El Cuarto de Atrás
El Cuarto de Atrás
El Cuarto de Atrás
ETAPAS
La narrativa del último cuarto del siglo camina hacia la búsqueda interior de la propia experiencia
de los propios novelistas, recurriendo a la memoria personal o a la histórica para revisar el
pasado inmediato (Retahílas, El cuarto de atrás). Las obras de este periodo plantean la
necesidad de un interlocutor (de ahí la combinación constante de diálogo y monólogo) y
reivindican la importancia del lenguaje como medio de comunicación que salve al individuo de
sus terrores y aislamiento.
La última etapa de la obra narrativa de Carmen Martín Gaite resulta la más productiva y la más
reconocida por los lectores (Caperucita en Manhattan, La reina de las nieves, Nubosidad
variable, Lo raro es vivir, Irse de casa).
PROPÓSITO
Tras décadas de silencio, la muerte del general Franco es el detonante de la publicación de libros
de memorias, crónicas y relatos autobiográficos por parte de numerosos autores, casi todos
niños de la guerra, que quieren dar testimonio como portavoces y protagonistas de la Historia
con mayúsculas de aquel periodo de cuarenta años que se cierra en 1975.
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Esta idea, sin embargo, parecía a Martín Gaite sumamente aburrida. No pretendía reconstruir el
pasado sino construirlo. Lejos de hemerotecas, la materia prima procedería del archivo de su
memoria y las sensaciones que guardaba de aquella época. Se propone llevar a cabo una
evocación sobre todo sentimental, libre y desordenada, que le permita recuperar un tiempo que
creía perdido, siendo consciente de que la memoria se recupera a veces solo a través de lo
fantástico y que la imaginación es la única capaz de rellenar las lagunas que el paso del tiempo
ha formado. Como la propia autora dice, la vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda.
GÉNERO
Desde el punto de vista del género literario, El cuarto de atrás es una obra de difícil clasificación.
Inicialmente, el libro funciona como una novela de memorias, en la medida en que la autora
rememora hechos autobiográficos de su pasado, que proyecta sobre un trasfondo social,
cultural y político que da a la obra un aire de memoria colectiva. Se trata de un libro de memorias
particular, en el que predomina la percepción subjetiva y la vivencia personal y sentimental de
los acontecimientos sobre la ordenación lineal de estos y el rigor histórico.
En ocasiones, las reflexiones suenan a ensayo. La obra, en su conjunto, es una reflexión sobre el
oficio de escribir.
La novela construye un espacio intertextual donde se reúnen otras novelas (El balneario, Entre
visillos, Ritmo lento), ensayos (Usos amorosos de la postguerra española) y artículos escritos
por la autora hasta ese momento, lo que la convierte en un texto de textos. Asimismo, son
abundantes las referencias a otras obras literarias y autores. Destacan también las menciones a
la cultura popular de masas (las novelas rosa, los boleros, las coplas de Concha Piquer, la película
Rebeca de Hitchcock).
Al final, la obra resulta ser un ejercicio de metanovela, se convierte en una reflexión constante
sobre la propia escritura.
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TÍTULO
En la novela podemos reconocer hasta cuatro lugares distintos asociados a ese cuarto: el
dormitorio, el cuarto de juegos, el cuarto de la casa, el espacio interior (que ocupa el mundo
evocado de su infancia y juventud y, en general, el refugio en el que busca protección ante la
vida. Es, en palabras de la autora, el “desván del cerebro”, que, en términos freudianos,
podríamos relacionar con el subconsciente.
En el cuarto de atrás duermen los recuerdos y los secretos que conforman la historia personal
de la narradora-protagonista.
CONTENIDO
La acción, como se ve, es mínima. Su papel es servir de marco al ejercicio de introspección que
lleva a cabo la narradora cuando decide emprender la búsqueda de su pasado para intentar
comprenderse mejor, para entender el origen de su soledad, para encontrar, en definitiva, la
razón de ser de su escritura.
Preámbulo
Cuerpo central
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Capítulo IV. El escondite inglés
Epílogo
ESTRUCTURA
La estructura interna hace referencia a la forma en que se articula el relato, al modo en que se
suceden los hechos que constituyen el argumento.
La estructura externa consiste en la presentación y organización del relato, que es, en este caso,
en capítulos.
La estructura interna es circular, aunque con un final abierto, resultado de la ambigüedad entre
lo real y lo ficticio que predomina en el libro desde la primera hasta la última página y la
confusión que genera en el lector.
