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Tutela Jurisdiccional Efectiva

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Concepto

El derecho a la tutela jurisdiccional es el derecho a promover la actividad


jurisdiccional del Estado con la finalidad de buscar y obtener la
protección efectiva de sus derechos, así como la resolución definitiva de
sus controversias. Ello significa que cuando una persona presenta una
demanda ante el Poder Judicial, una vez que obtiene una sentencia
definitiva y solicita que esta se ejecute está ejerciendo su derecho a la
tutela jurisdiccional.

Como es de sobra conocido, el Estado cumple tres funciones básicas:


expedir las leyes y demás normas para regular las conductas de las
personas; administrar y prestar los recursos públicos por sí mismo o
través de terceros; y, mediante su función jurisdiccional, proteger y
realizar los derechos e intereses de las personas, así como —vía la
aplicación de las leyes y demás normas— resolver los conflictos que se
suscitan en la sociedad con la finalidad de hacer posible la convivencia
social pacífica.

En dicho sentido, el derecho a la tutela jurisdiccional faculta a todo


ciudadano a promover el ejercicio de la función jurisdiccional. Para ello
se acude al Poder Judicial a fin de iniciar un proceso, mediante la
presentación de una demanda, que tiene como finalidad proteger los
derechos de las personas mediante una sentencia definitiva (que no
pueda ser cuestionada en otro proceso), vía la aplicación del
ordenamiento jurídico, del cual la constitución es la norma suprema.

Por ello, el derecho a la tutela jurisdiccional garantiza, en líneas


generales, el acceso a la justicia y a la efectividad de lo decidido por el
juez; en tanto el debido proceso garantiza que el proceso se desarrolle
conforme a un canon de respeto de una serie de derechos y garantías de
carácter procesal que permitan calificarlo como ajustado a la
constitución.

A partir de lo señalado, se puede afirmar que el derecho a la tutela


jurisdiccional es un derecho-principio, pues comprende a otros derechos
de igual rango y valor. También se sostiene que el derecho a la tutela
jurisdiccional es un derecho relativo y, además, de configuración legal.

La relatividad del derecho a la tutela jurisdiccional implica que no es un


derecho absoluto y que, por ende, puede ser sometido a restricciones en
aras de salvaguardar otros bienes y derechos constitucionales, como
podrían ser la seguridad jurídica, al limitarse el número de recursos o
procesos sobre una controversia; o el bienestar general, cuando se
restringe la posibilidad de cuestionar judicialmente los motivos de una
expropiación que recae sobre bienes privados para la ejecución de obras
de infraestructura pública, como los intercambios viales, ampliaciones de
carreteras, etcétera. A pesar del reconocimiento constitucional, la
colaboración del legislador es necesaria para hacer de la tutela
jurisdiccional un derecho realmente efectivo, ya que le corresponde al
Parlamento aprobar un conjunto diferenciado de mecanismos o procesos
que permitan el ejercicio de la tutela jurisdiccional. Asimismo, le
corresponde a la ley procesal establecer los requisitos y condiciones —
requisitos de la demanda, presupuestos procesales, condiciones de la
acción— mediante los cuales se puede activar la función jurisdiccional
del Estado y obtener un pronunciamiento definitivo que pueda ser
ejecutado.

2. Alcances

El derecho a la tutela jurisdiccional resulta aplicable y exigible en todo


proceso de carácter judicial que, exclusivamente, se desarrolla ante el
Poder Judicial. En cambio, el debido proceso resulta aplicable no solo en
los procesos judiciales sino también en cualquier tipo de procedimiento
que se desarrolle ante las autoridades administrativas, los sujetos
privados e inclusive el Parlamento y los organismos constitucionalmente
autónomos, como el Jurado Nacional de Elecciones y el Consejo
Nacional de la Magistratura.

