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Inepta Acumulacion

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Exp.

2013-000217
 
Magistrado Ponente: Luís Antonio Ortiz Hernández
 
En el juicio por estimación e intimación de honorarios
profesionales, incoado ante el Juzgado Primero de Primera Instancia
en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción
Judicial del estado Yaracuy, por el abogado BALMORE
RODRÍGUEZ NOGUERA, actuando en su propio nombre y
representación, contra la sociedad mercantil distinguida con la
denominación PANAMCO DE VENEZUELA C.A. (hoy COCA-
COLA FEMSA DE VENEZUELA S.A.)  en la persona de su gerente
de ventas para la zona de Yaracuy ciudadano Ronald Contreras,
debidamente representado por los abogados Eddy David De Sousa
Pereira, Javier Zerpa Boissiere e Ignacio Ponte Brandt; y la sociedad
mercantil distinguida con la denominación DISTRIBUIDORA
JENNIBER C.A., en la persona de su gerente ciudadano Astur
Antonio Bonalde, representado por el abogado Félix Escorihuela
Paz; el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del estado Yaracuy, en fecha 18 de febrero
de 2013, dictó sentencia mediante la cual declaró:
 
“… DECLARA SIN LUGAR la apelación interpuesta en fecha 25 de
Octubre (sic) de 2012 por el abogado Balmore Rodríguez, Inpreabogado Nº
34.902, en su condición de demandante, contra decisión dictada en esa
misma fecha por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y Tránsito de esta Circunscripción Judicial, quien declaró la
perención de la instancia conforme a lo dispuesto en el artículo 267 del
Código de Procedimiento Civil. No hay condenatoria en costas por la
naturaleza del procedimiento.”
 
Contra la preindicada sentencia la parte demandante, anunció
recurso extraordinario de casación, el cual fue admitido y
formalizado por ante el Juzgado Superior, tal como lo preceptúa el
artículo 317 del Código de Procedimiento Civil. Hubo impugnación.

Concluida la sustanciación del recurso y cumplidas las demás


formalidades de ley, pasa la Sala a dictar sentencia bajo la
ponencia del Magistrado que con tal carácter la suscribe,  en los
siguientes términos:
 

CASACIÓN DE OFICIO

En garantía del legítimo derecho que poseen las partes a la


defensa y libre acceso a los órganos de administración de justicia
para ejercer el derecho a la tutela judicial efectiva de los mismos y
el de petición, consagrado en los artículos 49, numeral 1, 26 y 51,
todos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
esta Sala en sentencia numero 22 de fecha 24 de febrero de 2000,
expediente N° 99-625, caso Fundación para el Desarrollo del estado
Guárico (FUNDAGUÁRICO) contra José Milagro Padilla Silva,
determinó que conforme a la disposición legal prevista en el artículo
320 del Código de Procedimiento Civil, y al principio constitucional
establecido en el artículo 257 de la precitada Constitución, referido a
que "El proceso constituye un instrumento fundamental para la
realización de la justicia..." , tiene la prerrogativa para extender su
examen, sin formalismos, cuando se detecte la infracción de una
norma de orden público o constitucional.
En este sentido, con el fin de aplicar una recta y sana administración
de justicia, de conformidad con lo establecido en el artículo 335 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y en aplicación del
criterio vinculante sentado por la Sala Constitucional de este Tribunal
Supremo de Justicia en sentencia N° 1353 de fecha 13 de agosto de 2008,
expediente N° 07-1354, caso CORPORACIÓN ACROS, C.A., según el cual,
la casación de oficio, más que una facultad discrecional, constituye un
verdadero imperativo constitucional, porque “asegurar la integridad de las
normas y principios constitucionales es una obligación de todos los jueces
y juezas de la República, en el ámbito de sus competencias (ex artículo 334
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela)” , esta Sala
procede a obviar las denuncias articuladas en el presente recurso, por
cuanto si bien el vicio detectado no fue denunciado en casación por la
recurrente, el mismo tiene incidencia constitucional. De allí que, con
fundamento en lo anterior y autorizada por la facultad establecida en el
artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, esta Sala de Casación Civil
hará pronunciamiento expreso, para casar el fallo recurrido con base en
infracciones de orden público y constitucionales, encontradas en el caso
bajo estudio.

Esta Sala observa del escrito libelar, que la parte actora


demandó lo siguiente:
 
“Por las razones de hecho y de derecho expuestas, concurro ante su tribunal
para demandar como en efecto lo hago, en forma solidaria a las empresas
Panamco de Venezuela, antes embotelladora coca cola y hit de Venezuela
S.A., ahora Coca Cola Femsa S.A., y a Distribuidora Jenniber C.A., ambas
identificadas, para que sean intimadas a pagarme y convengan en ello o las
condene esta instancia, la suma de: Noventa y cuatro millones ciento
setenta mil Bolívares, (Bs. 94.170.000,oo)que me adeudan por concepto
de honorarios profesionales por mi actuación como abogado demandante
en la causa N° 1718-03 que cursa en ejecución ante el Juzgado del
Municipio Nirgua del Estado (sic) Yaracuy, por cobro de prestaciones
sociales (….). Así mismo solicito a este Tribunal condene a las accionadas
a satisfacer los costos del presente juicio los cuales estimo en la suma de
veinte millones de Bolívares (Bs. 20.000.000,oo) y a cancelar las sumas
definitivamente condenadas debidamente recalculadas conforme a la
inflación a que está sometida la economía de la República y que representa
una constante devaluación de la moneda Venezolana, la cual solicito se
calcule mediante la técnica de la indexación judicial (…)” (Resaltado de la
Sala).
 

De lo antes transcrito se desprende palmariamente, que la parte


actora, pretende el pago de sus honorarios profesionales, así como el
pago de los costos del juicio, lo cual se configura en el vicio
conocido como inepta acumulación de pretensiones.

Al respecto, esta Sala ha dicho en varias oportunidades que el


cobro de los honorarios profesionales y el de gastos judiciales son
pretensiones excluyentes, por lo que si son demandados
conjuntamente, estaríamos en presencia de una inepta acumulación
de pretensiones.

En tal sentido esta Sala de Casación Civil, en caso análogo, en


reciente sentencia N° 444, de fecha 30 de julio de 2013, expediente
N° 2013-056, caso: Josmary Gutiérrez y otro, contra Carmen Aida
Galloni de López, con ponencia del mismo Magistrado que con tal
carácter suscribe el presente fallo,  y con respecto a la demanda
conjunta de honorarios profesionales y gastos judiciales, señaló lo
siguiente:
 
 “La Sala para decidir, observa:”
 
(…omissis…)
 
“Ahora bien, le corresponde a esta Sala analizar si en efecto, el
cobro de los honorarios profesionales y el de gastos judiciales
son pretensiones excluyentes, por lo que debemos delimitar
conceptualmente cada uno. Sobre los gastos judiciales, la Sala
Constitucional estableció en sentencia Nro. 2361, de fecha 3 de
octubre de 2002, en el caso del abogado Tomas Colina, en su
carácter de apoderado judicial del Municipio Iribarren del
estado Lara, lo siguiente:
 
“De la lectura concordada de los artículos 286 del Código de Procedimiento
Civil y de la Ley de Arancel Judicial, en los artículos que aún están vigentes,
se pueden separar diáfanamente dentro de la condena en costas, dos
elementos que la componen. Uno: los gastos judiciales, los cuales algunos
autores llaman costos del proceso, y que deben ser objeto de tasación
por el Secretario dentro del proceso (artículo 33 de la Ley de Arancel
Judicial). Entre estos están los honorarios y gastos de los expertos. Dos:
los honorarios de abogados (apoderados judiciales de la parte contraria
gananciosa en el proceso), los cuales no podrán exceder del 30 % del valor
de lo litigado.
 
Se trata de dos componentes distintos. Los costos tienen como correctivo
lo establecido en la Ley de Arancel Judicial. Los honorarios la
retasa. Los costos pueden exceder del 30% del valor de lo litigado, los
honorarios no. Ahora bien, con relación a los honorarios de los expertos,
cuando estos son médicos, ingenieros, intérpretes, contadores, agrimensores
o expertos análogos, la mencionada Ley de Arancel Judicial establece cómo
se calcularán los mismos (arts. 54 y siguientes de la Ley de Arancel
Judicial), no quedando su fijación al libre criterio del juez (pues éste no sólo
debe oír previamente la opinión de los expertos, sino tomar en cuenta la
tarifa de los honorarios aprobados por los respectivos Colegios de
Profesionales y puede, si así lo estimare conveniente, asesorarse por
personas entendidas en la materia), y menos que sean fijados en un tanto por
ciento de lo que arroje la experticia, si se tratara de determinar sumas de
dinero, ya que el perito no es socio de la parte gananciosa, sino una persona
que cobra por el trabajo que se le asigna, el cual puede ser muy sencillo.
 
