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Persona y Cultura, Universidad Católica San Pablo, número 16, pp.

11-31

EL LUGAR DE LA TEOLOGÍA
EN LA UNIVERSIDAD

Gustavo Sánchez es miembro del Sodalicio de Vida Cristiana desde 1981. Es doctor

institución de la que es profesor principal. Es director del Centro de Investigación


de la misma Facultad y director encargado de la Revista Teológica Limense.
Es también profesor principal de la Universidad Marcelino Champagnat y profesor
asociado de la Universidad Católica San Pablo (Arequipa). El año 2014 el papa
Francisco lo nombró miembro de la Comisión Teológica Internacional.

RESUMEN

La Universidad nace con un ordenamiento antropológico puntual

teología. De estas cuatro, la teología era la corona de las ciencias


universitarias, pues, a partir del don de la Revelación, el hombre
buscaba responder a las preguntas fundamentales de la existencia
humana. Sin embargo, actualmente la teología parece no responder

la Universidad actual intenta dejarla sin lugar. El artículo trata de

asunto que responde tanto al origen como al presente y al futuro de


la Universidad.

11
PERSONA y CULTURA

lugar y el papel que tiene (o que debería tener) la teología dentro de


la Universidad. Pero es necesario precisar los alcances y cometidos de

críticamente sobre la Revelación tal como la propone la Iglesia,


aceptada y creída por la fe, y que ayuda a comprender, profundizar y
vivir más intensamente dicha fe1
2
y por lo mismo encuentra
un lugar en el conjunto de todas aquellas disciplinas caracterizadas
por un trabajo intelectual riguroso y formal. Por “Universidad”
comprendemos, junto con la institución concreta y las personas que
la conforman, el conjunto de estudios que allí se realizan al más alto
nivel y la experiencia especial de búsqueda de la verdad y producción
del saber que la caracteriza. Por tanto, al hablar de “lugar de la teología
en la Universidad” queremos indicar el puesto y el cometido de la

académica e intelectual propia de una institución del más alto nivel


de estudios, cosa que corresponde propiamente a la Universidad.
Partimos de una situación de hecho: en buen número de
universidades (¿quizás la mayoría?) la teología está completamente
ausente. No se la enseña ni se la considera como parte de los estudios
universitarios, cosa que suscita en primer lugar interrogarse por la
causa de tal situación. Pero también motiva una segunda pregunta:
¿Tendría que estar la teología? ¿Por qué? Y en caso de responder

puede aportar la presencia de la teología en el ámbito universitario?


Para responder a estas cuestiones parece oportuno acudir a la historia,
maestra de la vida, que a través de los sucesos y peripecias que dieron

, Sígueme, Salamanca 2008; José Morales,


, EUNSA, Pamplona 1994, pp. 32-38; Yves Congar, ,
3ª ed., Herder, Barcelona 1981, pp. 172-182. Del mismo Congar es el importante artículo
“Théologie” en , Dir. por A. Vacant y E. Amman, tomo XV,
Letouzey et Ané, París 1936, cols. 398-502; Josep M. Rovira Belloso, ,
B.A.C., Madrid 1993; Avery Dulles, , Herder, Barcelona 2001, sobre todo
el capítulo “Teología y comunicación simbólica”, pp. 31-55; Ángel Cordovilla,
, Sígueme, Salamanca 2007, pp. 11-39.
,
Sígueme, Salamanca 1974; Joseph Ratzinger,
fundamental, Herder, Barcelona 1985, pp. 388-399. El Magisterio ha señalado el carácter

(1990), emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe, n. 9.

perspectiva

12
PERSONA y CULTURA

origen a la Universidad, podrá mostrarnos lo que es su identidad y su


naturaleza, ayudándonos al mismo tiempo a ver cuál es el papel que
la teología ha jugado y debe seguir jugando en la vida de la institución
universitaria.

ORIGEN HISTÓRICO DE LA UNIVERSIDAD

Más allá de divergencias en cuestiones de detalle, es común en

de la acción de la Iglesia, en la llamada Edad Media, etapa histórica


que, curiosamente, no es la época de barbarie que algunos imaginan

Medioevo cristiano fue un momento muy especial que, ciertamente,


contrasta con la barbarie y el estancamiento de momentos precedentes
y que tuvo en la Iglesia un puntal en la conservación y el desarrollo
del saber3.
Es la Iglesia la que, entre los siglos IX y XII —salvado el bache que
constituye el llamado “Siglo de Hierro”— comienza a organizar la
enseñanza a partir de lugares referenciales: el palacio real, las abadías
y monasterios, la catedral del obispo. Surgen así las escuelas palatinas,
abaciales o monásticas y catedralicias, respectivamente. Parecen ser
estas últimas las que, mejor organizadas y cuidadas, adquieren cierta
preeminencia y se convierten en modelos de educación superior.
Destaca particularmente en el siglo XI la Escuela catedralicia de
Chartres, donde se enseñaba entre otras cosas derecho y teología,
pero rápidamente fue sobrepasada por la Escuela de París. En esta
última, que en realidad junta diversas escuelas, tanto abaciales
como catedralicias, se ha de generar el núcleo de lo que sería la más
famosa Universidad del Medioevo cristiano y seguramente una de las
primeras. Agrupada inicialmente en torno a la Escuela catedralicia de
Notre Dame y las abaciales de Santa Genoveva y San Víctor, pronto
comienza a extenderse hacia la deshabitada orilla izquierda del Sena
donde los alumnos y profesores habilitan casas para vivir y lugares
para recibir clases. En este proceso de alumnos que siguen a un célebre
3 Sobre el papel de la Iglesia en la Edad Media en lo referente a la conservación de la cultura y de
la ciencia, puede verse José María Riaza Morales, S.I., , B.A.C.,

perspectiva

13
PERSONA y CULTURA

maestro, y en el de los maestros que buscan un espacio de enseñanza

del siglo XII y comienzos del siglo XIII.