Ello se debe fundamentalmente a que el Estado —a través del Poder


Judicial— es el titular exclusivo y excluyente de la potestad jurisdiccional
y por ende le corresponde brindar el servicio de justicia, así como cumplir
y hacer cumplir lo decidido por las autoridades judiciales.
Ahora bien, como derecho subjetivo, la tutela jurisdiccional implica que
cualquier ciudadano puede ejercer los derechos que contiene. Esto es, el
acceso a la justicia con la finalidad de obtener una decisión definitiva
sobre la controversia que presente a la autoridad judicial, así como el
derecho a exigir que se cumpla plenamente lo decidido (efectividad de
las resoluciones judiciales).

Desde una perspectiva objetiva, como principio que informa el


ordenamiento jurídico cabría llamar la atención sobre la íntima relación
entre el derecho a la tutela jurisdiccional y la propia legitimidad del
Estado constitucional.

Al respecto, habría que tener en cuenta que la posición jurídica de la


constitución como norma suprema del ordenamiento determina que de
ella se desprenda un mandato de sujeción de las personas y las
autoridades políticas hacia las normas constitucionales y las normas del
ordenamiento. De ahí que los conflictos que resuelve el Poder Judicial
mediante decisiones que aplican las normas del ordenamiento deban
cumplirse mediante la sujeción de las personas y autoridades políticas a
las que van dirigidas.

De otro lado, el derecho a la tutela jurisdiccional como principio


determina que la regulación legal establecida no obstaculice su ejercicio,
tanto para el acceso a la justicia como para la ejecución de las
sentencias.

Al respecto, resultaría contrario al derecho al acceso a la justicia que se


establecieran tasas judiciales elevadas de modo tal que aquellas
personas de escasos recursos no pudieran presentar sus demandas.
Aunque no es un derecho absoluto, podría ser conforme al derecho en
mención aquella regulación que exige el otorgamiento de garantías,
como sucede en el arbitraje, para la obtención de una medida cautelar de
suspensión de un laudo arbitral, siempre que dicha garantía sea
razonable y proporcional.

En igual sentido, contravendría la efectividad de la tutela que se ejerciten


acciones que tiendan a interrumpir o dilatar la efectividad de la decisión,
como a veces sucede con las impugnaciones de las liquidaciones de las
deudas laborales, de los devengados de pensiones o de los intereses
legales, situaciones que a veces pueden requerir mayor tiempo que la
duración del proceso en todas sus instancias.

3. Contenido

El derecho a la tutela jurisdiccional comprende básicamente dos


derechos: el derecho de acceso a la justicia o libre acceso al órgano
judicial, y el derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales.

El derecho de acceso a la justicia implica, en principio, el libre acceso al


órgano jurisdiccional; esto es, la facultad que tiene toda persona para
poner en movimiento la actividad jurisdiccional del Estado mediante la
interposición de una demanda, así como la obligación del Estado de
proveer el servicio público —instituciones, personal, infraestructura,
recursos económicos— que satisfaga la demanda de justicia.

El acceso a la justicia también determina que los requisitos de


admisibilidad de las demandas sean razonables, de modo tal que no se
obstaculice, impida o deniegue el ejercicio del derecho de forma
arbitraria. Así sucede, por ejemplo, cuando se cuestionan decisiones de
la administración pública, cuando —tanto para el acceso a la jurisdicción
contenciosa administrativa como constitucional— se flexibiliza la
exigencia de agotamiento de la vía previa administrativa; los recursos
administrativos no son resueltos en los plazos establecidos; se ejecuta la
decisión antes de ser firme en la vía administrativa; no existe recurso
administrativo regulado; o cuando la interposición del recurso o el retardo
en su resolución podría causar un perjuicio irreparable al administrado.

Asimismo, comprende el derecho a la evaluación de la demanda, esto es,


a que el juez pueda determinar el cumplimiento de los requisitos de
admisibilidad, procedencia y de fondo para estimar la pretensión
contenida en la demanda. No comprende sin embargo el derecho a que la
demanda, por su sola presentación, sea admitida o sea declarada
procedente o fundada, pues ello depende del cumplimiento de una serie
de requisitos y condiciones establecidos en el ordenamiento jurídico,
cuyo cumplimiento es verificado por el juez en el transcurso del proceso.

