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Elementos Constitutivos Del Contrato

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Elementos constitutivos del

contrato. Bien explicado por Luis


Romero Zavala
POR
LP • PASIÓN POR EL DERECHO
-
25 MARZO, 2022
1024

Estimados lectores, compartimos un breve fragmento del libro Derecho de los contratos en
el Código Civil Peruano, del reconocido jurista Luis Romero Zavala.

Cómo citar: Romero Zavala, Luis. Derecho de los contratos en el Código Civil Peruano,
edición: 1999, Editora Fecat, pp. 87-94.

Sumario: 1. Nociones generales, 2. Clasificación de los elementos del contrato, 3.


Elementos contractuales genéricos, 4. Objeto y consentimiento.

 Lea también: La capacidad jurídica en el Código Civil, a la luz de la Convención


sobre derechos de personas con discapacidad

Capítulo III
Elementos constitutivos del contrato

1. Nociones generales

1.- Nuestro Código Civil no contiene disposición expresa que enumere los elementos
constitutivos del contrato. Otras legislaciones, como el Código Civil español, por ejemplo,
sí han señalado taxativamente tales elementos.

Así expresa su art. 1261°:


«No hay contrato sino cuando concurren los requisitos siguientes:

1° consentimiento de los contratantes,

2° objeto cierto que sea materia del contrato,

3° causa de la obligación que se establezca».

Consentimiento, objeto y causa, son, por lo tanto, elementos constitutivos del contrato para
el C.C. español.

2.- Teniendo en cuenta que en el Capítulo anterior hemos hecho un recorrido a través de los
tipos de contratos de mayor trascendencia existentes en el negocio jurídico, aun cuando no
son los únicos por haber otros de menor jerarquía, es preciso aclarar para evitar confusiones,
cuál es el sentido de elementos constitutivos que estamos utilizando. Hacemos una
abstracción del contrato, vale decir, lo estamos considerando en su naturaleza más genérica
y al referirnos a sus elementos constitutivos obviamente nos referimos a los elementos que
están presentes en todos ellos, porque evidentemente algunas clases de contratos requieren
de algunos elementos especiales que resultan indiferentes para los demás. Tales, además, el
criterio inmerso en el dispositivo del Código Civil español que hemos transcrito. Otras
legislaciones siguen orientaciones similares, así el art. 1261° del Código Civil uruguayo, al
exigir para la validez de los contratos la concurrencia de cuatro requisitos esenciales:

a) Consentimiento de las partes;

b) capacidad civil de la parte que se obliga;

c) objeto lícito y suficientemente determinado que sirva de materia de la obligación; y

d) que sean lícita la causa inmediata de la obligación; a los que habría de agregar, la
solemnidad para ciertos contratos.

Otro Código Civil el boliviano, en su art. 452° sostiene la concurrencia de los siguientes
requisitos para la formación del contrato:

1) el consentimiento de las partes;


2) el objeto;

3) la causa;

4) la forma siempre que sea legalmente exigible.

Finalmente, en el art. 1108° del Código Civil francés se menciona igualmente cuatro
condiciones esenciales para la validez del contrato o convención como suele nominarlo
también:

a) el consentimiento de la parte que se obliga;

b) su capacidad de contratar

c) un objeto cierto que constituye la materia de la obligación; y

d) una causa lícita en la relación contractual;

Si comparamos los cuatro dispositivos de los códigos que hemos tomado al azar,
observamos su falta de coincidencia. En otros, casos cuando la legislación no precisa los
requisitos, corresponde a la doctrina su fijación y llegaremos a la misma conclusión.

2. Elementos contractuales genéricos

1.- En general, tanto los tratadistas como las legislaciones al referirse a los elementos
constitutivos del contrato, mencionan a los siguientes:

1) El consentimiento;

2) la capacidad de los contratantes;

3) el objeto;

4) la forma; y

5) la causa.
Aunque, a decir verdad, no lo hacen coincidentemente. Lo que resulta válido para algunos
no es válido para otros. Es que, de todos ellos, algunos resultan indispensables, de tal suerte
que su ausencia hace inexistente el contrato, mientras que otros pueden faltar sin afectar la
formación ni la vigencia del vínculo contractual. A la de nuestro Derecho vamos a evaluar
la importancia de los cinco elementos aludidos.

2.- En cuanto al consentimiento ya hemos explicado anteriormente que su presencia es


indiscutiblemente necesaria para la existencia del contrato. El consentimiento, según la
mejor doctrina debe entenderse como voluntad coincidente o voluntad concertada, más que
como voluntad bilateral. Definitivamente no es resultado de la voluntad unilateral, por
requerirse acuerdo; este acuerdo determina el consentimiento, es decir, sin acuerdo no hay
consentimiento y con el solo consentimiento el contrato está ya celebrado. En consecuencia,
cualquiera fuese el tipo de contrato que las partes celebren, el consentimiento es
indispensable. Por el consentimiento se reconoce al consensualismo como corriente
doctrinaria en materia contractual opuesta al formalismo; y por la corriente consensualista,
se aprecia la naturaleza consensual del contrato.

