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Audy Forigua Detencioìn Preventiva

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CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


SECCION TERCERA

Bogotá D.C. cuatro (4) de diciembre de dos mil seis (2006).

Consejero Ponente: Mauricio Fajardo Gómez


Proceso: 25000-23-26-000-1994-09817-01
Expediente: 13.168.
Demandante: Audy Hernando Forigua Panche y otros.
Demandado: Nación-Ministerio de Justicia

Procede la Sala a decidir el recurso de apelación interpuesto por la


parte actora contra la sentencia del 10 de octubre de 1996, proferida por la
Sección Tercera del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, mediante la
cual decidió:

“Primero: Deniéganse las pretensiones procesales.

Segundo: Sin condena en costas.”

I. ANTECEDENTES:

1. La demanda:

Los señores Audy Hernando Forigua Panche, en su propio nombre y


en representación de su menor hija Diana Marcela Forigua Góngora, David
Forigua Farfán, Ana Delina Panche de Forigua y Marta Mireya Garzón
Duarte, en ejercicio de la acción de reparación directa, el 2 de mayo de
1994, presentaron ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca
demanda contra La Nación – Ministerio de Justicia y del Derecho y contra el
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

Consejo Superior de la Judicatura, para que fueran declarados responsables


de los perjuicios materiales y morales causados por la detención preventiva
de que fuera objeto el primero de los nombrados por espacio de dos (2)
años, sindicado de los delitos de falsedad ideológica y estafa, proceso en el
que finalmente fue absuelto mediante sentencia (fls. 5 a 12 c. ppal.).

2. Los hechos:

El fundamento fáctico expuesto en la demanda fue el siguiente:

2.1. El señor Audy Hernando Forigua Panche ingresó a laborar como


civil en la Policía Nacional el 19 de noviembre de 1979. El 31 de octubre de
1989 el Juzgado 54 de Instrucción Penal Militar de la Policía Nacional
decretó su detención preventiva, sindicándolo de los punibles de falsedad
ideológica y estafa, circunstancia por la cual fue separado del servicio, a
partir del 3 de enero de 1990.

2.2. El Juzgado 33 Penal del Circuito de Bogotá, mediante sentencia


del 2 de octubre de 1991 en primera instancia y posteriormente la Sala
Penal del Tribunal Superior de Bogotá en segunda, en providencia
confirmatoria del 2 de marzo de 1992, absolvieron al demandante, decisión
ésta última que quedó ejecutoriada el 12 de mayo del mismo año.

2.3. El señor Audy Forigua Panche estuvo privado de la libertad en


forma preventiva por un lapso aproximado de dos (2) años, hecho que le
generó a los demandantes perjuicios de orden material y moral, por cuanto
dicha medida les implicó:

El retiro de la institución policial.


El pago de honorarios a dos profesionales del Derecho.
No poder continuar con sus estudios.
Sufrimiento y dolor por la privación de la libertad (fl. 6, c. ppal.).
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

3. Actuación de la parte demandada:

No obstante haberse notificado de la demanda el 10 de octubre de


1994, La Nación - Ministerio de Justicia y del Derecho no dio contestación a
la misma (fl. 19 cdno. ppal.).

4. Alegatos de conclusión en la primera instancia:

En esta etapa procesal intervinieron tanto la parte demandada como


la demandante, quienes lo hicieron en los términos que se resumen a
continuación:

4.1. La Nación – Ministerio de Justicia: En el escrito que obra a


folios 91 y 92 del cuaderno principal del expediente, solicitó denegar las
pretensiones de la demanda, porque de conformidad con la jurisprudencia
de esta Corporación sobre el tema de la responsabilidad del Estado por el
hecho de la privación de la libertad, ésta no resulta comprometida cuando en
el curso de la investigación de un delito existen indicios serios contra la
persona sindicada, porque en tales eventos la detención es una carga que
todas las personas deben soportar por igual.

Sin embargo, no hizo ninguna aplicación de los antecedentes


jurisprudenciales citados al caso objeto de juzgamiento.

4.2. La parte demandante: Partiendo de la premisa de acuerdo con


la cual la detención preventiva del señor Audy Hernando Forigua Panche fue
injusta, reiteró las súplicas de la demanda (fls. 98 a 101 cdno. ppal.).

Para ello, de una parte, invocó la aplicación de los artículos 414 del
Código de Procedimiento Penal vigente para la época de los hechos y 90 de
la Constitución Política, dado que el hecho punible imputado a Audy
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

Hernando Forigua Panche no fue cometido por éste, al punto que fue
absuelto por la justicia penal; de igual manera, afirmó que la prueba allegada
al proceso acredita los daños materiales y morales cuya indemnización se
pretende con el ejercicio de la acción.

5. La sentencia de primera instancia.

En la sentencia impugnada (fls. 106 a 122, c. ppal.), en forma


preliminar el Tribunal de instancia señaló que el régimen de responsabilidad
aplicable en los eventos de detención injusta por aplicación del artículo 414
del Código de Procedimiento Penal, es el de la falla del servicio.

En ese sentido, el a quo hizo especial referencia a los artículos 388 y


414 del Código de Procedimiento Penal hoy derogado, pero vigente al
momento de los hechos, disposiciones que, en su orden, se referían a los
requisitos sustanciales para dictar medida de aseguramiento “cuando contra
el sindicado resultare por lo menos un indicio grave de responsabilidad, con
base en las pruebas legalmente producidas en el proceso”, de un lado y a la
indemnización por privación injusta de la libertad, de otro.

Consideró el a quo que la detención decretada en contra de Audy


Hernando Forigua Panche se fundó en la existencia de indicios graves en su
contra, indicios que si bien posteriormente fueron desvirtuados dentro del
proceso penal, en su momento sustentaron que dicha privación de la libertad
no tuviera carácter injusto habida cuenta que no se configuraba ninguna de
las hipótesis previstas en el artículo 414 del entonces vigente Código de
Procedimiento Penal.

Al respecto, sostuvo que la absolución definitiva se fundamentó en la


duda y no en los supuestos de hecho establecidos en la norma procesal
penal antes citada, por cuanto en las sentencias de primera y segunda
instancia no se concluyó que el hecho no existió, o que el sindicado no lo
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

cometió o que la conducta no era constitutiva de hecho punible, sino que el


fundamento del fallo absolutorio lo constituyó la duda insalvable que debió
decidirse a favor del acusado, razón ésta por la cual el Tribunal denegó las
súplicas de la demanda.

6. La impugnación.

La parte actora interpuso y sustentó el recurso de apelación contra la


anterior decisión (fls. 123, 132 y 133 c. ppal.), por considerarla inflexible y
contraria a los artículos 90 de la Carta Política y 414 del Código de
Procedimiento Penal. Luego de transcribir, en lo pertinente, un aparte de la
sentencia del 14 de septiembre de 1994 expediente 9391 proferida por
esta Sala, concluyó:

“Con fundamento en todo lo reseñado, sostenemos que el hecho dañoso y


la responsabilidad directa es inequívocamente imputable al Estado en
cabeza de uno de sus órganos en ejercicio de la administración de
justicia, y se desprende la obligación constitucional (art. 90) y legal (C.
de P.P., art 414) que nace para éste de reparar los perjuicios causados a
mi representado, porque su misión primordial es la de restablecer el
equilibrio que debe reinar en la sociedad en los casos en que haya sido
vulnerado por el mismo Estado, porque la privación injusta de la
libertad impuesta a mi representado no fue causada por dolo o culpa a él
imputable, sino por unas pruebas que sólo producen sospechas, pero no
responsabilidad penal, por lo que nace obligación de indemnizar, por
justicia distributiva, que lleva a compensarlo económicamente” (fl. 133
cdno. ppal.).

7. Alegatos de conclusión.

7.1. La parte actora (fls. 140 y 141 cdno. ppal.), al solicitar la


revocatoria del fallo impugnado y en su lugar acceder a las pretensiones de
la demanda, reiteró los argumentos expuestos en el escrito de sustentación
del recurso de apelación.
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

7.2. La Nación – Ministerio de Justicia (fls. 142 a 145 cdno. ppal.),


pidió la confirmación de la sentencia apelada, por considerar que la privación
de la libertad del señor Forigua no puede calificarse de injusta a la luz del
artículo 414 del Código de Procedimiento Penal, pues el motivo de su
absolución fue la duda y no causal alguna de las previstas en esa
disposición de carácter procesal.

7.3. El Ministerio Público se abstuvo de intervenir en esta etapa


procesal.

II. CONSIDERACIONES

1.- El caso objeto de análisis:

En el presente asunto, los actores solicitaron la indemnización de los


perjuicios que, a su juicio, les fueron ocasionados por la privación injusta de
la libertad del señor Audy Hernando Forigua Panche:

“(…) La Nación – Ministerio de Justicia y del Derecho – Consejo


Superior de la Judicatura, en ejercicio de la administración de justicia,
incurrió en responsabilidad por daño especial y por rompimiento del
principio de igualdad frente a las cargas públicas, cuando al actuar
jurisdiccionalmente causó y ocasionó daños a miembros de la comunidad, de
orden material y moral, al consagrarse constitucionalmente el predominio
del postulado de la igualdad frente a la ley, que desarrolla el principio de
igualdad frente a las cargas públicas.” (fol. 9 c. ppal.).

Al señor Audy Hernando Forigua Panche se le imputó la supuesta


comisión de los delitos de falsedad ideológica y estafa, como consecuencia
de los hechos acaecidos entre los meses de agosto, septiembre y octubre de
1989, en virtud de los cuales se descubrió, en el departamento de sistemas
de la Dirección General de la Policía Nacional, la desclasificación y
adulteración del archivo maestro de personal, habiéndose obtenido la
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

producción de cheques, por concepto de sueldos, a favor de agentes que se


encontraban fuera de nómina.

Esa medida de detención preventiva finalizó como consecuencia de la


absolución que, en sentencia definitiva, se decretó a favor de Audy
Hernando Forigua Panche. Conviene, en este punto de la argumentación,
hacer referencia a cuáles fueron los fundamentos tenidos en consideración
por el juez penal para proferir dicho pronunciamiento exonerador de
responsabilidad respecto del señor Forigua Panche.

Es menester advertir previamente que, mediante auto de fecha 17 de


julio de 2003, este Despacho dispuso que se remitiera al presente
encuadernamiento copia íntegra y auténtica del proceso penal que motivó la
detención preventiva ordenada en contra del señor Audy Forigua Panche,
para lo cual se ofició tanto al Juzgado 33 Penal del Circuito de Bogotá, como
a la Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de la
misma ciudad (fls. 158 a 160, cdno. ppal.). Sin embargo, toda vez que el
expediente respectivo no fue encontrado en el Archivo de la Rama Judicial
constancia a fl. 179, c. ppal., devino imposible disponer de dicho
elemento de prueba en el plenario, razón por la cual las referencias que a
continuación se efectúan a diversas piezas que en su momento obraron en
el procedimiento penal en comento, se haga acudiendo a lo expuesto por las
sentencias proferidas, en primera instancia, por el Juzgado 33 Penal del
Circuito de Bogotá fls. 8 a 53, cdno. de pruebas y, en segunda, por el
Tribunal Superior de Distrito Judicial de la misma ciudad fls. 54 a 69 de
idéntico cuaderno.

En efecto, en la sentencia proferida por el Juzgado Treinta y Tres


Penal del Circuito de Bogotá, se hace referencia a los siguientes elementos
de prueba que podían comprometer la responsabilidad del señor Forigua
Panche:
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

a. La denuncia, ampliación y ratificación de la misma, efectuada por el


Mayor Eliécer Larrota, mediante la cual, además de poner en conocimiento y
describir, con soportes documentales, los hechos objeto de investigación,
manifiesta que

“(...) AUDY FORIGUA fue quien hizo el arreglo del programa y que
de ello tenía conocimiento CARLOS LÓPEZ encargado del control de
calidad”.

En relación con este elemento de prueba, el propio auto del Juzgado


Treinta y Tres sostiene lo siguiente:

“Las versiones rendidas por el Mayor LARROTA, merecen para el


Despacho plena credibilidad, pues como se verá a lo largo de esta
providencia, sus atestaciones encuentran respaldo probatorio en la gran
cantidad de pruebas aportadas...” (fls. 18-20, c. pruebas).

b. También refiere la sentencia dictada por el Juzgado Treinta y Tres


que

“EDGAR OVIDIO CARO PAEZ al folio 98 del primer cuaderno hace


saber que es revisor contable de sistemas y que para los meses de septiembre
u octubre se encontró una inconsistencia por desclasificación dentro del
archivo de personal, razón por la cual en compañía de ALVARO
TIBAQUIRÁ fueron en busca del archivo de personal y allí se detectaron
nueve personas más vinculadas (...) Manifiesta que la adición y modificación
del archivo de personal la hizo AUDY FORIGUA por ser el encargado de
conocer los programas de nómina”(fls. 28-29, c. pruebas).

