Causas y Consecuencias de La Migracion
Causas y Consecuencias de La Migracion
Causas y Consecuencias de La Migracion
La inmigración en El Salvador puede dividirse en dos etapas; la primera representa la situación del
país antes del siglo XX, cuando era un importador neto de inmigrantes; la segunda se identifica ya el
siglo XX y se caracteriza por su emigración, convirtiéndose El Salvador en un país exportador neto
de emigrantes. También se producen importantes desplazamientos internos, producto más que nada
del conflicto interno armado que ocurre entre los años 1980 y 1991.
Los flujos de emigración durante el siglo XX se dividen en cuatro grandes periodos: 1920 a 1969;
1970 a 1979; 1980 a 1991; y de 1992 a la actualidad (PNUD, 2009).
El gran proceso de emigración ha llevado a que uno de cada cinco salvadoreños viva actualmente
fuera del país (Andrade-Eekhoff, 2006). Esto ha provocado una situación paralela de agotamiento de
los recursos humanos calificados, produciendo un escenario donde menos del 11% de los
salvadoreños tiene educación terciaria, porcentaje por debajo del promedio latinoamericano del
13,5% (BID, 2007).
Historia de la migración
Cuando los españoles se aventuraron a Centroamérica a comienzos del siglo XVI, el territorio que
más tarde se convertiría en El Salvador estaba primordialmente poblado por indígenas de la tribu
Pipil. Los pipiles eran el subgrupo de un pueblo nómada conocido como los Nahual, que emigraron a
Centroamérica alrededor del año 3000 AC. La cultura Pipil ha sido comparada, si bien a menor
escala, con la de los aztecas en México. Aunque fueron básicamente un pueblo agrícola, los pipiles
construyeron grandes centros urbanos, algunos de los cuales llegaron a convertirse en ciudades,
como las actuales Sonsonate y Ahuachapán (Haggarty, 1988).
El proceso de conquista y posterior colonización de los españoles comenzó en 1524, con la llegada de
una expedición desde Guatemala, liderada por Pedro de Alvarado. Los españoles llegaron a El
Salvador en busca de metales preciosos y se encontraron con una población nativa estimada entre
600.000 y 700.000 habitantes (Fowler, 1995). Decepcionados por la falta de oro, la región quedó
relegada y olvidada dentro del imperio español. En esta situación de abandono y aislamiento se
plantó la semilla de la estructura político-económica del país (Haggarty 1988).
El café se convirtió en un cultivo de exportación valioso por su precio creciente, y desde mediados del
siglo XIX gran parte del bosque subtropical húmedo fue reemplazado por plantaciones de café, las
que actualmente cubren alrededor del 10 % del territorio de El Salvador (Gammage, 2007). A
comienzos del siglo XX ingresaron algunos inmigrantes chinos y de medio oriente, que instalaron
pequeños emprendimientos comerciales (PNUD, 2009). Al llegar la independencia, el legado era un
grupo de terratenientes europeos, una economía basada en las exportaciones y una sociedad
altamente segregada.
Los propietarios de las plantaciones de café conformaron una oligarquía económica y política para
asegurar el mantenimiento de sus tierras y riquezas. Es así como a comienzos del siglo XX, la
mayoría de los salvadoreños vivía en áreas rurales bajo distintas formas de relación laboral, ya sea
como trabajadores rurales (colonos), arrendatarios de pequeñas parcelas de tierras marginales o
jornaleros estacionales.
Sucedió que el precio del café cayó durante la Gran Depresión de los años 1930. Los bajos salarios
de los trabajadores rurales bajaron aún más, y como mucha de la tierra de subsistencia había sido
convertida en plantaciones privadas de café, los cultivos básicos se redujeron de manera
considerable, empeorando las condiciones de vida de colonos, arrendatarios y jornaleros
estacionales. También aumentó el desempleo, ya que muchos productores de café decidieron no
cosechar sus cultivos. Además, muchos pequeños agricultores, a quienes les fue imposible sobrevivir
esta caída, perdieron sus tierras a manos de los más ricos, concentrándose aún más la tenencia de
tierras.
