Martíinez, L. Á. (2003) - La Espectacularización de La Colonia y Fundación de La Identidad Republicana en Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma
Martíinez, L. Á. (2003) - La Espectacularización de La Colonia y Fundación de La Identidad Republicana en Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma
Martíinez, L. Á. (2003) - La Espectacularización de La Colonia y Fundación de La Identidad Republicana en Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma
fin de crear puentes que hagan posible el encuentro entre la conciencia y la naturaleza, es
decir, que hagan posible la operación por la cual el hombre transmuta la naturaleza en mun-
do (Vico...), fue actualizado por los descubridores y cronistas (Colón, Oviedo, etc.) para
establecer los vínculos que permitieran el contacto entre la naturaleza incógnita del llamado
“Nuevo Mundo” y la razón renacentista-imperial del “Viejo Mundo”. Si bien, en estricto
rigor, ellas no forman parte del canon de la literatura latinoamericana, la constante recurrencia
y apropiación de esas textualidades (Alvaro Mutis, Carpentier, Posse, Jorge Guzmán, entre
muchos otros) valida una incorporación donde el fenómeno del reconocimiento del mundo
americano aparece como una necesidad constante, solo parcial y epocalmente satisfecha.
2 Gran parte de la investigación de los hispanistas (Mabel Moraña, Juan José Arrom,
Ángel Rama, por ejemplo) se ha abocado a la distinción de los elementos fundantes de una
protoconciencia criolla en autores tales como sor Juana Inés de la Cruz, Carlos Sigüenza y
Góngora y el Inca Gracilazo, entre otros. En este reconocimiento, Juan José Arrom no ex-
cluye del examen los elementos desestabilizadores de la conciencia conquistadora que van
apareciendo en textualidades de demanda dirigidas al centro del imperio. Desde entonces
hasta nuestros días no estará ausente del desarrollo de nuestras letras la constante indaga-
ción y resituación de la conciencia del sujeto americano frente al poder y la realidad.
3 La cercanía del discurso literario y el discurso histórico en Latinoamérica es tal, que
en no pocos momentos parece una lucha cuerpo a cuerpo. Ejemplo último de lo anterior es el
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vigor contradiscursivo que tomó la literatura testimonial de los años 70 en todo el continen-
te. De una extensa lista, basta con mencionar los trabajos de Elena Poniatowska, Rigoberta
Menchú, Eduardo Galeano. Toda la novela testimonial –como aquella que trabaja con los
hechos históricos en distintos grados de ficcionalidad– aporta nuevos datos y visiones ex-
cluidos por el discurso central y que son indispensables en el momento de comprender los
procesos en los que los reconocemos identidades nacionales e historia común.
4 Por “identidad” entendemos ese proyecto siempre utópico que aspira a reunir en un
trincada orfebrería de poderes e intereses que no solo configuran el espectro social, sino que
además, particularmente modelan la producción de la obra. La situación del intelectual crio-
llo y posteriormente latinoamericano en los procesos políticos de nuestras sociedades, ha
sido y será todavía ampliamente emplazada por los distintos actores del proceso señalado.
6 Debemos entender que la inclusión de un texto histórico en una textualidad de orden
La primera de ellas, que para dar cuenta de la realidad del “Nuevo Mundo”, la letra tuvo que
reinventarse en géneros híbridos, ilegítimos si se quiere, pero, paradójicamente, fundantes
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de linaje. La segunda, que la voluntad histórica de dar fiel cuenta de lo objetivamente real ha
tenido que asentar uno de sus pies en el campo fabuloso de la literatura; esto es, en esa zona
profusa en encantamientos de donde surgen los posibles del mundo, o como lo enuncia la
teoría literaria actual, los mundos posibles. Respecto de la reinvención del género, nos esta-
mos refiriendo a “La relación de Indias”, textualidades en las que, así como asistimos al
surgimiento de una nueva naturaleza y culturas hasta entonces inéditas, presenciamos la
caducidad de los modelos historiográficos de Occidente.
