Rendición de Cuentas, Lectura
Rendición de Cuentas, Lectura
Rendición de Cuentas, Lectura
Toda rendición de cuentas tiene como propósito provocar la definición del saldo que arroje
determinada gestión administrativa realizada sobre recursos ajenos, pero eso no significa que
toda gestión administrativa tenga que desembocar en un proceso judicial de rendición de
cuentas.
De entrada, conviene advertir que hay diversos sistemas de rendición de cuentas que
excluyen la posibilidad de hacerlo en proceso judicial; y además, que en el escenario judicial
hay trámites especiales al servicio del mismo objetivo, diversos del proceso típico de
rendición de cuentas.
Por ejemplo, los administradores de recursos públicos están sujetos a un régimen especial
de rendición de cuentas ante la Contraloría General de la República o ante las contralorías
departamentales, distritales y municipales (CP, arts. 267, 268 y 272).
Así mismo los administradores de las sociedades comerciales se someten a otro régimen de
rendición de cuentas en virtud del cual están obligados a presentar periódicamente las cuentas
de su gestión ante los socios (junta de socios o asamblea de accionistas), y someterlas a su
aprobación (CCo, art. 153). Algo similar ocurre con las demás personas jurídicas de derecho
privado, como las fundaciones, asociaciones y corporaciones, las copropiedades sometidas a
propiedad horizontal, etc.
Por consiguiente, no es lícito promover proceso judicial de rendición de cuentas para que el
gerente de una sociedad industrial o comercial del Estado rinda cuentas de su gestión, como
tampoco para que lo haga el presidente de una sociedad comercial, el director de una
fundación o el administrador de una copropiedad.
Además, administradores de bienes como el secuestre o el albacea deben rendir cuentas de
su gestión en el proceso en el que han actuado como tales (CGP, arts. 51-3, 500 y 595.8), lo
que de entrada hace innecesario adelantar proceso de rendición de cuentas.
Ahora bien, el objetivo específico del proceso de rendición de cuentas puede exhibir aspecto
distinto según se promueva por el obligado a rendirlas o por el destinatario de ellas. A
continuación, se pretende ofrecer la explicación de las dos hipótesis.
Lo que persigue el actor aquí no es otra cosa que compeler al demandado a rendir las cuentas
y a partir de ellas definir el saldo de la gestión encomendada, el que puede ser a favor o a
cargo del mismo demandante. En otras palabras, el objetivo principal consiste en que el juez
declare que el demandado está obligado a rendirle cuentas al actor y lo constriña a hacerlo
(obligación de hacer). Por consiguiente, de entrada se observa una pretensión declarativa
(existencia de la obligación de rendir cuentas) y, como consecuencia eventual de ella, otra de
carácter ejecutivo (cumplimiento forzado de la obligación).
2. CAUSA DE LA PRETENSIÓN
Debe obrar como causa de la pretensión la preexistencia de una relación jurídica entre
demandante y demandado que imponga a este la obligación de rendir cuentas y confiera a
aquel el derecho de exigirlas.
La obligación de rendir cuentas supone la presencia de una actividad administrativa realizada
por cuenta ajena, y puede originarse en un contrato, en la designación de administrador como
acto de autoridad, o en una situación accidental. Así, puede originarse en un contrato de
mandato, en la decisión del juez que nombra secuestre, o en la decisión espontánea y
unilateral de administrar negocios ajenos.
3. SUJETOS DE LA PRETENSIÓN
Sujeto activo deberá ser el titular del derecho a exigir la rendición de cuentas, y pasivo el
obligado a rendirlas.
4. COMPETENCIA
Cuando ninguna de las partes goce de fuero la competencia para conocer de este proceso se
define por la cuantía. Así, será de competencia del juez civil municipal en única instancia
cuando el asunto sea de mínima cuantía (CGP, art. 17.1), del mismo juez en primera instancia
cuando sea de menor cuantía (18.1), y del juez civil del circuito en primera instancia cuando
sea de mayor cuantía (20.1).
La cuantía se define por el monto que el demandante estima como saldo de la gestión
administrativa realizada (CGP, art. 26.1), bien sea a su favor o a su cargo.
