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Responsabilidad Civil Lorenzetti

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El sistema de la responsabilidad civil: ¿una deuda de responsabilidad, un crédito de

indemnización o una relación jurídica?


Lorenzetti, Ricardo L.
Publicado en: LA LEY 1993-D, 1140 - Responsabilidad Civil Doctrinas Esenciales Tomo
I, 73
--------------------------------------------------------------------------------
SUMARIO: PRIMERA PARTE: I. Introducción. -- II. La responsabilidad civil como
deuda. -- III. La responsabilidad civil como crédito. -- IV. Los problemas de la concepción
del crédito. SEGUNDA PARTE: LA RESPONSABILIDAD COMO RELACION
JURIDICA: I. Bienes jurídicos protegidos y finalidades. -- II. Las finalidades de la
responsabilidad. -- III. La conformación de la obligación indemnizatoria en función de los
fines estudiados: obligación principal y derivada. -- IV. Los presupuestos estudiados. -- V.
La influencia de otras disciplinas en los institutos de la responsabilidad. -- VI. Conclusión:
La noción de sistema en la responsabilidad civil.

PRIMERA PARTE

I. Introducción

1) La crisis de la responsabilidad civil

Un luminoso artículo de Invonne Lambert Faivre (1), habla de la evolución de la


responsabilidad civil desde una deuda de responsabilidad a un crédito de indemnización,
indicando que actualmente se pone el acento en el derecho de la víctima, y sugiriendo un
desarrollo hacia la seguridad social.

Habría que preguntarse si la evolución tiene realmente esa dirección.

En la responsabilidad como deuda, la pregunta gira en torno al sujeto deudor. Por esta
razón se pone acento en el estudio de la acción, la antijuridicidad y la culpabilidad. La
autoría es fundamentalmente individual y la solvencia está enlazada al patrimonio del
solvens.

En la responsabilidad como crédito, la interrogación es sobre el sujeto acreedor. Por ello, se


atiende principalmente al daño como elemento central, ya que es el objeto del derecho
creditorio. Conceptos como "víctima", "derecho de daños", "daño injusto", han provocado
una verdadera expansión del fenómeno resarcitorio, siempre tendiendo a una justa
compensación. La autoría deja de ser individual y la solvencia se vincula con el seguro.
La base de la responsabilidad consiste fundamentalmente en la imputación de un daño
injusto a un sujeto solvente.

Hay signos de una nueva frontera:

Los maestros ya hablaron durante los últimos treinta años: ¿se trata de repetir el concepto
aplicándolo a situaciones particularísimas? En cada injusticia que se ve en la sociedad, se
observa un daño resarcible, pero es evidente que falta una base científica para estudiar su
factibilidad.

La seguridad social ha entrado en una crisis que pareciera haber debilitado las esperanzas
que se tenían en ella como herramienta sustitutiva de la responsabilidad por daños.

Hay un riesgo cierto de que la responsabilidad se constituya en un escenario declamativo,


en el que muchos derechos sean reconocidos y pocos aplicados, siendo finalmente ineficaz.
O bien en virtud de un reparto excesivo a través de la seguridad social, que vacíe los
contenidos sancionatarios y preventivos.

Advertimos que poco a poco se va formando un cambio paradigmático, cuyos signos


intentaremos ir descubriendo.

Lo que pretendemos mostrar es un modo de ver las cosas, un "prejuicio" en sentido


hermenéutico, por lo que el enfoque es necesariamente reduccionista.

II. La responsabilidad civil como deuda

1) La concepción de la doctrina

Durante mucho tiempo la responsabilidad civil fue un epifenómeno de la penal: castigar al


autor culpable y, como consecuencia de ello indemnizar el daño. Desde el punto de vista
del lenguaje es sintomático que "reus" significará tanto deudor como culpable.

Para castigar hay que averiguar la causa del daño; por lo tanto la doctrina se preocupa
mayormente por aquellos aspectos vinculados con el origen "causal" del daño, y menos por
sus efectos.

La acción antijurídica culpable es la causa fuente de la deuda. De ello se sigue que los
estudios se centran en dicha deuda y en el deudor, averiguando cuándo se produce la
configuración del débito. La mirada puesta en el deudor, en el responsable y en la deuda.
En este esquema los presupuestos que más interesan estudiar son los vinculados con la
acción humana y la antijuridicidad, aunque en todos los demás se nota una influencia clara
del modo de ver referido.

2) Los presupuestos estudiados

A. La acción: El tema es la voluntariedad del acto, y se receptan las enseñanzas de la


doctrina penal. "Para que la imputación se lleve a cabo hay que investigar si el agente obró
voluntariamente, es decir, con discernimiento intención y voluntad" (2). Interesan los
procesos interiores antes que la declaración y la expectativa creada.

Sólo se reconoce la acción cuando hay voluntariedad y sólo hay autoría cuando hay acción
voluntaria.

En toda acción humana existe un cálculo físico y jurídico y en base a ello se elabora la
previsibilidad subjetiva (3), la que se diferencia claramente de la causal que es abstracta,
estadística, basada en la normalidad que trasciende al sujeto.

B. La antijuridicidad: También tiene gran influencia la doctrina penal en cuanto al diseño


de la misma como antijuridicidad formal; sólo se responde cuando hay una ley expresa que
califique la ilicitud del acto (art. 1066, Cód. Civil). Aunque de un modo implícito, conlleva
la noción de tipicidad: por ejemplo, al señalar la sola resarcibilidad del derecho subjetivo
lesionado.

La antijuridicidad es subjetiva, puesto que lo antinormativo no prescinde de la culpabilidad.


Chironi dice que la culpa tiene un significado amplio, de lesión injusta, y que la lesión
culposa del derecho ajeno es la que produce la responsabilidad (4).

La culpa es considerada como variación de la antijuridicidad (5).

Este tipo de obligaciones indemnizatorias tienen su causa fuente en los delitos y


cuasidelitos, y es natural entonces que se considere que la culpabilidad (comprensiva del
dolo y de la culpa) debe existir para el nacimiento de la deuda.

Una muestra clara de esta unión es que los libros sobre responsabilidad se titulan "La culpa
en el derecho civil moderno" (Chironi), o "Culpa aquiliana" (Colombo), o
"Responsabilidades derivadas de la culpa extracontractual civil" (6).

C. La causalidad: La función de la causalidad se desenvuelve principalmente en el plano de


la autoría, ya que en la extensión del resarcimiento son el dolo y la culpa los que cumplen
el rol fundamental en la determinación del daño resarcible. Se castiga al autor doloso con
una mayor carga indemnizatoria. La función causal en el plano de la autoría, responde a la
respuesta siguiente: ¿qué causó este hecho?

Es una pregunta policial, penal, basada en el modelo de la indagación. Se trata de averiguar


la causa más próxima, la eficiente, reconstruyendo desde el hecho hasta su causa. El
método de la supresión mental hipotética de Thyren, que trata de borrar mentalmente la
causa para ver si el resultado se produce o no sin ella, es un buen ejemplo de lo que
decimos.

Este proceso se realiza en base a datos reales, tomados de la experiencia, y no en relación a


modelos estadísticos, como ocurre actualmente. Por esta razón, el "pronóstico objetivo
póstumo" (7), importa retrotraerse al momento en que obró el sujeto y averiguar su poder
de previsión causal.

Se retrocede hasta el sujeto, no hasta la estadística.

D. La imputabilidad: No hay responsabilidad sin culpa. En una concepción basada en el


deudor, es natural que los daños ocurran sólo por el hecho propio y, consecuentemente, no
sean admisibles otras formas de imputabilidad que las vinculadas al obrar humano.

Para que un hecho sea imputable a un autor debe existir un vínculo objetivo (nexo causal) y
uno subjetivo, que importa culpa o dolo. La concepción de la culpa es profundamente
personal y síquica.

Cuando se expande la responsabilidad civil, se sigue afirmando que hay una culpa
presumida, culpa objetiva, o bien que el fundamento último de la doctrina del riesgo creado
es la culpa.

Todo ello para afirmar el lugar central que ostenta dicha noción en una responsabilidad de
alto contenido moral.

E. El daño: El daño tiene un lugar subalterno. En el derecho hispánico por ejemplo, (partida
7ma. título XV, ley I), se indicaba que daño es "empeoramiento o menoscabo o
detrimento... por culpa de otro".

Es una consecuencia del acto culpable.

La noción de pena ilumina los caracteres del resarcimiento. Por ejemplo, el daño moral se
concibe como "agravio", como pena al que produce un detrimento a otro.
Asimismo, la culpa sirve para determinar la extensión del resarcimiento, como sucede en la
responsabilidad contractual (arts. 520 y 521, Cód. Civil): cuando hay culpa se responde por
las consecuencias inmediatas y necesarias; cuando hay dolo, también por las mediatas
previsibles.

En el derecho antiguo, además, se incrementaba el valor de lo que debía darse a cambio,


porque de esa manera se sancionaba al culpable; así, por ejemplo, en la ley aquilia, primer
capítulo, se obligaba a quien matara a un esclavo ajeno a dar al dueño el máximo valor que
hubiere tenido dicha cosa en el año ("Si quis hominen alienum eamve quadrupedem quae
pecudum numero sit iniuria occiderist, quanti ea res in ieo anno plurimi fuerit, tantum
domini dare damnetur").

Otra característica es el carácter "real" de la reparación.

Al decir "ojo por ojo" en la ley del talión se revela una regla de equivalencia que también
era aceptada en la economía del trueque: dar una cosa igual a la perdida. En legislaciones
como el Código de Hammurabi (8), esta duplicidad se hacía sobre la persona del dañador.

