2 Eckell
2 Eckell
2 Eckell
LOS ECKELL
Esta rama de nuestra familia cuenta con el invalorable aporte documental realizado en
la década de 1970 por el profesor Peter Eckell Jessen, quien encontró los antecedentes del
apellido, las locaciones de las familias y la posterior deriva de sus distintas ramas llegando en el
tiempo hasta el Siglo XVI o un poco antes, rozando la época de la Reforma protestante
protagonizada en Alemania por Martín Lutero y la Guerra de los Treinta Años, que fuera una
de sus consecuencias.
A grandes rasgos se puede reconstruir una línea de parentescos que parte de familias
campesinas radicadas en la zona de Estiria (Austria), dedicadas a la actividad vitivinícola. Al
producirse el cisma de la iglesia (Reforma) estos antiguos Eckel, junto a otros campesinos y
agricultores, comenzaron a sufrir persecuciones. La región de Estiria quedó bajo la autoridad
del emperador de Austria, de la casa de Habsburgo, en alianza con el Vaticano. Así que parece
que estos pobladores emprendieron una difícil migración, por tierras aun sin caminos,
cubiertas de bosques, hacia el norte. Una de esas embajadas, portadora de cepas de vid e
incluyendo a nuestros lejanos antepasados, fue a dar a la región del Palatinado, donde
encontraron tierras y climas favorables para seguir dedicándose a la producción de vinos.
Es en la localidad de Königsbach donde se localiza aproximadamente en 1612 a un tal
Mathaus Eckel, sobreviviente, seguramente, de la Guerra de los Treinta Años.
Uno de sus hijos habría sido Balthazar Eckel, nacido en 1632 en Königsbach, donde
habría vivido como agricultor hasta 1679. Uno de sus hijos, llamado Mathías (1653-1723 –
Königsbach), marca el siguiente eslabón en la descendencia familiar. Esta empezará a
iluminarse con mayores y más precisos datos a partir de uno de los hijos de Mathias, Johann
Philipp Eckel, nacido en 1687 en Königsbach y que se traslada, con otros inmigrantes
alemanes, a la localidad sueca de Karlstad, Suecia. Aparentemente, Johann Philipp era hábil en
el trabajo de la madera, ya que los productores de vino solían producir también los toneles
donde se fermentaba la vid y posteriormente se estacionaban los vinos. Habría sido esa
competencia la que lo llevó a trabajar en Karlstad como constructor.
9
En ese oficio habría intervenido en la terminación de los interiores de la
catedral de esa ciudad y, posteriormente, de varios puentes que iban formando una
red de conexiones terrestres sobre los numerosos fiordos, ríos y canales de la región
aledaña. Johann Philipp se casó con una mujer aparentemente nacida en Suecia:
Helena Smit o Schmitt, oriunda de la ciudad de Kristinehamn. Tuvieron seis hijos. Pero
cuando el mayor tenía 14 años y el más pequeño apenas seis, ambos fallecieron con
diferencia de dos meses. Primero Helena y luego Johann. Los huérfanos fueron
separados en dos grupos: Lars, Stina Greta y Johannes habrían sido criados por un
primo de su madre que era comisario de Kristinehamn. No se sabe cuál fue la deriva
posterior de estos tres hermanos, ni si acaso volvieron a tener contacto con los otros
tres, que fueron criados por un constructor de barcos de Gotenburgo de nombre (por
todo dato) Herr Jensen. Estos tres niños fueron Philipp, Christian y Jakob Jensen. Los
dos primeros se casaron, respectivamente, con las hermanas Margaretha y Lucía
Bendixen y se dedicaron a la orfebrería y la metalurgia en su ciudad natal de Karlstad.
Jakob Jensen, nacido en 1734, que tenía solo seis años al morir sus padres, se radicó en
Husum –Dinamarca—muy joven, dedicado al oficio de encuadernador. Se trataba de
una actividad muy bien pagada, ya que en esa ápoca, ya que las imprentas entregaban
los libros como hojas “sueltas” que luego eran cosidas, encoladas y resguardadas por
tapas de madera y cuero a pedido y según el gusto del cliente. Un libro era, por cierto,
un objeto caro y lujoso. Jakob Jansen se casó con Margaretha Tiessen, que falleció
dejándole un solo descendiente (otros tres fallecieron). En segundas nupcias se casó
con Christine Schultz, que parece haber sido alemana. De esa unión nació un nuevo
Johann Philipp Eckell. Es el primero que aparece inscripto en la iglesia donde se lo
bautiza con la doble L final en el apellido.