Sin embargo, el Juzgado Treinta y Tres Penal del Circuito de Bogotá,


valorando otros elementos de prueba recaudados a lo largo del proceso,
concluyó, en relación con el aquí demandante, lo siguiente:

“Al respecto debe predicarse que son varios los aspectos que
conducen al Despacho a no tener la certeza de ser el acusado FORIGUA el
autor del ilícito mencionado...
(...)
Como se puede observar, no se encuentra nada claro sobre la persona
que cometió el delito de Falsedad investigado, pues hasta ahora de las
pruebas traídas al proceso lo único que se desprende son dudas acerca del
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

verdadero autor del reato; autoría que bajo las anteriores circunstancias no
puede de manera alguna predicarse con certeza de AUDY HERNANDO
FORIGUA PANCHE, pues como queda visto por la versión del Mayor
LARROTA, su vinculación a esta investigación fue guiada únicamente por
sospechas que en el actual momento procesal han sido desvirtuadas, como
también lo han sido los indicios que pesaban en su contra y que en pretérita
oportunidad fueron calificados de graves y por ello se dictó en su contra
Resolución de Acusación” (fl. 42 cdno. 2 – negrillas se adicionan).

Por su parte, en la sentencia de segunda instancia, proferida por la


Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Bogotá,
D.C., se lee lo siguiente en relación con la responsabilidad del señor Forigua
Panche (fls. 61-62, c. pruebas):

“Primeramente se revisa la situación de AUDY HERNANDO


FORIGUA PANCHE, para afirmarse que si bien es cierto hay la prueba de la
adulteración de nóminas, creación de cheques y el natural cobro indebido de
las sumas que representaban, no puede afirmarse como lo hace la acusación,
teniendo presente que la sentencia exige la plena prueba, que este sindicado
hubiera participado en la realización de las alteraciones establecidas, pues
de conformidad con el dictamen pericial hay varias posibilidades de generar
el fraude conocido pero siempre por persona con elevados conocimientos de
sistemas de los cuales carecía FORIGUA. (..) En síntesis, ante las dudas que
emergían del informativo, se absuelve de los cargos”.

“El Juzgado de conocimiento le absolvió, al considerar que la versión


libre en donde admitía su responsabilidad (fl. 23-6, c. 1) era inexistente pues
la prueba no fue practicada por la autoridad competente y con las
formalidades del caso; además, porque se estimó que la prueba pericial
acerca de la manera como pudo realizarse la alteración de archivos
magnéticos no arrojaba resultados concretos y se calificaba allí como
inoperantes los pasos que este individuo decía había usado para alterar los
archivos. Así las cosas, la prueba se reducía a un indicio de presencia y,
conocida la laxitud de las medidas de seguridad en la División de Sistemas,
tal indicio bien podía aplicarse a cualquier otro miembro de la anotada
dependencia.

Aunque la Sala no considera acertadas las decisiones de eliminar el


valor de prueba de la versión (que lo es de indicio como lo precisó el auto
calificatorio de segundo grado, consultando las vigentes corrientes
jurisprudenciales) y se interpretó indebidamente el contenido del peritazgo
visible a partir del folio 235 del segundo cuaderno principal (allí se precisa
que se logró la alteración con la “creación del archivo con el comando
BUILD” y tampoco se califica de ineficaz la forma como FORIGUA refiere
tuvo lugar la falsificación, sólo que hay aspectos inconsistentes), la verdad es
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Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

que ante la ausencia de impugnación por sujeto procesal diferente a los


acusados, la final decisión de no atribuir responsabilidad penal se
mantendrá...” (negrillas y subrayas fuera del texto original, fls. 56- 62, c.
pruebas).

Como con claridad se desprende del recuento probatorio y


argumentativo que, respecto del proceso penal de marras, se viene de
realizar, la absolución con la cual se vio favorecido el señor Audy Hernando
Forigua Panche se derivó de la aplicación del beneficio de la duda, como
consecuencia de la insuficiencia de las pruebas recaudadas para sustentar
una condena en su contra. Y es que a pesar de existir elementos de prueba
que, al inicio del plenario, podían hacerle aparecer como responsable de la
comisión de los ilícitos que se le imputaban, una vez aquellos fueron
contrastados con otras probanzas, en la sentencia de primera instancia se
mostraron insuficientes en criterio del sentenciador penal para arrojar la
certeza sobre la autoría del hecho, indispensable para soportar un
pronunciamiento condenatorio. No se trata entonces, en el sub lite, de un
supuesto de privación de la libertad y posterior absolución motivada por la
ausencia absoluta de pruebas en contra del sindicado, sino de un evento en
el que la inconsistencia del material probatorio allegado al expediente para
alcanzar la certidumbre en punto a la autoría del reato, impuso la aplicación
del beneficio de la duda corolario de la garantía constitucional de la
presunción de inocencia en favor del procesado.

Tan es así que el Tribunal Superior de Bogotá, en el pronunciamiento


de segunda instancia, no alude a la inexistencia de pruebas en contra del
señor Forigua Panche como fundamento del fallo absolutorio, sino que,
incluso, se muestra en desacuerdo con la valoración probatoria efectuada
por el a quo al restarle eficacia incriminatoria a algunas de las piezas cuyo
análisis sirvió de base a la decisión. De hecho, aclara que se abstiene de
efectuar un pronunciamiento diverso del realizado por el Juzgado Treinta y
Tres Penal del Circuito en relación con la responsabilidad penal del señor
Forigua Panche, en consideración a que éste último no apeló la sentencia
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del a quo, circunstancia que impone la aplicación del principio de reformatio


in pejus.

En consecuencia, a juicio de la Sala, mal podría aducirse que la


medida cautelar de detención preventiva carecía de justificación, pues sin
pretender reelaborar, en esta sede, la valoración efectuada en su momento
por la jurisdicción penal para decretarla, el solo recuento de presupuestos
fácticos que hasta aquí se ha llevado a cabo da cuenta de que existían
elementos suficientes para considerar razonable el disponer la privación de
la libertad del señor Forugua Panche, con el lleno de los requisitos legales
exigidos por el artículo 388 del entonces vigente Código de Procedimiento
Penal. Cosa distinta es que, como resultado del debate probatorio y de la
valoración que del mismo se efectúa en la sentencia, a la luz de la
normatividad aplicable, se concluyera que no resultaba suficiente para
estructurar un fallo condenatorio.

2.- Lo que se debate.

Teniendo en cuenta el panorama que se ha dejado expuesto,


considera la Sala que para desatar el recurso de alzada impetrado contra la
decisión del Tribunal Administrativo de Cundinamarca en el presente caso,
resulta imperativo resolver los siguientes problemas jurídicos:

(i) ¿Puede deducirse responsabilidad del Estado por el hecho de los


daños ocasionados a un particular por una decisión mediante la cual se
ordena la medida cautelar de detención preventiva dentro de un proceso
penal, con el lleno de los requisitos legales, cuando posteriormente el
individuo en cuestión resulta absuelto en la sentencia?

(ii) ¿Tiene trascendencia, a efectos de precisar la respuesta al punto


anterior en el presente caso, la circunstancia de que la absolución haya
tenido lugar como consecuencia de la aplicación del beneficio de la duda en
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favor del procesado y no que haya sido el resultado de la ausencia total de


pruebas en su contra?

Antes de dar respuesta a los anteriores dos cuestionamientos, bien


vale la pena referir, muy brevemente, cuál ha sido el tratamiento que ha
dispensado esta Corporación a casos en los cuales se debate sobre la
responsabilidad del Estado frente a supuestos fácticos como los inherentes
al sub examine.

3.- Responsabilidad del Estado por la privación de la libertad


de las personas.

La Sala, en relación con la responsabilidad del Estado derivada de la


privación de la libertad de las personas, no ha sostenido un criterio uniforme.
En efecto, la interpretación y aplicación del artículo 414 de Código de
Procedimiento Penal Decreto ley 2700 de 1991, ya derogado pero aún
aplicable a casos ocurridos durante su vigencia—, se ha desarrollado en tres
distintas direcciones, como se sintetiza a continuación.

En una primera etapa, la Sala sostuvo que la responsabilidad del


Estado por la privación injusta de la libertad de las personas se
fundamentaba en el error judicial, que se produciría como consecuencia de
la violación del deber que tiene todo juez de proferir sus resoluciones
conforme a derecho, previa una valoración seria y razonable de las distintas
circunstancias del caso. Por manera que, para su deducción —se dijo—, es
irrelevante el estudio de la conducta del juez o magistrado, es decir que no
interesaba averiguar si aquél actuó o no con culpa o dolo. 1

Más tarde, en una segunda época, la carga procesal para el actor de


demostrar el carácter injusto de la detención para obtener indemnización de
perjuicios, consistente en probar la existencia de un error de la autoridad

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Consejo de Estado, Sección Tercera, Sentencia del 30 de junio de 1994,
expediente número 9734.
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jurisdiccional al ordenar la medida privativa de la libertad, fue reducida tan


sólo a los casos de detención diferentes a los contemplados en el artículo
414 del Código de Procedimiento Penal 2 porque, en relación con estos
últimos, se estimó que en los tres eventos allí señalados la ley calificó que se
estaba en presencia de una detención injusta y que, por lo tanto, surgía para
el Estado la obligación de reparar los perjuicios con ella causados.

Por último, se ha venido sosteniendo el carácter injusto de los tres


casos de detención que preveía el artículo 414 del Código de Procedimiento
Penal y que, por consiguiente, frente a la reclamación de perjuicios fundada
en alguno de los tres supuestos consignados en dicho precepto, resulta
indiferente establecer si en la providencia que ordenó la privación de la
libertad se incurrió o no en error judicial, por cuanto lo que compromete la
responsabilidad del Estado —se dijo— no es la antijuridicidad de la conducta
del agente del Estado, sino la antijuridicidad del daño sufrido por la víctima,
en tanto que ésta no tiene la obligación jurídica de soportarlo 3.  

La Sala, recientemente, al analizar los tres casos previstos en el


artículo 414 del Código de Procedimiento Penal como hechos generadores
de responsabilidad patrimonial del Estado, sostuvo:

“La Sala reitera lo manifestado en la sentencia proferida el día 27 de


septiembre de 2001 porque considera que en estos eventos la responsabilidad
del Estado existe cuando se ha causado un daño antijurídico por la privación
de la libertad de un sujeto que fue absuelto porque nada tuvo que ver con el
2
Consejo de Estado, Sección Tercera, Sentencia del 17 de noviembre de
1995, expediente número 8666.
3
Consejo de Estado, Sección Tercera, expediente número 13.606. En dicha
providencia, la Sala expresó: “En la segunda tesis jurisprudencial sobre la
responsabilidad del Estado causada en detención preventiva, ‘objetiva o amplia’,
se sujeta esta responsabilidad y en cuanto a la conducta imputada a que la persona
que ha sido privada de la libertad y que posteriormente ha sido liberada como
consecuencia de una decisión de autoridad competente, ésta haya sido
fundamentada en que el hecho no ocurrió, o no le es imputable o que no se
constituyó conducta punible, sin necesidad de valorar la conducta del juez o de la
autoridad que dispuso la detención”. (negrillas del original, resalta la Sala). Ver
recuento jurisprudencial sobre el tema en la decisión del Consejo de Estado,
Sección Tercera, Sentencia del 14 de marzo de 2002, expediente número 12.076.
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Actor: Audy Forigua Panche y otros
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delito investigado, sin que resulte relevante, generalmente, cualificar la


conducta o las providencias de las autoridades encargadas de administrar
justicia”4.

4.- De la responsabilidad del Estado por los daños derivados de


la detención preventiva ordenada con el lleno de los requisitos legales,
cuando posteriormente se exime de responsabilidad al sindicado.

No escapa a la Sala que unos son los requisitos que el orden jurídico
establece que deben constatarse para que la autoridad competente pueda
disponer, ajustándose a Derecho, la privación de la libertad de las personas,
y otras diversas son las exigencias cuya concurrencia se precisa para que
resulte jurídicamente procedente condenarlas mediante sentencia penal. De
hecho, puede ocurrir que en un caso concreto hayan estado dados los
requisitos para proferir una medida de aseguramiento que afecte la libertad
personal del sindicado, sin que finalmente en el mismo supuesto fáctico
se reúna la totalidad de presupuestos de una condena, situación que, a juicio
de la Sala, es la que ha tenido lugar en el sub lite.

