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Bautismo 1

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Nombre: Julien Etienne

El Sacramento del Bautismo

Introducción
Cristo resucitado ordenó a sus discípulos que predicaran y bautizaran a todos los pueblos
como señal de unidad de la ley de Dios. En la vida cristiana el bautismo es el fundamento, es la
puerta que se abre en el caminar cristiano. Nos guía a una vida espiritual, es el principio y base
de todos los sacramentos.
En las Sagradas Escrituras podemos observar que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista,
dando Él, el ejemplo y siendo el precursor de este importante sacramento (Mt. 3,13). Siendo el
bautismo la puerta a los sacramentos, es importante tener en cuenta que se debe formar una
conciencia del porqué y para qué nos ayuda, en nuestro caminar cristiano, además se debe
conocer desde una perspectiva teológica pero principalmente debe ser vivencial, para que este
sea el primer encuentro con Dios. El fortalecimiento del bautismo se debe hacer desde la raíz, de
quienes predican y llevan la misión de formar, fomentar y crear un espíritu Cristo céntrico, los
sacerdotes y catequistas son portadores de este don maravilloso, son los primeros que deben
tener una formación integral, concisa y eficiente, porque ellos son quienes siembran la semilla y
la cuidan para tener fruto abundante.
En la actualidad la formación pre-bautismal, no se toma como un compromiso cristiano,
por parte de muchos laicos, es simplemente para llenar un requisito, sin saber que el sacramento
tiene una base teológica y vivencial, la cual es el camino a la fe. El análisis de la realidad sobre
causas que provocan una pérdida de valor a este sacramento debe ser fundamentado, pues de esta
manera podemos descubrir los retos a los que estamos llamados. Uno de los fines importantes es
contribuir a nuevos cambios, mejorar la formación para enfrentar los desafíos y fortalecer las
comunidades.
Que se logre encaminar a una verdadera pastoral que promueva una autentica iniciación
cristiana asumida personal y libremente, revalorizando este sacramento para quedeje huella
dentro de los fieles, haya nuevos encuentros con Dios desde la experiencia de este sacramento,
para que pueda ser compartida y vivida de una manera más testimonial.

Desarrollo

Definición
Empezamos definiendo lo que es un sacramento y como sabemos que un sacramento es un
signo sensible de la gracia santificante. Signo que significa una señal, algo visible, porque somos
seres humanos Dios se adapta al hombre. También, se destaca que todos los sacramentos tienen
al menos dos características, una materia, que el signo material y una forma que es las palabras o
fórmula que utiliza el sacerdote para la transformación del símbolo en lo que significa. Entonces,
se pude decir que eso es lo maravilloso de nuestra fe, que creemos verdaderamente que a través
de esa señal Dios obra en nuestra alma. Los sacramentos son un milagro diario que sigue
realizando la Iglesia, esposa de Cristo.

Ahora pasamos directamente a lo que es nuestro tema, el bautismo, si nos preguntamos,


