Excesiva Onerosidad de La Prestacion
Excesiva Onerosidad de La Prestacion
Excesiva Onerosidad de La Prestacion
EXCESIVA ONEROSIDAD
DE LA PRESTACIÓN
¿Por qué tratamos ahora este tema?
El coronavirus (covid-19) es un hecho extraordinario que azota despiadadamente
al Perú y al mundo entero, superando ampliamente a la crisis financiera del 2008,
generando una profunda alteración de las circunstancias existentes al tiempo de la
celebración de los contratos que ahora se encuentran en curso de ejecución, sin que las
partes contratantes hayan estado en condiciones de prever su llegada.
Por el colapso de la actividad económica que ha generado, un elevadísimo
porcentaje de deudores o no pueden pagar sus deudas o no están en condiciones de
ejecutarlas en los términos acordados, razón por la que recurren desesperados a los
abogados, en búsqueda de una solución jurídica.
El primer caso de la pandemia del coronavirus se presentó en Lima el 6.3.2020.
El estado de emergencia por esta pandemia fue decretado el domingo 15.3.2020,
seguido de una cuarentena que inició lunes 16.3.2020. Últimamente se ha ampliado este
estado hasta el 30.6.2020. Las fronteras están cerradas, también la mayoría de
establecimientos comerciales; está prohibido el transporte interprovincial en todas sus
modalidades; la actividad económica está prácticamente paralizada; se ha reiniciado una
reactivación económica limitada, en su mayoría mediante servicios de delivery que
reduce los ingresos al 20% de los que tenían los empresarios antes de la pandemia.
La pandemia, en unos casos, ha generado la imposibilidad del cumplimiento de
la obligación, que puede ser temporal o definitiva, y, en otros, ha convertido a la
prestación en excesivamente onerosa. De esta nos vamos a ocupar en este trabajo.
Pensemos en un arrendatario de un local de negocio pequeño, mediano o grande
(restaurant, hotel, fábrica industrial, comercial, colegio y un largo etcétera) que, como
consecuencia del covid-19, de un momento a otro, ve arruinada su actividad comercial,
sin clientes que puedan adquirir los bienes y servicios que expendía, pero que, sin
embargo, debe pagar altos alquileres pactados en un momento de bonanza económica,
no obstante que el local se encuentra ahora con las puertas cerradas. Posteriormente se
autorizará la apertura de estos establecimientos pero con atención al público limitada,
debiendo cumplir protocolos costos para evitar la propagación de la pandemia.
La institución de la excesiva onerosidad de la prestación estaba en el Código sin
aplicación alguna. Ahora, es la institución de primerísima importancia, para resolver la
gran cantidad de problemas contractuales generados por el covid-19.
Pongamos un ejemplo de la realidad quitándole solamente los nombres:
El 25.6.2019, la empresa A arrienda un Hotel de su propiedad a B. Se facultó a
la arrendataria para realizar actividades hoteleras de alojamiento temporal, servicio de
restaurante, comedor, taberna-bar, buffettes, catering y bebidas, agencia de viajes, y en
general todo tipo de actividades turísticas, arrendamiento de ambientes para la
realización de eventos de carácter académico, profesional, empresarial o de negocios,
así como el arrendamiento de las áreas destinadas a restaurante, casino y tragamonedas.
El plazo del contrato es de 10 años contados a partir del 1.7.2019.
La renta mensual acordada es de US$20,000.00 mensuales por los primeros 5
años, y a partir del sexto año es de US$22,000.00. La arrendataria entregó a la
arrendadora en calidad de depósito en garantía la suma de US$300,000.00, que los
OMAR
obtuvo mediante un crédito bancario. Además pagó a la arrendadora US$ 30,000 por
derecho de llave.
El 1.7.2019, bajo esas condiciones, la arrendataria puso en funcionamiento el
hotel. La ocupación del hotel en los primeros meses fue del 34% y a fines del 2019 se
incrementó al 69%, lo que le permitía el pago puntual de la renta. En febrero del 2020 el
establecimiento se convirtió en una de las empresas hoteleras más importantes de la
zona.
El 15.3.2020, ante la pandemia del COVID 19, el gobierno peruano emitió el
Decreto Supremo N° 44-2020-PCM, que declaró el Estado de Emergencia Nacional por
15 días y, consecuentemente, el Aislamiento Social Obligatorio, suspendiéndose todas
las actividades económicas, salvo aquellas consideradas como esenciales. Esta situación
se prorrogó por sucesivos decretos supremos, el último de ellos extendió el estado de
emergencia hasta el 30.6.2020. No sabemos qué ocurrirá llegada esta fecha.
Como consecuencia de estas medidas el hotel se quedó con tres huéspedes.
Las medidas dictadas por el gobierno constituyen un caso fortuito o fuerza
mayor que impiden el cumplimiento del pago de la merced conductiva por la
arrendataria. El art. 1315 prescribe:
“Caso fortuito o fuerza mayor es la causa no imputable, consistente en un evento
extraordinario, imprevisible e irresistible, que impide la ejecución de la obligación
o determina su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso”.
Doctrinariamente se diferencia entre el caso fortuito y la fuerza mayor: el caso
fortuito se refiere a los hechos de la naturaleza y la fuerza mayor a los hechos del
hombre; b) el caso fortuito entraña un acontecimiento imprevisible y la fuerza mayor
encierra uno irresistible; c) el caso fortuito es lo objetivo del hecho extraordinario y la
fuerza mayor constituye el lado subjetivo de la imposibilidad de prever o evitar el
hecho; d) el caso fortuito es un obstáculo menor que el otro, consistente en la
1
imposibilidad absoluta emanada de la irresistibilidad .
El art. 1315 utiliza estas palabras como sinónimas. El caso fortuito o fuerza mayor
es el hecho no imputable al deudor, que impide la ejecución de la obligación o
determina su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso. Para que un hecho constituya
caso fortuito o fuerza mayor se requiere: que sea extraordinario, imprevisible e
irresistible, como es el caso del covid-19 y las consiguientes medidas dictada por el
gobierno.
Mientras no entre en funcionamiento el hotel la arrendataria está imposibilitada de
pagar la renta. No es responsable por la falta de cumplimiento. La causa del
incumplimiento es el caso fortuito o fuerza mayor y no la conducta de la arrendataria. El
caso fortuito o fuerza mayor rompe el nexo de causalidad entre la conducta del deudor y
el daño sufrido por el acreedor.
La imposibilidad de la prestación por caso fortuito o fuerza mayor puede ser
permanente o transitoria. La primera extingue la obligación, la transitoria solamente
libera de la indemnización moratoria, pero no libera al deudor de ejecutar la prestación
una vez desaparecido el obstáculo y que el contrato se reajuste conforme a las nuevas
circunstancia, por cuanto la prestación de la arrendataria ha devenido excesivamente
onerosa.
En adelante nos ocupamos solamente de la excesiva onerosidad de la prestación.
1
BOFFI BOGGERO, Luis María, Tratado de las obligaciones, T. 2, Astrea, Buenos Aires, 1986, p. 229.
OMAR
I. GENERALIDADES
Uno de los principios fundamentales del Derecho contractual es el denominado
pacta sun servanda, conforme al cual, el contrato liga a las partes y debe cumplirse
fielmente, en sus propios términos (art. 1361), puntualmente, sin excusas ni dilaciones.
Así como la ley contiene normas generales que pueden se impuestas incluso
coactivamente si no son acatadas espontáneamente, así también los contratos contienen
normas particulares que ligan a las partes y sus herederos, las que de no ser acatadas
pueden ser impuestas haciendo uso de la fuerza coercitiva del Estado.
Como todo en Derecho, el principio pacta sunt servanda consagrado en el art. 1361
que establece que "los contratos son obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos"
no es absoluto, no se puede aplicar cuando provoca efectos perniciosos (summum ius,
summa iniuria: excesivo derecho, excesiva injusticia), por ello presenta excepciones,
una de ellas es la cláusula rebus sic stantibus (excesiva onerosidad de la prestación,
teoría de la imprevisión, presuposición), según la cual, si en un contrato conmutativo de
ejecución diferida, continuada o periódica, se alteran profundamente las circunstancias
existentes al tiempo de la celebración del contrato como consecuencia de
acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, ajenos a la voluntad de las partes, que
tornan a una de las prestaciones en excesivamente onerosa, procede la readecuación de
los términos contractuales a fin de que cese la excesiva onerosidad o, si ello no es
posible, se resuelva el contrato.