Por último, el derecho de acceso a la justicia no solo comprende el libre


acceso al órgano judicial interno, sino también el acceso a la jurisdicción
supranacional (sistema universal e interamericano de protección de
derechos humanos, sistema internacional de protección de inversiones —
Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones,
Organización Mundial de Comercio—, etcétera), conforme a lo
establecido en el artículo 205 de la constitución.

Ahora bien, el derecho a la efectividad, ejecución o cumplimiento de las


decisiones judiciales implica, en principio, que sus destinatarios —sean
particulares o autoridades públicas— cumplan o ejecuten lo ordenado en
la sentencia definitiva. También comprende la obligación de la autoridad
judicial competente de adoptar todas las medidas judiciales adecuadas
y necesarias —apercibimientos, ejecución forzada, apoyo de la fuerza
pública— para hacer cumplir o ejecutar, en tiempo oportuno, su propia
decisión.

De igual manera, el derecho a la efectividad de las decisiones judiciales


comprende también el derecho a la ejecución de la sentencia en sus
propios términos, por lo que resulta contraria a este derecho la ejecución
fraudulenta de la sentencia. En la jurisprudencia se han registrado casos
sobre pensiones en los que en la etapa de ejecución de sentencia no se
dispuso la liquidación de intereses legales, aun cuando ello fue parte de
la pretensión y de lo decidido en primera instancia.

De igual manera, forma parte del derecho a la efectividad de la tutela


judicial el cumplimiento o ejecución de una sentencia o resolución firme
en un plazo razonable, con lo que se encuentran prohibidas las dilaciones
indebidas. Al respecto, resultaría contrario al derecho a la tutela
jurisdiccional una regulación que estableciera que las sentencias contra
el Estado que le ordenen el pago de sumas de dinero, se ejecuten en diez
o quince años, dado que dicho plazo podría ser irrazonable, como son los
casos vinculados con el derecho a la pensión.
Como otros derechos fundamentales, el derecho a la tutela jurisdiccional
tiene una dimensión relacional, pues se vincula con derechos como el
debido proceso, el plazo razonable para la admisión de la demanda y
para la ejecución de la sentencia, así como con los derechos sustantivos
como el de propiedad, libertad, trabajo, pensión, igualdad, entre otros
derechos sustantivos, ya que por la tutela se activa el mecanismo de
protección por excelencia para su defensa.

4. Límites

Al ser el derecho a la tutela jurisdiccional un derecho relativo y de


configuración legal, le corresponde, en principio, al legislador establecer
ciertas limitaciones, ello con la finalidad de facilitar su ejercicio.

Por ejemplo, si bien por el acceso a la justicia se puede promover la


actividad jurisdiccional del Estado, ello no podría hacerse de cualquier
forma. Para ello la regulación procesal establece que la demanda debe
cumplir una serie de requisitos de forma, como formular un pedido —
petitorio—, identificar contra quién se dirige el pedido, exponer los
fundamentos del pedido —hechos y derecho—, acompañar los medios
probatorios que acreditan los hechos expuestos en la demanda.

De igual manera, a fin de optimizar el ejercicio del derecho a la tutela


jurisdiccional, el Estado, vía regulación legal, establece diferentes tipos
de procesos en atención a una determinada tipología de pedidos y su
necesidad de actividad probatoria. Por ello tenemos procesos que
requieren un conocimiento amplio de la controversia (proceso civil de
conocimiento) y procesos sumarios de cognición concentrada en los que
se privilegia el fondo sobre la forma (procesos constitucionales), que
buscan adecuarse a la efectiva tutela de los derechos.

De otro lado, si bien las sentencias deben ejecutarse en sus propios


términos para otorgar una real tutela jurisdiccional, se han dado casos en
los que a fin de cautelar otros bienes constitucionales, los efectos de la
ejecución se han relativizado. Por ejemplo, cuando se declaró
inconstitucional la ley que aprobó el Código de Justicia Miliar Policial, la
consecuencia inmediata hubiese sido que la norma fuera expulsada del
ordenamiento. Sin embargo, el Tribunal Constitucional matizó su decisión
y suspendió los efectos de sus decisiones hasta por un año —vacatio
sententiae—, con la finalidad de que el Congreso apruebe una legislación
acorde con la constitución, debido a que la declaración de
inconstitucionalidad tendría consecuencias mucho más severas, como la
nulidad de procesos, que el mantenimiento de dicha legislación
(sentencia del EXP 00023-2003-AI, caso de la justicia militar).
3. El debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva

En palabras de César Landa, el derecho al debido proceso resulta un


derecho implícito del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, que
supone tanto la observancia de los derechos fundamentales esenciales
del procesado, como de los principios y reglas esenciales exigibles
dentro del proceso. Este derecho contiene un doble plano pues, además
de responder a los elementos formales o procedimentales de un proceso
(juez natural, derecho de defensa, plazo razonable, motivación
resolutoria, acceso a los recursos, instancia plural, etc.),
asegura elementos sustantivos o materiales, lo que supone la
preservación de criterios de justicia que sustenten toda decisión (juicio
de razonabilidad, juicio de proporcionalidad, etc.).

Así lo confirma el Expediente 8123-2005-PHC al señalar que:

6. No se trata naturalmente de que el juez constitucional, de pronto,


termine revisando todo lo que hizo un juez ordinario, sino,
específicamente, que fiscalice si uno o algunos de los derechos
procesales con valor constitucional están siendo vulnerados. Para
proceder de dicha forma existen dos referentes de los derechos de los
justiciables: la tutela judicial efectiva como marco objetivo y el debido
proceso como expresión subjetiva y específica, ambos previstos en el
artículo 139, inciso 3, de la Constitución Política del Perú. Mientras que la
tutela judicial efectiva supone tanto el derecho de acceso a los órganos
de justicia como la eficacia de lo decidido en la sentencia, es decir, una
concepción garantista y tutelar que encierra todo lo concerniente al
derecho de acción frente al poder-deber de la jurisdicción, el derecho al
debido proceso, en cambio, significa la observancia de los derechos
fundamentales esenciales del procesado, principios y reglas esenciales
exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela de los derechos
subjetivos.

El debido proceso tiene, a su vez, dos expresiones: una formal y otra


sustantiva; en la de carácter formal, los principios y reglas que lo integran
tienen que ver con las formalidades estatuidas, tales como las que
establecen el juez natural, el procedimiento preestablecido, el derecho de
defensa, la motivación; en su faz sustantiva, se relaciona con los
estándares de justicia como son la razonabilidad y proporcionalidad que
toda decisión judicial debe suponer. Al respecto, el Tribunal
Constitucional ha reconocido estas dos manifestaciones del debido
proceso en sus sentencias recaídas en los expedientes
2192-2002-HC/TC (FJ 1); 2169-2002-HC/TC (FJ 2), y 3392-2004-HC/TC
(FJ 6).

El Tribunal Constitucional ha establecido en el Expediente 4241-


2004, Lima de manera reiterada y uniforme que:

El derecho fundamental al debido proceso es un derecho que ha de ser


observado en todo tipo de procesos y procedimientos, cualquiera que
fuese su naturaleza. Ello es así en la medida en que el principio de
interdicción de la arbitrariedad es un principio inherente a los postulados
esenciales de un Estado constitucional democrático y a los principios y
valores que la propia Constitución incorpora.

Esto nos lleva a afirmar que el concepto del debido proceso se aplica
también a las relaciones ínter privato; por decir, a los procedimientos que
se puedan seguir ante las personas jurídicas de derecho privado. El
hecho que tengan ese origen y naturaleza, no quiere decir que no estén
sujetas a los principios, valores y disposiciones constitucionales; por el
contrario, como cualquier ciudadano o institución (pública o privada),
tienen la obligación de respetarlas, la misma que se intensifica aún más
cuando se ejerce la potestad disciplinaria sancionadora dentro de estas
organizaciones. (Ledesma Narváez, 2016, pp. 24-25)

Así, el debido proceso se extiende al arbitraje, a las asociaciones civiles


(asociación, fundación, comité ) a las sociedades comerciales de la Ley
General de Sociedades, etc.

