Metales Pesados
Metales Pesados
Metales Pesados
FACULTAD DE INGENIERÍA
QUÍMICA GENERAL 1, curso de vacaciones, diciembre 2017
Los metales pesados son ciertos elementos químicos que poseen una densidad relativamente alta y cierto grado de
toxicidad para el ser humano. El término "metal pesado" no está claramente definido, pues algunas veces se utiliza la
densidad como criterio para definirlos, así por ejemplo, metales con densidad mayor a 4.5 g/cc. Sin embargo en la
bibliografía se considera como criterio un rango que va desde 4 g/cm³ hasta 7 g/cm³.
Aparte de utilizar la densidad como criterio, también se hace referencia al número atómico y el peso atómico. En todo
caso, el término siempre se relaciona con la toxicidad que presentan. Muchos de los metales que tienen una densidad
alta no son especialmente tóxicos ya que son elementos esenciales para el ser humano, independientemente de que a
determinadas concentraciones puedan ser tóxicos en alguna de sus formas.
Los metales pesados tóxicos más conocidos son el mercurio, el plomo, el cadmio y el talio. También se suele incluir un
semimetal como es el arsénico y, en raras ocasiones, algún no metal como el selenio. A veces también se habla de
contaminación por metales pesados incluyendo otros elementos tóxicos más ligeros, como el berilio o el aluminio.
De los elementos químicos conocidos, 84 son metales, por lo que no es de extrañar que las posibilidades de
contaminación metálica en el ambiente sean numerosas. Hay que tener presente que los metales son materias naturales
que (desde la edad de hierro) han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de las civilizaciones. El problema
surge cuando prolifera su uso industrial, y su empleo creciente en la vida cotidiana termina por afectar a la salud. De
hecho, el crecimiento demográfico en zonas urbanas y la rápida industrialización han provocado serios problemas de
contaminación y deterioro del ambiente, sobre todo, en los países en vías de desarrollo.
Se ha demostrado científicamente que, además de causar algunos de los problemas ambientales más graves, la
exposición a metales pesados en determinadas circunstancias es la causa de la degradación y muerte de vegetación,
ríos, animales, e incluso, de daños directos en el hombre.
La actividad industrial y minera arroja al ambiente metales tóxicos como plomo, mercurio, cadmio, arsénico y cromo, muy
dañinos para la salud humana y para la mayoría de formas de vida. Además, los metales originados en las fuentes de
emisión generadas por el hombre (antropogénicas), incluyendo la combustión de nafta con plomo, se encuentran en la
atmósfera como material suspendido que respiramos. Por otro lado, las aguas residuales no tratadas, provenientes de
minas y fábricas, llegan a los ríos, mientras los desechos contaminan las aguas subterráneas. Cuando se abandonan
metales tóxicos en el ambiente, contaminan el suelo y se acumulan en las plantas y los tejidos orgánicos.
La peligrosidad de los metales pesados es mayor al no ser química ni biológicamente degradables. Una vez emitidos,
pueden permanecer en el ambiente durante cientos de años. Además, su concentración en los seres vivos aumenta a
medida que son ingeridos por otros, por lo que la ingesta de plantas o animales contaminados puede provocar síntomas
de intoxicación.
DAÑOS PARA LA SALUD
Los metales pesados son peligrosos porque tienden a bioacumularse. La bioacumulación significa un aumento en la
concentración de un producto químico en un organismo biológico en un cierto plazo, comparada a la concentración del
producto químico en el ambiente. En un grado pequeño se incorporan a nuestros cuerpos vía el alimento, el agua potable
y el aire.
Hoy día se conoce mucho más sobre los efectos de estos elementos, cuya exposición está relacionada con problemas de
salud como retrasos en el desarrollo, varios tipos de cáncer, daños en el riñón, e incluso, con casos de muerte. La relación
con niveles elevados de mercurio, oro y plomo ha estado asociada al desarrollo de la autoinmunidad (el sistema
inmunológico ataca a sus propias células tomándolas por invasoras). La autoinmunidad puede derivar en el desarrollo de
dolencias en las articulaciones y el riñón, tales como la artritis reumática, y en enfermedades de los sistemas circulatorio o
nervioso central.