Schleswig, junto con Holstein y Lauenburg, son tres antiguos feudos situados al
sur de la península de Jutlandia, lindante con los territorios que conforman Alemania.
Desde el siglo XII hasta 1814, Dinamarca formó un extenso reino ultramarino que
comprendía el actual territorio de Dinamarca, Noruega, Islandia y otras islas del
Atlántico Norte y Groenlandia. En todas esas regiones, se registra una presencia muy
antigua de visitantes y colonos escandinavos.
10
Un complejo entramado de reinos y reyes hizo que, en tanto parte del reino de
Dinamarca, los territorios de Schleswig, Holstein y Lauenburg, fueran a la vez Ducados
alemanes. Esto hizo que, desde la Edad Media, en ambos territorios comenzaran a
radicarse pobladores alemanes cuya actividad agrícola los convirtió en burgueses
durante los siglos XVII y XVIII. Las pujas entre la población danesa y la germánica, los
pasos de un bando a otro y las alianzas familiares a través de matrimonios fueron la
regla.
En la disputa por la posesión de estos ducados interviene también la Ley Sálica
vigente en los estados germánicos, pero no en el Reino de Dinamarca. Como se trata
de una historia larga y compleja, aquí dejamos un enlace para quienes quieran
profundizar: https://es.wikipedia.org/wiki/Asunto_de_Schleswig-Holstein
Desde el punto de vista de la reconstrucción del contexto de nuestros
antepasados, apuntemos que ellos pertenecían al sector que reconocía origen alemán.
Los asistiría, seguramente, el rasgo común a los miembros de las clases subalternas en
el mundo germánico: el de ser marginados por completo de cualquier ejercicio de
poder, el cual solo se dirimía entre los miembros de unas aristocracias nobles que se
desentendían de la vida de la sociedad, exceptuando la imposición y cobro de tributos
y la leva de varones para nutrir los ejércitos.
11
Si Jakob y
Margaretha (y
luego Christine)
vivieron entre
1740 y el fin del
Siglo XVIII, fueron
contemporáneos
de
acontecimientos
políticos,
científicos y
artísticos de porte.
Sus vidas transcu- rrieron en gran parte durante el reinado de Federico el Grande, Rey
de Prusia. Años nutridos en materia de guerras y otros acontecimientos, a saber:
*La Guerra de los Siete Años (1756-1763), las Guerras de Silesia, donde Prusia
se apodera de este territorio disputado con Austria; la anexión de parte de Polonia y la
introducción de la papa –ya popular en Francia—mediante un decreto del Rey, el
reparto de semillas y la orden de comerlas. Para variar, había por ese tiempo una
hambruna y los pobres de Berlín habían ido a peticionar a las puertas del Palacio.
*En 1759, en España se coronaba Carlos III de Borbon. Iba a inaugurar el
absolutismo monárquico en ese país.
*En 1762 se coronaba Emperatriz de Rusia una princesa alemana: Catalina.
Había nacido como Sophie Friederike Auguste von Anhalt-Zerbst, una princesa “pobre”
de las muchas que habitaban por entonces en algún remoto castilluelo del actual
territorio de Alemania. Sería llamada “Grande” y llevaría a Rusia, por primera vez, a
gravitar entre las potencias modernas de Europa.
*En 1756 había nacido en Salzburg un tal Wolfgang Amadeo Mozart. En las
iglesias luteranas se ejecutaba la música de Johann Sebastian Bach y algunos discípulos
suyos. En Italia, en cambio, sonaban las melodías del católico Antonio Vivaldi, y de
Gianbattista Pergolesi. No sabemos si esa música llegó a oídos de los Eckell, si acaso
iban a la iglesia y alguien cercano tocaba el clave o el violín.
*En 1762, Jean Jaques Rousseau publica el Contrato Social en Francia. Las
primeras manifestaciones de la república moderna empezaban a hacerse sentir.
12
En 1766 Christian VII es coronado Rey de Dinamarca, aun con Schleswig, Holstein y
Lauenburgo dentro de la jurisdicción danesa.
