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Predica de Solución de Conflicto de Pareja

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CONFLICTOS DE PAREJA

1.Saludos de nosotros como pareja y a la iglesia


2. Hoy queremos compartirles algunas situaciones o comentarios que provocan
discusión en la pareja
Fabián:

1. Incluir a amigos en un viaje planificado originalmente entre dos.  Si es la


suegra, mucho peor. Por supuesto, lo hacen sin consultarlo previamente.
2. Hablar reiteradamente de el/la ex comparándolo
3. Que desconozcan públicamente la relación que en la intimidad se habían
comprometido a tener.  Por ejemplo, dicen “Voy a salir con unas amigas/os”
(Esto sucede con frecuencia al principio de la relación de pareja)
4. Que le posteen en Facebook muchas personas que el otro no conoce.
5. Que tengan un amigo del otro sexo a quien le dedican mucho tiempo. 
Justificaciones del tipo “pero si es como mi hermana” o no evitan la furia de
la pareja.
6. Cuando te desautorizan frente a los hijos. Peor si usan frases “Es que la
mamá anda en sus días” o “El papá está estresado”.
7. Cuando cuentan intimidades (no sexuales)  de la pareja en público del tipo
“Ésta siempre deja los calzones tirados”.  “Yo a éste lo he pillado haciendo
pipí en la ducha”.
8. Estuviste revisando mi celular

Jenniffer:

9. Que la pareja tenga el celular apagado y suene esa desagradable


grabación “Su llamada será transferida a un buzón de mensajes”.
10. No contestar el teléfono.  Peor si a la segunda o tercera llamada lo han
apagado.
11. Muy parecido al punto anterior: cuando te critican en público. “Uf , mi
marido es más mano de guagua”.  “Noooo, mi señora es muy gastadora”.
12. Que el otro te diga “te llamo en 5 minutos porque me está sonando la otra
línea”.  Pero te devuelve la llamada al menos después de 2 horas.
13. Que lleguen con amigos a la casa sin avisar (esto enfurece
porcentualmente más a las mujeres que a los hombres)
14. Cuando se la pasan todo el día con el celular y no ayuda con los oficios de
la casa
15. Quedarse hasta tarde sin avisarle al otro dónde está.
16. Cuando te critican el look o la ropa (esto también molesta más a mujeres
que a hombres)

 Porque sienten que uno está más comprometido que el otro


 Discutir por las labores de la casa
 Uso extremo de las redes sociales

2. Peleas por el dinero: Ejemplo: la esposa hace preguntas a su esposo


sobre sus finanzas. Él piensa que ella cuestiona sus habilidades para
manejar las finanzas, cuando de hecho todo lo que ella quiere es obtener
más información ya que él hace todo el trabajo relacionado con el
presupuesto familiar. El esposo ve sus preguntas sobre del dinero como
cuestionándolo a él, no al dinero.

 Cuando priorizan el trabajo sobre la relación


 La cantidad o muy poco de sexo en la relación
 La infidelidad puede ser perjudicial para las relaciones
 Las parejas a veces discuten sobre adicciones
 Después de tener hijos, las parejas suelen discutir sobre el hecho de
que ya no pasan suficiente tiempo juntos
 Las parejas no están de acuerdo en cómo criar a sus hijos y los
desautorizan

Estas discusiones muchas veces nos hacen decir palabras y acciones que no
queremos decir y actuar, las hacemos por impulso y lo único que producen es una
ruptura y heridas profundas que la mayoría de veces algunas parejas terminan
tomando malas decisiones y se ve reflejado cuando vemos algunas noticias y
reporte de la fiscalía y procuraduría

Entre enero y julio de 2021, se presentaron 26.820 casos de violencia intrafamiliar


no fatales, de las 17.468 agresiones entre pareja, las mujeres fueron víctimas en
15.239 casos, han sido asesinadas 35 mujeres, es decir, una cada 42 horas.

Un informe de Medicina Legal reveló que al día en promedio 10 hombres son


víctimas de violencia por parte de su pareja o expareja en el país.

