Pensamiento Débil
Pensamiento Débil
Pensamiento Débil
POSMODERNIDAD 7
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JORGE
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JOSÉ LUIS
Conclusión (¿?):
Todo lo anterior nos lleva a afirmar que la «Postmodernidad» no es una
moda o conducta, sino un modo de pensar, una cosmovisión, una
reacción filosófica y cultural ante el pensamiento moderno, una propuesta
ideológica para el tercer milenio, en fin, es una lógica cultural que, como
el mismo término de postmodernidad nos lo sugiere, se relaciona con la
decadencia o extinción del paradigma moderno y del desvanecimiento de
la antigua frontera entre la cultura de élite y la llamada cultura comercial o
de masas donde lo que encanta es un paisaje degradado, feo, de realities
televisivos banales y sórdidos, de cultura en folletines de peluquería,
bibliotecas de supermercado y sabores cool y light, café si cafeína,
tabaco sin nicótica y leche sin lactosa, entre otros.
“Frente a una lógica férrea y unívoca, el pensamiento débil es una
necesidad de dar libre curso a la interpretación; frente a una política
monolítica y vertical del partido, necesidad de apoyar los movimientos
sociales transversales; frente a la soberbia de la vanguardia artística,
recuperación, recuperación de un arte popular y plural; frente a una
Europa egocéntrica, una visión mundial de las culturas”
Gianni Vattimo
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JOSÉ LUIS
Frente a un mundo egocéntrico, una visión mundial de
pluralismo e inclusión cultural. Apreciación de una mente
que sospecha.
Para él (para Vattimo) el pensamiento fuerte es el de los
vencedores, el de los que quieren mantener el orden
establecido, mientras que el “pensamiento débil
únicamente puede ser el de los débiles, sin duda no el de
las clases dominantes, que siempre han obrado para
mantener y no poner en cuestión el orden establecido del
mundo”.
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JORGE
NOSOTROS, NUESTRA SOSPECHOSA POSMODERNIDAD, Y SUS EFECTOS EN
NUESTRA “POSMODERNA” SOCIEDAD.
Al tratar de ubicarnos dentro de aspectos conceptuales como los planteados por el
filósofo y pensador en cuestión, se hace necesario, (recurrente si se quiere) dar
nuevamente un breve repaso, un vistazo a nuestro reciente (y no tan reciente)
acontecer histórico para tratar de entender nuestro devenir en la sociedad que somos:
nuestra identidad-no identidad; la intolerancia frente a posturas ideológicas y
concepciones diferentes; opuestos y diferentes gustos y preferencias; es decir,
rechazar, juzgar y condenar a quien piensa diferente o no concibe la vida y las cosas
como nosotros lo hacemos. Esto nos condujo desde el momento en que quisimos
obtener nuestra independencia del poder imperial y colonial al que nos hallábamos
sujetos (independencia que, por otra parte, nunca hemos logrado), a enfrascarnos en
una interminable y al parecer eterna sucesión de guerras civiles que nos han mantenido
inmersos en esa violencia que parece, tampoco tendrá fin. “Pequeñas” guerras (la
muerte y la violencia nunca serán pequeñas) es decir locales y regionales; muchas
(más de cuarenta) y cuatro guerras grandes, o sea a nivel nacional, que derivaron al
final del siglo XIX y principios del XX en la conocida como “guerra de los mil días” cuyo
final condujo a un mentiroso periodo de paz, con un solo partido en el gobierno, pero
cargado de tensiones y odios políticos que estallaron en otra serie de violencias y
guerras intestinas que seguimos padeciendo, enmarcada por el narcotráfico, dueño del
Estado, la sociedad y la política, que mueve inimaginables cantidades de dinero que
corrompieron y acabaron con cualquier rastro y vestigio de ética y moral que pudieran
haber sobrevivido a la ya endémica corrupción que parece formar pare de nuestro8 ADN.
JOSÉ LUIS
Una mente que sospecha debe preguntarse entonces, si nuestros líderes y
gobernantes a lo largo de nuestra borrascosa y atormentada vida
republicana, con todas las barbaridades y atropellos a los que nos han
sometido como país y como nación alegando actuar “por el bien de la
patria”, han tenido dentro de sus codiciosas y egocéntricas mentes un
interés diferente al propio. Al yo. Si les ha importado por un instante siquiera
esa patria a la que dicen amar. ¿Pensamiento fuerte? ¿Se habrán detenido
por un momento a pensar si sus actuaciones se corresponden con los
principios dentro de los que aseguran haber sido formados? Esos valores
que la modernidad dejó, y que poco a poco, ante la embestida de la
posmodernidad, con todo lo negativo y lo positivo (¿?) fue demoliendo para
dar paso a lo que ahora vemos y vivimos. Sin duda, en ellos ha prevalecido
el pensamiento débil; nunca pensaron en el bien común.
Estadistas…incapaces de trazar y mantener una política de Estado, pues lo
que unos han querido en algún momento de lucidez y sentido común
proponer y lograr, previos sobornos y comisiones otorgadas a un
Parlamento que compite en corrupción y deshonestidad con el mandatario
de tuno, lograr que sus integrantes lo aprueben, otros, al siguiente turno, por
odio político, o porque va en contra de su “patriotismo”, lo revocan o
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simplemente lo ignoran, o violentan la constitución para modificarlo.
JORGE:
Para ellos no existe la noción de “pensamiento fuerte”. Para ellos no existen
la totalidad ni la unidad, pues no les sirven. Esa corrupta clase que nos ha
sometido a su dictadura disfrazada de democracia durante más de
doscientos años convirtió al estado en una oxidada y vetusta maquinaria
que solo funciona y acelera su paquidérmico paso cuando está
debidamente aceitada por la corrupción y el pillaje del que la han hecho
objeto. Han convertido en políticas de Estado el no tener políticas de
Estado, fiel reflejo de lo que es nuestra identidad – no identidad o, mejor
dicho, lo que nos define: ausencia total de ella. Pensamiento débil también
el nuestro como Nación y Sociedad débil, tolerante, sumisa y pusilánime
que ha permitido que esas clases dominantes nos hayan aplastado desde
nuestros inicios como República, pues se lo hemos permitido; no en vano
se dice que cada pueblo tiene los gobernantes que merece.
NUESTRA SOSPECHOSA POSMODERNIDAD, Y NUESTRO
COMPROBADO PENSAMIENTO DÉBIL.
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DESPEDIDA:
JOSÉ LUIS
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