En otros términos, los contratos se ejecutan pacta sunt servanda siempre que rebus
sic stantibus, es decir, las obligaciones contractuales deben cumplirse fielmente, en
tanto y en cuanto las circunstancias que rodearon la estipulación contractual
permanezcan en el momento de la ejecución, pero si en este momento tales
circunstancias se han modificado profundamente por hechos que escaparon a la habitual
y prudente previsibilidad de los contratantes (como la caída de lluvias torrenciales en
Lima, donde nunca llueve; una de devaluación traumática de la moneda, una pandemia
como el Covid-19, erupciones volcánicas, etc.) tornando a una de las prestaciones en
excesivamente onerosa, procede, en aplicación de la teoría de la excesiva onerosidad de
la prestación, demandar judicialmente para que se restablezca el equilibrio de las
prestaciones o, si ello no es posible, que se resuelva el contrato.
El Código civil regula dos instituciones jurídicas: la excesiva onerosidad de la
prestación (arts. 1440 y ss. del CC) y la lesión (arts. 1447 y ss. del CC), como
instrumentos que permiten revisar el contrato oneroso y conmutativo por el excesivo
desequilibrio en el momento de perfeccionarse el contrato, en el caso de la lesión, o
sobreviniente, tratándose de la excesiva onerosidad.
El juez con el fin de restablecer el equilibrio entre las prestaciones, tratándose de la
lesión, analizará el contrato para determinar el grado de desequilibrio coetáneo de las
prestaciones, el obrar antijurídico del lesionante que se ha aprovechado del estado de
inferioridad del lesionado. En el caso de la excesiva onerosidad examinará el
desequilibrio sobreviniente por efecto del acaecimiento de un hecho extraordinario e
imprevisible, ajeno a la voluntad de las partes. De las diferencias de comportamiento de
las partes en el momento de celebrar el contrato y del desequilibrio coetáneo
sobreviniente, se desprende una distinta naturaleza y finalidad de la acción: reajuste de
las prestaciones o rescisión del contrato, en el caso de la lesión; y reajuste de las
prestaciones o resolución del contrato, tratándose de la excesiva onerosidad.
OMAR
II. TERMINOLOGÍA
A la teoría de la excesiva onerosidad se le conoce también con las denominaciones
siguientes: cláusula rebus sic stantibus, denominación que se mantiene desde los
glosadores y posglosadores. Francia adoptó el nombre de imprevisión. HAURIOU lo llama
“riesgo imprevisible”. En Alemania, WINDSCHEID lo denomina presuposición. Un gran
sector de la doctrina lo conoce como teoría de la imprevisión, v. gr., la doctrina y
jurisprudencia argentina. Algunos autores italianos lo llaman sobreveniencia
2
contractual . Nuestro Código Civil lo regula bajo el título: “Excesiva onerosidad de la
prestación” (arts. 1440 y ss.), denominación que es utilizada, también, por la mayoría de
3
autores italianos .
De las varias denominaciones, tres son las más comunes: cláusula rebus sic
stantibus, teoría de la imprevisión y excesiva onerosidad de la prestación. Con ellas se
significa que en los contratos de ejecución continuada, periódica o diferida, la
sobrevenida excesiva onerosidad de la prestación de una de las partes, que dependa de
la verificación de sucesos extraordinarios e imprevisibles, legitima a la parte
perjudicada para solicitar al juez que restablezca el equilibrio original de las
prestaciones y, si ello no fuera posible, que decida la resolución del contrato. En este
trabajo utilizaremos indistintamente estas tres expresiones.
III. ORIGEN
La teoría de la imprevisión tiene sus primeras manifestaciones en el Derecho
romano. AFRICANO decía: Tacite enim esse haec conventio stipulation videtur si in
2
OSTI, G., “Revisione critica della teoria sull’impossibilità della prestazione”, en Rivista di Diritto
civile, Padua, 1918, p. 212; OSILIA, P., “La sopravvenienza contrattuale”, en Rivista di Diritto
Commerciale, I, Padua, 1924, p. 313; BARBERO, Doménico, Sistema del derecho privado, trad. de
Santiago Sentís Melendo, Ejea, Buenos Aires, 1967, t. I,
p. 661.
3
DE MARTINI, A., “Eccessiva onerosità da eventi di carattere generale”, en su L’eccessiva onerosità
nell’esecuzione dei contratti, Giuffrè, Milán, 1950, pp. 61 y ss.; BOSELLI, A., La risoluzione del
contratto per eccessiva onerosità, UTET, Turín, 1952, p. 139; PINO, A., L’eccessiva onerosità
della prestazione, Cedam, Padua, 1952, p. 176; TARTAGLIA, P., Eccessiva onerosità ed appalto,
Giuffrè, Milán, 1983; TERRANOVA, C. G., “L’eccessiva onerosità nei contratti”, en SCHLESINGER, P.
(dir.), Il Codice Civile. Commentario, Giuffrè, Milán, 1995, p. 130; GAMBINO, A., “Eccessiva
onerosità della prestazione e superamento dell’alea normale del contrato”, en Rivista di Diritto
Commerciale, I, Padua, 1960, pp. 428 y ss.
MARIO
eadem causa maneat (parece que este acuerdo tiene una estipulación tácita si permanece
la misma causa). Séneca expresó: “Para tener que cumplir lo prometido, todo debe
permanecer en el mismo estado de cosas que existía cuando se formó la promesa”.
Después encontró su brillante formulación en el Derecho canónico: contractus qui
tractum successivum habent vel dependentiam de futuro rebus sic stantibus intelliguntur
et aliquo novo non emergentibus (los contratos que tienen tracto sucesivo o dependencia
en el futuro deben entenderse estando así las cosas y no por la aparición de algo nuevo).
En el s. XVI, ALCIATUS dijo que el principio standum est chartae, encontraba una
excepción “cuando sobreviene un acontecimiento imprevisto y que las partes no han
podido prever su eventualidad”.
La Iglesia católica, por medio de GRACIANO, SANTO TOMÁS D E AQUINO, BARTOLOMEO
BRESCIA, estableció que “los contratos de tracto sucesivo o dependiente del futuro se
4
entienden obligatorios, mientras las cosas así sigan siendo” . Los tribunales eclesiásticos
medievales utilizaron la teoría de la imprevisión por considerar que la ejecución de un
contrato que entrañe una notoria injusticia para una de las partes era contraria a la moral
cristiana.
La cláusula rebus sic stantibus (rebus, las cosas; sic, así; stantibus, estando,
permaneciendo: permaneciendo así las cosas), en los siglos XVI y XVII se extendió por
Italia y Alemania; fue recogida en el Código bávaro de 1756, el prusiano de 1794 y el
austriaco de 1812, pero luego fue rechazada por la doctrina iusnaturalista, hasta que,
como consecuencia de las dos guerras mundiales, recobró vigencia en las codificaciones
modernas.
Son casos de aplicación de esta teoría, por ejemplo, los siguientes: la donación
hecha por persona que no tenía hijos queda invalidada de pleno derecho si resulta vivo
el hijo del donante que reputaba muerto (art. 1634 del CC); el deudor pierde el derecho
a utilizar el plazo cuando resulta insolvente después de contraída la obligación, o
cuando no otorga la garantías a que se hubiese obligado, o cuando las garantías
otorgadas desaparecen (art. 181 del CC); si el comodante necesita con urgencia
imprevista el bien o acredita que existe peligro de deterioro o pérdida si continúa en
poder del comodatario, puede solicitar su devolución antes de cumplido el plazo o de
haber servido para el uso (art. 1736). Sin embargo, la cláusula rebus sic stantibus o
teoría de la imprevisión se ha aplicado y se aplica con naturalidad a los contratos
conmutativos en los cuales media un plazo entre el perfeccionamiento y el momento del
cumplimiento, lapso en el que una de las prestaciones llega a ser excesivamente onerosa
por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, lo que autoriza la revisión o la
resolución del contrato.