La sanción por equivalente, casuística y personal, era regla en la legislación antigua,


incluyendo las XII tablas.

F. Ambito de responsabilidad: La concepción de la deuda influye fuertemente la


distribución de los ámbitos de la responsabilidad.

En primer lugar, se señala una responsabilidad contractual separada totalmente de la


excontractual. La razón fundamental es la causa fuente de la obligación del deudor (delito-
cuasidelito-contrato-cuasicontrato), no la del acreedor. En el ámbito aquiliano se ve la
necesidad de castigar a alguien que ha causado un perjuicio, mientras que en lo contractual
no se ve un problema de responsabilidad.

En segundo lugar, la separación entre un régimen cuasidelictual y delictual responde a un


criterio de reprochabilidad de la conducta del deudor. No puede ser castigado igual quien
incurre en dolo que quien lo hace culposamente.

Como se ve, es la causa fuente de la obligación a cargo del deudor y el grado culpabilístico
de su conducta los criterios que sirven para articular los ámbitos de la responsabilidad.

3) La influencia de otras disciplinas en los institutos de la responsabilidad


El ascendiente de la moral y los problemas éticos en general son muy acusados en el
período medieval por influencia del cristianismo. La doctrina participa de la idea de que la
responsabilidad es un problema moral, es la sanción de una conducta reprochable.

Como derivación de ello importan también las disciplinas como la sicología en la


averiguación de la acción, o la filosofía clásica en el problema de la causalidad.

4) Bienes jurídicos protegidos y finalidades

La noción de autorresponsabilidad, y la exaltación del individuo responsable de sus


acciones, resultan coherentes con la etapa de acumulación de riqueza. Responder por la
propia culpa incita a la actuación diligente en la vida social; es coherente con el modelo del
hombre emprendedor y protestante del capitalismo temprano.

Responder sólo por la propia culpa significa también un subsidio, sobre todo en actividades
industriales. Las externalidades negativas propias del desarrollo no son imputadas al
causante sino a toda la sociedad como un costo necesario para el mismo. Así sucede con los
daños causados por las cosas o al medio ambiente que no se contemplan en el horizonte de
la resarcibilidad.

Además, este tipo de respuesta es ante todo tranquilizadora, puesto que nos exime de la
preocupación de los problemas que no provengan directamente de ella (9). La
responsabilidad no se ocupa de lo que está fuera de la relación bilateral.

Por último, la temática del resarcimiento se vinculaba con la protección de las situaciones
de poder sobre los bienes oponibles a terceros, que eran catalogados como derechos
subjetivos. El primero era la propiedad. A posteriori se añadiría la tutela de los atributos
fundamentales de las personas, como la integridad física, la libertad de movimiento, el
nombre, el honor (10).

5) La regulación

La responsabilidad está basada en unas pocas disposiciones legales, la mayoría vinculadas a


acciones humanas. Por ejemplo, el Código Civil francés dedicó cuatro artículos; el Código
Civil argentino, dedica 40 artículos (desde el 1066 hasta el 1106).

En todas estas codificaciones, la víctima está ausente.

III. La responsabilidad civil como crédito

1) La concepción de la doctrina
El derecho mira a la víctima, y ya no le interesa castigar, sino reparar (11). Entre nosotros
se ha hecho la clásica afirmación de que se atiende a la reparación del daño "injustamente
sufrido", antes que al "injustamente causado" (12).

¿Qué ha cambiado con respecto al enfoque anterior?

En la concepción de la responsabilidad como deuda, todo el peso recae sobre la víctima que
debe probar la causa fuente de la obligación del deudor. Se le exige que ponga en marcha el
sistema, que acredite la existencia de una acción antijurídica culpable.

En el enfoque actual, hay un principio favor victimae que tiende a aliviar su carga. La sola
existencia de daño dispara una flecha contra una categoría de sujetos y cada uno de ellos
debe decir "yo no fui" para eximirse; ha cambiado el efecto inercial (13).

En el aspecto obligacional tiene un gran valor paradigmático y explicativo la doctrina que


distingue entre deuda y responsabilidad, que trató de trasladar la atención desde la sujeción
del deudor a la expectativa de cumplimiento del acreedor sobre el patrimonio del solvens.
La deuda es el deber del deudor de adoptar un determinado comportamiento, y la
responsabilidad es el poder atribuido al acreedor de exigir coactivamente la prestación.
Entonces, la responsabilidad es un "poder de agresión patrimonial" y fundamentalmente un
crédito (14).

Mucho se ha escrito para señalar que son las mutaciones sociales las que inspiraron este
giro copernicano.

Ahora importa la reparación antes que la sanción de autores que se conocen poco o bien son
anónimos o tienen una culpa disminuida.

El hecho propio ya no es la principal causa dañosa. Se le sumó el hecho ajeno y el hecho de


las cosas, en virtud de la industrialización. Además, no siendo el daño corpore corpori
como era antiguamente, la culpa pierde relevancia.

En este contexto, el presupuesto de mayor estudio es el daño, ya que sin él no hay


responsabilidad. En segundo lugar, tiene una enorme trascendencia la adjudicación de ese
costo indemnizatorio a alguien, y por ello se estudian los "factores de atribución". Se
minusvalora en cambio a la acción, que deviene en autoría, y la antijuridicidad de la cual
algunos autores prescinden. La causalidad va dejando de ser averiguación de causas para
ser asignación de efectos.
Analicemos poco mejor estos cambios:

2) Los presupuestos estudiados

A. El daño: El daño se constituye en el centro alrededor del cual gravita la responsabilidad,


y es el factor que la expande al ampliarse su concepto.

Su noción implica no sólo la lesión del patrimonio, sino también la de la persona en su


integridad sicofísica (15).

Ya no es necesaria la lesión de un derecho subjetivo, siendo resarcible la afectación de un


interés simple o de hecho no reprobado por la ley (16).

Se señalan nuevas situaciones de reparación como modo de expandir el campo de la


resarcibilidad. Por ejemplo, el padre no puede reclamar daño moral por el perjuicio sufrido
por el hijo, pero sí podría pretender en forma autónoma un resarcimiento por el detrimento
de la "serenidad familiar"; es un modo de ampliar la legitimación activa, en casos de clara
injusticia (17).

Por último, la compensación no consiste en algo ontológicamente equivalente, ya que se la


busca a través de intermediarios como el dinero. Por esta razón, los límites de la reparación
"no están dados ya por ciertas proporciones inflexibles en función del valor objetivo del
bien jurídico lesionado, sino que se adecuan a tenor de lo que jurídicamente se considera
relación causal típica" (18).

Lo cierto es que como agudamente lo observa Alterini, la reparación se articula sobre la


previsibilidad ordinaria de las consecuencias.

Esto es una gran modificación. No se da ya lo mismo, sino que se lo calcula, se lo regula en


función de un orden razonable, que no es de ningún modo el exacto reverso de lo perdido.

B. La antijuridicidad: La antijuridicidad formal y subjetiva es restrictiva respecto del


nacimiento del crédito resarcitorio; sólo en los casos en que hay una prohibición expresa y
culpa, nace la acreencia.

La doctrina coincide en calificar la conducta antijurídica como aquella que menosprecia al


ordenamiento jurídico en su conjunto, y no sólo a la ley (19).

Posteriormente la antijuridicidad se separa de la culpabilidad, al indicarse que consiste en la


infracción de un deber, y su carácter objetivo surge de la observación previa y primaria del
acto, ajena a toda consideración de la subjetividad del agente (20).
La antijuridicidad se desprende también de la tipicidad, siendo innecesaria la descripción
previa del ilícito. Surgen los actos ilícitos atípicos derivados de la violación del deber
genérico de no dañar.

Finalmente, se consideran supuestos de responsabilidad por actividad lícita, como la del


Estado cuando distribuye las cargas públicas en forma no igualitaria, o la responsabilidad
por equidad.

C. La imputabilidad: El principio de que no hay responsabilidad sin culpa fue superado por
la explosión de numerosos factores objetivos de atribución: el riesgo creado, la garantía, el
abuso de derecho, la equidad, la culpa objetiva, etcétera.

La jerarquía entre todos ellos es igualitaria, pero es claro que cuantitativamente apreciados,
son mucho más trascendentes los factores objetivos, ya que la mayoría de las pretensiones
se canalizan a través de ellos (21).

La culpa civil se separa de la penal, como clara derivación de la nueva concepción


creditoria. También se independiza paulatinamente de toda consideración sicológica,
adoptando un carácter normativo, como un déficit entre la conducta obrada y la debida.

Esta mutación se traslada también a los criterios de apreciación, que aun siendo concretos
de conformidad con el art. 512 del Cód. Civil argentino, se valen cada vez más de modelos.
Estos derivan del bonus pater familiae, y se denominan "buen empleador", "buen médico",
"buen administrador"; suponen una exigencia mayor para el deudor, quien debe
comportarse de conformidad con patrones sociales.

D. La causalidad: Se recurre cada vez menos a la doctrina penal. La pregunta por el nexo
causal sigue siendo la misma que en la etapa anterior, pero la respuesta es distinta.

Ya no está basada en datos reales, sino en la regularidad, en la normalidad, en el dato


estadístico. Esto importa una mayor atribución (22).

La causalidad revela además un importante aspecto: no interesa sólo a nivel de autoría, sino
para determinar la extensión del resarcimiento. En ello viene a sustituir poco a poco al dolo
y la culpa.