Y es que de acuerdo con lo preceptuado por el antes citado artículo


388 del Código de Procedimiento Penal, podía imponerse la medida de
aseguramiento de detención preventiva cuando obrare, en contra del
sindicado, un indicio grave de responsabilidad. Era posible, entonces, que se
ordenare la detención preventiva de una persona, con pleno acatamiento de
las exigencias legales y, no obstante, concluirse con posterioridad, en el
curso del proceso y atendiendo a otros elementos de prueba, que se daba
alguna de las hipótesis previstas por el artículo 414 del mismo Código esto
es, que el hecho no existió, no era constitutivo de delito, o el acusado no lo
había cometido o, simplemente, que no pudo desvirtuarse con toda
certeza la presunción de inocencia que protege al ciudadano, razón por la
cual la duda debía resolverse en su favor y se imponía el fallo absolutorio.

4
Ibídem.
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Se estaría, en estos casos, ante la necesidad de diferenciar entre una


decisión legal la que ordena la detención preventiva pero que a la postre
se revela equivocada, pues si bien se trata de una situación en que la ley
autoriza, con el propósito de proteger a la colectividad y garantizar el
cumplimiento de una sentencia eventualmente condenatoria, la vulneración
del derecho fundamental a la libertad aunque no se encuentre demostrada la
responsabilidad del sindicado, cuando esta demostración termina por no
producirse y la decisión, por el contrario, es absolutoria, el yerro en que se
incurre salta a la vista1 y debe, entonces, pasar a analizarse si se ha
producido un daño antijurídico.

Esta Corporación ha sostenido que a los asociados corresponde


soportar la carga pública que implica participar, por voluntad de la autoridad,
en una investigación. Sin embargo, ahora la Sala considera oportuno
recoger expresiones en virtud de las cuales algunos sectores de la
comunidad jurídica han llegado a sostener, sin matiz alguno, que el verse
privado de la libertad ocasionalmente es una carga pública que los
ciudadanos deben soportar con estoicismo.

Definitivamente no puede ser así. Lo cierto es que cualquiera que sea


la escala de valores que individualmente se defienda, la libertad personal
ocupa un lugar de primer orden en una sociedad que se precie de ser justa y
democrática. Por consiguiente, mal puede afirmarse que experimentar la
pérdida de un ingrediente fundamental para la realización de todo proyecto
de vida, pueda considerarse como una carga pública normal, inherente al
hecho de vivir dentro de una comunidad jurídicamente organizada y a la
circunstancia de ser un sujeto solidario. Si se quiere ser coherente con el
postulado de acuerdo con el cual, en un Estado Social y Democrático de
Derecho la persona junto con todo lo que a ella es inherente ocupa un

1
HERNÁNDEZ ENRIQUEZ, Alier Eduardo, «Responsabilidad
extracontractual del Estado colombiano», en Revista “Derechos y Valores”, Vol. IV,
No. 8, diciembre de 2001, Universidad Militar Nueva Granada, Facultad de Derecho,
Bogotá, D.C., pp. 39-41.
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lugar central, es la razón de la existencia de aquél y a su servicio se hallan


todas las instituciones que se integran en el aparato estatal, carece de
asidero jurídico sostener que los individuos deban soportar toda suerte de
sacrificios, sin compensación alguna, por la única razón de que resultan
necesarios para posibilitar el adecuado ejercicio de sus funciones por las
autoridades públicas.

La afirmación contraria sólo es posible en el seno de una organización


estatal en la que la persona con todos sus atributos y calidades deviene
instrumento, sacrificable, reductible y prescindible, siempre que ello se
estime necesario en aras de lograr lo que conviene al Estado, es decir, en un
modelo de convivencia en el que la prevalencia de un desde esta
perspectiva, mal entendido interés general, puede justificar el
desproporcionado sacrificio del interés particular incluida la esfera de
derechos fundamentales del individuo sin ningún tipo de compensación.

Y es que si bien es cierto que en el ordenamiento jurídico colombiano


la prevalencia del interés general constituye uno de los principios fundantes
del Estado a voces del artículo 1º in fine de la Constitución Política, no lo
es menos que el artículo 2º de la propia Carta eleva a la categoría de fin
esencial de la organización estatal la protección de todas las personas
residentes en Colombia en sus derechos y libertades. Ello implica que la
procura o la materialización del interés general, no puede llevarse a cabo
avasallando inopinada e irrestrictamente las libertades individuales, pues en
la medida en que la salvaguarda de éstas forma parte, igualmente, del
contenido teleológico esencial con el que la Norma Fundamental programa y
limita la actividad de los distintos órganos del Estado, esa protección de los
derechos y libertades también acaba por convertirse en parte del interés
general.

De este modo, la tensión entre Estado e Individuo, históricamente


siempre presente desde la institucionalización misma del poder que supuso
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

el advenimiento y consolidación del Estado de Derecho a partir de los


primeros lustros del siglo XIX, paulatinamente fue configurando al aparato
estatal, precisamente, respecto de las libertades y los derechos, como «algo
más que un instrumento necesario de tutela: es la condición necesaria para
que los derechos nazcan y sean alumbrados como auténticas situaciones
jurídicas subjetivas de los ciudadanos» 2. De ahí que los derechos
fundamentales se configurasen como límites al poder 3 y que, actualmente,
se sostenga sin dubitación que el papel principal del Estado frente a los
coasociados se contrae al reconocimiento de los derechos y libertades que
les son inherentes y a ofrecer la protección requerida para su preservación y
respeto4. No en vano ya desde la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano, adoptada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa
el 26 de agosto de 17985, en su artículo 2º, con toda rotundidad, se dejó
consignado:

«Artículo 2. El fin de toda asociación política es la conservación de


los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos derechos son la
libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión».

Entre las consideraciones acerca de la naturaleza del daño


antijurídico se ha sostenido que, en cada caso, ha de corresponder al juez
determinar si el daño va más allá de lo que, normalmente y sin
compensación alguna, debe soportar una persona por el hecho de vivir en
una comunidad jurídicamente organizada y comportarse como un sujeto
solidario. En ese orden de ideas, no pocas veces se ha concluido que
2
Las cursivas en el texto original. Cfr. FIORAVANTI, Maurizio, Los derechos
fundamentales. Apuntes de historia de las Constituciones, traducción de Manuel
Martínez Neira, Editorial Trotta- Universidad Carlos III de Madrid, Madrid, 1996, p.
46.
3
Sobre el punto, veáse DE ASIS ROIG, Agustín, Las paradojas de los
derechos fundamentales como límites al poder, Debate, Madrid, 1992;
RODRÍGUEZ-TOUBES MUÑIZ, Joaquín, La razón de los derechos, Tecnos,
Madrid, 1995.
4
SANTOFIMIO GAMBOA, Jaime Orlando, Tratado de Derecho
Administrativo, Tomo I, Introducción, Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
D.C., 2003, p. 375.
5
Se toma la cita de la transcripción que del texto de la Declaración efectúa
FIORAVANTI, Maurizio, Los derechos fundamentales..., cit., p. 139.
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

constituye daño antijurídico aquel que se experimenta en el ámbito


puramente material, por vía de ejemplo, cuando se devalúa un bien inmueble
por la proximidad de un puente vehicular que ha sido construido y puesto en
funcionamiento para el bienestar de toda la colectividad.

No se entiende entonces con apoyo en qué tipo de argumento no


habría de ser catalogado como igualmente antijurídico el daño que sufre
quien se ve privado de la libertad como en el presente caso durante
cerca de dos años y acaba siendo absuelto mediante sentencia judicial.
Ciertamente resulta difícil aceptar que, con el fin de satisfacer las
necesidades del sistema penal, deba una persona inocente soportar dos
años en prisión y que sea posible aducirle, válidamente, que lo ocurrido es
una cuestión “normal”, inherente al hecho de ser un buen ciudadano y que
su padecimiento no va más allá de lo que es habitualmente exigible a todo
individuo, como carga pública derivada del hecho de vivir en sociedad.
Admitirlo supondría asumir, con visos de normalidad, la abominación que
ello conlleva y dar por convalidado el yerro en el que ha incurrido el sistema
de Administración de Justicia del Estado.

Considera la Sala, de todas formas y como líneas atrás se ha


apuntado, que no es posible generalizar y que, en cada caso concreto,
corresponderá al juez determinar si la privación de la libertad fue más allá de
lo que razonablemente debe un ciudadano soportar para contribuir a la recta
Administración de Justicia. Lo que no se estima jurídicamente viable, sin
embargo, es trasladar al administrado el costo de todas las deficiencias o
incorrecciones en las que, en ocasiones, pueda incurrir el Estado en ejercicio
de su ius puniendi. En relación con la inconveniencia si no imposibilidad
de verter juicios generales y abstractos en relación con asuntos como el que
atrae la atención del presente proveído, ya había expresado esta
Corporación lo siguiente:
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

«Al respecto, debe reiterarse lo expresado en otras oportunidades, en


el sentido de que no cualquier perjuicio causado como consecuencia de una
providencia judicial tiene carácter indemnizable. Así, en cada caso concreto
deberá establecerse si el daño sufrido es de tal entidad que el afectado no
está en la obligación de soportarlo, y resulta, en consecuencia, antijurídico,
sea que tenga causa en una providencia errada o en una providencia
ajustada a la ley.

No puede considerarse, en principio, que el Estado deba responder


siempre que cause inconvenientes a los particulares, en desarrollo de su
función de administrar justicia; en efecto, la ley le permite a los fiscales y
jueces adoptar determinadas decisiones, en el curso de los respectivos
procesos, en aras de avanzar en el esclarecimiento de la verdad, y los
ciudadanos deben soportar algunas de las incomodidades que tales
decisiones les causen. Sin embargo, tampoco pueden hacerse afirmaciones
categóricas, para suponer que, en determinados casos, será siempre
inexistente el daño antijurídico, mucho menos cuando ha habido lugar a la
privación de la libertad de una persona, así sea por corto tiempo, dado que
se trata de la vulneración de un derecho fundamental, cuya injusticia, al
margen de la licitud o ilicitud de la decisión que le sirvió de fundamento,
puede hacerse evidente como consecuencia de una decisión definitiva de
carácter absolutorio6. He aquí la demostración de que la injusticia del
perjuicio no se deriva de la ilicitud de la conducta del agente del Estado» 7
(Subrayas y negrillas fuera del texto original).

El umbral de resistencia de los ciudadanos ha de ser mayor cuando


se trata de cargas públicas cuya asunción se hace necesaria para garantizar
la sostenibilidad de la existencia colectiva, pero deberá analizarse la
magnitud de tales cargas con un escrutinio más estricto y comprensivo
siempre desde la perspectiva de la víctima— allí en donde estén
involucrados aspectos que tocan en toda su plenitud la esfera de derechos
fundamentales del individuo, al punto de, incluso, poder llegar a hacer
inviable su proyecto personal de vida, circunstancia que se da, sin asomo de
duda, cuando se ha afectado de manera tan intensa como en el sub lite

6
Nota de la sentencia citada: Sobre la responsabilidad del Estado por la
privación injusta de la libertad, se pronunció esta Sala en sentencia del 18 de
septiembre de 1997, expediente 11.754, actor Jairo Hernán Martínez Nieves,
extendiéndola a casos en que la absolución se ha producido por razones distintas a
las previstas en el artículo 414 del Código de Procedimiento Penal, y concretamente
por aplicación del principio in dubio pro reo.
7
Sección Tercera, sentencia de 27 de septiembre de 2000, Radicación
11601, Consejero ponente: Alier Eduardo Hernández Enríquez, actor: Ana Ethel
Moncayo de Rojas y otros.
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
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una garantía tan cara a la naturaleza humana como lo es el sagrado derecho


a la libertad.

Después de la vida, el derecho a la libertad constituye fundamento y


presupuesto indispensable para que sea posible el ejercicio de los demás
derechos y garantías de los que es titular el individuo. No es gratuito que, en
el catálogo de derechos fundamentales contenido en el Capítulo 1 del Título
II de la Constitución Política, inmediatamente después de consagrar el
derecho a la vida artículos 11 y 12 se plasme el derecho a la libertad. La
garantía de la libertad es, a no dudarlo, el principal rasgo distintivo entre las
formas de Estado absolutistas, totalitarias y el Estado de Derecho. En
palabras del profesor Antonio Enrique Pérez Luño,

«...una vez superadas las formas estatales absolutistas y totalitarias,


en las que se da un status subiectionis en el que no existen libertades,
aparece un status libertatis en el que se reconoce un ámbito de autonomía,
una esfera de no agresión o injerencia del poder en la actividad de los
particulares»8.

