His. y Pol
His. y Pol
His. y Pol
la legislación educativa
La constitución de 1853
La constitución de 1853 fue un reflejo del programa que Juan Bautista Alberdi había expuesto en
su obra Bases y puntos de partida para la Organización Política de la república argentina. Este
programa derivaba de las grandes ideas del liberalismo de la época. Planteaba que era posible
transformar a la Argentina en una nación moderna estableciendo el liberalismo económico y
construyendo un Estado republicano, la inmigración de europeos transformaría a la sociedad
eliminando los restos indígenas e hispánicos, la libertad de la industria, comercio, expresión y
trabajo, la inviabilidad de la propiedad, el afianzamiento de la paz interior y el ejercicio político de
los derechos de todos los ciudadanos, harían de la Argentina un país civilizado. El papel de la
educación fue delineado en el texto constitucional.
El artículo 5 estableció que las provincias deben asegurar la educación primaria, la administración
de justicia y el gobierno municipal, condiciones bajo las cuales el gobierno nacional es garante de
goce y ejercicio de sus instituciones. El inciso 16 del artículo 67 puso entre las atribuciones del
congreso “dictar planes de instrucción general y universitaria”. Esto desato una discusión nunca
saldada ¿Qué se entendía por instrucción general? El nivel medio no estaba aún desarrollado y era
apenas una extensión de la enseñanza primaria o preparatoria para la universidad. Fueron textos
no solamente generales sino ambiguos y dejaron lugar a interpretaciones diversas.
Una cuestión de prioridades: la política educacional de la época estuvo influida por la tensión
entre quienes querían una nación políticamente centralizada en Buenos Aires y quienes
defendiera una distribución general del poder. Además, sufrió las diferencias que se produjeron
entre las ideas liberalistas sobre la relación que se proyectaba entre el sistema y la sociedad.
Sarmiento propuso que se diera prioridad a la generalización de la educación básica, Mitre
representaba a quienes querían que el esfuerzo educativo del naciente estado nacional apuntara a
educar a la clase dirigente. Aunque estaba decidido que el sistema educativo escolarizado en el
cual el estado jugaría un rol principal se comenzaban a delinear dos estrategias que
permanecerían a lo largo de muchos años.
En 1870 sarmiento fundo la escuela normal de Paraná, nombró como rector a George Stearns, un
profesor norteamericano protestante y muy comprometido con su política educativa. Desde 1870
hasta 1896 se fundarían en el país 38 escuelas normales, acordes al modelo paranaense. Amante
de la liberación femenina, admirador de las mujeres educadoras, sarmiento trajo al país a 23
maestras norteamericanas. También fundo el colegio militar y la escuela naval. Realizo estas
acciones mientras ejercía cargos de gobierno, como ministro de avellaneda y como presidente de
la nación. Mitre otorgaba a la enseñanza un valor social y consideraba que era un servicio que
debía prestar el estado. De la educación dependían en gran parte el progreso, la justicia y la
democracia. El interés principal de mitre era desarrollar una educación secundaria dirigida a la
minoría ilustrada. Aspiraba a formar una inteligencia capaz de gobernar el país y vencer
definitivamente a la barbarie. Interpreto la constitución nacional de manera que a las provincias
tocaba ocuparse de la educación primaria y a la nación solamente de la general (que asimilaba a la
secundaria) y universitaria. Su obra comenzó con la fundación del congreso nacional sobre la base
del antiguo colegio de ciencias morales. En 1864 se decretó la creación de los colegios nacionales
de Catamarca, Tucumán, Mendoza, san juan y Salta. Los planes de estudio y los reglamentos serian
semejantes a los vigentes en el colegio nacional de buenos aires. Entre 1863 y 1898 se crearon 17
colegios nacionales con una orientación que sería predominante entre la clase dirigente:
enciclopédica, dirigida hacia los estudios profesionalisticos universitarios o a la actividad política y
separada del trabajo.
El congreso pedagógico y la legislación educativa: uno de los acontecimientos que dio forma a la
legislación del sistema educativo formal argentino fue el congreso pedagógico sudamericano
Realizado en Bs As en 1882. La declaración del grupo que reunía a conservadores y liberales
católicos coincidía en reafirmar a la educación como un medio para combatir las tendencias que
buscaban disolver el papel de la religión como fundamento de la moral, de la familia, de la ley, de
la concordancia social y de la paz pública. Quienes pertenecían al grupo liberal laico insistían en la
necesidad de un sistema más parecido al que tanto había entusiasmado a sarmiento en los
estados unidos. Estos últimos coincidían con la defensa del papel de las municipalidades y de los
consejos escolares en un sistema educativo organizado nacionalmente. Es así que el estatismo
centralizador y laico triunfo sobre posiciones conservadoras posiciones mas democráticas: la
escuela seria neutral para dar cabida a todos los habitantes en esa época de inmigración, pero el
estado nacional se proponía mantenerla bajo un férreo control. En 1884 el congreso de la nación
debatió ampliamente y luego aprobó la ley 1420 de educación común, gratuita, laica y obligatoria,
cuya jurisdicción abarcaría la capital federal y los territorios nacionales. Se estableció un consejo
escolar en cada distrito de la campaña y en cada parroquia de la capital y un consejo nacional de
educación. Los consejos escolares de distrito debían ser los nexos formales entre los ciudadanos y
el sistema escolar. En el texto de la ley se abrió la posibilidad de su subordinación a la burocracia y
de un ejercicio centralizado de poder, la institución de la inspección fue el mas importante
instrumento para lograr ese objetivo.
La escasa comprensión de la enseñanza media como un nivel integral está demostrada en la falta
de una legislación especifica. Las continuas propuestas de reformulación de la estructura de la
enseñanza post primaria que surgieron a fin del siglo XIX y comienzos del siglo XX son también un
síntoma de las dificultades de la sociedad par diseñar un lugar tanto para os adolescentes como
para los sectores medios. Durante el periodo oligárquico liberal se dicto la ley de educación
primaria y la ley universitaria. En cambio en relación son la secundaria solamente hubo una ley
que la atendía de forma parcial, la 934 de 1878 que regulaba las formas de ´pasaje de los
estudiantes desde las escuelas privadas a las publicas y la revalidación de sus estudios. En 1885,
por iniciativa de avellaneda (ya presidente) el congreso de la nación sanciono la ley universitaria.
La ley 1579 o ley avellaneda que establecía una forma parcia de autonomía universitaria y aunque
en forma limitada, introducía el principio de la elección de las autoridades por parte de la
comunidad universitaria. Establecía algunos de los órganos de gobierno que aun conforman la
universidad, tales como la asamblea universitaria y el consejo superior. En 1905 él gobierno
presidido por Manuel quintana sancionó la ley Laínez, que autorizaba a la nación a instalar
escuelas de su jurisdicción en las provincias que así lo solicitaban. Entre 1875 (ley de educación de
la provincia de Bs As) y 1905 (ley Laínez) quedo organizado lealmente el sistema educativo
argentino.
