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Ninos Abandonados

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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA

DIVISIÓN DE POSGRADOS
POSGRADO EN HISTORIA Y ETNOHISTORIA
____________________________________________________________________
INAH SEP

NIÑOS ABANDONADOS
CIUDAD DE MEXICO FINES DEL SIGLO XIX Y
PRINCIPIOS DEL XX

T E S I S

QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE


DOCTORA EN HISTORIA Y ETNOHISTORIA

P R E S E N T A :

MAESTRA MARIA EUGENIA SANCHEZ CALLEJA

DIRECTOR DE TESIS:

Doctor Mario Camarena Ocampo

México, D. F. febrero 2011

Investigación realizada gracias al apoyo del


Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACYT)
AGRADECIMIENTOS

A lo largo de este trabajo he contraído deudas con múltiples personas. Quiero agradecer de
forma especial al doctor Cuauhtémoc Velasco Avila, quien me sugirió adentrarme en los
estudios de la infancia, desde el inicio de mi carrera profesional y a su invaluable guía en
ésta y otras investigaciones. Desde luego, no puedo dejar de agradecer al doctor Mario
Camarena Ocampo, quien me impulsó a la continuación de mis estudios de maestría y
ahora doctorado, en su apoyo como director de esta tesis ha estado al tanto de su
culminación. A la doctora Hilda Iparragirre, de quien he recibido su apoyo y atinadas
sugerencias desde el inicio de mis estudios profesionales y laborales, como en este trabajo.
Nuestra deuda es particularmente importante a la maestra Delia Salazar Anaya, con quien
emprendí el reto de embarcarnos en los estudios históricos de la infancia para la realización
de diversos coloquios y un taller sobre estudios de los niños, a quien agradezco sus
consejos y sugerencias, al igual, que a los investigadores de la Dirección de Estudios
Históricos y de otros centros de investigación por su confianza en participar en las obras
publicadas al respecto, que me fueron de gran utilidad para este trabajo. A mi ayudante de
investigación, la pasante en etnohistoria, Karol Galván.

Igualmente nos sentimos deudores con la doctora Inés Herrera que siempre que pudo
incrementó mi acervo de libros sobre la infancia, al igual, que a la doctora Julia Tuñón, a la
doctora Dolores Pla y al doctor Jacinto Barrera Bassols.

Expreso también mi reconocimiento al Archivo General de la Nación, al Archivo Histórico


de la Secretaría de Salubridad, a la Biblioteca “Manuel Orozco y Berra” en particular a su
personal y a Ma. Esther Jasso y a la Biblioteca de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

El proyecto se desarrolló dentro de la Dirección de Estudios Históricos y la Escuela


Nacional de Antropología e Historia, ambos del Instituto Nacional de Antropología e
Historia, instituciones a las que agradezco encarecidamente, ya que han contribuido a mi
formación profesional y por todas las facilidades que me han dado. Al Sindicato de
Investigadores (INAH). Conté con beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACYT), cuyo apoyo favoreció la realización de esta investigación.

En el plano personal quiero agradecer a mi familia y sobre todo a mi madre y a mis hijos
Claudia y Víctor Manuel por su apoyo y amor. Y dedico esta tesis a la Dirección de
Estudios Históricos, al Instituto Nacional de Antropología e Historia, al Sindicato de
Investigadores (INAH) y a la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Indice

Introducción i-xxiv

I. NIÑO EN “ABANDONO MORAL” 1

El marco de referencia: la observación científica del niño, 5; El


niño abandonado como un “peligro” social, 9; Organizaciones
sociales contra la infancia “peligrosa” y la paternidad
irresponsable, 12; Primeros congresos internacionales
filantrópicos, 19; El niño en “abandono moral”, 22; La protección
del niño abandonado, 28; Tutela del niño en “abandono moral”,
31; Escuelas para niños abandonados, “rebeldes” o
“descompuestos”, 34; Pedagogía moralizadora, 37; El niño
delincuente y el procedimiento judicial, 38; Comités de defensa
del menor delincuente, 41; La recaída del niño delincuente, 42;
Prostitución en menores, 44; Escuelas “especiales” para niños
rebeldes, 48

II. REFORMA EDUCATIVA EN INTERNADOS Y


CORRECCIONALES.
(CIUDAD DE MEXICO DE FINES DEL SIGLO XIX) 55

Los avatares de la filantropía conservadora, 57; Segundo


Gobierno Imperial: Casas de Beneficencia, 60; Casa de niños
Expósitos; 64; Hospicio de Pobres; 69; Tecpam de Santiago:
Colegio de San Antonio, 75; Casa de Corrección para Jóvenes
Delincuentes, 78; Proyecto de Reforma Educativa en el Segundo
Imperio, 81; Asilos y correccionales: por una moralización
educativa, 95; Escuela de Educación Correccional de Agricultura,
109; Nuevas correccionales y un asilo, 115; Trabajo de los
corrigendos fuera de las prisiones p. 119

III. EL NIÑO ABANDONADO: HERENCIA, PSIQUISMO,


EDUCACION Y DERECHOS (PRINCIPIOS DEL SIGLO XX) 126

Primer Congreso Mexicano del Niño, 128; El niño biológico,


psíquico y pedagógico, 132; Educación pública para todos, 135;
Escuelas centros higiénico-pedagógicos, 137; Escuelas para
“recogidos” y “corrigendos”, 139; Mortalidad infantil, 142;
Higienización moral para las madres, 143; El niño mexicano y la
“degeneración” de la raza, 144; Protección eugénica para las
nuevas generaciones, 146; Herencia sifilítica en las nuevas
generaciones, 148; Las secuelas en los descendientes de
alcohólicos, 150; Una “higiene moralizante” y preventiva, 151;
Los test y el desarrollo mental del niño, 154; Legislación y
tribunal para menores, 156; De correccionales a casas de
orientación, 165; Corolario del Congreso Mexicano del niño:
leyes, reglamentos y fundación de Tribunales para menores, 167;
Declaración de Derechos del Niño: Primer Código del niño, 171;
Congresos Panamericanos del niño, 177

IV. EL NIÑO DELINCUENTE O ANORMAL 182

El niño: del abandono moral a la “anormalidad”, 184; La higiene


escolar, 198; La antropometría entra a la escuela, 202; Higiene
mental y la psicometría: el niño “anormal”, 207; Niño “retrasado”
escolar, 213; Tipos europeos de “Escuelas especiales” para niños
los anormales, 222; “Escuelas especiales” para niños anormales
delincuentes, 225; Escuela “especial” modelo Fröebel, 233

V. MINORIDAD, ABANDONO Y TRASGRESION


TRIBUNAL PARA MENORES, CENTRO DE OBSERVACION Y
DIAGNOSTICO 238

Campañas de higienización, alfabetización y asistenciales, 241;


Campaña de higienización, 244; Campaña de Alfabetización, 249;
Campaña Asistencial, 251; Fundación del Tribunal para Menores,
257; “Jurisdicciones de menores”, 264; Procedimiento y funciones:
Centro de Observación y sus secciones, 272; Sección Social, 276;
Sección Pedagógica, 283; Sección Médica, 284; Sección Psicología,.
285; Sección Paidografía, 287; Jueces Paternales (Tutelares) del
Tribunal para Menores, 288; Estadística de la delincuencia y los
niños vagos p. 293; Instituciones auxiliares del Tribunal, 301;
Defensa Social: “peligrosidad” y “temibilidad”, 306; Edad Penal en
Menores, 309

Conclusiones 314

Bibliografía 323
i

INTRODUCCION

El objetivo de este estudio es analizar al niño en abandono moral (vago o “callejero”,

indigente y transgresor) a la luz del proyecto de protección del Estado benefactor y la

institucionalización de ese proyecto en hospicios, correccionales y Tribunal para Menores.

Las preguntas que guiarán este estudio: ¿Por qué el Estado laico pretendió proteger y

educar a los niños desvalidos? ¿De qué elementos se valió para intervenir en la vida de esos

niños? La ciudad de México fue el escenario donde se desarrolló una política infantil para

el control de los niños vagos o “mal ocupados” puesta en práctica por instituciones sociales

ubicadas en esta ciudad. El periodo de este estudio inicia en el año de 1864 con el proyecto

educativo para los niños “recogidos” y “corrigendos” y las primeras reformas introducidas

en las casas de beneficencia y concluye con la instauración del Tribunal para Menores

(1926) como un órgano de control institucional de la infancia “irregular”.

La hipótesis general de la que han partido mis indagaciones plantea que el Estado

laico pretendió rescatar al niño vago y “mal ocupado” para formar al nuevo ciudadano que

requería la nación. Para lo cual se necesitaba controlar a esos niños que crecían como

“salvajes”, dando rienda suelta a sus instintos y sin ningún control, analfabetas y carentes

de hábitos de trabajo y de reglas mínimas de higiene, lo cual se tornaba en un lastre para el

país. En un período en que se necesitaban brazos para contribuir al progreso de la nación. Y

a los niños bajo la protección del Estado se les formaría como una mano de obra barata.

Ahora bien, para intervenir en la vida de estos niños se necesitaba el asidero legal,

para lo cual, se instituyó la tutela estatal, la que junto con la minoría de edad fueron los

instrumentos jurídicos de legitimación del Estado. El argumento fue el “abandono moral”,


ii

bandera de la que se valieron los grupos en el poder para descalificar a los padres por

irresponsabilidad en la educación de sus hijos. Fue un invento de los organismos

internacionales que venían procediendo en la misma tónica, con sus niños de los sectores

populares. En un segundo momento, la “anormalidad” fue otra justificación de los grupos

en el poder para descalificar al niño, por su herencia “degenerada” que lo hacía un

“peligro” para la raza y la sociedad. El Estado tomó para si los avances del conocimiento

del individuo con los que se definía al niño “anormal”. Y las instituciones infantiles

sirvieron anclaje a los especialistas de la infancia para imponerse con base en sus saberes

(psicología evolutiva y la práctica experimental), para ejercer un monopolio de poder en ese

ámbito infantil.

Los estudios históricos de la infancia en México a últimas fechas se han

incrementado, llamando la atención los relacionados con la educación, y en menor medida

han sido los estudios históricos sobre el maltrato, la explotación sexual, la delincuencia, la

explotación del trabajo infantil o la vagancia, entre otros. Este tipo de temáticas

consideramos que contribuyen a mostrar una imagen desgarrada del mundo infantil, la cual,

se contrapone con esa imagen idealizada o estereotipada en otro tipo de textos, por lo que

consideramos relevante el estudio de los “niños abandonados” y como aportación para la

historiografía de la infancia y la comprensión de los enfoques y resultados acerca de los

menores que se encuentran fuera de la protección familiar.

Presentación

Los niños de los sectores populares que en la lucha por su subsistencia, adoptaban

conductas de adultos: vivían de trabajos marginales, contraían vicios, elegían a sus

amistades, iniciaban una sexualidad temprana o presentaban conductas que se


iii

criminalizaron como la vagancia e indigencia y las propiamente delincuenciales.

Pertenecían a familias en donde todos sus integrantes tenían que trabajar para contribuir a

su mantenimiento. Las relaciones entre padres e hijos se caracterizaban por la flexibilidad

en los controles familiares, favorecida por lo bajo de sus ingresos económicos. La vida de

estos niños se desarrollaba en el medio urbano. La miseria en que vivían los obligaba a

vivir de la caridad pública, por lo que de pequeños ingresaban a las instituciones de

beneficencia. En dichas familias el niño no era el centro de la vida familiar, no había una

concepción de la infancia como una etapa diferenciada de la vida del adulto.

A diferencia de los países europeos donde la consolidación del capitalismo data de

los siglos XVIII y principios del XIX, en nuestro país se asentaron las bases para el inicio

del proceso industrializador en su acepción capitalista al finalizar el siglo XIX, aunque en

condiciones poco favorables para el ejercicio de valores fundamentales como la libertad y

la igualdad proclamados por la Revolución Francesa. En el porfiriato estos valores fueron

redefinidos por el positivismo, imponiendo la jerarquización social como límite a la

igualdad y con la dictadura coartando la libertad; y en su modalidad del “darwinismo

social”, doctrina que planteaba que las leyes sociales formaban parte de las naturales, donde

las relaciones entre los hombres era una lucha por la sobrevivencia del más fuerte. En este

contexto, los niños de los sectores bajos fueron vistos como una “especie” aparte, herederos

de una degradación étnica y familiar, en quienes a pesar de que no se tenían grandes

expectativas había que educarlos para el trabajo y regularizarlos en el nuevo orden social.

De hecho el interés de protegerlos transitó más por el terreno de la prevención para evitar

futuros delincuentes que por una idea de integración social, puesto que como se les

consideraba seres “débiles” se esperaba que por sí mismos perecieran. En los años veinte

del siglo XX, con la emergencia de las clases medidas y el proceso de modernización,
iv

industrialización e impulso económico, ahí las perspectivas acerca estos niños, estaban en

función de su constitución “degenerada” y en la contaminación de la raza, del que había

que protegerse observando su comportamiento y orientando su educación. Esto es, primero

se esperaba que dichos niños perecieran y después se les miraba algo así como un virus

invasor. Se continuó en la misma tónica, en cuanto a formar a dichos niños como una mano

de obra barata para el desarrollo industrial y agrícola. Se les alfabetizaría ampliando su

radio de acción a un mayor número de ellos. Por lo tanto, el menor que era visto en la

vagancia (callejero) y en la mendicidad se le levantaba de las calles, al menor que se

encontrara propiamente en la delincuencia se le aprendía y a todos ellos, se les llevaba al

Tribunal para Menores. Institución donde se trazaba la vida del niño “anormal” y las

posibilidades de su rehabilitación. La profilaxis social (prevención) ocupándose el Estado

de la educación y control de los menores en cuestión; y la “terapia social”, entendida como

un conjunto de medios (internados públicos y correccionales, escuelas y clases especiales)

para el restablecimiento de la situación del menor, esto, es, se presionaba a la familia para

ocuparse de sus hijos, a los niños por medio de una coacción disciplinaria y el encierro y la

vigilancia.

El régimen porfirista primero y luego el régimen revolucionario construyeron un

dispositivo institucional para asegurar el orden y los nuevos valores sociales, controlando a

los niños de los sectores populares. El dispositivo institucional comprendió el

reforzamiento y fundación de diversas instituciones infantiles y de mecanismos de

vigilancia, observación “científica” 1 y enjuiciamientos, se definió espacios y tiempos,

1
En 1879, W. Wundt funda el primer laboratorio experimental en Alemania, para medir la sensación y la
percepción humanas, fecha que se considera como el nacimiento de la psicología experimental. Esta rama de
la psicología estudia el comportamiento empírico observable. Los representantes de la psicología
experimental eran más fisiólogos que psicólogos. La psicología evolutiva o del desarrollo surgió a la luz de
v

asignó conductas y formas de ser de niño o niña, que coadyuvaron a constituir las

representaciones de una identidad infantil “irregular”. Los internados públicos

(Beneficencia) en su tarea de educar y corregir, así como de moralizar funcionó como una

suerte de centros de infantilización de los niños de los sectores populares.

En la construcción de la idea de infancia surgieron una serie de discursos de saberes

específicos que reforzaron la existencia del “estatuto de minoridad” específico y apartado

de la sociedad adulta. En el caso, por ejemplo, del discurso pedagógico que se legitimó a

partir de caracterizar al niño como ser naturalmente carente de madurez para razonar,

necesitado de dirección y programación disciplinada. La propia noción de “naturaleza

infantil” creo las condiciones del surgimiento de la psicología evolutiva que definiera y

regulara el desarrollo “idóneo” de los niños con referencia al mito idealizado del niño

burgués. 2 Otro tanto ocurrió con la medicina de la que surgió la puericultura y después la

pediatría (siglo XIX). Y con la eugenesia que estudió los genes como los portadores de las

características hereditarias: para unos la herencia “degenerada”, enfermedades congénitas,

las teorías evolucionistas (Lamark y Darwin), se ocupa del estudio del desarrollo infantil, es decir, los
cambios que se dan en las personas con la edad. A G. Stanley Hall se le reconoce como el pionero de la
psicología evolutiva, destacó por sus estudios sobre la inteligencia, la psicología infantil y juvenil. Sostenía
que los factores fisiológicos genéticamente determinados producen reacciones psicológicas. Abrió un
laboratorio de psicología experimental a semejanza del creado por Wundt. Preparó un cuestionario para
investigar la conducta de niños y adolescentes, trató de determinar las relaciones que median entre las
características de personalidad, los problemas de ajuste y las experiencias antecedentes, a finales del siglo
XIX. Entre sus principales obras destacan: The Study of Children (1883); Adolescens , its Psychology, and
its relations to Psychology, Anthropology, Sociology, Sex, Crime. Religion and Education, (1904).
2
En 1879, W. Wundt funda el primer laboratorio experimental en Alemania, para medir la sensación y la
percepción humanas, fecha que se considera como el nacimiento de la psicología experimental. Esta rama de
la psicología estudia el comportamiento empírico observable. Los representantes de la psicología
experimental eran más fisiólogos que psicólogos. La psicología evolutiva o del desarrollo surgió a la luz de
las teorías evolucionistas (Lamark y Darwin), se ocupa del estudio del desarrollo infantil, es decir, los
cambios que se dan en las personas con la edad. A G. Stanley Hall se le reconoce como el pionero de la
psicología evolutiva, destacó por sus estudios sobre la inteligencia, la psicología infantil y juvenil. Sostenía
que los factores fisiológicos genéticamente determinados producen reacciones psicológicas. Abrió un
laboratorio de psicología experimental a semejanza del creado por Wundt. Preparó un cuestionario para
investigar la conducta de niños y adolescentes, trató de determinar las relaciones que median entre las
características de personalidad, los problemas de ajuste y las experiencias antecedentes, a finales del siglo
XIX. Entre sus principales obras destacan: The Study of Children (1883); Adolescens , its Psychology, and
its relations to Psychology, Anthropology, Sociology, Sex, Crime. Religion and Education, (1904).
vi

debilidad mental e incluso retraso escolar; y para otros, la inteligencia heredada que llevaba

a la riqueza económica. En suma, se trataba de definir la “naturaleza de la infancia”

desarrollando a partir de ella, una serie de conceptos y técnicas dedicadas a regular la vida

de los niños.

Estado de la cuestión

Philippe Ariès fue pionero en los estudios de la infancia, sostiene que la infancia fue

un invento de la modernidad. Dice en la Edad Media no existía una la infancia como

concepto o definición de una etapa de la vida, el niño en cuanto podía caminar y valerse por

sí mismo, era incorporado a la lucha por la supervivencia. La idea de infancia se fue

construyendo entre los siglos XV al XVII en Europa, en la cual influyeron las nuevas

formas de tráfico comercial y la producción mercantil. Estos cambios se manifestaron al

término de la Edad Media, lo que trajo consigo una lenta transformación de actitudes,

sentimientos y relaciones hacia los niños. Dicho autor menciona que también esto fue

acompañado de una revolución demográfica de la Europa del siglo XIX.

Sostiene que la separación del niño del mundo adulto se inició con el desarrollo de

la “escuela de la caridad” para los niños pobres, (siglo XVI-XVII) se sustituyó el

aprendizaje del niño al lado de los adultos como modo de educación. Así se pudo efectuar

la moralización tan anhelada por los reformadores. Por lo que concluye que tanto la familia

como la escuela contribuyeron a definir la identidad del niño, quien empezó a ser percibido

como un individuo inacabado, con carencias, así como con necesidades de resguardo y
vii

protección que la familia debía prodigarle. 3 Partimos de su idea de la infancia como una

invención.

Hugh Cunningham, difiere de Ariès, en cuanto a que las mutaciones en la historia

de la infancia fueron más modestas y no de modo tan esquemático y exagerado, en todo

caso. En su estudio sobre la infancia de los pobres sostiene que fue más notable la

diferenciación de los niños pobres del resto de los otros niños, en la sociedad inglesa, entre

fines del siglo XVII y principios del XVIII. El autor se refiere a los niños trabajadores que

vivían la explotación laboral. Esta distinción de la que nos habla el autor, al principio fue

vista como “necesaria y conveniente”, después fue cuestionada por algunos pensadores

(durante el siglo XIX y más en el XX), en el sentido de que los niños trabajadores también

tenían derecho a vivir su infancia, como la construida para las clases medias. El derecho a

una infancia para los niños trabajadores se enfrentó a los intereses de empresarios que

pugnaron por una mano de obra libre, sin importar las edades ni sexo de los trabajadores.

Cunningham sostiene que la infancia de los “hijos de los pobres” se percibía como

“un tiempo de adaptación a los hábitos de trabajo”, completada con una educación

elemental y orientada a lo que se esperaba de su vida futura. Para esos padres, los hijos eran

considerados un valor económico, (idea que -según el autor- se fue perdiendo en el siglo

XX), como también lo fueron para los explotadores del trabajo infantil, que se oponían a

reconocer para ellos, el derecho a gozar de una niñez. 4 La construcción de la infancia para

dichos menores se fue construyendo a partir del reconocimiento de algunos derechos para

los niños trabajadores, a mediados del siglo XIX. Esta idea de adaptar a los niños al trabajo

3
Philippe Ariés (1960), El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, España, Taurus.
4
Fragmentos traducidos de Hugh Cunningham, The children of the poor, (1991)
http://www.iin.oea.org/Cursos_a_distancia/Los_hijos_de_los_pobres.pdf
viii

la podemos observar en los niños mexicanos de la beneficencia pública y de las

correccionales, donde la enseñanza era para el trabajo.

Esta idea de diferenciación de los pobres con respecto a los otros niños, he retomado

para recuperar un proceso a todas luces complejo, como lo es la reconstrucción de un tipo

de infancia, la de los niños vagos o “mal ocupados” (abandonados), así como para entender

la configuración de un espacio específico para ellos. Además el planteamiento de

Cunningham, nos ayuda a dilucidar acerca de las varias infancias que se daban en una

misma sociedad, como también lo ha mostrado ampliamente Alberto del Castillo Troncoso

en su estudio sobre la niñez en la ciudad de México. Distingue varios tipos de niñez

mexicana: “los niños inocentes, los niños delincuentes, los “ciudadanos en ciernes” y los

niños trabajadores”, durante el período del Porfiriato y la Revolución mexicana.5 El autor

muestra que no existía una sola concepción de infancia. En el caso específico de los niños

delincuentes –dice el autor- que después de la Revolución se les designaba menores de

edad. Así pues, en el concepto de infancia, es innegable que se ha nutrido también de la

diferenciación social presente en la sociedad, así vemos en un mismo período la infancia

idealizada de los niños de los sectores acomodados, al lado de la infancia de los niños

trabajadores o la de los niños desvalidos, cuya niñez era negada o concebida como

“irregular”, como es el caso de los menores que nos ocupan en este estudio.

Por otro lado, los padres de la pedagogía moderna como Juan Jacobo Rousseau en

su Emilio, expresaba que el niño era como una hoja en blanco en la que se podía escribir,

por lo mismo, debía ser educado.6 También un periódico liberal de la capital mexicana

5
Castillo Troncoso, Alberto del, Conceptos, imágenes y representaciones en la ciudad de México, 1880-1920,
1ª ed., México, El Colegio de México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2006, p. 264.
6
John Dewey, filósofo estadounidense interesado en la pedagogía, debatió contra la idea de que el niño era
como una tabla rasa, consideraba que al contrario era un participante activo de su propio proceso de
ix

decía “El niño puede compararse a una sustancia blanda que se presta a cuanta forma quiera

darle el que la amolde…”7. El niño fue concebido con una carencia constitucional para la

pedagogía moderna, por lo cual, debía ser educado para suplir esa insuficiencia. En este

sentido es que Mariano Narodowski dice que “la pedagogía diseña una infancia

discriminada” en la medida de una carencia o de un conjunto de carencias, el niño “…no

posee la autonomía ni el buen juicio, ni el tino propio de los adultos”. Se les concibió como

“cuerpos débiles, ingenuos, manipulables en formación.” 8 El desarrollo de la escolarización

(siglo XIX) permitió el reclutamiento masivo de niños, en específico la escuela fue un

“dispositivo” que se utilizó para encerrar al niño, y lo más importante “operó situando a los

sujetos en posición de alumnos”. El autor dice que independientemente de la experiencia

de ser niños, adolescentes o adultos, el dispositivo escolar coloca al alumno en una

“posición de subordinación y acatamiento a normas prediseñadas a las que denomina

“heteronomía9, de acción protegida, de responsabilidad delegada, de dosificación de acceso

a saberes y haceres, de gradualidades y normalidades”. Fue precisamente con esto que se

construyó al infante moderno, como también lo señalan Ricardo Baquero y Mariano

Narodowski (en un trabajo conjunto), Por todo esto, es que sostienen que la institución

escolar infantiliza al niño.10 En otras palabras, lo vuelve sumiso, obediente, acata las reglas

de la institución escolar; y se le coloca en una situación de individuo necesitado protección

aprendizaje. Su escuela laboratorio experimental llamada Escuela Dewey le permitió demostrar sus principios
educativos. Tuvo una importante influencia en la pedagogía de los Estados Unidos en los inicios del siglo XX.
Citado por Mariano Narodowski, Infancia y poder: La conformación de la pedagogía moderna, Buenos
Aires, Apique, 1994, p. 109.
7
El Monitor Republicano, Impr. Vda. de García Torres, 29-2-56, N° 3.097, p.1. Citado por Jacqueline Cobo
[1983], Las ideas de la Reforma en México, (1855-1861), México, Universidad Nacional Autónoma de
México.
8
Narodowski, Mariano. Infancia y poder: La conformación de la pedagogía moderna, Buenos Aires, Aique,
1994, p. 109.
9
Heteronomía significa que las normas son creados por otras personas distintas al destinatario, y que la norma
es impuesta contra su voluntad, esta característica es opuesta a la autonomía.
10
Ricardo Baquero y Mariano Narodowski, “¿Existe la infancia?”, en Revista del Instituto de Investigaciones
en Ciencias de la Educación, Año III, N° 6, Buenos Aires, 1994.
x

con lo que transfiere su responsabilidad, el conocimiento se le da racionado, además de que

la escuela enseña a regular la conducta. Narodowski es un autor fundamental en este

estudio con su noción de infantilización. Este nos permite aproximarnos al tema desde la

óptica según la cual, el objetivo común de los internados-escuelas es situar al niño en

posición de alumno, lo cual, implica que se le fije, distribuya en un espacio y tiempo

segmentado, bajo métodos de vigilancia y control, para hacer de él, un individuo

dependiente, obediente y normalizado, para hacerlo un hombre útil, por consiguiente

moralizado. De esta manera, se pretendió normalizar e infantilizar a los niños en cuestión.

Tomamos esta idea de que la escuela funcionó como un dispositivo

laboratorio/escolar para producir la posición de alumno y por lo mismo su infantilización.

Las casas de beneficencia como internados escuelas y las correccionales funcionaron como

un dispositivo laboratorio/escolar para producir la posición de alumno “irregular”, en la

medida en que buscaban quitarle al menor la autonomía con la que venían actuando en su

vida cotidiana. Cabe recordar que estos niños aprendían a valerse por sí mismos, trabajaban

en actividades marginales o se encontraban en la mendicidad, contribuían al sostenimiento

de su hogar o en otros casos como el de las niñas cuidando a sus hermanos más pequeños.

Los padres o uno de ellos, por lo general, la madre era el principal sostén por lo que la

atención que brindaba a sus hijos era muy relativa.

Michel Foucault su concepto de disciplinas,11 para analizar a las instituciones

asistenciales y correccionales mexicanas donde se recibieron a aquellos niños que no eran

11
La disciplina se convierte en la forma más difundida de dominación en los siglos XVIII y XIX. “El
nacimiento de la disciplina, del arte del cuerpo forma un vínculo que en el mismo mecanismo lo hace más
obediente cuanto más útil y al revés […] La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos
dóciles. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos de utilidad) y disminuye esas fuerzas (en
términos políticos de obediencia). En una palabra disocia el poder del cuerpo; de una parte, hace de este
poder una aptitud, una capacidad que trata de aumentar y cambia por otra parte la energía, la potencia que de
ello podría resultar y la convierte en una relación de sujeción estricta.” Si la explotación económica separa la
xi

precisamente el alumno deseado. Partimos del concepto poder-saber en Michel Foucault,12

el que es obtenido por medio de la interrogación a veces coercitiva, como fue el caso de los

menores a su llegada al Tribunal para Menores. Los estudios psicológicos con los que se

diagnostican las reacciones mentales y emocionales del niño “irregular”. De esta manera, el

“saber” que se genera redunda en un mayor control no sólo físico, sino sobre todo

psicológico.

El Tribunal para Menores y su Casa de Observación fue como un dispositivo

laboratorio/clínico-social/escolar, fue un espacio creado para observar e investigar a los

niños en cuestión, en particular sus tendencias, emociones, pasiones, voluntad, actitud,

mímica, facies, sinceridad, sentimientos, sentido moral, complejos, carácter, reacciones

instintivas individuales y sociales, de reproducción, desarrollo, ambiente familiar y extra

familiar, evaluación de la conducta y capacidad intelectual, así como diagnóstico,

pronóstico, tratamiento y resolución. La noción de dispositivo en Foucault es la que

utilizamos aquí, para analizar todos los elementos que integran el complejo tutelar

(hospicios, escuelas especiales, reformatorios, tribunal para menores) para menores.

Francine Muel señala que en los campos médicos, jurídicos y escolares se desarrolló

un campo nuevo el médico-pedagógico, éste es el centro de su análisis. Apunta el

movimiento de protección a la infancia anormal logró introducir la escolarización (escuela

primaria), para todos los niños anormales y retrasados y no solamente para los ciegos y

sordomudos. De esta manera se crea un “mercado de la infancia”: se institucionalizó ese

fuerza y el producto del trabajo, digamos que la coerción disciplinaria establece en el cuerpo el vínculo de
coacción entre una actitud aumentada y una dominación acrecentada. El pode disciplinario de los tiempos
modernos inaugura un castigo silencioso que opera con la finalidad de producir cuerpos domesticados. Michel
Foucault, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, México, Siglo Veintiuno Editores, 1991, pp. 141-
142
12
Véase a Michel Foucault, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, México, Siglo Veintiuno Editores,
1991.
xii

campo médico-pedagógico (francés), se constituyó un cuerpo de especialistas en la materia,

una taxonomía y un corpus científico (para definir las categorías de niños anormales, en las

que entraban los retrasados escolares). 13

El discurso científico médico-pedagógico retomó las categorías psiquiátricas

anteriores agregando dos nuevas categorías: los “retrasados” y los “inestables”, mismas que

se utilizaron para reclutar a los niños iletrados y vagos, hijos de padres alcohólicos, de

parejas concubinas o de familias que no correspondían a un modelo de familia burguesa.

Los integrantes del movimiento de protección a la infancia anormal veían el “peligro”

social de entre los más “pobres de los pobres”, precisamente los niños que salían de la

escuela primaria con la etiqueta de anormales. Las denominaciones de “retrasados” y de

“inestables” cambiaban en un período en que se afirmaba la autonomía del mundo infantil y

se separaba del ámbito de los adultos (niños enfermos, jóvenes criminales, etc.).

Señala el vínculo entre el ámbito de lo psíquico y el ámbito de lo social, lo cual se

establece a través de la estructura de los sistemas simbólicos, a los que denomina de

“encuadramiento ideológico” o como “órganos del deber ser”, pues como lo advierte en

nombre de la “previsión social” se pretendió fabricar individuos cuyo comportamiento

debía ser previsible. La propuesta de Fracine Muel es que la anormalidad fue una forma de

encasillamiento la cual funcionó para excluir a estos niños de la escuela primaria, por eso

afirma que la escuela de todos no era para todos.

La escuela primaria tardó 15 años en producir esos desechos (niños “anormales” o

retrasados escolares) cuya exclusión formará parte constitutiva de la elaboración de un

nuevo aparato: el médico-pedagógico. Para este “tipo de escolar”, se instituyó (1904) una

13
Francine Muel [1981], “La escuela obligatoria”, en Espacios de Poder, de Michel Foucault, Jacques
Donzelot y Claude Grignon, et., al., (Genealogía del Poder N° 6), Madrid, la Piqueta, pp. 123-142.
xiii

comisión para la construcción de “escuelas especiales para niños anormales e

indisciplinados”, la que concluyó demandando la creación de “escuelas para retrasados” y

de “escuelas de moralización”. Los maestros promovieron en campañas de información

sobre la necesidad de enseñar individualmente a esos “niños en retraso” y la de vigilar a los

alborotadores. Algunas familias no entraban en este tinglado, manifestando que sus hijos no

eran idiotas y que no los enviaran a la escuela de “apaches”14.

Puntualiza que exclusivamente de las escuelas públicas de las grandes ciudades

implantadas en los barrios populares salían esos niños para entrar a las clases y los

internados de perfeccionamiento, donde su instrucción ocupaba la mayor parte del tiempo

en trabajos manuales, por una hora de la enseñanza intelectual. Muel hace un serio

cuestionamiento a dichas instituciones que funcionaron más como centros de

adiestramiento laboral para proveer a la industria de una mano de obra; y de que su

educación se hizo corresponder a la clase social de esos niños, la autora concluye diciendo

que una vez “civilizados, los futuros trabajadores podrán vivir en la ciudad sin peligro”. Por

eso sostiene que atrás de todo esto estaban los intereses económicos de los grupos sociales

en ascensión.

Otro de los méritos del artículo de Muel: es que clarifica el papel que jugaron de los

grupos de especialistas de la infancia y del terreno médico-pedagógico. Los “especialistas

de la infancia” (médicos, abogados, filántropos y enseñantes), fueron los impulsores de las

sociedades de patronato. Tuvieron una activa participación en las asociaciones y patronatos

a las que se incorporaban como grupo, de ahí, se reclutaron a celadores y especialistas del

campo médico-pedagógico, también lo hicieron con estudiantes de derecho, medicina,

14
El término “apache” se usaba de manera despectiva por los europeos, los franceses lo consideraban como
sinónimo de incivilidad.
xiv

letras. Grupos provenientes del “proletariado intelectual que una vez obtenidos sus

diplomas empezaron a competir por una colocación en el mercado de laboral, a quienes

hubo necesidad que incorporar. Argumenta que la creación de ese cuerpo de especialistas

del campo médico-pedagógico fueron a su vez, productores de términos clasificatorios y de

un corpus científico, y ejercieron sus funciones en los márgenes de la escuela primaria, de

donde obtuvieron a los niños anormales. Las instituciones de internamiento funcionaron

bajo la vigilancia y la acción de los especialistas médico-pedagógicos.

En fin, Muel no desarrolla las propuestas de la doctrina eugenésica y las del

darwinismo social que tuvieron una importante influencia en la ideología burguesa de esos

años, donde se planteaba que la inteligencia o su carencia era un factor hereditario; y que en

la lucha por la vida perecerían los individuos de capacidades disminuidas.

En Susana Gamba la categoría de género en términos amplios, es una “definición de

carácter histórico y social acerca de los roles, identidades y valores que son atribuidos a

hombres y a mujeres e internalizados en los procesos de socialización”. 15 En la educación

de los niños y niñas “abandonados” había una marcada diferenciación biológica, y por

consiguiente de género, la cual, ha era utilizada para producir desigualdad sexual, puesto

que presentaba a niñas y niños como opuestos, relacionales y diferentes. Y esto

15
Algunas de las características de la categoría de género son las siguientes: es una construcción social e
histórica (varía de una sociedad a otra y en el devenir histórico), es una relación social, (descubre las normas
que rigen las relaciones entre hombres y mujeres), es una relación de poder (porque nos remite al carácter
cualitativo de esas relaciones), es una relación asimétrica (admite la subordinación femenina o masculina así
como a relaciones igualitarias), es abarcativa (porque no se refiere solamente a las relaciones entre los sexos,
sino que alude a otros procesos que se dan en la sociedad, instituciones, símbolos, identidades, sistemas
económicos, es transversal porque atraviesa todo el entramado social articulándose con otros factores como
la raza, edad, educación estado civil, étnica, clase social, etc… Susana Gamba, ¿Qué es la perspectiva de
género y los estudios de género?, en Diccionario de estudios de género y feminismos, Argentina, Editorial
Biblos, 2008. Consultado el 30 de septiembre de 2010, a las 14 hrs.
www.mujeresenred.net/spip.php?article1395 Véase a Muñiz, Elsa [2002], Cuerpo, representación y poder.
México en los albores de la reconstrucción nacional, 1920-1934, 1ª ed., México, Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Azcapotzalco.
xv

articulándose con otros factores como la edad resultaba en una doble desigualdad entre

niños y adultos.

Elena Azaola aborda el estudio de la institución correccional en México, su

instauración y la lucha por obtener su dominio y reproducción, así como sus prácticas con

los menores transgresores. Inicia su estudio desde los orígenes históricos de las

correccionales en México (correccionales y tribunal para menores 1926 y los siguientes

gobiernos), transita por el cambio a consejos tutelares (década de los „70s siglo XX) como

resultado de la modernización de la política correccional, y el análisis de la práctica (trabajo

de campo) en un centro correctivo („70s). Sostiene que se instaura el nuevo campo

correccional con el surgimiento del tribunal para menores y con la creación de

correccionales a finales de la década de los veinte del siglo XX, el que tendrá su momento

culminante con la creación de un derecho especial para menores en los años setenta.

Sostiene que este campo penitenciario-correccional en su origen lleva la confusión entre lo

correccional y asistencial. Esto es, que en un mismo lugar y con las mismas medidas

correccionales se atendía a niños desvalidos y transgresores. Efectivamente, las

correccionales tenían la doble función de protección y corrección, como también lo hacían

los hospicios. México estaba siguiendo las pautas de los países europeos y los Estados

Unidos. Ese doble carácter del campo correccional educativo y correctivo, regenerador

abarcaba a la escuela primaria y a todo lo relacionado con el niño de los sectores populares,

en un proceso de ciudadanización, de formación de mano de obra barata propia del proceso

industrializador del sistema capitalista mexicano. Por otro lado, la crítica que le hace

Azaola a la política en “defensa del menor, lo coloca en una posición de desventaja con el

adulto”. En ningún momento se plantearon las autoridades darle privilegios al niños, la idea
xvi

era enseñar a esos niños rebeldes, vagos o precoces que tenían que controlar sus instintos,

rehabilitarse e integrar las filas de la mano de obra barata que necesitaba el país.

El estudio de Alberto del Castillo Troncoso, plantea que la niñez es una categoría

social construida por las miradas médica y pedagógica y difundida por la prensa. 16 El autor

subraya la importancia de la labor de concientización que hizo la prensa con respecto a la

infancia. El autor identifica los cambios en las representaciones de la infancia, durante el

último cuarto de siglo XIX, cómo se relacionó la imagen de inocencia con los niños de los

sectores altos y medios, los niños de los sectores desvalidos fueron vistos como seres

enfermos de la mente y el cuerpo, quienes con el inicio la fase armada de la Revolución

Mexicana, su imagen transitó a un ser militarizado y politizado. El autor no resuelve si ese

discurso incidió en la vida cotidiana de los niños durante el período que estudia. Como si lo

hicieron Beatriz Alcubierre y Tania Carreño en los niños que participaron en la Revolución,

por lo demás las autoras muestra que la militarización de esos niños como una función de la

infancia y la de las niños en las actividades de sus madres. 17

Antony Platt, Los salvadores del niño: o la invención de la delincuencia,18 su

aportación es una crítica de los reformadores que ayudaron a construir el sistema de

tribunales para menores. El autor plantea que los “salvadores del niño” fueron los únicos

responsables de las desastrosas consecuencias del sistema de tribunales para menores, lo

cual, se pudo impedir si los reformadores más ilustrados hubieran participado en la

instrumentación de otro tipo de sistema. Platt puso de manifiesto que las transgresiones o

16
Alberto del Castillo Troncoso [2006], Conceptos, imágenes y representaciones de la niñez en la ciudad de
México (1880-1920), El Colegio de México/Instituto de Investigaciones Dr. José María Mora.
17
Alcubierre, Beatriz y Tania Carreño King [1996], Los niños villistas. Una mirada a la historia de la
infancia en México, 1900-1920, México, Secretaría de Gobernación, Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana (INERM).
18
Anthony Platt [1982], Los salvadores del niño: o la invención de la delincuencia, México, Siglo Veintiuno
Editores.
xvii

ilegalidades, que antes habían sido solapadas o soslayadas, empezaron a ser sancionadas, se

detenía a los niños y jóvenes, por ejemplo, hasta por jugar pelota en la calle, en particular se

actuaba contra los hijos de inmigrantes. En fin, Platt no vincula origen y desarrollo el

movimiento de “salvación del niño” con otros hechos que se estaban produciendo en la

economía y la sociedad de finales del siglo XIX, lo cual, explicaría los intereses

económicos de los grupos sociales en ascensión, porque de otra manera su participación

tan activa de esos “salvadores de la infancia”. Y tampoco resuelve cómo y por qué aparece

el movimiento de salvación del niño en ese tiempo y como se relacionaba este movimiento

de reforma con otras instituciones del nuevo Estado benefactor; no explica de dónde

sacaban los salvadores del niño su sostén económico e ideológico, así como qué crisis

políticas motivaron a los salvadores del niño y su hubo alguna resistencia a sus reformas.

En este recorrido de autores vemos diversos intentos por solucionar el problema de

investigación que implica adentrarse en los estudios de la infancia, por ello, consideramos

que se trata de reconocidos especialistas en el tema. Cada uno de nuestros autores ha dado,

directa o indirectamente respuesta a nuestro problema de investigación: La infancia es un

invento de la modernidad; la escuela contribuyó a la separación de los niños y adultos

(Aries). La diferenciación de los niños pobres del resto de los otros niños, esto es, que no se

les reconocía una infancia, ésta se fue construyendo. Y en esa construcción la infancia de

los “hijos de los pobres” se percibió como “un tiempo de adaptación a los hábitos de

trabajo”. (Hugh Cunningham). El concepto de infancia se ha nutrido una diferenciación

social presente en la sociedad (Alberto del Castillo Troncoso). La institución escolar

infantiliza al niño (Nodorowski). La noción de “anormalidad” funcionó como una forma de

exclusión (Muel). La categoría de género, los roles, identidades y valores que son

atribuidos a hombres y a mujeres e internalizados en los procesos de socialización


xviii

(Gamba). El campo penitenciario-correccional lleva la confusión entre lo correccional y

asistencial, al atender con las mismas medidas correccionales a niños desvalidos y

transgresores (Azaola). Las desastrosas consecuencias del sistema de tribunales para

menores se debieron a los “salvadores del niño”. (Platt). En cuanto a los niños de carne y

hueso han tenido una función para los padres como lo señala Norbert Elías, también para

los Estados como México, a su población infantil se le ha asignado un papel, algunos niños

han sido vistos como el porvenir de la nación, otros como la mayor amenaza para el país,

como fue el caso de los niños abandonados de los que nos ocupamos. Si la preocupación

central de los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana fue la educación de los

niños, faltaría por investigar si esos niños que se formaron en las casas hogar y las casas de

orientación, más allá del estigma de haber permanecido en esos lugares, qué tanto les ayudó

para su vida futura.

Análisis de fuentes

Una historia de la condición infantil y del modelo protector de los “niños abandonados” en

el período que nos ocupa podría reconstruirse gracias a las fuentes judiciales, recursos

utilizados por los historiadores de la infancia de los sectores populares. Es verdad que las

fuentes judiciales no son jamás un reflejo fiel de una vida, ya que tienden a describir lo que

se trataba corroborar para justificar la intervención del poder estatal. Se exhibía unos niños

insumisos o se destacaba la parte execrable de las conductas humanas, tales como

violaciones, incesto, robo, estupro, perversión de menores, lesiones y homicidio, no

obstante, también, la miseria o privaciones en que vivían los niños y sus familias, niños

indefensos e ignorantes, explotados o golpeados. Niños y niñas que eran obligados a rendir

su testimonio o declarar para demostrar su discernimiento o consciencia de sus actos.


xix

Obligados a demostrar su verdadero arrepentimiento o rechazados por su “cinismo”, al

declarar los pormenores de los actos cometidos. La verdadera infancia era en gran parte

disimulada respecto a las autoridades, esto hace la alteridad de la infancia con respecto del

adulto.

Las fuentes judiciales tienen su parte de ocultación, omisión o incomprensión tanto

porque se hacía desde un formato preestablecido. A pesar de todo ello, las fuentes judiciales

nos aportan una gran riqueza, porque muestran el choque entre el “deber ser” que se trataba

de imponer y la realidad cotidiana de los gobernados. La interrelación entre la esfera

privada y pública: los conflictos entre los integrantes de la familia o entre los vecinos, las

riñas o todo tipo de delitos que se dirimen en el espacio público (ministerio público). Las

víctimas y los imputados, así como los funcionarios que intervienen en la disputa. Lo que

dispone la ley y lo que el juez interpreta, el proceder institucional como un aparato

sancionador y regulador del orden social. Las argucias de los inculpados para librarse de la

culpa o sanción. El proceder prejuiciado de los propios interrogadores al transcribir los

signos y las expresiones particulares, del psiquismo y la cultura de los niños en cuestión. Su

desdén al mostrar la forma en que se organizaba la familia de otro sector social, la falta de

controles familiares para conducir a los hijos o su desaprobación de porque no los enviaban

a la escuela. En fin, se describe la vida y circunstancias de los niños, su conducta antisocial

y su peregrinar en las instituciones sociales correctivo-educativas: sus enfermedades,

progresos educativos, indisciplinas, fugas y reaprehensiones, entre otros aspectos.

En el Tribunal para Menores se abrió un expediente por cada uno de los niños

detenidos o recibidos, los cuales integran la principal fuente judicial en las que nos basamos

en este estudio. Se consultaron los expedientes del mencionado tribunal (1927-1940) en el

Archivo General de la Nación. Estos expedientes también dan cuenta de la conducción y


xx

comportamiento de los niños en las casas de orientación (antiguas correccionales) y alguna

información de las casas-hogar. En fin, la fuente judicial del Tribunal para Menores con

todo y las salvedades arriba señaladas cubre aquellos aspectos de la vida infantil que no

obtenemos en otras fuentes, por lo que deben ser aquilatadas en lo más vasto de su propio

contexto, como lo deja ver Michel Foucault, porque “son textos que han jugado un papel en

la vida real de la que hablan”.19 En efecto, estas fuentes muestran a una infancia “peligrosa”

y necesitada de ser rescatada, por un poder que con fundamento en la ley buscó controlar a

la población infantil.

En los expedientes del tribunal también aparece la información de la Casa de

Orientación para Varones y la Casa de Orientación para Mujeres También da cuenta de las

indisciplinas de los menores en la propia institución, como también de los casos de buen

comportamiento o de las fugas y reaprehensiones; de los avances escolares o de la negativa

a instruirse, de la forma de interrelación entre los mismos internos. Al igual, se reporta las

salidas o externación de los menores, de la devolución a sus familias o de los trabajos que

la propia institución les conseguía para reintegrarlos a la sociedad.

La fuente también nos permite conocer la organización de dichos planteles, como el

nivel educativo que se les brindaba, la instrucción técnica o fabril, la atención médica y

hospitalaria, los decesos de los menores enfermos, la disciplina establecida para la

conducción de los internos e incluso la actitud contestaría de los menores frente a sus

cuidadores y personal de estos lugares, así como de las conductas heterosexuales u

homosexuales dentro del propio plantel. Igualmente, proporciona información de las

solicitudes paternas para el ingreso de sus hijos por indisciplina o las solicitudes para la

19
Michel Foucault, La vida de los hombres infames, Madrid, La piqueta, 1990, p. 180.
xxi

externación de sus hijos. En suma de las incongruencias entre objetivos y su distancia con

las prácticas institucionales

Desde luego la fuente tiene límites objetivos no menciona la forma de maltrato a los

menores “rebeldes” o “incorregibles”. En cuanto al cumplimiento de los objetivos

reeducativos o de regeneración de los menores en cuestión, en la solicitud de externación se

describía que los menores varones o mujeres habían presentado “buena conducta”, que

habían cumplido con la escolaridad y aprendido un oficio e incluso que se habían aliviado

de las enfermedades con las que llegaron.

Otras fuentes como las de la Beneficencia Pública, también dan cuenta de orfanatos

y escuelas de su funcionamiento, carencias económicas o educativas, de los problemas con

el personal entre otros. Igualmente nos ofrecen información, de los ingresos de los niños, de

la situación familiar o de abandono del menor, así como de las prácticas, disciplina y

rutinas en dichas instituciones, así como del personal que los cuidaba. También informan

de sus enfermedades y fallecimientos.

Otras fuentes similares en las que nos basamos son las de la Correccional para

Mujeres (1903-1926) y la Correccional para Varones (1901-1926), consultadas en el

Archivo Histórico del Distrito Federal, Acervos “corrigendas” y “corrigendos”, que

también nos ofrecen gran riqueza de información, acerca del tipo de delitos, de los menores

transgresores (presuntos delincuentes y de los sentenciados), acerca de los delitos

cometidos, de las fugas y de las familias a las que pertenecían; y del funcionamiento de

dichas correccionales.

En el Archivo Histórico de la Secretaría de Salubridad (AHSS) se consultó el

“Reporte de la Segunda Sesión, 1894, del Congreso de Protección de la Infancia”, en

Memoria de la Secretaría de Gobernación 1904-1906, México, Imprenta del Gobierno


xxii

Federal, 1909. Esta fuente me ofreció los debates y acuerdos de los organismos

internacionales en los que participó México. Una fuente similar es el II Congreso

Internacional para la Protección a la Infancia, en 1921, Informe del doctor Eusebio

Guajardo, mismo que se consultó en el Archivo Histórico de Salubridad y Asistencia.

Además, de consultar a autores del período estudiado como Salvador, Lima, Los

Niños Moralmente Abandonados y la Función Social del Tribunal Para Menores de la

Ciudad De México. Estudio que publicó en 1929, pero que se refiere a su observación de

los niños transgresores. Esta fuente es rica en información de una visión de los niños

transgresores. Este autor junto con Roberto Solís Quiroga que en sus obra de 1934 reportó

los resultados de estadísticas obtenidas de las cortes juveniles desde 1927, su objetivo fue

determinar las causas de la delincuencia de menores. “Dominantes estadísticas”, esta fuente

me ofrece también una visión de los directamente involucrados en el Tribunal. Desde

luego, que ambos autores representaban sus propios intereses, no obstante ofrecen una

visión de conjunto de cómo se veía y abordaba la problemática infantil

También consultaron autores del período estudiado como Salvador, Lima (Los

Niños Moralmente Abandonados y la Función Social del Tribunal Para Menores de la

Ciudad De México), estudio que publicó en 1929, y se refiere a su observación de los niños

transgresores. Esta fuente es rica en información de una visión de los niños transgresores.

Roberto Solís Quiroga compiló que en sus obra de 1934 los resultados de estadísticas

obtenidas de las cortes juveniles desde 1927, su objetivo fue determinar las causas de la

delincuencia de menores. Además ambos autores nos ofrecen una visión de las ideas

racistas o médico-pedagógicas de la época, cómo se miraba a esos niños y cómo se

abordaba la problemática infantil.


xxiii

También se consultaron otros autores contemporáneos que abordan los temas de la

infancia, de la delincuencia infantil, de la asistencia pública, y en general del período

estudiado; hemerografía y novelas del período.

Capitulado

Este trabajo ha sido estructurado en cinco capítulos que corresponden a diferentes

niveles de aproximación al tema de los niños abandonados.

En el primer capítulo analizan los discursos de los congresos internacionales de

protección a los niños de los sectores populares, para analizar la caracterización de niño en

“abandono moral”, así como las medidas de protección y control que se propusieron para

ese grupo social, lo cual influyó en países como México en la atención que debía recibir el

niño vago y “mal ocupado”. El segundo capítulo, se busca mostrar cómo se venía

atendiendo a los niños recogidos y corrigendos de la beneficencia en el segundo imperio

mexicano y los cambios en los gobiernos liberales y positivistas del porfiriato, en cuanto a

la reforma educativa en los plantes de beneficencia pública. El tercer capítulo, se muestra

que como resultado de la Revolución Mexicana se abrieron los debates y propuestas sobre

la protección del niño desde un enfoque médico-pedagógico, lo que se hizo evidente en el

“Primer Congreso del Niño Mexicano”; y a nivel internacional el “Código del Niño” como

primer acercamiento a sus derechos. El cuarto capítulo, intenta mostrar el tránsito del niño

abandonado (desvalido y transgresor) al niño “anormal”, desde un pensamiento médico-

pedagógico, como parte central en la construcción de una idea de infancia “irregular”. El

quinto capítulo, muestra que como resultado de todas las reflexiones sobre el niño

abandonado y de la política de “justicia social” se realizaron las campañas educativas,

higienizadoras y asistenciales; y como resultado de la doctrina de la “defensa social” para


xxiv

atender a la infancia “irregular” o “anormal” surgió el Tribunal para Menores y su Casa de

Observación.
1

CAPITULO I
El NIÑO EN “ABANDONO MORAL”

A finales del siglo XIX, tras la revolución industrial y demográfica junto con el

desarrollo de la urbanización provocaron el éxodo rural y un excedente de población

empobrecida en las ciudades y por ende, un crecimiento de vagos, indigentes y delincuentes

en las ciudades. La nueva teoría del valor que se había fundado, entre otros aspectos, en el

trabajo, en tanto que fuente principal de la riqueza (Adam Smith y los representantes de la

economía política), elevó a la población laboral a sujeto de observación, de cuidados

sanitarios y policiales. 1 El trabajo de los niños fue uno de los temas de cuestionamiento a lo

largo del siglo XIX, por la forma inhumana de explotación laboral, al mismo tiempo que se

necesitaba una mano de obra libre y barata como la infantil, poco se hizo para proteger a los

niños. Hacia mediados del siglo XIX en Inglaterra (más adelante en otros países) se empezó

a regular la jornada laboral y la edad mínima para trabajar, sin que esto implicara el cabal

cumplimiento para los empleadores. 2 En este contexto se dieron numerosos debates sobre

la educación, higiene, salud y protección de los niños de los sectores populares. Se hablaba

de niños (vagos, ociosos, indigentes o delincuentes) considerados en “abandono moral”,

cuyos padres no se ocupaban de su educación, quienes al igual que su familia eran vistos

como un “peligro” social. Los debates acerca de qué hacer con ellos versaron sobre el

problema de la delincuencia juvenil, la irresponsabilidad familiar en el cuidado protección

1
Fernando Alvares-Uría, Julia Varela, Sociología, capitalismo y democracia: génesis e institucionalización
de la sociología en Occidente, Madrid, Ediciones Morata, 2004, p. 40.
2
A finales del siglo XIX, se hablaba de si los niños trabajadores tenían derecho a vivir su infancia como los
niños de los sectores medios. Hugh Cunningham (1991), “Los hijos de los pobres. La imagen de la infancia
desde el siglo XVII”, (fragmento traducido de The children of the poor), recuperado el 07 de junio de 2010,
http://www.iin.oea.org/iin/cad/SIM/pdf/mod1/Bib%20basica.pdf
2

de los hijos y el papel de la asociaciones filantrópicas privadas y del Estado asistencial. Se

planteó la necesidad de contener ese “salvajismo” infantil, de impedir el “libertinaje” de

esos niños sin escuela, trabajo y moral, para integrarlos a la sociedad civilizada a tono con

las ideas pedagógicas modernas.

Los modernos grupos de filántropos (herencia del Antiguo Régimen), se venían

organizando en una diversidad de asociaciones benéficas y en patronatos (Consejos de

notables con funciones rectoras, asesoras y que vigilaban el buen funcionamiento de

instituciones de cárceles y planteles de beneficencia pública y privada), con un objetivo de

moralización social. Según Jacques Donzelot, entre las diferentes posiciones asistenciales

(francesas) se impuso la línea filantrópica de la asistencia moderna (siglo XIX), con un

punto de vista de la “economía social”, esto es, se distinguía “la indigencia ficticia de la

verdadera pobreza y asistir al que lo necesita solamente por un corto plazo”. El grupo

filantrópico (organizaciones filantrópicas y religiosas) adherido a esta posición planteó

ayudar a las “clases pobres” en su educación y restauración de la vida familiar. 3

Ciertamente que en las propuestas de estos grupos había la intensión de asistir a los

desvalidos y también que esos grupos filantrópicos afectados de un pesimismo por la

consumación de un siglo (XIX) especulaban acerca de la catástrofe del género humano, de

sus instituciones y del agotamiento de la cultura, había un fuerte temor a una regresión y

“degeneración”, fundado en las ideas de “degeneración” racial y social. De ahí surgió un

profundo anhelo por el control social, 4 lo que dio paso a amplios movimientos de

organizaciones sociales como el de la protección de la infancia en “abandono moral”.