Pero este proceso no es anárquico. Los alumnos vienen de todos los
lugares de Europa, y necesitan un grado (bachiller, maestro o doctor)
que sea reconocido en todas partes. Por eso, se buscó el reconocimiento
y respaldo de quien en ese momento era la autoridad universal: el

para que valide las universidades que iban surgiendo, y el Papa, de


muy buen grado, concedía a los obispos de aquellos lugares donde
había universidades su reconocimiento, aprobación y protección.
Esto es lo que ocurre particularmente con la Universidad de París.

«Parece ser que en esta labor de organización, las


circunstancias favorables que ofrecían tanto el medio como
la buena disposición de los reyes de Francia no jugaron
más que un papel secundario; el verdadero fundador de la
Universidad de París fue Inocencio III; y los que aseguraron
su desarrollo ulterior, dirigiéndolo y orientándolo, fueron los
sucesores de Inocencio III, particularmente Gregorio IX»4.

Y el mismo proceso que se da en el origen de la Universidad de


París se repite en las renombradas y muy antiguas universidades de
Bolonia, Salerno y Oxford5.
La Universidad surge de la asociación corporativa de maestros
y alumnos, y en ese aspecto es una típica creación medieval6. Tanto
4 Étienne Gilson, ,
2ª ed., Gredos, Madrid 1985, p. 367.
5 Parece que la Universidad de Bolonia es más antigua que la de París, si bien en aquella se
enseñaba únicamente Derecho. Oxford, que también posee una gran antigüedad, surge en el
siglo XII a partir de la Escuela abacial de Oseney y de la Escuela conventual agustina de Santa
Frideswyre, pero recibe en 1235 su Carta Orgánica de Constitución de manos del papa Inocencio
IV. Una presentación muy resumida del origen de estas universidades puede verse en Ricardo
García Villoslada, , , , 4ª ed., Biblioteca
de Autores Cristianos, Madrid 1976, pp. 765-779. Véase también Florencio Húbeñak, “Orígenes
y características de la Universidad medieval” en Revista Universitas n. 6 (Buenos Aires 1983),
pp. 21-52; André Bride, “Universités” en , Dir. por A. Vacant
y E. Mangenot, tomo XV, Letouzey et Anè, París 1935, cols. 2230-2268.
6 «El siglo XIII es el siglo de las universidades porque es el siglo de las corporaciones […].
Los orígenes de las corporaciones universitarias permanecen a menudo para nosotros en

conquistas sucesivas, según el azar de vicisitudes que les sirven para ello, se van organizando,
y los estatutos, las más de las veces, no hacen más que dar, tardíamente, forma escrita a tales
conquistas» (Jacques Le Goff, , 2ª ed., EUDEBA, Buenos Aires
1971, pp. 89-90).

perspectiva

14
PERSONA y CULTURA

los maestros que se unen para la enseñanza libre, defendiendo sus


derechos y sus cátedras, como los alumnos que se juntan según
naciones para estudiar y protegerse en un ambiente extranjero y
a veces hostil, conforman una nueva realidad nunca vista hasta
entonces donde lo propio de esta estructura naciente es precisamente
el amor al saber y la necesidad de asociarse para el estudio y la
investigación. Habría que analizar las situaciones históricas que

junto con el gran desarrollo del saber producido a partir del siglo

añadir la conciencia que los miembros de la institución universitaria


tenían de la necesidad de libertad para el desarrollo de sus tareas.
En el momento en que las escuelas catedralicias y abaciales se van
convirtiendo en universidades, el poder civil (llámese monarquía,
principado o incluso simplemente la autoridad municipal) y el poder
eclesiástico (los obispos, sobre todo) tratan de retener bajo su control

que supone una institución que agrupa a numerosos sabios y futuros


académicos. Para desarrollar sin trabas ni intromisiones sus propias
tareas y cometidos, los universitarios buscan el apoyo del Papa, quien
se convierte en el garante de la libertad de investigación y enseñanza
en estas nuevas academias. El tan conocido tema de la libertad de
investigación, así como el de la “autonomía universitaria” está,
pues, muy vinculado a la necesidad de investigar y buscar la verdad
sin las trabas que supongan poderes interesados, y ha encontrado
históricamente en la Iglesia —y concretamente en el Papado— su
primer y principal defensor.
Teniendo como meta la búsqueda y conocimiento de la verdad,
los maestros y alumnos universitarios fueron organizándose poco
a poco7. Existía la conciencia de que la verdad buscada se refería a
todo el saber, por tanto no podía dejar de abarcar todas las disciplinas
conocidas por el hombre en este momento histórico8. Ante todo, el