3.- La capacidad de los contratantes, en sí misma, no es trascendente en la relación


contractual, por constituir un atributo inherente a la personalidad; es más bien su
consentimiento lo que importa. No debe entenderse que la capacidad no se tome en cuenta,
mucho más, cuando para la validez del acto jurídico -y el contrato lo es- se necesita de
agente capaz. La capacidad por otro lado, es la base de la responsabilidad. Si no se
considera la capacidad no podría imputarse responsabilidad alguna a los contratantes. Por
eso no se duda que sólo un agente capaz puede consentir válidamente, de allí que hay
certeza cuando se dice que la capacidad es el presupuesto de un consentimiento eficaz. Los
civilistas están conformes en considerar que en la génesis del contrato no se encuentra la
capacidad como elemento independiente del consentimiento, sino como parte integrante de
éste. El consentimiento válido, resulta así, consecuencia o efecto de la capacidad del agente.
Si el agente no es capaz no hay consentimiento. Dicho de otra manera, la capacidad de los
contratantes ya está considerada en el consentimiento válido expresado por ellos. Si forma
parte del consentimiento, entonces, la capacidad no es elemento fuera o distinto del
consentimiento.

4.- El objeto como elemento esencial del vínculo contractual resulta inobjetable, porque no
hay contrato -no puede haber- sin objeto. Los sujetos se relacionan contractualmente a
través de una determinada prestación o de prestaciones recíprocas. El contenido económico
o patrimonial de tales prestaciones es lo que denominamos objeto. Es bueno recordar, el
objeto de los contratos no son las prestaciones sino el contenido de ellas. Si el contrato
resuelve necesidades humanas requiere para ello de un contenido patrimonial, por eso se
explica la definición de contrato, crea, regula y extingue relaciones jurídicas patrimonial. Se
trata de los bienes en general porque solo estos tienen significación económica. Repetimos:
si no hay objeto no hay contrato, de allí que cuando el objeto perece, el contrato se extingue,
pues le falta uno de los elementos indispensables para su subsistencia.

5. En cuanto a la forma, ya hemos indicado, solo para unos cuantos contratos, la formalidad
o solemnidad es requerida. La mayoría de los contratos existen sin formalidad alguna, son
los que conocemos como consensuales. Los contratos que exigen forma pueden utilizar
diversas solemnidades: escritura pública o simplemente escrita. Los contratos formales
están ubicados dentro de la corriente formalista

6.- Respecto a la causa, de gran importancia en el derecho clásico, actualmente ha perdido


trascendencia; empero, aclaremos, no se trata de que la causa no exista, la causa está
presente en todos los contratos como la donación. Por eso se habla de contratos abstractos,
es decir, no causados. Si la causa es la justificación jurídica suficiente para la vigencia de un
acto, obviamente hay causa, pero se trata de una causa minimizada en trascendencia.

3. Clasificación de los elementos del contrato

1.- Está clasificación considera la manera cómo los elementos intervinienen en la relación
contractual y la necesidad de su presencia en grados que varían desde lo indispensable hasta
lo agregado o accidental. Es que, como lo acabamos de explicar no todos tienen la misma
importancia, incluso algunos pueden faltar sin afectar la existencia y validez del contrato; y
existiendo jerarquía es necesario clasificarlos. Así tenemos:

a) Elementos esenciales, o sea aquellos que no pueden faltar, porque su ausencia determina
la inexistencia del contrato o que se trata de naturaleza diferente. Se dice que estos
elementos o requisitos derivan directamente de la voluntad de las partes. Así en el contrato
de compra-venta, el precio es esencial, porque si se da un bien en lugar de él entonces ya no
se trata de compra-venta, sino de permuta,

b) Elementos naturales o sea los que espontáneamente emergen en todo contrato,


formando parte de él, sin que los contratantes los hayan considerado. Pertenecen a la
naturaleza del contrato, sin embargo, pueden ser excluidos mediante cláusula expresa, sin
por ello alterar el contrato. Se dice también que estos elementos «brotan de las normas
supletorias de la voluntad de las partes» [1]. Por ejemplo, las obligaciones derivadas del
saneamiento que pueden renunciarse (art. 1489° y 1497° del C.C.)

c) Elementos accidentales o sea aquellos que no corresponden ordinariamente a los


contratos, que puede prescindir de ellos sin afectar su naturaleza. No se derivan de las
normas supletorias, sino de los contratantes que los admiten expresamente con la finalidad
de alterar o modificar los efectos normales del contrato. Así el pacto reservati domini, o
pacto con reserva de la propiedad agregado a la compra-venta (art. 1583° del C.C.).