Los contratantes regulan sus intereses, adquiriendo derechos y asumiendo
obligaciones, de acuerdo a las circunstancias vigentes al momento de la celebración del
contrato, pero de seguro no habrían contratado en esos términos si hubieran podido
prever un cambio radical de tales circunstancias que vulneren groseramente la
equivalencia de las prestaciones por ellos fijadas.
La justicia conmutativa no permite exigir el cumplimiento literal de un contrato
cuando circunstancias fuera de lo común, por lo mismo imprevisibles, rompen el
equilibrio original de las prestaciones, porque ello significaría convertir a la justicia más
4
FLAH, Lily R. y Miriam SMAYEVSKY, Teoría de la imprevisión, Depalma, Buenos Aires, 1989, p. 5.
MARIO
estricta en la peor de las injusticias, lo que impone que el derecho moderno establezca
que los contratos obligan rebus sic stantibus.
IV. FUNDAMENTO
Para fundamentar la procedencia de la excesiva onerosidad de la prestación, hay
quienes parten de la voluntad presunta de los contratantes, otros se apoyan en la base
del negocio jurídico, otros argumentan la buena fe y la equidad, y no faltan quienes se
apoyan en la teoría del abuso del derecho.
1. Teoría de la presuposición o voluntad presunta
Los canonistas de la Edad Media y los post glosadores consideraron que la cláusula
rebus sic stantibus está implícita en todo contrato. Esta cláusula, que es la excepción a
la regla pacta sun servanda, permite la revisión del contrato cuando se alteran de modo
extraordinario las circunstancias existentes en el momento de su celebración. Las partes
subordinan los efectos del contrato a que subsistan las circunstancias que rodearon su
celebración, pero sin llegar a constituir una condición.
5
WINDSCHEID expone la teoría de la presuposición (voraussetzung) diciendo que los
contratantes solo incluyen en el contrato las condiciones que pueden generar discusión,
pero omiten consignar otras que se consideran presupuestas por derivarse de la
naturaleza de las circunstancias en que se actúa, por ejemplo, la equivalencia de las
prestaciones en los contratos bilaterales (contratos con prestaciones recíprocas). Tanto
las circunstancias incluidas expresamente en el contrato como las que se dan por
presupuestas reflejan la voluntad común de las partes. De otro lado, si los contratantes
hubieran pensado en circunstancias imprevisibles, v. gr., una inflación traumática de la
moneda, las habrían incluido en el contrato como causal de disolución. Una alteración
profunda de las circunstancias que transforme lo que las partes han tenido por
permanente, tornando excesivamente onerosa una de las prestaciones, requiere un
6
remedio que evite una flagrante injusticia .
7
Como dice CATAUDELLA , la presuposición tiene que ver con las circunstancias cuya
permanencia u ocurrencia son tenidas en cuenta por las partes, las mismas que si son
modificadas pueden tornar ineficaz al contrato si inciden perturbando su función
concreta.
Esto sucede cuando, en los contratos con prestaciones correspectivas, la
circunstancia presupuesta ha influido de manera decisiva en la fijación de los términos
del intercambio.
Caso clásico es el arrendamiento a precio elevado de un balcón para asistir a una
ceremonia que luego no tiene lugar (ejemplo de OERTMANN).
En los contratos con prestaciones recíprocas, la medida del intercambio se deja a la
libre determinación de las partes, quienes la fijan teniendo en cuenta una multiplicidad
5
WINDSCHEID, Bernard, Diritto delle Pandette, trad. Al italiano de Carlo Fadda y Paolo Emilio Benza,
UTET, Turín, 1925, pp. 60 y ss.
6
BUSSO, Eduardo B., “La doctrina de la imprevisión”, en La Ley, t. 156, Buenos Aires, p. 1166;
ALTERINI, ATILIO ANÍBAL; Oscar José AMEAL y Roberto LÓPEZ CABANA, Derecho de obligaciones civiles y
comerciales, 4.ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993, p. 371.
7
CATAUDELLA, I contratti, cit., p. 205.
MARIO
de factores, aunque subjetivos.
El ordenamiento no interfiere en dicha determinación, a menos que se vea
perturbada por factores que afecten hasta el punto de hacer que no sea confiable y
eliminar, en concreto, la idoneidad del contrato para llevar a cabo su función de
intercambio.
Esto también sucede cuando las partes han fundado su apreciación concordemente,
a los fines de establecer la medida del intercambio, bajo el supuesto de que resulta ser
inexistente o no realizado.
En este caso, la negativa del ordenamiento de vincular al contrato los efectos
específicos del intercambio encuentra su razón de ser en la concreta idoneidad del
contrato para realizar una función de intercambio.
Si, por otro lado, la circunstancia presupuesta que es determinante para el acuerdo
de uno de los contratantes y conocida por el otro, pero si no afecta de manera decisiva el
alcance del intercambio, la inexistencia o la falta de materialización de la misma no
parece perturbar la función concreta del contrato. Piénsese en el caso de quien adquiere
un anillo o se hace confeccionar un vestido a justo precio, en la perspectiva, conocida
por la otra parte, de un matrimonio que luego va rio arriba.
Agrega CATAUDELLA, que el ámbito de la presuposición está necesariamente
delimitado en el Código Civil italiano que contiene una disciplina dictada para la
sobreveniencia (sopravvenienza, art. 1467): si las partes han supuesto la permanencia de
la situación existente en el momento de la conclusión del contrato, la modificación de
dicha situación adquiere relevancia, dando lugar a la resolución por excesiva onerosidad
sobrevenida, si depende de eventos extraordinarios e imprevisibles que tornen en
excesivamente onerosa una de las prestaciones. La jurisprudencia italiana reconoce
8
relevancia a la presuposición .
8
Cass., 05.08.1997.
9
Véase OERTMANN, Paul, Introducción al derecho civil, Labor, Barcelona, 1933.
10
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Carlos, “Estudio preliminar” a LARENZ, Karl, Base del negocio jurídico y cumplimiento
de los contratos, trad. de Carlos Fernández Rodríguez, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid,
1956, p. XVII.
MARIO
11
LARENZ, Base del negocio jurídico y cumplimiento de los contratos, cit., p. 97.
LADY
el supuesto de no existir tal certidumbre, otro contratante —de acuerdo con la finalidad
del contrato— hubiera aceptado la imposición de la condición, o hubiera tenido que
12
acceder a ella procediendo de buena fe .
12
ALTERINI/AMEAL/LÓPEZ CABANA, Derecho de obligaciones civiles y comerciales, cit.,
p. 372.
13
Código civil peruano de 1852, en vez de la expresión “buena fe” utilizaba la de “equidad”: Art. 1257.
Los contratos son obligatorios, no solo en cuanto se haya expresado en ellos, sino también en lo que sea
de equidad o de ley, según su naturaleza.
LADY
de la excesiva onerosidad de la prestación. Así, el art. 1198 del derogado Código Civil
argentino establecía que el deudor que está en mora no puede solicitar la resolución del
14
contrato por excesiva onerosidad de la prestación. ALTERINI refiere que si el vendedor
de un inmueble a precio pagadero en cuotas es afectado por una súbita hiperinflación, y
no está en situación de argüir la doctrina de la imprevisión por haber caído en mora, no
obstante que el envilecimiento del precio ha convertido la compraventa en una
donación, sí puede invocar la doctrina del ejercicio abusivo del derecho, puesto que la
jurisprudencia argentina, ha establecido que el abuso del derecho paraliza los efectos del
acto desviado, por tanto, “no es admisible que el comprador pretenda escriturar el
inmueble por un precio que no representa sino una porción mínima del valor de aquel”.