7 Seguimos a partir de aquí las iluminadoras ideas del papa Benedicto XVI en su “Discurso
para el encuentro con la Universidad La Sapienza de Roma”, que iba a pronunciarse el 17
de enero de 2008. El encuentro fue cancelado por la brutal oposición de un pequeño pero
radicalizado grupo de estudiantes y profesores que se impusieron a la fuerza. Puede verse el
texto completo en , edición semanal en lengua española del 25 de enero
de 2008, n. 4 (2039), pp. 5-6.
8 «Creo que se puede decir que el verdadero e íntimo origen de la universidad está en el afán
de conocimiento que es propio del hombre. Quiere saber qué es todo lo que le rodea. Quiere la
verdad» (Benedicto XVI, ”Discurso a la Universidad La Sapienza de Roma”, art. cit., p. 5).

perspectiva

15
PERSONA y CULTURA

ser humano se halla en el mundo como una unidad constitutiva de


cuerpo, alma y espíritu. Por tanto, el estudio del cuerpo humano y

disciplina académica que trata de responder a la verdad sobre el


hombre en su dimensión física. La medicina encuentra, así, un lugar
en la Universidad precisamente por su carácter de comprensión
racional del hombre y de sus problemas, en este caso, físicos:

«En la teología medieval hubo una discusión a fondo sobre


la relación entre teoría y praxis, sobre la correcta relación
entre conocer y obrar, una disputa que aquí no podemos
desarrollar. De hecho, la universidad medieval, con sus cuatro
Facultades, presenta esta correlación. Comencemos por la
Facultad que, según la concepción de entonces, era la cuarta:
la de medicina. Aunque era considerada más como “arte”
que como ciencia, sin embargo su inserción en el cosmos de
la
ámbito de la racionalidad, que el arte de curar estaba bajo la
guía de la razón, liberándola del ámbito de la magia. Curar
es una tarea que requiere cada vez más simplemente de la
razón, pero precisamente por eso necesita la conexión entre
saber y poder, necesita pertenecer a la esfera de la »9.

Pero el saber humano no se detiene en la sola consideración de la


corporalidad y la salud. El hombre es también un ser social y por eso

por las relaciones que han de darse entre los seres humanos y por las
normas que regulan estas relaciones. Así, el derecho se presenta como
un saber propio de la Universidad, una disciplina que está fundada
en la praxis social de los hombres y se dirige a orientarla, buscando
que esta se guíe por criterios de justicia.

«En la Facultad de derecho se plantea inevitablemente la


cuestión de la relación entre praxis y teoría, entre conocimiento
y obrar. Se trata de dar su justa forma a la libertad humana,
que es siempre libertad en la comunión recíproca: el derecho
es el presupuesto de la libertad, no su antagonista»10.

9 Benedicto XVI, art. cit., p. 6.


10 Lug. cit.

perspectiva

16
PERSONA y CULTURA

Pero hablar de derecho implica diversos presupuestos que exigen

la justicia es un bien para todo hombre, pero ¿qué es el bien? Si el


derecho lleva a la existencia plena del ser humano, ¿en qué consiste
esa plenitud? Por otra parte, está el tan mentado tema del fundamento

derechos de las personas? ¿Podría tal vez caerse en el abuso de un


grupo que impone sus puntos de vista sobre una minoría (o a veces
mayoría) indefensa? Resulta imprescindible, entonces, que el derecho
tenga la ayuda y la orientación que le proponen otras disciplinas.

«Resulta evidente que, en la búsqueda del derecho de


la libertad, de la verdad de la justa convivencia, se debe
escuchar a instancias diferentes de los partidos y de los
grupos de interés, sin que ello implique en modo alguno
querer restarles importancia. Así volvemos a la estructura
de la universidad medieval. Juntamente con la Facultad de

las que se encomendaba la búsqueda sobre el ser del hombre


en su totalidad y, con ello, la tarea de mantener despierta la
sensibilidad por la verdad»11.

————————————————————————————
La aparición de la Universidad, hacia los siglos
XII y XIII, en un nuevo contexto ha formalizado

autónoma, aunque estrechamente ligada a la teología.


————————————————————————————

una clara distinción. En la Universidad medieval, la así llamada

especulativa, la naturaleza y el sentido de las cosas y su existencia,


los últimos “porqués” cuya respuesta fundamenta la vida y marca las
orientaciones éticas de nuestro vivir. Recurriendo a una explicación
11 Lug. cit.

perspectiva

17
PERSONA y CULTURA

pero no a nivel de causas segundas (como las disciplinas particulares


al estilo de la física, la química, la biología, etc.) sino tratando de
situarse al nivel de las causas primeras12. Y en ello se descubría la
capacidad de la razón para remontarse más allá de lo inmediato y
alcanzar la verdad, que permite no solo comprender el último “qué”
de la realidad, sino también su “para qué”. Pero —es necesario

teología, sino que se distingue de ella:

«Históricamente, es mérito de Santo Tomás de Aquino —ante


la diferente respuesta de los Padres a causa de su contexto

la razón que se interroga basándose en sus propias fuerzas.

inseparable, habían presentado la fe como verdadera

exigencias de la razón que busca la verdad; que la fe es el


“sí” a la verdad con respecto a las religiones míticas, que se
habían convertido en mera costumbre»13.

La aparición de la Universidad, hacia los siglos XII y XIII, en un

como disciplina autónoma, aunque estrechamente ligada a la teología.


