la
mente del pequeño, mientras se levantaba para
marcharse. Le dolía el rechazo de Dante.
Volteó una vez más, con la esperanza de que
fuera una mala broma y esta vez Dante le tomara
para comenzar de nuevo. Pero no, el mayor ni
siquiera volvió a mirarle.
El timbre sonó asustando a Ori. Dante al fin se
levantó del sillón y fe a abrir, pasando de largo al
chico. Era el médico, quien entró dirigiéndose a la
sala con el Alfa.

584
Dante le ordenó a Ori que se marchara, sus
palabras fueron “ve a tu cuarto” y enseguida volvió
a ignorarle. El pequeño se marchó a punto de llorar,
eso dolía más que un golpe, porque era indiferencia.
—Parece que has tratado bien al chico. —
reconoció el doctor, sentándose con Dante.
— ¿Por qué lo dices?
—No tiene golpes, al menos no visibles. Ha
recuperado peso, ya no parece que va a romperse
con cualquier cosa, y eso es buena señal, al parecer
come mejor. ¿Sigues acostándote con él?
—No lo he forzado, si es lo que te preocupa. —
dijo Dante algo incómodo. —Él también lo disfruta.
—Claro, permitió que lo marcaras, significa que
de alguna forma te quiere. Es un chico bastante
peculiar. ¿Está enfermo, o por qué me has llamado?
—No, no está enfermo. Bueno, esta mañana tenía
algo de resaca, anoche tuve la tonta idea de darle
vino y despertó sintiéndose mal, pero parece que
mejoró.
— ¿Qué cantidad de vino? Debido a su tamaño y
especie, es probable que tenga poca tolerancia.
—Solo una copa.

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— ¿Quieres que lo revise?
—No, no te pedí que vinieras por eso. —explicó
Dante. —Tú fuiste quien descubrió que Yune estaba
embarazado cuando sucedió, y pensé que podrías
ayudarme a evitar que eso mismo pase con Ori, ¿hay
algo que él pueda tomar para que no vaya a
embarazarse?
— ¿Por qué no usas preservativo?
—Porque se me olvida, y ya sé, es irresponsable
de mi parte, pero si hay algo que Ori pueda hacer,
sería mejor que usar un preservativo.
—Hay muchas opciones para él, pero para elegir
la mejor debes llevarlo con un especialista. Este
teléfono es de una conocida, llámala y tendrás una
cita lo antes posible.
—Necesito que sea hoy.
—Pues llama a ver si tienes suerte. —se burló el
médico poniéndose de pie. —Tengo que irme, creí
que me llamabas por una urgencia y dejé el trabajo
para venir.
—Idiota. —bufó Dante viéndolo marchar. No
podía creer que ni siquiera le ayudara de momento.

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Enseguida marcó al número que le dejó y pidió
una cita exigiendo que fuera cuanto antes. Sería el
lunes, así que solo debía aguardar y no acercarse a
Ori durante el fin de semana. Bien podía utilizar
preservativos, pero estaba seguro de que en algún
momento de la faena se le olvidaría, y ya había
corrido suficiente riesgo de embarazarlo todas las
veces que había tenido al chico.
Era sábado por la noche, y hacía tiempo que Eros
no pasaba tiempo a solas con Yune, pésimo para una
relación que acababa de comenzar.
Eros iba entrando a la cocina cuando vio al chico
bebiendo un enorme vaso de agua.
—Hace calor en esta zona, ¿no es así? —dijo
acercándose a Yune, el chico asintió acabándose el
agua y suspiró.
—Pero hoy hizo más que otros días.
— ¿Enserio? Yo no noté la diferencia. Si te
sientes abrumado ve a nadar en la alberca.
— ¿Hay una alberca aquí? —preguntó Yune
bastante sorprendido.
—Sí, en el patio trasero. ¿Acaso no has visto toda
la casa?

587
—Solo mi habitación, la sala, el comedor y la
cocina.
—Deberías investigar las otras habitaciones. Al
final del pasillo está el patio trasero, ven, también
necesito aire fresco, así que puedo quedarme un rato
contigo.
Yune le siguió emocionado, el calor que sentía lo
sofocaba, y era molesto, así que la idea de
refrescarse en el agua resultaba más que tentadora.
—Yune, ¿entrarás con ropa? —preguntó Eros al
ver que ya se encontraba en la orilla.
— ¿Entonces cómo?
—Quédate con la ropa interior, si entras con todo
eso no podrás moverte muy cómodo.
El chico asintió y se quitó la camisa, no le
gustaba mucho la idea, aunque confiaba en Eros no
quería que le viera así, pues había marcas en su
cuerpo que serían permanentes, y él las vería de
nuevo. Quitó también su pantalón y entró deprisa.
La temperatura era perfecta, el agua lo acogió con
frescura y sintió su cuerpo vibrar de manera extraña.
No había tenido una sensación tan placentera nunca.

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Cerró los ojos y se sumergió por completo, tratando
de calmar algo que ya le estaba inquietando.
Sintió unos brazos rodearle y sacarlo del agua al
menos lo suficiente como para respirar, jadeó
mirando a Eros, quien le tomaba el rostro
preocupado.
— ¿Qué haces?
—Creí que te estabas ahogando, llevabas al
menos un minuto ahí abajo sin asomarte para
respirar. —dijo el mayor.
—Iba a salir en cuanto necesitara aire. —se rio
Yune, sintiéndose muy cómodo en los brazos de
Eros. —Pero gracias por “salvarme”.
—No vuelvas a hacer eso.
—Ni siquiera te quitaste la ropa, ¿tanto te asustó
creer que me ahogaría?
—Demasiado. —admitió el mayor, separándose
al fin para salir del agua.
—Quédate, quiero que estés conmigo un rato. Sé
que es egoísta de mi parte, pero todo este tiempo no
te he tenido ni quince minutos a solas. Y aquí está
tan tranquilo todo, no hay nadie. —decía
acercándose a Eros.

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El Alfa sabía perfectamente a qué se refería Yune,
pues en la casa se estaban quedando algunas
personas del circo, y era normal que ahí no hubiera
nadie, si todo el tiempo lo ocupaban en buscar
noticias de Ori.
—Está bien, creo que podría quedarme un rato.
—aceptó comenzando a quitarse la camisa, seguida
del pantalón. —He hecho las últimas llamadas que
necesitaba hacer, si hay alguna novedad los demás
estarán al pendiente para recibir el recado.
— ¿Entonces cuánto tiempo tenemos? —
preguntó Yune cuando estuvo justo delante del
mayor.
—El que tú quieras.
—Eso suena bien.
—Cuando esto acabe, te prometo que tendremos
más tiempo juntos. —dijo Eros tomando las manos
de Yune bajo el agua. —Sé que no es la idea que
tenías de una relación, y no quiero que pienses que
no me importa.
—Yo no pensaría eso. Sé que te importa, sé que
yo te importo, y quizá solo busques a ese chico
porque crees que si no lo haces me enojaré. —sonrió
al darse cuenta que Eros no iba a debatir aquello. —

590
Sí, tal vez me enojaría, pero no tanto como para
perderme de esto.
— ¿De qué?
Apenas preguntó, y sintió el cuerpo de Yune
contra el suyo, los brazos del menor envueltas en su
cuello y las piernas rodeaban su cintura. Era un
simple abrazo, pero, en la situación en que se
encontraban no podía verse como tal. Ambos
llevaban apenas la ropa interior cubriéndoles, y nada
más.
Eros decidió inmediatamente, daría el segundo
paso y no le importaba si se equivocaba, “actúa
primero, discúlpate después” eso pasó por su mente,
impidiéndole meditar más. Tomó a Yune del cuello,
haciendo que sus cuerpos se separasen un poco, lo
suficiente para tener acceso a esa pequeña boca que
tanto había extrañado.
Yune lo aceptó de la misma manera en que vino,
entregó sus labios y no lo pensó dos veces para
corresponder, sintiendo una de las manos de Eros
bajar por su espalda. Tenía mucho calor aún dentro
del agua y ese beso le hacía aumentar, pero se sentía
bien.

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¿Sería acaso ese el momento de pasar a algo más
que besos? Había besado a ese Alfa un poco
solamente desde el inicio de su relación, y Eros no
parecía querer exigirle más, pero Yune comenzaba a
conocer una extraña necesidad que no creyó posible.
Tenía miedo, pues su experiencia en la intimidad
no era la mejor, sin embargo, la confianza que Eros
le brindaba le hacía sentir mucho mejor.
Quería dejarse llevar, y al pensarlo no tenía
motivos para no hacerlo. Había pasado tanto tiempo,
estaba casi seguro de intentarlo, de saber de una
buena vez si lo que había comenzado con Eros era
real, o solo una ilusión que terminaría al haber
obtenido aquello que no habían compartido.
Brincó de sorpresa cuando se dio cuenta que Eros
había bajado su ropa interior, y ambas manos ahora
le tocaban el trasero de manera totalmente indecente.
Dejó de corresponder aquel beso y se separó un
momento para mirar al mayor.
—Sé que lo menos que quieres es esto, si
prefieres que salga de aquí te dejaré solo. —dijo el
mayor al darse cuenta de que sus últimos
movimientos habían alarmado al chico.

592
—No quiero que te vayas, no sé qué me pasa,
creo que quiero hacer esto contigo, pero no tan
deprisa.
— ¿Quieres que continúe? —cuestionó
confundido. Pensar que tenía al fin eso que había
estado esperando, le hizo sentirse inquieto, como un
alguien que recibiría al fin el regalo que ha pedido,
pero que creyó lejano.
—Quiero que continúes, pero prométeme que no
será lo mismo, que no dolerá…, y que después de
esto no vas a desaparecer. —susurró Yune bastante
nervioso.
—Jamás voy a desaparecer. Y te prometo, te juro,
que esta será la mejor experiencia de tu vida.
Tras decir aquello, Eros giró poniendo a Yune
contra la orilla de la piscina y volvió a asaltar su
boca, lo hizo despacio, mientras sus manos volvían
para hacer todo con más calma, acariciando así la
cadera del menor, seguida de su cintura y luego el
torso hasta los brazos. Tomando al chico lo cargó
sacándolo del agua y lo hizo sentarse en el borde.
Yune iba a preguntar, pero sus palabras se
convirtieron en un jadeo que le dejó sin aire, justo

593
cuando sintió la cálida boca de Eros cubriendo su
miembro.
La forma en que ese Alfa se apoderaba de él era
única, Yune nunca había sentido algo así, algo que le
hizo sentir una descarga en todo el cuerpo, tan fuerte
que no tenía manera de mantenerse sentado. Se
recargó en sus codos para acabar recostándose,
mientras gemía cubriéndose la boca.
La lengua de Eros hacía un trabajo excelente,
hasta que logró su cometido. Succionaba y apretaba
el pedazo que poco a poco crecía, en breves
momentos lo sacaba para manipularlo entre su
mano, luego volvía a aprisionarlo y lo acariciaba
haciendo círculos con su lengua sobre la cabeza del
pene.
Cuando el miembro de Yune terminó de
endurecerse dentro de su boca, Eros lo liberó y bajó
un poco, tocando entonces la pequeña y adicional
entrada del Omega. Nunca había estado con un
chico como Yune, había estado con hombres algunas
veces, pero nunca un Omega, y era algo diferente,
una mezcla entre la intimidad masculina y femenina,
pues esa segunda entrada era un mundo desconocido
después de tragarse un palo.

594
Aun así, no le molestaba, sino todo lo contrario.
Quería probar esa deliciosa y estrecha cueva que
penetraba con su lengua, y pronto un suave sabor
ligeramente salado le hizo enloquecer. Sabía que el
chico estaba excitado, no solo por ver la erección
que conservaba a punto de estallar, sino que también
estaba emanando un lubricante de ese sitio que
pronto sería suyo.
Se separó y tomó a Yune de las muñecas para
hacerle sentarse de nuevo, el chico estaba
completamente rojo, avergonzado de saber que Eros
había tocado con su lengua tan profundo como pudo.
Se dejó llevar de vuelta al agua, tomándose
enseguida del cuello del mayor para mantenerse a su
altura.
—Espero no te moleste probar tu propio sabor. —
dijo el Alfa sonriendo de lado antes de acercarse
hasta la boca del chico, y besarlo tan
apasionadamente, haciendo uso de esa fuerte lengua
que llegó hasta su garganta.
Yune no se opuso, su corazón latía a mil mientras
volvía a tener las manos de ese hombre recorriendo
su cuerpo. Y cuando creyó que estaba a punto de
estallar por el placer que ya sentía, notó una

595
intromisión que le arrancó un grito ahogado en la
boca de Eros.
Los dedos del mayor penetraban su primera
entrada, esa que ya antes había atendido con su
lengua, y le hacía sentir un sinfín de emociones,
unas cosquillas en todo su cuerpo, que volvían y
acababan en la punta de su pene. Necesitaba más,
quería saber qué era tener a ese hombre dentro.
Y como si Eros pudiese escuchar sus
pensamientos, retiró sus dedos y los reemplazó con
su dura virilidad. Entró despacio, bajando
suavemente el cuerpo de Yune, escuchándolo
respirar entrecortado y sintiendo su pequeño cuerpo
estremecerse bajo el agua.
Pero no hubo ni una pisca de miedo el ese chico,
sino todo lo contrario, pues abrazó con sus piernas el
cuerpo de Eros y le hizo entrar más deprisa,
llenándose por completo. Entonces miró al mayor,
sosteniéndose de sus hombros.
— ¿Ya ves que no te he hecho daño? —dijo Eros
mirándole con cariño. — ¿Aún tienes miedo?
Yune solo negó y se dejó guiar para comenzar un
vaivén, que pronto pudo seguir ayudándose de
donde se sostenía, Eros no se quejó, ver que el chico

596
tomaba las riendas del asunto le daba la seguridad de
que no era un error haberlo intentado en ese
momento. Se sentía tan bien estar dentro suyo, era
increíble, pues a cada esfuerzo que Yune hacía, su
interior presionaba más el miembro que recibía.
Los gemidos y jadeos de ambos inundaron el
lugar, el agua impedía hacer movimientos
demasiado bruscos, pero las embestidas eran al
ritmo perfecto que Yune disfrutaba, y Eros no se
quedaba atrás.
El Alfa tomó nuevamente el miembro de Yune y
lo acarició mientras bajaba la rapidez, se concentró
un momento en darle placer a esa hermosa parte del
cuerpo de ese pequeño Omega, y lo sintió retorcerse
de placer hasta que no pudo más y estalló.
El semen del chico se quedó en el agua, mientras
Eros volvía a imponer fuerza y hacía las embestidas
más firmes y rápidas que antes, aplastaba a Yune
contra la pared de la piscina, y éste no se quejaba,
pues solo podía gemir como nunca antes lo había
hecho.
Yune dejó caer su cabeza hacia atrás cuando
sintió algo explotar violentamente en todo su cuerpo,
justo en el momento en que su interior se llenó de la
cálida esencia del Alfa. Su cuerpo se sacudió tan

597
fuerte, que tuvo que aferrarse a Eros para no
perderse, pues creía que todo desaparecería al abrir
los ojos.
El calor que antes era insoportable, comenzó a
bajar lentamente mientras Yune recuperaba el
aliento, sintiendo ahora suaves besos en su cuello y
la barba de ese hombre que le acababa de hacer algo
maravilloso.
Ninguno quería hablar, y no hacía falta.
Eros salió del interior de Yune y se tomó un
respiro llenándose del aroma que ese chico
desprendía. Olía delicioso, era simplemente
perfecto.
Tras unos minutos, Eros lo tomó en brazos
caminando hacia las escaleras. Salió despacio del
agua, no quería tirar a Yune o caerse con él. Ambos
estaban desnudos, y no era un problema, pues las
habitaciones no estaban muy lejos.
Llevó a Yune a su cuarto y lo recostó en la cama,
colocándose a su lado para acariciar su rostro. El
chico le sonreía sin decir nada aún, pero verle tan
tranquilo era todo lo que Eros necesitaba para saber
que todo estaba mejor que nunca.

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Al fin lo habían hecho, ese era el paso más largo
y más difícil que creyó tan distante, pero ahí
estaban, disfrutando de una calma única tras tenerse
uno al otro por primera vez. Eros no entendía como
alguien podría desear lastimar a Yune, si era tan
delicado y perfecto, ¿por qué dañarlo solo para
tenerlo? Definitivamente su hermano había sido un
idiota al no ver lo que tenía a su lado, y ahora no
había vuelta atrás.
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Capítulo 24

Ori llevaba encerrado todo el fin de semana a


petición de Dante, más bien, había sido una orden.
El mayor solo le dejaba salir para que comiera y lo
mandaba de vuelta a la habitación, y el chico estaba
demasiado triste, por no decir que seguía sintiéndose
mal y no había podido decirle a Dante, pues casi ni
hablaban.
Era lunes, y vomitaba por tercera vez esa
mañana. El día anterior ni siquiera tocó la cena,
siendo que era una de sus comidas favoritas.
Por su parte, Dante ni por enterado, creía que el
rechazo de la cena se debía a un berrinche del
menor, pues poco antes de eso Ori le preguntó por
qué esos días no lo había dejado salir del cuarto. Le
respondió que era por trabajo, que necesitaba
concentrarse en algo y era mejor si no lo veía por ahí
en todo momento, Ori le miró enojado, pero no dijo
nada al respecto.
Al fin era el día de la cita, cuando Dante entró al
cuarto del chico lo encontró en la cama envuelto
entre las cobijas, Ori se acababa de bañar y cambiar

600
como le ordenó un rato antes, así que no parecía en
mal estado.
—Gracias por obedecer. Te prometo que ya no te
pediré pasar más tiempo aquí solo. —dijo sintiendo
lástima por el chico, pues lucía algo triste.
Ori se levantó y fue con él. No sabía a donde se
dirigían, pero no importaba, su día era mejor ahora
que Dante lo llevaba a pasear.
En un par de horas se encontraban en una clínica
muy particular. Había muchas mujeres y uno que
otro Omega esperando en la sala. Unos minutos
bastaron para que llamaran a Dante Williams, había
hecho la cita a su nombre para no asustar al Omega,
sabía que, si no lo prevenía de que irían al médico,
el chico se pondría muy nervioso. Sin embargo, a
Ori ya le comenzaba a parecer extraño que Dante
tuviera una consulta médica, aún peor, en un sitio
donde no había ningún Alfa.
Entraron al consultorio y una mujer de unos
cuarenta años los recibió. Ignoró completamente a
Dante y se acercó a Ori enseguida.
—Hola, mi nombre es Angelina…
—Evite las presentaciones y las charlas. Si va a
preguntarle algo, yo le responderé, así que

601
continuemos rápido porque debo ir a trabajar. —
interrumpió Dante bastante serio. —De hecho, si
puedo hablar con usted antes…
—No puede. —ahora la que interrumpió fue la
doctora. —Si mi consulta es para este chico,
entonces él tiene qué escuchar qué sucederá aquí.
— ¿Qué está pasando? —preguntó el pequeño
pelirrojo poniéndose nervioso, tomó a Dante del
brazo y se escondió tras él evitando la cercanía con
la mujer.
—Vaya, a pesar del pésimo carácter que tiene
usted, parece que el chico lo aprecia. ¿Puedo saber
su edad?
—Tiene quince.
—Dieciséis. —susurró Ori apretando más el
brazo del mayor cuando éste le miró.
— ¿Qué? Creí que tenías quince.
—Cumplí años ayer. —explicó apenado.
—Mierda, ¿por qué no me lo dijiste? —reclamó
Dante volteando por completo para tomarlo de los
hombros.

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El chico se encogió sin saber qué responder, no le
había dicho porque no sabía que debía hacerlo, no
pensó que a Dante le importara cuándo cumplía
años. Además, no tuvo oportunidad de hablarlo,
apenas y cruzaron unas cuantas palabras en esos
últimos días.
—Está bien, no importa ahora. —dijo el mayor
para tranquilizar a Ori y suspiró volviendo hacia la
mujer. —He venido para conseguir un método
anticonceptivo que sea para él. —señaló al chico.
Al escuchar eso, el Omega se alarmó de
inmediato. ¿Qué quería decir aquello? No
comprendía, ni siquiera había pensado en que eso
podría suceder, pero apenas escuchó las palabras de
Dante, supo que realmente era una posibilidad si
estaban teniendo sexo. Se puso muy nervioso y ni
siquiera sabía por qué.
— ¿Él está de acuerdo? —preguntó la doctora.
—Es mi mascota, no se trata de si está o no de
acuerdo.
Aquello hizo entristecer al pequeño. Sí, era solo
una mascota y no debía olvidarlo. Si Dante quería,
podían incluso esterilizarle. Pero, eso era tan cruel,
quitarle la posibilidad de concebir significaba que

603
nunca tendría un bebé, que moriría sin haber tenido
esa oportunidad. Le dolió saber que el mayor iba a
hacerle algo así.
—Bien, si así lo va a manejar, entonces está bien.
—dijo ella bastante molesta.
Estaba acostumbrada a casos así, pero nunca
había recibido una criatura de tan corta edad,
siempre pasaban los dieciocho al menos, pues era la
edad en que su madurez sexual llegaba y podían
concebir.
Sabía que este caso era diferente, el Omega no
era uno común y en su experiencia sabía el tipo de
celo que ese chico podía tener, así que lo mejor sería
evitar que tuviera un embarazo gracias a su estúpido
dueño.
—Primero tomaré unas muestras y los resultados
me ayudarán a saber qué opciones son mejores para
él. —aclaró mientras se acercaba a Ori.
Le sacó algo de sangre de su brazo, el pequeño se
dejó hacer sin prestarle mucha atención, parecía
distraído, así que no fue difícil hacer que estirase el
brazo y lo mantuviera quieto.
Terminó y se retiró diciendo que esperasen unos
minutos.

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Al quedarse solos Ori volteó a ver a Dante con
tristeza, y éste no notó lo que esos ojitos reflejaban,
solo se dio cuenta que estaba mirándole.
— ¿Ahora qué?
— ¿Vas a esterilizarme? —cuestionó el chico
encogiéndose asustado.
—Tal vez, no es mala idea, si puedes someterte a
la cirugía entonces eso será lo mejor. —dijo el
mayor, sin reparar en que sus palabras lastimaban al
chiquillo.
—Pero, si lo haces no tendré bebés nunca. —se
quejó angustiado. —Por favor, eso no. No me dijiste
que vendríamos a esto.
— ¿Para qué querías que te dijera si te ibas a
poner así? No necesitas tener hijos, y no quiero que
se repita la historia.
— ¡No hubiera salido de mi cama! —exclamó el
chico levantándose bruscamente. — ¡No quiero que
me hagas esto! ¡No es justo!
—Deja de levantar la voz. No quiero discutir
contigo, es una decisión tomada. ¿De qué te
preocupas? Si tienes crías lo único que harás es

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traerlos a sufrir, si son como tú vivirán en un mundo
donde serán simples mascotas.
—Como yo. —susurró Ori volviendo a sentarse,
esta vez sin mirar más al Alfa.
Comenzó a llorar tratando de no ser notorio, no
quería enfadar a Dante, pero se sentía terrible por lo
que ese hombre acababa de decir, se sentía una
basura, un objeto del que se podía disponer.
Pasaron quince minutos más y la doctora
apareció de nuevo en el consultorio.
Para ese momento el chico no estaba más
tranquilo, pero al menos se había cansado y ya no
sollozaba tanto. Dante estaba algo enfadado, sin
embargo, podía comprender a Ori y por ello
permitió que se desahogara sin llamarle la atención.
Era un hecho, si se podía hacer la operación no
dudaría en dar carta blanca.
— ¿Y bien? ¿Qué clase de método recomienda?
—preguntó el Alfa queriendo terminar con todo de
inmediato para volver a su cotidianidad.
—Ninguno.
— ¿Qué? Necesito algo que evite que…

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—No se preocupe. —dijo ella sonriendo con
cierta malicia contra el Alfa. —El chico no puede
embarazarse.
— ¿Es estéril? ¿Enserio? Me he preocupado por
nada. —suspiró Dante, aunque eso no le hacía del
todo feliz, pues pensar por un momento que ese
chico no podía concebir le decepcionó un poco. No
sabía por qué, y no le dio tiempo de averiguarlo.
—Al contrario, este chico no puede embarazarse
porque ya lo está. —soltó la bomba dejando los
resultados sobre el escritorio.
La cara de Dante fue épica, abrió la boca
sintiendo una sequedad tan molesta que no le
permitió decir ni media palabra, su ceño se fruncía
cada vez más, mientras un ligero tic en su ceja
comenzó a notarse. Eso debía ser una maldita
broma.
—Eso no es posible, puedes perder el trabajo por
semejante estupidez. —amenazó tratando de
contener la furia que sentía contra esa mujer.
—Es tan cierto como que ustedes están aquí.
Justo ahora necesito hacerle un ultrasonido para
saber el tiempo que tiene en estado y verificar que el
bebé esté en buenas condiciones. Los análisis de

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sangre no arrojaron ninguna enfermedad, tampoco
hay anemia, pero hay otras cosas que debo descartar
para que nazca en óptimas condiciones.
—No va a ser posible, lo llevaré a otra clínica
donde sean realmente serios, y demandaré a este
maldito lugar. —dijo Dante poniéndose de pie.
Tomó a Ori del brazo y lo sacó de ahí tan rápido
que lo arrastraba. El chico estaba en shock, no podía
creer lo que había escuchado, y peor, apenas estuvo
dentro del coche y Dante a su lado, entró en pánico
al comprender del todo lo que sucedió.
Dante no quería un hijo, por eso lo había llevado
a que le dieran un método para evitarlo, y ahora
acababa de enterarse que era demasiado tarde. Ori
sintió mucho miedo al procesar toda esa
información.
Se había embarazado, Dante definitivamente no
quería tener un hijo con él, y ahora conducía
demasiado rápido con una cara tan tenebrosa que Ori
ni siquiera se atrevía a mirar. El llanto volvió y esta
vez no pudo contenerlo, tenía mucho miedo, sentía
que su mundo se desmoronaría en cuanto el auto se
detuviera.

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Fueron a un hospital, Dante bajó a Ori por la
fuerza cuando éste quiso evitarlo.
Entraron sin detenerse por nada hasta llegar al
laboratorio. Dante entró sin permiso, tomando el
brazo de Ori lo extendió frente a una enfermera y le
ordenó que le sacara una muestra para una prueba de
embarazo.
Exigió que le dieran los resultados
inmediatamente y no se movió de ahí hasta que la
mujer hizo lo indicado. Cuando tuvo el sobre no
tardó en abrirlo y apenas leyó el resultado rompió
todo y dejó una buena suma de dinero a la empleada.
Ahora ya no tenía ninguna duda, y se encontraba
furioso. ¿Por qué de nuevo?
Estaba fuera de sí cuando empujó a Ori dentro
del carro, subió enseguida y echó a andar
comenzando a desesperarse. No podía con esa
noticia, sentía su cuerpo helarse y sudaba frío, ni
siquiera se detenía en los semáforos. Todos los
recuerdos de Yune le vinieron a la mente sin parar.
Y solo uno se detuvo, cuando llevó al chico a una
clínica de abortos y casi hace que le practicaran uno
sin siquiera avisarle lo que estaba sucediendo. Era
un ser despreciable, no podía ser padre y tampoco

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quería intentarlo, mucho menos criaría a un Omega
como Ori, tan débil e inútil…
Tan pequeño e indefenso, tan tierno y cariñoso.
Se detuvo al pensar en él de esa forma, al fin frenó,
lo hizo tan fuerte que Ori rebotó hacia delante
golpeándose la frente con el tablero del auto.
—Ori…
— ¡No lo hice apropósito! —chilló el pequeño
apenas escuchó su nombre. Volteó a ver a Dante,
estaba algo mareado y la frente le dolía terrible, pero
ignoró eso y siguió hablando. —Yo no sabía que iba
a pasar, yo no tenía idea, lo juro. No me lastimes,
por favor.
Dante sintió un vuelco en el estómago al ver
como el pequeño se abrazaba a sí mismo, temblaba y
trataba de mantenerse lo más lejos posible, pegado
completamente a la puerta.
— ¿Sabes lo que significa que estés encinta? —
cuestionó Dante tratando de no sonar amenazante,
pues notaba el pánico en Ori.
—Ya no vas a ser bueno conmigo, y me
lastimarás. Por favor, no lo hagas. Yo no tuve la
culpa. Sé que no quieres un bebé que venga de mí,
pero no era mi intención, lo juro.

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—Deja de temblar y cálmate un poco. No voy a
lastimarte.
—Mientes. —susurró encogiéndose más contra la
puerta.
Dante suspiró fastidiado y volvió la vista al
frente, entonces su mirada dio con el espejo y pudo
ver su propio reflejo en él. Ahora comprendía por
qué el chico no le creía. Su expresión era aterradora,
parecía un asesino completamente desquiciado.
Quitó esa cara de inmediato, sin embargo, seguía
notoriamente molesto, y presentía que no lo estaba
precisamente con Ori, sino con él mismo. Estaba
claro que el chico no había planeado semejante cosa,
y seguramente estaba asustado de saber lo que
sucedía, era necesario que mantuviera la calma o
todo podría complicarse.
—Orién, deja de temblar de esa manera. —le
ordenó encendiendo nuevamente el coche. —Si no
te calmas te pondrás mal.
El pequeño no pudo hacer mucho con esos
nervios, sentía que todo le daba vueltas, ahora cubría
su cara tratando de contener el dolor que sentía en la
cabeza.

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Dante manejó de regreso a la clínica de la que
salió haciendo estúpidas amenazas. Hizo que Ori se
bajara del carro nuevamente, notando que no se
encontraba bien, su frente tenía un fuerte golpe y eso
quizá le había afectado demasiado, pues caminaba
torpemente y no parecía saber dónde se encontraba,
ni lo que sucedía.
Llegó la tarde y Dante seguía en ese maldito
hospital, habían atendido a Ori de inmediato, la
contusión en su frente no fue tan grave, lo que le
había sucedido realmente sí lo era, su presión subió
drásticamente al encontrarse en una situación tan
estresante, no podía pasar más o el bebé podría
recibir daño.
La doctora hizo el ultrasonido cuando atendió a
Ori de urgencia, ahora ya tenía los datos y entraba al
cuarto donde el pequeño aún dormía, y su dueño
merodeaba la camilla sin parar.
—Señor Williams, de nuevo nos vemos. —dijo la
doctora con seriedad. —Me alegra ver que volvió,
aunque no mucho, después del golpe que tiene ese
chico en la frente. ¿Acaso se puso violento con él?
No debería, está esperando un hijo…
—Tú no vengas a decirme qué hacer.

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—Es verdad, yo solo vengo a dar información. —
acató ella metiendo sus manos en los bolsillos de su
bata. —Concentrémonos en mi paciente.
—Suéltalo ya, más sorpresas no puedes darme.
—Está bien. El chico tiene ocho semanas de
embarazo, tal vez ha tenido algunos malestares, y si
aún no empiezan, los tendrá pronto. Noté que ha
tenido altibajos, si sigue así, el desarrollo del feto
será terrible y podría nacer enfermo o incluso
muerto.
— ¿Qué? ¿cómo que muerto?
—Por lo que vi, usted no quiere tener a ese bebé,
y bueno, si quiere deshacerse de él, solo haga morir
al chico de hambre y su hijo morirá antes. En pocas
palabras, el daño que le haga a este chico, lo recibirá
el bebé en mayor proporción.
—Yo no…, haría algo así. —susurró Dante
mirando el cuerpo inerte de Ori.
En lugar del pelirrojo, vio la imagen de Yune
cuando dio a luz, mientras gritaba abrazando a aquel
pequeño cuerpecito sin vida y lloraba sin parar.
Jamás dejaría que eso volviera a suceder. Él no
volvería a hacer semejante daño.

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No importaba ya lo que quería o no, Ori esperaba
al que ahora sería su segundo hijo, de no haber
matado al primero. Y no iba a cometer el mismo
error, si el destino le volvía a poner esta prueba en el
camino, la afrontaría.
No había deseado un hijo Omega, pero, no lo
rechazaría ahora que ya estaba creciendo en el
interior de Ori. No quería más errores irreparables
en su vida, se haría responsable, porque él pudo
evitarlo de haber pensado mejor las cosas, sin
embargo, no lo hizo y tenía su consecuencia.
— ¿Cuándo le darán de alta? —cuestionó
acercándose al chico.
—Ahora mismo, ya se ha estabilizado, solo
esperaremos a que despierte y podrá irse.
— ¿Estará bien? ¿No es muy joven para tener un
embarazo?
—Su naturaleza le permite hacerlo, aunque puede
que haya complicaciones si no tiene un cuidado
adecuado.
Dante no dijo más, ni hizo más preguntas.
Cuidaría de Ori, no permitiría que nada malo le
ocurriese a él, ni a su hijo. Eso era lo único que tenía
más que claro.

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Eros se encontraba despierto desde hacía una
hora, Yune dormía a su lado y la calma de la
habitación era especial. Sintió el cuerpo del chico
moverse hasta estar casi sobre él, y lo observó
creyendo que ya despertaría, sin embargo, no fue eso
lo que ocurrió, en su lugar, pudo sentir la completa
desnudez de chico contra su propia piel y como se
pegaba cada vez más.
Comenzaba a excitarse de solo recordar cómo
había recorrido ese cuerpo la noche anterior, y no
dudó en acariciarlo aprovechando la cercanía. Se
permitiría hacerlo, pues le inquietaba que al
despertar Yune se sintiera confundido y catalogara
aquello como un error. Sí, temía al rechazo del
chico, pues a pesar de la entrega que compartieron,
sabía que aún había ciertas cosas que Yune no podría
sacar de su cabeza, y eso presentaría posibles
problemas.
Mientras recorría con sus dedos la espalda de
Yune, hasta llegar a su trasero, notó que el Omega
comenzaba a moverse, contoneándose de manera
peculiar contra él. Entonces lo vio abrir los ojos, y se
relajó al no encontrar ni una pizca de
arrepentimiento.

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—Al fin despiertas, se me ha dormido el brazo.
—dijo sonriéndole.
—Ni tanto que se te durmió, si tienes tu mano en
mi culo. —le contestó Yune sentándose para liberar
el brazo de Eros.
El Alfa estaba satisfecho de saber que Yune se
encontraba tranquilo, se sentó también para
acercarse a él, tomando la iniciativa para darle un
suave beso.
— ¿Cómo te sientes?
—Bien, aunque tengo mucho calor. —Yune se
quejó un poco inquieto a pesar de haberse quitado
las sábanas de la parte superior de su cuerpo. —
¿Crees que pueda pasar el día en la piscina?
—Puedes hacerlo si quieres, pero había pensado
en salir contigo, tomarme este día para llevarte a un
sitio que te guste y…
— ¿Enserio pensaste pasar el día conmigo?
¿Todito? —preguntó emocionado.
—Por supuesto.
—Iré a bañarme. —de prisa salió de la cama,
pero enseguida se percató de su total desnudez y se
puso tan rojo tomando una sábana.

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—Yune, lo de anoche fue increíble, pero enserio
me preocupa cómo te encuentras tú. —dijo Eros
siguiéndole para colocar otra sábana sobre sus
hombros, se quedó detrás de él y pasó un brazo
sobre sus hombros.
—Deja de preocuparte, enserio estoy bien.
— ¿Y entonces por qué te pones nervioso?
—No estoy acostumbrado a andar desnudo por
ahí. —repuso el chico volteando para mirar a Eros.
—Estoy completamente bien, perfecto, lo de anoche
me ha gustado y enserio quiero que vuelva a suceder
pronto, tú me hiciste sentir cosas que no me dejaron
pensar en nada más. Mi miedo de hacerlo contigo,
era recordar lo que Dante me hizo, pero anoche no
hubo ni un momento en el que pudiera compararte
con él, tú no me has hecho daño, contigo me sentí
seguro, ¿sabes lo que ha significado para mí?
—Yune…
—Quiero volver a hacerlo.
—Me tranquiliza saber que no fue una mala
experiencia para ti.
—Quiero volver a hacerlo, ahora. —repitió el
chico con más convicción de la que Eros esperaba.

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— ¿Ahora? ¿Es enserio?
—Siento algo extraño, como si lo necesitara. —le
dijo Yune un poco angustiado. — ¿Es normal?
—Ya entiendo. Yune, me parece que tu celo ha
comenzado.
— ¿Cómo que mi celo? ¡Yo nunca me sentí así!
—Lo sé, tal vez se trate del primero. Ya te lo
expliqué antes. ¿Qué edad tienes exactamente?
—Diecinueve y medio. —murmuró confundido.
—Comúnmente suele comenzar a los dieciocho.
—meditó Eros acompañando a Yune en dirección al
baño.
No dijo más, pues no quería que Yune recordara
cierta situación, pero si el chico se había
embarazado cuando Dante abusaba de él, solo había
una explicación. El primer celo de Yune pasó de
manera tormentosa, y muy posiblemente se había
suprimido por los continuos maltratos.
Jamás iba a decirle aquello, pues no tenía la
intención de hacerle sentir mal, mucho menos de
que recordara aquel infierno. Trataría de que Yune
recuperaba sus ciclos como naturalmente debían ser,
devolviéndole la confianza que necesitaba, seguirían

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pensando que aquel era su primer celo y no
hablarían más del tema.
Entraron al baño y Eros comenzaba a retirar las
sábanas que cubrían al menor, sonrió acercándose
más hasta estar piel a piel, tomando su cadera lo
colocó frente al lavabo mientras le acariciaba el
miembro buscando excitarlo. Se detuvo al ver la
expresión insegura de Yune en el espejo.
— ¿Sucede algo?
—Eros, no deberíamos hacer esto.
El Alfa se separó del chico inmediatamente y
suspiró, sabía que eso podía suceder, pero, tenía
ganas de continuar y estaba seguro de que Yune
también.
—No me mal entiendas. —dijo el menor girando
para verle a la cara. —Creo que deberíamos evitar
que yo…, bueno, ya sabes, seguro tú no quieres que
yo tenga un hijo tuyo, y sé que eso puede suceder si
lo hacemos. —bajó la mirada con tristeza.
Eros comprendió todo, inmediatamente tomó el
rostro del chico entre sus manos y le hizo levantarlo
para ofrecerle una sonrisa.

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— ¿Quién te dijo semejante tontería? Yo nunca
dije que no quería que me dieras un hijo. —tomó las
manos del chico y besó sus labios brevemente. —
Además te verás increíble…, quizá es demasiado
pronto, pero, tener una familia contigo no estaría
nada mal.
—Eres un Alfa, y si yo tengo un hijo, será como
yo.
—Un bebé como tú sería encantador. Deja de
preocuparte, estoy dispuesto a hacerme responsable
de lo que venga por delante. ¿Quién dice que no te
has embarazado anoche que lo hicimos? Cuidarnos a
partir de ahora no haría la diferencia.
Yune le miró emocionado, no podía creer lo bien
que se sentía escucharle decir aquello.
Definitivamente no se había equivocado, Eros era lo
mejor que le podía suceder.
—Entonces, ¿qué te parece si comenzamos a
intentarlo con más seriedad?
— ¿A qué te refieres?
—Sé que no es el sitio que hubieses esperado,
pero, quiero que seas completamente mío, y si
aceptas casarte conmigo, te prometo que nunca te
faltará nada, sobre todo amor, porque me has

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convertido en una cosa extraña que solo vive para
mirarte, y si no aceptas, entonces no tendrá sentido
mi vida y…
—Estás exagerando. —rio Yune tomando el
rostro de Eros, recorriendo su barba con los dedos.
—Eres increíble.
— ¿Eso es un sí?
— ¡Sí! —exclamó lanzándose a sus brazos y
besando una vez más los labios del mayor.
Suspiró sintiendo la calidez de aquel Alfa, y
pensó que moriría en sus brazos. ¿Acaso era un
sueño? Si de eso se trataba, no quería despertar
jamás. Estaba seguro de que la vida mejoraría a su
lado.
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Capítulo 25

Ori caminaba detrás de Dante, con la mirada baja


y un semblante temeroso, mientras salían del
hospital. Ya era de noche.
—Oye, ¿por qué vas tan lento? —cuestionó
Dante deteniéndose apenas llegaron al auto.
No recibió respuesta, así que suspiró cansado y le
ordenó que entrara. Condujo al departamento en un
completo silencio.
Apenas llegaron, notó que Ori no parecía querer
entrar, se encontraba frente a la puerta abierta
delante de Dante sin moverse ni un poco.
—Entra.
—Dante, sé que estás molesto, pero…
—No te voy a hacer nada. —soltó dándole un
pequeño empujón que le hizo avanzar. No fue
brusco, solo necesitaba que caminara.
El chico entró despacio, deteniéndose cuando
escuchó la puerta cerrarse. Recordaba claramente lo
que Dante le había contado acerca de Yune y el bebé

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que éste iba a tener. No podía con eso, estaba
aterrado de correr con la misma suerte.
Pensaba que estaba en peligro, y peor aún, un
pequeño ser que aún ni nacía estaba en riesgo
también.
—No es tuyo. —dijo de pronto, llamando la
atención del mayor. Levantó la mirada topándose
con la de Dante. —No es tu hijo, no tienes por qué
impedir que nazca si no es tuyo.
Dante le miró sorprendido, y luego pareció
molesto.
—No digas estupideces. Sé perfectamente que es
mío, ¿o qué? ¿Te has acostado con alguien más? —
se burló sin mucha gracia.
—Sí…, estuve con alguien más. —aseguró Ori
queriendo que pareciera real. Retrocedió cuando
Dante se acercó.
—Deja de decir tonterías. No voy a hacerles
daño. ¿Está claro? —tomó el brazo de Ori tratando
de evitar que siguiera huyendo. Solo entonces el
chico se quedó quieto y volteó a verle aún con
temor. —No tienes que ponerte así, relájate, tu
estado de ánimo puede afectarle.

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Ori estaba muy confundido, no entendía por qué
Dante le hablaba de esa forma, y parecía sincero, se
preguntaba si en realidad podía confiar en él.
—Mira, admito que no es algo que desee, no
quería un hijo que fuera de tu clase. Seguramente no
es la mejor forma de tranquilizarte, pero no voy a
mentirte. —explicó el Alfa mientras se dirigía a la
sala junto con Ori, lo hizo sentarse, haciendo
enseguida lo mismo junto a él, teniendo
completamente su atención. —Esto es
absolutamente mi culpa, así que no tienes por qué
disculparte, tú no has hecho nada que no debieras.
— ¿Qué va a pasar ahora? —preguntó el pequeño
mirándole angustiado.
—Nada, las cosas siguen igual. Bueno, quizá no
exactamente igual, creo que deberé tener más
cuidado contigo, has pasado muchas cosas estos dos
meses, y el embarazo se dio desde que llegaste. Debí
tomar mis precauciones en el primer momento, y no
hacerlo ha sido mi error, además de la serie de
estupideces que cometí contra ti.
—Entonces…, estás diciendo que no lo quieres,
pero que vas a dejar que lo tenga. —murmuró Ori
comenzando a tocarse inquieto los dedos de las
manos. — ¿Y luego qué pasará?

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—No lo sé, no he pensado en nada aún. Orién, en
este momento solo pienso en las cosas que he hecho
mal, y trato de buscar la forma correcta de hacer
esto, no me cuestiones acerca del futuro, bastante me
ha costado aceptar que tendré un hijo contigo. Mi
primer hijo será un Omega y eso es lo peor que pude
haberme imaginado, por eso mismo no me metía con
personas como tú.
—Estás siendo muy ofensivo.
—Estoy siendo sincero. ¿Prefieres escuchar
mentiras? Puedo engañarte y decir que esto será
maravilloso. ¿Enserio crees poder con la realidad
cuando llegue el momento? —dejó de hablar
notando que el chico le daba la espalda y caminaba
rumbo a su habitación. Dante pensó en seguirle, pero
no lo hizo, entendiendo que tal vez dejarlo solo un
momento era lo mejor.
Suspiró cuando vio la puerta de Ori cerrarse.
—Vaya, vaya… —una voz femenina proveniente
del comedor le hizo voltear. —No creí que me
encontraría con algo así cuando volviera a visitarte.
— ¿Otra vez tú? ¿Qué demonios haces aquí?
¿Cómo entraste? —cuestionó Dante caminando
furioso hacia ella, la tomó del brazo dispuesto a

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sacarla del departamento, no estaba de ánimos para
tolerar a esa loca.
—Oye, solo pasé a saludar. Tengo una llave que
saqué antes de devolverte la tuya, un duplicado,
conozco a alguien que hace trabajos increíbles con
las tarjetas de identificación que se usan en las
puertas y…
—Cierra la boca y vete de una buena vez. ¿O
acaso quieres que llame a la policía? —refutó justo
cuando llegó con ella a rastras hasta la puerta.
—Te ves de muy mal humor, podría prepararte un
café y así me contarías qué problema hay con que
ese lindo chico te dé un hijo.
—No eres bienvenida aquí, ni siquiera recuerdo
tu maldito nombre. ¿Qué cosa tienes dañada en tu
cabeza?
—Me llamo Megan, y no tengo ningún daño.
Pasaba por aquí, y no tenía donde dormir, así que
decidí pasar a pedirle ayuda a un buen amigo.
— ¿Conoces a alguien en este edificio?
— ¡Me refiero a ti!
Dante rodó los ojos y la empujó fuera del
departamento, pero ella volvió a entrar pasando por

626
debajo de su brazo.
—Está bien, sé que no me vas a querer ayudar de
nuevo. —dijo apresurada, corriendo lejos de él para
que no volviera a sacarla. —Entonces hagamos un
trato; escuché que serás padre, y por lo poco que sé,
acostumbras dejar solo a ese chico, tú tienes
ocupaciones, y no quieres descuidarlo, ¿verdad?
— ¿Eso a ti qué más te da?
—Bueno, un embarazo no es simple, tendrá que
alimentarse bien, tener actividades diarias, estar en
armonía y muchas cosas que, por supuesto, no vas a
entender porque eres un idiota. —sonrió al ver que
él fruncía el ceño ante la ofensa. —Tampoco es
correcto que se quede solo en casa, si llega a sentirse
mal él no sabrá qué hacer y puede correr peligro en
su estado.
—Este asunto no es de tu incumbencia. Vete
ahora mismo.
—Dante, te propongo un trato que nos conviene a
los dos. Yo cuidaré de ese chico durante estos meses,
estaré al pendiente de que no le ocurra nada mientras
estés ocupado. No te cobraré demasiado, solo
necesito un sitio donde quedarme y tres comidas al

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día, quizá cuatro, o cinco…, ¿verdad que no es
nada? Te seré de mucha ayuda.
El Alfa iba a rechazarla rotundamente, le parecía
una estupidez que ella había elaborado para obtener
lo que quería, pero, conforme lo pensaba en cuestión
de unos segundos, se dio cuenta de que en realidad
necesitaría de alguien que cuidara a Ori en ese
tiempo. No confiaba en esa mujer, su
comportamiento era bastante confuso, pero no había
otra persona, no deseaba que todo el mundo se
enterara de que sería padre junto con ese chico.
—No pienso dejar que duermas aquí. Te daré un
sueldo, con eso podrás pagar algún sitio. Y más te
vale que esto no se sepa o daré por hecho que tú
fuiste quien abrió la boca, eso te traerá muchos
problemas. —advirtió completamente serio.
—Está bien, igual yo no tengo muchas personas a
quienes contarles. Prometo que cuidaré bien a tu
chico, ¿cómo es que se llama?
—Es Orién, te lo presentaré el miércoles. —dijo
él sacando su cartera. —Seguro no tienes ni un
centavo en este momento, ¿verdad?
—Es obvio, de lo contrario no estaría aquí.

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—Eres una sinvergüenza. ¿Alguna vez alguien te
lo dijo?
—Sí, tal vez dos o tres personas aparte de ti. —
sonrió recibiendo algunos billetes que el hombre le
ofrecía. —Entonces volveré el miércoles, ¿a qué
hora estaría bien?
—A las ocho. Ni un minuto más, o estarás
despedida.
—Gracias por el trabajo. —dijo ella al fin
dispuesta a marcharse. Se detuvo en la puerta, justo
detrás de Dante, y volteó a verle con una sonrisa
serena. —No te arrepentirás.
—Por alguna razón eso no suena tan convincente.
—dijo Dante, pero al voltear se dio cuenta que ella
ya se había ido.
Suspiró cerrando la puerta y fue a descansar,
había sido un día muy largo, todo estaba de cabeza y
sentía un extraño presentimiento sobre Ori, solo
esperaba que la presencia de esa mujer fuese de
ayuda para el menor.
Al día siguiente Dante fue a despertar a Ori, el
chico le obedeció cuando le dijo que se cambiara
para salir, y, sin que Ori dijera ni media palabra,
salieron del departamento.

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El viaje en coche fue molesto, sobre todo para el
Alfa, que trataba de conversar con Ori y éste no
respondía ni con una mirada.
Su teléfono sonó de pronto, interrumpiendo en
medio del silencio. Dante respondió de inmediato,
escuchando con atención al médico. No era usual
recibir llamadas de ese tipo.
— ¿Le has dicho algo? —cuestionó al fin, tras
comprender la situación que le era explicada. —Muy
bien, tú mantente callado de lo que sabes.
Ori miró al mayor notando que algo extraño
estaba ocurriendo.
— ¡No le he hecho daño! Necesitaré que seas su
médico de cabecera, ahora que está así no quiero que
nada se complique.
Colgó tras escuchar una breve respuesta del
mismo médico al cual siempre llamaba, entonces
miró al chico a su lado.
—Eros te ha estado buscando. —le contó tras
pensárselo un momento.
El menor no respondió, en realidad no le
interesaba ni un poco esa información. ¿De qué
servía? Si él quería quedarse junto a Dante, por más

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idiota que fuese. Miró al Alfa y se encogió de
hombros dando a entender que no le importaba saber
aquello.
— ¿Quieres que se entere que estás conmigo?
—No, yo no quiero nada. —murmuró Ori,
dirigiéndole la palabra por primera vez en todo el
día. — ¿Por qué me preguntas eso?
—Creí que querrías decir algo al respecto.
—Pues ya ves que no.
—Orién, ¿estás seguro? Si prefieres que te lleve
con él, es el momento de que lo pidas.
— ¿Intentas deshacerte de mí?
Dante se sorprendió ante esa acusación, y razonó
que quizá eso era lo que parecía cuando hacía
semejante ofrecimiento.
—No quiero deshacerme de ti, pero tampoco
quiero que te quedes porque crees que debes
hacerlo.
— ¿Qué es este lugar? —cuestionó el menor
cambiando bastante el tema, ignoró la situación y
miró por la ventana con curiosidad. Dante al fin se
había estacionado.

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—Pensé que tendrías hambre, aquí podemos
tener un desayuno tranquilo, y está cerca de la
empresa.
— ¿La empresa? ¿Por qué me trajiste contigo si
ibas a trabajar? —preguntó sorprendido.
—Porque no quise dejarte solo en la casa. Tengo
algunas cosas que hablar contigo, un día en mi
oficina no será nada, relájate.
—La única vez que me trajiste, olvidaste que te
esperaba. —murmuró Ori bajando la mirada. —
Además aquella mujer me golpeó.
—Emma no va a volver por ahí, si lo hace, los de
seguridad evitarán que entre. Y yo no volveré a
olvidarte en la oficina, recuerda que no fue mi
intención. Ahora, vamos a desayunar y luego estarás
conmigo hasta que termine de hacer un par de cosas
en la empresa, no es una pregunta, necesito que
cooperes.
Ori hizo un gesto inflando sus mejillas, aunque
por dentro estaba emocionado, no pasaría el día solo
en el departamento, sino que estaría con Dante todo
el tiempo.
Durante el desayuno, fue Dante quien eligió la
comida del menor, no le preguntó, y cuando vio que

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dejaba más de la mitad tuvo que intervenir.
—Debes acabarte todo.
—Ya no quiero, no me gustó. —dijo el chico
empujando el plato hacia el centro de la mesa.
—Orién, aún si no te gusta, termínatelo. —
ordenó Dante volviendo a ponerle el plato enfrente.
—No quiero.
—Cómetelo.
—Que no.
—Estás comenzando a ser un fastidio, no tengo
tiempo de que hagas esto. O te lo terminas, o te
dejaré sin comer el resto del día.
— ¡Hazlo! ¡Igual nunca te ha importado si como
o no! —reclamó Ori empujando de nueva cuenta el
plato.
— ¿Qué demonios te crees? Si te comportas de
esa forma, no te sorprendas por cómo te trataré
ahora.
Ori le miró sin comprender a qué se refería, hasta
que Dante se puso de pie y se acercó tomando su
rostro. Le dio de comer el resto del desayuno por la

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fuerza, obligándole a tragarse cada bocado, ni
siquiera le importó dar un espectáculo. Dante
terminó haciendo lo que le vino en gana, el chico no
pudo evitarlo y acabó comiéndose todo, no se
resistió cuando se dio cuenta que Dante se había
enfadado, pues temía que realmente le dejara sin
comer si acaso no se terminaba ese desayuno.
Tras aquel mal momento, salieron de ahí para
dirigirse a la empresa. Entonces Ori ya no se sentía
bien, esos alimentos eran muy pesados y además no
le gustaba el sabor, mientras iba en el auto se recostó
un poco mirando a la ventana, cubría su boca y se
aguantaba las ganas de vomitar todo lo que comió
por obligación.
No tardaron en llegar, Dante aparcó cerca de la
entrada y Ori bajó cuando tuvo qué hacerlo.
—Quiero ir al baño. —murmuró el Omega
mientras entraban al elevador.
— ¿Te sientes mal?
Ori asintió.
En cuanto las puertas se abrieron, Dante lo tomó
del brazo y lo llevó a su oficina, ahí había un baño,
lo hizo entrar y vio como el chico se inclinaba para
vomitar fuertemente.

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Verlo así le hizo reflexionar un poco, comprendió
que obligarle a comer tanto no era buena idea,
aunque le preocupaba que pasara hambre. No tenía
la intención de ser tan duro con él, solo trataba de
cuidar esos aspectos que ya había descuidado
bastante.
Esperó a que el pequeño terminara de limpiarse,
entonces lo llevó a la oficina y le dijo que se sentara
en un sillón. Dante estuvo algo ocupado por un rato,
pero tener a Ori cerca le permitía saber que se
encontraba bien, o al menos que no le ocurría nada
grave, pues el chico se levantó un par de veces más a
vomitar mientras él trabajaba.
Pasaron al menos cinco horas. Para ese momento
Ori se había quedado dormido en el sillón, al menos
había dejado de visitar el baño.
La puerta de la oficina se abrió, Dante levantó la
mirada encontrando a Armet, quien observó un
momento al chico que dormía ahí.
— ¿Y esto? —preguntó aquel Beta, algo
confundido de ver a ese Omega, pero recordó
haberlo visto tiempo atrás acompañando a Dante.
—Armet, sé que con lo que pasó antes, lo que
menos debí hacer era comprar otro como él, pero fue

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un error, y no es lo mismo que con Yune.
—No es asunto mío, hace tiempo entendí que no
debo entrometerme en lo que haces. Solo pasaba
porque, a pesar de todo, me ayudaste cuando tuve
problemas, y quería darte esto. —explicó el Beta
dejando en el escritorio un sobre.
— ¿Qué es?
—Haré una reunión para los amigos, no me
arruiné económicamente gracias a ti, así que sería
bueno que vinieras.
— ¿Marín está de acuerdo?
—Él entiende que lo que ocurrió con Yune no es
asunto nuestro, de igual forma te está agradecido por
lo que hiciste por nosotros el día que entró en labor,
y el que nos dieras aquel dinero. Sabe que Yune
ahora está bien, así que creemos que ese asunto
puede quedar en el pasado para nosotros.
—Ya veo…, supongo que, si la situación está así,
quizá pueda ir a la reunión. ¿Cuándo es?
—Lo dice en la invitación. Por cierto, no creo
que debas ir acompañado. —murmuró Armet,
dejando claro a qué se refería.

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— ¿Por qué no puedo llevarlo? Es decir, no es
como si fuera hacerlo, pero…
—Dante, si a este chico le estás haciendo lo
mismo que a Yune, no creo que sea bueno
presentárselo a Marín, últimamente se altera muy
fácil, y ver algo así podría ponerle mal.
—No le estoy haciendo lo mismo. —se defendió
Dante acercándose a Ori. — ¿Acaso ves que esté
golpeado?
— ¿Es tu pareja formal? Porque huele demasiado
a ti, y eso solo quiere decir que has estado
haciéndole lo que se te viene en gana, si es solo tu
mascota, y aun así lo utilizas para satisfacerte, quiere
decir que le estás haciendo lo mismo que a Yune.
— ¿Qué? ¿Entonces no puedo tener nada con él
si no defino qué clase de relación es? —se burló
Dante. —No necesito que vengas a…
—Olvídalo. Procura no llevarlo a la reunión, irán
amigos de Marín, Omegas con dueños que no
abusan de ellos, no quiero que se asusten por ver la
vida que lleva ese chico. —dijo Armet, mirando con
lástima al pequeño que dormía.
Salió de ahí, y Dante tomó la invitación, furioso,
arrugándola en su mano mientras miraba la puerta.

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No podía creer que Armet se atreviera a excluirlo
con una condición tan estúpida. Años atrás le habría
invitado diciendo que llevara a Yune, como era
común, pero estaba claro que no sucedería más.
Yune ya no estaba a su cuidado, en su lugar había
un chico extraño en todos los sentidos. Tampoco era
como que Dante quisiera ir por ahí presumiendo a su
nueva mascota, mucho menos ahora que conocía su
estado. Se acercó al menor y lo movió un poco
haciendo que despertara, Ori abrió los ojos un tanto
alterado y se sentó de prisa como si creyera que sería
reprendido por haberse quedado dormido.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó Dante tratando
de no asustarlo más. No le gustaban ese tipo de
reacciones, sin embargo, podía entenderlo.
—Bien.
—Iremos a comer. Esta vez puedes elegir lo que
prefieras.
— ¿Enserio?
Dante asintió notando como Ori cambiaba
radicalmente de expresión con algo tan simple, el
hecho de poder elegir algo de su agrado para comer,
parecía hacerle muy feliz. Se levantó del sillón

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emocionado y se alisó un poco la ropa antes de
seguir al Alfa.
Salieron a un restaurante, Ori se mantuvo detrás
de Dante hasta que se sentaron.
Aquella tarde la comida fue perfecta, Ori había
pedido carne, lo cual era saludable considerando que
necesitaba recuperar muchos nutrientes que no tenía.
Dante se mantuvo en silencio, no quería molestarlo
diciendo alguna estupidez, no era el momento de
volver a arruinar todo.
Tras un rato acabaron de comer y Ori devoraba
un pequeño pastel para dos, llevaba la mitad cuando
Dante carraspeó llamando su atención.
—Oye, ¿qué haces cuando te dejo solo en el
departamento? —cuestionó sorprendiendo a Ori, que
no esperaba una pregunta así.
—Limpio. —respondió tras pensarlo un minuto.
—Me baño, lavo ropa…
—No quiero que lo hagas más. Puedes bañarte,
pero no hagas más quehaceres que puedan causarte
fatiga.
—Pero es lo único que me distrae, paso muchas
horas solo. —se quejó molesto. Enseguida rectificó

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y bajó la mirada. —Lo siento, es solo que me aburro
y es lo único que puedo hacer. ¿Por qué me dices
que lo deje?
—Desde mañana Megan te cuidará, la mujer que
hace un tiempo me pediste que ayudara cuando se
metió al departamento.
— ¿Cómo?
—Sí, ella estará a cargo de ti todos los días que
yo esté ocupado, se irá cuando vuelva al
departamento. ¿Qué te parece?
Ori lo miró un momento en silencio, no entendía
por qué alguien iba a estar cuidándole, pero,
realmente no le desagradó la idea, así no estaría solo
día tras día y podría tener una amiga. Sonrió
entonces y asintió emocionado.
—Me parece bien.
—Perfecto. Ella me dirá si haces algo indebido.
—advirtió Dante.
— ¿Al menos puedo seguir respirando? ¿O
también me lo vas a prohibir?
—Orién, más te vale bajarle a tu actitud. Si llegas
a enfadarme, no respondo de lo que te haré.

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— ¿Por qué no dejas de amenazarme? No
necesitas decirme las cosas así, no soy un animal. —
bufó Ori dejando de comer el pastel.
—Por supuesto que eres un animal, mírate en un
espejo.
El pequeño no dijo más, desvió la mirada cuando
sintió un dolor en el pecho, escuchar eso le hizo
sentir terrible, porque sabía a qué se refería. Se
encogió en la silla y enroscó su cola en su cintura
tratando de ocultarla, bajando las orejitas también.
Seguramente Dante lo veía de esa manera por esas
cosas que no eran comunes en un humano, de
cualquier clase o especie, su cola y esas orejas que le
hacían tan diferente al resto de los Omegas.
—Si ya has terminado, vamos a casa.
Ori se levantó en cuanto él lo hizo.
Dante lo tomó del brazo para salir de ahí, le
fastidiaba que caminara detrás, pues tenía que mirar
siempre si aún seguía ahí.
Subieron al coche.
—Espero te haya gustado ese pastel, fue por tu
cumpleaños, no era mi intención que pasaras ese día
tan solo. Debiste haberme dicho.

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—No importa, igual soy un animal, ¿por qué no
me encierras mientras vas a trabajar como has hecho
siempre? Y así evitas que esa chica te cobre por
cuidarme.
—Orién, no empieces.
—No empiezo nada, ¿qué quieres? ¿Que deje de
hablar como si realmente fuera un animal?
—Más te vale callarte.
— ¿O si no qué? —Ori levantó la mirada al fin,
enfrentándolo cara a cara. —Ya no me importa si me
amenazas, no es justo vivir así, tener miedo de que
en cualquier momento vas a enojarte y me harás
daño.
Dante encendió el coche sin responder al chico,
pero Ori no parecía querer parar.
— ¿Así tratas a todos? ¿Cómo es que te
soportan? Ya entiendo por qué tu hermano ni
siquiera hablaba de ti, y por qué se llevó a ese chico.
— ¡Cierra la maldita boca! —estalló Dante
frenando furioso.
— ¡NO! ¡No me voy a callar! Me has humillado,
me tratas como se te da la gana, y ahora dices que

642
soy un animal. ¡Ya me cansé de que me trates así! —
reclamó el menor.
—Si no te detienes, me olvidaré del bebé que
llevas y te haré pagar por esto. —advirtió tomando
al chico de la camisa, tan fuerte, que la rompió del
jalón que le dio.
—Si tanto me odias como para hacerme sentir tan
mal, ¿por qué no paraste de hacerme todas esas
cosas? Si no querías tener un hijo conmigo, no
debiste tocarme como lo hiciste.
—Pero si mira quién lo dice, la perra que no
paraba de gemir mientras lo penetraba. Ese
embarazo es tuyo, y eres tan estúpido, que pudo
sucederte con cualquiera, da gracias a que tu dueño
soy yo, y permitiré que esa cría nazca. —siseó más
que enojado, jampas nadie le había hablado de esa
manera, no concebía que ese mocoso se diera tal
lujo. —Eso sí, ni creas que vas a disfrutarlo, después
de atreverte a hablarme como lo has hecho, te
aseguro que apenas nazca esa cosa, no la volverás a
ver.
— ¡No es una cosa! ¡Es tu hijo! —chilló Ori
pegándole a la mano que le sostenía de la camisa. —
¡Y no puedes llevártelo!

643
—Seguro será una maldita perra como tú, es un
error, no pienso cargar con eso.
— ¿Si piensas eso por qué no lo matas de una
vez? Ya lo hiciste antes, ¿qué más da ahora? Es peor
pasarme los siguientes meses temiendo de que en
cualquier momento nos harás daño, o que al final no
sabré nada de él porque has dicho que no me dejarás
verlo, y no lo quieres. —comenzó a llorar aún sin
dejar de mirarle a los ojos. —Ya me cansé, quise
creer que de alguna forma yo te importaba, me
aferré a que si hacía lo que tú querías entonces me
querrías algún día, pero solo soy un animal para ti,
y…, y al final, me tratas como una mascota que
nunca quisiste tener, o algo peor.
— ¿Comportándote como una golfa creíste que te
tomaría enserio?
— ¡Por eso es que Yune prefiere estar con Eros!
—le gritó en la cara. — ¡Ni siquiera has podido
tener un buen matrimonio! Me alegro de que al
menos ese chico sea feliz, porque, Eros veía por él
desde que lo llevó al circo, y seguramente estarán
juntos, Eros lo quiere, lo quiere tanto como para
alejarlo de ti.
Dante terminó de enfurecer realmente, empujó a
Ori contra la puerta y levantó la mano sin

644
contemplación. Golpeó el rostro de Ori haciendo que
se pegara con la ventana en la cabeza, y no bastando
dio dos golpes más que le hicieron sangrar de la
nariz y la boca, lo sacudirlo tan fuerte, que el chico
ni siquiera pudo gritar.
— ¡¿Esto era lo que querías?! ¡Vuelve a
provocarme y será peor!
Ori giró un poco y abrió la puerta, se cayó fuera
del auto, los demás vehículos pasaban de prisa y casi
lo arrollan, pero eso no le detuvo, no iba a quedarse
ahí dejando que Dante le golpeara.
Atontado y lastimado por los golpes, corrió
cruzando la calle y se metió al parque que vio de
lejos, corrió lo más que pudo, hasta creer que estaba
a salvo. Se detuvo junto a un enorme árbol y
comenzó a llorar limpiándose la cara, le dolía
mucho, pero esta vez había dicho todo lo que había
evitado por esos dos últimos meses.
Se sentía tan solo, porque, nadie en su vida le
había querido realmente. Antes llegó a pensar que
Eros le apreciaba, pero, con el tiempo, notó que le
era indiferente en realidad, que sus atenciones no
eran especiales con él, que al final del día, seguía
negándose a pagarle a Zair por su propiedad, aun

645
sabiendo la cantidad de golpes que ese hombre le
daba a diario.
Y así había sido siempre, una vida llena de malos
tratos donde siempre le vieron como un animal, con
el cual se podía comerciar. Hasta que Dante
apareció, y a pesar de sus golpes, de sus insultos y
abusos, fue el primero en haberse disculpado por
hacerle daño, también fue el único con quien
experimentó por primera vez lo que era el placer de
intimar, lo que era ser tocado en sitios tan extraños,
sin tener miedo a que le hicieran daño.
Muchas veces había huido de hombres que
quisieron abusar de él, pero, a pesar del daño que
Dante podía llegar a causarle, no quiso escapar
antes. ¿Entonces por qué lo hacía ahora? Porque
sintió tanto miedo al ver como Dante lo golpeaba tan
enojado, y había dicho cosas tan horribles del bebé
que llevaba dentro, no tuvo que pensar demasiado
para saber que, esta vez, sí tenía que correr.
Dante estaba fuera de sí, no podía creer que ese
mocoso hubiese tenido el valor de largarse, pero no
iba a seguirlo. Cerró la puerta y arrancó para ir a la
oficina, no se rebajaría buscando a ese imbécil.
Pasaron varias horas para que anocheciera, ya
eran las once y Dante decidió salir de la empresa,

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todo el mundo se había marchado ya. Miró el sillón
donde esa mañana Ori había dormido, se acercó para
tomar el suéter del menor, ese que se había quitado
porque lo ensució mientras vomitaba.
Olía asqueroso.
No había podido dejar de pensar en él desde
aquella tarde, y era lógico, aunque demasiado
molesto. Se había negado rotundamente a buscarlo,
pero ahora comenzaba a preocuparse. Ya era tarde,
afuera hacía frío y Ori no se encontraba muy bien, si
se la pasaba vomitando tanto y seguido parecía
mareado.
Lanzó el suéter a la basura y salió pensando que
tal vez de camino al departamento lo encontraría.
Condujo merodeando cerca de aquel parque, pasó
media hora así, pero no veía nada. Entonces se
dirigió al departamento.
Entró y no estaba ahí, era de esperarse, Ori no
sabía cómo volver por su cuenta.
No, definitivamente no iría a buscarlo.
Pasó horas con la televisión encendida, sin
prestarle atención en realidad. Constantemente

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miraba a la puerta del departamento, creyendo que
en algún momento Ori entraría, pero nada.
Su móvil sonó, cuando lo tomó se dio cuenta de
que la llamada era de Eros, no iba a responderle, no
sabiendo que ese idiota le preguntaría por Ori, quizá
ya sabía que estaba con él, bueno, antes de que el
chico huyera esa tarde. Pero ver la llamada le hizo
fijarse en la hora, las dos de la mañana.
No podía dejar de pensar en ese chico, era
demasiado tarde, y lo único que se imaginaba una y
otra vez era que seguramente Ori estaría asustado y
asustado en algún sitio de ese parque.
Tomó las llaves del auto y salió de prisa.
Nuevamente condujo hacia el parque y se
estacionó tratando de ver entre los árboles. Levantó
la mirada al notar algunas gotas de agua caer sobre
su parabrisas, no podía ser cierto. De pronto se soltó
una fuerte lluvia, como si el cielo quisiera
demostrarle de lo que era capaz, la lluvia caía
violentamente mientras él salía del coche.
Con semejante diluvio no podía esperar a que Ori
apareciera por su cuenta, así que entró en el parque
para buscarlo. Al diablo su negación, si el pequeño
seguía ahí seguramente enfermaría, no podía dejarlo

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solo, no después de haberlo golpeado a pesar de
prometerle que no lo haría.
Esta vez sería la última promesa que rompería,
pues no podría decirse hombre, si iba por ahí
faltando a su palabra. Ori no había cometido ningún
error, pues todo lo que dijo era aquello que las
personas nunca le dirían a la cara sabiendo que
hacerle enfadar les traería problemas.
Detuvo su andar frente a un árbol, al fin le había
encontrado, Ori estaba ahí, sin embargo, no parecía
encontrarse nada bien. Se acercó inmediatamente al
ver que el chico no lograba pararse por más que lo
intentaba.
Lo cargó y sintió como éste se encogía en sus
brazos.
—Dante…
—Shhh, no te asustes. Ya no estoy molesto, te
llevaré a casa.
—Tengo mucho frío. —susurró Ori tratando de
mantenerse despierto.
—Estás hecho un caldo, apenas ha empezado a
llover y en lugar de cubrirte te has quedado ahí.

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Ori ya no respondió, cerró los ojos temblando de
manera incontrolable y dejó que Dante le subiera al
auto. Dentro el mayor encendió de inmediato la
calefacción y comenzó a quitarle la ropa. Solo
entonces el chico pareció reaccionar, tratando de
impedir que siguiera.
—Ori, esto es para que entres en calor, si siques
así no sirve de nada que esté la calefacción.
Al escuchar eso, el pequeño le dejó continuar.
Aún le dolía la cara, y todo el cuerpo después de lo
que había ocurrido en el parque, la lluvia le había
salvado de algo que aún le hacía estremecer. Cerró
los ojos tratando de olvidarlo.
—Vámonos. —murmuró cuando Dante terminó
de quitarle todo. Le miró con súplica y tomó su
brazo al borde de las lágrimas. —Por favor, no
quiero estar más aquí.
—Tú mismo fuiste quien se bajó del auto esta
tarde.
—Sí, pero…
—No lo vuelvas a hacer, para la próxima no
pienso buscarte. —dijo el mayor, aunque suspiró de
saber que Ori sí quería volver con él al
departamento.