La figura del abuso del derecho es distinta de la excesiva onerosidad de la
prestación. Cuando el sujeto actúa excediéndose de los límites de los derechos que le
reconoce o confiere el ordenamiento jurídico, provocando una situación de desarmonía
social, una situación de injusticia, cae en el ejercicio u omisión abusivos de tales
15
derechos , por ejemplo, si A vendió a B una casa por el precio de US$1'000,000.oo
pagaderos a plazos; el comprador ha pagado 990 mil dólares y se atrasa en el pago del
saldo de 10 mil dólares; si el Vendedor, en vez de demandar el pago del saldo de 10 mil
dólares demanda la resolución del contrato de compraventa, está incurriendo en un
ejercicio abusivo de su derecho de resolución. En cambio la sobrevenida excesiva
onerosidad de la prestación se produce por una alteración extraordinaria de las
circunstancias existentes al tiempo de la celebración del contrato con obligaciones
pendientes de ejecución, las cuales sobrevienes en excesivamente onerosa como
consecuencia de un hecho extraordinario es imprevisible. Los elementos de la teoría de
la imprevisión son distintos del ejercicio abusivo de un derecho.
V. LEGISLACIÓN COMPARADA
Como se indicó líneas arriba, el principio rebus sic stantibus o teoría de la
imprevisión fue recogido en el Código bávaro de 1756, el prusiano de 1794 y el
austriaco de 1812.
16
Por otro lado, los Códigos Civiles francés, español y alemán no recogen la
cláusula rebus sic stantibus.
Sin embargo, la jurisprudencia alemana se ocupó de ella durante la primera guerra
mundial y la inflación que a ella siguió. El Tribunal Supremo del Reich consideró que el
obligado se libera de su obligación si después de la guerra la prestación resulta, según su
contenido o significación económica, distinta de la que las partes habían convenido;
casos en los que el mantenimiento de la obligación de realizar la prestación no puede
conciliarse “con la consideración de la buena fe y de los usos del tráfico impuesta por
los artículos 157 y 242 del Código Civil alemán”. En estos argumentos se fundamenta
14
ALTERINI/AMEAL/LÓPEZ CABANA, Derecho de obligaciones civiles y comerciales, cit.,
p. 375.
15
El Código alemán considera que hay abuso cuando un derecho se ejercita con el único fin de dañar:
Art. 226. El ejercicio de un derecho es ilícito si solo puede tener por finalidad causar daño a otro.
16
A nivel autonómico es reconocida por la Compilación de Derecho Civil Foral de Navarra- Ley 493-
“Cuando se trate de obligaciones de largo plazo o tracto sucesivo, y durante el tiempo de cumplimiento
se altere fundamental y gravemente el contenido económico de la obligación o la proporcionalidad
entre las prestaciones, por haber sobrevenido circunstancias imprevistas que hagan
extraordinariamente oneroso el cumplimiento para una de las partes, podrá ésta solicitar la revisión
judicial para que se modifique la obligación en términos de equidad o se declare su resolución”.
LADY
una sentencia de 1920: “el demandado se había obligado en abril de 1915 a entregar al
demandante un automóvil a ser posible inmediatamente después de la paz. El
demandado se opuso a la pretensión de cumplimiento, alegando que “no podía serle
exigido el cumplimiento del contrato en las antiguas condiciones por haber variado de
modo absoluto las circunstancias económicas decisivas para la ejecución del contrato”.
En casos como este, el Tribunal del Reich abrió el camino a consideraciones de equidad
y a introducir en la jurisprudencia puntos de vista ajenos al contrato, como el de la ruina
17
económica del deudor o que se coloque a este al borde de la ruina económica” .
En el s. XIX rigió el principio de la soberanía de la voluntad privada con los únicos
límites del orden público y las buenas costumbres. Este principio fue consagrado en el
art. 1134 del Código de Napoleón que estableció que el contrato es ley entre las partes.
Este Código ejerció influencia en todos los códigos dictados en el s. XIX, incluido el
Código peruano de 1852; el Código de 1936 fue influenciado directamente por el
Código alemán del 1900. Ya en el mismo s. XIX aparecieron las escuelas sociales y
socialistas que hicieron prevalecer los intereses colectivos sobre los individuales, o, en
todo caso, un equilibrio entre ambos intereses.
A principios del s. XX, con los contratos por adhesión, surge la necesidad de la
intervención del Estado para la fijación de tarifas y condiciones contractuales en
beneficio del consumidor. El contrato de trabajo es el Estado el que fija la condiciones
esenciales (retribuciones mínimas, largas jornadas de trabajo, plazos para el aviso de
despedida, seguridad social etc.). Se reduce considerablemente la libertad contractual.
El dirigismo estatal comienza a extenderse a la contratación civil y comercial.
No solamente existen los contratos de ejecución instantánea de las prestaciones,
sino también los contratos con prestaciones diferidas, continuadas y periódicas.
La mayoría de las legislaciones posteriores a las guerras mundiales tipifican la
teoría de la excesiva onerosidad de la prestación. Estas guerras alteraron profundamente
las circunstancias en las que se había celebrados los contratos con prestaciones cuya
ejecución duraba en el tiempo, debido a una exagerada devaluación de las monedas y a
la elevación, también exagerada, de los precios, de modo que el fiel cumplimiento de
los contratos generaba intolerables injusticias, lo que determinó la intervención del
legislador para evitarlas, modificando los contratos en curso de ejecución ("leyes de
circunstancias": congelación de precios, de arriendos, rescisión de contratos en curso de
ejecución). Son razones de equidad, de orden público, de interés social las que obligan
al legislador a modificar contratos en curso. Como no existían leyes de circunstancias
que permitan la revisión de todos los contratos, se comenzó a recurrir al viejo concepto
rebus sic stantibus sepultado por el Código francés, para evitar las injusticias surgidas
como consecuencias de las modificaciones profundas de las circunstancias en las cuales
se celebró el contrato.
El Código suizo de las obligaciones consagra la cláusula rebus sic stantibus
limitándola al contrato de obra. Dispone el artículo 373, II, OR: “No obstante, si las
circunstancias extraordinarias, imprevisibles o excluidas por las presuposiciones
admitidas por ambas partes, impiden o dificultan excesivamente la terminación de la
obra, podrá el juez autorizar a su arbitrio la elevación del precio o la resolución del
contrato”. El artículo 2 del Código suizo declara que cada uno ha de actuar en el
17
LARENZ, Base del negocio jurídico y cumplimiento de los contratos, cit., pp. 100 y ss.
LADY
ejercicio de sus derechos y en el cumplimiento de sus obligaciones conforme a la buena
fe.
El Código polaco de las obligaciones de 1935 establece: Artículo 269: “Cuando
por consecuencia de sucesos excepcionales tales como guerra, epidemia, pérdida total
de cosechas y otros cataclismos naturales, la ejecución de la prestación chocaría con
dificultades excesivas o amenazaría a una de las partes con una pérdida exorbitante que
las partes no han podido prever desde la conclusión del contrato, el Tribunal puede, si lo
juzga necesario, según los principios de la buena fe y después de haber tomado en
consideración los intereses de las dos partes, fijar el modo de ejecución, el modo de la
prestación y aun pronunciar la resolución de la convención”.
El Código Civil italiano de 1942 es el que lo regula con la mayor precisión y
claridad estableciendo: Artículo 1467 (Contrato con prestaciones recíprocas): “En los
contratos de ejecución continuada o periódica o de ejecución diferida, si la prestación de
una de las partes hubiera llegado a ser excesivamente onerosa por acontecimientos
extraordinarios e imprevisibles, la parte que deba tal prestación podrá demandar la
18
resolución del contrato, con los efectos establecidos en el artículo 1458 . La resolución
no podrá ser demandada si la onerosidad sobrevenida entra en el álea normal del
contrato. La parte contra quien se hubiere demandado la resolución podrá evitarla
ofreciendo modificar equitativamente las condiciones del contrato”. Artículo 1468
(Contratos con obligaciones de una sola de las partes): “En la hipótesis prevista por el
artículo precedente, si se trata de un contrato en el que una sola de las partes hubiese
asumido obligaciones, esta podrá pedir una reducción de su prestación o bien una
modificación en las modalidades de ejecución, suficientes para reducirlas a la equidad”.
Artículo 1469 (Contrato aleatorio): “Las normas de los artículos precedentes no se
aplican a los contratos aleatorios por su naturaleza o por voluntad de las partes.