8 La relación metáfora-realidad la tomamos de Paul Ricoeur (La metáfora viva. Traduc.
que busca la identidad de ideales, fines y estéticas con el discurso político o, por el contra-
rio, su total negación. Monumentos de este proceso son, por ejemplo, las Bibliotecas Nacio-
nales e Institutos de la Lengua, cuya fundación acompaña a la de la República. El proceso de
tradición y ruptura implícito en los programas literarios va a seguir muy de cerca la vicisitud
política, y el sistema editorial no queda ajeno a la contingencia.
10 Respecto de la generación del “mito colonial”, José Miguel Oviedo señala lo siguien-
te: “La relación de Palma con la colonia es ambigua, porque la imagen que ofrece de ella es
cortesana y complaciente (...) Los testimonios de viajeros, la mitificación popular, el mis-
mo desengaño republicano, habían contribuido a hacer de la colonia una realidad legendaria
aun antes de que Palma fijase esa imagen arcadica en sus Tradiciones”. (Ricardo Palma,
Cien Tradiciones Peruanas. Prólogo, Selección, Cronología de José Miguel Oviedo. Vene-
zuela: Biblioteca Ayacucho, 1997). La “relación ambigua” se explica según Oviedo en un
ánimo regresivo de la pequeña burguesía y en una experiencia de aspiración frustrada en la
república.
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EL INTELECTUAL CRIOLLO-REPUBLICANO
guiente respecto de la propuesta de identidad nacional de Palma: “¡Quién escribe hoy desea
vivir mañana, debe pertenecer al día, a la hora, al momento en que maneja la pluma! Si un
autor sale de su tiempo, ha de ser para adivinar las cosas futuras, no para desenterrar ideas y
palabras muertas. Arcaísmo implica retroceso: a escritor arcaico, pensador retrógrado”.
12 Trabajos como los de Julio Ortega, Aníbal Gonzáles, Roy L. Tañer, Fernando Unzueta,
entre otros, ya han iniciado una relectura de la obra de Palma (en Ricardo Palma Tradicio-
nes Peruanas, Edición Crítica Julio Ortega, Flor María Rodríguez-Arenas, Coordinadores.
Madrid: Editorial Universitaria, Colección Archivos, 1997. También las Jornadas “Lecturas
Actuales de Ricardo Palma”, realizadas por la Universidad Ricardo Palma. Lima, febrero,
2000.
13 Al respecto, Palma declara lo siguiente: “Tocóme pertenecer al pequeño grupo litera-
rio del Perú, después de su independencia. Nacidos bajo la sombra del pabellón de la Repú-
blica, cumplíanos romper con el amaneramiento de los escritores de la época del coloniaje,
y nos lanzamos audazmente a la empresa. Y, soldados de una nueva y ardorosa generación,
los revolucionarios bohemios de 1848 a 1860 luchamos con fe, y el éxito no fue desdeñoso
para con nosotros” (La bohemia de mi tiempo, en: Tradiciones peruanas completas, 5ª ed.,
Madrid: Aguilar, 1964).
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según Oviedo, que resolvieron su filiación e inconsistencia en gestos vacuos con ciertos
ribetes escandalosos. Palma da una visión del grupo en La bohemia de mi tiempo.
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EL BILINGÜISMO
20 Al examen del problema, los actuales estudios coloniales han incorporado la noción
de “pliegue” de Gilles Deleuze (El pliegue. Buenos Aires: Editorial Paidós, 1989). Esta
lectura visualiza una serie de operaciones de avances y retrocesos, de pliegues y repliegues
estratégicos realizados por el intelectual colonial en el proceso de diferenciación.
21 “Tensión, Lenguaje y Estructura: Las Tradiciones Peruanas”, en Ricardo Palma, Tra-
diciones Peruanas. Edición crítica. Julio Ortega, Flor María Rodríguez-Arenas. Madrid:
Editorial Universitaria, 1997.
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“La Historia que desfigura, que omite o que aprecia sólo los hechos
que convienen o como convienen; la Historia que se ajusta al espíri-
tu de escuela o bandería, no merece el nombre de tal. Menos estre-
chos y peligrosos son los límites de la Tradición. A ella, sobre una
pequeña base de verdad, le es lícito edificar un castillo. El
tradicionista tiene que ser poeta y soñador. El historiador es hombre
de raciocinio y de las prosaicas realidades” 23.