De igual forma, la Sala Constitucional en sentencia Nro. 1217,
de fecha 25 de julio de 2011, en el caso de Jesús Alberto
Méndez Martínez y otros, señaló:
 
“Al respecto, debe observar la Sala que nuestro ordenamiento jurídico
positivo no define lo que son las costas en el juicio, sin embargo, la
doctrina patria ha definido las costas como todos los gastos hechos por
las partes en la sustanciación de los asuntos judiciales, ya que, a pesar
de que la justicia es gratuita, es inevitable que durante la tramitación
del proceso pudiesen surgir diversas erogaciones como sería el caso de
los gastos en la tramitación de la citación, de las notificaciones,
publicaciones de carteles, pago correspondiente a los jueces asociados,
expertos; así como los honorarios de los abogados.
 
De este modo, las costas son los gastos causados con ocasión de la litis,
que debe pagar la parte totalmente vencida al vencedor. Por lo cual, una
vez que la condena en costas ha quedado firme, procede la tasación de
éstas y posteriormente su intimación a la parte condenada a las mismas.
En tal sentido, la tasación no es más que la determinación concreta y
exacta de la entidad o monto de las costas, mientras que la intimación es
el requerimiento de su pago a la parte condenada en costas mediante
una orden judicial.
 
Así, visto que respecto a casos anteriores esta Sala no ha realizado la
distinción en cuanto al procedimiento para el cobro de los costos generados
en el proceso y los honorarios de los abogados, pues dada la forma en que
está regulado el mismo en el ordenamiento jurídico ha causado confusión en
el ejercicio profesional en cuanto a la vía idónea para hacer efectivas las
costas del proceso, motivos por los cuales se estima pertinente establecer con
carácter vinculante lo siguiente: en nuestro sistema de derecho se
distingue la tasación de gastos de juicio, que corresponde hacerla al
Secretario del Tribunal, conforme lo prevé el artículo 33 y siguientes de
la Ley de Arancel Judicial y la tasación de honorarios de los abogados.
Para la tasación de los gastos, se sigue la tarifa que prevé la Ley de
Arancel Judicial, según la prueba de los gastos que aparezcan en autos.
Mientras que, para la segunda, no existe tarifa, sino el límite que
establece el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, según el
cual las costas que debe pagar la parte vencida por honorarios del
apoderado de la parte contraria estarán sujetos a retasa, sin que, en
ningún caso, estos honorarios excedan el treinta por ciento (30%) del
valor de lo litigado, según aplique.
 
Ahora, en cuanto a la tasación de las costas, ésta deberá efectuarse de
acuerdo al procedimiento pautado en la Ley de Arancel Judicial que, en sus
artículos 33 y 34, establece lo siguiente:
 
Artículo 33. La tasación de las costas la acordará el Tribunal en cualquier
estado y grado del proceso a solicitud de las partes, o de oficio en los casos
que las leyes señalaren, y la hará el secretario del Tribunal.
 
Artículo 34. La tasación de costas podrá ser objeta (sic) por errores
materiales, Por haber sido liquidada en desacuerdo con el arancel, Por la
improcedencia de la inclusión de ciertas partidas y por cualquier otra causa
conducente.
 
En los dos primeros casos, si la objeción fuere procedente tocará hacer la
rectificación al mismo Tribunal donde hubiere cumplido la tasación; y en los
Otros casos podrá abrirse una articulación a solicitud del interesado
conforme al artículo 607 del Código de Procedimiento Civil.
 
En todo caso, la objeción se considerará como una incidencia, y la decisión
deberá ser formulada dentro de los tres (3) días hábiles después de la
tasación.
 
Como señalan las normas transcritas, dicha tasación, que se refiere a los
gastos que se ocasionaron en el proceso, se solicitará ante el Secretario o
Secretaria del Tribunal de la causa donde se produjo la condenatoria en
costas, tasación que no es definitiva ni vinculante para la deudora, quien
tiene derecho de objetarla por cualquiera de los motivos que indica el
referido artículo 34 de la Ley de Arancel Judicial (errores materiales,
partidas mal liquidadas o improcedencia de la inclusión de ciertas partidas o
cualquier otra causa que estime conducente), por lo que la actividad del
Secretario o Secretaria del Tribunal consistirá en anotar el valor de cada
gasto, los cuales deberá pagar el perdidoso condenado en costas una vez que
se proceda a su intimación o requerimiento de pago a la parte condenada.
 
Por otra parte, en cuanto al proceso de cobro de honorarios profesionales del
abogado, tal como lo estableció la Sala de Casación Civil en sentencia n.°:
RC.000235, del 01 de junio de 2011, caso: Javier Ernesto Colmenares
Calderón de profesionales, el mismo se sustancia por un procedimiento
especial previsto en el artículo 22 de la Ley de Abogados, tiene carácter
autónomo y puede comprender dos etapas, que son las siguientes:
 
El proceso de intimación de honorarios profesionales de abogado, pautado
en el artículo 22 de la Ley de Abogados, tiene carácter autónomo y puede
comprender o abarcar dos etapas, una de conocimiento y otra de retasa,
según la conducta asumida por el intimado. En la etapa de conocimiento,
cuya apertura se produce con la introducción del escrito de estimación e
intimación de los honorarios, lo que constituye una verdadera demanda de
cobro, una vez citado el demandado, éste dispone de diez días para impugnar
el cobro de los honorarios intimados y para acogerse a la retasa, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 25 de la Ley de abogados. (Cfr.
Sentencia de esta Sala, de fecha 11 de agosto de 1993, caso: Juan Antonio
Golia contra Bancentro C.A). Luego de ello, se debe abrir expresamente por
el tribunal, la articulación probatoria de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 607 del Código de Procedimiento Civil; esta fase culmina con la
respectiva sentencia definitivamente firme de condena, que se pronuncia
sobre la demanda o, como fase única, con el solo ejercicio del derecho de
retasa, por parte del intimado.
 
La parte perdedora tiene derecho a que le sea revisada la indicada sentencia
de condena dictada en la fase de conocimiento, no sólo por el tribunal de
alzada sino incluso por casación, bajo los supuestos y oportunidades
previstos por la ley.
 
En la segunda fase, de retasa, el demandado tiene derecho a que sea retasado
el monto condenado a pagar por la sentencia de condena, todo de
conformidad con el procedimiento de retasa dispuesto en la Ley de
Abogados, siendo de observar que la solicitud de acogerse al derecho de
retasa puede ser ejercido por el demandado en la oportunidad de contestar la
demanda, o dentro de los diez días de despacho después de haber quedado
firme la sentencia de condena. (Vid. Sentencia de esta Sala Nº 601,
caso: Alejandro Biaggini Montilla y Otros contra Seguros Los Andes, C.A.,
expediente 2010-000110).
 
Ahora bien, hechas las anteriores consideraciones, deben hacerse las
siguientes advertencias puntuales, de gran trascendencia: 1º- La fase de
conocimiento termina con la sentencia de condena y, en caso de que quede
firme y no se haya ejercido el derecho de retasa oportunamente, será dicha
sentencia la que se ejecute, sin que deba aludirse ni haya lugar a una nueva
demanda en que se dicte decreto o auto intimatorio alguno. De ahí la
importancia, de que la sentencia que condene al pago deba indicar el monto
que condena a pagar al demandado si es el caso, tanto porque debe bastarse a
sí misma para toda virtual ejecución, como también, para que sirva de
parámetro a los jueces retasadores.
 
De esta forma, de acuerdo a las consideraciones anteriormente expuestas, la
Sala concluye que, en el presente caso, el Tribunal de la causa tramitó la
demanda de cobro del reembolso de los honorarios profesionales pagados a
los abogados de la parte gananciosa en el juicio de rendición de cuentas,
aplicando dos procedimientos distintos y especiales previstos en la Ley de
Arancel Judicial y en la Ley de Abogados, dando comienzo al procedimiento
de tasación de las costas (gastos), a través de la tasación de costas por la
Secretaria del Tribunal que no fue el mismo donde se tramitó la causa donde
quedó firme la condenatoria en costas, e intimó, posteriormente, al pago de
los honorarios profesionales de los abogados, conforme lo prevé la Ley de
Abogados, a los fines de que la parte perdidosa pagara la cantidad intimada o
ejerciera su derecho de retasa, lo cual constituyó un híbrido de ambos
procedimientos.
 
Al respecto, la Sala observa que al haber el Tribunal de la causa
admitido la demanda y permitido la acumulación de dos pretensiones
para cuya tramitación la ley establece procedimientos diferentes, que se
excluyen mutuamente, resultando incompatibles, como lo son la tasación
de los costos del proceso y la intimación de los honorarios profesionales
de abogados, al no haber advertido tal subversión procesal, infringió el
citado artículo 78 del Código de Procedimiento Civil.
 