Ese mismo 1766 nace en Husum, Schleswig uno de los hijos de Jakob y Margaretha:
Johann Philip Eckell. Su niñez se cruza con el inicio de la Primera Revolución Industrial en la
vecina Gran Bretaña, rival eterna de Dinamarca y Noruega por el dominio de los mares. Poco
antes, James Watt ha perfeccionado su máquina de vapor y se la ha aplicado a los telares y a
otros artefactos, mecanizando acciones que multiplican la producción de bienes. En 1770
James Cook conquista Australia y Nueva Zelanda para la corona británica. Goethe publica
“Werther”, dando inicio al Romanticismo Alemán. Cuando Johann cumple los 10 años, en
1776, trece colonias británicas de América del Norte declaran su independencia de la corona.
La nueva entidad se llama Estados Unidos de América.
El mismo año de 1776, la corona española a cargo de Carlos III, crea el Virreinato del
Río de la Plata con cabecera en la ciudad de la Santísima Trinidad y puerto de Santa María de
los Buenos Aires. El monarca se ha percatado de que la corona británica, privada de sus
colonias americanas, acomete una agresiva política de expansión que la lleva a la India, a
China, a África y a América del Sur.
Nuestro antepasado Johann fue médico y se puso al servicio del ejército. No queda
claro si es el ejército danés o el ejército alemán, o
Retrato de Johanne Mariane
ambos en distintos momentos de su vida. Lo cual
Emilie.
no deja de ser…curioso. Uno pensaría que servir a
un ejército equivale a ser leal a una Nación. Debe
haber sido en algún momento entre sus 30 y sus
40 años que se casó con Catharina Paulsen,
nacida en 1771.
Catharina le dará dos hijos. Fueron Carl
Edvard (1809 – 1850)) y Ferdinand, que nace en
1812 y vive solo tres días, falleciendo en ese
mismo año, lo mismo que su madre, Catharina.
Podemos presumir alguna complicación en el
parto, como era común en esa época.
Johann Philipp no parece haber soportado mucho tiempo la viudez, pues en 1913
aparece casado con Anne Marie Kragh, nacida
13
en Lavkik, una localidad portuaria de Noruega, cercana a Oslo en 1789 e hija de un Capitán del
Ejército donde servía Johann Philip. El mismo año fue padre de una niña: Johanne Mariane
Emilie, nacida en Holstein.
Johann Philip y Anne Marie tuvieron una nutrida descendencia: de sus cinco hijos e
hijas vivos y que llegaron a adultos, nos vamos a centrar en Jacob Julius Harald, nacido en
1819 en Holstein.
(Johann Philipp escribió un compendio de memorias rescatado por Peter Eckell Jessen en su
crónica, que agregaré más adelante a estos documentos, cuando termine de traducirlos con
ayuda de “Google Lens”, ya que saben ustedes que no hablo ni leo el idioma alemán.)
ARGENTINA EN 1849
El territorio de lo que hoy constituye nuestro país todavía tenía fronteras borrosas. En
la provincia de Buenos Aires y ejerciendo la representación exterior de las Provincias Unidas,
gobernaba Juan Manuel de Rosas. En 1845, una heroica acción de tropas y gauchos había
intentado frenar a la flota anglo francesa que trepaba el Paraná para imponer la “libre
navegación de los ríos”. Eufemismo que escondía el propósito irredento de colonizar estas
tierras y hacerlas propicias a los negocios de Europa a como diera. (Todavía hoy seguimos
dirimiendo el dominio de la “Hidrovía”) Gran Bretaña asaltaba y bombardeaba por entonces
Cartagena de Indias y otros puntos del Caribe.
16
En 1833 había asaltado y usurpado las Islas Malvinas. Había inundado China con opio
para dominarla y sojuzgarla y ya había librado una primera masacre contra el Imperio Celeste.
En poco tiempo reiniciaría las agresiones hasta quedarse con Hong Kong en 1860. En ese
tiempo de expansión colonial de Gran Bretaña –y de su poderío naval tanto militar como
mercante—no era sencillo hacerse un lugar como operador independiente de transportes
navales. Tal vez por ese motivo Harald puso proa hacia América del Sur. No sabemos qué
noticias tendría por entonces sobre el estado de situación de estas tierras. La información
circulaba lentamente y no era masivamente accesible. Más bien, debe haberlo decidido a
partir de los decires y pareceres de sus colegas, quién sabe en qué cónclave de taberna.
