Rayos Uv
Rayos Uv
Rayos Uv
El sol es la fuente de toda energía y, con ello aporta numerosos beneficios, desde sustentar la vida
fotosintética hasta contribuir a la producción de Vitamina D en humanos. No obstante, igual que en la mayoría
de los procesos biológicos, existe un equilibrio; aunque la exposición al sol es buena, hay un límite y
demasiada exposición puede ser nociva, especialmente para la piel.
La luz solar consiste en un espectro de rayos de longitud de onda variable. La luz visible tiene una longitud de
onda de 400 a 700 nm mientras que la luz ultravioleta (UV) invisible tiene una longitud de onda más corta (280
a 400 nm) y la luz infrarroja invisible tiene una longitud de onda más larga (700 nm a 1 mm). Las longitudes de
onda más largas de la luz visible y la luz infrarroja son capaces de penetrar profundamente en la piel, aunque
es menos probable que causen daño.
La luz UV de longitud de onda corta, que interactúa con las células cutáneas, genera radicales libres muy
reactivos.
Estos radicales libres (moléculas de oxígeno) excesivos causan lesiones celulares. Cuanto mayor sea el daño
que causen, tanto mayor será la posibilidad de presentar arrugas, enfermedades crónicas y otras
enfermedades incluyendo el cáncer de piel.
La luz UV tiene una longitud de onda corta, sólo puede penetrar a través del estrato córneo, la epidermis y la
dermis (las capas superiores) pero no de la hipodermis (la capa inferior), aunque es capaz de causar un
conjunto de complicaciones en el seno de estos tejidos.
Aunque la UVB proporciona la energía que la piel necesita para elaborar Vitamina D, es también
responsable del eritema solar y del daño directo del ADN.
Los UVA son los responsables de un 95% de la radiación solar en el planeta, mientras que los UVB
representan el 5% restante.
Los rayos UVA son determinantes para el envejecimiento visible de la piel. Los UVA son extremadamente
poderosos, a punto tal que pueden traspasar el vidrio de las ventanas sin ningún problema. La capa
superficial de la dermis es alcanzada en un 80% por este tipo de rayo pero, a diferencia de los UVB, sus
consecuencias no son visibles a corto plazo.
Los UVB se encuentran más activos durante la época del verano, a diferencia de los UVA que tienen una
intensidad similar a lo largo del año. Al tener menos alcance, los UBV actúan directamente sobre los niveles
de melanina en nuestro organismo. Es así como, a corto plazo, podemos ver sus efectos: son los
responsables del 96% de los casos de quemaduras producidas por el sol y también del 65% del cáncer de
piel.
PROTECTOR SOLAR.
Los protectores solares son agentes que ayudan a prevenir que los rayos ultravioletas (UV) lleguen a la piel.
Los protectores solares deben aplicarse entre 30 minutos y 2 horas antes de exponerse al sol. En general,
deben reaplicarse después de haber pasado 80 minutos en el agua o si ha transpirado en gran cantidad o
cada 2 horas fuera del agua. Se debe seguir cuidadosamente las instrucciones en la etiqueta del producto.
Filtros físicos: También llamadas pantallas totales. Reflejan toda la radiación solar, impidiendo que
esta penetre en la piel y produzca enrojecimiento, quemaduras, etc. Hay que aplicarlos en capa
gruesa y apenas se notan utilizando el dióxido de titanio.
Filtros químicos: Actúan absorbiendo la radiación solar y transformándola en otro tipo de energía
no nociva a la piel. Dan lugar a los factores de protección solar (FPS).
Esencialmente este valor, este factor actúa multiplicando el tiempo al que la piel puede estar
expuesta al sol. Pero claro, este tiempo depende también del tipo de piel de cada persona. Según la
clasificación ideada en 1975 por Thomas B. Fitzpatrick dermatólogo de la Universidad de Harvard,
existen 6 clases diferentes en base a su tonalidad, facilidad para quemarse y capacidad para
broncearse. Es lo que se conoce como el fototipo.
Si la piel sin protección tarda 20 minutos para empezar a ponerse roja, al utilizar un protector solar
con un FPS de 15 previene el enrojecimiento teóricamente 15 veces más – alrededor de cinco horas.
Por ejemplo, las pieles más claras de fototipo tipo I, pueden resistir al sol sin quemarse unos 10
minutos. Así pues, una crema con un factor de protección solar 30, multiplicará por 30 el tiempo que
una persona con ese tipo de piel puede estar expuesta al sol. Es decir, si una persona con este tipo
de piel, una vez aplicada la crema, podría estar al sol durante unos 300 minutos sin quemarse. Una
piel del tipo 2 puede resistir 20 minutos al sol sin quemarse por lo que, al aplicar una crema de 50
FPS, puede estar expuesta al sol durante 1.000 minutos sin quemarse.