En este sentido, siguiendo a Ledesma Narváez, el Tribunal Constitucional


ha establecido que, si bien toda asociación, en principio, se encuentra
sometida a su propio régimen estatutario, el cual regula su
funcionamiento, y establece los derechos y obligaciones de sus
asociados, su estatuto debe estar conforme no solo con las normas de
derecho Privado, sino, y principalmente, con la Constitución (2016, p.15). 
De ahí que el Expediente 1461-2004, Tumbes, textualmente ha señalado
que:

Las asociaciones no están dispensadas de observar el estricto respeto


del derecho fundamental al debido proceso, sea en sus manifestaciones
de derecho de defensa, doble instancia, motivación resolutoria u otro
atributo fundamental, debiéndolo incorporar a la naturaleza especial del
proceso particular que hubiesen establecido, a efectos de garantizar un
adecuado ejercicio de la facultad sancionadora que poseen.

Al respecto Giovanni Priori, da unos breves alcances sobre el debido


proceso y la tutela jurisdiccional efectiva:

 El debido proceso es un derecho que surge en el sistema anglosajón


mientras que la tutela jurisdiccional efectiva es una noción que corresponde
más bien al sistema romano germánico.

 La noción de debido proceso es bastante amplia y se extiende a ámbitos


distintos al jurisdiccional. La noción de tutela jurisdiccional efectiva hace
referencia al ámbito jurisdiccional.

 El contenido del debido proceso es incierto por su amplitud, mientras que el


de tutela jurisdiccional efectiva está mucho más determinado.

 La expresión «debido proceso» pone énfasis en el proceso en sí, mientras


que la de «tutela jurisdiccional efectiva» lo hace en la protección que el
proceso puede dar. (2019, p. 81)
Las consideraciones anteriores nos llevan a preferir la expresión «tutela
jurisdiccional efectiva». Mas allá de los nombres o expresiones que se
usen, lo trascendente es ser conscientes del verdadero contenido de las
instituciones para evitar que se produzca una afectación de los principios
básicos que todo proceso debe tener, por eso resulta fundamental
estudiar el contenido del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. (Priori
Posada, 2019, p. 81)

En suma para nosotros, el debido proceso está implícito en la TJE, siendo


su contenido, y se manifiesta través de una lista abierta de derechos que
de vulnerarse afectan la TJE.

4. Contenido del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva


4.1. El derecho de acceso a la jurisdicción

Aquel derecho de las personas naturales o jurídicas (de derecho público


o privado) de solicitar a los órganos jurisdiccionales la resolución de una
controversia con relevancia jurídica.

El acceso a la jurisdicción es el presupuesto para el ejercicio de todos los


demás derechos fundamentales relativos al proceso, pues sin acceso no
hay posibilidad de reclamar ninguno de los derechos relativos a este,
como la defensa, la prueba o la efectividad. Pero además es el
presupuestos de vigencia de todos los demás derechos o intereses
reconocidos por el sistema jurídico, de índole constitucional, legal o
contractual, pues es la garantía de protección de todos ellos frente a
cualquier incumplimiento o lesión. (Priori Posada, 2019, p. 82)

4.2. El derecho a un juez imparcial predeterminado por ley 

El juez, que es uno de los sujetos procesales junto al demandante y al


demandado, que establezca la ley en función de los criterios de
competencia (materia, cuantía, grado y territorio) para ejercer la función
jurisdiccional, debe mantenerse imparcial al momento de sentenciar, es
decir, no puede dejarse influenciar por la relación o vínculos que
mantenga o haya mantenido con una de las partes, o por afinidades
políticas, religiosas, culturales o de otra índole (parcialidad subjetiva) o
por favorecer a una de las partes cuando el resultado del proceso le
traiga beneficios al propio juez (parcialidad objetiva). En caso de hacerlo
estará vulnerado el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva.