Por tanto, la centralidad del principio-derecho a la libertad, en el seno


de todo Estado constitucional, democrático y de Derecho, lo constituye en
verdadero valor fundante de la organización política misma, con incidencia
tanto en la concepción de los demás derechos inherentes a la condición
humana, como en la configuración de la manera de ser y de proceder de las
autoridades públicas. El profesor Peces-Barba Martínez lo hace ver con
claridad:

«La libertad es el referente central para fundamentar los derechos y,


(...) tanto la igualdad como la seguridad y la solidaridad, tienen que
identificarse y definirse en relación con ella (...) esa libertad como forma de
convivencia social se diversifica en principios de organización y de
interpretación o producción normativa y en derechos fundamentales. Los
principios de organización expresan la influencia o son consecuencia de la
libertad en la estructura de poder del Estado y de la Administración, y los
derechos fundamentales en las atribuciones de éstos a sujetos de derechos
8
PEREZ LÚÑO, Antonio Enrique, Los derechos fundamentales, sexta
edición, Tecnos, Madrid, 1995, p. 174.
21

Expediente: 13.168
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(...), con el fin de que puedan realizar por sí mismos los comportamientos en
la vida social y en relación con el poder que les conduzcan a la moralidad. El
núcleo inicial de la libertad homogeiniza a los principios de organización en
cuanto a sus fines, aunque los diversifique en cuanto a los medios.
(...)
La libertad es el referente central, clave de bóveda del fundamento de
los derechos humanos, al que apoyan, completan y matizan los otros valores,
igualdad, seguridad jurídica y solidaridad. Esa importancia capital deriva de
su conexión con los fines últimos del hombre, expresados en la moralidad, y
con su posibilidad para ofrecer un ámbito de comunicación para el
intercambio de razones sobre los fines y objetivos»9 (subraya la Sala) .

Todo lo expuesto impone, ineludiblemente, la máxima cautela antes


de calificar cualquier limitación a la libertad, como una mera carga pública
que los individuos deben soportar por el hecho de vivir en comunidad.

5.- De la distinción entre los supuestos en que se absuelve al


imputado por inexistencia de pruebas y aquellos casos en que la
exoneración de responsabilidad penal se deriva de la aplicación, en su
favor, del beneficio de la duda.

La Sala observa que en el presente caso, lejos de haber recuperado


el sindicado su libertad porque no existiese elemento alguno demostrativo
que obrara en su contra, le benefició que la valoración del acervo probatorio
ofreciera serias dudas que debieron ser resueltas en su favor, como quiera
que no pudo ser desvirtuada la presunción de inocencia que le amparaba.
De manera tal que, en el sub judice, si bien no se ha configurado cabalmente
uno solo de los supuestos contenidos en el artículo 414 del C.P.P., entonces
vigente, ello obedeció precisamente al hecho de que la Administración de
Justicia ora no desplegó, ora no pudo llevar a buen término los esfuerzos
probatorios que pudieran haber conducido a demostrar, en relación con el
punible de cuya comisión se inculpaba al aquí demandante, que “el
sindicado no lo cometió”.

9
PECES-BARBA MARTÍNEZ, Gregorio, Curso de Derechos Fundamentales.
Teoría General, Universidad Carlos III de Madrid-Boletín Oficial del Estado, Madrid,
1995, pp. 217 y 226.
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
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No obstante, en pretérita ocasión la Sala ha procurado deslindar dos


situaciones de diversa índole que pueden tener lugar cuando se absuelve a
personas que han sido previamente sujetas a medida de aseguramiento,
consistente en detención preventiva. Se ha sostenido, en dicha dirección,
que unas son las circunstancias en las que a esa decisión absolutoria se
arriba como consecuencia de la ausencia total de pruebas en contra del
sindicado deficiencia probatoria que también afectaría la legalidad de la
orden de detención preventiva, y otras diversas las que tendrían lugar
cuando la absolución deriva de la aplicación del beneficio de la duda. Así
pues, frente a un evento de falta de prueba y encarcelamiento por sospecha,
se sostuvo10:

«En lo que hace a los motivos por los cuales el hoy demandante
obtuvo absolución respecto del cargo que por homicidio se le formuló, de las
anteriores providencias se extrae que la razón fundamental por la cual se
produjo dicha decisión se contrajo a la falta de prueba que permitiera
incriminar a dicho sujeto procesal. Analizado el contenido de la valoración
probatoria allegada al presente proceso se observa, que (…) ninguna prueba
que lo incriminara directamente como autor material de dicho delito. Por el
contrario, se constató, la inexistencia en toda la investigación de prueba
directa que incriminara a los acusados.

En este orden de ideas y sin mayores análisis de la propia percepción


probatoria inequívocamente expresada por el juzgador penal, se echa de
menos la justificación para la privación de la libertad del hoy demandante,
pues del contenido de la providencia de primera instancia se concluye que
lejos de la existencia de indicio de responsabilidad, el hoy demandante fue
vinculado al proceso sobre la base de un testimonio del cual no surgía ni por
asomo el indicio requerido a más de que adoleció de notorias deficiencias
como acaba de verse.

Y se dice que no se comparten dichas apreciaciones, base de la


sentencia de primera instancia proferida por el Tribunal Administrativo del
Valle, toda vez que, como se ha observado, antes que duda, lo que se
evidenció durante la investigación, fue ausencia total de prueba
incriminatoria para el hoy demandante. (…) De lo dicho se tiene, que una
de las razones por las cuales no se logró dentro de la investigación penal una
prueba adecuada de la responsabilidad de los implicados, fue en palabras
10
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 18 de septiembre de
1997, C.P. Dr. Daniel Suárez Hernández, expediente 11.754, actor Jairo Hernán
Martínez Nieves.
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Expediente: 13.168
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del propio juez, la pasividad por parte de la fiscalía en dicha labor,


circunstancia que justifica aún más la condena que habrá de imponerse,
habida consideración de que la acción punitiva del Estado cuya titularidad
ostenta impele a éste a adelantar las labores convenientes en materia
probatoria que permitan el esclarecimiento de la verdad real.

Lo que no puede aceptarse de ninguna manera es que la falta de


actividad probatoria por parte del Estado la tengan que soportar, privados
de la libertad los sindicados, cuando precisamente del cumplimiento a
cabalidad de dicha función, depende el buen éxito de la investigación, y
desde luego solamente con una adecuada prueba, indicio grave de
responsabilidad se repite, era procedente la imposición de la medida de
aseguramiento.

La Sala no pasa por alto la afirmación contenida en la providencia


del Tribunal Nacional que hizo suya el Tribunal Administrativo del Valle del
Cauca, en el sentido de que la conducta de los implicados no aparecería
limpia de toda ‘sospecha’, pues entiende, que frente a la legislación procesal
penal colombiana, la sospecha no existe y mucho menos justifica la
privación de la libertad de una persona.

Se observa sí que teniendo presente que la responsabilidad derivada


de privación injusta de la libertad es de carácter objetivo, es a la parte
demandada, para el caso la Nación - Ministerio de Justicia, a quien
correspondía adelantar la labor probatoria que apuntara al acreditamiento
de una eventual causal de exoneración, conducta que echa de menos esta
corporación, pues ha de repararse en que cuando se le endilga a la Nación la
privación de la libertad de una persona, es ella la llamada a acreditar las
causales de exoneración» (negrillas y subrayas fuera del texto original).

En el pronunciamiento que se acaba de referir, entonces, la


responsabilidad del Estado se derivó de la inexistencia de probanza alguna
en contra del imputado. Sin embargo, en la misma sentencia, la Sala razonó
en torno al otro supuesto al que aquí se ha aludido, esto es, aquél en el cual
la absolución se impone como consecuencia de la aplicación del “in dubio
pro reo”, en los siguientes términos:

«En lo que hace a la aplicación en el proceso penal que originó el


presente asunto del principio In dubio pro reo y la posibilidad de
responsabilizar al Estado cuando la absolución es consecuencia de dicha
aplicación, cree la Sala que, tal como se manifestó anteriormente, no se trató
de duda sino más bien de falta de prueba incriminatoria. Sin embargo
aunque se tratase de dicha hipótesis no debe olvidarse que el presupuesto
de la aplicación de tal principio, supone una duda para el juzgador penal,
lo cual evidencia, precisamente, la deficiencia de la actuación estatal en la
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Expediente: 13.168
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labor probatoria, circunstancia que no puede servir de base, ni por asomo,


para la exoneración del Estado por la privación injusta de la libertad, pues
ha de tenerse presente que, como principio fundamental informador de toda
la normativa penal, están los de buena fe y de inocencia, los cuales no
pueden desvanecerse y mucho menos inobservarse, por una circunstancia
meramente probatoria.

La duda, en materia penal, se traduce en absolución y es ésta


precisamente a la luz del art. 414 del C.P.P. la base para el derecho a la
reparación. Ya tiene mucho el sindicado con que los jueces que lo
investigaron lo califiquen de ‘sospechoso’ y además se diga que fue la duda
lo que permitió su absolución, como para que esta sea la razón, que
justifique la exoneración del derecho que asiste a quien es privado de la
libertad de manera injusta.

Entiéndase que lo injusto se opone al valor justicia, por lo cual


perfectamente puede sostenerse que en punto del derecho fundamental de la
libertad de las personas, la necesaria protección que ha de brindarse al
sindicado, no puede caer en el vacío mediante un mal entendimiento y
utilización de las medidas de aseguramiento.

Ante todo la garantía constitucional del derecho a la libertad y por


supuesto, la aplicación cabal del principio de inocencia. La duda es un
aspecto eminentemente técnico que atañe a la aplicación, por defecto de
prueba, del principio In dubio pro reo. Pero lo que si debe quedar claro en el
presente asunto es que ni la sospecha ni la duda justifican en un Estado
social de Derecho la privación de las personas, pues se reitera, por encima
de estos aspectos aparece la filosofía garantística del proceso penal que ha
de prevalecer. Aquí, como se ha observado, sobre la base de una duda o de
una mal llamada sospecha que encontrarían soporte en un testimonio
desacreditado, se mantuvo privado de la libertad por espacio de más de tres
años al demandante, para final pero justicieramente otorgársele la libertad
previa absolución» (negrillas y cursiva fuera del texto original).

La Sala reitera, en el presente caso, los razonamientos que se


efectuaran en el pronunciamiento en cita. Exonerar al Estado de
responsabilidad por no realizar o culminar las averiguaciones que habrían
probablemente conducido a la estructuración de la causal de detención
preventiva injusta consistente en que el sindicado no cometió el hecho,
habiéndose previamente dispuesto su encarcelamiento, constituiría una
manifiesta inequidad. Y esa consideración no se modifica por el hecho de
que la absolución se haya derivado de la aplicación del multicitado principio
“in dubio pro reo”, pues la operatividad del mismo en el sub júdice no provee
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Expediente: 13.168
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de justo título ex post a una privación de libertad por tan prolongado
período, si el resultado del proceso, a su culminación y de cara a la situación
del aquí demandante, continuó siendo la misma que ostentaba antes de ser
detenido: no pudo desvirtuarse que se trataba de una persona inocente.

Adicionalmente, resultaría desde todo punto de vista


desproporcionado exigir de un particular que soportase inerme y sin derecho
a tipo alguno de compensación como si se tratase de una carga pública
que todos los coasociados debieran asumir en condiciones de igualdad, el
verse privado de la libertad durante aproximadamente dos años, en aras de
salvaguardar la eficacia de las decisiones del Estado prestador del servicio
público de Administración de Justicia si, una vez desplegada su actividad,
esta Rama del Poder Público no consiguió desvirtuar la presunción de
inocencia del particular al que inculpaba. La “ley de la ponderación”, o
postulado rector del juicio de proporcionalidad en sentido estricto, enseña
que el detrimento del derecho o interés jurídico que se hace retroceder, se
sacrifica o se afecta en un caso concreto, debe ser correlativo a o ha de
corresponderse con el beneficio, la utilidad o el resultado positivo que se
obtenga respecto del bien, derecho o interés jurídico que se hace prevalecer,
a través de la “regla de precedencia condicionada” que soporta la alternativa
de decisión elegida para resolver el supuesto específico. En otros términos,
«cuanto mayor es el grado de la no satisfacción o de afectación de un
principio, tanto mayor tiene que ser la importancia de la satisfacción del
otro»11.