3
Jacques Donzelot, La policía de las familias, España, Pre-Textos, 1979, pp. 70-73.
4
Nordau hace una crítica moralista de arte degenerado a algunas pinturas, al igual que a los cambios sociales
e individuales por la rápida urbanización a finales del siglo XIX y principios del XX. Max Nordeau,
Entartung (Degeneración), 1982.La autora feminista norteamericana contemporánea Elaine Showalter en su
3

Por lo tanto, como parte de la propuesta de la filantropía moderna se asistiría a los

niños y a las mujeres, en lugar de los ancianos, para evitarse un gasto posterior. Toda

petición de ayuda a la beneficencia (pública y privada) estaría condicionada a una previa

investigación de las necesidades para detectar que realmente hubiera esa carestía; (no para

quienes podían trabajar y no lo hacían) y se buscaría la falta de moral familiar, provocada

por la miseria. Este cuestionamiento a la moral como lo señala Donzelot estaría

condicionando la asistencia, esto es, que “las ayudas no serían desinteresadas… debían

servir para el “enderezamiento de la familia”,5 y de los mismos niños y niñas. Por

consiguiente, en el trasfondo de la filantropía moderna estaba vinculada la beneficencia al

control social. En este sentido podemos entender el interés de la educación y moralización

(socialización) de la infancia desvalida para integrar a esa población al proyecto

modernizador de los estados-nación como México.

Esta situación filantrópica en un marco del desarrollo del capitalismo y la

industrialización que requería de la formación de una mano de obra formada en una

disciplina fabril, nos permite entender la importancia de atender primero a los niños que a

los ancianos y a las mujeres como madres. Al mismo tiempo, comprender que la

industrialización viene acompañada de la expulsión de mano de obra del campo, sea por

efecto del aumento de la población, por despojo o concentración de las tierras como señala

Marx, resultó en una afluencia numerosa de población rural hacia las ciudades como

México, en la medida en que promovió el abaratamiento de la mano de obra, pero

texto, Sexual Anarchy, Gender and Culture at the Fin the Siècle, sostiene que a fines del siglo XIX se
extendió la idea de vivir una anarquía sexual y de dirigirse a una retroceso y “degeneración”, a esto se
debieron los controles sexuales de género. Citados ambos autores por María Alejandra, “Cinceladas para su
estro: Representación literaria de las mujeres a fines del siglo XIX,” Aljaba [online]. 2008, vol. 12 [citado
2010-11-02], pp. 71-83. Disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo,php?script=sci_arttext&pid=S1669-
57042008000100005&Ing=es&nrm=iso .ISSN 1669-5704.
5
J. Donzelot, op, cit., pp. 70-73.
4

paradójicamente provocó los fenómenos de indigencia, delincuencia e inseguridad.

Precisamente los fenómenos que pretendía controlar la élite mexicana de donde procedían

los filántropos y autoridades.6

Las asociaciones y patronatos filantrópicos se dieron a la tarea de convocar a

reuniones internacionales para entrar en contacto con sus homólogos en otros países como

México, con el propósito de debatir sobre la problemática infantil y constituirse en un

movimiento filantrópico de protección a la niñez. De esta manera, las acciones conducidas

en materia infantil en los diversos países europeos (Estados Unidos e incluso los

latinoamericanos) se apoyarían unos a otros por medio de los intercambios entre los

científicos, pedagogos o notables de la acción social y filantrópica; así como en un esfuerzo

conjunto lograr la coordinación de los servicios asistenciales para su efectividad. Las

organizaciones belgas fueron las principales promotoras de este movimiento, por lo cual, a

Bélgica se le consideró el centro de reunión de dichas organizaciones.

Cabe mencionar que en el ámbito latinoamericano, particularmente en México la

sensibilidad a favor de los niños iniciaba una etapa de apertura a la problemática infantil, a

la que contribuyeron pedagogos, médicos y especialistas de la infancia, junto con la prensa

que difundía sus aportaciones y comentarios, favoreciendo la creación de una opinión

6
El punto de la procedencia de los filántropos se puede consultar en Anthony Platt, Los “salvadores del
niño” o la invención de la delincuencia; Elisa Speckman, Crimen y Castigo. Legislación penal,
interpretaciones de la criminalidad y administración de justicia (ciudad de México, 1872-1910), donde la
autora muestra por medio de la producción de publicaciones de élite porfiriana, sus vínculos en diversos
ámbitos culturales y asistenciales; y Alberto del Castillo Troncoso, Conceptos, imágenes y representaciones
en la ciudad de México, 1880-1920, donde el autor también muestra el origen social de los científicos e
intelectuales mexicanos que aportaron al estudio de la infancia porfiriana.
5

pública al respecto, a finales del siglo XIX y principios del XX como lo ha señalado

ampliamente Alberto del Castillo Troncoso.7

En fin, los filántropos realizaron una serie de reuniones internacionales para debatir

sobre lo que se consideraba la “problemática infantil”, así como para coordinar los

esfuerzos asistenciales y sistematizar las medidas protectoras y educativas. Las

organizaciones belgas fueron las principales promotoras de este movimiento, por lo mismo,

Bélgica fue el centro de reunión de dichos organismos. En este capítulo nos proponemos

analizar la construcción de la idea de niño en “abandono moral”, surgido a la luz de la

filantropía moderna, así como la propuesta de un modelo de protección estatal, lo cual, tuvo

una importante influencia en los países latinoamericanos como México. Para lo cual, nos

basamos en las relatorías de los congresos internacionales filantrópicos o de los

“protectores” de la infancia (los que denominados así, por su interés en atender a las

necesidades del niño desvalido), para acercarnos a los debates y propuestas para conducir la

vida de los niños de los sectores populares.

El marco de referencia: la observación científica del niño

El siglo XIX, fue un período de grandes cambios en el mundo occidental, entre otros,

destacan los avances científicos, la pediatría surgió como una rama de la medicina y la

psicología nació como ciencia. Se desarrollaron técnicas antropométricas 8 y se elaboraron

7
Véase a Alberto del Castillo Troncoso, Conceptos, imágenes y representaciones de la niñez en la ciudad de
México, 1880-1920. 1ª ed., El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos; Instituto de Investigaciones
Dr. José María Luis Mora, 2006.
8
Véase a Estévez Zamora, Leonor y Rosa María Luna Alvarado, Realidad y utopía del sistema carcelario
mexicano: una cárcel llamada Belén, 1900-1916, (tesis de licenciatura), México, ENAH, 2006. Mac-Lean,
Roberto, La eugenesia en América, 1ª ed., México, Imprenta Universitaria México, 1952.
6

sofisticadas herramientas de medición de cráneo para determinar los rasgos de la

personalidad (frenología), así como las tendencias criminales, de las características físicas

(faciales) y los rasgos de la personalidad se hicieron clasificaciones de tipos faciales

(fisiognomía). La eugenesia hizo su entrada con su tesis de la herencia de los caracteres

paternos, proponiendo el mejoramiento de las razas y eliminando los defectos genéticos

(enfermedades mentales, tendencias criminales, pobreza) impidiendo matrimonios entre

seres inferiores. La Antropología Criminal propuso que las características craneales y

faciales eran pistas de la criminalidad genética, aportando su “criminal nato” (Cesar

Lombroso); el “delito natural” (Rafael Garófalo) por anomalías en los sentimientos de

piedad y probidad, lo que derivó en la responsabilidad penal por la “temibilidad” o

“peligrosidad” del delincuente, independiente del delito cometido. Simultáneamente se

fortaleció la idea de que los rasgos físicos determinaban conductas y marcaban pautas de

atraso o avance intelectual, se clasificaron los tipos criminales. En otras palabras, esas

aportaciones entonces calificadas de científicas conllevaban una importante carga de

consideraciones morales y sociales. La problemática socioeconómica prevaleciente en las

urbes en expansión, en un período de desarrollo del capitalismo, se mezcló con el ámbito

del conocimiento biológico interpretándose como tendencia a la degeneración.

La Higiene con su principio de prevención fue retomada como estrategia de

educación, la medicina, pediatría, psiquiatría infantil y la psicología intervinieron

detectando la anormalidad y “degeneración”; y la sociología (filantropía) como estrategia

de control social, para combatir los “peligros” del medio ambiente, de la familia

“irresponsable” y de la delincuencia juvenil. Por eso vemos los discursos higienizadores


7

penetrando en todos los ámbitos sociales e institucionales, en particular en las escuelas y

los escolares.

En este contexto, el niño no escapó a ser tomado un observatorio u objeto de

conocimiento desde donde se formulaban propuestas, suposiciones, aseveraciones de lo que

debía ser el desarrollo infantil, sustentado en un enfoque biologista. Darwin se interesó en

los gemelos para probar las leyes de la herencia. A la teoría de la “degeneración” se le hizo

depender de la herencia como transmisora de la decadencia (en un sentido religioso con

Morel) 9 primero y después, en un sentido evolucionista (con Magnam). La herencia

“degenerada” fue considerada como la manifestación de inestabilidad mental o de frágil

salud, la cual, se consideró que inducía a los individuos al alcoholismo, indigencia, actos

delictivos y promiscuidad sexual. En otras palabras, se trazaba que cualquier

comportamiento individual antisocial era resultado de una herencia degenerada. Argumento

que sirvió para descalificar a las clases trabajadoras y depauperadas, así como a su

progenie: los niños y niñas.

La sociología, en adhesión a la teoría de la degeneración, relacionó al alcoholismo y

la pobreza con las “taras” sociales. Con este modelo de “herencia degenerativa” se afirmaba

que ciertas familias trasmitían a sus hijos taras o estigmas degenerativos, lo cual, los hacía

aparecer como “peligrosos”. Anomalías reflejadas en el temperamento, pasiones o modo de

vida, así como en las condiciones de vida, los sectores desvalidos eran los candidatos

naturales a cometer conductas antisociales y de manera repetitiva. En esto se legitimó la

teoría de la “defensa social” en el derecho penal positivista. De esta manera, se pretendió

prevenir cualquier oposición social o la repetición de conductas antisociales o criminales.


9
Véase a F. Bing, “La théorie de la Dégénérescence” en Jacques Postel y Claude Quétel, Nouvelle histoire de
la physichiatrie, Paris, Toulouse Privat, 1983 (251-356).
8

Por otro lado, los discursos religiosos y laicos sobre la infancia, desde sus

particulares intereses venían promoviendo un modelo de relaciones familiares y educativas,

haciendo énfasis en la tarea de los padres y la del Estado respectivamente. Los moralistas se

empeñaban en la moralización social de la población en general y en particular de la que no

había alcanzado un “estadio” de civilización. Los manuales de urbanidad, las revistas

periódicas y especializadas de diferentes credos difundían valores, consejos, reglas y

enaltecían la importancia de educar a la niñez. En otras palabras, el orden de la modernidad

que se venía construyendo, se imponía lentamente en el mundo occidental, obligando a

mirar al mundo de una sola manera y atravesada por una ética cada vez más afín al

puritanismo protestante.

El movimiento médico-pedagógico de “higiene escolar” promovido internacional y

nacionalmente, en países como México se ocupó de acciones encaminadas a instrumentar

medidas higiénicas en los educandos y en los establecimientos escolares e incluso en los

internados y correccionales, así como a promover las campañas de vacunación. En el viraje

del siglo XIX al XX, la cultura científica aportó nuevos conceptos, observaciones e

interrogantes acerca lo “normal” y “anormal” en el individuo, desde donde se explicaron las

conductas desviadas y las discapacidades físicas y mentales. Los modelos pedagógicos

encontraron su fundamento en la psicología. El movimiento médico-pedagógico de

“higiene mental” encaminó sus acciones para establecer las características de las

“deficiencias” y del “retardo” en el aprendizaje infantil, desarrollando técnicas de detección

y tratamiento.
9

En fin, de esta manera el niño fue puesto como un observatorio, como un espacio en

el que se plasmaron ideas, conceptos, formas de concebir su desarrollo físico, mental y

social. De manera simultánea se fueron creando y diversificando especialistas de la

infancia, el niño estaba en el centro de sus miradas, algo así como un “conejillo de indias”,

para ensayar sus teorías, constatar sus deficiencias y justificar la exclusión de aquellos que

tenían o eran susceptibles de desarrollar conductas indeseables para los sectores

dominantes, como lo veremos a lo largo de este estudio.

El niño abandonado como un “peligro social”

Según Jacques Donzelot, los filántropos pensaban que debido al relajamiento de las

antiguas obligaciones comunitarias, se había caído en una negligencia, pereza o relajación

“determinada” por la miseria, los hijos de las clases trabajadoras se encontraban en un

estado de abandono moral lo que llevaba a conductas antisociales. Como se ha venido

mencionando a los niños de los sectores populares se les percibía en un “abandono moral”

y con una herencia “degenerada”, la cual, se manifestaba en una deficiente salud física e

inestabilidad mental y emocional, agravada por una educación paterna negativa e

irresponsable que inclinaba a los niños al vicio y a la delincuencia. Por otro lado, se decía

que buena parte de esos niños y jóvenes eran explotados por sus propios padres o se

encontraban en ocupaciones que afectaban su salud física y moral, otros se hallaban en la

vagancia u ociosidad, lo cual veían como antesala de la delincuencia. Esto es, la

constitución física y mental del niño mostraba una patología, esto junto a una educación
10

paterna negativa o descuidada eran las dos caras de una misma moneda, lo que hacía de

estos niños un “peligro social”.

En el caso mexicano Carlos Roumagnac, (inspector de policía y periodista)

aseguraba que eran tres los factores que conducían al delito en el país: el “abandono de la

niñez, el pauperismo con la mendicidad y la embriaguez”. 10 Con respecto a los niños de los

sectores populares decía que mostraban extrema precocidad en la delincuencia, lo atribuía a

la influencia negativa de sus propios padres, que desde tempranas edades los iniciaban en el

vicio, la prostitución y la delincuencia. 11 Por lo tanto, proponía como una medida

preventiva, en particular con los niños “abandonados” que el gobierno se ocupara de su

educación para evitar que cayeran en desgracia y se encaminaran a la delincuencia. Para lo

cual, consideraba importante financiar la creación de “escuelas especiales”, para niños

“problema”, asilos “regeneradores” para niños y mendigos, al igual que instituciones u

organizaciones para atender a los delincuentes “liberados y susceptibles de enmienda”.

Exhortaba a quienes se negaban a hacer una inversión de esta naturaleza, advirtiendo que

peor carga económica sería dejar a esos menores en el abandono porque si desde ahora eran

un “peligro” para la sociedad, esto se agravaría en la edad adulta.

A las autoridades las persuadía a “estudiar y combatir el mal en su principio y no

sólo en sus manifestaciones”, haciendo énfasis en que la tendencia de la ciencia criminalista

moderna daba especial importancia al elemento educativo para la rehabilitación de los

niños. Así lo expresaba: “poner en claro las aptitudes de cada uno de esos seres corregir a

los que de corrección fueren susceptibles y aislar a los que, incapaces de corregirse,

10
Carlos Roumagnac, Los Criminales en México, México, Tipografía “El Fénix”, 1904,, p. 54.
11
Ibídem, p. 23.
11

dañarían a los demás con su pernicioso contacto”.12 Subrayaba la importancia de la

educación como componente fundamental de la regeneración, aclarando que ésta, sólo

debía comprender a la educación básica, porque el futuro de estos niños estaría en los

trabajos manuales. También recomendaba ilustrar de alguna manera a los padres de estos

niños, indicando que “necesitan, sobre todo, de protección contra los hábitos

degeneradores.”13 Jacques Donzelot dice que las ayudas de la filantropía moderna fueron el

pretexto para “intervenir en la forma de vida de las familias populares, obligándolas a

retener y vigilar a sus hijos, bajo la amenaza de perderlos y de ser ellas mismas vigiladas y

“disciplinadas”. 14 Como podemos apreciar para Roumagnac la educación superior estaba

reservada para los hijos de sectores acomodados, los “mejor dotados” (como lo planteaba el

darwinismo social), quienes de manera natural “heredaban la inteligencia”, en cambio para

los hijos de los sectores populares, por su propia herencia “degenerada”, presentaban una

constitución “débil” y una fisionomía en la que se manifestaba su inclinación al vicio y al

crimen.

Carlos Roumagnac fue uno de los importantes voceros acerca del tratamiento a los

niños-problema y de las “escuelas especiales”, así como de la variedad de asociaciones

filantrópicas de los países europeos. Él junto con Julio Guerrero disertaron sobre la

criminalidad en México, diseñaron filiaciones sobre mujeres, adolescentes, homosexuales,

medían cabezas, cráneos, rostros y opinaban sobre la decadencia biológica de los indígenas.

Según Guerrero los factores que influían en la criminalidad eran geográficos, climáticos e

inclusive rasgos históricos. En su descripción de los distintos sectores sociales se refería a

los léperos, indios, papeleros, mendigos, “hilacheras y fregonas”, señalaba que dormían en

12
Ibídem, p. 40.
13
Dr. A. Corre, Les crimineles, París, 1889. Citado por Carlos Roumagnac, op. cit., p. 40.
14
J. Donzelot, op. Cit. p. 87.
12

la calle o dormitorios públicos; hombres y mujeres que vivían en una promiscuidad sexual

y en el alcoholismo, de entre quienes salían los rateros o criminales.15 Esto es, esas

conductas no se veían como resultado de la miseria en que vivían y sus terribles

consecuencias, sino como conductas de individuales de seres degenerados.

En este contexto, se puede entender que el niño devino en un sujeto de estudio, en

un nuevo campo de saber desde diferentes ópticas. Se multiplicaron especialistas en su

crianza, educación, salud física y mental, así como de su moralización social. El niño fue

visto como un “peligro” social o en una situación de riesgo. Por lo tanto, había que proteger

a esa infancia de sí misma, de sus padres, del ambiente nocivo en que se desarrollaba su

vida familiar y social, con el objetivo de socializarla y sanearla, en lo posible, en pocas

palabras de controlarla.

Organizaciones sociales contra la infancia “peligrosa” y la paternidad irresponsable

En el siglo XIX, se produjo un acelerado crecimiento urbano en las sociedades modernas, la

industrialización y el desarrollo de las comunicaciones y transportes favoreció la

circulación de bienes y de hombres, la expulsión de la población rural incrementó la

inmigración a las ciudades. El desarrollo alimenticio y el sanitario favoreció el incremento

población, seguido de una disminución de la mortalidad. Pero como todo crecimiento tiene

sus claroscuros, la incipiente industria no podía absorber a toda esa creciente población

inmigrante campesina que se aglutinaba en las ciudades, como consecuencia se produjo un

15
Véase a Julio Guerrero, La génesis del crimen en México. Estudio de psiquiatría social, colec., Cien de
México, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1996.
13

incremento de la indigencia, la cual fue vista como vagancia y ociosidad, además de una

acentuación de la delincuencia en particular de la juvenil. Esta situación alarmó a los

sectores acomodados que veían a los sectores desfavorecidos como “clases peligrosas” o

como un “peligro” social. 16 Como respuesta a esto, se organizaron las sociedades

filantrópicas en un amplio movimiento para sacar a niños y jóvenes de las calles,

precisamente a los que denominaron niños en “abandono moral”, a quienes se veía con una

carencia de “controles” familiares como lo mostraba la vagancia en que se encontraban por

lo que se les consideró en “peligro” social, sin ningún tipo de instrucción y sin un futuro

productivo. Por lo tanto, había que ocuparse de estos menores por intermedio de

instituciones de beneficencia o reformatorios para su reeducación o reforma. Para lo cual,

había que organizarse para proteger a la infancia en “abandono” moral.

En la Europa occidental, cuna de los movimientos de protección a la infancia, se

aglutinaron diversas asociaciones filantrópicas modernas, formaron un amplio movimiento

para atender el problema de la infancia “irregular”17 o “inadaptada”18 para prevenir el

incremento de la delincuencia juvenil. Sólo como antecedente daremos algunos datos con

respecto al incremento de la delincuencia juvenil en algunos países europeos.

A continuación se presenta en un cuadro una aproximación de la delincuencia

juvenil en algunos países europeos a lo largo del siglo XIX. Esto no pretende que sea

16
El concepto de peligrosidad lo introdujo Garófalo en 1880, se entendía como “perversidad constante y
activa”. Rafaelle Garófalo, http://www.criminologíahispana.org/garofalo.htm
17
Iglesias dice que los “irregulares” fueron los sujetos “pasibles de medidas coercitivas”, aquellos que en toda
su manera de ser (pensar, vivir, hablar, vestir) mostraban discordancia con el modelo prevaleciente. Susana
Iglesias, “El desarrollo del concepto infancia”, Sociedades Políticas N° 2-1996.
http://www.inau.gub.uy/biblioteca/concepto.pdf Consultado el 7 de septiembre de 2010, a las 12 hrs.
18
Donzelot habla de infancia irregular en el sentido de ; y también de niños inadaptados J. Donzelot, Jacques,
op, cit. p. 113, 114,
14

precisa su información, solamente la utilizamos vertida en un cuadro para dar una visión de

conjunto del asunto.

ESTADISTICA DE LA DELINCUENCIA EN MENORES


PAIS AÑOS Porcentajes del total de la
población
Francia 1826-1893 13.20% a 18.42%
Alemania 1883-1893 9.08% a 11.17%
Austria 1880-1890 12%
Holanda 1880-1885 37%
Dinamarca 1880-1889 35%
Suecia 1883-1892 48%
Hungría 1883-1892 48%
Inglaterra 1864-1894 24%
Fuente: Estas cifras fueron calculadas a partir de la información del estudio de Alfredo Nicéforo, La
transformación del delito en la sociedad moderna, (traduc. C. Bernardo Quiroz), Madrid, 1902, citado por
Carlos de Roumagnac, Los Criminales en México, México, Tipografía “El Fénix”, 1904, p. 36.

Según Roumagnac, la delincuencia juvenil creció en Alemania y aún más en Francia en los

primeros cuarenta años del siglo XIX, para finales de la centuria este problema se presentó

en otros países europeos.19 Señalaba que su incremento se observaba particularmente en el

medio urbano donde la inmigración era mayor. Esto es, se culpaba a la población

inmigrante de acarrear problemas delincuenciales y de todo tipo. Precisamente las

contradicciones que arrastraba el capitalismo es la producción de grupos marginados

(compuestos de una mano de obra excedente que tiene cabida en las actividades

productivas o comerciales), la que se veía empujada a la indigencia o al delito. A finales del

19
Roumagnac, Carlos, op. cit., p. 36.
15

siglo XIX, en México se presentó un endurecimiento legislativo contra la vagancia, la

mendicidad y la delincuencia, como lo señala Elisa Speckman.

Los patronatos de las cárceles se ocupaban de reintegrar a los reclusos (menores y

adultos) que quedaban liberados colocándolos en algún trabajo, organismos de los que se

habla más adelante. El debate sobre el funcionamiento de los patronatos fue que venían

actuando de manera aislada, se pensaba que no tenían resultados efectivos por la falta de

una coordinación de los esfuerzos filantrópicos, por lo que se pretendía que trabajaran de

manera coordinada con otras asociaciones filantrópicas. Se propuso que las diversas

asociaciones se vincularan con los patronatos para sistematizar las medidas de protección,

prevención y tratamiento, para proteger a los niños infractores liberados, así como para

evitar el riesgo de que cayeran en delitos.

¿Cómo veían el origen de la delincuencia juvenil los filántropos? Se culpabilizaba a

las familias por engendrar hijos “sin media”, por su forma promiscua de vivir, perjudicando

la moralidad de los niños, por lo que se les veían como “enemigos del orden social”. Y se

acusaba a los padres de explotar directa o indirectamente el trabajo de sus hijos, como lo

señala Jacques Donzelot.20 Miguel S. Macedo (uno de los importantes positivistas del

gobierno porfirista mexicano) se manifestaba contra las prácticas del “bajo pueblo”,

señalando sus relaciones de pareja ilegítimas y su pobreza como producto de una falta de

previsión y ahorro en el manejo de su economía. Advertía que ese “espíritu anárquico” era

lo que ocasionaba los “grandes males” para sus descendientes, como el abandono y

descuido de su educación, lo que se veía reflejado en la conducta antisocial de sus hijos.

Situación que también afectaba a hospicios y orfanatos que se encontraban saturados de

20
J. Donzelot, op. cit., p. 74.
16

niños huérfanos y “abandonados”.21 En efecto, se cuestionaba a la familia, se decía que

desde el seno familiar se “maleducaba” a los niños, permitiendo o favoreciendo conductas

“libertinas” y “antisociales” o peor aún, de servirse del trabajo de los hijos y de permitir

que otros lo hicieran, sin importar que se viera afectada su salud física o moral.

Para el período en que hablaba Macedo, en la ciudad de México se venía

desarrollando la industria textil, alimentaria y de tabaco; y la ciudad se volvió un centro de

almacenamiento y distribución de productos a nivel nacional e internacional. Esto atrajo a

una numerosa población de los lugares cercanos. El crecimiento de la ciudad y de la

inmigración de gente joven, al igual, que de la delincuencia, provocó una preocupación en

los capitalinos nativos que veían en esto peligrar sus bienes y valores morales. Por lo cual,

había que empuñar la espada protectora con una campaña moralizante que lograra hacer

entrar a esos niños “peligrosos” en las riendas de una vida sana y civilizada.

Elisa Speckman señala que la lucha moralizante en el país se manifestó en una

campaña de reforma social (“sin distinguir, vicios pecados o delitos”). Se pensaba que la

sociedad había entrado a una vorágine de decadencia, perdiendo “valores éticos y con ello

habían quedado inermes ante sus instintos y sus pasiones” y la juventud carecía de una

orientación moral que le permitiera conducirse en colectividad. En esta campaña

confluyeron agrupaciones católicas y asociaciones filantrópicas motivadas por una reforma

social, unos buscaban reforzar los principios éticos basados en la religión; y los otros “dotar

a la sociedad de un esquema de conducta emanado del civismo”. En sus publicaciones

periódicas daban cuenta de sus inclinaciones e intereses moralizadores y esfuerzos

21
González Navarro dice que la ociosidad se atribuía a la pobreza, se consideraba asociales a los pobres,
prostitutas o locos entre otros, en los siglos XVIII y XIX. Moisés González Navarro, La pobreza en México,
1ª ed., México, El Colegio de México, 1985, p. 20.
17

asistenciales, auspiciados por la “Sociedad Filantrópica Mexicana” (integraba por políticos,

notables y esposas de grandes figuras de la sociedad mexicana), para cambiar costumbres,

luchar contra los vicios e impulsar la educación, mejorar la situación de los desvalidos

(huérfanos, enfermos mentales o reos) y crear establecimientos destinados a la enmienda de

los “desviantes” (ex presidiarios o prostitutas). Y la Iglesia católica con sus dos posturas:

una más flexible con las instituciones y las ideas liberales y otra, la ortodoxa que defendía

la religión y el lugar de la iglesia en la sociedad contra doctrinas laicas que según ellos

fomentaban actos amorales. 22

El movimiento pedagógico que desde finales del siglo pasado venía llamando la

atención de la sociedad sobre la reforma social a través de la educación de los niños

desvalidos y huérfanos,23 culminó con la implantación de la “escuela obligatoria” y la

educación pública como función de los Estados modernos a finales del siglo XIX. Esto

junto con la importancia que venía adquiriendo la higiene pública empujó a las autoridades

oficiales a asumir un papel destacado y a ejercer el liderazgo en todo lo relacionado con la

infancia y juventud. No podemos olvidar que la secularización llevó al Estado a ocupar ese

papel tanto en lo político, como en lo social.

Uno de los aspectos importantes por el que pugnaron los grupos filantrópicos fue

por conquistar una legislación sobre la tutela administrativa o estatal, para limitar el

derecho de los padres en el caso del abandono o descuido de los hijos. Esto adquirió

relevancia en la medida de que fue la vía para disponer de estos niños para su educación,

22
Elisa Speckman, Crimen y Castigo. Legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y
administración de justicia. (Ciudad de México, 1872-1910), 1ª ed., México, El Colegio de México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2002, pp. 157-160.
23
Véase a Juan Jacobo Rousseau, Emilio o de la educación, México, Editorial Porrúa, 1982. (colec. “Sepan
Cuantos” Nº 159). Juan Enrique Pestalozzi, Cómo Gertrudis enseña a sus hijos. Cartas sobre la educación de
los niños. Libros de educación elemental (prólogos), México, Porrúa, 2003.
18

sin la intervención o cuestionamiento de los derechos paternos. Así a finales del siglo XIX

y principios del XX, surgieron disposiciones legales sobre la tutela de los menores en

“abandono moral”, para transferirla a instituciones filantrópicas, médicas o judiciales,

aunque en los hechos se venía decidiendo sobre ellos, pero había que legitimar su

intervención. En el caso específico de México, en 1900 se reformó a la Constitución de

1857 y se constituyó una ley especial designando al Ministerio Público a intervenir en la

protección judicial de los incapacitados entre ellos, los menores.24 De esta manera, se

constituyó en México la tutela de Estado, para la protección de los menores en situación de

abandono u orfandad, como lo señala Ingrid Berna Sesma.

En fin, diferentes asociaciones filantrópicas de corte religioso o liberal organizadas

en movimientos grandes y pequeños se venían ocupando de ayudar a las clases desvalidas,

de proporcionarles educación a sus hijos y de contribuir a la restauración de su vida

familiar, así como de proponer soluciones para combatir las situaciones de riesgo para su

prole, de las que hablaremos más adelante Las incipientes organizaciones feministas de

entonces pugnaban por mejorar la educación de las niñas, como de impedir la existencia de

prostíbulos donde se explotaba sexualmente a las mujeres. En fin, las luchas de las

asociaciones filantrópicas cristalizó con la institucionalización de la tutela estatal o

administrativa, para legitimar su intervención en la vida de esos niños, sin la intromisión

paterna, de paso sirvió para presionar a los padres con perder sus derechos si no contenían a

sus hijos.

24
Berna Sesma, “El ministerio público y los intereses familiares”, Estudios en homenaje al Dr. Héctor Fix-
Zamudio, t. III, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1988, s/p. Citado por Ingrid Berna
Sesma, La tutela en México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1994, p.110.
19

Primeros congresos internacionales filantrópicos

A finales del siglo XIX, el capitalismo marchaba triunfante en el ámbito occidental,

con sus claroscuros de desarrollo industrial, desigualdades, explotación y malas

condiciones de vida para los trabajadores pobres, (niños y adultos), acompañado de una

rigidez de la moral, en particular de la sexual. México que no era ajeno a esto, venía de un

período de profunda crisis economía, política y social, de la intervención extranjera y

pérdida territorial, y en las postrimerías del siglo se abría un nuevo período denominado la

“paz porfiriana”, de estabilidad política y de crecimiento económico, no obstante que para

una buena parte de la población no mejoró su situación, ni tampoco la situación económica

y laboral de los trabajadores.

En este contexto, fue cuando se realizó una primera reunión Internacional

Filantrópica o de Protección a la Infancia (1890), en Bélgica, en la cual, participaron

asociaciones filantrópicas y representantes de los gobiernos europeos, americanos. En este

evento se constituyeron en una Comunidad Internacional de protección del niño

“abandonado” y se formó una Comisión Internacional Permanente. Y se acordó que se

reunirían aproximadamente cada cuatro años (sesionaron en 1894, 1898, 1905, 1907).25

Estos fueron los primeros pasos en la constitución de un organismo internacional de

amplio alcance que se ocuparía de la protección de la infancia, en particular la denominada

en “abandono moral”. Esto no puede considerarse como un hecho aislado, formó parte de

los grandes cambios sociales de la modernidad como el desarrollo de la industrialización y

el comercio que marcaron la pauta para pensar en la formación de una mano de obra, dócil,

útil y barata. Esto vinculado con el anhelo de los reformadores y pedagogos que desde el

25
Memoria de la Secretaría de Gobernación 1904-1906, México, Imprenta del Gobierno Federal, 1909.
20

siglo anterior, venían fomentando la transformación de la vida social, con la construcción

de un nuevo orden a partir de la formación de hombres nuevos: civilizados y educados para

el trabajo. En este sentido, se entiende la idea de niño en “abandono moral”, al que se le

concibió como un sujeto concreto a formar.

Antes de continuar es importante mencionar, que dichos congresos se denominaban

por el tema principal de discusión, se tocaban aspectos sobre la protección de la infancia, de

las familias de los presos y de los presos liberados. Tal fue el caso de la reunión de 1905

que se llamó “Congreso sobre los problemas de la alimentación de la infancia”, la de 1907,

Congreso sobre la Protección a la Primera Infancia, la de 1911, Primer Congreso

Internacional de Tribunales de Menores, hasta la reunión de 1912, que se consideró el

Primer Congreso Internacional de Protección del niño, celebrada en Bruselas, Bélgica. En

este último congreso se trataron asuntos sobre la alimentación de los niños y de las medidas

de protección.26

Desde las primeras reuniones crearon su propio órgano de difusión, como portavoz

de los acuerdos, las recomendaciones a los gobiernos de los países participantes, así como

para formar una opinión pública sobre la problemática de la infancia en “abandono moral”.

Este al igual, que las revistas médicas o pedagógicas decimonónicas, fueron el conducto

por el que circularon reflexiones y recomendaciones con respecto al cuidado y crianza de

los niños, las disposiciones pedagógicas e higiénicas, o el tratamiento “especial” para los

26
Susana Romero, “Un siglo de legislación sobre infancia en América Latina”, en Historia de la Infancia en
América Latina, Pablo Rodríguez y María Emma Mannarelli, (coord.), Colombia, Universidad Externado de
Colombia, 2007, p. 618.
21

niños “anormales”, para de esta manera guiar a los padres en las tareas de crianza y

educativas.27

Así pues, estos filántropos en su búsqueda por soluciones viables para contener a

esa infancia y juventud descontrolada o para “proteger” a los niños que llamaron en

“abandono” moral, pusieron en marcha en sistema de sujeción o “tutelarización estatal”, el

que junto con la figura jurídica de minoría de edad subordinó a niños y adolescentes a los

adultos, en este caso los filántropos y autoridades. Con estas herramientas se inició el

“rescate” de los menores que se encontraban en la vagancia o indigencia, de los dedicados

al hurto o los que caían en el burdel. Pero ¿con qué propósito se quería “proteger” a estos

niños? En el proyecto protector subyacía la idea de socialización de esos niños, entendida

como la formación del nuevo ciudadano y obrero con miras al desarrollo de la industria; de

ahí la necesidad de darles una instrucción básica, enseñarles normas de higiene (aseo

personal) y formarlos en un oficio y en el ahorro, bajo la creencia de que esto les permitiría

salir de su condición de pobreza. De esta manera, se pretendía exorcizar la “amenaza”

social que representaban esos niños de las clases “peligrosas”, se educarían bajo un

principio utilitario y se les controlaría.

27
Véase a Ann Staples, “La lectura y los lectores en los primeros años de vida independiente” en Historia de
la lectura en México, México, El Colegio de México, 1988. Diario de los Niños, México, t. 1 y 2 imprenta de
Manuel González y t. 3 Imprenta de García Torres, 1839-1843; a Laura Herrera en “Los calendarios de las
niñas y de los niños (siglo XIX), en Niños y adolescentes: normas y transgresiones, Delia Salazar Anaya y
María Eugenia Sánchez Calleja (coord.), 1ª ed., México, Colección científica, INAH, 2008. Véase a Alberto
del Castillo Troncoso, Conceptos, imágenes y representaciones de la niñez en la ciudad de México, 1880-
1920. 1ª ed., El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos; Instituto de Investigaciones Dr. José María
Luis Mora, 2006.
22

El niño en “abandono moral”

En los “congresos de protección” se caracterizó a los niños en “abandono moral”, de la

siguiente manera: “...son aquellos que a consecuencia de las enfermedades, la negligencia,

los vicios de sus padres u otras causas se encuentran entregados a sí mismos y privados de

educación”.28 El carácter libertador de la educación y la confianza en el progreso fue el eje

de la argumentación, esto es, los niños en el seno de su hogar no están siendo educados, por

lo tanto, les espera un futuro incierto o más bien problemático para la sociedad. Las

autoridades eran las indicadas para esa magna tarea educativa.

También se habló de la preocupación por la mortalidad infantil. Los niños morían

desde la primera infancia, difícilmente alcanzaban el primer año o traspasaban las fronteras

de los cinco años, por enfermedades epidémicas, gastrointestinales, bronquiales y las

secuelas de la sífilis 29 u otros padecimientos venéreos, en lo que influía el hacinamiento y

las deficientes condiciones de vida de los obreros. Los principales temores con respecto a la

28
Memoria de la Secretaría de Gobernación 1904-1906, México, Imprenta del Gobierno Federal, 1909, p.
974. Boswell sostiene que “el abandono de niños usualmente ha servido como un importante regulador de
numerosos aspectos de la vida familiar: como un freno al crecimiento demográfico, para regular la herencia
sin llegar a la eliminación del niño o como una manera de enfrentar estrecheces materiales”. John Boswell, La
misericordia ajena, Muchnik Editores, 1999, pp. 63-64. Badinter señala que el abandono de niños fue una
práctica común en el siglo XVIII, lo cual, no era motivo de conflictos morales por los propios padres, ni
tampoco de críticas por los moralistas y médicos de la época. Elisabeth Badinter, ¿Existe el amor maternal?
Historia del amor maternal, siglos XVII al XX, (1ª edición castellana) España, Ediciones Paidós Ibérica, 1981.
29
A partir del último tercio del siglo XIX se detectó que las bacterias eran los agentes que provocaban las
enfermedades infecto-contagiosas. Fernando Martínez Cortés, De los miasmas y efluvios al descubrimiento
de las bacterias patógenas. Los primeros cincuenta años del Consejo Superior de Salubridad, 1ª ed., México,
Bristol-Meyers Squibb, Archivo Histórico de la Secretaría de Salubridad, Secretaría de Salubridad, 1993, pp.
3-7. Shulman Phair y Peterson Warren, Enfermedades infecciosas, México, McGraw-Hill Interamericana,
1999, pp. 231, 246 y 247. Las enfermedades venéreas, como la sífilis preocupaba a eugenetistas e higienistas,
alertaban de que el contagio destruiría a la humanidad, indicaban que además del problema de la propagación
y propio desarrollo del padecimiento en el individuo, dejaba secuelas en los hijos de estos enfermos. La sífilis
hereditaria tardía tiene síntomas llamados estigmas, que hacen sospechar la existencia del mal y son los
siguientes: estatura pequeña sin proporción con la edad, piel pálida, de color gris o terroso, retardo en el andar
o en la palabra. Mala conformación craneal (demasiado pequeño o grande, con sus dos lados asimétricos,
aplastado o blando), deformaciones diversas en varias regiones del cuerpo y entre otros, retardo intelectual.
23

sífilis se sustentaban por las secuelas heredo-degenerativas que dejaban en los

descendientes de enfermos de estos males. A los enfermos de tisis o tuberculosis se les

culpaba de engendrar niños nerviosos y enfermos mentales. 30 En fin, se agrandaba el

avance de estos males, lo cual, era utilizado para descalificar a los sectores populares por su

falta de control sexual y sus vicios, que estaban afectando el patrimonio étnico o racial. Se

aseguraba que el alcoholismo era el principal proveedor de asilos y cárceles. Este junto con

la sífilis eran considerados como el agente primordial de la “degeneración” de la raza,

como grandes males que azotaban a la población.

La mortalidad infantil en hospicios e internados públicos y privados era elevada,

sobre todo en el período de crianza, originado por la falta de cuidados e higiene en el

manejo y elaboración de los alimentos. Se subrayaba que los padres dejaban a sus hijos

cuando pequeños a cargo de la beneficencia para luego reclamarlos en la “pubertad para

nuevamente abandonarlos al vagabundeo y a la prostitución”. 31 El abandono de los niños a

la caridad pública tenía sobrepoblados los establecimientos de beneficencia, donde no se

daban abasto para atender a los niños “recogidos”, como lo veremos en el siguiente

capítulo. En este sentido apunta Monique Vial, señalando que estos lugares venían

funcionando como “receptáculo de desecho” de las familias, donde iban a parar los hijos

ilegítimos o los niños que sus padres no podían o no querían mantener. 32 Así pues, los

“protectores” concluían que en estos establecimientos buena parte de los niños pronto

30
“…la tisis en los padres puede, en virtud de la ley de la herencia transformada, desaparecer en los niños y
ser remplazada por una afección mental o nerviosa.” Esta opinión es tomada del estudio del doctor Moreau,
no tiene datos bibliográficos citado por Carlos de Roumagnac, op, cit., p. 43.
31
Memoria de la Secretaría de Gobernación 1904-1906, México, Imprenta del Gobierno Federal, 1909, p.
974.
32
Véase a Monique Vial, “Enfants handicapés, du XIX au XX siècle”, en Histoire de l’enfance en occident. 2.
Du XVIII siécle á nos jours, de Egle Becchi et Dominique Julia, (dir.), Paris, Editions du Seuil, 1998, p. 336.
Maurice Aymard, « Amistad y convivencia social », en Historia de la vida privada. Del Renacimiento a la
Ilustración, vol. 3, Philippe Ariès y George Duby (coord.), pp. 455 y 457.
24

morían, de los que lograban sobrevivir unos eran reclamados por sus padres antes de

terminar su instrucción y otros la propia institución benéfica no los formaba adecuadamente

para una vida de trabajo a su salida del plantel, lo que redundaba en un gasto inútil como se

pensaba, porque no dejaban ningún beneficio al país y sí una fuerte carga para sus

benefactores.

Otro elemento que se venía discutiendo era la explotación laboral del trabajo

infantil, en este sentido apuntaban los filántropos, a los niños cuando no los explotaban sus

padres lo hacían los empleadores. La mano de obra infantil durante el siglo XIX, ocupaba

el 20% aproximadamente del total de la población mundial. Desde principios del siglo se

venía cuestionando dicha explotación porque se les deformaba a los niños el cuerpo, por el

tipo de trabajo, además de las largas jornadas laborales. En países como Inglaterra se

empezó a legislar contra el trabajo de niños de menos de 9 años y a regular los horarios

laborales de los de 9 a 13 años, así como de los de 13 a 16 años, al igual que prohibir el

horario nocturno y cierto tipo de trabajos. En 1841, Francia empezó a regular el trabajo

infantil, al igual que Alemania e Inglaterra pero todavía estaba muy lejos de generalizarse

en los países europeos y mucho menos en los latinoamericanos. 33 Los niños y niñas

realizaban actividades mal pagadas, con largas jornadas de trabajo, ocupaciones que

muchas veces efectuaban en lugares insalubres e incluso les originaban deformaciones

físicas que impedían su sano desarrollo.34

33
En 1840, surgieron las primeras “leyes protectoras del trabajo infantil, sobre la insalubridad de las
viviendas, del contrato de aprendizaje, vigilancia de las nodrizas, utilización de niños por comerciantes y
extranjeros, y la escuela obligatoria”. Jacques Donzelot, Op. Cit., pp. 73, 80 y 81.
34
Donzelot dice que los filántropos se quejaban de que los padres ponían poco empeño en sus hijos, “…los
educan con pocos gastos, mandándolos a mendigar y a robar, y alquilándolos a los obreros emigrantes,
colocándolos como aprendices sin vigilar su educación y así deshacerse de ellos”. J. Donzelot, op, cit., p. 81.
Véase a Hugh Cunningham, “The history of Childhood”, en Philip Whang, Michel E. Lamb e Irving E. Sigel
(eds.), Images of Childhood, Mahwah, Nueva Jersey, Lawrence Erlbaum Associates, 1996.
25

También se tocó el problema de la prostitución infantil y juvenil, se advertía que los

padres prostituían a sus propias hijas o que por su condición de desvalidas caían en el

comercio sexual. Se señalaba que las autoridades no frenaban este comercio, la

reglamentación para el ejercicio de la prostitución favorecía el florecimiento de este

comercio, este punto lo trataremos abajo más ampliamente.

Se ponía en tela de juicio a las familias, a los padres por sus relaciones de pareja

ilegítimas, por engendrar hijos de diferente padre y por descuidar su educación, sin tomar

en cuenta su porvenir. El alcoholismo del padre provocaba el relajamiento de los lazos

familiares o la desintegración de la familia, peor aún cuando el padre delinquía y caía en la

cárcel, pues quedaba la familia desamparada, arrojando a sus hijos a la vagancia, a la

caridad pública o a la delincuencia.

Se indicaba que como los menores estaban recibiendo “malos” ejemplos en sus

propios hogares, en un libertinaje sin límites, expuestos a numerosos vicios, entregados a la

vagancia, inactividad, desocupación o mendicidad, por lo tanto, antes de que dichos

menores se arrojaran contra la sociedad había que arrancarlos de ese “medio de

corrupción”.35 Se levantó la bandera de la previsión para salvaguardar a futuras

generaciones de jóvenes y adultos de vicios y de enfermedades, así como de la vagancia y

de la delincuencia. Se les enseñaría a modular sus conductas “salvajes” con un régimen

disciplinario (en correspondencia directa la conducta del menor, esto es, a mayor rebeldía

más severidad). Se les daría instrucción básica y práctica; para su moralización, se les

formaría una conciencia de trabajo y de previsión (ahorro), de respeto a sus superiores y de

35
En Francia en un lapso de 15 años se recogió a 10 mil niños entre finales del siglo XIX y principios del XX.
Carlos Roumagnac, Op. cit., pp. 37-38, 62-63.
26

hábitos higiénicos.36 Norbert Elías afirma que el niño tiene una estructura afectiva y mental

poco desarrollada y flexible, esto hace que esté sometido a “las influencias y a la

intervención modeladora de los adultos „más civilizados‟”. 37 Indudablemente, la vida en

sociedad obliga a sus integrantes a someterse a ciertas pautas de conducta, en particular con

los niños su entrenamiento se considera un proceso natural para su comportamiento en

colectividad.

Antes de continuar es importante mencionar, que en el siglo XIX, surgieron

métodos pedagógicos que orientaron un cambio en la educación del niño fuera de la

familia, para guiarlo en una vida moral y civilizada. Los nuevos modelos educativos

respondían a intereses y necesidades de sus productores, tal es el caso, del modelo cristiano,

en el que la educación del niño se orientó a la enseñanza del creyente tanto para salvar su

alma, como para perpetuar el orden establecido; y en el modelo laico, la educación se

encaminó a la formación del nuevo ciudadano y hombre civilizado, bajo una lógica racional

y evolutiva propia de las sociedades industrializadas de Occidente. De esta manera, se fue

trazando el rumbo en la educación del niño, se construyeron espacios para separarlos de los

adultos. En otras palabras, la educación fue la vía con la que se delimitó y se fijó el papel

social de los infantes.

La educación y la escuela obligatoria de los niños pasaron a ser un asunto interés

público. La familia popular debía enviar a sus hijos a la escuela. Los niños que no asistían a

la escuela eran considerados como vagos y sus padres irresponsables. Recordemos que la

población escolar era pequeña en relación a la que estaba en edad escolar, no asistían por

36
Memoria de la Secretaría de Gobernación 1904-1906, México, Imprenta del Gobierno Federal, 1909, p.
971.
37
Norbert Elías, El proceso de la civilización, Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México,
Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 49.
27

diversas razones como la insuficiente infraestructura educativa, la miseria en que se

encontraban los niños o porque la escuela laica estaba satanizada por la Iglesia católica,

entre otros factores. Por lo tanto, había que obligar esas familias a controlar a sus hijos, a

enviarlos a la escuela, retirarlos de las calles, porque de lo contrario ellas mismas, serían,

vigiladas y controladas, como lo señala Jacques Donzelot.38 Pero como no todas las

familias aceptaban esas imposiciones en la educación de sus hijos, se inventó el “abandono

moral” para intervenir en la educación de los niños y en el hogar de la familia popular. Esta

idea de abandono fue utilizada para obligar a los padres a asumir la función paterna bajo el

modelo de los sectores medios, .para controlar a la familia. En los congresos

internacionales de “protección” de la infancia, bajo una mirada científica y escrutadora se

cuestionó sobre la “amoralidad” de estas familias y de su incompetencia en la educación de

sus hijos. En otras palabras, con la bandera de la “protección” se tomaban decisiones en

torno a la inconveniencia de las pautas culturales de las familias de los sectores populares, y

por consiguiente del futuro de sus vástagos.

Para tal efecto, se propusieron erigir diversos tipos de centros infantiles, escuelas

industriales, correccionales o de preservación, “especiales”, donde se instauraran clases

“especiales”, según la problemática de cada niño. A los niños y jóvenes “rebeldes” o con

estado patológico evidente se les colocaría en una escuela “especial” bajo un régimen

educativo disciplinario, así como a los niños obedientes con una deficiente instrucción en

un régimen educativo indulgente.39 La escuela ordinaria sería para los menores sanos y

38
J. Donzelot, Op. cit., p. 106.
39
En 1897 se inauguró la Escuela Central en Bruselas, para niños con atraso escolar, con atraso mental y los
indisciplinados entre otros. Carlos de Roumagnac, Op. cit., pp. 38-40.
28

obedientes. La tutela estatal sirvió contra la oposición de los padres por la intervención de

los filántropos en la educación de sus hijos. 40

En fin, para los protectores de la infancia había que controlar a los niños

abandonados, por revoltosos e insumisos, precisamente a los que habían aprendido a sortear

su suerte conduciéndose como adultos. A esos niños que dejaban el seno familiar para

andar de vagos, acostumbrados a divertirse con adultos que los inducían a una vida

desenfrenada había que hacerlos entrar a unas instituciones “producidas” para “contenerlos

en su ineptitud” y formarlos debidamente, para que superaran esas carencias propias de la

infancia, como lo planteaba la pedagogía. También para aquellos niños indisciplinados o

desobedientes que sus padres solicitaban a las autoridades su intervención para

disciplinarlos. Para tal efecto, “los protectores” trazaron lo que debía ser una vida sana,

moral, sin vicios y con una sexualidad “ordenada” para esos niños en “abandono moral”.

De esta manera, se pretendía infantilizar 41 a estos niños-adultos.

A continuación se hablará más ampliamente de los resultados de los acuerdos en los

Congresos Internacionales de protección del niño, a los que nos venimos refiriendo, en

aquellos aspectos de mayor interés.

La protección del niño abandonado

Como se mencionó antes, los “protectores” culpaban a los padres de negligencia, no

obstante, reconocían que ciertas familias por las circunstancias en que se encontraban

40
Mencionado por Alberto del Castillo Troncoso, op. cit.
41
Nadarowski, Mariano. Infancia y poder: La conformación de la pedagogía moderna, Buenos Aires, Aique,
1994, p. 109.
29

necesitaban algún tipo de apoyo para evitar que sus hijos cayeran en desgracia. Señalaban

que como primera medida se evitaría a toda costa la desintegración de estas familias, puesto

que resultaban más afectados los niños. Por lo tanto, antes de brindar algún tipo de ayuda a

dichas familias, se les investigaría para conocer su situación, condicionando el apoyo a que

atendieran a sus hijos y los enviaran a la escuela. Tal como lo señala Jacques Donzelot, la

asistencia tenía como propósito “…un enderezamiento de la familia...”. 42 Esto es, se trataba

de reorganizar las relaciones entre padres e hijos de los sectores populares, bajo un modelo

familiar en que el niño estuviera en el centro de las atenciones y preocupaciones de los

padres. Esta idealización de la familia cobró importancia a finales de la centuria, puesto que

en las familias burguesas se venía destacando un papel de mujer-madre en el ámbito

doméstico, entregada al cuidado del hogar y a la educación de sus hijos. 43 En cuanto al niño

en la medida en que venía ocupando un lugar significativo en la familia y en la escuela, los

cuidados de su crianza en la primera infancia, en la segunda infancia su alimentación,

gimnasia, higiene, conservación de su salud y particularmente de su educación pasaron a

ser los factores de evaluación de la responsabilidad paterna.44

Los Consejos de Patronato (instituciones de beneficencias, correccionales y

cárceles) venían haciendo una labor asistencial con los presos y sus familias, con los

liberados adultos y los liberados menores de edad. Los “protectores” acordaron mantener

una vinculación con dichos organismos para aconsejarles que la ayuda a estas familias

42
J. Donzelot, Op. cit., p. 71.
43
A la familia se le atribuyen funciones, “es clave de la bóveda de la producción, asegura el funcionamiento
económico y la transmisión de los patrimonios, es célula de la reproducción: proporciona los hijos, a los hijos
dispensa una primera socialización, es garante de la raza, vela por su pureza y su salud, es crisol de la
conciencia nacional, transmite los valores simbólicos y la memoria fundamentante. Es la creadora tanto de la
ciudadanía como de la civilidad”. Michelle Perrot, “Figuras y Funciones”, Philippe Ariès y George Duby
(dir.), Historia de la vida privada. “De la Revolución francesa a la Primera Guerra Mundial”, t. 4, España,
Taurus, 1989, p. 111 y 114.
44
Véanse a Philippe Ariès, El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, España, Taurus, 1987.
30

debiera ser “uno de los principales deberes”, siempre y cuanto se elevara su “nivel

moral”.45 Para lo cual, actuarían como intermediarios entre el preso y su familia, en caso

necesario reconciliarlos para evitar su desintegración. Igualmente, brindarían algún tipo de

ayuda económica a dichas familias, cuando el padre estuviera preso y la situación

económica de la familia así lo requiriera; y también lo harían al quedar el padre liberado

para facilitarle su reintegración social, lo cual, ayudaría a evitar su reincidencia. Por otro

lado, se sugería a los mencionados patronatos que abrieran una “oficina de colocación”,

para conseguir trabajo a los “liberados”, así como a los vagabundos e indigentes. Se llevaría

un registro de los excarcelados para hacerles su seguimiento fuera de las cárceles. También

se les proponía promover fundaciones de “Sociedades de Protección” en los lugares donde

existieran cárceles y correccionales. Dichos consejos con los jóvenes liberados se ocuparían

de lograr que continuaran su educación en libertad, como una opción, se cultivaría en ellos

el interés por su ingreso a la milicia. Esta idea de que los jóvenes entraran al ejército,

también se pensaba para los que amparaba la beneficencia, pues eran vistos como hijos del

pueblo, y por lo mismo tenían que corresponder sirviendo a su país.

En el Congreso de 1894, se acordó fundar la “Unión Internacional de los

Patronatos”, la cual, entre otros aspectos, atendería el problema de la repatriación de los

menores presos o de los niños inmigrantes abandonados. Hacia 1900, se formó el Congreso

Nacional de Patronatos de París, el cual obtuvo un acuerdo internacional para atender el

problema de los sentenciados presos y liberados que se expatriaban y repatriaban. Esto es,

en las ciudades donde había una elevada inmigración, se hablaba del fuerte rechazo a

recibirlos, peor aún con los inmigrantes que delinquían, quienes en muchos casos estaban

45
Memoria de la Secretaría de Gobernación 1904-1906, México, Imprenta del Gobierno Federal, 1909, p.
972.
31

carentes de recursos económicos y sin ninguna relación familiar o de amistades que los

acogieran, esto último también sucedía con los inmigrantes vagabundos. El acuerdo atendía

el asunto de la deportación de los inmigrantes menores de edad presos y la repatriación de

los niños extranjeros abandonados o hijos de “padres indignos e incapaces de educarlos”.

Se sugería que en el caso de los niños abandonados se les repatriara o de preferencia los

acogieran instituciones relacionadas con su país de origen. 46

Tutela del niño en abandono

Los filántropos se quejaban de que los padres que abandonaban a sus hijos cuando

pequeños para reclamarlos en la pubertad, lo cual, hacían para explotarlos o dejarlos

después a su suerte, quienes nuevamente regresaban a la vagancia o indigencia. Por lo cual,

se acordó demandar a las autoridades expidir leyes para transferir la tutela de esos niños al

Estado, de esta manera, las instituciones que los amparaban tendrían la legitimidad para

detener a esos por el tiempo necesario para su educación. Jacques Donzelot dice que el

gobierno francés para satisfacer a los grupos filantrópicos sobre la tutela administrativa del

niño abandonado, decretó leyes (1889, 1898, 1912), para la “transferencia de soberanía de

la familia „moralmente insuficiente‟ al cuerpo de notables filántropos, de magistrados y de

médicos especializados en la infancia.”47 En efecto, la tutela estatal fue el instrumento legal

del que se valieron los Estados modernos para disponer de los niños abandonados, con un

propósito educativo y de control social.

Continuando con las reflexiones y acuerdos de los congresos a los que nos venimos

refiriendo, en el celebrado en 1890, se estudió el asunto de la irresponsabilidad e

46
“Memoria de la Secretaría de Gobernación...” p, 984.
47
J. Donzelot, op. cit., p. 85.
32

incapacidad paternas en la educación de los hijos. Se indicaba que los padres muchas veces

eran los que deformaban a los hijos más que guiarlos en una vida moral. También se

mencionaba que no se les enseñaba el ahorro tan preciado por los “protectores”. Por ello, se

advertía que: “Si la educación por cualquier motivo no puede inculcarse por los padres de

una manera moral, debe ser confiada a una familia extraña o al Estado”, 48 por lo tanto, en

aquellos casos en que la “moralidad, seguridad o salud del niño” fuera afectada, se

suspenderían los derechos paternos. Así se expresaban:

…cuando los padres o ascendientes fueran condenados por crímenes, cuando


mostraran mala conducta, embriaguez habitual, malos tratamientos o abuso de
autoridad, las autoridades intervendrían de una manera incondicional para ponerlos
a disposición del gobierno.49

Ahora bien, los niños “moralmente abandonados” estarían bajo la tutela estatal o la tutela

administrativa,50 esto es, al cuidado de instituciones públicas o instituciones privadas de

asistencia infantil. Desde luego, se aclaró que esta medida no sería definitiva, sino una vez

que los padres demostraran su enmienda podían recuperar sus derechos paternos y se les

devolvería a su hijo. En otras palabras, el freno jurídico se empleaba para obligar a los

padres a cumplir con sus deberes filiales. Como bien señala Donzelot, el poder tutelar

impuso un cerco alrededor de la familia popular, entendido como un límite de tolerancia.