Uno de los acontecimientos que pudo gravitar en la decisión de Harald de abandonar
para siempre Schleswig y sus alrededores, pudo ser la Revolución Alemana de 1848, donde
ese territorio, junto a Holstein y Lauenburgo –como siempre—fueron parte de las
controversias, las invasiones y la respuesta belicosa de la corona danesa. La Revolución de
1848 fue el tardío equivalente alemán a la Revolución Francesa, pero no tuvo consecuencias
tajantes y definidas como aquélla y se diluyó en disputas de poder entre el reino de Prusia,
Austria y otros principados y ducados alemanes que no lograron acordar la constitución de un
estado liberal moderno. https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_alemana_de_1848-
1849.
Por lo demás, Buenos Aires en 1850 seguía siendo una aldea bastante precaria y
maloliente. Casi ninguna calle estaba adoquinada. El alumbrado público era igual al de hacia
medio siglo y la Mazorca tenía el monopolio de la seguridad, mientras Manuelita Rosas y
Ezcurra, hija del Restaurador, atendía la mayor parte de las relaciones públicas en el palacio de
Palermo.
La oposición a Rosas, cuyo credo había plasmado Domingo Faustino Sarmiento en 1845
en su “Civilización o Barbarie”, gestionaba lo que en 1852 sería la batalla de Caseros. Después,
no todo iban a ser flores. Buenos Aires terminaría separada de la Confederación hasta 1860 y
el interior convulsionado por los conflictos entre las provincias y el puerto.
Si Harald había imaginado una vida bucólica, en un país próspero y joven, la verdad es
que debe haberse sentido decepcionado.
Tras la caída de Rosas y su exilio, el negocio de los saladeros quedó en manos de su
socio, Tomás de Anchorena. Pero ya no prosperó como antes y en parte las instalaciones
fueron vandalizadas por los vencedores de Caseros. Por otra parte, Harald ya no tenía el “Cito”
en 1852.
17
Matadero y plaza de carretas de Miserere. Hoy Plaza Once. Archivo Museo Bicentenario.
Según mi madre, Inés Angélica Eckell, Rosas premió a Harald con la entrega de cierta
cantidad de tierras “de labranza” en la zona de Pergamino. En efecto, Rosas realizó numerosas
donaciones de tierras a allegados suyos a lo largo de toda su gestión como Gobernador de
Buenos Aires, desde 1833 hasta poco antes de su caída en 1852. Existe documentación de
dichas
18
donaciones, reunida en el archivo del BORA, pero de la lectura que he realizado no pude
recabar datos referidos a Haraldo Eckell ni a ninguna otra persona que llevara su apellido.
También ha referido mi madre que ya establecido en Buenos Aires, Harald tuvo un
“almacén naval”. Tampoco se ha podido comprobar esta información. Como especulación cabe
preguntarse si acaso fue socio o empleado del Sr. Horn, mencionado en el informe sobre el
“Cito” como poseedor de un negocio de ese ramo. La Crónica Familiar del Profesor Peter
Eckell Jessen sostiene que, efectivamente, Harald tuvo un almacén naval ubicado en el Paseo
de Julio, en tanto vivía en un amplio caserón ubicado sobre la calle Corrientes, que por
entonces no era una avenida. La numerosa prole que tuvieron con Marie los llevó a alquilar
también una casa contigua para ampliar los dormitorios y tener mayor comodidad, lo que
habla de una familia que logra prosperar económicamente, aunque se menciona –muy al pasar
—que Harald solía hacer algunos negocios “temerarios” poniendo en zozobra a la familia. No
sabemos de qué se trataba: si era jugador, si intentaba negocios poco claros (algo común en
esa época…), si tomaba dinero prestado con demasiado riesgo. Pero no es un dato menor,
como veremos más adelante.
Más allá de las referencias de esta descendiente suya, es interesante anotar que una
serie de situaciones “misteriosas” empiezan a rodear la vida de los Eckell . El misterio del
“Cito” y el de las tierras de Pergamino gravitarán desde el fondo del tiempo sobre la
descendencia del Capitán Harald.
Por nuestro lado, nos quedaremos con uno de los hijos de los Eckell: Ernst Christian
Adolph, nacido en 1856 en Buenos Aires. Nada sabemos de su infancia, excepto que su lengua
materna no fue el español sino el alemán, a instancias de sus padres. Aunque, por sus
contactos sociales y escolares, pronto aprendió la lengua local.
Fachada del Banco Tornquist, en Bartolomé Mitre, entre Florida y San Martín, en la city
financiera del barrio de San Nicolás.1928.