Esto es tanto más sorprendente cuanto que en el momento en que
aparece la institución universitaria, la única religión predominante
en Occidente era el cristianismo, y en el plano de la mera posibilidad

«En el momento del nacimiento de la universidad en


Occidente ya no existían esas religiones (míticas), sino sólo el
cristianismo; por eso, era necesario subrayar de modo nuevo
la responsabilidad propia de la razón, que no queda absor-
bida por la fe. A Santo Tomás le tocó vivir en un momento

las que podemos mencionar su libro , Barcelona; Herder 1982, y su conocido


artículo “La verdad de las cosas, concepto olvidado”. En: Revista Universitas, vol. VII, n. 4
(Stuttgart 1970).
13 Benedicto XVI, art. cit., p. 6.

perspectiva

18
PERSONA y CULTURA

de Aristóteles eran accesibles en su integridad; estaban

el cristianismo, en un nuevo diálogo con la razón de los


demás, con quienes se venía encontrando, tuvo que luchar
por su propia racionalidad. La Facultad de Filosofía que,
como “Facultad de los artistas” —así se llamaba— hasta
aquel momento había sido sólo propedéutica con respecto
a la teología, se convirtió entonces en una verdadera
Facultad, en un interlocutor autónomo de la teología y de la
14
.

Está, por último, la teología, que en el ordenamiento de la


Universidad medieval se presentaba como la ciencia suprema, y
cuya facultad era como la corona de la estructura universitaria
institucional. La teología “corona” y culmina el saber al que aspira el
ser humano, pues le permite profundizar y conocer una verdad que
no es fruto de sus solas elucubraciones, sino que al provenir de Dios y
de su Revelación, abre un horizonte inimaginable y con ello invita a la
razón a un conocimiento novedoso y más profundo, si cabe. Bajo esta
perspectiva, a la teología le toca también un papel de dirección y guía

«La teología debe seguir sacando de un tesoro de


conocimiento que ella misma no ha inventado, que siempre
la supera y que, al no ser totalmente agotable mediante la

el pensamiento […]. Ciertamente, mucho de lo que dicen


la teología y la fe sólo se puede hacer propio dentro de la
fe y, por tanto, no puede presentarse como exigencia para
aquellos a quienes esta fe sigue siendo inaccesible. Al
mismo tiempo, sin embargo, es verdad que el mensaje de la
fe cristiana nunca es solamente una

para la razón misma, que la ayuda a ser más ella misma.


El mensaje cristiano, en virtud de su origen, debería ser
siempre un estímulo hacia la verdad y, así, una fuerza contra
la presión del poder y de los intereses»15.
14 Lug. cit.
15 Lug. cit.

perspectiva

19
PERSONA y CULTURA

El ordenamiento de las facultades con las que se originó


históricamente la Universidad responde a una comprensión
antropológica muy puntual, que considera al hombre como ser
corporal y físico (medicina), pero al mismo tiempo como un ser social
por naturaleza, por tanto, necesitado de organizar sus relaciones
con los demás (derecho), y también como un ser racional que con
su inteligencia puede encontrar orientación y sentido para su vida

recibido de Dios el don de la Revelación, y profundizando en ella con


su inteligencia desde la fe, puede encontrar respuesta a las preguntas
decisivas sobre sí mismo y sobre Dios (teología). La base de toda esta
concepción es la convicción de que el ser humano puede conocer
la verdad y mediante su razón y el esfuerzo conjunto de docencia,
aprendizaje e investigación es factible alcanzar el conocimiento más
profundo sobre la realidad en su conjunto. Hay, pues, en la base de
la Universidad una antropología, lo que podemos denominar un
“humanismo cristiano”16 que, por ser amigo de la razón y de la fe, lo
es también del hombre.

————————————————————————————
La base de toda esta concepción es la convicción
de que el ser humano puede conocer la verdad y
mediante su razón y el esfuerzo conjunto
de docencia, aprendizaje e investigación
es factible alcanzar el conocimiento
más profundo sobre la realidad en su conjunto.
————————————————————————————
Y lo que se realizó en Europa con París, Bolonia, Salerno, Oxford
y tantas otras universidades, se plasmó también en nuestra América
y en nuestra patria. En efecto, la Universidad de San Marcos, una
de las primeras del nuevo continente, nació bajo el patrocinio e
impulso de la Iglesia17, con la misma estructura de las universidades
16 Véase Hugo Rahner, , Sígueme, Salamanca 1968, sobre todo
los artículos: “Humanismo occidental y teología católica”, pp. 27-60, y “¿Existe un humanismo
cristiano?”, pp. 61-74.
17 Véase Luis Antonio Eguiguren, .
, Imprenta
Santa María, Lima 1950. Dice allí: «La Universidad nació en un convento, en la casa que

perspectiva

20
PERSONA y CULTURA

medievales, contando con su Facultad de Teología (la primera en ser


fundada), su Facultad de Artes y posteriormente las respectivas de
Derecho y Medicina. Es el mismo caso de las antiguas y beneméritas
universidades de San Cristóbal de Huamanga en Ayacucho18 y San
Antonio Abad, en el Cusco19, todas ellas más que centenarias. En
tiempos recientes, el impulso de la Iglesia en la creación de nuevas