En el sub lite, la colisión entre bienes e intereses en conflicto juicio


de proporcionalidad se da de la siguiente manera: de un lado, se tiene el
interés general concretado en la eficaz, pronta y cumplida Administración de
Justicia; de otro, se encuentra la esfera de los derechos fundamentales, las

11
Cfr. ALEXY, R., Teoría de los derechos fundamentales, traducción de E.
Garzón Valdés, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1997, pp. 161-167;
Vid., igualmente, RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, J.M., La ponderación de bienes e
intereses en el Derecho Administrativo, Marcial Pons, Madrid, 2.000.
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garantías individuales y los derechos patrimoniales de los cuales es titular el


ciudadano Audy Hernando Forigua Panche, afectados con la medida de
detención preventiva. Si se admite que la medida cautelar resultaba idónea y
necesaria en aras de la consecución del fin al cual apuntaba la pronta,
cumplida y eficaz prestación del servicio público de administrar justicia, se
impone el siguiente cuestionamiento: ¿Justificó la prevalencia de este último
fin, interés o principio jurídico, el detrimento sufrido por la libertad personal y
demás derechos radicados en cabeza del señor Forigua Panche, los cuales
se vieron afectados o sacrificados, al menos parcialmente, como
consecuencia de haber sido privado de la libertad durante un lapso
aproximado de dos años?

Como quiera que la respuesta es claramente negativa, si se tiene en


cuenta que la detención preventiva a nada condujo, pues el Estado no pudo
desvirtuar la presunción de inocencia que ampara al individuo y en manera
alguna se justificó la notable afectación a dichos derechos fundamentales, la
medida no satisfizo las exigencias de la referida “ley de la ponderación” y
resultó manifiestamente desproporcionada, de manera que supuso un
sacrifico especial para el particular, que supera con mucha diferencia las
molestias o cargas que cualquier individuo ha de asumir por el hecho de vivir
en comunidad. No estaba, por tanto, el señor Forigua Panche, en la
obligación de soportar los daños que el Estado le irrogó, mismos que deben
ser calificados como antijurídicos y cuya configuración determina,
consecuencialmente, el reconocimiento de la respectiva indemnización de
perjuicios.

No corresponde al actor, en casos como el presente, acreditar nada


más allá de los conocidos elementos que configuran la declaración de
responsabilidad: actuación del Estado, daños irrogados y nexo de causalidad
entre aquella y éstos. Los tres aludidos extremos se encuentran
suficientemente acreditados en el expediente, de lo cual se dará cuenta a
continuación. En cambio, es al accionado a quien corresponde demostrar,
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Expediente: 13.168
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mediante pruebas legal y regularmente traídas al proceso, si se ha dado


algún supuesto de hecho en virtud del cual pueda entenderse configurada
una causal de exoneración, fuerza mayor, hecho de un tercero o culpa
exclusiva y determinante de la víctima. Y ocurre que ninguna de estas
eximentes ha sido acreditada en el plenario.

6. Indemnización de perjuicios.

6.1. Los hechos probados.

En el expediente se encuentra debidamente demostrado lo siguiente:

6.1. Que Audy Hernando Forigua Panche nació el 15 de abril de 1959,


y es hijo de David Forigua y Ana Delina Panche original de su certificado
de nacimiento a fl. 4, cuaderno de pruebas.

2.2. Que David Forigua Farfán y Ana Delina Panche contrajeron


matrimonio el día 4 de marzo de 1957 copia auténtica del registro civil de
matrimonio a fl. 3, cuaderno de pruebas.

2.3. Que Diana Marcela Forigua Góngora, nacida el 17 de diciembre


de 1980, es hija de Audy Hernando Forigua Panche y Maria Nohora
Góngora Barrero original de certificado de Registro Civil de Nacimiento a
fl. 5, cuaderno de pruebas.

2.4. Que los señores Rafael Luna Matallana y Helmer Reyes Cabrera
declararon, ante Notario, que el señor Audy Hernando Forigua Panche y la
señora Martha Mireya Garzón Duarte, conviven en unión libre y bajo el
mismo techo, desde siete años antes de la fecha de las mencionadas
declaraciones rendidas el 11 de junio de 1996 fl. 7, c. pruebas.
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Expediente: 13.168
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2.5. Que mediante oficio No. 6161-F/OJURI-UARGE, de fecha


26 de mayo de 1995, la jefatura de la Unidad de Archivo General de la
Policía Nacional remitió a este expediente la hoja de vida del actor,
con No. 161257 (folios 71 a 75, c.2 y todo el cuaderno 3). En ella figuran
dos informativos disciplinarios, Nos. 008/89 y 016/88, una diligencia
disciplinaria del 17 de abril de 1984 y la constancia de su retiro, producido
el 3 de enero de 1990, por existir en su contra detención preventiva
que excede 60 días. También se allega la Resolución No. 8306, del 9
de noviembre de 1989, por la cual se suspendió al señor Forigua en
el ejercicio de sus funciones y atribuciones como empleado de la
Policía Nacional (fl. 72, c. 2), así como la Orden Administrativa de
Personal No. 1-005 del 9 de enero de 1990, por la cual se retiró del
servicio al actor (fls. 73 a 75, c.2).

2.6. Que se dictó sentencia el 2 de octubre de 1991, por el


Juzgado 33 Penal del Circuito de Bogotá, mediante la cual se absolvió al
señor Audy Forigua de las incriminaciones que se le efectuaban por los
punibles de falsedad en documento público, falsedad ideológica y estafa. En
consecuencia, se dispuso dejarle en libertad (fls. 8 a 53, cuaderno de
pruebas).

2.7. Que se dictó sentencia de segunda instancia, e l 2 de marzo


de 1992, por el Tribunal Superior de Santafé de Bogotá D.C., Sala de
Decisión Penal, mediante la cual se resolvió el recurso de apelación
interpuesto por el defensor de otro de los implicados en el caso, quien
resultara condenado. El Tribunal, dentro de las limitaciones que impone
el artículo 31 constitucional en la medida en que establece la
imposibilidad de agravar la situación punitiva de los enjuiciados que
no recurren el fallo de primera instancia , revisó la sentencia del
a-quo en su totalidad. Respecto del aquí actor, señor Forigua Panche,
no sólo mantuvo la absolución decidida por el Juzgado 33, sino que la
extendió al delito de falsedad en documento privado, en relación con el
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
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cual la situación del acusado no se había resuelto aún (fls. 54 a 69 v.,


c. de pruebas).

2.8. Que mediante certificación calendada el 23 de octubre de 1992 y


expedida por el Director del Programa Profesional de Ingeniería de Sistemas
de la Universidad Incca de Colombia, se hace constar que Audy Hernando
Forigua Panche se encontraba matriculado en el noveno semestre de la
carrera, en el segundo período lectivo del año 1989. Consta que no terminó
el semestre, que se retiró y que, posteriormente, en el primer período lectivo
de 1992, reingresó, habiendo sido nivelado en el séptimo semestre por
ajustes al pensum de la carrera (fl. 6, c. de pruebas).

2.9. Que en certificación del 15 de enero de 1993, expedida por el


abogado Bernardo Espinoza Sanabria, consta que éste atendió los intereses
procesales del actor dentro del proceso penal No. 4193, adelantado por el
Juzgado 33 Penal del Circuito de Bogotá, e iniciado por el Juzgado 40 de
Instrucción Criminal, el 30 de noviembre de 1989, por los delitos de
falsedad y estafa. Por la prestación de estos servicios, el profesional del
Derecho certifica haber recibido la suma de $350.000,oo, el 3 de octubre de
1991 (fl. 1, c. de pruebas).

2.10. Que mediante certificación calendada el 15 de enero de 1993 y


suscrita por el abogado Orlando Quijano, se hace constar que éste atendió
los intereses procesales del actor ante el juzgado 40 de Instrucción Criminal,
en el año de 1990 y, que por ese concepto, recibió la suma de $100.000,oo
a título de honorarios profesionales ( fl. 2, c. de pruebas)

2.11. Que mediante oficio No. 6161-F/OJURI-UARGE, del 2 de junio


de 1995, la jefatura de la Unidad de Archivo General de la Policía
Nacional certifica el sueldo de un empleado de la Policía Nacional
con grado de Adjunto Primero, para los años de 1990 a 1995. Para
cuando el actor fue retirado del servicio (1990), devengaba un salario
30

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

básico de $42.650,00, con subsidio de alimentación por $4.100,oo y


subsidio de transporte de $3.797,oo. La prima de actividad
correspondía al 20% del sueldo básico y el subsidio familiar al
30% por el cónyuge y el 5% por el primer hijo (fls. 76 y 77, c. 2).

2.12. Que en el presente proceso se rindió dictamen pericial el 27 de


septiembre de 1995. Los auxiliares de la justicia concluyeron que los
perjuicios materiales daño emergente y lucro cesante ascienden a la
suma de $42'457.092,24; por concepto de "perjuicios morales
objetivados" derivados del impacto sicológico sufrido por el actor al
verse retrasado en la culminación de sus estudios universitarios,
estimaron un valor de $ 5´000.000,oo (fls. 78 a 83, c. 2). En el
dictamen se hace consistir cada rubro en lo siguiente:

I. Perjuicios materiales. El dictamen los calcula entre los años


1994 y 1997.

I.1. Daño emergente. Se hace consistir en los salarios y


prestaciones sociales dejados de percibir por el señor Audy Hernando
Forigua Panche, entre los años 1994 y 1997, tomando como punto de
partida la certificación expedida por el Jefe de la Unidad de Archivo
General de la Policía Nacional, sobre el salario correspondiente al
cargo de Adjunto Primero, que era el desempeñado por el actor al
momento de producirse su desvinculación. El subtotal por este
concepto incluyendo sueldo básico, subsidios de alimentación y de
transporte, prima de actividad y auxilio de cesantía, durante los
referidos años de 1994, 1995, 1996 y 1997, asciende a la suma de $
13.178.340,oo.

I.2. Lucro cesante. Se hace consistir en los intereses


comerciales causados por las cifras correspondientes a los salarios y
prestaciones sociales dejados de percibir por el señor Forigua Panche,
31

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

anualmente, entre los años 1994 y 1997. El subtotal por este concepto
asciende a la suma de $ 4´405.330, 80.

I.3. Daño emergente. Este rubro se describe de la siguiente


manera:

«El accionante si regularmente hubiera seguido sus estudios


universitarios debía graduarse a principios de 1991; es decir, hacerse
profesional. Hechas las averiguaciones en la Universidad Incca, terminó su
carrera académicamente en diciembre de 1993 y se graduó el 27 de mayo de
1994. Como circunstancias concomitantes que causaron el perjuicio,
tenemos: no haber podido graduarse a principios de 1991 (se toma como
referencia el mes de mayo), no haber sido ascendido y devengar como
profesional en el grado de Especialista Asesor Primero de la Policía
Nacional, que le ocasionaron repercusiones económicas; cargo que de
acuerdo con el Decreto 2247 de 1984 –(que regía para la fecha de los hechos
aquí contraídos)- le correspondía ocupar desde 1991 (junio); es decir, desde
esa fecha debía ser ascendido y devengar como profesional en el grado de
Especialista Asesor Primero. El perjuicio se evalúa teniendo en cuenta la
diferencia salarial entre un Adjunto Primero y un Especialista Asesor
Primero en los años de 1991 (desde junio a diciembre) y 1992 hasta el año
de 1997».

El subtotal por este concepto asciende a la suma de $ 18


´289.354,oo.

I.4. Lucro cesante. Este consistiría en los intereses causados,


anualmente, por las sumas calculadas por el concepto referido en el punto
anterior, a la tasa del 36% anual. El subtotal por este nuevo rubro
ascendería a la cifra de $ 6´584.167,44.

De acuerdo con lo anteriormente sintetizado, el dictamen pericial


concluye que el valor total a indemnizar por concepto de perjuicios
materiales asciende a la suma de $ 42´457.092, 24.

II. Perjuicios morales. Este ítem se hace consistir en:


32

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

“El impacto sicológico del retraso en la carrera por el lapso


aproximado de dos años y tener que repetir dos semestres ya cursados (el 8º
y 9º); perjuicios que se estiman en $ 5.000.000.oo”.