20
En un momento anterior a este en que me dediqué a indagar sobre las andanzas de los
Eckell, había localizado un antiguo Boletín Oficial de la República Argentina donde constaba
que, en cumplimiento de resoluciones de la Justicia Comercial, se firmaban escrituras de
“cesión” de ciertas tierras (tenían identificación catastral) por parte de Eckell a Tornquist. Solo
era posible leer la carátula, no el texto completo. Cuando en 2017 me fue sustraída una
notebook, perdí ese dato y, hasta la fecha, no pude recuperarlo.
Lo cierto es que a Ernesto Eckell, hacia fines del Siglo XIX, lo estaríamos encontrando
ligado por algún vínculo a los Tornquist. ¿Fue un deudor que terminó siendo empleado de la
firma? ¿Fue contador o administrador de alguna de sus empresas? ¿Era uno de sus contratistas
para prestarles algún servicio?
En la Guía General de Estancieros de la Sociedad Rural . de 1812, pág.425, aparecen
tres personas con apellido Eckell con negocios vinculados al agro: Eckell Amadeo, en
Bartolomé Mitre 366; Eckell Ernesto (cereales y semillas) en 25 de Mayo 140 y Eckell Máximo
en Reconquista 268. Según los datos de Ancestry y Geni, el Ernesto Eckell de quien venimos
ocupándonos falleció en 1911. Puede ser que subsistiera su oficina de negocios de la calle 25
de Mayo, o que se tratara de un homónimo, hijo o nieto de otro de los descendientes de
Harald. El caso es que varios miembros de la familia aparecen vinculados a la actividad
agropecuaria, si no como propietarios, sí como profesionales relacionados a empresas de
agronegocios. Es el caso del Dr. Osvaldo Eckell, citado por la Facultad de Ciencias Veterinarias
como uno de sus fundadores y promotor de investigaciones.
En los Anales de Jurisprudencia Argentina Vol. 39, fs 946, se cita (en relación a otro
juicio) que el 13 de setiembre de 1925 fueron vendidas, en remate judicial a cargo del
Martillero Jaime Hemmingsen, consecuencia del embargo trabado por el Banco de la Nación
Argentina contra Máximo Eckell y Otto Voges, a favor de Manuel García Mendiondo y
hermano, un lote de 1.255.273 m2 situados entre las estaciones Grunbein y Punta Alta de la
provincia de Buenos Aires.
A todo esto, Ernesto se había casado con Práscedes Policarpa Goldar. Una señorita
aparentemente nacida en Pontevedra, pleno corazón de Galicia. Con un apellido que podría
ser “marrano”; es decir, de una familia de judíos sefaradíes conversos. No tenemos ningún
dato sobre nuestra bisabuela, salvo que era “muy cariñosa”, aportado por mi madre, que la
conoció apenas en sus primeros años. No hay fotografías de ella.
Ernesto y Práscedes tuvieron varios hijos e hijas, todos nacidos en Buenos Aires: Cora
Tomasa; Josefina Bertha; Elina Hilda; Ernesto Haraldo; Raúl Máximo, Juan Carlos y Armando
21
Emilio Guillermo. Este último fue nuestro abuelo y nació en 1888. El mismo año en que falleció
Domingo Faustino Sarmiento y comenzó la construcción del Teatro Colón en el predio que
había ocupado la Estación del Parque, partida del Ferrocarril Oeste, que desde 1957,
impulsado por La Porteña y La Argentina, llevaba una colección de vagoncitos desde esa Plaza
Lavalle hasta Floresta.
Tal vez debido a esa conexión ferroviaria, se dice que los Eckell vivieron bastante
tiempo en el barrio de Flores.
Nos faltan datos concretos sobre los años de nacimiento y muerte de todos los hijos e hijas de
Ernesto Eckell. Es posible rescatarlos en dos fuentes que son de acceso fácil: el Registro Civil de
las Personas, la Iglesia Evangélica Luterana del Río de la Plata, de la que eran feligreses y
recibieron bautismo y las actas del cementerio alemán de La Chacarita.
Las vidas de Ernesto Eckell y de sus hijos también atravesaron una etapa histórica llena
de acontecimientos políticos, científicos y culturales que le dieron color y significación a la
época. No vamos a detenernos en todos, pero buscaremos un marco general.