El nuevo Código Civil y Comercial argentino establece: Artículo 1091
(Imprevisión): “Si en un contrato conmutativo de ejecución diferida o permanente, la
prestación a cargo de una de las partes se torna excesivamente onerosa, por una
alteración extraordinaria de las circunstancias existentes al tiempo de su celebración,
sobrevenida por causas ajenas a las partes y al riesgo asumido por la que es afectada,
esta tiene derecho a plantear extrajudicialmente, o pedir ante un juez, por acción o como
excepción, la resolución total o parcial del contrato, o su adecuación. Igual regla se
aplica al tercero a quien le han sido conferidos derechos, o asignadas obligaciones,
resultantes del contrato; y al contrato aleatorio si la prestación se torna excesivamente
onerosa por causas extrañas a su álea propia.
El Código Civil griego de 1946 permite la revisión del contrato por devenir la
prestación en desmesuradamente onerosa a fin de reducirla convenientemente o resolver
el contrato: Artículo 388: “Si las circunstancias en las cuales, teniendo en cuenta la
buena fe y los usos admitidos en los negocios, las partes se han basado principalmente
para la conclusión de un contrato sinalagmático, son variadas posteriormente por
18
Código Civil italiano. Artículo 1458 (Efectos de la resolución): “La resolución del contrato por
incumplimiento tiene efecto retroactivo entre las partes, salvo el caso de contratos de ejecución
continuada o periódica, respecto de los cuales el efecto de la resolución no se extiende a las
prestaciones ya efectuadas. La resolución, aunque se hubiese pactado expresamente, no perjudica los
derechos adquiridos por los terceros, salvo los efectos de la transcripción de la demanda de
resolución”.
VALERIA
razones extraordinarias que no pudieron ser previstas y que por razón de una variación,
la prestación del deudor, en atención a la contraprestación, deviene desmesuradamente
onerosa, el tribunal puede, si lo demanda el deudor, reducirla, según su apreciación, a la
medida conveniente, o también decidir la resolución de todo el contrato o de parte aún
no ejecutada. Pronunciada la resolución del contrato, se extinguen las obligaciones de
cumplir las prestaciones pendientes y las partes contratantes quedan recíprocamente
obligadas a restituir las prestaciones recibidas, siguiendo las disposiciones relativas al
enriquecimiento sin causa”.
El Código Civil del Paraguay regula la resolución del contrato por sobrevenida
onerosidad de la prestación: Artículo 672: “En los contratos de ejecución diferida, si
sobrevinieren circunstancias imprevisibles y extraordinarias que hicieren la prestación
excesivamente onerosa, el deudor podrá pedir la resolución de los efectos del contrato
pendientes de cumplimiento. La resolución no procederá cuando la onerosidad
sobrevenida estuviera dentro del álea normal del contrato, o si el deudor fuere culpable.
El demandado podrá evitar la resolución del contrato ofreciendo su modificación
equitativa. Si el contrato fuere unilateral, el deudor podrá demandar la reducción de la
prestación o la modificación equitativa de la manera de ejecutarlo”.
El Código de Comercio de Colombia prescribe: Artículo 868: “Cuando
circunstancias extraordinarias, imprevistas o imprevisibles, posteriores a la celebración
de un contrato de ejecución sucesiva, periódica o diferida, alteren o agraven la
prestación de futuro cumplimiento a cargo de una de las partes, en grado tal que le
resulte excesivamente onerosa, podrá esta pedir su resolución. El juez procederá a
examinar las circunstancias que hayan alterado las bases del contrato y ordenará, si ello
es posible, los reajustes que la equidad indique, en caso contrario, el juez decretará la
terminación del contrato. La imprevisión no se aplicará a los contratos aleatorios ni de
ejecución instantánea”.
El Código Civil portugués contiene una fórmula vinculada a los principios de la
buena fe y la equidad: Artículo 437: “Si las circunstancias en que se basaron las partes
para decidirse a contratar hubieran sufrido una alteración anormal, la parte perjudicada
tiene derecho a la resolución del contrato, o a su modificación conforme a la equidad,
siempre que la pretensión de que cumpla con las obligaciones que asumiera afecte
gravemente los principios de la buena fe y no queden cubiertos por los riesgos propios
del contrato. Requerida la resolución, la parte contraria puede oponerse a esa petición,
declarando aceptar la modificación del contrato en los términos del anterior párrafo”.
Artículo 438: “La parte perjudicada no goza del derecho de resolución o modificación
del contrato, si se hallaba en mora en el momento en que sobrevino la alteración de las
circunstancias”.
19
En el Derecho inglés, como refiere LARENZ , la circunstancia de que el contrato,
objetivamente considerado, haya resultado carente de objeto, aun cuando el acto en que
consista la prestación del deudor continúe siendo posible, aparece en los conocidos
“casos de coronación”, análogos al clásico ejemplo del alquiler de ventana, como los
siguientes:
a) Es leading case el caso Krell vs. Henry. El demandante había alquilado al
demandado su vivienda, situada en Londres, para el día del desfile de la
19
LARENZ, Base del negocio jurídico y cumplimiento de los contratos, cit., pp. 125 y ss.
VALERIA
1. Definición
En los contratos con prestaciones recíprocas, conmutativos, de ejecución
continuada, periódica o diferida, cuando antes de su ejecución una de las prestaciones se
torna excesivamente onerosa, por la profunda alteración de las circunstancias existentes
20
Código de Napoleón: Art. 1134. Las convenciones legalmente formadas tienen fuerza de ley entre
las partes que las han celebrado.
Código peruano: Art. 1361. Los contratos son obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos. Se
presume que la declaración expresada en el contrato responde a la voluntad común de las partes y
quien niegue esa coincidencia debe probarla.
VALERIA
21
FLAH y SMAYEVSKY sostienen que para que proceda la teoría de la imprevisión se requiere:
“a) que sobrevenga un hecho o hechos de naturaleza totalmente imprevisible y extraordinaria; b) que
no esté vinculado al riesgo propio del contrato; c) que sea ajeno y externo a quien lo invoca; d) que no
medie culpa, negligencia, mora relevante o falta de cuidado del damnificado; e) que convierta la
obligación en excesivamente onerosa para el obligado, sin necesidad de que se torne de cumplimiento
imposible; f) que evidencie un desequilibrio muy notorio en las prestaciones que de ninguna manera
podía haber sido representado por las partes al contratar”; en FLAH, Lily R. y Miriam SMAYEVSKY, Teoría
de la imprevisión, Depalma, Buenos Aires, 1989, p. 35.
22
Principios Unidroit. Artículo 6.2.2 (Definición de la ‘excesiva onerosidad’ [Hard-ship] ): “Hay ‘excesiva
onerosidad’ (hardship) cuando el equilibrio del contrato es alterado de modo fundamental por el
acontecimiento de ciertos eventos, bien porque el costo de la prestación a cargo de una de las partes se
ha incrementado, o porque el valor de la prestación que una parte recibe ha disminuido, y: (a) dichos
eventos acontecen o llegan a ser conocidos por la parte en desventaja después de la celebración del
contrato; (b) los eventos no pudieron ser razonablemente tenidos en cuenta por la parte en desventaja
en el momento de celebrarse el contrato; (c) los eventos escapan al control de la parte en desventaja; y
(d) el riesgo de tales eventos no fue asumido por la parte en desventaja”.
Nota: En el comercio internacional existe, formando parte de la lex mercatoria, la cláusula hardship
(hardship clauses) , vinculada con la excesiva onerosidad. Es un mecanismo de adaptación del contrato,
creado por las costumbres en el comercio internacional. La doctrina la define en los términos
siguientes: “Una cláusula hardship implica una renegociación del contrato si el cumplimiento de una de
las partes deviene excesivamente onerosa a causa de circunstancias imprevistas ocurridas fuera del
control de dicha parte”; en MOSSET ITURRASPE, Jorge y Miguel A. PIEDECASAS, La revisión del contrato,
Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2008, p. 382.
MARYORI
fin de que cese la excesiva onerosidad. Si ello no fuera posible por la naturaleza de la
prestación, por las circunstancias o si lo solicitara el demandado, el juez decidirá la
resolución del contrato. La resolución no se extiende a las prestaciones ejecutadas” .