A pesar de las abundantes pruebas de estos efectos nocivos para la salud, la exposición a los metales pesados continúa y
puede incrementarse por la falta de una política consensuada y concreta. El mercurio todavía se utiliza profusamente en
las minas de oro de América Latina, como también los termómetros utilizados en casa. El arsénico, junto con los
compuestos de cobre y cromo, son el ingrediente común en los conservantes de la madera. El aumento del uso del
carbón incrementará la exposición a los metales porque las cenizas contienen muchos metales tóxicos que pueden ser
aspiradas hasta el interior de los pulmones.
El antimonio es un metal usado en el compuesto trióxido de antimonio, que es un retardador de la llama. Puede también
ser encontrado en baterías, pigmentos, cerámica y cristales. La exposición a los altos niveles del antimonio por períodos
de tiempo cortos causa náusea, vómitos, y diarrea. Hay poca información sobre los efectos de la exposición a largo plazo
del antimonio, pero es un agente carcinógeno humano sospechado. La mayoría de los compuestos del antimonio son
bioacumulables en la vida acuática.
Efectos del cadmio en el ambiente:
El Cadmio deriva sus características toxicológicas de su semejanza química con el cinc. Es un microalimento esencial
para las plantas, los animales y los seres humanos. El cadmio es biopersistente y una vez absorbido por un organismo,
sigue siendo residente por muchos años (décadas para los seres humanos) aunque se excreta eventualmente. En seres
humanos, la exposición a largo plazo se asocia a la disfunción renal. La alta exposición puede conducir a la enfermedad
obstructora del pulmón, ligándose al cáncer de pulmón.
El cadmio puede también producir efectos en el tejido óseo (osteomalacia, osteoporosis) en seres humanos y los
animales. Además puede estar relacionado con un aumento de la presión arterial y efectos sobre el miocardio de los
animales, aunque la mayoría de los datos humanos no apoyan estos resultados. El producto diario en promedio para los
seres humanos se estima como 0.15µg en el aire y 1µg en el agua. Fumar un paquete de 20 cigarrillos puede conducir a
la inhalación alrededor de 2-4µg del cadmio, pero los niveles pueden variar extensamente.
El Cadmio es producido como un subproducto inevitable de la refinación del cinc (o de vez en cuando plomo), puesto que
estos metales ocurren naturalmente dentro del mineral crudo. El uso más significativo del cadmio está en baterías de
níquel/cadmio, como fuentes de energía recargables o secundarias que exhiben alta salida, vida larga, mantenimiento
bajo y alta tolerancia a la tensión física y eléctrica.
Las capas de cadmio proporcionan buena resistencia a la corrosión, particularmente en altos ambientes de tensión tales
como usos marinos y aeroespaciales donde se requiere la alta seguridad o confiabilidad. Otras aplicaciones del cadmio
está como pigmentos, estabilizadores para el PVC, aleaciones y los compuestos electrónicos. El cadmio está también
presente como impureza en varios productos, incluyendo los fertilizantes del fosfato, los detergentes y los productos de
petróleo refinados.
En general, en la población no fumadora el camino principal de la exposición está a través de alimentos, con la adición del
cadmio en el suelo por vía agrícola desde varias fuentes (deposición atmosférica y aplicaciones fertilizantes), el alimento y
los forrajes verdes. La exposición adicional a los seres humanos se presenta a través del cadmio en el aire, ambiente y
agua potable.
El cromo se utiliza en el cemento, aleaciones del metal, pigmentos para las pinturas, el papel, el caucho, y otros
materiales. La exposición baja puede irritar la piel y causar la ulceración. La exposición a largo plazo puede causar daño
del riñón y el hígado. La exposición prolongada, causa problemas en el sistema circulatorio y el tejido fino nervioso. El
cromo se acumula a menudo en la vida acuática, agregando el peligro de comer los pescados que pudieron haber sido
expuestos a los altos niveles del cromo.
