Estructura Del Proyecto
Estructura Del Proyecto
Estructura Del Proyecto
Existen diversas metodologías que se usan de forma común para estructurar proyectos. Entre las
más conocidas están la Waterfall, la Kanbam, la Scrum o el método Agile. Si quieres conocer más
sobre esta cuestión, te invitamos a que cliques en este enlace y descubras información específica
sobre el tema.
Sea como fuere, es necesario conocer en profundidad el proyecto para elegir una estructura y
metodología adecuadas y eficientes.
Uno de los activos más importantes de toda empresa es su capital humano. Por eso, cuando se va
a estructurar un proyecto ejecutable, es importante organizar personas, que serán las que se
impliquen y las que lograrán que todo tenga éxito o no.
Ahora bien, ¿cómo organizar un grupo humano de trabajo para un proyecto? Si nos fijamos en
autores de prestigio en el tema, como Sallenave o Gómez Duarte, descubrimos un punto clave: la
organización de personas va a depender de la cultura organizacional de la empresa en cuestión.
¿Qué queremos decir con esto? Que tanto la estructura humana como la metodología elegida no
dependerán solo de la naturaleza propia del proyecto. También será clave la cultura, los valores
empresariales del entorno en el que se encuentran.
Así pues, todo, desde la elección del líder hasta la conformación del equipo de trabajo, van estar
en constante relación a la cultura de la empresa. De ello dependerán elementos clave como el
nivel de compromiso de los actores implicados, la consecución del éxito, la adaptabilidad de los
canales comunicativos, el intercambio de información, etc.
No obstante, sea cuales fueren las variables a considerar y la organización de la empresa, existen
elementos que suelen estar presentes y que tienden a ser comunes independientemente de los
criterios de selección:
Equipos complementarios con un líder único: cada equipo se encarga de una fase o departamento.
La estructura de un proyecto a largo plazo no puede ser la misma que la de otro de duración
media o corta. O lo mismo entre un proyecto gestado por una empresa consolidada en el mercado
y otra que recién se ha puesto en marcha. Es decir, elementos como los destinatarios, los recursos
disponibles, el número de implicados y las expectativas son algunos de los puntos clave.
Sin embargo, sí que puede hablarse de unas categorías básicas que cualquier líder de proyecto
debería tener presentes en el momento de elaborar su estructura.
Finalidad y objetivos
Las finalidades de un proyecto suelen estar relacionadas con aspiraciones a gran escala, como por
ejemplo el posicionamiento de la marca o metas de rendimiento concretas. Comparados con
éstas, los objetivos son pasos intermedios o acciones inmediatas que contribuyen a alcanzar las
finalidades. Una finalidad puede estar respaldada por varios proyectos, cada uno de los cuales
tiene objetivos específicos.
Destinatarios
Todos los proyectos tienen un receptor o beneficiario. Esta categoría se emplea sobre todo en el
terreno del marketing, donde señala directamente al público objetivo para el que las empresas
elaboran sus productos o servicios. A veces el curso de los proyectos suele estar dado por las
condiciones que fijan sus receptores.
Producto o servicio
Es el elemento central del proyecto. En él se debe condensar todo el trabajo previo de análisis
conceptual, diseño, producción y estudio de mercados. Sin embargo, no se ha de confundir con el
resultado final del proyecto, que es de carácter general. El producto, por el contrario, es sólo un
medio para alcanzar los objetivos.
Actividades
Todo proyecto tiene unas actividades, las cuales suelen subdividirse en fases o etapas intermedias.
Dichas fases son más o menos complejas según del alcance del proyecto.
A la hora de definir las tareas, lo más recomendable es hacerlo siguiendo un orden lógico y realista
que garantice la evolución del proceso.
Además, hay que tener en cuenta que no todas las tareas tienen la misma importancia, por lo cual
se hace necesaria una labor previa de jerarquización de las mismas.
Calendario
Asimismo, es recomendable definir unas fechas y unos plazos para el desarrollo de cada tarea. Un
calendario no es necesariamente una camisa de fuerza; es, sobre todo, una guía de acción. Por
tanto, debe diseñarse con flexibilidad.
Recursos disponibles
Son de dos tipos: humanos y materiales. En ambos sentidos es necesario precisarlos de la mejor
manera y, a la vez, determinar en qué momento del proceso deben emplearse. Esta estimación
requiere, además, de un margen de acción que permita la introducción de eventuales recursos
que no estén previstos.
Presupuesto
Tiene que ver con la financiación del proyecto. Pero no sólo en términos generales; si es preciso, el
cálculo debe incluir el coste de cada etapa y los gastos adicionales en los que pueda incurrir el
grupo de trabajo durante la ejecución de sus tareas.
Resultados
En el caso de los proyectos sociales, puedes encontrar mucha más información al respecto si lees
este artículo. No obstante, te podemos informar detalladamente de estas claves que estructurarán
el trabajo a realizar de forma fiable y exitosa:
Comunicación: se han de fijar los estándares en el diseño del plan. Se pondrán los medios y las
herramientas que hagan que la comunicación sea efectiva, periódica y clara.
Documentación: a nivel interno, y también como entrega a terceros, es necesario que todos los
documentos tengan el correspondiente registro para que sirvan como apoyo al control.
Especificarán el producto y estarán debidamente concretados.
Roles: hablamos del factor humano, siempre clave en todo proyecto. Han de quedar muy claras las
responsabilidades y la asignación de roles. Cada implicado conocerá su área de acción y su relación
con el resto del equipo.
Conocida la estructura, entramos ahora a detallar las etapas en las que se debe dividir un proyecto
social para que sea realmente eficiente y pueda avanzar de forma adecuada para cumplir los
objetivos marcados:
Identificación de las necesidades: se analiza cuál será el objetivo final que se pretende lograr con el
proyecto.
Definición de grupos: a continuación, se marcan los grupos de interés que están involucrados en el
problema y a los que se le deben ofrecer soluciones.
Planificación: con el equipo creado, se prepara una planificación adecuada para marcar las
directrices a seguir. Se usan técnicas de gestión de proyecto similares al Diagrama de Gantt o el
método Pert.
Ejecución: a continuación, se ejecuta el plan trazado bajo la dirección marcada por el líder o
Project Manager.
Supervisión: se supervisan los procesos para asegurar que el trabajo se realiza según lo
planificado.
Evaluación: se recogen muestras sobre métricas para analizar los resultados obtenidos. Se estudia
si existen desviaciones o incumplimientos insuficientes de los objetivos para proceder a su
rectificación si fuera necesario.
Otro tipo de proyectos sobre el que merece la pena poner la lupa es el de investigación. Muy
común entre científicos e incluso estudiantes universitarios o de máster, suelen estructurarse de la
siguiente forma:
Introducción: se introduce el tema a tratar y los objetivos que se pretenden lograr una vez
concluido.
Marco teórico y conceptual: se establecen las teorías y conceptos que se usarán como base.
Conclusión: se explican las conclusiones a las que se ha llegado con el objeto de estudio.
Entendemos un proyecto de mejora continua como aquel que se centra en un área de negocio
específica o en toda la organización cuyo fin es ampliar las competencias a través de cambios
transformadores constantes.
Se dice que este tipo de proyectos aplican el método Kaizen, cuyo significado es cambio a mejor.
Es decir, se trata de un estudio constante para ir mejorando las competencias de un
departamento.
Además de los elementos clave en la estructura de un proyecto, ya conocemos mucho más sobre
su aplicación, apartados y optimización. Ahora, es el turno de las organizaciones para ponerlos en
práctica.