Así por ejemplo, podría ocurrir que el juez sea acreedor de una de las
partes del proceso en el que se está discutiendo sobre la propiedad de
un bien. Como cualquier acreedor, el juez podría tener interés en que el
patrimonio del deudor no se vea perjudicado, sino que por el contrario
se incremente. De esta manera, no existen garantías de que su fallo
vaya a ser producto de un juicio objetivo sobre la base de los hechos y el
derecho, sino que podría estar influenciado por ese interés que tiene o
podría tener en el resultado de la controversia. (Priori Posada, 2019, pp.
92-93)
En cambio, estamos frente a un supuesto de parcialidad subjetiva
cuando existe una especial relación entre el juez y alguna de las partes
del proceso que podría afectar su juicio objetivo, sea favorable o
desfavorable. Este tipo de circunstancias están determinadas
fundamentalmente por situaciones afectivas del juez respecto de
quienes intervienen en el proceso. (Ibídem, p. 93)

4.3. El derecho a la defensa 

Es aquel derecho que corresponde a la parte demandada en el marco de


un proceso y que se materializa contestando la demanda o
reconviniéndola y aportando los medios probatorios idóneos para enervar
la pretensión del demandante.

Entiende Carocca, citado por Priori, al derecho de defensa, como aquel


que tiene toda persona a ser informada de un proceso en el que se
discute acerca de sus intereses para que pueda intervenir en él, con la
finalidad de alegar y probar, de modo que la decisión del juez sea emitida
después de escucharla; así como el derecho a impugnar las resoluciones
que le generen agravio en los casos previstos en la ley. (2019, p. 96)

De lo dicho se desprende que el derecho a la defensa es a su vez un


derecho de carácter complejo cuyos elementos serían: el derecho a ser
informado, derecho a alegar y probar y el derecho a impugnar (recursos
de reposición, queja, apelación, casación).

4.4. El derecho a un proceso sin dilaciones indebidas

Aquel derecho que tienen las partes en el proceso de que este no se


prolongue más allá de lo razonable sino es por causas que lo ameriten o
justifiquen. Ya que de prolongarse excesivamente en el tiempo podría
podría provocar que el derecho o interés del cual solicitan protección las
partes devenga irreparable.

Las exigencias de efectividad de la tutela jurisdiccional y las de defensa


se juntan en este derecho. El tiempo es necesario para preparar y luego
realizar la alegación, la prueba y la impugnación. Pero el tiempo es un
riesgo para la efectividad de la tutela. Es más, la sola demora del proceso
genera que una de las partes se encuentre en situación de insatisfacción
respecto del derecho que cree tener. (Priori Posada, 2019, p. 117)

Por ello, el contenido de este derecho no puede simplificarse con la


expresión «que el proceso sea rápido», pues la historia nos ha
demostrado que con procesos rápidos se han cometido graves
violaciones de derechos. Ni el proceso en el que las partes no puedan
ejercer sus derechos, ni el proceso largo en el que la protección llegue
demasiado tarde (Ídem)

4.5. El derecho a una decisión que se pronuncie sobre la protección al derecho


material solicitado, que se encuentra motivada fáctica y jurídicamente

Aquel derecho de los justiciables y obligación del juez de que el fallo


dado se encuentra justificado con los fundamentos de hecho y de
derecho correspondientes, respecto al interés o derecho del cual se
solicitó su resolución al juzgador en primer lugar.

En otras palabras, el proceso debe concluir en algún momento, pero no


de cualquier manera. Las partes esperan que cuando concluya exista una
decisión sobre el fondo de la controversia. Ello quiere decir que debe
haber una resolución al conflicto de intereses planteado y, por lo tanto, un
pronunciamiento respecto de la pretensión formulada. La Constitución
exige además que ese pronunciamiento sobre la pretensión planteada
esté debidamente motivado. (Priori Posada, 2019, p. 118)

4.6. El derecho a una decisión definitiva e inmodificable (cosa juzgada)

Si bien las partes tienen el derecho a impugnar los fallos del juez
(recursos de reposición, queja, apelación, casación), ese derecho no
puede ser eterno y debido a ello admite un límite (principio de la doble
instancia), de otro modo dejar abierta la posibilidad de cuestionar los
actos procesales dictaminados por el juez indefinidamente generaría
inseguridad jurídica. Cuando estas decisiones devienen definitiva e
inmodificables, es decir que sobre ellas no es posible más interponer
medios impugnatorios, decimos que adquirieron la calidad de cosa
juzgada.