650
No notó el temor con el cual Ori miraba hacia la
ventana, ni tampoco los moretones que llevaba en
los brazos. Echó a andar en dirección al edificio y
apenas se estacionó dentro, le dijo que aguardara un
poco.
Dante subió por ropa para el menor, se cambió de
prisa sabiendo que Ori estaría bien en el calor del
auto, después bajó y le ayudó a vestirse.
— ¿Te caíste? —preguntó Dante, cuando al
ponerle el pantalón reparó en su rodilla raspada.
Ori solo asintió levantándose para terminar de
colocarse la ropa, de prisa tomó la sudadera que le
pertenecía al mayor y se la quiso poner, pero Dante
le detuvo revisando sus brazos.
— ¿Y esto? Yo no te lo hice. ¿Quién fue? ¿Qué
ocurrió en ese parque?
—Quisieron asaltarme. —murmuró el menor, no
quería mentirle, pero tenía miedo de decirle la
verdad y que Dante lo tomase a mal.
— ¿Quién asaltaría a un Omega?
—Corrí y me caí. No sé quiénes, pero lo hicieron.
— ¿Seguro que no ha sido otra cosa?

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—Seguro. —murmuró Ori.
Dante no le creía del todo, pero lo dejó pasar,
después le haría decirle la verdad, pues no era ese el
momento de cuestionarlo, si era su culpa que Ori
pasara una terrible tarde, corriendo peligro estando
solo en un sitio así de noche. Sabía que no era tan
grave, no había más signos de golpes o maltratos en
el cuerpo del menor, solo en sus brazos, como si
alguien lo hubiese sostenido con demasiada fuerza.
Cuando el pequeño al fin estuvo completamente
vestido, subieron al departamento. El chico no lo
pensó dos veces antes de entrar, lo que sorprendió a
Dante, pero antes de verle huir hacia su habitación,
tomó su mano y lo llevó a la cocina.
—No has cenado, no puedes irte a dormir así.
Ori miró sorprendido que había dos bolsas ahí,
dos paquetes de comida que Dante debió ordenar esa
misma noche, pues al abrirlos vio que aún estaban
calientes.
— ¿Uno es para mí?
—Sí, sé que te gusta la comida de ese lugar, he
visto que tu expresión es más efusiva cuando ves
que ordeno ahí. —explicó Dante sentándose junto al
chico. —Es una disculpa, por lo de esta tarde.

652
El menor le miró enseguida y no supo qué decir,
Dante le pedía perdón de nuevo, y a pesar de los
golpes Ori sintió que con esa mirada podía
perdonarle todo. Sin embargo, se dio cuenta que ya
no era posible, sintió un vuelco al recordar la manera
tan mala en que Dante se expresó del bebé, y ya no
le parecía tan posible perdonarlo.
— ¿De qué te disculpas entre todo lo que
sucedió? —cuestionó mirándole desconfiado. —
¿Solo de golpearme? ¿O de insultarme diciendo que
soy una perra y esas cosas que me gritaste? Ah, ¿o
quizá por decirme que me alejarás de mi bebé? —
reprochó frunciendo el ceño.
—De todo. No debí decir esas cosas, tú no te
encuentras muy bien, y te hice pasar un terrible rato.
—admitió Dante acariciando con suavidad el rostro
enrojecido y violáceo del pequeño. —Sé que te dije
que no te lastimaría, y al final lo hice. Pero también
sé que cometí un error en responderte de esta
manera, aun cuando me estabas provocando no debí
golpearte, ni decir todas esas estupideces. No solo te
lastimé con golpes, reconozco que me excedí.
— ¿Y un plato de comida lo va a solucionar? —
bufó Ori sintiéndose ofendido. —Al final del día
seguirás tratándome como a un animal.

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—Sé que esto no amerita que me perdones, pero
al menos quiero que lo consideres.
Ori asintió sin decir más, no quería pelear con
Dante de nuevo, estaba muy cansado como para
discutir. Sin embargo, aceptó la comida que estaba
deliciosa, después de todo, necesitaba recuperar la
fuerza que perdió huyendo de su pesadilla. No
hablaría de eso con el Alfa a su lado, esta vez no
sabía si era buena idea contarle lo sucedido.
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Capítulo 26

Dante despertó con el sonido del celular, lo tomó


viendo de qué se trataba y no le pareció normal.
¿Por qué Eros volvía a llamarle? ¿Se habría enterado
que Ori estaba con él? Pensó en no responder, hasta
que el móvil sonó de nuevo y pensó que quizá algo
le había ocurrido a Yune, pues de tratarse de Ori
estaba seguro que Eros buscaría la manera de verle
en persona.
Entonces tomó la llamada.
— ¿Qué quieres?
—Dante, necesito hablarte de algo. He tratado de
comunicarme contigo desde anoche.
— ¿Crees correcto llamarme a las dos de la
mañana? ¿Acaso sucede algo grave? —cuestionó
Dante, aunque ya podía darse cuenta que no debía
tratarse de algo malo, Eros no parecía alterado.
—No, algo grave no, pero sí algo importante
sobre Yune, y sé que seguramente no va a gustarte.
— ¿De qué hablas?

655
—Necesito que me des la custodia completa de
Yune, y no pienso ponerlo a discusión. Él me
importa, quiero cuidarlo a partir de ahora, de forma
permanente. —soltó Eros sin darle muchas vueltas al
asunto, era típico de él, solía hablar lo más directo
posible para dejar las cosas claras.
Dante suspiró pesadamente, no era como si no
hubiese sabido que eso ocurriría tarde o temprano.
Conocía a su hermano, no solía preocuparse por
asuntos que no eran de su incumbencia, y, sin
embargo, se metió a fondo tratando de ayudar a
Yune. Lo pensó un momento, sentía algo extraño de
solo pensar que Yune estaría comenzando algo con
Eros, y sabía que, aunque se negara a darle la
custodia, Eros encontraría una manera de obtenerla.
Su hermano podía hacer cualquier cosa por
conseguir lo que quería, incluso enfrentarse a él.
— ¿Vas a negarte? —cuestionó Eros comenzando
a molestarse por el silencio que se creó.
— ¿Yune está de acuerdo con esto?
—No he hablado con él sobre su custodia, pero
hace poco comenzamos una relación. Voy enserio
con Yune, no permitiré que te interpongas en esto,
mucho menos que le causes más daño. Si aún tienes
algo de humanidad y consideración, entonces no te

656
opongas a esto, él trata de ser feliz y le ha costado
mucho superar lo que le hiciste.
—No pensaba oponerme. Sin embargo, si quieres
su custodia tendrán que venir a pedirla
personalmente. Llama a mi secretaria y agenda una
cita. —dijo Dante, sabía que era demasiado, y solo
lo aceptarían si ambos estaban de acuerdo con seguir
adelante.
—Yune no querrá verte, iré solo yo.
—Qué lástima. Parece que no tienen otra opción,
si él no viene contigo, entonces olvídate de recibir su
custodia por las buenas, tendrás que matarme.
Colgó antes de escuchar cualquier cosa que Eros
quisiera decir. No cambiaría de opinión, había
dejado claras sus condiciones y solo había dos
caminos para que ese par estuviesen juntos. Retar a
su propio hermano de esa forma no era lo mejor,
Dante sabía bien la fuerza que Eros tenía, morir en
sus manos sería un honor, aunque estaba seguro de
que eso no ocurriría.
No le sorprendía nada la noticia de que Eros
había comenzado algo con Yune, tampoco le
molestaba, incluso se sentía aliviado de saber que el
chico intentaba salir adelante. Pensar que éste se

657
pasaría el resto de su vida deprimido por todo lo que
vivió, era algo que Dante no se podía perdonar.
Se levantó y salió de la habitación, ya eran las
ocho y veinte, hasta entonces se daba cuenta que
olvidó activar la alarma, y ya era tarde como para
preocuparse, definitivamente no llegaría a la oficina
temprano como de costumbre.
Llegó a la puerta de la habitación de Ori, se
detuvo un momento ahí con la mano en la manija,
hasta que decidió entrar.
El pequeño seguía dormido, Dante se acercó
hasta los pies de la cama y vio con preocupación los
moretones que sus golpes dejaron en el delicado
rostro del chico.
— ¿Fuiste tú? —la voz femenina le hizo voltear
de inmediato.
— ¿Cómo demonios entraste?
—A la casa, con mi llave. —sonrió Megan
mostrando una sonrisa divertida, había logrado
alarmar a ese Alfa y eso era divertido. —Y a la
habitación…, bueno, te cuento que soy mujer y mis
pasos no se escuchan como los tuyos, que parecen
de un oso. Además, estabas tan distraído mirándolo,
incluso te llamé desde el pasillo y no me escuchaste.

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—Llegaste tarde. —bufó Dante saliendo de la
habitación y llevándose a Megan hacia la sala.
—Solo fueron unos minutos, tuve que caminar
mucho para llegar. —se quejó ella apenas la soltó.
—Ese no es mi problema, tienes que estar aquí
puntual o será mejor que ni te aparezcas.
—Sí, sí, lo que tú digas. Cambiando de tema,
¿por qué golpeaste al chico? ¿Acaso no entiendes
que no debes lastimar a alguien que espera un bebé?
Es un asunto delicado, eres un idiota. —reprochó
pegándole con su bolso un par de veces.
— ¡¿Qué demonios te pasa?! —reclamó Dante
empujándola para que se detuviera.
— ¿Me vas a pegar también?
—Será mejor que te largues, no pienso tolerar a
una mujer loca y además entrometida. —advirtió
molesto.
—Pues lo siento, señor engreído, pero me has
dado el trabajo de cuidar a tu Omega y eso es lo que
hago, cuidarlo no solo significa alimentarlo, sino
también evitar que vuelvas a tratarlo mal. ¿Quién te
crees para golpear a alguien de esa manera? —
cuestionó enfadada. —Te aprovechas porque es

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débil, eso te convierte en un cobarde, un idiota
cobarde, no se vale que levantes la mano contra un
muchachito que con un golpe tuyo se puede romper.
¿Qué no ves el tamaño que tiene? Comparado
contigo es diminuto.
Dante no podía creerlo, esa idiota le hablaba
como le venía en gana. Pero, mientras más la
escuchaba comenzó a pensar en lo que decía, y no se
atrevió a callarla, le recordaba de alguna forma a
Ori, cuando el pequeño trataba de decir lo que sentía
o lo que pensaba, pero eso siempre acababa mal.
Dante reconocía que jamás lo dejaba expresarse lo
suficiente, no escuchaba su angustia ni sus quejas,
porque cuando algo de lo que el chico decía no le
agradaba, terminaba enfadándose con él y
lastimándolo.
—Si no sabes controlarte, deberías ir a terapia. —
concluyó ella tras haber hablado varios minutos sin
parar. —Conozco a alguien que…
—Me importa un carajo, ya fue suficiente, te
escuché y ahora te tomas atribuciones que no te
corresponden. —siseó Dante bastante molesto.
¿Terapia? ¿Esa mujer decía que él tenía problemas
como para ir a terapia? Ella era la que necesitaba
terapia, se había robado su auto y todavía tenía la

660
desfachatez de sacar copia a la llave del
departamento y pedirle trabajo. —Lárgate ya, dijiste
suficiente.
—Si me voy, ese chico pasará todos los días solo
en este lugar, ¿crees que es bueno para él?
—Lleva dos meses así y no le ha ocurrido nada.
Vete antes de que…
—Antes de que llames a la policía. —dijo ella
terminando esa frase que ya había oído otras
ocasiones. — ¿Por qué no le preguntamos a él si
quiere que me vaya?
Dante volteó enseguida a donde Megan había
dirigido la mirada, encontrando a Ori que, temeroso
al ser descubierto, trató de esconderse tras la pared
que separaba la sala y el pasillo.
—Él no toma las decisiones aquí. —murmuró
Dante sin poder dejar de mirar esa cola que
temblaba, era lo único que Ori olvidó esconder tras
esa pared. —Orién, ven aquí.
La cola del chico desapareció enseguida y un
fuerte sonido se escuchó. Dante fue de inmediato a
ver qué sucedía.

661
Ori había despertado unos minutos atrás, iba a la
cocina cuando se dio cuenta que Dante hablaba con
alguien en la sala, y apenas escuchó un poco de esa
conversación no fue capaz de irse, después de ver
como esa chica encaraba a Dante quedó petrificado.
Recodó la discusión del día anterior, donde el mayor
terminó enfureciendo y le golpeó para que se callara.
No era común que entre Alfas y Deltas se
enfrentaran, mucho menos que un Alfa golpeara a
una Delta. Ori pensó que, si Dante se enojaba por
culpa de aquella mujer, quien pagaría las
consecuencias sería él, siendo un Omega tenía
siempre las de perder. Por ello, en cuanto escuchó la
orden de Dante, quiso correr a esconderse en su
cuarto.
Apenas había dado un par de pasos cuando chocó
con un mueble, tirando una estatua que estaba
encima. Entró en pánico cuando vio a Dante
aparecer en el pasillo. Jamás había roto algo que le
perteneciera a Dante.
—Lo siento. —susurró hincándose para juntar los
pedazos de la estatua. —Lo siento mucho…
—Eres demasiado torpe. Déjalo así, que si te
cortas será otro problema.

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Ori no le hizo caso, hasta que Dante lo obligó a
pararse y lo llevó a la sala. Megan observaba
preocupada, se acercó de inmediato al pequeño que
ya estaba demasiado pálido.
— ¿Por qué tiemblas así? —le preguntó Megan
cuando Dante lo soltó en un sillón.
—Rompí algo. —dijo Ori bajando la mirada
asustado.
—Pero no tienes qué alterarte tanto, son cosas
materiales. Dante puede reponer cualquier cosa que
hayas roto, no es bueno para ti que te preocupes.
Ori la miró avergonzado y luego volteó hacia
Dante, se tranquilizó un poco al ver que no estaba
molesto.
— ¿No me vas a castigar? —quiso saber el
pequeño.
—Deja de preguntar tonterías, esa cosa ni
siquiera es de mi agrado. —respondió Dante, luego
se dirigió a la mujer. —Si quieres quedarte con el
trabajo, entonces tendrás que mantener el
departamento limpio. Ori es quien hace eso, pero no
me agrada que pase el día haciendo deberes pesados
en su estado.

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—Ah, pero sí te parece correcto golpearlo en su
estado.
—Y más te vale mantenerte a raya, no somos
amigos, ni nada parecido. Si vuelves a meterte en lo
que no te incumbe, entonces no permitiré que
vuelvas a venir.
Megan suspiró dándose por vencida, al menos
por lo pronto. No quería preocupar más al pequeño
que ya estaba bastante alterado.
—Voy a volver a las ocho, más te vale que
cuando vuelva no estés aquí. —agregó Dante como
advertencia para Megan.
—Ojalá se caiga de unas escaleras. —murmuró
ella sentándose junto a Ori.
— ¿Qué has dicho?
—Que ojalá te vaya bien. —sonrió mirando a
Dante y lo despidió con la mano.
El Alfa la miró furioso, sin embargo, Ori se veía
cómodo con esa mujer, quizá era buena idea dejarlo
a su cuidado. Megan parecía tomarse enserio su
trabajo, así que por ese lado no creía que fuese a
haber ningún problema.

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Fue a su cuarto a darse una ducha y luego se
marchó a trabajar. Cuando pasó de nuevo por la sala
antes de salir, pudo ver que Ori miraba atento a
Megan mientras ella le daba las opciones para
desayunar. Eso le permitió irse con tranquilidad,
pensando que ella lo cuidaría mil veces mejor que él
mismo.
Eros miraba a Yune fijamente mientras pensaba
lo que había hablado con Dante un rato atrás. No
quería molestar al chico con cosas que pudiesen
alterarlo, pero sabía que era necesario conseguir su
custodia a como diera lugar, pues de lo contrario
nunca podrían casarse.
Yune dormía, lucía tan lindo y calmado mientras
descansaba. Su celo había estallado completamente,
pedía la atención de Eros durante horas hasta que
terminaba agotado y se dormía, llevaba ya unos días
así. Para el Alfa era maravilloso, saber que Yune
comenzaba a superar sus miedos y se entregaba con
una ternura única, pensar que era él a quien Yune
eligió le hacía sentir que todo era perfecto.
Quizá era egoísta, pero ahora que Yune se
encontraba en celo, Eros ya no se esforzaba mucho
por encontrar a Ori. Yune ya no le preguntaba al
respecto y la búsqueda se había pausado.

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Si lo estaban buscando antes era porque Yune se
lo había pedido, pero con el paso del tiempo Eros
creía que nunca lograrían encontrarlo, los chicos que
le ayudaban ya estaban cansándose de eso, no podía
exigirles que siguieran adelante si no tenían ni una
sola pista.
Mientras tanto, Eros ya tenía algo muy distinto en
qué pensar, algo que realmente le preocupaba.
¿Cómo iba a decirle a Yune lo que Dante había
puesto como condición? Estaba seguro que el chico
no lo aceptaría.
Tras pensarlo un rato, decidió no mencionar nada
de ello hasta que el celo del menor acabara.
Después, con más tranquilidad y menos hormonas
de por medio, le explicaría por qué era necesario ir a
hablar con Dante. Esperaba que Yune comprendiera,
aunque sabía que sería complicado.
Los claros y tiernos ojos del menor se abrieron,
Eros le sonrió acariciando su cabello mientras Yune
se estiraba.
— ¿Estás muy cansado? —preguntó el Alfa
inclinándose para besar al jovencito.
—Depende para qué. —dijo Yune, que no dudó
en corresponder y abrazándose del cuello de Eros

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logró llevarlo de vuelta a la cama.
—Iba a invitarte a desayunar fuera de la casa, ¿no
quieres?
El ofrecimiento hizo al chico reaccionar, había
solo una cosa que podía frenar su deseo, y eso era el
hambre. Tras empujar a Eros logró sentarse y le
miró emocionado.
— ¿Vamos a salir? —preguntó Yune, pues desde
que llegaron a esa casa no había puesto un solo pie
fuera.
—Sí. ¿Te importa si vamos con compañía?
—No importa. Iré a bañarme. —se puso de pie
tan rápido que olvidó su desnudez, reaccionó casi de
inmediato tratando de jalar una sábana para cubrirse,
pero Eros lo evitó quitándosela y se levantó para
romper la distancia entre ambos.
—Yune, aún no puedo creer lo que provocas en
mí. —murmuró el mayor tomándole de la cintura
con firmeza. —A tu lado me volvería loco y eso no
importaría. Eres la única persona con la que he ido
enserio en toda mi vida, ¿lo sabías?
—Lo imaginaba. —rio el chico tomando con
suavidad el rostro de Eros, se puso en puntitas y

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rozó con sus labios la barbilla del mayor. —Tú
también eres importante para mí, estar contigo,
sentir tus manos, me ayuda a sanar heridas del
pasado. La forma en que me tratas y tu manera de
tocarme, hasta que no puedo resistir más, me haces
desear algo que creí que nunca volvería a hacer de
nuevo. Y es que tú no me obligas ni me haces daño,
realmente puedo creer que me quieres porque lo
demuestras cada vez que lo hacemos.
Eros tomó al chico de la cintura y lo cargó
haciéndose rodear por las piernas de éste. Yune
sonrió aferrándose a él.
—No sabes lo orgulloso que estoy de tu fortaleza.
—Yo no soy fuerte. —se quejó Yune creyendo
que se estaba burlando.
—No me refiero a tu fuerza física, eres muy
fuerte en otros sentidos.
— ¿Ah sí? ¿Cómo en qué? —preguntó sin
comprender.
Eros suspiró abrazando al chico con fuerza,
haciendo que Yune se recostara en su pecho,
entonces sus manos acariciaron lentamente la
espalda baja de éste, una subió más, en cada sitio
que permanecía más de un segundo podía sentir la

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piel ligeramente maltratada, eran los estragos de
heridas externas que alguna vez derramaron sangre.
El chico pareció darse cuenta de lo que hacía, se
separó sosteniéndose de los hombros de Eros y lo
miró con vergüenza.
— ¿Qué haces?
—A esto me refiero, sé que esas cicatrices no te
agradan. —explicó Eros. —Y es lógico, pero, no
deja de sorprenderme que a pesar de lo que has
pasado, decidieras aceptarme, eso te hace un chico
muy fuerte. No quiero que te sientas incómodo por
esto, he notado que evitas que te toque en ciertas
partes de tu cuerpo…
—No tienes que tocar lo que está dañado. —le
interrumpió Yune desviando la mirada. —Son
horribles.
—No son horribles, son parte de ti, algo que te
hizo mucho daño, pero que intentas superar y lo
estás logrando. Lo que sigue es que te des cuenta
que eres perfecto, con o sin esas cicatrices, para mí
eres perfecto, por no decir lo mucho que disfruto
acariciándote. —dijo sugerente, volviendo a recorrer
con una mano ese redondo y desnudo trasero que
sostenía.

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Yune volvió a mirarle y sonrió con timidez.
Nunca imaginó que algo así sucedería, que tendría a
un hombre que decía quererle y le hacía sentir tantas
cosas que no podía explicar con palabras. Eros era
real, y el muchacho no perdería la oportunidad de
sentirse feliz de nuevo, aún si no era como imaginó
años atrás, definitivamente no cambiaría esto por
nada, ni siquiera por recuperar la buena vida que
tuvo antes de tantos problemas.
Eros comenzó a besarle lentamente el cuello,
Yune se aferró más a él dejándose llevar en
dirección al baño. Al entrar se separaron, el chico le
sonrió invitándolo a quedarse, y Eros no lo pensó
dos veces, se quitó la ropa quedando en las mismas
condiciones que Yune.
Tomó nuevamente al chico, lo sentó sobre el
mueble del lavabo y levantando sus piernas entró en
él. En ese momento no ninguno quería esperar. Yune
arqueó la espalda empujándose más contra el
miembro que lo invadía y gimió apretándolo en su
interior, se sentía tan bien, tan diferente, no le hacía
daño alguno y le gustaba.
La manera en que Eros lo besaba mientras hacía
cortas embestidas, volvía loco al menor, que
correspondía como leves movimientos dejando de

670
preocuparse al fin por evitar que tocara aquellos
sitios donde más le avergonzaba, ya no trataría de
esconder esas cicatrices, si Eros lo quería de esa
forma, entonces no importaban más.
Los movimientos pronto se hicieron más fuertes,
frenéticos, mientras ambos se complacían. El chico
abrazó a Eros cuando no aguantó más, estalló tan
pronto que fue una sorpresa para ambos, pero el Alfa
aún no estaba dispuesto a terminar. Con esos
movimientos que provocaban un aumento de calor
en el cuerpo de Yune, logró excitarlo de nueva
cuenta, los gemidos del pelinegro se elevaban cada
vez más, pues la sensibilidad después de venirse era
mayor.
Minutos después Eros sintió que pronto acabaría,
su mente se nubló por un momento y el instinto
ganó esta vez. Dio la estocada final escuchando un
grito por parte de Yune, un grito cargado puramente
de placer, mientras lo llenaba con intensidad y su
boca se llenaba de un peculiar sabor metálico.
Sangre.
Eros reaccionó de inmediato al descubrir que lo
que había en su boca era sangre, abrió los ojos al
momento en que soltaba el cuello de Yune y
descubrió la mordida que había hecho en él.

671
Creyendo que lo había lastimado, tomó el rostro del
chico tratando de encontrar palabras para
disculparse, entonces notó que él ni siquiera parecía
sentirlo.
—Eso…, fue extraño. —jadeó Yune tratando de
recuperar la respiración. Su cuerpo vibraba y su
interior se contraía de manera involuntaria,
haciéndole sentir aún dentro el falo de Eros.
La marca, Eros comprendió que lo que acababa
de hacer no iba a dañar a Yune, acababa de marcarlo.
Sonrió tontamente y se acercó a lamer con suavidad
aquella zona. Por un momento se había preocupado,
pero, si se trataba de “la marca” resultaba ser
maravilloso, pues con ello confirmaba que Yune
realmente lo aceptaba, ahora no le cabía ni la menor
duda de ello.
—Vamos, aún tenemos que irnos, les dije a los
demás que saldríamos a las once. —dijo Eros
saliendo al fin del delicioso cuerpo de Yune.
El chico dejó escapar un gemido y se colgó del
cuello de Eros pidiéndole que le ayudara, al final se
les hizo tarde, pero el baño fue testigo de cuanto se
deseaban.

672
Los días pasaron, incluso algunas semanas, un
mes para ser exactos.
En donde Eros y Yune se encontraban todo iba
mejorando día con día. El chico seguía en celo, Eros
no se preocupaba por ello pues sabía que
probablemente aquello duraría mínimo tres meses.
Ese pequeño Omega había dominado al Alfa de
manera sorprendente, no había cosa que Yune
pidiera y que Eros le negara. El muchacho había
olvidado las prioridades de antes, estaba tan feliz
disfrutando de las atenciones y el cariño de quien era
su pareja, que olvidó cualquier cosa que no se tratara
de ellos dos.
Yune se sentía tan cómodo, que no pensaba más
en el pasado, estando con Eros quiso dejar todos sus
miedos atrás y no volver a sentirlos.
Mientras que, en la ciudad, más precisamente en
el departamento de Dante, todo parecía ser bastante
complicado.
No había día en que Megan no fastidiara a Dante,
quien prefería largarse a trabajar antes de que ella
llegara. Por culpa de esa mujer odiosa no había
podido ver a Ori lo suficiente, siempre que se iba en

673
las mañanas el Omega estaba dormido, y al llegar
del trabajo era casi lo mismo.
Por su parte, Ori se encontraba relativamente
bien. Megan lo cuidaba mucho, le preparaba
alimentos sanos, pero a veces solía ser muy estricta
y lo regañaba por no comer adecuadamente. Sin
embargo, Ori le agradecía su preocupación, gracias a
ella no moría de hambre como cuando Dante lo
“cuidaba”. Lo único malo para el chico, eran las
molestias del embarazo que habían aumentado
radicalmente el último mes.
Megan no trabajaba los fines de semana, aun así,
entraba al departamento sin permiso y distraía tanto
a Ori que Dante no tenía oportunidad de estar a solas
con él ni un solo momento.
Al fin, un día en el cual esa loca Delta no los
molestaría.
Dante había hecho una cita con la doctora que
monitoreaba el embarazo del menor, realmente
estaba cuidándolo en ese sentido, era la segunda vez
que decidía llevarlo a revisión desde que se enteró
de su estado.
Salieron del departamento antes de que llegara
Megan y decidiera por sí misma ir con ellos como la

674
vez pasada. Ahora que por fin estaban solos, Ori ni
siquiera le dirigía una mirada.
Llevaba un tiempo así y eso molestaba a Dante,
que ya de por sí sentía que necesitaba más tiempo a
solas con él, como para que Ori lo ignorara cuando
no había nadie entre ellos.
En el consultorio de la doctora todo marchó bien.
El chico respondió a lo que le preguntaba la mujer.
—Con tu peso y la alimentación que dices llevar,
puedo decir que vas muy bien, aunque me gustaría
que tuvieras más actividad física, quizá salir a
caminar o algo por el estilo. —dijo ella poniéndose
de pie. —Ahora vamos a ver el ultrasonido.
— ¿Lo veré de nuevo? —preguntó Ori con
emoción.
Dante notó enseguida la ilusión que el chico
mostraba y bufó con fastidio, en la cita pasada
Megan les había acompañado y ella pudo presenciar
el ultrasonido, eso molestó a Dante y no quiso estar
presente, ahora la curiosidad le mataba, pues ver al
menor tan feliz por algo así encendió su interés.
Se puso de pie junto con Ori y siguieron a la
doctora. El chico bajó la mirada y su emoción se
desvaneció.

675
— ¿Qué te pasa? ¿Acaso no quieres que vea a mi
hijo?
— ¿Para qué quieres verlo? —farfulló Ori en voz
baja, pues no quería alarmar a la doctora. —Si ni
siquiera te importa.
—Si no me importara, no estaría haciendo citas
para que te revisen.
Ori le miró molesto y caminó más rápido.
La doctora preparó todo y Ori se acostó en la
camilla de exploración, respiró profundo y miró a la
pantallita mientras sentía el gel húmedo y frío en su
vientre.
Dante se acercó, miró la piel descubierta del
chico y frunció el ceño al volver a toparse con
aquella marca debajo de su ombligo, cada que
reparaba en ella recordaba muchas cosas,
principalmente haber sido un imbécil al creer que
Ori se había prostituido. Suspiró pesadamente y
observó con más atención, el vientre del chico
estaba un poco salido, lo suficiente como para darse
cuenta si no llevaba ropa, cosa que antes no se
notaba, hacía poco más de un mes que no lo veía
desnudo, y ahora solo podía ver esa pequeña parte
de él, donde estaba su hijo.

676
¿No era demasiado pronto para que se le notara?
—Aquí es. —señaló la doctora haciendo una
ligera presión sobre Ori, y señaló la pantalla.
— ¿Qué es eso? —cuestionó Dante mirando
aquello confundido.
—Son sus hijos, este es uno. —dijo señalando
con su dedo. —Y este es el otro.
— ¿Dos?
—Sí, en la cita pasada descubrimos que serían
gemelos, hay dos placentas, así que no serán
gemelos idénticos, pero…
— ¿Por qué no me lo dijo antes? —cuestionó
enfadado.
—Señor, no puede levantarme la voz de esa
manera. Esto es algo que hablé con mi paciente
porque usted no quiso entrar aquella ocasión.
—Yo…, yo le pedí que no te dijera. —murmuró
Ori comenzando a preocuparse cuando Dante volteó
a verle furioso.
—Hablaremos de esto más tarde. —advirtió
Dante saliendo del consultorio.

677
Iba a tener dos hijos, si uno ya había sido
demasiado para aceptar, pensar que serían dos le
molestaba. Sin embargo, después de haberlos visto
en aquella pantalla, aunque fue por unos cuantos
segundos, sentía que no importaba tanto. Lo único
que le enfurecía realmente era la osadía de Ori al no
decir algo tan importante.
Tras verlo salir del consultorio se marcharon del
hospital, ni siquiera esperó a escuchar nuevamente a
esa doctora, y Ori notó lo enojado que estaba.
Subieron al auto, Dante azotó ambas puertas y ya
dentro miró al chico.
— ¿Qué demonios te crees al no decir algo tan
importante?
El menor no contestó, frunció el ceño y se cruzó
de brazos girando hacia la ventana.
—Te estoy haciendo una pregunta, responde.
— ¿Y si no quiero?
Dante se sorprendió ante aquella altanería. Casi
no hablaba con él, pero las pocas veces que lo hacía,
Ori hablaba con suavidad e incluso miedo, solo se
había puesto así la ocasión que escapó hacia el
parque.

678
—No vamos a comenzar una discusión, ¿acaso
quieres hacerme enfadar?
—Igual siempre estás molesto. ¿Vas a pegarme
porque no te dije? Si te hubiese contado antes seguro
también me habrías golpeado. ¿Qué más da?
Siempre es el mismo resultado contigo.
—Orién…
El chico volteó de nuevo y lo miró a los ojos,
estaba triste, no mostraba la misma determinación
que sus palabras. Dante observó un momento, hasta
que Ori comenzó a llorar limpiándose de prisa las
lágrimas.
—No quería decirte porque siempre te enojas
conmigo. —murmuró el chico.
—Me ha molestado más que te guardaras algo tan
importante. Deja de llorar, no voy a hacerte nada.
— ¡Siempre dices lo mismo! —exclamó
encogiéndose. —Nunca puedo decir nada porque sé
que te va a molestar, y al final me vas a pegar como
siempre.
— ¿Pero qué…
— ¿Me vas a correr cuando te haga enojar? —
cuestionó sin parar de sollozar. —Porque ya ni

679
siquiera me quieres en tu cama, nunca nos vemos…
— ¿Es enserio? Orién, estás diciendo cosas sin
sentido.
— ¡Sí tienen sentido! —reclamó levantando de
nuevo la voz. — ¿O acaso yo no tengo sentido para
ti? Sí, es eso, ¿verdad?
Dante dejó de intentar comprender tantas
estupideces del menor, Ori decía incoherencias y eso
le molestaba, pero no le haría caso esta vez, o las
cosas terminarían mal. Siguió escuchando las quejas
del chico mientras comenzaba a conducir, ni siquiera
le prestó atención, pero hablaba demasiado.
—Tengo hambre. —Ori soltó de pronto dejando
de llorar y cambiando radicalmente de tema. Se
limpió la cara y miró a Dante con enfado. —No me
has dejado desayunar antes de salir. ¡Tengo mucha
hambre! —gimoteó con desesperación.
— ¡Cierra la boca ya! —estalló el mayor. —Te
llevaré a desayunar solo si te mantienes callado el
resto del camino.
Gritarle de esa manera provocó que el chico
comenzara a llorar de nueva cuenta, esta vez se
cubrió la boca tratando de hacerlo en silencio y se
encogió en el asiento mirando hacia la ventana. Tras

680
unos minutos el sonido de su llanto cesó y Dante
suspiró cansado, no comprendía qué era lo que le
sucedía a ese chico, su comportamiento simplemente
no era normal.
Era viernes, bastante temprano aún, y Dante se
había tomado el día completo. Ahora se preguntaba
si iba a tolerar a Ori por tanto tiempo, hacía bastante
que no estaba a solas con él. Aparcó en un restaurant
y se bajó del coche, tuvo que ir al otro lado para
sacar a Ori cuando notó que éste ni siquiera se
movía.
— ¿Ahora qué te pasa? ¿No decías que querías
comer? —cuestionó al abrir la puerta.
—No me siento bien.
—Después de cómo te pusiste, seguro que no.
Anda, te ayudaré. —lo tomó de los brazos y logró
que se pusiera de pie.
Apenas se descuidó un momento para cerrar la
puerta, sintió los brazos del pequeño rodeando su
torso. Ori le abrazaba con fuerza, ¿qué demonios le
sucedía? El chico nunca lo había abrazado de tal
forma.
—Perdón…

681
— ¿Crees que actuando así te pasaré por alto el
drama que hiciste hace un momento? —refutó
Dante.
Lo vio asentir y suspiró dándose por vencido, sí
que era extraño, pero no quería enojarse más con él.
—Solo te va a funcionar esta vez, más te vale
tranquilizarte, que si vuelves a…
—No me hables así. —murmuró Ori apretándose
contra él con suavidad. —Por favor.
—Ya deja de hacer esto.
—Pero…
—Dije que pararas. —repitió Dante soltándose de
los brazos que le rodeaban. Tomó a Ori de la
muñeca y lo llevó dentro del restaurant.
Tras dejarlo en la mesa que les asignaron, Dante
se retiró un momento, necesitaba despejarse a solas.
Acababa de enterarse que sería padre de dos bebés,
no de uno como esperaba, y además Ori actuaba de
esa forma tan molesta, que si no se alejaba un poco
de él las cosas no acabarían bien.
Haber sentido los brazos de ese chico rodeándole
solo sirvió para llevar a su mente algo que había
decidido no hacer en el tiempo que durase el

682
embarazo, pero, el solo hecho de sentir el cuerpo de
Ori contra el suyo, logró encender de nuevo el deseo
de poseerlo.
Se lavó la cara tratando de calmar lo que Ori
provocó, tardó unos minutos en volver con él.
Apenas salió del baño divisó al menor y le extrañó
verle sonreír, enseguida supo la razón sintiendo un
malestar instantáneo. Un Alfa completamente
desconocido estaba sentado frente a Orién, haciendo
estúpidos trucos que causaban una genuina y amplia
sonrisa en el chico.

683
Capítulo 27

Dante no tardó en acercarse, se detuvo detrás del


Omega, observando con rencor al intruso, porque
eso era lo que le parecía, un maldito intruso que
osaba mirar e incluso hablarle a Ori.
— ¿Se te perdió algo? —dijo aquel Alfa
levantando la mirada hacia Dante y dejando las
bromas completamente.
—Eso mismo iba a preguntar, estás sentado en mi
mesa…
—Oh, lo siento, ¿es tu chico? Me dijo que no
estaba solo y no le creí. Se veía algo triste, además
que con esa ropa juré que era un Omega callejero.
—mencionó sin darle mucha importancia a Dante,
enseguida tomó la mano de Ori que estaba sobre la
mesa y le sonrió. —No te ofendas, aún si tu dueño
no te viste adecuadamente, te ves genial.
—Aléjate de él. —advirtió Dante jalando a Ori
bruscamente, arrebatando su mano de las garras de
ese tipo.

684
—Oye, tranquilízate. —el hombre se levantó
sorprendido y frunció el ceño al verle cara a cara. —
Él no ha hecho nada como para que lo jalonees de
esa manera. ¿Acaso eres de esos que maltratan a sus
Omegas? Porque de ser así, este chico no merece a
una escoria de tu calaña.
— ¡No! No es así. —exclamó Ori parándose
también para interponerse entre ambos, giró hacia
Dante y lo miró preocupado, pero éste ni siquiera
reparó en ello y continuó enfrentando al
desconocido.
—Eso no es asunto tuyo. ¿Quién demonios te
crees para enfrentarme?
—Orién, aún si este tipo es tu dueño, no tienes
qué quedarte con él. —dijo el Alfa tocando el
hombro del Omega con suavidad. —No me parece
normal que te hayas puesto tan nervioso apenas
supiste que estaba detrás de ti.
El chico se hizo a un lado en cuanto vio el enfado
que había provocado en Dante. No quería que ese
amable hombre se enfrentara a él, pues temía que
saliera herido.
—Estoy bien. —aseguró Ori sonriendo por
última vez sin que su dueño notara aquel gesto, y

685
enseguida miró de nueva cuenta a Dante. —Tengo
hambre, mucha.
—Iremos a otro sitio. —murmuró él.
—No es necesario que se vayan, yo me retiro, no
era mi intención molestar a nadie. —dijo el otro
haciendo una ligera inclinación de cabeza a modo de
despedida.
Les dio la espalda y se marchó lentamente.
Ori volvió a sentarse, aquello le había dejado
muy inquieto, pensó que habría problemas en cuanto
escuchó la voz de Dante detrás, y eso era lo que
menos quería. Ese desconocido se le había acercado
de la nada y en pocos minutos le hizo sentir mejor
después de la discusión con Dante, no merecía lidiar
con una situación así, si lo único que hizo fue
divertirle en la ausencia de su dueño.
Sin embargo, lo que ahora le preocupaba a Ori
era pensar que sería castigado, creyendo que Dante
estaría furioso.
—No vuelvas a hablar con extraños. —advirtió
Dante sentándose en donde antes había estado el
otro.

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—Lo siento. —murmuró Ori volviendo a su
lugar. Bajó la mirada hasta que vio la carta que
Dante le ofrecía, entonces volvió a mirarle con
sorpresa.
— ¿Ahora qué?
— ¿Puedo elegir yo? —preguntó inseguro. —
Creí que estabas molesto conmigo por…
—Me molesta que hablaras con un desconocido
como si le conocieras de toda la vida, pero lo pasaré
por alto esta vez. Que no se repita. —advirtió
mirándole autoritario. —Ahora escoge que vas a
desayunar, procura que sea algo sano, pero que te
guste.
No había recurrido a la agresividad, en lugar de
ello suavizó su expresión tras decir lo último.
Entendía que aquel encuentro no era culpa de Ori,
era de esperarse que algún imbécil tratara de
acercarse al chico si lo dejaba solo en un lugar
público, así que trataría de no arremeter contra él.
El chico pareció emocionarse con la idea de
poder escoger su propio desayuno. Por su parte,
Dante fue paciente durante el desayuno, observando
a Ori en todo momento, analizando su reacción
después de no ser reprendido por algo que quizá en

687
otro momento habría terminado terriblemente mal
para el menor.
Era verdad, el Alfa reconocía haber descuidado
bastante la imagen del chico, la ropa que le quedaba
estaba rota por culpa suya, de las tantas veces que se
la quitó sin cuidado alguno, o no era presentable
como para salir de casa. Ya tenía una idea de cómo
pasar el día, creyendo que eso animaría a Ori.
Llevaba ya varios días pensando que su actitud
con el chico debía cambiar, no deseaba ver a Ori mal
durante su embarazo. Aunque ser padre no era algo
que Dante deseaba, tenía que afrontar la
responsabilidad de haber sido quien lo causó. Pero
no todo era por “deber”, en una pequeña parte de su
personalidad, que estaba muy escondida, sentía una
extraña alegría de solo imaginar que, dentro de unos
meses, Ori daría a luz a sus hijos, que serían dos, ahí
era donde comenzaba a sentir una curiosidad
indescriptible, y la intención de hacer que esos
meses dejaran de ser un infierno para el pequeño.
Y, amargando ese sentimiento, estaba la culpa
que lo abrumaba más que antes, era un verdadero
problema que no le dejaba disfrutar nada de lo que
hacía, lo peor de todo era saber que no había
ninguna solución, lo que le hizo a Yune fue su peor

688
estupidez y por más que lo lamentara nada cambiaría
la realidad.
—Dante… Dante. —la voz de Ori le hizo
reaccionar, el chico le sonrió ligeramente al notar
que estaba distraído.
— ¿Qué quieres?
— ¿No vas a comerte eso? —señaló el desayuno
de Dante, quien apenas había terminado con la mitad
del platillo que ordenó.
— ¿Aún tienes hambre? —preguntó el mayor
notando que Ori ya había acabado con lo suyo.
Ori asintió con timidez.
— ¿No crees que ya has comido demasiado?
—Estoy comiendo por tres. —bufó Ori bajando
la mirada. —Olvídalo.
—Es verdad, ten. —le pasó el plato y vio como el
chico volvía a sonreír, mientras tomaba con el
tenedor un buen bocado.
Minutos después Ori acabó y parecía estar mucho
más tranquilo que antes. Se retiraron del lugar y
Dante manejó hasta un centro comercial, el chico no

689
le preguntó nada, bajó cuando el mayor se lo indicó
y le siguió hasta que llegaron a una tienda de ropa.
Cuando Dante comenzó a darle prendas que él
elegía, Ori comprendió que volvería a comprarle
ropa. Se sintió tan feliz por algo tan simple, porque
el hecho de que ese hombre se tomara el tiempo y
gastara en algo para él, le hacía creer que de alguna
forma se estaba interesando en su bienestar.
Por ello, cuando fueron a que se probara cada
cosa, el chico mostró su agrado ante la idea. Cuando
entró al cubículo recordó la ocasión pasada en que
Dante le llevó a un sitio así y no pudo evitar sentirse
avergonzado. No era el mismo lugar, por suerte, así
que mantuvo la calma y comenzó a cambiarse.
Todo comenzó bien, hasta que pasaron las horas y
Dante había llevado tanta ropa como para no volver
a comprar en años. Ori se probaba todo y comenzaba
a sentirse agotado, sin embargo, no quiso quejarse.
—Ese no lo llevarás. —dijo Dante frunciendo el
ceño al ver el pantalón con el cual el chico salió, el
color no era agradable, así que lo descartó de
inmediato. —Pero conserva lo de arriba. Ya casi has
terminado de medirte todo, iré por más.

690
—Dante, ¿no crees que ya es demasiada? —
murmuró viendo el montón de prendas que estaban
sobre una mesa.
—Deja que yo decida si es demasiada o no. —
siseó el mayor poniéndose de pie.
—Pero…
—Nada de peros. ¿Acaso no agradeces que me
preocupe por tu apariencia?
—Sí, pero…
—Orién. —le advirtió con la mirada acercándose
a él. —No tengo intenciones de hacer esto de nuevo
en un largo tiempo, así que aprovecha el momento
para que lleves lo necesario.
— ¿Por qué me hablas así? —se quejó el
pequeño retrocediendo un poco al verle fruncir el
ceño. —Después de que comencé a medirme lo
primero que me diste, te has puesto de malas y solo
traes y traes ropa, ni siquiera parece que te interese
si me queda bien o no.
Dante reparó en lo que Ori acababa de decir. Era
verdad, lo reconocía, pero no iba a decirle que no
podía dejar de pensar en el buen sexo que tuvieron
meses atrás dentro de un vestidor como aquellos. Se

691
había puesto de malas tras ver su posibilidad de
repetir esa experiencia, y recordar que no era
posible.
Decidió distraerse lo más posible, pero no estaba
funcionando de la mejor manera, sabía que en caso
de tener que volver a hacer ese tipo de compras no
iba a resistirse a la tentación de tener nuevamente a
ese chico entre sus manos. Recordarlo gemir
mientras lo embestía en un pequeño cubículo,
sabiendo que cualquiera podría escucharlo…, debía
borrar eso de su mente o acabaría cediendo a ese
deseo posesivo que le fastidió la tarde entera.
—Ya no necesito más…, esto me va a durar años.
—murmuró Ori bajando la mirada.
—La vez pasada llevamos “suficiente” y ahora
no te queda nada decente qué vestir.
—Porque tú la rompiste toda. —refutó
defendiéndose sin atreverse a verlo. —Pero hace
tiempo no lo haces, y me evitas. Con la ropa que
llevo bastará si no vuelves a tocarme.
—Eso sonó como un reproche. ¿Te molesta que
no destroce tu ropa? —cuestionó Dante arqueando
una ceja. —Es la segunda vez en el día que tocas ese

692
tema. Sería mejor si me dices qué es lo que tratas de
lograr.
Ori ni siquiera parecía respirar, de pronto
consideró que quizá había hablado de más. Pero, en
el fondo tenía claro lo que quería decir, y era algo
que le preocupaba desde que comenzó aquella
actitud, después de lo que ocurrió en el parque no
podía dejar de creer que, si Dante no lo llevaba a la
cama, era porque no lo deseaba más, y que
posiblemente se desharía de él cuando nacieran sus
hijos.
—Concuerdo contigo, es suficiente ropa. —dijo
el Alfa tras unos minutos sin recibir respuesta del
chico. Se dirigió a la encargada del lugar y le pidió
que empaquetara todo y lo cargara a su tarjeta.
La mujer lo hizo de inmediato, sin duda se
llevaría una gran comisión por esa venta.
Ori volvió al vestidor para cambiarse y volver a
ponerse lo mismo que llevaba esa mañana, se tomó
su tiempo tratando de tranquilizar sus propios
pensamientos, y salió cuando Dante volvió para
llamarlo.
Cuando se dirigían al estacionamiento
acompañados de dos empleados que llevaban la

693
enorme cantidad de bolsas y una que otra caja,
Dante notó que Ori no le seguía más y volteó de
inmediato para reprenderlo y advertirle que no debía
alejarse, pero no pudo hacerlo.
Lo descubrió mirando el aparador de un sitio en
específico, se encontraba pegado al vidrio con la
mirada cargada de emoción, pues ante él había un
montón de cunas de todos los tamaños y colores.
Dante se acercó colocando su mano en el hombro
del menor, quien brincó asustado al verse
descubierto.
—Ni creas que te compraré algo así.
—No sería para mí, pero…, tampoco te lo pedí.
—murmuró Ori notoriamente decepcionado,
mientras volvía a andar primero que Dante.
El Alfa observó la última cuna, la más lejana, esa
misma que Ori había estado viendo segundos antes.
Era una cuna doble, de color lila con detalles
morados de diferentes tonalidades. La única cuna
doble que había, la mejor para dos bebés que
vinieran en camino.
Sacudió la cabeza un poco y volvió a su camino,
continuando esta vez detrás de Ori para mantenerle
vigilado.

694
Al fin llegaron al departamento y Ori no
aguantaba más, fue al sitio más cercano, la sala, y se
sentó quitándose los zapatos para sobarse los pies.
Pasar todo el día en movimiento era demasiado,
miró el reloj de una pared y descubrió que ya eran
las siete de la tarde, habían salido muy temprano por
la mañana. No podía creer que habían pasado tantas
horas.
Sin embargo, no le gustaba sentirse tan cansado,
si en el circo pasaba días enteros trabajando y
ayudando, ahí no se agotaba a tal grado de tener
dolor en las piernas, incluso en la espalda y brazos
sentía adormecido.
—Parece que Megan se fue. —mencionó Dante
sentándose a su lado tras volver de la cocina. —Dejó
una nota diciendo que te diera de comer.
—No quiero. —murmuró Ori encogiéndose en el
sillón mientras se recostaba.
—Lo que no quieres es levantarte.
Tras no recibir ninguna respuesta, Dante se retiró
por unos minutos. Cuando volvió llevaba un plato
hondo con sopa y un plato con ensalada y carne. Los
puso en la pequeña mesa y se fue a cenar en la
cocina.

695
No dejaría a Ori sin alimento, después de todo no
comió más que el desayuno de esa mañana.
El chico agradeció en silencio, pues Dante se
marchó sin detenerse a escucharlo.
Una hora más tarde, tras haber cenado, Ori se
quedó dormido en el sillón. Dante aprovechó para
salir del departamento y hacer algo que no podía
quitarse de la mente.
Después, cuando volvió y vio que el chico se
encontraba en el mismo sitio, lo cargó para llevarlo a
su respectiva cama y aunque trató de evitarlo, Ori
despertó en cuanto se proponía recostarlo. La mirada
del pequeño era de desconcierto y curiosidad, pues
tardó en entender lo que ocurría, entonces observó a
Dante con ternura, pensar que se había tomado las
molestias de llevarlo a su habitación le hacía feliz.
—Deja de poner esa cara. ¿Qué te pasa? —bufó
Dante soltándolo con brusquedad, ya lo había
despertado, ¿qué importaba ahora?
—Me llevaste la comida a la sala, y ahora me
traes a mi cuarto. —murmuró Ori riendo con
suavidad, no le molestó la manera en que le soltó,
pues ya estaba acostado y Dante solo quitó los
brazos. — ¿Por qué estás siendo amable conmigo?

696
—No es amabilidad, no te confundas. Y deja de
reírte de esa manera.
—Gracias.
— ¿De qué?
—Aunque casi no nos vemos, has sido bueno
conmigo. Me has llevado a revisión, y no ha habido
ni un día en que no coma bien, incluso has traído a
Megan que me ayuda con todo y es mi amiga, por
ella es que ya no me siento tan solo cuando te vas.
Además, no has vuelto a ser ofensivo conmigo. —
sonrió más y se hincó alcanzando a abrazar a Dante
por la cintura. —Me haces muy feliz.
— ¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo puedes decir
que te hago feliz? —cuestionó Dante tomándolo por
los hombros para poner distancia entre ambos. Lo
miró a los ojos y notó que el chico lo decía muy
enserio.
La distancia no pareció gustarle al menor, que
dejó esa sonrisa de lado y se puso nervioso
alejándose aún más de él.
—Yo sé que no me quieres, pero, si haces cosas
así por mí, no puedo evitar creer que quizá te
importo al menos un poquito. —murmuró

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decepcionado. —Si no es así, deberías dejar de
confundirme.
— ¿Quieres que te trate como antes? ¿Enserio
eso quieres?
—Eso no es lo que…
—Deberías volver a dormir. —advirtió Dante.
— ¿Estás molesto conmigo? ¿Hice algo mal?
— ¿Además de embarazarte? —atacó sin
pensarlo dos veces.
—Me refiero si hoy he hecho algo que te
molestara, y no es mi culpa estar embarazado,
tampoco lo es que sean dos. Por favor, deja de
tratarme así, me hace sentir mal. —murmuró con
tristeza. —Me duele el pecho cuando dices cosas así.
—En serio que no te entiendo. Primero dices que
si te trato bien te confundes, y si te hablo así te
sientes herido, ¿entonces cómo debo tratar contigo?
—cuestionó Dante comenzando a enfadarse.
Ori no dijo nada, no quería hablar más. Se acostó
de nuevo y cerró los ojos tratando de no ponerse a
llorar frente a él, hasta que lo escuchó salir de la
habitación.

698
Ya no se sentía tan feliz.
Se levantó y fue al baño, deteniéndose para
mirarse un momento en el espejo. Aferrándose al
lavabo comenzó a sollozar recordando aquella tarde
en la que escapó de Dante y se internó en el parque,
no quería pensar en ello, pero las palabras que
escuchó aquella vez aún se repetían en su cabeza.
No, no iba a quedarse esperando a que Dante se
deshiciera de él en unos meses. Lavó su rostro y
salió de ahí con toda la fuerza de voluntad que tenía
en ese momento, iba a enfrentarlo y preguntarle de
una vez si aquello que le atormentaba realmente iba
a suceder.
Entró al cuarto del mayor sin antes llamar, Dante
por cambiarse e irse a dormir, pues ya eran casi las
doce y trabajaría al día siguiente.
— ¿Qué haces aquí? —cuestionó en cuanto vio al
chico.
— ¿Hablabas enserio cuando dijiste que no
volvería a ver a mis bebés?
Dante lo pensó un momento tratando de entender,
hasta que recordó aquella fuerte discusión en el
coche semanas atrás.

699
— ¿Piensas alejarme de ellos? ¿Vas a echarme a
la calle cuando nazcan? —preguntó nuevamente el
menor.
—Deberías olvidar eso, lo dije en un mal
momento, estabas hablando demasiado y acabaste
con mi paciencia, pero no pienso hacer algo así.
Cuando los niños nazcan, tú cuidarás de ellos, ¿no es
así?
— ¿Por cuánto tiempo?
—Eso…, en realidad no lo sé. —respondió
Dante, no había pensado en un futuro demasiado
lejano, pero ahora que Ori tenía esa duda, no pudo
evitar imaginarse en unos años teniéndole a su lado.
— ¿Qué vas a hacer conmigo cuando te aburras
de mí?
En ningún momento Ori había dejado de mirarle
a los ojos, estaba tan serio, que dejaba muy claro la
necesidad de una respuesta.
—Orién, ¿a qué vienen tantas preguntas?
El chico pareció dudar en contarle su razón, pero,
Dante no le respondería si no tenía una explicación
al respecto. Al final, Ori se dio por vencido.
—La vez que salí de tu coche y…

700
—La noche del parque. —murmuró Dante
recordando cómo le había encontrado aquella
ocasión y la excusa que Ori le dio.
—Esa noche te mentí.
—Lo sé. ¿Piensas decirme qué sucedió
realmente? ¿O solo has venido a ver qué cara ponía?
—No quería hacerlo, pero, pensé que te
enfadarías conmigo y lo escucharías a él.
— ¿A él? ¿De quién hablas? —cuestionó Dante
algo confundido. —Explícate.
—A Zair. Cuando estaba en el parque y ya era
tarde, quise volver, pero me encontré con él. —
confesó bajando la mirada esta vez, pues aún creía
que Dante se molestaría por no habérselo dicho.
— ¿Él te hizo algo que yo deba saber? —su tono
de voz bajó mientras se acercaba a Ori, lo rodeó
lentamente hasta encontrarse detrás de él. —Ese
imbécil solo te mantuvo virgen para poder venderte
a un buen precio, por ello es que te hago esta
pregunta, ya no quedaba nada qué conservar en ti.
¿Acaso esa noche te usó para complacerse?
Ori se estremeció ante semejante idea, negó de
prisa y se abrazó asustado, ahora que lo pensaba,

701
Dante no se equivocaba al suponer algo así, pero por
suerte el chico había escapado antes de que la
situación se saliera de control. Giró para ver a Dante
a los ojos.
—Lo intentó. —susurró sin saber si era correcto
decírselo. —Pero te juro que no llegó a nada.
— ¿Por qué no me lo contaste antes si es verdad
que no te tocó?
—Porque…, ese día tú me habías gritado, me
pegaste. En ese momento creí que, si te decía lo que
me dijo Zair, tú lo buscarías para tomarle la palabra.
— ¿Qué dijo ese imbécil? —cuestionó Dante
comenzando a enfadarse, pues debía importarle
mucho a ese mocoso como para haberle ocultado lo
sucedido.
—Dijo que, si no me iba con él en ese momento,
hablaría contigo para devolverte lo que pagaste por
mí. —murmuró Ori con tristeza. —Siempre me
echas en cara que fue mucho dinero, y fue por eso
que acordamos que me acostaría contigo cuando
quisieras, pero estas semanas no lo hemos hecho, y
si es porque ya no te intereso ni siquiera de esa
forma, solo te pido que no me devuelvas a él.

702
— ¿Enserio pensaste que siquiera escucharía
semejante propuesta estúpida? En dado caso, no te
devolvería por la misma cantidad que pagué, exigiría
más ahora que son tres en uno. —se burló sin
muchas ganas.
Ori le miró alarmado y, a punto de comenzar a
llorar, sintió un vuelco en el estómago que le hizo
alejarse de Dante inmediatamente.
El mayor cayó en cuenta de su error, decir algo
así era demasiado cruel para el chico, ya muchas
veces le había hecho sentir una mierda que no valía
nada, e insinuar que lo vendería estando embarazado
fue lo peor. Ni siquiera podía justificar que era una
respuesta sarcástica a la estupidez que de Zair, sobre
aquello de pedir a Ori de vuelta.
—No hablo enserio, no empieces a llorar. —se
acercó al menor limpiando el montón de lágrimas
que ya salían de sus aterrados ojos. —Ni siquiera lo
pensaría, no voy a revenderte con Zair, ni con nadie,
así que tranquilízate.
— ¿Enserio? —susurró Ori tratando de calmarse,
se había asustado tanto, que incluso temblaba. —
¿Me lo prometes?

703
—Está bien, voy a prometértelo si con eso dejas
de llorar.
Ori asintió limpiándose la cara con las mangas de
su camisa, lo hizo tanto que se dejó la piel irritada,
pero tras un momento logró parar el llanto. Apenas
se sentía ligeramente mejor, escuchar a Dante decir
que no haría algo así le quitaba un peso de encima,
pero…,
—Zair dijo algo más. —murmuró con pequeños
estremecimientos tras haber dejado de llorar. —Dijo
que, ahora que estoy embarazado, seguramente te
daría asco tocarme. ¿Es por eso que ya no lo haces?
—le miró angustiado, como si fuese su mayor
preocupación ahora que lo demás quedaba claro.
— ¿Cómo supo él de tu estado? —cuestionó
Dante arqueando una ceja con autoridad. Sí, estaba
tratando de evitar responderle, pues era un tema que
no quería enfrentar aún, pero también le parecía
extraño que Zair conociera esa información.
—Yo se lo dije cuando trató de llevarme a la
fuerza. Creí que si le decía eso me dejaría en paz,
pero…, se burló de mí y de lo que me hiciste, dijo
que tú solo me utilizarías hasta que mi cuerpo no te
complaciera más, y que el trato que me dabas iría
empeorando. —se mordió nervioso el labio inferior

704
mientras continuaba. —Tú ya me habías hecho daño
antes, pensar que sería peor realmente me preocupó,
porque, no quiero que le pase nada a mis bebés. Lo
que me dijiste sobre Yune, tu reacción al enterarte
que serías padre, las veces que me recriminas esto,
cada vez que me gritas, todo eso me hizo creerle esa
noche, y que ni siquiera hayamos estado juntos ni
una sola vez desde hace un mes me hace creer que te
has cansado de mí.
Dante no podía creer lo que ese pequeño le decía.
Comprendía su punto, el miedo que le provocaba la
incertidumbre que él mismo causó con sus continuas
agresiones hacia Ori. Lo que no le cabía en la
cabeza, era por qué el chico insistía tanto en volver a
tener sexo, si sus experiencias no fueron las mejores,
de hecho, la más importantes fueron terribles.
—¿Acaso crees que si no eres útil en la cama voy
a desecharte? ¿Crees que solo sirves para eso? ¿O tu
insistencia en ese tema se debe a algo más? —
cuestionó tomándolo de los hombros para empujarlo
unos pasos atrás, y obligarlo a sentarse. Se hinco
frente a él mirándole a los ojos y suspiró al
comprenderlo un poco. —Sé que durante toda tu
vida te han hecho ver como si realmente fueras un
objeto, comenzando por el imbécil de Zair, quizá lo

705
escuchaste de otras personas, e incluso yo he
aportado en que te creas eso.
—Dante…
—No voy a decirte esto de nuevo, así que
escucha. —advirtió sin dejarle interrumpir. —
Lamento todas las veces que te he lastimado, no solo
aquellas en que te herí físicamente. Y sé que, aunque
no merezco un perdón, tú ni siquiera lo pensarás dos
veces antes de aceptarlo, porque subestimas lo que
eres y siempre te rindes ante la mínima muestra de
afecto que te doy. Hace tiempo dijiste que me
amabas, ¿estás seguro de eso? Porque soy el
causante de tus peores momentos, y es muy probable
que lo siga siendo si estás aquí. No puedo cambiar,
aunque lo intente no puedo aceptar el cambio, me
convertí en una mierda y no encuentro la salida,
¿estás dispuesto a quedarte y ser arrastrado por lo
que soy? Espera, no tienes qué responder, sé que
dirás que sí.
—Tú no eres una mierda, eso es demasiado cruel
contigo mismo. —murmuró Ori.
— ¿Ves a lo que me refiero? Justo ahora te
importa más que no sea cruel conmigo, que lo que
pueda decirte o hacerte. Eres más de lo que
imaginas, eres un chico increíblemente bueno en

706
todos los sentidos. Y a mí lo único que me ha
importado de ti todo este tiempo es follarte hasta no
dar más, ¿sabes por qué?
Ori negó con la cabeza.
—Porque si me pongo a pensar en ti de otra
forma, me doy cuenta de la realidad. No merezco
tenerte en mi vida, no merezco ni tu perdón, mucho
menos tu cariño. Lo único que haré es destruirte,
porque es lo único que sé hacer. No quiero que
tengas el mismo destino que Yune tuvo en mis
manos, pero soy tan egoísta que no dejaré que te
alejes de mí, tú no puedes irte como él lo hizo, ¿lo
sabes?
—Dante, yo tampoco quiero irme.
—Deberías, ¿acaso no entiendes lo que te estoy
diciendo?
—No, no entiendo. Dices que solo te ha
importado follarme todo este tiempo, pero ha pasado
un mes en que no me has tocado, y has sido
notoriamente más amable. —murmuró Ori bastante
confundido. —No entiendo por qué tienes un
concepto tan malo de ti, pero, yo creo que estás
equivocado, porque, no siempre has sido cruel,
¿verdad? Aún queda en ti lo que alguna vez fuiste,

707
aún tienes mucha humanidad dentro de ti, aunque
me mires como si me hubiese vuelto loco. El hecho
de que sientas cosas y te des cuenta que haces daño,
dice mucho de lo que realmente eres, aunque
cometas errores.
—Suponiendo que tienes razón, y admitiendo que
no solo veo sexo en ti, sino también algo de aprecio,
quizá cariño, posiblemente indicios de amor. ¿Crees
que eso cambiaría todo? Sigo siendo un imbécil que,
a pesar de sentir algo real por ti, te he hecho la vida
imposible.
— ¿Sientes algo así por mí? —preguntó Ori con
sorpresa, pues eso no lo esperaba. Enseguida dejó
salir una suave sonrisa. — ¿Eso quiere decir que no
me desprecias ni me odias? Es la primera vez que
alguien me dice algo así.
—No debes ponerte feliz por algo que venga de
mí.
—Pero no puedo evitarlo.
—Bien, ahora que ya te has calmado y aclaramos
esto, debes irte a dormir. —dijo Dante a punto de
levantarse, pero al colocar las manos sobre la cama,
a los costados de Ori, sintió sus pequeñas manos

708
deteniéndole. —Lo que he dicho ahora no va a
cambiar nada entre nosotros, que eso te quede claro.
—Aún no me iré, hasta que me respondas si es
verdad que te doy asco ahora que estoy embarazado,
¿por qué ya no me has tocado?
— ¿No deberías sentirte agradecido de que no lo
haga? Cada que preguntas al respecto es como si
intentaras reprochármelo, ¿qué significa? ¿Quieres
que siga abusando de ti como lo hice antes?
—Las últimas veces que estuvimos juntos, no me
forzaste a nada. —murmuró Ori desviando la mirada
con un intenso sonrojo que se formó con rapidez. —
Incluso…, me gustaba lo que hacíamos, aunque era
agotador, lo disfruté mientras duró, porque no me
causabas daño ni me tratabas mal. Eso es lo que
quiero, me gusta sentir que disfrutas estando
conmigo. —admitió avergonzado. —Sé que te
parezco un tonto, pero, yo te quiero y entregarme a ti
es parte de ello, ¿no?
— ¿Hablas enserio?
—Si lo dices porque ya no te gusto así,
entenderé. Después de todo tú no querías que yo me
embarazara y eso seguro te desagrada ahora, pero,
¿será así incluso después de que esto acabe? Me

709
refiero a cuando nazcan. ¿Jamás volverás a
desearme como lo hiciste?
Dante estaba literalmente sin palabras. Ya había
notado que esa noche el muchacho estaba diciendo
todo lo que sentía, lo que pensaba, sin ningún temor
o duda, y aun así le sorprendió lo directo que fue al
hablar de algo tan íntimo. Tenía claro lo que Ori
quería saber, pero no estaba seguro de qué responder
ante eso, ya se había sincerado también y no sabía si
seguir igual o dejarse de sentimentalismos.
No podía evitarlo, se moriría por dentro si no
aprovechaba ese momento para seguir hablando de
frente y con total honestidad. Dejando la culpa de
lado volvió a sentirse como el hombre que alguna
vez fue, aquel que no hacía daño irracional, el que
podía querer y cuidar a alguien, y todo gracias a ese
pequeño, inocente y sincero chico que seguía frente
a él, ese que le sostenía la mirada avergonzado a la
vez que le hacía confesar todo de una vez.
Ori había roto una enorme barrera en Dante,
cuando éste apenas y reconocía tenerla.
—Decidí que no te volvería a tocar porque pensé
que te haría daño, y sé que esto es demasiado
contradictorio, pero realmente quiero que nazcan
esos bebés que vienen en camino. —admitió Dante

710
tomando las manos de Ori. —Me he mantenido a
distancia para no hacer algo que pueda dañarte a ti o
a ellos, sé que tengo un problema con la forma en
que expreso mi enfado, a causa de ello provoqué un
gran caos cuando Yune estaba a mi cuidado, algo
que no tiene forma de arreglarse, eso es lo que trato
de evitar alejándome de ti lo más posible, sobre todo
ahora, considerando que tu estado te hace más
delicado.
—Creo que entiendo. —murmuró el menor
pensándoselo un momento. —Es que si lo pones
así…
—Antes de que pienses que esto seguirá así,
tengo que decirte algo más. —advirtió Dante
interrumpiendo al chico. —No me considero capaz
de no tocarte en tanto tiempo, hoy me preguntaste
qué me tenía de mal humor, y es precisamente que
no soporto estar contigo y mantener la distancia que
yo mismo decidí poner.
—Dante, sí tú hicieras lo que estuviste haciendo
esos días antes de saber que estaba esperando un
bebé, creo que no me harías ningún daño. La doctora
me preguntó si aún lo hacíamos, dijo que es bueno
siempre y cuando no sea forzado, y siendo así, yo no
me opongo a que me tomes. —sonrió con una

711
dulzura indescriptible a la que Dante no se pudo
resistir.
Suspiró sabiendo que ese chico estaba ganando la
partida. ¿Qué importaba? Si seguía sus deseos en ese
momento no ocurriría nada grabe, estaba
perfectamente consciente de lo que sucedía, no había
ningún sentimiento de furia en él, ¿qué podría pasar?
Sería sexo consensual en todos los sentidos y solo
debía ser suave con él, eso sí podía hacerlo.
Ori no esperaba que ocurriera en ese momento,
cuando vio a Dante acercarse a su rostro no supo
cómo reaccionar, pero permitió que los labios del
Alfa se posaran sobre los suyos en un beso que trató
de corresponder. Sintió su cuerpo entero vibrar por
aquel simple beso, entonces, cuando las manos
ajenas visitaron su cintura, se dejó recostar en
aquella cama donde volverían a tener un encuentro
más.
Dante seguía besándolo, lo hacía de una forma
completamente distinta a como fue en otras
ocasiones, pues no parecía llevar prisa alguna.
Y así era, el Alfa disfrutaba de aquello que era
completamente nuevo para él. Ori se había
entregado antes, sin embargo, esto era nuevo, pues
el chico no estaba permitiendo que le tomara a su

712
antojo, sino que correspondía de una forma tan
tímida como solo él podría, y el deseo del chico
también estaba presente, sus brazos rodeaban el
cuerpo del mayor aferrándose a él.
Poco a poco la ropa fue desapareciendo, Ori trató
torpemente de imitar a Dante haciendo el intento de
quitarle la corbata, que terminó apretando más de la
cuenta. Quitó las manos enseguida al darse cuenta y
le miró avergonzado.
—Lo siento.
—Esto solo se jala hacia afuera, ¿cómo lo estabas
haciendo? —se burló Dante hincándose sobre las
piernas de Ori para quitarse la corbata él solo,
aprovechando se deshizo de su camisa y sonrió
devorando al chico con la mirada.
Ori ya se encontraba enteramente desnudo y con
un común sonrojo que se hacía más notorio al darse
cuenta de cómo lo veía el mayor. Dante bajó la vista
hasta su vientre, no lo había visto con demasiado
detalle en el consultorio, pero ahora podía ver esa
pequeña bolita que sobresalía, era como si tuviera un
pequeño balón de americano implantado ahí, no
pudo evitar reír ligeramente al hacer la comparación.

713
— ¡No te burles! Ya sé que se me nota. —dijo el
pequeño ladeando el rostro avergonzado, después de
todo, un mes antes no se le veía absolutamente nada,
en cambio ahora todo era más visible.
—Y lo que te falta, serán dos después de todo, te
pondrás enorme.
— ¿Y me verás mal por eso?
—No lo creo, de hecho, yo diría que serás un
chico embarazado muy atractivo.
Ori sonrió de nuevo volteando hacia él, se sentó
como pudo y con sus manos trató de desabrochar el
cinturón de Dante, lo consiguió con éxito y buscó
entonces abrir el pantalón.
—Yo haré eso, después de sentir que me
ahorcabas con la corbata, no quiero saber lo que
sucederá si bajas el cierre.
— ¡Deja de burlarte de mí! —exclamó Ori
inflando las mejillas, se puso tan rojo que sintió la
cara caliente y se cubrió con sus manos. —Fue un
accidente.
—Vaya, creí que querías matarme, tienes
suficientes razones y sería una muerte digna.
—No juegues con eso.

714
Dante le acarició el rostro haciendo que dejara de
cubrirse, le sonrió y volvió a recostarlo para ahora sí
separar sus delgadas piernas y colocarlas a los
costados. El pequeño lo permitió, respiró hondo y
tensó sus orejitas mientras dos dedos del Alfa
entraban en su estrecha abertura.
Sintió una electricidad tan fuerte recorriendo todo
su cuerpo tan rápido, hasta que esa sensación se fue
a su adormecido miembro, comenzándolo a
endurecer.
Tras verificar que Ori estuviese listo, Dante se
colocó encima del pequeño cuerpo y, fijando su falo
en el mismo sitio donde sus dedos estuvieron,
comenzó a entrar llevándole hasta el fondo. Entró
completo, mirando cada gesto de Ori en el camino, y
pudo disfrutar de esos gemidos sutiles que el chico
emitía conforme más adentro llegaba, a diferentes
todos cada uno, mientras sus ojos entrecerrados
expresaban el placer que sentía.
Dante se vio tentado por esos labios que el chico
se mordía mientras su cuerpo volvía a
acostumbrarse, y se dio el gusto de probarlos
nuevamente, lo besó tan apasionadamente que Ori
comenzó a moverse debajo, pidiéndole que
comenzara a tomarlo ya, pero sin dejar que se

715
separase de nuevo. Las manos de chico se aferraron
al cabello de Dante, correspondiendo calurosamente
el interminable beso, mientras éste comenzaba a
embestirlo tortuosamente.
La excitación del menor iba en aumento, ambos
lo sabían, y Dante no se quedaba atrás, sabía que
acabaría pronto, y aunque podía recuperarse mucho
más rápido que el chico, no quiso apresurar las
cosas. Deseaba llevarlo con calma, disfrutar sin
prisas, pues al terminar dejaría a Ori descansar.
Esa noche fue algo especial para ambos, y Dante
no pudo reprimir más la verdad, había confirmado lo
que ya sabía, Ori era importante para él, más que
cualquier otra persona. Jamás había sentido lo que
ese pequeño le provocaba, no solo emocionalmente,
sino también en la intimidad.
Durante la entrega, el Alfa tomó una decisión
que, de no haber estado con Ori de manera tan
maravillosa, jamás la habría considerado.