El nexo causal es la herramienta que permite discernir cuestiones fundamentales como el


daño futuro, la chance.

Esta transformación va preparando el terreno para un cambio conceptual en el nexo causal.


E. La acción y la autoría: Se supera la noción voluntarista de la acción, depurándose el
concepto y llegando a la conclusión de que la acción puede comprender tanto los actos
voluntarios como los involuntarios. Hay acción siempre que se advierta un poder de control
del sujeto sobre lo actuado, aunque no existan conjuntamente la intención, el
discernimiento y la libertad (23).

Lo que importa es que sea atribuible, y no la voluntariedad.

En realidad, el concepto de acción va siendo reemplazado por el de autoría. En un sistema


donde el hecho propio coexiste con el hecho de la cosa, el de los dependientes, la
participación en grupos, y el hecho de las personas jurídicas, en realidad lo que importa es
más la autoría que la acción.

Sólo en el hecho humano interesa la acción, y como a ello se refiere la culpabilidad,


algunos autores tratan estos problemas dentro de la culpa (24).

F. La prueba: Si se piensa en el resarcimiento del daño, es muy importante facilitar el


trámite que debe seguir la víctima, ya sea para la identificación del responsable, del nexo
causal o la acción.

Este tema, que antes no merecía mayor atención, va progresivamente interesando al


estudioso.

Se habla de una regla favor victimae, de presunciones de causalidad, de responsabilidad, de


culpa, a través de la prueba in re ipsa, y de la inversión de la carga probatoria (25).

G. La unidad de lo ilícito: La doctrina fue elaborando poco a poco unos principios


fundamentales que dan unidad sistemática a la materia a partir de concebir al daño como el
centro de gravedad del sistema (26).

Es claro que aquí se aprecia el instituto casi exclusivamente en su función reparadora.

Consecuentemente, los principios de la reparación se pueden aplicar cualquiera sea la


fuente del crédito. Por esta razón se concluye en la unicidad de lo ilícito, indicando que la
sistemática de la reparación se aplica en el ámbito extracontractual, contractual, en el
derecho público y privado.

Si se prescinde de una consideración exclusiva de la causa fuente de la obligación del


deudor, pierden su interés algunos distingos.
El primero que fue esfumándose es el que separa el ámbito delictual del cuasidelictual, ya
que si no interesa castigar, no se justifica esta separación.

En segundo lugar, se avanza en la unificación entre el ámbito contractual y


extracontractual, conceptualizándose los distintos regímenes de lo ilícito.

Como consecuencia de este ordenamiento hay temas que pierden relevancia. Por ejemplo,
si en lo sustancial, el dolo tiene la misma consecuencia que la culpa, su aplicación práctica
se debilita.

La influencia de la sentencia penal sobre la civil y el complejo mecanismo que se articuló


en las codificaciones del siglo XIX, ha sido relativizado. Si la responsabilidad civil
persigue otros fines, si el juez civil puede condenar por un factor objetivo aun cuando el
penal absuelva de uno subjetivo, pareciera disminuirse el riesgo del "escándalo jurídico"
ante las sentencias contradictorias que fundó el sistema referido.

Sólo en aquellos casos en que hay una conducta dolosa o de culpa grave de un autor
identificado importa realmente la sentencia penal.

En otros casos obstaculiza. En los accidentes de tránsito, el interés por la culpa se ha


devaluado frente a la imputación objetiva derivada del riesgo del automóvil y la no
neutralización de riesgos. En consecuencia, el juicio penal sólo retarda y complica al
problema de la reparación, salvo los casos en que hay un verdadero interés público en
sancionar por conductas culposas graves o dolo.

3) La influencia de otras disciplinas en los institutos de la responsabilidad

Decía Ripert que el espíritu científico que estudia la causalidad de los acontecimientos debe
sustituir al teológico, que se ocupa de la moralidad de las acciones (27).

La ciencia que vino a cumplir esa función, de la mano del realismo jurídico, ha sido la
sociología. La responsabilidad por daños fue altamente sensible a las mutaciones
sociológicas, y en el intercambio con ellas ha configurado sus actuales institutos.

Es notable la frecuencia con que se recurre a la economía y la sociología para fundar


soluciones jurídicas. Ello plantea otro problema: ¿está capacitado el abogado para
comprender los problemas y las técnicas de otras ciencias? En realidad, se recurre poco al
aparato científico de la sociología y de la economía, puesto que no se lo conoce a fondo y
no hay un trabajo interdisciplinario.
En muchos casos se toman argumentos aislados, libros de difusión, modas intelectuales,
para sostener un criterio que ya se tiene y que no se funda en tales ciencias.

Se cae así en un economicismo sin economía y en un sociologismo sin sociología, dentro


del cual es muy difícil hacer ciencia. Todo vale y nada es verificable si no hay metodología.

4) Bienes jurídicos protegidos y finalidades

La responsabilidad deja de ser el instrumento utilizado para sancionar un comportamiento


culpable, y se convierte, en cambio, en el medio de asistencia a la víctima de un accidente.

De este modo, la atención se traslada desde el juicio de reproche a la identificación del


sujeto que se encuentre en la posición más idónea para distribuir el costo de los accidentes;
dicho sujeto, en efecto, será estimulado a recurrir al mecanismo del seguro, para no sufrir
en su propio patrimonio la carga del resarcimiento (28).

5) La regulación

Ante la insuficiencia de los Códigos, la responsabilidad civil creció en virtud de la doctrina,


la jurisprudencia y la legislación especial.

IV. Los problemas de la concepción del crédito

Enunciaremos algunos de los problemas que enfrenta actualmente este modo de ver la
responsabilidad.

1) El problema de la resarcibilidad de la injusticia

La concepción de la responsabilidad como crédito parece haber agotado su fuerza


expansiva dentro de los límites estrictamente jurídicos. Los estudios se orientan a aspectos
cada vez más específicos como los temas procesales o las responsabilidades especiales. En
realidad, se trata de concreciones de cosas que ya se han dicho y se saben; el conocimiento
se vuelve tautológico, es comentario antes que indagación.

Otra orientación perceptible es la que nos lleva a las fronteras o fuera del ámbito específico
del instituto.

Para un sector de la doctrina, la noción de daño injusto es asimilada a todo lo socialmente


injusto. Es así que los daños producidos a los particulares por las políticas económicas del
Estado deben ser reparados (29), y que lo mismo sucede cuando somos discriminados por
razones de ideología, opiniones, condición social o posición política (30).
Todo lo que nos parece injusto se nos figura también resarcible. Es hora de preguntarse si
esto es una posibilidad real, o un deseo, o bien es cuestión de los partidos políticos y no de
la responsabilidad.

Es propio de la ciencia el superar la proyección de la subjetividad. Esta última es el estadio


infantil tanto del hombre como de la ciencia, y tras el aplauso inmediato o la satisfacción
momentánea, conduce inevitablemente al descalabro.

La resarcibilidad de la injusticia plantea numerosos interrogantes que necesitan ser


develados.

2) La ineficacia

Se sigue avanzando sobre nuevas hipótesis, pero cabe preguntarse qué ha pasado con las
clásicas.

Por ejemplo, ¿se ha dado solución al problema de los accidentes de tránsito que constituyen
una de las principales causas de muerte en Argentina? No sólo no han disminuido sino que
se han incrementado, y se ha prostituido el sistema.

Esto no es únicamente un problema de nuestro instituto, pero es evidente que no se ha dado


satisfacción a las víctimas.

La responsabilidad debe atender a esta cuestión a fin de no desaparecer. Un autor de gran


visión como Tucci (31) dice que en el fondo, se ha comprobado precisamente en las
sociedades industrialmente más avanzadas, que los efectos de la responsabilidad civil
acaban por resolverse en la atribución de una suma de dinero al perjudicado, y no con
modificar la organización productiva que ha provocado los daños; de este modo, la propia
obra de funcionalización del instituto jurídico en la nueva realidad social neocapitalista
muestra sus límites intrínsecos.

Postula el autor que son necesarias más bien intervenciones inmediatas en la organización
de los procesos mismos, y no una tutela reparatoria como la aquiliana.

3) La despreocupación por el deudor

En el sistema del crédito, la preocupación es sumar deudores para garantizar solvencia.

Hay un descuido por la distribución del costo entre los deudores y por la función preventiva
que tiene el mismo resarcimiento.
Si la función de la responsabilidad fuera sólo la reparación, no se entendería por qué hay
diferentes sistemas compensatorios. Estos se instrumentan a través de leyes especiales que
atienden a la posibilidad de pagar los costos que demanda el resarcimiento, como por
ejemplo sucede en el derecho aeronáutico, en los accidentes de trabajo, etcétera.

Es esencial a la responsabilidad que exista un sistema económico que la sustente.

Es necesario reducir los accidentes, por lo que importa que quien los pague sea alguien con
capacidad de hacer lo necesario para que no vuelvan a suceder.

El problema requiere un estudio de la legitimación pasiva y la causalidad.

4) La insuficiencia de la reparación como único objetivo de la responsabilidad

La sola finalidad de reparación es insuficiente. No queremos con estas observaciones atacar


el principio, sino sólo señalar sus límites.

A. Efectos mediatos adversos: En primer lugar, sus efectos mediatos no siempre son
buenos, porque si no hay una adecuada distribución del costo, lo terminan pagando las
propias víctimas a través de incremento de los precios de los bienes y servicios. Este efecto
cascada debería neutralizarse a través de una dispersión entre los legitimados pasivos
mediante acciones recursorias.