¿qué es el bautismo? Podemos encontrar varias respuestas, por ejemplo: Dios, al crear al hombre,
le concedió el don de la gracia santificante, elevándolo a la dignidad de hijo suyo y heredero del
cielo. Al pecar Adán y Eva se rompió la amistad del hombre con Dios, perdiendo el alma la vida
de la gracia. A partir de ese momento, todos los hombres con la sola excepción de la
Bienaventurada Virgen María nacemos con el alma manchada por el pecado original. La
misericordia de Dios, sin embargo, es infinita: compadecido de nuestra triste situación, envió a
su Hijo a la tierra para rescatarnos del pecado, devolvernos la amistad perdida y la vida de la
gracia, haciéndonos nuevamente dignos de entrar en la gloria del cielo. Todo esto nos lo concede
a través del sacramento del bautismo: Con El, hemos sido sepultados por el bautismo, para
participar en su muerte, de modo que, así como El resucitó de entre los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros vivamos una nueva vida'' (Rom. 6, 4). El bautismo es el sacramento
por el cual el hombre nace a la vida espiritual, mediante la ablución del agua y la invocación de
la Santísima Trinidad.
Nominalmente, la palabra bautizar, del griego “baptizein”, significa “sumergir” o
“introducir dentro del agua”. Esta inmersión simboliza (CIC 1214) “el acto de sepultar al
catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él”. Este sacramento
también es llamado “baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo”, así como
“iluminación” porque el bautizado se convierte en “hijo de la luz”. San Gregorio Nacianceno
decía que el Bautismo es un “Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque
es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque
es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente;
vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el
signo de la soberanía de Dios”.
Es decir que el Bautismo es el primer sacramento es la puerta a la vida cristiana. En el
Bautismo nos moldeamos a Cristo, es decir, adoptamos su modelo para identificarnos con El. En
el Bautismo nosotros compartimos la muerte y resurrección de Cristo. Significa que en el
bautismo nos sumergen en agua o el agua es vertida en nuestra cabeza que esta representa la
muerte y cuando salimos de agua representa la resurrección. Entonces el Bautismo significa que
compartimos la muerte y resurrección de Cristo, entonces algo sucede en nosotros, pues en el
Bautismo Dios está obrando en nuestra alma. El viejo pecador muere (el pecado original) y una
nueva creación surge a una nueva vida.
El sacramento del Bautismo es el nuevo nacimiento por el agua y la palabra, y somos
revestidos de la Gracia. El agua del bautismo es una realidad simbólica que habla de una “nueva
creación, de una nueva vida o de un hombre nuevo” 1, que se refiere a la idea de morir a la
existencia alejada de Dios, para renacer a una vida vinculada esencialmente a Jesucristo y a la
comunidad de fe que es la Iglesia. La palabra sacramento dentro del catolicismo, significa la
Gracia que nos da Dios para vivir en su Reino, es por ello por lo que cada persona a través de sus
Padres y Padrinos inicia su vida cristiana con el Bautismo. Es el momento para unirse como
familia y encontrar las oraciones en el bautizo, que los acompañarán siempre. Los católicos
reconocemos que nuestra vida eterna de salvación va acompañada de haber recibido el Bautismo.
Entre los sacramentos, ocupa el primer lugar porque es el fundamento de toda la vida
cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros
sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios,
llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su
misión (Catecismo, n. 1213).
San Pablo lo denomina baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo (Tit. 3, 5),
San León Magno compara la regeneración del bautismo con el seno virginal de María, Santo
Tomás, asemejando la vida espiritual con la vida corporal, ve en el bautismo el nacimiento a la
vida sobrenatural. San Agustín de Hippona, define que los sacramentos son “Signos externos y
visibles de una gracia interna y espíritu”. En el caso cristiano, la palabra sacramento concentró la
atención en el agua del bautismo, en el pan y en el vino de la Eucaristía. Estos diferentes matices
entre misterio y sacramento explican en parte el carácter diferenciado de la teología sacramental
y occidental.

El Catecismo básico para adultos hace también referencia de los sacramentos,


mencionando que ellos son la presencia de Dios, que con ellos nosotros nos encontramos con
Jesús en la iglesia diciendo p.301 “Los sacramentos son el encuentro de Dios, con él hombre de
Jesucristo encuentro del hombre Dios en Jesucristo. Ese encuentro pide tanto la presencia de
Dios como la del hombre. Es un encuentro del amor de Dios con el amor del hombre, es un
encuentro interpersonal profundo es una alianza. Este documento reafirma que la fe y los
sacramento son inseparables, y pone ejemplos de ellos haciendo la siguiente pregunta
“¿Recuerdan que pedía Jesús a los enfermos antes de curarlos? Y luego realiza una explicación
de ellos diciendo. Sin fe, Jesús no hacia milagros, idealmente para recibir la gracia de los
sacramentos necesita la fe. Celebrar bien los sacramentos es comprometerse con los hermanos, la
celebración sincera y plena debe conducir a la caridad a la acción misionera y al testimonio. Así
nos hablaron los obispos de América Latina reunidos en Medellín (1968) y continúan
haciéndolo: “En la hora presente de América Latina, como en todos los tiempos, la celebración
litúrgica corona y comparte un compromiso con la realidad humana, con el desarrollo y la
promoción” (Medellín, Liturgia, 4).