El contrato es una norma jurídica particular que liga a las partes; "los contratos son
obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos (art. 1361). Por el principio pacta sunt
servanda, en tiempos de normalidad, el contrato es ley para las partes, la seguridad en
tráfico jurídico así lo exige. El juez no puede modificar las prestaciones acordadas en un
contrato; no es un pretor romano, figura que no se admite en el Derecho moderno. El
Juez no puede dejar de aplicar la ley y no tiene el poder de modificarla, atribución que
es del legislador. Permitir que un juez basado en sus criterios personales de justicia
pueda modificar las prestaciones contractuales o facultar a una de las partes para que
unilateralmente lo haga, significaría la destrucción de la esencia del contrato, lo que
terminaría con la seguridad jurídica, con la paz, con la justicia, en suma con la vida
civilizada. El juez debe asegurar el absoluto respeto por los compromisos asumidos por
las partes en un contrato, salvo que se pruebe que lo expresado en el contrato no
coincide con su voluntad común.
El principio pacta sun servanda, como cualquier otro en derecho, no es absoluto,
dado a que cuando las circunstancias existentes en el momento de la celebración del
contrato se han modificado profundamente en el momento de su ejecución, es derogado
por el principio rebus sic stantibus, que permite al juez revisar o resolver el contrato
cuando una de las prestaciones, por circunstancias extraordinarias que las partes no
pudieron prever y regularlas, ha devenido excesivamente onerosa. El contrato no puede
ser un instrumento para el enriquecimiento de una de las partes a costa de la ruina
económica de la otra.
Para que el juez pueda revisar el contrato o, en su caso resolverlo, no basta la
producción de hechos extraordinarios e imprevisibles, ajenos a la voluntad de las partes,
sino que además tales hechos deben generar una excesiva onerosidad de una de las
prestaciones en relación con la otra que deviene en irrisoria.
Entre mantener el contrato o resolverlo, la ley ha optado por hacer prevalecer el
primero (principio de conservación del contrato), o sea por salvar la eficacia del
contrato, previo el restablecimiento del equilibrio contractual original y, solamente si
ello no fuera posible o lo solicitara el demandado, ir a la resolución del contrato. La
legislación comparada siempre se pronuncia por la resolución o su adecuación, por
ejemplo, el tercer párrafo del art. 1467 del Código italiano dispone: "La parte contra
quien se hubiere demandado la resolución podrá evitarla ofreciendo modificar
equitativamente las condiciones del contrato" .
23
Como expone REZZÓNICO , los contratos celebrados en épocas normales se pueden
revisar judicialmente cuando “en forma repentina, violenta e imprevisible sobrevienen
circunstancias radicalmente opuestas de las existentes en el momento de contratar, como
por ejemplo, el alza o la baja de los valores, la desvalorización de la moneda, la
inflación”. No se puede dejar consumar la ruina de un comerciante desgraciado, cuya
sola equivocación es no haber previsto lo imprevisible.
Con la norma del art. 1440, que tiene como antecedentes al art. 1467 del Código
23
Citado por ARIAS-SCHREIBER PEZET, Max, Exégesis del Código Civil peruano de 1984, con la colaboración
de Carlos Cárdenas Quirós, Ángela Arias-Schreiber M. y Elvira Martínez Coco, Gaceta Jurídica, Lima,
1998, t. I (Contratos. Parte general) , p. 245.
MARYORI
Civil italiano y al artículo 1198 del derogado Código Civil argentino, se trata de
resguardar o restablecer la conmutatividad del contrato alterada por acontecimientos
extraordinarios e imprevisibles, que han tornado a una de las prestaciones en
excesivamente onerosa, que de exigirse el fiel cumplimiento del contrato se estaría
violando el principio de la buena fe al permitir que una de las partes se beneficie
excesiva e injustamente en perjuicio de la otra.
24
Como hacen notar CASTILLO y VÁSQUEZ , la excesiva onerosidad de la prestación
tiene como premisa la excepción. Se funda en una situación absolutamente imprevisible
y extraordinaria para los contratantes a la hora de pactar una prestación determinada.
Esto significa que el equilibrio de intereses —que fue la causa de que las partes
contrataran— queda roto, y que las prestaciones, que de ordinario hubieren sido la
consecuencia de ese equilibrio, resultaran posibles de cumplir solo al costo de un
perjuicio muy grande o de la ruina de una de las partes contratantes. Esta onerosidad
excesiva en el cumplimiento de una prestación contratada no es responsabilidad de
ninguna de las partes, porque obedece a un hecho o situación imprevisible y
extraordinaria para ambas; mientas que el Derecho propone que se restituya el equilibrio
de intereses primigenio del contrato, esto es, la situación que animó a las partes a
contratar prestaciones no onerosas para sus intereses. Y lo hace judicialmente a pedido
de la parte perjudicada, ya sea por medio de la reducción de la prestación devenida en
excesivamente onerosa, ya sea por el aumento de la contraprestación debida, o,
finalmente, si ambas opciones son imposibles por la naturaleza misma de la prestación,
mediante la resolución del contrato.
La revisión judicial del contrato no tiene por objetivo que el juez establezca una
equivalencia perfecta en las prestaciones o que se convierta en gestor del contratante
poco hábil para los negocios, sino que restablezca en lo posible el valor originario de las
prestaciones, eliminando la flagrante injusticia sobrevenida, y, de no ser posible el
restablecimiento del equilibrio contractual originario, decida la resolución.
Queda entendido que no procede la revisión del contrato por el desequilibrio
contractual existente desde el momento del perfeccionamiento del contrato, ni por la
sobrevenida excesiva onerosidad como consecuencia de la verificación de eventos
previsibles. En todo caso, cuando la desproporción entre las prestaciones es ab initio, la
cuestión podrá ampararse en la rescisión del contrato por lesión si se cumple los otros
requisitos del supuesto normativo del artículo 1447.
El artículo 1440 no es aplicable cuando el contrato ha sido ejecutado, aun cuando
eventos sucesivos, extraordinarios e imprevisibles, rompan repentinamente con el
24
CASTILLO FREYRE, Mario y Ricardo VÁSQUEZ KUNZE, Analizando el análisis. Autopsia del análisis económico
del derecho por el derecho civil, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2004, p. 82. Ante la
afirmación de que nada es imposible de prever, que incluso el evento más impensable puede ser
previsto usando nuestra imaginación, estos autores sostienen que asumir que todo es previsible tiene
como premisa la omnisciencia y el equilibrio perfecto de un mundo de fantasía. Es el mundo de los
dioses omniscientes a los que ningún hecho escapa por más futuro e incierto que sea, en el que
ninguna falta hace el Derecho para arreglar entuertos, porque no los hay donde todo es previsible.
Pero quienes no vivimos en el Olimpo de los analistas económicos del Derecho, sino en el mundo de
la realidad, necesitamos del Derecho, porque no conocemos el equilibrio perfecto ni somos
omniscientes para preverlo todo (ibídem, pp. 83-84). Esta verdad tan obvia es un duro golpe para los
analistas económicos del Derecho, del cual es difícil que se levanten si no respiran un poco de
solidaridad y fraternidad humana, un poquito de amor al prójimo y de respeto a la libertad de los
demás.
MARYORI
equilibrio de las prestaciones ya realizadas, frustrando las expectativas de las partes. Por
ejemplo, tan luego como las partes cumplen sus obligaciones en un contrato de
compraventa de ejecución diferida, se produce una devaluación traumática que
determina que el precio recibido por el vendedor se reduce a la nada o a un valor
irrisorio. En el momento en que el contrato se ejecutó completamente cumplió su
función económica, sobre la cual no pueden incidir circunstancias sobrevinientes.
2. Requisitos
Para que proceda la aplicación del principio de la excesiva onerosidad de la
prestación se requiere:
1) Que el contrato, en principio, sea con prestaciones recíprocas, conmutativo,
de ejecución continuada o periódica, o diferida
El contrato es con prestaciones recíprocas cuando engendra obligaciones para
todas las partes, hay prestación y contraprestación, las mismas que son
interdependientes. Por ejemplo, a la prestación del vendedor consistente en
transferir la propiedad del bien que se vende corresponde la contraprestación
del comprador de pagar el precio en dinero. Como la compraventa, son
contratos con prestaciones recíprocas el arrendamiento, el suministro, el mutuo
con intereses, el mandato remunerado, el contrato de locación de servicios, el
de trabajo, en fin, la mayoría de los contratos nominados o innominados.