Los menores una vez separados de sus padres, se entregarían en custodia provisional

a los Comités de Patronatos, los que se encargarían de “colocarlos” en el plantel adecuado

para su tratamiento educativo o correctivo, según el caso. Cabe mencionar, que el concepto

“colocación” utilizado recurrentemente por los “protectores”, se refería a internar al niño o

entregarlo a otra familia que viviera fuera del medio urbano. En cuanto a los niños,

48
“Memoria del Congreso... 1905”, p. 974.
49
“Memoria del Congreso... 1905”, p. 974.
50
La tutela administrativa es la que ejercían las casas de beneficencia privada sobre el niño.
33

adolescentes o jóvenes que transgredieran las leyes civiles o penales, se les colocaría en los

reformatorios o correccionales y los que por su situación de descuido o “deformación”

familiar se enviarían a las instituciones de beneficencia pública o privada.

Así pues, la tutela paterna empezó a ser disputada por la tutela estatal, no obstante,

el poder paterno continuaba en muchos otros aspectos, por mencionar alguno, el padre

podía hacer intervenir al poder público en el caso de los hijos “rebeldes”. Este recurso venía

utilizándose desde la antigüedad, los padres apelaban la intervención del soberano cuando

no podían controlar a sus hijos “insumisos”, práctica que en la época moderna, fue utilizada

por los padres no solo con aquellos hijos que se quería someter, sino también sirvió como

pretexto para los niños que no podían mantener o por un simple abandono. 51 Con los hijos

“indisciplinados” se buscaba que los encerraran en los reformatorios, bajo un régimen

disciplinario para que se corrigieran.

Los “protectores” le veían una triple ventaja a la custodia y tutelarización estatal:

primero, se retiraría a los menores de las calles para acabar con el “peligro” que les

representaban, segundo, los recluirían en instituciones públicas o privadas donde se les

disciplinaría, educaría en las primeras letras y el trabajo práctico, en valores morales e

hábitos higiénicos, y tercero, los menores una vez “rehabilitados”, regresarían a sus hogares

“moralizados” y ellos mismos serían un factor de cambio en hábitos y costumbres

familiares, de esta manera, se civilizaría a estos sectores sociales.

51
El abandono de niños usualmente ha servido como un importante regulador de numerosos aspectos de la
vida familiar: como un freno al crecimiento demográfico, para regular la herencia sin llegar a la eliminación
del niño o como una manera de enfrentar estrecheces materiales. Véase a John Boswell, La misericordia
ajena, Muchnik Editores, 1999.
34

Evidentemente, la institucionalización de la tutela estatal52 fue una medida de

protección del niño realmente desamparado, como también fue la forma legítima para

disponer del niño supuestamente abandonado. En este sentido, consideramos que la

tutelarización constituyó un componente fundamental de lo que Donzelot denomina como

“complejo tutelar” del Estado moderno.53. Esto es, sin el poder que otorgó la tutela estatal

no se hubiera desarrollado el sistema de correccionales, reformatorios o escuelas de

preservación, escuelas industriales y de agricultura, casas de beneficencia y tribunales o

cortes especiales para menores; y los sistemas educativos “especiales”, para los menores

que presentaban algún tipo de anomalías a los ojos de los “protectores”, médicos,

educadores, psiquiatras, psicólogos o legistas.

Escuelas para niños abandonados, “rebeldes” o “descompuestos”

En los acuerdos a los que se llegó en los mencionados congresos, se habló de que una

reforma del modelo educativo, requería de la vinculación con las instituciones educativas,

asistenciales y correccionales para vigilar que se aplicará y no se continuara con prácticas

educativas anteriores, las cuales hasta el momento no garantizaban una buena formación, ni

tampoco la rehabilitación los menores.

Una de las propuestas para la reforma educativa en los planteles de beneficencia, se

refería a cambiar la forma de admisión, esto es, no se admitiría a un niño sin antes

investigar las posibilidades económicas de su familia para que los padres contribuyeran con

los gastos de mantenimiento de su hijo, aunque sólo fuera con una parte pequeña. Con esta

52
En 1900 se instituyó en México la tutela estatal. Ingrid Berna Sesma, Intervención del Estado en la tutela
de menores, México, UNAM, 1994, pp. 43, 64, 65 y 84.
53
Jacques Donzelot, Op. cit., p. 114.
35

medida se pretendía evitar que los padres se desentendieran de sus vástagos, dejando toda

la carga de su sostenimiento a las instituciones de beneficencia, al mismo tiempo que

obligarlos a responsabilizarse.

Antes de continuar es importante hacer un alto, para mencionar que la reforma

educativa para los niños “problema”. A finales del siglo XIX y sobre todo a principios del

XX, a la luz de los congresos de “protección” y los congresos de higiene-escolar surgieron

diversos tipos de escuelas para los niños y adolescentes “problemáticos”. Se empezó una

especialización de las llamadas escuelas y clases “especiales”, en las que la se recibía a

niños con algún problema de aprendizaje o conducta, se formaron grupos de acuerdo a la

problemática que presentaban y se clasificaron a los niños por su capacidad de aprendizaje:

“normales”, “anormales” físicos o mentales, retardados escolares, etcétera. Así como

venían surgiendo estudios sobre la estructura craneal en relación con la inteligencia, se

comenzaron a realizar estudios sobre las características de la conducta en relación también

con la inteligencia, en los cuales el individuo de los sectores de escasos recursos, de raza o

de género por lo regular se les encontraban deficiencias, anomalías o una inteligencia

disminuida, lo cual, los hacía candidatos naturales a la delincuencia, vagancia u ociosidad,

y por lo mismo, pupilos de estas escuelas “especiales”. 54

En las llamadas escuelas y clases “especiales” empezaban a realizar estudios sobre

las características de la conducta, dependiendo del estado de salud física o mental en que se

encontrara al menor, lo enviaban a una escuela que atendiera sus anomalías, informando de

54
Véase a Monique Vial, “Enfants handicapés, du XIX au XX siècle”, en Histoire de l’enfance en occident. 2.
Du XVIII siécle á nos jours, Egle Becchi et Dominique Julia, (dir.), Paris, Editions du Seuil, 1998.
36

éstas, a los directivos del plantel para que lo colocaran en el grupo adecuado para su

educación y tratamiento.55

La conducta se clasificaba en tres tipos: “rebeldes, manejables y de naturaleza

viciosa”, en estos dos últimos, se encontraban los niños obedientes, los “anormales” y los

“retrasados” escolares. No se permitía que los niños “manejables” o sumisos estuvieran en

contacto con los “rebeldes” o de “naturaleza viciosa”, para evitar que los sumisos se

contaminaran con influencias negativas. A estos niños se les enviaba a escuelas con

régimen de internado o medio internado, ahí el niño sería colocado de manera aislada o

formando grupos para su tratamiento y educación en el plantel. El entorno rural se

consideraba el más apropiado para los menores “rebeldes”, se pensaba que la vida al aire

libre y en contacto con la naturaleza, lejos de la “contaminación” del medio social de las

ciudades, el hombre se hacía más apacible. Además de que el niño “rebelde”, lejos del

entorno familiar “descompuesto” y confiado a otra familia, lograría regenerarse, puesto que

su “malogro” se debía a su familia de origen. 56 Con respecto, a los de “naturaleza viciosa” o

“descompuestos” (trasgresores), eran niños que “por su naturaleza, su carácter o una

educación particularmente viciosa los han hecho impropios para la vida en familia”, 57

quienes eran segregados en las denominadas escuelas de “preservación” para que recibieran

un tratamiento correctivo. Para México, éstas eran las escuelas correccionales. A los niños

55
Véase a Carlos Roumagnac, Op. cit., 1904.
56
Al niño indisciplinado en las escuelas “especiales” se le trataba con severidad, rigor y se recurría a los
castigos y se les daba una educación homogénea. Carlos de Roumagnac, Los Criminales en México, México,
Tipografía “El Fénix”, 1904, pp. 38-40.
57
En la Comisión Penitenciaria Internacional se había discutido la creación de las escuelas de “preservación”
para los menores indisciplinados y los rebeldes que no podían ser confiados a otras familias. En Francia ya
contaban con este tipo de escuelas. “Memoria... 1905”, p. 985.
37

“anormales” y los “retrasados” escolares se les colocaba en clases “especiales” bajo el

sistema escolar de Frederick Fröebel, 58 que consistía en la enseñanza por medio de juegos.

En estas escuelas la actividad escolar era constante, pues partían de la idea de que el

trabajo es la mejor forma de regeneración. La disciplina del cuerpo de los niños comprendía

las posturas apropiadas en todo momento: al estar de pié, sentado o incluso cuando

dormido, algunos ejercicios gimnásticos tenían este propósito. A los menores

indisciplinados o “rebeldes” se les impedía cualquier iniciativa individual, al igual, se les

negaba que hicieran relaciones de amistad estrechas, entre ellos mismos. Como parte del

tratamiento de los internos se consideraba esencial su vigilancia en todas sus actividades

diarias: en las clases, en el descanso, las comidas e incluso cuando dormían. Esta vigilancia

permanente del niño tenía como propósito modular su comportamiento, esto es, controlar su

cuerpo y mente, impulsos y emociones.

En fin, los “protectores” se erigieron promotores y guardines la moralización

educativa y laboral de las nuevas generaciones y las autoridades en materia de la infancia

abandonada. Estas ideas tuvieron como eje un modelo educativo diferenciado, uno para el

niño abandonado y “anormal” y otro para el niño normal.

Pedagogía moralizadora

Con base en la ética moral protestante del trabajo y el ahorro contra el despilfarro y la

pobreza, los “protectores” propusieron una pedagogía moralizadora contra la pobreza, esto

es, que en la educación del niño se fomentara el ahorro, para que en su edad adulta se

58
Frederick Fröebel fue un pedagogo destacado, alumno de Pestalozzi, que creo los Jardines de Niños. Su
apellido así aparece escrito en los documentos consultados, en cambio en las enciclopedias se escribe
Fröebel.
38

tornara en un acto voluntario. Fórmula con la que se pensaba que los desvalidos saldrían de

la pobreza. Esta idea de fomentar el ahorro en los escolares se llevó a las escuelas públicas,

con las llamadas “cajas de ahorro”, al igual que en los planteles de beneficencia. La

propuesta de los filántropos o “protectores”, en los congresos a los que nos venimos

refiriendo, se refería a que ellos proporcionarían una cantidad que se depositaría

anualmente para formar una “caja de ahorro” a los niños de los asilos, la entrega del dinero

ahorrado estaría condicionada hasta la edad de 25 años. Señalaban que a esta edad ya no la

derrocharían. Y el beneficiado solicitaría dicha suma, apelando al derecho común y sin la

intervención del director del establecimiento en que se le había educado. 59 De esta manera,

los reformadores protestantes europeos, que participaban en los mencionados congresos,

lograron introducir algunas de sus ideas (aplicadas en las escuelas metodistas y protestantes

en donde se fomentaba el ahorro en los niños como el mejor combate contra el despilfarro y

la pobreza), como una medida para asegurar su porvenir.

El niño delincuente y el procedimiento judicial

Antes de continuar cabe mencionar algunos antecedentes relacionados con el tratamiento

penal que se dio a los menores transgresores, en el caso de una infracción a las leyes

penales se les juzgó conforme a los códigos penales y purgaban su condena en las cárceles

de adultos, sin importar su edad. Los denominados reformadores que venían impulsando

cambios en las legislaciones desde tiempo atrás, condenaban los procedimientos que se

seguían con los menores trasgresores, manifestaban que los jóvenes presos era objeto de

59
“Memoria del Congreso... 1905”, p. 971.
39

todo tipo de abuso por parte de los presos adultos. En la medida en que se difundió la

conciencia de la infancia, tal es el caso de los “protectores” que se escandalizaban por la

promiscuidad en vivían dichos menores en estos lugares. Se debatió en diversos ámbitos

sobre dicha problemática y de la necesidad de separarlos de los adultos, tanto de la

legislación como de las cárceles. Los “protectores” advertían que en el caso de los

transgresores menores de edad, había que tener presente que por su “…carácter y gravedad

revelan precocidad excepcional”, pero no por esto, debían estar mezclados con los presos

adultos, puesto, que más allá de los abusos y vejaciones de que eran objeto, eran entrenados

en el crimen. Se acordó elaborar una política especial para menores trasgresores, que

contemplara separarlos de las cárceles de adultos, someterlos a un régimen correctivo junto

con otros menores que se encontraran en la misma situación, para rehabilitarlos en lo

posible; y se les crearía una “legislación especial” para menores, se nombrarían

magistrados especialistas de la infancia, apoyados por especialistas en conocimientos en

ciencias psicológicas y sociales o pedagogos y médicos. Esta idea de separar a los niños

transgresores abría la puerta a los especialistas de la conducta, quienes guiarían el proceso:

interrogaciones, observación, diagnóstico y pronóstico de las posibilidades de

rehabilitación del menor; y los jueces se basarían en estos criterios para emitir sus

resoluciones (o sentencia como en los adultos).

Así pues, el procedimiento a seguir con el menor infractor se refería a que “cuando

se le presume culpable de alguna de las infracciones para las cuales la ley lo declara

excepcionalmente sujeto a una pena propiamente dicha”, 60 dirigirían la indagatoria el

ministerio público y el juez de instrucción, cuando en el país en que se estuviera llevando

60
“Memoria del Congreso... 1905”, p. 971.
40

dicho asunto no existieran la cámara de consejo o el juez de instrucción se encargaría del

caso la jurisdicción competente. De inmediato, como una medida preliminar y de

protección se le privaría de la libertad al menor presunto “culpable”, una vez detenido se

llevarían a cabo las averiguaciones y se procedería conforme al fallo del juez instructor. Al

mismo tiempo, se le haría un examen psicológico profundo, formalizado por medio de una

“instrucción preparatoria”.

Dicho “procedimiento” con los menores transgresores se planteaba de la siguiente

manera, una Cámara del Consejo llevaría el “procedimiento extraordinario”, el cual, no

debía ser público, asimismo, se llevaría otro “procedimiento regular” en el Tribunal

Correccional, el cual, si sería público. 61 Este procedimiento era propiamente un juicio, pero

no lo llamaban así porque querían diferenciarlo del que realizaban a los adultos. Y con

respecto al procedimiento público en el Tribunal Correccional, se refería a que estuvieran

presentes los padres del menor en cuestión, su abogado defensor y también un representante

del Comité de Patronato.62 El abogado defensor podía ser elegido por los familiares del

menor o por el Tribunal Correccional. A la Cámara del Consejo o al juez de instrucción les

correspondía resolver si procedía el encierro del menor o se le devolvería a sus padres, bajo

la vigilancia.

Cuanto se demostraba la culpabilidad del menor se procedería de la siguiente

manera: primero se amonestaría al niño y a sus padres, en seguida, en caso de robo, a estos

últimos se les exigiría la restitución de los objetos robados y el pago de “los gastos de

justicia”. En cuanto a la familia, si quería que le devolvieran a su hijo, tenía que demostrar

61
“Reporte de la Segunda Sesión, 1894, del Congreso de Protección de la Infancia”, en Memoria de la
Secretaría de Gobernación 1904-1906, México, Imprenta del Gobierno Federal, 1909, pp. 977-978.
62
“Memoria del Congreso... 1905”, pp. 978.
41

que se ocuparían de la educación del niño o adolescente; y en caso de no ser considerada

una familia “honorable”, los jueces tutelares optaría entre colocar al menor con otra familia

o internarlo en una escuela de reforma. Y con respecto a la “indemnización de daños e

intereses”, se obligaría a la familia a pagarlo y en caso de no poder cubrirlo, lo haría el

Consejo de patronato encargado del menor.

A los Comités de Patronato les correspondería separar al menor trasgresor de sus

padres, se les confiaría su custodia provisional como ya se mencionó. Igualmente, estarían

encargados de velar para que el plantel al que se enviará al menor, cumpliera con el

“principio del presente procedimiento: de protección y enmienda”, 63 esto es, de buscar su

rehabilitación.

Comités de defensa del niño delincuente

Los “protectores” recomendaban que los gobiernos formaran un Comité de Defensa en las

ciudades importantes de cada país, los cuales, se ocuparían de atender a los menores que

tuvieran problemas con la justicia. Este fungiría como intermediario entre la magistratura y

los Patronatos mencionados antes, igualmente se ocuparía de asignar a los menores

trasgresores un representante legal. Dicho Comité se integraría con,

Los magistrados y los abogados encargados de los asuntos infantiles, los


representantes de las administraciones generales y locales de policía y de
beneficencia, representantes de la administración penitenciaria, de las sociedades de

63
“Reporte de la Segunda Sesión, 1894, del Congreso de Protección de la Infancia”, en Memoria de la
Secretaría de Gobernación 1904-1906, México, Imprenta del Gobierno Federal, 1909, pp. 977-978.
42

patronato y de las principales colonias [penales] públicas o privadas a las cuales


puedan ser enviados los niños. 64

La tarea del Comité de Defensa sería la siguiente:

Estudiar las cuestiones legislativas, administrativas y judiciales referentes al niño


sometido a la justicia.
Proponer a los poderes públicos los mejoramientos prácticos que exige el interés del
niño.
Aconsejar por medio de observaciones personales la aplicación de las medidas que
deban ser adoptadas,
Favorecer por medio de un acuerdo continuado entre la administración penitenciaria
y los establecimientos caritativos públicos o privados, la colocación, la reforma y la
nueva clasificación de los niños.
Es de desear que los comités de defensa, en interés de su obra común, mantengan
entre sí relaciones continuadas y practiquen el canje de sus trabajos.
Es de desearse que en lo posible no se detenga preventivamente a los niños [en las
cárceles] sino que se les confíe, durante la instrucción, sea a la beneficencia pública,
sea a las instituciones y comités de protección. 65

En suma, este comité elaboraría una legislación especial para menores trasgresores, se les

clasificaría de acuerdo al problemática que presentaran, para asignarle una escuela y clases

“especiales”, y en el lugar de internamiento velar porque su rehabilitación contemplara una

instrucción práctica. Igualmente, que cuando se realizara la averiguación para determinar la

responsabilidad del ilícito, la detención preventiva del menor no sería en las cárceles de

adultos, sino en instituciones de beneficencia.

64
“Tercera Sesión, 1898 del Congreso de Protección a la Infancia”, en “Memoria....”, p. 980.
65
“Tercera Sesión, 1898 del Congreso de Protección a la Infancia”, en “Memoria....”, pp. 980 y 981.
43

La recaída del niño delincuente

Otro de los aspectos de los aspectos importantes de debate, fue el asunto de la reincidencia

de los menores transgresores. Se advertía que los menores trasgresores al poco tiempo de

quedar liberados, es decir, de salir de la cárcel retornaban a ésta, por reincidencia en el

delito. Los “protectores” se preguntaban ¿qué medida debía tomarse en el momento de

expirar la pena para impedir la recaída inmediata del trasgresor liberado? Apuntaban que

como las causas de la reincidencia son personales al individuo, la forma de prevención

debía variar de acuerdo a cada caso, tomando en cuenta “las medidas especiales destinadas

a los incorregibles, a los degenerados y a otros individuos que interesan a la psiquiatría,” 66

como lo fijan la ciencia penal, la administración penitenciaria, la antropología criminal o el

patronato. Esto es, si el trasgresor era considerado “peligroso”, según los resultados de los

estudios psiquiátricos, que mostraban que por su herencia atávica y/o filial tenía una

predisposición a la delincuencia y con un pronóstico de rehabilitación incierto, por lo tanto,

se recomendaban liberarlo hasta los 16 años o regresarlo a su familia bajo una libertad en

vigilancia y con el compromiso de sus padres para continuar su educación.

La corriente de la Antropología Criminal, en boga a finales del siglo XIX, formuló

una clasificación de los tipos criminales: el congénito, el accidental y habitual. 67 El término

criminal se utilizaba como sinónimo de delincuente. A esta corriente se le debe la

humanización del delincuente, esto es, se estudiaba al individuo y sus circunstancias, para

determinar el origen de su conducta. En otras palabras, más que castigar por el delito en sí

mismo, como lo venía haciendo la corriente clásica del derecho, se estudiaba al trasgresor

66
“Memoria... 1898”, p. 981.
67
Doctor Maurice de Fleury, L’Ame du Criminel, s/editorial ni año. Citado por Carlos de Roumagnac, Op.
cit., pp. 67 y 68.
44

de manera individualizada, se le sometía a un estudio psiquiátrico, psicológico, médico y

sociológico, después se le asignaba una categoría de acuerdo a los resultados de dichos

estudios, una vez establecido su tipo criminal y en su caso su “anormalidad”, se le enviaba

a un establecimiento penitenciario o correccional según el caso, donde recibiría el

tratamiento correspondiente a su categorización. Esta corriente permitió desarrollar todo un

aparato de observación y de análisis del delincuente, surgieron los especialistas de la

conducta entre médicos legistas, psiquiatras y psicólogos.

Los “protectores” propusieron aplicar este procedimiento con los menores

trasgresores, se estudiarían los factores endógenos y exógenos que originaban su conducta,

para designarle su categoría delincuencial y el tratamiento adecuado en una escuela

“especial”. Y los Consejos de Patronato mencionados antes, se ocuparían de hacerles su

seguimiento a los liberados para garantizar su rehabilitación, vigilando que continuaran su

educación, al igual, que de estimular en ellos su ingreso al ejército o de conseguirles algún

trabajo. Con este esquema de pensamiento se proponían rehabilitar a los menores

trasgresores.

Prostitución en menores

A finales del siglo XIX, la prostitución en menores atrajo particularmente la atención de los

“protectores” de la infancia, se referían a ésta como la “la forma femenina de la

vagancia,”68 y sobre todo como un problema de salud pública. En los congresos

internacionales a los que nos venimos refiriendo, se mencionaba que hacía tiempo los

legisladores, individuos de la comunidad científica, asociaciones de caridad, ligas de

68
Congreso Internacional de Protección al Niño de 1905. “Memoria… “, p. 987.
45

moralidad pública y la Sociedad para la Profilaxis Sanitaria y Moral venían discutiendo

sobre los inconvenientes del sistema Reglamentarista con el que operaba el comercio

sexual. Se referían a que éste no resolvía el problema de salud pública porque no

garantizaba un control sanitario efectivo, además, de que favorecía el proxenetismo o

explotación de la prostitución por terceros y la proliferación de casas de prostitución. Tras

reconocer que el fenómeno de la prostitución en menores, requería de la intervención de las

asociaciones de protección de la infancia, se propuso que las obras de patronato atendieran

este asunto, para lo cual, participarían con los legisladores y a los poderes públicos en su

lucha contra esta problemática. Los “protectores” manifestaban que “de todas las

prostitutas, las menores parecen ser las que merecen por todos los títulos de atraer la

atención de un congreso de patronatos”. 69 Por lo tanto, se señaló que el asunto de la

prostitución en menores requería de un foro internacional, para que los representantes de

los gobiernos de los países participantes expusieran la problemática que estaban viviendo al

respecto. Cabe mencionar, que fue hasta 1935, en que se realizó un congreso internacional

para tratar el problema de la prostitución en menores.

Es importante hacer un alto para dar algunos antecedentes sobre el sistema jurídico

denominado “Reglamentarismo”, con el que se regía el comercio sexual, el cual, estaba

vigente en muchos países europeos y en los latinoamericanos como México a finales de la

centuria. Este régimen de tolerancia, consistía en que se autorizaba la existencia de casas de

prostitución y en zonas específicas, las cuales, pagaban para obtener la licencia de

operación. Las mujeres que se dedicaban al comercio sexual también cubrían un

69
“Memoria…”, p. 987.
46

impuesto,70 el monto se estipulaba, dependiendo la clasificación que se les hacía de sus

atributos físicos, tenían la obligación de acudir periódicamente a la revisión médica, se les

expedía una tarjeta sanitaria donde se asentaba su asistencia, ésta era revisada por los

inspectores sanitarios para verificar que cumplieran con esta medida. Tanto las

administradoras de dichas casas como las meretrices se registraban como mujeres públicas

en la Inspección Sanitaria, oficina que se encargaba de su vigilancia. En el Reglamento para

el Ejercicio de la Prostitución se prohibía el ejercicio de la prostitución en menores de edad,

lo cual, comprendía que la Inspección Sanitaria no las registrara como mujeres públicas en

caso de solicitarlo ellas mismas, como de hecho lo venían haciendo aumentándose la edad o

ejerciendo clandestinamente.

En algunos países europeos había sido derogado el Reglamentarismo, en su lugar se

había implantado el sistema jurídico “Abolicionista”, el cual operaba sin casas de

lenocinio, ni tampoco registro sanitario dejando en libertad a las mujeres públicas para

ejercer su “oficio”. Se les impartía instrucción sanitaria para formarles conciencia de los

graves problemas que causaban las enfermedades venéreas, con el propósito de que se

protegieran ellas mismas.

Los “protectores” admitían que el asunto de la prostitución era un problema

complejo, se necesitaba de las organizaciones y los gobiernos interesados para combatir

dicho sistema jurídico, llegando a acuerdos para derogar el “Reglamentarismo”, e implantar

el sistema “Abolicionista” o algún otro. La Comisión Internacional Permanente de

Protección del Niño acordó promover entre los delegados de los países representados para

70
La crítica a éste sistema, también iba en el sentido de que se le veía como una prostitución oficial, de la
cual se beneficiaba el Estado por la vía de los impuestos que pagaban las mujeres públicas y los centros de
prostitución, además de que fomentaba la existencia de mujeres de segunda categoría.
47

que sus gobiernos, se comprometieran a hacer las modificaciones legislativas

correspondientes para derogar el mencionado sistema. 71 Sin embargo, cabe subrayar que

esto implicaba no solamente modificar sus legislaciones, lo que en todo caso sería lo más

fácil, el problema de fondo es que los gobiernos aceptaran prescindir de los sustanciosos

ingresos que les dejaba este comercio.

Los “protectores” opinaban que los gobiernos tenían el poder para impedir la

prostitución de menores de edad para así, “destruir en una de sus fuentes más abundantes

la recluta de prostituidas”. 72 Se recomendaba a los Consejos de Patronatos luchar para

derogar el Reglamentarismo en los países donde estaba vigente, en particular impedir la

prostitución menores de edad. En cuanto a la prostitución como un problema de salud

pública, la fuente revela lo siguiente:

La prostitución de las menores, en efecto, expone la salud pública a un peligro tan


grave como permanente, al cual parece que las autoridades tienen el deber
imperioso de ponerle término, usando como respecto de una cuestión de salud
pública, de todos los poderes de que están armadas para con los menores.73

Aunque los “protectores” imputaban al Reglamentarismo que al amparar y legalizar el

comercio sexual favorecía el encubrimiento del comercio sexual de menores, 74 no obstante,

más recriminaban a los padres por dejar a sus hijas a su suerte, sin una educación ni guía

moral para impedir que cayeran en desgracia. Por ello, insistían en la importancia de

imponer la tutela estatal, así lo expresaban, “…que la ley civil permita la sustitución por la

tutela administrativa, total o parcial, a la autoridad de los padres en los casos que estos

71
Congreso Internacional de Protección al Niño de 1905. “Memoria… “, p. 987.
72
“Memoria…”, pp. 972 y 987.
73
“Memoria…”, p. 987.
74
La explotación sexual comercial de menores de edad implica una condición de vulnerabilidad propia de la
misma edad, precisamente de esto se aprovechan los explotadores para ejercer un mayor sometimiento de
niños o adolescentes de uno y otro sexo.
48

dejen expuestos a sus hijos o hijas menores a caer en la prostitución”. 75 Así pues,

manifestaban que una vez obtenida la tutela estatal, la educación tutelar se confiaría a la

filantropía privada con el apoyo y vigilancia del Estado.

Francisco Bulnes, funcionario mexicano, en su viaje por varios continentes a fines

del siglo XIX, escandalizado comentaba que en Japón se preparaba a las niñas desde

pequeñas para el comercio sexual. 76 Por su parte, Luis Lara y Pardo, médico higienista, en

su estudio de La prostitución en México, en los primeros años del siglo XX, en la revisión

que hizo de los registros de las mujeres públicas decía que sospechaba que había

adolescentes de 16 años e incluso de 14 años registradas como “mujeres públicas”. Suponía

que dichas menores, ayudadas por las matronas avezadas en la utilización de artilugios,

lograban aparentar más edad de la que tenían, para conseguir su inscripción en la oficina de

Inspección Sanitaria (ciudad de México). Dicho galeno culpaba a la Inspección Sanitaria se

encargada del registro de las mujeres públicas, por encubrir el proxenetismo de menores de

edad, y sobre todo al sistema Reglamentarista, por ser el origen de estos y otros males, en

particular, por favorecer el contagio de las enfermedades venéreas. 77

En fin, más allá de a qué o a quienes se atribuía el desarrollo de la prostitución en

menores, es importante resaltar el hecho de que los “protectores” la reconocieran como un

problema social en esos años.

Escuelas “especiales” para niños rebeldes

75
“Memoria...”, p. 972
76
Francisco Bulnes, Sobre el hemisferio norte: once mil leguas, 1ª ed., México, Imprenta de la Revista
Universal, 1875, pp. 114-115.
77
Véase a Luis Lara y Pardo, La prostitución en México, México, 1ª ed., México, Librería de la vda. De Ch.
Bouret, 1908.
49

Los “protectores” acordaron que a los menores trasgresores, se les colocaría en planteles

especiales para su reeducación.78 El tratamiento sería de tipo correctivo para los menores

trasgresores y “rebeldes”, y el tratamiento de tipo educativo para los menores “corregibles”

o sumisos. Para lo cual, se propuso la fundación de escuelas “especiales”, de

“preservación” con carácter de “profesionales”, es decir, con especialistas en la infancia y

con clases “especiales”, las cuales, se regirían con un sistema educativo de trabajo y

disciplina, 79 como la Escuela Central en Bruselas de la que se hablará más adelante. A

finales del siglo XIX, estaba ampliamente difundido el sistema de reformatorios y las

escuelas industriales en los Estados Unidos y Europa.

A raíz de los numerosos congresos médicos, pedagógicos o filantrópicos se

demandó por la creación de estructuras educativas especiales como lo señala Monique Vial.

Las acciones conducidas en los diferentes países se apoyaban unas a otras por medio de los

intercambios entre los científicos, pedagogos o notables de la acción social y filantrópica. 80

Cabe hacer un alto, para mencionar algunos datos de la emblemática Escuela

Especial Fröebel, ubicada en Bruselas, Bélgica, (tomados de Roumagnac), con el propósito

78
Se empezó una paulatina separación del mundo de los niños y de los adultos en el trabajo y los juegos a
finales del siglo XVIII en Europa. Philippe Ariès, El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, p. 63.
Separación que más tarde se haría en las prisiones durante el siglo XIX. En México, por diversas razones la
separación de los menores y adultos en las prisiones se generalizó hasta entrado el siglo XX.
79
Michel Foucault ha hecho notar la idea educativa en los lugares de encierro, como la prisión, por esto
consideramos importante referirnos a lo que menciona en el siguiente párrafo: “El orden que debe reinar en la
prisión por causa de la mala educación, el contagio de los malos ejemplos, la ociosidad… ha engendrado
crímenes. Pues bien, tratemos de cerrar todas esas fuentes de corrupción; que las reglas de una moral sana se
practiquen en las casas de reclusión; que obligados los reclusos a un trabajo que acabarán por amar, cuando
recojan su fruto, contraigan en aquellas el hábito el gusto y la necesidad de la ocupación; que se den
respectivamente el ejemplo de una vida laboriosa, que pronto llegará a ser una vida pura; pronto comenzarán
a lamentar el pasado, primero precursor del amor a los deberes‟.” Vigilar y castigar. El nacimiento de la
prisión, pp. 235-236.
80
Monique Vial, “Enfants handicapés, du XIX au XX siècle”, en Histoire de l’enfance en occident. 2. Du
XVIII siécle á nos jours, de Egle Becchi et Dominique Julia, dir. Paris, Editions du Seuil, 1998, p. 338.
50

de dar una idea del tipo de escuelas que se estaban proponiendo en el mencionado

congreso.

La “Escuela Especial Fröebel” fue fundada en 1897, se concibió como una escuela

central para recibir a los niños “anormales” o atrasados que requerían educación “especial”.

Era administrada por un director, una institutriz, diez preceptores de estado, un maestro

suplementario y una maestra para las lecciones de observación que se daban a los párvulos.

Cada preceptor estaba obligado a presentar un informe sobre sus alumnos dos veces al año.

Esta escuela sólo contaba con un turno el matutino. Había inscritos 240 alumnos. Las clases

estaban divididas en cuatro principales, una transitoria y otra “especial”, esta última, daba

una atención individualizada. La que se consideraba más importante era la denominada

“clase de Fröebel” (nombre de su autor), a la que entraban todos los alumnos que

ingresaban por primera vez, primero se les examinaba para determinar su nivel de atraso

escolar y colocarlos en la clase correspondiente, en esta clase se quedaban los “retrasados

escolares”. Entre las otras clases, se repartían a los de lento aprendizaje, los insumisos o

indisciplinados y los propiamente discapacitados; y la “clase transitoria” se destinaba para

los alumnos más pequeños y la “clase de atención individualizada” sólo para los que así lo

requerían.

Los alumnos estaban clasificados de la siguiente manera: retrasados a consecuencia

de procedimientos educativos inapropiados en su hogar y durante su enseñanza elemental;

“obtusos” que presentaban un desarrollo intelectual tardío o lento; los “afectados de algún

vicio orgánico” (discapacidades físicas); insumisos o indisciplinados; los de entre 6 a 9

años que tenían alguna anomalía; y otros que necesitaban estar separados para
51

procedimientos de enseñanza especiales. Y en las clases mencionadas también se separaba

a los alumnos por su conducta: disciplinados o indisciplinados.

En el caso de los que presentaban atraso escolar por un estado “patológico”, la

enseñanza era individualizada, con un “trato tierno”; en cambio, con los indisciplinados, se

recurría a procedimientos homogéneos, se les impedía cualquier iniciativa individual, el

trato era riguroso y se permitían los castigos. Es importante resaltar que la mayoría de los

alumnos pertenecían a este último grupo.81 Una vez que el alumno mostrara el desarrollo de

sus facultades normales podía ingresar a la escuela ordinaria.

A todos se les enseñaban labores manuales, tales como modelado de barro, trabajos

de cartón, entre otros, ejercicios de observación, excursiones, dibujos y música. La

gimnasia se practicaba a la forma inglesa, “al son del piano, lo que contribuye al desarrollo

de la atención y de la memoria, sin hablar del mejoramiento del aspecto exterior de los

niños.”82 Se exigía a los alumnos su asistencia regular a la escuela, las inasistencias se

castigaban con su expulsión del plantel. Se vigilaba a los educando en todas sus actividades

y descansos.

Carlos Roumagnac aplaudía con entusiasmo este tipo de escuelas, de hecho la

recomendaba ampliamente para los niños mexicanos, opinaba que una escuela de esta

naturaleza dejaba un doble beneficio: “primero en que se libran a las escuelas normales de

un lastre inútil, que les pesa y estorba para la marcha de su enseñanza; y después, en que se

aprovecha a los niños atrasados.”83 En otras palabras, se pretendía sacar a los niños

81
Carlos de Roumagnac, Op. cit., pp. 38 y 39.
82
Ibídem., p. 39 y 40.
83
Pablo Kovalevsky, Le psychologie criminelle, París, 1903, p. 340 y siguientes. (sic). Citado por Carlos de
Roumagnac, Op. cit., pp. 39 y 40.
52

“retrasados” escolares de la escuela ordinaria para enviarlos a las escuelas “especiales”,

para darles el tratamiento terapéutico apropiado a su problemática de aprovechamiento;

como a los niños delincuentes a las escuelas especiales para atender a su problemática de

indisciplina.

En México, en la administración porfirista se fundó la Escuela del Momoluco, la

más importante correccional, en la que se introdujo el modelo educativo francés de la

Escuela Mettray,84 con un sistema militarizado y de trabajo para los niños transgresores

mexicanos. De esta correccional y de otras, como de los niños recogidos o corrigendos y la

atención que les venían dando en instituciones de beneficencia se hablará en otro capítulo.

En este proceso de particularización del niño, los protectores de la infancia

(filántropos, pedagogos, psiquiatras, psicólogos, juristas) comenzaron a justificaron su

intervención argumentando que los niños se encontraban en un abandono moral. En un

abandono moral que interpretaban como una carencia de cuidados paternos, de educación y

control familiar. La preocupación por esos niños, se agudizó en la medida de que el proceso

de urbanización provocó una proliferación de barrios pobres, antihigiénicos, así como de

niños vagos o callejeros y raterillos. Esto llevó a asociaciones filantrópicas de diverso tipo a

organizarse en congresos internacionales para discutir sobre la problemática de esos niños y

a emplear una forma racional de protección. Pero resulta que su interés tuvo también otros

propósitos desautorizar a la familia de esos niños por la forma de educación de los hijos,

por el tipo de uniones de pareja (ilegítimas), por la falta de higiene (individual, familiar y

84
Michel Foucault señala que este modelo educativo surgió en Francia, tenía características de prisión,
colegio y regimiento, con un sistema jerarquizado, se castigaba con el asilamiento del menor, por cualquier
desobediencia, y se hacía trabajar a los menores entre nueve a diez horas diarias. El niño desde su ingreso
estaba sometido a un interrogatorio, para conocer sus antecedentes familiares y el origen de su conducta. Este
modelo se caracterizaba por una rígida disciplina y vigilancia de los internos. Vigilar y Castigar. El
nacimiento de la prisión, pp. 300-301.
53

del hogar), por arrojar a la calle a esos hijos “rebeldes” o “descompuestos”, que estaban

siendo un peligro social. Y también indicar el tipo de atención que deberían recibir los

niños delincuentes, tratarlos como niños y no procesarlos como adultos, combatir la

prostitución infantil y el sistema reglamentarista, formar comités protectores de la infancia,

protegerlos de la reincidencia de la delincuencia y crearles diversos tipos de escuelas

especiales para su reeducación y regeneración. Para efecto de normalizar y civilizar esos

niños y jóvenes “salvajes”, primero separándolos de sus padres, para luego, situarlos como

alumnos en las escuelas especiales bajo una disciplina normativa para producir un niño

sumiso y dependiente, y de esta manera infantilizarlo; y también colocarlo como aprendiz

bajo una pedagogía del trabajo en los talleres de las escuelas especiales producir niños

sumisos, ahorrativos, trabajadores, de esta manera, producir una mano de obra barata.

El asunto fue que por su minoridad esos niños quedaban a subordinados a los

adultos (familia o autoridades), se pretendía “protegerlos”, pero no como sujetos de

derechos, sino como una medida preventiva para evitar futuros delincuentes. La

preocupación por el niño “peligroso” transitó a niño en abandono moral, esto es, se definió

a una niñez por sus carencias físicas (enfermedades), familiares (“desorganizadas”) y

educativas (analfabetismo) y por la conducta antisocial o delincuencial (herencia y

constitución anormal). Para lo cual, se propuso la vinculación de asociaciones y patronatos

públicos y privados para sistematizar la forma de protección, a nivel internacional y

nacional.

Por otro lado, el tema del niño abandonado dio lugar a la constitución de un campo

infantil del niño “irregular”, entendido como una relación de fuerzas entre los especialistas

de la infancia y las instituciones específicas para ellos, donde lo que estaba en juego no era

sólo la infancia y lo que pudiera proporcionársele bajo los esquemas de percepción


54

imperantes, sino que también se estaban configurando los propios agentes, como

especialistas en la infancia, y por consiguiente, en los detentadores de una “verdad”, acerca

de esos menores.85

En los siguientes capítulos veremos que buena parte de esas propuestas de

protección de los niños abandonados surgidas a la luz de los congresos internacionales

tuvieron repercusiones en la reforma educativa en los establecimientos de beneficencia

mexicanos y en la creación de escuelas “especiales” (correccionales) para ellos, en dos

períodos históricos, de la intervención francesa con la implantación del segundo imperio

mexicano y el restablecimiento del gobierno liberal y positivista del porfiriato. Período éste,

en que se desarrolló el sistema capitalista (inversión extranjera, desarrollo del sistema

ferroviario) en el país, con preferencia del desarrollo agrícola latifundista de exportación, la

institucionalización del despojo de tierras y sus secuelas en la población rural despojada

que fue obligada a abandonar sus lugares de origen, para desplazarse a ciudades como

México en busca de otras alternativas de trabajo.

85
Véase a Pierre, Bourdieu, Sociología y cultura, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, (colec. Los
Noventa)
55

CAPITULO II
REFORMA EDUCATIVA EN INTERNADOS Y CORRECCIONALES
(CIUDAD DE MEXICO DE FINES DEL SIGLO XIX)

En la segunda mitad del siglo XIX, con la secularización de la vida pública en México, las

Casas de Beneficencia y Casas de Corrección pasaron a formar parte de la administración

civil, como Beneficencia Pública y como una función del Estado. La secularización se

sustentó en la ideología liberal (ilustración y el liberalismo económico y el utilitarismo -J.

Bentham-), la cual, indujo a un cambio de valores, de formas de ver y pensar la vida. Esto

llevó a un cambio de la idea de caridad por la concepción de beneficencia pública,

entendida como un servicio proporcionado por la administración civil, orientada a proteger

específicamente a los “verdaderos necesitados”, tales como el incapacitado para trabajar y

sobre todo dando prioridad al niño, más que al anciano. En otras palabras, la infancia

desvalida, pasó a ser considerada una prioridad asistencial frente a otros necesitados.

Los liberales mexicanos consideraban que el estancamiento material y el cultural del

país se debían, en parte, por la ignorancia y miseria de buena parte de la población.

Convencidos con la idea del progreso del país, el Estado liberal asumió como compromiso

la formación de una moral social asociada con una ética del trabajo, de esta manera, los

ociosos e indigentes pasaron a ser “peligrosos” bajo ese nuevo enfoque.1 Para lograr hacer a

las mayorías creadoras de riqueza, se pensó en la educación para impulsar el progreso del

1
Véase a Charles A. Haley, El liberalismo mexicano en la época de Mora (1821-1853), México, Siglo
Veintiuno Editores.
56

país. Sin embargo, como el Estado mexicano no contaba con la infraestructura educativa

necesaria para arrancar la educación de manos de la Iglesia católica, habría que esperar el

desarrollo económico y la “paz social” del régimen porfirista, para crear la infraestructura

institucional educativa. 2 Y es cuando con la escuela primaria obligatoria el Estado asumiría

un papel educador.

Los grupos conservadores en rechazo a la secularización impusieron en México la

corona imperial extranjera, así se estableció el segundo imperio con Maximiliano de

Habsburgo (1863-I867). En lo referente a las casas de beneficencia (la nueva

administración de la corona no derogó las Leyes de Reforma) continuaron bajo el dominio

imperial. Se impulsó una reforma educativa en los planteles de la beneficencia pública, que

es la que nos interesa aquí, la cual, tuvo como propósito alfabetizar a los niños y niñas

“recogidos” y “corrigendos”, adiestrarlos en algún oficio artesanal o agrícola o en el ramo

de la servidumbre. Al restablecimiento de la República los reformadores liberales

continuaron con la reforma educativa desde una concepción secularizada de la educación.

La administración porfirista asumió la gestión y diseño de la educación primaria y se

replanteó la función del Estado en materia educativa. Esto vinculado al desarrollo del

capitalismo comercial e industrial influiría en la idea de formar una mano de obra barata de

los niños recogidos y corrigendos.

En este capítulo se analizará la reforma educativa integral implantada en las casas

de beneficencia y en las casas de corrección, ubicadas en la ciudad de México, donde se

2
Véase a Charles A. Hale [1967], El liberalismo mexicano en la época de Mora (1821-1853), México, Siglo
Veintiuno Editores; a Jacqueline Covo [1983], Las ideas de la Reforma en México, (1855-1861), México,
UNAM; a Soledad Loaeza, “La iglesia y la educación en México. Una historia en episodios”, en Historia y
nación, I. Historia de la educación y la enseñanza de la historia, Pilar Gonzalbo Aizpuru, (coord.), 1ª ed.,
México, El Colegio de México, 1998.
57

atendía la educación de los niños y niñas “recogidos” y “corregidos”, para explicar en qué

sentido se orientaron los esfuerzos educativos, la constitución de un espacio específico para

la infancia desvalida y la sistematización de la protección asistencial. Partimos de la

propuesta de reforma educativa a dichos establecimientos iniciada en la administración del

segundo imperio mexicano, la cual, muestra rasgos de continuidad y cambios en los

siguientes gobiernos como el denominado porfirista.

Los avatares de la filantropía conservadora

El movimiento filantrópico mexicano, a la llegada del segundo imperio estaba

desarticulado, poco antes las corporaciones religiosas habían sido desplazadas, así que más

que un grupo claramente definido, se distinguía por algunos personajes destacados de la

sociedad mexicana (conservadores) que de alguna manera continuaban con su labor

filantrópica de manera subrepticia. Precisamente esos filántropos que se vieron afectados

con la secularización y la nueva concepción asistencial, condenaban el despojo de los

bienes de la beneficencia, el abandono en que se encontraba y el trastrocamiento del

funcionamiento de las instituciones de caridad.3 Además se denunciaba que las propiedades

que estaban en arrendamiento, se vendieron por el valor de la renta en que se alquilaban. 4

Por todo esto, las instituciones benéficas habían quedado en bancarrota lo que había

afectado su funcionamiento, padecían de una falta de recursos económicos para alimentar y

vestir a los internos, lo que aunado a el deterioro de sus instalaciones, había disminuido las

áreas habitables. En cuanto a la educación de los internos venía siendo desatendida, por

3
Véase a Juan de Dios Peza, La Beneficencia en México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1881.
4
José Álvarez Amézquita, op., cit., p. 411.
58

diversas causas entre las cuales, los talleres para el aprendizaje de los menores no

funcionaban en coordinación con los internados y la educación básica no era una prioridad.

Los conservadores y liberales se culpaban entre sí de este abandono, sin embargo, no

podemos soslayar los conflictos que había vivido el país, frente a lo cual, la beneficencia

pública no era una prioridad.5

Años después, Miguel Macedo (intelectual positivista en el gobierno porfirista)

condenaba las Leyes de Reforma en lo referente a secularización de las instituciones de

caridad privadas, señalaba el uso de sus financió los movimientos armados de los grupos

políticos en el poder, dinero que prestado a rédito, del cual no se cubrió ni el rédito y

tampoco la mayor parte de la deuda. Más allá de lo que perjudicó a las propias instituciones

benéficas el uso de sus fondos para otros fines, lo que más afectó según Macedo, fue que

sembró la desconfianza entre los particulares para otras ayudas.6 También su

contemporáneo Julio Guerrero decía:

Quiso el Estado liberal ser hospitalario, y monopolizó asilos y hospitales, pero


despilfarrando todos los bienes con que se sostenían, y dejando en lo sucesivo el pan
de los menesterosos y las medicinas de los enfermos a merced de las crisis
financieras, o expuestos a los robos de gobernantes ladrones, desde que para
sostenerse unos y otros, en vez de sus fondos propios, les asignó una partida

5
Moisés González Navarro [1985], La pobreza en México, México, El Colegio de México, p. 80-85. Véase a
Juan de Dios Peza, La Beneficencia en México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1881. A finales de los
años veinte del siglo XIX, fue clausurada la casa cuna por falta de fondos. José Álvarez Amézquita (et al),
Historia de la Salubridad y la Asistencia en México, t. 3, México, Secretaría de Salubridad y Asistencia,
1960, p. 406.
6
Miguel Macedo hace mención de la ocupación de los fondos de la beneficencia para financiar los
movimientos de los grupos políticos, que fue prestados a rédito, siendo que éste ni el pago de la deuda la
mayoría de las veces fue cubierto. Citado por José Álvarez Amézquita, Historia de la Salubridad y la
Asistencia en México, t. 3, México, Secretaría de Salubridad y Asistencia, 1960, p. 403. Moisés González
Navarro destaca que los literatos románticos criticaban a la nueva aristocracia sin títulos nobiliarios cuya
filantropía se tomó como un negocio de especulación de los nuevos filántropos. op., cit., pp. 27 y 57. Véase a
Rosa Ma. Meyer, Instituciones de seguridad social. (Proceso historiográfico), Cuadernos de Trabajo No. 10
de la Dirección de Estudios Históricos, INAH, 1975.
59

variable y revocable en los presupuestos. En su horror a las corporaciones las


prohibió, sin distinguir las monacales de las de beneficencia e ilustración...7.

Es así que al triunfo de los invasores franceses, los conservadores que los habían traído y

apoyado, tenían cifradas sus esperanzas en que los planteles de beneficencia regresaran a

sus antiguos dueños (el clero y particulares), para recuperar lo perdido y mejorar su

funcionamiento, así como para incorporarlas bajo las órdenes monacales anteriores.

Esperanzas que se vieron truncadas por el espíritu liberal de Maximiliano.

Joaquín García Icazbalceta decía que buena parte de los niños de los planteles de

beneficencia no contaban con la educación básica y mucho menos eran adiestrados en los

talleres instalados en dichos establecimientos. Se preguntaba qué clase de futuro les

esperaría a estos niños, si desde pequeños, no estaban recibiendo la educación adecuada

para su vida adulta. También señalaba que dichos planteles nos recibían algún beneficio de

la ayuda que brindaban, al contrario se tornaba en una onerosa carga para el gobierno y la

sociedad.8 En fin, se realizó un diagnóstico de dichas casas de beneficencia y se presentó un

proyecto de reorganización de los planteles y de reforma educativa al emperador

Maximiliano, para hacer de estos lugares centros educativos y de trabajo, de lo que se

hablará más adelante.

En este contexto, se ubica la llegada del segundo imperio en México, como

resultado de la intervención francesa, promovida por los conservadores e incluso por ciertos

7
Julio Guerrero, La génesis del crimen en México, 1ª ed., (en colec. Cien de México), México, Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, 1996, p. 90.
8
Luis García Pimentel, Informe de los Establecimientos de Beneficencia y corrección de esta Capital,
presentado por José María. Andrade, escrito póstumo de Joaquín García Icazbalceta, México, Moderna
Librería Religiosa, 1907.
60

liberales que cambiaban de piel, según el discurrir de los vientos, a principios de los años

sesenta del siglo XIX.

Segundo gobierno imperial: Casas de Beneficencia

En junio de 1864, Maximiliano tomó posesión de la corona mexicana. Una vez instalado en

el poder, algunos filántropos conservadores se acercaron al emperador y a su esposa, para

exponerle la dificultosa situación de las casas de beneficencia. A casi un mes de establecido

su gobierno en la ciudad de México, comisionó a José María Andrade (1807-1872),

destacado filántropo, para hacer un diagnóstico de dichas casas, el cual, le fue entregado al

mes siguiente (18 de julio), según consta en los documentos consultados. 9 Es revelador que

uno de los primeros actos del gobierno de Maximiliano se ocupara de los asuntos

asistenciales, frente a otros de mayor envergadura para ese momento, lo cual, muestra lo

mucho que le afectó ver la pobreza en que se encontraba la población mexicana, en su

recorrido a la ciudad de México y la prioridad de su gobierno por asistir a los enfermos y

desvalidos. Posteriormente, nombró el Consejo Central de Beneficencia y una Junta

Protectora de las Clases Menesterosas, su esposa la emperatriz Carlota, no se quedó atrás,

también impulsó la atención médica a la maternidad.

9
El doctor Manuel Andrade en su etapa de estudiante en Francia (1833-1836) conoció acerca de las
organizaciones vicentinas (San Vicente), se interesó en traerlas a México. A finales de 1844, llegaron las
“Hermanas de la Caridad” al país, en poco tiempo se formó la primera Conferencia de hombres de San
Vicente. Estas Conferencias eran organizaciones filantrópicas de los sectores medios y altos, se ocupaban de
obras de caridad y catequización, las llamadas conferencias o células surgieron en todo el país. Al año
siguiente vinieron los Misioneros de San Vicente y, cuatro años después, se formó la primera de infinidad de
conferencia de mujeres. Silvia M. Arrom, “Las señoras de la caridad: pioneras olvidadas de asistencia social
en México, 1863-1910”, Historia mexicana (en línea) 2007, vol. LVIII, [citado 2010-10-28]. Disponible en
internet: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=60012757003 Maximiliano para formar
su Biblioteca Imperial compró la biblioteca de José María Andrade, compuesta por 7 000 libros.
61

Andrade (1807-1872) invitó a realizar la visita de inspección de las mencionadas

casas Joaquín García Icazbalceta. Este último, fue quien elaboró el mencionado informe,

así lo refiere su hijo, Luis García Pimentel, el que publicó hasta 1907, mucho después de la

muerte de su padre.10 También es importante mencionar que García Icazbalceta, fue uno de

los más destacados historiadores del siglo XIX, hombre de gran talento y erudición, formó

una de las más importantes bibliotecas y ricas colecciones privadas en México. 11 En su

faceta de filántropo, la que por cierto es menos conocida, fue fundador del asilo de niñas

denominado Sociedad de “San Vicente de Paúl” en México, donde ocupó la presidencia por

ocho años, periodo durante el cual, se dio a la tarea de asistir a los pobres y de la educación

“moral y religiosa” de las niñas desvalidas. 12

Cabe comentar que aunque la visita de inspección a las casas de beneficencia se

realizó entre junio y julio de 1864 como antes se mencionó, sin embargo, el informe -en el

que nos basamos en este apartado- tiene fecha de 1863, es decir, de un año antes. Es

pertinente esta aclaración, porque nos habla de que antes de la llegada de Maximiliano al

poder, García Icazbalceta y Andrade, siendo miembros activos de sociedades o patronados

de beneficencia privada, y por lo mismo, conocedores de la problemática asistencial venían

planeando la posibilidad de la reforma educativa en dichos establecimientos.

Por otro lado, García Icazbalceta (1825-1894), conservador y de una profunda

religiosidad, fue un agudo lector que indudablemente conocía las obras de los grandes

10
Joaquín García Icazbalceta, Informe sobre los establecimientos de Beneficencia y corrección de esta
capital. Su estado actual; noticia de sus fondos: reformas que desde luego necesitan y plan general de su
arreglo. Presentado por José María Andrade México, 1864, México, Moderna Librería Religiosa, 1907.
(Publicación póstuma, hecha por Luis García Pimentel, hijo de García Icazbalceta)
11
Véase a Manuel Guillermo Martínez, Don Joaquín García Icazbalceta, su lugar en la historiografía
mexicana, México, Editorial Porrúa, 1950.
12
Moisés González Navarro, La pobreza en México, 1ª ed., México, El Colegio de México, 1985, pp. 58.
62

pedagogos de su tiempo, esto explicaría su interés por una moralización de los niños de la

beneficencia con el trabajo y sobre todo pretendía formar una mano de obra barata; y

externar a los recogidos una vez concluida su educación, para colocarlos como en el caso

de las mujeres en el trabajo doméstico. En fin, los dos filántropos fueron importantes

coleccionistas y bibliófilos, editores y libreros, uno de ellos editorialista y ambos fueron

miembros fundadores de la Academia de Historia, además de sus intereses filantrópicos,

que los hacía profundos conocedores de los problemas asistenciales de su tiempo.

Continuando con el relato, el informe se dividió en aspectos generales y particulares

del conjunto de los planteles de la Beneficencia Pública, se refiere a las carencias

económicas para su sostenimiento, al deterioro de sus instalaciones, a la ineficacia de su

funcionamiento que ocasionaba un descuido de la educación de los recogidos. Lo que aquí

nos interesa es que transparenta el proyecto educativo destinado a los niños de la

beneficencia pública: una mínima educación básica y principalmente una instrucción

práctica; la intelectual estaba destinada para los sectores acomodados. Precisamente en un

período en que el país se encontraba en una postración económica como resultado de

conflictos políticos (nacionales y extranjeros). García Icazbalceta pensaba que el país

necesitaba impulsar y diversificar su industria que estaba desorganizada, el desarrollo

económico necesitaba de la formación de una mano de obra barata, en este sentido es que

propuso como tarea fundamental el adiestramiento práctico de los asilados. En esto

coincidían conservadores y liberales e incluso el propio Emperador que aprobó dicho

proyecto. Efectivamente, la preocupación de estos grupos en el poder era la formación de

una mano de obra barata.