TEMAS
La ficción como refugio de la realidad. La literatura, durante la mayor parte de la vida de Martín
Gaite, fue el refugio en el que se protegió de los riesgos de vivir “la vida al raso”, especialmente
cuando se trataba de los años en los que el miedo y el frío se pegaban al cuerpo. La narradora-
protagonista construye un mundo alternativo regido por leyes propias, que nada tienen que ver
con lo racional, lo cronológico o lo físico.
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La literatura también es conocimiento. La escritura es el instrumento para recuperar el pasado
y entender la identidad personal. Es un ejercicio de introspección. La literatura es comunicación,
el más poderoso remedio contra la soledad. Escribir es hablar para ser escuchado. La figura del
misterioso visitante, en calidad de interlocutor hecho a la medida de la hablante, es el facilitador
del diálogo y quien saca a la protagonista de la soledad del monólogo.
El papel social de la mujer cambia con el curso del tiempo. Durante el franquismo, a través de
instrumentos como la Sección Femenina, se implanta un modelo de educación femenina y se
adjudica a mujer un rol necesario para mantener el orden tradicional, e, inversamente se
condena a toda mujer que se aleje del recto camino. La hija de la protagonista es el signo del
nuevo tiempo vive plenamente su libertad. Se observa así una evolución en la conquista de los
derechos de la mujer: si la abuela de C. no contempló la posibilidad de desarrollarse
profesionalmente y la madre no pudo hacerlo por el contexto y la mentalidad de la época,
tampoco la protagonista, a pesar de su título universitario, se ve libre de los prejuicios y la
autocensura propios de la moral de su tiempo, a diferencia de la hija, que sí disfruta de una
libertad hasta entonces desconocida.
La búsqueda del paraíso de la infancia perdida. La escritura responde al deseo de vencer el paso
del tiempo y reconocer a la niña que un día fue, para comprobar que algo de aquel ser aún
permanece en su cuerpo de adulta.
El deseo de libertad coincide con su rebeldía a los principios del orden y las leyes del hogar.
También se rebela contra el modelo de mujer de la perfecta casada, la impecable ama de casa y
la amantísima madre de sus hijos. No obstante, más que el enfrentamiento y el desafío público
de lo establecido, que no iba con su talante, su respuesta era la huida a través de la ficción.
El final del franquismo marca el inicio de un nuevo tiempo. La presencia absoluta de Franco
había regido la mayor parte de los años de vida de varias generaciones. Desde los comienzos del
régimen se difundió la propaganda de la Victoria, que promulgaba que la Guerra Civil había sido
una Cruzada victoriosa y no una guerra fratricida. Había que propagar una moral de triunfo y
lograr que cundiera el entusiasmo. Esa era la consigna de los himnos, los discursos, las canciones,
la escuela, los medios de comunicación. En 1975, la muerte del dictador omnipresente creó en
la autora un efecto parecido al de la incredulidad.
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PERSONAJES
Los personajes que aparecen en la novela son varios. No obstante, conviene distinguir dos
grupos: aquellos que intervienen en la acción principal y aquellos a los que se alude. En líneas
generales, los primeros se encuentran en el momento presente (sea este real o imaginado). Los
segundos pertenecen al plano de los recuerdos, al pasado.
Dentro de los personajes que intervienen en la noche y madrugada en las que se sitúa
temporalmente la obra destacan:
El hombre de negro: aparece en el segundo capítulo de la novela por primera vez. Este personaje
representa la figura del interlocutor idealizado, quien gracias al diálogo ayuda a la narradora-
protagonista a construir, poco a poco, la memoria que con tanto deseo busca. El interlocutor
formula preguntas, pero no lleva guion; simplemente se encarga de hacer posible la
conversación, que surge de forma natural. Es el personaje más complejo.
Hija: representa la mujer de la época (finales de los años setenta), ya que, a diferencia de la
protagonista, puede salir de noche y ser acompañada sin miedo a las habladurías.
El grupo compuesto por los personajes a los que la narradora-escritora alude pertenece al
pasado, a sus recuerdos, que surgen de ese cuarto de atrás. La mayoría interviene en aquellos
momentos en los que la protagonista nos ofrece su versión de los hechos. Este grupo de
personajes es muy numeroso, aunque, por su importancia destacaremos al padre, la madre, la
hermana, la amiga de la infancia, amores de infancia y juventud y personajes literarios.
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SÍMBOLOS
Al valor simbólico del hombre de negro y del cuarto de atrás habría que añadir el sentido
figurado que tienen otros elementos del relato:
El espejo es el punto de fuga a partir del cual la mirada recupera imágenes del pasado.