TIPS PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS


1. TIENES QUE CONTROLAR TU IRA.  Es una decisión que tienes que tomar
en cada conflicto, ya que la ira explosiva es lo que impide una solución de
los conflictos. Muchos me han dicho, "Es que no puedo controlar mi genio."
Pero afirmar eso es contradecir lo que la Biblia declara. Cuando el apóstol
Pablo estaba en la cárcel, falsamente acusado, él pudo haber estado muy
enojado y deprimido. Sin embargo, él dijo, "Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece" (Fil. 4:13). Sin duda, el poder controlar su ira y emociones está
incluido en el "todo lo puedo" que Pablo declara. Tú también puedes
controlar tu ira, si pides ayuda de Dios. Él tiene la fuerza que tú necesitas
para hacer lo que ves como imposible.   Salomón dijo, "Honra es del
hombre dejar la contienda; mas todo insensato se envolverá en ella"  (Prov.
20:3). También dijo, "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que
se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad"   (Prov. 16:32).  
Refrenar tu ira es una manera de apagar una discusión antes que se
encienda. Igualmente, en una discusión, puedes decidir mejor calmarte,
dejando el enojo. Tú tienes que dominar tu espíritu en lugar de permitir que
tu espíritu te domine a ti. Se requiere de más fuerza y valor para hacer esto
que para conquistar una ciudad.

¿Pero cómo puedes refrenar tu ira? ¿De dónde sacas las fuerzas
suficientes para controlar tu espíritu? Por hacer una decisión: decides pedir
ayuda de Dios; y por someterte al poder del Espíritu Santo. Al apagar tu
enojo, tú tomas la decisión de agradar a Dios en ese momento. Toma unos
cinco minutos para orar y para calmarte. Acuérdate: no es con ejército, ni
con fuerza, sino con su Espíritu (Zacarías 4:6). Tu ira es fuerte, pero el
Espíritu Santo es aún más fuerte. ¿Has experimentado el poder de Dios?
Es para ti.

(Pr. 15: 1, La blanda respuesta quita la ira; pero la palabra áspera hace
subir el furor.)

Hablar amablemente y con gracia puede hacer una diferencia considerable


en la manera en que discute. Las palabas amables facilitan la
comunicación, aún durante un conflicto; las palabras ásperas empeoran el
conflicto. Si usted sabe que su actitud, tono, o conducta es áspera,
emocional y airada, entonces no simplemente la tolere. Busque ayuda de
otros en la iglesia y comience a orar sobre el asunto. No hay nada más
humillante que tener que confesar semanalmente lo airadamente que
reaccionó hacia su cónyuge. Tome una decisión consciente de no tolerar la
dureza en su matrimonio, y pida al Señor y a otros que le ayuden a luchar
con eso.

Cuando te encuentras en una discusión y tu frustración crece, cuando


sientes dolor, enojo y quieres arremeter, la Biblia tiene un principio simple y
práctico: sé amable. Utiliza palabras suaves, un tono amable y gestos
bondadosos. La Biblia nos enseña que, «La respuesta amable quita la ira,
pero la palabra áspera hace subir el furor».
Probablemente sabes a qué se parece. La mayoría de nosotros hemos
respondido con palabras ásperas alguna vez. Algunos de nosotros hemos
hecho eso más frecuentemente de lo que nos gustaría admitir. Las palabras
ásperas no ayudan a solucionar las cosas, ¿verdad? Ellas agitan la ira. Aun
cuando estés en lo correcto, equivocado o alguna mezcla de ambas, las
palabras ásperas no ayudan en el conflicto. Es como funciona la vida. No
se trata de lo que decimos, sino de cómo lo decimos.

Quizás este principio aplica al matrimonio más que en cualquier otra


relación. Cuando vives con alguien y ves que de dos vidas emerge una,
habrá fricciones. Habrá conflictos. ¡Oh! Cuán valioso es Proverbios 15:1
para los conflictos en el matrimonio. Cada pareja debería adoptar este
versículo como una regla de oro firme para los conflictos y decida, «No
despotricamos ni deliramos. No gritamos ni damos voces. No nos ponemos
apodos. No hablamos de manera grosera. Obedecemos a Dios y hablamos
suavemente. No importa si nuestros padres gritan, nosotros no gritamos.
Nosotros obedecemos a Dios para que la respuesta amable eche fuera la
aspereza, porque una palabra áspera provoca ira».