Por lo anterior, por mandato de la precitada disposición legal, por razones de
orden público procesal, no podían acumularse en el mismo escrito de
demanda dichas pretensiones, y menos admitirse en un Tribunal distinto al
que tramitó el juicio donde se originaron los gastos, la tasación de los
mismos, que no fue otra pretensión sino la solicitud de reembolso del pago
de los honorarios profesionales; y posteriormente, aplicar el procedimiento
para la intimación de los honorarios profesionales del abogado, por lo que la
Sala estima que dicha demanda resultaba a todas luces inadmisible, tal como
se declarará de manera expresa, positiva y precisa en el dispositivo del
presente fallo en donde, además, se declarará la nulidad de todo lo actuado
en dicha causa. Así se establece.
 
En consecuencia, esta Sala, por las razones de resguardo del orden público
constitucional señaladas en este fallo, y con fundamento en los artículos 11 y
78 del Código de Procedimiento Civil, anula el proceso seguido ante el
Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario y
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Falcón, con ocasión a la
demanda que por cobro de “costas procesales” fue interpuesta por las
ciudadanas Ana Cristina Méndez de Rodríguez y Luisa Méndez Romero
contra los ciudadanos Jesús Alberto Méndez Martínez, Luis Daniel Méndez
Martínez, Dariana Angelin Méndez Martínez, Yajaira Coromoto Méndez de
Rodríguez, Gabriel Gerardo Méndez Martínez, Mercedes Berenice Méndez
Martínez, Ivonne Coromoto Méndez Martínez, María Josefina Martínez de
Méndez, Maricela Josefina Méndez Martínez, Emma Méndez de Blanco,
Carmen Pastora Méndez de Rodríguez, Alida Esperanza Mota de Sánchez,
Gabriel Segundo Méndez Mota, Alfredo Ramón Méndez Mota, Gil Alberto
Méndez Mota, Aída Josefina Méndez Mota, Edicson Omar Méndez Mota,
Mayra Coromoto Méndez Mota, Aníbal Ramón Mota, Alexis Jesús Méndez
Mota, Olga Elizabeth Méndez de García y Lisángela Yusbel Méndez
Cruz. Así se declara.
 
Por otra parte, esta Sala, visto los motivos que dieron lugar a la nulidad que
en este fallo se declara, ordena remitir copia certificada del mismo a la
Inspectoría General de Tribunales, a los fines disciplinarios
correspondientes, en virtud de que tanto el ciudadano Marcos Rafael Rojas
García, en su condición de Juez del Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil
y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Falcón, como el
ciudadano Camilo Hurtado Lores, en su condición de Juez Titular del
Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario y del
Tránsito de la misma Circunscripción Judicial, al conocer y decidir la
demanda referida en la presente decisión, desconocieron el procedimiento
previsto para el cobro e intimación tanto de las costas del proceso, y la
diferenciación entre los dos rubros que la comprenden, esto es, los costos y
los honorarios profesionales de abogados. Así se decide.
 
Finalmente, vista la relevancia del examen de la doctrina aquí
expuesta, esta Sala, en ejercicio de la facultad conferida por
el artículo 335 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, tal como se señaló “supra”, establece un
criterio vinculante para todos los Tribunales de la República,
a partir de la publicación del presente fallo. Igualmente, esta
Sala ordena la publicación de la presente decisión en la
Gaceta Oficial de la República, en la Gaceta Judicial y en la
página web del Tribunal Supremo de Justicia.  (Resaltado de la
Sala).
 
Asimismo, y en lo que respecta a la acumulación de
pretensiones en los juicios de estimación de honorarios, esta
Sala ha señalado en sentencia N° 179, expediente N° 2008-655,
de fecha 15 de abril de 2009, en el caso de Miguel Santana
Mujica y otra contra Asociación Civil Sucesores de Mario
Oliveira, S.A. (SUDOLIMAR) y otra, lo siguiente:
 
“La Sala para decidir observa:
 
…omissis…
 
“Esta Sala de Casación Civil ha establecido en diferentes
oportunidades, que la figura de la acumulación procesal
consiste en la unificación, dentro de un mismo expediente, de
causas que revisten algún tipo de conexión, o en los que exista
entre ellos una relación de accesoriedad o continencia, para
que, mediante una sola sentencia, éstas sean decididas y con
ello, se eviten decisiones contradictorias que puedan versar
sobre un mismo asunto.
 
En este sentido, ha sostenido que la acumulación tiene como
finalidad influir positivamente en la celeridad, ahorrando
tiempo y recursos al fallar en una sola sentencia asuntos en los
que no hay razón para que se ventilen en diferentes procesos.
 
Sin embargo, debe verificarse si la acumulación se ajusta a
derecho, esto es, que se trate de pretensiones compatibles,
que no se contraríen o excluyan entre sí, y que puedan ser
tramitadas en un mismo procedimiento.
 
Ahora bien, el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil
prohíbe la concentración de pretensiones en una misma
demanda, en los casos en que las pretensiones se excluyan
mutuamente o sean contrarias entre sí, cuando por razón de
la materia, no correspondan al conocimiento del mismo
tribunal, y en los casos en que los procedimientos sean
incompatibles.
 
Así pues, toda acumulación de pretensiones realizada en
contravención a lo dispuesto por la mencionada ley adjetiva,
es lo que la doctrina denomina inepta acumulación.
 
Se entiende entonces -y ello ha sido criterio reiterado de esta
Sala-, que la acumulación de pretensiones incompatibles, no
puede darse en ningún caso, es decir, ni de forma simple o
concurrente, ni de manera subsidiaria (en este último caso, a
menos que los procedimientos no sean incompatibles, en cuyo
caso sí podrán acumularse, según lo dispuesto en el único
aparte del artículo 78 del Código de Procedimiento Civil).
 
De manera que la inepta acumulación de pretensiones, en los
casos en que éstas se excluyan mutuamente o cuyos
procedimientos sean incompatibles,  constituye causal de
inadmisibilidad de la demanda . (Al efecto ver sentencia de
esta Sala N° 175 del 13 de marzo de 2006, caso: José Celestino
Sulbarán Durán c/ Carmen Tomasa Marcano Urbáez)
 
La hoy recurrente en casación, en su escrito de formalización,
alegó que el juez de alzada no se pronunció sobre lo
argumentado en el libelo de demanda, ni estudió ni decidió lo
que se había alegado como defensa fundamental en el recurso
de apelación, así como manifestó que el juez suplió defensas
que correspondían a la parte demandada, al declarar la inepta
acumulación de pretensiones, sin que haya sido alegada por esa
parte como cuestión previa.
 
Adicionalmente,  señaló que el artículo 341 del Código de
Procedimiento Civil es un artículo limitativo de la “garantía de
instar en justicia”, que debe ser interpretado restrictivamente y
que consagra tres causas específicas de inadmisibilidad de la
demanda, y, tomando en cuenta que la inepta acumulación no
constituye ninguna de ellas, concluye que mal pudo el juez
otorgarle dicho efecto de inadmisibilidad a la pretensión
ineptamente acumulada.
 
A este respecto es necesario señalar lo siguiente:
 
El artículo 341 del Código de Procedimiento Civil establece:
 
“Presentada la demanda, el Tribunal la admitirá si no es contraria al orden
público, a las buenas costumbres o a alguna disposición expresa de la
ley. En caso contrario, negará su admisión expresando los motivos de la
negativa. Del auto del Tribunal que niegue la admisión de la demanda, se
oirá apelación inmediatamente, en ambos efectos”.
 
Por su parte, el artículo 78 de la misma ley civil adjetiva
señala:
 
“No podrán acumularse en el mismo libelo pretensiones que se excluyan
mutuamente o que sean contrarias entre sí, ni las que por razón de la
materia no correspondan al conocimiento del mismo Tribunal; ni
aquellas cuyos procedimientos sean incompatibles entre sí.
Sin embargo, podrán acumularse en un mismo libelo dos o más pretensiones
incompatibles para que sean resueltas una como subsidiaria de otra siempre
que sus respectivos procedimientos no sean incompatibles entre sí”.
 
De la anterior disposición procesal se puede evidenciar que por
mandato de la propia ley, el juez está facultado para no admitir
una demanda cuando en ella se acumulen pretensiones cuyos
procedimientos sean incompatibles, pues de lo contrario se
estaría violentando una disposición expresa de la ley que
prohíbe su acumulación .”
 
…omissis…
 
“Asimismo,  esta Sala reitera que de conformidad con lo
previsto en el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil, no
pueden ser acumuladas en el mismo libelo, pretensiones cuyos
procedimientos sean incompatibles entre sí y, de ocurrir, la
causa debe ser declarada inadmisible , de conformidad con el
artículo 341 del Código de Procedimiento Civil, por existir una
prohibición expresa de la ley. Así se establece.” (Resaltado de
la Sala).
 