En 1848, además de la Revolución Alemana, en Londres se había publicado el
Manifiesto Comunista, obra conjunta de Karl Marx y Friedrich Engels, un dúo de intelectuales
radicados en la capital de la Revolución Industrial. Era, por supuesto, un emergente de las
condiciones de aquella sociedad, brillantemente descriptas por Charles Dickens en su “Oliverio
Twist”. Once años antes, en 1837, había sido coronada la reina Victoria, cuya vida y decisiones
políticas signaron el nacimiento del imperialismo, extendiendo el dominio colonial de Su
Graciosa Majestad por todo el orbe. En su reinado, que se extendió hasta 1901, se
desarrollaron las dos “guerras del opio” contra China. La India era una sola colonia y un solo
campo de amapolas (para producir opio). En 1856, cuando nació Ernesto Eckell, terminó la
Guerra de Crimea, donde también se
involucró Gran Bretaña, junto a Francia
y el Imperio Otomano, contra Rusia.
Este rediseño del mundo, aunque
parezca armado muy lejos de la
Argentina, de la casa de los Eckell y de
las preocupaciones diarias que tendría,
sin duda, doña Práscedes, no lo eran
tanto. Primero, porque la Argentina se
consolidaba por entonces como potencia agroexportadora. Es para eso que se masacra al
Paraguay entre 1865 y 1870 en la guerra de la
22
Triple Alianza, como se masacra un poco después a los pueblos ranquel, pampa, querandí y
mapuche-tehuelche en la Campaña del Desierto que lidera Roca. Entonces, la economía
argentina, las posibilidades de vida y progreso de sus habitantes, están sujetas a los avatares
del comercio internacional. Junto con eso, tiene absoluta importancia la construcción de
pensamiento a la luz del discurso hegemónico de la época. El colonialismo se naturaliza. Las
masacres se ignoran o se consideran males menores, inevitables, donde la culpa es de los
“pueblos salvajes” que son “atrasados” y no aceptan las bondades que el colonizador trata de
llevarles. Victoria, aunque sea una redundancia, impone a las clases medias un “modelo moral”
identificado, precisamente, con su nombre: “victoriano”. La reina, en efecto, provenía de la
casa de Hannover, y pese a ser anglicana por bautismo, había sido educada en los rigurosos
principios del luteranismo más estricto. Todo lujo, todo boato, todo exceso, toda euforia, toda
licencia era repudiable. Tanto, que siendo una de las mujeres más poderosas de su tiempo,
Victoria se opuso al sufragio femenino, por considerarlo “excesivo e indecente”.
Las vidas de los Eckell de este tiempo coinciden también en un largo tramo ---desde
1862 hasta 1890—con la gestión del Canciller Otto Bismark en la siempre conflictuada
Alemania. Entre sus campañas se contó la definitiva anexión de los antiguos ducados de
Holstein, Schleswig y Lauenburgo al Imperio Alemán, a cargo por entonces de Guillermo I.
También, entre 1870 y 1871, fue el gestor de la Guerra Franco Prusiana, donde le arrebató a
Francia los ducados de Alsacia y Lorena. Nunca sabremos si se trata de los territorios franceses
más germanófilos o de los territorios alemanes más francófilos.
En el ámbito local, probablemente asistieron al período en que Buenos Aires empezó a
dejar atrás la pequeña aldea lodosa y maloliente que había sido y empezó a transformarse.
Viaducto del ferrocarril a Ensenada.Paseo de Para fin de siglo ya tenía luz eléctrica,
Julio. Actual Avenida Leandro Alem. tranvías que conectaban sus barrios de
punta a punta, algunos automóviles a
gasolina. 1871 fue el año signado por la
fiebre amarilla, bajo la presidencia de
Domingo Faustino Sarmiento.
En 1894 se inaugura la Avenida de
Mayo, de la mano del intendente
Torcuato de Alvear. El mismo que contrata al parquista Carlos Thays, que diseña los parques
de Palermo (demolido ya el palacio de Rosas), el Jardín Botánico, , la Plaza de los dos
Congresos y otros
23
desarrollos paisajísticos que perduran hasta nuestros días. Fue Thays el responsable de
implantar el jacarandá y el palo borracho como árboles ornamentales en la ciudad. También, el
que diseñó el parque del Palacio Tornquist, en la sureña localidad fundada por el otro señor
Ernesto. Ya suena el tango –flauta, guitarra y violín—en los burdeles y bodegones del bajo,
despreciado aun por las clases que se auto perciben como “decentes” … también se juega al
“foot-ball” en algunos potreros, a partir del impulso que le han dado a este juego los jóvenes
ingleses que llegan para ocuparse de la construcción de los ferrocarriles. Muchos otros hechos
de esta ápoca son comunes también a los Lenz, los Carbone y los Metzig, –las otras ramas
ancestrales de nuestra familia—vamos a dejar otros hechos para cruzarlos con ellos
Según mi madre, don Armando se oponía a la violencia política, aunque reconocía las
razones de los trabajadores para reclamar por sus derechos. Dice que simpatizaba con Don
Alfredo Palacios, fundador del Partido Socialista. No conocemos sus inclinaciones literarias. No
sabemos si gustaba de alguna de las artes, a excepción de la ópera.