El hecho de que una decisión haya adquirido la calidad de cosa juzgada,


siguiendo a Priori, genera dos tipos de efectos:

a) Efecto negativo: no puede volver a plantearse la pretensión que fue


objeto de la decisión jurisdiccional que ha adquirido la calidad de cosa
juzgada. Ello supone además que no puede revisarse, modificarse ni
dejarse sin efecto.

b) Efecto positivo: Lo decidido respecto de la pretensión debe ser


respetado por todos. Ello supone que lo decidido en una sentencia con
calidad de cosa juzgada debe ser tomado como criterio para resolver los
aspectos conexos o relacionados con la controversia decidida. (2019, p.
130)

4.7. El derecho a la efectividad

El proceso se ha iniciado con la finalidad de proteger un derecho. Lo que


se espera es que, cuando el proceso concluya, la sentencia dictada tenga
una incidencia directa en el derecho material por cuya protección fue
iniciado el proceso. Lo que se espera es que, cuando el proceso concluya,
la sentencia dictada tenga una incidencia directa en el derecho material
por cuya protección fue iniciado el proceso. En eso consiste la
efectividad (Priori Posada, 2019, p. 132)

La efectividad exige que la decisión jurisdiccional dictada sobre la


pretensión que ha sido planteada tenga eficacia en el ámbito de la
realidad. Con tal fin, se hace preciso no solo que las partes tengan el
derecho a hacer efectivas las decisiones jurisdiccionales, sino a
garantizas su efectividad. (Ídem)

5. Conclusiones

La tutela jurisdiccional efectiva es un derecho complejo de naturaleza


constitucional y de derechos humanos ya que su contenido está
compuesto por un abanico de derechos cuyo cumplimiento es obligatorio
en el marco de un proceso, en el de un Estado constitucional de derecho
y en el de los tratados de derechos humanos.

El artículo I del TPCPC no distingue qué clases de personas tienen


derecho a la TJE, en consecuencia, esta, situación jurídica de ventaja,
recae tanto en las personas naturales como las personas jurídicas, ya
sean de derecho privado o de derecho público. Además, el hacer mención
que la TJE resulta aplicable para el ejercicio o defensa de derechos o
intereses inherentes a la persona con sujeción a un debido proceso,
quiere decir que los titulares de la TJE son los sujetos procesales, es
decir, el demandante y el demandado.

La TJE, al igual que cualquier otro derecho existente, no es irrestricto en


absoluto así que mientras no se vulneren los derechos que comprende no
podría darse un caso de violación de este derecho.

La Carta Magna, a nuestro juicio, establece el contenido de la TJE, así


pues, podemos citar:

 Ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por


la ley

 Ninguna persona puede ser sometida a procedimiento distinto de los


previamente establecidos
 Ninguna persona puede ser juzgada por órganos jurisdiccionales de
excepción

 Ninguna persona puede ser juzgada por comisiones especiales cualquiera


sea su denominación
El Código Procesal Constitucional dispone, en su artículo 4 tercer párrafo,
de un contenido aún mucho más amplio que aquel contemplado en la
Constitución del 93, de ahí que podemos citar los siguientes derechos:

 de libre acceso al órgano jurisdiccional

 a probar

 de defensa

 al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso

 a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada


 a no sometido a procedimientos distintos de los previstos por la ley

 a la obtención de una resolución fundada en derecho

 a acceder a los medios impugnatorios regulados

 a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos

 a la actuación adecuada de las resoluciones judiciales

 a la actuación temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales

 a la observancia del principio de legalidad procesal penal


Nótese que el artículo 4 advierte que los derechos comprendidos dentro
de la tutela procesal efectiva lo son «a título enunciativo», es decir, la
doctrina y la jurisprudencia podrán incluir aún muchos más.

El debido proceso se extiende al arbitraje, a las asociaciones civiles


(asociación, fundación, comité ) a las sociedades comerciales de la Ley
General de Sociedades, etc.

El debido proceso está implícito en la TJE, siendo su contenido, y se


manifiesta través de una lista abierta de derechos que de vulnerarse
afectan la TJE.