Asimismo, esta Sala ha señalado en su fallo N° 99, expediente
N° 2000-178, de fecha 27 de abril de 2001, en el caso de María
Josefina Mendoza Medina contra Luis Alberto Bracho Inciarte,
lo siguiente:
 
“El artículo 22 de la Ley de Abogados dispone:
 
…omissis…
 
“Cuando exista inconformidad entre el abogado y su cliente en
cuanto al monto de honorarios por servicios profesionales
extrajudiciales, la controversia se resolverá por la vía de juicio
breve y ante el Tribunal Civil competente por la cuantía. La
parte demandada podrá acogerse al derecho de retasa en el acto
de la contestación de la demanda.
 
La reclamación que surja en juicio contencioso acerca del
derecho a cobrar honorarios por parte del abogado, será
sustanciada y decidida de conformidad con los establecido en
el Artículo (Sic) 386 (607 del nuevo Código) del Código de
Procedimiento Civil y, la relación de la incidencia, si surgiere,
no excederá de diez audiencias”.
En este sentido, la Sala en sentencia Nº54, expediente Nº 98-
677, de fecha 16 de marzo de 2000, en el juicio de Iris Molina
de García y otra contra Administradora Myt, S.R.L., señaló:
 
“...actividades como la redacción del poder, el estudio y
elaboración de la demanda y/o de la contestación, no pueden
considerarse extrajudiciales ya que están íntimamente ligadas
al proceso (Nemo auditus sine actore).
 
Para la Sala, el desarrollo de todas aquellas actividades
conexas al juicio, ya sea en representación del actor o del
demandado, que permiten al profesional del derecho adecuar
los hechos que configuran la pretensión (actor) o su rechazo
(demandado) a los supuestos normativos, conllevan una
actividad que ha de valorarse como estrictamente judicial, a los
efectos de estimar e intimar honorarios y al momento de
acordarlos por parte del Tribunal de Retasa. Así se decide....”
 
El artículo 22 de la Ley de Abogados, ya citado, determina con
precisión los procedimientos que hay que cumplir para uno y otro
caso. Así cuando hay discrepancia entre el abogado y su cliente
por el monto de honorarios profesionales de abogados causados
extrajudicialmente la ley determina que el juicio comienza por
demanda ante el Tribunal competente por la cuantía, y el
procedimiento que se aplica es el del juicio breve y la incidencia,
si surgiere, se hará conforme al artículo 607 del Código de
Procedimiento Civil. Ahora para el caso de la estimación de
honorarios por actuaciones judiciales éstas se harán en el mismo
expediente contentivo del juicio principal el cual tendrá otro
procedimiento como es la intimación al pago en el plazo de diez
(10) días conforme al artículo 25 de la Ley de Abogados. En
ambos procedimiento el demandado puede acogerse al derecho de
retasa.
 
De tal manera que se está en presencia de dos procedimientos distintos que
se excluyen mutuamente.-
 
En el presente caso, la Sala observa que en el libelo de la
demanda que está presentado independientemente del juicio
principal, se indica en su mayoría actuaciones extrajudiciales
realizadas por la abogada del demandado en reuniones en
restaurantes, en la casa de la abogado y en otros sitios;
reuniones con la cónyuge del poderdante en su de habitación
etc, que condujeron luego a que la abogada presentara una
solicitud de divorcio al Juez competente, pidiendo la disolución
del vinculo conyugal de su cliente conforme al artículo 185-A
del Código Civil, que es un procedimiento breve y sumario y
sin contención.-
 
Como se podrá observar, en el presente caso se acumulan
estimaciones de honorarios cuyo procedimiento son excluyentes
conforme lo establece la Ley de Abogados. Así,  el artículo 78
del Código de Procedimiento Civil, establece:
 
“...No podrá acumularse en el mismo libelo pretensiones que
se excluyan mutuamente o que sean contrarias entre sí, ni
las que por razón de la materia no correspondan al
conocimiento del mismo Tribunal; ni aquéllas cuyos
procedimientos sean incompatibles entre sí.
 
Sin embargo, podrán acumularse en un mismo libelo dos o más
pretensiones incompatibles para que sean resueltas una como
subsidiaria de otra siempre que sus respectivos procedimientos
no sean incompatibles entre sí...”
 
 
La doctrina expresa, al respecto que:
 
“...Finalmente, no son acumulables las   acciones o   pretensiones
que tengan procedimientos   legales   incompatibles entre sí. La
unidad de   procedimiento es una característica de la
acumulación en   general, y cuando a cada pretensión  corresponde
un procedimiento incompatible con el de la otra, aquella
unidad no puede lograrse y la acumulación por tanto no es
posible.  Así, v. gr., una pretensión de reivindicación de un
inmueble, no puede acumularse con otra de ejecución de
hipoteca, porque la primera tiene un procedimiento ordinario y
la segunda se sigue por uno especial. No pueden acumularse
una pretensión de cobro de una letra de cambio y una de
rendición de cuentas, porque aunque ambas corresponden a la
competencia mercantil, la primera debe seguirse por el
procedimiento ordinario y la segunda por uno especial.
 
Es indiferente que ambas pretensiones tengan procedimiento
especial si éstos no son incompatibles.
 
Así pueden acumularse dos pretensiones de divorcio, porque
ambas se siguen por el mismo procedimiento especial; pero no
pueden acumularse una de privación de la patria potestad con
una de divorcio, porque cada una tiene su procedimiento
especial incompatible con el da la otra.
 
La exigencia de la unidad del procedimiento es de tal entidad
en esta materia, que si bien se permite la
acumulación  subsidiaria  de dos o más pretensiones
incompatibles entre sí, esta acumulación tampoco es posible
cuando no hay unidad de procedimientos (Art. 78
C.P.C.)....” (Arístides Rengel Romberg. Tratado de Derecho
Procesal Civil Venezolano. Tomo II, pág. 110).-
 
La acumulación de acciones es de eminente orden público
 
“...La doctrina pacífica y constante de la Sala ha sido
tradicionalmente exigente en lo que respecta a la observancia
de los trámites esenciales del procedimiento, entendido el
proceso civil, como el conjunto de actos del órgano
jurisdiccional, de las partes, y de los terceros que
eventualmente en él intervienen, preordenados para la
resolución de una controversia, el cual está gobernado por el
principio de la legalidad de las formas procesales. Esto, como
lo enseña Chiovenda, que no hay un  proceso
convencional  sino, al contrario, un proceso cuya estructura y
secuencia se encuentra preestablecidas con un neto signo
impositivo, no disponible para el juez, ni para las partes. Así,
la regulación legal sobre la forma, estructura y secuencia del
proceso civil, es obligatoria en un sentido absoluto, tanto para
las partes como para el juez, pues esa forma, esa estructura y
esa secuencia que el legislador ha dispuesto en la ley procesal,
son las que el Estado considera apropiadas y convenientes para
la finalidad de satisfacer la necesidad de tutela jurisdiccional
de los ciudadanos, que es uno de sus objetivos básicos.
 
Es por lo expresado que la Sala ha considerado
tradicionalmente que la alteración de los trámites esenciales
del procedimiento quebranta el concepto de orden público,
cuya finalidad tiende a hacer triunfar el interés general de la
sociedad y del Estado sobre los intereses particulares del
individuo, por lo que su violación acarrea la nulidad del fallo y
las actuaciones procesales viciadas, todo ello en pro del
mantenimiento de la seguridad jurídica y de la igualdad entre
las parte, que es el interés primario en todo juicio....”
(Sentencia de la Sala de Casación Civil del 22 de octubre de
1997).
 
Es de antigua data la siguiente doctrina de la Sala:
 
“...Aun cuando las partes litigantes manifiesten su acuerdo, no
es potestativo de los Tribunales subvertir las reglas con que el
legislados ha revestido la tramitación de los juicios, pues su
estricta observancia es materia intimante litigada al orden
público....” (S. De 24-12-15)
 
En consecuencia,  considera este Alto Tribunal que
habiéndose acumulado acciones distintas que son
incompatibles por tener procedimientos distintos, se está en
presencia de lo que la doctrina ha llamado “inepta
acumulación de acciones” , y siendo esta materia de orden
público es imperativo casar de oficio el fallo recurrido y,
anular todo el procedimiento hasta el estado de admisión de la
demanda por el cobro de honorarios profesionales de abogado,
la cual se debe tramitar por el procedimiento breve las
actuaciones extrajudiciales en conformidad con lo que
establece el Código de Procedimiento Civil, en sus artículos
881 y siguientes y estimar los honorarios correspondientes a
las actuaciones judiciales conforme a lo que establece la ley de
abogados.- Así se decide.-
 
En efecto, el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil,
prohíbe la concentración de pretensiones en una misma
demanda, en los casos en que las pretensiones se excluyan
mutuamente o que sean contrarias entre sí, cuando, por razón de
la materia, no correspondan al conocimiento del mismo
tribunal, y en los casos en que los procedimientos sean
incompatibles. De tal modo, que toda acumulación de
pretensiones realizada en contravención a lo dispuesto por la
mencionada ley adjetiva, es lo que la doctrina denomina inepta
acumulación.
 