Los esquemas de migración salvadoreña que persistieron hasta la década del 70 se establecieron
durante este periodo. Como se mencionó anteriormente, el escaso o inexistente acceso a la tierra y
el desempleo llevó a muchos salvadoreños a emigrar hacia Honduras, principalmente a las
plantaciones de plátanos de la United Fruit Company. Unas 25.000 personas emigraron en los años
30, y hacia fines de la década siguiente la cifra aumentó a 40.000 (PNUD, 2005).
El periodo de la Segunda Guerra Mundial inició dos corrientes migratorias importantes. La primera
fue hacia Panamá y la segunda hacia Estados Unidos, a través de México. Esta última se originó en la
demanda de mano de obra bien remunerada para las fábricas donde los puestos de trabajo de los
hombres habían quedado vacantes por el reclutamiento en las fuerzas armadas. Por su parte, la
migración hacia Panamá estuvo asociada con el transporte de suministros militares (PNUD, 2005).
En los años 1950 y 1960 un número no muy importante de salvadoreños emigró a los Estados
Unidos. Esta población provenía de los estratos económicos más altos que iban a estudiar y trabajar
en el extranjero. También algunos empleados domésticos, jardineros y trabajadores manuales
complementaron este pequeño flujo (Gammage, 2007).
La mayor parte de la migración salvadoreña fue a nivel regional. La migración estacional de las
comunidades salvadoreñas para trabajar en las cosechas se convirtió en la forma de vida de muchos
habitantes rurales desde que la producción de café pasó a dominar la economía de El Salvador
(Haggarty, 1998). Entre 1945 y 1969, el aumento de la población y la reducción de tierras
disponibles, especialmente a favor de las plantaciones de algodón, llevó a unos 350.000 trabajadores
y campesinos sin tierra – alrededor del 7 % de la población – a emigrar al vecino país de Honduras
(PNUD, 2005). Alrededor de la mitad de ellos regresó después de que el gobierno de Honduras
implementó las políticas de reforma agraria. Esto generó un éxodo que culminó en la llamada
“Guerra del Fútbol” de 1969 entre ambos países.
En 1961, alrededor del 12 % de la población rural no poseía tierras. Hacia 1971 la cifra había
alcanzado el 29 % y en 1975 se estimaba en un 41 %. De igual manera, de 1950 a 1970 el
desempleo rural se ubicaba entre el 40 y el 50 %.
En la década de 1970, Estados Unidos recibió la primera oleada importante de salvadoreños. Esta
vez, no solo emigraron las clases más bajas, sino que también los trabajadores calificados,
profesionales e intelectuales. Esto se atribuyó al desempleo, a la creciente violencia política, y a la
falta de acceso a la propiedad. Alrededor de 45.000 salvadoreños ingresaron a Estados Unidos entre
1970 y 1974 (Gammage, 2007). Un gran porcentaje de esta emigración, a diferencia de las futuras,
fue de naturaleza legal.
La década de los ochenta trajo el éxodo masivo de salvadoreños. Huyendo de la guerra civil en su
país, miles emigraron hacia naciones vecinas y también a Estados Unidos, viajando por tierra a
través de México. Muchos de ellos llegaron al país de manera ilegal y en su mayoría provenían de
comunidades rurales. Mientras que algunos huyeron a través de las fronteras con Honduras,
Nicaragua y Guatemala, otros se quedaron en El Salvador como población desplazada y buscaron
refugio en aquellos departamentos y municipalidades que no estuviesen directamente involucrados
en el conflicto. En 1982, solo el departamento de Chalatenango tenía 15.000 personas desplazadas
internamente. La emigración alcanzó su nivel máximo en 1982, estimándose que 129.000 personas
registradas habían dejado el país (Gammage, 2007).