A partir de las últimas décadas del siglo XIX habían llegado 3.000.000 millones de inmigrantes. El
35% de los habitantes eran analfabetos y la población escolar no alcanzaba el millón. Los
inmigrantes que llegaron entre fines del siglo XIX y principios del XX no eran aquellos noreuropeos
cultos que esperaban los dirigentes argentinos. Eran campesinos sobrantes del proceso de
modernización europea, en su mayoría católicos y analfabetos; algunos tenían ideas anarquistas y
socialistas; había refugiados políticos y ateos, agnósticos, protestantes y judíos. En el sistema
escolar se trazaron caminos distintos para diferentes grupos sociales. Los chicos de las ciudades,
hijos de familias asentadas desde algunas generaciones atrás, tenían un destino educacional
exitoso, en tanto los hijos de los recientes inmigrantes debían luchar para no quedar marginados
por ser "gallegos", "gringuitos" o "rusos", y los descendientes de los criollos apenas si alcanzaban a
aprender a leer y escribir en las miserables escuelitas rurales.
Los debates entre políticos y educadores giraron en torno al papel que se adjudicaba a la
educación en la construcción de la hegemonía. El bloque de poder porteño, librempresista y
agrario exportador, estaba interesado en usar la educación para imponer el orden. Los
trabajadores rurales, los artesanos de las ciudades, el naciente proletariado industrial y los nuevos
sectores medios inmigrantes querían que jugara un papel más progresista. La veían como un
vehículo para la movilidad social.
Carlos Saavedra Lamas, ministro del gobierno de Victorino de la Plaza, presentó una propuesta,
elaborada por el pedagogo positivista Víctor Mercante. Consistía en acortar el ciclo primario a 4
años obligatorios, incluir una escuela intermedia de 3 años que proporcionara una orientación
cultural general y contuviera emocionalmente a los adolescentes y un nivel secundario de cuatro
años, de carácter profesionalístico. La ley, aprobada en 1916, no contó con el apoyo total de los
sectores dirigentes. La Unión Industrial Argentina expresó sus reservas argumentando su
preferencia por escuelas de artes y oficios para obreros. Temía que una escuela intermedia
formara a personas de clase media que no querrían luego trabajar como obreros de baja
calificación. La Ley fue derogada por el Congreso apenas iniciado el período del gobierno radical de
Hipólito Yrigoyen.
Las corrientes del Normalismo: La Escuela Normal de Paraná fue la cuna de los normalistas, pero
no les transmitió una ideología pedagógica homogénea. El positivismo pedagógico elaboró
modelos dirigidos a ordenar, reprimir, expulsar o promover en la escuela sistemáticamente a la
población, alcanzando la mayor correlación posible entre raza, sector social y educación
proporcionada por el Estado. La corriente denominada normalizadora, predominante en la
docencia, se sentía apóstol del saber y consideraba que educar al ciudadano era una misión. La
antinomia civilización/barbarie operaba en su pensamiento. Sus adherentes creían profundamente
en la necesidad de la escuela pública y, aunque consideraban que la religión era el sustento del
orden moral, adscribían con convicción al laicismo. El método, la organización escolar, la
planificación, la evaluación y la disciplina eran las nociones que organizaban su práctica.
La concepción normalizadora fue influida por el higienismo, una corriente médica y sociológica
que tuvo mucho auge en la Argentina como consecuencia de las epidemias de cólera y fiebre
amarilla de fines del siglo XIX. La preocupación por hábitos higiénicos, alimenticios y sexuales se
acrecentó con la llegada de los inmigrantes, que veían bruscamente cambiadas sus condiciones de
vida. El Cuerpo Médico Escolar y otros organismos que se sucedieron orientados por el modelo
médico escolar ejercieron eficazmente la selección de la población, la implantación de normas de
conducta, la separación tajante entre salud y enfermedad. El Higienismo avanzó más aún y
penetró la vida cotidiana de las escuelas, se instaló en los rituales, en la palabra de los maestros,
en la aplicación concreta de la discriminación y la promoción.
Los docentes socialistas. Otra corriente normalista estuvo constituida por los maestros y
profesores que militaban en el socialismo. Compartían características de los normalizadores y los
democrático-radicalizados. Rechazaban a los criollos y admiraban al proletariado europeo como
parte de la herencia ideológica que recibieron de los viejos inmigrantes. Defendían la principalidad
del Estado, pero se interesaban especialmente por el papel de la sociedad civil en el sistema
educativo estatal. En la práctica escolar los socialistas no diferían de los democrático-radicalizados,
tratando de generar vínculos participativos con los alumnos y sus padres y combatiendo el
autoritarismo de los burócratas que dirigían la acción normalizadora.
Los educadores anarquistas. Desde una posición libertaria otros educadores fueron antiestatistas y
promovieron la creación de escuelas vinculadas con las organizaciones mutuales, los sindicatos
obreros nacientes y los grupos anarquistas. Sus escuelas se diferenciaron de las estatales por
algunos de los contenidos que transmitían, pero no por la organización política interna ni por la
metodología.
Aunque el radicalismo no hizo ninguna reforma fundamental, la apertura democrática que ofreció
dio el marco para que fructificaran experiencias e ideas pedagógicas nuevas. En 1918 había un
clima de reforma que abarcaba grandes sectores del sistema educativo.
EL PERONISMO(1943-1955)
Cuando el peronismo llegó al poder, toda la gente que había votado a la Unión Democrática temió
por la educación. La oligarquía y la clase media alta tenían miedo de que los "cabecitas negras"
invadieran las limpias aulas de las escuelas, como habían temblado ante los inmigrantes y los
anarquistas a principios de siglo.
Una profunda fractura dividía los discursos políticos pedagógicos de los dos grandes movimientos
nacionales, el radicalismo y el peronismo. Los socialistas junto con los radicales y los demócratas
progresistas formaban un bloque con mucha influencia en la docencia, que defendía la educación
estatal, laica, obligatoria y gratuita y la reforma universitaria. Los educadores se alinearon en la
defensa de los principios educativos liberales contra el avance del nacionalismo, identificando
peronismo con fascismo. El gobierno peronista debía atender demandas que provenían de un
espacio mucho más amplio que las Fuerzas políticas, organizadas. Mucha gente quería aprender
oficios, capacitarse como operaria o empleada y cursar carreras técnicas, las mujeres querían
estudiar, los empresarios reclamaban personal más capacitado, los inmigrantes del interior que
llegaban a Buenos Aires necesitaban atención educacional. EL sistema educativo argentino vivía
una crisis de crecimiento.
El gobierno mantuvo la posición anti normalista casi hasta el final y organizó un sindicato
oficialista, la Unión de Docentes Argentinos (UDA). En 1954 se promulgó el Estatuto del Docente
Argentino del General Perón, que alcanzó y todos los docentes nacionales. El nuevo estatuto cayó
bastante mal entre muchos maestros y profesores porque si bien recogía demandas históricas,
cometía el error de darle al cuerpo legal un tono partidario. El asunto contribuyó a empeorar las
ya deterioradas relaciones entre los docentes y el gobierno.