716
Capítulo 28

Megan entró al departamento. Estaba algo


preocupada, pues el día anterior Dante se había
llevado a Ori desde muy temprano, y tardó horas en
tomar la decisión de marcharse, ahora no sabía qué
esperar, no era normal que ese Alfa hiciera algo así,
de hecho, no solía estar con Ori a solas.
Analizó el lugar y supo que habían estado ahí, los
platos sucios estaban en la cocina, y algunas cosas
no se encontraban en el mismo sitio de cuando ella
se fue, sin embargo, no vio señales que indicaran
algún problema, o violencia.
Siguió adelante y revisó el cuarto del menor, no
estaba, ni en su cama, ni en el baño, tampoco en el
armario que bien podía ser una pequeña habitación
bastante cómoda. Inmediatamente se dirigió al
dormitorio de Dante, sabía que podía meterse en
problemas, pero si era lo que suponía, Ori
necesitaría ayuda.
Dante llevaba un rato despierto, era la primera
vez en demasiado tiempo que no se sentía
responsable de algún tipo de daño, abrir los ojos y
ver el rojizo cabello de Ori totalmente revuelto y su

717
rostro con una expresión relajada mientras dormía a
su lado, le hizo sentir un completo alivio que le
permitió no pensar en el pasado, al menos por un
rato.
Al despertar quiso sentarse, pero Ori le había
abrazado inconscientemente y no quiso arriesgarse a
perturbar su descanso, esa mañana se veía
especialmente atractivo, debía reconocerlo, al chico
le había sentado bastante bien un momento
agradable después de tantos problemas.
Escuchó la puerta abrirse bruscamente y se
levantó por reacción, empujando a Ori sobre la cama
sin mucho cuidado, de inmediato se cercioró de no
haberlo despertado, por suerte parecía tener el sueño
bastante pesado. Entonces dirigió la mirada hacia la
intrusa a la cual alcanzó a ver al momento de
sentarse.
—Enserio comienzo a pensar que estás loca.
¿Cómo se te ocurre entrar de esa manera? —
reprochó sin creer necesario levantarse, a final de
cuentas esa mujer tenía sus razones para irrumpir en
la habitación de esa forma.
— ¿Qué le hiciste?

718
— ¿No es obvio? La pregunta sería, ¿a ti qué te
importa? —sonrió con burla al ver que lograba
hacerla enfadar.
— ¡Eres un imbécil! ¡Ori está delicado, si lo has
lastimado debes llevarlo al hospital! —reclamó
furiosa acercándose al chico mientras lo decía.
—Deja de gritar o vas a despertarlo. Él se
encuentra mejor que nunca, solo está dormido.
Megan se detuvo al ver el torso desnudo del
menor y su rostro de lado contra la cama, pues se
encontraba bocabajo, no tenía ningún golpe, eso le
daba un punto de confianza a lo que Dante aseguró.
— ¿Qué hace en tu cama?
—Ahora duerme. —volvió a burlarse el mayor,
sacarla de sus casillas con una situación así no era
correcto, pero se lo merecía por haber entrado a su
habitación.
— ¡Deja de provocarme y dime qué le has hecho!
—Ori comenzó esto, no podía decirle que no,
¿alguna vez te ha pedido algo que piensas negarle?
Megan comprendió, no le parecía extraño, sabía
que Ori estaba enamorado de Dante, el chico era
demasiado sincero sin necesidad de decirlo con

719
palabras, lo que le preocupaba era que ese idiota no
se midiera y lastimara al chico o a los bebés. Miró al
Alfa con cierta duda y luego se acercó a mover el
cuerpo de Ori intentando despertarle.
— ¿Crees que va a sentirse muy cómodo si haces
eso? Vas a asustarlo.
—Desde que lo cuido soy yo quien lo despierta
cuando comienza a dormir demasiado, no es nuevo
que yo sea a la primera que ve…
— ¿Después de tener sexo será tan normal para
él? —se burló Dante nuevamente y ella le miró
furiosa.
—Entonces despiértalo tú y vengan a desayunar,
hablaré con Ori en la cocina.
—Tú no das órdenes aquí. —advirtió el Alfa. —
Eres una simple empleada.
—Si no le has hecho nada malo, entonces no
debes ponerte a la defensiva. —dijo ella antes de
retirarse.
Dante lo dejó pasar, en ese momento no le
importaba que Megan se entrometiera, de hecho,
tuvo que seguirla casi de inmediato. Se vistió lo

720
suficiente y fue a la cocina para encontrarse una vez
más con ella.
—Lo que pasó con Ori anoche no le ha causado
ningún daño. —le informó sentándose del otro lado
de la barra mientras ella comenzaba a preparar el
desayuno.
—Me contrataste para que cuide de él, eso es lo
que hago al dudar de ti.
— ¿Quién dices que te contrató?
—Que seas tú quien me paga no significa que
dejaré que le hagas daño, en el poco tiempo que
llevo cuidando de él lo he conocido y es demasiado
bueno como para que sigas destruyéndole la vida.
¿Acaso eres idiota? —refutó Megan, dejando
moverse para mirarle a los ojos. —Tal vez no te
interesa en realidad, pero tú no sabes ni la mitad de
lo que yo sé de él, ¿Cómo te atreves a darle una
esperanza a su cariño si después lo arruinarás?
—No es algo que te deba interesar, pero lo diré
para que dejes de reprocharme por algo que no
ocurrirá. Y no lo diré por ti, sino por Ori, aún
necesito que lo cuides y he notado que le gusta estar
contigo. —dijo Dante recargando los codos en la
barra para acercarse más al rostro de Megan. —Lo

721
menos que quiero es causarle más daño del que ya le
he hecho.
—Con querer no basta. ¿Cuánto va a durarle el
gusto? En algún momento vas a enfurecer con él y
causarás una marca más en el pequeño, y quizá los
moretones han desaparecido, pero cada golpe que le
has dado, cada vez que no pensaste en él por
satisfacerte, están muy marcados en su mente. Ori
trata de ocultarlo, porque te ama tanto que aún
piensa que puedes ser diferente. Tú y yo sabemos
que no es así, después de tu error con Emma todavía
no logras ser el mismo hombre de antes, y es
probable que no lo seas más.
— ¿Qué es lo que acabas de decir?
—Todavía no es momento de que pongas esa cara
de sorpresa. —advirtió Megan alejándose de él
apenas un poco. —Es normal que sepa tanto de mi
propio hermano, ¿no lo crees?
Dante trató de procesar las palabras de esa chica,
inmediatamente recordó la historia que ella le contó
cuando se conocieron, sonrió con burla volviendo a
mostrar esa expresión imperturbable.
— ¿Qué maldito juego sucio estás intentando
jugar? Tú hablaste de tus padres cuando nos

722
conocimos, es imposible que…
—Dante, somos hermanos. La historia que te
conté era real, pasé por eso con mi familia adoptiva,
sé que nuestros padres murieron en un accidente,
ella estaba embarazada y a punto de parir a su tercer
hijo cuando tuvieron aquel accidente, iban hacia el
hospital, ¿no es así?
—Mi madre murió antes de que el bebé naciera,
fue una noticia demasiado conocida, siendo que mis
padres eran dueños de media ciudad. —la miró con
desdén comenzando a enfadarse realmente. —
¿Tanto necesitas el dinero?
—En realidad no lo necesito. —sonrió y se
dirigió a su bolso, que había dejado sobre otro
mueble, lo colocó frente a Dante y le mostró un
sobre con un montón de documentos dentro, los
cuales sacó con cuidado y le mostró el primero de
varios que le pasaría. —Mi acta de nacimiento, es
original, pero puedes investigarlo si quieres. Estas
hojas de aquí dicen la razón por la cual ni tú, ni
Eros, sabían de mi existencia.
—Y te lo voy a creer, claro. ¿Por qué llevas estos
papeles justamente hoy que has decidido hablarme
de esto?

723
—Siempre los llevo en mi bolso, el asunto es que
no había encontrado la manera de decir algo así. —
encogió los hombros quitándole importancia a eso y
continuo. — ¿Sabías que el testamento de nuestros
padres fue dividido en dos partes? Una que se
trataba de ustedes, y otra que se trataba de mí.
Aunque lo último no lo sabías porque no estabas
autorizado para saberlo y en realidad nunca te
importó porque tuviste tu parte de la herencia en
cuanto cumpliste la mayoría de edad, ahí terminó
para ti. Estas hojas son una copia que ellos quisieron
que yo recibiera cuando mis padres adoptivos lo
considerasen apropiado.
— ¿Por qué ocultarían la parte del testamento que
trataba sobre ti?
—Por protegerme. Creían que yo estaba en
peligro, igual que ellos, sabían que iban a morir
pronto, tenían una sentencia de muerte segura, por
más dinero que tuvieran, lo que estaba en su contra
era mucho más poderoso.
—No te creo ni una sola palabra.
—No es necesario que me creas ahora. —dijo
Megan sacando de su bolso un pequeño botecito que
llevaba un algodón dentro, lo sacó y lo metió en su
boca un momento para luego ponerlo en el bote y

724
entregárselo a Dante. —Con esto puedes hacer una
prueba de ADN cuando se te antoje, y en este sobre
encontrarás todas las respuestas a tus preguntas. Si
necesitas ayuda para aclarar algo, llama a los
abogados de la familia, o a quienes conocieron de
cerca a nuestros padres, todos ellos saben de mi
existencia. Tú y Eros vivieron de forma egoísta,
aunque, tenía más fe en ti, desde que te conocí creí
que eras un tipo genial, hasta que vi lo que le hiciste
a Yune y arruinaste esa buena imagen que tenía de ti.
Ahora tengo que buscar a Eros, tal vez el sí me
creerá.
La vio marcharse y no reaccionó hasta escuchar
la puerta del departamento al cerrar. De inmediato
tomó sus llaves y salió también, eso debía ser una
broma, pésima y de mal gusto, sin embargo, iba a
llevar esa muestra a un laboratorio, de paso revisaría
a detalle los documentos que Megan le dio.
—Ori… Ori…
La voz de Megan hizo que el pequeño abriera los
ojos al fin. De inmediato reaccionó recordando lo
que había sucedido, no fue un sueño, aún sentía su
cuerpo agotado y todavía podía sentir las caricias
que Dante le regaló. ¿Entonces qué hacía Megan
ahí?

725
—No te asustes, vine en cuanto vi que Dante iba
de salida. —dijo preocupada ayudándole a sentarse.
—Te llevaré al hospital…
— ¿De qué hablas? ¿Por qué tendrías que hace
eso? —cuestionó Ori demasiado confundido. — ¿A
dónde ha ido Dante?
—No estoy segura de a dónde fue, pero sé que
volverá y no es buena idea que te quedes aquí.
— ¿Por qué?
—Lo que te hizo anoche, y no trates de
justificarlo, si te ha obligado bien podría haber
dañado a los bebés y…
—Megan, no es así, anoche yo quise estar con él,
no me ha hecho daño, tampoco a ellos. —murmuró
comprendiendo la preocupación de la chica. —Y no
estoy justificando nada, porque no hizo lo que
piensas.
—Entonces, ¿él dijo la verdad?
— ¿Hablaste con él? ¿Por qué no le creíste?
Megan se echó a reír de forma algo histérica
sentándose junto al chico.

726
—A Dante no le creería nada ni de chiste. No
entiendo aún como es que tú confías en él después
de lo que te ha hecho.
—Porque, aunque no lo creas, es una buena
persona. —dijo Ori bajando la mirada. —Y es el
único que se ha disculpado conmigo después de
hacerme daño. Nunca nadie hizo algo así.
—El hecho de que te pida perdón, no significa
que lo sienta en realidad.
—En él sí, cuando se arrepiente por algo, puedo
verlo en sus ojos. Sé que suena tonto, tal vez pienses
que soy ingenuo, pero, por más que Dante me
lastime, a él también le duele.
—Sigues siendo tú quien más pierde en esto,
quizá él puede tener remordimiento, pero no
terminará en el hospital si te golpea y provoca que tu
embarazo se interrumpa. No tiene control sobre él
mismo, no deberías fiarte de él.
—Sí lo tiene, y no va a provocar algo así, sufre
mucho cuando recuerda lo que hizo al chico que
estuvo antes a su cuidado y no me dañaría de la
misma manera. —aseguró Ori realmente
convencido.

727
Megan suspiró rendida, ahora le quedaba más que
claro que ese Omega realmente estaba enamorado de
Dante, tanta confianza en alguien así no era nada
común, pero, no le preocupaba eso, sino que el
pequeño estuviese equivocado. El amor era un juego
complicado, ella lo sabía, su experiencia no le
permitió abrir los ojos hasta que todo se salió de
control a grandes dimensiones. Las consecuencias
fueron irreversibles.
— ¿Seguro que estás bien? —preguntó
acariciándole el cabello con suavidad. Ori volteó a
verla sonriéndole y asintió.
—No me ha hecho nada que yo no quisiera.
—Bien, voy a creer que me dices la verdad
porque no puedo quedarme mucho tiempo.
— ¿Ya te vas? —cuestionó Ori al verla ponerse
de pie.
—Dante no querrá verme cuando vuelva, así que
me iré de una vez. En el refri dejé algo de lo que
cociné ayer, y si no te sientes bien no dudes en
llamar a la doctora.
— ¿Puedo llamarte a ti?

728
—No lo creo, saldré de la ciudad y no podría
ayudarte si me necesitas, solo llámame si Dante te
hace daño o vuelve a comportarse como el idiota
que suele ser.
Ori comprendió y se despidió de ella sabiendo
que no la vería en un tiempo, no era necesario
escucharlo de su boca, su mirada decía que tenía
asuntos pendientes y eso le llevaría tiempo. Sin más
preguntas la dejó marchar, después de unos minutos
fue a ducharse, esperando que Dante volviera
pronto.
Yune llevaba un día entero vomitando, no era
normal y Eros comenzó a preocuparse cuando al día
siguiente no mejoraba aún con medicina y descanso.
Ambos sabían lo que aquello podía significar, ni
siquiera era necesario hablarlo, así que Eros
inmediatamente llamó a un médico, si era lo que
suponían, quería tener especial cuidado con el chico.
Quizá era demasiado pronto, pero a un mes de
haber estado juntos por primera vez ya era posible
que los síntomas de un embarazo salieran a la luz.
El doctor llegó a medio día y entró a la habitación
de Eros, donde estuvo únicamente con Yune
mientras hacía las pruebas necesarias, pues el Alfa

729
había hablado con él previamente. Sumado con las
otras rutinas médicas se tardó al menos una hora.
La espera carcomía a Eros, que esperaba en el
comedor de la casa donde ahora se habían
establecido.
Uno de los Alfas del circo, se sentó frente a él
cruzándose de brazos, y Eros pudo notar cierta
tensión en él.
— ¿Qué te sucede?
— ¿Me preguntas a mí? —refutó aquel
levantando la mirada con enfado. — ¿Qué sucede
contigo? Llevamos aquí un mes y para lo único que
sales de tu habitación es para comer y llevarle
comida a ese Omega inútil.
—Hey, no te permito que hables de esa manera.
¿Acaso te debo alguna explicación?
—Por supuesto que nos la debes. —dijo otro tipo
acercándose detrás, también era un Alfa conocido.
—No solo a nosotros, sino a todos los que dejamos
de trabajar y te ayudamos a buscar a Orién.
—Ustedes dos no vinieron a ayudar, ese chico ni
siquiera les agradaba.

730
—Muchachos, no deberían venir a cuestionar a su
jefe. —la voz de Brandy congeló a ese par que
osaban molestar a Eros. — ¿Qué creen que puede
hacer este tigre, con un zorro y un gato montés que
lo hacen enfadar?
Ambos eran Alfas, eso estaba claro, pues sus
especies eran de animales salvajes y de cacería, sin
embargo, eso no les hacía rival alguno para un Alfa
con los genes de un tigre, lo sabían perfectamente.
Se retiraron bastante molestos, entonces Brandy
tomó asiento y observó a Eros con una sonrisa.
— ¿Te la has pasado bien?
—Brandy, no empieces a molestar tú también.
—Sí, lo siento mucho, pero tengo que hacer esto.
¿Cuánto más piensas que durará esto? Porque todos
los que han llegado no entienden por qué deben
esperar, y comenzamos a creer que el circo dejará de
existir. Si es así, entonces es momento de que hables
con todos y nos lo aclares. Puede que tú tengas la
vida solucionada, pero el resto no, necesitamos
trabajar para comer.
—En esta casa no le falta alimento a nadie.
—No se trata de vivir a cuesta tuya por siempre.

731
—Brandy…
—Ya sé, no es el momento de hablarlo, pero
necesito que lo pienses. Les diré a todos que esperen
un poco más.
Eros le agradeció en silencio y suspiró con cierta
inquietud. Aquel era un tema que había ignorado.
—Por cierto. —dijo Brandy al ponerse de pie,
pues era algo que por poco no mencionaba. —Los
chicos que estuvieron buscando a Ori han dejado de
hacerlo hace dos semanas, siguen sin encontrarle y
ya están agotados, no quise que fueran de nuevo sin
ningún plan de por medio, y como has pasado tanto
tiempo sin hablar con nadie, decidí que la búsqueda
estaría pausada.
—Ya no buscaré más a ese chico. Podría estar
muerto, ni siquiera los contactos que tenía han
servido para saber de él.
—Eros, no es seguro que haya muerto, también
podría estar vivo y necesitando ayuda, si dejamos de
buscarlo…
—Ese ya no será mi problema, solo lo buscaba
porque Yune estaba interesado en que lo hiciera,
ahora se le ha olvidado, y a mí me preocupa más
estar al pendiente de Yune.

732
Brandy no insistió, conocía a Eros y ya sabía que
algo así iba a suceder, ese hombre podía darlo todo
por aquel chico, pues lo amaba y eso era obvio, pero
no daría ni un centavo por alguien que no le
interesaba, como era el caso de Ori.
Y ella tampoco se metería más en ese asunto, no
tenía forma de hacerlo, si Eros no encontró al chico,
ella no tendría ni la mínima posibilidad, además, no
era problema suyo.
Dante se había reunido con el notario que
siempre atendió los casos familiares, después de leer
aquellos documentos necesitaba confirmar que eran
reales, pues seguiría dudando hasta no dejar ni un
cabo suelto. Aún quedaba esperar a que llegara la
noche, pues iría a recoger los análisis antes de las
ocho.
Durante todo el día escuchó la verdadera historia
de sus padres, descubriendo más dudas a cada
palabra del buen amigo de su padre, pues no solo era
un notario al cual contrató, era el padrino de sus dos
hijos, Eros y Dante.
Habían pasado más de diez años en los que Dante
no veía a ese buen hombre, y los recuerdos que le
traía el encuentro no le dejaban en paz.

733
—Zair, amigo mío, ¿tengo qué recordarte el trato
que hicimos?
La voz áspera de un hombre hizo temblar al
aludido, quien se encontraba atado a una silla con la
ropa llena de su propia sangre y la nariz rota, entre
otras heridas en su rostro.
—Dame más tiempo, te juro que estuve a punto
de conseguirlo aquella vez, pero…
—Pero eres un incompetente.
—Te lo suplico, lo traeré a ti.
—No creo en tu palabra, pero por esta vez te daré
una segunda oportunidad. —le tomó violentamente
del cabello, acercándose a su oído para dar la última
advertencia. —Trae a ese mocoso antes de que sus
hijos nazcan, o te arrancaré la lengua y no querrás
saber dónde acabará. Y más te vale que no dañes mi
mercancía, o tu suerte será peor de lo que tu
retorcida mente pueda imaginar.
— ¿Por qué quieres tenerlo de vuelta? Cuando
me lo vendiste dijiste que no te servía.
—Los negocios han cambiado, putas como él son
escasas, sabes lo especial que es. Además, lo he

734
visto y resulta exquisito para mi colección. Eso es
todo, un capricho que obtendré a toda costa.
Zair tragó con fuerza, sabía lo difícil que sería
recuperar a Ori, pero tenía que hacer hasta lo
imposible o lo pagaría con su propia vida, no dejaría
que ese mocoso fuera el responsable de su muerte.
Era media noche. Dante se encontraba bebiendo,
como si eso fuese a solucionar algo de lo que
acababa de confirmar. Megan definitivamente era su
hermana, y ahora conocía una verdad que le
carcomía por dentro.
Sus padres no tuvieron un accidente, alguien
intentaba matarlos. Megan era la razón, su madre la
culpable sin haber tenido opción de elegir. La vida
de sus padres había sido completamente diferente a
lo que creía recordar, claro, un mocoso egoísta no
vio más allá de lo que deseaba ver.
Megan actualmente tenía veinticuatro años.
Cuando nació y sus padres murieron, Dante tenía tan
solo ocho, pero era suficiente edad como para darse
cuenta de lo que sucedía, de solo haber sido un niño
más consiente. Perder a sus padres le hizo cambiar
drásticamente, antes de eso fue un mocoso
caprichoso que solo con pedir algo lo obtenía, no
tenía responsabilidades ni preocupaciones, era la

735
vida perfecta cuando sus padres lo solucionaban
todo.
Conocer la realidad fue un golpe demasiado
fuerte como para pasarlo por alto. Se odiaba a sí
mismo en ese momento, porque, sin darse cuenta, se
convirtió en un ser despreciable, que bien podría ser
igual al infeliz que asesinó a sus padres y trató de
robar a la bebé que ellos lograron proteger.
Sí, un hombre era el causante de todo.
El tipo más peligroso con quien nadie querría
enfrentarse, el dueño de aquella despreciable marca
de prostitución, una red tan grande que detrás de la
venta de sexo escondía cosas peores. Ese imbécil
trató de estafar al padre de Dante, al no lograr su
cometido cobró venganza con algo que ni el dinero
podría reponer.
Su esposa, la mujer a la que el gran Rober
Williams había amado infinitamente. Una persona
inocente, que fue secuestrada, torturada, violada
repetidas veces por aquel que buscaba destruir a su
familia.
Rober hizo hasta lo impensable por recuperarla,
pero cuando pudo matar al responsable no fue capaz,
no disparó al tenerle enfrente, y decidió que lo

736
correcto era enviarlo a la cárcel. Obviamente eso no
detuvo a aquel infeliz, teniendo tantas cartas bajo la
manga logró salir sin que Rober se enterase.
Habían pasado ocho meses de que Grace, la
esposa de Rober, volvió a casa con graves secuelas
de haber sido presa de aquel maldito hombre,
secuelas que no podían ocultarse cuando estaba a
punto de dar a luz a un bebé que no era producto del
amor que le tenía a su esposo. Destrozada por
dentro, Grace fue capaz de sobreponerse y seguir
adelante, creyendo que el infierno que vivió había
quedado en el pasado.
Cuando se enteraron de que el demonio estaba de
regreso, los padres de Dante tomaron una decisión
radical. Sabían bien lo que ese tipo deseaba, y no se
lo darían, el bebé que Grace esperaba no merecía
que su padre fuese un maldito criminal, así que el
nacimiento lo mantendrían lo más oculto posible.
Arreglaron todo en caso de sufrir un atentado, por
ello fue que el testamento estaba tan claro con
respecto a Megan, quien al nacer huérfana fue
llevaba inmediatamente a la casa de un matrimonio
humilde que deseaban tener un hijo y nunca lo
lograron.

737
Nada fue a la suerte, Rober cubrió cualquier
posibilidad y encontró a esa pequeña familia de
personas honestas que no le dejaron duda alguna,
cuidarían a Megan mejor que nadie, en la parte del
testamento que no había sido expuesta dejó un
apartado que daba a esa familia una parte de la
fortuna familiar, y otro tanto para cuando ella fuese
adulta.
No se había equivocado, la familia de Megan fue
ejemplar, hasta que su hermana dio un mal paso y
tuvo que sufrir en carne propia algo similar a Grace.
Golpes, abusos, humillaciones. Dante se sentía como
una vil mierda, al saberse responsable de actos tan
monstruosos, iguales a los que su amada madre y
Megan, a quien no le quedaba más que admitir como
su hermana, habían sufrido en manos de hombres
miserables, hombres asquerosos como lo era él
mismo.
Todo eso le nublaba la mente, no soportaba la
sensación de nauseas que se provocaba al ver su
reflejo en la vitrina del bar.
Él era peor que cualquiera, había matado a su
propio hijo, había destruido la vida de un ser que
aún ni siquiera nacía, y era suyo, su pequeño. De no
haberlo hecho, no estaría bebiendo en ese momento,

738
en su lugar se encontraría en casa viendo a Yune
abrazar al bebé mientras lo alimentaba, o algo así.
No tendría la miserable carga de ser un maldito
asesino.
Su teléfono sonó y logró contestar, ya estaba
demasiado ebrio como para ver quién llamaba.
— ¡Dante!
—No grites. —siseó lentamente. — ¿Quién eres?
—Soy yo… Soy Ori. —rectificó el chico
inmediatamente suponiendo que era necesario
aclararlo. La voz de Dante le preocupó. — ¿Has
estado bebiendo?
—Sí, y no es asunto tuyo.
—Lo siento, no debí molestarte. —murmuró el
pequeño entristeciendo notablemente.
— ¿Por qué me has llamado? —cuestionó Dante
en tono de reclamo, odió la forma en que Ori le
respondió, podía saber que algo malo le sucedía.
—Quería saber si ya ibas a llegar, pero no
importa. —se apresuró a contestar tratando de
ocultar lo que realmente quería decirle.
—Dime la verdad.

739
—No es… —su voz se cortó y no pudo ocultar el
quejido que se le escapó. Colgó asustado, deseando
que Dante no hubiese alcanzado a escuchar.
Pero el Alfa lo notó perfectamente, su nivel de
ebriedad bajó casi de golpe al pensar que algo malo
le ocurría a Ori y salió del bar tras dejar una buena
cantidad de dinero como pago, no podía esperar a
que le dieran la cuenta.
Ori se encontraba en la sala, estaba en el piso con
el pie hinchado después de haberse caído de un
pequeño banco al cual se subió tratando de alcanzar
algo, el accidente ocurrió en la cocina y tuvo que
arrastrarse a la sala para tomar el teléfono.
Iba a llamar al hospital, pero, era muy tarde y
Dante aún no volvía, tontamente pensó que era
mejor avisarle a él, sin embargo, después de eso no
se atrevió ni siquiera a llamar después al hospital,
creyendo que Dante se molestaría si no le
encontraba al volver.
Si algo bien sabía, era que podía durar días sin
aparecer cuando comenzaba a beber, pero no estaba
seguro de que así fuera esta vez y no correría el
riesgo, además, ¿cómo pagaría la consulta y la
curación? Dante siempre se encargaba de eso.

740
Le dolía demasiado. Intentó no llorar mientras
trataba de pensar en algo, veía su tobillo
comenzando a tornarse morado, no soportaría
mucho así. Lo único que le consolaba en ese
momento era que sus bebés no habían sufrido daño,
tratando de evitar una caída realmente peligrosa se
lastimó las manos y su pie acabó así de mal.
Como pudo logró subirse al sillón, podría dormir
ahí, aunque el dolor no se lo iba a permitir. Quiso
convencerse de que no era tan grave y dejó de ver el
daño, sus lágrimas comenzaron a salir mientras
intentaba distraerse mirando el techo. Debía
soportarlo, había pasado peores cosas, ¿no?
Tras varios minutos la puerta fue abierta con
violencia innecesaria, Ori reaccionó de inmediato,
ocultó su pierna con un cojín que le causó más dolor
del que ya había, y miró a Dante con temor.
— ¿Qué ocurrió? —cuestionó el Alfa, mientras
se acercaba con una expresión demasiado molesta.
— ¡Nada! —exclamó el chico cubriéndose el
vientre como defensa por si Dante pensaba
golpearle. —No pasó nada. —tragó con fuerza y
bajó la mirada cuando él se detuvo a su lado.

741
—Te escuché quejarte, ¿qué es lo que intentas
ocultar?
—No me quejé. —susurró temblando. El aroma a
licor en ese hombre le aterraba, ya de por sí Dante
era irracional cuando estaba enojado, le temía más al
encontrarse ebrio.
Se sentó a los pies de Ori, haciéndolos a un lado
y provocando que el chico gritara tan fuerte que le
aturdió. Enseguida se quitó viendo qué sucedía, el
cojín había caído al piso y pudo descubrir el tobillo
gravemente dañado.
— ¡¿Esto es “nada” para ti?! —Dante le reclamó
furioso señalándole su propio tobillo.
—Por favor no te enojes, juro que fue un
accidente. —suplicó Ori cerrando los ojos con
fuerza. —Me caí, solo me caí, estaré bien…
—Está claro que fue un accidente, no creo que te
rompieras el pie por mero gusto. —farfulló Dante
acercándose para cargarlo. —Estarás bien después
de que te lleve al hospital. ¿Qué demonios pensabas
al no decir algo como esto? Si te hubiese creído
ahora seguiría en ese maldito bar y tú podrías perder
el pie si no lo atendemos ahora. ¿Cuándo sucedió
esto?

742
—Un rato. —susurró el pequeño encogiéndose en
los brazos del Alfa. —Te llamé en cuanto encontré
el teléfono.
— ¿De dónde te caíste?
—Del banco que está en la cocina…
Dante no hizo más preguntas, se mantuvo serio
durante el viaje, tratando de no alterarse escuchando
las suaves quejas del menor, reconocía que Ori
toleraba bastante ese dolor, pero cada expresión de
sufrimiento que éste mostraba, lograba preocuparle
en exceso.
Lo llevó directamente a urgencias y fueron
atendidos de inmediato. Efectivamente había una
fractura y el pie del pequeño tuvo que ser enyesado,
el dolor no disminuyó demasiado, Ori se negó a
tomar analgésicos alegando con el doctor que eso
podía dañar a sus bebés, y por más que le dijeron
que eso no sucedería, él no lo aceptó.
Cuando al fin Ori fue dado de alta horas más
tarde, pues el daño no ameritaba ser internado,
Dante lo recibió en una silla de ruedas que no le
agradó demasiado.
—Sé que soy una molestia. —murmuró Ori
creyendo que estaba molesto por lo su accidente. —

743
Lo siento mucho.
—No digas tonterías. Debí volver antes al
departamento y esto no hubiese sucedido.
— ¿No vas a gritarme? —preguntó sorprendido.
— ¿O es que esperas a salir de aquí para enojarte
enserio?
— ¿Qué? No estoy enojado contigo, no voy a
gritarte.
—Pero pareces estarlo.
—Ori, hoy no tuve un buen día, pero no estoy
molesto contigo, así que relájate. —aseguró
tomando la silla para salir de ahí lo antes posible. 

744
Capítulo 29

—Ori, ¿qué estabas buscando aquí? —preguntó


Dante al ver el banco del cual el chico se había
caído.
Acababan de llegar y había dejado a Ori
nuevamente en el sillón, ahora cuidarlo sería más
complicado, pues no quería que se esforzara
demasiado tratando de caminar con un solo pie o
con muletas. Le dio curiosidad saber la razón por la
que Ori se subió a ese banco.
—Megan esconde galletas ahí. —murmuró el
pequeño asomándose detrás del sillón, desde ahí
alcanzaba a ver la cocina y obviamente a Dante. —
Se me antojaron mucho.
Él las bajó sin trabajo alguno, las alcanzaba
perfectamente, y se dirigió a la sala tras servirle un
vaso de leche.
—Ten, nunca te había escuchado decir que tenías
algún antojo, así que supongo que por hoy puedes
comerte estas galletas.

745
—Gracias. —murmuró el menor recibiendo ese
pequeño detalle con una gran sonrisa.
— ¿Cómo te sientes? Me dijeron que no quisiste
recibir nada para calmar el dolor.
—Apenas me duele, es solo un poco, no se
compara a lo que me dolía antes de que me pusieran
esto. —dijo Ori señalando el yeso.
—No debí dejarte solo tanto tiempo.
—Dante, ¿qué ha ocurrido con Megan? Ella me
dijo que tenía cosas qué hacer, y que no querías
verla aquí al volver.
—Megan aseguró algo que debí confirmar para
creerle, quizá ella pensó que me molestaría al saber
que decía la verdad. Pero me ha molestado más que
se largara sin dejar todo claro.
— ¿Puedo saber qué fue lo que te dijo?
—Ella es mi hermana. —confesó Dante
sentándose en el sillón donde Ori se encontraba,
dejando que el chico se recostara en sus piernas. —
Hoy averigüé la verdadera historia sobre mi familia,
algo que siempre ignoré, y, al descubrir todo el
pasado que acabó con mis padres, comprendí que
por alguien igual a mí ellos murieron.

746
—No entiendo, ¿alguien igual a ti? —preguntó el
pequeño, levantándose lo suficiente para quedar
sentado y mirar a Dante cara a cara. — ¿A qué te
refieres?
Ori notó el torbellino de emociones que el Alfa
había estado ocultando, tras esa expresión de enfado
que llevaba desde que volvió del bar era difícil
identificar lo que había en él.
—Ori, tú bien sabes qué clase de persona soy, me
convertí en un monstruo, lastimé a alguien que era
realmente importante para mí, y muchas veces he
estado a punto de arruinarte de la misma manera. No
hace falta explicarlo a detalle, lo único importante es
que mis padres se enfrentaron a un hombre que hizo
lo que yo he hecho, y es por él que ellos murieron.
—Dante. —murmuró Ori acariciando su brazo
con suavidad. —Sé que no eres la persona más
amable, ni tampoco la más buena, pero, tampoco
eres eso que has dicho, un monstruo no sentiría
arrepentimiento, no sentiría dolor al recordar lo que
ha provocado, y aunque tú cometiste muchos
errores, el hecho de admitirlos como lo que son y
tratar de no caer nuevamente en ellos, te hace un
hombre muy distinto a lo que yo considero un
monstruo.

747
El mayor cerró los ojos dejando caer hacia atrás
su cabeza, las palabras del chico calaron hondo en su
alma, sintió un fuerte vuelco en el pecho que aceleró
los latidos de su corazón. No merecía a alguien
como él a su lado, ¿por qué la vida le premiaba con
ese pequeño, después de haberle hecho tanto daño a
Yune?
Ori era la única persona que confiaría en él a esas
alturas, aun conociendo sus antecedentes y alcances
seguía ahí, decidido a confiar, arriesgando su propia
vida.
— ¿Enserio lo crees? —preguntó abriendo
nuevamente los ojos para mirar el techo. — ¿No me
tienes miedo?
—Mentiría si digo que no siento temor. —
confesó Ori colocando sus manos sobre su propio
vientre. —Pero no es temor a que me hagas daño, es
a que lastimes a los bebés que están en mí.
— ¿Qué pasa si un día dejo de sentir culpa y me
convierto por completo en ese monstruo del que
hablamos? Eso significa que tú, y esos bebés,
saldrán mal de todo esto.
—Yo quiero confiar en ti, quiero pensar que no
les harás nada malo, y sé que nada de lo que yo

748
pueda hacer va a garantizar su seguridad. Si ocurre
eso que has dicho, será en parte mi culpa por
haberme quedado aquí, después de todas esas veces
en que tuve la oportunidad de irme.
—Lo que he hecho no tiene ningún remedio,
incluso lo que te hice a ti, aunque me des tu perdón
sé que abusé de ti, te tomé sin tu consentimiento y te
obligué a aceptar mantener relaciones sin siquiera
importarme lo que tú querías. ¿Cómo es que después
de eso has decidido entregarte a mí?
—Eso ya te lo dije ayer, yo te amo. —aseguró el
pequeño, se movió un poco hincándose como le era
posible sin resultar incómodo y se atrevió a tomar el
rostro de Dante para hacer que él le mirase. —Y ya
no me importa lo que me hiciste antes, hay errores
que se pueden perdonar.
—Ori…
El chico le sonrió con ternura y se acercó a sus
labios besándole lentamente. Dante sintió un
estremecimiento recorrerle ante aquel contacto, la
calidez de ese pequeño le hacía sentir que la vida le
daba una segunda oportunidad. No, esta vez no iba a
cometer más errores. Debía cerrar ese terrible ciclo
que le convirtió en un ser tan despreciable,
realmente quería intentar volver a ser el mismo, o al

749
menos, no ser ese hijo de puta que fue capaz de
asesinar a su primer hijo.
Ori estaba devolviéndole el razonamiento que
había perdido. Y junto a ello, había algo que dejó
pendiente meses atrás, tenía que solucionarlo si
realmente deseaba continuar mirando hacia delante.
Sabía lo difícil que sería volver a ver a Yune y
pedirle perdón, un perdón que no merecía, y que
estaba casi seguro de que no recibiría, pero se sentía
atado a su oscuro pasado con aquel Omega, quien
alguna vez fue su razón de vivir. Lo quiso tanto, y el
daño que le causó fue tan exagerado, que no se
sentía capaz de volver a mirarle a los ojos, pero tenía
que hacerlo, buscaría a Yune, suplicaría por su
perdón si era necesario.
Sin embargo, aún no se creía capaz de hacerlo.
Tras pensarlo un rato, decidió darle un día específico
a ese hecho, y debería juntar todo el valor que tenía
para afrontar cualquier desprecio por parte de Yune,
incluso entendería si le mandaba al diablo, pues era
un tema muy delicado aquello que sucedió. Yune
definitivamente no era como Ori, y lo que le hizo era
imperdonable.
Esa noche Eros daba vueltas en la casa, aún no se
atrevía a entrar en la habitación. Desesperado por no

750
haber visto a Yune en toda la tarde, decidió ir a
verlo, aunque eso significaba tener que decirle lo
que el médico le comentó esa tarde.
Abrió la puerta lentamente, encontrando al chico
recostado en la cama, con los ojos abiertos mirando
hacia un punto específico de lo que su visión cubría.
Eros llegó hasta él y se sentó a su lado acariciando
su brazo con suavidad.
— ¿Cómo te sientes?
—La medicina funcionó. —murmuró Yune sin
tener ninguna reacción sobre la presencia de su
pareja. El Alfa suspiró.
— ¿El doctor habló contigo? ¿Por eso estás así?
— ¿Y cómo debería estar? Ya lo sabes, ¿verdad?
También te lo dijo a ti, por eso no has venido en
todo el día.
—Yune, de haber sabido que te lo ha dicho,
habría venido de inmediato. No iba a dejarte solo
con esto.
—No importa, quizá esto es lo mejor para ti.
—No digas tonterías, quiero formar una familia
contigo, tu situación podría tener solución, solo

751
debemos buscar opciones, mañana mismo iremos a
hacerte los estudios que el médico recomienda y…
—Eros, deja de intentar animarme, yo no quiero
que me hagan estudios de nada. —se sentó
mirándole con enfado. —No puedo tener hijos, es lo
que ha dicho el doctor, y voy a seguir así. Esto es
por culpa de Dante, todo esto es su maldita culpa. Ni
siquiera creo que sea posible que un tratamiento me
ayude.
A pesar de parecer molesto, Yune tenía temor y
angustia en sus ojos, muy parecido a lo que sintió
aquel día en que perdió a su bebé. Eros se
estremeció al verlo así, lo abrazó con fuerza y trató
de pensar en algo que pudiese decir sin que su
pequeño amante resultase herido.
—El doctor también dijo que no te encuentras en
condiciones de concebir porque no recibiste la
atención adecuada aquella ocasión. —murmuró sin
querer ser demasiado directo, era un tema en
extremo complicado. —Pero no mencionó que sería
permanente, nos ha ofrecido una posibilidad, y si no
quieres voy a entenderlo, solo necesito saber qué es
lo que vas a decidir. No quiero insistir demasiado, y
no voy a molestarme si decides dejar las cosas así,
solo intento que estés bien.

752
—Creí que me sentía mal porque…
—Lo sé, los síntomas nos hicieron creer lo que
no era, no debimos darlo por hecho.
—Eros. —susurró Yune encogiéndose entre sus
brazos, el único sitio donde realmente se sentía
seguro. —No sé qué hacer, tengo miedo…, no sé
qué será mejor, si me quedo así no tendremos hijos
nunca, y no tendrás que cargar conmigo el resto de
tu vida…
—Te propongo que no hagamos nada, dejemos
pasar un tiempo para que te tranquilices, y cuando
estés listo hablaremos de esto nuevamente. Mientras
tanto, quiero que dejes de pensar que eres una carga
para mí. Así seamos solo tú y yo, quiero una vida
contigo, vamos a casarnos y eso será para siempre,
¿acaso aceptaste pensando que sería temporal?
—Es verdad… —murmuró cayendo en cuenta,
no había pensado en el compromiso que significaba
casarse, y eso le hacía un poco feliz entre todo el lío
que había en su cabeza.
Sonrió cerrando los ojos para no comenzar a
llorar, la noticia del médico sobre su posible
infertilidad solo le había traído recuerdos terribles
que había creído dejar en el pasado. Se sentía tan

753
débil en ese momento, su única fortaleza eran los
protectores brazos de Eros, quien le hablaba con
tanta comprensión, era afortunado de tener el cariño
del mayor, aunque eso no era suficiente para poder
dejar el pasado completamente atrás, ahora con la
noticia del médico creía que su infierno solo se
había pausado por un tiempo, y que amenazaba con
volver de una forma cruel que ya no era dirigido
directamente por Dante, aunque podía culparlo por
todo.
Aquella noche Ori se quedó dormido recostado
sobre Dante, quien lo llevó a la habitación y salió de
ahí para merodear por todo el departamento tratando
de ganar algo de sueño, lo cual resultaba imposible.
Los días comenzaron a correr tortuosamente para
él, no lograba dormir más de una hora por día y eso
si tenía suerte. Decidió no ir a la oficina al menos un
tiempo para cuidar de Ori, sin embargo, se sentía
enteramente agotado por no dormir debidamente,
llegando al punto en que el pequeño comenzaba a
notarlo.
Trató de averiguar si Megan realmente había ido
a hablar con Eros, pero no fue así, sabía que la chica
se había ido de la ciudad y se quedaba en un hotel de
carretera, llevaba ya todo ese tiempo metida en una

754
habitación. Dante no quiso enfrentarse a ella, pues
sabía todo de él, Megan había estado investigando
años antes de aparecer en su vida, y a pesar de no
estar presente, se enteró de todo lo que ocurrió con
Yune. Mantenerse alejado de ella le permitía no
sentirse tan miserable, aunque de nada servía si eso
no le ayudaba a descansar.
Pasaron algunas semanas, en las cuales Dante
apenas y salía de vez en cuando al trabajo, pues
debía atender asuntos importantes en la empresa. En
ese tiempo fue descubriendo que la tensión causada
por el remordimiento, solía disminuir si compartía
momentos agradables con Ori, como llevarlo de
compras, invitarlo a sitios agradables para comer y
cenar, o intimar sexualmente, eso último incluso le
ayudaba a dormir mejor, y aunque al Alfa no le
agradaba mucho depender del pequeño, decidió
permitirse esa debilidad al menos por un tiempo, en
lo que todo volvía a estabilizarse.
Por su parte, Ori no terminaba de acostumbrarse
al cambio en la actitud de Dante, le gustaba, pero de
cierta forma lo sentía extraño, sabía que su
comportamiento no era del todo real, y no era
porque extrañara sus malos tratos, para nada, sino
que la aparente calma de Dante escondía algo que
Ori podía percibir. Le costó adaptarse y dejar de

755
disculparse cada que el Alfa tenía que ayudarle a
hacer las cosas, aunque admitía que la amabilidad
del mayor le ayudó bastante a no sentirse más un
inútil, y fue mucho mejor cuando al término de la
quinta semana le quitaron el yeso.
Tardó unos días en volver a caminar con
confianza, pero lo logró y estaba más que feliz al no
tener que usar más muletas o la silla que Dante
prefería.
Su pie sin el yeso no fue lo único que cambió en
ese tiempo, pues ahora su vientre era mucho más
que notorio, tenía seis meses de embarazo y
esperaba dos bebés, así que el resultado era una
barriga imposible de ocultar, era como si debajo de
la camisa se metiera una sandía partida por la mitad,
una enorme y gorda sandía.
Quizá Ori no lo notaba, pero Dante había lidiado
todo ese tiempo con varios desplantes del pequeño,
que solían ser exagerados. Su paciencia había
crecido tanto como el vientre del chico, cada que Ori
lograba hacerle enfadar, solo bastaba con voltear a
verle furioso para caer en cuenta del error que
cometería si le gritaba o lo agredía de alguna forma,
verle embarazado le hacía comprender que no era
culpa suya tener cambios de humor tan complicados.

756
La doctora se lo explicó en una de las revisiones,
pues notó una breve escena donde Ori discutía y se
enojaba de forma irracional con Dante, ella tuvo que
intervenir aquella vez para que el chico dejara de
alterarse y no pasaran a mayores, pero previno al
padre de los niños, pues eso se repetiría más seguido
conforme se acortara la espera.
Así fue como Dante aprendió a controlar esos
momentos, el tiempo a solas con el menor le
permitió conocerlo a profundidad, y tenía cartas bajo
la manga para evitar desquiciarse junto con Ori. Una
de las mejores soluciones era ofrecerle algo que le
gustara, así fuera ir a dar un paseo o pedir su comida
favorita, quizá dejarlo ver algún programa en la
televisión o permitirle elegir alguna película.
En realidad, hacer feliz a Ori resultaba demasiado
simple, el chico no exigía demasiado, una caricia
amable era suficiente para tranquilizarle, pero Dante
trataba de darle más que eso, sentía que debía
compensarle de alguna manera el hecho de utilizar el
sexo con él para despejarse de sus propios
problemas.
—Dante… ¿A dónde vas? —susurró Ori
despertando apenas, se tallaba los ojos tratando de
no volver a dormirse, pues veía que el mayor se

757
encontraba vistiéndose, eso solo significaba que iba
a salir.
—Me ha llamado mi asistente, olvidé que tendría
una junta hoy. —explicó Dante terminando de
acomodarse la corbata. —Volveré en la tarde.
Vuelve a dormir, aún es muy temprano.
Ori asintió sin quitarle la mirada de encima,
Dante dio un par de vueltas por ahí tomando algunas
cosas que necesitaba y finalmente se detuvo junto a
la cama.
—Cuídate, no hagas cosas que puedan ser
peligrosas, y si ocurre algo llámame de inmediato.
—Quiero ir contigo. —murmuró el pequeño.
Dante se sentó en la cama y observó a Ori un
momento, acarició su rostro, bajando después hasta
su vientre, que tocó con un cuidado especial.
—Es mejor que te quedes, al menos esta vez,
pasaré la mañana entera metido en la sala de juntas y
tendrías que quedarte en mi oficina al menos cinco
horas. Es más cómodo para ti quedarte en el
departamento.
—Me aburro mucho.
—Lo sé…

758
—Si Megan viniera de nuevo, yo estaría mejor.
—soltó Ori, provocando que Dante dejase de
tocarle.
—Ella no volverá a cuidarte.
— ¿Por qué la corriste? Hace mucho no viene,
era mi amiga.
—No la corrí, ella decidió irse y yo…
—Sé que sabes dónde está.
— ¿Y eso qué? —cuestionó Dante arqueando una
ceja al suponer lo que Ori quería decir.
—Puedes ir a buscarla y pedirle que vuelva, me
sentiría mejor si ella está aquí.
—He disminuido radicalmente el tiempo que
paso trabajando, ¿y tú solo piensas en esa chica
loca? Si tanto quieres que ella cuide de ti, le diré que
venga y yo volveré a trabajar a tiempo completo. —
advirtió poniéndose de pie completamente serio, no
le agradaba que Ori pidiera algo así. — ¿Acaso no
tienes suficiente con las atenciones que te he dado?
— ¡No! Dante, no quiero que ella venga y tú te
vayas, es solo que, era mi amiga, me trató bien
cuando…

759
—Cuando yo no lo hice. —completó el mayor
con cierta ironía. —Entiendo.
—No te enojes. —suplicó Ori levantándose de
prisa para acercarse a Dante, pero él se alejó
saliendo de la habitación, sin permitir que el chico lo
impidiera. — ¡Dante! ¡No quise decir eso!
El Alfa no se detuvo en su camino, hasta salir del
departamento y entrar al elevador. Tanto tiempo
dedicándole a ese chico, para que ahora fuese más
importante su empatía con Megan, no le agradó ni
de chiste. Sentía celos, y no porque temiera que
Megan pudiese tener una relación con Ori, sino
porque ella se había ganado su cariño con buenos
tratos, y eso le hacía preguntarse ¿qué pasaría si Ori
se enamoraba de alguien más?, alguien amable, un
tipo que le cuidara desde el inicio sin causarle daño
alguno.
No podría competir con algo así, era una
incertidumbre inquietante pensar en ello, razón por
la que no dejaba solo al chico ni un segundo cada
que salían juntos, y por eso mismo no le permitía
salir por su cuenta. Era una forma muy egoísta de
pensar, pero no quería arriesgarse a que le quitaran
lo único que le mantenía en calma ahora que trataba

760
de volver a ser el de antes. Sin Ori en su vida todo se
iría al carajo.
Ori vio la puerta cerrarse en sus narices y sintió
que había cometido un error, no debió preguntar por
Megan, las cosas estaban demasiado bien como para
arruinarlas por una tontería. ¿Qué le costaba
quedarse solo unas cuantas horas? Ya lo había hecho
antes y no ocurría absolutamente nada. Se aferró a la
sabana con la que se cubría, la noche anterior habían
tenido sexo y ahora dudaba que ocurriese lo mismo
al regreso de Dante.
Dante llegó a la empresa y fue directo a la sala de
juntas, trató de concentrarse en el trabajo y dejó de
lado la breve discusión con Ori. Solo serían unas
cuantas horas.
Tras acabar la reunión se dirigió a su oficina,
justo antes de llegar su asistente le detuvo.
—Dante, sé que dijiste que no atenderías a nadie,
pero ha venido este tipo de Empresas Kerens, dice
que su jefe está interesado en hacer una sociedad
con nosotros. —explicó apurada. —Lo dejé
esperando en tu oficina mientras salías de la junta,
no quiso volver más tarde.

761
— ¿Acaso estás loca? —refutó Dante mirándola
con fastidio. —Nadie debe entrar a mi oficina
cuando yo no estoy ahí, y no tengo interés en hacer
una sociedad con esa empresa de mal gusto.
—Lo siento. Le diré que se vaya.
—Déjalo, se lo diré yo. Estás despedida. —soltó
entrando a la oficina.
La chica era una asistente sustituta, la mujer que
antes se hacía cargo se tomó unas merecidas
vacaciones y dejó a una inútil en su lugar, pero en
una semana volvería y todo podría seguir
correctamente, no con esa clase de errores estúpidos.
— ¿Empresas Kerens? Será mejor que te vayas,
no estoy interesado en ser su apoyo económico antes
de la ruina que tienen encima. —siseó Dante apenas
vio al tipo sentado frente a su escritorio.
Aquel giró en la silla y sonrió ampliamente al ser
reconocido, la expresión del Alfa era inicialmente de
confusión, seguido de disgusto.
—Zair, debes tener mucho valor para aparecerte
en mi oficina, después de acercarte a Ori y tratar de
llevarlo contigo. ¿Qué haces aquí? —cuestionó
rodeando la mesa para tomar su lugar al frente,
como debía ser.

762
—Entonces sí te lo contó. Me preguntaba si la
perra había tenido al menos la decencia de decirte lo
que ocurrió en el parque, es que no pude resistirme,
se veía tan bien esa noche. Aunque, quisiera saber si
te dijo cómo sucedieron las cosas siendo
completamente sincero.
—Me dijo todo, así que lárgate ahora o me
encargaré de que te vayas y no vuelvas más.
—Aquella noche que lo encontré en el parque fue
por casualidad, me sorprendió, creí que lo habías
desechado y supuse que brindarle ayuda sería lo
mejor. —explicó Zair sin dar la impresión de querer
marcharse aún. —No sé qué mentira te contó, pero
yo solo traté de hacer algo bueno por él. Aún quiero
hacerlo, sé que ese chico no te agrada, y ahora que
está embarazado seguro preferirías tener uno nuevo.
¿Qué te parece si hacemos un trato? Devuélveme al
chico y a cambio puedo darte a otro Omega, uno que
no sea tan inservible como lo es Orién.
— ¿Qué te hace pensar que eso sucederá? —se
burló Dante. —Te equivocas, ese chico me interesa
más de lo que imaginas, esa noche en que lo
encontraste fue solo por un error que ya he
solucionado con él, así que deja de decir estupideces
y vete a hacer intercambios con alguien más.

763
—Reconozco que no esperaba escuchar algo así.
—mencionó poniéndose de pie, no lograría nada
ahora que Dante estaba dispuesto a conservar al
chico. —Sin embargo, me siento con la
responsabilidad de contarte mis razones, si Orién te
importa tanto, entonces deberías devolvérmelo.
Tengo en puerta un cliente que lo conoció antes y
prefirió no comprarlo, le pareció muy joven, ahora
volvió y solicita tenerlo, es un Alfa…
—Vaya, ni siquiera lo tienes y ya lo has ofrecido.
Ori no pertenece a la prostitución, no permitiré que
nadie lo lleve a esa miserable vida.
—Te equivocas, el Alfa que se ha interesado en él
no lo quiere para eso, de hecho, se trata de un
hombre completamente distinto a ti, él jamás
lastimaría al chico, quiere una relación estable,
formar una familia, incluso podrían casarse y Orién
sería feliz a su lado. ¿O acaso quieres hacerle lo
mismo que a tu anterior mascota?
—Sal de mi oficina ¡ahora! —exclamó Dante a
nada de sacarlo con sus propias manos.
—Le estás negando la oportunidad de ser feliz,
igual que hiciste con ese otro y tu primer hijo. —
siseó Zair antes de marcharse.

764
Dante vio la puerta cerrarse tras ese imbécil,
sentía la sangre hervir por las palabras de Zair,
estaba furioso. Lanzó todo lo que estaba sobre su
escritorio y lo golpeó tan fuerte que la madera crujió
agrietándose. Debía volver a casa, necesitaba ver a
Ori, después de haberse enojado con él esa mañana
le preocupaba que algo le hubiese sucedido, pues
Ori no le llamaría tras verle disgustado.
Apenas llegó al departamento se dirigió a su
habitación buscando al menor, pues no se
encontraba en la sala ni en la cocina. Eran las dos de
la tarde y Ori estaba acostado en la cama, a pesar de
haberse bañado, pues Dante vio la toalla aún
húmeda sobre una silla, se acercó hasta él y le
acarició el cabello pensando que quizá era mejor
dejarlo dormir, sin embargo, no fue capaz de esperar.
Se inclinó sobre él y besó sus labios con intensidad.
Ori comenzó a despertar y sonrió al entender lo
que sucedía, Dante había vuelto y no estaba molesto,
eso le había preocupado aquella mañana, pues el
Alfa se había ido tras una discusión, pero no tenía
miedo, pues él había demostrado en esos meses que
las agresiones no se repetirían más. Se dejó hacer
sintiendo los labios del mayor bajando hacia su
cuello y detenerse ahí lamiendo con ímpetu,
haciéndole gemir.

765
— ¿Qué haces? —jadeó tratando de detenerle un
momento, pues no aguantaría otra caricia más en ese
mismo lugar sin tener consecuencias.
—Aún está mi mordida, parece que la cicatriz va
a quedarse. —comentó Dante separándose para
mirarlo a los ojos, esos ojos grandes que tenían un
brillo tan particular. —Zair fue a mi oficina.
Ori perdió todo el color de su rostro y abrió la
boca sin ser capaz de decir ni media palabra.
—No te preocupes, nada malo va a ocurrir
contigo. —aseguró besándole la frente. —Ya se
había tardado en buscarme, lo que me contaste del
parque fue exactamente lo que me propuso.
—Dante…, yo no quiero ir con él.
—Tranquilo, no voy a venderte, ya te lo dije
antes.
Ori abrazó a Dante haciendo que se cayera a su
lado, y agradeció repetidas veces tratando de no
ponerse a llorar, tenía tanto miedo de que Zair
hubiese logrado convencer a Dante, el alivio que
sintió al escucharle decir que no lo vendería fue
increíble.

766
Dante se movió colocándose sobre el chico,
teniendo especial cuidado en no aplastar su vientre
que les hacía mantenerse bastante separados. No
necesitaba demasiada cercanía para lo que quería
hacer, necesitaba saber que Ori realmente estaba ahí,
y que era suyo, pues una extraña sensación de
pérdida se había instalado en su pecho después de
hablar con Zair.
Tomó las piernas del menor y le sacó el short
junto con la ropa interior. Utilizando dos dedos
comenzó a penetrar la primera entrada del chico,
sintiendo lo húmedo que se encontraba, pero no era
ese el sitio que deseaba, había algo más a lo que no
le había prestado mucha atención.
—Ahh ¡espera! —chilló Ori cuando sintió a
Dante cambiar de agujero.
—No voy a lastimarte. —aseguró el mayor,
obligándole a quedar de lado sin permitirle moverse
para evitar la intromisión, que comenzó con un solo
dedo que en segundos fue acompañado por el
segundo.
— ¡Por ahí no! ¡Por favor! —exclamaba
asustado, sus anteriores experiencias con esa zona
fueron las peores, y aunque Dante prometía no

767
hacerle daño, ya comenzaba a sentir dolor al ser
forzado. — ¡ahh! Ahí no, Dante, me duele…
—Debes relajarte. —advirtió dejando de mover
los intrusos dedos, se recostó detrás de Ori y pasó el
brazo libre por debajo del pequeño cuerpo, hasta
alcanzar su miembro. —Confía en mí y dejará de
dolerte.
—Pero…, no me gusta cómo se siente. —susurró
el menor tragando saliva al sentir la mano de Dante
apoderándose de su virilidad. —No me lo hagas así,
te lo suplico, me vas a lastimar y prometiste no
hacerlo.
—Sigue apretando de esa forma y te follaré sin
prepararte. —reprochó al sentir que Ori estrechaba
su esfínter con demasiada fuerza.
Pero tras esa amenaza notó las breves sacudidas
del pequeño y sus estremecimientos, lo había
asustado provocando su llanto. El chico no tenía la
culpa, era una reacción natural, no tenía qué
regañarlo por algo así y se arrepintió enseguida.
—No puedo dejar de hacerlo. —se quejó Ori
encogiendo sus piernas, pero las estiró enseguida al
sentir un dolor mayor con el movimiento. Acalló sus

768
propios lamentos cubriéndose la boca, tratando de
que el llanto no fuese evidente.
Dante no dijo nada, ya lo había arruinado y debía
compensarle el dolor que le provocaba su
intromisión, aunque el plan seguía en pie. Movió los
dedos un poco, logrando tocar un punto en
específico, al tiempo que acariciaba el miembro de
Ori. La reacción fue instantánea, el chico se erizó
por completo y no pudo ocultar el placer que aquella
maniobra le causó.
Le seguía doliendo, pero eso iba a cambiar. Dante
siguió con ese movimiento dentro del chico,
excitándose con cada contracción, era esa la razón
de su amenaza, pues la presión que Ori hacía con su
esfínter le provocaba a invadirlo con su miembro y
no parar hasta terminar en ese delicioso culo, sin
embargo, tuvo que controlar sus impulsos.
El masaje interno que Ori recibía era tan extraño
y nuevo para él, se sentía tan bien, que tras unos
cuantos roces dejó de sentir la incomodidad del
dolor. Estaba a punto de estallar, comenzó a gemir
fuertemente mientras la mano de Dante aún le
brindaba placer a su pequeño miembro, de pronto
eso se detuvo, pero detrás aún estaba la intrusión que
masajeaba aquella zona y que llegó a calentarle a

769
niveles inmensurables. Cerró los ojos y ladeó el
rostro mordiendo las sábanas justo cuando ya no
soportó más.
Agitado y agotado tras aquel orgasmo, sintió su
cuerpo vibrar mientras Dante se retiraba. Ori moría
de la vergüenza, observó con sus ojos nublados el
semen que derramó sobre la cama, trató de girar
buscando a Dante, pero apenas iba a darse la vuelta
cuando sintió el cuerpo del mayor nuevamente
detrás.
Cerró los ojos nuevamente, aquello le provocó
demasiado sueño y se sentía tan relajado que
deseaba solo una cosa en ese momento.
—Ni se te ocurra quedarte dormido. —advirtió
Dante, colocándose en ese pequeño lugar, entrando
para evitar lo que ya veía venir.
Ori gimió aferrándose a las sábanas, de alguna
forma se lo esperaba. Era claro que Dante no le
permitiría dormir en ese momento, su miembro
estaba tan duro en ese momento, el chico podía
sentir lo excitado que se encontraba. Dejó que
continuara, mordió sus propios labios mientras el
falo de Dante le penetraba a fondo, y era
completamente diferente a las únicas dos veces que
lo hizo por ese sitio, no le dolía, rozaba nuevamente

770
aquel punto interno que le hacía estremecer y no
pudo, ni quiso, evitar expresar el placer que volvía a
provocarle.
Pronto sintió suaves movimientos por parte del
mayor, mientras sus manos le acariciaban sutilmente
por doquier. Se dejó llevar, comenzó a emitir cada
gemido y jadeo que le provocaba, incitando a Dante
para que continuara.
La posición era ideal, Dante tenía acceso al
cuerpo delante suyo, envolvía a Ori con sus brazos y
olía su cabello mientras entraba y salía de su trasero,
ese culo perfecto que le pertenecía, todo lo que
necesitaba era sentir que le pertenecía, que Ori
estaba ahí a voluntad y disfrutaba de ello, era
suficiente escucharle gemir de aquella forma tan
excitante, para confirmar lo que el pequeño tantas
veces había dicho.
Como era de esperar, tras un rato el cuerpo del
mayor exigió más, comenzando una serie de
embestidas que dejaban a Ori sin aire por las
sensaciones nuevas que subían desde su esfínter, Ori
contraía aquella zona provocando que todo llegase a
su fin. Dante detuvo sus movimientos de golpe,
quedándose lo más adentro que fue posible, mientras
su semen inundaba la cavidad de la cual tanto había

771
disfrutado, gimió roncamente y suspiró al terminar,
eso había sido completamente agotador, fue
necesario medir su propia fuerza para no dañar a Ori
y la tensión se acumuló, al venirse logró relajarse
tanto como el menor, y la calidez de ese pequeño
cuerpo le provocaba no soltarle nunca.
Tras unos segundos Dante salió, escuchando una
suave queja por parte de Ori al sentir el último
movimiento. Pasó sus manos sobre el vientre del
chico y lo apretó contra su cuerpo a modo de que la
espalda del menor estuviese enteramente contra su
pecho.
Ori estaba a nada de que sus ojos se cerraran,
pero había algo que le inquietó y no podría dormirse
así de fácil. Como pudo logró girar, encarando a
Dante.
— ¿Qué fue realmente lo que te dijo Zair? —
cuestionó curioso.
— ¿A qué viene esa pregunta? Deberías dormirte
ahora que puedes, o podría desear repetirlo si tengo
oportunidad. —advirtió Dante, estirando una mano
para apresar una nalga del menor, estrujándola como
énfasis a sus palabras.

772
—Sé que te dijo algo, por eso mencionaste que lo
viste, justo antes de follarme. —refutó Ori,
muriéndose los labios avergonzado, no solía hablar
con Dante después de tener sexo, mucho menos de
algo tan serio y mirándole a los ojos como en ese
momento. —Y, además, lo hiciste diferente a otras
veces. —desvió la mirada comenzando a sonrojarse.
— ¿Eso es una queja? —cuestionó arqueando
una ceja, se sentó separándose del menor y lo
observó con atención. —Creí que lo disfrutaste…
— ¡No es eso! —exclamó el menor. —No me
estoy quejando. Es que, quiero saber por qué… —
trató de sentarse también, pero ahora le pasaba
factura lo que en su momento fue placentero. Sintió
un dolor en su trasero que trató de disimular
mientras lograba incorporarse. — ¿Qué fue lo que te
dijo? ¿Por qué no quieres contarme?
—Está bien, si quieres saberlo supongo que
puedo contarte. —dijo Dante recargándose en la
cabecera de la cama, notando con cierta gracia los
intentos del pequeño para ocultarle que estaba por
demás agotado, y adolorido. Era de esperarse, así
que por el momento no se preocupó, el dolor se iría
pronto. —Zair me habló sobre un hombre que está

773
interesado en ti, alguien que quiere “cuidarte”.
Parece que tienes un admirador secreto.
—No le creíste, ¿verdad? —murmuró Ori
sintiendo un escalofrío terrible.
—Le crea o no, me hizo caer en cuenta de
algo…, a pesar de que esto se esté convirtiendo en
una aparente relación, entre nosotros realmente no
hay nada formal. Es algo que tú sabes, y
seguramente no eres feliz con verte en esta
situación, siendo únicamente una mascota que
compré. Aunque estemos juntos eso no ha
cambiado.
— ¿Por qué predispones algo así? —cuestionó el
menor mirándole molesto. —Soy consciente de lo
que soy para ti, y aunque no pase de ser algo que has
comprado, cuando me tocas no me tratas más como
algo por lo que pagaste, me consideras y me tienes
en cuenta como persona, y eso me hace demasiado
feliz. —sonrió avergonzado y se recostó
nuevamente, moviendo su cola esponjosa con
suavidad. —No necesito que me reconozcas
formalmente como tu pareja, la marca que has
dejado en mi cuello la veo todos los días frente al
espejo, para mi es suficiente.

774
—Eres un chico demasiado peculiar. —comentó
Dante, acariciándole el cabello. —Creí que ni
siquiera habías notado la marca.
—Tú la mencionaste hace tiempo, me dio
curiosidad y cuando Megan me cuidaba tuve qué
preguntarle. —admitió el pequeño. — ¡Por supuesto
que no le dije nada de ti! —aclaró. —Ella me
explicó lo que significa para una pareja el
marcarse…, saber que me elegiste sinceramente me
hizo muy feliz, aunque sé que yo no soy digno para
el lugar que me has dado, porque soy un Omega, por
eso entiendo que solo debemos saberlo nosotros.
Dante suspiró pesadamente, esa marca no se
trataba de quien era “digno” o no, era algo poco
habitual, casi no existían parejas con marcas. Quizá
Ori aún no sabía todo sobre eso.
— ¿Qué más te dijo Megan al respecto? ¿Te
habló sobre la segunda marca? —inquirió Dante
observando a Ori con atención absoluta. El pequeño
asintió distraído. — ¿Enserio? Sabes que si intentas
hacerlo…
—No lo haré. —murmuró el pequeño dándose la
vuelta de prisa, terminando de espaldas a Dante, se
encogió abrazando la almohada y cerró los ojos

775
fingiendo dormirse en segundos. Era algo de lo que
no quería hablar.
—Orién…
— ¡Te juro que no voy a intentarlo! —exclamó
alterado. —Yo sé que no debo, te enfadarías mucho
y es lo menos que quiero. No tienes que advertirme
nada, ni amenazarme.
El timbre sonó repetidas veces, Dante maldijo
poniéndose de pie. Esa conversación con Ori tendría
qué quedar pendiente.

776
Capítulo 30

— ¿Marín? —murmuró Dante realmente


sorprendido de ver al chico frente a su puerta.
El pequeño Omega le miró brevemente, no
parecía muy contento de estar ahí, estiró ambas
manos frente al mayor ofreciéndole un sobre color
arena con detalles dorados.
— ¿Qué es eso?
—El fin de semana será el cumpleaños de Armet,
haré una fiesta para él —explicó Marín manteniendo
la mirada en el sobre. —Sé lo que hiciste por
nosotros, así que quise invitarte, sigues siendo
amigo suyo y sé que él te habría invitado de saber lo
que planeo. Solo te pido que no le cuentes, quiero
que sea una sorpresa.
—No creo poder asistir, pero le haré llegar mi
regalo. —dijo Dante tomando la invitación.
—Dante…
—No te esfuerces, se nota que te ha costado
mucho venir aquí por tu cuenta, y solo has traído
esto por cortesía.

777
El chico encogió los hombros comenzando a
ponerse nervioso, aún no olvidaba lo ocurrido con
Yune, era imposible ver a Dante como antes de que
aquello sucediera, sin embargo, no podía evitar estar
agradecido con él, después de todo fue quien les
tendió la mano cuando tuvieron problemas
económicos, por aquello que pasó al final de su
embarazo. Suspiró avergonzado y le miró de nuevo.
—Lo siento.
—No necesitas disculparte, tienes razón en verme
así. —mencionó Dante separándose de la puerta para
cerrar.
De pronto una vocecita chillona soltó un par de
balbuceos, Marín volteó enseguida a su izquierda,
junto a la puerta, y se inclinó para acariciar la
pequeña y somnolienta carita de su bebé, el cual
acababa de despertar. Dante no pudo evitar el
impulso de acercarse un poco y observar, el pequeño
iba en un carrito muy lindo de color gris claro con
detalles amarillos, su cobijita era azul y tenía un oso
de peluche a cada lado. El muchacho se incorporó de
prisa y tomó el carrito del bebé para darle la vuelta,
pero apenas iba a retirarse, Dante se asomó al pasillo
llamándole.
—Marín, ¿puedo hablar contigo un momento?

778
—Llevo prisa, me trajo una amiga y…
—No serán ni cinco minutos. —agregó el mayor
ofreciéndole entrar.
Marín suspiró tomando la carriola y la metió al
departamento observando todo con curiosidad. No
se parecía en nada a la mansión donde antes vivía
Dante junto con Yune, ni un solo artefacto era de
aquella casa. Llegó a la sala y se sentó sacando a su
bebé para acunarlo con cariño entre sus brazos y
tratar de hacerle dormir de nuevo.
— ¿Para qué querías que entrara? —preguntó sin
comprender, pues el Alfa se había quedado
completamente callado hasta el momento.
—Quiero hacerte unas preguntas, pero necesito
que no salga de aquí. ¿Puedes evitar contarle esto a
Armet o a quien sea?
—Supongo, pero, ¿es algo malo? Si es así,
aunque me te molestes tendré que decirlo, no está
bien que hagas cosas que…
—No es nada que deban saber otros.
— ¿Y yo qué tengo que ver? ¿Por qué quieres
preguntarme a mí si ni siquiera sé de qué se trata? —
refutó Marín bastante confundido.