Si así ocurre, disminuye el costo marginal y hay una menor tendencia a descargarlo en los
consumidores (32).

Se hace imprescindible una pluralidad de factores de atribución que permitan acciones de


regreso.

Una vez operada la reparación a la víctima, es en este segundo campo, en el de los


legitimados pasivos, donde se produce el resurgimiento de la culpa para sancionar, para
distribuir el costo en función de la autorresponsabilidad.

B. Los efectos "impracticables": La reparación basada en el principio genérico de no dañar


a otro reconoce límites, puesto que puede ocasionar efectos "impracticables", como los
llama la profesora Kemelmajer de Carlucci al fallar una causa paradigmática (33).

El caso se refería a la responsabilidad por omisión del Estado en la construcción de


defensas aluvionales, como consecuencia de la cual un particular sufrió daños
patrimoniales. Dice la juez que cuando hay intereses patrimoniales en juego
(cualitativamente idénticos) queda eximido el Estado si la realización de las obras es más
costosa que los bienes que protegería. El problema es que si se responsabiliza al Estado por
todas sus omisiones dañosas, el juez debería dictar la ley de presupuesto y convertirse en
ejecutor de la misma, indicando qué debe hacerse prioritariamente o no, lo cual resulta
"impracticable" como lo señala la sentenciante.

Este tipo de problemas se plantea en la responsabilidad civil en las relaciones de familia. La


aplicación in totum de los principios de la responsabilidad puede ser impracticable, no sólo
porque desarticula el grupo familiar, sino porque puede haber otros medios mejores (34).

C. La reparación inadecuada: Hay casos en que la sola reparación es inadecuada.

Un ejemplo de ello es el caso de los pacientes que se suicidan o sufren daños en uso de una
libertad concedida por la clínica tendiente a favorecer su rehabilitación. Si se imputa
responsabilidad absoluta de la entidad asistencial, sin contemplar el hecho de la víctima en
uso de esa libertad, se inducirá a las primeras a terminar con los sistemas libertarios, en
perjuicio de los demás pacientes (35).

De igual modo ocurre con los denominados "riesgos del desarrollo" derivados de
medicamentos que, luego de lanzados al mercado, se descubren dañosos. Si la empresa
responde por ellos en función de una imputación objetiva, no tendrá ningún interés en
prevenirlos. Justamente, la manera mejor de evitar esos perjuicios es la investigación del
fármaco en el mercado, que se denomina farmacovigilancia. Si hacer farmacovigilancia es
indiferente a los fines de la reparación, nadie se verá inducido hacia ella. Por eso hemos
postulado la imputación culposa en esos casos (36).

5) La función de garantía, la seguridad social y su crisis

Se ha señalado que "la protección de las víctimas se ha de lograr al margen de la


responsabilidad del agente dañador, más allá de las nociones de culpa o riesgo, por el
desenvolvimiento del seguro, sobre la base de una cobertura de garantía" (37). La doctrina
unánimemente ha señalado que la responsabilidad civil finalmente arribará a un sistema de
reparación integral de los daños administrado por la seguridad social.

Sin embargo, no podemos desentendernos de la crisis de la seguridad social. El


envejecimiento de la población provoca la horizontalización de la pirámide social:
aumentan los beneficiarios y disminuyen los aportantes. Por otro lado, el manejo de fondos
cuantiosos tiene un impacto macroeconómico muy grande que no es deseable. Todavía no
se ha encontrado una técnica de gestión de grandes recursos que sea eficiente, y ello
conduce a la desnaturalización de los fines del sistema, que termina autogenerando
necesidades que no son las de los individuos. Además, la crisis financiera y la corrupción
pueden enumerarse entre los indicios de la crisis.

Finalmente, la seguridad social es ineficaz para motivar a la prevención, y para cumplir


funciones de garantía de los derechos individuales. Al contrario, puede llegar a constituirse
en una gran organización burocrática, capaz de aplastar al ciudadano.

En Inglaterra, el informe de la comisión Pearson, que estudió la reforma del sistema de


responsabilidad, afirmó que a pesar de su costo excesivo, el sistema de los torts debe
continuar vigente, y no es bueno reemplazarlo por la seguridad social (38).

No se trata de desechar la solución de la seguridad social in totum, sino de estudiar su


pertinencia en áreas específicas.

No hay una solucion alternativa a la responsabilidad, sino sistemas de administración


múltiples, cada uno con ventajas específicas en relación a problemas particulares, como lo
veremos más adelante.

SEGUNDA PARTE LA RESPONSABILIDAD COMO RELACION JURIDICA

I. Bienes jurídicos protegidos y finalidades

Los problemas antes expuestos surgen porque van cambiando los bienes protegidos y las
finalidades de la responsabilidad.

1) Desde la protección del individuo a la protección de la individualidad

En los sistemas anteriores, la responsabilidad se ubicaba en el contexto de daños


provocados por otras personas o por cosas, en una relación horizontal. Asimismo, sólo los
derechos reales se ocupaban de los problemas de asignación de bienes. Los conceptos
científicos se adecuaban fácilmente para atender a la protección de la propiedad y del
individuo. Cuando hubo que proteger a la "siquis" se encontraron grandes dificultades
conceptuales originándose un fructífero debate en torno al daño moral.

La responsabilidad actual se sitúa en el conflicto entre la organización industrial y los


individuos; es más vertical que horizontal. Los daños no son sólo sicofísicos ni provienen
solamente de acciones de cosas o individuos.

Desde la protección del individuo se evoluciona a una "esfera de la individualidad", que se


constituya en el límite de la relación entre el individuo y la sociedad.
Por ejemplo, el daño moral según la evolución de la doctrina francesa e italiana, de gran
influencia entre nosotros, se conceptúa como sufrimiento, luego como honor individual y
social; posteriormente como lesión a la vida en relación, al proyecto de vida, a la identidad
personal. En el derecho anglosajón, el concepto de privacidad ha sido muy fructífero para
defender la individualidad. Así: se le concede acción al individuo cuando alguien se ha
apropiado de alguna ventaja suya, o ha arrojado falsa luz sobre su identidad, o viola su
derecho a estar solo.

También se notan grandes cambios en otros planos, como el medio ambiente. Este
problema era visto desde los derechos reales como una "restricción al dominio", en un
conflicto entre la propiedad industrial, la agraria y la individual, subsidiándose a la primera.

En cambio, ahora se lo ve como una lesión a la persona en un conflicto entre el individuo y


la organización postindustrial, protegiéndose al primero. Esto se nota claramente en
sistemas como el anglosajón, que siguieron utilizando el concepto de molestias que provee
nuestro art. 2618 del Cód. Civil. Desde las restricciones al disfrute de la propiedad,
evolucionó hacia el public nuisance, que es una especie de delito que obstruye o causa daño
al público o una clase o un grupo de personas en el ejercicio de sus derechos. Más que el
desarrollo de este instituto, nos interesa ver el tipo de bienes protegidos: molestias al
"razonable confort" derivadas de ruidos producidos por un festival de rock, provocadas por
obstrucciones a la vía pública, poda indiscriminada de árboles, o afectaciones a salud
pública, o seguridad, llegándose a vincularlo a la protección del medio ambiente (39).

La protección jurídica del individuo es trascendida hacia la individualidad. Esta última es


un territorio confortable, sano y seguro que la organización social actual no garantiza sin un
señalamiento jurídico.

En virtud de lo expuesto se privatizan bienes públicos como el medio ambiente, y son


resarcibles; su lesión repercute en la esfera de la individualidad.

2) De la propiedad a la economía de mercado

La protección de bienes económicos no alcanza con la regulación del hurto o la estafa (arts.
1091 a 1095, Cód. Civil), propios de la "concepción de la deuda", o con la protección de la
propiedad individual, característicos de la "concepción del crédito".

El derecho comercial es un yacimiento de nuevas cuestiones de responsabilidad. Por


ejemplo, la "sociedad" es protegida frente a los asaltos financieros (take over), ante el robo
de información por parte de tercero, contra la deslealtad o negligencia de sus miembros o
auditores externos, o sancionando la mala administración que la conduce a la quiebra. Lo
mismo ocurre con "el crédito", "la propiedad intelectual", la "marca", etcétera.
La difusión de la economía de mercado provoca nuestras cuestiones vinculadas con su buen
funcionamiento y con la sanción de conductas que, violando sus reglas, provocan daños a
los individuos que actúan en él.

Hay nuevos bienes jurídicos como la "negociación leal" (40) o la "circulación de la


información" (41).

La circunstancia referida provoca una nueva reactualización de bienes protegidos desde


antiguo, pero que no habían tenido mayor trascendencia. Por ejemplo, la "competencia
desleal" (art. 300, Cód. Penal Argentino, ley 22.262 --Adla, XL-C, 2521--) adquiere nuevos
bríos, tanto en el derecho de protección del consumidor como en el empresario.

Algunos institutos son conmovidos por este nuevo entorno y reinterpretados. Por ejemplo,
los jueces se han preguntando si constituye abuso de derecho la acción destinada al propio
progreso, o la seguridad individual perjudicando a otro. El caso "Bradford Corporation vs.
Pickles", fallado en 1895 sigue siendo utilizado para explicar este conflicto en los textos
ingleses (42): Una persona quiere que su vecino le compre su tierra a un precio que él fija;
entonces realiza excavaciones en su terreno impidiendo que el agua aflore en el terreno de
aledaño, con el fin de obligarlo a comprar. ¿Es lícito que alguien defienda su propio
progreso económico de esa manera?; el tribunal dijo que sí; entre nosotros la respuesta es
probablemente distinta. Pero el conflicto de valores sigue vigente.