Las reformas más importantes al sistema educativo fueron realizadas durante el primer gobierno
peronista y se fundamentaron en los principios del “Primer Plan Quinquenal” que Establece que
debe haber enseñanza práctica y profesional en el nivel medio. Pretendía formar en el niño la
inteligencia práctica, sin dejar de enseñarle el dominio de las normas, los sentimientos y la
voluntad de superación moral, dentro de una concepción argentina del mundo y de la vida; los
planes y programas tendrían como principio básico organizador el idioma y la historia nacionales. e
trataba de vitalizar la escuela dándole activa participación en la vida social.
El factor considerado más eficiente para lograrlo era el trabajo, entendido integralmente y no sólo
como adiestramiento. El nuevo Plan contemplaba una enseñanza primaria formada por un primer
ciclo optativo preescolar de 2 años (4 y 5 años de edad); un segundo ciclo obligatorio de cinco
años (6 a 11 años de edad); un tercer ciclo también obligatorio de dos años (12 a 14 años de edad)
llamado de preaprendizaje general con cultura general. Ese último ciclo se componía de cursos
mixtos y cursos separados para varones y niñas. El pre-aprendizaje atendía a la urgencia de formar
obreros con nivel de oficiales para todas las especialidades, incluyendo el manejo de herramientas
para oficios y practicas de huertas y granjas experimentales, manufactureras y comerciales.
La reforma mantenía también bachilleratos clásicos, con un ciclo mínimo de 5 años, 3 de
conocimientos generales y luego dos de capacitación en artes y oficios. El ciclo era gratuito
solamente para quienes demostrasen su imposibilidad de pagarlo. Después de cinco años de
especialización los maestros de primaria podían optar por ingresar a dos modalidades de
enseñanza superior no universitaria: el magisterio primario y el profesorado secundario, ambas de
dos años y con acceso a la universidad.
Otra modalidad introducida eran las escuelas técnicas de capacitación (1 año de estudios), las de
perfeccionamiento (2 años) y las de especialización (3 años), que constituían niveles sucesivos que
a su vez proporcionaban títulos habilitantes de creciente grado de capacitación. Para el ingreso a
las escuelas de capacitación era necesario poseer certificado de estudios primarios y para los otros
dos ciclos, de estudios secundarios. La educación técnica era gratuita para todo obrero, artesano o
empleado que viviera de su trabajo. Los profesores debían poseer títulos que acreditasen su
competencia y además debían haber ejercido su trabajo en alguna de las tres funciones
mencionadas. Todas las empresas estaban en obligación de cooperar con becas para los tres
grados de la enseñanza técnica.
Respecto a la educación superior universitaria, el Plan Quinquenal establecía que sería gratuita y
exigía calificaciones suficientes en el secundario para acceder a ella. La universidad dependería de
un organismo del Ministerio y estaría gobernada por un Consejo Universitario. En cuanto al cuerpo
docente, habría profesores extraordinarios plenos, extraordinarios y titulares. Los alumnos serían
regulares o libres. Se formaría un fondo de becas para estudiantes necesitados mediante aportes
del Estado y un impuesto sobre sueldos y salarios.
El sistema educativo privado había decrecido al término del segundo gobierno peronista. Pero la
Ley 13.047 de 1947 había establecido el subsidio oficial a las escuelas privadas. Perón iniciaba un
doble juego de poder con la Iglesia. Por un lado favorecía al liberalismo católico que quería
desarrollar un sistema escolar propio y ratificaba la enseñanza religiosa en las escuelas públicas.
Por otro incorporaba formas de control de la acción eclesiástica dentro de la educación. Para ello
organizó en el mismo año 1947 la Dirección General de Instrucción Religiosa, que incorporaba el
control estatal sobre los programas de religión de las escuelas públicas.
La labor desarrollada por aquellas gestiones ministeriales consistió en mantenerel equilibrio entre
las tendencias que se habían aliado para derrocar al peronismo. Todas ellas coincidieron en la
desestructuración del montaje pedagógico peronista; se eliminó su simbología de los textos, los
planes de estudio y la vida cotidiana escolar.
Los docentes que formaban parte del bloque que derrocó a Perón compartían un campo
semántico, unos valores y una estética. Habían pasado muchas décadas estructurando acuerdos
sobre las formas de ingreso, calificación, promoción, expulsión y convivencia en su espacio
profesional específico. Su reclamo principal era un Estatuto del Docente que representara el
complejo conjunto de esos acuerdos, que mostraban la madurez del campo técnico profesional
gremial. Los maestros socialistas, demócratas progresistas y radicales volvieron a la superficie en
1955 e impulsaron una revivificación de la escuela activa. Generaron un clima que rápidamente
sería inficionado por el psicoanálisis, que empezaba difundirse en proporción geométrica en
espacios educacionales privados y en algunas franjas de la educación pública, como las escuelas de
doble escolaridad.
Desarrollismo y educación: Desde el 1mayo de 1958 hasta el 29 de marzo de 1962 gobernó el país
unafracción del radicalismo, la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) encabezada por Arturo
Frondizi. Frondizi había hecho un acuerdo con Perón, por lo cual comenzó su gobierno
devolviendo los sindicatos a las direcciones justicialistas y estableciendo un aumento salarial. Pero
a fines de 1958 reorientó su política económica para favorecer el ingreso de capital extranjero y
comenzó a aplicar una política dura al movimiento sindical. Movilizó al Ejército para reprimir a los
trabajadores públicos en huelga, mediante el Plan Conintes, y mantuvo la proscripción que pesaba
sobre el peronismo. Entregó el petróleo a compañías extranjeras, al mismo tiempo.que sostenía
un discurso desarrollista. Su política fue enfrentada por los universitarios y.alentó el movimiento
denominado Resistencia Peronista, que había comenzado en 1956.
El gobierno frondicista ordenó la cuestión docente, impulsó la teoría del planeamiento, comenzó
la transferencia de escuelas nacionales a las provincias y abrió la puerta a la enseñanza privada. En
1958 se promulgó el Estatuto del Docente, comenzaron a funcionar las Juntas de Calificación y
Disciplina y se realizaron concursos. Se creó la Comisión Permanente de Coordinación Escolar; se
firmaron convenios de coordinación con las provincias y por primera vez en la historia, se logró un
acuerdo curricular básico para un programa de aplicación en todas las escuelas provinciales y
nacionales del país.
Comenzó la transferencia de escuelas, proceso que se interrumpió por el golpe militar que
derrocó al gobierno. También se reformaron los planes de educación física, se crearon
inspecciones regionales e institutos de formación de profesores en Santa Fe y Mendoza y se
avanzó en la educación diferencial al abrirse el Instituto del Mogólico; se fundaron Institutos de
Artes en Azul y Santiago del Estero; se creó el Consejo Nacional de Protección de Menores.
Se construyeron 126 escuelas y se repararon 521. Se crearon 120 colegios secundarios y los
Institutos del Profesorado. La meta de la educación comenzó a ser preparar recursos humanos
para el desarrollo. Se creó el Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET); en las escuelas
industriales se abrió un primer año de orientación vocacional; se dictaron cursos de formación
acelerada y se establecieron vinculaciones entre el CONET, la Organización Internacional del
Trabajo y UNESCO. La Universidad Obrera Nacional pasó a llamarse Universidad Tecnológica. Pero,
como en ocasiones anteriores, la vinculación entre educación y trabajo no alcanzó el tronco del
sistema educativo.