779
—Quiero preguntarte porque tus respuestas me
serán útiles. ¿Qué tantas cosas tuvieron qué comprar
para recibir al bebé?
—Muchas. —murmuró Marín bastante
sorprendido con el tema que Dante tocaba. — ¿Por?
— ¿Cuáles objetos consiguieron primero?
— ¿Por qué quieres saber todo eso? —cuestionó
el menor poniéndose de pie. —No pareces del tipo
que acostumbra preguntar esas cosas, y es muy
extraño, sé lo que pasó con Yune y si es por ello que
estás así creo que necesitas enfocarte en algo más,
como volver a ser quien antes fuiste, saber de bebés
ahora solo va a dañarte, y espero que no molestes a
Yune con esto, porque sería echar sal a una terrible
herida.
Dante abrió la boca para responderle, le enfurecía
que ese estúpido Omega se tomara la libertad de
hablarle de esa forma, iba acercándose a él dispuesto
a dejarle en claro con quien estaba tratando, cuando
una suave voz llamó su atención, y la de Marín,
hacia el pasillo.
—Dante… —era su pequeño pelirrojo. Ori reparó
enseguida en el joven y el bebé, bajó la mirada

780
avergonzado al creer que no debió interrumpir. —
Perdón…, no sabía que había alguien contigo.
Marín observó atónito, no podía creer lo que sus
ojos veían. Pensó un momento y recordó haber visto
al pequeño en la empresa de Dante, acompañando a
éste, pero entonces no le prestó demasiada atención
y lo había olvidado. Ahora le quedó más que claro
que las preguntas de Dante no tenían nada que ver
con Yune, sino con ese chico que estaba en su
departamento, el cual tenía una barriga de varios
meses de embarazo.
Lo primero que Marín sintió fue miedo,
preocupación por ese jovencito, pero enseguida pasó
a sentirse aliviado, pues no notaba señales de daños
físicos. Si Dante le preguntaba sobre cosas de bebés,
quizá era porque la historia no se estaba repitiendo
con ese Omega que ahora estaba a su cuidado.
— ¿Cuántos meses tienes? —preguntó Marín
acercándose a Ori aún sin que Dante lo consintiera.
—Seis, creo… Seis y un par de semanas, no
estoy seguro. —respondió Ori dando un paso atrás
ante la poca distancia que quedaba entre ellos. Bajó
la mirada viendo al pequeño que el chico cargaba y
se conmovió de inmediato. —Tú eres…, el chico de
la oficina, aquel día, me da gusto ver que todo salió

781
bien cuando tuviste a tu hijo. —murmuró con una
tímida sonrisa, mirando de reojo a Dante para tratar
de ver si estaba molestándose por su interrupción.
Por suerte no fue así.
—Marín, él es Ori. —dijo el Alfa acercándose a
ambos Omegas. —Ha estado aquí un tiempo, como
puedes ver.
—Claro que lo puedo ver. —refutó Marín,
devolviendo su atención al muchacho. — ¿Por qué
estás con Dante? ¿Te ha tratado bien? Si quieres
salir de aquí…
—No seas impertinente. De cualquier forma, tú
no podrías hacer nada para sacar a Ori de este lugar,
aunque su vida dependiera de ello. —le recordó
Dante. —Él se encuentra bien, ¿acaso no es obvio?
Marín frunció el ceño y suspiró rindiéndose, era
verdad, de cualquier forma, no podría ayudar al
chico.
—Tengo que irme, dije que no tardaría. —
murmuró de prisa volviendo hacia la carriola para
recostar a su bebé, el cual de nuevo dormía.
Dante le siguió hasta la puerta y detuvo su
presuroso andar evitando que se fuera.

782
—Aún no has respondido lo que te pregunté. —
dijo el Alfa con absoluta seriedad.
—Falta poco menos de tres meses para que llegue
el parto, si tienes la intención de preparar todo
previamente, deberías haber comenzado hace
tiempo. Necesitará muchos accesorios y cosas, una
habitación propia quizá, y deberías cuidar la salud
del chico, que es lo más importante si quieres que
todo salga bien.
—Lo he cuidado bien. —refutó Dante soltando el
brazo de Marín.
—Eso solo lo saben ustedes… ¿Ya puedo irme?
—No fuiste de gran ayuda, largo. —bufó
cerrándole la puerta en la cara.
Fue grosero, sin embargo, Marín no pudo evitar
sonreír ligeramente, la actitud de Dante era
diferente, no podía asegurar que volvía a ser el
mismo de antes, pero el hecho de preocuparse por el
embarazo de su Omega decía algo bueno de él.
Suspiró marchándose de ahí, pensando si era buena
idea contarle a Armet, aunque Dante se enfadaría si
llegaba a enterarse, pero quizá necesitaba concejos
de parte del Beta que siempre fue su amigo, ¿quién

783
mejor que Armet para guiarlo en eso de la
paternidad?
Sí, haría eso por el bien de Ori y el bebé que
venía en camino, ese chico no merecía sufrir lo
mismo que Yune, era un inocente en manos de un
Alfa trastornado.
—No quise interrumpir, es que creí que estabas
solo y…
—Ori, no tienes que justificar nada. —dijo Dante
dirigiéndose hacia él, lo rodeó parándose detrás y se
acercó rodeándole con ambos brazos hasta que sus
manos quedaron en el vientre del menor. — ¿En
dónde nos quedamos hace un momento?
—Espera, no quiero hablar de eso. —murmuró
tenso. —Además ya es tarde y tengo hambre.
—Está bien, dejaremos ese tema para otro
momento. —aceptó el Alfa, guiando a Ori hacia la
puerta. —Te llevaré a comer fuera, ¿está bien?
El pequeño asintió con la cabeza.
Justo cuando Dante estaba por separarse de Ori,
sintió un golpe suave contra la palma de su mano,
hizo presión de inmediato tratando de sentirlo de
nuevo, y así fue, con más fuerza un par de golpes

784
parecían querer apartarle, y lo que eso le hizo sentir
fue increíblemente inmenso. Era la primera vez que
sentía a los bebés moverse, seis meses y en todo ese
tiempo nunca presenció movimiento alguno.
A veces notaba que Ori se tocaba la barriga y
sonreía, al preguntarle él le contaba que los bebés lo
pateaban y al momento en que Dante colocaba su
mano ellos simplemente paraban.
Ahora al fin los estaba sintiendo, se movían tan
fuerte que Ori se dobló soltando una queja.
— ¿Estás bien? Esto no es normal, te llevaré al
hospital.
—No… —gimoteó Ori apoyándose en los brazos
del mayor. —A veces pasa, cuando se mueven…,
ouh…, mucho.
Dante iba a quitar las manos pensando que quizá
los había alterado con su tacto, pero Ori le detuvo
sosteniéndole los brazos para que continuara
acariciando su vientre.
—Creo que les agradas. —murmuró ocultando lo
más posible el malestar, poco a poco comenzaban a
calmarse y se movían más despacio, eso le alivió.

785
—No los había sentido antes, traté de tocarlos
muchas veces cuando dormías y ellos no se movían
nunca.
—Quizá ellos dormían también. ¿Es posible que
ellos tengan momentos de sueño mientras están
dentro de mí? —preguntó curioso.
—Podríamos preguntarle a la doctora, quiero ir
para que te revisen, no es normal que te duela.
—Estoy bien, ella dijo que cuando se mueven
puede ser incómodo, no me siento mal.
— ¿Seguro? —cuestionó Dante separándose del
chico para pararse frente a él.
—Muy seguro. —Ori le sonrió con ternura y eso
fue suficiente para creerle.
—Está bien, no iremos al hospital, pero tampoco
me arriesgaré a llevarte a comer fuera si puede
dolerte algo en cualquier momento.
—Pero…, yo sí quería ir. —murmuró con
tristeza. —Llévame, te prometo que estaré bien,
quiero salir.
¿Cómo negarse a lo que el menor pedía? Era
imposible para Dante decirle que no.

786
Al final Ori ganó y Dante lo llevó a un restaurant
cercano, la tarde fue mejor de lo que esperaba, el
pequeño Omega estaba feliz, no volvieron a tocar
aquel asunto de la marca, no era necesario hablarlo
en ese momento.
Al día siguiente Dante salió del departamento,
aprovechando que Ori seguía durmiendo, por unas
cuantas horas estuvo caminando en un centro
comercial cerca de casa.
Cada día aceptaba más el hecho de que pronto
sería padre, la idea comenzaba a resultar de alguna
manera intrigante, y ya no le molestaba como antes.
Se sentía mejor desde que quiso darse a sí mismo
una oportunidad, y aunque había asuntos aún
pendientes, el hecho de tener a Ori a su lado le
ayudaba a no perder el piso.
Sentía su propio cambio, y eso era bueno, a pesar
de no dejar de culparse aún por lo sucedido con
Yune. La fecha en que debía volver a verle cada vez
estaba más cerca. Pedirle perdón no solucionaría
nada, pero no por ello evitaría enfrentar las
consecuencias de su estupidez.
Volviendo a lo que hacía en el centro comercial,
se detuvo en un pasillo donde la mayoría de las
tiendas eran de artículos para bebés. Recordaba lo

787
que Marín le dijo el día anterior, tenía que comenzar
a preparar todo si realmente le importaba, y es que
quería recibir a ese par de pequeños de la mejor
manera posible, dejar atrás aquel lapsus en el cual
los rechazó.
A pesar de la aceptación que fue desarrollando,
aún creía que tener un par de Omegas como sus
primogénitos no era algo bueno, aunque luchaba
contra esa ideología, pues al final del día eran suyos,
y su nivel jerárquico sería lo de menos, o eso quería
pensar.
—Señor, bienvenido. Si necesita ayuda o
información, puede dirigirse a cualquiera de
nuestros empleados. —dijo una joven mujer en
cuanto Dante entró a una tienda.
Asintió distraído y siguió hasta las cunas. No
pudo evitar sonreír mientras las iba pasando, ya no
era necesario comprar una, además no encontró
ninguna que fuese remotamente parecida a la que
Ori vio meses atrás, pero más adelante estaban
tantos modelos de carriolas, que llamó a la
encargada para cuestionar tanto como se le ocurría,
compraría la mejor, una que sirviera para dos bebés,
y unas cuantas cosas más.

788
Ori caminaba por el departamento algo aburrido,
había despertado solo, desayunó e incluso comió,
pasaba de las tres de la tarde y Dante no aparecía.
Sabía que él tenía ocupaciones, pero estar solo era
abrumador.
Y tras haber ordenado como maniático la
habitación de Dante, la suya, el comedor, la cocina y
la sala, se encontraba en el limbo del aburrimiento.
Suspiró mirando por una ventana al final del pasillo,
volteó a ver la puerta de la habitación de Dante y
luego miró el resto. De pronto la curiosidad se
instaló en él, ahora que lo pensaba, nunca había
entrado a las otras habitaciones y suponía que Dante
tampoco.
Sin nada más qué hacer, y con demasiada energía
como para irse a dormir o a ver televisión, abrió una
puerta justo frente a la habitación del Alfa.
Estaba casi vacío, y algo empolvado. Se acercó a
los pocos muebles, estaban vacíos y no tenían nada
interesante en realidad, hasta que divisó una caja
enorme mal cubierta con una sábana que quitó para
descubrir lo que ocultaba.
La imagen impresa en un costado le hizo
paralizarse. Era la fotografía de una cuna doble, y no
solo una cuna cualquiera, podía recordarla de meses

789
atrás, aquella que al verla le hizo pensar que era
perfecta para sus pequeños, la misma que Dante
aseguró que ni siquiera debía pensar que la
compraría.
En aquel momento se sintió terrible, pensar que
sus bebés nacerían sin tener siquiera un sitio para
ellos en ese departamento. Pero con los días lo fue
olvidando y no pensó más en los accesorios que los
pequeños requerían. Ahora que encontraba esa caja
no pudo evitar ponerse a llorar de la emoción, eso
solo quería decir que Dante esperaba también la
llegada de los pequeños, y quizá ya no estaba
molesto por su concepción.
Se acercó a la caja y la abrió sin pensarlo,
descubriendo que no era ningún error, la cuna estaba
dentro, esperando a ser armada.
— ¿Qué estás haciendo aquí? —la voz de Dante
le sorprendió.
Ori giró enseguida limpiándose las lágrimas y se
acercó al mayor, no sabía si estaba molesto por
encontrarle husmeando en esa habitación, pero eso
era lo de menos. Se lanzó sobre él y alcanzó su
mejilla para plantarle un fuerte beso.

790
—Gracias por comprar la cuna. —murmuró
deslizándose hacia abajo, era mucho más bajito y no
podía sostenerse del cuello de Dante por mucho
tiempo. —Creí que…
—Es algo que necesitarán, no pienses que van a
dormir con nosotros cuando nazcan. —dijo Dante
fingiendo que no era para tanto, sin embargo, esta
vez a Ori no le importaba. —Quizá solo unos días,
después tendrán que dormir en este cuarto.
— ¿Aquí? Pero está muy grande, y se ve muy
solo, quizá no les guste. —mencionó Ori
separándose de Dante para observar el lugar.
—En realidad, qué bueno que has descubierto la
cuna. Esperaba que estuvieras dormido como
siempre, no era necesario que vieras esto, pero
parece que te hace feliz. —mencionó Dante. —
Compré otras cosas, las están subiendo justo ahora.
Ori volteó a verle impresionado y sonrió
enormemente mirándole con cariño.
— ¿Hiciste esto por tus hijos? —preguntó el
chico completamente enternecido. —Es lo más lindo
que has hecho, les compraste cosas y yo creí que no
lo harías, es decir…, me ponía triste pensar que yo
no podía pedirte que lo hicieras, no quise insinuar

791
que deseaba una cuna para ellos, o algo así, porque
creí que te molestarías. Y ahora llegas diciendo que
fuiste a traerles cosas, no sé cómo agradecerte.
—Son mis hijos después de todo, ¿qué
esperabas? No les va a faltar nada.
—Gracias, enserio, muchas gracias. —Ori le
abrazó de nuevo, se hicieron a un lado y unos tipos
comenzaron a entrar con cajas gigantes, muebles,
peluches de gran tamaño, entre otras cosas que el
muchacho veía con ilusión.
—También lo hice por ti. —admitió Dante tras
unos minutos, cuando Ori se aferró a él con más
fuerza al ver que comenzaban a limpiar el lugar. —
Ellos van a encargarse de arreglar la habitación,
compré papel tapiz para las paredes. Al final del día
esta habitación será perfecta.
—Gracias. —susurró Ori cubriéndose la boca
ante un sollozo.
—No sigas llorando, mejor salgamos de aquí
mientras trabajan, no me agrada ver tantas personas
en mi departamento.
—Dante, ¿por qué no me llevaste contigo? —
preguntó el pequeño mientras se dirigían al pasillo.
—Me gustó todo lo que compraste, pero…

792
—No necesitaba tu opinión para comprar todo
eso, si ya es difícil que elijas ropa por tu cuenta, iba
a tardar una eternidad si te llevaba a comprar lo de
los niños.
Ori bajó la mirada con pesar, le conmovía lo que
Dante había hecho, pero a la vez no podía evitar
sentirse desplazado, no era tomado en cuenta para
nada, y sabía que no podía exigirle algo así al
mayor, pues era una simple mascota, pero le dolía
pensar en ello y ver que literalmente no era más que
una mascota para Dante, una con la cual tendría
hijos y con quien se divertía en la cama.
No, Ori no se sentía mal por compartir en la
intimidad con Dante, sino por no ser importante para
él, por no ser algo más que el cachorro que le recibía
moviendo la cola tras un largo día sin verse. Y era
difícil, porque tampoco sabía actuar de otra manera,
se sentía conforme casi siempre con lo poco o
mucho que recibía de Dante, hasta ahora, que el
deseo de tener algo real le deprimía, pues no era
posible pedir algo así.
—No te pongas así, ¿acaso no estás feliz por todo
lo que hice por ellos? —cuestionó Dante sacando a
Ori del departamento.
—Estoy feliz…

793
—Ahora no lo parece.
Entraron al elevador, Ori suspiró levantando la
mirada hacia él.
—Dante, yo sé que no debería preguntar esto,
pero ¿siempre voy a ser esto para ti? No importa si
lo haces conmigo, es solo que, pronto ellos van a
nacer y… —bajó la mirada colocando sus manos
sobre su vientre con un sentimiento de tristeza que
se notaba en sus ojos. —No quiero que los trates
como haces conmigo, sería muy cruel para ellos que
su propio padre los vea como un objeto de su
propiedad, y crecerán sintiéndose mal por haber
nacido en estas condiciones. Si son como yo, ellos
tendrán el mismo destino que yo tuve, y no quiero
eso…, no lo soportaría, no me perdonaría ver que
son tratados así por todos, mucho menos por ti.
Dante comprendía el miedo de Ori, aunque no se
había puesto a pensar en ello antes. Ahora trataba de
dar una respuesta a las palabras del menor, pero no
podía, él rechazaba la idea de criar a dos Omegas
como sus primogénitos, su plan era tenerlos en casa
junto a Ori por los siguientes años, y caía en cuenta
de que era una completa estupidez, no podía privar a
sus propios hijos de llevar una vida normal, sin

794
embargo, no quería revolverlos con el resto de la
sociedad, sabiendo lo complicado que eso sería.
—No sé qué sucederá cuando nazcan, lo único
que puedo asegurarte es que no pienso permitir que
pasen dificultades. No tendrán la vida que tú has
tenido, así que cálmate y deja de darle vueltas a ese
asunto. —soltó Dante cuando las puertas del
elevador se abrieron.
Ori no dijo más, por el momento le bastó con
saber que Dante realmente cuidaría de sus pequeños,
pues la protección del Alfa garantizaba que nadie
ajeno les haría daño, aunque el chico seguía
preocupado por el daño que el mismo Dante podía
causarles si crecían en un constante rechazo de su
parte. Eso sería peor que no tener un padre, sería
peor que ser huérfanos, o eso era lo que Ori sentía.
La historia del Omega había sido complicada,
recordaba poco a su madre, pero lo que sí tenía muy
presente en su memoria era el dolor de verla
entregándole a él con los vendedores del burdel, sin
problema alguno y sin mostrar ninguna clase de
arrepentimiento o pesar, sabiendo lo que le harían y
lo que le esperaba, era realmente doloroso que lo
poco que recordaba de ella era la forma en que se
deshizo de su propio hijo, cuando él aún la

795
necesitaba demasiado, eso sin embargo le provocó
más sufrimiento que todo lo que vivió después, era
su madre, y nunca entendió por qué no lo quiso,
¿acaso nunca fue suficiente para ella?
Después de ir a comer fuera, Dante decidió que lo
mejor sería quedarse en otro departamento, un sitio
de menor tamaño, era de su propiedad, de hecho, el
edificio le pertenecía, pues lo había comprado como
inversión, pero no le agradaba para vivir, por la zona
y la lejanía.
Prefería eso por el momento, a estar en casa
tolerando trabajadores durante la noche.
Ori no había hablado mucho, apenas le respondía
cuando trataba de formar una conversación con él.
Podía entender las preocupaciones del menor, sin
embargo, no sabía cómo hacer que se tranquilizara
al respecto. Entró a la habitación donde dormirían y
vio al chico encerrarse en el baño cuando lo
encontró.
Sería un problema si Ori seguía con esa actitud,
verlo triste no era agradable, y consideraba que para
los bebés tampoco era algo positivo. Tras unos
minutos el chico apareció, le miró brevemente
volteándose a otro sitio enseguida mientras llegaba a
la cama.

796
—Ori…
Lo llamó y no recibió respuesta. El chico se quitó
los pantalones y se acostó dándole la espalda.
— ¿Ahora por qué estás así? De estar feliz
pasaste a ponerte triste por cosas que aún no
suceden, y ahora te comportas como si tuvieras
razones para enfadarte. ¿Qué te pasa? —cuestionó
Dante sentándose detrás de él. — ¿Son las hormonas
de las que la doctora habló? ¿O es algo más? ¿Tanto
te molesta que no te llevé a que escogieras lo del
cuarto para los niños? Si es así, deja de enojarte y
dilo, mañana puedo llevarte de compras para que se
te quite el mal humor.
Bien, estaba seguro de que el chico le ignoraría
por completo, pues tras unos minutos no escuchó
nada venir de él. No iba a dejar las cosas así, si
hablando no lo solucionaba, entonces acudiría a algo
que Ori no solía rechazar, y últimamente con el
embarazo, el menor mostraba más lívido que en su
celo meses atrás.
Aprovechado que Ori le daba la espalda, se
acercó a él quitándole la ropa interior, dejándola en
sus rodillas, extendió su brazo y alcanzó a tomar en
su mano el pequeño mimbro del chico, provocándole
un gemido.

797
Ori se arqueó cerrando los ojos, sentir a Dante
cerca suyo ya comenzaba a encenderle, y ahora que
había contacto no pudo evitar la erección que
provocaba él con su tacto tan preciso. Se movió un
poco, hincándose para no aplastar su propio vientre.
Dante comprendió lo que Ori le pedía al ponerse en
esa posición, por lo que no dudó en colocarse detrás
de él y penetrarlo en cuanto se liberó de su pantalón.
Los gemidos del menor comenzaron con fuerza,
pero conforme Dante lo embestía notó que Ori se
fatigaba y pronto se dejaba caer luchando por
sostenerse, el placer inicial ya no parecía lo
primordial, el omega tenía un enorme vientre que
pesaba demasiado para su pequeño cuerpo, Dante
evitó que se desplomara cuando sus brazos no lo
soportaron más.
— ¿Te hice daño? —preguntó el Alfa, saliendo
de él para ayudarle a que recuperase la respiración
que de momento era entrecortada y lenta.
Ori negó rápidamente mirando su propio vientre,
seguía con la camisa puesta.
—Creo que no deberíamos hacerlo así. —
mencionó el mayor.

798
—Pero…, yo quiero. —gimoteó Ori volteando a
verle con culpa.
—Ya no soportas estar lo suficiente en esa
posición, podrías lastimarte.
—Solo tengo qué descansar un poco, estoy bien.
—Ven aquí. —se sentó recargándose en la pared
y tomó a Ori subiéndolo a horcajadas sobre sus
piernas. —Así no tendrás que esforzarte tanto.
Le guiñó un ojo y Ori le miró sorprendido,
jadeando cuando Dante le hizo sentarse sobre su
miembro, penetrándolo nuevamente.
—Si te cansas, solo debes bajar por completo.
¿Puedes hacerlo?
—Dante, yo…, no debo… —gimió cuando llegó
hasta abajo, entraba todo y apenas soportaba el largo
si llegaba a sentarse del todo, pero no era molesto en
realidad. Sonrió agradecido, nunca pensó que Dante
le permitiría tomar una postura sobre él.
— ¿Ya ves que es mejor así? Ahora, vamos a
quitar esto. —dijo Dante, levantando lentamente la
camisa holgada del pequeño.
Observó la marca en el vientre de Ori, mientras
éste sacaba la prenda por arriba de su cabeza.

799
—No puedo creer que soportaras esta
quemadura… ¿qué edad tenías? —preguntó Dante
cuando Ori le descubrió observándola.
—Cinco… —murmuró Ori permaneciendo
quieto y a la expectativa, pues no entendía el porqué
de esa pregunta.
Dante trató de imaginarse lo que debió ser para el
chico haber pasado por eso, pero, al ser empático
con él, no podía evitar recordar nuevamente a Yune,
esa era la carga que debía llevar como castigo, por
más que deseaba olvidar no podía hacerlo después
de causar tanto daño.
Yune no merecía nada de lo que le hizo, Ori
tampoco, pero éste último ahora estaba a salvo,
nadie volvería a dañarle, ni siquiera él mismo.
El menor notó el cambio en el ambiente que se
había formado, pudo percibir la tensión de Dante.
No quería ver esa expresión abrumada en él, le dolía
ver a Dante mal por cosas del pasado, y aunque sus
acciones habían sido altamente graves, a Ori no le
gustaba verlo sufrir por la culpa que ahora sentía.
Haría todo lo que estuviera en sus manos con tal
de hacerle sentir mejor, en ese momento solo quería

800
evitar que Dante se perdiera en esa bruma de
emociones negativas que le atormentaban.
Se estiró un poco y besó sus labios con cierta
duda, dando inicio a suaves movimientos de su
cadera. Se sentía bien tenerle dentro, pero ahora
deseaba que Dante disfrutada de ello también.
Estando arriba, Ori no tuvo dificultad para seguir,
rodeó el cuello del mayor con sus brazos y comenzó
a gemir contra esa boca que comenzaba a
corresponderle retomando el control.
Dante tomó su cadera, justo debajo de donde
sobresalía su vientre, y acarició la suave piel del
chico permitiéndole llevar el ritmo por un rato. Ori
era simplemente perfecto, siempre tratando de dar
por él todo lo que no merecía con la intención de
sanarle cuando era necesario.
¿Cómo no querer a un chico como él? Más que
amor, era algo que no podía decirse con palabras.
Dante sabía lo que tenía qué hacer con esa relación,
sabía perfectamente que arruinaría todo si no
actuaba pronto, perdería a Ori si no le decía lo
importante que era para él…

801
Capítulo 31

—Yune, despierta. —la voz de Eros era suave.


El chico sonrió mientras sus ojos comenzaban a
abrirse. Esos meses habían sido tan perfectos…
Hacía un tiempo que el celo de Yune acabó, sin
embargo, eso no impidió que siguieran amándose,
Eros sanaba las heridas en el alma del menor, con
cada beso, con cada caricia, con cada gesto amable
que tenía para él. Yune no podía evitar amarlo
perdidamente, y eso le había ayudado a superar de
momento el problema de su aparente infertilidad.
Habían ido a hospitales para tener mejores
diagnósticos, al mes de un tratamiento para regular
el organismo de Yune, el chico se cansó y decidió
que por el momento era mejor dejar todo así, era
joven, y su relación con Eros no se vería afectada si
no había un bebé de por medio, y aunque le hacía
ilusión pensar en darle un hijo, creía que lo más
importante era superar la pérdida de aquel pequeñito
que no logró sobrevivir, aún le dolía, no quería que
ese dolor fuese un impedimento al momento de tener
un bebé, tenía muchas cosas qué resolver antes de
aventurarse en aquello de la maternidad.

802
Estar con Eros le había ayudado a madurar y a
ver las cosas de manera diferente, pues ya no se
encontraba en una casa de cristal siendo protegido a
tiempo completo, ahora tenía una vida y Eros le
daba toda la libertad que Yune nunca pensó querer,
lo que le agradecía demasiado, se habría vuelto loco
de pasar su vida encerrado en un solo sitio, por más
bello que éste fuera.
—Brandy te está esperando, no me dijiste que
saldrías con ella. —mencionó Eros dejando un beso
en la frente del menor. —Ve con cuidado, yo tengo
algo qué hacer, voy a salir y volveré en la noche.
— ¿Es algo del circo? —preguntó Yune mientras
salía de la cama.
—Veré hoy al hombre que quiere comprarlo.
— ¿Enserio? ¿Ya lo pensaste bien?
—Yune, he descuidado el circo por demasiado
tiempo, en realidad creo que he perdido el interés y
los demás no deben cargar con las consecuencias.
—Creí que eras feliz manejándolo.
—Lo fui, pero ya no es lo mismo. Antes mis
prioridades eran otras, si hoy deseo viajar puedo
hacerlo de otra forma.

803
Yune bajó la mirada pensándolo un momento, la
idea de Eros sobre vender el circo le inquietaba, no
quería ser la razón de que él dejara algo que tanto le
apasionaba.
—No pienses que es por ti. —dijo el Alfa como
si hubiese escuchado sus pensamientos. Se acercó a
Yune tomando su rostro con gentileza. —Es una
responsabilidad que ya no me apetece conservar, no
tiene qué ver contigo.
— ¿Estás seguro? Es que, has cambiado tanto tu
manera de vivir, y todo es desde que llegué yo.
—Yune, esto iba a suceder tarde o temprano. ¿Por
qué crees que conservo la información de posibles
compradores? Si no hubiera tenido en mente vender
el circo hace tiempo, ni siquiera hubiese escuchado
las propuestas.
Yune comprendió, eso le tranquilizaba un poco.
Sonrió con más tranquilidad y le dio un beso a Eros,
despidiéndose de él para comenzar a vestirse.
El mayor se retiró, no solo tenía negocios qué
arreglar, también había otra cosa que debía hacer
aquel día, algo que haría feliz a Yune, o eso
esperaba. Salió de casa dispuesto a aprovechar todo
el tiempo posible para elaborar lo que planeaba.

804
Ninguno pensaba demasiado respecto a formar
una familia con hijos, sin embargo, los planes de una
boda seguían en marcha. Yune desconocía los
términos legales, Eros no se los había explicado a
detalle, por lo que los preparativos de una fiesta y la
ceremonia estaban casi listos. El alfa sabía que para
poder contraer matrimonio, tenía qué obtener la
custodia total o el permiso legal para realizar ese
matrimonio, aunque eso era lo último que iba a
arreglar, pues no quería preocupar a Yune con la
posibilidad de reencontrarse con Dante.
Era el octavo mes de embarazo para Ori, quien se
encontraba en revisión.
Dante le había llevado a todas sus citas sin faltar
ni posponer ninguna, y Ori se lo agradecía
enormemente. Ser monitoreado durante esos meses
había ayudado a prevenir cualquier posible
complicación, y ahora que el embarazo estaba por
llegar a su fin, la preocupación para el pequeño iba
en aumento.
—Todo está bien, no debes ponerte nervioso. —
decía la amable doctora mientras pasaba el sensor
sobre el vientre de Ori. —Han crecido mucho, y ya
están tomando sus posiciones, es posible que el
parto sea a lo mucho una semana antes de lo que

805
pensamos. Pero no tienes nada qué temer, los bebés
se encuentran muy sanos y tu cuerpo se ha adaptado
a las condiciones, incluso te encuentras en perfectas
condiciones de salud, te has alimentado sanamente.
—Es porque Dante me cuida. —murmuró el
pequeño, mirando al Alfa que se encontraba a su
lado. Estiló la mano para tomar la suya y le sonrió
con ternura.
—Debo admitir que no esperaba tanto de tu parte.
—dijo la doctora mirando despectivamente al
hombre. —Pero veo que Ori ha estado estable todo
este tiempo. Agradece que lo que le hiciste antes no
tuvo repercusiones para él o los bebés.
—No te metas en los asuntos personales de tus
pacientes. —advirtió Dante mirándola con fastidio.
A pesar de mostrar enfado por la intrusión de la
mujer, no soltó la mano de Ori. Estar a su lado sin
que el chico temiera a sus reacciones era algo que le
hacía sentir bien, no había sido fácil lograr que
confiara en que no volvería a hacerle daño, pero al
fin parecía haberlo conseguido.
Tras breves y simples indicaciones, Dante y Ori
se marcharon. Era aún temprano, fueron a desayunar
y luego volvieron al departamento.

806
Ori llevaba las últimas semanas entrando y
saliendo de la habitación de los pequeños, Dante le
dijo que podía decorar una enorme pared que dejó
libre para él, y Ori decidió intentar hacer una
pintura, sin embargo, no era muy bueno usando los
pinceles y tampoco dibujando, así que ese proyecto
seguía y seguían sin aproximarse el final. Eso le
mantenía bastante entretenido mientras Dante
trabajaba.
Aquel día, tras volver a casa, Dante se despidió
diciendo que volvería para la cena, había comida en
el refri y supuso que Ori estaría bien. Faltaban de
dos a tres semanas para que diera a luz, según lo que
la doctora dijo, así que dejarlo solo un día no le haría
ningún daño.
A pesar de ello, Dante solía dejarle números de
emergencia, si pasaba algo podía llamar incluso a
Marín o Armet, de ser urgente ellos irían de
inmediato.
Era un día especial, su destino aquella ocasión no
sería la oficina. Había algo que se tenía qué hacer y
ese era el momento que había acordado consigo
mismo.
Las horas corrían de prisa. Yune llegó a la casa
junto con Brandy, charlaban sobre las compras que

807
habían hecho. A pesar de que Brandy había sido
amante de Eros, Yune le había tomado mucho cariño
a esa bella mujer, ahora ellos dos eran muy buenos
amigos, era la única que trataba al Omega igual que
cuando lo conoció en el circo, no le molestaba su
relación con Eros, de hecho, era todo lo contrario,
ella era feliz de ver que ese hombre, tan difícil para
establecer algo serio, había encontrado a alguien
como Yune logrando complementarse.
—Eros, creímos que llegarías en la noche. —dijo
Brandy al verlo salir de la cocina. Notó que algo
sucedía, pues su mirada inquieta dirigida hacia Yune
no era normal.
—Y yo pensé que ustedes tardarían más. Recibí
una llamada y volví en cuanto pude. Necesito hablar
contigo. — se dirigió hacia ellos y tomó a Brandy,
dirigiéndole una sonrisa nerviosa a Yune antes de
alejarse de él.
— ¿Qué sucede? Luces extraño, ¿ocurrió algo
malo? ¿No has podido vender el circo?
—Necesito que te lleves a Yune de aquí.
—Acabamos de llegar, viene cansado y no creo
que quiera salir de nuevo. ¿Qué sucede? —cuestionó
Brandy algo molesta. —No deberías ocultarle cosas

808
a Yune, parece grave, será peor si no se lo dices.
¿Tan malo es?
Un grito del Omega detuvo su conversación,
Yune ya no se encontraba en la sala, sino en la
puerta de la cocina retrocediendo asustado.
—Demasiado. —farfulló Eros antes de correr a
lado de Yune.
— ¿Qué hace él aquí? —jadeó el chico
temblando de pies a cabeza mientras Eros le
abrazaba. —Que se vaya, dile que se largue.
—Eros me ha dicho que piensan casarse. No
pueden hacerlo si…
—Dante, cierra la maldita boca si no quieres que
te saque de mi casa. —advirtió Eros con una mirada
feroz, no permitiría que las palabras de su hermano
dañaran de ninguna manera a Yune.
— ¿Es que acaso no piensas dejar que te diga a
qué demonios vine? —cuestionó Dante lanzándole
un sobre amarillo.
— ¿Cómo te atreves a aparecerte aquí? —
murmuró Yune cuando encontró resguardo junto a
Eros, quien recogió el sobre para revisarlo.

809
—Está bien, ya me había hecho a la idea de que
esto no sería sencillo. —admitió Dante. —No
pienses que he venido a molestarlos, sé que eres
feliz aquí…, vine únicamente para disculparme
contigo.
—No quiero escucharte. Nada de lo que digas
ahora hará que deje de sentir todo este rencor que
me provocas. —refutó el Omega retrocediendo un
poco más para ocultarse detrás de Eros. —Ni
siquiera puedo creer que realmente vengas a lo que
has dicho, lárgate de aquí.
—Yune, Dante me ha cedido tu custodia
completamente. —mencionó Eros mostrándole los
documentos que lo acreditaban. Enseguida se dirigió
hacia su hermano. — ¿Por qué lo haces ahora?
Cuando te conté que lo necesitaba dijiste que solo
era posible si Yune y yo íbamos a pedírtelo en
persona.
—Iba a hacerlo de cualquier forma. —explicó
Dante, estaba tenso y no le podía sostener la mirada
a Yune, así que mantuvo sus ojos en Eros. —Pensé
que si me aparecía aquí de la nada Yune no lo
tomaría bien, lo único que se me ocurría era que
ustedes me buscaran, al final del día solo tengo la
intención de demostrarle que lamento lo que le hice.

810
— ¿Lo lamentas? —reprochó Yune. — ¡Yo lo
lamento más! Yo lo sufrí, y tú solo te volviste un
maldito inconsciente, ¿cómo te atreves a decir que
“lo sientes”? No te creo nada, tú no estás
arrepentido, y aún si así fuera, ¡no pienso
perdonarte!
—Yune, cálmate… —susurró Eros tomando al
chico de la cintura para evitar que se acercara a
Dante, pues mientras más alzaba la voz, menos
miedo parecía tenerle.
—En parte estoy de acuerdo contigo. No tengo la
cara para mirarte a los ojos y pedir que me perdones,
porque sé que no merezco algo así. —admitió Dante.
—Solo quería que supieras que día con día estoy
pagando por lo que te hice, desde que dejé que te
marcharas con Eros, no he tenido ni un solo instante
de calma.
— ¿De qué hablas? No pareces estar sufriendo
demasiado. —refutó Eros frunciendo el ceño sin
comprender. No iba a permitir que Dante intentara
manipular a Yune.
—Tú no deberías meterte en esto, es algo que a ti
no te incumbe, pero ya que estamos encarándonos…
—sonrió con cierta prepotencia y caminó hasta
tomar un vaso. —Hace unos meses estuviste

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buscando insistentemente a alguien, y es curioso que
después de tu llamada, donde me dijiste que querías
la custodia completa de Yune, la búsqueda de esa
persona quedó inconclusa.
Yune sintió un vuelco en el estómago al pensar
que en parte era su culpa. Cuando comenzó su celo
se olvidó por completo de aquel chico, al cual Eros
comenzó a buscar solo porque él se lo pidió. Pasaron
varios meses de haber vuelto a la normalidad, Yune
sabía que nunca lo encontraron y que la búsqueda
culminó por orden de Eros. Él había permitido que
todo quedara inconcluso y no se preocupó más por
el destino que aquel muchacho habría podido tener
todo ese tiempo, fue egoísta, pues ahora que tenía
una relación estable con Eros ya no le importaba lo
que ocurría ajeno a ellos.
—Sí, quizá yo soy un monstruo que te arruinó la
vida. —agregó Dante observando con desagrado a
Yune. —Pero Eros ha arruinado a otros de mil
maneras, y al parecer te has convertido en lo mismo
que él. Ambos aceptaron que un inocente corriera
peligro y estaban dispuestos a olvidarlo. Sé que he
hecho cosas imperdonables, sin embargo, no voy por
ahí negando que soy una mierda, como ustedes dos.

812
— ¿Por qué has comenzado a hablar de ese
chico? —cuestionó Eros empezando a molestarse. Él
aceptaba lo que era, pero Yune no debía ser juzgado
igual, no era su culpa, ¿o sí?
—Porque sé dónde está…
Yune sintió un escalofrío al imaginarse lo peor.
—Como tú no aceptaste pagarle a Zair la
propiedad de Ori, me lo vendió a mí. —confesó
Dante observando la reacción de ambos, sobre todo
la de Eros, pues no parecía ni un poco sorprendido.
—Algo me dice que eso ya lo sabías.
— ¿Es verdad? —murmuró Yune mirando a Eros.
—Sí, lo supe hace un tiempo. No pensé que fuera
necesario decirte, fue después de suspender la
búsqueda. —admitió Eros bajando la mirada.
Yune no podía enojarse con él, no después de
haber permitido que dejaran de buscar al chico
cuando supo que Eros ya no tenía intenciones de
encontrarlo.
— ¿Por qué no me dijiste?
—Porque…, creí que, si Dante tenía a Ori, no se
metería en nuestros planes.

813
—En otras palabras, fue como un intercambio.
Ibas a permitir que la vida de Ori se arruinara, a
cambio de conservar a Yune. —dijo Dante
mirándolo con burla. —Sigues siendo peor que yo,
ya se me hacía raro imaginar que habías cambiado,
después de ser toda tu vida un miserable egoísta.
— ¡Yo no he matado a nadie! Mucho menos le
haría daño a mi propio hijo, tú estás enfermo, ¿cómo
te atreves a compararte conmigo? —refutó Eros
comenzando a alterarse enserio.
—Yune, ¿no piensas decir nada al respecto? ¿Vas
a aceptar que Eros sacrifique a un inocente por ti? —
siseó Dante sirviéndose agua en aquel vaso que aún
tenía en la mano.
—No hay nada que yo deba decir, no es mi culpa
que ese chico terminara en tus manos, como
tampoco lo fue que te convirtieras en el monstruo
que eres. Déjanos en paz.
—Entonces, ¿qué les parece si les hago una
propuesta? —ofreció con un aire serio. —Ori está
pasando por una situación complicada, es un niño,
apenas tiene dieciséis años. Ha llevado una
miserable vida desde que nació, y su única
esperanza de que su vida mejorase era que Eros lo
comprara, pero ahora está en mi poder y, bueno, no

814
hace falta decirles lo que eso significa. La oferta es
que, si ustedes renuncian a contraer matrimonio tal
como me he enterado que planean hacer, yo les
devolveré al chico, que, por cierto, lleva algunos
meses de embarazo y eso pronto acabará.
— ¡Eso no va a suceder! —exclamó Yune
dejando incluso a Eros sin palabras. —Ni creas que
dejaré que sigas arruinando mi vida. Ese chico
puede arreglárselas por su cuenta, no me metas en tu
maldito juego, no tienes derecho.
—Dante, no puedes pedirnos eso. —murmuró
Eros. —No hagas que tengamos qué decidir.
—No tienen que decidir nada, Yune acaba de
responder lo que temía. —dijo Dante sonriendo con
pesar. —Es normal que después de haber sido un
gato de angora, hoy salga a flote esa personalidad.
Ya ni siquiera intentaré obtener tu perdón, es
decepcionante ver lo que eres ahora. No les he
pedido que se separen, ni siquiera que dejen de follar
como se nota que han hecho, solo era suspender una
maldita ceremonia para recuperar a Ori.
—No es nuestra responsabilidad cuidar de él. —
alegó Eros. —Yune tiene razón, ese chico puede
arreglárselas solo.

815
—Claro, seguramente Yune se las tuvo que
arreglar por su cuenta para alejarse de mí. —se burló
dejando el vaso en un mueble y se dirigió a la
puerta, pasándoles de largo hasta que se detuvo en el
umbral y volteó a verles. —Admito que en parte es
mi culpa, pero ustedes me causan repugnancia. Yo
no quería matar a mi hijo, no lo hice con esa
intención, y nunca dejaré de arrepentirme por ello,
mientras tanto ustedes tienen la opción de salvar a
Ori de mí y han elegido por su propia comodidad.
Salió de ahí dejándolos en completo silencio.
Yune rompió en llanto, se sentía terrible,
reconocía que Dante tenía razón, pero no quería
desprenderse de lo que pedía con su chantaje. Era
tan frustrante. Eros le abrazó tratando de consolarlo.
Por su parte, Dante acababa de dar por terminada
su historia con Yune, ese chico ya no era ni
remotamente lo que un día fue, y sí, él lo orilló a
eso, pero, Ori no sufrió solo un par de años, sino
toda su corta vida, y era tan bueno, tan lindo y
comprensivo.
Ori era enteramente distinto a Yune, éste último
estaba orillándose más a la personalidad de Eros, en
cambio Ori trataba de sacar a Dante del agujero
donde se encontraba, no dejó que el peso del Alfa lo

816
arrastrara hasta convertirse en alguien como él, al
contrario, lograba sanar la mente de Dante con cada
acto tierno que le mostraba.
Ya no buscaría el perdón de Yune, ahora Dante
tenía algo más importante qué hacer, y eso era
recuperar su propia vida para seguir adelante con
Ori. Quizá lo mejor sería tratar de superar el pasado
y dejarlo atrás.
Subió a su auto y no se detuvo en las siguientes
horas de camino a casa, moría de ganas por volver
con Ori y decirle cuánto lo amaba, ya no se
lamentaría por haberse enamorado de alguien como
él.
—Eres un inútil, el plan era que lo compraras
legalmente. —reprochaba un tipo que no perdía su
postura de calma a pesar de lo que decía.
—Pero era imposible hacerlo así, y me dijo que
lo consiguiera a toda costa.
—Zair, ¿crees que voy a pagarte por esto?
— ¡Tiene qué hacerlo! No ha sido fácil, estuve
investigando demasiado para lograr lo que me pidió.
—alegó Zair señalando el cuerpo inconsciente del
Omega que le traería las mejores ganancias de su
vida.

817
—Bien, ya que te has esforzado, creo que puedo
darte algo de lo que acordamos.
Zair salió de aquella oscura oficina, tan feliz
como si tuviera la vida resulta. Apenas la puerta se
cerró detrás de él, sintió un filoso cuchillo atravesar
su abdomen. Los guardias de su jefe lo estaban
apuñalando, la sangre salía a montones mientras
recibía otra estocada que perforó su pulmón. Ahí
terminaba todo, su avaricia le había llevado a su
propia muerte.
Ya lo había imaginado, parecía demasiado bueno
para ser real, pero al menos sabía que ese mocoso
inútil no la pasaría mejor que él. Mientras su vida se
desvanecía sintió una satisfacción inmensa de solo
imaginar el destino de Ori, ahora que se encontraba
en las peores manos posibles, donde todo comenzó.
Dante aparcó afuera del edificio, no le permitían
entrar al estacionamiento, y había muchos policías
en el lugar. Iba acercándose cuando sintió que
alguien le jalaba el saco con brusquedad, al girar se
topó con Megan de una forma estremecedora, pues
la chica tenía la cara golpeada, con moretones en el
cuello y la ropa desarreglada.
— ¿Qué demonios te pasó? —cuestionó Dante
tomándola de los hombros por reacción. — ¿Y qué

818
haces aquí? Creí que estabas en otra ciudad.
—Dante, alguien me robó la llave de tu
departamento. Un tipo entró al hotel donde yo me
quedaba, me atacó y se llevó la llave cuando me
dejó inconsciente. —dijo de prisa tratando de que el
aire le alcanzara. —Apenas desperté supuse que si
solo se había llevado la llave era porque vendrían
aquí…, traté de llamarte al departamento, nadie me
respondía, y tu celular estaba fuera de servicio. Vine
lo más rápido que pude, me preocupaba que tú
estuvieras fuera y que Ori se hubiese quedado solo.
— ¿Por qué está la policía aquí? —murmuró el
hombre al comprender lo que su hermana estaba
diciendo, imaginando lo que sucedió. — ¿Qué pasó?
—Ori no está. Alguien se lo ha llevado, tu
departamento está destruido y Ori no está por ningún
sitio, le dije al portero que llamara a la policía
apenas llegué, y ya tienen el video de seguridad,
pero no saben a dónde se lo llevaron y no quieren
investigar porque es un Omega. —sollozó
desesperada y lo miró a los ojos. —Haz algo por
favor, sé que estás preocupado, no dejes que todo
quede así, tus hijos corren peligro si no a Ori.
Dante apretó furioso la mandíbula y se dirigió
hacia los policías que rodeaban el lugar en sus

819
camionetas. Iba a hacer que ese montón de
holgazanes comenzaran a trabajar. Sentía un frío tan
desesperante de solo imaginar quién se lo había
llevado, y lo confirmó en cuanto vio el video de
seguridad. Zair iba a morir en cuanto diera con él.
Todo estaba sucediendo tan rápido que no se
detuvo a procesar nada, hasta que las horas pasaron
y él tuvo que entrar al departamento para esperar
noticias de Zair. Megan fue con él.
Dante vio con inquietud todas las cosas que
fueron destruidas.
Se había quedado con una copia del video, tomó
su computadora y comenzó a reproducirlo una y otra
vez. Zair había logrado llevarse a Ori con una
facilidad increíble, claro, lo había dormido con un
paño de cloroformo que los policías encontraron en
la habitación de los bebés, el chico no iba a oponer
resistencia en ningún momento. Tuvo el tiempo
suficiente como para destruir el lugar, lo que a Dante
le preocupaba era que dentro del departamento no
había cámaras y no sabía si Zair le había hecho daño
a Ori.
Estaba con los nervios de punta tratando de
pensar en las opciones que tenía. Megan se

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encontraba a su lado, temblaba tanto que llamó la
atención de Dante.
—Si no te calmas te pediré que te largues. —
advirtió molesto.
—Dante, ¿por qué ese tipo se ha llevado a Ori?
¿Es el mismo que te lo vendió? Ori me habló de él…
—Sí, es Zair.
—Yo…, no sé si esto sirva de algo, pero, cuando
entró a mi habitación en el hotel, iba con otro tipo
que decía algo sobre su jefe, me amenazaron con
llevarme a trabajar en un prostíbulo. —murmuró
angustiada. — ¿Crees que se lo han llevado para
algo así?
Dante lo pensó un momento, Zair había dicho
que alguien que ya conocía a Ori deseaba comprarlo,
y recordó la marca que el menor llevaba como
prueba del sitio donde nació. Cerró la computadora
con fuerza y se levantó furioso. Ya tenía una idea de
quién podía darle información al respecto.
Megan fue tras él, no sabía lo que Dante pensaba,
pero lo veía tan alterado que le preocupaba que se
saliera de control.

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Emma entraba a su departamento soltando un
montón de quejas, después de todo la vida no le
estaba favoreciendo. Tras el divorcio terminó
gastando todo y se endeudó tanto que ahora volvía a
trabajar. Le iba relativamente bien, pero no estaba en
sus planes volver a la prostitución como en los
viejos tiempos.
Odiaba a Dante, todo era culpa suya, de no
haberlo conocido jamás habría aspirado a cosas
mejores como lo que él le ofreció. Ese departamento
era de lo poco que le quedaba de su ex esposo.
—Vaya, sabía que estabas arruinada, pero no
imaginé cuánto. —la voz de Dante la hizo
estremecer.
—Cómo…
—No preguntes algo que no necesitas saber. —
advirtió el Alfa acercándose a ella. —Háblame de
ese trabajo que has estado haciendo.
— ¿Has venido a burlarte? ¿O es que acaso estás
celoso? —insinuó tomándolo de los hombros para
restregarse contra él. —Seguro has venido a
buscarme en cuanto supiste lo mal que me va,
podrías tenerme cuanto quisieras, solo tienes qué
ayudarme.

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—No seas ridícula. No he venido a buscarte, vine
a obtener información. Si no estás dispuesta a
hablar, no me detendré para obligarte. —advirtió
Dante tomándola del cabello para alejarla de su
cuerpo, la sostuvo así con demasiada fuerza y
continuó. —Necesito que me digas quién maneja la
red de prostitución a la que le pertenece esa marca
que las golfas como tú llevan. Habla rápido, que no
vine a perder el tiempo contigo.
Megan suspiró tratando de no quedarse dormida,
había pasado casi una hora esperando a Dante en el
coche, y cuando pensó que ya era mucho tiempo, lo
vio salir de aquel edificio.
El mayor entró sin decir nada, encendió el motor
y aceleró para largarse cuanto antes. Megan notó las
mangas y el saco de Dante salpicadas de sangre y se
preocupó por lo que pudo suceder en aquel
departamento, sabía que la visita era para Emma,
pero no esperaba que las cosas se salieran de control.
—Dante… ¿Qué pasó allá?
—Algo que no te incumbe.
— ¿Le hiciste algo a Emma?
—Hice lo que tenía qué hacer. —siseó Dante
buscando en el coche una cajetilla de cigarrillos,

823
hacía demasiado tiempo que no fumaba, pero ahora
no podía detener el deseo de hacerlo. —Confórmate
con saber que no la maté, aunque se lo merecía.
— ¿Averiguaste algo sobre Ori? —cuestionó más
preocupada por el chico, realmente no le importaba
lo que sucediera con Emma.
—No demasiado, nada me asegura que Ori esté
con quien creo. De igual manera, te dejaré en un
sitio seguro y arreglaré esto a mi modo, no necesito
cargar contigo ahora.
—Dante, yo quiero ayudar, fue mi culpa, no debí
conservar tu llave…
El mayor no dijo más, sin embargo, no podía
culpar a su hermana, ella había salido herida por esa
maldita llave, pero aún sin eso Zair iba a conseguir a
Ori tarde o temprano, eso debió imaginarlo y
evitarlo apenas supo de sus intenciones.
Llevó a Megan a la estación de policías y se
marchó antes de que le hicieran perder más tiempo.
Tenía una dirección y un nombre, ahí era donde
debía comenzar.
Solo podía pensar en lo que Ori podía estar
sufriendo, tenía qué encontrarlo cuanto antes.

824
Capítulo 32

Eros había logrado tranquilizar a Yune tras la


visita de Dante, pero sabía que su pequeño
prometido no estaba aún en calma. Entró a la
habitación donde el chico le esperaba, le ofreció un
vaso de jugo y un platillo con refrigerios, pensando
que si comía tal vez se sentiría mejor.
—No tengo hambre. —murmuró Yune apenas
bebiendo un sorbo del jugo, el cual dejó a un lado de
inmediato. —No puedo creer lo que he hecho.
—Yune, ¿cuántas veces quieres que te repita
esto? Lo que le ocurra a Orién no es tu culpa, no
vamos a caen en las provocaciones de Dante.
—Es justo lo que yo dije en ese momento, pero
ahora que se ha ido y no tengo que soportar verlo,
creo que tiene razón. Estamos siendo tan egoístas,
poniendo a Ori como un sacrificio para apaciguar a
una bestia, y no es justo para él.
—Pensé que no te importaba.
—Eso es lo que me preocupa más…, no me
importa tanto ahora que sé que está con Dante, y no

825
soporto ese pensamiento de “mejor él que yo”.
Antes de que funcionara lo nuestro, antes de ser tu
pareja, yo no habría dudado en dar cualquier cosa
para evitar que ese chico sufriera lo mismo que yo
en manos de ese monstruo, y más aún después de
saber que lo ha embarazado, y temo que le haga
sufrir igual que hizo conmigo, o peor. —bajó la
mirada limpiándose un par de lágrimas que escurrían
por sus mejillas y sonrió desesperado. —No sé qué
hacer, una parte de mí dice que debo ayudar a ese
chico, pero por otro lado no quiero renunciar a ti, ni
a lo que podría ser un bonito futuro a tu lado, como
tu esposo…, y no quiero darle la satisfacción a
Dante de saber que ha destruido nuestro
compromiso.
—No tenemos qué hacerlo. —dijo Eros
sentándose a un lado de su prometido. —Entiendo
que te afecte tanto esta situación, no es fácil poner
en una balanza dos decisiones que de cualquier
forma te perjudicarían. No quiero que te arrepientas
al paso de los años por no haber salvado a Orién
cuando tuviste la oportunidad.
— ¿Qué debo hacer? Tampoco quiero
arrepentirme de arruinar lo nuestro por culpa de tu
hermano. —gimoteó Yune dejando que el mayor le
abrazara.

826
—No vamos a arruinar lo nuestro por sus
caprichos, pero tampoco dejaremos que se salga con
la suya haciendo que te sientas igual de miserable
que él.
—La única forma de no sentirme así, sería
salvando a Ori…
—Y eso haremos. Enfrentaré a Dante, traeré de
vuelta al chico.
—Dante lo buscaría como hizo conmigo. —
murmuró Yune pensando por un instante en alguna
posibilidad. —Solo se detendrá si…
—Lo mataré de ser necesario.
Yune sintió un escalofrío, se separó de Eros y le
miró preocupado. No podía permitir que matara a su
propio hermano, Eros jamás iba a olvidarlo, y
además, sería su culpa por querer proteger al otro
Omega.
—No, eso no. Hablemos con él, Dante alguna vez
fue una buena persona, él te dejó llevarme cuando se
dio cuenta del error que cometió conmigo, quizá si
entra en razón deje al chico en libertad. —alegó
Yune, creyendo que era una mala idea, pero no se le
ocurría otra manera de solucionarlo sin más muertes
de por medio.

827
Tras pensárselo, Eros accedió a la petición de
Yune, con la idea clara de que, si eso no funcionaba,
iba a tener que tomar medidas drásticas. No había
tiempo que perder, la vida de Orién y su aparente
embarazo estaban en riesgo…
Ori despertó con el cuerpo enteramente
adolorido, se encontraba en el frío suelo de una
oscura y pequeña habitación, no había muebles,
mucho menos una cama, ni siquiera ventanas, solo la
puerta de donde se colaba una línea de luz. No debía
medir más de tres metros cuadrados.
Temblaba de miedo al no saber cómo llegó ahí,
solo recordaba haber sentido que alguien lo apresaba
cubriendo su rostro con un trapo y todo se oscureció.
Estaba seguro de que Dante no tenía nada qué ver en
eso.
La sombra de alguien parándose detrás de la
puerta le hizo preocuparse, aún más cuando fue
abierta y un hombre demasiado alto se aproximó
hacia él. Sin decir nada, aquel tipo lo tomó del brazo
y lo arrastró sin cuidado alguno sacándolo del
cuarto.
Aquello era una extraña oficina, tenía ventanas,
pero parecían clausuradas, pues no se alcanzaba a
ver nada del exterior. Al centro había un escritorio,

828
donde un hombre daba órdenes a otros, palabras que
Ori no alcanzaba a escuchar.
Fue llevado hasta una silla frente al escritorio, se
quejó al ser obligado a sentarse y vio como aquel
tipo que le esperaba se ponía de pie.
—Necesito privacidad. —dijo aquel con absoluta
autoridad. Todos los demás se retiraron, incluso el
que había llevado a Ori hasta la silla.
La puerta fue cerrada y el silencio abrumó al
pequeño, que no se atrevía a levantar la mirada y se
encogía abrazando su enorme vientre. Lo que más
temía el chico, era que sus pequeños resultaran
heridos, pues ese hombre lucía demasiado peligroso.
—Al fin estamos frente a frente, esperé mucho
para que Dante decidiera venderte. —mencionó
aquel tipo, era claramente un Alfa, quizá un lobo,
pues Ori lograba percibir un poco su aroma.
El chico sintió un escalofrío cuando las manos de
ese hombre se posaron en sus hombros. No iba a
escucharlo, no creería aquello que acababa de
insinuar, Dante no sería capaz de venderle, si no lo
hizo antes cuando Zair se lo ofreció.
—Pensé que por llevar ese enorme bulto me
parecerías repugnante, pero ahora que te aprecio de

829
cerca, creo que no me importaría follarte así.
—No se atreva. —susurró Ori tratando de no
entrar en pánico, pero la idea de ser forzado por ese
tipo le hacía sentir nauseas.
— ¿Por qué no? Dante se la ha estado pasando
bien contigo, vamos, yo también tengo derecho de
reclamarte, ahora me perteneces. Él te ha vendido,
junto con ese mocoso que esperas.
Eso era una vil mentira, Ori lo confirmó cuando
escuchó aquello último, si Dante hubiese cometido
tal atrocidad, habría dejado claro que no era un bebé,
sino dos…, y aún si ese maldito secuestrador lo
hubiese sabido, para Ori sería imposible creerlo.
Amaba a Dante, no perdería la fe en que él había
cambiado, no hasta que el mismo Dante le dijera a la
cara lo que ese tipo afirmaba.
—Creo que ya ha sido suficiente de hablar, ¿por
qué no comienzas a quitarte el pantalón? —dijo
aquel, comenzando a abrir el suyo.
Ori le miró con pánico, luego volteó a todos lados
sin saber cómo iba a escapar de esa situación. Tenía
tanto miedo, su corazón latía violentamente, y de
pronto un fuerte dolor le hizo caerse de la silla.

830
Su vientre se ponía tan duro, el dolor no parecía
detenerse, sino que aumentaba y le provocaba gritar.
Aquel Alfa le miraba con desagrado, se alejó
dirigiéndose a la puerta y ordenó que llevaran una
partera. Ya le parecía demasiado grande esa barriga,
debió imaginar que el embarazo estaba por llegar a
su fin.
Uno de sus subordinados llevó a Ori de nueva
cuenta a la estrecha habitación y lo tiró en el piso sin
ninguna consideración, Ori se retorcía de dolor, de
pronto podía calmarse solo para recibir otra ola de
contracciones. Era demasiado para él, no estaba
listo, sabía que daría a luz, pues la doctora le explicó
cómo sería, pero estaba tan asustado que no quería
aceptarlo. ¿Qué sucedería si sus bebés nacían ahí?
Sabía que no sería nada bueno.
El Alfa se acercó hasta pararse en la puerta.
—Más te vale que ese niño no sea igual que su
padre, si se te ocurre traer otro Alfa como él, yo
mismo le arrancaré la cabeza y tiraré su cuerpo a los
perros. —advirtió antes de volver a encerrarlo.
Ori estaba aterrado, y el dolor que sentía no le
ayudaba. Pasó varios minutos gritando, hasta que
pensó que se desmayaría, entonces vio la puerta

831
volver a abrirse, alguien encendió la luz y un
muchacho entró siendo empujado por los hombres
que parecían vigilar la oficina.
El muchacho era un Omega, llevaba un montón
de cosas en una canasta, y detrás de él dejaron otra
con más cosas, especialmente toallas no muy
limpias, a decir verdad.
—Tranquilo, tienes qué tratar de regular tu
respiración. —dijo el chico acariciando el cabello de
Ori mientras le ponía un pequeño cojín en la cabeza.
—Inhala y exhala despacio, anda, inténtalo.
Ori trató de hacerlo mientras veía las marcas de
golpes recientes en la cara del otro.
— ¿Quién eres? —jadeó cuando logró hablar.
—Alguien a quien has salvado de una dura
jornada. —murmuró el chico regalándole una
sonrisa. —Lamento mucho presentarme en estas
fachas. Soy el único que podía atender tu parto, pero
hace cinco minutos estaba con un cliente que se
puso violento y no me dieron tiempo de nada cuando
me sacaron de la habitación.
— ¿Un cliente?

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—Sí, ya sabes, lo de siempre. —dijo sin saber
que Ori no pertenecía enteramente a ese lugar, pues
la marca que veía en su vientre le hizo suponer que
trabajaba ahí. —Me llamo Joan, ¿y tú?
—Ori…
Pronto otra contracción llegó, Ori no podía
calmarse si cada vez venían con más fuerza, pero
trató de escuchar al chico y obedecer a sus
indicaciones.
—Vaya, vaya, Dante Williams, qué sorpresa que
vengas a mi territorio. Me sorprendió escuchar que
has venido a buscarme. Al fin nos conocemos. —
decía el hombre que recibía a Dante en el living de
una enorme mansión.
—No es una visita social, dime en dónde está
Orién. —advirtió apuntándole con un arma. —He
estado investigando, sé que tú fuiste quien vendió a
ese chico hace once años.
—No recuerdo todas las ventas que he hecho. Ese
nombre no me parece conocido. —sonrió con sorna.
—Para ser la primera vez que nos vemos, pareces
muy alterado.
—Señor Lucio, su hijo está al teléfono. —dijo
una joven asistente, cerrando la boca en cuanto la

833
mirada de su jefe se posó furiosa sobre ella.
— ¿Un hijo? Mira que eso no se me había
ocurrido. ¿Cuántos son?
— ¿Acaso estás amenazándome? —advirtió
Lucio arqueando una ceja. —En realidad son cuatro,
tu hermana, ya sé dónde se encuentra y seguramente
ella estará encantada de conocer a su padre.
Dante observó el lugar, sabía que ese tipo tenía
algo que ver con la desaparición de Ori, pero él no lo
tenía en su poder. Y algo le decía que aquella
llamada telefónica era la clave que necesitaba.
Se retiró para lo alborotar más el avispero.
Mientras subía al auto llamó a la estación de policía
para hablar con Megan, tenía que advertirle que
tuviera cuidado, Lucio podía hacerle daño aun
siendo su hija, pues era conocido por solo reconocer
a sus hijos Alfas con el fin de heredarles lo que
fundó en tantos años.
—Dile a ese idiota que me llame más tarde, tengo
algo qué arreglar. —siseó Lucio corriendo a su
asistente de inmediato. No iba a permitir que Dante
se entrometiera más.
Se reunió con los guardias que siempre le
cuidaban la espalda, los mejores hombres que tenía a

834
su cargo, y les dio indicaciones claras. Ese asunto
era personal, Lucio estaba cobrando una venganza
que no se llevó a cabo con los padres de Dante,
ahora todos los que compartieran su sangre
acabarían de la peor manera.
Nadie intervino durante el parto, Joan atendió a
Ori con tanto cuidado como le era posible, el primer
pequeño nació en perfectas condiciones y
suponiendo que todo había acabado, se tomó su
tiempo para colocarlo dentro de una de las canastas
que había llevado. Pero apenas lo dejó, escuchó a
Ori volver a gritar y notó que una segunda cabecita
se asomaba queriendo salir.
Miró al pelirrojo algo preocupado, el jefe no le
dijo que era un parto doble. Sin embargo, no dudó
en recibirlo igual que al primero.
Fue cansado, sobre todo para Ori, que al terminar
apenas y podía respirar, su cuerpo temblaba de
dolor, había sido un parto al natural sin ninguna
clase de ayuda. Joan revisó al segundo bebé y lo
dejó junto al primero. Estaba claro que el segundo
era un Omega, idéntico a Ori, tenía una colita sin
pelo y su cabecita apenas con algo de cabello. El
primero no resultó así, y eso preocupaba a Joan.

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—Es un alfa. —murmuró cargando al primer
bebé que había recibido.
Ori se sentó de golpe y su mirada estremeció al
otro.
—No puede ser. —gimoteó desesperado, no se le
había olvidado la amenaza de su secuestrador, si
sabía que uno de sus bebés era un Alfa…
—No debes levantarte así. Cálmate.
—Joan, lo van a matar, tienes que ayudarme. —
suplicó Ori recargándose en la pared para
mantenerse sentado. Estiró los brazos recibiendo al
pequeño que ni siquiera estaba llorando, igual que el
otro.
—Lo siento mucho, no puedo hacer nada. —
susurró el chico mirándole avergonzado.
—Sí puedes, llévatelo, te lo suplico.
—Ori, si descubre que me llevé a uno de los
bebés…
—No saben que son dos, cree que es uno. Te lo
ruego, llévalo en las canastas, y sácalo de este lugar.
— ¿Y a dónde lo llevaría? Vivo muy cerca de
aquí, se darían cuenta tarde o temprano.

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— ¿Puedes salir del sitio donde vives?
Joan asintió tomando de regreso al bebé.
—Entonces llévalo con su padre. —pidió Ori
limpiándose las lágrimas. —No quiero que te metas
en problemas, solo haz lo que esté en tus manos,
pero no lo dejes aquí, por favor.
— ¿Quién es su padre? —preguntó Joan mirando
la carita del pequeño.
—Dante…
— ¿Dante Williams? —le miró con asombro. —
¿Cómo es posible? Ese tipo no viene a sitios como
este.
—Yo era su mascota. —murmuró Ori tragando
grueso, le dolía hablar de lo agotado que se
encontraba. —Alguien me secuestró y me han traído
a este lugar. Dante esperaba el nacimiento de sus
hijos, al menos será feliz si sabe que uno de ellos era
un Alfa, lo va a amar y a cuidar, por eso tienes que
llevárselo.
—Lo haré, haré todo lo que esté en mis manos
para entregárselo, pero, ¿qué pasará contigo y él? —
señaló al pequeñín que se movía un poco entre las
sábanas de la canasta.

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—No lo sé, si puedes decirle dónde estoy, quizá
pueda encontrarnos y…
Joan dejó al pequeño Alfa y cargó al otro para
dejarlo en los brazos de Ori, comprendiendo que el
chico ya no se atrevía a decir más, estaba claro que
ni él mismo sabía lo que estaba por ocurrir, y
posiblemente el no saber le causaba más temor.
Colocó unas toallas llenas de sangre sobre el bebé en
la canasta, cuidando dejarle espacio para respirar, y
tras acomodar a Ori en el piso con su pequeño hijo,
lo dejó nuevamente solo.
Por suerte nadie le detuvo al salir, se dirigió con
la cabeza agachada hasta la salida y luego fue
directo a su pequeño cuartito a dos calles de la
oficina central, con el pretexto de quitarse la sangre
de las manos para volver al trabajo después.
Pero no volvió, salió de ahí apenas tuvo
oportunidad, y se dirigió al otro lado de la ciudad.
Tenía el tiempo contado si quería ayudar a Ori a
escapar del hijo más sádico de Lucio, a quien había
puesto a cargo recientemente.
Ori pasó las siguientes horas mirando a su bebé,
le daba de comer y lo acunaba hasta que lo vio
quedarse dormido.

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Le dolía gravemente haber tenido que decirle
adiós a su otro pequeño, pero después de la amenaza
que recibió no tenía otra opción. Continuamente la
puerta fue abierta, un tipo se asomaba y luego volvía
a cerrar, como verificando que no estuviese
planeando nada. ¿Qué iba a hacer? Estaba más débil
que nunca, su cuerpo había pasado por el proceso
más doloroso que cualquier otra cosa, perdió
demasiada sangre y no tenía ninguna atención
médica, ni siquiera lograría pararse, así que intentar
escapar en semejantes condiciones era imposible.
Al menos nadie le había molestado aún, su
pequeño dormía y él podía protegerlo siempre y
cuando nadie intentara hacerle daño, se sentía tan
inútil.
—Padre, ¿por qué has tardado tanto en
contestarme? —reclamaba aquel en cuanto Lucio
tomó la llamada.
—Porque tengo otras cosas qué hacer. Tu único
trabajo es vigilar a ese mocoso, y aun así no dejas de
llamarme. ¿Qué demonios es tan importante?
—Hace unas horas nació su hijo, parece que
calculaste mal, o su parto se adelantó.
— ¿Su hijo? ¿Solo uno?

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— ¿Por qué lo preguntas así?
—Eres un imbécil, Marc. —farfulló Lucio
poniéndose de pie furioso. —Ese idiota iba a tener
mellizos. ¿Quién atendió el parto? ¿Estuviste
presente?
—Debiste avisarme antes, por supuesto que no
estuve, suficiente tuve con escuchar los gritos, me
salí de la oficina cuando Joan llegó.
—Busca a Joan inmediatamente y llévalo a la
oficina, iré enseguida. No puedo creer que no hagas
nada bien. —farfulló el mayor antes de colgar.
Su hijo era un verdadero imbécil, ahora debía
arreglar todo ese posible desastre.
Megan comenzaba a cansarse de esperar,
frustrada por no recibir nada de información
respecto a la búsqueda de Ori, se dispuso a
marcharse. Dante se enfadaría, pero se sentía
responsable y quería ayudar.
Discretamente fue hacia la salida, nadie la detuvo
y cuando se encontró en la puerta salió corriendo,
sabía que los patrulleros la iban a llevar de regreso si
la reconocían. Apenas había dado vuelta donde
terminaba la calle, cuando chocó con un chico al
cual hizo caer.

840
—Lo siento tanto, no te vi. —se apresuró a decir
tratando de levantar al menor.
El chico revisó al bebé apenas logró pararse,
suspiró viendo que nada le había pasado, pues
alcanzó a retroceder lo suficiente antes de que la
mujer lo empujara. Entonces él levantó la mirada
observando a Megan con cierta preocupación.
— ¿Trabajas aquí?
— ¿Eh? —lo observó confundida y luego reparó
en que quizá el chico lo suponía porque iba vestida
de negro, con una chaqueta que se parecía mucho a
la de los policías. No pudo evitar soltar una breve
risa burlona al negar. —Claro que no, es el último
sitio en el que me gustaría trabajar.
—Necesito ayuda de alguien que no sea un
policía. —murmuró el menor comenzando a
angustiarse. —Este bebé no es mío, debo entregarlo
a su padre, pero no sé dónde encontrarlo, y si voy a
la estación van a encarcelarme.
— ¿Por qué te encarcelarían? —preguntó Megan
dudando del chico. —Estás devolviendo a un bebé,
¿o es que acaso te lo has robado?
— ¡No he hecho algo así! —exclamó asustado.
—Me van a detener por esto.

841
Enseguida le mostró el dorso de su mano,
dejando ver una marca que Megan pudo reconocer, y
es que era más que notoria, pues abarcaba todo el
espacio liso de la piel en esa zona.
— ¿De quién es el bebé? —preguntó la mujer
acercándose un poco más para tratar de ver al niño,
de pronto tenía un extraño presentimiento que le
revolvía el estómago. — ¿Qué edad tiene?
—Es de un chico llamado Ori que dio a luz hoy,
hace unas horas atendí su parto. —murmuró el
jovencito al notar la intriga con la que le
cuestionaba, quizá le ayudaría. —Me pidió que
llevara al bebé con su padre, Dante Williams. ¿Sabes
algo de ese hombre? ¿Cómo puedo dar con él? No sé
mucho, solo sé que es un Alfa de alto nivel. Tengo
que entregarlo antes de que comiencen a buscarme,
si saben que ayudé a ese chico seguro pasará algo
malo, peor aún si me encuentran con el bebé.
Megan tragó grueso, no podía creer lo que
acababa de escuchar. Jaló al muchacho llevándoselo
de ahí mientras le decía que iba a ayudarlo. Tomó un
taxi y se dirigió al departamento, no tenía idea de
dónde se encontraba Dante, solo sabía que debía
llevar al bebé muy lejos de ahí.