63

También en este informe se observa una idea del niño y adolescente desvalido,

como un ser incompleto al que había que formar y orientar en esa etapa de su vida. La

pedagogía inaugurada con Rousseau (fines siglo XVIII) a la que se adhirieron otros

importantes pedagogos, venía diseñando una idea de infancia caracterizada por una

carencia o un conjunto de carencias, esto es, el niño es como un individuo inacabado, por lo

mismo, se precisaba educarlo.13 Esto vinculado a la moderna concepción de beneficencia

“ya no se trata de levantar al caído, sino de ponerlo en un estado en el que se baste a sí

mismo”,14 por lo tanto, como el niño es un ser inacabado, peor siendo desvalido, habían que

hacer de él, un hombre de bien, honrado, trabajador, sumiso y ahorrador, es decir, un

súbdito obediente y adecuado a los nuevos tiempos. Por todo, resulta enriquecedor este

texto para nuestro propósito, pues nos permite mostrar la construcción de una

representación del niño (adolescente-joven) desvalido y el tipo de educación que se estaba

pensando para los “recogidos” y “corrigendos” de la beneficencia pública.

Igualmente es importante rescatar lo señalado por Luis García Pimentel, referente a

que los siguientes gobiernos juarista y pofirista tuvieron en sus manos el informe en

cuestión, lo cual, explicaría que muchas de las propuestas de su padre, en específico la

“educación para el trabajo” y la moralización por el trabajo, continuaran con ciertos

cambios a hacia una disciplina fabril más acorde con un proyecto industrial capitalista, en

la reforma educativa de los establecimientos de la beneficencia pública.


13
Mariano Narodowski, pedagogo argentino, sostiene que “la pedagogía diseña una infancia discriminada en
tanto tal virtud de la constatación de una carencia o de un conjunto de carencias: no posee la autonomía ni el
buen juicio, ni el tino propio de los adultos. Son cuerpos débiles, ingenuos, manipulables en formación. Por
otro lado, los niños son objeto de dos operaciones fundamentales: constituyen un campo de estudio y de
análisis y a la vez son empujados a emigrar del seno de la familia a unas instituciones producidas a efectos de
contenerlos en su ineptitud y de formarlos para que, justamente puedan abandonar o superar la carencia que
les es constitutiva. A la discriminación etaria le sigue una discriminación institucional”. Infancia y poder: La
conformación de la pedagogía moderna, Buenos Aires, Aique, 1994, p. 109.
14
Francine Muel, “La escuela obligatoria”, en Espacios de Poder, de Michel Foucault, Jacques Donzelot y
Claude Grignon, et., al., (Genealogía del Poder N° 6), Madrid, la Piqueta, 1991, p. 127.
64

A continuación hablaremos de manera general a la forma en que venían

funcionando las casas de beneficencia y las casas corrección, 15 en específico las que se

ocupaban de niños y adolescentes “recogidos” y “corrigendos” (trasgresores), que son las

que nos interesan para este estudio, con el propósito de mostrar los cambios y

continuidades en la atención de los niños abandonados (recogidos y corrigendos).

La ciudad de México, importante centro político, comercial y cultural, donde

convergieron importantes acontecimientos de la vida nacional, contaba con

aproximadamente 200 000 habitantes en ese período histórico. Fue ahí donde estaban

ubicados los establecimientos que nos ocupan en este estudio, los cuales se enumeran a

continuación: Casa de Niños Expósitos o Casa Cuna, el Hospicio de Pobres, el Colegio de

San Antonio, en el Tecpam de Santiago y la “Casa de Corrección para Jóvenes

Delincuentes”. Es importante hacer la aclaración de que el Hospicio de Pobres también

asilaba a ancianos, pero únicamente nos ocupamos de los menores, los otros

establecimientos sólo eran para niños y adolescentes hombres y mujeres.

Casa de niños Expósitos

La Casa de Cuna de Nuestro Señor San José de Niños Expósitos (fundada en 1767), estaba

ubicada en la Plazuela del Carmen, centro de la ciudad de México.16 Los anteriores

15
Josefina Muriel dice que los Recogimientos de Mujeres funcionaban unos como casas de caridad y otros de
corrección, los que únicamente recibían mujeres, niñas viudas, prostitutas y delincuentes. Los recogimientos
de mujeres, 1ª ed., México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1974, pp. 45, 146-148.
16
En 1582, se fundó la primera Casa de Expósitos que recogía a los niños pobres y abandonados en el México
de la Colonia.
65

establecimientos que recogían a los expósitos habían desaparecido,17 no existía un asilo que

se encargara de recoger y criar a los niños desechados por sus padres, según lo refiere Juan

de Dios Peza.18 Desde entonces este establecimiento se mantuvo amparando a esos niños.

En la segunda mitad del siglo XIX, se le denominaba Casa-Cuna o Casa de niños

Expósitos. En este lugar se recibía a niños y niñas de padres “desconocidos” y también a

los hijos de familias carentes de recursos económicos.

Antes de continuar, es importante mencionar que en las instalaciones del Hospicio

de Pobres, del que hablaremos más adelante, estaba instalado un Departamento funcionaba

como un hospital de maternidad para quienes no tenían posibilidades económicas, también

conocido como de “partos ocultos”, donde se “asistía con total secreto y sin estipendio

alguno, a las mujeres [parturientas] que se presentan a reclamar este triste servicio”. 19 Se

refiere que en la fecha de la visita, a las mujeres que acababan de parir se les permitía

decidir si querían quedarse con su hijo, lo que no se hacía antiguamente. Así lo expresaba:

“Si quieren conservarlos como casi siempre sucede, se llevan a bautizar de noche,

sirviéndoles de madrina la misma directora, y la casa costea este pequeño e importantísimo

gasto”.20 ¿Por qué se llevaba a bautizar de noche al recién nacido? No mencionan a los

recién nacidos que se dejaban a las puertas del plantel o también los llevados por la policía,

como frecuentemente sucedía porque los abandonaban en otros lugares, donde muchas

17
Virginia Aguirre Arvízu, Isaac García Venegas y Aída Valero Chávez, (coord.) De la caridad a la
beneficencia pública en la ciudad de México (1521-1910), México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Escuela Nacional de Trabajo Social, 2002, p. 91. Silvia M. Arrom dice que la Casa de Cuna para
Expósitos, el Hospicio de Pobres y el Monte de Piedad se fundaron en el último cuarto del siglo XVIII,
sostiene que fue un experimento del gobierno español para suprimir la pobreza. “Desintegración familiar y
pauperización: los indigentes del Hospicio de Pobres de la ciudad de México, 1795”, en Familia y vida
privada en la historia de Iberoamérica. Seminario de Historia de la Familia, Pilar Gonzalbo Aizpuru y
Cecilia Rabell Romero, coord., 1ª ed., México, El Colegio de México, 1996, p. 120.
18
Juan de Dios Peza, La Beneficencia en México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1881, pp. 104-105.
19
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., pp. 17 y 18.
20
Ibídem, p. 12 y 18.
66

veces se ponía en peligro la vida del infante. En su opinión el conservar este departamento

en el hospicio era un mal ejemplo para los asilados, por lo cual, aconsejaba ubicarlo en otro

lugar o en algún hospital. En fin, de este Departamento salían los recién nacidos (ilegítimos

o abandonados) a la casa cuna.

Continuando con el relato, esta casa recibía a recién nacidos (ilegítimos) o de

familias sin posibilidades económicas, donde eran admitidos desde lactantes y antes de

cumplidos los 7 años. A su llegada la propia casa los legitimaba, anteriormente se les ponía

el apellido “Lorenzana”, fundador de la casa-cuna, 21 ahora, se hacía con el apellido del

director en turno. Se entregaba el lactante a una nodriza de guardia, denominada

“recibidora”, quien se encargaba de amamantarlo en el mismo plantel, con la llegada de

otro lactante, el primero se enviaba a otra nodriza para criarlo en el campo (a Tacubaya y

Tlalnepantla). Las nodrizas tenían obligación de presentar al pequeño a las autoridades de

la casa-cuna cada quince días, para vigilar que estuviera alimentado y su estado de salud.

Una vez concluido el período de lactancia se regresaba al niño a la casa-cuna para su

crianza, ahí recibía cobijo, alimentación y educación básica. En este plantel también había

otros lactantes los “distinguidos”, así se les denominaba porque alguna persona

(posiblemente la madre o algún otro pariente) había solicitado que ahí mismo se les criara,

desde luego, sufragando su mantenimiento.

Como sabemos, la mortalidad infantil era muy elevada en el siglo XIX, peor aún, en

los asilos como la casa-cuna, donde el riesgo de fallecimientos era mayor por los contagios,

21
En 1794 los expósitos se declararon legítimos, llevan el apellido Lorenzana fundador de la Casa Cuna.
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 34.
67

sobre todo en los dos primeros años de vida de la criatura,22 a lo que no escapaban los niños

que se criaban con las nodrizas las externas.

El plantel estaba dividido en departamentos donde se distribuían los niños y las

niñas, un área de nodrizas para los lactantes que ahí se criaban y una “sala de estar” para los

más pequeños. Los internos estaban clasificados en grupos: lactantes, pequeños (2 a 7

años), medianos (7 a 14) y grandes (no se menciona). Se les impartían clases de primeras

letras, de dibujo y pintura. Los varones estaban como aprendices en los talleres de dorado y

zapatería; y las niñas en actividades de “labor” (costura). En el salón de clases se separaba a

los más pequeños (de 3 a 5 años) de los más grandes. Se conservaba esa separación en la

capilla a la que acudían a oír misa.

Había 233 internos (72 niños, 86 niñas y 75 niños de pecho –ambos sexos-). El

informe refiere que por el físico de los niños “se advierte la variedad de clases de la

sociedad que contribuyen a poblar aquel asilo…” 23 En efecto, esto habla de la procedencia

social de esos niños, buena parte de ellos eran ilegítimos, tanto hijos de los sectores

populares, como de los acomodados que se deshacían de sus retoños para encubrir su

deshonra, pero de esto ni una palabra dicen nuestros filántropos. Como podemos observar

aparecen más niñas que niños, esto habla de una preferencia por los hijos varones, en

detrimento de las mujeres, porque suponía más gastos que beneficios. No olvidemos que en

el siglo XIX la mujer era valorada como madre y para la vida doméstica.

Este plantel no establecía una edad fija para externar a los menores, tampoco había

lugares vacantes en otro asilo para enviarlos. Esto ocasionaba que ahí se encontraran

22
Alberto del Castillo [2006], Conceptos, imágenes y representaciones de la niñez en la ciudad de México
(1880-1920), El Colegio de México/Instituto de Investigaciones Dr. José María Mora, pp. 77-82.
23
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 39.
68

adolescentes que llegaron desde pequeños. El proyecto de reforma proponía externar a los

menores que habían concluido su formación escolar y laboral para dejar vacantes en esos

asilos, para recibir a los niños que salieran de la casa-cuna.

La rutina diaria de los niños tenían consistía en lo siguiente:

Los niños y niñas se levantan al alba, se asean, oyen misa, y toman por desayuno
una taza de champurrado, atole ó chocolate con una pieza de pan. A las nueve, unos
van a la escuela en donde se les enseña la doctrina cristiana y los ramos principales
de la educación primaria; los niños mayores se ocupan en los talleres mencionados,
de zapatería y doraduría, o aprenden el dibujo y la pintura; las niñas son instruidas
en la música y todo género de costura y bordado. Todas estas ocupaciones cesan a
las doce, sigue una hora de recreo, hasta la una se sirve la comida compuesta de
caldo, sopa, cocido, principio, dulce, una pieza de pan y tortillas; los domingos tiene
además fruta. De tres a cinco vuelven a sus clases y oficios; al oscurecer rezan el
rosario, demás oraciones y meditación; entre tanto cenan los chiquitos, y los demás
a las ocho. Las nueve es la hora de recogerse.24

Como podemos observar, la distribución del tiempo es un aspecto característico de los

establecimientos de beneficencia, se mantenía a los niños ocupados durante el día en

diversas actividades, con un breve tiempo de descanso. En otras palabras, en ese control de

las actividades diarias vemos el modelo de la fábrica en su disciplina organizativa. Y los

controles sexuales se inscribían en esa separación por género. Fue alrededor de las

exigencias (del modelo fabril y la separación sexual) como se organizaban temporal y

espacialmente, tanto en éste, como en los otros planteles de beneficencia.

Es importante señalar que los niños de la casa de expósitos vestían uniforme y

contaban con ropa extra para cuando los llevaban de paseo (cada semana) sus cuidadores.

En cambio los niños de las otras casas de beneficencia no tenían ropa extra, tampoco los

llevaban de paseo. En la propuesta de reforma todos los niños de la beneficencia debían

24
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 37 y 38.
69

vestir un uniforme, de esta propuesta hablaremos más adelante. Y por último, a los internos

se les pagaba por su trabajo en los talleres, este dinero las niñas lo utilizaban para ropa y los

niños fabricaban zapatos para todos.

Hospicio de Pobres

El Hospicio de Pobres (fundado en 1774), ubicado en avenida Juárez, según refiere Silvia

M. Arrom se transformó en un asilo voluntario para ancianos y en una escuela-internado

para huérfanos en la época de Independencia. 25 En la fecha de la visita funcionaba como

una institución de cobijo y resguardo de niños y niñas huérfanos, abandonados y

eventualmente de menores “delincuentes”, así como de ancianos (hombres y mujeres).

Para principios de los años sesenta, el hospicio venía arrastrando serios problemas

económicos lo que se reflejaba en el deterioro de sus instalaciones y las dificultades para

sostener a los internos. Los fondos (donaciones y herencias) fueron prestados a los grupos

de poder, los cuales, hasta esa fecha no habían sido devueltos. Situación que también

padecían otras instituciones de beneficencia. 26 Ayuntamiento de la ciudad de México

contribuía con alguna suma a su sostenimiento. Y con el arrendamiento de algunas áreas de

sus instalaciones.

25
El Hospicio de Pobres fue un asilo voluntario para ancianos y una escuela-internado para huérfanos en la
época de independencia, hacia 1884 se quedó sólo con esta última función. Silva M. Arrom, “Desintegración
familiar y pauperización: los indigentes del Hospicio de Pobres de la ciudad de México, 1795”, en Familia y
vida privada en la historia de Iberoamérica. Seminario de Historia de la Familia, Pilar Gonzalbo Aizpuru y
Cecilia Rabell Romero, coord., 1ª ed., México, El Colegio de México, 1996, p. 121.
26
En el informe de García Icazbalceta y Andrade se hace un resumen de las elevadas cantidades que se
adeudaban a los planteles de beneficencia.
70

Aunque este asilo era considerado el más importante de las instituciones de

Beneficencia, por la extensión de sus instalaciones que permitían albergar a una numerosa y

diversa población. No obstante, en el transcurso del siglo XIX, fue perdiendo importantes

áreas, solamente quedaban en arrendamiento la fábrica de tejidos y el baño para el público

en general y para los asilados.

Las instalaciones del asilo eran compartidas con un hospital militar, un

departamento para las enfermedades de los ojos, con servicio de hospitalización para los

enfermos (su alimentación y eventualmente su entierro por su fallecimiento eran costeados

por el hospicio), el departamento de partos ocultos, ya mencionado, y dos enfermerías. Una

de las enfermerías atendía a internos y personal del hospicio. También había un talleres de

sastrería y carpintería, una fábrica de tejidos (el propietario no había pagado la renta hacía

tiempo) y una fábrica de porcelana con sus hornos. El hospicio reunía en un mismo espacio

a ancianos y niños, enfermos, parturientas, enfermeras, maestros, talleres, obreros y

personal del establecimiento, por lo que podemos pensar que era como un micro-universo

social, herencia del período colonial.

Es importante subrayar que el hecho de que los niños y niñas estuvieran en áreas

reducidas impedía efectuar la separación de los niños tanto por edades, como por el tipo de

conducta de los internos.27

Antes de continuar cabe hacer un alto para mencionar algunos intentos de

separación de niños y adultos, así como de niños obedientes y de indisciplinados en las

mismas instalaciones del hospicio. En la misma finca del hospicio se construyó la Escuela

27
En 1845, hubo un temblor que dejó al edificio en ruinas. Francisco Fagoaga, filántropo, reparó el edificio y
apoyó al hospicio hasta su muerte (seis años después), cayendo nuevamente en abandono el hospicio.
71

Patriótica (1806), para separar a niños y adultos. 28 A principios del siglo XIX, la Cárcel de

la Acordada29 empezó a enviar al hospicio a los niños “corrigendos” (transgresores). Los

directivos del hospicio se quejaban de que estos niños “descompuestos” contaminaban a los

“honestos”, con sus ejemplos negativos, por lo que decidieron trasladarlos a la nueva

escuela, quedando pendiente la separación de los adultos. De esta manera, el asilo empezó a

funcionar también como correccional. 30 En 1818, las dificultades económicas del asilo

impidieron la mencionada separación de Escuela y asilo, por lo que tuvieron que juntarse;

al año siguiente, empeoró la situación a tal grado que los ancianos asilados salieron del

plantel a pedir limosna y los niños se contrataban de enterradores, de lo que hablaremos

más adelante.

Tiempo después, otros filántropos, por iniciativa propia, fundaron el departamento

denominado Casa de Corrección para Jóvenes delincuentes (1841), en una sección del

hospicio.31 Pero como el hospicio a duras penas podía sostener a sí mismo, mucho menos

solventar los gastos de otro departamento, al poco tiempo desapareció la casa de

corrección. Cabe mencionar que a esta correccional se le ha considerado la primera

correccional para menores entre los historiadores.

28
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p.7.
29
Esta cárcel contaba con un departamento especial para los corrigendos jóvenes y a los más pequeños los
remitía al hospicio. Mencionado por Teresa Lozano en una ponencia en un “Encuentro de Historiadores de las
Mentalidades en la Dirección de Estudios Históricos”, 1989.
30
El virrey Branciforte prohibió que se utilizara el Hospicio como “casa de corrección”, en el bando del 6 de
febrero de 1798. Silvia M. Arrom, op., cit., p. 124.
31
Eduardo Gorostiza, importante dramaturgo, con un grupo de particulares fundó la casa de corrección para
niños y jóvenes corrigendos. Citado por María Dolores Lorenzo, “El Tecpam de Santiago. Una institución de
asistencia pública para los futuros trabajadores”, en Historia de la Infancia en América Latina, Pablo
Rodríguez y María Emma Mannarelli, (coord.), Colombia, Universidad Externado de Colombia, 2007, p.
249.
72

Continuando con el relato, el plantel estaba dividido en dos departamentos donde se

distribuían los niños y las niñas, sin tener ningún tipo de contacto entre ellos ni para oír

misa. Había 65 varones y 163 niñas y jóvenes. Se les impartían clases de primeras letras,

dibujo y música. En el caso de los varones, unos asistían a las clases de primeras letras y

otros a las de dibujo y música, -según informaban sus directivos- había varones que no

asistían a clases porque ya no lo necesitaban; en cambio, alrededor de 100 de las mujeres

asistían a clases, incluso se les impartían clases de francés. La rutina diaria de los menores

en el hospicio se refería a lo siguiente:

Se levantaban a las cinco o cinco y media de la mañana, según la estación, y desde


luego se les destina al aseo de patios, corredores y escaleras de tan vasto edificio: a
la conducción de las cocinas y enfermerías de cuanto en ellas se necesita, y a todas
las demás faenas domésticas que se ofrezcan. Concluidos estos trabajos oyen misa,
toman luego el desayuno, pasan respectivamente a la escuela y talleres. A las doce
descansan, a la una comen, y a las tres vuelven a la escuela, sin perjuicio de
ocuparlos en los trabajos que ocurren en la casa entre el día. De las cinco a las siete
de la noche concurren muchos de ellos a las escuelas de música y dibujo; rezan el
rosario, cenan, y a las nueve se retiran a sus dormitorios, cuyo aseo y el de sus
camas hacen ellos mismos al levantarse. Sobre todas estas ocupaciones tienen la de
asistir a los entierros, y sólo con este motivo salen a la calle. Un entierro, es pues su
único paseo y distracción.32

En el informe al que nos venimos refiriendo se hacía la observación de las irregularidades

en el adiestramiento de los aprendices y del escaso o nulo beneficio para el hospicio. El

propietario del taller de tejidos no había pagado la renta del local, quien únicamente

ocupaba a seis niños de aprendices. En el taller de carpintería había diez aprendices, se

informaba que el maestro “disfruta habitación en el Hospicio, local para el taller y se

aprovecha del trabajo de los niños aprendices”. En cuanto al taller de sastrería, el maestro

32
Los vecinos que solicitaban el cortejo de niños para los entierros entregan un peso por cada asilado, con la
mayor se quedaba el hospicio para su mantenimiento y una mínima parte se les dejaba a ellos. Joaquín García
Icazbalceta, Op., cit., p. 22.
73

“obtiene gratis el local, cuatro pesos mensuales y tres tortas diarias de pan”, sólo ocupa a

seis niños, se menciona que “corta y dirige la ropa que se hace para la casa”. Sin embargo,

como estaban a expensas de donaciones, las cuales al parecer escaseaban, la vestimenta de

los niños era insuficiente para cubrirlos y estaba muy deteriorada. Y con respecto a la

retribución económica a los niños como aprendices era tan escasa que con frecuencia

abandonaban esas actividades para contratarse de enterradores.33 A esto se señalaba:

El producto que se da al establecimiento es bien corto para compensar los males que
causa. Los niños pierden el tiempo en una ocupación que ni los instruye, ni los
moraliza, antes su corazón se endurece con la repetición de tan tristes espectáculos;
su salud peligra en esas largas caminatas con la cabeza descubierta en cualquier
estación, y ese desagradable empleo nada les enseña ni ha de producirles nada
cuando salgan del establecimiento, porque no lo han de ejercer. 34

Los talleres de bordado y costura empleaban a sesenta y seis niñas, organizadas en


35
“oficialas, medias oficialas y aprendices”. Además participaban en las labores de aseo del

refectorio y cocina. La cocina estaba a cargo de un pequeño grupo de seis niñas (alternado

semanalmente) que preparaban los alimentos. La comida de los varones la elaboraban las

ancianas asiladas. La distribución del tiempo era similar a los varones. 36

La fuente no hace referencia a la forma de castigo por indisciplina de los

corrigendos en el hospicio. No obstante, se sabe para otros estudios que se les encerraban

en un calabozo a pan y agua,37 es probable que lo mismo se hiciera con los hospicianos.

33
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 14.
34
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 132.
35
Ibídem., p. 15.
36
Ibíd., p. 28.
37
Estela Restrepo Zea, “El concertaje laboral de los niños abandonados en Bogotá 1642-1665”, en Historia de
la Infancia en América Latina, Pablo Rodríguez y María Emma Mannarelli, coord., Colombia, Universidad
Externado de Colombia, 2007, p. 270.
74

Como podemos apreciar los menores vivían en un régimen de disciplina, trabajo y oración

acudían diariamente a misa, además de cumplir con otros ritos religiosos.

Se opinaba que las recogidas estaban mejor alimentadas, incluso decía, vestidas con

“con cierto lujo” y con “adornos”, aunque reconocía que ellas mismas se lo costeaban, “con

la venta de sus obras de costura y bordado“. Advertían que esta vestimenta estimulaba

aspiraciones fuera de su “clase” social, lo que consideraba perjudicial para ellas. 38 Se

justificaban diciendo que no se trataba de rebajar la condición de las niñas, sino de que los

niños recibieran un mejor trato. Veamos lo que decía al respecto,

Se cuentan casi en número triple, que sólo atienden a su propio aseo, que tienen
maestros de todas clases, comen y visten mejor, hacen suyo el producto de su
trabajo y en nada ayudan al establecimiento... aquello no es ya hospicio, sino un
colegio de señoritas acomodadas de por vida y servidas por los pobres niños, que
son sus iguales y no sus domésticos.39

Estas afirmaciones debemos tomarlas con cierta reserva, puesto que en ningún momento su

propio informe refiere que los niños sirvieran en algo a las niñas, en todo caso, ayudaban a

las cocineras cargando y acarreando víveres, así como limpiando diversas áreas. Los

internos recibían el mismo tiempo de alimentación. En lo referente a que las internas tenían

una “mejor presentación”, soslayaba que en todo caso las niñas elaboraban sus propias

prendas como él mismo decía, y tampoco hace mención a que las damas de los patronados

obsequiaban sus prendas a las asiladas, eso explicaría que usaran atuendos que no

correspondían con su clase social. Más bien, se pretendía igualar la vestimenta de los

internos hombres y mujeres. Por todo, se manifestaba que los niños padecían una penosa

situación en el hospicio, sacrificando su instrucción por realizar otros menesteres y sin

38
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 22.
39
Ibídem., pp. 6, 8, 9, 18. Y 24.
75

ninguna instrucción práctica efectiva que los capacitara para mantenerse a su salida del

plantel.

En fin, el Hospicio de Pobres en diferentes períodos hizo la doble función de asilo

para los desvalidos y de centro de corrección para los trasgresores, como vestigios

organizativos de las instituciones del Antiguo Régimen. 40 Lo que también quedó de

manifiesto, fue la designación de los roles designados socialmente: para las niñas la costura

y las labores domésticas, para los varones la artesanía, el calzado, entre otros, lo cual, es

una clara muestra de que en el aspecto educativo se producía y reproducía la desigualdad de

género en dichas instituciones. Los recogidos y corrigendos se les sometía a un régimen

disciplinario, tenían establecidas rutinas de estudio, trabajo y descanso, distribuidas en

horarios establecidos durante el día. Y por último, no había una separación por edades y

conducta de los internos, tampoco estaba generalizada la instrucción artesanal y fabril

todos los internos.

Tecpam de Santiago: Colegio de San Antonio

Como se ha venido mencionando desde principios del siglo XIX, hubo varios intentos para

crear un plantel independiente para los denominados “corrigendos” (trasgresores), pero, no

prosperó por los problemas económicos de la beneficencia. Hacia 1850, se fundó un asilo

independiente para los corrigendos a expensas de los fondos municipales y se tomó en

arrendamiento el Tecpam41 de Santiago (antiguo Colegio de San Antonio). Según Juan de

40
Silvia M. Arrom, op., cit., p. 121.
41
Tecpam significa lugar de justicia.
76

Dios Peza este colegio tenía el carácter de “sucursal de la cárcel”. 42 En este plantel se

recibía a niñas y niños corrigendos y los indisciplinados, quienes eran niños que sus

familias llevaban “con el objeto de que se les corrigiera e ilustrara”.43 En otras palabras se

trataba de los hijos “rebeldes” que su familia no podía controlar o que posiblemente no

podía sostener. Desde los primeros años en que abrió sus puertas este plantel, el Hospicio

de Pobres el enviaba a los niños que no podía albergar, lo que implicó juntar en un mismo

lugar a niños recogidos con corrigendos. Así en poco tiempo, en este colegio fue ganando

terreno la función de asilo sobre su función de correccional.

Miguel María Azcárate introdujo talleres para el aprendizaje de oficios mecánicos;

los internos tenían que acudir a las escuelas cercanas para recibir la enseñanza de las

primeras letras, porque no contaban con escuela propia. Y Antonio Diez Bonilla

(Superintendente de la Policía) denominó a dicha casa “Colegio Correccional de San

Antonio” (1853), a partir de lo entonces, se inició la separación entre niños y niñas, así

como entre recogidos y corrigendos.

Juan José Báez, gobernador del Ayuntamiento, le asignó un presupuesto para su

sostenimiento (1856), inclusive de su propio peculio, compró el edificio para los

corrigendos. En 1861, una vez secularizados los planteles de la beneficencia, la Secretaría

de Gobernación se encargó de la Beneficencia Pública y los Ayuntamientos, como el de la

Ciudad de México de su financiamiento. De esta manera, el Tecpam pasó a depender de la

administración pública, esto provocó que la viuda de Báez reclamara sus derechos sobre el

edificio y algunos enseres que ella misma prestó al asilo, por lo tanto, las autoridades

compraron ese inmueble.


42
Peza, Juan de Dios, La Beneficencia en México, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1881, p. 38.
43
Juan de Dios Peza, Op. cit., p. 39.
77

Habiendo aclarado este punto, continuamos con el relato de García Icazbalceta

sobre la distribución interna de dicho colegio, al que por cierto no se refiere como

correccional. Había 200 varones y 59 niñas. 44 En dos departamentos estaban distribuidos

los niños y niñas “honestos”, separados del departamento de “corrigendos. Es importante

mencionar que no había un departamento para las niñas corrigendas. Esto nos lleva a pensar

que la disciplina tanto para recogidas como para corrigendas era la misma.

La escasez de muebles obligaba a algunos niños a dormir en el suelo, en cambio, las

niñas todas dormían camas. Como el propio informe lo refiere, había una falta de aseo

seguida de una carencia de ropa extra para que los niños pudieran cambiarse. Tampoco se

contaba con ropa de cama, la que usaban estaban muy sucia. El departamento de niñas

contaba con veintiocho lavaderos.

Se les impartía instrucción básica, música y dibujo, así como de catecismo. La

escuela estaba en el mismo plantel. Las niñas en su mayoría asistían a clases, en cambio,

de los varones sólo asistían ciento doce de ellos. Los directivos del plantel argumentaban

que buena parte de ellos ya estaban instruidos, además de que debían ocuparse de su trabajo

en los talleres.

Su rutina diaria era similar a la del hospicio, niños y niñas en el horario matutino

acudían a tomar clases y después a sus respectivos talleres los cuales también tenían horario

vespertino, asistían a misa diariamente por las mañanas y por la noche rezaban el rosario.

Se menciona que tenían una lectura diaria, la fuente no especifica de qué tipo, es probable

que se tratara del catecismo, porque lo hacían después de rezar el rosario.

44
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 28.
78

Se contaba con talleres de carpintería, zapatería y veintiún telares de mano

instalados en un mismo salón. Los telares daban ocupación a diez niños, donde se producía

manta para el vestido de los asilados y se elaboraban zarapes destinados a la venta. El taller

de zapatería tenía de aprendices a once niños, se menciona que estaban elaborando calzado

para los asilados. El taller de imprenta entrenaba a cuatro o cinco aprendices, junto con el

taller de litografía que se reducía a una sola prensa. Conforme fue aumentando la población

infantil en el Tecpam, se instalaron otros talleres y dos escuelas de primeras letras.

Se indicaba que estaban mal “condimentados” los alimentos y de escaso contenido

nutritivo para niños en desarrollo. Cabe hacer la aclaración de que el tipo de alimentación

no se diferenciaba de la proporcionada en el hospicio. Sin embargo, es interesante que en

este período se estuviera pensando en mejorar la ingesta calorífica indispensable para esa

etapa en desarrollo. Aunque no podemos soslayar que la propuesta educativa era para el

trabajo, lo cual, explicaría el interés de mejorar la nutrición de internos, para elevar su

rendimiento productivo en los talleres.

Casa de Corrección para Jóvenes Delincuentes

La Casa de Corrección para Jóvenes Delincuentes se instaló en lo que anteriormente era un

recogimiento de mujeres corrigendas, después de la invasión norteamericana al país. 45 A

diferencia de las anteriores casas, en este lugar se recibía solamente a menores

45
El edificio de la casa correccional fue primero el Recogimiento de Santa María Magdalena, una “casa de
reforma moral” para mujeres, se sacaron a las presas y la ocuparon los reos adultos. Los recogimientos de
mujeres, unos eran casas de caridad y otros de corrección, donde se albergaba tanto a mujeres, niñas, viudas,
prostitutas y delincuentes. Muriel comenta que había casas correccionales privadas con cierto carácter de
clandestinas a las que iban a parar mujeres por delitos menores. Josefina Muriel, Op., cit., pp. 45, 137, 140,
142, 146 y 148.
79

transgresores varones.46 Se decía que esta casa funcionaba como una sucursal de la cárcel,

no había una división tajante entre correccional de menores y cárcel de adultos, ni tampoco

una legislación especial para menores en el siglo XIX.

En general las instalaciones de la correccional estaban en peores condiciones que los

otros establecimientos, había 87 celdas muchas de las cuales, estaban inhabilitadas, a otras

les faltaban cerrojos en las puertas. Se decía que esto favorecía las fugas de los internos.

Así se describe el estado físico de las celdas.

Las camas constan de un banco de madera y un pésimo colchón, que no merece tal
nombre, ni todas lo tienen, cubierto con restos de sábanas y frazadas. Esas camas
constituyen todo el amueblamiento de las celdas; en su conjunto son detestables, y
algunas no son sino un montón de basura en que se entierra como un animal al
habitante de la celda. 47

Se indicaba que todos los internos recibían educación básica. El taller de carpintería

únicamente ocupaba a 2 ó 3 muchachos; el taller de sastrería empleaba a un mayor número

de ellos, en la confección de tiendas de campaña para el ejército.

A casi veinte años de su fundación se habían recibido a 519 corrigendos. En la fecha

de la visita de los filántropos mencionados, (julio 1984) había 50 transgresores. Dichos

menores eran remitidos por la autoridad judicial48 o por disposición gubernativa. Con

respecto a estos últimos, es probable que se tratara de los indigentes y vagos levantados en
46
San Vicente de Paul recogía a niños expósitos y mendigos, al parecer fue el primero en amparar y recoger a
los niños delincuentes, en París durante el siglo XVII, muchos de los asilos y escuelas llevan su nombre. En
1704, el Papa Clemente IX fundó el hospital de Saint Michel en Roma era un centro de corrección e
instrucción para la juventud “libertina”. Este último dato lo toma de “Comparative Survey of Juvenile
Delinquency”, New York, 1958, Organización de las Naciones Unidas, p. 10. Citado por Héctor Solís
Quiroga, “Historia de los Tribunales para Menores”, en Revista Criminalia, N° 10, México, 31 octubre de
1962, p. 619.
47
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 31.
48
Es importante mencionar que en la Cárcel de la Ciudad había una sección para menores delincuentes
denominada de “Pericos”, en donde se encontraban menores transgresores, de esta cárcel se enviaba a los más
pequeños a la correccional.
80

la calle. Aunque el tiempo máximo de condena era de cinco años, pero, cuando cumplían

los 16 años y aun antes de terminar su condena, por disposiciones de la correccional no

podían permanecer ahí después de ésta edad, sino terminarla en la cárcel de adultos.

Por otro lado, la fuente no informa la edad en que ingresaban los menores a la

correccional, únicamente se menciona que muchos de ellos eran casi niños. 49 Si tenemos en

cuenta lo que Teresa Lozano Armendarez dice acerca de niños de 12 y 13 años que estaban

procesados en la Cárcel de la Acordada (entre 1800 y 1812).50 El Código Penal de 1871,

establecía que los menores de 9 a 14 años se les enviarían a las casas de corrección (a los de

más edad se les enviarían a las cárceles de adultos); 51 y que esta medida se venía aplicando

antes de la expedición de dicho estatuto, por lo tanto, suponemos que se trataba de menores

de entre 9 y 14 años los que encontraban en la correccional que aquí nos ocupa.

La fuente refiere que los internos usaban menos prendas que los hospicianos e

incluso algunos estaban semi-desnudos. Como la correccional no proporcionaba la ropa,

sus familiares tenían que hacerlo, al igual, que darles los alimentos. Así se describe el

aspecto de los corrigendos, “desnudos, sucios, abatidos, llevando en su fisonomía la marca

del embrutecimiento ó del crimen precoz causan compasión mezclada de repugnancia.” 52

Justamente esta idea de que la fisonomía del individuo es indicador de criminalidad estaba

respaldaba en los estudios psiquiátricos del último tercio del siglo XIX, con el surgimiento

de la Antropología Criminal se desarrollaron formas “científicas” de detectar a los

delincuentes por nacimiento o por otras causas; y con el desarrollo de la técnica

49
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., pp. 31 y 32.
50
Teresa Lozano Armendarez, La criminalidad en la ciudad de México, 1800-1821, 1ª ed., México,
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1987, pp. 124-132.
51
Código Penal 1871.
52
En el informe se señala que la Prefectura de Policía dejó de entregar los fondos para algunos
establecimientos. Joaquín García Icazbalceta, op., cit., pp. 31, 32 y 214.
81

antropométrica se les hacían mediciones muy elaboradas del rostro y la estructura ósea, 53

así como de la capacidad intelectual, 54 de lo cual, hablaremos más ampliamente en otro

capítulo.

Proyecto de reforma educativa en el Segundo Imperio

La propuesta principal del “proyecto de reforma educativa” se refería a la educación y al

trabajo, es decir, formar a los internos en una “ocupación útil y honesta” Se argumentaba

que el trabajo “es el medio más poderoso para moralizar al hombre, apartarlo del vicio,

realzarlo ante sus propios ojos y abrirle camino en el mundo”. 55 Por esto, el asilo debía

atender a “la perfecta enseñanza de los jóvenes” pensando en “su porvenir y adelanto de las

artes”.56 Los recogidos estarían como aprendices en los talleres del asilo que los albergara,

se formarían en oficios con maestros especializados y desarrollarían algunas manufacturas

necesarias para el país.

La idea del trabajo obligatorio se extendería tanto a asilados de la Beneficencia

como a presos de las cárceles.57 Para tal efecto, el gobierno invertiría en instalar talleres,

53
Carlos Roumagnac, funcionario porfirista, subrayaba la importancia de los estudios de la fisonomía para
detectar al criminal, se basaba en los principios de la Antropología Criminal. Los criminales en México,
México, Tipografía “El Fénix”, 1904, pp. 69 y 70.
54
Estudios antropométricos fueron aplicados a los escolares mexicanos en los primeros años del siglo XX,
para determinar su capacidad intelectual.
55
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 120.
56
Ibídem, p. 122.
57
En el Reglamento de la Cárcel de la Ex Acordada de 1843, se señala la obligatoriedad del trabajo todos los
formalmente presos y sentenciados. Citado por Leonor Estévez Zamora y Rosa María Luna Alvarado,
Realidad y utopía del sistema carcelario mexicano: una cárcel llamada Belén. 1900-1916, (tesis de
licenciatura) México, Escuela Nacional de Antropología, 2006, p. 22.
82

contratar a maestros especializados en la enseñanza de los adelantos en las “artes y oficios”

y en adquirir maquinaria y herramientas modernas. 58

Se crearía una coordinación general, integrada por los talleres de la cárcel, la que se

encargaría de organizar los talleres de la Beneficencia y de la misma producción. Estos

centros funcionarían como pequeñas manufacturas para atender a las necesidades de la

propia beneficencia y se introducirían otras, para que el país dejara de importarlas. Este

punto es significativo, revela la idea de formar centros de capacitación de aprendices y

oficiales de asilos, correccionales y cárceles. Veamos el planteamiento, “es preciso que sea

una verdadera escuela de artes (…) donde por falta de artesanos inteligentes hay que

recurrir de ordinarios a los extranjeros”. En otras palabras, los planteles de la beneficencia

funcionarían como escuela-taller.

Por otro lado, se impediría hacer faenas de enterradores a los recogidos, porque no

eran actividades productivas. Los “alumnos” más destacados serían destinados a pintar

tanto los edificios de la Beneficencia, como las casas de los particulares que solicitaran este

servicio. De esta manera, se contaría con una mano de obra disponible, para dar servicio a

la beneficencia y a particulares.

En cuanto a la educación de las niñas, se opinaba que con ellas había que proceder

con “un poco de actividad, inteligencia y energía”. En otras, palabras jalarles las riendas. Se

advertía que de ellas, no se podía esperar los mismos resultados que con los varones,

estaban “imposibilitadas por su sexo de ocuparse de multitud de trabajos propios de los

hombres”. 59 Es claro que no se pretendía instruir a las niñas fuera del rol de género,60

58
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., pp. 122-123, 142 y 143.
59
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 127.
83

asignado socialmente, al contrario se les orientaría en la vida doméstica y en la crianza de

los hijos, y en la práctica de actividades manuales, para que en caso de que tuvieran

necesidad de trabajar les dejara para vivir. En este contexto institucional se refuerza la

diferenciación genérica dando actividades diferentes a niñas y niños, como una forma de ir

delimitando las normas de comportamiento y dejando claras las expectativas sociales hacia

su sexo.

Se propuso instalar un motor en los talleres mencionados, para adiestrarlas en

bordado fino en seda, encajes y bordado de aplicación. Justamente los ramos de la industria

que se pensaba introducir en el país. Y se continuaría con la enseñanza de todo tipo de

costura de blanco.61 En ese entonces se consideraba que toda mujer que se preciara de

buena ama de casa, debía dominar las labores de costura de blancos. Por lo tanto, se haría

obligatoria la asistencia de las recogidas a los talleres de bordado y costura.

También se planteaba que el trabajo doméstico debía ser una materia primordial en

la educación de las internas. Si se tomaba en cuenta, que “la mayoría de las que se recogen

en el hospicio no tiene otro porvenir que la del servicio doméstico... no hay que olvidar que

su clase no es tampoco para poder abrigar mayores aspiraciones”. Se indicaba que el

servicio doméstico era un campo laboral en expansión, ávido de personal calificado. Por lo

tanto, se consideraba necesario contribuir con la “formación de nuevas sirvientas que tanta

falta hacen en las casas... pues nadie trata de igual manera a una criada inteligente, aseada y

60
Véase a Pilar Gonzalbo Aizpuru, Las mujeres en la Nueva España. Educación y vida cotidiana, 1ª ed.,
México, El Colegio de México, 1987. La educación por género es un elemento constitutivo de las relaciones
sociales. Véase a Joan W. Scott, “El género”, en Martha Lamas, El género: La construcción cultural de la
diferencia sexual. México, Porrúa, 1997.
61
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 129.
84

hacendosa, que a la que carece de esas cualidades”. 62 En efecto, el desarrollo urbano de la

ciudad de México trajo consigo una demanda de “sirvientas” en los sectores acomodados,

al igual que un incremento en la inmigración con su creciente oferta de mano de obra de

jóvenes inmigrantes. Por esto, se señalaba la importancia de formar una mano de obra

femenina (sirvientas, cocineras, costureras, entre otras) y otra masculina (artesanos,

zapateros, sastres, impresores, entre otros).

A las niñas también se les capacitaría como cocineras, “…dando atención especial a

la cocina en todos sus ramos”, en particular, se les enseñaría a preparar alimentos

“cuantitativa y cualitativamente” mejores que los que venían elaborando en las cocinas de

las casas de Beneficencia. Aquí nuevamente regresamos al asunto de la “distinción”, en

este caso con respecto a la alimentación, tal era, el caso del consumo de carne considerado

símbolo de estatus social elevado. Se propuso instalar una cocina-taller para la instrucción

práctica. Las alumnas elaborarían los alimentos, una parte de ellos, se vendería para dar a

conocer sus habilidades culinarias de la alumna, lo que le abriría las puertas de la

contratación a su salida del plantel; y con la parte restante de los alimentos, se premiaría a

las alumnas más destacadas y a los varones como una forma de estímulo para superarse. 63

En este sentido, se orientaba la reforma educativa con una instrucción práctica y de trabajo

obligatorio, es decir, una forma encubierta de explotación del trabajo juvenil con una mano

de obra cautiva.

En suma, se indicaba que una criada “respondona” no tenía cabida en ningún lado,

para evitar esto, se subrayaba la necesidad de inculcar valores de obediencia y respeto en

62
Ibíd., p. 130.
63
Los alimentos de “lujo” se refería a los acostumbrados por los sectores altos. Joaquín García Icazbalceta,
Op., cit., pp. 129, 130 y 131.
85

los niños y niñas “recogidas”, en particular las mujeres porque sabrían comportarse con sus

“patrones” cuando se emplearan en una casa. Si tenemos en cuenta que una de las virtudes

del subordinado ha sido la sumisión, por ello, la importancia de inculcar obediencia y

respecto a los niños desde pequeños. Norbert Elías dice al niño se le enseñan los controles

sociales, “las formas de restricción, controles e inhibiciones, valores y actitudes” de manera

coactiva, los cuales va a internalizar, así pues, en la edad adulta regulará su propia

conducta.64

También se tocó lo relacionado a las ganancias obtenidas por el trabajo en los

talleres, se propuso hacer obligatorio entregar la mayor parte de ese dinero al hospicio y

con la otra parte se les formaría una “caja de ahorro” a los internos que se les entregaría a

su salida del plantel. Se manifestaba que con ese pequeño ahorro se podía aplicar de la

siguiente manera: los varones lo utilizarían para “establecerse en un oficio, sin comenzar

por contraer una deuda” y el de las mujeres se les destinaría a “formales una pequeña dote

para que puedan casarse honradamente”. 65 Y la mayor parte de las ganancias se quedaría en

el establecimiento, bajo el argumento de que dicha institución estaba obligada a amparar al

desvalido, por lo tanto, también tenía derecho de exigir alguna retribución. Así se

expresaba:

El producto del trabajo debe repartirse entre el que lo ejecuta y el establecimiento.


Puesto que éste proporciona habitación, alimento y enseñanza a los trabajadores,
justo es que ellos retribuyan en parte tales auxilios, pues de no hallarlos allí,
tendrían que pagarlos en otra parte. Algunos hallarán mezquino que el
establecimiento retenga para sí una parte del producto del trabajo de los jóvenes...
creo más honroso y más digno que el hombre que no está impedido, deba su techo y
pan al sudor de su rostro que a la caridad pública... 66

64
Norbert Elías, El proceso de la civilización, Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México,
Fondo de Cultura Económica, 1989, pp. 57-58.
65
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., pp. 121-133.
66
Joaquín García Icazbalceta, Op. cit., pp. 121 y 133.
86

A este respecto es necesario hacer algunas puntualizaciones, el argumento de que los

internos no debían manejar su propio dinero, porque le daban un “mal” uso, se tomó de

ejemplo el destino que le daban al dinero las niñas del hospicio, a quienes se les veía como

frívolas. Por otro lado, en el fondo estaba la idea de que la infancia era una etapa de

carencias, esto es, el niño nacía incompleto, por lo mismo, requería de guía y protección

para llegar a ser adulto.67 En otras palabras, su incompetencia por falta de madurez le

impedía hacer buen uso del dinero. Los internos que nos ocupan, de hecho, venían

aprendiendo a manejar su propio dinero, ganancias que seguramente eran raquíticas, más

bien, con esa medida se pretendía infantilizar a estos niños.

Por otro, lado era claro que ya no se trataba de un amparo desinteresado de los

desvalidos, el dinero de las ganancias de los asilados ayudaría a reducir los gastos de su

manutención y al mismo tiempo utilizar esa mano de obra para darle mantenimiento, no

sólo a instalaciones del hospicio, sino también a otras oficinas de gobierno o a particulares.

En fin, el interés de darles a los internos una ocupación “útil y honesta”, para ese

momento, venía respondiendo todavía a la idea de que el trabajo por sí mismo moraliza, lo

que para el último cuarto del siglo XIX, se valoraría en función de la formación de una

fuerza laboral que respondiera al modelo de la fábrica con su disciplina organizativa. 68 En

otras palabras, se esperaba que el niño amparado por la beneficencia pública, donde bajo

67
El niño nace incompleto, es la educación la que le permite suplir esa carencia. Juan Jacobo Rousseau,
Emilio o la educación, México, Editorial Porrúa, 1982, pp. 154,155 y 159.
68
Trujillo Bolio, plantea que en el México de la segunda mitad del siglo XIX, el artesanado entró en una
crisis resultado del advenimiento del régimen fabril, la organización del trabajo definida por oficios
tradicional empezó a ceder el paso a “la constitución de una mano de obra propiamente obrera, asalariada e
inserta en estructuras de autoridad” que fue eliminando la autonomía profesional de la que habían venido
gozando hasta ese momento.Véase a Mario Trujillo Bolio [1997], Operarios fabriles en el valle de México
(1864-1884), México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-El Colegio de
México.
87

ciertas condiciones ambientales, morales y educativas produciría un sujeto trabajador,

sumiso y disciplinado, esto es, un sujeto normalizado por lo mismo un buen súbdito.

De esta manera, se estaba caracterizando el espacio infantil de los niños en

abandono moral (huérfanos, vagos, indigentes o transgresores), entendido como el lugar de

producción de los discursos, de los debates, de las representaciones de la infancia, de

relaciones y prácticas sociales (Foucault 1984) 69, del “deber ser” infantil, donde se

estructura a un infante y se reproduce socialmente, lugar de identificación y sentido de

pertenencia, de intercambio cultural entre los grupos sociales (Luisa Urrejola Davanso

2005)70.

Por otro lado, debido al deterioro de las instalaciones de las casas de beneficencia

(hospicio, casa-cuna, casas-escuela y correccionales) se propuso construir otro edificio con

instalaciones apropiadas para asilo. No obstante, se ofrecía otra alternativa restaurar el

edificio del Hospicio de Pobres, se recuperarían las áreas vendidas (comprándolas por las

mismas sumas insignificantes con las que se adquirieron), lo cual, implicaría un gasto

menos oneroso, tomando en cuenta los problemas económicos del período.

Por otra parte, también se consideraba ineludible modificar el funcionamiento

interno de las instituciones de beneficencia. Para lo cual, se proponía concentrar en un sólo

edificio (Hospicio de Pobres) a todos niños de los diversos planteles (Tecpam y de la Casa

Correccional de Jóvenes Delincuentes), lo que ayudaría a reducir sus costos de

mantenimiento. Además de que permitiría homogeneizar la enseñanza de los educandos. El

69
Michel Foucault [1984], Historia de la sexualidad, “El uso de los placeres”, v. 2, México, Ediciones
Gandhi.
70
Luisa Urrejola Davanso, Hacia un concepto de espacio en Antropología. Algunas consideraciones teórico-
metodológicas para abordar su análisis, (tesis de antropología social), Chile, Universidad de Chile, Facultad
de Ciencias Sociales, Departamento de Antropología, 2005, pp. 21-11.
88

hospicio estaría dividido por departamentos independientes entre niñas y niños, así como de

recogidos y corrigendos, para evitar cualquier contacto perjudicial entre ellos. Y también se

elaboraría un reglamento para su funcionamiento.

Se indicaba que algunos padres solicitaban la “caridad pública” para sus hijos y

luego se desentendían de ellos, por lo que, se advertía que la beneficencia no estaba

obligada a sustituir la responsabilidad paterna. Por lo tanto, se proponía sistematizar la

forma de admisión, previo a la admisión de un niño se investigarían las posibilidades

económicas de sus padres, para que contribuyeran con algún gasto para el sostenimiento de

su hijo. Las excepciones de pago solamente serían en los casos siguientes: cuando “los

medios de subsistencia de estos [padres] son tan escasos que no les permitieran tener

consigo a sus hijos”;71 se admitiría sin ningún tipo de exigencia a los huérfanos y

abandonados. Se entendía como niño “abandonado”, al que sus padres no podían sostener o

que “la mala conducta de los padres anunciara claramente el extravío de sus hijos, la

sociedad debiera impedir ese mal… encargándose de su educación.” 72

Como los internos permanecían por largo tiempo en los planteles de beneficencia,

tal era el caso de la Casa de Niños Expósitos, donde había adolescentes hasta de 14 años, lo

mismo ocurría en los otros planteles, donde había niños muy “desarrollados” o también las

niñas “pasan lo mejor de su vida vegetando en aquel encierro…” 73. Y como ahora, se

pensaba que los menores no debían permanecer en los planteles de beneficencia una vez

71
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 142.
72
Ibídem, pp. 142 y 143.
73
Ibíd., p. 127.
89

terminada su educación, pues se decía que el encierro prolongado “engendra una falta de

contacto con la vida social”, por lo consiguiente, se les educaría para la vida social. 74

Su permanencia en cada plantel sería de la siguiente manera: en la Casa Cuna o

Expósitos los niños permanecería hasta la edad de 8 años, después serían trasladados al

Hospicio de Pobres, donde vivirían por el tiempo que durara su educación. Los directivos

del hospicio se encargarían de fijar la edad de salida o externación. De esta manera, se

contaría con lugares vacantes para recibir a otros niños desamparados.

A los internos se les subdividiría por grupos de edades: pequeños, medianos y

grandes. Se aconsejaba darles trato suave a los pequeños, con los medianos y grandes

firmeza y con los indisciplinados y trasgresores rigor. Y se evitaría el contacto entre los

asilados por el riesgo de que adquirir malas costumbres por imitación (“contagios”), lo que

implicaría desorden en el establecimiento.

El proyecto contemplaba mejorar la sanidad de los planteles y fomentar hábitos

higiénicos para el cuidado de la salud de los educandos. Para lo cual, se instalaría un cuarto

de baño con agua fría y templada para acostumbrar a los asilados, al baño frecuente. Los

niños se ejercitarían al aire libre. Y sobre todo se les enseñarían normas de urbanidad para

elevar su nivel cultural. Veamos lo que se decía:

Ha de acostumbrárseles ante todo al más riguroso aseo, combatiendo así uno de los
vicios más comunes y repugnantes de nuestro pueblo; á vestir con decencia, á andar
siempre calzados, á dormir en cama, y á comer en mesa sirviéndose de los cubiertos.
Tales necesidades no son imposibles de satisfacer, por humilde que haya de ser su
posición en el mundo, y les obligarán a trabajar para tenerlas cubiertas; comunicarán

74
Jacques Donzelot dice que lo novedoso de la asistencia moderna de la antigua caridad fue distinguir la
indigencia ficticia de la verdadera pobreza y asistir al que lo necesita solamente por un corto plazo. La
policía de las familias, España, Pre-Textos, 1979, p. 70.
90

luego a sus familias esos hábitos de orden, aseo y decencia y el Hospicio contribuirá
en lo que pueda a la moralización de un pueblo cuyos defectos nacen en gran parte
de lo poquísimo que necesita para vivir. 75

La higiene era vista como prácticas civilizadas a la manera occidental, que marcaban las

“distinciones sociales”. 76 No obstante, también se le consideraba esencial para una vida

sana y de progreso. Por lo tanto, algunos de sus principios se intentaba infiltrarlos a los

sectores populares, como una medida de prevención contra las enfermedades y contagios y

como un símbolo de progreso. En razón de esto, se entiende el interés de introducir las

costumbres higiénicas en los internos de la beneficencia como vemos por el comentario

arriba citado.77

Por lo que respecta a las alusiones a comer con cubiertos, usar zapatos o dormir en

cama y la actitud ante la posibilidad de satisfacción de esas necesidades, evidencian una

ignorancia del problema salarial de entonces, de falta de claridad del sector social al que se

pretendía civilizar, además de que tampoco la propia beneficencia pública podía cubrir esas

necesidades. En otras palabras, la realidad social de esos niños no encuadraba en ese

imaginario burgués. Más bien, se pretendía introducir códigos de conducta que las elites

consideraban como deseables, como una manera de “higienización” de los pobres para que

estuvieran a la altura del progreso.78

75
Joaquín García Icazbalceta, p. 131.
76
Véase a Juan Pío Martínez, “Higiene y hegemonía en el siglo XIX. Ideas sobre alimentación en Europa,
México y Guadalajara”, Espiral, enero-abril, vol. 8, núm. 23, Universidad de Guadalajara, Guadalajara,
México, 2002, pp. 157-177. Consultado el 18 de octubre de 2010. http://redalyc.uaemex.mx
77
Alberto del Castillo Troncoso comenta que sería hasta la década de los ochenta cuando se inició la creación
de una infraestructura sanitaria para atender el cuidado y la salud de los niños. Concepto, Imágenes y
representaciones de la niñez en la ciudad de México, 1880-1920, 1ª ed., Colegio de México, Instituto de
Investigaciones “Dr. José María Luis Mora”, 2006, p. 70.
78
Norbert Elías, Proceso de la civilización, Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México, Fondo
de Cultura Económica, 1989, p. 510.
91

Otra propuesta iba en el sentido de hacer obligatorio el uso del uniforme escolar

(una única prenda) el cual lo proporcionaría el hospicio. Se argumentaba que “…la caridad

pública recoge a los necesitados para mejorar su condición, no para que continúen desnudos

y hambrientos.”79 El uniforme sería de uso diario para los internos. Se le confeccionaría en

los talleres de sastrería, como los zapatos el de zapatería. Veamos lo que se decía,

…que sea cómodo, elegante, sencillo y estrictamente uniforme; así se evitan


rivalidades, desprecios y querellas, sobre todo en el departamento de niñas. La
igualdad del traje contribuye mucho a la buena administración; es un elemento de
paz y orden en estos asilos.80

Como sabemos el uso del uniforme escolar ha tenido una función de encubrir las desiguales

y no hacer distinciones entre los alumnos. En este sentido se entiende la propuesta del uso

del uniforma. Sin embargo, en el caso de las menores se pretendía no solamente

homogeneizar la vestimenta, sino sobre todo desalentar otro tipo de expectativas, lo que por

cierto era congruente con el proyecto de formar una mano de obra barata. Por otro lado, el

comentario de las rivalidades y envidias como privativas de un género, evidencian no sólo

una opinión prejuiciosa y reducido criterio de un hombre tan culto como el mencionado

filántropo, sino también la manera como eran representadas las mujeres en esa época.

También se propuso que en lugar de dos cocinas, el hospicio se quedara con una

sola cocina. Igualmente se sugirió poner “orden y economía” en los alimentos y cocina.

Para tal efecto, quedaría al frente una persona responsable de su funcionamiento y de

vigilar la sanidad de los alimentos; y también se enriquecerían los contenidos nutricios y se

aumentarían las porciones.