El contrato es con prestación a cargo de una sola de las partes cuando genera
obligaciones para una sola de las partes, una de ellas es solamente acreedora y
la otra solamente deudora; hay prestación sin contraprestación, por ejemplo, la
donación.
La ley deja a la libre determinación de las partes la fijación del valor de la
prestación y de la contraprestación, o de la única prestación cuando el contrato
es con prestación a cargo de una sola de las partes, fijación que se hace
teniendo en cuenta multiplicidad de factores, aun subjetivos. El ordenamiento
jurídico no interfiere en esta determinación de las partes, siempre que no
resulte perturbada por factores que llegan al extremo de privar al contrato de la
idoneidad para que realice su función económica. Ese valor asignado
originalmente a las prestaciones debe subsistir en el momento del
cumplimiento del contrato, porque si una de ellas ha devenido en
excesivamente onerosa por sucesos extraños e imprevisibles, procede la
aplicación del principio de la excesiva onerosidad.
La exigencia, en principio, que el contrato sea de prestaciones recíprocas, se
deduce del propio texto del artículo 1440 del Código Civil cuando dispone que
la parte perjudicada puede solicitar al juez que reduzca la prestación o “que
aumente la contraprestación, a fin de que cese la excesiva onerosidad”.
Solamente en el contrato con prestaciones recíprocas existe prestación y
contraprestación.
Si se presenta la excesiva onerosidad en los contratos con prestaciones a
cargo de una sola de las partes, la revisión judicial será con el fin de que se
reduzca la prestación o, si ello no es posible, se declare la resolución del
contrato (art. 1442 del CC).
El contrato es conmutativo, en una primera acepción, cuando existe cierta
MARYORI
25
SALVAT dice que en los contratos aleatorios, “las ventajas o pérdidas para ambas partes contratantes o
solamente para una de ellas, dependen de un acontecimiento incierto”; en SALVAT, Raymundo M.,
Tratado de derecho civil argentino. Fuentes de las obligaciones, 2.ª ed., Tea, Buenos aires, 1954, t. I, p. 45.
26
BORDA dice que “por contrato de ejecución diferida debe entenderse aquellos en los cuales la
exigibilidad de las prestaciones nacidas entre las partes ha quedado postergada en el tiempo, como
ocurre con las obligaciones sujetas a plazo o condición”; en BORDA, Guillermo A., Obligaciones,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1970, t. I, p. 135.
MARTIN
27
MESSINEO, Francesco, Doctrina general del contrato, trad. de R.O. Fontanarrosa, S. Sentís Melendo y M.
Volterra, Ejea, Buenos Aires, 1986, t. II, p. 377.
MARTIN
28
BARBERO, Sistema del derecho privado, cit., t. I, p. 661.
MARTIN
acuerdo a las circunstancias y estado general de las cosas que con normalidad
ocurren y subsisten en la realidad y que son las que determinan las intenciones
de las partes de cualquier acto jurídico.
Para la aplicación de la teoría de la excesiva onerosidad de la prestación, basta
que el hecho o hechos escapen a la habitual y prudente previsibilidad de los
contratantes. Debe tratarse de un suceso sobreviniente, posterior a la
celebración del contrato y que determina la sobrevenida excesiva onerosidad,
ajeno a la voluntad de las partes, que supere su capacidad normal de previsión,
por lo que ellas, obrando con una normal diligencia, considerando las
circunstancias del caso y las condiciones personales, no hubieran podido
evitarlo.
Con la exigencia de que el evento que torna en excesivamente onerosa a la
prestación de una de las partes sea imprevisible, la ley obliga a los contratantes
a obrar con diligencia en la valoración del contrato desde la perspectiva de su
ejecución. Las partes, en los contratos de ejecución continuada, periódica o
diferida, programan una regulación de intereses destinados a realizarse en el
tiempo, por tanto, tienen el deber de prever y calcular los riesgos inherentes,
por ejemplo, la adecuación del contrato a las oscilaciones monetarias. Cuanto
más se prolongue en el tiempo la ejecución del contrato, tanto más se tendrá en
cuenta la posibilidad de que las circunstancias se modifiquen.
Allí donde se realicen riesgos no calculados, dependientes de la verificación
de eventos extraordinarios, no previsibles, que provocan un grave
desequilibrio en las prestaciones, incidiendo en la función económica concreta
del contrato, el ordenamiento jurídico interviene con el remedio del reajuste de
las prestaciones o con la resolución.
Los hechos previsibles observando una normal diligencia no pueden dar lugar
a la acción por excesiva onerosidad de la prestación. La jurisprudencia
argentina ha resuelto: “La circunstancia de concretar un contrato en épocas de
depreciación monetaria impone a las partes prever sus consecuencias para que
no se quiebre el equilibrio de las recíprocas prestaciones. No se está ante un
supuesto de imprevisión contractual: nada ocurre de imprevisible y de
extraordinario. El riesgo que existe en el contrato asume la condición de ser
normal. La onerosidad sobrevenida para el vendedor como consecuencia de la
depreciación monetaria originada en el proceso inflacionario operado en el
país, entra en el álea normal del negocio, careciendo por su carácter previsible
de virtualidad suficiente para poner en juego la cláusula rebus sic stantibus,
toda vez que cuando las partes suscribieron el boleto de compraventa de que se
trata (29 de agosto de 1960) dicho proceso de desvalorización monetaria ya
29
estaba en marcha desde muchos años atrás” (CNCiv., Sala A, 6.11.69) .
Cuando en épocas de inflación se celebra un contrato de ejecución continuada,
periódica o diferida, las partes deben prever las repercusiones que sobre las
prestaciones tendrá la inflación, por tanto, si una de las prestaciones deviene
en excesivamente onerosa como consecuencia del proceso inflacionario, no se
está ante un hecho extraordinario ni imprevisible. En cambio, si se está frente
29
Citado por GOLDENBERG, Isidoro H., “La cláusula rebus sic stantibus” , en Enciclopedia Jurídica Omeba,
Buenos Aires, Driskill, 1979, Apéndice, t. I, p. 112.
NICOLE
30
Citada por FLAH/SMAYEVSKY, Teoría de la imprevisión, cit., p. 165.
31
Se refiere al artículo 1198 del Código Civil argentino que en su segunda parte prescribe: “En los
contratos bilaterales conmutativos y en los unilaterales onerosos y conmutativos de ejecución diferida
o continuada, si la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente onerosa [...]”.
32
Citado por FLAH/SM AYEVSKY, Teoría de la imprevisión, cit., p. 165.
NICOLE
34
Principios Unidroit. Artículo 6.2.3 (Efectos de la ‘excesiva onerosidad’ [hardship]) : “(1) En caso de
‘excesiva onerosidad’ (hardship), la parte en desventaja puede reclamar la renegociación del contrato.
Tal reclamo deberá formularse sin demora injustificada, con indicación de los fundamentos en los que
se basa. (2) El reclamo de renegociación no autoriza por sí mismo a la parte en desventaja para
suspender el cumplimiento. (3) En caso de no llegarse a un acuerdo dentro de un tiempo prudencial,
cualquiera de las partes puede acudir a un tribunal. (4) Si el tribunal determina que se presenta una
situación de “excesiva onerosidad” (hardship) , y siempre que lo considere razonable, podrá: (a) resolver
el contrato en fecha y condiciones a ser fijadas; o (b) adaptar el contrato con miras a restablecer su
equilibrio”.
Nota: Conforme a esta norma, son las partes las que renegocian el contrato buscando un punto de
equilibrio patrimonial. La parte en desventaja que pretende la renegociación debe solicitarla sin
demora, en cuanto se producen los hechos que dan lugar a la excesiva onerosidad. La tardanza en la
solicitud puede dar a entender que la situación no es grave. La solicitud de renegociación debe aportar
los hechos que justifiquen la necesidad de llevarla a cabo. En tanto la situación no sea modificada por
las partes o por el juez, las obligaciones deben ser cumplidas. Si la contraparte no accede a la
renegociación, o realizada esta no se consigue resultado alguno, se abre las puertas a la solución
judicial.
35
ALTERINI/AM PEZ CABANA, Derecho de obligaciones civiles y comerciales, cit., p. 376.