842
Debía darse prisa, ya comenzaba a amanecer y
llevaban casi doce horas sin saber de Ori, quizá este
chico sabía dónde se encontraba, pero no parecía
dispuesto a hablar más hasta llegar con Dante.
En el departamento del Alfa, se encontraba él
dando vueltas por todo el lugar, iba y venía
revisando cada rincón. No sabía qué estaba
buscando, pero se le acaban las ideas de cómo
podría encontrar a Ori y comenzaba a desesperarse.
Había mantenido la calma demasiado tiempo, sin
embargo, tras indagar un poco al dueño de esa
enorme red de prostitución, no descubrió nada que le
llevara a su pequeño Omega, y le preocupaba como
nunca, no quería perderlo, y la impotencia que sentía
era tan perturbadora que no le dejaba pensar mejor.
Escuchó que alguien tocaba la puerta, no tardó en
atender, deseando que se trataba de alguien con
buenas noticias sobre Ori. Pero en su lugar se
encontró frente a Yune y Eros por segunda vez en
tan poco tiempo. Los miró furioso y trató de cerrar,
pensando que, si no hubiese salido esa mañana a
disculparse con Yune, su cachorro no habría sido
secuestrado.
No quería culpar a nadie, aunque en esas
circunstancias no podía evitarlo, estaba molesto con

843
todo y con todos.
— ¿Dónde tienes al chico? —refutó Yune
colándose de prisa al interior del departamento,
evitando que les impidiera el paso.
Eros fue tras él, sabía que algo malo sucedía en
ese sitio, pero al ver lo destrozado que se encontraba
el departamento no se detuvo a pensar con claridad,
vio que Yune comenzaba a entrar en pánico y trató
de detenerlo cuando se lanzó contra Dante.
— ¡¿Por qué?! ¿Qué le hiciste? ¡¿Cómo te
atreviste?! ¡Dijiste que estaba esperando un hijo
tuyo! —reclamaba Yune golpeando un par de veces
a Dante antes de que Eros le alejara de él.
— ¿Dónde está el chico? —cuestionó Eros
mirando a su hermano como si fuera la mayor
escoria del mundo.
—No lo sé.
Yune y Eros se quedaron estáticos por un
momento. La respuesta de Dante había sido seca,
con un deje de angustia que les pareció escabroso.
¿Cómo que no sabía?
—Dime dónde lo tienes, ¿qué le hiciste? —refutó
Eros haciendo a Yune a un lado para enfrentarse a su

844
hermano.
—No tengo por qué mentir. Anoche que llegué
no estaba, Zair lo ha secuestrado y no he podido
encontrarle.
— ¿No se supone que él te lo vendió? ¿Por qué
haría eso?
—Si no me crees me da igual, lárguense de mi
departamento. —Advirtió Dante dirigiéndose
nuevamente a las habitaciones, necesitaba ver una
vez más el cuarto de los bebés, quizá algo se le había
pasado por alto.
Yune miró a Eros preocupado, Dante no lucía
nada bien, incluso su enfado era extraño, no estaba
siendo agresivo a pesar de la violencia con la que
Yune le reclamó.
Eros le dirigió una mirada inquieta y fue tras su
hermano, tenía qué saber lo que sucedía realmente.
Yune se quedó a esperarlo, por primera vez desde
que Dante le hizo tanto daño, sentía que no era aquel
monstruo que vio en sus peores momentos, el menos
por un instante, pues no confiaba en él.
Dante comenzó a recoger los peluches rotos, Zair
se había tomado el tiempo de arruinar todo el
departamento, pero se ensañó en esa habitación.

845
Dejó los pedazos sobre la cuna que ahora estaba
prácticamente inservible.
— ¿Por qué no te has ido? —murmuró al sentir la
presencia de Eros en ese lugar. Ni siquiera lo miró,
continuaba tratando de recoger lo que quedaba.
— ¿Qué es esto?
—Sabes lo que es.
—No me refiero a eso. —dijo Eros adentrándose
más.
—No hagas preguntas estúpidas, les dije que Ori
estaba embarazado.
—También dijiste que pronto dejaría de estarlo.
Si esto es una mala broma, creo que no tiene ningún
sentido.
—Sí, dije que pronto dejaría de estarlo, porque se
encuentra en el octavo mes y pronto dará a luz a mis
hijos, serán dos. —explicó Dante, deteniéndose un
momento para mirar al otro. —Quizá este es mi
castigo por haber rechazado al hijo que Yune iba a
darme, por haberlo matado, ahora ustedes pueden
reírse de las jugadas que hace el destino para las
mierdas como yo.

846
—Dante, yo no me imaginé algo así. —comentó
Eros sin saber qué decir.
—Ori no merece ser perjudicado por mi culpa,
nunca debí traerlo conmigo, no debí comprarlo en
primer lugar.
—Eres un imbécil, deja de comportarte así. —
bufó el otro al darse cuenta de lo que sucedía con
Dante. —No es momento de compadecerte, ¿sabes
dónde puede estar?
— ¡Si lo supiera no estaría aquí! —exclamó
Dante. — ¿Crees que no he hecho todo por
encontrarlo?
— ¡Dante! —la voz de Megan gritando desde la
entrada dio por terminada esa discusión. — ¡Maldito
idiota, ven ahora mismo!
Dante fue primero, Eros le siguió, encontrándose
con esa chica que solo el primero conocía.
—Te dije claramente que te quedaras en la
estación. —reclamó Dante acercándose furioso a
ella.
—No es momento de discutir, si no hubiese
escapado de ese sitio, no estaría aquí diciéndote esto.
—argumentó Megan jalando al jovencito que se

847
escondía en su espalda. —Este chico es Joan, y tiene
algo que te interesa, además de información sobre
Ori.
— ¿Sabes dónde está? —cuestionó Dante
mirándolo de inmediato, reparando en algo más.
El muchacho abrazaba a un bebé como si su vida
dependiera de ello, en cuanto vio a Dante enfrente
de él pudo reconocerlo por las revistas y esas cosas
donde llegó a salir, no dudó en entregarle el pequeño
niño, quien ya se había quedado dormido después de
llorar por hambre en todo el camino.
— ¿Qué? —Dante miró al bebé, luego al chico, y
enseguida a Megan, exigiendo una explicación. —
¿Qué demonios es esto?
—Joan conoció a Ori, atendió su parto, al parecer
se adelantó y es posible si ha pasado por un
momento tan estresante.
— ¿Dónde está Ori? —se dirigió hacia el chico
sin dejar de aferrar entre sus brazos a su pequeño.
Tenía el aroma de Ori, y el suyo extrañamente en
gran cantidad, no podía pensar demasiado en ese
momento. — ¿Y mi otro hijo? Iban a ser dos…
—Lo sé, Ori tuvo a dos bebés, me suplicó que te
trajera este. Yo desearía haber sacado a los dos niños

848
y al chico, pero no era posible, el jefe nos habría
matado. —murmuró Joan tratando de no asustarse,
pues no era una situación muy buena considerando
que su vida dependía de que le creyeran. — ¡Pero
estoy seguro de que están bien! Cuando alguien da a
luz siempre dan un día de reposo y luego…
— ¿Por qué Ori permitiría que un desconocido se
llevara a su hijo? —inquirió Dante con cierta duda.
—Eso…, bueno, en ese lugar no es común que
nazcan Alfas, y creo que el jefe amenazó a Ori
cuando entró en labor, porque cuando le dije que el
primero en nacer había sido un Alfa se asustó
demasiado. Y el jefe tampoco sabe que eran dos
bebés. El segundo ha sido un Omega, estará seguro
por un tiempo, aunque no sé qué harán con el chico
después.
— ¿El jefe? ¿Quién demonios es el jefe?
—No asustes al chico. —reprochó Megan.
—El que estaba con nosotros era el hijo de Lucio
Monclov. El mayor de sus hijos, Bastián.
Dante se alejó un momento, llevándose al bebé
mientras procesaba todo.

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Eran demasiadas noticias. Ya era padre, de un
Alfa que ahora estaba en sus brazos, donde nada
malo iba a ocurrirle, y de un Omega que corría
muchos peligros junto con Ori, quien debía estar
sufriendo un dolor terrible después del parto, además
del miedo que muy probablemente sentía. Ahora
todo era claro, investigar a Lucio no era el camino
correcto, sino sus hijos, sus malditos hijos.
Estaba tan furioso, que enseguida regresó
dejando al bebé en brazos de Eros.
—Sé que no merezco este favor, pero quiero que
cuides a mi hijo mientras soluciono esto. —pidió
arrepentido de haber actuado como un vil y
desquiciado durante tanto tiempo.
—Estará a salvo conmigo, nos iremos a un hotel,
si necesitas algo puedes llamarme.
Dante le agradeció con una mirada más
significativa que cualquier “gracias” viniendo de su
boca. Enseguida se dirigió a Megan, ordenándole
que se quedara con Eros y ni por error fuese a
seguirlo.
Finalmente se dirigió a Joan.
— ¿Sabes la dirección de ese sitio? —preguntó
sintiendo que una enorme y sombría aura se

850
apoderaba de él. El rencor y odio que era capaz de
sentir, se estaba englobando contra una sola meta,
salvar a Ori a como diera lugar.
—No sé una dirección, pero puedo guiarte. —
murmuró el muchacho.
—Es peligroso que regreses. —dijo Megan.
—Solo explícame cómo llegar.
—No, yo conozco el lugar, y además, si entra por
su cuenta seguro alguien dará aviso a Bastián o a
Lucio. No sería muy normal que un tipo como tú
vague en esos rumbos, pero si va como cliente nadie
le va a detener.
— ¿A qué te refieres?
—Cuando uno de nosotros lleva a alguien, se
entiende que es un cliente nuevo. —explicó Joan
mostrándole su marca, le sonrió amablemente y
continuó. —Ori no pertenece a ese lugar, de
cualquier forma, si algo me sucede sabré que fue por
una buena causa.
Un golpe bajo para todos en ese lugar, ese chico
que se prostituía posiblemente de manera forzada,
estaba demostrando más nobleza que cualquiera en

851
ese departamento. Dante asintió finalmente, no había
tiempo que perder.

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Capítulo 33

— ¿Qué acaba de suceder? —murmuró Yune


apenas escuchó la puerta del departamento cerrarse.
Miraba al bebé que cargaba Eros y no alcanzaba a
comprender del todo.
Megan notó que ni siquiera Eros podía responder
esa pregunta, suspiró agotada y miró a ambos,
tomando al niño que Eros no dudó en devolverle.
— ¿Quién eres? —preguntó el Alfa mientras le
permitía cargar al bebé.
—Soy Megan, es irrelevante que te explique
ahora qué hago aquí o quien soy exactamente, lo
único que puedo hacer es mantenerlos al tanto de lo
que está sucediendo en este momento.
— ¿Y qué es? Porque lo que acabo de escuchar y
ver no es lo que esperaba encontrar. ¿Este niño
realmente es de Dante?
—Lo es. Dante ha estado con Ori poco más de
ocho meses, por lo que sé comenzó una relación con
el chico, aunque tengo entendido de que en un inicio
no fue tan agradable, él debe darse una idea. —

853
mencionó Megan mirando a Yune. Enseguida
continuó dirigiéndose hacia Eros. —A pesar de todo
lo que sucedió y de cómo se dieron las cosas, Ori se
aferró a creer que Dante no era el monstruo que fue
al inicio, supongo que eso ablandó a tu hermano.
Ese chico ha confiado más que nadie en Dante, ni
siquiera yo creí que fuese real su cambio.
— ¿Cómo sabes tanto de ellos?
—Yo sé muchas cosas. —sonrió con cierta burla
y continuó. —Conozco bien a la doctora que ha
atendido a Ori desde que supieron del embarazo, ella
me ha contado todo lo que sucedió, hasta la última
cita que fue ayer por la mañana, el cambio en Dante
respecto al chico ha sido muy notorio, yo fui testigo
de las veces en las que Dante se preocupaba por él,
aunque no era suficiente como para pensar que no le
haría daño. Es decir, conozco la historia de lo que
sucedió con Yune, y me costaba creer que alguien
como él volvería a ser lo que un día fue. Algunas
veces escuché que le hablaba mal, pero Ori no lo
rechazaba y yo no entendía cómo podía soportarlo,
poco a poco dejó de tener malos tratos con el chico y
se convirtieron en algo parecido a una pareja, yo me
fui hace tiempo, sin embargo, lo sé por algunos
contactos que tengo por aquí.

854
—Mi hermano se ha enamorado de Ori. —
murmuró Eros. —Incluso aceptó a los bebés que iba
a tener con él, lo que no me sorprende si él sabía que
uno sería un Alfa.
—En realidad no tenía ni idea, la doctora me
comentó que no era posible saberlo, solo sabían que
serían dos niños, pero no detallaron en que uno sería
un Alfa, creo que Dante se hizo a la idea de que
ambos iban a ser Omegas y estaba de acuerdo con
ello, a pesar de que en un inicio no le agradaba la
noticia.
—No me lo puedo creer, Dante tenía un cuarto
entero para ellos, aun cuando no cumplirían sus
convicciones.
—Con lo que yo sé de esto, puedo afirmar que sí
se ha enamorado, incluso lo marcó hace meses, tal
vez ellos estaban destinados a amarse, aunque su
historia no comenzó de la mejor manera. Ori ama a
Dante, de eso no me queda duda, él me lo dijo
muchas veces.
—Esto no es justo. ¿Por qué Dante puede ser
feliz después de todo lo que ha hecho? ¿Por qué ese
chico lo quiere si dices que abusó de él? —murmuró
Yune acercándose a Eros para quedar frente a la

855
mujer, la miró con tristeza y luego al bebé que ella
cargaba. —No es justo que la vida le dé tanto.
—Yune, en este momento la felicidad de Dante
pende de un hilo. —intervino Eros volteándose hacia
el menor para mirarle a los ojos. —Para empezar,
sigue culpándose y lamentando todo lo que te hizo,
fue a buscarte con un mal intento de pedir perdón, y
ahora el chico a quien quiere ha sido secuestrado,
sus hijos nacieron y solo tiene a uno, ¿sabes lo
doloroso que será para él si no logra encontrar a Ori?
Si me pongo en su lugar, el solo hecho de pensar que
puedo perderte me pone de nervios, imaginar que te
pierdo junto con mi propio hijo es aterrador.
—Lo sé, pero no puedo dejar de pensar que no
merece seguir con su vida como si nada.
— ¿Acaso se te olvidó quien te salvó de que te
vendieran a un prostíbulo? —le reprochó Megan
mirándole disgustada.
Yune se congeló al escucharla, había tratado de
olvidar aquello y no quería recordarlo. Eros sabía
esa historia, pero nunca quiso mencionarla, pues era
un asunto del pasado que no deseaba sacar a la luz.
—Si no me equivoco, eres huérfano, y creciste en
un internado. Cuando tenías doce fuiste secuestrado

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y vendido, tus captores no lograban venderte a
buenas familias que son las que pagan mejor, te
golpeaban y te dejaban sin alimento, duraste así
algunos meses hasta que Dante te encontró en un
barrio bajo cuando ibas a ser vendido como chico de
compañía a cualquier pervertido que pasara por ahí,
o a una casa de prostitución barata donde no habrías
sobrevivido ni dos años. De no ser por él, no estarías
aquí ahora. Dante te dio una vida increíble durante
muchos años, y eso no justifica lo que te hizo
después, pero tú mejor que nadie sabes que él no es
tan malo como parece. No te pido que lo perdones,
pero al menos deja de decir que no merece seguir
con su vida, si es gracias a él que tú no estás muerto
o en un burdel de mala muerte.
Esa mujer tenía razón, Yune había olvidado todo
lo bueno que Dante representó en su vida, y también
olvidó que fue el mismo Dante quien le enseñó a ser
bueno, generoso, y todas esas cosas que ahora ya no
parecían importarle. Quizá el que se rompiera
aquella imagen de hombre bueno que tenía de Dante
había provocado que sus propios valores se vieran
corrompidos, sin embargo, él no quería ser así, no
quería ser una mala persona. Nadie merecía la vida
que él estuvo a punto de tener, ni tampoco lo que le

857
sucedió después, mucho menos lo que Ori estaba
pasando ahora.
Sabía que ese chico no tenía la culpa de nada de
lo que antes sucedió, y sus bebés mucho menos, si
Dante iba a salvarlo, quizá era la manera en que
redimiría sus errores. Yune ya no quería pasar más
tiempo odiando a ese hombre, ya no quería
envenenar más su corazón, pues le daba miedo
aquello en lo que se estaba convirtiendo.
Eros rompió la tensión diciendo que debían irse
del departamento, no podían quedarse ahí ahora que
sabían quién estaba detrás de todo.
Marc, el hijo menor de Lucio, colgó la llamada
con su padre y frunció el ceño mirando furioso la
puerta donde estaba aquel Omega. Por culpa de ese
engendro su padre le había insultado.
—Hey, ¿Por qué tienes esa cara? —preguntó otro
Alfa que recién entraba a aquella oficina. — ¿Te ha
dado problemas el cachorro que nos trajo Zair? ¿Por
eso has matado a ese tipo? Nadie te autorizó hacer
tal estupidez.
—Cierra la boca, ¿acaso hoy todos me dirán que
no hago nada bien? —bufó Marc mirándole
fastidiado. —Deberían hacer las cosas ustedes

858
mismos si quieren que salgan como desean, o al
menos darme la información completa.
—Marc, hermano, ¿qué esperabas? Si tú eres el
culpable de que Joan se atreviera a llevarse al bebé.
— ¿Mi padre te lo ha dicho?
—Me llegó un mensaje al respecto cuando entré
aquí. —explicó rodeando el escritorio para sentarse
al mando.
—Sé que estás molesto, pero voy a arreglar esto.
—alegó Marc.
—En realidad no me importa, el rastro de olor
dice que era un Alfa, eso no nos sirve. Pero ha
tenido un Omega también. Yo mismo me encargaré
de castigar a tu puta cuando lo vea, deja de tener
favoritismos o nos vas a joder a todos. ¿Entiendes?
—No es favoritismo, Joan fue el primero que
tuve a mi cargo, creí que no me jugaría mal. —siseó
Marc realmente molesto. —A ti te pasó lo mismo,
ya sabes con quién.
—Y maté a esa infeliz, así que espero lo mismo
contigo. —advirtió el mayor.
—Bastián, tienes carta libre para hacer lo que
quieras con Joan, yo no pienso matarlo. Los años

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han generado un vínculo que me lo impide.
—Entonces yo me haré cargo, no quiero que
después vengas a decir que me he excedido.
Marc se fue de ahí enseguida, aún no podía creer
la traición de ese chico, pero por más que lo
pensaba, no se sentía capaz de hacerle pagar con su
vida. Iba a castigarlo, pero si vivía o no sería
decisión de su hermano mayor, no suya.
Bastián se quedó solo en la oficina, pronto sintió
curiosidad por volver a ver a aquel que años atrás
vendió. Ori había sido el primer Omega a su cargo,
lo dejó vivir con la mujer que lo dio a luz los
primeros cinco años, esa mujer era hermosa y tenía
una actitud muy peculiar, prostituta por elección
propia. El Alfa lobuno no perdía el tiempo cuando la
visitaba, pero cada que veía al mocoso no podía
encontrarle ningún atractivo, le resultaba
desagradable, con ese cabello rojo y su cara pecosa,
terminó deshaciéndose de él en cuanto tuvo
oportunidad.
La madre del niño nunca lo quiso, así que
venderlo fue una forma de liberarla de su
responsabilidad maternal, ella siguió con su rutina,
muriendo años después en un accidente de coche
cuando viajaba con uno de sus mejores clientes, y

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ahí acabó su historia. Bastián no pensó en recuperar
a ese niño, hasta que su padre le contó en manos de
quién había terminado.
Se volvió algo personal, Bastián odiaba
profundamente a Dante, lo detestaba porque era
respetado por todo un clan entero, e incluso por
otros clanes que no pertenecían a su especie,
mientras que él, al ser hijo de Lucio, no era
respetado, solo le temían y nadie le consideraba un
líder verdadero. El odio aumentó cuando supo que
sería padre y deseó arrebatarle de tajo su felicidad,
lo había estado vigilando, hasta que Zair cumplió
con el trato que meses atrás hicieron.
Bastián tenía a Orién nuevamente, Lucio podría
cumplir la venganza que arrastró por décadas, y él
disfrutaría arruinando lo único que a Dante parecía
importarle.
No tardó en dirigirse a aquel cuarto donde ese
mocoso debía encontrarse, encendió la luz y observó
con desdén el pequeño y encorvado cuerpo que
temblaba en el piso, abrazando a su cría como si eso
fuese a salvarle de cualquier cosa que decidiera
hacerle.
Debía admitir que ese chico era muy diferente a
lo que recordaba, podía decirse que incluso le

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parecía atractivo a pesar de lo demacrado que lucía
en ese momento.
Ori quedó deslumbrado cuando la luz se
encendió, pero pronto su visión se ajustó y descubrió
a un Alfa diferente al que le había encerrado en ese
lugar. Este tipo se le hacía conocido, aunque no
alcanzaba a recordarle.
Se asustó cuando el hombre se acercó, y temió
más por su pequeño que por él mismo, no quería que
lo lastimaran. Cubrió el cuerpecito del bebé
encogiéndose para recibir cualquier daño que fuese
dirigido hacia ambos. Era terriblemente doloroso
moverse, el parto le había dejado secuelas que
tardarían en irse, y las condiciones en las que se
encontraba no ayudaban a que se sintiera mejor, sino
todo lo contrario.
—Es satisfactorio ver que eres consciente de la
situación en la que te encuentras, no has causado
problemas hasta ahora. ¿Verdad?
Al no recibir respuesta, se hincó junto al menor y
tomó su rostro enterrándole los dedos con toda la
intención de lastimarlo.
—Dime, ¿realmente te has portado tan bien como
parece?

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Ori cerró los ojos, no iba a contestarle, porque ni
siquiera tenía fuerza para hablar. Pero estaba tan
aterrado de lo que ese hombre pudiese hacerle a su
bebé, que sacó voz de donde pudo y trató de
suplicar.
—No lastimes a mi bebé. —susurró temblando de
miedo.
—Si no quieres que le haga daño, entonces déjalo
lejos de ti. —advirtió Bastián poniéndose de pie para
darle la espalda mientras se quitaba el cinturón.
Ori tuvo qué hacerlo, aprovechó esa oportunidad
para dejar fuera a su hijo, creía que aquel tipo iba a
golpearle y no quería que su bebito saliera herido.
Como pudo logró llevarlo a un rincón de la pequeña
habitación, se arrastró alcanzando las toallas y su
pantalón que Joan le había quitado para atenderle
horas antes, colocó todo como una pequeña cama
para su niño y le besó la frente antes de volver a
donde aquel hombre le estaba esperando.
Entonces levantó la mirada, notando el cinturón
doblado que el mayor mantenía en su mano derecha,
vio como lo elevaba y enseguida escuchó el aire
siendo cortado junto con el estruendo final del cuero
contra su cara. En su intento de cubrirse el rostro

863
recibió más golpes en otras partes de su cuerpo, que
le dejaron retorciéndose de dolor en el piso.
—Ya había olvidado lo bien que se siente
castigarte. —mencionó el Alfa, dejando caer el
cinturón ensangrentado junto al cuerpo de Ori, quien
ahora lucía graves heridas por todos lados.
El chico sintió un fuerte frío recorrerle cuando
esas palabras le hicieron rememorar, se sintió como
aquel pequeño niño que pasó sus primeros años
escondiéndose de su primer dueño, Bastián. Aquel
nombre le había provocado las peores pesadillas de
su infancia, y peor aún, sus golpizas casi le llevan a
una dolorosa muerte en más de una ocasión. Ori no
recordaba ni un solo día en que no estuviese
convaleciente por los golpes que Bastián le propinó
de niño.
Levantó la mirada acongojado y reconoció al
Alfa que ahora le acababa de destrozar la piel. Ese
mismo que años atrás le hizo tanto daño, el mismo
que le puso la marca de prostitución con un fierro al
rojo vivo. No podía ser verdad.
—Ya veo por qué ese tigre se fijó en ti, pero
déjame decirte que en cuanto acabe contigo va a
preferir buscarse a otra puta, porque tú no le servirás

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para nada. —se jactó Bastián continuando con lo
que se proponía.
Sin ningún reparo por la condición del Omega,
Bastián se desabrochó el pantalón para después
tomar a Ori con intención de levantarlo, sin
embargo, el chico no era capaz de pararse, sus
piernas no respondían y eso era un fastidio. El
mayor lo dejó caer al piso y lo pateó haciendo que se
volteara, poniéndolo bocabajo.
Tras prepararse manualmente se colocó sobre los
muslos del menor y sin cuidado alguno lo penetró de
golpe.
Ori gritó con todas sus fuerzas, su ano era
violentamente asaltado y el dolor que sentía en la
otra entrada tras el parto no le ayudaba a tolerar lo
que ese infeliz le estaba haciendo. Lloró y gritó
cuanto pudo, se movió con todas sus fuerzas y era
inútil, solo se lastimaba más mientras Bastián
comenzaba a embestirlo con brutalidad.
No podía desmayarse en ese momento, por más
que su agotado cuerpo le decía que no iba a
soportarlo, se aferró a mantenerse despierto,
mientras era violentado por una bestia luchaba
contra el propio abandono, y se aferraba a la imagen

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de su pequeño hijo que no se daba cuenta de lo que
sucedía a su alrededor mientras dormía.
Estaba en un estado de pánico, si cedía a la
pérdida del sentido creía que al despertar no volvería
a ver a su niño, y no iba a permitir que Bastián se lo
llevara.
—Esto es lo que debió hacer Dante para no tener
crías contigo, igual de asquerosas que tú. —siseó
Bastián, tomando la colita de Ori se la enrolló en la
mano y la jaló con fuerza, obligando a que levantara
el trasero.
Las vértebras de la cola fueron dañadas por tal
acto, Ori gritaba tanto que comenzaba a ahogarse, se
tuvo que cubrir la boca cuando el bebé comenzó a
despertar. No lo soportaría más, solo deseaba que
pronto acabara esa tortura.
Y tras varios minutos que para el chico
parecieron horas, Bastián culminó llenando con
fuerza aquel apretado culo. Jadeó satisfecho saliendo
de él y se levantó mirándole con asco.
—No eres la gran cosa, me pregunto qué hiciste
para doblegar a alguien como él. —murmuró más
para sí mismo. —Aunque debo admitir que muchos

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clientes estarían dispuestos a pagar bastante por
pasar un buen rato contigo.
Ori comenzó a arrastrarse para llegar con su bebé,
ya no podía moverse, su cadera y su columna dolían
como si se hubieran fracturado, no era capaz de
mover las piernas, era como si no estuviesen ahí.
Pero solo necesitaba los brazos para lograr llegar al
pequeñito que había despertado y lloraba
desesperado.
—Deja de perder el tiempo, esa cría se irá ya
mismo. —dijo el Alfa adelantándose a Ori.
— ¡No lo toques! —exclamó el menor, su voz
rasposa había salido con más fuerza de la que él
mismo se creía capaz en ese momento.
Bastián volteó a verle con furia y tras empujarlo
con el pie para quitarlo del camino, continuó con lo
que pretendía, iba a llevarse al niño de una buena
vez.
Eso no. Ori estaba dispuesto a ser humillado,
abusado, y cargar con todo lo que esas personas
quisieran hacerle, pero había algo que no iba a
soportar. Sí, tenía muchísimo miedo, sin embargo
eso pasó a otro plano cuando vio a Bastián cerca de
su pequeño.

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No supo cómo lo hizo, pero cuando se dio cuenta
ya se encontraba de pie, con el cinturón de ese
maldito en las manos, y se lanzó a él sin pensar en
las consecuencias, ni siquiera se detuvo a notar la
gran desventaja que tenía en tal situación.
Quizá era el hecho de querer proteger a su bebé
lo que le dio la fuerza de defenderlo con todo lo que
nunca se imaginó capaz. Atrapó el cuello de Bastián
con el cinturón y lo jaló ahorcándole. Tal vez ese
Alfa se había confiado demasiado, ni de chiste
hubiese pensado que Ori le atacaría, mucho menos
que sería de esa manera, si cuando lo soltó se veía
como si fuera a morir en cualquier momento.
Apenas sintió algo en su cuello, Bastián giró en
un movimiento brusco, Ori provocó que perdiera el
equilibrio y ambos cayeron al piso, el Omega fue
aplastado por el cuerpo del mayor y de inmediato se
movió saliendo de ahí, solo para descubrir lo que
acababa de hacer.
Bastián estaba muriendo, la hebilla de su cinturón
tenía una punta que al caer se enterró en su garganta,
y su cuerpo se sacudía mientras perdía sangre en
gran cantidad.
Ori no lo pensó dos veces, sabía que, si alguien se
daba cuenta de lo que le había hecho a ese tipo, iban

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a hacerle un daño inimaginable, no solo a él, sino
también a su bebé. Ya estaba de pie, no podía
rendirse ahora. Cargó al su hijo y salió revisando si
no había nadie en esa oficina.
Al menos en eso tenía un poco de suerte, se
encontraba completamente solo. Revisó las ventanas
que estaban cubiertas, descubriendo que daban hacia
un callejón. Tras la puerta escuchaba las voces de
varios hombres, así que salir por ahí era impensable,
entonces hizo todo lo que pudo por escapar saltando
la ventana.
Cada movimiento, cada paso, cada que cosa que
hacía le provocaba terribles dolores en todo el
cuerpo, pero tenía qué seguir o el dolor sería su
menor problema.
Habían llegado a la zona más baja de la ciudad,
Dante conducía siguiendo las indicaciones de Joan,
mientras el chico le abrazaba fingiendo que hacía su
trabajo, eso funcionó, pues había grupos de
seguridad en cada esquina.
— ¿Cómo es que saliste de aquí sin que te
detuvieran? —preguntó el Alfa.
—Sé cómo evitar a los hombres de Lucio,
además tengo permitido salir. Escondí al bebé en

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una canasta hasta que estuve bastante lejos. —
explicó Joan susurrándole al oído. —Lamento tener
qué hacer esto, sé que te incomoda, pero sería raro si
voy sentado a un lado como cualquier pasajero, le
avisarían a Lucio y mandarían un retén para ver lo
que sucede.
— ¿Ya ha pasado?
—Sí, Lucio tiene muchos enemigos, hace tiempo
era común que entraran con la intención de
enfrentarlo, pero no pasaban de la zona B.
— ¿Y ahora en qué zona nos encontramos?
—Ya llegamos a la A, ahí está mi departamento.
—comentó el chico girándose un poco para señalarle
el lugar. — ¿Piensas pedir refuerzos?
—Lo he hecho desde que subimos al auto.
¿Dónde está Ori?
—Detente en mi edificio, entraremos y de ahí te
llevaré con él, quedan unas cuantas cuadras.
Dante asintió, hizo lo que el chico decía. No era
común que confiara tanto en alguien, pero Joan era
su única esperanza para llegar a Ori en ese
momento, debía creer que realmente le ayudaría,

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además, si era un engaño podría asesinarlo con
facilidad.
Se detuvo y bajó primero, abriéndole la puerta al
chico. Joan se contoneaba contra él mientras
caminaban, entraron al edificio y seguía actuando de
esa manera.
El mayor estaba a punto de ponerle un alto y
apartarlo, cuando escuchó un estruendo y enseguida
vio a un tipo bajar de prisa. Incluso dentro de los
edificios había seguridad.
— ¿Un cliente nuevo? —preguntó el hombre
señalando a Dante sin darle mucha importancia.
—Sí, estaré ocupado un rato. —respondió Joan
sonriendo ampliamente, le hizo un guiño al tipo y
continuó al fondo del pasillo.
—Avísame cuando termines, tengo algo que
necesita de tu ayuda. —le dijo aquel permitiendo
que se marchara. El Omega comprendió a qué se
refería, con suerte pronto acabaría todo y no tendría
que asistir a ningún otro idiota.
No tuvieron más contratiempos, el departamento
del chico era en el primer piso, Joan hizo a Dante
entrar primero y luego cerró la puerta tras de si,
entonces suspiró con tranquilidad.

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—Si puedes salir de aquí, ¿significa que estás en
esto porque te agrada? —cuestionó Dante
observando el lugar, era demasiado pequeño, no
tenía cuartos, solo un espacio amplio dividido por
una cortina que estaba abierta, una parte era la
cocina, y del lado donde entraron era la
“habitación”.
—Puedo salir de aquí solo a conseguir clientes, si
me voy y no regreso, ellos me encontrarían. —
explicó Joan cerrando de prisa la cortina y
comenzando a recoger un poco el desorden sobre la
cama.
Dante se percató de las sábanas con sangre que el
chico escondía, le preocupó pensar de dónde venía
tal mancha, pues a pesar de que su rostro estaba
golpeado, no creía que fuese sangre de esa zona.
—Pero ahora que he ayudado a tu chico, creo que
de igual forma me van a castigar, si salgo vivo de
esto tendré que pensar en algo que me evite las
consecuencias a futuro. —agregó Joan sonriendo
como si fuera algo gracioso.
— ¿Cómo vamos a llegar a ese lugar? —preguntó
Dante volviendo a lo que era vital en ese momento.
Ya pensaría cómo ayudar a ese chico, después de

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rescatar a Ori y de calmarse, pues ahora no era capaz
de razonar sobre algo que no fuera Ori y su bebé.
—Iremos por esta ventana. —señaló Joan
abriendo una vieja cortina.
Dante salió primero, llegando a un oscuro
callejón. Mientras Joan terminaba de salir aprovechó
para mandar un mensaje a quienes le ayudarían en
aquel enfrentamiento.
Quizá no había sido un ejemplo a seguir los
últimos años, pero siempre fue un Alfa ejemplar, un
líder intachable que vio por el bienestar de muchos
otros. Alfas, tanto de su especie como de otras, junto
con Betas y Gammas estaban dispuestos a darle una
mano en algo tan complicado como enfrentar a una
familia de proxenetas tan conocida. No sería fácil,
pero lo harían.
No solo daban la cara por Dante, sino también
por la ciudad entera, por todos los que habían sido
afectados por estos tipos, los secuestros y
desapariciones de la especie más débil, quizá era
momento de proteger a quienes menos posibilidades
tenían en esa sociedad, pues había muchos que no
veían a los Omegas como objetos qué poseer.

873
Joan se sacudió un poco y observó hacia ambos
lados. Apenas iba a dar un paso, escuchó que
alguien entraba en su habitación.
— ¿Dónde está? ¡Dijiste que había llegado con
un cliente! —esa voz molesta era más que conocida
para el chico, sintió un escalofrío y procuró
mantener la calma a pesar del temor que sintió.
Enseguida tomó a Dante del brazo y lo llevó de
prisa alejándose de la ventana.
—Me están buscando, sabrán que salimos hacia
el callejón. —decía mientras corría en dirección
contraria a su pequeño departamento. —Tal vez ya
sabe que me llevé al bebé…
— ¿Quién era él? —cuestionó Dante siguiendo
de prisa al menor.
—Marc, el hijo menor de Lucio. Yo estoy a su
servicio, cuando me encuentre me castigará, pero si
encontramos a tu chico antes seguro podrán irse,
debe haberlo dejado solo, a menos que…
— ¿A menos que…?
— ¡Oh por Dios! —exclamó Joan apresurándose
cuando divisó el abatido cuerpo de Ori escondido

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tras unas cubetas viejas. Llegó hasta él y revisó su
pulso temiendo lo peor.
Dante se paralizó al verlo también. Joan suspiró
con alivio en señal de que aún se encontraba con
vida, entonces Dante volvió en sí y se acercó de
inmediato, descubriendo que entre los brazos de Ori
se encontraba su otro bebé, una cabecita de cabello
dorado se asomaba discretamente. Alcanzó a ver sus
orejitas, felpudas y con una hermosa mezcla entre el
rubio de su cabello y el rojizo que se asimilaba
demasiado las orejas de Ori.
Joan cargó al bebé y Dante tomó a Ori
cuidadosamente. Sintió un vuelco en el estómago al
ver el terrible estado en que su pequeño se
encontraba, ¿por qué lo habían golpeado de esa
manera? Lo apretó contra su pecho y contuvo las
inmensas ganas que tenía de encontrar al
responsable, pues sabía que Ori necesitaba atención
médica de inmediato, no había tiempo que perder.
—El bebé está bien, no lo golpearon. —murmuró
Joan tras revisar al pequeño, lo arrulló un poco al
ver que comenzaba a alterarse y al menos pudo
evitar que se pusiera a llorar, no estaban en un buen
sitio para ser descubiertos.

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— ¿Por dónde vamos a salir? —cuestionó Dante.
Ese callejón era extenso y parecía un laberinto con
otros pequeños callejones adjuntos, pero no sería tan
fácil si el tal Marc les estaba buscando.
—Por la oficina. —dijo Joan, caminando un par
de metros para encontrar la misma ventada por la
que Ori debió salir. —Aquí hay una puerta oculta,
Marc es el único que sabe dónde está, pero si ha ido
a buscarme no creerá que vine hasta acá.
—No creo que sea tan idiota como para no
imaginarlo.
—Lo es. —aseguró Joan y entró cuidadosamente
con el bebé en brazos.
Dante le siguió, y lo que ambos vieron les dejó
atónitos.
—No puede ser, ese tipo es Bastián. —jadeó
acercándose al cuartucho donde había atendido el
parto de Ori. — ¿Cómo fue que pasó?
—Si los guardias siguen afuera, significa que no
han visto lo que ocurrió aquí, así que vámonos antes
de que les dé por entrar. —dijo Dante empujando a
Joan para que se callara y siguieran con lo planeado.

876
Sin embargo, Dante tenía una idea de lo que ahí
pudo haber sucedido. Le costaba pensar que Ori
hiciera algo así, sobre todo por las condiciones en
que lo encontraron, pero no había otra explicación.
Lo peor de todo no era creer que Ori había
asesinado a alguien tratando posiblemente de
defenderse y de proteger al bebé, sino ver que ese
infeliz no tenía pantalones, su falo estaba lleno de
sangre al igual que las piernas y muslos de Ori, por
más que Dante quería pensar que era la misma
sangre que salía de su garganta, resultaba obvio que
no era así.
Maldijo a ese infeliz, y se maldijo a él mismo por
permitir que algo así sucediera.
—Vamos, es por aquí. —dijo Joan empujando un
mueble con su cuerpo, descubriendo así una puerta
pequeña. —Aquí hay autos, quizá alguno tenga las
llaves y podrás irte de aquí antes de que llegue
Lucio.
— ¿Cómo sabes que Lucio vendrá?
—Porque cuando Bastián está aquí, Lucio
también. —murmuró el chico bajando la mirada. —
Y quizá Víctor, su otro hijo. Si ellos ven que Bastián

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está muerto, no podrás ni siquiera intentar salir de
aquí, van a enfurecer.
—Parece que les tienes demasiado miedo, ¿crees
que yo iba a venir sin tomar mis precauciones? —se
burló Dante de mala gana.
Escuchó disparos, enseguida dejó a Ori en el piso
y sacó un arma que llevaba en el pantalón, la puerta
de la oficina se abrió y tal como suponía, Lucio
entró hecho una furia, acompañado de un buen
grupo de seguridad. Dante le disparó al único a
quien deseaba asesinar en ese momento, pero
alguien se interpuso recibiendo la bala mientras
todos los guardias le apuntaban dispuestos a disparar
ante cualquier movimiento.
La tensión llegó de inmediato, Joan se agachó
acercándose a Ori y trató de levantarlo, pero su
fuerza no era suficiente, mucho menos llevando al
bebé.
—Joan, lárgate de aquí, deja a Ori. —ordenó
Dante al ver su torpe intento de ayudar.
El chico dudó, pero lo hizo cuando vio a Lucio
sonreír de manera escalofriante. Si no se iba, ni
siquiera el bebé tendría oportunidad de salir con
vida.

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—Vaya, nos volvemos a ver en tan poco tiempo.
¿Cómo es que lograste recuperar a tu perra? —se
mofó Lucio, sintiéndose intocable detrás de sus
guardias.
—Esta perra, como tú le llamas, es más fuerte de
lo que crees. Logró escapar sin que la escoria que
tenías por hijo lo impidiera.
Lucio no comprendió, hasta que Dante dirigió la
mirada al interior de aquel cuarto donde se
encontraba un cuerpo que el Alfa licántropo pudo
reconocer. Su expresión de burla cambió
drásticamente a una de pánico, su hijo, su mayor
orgullo, estaba muerto. Jadeó mirando a Dante con
un odio indescriptible.
— ¡¿Cómo te atreves?!
—Yo no lo hice, no es mi culpa que ese imbécil
sea tan poca cosa, como para ser asesinado por su
propia víctima. —siseó Dante.
Una serie de disparos se escucharon desde afuera,
los guardias desviaron su atención y Dante
aprovechó para tomar a Ori y salir por aquella puerta
que Joan le había dejado abierta. Enseguida cerró y
bajó las pequeñas escaleras para encontrarse con
aquel muchacho.

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— ¿Qué está pasando? Acaban de acribillar a
Marc enfrente de este edificio. —dijo Joan
alejándose de la pequeña apertura por la cual trataba
de ver lo que sucedía afuera. Tenía demasiado
miedo, no entendía quiénes eran aquellas personas
que disparaban, pero poco a poco los hombres al
mando de Lucio disminuían.
—Son amigos. Han venido muchas personas a
ayudarnos en esto. Si no acabamos todo ahora,
Lucio podría recuperar fuerzas y eso no es bueno
para nadie.
Tras decir eso, Dante dejó a Ori en el interior de
un auto, el mismo sitio donde Joan había
resguardado al bebé. Ahora volvería a acabar de una
buena vez con ese maldito que tanto lío había
provocado.
— ¡Deja de esconderte maldito cobarde! —
exclamó Lucio golpeando la puerta tan fuerte que
podría romperla.
Ver a su otro hijo caer tras recibir un disparos que
ni siquiera se esperaba había sido la gota que
derramó el vaso, Dante iba a pagar con creces, lo iba
a destrozar, y luego asesinaría a sus hijos, junto con
ese engendro que había provocado todo.

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Capítulo 34

—Está despertando. —murmuró Joan al ver que


Ori comenzaba a abrir los ojos.
Dante no demoró nada en ir hacia el coche donde
el menor se encontraba y se hincó a su lado tomando
su rostro.
—Mi bebé… —susurró el chico con temor. Trató
de moverse, pero Dante se lo impidió.
—Está aquí y se encuentra bien.
—Dante, lo siento mucho. —gimoteó Ori
comenzando a sollozar.
—No te disculpes por nada, lo que ha ocurrido no
es culpa tuya, ni se te ocurra pensarlo. —advirtió
acariciando las mejillas maltratadas del menor. —Te
sacaré de aquí y me aseguraré de destruir a los
responsables, no permitiré que esto continúe.
Ori miró la puerta que era repetidamente
golpeada y luego volvió a dirigirse a Dante, levantó
la mano con esfuerzo hasta colocarla sobre la del
Alfa.

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—Gracias por encontrarme.
—Gracias a ti por no rendirte, solo espera un
poco más, te llevaré al hospital en cuanto esto acabe.
—aseguró Dante poniéndose de pie, no tenía más
tiempo que perder. —Joan, entra al auto y escóndete
junto con Orién, no dejes que nadie los vea.
El aludido obedeció de inmediato, eran muchos
coches, así que si se escondían bien no serían
descubiertos con facilidad. Tomó al bebé
mostrándole a Ori que el pequeño se encontraba
dormido, pero bien, y lo colocó en el piso de los
asientos traseros, luego acomodó al chico de lado
sobre el sillón, así podría ver a su bebé todo el
tiempo. Enseguida Joan se metió debajo del tablero
en la parte del copiloto.
Dante se colocó de pie frente a la puerta, justo
cuando ésta dejó de ser golpeada. Apuntó con su
arma dispuesto a asesinar a quien se atreviera a
cruzar, pero le extrañaba el silencio que había
inundado el lugar. Ni siquiera afuera se escuchaban
más disparos.
Bajó la pistola y se acercó a la entrada de la
cochera, por donde Joan se había asomado antes. No
parecía haber vida en la calle, los cuerpos de los

882
guardias y del hijo menor de Lucio estaban tirados
en charcos de sangre.
¿Acaso habían matado a Lucio? No, eso no podía
ser posible, aquel infeliz tenía que morir en sus
manos.
Volvió hacia la puerta que daba a la oficina y la
abrió enseguida. Una serie de disparos alertaron a
quienes habían esperado afuera, más no se
acercaron, suponiendo que todo estaba controlado
por Dante.
Debió tener más cuidado, sabía bien que Lucio
podría encontrarse ahí, pero ya estaba herido y el
otro se acercaba con una sonrisa enfermiza en su
rostro.
— ¿Creíste que ibas a ganar? Ni siquiera tu padre
pudo conmigo, ¿qué te hizo pensar que lo
superarías? —farfulló Lucio inclinándose frente al
cuerpo del Alfa más joven.
—Yo no soy como él. —murmuró Dante. Las
heridas de balas en su cuerpo ardían de una manera
indescriptible, todo comenzaba a oscurecerse ante
sus ojos y la sangre fluía hacia el exterior mientras él
moría. No podía quedarse ahí viendo su propia vida
disolverse.

883
—Claro que no, él debe estar revolcándose en su
tumba por tener en su bastardo aquello que él tanto
detestó. —se jactó aquel viejo lobo mientras se
incorporaba para apuntar su arma contra Dante. —
Eres igual a mí, debiste ser mi hijo y no del idiota al
que asesiné hace años. Serías mi orgullo, después de
todo la maldad habita en ti más que en mis propios
hijos, me ha costado una vida moldearlos, como para
que tú llegues y los asesines como si nada. Lamento
que tengas que pagarlo con sangre, solo por ese
perro asqueroso al que intentas proteger.
—Ori… —gimió Dante recordando a los dos
bebés que ese muchacho había tenido. Cerró los ojos
sintiéndose a cada segundo más débil.
—Cuando me deshaga de ti, descuartizaré a esa
puta y sus hijos serán parte de este negocio. ¿Qué te
parece?
—Ni lo sueñes.
Dante reaccionó ante la amenaza de Lucio,
imaginar el destino de sus pequeños y de Ori le
perturbaba de sobremanera, no era tan débil como
para que un par de disparos le detuvieran. Se puso
de pie con lentitud, Lucio comenzaba a burlarse y no
vio la pistola que Dante llevaba en la mano
izquierda.

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No iba a dispararle, no aún. Dante golpeó a Lucio
con el arma y se lanzó sobre él golpeando
violentamente su rostro. Toda su fuerza concentrada
en sus puños comenzaba a destrozar la carne que
pronto quedó irreconocible, pero no bastaba, y
tomando cualquier cosa que estaba a su alcance
Dante no paró de golpear hasta llegar a los huesos
del cráneo y verle más que muerto.
Solo entonces se detuvo, tras varios minutos de
que Lucio había dejado de moverse y su cabeza era
todo, menos una parte de su cuerpo.
Dante se hizo a un lado sintiendo la adrenalina en
un punto demasiado alto como para reparar en sus
heridas. Volvió a la cochera y fue hacia el auto
donde Ori se encontraba.
Apenas abrió la puerta la mirada temerosa de Ori
se clavó sobre él, y el temor desapareció por un
momento mientras lo remplazaba la emoción de
saber que Dante se encontraba bien, solo hasta que
el pequeño notó la sangre en la camisa de éste.
—Dante, te disparó. —murmuró Joan saliendo
del auto de prisa.
—Y yo lo maté. —siseó el mayor cerrando la
puerta de pasajeros, después se dirigió únicamente a

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Joan. —Dame las llaves.
—No puedes conducir, es peligroso si estás
herido.
—No te pregunté, dame las malditas llaves. —
advirtió mirando al chico de forma amenazante. —
Ori necesita ir al hospital.
—Yo conduciré. —se ofreció Joan brincando
hacia el sitio del conductor. —Llama a quienes están
afuera, podrían dispararnos si creen que Lucio
intenta escapar.
Dante accedió, no pondría en riesgo a Ori, así que
subió al coche y mandó un mensaje mientras Joan
hacía que la cochera se abriera con un botón en el
llavero. Pensaba que ese chico debía ser demasiado
cercano a sus dueños, como para saber tantas cosas
del lugar, incluso sabía manejar, eso no le parecía
muy común en sus condiciones, la pregunta era ¿por
qué le había ayudado a Ori y a él mismo cuando
todo iba a terminar así?
Llegaron a un hospital, los conocidos de Dante
llegaron tras ellos y algunos esperaron afuera, entre
ellos estaba Armet, incluso Eros había aparecido
acompañado de Yune, Megan y el bebé, pues habían
sido informados de la situación.

886
Dante fue atendido primero, la importancia que le
daban a un Alfa era mayor, pero tras la aparición de
Eros interviniendo para que Ori fuese llevado a
emergencias fue lo que salvó al chico. De no ser por
él, Ori habría muerto por la grave condición en que
fue ingresado.
Tras unas horas Dante había salido del quirófano
y su condición no era de gravedad. Eros fue el
primero en entrar a verlo, acompañado de Armet,
quien le había ayudado a reunir a cualquiera que
pudiera ayudarlos en el enfrentamiento contra Lucio.
— ¿Dónde está Ori? —murmuró Dante en cuanto
vio a Armet a su lado.
—Acabas de despertar, no debería ser lo primero
que preguntes. —mencionó Eros haciéndose notar, y
ganando la mirada molesta de su hermano. —Has
salido bien librado, sin embargo, deberás descansar
y reponerte.
— ¿Dónde está él? Si no me responden iré yo
mismo a buscarlo.
—Se encuentra en observación. —dijo Armet,
sintiendo que era lo mejor decirle lo que necesitaba
saber. —No nos han dicho cómo se encuentra, solo

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que deben mantenerlo en observación hasta que el
peligro pase.
—Llévame con él.
—Eso no va a suceder. —advirtió Eros.
— ¡Carajo! ¡Deja de entrometerte!
—Dante, tu hermano tiene razón, ni siquiera está
permitido que entremos a esa área.
— ¿Cómo se encuentran mis hijos? —cuestionó
saliendo de la camilla mientras trataba de retirarse el
suero y otras cosas que tenía conectadas. Armet
detuvo sus manos mirándole preocupado.
—Ellos están bien, Marín se quedó con ellos en
pediatría, los revisaron y no hay ningún problema
con ellos. Pero no debes salir de aquí a menos que
quieras permanecer más tiempo en este lugar. Ori va
a necesitar que estés mejor cuando despierte.
— ¿Qué quieres decir con “cuando despierte”?
—Lo único que nos han dicho los doctores es que
llegó inconsciente y no ha vuelto en sí.
—No puede ser, cuando salimos de ese lugar él
estaba despierto.

888
—Ha pasado demasiado, si sé algo sobre su
estado vendré a decirte de inmediato. —aseguró
Armet logrando que Dante volviera a recostarse de
mala gana.
—Necesito verlo.
— ¿Quieres que te vea herido? No lo conozco
bien, pero podría causarle angustia si sabe que te
dispararon.
—Claro que no. —murmuró Dante mirando las
sábanas que había hecho a un lado, reconocía que
Armet tenía razón. —Mantenme informado de todo
lo que suceda.
Armet asintió y se retiró, pues sabía que Eros y
Dante tenían cosas qué hablar, lo sentía en la tención
de Eros, quien no le quitaba la mirada de encima a
Dante.
Tras escuchar la puerta cerrarse, Eros se acercó a
la camilla y se sentó observando a su hermano,
quien le devolvió la misma mirada seria con que era
escrutado.
—Si tienes algo qué decir, suéltalo de una vez. —
farfulló Dante.
—Te has enamorado de Orién, ¿no es así?

889
—No te metas en esto, no es tu asunto.
—Por lo que vi en tu departamento, creo que
Orién aceptó estar contigo. Lo que no me queda
claro es cómo sucedió. No te imagino planeando una
familia con él sabiendo de primera mano que un
Omega no es parte de tus preferencias, solo recuerdo
lo que le hiciste a Yune y me parece incomprensible
el que dejaras a ese niño darte hijos.
—Han sucedido muchas cosas desde que Zair me
lo vendió. Pero no es nada que debas saber, si Ori
está conmigo es porque tú no quisiste hacer nada por
él, entonces no deberías cuestionarme nada respecto
a él.
—No te cuestiono, en realidad puedo imaginarme
lo que le hiciste. No creo que hayas cambiado,
después de destruirle la vida a Yune cuando estuvo a
tu lado, dudo mucho que no hicieras lo mismo con
Ori.
— ¿Y a ti qué? ¿Piensas venir a darme clases de
moral? ¿Intentarás llevártelo?
—Por supuesto que no, él no me interesa tanto
como para alejarlo de ti, además sé que no lo dejarás
ir como hiciste con Yune. Conozco a Orién lo
suficiente, es un niño ingenuo que se enamoraría de

890
cualquiera que le ponga un poco de atención,
deberías de tener cuidado si piensas que eres al
único a quien quiere, alguna vez él deseó que yo lo
comprara, cualquiera podría ganarse su corazón con
un par de palabras amables y una caricia suave,
¿crees que puedes ser feliz a su lado sabiendo esto?
— ¿Dices esto porque te molesta lo que hay entre
Orién y yo? —cuestionó Dante mirándole con
fastidio. —Cierra la boca y lárgate, he tenido
suficiente por hoy.
—Solo he venido a advertirte.
Eros sonrió de lado con frialdad y se marchó. No
era correcto lo que acababa de hacer, pero deseaba
hacer pagar a su hermano de alguna forma, forzarlo
a pensar en esas palabras respecto a Ori le causarían
más daño que cualquier golpe. Aquella era su
manera de vengar lo que Dante le hizo a Yune, por
más bajo que fuese.
Dante obligó a los doctores a que le dieran de alta
en la madrugada del día siguiente, ni siquiera había
pasado veinticuatro horas en reposo, pero era más
importante para él estar de pie para solucionar
cualquier situación respecto a las atenciones que Ori
recibía.

891
A pesar de todo, Armet, Marín y Megan
estuvieron ahí para apoyarlo en todo. Incluso Joan
permaneció en el hospital, pues no deseaba
marcharse hasta saber que Ori se encontraba bien.
Dos días habían pasado desde que Ori fue
internado. Dante se quedó a su lado la mayor parte
del tiempo, y justo esa tarde volvía a la habitación
del Omega tras haber cuestionado a los doctores,
que no entendían por qué el chico no despertaba.
Se acercó a la camilla y tomó la delgada mano
del menor mientras observaba su lastimado rostro,
no soportaba más la espera.
—Ori, tienes qué volver… —murmuró
preocupado. —No sé si estás escuchando, pero…
—Dante, ¿has decidido qué hacer con tus hijos?
—preguntó Megan entrando con suavidad, estaba
preocupada por su hermano, y por Ori, pero había
algo más que la consternaba. —Marín ofreció
llevárselos, no es bueno para ellos pasar tanto
tiempo solos, y tú no quieres separarte de Ori.
—No se los lleven, si él despierta y pregunta por
ellos, no quiero decirle que no están aquí. —
respondió sin despegar la mirada del muchacho.
—Dante, deberías ir a descansar un poco.

892
—He descansado lo suficiente.
Megan miró preocupada la incómoda silla donde
Dante pasaba el rato en esa habitación, no podía
comprender cómo se mantenía despierto si ni
siquiera había dormido desde que llegó.
—Aquí hay un baño, y esa silla, no necesito nada
más.
—Si sigues así podrías enfermar. —murmuró ella
acercándose a él un poco más. —No sabes cuándo
va a despertar, y si tarda más te hará daño.
—Abrirá los ojos pronto, lo sé.
—Dante, no seas terco, necesitas dormir.
—Si ya has terminado de preguntar lo que
querías, entonces retírate.
La chica suspiró impaciente, pero no había nada
qué hacer contra la necedad de su hermano, así que
se marchó para decirle a Marín la respuesta de
Dante.
Tras quedarse solo otra vez, el Alfa apretó la
mano de Ori entre las suyas, estaba agotado, pero no
lo suficiente como para descuidarlo. Se inclinó con
una mueca de dolor, las balas que recibió no habían
causado gran daño interno, pero las heridas en su

893
abdomen y brazos le complicaban moverse con la
facilidad de siempre.
Desabotonó su camisa observando las dos gasas
en su abdomen y frunció el ceño, no debió
descuidarse aquella vez, mucho menos sin asegurar
que todo terminaría. Después de todo, el problema
no acabó con la muerte de Lucio, pues aún quedaba
uno de sus tres hijos con vida, el de en medio. Aquel
tipo seguramente buscaría vengarse, y Dante no
estaba en condiciones de enfrentarle cara a cara en
ese momento. No le agradaba para nada la sensación
de peligro que constantemente sentía, mucho menos
cuando Ori todavía no reaccionaba.
De pronto algo le hizo levantar la mirada
nuevamente hacia el rostro del chico, encontrándose
con algo que le devolvió el aliento, un par de ojos
verdes que parecían confundidos y asustados, los
hermosos ojos de Ori que volvía en sí tras tantas
horas de espera.
—Dante… —susurró Ori apenas lo encontró a su
lado. No sabía cómo había llegado ahí, pero
rápidamente recordó todo lo que sucedió y sintió un
dolor terrible en todo su cuerpo. —Lo siento tanto.
Perdóname por favor. —suplicó comenzando a
sollozar.

894
Dante se levantó tomando a Ori entre sus brazos,
el alivio que sintió al escucharle hablar superó
cualquier otra cosa. Había escuchado sus disculpas y
no comprendía por qué decía eso, pero no importaba
ahora, si al fin había despertado.
El chico dejó su llanto surgir en el pecho de
Dante, al menos ese abrazo le decía que no estaba
molesto, pero tenía tanto miedo que no podía dejar
de llorar.
— ¿Qué tengo qué perdonarte? Si yo fui quien te
descuidó, no tengo forma de decirte cuánto siento
haberte dejado solo.
—Dante, maté a alguien. —susurró Ori
temblando mientras separaba su rostro del cálido
pecho del Alfa. —Lo asesiné, lo hice porque quería
hacerle daño a mi bebé, te juro que no quería hacer
algo así, pero me asusté, y no sabía qué hacer para
evitar que lo lastimara, y lo hice…
—Ori, respira y cálmate. —pidió Dante tomando
al chico de los hombros para volver a recostarlo. —
Sé lo que pasó, y salvaste a nuestros hijos. No te
sientas mal por ese pedazo de…
—Era un Alfa, me llevarán preso por matarlo. —
murmuró el pequeño mirándole angustiado. —

895
Además, él fue mi primer dueño, y su padre va a
matarme cuando me encuentre.
—Lucio también está muerto, y su otro hijo, el
primero con el que te llevaron. —explicó Dante
tratando de que Ori se tranquilizara un poco. —
Nadie va a venir por ti, estás a salvo, y no habrá
ningún cargo en tu contra.
— ¿Y tú no vas a castigarme por esto? —
preguntó Ori limpiándose las lágrimas conforme
salían de sus ojos. —Ya debes saber lo que pasó, lo
que Bastián me hizo antes de…, antes de lo que yo
hice. Y sé que te molesta que alguien más hiciera
eso conmigo, pero te juro que intenté evitarlo. —su
llanto aumentaba conforme recordaba aquello que
vivió. —Yo no quería, te lo juro, yo no quería que
me tocara, pero no pude detenerlo.
—Ori, lo que ese infeliz te hizo no es culpa tuya,
no estoy enojado contigo, no podría. De hecho,
admiro mucho que, a pesar de cómo te encontrabas,
defendiste a nuestro hijo con más de lo que tenías, y
gracias a ti está vivo. Fuiste muy valiente.
— ¿Cómo están ellos? —murmuró preocupado.
—Gracias a ti, están a salvo y sin un rasguño.
Joan me entregó a uno de ellos, fue él quien me

896
llevó a donde te tenían. No se ha ido del hospital
estos días.
— ¿Días?
—Han pasado dos desde que llegamos aquí.
Ori cerró los ojos tratando de procesar todo, tragó
con fuerza y se obligó a no recordar más el trauma
que sufrió, no podía darse el lujo de decaer, sus
bebés lo necesitaban.
—Quiero verlos, lo necesito. ¿Puedo? —pidió
inquieto, aún algo desconfiado, no se sentía del todo
seguro después de su mala experiencia al dar a luz,
pero confiaba en Dante y solo en él.
—Pediré a alguien que los traiga, llamaré a los
doctores para que revisen que te encuentras bien.
— ¿Vas a dejarme solo? —preguntó Ori con
temor.
—Por un momento solamente. —tras decir eso
Dante salió de la habitación.
Afuera respiró un momento y manejó la tensión
que había acumulado todo ese tiempo, ver a Ori
despertar había soltado una cantidad inmensa de
emociones que poco conocía, pero se sentía
increíblemente bien.

897
Tras un momento le avisó a un doctor que estaba
cerca y luego fue por Megan para que le acompañara
a recoger a los pequeños. Sus hijos, por fin los
cargaría en calma, pues antes no había podido
disfrutar de la noticia, era padre de dos hermosos
niños, de un Alfa y un Omega, algo extraño, pero así
se habían dado las cosas.
Cuando llegó al área de los cuneros y le
entregaron a su hijo mayor, el Alfa, no pudo evitar
sonreír ampliamente mientras se lo pasaba a Megan,
sería un niño ejemplar, a pesar de ser un bebé de un
par de días tenía un semblante dominante
comparado con los otros niños. Enseguida le dieron
al menor, un Omega de pequeño tamaño que no
pesaba tanto como el otro, apenas lo tomó en sus
brazos el chiquillo comenzó a sollozar poniéndose
enteramente rojo.
—Dante, ¿qué le haces a tu hijo? Ya lo asustaste.
—reclamó Megan acercándose para cargarlo
también.
—Yo lo llevaré.
—Vaya, parece que te agrada ser su padre. —
murmuró sorprendida al notar con qué cuidado lo
acomodaba entre sus brazos.

898
Caminaron en silencio hacia el área donde Ori se
encontraba. Dante iba con la cara en alto sintiendo
un orgullo extraño creciendo en su pecho. El deseo
de proteger a ese pequeño Omega comenzaba a
nacer de algún lado que no comprendía, pero
superaba cualquier cuestionamiento o duda que
hubiese tenido respecto a que su hijo fuese como
Ori, en ese momento ya no le importaba demasiado,
de hecho, se enamoró de ese pequeño rostro tierno y
esos ojos grandes que ahora le miraban curiosos.
Entraron a la habitación. Ori se encontraba
temblando cual cachorro acorralado entre los
doctores que le detenían bruscamente para sacar
muestras de sangre, lo estaban lastimando, Dante lo
supo al ver como lo agarraban enterrando sus dedos
en la suave piel del chico, entonces tuvo que
interferir.
— ¿Por qué tienen que hacer esto entre cuatro
personas? —cuestionó acercándose molesto,
ahuyentando así a todos los que se atrevieron a
tocarlo. — ¿Qué tan inútiles pueden ser?
—El paciente no nos permitía hacer nuestro
trabajo, dobló el brazo apenas le pusimos la aguja.
Dante bajó la mirada hacia el brazo que Ori
mantenía doblado, se acercó y le hizo estirarlo solo

899
para encontrarse una herida que no estaba ahí antes
y moretones que tampoco debían estar.
— ¿Acaso no saben cómo poner esto sin
desangrar al paciente? —bufó mirándolos furioso.
—Traigan a alguien competente o demandaré al
hospital.
Los doctores salieron de inmediato y Ori se
tranquilizó en cuanto vio a los bebés. Se emocionó
tanto que quiso salir de la cama, pero era demasiado
para lo débil que se encontraba, así que espero a que
Dante se acercara junto con Megan.
—Me alegra que estés bien. —susurró la chica
entregándole al pequeño Alfa.
Ori lo miró emocionado, no había tenido
oportunidad de apreciar cada detalle de su bebé
cuando dio a luz, pero ahora podía hacerlo y era
increíble. El bebé tenía ojos oscuros, quizá serían
como los de su padre en un futuro, su cabello era
negro completamente, más oscuro que el de Dante.
—Le diste dos hermosos bebés al idiota de mi
hermano. —dijo Megan regalándole una sonrisa
amable.
Dante se sentó a su lado para mostrarle al otro.
Ori mordió sus labios viendo el rubio cabello del

900
otro bebé, el cual ya había notado antes, y ahora
reparaba en que ni él ni Dante tenían ese color de
cabello, aunque el pequeño llevaba mechones
rojizos, predominaba el dorado suave.
—No lo sabes, pero mi madre fue rubia. —
explicó Dante dejando al niño junto a Ori. —Por eso
mi hermano y yo no somos tan parecidos, eso
mismo ha sucedido con nuestros hijos.
— ¿No estás enfadado conmigo? —preguntó Ori
levantando la mirada hacia el Alfa.
— ¿Qué dices?
—Él, es un Omega. —murmuró estirando la
mano para quitar la cobijita de la pequeña cabeza
que ocultaba. —Igual a mí.
—Ori, he comprendido muchas cosas estos
últimos meses. —dijo Dante acariciando el cabello y
las suaves orejas de su cachorro, el más pequeño a
comparación del que estaba en brazo de su madre.
—Y por supuesto que no estoy molesto, mucho
menos podría enfadarme contigo, si lo único que has
hecho es darme una lección que jamás imaginé.
—No entiendo.
—No tienes qué entenderlo ahora.

901
—Dante, debemos hablar con los doctores sobre
todo lo que sucedió. —intervino Megan.
—Confío en que lo harás bien sola, después me
informarás todo.
— ¿Yo? Hace un par de días me considerabas
completamente inútil. —bufó ofendida. —Ahora
solo dices que confías en mí porque te conviene.
—Así es, me quedaré junto a ellos hasta que den
de alta a Ori. —explicó el mayor.
—Está bien, pero te advirtió que solo lo hago por
él, no por ti.
—Lo que digas…
Megan se retiró tratando de no azotar la puerta,
dejando a los nuevos padres por fin a solas con sus
hijos. Dante estaba orgulloso por la valentía que Ori
demostraba, no era capaz de decirle lo grato que era
haberle recuperado a salvo, y no quería mencionar
nada que tuviera que ver con el secuestro, pues
seguramente el chico perdería la calma, así que se
quedó ahí, solo viendo a ese Omega que le dio un
vuelco entero a su vida, y a los dos cachorros que
serían su razón de vivir, lo que quizá había sido
necesario para abrir los ojos y dejar de cometer
tantos errores que a la larga se volvían irreparables.

902
No olvidaría el daño que le hizo a Ori, ni mucho
menos lo ocurrido con Yune y el primer hijo que
habría tenido de no haberle hecho tanto mal. No
tenía perdón, pero tampoco podía vivir culpándose,
pues ahora esos dos bebés junto con Ori dependían
enteramente de él, y si se quebraba, ellos se llevarían
la peor parte.
Dejaría el pasado atrás para no hacer que más
inocentes pagaran sus errores, y aunque Yune le
odiara trataría de recompensar todo el daño que le
hizo, aunque le llevase toda la vida, siempre y
cuando eso no afectara a Ori.
Pasó un día más para que Orién fuese dado de
alta, los bebés se podían ir antes, pero Dante se
ocupó de ellos para que no volvieran a separarlos de
Ori.
Megan había ayudado mucho, Dante le encargó
que consiguiera otro sitio para que al salir del
hospital no fuera necesario ir al departamento aquel
donde todo sucedió. Ella compró una casa a nombre
de Dante, él únicamente tuvo que firmar algunos
documentos y la chica hizo el resto. Fue una
sorpresa llegar a una zona que Dante ya conocía, era
cercano a donde Armet y otros conocidos vivían,
Megan se encargó de rodearles de personas amables

903
que podrían ser de ayuda si algo se salía de control,
no pasarían por alto que uno de los hijos de Lucio
seguía vivo, y nadie tenía idea de cómo era.
No solo se encargó de la compra de la casa,
Megan hizo todo en un solo día, consiguió muebles
nuevos ordenando que se entregaran de inmediato,
arregló también la documentación del hospital y el
registro de los bebés, al igual que el alta de todos,
incluyendo a Dante que aun cuando iba y venía por
ahí, no fue dado de alta para que saliera del lugar.
Al final de todo, cuando se quedó a solas con
Dante por un momento, le explicó con claridad el
tratamiento que Ori debía seguir, no era un secreto
lo que le había hecho Bastián, y en las condiciones
en que se encontraba el Omega su estado resultaba
delicado, pero ella confiaba en que Dante lo
cuidaría, después de ver las atenciones que tuvo con
él desde que fue internado en adelante.
Llegaron a la casa donde se encontraban Marín,
Joan y Armet. Ori de inmediato reconoció al chico
que le había ayudado en el parto, estaba tan
agradecido con él y no fue hasta ese momento que
pudo agradecerle.
— ¿Por qué están ustedes aquí? —preguntó
Dante refiriéndose a Armet y a su pareja.

904
—Le dije a Marín que viniera conmigo, supuse
que Ori tendría preguntas sobre maternidad y…
—Está bien. —murmuró el menor sonriéndole a
Dante con suavidad. —No me molesta que haya
gente, es agradable.
—Debes descansar.
—Descansa bastante en esta silla de ruedas. —
soltó Megan llevándose a Ori rumbo a la sala. —
Ignora a mi hermano, está algo nervioso desde que
lo hiciste padre.
—Ori, me alegra ver que has mejorado. —dijo
Joan acercándose a él para ayudarle con el bebé que
cargaba, el otro lo traía Dante y no parecía dispuesto
a dejarlo ni un segundo.
Armet caminó con Dante hacia la cocina, había
cierto tema que no quería tocar frente a los Omegas.
Marín se sentó en la sala observando al chico
pelirrojo mientras tanto.
—Muchas gracias por hacer lo que te pedí. —
murmuró Ori observando con atención como Joan
comenzaba a revisar el pañal del bebé. —Le salvaste
la vida, no tengo forma de pagártelo.

905
—No me debes nada, en tu lugar me habría
gustado que alguien hiciera lo mismo por mí. —dijo
el chico regalándole una sonrisa.
— ¿Sabes hacer eso? —preguntó Marín al ver
que Joan trataba de acomodar al niño para
cambiarlo.
—En realidad no, pero creo que ya lo necesita.
—A un lado, deja que Marín lo haga, aquí nadie
sabe cambiar pañales. —habló Megan haciendo que
Joan se quitara de donde el pequeño, luego miró a
Ori que se mordía los labios con inquietud. —No te
preocupes, él tiene un hijo y lo cuida mucho, quizá
pueda enseñarte como hacer estas cosas.
— ¿Tú cómo aprendiste? —le preguntó Ori
inclinándose para ver mejor los movimientos del
otro Omega. —Se ve fácil.
—La práctica lo hace fácil. —murmuró Marín
comprendiendo la curiosidad del pelirrojo. —Yo
aprendí esto en clases prenatales, cuando me
embaracé Armet me llevó a sitios donde me
explicaron muchas cosas que yo no iba a saber al
tener a mi hijo entre mis brazos. Si a Dante no le
molesta, puedo venir continuamente, vivo en la casa
de enfrente.