El cobre es una sustancia esencial para la vida humana, pero en altas dosis puede causar anemia, daño del hígado y del
riñón, y la irritación del estómago e intestino. El cobre aparece normalmente en agua potable de las tuberías de cobre,
como también en los añadidos diseñados para controlar el crecimiento de algas.
En la exposición de los seres humanos al plomo pueden dar lugar a una amplia gama de efectos biológicos dependiendo
del nivel y duración de la exposición. Los altos niveles de la exposición pueden dar lugar a efectos bioquímicos tóxicos en
los seres humanos que alternadamente causan problemas en la síntesis de la hemoglobina, efectos sobre los riñones, el
aparato gastrointestinal, el sistema reproductivo, y daños agudos o crónicos al sistema nervioso.
El envenenamiento con plomo es muy severo, particularmente en procesos neuro psicológicos en los niños. Algunos
estudios sugieren que pueda haber una pérdida de hasta 2 puntos del índice de inteligencia para una subida del nivel de
plomo en la sangre a partir del 10 a 20µg/dL en niños jóvenes.
El plomo en el ambiente se presenta de fuentes naturales y antropogénicas. La exposición puede ocurrir a través del agua
potable, del alimento, del aire, del suelo y del polvo de la vieja pintura que contiene plomo. La población adulta no
fumadora tiene como principal fuente de exposición los alimentos y agua.
Los alimentos, el aire, el agua y polvo/tierra son los caminos potenciales principales de la exposición para los infantes y
los niños jóvenes. Para los infantes de 4 a 5 meses de edad, el aire, las fórmulas de leche y el agua, son las fuentes
significativas. Las características físicas y químicas del plomo se aplican en las industrias de la fabricación, de la
construcción y del producto químico. Se forma y es fácilmente maleable y dúctil. Algunas categorías de uso son: baterías,
añadidos de la gasolina, aleaciones, pigmentos y compuestos, cable que forra, tiro y munición.
Efectos del mercurio en el medio ambiente
El mercurio es una sustancia tóxica que no tiene ninguna función sabida en bioquímica humana o fisiología, y no ocurre
naturalmente en organismos vivos. El envenenamiento inorgánico del mercurio se asocia a los temblores, gingivitis y/o
cambios psicológicos de menor importancia, junto con el aborto espontáneo y malformación congénita.
El Monometilmercurio causa daño al cerebro y el sistema nervioso central, mientras que la exposición fetal y postnatal da
lugar al aborto, a la malformación congénita y a los cambios del desarrollo en niños jóvenes.
El mercurio es un agente contaminador global con las características químicas y físicas complejas e inusuales. La fuente
natural principal del mercurio son las emisiones de los volcanes y de la evaporación de aguas de superficie naturales. La
explotación minera mundial del metal conduce a las descargas indirectas en la atmósfera. El uso del mercurio es extenso
en procesos industriales y en varios productos (e.g. baterías, lámparas y termómetros). También es utilizado
extensamente en odontología como amalgama para los rellenos y por la industria farmacéutica. El camino principal para
el mercurio a los seres humanos está a través de la cadena de alimento y no por la inhalación.
El cuerpo humano necesita pequeñas cantidades de níquel para producir las células de sangre rojas, sin embargo, en
cantidades excesivas, pueden llegar a ser suavemente tóxico. La sobre exposición a corto plazo al níquel, no causa
problemas de salud, pero la exposición a largo plazo puede causar problemas de peso corporal, daño del corazón y del
hígado, como también irritación de la piel. La EPA no regula actualmente niveles de níquel en agua potable. El níquel
puede acumularse en la vida acuática, pero su presencia no se magnifica a lo largo de cadenas de alimento.
Este elemento es necesario para los seres humanos y otros animales en cantidades pequeñas, pero en cantidades
grandes puede causar fatiga e irritabilidad nerviosa. El selenio se acumula en el tejido vivo, causando alto contenido en
pescados y otros organismos, causando mayores problemas de salud en el ser humano que incluyen pérdida del pelo y
de las uñas, daño al tejido fino del riñón y del hígado, daño al tejido fino circulatorio, y un daño más severo al sistema
nervioso.