6.2. La indemnización de perjuicios solicitada.

La indemnización de perjuicios fue solicitada y estimada en la


demanda de la siguiente manera:

"6o.- La indemnización de los perjuicios causados a favor de AUDY


HERNANDO FORIGUA PANCHE, en su condición de lesionado directo; de
DIANA MARCELA FORIGUA GONGORA, en su condición de hija
menor; de DAVID FORIGUA FARFAN y ANA DELINA PANCHE DE
FORIGUA, en sus condiciones de padres del primero de los nombrados y
de MARTHA MIREYA GARZÓN DUARTE, en su condición de
compañera permanente, es la siguiente:

"ESTIMACION CUANTIFICADA:
"I. Sr. AUDY HERNANDO FORIGUA PANCHE:
"A). Indemnización Causada:
"1. Por Perjuicios Materiales:
"1.1. Daño Emergente:

"a) El Sr. AUDY HERNANDO FORIGUA PANCHE estaba laborando


en la Policía Nacional de donde fue retirado por causa de la detención
preventiva, devengando un sueldo mensual con el cual se sostenía a sí mismo
y velaba por la subsistencia de su compañera permanente y de su menor
hija; obligación y derechos que se vieron truncados por dicho hecho, por lo
que la entidad demandada deberá resarcir el valor que con la conducta
imputada impidió se sirviera personalmente y su familia, resultando, en
consecuencia un interés legítimo que permite calificar el perjuicio como
cierto y directo.

“Teniendo como base desde la fecha de ocurrencia de la detención


preventiva y el consiguiente retiro de la institución donde laboraba hasta la
fecha de la sentencia o fallo definitivo, aproximadamente siete (7) años; es
decir, 84 meses: $15'000.000,00.

“b) Pagos de honorarios profesionales: $450.000,oo.

"c) Por razón de la pérdida del poder adquisitivo de la moneda, el


daño o perjuicio actual, debe ser reparado en dinero de igual valor, por
consiguiente, la suma de $15'450.000,oo deberá actualizarse de acuerdo con
la fórmula de las matemáticas financieras desde la fecha de ocurrencia del
33

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
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hecho y el período transcurrido hasta la fecha del fallo definitivo,


aproximadamente 7 años: $5'562.000,oo.

"SUBTOTAL: $ 21´012.000,oo.
"1.2. Lucro Cesante:

"a) Tomando como base la fecha del hecho hasta la fecha de la


sentencia: $4'202.400,oo.

"b) Como el dinero que dejó de percibir desde la fecha a que se


contrae la detención preventiva y el retiro y la fecha de la sentencia, se
produce un interés comercial, resultando del 41.5%: $1'743.996,oo.

"SUBTOTAL: $5'946.396,oo.

"2. Perjuicios Morales:


"2.1. Objetivados:

"El Sr. AUDY HERNANDO FORIGUA PANCHE, estaba


estudiando en la Universidad Incca la carrera profesional de ingeniería
de Sistemas y cuando se le dictó el auto de detención preventiva, cursaba
noveno (9) semestre, hecho que lo privó de continuar y terminar sus
estudios; además los dos años de privación de la libertad lo afectaron
hasta el punto que al reiniciar se le ubicó nivelando semestre
correspondiéndole reingreso al séptimo semestre, es decir, por el hecho
de la administración de justicia se le impidió proseguir y terminar sus
estudios profesionales, retrasándose las grandes y positivas esperanzas
de hacerse profesional a tiempo y oportunamente. Es daño cierto. Se
estiman en $7'200.000,oo.

“2.2. Subjetivos:

“En ochocientos gramos oro: $ 7´112.000,oo.

“RESUMEN DE LOS PERJUICIOS:

"Materiales: $26'958.396,oo
"Morales: $14'312.000,oo

"Indemnización Total respecto del sr. AUDY HERNANDO


FORIGUA PANCHE: $41'270.396,oo.

"Procede la actualización de los 800 gramos oro al


momento de proferirse la sentencia.

"II. Para los padres del señor AUDY HERNANDO


FORIGUA PANCHE, su menor hija DIANA MARCELA FORIGUA
34

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

GÓNGORA y su compañera permanente MARTHA MIREYA


GARZÓN DUARTE:

"A) Indemnización Causada:


"1) Por Perjuicios Morales(Subjetivos):

"a) Padres:
"DAVID FORIGUA FARFAN, en 500 gramos oro: $4
´445.000,oo.

"ANA DELINA PANCHE DE FARFAN, en 500 gramos oro: $4


´445.000,oo.

"b) Hija menor, DIANA MARCELA FORIGUA


GONGORA, en 600 gramos oro: $5'334.000,oo.

"c) Compañera permanente MARTHA MIREYA GARZÓN


DUARTE, en 500 gramos oro: $4'445.000,oo.

“RESUMEN DE LOS PERJUICIOS :

"Morales: $18'669.000,oo

"Indemnización total para DAVID FORIGUA FARFAN, ANA


DELINA PANCHE DE FORIGUA, DIANA MARCELA FORIGUA
GONGORA y MARTHA MIREYA GARZÓN DUARTE: $18
´669.000,oo..

"Deberá actualizarse el valor de los 500 y 600 gramos oro,


respectivamente, al momento de proferirse la sentencia.

"TOTAL PERJUICIOS CAUSADOS APROXIMADAMENTE A LOS


ACCIONANTES: $59'939.396,oo. Con la actualización de los
gramos oro, como mínimo, el total de los perjuicios a los
demandantes asciende a $70'000.000,oo." (fols. 6 a 8, c.1).

6.3. Valoración de las pruebas aportadas y análisis del petitum de la


demanda en torno a la indemnización de perjuicios.

Procede la Sala, a continuación, a razonar sobre la procedencia de


reconocer los perjuicios solicitados en la demanda, a la luz del material
probatorio recaudado y, en su caso, a liquidarlos con el propósito de ordenar
el pago de las indemnizaciones correspondientes por cada uno de los rubros
a que haya lugar, así:
35

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

6.3.1. Perjuicios causados al demandante Audy Hernando


Forigua Panche.

6.3.1.1. Perjuicios materiales.

Se solicita reconocer, por cuanto a este rubro respecta, a título de


daño emergente, la obligación para la accionada de pagar los salarios y
prestaciones sociales dejados de percibir por el señor Forigua Panche desde
el momento en que se produjo la detención preventiva y durante un lapso de
siete (7) años, que es el que se estimó que duraría el presente proceso.
También por concepto de daño emergente, se solicitó ordenar a la
demandada el reembolso de los honorarios pagados a los dos abogados que
defendieron los intereses del señor Forigua Panche, con ocasión de las
actuaciones penales llevadas a cabo en su contra y como resultado de las
cuales fue definitivamente absuelto. Las sumas así calculadas deberán
según requiere el actor actualizarse a la fecha de la sentencia.

Así mismo, a título de lucro cesante se reclama el pago de la suma de


$4'202.400,oo., que comprende desde “la fecha del hecho hasta la fecha
de la sentencia”, pero sin especificar cuál es el concepto del que se
deriva esa ganancia o provecho dejado de percibir. Adicionalmente, se
reclama que esta suma se adicione con sus correspondientes intereses,
a la tasa del 41.5% anual, desde la fecha en que se produce la
detención preventiva y el retiro de la Institución Policial, y hasta la fecha
de la sentencia.

En relación con estos pedimentos, advierte la Sala que la demanda no


conceptúa adecuadamente las nociones de daño emergente y lucro cesante.
Éstas se hallan consagradas en el artículo 1614 del Código Civil, a cuyo
tenor:
36

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

«Entiéndese por daño emergente el perjuicio o la pérdida que


proviene de no haberse cumplido la obligación o de haberse cumplido
imperfectamente, o de haberse retardado su cumplimiento; y por lucro
cesante, la ganancia o provecho que deja de reportarse a consecuencia de no
haberse cumplido la obligación, o cumplídola imperfectamente, o retardado
su cumplimiento» (subrayas fuera del texto original).

El daño emergente supone, por tanto, una pérdida sufrida, con la


consiguiente necesidad para el afectado de efectuar un desembolso si
lo que quiere es recuperar aquello que se ha perdido. El daño emergente
conlleva que algún bien económico salió o saldrá del patrimonio de la
víctima. Cosa distinta es que el daño emergente pueda ser tanto presente
como futuro, dependiendo del momento en que se haga su valoración. De
este modo, el reconocimiento y pago que la parte actora solicita de los
salarios y prestaciones sociales dejados de percibir desde el momento en
que se produce la suspensión del demandante en el ejercicio de sus
funciones, no puede catalogarse como una modalidad del daño emergente,
sino de lucro cesante. Este último corresponde, entonces, a la ganancia
frustrada, a todo bien económico que, si los acontecimientos hubieran
seguido su curso normal, habría ingresado ya o lo haría en el futuro, al
patrimonio de la víctima. Esto último es lo que ocurre con el no pago de los
salarios y prestaciones mientras se prolongó la detención preventiva. De
manera que, por tratarse este extremo de un asunto que toca con el rubro
del lucro cesante, será abordado inmediatamente después de cuantificar el
daño emergente.

Ahora bien, lo que en el sub júdice sin duda constituye daño


emergente, cierto, directo y, por tanto, indemnizable, son los gastos en que
incurrió el aquí demandante para contratar los servicios de dos profesionales
del Derecho con el fin de que defendieran sus intereses en los trámites
procesales ante la jurisdicción penal, con ocasión de las sindicaciones de las
cuales posteriormente resultó absuelto. Tales gastos se encuentran
debidamente acreditados en el expediente, mediante las certificaciones
expedidas por los dos abogados en cuestión, que suman un total de $
37

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

450.000,oo. Esta cifra será actualizada aplicando la fórmula utilizada


reiteradamente por esta Corporación, de acuerdo con la cual la renta
actualizada (Ra) es igual a la renta histórica los mencionados $ 450.000,
multiplicada por el índice de precios al consumidor del mes anterior a la
sentencia, dividido por el índice de precios al consumidor vigente en el mes
del hecho dañino, según las certificaciones del DANE. Como fecha de
consolidación de este hecho dañino, se tomará la del fallo absolutorio
emitido por el Juzgado Treinta y Tres Penal del Circuito de Bogotá 2 de
octubre de 1991, que es cuando cabe entender que los abogados
culminaron su tarea de defensa de los intereses del señor Forigua Panche.

Ra = R ($ 450.000.oo) índice final – septiembre/2006 (167.85)


---------------------------------------------- = $2´910.434oo
índice inicial – octubre/1991 (25.95)

SUBTOTAL POR CONCEPTO DE DAÑO EMERGENTE: $2´910.434oo.

En cuanto a la cifra cuyo reconocimiento se reclama a título de lucro


cesante $ 4'202.400,oo., no se especifica en qué consistió el perjuicio,
la ganancia o provecho dejados de percibir por el señor Forigua Panche,
como consecuencia de su privación de la libertad y que se traducen en la
suma de dinero en cuestión. Tampoco se aportó soporte probatorio alguno
de los perjuicios que se cuantifican en la referida cantidad, razón por la cual
esta solicitud será desestimada.

Empero, lo que sí constituye lucro cesante como líneas atrás se


explicó son los salarios y prestaciones sociales que el señor Audy
Hernando Forigua Panche dejó de percibir como consecuencia de su
desvinculación de la Policía Nacional, derivada de la medida cautelar de
detención preventiva de la que fue objeto. De la relación de causalidad entre
el hecho dañoso la medida cautelar en mención y el perjuicio irrogado
la inicial suspensión en el empleo y posterior desvinculación definitiva del
38

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

mismo, con la consecuente imposibilidad de continuar devengando salarios y


prestaciones no queda la menor duda, pues así se desprende con claridad
de la hoja de vida del señor Forigua Panche, remitida con destino a este
proceso por la Policía Nacional, en la cual se observa fl. 326 que la
causal de retiro del servicio fue, precisamente, “existir en su contra detención
preventiva que excede de 60 días”, causal de retiro consagrada en la letra l)
del artículo 24 del decreto 2247 de 1984, estatuto de personal civil del
Ministerio de Defensa y de la Policía Nacional, vigente para la época en que
ocurrieron los hechos.

Para la cuantificación de este rubro del perjuicio, como también antes


se indicó, fue practicado durante el proceso un dictamen pericial en el que,
inexplicablemente, se cataloga el rubro del perjuicio del que ahora se ocupa
la Sala, como “daño emergente” y, además, el mismo se hace consistir en
los salarios y prestaciones sociales dejados de percibir por el señor
Audy Hernando Forigua Panche entre los años 1994 y 1997, tomando
como punto de partida la certificación expedida por el Jefe de la
Unidad de Archivo General de la Policía Nacional, sobre el salario
correspondiente al cargo de Adjunto Primero, que era el desempeñado
por el actor al momento de producirse su desvinculación. Por otra
parte, lo que el dictamen califica como “lucro cesante”, son los
intereses comerciales causados por las cifras correspondientes a los
salarios y prestaciones sociales dejados de percibir por el señor
Forigua Panche, anualmente, entre los años 1994 y 1997.

