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SC 1036

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Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia


SENTENCIA CONSTITUCIONAL 1036/2002-R
Sucre, 29 de agosto de 2002
Expediente:    2002-04752-09-RAC
Distrito:          Santa Cruz     
III.       FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

Que, en base a los presupuestos señalados, corresponde, a la luz de la legislación


vigente, establecer si las lesiones al debido proceso invocadas por los recurrentes
son reales y dignas de la protección que brinda el art. 19 constitucional; lo que
determina la necesidad de precisar, en primer término, los siguientes aspectos con
relevancia procesal-constitucional:

III.1. Determinación de la tendencia político criminal del Código de


procedimiento  penal vigente.  La política criminal de un Estado se halla
articulada, fundamentalmente, en los códigos: penal, procesal penal y de
ejecución penal; los que en su conjunto conforman el sistema penal de un país. 
Por la pertinencia del caso, corresponde ahora, a los efectos interpretativos,
desentrañar la tendencia político-criminal que subyace en la Ley 1970.

En este cometido, conviene recordar que en el transcurso del desarrollo cultural de


la humanidad,  se han conformado, de manera básica,  dos tendencias para la
aplicación concreta de la ley penal sustantiva.  La diferencia entre ambas radica
esencialmente en los fines que se persiguen. Así, la primera tendencia se
preocupa en lograr la mayor eficacia en la aplicación de la norma penal sustantiva,
como medida político-criminal de lucha contra la delincuencia o, lo que es lo
mismo, persigue que se materialice la coerción penal estatal con la  mayor
efectividad posible. Este modelo prioriza la eficacia de la acción penal estatal en
desmedro del resguardo de los derechos y garantías individuales. Esta tendencia
guarda compatibilidad con el llamado sistema  inquisitivo.

La segunda tendencia, en sentido inverso, busca prioritariamente  dotar al proceso


penal de un sistema de garantías en resguardo de los derechos individuales,
impidiendo con ello el uso arbitrario o desmedido de la coerción penal. Esta
tendencia  caracteriza al llamado proceso acusatorio.

De lo expresado, resulta predecible  que la aplicación pura de cualquiera de las


dos tendencias, conduce a resultados previsiblemente insatisfactorios. Así, un
modelo procesal penal que persiga la eficacia de la aplicación efectiva de la
coerción penal en sacrificio de los derechos y garantías que resguardan la libertad
y dignidad humana, sólo es concebible en un Estado autoritario. Del mismo modo,
un modelo procesal de puras garantías convertiría a los preceptos penales en
meras conminaciones abstractas sin posibilidad real de aplicación concreta, dado
que la hipertrofia de las garantías neutralizaría la eficacia razonable que todo
modelo procesal debe tener. De ahí que la tesis que propugna el equilibrio entre la
búsqueda de la eficiencia y la salvaguarda de los derechos y garantías, se
constituye en la síntesis que busca cumplir eficazmente las tareas de defensa
social, sin abdicar del resguardo de los derechos y garantías del imputado; bajo
esta concepción político-criminal han sido configurados los  más recientes códigos
procesales de nuestro entorno (República Dominicana: 1984, Costa Rica: 1996,
Paraguay: 1998 y Bolivia: 1999, entre otros).