El sacramento del bautismo según el Concilio Vaticano II

1
Eliade, “Lo sagrado y lo profano”, 97
El concilio Vaticano II en el documento Constitución Sacrosantum Concilium número 67.
Menciona una reforma del rito bautismal de los adultos, y también de los niños donde dice:
“Revísese el rito del bautismo de los niños y adáptese realmente a su condición y póngase de
manifiesto en el mismo rito la participación y las obligaciones de los padres y padrinos”.
Menciona también que los bautismos numerosos deben ser adaptados a juicio del ordinario del
lugar, o puede realizarse también por un diácono cuando alguien esté en peligro de muerte y no
pueda estar cerca un sacerdote. El Concilio Vaticano nos invita a reforzar estos acontecimientos,
creando ideas nuevas e invitando a que como fieles cristianos nos comprometamos a ser
responsables del compromiso que adquirimos al recibir este sacramento. Y como cristianos
conscientes construyamos juntos el camino que Jesucristo nos invita a seguir. Que reforcemos el
compromiso de aquellos que se han olvidado de lo que verdaderamente significa este
sacramento.

En la Sagrada Escritura también se prueba que el bautismo es uno de los sacramentos instituidos
por Jesucristo:
En el Nuevo Testamento aparecen testimonios tanto de las notas esenciales del sacramento
como de su institución por Jesucristo: el mismo Señor explica a Nicodemo la esencia y la
necesidad de recibir el bautismo: En verdad te digo que quien no naciere del agua y del Espíritu
no puede entrar en el reino de los cielos (Jn. 3, 3-5), Jesucristo da a sus discípulos el encargo de
administrar el bautismo, ordena a sus Apóstoles que bauticen a todas las gentes: Me ha sido dado
todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a
toda creatura. El que creyere y se bautizare, se salvar '' (Mc. 16, 15-16), los Apóstoles, después
de haber recibido la fuerza del Espíritu Santo, comenzaron a bautizar.
En el Antiguo Testamento aparecen ya figuras del bautismo, es decir, hechos o palabras
que, de un modo velado, anuncian aquella realidad que de modo pleno se verificar en los siglos
venideros. Son figuras del bautismo, según la doctrina de los Apóstoles y de los Padres, la
circuncisión, el paso del Mar Rojo, el Diluvio Universal. Además, el bautismo que confería San
Juan Bautista antes del inicio de la vida pública de Jesucristo fue una preparación inmediata para
el bautismo que Cristo instituiría. El bautismo de Juan, sin embargo, no confería la gracia, tan
sólo disponía a ella moviendo a la penitencia. Sobre el momento de institución, Santo Tomás de
Aquino explica que Jesucristo instituyó el sacramento del bautismo precisamente cuando fue
bautizado por Juan, al ser entonces santificada el agua y haber recibido la fuerza santificante. La
obligación de recibirlo la estableció después de su muerte.

Efectos del bautismo


Los efectos del bautismo son cuatro: la justificación, la gracia sacramental, la impresión
del carácter en el alma y la remisión de las penas.
1) La justificación consiste, según su faceta negativa, en la remisión de los pecados y, según
su faceta positiva, en la santificación y renovación interior del hombre (Catecismo, n.
1989).
No son dos efectos, sino uno solo, pues la gracia santificante se infunde de modo
inmediato al desaparecer el pecado, estas dos realidades no pueden coexistir y, además,
no hay una tercera posibilidad: el alma o está en pecado o está en gracia.
Así pues, al recibirse con las debidas disposiciones, el bautismo consigue: la remisión del
pecado original y en los adultos la remisión de todos los pecados personales, sean
mortales o veniales. La santificación interna, por la infusión de la gracia santificante, con
la cual siempre se reciben también las virtudes teologales fe, esperanza y caridad, las
demás virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo. Puede decirse que Dios toma
posesión del alma y dirige el movimiento de todo el organismo sobrenatural, que está ya
en condiciones de obtener frutos de vida eterna. Estos dos efectos se resumen, por
ejemplo, en el texto de la Sagrada Escritura que dice: Bautizaos en el nombre de
Jesucristo para remisión de vuestros pecados (perdón de los pecados), y recibiréis el don
del Espíritu Santo (santificación interior) (Hechos 2, 38).