3) Los problemas como base de la responsabilidad

Los bienes referidos no pueden ser protegidos sólo con la responsabilidad civil, sino
mediante el concurso de otros auxilios. Dentro de nuestra disciplina, tampoco puede
pensarse solamente en la reparación, o en la responsabilidad objetiva.

Se trata de problemas complejos que convocan a las ciencias, y no de ciencias que articulan
su problemática.

Tanto la doctrina como la legislación circulan alrededor de problemas: daño ecológico,


accidentes de tránsito, infortunios laborales, daños causados por la aviación o nucleares,
perjuicios sufridos por los consumidores, provocando cierta insularización del derecho
civil. Cada uno de ellos tiene sus propias leyes, su economía interna, y hasta sus jueces, sus
doctrinarios y sus congresos.

Identificado el problema, se buscan las soluciones tratándose de compaginar fines de


reparación, de prevención y de reprochabilidad.
Adviértase que normalmente se identifica a una clase de individuos que actúa como agente
de prevención. En los accidentes de trabajo, por ejemplo es la empresa (43), y se le
imponen deberes de reparación, de aseguramiento, de prevención, punitivos.

Las figuras adquieren unidad en función del interés afectado.

Este fenómeno de insularización, frente a la temática de la unidad de lo ilícito, plantea un


serio problema a la responsabilidad civil. En primer lugar, para no aparecer como una
multiplicación difusa de sistemas autónomos; en segundo lugar para no agotarse en la
reparación y, en definitiva, para constituirse en un instituto eficaz.

II. Las finalidades de la responsabilidad

1) Los tres problemas: finalidad de garantía, la distribución y la reparación.

Se ha señalado que las funciones de la responsabilidad son: (44)

-- Función de reparación: que consiste en la atribución de una pretensión indemnizatoria


por equivalente o satisfactiva a la víctima de un hecho ilícito.

-- Función de prevención: consiste en la evitación o disminución de los accidentes.

-- Función de garantía: es la afirmación de derechos individuales, constituyéndose en


garantía del individuo contra las acciones de otros.

-- Función de eficiencia: la reducción de los costos de los accidentes.

Como se ve, esto es bastante más complejo que afirmar que hay que castigar o reparar. Esta
amplitud de finalidades provoca la necesidad de revisar las herramientas conceptuales
disponibles y la orientación de los estudios.

Los problemas fundamentales de la responsabilidad se van orientando hacia tres aspectos


fundamentales, que esbozaremos seguidamente.

2) La responsabilidad como nueva utopía: la función de garantía y las herramientas


punitivas

Nunca abandonaremos los ideales, ni éstos dejarán de reunirse alrededor de utopías. Temas
como la protección del medio ambiente, la repulsa de la discriminación, la protección de la
vida, la salud, la libertad, constituyen deseos fundamentales de los ciudadanos de hoy.
El derecho recepta estas conformaciones a través de valores que obtienen poco a poco carta
de ciudadanía jurídica, en un proceso de constitucionalización de principios que obligan al
derecho civil a asumir un nuevo rol.

La ciencia no debe repetir lo que se dice en las calles, sino darles solución a esos reclamos.
Por ello, la responsabilidad asume una función de garantía cuando supera el estadio
declamativo y diseña los instrumentos específicos para proteger bienes jurídicos de los
individuos. Nuestra materia no puede ocuparse de todos los problemas, pero puede aportar
algunas herramientas.

La lógica compensatoria es insuficiente en este sentido y debe pensarse en instrumentos de


finalidad preventiva. Veamos algunos ejemplos de estas nuevas herramientas:

El derecho de réplica ha sido pensado por nuestra Corte Suprema como un medio para el
combate del monopolio de las ideas, asumiéndose así claramente la función de garantía de
la que hablamos (45).

El daño punitivo es un modo de sancionar con finalidad preventiva (46).

Cuando a pesar de la reparación del daño, subsiste la causa que lo genera, los jueces se han
animado a dar órdenes que apuntan a modificar el proceso productivo (47) tendientes a
garantizar la tutela de los individuos. En esta corriente se advierte la cada vez más
importante producción en torno a los intereses difusos y sus modos de protección.

También resulta de interés un mecanismo como la antijuridicidad. En algunos casos, las


empresas deben acreditar que no lesionan al medio ambiente para que sus proyectos sean
habilitados. Es decir, que se invierte la carga probatoria y deben acreditar que son
legítimos.

Esta nueva finalidad confiere una impensada actualidad al juicio de reproche, y entre ellos,
a la culpa, que adquiere renovados bríos a nivel de eximentes y como base de procesos
cautelares.

Estas novedosas direcciones, se fundan en normas imputativas y no distributivas.

3) La función de eficiencia: Teoría general de la reparación y responsabilidad.

Dice Flemins (48), que en la superación del principio individualista: "ninguna


responsabilidad sin culpa" ha sido un factor decisivo en la toma de conciencia del hecho de
que el derecho de la responsabilidad civil puede cumplir, no sólo la función de transferir el
daño, sino también la de distribuirlo".
Esta conciencia del nuevo rol de las normas de responsabilidad es de gran importancia en
muchos institutos de la materia.

El daño es transferido a quien, por ser el organizador de la actividad productiva, puede muy
bien distribuir sobre otros el costo del accidente (49).

Este dato comporta la necesidad de tomar conciencia de que todas las postulaciones en el
marco de la relación bilateral tienen efectos mayores, que hay que estudiar a los fines de
determinar si, al fin del recorrido de sus consecuencias, la solución resulta eficaz o no.

El tema puede ser enfocado de dos modos disímiles.

Frente a la existencia de daños, uno puede preguntarse cómo los administra, y quién los
paga. Tenemos a nuestra disposición el derecho penal para sancionar, la economía para
pagar, la seguridad social y la responsabilidad para administrar.

Esta mirada "desde arriba" se vale de grandes magnitudes, es macro, y en ella la


responsabilidad es una de las herramientas. Tal enfoque es indudablemente importante para
la responsabilidad civil, porque orienta y le da sentido al sistema. Dicho nivel de análisis
exige el conocimiento estadístico de los problemas, un gran manejo informático y un
trabajo interdisciplinario entre teóricos de la administración, informática, economistas, y
por supuesto, juristas.

Se tratará de elaborar una teoría general de la reparación. Su viabilidad es incierta, ya que


aún no contamos con las herramientas para lograrla, aunque es previsible que en el futuro
se podrá hacer.

Históricamente, la responsabilidad se ha basado en un problema bilateral, de justicia


conmutativa, atinente exclusivamente al derecho privado patrimonial.

Actualmente se plantea que, desde este microproblema, se puede acceder al nivel


macrosocial, analizando las consecuencias de las decisiones tomadas a nivel bilateral.

Se desprende entonces, que es competencia del jurista el estudio de la relación bilateral y de


sus consecuencias distributivas.

4) La función de reparación

La función de reparación también asiste a mutaciones; para muchos, la pregunta no es si


indemnizar o no, sino qué proporción del daño soporta cada parte.
Cuando se compensa un daño, se resarce a la víctima dándole lo perdido o un valor
satisfactivo; ese monto dinerario representativo de la pérdida es ahora soportada por el
responsable. De modo que si se apreciara únicamente la circulación económica, lo que se
hace es cambiar el peso de la carga. Si así fuera, no tendría justificación alguna.

Por eso es que se buscaron justificaciones adicionales basadas en la reprochabilidad de la


conducta. En el sistema del crédito se apuntó a sumar deudores relacionados con el autor
para garantizar la solvencia.

Actualmente la pregunta se orienta hacia quién puede distribuirlo a menor costo.


Indudablemente se retorna aquí a la consideración del deudor, puesto que hay que construir
la ingeniería jurídica que permita el desarrollo de las pretensiones de indemnización.

Esto exige compatibilizar las nociones de derecho privado patrimonial con una concepción
general de la reparación.

En otro sentido, cabe afirmar que todos los sistemas de reparación a lo largo de la historia
estuvieron de acuerdo con la ratio económica de su tiempo. Resulta de gran importancia
adoptar fórmulas indemnizatorias que se usan en la actividad que finalmente responderá,
como ocurre por ejemplo con el cálculo actuaril en la actividad aseguradora.

III. La conformación de la obligación indemnizatoria en función de los fines estudiados:


obligación principal y derivada

Por lo expuesto, es necesario restituir a la responsabilidad sus diversas funciones


específicas, y por otro lado no adjudicarle otras que no puede cumplir.

Cuando se mira al deudor, se otorga primacía a la función preventiva; cuando se atiende al


crédito, se acentúa la función de reparación.

Actualmente, y sobre todo el futuro de la responsabilidad dependerá en gran medida de una


comprensión equilibrada de estas finalidades.

En el plano de la relación bilateral, la obligación indemnizatoria tiene un objeto que es la


reparación. El sujeto activo, la víctima, está en condiciones estructurales hiposuficientes,
por lo que se la suele asistir mediante el orden público de protección. Hay un evidente
principio protectorio en favor de la víctima. Sobre esto hay un caudal enorme de
investigaciones a las que hemos adherido oportunamente.

En primer lugar, actúa la función de reparación y de garantía.


Una vez que ésta se admite, hay que entrar al segundo campo; el de los responsables. Allí
hay que hacer distingos a fin de favorecer entre ellos la adecuada distribución.