Se debe aplicar principalmente en el matrimonio, pero el principio de


Proverbios 15:1 aplica a todas las áreas de la vida. Cuando contrarías a tu
hijo de secundaria, estudiante de primaria o tu preescolar: ¡relájate! Cuando
están en una reunión de trabajo y te sientes despreciado e insultado:
¡cálmate! Cuando un conductor descuidado te cierra en la autopista:
¡tranquilízate! Cuando el empleado es un poco grosero contigo: ¡sé amable!
En un millar de situaciones de la vida, practica el principio de Proverbios
15:1: La respuesta amable quita la ira, pero la respuesta áspera hace subir
el furor. Por el poder del Espíritu, haz de ésta la manera en que vives tu
vida.

Escuche. Tome tiempo para escuchar. Santiago anima a los creyentes a


ser “prontos para oír, tardos para hablar, tardos para airarse” (Santiago
1:19). Usted puede suponer que es un buen oyente o tal vez usted está
seguro de que no es un buen oyente. La regla de oro: No hable mientras la
otra habla. Las personas que están discutiendo tienden a hablar mientras la
otra habla, lo que significa que están básicamente argumentando su propia
opinión y no están escuchando a su cónyuge. Cálmese, tome tiempo para
escuchar, y resuma. Resumir es una habilidad excelente de comunicación.
Si usted no puede resumir (con su cónyuge verificando que el resumen es
correcto) entonces usted no ha escuchado de forma adecuada.

2. RECONOCE TU ORGULLO: En mi matrimonio, he notado que los


conflictos casi siempre vienen por causa de mi orgullo. A veces él me lleva
a imponer mis propios deseos u opiniones. Aun en las ocasiones cuando el
orgullo de mi esposa inicia el conflicto, mi orgullo se despierta y se rehúsa a
responder con humildad. Mi respuesta orgullosa provoca que pequeños
desacuerdos se conviertan en grandes problemas. Proverbios nos asegura
que el orgullo tiene como fin el conflicto (Pr. 13:10; Ciertamente la soberbia
concebirá contienda; Mas con los avisados está la sabiduría.)
Pr. 28:25 El altivo de ánimo suscita contiendas). Nunca seré capaz de
resolver los desacuerdos en mi matrimonio si no reconozco que yo soy
orgulloso, y que mi orgullo contribuye al conflicto.
No permitamos que el orgullo siga destruyendo hogares. No permitamos
que el orgullo en el matrimonio heche raíces.

Quitémosle el trono al orgullo, reconociendo a Dios como nuestro único


Señor.

Recordemos también cómo nos hemos enamorado y los hermosos


momentos vividos en pareja.

Seguramente el orgullo quiere cegarnos para que no reconozcamos a Dios


y, en segundo lugar, a ese cónyuge al que amamos y del que estamos
distanciados debido al orgullo.
¿Cómo saber hasta qué grado somos orgullosos? Aquí una lista de actitudes, una
sola de ellas que se haga evidente en nuestro carácter, ya demuestra que
tenemos un corazón altivo:

-        Se ofende fácilmente.