2) La gracia sacramental: Esta gracia supone un derecho especial a recibir los auxilios
espirituales que sean necesarios para vivir cristianamente, como hijo de Dios en la
Iglesia, hasta alcanzar la salvación. Con ella, el cristianismo es capaz de vivir dignamente
su ‘nueva existencia’, pues ha renacido, cual nueva criatura, semejante a Cristo que murió
y resucitó, según las palabras del Apóstol.
3) El carácter bautismal: El bautismo recibido válidamente imprime en el alma una marca
espiritual indeleble, el carácter bautismal, y por eso este sacramento no se puede repetir
(Catecismo, n. 1121). El carácter sacramental realiza una semejanza con Jesucristo que,
en el caso del bautismo, implica:
a. La incorporación del bautizado al Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia. El
bautizado pasa a formar parte de la comunidad de todos los fieles, que constituyen el
Cuerpo Místico de Cristo, cuya cabeza es el mismo Señor. De la unidad del Cuerpo
Místico de Cristo -uno e indivisible- se sigue que todo aquel que recibe válidamente el
bautismo se convierte en miembro de la Iglesia una, santa, católica y apostólica, fundada
por Nuestro Señor Jesucristo.
b. La participación en el sacerdocio de Cristo, esto es, el derecho y la obligación de
continuar la misión salvadora y sacerdotal del Redentor. Por el carácter, el cristiano es
mediador entre Dios y los hombres: eleva hasta Dios las cosas del mundo y da a los
hombres las cosas de Dios. Esta participación es doble: 1o. Activa: santificando las
realidades temporales y ejerciendo el apostolado. Así lo resume el Decreto sobre el
apostolado de los seglares (Decreto Apostolicam actuositatem, del Conc. Vaticano II), en
el n. 2: la vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación al apostolado. ‘Por su
misma naturaleza’ supone el hecho único y exclusivo de la recepción bautismal. Ver
también, Const. Lumen gentium, nn. 31 y 33. 2o. Pasiva: facultad para recibir los demás
sacramentos.
4) Remisión de las penas debidas por los pecados: Es verdad de fe, que el bautismo produce
la remisión de todas las penas debidas por el pecado. Se supone, naturalmente, que, en
caso de recibirlo un adulto, debe aborrecer internamente todos sus pecados, incluso los
veniales. Por esto, San Agustín enseña que el bautizado que partiera de esta vida
inmediatamente después de recibir el sacramento, entraría directamente en el cielo.

Necesidad de recibir el bautismo


El bautismo es absolutamente necesario para salvarse, de acuerdo con las palabras del
Señor: "El que creyere y se bautizare, se salvará" (Mc. 16, 16).
La razón teológica es clara, sin la incorporación a Cristo, la cual se produce en el bautismo
nadie puede salvarse, ya que Cristo es el único camino de vida eterna, sólo Él es el Salvador de
los hombres (Jn. 14, 9; Hechos 4, 12.) Sin embargo, este medio necesario para la salvación puede
ser suplido en casos extraordinarios, cuando sin culpa propia no se puede recibir el bautismo de
agua, por el martirio (llamado también bautismo de sangre), y por la contrición o caridad
perfecta (llamada también bautismo de deseo) para quienes tienen uso de razón.