906
—Por supuesto que no le va a molestar, mi
hermano debe modificar su mal genio si quiere que
esto funcione. —siseó Megan.
Marín sabía lo de la chica y Dante, Armet se lo
explicó en el hospital después de haberla
interrogado, pues ni siquiera él sabía de su
existencia como hermana del Alfa. Joan no hacía
preguntas, de pronto suspiró poniéndose de pie y se
acercó a Ori con una sonrisa llena de dulzura.
—Debo irme, después de todo tendré que buscar
trabajo ahora que Lucio y sus hijos ya no están. —
dijo acariciando el hombro de Ori. —Se fuerte, y
paciente, tienes dos hermosos niños que necesitarán
de ti los siguientes años.
— ¿Tienes que irte? ¿Enserio? ¿Dante te dijo que
te marcharas? —cuestionó Ori girando hacia él con
preocupación. —Hablaré con él para que te permita
quedarte, tú nos ayudaste.
—No es necesario que me agradezcan más, no
me dijo que me fuera, pero ahora que todo ha salido
bien creo que necesitarán su espacio, y yo debo
solucionar algunas cosas. —explicó Joan.
—Nada ha terminado aún, sabes que uno de esos
idiotas sigue vivo. —reprochó Megan.

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—Pero…
—Sin peros, entiendo que no quieras quedarte
aquí, pero eres bienvenido a vivir conmigo. ¿Cómo
crees que permitiré que te vayas y corras peligro?
Después de todo los traicionaste, podría sucederte
algo y no nos lo perdonaríamos, has ayudado tanto a
Ori y a mi hermano, que lo menos que podemos
hacer es protegerte.
—Estoy de acuerdo con Megan. —dijo Dante
entrando a la sala en compañía de Armet. —Vivirás
con ella el tiempo que sea necesario para saber que
estarás seguro.
Joan bajó la mirada aceptando lo que ya se había
decidido, pero en el fondo moría por marcharse
cuanto antes, no quería causar problemas a esas
personas que ya habían tenido suficiente.

908
Capítulo 35

—Yune. ¿A dónde vas? —cuestionó Eros


siguiéndolo al interior de la casa. —No has dicho
nada durante el viaje, y si no está bien puedo
entenderlo, pero no deberías quedarte solo así, no es
bueno.
—Quiero estar solo.
— ¿Estás enojado por lo que resultó ser con
Orién y Dante? ¿Te molesta su relación?
—No. —murmuró el chico deteniéndose en
medio del pasillo, sintió la cercanía de Eros y
permitió que sus brazos le rodearan. —No estoy
molesto, estoy triste.
—Entiendo, pero si te encierras y sufres tus penas
solo, no vas a dejar de sentirte así.
—Es que, me duele mucho. Tú viste lo mismo
que yo, Dante permitió que esos niños nacieran, y
cuando yo estuve en ese lugar él me golpeó hasta
matar a mi bebé. Yo no tenía la culpa de nada,
mucho menos mi hijo, y Dante era su padre, ¿cómo

909
pudo ser capaz de hacernos tanto daño? —sus
lágrimas salían mojando la camisa de Eros.
Estar entre sus brazos le daba la fuerza para soltar
todo aquello que no había dicho desde que vieron a
Dante preocuparse por sus hijos y por el chico que lo
hizo padre.
—No es justo, y yo sé que Orién, y esos niños no
tienen la culpa de nada, pero, Dante fue tan cruel
conmigo, que no puedo hacer como si nada hubiese
ocurrido. Esa chica tiene razón, él me salvó de un
destino horrible, pero ¿a qué costo? Si fue quien más
daño me ha hecho. Me hace pensar que hubiese sido
menos doloroso el que me dejara con quienes me
vendieron a él.
—Ni siquiera digas algo así, si Dante no te
sacaba de ese lugar, ibas a terminar en un prostíbulo
o algo peor. —dijo Eros apretando con fuerza el
cuerpo del menor. —Y quizá ahora ni siquiera nos
habríamos conocido, seguirías viviendo ese infierno
sin poder ver más allá, en cambio ahora estás a
salvo, a mi lado nadie te hará daño.
—No digo que hubiese sido una mejor vida. —
murmuró Yune separando su rostro del pecho del
mayor para mirarle con tristeza. —Pero al menos así
no me sentiría tan mal. No espero que lo entiendas,

910
Dante fue quien me salvó, él me quería y me
cuidaba, me hizo pensar que yo era importante para
él, cada día me daba un cariño que yo creí que era
infinito. Estuvo todas las veces que enfermé, cuando
tenía frío me cobijaba, si algo me daba miedo él se
presentaba y me decía que todo estaría bien. En mi
mente él era mi protector y la única persona que no
me haría daño jamás. Mi cariño y mi confianza
fueron suyos por tantos años, que traté de
mantenerlos a pesar de todo lo que comenzó a
hacerme. Fueron tantos años a su lado, creí que lo
conocía, pensé que estaba pasando por un mal
momento y que no era su culpa todo el daño que me
causaba, intenté justificarlo, hasta que mató a mi
bebé…
—Claro que lo entiendo, yo fui testigo de todo
eso, él mismo me alejó de ti pensando que era una
amenaza. Es comprensible que te sientas mal,
incluso si lo odias, no puedo decirte que no lo hagas.
—Ni siquiera puedo odiarlo ahora, verlo así de
preocupado por sus hijos, me demostró que no es tan
malo como creí.
— ¿Lo dices enserio? —cuestionó Eros
mirándole sorprendido.

911
—Es que, tal vez yo fui quien lo provocó para
que actuara de esa forma conmigo. Debe ser mi
culpa, porque solo tienes que ver a ese chico, Dante
no le hará daño, si fue capaz de arriesgar su vida
para salvarlo. Eso solo me hace pensar que quizá
yo…
—Espera, no puedes estar creyendo realmente
que es tu culpa. ¿Qué pudiste haber hecho tú para
merecer esa mierda? No digas estupideces, ¿quieres?
Dante tenía problemas, era fácil enfocar su furia en
alguien que no tenía modo de defenderse, alguien
que dependía enteramente de él, y ahí estabas tú, no
eres culpable de estar ahí cuando decidió convertirse
en un monstruo, y te prohíbo que vuelvas a decir
algo así en tu vida. Deja de justificarlo, él no es la
misma persona que te cuidó por años, cambió, y
quizá ahora parezca que es tan bueno como antes,
pero eso no es real, no creo que lo sea.
—Pero tú mismo lo viste, él salvó a sus hijos y al
chico también, casi lo matan por ellos.
— ¿Y eso qué? Seguramente lo ha hecho solo
porque uno de esos niños es un Alfa.
—Eros, sé que yo dije hace tiempo que odiaba a
Dante, pero no tienes que sentir lo mismo tú. Yo ya
no quiero seguir sintiéndome así, ya no quiero

912
llenarme de rencor, y tampoco quiero que lo hagas
tú. No es bueno, Dante me hizo daño porque estaba
siempre molesto, y si comienzas a comportarte como
él…
—Yo no soy Dante, ni siquiera me atrevería a
enfadarme contigo.
—Eso pensé de él, y ve como acabé por creer que
no me lastimaría. —murmuró Yune bajando la
mirada mientras se limpiaba las lágrimas que no
podía detener. —Quiero descansar, me duele la
cabeza.
—Yune…
—Por favor, estoy cansado.
—Está bien, hablaremos cuando te sientas mejor.
—dijo Eros, aceptando a regañadientes. Le dio un
beso en la frente y dejó que se marchara.
No podía permitir que Yune se culpara por lo
sucedido, pero tampoco tenía idea de qué hacer para
que el chico se sintiera mejor. Lo único que se le
ocurría era demostrarle que entre Dante y Ori las
cosas no eran tan agradables como parecían, quizá
de esa forma Yune comprendería que el problema
era ese idiota, y no él.

913
— ¿Encontraste un departamento de tu agrado?
—preguntó Dante, mientras Megan preparaba unos
bocadillos en la cocina.
—Sí, y no fue tan caro, así que puedes agradecer
que no me gasté la mitad de tu fortuna. —bromeó
ella.
—No te alcanza la vida para gastarte todo lo que
tengo.
—Eres demasiado presuntuoso. —murmuró
Megan colocando los pequeños aperitivos en una
gran bandeja. —Pero sé que no has venido conmigo
a la cocina solo para hablar de tus millones,
¿verdad?
—Lucio era tu padre también, no he dejado de
pensar en ello. ¿Por qué estás tan tranquila después
de su muerte?
— ¿Es una broma? Por favor, Dante, Lucio es mi
padre porque violó a nuestra mamá, ¿qué esperas?
¿crees que debo ponerme a llorar y pedir por su
alma? Además…
— ¿Además qué? ¿Algo que no me has dicho?
—Es solo que… —le dio la espalda acercándose
al lavabo bastante nerviosa, Dante se acercó

914
observándola atento. —Él ya sabía de mí, no iba a
tardar mucho en encontrarme, ya me estaba
buscando desde hace como un mes y si me
encontraba seguramente iba a obligarme a ser parte
de esa mierda que ellos hacían.
— ¿Por qué no dijiste eso antes?
—Creí que me odiabas. —murmuró mirándole de
nuevo. —Es que no te lo tomaste muy bien cuando
te dije que somos hermanos, y bueno, la verdad es
que, si no me hubiesen robado la llave de tu
departamento, jamás me habrías vuelto a ver.
—Las cosas han cambiado, creo que puedo
acostumbrarme a una hermana tan odiosa como tú.
—admitió Dante posando su mano en el hombro de
la chica con agrado. —Espero verte seguido por
aquí, le agradas a Ori.
—Por supuesto que voy a venir, ya tengo
sobrinos, y son adorables. —dijo Megan acercando
su rostro a la pequeña criatura que Dante sostenía
con un solo brazo, era tan pequeñito y tierno que
sacaba lo más dulce de ella. Plantó un suave beso en
la frente del bebé y sonrió mirando a su hermano. —
Es increíble verte así, no te le has despegado ni un
minuto desde que llegamos.

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—Le agrada que lo carguen.
—Lleva más de una hora dormido.
—Claro, pero si lo dejo seguro se despertará.
—Sí, y eso es inconcebible, señor. —se burló ella
alejándose para tomar la bandeja.
—Megan, necesito pedirte un favor.
— ¿Qué es?
—Mantente al pendiente de Joan, observa todo lo
que haga y avísame si notas algo extraño.
— ¿Por qué? ¿Desconfías de él? Por favor,
Dante, él salvó a tu otro hijo, también te ayudó a
recuperar a Ori y al niño que tienes en tus brazos.
—Trabajaba para esos tipos, tenía muchos
beneficios como para ser solo parte de su red de
prostitución.
—Emma también trabajaba en eso, y se casó
contigo, ¿acaso ella tenía algún vínculo cercano a
Lucio?
—No, pero…
—Entonces deja al muchachito tranquilo.

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—Joan actúa extraño, no puedo confiar en él del
todo, no después de lo que ha pasado.
—Es solo un niño, ¿qué daño podría hacer?
—Mantente atenta, es lo único que te he pedido.
—Está bien, lo voy a hacer, pero verás que no
debemos preocuparnos por él. —dijo Megan tan
segura como de costumbre.
Volvieron a la sala, Marín animaba a Ori con sus
charlas sobre hijos y le daba concejos de cómo hacer
ciertas cosas, Joan parecía estar atento a su plática,
mientras Armet atendía una llamada a unos cuantos
metros.
Nada podía estar mal ahora, Dante quería pensar
que todo mejoraría, pero era consciente de que
llevaría un tiempo para que Ori se sintiera del todo
bien, aun cuando sonreía era notorio que no estaba
contento, que algo le angustiaba, pues lo que vivió
no era para menos.
Un rato más tarde, Armet y Marín se marcharon,
pues la niñera les llamó para avisar que tenía una
emergencia. Y enseguida Megan se llevó a Joan,
pues aún tenía algunas cosas que arreglar en el
departamento.

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Al quedarse solos, Dante llevó a Ori hacia la
habitación principal, un cuarto enorme con dos
pequeñas cunas para los bebés. Al fin el padre dejó a
aquel niño hermoso con orejitas que movía mientras
dormía, lo acomodó en la cuna y luego fue por su
otro hijo, un fuerte y sano Alfa, aún no podía creer
que Ori le hubiese dado un par de niños tan
perfectos. Lo recostó también y se dirigió al
pelirrojo mirándole en silencio por varios segundos.
— ¿Por qué todos los muebles son diferentes? —
preguntó Ori tratando de no sonrojarse, la mirada del
mayor le inquietaba, haciéndole sentir un cosquilleo
extraño pero agradable.
—Megan los compró para amueblar la casa, los
del departamento no me agradaban.
— ¿Y las cosas de los bebés? ¿Por qué van a
dormir aquí? Pensé que…
—Zair destruyó la habitación de los niños, y unas
cuantas cosas del departamento. Pero no te
preocupes, ya tenía pensado que lo mejor sería
tenerlos cerca al menos un tiempo, es bueno que no
los perdamos de vista.
Ori sintió un vuelco en el estómago que cortó
cualquier sensación agradable cuando escuchó el

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nombre de Zair, bajó la mirada y dejó que Dante le
llevara a la cama en completo silencio, hasta que
estuvo sentado en el colchón y vio como le
desabotonaba la camisa. No hizo nada, se quedó
completamente quieto y permitió que la retirara,
luego el pantalón.
Enseguida Dante estiró la mano hacia un cajón y
se inclinó sobre Ori.
El pequeño tembló cerrando los ojos cuando el
aliento del mayor rosó sus labios, y ahogó un grito al
sentir un suave beso suyo.
—Tranquilo, no quería asustarte. —murmuró
Dante acariciando su rostro.
—No es eso, es que yo…, lo siento. —farfulló
Ori, se movió como pudo y se acostó bocarriba
manteniendo los ojos cerrados.
—Ori…
—Ten cuidado, todavía me duele ahí abajo. —
pidió aferrando con sus manos la sábana que cubría
el colchón.
—Ori, necesito que estés sentado, voy a ponerte
un camisón.

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Abrió los ojos sorprendido, viendo la expresión
seria de Dante, quien le mostró la prenda que había
sacado del cajón.
—Si dejo que duermas con esa otra ropa no vas a
estar cómodo. Te dije que te tranquilizaras, no
quiero hacer lo que estás pensando.
— ¿Enserio? —preguntó Ori con los ojos
húmedos, se levantó rápido haciendo una mueca de
dolor, pero enseguida su mirada se fijó en Dante. —
Gracias, muchas gracias, te juro que voy a mejorar,
quizá mañana, y si quieres hacerlo estará bien.
Dante sintió pena por Ori, antes le había dicho
tantas veces que solo servía para entretenerle de esa
forma, que ahora éste se ofrecía aún después de
haber tenido a sus bebés unos cuantos días antes. Se
sentía culpable de crear en el chico la idea de tener
que abrir las piernas para él aún si no se encontraba
en condiciones.
— ¿Cómo se te ocurre decir eso? ¿Acaso no
sabes lo peligroso que sería? —cuestionó el Alfa
bastante preocupado. —Ni por error podría pedirte
algo así en tu estado, acabas de dar a luz, debería
esperar al menos cuarenta días, ¿es que no recuerdas
lo que dijo la doctora sobre la cuarentena después
del parto?

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—Pero…, yo no quiero que te enojes conmigo
por no cumplir en eso. —murmuró Ori bajando la
mirada hacia su vientre, tenía una enorme venda
rodeando su abdomen y era algo que debía llevar
algunos días según los médicos. —Además, sabes
que no me va a ocurrir nada, aquel hombre lo hizo
y…
— ¡Y casi te desangras! ¿¡Te desgarró el culo y
aun así lo pones de ejemplo!? —le gritó enfadado.
—Guardarás reposo el tiempo necesario,
¿entendido? Y no vuelvas a mencionar que otro
imbécil te ha follado, o realmente voy a molestarme.
—Yo no quería que lo hiciera. —soltó Ori
comenzando a llorar. —Pero creí que, si él lo hizo,
entonces cuando tú lo hicieras no me harías daño.
—Te he dicho que dejaras de lado ese tema,
¿acaso no escuchas?
—Yo solo…
—Es suficiente, si vuelves a mencionarlo me iré
de esta habitación. —advirtió Dante lanzándole
furioso el camisón.
— ¡No te vayas! No quiero estar solo. —chilló
Ori levantándose de prisa, apenas dio un paso y sus
piernas no soportaron su peso, haciéndole caer a los

921
pies de Dante. —Perdóname. Lo siento. —lloraba
cada vez más tratando de acallar sus sollozos por
miedo de asustar a los bebés.
Dante bajó enseguida para levantarlo y volvió a
sentarlo en la cama, tomando el sitio a su lado para
abrazarlo. Debía ser más paciente con Ori, no era
correcto hablarle como lo estaba haciendo, si el
chico era demasiado inocente como para
comprender qué era lo que le molestaba a él.
Después de todo, la única persona que realmente
había sufrido era Ori, ser violado de forma brutal
después de dar a luz no era nada que se pudiese
superar en un par de días, y peor era cuando el chico
no alcanzaba a comprender que no lo merecía, que
no debió vivir algo así, y aún más, que no era su
culpa.
—No me iré, yo lo siento, no debería reclamarte
esto. —murmuró Dante acariciando con suavidad el
cabello rojizo del muchacho. —Debes descansar,
dormiremos juntos, pero no vamos a tener sexo por
un tiempo. No te angusties, esto será hasta que pases
la cuarentena, es por tu bien.
Ori asintió en silencio, estaba tan confundido y
tenía tanto miedo, pero no quiso hablar de nada más,
no después de que Dante le gritara de aquella forma.

922
Quería sacar todo eso que le hacía un enorme nudo
en la garganta, aquel infierno que vivió no sería fácil
de olvidar, y aun así decidió fingir que no le
afectaba, después de ver a Dante enfadado por
hablar del tema, ya no quiso tentar más a su suerte
volviendo a mencionarlo.
Los días iban pasando. Eros y Yune no habían
vuelto a conversar respecto a aquel tema que tanto
alteraba al chico, pero la tensión seguía en el
ambiente.
Desde que volvieron a casa Yune no quiso
compartir habitación con Eros, el Alfa lo aceptó los
primeros días creyendo que necesitaba un tiempo a
solas, sin embargo, al pasar una semana se
preocupó, pues el menor le evitaba cada día más, ya
ni siquiera se veían en el desayuno.
—Eros, ¿qué le sucede a Yune? ¿Está enfermo?
—cuestionó Brandy entrando al comedor aquella
mañana. —Desde que volvieron hace dos semanas él
se la pasa diciendo que le duele la cabeza y con eso
se excusa cada que lo invito a algún sitio.
—Al menos a ti te abre la puerta para
responderte, a mí me grita que me vaya cada que
voy trato de hablar con él.

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—Tal vez si le llevas algo que le guste, te deje
quedarte. Yo le llevé la cena anoche y se quedó
platicando un rato conmigo.
— ¿De qué hablaron? —preguntó Eros
demasiado interesado. Después de todo, necesitaba
saber qué sucedía con Yune, pues no parecía querer
hablarle y eso ya no le agradaba.
—En realidad de nada relevante, está actuando
extraño, le pregunté si me acompañaría hoy a hacer
unas compras, y me dijo que estaba cansado, que si
iba a algún sitio relajante podría pensar en ir,
después comenzó a divagar y terminó diciendo de
que le mareaba el color durazno que tiene la cocina.
No sé ni cómo llegó a eso, el punto es que se niega a
salir de su cuarto tanto como puede.
—Si le llevo el desayuno ¿crees que me dirá lo
que le sucede?
—No lo sé, pero más te vale intentarlo, porque
comienza a preocuparme. Es como cuando llegó al
circo, no salía de ese camper ni para respirar. —
recordó Brandy. — ¿Qué sucedió con tu hermano?
¿Acaso hizo algo que molestara a Yune?
—Quizá, pero no creo que sea por lo que ocurrió,
sino por lo que Yune piensa, comenzó a culparse por

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lo sucedido con Dante y eso no me agrada.
—Intenta hablar con él, eres el único que puede
sacarlo de esto, parece tan deprimido que comienzo
a creer que se está enfermando. Ni siquiera sé si ha
comido bien.
—Supongo que sí, la cocinera le lleva comida
cuando él no sale.
Brandy suspiró, ella quería a ese chico, era un
gran amigo y lo consideraba casi como un
hermanito, verlo tan triste no era para nada
agradable. Y para Eros tampoco resultaba fácil,
mucho menos al imaginarse qué era lo que podía
estar atormentándole.
Mientras tanto, en el nuevo departamento de
Megan todo parecía muy normal. Dante le había
ofrecido un puesto en la empresa, después de que
ella insistiera hasta el cansancio. Mientras trabajaba,
Joan se quedaba a veces en el departamento, otras
veces iba a la casa de Dante para ayudar a Ori con
los bebés, solo cuando el Alfa tenía asuntos qué
atender.
Aquel día se había quedado solo, despertó
después de que Megan se marchó, así que desayunó
solo y luego comenzó a limpiar un poco el lugar, a

925
veces era aburrido no tener nada qué hacer, pero
prefería eso, a tener la agenda llena de clientes.
No le agradaba pensar en eso, así que sacudió la
cabeza y continuó. Se acercó a una ventana notando
que las cortinas estaban sucias, las quitó con
cuidado, las llevó a lavar y volvió a la sala donde se
quedó mirando hacia la calle. Algo en particular
llamó su atención, un auto demasiado lujoso y
peculiar que reconoció enseguida. Se alejó de la
ventana inmediatamente y fue a otra donde sí tenía
cortinas, ocultándose tras ellas mientras trataba de
ver mejor. No podía ser una coincidencia, no había
visto ningún otro coche parecido, mucho menos
igual en toda la ciudad, había sido importado por
lucio para uno de sus hijos, Víctor.
Joan sintió su corazón acelerarse, por los vidrios
polarizados no alcanzaba a ver al conductor, pero
sabía que era él, que le había encontrado.
Habían sido dos semanas muy buenas como para
ser verdad, era algo que ya se esperaba, así que
resignado buscó una pluma y una hoja para no
marcharse sin antes haberse despedido. Tenía la
pequeña esperanza de no acabar tan mal, pero no
podía engañarse, había sido el responsable de la
muerte de Lucio, y dos de sus hijos, si Víctor le

926
buscaba no debía ser para darle los buenos días y
agradecerle.
Dejó una breve carta excusando su desaparición
con algo sobre buscar su propio camino ahora que
era libre, que ya no quería seguir escondiéndose y se
marcharía lejos, solo esperaba que Megan creyera
sus palabras.
Tras dejar la hoja en un lugar visible, decidió salir
de ahí con la mirada baja y bastante asustado. Había
sido un agradable descanso, pero estaba casi seguro
de que sus días de prostitución volverían a empezar,
y aunque odiaba la idea, no podía hacer nada. Era
eso, o enfurecer al único descendiente vivo de
Lucio.
Caminó hacia el coche mientras veía la ventana
bajar con lentitud, el cabello castaño de aquel Alfa,
su rostro enteramente serio y tan perfecto, a pesar de
darle un aspecto amable logró atemorizar más al
pequeño Joan, pues prefería verlo furioso, al menos
así sabría lo que le esperaba.
—Sube. —la voz profunda de aquel hombre hizo
estremecer al chico. —No me hagas repetirlo.
Joan rodeó el coche y entró de prisa, deseando
que el cómodo sillón cubierto de la más suave piel

927
se lo tragara de una vez. El Alfa comenzó a conducir
en completo silencio, sin ningún cambio en su
expresión.
Víctor era un Alfa lobuno, era alto, ágil, fuerte,
demasiado atractivo, incluso lo fue más que sus
hermanos, con treinta años era el mayor de los tres.
No se había dedicado de lleno a los negocios sucios
de la familia, de hecho, él invirtió grandes
cantidades en abrir restaurantes por todo el mundo,
también era dueño de una cadena hotelera, sin
embargo, era imposible que se desprendiera
enteramente de lo que Lucio, su padre, hizo por
décadas. Eran generaciones enteras las que
dirigieron la más grande red de prostitución, su
bisabuelo lo había comenzado, su abuelo lo heredó
al igual que Lucio, ahora que todos habían muerto,
Víctor debía tomar las riendas de la herencia
familiar.
Joan era de una especie muy por debajo, las
ardillas, tenía el cabello color miel y unos grandes
ojos ámbar, su estatura era baja, y solo tenía
diecisiete años. Su historia no había sido nada
agradable desde que él recordaba, a los cinco años
fue alejado de su madre, vio cuando Lucio la asesinó
a sangre fría. Tras quedar huérfano de manera tan
cruel, le pusieron una marca que dolió como el

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infierno y fue entregado a Mark, su dueño e hijo
menor de aquel infeliz.
En aquel entonces Mark era un joven inmaduro,
al recibir a su primer Omega comenzó a divertirse
con él a pesar de tratarse de solo un niño. Joan sufrió
desgarros que casi acaban con su vida, fue violado y
prostituido con otros adolescentes que eran amigos
de Mark, así comenzó a ejercer aquel oficio, donde
no tenía permitido quejarse o suplicar, pues le
castigaban por ello. Era demasiado chico como para
comprender, pero el hecho de que le hicieran tanto
daño a su cuerpo le tenía aterrado.
Así fue por lo menos los siguientes seis años
hasta que comenzó a trabajar en la zona A, donde ya
no atendía únicamente a los amigos de su dueño,
sino también a hombres de todo tipo, y los que más
abundaron siempre fueron sádicos que le hacían aún
más daño que los primeros. Fue una vida terrible,
pensar que había quedado atrás había sido muy
pretencioso.
Pero, a pesar del infierno en el cual creció, de vez
en cuando una pequeña luz de esperanza lograba
hacerle sonreír en los peores días.
Víctor entró en la cochera de una casa fuera de la
ciudad, el camino había sido largo y la tensión se

929
podía casi tocar. Joan comenzó a temblar cuando él
se bajó y rodeó el auto abriéndole la puerta.
—Si no sales por tu cuenta, te sacaré yo. —
advirtió el Alfa con esa autoridad que pocas veces
usaba con el chico.
Se conocían bien, cuando Joan comenzó a
trabajar de lleno en la prostitución, Víctor llegó a
“contratar” sus servicios varias ocasiones como para
tratarse de un rato de placer, aunque el pequeño
nunca comprendió por qué lo hacía, era ese rayo de
esperanza al cual se aferró, pues era el único que no
lo sometía a base de golpes, con quien jamás se
sintió ultrajado a pesar de que seguía siendo otro
cliente que además solía darle dinero directamente a
él con la excusa de que con eso podría comprarse
algo que le gustara. Víctor había sido amable con el
chico, incluso sus hermanos llegaron a notar su
fijación hacia Joan, pero no intervinieron, pues les
daba igual, sabían que su hermano no haría nada
para sacar al chico de ese ambiente, aparentemente
el mayor de los hermanos veía al Omega como un
pasatiempo ocasional, cuando llegaba a la ciudad y
deseaba distraerse con algo de diversión, eso era lo
que Mark y Bastián creían, incluso Lucio lo pensó
de esa manera.

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Joan bajó del coche y siguió a Víctor hacia el
interior de la casa, la puerta fue cerrada y un
escalofrío le recorrió mientras llegaban a la estancia
principal. Se detuvo ante la orden del Alfa y lo miró
a los ojos cuando éste se detuvo frente a él, tomando
su mentón firmemente con una mano.
— ¿Sabes lo que has hecho? —cuestionó Víctor,
y no recibió una respuesta, lo cual ya suponía. —
Imagino que eres consciente de las razones por las
que te busqué, así que no le daré largas a lo que te
has ganado. Es por ti que mi padre y mis hermanos
fueron asesinados, tú los traicionaste. ¿Creíste que
no habría consecuencias?
—Decidí ayudar a alguien que estaba en peligro,
no me arrepiento de haberlo hecho, y tampoco
lamento la muerte de Lucio y sus hijos. —dijo Joan
completamente convencido. —Sé que vas a cobrarte
conmigo lo que pasó, solo te pido que dejes en paz a
esas personas, Lucio fue quien provocó su muerte,
aún si yo no les hubiese ayudado, Dante lo iba a
encontrar tarde o temprano.
—Esto me va a doler más a mí que a ti. —
murmuró Víctor soltando el rostro del chico, solo
para levantar la mano y dejarla caer fuertemente
contra él.

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Joan gimió de dolor, se mantuvo de pie y bajó la
mirada comenzando a entristecer. Su pequeña luz iba
a ser asfixiada por quien la había creado, pero,
entendía su furia, perder a su familia debía ser
difícil, a pesar de la clase de personas que eran,
seguían siendo sus hermanos y su padre. El segundo
golpe le aturdió tanto que se tropezó, Víctor lo forzó
a pararse de nuevo para seguir con el castigo
mientras Joan trataba de no llorar, no quería ser
débil ahora, no frente a alguien a quien seguramente
no le importaba su dolor.

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Capítulo 36

Joan cerró los ojos al ver la mano de Víctor caer


en un tercer golpe, ahogó un grito y se mantuvo
estático esperando más, no tenía idea de qué tan
molesto podría estar ese hombre, nunca recibió un
trato así de su parte, por ello no sabía lo que pasaría
y estaba realmente asustado.
Creía que los golpes solo eran el comienzo de
algo realmente malo, conocía los alcances de su
padre y sus hermanos, Víctor era el mayor,
respetado por Mark y Bastián, eso solo le hacía
pensar que podía ser aún peor que ellos.
Se encogió creyendo que el siguiente golpe
estaba próximo.
—Es suficiente. —dijo el mayor alejándose de
Joan, mientras el chico abría los ojos desconcertado.
Joan se llevó las manos a sus adoloridas mejillas,
sí que le había dolido, ese tipo tenía demasiada
fuerza y era la primera vez que le pegaba, pero ¿por
qué se había detenido? Observó realmente
confundido que Víctor se dirigía a la cocina, más
precisamente al refrigerador, de donde sacó una

933
cerveza y comenzó a beberla tras sentarse en un
banco.
Algo indeciso, Joan se acercó a él, tenía que
saber de una vez qué era lo que le haría, la
incertidumbre le hacía sentir angustiado.
Aunque estaba acostumbrado los malos tratos, no
solo de su dueño, sino también de los clientes,
prefería saber lo que le esperaba aún si se trataba de
algo malo. Se detuvo a su lado, siendo ignorado por
él, hasta que tocó su hombro tratando de llamar su
atención.
— ¿Qué quieres? —cuestionó el Alfa
moviéndose con brusquedad para que el chico se
dejara de tocarle.
—Yo solo…, sé que estás molesto, y si vas a
castigarme prefiero que lo hagas ahora. —tragó
saliva desviando la mirada cuando los intensos ojos
de Víctor se posaron en los suyos.
Le asustó que se levantara, y aún más que le
tomara del brazo jalándole hasta una habitación.
—Quítate la ropa.
Joan comenzó a hacerlo, cuanto antes acabara
sería mejor, podría descansar de nuevo y quizá con

934
suerte el castigo terminaría. Cuando su cuerpo
estuvo totalmente expuesto ante la mirada del Alfa,
sintió el aliento de éste detrás de su cuello, mientras
su cintura era tomada con ambas manos.
Con un vuelco en el estómago, el Omega giró
para comenzar a hacer aquello por lo que solían
pagarle. Se hincó frente a él, le desabrochó el
pantalón bajándolo junto con el bóxer que cubría la
notable erección, tomándolo con ambas manos abrió
la boca y cubrió con ella una parte, escuchando un
jadeo de placer por parte de Víctor. Podía con eso,
no era nada nuevo, sin embargo, se sentía realmente
mal, quizá decepcionado.
Víctor lo detuvo apenas reaccionó, le hizo
levantarse y tras volver a poner su pantalón donde
iba, jaló a Joan hacia su cuerpo abrazándolo con
fuerza. Para el chico aquello fue una sorpresa, no
entendía, pero estar en sus brazos era acogedor.
—No te castigaré más. —dijo el Alfa
separándose para mirarlo a los ojos. —Esos golpes
han sido suficiente para hacer honor a la muerte de
mi familia, tu error fue saldado y puedo entender por
qué lo hiciste.
— ¿Lo dices enserio? —preguntó confundido. —
¿Entonces por qué me has dicho que me desnude?

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—Con la muerte de mi hermano y mi padre, tú
eres mío ahora.
Joan se encogió cuando las manos del Alfa
apresaron sus brazos.
—Eso no quiere decir que voy a hacer contigo lo
mismo que ellos te hicieron, me conoces hace
mucho, no tienes nada qué temer.
— ¿Significa que no vas a forzarme a estar
contigo? —le miró sorprendido y algo incrédulo. Era
demasiado bueno para ser cierto, más aún si contaba
que estaba desnudo por orden suya. —Entonces,
¿me pondrás a trabajar de nuevo?
— ¿Enserio crees que quiero prostituirte? —
reprochó Víctor frunciendo el ceño. —Te dije que te
quitaras la ropa porque necesitaba revisarte, supe
que el último cliente que atendiste te lastimó.
—Todos lo hacen. —dijo Joan sentándose en la
cama tratando de no pensar en eso que solía
atormentarle. —No tienes qué fingir que te importa
lo que me sucedió, si me has encontrado con vida
significa que no fue demasiado grave.
—Esos a quienes ayudaste, debieron llevarte a un
hospital. ¿Por qué no les dijiste que no te
encontrabas bien?

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— ¿Lo dices enserio? —le sonrió de mala gana.
—Desde que tengo memoria me han hecho daño,
cada uno de los hombres que pasaron sobre mí
dejaron marcas y heridas, nunca me atendieron en
un hospital, ¿por qué iba a ser diferente ahora? Ha
sido suficiente lo que ellos hicieron por mí, no hay
nada que desee más que ser tratado como una
persona, y ellos no pretendían devolverme a este
mundo.
— ¿Crees que yo sí?
—Eres parte de eso, también fuiste uno más de
los que pagaron por mí. ¿Qué debo pensar? Si ahora
me has hecho venir y hace un momento estabas
tocándome de esa forma. —se encogió subiendo las
piernas a la cama y las abrazó protegiéndose. —
Aunque nunca me habías golpeado. Si no vas a
obligarme a trabajar, ¿qué hago aún aquí?
—Vas a quedarte conmigo, es lo que decidí desde
que supe lo que ocurrió.
— ¿Cobrarás venganza contra Dante? —preguntó
Joan notoriamente preocupado, lo cual no pareció
agradarle al Alfa.
— ¿Qué si te digo que sí?
— ¡No puedes!

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— ¿Y por qué no? —refutó Víctor acercándose
furioso.
—No es justo, él no tiene que lidiar contigo, ya
tuvo suficiente con tu familia, ellos comenzaron
todo. Además…
— ¿Tanto te importa lo que le ocurra a ese idiota?
¿Por eso lo ayudaste? Sé que nunca fue cliente tuyo.
¿Como es que lo conoces tanto, para decirme que no
vaya contra él? ¿Acaso sabes la clase de persona que
es Dante? ¡¿Tienes una maldita idea?! —exclamó
acorralando a Joan contra la cama, el cuerpo de
Omega era notoriamente más débil y pequeño, fácil
de controlar. —Claro que no, si lo supieras no
estarías defendiéndolo.
— ¡No lo defiendo a él! —dijo Joan mirándole
molesto, no iba a quedarse callado, no había ido con
él solo para verlo destruir eso que él ayudó a salvar.
—El chico, Orién, él no merece lo que le hicieron, y
sus hijos tampoco, Dante solo los defendió. Yo no sé
cómo piensas que es, pero frente a mí demostró ser
un padre que haría cualquier cosa proteger a su
pareja y a sus hijos. ¡No es justo que ellos paguen la
muerte que bien merecida tenían tus hermanos y tu
padre!

938
Víctor trataba de contenerse, no podía tolerar que
Joan se preocupara por aquel Alfa, ese debía ser una
broma. Él estaba dispuesto a olvidar la traición
inminente del chico, iba a pasarlo por alto y a
quedarse con él, quería cuidarlo, tenerlo a su lado y
tal vez algún día olvidarían lo que una vez sucedió.
Pero no fue capaz de escuchar más de lo que sus
celos le permitían, no iba a permitir que Joan
pensara en otro Alfa.
Le obligó a levantar las piernas, abriéndolas
quizá demasiado, mientras se desabrochaba
nuevamente el pantalón. La erección seguía firme,
verlo desnudo era suficiente para mantenerla, pero
no sería entera la satisfacción hasta no haberlo
tomado por completo.
—Espera, no lo hagas. —Joan trató de detenerlo,
sentía en los movimientos del Alfa lo molesto que se
encontraba. Sus manos empujando el pecho de ese
hombre no bastaron, y cerró los ojos con fuerza al
sentir la violenta intromisión en su entrada principal.
—Por favor, detente. Dijiste que no me castigarías.
—suplicó ahogadamente.
—Y entonces defendiste a otro frente a mí.
¿Crees que voy a permitirlo? —tras decir aquello,
Víctor embistió con fuerza, comenzando un vaivén

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en el cual la respiración del chico se entrecortaba al
mismo ritmo.
Empezó a besarlo, mordía sus labios y bajaba a
su cuello, escuchándolo sollozar. Por más placentero
que fuese poseerlo después de tanta espera, no
soportó sus gemidos de dolor. Volteó a verle solo
para confirmar el dolor que le estaba causando, Joan
tenía lágrimas en esos ojos que por más que los
apretaba no dejaban de humedecerse, su boca tensa
se abría para temblar y quejarse cuando el falo en su
interior llegaba al fondo de su ser.
No podía hacerle eso, no era capaz de seguir
excitado si Joan lloraba de esa manera. Nunca lo
había visto así, no entendía qué sucedía, si cuando
contrataba sus servicios el chico siempre estuvo
dispuesto y soportó cada sesión sin quejarse ni un
poco. ¿Qué era lo que ahora le ponía tan mal?
Salió de él enseguida sintiéndose una mierda de
persona, nunca le había hecho algo así a alguien,
jamás había causado dolor a sus parejas, pero ahora
estaba ese chico llorando a mares en cuanto lo
liberó. Joan se dio la vuelta encogiendo sus piernas y
soltó un llanto incontenible.
Contrariado por el terrible acto cometido, Víctor
se largó hacia el baño, no quería herirlo de nuevo, no

940
soportaba escucharle llorar.
Eros decidió hacerle caso a Brandy, así que
preparó una bandeja con un gran desayuno y fue a la
habitación donde Yune se había encerrado todo ese
tiempo. Tocó varias veces, pero no recibió respuesta,
así que entró sin más.
No parecía haber nadie allí, hasta que se acercó
hacia la cama y alcanzó a ver los pies descalzos del
chico que estaba tirado en la alfombra. Dejó la
bandeja en la cama y enseguida se hincó para revisar
a Yune, trató de despertarlo, y se relajó apenas un
poco cuando lo vio abrir los ojos.
Yune le miró confundido, luego notó que se
encontraba en el piso, trató de sentarse, pero todo
daba vueltas.
—Tranquilo, no te muevas mucho, seguro te
caíste y te golpeaste la cabeza. —dijo Eros
ayudándole a regresar a la cama que se encontraba
deshecha, lo cual decía que Yune había dormido ahí.
— ¿Recuerdas si intentaste ir a algún sitio cuando
estaba oscuro?
El chico asintió, notando entonces un ligero dolor
en su frente.

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—No recuerdo bien. —murmuró dejando que
Eros le cubriera con las cobijas tras haberle
recostado. —Encendí la lámpara.
Eros miró el buró a un lado, era realmente
extraño que Yune se cayera al punto de quedar
inconsciente.
— ¿Te sientes mal? ¿Quieres que te revise el
doctor? —ofreció preocupado.
—No. Quiero dormir, estoy cansado. —murmuró
Yune dándole la espalda, pero apenas iba a
acomodarse para seguir durmiendo, vio el desayuno
que Eros le había llevado.
— ¿Tienes hambre?
—No…
—A mí no puedes engañarme, mira nada más
cómo se te hace agua la boca al ver esto. —dijo Eros
yendo por la bandeja. —Si dejas que esté contigo, te
permitiré comerte todo esto.
—No puedes llevarte algo que trajiste para mí. —
bufó Yune cruzándose de brazos.
—Veo que no te sientes tan mal como para haber
dormido en el piso. O negarte a abrir la puerta todas
las veces que traté de hablar contigo.

942
—Lo siento.
— ¿Eso qué quiere decir? —preguntó Eros,
dejando la bandeja sobre las piernas de Yune.
—Siento haberte ignorado. Es que pensé que
estabas molesto, y luego yo me enojé, no sé por qué,
no quería verte, hasta anoche que no podía dormir
sentí que algo me hacía falta y creo que no
deberíamos volver a discutir.
— ¿Y esto a qué se debe? Creí que no querías
salir de aquí por lo que ocurrió con Dante.
—Bueno, en parte era eso, pero, no del todo. —
admitió Yune bajando la mirada. —Tampoco me he
sentido bien, de pronto me duele la cabeza y creo
que es porque no salgo de aquí, pero cuando salgo
me canso mucho.
—Yune, debiste avisarme que te sentías así.
Seguro has pescado un resfriado, y no vas a
recuperarte si sigues sin atención médica. —le
reprendió Eros tocando su frente. —Tienes fiebre,
llamaré al doctor.
No escuchó la negativa de Yune, lo único que le
importaba era que el chico estuviese bien, verle
enfermo no era algo que pudiese pasar por alto.
Salió de la habitación mientras Yune desayunaba,

943
llamó a otro médico, pues el de la ocasión pasada
seguramente no le traería buenos recuerdos al chico,
y no quería que se alterara.
Pasó un rato vigilando a Yune mientras éste
desayunaba bastante bien, a decir verdad, tras casi
una hora llegó el doctor, quien enseguida entró a
revisar al Omega.
Eros estuvo presente todo el tiempo, contestando
algunas preguntas que Yune parecía no querer
responder. Le sorprendió descubrir lo mal que se
había estado sintiendo su pequeño, y no se lo dijo,
quizá por la discusión de la última vez. Se sentía un
idiota por descuidarlo tanto, si ya sabía que Yune
estaba devastado por lo que descubrieron sobre los
hijos de Dante, era de esperarse que enfermara en
respuesta a tanto estrés y tensión.
El médico lo revisó por completo, tomó muestras
de sangre y se retiró, extrañamente no quiso recetar
algún medicamento, dijo que haría los análisis y
volvería esa misma tarde. Aún era de mañana, así
que solo quedaba esperar. Yune al fin permitió a
Eros quedarse a su lado, se dejó cuidar por él,
aunque no tocaron ningún tema de conversación
respecto a Dante.

944
Joan se había tranquilizado después de un buen
rato, mas no se movió hasta que vio a Víctor salir
del baño y enseguida de la habitación. El Omega se
puso de pie recogiendo poco a poco su ropa y luego
se encerró en el mismo sitio donde aquel Alfa había
pasado al menos media hora.
Tras cerrar la puerta se miró en el espejo frente al
lavabo, su imagen daba pena, después de llorar de
esa forma sus ojos estaban hinchados, al igual que
sus mejillas por los golpes antes recibidos. No se
sentía bien, y a pesar de las condiciones en las que
se encontraba, decidió darse un baño. Presionó un
botón que dejó salir el agua y, sin saber cómo
regular la temperatura, se metió debajo del chorro
helado. No quería estar en ese lugar, no ahora, y no
por lo que Víctor le había hecho, existía una razón
de peso detrás del temor que Joan sentía.
Escuchó al Alfa llamarle desde la habitación, no
sabía cuánto tiempo había pasado en la regadera,
pero al mirar sus manos notó lo arrugadas que
estaban. Se apresuró a tomar una toalla para salir,
cubriéndose justo cuando la puerta fue abierta.
—Aquí estabas, ¿por qué no me contestas? —
reclamó Víctor, suspirando más tranquilo ahora que

945
le encontraba. —Entiendo que lo menos que quieres
es verme, pero supuse que tendrías hambre.
Joan asintió ligeramente.
—Ven al comedor cuando acabes de vestirte.
Se retiró sin decir más, dejando solo al chico,
pues lo menos que quería era asustarlo más.
El menor se puso la ropa tan rápido como pudo.
Tenía que hablar con él, decirle lo que sucedía e
implorarle que le dejara marchar. Suspiró sin estar
muy convencido, pero no había otra forma de salir
sin meterse en más problemas.
Quizá no debió ir desde un inicio, sin embargo, se
arriesgó pensando saldar la cuenta por aquellos a los
que ayudó, especialmente por Ori y sus bebés, ellos
no merecían sufrir más. Ahora Joan debía
arreglárselas solo, así lo decidió.
Entró al comedor deteniéndose al ver la mesa tan
elegante y delicadamente ordenada con platillos que
olían demasiado bien. Se mordió los labios sin ser
capaz de dar un paso más, hasta que Víctor apareció
detrás tomándole de la cintura para obligarle a
caminar hasta una silla.

946
—Siéntate, no te haré nada. Preparé la comida yo
mismo, es una forma de pedirte disculpas por lo
que…, bueno, tú entiendes. —mencionó el Alfa. —
Sé que no basta con esto, pero no creo que un par de
palabras sean mejor.
—En realidad no tengo hambre. —murmuró Joan
aceptando el lugar que el mayor dejó para él. Miró la
comida un momento y sintió un vuelco en el
estómago, se veía realmente delicioso.
— ¿Estás seguro? ¿Entonces por qué saliste tan
rápido?
—Quiero hablar contigo.
—Escucho tu estómago quejarse. —sonrió con
burla sentándose justo a la cabeza de la larga mesa,
y tomó firmemente la mano del chico evitando que
la quitara enseguida. —Lo que tengas que decirme,
puede esperar. Supongo que ni siquiera has
desayunado.
—Tampoco es como que antes hubiese tenido una
buena alimentación. —murmuró el menor
frunciendo el ceño.
—Eso fue antes, ahora que pienso cuidar de ti, no
te hará falta nada.

947
—Quiero decir algo sobre eso, no puedes decidir
eso si…
—Ya está decidido, y si quieres discutir lo harás
al terminar. Anda, tienes que comer, además lo hice
para ti.
Joan miró nuevamente el plato y se rindió, lucía
tan apetecible esa pasta, y la carne jugosa en medio
de la mesa parecía seducirlo, jamás tuvo platillos tan
elegantes frente a él, y ni en sueños imaginó probar
algo así. Entonces tomó el tenedor, quizá esa sería su
última comida después de lo que le iba a decir, por
ello no volvió a rechazarla.
Eran las tres de la tarde cuando Megan volvió al
departamento, estaba agotada, lo único que deseaba
era tomar un relajante baño en la tina y beber una
copa de vino mientras escuchaba algo de música, sí,
su tarde perfecta. Iba tan concentrada recordando lo
complicado que era trabajar para su hermano, y
quejándose de lo odioso que éste era aún si no iba a
la empresa. Al al dejar las llaves sobre la mesa se
encontró con una nota extraña.
La letra de Joan era inconfundible, pues no tenía
muy buena forma, apenas y se entendía, pero Megan
logró comprender su breve párrafo de despedida y

948
sintió un vuelco en el estómago. ¿Cómo que se había
ido?
No, no esta tan estúpida como para ignorar que
algo no estaba bien, Joan parecía haber aceptado
quedarse con ella, sobre todo por aquello que ambos
sabían. Su descanso debía posponerse, salió del
departamento de prisa para hablar con el portero del
lugar.
Apenas preguntó por Joan, el hombre que
cuidaba el edificio le dijo que lo vio salir muy
apurado esa mañana, poco después de que ella se
fue, y que se subió en un auto rojo, pero no podía
describir al conductor, pues ni siquiera alcanzó a
verlo.
Con esa información que no decía mucho, Megan
condujo hacia la casa de Dante mientras trataba de
contactarse por mensajes y llamadas, pensando que
Joan les había ayudado demasiado poniéndose en
riesgo, era momento de hacer lo mismo.
Ori estaba en la cama alimentando al más
pequeño de sus hijos, el lindo Omega, mientras
Dante trataba de cambiarle el pañal al otro. Era
realmente gracioso notar la extraña rivalidad entre
padre e hijo, apenas de dos semanas el pequeño Alfa
daba una dura batalla para dejarse cambiar, muy

949
contrario al que Ori tenía en sus brazos, la afinidad
con Dante había sido instantánea.
El chico no podía quejarse de nada, Dante se
comportaba completamente distinto desde que
volvieron siendo padres de dos hermosos niños.
Siempre estaba pendiente de cubrir todas las
necesidades, tanto de Ori, como de los pequeños.
—Listo, le he ganado de nuevo. —dijo Dante
realmente orgulloso mientras llevaba al pequeño
junto a Ori.
—Dante, ¿no crees que deberías elegir sus
nombres? —murmuró el chico, acomodando mejor
al pequeño sobre su pecho. —No es que quiera
molestarte con eso, pero no sé cómo dirigirme a
ellos, es decir, no quiero llamarles bebé por tanto
tiempo.
— ¿Debo hacerlo yo? —cuestionó el Alfa
frunciendo el ceño algo desorientado.
—Sí, bueno, supongo. Eres su padre.
— ¿Es que tú no has pensado cómo llamarlos?
Yo no tengo idea, no se me ocurrió hacerlo mientras
los esperabas, y ahora tengo la mente en blanco.

950
— ¿Podía hacerlo? —preguntó Ori realmente
sorprendido. —Creí que te enojarías si yo hacía algo
tan importante sin tu aprobación. Es que, di por
hecho que era algo que tú decidirías cuando fuera el
momento, y como no sabía si me dejarías estar con
ellos, no quise imaginar cómo serían cuando
nacieran, mucho menos pensé en nombres.
—No debí amenazarte con algo así. —murmuró
Dante, viendo la ternura con que Ori acariciaba al
pequeño omega entre sus brazos.
Todos los días tenía una lucha interna tratando de
mantener a raya el pasado, pero cada cosa que veía
le recordaba lo imbécil que fue apenas unos meses
atrás, y aún peor, lo que causó y no tenía remedio
para Yune. No paraba de preguntarse cómo habría
sido su primer hijo, si tan solo le hubiese permitido
nacer.
Pero si comenzaba a decaer en culpas, podía
perjudicar a Ori, y aunque sonara demasiado egoísta,
ahora tenía a esos dos pequeños cachorros que
dependían enteramente de él. No quería causar más
daño, por eso mismo no se permitía seguir pensando
en las estupideces que cometió, había aprendido de
la peor manera que las emociones negativas llegaban
a cegarle enteramente si no las detenía a tiempo.

951
—Dante…
—Quiero que elijas los nombres de nuestros
hijos. —dijo tomando la mano de Ori con suavidad.
—Pero, no creo que sea buena idea. —murmuró
el chico sonrojándose ante la caricia de Dante.
—Anda, ¿acaso nunca pensaste en alguna
opción? Estoy seguro de que en algún momento tu
mente comenzó a trabajar en ello.
— ¿Y tú? —preguntó Ori aun dudando de tomar
tal decisión.
—A decir verdad, lo hice, pero mis ideas son
malas.
—No lo creo, seguro son buenas, ¿por qué
quieres que lo haga yo?
—Quiero que sientas que eres parte de esto. A
veces me da la idea de que estás nervioso por haber
dado a luz a mis hijos, incluso me pides permiso
para cargarlos, eso no es normal. No me molestaré si
los alimentas sin mi supervisión, o si te quedas
dormido con ellos, muchas veces estás demasiado
cansado y noto lo mucho que te cuesta mantenerte
despierto mientras los cargas.

952
Ori bajó la mirada reconociendo que Dante tenía
toda la razón al decir aquello. Aún no se convencía
de la aceptación del Alfa, tampoco se sentía libre de
andar por ahí libremente, mucho menos de estar con
sus pequeños, pues creía que Dante era el único que
podía hacerlo con totalidad.
—Son nuestros hijos, no solo míos. Debes
entenderlo, tú les diste la vida, crecieron dentro de ti,
eres incluso más importante para ellos de lo que yo
puedo llegar a ser.
—Dante, no quiero que cuando te enfades me
alejes de ellos, prefiero que seas tú quien me diga si
puedo acercarme. —murmuró mirándole inseguro.
—Los amo demasiado, pero…
—No voy a separarte de ellos, por favor,
entiende. —reprochó Dante poniéndose de pie
molesto, y no era contra Ori, sino consigo mismo,
por provocar tanto temor en él. —No volveré a hacer
nada que te haga daño, ¿cómo quieres que te lo diga
para que estés tranquilo?
—Dilo sin levantar la voz. —intervino Megan,
entrando a la habitación aun cuando Dante le miraba
furioso. —Sé más considerado, Ori está pasando por
cambios muy grandes, entre que acaba de dar a luz
hace dos semanas, las hormonas de la maternidad, y,

953
por si fuera poco, están todas las veces que le hiciste
daño, es lógico que aún no se sienta seguro de lo que
prometes.
— ¿Por qué entras así? ¿Nunca dejarás de hacer
esto?
—Algún día, si es que tienes suerte, dejaré de ser
tan molesta. Pero ahora no puedo, pasó algo y
necesito que vengas conmigo un momento. —lo jaló
sacándolo de ahí, dejando a Ori perplejo al cuidado
de los niños.
En cuanto estuvieron en el pasillo le dijo todo
sobre el aparente secuestro de Joan. No había tiempo
que perder, ni siquiera le reclamó el no haber
respondido sus llamadas.
Eros se encontraba con Yune cuando Brandy le
avisó que el médico había vuelto. Lo hizo pasar y el
serio hombre les entregó un sobre que ambos
miraron confundidos.
— ¿Qué es esto? —cuestionó Eros arqueando las
cejas algo confundido.
—Los resultados de los exámenes que hice. —
dijo como si fuese obvio. —Los síntomas, y lo que
vi mientras lo revisaba, me dejaban pocos

954
diagnósticos posibles, así que preferí hacer un
análisis detallado de su sangre.
— ¿Y qué encontraste? —quiso saber mientras
abría el sobre de prisa para mirar las hojas que
contenía. —No entiendo estos términos.
—Ni siquiera los estás leyendo. —murmuró Yune
quitándoselos para revisarlos. Entonces su cara se
desencajó en una mueca que preocupó al Alfa.
— ¿Qué? ¿Qué dice?
—Mencionaste que Yune no podía estar
embarazado porque no recibió completo el
tratamiento de fertilidad cuando les dijeron lo que
sucedía con él, pues no les funcionó. —le recordó el
médico dejando entonces la seriedad a un lado, y
sonrió asintiendo cuando el Omega le miró asustado.
—Sin embargo, la muestra de sangre arrojó
resultados opuestos.
—Sigo sin entender. —se quejó Eros quitándole
los papeles a Yune para poder leerlos esta vez. —
¿Qué es lo positivo?
—Yune está embarazado, muy embarazado. Aún
no puedo definir cuántas semanas tiene con
exactitud, pero cuando hice el examen físico noté
que lleva un vientre de poco más de tres meses,

955
podría pensar que son catorce o quince semanas. Les
programé una cita en el hospital donde trabajo, un
médico obstetra les atenderá, es conocido, así que
pueden confiar que su hijo será monitoreado por las
mejores manos.
—No es posible. —murmuró Yune llevándose las
manos al vientre en cuanto escuchó aquello.
—Sí lo es, dicen que hasta hace dos o tres
semanas ustedes mantenían relaciones continuas.
—Pero me dijeron que yo no podía.
—A veces estas cosas no tienen una explicación
razonable. Veo que te causa mucha emoción este
asunto, debes calmarte si no quieres afectar a tu
bebé. —advirtió el doctor. —Los dolores de cabeza
tan continuos se deben al estrés, así que te
recomiendo que te relajes lo más posible y no
pienses en nada que te ponga triste o que te moleste,
todo eso lo siente tu futuro hijo, y le hace daño.
Eros no se atrevió a decir ni media palabra, aún
no lograba hacerse a la idea, pero ya sentía que su
corazón se aceleraba mientras asimilaba mejor la
noticia.
El doctor se despidió, Yune estaba enteramente
desconcertado, mirando a la nada mientras

956
recordaba con qué deseo había pensado estar
embarazado meses atrás, y el dolor que la noticia de
su infertilidad le causó aquel día. Ahora todo era tan
diferente, la noticia de que su sueño se hizo real le
movió el piso tan fuerte, que no pudo evitar soltarse
a llorar de pura felicidad. Giró abrazando a Eros,
sintiendo su respuesta casi inmediata cuando él le
estrujó con fuerza.
—Vamos a ser padres. —murmuró Eros cuando
cayó en cuenta.
—Sí, lo seremos. —chilló Yune tratando de
recuperar la respiración después de haberla retenido
un momento. —No sé cómo pasó, pero, gracias por
esto.
— ¿Enserio me agradeces? —Eros se separó para
mirar los enrojecidos ojos de Yune. —Por Dios,
quien debe agradecer soy yo, me darás un hijo,
¿sabes lo que eso significa?
—No sabía cuánto deseabas esto. —limpió su
rostro empezando a calmarse un poco.
—Ni yo, jamás imaginé que lo bien que se siente
escuchar esa noticia. Jamás dejaré que esta felicidad
acabe, no permitiré que vuelvas a entristecer, ni
dejaré que nada te haga daño.

957
Yune se encogió acurrucándose entre los brazos
del Alfa, aún le costaba procesarlo todo, pero se
sentía tan bien, la tristeza comenzaba a convertirse
en esperanza, iba a comenzar de nuevo, no podía
con más rencor, no ahora que sabía de esa nueva
vida que llevaba en él, tenía que ser mejor si quería
dejarle algo bueno a ese gatito que venía en camino.
—Tendremos una pelusita. —dijo Eros
acariciando el vientre de Yune.
— ¿Pelusita? ¿Por qué le dices así?
—Porque será pequeño y tierno como tú, además
eres un gato, ahora imagina a un gatito. Es como una
pelusita, linda y adorable.
—Pero si apenas nos acaban de decir que viene
en camino, y ya le estás poniendo apodos. —se
burló Yune, sintiendo el calor que Eros emanaba.
Era acogedor.
Siguieron hablando de ello, creándose ilusiones
que habían creído prácticamente perdidas. Pensar
que jamás serían padres les había dejado un hueco
irreparable, pero ahora todo cambiaba
drásticamente, permitiéndoles dejar de lado el tema
de Dante, mientras se unían más que nunca.

958
Capítulo 37

Joan terminó el último bocado y bebió la


limonada que Víctor le había servido. El mayor
también había acabado, ahora solo quedaba el
silencio absoluto hasta que sus ojos se encontraron.
—Gracias por la comida. —murmuró Joan
desviando la mirada de inmediato.
— ¿Te sientes mejor? ¿Qué era eso de lo que
querías hablar?
El Omega puso las manos en puños mientras
ideaba la manera de decirlo, había llegado el
momento, pero, era tanto lo que quería decir, que no
sabía cómo empezar. Quizá mencionar lo más
importante al inicio era lo mejor.
—Yo…, bueno, tú dijiste que quieres que me
quede aquí.
—Así es, y así será. ¿Quieres que hablemos de
ello?
—No creo que sea buena idea.

959
—Sé que no te agradó lo que hice en la
habitación, pero no se repetirá. Me dejé llevar
cuando vi la manera en que defendías a ese tipo, si
dejas de hacer cosas así, todo marchará bien. —
aclaró Víctor con esa calma que le caracterizaba. —
Y por si tienes dudas, no te haré estar aquí para
obligarte a trabajar, no volveré a permitir que estés
en esa situación ni una sola vez, nunca me agradó.
— ¿Por qué? No soy el único a quien le han
hecho esto tus hermanos, o tu padre. Hay cientos de
personas ahí afuera que seguirán en ese trabajo
porque no conocen nada diferente. ¿Por qué llegas
solo buscándome a mí? ¿Y por qué quieres que viva
justamente contigo?
—Sé a qué te refieres, pero, yo no hago milagros.
Además, solo me interesa sacarte a ti de todo eso,
fue lo que siempre intenté hacer desde que te conocí.
Por eso pagaba semanas enteras por ti aun cuando
no las aproveché, para que no te obligaran a trabajar
demasiado y pudieras estar mejor.
— ¿Enserio hacías eso? —preguntó sorprendido.
—Pero, si cada que te ibas, yo ya tenía clientes
esperando. —murmuró confundido.
Víctor no pareció nada conforme con lo que
acababa de escuchar. Mark le había dicho que Joan

960
no se prostituía en el plazo que él pagaba, eso solo
quería decir que su hermano le había mentido
vilmente, como muchas otras veces. Quizá no era lo
correcto, pero se sentía aliviado de saber que todos
habían muerto, aun tratándose de su propia familia.
—Lo lamento, pensé que mi hermano realmente
cumpliría el acuerdo.
—No entiendo por qué hacías eso. —murmuró
Joan juntando las manos y moviéndolas nervioso. —
Pero, cuando tú estabas conmigo pude tener
momentos de calma, y te lo agradezco. Pensar que
querías ayudarme a no pasar por lo mismo todos los
días, me hace sentir bien, aunque no haya
funcionado. La intención que tuviste cuenta mucho
para mí.
— ¿Entonces vas a aceptar quedarte aquí? No es
como si tuvieras elección, aunque si no te opones
entonces no tendré que asegurarme de que no
escapes.
Joan bajó la mirada mientras una serie de
recuerdos acudían a su mente…
El estremecimiento que le provocaban fue
terrible, aún había noches en las que no podía dormir
a causa de sucesos que tuvo que vivir, no quería que

961
algo así se repitiera. Víctor era parte de ello, sabía
esa historia perfectamente, pues fue parte importante
de todo, aunque Joan no podía culparlo.
Todo había sucedido unos tres años antes…
Joan había conocido a Víctor a los doce, y la
primera vez que éste pagó por él fue meses después,
poco antes de que cumpliera trece. Los encuentros
con ese Alfa eran poco habituales al inicio, pero, de
pronto comenzaron a ser continuos llegando incluso
a pasar días sin salir de aquel cuarto donde el Omega
atendía a todos, pues entonces no podía salir de la
zona.
Cuando el chico cumplió catorce tuvo un par de
meses demasiado pesados, los clientes aumentaban
en su lista, y acababa realmente lastimado por los
malos tratos a los que era sometido. Pero como solía
ocurrir, cuando más lo necesitaba, apareció Víctor
una vez más salvándole de las labores cotidianas.
Llegó un día, diciéndole que se quedaría una
semana esa ocasión, Joan lo recibía con agrado al
saber lo diferente que era atenderle a él. Después de
años dedicándose a la prostitución, el chico no tenía
problema con entregarse, incluso prefería ser
cooperativo, pues si se negaba con los clientes el
resultado era terrible para su integridad física.

962
Joan no sabía en ese momento lo que sucedía con
él, no definía qué era lo que sentía, ya que cada que
Víctor estaba a su lado se sentía feliz, emocionado,
incluso esperaba sus visitas realmente ansioso y su
corazón latía desenfrenado cada que él llegaba.
Esa ocasión, Víctor decidió quedarse más tiempo,
pasando más de un mes junto a Joan.
Ninguno de los dos imaginó lo que vino, después
de las primeras dos semanas, el Omega entró en
celo. Víctor lo detectó a los pocos días, mas no dijo
nada y continuó disfrutando del chico mientras tenía
tiempo.
Hasta ese momento todo iba bien, entre ambos
nació un sentimiento de unidad, Víctor sabía que era
el primer celo del chico, y que estaba demasiado
adelantado, dado su edad, sin embargo, no le
importó mucho.
Al mes y medio, el Alfa recibió una llamada de
gran importancia y tuvo que marcharse, saliendo
incluso del país. Aunque Joan no lo sabía, Víctor le
pidió a Mark que suspendiera un tiempo las labores
del chico, alegando que no tardaría en volver y
quería que estuviera limpio, en cuanto él se fue, Joan
fue regresado a la realidad de siempre, por más
doloroso que fuera.

963
Pasaron al menos tres meses para que Víctor
terminara aquel viaje de negocios, Joan sabía que
había vuelto, y le dolió que no se apareciera por ahí,
aunque no podía decir nada al respecto, él era un
prostituto, Víctor su cliente, además un Alfa, era
tonto pensar que le importaría su situación, pero la
ilusión comenzó de nuevo cuando apareció en su
habitación una vez más.
Solo unos días, luego se marchó.
Y tras la desaparición de Víctor, Joan comenzó a
tener problemas con los clientes, que se empezaban
a quejar, aunque algunos le miraron con morbo y lo
violaron sin piedad alguna en cuanto notaron su
estado. Pronto Mark le llevó a revisión, las
suposiciones eran correctas, el Omega estaba
embarazado y obviamente no se sabía quién era el
padre.
Lucio intervino entonces, su sentencia fue que
Joan tendría al bebé, pero seguiría trabajando en
esas condiciones. No fue una buena noticia para el
chico, sin embargo, pensar que daría vida a un
pequeñito le hizo ser fuerte, el bebé no tenía la culpa
de estar en esa posición.
Víctor sabía lo del embarazo, continuó visitando
seguido a Joan, más no dijo nada al respecto y solo

964
hacía lo de siempre, con la misma atención que
siempre tuvo para él. Hasta que todo acababa y se
marchaba a seguir con su propia vida.
Así fue por los siguientes meses hasta que llegó
el parto. Joan no tenía idea de lo que le esperaba,
cuando terminó de pujar lo único que pudo oír fue el
llanto de su bebé, a Mark maldiciendo mientras
pedía que sacaran al “bastardo” de ese lugar, así se
refirió al pequeñito que acababa de nacer, y el chico
jamás tuvo la oportunidad de verlo.
Lo encerraron una semana donde apenas y pudo
recuperarse, luego fue llevado a su cuarto para
seguir con lo mismo de siempre. Ya no lo soportaba,
le habían quitado a su bebé sin siquiera darle la
oportunidad de ver su carita, no tenía idea de qué
era, si una niña o un niño, ni de qué color eran sus
ojos, o su cabello, nada, no tenía nada.
Aquel día sintió que algo en su corazón se rompía
en miles de fragmentos, se sintió tan inútil, tan
estúpido. Deseó con toda el alma no volverse a
embarazar, no soportaría ser nuevamente separado
de un hijo más, no quería sufrir así, pues no se
comparaba ni tantito a la mierda de vida que había
llevado, ni siquiera podía igualarlo a lo que sintió

965
cuando fue violado por primera vez, lo cual nunca se
le olvidaría.
Pasó más de un año, Joan había olvidado
completamente las antiguas visitas de Víctor, de
hecho, ya no le importaba saber de él, hasta que
volvió a su vida de la misma forma, como un cliente
más. Ya ni siquiera cruzaban palabra alguna, Joan lo
recibía y comenzaba a hacer su labor sin siquiera
mirarlo a los ojos, no volvió a sentirse nunca como
aquellos días que estuvo con Víctor saciando su
primer y único celo.
Por su parte, Víctor era consciente de lo que
había provocado que el celo de Joan se desatara
aquella vez, sabía que el placer que le brindaba
había hecho al chico confiarse tanto como para que
su cuerpo reaccionara así, y comprendió que después
del bebé, Joan se bloqueó por completo a sentir
agrado sexual.
Los años siguieron su curso, Víctor seguía
presente en la vida de Joan, igual que todos los
demás clientes, hasta que todo acabó y el chico
creyó que al fin podría tener paz, sin embargo,
descubrió algo recientemente que le aterró
demasiado.

966
Al día siguiente de comenzar a vivir con Megan,
ella notó que no se veía nada bien y le obligó a
decirle qué le sucedía. Lo llevó al doctor, y la noticia
le cayó a Joan como un balde de agua helada.
—No puedo quedarme aquí, no debo. —murmuró
con tristeza. —Hace años pasé por algo así, no
quiero que se repita.
— ¿De qué hablas?
—Estoy…, de nuevo estoy embarazado. —se
atrevió a confesar, con temor de mirarlo a los ojos.
—Y antes de que preguntes, no sé de quién es, y no
me interesa, lo único que quiero es que al menos
esta vez pueda quedarse conmigo.
— ¿Qué?
—Tu padre y tu hermano jamás me dejaron ver a
mi hijo, se lo llevaron en cuanto nació. —comenzó a
llorar cubriéndose la cara. — ¡No imaginas las veces
que intenté averiguar dónde lo tenían! Hasta que
Mark me dijo que lo habían matado.
—Eso no…
—Tú quieres que yo esté aquí, porque al final del
día seguiré siendo lo mismo de siempre, pero, ya no
puedo más, te lo suplico, deja que me vaya. —se

967
levantó de la silla solo para hincarse en el piso. —
No me hagas lo mismo que ellos, yo sé que no eres
igual, solo deja que me vaya, por favor.
— ¿Cuánto tienes?
Joan levantó la mirada sin comprender.
— ¿Cuánto llevas de embarazo? —rectificó
Víctor poniéndose de pie con el ceño fruncido y la
boca en una línea recta, esa expresión asustaba al
chico.
—No lo sé. —murmuró haciéndose hacia atrás
cuando el mayor caminó hacia él. — ¿Por qué me
miras así? No es algo que yo quisiera, no es mi
culpa. ¡No te acerques más!
— ¿Estás seguro? Después de que te quitaran a tu
hijo, no será que intentaste tener otro…
— ¿Enserio? En ese momento seguía en manos
de tu maldita familia. —reprochó Joan mirándole
molesto. — ¿Crees que provocaría algo así? ¿Crees
que quiero pasar por eso de nuevo?
—Es verdad, supongo que no. —reconoció
Víctor, y se inclinó tomándole del brazo para hacer
que se levantara del piso. — ¿Es todo lo que ibas a
decir?

968
—Yo…
—Ahora es tu oportunidad de soltarlo todo, si no,
entonces daremos por terminada esta conversación.
—advirtió llevándole a rastras en dirección a unas
escaleras que iban hacia abajo, lo que preocupó al
menor.
— ¿A dónde me llevas? ¿Qué vas a hacerme?
— ¿Algo más que tengas qué decir? —preguntó
ignorando que Joan temblaba tratando de no
seguirle, pero era imposible si lo llevaba agarrado.
Se detuvieron al inicio de las escaleras y Joan
miró el pasillo que había al final, estaba oscuro, no
quería ir hacia ese lugar, pero Víctor no parecía
querer tomar en cuenta su opinión.
—Es la última vez que lo voy a preguntar…
—Siento…, creo que siento algo por ti. —le
interrumpió Joan. —No quería decirlo, porque no lo
entiendo, pero, hace mucho tiempo te empecé a
querer, y quizá no te importe. —bajó la mirada
soltándose del agarre, y sobándose bastante nervioso
continuó. —Es la primera vez que siento esto, y no
sé si está bien, no sé si puedo hacerlo, o si está
permitido. Y si te molestas por esto, lo entiendo, soy
un Omega después de todo, es pretencioso pensar en

969
ti como lo hice todo este tiempo, pero es que cuando
estaba contigo todo era diferente, podía imaginar
que no estaba siendo forzado a hacer lo que hacía,
tomabas en cuenta cómo me sentía y nunca me
hiciste daño a pesar de pagar por mí, esperé muchas
veces a que volvieras a visitarme, todo el tiempo me
sostuve de los recuerdos que tenía de ti, cuando
otros clientes me lastimaban yo cerraba los ojos y
pensaba que en algún momento tú volverías y
entonces todo estaría bien. No debería permitirme
sentir esto, pero no pude controlarlo, y ahora ni
siquiera tengo derecho a decirlo, después de ayudar
a quien asesinó a tu familia, y además esperando un
hijo de alguien más. Sin embargo, tú querías que te
dijera todo, por eso te pido que no me hagas daño,
no soportaría que me castigues también por lo que
siento, o por el bebé que tendré. Solo quiero irme
ahora, no volverás a saber de mí, te lo suplico, al
menos quiero quedarme con los únicos buenos
recuerdos que he tenido en toda mi vida.
—Vaya, pensé que dirías algo tan importante
como lo de tu embarazo, pero no imaginé esto. —
murmuró Víctor pasando algo de saliva en su boca
para calmar el nudo que se había formado en su
garganta.