En el presente caso, esta Sala observa que lo pretendido por la
demandante es el cobro de los honorarios profesionales
conjuntamente con los gastos judiciales, y que en la
oportunidad legal de dar contestación a la demanda, compareció
el defensor ad-litem  quien opuso la inepta acumulación de
pretensiones prevista en el artículo 78 del Código de
Procedimiento Civil, defensa ésta que fue mencionada tanto por
el a quo como por el ad quem, limitándose a negar el pago de
los gastos judiciales, obviando el procedimiento que implica la
interposición de la defensa prevista en el artículo 78 del Código
de Procedimiento Civil, ya que la inepta acumulación de
pretensiones, en los casos en que éstas se excluyan mutuamente
o cuyos procedimientos sean incompatibles, constituye causal
de inadmisibilidad de la demanda.
 
En tal sentido, esta Sala de Casación Civil del Tribunal
Supremo de Justicia,  en torno a la inadmisibilidad de la
acción, la inepta acumulación de pretensiones y su naturaleza
de orden público , en su fallo N° RC-258, de fecha 20 de junio
de 2011, expediente N° 2010-400, caso: Yvan Mujica González
contra Centro Agrario Montañas Verdes,  con ponencia del
mismo Magistrado que con tal carácter suscribe el presente
fallo, dispuso lo siguiente:
 
“…De conformidad con lo establecido en el artículo 11 del
Código de Procedimiento Civil, en materia civil el juez no
puede iniciar el proceso sin previa demanda de parte, pero
puede proceder de oficio cuando la ley lo autorice, o cuando en
resguardo del orden público o de las buenas costumbres, sea
necesario dictar alguna providencia legal aunque no la soliciten
las partes.
El anterior precepto se concatena con el artículo 14 eiusdem,
según el cual, el juez es el director del proceso y debe
impulsarlo de oficio hasta su conclusión, a menos que la causa
esté en suspenso por algún motivo legal.
 
Dichas disposiciones legales, han sido analizadas por la Sala
Constitucional de este Tribunal Supremo de Justicia, a la luz
del derecho de acceso a los órganos jurisdiccionales como parte
del derecho constitucional a la tutela judicial efectiva,
estableciendo con carácter vinculante, el siguiente criterio:
 
“…Visto lo antes expuesto, aprecia esta Sala que, mediante la
acción interpuesta, la ciudadana LILA ROSA GONZÁLEZ DE
PÉREZ cuestionó la valoración del juez de la alzada, dado que
en su solicitud de tutela constitucional expuso los
razonamientos que –en su criterio- debieron darse en el caso
bajo examen, tomando además en consideración que el juzgador
se extralimitó en sus funciones al declarar inadmisible la
demanda, por “inepta acumulación de pretensiones”, sin que la
misma haya sido alegada por la parte demandada durante el
proceso.
 
Al efecto, esta Sala considera necesario precisar que, de
acuerdo con el artículo 14 del Código de Procedimiento
Civil, el juez es el director del proceso y debe impulsarlo de
oficio hasta su conclusión, a menos que la causa esté en
suspenso por algún motivo legal. No obstante, este principio
ya se anticipa en el artículo 11 eiusdem, donde como
excepción al principio del impulso procesal, se permite
actuar al Juez de oficio cuando la ley lo autorice o cuando
en resguardo del orden público o de las buenas costumbres
sea necesario dictar alguna providencia legal, aunque no lo
soliciten las partes.
 
Ahora bien, la aplicación del principio de la conducción
judicial al proceso no se limita a la sola formal condición del
proceso en el sucederse de las diferentes etapas del mismo,
sino que él encuentra aplicación provechosa en la labor que
debe realizar el juez para evidenciar, sin que se requiera la
prestancia de parte, los vicios en la satisfacción de los
presupuestos procesales , o cuando evidencie, también de
oficio, la inexistencia del derecho de acción en el
demandante  en los casos en que la acción haya caducado, o
respecto a la controversia propuesta se haya producido el
efecto de la cosa juzgada o cuando para hacer valer una
pretensión determinada se invoquen razones distintas a las que
la ley señala para su procedencia  o cuando la ley prohíba
expresamente la acción propuesta . Todos estos actos están
íntimamente ligados a la conducción del proceso, ya que  si no
se satisfacen los presupuestos procesales no nace la
obligación en el juez de prestar la función jurisdiccional
para resolver la controversia propuesta .
 
En tal sentido, considera esta Sala que si nuestro
ordenamiento jurídico establece que la relación jurídica
procesal debe constituirse válidamente satisfaciendo las
formalidades que la ley determina, sólo después de que se
haya depurado el proceso de cualquier vicio que afecte la
válida constitución de la relación procesal o la haga
inexistente, es que nace para el órgano jurisdiccional la
obligación de conocer y resolver el fondo de la controversia.
Por ello, para verificar el cumplimiento de los llamados
presupuestos procesales, tanto las partes como el Juez, están
autorizados para controlar la válida instauración del
proceso, advirtiendo los vicios en que haya incurrido el
demandante respecto a la satisfacción de los presupuestos
procesales.
 
Así, contrariamente a lo alegado por la accionante, la falta
de oposición por el demandado de las cuestiones previas a
que se refiere el artículo 346 del Código de Procedimiento
Civil, no obsta para que el Juez, que conoce el derecho y
dirige el proceso, verifique en cualquier estado de la causa,
incluso en la alzada, el cumplimiento de los presupuestos
procesales, aunque al momento en que fue admitida la
demanda por el Juez de la causa, no se hubiere advertido
vicio alguno para la instauración del proceso.   (Resaltado
añadido)
 
Así pues, con independencia de cualquier consideración acerca
de los razonamientos del Juez Segundo de Primera Instancia en
lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado
Nueva Esparta acerca de la existencia o no de una inepta
acumulación de pretensiones y del carácter de orden público
que ostenta la prohibición contenida en el artículo 78 del
Código de Procedimiento Civil, debe esta Sala reiterar que, la
valoración forma parte de la autonomía e independencia de la
que gozan los jueces al decidir, quienes -si bien deben
ajustarse a la Constitución y las leyes al resolver una
controversia- disponen de un amplio margen de apreciación del
derecho aplicable a cada caso, por lo cual pueden interpretarlo
y ajustarlo a su entendimiento, como actividad propia de su
función de juzgar, sin que el juzgador de amparo pueda
inmiscuirse dentro de esa autonomía del juez en el estudio y
resolución de la causa, salvo que tal criterio viole notoriamente
derechos o principios constitucionales…”  (Sentencia N° 779,
del 10 de abril del 2002 expediente N° 01-0464, caso:
Materiales MCL, C.A.).
 
En este mismo sentido, dicha Sala, en fallo N° 1618 del 18 de
abril de 2004, expediente N° 03-2946, caso:  Industria
Hospitalaria de Venezuela 2943, C.A. , estableció:
 
“...Ahora bien, la sentencia impugnada por la accionante fue
dictada en la fase ejecutiva del proceso de estimación e
intimación de honorarios, en virtud de haber finalizado la etapa
declarativa como consecuencia de su falta de impugnación del
derecho reclamado y por haberse acogido a la retasa de los
montos intimados. En tal sentido, se ha dicho que el juzgado de
retasa sólo podrá pronunciarse sobre el quantum de los
emolumentos, no sobre la procedencia del cobro de los mismos,
ni sobre su carácter judicial o extrajudicial, ya que esta
cuestión debe ser dirimida por el juez de la causa en la fase
declarativa del juicio de intimación de honorarios.
 
No obstante lo anterior, la Sala estima que el rol del juez como
director del proceso no se agota con este pronunciamiento,
porque de existir circunstancias que hagan
presumir la  inadmisibilidad de la pretensión , como la misma
está estrechamente vinculada con la  constitución válida del
proceso , debe ser analizada, incluso en la fase ejecutiva.
En el caso en cuestión se denunció la inepta acumulación de
pretensiones, porque en el juicio de intimación y estimación de
honorarios iniciado por los abogados Alexis José Balza Meza,
María Elena Meza de Balza y Elizabeth Bravo Márquez contra
la accionante se reclamaron honorarios judiciales y
extrajudiciales, los cuales tienen un procedimiento distinto,
cuya acumulación está prohibida por el legislador para
mantener la unidad del proceso.
 