Por el factor territorial el asunto corresponde al juez del domicilio del demandado (CGP, art.
28.1) o el del lugar señalado para el cumplimiento de las obligaciones cuando tenga origen
en un contrato (CGP, art. 28.3), a elección del actor.
5. DEMANDA
De más está decir que el demandante debe explicar en la demanda el origen de la obligación
de rendir cuentas, para que el juez pueda considerar si la obligación es siquiera verosímil y
si las partes están legitimadas para discutir sobre la pretensión.
Así, por ejemplo, si se plantea que el demandado es administrador de una sociedad comercial
de la cual es socio el demandante, y de allí se pretende derivar la obligación de rendir cuentas,
el juez deberá negar la admisión de la demanda dado que el escenario judicial no es el
apropiado para provocar la rendición de cuentas en tal hipótesis y los destinatarios de las
cuentas no son los socios individualmente considerados, sino todos integrados en la asamblea
de accionistas o junta de socios. El administrador debe rendir cuentas ante la asamblea con
sujeción al método previsto en la ley mercantil (CCo, art. 153), mas no ante uno o varios
socios en proceso judicial.
Ahora bien, por expresa disposición legal el actor debe soportar una carga que a primera vista
no se percibe del todo racional. Ciertamente, la ley prescribe que en la demanda se debe
estimar bajo juramento el saldo de la gestión administrativa, es decir, la suma que el
demandante considere deberle al demandado o que este le debe (CGP, art. 379.1). A decir
verdad dicha empresa no resulta fácil para el actor, dado que por lo regular ignora los
resultados de la gestión y carece de elementos de juicio para calcularlos con racionalidad.
Sin embargo la exigencia de la estimación tiene sentido si se observa que la misma ley le
confiere efectos importantes a favor del demandante en caso de que el demandado omita
objetar dicha estimación, lo que significa que la exigencia que la ley hace al demandante está
destinada a redundar en su propio beneficio.
A pesar de que la estimación tiene que hacerse bajo juramento, no es este un caso de
juramento estimatorio, pues no versa sobre prestaciones de las relacionadas en la disposición
relativa a este. De ahí que la ley precise que en esta hipótesis no se aplica la sanción
contemplada para la estimación temeraria, propia del juramento estimatorio (CGP, art. 206-
4).
6. MEDIDAS CAUTELARES
Cuando el saldo de la gestión administrativa estimado en la demanda sea favorable al actor,
parece razonable que pida la práctica de medidas cautelares que sirvan para asegurar el pago
de la obligación que resulte a cargo del demandado. En tales circunstancias pueden adoptarse
medidas como el secuestro de bienes (CGP, art. 590.1c).
7. CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA
Si se tiene en cuenta la gravedad de las consecuencias que se derivan del silencio del
demandado durante el traslado de la demanda (CGP, art. 379.2), las cuales se explicarán
adelante, luce imperioso concluir que la defensa tiene enorme importancia.
Es previsible que el demandado se defienda proponiendo excepciones previas, negando la
obligación de rendir cuentas, o simplemente objetando la estimación hecha en la demanda
(CGP, art. 379.2), o las tres cosas a la vez. La negación de la obligación puede consistir en
la ausencia de la relación jurídica alegada, o en la extinción de la obligación por el
cumplimiento anterior a la notificación del auto admisorio de la demanda.
En caso de objetar la estimación, el demandado tiene que aportar las cuentas con los
respectivos soportes contables (CGP, art. 379.3), pues de lo contrario no se puede tener en
cuenta la objeción. Exigir que el demandado aporte los soportes contables de las cuentas que
rinde es lo más razonable, pues es él quien posee la información precisa de las operaciones
que ha realizado en ejercicio de la gestión administrativa y quien mantiene en su poder los
documentos que las sustentan.
En definitiva, lo único que en este proceso obliga a pronunciar sentencia es que el demandado
niegue la obligación de rendir cuentas. Y si en el fallo se concluye que el demandado está
obligado a rendirlas, el juez debe concederle ahí mismo un plazo prudencial para que las
presente debidamente soportadas (CGP, art. 379.4), el que puede ser prorrogado por una vez
si el interesado lo solicita antes de su expiración con sustento en una causa justa (CGP, art.