En 1928, cuando se crea el Banco Tornquist, Don Armando es convocado para un alto
cargo en el mismo. La familia se encuentra en la gloria. Parece que Armando tenía un corazón
generoso, porque se sabe que en ese tiempo ayudó a sus hermanas Cora y Josefina, ambas en
dificultades económicas. Y también, a su hermano Raúl Máximo. Este Raúl, casado con una
mujer italiana que era despreciada por mi abuela, con seis hijos a cargo, parece que era un
eterno “fracasado”, sin que sepamos exactamente en qué empresas fracasaba. “Tenía mala
suerte”, decía mi madre. Pero lo describía como una especie de compadrito de ojos azules,
muy buenmozo, vestido de lo mejor y que era “un poco pícaro” y a escondidas de Dina, su
esposa, se iba a las milongas del Trianón o a jugar al billar y también al Hipódromo. Por menos
detalles que Inés –nuestra informante—pudiera aportar, el perfil del Tío Raúl es bastante claro
y no amerita comentarios. Claro que la devoción de un hermano puede llevarlo a pensar que si
le consigue un buen empleo tal vez deje “los vicios”. O, al menos, que no se atrevería a mezclar
de modo peligroso “los vicios” con el trabajo. Pero no fue así. Don Armando lo hizo ingresar
como empleado al Banco Tornquist y al tiempo…”Raúl metió la mano en la lata”, relataba mi
madre con pesar. ¿Era la fábula del escorpión y la
rana? ¿Quién era quién? Los dos perdieron el
trabajo. No sabemos qué malabares hizo Raúl, cuya
esposa estaba siempre enferma mientras sus hijos
crecían en las veredas y los baldíos, sucios, bellos y
camorreros. Armando perdió el trabajo, sospechado
de complicidad. La familia se vio sumida en la
miseria y en la vergüenza, disimulando con un
miriñaque de dignidad y decencia aquel episodio
sombrío. No obstante, y de modo llamativo,
Armando nunca se distanció de Raúl.
26
La férrea conducción hogareña de Elsita garantizó que las tres niñas se recibieran de
maestras. Todas en el Normal 10 de Belgrano. Por suerte, en 1884, el Presidente Julio
Argentino Roca había convertido las ideas de Sarmiento sobre la educación universal, laica y
gratuita, en la Ley 1420. Y se habían creado, de manera concomitante, las suficientes escuelas
normales públicas y gratuitas para formar a los maestros y maestras necesarios para darle
cumplimiento.
Nutridos acontecimientos pudieron entrecruzarse con la vida de la familia Eckell-Lenz,
y en particular con las tres niñas. En 1926, otro hijo de inmigrantes alemanes, Roberto Arlt
(nacido y criado en el barrio de Flores…) publicaba su primera novela: “El Juguete Rabioso”.
Sus personajes –Silvio Astier, Erdosain, El Rufián Melancólico—reflejan y representan
arquetipos de una clase media aspiracional que sobrevive dolorosamente en la Buenos Aires
del nuevo siglo. Tal vez, también a los Eckell…aunque no tenemos noticias de que lo hayan
tenido entre sus lecturas. Tampoco a Scalabrini Ortiz, que lanzaba por ese mismo tiempo su “…
hombre que está solo y espera”. Fue también el tiempo en que se ensanchó la avenida
Corrientes, se construyó el Obelisco, se entubó el Maldonado y se hicieron los primeros
trazados en papel de la futura avenida General Paz. Gardel cantaba como un zorzal y filmaba
películas, hasta ese fatídico despegue desde Medellín, en 1935, que se lo llevó para siempre.
Las tías de Flores eran las hermanas de nuestro abuelo Armando. Cora, Fina y Esther.
Las noticias que tenemos de ellas, por referencias de mi madre, las pintan como unas mujeres
abatidas por la “mala suerte” que parecía derramarse sobre este sector de la descendencia de
Harald y Marie.