En la sentencia consultada se indica que esta circunstancia
debió exponerse al juez de la causa principal y no al Juez de
Retasa; pero la Sala considera que éste último, quien
igualmente es director del proceso, sin necesidad de que la
inepta acumulación haya sido denunciada, debió declararla.
 
La Sala, en otras oportunidades (cfr. sentencia nº 779/2002 del
10 de abril) ha señalado que el juez, de conformidad con los
artículos 11 y 14 del Código de Procedimiento Civil, es el
director del proceso y debe impulsarlo de oficio hasta su
conclusión;  dicha conducción judicial que no se circunscribe
sólo al establecimiento de las condiciones formales del
proceso en el sucederse de las diferentes etapas del mismo,
encuentra aplicación provechosa en la labor que debe
realizar el juez para evidenciar, sin instancia de parte, los
vicios en la satisfacción de los presupuestos procesales o en
la existencia del derecho de acción en el demandante . En
efecto, si el proceso es una relación jurídica, el mismo debe
constituirse válidamente satisfaciendo las formalidades que la
ley determina, y sólo después de que se haya depurado el
proceso de cualquier vicio que afecte su válida constitución o
lo haga inexistente, es que nace para el órgano jurisdiccional la
obligación de conocer y resolver el fondo de la controversia.
Se insiste que para verificar el cumplimiento de los
llamados presupuestos procesales, tanto las partes como el
Juez, están autorizados para controlar la válida
instauración del proceso, con la advertencia de los vicios en
que haya incurrido el demandante respecto de la
satisfacción de los presupuestos procesales y la falta de
oposición por el demandado de las cuestiones previas a que
se refiere el artículo 346 del Código de Procedimiento Civil
o de cualquier otro mecanismo de defensa de cuestiones
procesales, no obsta para que el Juez, que conoce el derecho
y dirige el proceso, verifique en cualquier estado y grado de
la causa –v.g.: en la ejecución o en la alzada-, el
cumplimiento de los presupuestos procesales, aunque al
momento en que fue admitida la demanda por el Juez de la
causa, no se hubiere advertido vicio alguno para la
instauración del proceso.
 
La Sala admite que, en condiciones de normalidad, en la
etapa de admisión de la demanda, el juez de la causa debe
evidenciar la falta de cumplimiento de los presupuestos
procesales; pero si ello no ocurre deberá ser verificado en
cualquier estado y grado de la causa.  En efecto, en la
presente causa, como el juez de la causa no advirtió la inepta
acumulación de pretensiones, pues en el libelo se indicó que
“en el desarrollo del proceso y hasta la fecha que estuvimos
acreditados como Apoderados Judiciales de la Empresa,
realizamos una ‘gran cantidad de actuaciones ’ (...) tampoco
descartamos las múltiples reuniones que sostuvimos con los
socios y la Apoderada Judicial” (folios 500-501), el Juez de
Retasa debía declararla, aun cuando no hubiese sido opuesta
por la parte demandada”.
 
Pues bien, de los criterios jurisprudenciales transcritos se
colige que es necesario que estén dados todos los presupuestos
procesales para que nazca la obligación del juez de ejercer su
función jurisdiccional y pueda resolver el caso planteado.
 
Por ello, tanto las partes como el juez, están autorizados para
controlar la válida instauración del proceso y verificar así el
cumplimiento de los llamados presupuestos procesales,
advirtiendo los vicios en que haya incurrido el demandante
respecto a la satisfacción de los mismos.
 
Así pues, en condiciones de normalidad, en la etapa de
admisión de la demanda, el juez de la causa debe evidenciar la
falta de cumplimiento de los presupuestos procesales; pero si
ello no ocurre puede ser verificado –de oficio- en cualquier
estado y grado de la causa.
 
En este sentido, el artículo 341 del Código de Procedimiento
Civil, dispone que el tribunal admitirá la demanda  “si no es
contraria al orden público, a las buenas costumbres o a alguna
disposición expresa de la Ley” . De lo contrario deberá negar su
admisión expresando los motivos de su negativa.
 
Por su parte, en el artículo 78 del Código de Procedimiento
Civil se prohíbe la concentración de pretensiones en una
misma demanda, en los casos en que las pretensiones se
excluyan mutuamente o que sean contrarias entre sí,
cuando, por razón de la materia, no correspondan al
conocimiento del mismo tribunal, y  en los casos en que los
procedimientos sean incompatibles . Así pues, toda
acumulación de pretensiones realizada en contravención a lo
dispuesto por la mencionada ley adjetiva, es lo que la doctrina
denomina inepta acumulación .
 
Se entiende, entonces, que la acumulación de pretensiones
incompatibles, no puede darse en ningún caso, es decir, ni de
forma simple o concurrente, ni de manera subsidiaria . Por
tanto, la inepta acumulación de pretensiones debe
forzosamente ser declarada en los casos en que éstas se
excluyan mutuamente o cuyos procedimientos sean
incompatibles, constituye causal de inadmisibilidad de la
demanda. (Ver, entre otras, sentencia N° 175 del 13 de marzo
de 2006, caso: Celestino Sulbarán Durán  c/ Carmen Tomasa
Marcano Urbaez).
 
De forma tal que la acumulación de pretensiones es un asunto
que atañe al orden público lo que autoriza la casación de
oficio, así lo ha reconocido esta Sala, entre otras, en sentencia
N° 99 del 27 de abril de 2001, expediente N° 00-178,
caso: María Josefina Mendoza Medina  c/ Luis Alberto Bracho
Inciarte, en la que se señaló:
 
“La acumulación de acciones es de eminente orden público .
 
‘...La doctrina pacífica y constante de la Sala ha sido
tradicionalmente exigente en lo que respecta a la observancia
de los trámites esenciales del procedimiento, entendido el
proceso civil, como el conjunto de actos del órgano
jurisdiccional, de las partes, y de los terceros que
eventualmente en él intervienen, preordenados para la
resolución de una controversia, el cual está gobernado por el
principio de la legalidad de las formas procesales. Esto, como
lo enseña Chiovenda, que no hay un proceso convencional sino,
al contrario, un proceso cuya estructura y secuencia se
encuentra preestablecidas con un neto signo impositivo, no
disponible para el juez, ni para las partes. Así, la regulación
legal sobre la forma, estructura y secuencia del proceso civil,
es obligatoria en un sentido absoluto, tanto para las partes
como para el juez, pues esa forma, esa estructura y esa
secuencia que el legislador ha dispuesto en la ley procesal, son
las que el Estado considera apropiadas y convenientes para la
finalidad de satisfacer la necesidad de tutela jurisdiccional de
los ciudadanos, que es uno de sus objetivos básicos.
 
Es por lo expresado que la Sala ha considerado
tradicionalmente que la alteración de los trámites esenciales
del procedimiento quebranta el concepto de orden público, cuya
finalidad tiende a hacer triunfar el interés general de la
sociedad y del Estado sobre los intereses particulares del
individuo, por lo que su violación acarrea la nulidad del fallo y
las actuaciones procesales viciadas, todo ello en pro del
mantenimiento de la seguridad jurídica y de la igualdad entre
las parte, que es el interés primario en todo juicio....’
(Sentencia de la Sala de Casación Civil del 22 de octubre de
1997)”. (Resaltado añadido).
 
Por otra parte, cabe señalar que la legitimatio  ad causam es
uno de los elementos que integran los presupuestos de la
pretensión, entendidos éstos como los requisitos para que el
sentenciador pueda resolver si el demandante tiene el derecho a
lo pretendido, y el demandado la obligación que se le trata de
imputar.
 
Hernando Devis Echandía, en su Tratado de Derecho Procesal
Civil, Tomo I. Editorial Temis. Bogotá. 1961. Pág. 489, define
en los siguientes términos el significado de la legitimación a la
causa:
 
“Al estudiar este tema se trata de saber cuándo el demandante
tiene derecho a que se resuelva sobre las determinadas
pretensiones contenidas en la demanda y cuándo el demandado
es la persona frente a la cual debe pronunciarse esa decisión, y
si demandante y demandado son las únicas personas que deben
estar presentes en el juicio para que la discusión sobre la
existencia del derecho material o relación jurídica material
pueda ser resuelta, o si, por el contrario, existen otras que no
figuran como demandantes ni demandados.”
 