En criterio de la Sala, la referida valoración efectuada en el


dictamen pericial no puede ser tenida en cuenta, por las siguientes
razones:

a. Como ya se indicó, no se conceptúan ni identifican


adecuadamente los rubros de daño emergente y lucro cesante, lo que,
39

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

de entrada, denota falta de pericia y de competencia técnica por parte


de los auxiliares de la justicia.

b. El lucro cesante, de la manera como fue calculado por los


peritos, no cumple con el requisito uniformemente exigido por la
jurisprudencia de esta Corporación, en el sentido de que el perjuicio
debe ser cierto, como quiera que el perjuicio eventual no otorga
derecho a indemnización. El perjuicio indemnizable, entonces, puede
ser actual o futuro, pero, de ningún modo, eventual o hipotético. Para
que el perjuicio se considere existente, debe aparecer como la
prolongación cierta y directa del estado de cosas producido por el
daño, por la actividad dañina realizada por la autoridad pública 12 . Esa
demostración del carácter cierto del perjuicio brilla por su ausencia en
el experticio de marras.

En primer lugar, no se entiende por qué razón comienza a


calcularse el lucro cesante a partir del año 1994, cuando la realidad
suficientemente demostrada en el proceso es que el señor Forigua
Panche fue desvinculado de la Policía Nacional, transitoriamente, el 9
de noviembre de 1989 y de manera definitiva, el 3 de enero de 1990.
Pero, en segundo lugar, el dictamen no justifica, con base en ningún
criterio técnico, científico o estadístico, por qué razón el período que
elige para contabilizar dicho lucro cesante es de siete (7) años ni,
muchísimo menos, por qué, a pesar de señalar que los salarios y
prestaciones dejados de percibir eran los correspondientes a ese lapso
de 7 años, sólo se contabilizan los correspondientes al intervalo 1994-
1997.

12
En ese sentido pueden verse, entre otros, los pronunciamientos de esta
Sección, de 2 de junio de 1994, CP Dr. Julio César Uribe Acosta, actor: Julio César
Delgado Ramírez, expediente 8998, o el de 27 de octubre de 1994, CP Dr. Julio
César Uribe Acosta, actor Oswaldo Pomar, expediente 9763.
40

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

Tampoco se efectúa esfuerzo argumentativo ni demostrativo alguno


para acreditar la relación cierta y directa entre la desvinculación laboral del
señor Forigua Panche, producida como consecuencia de su detención
preventiva hecho dañino y el tantas veces citado período de 7 años por
el cual se reclaman los salarios y prestaciones dejados de percibir
perjuicio.

c. Cuando la prueba pericial evidencia, como en el sub lite, tal grado


de inconsistencia y falta de rigor científico, el juez, dentro de la facultad que
le asiste para valorar toda la comunidad probatoria recaudada de
conformidad con las reglas de la sana crítica, puede prescindir de tomar en
consideración, para fallar, un experticio técnico rodeado de semejantes
singularidades. Así se desprende de lo preceptuado por los artículos 237,
numeral 6º y 241 inciso 1º del Código de Procedimiento Civil, a cuyo
tenor:

«Artículo 237. Práctica de la prueba. En la práctica de la peritación


se procederá así:
(...)
6. El dictamen debe ser claro, preciso y detallado; en él se explicarán
los exámenes, experimentos e investigaciones efectuados, lo mismo que los
fundamentos técnicos, científicos o artísticos de las conclusiones».

«Artículo 241. Apreciación del dictamen. Al apreciar el dictamen se


tendrá en cuenta la firmeza, precisión y claridad de sus fundamentos, la
competencia de los peritos y los demás elementos probatorios que obren en el
proceso».

Sólo al juez, en consecuencia, corresponde apreciar cuál es la fuerza


de convicción que debe reconocerle al dictamen, sin que esté obligado a
aceptarlo cuando no reúna los requisitos legalmente exigidos para su validez
y eficacia, habida cuenta que se trata de un elemento de prueba que debe
valorarse y no de una función jurisdiccional, que es privativa del juez y, en
esa medida, indelegable en los peritos. Una sujeción absoluta, inopinada y
acrítica a la pericia, convertiría al juez en un autómata y a los peritos en
verdaderos decisores de la causa. También la mejor doctrina ha sostenido
41

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

cuanto aquí se viene afirmando en punto a la valoración que el fallador debe


realizar de la prueba pericial. En este sentido, explica el profesor Devis
Echandía que es necesario que el dictamen reúna una serie de requisitos de
fondo o de contenido para poder ser valorado, entre ellos los siguientes:

«f) Que el dictamen esté debidamente fundamentado. Así como el


testimonio debe contener la llamada “razón de la ciencia del dicho”, en el
dictamen debe aparecer el fundamento de sus conclusiones. Si el perito se
limita a emitir su concepto, sin explicar las razones que lo condujeron a esas
conclusiones, el dictamen carecerá de eficacia probatoria y lo mismo será si
sus explicaciones no son claras o aparecen contradictorias o deficientes.
Corresponde al juez apreciar este aspecto del dictamen y (...) puede negarse
a adoptarlo como prueba si no lo encuentra convincente y, con mayor razón,
si lo estima inaceptable.
(...)

g) Que las conclusiones del dictamen sean claras, firmes y


consecuencia lógica de sus fundamentos (...) puede ocurrir también que el
juez no se encuentre en condiciones de apreciar sus defectos, en cuyo caso
tendrá que aceptarla; pero si considera que las conclusiones de los peritos
contrarían normas generales de la experiencia o hechos notorios o una
presunción de derecho o una cosa juzgada o reglas elementales de la lógica,
o que son contradictorias o evidentemente exageradas o inverosímiles, o que
no encuentran respaldo suficiente en los fundamentos del dictamen o que
están desvirtuadas por otras pruebas de mayor credibilidad, puede
rechazarlo...
(...)
h) Que las conclusiones sean convincentes y no parezcan
improbables, absurdas o imposibles (...) no basta que las conclusiones sean
claras y firmes, como consecuencia lógica de sus fundamentos o
motivaciones, porque el perito puede exponer con claridad, firmeza y lógica
tesis equivocadas. Si a pesar de esa apariencia, el juez considera que los
hechos afirmados en las conclusiones son improbables, de acuerdo con las
reglas generales de la experiencia y con la crítica lógica del dictamen, este
no será convincente, ni podrá otorgarle la certeza indispensable para que lo
adopte como fundamento exclusivo de su decisión...»13 (subraya la Sala).

En consecuencia, la Sala cuantificará el lucro cesante con base en


otros elementos de prueba obrantes en el expediente y teniendo en cuenta
las exigencias atrás anotadas en orden a disponer la indemnización
solamente del perjuicio cierto, no del eventual. Así pues, entiende la Sala

13
DEVIS ECHANDIA, Hernando, Teoría general de la prueba judicial, Tomo
segundo, Temis, Bogotá, 2002, pp. 321-326.
42

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

que el período durante el cual realmente ha de reconocerse que el señor


Forigua Panche dejó de percibir los salarios y prestaciones sociales que
devengaba en el cargo de Adjunto Primero en la Policía Nacional, se
corresponde con el lapso durante el cual se mantuvo privado de la libertad,
más el tiempo que razonablemente tarda un individuo en edad
económicamente activa en encontrar trabajo en Colombia, una vez que
decide emprender la búsqueda de nuevo empleo.

En cuanto al primero de los datos en cuestión, esto es, el plazo exacto


de duración de la privación de la libertad, si bien en el expediente no obra
prueba específica que dé cuenta de las fechas de entrada y salida del señor
Forigua Panche del centro de reclusión en el que hubiera estado
preventivamente detenido, pueden tomarse como base, de un lado, el día de
la suspensión en el ejercicio de su empleo en la Policía que tuvo como
causa, precisamente, la detención preventiva, ocurrida el 9 de noviembre
de 1989, y, de otro, la fecha de la sentencia absolutoria proferida por el
Juzgado Treinta y Tres Penal del Circuito de Bogotá, en la que se ordenó la
puesta en libertad, vale decir, el día 2 de octubre de 1991. Ello implica que el
señor Forigua Panche estuvo detenido preventivamente durante un total de
693 días (23.1 meses).

En cuanto al tiempo que, en promedio, suele tardar una persona en


edad económicamente activa en encontrar un nuevo puesto de trabajo en
Colombia, la Sala se valdrá de la información ofrecida por el Observatorio
Laboral y Ocupacional Colombiano, a cargo del Servicio Nacional de
Aprendizaje (SENA), de acuerdo con la cual dicho período equivale a 35
semanas (8.75 meses)14 .

14
Cfr. URIBE G., José Ignacio y GÓMEZ R., Lina Maritza, «Canales de
búsqueda de empleo en el mercado laboral colombiano 2003», en Serie
Documentos Laborales y Ocupacionales, Nº 3, Observatorio Laboral y Ocupacional
Colombiano, SENA-Dirección General de Empleo y Trabajo, Bogotá, junio de 2005,
p. 22.
43

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

Lo anterior quiere decir que el señor Audy Hernando Forigua Panche,


como consecuencia cierta y directa de la privación de la libertad de que fue
objeto, dejó de percibir los salarios y prestaciones sociales correspondientes
al cargo de Adjunto Primero en la Policía Nacional, por un total de 31.75
meses.

Por lo que respecta al salario devengado por el señor Forigua Panche


al momento de ser desvinculado definitivamente de la Policía Nacional, de
acuerdo con la certificación expedida, con destino al proceso, por la jefatura
de la Unidad de Archivo General de esa Institución, el salario de un
empleado de la misma, con grado de Adjunto Primero, para la fecha
en que el actor fue retirado definitivamente del servicio (3 de enero
de 1990), se componía de la siguiente forma: un salario básico de
$42.650,00, con subsidio de alimentación por $4.100,oo y subsidio de
transporte de $3.797,oo. La prima de actividad correspondía al 20% del
sueldo básico y el subsidio familiar al 30% por el cónyuge y el 5% por el
primer hijo (fls. 76 y 77, c. 2). Lo anterior permite concluir que el salario
devengado por el señor Audy Hernando Forigua Panche al momento de su
retiro definitivo de la Policía Nacional, como consecuencia de encontrarse
privado de la libertad, correspondía a la suma de $ 59.077,oo.

Esta cifra deberá ser actualizada aplicando la fórmula utilizada


uniformemente por la jurisprudencia de esta Corporación, de acuerdo con la
cual la renta actualizada (Ra) es igual a la renta histórica los mencionados
$ 59.077,oo, multiplicada por el índice de precios al consumidor del mes
anterior a la sentencia, dividido por el índice de precios al consumidor
vigente en el mes en que ocurre el hecho dañino noviembre de 1989, mes
a partir del cual el señor Forigua Panche dejó de percibir su salario,
conforme a las certificaciones del DANE.

Ra = R ($ 59.077,oo) índice final – septiembre/2006 (167.85)


44

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

---------------------------------------------- = $ 633.915,oo
índice inicial – noviembre/1989 (15.65)

Una vez actualizado, a la fecha de la sentencia, el valor del salario


devengado por el señor Forigua Panche al momento de ser desvinculado del
servicio, con el propósito de calcular la indemnización debida lucro
cesante consolidado, se aplica la siguiente fórmula, aceptada
indubitadamente por la Sala:

S = Ra (1+ i)n - 1
i
En donde:

S = suma buscada de la indemnización debida o consolidada;


Ra = renta actualizada;
i = interés legal;
n = número de meses transcurrido entre la fecha del hecho dañino y
la fecha de la sentencia.

Aplicando la fórmula al caso concreto, se tiene:

S = $ 633.915.oo (1+ 0.004867)31,75 – 1 = $ 21.711.795.oo


0.004867

SUBTOTAL POR CONCEPTO DE INDEMNIZACIÓN DEBIDA O


LUCRO CESANTE CONSOLIDADO: $ 21.711.795.oo

Por otra parte, también como un componente del daño emergente, en


la demanda se aduce que el señor Forigua Panche, al momento de ser
privado de la libertad, cursaba la carrera profesional de Ingeniería de
Sistemas en la Universidad Incca, encontrándose, en ese momento, en
el noveno (9º) semestre, de manera que la detención lo privó de
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

continuar y terminar sus estudios; además, al cabo de los casi dos años
de privación de la libertad, cuando reinició su actividad estudiantil se le
niveló en el séptimo semestre, con lo cual se retrasaron sus expectativas
tanto académicas como laborales. En la demanda, sin explicitar por qué
ni con qué soporte probatorio, se valoró el perjuicio correspondiente en
la suma de $7'200.000,oo.