En este segundo paso, actúa la función de prevención.

Englobando ambos polos, surge la función de eficiencia, que intenta que se satisfagan los
otros objetivos al menor costo social posible.

Para cumplir con ello, el derecho actual se vale de la pluralidad de sistemas


compensatorios, de la legitimación pasiva, obligaciones concurrentes, etc., que veremos
seguidamente.

El hecho dañoso causa una obligación indemnizatoria cuyos sujetos son la víctima acreedor
y el autor-responsable. Seguidamente, y en un grado de dependencia unilateral, surge una
obligación indemnizatoria derivada, cuyo sujeto es quien pagó y el pasivo es el verdadero
responsable.

IV. Los presupuestos estudiados

1) Riesgo, seguridad social: límite de la responsabilidad

La difusión del riesgo es un mecanismo utilizado por la responsabilidad para disminuir la


carga de indemnización sobre un patrimonio, haciendo que sea compartida. Así, ya no
responde sólo el autor, sino el dueño, el guardián, el productor, el titular de la marca, y
muchos otros que no tienen participación real en el evento, pero que son imputados en
virtud de una legitimación extraordinaria de origen legal.

Un paso siguiente es difundir el riesgo entre toda la comunidad, con lo que pasamos al
sistema de seguridad social.

Esto último obliga a realizarnos dos interrogaciones: la primera es cuándo dejamos de estar
en el campo de la responsabilidad civil para pasar a hablar de otro instituto, y la segunda, si
es cierto que las víctimas estarán más protegidas con la cobertura de garantía.

Dice Bustamante Alsina (50) que responsabilidad civil significa "la determinación de un
responsable, o sea quién tiene el deber de dar respuesta al reclamo de la víctima inocente de
un daño injusto".

En este aspecto se diferencia claramente de la seguridad social, que es un sistema que no se


preocupa de la determinación de un responsable; es éste el distingo entre uno y otro.
¿Por qué razón? Los accidentes de tránsito, los de trabajo, las agresiones de la prensa o las
lesiones causadas por los médicos, tienen la particularidad de que pueden ser disminuidas
por algún sector de la comunidad si se lo incentiva a ello. En cambio, nadie puede evitar
que las personas envejezcan, o que se genere el desempleo, porque son problemas en los
que el Estado puede influir más que los individuos.

La mayoría de las cuestiones que ocupan a la responsabilidad civil son sensibles a una
conducta preventiva. Por eso es que se sanciona de alguna manera a quien los ocasiona. Por
ello, es que siempre estará mezclada de alguna forma la culpa como instrumento de sanción
preventiva.

Cuando el daño es causado por un individuo identificado, o por una clase de individuos, el
derecho determina responsables indicando al autor culpable o al titular o guardián de cosas
riesgosas.

Cuando la autoría es grupal, la situación se resuelve imputando al grupo (51). Ello es así
porque se considera que es un grupo de riesgo, y es razonable que las personas que
participan de ellos influirán para que no adopten conductas peligrosas si saben que pueden
ser condenados a pagar indemnizaciones. Este argumento surge claro cuando se exime a un
individuo que demuestre que no participó en el grupo, o bien que, habiendo participado,
identifique al responsable. Se incita a la prevención.

En cambio, cuando no hay autoría porque es absolutamente anónima, se justifica el paso a


la seguridad social.

A pesar de lo dicho, hay riesgos genéricos que se canalizan en la seguridad social. Así
sucede con los accidentes de trabajo, que en muchos países son tratados dentro de este
marco (52). Hay aquí un problema de disminución de costos, cuya complejidad excede este
nivel de análisis. Pero es de notar que todos ellos son "sistemas transaccionales abiertos",
ya que consagran una opción por el derecho común por culpa o dolo o por riesgo creado en
algunos casos, lo que prueba la necesidad de prevenir (53).

Hay evidente falta de consenso en la población. Cuando se instrumentó en materia de


accidentes de trabajo un fondo de garantía, los jueces tuvieron que esforzarse para evitar los
pagos a través de ese sistema porque los justiciables se lo pedían: había caído presa de la
burocratización.

El otro problema es que resulta injusto. La mayoría de los problemas que se tienen que
solucionar son riesgos específicos, ya que son producidos por un sector y no por toda la
comunidad. Podrá señalarse que toda la sociedad se beneficia con ellos, pero en realidad
esto es bastante difuso, los beneficios directos los recibe el sector que crea el riesgo y las
pérdidas se socializan en un sistema de seguridad social.

Concluimos esta observación señalando que se ha detenido el encanto por la seguridad


social como modo alternativo, como panacea de todos los males, y es necesario volver a
estudiar el problema de la responsabilidad para ajustarlo en ese difícil equilibrio entre
reparación, solvencia y prevención.

El límite entre uno y otro sistema reside fundamentalmente en la autoría.

2) La unidad de lo ilícito y la pluralidad de sistemas compensatorios

A. Unidad científica y diversidad de problemas: Hay coincidencia doctrinaria en que la


ilicitud es un fenómeno que responde a una unidad sistemática. En virtud de ello la
antijuridicidad, imputabilidad, nexo causal y daño son presupuestos aplicables a los casos
que surgen en el ámbito contractual, aquiliano, público o privado.

Esta unicidad se refiere a la independencia de la causa fuente del crédito: cualquiera sea la
causa se aplican los mismos principios.

Sin embargo, los valores inherentes son distintos y cada vez más parcelados. Si bien todos
responden a los principios de la responsabilidad aquiliana, no es lo mismo un accidente de
tránsito que la responsabilidad precontractual; no es equivalente el daño ecológico que la
transmisión de enfermedades de padre a hijo.

Por esta razón, surge el derecho estatutario en la responsabilidad civil: Los accidentes de
trabajo (ley 24.028 --Adla, LI-D, 3914--), los de minería (Código de Minería), Código
Aeronáutico (17.285 --Adla, XXVII-A, 826--), daños nucleares (Convención de Viena, ley
17.048 --Adla, XXVI-C, 1625--), actos discriminatorios (ley 23.592 --Adla, XLVIII-D,
4179--), accidentes de tránsito (decreto 692/92 --Adla, LII-B, 1725--), los deportivos (ley
24.192 --Adla, LIII-B, 1340--).

Dentro de una unidad científica sistemática hay que identificar el bien jurídico protegido y,
en función de ello, se concretizan los principios.

Por otra parte, cada subsistema tiene su economía interna, y es por ello que hay pluralidad
de sistemas compensatorios. No es posible pensar que el tipo de resarcimiento que se prevé
para el hecho del dependiente de la gran empresa sea aplicable al hecho de la dependiente
doméstica de una maestra que sale a trabajar.
B. Responsabilidad contractual y extracontractual: Tampoco son iguales la responsabilidad
contractual y la aquiliana. Lo que ha pretendido la doctrina es suprimir las injusticias que
derivan de un diferente régimen en materia de prescripción, de competencias, de extensión
de la reparación, que tienen su origen en la fuente del crédito.

Ya no se admite un distingo basado en que en uno se viola la autonomía privada y en el


otro el deber genérico de no dañar, porque es claro que en el contrato hay también
numerosas normas impuestas que impregnan al mismo de los valores colectivos que
sustentan al neeminen laedere. Las similitudes se dan claramente entre los daños causados
con ocasión del contrato o al margen del mismo, que son manifiestamente aquilianos, como
sucede con quien sufre lesiones en un espectáculo deportivo.

Sin embargo, la unificación absoluta no es tarea fácil (54), y subsisten diferencias entre uno
y otro.

La responsabilidad derivada del incumplimiento de la prestación comprometida no es igual


a la tutela aquiliana, porque obedecen a distintos problemas y valoraciones.

La responsabilidad contractual tiene por objeto garantizar una actividad de cooperación de


otro sujeto, mientras que la aquiliana apunta a evitarla. Se pretende preservar la esfera
jurídica subjetiva de interferencias ajenas (55).

En la materia contractual, interesa determinar si se trata de prestaciones a los consumidores


o entre empresa, cuestión que es ajena a la tutela aquiliana.

3) La antijuridicidad

En materia penal se ha instalado un debate doctrinario acerca de si el juicio de reproche


importa un disvalor de la conducta o del mero resultado. En sede civil se discute si lo
antinormativo requiere un apartamiento de la conducta o se deduce de la mera presencia del
daño. Para esta última corriente, mayoritaria por cierto, es suficiente con que haya un daño
y un factor de atribución para que exista la responsabilidad. La función de la
responsabilidad es distribuir los efectos perjudiciales del evento entre el dañante y el
dañado con arreglo a criterios que se estiman justos; no importa la antijuridicidad. Con ello,
la responsabilidad civil terminará en un sistema de reparto, en una teoría general de la
reparación que incluya la seguridad social y a la que no interesa en absoluto la ilicitud.

Hemos tratado este tema ut supra y consecuentemente adherimos a la posición de otros


autores quienes retienen la necesidad de antijuridicidad, aun en los casos en que el
fundamento sea el riesgo, la solidaridad (56).
4) La causalidad como criterio de asignación

La noción de causalidad tiene dos funciones: 1) determinar la autoría, esto es, si un hecho
es materialmente imputable a un autor; 2) fijar la extensión del daño resarcible, es decir,
hasta qué punto se repara. A partir de las elaboraciones de autores alemanes, esta doctrina
tiene un aura filosófica que lleva a la consabida cita de las distintas escuelas. Este aspecto,
de relevancia por cierto, no debiera ocultar que la cuestión es en definitiva, disponer de un
criterio para establecer quién es responsable y hasta qué punto lo es.