Católica20 y la Universidad San Martín de Porres21, por poner solo dos


casos conocidos.
Todo esto que venimos señalando, y que constituye el origen de
la Universidad, brindándole su peculiar modo de ser, va cambiando
con el tiempo. El surgimiento de la Modernidad, a partir del siglo
XIV, y sobre todo de la Ilustración, con sus acentos de subjetivismo,
racionalismo e historicismo, lleva a la separación y oposición entre

que con mucha fuerza va


22

desarrollándose a partir de los siglos XV y XVI, y cuyo impulso


—bueno es recordarlo— debe mucho a numerosos y destacados
hombres de Iglesia, laicos y sacerdotes23. Este cambio cultural, que
se concretiza históricamente en el cambio de mentalidades, llevó a

ofreció Fray Tomás de San Martín, bajo la sombra de las preocupaciones de los dominicos,

(Dir), , tomo I: La Universidad en el siglo XVI, Imprenta Santa María,


Lima 1951.
18 Que fue creada por el obispo Don Cristóbal de Castilla y Zamora el 3 de julio de 1677,
recibiendo la Real Cédula de Carlos II el 31 de diciembre de 1680 y la bula papal de Inocencio
XI el 20 de diciembre de 1682.
19 Fundada en 1692 por el breve del papa Inocencio XII y por real cédula del rey Carlos II el 1
de junio de 1692.
20 Es fundada por el padre Jorge Dintilhac, SS.CC. en 1917, el mismo que sería su primer rector.

21 Cuyos orígenes se remontan al Instituto Pro Deo fundada por el padre dominico Vicente
Sánchez Valer, O.P. La Universidad en cuanto tal fue fundada el 17 de mayo de 1962.
22 Una descripción muy puntual y profunda de la Modernidad y sus alcances está en Carlos
Valverde, , Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid
1993; sobre la Ilustración, véase Francisco Leocata, , Talleres de

racionalismo y el agotamiento histórico de dicho fenómeno cultural aparece en la clásica obra


de Max Horkheimer y Th. W. Adorno, , 3ª ed., Trotta, Madrid 1998.
23 Dos ejemplos: Galileo (1564-1642), que es presentado como un icono de la libertad de

(1473-1543), astrónomo célebre por proponer la rotación de la tierra y la teoría (revolucionaria


en aquel entonces) de que es la tierra la que gira alrededor del sol, era sacerdote católico.

perspectiva

21
PERSONA y CULTURA

empíricas (física, química, biología, etc.) con su metodología

la formulación del resultado mediante fórmulas matemáticas. Los


grandes éxitos de la ciencia desde el siglo XVIII y sus espectaculares
logros en el campo de la aplicación técnica han llevado a la convicción
de que es verdadero solo aquello que la ciencia considera como tal, y

el sentido ya explicado24. Así las cosas, la Universidad, comprendida

en el sentido ya explicado. Un libro de propaganda de la Sorbona, la


tan renombrada Universidad de París, nos ilustra al respecto:

————————————————————————————
Hay en muchos la sensación y la convicción de que la
Universidad hoy atraviesa una crisis muy profunda.

por las que pasa, se percibe que no tiene un norte

————————————————————————————

«La antigua Universidad había sido, en su origen y durante


siglos, el órgano de la escolástica y la teología. Aun después
del Renacimiento, después del Humanismo, después del

siglo XVII, había conservado fundamentalmente su sello de


origen. La nueva Universidad de París es hija de la ciencia.
Es una tentativa para realizar aquella concepción de los

24 «Al hacer un resumen de los caminos del espíritu humano, a la luz de los actuales
conocimientos históricos, observaremos que en los diversos periodos evolutivos del espíritu
humano hay tres formas distintas de situarse ante la realidad: la orientación básica mágica, la

con las ciencias naturales) […]. La limitación a los fenómenos, a lo que se ve y a lo que se puede

necesariamente todo nuestro sentimiento existencial y nos asigna un lugar en lo real […]. Los
métodos de las ciencias naturales consisten justamente en que se reducen a lo que aparece.
Eso nos basta. Nos permiten trabajar y crearnos así un mundo en el que podamos vivir como
hombres. Con esto se ha ido formando poco a poco en la vida y en el pensamiento modernos
un nuevo concepto de verdad y de realidad que, casi siempre inconscientemente, constituye el
requisito indispensable de nuestro pensamiento» (Joseph Ratzinger,
, 16ª ed., Sígueme, Salamanca 2016, p. 49).

perspectiva

22
PERSONA y CULTURA

que pasó del cerebro de éstos al de los legisladores de la


Revolución, según la cual todas las ciencias son solidarias
y que, por consecuencia, los establecimientos donde se
cultivan y enseñan deben reproducir al mismo tiempo la
multiplicidad y la unidad de ellas; tanto que hoy la palabra
parece haber cambiado de sentido y que designa
la confederación de ciencias y no, como en la Edad Media, la
de profesores y estudiantes»25.

Un cambio de este tipo ha llevado a que se elimine la teología


del ámbito universitario. La teología no se ajusta al paradigma

lo tanto, no pertenecería al campo que abarcan los estudios y tareas


universitarias. Es una disciplina muy respetable, ciertamente, pero su
lugar no está —así se piensa en general— en la Universidad. Más aún,
se añade el argumento de que el saber humano se basa en la razón, y
la teología pertenece propiamente al ámbito de la fe, y, por tanto, no
sería un saber racional que como tal debería considerarse objeto de la
enseñanza y del trabajo universitario. Abundan las “explicaciones”,
pero a la larga o a la corta el resultado es el mismo: una universidad
sin teología como lo más común y corriente.