79
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 134.
80
Ibíd., pp. 131-132.
92

Otro de los planteamientos se refiere a que los internos debían ejercitar su cuerpo,

haciendo gimnasia. La propuesta se sustentaba en que “la juventud necesita aire libre,

ejercicio y distracción”, 81 opinión que, por cierto, reflejaba las proposiciones de la

pedagogía moderna. 82 Se adaptarían áreas específicas para descanso y un salón de

gimnasia. Se cuidaría la separación de género y la vigilancia estricta de los internos por el

personal, para evitar desórdenes entre los asilados. Y en lo que respecta a la distracción,

preceptores como maestros llevarían a pasear al campo a sus alumnos en días festivos, les

enseñarían a “amar la agricultura”.

Se propuso intensificar la enseñanza religiosa, para hacer amar la paz y el orden. Se

hacía la observación de que la sola práctica de los ritos religiosos como se venían haciendo

en los establecimientos de la Beneficencia, era insuficiente “para iluminar el entendimiento

y formar el corazón” de los niños. Se subrayaba que una sólida moral religiosa sería un

freno contra las “malas” pasiones. Y se fomentaría la lectura de “buenos” libros,

impidiendo lecturas nocivas, en esto, se tomaría en cuenta “la edad, el sexo y la condición

de las personas”.83

Se decía que buena parte de los asilados carecían de instrucción elemental, debido a

que su trabajo en los talleres les impedía asistir a clases. Por lo tanto, para que todos los

internos asistieran a clases, se propuso introducir dos turnos: uno matutino y otro

vespertino para poder atenderlos. No obstante, se hacía la observación de que como los

menores, “...pertenecen casi exclusivamente á la clase de la sociedad que debe vivir del

81
Joaquín García Icazbalceta, Op., cit., p. 132.
82
Rousseau (fines del siglo XVIII) venía señalando la importancia de la libertad de los movimientos del
cuerpo para el sano desarrollo del niño. Juan Jacobo Rousseau, Emilio o de la educación, México, Porrúa,
1982.
83
García Icazbalceta, Op. cit., pp.134-136.
93

trabajo de sus manos, y la razón aconseja que se prepare á cada uno para el papel que le

toca desempeñar en el mundo”,84 por lo mismo, no se les elevarían demasiado los

conocimientos. Se suprimirían materias artísticas como pintura y música, en razón de que a

los jóvenes sólo les esperaría un futuro de “cantantes de barrio” o de “pintorzuelos”. En

todo caso, si alguno de ellos mostrara, de manera evidente, sus dotes artísticas, lo enviarían

a una escuela especial de bellas artes o a un conservatorio. Es claro que no se trataba de

elevar el estatus de los recogidos con una educación superior, sino de seguir reproduciendo

la desigualdad educativa y por consiguiente social, sobre todo porque se pretendía formar

una mano de obra barata. Y también se impartiría el idioma francés para que los alumnos

pudieran interpretar las instrucciones para el manejo de las herramientas que se pudiera

importar del país galo.

Se opinaba que la industria francesa había logrado notoriedad gracias a su “elegante

gusto”. Los diseños de los artesanos mexicanos e incluso las manufacturas de las

costureras, a pesar de la buena calidad de los materiales y el esmero que ponían en su

trabajo, exhibían una “absoluta carencia de sentido artístico, que no pueden dejar de

ofender los ojos de una persona de gusto, y hacerse despreciables a pesar de su riqueza”. 85

Con este argumento se planteó la necesidad de enseñar dibujo como una asignatura

obligatoria, para lo cual, se contratarían a maestros especializados en la enseñanza de

diseño. El “elegante gusto” o el “sentido artístico” están vinculados al capital cultural del

sector social que hace estas clasificaciones, puesto que la oferta del productor no confluye

con la demanda del consumidor como lo sostiene Pierre Bourdieu. 86 En otras palabras, los

84
Ibíd. p. 124.
85
Ibíd., p. 126.
86
, Pierre Bourdieu, “La metamorfosis de los gustos”, en Sociología y Cultura, México, Editorial Grijalbo,
1990, pp. 181-191. Desde el siglo XVIII, se empezó a reflexionar sobre la facultad del gusto en el arte, se fue
94

diseños de los artesanos mexicanos no respondían al gusto de los sectores acomodados de

donde procedían Andrade y García Icazbalceta, cuyo capital cultural (capital simbólico) los

hacía tener una visión diferente del mundo y de las cosas, por eso, al referirse a los gustos

de otros sectores sociales, se les consideraba como vulgares.

En resumidas cuentas, lo que pretendía el proyecto de reforma para las casas de la

beneficencia imperial en lo relacionado a la infancia, fue “educar para el trabajo” y el

trabajo como forma de moralización, con una escolaridad básica y una marcada

diferenciación de género en la educación. Niños y niñas que serían un ejército de mano de

obra barata, para responder a la demanda de oficios y ocupaciones en el servicio doméstico.

Igualmente, se pretendía producir sujetos dóciles y disciplinados, buenos cristianos, con un

espíritu de ahorro, individuos de buenas maneras e higienizados; y además con las mujeres

se estaba construyendo cierto tipo de femineidad, definiendo roles, propiedades y atributos

y naturalizándolos en los cuerpos femeninos. Y con la educación física o gimnasia se

manipularía del cuerpo infantil para disciplinarlo, actividades físicas que fueron ocupando

una importancia creciente en las siguientes décadas. En otras palabras, se trataba de

instaurar normas férreas para regular desde la moral hasta las emociones, de esta manera, se

forjaría ese cuerpo infantil en la disciplina y la normalización. Y las instituciones de

beneficencia impedirían esas permanencias indefinidas, fijando la edad para limitar el

tiempo de estancia de los recogidos, además de tomar en cuenta la edad para que los niños

circularan de un plantel a otro o de un departamento a otro hasta su separación o

definiendo qué se consideraba valioso y que no. Lo estético atravesado por otras disciplinas y vinculado a la
subjetividad, en tanto proceso que gesta la posibilidad de un juicio de valor, por lo tanto, el “buen gusto”
como la obra de arte, en su calidad de bien simbólico, sólo existe como tal para quien posee los códigos
necesarios para descifrarla, códigos que se adquieren primero en la familia y después en la escuela. Pierre
Bourdieu [1979], El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura, México, Siglo
Veintiuno Editores.
95

emancipación del plantel. A partir de entonces se confiaba que saldrían socializados, para

ser buenos súbditos de la corona.

En fin, como el propio informe lo refiere entre las medidas propuestas en el

proyecto de reforma de las casas de Beneficencia imperial, se logró juntar la Casa de

Corrección para Jóvenes Delincuentes con el Colegio de San Antonio o Tecpam de

Santiago, quedando pendiente su anexo al hospicio. El hospital militar ubicado en el

hospicio se trasladó al edificio desocupado de la correccional. Por otro lado, gracias a las

limosnas privadas se le hicieron algunas reparaciones a las instalaciones del hospicio, se

arregló un nuevo departamento para las ancianas, se hicieron reparaciones a la capilla, se

construyeron calderas para baño y lavado de ropa. También se destinaron esas limosnas,

para calzado, ropa y para mejorar la alimentación de los internos. Y el hospicio se dejó al

cuidado de las Hermanas de la Caridad, al igual que de los otros establecimientos

mencionados. También se indica que se duplicaron las personas “recogidas” en el hospicio.

Y el Ayuntamiento de la ciudad de México se ocupó de ministrar los fondos para este

plantel.

Asilos y correccionales: Por una moralización educativa

Hacia 1867, había eclipsado el elemento conservador, quedando libre el camino a los

liberales para conseguir la estabilidad política, económica y la creación de un Estado

nacional, que permitiera dar continuidad a la Reforma. Así pues, una vez restaurada la

República, los establecimientos de la beneficencia continuaron bajo la vigilancia de las

autoridades del Ayuntamiento de la ciudad. Hacía 1877, fue cuando se instauró una junta

denominada Dirección de Beneficencia Pública integrada por los directores de cada


96

establecimiento, aunque se le concedió autonomía era supervisada por la Secretaría de

Gobernación. De esta Junta Directiva también dependía el Consejo Superior de Salubridad

y el Servicio de Vacunación, este último se suprimió dos años después y aquel quedó

supeditado a la Secretaría de Gobernación. La Junta Directiva de la Beneficencia Pública

restableció la Proveeduría General, que en la primera etapa de la administración juarista no

prosperó, para que se encargara de uniformar criterios asistenciales, reducir gastos, evitar

abusos y mejorar el servicio y se instauró el Almacén Central.

Entretanto, la economía del país se encontraba en bancarrota, la situación de la

población se escasos recursos había empeorado, los problema sociales se habían agudizado

a causa de la pobreza, de la ignorancia, la falta de higiene, las enfermedades, la insuficiente

alimentación y el mal estado de las viviendas, entre otros factores. A los niños de 6 a 12

años que se encontraran vagando en las calles se los obligaría a ingresar a los planteles

educativos. De hecho la vagancia como la indigencia se venía criminalizando. Hilda M.

Sánchez Santoyo dice que con la criminalización de la mendicidad los Estados liberales

arrebataron a la Iglesia ese importante instrumento de control social. 87

En el Código Penal de 1871, Antonio Martínez de Castro definió la responsabilidad

de los menores en función de su edad y discernimiento y sentó las bases del sistema

correccional para menores. Instituye la reclusión preventiva (artículo 157) en

establecimiento de educación correccional para los casos minoridad y discernimiento.

La Junta de Beneficencia organizó sus oficinas y extendió sus servicios a un mayor

número de desamparados. Miguel Alvarado, director de la Junta Directiva de la

87
Hilda M. Sánchez Santoyo, Las fronteras de la transgresión. La formación del Tribunal para Menores de la
ciudad de México, 1926-1931, (tesis de maestría en historia y etnohistoria), México, Escuela Nacional de
Antropología e Historia, 1997, p. 26.
97

Beneficencia, desarrolló una tabla sobre el “tipo de ración alimenticia para los asilados y

enfermos de los establecimientos de la Beneficencia Pública”, 88 tomó en cuenta el peso de

cada alimento crudo o condimentado y los contenidos de azoe y carbono, al igual, que el

tipo de dieta, la medida de la ración y la ración adecuada para enfermos pensionistas. Fue

introducida esa tabla alimenticia en las casas asistenciales. Precisamente, la idea de mejorar

la alimentación en los asilos, en particular la de los recogidos que se encontraban en etapa

de desarrollo, fue una de las propuestas de García Icazbalceta y Andrade.

Al poco tiempo la prensa criticaba a la Junta Directiva porque los establecimientos

continuaban abandonados a pesar del aumento a su presupuesto, esto obligó a las

autoridades asistenciales a declarar que en entre otros frutos, habían logrado impulsar la

Proveeduría y el Almacén Central, se había creado la Correccional para Varones

(Momoluco), de la que se hablará más adelante. Hacía 1881, se suprimió la Junta Directiva

y se expidió un nuevo reglamento de la beneficencia. 89 La administración de los

establecimientos de la beneficencia quedó bajo una sección de la Secretaría de

Gobernación. Se dividieron los establecimientos en tres clases: hospitales, hospicios y casas

de educación y de corrección. Solamente mencionaremos lo referente a las últimas que son

las que nos interesan en este estudio, a los niños y niñas desamparados en los hospicios se

les daría educación y abrigo (también a los ancianos desvalidos), las casas de educación y

de corrección impartirían enseñanza primaria, de artes y oficios a jóvenes pobres y

corrigendos.

Estos cambios estructurales orientados a fortalecer a la beneficencia pública, marcan

el inicio de una nueva etapa de centralización asistencial, con respecto a la administración


88
Juan de Dios Peza, Op., cit., p. 11.
89
AHSSA; F-BP; S-D; Se-DG; Lg-2; EXP-12.
98

de los recursos económicos, organización y funcionamiento de las casas de beneficencia,

así como de la sistematización de la educación de los asilados. Y con respecto a la

beneficencia privada intervino el gobierno para legislar para concederles el reconocimiento

legal, 90 se reglamentó para proteger los fondos privados y se impusieron funcionarios

públicos a la cabeza de las instituciones benéficas. 91

A pesar de las reformas y mejoras introducidas en los establecimientos de la

Beneficencia Pública continuaban presentando carencias de todo tipo, sumado a esto, el

deterioro de muchas de las instalaciones se tornó en alarmante, situación que de continuar

pronosticaba su cierre, en poco tiempo. La prensa por su parte, denunciaba la

desorganización y la deficiente atención de los asilados y corrigendos, llegando incluso a

proponerse la desaparición de la beneficencia oficial en la Cámara de Diputados. La

filantropía privada se había retrotraído debido a la falta de garantía sobre el destino de los

capitales legados. En fin, entre los mismos funcionarios del gobierno porfirista había

reticencia a aportar recursos para la beneficencia, tal era el caso de Miguel S. Macedo que

opinaba que los particulares eran los indicados para ocuparse del socorro de los

desvalidos.92 El debate estaba en si la hacienda pública debía cubrir este gasto o si los

particulares debían hacerlo. El problema fue que los particulares no estaban respondiendo

al llamado de las autoridades para colaborar económicamente al sostenimiento de la

beneficencia, peor aún, con las medidas centralistas de colocar a funcionarios públicos en

puestos clave de la beneficencia privada, lo que para algunos filántropos fue una

intromisión del Estado.

90
Ley de Beneficencia Privada para el Distrito y Territorios Federales, expedida el 23 de agosto de 1904.
Memoria de la Secretaría de Gobernación, 1900 a 1904, Imprenta del Gobierno Federal, 1906.
91
En 1899, se promulgó la ley de Beneficencia Privada con la que se le concedió reconocimiento legal. José
Álvarez Amézquita, et., al, Op. Cit, (volumen 3) pp. 453, 462 y 465.
92
Moisés González Navarro, Op., cit., p. 86.
99

Por otro lado, que la prensa venía denunciando el deficiente funcionamiento de la

Beneficencia Pública. 93 Fue cuando Juan de Dios Peza (inspirado en un estudio español, se

interesó en las casas de la Beneficencia Pública) se interesó en las casas de beneficencia

pública. Comenta que las visitó personalmente para conocer el estado de sus instalaciones

y la forma en que venían operando. El resultado de sus investigaciones las publicó en la

prensa por entregas periódicas entre los años de 1879 a 1881, en este último año las reunió

en una sola publicación, y las sacó a la luz. 94

El mencionado literato, manifestaba que su estudio fue una iniciativa personal,

aclaraba que no tenía compromiso alguno con los directivos de los planteles de la

beneficencia, lo cual le permitía opinar libremente, sobre el estado que guardaban dichas

instituciones. Aunque se reconocía que no era especialista en el tema, pero se justificaba

diciendo que su interés partía de difundir la labor de la Beneficencia Pública y de señalar lo

que consideraba que quedaba pendiente por hacerse. La labor que por cierto, había dejado

mucho que desear, los asilados padecieron la escasez de recursos económicos lo que se

reflejó en privaciones de alimentación y vestido, así como de una incompleta o nula

instrucción escolar y de adiestramiento de un oficio, en buena medida por los problemas

políticos y económicos que el país había pasado para constituirse como nación

independiente durante las tres cuartas partes del siglo XIX. Era en la administración

porfirista, cuando la estabilidad política permitía pensar en el desarrollo económico del

93
Véase a Elisa Speckman, Crimen y Castigo. Legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y
administración de justicia. (Ciudad de México, 1872-1910), 1ª ed., México, El Colegio de México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2002. Armida de González, “Los ceros sociales”, en Historia
moderna de México, La República Restaurada. La vida social. México, Editorial Hermes, 1956. Moisés
González Navarro, La pobreza en México, 1ª ed., México, El Colegio de México, 1985.
94
Juan de Dios Peza, La Beneficencia en México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1881.
100

país, así como en el apoyo e impulso a las instituciones estatales, para resolver los

problemas de las instituciones de beneficencia o por lo menos los más urgentes.

Juan de Dios Peza describía la labor que se venía haciendo en la Casa Cuna (antes

Casa de niños expósitos), en su opinión las instalaciones cumplían con los requisitos

mínimos indispensables de higiene, ventilación e iluminación en dormitorios, salones de

clases refectorio, salas y comedores. Señalaba que la alimentación de los recogidos era rica

en nutrientes, con raciones de acuerdo a sus edades. Había 200 asilados (entre niñas y

niños), la mitad de ellos lactantes, criados por las nodrizas en sus lugares de residencia

(pueblos cercanos a la ciudad de México), su labor era supervisada por las autoridades del

plantel.

Por otro lado, Peza mencionaba que en dicha casa había una elevada mortalidad

infantil, sin dar explicación sobre sus causas, lo justificaba con el argumento de que lo

mismo sucedía en las casas de expósitos de otros países. Como sabemos por otros estudios,

el origen de la elevada mortalidad infantil en estos lugares estaba relacionado con los

deficientes cuidados en la crianza, a lo que se sumaban los contagios por falta de higiene y

atención médica, sin olvidar que la falta de afecto maternal también era un factor

importante en el desarrollo del niño. 95

La educación de los niños y niñas, no sólo contemplaba la alfabetización, sino

también se les iniciaba en un instrumento musical, aproximadamente entre los 4 ó 5 años,

edades en la que podían sostenerlo por sí mismos. Su adiestramiento en los talleres

95
Véase a José Alvarez Amézquita (et al), Historia de la Salubridad y Asistencia en México, v. 1.
101

continuaba, había los mismos talleres, unos para adiestrar a los varones y otros para las

mujeres, persistía la educación diferenciada por género, en este período.96

Los jóvenes a su salida del plantel, por lo regular regresaban con su familia a su

pueblo, al igual, que algunas mujeres, otras salían de ahí, para casarse y las menos se

quedaban en la casa-cuna colaborando en la crianza de otros recogidos. 97 Moisés González

Navarro menciona que en los pueblos adonde regresaban los jóvenes externados,

abundaban los delincuentes, supone que los recién llegados se incorporaban a sus filas,

puesto que el bandolerismo en jóvenes era uno de los delitos más frecuentes en este

período.

Hacia 1901, a los niños se les clasificó por el origen de su llegada al plantel:

“pensionistas, hijos de madres pobres y honradas, y en expósitos o verdaderamente

abandonados”.98 Los primeros contribuían con una cuota para el sostenimiento de su hijo en

el plantel, los segundos no podían hacerlo, pero bastaba con que la madre fuera respetable y

los últimos los expósitos eran niños cuya madre desechaban (maternidad no deseada), de

estos últimos, ciertos padres aportaban alguna suma para el sostenimiento de hijo en el

plantel.

En cuanto al Colegio de San Antonio (Tecpam), tras haber enviado a las menores

corrigendas al Hospicio en 1866, se ocupó exclusivamente del “auxilio” y corrección de la

población masculina más joven.99 En este tiempo, el mencionado colegio dependía del

96
La educación por género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales. Véase a Joan W. Scott, “El
género”, en Martha Lamas, El género: La construcción cultural de la diferencia sexual. México, Porrúa,
1997.
97
Moisés González Navarro, La pobreza en México, 1ª ed., México, El Colegio de México, 1985, p. 87.
98
Moisés González Navarro, La pobreza en México, 1ª ed., México, El Colegio de México, 1985, p. 87.
99
María Dolores Lorenzo, “El Tecpam de Santiago. Una institución de asistencia pública para los futuros
trabajadores”, en Historia de la Infancia en América Latina, Pablo Rodríguez y María Emma Mannarelli,
102

Ayuntamiento de la ciudad de México, el entonces gobernador José Báez compró el

edificio de su propio peculio en 1871, para que ahí se albergara a los corrigendos. En esta

fecha y bajo dicha administración, se le denominó “Escuela Municipal de Artes y Oficios”,

como su nombre mismo lo indica, dedicada a la enseñanza técnica o industrial. 100 Para el

año de 1877, dicha escuela fue incorporada a la Junta de Beneficencia Pública, modificando

nuevamente su nombre a “Escuela Industrial de Huérfanos”. Esto motivó que la viuda de

Báez reclamara sus derechos de propiedad del edificio, así como el importe de los útiles de

imprenta, de música y otros objetos que ella misma señalaba haber entregado al plantel. La

Junta Directiva de la Beneficencia cubrió estos gastos.101 Las diferentes denominaciones

que recibió el colegio del Tecpam, mucho tuvieron que ver con las instituciones a las que

estuvo subordinado más que a un cambio sustantivo en su funcionamiento, como se hizo

más adelante.

En ese mismo año, fueron separados los niños por grupos de edades, en esta Escuela

Industrial se quedaron los menores de entre 10 a 16 años, los niños de menos de 10 años

fueron enviados al Hospicio de Pobres. De esta manera, se inicia, una vez más, la

separación de recogidos y corrigendos, así como por grupos de edades en los planteles. La

escuela divide, clasifica, jerarquiza para vigilar y disciplinar a sus alumnos internos.

La Escuela Industrial de Huérfanos (Tecpam) para jóvenes “delincuentes”

continuaba arrastrando los mismos problemas de espacio y sus implicaciones de aceptar a

los recogidos que el hospicio no podía albergar. A esto se sumaba que también se admitía a

coord., Colombia, Universidad Externado de Colombia, 2007, p. 250. Las transgresoras inclusive menores de
dieciocho años se encontraban en la cárcel de Belén en el departamento de mujeres.
100
“Las prácticas religiosas dentro del hospicio cayeron en desuso a partir de 1874.” Moisés González
Navarro, Op., cit., p. 91.
101
Juan de Dios Peza, Op. cit., p. 38.
103

los hijos “rebeldes” o indisciplinados que sus padres llevaban ahí para educar y corregir.102

De tal suerte, en un mismo espacio se albergaba a huérfanos, abandonados, trasgresores e

indisciplinados, su función de asilo se compaginaba con su función correccional, la

disciplina y la vigilancia suplían esa falta de espacio.

Más tarde, Justo Benítez (director) influenciado por las escuelas que visitó en

Europa, impulsó una reforma en Escuela Industrial de Huérfanos (Tecpam). Entre otros

aspectos se subrayaba la importancia de tomar en cuenta al alumno, en lo que se refiere a

sus aptitudes e inclinaciones, para que a su ingreso al plantel, se “atienda de preferencia el

oficio que desean aprender y que su ocupación sea variada, para que no los desaliente la

monotonía”. 103 Esta propuesta no era novedosa, anteriormente ya lo habían sugerido García

Icazbalceta y Andrade, quienes a su vez, la tomaron de los pedagogos modernos, detectar

las capacidades del alumno en la orientación vocacional.

En 1880, Juan de Dios Peza visitó la Escuela Industrial de Huérfanos, entonces

había 273 alumnos inscritos. Estaba dividida en tres escuelas de instrucción primaria, con

dos turnos matutino y vespertino. Los alumnos más destacados asistían a clases los

miércoles en la mañana y los jueves por la tarde, los otros días se encontraban en los

talleres; y el resto de los internos acudía a la escuela en alguno de los turnos. Se impartían

clases de dibujo lineal y ornamentación, por maestros especializados en la materia, a éstas

asistían 225 alumnos divididos en dos grupos; igual número de alumnos tomaban clases de

música. Se formó una banda de música compuesta por los alumnos más sobresalientes.

102
Juan de Dios Peza, Op. cit., p. 39.
103
Ibídem., pp. 41 y 42.
104

En cuanto a las instalaciones de la escuela a la que nos venimos refiriendo, se dice

que se ampliaron los talleres de carpintería y zapatería, sala de dibujo y el refectorio. Se

sugería hacer lo mismo con el taller de sastrería. Igualmente, estaba en proyecto habilitar

una sala de “tertulia” o de descanso para los menores. Otro de los proyectos en puerta se

refería a separar dormitorios y talleres de las oficinas y de la servidumbre, para evitar todo

contacto con el personal que no se encargaba de la instrucción de los internos, estaban en

espera de las obras de construcción para realizarlo. En su propuesta señalaba la

conveniencia de instalar vidrieras en los dormitorios para mejorar su ventilación; cubrir

algunas áreas de los patios para que los niños pudieran tener algunos “lugares con sombra”

a la hora del recreo; cambiar la cocina de lugar donde se encontraba, para aislar a los niños

del trato con los sirvientes; y una vez hechos estos cambios, opinaba que los internos

quedarían aislados, por lo que, recomendaba aumentar su vigilancia. La disciplina tiende a

distribuir los cuerpos en el espacio, esta distribución evita las aglomeraciones que impiden

la observación y vigilancia, por ello, había que separar a los internos del personal que no se

encargaba de vigilarlos.

Es importante destacar que en esta escuela se implantó la utilización de himnos para

acompasar las actividades, al levantarse y antes de iniciar sus tareas diarias los niños

“entonaran un himno, glorificando la virtud y el trabajo…”. 104 Este modelo de escuela

militarizada que se venía imponiendo en otros países, ahora México la introducía en la

Escuela Industrial de Huérfanos de los años ochenta del siglo XIX. El alumnado se

organizaba en “compañías” y “familias”. Las compañías las integraban 60 alumnos, bajo

104
Juan de Dios Peza, Op., cit., p. 41. “Los jefes y subjefes de Mettray... controlan las nueve o diez horas de
trabajo cotidiano (artesanal o agrícola); dirigen los desfiles, los ejercicios físicos, la escuela de pelotón, el acto
de levantarse, el de acostarse, las marchas ritmadas por el clarín o el silbato; organizan la gimnasia,
inspeccionan la limpieza, asisten a los baños.” Michel Foucault, Vigilar y castigar. El nacimiento de la
prisión, México, Siglo Veintiuno Editores, 1991, pp. 300-301.
105

las órdenes de un vigilante, éstas a su vez, se ordenaban en familias integradas por 12

alumnos cada una. Se escogía al jefe (premiado por su buen comportamiento) de entre los

alumnos, a quien se le hacía llamar “hermano mayor”, quien se encargaba de “ver por todas

las necesidades de sus camaradas, cuidarlos, vigilarlos y atenderlos constantemente”. 105

Este punto es importante, porque habla de una intensificación de la vigilancia y del control

de los menores. Para la vigilancia era conveniente separar y jerarquizar, el establecimiento

de categorías o rangos, en la medida de cada alumno debía ocupar el lugar asignado, se

desplegaba la disciplina para ordenar multitudes. Se premiaba asignado puestos de

vigilancia, para mantener a los alumnos bajo una mirada vigilante en todo momento, la que

por cierto, se obtenía sin necesidad de contratar personal para hacerlo.

Peza señalaba que anteriormente los alumnos indisciplinados eran castigados

sembrando hortalizas, pero, ahora los propios niños le tomaron el gusto de realizar esa

actividad, tanto que la hortaliza de la correccional “se ha cubierto de vegetación y de flores,

todos se disputan el azadón y quieren tomar parte en esa tarea”. 106 Como vemos el trabajo

se utilizaba como una forma de castigo, aunque no se comenta de otro tipo de castigos,

suponemos que seguían el patrón común de dejarlos a pan y agua y encerrarlos en un lugar

solitario.

105
Ibíd., pp. 41-42. El modelo de la Escuela Mittray francesa dividía a los alumnos por grupos o familias.
“Los pequeños grupos, fuertemente jerarquizados, entre los que se hallan repartidos los detenidos, se reducen
simultáneamente a cinco modelos: el de la familia (cada grupo es una „familia‟ compuesta de „hermanos‟ y de
dos „mayores‟); el del ejército (cada familia, mandada por un jefe, está dividida en dos secciones cada una de
las cuales tiene un subjefe; cada detenido tiene un número de matrícula y debe aprender los ejercicios
militares esenciales; todos los días se pasa una revista de aseo, y todas las semanas una revista de
indumentaria; lista tres veces al día); el del taller, con jefe y contramaestres que asegura el encuadramiento en
el trabajo y el aprendizaje de los más jóvenes; el de la escuela (una hora y media de clase al día; la enseñanza
la dan el maestro y los subjefes), y finalmente, el modelo judicial: todos los días se hace en el locutorio una
„distribución de justicia‟…” Michel Foucault, op., cit., pp. 300-301.
106
Ibídem., p. 45.
106

Para el trabajo práctico se contaba con cinco talleres: imprenta, tejeduría, carpintería

(en todos sus ramos), sastrería y zapatería, donde trabajaban la mayor parte del tiempo los

internos.107 Los maestros de los talleres adiestraban a los aprendices sin cobrar por hacerlo,

los internos como aprendices no recibían pago alguno por su trabajo. A cambio de esto, -

según Peza- los talleres hacían un descuento por las manufacturas que producían para la

propia Beneficencia. 108

La Junta de Beneficencia tenía firmado un contrato con los maestros de los talleres

(tejeduría, zapatería y carpintería), para que enseñaran a los alumnos. Estos eran los que

mayor producción. El taller de imprenta no contaba con las herramientas necesarias, por lo

que poco o casi nada producían; la sastrería solamente elaboraba la ropa de los internos.

Peza recomendaba ampliar la producción de estos tres talleres y conseguir abrir su

mercado, por ejemplo, para confeccionar los uniformes de los policías e inclusive los de

algunos cuerpos del ejército, así lo refería:

¡Hay tantos medios de protección que están en manos de los gobernantes, que no
debe omitir indicarlos todo escritor honrado, porque nada enaltece al ciudadano
como el procurar todos los bienes posibles a las clases desvalidas, aunque su
indicación lastime intereses particulares!109

Desde luego que afectaba intereses de empresarios y trabajadores, estos talleres propuestos

tenían una mano de obra disponible, a la cual, no le pagaban, por lo mismo, era una

competencia desleal ante otros talleres particulares que tenían que pagar jornales a sus

obreros.

107
Juan de Dios Peza, Op., Cit., pp. 41-41.
108
Ibídem, p. 41 y 42.
109
Ibíd., p. 43.
107

Igualmente propuso diversificar el tipo de producción, de compradores y ampliar el

círculo de productores particulares contratados por la Beneficencia. Inclusive opinaba que

se podían manufacturar los libros de texto. Así pues, se manufacturaría para un mayor

número de instituciones de gobierno y para particulares, se conseguirían mayores

ganancias, con lo que se compraría equipo moderno para los talleres.

En estos años, el país había entrado en un proceso de pacificación, después de más

de medio siglo de convulsiones internas, golpes de estado, invasiones extranjeras y luchas

civiles prolongadas, ahora se estaba en posibilidad de proyectar el progreso económico con

la industrialización bajo el sistema capitalista. El trabajo constituyó la pieza fundamental de

la nueva política de “orden y progreso”, por lo tanto, una formación ética del trabajo

requería del orden y la disciplina organizativa, pues sólo el trabajo llevaría al progreso en la

mentalidad de los porfiristas. La tercera parte de la población estaba formada por indígenas

pobres e incultos, a los que se rechazaba, pero se les necesitaba como dice Moisés

González Navarro para la industria.110 Los vagos y criminales fueron vistos como un

peligro para la sociedad, en la medida en que se les consideraba como sujetos

improductivos e inútiles, y por esto, se les perseguían y encerraba para hacerlos a trabajar.

El Ayuntamiento de la ciudad de México no tenía fondos para obras públicas, venían

utilizando a los reos presos para hacer diverso tipo de trabajos municipales. Y también a los

particulares solicitaban la autorización al gobierno para que les trabajaran los reos presos.

En este contexto, podemos entender el interés en el adiestramiento de una mano de obra

juvenil y de su utilización en los asilos y correccionales. De esta manera, se enfrentaba la

110
Moisés González Navarro, La pobreza en México, pp. 35-68.
108

problemática de niños y adolescentes abandonados o trasgresores, como una fuerza de

trabajo barata y disponible.

Otra de las instituciones de beneficencia que no podía dejar de visitar fue el

Hospicio de Pobres, según Peza el tiempo en que el Ayuntamiento de la ciudad de México

(desde 1876 hasta el 23 de enero de 1877) estuvo a cargo del hospicio decayó la atención

de los asilados, en cambio, bajo la administración de la Junta de Beneficencia (1877),

mejoró su funcionamiento. Moisés González Navarro opina lo contrario, señala que el

Hospicio de Pobres bajo la administración de la Junta Directiva (1881 se suprimió),

empeoró su situación: se redujo la alimentación de los recogidos, vestían con escasas ropas

y en pésimas condiciones; y sus instalaciones se encontraban en ruinas. 111 Más allá de

buscar quien tiene razón, es innegable que la hacienda pública estaba quebrada en ese

período, como para mejorar de manera considerable la situación económica de las

instituciones de beneficencia. En fin, el Ayuntamiento de la ciudad de México se encargaba

de suministrarles el dinero y la Secretaría de Gobernación de su supervisión.

En 1880, en el hospicio había 703 asilados (entre niñas y niños, además de 41

empleados). La alimentación del hospicio se basaba en “tabla alimenticia” la que consistía

una alimentación rica en nutrientes y con porciones adecuadas a las edades de los asilados.

Peza propuso contratar más personal para “la perfecta atención de las necesidades del

Hospicio”.112 También opinó que se pintaran al óleo algunas paredes de los dormitorios y

mejorar el aspecto de los techos del plantel, esto le daría una mejor ambientación al lugar,

recordaba que así se había hecho con algunas salas en los hospitales.

111
Moisés González Navarro, Op., cit., p. 91.
112
Juan de Dios Peza, Op., cit., p. 71.
109

Hacia 1883, los ancianos, que se encontraban en el hospicio, fueron trasladados a un

asilo particular. Tres años antes habían sido enviados los “corrigendos” del hospicio a la

nueva Escuela Correccional del Momoluco, de la que hablaremos más adelante. Hacia

1900, será cuando se proyecte construir otro edificio para el hospicio y en 1905 se abrirá el

nuevo Hospicio en la calzada de San Antonio Abad, conservó su nombre de “Hospicio de

Pobres”.113 Dicho plantel esperaba recibir a más de mil niños. 114 La prensa por esos años,

empezaba a reconocer la labor de ese plantel, por lo que aplaudió la apertura de las nuevas

instalaciones.

Escuela de Educación Correccional de Agricultura

Justo Benítez interesado en el funcionamiento de las correccionales europeas les hizo una

visita para conocer su organización y lograr un cambio en la escuela (Tecpam) que presidía,

la que se encontraba en pésimas condiciones, así lo expresaba,

…encerrados en un estrecho patio, sin ocupación determinada y sin que se les diera
enseñanza: no tenían una mano que los guiara por buena senda, ni una luz que les
hiciera ver mejores cuadros que aquellos que, por maldad o abandono de sus padres,
habían presenciado desde antes de su ingreso al Tecpam. 115

Se interesó por el modelo educativo militarizado de la Escuela de “Mettray” en Francia,

como el conveniente para adecuarlo en nuestro país. Presentó un proyecto para la creación

de un plantel correccional del tipo de colonia agrícola, a la Junta de Beneficencia (1880)

113
Este plantel abrió sus puertas con el nombre de “Hospicio de Pobres” en 1905 y en 1932 cambió su
nombre a “Casa de Niños”, fue hacia 1938 cuando se pensó que para borrar el estigma de hospicio y cuneros
que afectaba a los asilados se modificó su nombre a “Internado Nacional Infantil”. José Álvarez Amézquita,
M. E. Bustamante, (et.al), Historia de la Salubridad y de la Asistencia en México, t. 4, México, Secretaría de
Salubridad y Asistencia, 1960, p. 196.
114
Moisés González Navarro, Op., cit., p. 91.
115
Juan de Dios Peza, Op., cit., p. 80.
110

primero y después al gobierno. Su propuesta tuvo una amplia aceptación por ambas

autoridades, le dieron el banderazo de salida para fundar la “Escuela de Educación

Correccional de Agricultura”. Para tal efecto, se compró el rancho de “Momoluco” en el

pueblo de Coyoacán, la nueva correccional abrió sus puertas en abril de 1881. Se destinó a

los “niños delincuentes” menores de dieciséis años. Había 92 jóvenes enviados del hospicio

y otros tantos del Tecpam. Por estos datos, podemos inferir que el hospicio no había dejado

de recibir corrigendos.

El doctor Miguel Alvarado, al ser nombrado director interino de la nueva

correccional, señalaba que el nuevo sistema educativo buscaría,

“sustituir el tratamiento duro y las palabras ásperas con el cuidado paternal y los
sanos consejos que infiltran en los corazones juveniles la convicción del honor y los
sentimientos del deber y de la moral.”116

Lo paradójico de esta opinión fue que el tratamiento suave a los corrigendos, se contraponía

con el rigor del modelo de escuela Mittray, por lo que más parece un discurso retórico que

otra cosa. Michel Foucault se refiere a ese modelo escolar, como un sistema caracterizado

por una rígida disciplina, se vigilaba a los internos en todas sus actividades, se les mantenía

ocupados en faenas agrícolas y en la escuela de primeras letras la mayor parte del tiempo,

cualquier falta de respeto a los superiores era castigada severamente, se utilizaba el silencio

como una forma de “moralización de las palabras”.117 Concluye diciendo, “…la forma

disciplinaria en el estado más intenso, el modelo en el que se concentran todas las

116
Ibídem, p. 82.
117
“…el modelo judicial: todos los días se hace en el locutorio una „distribución de justicia‟, „La menor
desobediencia tiene su castigo y el mejor medio de evitar delitos graves es castigar muy severamente las faltas
más ligeras: una palabra inútil se reprime en Mettray”. El principal de los castigos que se infligen es el
encierro en celda; porque „el aislamiento es el mejor medio de obrar sobre la moral de los niños; ahí es sobre
todo la voz de la religión, aunque jamás haya hablado a su corazón, recobra todo su poder emotivo‟...”.
Michel Foucault, Op., Cit., pp. 300-301.
111

tecnologías coercitivas del comportamiento.”118 En efecto, si nos atenemos a lo que nos

dice Foucault, el cuerpo ha sido utilizado como objeto y blanco de poder, en este sentido el

cuerpo del alumno en los planteles de beneficencia era visto y valorado como instrumento

productivo, exigiendo algunos ejercicios y maniobras para tal fin, quien se veía inmerso en

esas relaciones de dominio y sumisión, de las que no podía escapar.

La burguesía mexicana buscaba orden en la sociedad a cualquier precio, el gobierno

porfirista refleja ese interés, con su lema de “orden y progreso”, en este contexto podemos

entender la introducción de ese modelo pedagógico en las escuelas correccionales

mexicanas, para contener el “desorden” que presuntamente provocaban los jóvenes

“rebeldes”, “revoltosos”, vagos o callejeros. Desde luego, el propósito de restablecer del

orden social tenía un interés mercantil, idea con la que comulgaban filántropos y

autoridades, entre otros, para formar una mano de obra barata y disponer de ella, entre

recogidos y corrigendos.

Por otro lado, al poco tiempo de estar funcionando la Escuela Correccional de

Agricultura, José María Bernal, como prefecto (nombrado por el Ayuntamiento de la

ciudad de México) presentó otra propuesta de reforma al director de la escuela. De ésta nos

interesa destacar su opinión acerca de los padres y de los corrigendos, veamos lo que decía,

“la mayor parte de los jóvenes que remiten las autoridades a esta Escuela, son hijos de

padres inmorales, viciosos y aun criminales, siguen las más de las veces la carrera trazada

por los mismos…”. 119 Y con respecto a los corrigendos decía, “…los niños de esta Escuela,

nutridos los más del vicio, y que son, antes de traerlos aquí, entregados a los instintos

118
Michel Foucault, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, México, Siglo Veintiuno Editores, 1991,
pp. 300.
119
Citado por Juan de Dios Peza, Op., Cit., p. 81.
112

perversos que el abandono y la ociosidad sugieren.”120 Siguiendo la lógica de este discurso,

se arremetió contra los padres de dichos menores, con el pretexto de no conducirse como

una familia “moral”. Se censuraba que las parejas vivieran juntas sin legalizar sus vínculos

matrimoniales, luego se llenaban de hijos, a los que “maleaban”, se desentendían de su

educación o los explotaban. Además, los niños -se decía- desde la cuna venían ya con

“torceduras físicas y espirituales”, como resultado de una herencia “degenerada”, lo que

aunado a ese medio ambiente desmoralizador en que se desarrollaban, arrojaba a seres poco

aptos para la vida social.

Cabe mencionar, que a raíz del surgimiento de la noción de instinto, entendida como

las pautas de conducta que contribuyen a la conservación de la vida y de la especie, la

psiquiatría la incorporó a la idea de enfermedad mental (locura), así pues, los trastornos o

irregularidades mentales grandes o pequeñas o simplemente rarezas se tornaron en un

problema de la anormalidad, que correspondía atender a la psiquiatría. Y en lugar del

delirio en el caso de la locura a principios del siglo XIX, para finales se tornó en los

“instintos perversos”.121 Paralelo a esto, la eugenesia venía revelando que la herencia era la

causante de las características físicas y mentales de las personas. Otras disciplinas como la

Higiene, Antropología Criminal tomaron de la Eugenesia la herencia como un

determinismo biológico, para explicar la anormalidad. 122 De esta manera, el “atavismo”,

120
Ibídem., p. 84.
121
“A partir del instinto, toda la psiquiatría del siglo XIX va poder devolver a los ámbitos de la enfermedad y
la medicina mental todos los trastornos, todas las irregularidades, todos los grandes trastornos y las pequeñas
irregularidades de conducta que no competen a la locura propiamente dicha. Michel Foucault, Los anormales:
curso del Collège France, (1974-1975), España, Akal, 2005.
122
Francisco Martínez Baca era médico antropologista especializado en los gabinetes antropométricos de las
penitenciarías de Puebla y D. F., cárcel de Belén, sostenía que “el criminal formaba parte de una familia de la
especie humana (…) se caracterizaba por “ciertas anomalías cerebrales, congénitas que lo impulsaban a
cometer un delito”. El delincuente no distinguía cuando actuaba mal, a esto se debía que no pudiera controlar
sus acciones. El junto con Manuel Vergara decían que los principales delincuentes salían de entre indios y
mestizos, peor aún cuando eran alcohólicos, porque “afloraba las pasiones, y alentaba a las personas a
113

“taras”, alcoholismo, prostitución, conductas delincuenciales, entre otros, pasaron a ser un

subproducto de una herencia degenerada (malformaciones –reales o ficticias- tanto

craneales como las mentales y los instintos (perversos) que le acompañaban). Los grandes

monstruos de principios del siglo XIX resultaron en los pequeños “monstruos perversos” (o

marcados sociales) de finales del siglo XIX, como los refiere Foucault. Y esto asociado al

darwinismo social de aptos y no aptos, todo sujeto que se salía de lo socialmente

establecido cayó en redes de lo perverso o anormal.

Por lo tanto, en los hijos se buscó el factor criminógeno por el padre alcohólico o la

prostitución de la madre, miseria y delito para justificar la conducta delincuencial de los

niños. Se “pretendía demostrar que las generaciones tienden a seguir el patrón cedido por

los padres. La herencia era considerada la única culpable, y las pruebas parecían demostrar

la necesidad de leyes encaminadas a restringir la reproducción de la estirpe degenerada.”

Pero, para justificar el determinismo de la criminalidad, la sola herencia era insuficiente por

lo tanto, se le añadió que también ciertas condiciones ambientales influían en ésta.

Condiciones que tenían que ver con el ambiente familiar (ejemplos y costumbres

negativas), la calle, amistades, entre otros.

En este contexto, podemos situar el propósito de “cambiar sus ideas, sus

inclinaciones y su lenguaje” 123 en esos niños. En efecto, si de lo que se trataba era de

“domar” ese cuerpo infantil, la escuela en este caso la correccional en su función

disciplinadora de los cuerpos, sería la que produjera a ese nuevo niño, a ese niño

normalizado. Como bien dice Foucault, “es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que

cometer delitos”. Estudios de Antropología Criminal, Puebla, Imprenta, Litografía y Encuadernación de


Benjamín Lara, 1892, pp. 5-101.
123
Juan de Dios Peza, Op., Cit., p. 84.
114

puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado”. En escuelas “especiales”

como proponía Carlos Roumagnac en ese mismo período.124 Peza proponía poner a trabajar

a esos niños, disciplinarlos. Se contratarían a maestros honorables que sirvieran de “modelo

moral” para el alumno, pues se consideraba que no habían tenido un ejemplo a seguir, así

se expresaba: “…darles [a los internos] una educación práctica y basada en los más sanos

principios de moralidad”. 125 Estos reformadores sociales clamaban por la moralización del

pueblo bajo, por esto, se veía a esos niños en un abandono moral, del que sólo podían salir

a condición de un encierro bajo una disciplina del trabajo, para garantizar así, la formación

de un sujeto sometido y una mano de obra barata.

Continuando con el relato, en la Escuela Correccional de Agricultura e dividió a los

internos en dos grupos: uno para los “delincuentes” y otro para los “niños decentes”,

denominados así “por las familias de que proceden.”126 Peza, cuestionaba esto, señalaba

que en el proyecto original “todos los educandos de Momoluco debían ser de igual clase”,

únicamente se separarían “…los que sólo deben reformar su conducta extraviada por faltas

leves, y los que, consignados por la autoridad, van allí a purgar con la reclusión y el trabajo

un delito grave”.127 Recodemos que los llamados niños “decentes” eran recogidos o

indisciplinados. A dicho literato se le olvidaba que las instalaciones del hospicio de pobres

eran insuficientes para recibir a todos los recogidos que solicitaban el amparo de la

beneficencia pública. Más bien, lo que se tenía que cuestionar era, ¿por qué un niño

recogido podía estar al lado de los corrigendos? ¿Qué tan diferente era la disciplina de una

escuela correccional a una asistencial?

124
Carlos Roumagnac, Los criminales en México, México, Tipografía “El Fénix”, 1904, p. 79.
125
Citado por Juan de Dios Peza, Op., Cit., p. 84.
126
Ibídem, p. 84 y 85.
127
Ibíd., p. 85.
115

El nuevo Reglamento de la Correccional para Varones establecía una duración de 3

ó 4 meses como tiempo máximo de encierro para el transgresor. En opinión de Peza, éste

era muy poco tiempo para enseñarles un oficio a los corrigendos, mucho menos para

modificar su conducta. Por eso propuso ampliar el período de encierro a un año como

mínimo. En efecto, de lo que se trataba era de modificar su conducta encauzarlos por medio

del trabajo y la disciplina, para reducir las desviaciones, hacer cuerpos dóciles, sometidos,

en otras palabras, normalizados. Además, como bien dice Pedro Miranda Ojeda, “la

formación del nuevo ciudadano implicó la asociación de intereses sociales y morales,” 128

como de intereses económicos.

Nuevas escuelas: correccionales y un asilo

En los primeros años del siglo XX, el licenciado Miguel Macedo, funcionario porfirista,

realizó un estudio sobre las condiciones de vida de la población, de los sectores pobres de

la ciudad de México.129 Lo que nos interesa de éste, es su opinión acerca de los

establecimientos de beneficencia. Destacaba que en dichos establecimientos reinaba la

desorganización e ineptitud, subrayando que carecían de un plan general de

funcionamiento. Propuso reorganizar la Beneficencia Pública empezando por construir

nuevos inmuebles para sustituir a los que se encontraban en ruinas, algunos edificios eran

insalubres o tan inseguros llegaron a desplomarse. Esta propuesta hecha en la

128
Pedro Miranda Ojeda, “La importancia social del trabajo en el México del siglo XIX”, revista Historia,
Sao Paulo, v. 25, n. 1, 2006, (pp. 123-146), p. 123. Consultado el 27 de octubre de 2010, a las 12 hrs.
www.scielo.br/pdf/his/v25n1/a06v25n1.pdf
129
Miguel S. Macedo presentó su informe en 1902, citado por José Álvarez Amézquita, Op. Cit., v. 3, pp.
470.
116

administración porifista y en un momento coyuntural como fue el de los preparativos para

la fiesta del centenario de la Independencia del país, se contó con los recursos necesarios

para adquirir los inmuebles y realizar una serie de construcciones para tal fin.

Así vemos que para 1904, se adquirió una finca en el pueblo de Coyoacán, donde se

instaló el Internado de Niñas, ahí fueron trasladas las niñas de 7 a 14 años que se

encontraban en el Hospicio de Pobres. Más tarde, en 1907, en este mismo plantel se instaló

la Escuela Correccional para Mujeres, que albergó a las corrigendas de entre 14 a 18 años.

Como se ha venido mencionando, las menores trasgresoras estuvieron primero en el

Colegio de San Antonio (Tecpam), de ahí pasaron al Hospicio de Pobres (1866), para

finalmente quedar en el nuevo reformatorio. Es importante resaltar, que la Escuela

Correccional para Mujeres fue la primera en su clase.

En 1906, se proyectó construir otra correccional para varones, cuyo propósito fue

separarlos por grupos de edades, en una se quedarían los menores de entre 9 a 14 años y en

otra, los de 14 a 18 años. Veamos lo que decían los funcionarios del Distrito Federal con

respecto a contar con instalaciones apropiadas para una correccional;

Comprendiendo el Gobierno que el local en que la Escuela Correccional se


encuentra instalada, no es a propósito para un establecimiento de ese género, acordó
la construcción de un edificio que correspondiese a su objeto, y en el cual la
distribución y la amplitud de los departamentos se encontrasen en relación con los
usos a que se destina. Con esta mira se compró en Tlalpam y conocida con el
nombre de Quinta del Tesorero o Colegio de San Vicente. Se han hecho a este
edificio algunas reparaciones necesarias para su conservación y se está estudiando el
proyecto para convertirlo en una Escuela Correccional con todos los adelantos de la
época, aprovechando la parte ya construida. 130

130
Memoria de la Secretaría de Gobernación, 1° de diciembre de 1904 al 30 de junio de 1906, México,
Imprenta del Gobierno Federal, p, XXII.
117

En este colegio se proyectaba internar a los trasgresores adolescentes y se dejarían a los

más pequeños en el Momoluco. Sin embargo, como en la correccional (Tecpam) se desató

una epidemia, en julio del 1908, se trasladaron los corrigendos a la nueva correccional sin

estar concluidas las obras de remodelación.131

Otra de las adquisiciones, fue la compra de un terreno en San Antonio Abad y la

construcción de un edificio para trasladar a los recogidos del hospicio. En 1905, abrió sus

puertas como Hospicio de Niños, del cual hablamos anteriormente. 132 A partir de esta

fecha, el hospicio funcionó solamente como asilo.

La aparición de estas correccionales modernas dio inicio al proceso de separación de

las instituciones dedicadas específicamente a la rehabilitación de los trasgresores en la

ciudad de México. La correccional instalada en el rancho del Momoluco fue considerada el

prototipo educativo a seguir y la más importante en este período. A la que le siguieron otra

Correccional para Varones y la Correccional para Mujeres. La disciplina en el tratamiento

para los menores en las nuevas correccionales respondía al proyecto de industrialización de

tipo capitalista, con una disciplina organizativa al modelo de la fábrica. Además, este rigor

disciplinario, el encierro y el castigo debían funcionar como elemento de ejemplo para los

demás.

En fin, las correccionales modernas fueron adquiriendo relevancia, en la medida en

que fue creciendo la represión contra la delincuencia juvenil en el país, como se observa en

el periodo comprendido de la administración porfirista. Los reformatorios y las escuelas

especiales surgieron en los países europeos y los Estados Unidos a finales del siglo XIX,

131
Carrancá y Rivas, Raúl, Derecho Penitenciario. Cárcel y penas en México, México, Editorial Porrúa, S.
A., 1986, pp. 358 y 359.
132
Secretaría de Salud, La atención materno infantil apuntes para su historia, México, 1993, p.23.
118

las que proliferaron en las primeras décadas del siguiente siglo. Las escuelas industriales y

agrícolas fueron concebidas como un tipo de reformatorios, donde el método correctivo era

disciplina y trabajo, corriente a la que se suscribió México.

En cuanto al procedimiento legal con los menores trasgresores, el Código Penal de

1871, establecía una atenuación de la pena, en consideración a la edad y a la capacidad de

discernimiento en el momento de delito. La capacidad de discernimiento se refería al

momento del delito, si el menor era consciente de las consecuencias de sus actos y mostrara

arrepentimiento. Dicho código excluía de responsabilidad penal al menor de 9 años; al

menor de entre los 9 a 14 años permitía que se le determinara responsabilidad, purgaba

condena en correccionales para menores, los más grandes aun sin el discernimiento

esperado lo hacían en cárceles de adultos. La edad penal o edad de responsabilidad penal se

fijaba a los 16 años.

Estaba pendiente de resolver lo que se venía discutiendo en los congresos

internaciones de protección a la infancia, en referencia a la separación de los menores en la

legislación de adultos y la creación de tribunales para menores, institución que tomó

diferentes nombres: Cámara Penal de la Infancia en cantón de Ginebra, en Suiza, Tribunal

Juvenil en Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, Tribunal para Niños en Francia y en

España, Tribunal de Menores en Italia, Tutorías de la Infancia en Portugal. En 1899, por

medio de la Juvenile Court Act de Illinois se crea el Tribunal Juvenil en Estados Unidos.133

Este fue el primer tribunal para menores del mundo occidental, otros serían fundados en el

transcurso del siguiente siglo: en 1905 en Inglaterra, 1908 en Alemania, 1911 en Portugal,

1912 en Francia, 1922 en Japón, 1924 en España; y en Latinoamérica: 1921 en Argentina,


133
Véase a Anthony M. Platt, Los “salvadores del niño” o la invención de la delincuencia, México, Siglo
Veintiuno Editores, 2001.
119

1923 en Brasil, 1926 en México. Como bien señala Elena Azaola, la separación de los

menores de las leyes de adultos llevará varias décadas del siglo XX para lograrse. Y la

creación de la figura del juez “paternal” en México no prosperó porque, entre otros

aspectos, implicaba cambiar la legislación, lo cual, en ese momento no era posible,134 éste

punto lo retomaremos en otro capítulo.

El trabajo obligatorio de los reos presos fuera de las cárceles

Los impulsores de la reforma penal del dieciochoavo incorporaron la disciplina y el trabajo

como formas de encauzamiento de los presos, idea que se fue extendiendo en las cárceles a

lo largo del siglo XIX. Los espacios de represión (con la consecuente pérdida de la libertad)

se tornaron en espacios de resocialización, para la alfabetización y adiestramiento de

oficios y de trabajo en un entorno disciplinario. El trabajo en los presos tuvo la doble

función de ligarlos con el aparato de producción y mantenerlos ocupados, y que el producto

del mismo sirviera para su propio sostenimiento. Antonio Martínez de Castro, jurista

mexicano de finales del siglo XIX, manifestaba la necesidad de proyectar un Código

Penitenciario en el cual se reglamentara el trabajo, instrucción y educación de los presos.135

El trabajo como principio de regeneración para los presos fue acogido por el gobierno

porfirista. Se expidieron leyes y reglamentos para instalar talleres en las cárceles. 136 En los

establecimientos penales de la capital, el gobernador del D. F., firmaba contratos con

134
Elena Azaola, La institución correccional en México. Una mirada extraviada, 1ª ed., México, Fondo de
Cultura Económica, Centro de Estudios Superiores de Antropología Social, 1990, pp. 45, 46, 49, 50 y 51.
135
Exposición de motivos. Código Penal de 1871, p. 348.
136
Elisa Speckman, Crimen y Castigo. Legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y
administración de justicia. (Ciudad de México, 1872-1910), 1ª ed., México, El Colegio de México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2002, p. 53.
120

particulares acerca del trabajo de los presos adultos y menores de edad, de uno y otro sexo,

quienes se iniciaran como aprendices de algún oficio y para trabajar percibiendo una

retribución económica. A este respecto, Moisés González Navarro se refiere al abuso que

padecían los presos enviados a las plantaciones henequeneras. 137

Según Jacinto Barrera Bassols en el año de 1884, surgió un proyecto para la

creación de “Colonias Penales para Libertados”, con el propósito de separar a los presos

que mostraban “reforma” de los presos “pervertidos”. Esta propuesta tuvo una amplia

aceptación por los empresarios agrícolas, precisamente los interesados en la contratación de

la mano de obra de los presidios. No obstante, como lo refiere el autor, el gobierno se

inclinó menos por un proyecto de esta naturaleza y sí, por el control y disposición arbitraria

de la mano de obra en los presidios. Así lo muestra la modificación al Código Penal, que

facultó al ejecutivo a disponer de los presos, determinar el lugar donde purgasen la condena

y la utilización del trabajo de los reos “rateros”. De tal suerte, los reos “raterillos” como los

nombraban, fueron confiados a los dueños de las plantas tabacaleras a trabajar para ellos, 138

por cierto, los empresarios solicitantes preferían a los más jóvenes, es decir, a los menores

de edad. Los métodos empleados contra los pequeños delincuentes en lugar de cumplir

sentencias en la cárcel, lo hacían en las plantas tabacaleras, que se encontraban en los

lugares más inhóspitos. Así propietarios y gobierno estuvieron en contubernio en la

explotación del trabajo de presos, vagos y desocupados, sin importar sexo ni edad. 139 Hubo

un incremento de las detenciones en desocupados, indigentes, independientemente de los

que cometían delitos a las leyes penales, lo cual, explicaría que la solución a la indigencia

137
Véase a Moisés González Navarro, La pobreza en México, México, El Colegio de México, 1985.
138
Jacinto Barrera Bassols, “Regreso al México bárbaro”, en Memoria del Congreso Internacional sobre la
Revolución Mexicana, 1ª ed., México, Gobierno del Estado de San Luis Potosí, Instituto Nacional de
Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Secretaría de Gobernación, 1991, pp. 93, 95, 97 y 102.
139
John Kenneth Turner, Op., cit., pp. 50-70.
121

fue la utilización de la mano de obra carcelaria (adultos y menores) fueron obligados a

trabajos forzosos fuera de los centros de reclusión.