-        Es impaciente.
-        Siempre está a la defensiva.
-        Le preocupa mucho su apariencia.
-        Necesita ser elogiado y aprobado.
-        Quiere sobresalir, compite.
-        Es controlador y le gusta mandar.
-        Se preocupa por el que dirán.
-        Busca ser recompensado.
-        Pelea por sus derechos sin importar a quien pisotee.
-        Siempre tiene la razón, le es difícil pedir perdón.
-        Se burla y critica al que no es como él.
-        Cree que es más espiritual que otros.
-        Cree que todo se lo merece, le dificulta ver lo que otros hacen para su bien.
-        Es perfeccionista y todo debe hacerse a su manera.
-        No acepta consejos, siempre cree saber qué hacer.
-        No sabe escuchar, solo piensa en sus problemas.
-        No asume su responsabilidad cuando se equivoca, busca culpar al otro.
-        No administra bien el dinero, o se queja de sus escases, pues quiere más de lo
que puede tener.
-        No admira las cosas buenas de sus iguales. No le gusta que otro prospere.
-        Menosprecia al pobre y al que está en posición social menor.
-        Usa sarcasmos para referirse a los menos favorecidos.
-        Es rápido para encontrar las fallas de otros.
“El orgulloso busca su propia gloria, su propia exaltación” pero al único que
le pertenece la gloria y exaltación es a Dios. Por eso Él lo aborrece:
“Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; ciertamente no quedará
impune” (Proverbios 16:5; “Abominación es a Jehová todo altivo de
corazón) eso es pecado. (Proverbios 21:4. Altivez de ojos, y orgullo de
corazón,
Y pensamiento de impíos, son pecado.) Es un pecado que está enraizado
en el corazón humano y por eso el creyente debe mortificarlo todos los días
de su vida para derrotarlo.

El orgullo se combate con la humildad


(“Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido” Mateo 23:12)
Para vencer el orgullo hay que cultivar la humildad, que es una obra del
Espíritu Santo. Nos lleva a tener un profundo sentido de pequeñez y a
reconocer que somos pecadores.

Cuando contemplamos a Cristo y nos comparamos con Él, veremos que no


tenemos mucho de que estar orgullosos pues se hace evidente nuestra
miseria. Es por eso que debemos arrepentirnos delante de Dios por
creernos “tan buenos”, pedir Su gracia para que nos vaya transformando y
así parecernos más a Cristo, modelo por excelencia de la humildad.
El Orgullo no nos hace aceptar que nuestro punto de vista no es el único válido.

Como resultado de nuestro orgullo, no queremos aceptar la opinión de los demás.


Nuestro egocentrismo nos ciega a ver la situación desde la perspectiva de otras
personas (Pr. 12:15 El camino del necio es derecho en su opinión; Mas el que
obedece al consejo es sabio)
Solamente podemos ver los argumentos que apoyan nuestra postura.

Curiosamente, esta actitud se puede agravar cuando se trata de un tema bíblico.


Estamos convencidos de que sabemos lo que la Biblia enseña y de que tenemos
la razón. Sin embargo, el lado contrario casi siempre tiene argumentos válidos que
lo respaldan también. Si no fuera así, cristianos inteligentes que genuinamente
aman a Dios no defenderían esa otra postura.

En mi experiencia, encuentro que los matrimonios más conflictivos tienen por lo


menos una persona que rehúsa reconocer la validez de las opiniones contrarias.
Un matrimonio con alguien así no tiene muchas esperanzas (Pr. 26:12 ¿Has visto
hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él. ).
Nunca seré capaz de resolver los desacuerdos en mi matrimonio si no soy capaz
de aceptar que no siempre tengo la razón.  

3. PIDE PERDÓN POR TU PECADO. Perdonar no es opcional; es un


mandamiento. Jesús dijo, "Y cuando estés orando, perdona, si tienes algo
contra alguno, para que también tu Padre que está en los cielos te perdone
a ti tus ofensas. Porque si tú no perdonas, tampoco tu Padre que está en
los cielos te perdonará tus ofensas"  (Marcos 11:25,26). Este mandamiento
abarca todo; entonces "algo contra alguno" incluye también todo lo que
sucede entre tú y tu cónyuge ahora mismo.

El perdón es algo que escoges hacer, no algo que tengas que sentir primero:
escoges agradar y obedecer a Dios. No sentirás en ti jamás el perdonar a otro;
la sensación de perdonar viene después de la decisión de perdonar. De hecho,
nadie merece ser perdonado. Por eso, "Antes sean benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándose unos a otros, como Dios les perdonó a ustedes
en Cristo"  (Efesios 4:32).. En lugar de cargar con rencores, o permitir que
aumente el enojo, o permitir que las frustraciones crezcan, comience a lidiar
con el problema. Mientras más tolere el pecado o lo prolongue, existe una
mayor probabilidad de que se agrave o empeore. Así que trate con el asunto
rápidamente.