Contenido del derecho a la TJE

 El derecho de acceso a la jurisdicción


 El derecho a un juez imparcial predeterminado por ley 

 El derecho a la defensa 

 El derecho a un proceso sin dilaciones indebidas

 El derecho a una decisión que se pronuncie sobre la protección al derecho


material solicitado, que se encuentra motivada fáctica y jurídicamente

 El derecho a una decisión definitiva e inmodificable (cosa juzgada)

 El derecho a la efectividad
Tutela procesal efectiva Debido proceso

Es un atributo subjetivo que comprende una Es un derecho fundamental constitucional,


serie de derechos, entre los que destacan el instituido para proteger a los ciudadanos
acceso a la justicia, es decir, el derecho de contra los abusos y desviaciones de las
cualquier persona de promover la actividad autoridades, originadas no sólo en las
jurisdiccional del Estado, sin que se le actuaciones procesales sino de las
obstruya, impida o disuada decisiones que adoptan y pueda afectar
irrazonablemente; y, como quedó dicho, el injustamente los derechos e intereses
derecho a la efectividad de las resoluciones legítimos de aquellos (S. Corte Colombiana
judiciales; asimismo comprende el derecho T-751A de 1999).
al recurso sencillo, rápido y efectivo,
conforme al artículo 25. 1. de la Convención En efecto el derecho reconocido en el inciso
Americana de Derechos Humanos1 y el 3) del artículo 139° del texto fundamental
derecho al debido proceso.  (Cfr. f. 9 – 10 de 1993, tiene dos connotaciones: la
Exp. N.º 0015-2001-AI/TC; f. 8 in fine, Exp. sustancial y la formal, que se aplica en sede
N.º 5396-2005-AA/TC). judicial, administrativa y cualquier órgano
del Estado que ejerza funciones de carácter
Su ámbito de aplicación se extiende a todo materialmente jurisdiccional (f. 23 Exp. N.º
procedimiento en el que una persona tiene 0090-2004-AA/TC).
derecho al respeto de resguardos mínimos
para que la resolución final sea congruente  Dimensión material o sustancial: Es un
con los hechos que la sustenten. (Exp. N.º mecanismo de control de la actuación
3361-2004-AA/TC). jurisdiccional vinculado esta vez con la
proporcionalidad y razonabilidad de las
Planos: decisiones que emite en el marco de sus
potestades y competencias.(f. 29 -30 Exp.
Formal: Se refiere a todas las garantías del N.º 1209-2006-AA/TC).
debido proceso. (Cfr. f. 8 Exp. N.º 5396-
2005-AA/TC) Dimensión procesal o formal: Es el
cumplimiento de todas las garantías,
Sustantivo o sustancial: El segundo se requisitos y normas de orden público que
refiere al análisis de razonabilidad y deben observarse en las instancias
proporcionalidad de la medida adoptada de procesales de todos los procedimientos,
tal forma que deberá analizarse la relación incluidos los administrativos, a fin de que las
existente entre la sanción impuesta y la personas estén en condiciones de defender
conducta imputada. (Cfr. f. 8 Exp. N.º 5396- adecuadamente sus derechos ante cualquier
2005-AA/TC) acto del Estado que pueda afectarlos. (f. 20
Exp. N.º 0003-2004-AI/TC).
-Se entiende por tutela procesal efectiva
aquella situación jurídica de una persona en El derecho al juez natural, juez imparcial e
la que se respetan, de modo enunciativo, sus independiente, y el derecho de defensa,
derechos de libre acceso al órgano entre otros, son las garantías a las que se
refiere el derecho al Debido proceso.
jurisdiccional, a probar, de defensa, al
contradictorio e igualdad sustancial en el
proceso, a no ser desviado de la jurisdicción
predeterminada ni sometido a
procedimientos distintos de los previstos
por la ley, a la obtención de una resolución
fundada en derecho, a acceder a los medios
impugnatorios regulados, a la imposibilidad
de revivir procesos fenecidos, a la actuación
adecuada y temporalmente oportuna de las
resoluciones judiciales y a la observancia del
principio de legalidad procesal penal. ( In
fine artículo 4° del Código Procesal
Constitucional).

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