En 1981 había unos 60.000 refugiados en Honduras -especialmente mujeres y niños- ubicados en
campos de refugiados cerca de la frontera. Estos campos eran administrados bajo el auspicio de la
Agencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (PNUD, 2005). El éxodo fue de
tal magnitud que en 1982 las Naciones Unidas estimaba que alrededor de un tercio de la fuerza
laboral había huido del país. Unos 20.000 refugiados salvadoreños buscaron asilo en Nicaragua, y se
estima que otros 80.000 a 110.000 se reubicaron en Guatemala y luego en México, de los cuales un
gran porcentaje alcanzaría finalmente Estados Unidos. Entre 1979 y 1988 se calcula que unos
500.000 salvadoreños llegaron a Estados Unidos por esta vía (Gammage, 2007). Miles viajaron
también a Canadá, donde las condiciones de asilo eran más accesibles.
Si bien la guerra civil terminó en 1992, muchas de las condiciones que inspiraron las luchas sociales
y políticas que culminaron en violencia y emigración masiva, permanecieron invariables. Entre 1980
y 2001, la cantidad de tierra cultivada en El Salvador aumentó un 6 % mientras que la población se
acrecentó en un 42 %. Este periodo fue también testigo de una marcada baja en el valor de los
productos agrícolas y los salarios (Gammage, 2006).
Aunque existen diferentes opiniones sobre las mediciones exactas, la tendencia a un aumento de la
emigración es constante. Entre los años 1970 y 1980, la migración aumentó un 73%. Entre los años
80 y 90, ésta se incrementó un 307 % y entre 1990 y 2000, subió a un 400%. La trayectoria de
esta inmigración también siguió un patrón constante: comenzó como una tendencia regional para
convertirse en un movimiento internacional, ya que a partir de la década de los noventa, el 93 % de
los emigrantes se dirigió más allá de Centroamérica (PNUD, 2009). Aunque varios países
implementaron medidas para facilitar la inmigración salvadoreña legal, la inmigración ilegal continuó
siendo un problema. Algunas estimaciones ubican en 400.000 la cantidad de salvadoreños
indocumentados residiendo en Estados Unidos en 2007 (Gammage, 2007).
Según estimaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador, casi tres millones de
salvadoreños residían en el exterior el año 2005. De ellos, aproximadamente 2.5 millones se
encontraban en Estados Unidos.
Las deportaciones de salvadoreños desde el exterior han aumentado en el transcurso del tiempo
pasando de un total de 4.216 en 1999 a 36.689 en 2004, según los registros del Ministerio del
Interior de El Salvador. Desde 1999 hasta 2001, la mayoría de las deportaciones se han realizado en
Estados Unidos, pero a partir de 2002 la gran mayoría de los deportados viene de Guatemala y
México (Andrade-Eekhoff, 2006).
En relación a poblaciones inmigrantes dentro del territorio, en 2005 se estimó que 1.913
nicaragüenses y 7.751 hondureños vivían en El Salvador (de un total de aproximadamente 36.000
extranjeros). Estas cifras, sin embargo, pueden subestimar de manera significativa la cantidad de
hondureños y nicaragüenses que están trabajando temporalmente en El Salvador (Gammage, 2007).
Conclusiones
No se puede entender a El Salvador como un país de 6,2 millones de personas viviendo en 21.000
kilómetros cuadrados, sino más bien como una nación con más de ocho millones de ciudadanos que
viven dentro y fuera de sus fronteras (Andrade-Eekhoff, 2006). El Salvador se ha convertido en un
exportador neto de migrantes y en un país estratégicamente basado en sus emigrantes. La gran
diferencia de salarios entre El Salvador y Estados Unidos, y la existencia de un gran número de
salvadoreños que ya viven en ese país -y que salieron fundamentalmente durante la guerra civil de la
década de los ochenta- y que alientan la búsqueda de oportunidades a sus compatriotas, explican
buena parte de la emigración salvadoreña. La migración es crucial para entender el desempeño de la
economía de El Salvador en las últimas dos décadas (BID, 2007).