En relación con este aspecto, el dictamen pericial como antes se


anotó estimó que si el accionante hubiera seguido normalmente sus
estudios universitarios, se habría graduado a principios del año 1991. Sin
embargo, de acuerdo con lo informado con la Universidad Incca, terminó su
carrera en diciembre de 1993 y se graduó el 27 de mayo de 1994.
Adicionalmente, sostienen los peritos que como consecuencia de no haberse
podido graduar, el aquí demandante, a principios de 1991, no pudo ser
ascendido y devengar como profesional en el grado de Especialista Asesor
Primero de la Policía Nacional, con el detrimento patrimonial que ello le
supuso, pues era ése el cargo que, de acuerdo con el Decreto 2247 de
1984, le correspondía ocupar desde 1991 (junio). De manera que los
auxiliares de la justicia valoraron este rubro del perjuicio desde la fecha en
que consideraron que el señor Forigua Panche debía ser ascendido y, por
consiguiente, devengar como profesional en el grado de Especialista Asesor
Primero, teniendo en cuenta, entonces, la diferencia salarial entre el cargo
de Adjunto Primero y el de Especialista Asesor Primero durante los años de
1991 (desde junio a diciembre) y 1992 hasta 1997. Se concluyó que el
subtotal por este concepto ascendería a la suma de $ 18´289.354,oo.

No comparte la Sala los razonamientos del actor, ni de los peritos, en


relación con este extremo. De un lado, el perjuicio derivado del pretendido
ascenso al que podría haber accedido el señor Forigua Panche dista
notablemente de poder ser considerado cierto y directo, por tratarse, más
bien, del resultado de una serie de lucubraciones y la plasmación de un
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

cúmulo de expectativas que llevan a catalogar el alegado perjuicio como


apenas eventual y, por tanto, de ningún modo indemnizable.

Desde el punto de vista jurídico, nada respalda el aserto de acuerdo


con el cual el señor Audy Hernando Forigua Panche tenía derecho o “debía”
ser ascendido una vez obtuviese el título profesional de Ingeniero de
Sistemas pues, de acuerdo con el régimen del personal civil vinculado a la
Policía Nacional vigente en ese momento Decreto 2247 de 1984, dicho
personal no disfrutaba de la estabilidad relativa y la garantía de ascender en
el servicio con base en los criterios del mérito y la capacidad, consecuencias
que se derivan de la aplicación de un régimen de carrera administrativa 15.
Servidores públicos en empleos como el entonces desempeñado por el
señor Forigua Panche de libre nombramiento y remoción carecen de
garantía alguna de acceso, permanencia y retiro de la función pública, de
manera tal que no puede sostenerse que el actor tuviese la certeza de verse
beneficiado con un ascenso tan pronto obtuviera el título profesional 16 y, en
consecuencia, carece de carácter cierto el perjuicio alegado, pues se trataba
de posibilidades meramente eventuales, que carecen de la entidad jurídica
indispensable para dar lugar al reconocimiento y pago de indemnización.
15
Disponía el artículo 8° del Decreto en mención: “Exclusión de la Carrera
Administrativa y facultad de libre nombramiento y remoción. Los empleados
públicos del Ministerio de Defensa y de la Policía Nacional no pertenecen a la
Carrera Administrativa y son de libre nombramiento y remoción de las respectivas
autoridades nominadoras, incluyendo a quienes se encuentren inscritos en otras
carreras o escalafones especiales; en su nombramiento prevalecerá un sistema de
selección por méritos, aptitudes e integridad moral”.
16
De ello da cuenta la naturaleza claramente discrecional de las facultades
atribuidas a la autoridad nominadora para disponer la promoción de los servidores
públicos vinculados a la Policía Nacional, de acuerdo con lo preceptuado por el
artículo 21 del citado Decreto 2247 de 1984, con lo cual los funcionarios, en este
sentido, no gozan más que de meras expectativas. Dispone, el artículo 21 citado, lo
siguiente: “Articulo 21. Promociones. Los empleados públicos del Ministerio de
Defensa y de la Policía Nacional, podrán ser promovidos dentro de sus respectivos
niveles, cuando exista la vacante y cumplan los siguientes requisitos mínimos:
a) Capacidad profesional y buena conducta durante el tiempo de servicios
en la categoría a. que pertenece, las cuales se definirán por sus calificaciones
anuales,
b) Tener tres (3) años de servicio en la. respectiva, categoría, como mínimo
c) Concepto favorable del Jefe respectivo” (subraya la Sala).
47

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

En cambio, el que sí puede considerarse un perjuicio cierto y directo,


derivado de la privación de libertad de que fue objeto el demandante, sería el
daño emergente consistente en todos aquellos gastos en que tuvo que
incurrir para culminar su carrera profesional en la Universidad Incca y que
resultaran adicionales a los que habría tenido que efectuar de no haberse
producido la interrupción en su actividad académica, motivada por la
detención preventiva a la que se vio sometido. Tal es el caso, por ejemplo,
de la diferencia entre el valor de los semestres que tuvo que pagar al
reiniciar sus estudios y el que habría tenido que sufragar en el supuesto de
haberlos cursado ininterrumpidamente después del año 1989. No obstante,
este rubro no ha sido solicitado en la demanda, ni tampoco hay pruebas que
posibiliten su cuantificación en el proceso.

Lo hasta aquí expuesto implica que debe desestimarse la solicitud de


reconocimiento del referido ítem del perjuicio material reclamado por el señor
Forigua Panche. En consecuencia, la suma total a reconocer, por concepto
de perjuicios materiales, al señor Audy Hernando Forigua Panche, es la
siguiente:

Subtotal por concepto de daño emergente: $ 2´910.434.oo +


Subtotal por concepto lucro cesante: $ 21´711.795.oo.
TOTAL PERJUICIOS MATERIALES $ 24´622.229.oo.

6.3.1.2. Perjuicios morales.

En la demanda se reclama el reconocimiento y pago del equivalente


en dinero a 800 gramos de oro fino, por concepto de los perjuicios morales
causados al señor Audy Hernando Forigua Panche como consecuencia de la
honda congoja que le produjo la privación de la libertad de la que fue objeto,
la pérdida de su empleo, la interrupción de sus estudios como la de su
entero proyecto de vida y la forzosa separación de su núcleo familiar,
48

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

todos efectos causados por la materialización de la medida de


aseguramiento de la que fue objeto.

Si bien en el plenario no obran pruebas concretas que acrediten


directamente la existencia y entidad de tales sentimientos de tristeza y dolor,
la Sala entiende que, con base en las reglas de la experiencia ampliamente
reconocidas por la jurisprudencia, ese dolor puede válidamente inferirse en
la persona de la víctima del daño antijurídico causado por el Estado, señor
Forigua Panche, así como en las de sus padres, hija menor de edad y
cónyuge o compañera permanente, razón por la cual, sin que se haga
necesario ahondar en mayores argumentaciones, se reconocerá y dispondrá
el pago de este rubro del perjuicio a los demandantes, con la salvedad que a
continuación se realiza en torno a la compañera permanente del detenido.

De manera que, en relación con el señor Audy Hernando Forigua


Panche, se ordenará pagar, en moneda nacional, de acuerdo con los
lineamientos trazados por la Sala a partir de la sentencia de 6 de septiembre
de 200117, el equivalente a 70 salarios mínimos legales mensuales 18. Ello
corresponde a la suma de $ 28.560.000.oo.

6.3.2. Perjuicios morales causados a David Forigua Farfán, Ana


Delina Panche de Farfán, Diana Marcela Forigua Góngora y Martha
Mireya Garzón Duarte.

Con base en el razonamiento que se acaba de efectuar en punto al


dolor, la tristeza y la congoja que puede presumirse se derivó para los
padres y la hija del señor Audy Hernando Forigua Panche, como
consecuencia de la privación de la libertad de la que éste fue objeto, se
dispondrá reconocer y ordenar pagar, a cada uno de ellos, el equivalente a
treinta y cinco (35) salarios mínimos legales mensuales vigentes por

17
Expedientes acumulados 13.232 y 15.646.
18
El actor había solicitado se recuerda, en el libelo contentivo de la
demanda, el equivalente monetario a 800 gramos de oro.
49

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

concepto de perjuicios morales19. Ello corresponde a la suma de $


14.280.000.oo, para cada uno.

Sin embargo, en cuanto a la petición de reconocimiento de perjuicios


morales para la señora Martha Mireya Garzon Duarte, con el propósito de
acreditar su condición de compañera permanente del señor Forigua Panche
fueron aportados testimonios recepcionados por un notario, testimonios que
no fueron recaudados dentro del plenario y, respecto de los cuales, no tuvo
la parte demandada la posibilidad de controvertir. En consecuencia,
comparte la Sala lo sostenido, en relación con este extremo, por el a quo, de
manera que los referidos medios probatorios no pueden valorarse, por no
reunir los requisitos de ley, de acuerdo con lo preceptuado por el artículo 299
del Código de Procedimiento Civil, que a la letra dispone:

Artículo 299 C.P.C. «Testimonios ante notarios y alcaldes. Los


testimonios para fines no judiciales, se rendirán exclusivamente ante notarios
o alcaldes. Igualmente los que tengan fines judiciales y no se pida la citación
de la parte contraria; en este caso, el peticionario afirmará bajo juramento,
que se considera prestado con la presentación del escrito, que sólo están
destinadas a servir de prueba sumaria en determinado asunto para el cual la
ley autoriza esta clase de prueba, y sólo tendrán valor para dicho fin».

Por tanto, en la medida en que no se ha demostrado adecuadamente


la condición de compañera permanente del señor Forigua Panche, no se
ordenará el reconocimiento y pago de perjuicios morales en favor de Martha
Mireya Garzón Duarte.

19
En la demanda se había solicitado, por concepto de perjuicios morales, el
equivalente a 500 gramos de oro para cada uno de los padres  David Forigua
Farfán y Ana Delina Panche de Farfán, y 600 gramos de oro para la menor hija,
Diana Marcela Forigua Góngora.
50

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo


Contencioso Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley,

FALLA:

Primero: Revócase la sentencia apelada, esto es, la proferida el 10


de octubre de 1996 por la Sección Tercera del Tribunal Administrativo de
Cundinamarca.

Segundo: Declárase responsable a la Nación-Ministerio del Interior y


de Justicia-Consejo Superior de la Judicatura, de los daños causados al
ciudadano Audy Hernando Forigua Panche, como consecuencia de la
privación de la libertad de que fue objeto, fruto de la medida de
aseguramiento consistente en detención preventiva que se dispuso en su
contra y como resultado de la cual permaneció en prisión por un total de 693
días.

Tercero: Condénase a la Nación-Ministerio del Interior y de Justicia-


Consejo Superior de la Judicatura, a pagar al señor Audy Hernando Forigua
Panche la suma de $ 2´910.434.oo, por concepto de daño emergente.

Cuarto: Condénase a la Nación-Ministerio del Interior y de Justicia-


Consejo Superior de la Judicatura, a pagar al señor Audy Hernando Forigua
Panche la suma de $ 21´711.795.oo., por concepto de lucro cesante.

Quinto: Condénase a la Nación-Ministerio del Interior y de Justicia-


Consejo Superior de la Judicatura, a pagar al señor Audy Hernando Forigua
Panche el equivalente a setenta (70) salarios mínimos legales mensuales
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Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

vigentes, que a la fecha corresponden a la suma de $ 28.560.000.oo., por


concepto de perjuicios morales.

Sexto: Condénase a la Nación-Ministerio del Interior y de Justicia-


Consejo Superior de la Judicatura, a pagar a los señores David Forigua
Farfán, Ana Delina Panche de Farfán y Diana Marcela Forigua Góngora el
equivalente a treinta y cinco (35) salarios mínimos legales mensuales
vigentes, a cada uno de ellos, que a la fecha corresponden a la suma de
$14.280.000.oo, por concepto de perjuicios morales para cada uno.

Séptimo: Niéganse las demás pretensiones de la demanda.

Ejecutoriada esta providencia devuélvase el expediente al Tribunal


de origen para su cumplimiento.

Cópiese, notifíquese y cúmplase,

RAMIRO SAAVEDRA BECERRA MAURICIO FAJARDO GÓMEZ


Presidente de la Sala

RUTH STELLA CORREA PALACIO ALIER E. HERNÁNDEZ ENRÍQUEZ


Con salvamento de voto

FREDY IBARRA MARTÍNEZ

Consejo De Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección


Tercera, sentencia del cuatro (4) de diciembre de dos mil seis (2006);
52

Expediente: 13.168
Actor: Audy Forigua Panche y otros
Demandado: La Nación – Ministerio de Justicia

Consejero Ponente: Mauricio Fajardo Gómez; Radicación: 25000-23-26-000-


1994-09817-01; Expediente: 13.168.

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