Laica y libre: El mayor conflicto del período fue provocado en 1958 por el Poder Ejecutivo al
impulsar la Ley Domingorena. Este proyecto que impulsaba la educación privada, dividió a la
opinión pública en dos grandes bloques: quienes apoyaban la laicidad y estaban contra las
medidas del gobierno y quienes defendían la libertad de enseñanza, que representaba en especial
al liberalismo católico. Las banderas de laica y libre enfrentaron a miles de jóvenes; a favor de la
enseñanza laica se produjo la mayor manifestación estudiantil docente de la época. En medio de la
crisis el gobierno dictó la legislación educativa necesaria para facilitar el subsidio estatal al sector
privado y capacitarlo para expedir títulos habilitantes en el nivel terciario. El Congreso aprobó
Creación de la Inspección General de Enseñanza Universitaria Privada. Por primera vez en la
historia educativa nacional quedó configurado un sistema orgánico privado. Durante la gestión de
Frondizi fueron reconocidas nuevas universidades privadas. En la educación media privada se
aprobaron nuevas orientaciones de bachilleratos: bilingüe, agrotécnico y humanístico y los
colegios adquirieron total autonomía respecto de la enseñanza oficial.
Educación pública y otras experiencias durante el período de Illia: José María Guido, presidente
provisorio del Senado durante el frondicismo asumió el poder en el marco del golpe de Estado de
marzo de 1962. Su administración no produjo en la educación ningún hecho destacable. Distinto
fue el gobierno de la Unión Cívica Radical del Pueblo que comenzó en 1963, a cargo de Arturo Illia.
Se puso en vigencia por primera vez el Estatuto del Docente. Esa situación hizo posible la apertura
de un espacio para avanzar en la unificación de la organización gremial docente y para incursionar
en innovaciones pedagógicas. La acción educacional del Dr. Illia tuvo características semejantes a
la de Yrigoyen, su mayor importancia radicó en la apertura democrática del campo educacional,
hasta donde lo permitían los límites de lo tolerable puestos por la Iglesia y los núcleos duros de la
cultura normalista, aún vitales.
La primera parte de la década de 1960 fue muy buena para el desarrollo de experiencias
pedagógicas democráticas, algunas de las cuales quedaron interrumpidas por el golpe militar de
Onganía que derrocó a Illia en 1966. Un nuevo liberalismo laico escolanovista, muy influido por el
psicoanálisis y la psicología social, se desarrolló en jardines de infantes, en colonias de vacaciones,
campamentos y centros de recreación. También tuvo eco en algunas escuelas públicas donde se
realizaron reformas tales como la instauración de la doble escolaridad, y en zonas marginales a
través de programas de extensión universitaria
Otra expresión de las tendencias pedagógicas democráticas fueron las experiencias realizadas por
los departamentos de Extensión Universitaria de varias universidades nacionales. Durante el
período de Illia hubo un importante aumento de escuelas, alumnos y docentes en todos los
niveles. En esos años en los países cuyo sistema escolar había sido exitoso comenzó a sentirse la
demanda sobre la enseñanza media y superior que haría crisis alrededor de 1968. En la Argentina
el crecimiento de aquella demanda era efecto de la política educativa peronista que extendió la
escolarización a sectores antes excluidas. El gobierno de Illia no realizó ninguna reforma
fundamental del sistema; la dictadura de Onganía impuso una modalidad represiva que ocultó la
situación. Cuando en 1973 asumió la presidencia Héctor J. Cámpora como candidato del
peronismo, estallaron demandas acumuladas por los estudiantes, los docentes y la sociedad.
Desde 1955 hasta 1962 se dio el período más prolongado del reformismo universitario.
Los docentes, que reclamaban ser consultados, estuvieron siempre en conflicto con el gobierno
de Onganía. Al mismo tiempo, el gremialismo docente consolidó dos organizaciones nacionales, la
Central Única de Trabajadores de la Educación (CUTE), y el Acuerdo de Nucleamientos Docentes,
que se apoyaba especialmente en los educadores de la Provincia de Buenos Aires. Durante el
período de Lanusse se creó por ley el Consejo Federal de Educación, presidido por el ministro de
Educación de la Nación, medida que no despertó simpatías en las administraciones educativas
provinciales. En relación con la educación superior, el gobierno de Onganía-Lanusse limitó el
ingreso y comenzó a aplicar el proyecto elaborado por Alberto Taquini que tenía como objetivo
central crear universidades pequeñas dispersando la población de las que estaban en proceso de
masificación, en especial la UBA.
Las experiencias de educación popular que habían fructificado en los 60, antes del golpe militar de
Onganía- Lanusse revivieron a comienzos de los 70. Esta vez fue en hospitales y programas de
psiquiatría social donde se volvió a configurar una pedagogía que sintetizaba la experiencia
escolanovista, la freiriana y la de la izquierda, a lo cual se sumaba el aporte de las diversas
expresiones de la psicología social y el psicoanálisis.
El proceso de desarrollo del sistema educativo nacional se condicionado por las características de
una situación educativa, que, de acuerdo a los primeros datos estadísticos, presentaba como
problemas fundamentales la escuela desierta y el analfabetismo. Las provincias no estaban en
condiciones de enfrentar con verdadera eficacia esas deficiencias, Los pocos intentos en favor de
la educaci6n se unían a tradiciones locales o particularismos, y esa diversidad de perspectivas fue a
su vez, una de las causas determinantes de una enseñanza en sentido nacional.
Las bases y los principios constitucionales del marco jurídico político de este período, coincidían a
su vez, con las ideas dominantes acerca del valor y la necesidad de la educación, reconociendo
como uno de los factores decisivos en el desarrollo de los pueblos y las instituciones democráticas.
Con anterioridad a 1863 se había iniciado en las provincias un importante movimiento a favor de
la enseñanza secundaria que fue consolidándose con la creación de colegios provinciales de este
nivel. Fueron los primeros pasos de una política de fomento provincial de la enseñanza secundaria.
La iniciativa privada contribuyo también a este movimiento y los colegios secundarios particulares
configuraron otro antecedente de este aspecto. Hacia el año 1863 el país contaba solo con dos
colegios que dependían de forma directa de las autoridades nacionales (el de córdoba, colegio
Monserrat nacionalizado en el año 1856 y el de Uruguay en Entre Ríos). Ambos, en sus planes de
estudio resultaban insuficientes para satisfacer las necesidades de la enseñanza secundaria,
tampoco llenaban los requisitos de verdaderos centros de enseñanza. A esto, se le sumaba el
problema de los certificados de estudio que al no estar resuelto institucionalmente dificultaba el
ingreso a la universidad y obligaba a rendir nuevos exámenes para continuar carreras o cursos
universitarios.