¿PARA QUÉ LA TEOLOGÍA? SU LUGAR EN LA UNIVERSIDAD

No se trata, como es obvio, de repetir la historia tal como fue, ni


tampoco restaurar el pasado en su originalidad. La Universidad, como

y ello debe ser respetado. Por la misma razón, tampoco hay que
prescindir de la ciencia y de sus avances, cosa que sin lugar a dudas

tiene su lugar en la Universidad como hoy la conocemos. Pero sí es


posible volver a las fuentes de la realidad universitaria y, mirando sus
orígenes, encontrar inspiración y estímulo para renovar y mejorar la
situación de la Universidad.

25
( . ), Secrétariat de la
Faculté des Sciences, Sorbonne, París 1913, p. 11.

perspectiva

23
PERSONA y CULTURA

Hay en muchos la sensación y la convicción de que la Universidad

materiales y económicas por las que pasa, se percibe que no tiene

Universidad enseña y prepara profesionales, cosa que algunos


consideran como “adiestramiento para el trabajo”, sea como médicos,
ingenieros, abogados… pero, ¿para eso es la Universidad? ¿No sería
reducirla a un mero instituto de formación superior? Por otra parte,
la fragmentación del saber lleva a que las personas que estudian en la
Universidad sepan muy bien (en algunas universidades, no siempre)
lo que es propio de su carrera, pero ignoren prácticamente otras
cosas que, sin embargo, se esperarían de alguien que ha pasado por
la Universidad. Se esperaría de ella la orientación y guía del saber
académico ante los problemas y situaciones complejas por las que
atraviesa el país. Más de una vez se ha dicho que la Universidad es la
conciencia intelectual de la nación. Pero, ¿qué orientación y liderazgo
intelectual puede ofrecer una universidad cuando aparece ante los
ojos de la sociedad como campo de batalla de tendencias políticas
e ideológicas cuyo afán principal está en la consecución del poder
político y no en el servicio a los intereses del país y de sus gentes? Por
último, la consideración del “para qué” de la Universidad hoy en día

como por ejemplo la búsqueda de la verdad o el desarrollo de la


investigación, sino por los más prosaicos de lucro y la generación de

universidad ha perdido el sentido de su ser y de su misión.


En este contexto, queremos señalar la importancia de la teología
que puede aportar mucho para ayudar a una renovación y
recuperación de la identidad de la Universidad, su sentido y misión

de sus elementos estructurales fundamentales, su presencia puede


devolverle aquellos aspectos que la hacen ser ella misma y cuya
ausencia contribuye a su crisis.

a. Precisamente, el tema de fondo en la cuestión de la crisis de la


Universidad se remite al tema de la verdad. A lo largo de la exposición
histórica de la primera parte, hemos señalado repetidas veces que la
Universidad surge a partir de la búsqueda de la verdad por parte de

perspectiva

24
PERSONA y CULTURA

el agnosticismo y su aplicación fáctica, el relativismo, parecen reinar


por doquier. No se puede hablar de una verdad absoluta, todas las

en el fundamentalismo y la intolerancia, que son considerados los


enemigos del modo actual de vida. Este tipo de aproximación, que es
característico del pensamiento de la “postmodernidad”26 ha tomado
lugar en la Universidad, que no solo lo difunde, sino actúa con ese
presupuesto. Pero las consecuencias son funestas para la misma
Universidad:

«La pretensión de poder expresar la verdad como una realidad


común y vinculante aparece como abstrusa arrogancia
. Pero quizás estén también en juego estratos más
profundos del alma: La sospecha de que quizás podría existir
efectivamente la verdad como dimensión cognoscible y
entonces como exigencia para mí, actúa como ofensa, como
peligroso ataque a la forma de vida en la que uno se ha
acomodado; contra ello hay que ponerse a la defensiva con la
pasión que se levanta cuando uno se siente afectado en lo más
profundo de la existencia.
Pero con lo dicho todavía no está completo el panorama de los

que es una crisis de la universidad y con ello una crisis de la


civilización actual, por ser aquélla portadora de la pregunta
acerca de la verdad y acerca de la existencia del hombre»27.

————————————————————————————
Queremos señalar la importancia de la teología
que puede aportar mucho para ayudar a una
renovación y recuperación de la identidad de la

————————————————————————————

del italiano Gianni Vattimo. Pueden verse sus obras: con P. A. Rovati,
Cátedra, Madrid 1989; ,
Cátedra, Madrid 1986.
27 Joseph Ratzinger, “El pluralismo como cuestionamiento a la Iglesia y a la teología” en
, EUNSA,
Navarra 2009, p. 88.

perspectiva

25
PERSONA y CULTURA

Desde otra perspectiva se enfoca la cuestión sobre la verdad.


No se trata solamente de negarla a partir de una visión agnóstica o
relativista. También se la reduce a partir de una visión que considera
verdadero solo aquello que es comprobable por vía empírica, según
el modelo de las ciencias naturales 28. Por lo mismo, verdadero y por
tanto real será únicamente aquello que se puede medir, experimentar

que la razón no puede ir más allá de lo comprobable, por lo tanto,


cuestiones como Dios, la religión, la felicidad, etc. o bien son negadas
o sencillamente se las relega a lo particular y opinable. Nótese cómo

plantea cuestiones de alcance metafísico, sino que por lo común se


circunscribe a cosas muy concretas que no pasan de lo inmediato y
empírico:

del de la teología. Su presencia en la universidad no ha sido

entre los saberes, ha tenido también su precio porque en

la propia universidad. Al debilitarse en ésta el interés por


la verdad y la sabiduría —¡el ideal de la !— y al

se ha visto invitada a desembarazarse de la metafísica


—es decir, de la dedicación a la palpitante verdad de las
cosas, de la sensibilidad e interés por la verdad y el bien—
para centrarse en cuestiones históricas y metodológicas.

relacionado con la ciencia, con las aplicaciones al estudio


de la naturaleza y de la sociedad y, como mucho, con los
límites matemáticos del conocimiento. Pero al ocuparse de
cuestiones fronterizas con otros campos del saber, no parece
exagerado preguntarse cuánto tiempo le queda todavía a la
29
.