Real Academia Española por la evolución del idioma impulsada por nuevos términos y
usos.
23 “Prólogo”, en Clorinda Matto de Turner, Tradiciones Cuzqueñas. Cuzco, 1954.
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resultaba criminal cualquier papamoscas. Después de un cuarto de rueda que le hizo crujir
los huesos, se declaró Cominito convicto y confeso de un delito que, como sabemos, no
soñó en cometer. La tortura es argumento al que pocos tienen el coraje de resistir”. Cien
Tradiciones Peruanas… p. 275. La voluntad de denuncia de Palma lo llevó a escribir los
Anales de la Inquisición en Lima (1863).
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La relación polar constituida por Historia / Tradición, con todo lo que ella
implica respecto de la cuestión identitaria, no permite que esté ausente del
programa de Palma la preocupación pedagógica:
27Carta en Tradiciones peruanas. Quinta serie. Lima: Imprenta del Universo de Carlos
Prince, 1883.
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que se confunden país y biblioteca. Por otra parte, la fundación de Nación se hace extensiva
a la fundación de la biblioteca: “(...) Cuando la destrucción de la Biblioteca de Lima por los
chilenos, en 1881, desapareció el ejemplar que poseía el Perú, y que perteneció a la librería
de los jesuitas, la cual sirvió de base a la Nacional, fundada por el general San Martín en
1821”.
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“(...)
Mientras las muchachas se entretenían en hilar, la madre contaba al
hijo, por la milésima vez, la tradición de su familia. Esta no es un
secreto, y bien puedo darla a conocer a mis lectores, que la hallarán
relatada con extensos y curiosos pormenores en el importante libro
que, con el título Anales del Cuzco, publicó mi ilustrado amigo y
compañero de Congreso don Pío Benigno Mesa”.
30 En Ricardo Palma, Tradiciones Peruanas. Edición Crítica Julio Ortega, Flor María
que del tiempo, del ejercicio de la escritura. Estas “series” de matriz barro-
ca no despliegan una organización jerárquica en que la primera pueda con-
siderarse a cabalidad el original de las que le siguen. Muy por el contrario,
ellas se proponen en los empáticos y libres términos de la versión cuya
perfectibilidad usurpa el lustre de lo modélico a los primeros textos o pre-
textos. De esta manera, Palma no propone la verdad unidireccional y unifocal
de la realidad o del pasado. Propone la verosimilitud: ese entramado entre
lengua y cognición que nos permite aprehender y transmitir la realidad.
Así, de versión a versión que no se niegan entre sí, la libertad de elegir
queda en manos del lector, también de establecer jerarquías o no, fluctua-
ciones y distancias. Por ejemplo, un caso de interés por las implicaciones
espejeantes que presenta, lo conforman Consolación de 1851 y Oderay o
La muerte en un beso de 1852. Otro caso, el de Inferun el hechicero (1854),
Apuntes históricos. Sobre el conde de Superunda (1860) y Un virrey y un
arzobispo (1874).
Ahora bien, hemos visto que el proyecto escritural de Palma nace tan
íntimamente ligado a la historia como a la cuestión de la identidad nacio-
nal. En el proyecto Letra-Nación, el rescate de la memoria es fundamental:
de la siguiente manera: “Sobre este argumento, el cura de Tinta, don Antonio Valdés, escri-
bió por los años de 1780 un drama en lengua quechua, el cual se representó en presencia del
rebelde Inca Tupac-Amaru. Tschundi, Markham, Nadal, Barranca y muchos americanista se
empeñaron en sostener que el drama Ollanta había sido compuesto en los tiempos incásicos,
y que era, por consiguiente, un monumento literario anterior a la conquista. Traducidos en
verso por un poeta peruano, Constantino Carrasco, publicó el autor de estas Tradiciones un
ligero juicio crítico, en el que se atrevió a apuntar (alegando muy al correr de la pluma varias
razones en apoyo de su opinión) que Ollanta era ni más ni menos que comedia española, de
las de capa y espada, escrita en voces quechuas; y que, aunque lo diga Garcilaso, que no
pocos embustes estampó en los Comentarios reales, los antiguos peruanos estuvieron muy
lejos de cultivar la literatura dramática (…) Pero en 1881 el literato argentino don Bartolomé
Mitre, en serio y extenso estudio, con gran acopio de pruebas y con sesuda argumentación,
puso en transparencia la filiación, genuinamente española, del drama Ollanta, en su forma,
en su fondo y hasta en sus elementos lingüísticos”.