La política educativa nacional se orientó entonces a difundir una enseñanza secundaria con
aplicaciones útiles y variadas a fin de proporcionar mayores facilidades a los jóvenes de las
provincias. En buenos Aires bajo la demonización de Colegio Nacional se establecía una casa de
educación científico-preparatorio en que se cursarían letras y humanidades, ciencias morales,
físicas y exactas. De este modo se cubriría la falta de un establecimiento que ofreciera una
preparación conveniente para las carreras universitarias.
La enseñanza duraba cinco años, se mantenía la modalidad de internado, los certificados eran
válidos en las universidades de la república. Con el colegio nacional de Buenos Aires se abrió el
proceso de institucionalización de la enseñanza secundaria y comenzó a perfilarse una política
educativa nacional que se consolidaría con el establecimiento de colegio nacionales en las
provincias. En el año 1864 un mismo decreto creo colegios nacionales en varias provincias entre
ellos Tucumán, sus planes de estudio debían ajustarse a los del colegio nacional de Buenos Aires.
Sin embargo, surgieron algunos inconvenientes ya que algunas provincias no pudieron cumplir las
exigencias expuestas. Las notorias deficiencias de la instrucción elemental que no transmitía los
conocimientos suficientes para aprovecha la enseñanza secundaria obligo a varios colegios a
establecer un año preparatorio con el objeto de lograr cubrir ese desajuste. A pesar de dichos
inconvenientes, para el año continúo difundiéndose en el país la enseñanza secundaria, y se
extendieron colegios nacionales en distintos puntos del país. Se consideró entonces la posibilidad
de una reforma tendiente a diversificar la enseñanza para ofrecer distintas posibilidades a quienes
no siguieran estudios universitarios. La política educativa definió un nuevo objetivo “carreras con
aplicaciones prácticas” anexas a los colegios nacionales, esto estaría destinado a formar hombres
aptos para ejercer profesiones universitarias a fin de garantizar las funciones de la visa social y el
ejercicio de derechos y deberes en la república.
Pero, al final los colegios nacionales no solucionaron los diversos problemas referidos a su
organización y su funcionamiento. Aún era evidente la ineficacia a la falta de profesores
competentes. Quedaron planteados problemas de prioridades, principios y tendencias que
deberían resolverse de acuerdo a las futuras orientaciones de la política educativa nacional.
Las provincias, sin una renta especial para la formación no podían satisfacer los reclamos
educativos. Así, los primeros esfuerzos se concretaron en las provincias, sus movimientos significo
una apertura a nuevas tendencias educativas. El proceso de institucionalización de la escuela
normal nacional comienzo formalmente en 1870 al crearse en la ciudad de Paraná una escuela
normal que dependía directamente de las autoridades nacionales. Una premisa indispensable era
contar con maestros preparados. Esta escuela normal tuvo como modelo seguir el
norteamericano, por ello el proceso de institucionalización se realizó con personal
norteamericano, con textos traducidos del inglés y doctrinas de estados unidos.
Se componía, de un curso normal para que los aspirantes al magisterio adquirieran además de un
sistema de conocimientos acorde a las necesidades de la nación el arte de enseñar y las aptitudes
para ejercerlo. La formación de maestros profesionales y prácticos en la enseñanza fue el objetivo
principal pero no el único.
Las características de la escuela normal fueron dos: el carácter nacional que se consolido a través
de la acción del gobierno central que fijo los planes y programas, y el carácter laico que se afianzo
al excluirse la enseñanza religiosa de los programas.
Para el año 1875mse creo la escuela normal de maestros en Tucumán, posteriormente se inició el
proceso de feminización del magisterio. La política educativa nacional consideró el magisterio de la
mujer como la forma mas practica y eficaz de preparación de los maestros para la escuela
primaria. El paso de la mujer por la enseñanza dejaría una huella profunda en las costumbres del
país.
En el año 1884 se sanciono la ley 1420, la cual tendrá un papel decisivo en la organización de la
escuela elemental en todo el país. Su ámbito de aplicación se estableció para la capital federal y
territorios y colonias nacionales, lo que fue una forma de resguardar formalmente el federalismo.
Los principios generales sobre la enseñanza pública establecidos en dicha ley fijaron los objetivos
de la educación, señalando que la escuela primaria tendría por único objeto favorecer y dirigir el
desarrollo moral, intelectual y físico de todo niño de 6 a 14 años. De acuerdo a este carácter
integral el niño debía ser educado en todo (en sus ideas y cuerpo). Además de los objetivos
generales se establecieron los caracteres principales de esta enseñanza: obligatoria, gratuita,
gradual. El problema de la libertad de enseñanza tuvo en los debates parlamentarios de la ley dos
aspectos principales: la inspiración de la enseñanza en la escuela pública y el control del estado
sobre las escuelas particulares. Liberales y católicos se enfrentaron para defender o rechazar la
inclusión de la enseñanza de las escuelas primarias oficiales.
El liberalismo firmaba que fundar la escuela sobre sus verdaderas bases significaba separar el
poder civil del eclesiástico y la sociedad laica de la iglesia. La corriente católica apoyo la inclusión
de la enseñanza religiosa en los contenidos de la enseñanza.
La legislación finalmente sancionada fijo una serie de exigencias con respecto las escuelas
primarias particulares: manifestar al consejo escolar de distrito el propósito de mantener o
establecer una escuela, indicando el lugar, condiciones edilicias y tipo de enseñanza, aceptar las
inspecciones sobre higiene y moralidad, observar las disposiciones acerca de la matrícula escolar,
dar el mínimo de enseñanza obligativa establecida. La ley 1420 también fijo los presupuestos
jurídico institucionales de la estructura política administrativa de la escuela. El gobierno escolar se
organizó con el consejo nacional de educación y con los consejos escolares de distrito. En cada
distrito escolar funcionaría una comisión inspectora compuesto por cinco padres de familia,
designados por el consejo nacional de educación.
Para financiar la enseñanza primaria nacional la ley creo un fondo permanente. con respecto al
personal docente, la ley exigió condiciones de idoneidad justificadas por diplomas y certificados.
De esta manera, la ley 1420morganixo institucional y administrativamente casi todos los aspectos
de la enseñanza primaria, nacional como particular.
En primer lugar, se afirmó la importancia del derecho en la organización del sistema educativo, ya
que la falta de una legislación había condicionado el desarrollo y la expansión de la escuela
primaria. No se podía arraigar la escuela sin una ley que organizara el sistema público de
enseñanza y señalara con claridad el camino a recorrer por los maestros primarios en la república.
Como principio de solución, se sanciono la ley 1420.
Antes del año 1890 la enseñanza secundaria, como tradicionalmente se llamaba a la impartida en
los Colegios Nacionales, había conservado la antigua concepción que veía en el Colegio Nacional
un establecimiento dirigido exclusivamente a preparar alumnos para el ingreso a carreras, que
como medicina o derecho, no necesitaban estudios específicos previos. Pero esa única modalidad
no respondía ya a las demandas educativas de un país que comenzaba a establecer sus industrias
y exigía, en consecuencia, otro tipo de enseñanza. El desarrollo de los Colegios Nacionales y su
respuesta a las necesidades educativas, dependían de la sanción de una ley que los estructurara de
manera definitiva. A estos inconvenientes se sumaba la inestabilidad de los planes de estudio, sin
embargo la inscripción de alumnos en la enseñanza secundaria tradicional continuaba
aumentando.