970
—No quise enamorarme de ti, pero fuiste lo
único bueno que tuve, no pude evitarlo. —dijo Joan
bajando la cabeza para no mirarle más. —Si solo se
tratara de mí, no me importaría quedarme aquí, aun
cuando sé en qué condiciones sería, porque nunca
me sentí como un objeto estando contigo. Aunque tú
nunca sentirás algo así por mí, me quedaría, pero
ahora las cosas son diferentes, no querrás dejarme a
mi bebé y eso no pienso soportarlo, es lo único que
no toleraría de nuevo, después de haber llorado por
años que me despojaran de aquel pequeño que tuve,
no quiero que vuelva a ocurrir. Lo siento, pero si me
obligas a quedarme, trataré de escapar hasta
lograrlo, no habrá día en que no lo intente.
—Con todo esto, ¿por qué te atreviste a salir de
aquel departamento donde estabas seguro?
—Porque no quiero que les hagas daño a ellos. —
refutó Joan levantando enseguida la mirada. —Quise
saber que estarían bien, y ahora, trato de estarlo yo
también. Sé que mi futuro depende de lo que tú
decidas ahora, pero…
—Nada te garantiza que no cobre venganza
contra ellos.
— ¿Vas a darles tres golpes? —murmuró Joan
algo confundido. —Es lo que me hiciste a mí.

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Víctor sonrió, dejando al fin la seriedad de antes.
Entonces suspiró y tomó la mano del chico, esta vez
con suavidad.
—Olvídalo, no pienso fastidiarles la vida, puedes
estar en paz, te sacrificaste por ellos y eso me hace
ver que eres más bueno de lo que creí, incluso algo
idiota.
—No tienes que burlarte de mí. —se quejó el
chico mirándole molesto. — ¿Vas a dejar que me
marche?
—Lo lamento, pero no me apetece, eres mío, ya
lo he dicho.
—Pero…
—No voy a quitarte al niño que llevas dentro, no
soy como mi padre. ¿Estarás tranquilo si te prometo
que podrás tenerlo y cuidar de él mientras vivas
conmigo? —ofreció Víctor sorprendiendo
demasiado al pequeño. —Solo no trates de escapar,
aquí no va a faltarte nada, y al bebé tampoco,
crecerá en un ambiente sano, eso tenlo por seguro.
— ¿No estás jugando conmigo? —preguntó Joan
algo desconfiado.

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—Por supuesto que no, ¿qué sentido tiene? Ya
entendí bien tu amenaza, yo no tengo un enorme
grupo de maleantes cuidando la zona, sería muy
fácil que escapes, y no quiero pasar la mitad del
tiempo impidiéndolo.
—No sé qué decir…
—Nada, no tienes que decir nada aún. Hay algo
que debes ver ahora.
Víctor bajó, llevando a Joan de la mano, al menos
éste ya no parecía tan asustado, y al encender las
luces de aquel pasillo, el chico notó que era solo un
piso más de esa enorme casa, no un terrible sótano,
pues al fondo había una sala, pero no llegaron ahí, se
detuvieron frente a una de las puertas, que el Alfa
abrió haciendo al menor entrar primero.
— ¿Qué es todo esto? —preguntó sin entender.
Se encontró con una habitación infantil con un
montón de cosas por doquier, juguetes sobre todo, y
un decorado adorable para un varón. Joan sintió un
vuelco en el estómago y comenzó a llorar sin saber
por qué, creyendo que era por el recuerdo de haber
perdido a su primer hijo, pero había algo más, una
sensación extraña le hacía estremecer.

973
—Fue un Alfa. Cuando nació, Mark olfateó al
niño al notar lo que era y descubrió que pertenecía a
nuestra familia, Lucio enfureció con los tres, mis
hermanos alegaron no haber sido ellos los
responsables, y las miradas se posaron en mí siendo
yo el único que se metía contigo por ese entonces.
Yo estuve al pendiente de tu parto desde que
iniciaste en labor, y cuando nació supe que era mi
hijo, sin embargo, había llegado antes con la
convicción de sacarlo de ahí para salvar su vida, sin
importar quien fuera su padre. El que fuese mío era
un extra que me hizo darme cuenta de lo importante
que eras para mí.
—Dices que…, mi bebé, ¿eras su padre? —
murmuró confundido.
—Sí, nuestro hijo no fue asesinado como te
dijeron, pero mi padre me advirtió que, si te decía
algo o intentaba sacarte de ahí, iban a matarte, lo
cual no fue una broma. La golpiza que te dieron los
guardias de Lucio meses después de que diste a luz,
fue por un enfrentamiento que tuve con él ese
mismo día, cuando le reclamé las condiciones en las
cuales te tenían. Mientras ellos estuvieron vivos, yo
no tuve forma de ayudarte lo suficiente sin arriesgar
tu vida, así que me mantuve a raya, aunque no me
gustó.

974
—Está vivo. ¿Dónde está? —cuestionó Joan
respirando agitado.
—En la guardería, es un niño muy sano y fuerte.
Un viejo amigo me ayudó cuando traje al bebé a
casa, yo no tenía idea de qué hacer, entonces él junto
con su esposa me hicieron el favor de orientarme
todo el tiempo, de hecho, les he pedido que lo
recojan hoy ya que tenía que hablar contigo antes de
que lo conocieras.
— ¡¿Por qué tardaste tanto en decirlo?! Llevo
aquí todo el día. —reclamó comenzando a llorar
histérico volteándose hacia él. — ¡Debiste decirlo
desde el inicio!
—Tranquilízate.
—No se te ocurra pedirme eso de nuevo. —
advirtió Joan. —Quiero verlo. ¡Ahora! ¡Quiero verlo
ya!
—Respira un poco, estás esperando un hijo otra
vez, seguro sabes lo malo que es la tensión. —dijo
Víctor tomándole de los hombros.
— ¡Más daño me hacía ser violado día y noche
hace tres años!

975
Joan estaba demasiado alterado, Víctor no tenía
idea de cómo calmarlo, solo atinó a tomarlo entre
sus brazos y estrecharlo con fuerza, era consiente de
todo lo que ese pequeño sufrió durante la espera de
aquel primer hijo, no podía culparlo por ponerse así.
— ¿Cómo se llama? —preguntó Joan sollozando
contra su pecho, permitiendo que le mantuviera
cerca.
—Su nombre es Owen, habría querido saber si te
agradaba, pero no pude preguntar y tuve que hacer el
registro a los pocos días.
—Es un nombre hermoso. —gimoteó estirando
los brazos para empujarle y respirar. —Esto significa
tanto para mí, gracias por evitar que le hicieran
daño, no importa si no me lo dijiste antes, gracias.
No debí alterarme tanto, lo siento.
—No importa, puedes gritarme todo lo que
quieras. —se burló Víctor tomando su rostro. —Solo
quiero que tengas esto en cuenta, sé que el hijo que
ahora esperas no es mío, pero en realidad eso no me
importa, si viene de ti será como si viniera también
de mí, y lo amaré como al pequeño Owen, siempre
que estés tú.

976
— ¿Por qué? Yo no soy nadie especial, ni
importante, soy un Omega que hasta hace unas
semanas seguía prostituyéndose.
—Nunca pediste esa vida. Y ya que estamos
sentimentales, quiero decir que también siento cosas
por ti.
— ¿Cosas? —cuestionó sorprendido. — ¿Cómo
cuando tu pene se pone duro apenas comienzo a
tocarlo?
— ¡Claro que no! Me refiero a cosas como las
que tú mencionaste hace rato. —aclaró Víctor de
inmediato. —Te amo, Joan. Y por años pensé que
estaba en un error, pero no podía dejar de ir a verte,
aun sabiendo que a mi familia le disgustaba. Ahora
me siento tan tranquilo de pensar que no se meterán
más en esto, no solo te has liberado tú, créelo, yo ya
no toleraba su existencia.
— ¿Entonces por qué me golpeaste? —reprochó
Joan mirándole inseguro.
—No te pegué tan fuerte, era un castigo
simbólico, nadie puede decir que dejé la muerte de
mi familia impune, en cuestión de honor de linaje
eso es importante.

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—No fue tan fuerte. —farfulló el chico
acariciándose una mejilla, la que más le dolía. —
También me cogiste cuando te pedí que no lo
hicieras, me lastimaste. ¿Vas a decir que tampoco
fue tan fuerte? —reprochó enfadado.
—Lo siento.
—No necesitas obligarme, yo sé lo que debo
hacer, si entras por la fuerza me duele. Solo debes
decirme lo que quieres y yo lo haré, enserio.
—Deja de hablar de ti como si fueras un objeto
que puedo utilizar.
Joan bajó la mirada, no sabía de qué otra forma
decirle las cosas, pero bueno, ya aprendería. No
pudo dejar de imaginar cómo se vería su bebé,
estaba tan emocionado, que de su corazón nació
estirarse y besar los labios de ese hombre. No le
alcanzaría la vida entera para decirle lo feliz que le
había hecho con esa noticia, su pequeño no había
muerto, y, además, estaba en un lugar seguro, a
salvo de cualquier peligro.
¿Qué más podía pedirle a la vida?
Definitivamente el destino le había dado algo en
compensación a años terribles de sufrimiento, así

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que solo debía dejar el pasado atrás, y sí eso sí podía
hacerlo.
Dante llamó a Armet pidiéndole que averiguara
todo sobre el otro hijo de Lucio, era el único que
podía haberse llevado a Joan. En una hora ya tenían
la información, pero había algo extraño, Víctor, el
supuesto hijo mayor de esa red, no parecía querer
esconderse demasiado.
De hecho, tenía información pública como su
residencia habitual, los negocios que manejaba,
incluso dónde solía trabajar. ¿Cómo era posible que
trabajara como chef en un restaurante? Aunque era
de su propiedad, no resultaba algo muy común.
También había una gran cantidad de fotografías
suyas, siendo que de su familia era casi imposible
conseguirlas.
¿Ese tipo realmente era un proxeneta? Dante
comenzaba a pensar que quizá se trataba de una
trampa, pero, le debía la vida de sus hijos y de Ori a
ese muchacho que le había ayudado tanto, aunque
desconfiara de él, tenía que averiguar lo que en
verdad sucedía, pues no se arriesgaría a que lo
asesinaran sin siquiera meterse.
Llevó a Ori a casa de Armet, dejándolo también a
sus hijos, Megan se quedó a cuidarles, pues Marín

979
también estaba ahí, y Armet acompañaría a Dante.
Condujeron hasta la supuesta residencia y
observaron unos minutos el lugar, las luces estaban
encendidas, así que suponían que Víctor estaría
dentro, incluso que Joan también debía encontrarse
ahí.
—Oye, ¿qué haces? —cuestionó Armet cuando el
Alfa estaba a punto de bajarse del coche.
—Tengo que ir, no voy a quedarme esperando
toda la noche.
— ¿Y qué harás? ¿Tocar la puerta y decir que
eres un repartidor? Seguro ese tipo sabe quién eres.
—No hay guardias, la casa parece solitaria, así
que dudo mucho que vaya a tener problemas. Este
tipo no sabe lo que hace, se nota. —dijo mirando la
foto que Armet le había dado. —Se me hace
conocido, ¿cuál es el sitio donde trabaja?
—Sueles ir mucho a su restaurante. —mencionó
su amigo.
—Ya recordé, este idiota habló con Ori hace
varios meses. ¿Cómo lo pude olvidar? El imbécil lo
hizo reír.

980
—Qué gran crimen, creo que no le contaré un
chiste a tu chico jamás.
—Iré, no puede ser peor que sus hermanos si es
tan idiota como para dar su rostro a conocer con
tanto cinismo.
Se bajó y caminó hacia la puerta principal. Armet
le siguió pensando que era una mala idea, pero
tampoco podía dejarlo solo en eso. Dante tocó el
timbre una vez, y luego otra, hasta que se fastidió y
presionó el botón repetidas veces.
— ¿Por qué tu habitación está tan lejos de la
suya? —preguntó Joan mientras subían las escaleras
nuevamente.
—Al inicio el niño se dormía conmigo, luego
pudo quedarse solo, lo monitoreo con cámaras y
sensores. —explicó Víctor llevando al chico hacia
un cuarto junto a la entrada de la casa. —La planta
baja tiene mejor temperatura, además, su niñera
duerme en la habitación continua.
— ¿Niñera? ¿Qué es eso?
—Una chica que cuida del bebé mientras yo
trabajo.

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— ¿Y a qué te dedicas? Nunca te lo pregunté. —
murmuró Joan mirándole curioso.
—Cocino en mi propio restaurante, algún día de
estos puedo llevarte para que conozcas lo que mejor
hago.
—Eres tan distinto a ellos. ¿Por qué decidiste
dejar el negocio que manejaba tu padre?
—Porque siempre vi lo peor, no importa que tan
bueno sea económicamente, era un mundo de abusos
continuos a personas débiles, incluso a inocentes, y
no le parecía correcto. Mi madre se suicidó cuando
yo tenía casi tu edad, y su carta de despedida me dio
las razones suficientes para no querer saber nada del
negocio familiar jamás, sin embargo, por más que
intenté ocasionalmente tenía que estar cerca, sin
involucrarme, pero sin poder ayudar tampoco.
—Lo siento mucho.
Un silencio se hizo mientras Joan se arrepentía
por haberle hecho recordar aquello, de pronto y sin
querer, notó en una pantalla la imagen de dos
hombres que ya conocía acercándose a la casa.
Víctor también los vio, justo cuando comenzaron a
tocar el timbre.

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—Quédate aquí. —pidió el Alfa dirigiéndose a la
puerta, pero Joan le siguió deteniéndolo antes de que
abriera.
—Espera, ellos seguramente piensan que eres
como tus hermanos.
— ¿Acaso les avisaste que te fuiste conmigo? —
cuestionó Víctor.
— ¡No! Le dejé una nota a su hermana, le dije
que me iría solo, no sé por qué llegaron aquí.
—Pues entonces diré que no te he visto.
—Pero estoy aquí.
—Escóndete. —obvió el mayor empujándole al
cuarto de vigilancia.
Tras ocultar a Joan, abrió la puerta frunciendo el
ceño cuando Dante le observó.
—Lo haré breve, buscamos a Joan, ¿sabes quién
es? Muchachito de cabello claro, enano, buena
figura. Sé que lo conoces, porque trabajaba para tus
hermanos.
—Buscan en el sitio equivocado, aquí no está. —
siseó Víctor a punto de cerrarle la puerta en la cara.

983
— ¿Crees que soy idiota? Él dejó una carta
diciendo que iba a largarse, pero lo vieron subirse a
un coche, que apuesto que es el mismo que se
encuentra en tu cochera. No lo voy a repetir, dime
dónde tienes al chico, deja que nos lo llevemos, y
piérdete.
—Dante, ¿y si realmente no sabe nada? —
cuestionó Armet viendo las cámaras de vigilancia.
—Es decir, si lo tiene, ¿para qué abriría la puerta?
Sabía quién tocaba.
—Por eso mismo, tal vez trata de despistarnos.
—Habría apostado a que no lo buscarían. —
murmuró Víctor, retrocediendo cuando Dante se
aproximó furioso. — ¿Puedes calmarte? ¿Es que
acaso siempre eres tan idiota?
— ¿Dónde está? —cuestionó Dante sacando una
pistola, miró el lugar mientras entraba a la casa
apuntándole a aquel Alfa.
— ¡No le dispares! —la asustada voz de Joan
llamó la atención de todos. El chico se acercó hasta
bajar el brazo que amenazaba con un arma a Víctor.
Dante le miró sin comprender.
— ¿No se supone que estabas secuestrado? —le
preguntó Armet. — ¿Eso en tus mejillas no son

984
marcas de golpes?
—Solo fueron tres. —murmuró Joan. —Estaba
secuestrado, creo que ya no. Víctor, ¿sigo
secuestrado?
El mayor negó riendo con ironía, esa situación
parecía una broma.
—Técnicamente no fue un secuestro desde el
inicio, solo lo fue cuando quisiste irte y te dije que
no lo permitiría. —meditó acercándose a él. —Pero
tú te subiste a mi coche, y aceptaste venir, aunque no
lo dijiste con palabras.
Dante guardó el arma al ver aquella escena,
definitivamente eso no era un secuestro, al menos ya
no.
—No estoy entendiendo. —murmuró Armet.
—Ni yo, pero creo que Joan quiere quedarse
aquí.
— ¿Hicimos una investigación solo para esto?
—No lo sé, pero la verdad no quiero pensar en
esto, tengo una conversación pendiente con Ori, así
que debo volver. —mencionó Dante, así que miró a
Joan por última vez. — ¿Te piensas quedar aquí?

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El pequeño asintió, y Dante se encogió de
hombros dispuesto a marcharse, eso era una tontería.
—Dante, lamento lo que le hicieron a Ori. —dijo
Víctor, llamando de nueva cuenta su atención, y no
pareció agradarle su disculpa. —No lo
malinterpretes, lo digo enserio, recuerdo a ese
pelirrojo bastante bien, solo por él es que daré por
saldado lo que ha ocurrido entre mis hermanos, mi
padre y tú.
—Es mejor para ambos que las venganzas y
malentendidos acaben aquí. —dijo Armet
interviniendo antes de que Dante se enfadara, era
notable que le molestaba escuchar a Víctor hablando
de Ori.
— ¿Enserio vas a quedarte con este imbécil?
Megan puede cuidar de ti mucho mejor. —ofreció
Dante a Joan notando la manera en que Víctor lo
tomaba de la cintura. Sí, quería fastidiarlo también.
—Suficiente, nos vamos. —se metió el amigo
llevándose a Dante antes de que continuara. —Joan,
si dejas de estar falsamente secuestrado, espero nos
visites, Megan se preocupó mucho por ti.
— ¡Dile que estaré bien! —exclamó
despidiéndose de ellos.

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— ¿Sabes lo estúpido que ha sido esto? —bufó
Dante entrando al coche furioso. —No puedo
creerlo, y ese niño en qué piensa, ¿acaso le gusta ese
bufón? ¡Le pegó en la cara! ¿Por qué se queda con
él?
—Dante, Ori está enamorado de ti, quiere estar
contigo y no solo le has dado un par de golpecitos.
¿Acaso no notaste las miradas de esos dos? Creo que
ahí hubo algo muy importante, no debemos
meternos.
—Es verdad, yo no debería hablar al respecto. —
murmuró bajando la mirada. —Hay algo que me ha
estado molestando mucho, creo que debo hablar con
alguien de esto o me volveré loco.
— ¿Es sobre Ori?
—No, es de Yune. Estoy comenzando a sentir la
misma frustración que sentía antes, y me preocupa
que Ori salga perjudicado por algo que no le
corresponde, ya le hice demasiado daño que
obviamente no merecía.
—Megan cree que deberías ir a terapia.
—Comienzo a pensar que esa desquiciada tiene
razón. —reconoció Dante.

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—Le diré a tu secretaria que te haga una cita con
alguien que conozco, será mejor que comiences
antes de que hagas otra estupidez de la que no
puedas salir.
Dante aceptó aquello, no había nada que perder,
en cambio, si eso ayudaba, ganaría demasiado.
f77X

988
Capítulo 38

Víctor salió de casa por casi una hora, diciéndole


a Joan que volvería con el pequeño Owen para que
al fin lo conociera. La espera pareció ser eterna,
hasta que al fin la puerta se abrió nuevamente. El
chico había esperado frente a la entrada todo ese
tiempo, y en cuanto vio al pequeño niño entrar vio
esos ojos intensos como los de su padre mirándole
con curiosidad y algo de temor.
Joan sintió un vuelco en el estómago al ver que el
pequeño retrocedía hasta donde Víctor estaba, él se
inclinó cargando al niño y le sonrió dándole la
confianza que necesitaba.
—Te dije que conocerías a mami, ¿por qué no le
das un abrazo?
—Está asustado, no creo que…
—Ma…, mi. —la vocecita infantil calló al joven
que comenzó a sollozar cuando vio los bracitos del
chiquillo abiertos para él.
Joan se acercó emocionado y lo cargó siendo
aceptado por el bebé, era tan grande, tan hermoso.

989
Tenía solo dos años y un par de meses, ya caminaba
y al parecer hablaba, pues acababa de decirle
“mami”. Comenzó a besar su rostro tratando de
contener el llanto mientras el niño reía creyendo que
estaban jugando.
—No tenía fotos tuyas que le pudiese mostrar,
pero siempre le hablé de ti, le dije que algún día
estarías con nosotros. Sabe pronunciar tu nombre. —
dijo Víctor acercándose a ellos para dirigirse al
pequeño. — ¿Cómo se llama tu mami?
— ¡Joaaaaan! —gritó el pequeño haciendo que el
Omega rompiera en llanto mientras asentía con
emoción.
—Sabe lo mucho esperé esto, así que también lo
esperaba.
— ¡Gracias! —chilló Joan limpiándose las
lágrimas como podía. Dejó que Víctor tomara al
bebé, pues era demasiado pesado y no tenía
suficiente fuerza aún para cargarlo, no estaba
acostumbrado, pero eso no le impidió seguir
besando a su pequeño mientras se grababa su
hermoso rostro en la memoria.
—Joan está muy feliz también. —dijo Víctor
hablando con el pequeño Owen, que comenzaba a

990
poner una carita de preocupación. —Llora porque
está emocionado, te ama.
—Yo amo, mami. —balbuceó el cachorro,
derritiendo a Joan un poco más de ser posible.
—Hablas muy bien, mi bebé. —susurró
consternado, acariciándole el cabello con la ternura
que siempre tuvo para él.
—Tal vez debas calmarte un poco, ¿te parece si
lo llevamos a dormir? Ha pasado todo el día jugando
y debe estar cansado.
Joan asintió siguiendo muy de cerca a Víctor,
volvió a cargarlo para despedirse del pequeño,
aunque no quería soltarlo. Finalmente, y tras fuertes
abrazos, el chico recostó a Owen que ya comenzaba
a arrullarse aún en sus brazos. Víctor le dio un beso
en la frente a su pequeño y se llevó a Joan, dejando
una suave luz encendida junto al monitor que
conectaba hasta su habitación, a donde se dirigieron
juntos en completo silencio.
—Mañana es sábado, podríamos llevarlo al
parque juntos. —mencionó el Alfa cerrando la
puerta al haber entrado en el dormitorio. —Estaba
pensando que tienes que conocer a su niñera para
que estés familiarizado con ella…

991
—Yo cuidaré a Owen, ¿por qué debería tener una
niñera ahora que yo estoy aquí? —preguntó Joan
mirándole confundido. Víctor le sonrió acercándose
a él.
—Bueno, pronto tendrás otro bebé, estarás
cansado y ella será de mucha ayuda. Además, quiero
que de vez en cuando, cada que aceptes, vayamos a
cenar, o a algún sitio donde un bebé no debería estar.
—No. —soltó el chico juntando las cejas
enfadado. —No pienso descuidarlo, tanto tiempo
pensando que no existía más, que lo habían matado,
o algo peor…
—Joan, tienes qué calmarte un poco. Owen ha
estado bien.
—Ha estado bien sin mí. —murmuró bajando la
mirada con tristeza. —No tienes que decirlo, enserio
quiero estar con él, recuperar lo que perdí.
—Yo quiero lo mismo, pero no solo contigo y
Owen, ¿sabes? Quizá si piensas en lo que te he
dicho, lo que siento por ti, quiero recuperar el
tiempo perdido y darte el cariño que mereces, hacer
por ti lo que no hice todos esos años en los cuales no
pude sacarte de aquel infierno.
—Víctor…

992
—Sé que tu prioridad es Owen, pero no me
gustaría que te olvidaras de ti.
Joan le abrazó con fuerza y asintió, él tenía razón,
debía relajarse un poco respecto al bebé, quizá eso
era lo mejor, así Owen se adaptaría poco a poco
también y no sería un cambio tan brusco. Debía
aceptar que alguien más le ayudara en su cuidado.
—Quiero que estés bien, y que comiences a ser
feliz, estamos comenzando lo más parecido a una
familia, ambos debemos esforzarnos.
—Lo sé. —murmuró Joan. —Haré mi mejor
esfuerzo, lo prometo.
—Solo deja de angustiarte. Pronto esta nueva
vida será de lo más común para nosotros y para
Owen, seguro que cuando nazca el bebé todo estará
bien aquí.
Se quedaron así un momento más, Joan se sentía
reconfortado mientras Víctor le mantenía entre sus
brazos, podía acostumbrarse a él, a todo lo que ese
Alfa representaba.
Dante había llegado a casa, Megan y Armet se
marcharon, dejándole solo con los pequeños y Ori.
Antes habían hablado de lo que sucedió con Joan,

993
así que ese tema fue cerrado, pero había algo que el
Alfa aún debía conversar a solas con Ori.
Llevaron a los bebés a las cunas y luego Dante
ayudó al chico a recostarse en la cama, sentándose a
su lado para mirarle a los ojos un breve momento.
— ¿Sucede algo? —murmuró Ori al notar que
Dante parecía comportarse de forma extraña.
—He decidido algo que jamás pensé hacer. —
dijo el mayor. —Pero lo he estado pensando y creo
que tú podrías necesitar esto tanto o quizá más que
yo.
— ¿De qué hablas?
—Iré a terapia, no quiero hacerte daño, ni a nadie
más. Sin embargo, ya quiero que también lo hagas,
siempre y cuando quieras.
— ¿Yo?
—No estoy diciendo que tú tengas algo mal,
bueno, no lo sé, después de todo no es muy normal
que estés conmigo y digas quererme a pesar de todo
lo que te hice. —explicó Dante tomando las manos
del chico para seguir explicándole. —Sé cómo
puede terminar todo esto, y si en algún momento
crees que lo mejor será alejarte de mí, no me

994
opondré. Llegaríamos a un acuerdo sobre los bebés
y…
—No quiero. ¿Por qué piensas que querré irme?
No lo haría, nunca. —dijo Ori sintiéndose ofendido.
—Yo te amo.
—Si hablas con un profesional, quizá descubras
que lo que sientes por mí no es amor, y si eso
sucede, no quiero retenerte de ninguna manera.
Quiero que recibas ayuda, lo necesitas, no es
correcto que siempre estés nervioso o preocupado
por cómo voy a reaccionar contigo, y es por lo que
yo decidí ir, sé que mi comportamiento fue terrible,
recuerdo que muchas veces prometí no dañarte, y
volví a hacerlo. No es justo para ti, ni sano. Y sé que
ya nada puedo hacer por Yune, jamás repararé el
dolor que le causé, no hay forma de reparar ese
error, pero trato de evitar que la historia entre
nosotros termine siendo una tragedia igual o peor.
¿Entiendes?
—No va a suceder algo así, tú no eres como
antes, he visto como cargas a tus hijos, sé que no les
harías daño, y confío en que tampoco me lo harás a
mí.
—Ori, me reconforta pensar que confías en mí,
aunque sé que aún tienes miedo, todavía crees que

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puedo enfadarme en cualquier momento. Incluso
ibas a acostarte conmigo el día en que te dieron de
alta, solo porque pensaste que esa era mi intención,
no te importaba salir herido, no ibas a negarte, y me
preocupa que esto siga así. No quiero que bajes la
mirada cuando entro a la habitación, ni que digas
“sí” a todo lo que te pida, quiero que tengas tu
propia personalidad, que decidas y empieces a creer
que eres más que una mascota. Sé que te repetí
muchas veces que tenías obligaciones conmigo, y
recuerdo también haberte reprochado por el dinero
que pagué por ti, es mi culpa que ahora no quieras ni
acercarte a los niños si yo no lo autorizo. Pero no
está bien, no debe ser así, esto no es una relación
real si no es algo que disfrutes plenamente.
—Si acepto ir…, ¿no me vas a dejar? —murmuró
Ori levantando su consternado rostro para mirar a
Dante. — ¿No es un pretexto para sacarme de tu
vida?
— ¿Qué dices? Ori, lo último que quiero es
alejarte. Yo tomé la decisión de ir a terapia para no
perderte, para no ser yo quien destruyera lo que hay
entre nosotros, pero al pensarlo un poco sé que tú
también deberías hacerlo, por tu propio bien, no me
sentiré tranquilo pensando que te he traumado y que
estás conmigo por temor o algo peor.

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—Entonces, si me prometes que no tratas de
deshacerte de mí, iré.
—No quiero deshacerme de ti. —aseguró Dante
besando la frente del menor. —Jamás lo intentaría.
Ori se tranquilizó ante aquella respuesta. No tenía
nada que perder, y quizá, solo tal vez, encontraría
aquello que creía necesitar, pues una sensación de
anhelo siempre había existido en su vida y nunca
pudo entender qué era, pues lo había olvidado.
Apenas amaneció, Eros despertó a Yune para
llevarlo a revisión como era debido. El chico dejó de
lado cualquier malestar para alistarse, estaba tan
emocionado que ni siquiera le molestó tener que
levantarse cuando dormía tan cómodamente.
Ni siquiera tocó el desayuno, no quería tener
nauseas todo el camino, así que Eros tampoco lo
hizo en apoyo a Yune. Así salieron lo antes posible,
y fueron atendidos apenas llegaron.
Mientras el médico que les fue asignado hacía su
trabajo, Yune observaba realmente atento, pero Eros
solo podía ver el rostro del chico, le sorprendía su
cambio de ánimo, de haber estado tan deprimido,
parecía haberle encontrado nuevo sentido a la vida.

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—No me sorprende que no lo notaran antes, para
ser de tres meses y medio está muy disimulado. —
comentó el doctor mirando hacia la pantalla. —Pero
no veo nada anormal, se ha formado como es
debido.
— ¿No deberíamos preocuparnos si no se le
nota? —cuestionó Eros.
—Por supuesto que no, mientras Yune no tenga
ninguna incomodidad. Hay embarazos que no se ven
incluso cuando es momento de parir, aunque no creo
que sea el cazo, porque ya comienza a tener este
bulto en su vientre, debes ser muy observador para
darte cuenta. ¿Quieres tocarlo?
Eros se acercó estirando su mano y colocándola
donde el doctor le indicaba, sobre aquel gel
resbaloso pudo notarlo, Yune sonrió poniendo sus
manos sobre la del Alfa y le miró emocionado.
— ¿Podemos saber si es un niño o una niña? —
preguntó Eros más emocionado ahora que sabía que
todo estaba en orden.
—Aún no es posible, en unas cuantas semanas yo
se los diré.
—No, yo no quiero saber. —bufó Yune mirando a
Eros ligeramente enfadado. —Quiero que sea una

998
sorpresa, quiero que nos sorprenda.
—Pero, las cosas, debemos comprarle muchas
cosas, necesitamos saberlo.
—Quiero que todo sea verde, aún si es niña, es
mi color favorito. —dijo el chico suavizándose un
poco. —Pero si tú quieres saberlo…
—Está bien, no preguntaremos cual es el sexo. —
aceptó Eros besando su frente con cariño.
Esa sería una nueva etapa que compartirían, y
Eros deseaba que Yune fuera tan feliz como pudiese
hacerlo. Le hicieron diversos estudios y todo resultó
excelente, así que al salir fueron a celebrar aquella
maravillosa y perfecta noticia, nada podía arruinarlo
ahora, eran felices a tal punto de olvidar el rencor
contra Dante.
El almuerzo fue delicioso, Yune parecía de mejor
ánimo que antes, pues los malestares no eran tan
persistentes en ese momento y disfrutó la deliciosa
comida junto a Eros.
Todo era normal, hasta que salieron y caminaron
por un pasillo lleno de tiendas, Eros le pidió a Yune
que le acompañara, entrando así a una joyería.

999
El Alfa se dirigió inmediatamente a hablar con la
vendedora, Yune se quedó en la entrada un poco
inquieto por las miradas que recibía de otros clientes
en el lugar, no era común que un Omega visitara una
joyería, había algunos con sus dueños, sin embargo,
no se alejaban de ellos, algunos incluso llevaban una
especie de correa.
—Yune. —le llamó Eros volteando a ver dónde
se encontraba, fue por él tomándole la mano y lo
hizo detenerse frente al mostrador, donde la
vendedora dejaba una cajita con varios anillos muy
lindos. —Creo que debí darte el anillo cuando te lo
pedí, pero con todo lo que ha pasado casi lo olvido.
— ¿Qué?
—El anillo de compromiso. ¿Quieres elegir el
que te guste? ¿O prefieres que lo escoja yo? Igual
querré que te lo midas para ver que luzca bien en ti,
quiero algo que te agrade.
—Disculpe, creo que entendí mal. —dijo la chica
guardando la caja de anillos para sacar otra con unos
mucho más sencillos. —Estos son los anillos que
tengo para Omegas.
— ¿Cómo? ¿Qué tienen de diferente? —preguntó
Eros sin comprender.

1000
—Bueno, estos son de pertenencia. Los otros son
de compromiso, ya sabe, en estos podemos poner un
chip de rastreo y la información por si su mascota
llega a extraviarse.
—Recuerdo claramente haber dicho que quería
un anillo de compromiso para mi prometido. ¿Acaso
no me escuchaste?
— ¿Su prometido? —murmuró la chica
dirigiendo su mirada escrutadora hacia Yune.
—Oye, niña, ¿acaso estás sorda? —un tipo
apareció detrás del mostrador, parecía haber salido
de una puerta junto a los estantes de la tienda. Se
dirigió a la empleada mirándola bastante molesto. —
Quiero que recojas tus cosas y te marches ahora, no
necesito gente incompetente e irrespetuosa
trabajando en mi joyería.
— ¿Esteban? —cuestionó Eros bastante
sorprendido al reconocer al aquel tipo, que además
era un alfa. — ¡Hey! No imaginé encontrarte aquí.
— ¿Qué puedo decir? Mi padre trabajó mucho
por la cadena de joyerías, no fui capaz de
decepcionarlo, soy hijo único, era su mejor opción
para seguir con esto.

1001
Esteban era un viejo amigo que había trabajado
en el circo desde joven, tras acabar una carrera que
él ni siquiera quería, se escapó de casa y pasó seis
años lejos, hasta que un día su padre enfermó y tuvo
que volver a casa, hacía al menos tres años que no se
veían, y Eros no supo mucho de él, solo que estaba
demasiado ocupado como para molestarle en aquel
entonces.
— ¿Cómo está tu familia?
—Mejor que antes, supongo que mi ausencia les
dejó una lección. Mi padre se ha recuperado, pero
está retirado y ahora se la vive viajando con mi
madre para disfrutar la vida. —dijo Esteban y sonrió
con ironía, su progenitor siempre fue un tipo duro,
extremadamente estricto, hasta que enfermó y vio la
vida pasar frente a sus ojos, el cambio había sido
brutal. —Se ha convertido en un hippie
empedernido.
—Vaya, al menos todo va bien.
—No me quejo. Por cierto, disculpa a mi ex
empleada, es demasiado creída porque cree que su
trabajo es lo más grande que alguien podría
conseguir. ¿Has venido por un anillo de matrimonio?
Me sorprende la noticia de que vayas a casarte.

1002
—Pues, te sorprendería la historia completa. Él es
Yune. —mencionó haciendo que el chico se hiciera
hacia delante para presentarlo. —Yune, él es
Esteban, hace tiempo trabajó a la par conmigo, es un
buen amigo.
— ¿Yune? ¿El omega de tu hermano? —preguntó
el otro con sorpresa. — ¿Cómo Dante aceptó esto?
No lo puedo creer.
—No creo que debamos hablar de eso ahora. —
murmuró Eros haciéndole una seña para que se
callara.
Esteban notó que el chico cambiaba
drásticamente de expresión y comprendió que debía
ser por algo malo, así que decidió cambiar de tema.
—Entonces van a casarse, muchas felicidades.
Yune, supongo que ya conoces bien a Eros, debo
reconocer que él hizo la mejor elección de su vida
enamorándose de ti. Eres muy lindo, incluso siento
algo de envidia. —bromeó sacando una cajita negra
que llamó la curiosidad del Omega. —Sé que han
venido a elegir el anillo por su cuenta, pero hace
años no veía a Eros, reencontrarnos con esta noticia
me emociona como no te imaginas, así que si lo
permiten, quiero obsequiarles el anillo de
compromiso.

1003
Abrió la caja y Yune observó aquella hermosa
argolla. Era simplemente perfecta, no parecía el
anillo que se le daría a una mujer, tampoco era el de
una mascota, de oro blanco con incrustaciones de
diamantes, ligeramente grueso, pero con tallados que
le hacían lucir fino para una mano delicada.
Eros sostuvo la mano de Yune al ver la ilusión
que tenía en la mirada, tomó el anillo y lo colocó en
el dedo indicado, le quedaba exacto, como si hubiese
sido hecho a medida.
—Presente aceptado. —dijo Eros en cuanto Yune
sonrió emocionado.
— ¿No le molesta? —preguntó Yune mirando al
dueño del lugar. Esteban pareció no entender su
pregunta, así que se explicó de inmediato. —Es
decir, este anillo debe costar mucho, y es hermoso,
yo no podría tener algo así.
— ¿Por qué no? ¿No se supone que están
comprometidos? Eros debió conseguir un anillo
antes de pedir tu mano.
—Porque soy un Omega. —murmuró mirando a
los lados, pues los clientes no dejaban de mirarle
sorprendidos.

1004
— ¿Y? ¿Acaso no estás enamorado de este
idiota? Seas lo que seas, eres una persona, y mereces
ser tratado como tal. No me importaría si Eros
estuviese comprometido con un árbol, es casi un
hermano para mí, así que ahora tú también lo eres.
Acepta el regalo y sigue sonriendo como hace un
momento, que te sienta muy bien esa expresión.
Eros abrazó a Yune, mirando sobre él a los que
parecían muy interesados en lo que sucedía ahí. Los
clientes volvieron a lo suyo y Yune asintió mirando
nuevamente el anillo.
—Muchas gracias, es muy hermoso. —susurró
volviendo a sentirse emocionado y ahora muy feliz.
Pensar que las personas cercanas a Eros le aceptaban
de esa manera era reconfortante.
No solo ese Alfa, sino todos los que conoció en el
circo, incluso estaba Brandy, a pesar de su pasado
con Eros, ella se había convertido en su amiga, igual
que las otras chicas y la mayoría de Alfas que
conoció en aquel lugar. Era un ambiente tan
diferente, ya no era tratado como una mascota.
Dante siempre le consintió y le daba todo tipo de
lujos, sin embargo, su trato era la manera en que
mimaba a su gatito, solo eso, y quizá por ello fue tan
fácil para él hacerle vivir un infierno. Ahora estaba

1005
Eros, amándole, comprometiéndose y ofreciéndole
un futuro a su lado.
—Ahora debo volver a preguntarlo, ¿quieres
casarte conmigo? —dijo Eros tomando su rostro con
ambas manos.
Yune asintió riendo suavemente cuando los labios
de Eros se posaron en los suyos.
— ¡Basta! No coman pan frente a los pobres. —
se quejó Esteban. —Espero me inviten a la fiesta,
¿cuándo será?
—Aún no lo decidimos, pero debe ser pronto. —
contestó Eros dejando a Yune tranquilo por un
momento.
— ¿Será pronto? —preguntó el chico bastante
sorprendido. —Creí que sería después de…
—No, nuestro hijo va a nacer cuando ya estemos
casados, así que hay que planear todo rápido.
— ¿Hijo? Wow, sí que me he perdido de mucho.
—dijo Esteban.
—Ahora vivo en la casa que tengo en esta ciudad,
sabes dónde queda, así que puedes visitarnos y te
diré todo lo que no sabes. Como que el circo cambió

1006
de dueño, ahora me dedicaré a hacer una familia y
ya comenzamos.
Tras hablar brevemente, Esteban prometió ir
pronto y Eros se retiró junto con Yune. Después
volverían a la joyería, pues con la boda en puerta
debían preparar los anillos de boda y esas cosas.
De camino a casa, Yune propuso que el plazo
para la boda fuese de un mes, pues de ser por Eros lo
hubiesen hecho lo antes posible, pero el chico quería
planear una pequeña fiesta, hacer todo como si fuese
alguien normal, demostrar que los Omegas no
debían ser tratados como mascotas, que eran
humanos y tenían derecho de comportarse como tal.
Mientras el tiempo corría, Dante comenzó con
aquellas terapias que realmente parecían tener
efecto. Iba dos veces por semana, llevaba a Ori con
la misma frecuencia, pero en diferentes días.
Pasadas algunas semanas no habían hablado mucho
sobre su progreso personal, pues Dante no quería
abrumar al chico, se conformaba con verle andar por
ahí sin preguntarle si podía hacerlo, o encontrarlo
con los pequeños al volver del trabajo.
De lo que sí hablaron fue sobre los nombres de
los niños, el registro de nacimiento era necesario, así

1007
que una buena tarde Ori y Dante se sentaron a
pensar en cómo nombrarían a sus bebés.
El pequeño y tierno Omega fue llamado Aris,
Dante lo sugirió y Ori pareció muy emocionado, le
parecía tierno, así que estuvo inmediatamente de
acuerdo, tras haber elegido el primer nombre, Dante
pidió a su chico que él pensara en uno para el
pequeño Alfa de la casa. No pudo escoger uno
mejor, Kratos.
Había escuchado ese nombre antes, siempre le
pareció imponente y le gustaba el sonido al
pronunciarlo, así que lo propuso y Dante no lo pensó
demasiado, ciertamente era un nombre fuerte, digno
de un Alfa.
Kratos y Aris, incluso se escuchaba bien
mencionarlos juntos.
Hubo un pequeño percance cuando hicieron el
registro, Dante por poco termina levantando una
gran queja contra la institución a la que asistió
cuando la mujer que le atendía sugirió que registrara
al pequeño Aris como una mascota y no como su
hijo.
Por suerte, Ori no escuchó semejante estupidez, y
Dante le cerró la boca a esa mujer haciendo el

1008
registro como le vino en gana. Dante no solo era un
Alfa, también tenía millones en cuentas bancarias y
propiedades, sus aportaciones económicas solían
estar por encima de muchos otros empresarios y
magnates, el régimen era un vil papeleo que él ya no
apoyaría, así que, tras hacer el registro de sus hijos,
se dirigió a la oficina central de leyes, todo mundo le
conocía, su petición fue escuchada cuando exigió
nuevas declaraciones respecto a los Omegas.
Su propuesta debía ser debidamente analizada y
posteriormente se pondría a votación ante la junta
donde se reunían los encargados de evaluar y decidir
las leyes en esa sociedad.
Dante haría uso de todos sus contactos para
lograr un cambio, no estaba conforme con hacerlo
solo él, habiendo visto casos donde otros Omegas
fueron mancillados, violados, privados de su libertad
cuando eran solo bebés. Quizá él había hecho daño y
ahora estaba arrepentido, dispuesto a ser alguien
diferente, eso no bastaba, pues investigando un poco
encontró casos ajenos que le hicieron estremecer, no
todos los que hacían daño iban a cambiar,
posiblemente la mayoría seguirían jodiendo de por
vida, y solo las leyes controlarían la cantidad de
prostíbulos y dueños abusivos que hacían un cruel
uso de su poder.

1009
Los omegas nunca habían sido protegidos de
forma legal, dependían enteramente de sus dueños,
si alguien les hacía daño, no tenían opciones a dónde
acudir por ayuda. Dante decidió apoyar también a
ciertas instituciones que estaban a favor de la
defensa de los Omegas, al menos económica y
legalmente, pues no tenía cara como para
presentarse después de lo que hizo con dos de ellos.
A un día de la boda, Eros decidió hacer un viaje
sin avisarle a Yune, el chico estaba tan ocupado
preparando todo que no vería a Eros hasta que diera
inicio la ceremonia, lo cual le permitió al Alfa
desaparecer sin ser notado.
Solo había un sitio al cuál deseaba ir, necesitaba
verle la cara una vez más a Dante, y dejarle bien
claro que no permitiría que se metiera más en la vida
de Yune, aunque quizá, muy en el fondo, no deseaba
quedar en malos términos con él. Eros conocía a
Dante, o creyó conocerlo, jamás imaginó que sería
capaz de hacer algo como lo que le hizo a Yune, no
podía comprender qué había sucedido con su
hermano para que se convirtiera en algo tan vil.
Ori llevaba toda la mañana relativamente solo. Le
acompañaba una joven que había sido contratada por
Dante para ayudar con los bebés, lo cual Ori

1010
agradecía, cuidarlos a ambos era demasiado pesado
y aún no se había recuperado físicamente, las
secuelas del parto sin cuidados previos y posteriores,
más el abuso que sufrió, tardaban demasiado en
sanar.
Dante llegó por la tarde, como ya era costumbre
traía la comida de algún sitio. El pequeño Omega le
recibió emocionado, luego fueron al comedor y todo
parecía muy normal.
La chica que ayudaba a Ori se llamaba Cara, era
una Beta, joven y agradable, amiga de Megan,
además su puntualidad y eficiencia dejaban a Dante
sin queja alguna. Ella apareció en el comedor
avisando que se retiraba, los niños se habían
quedado dormidos y su siesta solía durar al menos
dos horas, así que ella saldría por un rato. Tras
recibir el permiso del Alfa, Cara se marchó.
Era normal que saliera a comer fuera, su novio
solía pasar por ella para invitarla a comer, tenían
planes de boda, Dante la había investigado muy a
fondo, pues no metería a cualquiera en casa cuando
él no se encontraba. Incluso investigó al novio de la
chica, y a todas las personas que la rodeaban. Nada
era demasiado tratándose de la seguridad de sus
hijos y Ori.

1011
— ¿Cómo te has sentido? —preguntó Dante,
pues esa mañana Ori había despertado con cierto
dolor de cabeza que le molestaba desde que le
dieron de alta, aunque ya había disminuido de
frecuencia.
—Bien, me volví a dormir un rato, y cuando
desperté ya no me dolía. —sonrió poniendo los
platos en la mesa y se sentó junto a Dante. —Sé que
al inicio te dije que contratar a Cara no era
necesario, pero me ayuda mucho que esté aquí.
—Qué bueno que lo admites, ya decía yo que
dejarte solo con los niños sería muy pesado para ti.
—No soy tan débil. —se quejó Ori.
—Lo sé, pero aún no has terminado de
recuperarte.
El timbre sonó y Dante se levantó para ver de
quién se trataba, solo Megan solía aparecerse sin
avisar, aunque ella seguía en la oficina cuando él
salió.
La sorpresa de ver a Eros parado en la entrada de
la casa fue tal, que tardó en reaccionar un momento.
— ¿Qué haces aquí? —cuestionó cuando Eros
entró sin ser invitado, sin embargo, Dante permitió

1012
que lo hiciera.
—He venido a hablar contigo. Mientras conducía
hasta aquí tuve tiempo de pensar, pues no iba a ser
una visita cordial, pero, creo que no vale la pena
hacer problemas cuando todo está en calma.
—Sería estúpido de tu parte. ¿Qué quieres? Creí
que no te vería en mucho tiempo.
— ¿Cómo está Ori?
—No es de tu incumbencia. Nunca te ha
importado, ¿acaso te has aburrido de Yune y ahora
piensas llevarte a Ori? —refutó Dante comenzando a
fastidiarse.
—Aunque le di la espalda a Ori muchas veces, no
significa que no me importe su estado, la última vez
se encontraba delicado y…
—Cierra la boca. La última vez me dijiste que
Ori podría enamorarse de cualquiera que fuese
amable con él, ¿qué pretendías? ¿Provocar que
sintiera celos?
—Quería fastidiarte, es verdad.
—No tengo ganas de discutir contigo, márchate.

1013
—No puedo. —dijo Eros finalmente. —He
venido a terminar con todo este lío que hemos
creado. Mañana voy a casarme con Yune, no puedo
pretender que no existes, si eres quien más daño le
provocó a la persona que amo.
—Intenté disculparme por ello, no me interesa
molestarlos más. Incluso te di los papeles de Yune
para que pudieran estar juntos, no me sorprende que
ahora decidan casarse.
—Sé que no serás más un problema, pero eso no
significa que todo está bien, si él aún no te ha
perdonado.
— ¿Y qué? ¿Crees que debo ir a disculparme de
nuevo? Si él no quiere verme, será mejor que lo
dejes en paz o fastidiarás todo. No tienes que
meterte en esto.
—Solo quiero saber algo. —dijo Eros mirando
fijamente a Dante. — ¿Qué tan arrepentido estás?
— ¿Enserio lo preguntas?
—Muy enserio. Sé que no estabas en tus cabales
cuando le hiciste toda esa mierda a Yune, pero,
cuando te arrepentiste, seguiste haciendo lo mismo
con otra víctima. Ori no tenía nada que ver con
todos los problemas que tuviste, lo compraste

1014
cuando apareciste en el circo diciendo que querías
disculparte con Yune, y mira cómo acabó todo para
él.
—La culpa es el peor sentimiento que puede
existir. —admitió Dante dirigiéndose a la sala para
hablar con Eros con más calma. —Sé que lo que
hice con Yune no tiene justificación, pero, quizá si
escuchas toda esta mierda, puedas al menos darte
una idea de lo que sucedía conmigo.
—Está bien, quiero saberlo, después de todo
sabemos bien que yo no soy la mejor persona para
juzgarte.
Dante le indicó que se sentara y enseguida hizo lo
mismo frente a su hermano.
Por su parte, tras notar que Dante no volvía, Ori
quiso ver qué sucedía, así que fue a la entrada y
alcanzó a ver que Eros estaba en la sala, no pudo
evitar escuchar lo que ambos decían, de pronto se
encontraba escondido tras una pared y sintió un
vuelco en el corazón cuando Dante comenzó a
hablar sobre el pasado, sobre lo que Yune había
significado para él. Ori sabía que ese chico era
importante en su vida, después de todo, habían sido
solo ellos dos durante muchos años, Dante adoraba a

1015
Yune, cuidaba de él y lo mimaba como a nadie,
todos lo sabían.
Marín le había contado a Ori la clase de relación
que Yune tuvo con Dante en sus buenos tiempos,
incluso Armet admitió sin querer que alguna vez
pensó en ellos dos como una pareja, que incluso les
sorprendió demasiado que Dante acabara casándose
con Emma. Mientras Ori escuchaba, creyó que
quizá, si Emma no hubiese aparecido, Yune y Dante
habrían terminado como todos parecían suponer.
De haber sido así, él seguía en manos de Zair, o
quizá en algo peor como con aquellos que le
secuestraron, pues contrario a lo que había entre
Dante y Yune, Eros jamás se habría fijado en él,
siempre le rechazó y no se interesó más de lo
normal, al final del día no iba a importarle lo que
Zair acabara haciéndole.
No sabía si sentirse afortunado por haber
conocido a Dante, pues lo amaba, pero escucharle
hablar de Yune como lo hacía, era un golpe que
dolía demasiado.

1016
Capítulo 39

—Nada puede justificar lo que le hiciste. —


murmuró Eros con la mirada baja. —Trato de creer
que realmente lo sientes, pero eso no basta. Mientras
tú sigues como si nada, Yune sufre aún por el bebé
que mataste, se culpa de todo, incluso de estar ahí
para que abusaras de él, cree que lo provocó y pasó
días deprimido.
— ¿Y qué debo hacer? No hay manera de seguir
pidiéndole perdón sin arruinar lo poco o mucho que
ha logado superar.
—No me parece justo que ahora tú te encuentres
de maravilla. —reprochó aquel Alfa poniéndose de
pie. —Estás haciendo como que nada ocurrió, y
vives tan tranquilo criando a tus hijos junto a Ori,
¿sabes lo cruel que fue para Yune ver que habías
sido padre? Peor aún, verte preocupado por ellos y
por ese Omega que solo ha servido para sustituir lo
que Yune representaba.
— ¿Eso qué significa? ¿Crees que sería más justo
que yo no existiera? O peor, que Ori hubiese muerto,
y que mis hijos también solo para que yo tuviera mi
merecido. ¿Sabes que es igual de estúpido? Ori

1017
tampoco tiene la culpa, mucho menos los niños, fui
yo quien jodió a Yune, no metas a mi familia en esta
mierda.
—Tu familia. —se burló Eros. — ¿Qué has hecho
por tu porquería de familia?
—Estás excediendo límites. —advirtió Dante
levantándose para encarar a su hermano. —Yo no
quise matar a mi hijo, el enojo me superó e hice
cosas terribles, sé que no puedo excusarme con
nada, pero al menos ahora trato de controlar aquello
que Emma logró desatar en mí, y ha funcionado.
—Ha funcionado para la persona equivocada. Si
hay alguien a quien debiste tratar tan bien, ese era
Yune.
— ¿Sabes algo? Puede que tengas razón, hasta
cierto punto. No debí hacerle daño, y le hice más de
lo que cualquiera podría soportar, pero está hecho y
no hay forma de redimir mis errores con Yune.
—Las cosas del pasado no quedarán ahí. —siseó
Eros.
—Enserio lo siento, pero ahora tengo a Ori y
quiero cuidar de él, no dejaré que mis propios
errores me arrastren de por vida, soy padre y, aunque
creas que no lo merezco, lo cual me he planteado yo

1018
mismo, no puedo renunciar a la felicidad que he
encontrado con él.
— ¡Deja de hablar como si Yune no importara!
¿Acaso no piensas hacerte responsable por
desgraciarle la vida de tantas formas? Eres un
cobarde y sínico, ahora todo estará bien para ti, y
Yune no tardará en deprimirse de nuevo cuando
recuerde la mierda que le has hecho vivir.
—Trato de hacerme cargo de las consecuencias,
de todas, pero si eso significa renunciar a lo que
existe entre Ori y yo, prefiero volverme la peor
escoria que has conocido. —advirtió Dante. —Haré
lo que esté en mis manos para que Yune me perdone,
pero no será a costa de sacar a Ori de mi vida.
—Nunca pagarás por todo lo que has hecho,
ahora me doy cuenta de que es una maldita pérdida
de tiempo hablar contigo. Debería matarte yo
mismo, y no sería suficiente.
—Eros, la vida se ha encargado de cobrar todo el
daño que hice. —aseguró el mayor, suspirando
mientras volvía a sentarse. —Si quieres puedes
golpearme, dudo que te atrevas a matarme, pero al
menos aliviarás un poco el resentimiento.

1019
— ¿A qué te refieres con que la vida te lo ha
cobrado? Solo mírate, alardeando de ser padre, de
tener a Ori a tu lado…
—Cuando compré a Ori, lo tomé por la fuerza
tratándole como prostituta. —comenzó a explicar. —
Aunque traté de parar, no pasó mucho para que
volviera a abusar de él, y no me detuve. Solo bastaba
con decirle que lo sentía, él lo creyó todas las veces,
confió en que no le haría daño, le ofrecí la
posibilidad de irse y no quiso.
—Eso suena a que es algo bueno para ti, tienes
un maldito perro que te lame los huevos cuando lo
maltratas.
—No hables así de él. —advirtió Dante. —El
asunto no es Ori o su insistencia en quedarse, sino
que yo comencé a enamorarme de él, a amarlo
enserio, y aunque dejé de obligarle a acostarse
conmigo, seguí siendo un imbécil. Resultó que
estaba embarazado, mis hijos fueron engendrados
mientras yo abusaba de ese chico que ni siquiera
sabía lo que estaba pasando. ¿Sabes cómo nos
enteramos?
—Imagino que creíste que había enfermado. —
murmuró Eros sentándose para escuchar
nuevamente.

1020
—No, yo llevé a Ori al hospital para que le
hicieran una operación que cancelaría de tajo las
posibilidades de un embarazo. Ni siquiera le
consulté, iba a someterlo y quitarle la posibilidad de
concebir, solo porque quería evitar que sucediera lo
mismo que con Yune, no quería ser padre, y él lo
sabía. La cara de terror que puso cuando nos lo
dijeron jamás la olvidaré, estuvo asustado por un
tiempo creyendo que en cualquier momento me
enfadaría y le haría perder al bebé, en ese momento
solo creíamos que era uno.
—Espera, ¿acaso Ori sabía lo que le hiciste a
Yune? ¿lo sabe todo?
—Se lo dije creyendo que sería suficiente para
alejarlo, quizá era una forma de evitar lo que se
venía.
—Ese chico es un completo imbécil, debió
alejarse de ti, no sé cómo es capaz de seguir
viviendo contigo.
—Más te vale no volver a insultarlo. —advirtió
Dante por segunda vez. —En fin, le hice muchas
cosas, él pudo haber acabado odiándome como lo
hace Yune, y no lo culparía, pero en su lugar decidió
amarme y yo a él. Ahora me ha costado semanas
poder mirarlo a los ojos, sin maldecirme recordando

1021
todo, no solo lo que le hice a él, sino a Yune
también, y me paso algunas noches sin dormir
creyendo que al despertar no encontraré a Ori ni a
los niños, que él se habrá marchado porque se dio
cuenta de la estupidez que es querer a alguien como
yo. Tengo un infierno en la cabeza que no logro
borrar del todo aun cuando empecé a ir a terapia.
¿Alguna vez me imaginaste hablándole de mis
problemas a un desconocido? Si ni siquiera solía
conversarlos contigo que eres mi hermano.
Eros no sabía qué decir ante eso. Ver la expresión
de Dante era deprimente, estaba claro que no se la
pasaba muy bien con esos pensamientos, y debía ser
difícil soportar el cargo de conciencia que llevaba
sobre sus acciones. Suspiró inclinándose un poco
para tomar el hombro de su hermano.
—Al menos Ori te ha perdonado.
—Yo no lo hago, ni lo haré nunca, por más que
trate. —dijo Dante. —Incluso si Yune aceptara mis
disculpas por compasión o lástima, yo jamás
olvidaré lo que hice y no puedo dejar de odiarme.
Un quejido lastimoso llamó la atención de ambos
hacia el pasillo, encontrando a Ori que se cubría la
boca con la cara llena de lágrimas, el chico se fue

1022
corriendo al ser descubierto y ninguno de los Alfas
alcanzó a decir nada.
— ¿Hace cuánto estaba ahí? —preguntó Eros
realmente sorprendido, ni siquiera se dieron cuenta
de su presencia.
—Lo suficiente para recordarle la mierda con la
que vive.
—Deja de decir estupideces y de lamentarte.
¿Acaso no viste su cara? No estaba así por recordar
lo que le hiciste, está preocupado por ti, idiota. Ve a
hablar con él.
— ¿No se supone que no estabas de acuerdo con
lo que hay entre Ori y yo?
—Si yo creí que Yune estaba deprimido, creo que
tú lo superas, jamás te vi tan vulnerable, incluso
cuando murieron nuestros padres, te cerraste hasta
que lo superaste por tu cuenta. Debes estar muy
jodido como para tener que decirle esto a alguien.
—Espero que Yune sea feliz contigo, sé que lo
quieres, has hecho mucho por ayudarle. Lamento
haber ido a arruinar su calma la última vez, no tenía
por qué decirles toda esa mierda de lo egoístas que
son, en realidad no pienso que sea así, no tenía

1023
derecho de exigir que se preocuparan por alguien
más a costa de su propia felicidad.
—Seguiré cuidando de Yune, aunque no creo que
quiera saber más de ti, mucho menos ahora.
— ¿Ahora? ¿A qué te refieres?
—Yune tendrá un bebé, tiene cuatro meses y
medio de embarazo. Fue tan inesperado, después de
que nos habían dicho que era imposible…
— ¿Cómo está él?
—Se alimenta bien, está emocionado y de
momento ni siquiera ha mencionado lo que pasó.
Espero que siga así, si vuelvo a ver que se deprime
de nuevo, realmente te romperé la cara.
—No sé si Yune quiera, pero tal vez debería
recibir ayuda profesional por su propio bien. Es lo
único que se me ocurre para que me saque de sus
pensamientos, no es justo que cargue con una culpa
que no es suya, y sé que no querrá que yo se lo diga.
— ¿Y no crees que Ori también deba recibir esa
ayuda?
—Lo hace, aunque quizá acabo de mandar al
carajo sus avances. —murmuró Dante recordando la

1024
cantidad de lágrimas que el chico derramaba un
momento antes.
—Debo irme, es tarde y Yune me matará si no
llego a tiempo mañana.
— ¿Por qué?
—La boda es mañana. —explicó Eros
poniéndose de pie. —Lamento la porquería que
tienes en la cabeza, aunque por otro lado me
satisface, no puedo negarlo, de alguna forma debías
pagar por tus actos.
—Imbécil. —farfulló Dante, pero se levantó
tomando la mano que su hermano le ofrecía. —No le
hagas daño, sé que yo no debería decirlo, y es
hipócrita, pero si Yune te ama lo hará sinceramente y
no merece sufrir más, cuida de él como yo no lo
hice.
—Lo cuidaré mejor de lo que tú debiste.
Dante asintió conforme, soltándole para verlo
marchar.
Enseguida caminó hacia las habitaciones,
siguiendo el mismo rumbo que Ori había tomado.
Entró a donde dormían juntos, los bebés estaban en
su respectiva cuna, pero el chico no se encontraba

1025
ahí, lo buscó en el baño y luego volvió al pasillo.
¿Se había escondido?
Lo buscó en las otras habitaciones, hasta que al
fin lo encontró en una y suspiró acercándose con
cautela.
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué te has puesto así? —
preguntó sentándose a su lado para abrazarlo
intentando consolarle.
—No sabía lo mal que te sentías. —dijo Ori entre
llanto que trataba de controlar. —Ni siquiera lo
imaginé.
— ¿Qué tanto escuchaste?
—Todo. —confesó el pequeño levantando la
mirada. —Pero no fue apropósito, bueno, un poco,
solo al final, es solo que…
—No tienes qué excusarte, no es como que
quisiera ocultarte algo.
—Debí ser muy egoísta preocupándome solo por
mí. —murmuró Ori jugueteando nervioso con sus
propias manos. —Sentía que estabas comportándote
extraño, no quise preguntarte, porque no sé cómo
sería un comportamiento normal.

1026
—Ori, no es tu responsabilidad saber lo que
sucede en mi mente.
—Pero podría afectarnos, a los niños y a mí, si no
dejas tus problemas atrás, todo acabará mal. ¿Acaso
no es lo que intentas evitar con las terapias? —
cuestionó el pelirrojo mirándole algo molesto. —Yo
me he sentido mejor, y no he deseado irme en
ningún momento, debes tenerlo en cuenta, no voy a
marcharme.
Dante se quedó callado observando la seguridad
con la que su chico hablaba, no estaba temblando ni
llorando como antes, ahora parecía totalmente
convencido de sus propias palabras. Ori se levantó
un poco poniéndose de rodillas junto a él, y besó sus
labios con suavidad.
—No me importa cómo comenzó esto, enserio te
quiero. —susurró contra sus labios. —Quizá no
importa que lo siga repitiendo, pero pasaré mi vida
demostrándote lo que siento, solo tienes que
detenerte, no vuelvas a lastimar a quien te ama,
porque cuando algo se rompe jamás vuelve a ser
igual que antes.
El mayor tomó a Ori de la cintura, subiéndolo a
sus piernas para comenzar a corresponder sus besos.
Aquello que el chico había dicho era tan

1027
jodidamente cierto, jamás volvería a recuperar ni la
mínima parte del cariño y la confianza que Yune
alguna vez le tuvo, pero si seguía escarbando el
pasado, podría perder su presente y el futuro que
ahora tenía enfrente, no podía permitírselo, no iba a
ser tan imbécil como para arruinar todo de nuevo, si
Ori le había dado tantas oportunidades, no siempre
sería así, debía parar enserio.
—Ori, ¿realmente vas a quedarte? —preguntó
separándole un momento para mirarle a los ojos.
El pelirrojo sonrió levantando la mirada y asintió
suavemente.
— ¿No es solo porque te sientes obligado a estar
aquí? No quiero forzarte a estar conmigo, no quiero
arruinar tu vida.
—Si no me haces daño, jamás querré alejarme de
ti. Quiero quedarme, quiero que me abraces como
has hecho últimamente cuando alimento a los niños,
y me gustaría conocer ese lado que todos me han
contado sobre ti, creo que eres una buena persona,
solo tuviste momentos complicados y veo tu
esfuerzo por superarlo. ¿Por qué me iría ahora? Si
no lo hice cuando las cosas estaban realmente mal.

1028
—Buen punto, aunque pensé que no aceptaste
marcharte por miedo a estar solo.
—Casi siempre estuve solo, es decir, Zair no me
tomaba en cuenta, solo me hablaba para regañarme o
quejarse por algo y pocas veces podía responder a lo
que me decía. —murmuró Ori desviando la mirada.
—Y antes de él, no recuerdo a mi madre estando
conmigo, ni siquiera recuerdo su rustro. A veces
Eros se acercaba a preguntarme cosas, sobre si
estaba bien, si ya había comido, pero nunca lo
suficiente como para decir que fue alguna clase de
compañía. Y como él hubo otras personas,
temporales al final del día.
— ¿Te aferraste a quedarte conmigo para no
volver a pasar por eso?
—En realidad no. No es como si me sintiera
acompañado desde un principio estando a tu lado, si
conducías borracho tras sacarme del circo y además
me golpeaste por tratar de evitar que nos mataras. —
le recordó haciendo un ligero gesto de disgusto al
recordar. —Seguí sintiéndome solo por un tiempo,
sobre todo cuando me tomaste sin escuchar lo que
intentaba decirte, creí que nunca te detendrías a
permitir que te explicara. Luego volviste y me
pediste perdón, era la primera vez que alguien

1029
parecía realmente arrepentido por haberme
lastimado.
—No duró demasiado, volví a hacerlo.
—Sí, cometiste varias veces el mismo error. —
reconoció Ori tomando su rostro con esa ternura que
solo él podía brindarle a alguien como Dante,
haciéndole estremecer. —Yo no olvidaré lo que me
hiciste, porque es parte de una historia, fue así como
concebí a Kratos y Aris, y ellos son lo más bonito
que he tenido en la vida, nacieron de mí, puede
sonar algo enfermizo, eso me ha dicho la terapeuta
cuando le dije todo esto, pero no me importa porque
yo sé que los amas, solo basta con observarte
preocupado cuando los ves demasiado quietos en su
cuna, y los revisas para saber si están bien. Es
nuestra historia por más mal que haya comenzado.
—Ori, podrías comenzar una nueva historia con
alguien que no inicie cagando todo. Mereces algo
mejor.
—Tú también mereces algo mejor. ¿Crees que me
interesa buscar ser feliz con alguien más? —negó
rotundamente y miró a Dante directamente a los
ojos. —Al menos contigo siento que no puede haber
algo peor, y las personas que son demasiado buenas
siempre esconden algo, no quisiera estar con un tipo

1030
que en apariencia sea bueno, y al final resulte ser
igual que Zair, o peor. Quiero quedarme contigo, así
al menos, si vuelves a lastimarme, sabré que ha sido
decisión mía el quedarme a tu lado, aun sabiendo lo
que eres capaz de hacer, no me estás mintiendo y no
me sentiré engañado.
—No sé si eso es ser muy optimista, o algo
suicida. —murmuró Dante tratando de no burlarse,
pero realmente le resultaba gracioso.
—Yo solo quiero confiar en ti, y en tus promesas.
No es como que todo gire en torno a lo que has
prometido, pero me siento mejor creyéndote. —
admitió Ori. —Puedo perdonarte todo lo que me
hiciste, quizá incluso lo que puedas hacerme a
futuro, menos que lastimes a mis hijos. —agregó
con seriedad.
—También son mis hijos, no sería capaz…
—El cariño que tuviste por Yune, lo describiste
como un amor fraternal, ¿te parece que un padre o
un hermano le haría algo así?
—Entiendo, quizá debí ser más claro en eso. Lo
de Yune fue diferente.
—Lo sé, y no necesito entenderlo, pero, nuestros
hijos no vivirán nada que les haga daño. Asesiné por

1031
salvar a Aris, no dejaré que tú los arruines de
ninguna forma. —advirtió el pequeño, que aún se
encontraba sentado a horcajadas sobre las piernas de
Dante. —Es lo único que no puedes tocar, por más
que te descontroles y enfurezcas, si les haces algo,
por más pequeño e insignificante que sea, no me
quedaré sin hacer nada como cuando me lastimaste a
mí.
—Vaya, no creí que tendrías eso en la mente. —
murmuró Dante mirando al menor bastante
sorprendido. —Es un poco ridículo que me
amenaces, si comparamos las posibilidades…
—No me interesan las posibilidades, ni que seas
mucho más fuerte que yo.
—Lo sé, no es mi intención subestimarte, sé que
por ellos eres capaz de todo. El día que te encontré
ya habías pasado por tantas cosas, y jamás imaginé
que podrías matar a alguien, mucho menos a alguien
como Bastián, luego escapaste, a costa de las
probabilidades, hiciste todo por salir de ahí con el
pequeño. —Dante suspiró acariciando los brazos del
chico para que se relajara un poco. —Si algún día
pierdo el control y te hago daño, a ti o a los niños,
quiero que acabes conmigo sin ningún tipo de
compasión, no quiero volver a arruinar más vidas, si

1032
mis intentos de controlarme no funcionan, quiero
que tú seas feliz, y libre.
—Si yo llegara a matarte, no sería libre. —
murmuró Ori algo confundido.
—Creo que debo hacer unos cambios en mi
testamento, dejaré esto por escrito, no quiero que te
metas en problemas aún si muero.
— ¡Deja de decir eso! Yo no quiero que mueras.
—Es muy probable que no suceda, solo hay que
prevenir. —dijo Dante apretando al chico contra su
cuerpo, comenzando a besar su cuello mientras las
palabras comenzaban a sobrar.
—Dante… —jadeó Ori sintiendo las manos del
mayor bajando hacia su trasero, una apresó su
inquieta cola y la acarició de una forma que le hizo
erizarse. —No deberíamos…
—Llevamos esperando mes y medio. —se quejó
el mayor.
—Faltan dos semanas.
—En realidad, un mes y medio son poco más de
cuarenta días. Dos meses serían sesenta y no
queremos esperar tanto, ¿verdad?

1033
—Pero yo…
Dante giró con Ori en brazos, haciéndole callar
cuando lo recostó en la cama y asaltó sus labios. Le
desabrochó el pantalón quitándoselo con destreza y
metió una mano bajo la ropa interior del chico,
comenzando a acariciar el pequeño miembro que
rápidamente se puso duro.
—No te preocupes, puedo esperar dos semanas
más sin estar dentro de ti, pero no me quitarás el
placer de escucharte gemir. ¿Puedo?
Ori asintió de inmediato y se mordió los labios
sintiendo el cosquilleo que viajaba por todo su
cuerpo, hacia ese sitio que Dante comenzó a
manipular. El mayor pronto retiró todas y cada una
de las prendas que cubrían a su pequeño amante, y
se concentró en dar caricias sutiles que calentaban
cada vez más ese cuerpo tan sensible, no solo se
concentró en el miembro, sino en cualquier parte
que hiciera a Ori estremecer. Comenzó a conocerlo
un poco mejor, notando que sentía cosquillas cuando
le besaba los pezones, pero casi gritaba de placer
cuando los mordió un poco.
Ese chico era un mapa inexplorado, Dante sabía
que era muy hermoso, pero no se concentró
demasiado en ello antes, cuando solo se trataba de

1034
acabar usándole, tampoco tuvo muchas posibilidades
de conocerle a fondo mientras el pequeño estaba
esperando a los bebés, pues Ori solía agotarse con
facilidad, en cambio ahora que habían acordado que
no habría penetración, Dante se dedicó a recorrer
con sus manos y boca cada centímetro de su suave
piel.
Dejó de tocar entre sus piernas, para tomarlas y
levantarlas una por una, descubrió un punto sensible
detrás de sus rodillas, lo cual no resultó tan
interesante como ver la excitación de Ori
aumentando cuando acarició sus muslos, más aún al
besarlos y lamerlos. Los gemidos del menor eran tan
suaves, se cubría la boca y se sonrojaba sin querer
mirarle mientras Dante lo exploraba con tanta
minuciosidad.
El mayor sonrió para sí mismo cuando pasó por
encima del miembro de Ori sin prestarle más
atención que una caricia, pues éste dejó de gemir
para verle algo confundido y solo entonces ambos se
miraron.
— ¿Cómo soportas estar todo el día apretado con
esto? —preguntó Dante al toparse con la venda que
rodeaba el torso de Ori.