Se trata pues, de una valoración que debe realizar el
sentenciador sobre la pretensión, para poder proveer sobre la
petición en ella contenida. Así, señala el autor antes citado:
 
“Como se ve, la legtimación es, en realidad, un presupuesto de
la pretensión contenida en la demanda, entendiendo el concepto
en su verdadero sentido; es decir, que sea procedente la
sentencia de fondo. Forma parte de la fundamentación de la
demanda en sentido general, pero si falta es más apropiado
decir que ésta es improcedente, porque así se da mejor idea de
la situación jurídica que se presenta; no procede entonces
resolver sobre la existencia del derecho o relación jurídica
material, y el juez debe limitarse a declarar que está inhibido
para hacerlo. Y se debe hablar de demanda infundada, cuando
no se prueba el derecho material alegado o cuando aparezca
una excepción perentoria que lo desvirtúe o extinga.” (Vid.
Hernando Devis Echandía. Tratado de Derecho Procesal Civil.
Tomo I. Editorial Temis.Bogotá. 1961. pág. 539)
 
De igual modo, el insigne Maestro Luís Loreto, nos indica en
su conocida obra “Ensayos Jurídicos. Contribución al estudio
de la excepción de la inadmisibilidad por falta de cualidad”
que: “…La demanda judicial pone siempre en presencia del
órgano jurisdiccional dos partes y nada más que dos: la actora
y la demandada (Principio de bilateralidad de las partes). Con
el tribunal, ellas constituyen los sujetos de la relación
procesal. Es de importancia práctica capital determinar con
precisión quiénes han de integrar legítimamente la relación
procesal. Desde el punto de vista del actor y del demandado, el
criterio que fija esa determinación es el que deriva de la
noción de cualidad… Cuando se pregunta: ¿quién tiene
cualidad para intentar y sostener un juicio determinado?, se
plantea la cuestión práctica de saber qué sujetos de derecho
pueden y deben figurar en la relación procesal como partes
actora y demandada. La teoría procesal sobre la cualidad tiene
por contenido y finalidad resolver el problema fundamental
que consiste en saber quiénes son, en un proceso, las partes
legítimas…”.
 
La legitimación a la causa alude a quién tiene derecho, por
determinación de la ley, para que en condición de demandante,
se resuelva sobre su pretensión, y si el demandado es la
persona frente a la cual debe sentenciarse. En palabras del
eminente procesalista Jaime Guasp:
 
“…es la consideración especial en que tiene la ley, dentro de
cada proceso, a las personas que se hallan en una determinada
relación con el objeto del litigio, y en virtud de la cual exige,
para que la pretensión procesal pueda ser examinada en cuanto
al fondo, que sean dichas personas las que figuren como partes
en tal proceso” (Vid. Jaime Guasp, Derecho Procesal Civil.
Instituto de Estudios Políticos. Gráficas González. Madrid.
1961. pág. 193).
 
De allí que, la falta de cualidad o legitimación  ad causam (a la
causa) es una institución procesal que representa una
formalidad esencial para la consecución de la justicia (Vid.
Sentencia de la Sala Constitucional N° 1930 del 14 de julio de
2003, expediente N° 02-1597, caso:  Plinio Musso Jiménez ), por
estar estrechamente vinculada a los derechos constitucionales
de acción, a la tutela judicial efectiva y defensa, materia ésta
de orden público  que debe ser atendida y subsanada incluso de
oficio  por los jueces. (Vid. Sentencia de la Sala Constitucional
N° 3592 del 6 de diciembre de 2005, expediente N° 04-2584,
caso: Carlos Eduardo Troconis Angulo  y otros, ratificada en
sentencias números 1193 del 22 de julio de 2008, expediente
N° 07-0588, caso: Rubén Carrillo Romero  y otros y 440 del 28
de abril de 2009, expediente N° 07-1674, caso: Alfredo Antonio
Jaimes y otros).
 
Tales criterios vinculantes de la Sala Constitucional fueron
acogidos por esta Sala de Casación Civil en sentencia N° 462
del 13 de agosto de 2009, expediente N° 09-0069,
caso: Bernard Poey Quintaa  c/ Inversiones Plaza América,
C.A., ratificada en sentencia N° 638 del 16 de diciembre de
2010, expediente N° 10-203, caso: Inversora H9, C.A.  c/
Productos Saroni, C.A., ambas con ponencia de quien
suscribe, que aquí se reiteran.
 
Ahora bien, como quiera lo sostenido en dichas decisiones
discrepa de lo decidido por esta misma Sala en otras
oportunidades,  conforme a lo establecido en el artículo 335 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, este
Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casación Civil juzga
necesario garantizar la supremacía y efectividad de las normas
y principios constitucionales, por lo que en su condición de
máximo y último intérprete de la Constitución encargado de
velar por su uniforme interpretación y aplicación , tomando
en consideración que de acuerdo con lo establecido en dicho
precepto, las interpretaciones que establezca la Sala
Constitucional sobre el contenido o alcance de las normas y
principios constitucionales son vinculantes  para las otras Salas
del Tribunal Supremo de Justicia y demás tribunales de la
República,  abandona expresamente el criterio
jurisprudencial según el cual, la falta de cualidad no puede
ser declarada de oficio por el juez , sentado entre otras, en
sentencia N° 207 del 16 de mayo de 2003, expediente N° 01-
604, caso: Nelson José Mújica Alvarado  y otros c/ José
Laureano Mújica Cadevilla  y otra; sentencia N° 15 del 25 de
enero de 2008, expediente N° 05-831, caso:  Arrendadora
Sofitasa C.A, Arrendamiento Financiero  c/ Mario Cremi
Baldini  y otro; sentencia N° 570 del 22 de octubre de 2009,
expediente N° 09-139, caso: Jesús Alberto Vásquez Mancera  y
otros contra Banco Occidental de Descuento, Banco Universal,
C.A., así como cualquier otra decisión que contenga el aludido
criterio que aquí se abandona.
 
Pues bien, en el presente caso, observa esta Sala que ninguno
de los jueces de instancia verificaron el cumplimiento de los
aludidos presupuestos procesales, en primer lugar, porque no se
percataron que el demandante acumuló la pretensión de cobro
de honorarios profesionales por una actuación de naturaleza
judicial con la pretensión de cobro de honorarios profesionales
derivados de actuaciones de naturaleza extrajudicial
incurriendo en inepta acumulación de pretensiones, lo cual
constituye causal de inadmisibilidad de la demanda por tratarse
de pretensiones que deben ser ventiladas mediante
procedimientos distintos (Vid. sentencia N° 407 del 21 de julio
de 2009, expediente N° 08-629, caso: Tulio Colmenares
Rodríguez y otros c/ Fabian Ernesto Burbano Pullas  y otras), y
en segundo término, porque no se percataron que el sujeto
pasivo de la pretensión es una persona jurídica distinta de las
personas naturales beneficiarias de la mayoría de las
actuaciones en las que se sustenta la pretensión de cobro de
honorarios, sin que conste en autos –además que tampoco fue
alegado por el demandante- que haya sido dicha persona
jurídica la que contrató sus servicios profesionales para la
realización de tales actuaciones a favor de las aludidas
personas naturales, es decir, no evidenciaron la falta de
cualidad de la parte demandada para sostener el juicio.
 
(…omissis…)
 
Ahora bien, de conformidad con el artículo 22 de la Ley de
Abogados, el cobro de honorarios profesionales por actuaciones
judiciales debe tramitarse según el procedimiento previsto en el
artículo 386 del Código de Procedimiento Civil de 1916, hoy
artículo 607 de la Ley Adjetiva Civil Vigente, el cual
establece:
 
“...Si por resistencia de una parte a alguna medida legal del juez, por abuso
de algún funcionario, o por alguna necesidad del procedimiento, una de las
partes reclamare alguna providencia, el juez ordenará en el mismo día que la
otra parte conteste en el siguiente, y hágalo ésta o no, resolverá a más tardar
dentro del tercer día, lo que considere justo; a menos que haya necesidad de
esclarecer algún hecho, caso en el cual abrirá una articulación por ocho días
sin término de distancia.
 
Si la resolución de la incidencia debiere influir en la decisión de la causa, el
juez resolverá la articulación en la sentencia definitiva; en caso contrario
decidirá al noveno día...”.
 
Por su parte, el cobro de honorarios por actuaciones
extrajudiciales se debe tramitar por el procedimiento breve
previsto en los artículos 881 y siguientes Código de
Procedimiento Civil, el cual establece lapsos más largos y más
oportunidades que el anterior procedimiento.
 
Por vía de consecuencia, al haberse admitido la demanda no
obstante la evidente acumulación de pretensiones que tienen
procedimientos incompatibles y a pesar de que de los recaudos
acompañados a la misma se comprueba la falta de cualidad de
la parte demandada, por no ser la beneficiaria de las
actuaciones profesionales en las que se sustenta la pretensión,
se infringieron –por falta de aplicación- los artículos 78 y 341
del Código de Procedimiento Civil.
 
En conclusión, acreditada como está en autos la inepta
acumulación de pretensiones por estar fundada la demanda de
honorarios tanto en una actuación judicial como en actuaciones
extrajudiciales, y tomando en consideración además la falta de
cualidad de la parte demandada para sostener el juicio, por no
ser ella la beneficiaria de la mayoría de las actuaciones en las
que se sustenta la pretensión de cobro de honorarios, siendo
ambos asuntos de eminente orden público, resulta imperativo
para esta Sala casar de oficio el fallo recurrido, declarar nulas
todas las actuaciones del presente juicio y sin necesidad de
reenvío, pues resulta innecesario un nuevo pronunciamiento
sobre el fondo, inadmisible la demanda con fundamento en lo
establecido en los artículos 78 y 341 del Código de
Procedimiento Civil y los criterios jurisprudenciales
citados  supra.”
 