Se rompieron entonces los esquemas determinantes de la política educativa del período anterior.
El establecimiento de la Escuela Nacional de Comercio y de la Escuela Industrial de la Nación,
marcó los primeros pasos en la diversificación de la enseñanza media. Las nuevas tendencias se
orientaban hacia las escuelas de artes mecánicas, de comercio, de artes y oficios, según las
gradaciones y particularidades de la enseñanza más actualizada de ese momento. Este enfoque
definió un hecho clave en la política educativa nacional: la diversificación comenzaba a perfilar y
concretar, de una manera más clara, las creaciones y los fines de enseñanza secundaria en el país.
La política universitaria definió en esta etapa sus lineamientos con el objeto de institucionalizar la
universidad nacional, como el modelo de las que posteriormente pudieran crearse en el país y
garantizar su expansión y desarrollo. Hasta entonces la vida de la universidad había sido incierta y
precaria, por cuanto no se contaba con una legislación que le diera un carácter permanente y
estable, las universidades exigían una reglamentación definitiva que facilitara su consolidación. Se
hacía necesario rectificar el camino y organizarlas por medio de una ley que fijara las bases
administrativas, para que sobre ellas cada universidad se diera sus propios reglamentos, de
acuerdo a su carácter, tendencia y tradición
El instrumento que concretó esa definición de la política universitaria nacional, fue la Ley 1.597
(Ley Avellaneda), sobre Estatutos Universitarios sancionada en 1885, para regular las dos
Universidades nacionales: Buenos Aires y Córdoba.
A comienzo del ciclo vuelve a reiterarse el problema del analfabetismo, La situación de la docencia
condicionaba también el normal desarrollo de la Escuela Primaria: los maestros carecían de
estabilidad y el magisterio se había convertido, poco a poco, en un factor de selección a la inversa.
Era evidente además el desequilibrio entre su cantidad y distribución, y las exigencias de la
realidad educativa.
Los replanteos y las reformas propuestas para la enseñanza primaria se afirmaron en una idea
central: 'la escuela popular ante todo". Ese debía ser el postulado "primario e imperioso de
cualquier gobierno honesto y democrático"
Una reclamaba reformas urgentes en "la instrucción general, para completar su carácter y
orientarla definitivamente, dándole mayor consistencia y haciéndola más nacional, más
práctica y más adaptable a las diversas necesidades regionales.
La otra proponía los cambios a: "través de un camino más modesto”, gradualmente la
legislación por medio de leyes parciales, sucesivas y coordinadas, como diversas
expresiones de una reforma progresiva. Era un plan que proponía el "rejuvenecimiento de
nuestra vieja y parcialmente anticuada ley de educación común".
Sin embargo, ninguna de estas tendencias llegó a concretarse en una ley y los problemas, fueron
reiterándose en los sucesivos períodos parlamentarios de esta etapa. Los proyectos presentados,
estaban dirigidos en general a solucionar algunos problemas estructurales y, en particular, a
consolidar un régimen de enseñanza para responder a las necesidades que el sistema educativo
nacional de enseñanza primaria, ya no podía satisfacer.
En este período dos grandes leyes regulaban la instrucción pública: la Ley 1.420 y la Ley
Avellaneda. Pero quedaba sin resolver el gran vacío de la enseñanza secundaria, no había una ley
que fijara su autonomía y le imprimiera una orientación definitiva. Se había visto sometida a
cambios constantes de planes y reglamentos y reducida, muy a menudo a un mero mecanismo
administrativo.
La falta de carácter de la enseñanza secundaria era otro tema recurrente. Los 20 o más planes de
estudio impuestos desde el año 1684, basados la mayoría en innovaciones europeas, sobre todo
francesas. Era preciso pues determinar con claridad el verdadero carácter de la enseñanza
secundaria.
Faltaron iniciativas tanto del Poder Ejecutivo como de legisladores, preocupados por corregir las
fallas del enfoque general y de los planes de estudio, pero se redujeron a la constitución de
comisiones, presentación de informes y estudios de sistemas educativos extranjeros, sin proponer
una verdadera reforma de la enseñanza.
Desde la reforma de 1916 (Reforma Saavedra Lamas), que tuvo un año de vigencia, sólo hubo
modificaciones parciales e intentos de cambio de estructura que no llegaron a concretarse
Al comienzo del período había en el país tres universidades nacionales: Córdoba, Buenos Aires y La
Plata y dos provinciales: Santa Fe y Tucumán. La Ley Avellaneda regulaba el funcionamiento de las
de Córdoba y Buenos Aires. Una Ley-Convenio regulaba el funcionamiento de la Universidad de La
Plata, ampliando, en detalles, los términos de la Ley Avellaneda. La Universidad de Santa Fe se
regía por estatutos aprobados en 1914, por el gobierno de aquella provincia y el de la Nación. La
Universidad de Tucumán tenía sus estatutos aprobados por el Poder Ejecutivo, en carácter de
Ordenanza Preliminar. No existía un verdadero sistema universitario nacional, y la Ley Avellaneda
resultaba insuficiente para permitir el desarrollo de las universidades.
La participación estudiantil y la docencia libre fueron principios claves sobre los que se afirmó la
nueva concepción de la universidad. La docencia libre era una nueva categoría de profesores, que
podían dictar sus clases sin ser titulares en la materia e integrar mesas examinadoras, pero sin
recibir pago por parte de la universidad. Los estudiantes podrían elegir entre estos profesores
libres y los titulares. Como punto fundamental, también se afirmo la autonomía universitaria,
condición indispensable para integrar la universidad y consolidar el carácter democrático de su
gobierno
La universidad debía cumplir además de una función social destinada a elevar el nivel cultural de
quienes por diversos motivos no podían acceder a estudios superiores, era necesario llevar a cabo
programas de extensión universitaria a fin de que la universidad no fuera solo para grupos
privilegiados sino que estuviera al alcance del pueblo.
En cuanto movimiento estudiantil, la Reforma Universitaria contó con un instrumento clave para
realizar sus postulados: la Federación Universitaria Argentina, punto de unión y convergencia de
las nuevas ideas.
El acontecimiento más importante, como antecedente del movimiento estudiantil de Córdoba del
año 1918, fue la fundación de la Federación Universitaria Argentina, en abril del mismo año. Se
constituyó como la entidad central que nucleaba las federaciones estudiantiles de las diversas
universidades y la historia de la Reforma. Este consideraba al estudiante como "titular de
derechos.
La Ley Universitaria cuyo proyecto se presentó en 1918 sólo propuso pautas respecto a la
organización institucional y a las relaciones entre universidad y gobierno, Sólo fueron temas de
legislación universitaria la designación de autoridades, la composición de los consejos directivos
de las Facultades, del Consejo Superior y de la Asamblea Universitaria; el modo y el tiempo de
elección de los profesores y la docencia libre.