117-3).
Puede suceder que el demandado desobedezca la orden de rendir cuentas contenida en la
sentencia, caso en el cual recupera vigor la estimación hecha en la demanda y con base en
ella el juez debe fijar el saldo mediante auto que presta mérito ejecutivo (CGP, art. 379.6).
1. OBJETO DE LA PRETENSIÓN
Lo que persigue el actor aquí no es otra cosa que compeler al demandado a recibir las cuentas
y a partir de ellas definir el saldo de la gestión encomendada, el que puede ser a favor o a
cargo del mismo demandante. En otras palabras, el objetivo principal consiste en que el juez
declare que el demandante está obligado a rendir cuentas y el demandado a recibirlas, y como
consecuencia que precise el resultado final de la gestión administrativa y lo haga cumplir.
Por consiguiente, de entrada se observa una pretensión declarativa (existencia de la
obligación de rendir cuentas y determinación del saldo) y, como consecuencia contingente
de ella, otra de carácter ejecutivo (cumplimiento forzado de la obligación).
2. CAUSA DE LA PRETENSIÓN
Debe obrar como causa de la pretensión la preexistencia de una relación jurídica entre
demandante y demandado que imponga a aquel la obligación de rendir cuentas.
3. SUJETOS DE LA PRETENSIÓN
Sujeto activo deberá ser el obligado a rendir cuentas, y pasivo el destinatario de ellas.
4. COMPETENCIA
Cuando ninguna de las partes goce de fuero la competencia para conocer de este proceso se
define por la cuantía. Así, será de competencia del juez civil municipal en única instancia
cuando el asunto sea de mínima cuantía (CGP, art. 17.1), del mismo juez en primera instancia
cuando sea de menor cuantía (18.1), y del juez civil del circuito en primera instancia cuando
sea de mayor cuantía (20.1). La cuantía se define por el monto que el demandante estima
como saldo de la gestión administrativa realizada (CGP, art. 26.1), bien sea a su favor o a su
cargo.
Por el factor territorial el asunto corresponde al juez del domicilio del demandado (CGP, art.
28.1) o el del lugar señalado para el cumplimiento de las obligaciones cuando tenga origen
en un contrato (CGP, art. 28.3), a elección del actor.
5. DEMANDA
En la demanda se debe precisar el origen de la obligación de rendir cuentas, para que el juez
pueda considerar si la obligación es siquiera verosímil y si las partes están legitimadas para
discutir sobre la pretensión.
Por razones obvias el actor debe aportar con la demanda las cuentas debidamente soportadas
(CGP, art. 380-1), pues es él quien posee toda la información sobre la actividad
administrativa realizada y sus resultados.
6. MEDIDAS CAUTELARES
Cuando el saldo de la gestión administrativa estimado en la demanda sea favorable al actor,
parece razonable que pida la práctica de medidas cautelares que sirvan para asegurar el pago
de la obligación que resulte a cargo del demandado. En tales circunstancias quizás puedan
adoptarse medidas como el secuestro de bienes (CGP, art. 590.1c).
7. CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA
Si se tiene en cuenta la gravedad de las consecuencias que se derivan del silencio del
demandado durante el traslado de la demanda (CGP, art. 379.2), las cuales se explicarán
adelante, luce imperioso concluir que la defensa tiene enorme importancia.
Es previsible que el demandado se defienda proponiendo excepciones previas, negando la
obligación de rendir cuentas, o simplemente objetando las cuentas aportadas con la demanda
(CGP, art. 379.2), o las tres cosas a la vez. La negación de la obligación puede consistir en
la ausencia de la gestión administrativa alegada, o en la extinción de la obligación por el
cumplimiento anterior a la notificación del auto admisorio de la demanda.
Como el demandado ignora la información detallada sobre la gestión administrativa
desplegada y sus resultados, para objetar las cuentas le basta manifestar escuetamente su
desacuerdo, sin necesidad de precisar las inexactitudes que contengan.