En 1885, se empezó a construir la Penitenciaria, se inauguró en 1900, se calculaba

que recibiría a 800 varones adultos, a 180 mujeres y a 600 menores de 18 años. 140 En este

cálculo que se hace de los menores para una prisión de adultos, no estaban considerados los

que había en las correccionales, además de que es un indicador de la represión contra la

delincuencia infantil y juvenil. Anthony Platt, para la sociedad estadounidense sostiene que

el crecimiento de la “delincuencia” juvenil, estuvo en relación a la represión de las

ilegalidades, se engendraron delitos donde no los había. 141 Desde luego que pudo haber

algo de esto, aunque también la necesidad de mano de obra ciertamente que fue un móvil

importante en ese endurecimiento de la política penal.

A principios del siglo XX, Julio Guerrero, criminalista en el gobierno porfirista,

aplaudía la moral del taller que la industrialización trajo consigo. 142 Por su parte las

autoridades del Distrito Federal subrayaban que el trabajo era la mejor forma de

regeneración de los menores trasgresores. Exhortaban a los directivos de la Escuela

Correccional para Varones a apoyar la enseñanza de “artes y oficios, para que el corrigendo

aprendería a ganarse la vida cuando obtuviera su libertad, mientras tanto se le pondría a

trabajar para que no estuviera de ocioso. Al mismo tiempo, se cultivaría su intelecto con

una educación básica, para que pudiera comprender “…las nociones elementales que

140
Moisés González Navarro, Op., cit., p. 144.
141
Véase a Anthony M. Platt, Op., Cit.
142
Julio Guerrero, La génesis del crimen en México, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
1996, p. 282.
122

puedan serle útiles en el curso de la existencia.” Y se insistía en adecuar las instalaciones de

los talleres en la correccional para tal fin. 143

En 1908, fue aprobada la ley para exiliar a los “presos inconvenientes”, “por robo,

vagancia, mendicidad, o fábrica o circulación de moneda falsa; que se tratara de

reincidentes, y que existiera motivo para creer que para su enmienda resultaba necesario

que cambiaran de ambiente.”144 Y en esa misma fecha se creó la colonia penal ubicada en

las “Islas Marías” a donde fueron a parar los “presos inconvenientes”. De esta manera se

expulsaba a vagos y criminales, sujetos improductivos e inútiles, para regenerarlos en un

ambiente separado del resto de la sociedad. Esta idea de segregación de los presos también

se proponía para los menores transgresores como se venía haciendo en los países europeos

y los Estados Unidos.

El discurso reiterativo de la regeneración del hombre por medio del trabajo,

encubría un móvil económico: la escasez de brazos para el trabajo agrícola y fabril que

tanto necesitaba el país. Precisamente en este período fue cuando más se impulsaron los

talleres y el trabajo en todo tipo de internados. Y también tuvo un móvil moralizador, la

ociosidad se veía como un vicio “denigrante” y como un delito, el cual se hermanaba con la

vagancia, por esto, se arremetió contra vagos e indigentes, para su convertirlos en sujetos

útiles.

Se esperaba que acostumbrando a esos menores al trabajo aprenderían a apreciarlo,

por sí mismos; al igual, con el ahorro prever para enfrentar el futuro. De esta manera, se

tendrían hombres laboriosos y previsores contra la pobreza. En otras palabras, el “modelo

143
Memoria de la Secretaría de Gobernación, 1° de diciembre de 1904 al 30 de junio de 1906, México,
Imprenta del Gobierno Federal, p, XXII.
144
Elisa Speckman, Op., cit., p. 53.
123

de prevención correctivo” vinculado al trabajo sería la base fundamental del progreso

individual y social de esos niños.

La Iglesia por su parte definía su noción de educación a partir del derecho natural,

entendido como el orden del universo, anterior a cualquier convención, legislación o

institución, contrario al derecho positivo que partía de la facultad ordenadora del hombre.

Por esto, el clero sostenía que la responsabilidad de la educación correspondía en principio

a la familia que no podía ser abolida ni absorbida por el Estado. El niño ocupaba su lugar

en la sociedad no por derecho propio, sino como miembro en la familia en la que nacía. 145

La discusión de la iglesia estaba en el terreno de los valores, los símbolos, se pronunciaba

en contra el individualismo, oponía los derechos de la familia contra los derechos del

individuo.146 No obstante, como el discurso no era monolítico, la posición eclesiástica

conciliadora con el Estado, -Speckman dice – “se adaptara a los nuevos tiempos y aceptara

las instituciones y las ideas liberales, por lo que adoptó una posición flexible”. 147

El niño abandonado era el objeto perfecto mediante el cual, el Estado era capaz de

realizar sus modelos de orden social, de moralidad y de disciplina. En ausencia de padres,

el Estado se presentaba como “padre” sustituto, en la idea de superar a través de un modelo

laico, aquello que la Iglesia ya no era capaz de enfrentar por medio de la caridad.

145
Véase la Rerum Novarum. Encíclica de S. S. León XIII, sobre la Cuestión Obrera, y Radiomensaje de S. S.
Pío XII en el Cincuentenario de “Rerum Novarum”, México, Editora de Periódicos, “La Prensa”, 1965.
146
El clero mismo advertía sobre el peligro del socialismo, por subversivo y atentatorio de la propiedad
privada. La pastoral cristiana, con la encíclica Rerum Novarum, ofrecía soluciones con su democracia
cristiana para contrarrestar el discurso socialista, aconsejaba mejorar el pago y trato a los obreros, en una
palabra concordia entre asalariados y patrones; y al gobierno lo instaba a favorecer una “justicia distributiva”
para que se le proporcionara al proletario lo indispensable para vivir. Y a los hombres y mujeres en talleres y
fábricas la moralización entre ellos, así como a las familias las exhortaba sobre la importancia de moralizar a
sus hijos. “Rerum Novarum…”.
147
Elisa Speckman, Op. Cit., p. 157.
124

Por otro lado, las ideas de filántropos y las discusiones públicas respecto a las

familias de los niños en abandono moral, (tanto de recogidos y corrigendos bajo la

asistencia pública, como de los vagos, indigentes o transgresores) por su trato e

incompetencia considerado como perjudicial para sus hijos, indicaban que se pretendía

tener cierta injerencia en esos hogares: en sus relaciones de pareja y las relaciones con sus

hijos, para orientar su comportamiento. En 1900 se reformó a la Constitución de 1857 y se

constituyó una ley especial designando al Ministerio Público a intervenir en la protección

judicial de los incapacitados entre ellos, los menores de edad.148 De esta manera, se dio

paso a legitimación de la protección y se constituyó la tutela de Estado en México.149 Por lo

tanto, las familias de los menores en cuestión deberían considerar las nuevas condiciones de

educación de los hijos si querían conservarlos.

Si bien la idea de que el trabajo como forma de moralización, al igual que el empleo

del tiempo (herencia de las comunidades monásticas) y la organización de actividades

regulares, eran anteriores al siglo XIX. Esta disciplina religiosa fue difundida rápidamente,

la cual, coincidió con colegios, talleres y hospitales. En el siglo XIX, el mundo laico retoma

estas disciplinas y el adiestramiento de oficios que facultara a los ciudadanos a servir en la

sociedad. La reforma educativa de los establecimientos de la beneficencia pública en el

segundo imperio se orientó al adiestramiento del trabajo, bajo una idea de redención del

hombre o de su moralización por el trabajo en sí mismo. La disciplina religiosa fue

148
Berna Sesma, “El ministerio público y los intereses familiares”, Estudios en homenaje al Dr. Héctor Fix-
Zamudio, t. III, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1988, s/p. Citado por Ingrid Berna
Sesma, La tutela en México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1994, p.110.
149
Ingrid Berna Sesma dice que la tutela de estado es una institución jurídica de carácter protector, “que de
manera suplementaria ejerce el Estado, con un doble propósito de asegurar a todo menor el goce de sus
necesidades individuales y para prevenir los riesgos que no sólo para él implican, sino para la sociedad
derivados de la situación desvalida y marginada.” . Ibídem, pp. 64-66.
125

retomada por la producción fabril de tipo capitalista, la cual, intensificará la distribución del

tiempo, para un mayor control de los cuerpos sometidos, “el tiempo penetra el cuerpo y con

él todos los controles minuciosos del poder”. En este sentido, es que la forma de

organización del trabajo de las correccionales y cárceles tendió a imitar la disciplina fabril,

capitalista, como icono de la deseada modernidad. Y también como un sinónimo de

ciudadanía trabajadora.

En el marco nacional e internacional, la segunda década del siglo XX, fue un

período de conflagraciones que cimbraron la vida social, en particular afectaron la vida de

los niños. En la siguiente década abrían de reanudarse los debates sobre la problemática de

la niñez a nivel nacional e internacional. En México se realizó su “Primer Congreso del

Niño Mexicano” al iniciar la tercera década del siglo XX y del gobierno obregonista,

período de cambios y continuidades en la atención de los niños abandonados, desde un

punto de vista médico-pedagógico. También a nivel internacional se reabrieron los debates

de protección a la infancia, se realizaron diversos congresos internacionales y también

panamericanos para atender la problemática del niño abandonado. Estos esfuerzos

cristalizaron en el “Código del Niño” reconocido a nivel internacional, como un paso

importante en el reconocimiento de los derechos de los niños, así como del impulso al

despliegue de una política infantil.


126

CAPITULO III

EL NIÑO ABANDONADO: HERENCIA, PSIQUISMO, EDUCACION Y


DERECHOS
(PRINCIPIOS DEL SIGLO XX)

En el marco nacional e internacional, la segunda década del siglo XX fue un período

de conflagraciones que cimbraron la vida social, en particular afectaron la vida de los niños.

Al inicio de la tercera década se realizaron congresos internacionales, nacionales y

panamericanos de protección a la infancia, lo que resultó en una sistematización de los

aspectos de atención del niño. En estas reuniones se debatió desde diferentes ángulos y

perspectivas la problemática de la infancia del ámbito occidental. Estos esfuerzos

cristalizaron en el “Código del Niño” sancionado a nivel internacional, como uno de los

primeros pasos en el reconocimiento de los derechos de los niños, así como del impulso al

despliegue de una política infantil.

Como hemos visto en capítulos anteriores, los niños venían siendo centro de

numerosas investigaciones, teorías y prácticas, destacando los esfuerzos pedagógicos,

sanitarios y asistenciales que son los que nos interesan para entender las acciones que se

venían dando para la protección del niño “abandonado”. Al inicio de la tercera década del

siglo XX y del gobierno obregonista surgió un movimiento compuesto por médicos,

pedagogos, legistas, eugenetistas, feministas y notables de la intelectualidad mexicana

preocupados por la infancia. En este capítulo nos proponemos estudiar las propuestas

surgidas a la luz del “Primer Congreso del Niño Mexicano”, en particular lo que se refiere a
127

los niños abandonados, las cuales, derivarían en una política infantil y en la posterior

creación del Tribunal para Menores.

A finales de los años diez, del siglo XX, después de casi una década que duró la

Revolución Mexicana (1910-1917), de luchas intestinas, de crímenes políticos y con una

crisis económica de grandes dimensiones, además de venir arrastrando la del régimen

anterior, podemos entender la compleja situación por la que pasaba el país. Una buena parte

de la población se encontraba en la pobreza o la miseria, (entendida como una incapacidad

de desarrollo que se transcribe en escasos ingresos, insalubridad, desnutrición,

vulnerabilidad a las enfermedades y a las inclemencias del medio ambiente). 1 Había un

enorme desajuste en las finanzas públicas, con una considerable disminución de la

producción agrícola lo cual, incrementó la expulsión de la población campesina a los

centros urbanos, agrícolas, a los Estados Unidos o a la capital del país. La capital centro de

los poderes de la unión, además era la más importante fuente de abastecimiento y

distribución comercial. Era el lugar de llegada de una población inmigrante, igualmente, de

la población que se refugió por los conflictos bélicos de la Revolución Mexicana de 1910.

Este excedente de población junto con el desempleo arrojaba a niños y adultos a la

indigencia o a la delincuencia. En este contexto, inició el gobierno obregonista en los años

veinte, el reto del nuevo régimen revolucionario, transitaba entre la centralización política,

el debilitamiento del poder militar y la pacificación final de la lucha armada para iniciar la

reconstrucción del país, reactivar la vida productiva y restaurar el tejido social. En este

tenor podemos ubicar la realización del Primer Congreso del Mexicano Niño, a poco más

de un mes de asumir la presidencia Álvaro Obregón.

1
Véase a Mathus Robles, Marco Aurelio, Principales Aportaciones Teóricas sobre la pobreza, en
Contribuciones a las Ciencias Sociales, 2008. www.eumed.net/rev/cccss
128

Primer Congreso Mexicano del Niño

Como se mencionó arriba, las familias de los sectores populares se encontraban en

la pobreza o la miseria, a la que arrastraban a sus hijos, problemática a la que no eran

ajenos los organizadores del Primer Congreso Mexicano del Niño. No obstante, su mayor

preocupación estaba en la constitución anormal de esos niños herederos de una genética

degenerada, lo cual, se veía como una amenaza latente para el equilibrio social.

La eugenesia que provenía de la filosofía del darwinismo social proponía la visión

de una sociedad humana basada en términos de selección natural y sugería que la ciencia

ofreciera la ingeniería del progreso atacando los problemas supuestamente hereditarios

como la decadencia moral, el crimen, las enfermedades venéreas, la tuberculosis y el

alcoholismo. Los defensores de la eugenesia creían que la ciencia podía resolver los

problemas sociales, tendían a medir el valor del individuo en términos económicos y veían

a la constitución anormal, por vía de herencia una amenaza para el desarrollo social,

aspecto del que hablaremos en otro capítulo.

A principios de los años veinte del siglo XX, autoridades, grupos de médicos,

intelectuales, pedagogos, asociaciones filantrópicas y feministas volvieron sus ojos a los

niños y adolescentes de los sectores desvalidos, preocupados porque buena parte de ellos,

venían arrastrando los efectos del período del conflicto armado, lo que posiblemente se

pensaba como una secuela que les dejó profundas cicatrices como orfandad, miseria,

desnutrición y enfermedades. Y también, porque se había trastocado su estructura familiar,

afectando los vínculos familiares, hogares destruidos, niños desplazados a medios urbanos,

en una palabra, el “descontrol” o abandono de los hijos, cuya infancia había sido truncada
129

por la conflagración.2 Este movimiento protector de la infancia se propuso buscar

soluciones para que las autoridades intervinieran atendiendo a la infancia desvalida y

abandonada.

En el año de 1921, entre los días 2 y 7 de enero, se celebró el Primer Congreso

Mexicano del Niño, con sede en la ciudad de México. Este congreso fue impulsado por

médicos del Departamento de Salubridad, patrocinado por el periódico El Universal, siendo

su fundador Félix F. Palavicini, quien encabezó este movimiento y fue uno de los

principales promotores de dicho evento.3 En el ámbito nacional se convocó a participar a

especialistas en diversas ramas científicas, en particular a los que atendían a niños, con el

propósito de que aportaran sus conocimientos y experiencia al respecto, lo mismo se hizo

con las autoridades interesadas en el tema, y a todo aquel que tuviera algo que proponer

para solucionar el problema infantil. De esta manera, se contaría con una amplia gama de

especialistas para analizar la “problemática de la infancia” desde diferentes ópticas, a la vez

que obtener un panorama general de la situación en que se encontraban los niños

mexicanos.

Antes de continuar cabe mencionar que Félix F. Palavicini, tenía una amplia

experiencia en el ámbito educativo y en la organización de las correccionales, en el

2
Fue hasta el Convenio de Ginebra en 1949, para proteger a las víctimas de guerra, cuando se empezó a
discutir la protección de niños en conflictos armados, lo cuestionable es que no quedaron especificados los
preceptos y normas en que se basó el respeto a la integridad física, sexual y mental del niño. Esto es el
principio de “protección especial a los niños en conflictos armados”, sería hasta 1977 cuando quedaría
establecido que los niños pertenecen a la categoría de “personas protegidas”, por lo que en conflictos armados
se les daría un trato humano, respeto a su vida e integridad moral y física, prohibiendo los castigos, violencia,
tortura, etc. Hasta ahora no se sabe de demandas a países beligerantes que no hayan cumplido este convenio y
no porque mostraran respeto a los niño, para muestra un botón, fueron masacrados los niños albaneses de
Kosovo en el proceso de Balcanización de la antigua Yugoslavia. El debate acerca de la protección de los
niños continuó en el Convenio sobre los Derechos del niño 1989, en el Estatuto de Roma 1998, el Protocolo
Facultativo sobre la participación de los niños en conflictos armados 2000. Estos datos fueron tomados de la
UNICEF, 2001/2006., Comité Internacional de la Cruz Roja Internacional (CICR) “Save the children”.
3
Félix F. Palavicini ingeniero topógrafo de formación y periodista, fue director de algunos periódicos y fundó
el periódico “El Universal”.
130

gobierno porfirista se le comisionó la reorganización de la Correccional para Mujeres, fue

director de la Escuela Industrial de Huérfanos en el gobierno maderista y Secretario de

Instrucción Pública en la administración carrancista. Fue un hombre interesado en la

organización de escuelas técnicas, industriales y de educación básica, y a últimas fechas en

la protección de la infancia desvalida. Al retirarse de la vida pública, en los años cuarenta,

se dedicó a escribir una obra monumental en varios tomos sobre la historia de la filantropía

en México.

Aclarado este punto, continuamos con el relato del congreso al que nos venimos

refiriendo, como primera medida se acordó constituir un Comité Permanente del Congreso

del Niño, que se encargara de hacer el seguimiento y luchar por la consecución de los

acuerdos tomados en este evento, organizar nuevos congresos y participar en los de carácter

internacional. Cabe mencionar que algunos de los más activos organizadores del evento

ocupaban puestos importantes en instituciones de salud, asistenciales y judiciales. El comité

de organización se integró por el ingeniero Palavicini como presidente, el doctor Francisco

Castillo Nájera como secretario general, como vocales de las mesas de discusión divididas

en secciones: el médico-profesor Isaac Ochoterena de eugenesia, doctor Roque Macouzet

de quirúrgica, doctor Joaquín Cosío de pediatría médica, doctor Rafael Castillo de higiene

infantil, doctor Alfonso Pruneda de enseñanza y el licenciado Luis Jasso de legislación

infantil. 4

También es importante subrayar que entre los participantes destacaban los médicos

y pedagogos, además de otros especialistas en ciencias penales e intelectuales. Esto es

indicativo de las directrices del evento, por eso vemos que los temas de reflexión se

centraron particularmente en aspectos médico-pedagógicos, cuya fuente de inspiración eran

4
Memoria del Primer Congreso Mexicano del Niño, 1921. AHSS, c: 12, exp. 1, p. 25.
131

las teorías de la degeneración y la defensa social. Los integrantes del evento que veían el

“peligro” de una infancia anormal de entre los más pobres y marginales, precisamente esos

niños herederos de una genética “degenerada”, a los que había que reclutar para regenerar.

Por lo tanto, el enfoque con que se enfrentó el supuesto problema infantil fue el médico

pedagógico y legal (desarrollo físico, mental, educativo y regenerativo).

Tras la formación del mencionado Comité Permanente se dio inicio al evento con el

mea culpa de uno de los organizadores, si bien, se reconocía que la sociedad y el Estado

habían incurrido en un desamparo de la infancia desvalida, no obstante se acusaba al

régimen anterior, por la falta de apoyo a las instituciones benéficas privadas. El doctor

Francisco Castillo Nájera lo traía a cuenta,

Se construyeron obras ostentosas e inútiles y [se] alimentó a una casta que,


enriquecida con el sudor y la sangre populares, derrochaba el dinero a montones, en
lujo superfluo, sin destinar un puñado para aliviar los sufrimientos de un pueblo que
se lamentaba en vano (…) iniciamos la marcha por el sendero que habrá de
llevarnos a la conquista permanente de nuestro mejoramiento integral, como nación
culta, conforme a nuestro tiempo y a nuestra raza.5

En fin, al inicio del nuevo régimen posrevolucionario fue incorporado al debate

nacional la problemática infantil desde un enfoque médico-pedagógico, lo cual, habla de

que para restablecer el orden e impulsar el cambio en la sociedad, los anormales o “débiles”

sociales requerían de una “terapia social” (medidas preventivas y profilácticas), para

exorcizar el “peligro” que representaban esos niños en abandono moral (vagos, indigentes,

delincuentes) biológica y socialmente. A continuación se exponen los principales temas de

reflexión sobre el niño en dicho congreso.

5
Memoria del Primer Congreso Mexicano del Niño, 1921. AHSS, F-BP, S-D, c.12, exp. 1.
132

El niño biológico, psíquico y pedagógico

En señalaba que la vagancia e indigencia en dichos menores era una actividad extendida,

algunos por irresponsabilidad paterna otros por orfandad, misma que se consideraba como

antesala de la delincuencia. La prensa por su parte, daba cuenta de la participación de

adultos con menores en asaltos a casas-habitación y robos a transeúntes, por lo que

demandaba a las autoridades su intervención para frenar la vagancia de este grupo social

para prevenir que niños y adolescentes se adhirieran a la delincuencia. Y también se

mencionaba, el asunto de la prostitución, en específico se referían al ingreso de las

empleadas domésticas al comercio sexual. Por otros, estudios sabemos que el sector

doméstico era uno de los principales proveedores de mujeres a edades tempranas para la

explotación sexual comercial del cuerpo infantil. 6

Por otro lado, en las estadísticas de entonces se observa que los delitos más

frecuentemente de los menores transgresores, en el caso de los hombres, los atentados

contra el patrimonio (robo, estafa, sustracción en casas y negocios) y el más habitual en las

mujeres se refieren a la prostitución clandestina.7 El pensamiento biologicista imperante en

buena parte de la intelectualidad mexicana, en cuanto a lo que por naturaleza había sido

siempre el delito: el robo en los varones y la prostitución en las mujeres, los que además

consideraban equiparables. Esto es, se hacía una diferenciación de género8 como

determinante del tipo de delito.

6
Véase a Elena Azaola, Infancia robada. Niños y niñas víctimas de explotación sexual en México, México,
DIF/UNICEF/CIESAS, 2000.
7
Archivo Histórico del Distrito Federal, Acervo: “corrigendas”. Institución: Correccional para mujeres. (1903-
1926). Acervo: “corrigendos”, Institución: Correccional para varones. (1901-1926).
8
Véase a Martha Lamas (comp.), El género la construcción cultural de la diferenciación sexual, México,
Programa Universitario de Estudios de Género, Universidad Autónoma de México, 2003.
133

En el Primer Congreso Mexicano del Niño no fue incluido el tema de la prostitución

en menores. Es importante subrayar que éste era un tema de reflexión de los congresos

internacionales de protección a la infancia, a lo que las autoridades mexicanas no eran

ajenas. Tampoco se tomaron en cuenta los llamados de atención de las autoridades

sanitarias a frenar la fuente de contagio de la “prostitución clandestina”, es precisamente la

manera en como operaban las menores, protegidas por las “matronas”, proxenetas e incluso

autoridades. Cabe recordar que la mujer que se dedicaba al comercio sexual, siendo mayor

de 18 años tenía la obligación de registrarse como “mujer pública” en la Oficina de

Inspección Antivenérea del Departamento de Salubridad, para poder ejercer sin ser

detenida, siempre y cuando cumpliera con la revisión médica periódica. En cambio, en el

caso de una menor estaba prohibido por las normas vigentes, que la Inspección Sanitaria la

registrara como “mujer pública”, así como ejercer el “oficio”. No obstante, había menores

en la explotación sexual comercial y buena parte de ellas padecían enfermedades venéreas.

Uno de los médicos participantes en el mencionado congreso habló sobre las graves

consecuencias en el recién nacido derivado de la sífilis materna. Este aparente olvido de los

organizadores o congresistas puede interpretarse de varias maneras, que a las niñas y

adolescentes que ejercían el oficio no se les reconocía su infancia, por esto, ese silencio; o

que como la clientela masculina estaba de alguna manera involucrada en dicha explotación

sexual (clientes particulares y autoridades) mejor no se tocaba el tema.

En lo que toca al trabajo infantil y juvenil se señalaba que cierto tipo de trabajos

ponía en riesgo “la salud física o moral” 9 de niños y adolescentes; al igual, que forzarlos a

realizar actividades que a los mismos adultos se les dificultaba, por la fuerza que se

9
Archivo Histórico de la Secretaría de Salubridad. Memoria del Primer Congreso Mexicano del Niño,
1921., F-BP, S-D, c: 12, exp. 1, p. 18.
134

requería, así como las largas jornadas laborales, entre otros.10 Había la preocupación de que

los niños desde pequeños se iniciaban trabajando en los talleres, aún sin haber recibido la

instrucción primaria y en horarios extensos que minaban su salud, como también, en otros,

que afectaban su moral, tales como bares, cantinas, etc. Por otro lado, una de las demandas

sociales de los obreros fue la necesidad de regular el trabajo infantil, para protegerlos de

una explotación laboral que arrojaba seres con desarrollo deficiente o que a temprana edad

ya estaban avezados en vicios y “torceduras espirituales”.

Miguel Castañeda, médico, advertía de la influencia del cinematógrafo, veamos que

decía, “es por una parte medio de educación y de cultura y por la otra una perniciosa

influencia sobre los niños”. En cuanto a la influencia perniciosa del cine opinaba que cierto

tipo de las películas “inmorales”, “perturbadoras” o escenas de asesinatos y otras

espeluznantes, impactaban al niño haciéndolo nervioso y asustadizo. Comparaba a países

como Estados Unidos que contaban con una regulación de las exhibiciones, al igual, del

apoyo a películas de tipo educativo.11 Cabe mencionar que a finales de la siguiente década

se empezarán a regular los films con base en una clasificación (propia para niños, jóvenes y

adultos), tomando como modelo la reglamentación estadounidense.

César Garibay, abogado poblano, propuso modificar el código civil para admitir la

figura de la “acción popular”, con el propósito de que los particulares denunciaran ante

tribunales los manejos indebidos de tutores o curadores, lo que iba en detrimento de los

bienes de los tutorados. Subrayaba que la acción popular sería un “freno moral” para evitar

que los tutores dilapiden el dinero de su protegido, Y otro abogado proponía abolir el

10
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 16.
11
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 15.
135

artículo 210 de la Ley de Relaciones Familiares, para que los hijos ilegítimos se les

concedieran el derecho de llevar el patrimonio paterno.12

Educación pública para todos

En el congreso se reflexionó la importancia de la educación pública y de que el Estado

asumiera la función educativa que le confirió la Constitución de 1917. En razón de esto, se

propuso el urgente restablecimiento de la Secretaría de Educación Pública y se señaló la

necesidad de homogeneizar el modelo educativo en el país. A decir del entonces literato

José M. Puig Casauranc (que para 1924 se le nombró secretario de Educación Pública),

“...la centralización de la enseñanza es impropia para los pueblos cultos, pero, está

completamente indicada en nuestro medio ya que llena una aspiración revolucionaria.” 13

Por lo tanto, se acordó demandarle al gobierno obregonista cumplir con el mandato

constitucional, restableciendo la secretaría encargada de la educación, centralizar la

enseñanza, advirtiendo a los gobiernos locales que en caso de inobservancia se les aplicaría

una sanción.

Se manifestó que la escuela debía tener una función más amplia, para formar al niño

en aspectos elementales como la higiene y en valores morales que no lograban adquirir en

el seno familiar. Se pensaba que de esta manera el alumno trasmitiera a su familia esos

valores, lo cual redundaría en un doble beneficio educativo. Para llevar a cabo esta tarea se

seleccionaría a un profesorado competente, el existente en caso necesario actualizarlo, con

cursos de especiales de capacitación encaminados a elevar la enseñanza. En cuanto al trato

12
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 18.
13
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 16.
136

a los niños, se advertía que “los castigos humillantes en el alumno acarrean rencor y

reincidencia de la conducta”, aspecto importante a considerar para estimular al profesor a

no hacerlo. Se enseñarían a los escolares “hábitos” sociales, como principio básico para

desarrollar la “personalidad” del niño, esto es, se inculcaría el interés por los demás (…)

para lo cual, se instrumentaría un programa de “acción práctica”, en la que la participarían

los alumnos en labores sociales: como en apoyo a la Cruz Roja. Este programa incluiría el

estímulo a los docentes para que desarrollaran un sentimiento de responsabilidad en la

importante labor educativa. En los escolares se fomentaría el ahorro con las denominadas

“cajas escolares”, así como, exigir la puntualidad, el aseo y las prácticas democráticas. 14 El

curso de civismo incluiría la idea del “bien colectivo”, para enseñarse en las escuelas y

centros educativos de servicio social, el cual, formaría parte de una educación integral. Es

claro, que esta propuesta de “bien colectivo”, se con contraponía con el darwinismo social

individualista y excluyente de los eugenetistas e higienistas.

Es importante mencionar que tan sólo una de las ponencias se ocupó de la

educación de los indígenas, a pesar de que entre los participantes había varios

representantes de las Entidades Federativas. Aunque se dijo que “...el progreso nacional

reclamaba que se tomara en cuenta a la clase indígena en materia de instrucción”, 15 no

obstante lo que en realidad se pretendía era su integración por vía de enseñarle el idioma

oficial: lengua española, soslayando las diferencias culturales, con una enseñanza bilingüe.

14
“Memoria del Primer Congreso…”, pp. 15 y 21. Desde los primeros congresos internacionales de
protección al niño se propuso la enseñanza del ahorro como previsión de la delincuencia.
15
“Memoria del Primer Congreso…”, pp. 16 y 20.
137

En fin, al año siguiente José Vasconcelos fue nombrado Secretario de Educación

Pública, su labor alfabetizadora ha sido ampliamente reconocida, organizó las misiones

escolares para llevar a los rincones más lejanos del país, la alfabetización.

Escuelas: centros higiénico-pedagógicos

El profesor Marcos A Ochoa exponía la problemática educativa, señalaba que se tenía un

80% de la población analfabeta, las escuelas rudimentarias habían tenido un rendimiento

limitado y hacen falta 60 mil maestros en el país, frente a la ineludible necesidad de educar

a 3 millones de niños. Su propuesta iba en el sentido de abrir algunos cursos elementales

para instruir a profesores en quinientas cabeceras de partido o de municipalidad. El profesor

Rafael Ramírez, de la Dirección de Educación Pública, señaló que en los Ayuntamientos se

originó el desastre del sistema escolar. Subrayó que en Alemania e Inglaterra la educación

pública es una función del Estado. Propuso modificar la legislación para quitarles

atribuciones en la educación primaria, a los Ayuntamientos.16

También se habló del nuevo papel de la escuela, ya no sólo instructivo, sino como

un centro educativo. Para lo cual, se propuso la acción conjunta de médicos y pedagogos en

un trabajo interdisciplinario para hacerla integral, esto es, donde la higiene tuviera un papel

más allá de lo exclusivamente médico, para ocuparse de lo “biológico en sus aspectos

psíquico y social”. 17 Se instalarían gabinetes de psicología experimental para conocer el

desarrollo mental del niño mexicano. Igualmente, se incorporarían materias de ciencias

sociales, química y algunas artísticas. Y se mejoraría la educación de los niños ciegos, para

16
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 14.
17
“Memoria del Primer Congreso…”, 1921. AHSS, caja12, exp. 1, p. 16.
138

lo cual, se introducirían labores manuales con el objetivo de adiestrarlos en actividades que

favorecieran su desarrollo.

De la misma manera, se habló de la necesidad de instalar “guarderías” 18 en los

mercados para atender a los niños, como los hijos de madres obreras y de todo tipo de

trabajadoras que requerían de este servicio. Precisamente lo que el doctor Máximo Silva,

pocos años antes, venía diciendo de la conveniencia de apoyar a las madres obreras y

trabajadoras (en general) con guarderías para sus hijos en los horarios laborales. 19 Y más

adelante en la administración cardenista se crearán los hogares sustitutos. Igualmente se

propuso fundar instituciones de protección a la infancia, tales como escuelas-granja y

centros educativos, para niños “pobres, anormales y delincuentes”.

En el terreno del respeto al niño, la sección de educación propuso suprimir los

castigos como medio de educación y regirse por los principios de la “oportunidad,

sobriedad y bondad” para lograr que la enseñanza fuera integral. Del mismo modo, se

opinaba de la conveniencia de impedir que el niño participara en labores que avivaran su

precocidad, hacer hincapié que se le debía tratar como niño y no como adulto, “que el niño

sea niño”. Es importante este punto, porque vemos que esa idea derivada de la pedagogía

moderna (finales del siglo XVIII) estaba presente en los educadores mexicanos para estos

años. Y como corolario de las propuestas se subrayó que la educación pública es una

función del Estado, por lo tanto, el reto era centralizar la enseñanza e impulsar una reforma

educativa acorde a los nuevos tiempos.

18
Las llamadas guarderías son los actuales centros de desarrollo infantil.
19
Máximo, Silva, La higiene popular, 1ª ed., México, Talleres Gráficos de la Secretaría de Fomento, 1917, p.
87.
139

Escuelas para “recogidos” y “corrigendos”

Por otro lado, se indicaba que los planteles públicos para “recogidos” y “corrigendos” se

encontraban sobrepoblados y en un estado de abandono, se manifestaba que por la

incompetencia de los profesores habían descuidado la educación de los asilados. Se

proponía que en los asilos y hospicios se mejorara la educación y la disciplina, para el

levantamiento moral y físico de los alumnos, se implantaría sistemas de trabajo al aire libre,

así como estimular el trabajo por medio de su remuneración (ingreso económico) para

inspirar su interés por la “iniciativa privada”. Esta idea no era novedosa, filántropos,

pedagogos y autoridades decimonónicos habían impulsado el trabajo y la contribución de

los asilados en los hospicios y casas de corrección como se mencionó en otro capítulo, en

todo caso lo novedoso sería que ahora el trabajo de los asilados no se pretendía como

fundamental para el propio sostenimiento de la institución que los acogía, sino como una

forma educativa y de formación de hábitos. También se hablaba de fomentar la recreación

de los asilados con períodos vacacionales, llevarlos al campo, el aire libre lo cual se

consideraba benéfico para su salud y de paso se les instruirían en labores agrícolas.

También se propuso reorganizar la administración de estos planteles, aplicar

medidas correctivas a empleados y directivos para mejorar su funcionamiento e inclusive se

hablada de su posible clausura en caso no lograr restablecer el orden. Se referían a estos

planteles como, “centros de corrupción moral por la vida colectiva de gran cantidad de

niños…”.20 Para ilustrar esto, cabe mencionar, que en la Correccional para Mujeres la

directora se señalaba a algunas celadoras que corrompían a las “corrigendas”; y en la

20
Memoria del Primer Congreso Mexicano del Niño, 1921. AHSS, F-BP, S-D, caja 12, exp. 1, p. 15.
140

Correccional para Varones el director se quejaba de los gendarmes que conducían a los

“corrigendos” a los juzgados,

…los gendarmes que conducen a las prácticas de diligencias a los reclusos son muy
condescendientes con estos, los dejan comprar cigarros, marihuana, alcohol incluso
los llevan a las casas de sus familiares y se presentan a este establecimiento entre las
ocho o nueve de la noche y en estado de ebriedad. 21

Estefanía Castañeda propuso reformar los artículos II y 78 de la Constitución de 1917 y

crear una ley de protección a la infancia desvalida. De esta manera, el gobierno federal se

haría cargo de kindergártenes, escuelas rudimentarias y correccionales, las cuales, se

abrirían en todo el país.

José Torres Torija, jefe del Servicio Médico Legal, decía que únicamente existían

dos escuelas correccionales “la de Varones en Tlapam y la de Mujeres en Coyoacán”.

Comenta que no ha obtenido informes fidedignos de la existencia de otras escuelas en

alguna parte de la República. (p. 369). En su experiencia como médico (más de seis años)

en el Hospital Juárez, en “las salas 2 y 5” tuvo que atender a los niños de la Escuela

Correccional de Tlalpam, de padecimientos venéreo-sifilíticos, algunos de ellos de origen

pederástico.

Propuso que las escuelas correccionales para varones, en Tlalpam y la de Coyoacán

se sentaran sobre nuevas bases, para modificar su organización y funcionamiento. Se

empezaría por cambiar el nombre a este tipo de establecimientos, debido a que ahora su

función no era más correctiva, como en el régimen anterior, sino orientadora, como se

venía haciendo en las escuelas europeas. En su experiencia como médico (más de seis años)

21
AHDF, acervo “Corrigendos”, caja 559, expediente 796, 1916, enero 4.
141

en el Hospital Juárez, tuvo que atender a los niños de la Escuela Correccional de Tlapam,

de padecimientos venéreo-sifilíticos, algunos de ellos de origen pederástico.

Propuso reorganizar las escuelas correccionales de la siguiente manera: La Escuela

de Varones se separaría, conforme marca la ley, entre los encauzados y sentenciados; y

separar a los reclusos púberes de los impúberes, previo reconocimiento médico. Sería

obligatoria la asistencia a escuelas y talleres, para estos últimos, previo reconocimiento

médico, para medir aptitudes físicas. Se reducirían los programas de las escuelas,

adaptándolos a las necesidades de los reclusos. Se estimularía a los asistentes a talleres

dándoles pequeños salarios y recompensas. Se modificarían los dormitorios, haciendo que

cada recluso duerma por separado, si no es posible en locutorio aislado, cuando menos en

lechos separados. Y en la Escuela de Mujeres se establecería un departamento especial,

para las niñas denominadas “asiladas”. Y se crearían nuevos talleres, además del de costura.

Y en para ambas escuelas: el Departamento de Higiene Escolar comisionaría a médicos,

para el reconocimiento de manera periódica de los corrigendos de ambas escuelas. Se

separaría y clasificaría a los niños “anormales”. Estarían en observación y tratamiento bajo

las indicaciones del médico. Se prohibiría la salida de los menores a la práctica de

“diligencias judiciales”, permitiendo tales salidas sólo en casos excepcionales. Y se

recomendaba a la Comisión permanente del Congreso Mexicano del Niño conseguir con el

Gobierno del Distrito Federal, a la Dirección de Educación, los Jueces y Magistrados del

Ramo Penal, modificar el funcionamiento de las correccionales, con el propósito de

“mejorar las condiciones de nuestros niños delincuentes”.


142

Mortalidad infantil

Otro de los serios problemas incluido en el renglón de la salud, se referían a la elevada tasa

de mortalidad infantil. En los censos de población al iniciar 1921, los índices de la tasa de

mortalidad infantil era de 21.5 a 34 por ciento, aproximadamente, del total de la población

de la ciudad de México.22 Los médicos señalaban que esto se originaba por las inadecuadas

condiciones perinatales, la deficiente atención de la salud de los niños y también por

problemas socioeconómicos de los padres. Se hablaba del elevado alcoholismo paterno que

dejaba secuelas en los descendientes de padres alcohólicos.

Los informes estadísticos del período revelan que las enfermedades bronquiales y

gastrointestinales eran las de mayor incidencia en defunciones de adultos y principalmente

de niños. Las autoridades del Departamento de Salubridad reportaban que estos

padecimientos se originaban por una deficiente alimentación, malos hábitos higiénicos y

hacinamiento en las viviendas, lo que también estaba asociado a la falta de servicios

públicos, como ya lo señalaba Pani pocos años antes. Y la triada de enfermedades como la

sarna, tiña y caries de manifestación más común entre los escolares, se le atribuía a la falta

de baño y aseo de la ropa.23 Los galenos denominaban a estos padecimientos de la pobreza.

Otra de las enfermedades que encabezaban las defunciones eran las hepáticas de origen

alcohólico; pero, en este caso, -a decir de los médicos- el problema eran las secuelas que

dejaban en sus descendientes, al igual, que las enfermedades venéreas como la sífilis. En

suma, los galenos aseguraban que la población infantil era la más vulnerable de contagio, lo

22
Memoria del Primer Congreso Mexicano del Niño, 1921, AHSS, F-BP, S-D, c.12, exp. 1.
23
Moisés González Navarro, Población y Sociedad en México, (1900-1970), t. II, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1974, pp. 363-384. En 1932 se hizo una encuesta a ciento setenta y un mil
escolares, la arrojó que los niños presentaban padecimientos de la piel, caries y un elevado porcentaje de
desnutrición. Excélsior, 1932, septiembre 2, pp. 1 y 9.
143

que aunado a la herencia malsana de sus progenitores, elevaba el riesgo de sus

posibilidades de vida. 24

Higienización moral para las madres

Esperanza Velázquez Brindas, escritora, en su ponencia “Influencias psíquicas maternas

sobre el niño durante la gestación”, señalaba que las neurosis y demás trastornos neuro-

cerebrales de las madres en cinta, afectan al niño en gestación, provocando que al nacer se

le desarrollen “desequilibrios y las degeneraciones”. También decía que tanto las mujeres

de “clases populares”, como a las de más elevada posición, eran víctimas de “emociones y

estados depresivos”, proponía como medida práctica y “moralizadora”, fundar una casa de

maternidad instalada, “científicamente”, donde la madre pudiera permanecer 4 o 5 meses

antes y uno o dos después del alumbramiento. Esta maternidad sería, también, taller-escuela

para enseñar para la alfabetización de las madres, enseñarles labores manuales, con lo que

se evitaría “innumerables infanticidios”, de esta manera, con amor y trabajo se regeneraría

a la mujer y mejoría la condición del niño y de la raza. 25

Por su parte, el relator de éste informe hace alusión a la mencionada escritora,

subrayó que es el primer estudio con la firma de una mujer, así lo expresaba,

Una prueba de que la mujer mexicana es no sólo capaz de seguir al hombre a los
campos de combate, compartiendo con él peligros y privaciones, que no solamente
es la preciada joya del hogar, digna de veneración por sus virtudes, sino que, puede,
como lo desea el doctor Alonso, espigar y ventajosamente en los campos del
pensamiento y acompañar al hombre por el áspero camino de la Ciencia hasta
conquistar las cimas de la Gloria.26

24
Pani, Alberto, J., Mi contribución al nuevo régimen, 1910-1933, 1ª ed., México, Cultura, 1936, pp. 15-44.
25
“Memoria del Primer Congreso…”, AHSS caja: 12, exp. 1, p. 8.
26
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 8
144

El niño mexicano y la “degeneración” de la raza

Antes de continuar, es importante mencionar algunos antecedentes de la corriente de la

Eugenesia, 27 que planteaba que las características humanas se heredaban, como en el caso

de las imperfecciones físicas y mentales que afectaban la salud de la descendencia, por lo

cual, proponía controlar la reproducción para perfeccionar la raza humana. 28 Así pues, los

eugenetistas pretendían a lograr que nacieran niños sanos y fuertes, controlando la

concepción, estimulando las uniones de pareja de constitución sana, incluso se llegaba a

incluir cualidades físicas y virtudes humanas. 29 En los países europeos y Estados Unidos,30

así como algunos países latinoamericanos preocupados por proteger su patrimonio étnico,

desarrollaron una política demográfica, biológica y racial, se fundaron sociedades de

eugenesia y se instalaron servicios de higiene pública. 31 En México, se instauró el Instituto

de Higiene (1921), y más adelante se formó la Sociedad Mexicana de Eugenesia, la cual, se

afilió a la Federación Latina de Sociedades de Eugenesia. En fin estas ideas tuvieron

27
La eugenesia es la ciencia que tiene como base las leyes de la herencia, para el perfeccionamiento de la
especie humana. Francis Galton (1822-1911), antropólogo y naturalista, fue su fundador. Inventó la teoría
eugenetista aplicada a los seres humano, para el mejoramiento de las características físicas humanas (estatura,
el color y la talla). Influenciado por su primo Charles Darwin y la teoría de la selección natural, ideó un nuevo
planteamiento que tuvieran los mismos contenidos teóricos, aplicados a la sociedad humana: para favorecer
las razas superiores y desaparecer a las inferiores. Se pensaba que no sólo se heredaban los rasgos físicos sino
también las aptitudes. Esta idea para la Antropología Criminal daba al “criminal nato”. Michel Veuille, La
sociobiología. Bases biológicas del comportamiento social, 1ª ed., México, Grijalbo (Los Noventa), 1990, p.
99.
28
Galton fue el habló del derecho del niño a no ser engendrado en circunstancias de “inferioridad” biológica
Este discurso eugenetista se enfrentaba al discurso religioso que se estaba en contra del aborto y se
pronunciaba en favor del derecho a la vida. Como quiera que sea estos eran los primeros visos de los derechos
de los niños.
29
Así pues, los más aptos heredaban, la fortaleza física, la inteligencia, por lo tanto, por sus aptitudes eran los
más prósperos, precisamente la riqueza era la medida para evaluar al individuo.
30
En Estados Unidos se llegó a la esterilización de los enfermos mentales y delincuentes, en Alemania la
“higiene racial” llevó a la exterminación de los judíos. Michel Veuille, Op. cit., pp. 98-100.
31
En el Tercer Congreso Científico Panamericano (1925) reunido en Lima, Perú, se presentó una propuesta
acerca del “aborto eugenésico”, el cual quedó asentado en el proyecto del Código Argentino y en el Código de
Defensa Social de Cuba. En 1934, en Zurich se realizó un Congreso Internacional de las organizaciones de
Eugenesia,31 de la que surgió la Federación Internacional Latina de Sociedades de Eugenesia. En 1937dicha
federación realizó su primer congreso internacional. Roberto Mac.Lean y Estenós, La eugenesia en América,
México, UNAM, Biblioteca y Ensayos Sociológico, Instituto de Investigaciones Sociales Universidad
Nacional de México, 1952, p. 63.
145

importantes implicaciones ideológicas, políticas y sociales, con las cuales, se justificaban

posturas ideológicas excluyentes.

Con estas ideas comulgaban buena parte de los intelectuales participantes en el

congreso mencionado, pues había una preocupación la “degeneración de la raza”. Se

señalaba que la sociedad tenía el deber de proteger su patrimonio étnico y lograr el

mejoramiento de la raza.32 Uno de los organizadores del evento subrayaba la importancia

de “...establecer fórmulas científicas que normen la conducta de la sociedad y del Estado en

el cumplimiento… en la lucha por la conquista de los beneficios de la raza del porvenir.” 33

Esto es, se pretendía impedir matrimonios entre personas enfermas, delincuentes, locos,

vagos o prostitutas porque en ellos estaba el germen de la “degeneración” racial y social.

Otro ponente, el médico y biólogo Antonio F. Alonso hablaba de fomentar los enlaces

matrimoniales con ciertas razas, para inducir el nacimiento de hijos mejor dotados, así lo

expresada,

…son los hombres blancos aquellos a los que más debe el mundo, favorecer su
inmigración para provocar cruzamientos favorables a nuestra raza […] evitarse las
uniones con hombres de raza negra y amarilla. 34

Más allá de que este discurso refleja una mentalidad racista, si tenemos en cuenta que

buena parte de la población era indígena y sobre todo mestiza, justamente a la que

pertenecían los menores en cuestión, cabe preguntarse ¿Acaso con estos criterios raciales se

pensaba resolver la problemática infantil? Los principios de la eugenesia y los higiénico-

pedagógicos orientaron las reflexiones del evento, se adelantó que para establecer la salud y

32
“Memoria del Primer Congreso…”, AHSS, c.12, exp. 1, p. 7.
33
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 7.
34
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 8.
146

el desarrollo físico e intelectual del niño, se le estudiaría desde un triple aspecto: biológico,

psíquico y pedagógico.

La ponencia intitulada: “La herencia eugénica y el futuro de México” -del

mencionado galeno- abrió una de las sesiones del evento, con una amplia acogida entre los

participantes. El relator del congreso reiteraba lo dicho por Alonso,

[...] es el mejoramiento de la inteligencia humana el factor decisivo de todos los


progresos [...] la ciencia es la creadora de la industria, es la que ha extendido el
trabajo y producido la riqueza y la civilización, formando pueblos grandes,
poderosos y felices. Perfeccionar el cerebro del hombre, por medio de la selección,
será el supremo coronamiento de la civilización… 35

Los eugenetistas advertían que la herencia “degenerada”, arrojaba a la sociedad seres con

diverso tipo de deficiencias, como la debilidad mental, todo tipo de discapacidades: de

atención o concentración, lento aprendizaje, problemas de lenguaje, etc., el mismo paquete

se metían la conducta rebelde, amoral y desordenada. Como bien lo señala Monique Vial,

la noción de “anormal” es sinónimo de “problemáticos temibles”, se reagrupa a enfermos,

“inadaptados, deficientes…”. 36 Esto es, el “anormal” de entonces muchas veces era el

discapacitado de hoy día, en esta denominación entraban los sordo-mudos, ciegos, rebeldes,

vagos, ociosos, indigentes, así como los delincuentes. Este punto lo ampliaremos más

adelante.

Unos años antes, el doctor Máximo Silva decía que bastaba con visitar los segundos

y terceros patios de las vecindades para observar el “hacinamiento en que se mueven las
35
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 8.
36
Monique Vial, “Enfants Handicapés, du XIX au XX siècle”, en Histoire de l’enfance en occident. 2. Du
XVIII siécle á nos jours, d’Egle Becchi et Dominique Julia, dir., París, Editions du Seuil, 1998., p. 332.
147

haraposas multitudes de desheredados, acercarse a esos focos de donde se derraman a otros

centros los gérmenes de las grandes infecciones”. 37 Comentarios como éste, buscaban

atemorizar a la población, como si fuera un asunto sólo de higiene, en toda pobreza también

se da una desmoralización.

No cabe duda, que las voces alarmantes de los médicos hacían eco de los sectores

pudientes, que veían en los niños de los sectores populares a seres “anormales”, con

infinidad de padecimientos físicos y como el próximo delincuente, por lo mismo un

“peligro social”. Precisamente, estos niños que venían de vivir el proceso de lucha armada

que los hizo pasar hambres o que los dejó huérfanos. A la entrada del “Ejercito Libertador”

a la capital, como su nombre lo indica, liberaba a los “corrigendos” y “recogidos”, de

ambos sexos, de correccionales y orfanatos de la ciudad de México, sólo dejaba a los

menores que se encontraban muy enfermos, de padecimientos tales como los

gastrointestinales y tifo entre otros, de ello dan cuenta las estadísticas de las correccionales.

Protección eugénica para las nuevas generaciones

En el congreso en cuestión, se trató un tema por lo demás controvertido, el de “la

resolución de la asexualización de los criminales y degenerados”, esto, es, su esterilización.

El relator subrayaba lo novedoso del tema, máxime que es “audaz porque ataca tradiciones

y atropella sentimientos”, y por consiguiente, “provocó discusión acalorada de diversa

índole, apoyando o rebatiendo fundamentos sociales, económicos, religiosos”. De todas

37
Máximo, Silva, Op. cit., pp.85- 86.
148

formas, estas medidas fueron aprobadas por una mayoría. 38 Seguramente que el clero

mexicano vio esto como un atropello a la vida humana, al igual, que las mentes

conservadoras. Además en una sociedad donde los médicos para hablar de los asuntos

sexuales primero se disculpaban por tocar este tipo de temas.

Herencia sifilítica en las nuevas generaciones

El doctor Angel Brioso Vasconcelos, funcionario del Departamento de Salubridad y que

participaba con una ponencia en el congreso, advertía que la herencia sifilítica era la

causante de serios problemas en el feto y de estigmas hereditarios en los niños,

recomendaba el tratamiento con inyecciones de neo-salvarsán aplicadas en lactantes de dos

semanas de nacidos, en lugar de las acostumbradas lavativas. Otro de los delicados

padecimientos venéreos en los recién nacidos era la oftalmía purulenta (infecciones en los

ojos) transmitida por las madres con blenorragia, afectando al niño al momento de su

nacimiento, provocando en muchos casos ceguera. 39 Al parecer este padecimiento era

frecuente en la población infantil, en este período, lo que explica que los médicos

recomendaran anotar las medidas preventivas en el reverso del acta de nacimiento,

igualmente hacer obligatorio a los padres que informaran del padecimiento de su hijo a las

autoridades sanitarias.

38
“Memoria del Primer Congreso…”, AHSS caja: 12, exp. 1, p. 8.
39
La oftalmía purulenta es una inflamación purulenta de la conjuntiva, que puede determinar ulceraciones en
las corneas, perforaciones, fusión y pérdida del ojo. Dabout, E. Diccionario de medicina, México, Editora
Nacional, 1970. Para 1926, el doctor Bernardo Gastélum, como jefe del Departamento de Salubridad, en su
informe anual alertaba a las autoridades de la propagación de la sífilis, dando como resultado que más de la
mitad de la población presentaba herencia sifilítica. Desde luego que el problema de la sífilis no era un asunto
menor, pero esa opinión más buscaba causar desasosiego en la población para que auto-regularan su vida
sexual.
149

El doctor José Castro Villagrana, médico del Hospital Juárez, expuso “la

tuberculosis y la heredo-sífilis” retardan las reparaciones huesosas en los niños, por lo que

frecuentemente los niños se fracturaban los huesos y tardaba más tiempo su recuperación.

Se acordó en el congreso, que las autoridades sanitarias efectuaran una campaña

antivenérea, con el propósito de instruir a la población en las medidas higiénicas,

aprehender a las prostitutas clandestinas y clausurar los prostíbulos ilegales. Cabe

mencionar que se consideraba ilegal o clandestina a las meretrices que no estaban

registradas en la Inspección Sanitaría como “mujeres públicas”, por lo cual, no tenían


40
ningún control sanitario, de ahí la idea de que eran un foco de contagio. También se

acordó que se legislara para hacer obligatorio el certificado de salud, tanto a los

contrayentes como a las nodrizas. En el caso de las nodrizas, el doctor Silva ya venía

advirtiendo a las madres de los inconvenientes sanitarios de utilizar una nana para alimentar

a sus hijos, “…la nodriza transmite, multitud de veces, por intermedio de la leche, su

temperamento, sus vicios y sus defectos; es decir, su semejanza, tanto en lo físico, cuanto

en lo moral.”41 Como podemos apreciar a la leche materna le atribuía transmitir los

aspectos negativos de la nodriza, tanto físicos como sociales. Además de otros

inconvenientes, así lo expresaba:

En general, las nodrizas son de dos clases: unas, que permanecen en el domicilio del
niño y le dan de mamar a éste, bajo la vigilancia de la madre: otras, que se llevan al
niño lejos de su familia, a la casa de ellas. El primer sistema es casi el único usado
entre nosotros. Por lo general las nodrizas son solteras o casadas. Las solteras son,
generalmente, primerizas; y éste es su principal inconveniente, además del de la

40
En el segundo imperio mexicano se estableció el registro público para las mujeres que ejercían el comercio
sexual, con el propósito de que se garantizara que no padecían enfermedades venéreas. Se les entregaba la
cartilla o certificado de salud donde aparecía su estado de salud y sus visitas al médico. Esto estaba
establecido en el Reglamento para el ejercicio de la prostitución de 1926.
41
“…la alimentación de los niños debe estar sujeta a un método científico, que descanse en bases sólidas,
fijas; variables tan sólo en circunstancias que única y exclusivamente puede apreciar un médico.” Máximo,
Silva, Op. cit., p. 79 y 81.
150

inmoralidad de su conducta. Las casadas tienen otro inconveniente gravísimo: el


marido, que casi siempre es un enemigo, que trata de sacar de la familia en donde
está colocada su mujer, la mayor utilidad pecuniaria que puede, y aun reclama,
algunas veces, en el nuevo domicilio de la nodriza, todos sus derechos conyugales.
Las nodrizas deben tener, por regla general, de veinte a treinta o treinta y cinco
años. Yo creo que sería oportuno y benéfico instalar un gran establecimiento en el
cual se matriculasen todas las amas de cría; en donde fuese escrupulosamente
reconocida, y en donde se averiguasen sus cualidades, sus defectos, sus vicios, su
conducta, etc. Proporcionando, de este modo, a las familias de todas categorías y de
todas posibilidades, las garantías apetecibles y la seguridad que justísimamente
anhelan y que ahora sólo pocas encuentran. 42

La alimentación “mercenaria”, así denominada por los pediatras, que recibían los lactantes,

los dejaba expuestos al contagio, puesto que no había un control del estado de salud de la

nodriza, ni de la higiene que debía guardar cuando atendía al niño ajeno. Por otro lado, los

galenos advertían que las nodrizas por atender a los hijos ajenos descuidaban a los propios,

“es urgente formular una legislación que determine en qué condiciones puede una madre

prestar sus servicios como nodriza sin detrimento de la vida de su hijo.”43 Se subrayaba la

conveniencia de prevenir el contagio de la sangre, exigiendo el certificado de salud a las

amas de cría, al igual, que todo aquel que estuviera en contacto con los alimentos. Las

instituciones públicas y privadas como las casas-cuna se encargarían de seleccionar a las

nodrizas y se les exigiría el certificado de salud para ejercer.