Las cuestiones universitarias fueron marginadas por el intento de incorporar a los claustros una
determinada política social. No se logró una universidad libre, sino el retorno a la universidad
liberal, tan fuera de época como la universidad colonial.
Juan B. Alberdi publicó su famoso Bases y puntos de partida para la organización política de la
República Argentina. En este trabajo presenta una propuesta de Constitución Nacional a partir de
un estudio de otras constituciones y de la "realidad argentina", así como una propuesta de un
modelo de país, y, dentro del mismo, un modelo educativo. Alberdi consideraba que la solución a
los problemas nacionales pasaba por la modernización económica y la generación de riquezas que
le permitiera a la nueva Nación insertarse en el mercado mundial capitalista. A partir de esto,
propone un modelo de desarollo por el cual finalmente la Argentina se convertiría en un país
productor de materias primas. Pero para que este desarrollo pudiera darse era necesario
establecer un gobierno fuerte y estable. En función de esto, Alberdi categoriza a la población
argentina en tres grandes grupos gracias a diferentes interpelaciones:
a)Los sectores indígenas, compuesto por los aborìgenes que aún habitaban el territorio quienes no
tienen derechos sobre la tierra que ocupan. No existe forma de integración posible; la única
soluciòn es su eliminación material.
b)Los sectores populares, los “habitantes”, integrados por la ya existente y futura fuerza de
trabajo, en especial los gauchos, los proletarios urbanos y los inmigrantes. Para éstos era
necesario establecer los derechos civiles en términos del derecho burgués, comprendiéndolos en
tanto posibilidades dependientes de la voluntad y capacidad personal.
c)Los sectores aristocráticos, los “ciudadanos”, conformados por los poseedores de los medios de
producción, en especial los terratenientes vinculados al comercio internacional. Estos eran los
grupos destinados a guiar al país, y por lo tanto quienes debían monopolizar los derechos políticos.
Coherente con esto, Alberdi presenta una fuerte división entre la educación del pueblo (lo que
entendería como "educación popular") y la educación de las élites (lo que él comprende como
"Instrucción"). La primera debía limitarse al aprendizaje de costumbres y hábitos de trabajo, y no a
contenidos académicos. La instrucción es comprendida como un "derecho civil", cuyo ejercicio
queda a cargo de los sujetos, y no un "derecho político", lo que la constituiría en obligación y
necesidad del Estado. Alberdi plantea entonces la dicotomia entre educacion popular y educacion
de élite a partir de la negación del Estado educador y de la diferenciación de saberes.
Pero otras propuestas son identificables en esa época. Podemos situar como uno de los primeros
hechos que finalizarán con la construcción del Sistema de Instrucción Pública a la publicación en
1849 de De La Educación Popular de D. F. Sarmiento en Santiago de Chile. En el mismo, Sarmiento
presenta su modelo ideal de educación, inspirado en las reflexiones generadas por la gran
cantidad de viajes que había realizado (sobre todo a EEUU y Francia) y que luego intentará llevar a
cabo, con mayor o menor éxito, en la Argentina. El modelo societal que Sarmiento deseaba para la
Argentina era el del capitalismo de libre concurrencia con pequeños propietarios. Sarmiento había
visto con gran entusiasmo funcionar a este modelo en EEUU, y su obra puede ser entendida como
un intento de adaptar dicho modelo a nuestro país.
Sarmiento parte de establecer un par de categorías dicótomicas e irreconciliables: "Civilización y
Barbarie" que ordenan su imaginario. Para Sarmiento, el primer término implica el desprecio de lo
americano y el ensalzamiento de lo europeo, pero también se refiere a la democracia, la
alfabetización, el antidogmatismo y el minifundio. La barbarie simbolizaba lo americano y lo
autóctono, así como el analfabetismo, el dogmatismo, el autoritarismo y el latifundio. De esta
forma, cada término articula elementos que hoy pueden considerarse disìmiles, y que permitieron
la generación de nuevas articulaciones posteriores como reelaboraciones de la propuesta
sarmientina. En función de esto, Sarmiento, al igual que Alberdi, interpela a la sociedad argentina
en tres grandes grupos diferenciados:
a) Los sectores "americanos", conformados por los aborîgenes no integrados. Estos sujetos no
lograban siquiera formar parte de la categoría de barbarie, y por lo tanto, estaban biológica y
esencialmente determinados a ser un estorbo para el desarrollo. No había ninguna forma de
redimirlos. La única solución era entonces el exterminio3.
b) Los grupos bárbaros, que estaban integrados por los sectores rurales, los gauchos, los "indios
amigos" (FISCHMAN y HERNANDEZ, 1989),los sectores urbanos "pobres e incultos" y los
inmigrantes internos. Estos sectores eran posibles de ser redimidos por la Civilización, y de esta
forma convertirse en participantes del progreso propuesto.
c) Los grupos civilizados, que estaban integrados por los sectores urbanos "cultos y de buena
posición" (en especial de Buenos Aires), y los inmigrantes del norte de Europa o EEUU. Estos
sujetos tenían la misión de civilizar a los sectores bárbaros, tanto por instancias intencionales
como por medio de la socialización al estilo propuesto por Alberdi.
Sobre las ideas de Sarmiento, y por medio de las leyes provinciales y nacionales, fue establecido
hacia 1880 el sistema educativo oficialéste tuvo en sus orígenes como finalidades principales
disciplinar e integrar consensualmente a lo sectores populares y funcionar como una instancia de
legitimación y formación política para las élites gobernantes. Para tal fin, produce una fusión entre
los conceptos de Educación Popular y de Instrucción Pública. Elpotencial democrático de este
modelo radica en que, al menos a nivel retórico, todos los sujetos posibles de ser "civilizados"
debían concurrir a la escuela en, siempre desde la proclama, igualdad de condiciones. Esta política
explica la rápida difusión de la escuela así como la acelerada elevación de la tasa de alfabetización
a partir de dicho momento. De esta forma, Instrucción Pública, como sinónimo de Educación
Popular, se refiere al sistema educativo oficial en todos sus sentidos (agentes educadores,
contenidos, dispositivos de control, de punición, de dirección, de acreditación y validación, etc), y
está dirigida a los ciudadanos, esto es, a sujetos destinados a actuar en cierto marco político y
jurídico determinado, a cumplir obligaciones y gozar de derechos, a partir de una selección
curricular de conocimientos a impartir. Para Sarmiento, “civilizar al bárbaro” y “educar al
soberano” constituían el mismo proceso social, por lo que el triunfo de los procesos
democratizadores tenía como contracara la erradicación de los sujetos sociales previos. El sistema
educativo construyó a su sujeto pedagógico a la "población", compuesta sólo cuantitativamente
por la totalidad de los sujetos -los “individuos”- y no cualitativamente -e.g. los gauchos. Este
mandato, con sus inescindibles aristas democratizadoras y discriminadoras, se ubicó en la base del
sistema triunfante. De esta forma, la Instrucción Pública se asimila a la Educación Popular por
medio de la modificación de los sujetos pedagógicos. Al hacer desaparecer la categoría "pueblo" y
convertirla en "población" se establecen los límites al modelo y se excluyen otros elementos por
medio de la homologización de los conceptos.