EAL/LÓ
MIGUEL ANGEL
este modo se favorece la justicia correctiva y la conservación del contrato hasta donde
sea posible.
El último párrafo del artículo 1440 dispone que “la resolución no se extiende a las
prestaciones ya ejecutadas”, esto es así cuando el contrato es de ejecución continuada,
dado a que por la naturaleza de las prestaciones continuadas es imposible físicamente la
restitución de la parte de la prestación ya ejecutada, en consecuencia la resolución del
contrato no puede afectar a las prestaciones ya ejecutadas. En los contratos de ejecución
periódica, cada par de prestación y contraprestación son autónomas de las demás, razón
por la que, también, la resolución no tiene por qué afectar a las prestaciones ya
ejecutadas, las mismas que deben quedar firmes y definitivas.
Por principio, en los contratos de ejecución duradera, continuada o periódica, la
resolución no alcanza a los efectos ya cumplidos. El contrario sensu del último párrafo
del artículo 1440 dispone que la retroactividad entre las partes está limitada a las
prestaciones todavía no ejecutadas.
No sucede lo mismo en el contrato de ejecución instantánea cuyo cumplimiento de
las prestaciones se ha diferido, en el cual la retroactividad al momento en que se celebró
el contrato es el efecto natural de la resolución. Por ejemplo, resuelto un contrato de
compraventa en aplicación del artículo 1440, por envilecimiento del precio como
consecuencia de una hiperinflación sorpresiva, el efecto natural es que las partes deben
restituirse las prestaciones ejecutadas, es decir, el comprador restituye el bien al
vendedor y este debe reintegrar al comprador las sumas que pagó a cuenta del precio,
reajustadas en función de la depreciación monetaria.
6. Supuestos de solución
Si las partes contratantes, en libre negociación, optan por la readecuación de los
términos del contrato, en ejercicio de su autonomía privada, pueden reformularlo, si
desean, desde el inicio y no solamente a partir del momento en que se produjo el
desequilibrio de las prestaciones, puesto que cuentan con la facultad de modificar sus
contratos en cualquier momento y en los términos que ellos deseen (art. 1351), lo que
no puede afectar el derecho de terceros, en tanto ellos no participen en el acuerdo. La
reformulación del contrato puede tener efectos novatorios, si es la voluntad de las partes
(art. 1277).
El reajuste judicial de las prestaciones no puede tener efectos retroactivos al
momento en que se produjo el desequilibrio por sobrevenida excesiva onerosidad. Si
antes del evento extraordinario se intercambiaron prestaciones, se hicieron
amortizaciones, etc., estas tienen efectos liberatorios. En otros términos, las prestaciones
cumplidas quedan firmes.
Las prestaciones que debieron ejecutarse al tiempo en que sobreviene la
excesiva onerosidad deben ejecutarse en los mismos términos acordados, el Juez no
puede revisarlas.
De la misma manera, en los contratos de ejecución continuada o periódica, la
resolución judicial del contrato no alcanza a las prestaciones recíprocamente cumplidas,
las cuales quedan firmes. La prestaciones que debieron haberse cumplido al tiempo de
la sobrevenida excesiva onerosidad deberán ejecutarse en los mismos términos
acordados, el Juez no las puede modificar.
MIGUEL ANGEL
En los contratos de ejecución instantánea, cuando se ha diferido el cumplimiento
de la prestación (ej., hoy se vende una casa con la obligación del comprador de pagar el
precio el próximo 28 de diciembre) o se ha convenido que el precio se pague en forma
escalonada (ej., compraventa a plazos, en la que el precio se pagará en varias armadas
mensuales), salvo que la contraprestación sea divisible, la resolución tiene efectos
retroactivos al momento de la celebración del contrato.
Cuando la excesiva onerosidad sobreviene luego que la parte perjudicada ha
ejecutado su prestación, pero antes que el beneficiado cumpla la suya, la resolución del
contrato tendrá como consecuencia que el demandado debe restituir lo recibido,
quedando liberado de cumplir con su prestación.
El art. 1440 dispone que la acción por excesiva onerosidad procede en los contratos
conmutativos de ejecución continuada, periódica o diferida. El art. 1441 extiende la
acción por excesiva onerosidad a los contratos de ejecución inmediata cuando el
cumplimiento de la obligación se ha diferido por causa no imputable a las partes; y a los
contratos aleatorios, cuando la excesiva onerosidad se produce por causa extraña al
riesgo propio del contrato, es decir, la revisión o resolución del contrato no procede por
el riesgo previsto en el contrato, sino por un riesgo adicional extraordinario e
imprevisible.
fijado la duración del contrato, pero no lo es, por ejemplo, una devaluación traumática
de la moneda que pueda gravar desmedidamente la prestación de uno de los
contratantes.
En otros términos, el artículo 1441.2 del Código Civil excluye la revisión o
resolución del contrato en la hipótesis en que la sobrevenida onerosidad de la prestación
entre en el alea normal del contrato. Por ejemplo, el riesgo asegurable previsto en un
contrato de seguro constituye el alea normal de dicho contrato, el cual no puede estar en
discusión por excesiva onerosidad como consecuencia de la verificación de tal riesgo.
VIII. LA EXCESIVA ONEROSIDAD EN LOS CONTRATOS CON PRESTACIONES A CARGO DE
OLA D
UNA S E LAS PARTES
Artículo 1442. Cuando se trate de contratos en que una sola de las partes
hubiera asumido obligaciones, le es privativo solicitar judicialmente la reducción
de la prestación a fin de que cese su excesiva onerosidad.
Para que proceda la acción de revisión del contrato por sobrevenida excesiva
onerosidad de la prestación se requiere que la ejecución de la prestación no se haya
diferido por dolo o culpa de la parte perjudicada.
Procede dolosamente el deudor que deliberadamente no ejecuta su prestación (art.
1318 del CC). Incurre en culpa inexcusable quien por negligencia grave no ejecuta la
obligación (art. 1319 del CC); y actúa con culpa leve quien omite aquella diligencia
ordinaria exigida por la naturaleza de la obligación y que corresponda a las
circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar (art. 1320 del CC). Nadie puede
pretender la revisión con el fin de que se reajusten las prestaciones para restablecer el
equilibrio contractual o para que se resuelva el contrato amparándose en su propio dolo
o culpa, sea esta inexcusable o leve.
37
Como dice GOLDENBERG , “la ley solo concede el beneficio al deudor cuya
conducta sea jurídicamente irreprensible. Esta postura, corolario del principio nemo
auditur propriam turpitudinem allegans (en juicio no se escucha a nadie que alegue su
propia torpeza) se ve en este caso reafirmada por el carácter excepcional del instituto.
Mal puede, por otra parte, compadecerse un comportamiento doloso o culpable con la
regla de la buena fe que anida en la esencia de la doctrina”.
En la legislación comparada, el penúltimo párrafo del artículo 1198 del Código
Civil argentino, establece que no procede la resolución del contrato por excesiva
onerosidad “si el perjudicado hubiese obrado con culpa o estuviese en mora”. Esta
norma no se repite en el nuevo Código civil y comercial argentino.
El Código Civil peruano no contiene una norma que impida al deudor moroso
ejercitar la acción por excesiva onerosidad, sin embargo, la ley no puede amparar a
quien con su conducta provoca el desequilibrio de las prestaciones. Por tanto, no puede
proceder el remedio legal cuando el deudor moroso con su dolo o culpa ha determinado
la sobrevenida excesiva onerosidad de la prestación.
El contratante perjudicado que demanda por excesiva onerosidad de la prestación,
podrá acumular a su acción la de indemnización por los daños que le ha irrogado el
demandado moroso (arts. 1336 y 1339 del CC).
Por principio, si la excesiva onerosidad de la prestación se debe a la culpa o dolo
del contratante perjudicado, este no podrá invocar la excesiva onerosidad de la
prestación.
36
En la legislación comparada, por ejemplo, el artículo 1460 del Código Civil italiano, encontramos que
en los contratos con obligaciones para una sola de las partes, la reducción de la prestación a términos
equitativos es el único remedio, no permitiéndose la resolución.
37
GOLDENBERG, “La cláusula rebus sic stantibus” , cit., p. 110.
CESAR