1035
—La doctora me lo recomendó, y Marín, incluso
Megan, ella es la que me ha estado poniendo las
vendas. —dijo desconcertado. — ¿Es algo malo?
Dijeron que después de tener dos hijos…
—Supongo que es para que recuperaras un poco
tu figura. —meditó Dante. —Tu barriga era enorme.
Ori le empujó de inmediato y tomó las cobijas
deshaciendo la cama hasta cubrirse por completo,
mirándole demasiado preocupado y con la cara
totalmente roja.
—No luzco bien, seguro nunca lo haré. Sabía que
lo ibas a notar, me veo mal. —comenzó a sollozar y
escondió la cara entre el montón de cobijas sobre sus
piernas. —Y si nunca me vuelvo a ver como antes…
—Ori, ¿esto es enserio? —cuestionó el Alfa
tratando de arrebatarle las colchas que el chico
aferraba con demasiada fuerza. —Por favor, incluso
a mí me parece sorprendente lo delgado que luces.
— ¿Cres que estoy demasiado delgado? ¡Me
alimento muy bien! —exclamó ofendido.
—Mierda, no quise decir eso. Es decir, no luces
como alguien que dio a luz hace unas semanas. Te
vez normal.

1036
— ¡No me has visto sin la faja! —le gritó
levantándose para comenzar a retirarse las vendas.
—Oye, cálmate, incluso si tu cuerpo cambia, no
creo que debas ponerte así…
Ambos se quedaron callados, Ori dejó caer las
vendas y bajó nervioso la mirada, pero Dante se
movió hincándose frente al chico tomando su cadera
suavemente, suspiró con paciencia y buscó sus
labios hasta que el chico cedió.
—Te vez increíble, apenas y se nota que estuviste
embarazado. —aseguró antes de besarle.
Lo incitó a recostarse y comenzó a acariciar su
abdomen notando cada rasgo que no era como antes,
Ori le parecía la criatura más hermosa que sus
manos habían tenido la osadía de tocar, y lo seguía
siendo. Había peores marcas en él que no debería
tener, como aquella quemadura en su vientre, pero
hasta eso le hacía hermoso, le hacía único, el
pequeño Omega del cual Dante logró enamorarse sin
haberlo siquiera imaginado.
—Esto solo me hace recordar que me has dado
dos hermosos hijos, entre otras cosas que no sé
cómo agradecerte. —dijo separándose un momento
para mirarle a los ojos. —Y no deberías preocuparte

1037
tanto por cómo luces, para mí estás incluso más
apetecible que antes.
Ori sonrió sonrojándose fuertemente y estiró los
brazos rodeando el cuello de Dante. Sus palabras le
habían hecho recuperar algo de confianza, y el deseo
de continuar le quemaba por dentro.
— ¿Eros? ¿Qué haces aquí? —preguntó Megan
topándose con él fuera de la casa de Dante.
—Disculpa, pero eso es algo que no te incumbe.
Eres conocida de Dante, si quieres saber algo puedes
hablar con él. Con permiso.
—No soy una conocida. Deberías de detenerte
cuando alguien te habla. —reprochaba siguiéndole
de cerca. —A veces las personas tienen cosas
importantes qué decir, yo he querido conocerte un
poco mejor desde hace tiempo, pero sé más sobre
Dante que sobre ti.
— ¿Qué estás intentando decir con eso? —
cuestionó Eros parando cuando llegó a su coche,
entonces la miró algo confundido. — ¿Acaso tienes
problemas en tu cabeza?
— ¿Por qué todos creen que estoy loca? —se
quejó ofendida. —No, no tengo ningún problema,

1038
pero debo hablar contigo aprovechando que no
tendré que viajar por horas para hacerlo.
—Llevo prisa y no me interesa hablar con una
desconocida.
—No soy una desconocida, pasamos varias horas
juntos cuidando al hijo de tu hermano…
—Sigues siendo una completa extraña para mí.
No tengo tiempo para esto.
Eros subió a su auto, pero Megan se paró enfrente
y le miró con seriedad, no podía echar reversa
porque había otro auto pegado detrás.
—Solo debes escucharme veinte minutos y
después puedes irte.
—Deja de levantar la voz.
—Gritaré que me has atropellado si te niegas. —
advirtió Megan.
—Cierra la boca y sube, solo te doy veinte
minutos y después dejarás de joder.
—Vaya hermanitos. —farfulló ella para sí misma
mientras se dirigía a abrir la puerta.

1039
De alguna manera lo convenció de ir a un café
donde podrían hablar, aunque Eros no parecía ir de
muy buena gana, ambos se sentaron en una mesa al
llegar y ella no dijo nada hasta que el mesero le
llevó lo que pidió, un café y un trozo de pastel. Para
ese momento el Alfa la miraba bastante molesto.
—Te quedan cinco minutos. —advirtió viéndola
comer como si nada.
—Lo siento. —Megan se detuvo y le miró con
cierta diversión. Era igual de impaciente que Dante.
— ¿Sabes? Tal vez esto te va a sonar algo extraño, y
la verdad es que no vine preparada para hablar
contigo, pero si quieres comprobar la veracidad de
mis palabras solo tienes que llamar a Dante, él ya
pasó por este proceso de una forma algo agresiva.
— ¿Puedes darte prisa? Debería estar ya en
camino…
— ¿Cómo se encuentra Yune? Ese chico es
adorable, cuando no está cerca de Dante, claro.
— ¿Qué tanto sabes de él?
— ¿De Yune? Sé todo, y de ti, también de Dante,
y de sus padres.

1040
—No entiendo a dónde quieres llegar, ¿eres una
clase de extorsionadora?
—No, aunque con todo lo que sé podría serlo. —
se burló bebiendo un poco del café frente a ella,
entonces dejó las bromas y puso una expresión
suficientemente seria como para que Eros le pusiera
cierto interés. —Lamento que seas el último que se
entere de esto, pero a Dante lo encontré antes, en
realidad no estaba totalmente segura de contarles
esto porque no he tenido muy buenas experiencias
con tipos estúpidos como ustedes, pero al final tomé
una decisión y solo me faltaba hablar contigo.
— ¿Quieres decirlo ya? Me fastidia el aire
misterioso que le pones a esto. ¿Qué es?
—Soy tu hermana. —soltó Megan sonriendo
ligeramente. —Media hermana en realidad, Lucio
era mi padre.
— ¿Enserio crees que voy a tragarme esa
estupidez?
—No, de hecho, soy consciente de lo mal e
ilógico que eso suena, pero quiero que lo pienses un
poco más, tú eres mayor que Dante, y sé que
recuerdas con más claridad lo que pasó con tus
padres, sabes que nuestra madre desapareció una

1041
ocasión, yo no tengo idea de cómo fue exactamente,
pero sí sé que pasó suficiente tiempo como para que
ustedes se dieran cuenta. Ella volvió, y a los pocos
meses resultó estar embarazada…
—El bebé murió el día que ellos lo hicieron.
—No fue así, puedes hablar con su abogado, ellos
me enviaron a un sitio seguro sabiendo que Lucio
iba a hacer algo en su contra, y creyeron que yo
estaría en peligro.
Eros escuchaba sin saber si debía creerle, Megan
le explicó todo con una calma única y respondió
cualquier pregunta hasta que el Alfa comenzó a
pensar que decía la verdad.
Decidió acompañarla a su departamento
esperando ver las pruebas que ella decía tener, pues
definitivamente no se convencería hasta verificarlo
con sus propios ojos.
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1042
Capítulo 40

Dante besaba nuevamente los cálidos y suaves


labios de Ori, el chico le seguía el ritmo con cierta
timidez, los besos subían de intensidad y él no se
sentía convencido de querer que siguiera, sin
embargo, no fue capaz de detenerle, el calor que
sentía por el contacto hacía a su corazón latir con
fuerza, mientras su voluntad menguaba en brazos de
ese Alfa.
Lo quería tanto, Dante significaba tanto para él,
que no podía negarse a lo que sus besos le orillaban.
Sintió las manos de Dante sobre su trasero y
enseguida se movieron girando en la cama, Ori
quedó sobre el cuerpo de Dante, quien le miró con
intensidad y se sentó soltándole por completo.
— ¿En qué momento te quitaste la camisa? —
preguntó Ori mirándole confundido.
—La quitaste tú, ¿es que no lo recuerdas?
El chico enrojeció y bajó la mirada, viendo el
pantalón de Dante desabrochado y un poco abajo,
brincó sorprendido cuando una mano del mayor se
posó sobre su miembro, observó cómo se movía

1043
haciéndole estremecer, y conforme más sentía,
menos podía controlar su deseo. Alzó el rostro y se
topó con la intensa mirada del Alfa.
— ¿Quieres hacerlo? Si no quieres te prometo
que no insistiré. Pero si aceptas continuar, puede que
no te arrepientas.
—Dante, yo…, no sé. —murmuró inseguro.
La mano de Dante liberó su pequeño miembro y
le hizo sentir la necesidad de recuperar su atención,
pero no fue capaz de reprocharle nada, cerró los ojos
suspirando mientras trataba de pensar en lo que
Dante le preguntó. Aún no podía llegar a una
respuesta, cuando sintió de nuevo la mano del
mayor, pero ahora entre sus piernas, detrás de su
pequeña hombría, donde se abría una pequeña
entrada que se había recuperado muy bien los
últimos meses.
Iba a protestar, cuando sintió un par de dedos
deslizarse a su interior, provocándole un gemido y
una sensación de placer tan fuerte que le recorrió el
cuerpo entero.
—Lo deseas tanto como yo. —dijo Dante
comenzando a mover su mano mientras arrancaba
más gemidos del chico. Sonrió de lado y besó sus

1044
labios entreabiertos con suavidad. —Estás excitado,
tan húmedo.
—Dante. —susurró Ori colocando sus manos
sobre los hombros del Alfa, cerró los ojos y se
arqueó al sentir que pronto estallaría. —Eso, se
siente bien…
De pronto Dante se detuvo, retiró ambos dedos y
eso trajo a Ori de vuelta a la realidad, abrió los ojos
mirándole descolocado y frunció el ceño al ver que
no continuaría, esa mano ahora tocaba sus pezones
mojándolos con el lubricante de su interior, los
acariciaba con tanto énfasis que cada presión se
convertía en una pequeña tortura, y provocaba un
estremecimiento que bajaba hasta los palpitantes
pliegues que antes fueron acariciados en su interior.
—Solo tienes que aceptarlo, tu rostro me dice lo
mucho que lo necesitas. —murmuró Dante contra su
oído.
—Hazlo, sigue por favor. —la voz ahogada de
Ori fue suficiente.
Dante estaba tan duro, había esperado esas
palabras por minutos eternos, torturándose sin
liberar el falo que había crecido dentro de sus
pantalones. En un ágil movimiento con una sola

1045
mano logró sacarlo, giró con Ori encima y lo tiró de
espaldas sobre la cama, entonces entró en él tan
pronto como pudo.
El chico gritó de placer, abrazó a Dante y
comenzó a moverse tratando de sentirle por
completo, había un cosquilleo en el fondo de su
vientre que le provocaba una inmensa necesidad,
quería sentir a Dante tan adentro como nunca, el
movimiento de las estocadas era lento al principio y
eso volvía loco al menor.
Tras acostumbrarse uno al otro, cuando Dante
notó que Ori no cabía de placer, la situación
aumentó de intensidad y comenzó a embestirle
frenéticamente.
La manera en que sus cuerpos se unían, el sonido
sublime que el choque de sus sexos provocaba, el
calor que desprendían, los fuertes y ahogados
gemidos del más joven, los jadeos agitados del
mayor, estremecimientos y caricias por doquier, todo
eso formaba un ritual tan inapropiado como especial,
ambos se deseaban, con tanta fuerza como si
quisieran acabarse mutuamente en esa entrega.
Ori pedía más y se arqueaba abrazando el cuerpo
de Dante con sus piernas, sus brazos rodearon el
cuello del mayor cuando todo se había elevado a un

1046
punto crucial, ambos estaban a punto de explotar en
mil partículas de placer, el más joven no podía
respirar, era tanta la excitación, nunca se había
sentido así.
Abrió la boca queriendo gritar, iba a venirse en
cualquier segundo, pero no salió ni un sonido más
cuando su mirada se fijó en los fuertes hombros del
Alfa que le poseía sin piedad. No estaba pensando,
su razonamiento no estaba presente desde que
comenzaron esa frenética entrega, y el instinto le
sustituyó ocasionando lo inevitable.
Ori mordió el hombro que más cercano a su boca
se encontraba, lo hizo con tanta fuerza como pudo.
Dante sintió la punzada que solo le incitó a follarle
con más fuerza, sin contemplación, pues lo único
que sabía en ese momento era que ambos lo
disfrutaban, él también había sido abandonado por la
razón.
La boca de Ori se llenó de sangre, y liberó
tensión sobre el hombro mientras su propio cuerpo
se contraía liberando el semen de su virilidad en
medio de ambos cuerpos. Tragó con fuerza y echó la
cabeza hacia atrás, sintiendo los labios de Dante
sobre los suyos, quien le besó a profundidad y
estalló también llenándole con una fuerte sacudida.

1047
Ambos habían culminado, la concentración de
energía fue liberada de golpe y al pasar solo quedó
el agotamiento de dos que lo entregaron todo.
Ori aflojó sus piernas y las dejó caer rendido, al
igual que su cuerpo entero, sintiendo el peso de
Dante, quien se retiró tras unos segundos dejándole
respirar.
Se quedaron quietos, recostados bocarriba
mirándose mutuamente a los ojos, Ori sonrió
tontamente mientras recuperaba el aliento, Dante
soltó una risa ronca que cautivó al menor.
— ¿De qué te ríes? —cuestionó Ori.
—No imaginé que pudieras comportarte como lo
hiciste. Vaya que sabes moverte.
— ¡Oye!
—No te ofendas. Es un alago, el sexo ha sido
increíble. —explicó Dante tratando de levantarse,
pero Ori le miró horrorizado.
— ¿Eso es sangre? ¡Estás sangrando!
— ¿Qué? —se sentó y miró su propio hombro,
luego a Ori, no había notado que el chico tenía la
boca llena de sangre. —Debe ser tuya, ¿te golpeaste
con algo? Abre la boca.

1048
—No, eres tú. —murmuró Ori hincándose para
mirarle de cerca. —Oh por dios. —jadeó
retrocediendo.
— ¿Qué te pasa?
— ¡Te mordí! ¡Lo hice yo! —exclamó asustado.
— ¡Lo siento! No sé cuándo lo hice, lo siento tanto.
— ¿Es la marca? —preguntó Dante casi sin
creerlo, olfateó un poco y su respuesta llegó sola,
entonces miró a Ori con una emoción que no podía
definir en ese momento. —Cerraste la marca.
— ¿Por qué sonríes? —murmuró Ori algo
asustado aún. —Enserio no fue intencional.
—La marca es por instinto, cerrarla también lo
es. Y sabes lo que quiere decir, Megan te habló de
ello.
—Me estás asustando, si sonríes mucho no sé si
estás molesto en realidad.
— ¡No estoy molesto! Orién, acabas de cerrar la
marca que te hice, ¿crees que podría enfadarme?
—Pero, creí que no querías, que yo no debía. Sé
lo que soy…

1049
—Está bien, es mi culpa que estés confundido. —
admitió Dante acercándose a Ori para tomarlo entre
sus brazos. —Mañana hablaremos sobre esto, ahora
tienes que descansar.
—Dante, ¿seguro que no estás enojado?
—No, no lo estoy. —besó la frente del chico para
recalcar sus palabras, y continuó acunándolo en
silencio mientras Ori se dejaba vencer por el sueño.
El chico le había marcado, eso no se veía
habitualmente, mucho menos siendo un Omega
quien hacía algo así, solo podía significar una cosa,
Ori sería suyo por siempre, y debía cuidarlo ahora
más que nunca, la felicidad de ambos pendía de ello.
El asunto con Megan distrajo demasiado a Eros,
llegó la noche y decidió partir apenas amaneciera.
Enterarse de la verdad, de que tenía una hermana,
había despertado ciertos sentimientos en él, no
quería rechazarla después de haberlo comprobado,
pero era una completa desconocida.
Durmió en casa de la chica, aunque apenas pudo
descansar con tantas cosas en la cabeza, en cuanto
sonó la alarma salió del departamento sin detenerse
cuando Megan le llamó desde la cocina.

1050
Había sido mala idea quedarse, pues cuando
quiso encender el auto éste se apagó y no volvió a
funcionar. Trató de revisarlo, sabía algo de coches,
pero había desgaste y una manguera rota, eso sí que
era mala suerte, no pudo ocurrirle algo así en peor
momento, quizá debió verificar el estado del auto
antes de salir un día tan crucial.
Si no llegaba a su propia boda, Yune seguramente
no le perdonaría.
— ¿Ocurre algo? —la voz de la chica le hizo
cerrar el cofre del auto y dirigirse a ella.
— ¿Tú qué crees?
—Supongo que necesitas llegar, tu cara me dice
que es muy importante para ti.
—Hazme un favor, y en lugar de burlarte ve
pidiendo un taxi para mí.
—No hace falta, podemos ir en mi auto. —sonrió
mostrándole unas llaves y caminó dos lugares más
allá de él, el estacionamiento guardaba todos los
autos de los residentes del edificio.
— ¿Y crees que tú vas a conducir? —cuestionó
con burla. —Ni lo sueñes, dame las llaves, no
confiaré en que una demente como tú maneje.

1051
—Oye, apenas nos conocemos y ya me estás
juzgando. —se quejó Megan. —Lamento decirte que
yo voy a manejar porque es mi coche, eso si quieres
que te lleve, porque puedes esperar el taxi si te da la
gana.
—Para empezar, ¿por qué permitiría que fueras
conmigo?
—Vas a casarte, quiero estar en la boda de mi
hermano. —sonrió feliz y entró al coche. Eros la
siguió, abriendo la puerta para mirarla molesto.
— ¿Cómo sabes lo de la boda?
—Anoche hablé con Dante, me contó quien será
el afortunado. Sube, que debemos ahorrar tanto
tiempo como sea posible, no sabemos si habrá algún
contratiempo en el camino.
Eros no tenía opción, ir con ella sería más rápido.
Y vaya que lo fue, la mujer manejaba terriblemente
rápido, salieron de la ciudad en minutos.
Ori despertó en la habitación que compartía con
Dante, aunque notó que el mayor no se encontraba
ahí. Estaba aún somnoliento cuando se levantó a
revisar a los bebés, era tarde y no les había dado de
comer, se congeló cuando notó que no se
encontraban en las cunas.

1052
Escuchó la puerta y vio a Dante entrar con una
bandeja de desayuno en sus manos, él le miró un
momento, luego continuó hasta dejar la bandeja
sobre la cama.
— ¿Dónde están? —preguntó Ori comenzando a
preocuparse.
—No te alteres, están con Marín y Armet, les
pedí que los cuidaran esta mañana.
— ¿Por qué? Si es por lo de anoche, tú dijiste que
no estabas molesto. —murmuró retrocediendo
cuando Dante trató de acercarse.
—Y no lo estoy. No me llevé a los niños por nada
de lo que estás pensando, era para tener un rato a
solas y conversar, quiero que te relajes, ellos estarán
bien.
—Pero no los alimenté, ¿por qué no me
despertaste?
—Un poco de fórmula no les hará mal, iremos
por ellos más tarde.
— ¿Enserio no estás enojado? —preguntó Ori
dejando que Dante le alcanzara al fin.
—No lo estoy, ven aquí. —Dante le abrazó con
suavidad y suspiró en su cabello. —Te he traído el

1053
desayuno. Solo es fruta, digamos que cocinar no es
lo mío.
Ori percibió un olor a quemado sobre la ropa de
Dante, no pudo evitar sonreír, se tranquilizó mucho
al escucharle decir aquello, así que al separarse le
miró agradecido.
—Fruta está bien.
Se sentaron y Ori comió en silencio, hasta que
levantó la mirada hacia Dante, no llevaba camisa,
pudo ver la mordida que ya comenzaba a sanar.
— ¿Te duele? —preguntó avergonzado.
— ¿Enserio crees que me duele?
—A mí me dolió la herida. —murmuró sin
comprender.
—No, no me duele, ni un poco. —aseguró Dante.
—Lamento que a ti sí te doliera, quizá te mordí con
más fuerza.
—Dante, ¿lo que Megan me dijo es verdad? Eso
sobre las marcas, lo que yo hice, ¿enserio eso nos
une de alguna manera?
—Sí, así es. La marca hecha por un Alfa
determina propiedad, y también es un lazo de

1054
atracción y afecto, por así decirlo, del Alfa hacia
quien ha sido marcado. El cierre de esa marca tiene
la misma función de propiedad, sin embargo, va
orientado a la entrega, en este caso, tu entrega
completa hacia mí, no solo en el plano físico, me
diste tu corazón, tu mente, todo. Justo eso es por lo
que no podría molestarme.
— ¿Qué significa exactamente? ¿Quiere decir
que me quieres?
—Las marcas recíprocas son una forma de unir a
dos personas, no es habitual, pero quiere decir que
nos hemos unido con más fuerza que si hubiésemos
contraído matrimonio. Y no creo que haga falta que
te responda lo segundo, ya lo he dicho antes.
—Me gusta que lo repitas. —murmuró Ori.
—Las marcas no perduran si no hay amor, de esa
forma sabrás siempre que te amo.
Ori le sonrió tiernamente y se recargó en él
continuando con aquel perfecto desayuno. Dante le
hacía sentir que realmente el pasado había quedado
atrás, y no le importaba ya nada de lo que alguna vez
sucedió.
— ¡Eros! Te he buscado toda la mañana. —
reclamó Brandy en cuanto lo vio entrar a la casa, lo

1055
tomó del brazo y lo llevó de prisa hasta una
habitación. —Yune ha preguntado por ti.
— ¿Le dijiste que no estaba?
—Claro que no, le dije que estabas aquí,
arreglándote para la boda, así que comienza.
— ¿Arreglándome qué? Si solo debo ponerme el
traje. —farfulló molesto mientras veía a Brandy de
un lado a otro en la habitación, haciendo cosas por
doquier.
— ¿Solo el traje? ¿Enserio? Eros, metete a bañar,
rápido.
—Me duché antes de…
—Cierra la boca y ve a bañarte ahora, no quiero
que Yune se decepcione al verte igual que siempre.
—Se va a casar conmigo y me va a ver igual que
siempre de por vida, no le crees una ilución.
—Eros, si no te metes a bañar ahora, le diré a
Yune que acabas de llegar. —advirtió Brandy.
El Alfa la miró con desprecio, pero acabó
obedeciendo a la chica. Entonces Brandy reparó en
Megan, la mujer que llegó con Eros.

1056
— ¿Y tú quién eres?
—Familia, vengo a la boda. —dijo Megan con
una sonrisa.
—Eros no tiene más familia que Dante.
—Ahora la tiene, soy su hermana perdida. Larga
historia, tal vez te la cuente en el banquete de la
boda. Por ahora puedo ayudar, veo que todos por
aquí están muy ocupados.
—Te tomaré la palabra porque tienes razón. —
dijo Brandy. —Vigila a Eros, tiene que quitarse esa
odiosa barba de vagabundo, al menos arreglarla un
poco.
— ¡Escuché eso! —reclamó Eros asomándose
desde el baño.
—Mejor, así no te quejarás.
—No te preocupes, haré que esté presentable. —
aseguró Megan sonriendo con suficiencia. — ¿Algo
más?
—Evita que coma cualquier cosa después de
ponerse el traje, es blanco, no quiero ver manchas.
—Estará impecable.

1057
—Y no permitas por nada del mundo que salga
de la habitación hasta que llegue el coche para él.
—Así lo haré. —acató Megan.
— ¿Piensas asistir así a la boda? —preguntó la
otra reparando en sus jeans y camiseta común.
—La verdad olvidé traer algo apropiado.
—Enviaré a alguien con un vestido para ti.
Brandy se marchó de prisa, Megan esperó
sentada a que Eros acabara siguiendo las
indicaciones de la chica.
—Ella fue quien ayudó a Yune en la organización
de todo. —comentó Eros tras haber salido del baño.
—No siempre está tan alterada, creo que la boda ha
sacado lo peor de ella.
—A mí me parece increíble su control, si yo
estuviera en su lugar te habría asesinado por
desaparecer. Ella solo se concentró en continuar
donde debía para arreglar el problema.
—Ahora comienzo a pensar que fue mala idea
que te diera la tarea de vigilarme. —farfulló el Alfa.
Eros lucía increíble, Megan lo miraba embobada,
le habría gustado ser parte de la familia mucho

1058
antes, haber compartido más momentos así, pero por
ahora tenía la oportunidad de estar ahí y no se iba a
quejar.
Minutos después entró Brandy nuevamente,
ahora parecía preocupada.
— ¿Sucede algo?
—El coche llegó. —murmuró demasiado seria
mirando el piso. —Debes irte, yo esperaré a que
llegue el auto para Yune.
— ¿Y por qué pones esa cara? —cuestionó Eros.
—Es que Yune tiene una crisis de estrés, no
quiere abrir la puerta.
— ¿Qué? Iré a hablar con él.
—No, no puedes, si entras seguro se pondrá más
nervioso. —advirtió Brandy. —Además debes llegar
antes al salón.
—Pero…
—Nada de peros, yo voy a solucionarlo, por
favor haz lo que te pido.
—Bien, pero si no han llegan pronto vendré a
buscarlo. —dijo Eros saliendo del cuarto.

1059
— ¿Sabes cómo calmar a Yune? —preguntó
Megan comenzando a preocuparse, no quería que la
boda de su hermano fuese un caos, y pintaba para
serlo.
—No.
— ¿Podría hablar con él? —pidió creyendo tener
una posibilidad de controlar la situación.
— ¿Lo conoces?
—No mucho, solo lo he visto una vez.
—No creo que sea buena idea…
—Sé quién es, sé lo que ha vivido. —murmuró
Megan. —Tendré cuidado con él, no quiero hacerlo
sentir mal, me emociona pensar que Yune será feliz,
y más si va a casarse con mi hermano.
—Bien, puedes ir. Pero si él no quiere hablar
contigo…
—Si no quiere oírme lo dejaré en paz. ¿De
acuerdo?
Brandy asintió y la llevó al siguiente cuarto.
Apenas lograron que Yune abriera la puerta, se
negaba a hacerlo, hasta que escuchó que “la
hermana” de Eros quería hablar con él.

1060
Pareció molesto cuando la vio, sabía que Eros no
tenía más hermanos, le aterró pensar que Dante la
había enviado. Pero Megan no le permitió cerrar y le
explicó de prisa su encuentro con Eros la tarde del
día anterior.
Aunque Yune no confiaba mucho, le creyó
cuando Brandy le dijo que Megan decía la verdad,
que llegó acompañando a Eros, entonces aceptó
quedarse a solas con esa chica.
—Deberías estar casándote. ¿Es que no amas a tu
prometido? —preguntó Megan sentándose junto a
él. Su voz fue suave, no quería que Yune se sintiera
agredido.
—No quiero hablar de esto contigo, tú no
sabes…
—Te equivocas, sí sé, sé mucho sobre ti, sobre
Eros, sobre Dante. Sé que es difícil, que cada uno
asimila las cosas de manera diferente, y por eso
estoy aquí, aunque ellos son mis hermanos, me
preocupa pensar que uno de ellos te arruinara la
vida.
— ¿Me tienes lástima? —cuestionó Yune
poniéndose a la defensiva.

1061
—No, solo siento empatía contigo. También tuve
problemas, serios problemas, que me marcaron para
siempre.
— ¿Es una broma? Tú eres una Delta, jamás
pasarías por algo como lo que Dante me hizo. —
reprochó enojado.
— ¿Eso crees? Muy bien, entonces te contaré.
—No me interesa.
—Oh, no me importa. Vas a escucharme, porque
lo que has dicho me ofende. ¿Crees que por ser
Delta he vivido de maravilla? ¿Crees que nunca he
sentido dolor? Estás equivocado, todos sufrimos de
alguna forma, todos somos lastimados con o sin
razón, no solo físicamente. ¿Sabes la carga de culpa
que Dante trata de superar actualmente? Lo que te
hizo le duele, porque no es el monstruo que pareció
ser todo ese tiempo.
—Deja de defenderlo.
—No lo defiendo.
—La culpa que él sienta no basta. —farfulló
levantándose. —Vete de aquí, no eres nadie para
darme lecciones de vida.

1062
—Quizá no, pero dije que te contaría algo, así
que siéntate o te haré escuchar por la fuerza. —
advirtió Megan comenzando a molestarse.
Yune terminó cediendo, esa chica parecía muy
decidida a decir lo que tenía qué decir, así que se
sentó en silencio y sin mirarla la escuchó.
—Tal vez las circunstancias no fueron las
mismas. —murmuró Megan antes de comenzar. —
Pero también llegué a sentir que fue mi culpa y me
dolía, aún ahora recordarlo mueve cosas en mí. Hace
algunos años yo me enamoré, él me prometió que
seríamos felices, le creí y escapé con él llena de
ilusiones, confiaba en él como en nadie. Parecía la
vida perfecta apenas inició, pero conforme el tiempo
pasaba las cosas cambiaron, los primeros golpes los
quise justificar.
— ¿Tu pareja te golpeaba?
—Sí, y yo creía que no era su intención dañarme.
Hay algo que nadie sabe, y es que mi decisión de
abandonarle no fue por mí, yo bien podría haber
soportado más maltratos de su parte, pero él cada
vez era más violento y un día descubrí que dentro de
mí estaba creciendo un pequeño ser, mi vida
colapsó, no quería que naciera en ese lugar, no
quería que él fuese su padre, tenía miedo, y dejé de

1063
justificar sus abusos, decidí irme antes de que me
golpeara tan fuerte como para hacerme perder a mi
hijo.
Yune la miraba sorprendido, en ese momento
bajó sus defensas, viendo un par de lágrimas rodar
por las mejillas de esa chica. Se recordó a sí mismo
en manos de Dante.
—Yo confié en él y lo único que obtuve fue vivir
en un infierno, no pude salir de ahí sin perder lo
único que me dio la fuerza de intentarlo. Amé tanto
a ese hombre, que al final acabé odiándolo, y fue
peor cuando descubrió lo que sucedía. Sus últimos
golpes me hicieron abortar y quedé en coma, cuando
desperté no recordaba nada sobre él, pero sentía que
había perdido algo muy importante.
—Tu bebé. —sollozó Yune bajando la mirada.
—Sí, mi hijo. Ese hombre quiso entrar de nuevo
en mi vida, y él fue quien provocó que mi memoria
volviera. Quise asesinarlo, me llené de odio cuando
comprendí lo que sucedió, ese infeliz jodió mi vida,
y la de alguien que aún no nacía. Planeé vengarme,
dejé que mi dolor me consumiera, pero no sirvió de
nada.
— ¿Qué ibas a hacer?

1064
—Lo que fuera con tan de que sufriera lo mismo
que yo, y más. Entonces él murió, fue asesinado en
un ajuste de cuentas, una bala en la cabeza dio fin a
su miserable existencia y yo me quedé con todo el
rencor y odio que no me dejaba vivir. Pasó el
tiempo, y no tenía en quién desquitar la venganza
que había ideado, así que me perdí, comencé a beber
en el mismo bar donde lo conocí a él, y seducía
hombres idiotas, les robaba y arruinaba sus
matrimonios informando a sus parejas de la mierda
que tenían por esposos, al final eso no me hacía
sentir mejor, nada lograba aliviar mi dolor. Un día
me pregunté si vengarme de él hubiese calmado
realmente la furia que sentía, o si solo iba a
empeorar, ¿qué iba a ganar yo al hacerle daño? Solo
convertirme en la misma mierda que fue él.
—Yo…, sé que no debería decirlo, pero, muchas
veces he deseado hacer que Dante pague por lo que
me hizo. —murmuró Yune limpiándose las mejillas
con rabia. —Por lo que le hizo a mi bebé.
—Lo sé, y tienes todo el derecho de querer
hacerlo. Nadie puede detenerte si quieres vengarte
de mi hermano, pero, aunque no te conozco mucho,
veo en tus ojos una chispa de esperanza, Eros te ama
y tú lo amas a él, ¿quieres arruinar tu vida buscando
vengarte? ¿Por qué no intentar ser feliz con alguien?

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Tienes la promesa de alguien que te ha cuidado, te
ha defendido y promete una vida entera a tu lado,
¿realmente piensas rechazar esa esperanza?
—No. —gimoteó el pequeño chico. —Lo amo,
quiero estar con él, pero…
—Dante está sufriendo, él te quiere mucho, saber
que dañó a alguien tan cercano y preciado le ha
traído graves conflictos, aún con ayuda profesional
no logra limpiar del todo su conciencia y el pasado
siempre le va a atormentar, a pesar de que comience
una nueva vida, habrá muchos instantes en los que
recordará su error y se odiará a sí mismo. Es peor el
no perdonarse uno mismo, que cualquier venganza a
la que quieras someterle.
Yune tragó saliva mirando los ojos de esa mujer.
Era verdad, ella decía algo tan cierto. No quería
arruinar su vida con una venganza, ni con rencores,
no era necesario. Él conoció bien a Dante, sabía bien
que ese hombre había actuado fuera de sí, pero en el
fondo logró ver el arrepentimiento tras esa mirada
furiosa cuando le hacía daño, Dante cargaría una
enorme cruz, no había más que hacer, si no lograría
superar el pasado con facilidad.
Ahora Yune quería mirar hacia delante, donde
Eros le esperaba, y tenía miedo de volver a confiar,

1066
pero no iba a quedarse de por vida preguntándose si
su unión con él hubiese sido exitosa, iba a intentarlo
y a descubrirlo por sí mismo.
Miró a Megan y le sonrió agradecido, quizá era
una desconocida, pero le había hecho entrar en razón
y eso no lo olvidaría.
—Ya debe haber llegado el auto que te llevará,
tienes a todos esperando. ¿Qué te parece si salimos
ahora? —sugirió la chica poniéndose de pie.
—Gracias, siento haber sido grosero contigo. —
murmuró Yune tomando sus manos al levantarse
también. —Me encerré tanto en lo que yo sufrí.
—No te preocupes, eso pasa, es normal que el
sufrimiento nos nuble la vista. Ahora debo ir a
cambiarme. —sonrió y le dio un beso en la frente.
—Por cierto, te vez increíble, ya veo por qué Eros
está muriendo por ti.
Se retiró dejando un fuerte sonrojo en el menor,
enseguida entró Brandy y llevó al chico de prisa al
auto.
Megan salió a los dos minutos con un estuche de
maquillaje en el bolso que la misma Brandy le
prestó, ella le dijo que debían irse juntos, así que
subió al mismo auto con Yune y la otra mujer, ahí se

1067
maquilló de camino a donde sería la ceremonia y
posteriormente la fiesta.
Llegaron apenas a tiempo, Brandy corrió a
calmar a Eros antes de que se volviera loco, y
entonces todos los invitados guardaron silencio.
— ¿Puedes acompañarme? —pidió Yune
mirando a Megan antes de entrar al lugar. —Eres su
hermana, supongo que te emociona estar en la boda,
si me acompañas podrás estar en la primera fila. —
ofreció sonriendo.
—Debería negarme, porque a Eros todavía no le
cae muy bien la noticia de su hermana, pero ignoraré
eso para ir contigo.
Megan tomó su brazo y abrió las puertas para por
fin entrar. Quizá ella era la más expresiva, pero Yune
se moría de emociones internas, estaba feliz y tan
nervioso que no podía respirar, la vida le había dado
esa nueva oportunidad y solo deseaba ser feliz junto
a Eros, lo amaba tanto, que era increíble verle ahí,
esperando sonriente frente al altar.

1068
Capítulo 41

Eros comenzaba a preocuparse, hasta que suspiró


relajándose cuando llegó el mensaje de Brandy,
diciendo que todo estaba bien y que iban en camino.
Esperó paciente, hasta que escuchó la música
comenzar a sonar, todos los invitados se pusieron de
pie y él volteó viendo a Megan entrar tomando el
brazo de Yune.
Su futuro, Yune estaba a punto de ser suyo ante la
ley, no como una propiedad, sino como un esposo.
Eros lo miró con devoción sintiendo que todo había
valido la pena si al final llegaban a ese punto,
admiró lo bien que lucía con aquel traje entallado de
color blanco, el saco tenía un corte antiguo y detalles
dorados, su pantalón era liso, se veía increíble.
—Siento haber tardado. —susurró el menor
apenas llegó al altar montado en medio de un
hermoso jardín. Le sonrió apenado y bajó la mirada
recibiendo su ayuda para subir los escalones.
—No importa, al final decidiste llegar.
Juntos contrastaban bastante, Yune de blanco,
mientras que Eros portaba un traje enteramente

1069
negro, la diferencia física entre ambos era un factor
importante, pero a pesar de ello, lucían muy bien
tomados de las manos, mirándose frente a frente
mientras el juez comenzaba a hablar sobre la
importancia del matrimonio que pronto se realizaría.
Sus miradas se cruzaron, perdiendo la noción de
lo que sucedía mientras solo ellos existían. Se
amaban, Yune estaba feliz, después de comprender
algunas cosas que le impedían sentirse pleno, ya no
había nada que pudiese arruinar aquella emoción,
iba a casarse completamente enamorado de alguien
que conocía de dos formas, sabía los alcances y
límites de ese hombre, no habría sorpresas
peligrosas en su relación, nada que no hubiese
prevenido antes de aceptar. Por otra parte, estaba
Eros, pensando que desde ese momento iba a tener
una gran responsabilidad en sus manos, jamás pensó
en comprometerse a tal grado, pero algo le impulsó
y no se arrepentía de nada, iba a adorar y cuidar a
ese chico más que a su propia vida, igual que al bebé
que esperaba, su pequeño hijo que pronto nacería.
Tomando las manos de Yune, Eros bajó la mirada
hacia el pequeño vientre que sobresalía, el saco le
cubría bien, casi no se podía notar, pero dos noches
atrás, estando en la cama completamente desnudos,
pudo sentir y ver a detalle que Yune estaba

1070
cambiando, su cuerpo se amoldaba para dar una
nueva vida, su vientre de varios meses no era
enorme, pero sí ofrecía una imagen distinta a la
cadera y el crecido abdomen del chico.
Volvió a mirar sus ojos, compartiendo la misma
felicidad, pronto serían esposos, tenían un futuro
esperándoles, al igual que una familia en puerta.
Escucharon atentos las palabras del juez hasta
que llegó al punto más importante.
—Eros Williams, ¿estás aquí por voluntad propia
para contraer matrimonio con Yune? —preguntó
acortando la pregunta, pues generalmente se
requería mencionar el lugar social de la esposa o
esposo que sería tomado.
Yune no tenía apellido propio, siendo un Omega
sin familia, no había mucho qué decir, pero eso no
importaría después de ese día.
—Sí. —dijo Eros completamente seguro de su
respuesta y se inclinó para firmar.
—Yune, ¿estás aquí por voluntad propia para
contraer matrimonio con Eros Williams?
¿Hacía falta decirlo? Yune sonrió con emoción y
asintió efusivamente.

1071
—Por supuesto. —se sonrojó cuando Eros le
ofreció la misma pluma, pero no dudó ni un
segundo, sintiendo un millón de mariposas en su
estómago mientras colocaba su firma sobre los
documentos.
Tras terminar, dejó la pluma y miró a su
prometido, en breve pasarían a ser esposos. El juez
dijo unas cuantas cosas más, cerrando aquella unión
legal, aunque para ellos era más que formalidades.
Eros colocó un anillo en el dedo indicado de
Yune, quien repitió la misma acción cuando el juez
lo indicó.
—Por el poder que me confiere la ley, los declaro
esposos. —cerró la carpeta sonriéndoles a ambos y
haciendo una reverencia concluyó. —Pueden
besarse ahora.
Apenas lo dijo, Eros tomó a Yune rodeando su
cintura y con la otra mano sostuvo su cabeza,
besándole como si la vida se le fuera a ir si lo
soltaba, fue pasional, candente, largo y delicioso, un
sello que nadie olvidaría, mucho menos Yune, que le
recibió con ímpetu rodeándole con ambos brazos
mientras compartían el aliento y más.

1072
Al fin tuvieron que separarse, Yune le miró
avergonzado y sonrió cuando vio el amor en la
mirada de Eros.
—Ahora eres completamente mío, ya quiero que
llegue la noche. —susurró disimuladamente
inclinándose hacia su oído.
—Eros, no hay mucha diferencia. Hemos estado
juntos muchas veces, ya sabes…
—Sí es diferente, nunca he tenido sexo con
alguien casado. —sonrió el mayor al ver que Yune
se sonrojaba fuertemente.
—Eres un tonto. —se quejó, aunque le divertía el
comentario de su ahora esposo.
Todos los invitados aplaudieron y les felicitaron.
Eran personas cercanas a Eros, algunos incluso le
habían tomado aprecio a Yune, aunque el chico miró
con nostalgia a todos mientras se acercaban uno a
uno. La fiesta comenzó enseguida en ese mismo
sitio, todo estaba marchando de maravilla.
Tras varios minutos de euforia, al fin todos se
sentaron y la música comenzó a sonar, Yune y Eros
tenían un lugar para los dos solos, exclusivo por ser
la pareja de recién casados, así que fue entonces

1073
cuando el Alfa notó aquella chispa triste en los
hermosos ojos de su recién esposo.
— ¿Ocurre algo?
—No, es solo que me hubiera gustado invitar a
algunas personas. —murmuró Yune tomando la
mano de Eros para mirarle apenado. —No es nada.
— ¿Personas? ¿A quiénes?
—Amigos. —aclaró con obviedad. —Antes de
todo lo que sucedió yo tuve muchos amigos,
Omegas de los conocidos de Dante, solían visitarme
y yo a ellos, sobre todo Marín, lo vi en el hospital a
donde llegamos con Dante, pero no pude acercarme
a saber cómo estaba. Siento que por mi culpa él y
Armet, su dueño, tuvieron problemas, les pedí ayuda
y ellos no podían hacer nada por mí, los puse en una
situación difícil, quizá Marín esté molesto conmigo.
—No creo que sea así, Armet fue quien me dijo
lo que sucedía contigo, no le creí, pero él lo hizo aún
en contra de Dante para protegerte. Además, creo
que han limado asperezas. Quizá quieras llamarle un
día, recupera las amistades que perdiste, has amigos
nuevos, ahora eres libre y quiero que seas feliz
también.

1074
—Eros, gracias. —susurró Yune enteramente
conmovido. —Me estás dando tanto, me has hecho
tan feliz, es imposible no amarte.
Abrazó a Eros con tanta fuerza como era capaz,
sintiendo sus ojos humedecerse. La plenitud que
sentía borraba cualquier caso, cualquier herida, todo
valía la pena si al final tenía a ese hombre que le
había sacado del abismo en el que se hundió.
La fiesta continuó para ellos el resto de la tarde
hasta altas horas de la noche. Entonces llegó la luna
de miel, viajaron lejos donde nada les recordara el
pasado, decididos a volver con mejores recuerdos y
dispuestos a seguir en ese camino.
Yune comenzó a quitarse el traje apenas cerraron
la puerta de la habitación, estaba agotado después de
la grandiosa fiesta que él mismo planeó junto con
Brandy, recordaría agradecerle debidamente al
volver.
— ¿Estuviste nervioso durante el vuelo? —
preguntó Eros acercándose por detrás, rodeándole la
cintura mientras le ayudaba a despojarse de la
camisa.
El menor sonrió negando, se había quedado
dormido en el avión apenas subieron, aunque era la

1075
primera vez que viajaba de esa forma no pudo
aguantar despierto más allá del despegue.
—Lo supuse, fue imposible despertarte para que
cenaras.
—Comí mucho en la fiesta. —confesó inquieto,
las manos de Eros bajaban más, hasta su pantalón,
justo debajo de su vientre de varios meses. —Pero
repuse energía durmiendo en el avión.
Giró para mirar a su esposo, pensar en llamarle
así le hacía sentir un extraño cosquilleo, Eros ya era
su esposo, estaban casados. Le sonrió con emoción y
rodeó su cuello acercándose a sus labios.
—Es nuestra noche de bodas.
— ¿Seguro que no te quedarás dormido? Tienes
esa mirada de somnolencia que ya conozco. —se
burló el mayor mientras llevaba a su pequeño
Omega por el pasillo, sosteniendo su cintura
firmemente. —Podemos posponer la noche de bodas
si dices que estás cansado.
—Eso nunca, hoy es especial, será nuestra
primera vez siendo…
— ¿Esposos? —concluyó Eros al notar la duda
en Yune. —Está bien que lo digas, eres mío, solo

1076
mío de ahora en adelante, y por eso mismo no tengo
prisa, tendré la vida entera para tenerte, para llevarte
a nuestra cama y no dejarte dormir, pero no quiero
que te esfuerces hoy, ha sido un día ajetreado.
—Es lindo de tu parte que te preocupes por mi
cansancio. —rio Yune al sentir las manos de Eros
posarse en su vientre. —Aunque puedo asegurar que
ambos estamos bien, no necesitas cuidarme de ti, ni
de eso que hemos hecho ya muchas veces como para
saber que no nos pone en peligro de nada.
—Las veces anteriores pasabas el día entero
descansando, hace unas horas te vi correr por todo el
salón de la fiesta, por cierto, ¿qué tanto hacías con
Megan?
—Le decía algo que me pidieron decirle, varias
veces. Sé que es tu hermana, pero debo confesar que
ya tiene pretendientes entre tus conocidos. —sonrió
al ver la confusión de su esposo. —No lo habría
creído, y quizá no aceptaría verla como algo tuyo,
pero, ella hizo más por nosotros de lo que nadie
podría.
— ¿A qué te refieres?
—Antes de la boda, confieso que dudé mucho, y
estaba enojado por pensar cosas que no debía, ella

1077
me hizo entender que estaba equivocado en negarme
la felicidad que tú me ofrecías, solo porque el
pasado me quería arrastrar a los recuerdos. Megan es
una mujer increíble, deberías hablar con ella cuando
regresemos, hablar mucho, quizá dejes de mirarla
como si no la quisieras cerca.
—La presencia de Megan no me disgustaba,
estaba preocupado por ti. Si fue una gran y extraña
noticia saber que es mi hermana, creí que te afectaría
más a ti, ya sabes, por Dante.
—Megan no tiene nada que ver con él, es decir,
son hermanos, pero ella es diferente. —alegó Yune
frunciendo el ceño. —Aunque debo admitir que por
un momento fui grosero con ella.
—No preguntaré qué pasó, ¿te parece si
olvidamos todo y seguimos por hoy?
— ¿Seguimos? ¿No dijiste que me dejarías
dormir? —se burló el pequeño.
—Oferta caducada. —siseó Eros, le hizo girar y
se pegó a su espalda abrazándole mientras Yune se
quedaba con la boca abierta mirando la habitación.
Esa era una sorpresa increíble, Yune esperaba ver
una elegante habitación, y sí que lo era, pero más
allá de eso, Eros se tomó la molestia de pedir que

1078
decoraran el lugar, la luz baja daba un tono entre
rojizo y anaranjado al lugar, el enorme lecho en
medio del dormitorio tenía una hermosa colcha roja
bordada con detalles dorados, un montón de cojines
decoraban concordando armoniosamente los colores,
y lo más lindo eran los pétalos de rosas blancas que
rodeaban un gran ramo de flores, magnolias, de un
blanco tan puro y atrapante, que le dejaba sin
respiración.
La emoción era tanta, se quedó inmóvil hasta que
sintió la respiración de Eros sobre su cuello,
entonces giró abrazándole con tanta fuerza como fue
capaz, y se estiró buscando sus labios. El Alfa le
recibió gustoso, correspondiendo el ímpetu de su
joven pareja, hasta que la euforia los llevaba a
despojarse de sus ropas.
—Me alegra que te hayan gustado tanto. —dijo
Eros riendo levemente mientras Yune trataba de
desabrochar su pantalón con torpeza y enteramente
sonrojado.
—Demasiado, ¿cómo supiste que son mis
favoritas? —preguntó apurado.
—Alguna vez noté que te alejabas de un jardín
con estas flores, hace muchos años, me pregunté por
qué en los jardines no había esta clase de flores,

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siendo que habían muchas especies de flores
blancas, cuando te pregunté no me respondiste, en
aquel entonces me odiabas. Pude haber olvidado ese
detalle, aunque es imposible olvidar algo tratándose
de ti. Hace poco resurgió mi curiosidad y…
— ¿Pusiste magnolias en la casa? —cuestionó
Yune bastante sorprendido, y agitado, tratando de no
ceder a sus bajos instintos. —No, no es posible,
nunca las vi.
—Solo coloqué una planta en la habitación,
debajo de la cama. Esa semana fue exquisita, debo
admitir que quitarlas resultó una pena para mí, pero
pude comprenderlo. Sé que te gustan, porque vi tu
mirada anhelante aquella primera vez que te observé
ante ellas, entendí después cuál era el impedimento
para que no las cultivaras en los jardines que tuviste
a tu disposición por años.
—Eros… —gimoteó Yune mordiéndose los
labios.
—Sí, sé lo que quieres, esa flor es un estimulante
para ti. —dijo el mayor tomándole de los hombros
para llevarle a la cama. —Podríamos llenar nuestro
hogar de magnolias cuando volvamos.

1080
—Podríamos. —murmuró Yune, se dejó llevar y
colgándose de Eros le besó apasionadamente. Quería
sentirlo, iba a entregarse como solo podía hacerlo en
sus brazos. —No necesitas llevar esa flor a mi cama,
sería tuyo aún sin ese aroma entre nosotros.
—Eso lo sé, pero las magnolias no son una
ventaja para mí, sino para ti. —susurró Eros en su
oído, mientras una mano se colaba dentro del
pantalón de Yune.
El chico se retorció gimiendo de placer, esa flor,
el aroma, le volvía tan sensible, ahora entendía un
poco atrás cuando no era capaz de salir de la cama,
cuando solo deseaba estar entre sus brazos, Eros
sabía darle algo que Yune solo podía aceptar de él.
Placer.
La noche se vio inundada de gemidos cargados
de placer, esos que estremecían a ambos, la cama fue
deshecha bajo sus cuerpos que se unían sin reparo,
las flores cayeron mientras la pasión ardía con
vehemencia. Se ofrecieron aquella noche de forma
mutua, como siempre fue entre ellos, y como sería al
comenzar juntos una nueva vida en común.
Había pasado casi un mes de que Dante y Ori
habían estado juntos por primera vez tras el

1081
nacimiento de los bebés, acto que se repetía a
menudo, sin embargo, Ori no permitía a Dante
llevarse a los niños para tener tiempo a solas,
acordaron que se acoplarían a los breves ratos que
sus hijos les permitieran.
Por ello fue casi imposible convencer al Omega
de encargarlos un día entero con su niñera, peor aun
cuando los planes eran salir de casa. A pesar de la
reticencia inicial, Ori se relajó tras un rato en el
coche, y se encontraba más tranquilo al llegar a
donde Dante había planeado llevarle.
Entraron a una plaza comercial enorme.
— ¿A qué hemos venido? —preguntó Ori
mirando alrededor mientras caminaba muy cerca de
Dante, pues había demasiada gente y se sentía
bastante inquieto.
No había estado en la calle, entre tantas personas,
después de ser secuestrado, pero sentir que Dante le
cuidaba le daba fuerza para no asustarse mientras
iban adentrándose por los pasillos.
—La habitación de los niños está lista, las
remodelaciones y la pintura han esperado tiempo
suficiente, creo que es momento de llenarla con
algunas cosas que a ellos les gustarán, así podré

1082
recuperar mi habitación y nuestro tiempo a solas sin
que tengas que callarte para no despertarlos.
Ori se puso tan rojo que Dante tuvo la necesidad
de abrazarlo, permitiéndole ocultarse en su pecho.
— ¿Estás de ánimos para hacer algunas compras?
—ofreció hablándole al oído.
— ¿Para ellos?
—Por supuesto, te dije que pronto volverían a
tener lo que antes había preparado para ellos, quiero
que esta vez elijas tú.
— ¿Lo dices enserio? —murmuró levantando un
poco la mirada.
—Ori, deja de dudar tanto, ¿es que no me he
esforzado lo suficiente para que confíes en mí?
—Lo siento, es solo que, es nuevo para mí que
me tomes en cuenta, que alguien lo haga, y me
emociona. —dijo Ori mostrándose avergonzado. —
Confío en ti, has cambiado conmigo y me tratas
mejor de lo que pude imaginar, pero a veces dudo de
que esto sea real, me acostumbré a la vida que tuve
antes.
—Te entiendo, no importa. —aseguró Dante
separándose un poco para tomar sus manos. —Poco

1083
a poco irás acostumbrándote, por ahora puedes
disfrutar de una chequera sin límite, compraré todo
lo que elijas.
— ¡Gracias!
Dante recibió a Ori cuando éste brincó
abrazándole, esas muestras de cariño que solía tener
eran encantadoras. Entraron a algunas tiendas y
pronto el pequeño Omega se fue familiarizando con
la mecánica, cada que algo le gustaba llevaba a
Dante para mostrarle, e ideaba un sitio dónde
ponerlo en la enorme habitación de los niños, tenía
todo perfectamente acomodado en su mente.
No había duda, Ori estaba encantado con comprar
muebles, cunas, juguetes, parecía un pequeño en
navidad.
El Alfa se distrajo viendo unas camas infantiles,
actualmente no las necesitarían, pero le agradaron y
pensó comprarlas para cuando los bebés fueran un
poco más grandes. Estaba tan inmerso en la idea de
llevarlas, que cuando volteó buscando a Ori no lo
encontró por ningún sitio.
De inmediato se puso alerta, se dirigió al interior
de la tienda buscándolo hasta en el más pequeño
rincón, y maldijo cuando recorrió todo el lugar sin

1084
encontrarlo. No culpaba al chico, estaba seguro que
él no quería perderse, debió vigilarlo con más
atención.
Se dirigió entonces con los empleados del lugar,
y cuando ordenaba que buscaran al chico, sintió una
pequeña mano en su brazo. Miró al menor a su lado
y casi le reclama, de no ser que estaba más
preocupado que nada y solo lo abrazó sintiéndose
aliviado, al menos Ori no parecía asustado o
nervioso, que era lo que más le importaba al no
tenerlo cerca.
— ¿En dónde demonios estabas? —reprochó
separándose para mirarlo, sin embargo, veía al chico
con suavidad, a pesar de la pregunta.
—Dante, lo sentimos, ha sido nuestra culpa.
El Alfa miró detrás de Ori, encontrándose con
dos rostros conocidos, uno que definitivamente no
desearía haber vuelto a ver. Frunció el ceño y tomó
el brazo de Ori haciéndole hacia atrás.
—Joan le llamó cuando lo vio, Ori solo fue a
saludarlo. ¿Es que no le contaste al chico que ya me
conocía? Pareció sorprendido, al menos aún me
recuerda de aquella vez en el restaurante. —sonrió

1085
Víctor con cierto aire prepotente. —Uno se vuelve
inolvidable si trae alegría a alguien triste.
— ¿Acaso buscas problemas? Si Ori te recuerda
es porque eres un bufón, no te sientas especial. —
siseó Dante.
—Dante. —le llamó Ori mirándole preocupado.
—Perdón, no quise irme sin avisarte, pero vi a Joan
afuera de la tienda y fui a saludarlo, no te enojes.
—No estoy molesto contigo, es este imbécil. —
iba a continuar con la ola de insultos hacia Víctor,
hasta que vio la expresión de Ori, si seguía
enfadándose de esa manera todo se arruinaría, no
deseaba que el pequeño se asustara, así que fue
calmándose y suspiró tomando su rostro con
suavidad. —Está bien, tranquilízate, no discutiré con
él.
—Mira cómo te tienen. —se burló Víctor.
—Joan, ¿cómo has estado desde la última vez?
—preguntó Dante dirigiéndose al otro Omega, el
chico que estaba detrás de Víctor, mirándole ya
bastante enfadado.
Víctor notó su disgusto, sabía que a Joan no le
iba a gustar mucho que iniciara un problema con
Dante, el chico apreciaba a ese par por lo que vio en

1086
ellos meses atrás. Debía ceder en esa muestra de
poder con el Alfa de Ori, o acabaría disgustando a
Joan. En realidad, ambos hombres estaban en una
cuerda floja junto a esos chicos, que, aunque por
naturaleza eran más débiles, su fortaleza radicaba en
el control que ejercían con su propio amor.
Disgustar a sus parejas no era opción para ambos
Alfas, y por más que quisieran enfrentarse, tenían
que parar.
—He estado bien. —dijo Joan sonriendo
ampliamente.
—Bastante bien, ¿no lo ves?
—Víctor, por favor. —susurró el chico
acercándose a él para suavizar un poco el ambiente.
—Ori me contó que los bebés están bien.
—Y Joan está embarazado. —dijo Ori sonriendo
emocionado, fue hacia el chico y acarició su vientre.
—Me sorprendió verte así.
—Eso es nuevo. —murmuró Dante observando el
embarazo del chico, luego dirigió su mirada a
Víctor, sabiendo que Joan antes había estado con
otros. —Serás padre.

1087
—Por segunda vez, Joan me dio un hijo hace
años, supongo que sabes las circunstancias, no
pudimos reunirnos hasta que gracias a ti mi familia
murió.
— ¿Eso debo tomarlo como un reclamo?
—No en realidad, lo que hiciste liberó a Joan, y
ahora más que nunca no podría estar más conforme
con lo que sucedió, pensar que Joan pudiese haber
dado a luz en esas circunstancias, ya lo vivimos una
ocasión y no fue grato.
—Lo lamento, debió ser difícil. —admitió Dante.
Le sorprendía lo que escuchaba, sabía que el bebé
que Joan esperaba podía ser de cualquiera, aun así,
Víctor parecía dispuesto a aceptarlo como suyo.
—Joan, ¿quieres ver algunas cosas conmigo?
Estoy escogiendo los muebles para la habitación de
mis hijos. —comentó Ori notando la breve tensión
que se formó ante las palabras de los Alfas. —Quizá
algo te guste, ¿cuántos meses tienes?
—El doctor dice que llevo cuatro meses
aproximadamente, no sabe con exactitud cuándo
concebí. —murmuró Joan siguiendo a Ori hacia el
área de ropa para bebés.

1088
—Hace cuatro meses, Joan seguía en ese lugar.
—dijo Dante cuando estuvieron suficientemente
lejos para saber que no escucharían.
—Lo sé, y sé en qué estás pensando, ni se te
ocurra decirle algo a Joan sobre su hijo. —advirtió
Víctor.
—No es tuyo, está claro que lo saben, ambos, no
tengo por qué decir algo al respecto. Debo admitir
que me sorprendes, pensé que eras igual a Lucio, iba
a matarte como a ellos, pero vi a Joan junto a ti,
¿cómo se enamoraron? En semejante situación,
siendo él un prostituto que le pertenecía a uno de tus
hermanos, debió ser difícil que no te permitieran
sacarlo de ese lugar.
—Ni siquiera yo entiendo qué pasó. Sin embargo,
nunca fui como mi padre, supongo que él esperaba
que yo cambiara en algún momento y siguiera sus
pasos, pero, no fue así, nunca entendí por qué
dañaba a todos de esa manera, incluso a nosotros,
sus hijos, él se encargó de arruinar a mis hermanos,
casi logra hacerlo conmigo, al menos ahora sé que
Joan está seguro, y puedo protegerlo. Rechazarlo por
un haber quedado embarazado por violadores sería
demasiado cruel, él jamás quiso esa vida, fue
obligado, y aún si ese bebé no es mío, amo a Joan

1089
sobre todas las cosas. No necesito la certeza de que
sea mío para poder llamar hijo a esa criatura
indefensa, así como Joan, el bebé no tiene la culpa
de haber sido concebido en esas circunstancias. Lo
único que puedo hacer es asegurar el futuro de
ambos, nunca estarán solos.
Dante analizó las palabras de Víctor, era
admirable escucharle decir aquello con tanta
convicción.
Ese hombre, un Alfa que tenía el imperio de trata
de personas más grande del país a sus pies, era su
herencia, y rechazaba tal poder, decidía ser diferente
a su propia familia, y elegía amar a un chico que
poco podía darle, mientras llenaba su vida de amor.
Eso mismo, la historia de Joan y Víctor no era muy
distante a la suya con Ori, sin embargo, Víctor no
dañó a ese joven, su pensamiento era estable a pesar
de todo.
No era común que Alfas de especies tan
diferentes entablaran una amistad, pero aquella tarde
surgió cierta sinceridad entre ambos, mientras sus
jóvenes Omegas parecían inseparables, Ori había
encontrado un gran amigo en Joan, alguien con
quien podía hablar de cualquier cosa, y Joan

1090
admiraba a aquel joven, el sentimiento de cariño era
mutuo, volverían a verse, eso era más que seguro.
Tras un largo día de compras, Víctor ofreció a la
pareja ir a cenar a uno de sus restaurantes. Dante no
tuvo problema en aceptar, después de todo Ori
estaba emocionado de salir con ellos, así que los
cuatro pasaron una velada agradable.
Más tarde Dante y Ori volvieron a casa, la niñera
se despidió y los bebés estaban profundamente
dormidos.
El pequeño pelirrojo estaba feliz, llegó a la
habitación que sería de los pequeños y dejó las
bolsas de ropa que les habían comprado, al día
siguiente se encargaría de acomodar todo y
recibirían los muebles.
Dante se detuvo en la puerta, viendo como el
chico revisaba cada prenda con tanta emoción.
Tras unos minutos Ori guardó todo de nuevo y
caminó hacia Dante con una sonrisa traviesa que
dejaba ver sus sentimientos.
—Gracias por lo de hoy, no solo compraste todo
eso, también fuiste amable con Joan, y con Víctor.

1091
—Joan salvó a nuestros hijos, y me ayudó a
encontrarte, no podría ser diferente con él. —
comentó Dante. —Y Víctor no es tan idiota como
pensé.
—Me alegró ver a Joan tan feliz, se ven tan bien
juntos.
— ¿Podríamos dejar de hablar de ellos? —
propuso Dante tomando a Ori de la cintura para
pegarlo a su cuerpo. —Sé que deseas descansar,
pero mañana tengo planes con los niños, quiero que
los llevemos a un sitio que va a gustarles, y hoy
frustraste mis planes de tenerte solo para mí.
Ori rio suavemente, sabía a lo que Dante se
refería, no dudó en abrazarle y besar sus labios con
ternura, en realidad ni siquiera se sentía agotado a
pesar de lo ocupado que estuvo el día entero,
deseaba lo mismo que Dante, quizá tanto como él.
Sus cuerpos se entendían, ambos iban
desnudándose mientras salían de la habitación,
Dante deseaba escucharle gemir, gritar de placer,
pero eso no sucedería si lo hacían en su cuarto,
donde los niños se encontraban. Llevó a Ori a
cualquier otra habitación, y apenas entraron lo
levantó entrando en él de una sola estocada.

1092
La ropa había quedado atrás, Dante embestía a
Ori, quien se aferraba a su espalda, preso entre el
fuerte pecho del Alfa y la fría pared tras su espalda,
no quería caerse. El pequeño rodeaba con sus
piernas la cintura de Dante, se arqueaba y jadeaba
mientras era tomado con tan frenesí.
Ambos se deseaban, y ahora no había nada que
les impidiera amarse. El cruel pasado quedó atrás,
junto con cualquier error que Ori perdonó, pues
estaba seguro de que Dante jamás volvería a
lastimarlo, al menos no intencionalmente.
A pesar de todos los errores, del dolor y las
lágrimas derramadas, Ori decidió confiar en el
hombre que capturó su corazón, creía en sus
promesas, confiaba en ese Alfa que le tomaba con
tanta pasión.
Bastaba ver a Dante cuidando de sus pequeños,
atendiendo a Ori, para saber que no era un demonio
como muchos otros pensaban, y poco a poco dejaba
atrás esa idea que todos tenían de él, volvía a ser el
hombre firme pero amable que alguna vez fue,
volvía a ser él mismo, después de haberse perdido
por un amor falso que una mala mujer supo manejar
a su antojo.

1093
Emma no volvería a ser un problema en la vida
de nadie, Dante se encargó de ella la última vez que
la vio, la involucró en el secuestro de Ori y sus hijos,
eso la llevó a la cárcel, donde se quedaría los
siguientes veinte años.
Ahora, lo único que Dante quería era dormir
junto a Ori el resto de su vida, sería lo que siempre
fue, por él, por ese pequeño que nunca perdió la
esperanza, jamás lo volvería a decepcionar.
Ori enterraba sus uñas en los hombros del mayor,
su boca abierta exhalaba jadeos llenos de placer, la
forma en que Dante penetraba en cortos
movimientos le estaba elevando a una sensación de
fuertes descargas excitantes que culminaban en su
pequeño pene, el rose de ambos cuerpos le
masturbaba, sentir el vientre de Dante contra el suyo
mientras su virilidad quedaba en medio, y el
miembro en su interior tocaba aquel lugar que tanto
le prendía, todo era un conjunto perfecto para
volverle loco.
Cerró los ojos corriéndose con fuerza. Dante se
detuvo de momento, salió de él y le llevó a la cama,
aún no habían terminado, eso quedaba más que
claro. Ori sonreía mientras el cuerpo del mayor le
cubría por completo, abrió las piernas y le recibió de

1094
nueva cuenta en su interior, echando la cabeza hacia
atrás se dejó poseer por las siguientes horas, siendo
partícipe cuando volvía a recuperar la fuerza que se
le escapaba entre tantas sensaciones de placer.
Eran una pareja peculiar, nunca hablaron de
matrimonio, no era algo que necesitaran, si sus vidas
se habían unido por algo mucho mayor, las marcas
en ambos, el hombro de Dante lucía la pequeña
mordida que a pesar de sanar nunca se borraría,
igual aquella que Ori lucía encantado de tenerla.
Sus vidas jamás se irían por caminos separados,
eran uno solo desde que ambos aceptaron amarse
con tal intensidad.
Fin.
f^’S

1095
Libro ♥

Hola, este no es un capítulo, lamento si entraron


creyendo eso, es que creí que era buena idea pasar a
darles una información que, solo los que siguen mi
página o están en el grupo de LAD_SAM en face,
saben hasta el momento.
Este libro será impreso en físico, no estará en
librerías, pero lo pueden comprar directamente
conmigo.
Para los que no saben, llevo haciendo esto desde
enero-febrero del 2017, los libros ya publicados
hasta ahora son “¿Cómo llegamos a esto?”, “¿Por
qué llegamos a esto?”, “Innegable prisión” y “La
indecisión resulta peligrosa”. Todos estos y más
pueden encontrarlos y descargarlos gratuitamente en
mi grupo de facebook, pero los libros en físico
vienen con un capítulo extra y al comprarlos me
estarían apoyando a seguir escribiendo, como hasta
ahora, de manera gratuita. Digamos que es un
pequeño plus que pueden adquirir quienes deseen
tenerlo en sus manos, y además disfrutarán un extra
que no será publicado en ninguna plataforma.

1096
Aquí les dejo una foto de los libros que les digo,
pronto “No fue mi culpa” estará entre ellos:
Ahora sí, la información de cómo pueden
obtenerlo n_n
Yo soy de México, así que quienes vivan en este
país podrán hacer su pago por depósito en banco,
transferencia o simplemente en un Oxxo. El costo
dentro de México es de $560 (pesos mexicanos,
claro) incluyendo el envío.
Y no se preocupen, si son de otros países también
pueden adquirirlo, el pago se realiza por paypal,
aunque para eso sí deberán contactarme porque el
costo es en dólares y varía según va subiendo o
bajando el costo de tal moneda.   Ahora, para los
extranjeros tengo una sugerencia, ya que el costo de
envío de un solo libro es mayor al precio del libro en
sí, lo que han hecho algunas personitas es ir
comprando todos los que van saliendo y ellos me
dicen cuándo quieren que se los mande todos juntos,
pagan el envío que ya es algo más barato que pagar
de uno en uno, y así se les hace más accesible. Esto
ya es a elección de ustedes.
Habrá reimpresión de todas mis obras ya en físico
(las cuatro que ya mencioné y esta que será por
primera vez), así que si quieren alguna de las

1097
anteriores pueden pedirla en esta ocasión, el costo es
el mismo ya que cuentan con la misma cantidad de
páginas aproximadamente.
El libro será impreso en tamaño media carta y
con pasta dura, igual que el resto. La portada todavía
no me ha sido entregada, pero no será la misma que
está aquí en watt. Este también tendrá su capítulo
extra n_n. 
Cualquier duda, pregunta, opinión o sugerencia,
pueden comentar.
Les dejo mi página de
face: https://www.facebook.com/LadSam.SM/
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grupo:  https://www.facebook.com/groups/25058437
1939277/?ref=bookmarks
Y mi facebook personal por si quieren
contactarme directamente para alguna consulta o
para comprar el libro, pues ahí les daré el número de
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1098
Sorteo

Primero que nada, hola a todos.


Sé que debe sorprenderles una notificación de
esta historia que ya está terminada, la cuestión es
que no se trata de un capítulo más, hoy vengo con
una noticia que puede interesarles.
En la página oficial de facebook anuncié un
sorteo (o rifa) y a continuación les dejaré los
detalles, habrán tres premios, en ellos estará incluido
este libro y otros más.
Cualquier duda, pueden preguntar en
comentarios, me ayudan mucho si participan, y
bueno, eso es todo por ahora, para más información
pueden ir a mi grupo de face LAD_SAM 2.0,
también a la página si la buscan
como @LadSam.SM
Mil gracias por su apoyo.

1099
Table of Contents
Title Page 1
Copyright Information 2
Table of Contents 3
Summary 5
Capítulo 1 6
Capítulo 2 21
Capítulo 3 52
Capítulo 4 81
Capítulo 5 105
Capítulo 6 139
Capítulo 7 165
Capítulo 8 195
Capítulo 9 221
Capítulo 10 244
Capítulo 11 269
Capítulo 12 292
Capítulo 13 316

1100
Capítulo 14 341
Capítulo 15 368
Capítulo 16 392
Capítulo 17 419
Capítulo 18 443
Capítulo 19 470
Capítulo 20 498
Capítulo 21 521
Capítulo 22 546
Capítulo 23 575
Capítulo 24 600
Capítulo 25 622
Capítulo 26 655
Capítulo 27 684
Capítulo 28 717
Capítulo 29 745
Capítulo 30 777
Capítulo 31 802
Capítulo 32 825
Capítulo 33 853

1101
Capítulo 34 881
Capítulo 35 909
Capítulo 36 933
Capítulo 37 959
Capítulo 38 989
Capítulo 39 1017
Capítulo 40 1043
Capítulo 41 1069
Libro ♥ 1096
Sorteo 1099

1102

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