La educación superior se inicio en el actual territorio argentino en 1613. El obispo Fray Hernando
de Trejo y Sanabria efectúa una donación destinada a sustentar con sus rentas cátedras de latín,
artes y teología que funcionaba en Córdoba desde el año 1607. El establecimiento fue autorizado a
conferir grados universitarios por el papa Gregorio XV y elevado a la categoría de Universidad por
el rey de España Felipe III en el año 16122.
Estas organizaban dos facultades: la de artes con cinco años de estudio y la de teología con seis. En
la primera se estudiaba filosofía divididas en lógica, física y metafísica. En la segunda moral y
teologia, catedra de escritura sagradas. Se constituía un requisito indispensable para ingresar a las
facultades el haber cursado dos años de latín.
En 1767 el rey Carlos III estructuro la universidad de córdoba sobre el modelo de la Salamanca y
era fundamentalmente teológica y escolástica, aunque a partir del siglo XVIII comenzaron a
circular las ideas de Descartes, Newton y Gassendi. Al finalizar dicha centuria se produjeron
algunos episodios que modificaron el currículo de las nuevas corrientes filosóficas, científicas e
iluministas.
La expulsión de los jesuitas del territorio argentino constituyo la primera purga docente de nuestra
historia y provoco un notorio desmejoramiento donde la calidad de la educación superior. A estos
cambios se le sumaron el centralismo borbónico que restringió los privilegios universitarios. En
1783 el virrey juan José de vertiz arguyendo la necesidad de una modernización se les permitió a
las facultades dictar las constituciones de la universidad de córdoba y de designar a su rector
quitándoles el claustro.
Ley 1597 (ley avellaneda): la ley avellaneda propiciaba un régimen de mayor autonomía que
choco con el criterio estatista del poder ejecutivo, expuesto en el recinto por el ministro de justica
culto e instrucción publica Eduardo Wilde.
La ley avellaneda residen la amplitud de atribuciones conferidas a las facultades, modalidad que
ha perdurado hasta el presente y que permite considerar a la universidad de bs as. La ley acuerda
a las universidades la capacidad de dictar su status, estos deberían subordinarse a las reglas de la
ley y serán sometidas a la aprobación del poder ejecutivo. En el lapso de vigencia de la ley
avellaneda fueron creadas las universidades nacionales de la plata, del Tucumán, cuyo y litoral de
santa fe.
Argentina de fin de siglo. Procesos y Desafíos Daniel Filmus
Crisis del Estado benefactor y recuperación de lo político como función principal de la educación
Tres tipos de gobiernos diferentes administraron la crisis del Estado benefactor en la Argentina.
El gobierno peronista (1973‐76), el gobierno militar (1976‐83) y el gobierno radical (1983‐89).
Aun aplicando políticas diferentes, comienzan a generar las condiciones para el posterior
surgimiento de un nuevo tipo de Estado: el Estado post‐social. A nivel mundial, durante este
periodo se inició un proceso de marcado pesimismo respecto del aporte de la educación a la
economía. Este pesimismo estuvo sustentado tanto en la crisis económica mundial, como en la
vigencia de teorías que enfatizaron únicamente el papel de la educación en torno a la
reproducción de las desigualdades socio‐económicas.
Aunque con signos opuestos entre sí, el conjunto de los gobiernos que condujeron el Estado en
este período priorizó la función política de la educación en detrimento de su papel económico.
Si se pudiera resumir el papel central que la educación desempeñó en cada uno de los gobiernos
citados, aun a riesgo de caer en una excesiva simplificación, es posible presentar el siguiente
esquema: 1974: Educación para la liberación 1983: Educación para el orden 1983‐1989:
Educación para la democracia
a) Educar para la liberación: La particularidad del primer período radica en que se desvalorizó el
papel de la educación en torno a la economía cuando aún no había declinado el crecimiento. Ello
fue coherente con la perspectiva de la amplia alianza de sectores sociales nacionales que
apoyaron al peronismo en su retorno al poder. En esta etapa la educación fue concebida como
un mecanismo eficaz para la redistribución de los bienes económicos y las oportunidades
sociales y como instrumento de "concientización" respecto del Proyecto Nacional. El papel de la
educación como derecho social recuperó la centralidad, reemplazando la concepción
desarrollista de la formación de recursos humanos. La función política de la educación estuvo
reforzada en su papel ideológico, explícitamente enunciado en los documentos oficiales: "Nuestra
Revolución asume una política educacional que delimita como principal objetivo la
liberación nacional, lo cual implica la nacionalización de la educación, que se define
prioritariamente por la construcción e integración a la dinámica social de los auténticos valores de
la comunidad nacional"
b) Educar para el orden: Existe consenso en que la intervención militar de 1976 se apartó de
la tradición restauradora de los golpes de Estado que en la Argentina se sucedieron a partir de
1930. La educación jugó un papel político trascendente en este período: aportar a garantizar el
orden social necesario para poder realizar las transformaciones planteadas. Esta modalidad se
implementó sobre los dos órdenes que conforman la cultura escolar: el orden instrumental y
el orden expresivo. El orden expresivo, por su parte, se refiere a la transmisión de valores y se
encuentra más vinculado a las formas de disciplina que se definen en la organización de la
escuela, en la relación de las instituciones con el exterior y en los ritos que rigen su
comportamiento cotidiano.
Las principales políticas desarrolladas en función del orden expresivo en este período fueron:
a) la clausura de los mecanismos de participación social en la orientación y conducción del sistema
de enseñanza, b) el disciplinamiento autoritario de todos los agentes comprometidos en la
actividad educativa y c) la transferencia de la lógica burocrática (en el sentido weberiano) al
ámbito escolar. En cuanto al orden instrumental, las estrategias estuvieron centradas, en a) la
exclusión de los docentes y contenidos curriculares que no brindaban garantía ideológica, b)
el vaciamiento de los contenidos socialmente significativos y de los modos procesuales de
construcción del conocimiento imprescindibles para una participación social plena, y c) la
distribución, a través del currículum oculto, de pautas de socialización individualistas y
falsamente meritocráticas. La combinación de las estrategias hacia ambos órdenes permitió
vaciar la escuela de contenidos sustantivos para reemplazarlos por formas que tendían a
socializar niños y jóvenes de manera autoritaria, jerarquizada y discriminatoria. En otras
palabras, el rol político de la educación en este período estuvo centrado en la concepción
de que el orden y la disciplina debían convertirse en funciones mucho más importantes que el
proceso de enseñanza‐aprendizaje.
Un nuevo tipo de Estado comienza a ocupar el centro de la escena. En este escenario habrá que
redefinir cuál es la función que debe desempeñar la educación.
Desde la perspectiva de Pereira, los procesos de reforma estatal de los noventa comprendieron
custro problemas interrelacionados de orden político, administrativo y económico:
Para el caso de nuestro país identificar tres etapas en el proceso de reforma del estado que se
remonta desde los setenta hasta el fin de los noventa.