Este último es el enfoque que va predominando, puesto que en general todas las cuestiones
vinculadas al tema se relacionan con criterios de asignación de recursos.

De modo que, además de la cita de las doctrinas iusfilosóficas conviene cotejar los datos
con una hermenéutica de la intención del legislador en materia de asignación de recursos.

Es necesario compatibilizar el régimen de asignación causal, la legitimación pasiva con un


régimen distributivo eficiente.

5) La preocupación por la legitimación pasiva

Gran parte de los desarrollos de la responsabilidad civil se orientan en función de la


legitimación pasiva. No es que exista un "autor real" del evento dañoso, puesto que el
legitimado pasivo es "señalado" por el legislador en función de su solvencia. El costado
procesal de este aspecto es la legitimación extraordinaria.

El paso más novedoso en ese sentido es la responsabilidad colectiva (57).

La tesis ampliatoria sigue expandiéndose. Por ejemplo, se busca imputar al "productor


aparente" que es quien crea la apariencia de ser el fabricante ante los ojos del público
consumidor y debe responder como tal, aunque no sea más que el licenciatario (58).

A su vez, se plantea el problema de relaciones entre todos ellos. Si la controversia se


termina en la relación jurídica sustancial, el sujeto pasivo suele sufrir una sobrecarga
indemnizatoria. Ello ocurre muchas veces sin que haya sido el autor, sólo porque ha sido
elegido por la víctima entre todos los legitimados pasivos.

En algunos casos hay una cadena de responsable. No es justo que uno de ellos soporte todo
el peso, sino que debe descargarse ese sobrepeso a través de las acciones de repetición.

En otros, hay una persona jurídica que responde en razón de su solvencia, pero el hecho
imputable deviene de uno de sus integrantes. La ineficiencia de los dirigentes hace explotar
las personas jurídicas; ejemplo de ello es el Estado. Las soluciones deben buscarse a través
de la responsabilidad de los administradores, gerentes, auditores, insiders y otros.

6) El pluralismo en los factores de atribución y el retorno de la culpa

El factor de atribución de responsabilidad se vincula cada vez más con las eximentes, las
que configuran la extensión de la imputabilidad. Ejemplo de ello es la noción de caso
fortuito, que tiene distinta acepción en la ley 24.028 de accidentes de trabajo, que en el art.
1113 del Cód. Civil, que en materia de desechos peligrosos.

En realidad hay pluralidad de factores de atribución, según la eficacia que tengan para
atender una determinada problemática. La culpa es pertinente en responsabilidades
personales basadas en la conducta, como las profesionales; el riesgo tiene distinta acepción
en cada ámbito que se lo mira.

Este tema también está relacionado con lo examinado en la legitimación pasiva.

Su comprensión es de especial interés para la difusión económica del perjuicio, y es


entonces necesario examinar las razones por las cuales se atribuye responsabilidad a los
legitimados pasivos y que causan obligaciones concurrentes o solidarias.

En esta función cumple un importante papel la culpa, que retorna en el plano de las
eximentes con un nuevo esplendor. La responsabilidad objetiva permite asistir a las
víctimas y luego la culpa permite la repetición.

Además, en sistema tarifado, la opción por la reparación plena basada en la culpa es


claramente preventiva de conductas que superan el riesgo estadístico. Así lo preveía el
proyecto de código único de 1987 al ordenar una tarifación en la responsabilidad objetiva,
la que caía si se probaba la culpa.

V. La influencia de otras disciplinas en los institutos de la responsabilidad

Las influencias más notorias en esta etapa provienen de la filosofía del derecho, la que se
ocupa del problema fundamental de la responsabilidad: el estatus de la persona y su
protección.

También es muy importante la economía que aporta una enorme cantidad de leyes propias y
que nos plantea el conflicto entre eficiencia y equidad. En este aspecto es de gran
trascendencia y utilidad el análisis económico del derecho y principalmente, las
contribuciones de Calabressi y sus seguidores.
Finalmente, cabe poner el acento en la intradisciplinariedad. El derecho civil patrimonial no
puede ya sobrevivir sin el auxilio del derecho constitucional que atiende al fenómeno de la
constitucionalización de los principios civiles.

Asimismo, el derecho procesal da instrumentos de gran valor como las acciones de clase o
la distribución de la carga probatoria. El maestro Morello ha señalado un camino en este
sentido.

VI. Conclusión: La noción de sistema en la responsabilidad civil

Para finalizar, nos parece que frente a la confusión de fines, límites e ineficacia, se hace
necesario aportar una racionalidad arquitectural, que organice y dé pertinencia a las
herramientas disponibles para cumplir fines asequibles.

La noción de sistema, que pone el acento en la profunda interrelación de las partes y en sus
relaciones con el contexto, parece apropiada al instituto de la responsabilidad civil.

Hay un contexto general de la distribución de costos humanos y económicos de los


accidentes que debe ser estudiado por una teoría general de la reparación. Dentro de ella la
responsabilidad civil es una herramienta de fines específicos e interrelacionados entre sí. El
estudio de la relación jurídica como complejo de fines mejorará sin dudas sus posibilidades
de concretización.

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723).