El sujeto del bautismo


Es capaz de recibir el bautismo todo ser humano no bautizado, y sólo él" (CIC, 864). Los
sujetos incapaces son sólo los ya bautizados o los muertos. En duda si la persona vive, se
administra bajo condición: Si vives, yo te bautizo... "Cuando hay duda sobre si alguien fue
bautizado, o si el bautismo fue administrado válidamente, y la duda persiste luego de cuidadosa
investigación, se ha de bautizar bajo condición: Si no estás bautizado, yo te bautizo...
Para estudiar las condiciones que han de reunir los que se bautizan, distinguiremos al
sujeto adulto del que no ha llegado al uso de razón.
1o. Los adultos: Para quienes han llegado al uso de razón es necesaria la intención de
recibir el bautismo, de manera que el bautizado sin voluntad de recibir el sacramento, ni lícita, ni
válidamente es bautizado:
Que el sujeto tenga fe. Las verdades de fe en las que al menos debe creer, son: la existencia
de Dios, que Dios es remunerador, la Encarnación del Verbo, y la Santísima Trinidad. Ha de
preceder al bautismo, por tanto, la instrucción suficiente sobre estas verdades; ya después de
bautizado habría de ser instruido en las demás.
Que esté arrepentido de sus pecados, como hemos dicho, la gracia en este caso, la que
recibe el bautizado es incompatible con el pecado.
2o. Los niños: Es válido y lícito el bautismo de los niños que aún no llegan al uso de razón.
Según la doctrina católica, la fe actual del niño puede faltar, pues no es ella la causante de la
eficacia sacramental como afirman los protestantes sino sólo un acto dispositivo. La fe en acto es
sustituida por la fe de la Iglesia. Santo Tomás de Aquino prueba que no sólo es lícito y válido
bautizar a los niños, sino que además: es necesario bautizarlos, ya que nacen con la grave mácula
del pecado original, que sólo el bautismo puede curar. Es conveniente porque, como la gracia se
produce ex opere operato, ya desde esa tierna edad son poseedores de los bienes sobrenaturales y
reciben la constante actuación benéfica del Espíritu Santo en sus almas.

Los padrinos del bautismo


Padrinos son las personas designadas por los padres del niño -o por el bautizado, si es
adulto, para hacer en su nombre la profesión de fe, y que procuran que después lleve una vida
cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones de este (CIC, c. 872).
Muchas personas afirman que el compromiso de los padrinos es muy poco, no se cumple
con lo que se tiene que hacer, que es velar por la formación de los niños. Para algunos padrinos
significa únicamente acompañarlos a la pila bautismal y nada más, se olvida y no se toma en
serio el sacramento, algunas veces se busca a los padrinos solo por amistad, y con el pasar del
tiempo, hay algunos que olvidan que se han comprometido como padrinos.
No se puede decir que todos los padrinos actúan de esa manera, existen padrinos que cumplen
con sus obligaciones, brindando un buen ejemplo y ayudando en la formación de los pequeños
que han recibido este sacramento, y apoyando en las necesidades, que en algunos momentos él
pase.

Conclusión
Para concluir, se puede decir que el bautismo un compromiso para con la comunidad y
unidad de la familia, porque muchas personas afirman que el bautismo hace que todos sean una
sola comunidad, compromete a ser más unidos, a tener una unión profunda con Dios y
especialmente del niño con Dios. Se debe ser ejemplo de la buena relación con Dios, siendo luz
en la familia, lo cual dará como resultado que sea verdadera parte del cuerpo de Cristo. No basta
solo bautizar sino enseñar a los niños con el ejemplo y la palabra, para qué en un futuro sean
anunciadores de este encuentro con Dios, que crezca la comunidad de fe, siendo servidores
dentro ella.
El bautismo conlleva un compromiso cristiano especialmente para los padres y padrinos
que con conciencia encaminan a sus hijos a recibir este sacramento. Los documentos de la iglesia
afirman que al recibir este sacramento tan importante,surge la tarea de poder seguir el camino
que Jesús enseñó tanto en el ámbito personal como social. El sacramento del bautismo debe ser
dado a los pequeños tomando en cuenta el compromiso de los padres, que han sido fortalecidos
en su fedesde la catequesis, pues ellos se sienten atraídos por Cristo, y quieren compartir con sus
hijos esta gracia. Sin catequesis específica la fe no puede nutrirse, crecer y dar frutos, y de la
misma manera debe ser acogida por los padres y padrinos para poder encaminar a los pequeños
en el crecimiento de su fe.

Bibliografía
 Bíblica de Jerusalén. Biblia de Jerusalén. Bilbao: Desclée de Brouwer, 2009.
 Catecismo de la Iglesia Católica. (1993).
 Concilio Vaticano II (Documentos Completos) Novena. Ed. Colombia.
 Medellín-conclusiones. Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.
Guatemala
 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Aparecida, Brasil,
Mayo( 2007) .
 Eliade, Mircea. “Lo sagrado y lo profano”. Guadarrama/Punto Omega, https://antropo
recursos.files.wordpress.com/2009/03/eliade-m-1957-lo-sagrado-y-lo-profano.

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