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“Los limeños que por los años de 1825 a 1826 oyeron cantar en la
catedral, entre la Epístola y el Evangelio a guisa de antífona:
De ti viene todo
Lo bueno, Señor;
Nos diste a Bolívar
Gloria a ti, gran Dios.
Transmitieron a sus hijas, limeñas de los tiempos de mi mocedad,
una frase que, según ellas, tenía mucho entripado y nada de
cuodlibeto. Esta frase era: la carta de la Libertadora”34.
amigos Guillermo Prieto y Pedro Santacilia, rogándoles para que influyeran para que litera-
tos mejicanos como Ud., Altamirano, Rosas Moreno, Cuenca, Acuña, Sierra, Peza, Peón y
Contreras y otros, favoreciesen con el obsequio de sus libros a la Biblioteca de mi cargo”.
44 En 1878 es designado socio correspondiente de la Real Academia Española.
45 En 892, Palma asiste a las celebraciones del cuarto centenario del descubrimiento de
“(...)
Tal fue el origen del penitente ascetismo del último. Lamenta-
mos que el cronista no hubiera averiguado también si allá, en el otro
barrio, entraron en componendas para perdonar o rebajar los meses
del castigo”.
“Así, sólo el siete de septiembre; esto es, a los sesenta días, vino a
recibirse en Lima la noticia del combate y de la dispersión de los
piratas.
El Cabildo dispuso celebrar la nueva el día siguiente, que era festi-
vidad de la Virgen, con árboles de fuego, toros embolados, banque-
tes, misas de gracias, cucañas, lidia de gallos, luminarias, danza de
pallas y de africanos, amén de otros festejos populares”.
Como vemos, esta tradición surge también para explicar una frase del re-
franero y, como en otras, a partir de ella se crea un cuento. Interesa resaltar
aquí varias cosas: primero, que la voz narrativa se traviste en la tía Catita,
personaje que, a su vez, es el alter ego de la abuela de las Croniquillas...;
segundo, en este cuento, además del estamento político, se parodia uno de
los pasajes más dramáticos del Evangelio: la traición y entrega de Cristo;
tercero, el trastrocamiento de mundos y tiempo.
En la distancia familiar carnavalesca, la tía Catita describe a los niños la
faz y figura del que va a ser el tristemente célebre Judas Iscariote. Lo nove-
doso de la narración no consiste tanto en la divertida fealdad del personaje,
sino en la total desarticulación del tiempo y del espacio. Judas nace, al
parecer, en Lima, y en el tiempo sin transcurso de “aquel entonces de en-
tonces” en el que habita, vivificándolo, la voz de la narradora. Ya aquí
tenemos ese “mundo al revés” del carnaval, porque ni Judas es limeño
como afirma la tía Catita, ni los hechos sacros atraídos se suceden en el
tiempo indicado por la narración:
Y así es, Judas se libra de toda culpa con un con amén, igual que en la
República quedan sin sanción los desfalcos, componendas y traiciones. Aquí
relato sacro y consagración de la patria pierden su jerarquía, devienen a
farsa de carnaval por acción de la risa y del espejeo irónico de una frase
acuñada en la Colonia.
No alargaremos el análisis de La sandalia de Santo Tomás repitiendo
las categorías del carnaval, pero sí señalamos que le son igualmente váli-
das. Lo que nos interesa resaltar aquí son los procedimientos utilizados por
Palma para cuestionar las voces autorizadas del cronista y del estamento
religioso. Ahora bien, lo que no está de más señalar es que el humor, la
parodia verosimilizada por la fecha histórica, por el documento y por la
atracción de otras voces con autoridad, alcanza en esta tradición uno de sus
momentos más brillantes.