2.- Nos parece de interés recordar con este respecto las referencias que apunta DE LA
PUENTE Y LAVALLE. Manuel [2], quien siguiendo las lecciones del español SANCHEZ
RAMON, Felipe, en su «Estudios de Derecho Civil». – Madrid. – 1899, expresa que los
elementos esenciales son aquellos «sin los cuales el contrato no podría existir o no podría
tener validez«. La existencia y validez del contrato que el Código Civil refiere
reiteradamente como consideraciones de protección jurídica (véase por ejemplo el art. 1438°
del C.C.). No es lo mismo, afirma, «no existir» que «existir viciosamente», para señalar que
los elementos esenciales se dividen en esenciales para la existencia y esenciales para
la validez del contrato>>.

3.- Los elementos esenciales para la existencia se subdividen en: comunes, especiales y
especialísimos. Los primeros son los indispensables para todos los contratos, mencionando
al consentimiento, la causa y el objeto. Con el respeto que nos merece tan ilustrado jurista,
nosotros no estamos convencidos que la causa tenga tal jerarquía a excepción de algunos
casos, como la donación, la renta vitalicia, el enriquecimiento sin causa y además porque en
la normatividad positiva de la mayoría de los contratos no se hace referencia a la causa
como elemento determinante, no obstante, su inclusión en la que corresponde al acto
jurídico (art. 140° inc. 3° del C.C.). Además, no se trata de negar la causa sino de hacer
abstracción de ella. Los segundos se refieren a los necesarios para la existencia de algunos
grupos contractuales, como la forma en los contratos solemenes. Y los terceros son
aquellos indispensables para cada tipo determinado de contrato, como el precio en la
compra venta. Nos parece que la diferencia que se pretende entre los últimos no tiene
finalidad práctica.

4.- Entre los esenciales para la validez del contrato, menciona nuestro autor a la capacidad y
el consentimiento. Explica las razones por las cuales el consentimiento figura tanto como
esencial para la existencia como para la validez, indicando en el primer caso como acuerdo
de voluntades sin el cual el contrato no existe y en el segundo caso, como válidamente
prestado, vale decir, sin vicio alguno que lo invalide. Nosotros creemos que la capacidad no
puede ser elemento distinto del consentimiento, porque forma parte de éste; lo que es parte
de un todo no puede ser ajeno al todo.

5.- También nos parece interesante las opiniones de GARRIDO ZAGO [3] referente a los
elementos naturales y accidentales. Dicen de ellos que no son considerados tales por la
doctrina, por cuanto fundamentan su crítica en que no son requisitos necesarios para la
existencia el contrato, para su formación, sino simplemente tienen que ver con la etapa
posterior o funcional, donde se deben producir las prestaciones convenidas»>. Nosotros
agregamos que precisamente en tales apreciaciones radica la jerarquía. La calidad de
esenciales los ubica en un nivel de primer orden porque los contratos no pueden existir sin
ellos Empero, los otros, nacen también con el contrato y no posteriormente; si no nacieran
con el contrato, simplemente discurrirá su existencia sin ellos.

4. Objeto y consentimiento

1. De lo expuesto hasta aquí, podemos ya concluir con claridad que los únicos elementos
esenciales de los contratos en general, no son sino el objeto y el consentimiento. Cada
contrato en particular, podrá tener además de los indicados, otros elementos que les son
también esenciales, pero no tendrán significación alguna para las otras clases contractuales.
Por eso, realizando un proceso de abstracción, en el gran universo de las relaciones
contractuales, nos encontramos con que no pueden faltar ninguno de los elementos
señalados (objeto y consentimiento) en la génesis del contrato.

2. No vamos a extender mayor análisis, por ahora, sobre el objeto, por ser materia que
corresponde en particular, a la teoría del objeto que debemos estudiar más adelante, pues el
Código Civil de 1984, contiene un capítulo especial sobre él, a diferencia del anterior.
Tampoco sobre el consentimiento, en cuanto resultante de la voluntad concordada porque
corresponde a su propia teoría en la relación contractual donde, precisa determinar la
existencia del consentimiento y cómo ésta se produce en su desarrollo que concluye con la
génesis del contrato.

[1] PUIG BRUTAU, José. Fundamentos de Derecho Civil– Tomo II.- Volumen I Doctrina
General del contrato, Bosch, Casa Editorial, Barcelona pág. 55.

[2] DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. – Estudios del Contrato Privado. Tomo I


Cultural Cusco S.A. Editores. – Lima Perú. – 1993.- pág. 124.
[3] GARRIDO-ZAGO. – ob. cit.- pág. 91.

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