(1)ALTERINI - LOPEZ CABANA, "Revue trimestrelle de droit civil", París, 1987, I.1;
publicado en versión castellana en el libro "Derecho de Daños", Ed. La Ley, Buenos Aires,
1992; en el derecho argentino ver BORDA, Guillermo, "Responsabilidad extracontractual:
fundamentos y tendencias", en "Derecho de Daños", p. 93 (Ed. La Rocca, Buenos Aires,
1989).
(2)BREBBIA, Roberto, "Hechos y actos jurídicos", t. I, p. 84, Ed. Astrea, Buenos Aires,
1979.
(3)SOLER, Sebastián, "Las palabras de la ley", Fondo de Cultura Ec., Méjico, 1969, y su
"Derecho Penal Argentino", 8ª reimpr., Ed. Tea, Buenos Aires, 1978.
(4)CHIRONI, G. P., t. II, ps. 7/8, Ed. Reus, Madrid, 1904.
(5)SANTOS BRIZ, Jaime, "Derecho de daños", Revista de Derecho Privado, 1963.
(6)BORREL MACIA, Antonio, 2ª ed., Ed. Bosch, Barcelona, 1958.
(7)HEDEMANN, Justus, "Tratado de Derecho Civil", trad. J. Santos Briz, t. III, p. 115,
Rev. Derecho Privado, Madrid, 1958.
(8)Conf. traducción de CASTRO DASSEN y GONZALEZ SANCHEZ, Ed. Libr. del
Jurista, Buenos Aires, 1982.
(9)VILLEY, Michel, "En torno al contrato, la propiedad y la obligación", Ed. Ghersi,
Buenos Aires, 1981.
(10)LIPARI, Nicolo, "Derecho privado - Un ensayo para la enseñanza", Publicaciones del
Real Colegio de España, Bolonia, 1980.
(11)RIPERT, Georges, "El régimen democrático y el derecho civil moderno", p. 266, Ed.
Cajica, Méjico, 1951.
(12)LOPEZ OLACIREGUI, José, "Esencia y fundamento de la responsabilidad civil", t. II,
p. 941, Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones", N° 64, 1978.
(13)Conf. ALTERINI, Atilio, "Responsabilidad objetiva derivada de la generación de
confianza" en "Derecho de Daños", p. 558, Ed. La Rocca, Buenos Aires, 1993;
LORENZETTI, Ricardo, "La responsabilidad civil del médico en el proyecto de unificación
de la legislación civil y comercial" (Buenos Aires, LA LEY, 1988-B, 904).
(14)Para una exposición y crítica de este distingo, conf. GIORGANNI, Michele, "La
obligación", p. 179, Ed. Bosch, Barcelona, 1958: BETTI, Emilio, "Teoría general de las
obligaciones", t. I, p. 281, Revista del Derecho Privado, Madrid, 1969; VON THUR,
"Derecho Civil", vol. I, p. 138, Ed. Depalma, 1946; MARTY, Gabriel, "Derecho Civil-
Teoría general de las obligaciones", vol. I, p. 19, Ed. Cajica, Méjico, 1952.
(15)MOSSET ITURRASPE, Jorge, "Responsabilidad por daños", t. I, p. 161; ZANNONI,
Eduardo, "El daño en la responsabilidad civil", Ed. Astrea; CIFUENTES, Santos, "Los
derechos personalísimos", Ed. Lerner.
(16)MOSSET ITURRASPE, Jorge, "Responsabilidad por daños", t. I, p. 143.
(17)KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída, "El daño a la persona. ¿Sirve al derecho
argentino la creación pretoriana de la jurisprudencia italiana?", en "Revista de Derecho
Privado y Comunitario", núm. 1, p. 93, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1992.
(18)ALTERINI, Atilio, "Responsabilidad civil - Límites de la reparación civil", p. 179, Ed.
Abeledo Perrot, 2ª ed., 3ª reimpr., Buenos Aires, 1979.
(19)En los iusnaturalistas encontramos por primera vez la afirmación de que todo daño,
derive o no del incumplimiento de una obligación, debe ser resarcido no sólo cuando así lo
sancionen específicas disposiciones, sino también cuando concurran los requisitos de la
contravención a una ley natural que castigue el dolo o la culpa. Pothier, por su parte, afirma
(POTHIER, Robert, "Tratado de las Obligaciones", p. 72, Ed. Heliasta, Buenos Aires,
1978) que delito es el hecho de la persona que, con dolo, causa un daño o un mal a otro,
mientras que cuasidelito es el cometido mediando una imprudencia inexcusable. Tales
afirmaciones aparecen sostenidas de nuevo en los varios proyectos del Código Civil
francés, y en el Código Napoleónico dándose la base para la expansión de la antijuridicidad
material a través del principio genérico de no dañar a otro.
(20)Conf. ALTERINI, Atilio, "Responsabilidad civil", p. 66, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1979; LOPEZ CABANA, Roberto, "La demora en el derecho privado", p. 63, Ed.
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1969.
(21)Conclusión de las Jornadas Marplatenses sobre Responsabilidad Civil y Seguro, 1989,
concl. 3.B., firmado por Bueres, Pizarro, Ghersi, Alterini, López Cabana, Parellada,
Kemelmajer de Carlucci, Mosset Iturraspe, Gabriel Stiglitz, Goldemberg, Gesualdi,
Banchio, Giménez, Sandoval, Bazán, Flah, Smayevsky, Laplacette, Liz, Messina, Marsili,
Lorenzetti).
(22)Conf. GOLDENBERG, Isidoro, "La relación de causalidad en la responsabilidad civil",
Buenos Aires, 1984; BREBBIA, Roberto, "La relación de causalidad en el derecho civil",
Rosario, 1975.
(23)MOSSET ITURRASPE, Jorge, "Responsabilidad por daños", t. I, p. 11, Ed. Ediar,
Buenos Aires, 1979; BUERES, Alberto, "El daño injusto y la ilicitud de la conducta", en
"Derecho de Daños", p. 142, Ed. La Rocca, Buenos Aires, 1989.
(24)BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, "Teoría general de la responsabilidad civil", p. 649,
Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993.
(25)Ver entre otros: ALTERINI, Atilio, "Carga y contenido de la prueba del factor de
atribución en la responsabilidad contractual", en "Derecho de daños"; VAZQUEZ
FERREYRA, "La prueba de la culpa médica", Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1992;
LORENZETTI, Ricardo, "Carga de la prueba en los procesos de daños", LA LEY, 1991-A,
995.
(26)GOLDENBERG, Isidoro, "La unicidad de lo ilícito. Su problemática", Revista Jurídica
San Isidro, 1-75; conclusión XII Jornadas Nacionales de Derecho Civil.
(27)RIPERT, Georges, "El régimen democrático y el derecho civil moderno", p. 289, Ed.
Cajica, Méjico, 1951.
(28)TUCCI, G., en "Derecho Privado", p. 423, Publ. Real Col. de Esp., Bolonia, 1980.
(29)Conc. III Congreso de Derecho de Daños, Com. I, dict. A, suscripto por Ghersi, puerta
de Chacón, González, Bassano, Porro, González, Efron, Arcidiácono, Petrone.
(30)Conf. ZAVALA de GONZALEZ, Matilde, "Daños derivados de discriminaciones
injustas", en "Derecho de Daños", p. 143, Ed. La Rocca, Buenos Aires, 1993.
(31)TUCCI, G., en "Derecho Privado", cit. p. 466.
(32)Un ejemplo de ello es el caso que comentáramos en el que el dentista fue condenado a
pagar una importante suma por un desperfecto en el torno, el que podría ser descargado en
el técnico que lo controla o el fabricante (conf. nuestro trabajo: "Causalidad y daño en el
contrato de servicios profesionales", del 3/8/88).
(33)"In re": "Torres, Francisco c. Provincia de Mendoza", SC Mendoza, LA LEY, 1989-C,
514.
(34)ZANNONI, Eduardo, "Tutela de la persona por nacer y la responsabilidad civil", en
"Derecho de Daños", p. 627, Ed. La Rocca Buenos Aires; ALTERINI, Atilio - LOPEZ
CABANA, Roberto, "Cuestiones de responsabilidad civil en el derecho de familia", publ.
en "Derecho de daños", p. 237, Ed. La Ley, Buenos Aires.
(35)Conf. KRAUT, Alfredo, "Responsabilidad profesional de los siquiatras", p. 100, La
Rocca, Buenos Aires, 1991.
(36)"Salud y perjuicio: responsabilidad por daños derivada de la prescripción de
medicamentos", LA LEY, 1990-E, 431.
(37)MOSSET ITURRASPE, Jorge, "Responsabilidad por daños", t. I, p. 135.
(38)Conf. SALMOND-HEUSTON, "On the law of torts", p. 32, 20 ed. Sweet Maxwell,
London, 1992.
(39)Puede verse una larga enumeración de casos en Inglaterra: (conf. SALMOND-
HEUSTON, "On the law of torts", p. 32, 20 ed. Sweet Maxwell, London, 1992; en USA:
PROSSER-KEETON, "On torts", p. 643, 5ª ed. West. Publ, Co.; en Argentina en relación a
este tema se puede ver KEMELMAJER de CARLUCCI, "La responsabilidad civil por daño
ambiental", p. 179, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, Anales del
Cincuentenario, Córdoba, 1991.
(40)Nuestro trabajo: "La responsabilidad precontractual como atribución de los riesgos de
la negociación", LA LEY, 1993-B 712.
(41)STIGLITZ, Rubén y Gabriel, "Responsabilidad civil por incumplimiento del deber
precontractual de información", en "Derecho de Daños", 2ª parte, p. 561, Ed. La Rocca,
Buenos Aires, 1993.
(42)Conf. en SALMOND-HEUSTON, "On the law of torts", p. 22, 20 ed. Sweet Maxwell,
London, 1992.
(43)Nuestro libro: "Responsabilidad por daños y los accidentes de trabajo", Ed. Abeledo-
Perrot, Buenos Aires.
(44)La bibliografía es abundante, entre muchos otros: TUNC, André, "La responsabilité
civile", p. 135, Ed. Ec. París, 1981; VINEY, Ginevieve, en "Traité de droit civil. Les
obligations-La responsabilité", dir. por Ghestin, París, 1982, 51; ALPA, Guido, "La
responsabilité civile en Italie: problemes et perspectives", en "Revue Internationale de Droit
Comparée", 1986, num. 4, p. 1101; CALABRESSI, Guido, "El coste de los accidentes", p.
11, Ed. Ariel, Barcelona, 1984; en Argentina ver MESSINA de ESTRELLA GUTIERREZ,
Graciela, "Función actual de la responsabilidad civil", en "Derecho de Daños", p. 37, Ed.
La Rocca, Buenos Aires, 1989; STIGLITZ, Gabriel, "La responsabilidad civil. Nuevas
formas y perspectivas", Ed. La Ley, Buenos Aires, 1984.
(45)Causa: "Ekmekdjian c. Sofovich". Ver nuestro comentario en este sentido en p. 673:
"Constitucionalización del derecho civil y derecho a la identidad personal en la doctrina de
la Corte Suprema".
(46)KRAUT, Alfredo, "Faceta preventiva y sancionatoria del derecho de daños. La culpa
como agravación de la responsabilidad objetiva", JA, 1989-III-907; más recientemente
PIZARRO, Daniel, "Daños punitivos", en "Derecho de Daños", p. 287, 2ª parte, Ed. La
Rocca, Buenos Aires, 1993.
(47)Conf. CFed. La Plata, del 26/5/89; Tribunal Colegiado de Responsabilidad
Extracontractual, Santa Fe (jueces Saux, Abello, Sánchez Gambino), public. en Zeus, t.
52.J.43.), con comentario de VAZQUEZ FERREYRA, Roberto, "Daños y perjuicios,
función de prevención de la responsabilidad por daños".
(48)FLEMING, J., "An introduction to the law of torts", p. 8, Oxford, 1967.
(49)Conf. P. TRIMARCHI, "Rischio e responsabilita" ps. 53 y sigtes., Oggetiva, Milan,
1961. Del mismo autor, cfr. "Economia e diritto nel sistema della responsabilita civile", en
"Politica del diritto", 1971, p. 353 y siguientes.
(50)"Teoría general de la responsabilidad civil", p. 98, 8ª ed., Ed. Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1993.
(51)MOSSET ITURRASPE, "Responsabilidad por daños - Responsabilidad colectiva", Ed.
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe.
(52)Por ejemplo en España: ALONSO OLEA, Manuel, "Instituciones de seguridad social",
Ed. Civitas, Madrid, 1985; en Brasil: PEDROTTI, Irineu, "Acidentes do trabalho", 2ª ed.,
Ed. Univ. de direito, Sao Paulo, 1992.
(53)Ver nuestro trabajo "Responsabilidad por daños y accidentes de trabajo", cap. II, Ed.
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993.
(54)KEMELMAJER de CARLUCCI, "La responsabilidad civil en los albores del siglo
XXI", JA del 5/5/93.
(55)TUCCI, en "Derecho Privado", cit., p. 458.
(56)MOSSET ITURRASPE, Jorge, "Daños causados por un miembro no identificado de un
grupo determinado"; ZAVALA de GONZALEZ, Matilde, "El daño colectivo", en "Derecho
de Daños", p. 440, Ed. La Rocca, Buenos Aires, 1979.
(57)ALTERINI, Atilio, "Responsabilidad objetiva derivada de la generación de confianza",
en "Derecho de Daños", segunda parte, Ed. La Rocca, Buenos Aires, 1993.
(58)BUERES, "El acto ilícito y la ilicitud de la conducta", en "Derecho de Daños", en
homenaje a Jorge Mosset Iturraspe, p. 165, Ed. La Rocca, Buenos Aires, 1989.

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