La contaminación por metales pesados es muy difícil de eliminar, permaneciendo durante largas décadas en el suelo y
concentrándose a lo largo de la cadena trófica. Podría pensarse que la ciencia no puede eliminar este tipo de
contaminación tan duradera sino mediante tecnologías muy laboriosas, costosas e invasivas. Sin embargo, en los últimos
años se está desarrollando una novedosa tecnología para eliminar muchos de los contaminantes de los suelos afectados,
una tecnología limpia, barata y sorprendentemente eficaz. Se trata de la técnica llamada fitorremediación, que consiste
en plantar en las zonas contaminadas determinadas especies de vegetales, de reconocida capacidad para absorber y
concentrar las sustancias tóxicas. Estas son conocidas como especies hiperacumuladoras.
LIMPIADORES VEGETALES
Se conocen alrededor de 400 especies de plantas con capacidad para hiperacumular selectivamente alguna sustancia. En
la mayoría de los casos, no se trata de especies raras, sino de cultivos bien conocidos por todos. Así, el girasol (Heliantus
anuus) es capaz de absorber en grandes cantidades el uranio depositado en el suelo, bien por accidentes nucleares o por
el uso bélico de proyectiles construidos a base de este metal. Los álamos (género Populus) absorben selectivamente
níquel, cadmio y zinc. También la conocida Arabidopsis thaliana, una pequeña hierba que es para los biólogos vegetales
lo que la mosca Drosophila es para los genetistas, es capaz de hiperacumular cobre y zinc.
Otras plantas comunes que se han ensayado con éxito como posibles especies fitorremediadoras en el futuro inmediato
son la alfalfa, la mostaza, el tomate, la calabaza, el esparto, el sauce y el bambú. Incluso existen especies vegetales
capaces de eliminar la alta salinidad del suelo, gracias a su capacidad para acumular el cloruro de sodio.
Otros géneros, por el contrario, menos conocidos, podrían llegar a hacerse famosos en los próximos años gracias a sus
también excelentes propiedades como hiperacumuladores. Es el caso de una pequeña planta de la extensa familia de las
coles (Brasicáceas) llamada Thlaspi caerulescens, que ha demostrado ser el mejor hiperacumulador conocido para el
cadmio y el zinc, llegando a extraer en una sola generación hasta el 50% de todo el cadmio existente en el suelo. Otras
especies del género Thlaspi han demostrado su capacidad para acumular también plomo y cobre.
Una hierba llamada Amaranthus retroflexus ha mostrado ser 40 veces más efectiva que sus competidoras en absorber el
amenazador cesio-137 radiactivo, que es uno de los más peligrosos contaminantes de las centrales nucleares, por su
capacidad de pasar a la leche de vaca y de ahí a la alimentación humana. Amaranthus también resulta muy prometedora
como hiperacumulador de plomo, uno de los contaminantes que se encuentran en mayor cantidad en nuestros suelos y
que resulta, además, muy difícil de absorber por los vegetales.
Por su parte, un helecho originario de Florida, el Pteris vittata, ha demostrado recientemente ser capaz de absorber el
peligroso arsénico, siendo capaz de concentrarlo hasta 200 veces respecto al suelo de donde lo toma. Lo más curioso es
que el helecho Pteris crece mejor en suelos que contienen elevadas cantidades de arsénico que en los que carecen de él,
un hecho que tiene sorprendidos a los científicos.
MISTERIOS MOLECULARES
Aún queda mucho por conocer sobre los mecanismos moleculares que permiten a estas especies de plantas ser capaces
de tolerar, e incluso alimentarse de los metales pesados. Gran parte del trabajo que se está realizando es completamente
empírico, y consiste en comprobar simplemente qué variedades de plantas absorben más fácilmente los contaminantes.
Ni siquiera se conoce qué mecanismo evolutivo ha sido el que ha permitido la aparición de estas especies
hiperacumuladoras. Durante años, los científicos pensaron que la acumulación de altas concentraciones de metales
venenosos permitiría a estas plantas ser evitadas por sus depredadores. Sin embargo, recientes experimentos han
probado que diversas especies de hervíboros tienden a comerse las plantas acumuladoras en la misma cantidad que las
especies que no absorben los metales pesados, por lo que la aparición de los fitorremediadores en la naturaleza continúa
siendo un misterio.