Ahora bien, en el presente caso, de similares circunstancias a la
doctrina de esta Sala citada con anterioridad, se observa que de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 22 de la ley de
Abogados, el cobro de los honorarios profesionales judiciales
deberá tramitarse según el procedimiento previsto en el artículo
386 del Código de Procedimiento Civil de 1916 derogado,
actualmente artículo 607 de Código de Procedimiento Civil
vigente.
 
Igualmente, el cobro de los gastos judiciales debe ser objeto de
tasación por el secretario del tribunal dentro del proceso,
conforme al procedimiento previsto en el artículo 33 de la Ley
de Arancel Judicial.
 
En consecuencia, y verificado la diferencia entre el cobro de
honorarios profesionales con el cobro de gastos judiciales, esta
Sala concluye que estamos en presencia de dos procedimientos
distintos y especiales previstos uno en la Ley de Abogados y el
otro en la Ley de Arancel Judicial, por lo que la Sala determina
que al haberse admitido la demanda y permitido la acumulación
de dos pretensiones para cuya tramitación la ley establece
procedimientos diferentes, que se excluyen mutuamente,
resultando incompatibles, como lo son la intimación de los
honorarios profesionales de abogados y la tasación de los
costos del proceso, que comprenden los gastos judiciales
planteados por la demandante, y al no haber advertido tal
subversión procesal, la recurrida infringió el artículo 78 del
Código de Procedimiento Civil, por lo que la Sala estima que
dicha demanda resultaba palmariamente inadmisible, con la
consecuente infracción por el juez de alzada de los artículos 11,
12, 14, 15, 341 y 206 del Código de Procedimiento Civil, pues
el juez de la recurrida olvidó que como director del proceso, y
como tal conforme al principio de conducción judicial, debe ser
garante de la debida satisfacción de los presupuestos procesales
y verificar si existe o no la inexistencia del derecho de acción
en el demandante, y de ser así, al ser materia de orden público,
declararlo con la consecuente inadmisibilidad de la acción y así
evitar un desgaste innecesario del órgano jurisdiccional,
infringiendo los artículos 11 y 12 antes citados. De igual forma
violó el artículo 14 eiusdem, al no decidir conforme a lo
alegado y probado en autos, y violó el artículo 15 ibídem , al no
mantener a las partes en el proceso en igualdad de condiciones
ante la ley. En el mismo sentido violó el artículo 341 del código
procesal, al admitir una demanda evidentemente inadmisible en
contravención a normas de orden público, y violó el artículo
206 de la ley adjetiva civil, al no declarar la nulidad de todo lo
actuado en contravención a la ley. Así se decide.”
 
Análoga a lo decidido en esa oportunidad por la Sala, es la
situación planteada en el presente caso,  pues de la lectura del escrito
libelar se desprende, que la representación judicial de la parte actora
pretende el cobro de los honorarios profesionales conjuntamente con
el cobro de los gastos judiciales, existiendo una inepta acumulación
de pretensiones, por lo que, encontrándonos en presencia de
procedimientos incompatibles, se verifica una causal de
inadmisibilidad de la demanda.

En efecto, el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil,


prohíbe la concentración de pretensiones en una misma demanda, en
los casos en que las pretensiones se excluyan mutuamente o que sean
contrarias entre sí, cuando, por razón de la materia, no correspondan
al conocimiento del mismo tribunal, y en los casos en que los
procedimientos sean incompatibles. De tal modo, que toda
acumulación de pretensiones realizada en contravención a lo
dispuesto por la mencionada ley adjetiva, es lo que la doctrina
denomina inepta acumulación.
Ahora bien, en el presente caso de similares circunstancias a la
doctrina de esta Sala ya citada, se observa, que de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 22 de la ley de Abogados, el cobro de los
honorarios profesionales judiciales deberá tramitarse según el
procedimiento previsto en el artículo 607 de Código de Procedimiento Civil.

Igualmente, el cobro de los gastos judiciales, debe ser objeto de


tasación por el secretario del tribunal dentro del proceso, conforme al
procedimiento previsto en el artículo 33 de la Ley de Arancel Judicial.

En consecuencia, y habiéndose acumulado acciones distintas que son


incompatibles por tener procedimientos diferentes, se está en presencia de
lo que la doctrina ha denominado “inepta acumulación de acciones ” y
siendo esta materia de orden público es imperativo casar de oficio el fallo
recurrido y, anular todo el procedimiento.

La Sala observa, que al haberse admitido la demanda y permitido la


acumulación de dos pretensiones para cuya tramitación la ley establece
procedimientos diferentes, la recurrida infringió el artículo 78 del Código
de Procedimiento Civil, por lo que la Sala estima que dicha demanda
resultaba palmariamente inadmisible, con la consecuente infracción por el
juez de alzada de los artículos 11, 12, 14, 15, 341 y 206 del Código de
Procedimiento Civil, pues el juez de la recurrida olvidó que es el director
del proceso y como tal conforme al principio de conducción judicial, debe
ser garante de la debida satisfacción de los presupuestos procesales y
verificar si existe o no la inexistencia del derecho de acción en el
demandante, y de ser así, al ser materia de orden público, tal como se
explicó ut supra, declararlo, con la consecuente inadmisibilidad de la acción
y así evitar un desgaste innecesario del órgano jurisdiccional, infringiendo
los artículos 11 y 12 antes citados. De igual forma violó el artículo
14 eiusdem, al no decidir conforme a lo alegado y probado en autos, y violó
el artículo 15 ibídem , al no mantener a las partes en el proceso en igualdad
de condiciones ante la ley. En el mismo sentido violó el artículo 341 del
código procesal, al admitir una demanda evidentemente inadmisible en
contravención a normas de orden público, y violó el artículo 206 de la ley
adjetiva civil, al no declarar la nulidad de todo lo actuado en contravención
a la ley. Así se decide.-

Por todo lo antes expuesto se hace obligatorio declarar de oficio la


inadmisibilidad de la demanda, y en consecuencia, se anula el auto de
admisión de la demanda de fecha 15 de septiembre de 2004, proferida por el
Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y
Agrario de la Circunscripción Judicial del estado Yaracuy, así como todas
las actuaciones posteriores.

CASACIÓN SIN REENVÍO


 

En ejercicio de la facultad que confiere a esta Sala el artículo 322 del


Código de Procedimiento Civil, de casar el fallo sin reenvío cuando su
delación haga innecesario un nuevo pronunciamiento sobre el fondo, en el
caso de autos observa lo siguiente:

Tal como se dejó establecido, la demanda que originó el presente


juicio es inadmisible, de conformidad con lo estatuido en el artículo 78 del
Código de Procedimiento Civil, por acumulación de pretensiones con
procedimientos incompatibles, violando los jueces de instancia materia de
orden público y en consecuencia se hace innecesario un nuevo
pronunciamiento al respecto, lo que genera el archivo del expediente y la
casación sin reenvío del presente caso. Así se declara.

D E C I S I Ó N

Por las precedentes consideraciones, este Tribunal Supremo de


Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, en Sala de Casación
Civil, administrando Justicia en nombre de la República y por autoridad de
la Ley, CASA DE OFICIO  y SIN REENVÍO  la sentencia proferida en
fecha 18 de febrero de 2013, por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil
y Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Yaracuy. En
consecuencia  DECRETA LA NULIDAD  del fallo recurrido.

Se declaran  NULAS  todas las actuaciones del presente juicio,


e INADMISIBLE  la demanda que generó este procedimiento.

Queda de esta manera CASADA  la sentencia impugnada.

No ha lugar la condenatoria al pago de las costas procesales dada la


naturaleza del presente juicio.

Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado Primero de


Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la
Circunscripción Judicial del estado Yaracuy. Particípese de la presente
decisión al Juzgado Superior de origen.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de


Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los
tres (3) días del mes de octubre de dos mil trece. Años: 203º de la
Independencia y 154º de la Federación.

Presidenta de la Sala,

__________________________

YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA

Vicepresidenta,

 
_____________________

ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ

Magistrado-Ponente,

____________________________

LUIS ANTONIO ORTIZ HERNÁNDEZ

Magistrada,

______________________

AURIDES MERCEDES MORA

Magistrada,

__________________

YRAIMA ZAPATA LARA

Secretario,

________________________
CARLOS WILFREDO FUENTES
 
 
 
Exp. AA20-C-2013-000217.-
 
Nota: Publicada en su fecha a las (    )
 
 
 

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