III.2 Inicio del proceso.  Duración y extinción de la Etapa Preparatoria. Para


resolver la problemática planteada por los recurrentes sobre la supuesta lesión al
derecho a la defensa, por haber deducido el Fiscal la imputación formal de manera
casi coetánea a la acusación, en el momento en que -según su criterio- la Etapa
Preparatoria estaba extinguida; conviene precisar previamente cuál es la
estructura del Código de procedimiento penal boliviano y a partir de ahí, 
determinar cuándo se inicia el proceso y,  por tanto,  cuándo se extingue la Etapa
Preparatoria.
El proceso consiste en una progresiva y continuada secuencia de actos.  Así, el
Código procesal vigente, al igual que sus similares aludidos, con diversos matices
configuran el procedimiento ordinario del juicio penal en tres partes, a saber: 1) La
Etapa Preparatoria;  2) La Etapa Intermedia y 3) El juicio propiamente dicho (oral y
público). A su vez, cada Etapa está integrada por subetapas o fases claramente
marcadas, cumpliendo cada una de ellas una finalidad específica dentro de la
genérica que todas ellas tienen en su conjunto. Así, la Etapa Preparatoria, que es
la que nos interesa analizar por su pertinencia, se halla integrada por tres fases: 1)
Actos iniciales; 2) Desarrollo de la etapa preparatoria y, 3) Conclusión de la etapa
preparatoria.
1)   La primera fase, es decir, los actos iniciales  o de la investigación preliminar,
(art. 284 y siguientes CPP), comienza con la denuncia, querella o con la  noticia
fehaciente que reciben las autoridades llamadas por ley (Policía-Fiscalía),  sobre
la comisión de un delito.
2)   La segunda fase, esto es, el desarrollo de la etapa preparatoria, empieza
con la imputación formal (art. 301.1 y 302 CPP), y representa el inicio del
proceso penal.  Los supuestos 2), 3) y 4), que acoge el art. 301 no hacen al
desarrollo de la Etapa Preparatoria, pues son opciones alternativas a la imputación
formal.
3)   La tercera fase se denomina conclusión de la etapa preparatoria, y está
constituida por los "actos conclusivos", entre los cuales se encuentra la
presentación de la acusación por el fiscal al juez o presidente del Tribunal (art. 323
CPP).
De lo anterior se extrae que, aunque la ley no lo diga claramente, el proceso
penal se inicia con la imputación formal, a partir de la cual corre el término de los
seis meses de duración de la Etapa Preparatoria establecida  por el párrafo
primero del art. 134 CPP, cuando textualmente dice:  "La etapa preparatoria
deberá finalizar en el plazo máximo de seis meses de iniciado el proceso".

Queda claro que, razones de "técnica legislativa" no permitieron que esto quedara
explícitamente establecido, sino de manera implícita. Corroboran este
entendimiento los siguientes elementos de juicio con relevancia interpretativa:

1) Los Códigos procesales de los países del entorno,  entre ellos el de la


República del Paraguay, que sirvió como fuente de consulta para la configuración
del nuestro, establece que el proceso se inicia con la imputación formal. En efecto,
los artículos 301 y 303, que se transcriben por su importancia interpretativa,  lo
confirman:
"Art. 301. Requerimiento fiscal.  Recibidas las diligencias de la intervención
policial o realizadas las primeras investigaciones y según el curso de la misma, el
fiscal formulará su requerimiento ante el juez penal  o el juez de paz, según el
caso.
Podrá solicitar:
1)   la desestimación de la denuncia, querella o de las actuaciones policiales en
las condiciones del artículo 305 de este código;
2)   la aplicación de criterios de oportunidad que permitan prescindir de la
persecución penal cuando se den los supuestos previstos en el artículo 19 de este
código;
3)   la suspensión condicional del procedimiento, conforme a los presupuestos del
artículo 21 de este código;
4)   la realización de un procedimiento abreviado, según lo dispuesto en el artículo
420 de este código;
5)   se lleve a cabo una audiencia de conciliación, en los términos del artículo 311
de este código; y
6)   la notificación del acta de imputación"
 "Art. 303. Notificación.  El juez penal al tomar conocimiento del acta de
imputación, tendrá por iniciado el procedimiento, realizando los registros
pertinentes, notificando la misma a la víctima y al imputado.  En la notificación el
juez indicará además la fecha exacta en la que el fiscal deberá presentar su
acusación, dentro del plazo máximo previsto para la etapa preparatoria; 
considerando un plazo prudencial en base a la naturaleza del hecho.
Se dispondrá copia de la misma al fiscal interviniente a los efectos de su
notificación."
Así, con el Acta de imputación (imputación formal en nuestra legislación) se inicia
el proceso, al igual que en nuestro sistema procesal (art. 302 CPP);  un
entendimiento contrario conduciría al absurdo de pensar que la imputación formal,
en el marco del código, sólo sería exigible cuando el fiscal solicita al juez medidas
cautelares (art. 233-303 CPP); extremo que no es compatible con una
interpretación contextualizada (sistemática) de la ley procesal en análisis.
Consecuentemente,  dado el carácter público del proceso, el cómputo de los seis
meses previstos por el art. 134 CPP para el desarrollo de la Etapa Preparatoria, 
empieza a partir  de que el Juez cautelar pone en conocimiento del encausado la
imputación formal, siendo éste el actuado jurisdiccional que marca el inicio del
proceso penal, y a partir de ahí, se tiene un término máximo de seis meses para
presentar la acusación,  ampliable únicamente  en el supuesto establecido por el 
segundo párrafo del art. 134 CPP; sin que esto quiera decir que la extinción opere
ipso facto, como lo ha entendido la jurisprudencia de este  Tribunal Constitucional
en las SSCC 764/2002-R y 895/2002-R; pues deben desarrollarse las
formalidades establecidas por el mismo artículo 134 CPP.
2) Sostener, como erróneamente lo hacen los recurrentes,  en sentido de que el
inicio del proceso comienza con la denuncia,  supondría fisonomizar al  Código
procesal vigente como propio de un modelo procesal de puras garantías, con
escasas posibilidades reales de aplicación de la ley sustantiva; lo que de un lado,
como se precisó líneas arriba,  resultaría incompatible con el sistema procesal
moderno, imperante en el mundo contemporáneo y, de otro lado, dada la
ineficacia previsible, el mismo no sería capaz de proteger de manera real los
bienes jurídicos lesionados por las diversas acciones delictivas concretas, lo que 
provocaría que la misión de defensa de la sociedad que la Constitución le
encomienda al Ministerio Público (Título Cuarto, Capítulo I, Parte Segunda CPE),
sea una mera declaración formal, sin posibilidades de realización material.
Sin embargo, debe precisarse que este entendimiento interpretativo no significa
que nuestro sistema procesal se aparte del mandato de  justicia pronta y efectiva
que contiene el art. 116.X  Constitucional; por cuanto el plazo de tres años (art.
133 CPP) en el que deben finalizar los juicios, no se amplía con este razonamiento
interpretativo; lo que no ocurre con la legislación comparada, en la que, en
resguardo de la eficacia, es posible ampliar el término de los seis meses.  Así, en
el paraguayo por ejemplo, que es el más afín al nuestro,  se establecen cláusulas
de resguardo de la eficiencia. En efecto, el art. 324 del Código procesal penal
del Paraguay instituye,  al igual que el  nuestro, una duración máxima de la Etapa
Preparatoria de seis meses de iniciado el procedimiento;  sin embargo, los arts.
325 y 326 del aludido código paraguayo prevén dos prórrogas:  1) La prórroga
ordinaria, que es aplicable para toda clase de delitos, la cual la confiere el juez a
pedido fundado del fiscal; 2) La prórroga extraordinaria, que es concedida de
manera excepcional para casos complejos.  En cambio el nuestro, únicamente
establece una ampliación de la Etapa Preparatoria  para delitos cometidos por
organizaciones criminales, y ningún otro resguardo más.
III.3  Oportunidad de la presentación de la Imputación formal.  Si bien el
Código de Procedimiento Penal no establece de manera explícita el plazo en que
la imputación formal  debe ser presentada por el fiscal; del contenido del art.
300, 301 y 302 CPP, se entiende que la misma debe emitirse a la conclusión de
los actos iniciales de investigación, cuando, obviamente, existan indicios
suficientes sobre la existencia del hecho y la participación del imputado; sin
embargo, del contenido del art. 301.2 CPP, en el que se concede al Fiscal la
facultad de "Ordenar la complementación de la diligencias policiales, fijando un
plazo para el efecto", se extrae que, en el sentido de la ley, al fiscal no le es
exigible presentar la misma en la generalidad de los casos en el momento
señalado; sino sólo en aquellos supuestos en los que existen indicios suficientes.
Esto no significa, sin embargo, que el fiscal carezca en absoluto de plazo para
presentar la imputación formal; pues, tal entendimiento no guardaría sujeción al
mandato constitucional de celeridad procesal consagrado por el art. 116.X CPE,
de lo que se extrae que el fiscal  está impelido a presentar la imputación formal en
un plazo que debe ser fijado por el juez, atendiendo la complejidad del asunto, en
los casos en que el fiscal no lo haga en un plazo razonable;  plazo que en ninguna
circunstancia, puede exceder al establecido por el art. 134  CPP, para la
conclusión de la Etapa Preparatoria.
III.4. Que, de otro lado, debe tenerse presente que, conforme a los principios de
igualdad (art. 12 CPP), el Fiscal no puede emitir acusación de manera simultánea
a la imputación formal o próxima a ésta, sino que debe existir un lapso de tiempo
razonable entre la imputación formal y la acusación, que posibilite al imputado
ejercer ampliamente su derecho a la defensa.  Dicho término debe ser fijado por el
Juez cautelar, y puede ser ampliado, en su caso, a petición de las partes, pero 
nunca más allá del límite de tiempo fijado para la Etapa Preparatoria.
III.5. De lo precedentemente analizado, se tiene lo siguiente:
III.5.1. El Fiscal recurrido al haber dictado acusación a los  cinco días de haber
deducido la imputación formal, ha colocado a los recurrentes en real estado de
indefensión;  lo que hace que sea de aplicación la garantía que brinda el art.19
constitucional como medio eficaz para reparar la actividad procesal defectuosa
aludida (Art. 169.inc. 3).
III.5.2. En cuanto a la actuación del Juez Cautelar demandado, de obrados se
evidencia que éste, no obstante haber tomado conocimiento de las investigaciones
iniciadas hace más de un año, no ejerció adecuadamente el control jurisdiccional
que le manda la  ley en resguardo del debido proceso; pues, en ejercicio de tales
atribuciones debió disponer que el Fiscal presente  la imputación formal dentro
de un término razonable, al no haberlo hecho así, y más bien tardíamente
conminar al Fiscal de Distrito para la presentación de la acusación, ha
determinado que los recurrentes se encuentren en estado de indefensión;
ocasionando, además, retardación de justicia, no querida ni  admitida por  el orden
constitucional (art. 116.X).
III.5.3 En cuanto a la actuación del Fiscal de Distrito, no se evidencia acto ilegal
alguno; pues su participación se limitó a cumplir con lo establecido por el art. 134
CPP, conminando al Fiscal de Materia a observar la norma citada, situación que
determina la improcedencia del recurso con relación a su persona.
III.5.4. En cuanto a la supuesta falta de notificación con la ampliación de la
querella y la omisión del fiscal recurrido de informar al Juez Cautelar sobre las
investigaciones preliminares iniciadas, estas debieron ser impugnadas
oportunamente ante el Juez Cautelar, ahora también recurrido, para que éste
ejerza el control jurisdiccional que le otorga el art. 279 CPP y, en su caso, ordenar
la subsanación de los mismos;  no pudiendo ser analizados a través del presente
recurso, dada su naturaleza subsididaria.
En consecuencia, el Tribunal de amparo al haber declarado improcedente el
recurso, no ha efectuado una correcta interpretación de los alcances del art. 19 de
la Constitución Política del Estado (CPE) y las normas aludidas precedentemente.
POR TANTO