El mobiliario casi alcanza rango de personaje. Los enseres de los que se rodea forman parte de
su historia y, como testigos del paso del tiempo, son el elemento conductor de las imágenes del
pasado. De todas estas pertenencias, el viejo aparador de madera de castaño heredado de la
familia materna es el que alcanza un mayor protagonismo. Representa el elemento que vence
el paso del tiempo. Este mueble es el testigo callado que ha sobrevivido a las diferentes
generaciones. Como su actual dueña, ha conocido distintos domicilios, pero en sus cajones se
guarda la esencia de lo inmutable.
Si el espejo es la puerta al pasado, si los muebles actúan como vehículo narrativo, la cajita
dorada es el combustible que pone en marcha la maquinaria del tiempo. Sus propiedades son
muy beneficiosas para la memoria, la desatan, provocan que las imágenes del pasado revoloteen
desinhibidas. Las píldoras que contiene dan a los recuerdos frescura y espontaneidad, que son
capaces de regresar como si fueran sentidos, y no como resultado del pensamiento. La cajita
dorada se convierte en el talismán que ayuda a iluminar el pasado desatando los lazos que
mantenían amarradas las imágenes del recuerdo. Es el estímulo que le facilita el paso al mundo
de los sueños.
La cortina roja tiene la función principal de acotar el espacio de la ficción. A modo de telón,
establece los márgenes de la escena en que tiene lugar la representación del diálogo con el
invitado. La cortina también, a modo de velo, proporciona protección, su tela preserva el espacio
reservado del cuarto de atrás.
El teléfono tiene como función marcar las transiciones entre la realidad y la ficción.
La cucaracha es la concreción del miedo. El miedo es personal, por eso el insecto comparece
ante quien lo experimenta.
La cesta de la costura es casi un baúl de los recuerdos. En su interior están los materiales con
los que trabaja la escritora: cada objeto es una vivencia del pasado y lleva consigo un recuerdo,
una imagen o un sueño. Siguiendo la analogía, escribir es como coser, se trata de ir trenzando
los hilos de la trama y la urdimbre.
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TIEMPO
El relato combina los planos temporales del presente y del pasado. Con frecuencia estos planos
se mezclan y se confunden dentro de un mismo párrafo.
El tiempo de la esfera del presente se limita a una sola noche. El orden lineal es temporal y se
distribuye a partir de tres referencias concretas:
1. Infancia – Antes de Franco (Segunda República, Guerra Civil). Es la época del juego y
de una niñez intacta.
2. Adolescencia, juventud y primera madurez - Con Franco (Dictadura: Postguerra y
décadas siguientes). Desaparecen el espacio lúdico del cuarto de atrás y los juguetes.
Es la época del frío y el miedo. Surge la ficción como refugio de la realidad.
3. Segunda madurez – Después de Franco (democracia). Amanece una nueva época y
aparece la necesidad de buscar el tiempo perdido para entender mejor su vida. Lo que
en la novela se reduce a una noche de duermevela, en la vida real son dos años y cinco
meses los que la autora emplea en escribir la obra (desde noviembre de 1975 hasta
abril de 1978)
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analepsis
1. f. Ret. Pasaje de una obra literaria que trae una escena del pasado rompiendo la secuencia cronológica.
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ESPACIO
Además de las dependencias del apartamento de la narradora-escritora, otros lugares a los que
se alude en el transcurso de la acción son Puerto Real y Ciudad Lineal.
En lo que atañe al tiempo pasado, en el que transcurren diversas acciones secundarias, los sitios
y parajes reales son diversos. Frente a estos, debemos señalar otros espacios ficticios (Cúnigan,
la isla de Bergai, el marco propio de los sueños…).
LENGUA Y ESTILO
Carmen Martín Gaite concede mucha importancia al lector, quien tiene la sensación de estar
escuchando, más que leyendo, el texto que tiene delante. Esta apariencia de oralidad facilita la
entrada del lector en la narración, porque el estilo resulta espontáneo y fresco. Potencia esta
impresión el hecho de que la mayor parte de la novela se encauza a través del diálogo, de la
conversación distendida entre la protagonista y su invitado. Sin embargo, este efecto de
naturalidad no oculta la existencia de un vocabulario escogido con esmero.
La construcción sintáctica de los párrafos es bastante libre, de manera que alternan párrafos
breves con otros de gran extensión. Estos últimos son los más adecuados para la divagación y la
evocación.
En las evocaciones del pasado, es muy importante la figura del narratario o destinatario interno,
que se convierten el receptor directo de cada uno de los episodios recordados. Esta figura es
representada por el hombre vestido de negro. De este modo, el misterioso visitante cumple dos
funciones cruciales en la construcción de la novela: en el plano de la interacción cara a cara,
como interlocutor, ayuda con sus intervenciones a la protagonista a hacer memoria; en el plano
de la diégesis o narración de hechos pasados, funciona como el destinatario directo que escucha
el relato desde dentro del texto.