28 Véase lo indicado en la cita correspondiente a la nota 24.


73” en Revista Scripta
Theologica, vol. XLI (Pamplona 2009), p. 460.

perspectiva

26
PERSONA y CULTURA

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con la máxima rigurosidad y racionalidad sobre


Dios y su revelación, remite a la Verdad Absoluta
que fundamenta toda la verdad que el hombre
en cierto modo conoce y vive.
————————————————————————————
Es aquí donde podemos encontrar un papel importante para la
teología dentro de la Universidad y los estudios universitarios.

rigurosidad y racionalidad sobre Dios y su revelación, remite a la


Verdad Absoluta que fundamenta toda la verdad que el hombre
en cierto modo conoce y vive. Recogiendo las propuestas del papa
Benedicto XVI en sus pronunciamientos magisteriales recientes30, la
Iglesia invita a un conocimiento de la Verdad que vaya más allá de lo
que la mera razón empírico-práctica de hoy puede alcanzar y ofrecer.
Para ello, junto con la razón es necesaria la fe. Pero no meramente la fe

críticamente y satisfaciendo las exigencias del pensamiento en sus


más altas instancias (vale decir, en el ámbito universitario) busca
respuestas y aplicaciones a las preguntas por la verdad. Y esto es la
teología. No considerar la participación que la fe y la teología puedan
tener en la búsqueda y consecución de la verdad lleva a vivir en la
irrealidad, cosa que desgraciadamente ha traído muchos sufrimientos
a los seres humanos, como la historia reciente puede constatar:

«Ante la prioridad de la fe en Cristo y de la vida “en Él”


[…] podría surgir también otra cuestión: Esta prioridad,
¿no podría ser acaso una fuga hacia el intimismo, hacia el
individualismo religioso, un abandono de la realidad urgente
de los grandes problemas económicos, sociales y políticos de
América Latina y del mundo, y una fuga de la realidad hacia
un mundo espiritual?

la Universidad de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006, en el viaje apostólico del Santo Padre a


Alemania del 9 al 14 de septiembre de 2006, y también el discurso pronunciado ante la Asamblea
Nacional Italiana reunida en Verona el 19 de octubre de 2006, además del ya mencionado y
citado discurso que iba a pronunciarse en la Universidad La Sapienza de Roma en enero de
2008. Un excelente análisis de estos temas está en Ángel Cordovilla, S.I., “Por una razón abierta
y una fe iluminada. Benedicto XVI entre la Universidad de Ratisbona y la Universidad de La
Sapienza” en Revista Estudios Eclesiásticos, vol. 83 (Madrid 2008), pp. 399-424.
perspectiva

27
PERSONA y CULTURA

Como primer paso podemos responder a esta pregunta


con otra: ¿qué es esta “realidad”? ¿Qué es lo real? ¿Son
“realidad” sólo los bienes materiales, los problemas sociales,
económicos y políticos? Aquí está precisamente el gran
error de las tendencias dominantes en el último siglo, error
destructivo, como demuestran los resultados tanto de los

el concepto de realidad con la amputación de la realidad


fundante y por esto decisiva, que es Dios. Quien excluye a

consecuencia, sólo puede terminar en caminos equivocados


y con recetas destructivas.

Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede


responder a ella de modo adecuado y realmente humano. La
verdad de esta tesis resulta evidente ante el fracaso de todos
los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis»31.

b. Otro motivo que hace necesaria la presencia de la teología en la

estudia en la Universidad está llamado a tener un conocimiento amplio


de toda la realidad cultural, y ¿quién duda que lo religioso sea parte
integrante e importante de la realidad que nos rodea? Precisamente,
la fragmentación del saber que dio paso a que el alumno universitario
se dedique nada más que al estudio de su carrera y de lo que a ella
concierne, olvidándose de todo lo demás o poniéndolo en un plano
muy secundario, es algo negativo que lleva a Ortega y Gasset a

una época supuestamente tan avanzada como la nuestra:

«Comparada con la medieval, la Universidad contemporánea


ha complicado enormemente la enseñanza profesional
que aquélla en germen proporcionaba, y ha añadido la
investigación quitando casi por completo la enseñanza o
transmisión de la cultura.
Esto ha sido, evidentemente, una atrocidad. Funestas
consecuencias de ello que ahora paga Europa. El carácter

inglés medio, el francés medio, el alemán medio son ,


31 Benedicto XVI, “Discurso inaugural de la V Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano en Aparecida (Brasil)”, 13 de mayo de 2007, n. 3.

perspectiva

28
PERSONA y CULTURA

no poseen el sistema vital de ideas sobre el mundo y el


hombre correspondientes al tiempo. Este personaje medio es
el , retrasado con respecto a su época, arcaico y
primitivo en comparación con la terrible actualidad y fecha
de sus problemas. Este nuevo bárbaro es principalmente el
profesional, más sabio que nunca, pero más inculto también

De esa barbarie inesperada, de ese esencial y trágico


anacronismo tienen la culpa, sobre todo, las pretenciosas
universidades del siglo XIX, las de todos los países, y si
aquélla, en el frenesí de una revolución, las arrasase, les
faltaría la última razón para quejarse»32.