¡Escógelo ahora mismo! Decide mostrar misericordia: escoge perdonar. Luego


pide perdón de Dios por haber guardado resentimiento contra tu cónyuge. Esto les
colocará en el camino para encontrar las soluciones que buscas para tu
matrimonio.

Toma acción, aunque tu cónyuge no haga nada. Así hizo Dios contigo. Él
"mostró su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros" (Romanos 5:8). Cristo actuó en amor aun cuando nosotros
estábamos en rebelión contra él. Si hemos de amar a otros como él nos ama a
nosotros, entonces tenemos que hacer esto mismo.

Cuando tú comienzas a actuar en amor y cambiar lo que tú haces mal, esto trae
un poderoso incentivo para estimular a tu cónyuge a amar y a cambiar también.
Jesús dijo, "todas las cosas que quieras que los hombres hagan contigo, así
también haz tú con ellos..." (Mateo 7:12). Aplica este principio a tu matrimonio.
¿Cómo quisieras que tu cónyuge actuara contigo? Actúa de esa manera con tu
cónyuge. ¡Hazlo hoy!

No satisfaga su pecado y cree una mayor “distancia” en su matrimonio. Para


aquellos de ustedes que permiten que su enojo permanezca por un día o más; que
responden a la pelea castigando a su cónyuge con el tratamiento del silencio o el
abandono emocional; necesitan considerar seriamente la manera en que eso
influye en la discusión y empeora las cosas. Pablo nos advierte en Gálatas 5:13 a
no complacer la carne, sino servirnos unos a otros en amor. Cuando la pelea va
más allá de la noche, y tal vez incluso al día siguiente o la próxima semana, está
consintiendo su pecado y permitiendo que el pecado arruine la relación. La
palabra clave en ese versículo es “consentir.” Cuando consiente su pecado, le
permite activamente madurar y crecer. No existe una fórmula mágica para esto:
mientras más rápido haga morir su pecado, y activamente busque a su cónyuge
en amor, más posibilidades hay de calmar el conflicto y hacer que se vaya. Para
esos cónyuges que de forma inmadura se aferran a los rencores o al castigo con
silencio o aumento de la ira o indisposición a perdonar, deben aprender a
enfrentar con gracia. [Historia del Esposo que cocina muchas tartas. Efesios 4:26
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,

Confiesa tus errores en lugar de echar la culpa a otros. Cuando exista un


conflicto, primero identifica en qué consiste tu parte de la culpa. ¿Es tu actitud?
¿Tu forma de expresarte? ¿Tu tono de voz? ¿Algo que haces? ¿Algunas palabras
que usaste? ¿Qué hiciste tú que pudo haber causado el conflicto? Debes
reconocer y confesar sinceramente tus faltas en el asunto, antes de comenzar a
señalar las faltas del otro. Jesús dijo, "¿Y por qué miras la paja que está en el ojo
de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?...¡Hipócrita!
saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del
ojo de tu hermano" (Mateo 7:3,5). La verdadera sinceridad resuelve cualquier
conflicto más pronto. ¿Por qué? Porque cuando tú primeramente reconoces tus
faltas, tu cónyuge no tiene que pasar horas tratando de convencerte de lo que has
hecho mal. Además, eres hipócrita si tratas de culpar a tu cónyuge por todo el
problema, no viendo tú tus propias faltas. Nota la hipocresía de Adán y Eva
cuando trataron de echar el uno al otro la culpa por su propio pecado: "La mujer
que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí." Eva también trató de
esquivarse cuando dijo, "La serpiente me engañó, y comí." Si nos damos cuenta
cuando otros se esquivan, ¿por qué no lo reconocemos en nosotros?

Pídele a Dios primero que te ayude a ver tus propios errores. Luego, como se nos
exhorta en Santiago 5:16, "Confiésense sus ofensas unos a otros, y oren unos por
otros..." Es asombroso ver cuán fácil es entonces resolver los conflictos en el
matrimonio.