Cora Tomasa había estudiado piano y diz que era muy talentosa y podría haberse
desarrollado como concertista. Pero …Ay!! …según mi madre, estas chicas de Flores eran como
“Las de Barranco”, la pieza teatral de Gregorio de Laferrere: soñaban con ese “gran partido”
(un señor) que las sacara de las estrecheces en que vivían, producto de las andanzas de
nuestro bisabuelo, Ernst Christian Eckell y sus misteriosos “negocios” de tierras, semillas, etc.
Para ellas, como para los personajes de Gregorio, la “riqueza” pasaba por asuntos tales como…
el barrio en el que podías vivir, si tenías cortinas de voil importado, colchas de raso y te vestías
en Gath & Chaves o en Marilú Bragance, que era topísimo. Un poco más serio, fuera del tono
del sainete, don Arturo Jauretche nos estaba presentando –justo en ese tiempo!!—al ilustre
tilingo: un actor social que confunde el fondo con la forma y nutre su imaginario de un
armazón de creencias simplificadas de la realidad. Por ejemplo, para el tilingo “tener campos”
es sinónimo de riqueza. Pero a la vez, quiere aparentar que lo es, tenga o no tenga campos de
verdad, con vacas y todo eso. Entonces, se viste, se adorna y hasta piensa y vota como si
fuera socio del Jockey Club.
Eso fue lo que le pasó a la Tía Cora Tomasa cuando conoció a Aristóbulo Drake
Durañona. Con semejante apellido y una familia materna de larga prosapia, la tía Cora dejó
todo y se casó con él. A pesar de su fama de mujeriego (parece que el Tío Raúl, alto
milonguero, lo tenía re fichado) y de que era bastante mayor que ella, fue de blanco al altar y
él le puso una casa con las soñadas colchas de raso, borlas de seda en las cortinas de voil y
pisos de parquet con guardas. Uno puede imaginar por qué la tía Cora se casó con Aristóbulo.
Lo que no está claro es por qué Aristóbulo se casaría con la tía Cora. El caso es que al cabo de
un corto tiempo, el marido se fue, dejándola abandonada con las cuentas a pagar. La tía Cora
fue a parar a una pensión de Flores, adonde vivía con su gato “Mush”. Daba clases particulares
de piano, casa por casa, de aquí para allá en tranvía y a pie y era tan pobre que tenía agujeros
en los zapatos y, en invierno, se ponía el tapadito negro sobre la combinación de raso pelada,
con una pechera primorosa que simulaba ser una blusa y daba clases así, sin quitarse nunca el
tapado.
32
A la vuelta de las duras jornadas, que a veces incluían como alumnas a Inés y Dora
Eckell, preparaba dos huevos fritos: uno para ella y uno para el Mush. Ella lo comía con pan.
La tía Fina – Josefina Mariaberta-- por su parte, se había casado con un Coronel de la
Armada: Luis María Etchichury y había enviudado joven, quedándose con un hijo que también
fue militar y también murió joven, dejando viuda a su esposa Elda Iribarne y dos hijos menores
de edad. Recuerdo haber ido a saludar a esa mujer, que vivía en Lomas de Zamora, en una casa
que aun no estaba terminada y que, llorosa, le dijo a mi madre que se iría a Azul, de donde era
oriunda, para vivir con su familia. Nunca más supimos nada de aquellos primos –Luis María
Enrique y Mónica Elda-
La tía Esther, por su parte, también se había casado con un militar, el capitán Mario
Eduardo Sisterna. Los militares, para la familia, parecían ser unos partidos muy apetecibles
para ascender en la escala social, aunque ninguna de las pobres muchachas Eckell parece
haber logrado su cometido. Sisterna falleció a la temprana edad de 46 años. La tía Esther fue
asimilada como empleada en dependencias de las Fuerzas Armadas, como personal civil. Con
sus magros ingresos crió tres hijas: María Esther, Nelly Beatriz y Raquel Susana. Las tres de
edades similares a mi madre y sus hermanas, y a las que solo conocí por sus apodos: Chucha,
Monona y Sandy. No sé cuál era la correspondencia entre nombres y apodos.
Del mismo modo que con otras ramas de la familia, el contacto entre mi madre y sus
primas se fue diluyendo en el tiempo, espaciadas las visitas a causa de las largas distancias
entre Tigre, adonde vivíamos nosotros, y los diversos barrios y pueblos adonde fueron
migrando los descendientes y sus nuevas familias.