Las secuelas en los descendientes de alcohólicos

En lo tocante al alcoholismo lamentaban que este vicio estuviera tan fuertemente arraigado

en la sociedad mexicana. Se advertía que dejaba graves secuelas en los descendientes de

42
Ibídem, pp. 87-94.
43
“Memoria del Primer Congreso…”, pp. 12, 18 y 25.
151

alcohólicos. Recomendaba la urgente necesidad de dar a conocer sus efectos nocivos a la

población, subrayando que no sólo afectaban al alcohólico, sino también a sus hijos. El

Congreso acordó efectuar una campaña antialcohólica, que contemplara entre otros

aspectos, visitar escuelas para alertar a los escolares y a sus familias sobre los efectos

perjudiciales en la ingestión de bebidas embriagantes.

Una “higiene moralizante” o preventiva

En el ámbito médico imperaba la idea de una “higienización moral” o higienización social,

tan anhelada en el siglo XIX, gracias al importante papel que venían desempañando los

médicos higienistas en la sociedad mexicana, fueron logrando sensibilizar a las autoridades

sobre la importancia de la higiene como medida de preventiva contra las enfermedades. En

la administración carrancista, como parte del proyecto higienizador, se comisionó a Alberto

J. Pani, destacado político y economista, realizar un estudio sobre los problemas sanitarios

del país. En su estudio La higiene en México, tomó como punto de partida a la ciudad de

México. Su argumento central se refería a que para controlar el contagio y el avance de las

enfermedades, se debía partir del principio fundamental de la higiene: la prevención, por lo

tanto, se tenían que cambiar las costumbres antihigiénicas, las que en buena medida estaban

cargadas de fanatismos, en la población. Proponía enseñar hábitos de aseo personal, (baño,

ropa limpia, aseo dental, etc.), aseo de viviendas (no trapear todo un piso con la misma

agua, ni tampoco tirarla ya sucia en patios o corredores), en los niños de crianza no darles

alimentos contaminados por falta de aseo o medicarlos con pócimas, y entre otros muchos

aspectos que tocó, insistió en la necesidad de cambiar los camiones de basura por otros

cerrados, para evitar contaminar el ambiente en su trayecto a los tiraderos.


152

En suma, los higienistas participantes en el multicitado congreso, hacían eco de las

propuestas de Pani, señalando la falta de una institución en el ámbito nacional y local que

se abocara a la tarea de resolver el problema antihigiénico empezando por la capital del

país.

El “congreso” se propuso la creación de un Servicio Higiénico Escolar que brindara

asistencia médica a los alumnos en las escuelas. Es importante mencionar que este servicio

ya existía, se instauró en 1898 y se le denominó Servicio Higiénico Escolar del Distrito

Federal, dependiente de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, se encargaba de

la inspección sanitaria de las escuelas, vigilar el aseo de los escolares, supervisar las

actividades deportivas en las escuelas primarias y preparatorias, así como de la vacunación

contra las enfermedades contagiosas, como se mencionó en otro capítulo.44 Pero,

exclusivamente se ocupaba de atender a las escuelas del Distrito Federal, por esto, ahora se

proponía hacerlo extensivo a todo el país.

Hacemos un alto para mencionar, que en 1921, mismo año en que se realizó el

Congreso del Niño, el Departamento de Salubridad suprimió el Instituto Bacteriológico

existente por el “Instituto de Higiene”. Igualmente, se restableció la Secretaría de

Educación Pública y se creó la Dirección General de Higiene Escolar. 45 De esta manera, se

promovería una “higiene moralizante” para combatir prejuicios, viejas costumbres

antihigiénicas y hábitos perniciosos, por medio de las campañas “moralizantes” contra el

44
Máximo Silva, Op., cit., p. 319., Durante los años de 1906 a 1908 se realizaron exámenes antropométricos
a los escolares en las escuelas primarias públicas, de lo cual, se encargaba el Departamento de Higiene
Escolar, de la Dirección General de Educación Primaria. Máximo Silva, entonces directivo de dicho
departamento, dice que se dio inicio al examen individual y se hizo una cédula sanitaria (cartilla sanitaria) de
cada alumno. Este interrogatorio entre otros aspectos, comprendía mediciones del cráneo, rostro y estructura
ósea en general. Esto se originaba de la Antropología Criminal clásica o lombrosiana (nombre de su creador)
como mejor se le conoce.
45
Secretaría de Salubridad y Asistencia, La atención materno- infantil; Apuntes para la historia, México,
1993, p. 26.
153

alcoholismo y contra las enfermedades venéreas. En el año de 1925, se decretó el “Año de

la salubridad en México”. En 1928 se inició la “Campaña Nacional Antivenérea”, bajo el

lema: “las enfermedades venéreas y sifilíticas afectan la felicidad de la familia y el

porvenir de la raza”.46 Los médicos, en misión especial, recorrieron el país, se brindó

educación higiénica al personal de los prostíbulos, en los hospitales, en las escuelas, a la

población en general y en particular a la masculina. Se repartieron folletos con las medidas

higiénicas. En la ciudad de México, la campaña se prolongó durante toda la década de los

treinta. Así lo informaba la prensa:

...se están impartiendo por correspondencia cursos de higiene para los maestros
rurales de toda la República. Salubridad ha realizado un trabajo activo, consagrado a
la publicación de conocimientos higiénicos, además las estaciones radiodifusoras
del país transmiten diversos boletines de propaganda enviados por el Departamento
de Salubridad...47

Hacia 1929, se instituyo el “Comité Nacional de Lucha contra el Alcoholismo”,

cuya función fue realizar la “Campaña Antialcohólica”, que incluyó a las escuelas con

conferencias a los educandos y a los padres de familia.48

Continuando con el relato, los médicos congresistas advertían que la crianza del

niño estaba plagada de prejuicios y costumbres insalubres, como ya se mencionó antes, por

ello se recomendaba instruir a las madres en las medidas mínimas sanitarias. Se propuso

introducir la puericultura como materia fundamental en las Escuelas de Docencia y en las

46
Véase a Moisés González Navarro, Población y sociedad en México (1900-1970), México, UNAM,
Facultada de Ciencias Políticas y Sociales, 1974. (Serie Estudios, 42), p. 276. El doctor Dabout dice que los
hijos de padres sifilíticos presentan deformaciones congénitas (estigmas). Dabout, E., Diccionario de
medicina, México, Editora Nacional, 1970.
47
Excélsior, 1935, 5 de septiembre, pp. 8 y 9.
48
Alejandra Lajous, Manual de Historia de México Contemporánea, 1917-1940, pp. 286-291. José Álvarez
Amézquita, (et al.), Historia de la Salubridad y Asistencia Social en México, México, Secretaría de
Salubridad y Asistencia, 1967.
154

de Servicio Social, para preparar a los profesores en esta asignatura. Más adelante el

Departamento de Salubridad elaboró la “cartilla de puericultura”, con las indicaciones sobre

el cuidado de los infantes, la cual fue repartida a las madres en los dispensarios médicos.

También, se propuso incorporar algunos principios de química en la materia de “economía

doméstica”, que ya se impartía como asignatura en la primaria, para que las niñas

aprendieran a detectar las adulteraciones en los alimentos.

Igualmente, se mencionó la falta de infraestructura médico-sanitaria para la

instalación de dispensarios médicos en la atención de mujeres embarazadas y niños

menores de dos años, lo mismo se dijo de la insuficiencia de personal médico y de

enfermería. Subrayando que en peores condiciones se encontraban estos servicios en el

medio rural.49

Los test y el desarrollo mental del niño

En el Congreso del Niño el tema de la “anormalidad” tuvo una importante acogida,

especialistas destacados en el tema, influidos de los avances en países europeos y en los

Estados Unidos, manifestaron la importancia de atender este tipo de enfermedades mentales

infantiles. Se señaló que hacían falta herramientas apropiadas para estudiar la psicología de

los niños mexicanos.

En el congreso del que nos venimos ocupando, doctor Rafael Santamarina presentó

un adelanto de la adaptación que venía haciendo de los test Simon-Binet, a la realidad de

los niños mexicanos. Señalaba que una vez terminado su estudio lo recomendable sería

49
El Departamento de Salubridad instituyó el Centro de Higiene Escolar “Eduardo Liceaga” (1922), el
Centro de Higiene Manuel Domínguez (1923), sería hasta 1929, cuando se abrieron cinco más.
155

aplicarlos a los niños escolares en las escuelas, para determinar el nivel de desarrollo

mental en los niños normales y anormales, con el objetivo de separarlos para brindarles una

educación apropiada a sus capacidades. Por ello, proponía fundar escuelas especiales para

“anormales”, del tipo de las europeas, de lo que hablaremos en el siguiente capítulo.

Exhortaba a los profesores en psicología, hacer psicología infantil mexicana, brindar cursos

de especialización a los profesores encargados de los niños con este tipo padecimientos. 50

Por su parte, el profesor Toribio Velasco proponía la creación de gabinetes de

psicología experimental. El galeno Alberto Lozano Garza recomendaba el trabajo

interdisciplinario de médicos, pedagogos y abogados. Señalaba que había un importante

avance en la atención de los niños “anormales”, como lo pudo constatar en su visita a los

establecimientos para anormales en los Estados Unidos, en cambio en México se había

desatendido este aspecto.

Como observa, los campos médicos, jurídicos y escolares estaban dando entrada al

campo médico-pedagógico, lo que en otros países se venía dando desde finales del siglo

XIX, para buscar al niño la “anormal”, desde luego se partía de la idea de que las

capacidades intelectuales tenían un carácter natural, (algunos individuos nacían dotados de

inteligencia y otros no). El cuerpo de especialistas estaba habido de demostrar cuánta

anormalidad había en esos niños analfabetos y vagos, hijos de padres alcohólicos, de

parejas concubinas o de familias que no correspondían a un modelo de familia burguesa.

50
“Memoria del Primer Congreso…”, AHSS caja: 12, exp. 1, p. 15.
156

Francine Muel dice que para justificar científicamente la “anormalidad” se utilizaron

técnicas de medición, a la que se consideró una herramienta precisa, 51 los test.

Legislación y tribunal para menores

El licenciado Manuel Cruz, Magistrado del Tribunal Superior del Distrito Federal, propuso

establecer dos tribunales para niños, con sede en la ciudad de México, uno sería del orden

civil y otro del penal. El primero atendería los asuntos relativos al régimen de las familias

con hijos, para proteger los derechos legales de los niños; el segundo, se ocuparía de la

responsabilidad penal de los menores. Por lo tanto, los asuntos judiciales, civiles o penales

en que intervengan niños, seguirán sometidos en las Entidades Federativas a las autoridades

judiciales y a quienes corresponda conocer de ellos conforme a esta propuesta de ley, así

como a las leyes de procedimientos del orden común. Cada tribunal se integraría con tres

jueces, nombrados por el Tribunal Superior del Distrito Federal, quienes deberán ser

abogados con título oficial, “estar versado a juicio del Tribunal Superior en los problemas

sociales relativos a la educación y protección de la infancia, y ser de moralidad y buena

conducta notorias”.52 Cada tribunal para niños debería tener adscrito un Agente de

Ministerio Público, el cual sería considerado como parte, en todos los asuntos del

respectivo tribunal. Los padres, tutores, maestros o encargados de los menores podrían

asistir a los actos del tribunal, las personas autorizadas y el Ministerio Público; los testigos

se retirarían después de declarar; y los menores “en causa”, se retirarían de las sesiones

cuando lo considerara oportuno el tribunal. Los tribunales para niños dictarían

51
Francine Muel [1981], “La escuela obligatoria”, en Espacios de Poder, de Michel Foucault, Jacques
Donzelot y Claude Grignon, et., al., (Genealogía del Poder N° 6), Madrid, la Piqueta, pp. 123-142.
52
“Memoria del Primer Congreso…”, AHSS, caja: 12, exp. 1
157

“resoluciones” (lo correspondiente sentencias de adultos), con la asistencia de los tres

jueces y sólo por mayoría absoluta de votos. Y con respecto al apoyo de otros organismos

públicos se establecería lo siguiente:

Todas las autoridades del Distrito Federal, así como todas las corporaciones o
establecimientos oficiales del mismo inclusive la policía judicial y la administrativa,
prestarán a los Tribunales para niños la cooperación y ayuda que quepan en sus
facultades y atribuciones y que estos necesitaren y pidieren. Para corresponder con
autoridades de fuera del Distrito, deberá ocurrir al Tribunal Superior como conducto
legal. Además los mismos Tribunales tendrán a sus órdenes vigilantes remunerados
que auxilien sus labores en las averiguaciones necesarios o en la vigilancia de las
personas a quienes afecten sus decisiones; pudiendo aceptar para estos mismos
efectos, los servicios gratuitos que le ofrezcan personas privadas de cualquier sexo,
de buena voluntad y sentimientos filantrópicos. 53

El Tribunal Civil para Niños propuesto tendría similares competencias al

establecido entonces, en cuanto a las reclamaciones a los padres para el pago de alimentos

de sus hijos menores, estarían en derecho a recibir estos alimentos, los “hijos legítimos o de

naturales reconocidos, o que aún sin reconocimiento expreso estén en posesión del estado

de hijos naturales”. Se obligaría a las madres “a cuyo cargo hay niños, a que atiendan el

hogar, y muy especialmente la lactancia y cuidado de sus hijos”. Las autoridades aceptarían

la solicitud de los padres para obligar a sus hijos a “guardar obediencia y respeto” y los

padres podrían reprender a sus hijos de manera mesurada. Igualmente, se podría solicitar la

intervención de las autoridades, en casos tales como: cuando los hijos menores se fuguen

del hogar paterno, para obligarlos a regresar, igualmente, con las hijas “las hijas solteras

mayores de edad, pero menores de treinta años”, cuando se hayan separado de ellos sin

causa justificada. El tribunal atendería las controversias que surgieran entre el padre y la

53
“Memoria del Primer Congreso…”, AHSS caja: 12, exp. 1.
158

madre, en lo relativo a la educación y escuela de los hijos. El ejercicio de la patria potestad,

se modificaría, suspendería o perdería, conforme lo estableciera la ley, lo cual, aplicaría en

el caso de padres, tutores o “personas que por móviles altruistas los hayan tomado bajo su

protección y cuidado”, así como, para los padres que tengan a sus hijos en “estado de

abandono”. Y a los filántropos o instituciones de la misma índole, el tribunal atendería y

apoyaría a las organizaciones que se funden,

…para prestar amparo y protección a los menores de dieciocho años que se


encuentren abandonados, ya procurando su colocación en los establecimientos o
instituciones de beneficencia pública o privada, ya exhortando a personas privadas
de sentimientos filantrópicos para que los eduquen y atiendan moral y
materialmente, o ya procurando proporcionarles trabajo honesto que les produzca lo
suficiente para cubrir sus necesidades morales y materiales. 54

También atendería las solicitudes para “dispensa de impedimentos” en los casos de

matrimonio de menores de dieciocho años, concediendo las autorizaciones necesarias para

celebrar matrimonios. Las solicitudes para autorización de contratos de trabajo o de

aprendizaje, el tribunal exigirá que los padres o tutores puedan revisar los “contratos de

enganche” para prestar trabajos fuera del Distrito Federal, cuando se trate de menores de

dieciocho años, con el propósito de asegurar los alimentos de dichos menores, los requisitos

exigidos por la Constitución. El tribunal civil para niños atenderá los asuntos de su

competencia sujetándose a las leyes del Código de Procedimientos Civiles del Distrito

Federal.

Estos hombres y mujeres interesados en la infancia desvalida opinaban que los

niños se encontraban “lacrados por males físicos” y “torceduras espirituales”. La ponente

54
“Memoria del Primer Congreso… 1921”, AHSS, caja: 12, exp. 1
159

licenciada María Sandoval de Zarco, considerada por los asistentes al congreso como una

importante representante de la intelectualidad femenina de entonces, es muy persuasiva al

respecto. Así lo decía:

Protestemos contra una sociedad que permite que seres pequeños y desvalidos, se
reúnan agrupados, ya quisiéramos unos con otros; las más de las veces, en busca de
calor, acompañados de canes, en las banquetas de nuestras Avenidas en noches de
invierno; espectáculo que nos hacer pensar que bien quisiéramos vestir la
indumentaria de plumas con que nos adornan nuestros deturpadores, antes que
llevar inmerecidamente el estandarte de pueblo culto y civilizado.
Protestemos contra el espectáculo que ofrecen esos mismos niños sin hogar,
recorriendo en el día semidesnudos las calles voceando periódicos, en una lucha
terrible con la vida, para alcanzar el pan suyo y a veces de los suyos también...
Protestemos una vez más en nombre de los niños, contra el procedimiento precursor
de ese juicio, contra el menor y en virtud del cual, a la sola presunción de ser
culpables se les interna en un establecimiento de Corrección donde se les asocia con
verdaderos delincuentes, con algunos que sólo son responsables de alguna falta, y
con otros que ninguna culpabilidad o responsabilidad tienen; se les uniforma con un
traje que todos conocemos, y que impone el estigma vergonzoso de “Criminal” y se
les lleva de un lado a otro, públicamente, por las calles, para la práctica necesaria de
la averiguación. Algunas veces al terminar el proceso, sellará la Justicia ese calvario
de amargura y de vergüenza con un fallo condenatorio; pero otras, y son éstas las
más, se declarará inculpable al menor o responsable sólo de una falta; se le dejará en
libertad por compurgado o por falta de méritos...55.

Como podemos apreciar, en este comentario se referían a los niños en situación de calle y

de sus peripecias de sobrevivencia. En cuanto a que los menores en la correccional estaban

mezclados nos habla de que la tan anhelada separación por tipo de conducta en estos

lugares, en la práctica no se logró. También Zandoval señalaba que los menores detenidos

en las averiguaciones los llevan de un lado a otro los policías, lo cual, veía como una

situación vergonzosa para los menores, pero, no menciona que los policías en ese recorrido

los llevaban a la pulquería y los emborrachaban o los maltrataban.

55
AHSS, Fondo Salubridad Pública, sección Jurídica, p. 366.
160

Y “Tribunal penal para niños” tendría facultades para atender a las correcciones de

los menores transgresores conforme a las leyes vigentes: de niños menores de 18 años, de la

averiguación y castigo de los delitos que se les imputen, de la aplicación de las medidas

preventivas, de la concesión de la libertad preparatoria a los condenados, de conceder la

libertad de manera discrecional y de los permisos que para salir de la prisión a buscar

trabajo como autoriza la legislación penal vigente. Los mayores de 18 años, pero menores

de 21 no estarían sujetos a la jurisdicción del Tribunal, sino sometidos como los mayores

de edad, a la de los Jueces Menores, Correccionales o de Primera Instancia respectivos.

A los menores se les impondría a los menores lo siguiente: amonestación privada,

reprensión pública (solo estarían presentes las personas que pueden concurrir a las sesiones

del Tribunal), libertad restringida (con la obligación de presentarse al Tribunal en los días y

horas que al efecto se señalen), los padres, tutores o encargados de los niños sería los

responsables del cumplimiento de esta obligación, lo contrario implicaría una multa y su

aumento por cada reincidencia. Esta presentación debería hacerse ante la persona designada

por el Tribunal, la que estaría obligada a denunciar al Tribunal las omisiones en que se

incurra, y a informarle periódicamente sobre la situación y conducta del menor.

Se colocaría al menor en una familia honorable distinta de la suya, sería internado

en escuela, asilo u otro establecimiento de beneficencia pública o privada, designada en

atención a los requisitos del internamiento, y por tiempo señalado que no podrá exceder del

día en que cumpla su mayoría de edad.

Se colocaría al menor en talleres o establecimientos industriales por un tiempo no

mayor de seis años, pero excedería del día en que cumpla su mayoría de edad. Si los padres

o tutores del menor no hicieran el respectivo “contrato de aprendizaje o de trabajo”, el

Tribunal estaría facultado para hacerlo en nombre del mismo menor.


161

El Ministerio Público en el caso de un hecho delictuoso imputable a un menor de 18

años, sea cual fuere su sexo, consignará el caso al Tribunal Penal para niños, informando de

todos los datos a su disposición. Si el hecho delictuoso se imputase a la vez a menores de

dieciocho años y mayores de esta edad, la consignación de los mayores se haría a la

jurisdicción correspondiente, y la de los menores al Tribunal, se enviará copia de los

documentos y demás datos que se refieran al caso. El Tribunal abriría averiguaciones

tomando en cuenta la edad de los inculpados, el hecho imputado y su participación en él; y

se investigaría la situación material y moral del niño, a su familia, las condiciones en que ha

vivido y ha sido educado. Además el inculpado se sujetaría a examen de los médicos-

legistas, quienes informarían sobre su estado de su salud, desarrollo físico, intelectual,

moral y sobre todo lo relacionado al caso.

Los menores de 18 años no sufrirán en ningún caso detención o privación

preventiva en los establecimientos de prisión comunes. Tan pronto como sean consignados

al Tribunal, éste procedería provisionalmente en el sentido de regresarlos a sus padres,

tutores o encargados, siempre y cuando dieran garantías suficientes de moralidad, seguridad

y honorabilidad; o de ponerlos bajo la guarda y cuidado de personas o establecimientos

adecuados.

A los niños menos de 9 años, una vez comprobada su edad, se les declarará

irresponsabilidad penal, limitándose el Tribunal a la adopción de las medidas preventivas

según el caso. Cuando tengan entre 9 y 14 años, se decidirá previamente, en vista de los

primeros datos recogidos, si a juicio del Tribunal obró o no con discernimiento. En caso

negativo, se declarará su irresponsabilidad penal; en el afirmativo se continuará la

averiguación hasta agotarla para resolver sobre la responsabilidad penal del inculpado. Los
162

“inculpados” serían provistos de un defensor, sin perjuicio de que sus padres, tutores o

encargados. Para este efecto, el Tribunal tendría adscritos defensores de oficio, en el

número que fuere necesario.

A los niños de entre 9 y 14 años que hubieren obrado con discernimiento, como a

los de entre 14 y 18 años se les impondrán las penas establecidas en el Código Penal

vigente para los delitos respectivos. Las resoluciones del Tribunal Penal para niños, cuando

impusieran penas de arresto o reclusión mayores de tres meses, serían apelables ante la Sala

respectiva del Tribunal Superior del Distrito; en las demás no se admitirían más que el

recurso de aclaración.

Y estaría prohibido la publicación por la prensa de todo lo que se refiera a

actuaciones del Tribunal, en caso contrario impondría una multa (económica o arresto). Las

sentencias definitivas de estos Tribunales podrían publicarse, suprimiendo nombres y

apellidos de los menores a que se refieran.

En este punto, es importante subrayar que había un particular interés por la

fundación de un tribunal penal para los menores infractores y la elaboraría una

reglamentación especial. 56 La propuesta oficial era fundar “tribunales de derecho”. En esta

propuesta se contemplaba un abogado defensor. Esto permitiría que los niños pudieran

apelar las resoluciones de los jueces.

El doctor Oscar León Puig del servicio médico legal expuso su preocupación

sobre “El discernimiento de los menores delincuentes”, es decir, se preguntaba hasta dónde

se podía inculpar de un delito a un menor de edad, aduciendo que se había cometido con

56
La creación de tribunales para menores o cortes especiales surgió a finales del siglo XIX. El primer tribunal
para menores fue creado en Chicago en 1899. Mariano Ruíz-Funes, Criminalidad de los menores, México,
Imprenta Universitaria, 1953, p. 246.
163

plena conciencia de las consecuencias de sus actos.”57 En esos años, en países europeos

como Alemania estaba establecida la edad penal a los 18 años, en Francia a los 16 años y

en México a los 14 años. La edad penal implicaba que los transgresores antes de esas

edades se les aplicaba una pena menor, la que purgaban en correccionales, después de esas

edades se les enviaba a las cárceles de adultos.

Cabe mencionar, que para establecer la culpabilidad del menor transgresor se

tomaba en cuenta el discernimiento (capacidad de razonar), esto es, que el menor al

momento del delito estuviera consciente de las consecuencias de sus actos. Se les aplicaban

pruebas antropológicas para detectar su desarrollo físico y mental, por medio de exámenes

rápidos de inteligencia. El doctor León Puig, médico del servicio legal, señalaba que las

pruebas para establecer el discernimiento del transgresor (responsabilidad penal) no eran

objetivas, puesto que el desarrollo mental del niño continuaba todavía a los 18 años. Por lo

tanto, propuso tomar la “capacidad de imputación” en lugar de la existente del

“discernimiento”, fijando una edad límite los 18 años cumplidos para sancionar a un

transgresor como se venía haciendo en otros países.58

En ese entonces había dos edades la civil y la penal, el Código Civil de 1928

establecía la mayoría de edad a los 21 años cumplidos, en cambio en el Código Penal de

1929 al igual que los anteriores, la edad penal estaba fijaba hasta los 16 años. Fue en las

57
En 1896 se celebró un “Congreso Penitenciario sobre la Infancia”, en Ginebra, Suiza, en el que se acordó
no condenar a los menores de 16 años, sino internarlos para su reeducación. Pero –Ruíz-Funes dice-
desgraciadamente dichos acuerdos no se cumplieron, pues, los muchachos de esas edades se encontraban en
cárceles de adultos. Ruíz-Funes, Op cit., p. 281.
58
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 361. Desde los congresos internacionales del niño (1898), se
propuso retardar la edad penal en el caso de los menores transgresores hasta la edad de 18 años, a partir de la
cual, el juez podía juzgar al joven conforme al derecho común. Beneficencia Pública, doc. 287, en la
“Memoria de la Secretaría...”, p. 981. Cabe mencionar que para el caso mexicano en el Reglamento para el
ejercicio de la Prostitución de 1926 se estipulaba la edad de 18 años como edad penal. Esto es, el ejercicio de
la prostitución estaba prohibido para las menores a 18 años.
164

reformas del Código Penal de 1931 cuando se amplió la edad penal hasta los 18 años. Pero

¿qué implicaba la edad penal? La edad penal era inferior a la edad civil, la cual se

estableció en sus inicios tomando en cuenta la capacidad de discernimiento, la cual como se

mencionó antes, consistía en detectar en el menor su tenía consciencia de sus actos

antisociales y de sus consecuencias. Con base en esto, los juristas hicieron una división

cronológica para la aplicación de sanciones.

En el Código Penal de 1872 es evidente este fraccionamiento cronológico que

aparece de la siguiente manera: a los menores de nueve años no se les consideró sujetos de

sanción, en cambio los de nueve a catorce si se encontraba que procedía con discernimiento

al cometer el delito eran sujetos de sanción y encierro en las correccionales. Para lo cual,

los peritos legistas se encargaban de establecerlo, es decir se interrogaba al menor para

detectar si en el momento del ilícito él estaba consciente del hecho y de sus consecuencias.

A los jóvenes de más de 14 y menos de 18 años se les consideraba con capacidad de

discernimiento, sin embargo, se buscaba establecer el grado de desarrollo alcanzado o si

carecían de él a pesar de su edad. En el caso de estos transgresores purgaban su condena en

la cárcel de adultos.

En instituciones como el Tribunal para Menores creado posteriormente, se aplicaban

los test psicológicos para detectar el nivel de inteligencia de los menores, que les permitía

determinar el grado de peligrosidad, de lo que hablaremos en otro capítulo. Más allá de la

peligrosidad que ya hemos mencionado, a los menores transgresores se les segregaba en

cárceles o escuelas correccionales y el tratamiento era una “ortopedia” (rehabilitación),

basada en una disciplina, alfabetización y enseñanza de oficios, así como dibujo y natación.
165

De correccionales a casas de orientación

El doctor José Torres Torija, jefe del servicio médico legal de la Secretaría de Gobernación,

decía que con el propósito combatir y prevenir la criminalidad juvenil era necesario tomar

medidas profilácticas penales y penitenciarias, basadas en un mismo principio educativo.

Las profilácticas serían contar con un “Patronato” en la familia, escuela y taller. La

privación judicial del ejercicio de patria potestad de los padres “indignos”.

Se colocarían a los niños en cuestión, en “familias honradas”, de preferencia fuera de la

ciudad. Se crearían casas de “preservación especiales”. En cuanto al tratamiento penal y

penitenciario: se desecharía el discernimiento tradicional; se facultaría al Juez, con base en

una “libertad ilimitada”, para que decidiera según el caso, lo más conveniente para el menor

en cuestión, entre una serie de medidas de “disciplina doméstica”, que consistirían en: la

reprensión, multas leves pagadas por el mismo culpable con su salario, arresto breve en un

establecimiento pedagógico de disciplina (correccionales), condena condicional, quedar a

disposición del Gobierno para la educación sistemática y profesional hasta la mayoría civil

en establecimientos del Estado, con libertad condicional como medida de prueba.

Cualquier decisión tomada con respecto a jóvenes delincuentes o próximos a serlo,

debería estar precedida obligatoriamente por un examen médico-psicológico del menor en

cuestión y de los antecedentes de sus “ascendientes”. La autoridad de los “médicos

psicológicos deberá ser reconocida en absoluto”, con el propósito de que puedan prescribir,

en caso necesario, el tratamiento “médico pedagógico especial”, tanto para los menores en

general y sobre todo para los niños “retrasados”. En cuanto al procedimiento contra los
166

jóvenes transgresores deberán tener la menor publicidad posible. Este es el deseo al cual

“podríamos aspirar, tratándose de los jóvenes delincuentes en nuestro país”.

Torres Torija decía desgraciadamente ni en el orden biológico ni en el social se

pueden dar saltos y es preferible hacer primero lo que se pueda, para llegar después a lo

que se deba, teniendo siempre por norma e ideal el mejoramiento constante.

Propuso modificar la organización y funcionamiento de las escuelas correccionales,

Nuestros mal llamados establecimientos correccionales, producen pues, merced a


sus pésimas condiciones, un resultado diametralmente opuesto, de aquel que de
ellos debería esperarse y en la mayoría de los casos transforman al niño, delincuente
ocasional e irresponsable casi siempre, en delincuente responsable y habitual. 59

Continuando con el relato, al “Tribunal penal” del que venimos hablando, se le

subordinarían las correccionales, bajo una nueva noción de Casas de Orientación por su

objetivo pedagógico y terapéutico. En esos años, también se planteó la necesidad de crear

los hogares-escuela para la protección de los niños abandonados y delincuentes, se decía

que para así “retirar a los niños del arroyo” proporcionándoles albergue y alimentos,

dotándolos de un oficio, industria o trabajo “que los haga útiles a sí mismos y a sus

semejantes”.60 Asimismo se argumentó la necesidad de fomentar el principio religioso

como una base de la educación moral, en las correccionales. Lo que posteriormente no fue

posible por los conflictos entre autoridades y clero religioso.

59
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 369.
60
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 25.
167

Corolario del Congreso Mexicano del Niño: leyes, reglamentos y creación de


Tribunales para Menores

Entre otros aspectos hablaron del delito de estupro, el que se propuso sancionar con mayor

rigor como una medida preventiva de protección a la infancia. 61 Esta figura delictiva al

igual que los atentados al pudor o la violación estaban sancionadas desde el Código Penal

de 1871, pero no cambió en las reformas que se le hicieron a éste en 1929 y en 1931.

También se habló de la urgencia de leyes protectoras para reglamentar el trabajo

infantil, ya que los niños desde muy pequeños ingresaban a los talleres aún sin haber

recibido la instrucción primaria. La Organización Internacional del Trabajo desde su

fundación en 1918 propuso reglamentar el trabajo infantil. En México, éste se reglamentó

junto con el femenino en el año de 1932, y al año siguiente el Departamento de Salubridad

propuso nuevas restricciones para proteger a los menores, con el artículo 202 para ser

incorporado al Código Penal que dice lo siguiente: “Queda prohibido emplear a mujeres y a

menores de edad en cantinas, cervecerías, cabarets y salas de baile. La contravención de

esta disposición se sancionará con prisión de tres meses a un año y con multa de cien a un

mil pesos”.62

Otro acuerdo del congreso fue que se prohibiera a los niños la entrada a

espectáculos como: corridas de toros, peleas de gallos, exhibiciones de box y frontones. En

cuanto al cinematógrafo se dijo que tenía ventajas y desventajas, por lo cual, se debía crear

una reglamentación para seleccionar las películas infantiles, prohibiendo exhibiciones

61
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 24.
62
AHSS, fondo Salubridad Pública, sección Inspección Antivenérea, exp. 1.
168

violentas para ellos, y se recomendaba su utilización de manera educativa, así como

promover en las escuelas presentaciones al aire libre.63

El licenciado Valente Martín Casao, estudioso de las clases sociales en

Tlacotalpan, desarrolló una tipología de los padres a los cuales clasificó en cuatro grupos:

“el primero lo constituían los indiferentes que se conformaban con legar fortunas a sus

hijos, pero no se preocupaban por educarlos; el segundo correspondía a los padres viciosos

o gastadores; el tercero, era de los padres trabajadores que instruían a su prole; y el cuarto,

el de los carentes de recursos económicos”. 64 En 1933, el Departamento de Salubridad con

base en las sugerencias de dicho licenciado propuso la incorporación en el Código Penal un

artículo para limitar la tutela a los padres irresponsables, el que dice lo siguiente: “Los

padres o tutores del menor, por su abandono, perderán la Patria Potestad y el derecho a los

bienes del afectado”.65

La legislación mexicana se ocupaba de los menores, como seres dependientes, es

decir como hijos de familia supeditados a la tutela de sus padres o del Estado. También a

los padres se les impusieron obligaciones legales con sus hijos. Estos derechos y

obligaciones forman parte del conjunto de los derechos humanos, ideal común que pretende

beneficiar al más débil, como en el caso de los niños y adolescentes. Así pues con respecto

a los menores de edad, sus derechos esenciales de los que se derivan otros y que sus padres

o el Estado tenían la obligación de proporcionar eran protección, alimentación y educación.

Por otro lado, se aprobó la creación del “Tribunal para menores delincuentes del

Distrito Federal”, se le facultaría atender todo relacionado con los procesos en que los

63
“Memoria del Primer Congreso…”, p. 21.
64
“Memoria del Primer...”, p. 18.
65
AHSS, f. SP, s: IAV, exp. 1.
169

acusados fueran menores de 18 años. El Tribunal tendría su residencia en la misma

población en donde se ubique un establecimiento de corrección penal, ocupando una

dependencia del mismo edificio. El Tribunal se compondría de tres Magistrados, dos de

ellos deberían médicos especialistas en psiquiatría y el Presidente sería abogado con

práctica especial en materia penal. Estos funcionarios serían inamovibles y sólo podrían ser

removidos con causa justificada y por sentencia judicial en los términos fijados por la ley.

El Tribunal de menores delincuentes tendría competencia para instruir todos los

procesos contra menores de dieciocho años: para sentenciar (los procesos en los términos

de esta ley), conceder la libertad preparatoria y ordenar la retención, ordenar toda clase de

medidas de protección para menores abandonados. La penalidad para los menores

delincuentes sería de reclusión en las “colonias agrícolas” por el tiempo que considere el

Tribunal; pero que no se excedería del tiempo que faltare al menor para cumplir veintiún

años. La indisciplina del recluso en la “colonia agrícola de menores” condenados sería

castigada, cuando ésta hiciera imposible continuar en dicha colonia, el Tribunal lo

trasladaría a otro establecimiento, según las circunstancias del penado. Aunque la pena para

los menores delincuentes sería indeterminada, pero no debería excederse de tres años. La

penalidad en dichos establecimientos estará dividida en períodos que serán tres, y que se

diferenciarán según las libertades de que vaya disfrutando el recluso. El Tribunal de

menores delincuentes designaría delegados en la población más cercana a la colonia,

tomados de entre las personas de ambos sexos de la localidad, que tendría el encargo de

vigilar la administración en la colonia y la conducta de los jóvenes reclusos. En el caso de

las menores transgresoras, después de cumplido cierto tiempo de reclusión, el Tribunal

podría proponerse que una menor (transgresora) ingrese al seno de una familia honrada o
170

que viva en calidad de huérfana (sola). Este trato es más paternalista con las mujeres, pues

se les consideraba incompetentes para guiarse por ellas mismas.

El procedimiento en los procesos se ajustará a lo dispuesto en el Código de

Procedimientos Penales, pero la forma de los interrogatorios y careos sería paternal,

procurando “los Magistrados adquirir la confianza del menor, haciéndole comprender que

no se trata de sujetarle a un castigo, sino de educarlo y moralizarle, procurándole

conocimientos útiles y despertando en él sentimientos de honradez y de rectitud”. Los

sacerdotes de las comunidades religiosas se les permitirían el acceso a los establecimientos

correccionales y colonias para menores delincuentes, dentro de los límites fijados por los

reglamentos respectivos. En las resoluciones y sentencias pronunciadas por el Tribunal no

habría el recurso de apelación, sino de aclaración. Las sentencias definitivas serían

pronunciadas por mayoría de dos magistrados por lo menos, el tercero en desacuerdo

emitiría su voto individual.

En fin, los diversos temas tratados estaban impregnados de la corriente médico-

pedagógica, sus dos vertientes eran la higienización y la eugenesia, culpaban a la

“degeneración de la raza” como la causante de todos los “males” que aquejaban a la

sociedad mexicana, tanto en lo físico, como en lo intelectual y lo moral. La teoría de la

degeneración de Benedict Morel se actualizaba y legitimaba como un saber moderno por

congresistas interesados en el niño abandonado. Todo esto tuvo importantes repercusiones

en la concepción del cuerpo y mente del niño. La fórmula era una herencia “degenerada”

que tornaba a los niños en individuos inviables para una vida social “normal”, no obstante,

si eran viables como “conejillos de indias”, para darle juego a una diversidad de
171

especialistas que necesitaban justificar sus teorías y prácticas en el campo infantil. 66 Así

pues, el niño en abandono moral, el que se salía de los parámetros establecidos, ingresaba a

un mundo de clasificaciones y encuadramiento médico-pedagógico, por decir lo menos, al

mundo de la “anormalidad”. La eugenesia y la higiene mental (con su ingeniería social con

su profilaxis y sus test de inteligencia) jugaron un papel destacado en la transición del niño

abandonado a niño anormal. Y las instituciones infantiles sirvieron de anclaje a los

especialistas en el terreno médico-pedagógico para imponer sus ideas, y a la vez, ejercer un

monopolio de poder en ese campo profesional como diría Michel Foucault de poder-

saber.67

Declaración de Derechos del Niño: Primer Código del niño

Desde los primeros debates en los congresos internacionales filantrópicos se trató el

problema del niño en “abandono moral”, de la articulación de diversas asociaciones y

patronatos para protegerlo, así como de la creación de instituciones educativas,

asistenciales y correctivas. Simultáneamente se produjeron otros congresos los médico-

pedagógicos y los escolares. Posteriormente, el niño abandonado transitó a niño anormal a

causa de su herencia “degenerada”, desplegándose toda una parafernalia y especialista que

lo veían como un “peligro” racial. En este sentido se venía pensando a los niños de los

66
La teoría de los “campos” como la entiende Bourdieu, es la forma como se estructura la vida social, son
espacios especializados de la práctica social, conjunto organizado de elementos de relaciones objetivas entre
agentes e instituciones determinadas, lugar de las luchas por el monopolio del poder y lugar en donde se
engendra y afirma “el valor” de las obras determinadas. Pierre Bourdieu [1980], “Quelques propietés des
champs, en Questions de sociologie, pp. 113-120, y Sociología y cultura, México, Fondo de Cultura
Económica, 1990, (colec. Los Noventa).
67
Michel Foucault [1984], El discurso del poder, México, Folio Ediciones, pp. 184-185. Citado por Elena
Azaola, Elena Azaola [1990], La institución correccional en México. Una mirada extraviada, México, Siglo
Veintiuno Editores.
172

sectores populares, niños que no tenían derecho a vivir su infancia, como los de otros

sectores sociales.

Después de una conflagración tan devastadora como la Primera Guerra Mundial,

que entre otros aspectos afectó considerablemente a la población infantil y juvenil, los

países europeos admitieron que niños y adolescentes no sólo estaban “abandonados” por la

familia, sino también damnificado por los conflictos sociales. 68 Y es justo en este contexto

de cambios, iniciando los años veinte del siglo XX, resurgió un renovado interés por la

restauración de organismos internacionales de ayuda mutua y se fundó la “Sociedad

Internacional para la Protección de la Infancia”, la que más adelante desembocará en el

Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, (UNICEF), encargada de “estimular” el

cumplimiento de los acuerdos sobre la protección de la infancia en los países congregados.

Cabe mencionar que los niños durante siglos permanecieron sin derechos propios y

sometidos a la voluntad paterna o de los adultos. Los niños que sus padres no los podían

mantener o porque simplemente no los querían eran abandonados “expuestos” o vendidos

como esclavos o vendidos para la prostitución como lo refiere John Boswell, para el

medioevo.69 En el siglo XIX se tienen contadas referencias de la falta de derechos de los

niños, la novela del francés Jules Vallès en su obra El niño (1879) que da referencia del

maltrato que sufrían los niño por padres y profesores; y la reflexión sobre los derechos del

68
En el período de la primera Guerra Mundial (1914-1918) y luego de la posguerra los niños y adolescentes
fueron afectados en infinidad de aspectos, tales como la neurosis, desnutrición y enfermedades como
consecuencia de la deficiente alimentación, sin considerar a los heridos. Niños y adolescentes fueron llamados
al frente militar lo que provocó una acelerada precocidad en ellos, y su posterior incorporación a las filas de la
delincuencia (en época de paz), se observó que el mayor aumento de trasgresores tenían entre 14 a 16 años.
La “delincuencia juvenil” se ha caracterizado por su mayor violencia, además. Mariano Ruíz-Funes,
Criminalidad de los menores, México, Imprenta Universitaria, 1953, pp. 360-370.
69
Véase a John Boswell, [1988], La misericordia ajena, España, Muchnik Editores.
173

niño de Kate D. Wiggin (1892) y a principios del siglo XX, “La Declaración de Ginebra”

(1924) redactada por Englantyne Jeff.

En la medida que en que la particularidad infantil vino adquiriendo carta de naturaleza

(familia y escuela) también se fueron enumerando y sistematizando el “deber ser” en la

vida del niño y sus necesidades de protección biológica, psíquica y pedagógica, lo que con

el correr de los años quedaría inscrito en un “código del niño”. En la V Asamblea de la

Sociedad de las Naciones realizada en 1924, se firmó la “Declaración de Derechos del

Niño”, mejor conocida como la “Declaración o Carta de Ginebra”, (redactada un año antes

por la pedagoga Englantinne Jebb). Este fue el primer estatuto del niño reconocido y

avalado por dicho organismo internacional, el cual, por su importancia se cita completo:

El niño debe ser protegido excluyendo toda consideración de raza nacionalidad o


creencia.
El niño debe ser ayudado respetando la integridad de la familia.
El niño debe ser colocado en condiciones de desarrollarse de una manera normal, física
y espiritualmente.
El niño hambriento debe ser alimentado; el enfermo debe ser asistido; el retrasado debe
ser estimulado; el extraviado debe ser conducido; el huérfano y el abandonado deben
ser recogidos y socorridos.
El niño debe ser el primero en recibir socorros en épocas de calamidad.
El niño debe ser dotado de medios con qué ganarse su vida y debe ser protegido contra
toda explotación.
El niño debe ser educado, inculcándole la convicción de que sus mejores cualidades
deben ser puestas al servicio del hombre. 70

La Declaración de Ginebra sobre los “Derechos del Niño” fue el primer paso firme en el

reconocimiento internacional del niño como sujeto de ciertos derechos de la colectividad y

70
Joel Francisco Jiménez García, Derechos de los Niños, México, Cámara de Diputados de la LVIII
Legislatura, UNAM, 2000, pp. 8 y 9. Mariano Ruíz-Funes, op, cit., pp. 333, 334 y 329.
174

no sólo como integrante de la familia. El siguiente paso transitaría por la aceptación de los

gobiernos de los países miembros de los organismos internacionales y conforme a su

normatividad de elaborar su propio estatuto del menor, incorporándolo a sus leyes y

reglamentos.

En los derechos del niño también estaban considerados los adolescentes o jóvenes

(14 o 16 años), en lo tocante a la protección laboral como trabajadores, con acciones para

reducir las jornadas laborales y la prohibición del trabajo nocturno; y la protección escolar,

como estudiantes en el sentido de cuidar su moral en las escuelas.

Si bien, este fue paso importante de reconocimiento del niño como sujeto de ciertos

derechos de la colectividad, no obstante, esta representación como un niño ideal, al que

alguien debía proporcionarle lo indispensable para su desarrollo y sin precisar las

obligaciones de los gobiernos para velar por su bienestar, 71 restaba eficacia a ese

reconocimiento. En todo caso, lo que podemos considerar como más relevante, es que

presenta de manera sistematizada algunos aspectos sobre las necesidades de la infancia.

Esto es, los puntos neurálgicos estaban detectados, pero sólo quedaron señalados como

necesidades individuales y sociales. De todas formas, el hecho de plasmarlos en un

documento que fue proclamado por la Sociedad de las Naciones fue un acontecimiento

importante en la valoración de los niños como integrantes de la sociedad.

En poco tiempo, algunos países latinoamericanos elaboraron su código del niño, por

mencionar algunos fueron: Brasil y Costa Rica (1927), Uruguay (1934) éste país lo

denominó “código del menor”, el cual fue tomado como modelo por ser el más completo.

La elaboración del mencionado código, también tenía como telón de fondo, acondicionar
71
Véase a Susana Romero, “Un siglo de legislación sobre infancia en América Latina”, en Historia de la
Infancia en América Latina, Pablo Rodríguez y María Emma Mannarelli, coords., Colombia, Universidad
Externado de Colombia, 2007. p. 623.
175

un cuerpo de leyes cuyo contenido abarcara los aspectos de “eugenesia, gestación,

desarrollo, bienestar, higiene, educación, trabajo y servicio social”. 72 Uno de los propósitos

del mencionado código era atender a los niños moral y materialmente abandonados

impulsando políticas públicas.

También se formó un “Consejo del Niño” para que fungiera como organismo

ejecutor. Y para brindar una adecuada atención a los menores se hizo una clasificación por

edades: prenatal, primera infancia de 1 a 7 años, segunda Infancia de 7 a 14 años y

adolescencia de 14 a 21 años.73

En el Séptimo Congreso Panamericano del Niño (1935), en la ciudad de México, se

habló de la “urgente necesidad” de que en todo el continente Americano se elaborara un

“Código del Niño”. Esto indica que todavía faltaban buena parte de países latinoamericanos

que crearan su estatuto. En el transcurso de los siguientes años los gobiernos occidentales

fueron incorporando los derechos proclamados por los organismos internacionales en sus

leyes y reglamentos. En México el gobierno encargó a la Secretaría de Educación Pública

la formulación de dicho código, sin embargo según señala Mariano Ruíz-Funes, éste nunca

llegó a concretarse.74 No obstante, en los hechos se venía concretando una política infantil,

como se verá en el gobierno cardenista un fuerte impulso a las instituciones asistenciales,

sanitarias y educativas infantiles.

Es importante destacar, que el niño y la madre se consideraron un binomio

inseparable, por lo tanto, había que ayudar también a la madre si se quería proteger al niño.

Para proteger al niño se empezaría por exigir el certificado de salud de los contrayentes

72
Joel Francisco Jiménez García, op. cit., p. 330.
73
Este código dividía a la infancia: en primera de 1-3 años, la segunda de3-14 años. Después surgirá otra: de
1-7años, 7-14 años.
74
Argentina hizo su código en 1935, el cual modificó en 1938 y también en 1941. Y en Perú hubo un
bosquejo de código en 1938. Mariano Ruíz-Funes, op, cit., p. 329.
176

(prenupcial); se protegería a la madre y al hijo desde su concepción, obstaculizando de

manera más decidida el aborto. En este punto es importante, señalar una contradicción

puesto que estaba la propuesta del “aborto eugenésico”. En las etapas prenatal y postnatal

con los cuidados en el parto y puerperio. En la primera y segunda infancia con la atención

médica. En la escuela cuidando el desarrollo moral e intelectual del niño. En la pre-

adolescencia y adolescencia en defensa de su moral prohibiendo a menores la entrada a

lugares y espectáculos públicos, así como a lecturas “indebidas”. A los estudiantes y

obreros la protección jurídica en la escuela y el trabajo. A los menores transgresores

protegiéndolos de ser procesados como adultos, creándoles tribunales especiales, jueces

pupilares y trabajadores sociales como oficiales de prueba. Por último creando patronatos

de menores que se encargaran de la vigilancia y protección de los derechos de los menores.

Hacia 1946, en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas

(ONU) se estableció el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), a la cual

se adhiriendo primero los países europeos y después lo hicieron los latinoamericanos,

entidad que hasta la actualidad se ocupa de la protección y del desarrollo del niño. 75 Cabe

mencionar que entre los años de 1946 a 1959 se le hicieron algunas revisiones a la “Carta

de Ginebra” y se elaboró el denominado “Decálogo de los Derechos del Niño”, proclamado

por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), éste se expresó en el mismo sentido

que el anterior. Entre las décadas de los sesenta a los noventa del siglo XX, fue cuando

quedaron asentadas las obligaciones para los gobiernos de velar por los derechos de los

niños. Y la Comisión Internacional de los Derechos Humanos elaboró el “código del

menor” que abarcó los ámbitos familiares, educativos, sanitarios y recreativos, y sobre todo

75
El ABC de las Naciones Unidas, Nueva York, Departamento de Información Pública de la ONU, 1995, pp.
3 y 185.
177

para protegerlos contra la explotación sexual y laboral a la que han estado sometidos desde

siempre. Y se ha venido luchando por el respeto a los “derechos de los niños”, para que los

gobiernos y la sociedad cumplan con la obligación de protegerlos. En 1990, el Fondo de las

Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) definió al niño de la siguiente manera: “se

entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad. Con excepción de los

seres humanos que hayan alcanzado antes la mayoría de edad, a consecuencia de que su

régimen legal así lo establezca”. 76

Congresos Panamericanos del niño

En la segunda década del siglo XX, también los países latinoamericanos junto con los

Estados Unidos venían realizando sus propios congresos de protección al niño.77 El Primer

Congreso Panamericano se efectuó en Buenos Aires en 1916, los debates y reflexiones

versaron sobre los mismos temas del abandono moral, paternidad irresponsable, educación,

salud, higiene, así como de la conveniencia de fundar escuelas “especiales”, correccionales

y tribunales para menores, en particular se trató el aspecto legal de los menores

transgresores.78 En este mismo año, Argentina elaboró el primer código del niño

latinoamericano,79 en el que se contemplaba la protección de mujeres y niños trabajadores,

la prohibición de la entrada a menores a ciertos espectáculos, la obligatoriedad de la

asistencia escolar, así como la fundación de un “Consejo de Menores” y los jueces de

menores.

76
Joel Francisco Jiménez García, op. cit., p. 186.
77
En 1907 se realizó el Primer Congreso Nacional sobre el Niño en Estados Unidos, en 1913 Argentina hizo
el propio. Susana Romero, op. cit., p. 621.
78
Susana Romero, op. cit., p. 621.
79
En 1935 Argentina nuevamente hizo su código del niño, lo reformó en 1938 y después en 1941. Y en Perú
hubo un bosquejo de código en 1938. Mariano Ruíz-Funes, Op. Cit., 1953, p. 329.
178

El Segundo Congreso Panamericano se realizó en Montevideo, Uruguay en 1919,

también Brasil fue sede del Tercer Congreso Panamericano del Niño en 1922, donde se

emitió un voto para que los países miembros elaboraran una “Ley de Protección a la

Infancia” y sus gobiernos se erigieran “en padres de los hijos del pueblo y en sus

guardianes del derecho a la vida”, para que se crearan Cortes Infantiles y un organismo

centralizado de protección a la infancia. 80 Esta idea del “derecho a la vida”, se puede

interpretar como un reconocimiento incipiente de los derechos del niño, pero, estos todavía

estaban muy lejos de concederse, puesto que no se especificaba la obligación de los

gobiernos para hacerlos cumplir, como ya se mencionó anteriormente, sólo se enunciaban

como un deber moral, es esto, como un llamado a misa, donde va el que quiere.

Para 1924, varios países firmaron el acta de fundación del Instituto Interamericano

del Niño, como resultado del Congreso Panamericano, en el cual, México no estuvo

representado por los conflictos políticos por la sucesión presidencial que se vivía en este

año en el país.

De acuerdo a la reunión celebrada en el 4º Congreso Panamericano del Niño,

(Santiago de Chile en 1924), se fundó el Instituto Internacional Americano de Protección a

la Infancia en el año de 1927, con sede en Montevideo, Uruguay. Sus instrucciones serían:

a) Reunir ordenadamente publicaciones, documentos, leyes, etc., relativos al


cuidado y protección de la madre y del niño.
b) Realizar encuestas entre las instituciones y personalidades apropiadas y dar a
conocer los resultados del estudio de la documentación recibida
c) Contestar a las consultas formuladas por autoridades, instituciones o personas
sobre cuestiones tocantes al bienestar de la infancia.
d) Realizar propaganda a favor del bienestar del niño

80
Susana Romero, op. cit., p. 621.
179

e) Propender a la realización periódica de los Congresos Panamericanos del niño,


publicar las discusiones, conclusiones y trabajos de los mismos.
f) Organizar una biblioteca pública con los trabajos recibidos
g) Publicar trimestralmente por lo menos, el Boletín del Instituto Internacional
Americano de Protección a la Infancia.

El Séptimo Congreso Panamericano del Niño en 1935, se realizó en la ciudad de México,

donde nuevamente se exhortó a los países que no habían elaborado su propio código, para

hacerlo, con el propósito de promulgarlo conjuntamente en el continente Americano.

También se habló de la ayuda a las madres obreras con la creación de lactarios anexos a las

industrias. 81 El gobierno mexicano encargó a la Secretaría de Educación Pública la

formulación de este estatuto, sin embargo, según señala Mariano Ruíz-Funes, por diversas

razones éste nunca llegó a promulgarse como tal. 82 No obstante, en México se venían

realizando sus propios congresos del niño mexicano, participando en los panamericanos e

internacionales; así como, materializando una política infantil y creando instituciones

sociales para menores, durante las décadas veinte y treinta del siglo XX. Los gobiernos

desde principios de los años veinte hasta los años cuarenta fueron sentando los cimientos de

una política infantil, en particular la política asistencial de la administración cardenista

amplió el ámbito de protección de los niños y sus familias.

Con los acuerdos del 8º Congreso del Niño, se celebrado en Washington en el año

de 1942, se ampliaron las atribuciones al Instituto Internacional Americano de Protección a

la Infancia, para efectuar los “Congresos del Niño”, llevar a cabo las resoluciones y

recomendaciones aprobadas en las asambleas, colaborar en la preparación de sus

reglamentos y programas. Los gobiernos americanos reconocerían al instituto como el

81
Ibídem., p. 624.
82
Mariano Ruíz-Funes, Op. cit., pp. 328-329.
180

centro de estudios y de acción cooperativa en lo concerniente a la enseñanza y bienestar de

los niños, se vincularía a otras organizaciones interamericanas, como la Unión

Panamericana, donde se informarían de todos los eventos relacionados para tal fin. 83

En suma, en los países del continente Americano de acuerdo a sus estatutos y

elementos culturales, incorporaron aspectos fundamentales de la “Carta de Ginebra”,

añadiendo los propios de la realidad del niño latinoamericano y estadounidense. 84 Los

temas reiterativos como la fundación de Tribunales para Menores, la creación de una casa

central o clínica de observación para los menores desvalidos, abandonados o infractores, el

estudio eran temas reiterativos en dichos congresos, así como en congresos nacionales o

internacionales.

En fin, el niño y sus necesidades de protección convocaron a congresos nacionales,

internacionales y panamericanos, donde los “protectores” de la infancia al unísono hablaron

de las necesidades de protección del niño, en sentido amplio, de sus derechos, de lo que

debía hacerse con él, de su salud, educación y moral. En otras, palabras de dirigir, prevenir

y orientar la vida del niño.

El niño primero fue considerado un “peligro” social, después pasó a niño en

“abandono” moral, para llegar al niño “anormal”, como veremos en otro capítulo, pero con

ciertos derechos. Ese tránsito a la anormalidad se justificó en razón de la herencia como un

determinismo biológico, se establecía el nivel de desarrollo intelectual, capacidades y las

posibilidades educativas del niño.