Con una apelación directa al lector, la tradición abre aportando datos y
objetos de culto con que crónicas, historiadores y religiosos sostienen un
suceso inverosímil: la venida de Santo Tomás a las tierras del Nuevo Mun-
do. De este modo y en el tono antidogmático de “ni quito ni pongo, ni niego
ni cedo”, al interior del texto, Palma genera un conflicto entre lo que se
afirma y el género tradicionalmente autorizado para refrendar y transmitir
la verdad de los hechos. El género es, por lo tanto, desfalcado, en la medida
en que tal conflicto rompe el pacto de lectura por el cual aceptamos que lo
consignado en un documento del circuito histórico transmite objetiva y
verazmente el relato de hechos ciertamente acaecidos:
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(...)
Los peruleros no podíamos quedarnos atrás en lo de la evangéli-
ca visita. ¡Pues no faltaba otra cosa sino que, hallándose Santo To-
más de tertulia por la vecindad, no hubiera hecho asco o andado con
melindres para venir a soltar una cana por esta su casa del Perú!
En Calango, a dieciséis leguas de Lima y cerca de Mala, existe
sobre una ladera una piedra blanca y muy lisa y bruñida. Yo no la he
visto; pero quien la vio y la palpó me lo ha contado. Notábase en
ella, y alrededor, caracteres griegos y hebreos. El padre Calancha
dice, en su Cónica Agustina, que en 1615 examinó él esta peña, y
que diez años más tarde el licenciado Duarte Fernández, recorriendo
la diócesis por encargo del arzobispo don Gonzalo de Ocampo, man-
dó destruir los caracteres, porque los indios idólatras les daban sig-
nificación diabólica. ¡Digo, que es lástima y grande!”
46 Ver Paz Octavio, Sor Juana Inés de la Cruz o Las Trampas de la fe, p. 58.
“...En América millones de hombres habían sido sustraídos durante mil quinientos años
a la gracia del bautismo. Las nuevas tierras y los nuevos hombres ponían en entredicho un
versículo del Evangelio en que Cristo resucitado se aparece a los Apóstoles y les ordena ir
por todo el mundo y predicar la doctrina a todas las criaturas (San Marcos, XVI,15). Las
soluciones dadas a este enigma... fueron numerosas e ingeniosas. Los franciscanos adopta-
ron la doctrina de Joaquín de Flora sobre la interpretación espiritual o alegórica del Evange-
lio. Otros teólogos, entre ellos la mayoría de los jesuitas, sostuvieron que en las creencias
antiguas de los indios ya había vislumbres de la verdadera fe, sea por gracia natural o porque
el Evangelio había sido predicado en América antes de la llegada de los españoles, y los
indios aún conservaban memorias confusas de la doctrina. En el siglo XVII se extendió y
afirmó esta última creencia. Era una opinión, como se vio más tarde en el alegato de fray
Servando Teresa de Mier a favor de la independencia, que implícitamente minaba el princi-
pal fundamento de la dominación española en América: la evangelización”.
47 La segunda parte del título es, nuevamente, una crítica que vincula a la Colonia y a la
República.
La espectacularización de la Colonia... 47
“Era costumbre de la época que asistieran los dómines con sus esco-
lares, siempre que se realizaba alguno de esos sangrientos episo-
dios…. El espectáculo era gratis, y nuestros antepasados creían con-
veniente y moralizador familiarizar con él a la infancia”.
RESUMEN / ABSTRACT
Este trabajo presenta una lectura actual de algunas de las Tradiciones del escritor peruano
Ricardo Palma. En los textos seleccionados se buscan las marcas y mecanismos textuales
que denuncian la pervivencia de la cosmovisión barroca-colonial en una escritura republi-
cana a la que atañe de manera significativa la refundación de la nacionalidad. Finalmente, se
reviven algunas de las coincidencias escriturales con el neobarroco actual.
This work proposes a contemporary re-reading of some of the Tradiciones by the Peruvian
writer Ricardo Palma. In the texts chosen, textual marks and mechanisms are identified as
revealing the survival of the colonial baroque cosmic vision in a republican writing
significantly connected to the refoundation of nationality. Finally, some of the stylistic
coincidences with contemporary neobaroque are brought into focus.