4. ESTUDIA EL TEMA CON TU CÓNYUGE Y LLEGUEN A UN ACUERDO

Para resolver los desacuerdos, hace falta mucha comunicación, pero no de


cualquier tipo. A veces los matrimonios hablan mucho del tema, pero solo para
reiterar su opinión personal e intentar convencer a su cónyuge. Esta clase de
comunicación causará que uno de los dos finalmente ceda, aunque lo hará con
resentimiento y solo porque ya no quiere discutir más. En ese momento, se acaba
el pleito, pero el desacuerdo no se ha resuelto.
¿Cuál es la solución real? Los esposos deben estudiar el tema con una actitud de
humildad y amor.

 Si el tema es bíblico o teológico, pueden estudiar pasajes bíblicos que toquen el


tema. Pueden leer juntos artículos o libros para descubrir lo que dice la Palabra de
Dios.
 Si el tema es práctico, pueden investigar, leer artículos y libros, o preguntar a otras
personas. Pueden discutir amablemente los pros y los contras de cada postura.
En cualquier caso, es importante estudiar los dos lados del argumento. El objetivo
del estudio no es amontonar el mayor número de opiniones que apoyen la nuestra
para obligar a nuestro cónyuge a ceder. El objetivo es entender y valorar la
postura de nuestro cónyuge. Con la actitud correcta, en la gran mayoría de los
casos, podremos llegar a un acuerdo.

Muchas veces insistimos tanto en lo que queremos que sacrificamos lo que


realmente deseamos: una relación matrimonial armoniosa.
 
Nunca seré capaz de resolver los desacuerdos en mi matrimonio si no soy capaz
de estudiar honestamente el tema con mi cónyuge.

Toma acción inmediatamente para resolver el conflicto. Jesús dijo, "Ponte de


acuerdo con tu adversario pronto..." (Mateo 5:25). Existen varias razones por las
cuales es tan importante resolver pronto los conflictos:

También, entre más tiempo haya pasado, más duro puede volverse tu corazón.
Por eso el autor de la epístola a los hebreos insta, "Si oyeres hoy su voz, no
endurezcas tu corazón, como en la provocación..."  (hebreos 3:7,8). Pablo también,
consciente de la tendencia del corazón humano de endurecerse con el tiempo,
exhorta, "no se ponga el sol sobre su enojo..."   (Efesios 4:26). En otras palabras:
No dejes pasar ni siquiera un día, guardando enojo en tu corazón. ¡No se
acuesten enojados! El resentimiento y el enojo endurecerán tu corazón más y
más, y harán que sea casi imposible una solución al conflicto más sencillo.

No seas el tipo de persona que deja pasar semanas, meses, o hasta años sin
resolver los conflictos. Porque si así eres, tú siempre saldrás perdiendo.

 Lleguen a un acuerdo a través de un arreglo. La meta debe ser, en lo vertical:


agradar a Dios; en lo horizontal: llegar a un acuerdo. ¿Recuerdas el mandamiento
de Jesús que vimos antes: "ponte de acuerdo con tu adversario..."   ( Mateo 5:25)?
Los dos llegarán a un acuerdo cuando cada uno decide ceder en áreas donde
antes ha sido egoísta y necio. Esto es lo que agrada a Dios y demuestra amor a tu
cónyuge.

El profeta Amós hace la pregunta, "¿Andarán dos juntos, si no están de


acuerdo?"  (Amós 3:3). Amós estaba reprendiendo al pueblo de Dios a causa de
su desobediencia y porque neciamente resistían estar de acuerdo con Dios acerca
de su pecado. Juan el apóstol reafirma este concepto en el Nuevo Testamento: "Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados..." (1 Juan 1:9). "Confesar" quiere decir "estar de acuerdo", "decir lo
mismo." Cuando tú confiesas tus pecados, te pones de acuerdo con Dios, lo cual
permite que andes con él. Dios no te va a forzar a hacer su voluntad. Él espera
hasta que tú llegues a un acuerdo con él.