La universalidad del saber exige, pues, el conocimiento de lo


religioso no solo en sus manifestaciones externas, sino también
en la comprensión precisa de sus contenidos, y allí es donde entra
la teología. Una universidad sin teología no puede pretender la
universalidad del conocimiento, ya que este quedaría amputado de
una de sus dimensiones, y ciertamente no de las menos importantes.
Pero hay otro motivo para considerar a la teología dentro de este

que la religión y la fe son dimensiones constitutivas de la cultura33,


y en el caso del Perú nadie podrá negar que la fe católica ha sido

cultural. En ese sentido, la Universidad necesita de la teología para


comprender mejor nuestra cultura y así responder a los problemas
que produce el desconocimiento de la propia realidad nacional:

«La Nación peruana no es concebible sin su tradición


cristiana. Ésta le dio su modo característico de comprender
la persona humana y su destino trascendente; sus relaciones
con la sociedad, la familia, el trabajo, derechos, libertad,
responsabilidad […]. En consecuencia, la recuperación de la
sociedad postula no sólo una antropología, requiere también
una ética del valor y de la libertad; y una Teología que le

32 José Ortega y Gasset, “Misión de la Universidad” en , tomo IV, Alianza


Editorial, Madrid 1983, p. 323.
33 Véase Documento de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla
(1979), nn. 386-389, sobre todo el n. 389: «Lo esencial de la cultura está constituido por la

desvalores religiosos».

perspectiva

29
PERSONA y CULTURA

inviolables de sus derechos humanos naturales, comenzando


por el más básico, la vida»34.

Hablando a los profesores universitarios, el papa Benedicto XVI


pide que las universidades sean “verdaderos laboratorios de cultura”

saber que sea al mismo tiempo universal y auténticamente humano.


Para esto es también fundamental el concurso de la teología:

«Queridos amigos, espero que las universidades se


conviertan cada vez más en comunidades comprometidas
en la búsqueda incansable de la verdad, en “laboratorios de
cultura” donde profesores y alumnos se unan para investigar
cuestiones de particular importancia para la sociedad,
empleando métodos interdisciplinarios y contando con la
colaboración de los teólogos»35.

c. En la Universidad, la teología está llamada a ejercer un papel


orientador. A ella —la teología— le toca ofrecer el sentido último y

dimensión ética y moral de la acción humana y de sus creaciones,


sino la razón última de la existencia, que es trascendente al ser
humano. En un ambiente cultural como el que nos ha tocado vivir,
la ausencia de un sentido que oriente la existencia es algo patente y

haya querido asumir el papel de guía. Pero la ciencia —sobre todo

su misma naturaleza no se sitúa en el plano de las causas últimas,


siempre trabaja a nivel de causas segundas. Por ello, mal podría
hacer de orientadora de la existencia. Cuando la ciencia (en el sentido
que estamos hablando) asume un papel orientador, se rige no por
la lógica de lo que es bueno o malo, sino de lo que se puede o no
se puede alcanzar. La lógica de la ciencia es la de la fuerza, y esto

que pasan por encima del ser humano y su dignidad. Pues bien, esta
34 Francisco Interdonato, S.J., “Consideraciones marginales sobre el sentido de la Teología en la
Universidad en general y en la Facultad de Derecho en particular” en ,
Centro de Proyección Cristiana, Lima 1991, p. 286.
35 Benedicto XVI, “Discurso en el Encuentro con los profesores universitarios de Europa”, 23
de junio de 2007.
perspectiva

30
PERSONA y CULTURA

ofrece la teología, no desde una posición superior y aislada, sino en


conexión y diálogo con los otros tipos de saber que encontramos en
la Universidad:

«Las verdades sobre el hombre, su dignidad, el valor y


sentido de la vida, han sido comprometidos porque se ha
transformado en separación lo que solo era distinción entre
lo divino, moral y religioso, por una parte, y lo humano,
social y político por otra. Esta separación debe restañarse en
la Universidad, y un medio (no el único) es el encuentro de la
teología con el saber y las ciencias profanas. La recuperación
del interés primordial en el problema de la Verdad. Esta debe
preservar al hombre de ser presa de la mera opinión, de las
ideologías reduccionistas y de los mitos»36.

Tales son, a nuestro entender, algunas razones por las cuales la


teología debe tener un lugar en la Universidad, y el aporte que ella
—la teología— podría dar en orden a una formación más elevada,
más humana y más excelente en el plano académico, profesional y
cultural. No se trata solo de un asunto de preferencia confesional. La
misma historia de la Universidad nos muestra que en su origen la

para la Universidad, todo lo contrario.

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La lógica de la ciencia es la de la fuerza, y esto se
ha traducido en diversas visiones ideologizadas

humano y su dignidad. Pues bien, esta orientación

ofrece la teología, no desde una posición superior


y aislada, sino en conexión y diálogo con los otros
tipos de saber que encontramos en la Universidad.
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36 Francisco Interdonato, art. cit., p. 286.

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