Por otra parte, ya se están obteniendo los primeros avances para la comprensión de los mecanismos moleculares por los
cuáles las plantas absorben estos metales raros, que serían peligrosos venenos para otras especies, y los incorporan
como nutrientes. Los científicos especulan con la posibilidad de aislar los genes responsables de la absorción y de la
tolerancia a los metales pesados, e incorporarlos mediante técnicas de genética molecular a especies de rápido
crecimiento o que toleren las más variadas condiciones climáticas, para crear hiperacumuladores transgénicos que sirvan
para cubrir cualquier necesidad en cualquier parte del mundo.
Hasta el momento, se ha descubierto que algunas moléculas facilitan el transporte de metales pesados al interior de la
planta a través de las raíces. Las sustancias orgánicas quelantes, que son capaces de formar iones complejos con el
metal, facilitan en gran medida la absorción. Estas sustancias pueden ser producidas por la propia planta y liberadas al
suelo a través de las raíces, o pueden ser añadidas directamente por el hombre al suelo que se desee descontaminar.
Se conocen, así mismo, algunos genes implicados en la absorción y en la tolerancia a algunos metales concretos, y ya se
están obteniendo las primeras variedades transgénicas con capacidades hiperacumuladoras mejoradas. El desciframiento
del genoma completo de Arabidopsis, además de los intensos estudios moleculares que se están llevando a cabo sobre el
mejor hiperacumulador conocido, Thlaspi, resultan muy prometedores.
OTROS CONTAMINANTES
La capacidad limpiadora de las plantas no se limita a los metales pesados. Muchos compuestos orgánicos son fácilmente
absorbidos por las raíces de los vegetales, incluyendo contaminantes como los pesticidas organoclorados, los
hidrocarburos poliaromáticos, los tricloroetilenos, los explosivos orgánicos y, por supuesto, los fertilizantes. Incluso se han
realizado progresos para absorber el petróleo de vertidos terrestres superficiales.
En el caso del petróleo, en realidad son los microorganismos asociados a las raíces de las plantas los que se encargan de
degradarlo. Las plantas aceleran la acción de los microbios, proporcionando más oxígeno al suelo y gran cantidad de
preciados nutrientes a través de las raíces.
Cuando se utilizan las plantas fitorremediadoras para "limpiar" zonas contaminadas, es necesario retirar después la
biomasa producida, pues contiene una concentración normalmente bastante elevada de peligrosos contaminantes que
retornarían de nuevo al suelo si se dejara a las plantas morir en el mismo lugar donde crecieron. Generalmente, se recoge
la parte superior de las plantas y se lleva a centros especializados para su incineración. A veces, es necesaria la
eliminación total de las raíces, por ser en esta zona donde se acumula el contaminante a eliminar. En estos casos, la
técnica puede resultar prohibitivamente cara. El que se dé uno u otro caso depende del contaminante a eliminar y de la
especie elegida para su acumulación. En la actualidad, ninguna especie es capaz, por sí sola y en una única cosecha, de
eliminar completamente el contaminante del suelo afectado, sino que serían necesarias varias cosechas sucesivas para
devolver al suelo sus condiciones originales.
Se espera que en un futuro cada vez más cercano, y gracias a las especies hiperacumuladoras transgénicas, estos
problemas se puedan solucionar, desarrollando variedades artificiales a medida, que sean más tolerantes al
contaminante, posean mayor eficacia absorbente, resistan al clima de la región que se desee descontaminar y acumulen
el contaminante en las hojas y partes superiores de la planta, de forma que sea más fácil de recolectar. Por último, sería
deseable que su cosecha se pudiera automatizar fácilmente y que el metal fuera recuperado para ser reciclado y obtener
así un beneficio económico adicional.
La Fitorremediación es una ciencia floreciente, con un presente asombroso y un futuro muy prometedor.