Lo mismo sucede con tu cónyuge. Cuando ambos confiesan sus faltas, llegan a un
acuerdo inmediatamente. Tal acuerdo es lo que permite que encuentren una
armonía duradera, donde antes cada uno insistía en su propio antojo. Para llegar a
esa armonía, ambos tienen que estar de acuerdo en que van a ceder algo, no a
exigir algo. Imponer tu voluntad a la fuerza, no es más que soberbia y egoísmo de
tu parte. ¡Así no vas a reconciliar a nadie!

¿Qué debes hacer si tu cónyuge no responde de acuerdo con esto? Ora, ten


paciencia, ¡y no te rindas! Algunas personas responden más lentamente que otras.
Aquí cabe mencionar que ésta es la actitud que Dios ha adoptado contigo. Dios
es  "paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento  (2 Pedro 3:9). Así también, "te es necesaria la
paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengas la
promesa" (hebreos 10:36).

Necesitas tener paciencia porque la mayoría de los conflictos fuertes no se


resuelven con un solo diálogo. Después de orar y esperar un poco, si aún no hay
cambios, ve otra vez a tu cónyuge y pídele que considere nuevamente las cosas
que ya platicaron. Sigue tú orando que Dios obre para que tu cónyuge se rinda a
la verdad y actúe. Asimismo, si tu cónyuge te señala puntos en que tú has estado
ofendiendo, entonces sigue los pasos que hemos estudiado.

Acuérdate que el amor de Dios siempre está buscando reconciliación con el


hombre. ¡El amor de Dios hará lo mismo en ti! ¡Busca reconciliación!

Si necesitas más ayuda para resolver estos asuntos, no esperes más: habla con tu
pastor lo más pronto posible.

Incluso mientras discutan, reafirme su amor por su cónyuge. Si la pelea da


lugar a uno (“una sola carne”) convirtiéndose en dos, entonces es importante
hacer cosas en sus discusiones o temporadas tensas que reafirmen su
compromiso general con la relación. [Historia – esposo joven que tuvo una mala
discusión con su esposa; temeroso de que así serán las cosas siempre; le pedí
que le envíe un mensaje de texto a su esposa y diga, “Sé que fue duro ayer por
la noche, pero sólo quiero que sepas que no voy a ninguna parte y te amo.
Vamos a salir de esta.”] Una expresión de compromiso pudiera tener un aspecto
diferente de un cónyuge a otro (sosteniendo una mano).
Ser lo suficientemente humilde para aceptar ayuda externa. Una de las cosas
más difíciles y humillantes es permitir que otros participen en tus luchas. La
vergüenza nos dificulta decirles a otros; y aparecen mentiras en nuestra cabeza
como, “el pastor pensará mal de mí cuando escuche esto” o “deberías poder lidiar
con este problema sin la ayuda de nadie.” Muestre humildad y acérquese a otros
—el líder de su grupo pequeño, otra pareja que conozcan de la iglesia, o un
anciano y su esposa. Los matrimonios no prosperan en islas desiertas. El
matrimonio es un asunto de comunidad; ¡necesitan la ayuda de otros! Su
matrimonio solo crecerá conforme escuche la enseñanza regular de la Palabra de
Dios, a medida que incluya a otros regularmente en su vida matrimonial, y actúe lo
suficientemente humilde como para buscar ayuda cuando las cosas no van bien.
Cada esposo y esposa deben tener por lo menos una persona del mismo sexo con
quién hablar regularmente para rendir cuentas y tener compañerismo, esto incluye
hablar sobre cómo va su matrimonio.

Ore acerca de la pelea. Esto no hay ni que mencionarlo, pero como pastor, me


corresponde recordarles que oren sobre su conflicto. Frecuentemente estamos tan
atrapados en corregir a nuestro cónyuge o convencerle de que tenemos la razón,
que olvidamos orar por el problema. Busque a Dios antes intentar resolver el
conflicto. Sea deliberado en pedir ayudar del Señor. A veces esto podría significar
hacer una pausa en medio de un conflicto, y orar por sabiduría. Esposos, tomen la
iniciativa de orar por su esposa. Pienso que estarían sorprendidos de la rapidez
con que esto puede ayudar a calmar la tensión que están experimentando.

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