El Tribunal Constitucional, en virtud de la jurisdicción que ejerce por mandato de


los arts. 19.IV y 120.7ª CPE y los arts. 7.8ª y 102.V LTC, resuelve:

1.   APROBAR la Resolución revisada en cuanto a la IMPROCEDENCIA del


recurso con relación al Fiscal de Distrito,
2.   REVOCARLA y declarar PROCEDENTE  el recurso, con relación al Fiscal de
Materia y al Juez Cautelar, y
3.   DISPONER la nulidad de obrados hasta la acusación presentada por el
Fiscal de Materia  inclusive (fs. 39 del expediente de amparo); debiendo en su
caso el Juez cautelar, resguardando el principio de igualdad y el derecho a la
defensa irrestricto, disponer -si la defensa lo requiere justificadamente-  continuar
con el desarrollo de la Etapa Preparatoria, hasta su término máximo, computado a
partir de la imputación formal.
Regístrese, devuélvase y publíquese en la Gaceta Constitucional.

No firma el Magistrado Dr.  José Antonio Rivera Santivañez por encontrarse con
licencia.

Fdo. Dr. René Baldivieso Guzmán

PRESIDENTE

Fdo. Dr. Willman Ruperto Durán Ribera

DECANO

Fdo. Dra. Elizabeth Iñiguez de Salinas


MAGISTRADA

Fdo. Dr. Felipe Tredinnick Abasto

MAGISTRADO

 La presente sentencia fue extraída de la página


web https://tcpbolivia.bo/tcp/, Tribunal Constitucional Plurinacional de
Bolivia. No obstante, se hicieron mejoras en el tamaño de letra y espacios, que no
modifican el contenido de la resolución.
 Se resaltó con amarillo, el precedente que pertenece a esta sentencia; y
con naranja y verde los precedentes que pertenecen a otras sentencias.

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Sucre, Bolivia
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