83
Biblioteca Digital Daniel Cosío Villegas, Conferencias Internacionales Americanas, Primer Suplemento
1938-1942. Recopilación de Tratados y otros documentos. Edición electrónica a cargo de Macario Ortiz y
Ernesto Morales. http://biblio2.colmex.mx/coinam/coinam_1_suplemento_1938_1942/base2.htm
84
Argentina hizo su código en 1935, el cual modificó en 1938 y también en 1941. Y en Perú hubo un
bosquejo de código en 1938. Mariano Ruíz-Funes, Óp., cit., p.329.
181

En fin, las propuestas de las discusiones internacionales sobre el tratamiento de los

niños abandonados fueron retomadas por los interesados en la niñez mexicana en cuanto a

ocuparse de ellos, desde los aspectos médico-pedagógicos, dando paso al niño “anormal”,

el cual, se abastecía de vagos e infractores. La supuesta anormalidad abrió la puerta a un

campo de especialistas, de escuelas especiales, tribunal para menores y casas de orientación

(anteriores correccionales), como veremos en los capítulos siguientes, con el objetivo de

que niños y adolescentes etiquetados de “anormales”, (vagos, indigentes, delincuentes)

recibieran el tratamiento adecuado en escuelas especiales o casas de orientación para su

reeducación.
182

CAPITULO IV

EL NIÑO DELINCUENTE Y ANORMAL

En 1923, Salvador Lima, profesor y partidario de la “escuela activa”, escribía acerca de las

tres personalidades del niño: moral, social y nacional. En el aspecto moral decía que el niño

era “incapaz de guiarse solo en la vida”, porque su comportamiento algunas veces era

razonado, otras le ganaba lo instintivo. Por lo demás no era autónomo, carecía de

“conciencia y dignidad”. En el aspecto social, decía que existían factores que intervenían en

la “formación y evolución de la moralidad infantil”, la calle con sus peligros, los talleres

con sus promiscuidades, los espectáculos públicos, en las transmisiones por radio de los

debates de jurados populares, en las novelas y hasta en la prensa diaria, en todo esto, se

hacía “apología del crimen y del vicio”, los hechos sociales próximos o lejanos repercutían

en la vida del niño, modificando sus circunstancias. Y su personalidad nacional dependía

del progreso o decadencia de su pueblo, de la vida interna de la sociedad y de las

influencias del extranjero, así como de la “herencia material, intelectual y moral” que le

legaban sus antepasados.1 Aquí el punto central fue su concepción del niño como un

individuo con carencias, sin razón e instintivo, sin conciencia y dignidad. La idea de que el

niño nacía incompleto y que la educación le permitía remediar esas carencias, venía desde

los padres de la pedagogía (fines siglo XVIII). La capacidad de discernimiento se tomaba

1
Salvador Lima, Los Niños Moralmente Abandonados y la Función Social del Tribunal Para Menores de la
Ciudad de México. México: Herrero Hermanos Sucesores, 1929. Biblioteca de México, Fondo Reservado,
Colecc. Carlos Basave, Vol. 53, Folio 4.
183

en cuenta para decidir si un menor imputado de un delito obraba de manera razonada o no,

esto es, si en el momento de delito fue consciente de las consecuencias de sus actos. Y el

asunto de los instintos como rectores del comportamiento humano es un punto aparte.

Foucault dice que el gran vector de la anormalidad tuvo como antecedente la aparición de

la noción de instinto, el cual, se vinculó a lo que se entendía por enfermedad mental

(locura) propiamente dicha, de lo que resultaron los pequeños monstruos perversos

(marcados sociales), a finales del siglo XIX. La noción de instinto se utilizó en el saber,

pero también en funcionamiento del poder psiquiátrico, de tal manera, que entraron en

cuestionamiento no sólo los grandes trastornos o las irregularidades, sino también las

pequeñas irregularidades de conducta que no incumbían a la locura propiamente dicha. 2

Estas irregularidades de conducta derivaron en consideraciones de anormalidad, como una

patología social, el niño delincuente como heredero de una constitución “degenerada” se

tornó en un “anormal”.

El surgimiento de la infancia anormal derivó en el desarrollo de una tecnología

pedagógica y médico-psiquiátrica para contener la constitución “anormal” de los niños

abandonados para ser contenida por medio de medidas preventivas y profilácticas. Las

clasificaciones y su nomenclatura para representar dicha anormalidad eran variadas,

diversas e incluso fluctuantes. El aprovechamiento escolar entró en el terreno de la

anormalidad, como un punto neurálgico de manifestación de incapacidad intelectual en el

infante. De esta manera, el escolar retrasado o faltista y el menor transgresor aparecían en

la lista de los anormales o incapacitados. Igualmente, dieron origen a una diversidad de

“escuelas especiales” o correccionales o de resguardo, multiplicidad de “clases especiales”

2
Michel Foucault [1999], “Los anormales: curso del Collège France, (1974-1975)”, España, Ediciones Akkal,
2001.
184

para la educación y tratamiento apropiado a la infancia “anormal”. En este capítulo nos

proponemos analizar cómo el niño abandonado (vago, desvalido o transgresor) pasó a ser

niño anormal, para explicar cómo la constitución “anormal” tanto hereditaria, como el

medio ambiente del niño hicieron de él, un individuo “degenerado”, niños que fueron

percibidos como una amenaza latente para el equilibrio social y biológico.

El niño: del abandono moral a la “anormalidad”

La eugenesia que provenía de la filosofía del darwinismo social proponía la visión de una

sociedad humana basada en términos de selección natural y sugería que la ciencia ofreciera

la ingeniería del progreso atacando los problemas hereditarios como la decadencia moral, el

crimen, las enfermedades venéreas, la tuberculosis y el alcoholismo. La higiene y profilaxis

fueron dos nociones provenientes del campo médico, la primera estaba asociada al

mejoramiento de las condiciones ambientales para minimizar o evitar enfermedades en la

sociedad, y la segunda retomó de la eugenesia los medios selectivos para desterrar los

elementos de nocivos para la sociedad futura. La eugenesia junto con la higiene fueron las

dos vertientes de un pensamiento médico-higiénico de principios del siglo XX.

En las primeras décadas del siglo estaba presente en los hombres dedicados a los

nuevos saberes sociales la idea de instituir prácticas científicas para resolver las

problemáticas individuales y sociales que afectaban los procesos de modernización de la

sociedad y del Estado mexicano, tales como el alcoholismo, prostitución, vagancia,

marginalidad, pobreza, hacinamiento de las viviendas, entre otras. La eugenesia fue

vinculada a proyectos políticos, que respondieron a la preocupación por identificar a los


185

individuos perjudiciales para la sociedad, en diversos grados y tipos de “anormalidad”. La

anormalidad tenía como base a la herencia, misma que transmitía tanto caracteres físicos

como psicológicos.3 El desarrollo “anormal” suponía una involución o “degeneración”, en

el campo conceptual de las representaciones la noción de anormal era amplia, elástica,

fluctuante en su extensión, múltiple en sus acepciones debido a la intervención de diversas

disciplinas tales como la antropología criminal, derecho penal, psiquiatría, psicología y

pedagogía, inclusive era retomada por las instituciones filantrópicas y educativas que

aportaron otros elementos a su definición. 4 Monique Vial señala que la idea de anormalidad

no era la misma en todas partes, ni tampoco con un mismo sentido, la designación de una

persona como anormal podía ser aceptada o rechazada. 5 Los infantes fueron reagrupados en

lo anormal, se veía al mismo tiempo designar a los infantes abandonados, ilegítimos o

huérfanos, o a los hijos de “padres que habían tenido una pena infamante”. Su característica

común era que se les consideraba como “problemáticos temibles”. 6

La medicina y los médicos por la legitimidad que les daba sus saberes opinaban con

elementos médicos asuntos sociales, que no eran de su competencia, haciendo de los

conflictos sociales verdaderas patologías. En este marco de pensamiento se abordaban

temas sociales en términos de “degeneración”, originados por costumbres viciosas

(alcoholismo), delincuencia, aspectos raciales (indígenas), entre otros. Y surgieron formas

3
La psicología positiva postuló el método experimental, por lo que se le llegó a conocer como “psicología
experimental”, promoviendo espacios de experimentación académica y práctica.
4
Monique Vial, “Enfants handicapés, du XIX au XX siècle”, en Histoire de l’enfance en occident. 2. Du
XVIII siécle á nos jours, de Egle Becchi et Dominique Julia, (dir.), París, Editions du Seuil, 1998, p. 336.
Veáse a Ana María Talak, “Eugenesia e higiene mental: usos de la psicología en la Argentina de 1920-1940”,
Argentina, Universidad de Buenos Aires, consultado el 6 de octubre,
www.elseminario.com.ar/biblioteca/Talak_Eugenesia_higiene_mental.htm ; a Beatriz Urías Horcasitas,
“Degeneracionismo e higiene mental en el México posrevolucionario (1920-1940)”, consultado el 9 de
noviembre de 2010,
www.frenia-historiapsiquiatria.com/pdf/fasciculo%208/UriasFRENIA2004-2.pdf
5
Monique Vial, op. cit., p.332.
6
Ibídem, pp. 331 y 332.
186

de estudiar y pronunciar soluciones tanto para el delito, la locura, la anormalidad infantil,

como para los individuos herederos de anormalidad y “degeneración”. Los exámenes

periciales y el peritaje psiquiátrico se vinieron imponiendo como elemento de peso, tanto o

mayor que el delito mismo, en los juicios penales. Michel Foucault dice, bajo el nombre de

delitos se juzgaban objetos jurídicos establecidos en los códigos penales, como pasiones

instintos, anomalías, “inadaptaciones efectos de herencia o de medio”, se juzgaba más que

el acto delincuencial al delincuente.7 En otras palabras, el individuo con herencia

“degenerada” nacía con una predisposición al delito, cuando ésta se conjugaba con la

acción del medio en que se desarrollaba a conducta antisocial se acentuaba o

desencadenaba.8

A principios del siglo XX, Carlos Roumagnac revelaba que los padres

“degenerados” arrojaban una “caterva de niños” a la sociedad, con deficiencias mentales,

retraso escolar, desarrollo intelectual tardío, afectados por alguna base orgánica

(discapacitados) o insumisos o indisciplinados. Estas nomenclaturas de anormalidad

debemos tomarlas con precaución, pues era discutible su veracidad o legitimidad. Por lo

tanto, dicho funcionario hablaba de estudiar el problema de esos niños y combatirlo en su

cimiento, no sólo en sus manifestaciones. Señalaba que la ciencia criminalista moderna

venía revelando que la acción educativa era la única forma de protección contra los

“hábitos degeneradores”.9

Opinaba sobre la necesidad de proceder contra los menores delincuentes atendiendo

a su rehabilitación. Así pues, primero se procedería dejando en claro las capacidades de

7
Había que conocer al delincuente, “la apreciación que se hace de él, lo que puede saberse acerca de las
relaciones entre él, su pasado y su delito, lo que se puede esperar de él para el futuro”. Michel Foucault,
Vigilar y castigar. Nacimiento de prisión, p. 25.
8
Michel Foucault, op. cit., pp. 25-26.
9
Dr. A. Corre, Les crimineles, París, 1889, citado por Carlos Roumagnac, Op. cit., p. 40.
187

cada trasgresor, para separar a los que tuvieran posibilidades de enmienda y aislar a los

rebeldes, con lo que se evitaría el contagio entre ellos. Y segundo punto, se les enseñarían

conocimientos básicos, para sacarlos de la ignorancia en que se encontraban. En otras

palabras, recomendad internarlos o encerrarlos para “protegerlos contra los hábitos

“degeneradores”,10 separándolos de sus padres, para proporcionarles una educación

regeneradora. Esto es, consideraba que esos niños delincuentes eran “inadaptados” sociales

que venían causando problemas por esto, proponía darles una educación regeneradora.

También recomendaba educar a los padres, para que ellos a su vez lo hicieran con sus hijos.

Otra de sus propuestas, se refería a instalar dispensarios “terapéuticos o de higiene

cerebrales”, donde se atendiera a niños y jóvenes “nerviosos”, epilépticos, histéricos y

neurasténicos, tristes, perezosos, coléricos o hipócritas, para ayudarlos a rehacer su

vitalidad, la “nutrición de su cerebro y su cohesión mental”. 11 A los dispensarios a los que

se refiere, eran un tipo de “clínicas de la conducta” para detectar anomalías mentales.

Señalaba que ahí, se emplearían los métodos clasificatorios y de diagnóstico de sus

anomalías, para así contar con la información necesaria para hacerles un seguimiento

clínico, y trasladarlos a un establecimiento adecuado para recuperación y corrección.

A los menores delincuentes se les colocaría primero en los establecimientos

“especiales”, donde permanecerían por un período breve para su observación, se asignaría

su categoría criminal (criminal accidental, habitual o congénito).12 En seguida se les

distribuiría en las instituciones adecuadas para su tratamiento. En lo que respecta a los

establecimientos especiales, se refería a los que estaban instalándose en Europa, de las que

10
Dr. A. Corre, Les crimineles, París, 1889. Citado por Carlos de Roumagnac, Op. cit., p. 40.
11
Maurice de Fleury, L’Ame du Criminel, sobre las medidas terapéuticas o higiene cerebrales para los
afectados intelectuales. Citado por Carlos Roumagnac, Op., cit., pp. 62 y 63.
12
Ibíd., pp. 67 y 68.
188

hablaremos más adelante. En el caso de los menores “peligrosos” serían destinados a servir

en el ejército, bajo el argumento de que los cerebros jóvenes debían consagrarse al bien

común. Los “criminales-natos incorregibles” se les colocaría en “escuelas especiales”

donde estarían aislados, éstas se organizarían bajo el sistema de las correccionales y un

“régimen especial”, en el cual, se emplearían métodos terapéuticos ordinarios y medidas de

corrección, para su moralización con “una vida sensata y la falta de tentaciones”. 13 El

llamado criminal-nato era el individuo que nacía delincuente como resultado de su herencia

atávica, según la teoría de la antropología criminal lombrosiana.

En cuanto a los niños “atrasados” o indisciplinados también se les colocaría en

“escuelas especiales”, donde sería prolongada permanencia, después se les trasladaría a un

establecimiento común, siempre y cuando hubieran dado muestras de enmienda, lo cual,

estaría avalado por los encargados de su vigilancia. Los niños “atrasados” eran los

considerados de constitución “anormal”, hijos de padres alcohólicos o madres prostitutas,

sifilíticos, entre otros, por lo mismo, transmitían a sus hijos una herencia “degenerada”, lo

cual, en esos niños se manifestaba en su conducta antisocial. A los criminales “menores

habituales y profesionales” estarían en “establecimientos particulares”, para darles

instrucción básica y sobre todo moral. Cualquiera de esos niños primero se les internaría en

una escuela especial para su recuperación (su enmienda y “propiedades mentales

enteramente normales”), después si mostraban mejora, se les enviaría a otra escuela para

indisciplinados (correccionales) por el tiempo necesario, y si continúan mostrando

disposiciones reeducativas, se les enviaría a un establecimiento común u ordinario.

13
Roumagnac hace suya la opinión del doctor Maurice de Fleury, L’Ame du Criminel, p. 183. Op., cit., pp. 59
y 62.
189

Fracine Muel dice que la “educación especial” fue conocida como educación o

pedagogía originada en países industrializados (Bélgica, Francia, Alemania y Estados

Unidos), la obligatoriedad de la enseñanza produjo un conjunto de “inadaptados” y

“retrasados” en relación con la escuela obligatoria, laica y gratuita los llamados niños

“anormales” o “inestables” o “irregulares”. De la escuela se reclutaron a los niños

analfabetos y vagos, hijos de padres alcohólicos, de parejas en unión libre o de familias

también “irregulares”.14 Dicho con otras palabras, como la noción de anormalidad era tan

elástica, en ella, se hacía entrar cualquier irregularidad de la conducta, de la forma de vivir

o actuar, por esto, se hablaba de niños “hipócritas”, indisciplinados, vagos, indigentes o

delincuentes.

Continuando con Roumagnac, con respecto a los menores del tipo de los

“criminales-natos”, se les colocaría en establecimientos diferentes a las correccionales, bajo

el sistema de aislamiento completo, con secciones terapéuticas para la hidroterapia y la

electroterapia.15 Cabe recordar que a finales del siglo XIX estaban en boga los electroshock

para rehabilitar a los enfermos mentales, técnica que se empezó a utilizarse con los

criminales por nacimiento. Así pues, en la medida en que el estado mental de dichos

menores trasgresores presentara posibilidades de recuperación, se les trasladaría a las

secciones destinadas a los “corregibles”.16 En otras palabras, se estaba proponiendo

sancionar no el delito, sino al delincuente, llámese menor o adulto, como lo planteaba el

derecho penal positivo y en el marco de la teoría de la “defensa social” había que

protegerse de los individuos “peligrosos” o en “peligro” social. En suma, se designaba


14
Susana Iglesias, “El desarrollo del concepto infancia”, Sociedades Políticas N° 2-1996.
http://www.inau.gub.uy/biblioteca/concepto.pdf Consultado el 7 de septiembre de 2010, a las 12 hrs.
15
En las enfermedades mentales se acostumbraba darles electro-shock para su curación. Se utilizaba la
electroterapia y la auto-hipnosis (fines s. XIX) para la atención de las enfermedades nerviosas (Sigmund
Freud).
16
Carlos Roumagnac, op. cit. pp. 67 y 68.
190

como infancia anormal, a todo individuo que a los ojos del que hablaba, presentaba una

discapacidad, una deficiencia, una dolencia o trastorno, de cualquier naturaleza o grado.

Igualmente, en esta noción se reagrupaba a los niños abandonados, ilegítimos o huérfanos e

inclusive a los que tenían padres condenados por delitos. Como Vial dice la característica

que tenían en común, es que se les considera como “problemáticos temibles”. 17

De esta manera, los menores que primero se consideraron abandonados, pasaron a

calificarse de “anormales”, como herederos de una “inferioridad biológica” que los hacía

“anormales” o faltos de inteligencia, y por lo tanto, proclives a la delincuencia. Justamente,

con estos esquemas de pensamiento, las autoridades porfirianas miraban a vagos, ociosos,

indigentes y delincuentes o en vías de serlo.

Y los reformadores de los planteles de beneficencia del ámbito occidental venían

nutriéndose de estas ideas, para lo cual, proponían la instauración de un organismo como un

laboratorio de observación para estudiar a esos niños “anormales”, que estaban por todos

lados, a los que no se podía controlar. En Europa y los Estados Unidos empezaron a surgir

una variedad de instituciones especiales, clases especiales para niños anormales y las casas

de observación y el Tribunal para Menores, como veremos en otro apartado.

Por otro lado, después de la revolución con el surgimiento de un espíritu de

renovación resurgieron con mayor énfasis los reclamos de reformas de médicos e

higienistas, para resolver los problemas sociales de una “constitución degenerada” que

amenazaba el desarrollo social. Beatriz Urías Horcasitas dice que las corrientes eugenistas

y de higienización bajo un pensamiento médico-pedagógico participaron en un “programa

17
Monique Vial, op. cit., pp. 331- 332.
191

de ingeniería social” para asimilar a las masas a una sociedad de clases. Se pretendió la

homogeneización racial (mestizaje, migración) y la regeneración física y moral de la

población (eugenesia e higiene mental). 18 Dicha “ingeniería social”19 consistía en una serie

de medidas preventivas y profilácticas con la que se pretendía hacer surgir una “sociedad

física y moralmente regenerada”. José Vasconcelos concibió a su “raza cósmica”, o a la

raza mestiza como la quintaesencia biológica, decía:

Tenemos pues en el continente todos los elementos de la nueva humanidad, una ley
que irá seleccionando factores para la creación de tipos predominantes, ley que
operará no conforme a criterio nacional, como tendrá que hacerlo una sola raza
conquistadora, sin con criterio de universalidad y belleza y tenemos también el
territorio y los recursos naturales. 20

Como bien dice Urías Horcasitas, el mestizaje era la forma de homogeneizar

racialmente a la sociedad, para hacerlo ideológicamente estaba el proyecto cultural y

político. De esta manera, se pretendía la formación de una población “nueva”, la mestiza

que habría roto con costumbres que le impedían el desarrollo social. La autora sostiene que

la ideología del “hombre nuevo” impregnó los discursos cívicos y sociales. 21

La corriente eugenésica venía proponiendo la esterilización forzada, el “aborto

higiénico”, el control de la inmigración y las pruebas de inteligencia. Por lo tanto, para

proteger el patrimonio biológico se requería implantar una profilaxis eugenésica, evitando

matrimonios entre enfermos, protegiendo al lactante contra la leche contaminada de las

18
Beatriz Urías Horcasitas, op. cit., pp. 38-39.
19
Urías Horcasitas dice la “ingeniería social” fue más agresiva entre el inicio del callismo y la llegada del
cardenismo. Beatriz Urías Horcasitas, “El hombre nuevo de la posrevolución”, revista Letras Libres, mayor
2007. www.letraslibres.com/index.php?art=12068
20
José Vasconcelos, La raza cósmica, México, Asociación Nacional de Libreros, 1983.
21
Beatriz Urías Horcasitas, Ibídem.
192

nodrizas, exigiendo el certificado de salud, controlando la prostitución clandestina y

controlando a los individuos “peligrosos”.

El control “científico” de la concepción con el “aborto higiénico” (Francis Galton22

padre de la eugenesia decía que se tenía el derecho a no ser concebido en circunstancias de

inferioridad biológica) era un punto neurálgico, su principal y más fuerte oponente era la

Iglesia que abogaba por el derecho a la vida del “ser en gestación”. (Los genetistas

norteamericanos propusieron y se aprobó la castración de los alienados.) La doctrina de la

eugenésica en México tuvo un importante impacto en las políticas públicas, se expidió la

ley que obligaba al certificado de salud para los contrayentes y nodrizas; y se fundó la

Sociedad Eugenésica Mexicana a principios de la década de los treinta. Algunos

“investigadores eugenistas” desarrollaron una campaña de esterilización de los alienados

para evitar su proliferación.23

El doctor José María Rodríguez, presidente del Consejo Superior de Salubridad,

decía que higiene se ocupaba del origen de las enfermedades para prevenirlas y curarlas,

como de “prestar su ayuda” para desentrañar los “misterios de lo intelectual y lo moral”.

Como podemos observar a la higiene se le involucraba en lo mental. Esto tuvo

implicaciones como abrir las puertas a los médicos para opinar como una autoridad en

aspectos sociales que no eran de su incumbencia, así como términos médicos en lo que

22
Francis Galton es conocido como padre de la eugenesia, acuñó el término, estudio la herencia, el genio. Se
dedicó a la antropología, la criminalidad, introdujo el uso de huellas digitales para identificar a las personas,
estudios estadísticos entre otros diversos temas.
23
Beatriz Urías Horcasitas, op., cit., p. 60.
193

respecta a la salud social. Por eso proponía una “dictadura médica” para obligar a la

población a sanearse en todos sentidos.24

En lo que respecta a la “regeneración física y moral de la población”, la

normatividad penal estableció rehabilitar a los “peligrosos”. La teoría de la “defensa social”

surgió en el terreno del derecho penal estaba plasmada en los Códigos Penales de 1929 y

1931, de corte positivista, bajo el principio de que los individuos siempre son responsables

ante la sociedad, por lo tanto, ésta tenía el derecho de defenderse, en razón de la

“peligrosidad” del delincuente, aplicando medidas de seguridad. Esto en el caso de los

menores infractores implicaba que si las pruebas de inteligencia arrojaban números

negativos, automáticamente el individuo se tornaba en peligroso, al que había que encerrar

por el tiempo que se lograra su reeducación. 25

Los juristas y psiquiatras comulgaban con la idea del “encierro terapéutico” por

tiempo indeterminado, en contraposición al cálculo fijado por cada delito como lo venía

haciendo el derecho clásico. En otras palabras, el individuo que tenía un comportamiento

delincuencial y su coeficiente mental, según los test, arrojaba un rango inferior al normal,

era síntoma de “debilidad mental” o deficiencia, producto de una herencia (padres

alcohólicos, epilépticos, viciosos, madre prostituta, etc.). Esto acompañado de un medio


24
En el artículo 75, fracción XVI de la Constitución de 1917, se estableció que “el Consejo de Salubridad
general dependerá directamente de la presidencia (...) y sus disposiciones serán obligatorias”. Las Entidades
Federativas sólo podían legislar en materia sanitaria local”. Sin embargo, la idea de obligatoriedad iba más
allá, así lo ilustra el licenciado Salvador Urbina: “para preservar la salubridad pública no hay quien discuta la
autoridad sin límites, dictatorial absoluta...” Citado por José Alvarez Amézquita, Miguel E. Bustamente y
Antonio López Picazos y Francisco Fernández del Castillo, Historia de la Salubridad y Asistencia Social en
México. T. 1-3, México, Secretaría de Salubridad y Asistencia, 1967, pp. 328-329.
25
Michel Foucault dice que en el siglo. XIX se podía ser culpable y loco, “culpable para encerrarlo y cuidarlo
más que para castigarlo; culpable peligroso ya que se hallaba manifiestamente enfermo...” Se introdujeron
circunstancias atenuantes que modularon la sentencia según los grados supuestos de una enfermedad o las
formas de un semi-locura. Y en los tribunales y en las correccionales se introdujo la práctica general del
examen pericial psiquiátrico, elementos extra-jurídicos que implican juicios de normalidad, asignaciones de
causalidad, apreciaciones de cambios eventuales, anticipaciones sobre el porvenir de los delincuentes. Vigilar
y Castigar. El nacimiento de la prisión, México, Siglo Veintiuno Editores, 1991, p. 27.
194

ambiente delincuencial completaba la fórmula que hacía a un niño de constitución

“degenerada”. Por lo tanto, se le consideraba con predisposición a conductas

delincuenciales, sugestionable, por lo mismo, un individuo “peligroso” o en “peligro”

social. De esta manera, la conducta delictiva se tornó en una patología, por lo tanto, como

la sociedad (defensa social) se tenía que proteger del delincuente, con él se procedía como

con un enfermo. Se le encerraría en “escuelas especiales” para darle el “tratamiento

terapéutico”, por el tiempo que necesario para su recuperación y dejara de ser un peligro

para la sociedad.

En el proceso productivo del conocimiento del individuo la psicología evolutiva y la

práctica experimental definieron al niño anormal y las instituciones infantiles sirvieron

anclaje a los especialistas en la materia para imponerse con base en sus saberes, para ejercer

un monopolio de poder en ese ámbito infantil. 26 El concepto de “campo” como lo entiende

Bourdieu, permite entender esa producción y reproducción de manera institucional del

dominio de la práctica médico-pedagógica, como por ejemplo, el caso, la disciplina

psicológica, en particular la “psicología experimental”, su instauración como un campo

especializado de prácticas sociales, con un corpus y términos clasificatorios (niño anormal,

retrasado escolar, débil mental) y especialistas de la infancia, desarrolló toda una

conceptualización del niño anormal como hemos venido observando, auxiliándose de

técnicas de medición (test), lo cual, tuvo implicaciones tanto en el modo de observación,

26
Michel Foucault [1984], El discurso del poder, México, Folio Ediciones, pp. 184-185. Citado por Elena
Azaola, Elena Azaola [1990], La institución correccional en México. Una mirada extraviada, México, Siglo
Veintiuno Editores.
195

como en el tratamiento de los menores en las instituciones infantiles tal fue el caso de la

Casa de Observación del Tribunal para Menores, como se verá en el siguiente capítulo. 27

Salvador Lima decía que los casos patológicos afectaban la vida física de otros

muchos niños tales como las víctimas de intoxicaciones e infecciones; las primeras eran “de

grandísimo interés”, como las originadas en el alcoholismo de los padres, pues en los casos

que se examinaron en los primeros años de vida del Tribunal para Menores (1926) se

encontró que de un millar de la población recibida, el 60 % de niños y adolescentes tenían

una herencia alcohólica “perfectamente definida” del padre, de la madre o de ambos.

Veamos como lo decía:

El alcoholismo de los padres, accidental o habitual y con embriaguez o sin ella, es la


causa de trastornos psíquicos, físicos, anatómicos y funcionales que generalmente
son la ruina de muchas vidas jóvenes; hay una estrecha relación entre el número de
niños con desarrollo mental y sus antecedentes heredo-alcohólicos.

Por otra parte, Lima revelaba que el “Juez de Menores” del mencionado Tribunal, a la

llegada de un niño se investigaba las causas sociales de ingreso para conocer su

personalidad, por ello, se le enviaba la Sala de Medicina, donde el cuerpo de médicos y

psiquiatras se encargarían de observarlo y estudiarlo. Dichos galenos se hacían dos

preguntas: ¿Cuál es el estado actual de salud o de enfermedad de este niño y qué herencia

patológica tiene sobre sí? Y ¿Cuál es el remedio? A las que respondían lo siguiente:

27
Los “campos” propuesto por Pierre Bourdieu, es la forma como se estructura la vida social, son espacios
especializados de la práctica social, conjunto organizado de elementos de relaciones objetivas entre agentes e
instituciones determinadas, lugar de las luchas por el monopolio del poder y lugar en donde se engendra y
afirma “el valor” de las obras determinadas. Pierre Bourdieu [1980], “Quelques propietés des champs, en
Questions de sociologie, pp. 113-120; y Sociología y cultura, México, Fondo de Cultura Económica, 1990,
(colec. Los Noventa).
196

El estado patológico de un niño puede ser una verdadera predisposición que lo


arrastra a cometer diversas faltas, a la formación de una conducta antisocial o al
delito.
Entre ellos están los adolescentes cuyas glándulas genitales sufren un retardo en su
evolución; se caracterizan por su candor infantil, por más que vivan en un medio
social pervertido. En otras ocasiones esta deficiencia se acentúa a tal grado que los
jóvenes se afeminan y las muchachas se masculinizan; esta inversión sexual muy a
menudo de origen heredo-sifilítico, si se descubre con oportunidad, puede mejorar
médicamente con extractos opoterápicos.28

Como se puede observar el “estado patológico” del niño era como una propensión que lo

llevaba a cometer actos antisociales o propiamente delitos, lo interesante es que hacía entra

a los adolescentes precisamente los individuos que por la etapa de desarrollo en que se

encuentra se caracteriza por su inestabilidad de carácter, entre otros aspectos. Por ello,

proponía observar a los niños para detectar sus anomalías, ya fueran físicas o mentales. A

lo que debían estar atentos los padres y maestros, como en el caso de las enfermedades

tiroideas:

Numerosos han sido los niños que el Tribunal [para Menores] ha tratado de
insuficiencia tiroidea y cuyas características son: temperaturas bajas, incontinencia
de orina, cara hinchada y pálida; deprimidos de espíritu, lentos, sugestionables, se
fatigan con facilidad y generalmente débiles mentales, por más que se luche contras
su deficiencia y su depresión; son habitualmente tristes. La falta o la grave
insuficiencia de la secreción tiroidea produce débiles mentales, retrasados, imbéciles
e idiotas.29
El tratamiento tiroideo intensivo y constante los puede transformar hasta
normalizarlos; si la insuficiencia no es grave se llega a capacitarlos para trabajos
sencillos que les produzca para bastarse a sí mismos.30

En otros casos, dicho profesor señalaba que,

28
Salvador Lima, op. cit. La opoterapia estudia las secreciones de algunas glándulas animales para curar
algunas enfermedades. Esto no tenía una base científica.
29
7ª Conferencia: “El poder de la herencia”, Salvador Lima, op.cit.
30
Ibídem.
197

…sin que los niños sean precisamente enfermos, su estado se considera como
fronterizo o de transición; cuando estos niños quedan abandonados a sí mismos caen
en estado patológicos perfectamente caracterizados; por eso el primer cuidado del
Tribunal es el diagnóstico para su tratamiento profiláctico.31

Además de los aspectos internos que afectaban al niño, señalaba los factores

externos o “medio” ambiente, como la familia “desorganizada”, calles, talleres y medios de

comunicación, que influían en sus inclinaciones de conductas delincuenciales.

En los hogares desorganizados, en los de los viciosos, se hallan los niños que por la
aridez, la aspereza, lo triste de su vida o por la violencia o la brutalidad, y,
principalmente, por falta de sonrisas, ternura o alegría, están moralmente
abandonados. Es en otros casos la falta de aire, de luz en los cuartos de las
vecindades, donde a la par de los niños, florecen todas las modalidades del incesto;
este abandono moral y material, causa la fuga de la casa paterna, para luego ambular
por calles y plazas al lado de vagabundos y viciosos profesionales, o bien hurgando
los basureros de los suburbios, en busca de migajas o de trapos con qué nutrir y
cubrir su cuerpecito enflaquecido, amarillento y medio cubierto de harapos; de sus
rostros infantiles huyó la vivacidad y la frescura y queda solamente la expresión de
amargura, de fatiga y una mirada de espanto, maliciosa o triste.

En la fuente consultada que son los expedientes del Tribunal para Menores, es una

constante que los menores vagos, indigentes o infractores (delincuentes) declaraban que se

habían fugado del hogar familiar. Este es como un patrón que se repite. Dicho tribunal se

ocupaba de hacer las investigaciones para constatar esto, lo cual, en buena parte de los

menores era cierto.

Como lo identifica con mucha agudeza Elena Azaola, los nuevos conocimientos

científicos se pusieron al “servicio de la administración, de los intereses del Estado... que en

adelante, estará facultado para reglamentar sobre las necesidades del niño (las que debería

tener), así como sobre el grado de desarrollo que, científicamente, tendría derecho a

31
Ibídem.
198

esperarse de él”. 32 En efecto, tal proceso modelador en el que el niño, en específico el

“abandonado” pasó a mirarse como “anormal”, llevó a desarrollar tanto técnicas de

observación y diagnostico, como a delinear políticas médicas y educativas que lo cercaron.

Así pues, la educación de ser un acto privado que concernía sólo a la familia pasó a ser un

asunto de Estado para guiarlo en una forma de “ser y de hacer”, en esta parte del proceso,

en el que se ensayaba una forma moderna de niño y de nuevo ciudadano.

La higiene escolar

En los Congresos Internacionales y nacionales de Higiene Escolar se reflexionó

sobre las medidas profilácticas en las escuelas y en el utillaje para la enseñanza. Los

higienistas y pedagogos hicieron valer sus propuestas higiénico-educativas. 33 A la escuela

se le confirió un nuevo papel, como un espacio higienizado, como tribuna para difundir los

“principios metódicos” de la higiene y como lugar de vigilancia del aseo personal del niño

y los “cuidados corporales perfectos” para impedir el “cansancio intelectual y el

debilitamiento del organismo”. 34 En otras palabras, se empezaba a edificar un discurso de

escuela modelo higiénico-educativo.

Antes de continuar es importante mencionar que en 1889 se realizó el Primer

Congreso Nacional Pedagógico, adoptó la pedagogía moderna, la obligatoriedad de la

enseñanza primaria, el programa de primaria se orientó a formar el nuevo ciudadano. 35 El

segundo Congreso Nacional Pedagógico (1890-1891), se dispuso el uso de textos, métodos


32
Elena Azaola, La institución correccional en México. Una mirada extraviada, 1ª ed., México, Siglo
Veintiuno Editores, 1990, p. 334.
33
En 1882 se realizó el primer Congreso Pedagógico en la ciudad de México.
34
Máximo Silva, Op., cit., p. 317.
35
Dorothy Tanck Estrada (1992),”Las escuelas lancasterianas en la ciudad de México: 1822-1842”, La
educación en la historia de México, El Colegio de México, p. 284.
199

modernos de enseñanza, así como unificar la educación “como un elemento nacional de

fuerza, paz y progreso”.36 Y se hizo obligatoria la instrucción primaria en el D. F. y

Territorios (1896). Es importante señalar, que la enseñanza primaria se estableció en dos

partes (1891), 4 años para la enseñanza elemental y 2 para la enseñanza superior. Y en el

Primer Congreso Pedagógico Mexicano se acordó impartir los mismos contenidos

educativos a niños y niñas en las escuelas. Este punto es significativo, la utilidad de educar

a las mujeres cobró fuerza por el interés de educar a la madre para que a su vez lo hicieran

con sus hijos.

Continuando con el relato, en enero de 1881, se celebró el Congreso Higiénico

Pedagógico mexicano. El doctor Máximo Silva decía que éste fue el punto de partida de las

nuevas ideas sobre la higiene escolar. En las resoluciones del evento, se formaron dos

grupos de maestros que se dieron a la tarea de inspeccionar a las escuelas. Se elaboró un

cuestionario para tal fin:

1º A las condiciones higiénicas de los locales


2º Al mejor modelo de muebles escolares
3º A las condiciones que deben tener los libros y demás útiles
4º Al mejor método de enseñanza que no comprometa la salud de los educandos
5º A la distribución de los trabajos diarios escolares, y de los ejercicios físicos,
según las diversas edades de los niños
6º A las precauciones que deben tomarse para evitar la transmisión de enfermedades
contagiosas. 37

A raíz de dicho congreso Entre los años de 1889, 1890, 1891 se realizaron varias sesiones

derivadas del Congreso Nacional de Instrucción Pública, en lo referente a la higiene escolar

se adoptaron las siguientes resoluciones:

36
Ernesto Meneses Morales (1986), Tendencias educativas oficiales en México, 1911-1934, México, Centro
de Estudios Educativos, pp. 420-422.
37
Máximo, Silva, Op. cit., p. 309.
200

1. Habrá clases de gimnasia durante los cuatro años de la primaria


2. Se acepta la creación de colonias infantiles en lugares higiénicos, para las escuelas
rurales.
3. En las escuelas de Párvulos, los programas indican que habrá juegos libres y
gimnásticos, así como trabajos manuales y de jardinería.
4. En las escuelas para adultos se harán ejercicios físicos y excursiones campestres.
5. En las escuelas de Instrucción Primaria Superior los alumnos, durante los dos años,
harán gimnasia y ejercicios militares.
6. La resolución más importante es la que se refiere a los locales para escuelas.
Quedaron definitivamente aceptadas 32 resoluciones relativas al sitio, orientación,
construcción, luz, ventilación, capacidad, mobiliario y todas las dependencias, de las
escuelas, como excusados, patios, etc.38

Las escuelas como requisito exigirían a los niños de nuevo ingreso estar vacunados y en los

casos en que el profesor detectara que el alumno presentara síntomas de alguna enfermedad

infecciosa, exigiría el certificado médico a los padres. Se expediría el certificado o tarjeta

de salud.

Entre los acuerdos, resultado de dichos eventos figuraron un sinnúmero de medidas

higiénico-fisiológicas para las escuelas y alumnos, las cuales, en líneas generales consistían

en lo siguiente: salones amplios, ventilados e iluminados; especificidades inherentes del

mobiliario escolar, pizarrones y pizarras; la ubicación espacial entre cada pupitre y con el

pizarrón; el tipo de material a utilizar en la manufactura de libros y útiles escolares y demás

elementos que el educando tenía que manipular. También como parte de la enseñanza se

consideraban las posturas del cuerpo, de los brazos, la posición de la mano al escribir, de

los ojos, de la cara; la colocación del libro para la lectura, tamaño de la letra, separación

entre letras, entre renglones e incluso el tipo de letra y calidad de la tinta, entre muchos

otros aspectos que ahora pasan desapercibidos por usuales. La práctica de la gimnasia

graduando los ejercicios físicos según las edades de los niños y adolescentes, así como la

38
Ibídem, p. 311.
201

duración del entrenamiento. Y en entre muchas otras medidas sanitarias, las campañas de

vacunación en escuelas y las precauciones para evitar la transmisión de enfermedades

contagiosas entre los educandos. De tal manera, las aulas se tornaron en el púlpito para

predicar el nuevo método de enseñanza saludable para los educandos.

También, se tomaban mediciones de extremidades, dimensiones del cráneo y rostro,

(ojos, frente, etc.) en general de la fisonomía e inclusive la implantación de las orejas y su

forma, entre otros. Se llevaba un registro o cédula sanitaria (una principal y otra

secundaria),39 en la cual, se anotaban los datos de cada escolar sobre su edad, peso, talla,

altura xifoidea (parte del esternón), circunferencia del tórax máxima, circunferencia

torácica mínima, diámetro torácico transversal, busto, pierna, muslo distancia del asiento

del codo, así como número de pulsiones por minuto; al igual que su coeficiente intelectual,

emociones, instintos y sentimientos.40 En suma, se medía y registraba todo aquello que

consideraban necesario para conocer el desarrollo de la mente y del cuerpo, para determinar

cualquier tipo de anomalías en el niño.

Claudia Agostoni sostiene que “el higienismo se constituyó en un movimiento y un

sistema laico de creencias, así como en la base doctrinaria de la organización profesional y

actuación pública de la comunidad médica”. La palabra higiene dejó de utilizarse como un

sinónimo de salud, transitó a una serie de dispositivos y conocimientos que favorecieron la

salud o de profilaxis social.

39
Máximo Silva, Op. cit., p. 317.
40
Ibídem, p. 320.
202

La higiene se convirtió en una disciplina particular en el seno de la medicina. Los


imperativos de la higiene pública y privada y de la salubridad de la capital otorgaron
a la profesión médica un protagonismo moral y científico sin precedente.41

En efecto, la higiene en todas sus manifestaciones se tornó en asunto más allá de lo

puramente sanitario, incorporó la antropometría como técnica, a partir de lo cual, se

sometió a los escolares a mediciones, que requerían aparatos sofisticados y todo en nombre

de la “ciencia”, la salud y la higiene. Dichos congresos higiénicos pedagógicos significaron

el arranque de las ideas sobre higiene escolar, lo que llevará a la fundación de la Inspección

Médica y de Higiene en las escuelas (1896), a la incorporaron los médicos escolares como

parte del cuerpo de inspectores en las escuelas a fines del siglo XIX.

A finales del siglo XIX, la higiene 42 fue un discurso hegemonizador que pretendía

instaurar la idea de civilización. La higiene se asoció a los hábitos de limpieza ya sea

personal, alimenticia, habitacional o urbana. Esto es, se le consideró como un instrumento

para mejorar las condiciones sanitarias y de salud física de la población. Después en la

segunda década del siglo XX, a la higiene se le asociará como un medio para prevenir los

padecimientos mentales, como higiene mental, este punto lo trataremos en otro apartado.

La antropometría entra a la escuela

En 1902, Enrique Rébsamen, importante pedagogo y director de la Escuela Normal para

profesores mexicanos, además de los asuntos educativos se interesó por los problemas

41
Claudia Agostoni, “Médicos científicos y médicos ilícitos en la ciudad de México, durante el porfiriato”.
Estudios de historia Moderna y Contemporánea de México, Martha Beatriz Loyo (editora), México,
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 19, pp. 13-31.
http://www.iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc19/244.html
42
La palabra higiene se deriva de la diosa Higiea protectora de la salud para los romanos.
203

sanitarios, impulsó una inspección médica para detectar enfermedades trasmisibles. En

1906, la fundó un Departamento de Higiene Escolar, dependiente de la Dirección General

de Educación Primaria, quedando encargado el doctor Máximo Silva. A partir de entonces

se empezaron a hacer exámenes individuales y antropométricos a los niños de las escuelas.

Silva dice que no se había intentado hasta entonces el examen individual de los alumnos, ni

la formación de cédulas sanitarias.

Los estudios antropométricos han ofrecido datos para conocer la relación del

hombre con su espacio, estos han sido considerados en el diseño de su entorno, como fue el

caso de la escuela. La antropometría que estudiaba las medidas del cuerpo, (surgida en el

siglo XVIII y reconocida a mediados del XIX) para establecer diferencias, entre individuos,

grupos y razas.

El Departamento de Higiene Escolar se ocupó de la realización de exámenes

antropométricos a los escolares: entre los meses de julio de 1906 a julio de 1908 se

efectuaron 2,134 exámenes antropométricos a escolares, en la cédula o cartilla sanitaria se

asentaba: edad, estatura, peso, estado general, señas particulares, vacunas, vista, oído,

garganta, fuerza de presión con la mano derecha y con la izquierda, de tracción en las

mismas condiciones, número de respiraciones por minuto, número de pulsaciones, tipo de

dentadura, observaciones e indicaciones. De esta manera, se obtendría el promedio

anatómico y funcional de los niños según sus diversas edades, lo cual también se utilizó

para distribuir a los niños en el salón de clases. 43

43
José Álvarez Amézquita, Miguel E. Bustamante y Antonio López Picazos, (et, al), Historia de la salubridad
y de la asistencia en México, t. 1, México. SSA, 1960, pp. 314-318.
204

El doctor Manuel Uribe y Troncoso viajó a Europa para conocer de los adelantos

científicos, para la elaboración del reglamento para el Servicio Higiénico Escolar. Al

mismo tiempo se creó la Inspección General de Higiene Escolar que centralizó los trabajos,

en una oficina, que se encargara de atender a las escuelas de Instrucción Primaria, las

normales, las primarias industriales, las de Artes y Oficios, de la Escuela Nacional

Preparatoria, de las Escuelas Profesionales y del Internado Nacional (Hospicio de Pobres).

El reglamento de higiene escolar contempló como requisitos para el ingreso de los niños a

las escuelas: un examen individual del niño, abrir su cédula sanitaria principal, (similar a la

del doctor Silva, antes mencionada). Y en la cédula para el manejo de los profesores se

anotaban datos tales como agudeza visual y auditiva, estatura y peso de cada alumno. La

cédula sanitaria general era individual, se anotaba: el estado de salud, la que se clasificaba

por: sanos, salud delicada, grandes anormalidades o incurables. A los padres se les

informaba del estado de salud de sus hijos, para someterlos a un tratamiento médico, con el

propósito de que aprovecharan mejor la enseñanza. Y se elaboró un reglamento sanitario.

…creación de colonias especiales para niños “que sin estar enfermos, necesitan
cambiar de medios de vida para alcanzar un desarrollo físico más perfecto, así como
del establecimiento de una escuela especial para niños retardados, en donde puedan
recibir un tratamiento médico-pedagógico apropiado.44

Este punto es importante, puesto que desde entonces se hablaba de la creación de “colonias

especiales para niños”, propuesta que fue retomada en el Congreso Mexicano del Niño

(1921), con las llamadas “colonias agrícolas”. Se creía que el medio urbano era un foco de

corrupción, por eso se enviaría a los niños al campo para que su cercanía con la naturaleza

les ayudara a su reformas.

44
Ibídem, p. 317.
205

Por otro lado, en 1907, Silva comentaba que no se habían obtenido los resultados

esperados que tanto maestros como escolares no “mejoraron su higiene personal”. Veamos

como lo dice,

Buena prueba es de ello el estado deplorable en que se encuentran la cabeza, la


boca, los oídos, las manos y en general todo el cuerpo de la inmensa mayoría de los
niños… el estado absoluto de desaseo en que se encuentran las prendas que
constituyen la indumentaria de algunos alumnos… el estado de inmundicia en que
conservan casi siempre el pañuelo, los escolares que lo usan; estado que viene a
convertir un prenda útil y benéfica, en peligroso foco de infección y en vehículo
apropiado para propagar enfermedades asquerosas y graves. 45

A dicho galeno se le olvidaba que no sólo era cuestión de costumbres, el aseo personal

requería de baño, cambio de ropa, corte, lo cual, implicaba que las familias de los niños

invirtieron en ese gasto, siendo que los ingresos familiares eran insuficientes para costear

un baño público y un corte de cabello, su costo se acercaba a casi un día de salario, por otro

lado, el agua escaseaba en las vecindades, ni se contaba con baños, había que acudir a los

baños públicos. En otras palabras, no sólo era una cuestión de enseñar ese hábito, sino de la

inviabilidad de solventarlo.

El 1909, se instituyó el Departamento de Antropometría, anexo al Servicio

Higiénico Escolar. Su tarea era la siguiente: recopilar la información de los niños, teniendo

en cuenta el clima, y otros factores biológicos. Recordemos que Julio Guerrero en su

descripción de la criminalidad en México (principios del siglo XX) indicaba que el clima

era un factor que influía en el tipo de delito, idea que continuaba en los años treinta del

siglo XX, de ello daba cuenta, Roberto Solís Quiroga médico y juez del Tribunal para

Menores, en sus estudios sobre la delincuencia.

45
Ibíd., pp. 426 y 427.
206

Continuando con el relato, el Servicio Higiénico Escolar se buscaba realizar

estudios minuciosos que arrojaran luz en el funcionamiento del aprendizaje, para el mejor

aprovechamiento intelectual del niño. En las cartas antropométricas se consignarían ciertos

datos conforme a la realidad de los niños mexicanos:

Carta1.Datos generales y antecedentes hereditarios. Datos antropométricos


comprendiendo: medidas, pesos, coeficientes entre unos y otros, color de la piel y
de los cabellos, fotografías de frente y de perfil, medidas generales del cráneo,
caquis, tórax, abdomen, miembros superiores e inferiores.
Carta 2. Perfiles antropométricos
Carta 3. Examen funcional, comprendiendo el sistema nervioso, órganos de los
sentidos, aparato respiratorio, aparato circulatorio y fuerza muscular. 46

Para hablar de la eugenesia es necesario aludir a la enfermedad mental y la herencia, estos

son los ejes en los que se apoyaban las reflexiones y políticas eugenésicas. Por eso vemos

tanto interés en tomar en cuenta la herencia, de medir el cráneo y el rostro. Con la

fisiognomía y frenología se desarrollaron tipologías. En los últimos treinta años del siglo

XIX, surgió el sistema de identificación propuesto por el francés Alphonse Bertillon,

basado en el registro de las diversas partes del cuerpo, el cual, fue utilizado para

identificación de los reos. Hacia finales del siglo XIX y principalmente del XX, la

eugenesia cobró notoriedad en razón de las necesidades de regular los movimientos

demográficos.

Es importante mencionar que esa técnica conocida de “Antropometría o Betillonaje”

se venía utilizando en la Cárcel de Belén. Se llevaba un registro de cada uno de los reos,

sobre todo para llevar un control de los reincidentes.47 Este sistema consistía en,

46
Ib. 1960, p. 318.
47
La problemática de la reincidencia fue por lo se aplicó el método de identificación de los reos. En 1895 se
implantó este sistema en la cárcel de Belén. Leonor Estevez Zamora y Rosa María Luna Alvarado, Realidad y
207

…una vez que ingresaba el delincuente en la cárcel se procedía a medirlo, descalzo,


frente a una pared (…) se le hacían mediciones a la cabeza, su diámetro antero,
posterior y transversal; la longitud y anchura de su oreja izquierda, la longitud de los
dedos, anular y medio de la mano izquierda, la longitud de los brazos, que se
colocaba en forma de cruz de un a otro extremo con los brazos extendidos; la
longitud del busto y por último, se registraban las medidas de cicatrices y señas
particulares de su cuerpo.48

La Antropología Criminal clásica o lombrosiana (nombre de su creador) venía utilizando

los instrumentos de medición con lo que determinó a su “criminal nato” o criminal por

nacimiento. La antropología criminal y la eugenesia se apuntalaban, en torno a la herencia,

se reunían un conjunto de propuestas, prácticas, políticas y simpatizantes del control

científico de la reproducción de los considerados inferiores genética y socialmente

(darwinismo social).

Los estudios de antropometría se continuaban aplicando en la tercera década del

siglo XX, a los menores transgresores, indigentes o vagos del Tribunal para Menores. A su

ingreso a dicha institución los niños eran sometidos a los diversos estudios, entre los cuales

estaban las mediciones antropométricas como las realizadas a los presos de la cárcel de

Belén arriba mencionada.

Higiene Mental y la psicometría: el niño “anormal”

Monique Vial dice que en los diez primeros años del XX, se constituyó un campo

específico de la anormalidad (a un lado de la locura y la enfermedad) y de prácticas sociales

utopía del sistema carcelario mexicano: una cárcel llamada Belén, 1900-1916, (tesis de licenciatura),
México, ENAH, 2006, pp. 53-56.
48
Leonor Estevez Zamora y Rosa María Luna Alvarado, op. cit., p. 54.
208

en algunos países europeos. Este fue un movimiento que tuvo desfases cronológicos más o

menos importantes entre los países de Europa y de América y entre regiones, en aquellos ya

existía una corriente sobre las enfermedades mentales (a principios del siglo XIX) y un

campo específico de la locura y de la enfermedad. (Los grandes monstruos de los que habla

Foucault). Fue ante todo a través de la infancia como las nociones y las prácticas sociales se

fueron definiendo.49

Entre el siglo XIX y más aún en el XX, dice que la niñez tuvo una acometida

mayor, ésta va a ser un campo y dominio de intervención de diversos actores que se

multiplicaron. Tal era el caso de la escolarización, que fue una de las expresiones de ese

cambio en la concepción de la infancia, pero aquella, intervino “a un lado de las numerosas

formas de acometida social y médica que se desarrollaron simultáneamente”. La

escolarización y la medicalización del niño fueron contemporáneas, por eso, la autora dice

que se podía hablar de un “advenimiento de la infancia en el campo médico”. 50

De esta manera, la infancia anormal se constituyó entonces en dominio que requirió

de “aproximaciones y de conceptualizaciones científicas específicas”, así como de las

acometidas médicas y educativas “especiales”. A principios del siglo XX, la noción de

infancia anormal devino en uso corriente entre médicos y los filántropos. Esta también

entró en el ámbito de la justicia, en la prensa pedagógica y hasta en la gran prensa. Las

asociaciones y las revistas –dice Vial- se crearon para estudiar y defender a esos infantes

anormales. También la anormalidad fue de interés en los congresos internacionales y

49
Monique Vial, op. cit., p.331.
50
Ibídem, pp. 331-332.
209

nacionales, como se mencionó en el capítulo primero. Y suscitó reflexiones

gubernamentales y decisiones políticas. 51

Por otro lado, como dice la autora la anormalidad no era una noción unificada y

tampoco aceptada por convenio en la comunidad científica. Esta se le podía designar a toda

persona que presentara a los ojos del que hablaba una discapacidad, una deficiencia, una

dolencia o trastorno, sin importar naturaleza o grado: “los enfermos de los oídos pasaron

por perezosos y los infantes que pronuncian mal como disléxicos”. Apuntaba que

igualmente se designaba como anormal a los infantes abandonados, ilegítimos o huérfanos,

incluso a los que tenían un “padre que habían tenido una pena infamante”. 52

Vial dice que los hospicios, asilos y establecimientos privados eran aún tributarios

de una historia que a partir del siglo XVII, que los designó a todos, estos de la misma

manera, continuaban sin cumplir las prácticas educativas o médicas que informaban sus

respectivas características. Las reformas a dichas instituciones continuaban encajonando

enfermedades y discapacidades de toda naturaleza y reinsertando también a las personas

juzgadas de “peligrosas”, simples vagabundos, delincuentes, revoltosos rechazados por las

familias y por la sociedad a principios del siglo XX. Advierte que a esta situación

respondieron las amalgamas persistentes de las clasificaciones, por ello, a principios de la

centuria bajo la noción de “anormales” aparecían las enumeraciones más disparatadas:

“ciegos, sordo-mudos, idiotas, cretinos, imbéciles, epilépticos, histéricos, paralíticos,

51
Ibíd., p. 332.
52
Ibid., p. 332.
210

hemipléjicos, imbéciles morales, perjudicados por perversión de los instintos, retrasados,

débiles, inestables, desequilibrados, indisciplinados, ingobernables”. 53

En este contexto europeo, guardando las debidas distancias cronológicas, entre

Europa y Latinoamérica y en específico con México, en cuanto al desarrollo de la noción de

anormalidad y las prácticas sociales. En las décadas de 1920 a 1940 tuvo un importante

auge, el pensamiento médico-pedagógico, Beatríz Urías Horcasitas dice que después de la

revolución la higiene se orientó a prevenir las enfermedades mentales. 54 En el Congreso del

Niño el tema de la “anormalidad” convocó a especialistas destacados en el tema, quienes

influidos de los avances en países europeos y Estados Unidos, alertaron acerca de las

enfermedades mentales infantiles, destacando sobre los avances científicos y sobre sus

resultados positivos, así como de la instalación de una diversidad de escuelas especiales

para atender esa problemática de la “anormalidad” infantil. 55

En dicho evento se advertía que a los niños mexicanos se les venía estudiando con

herramientas inapropiadas a la “idiosincrasia” nacional, puesto que se utilizaban

herramientas que provenían de otras sociedades, cuyos resultados siempre tenían un margen

de imprecisión. Y también se indicó que el asunto de la anormalidad infantil, había sido

desatendido en el país, recomendando el trabajo interdisciplinario de médicos, pedagogos y

abogados, para contribuir a los estudios de la psicología infantil en México.

53
Ib., p. 333.
54
Beatriz Urías Horcasitas, op. cit, p. 56.
55
En el Congreso Internacional de protección a la infancia realizado en Lieja, Bélgica en 1905, se propuso
que también se brindara atención a los niños anormales. Beneficencia Pública, doc. 287, en la “Memoria de la
Secretaría.de Gobernación...”, p. 972.
211

Antes de continuar es importante dar algunos antecedentes de la higiene mental, el

libro, A mind that found itself: an autobiography, de Clifford Beers (1908) sobre su

experiencia en hospitales psiquiátricos causó conmoción en la sociedad estadounidense, lo

que llevó a una reforma de los hospitales psiquiátricos. 56 La psiquiatría abandonó el asilo y

se desplazó a la sociedad, se vinculó con la psicología y con algunos enfoques de las

ciencias sociales. En ese nuevo campo “psi” se instaló la higiene mental, siguiendo una

inspiración proveniente de los Estados Unidos. La vinculación entre eugenesia e higiene

tenían como núcleo a la herencia y a la teoría de la “degeneración” (Francis Gall fundador

de la Frenología)57 produjo la herencia degenerada. Y la higiene pedagógica se extendió a

la prevención de las enfermedades mentales. De esta manera fueron enlazándose estas

disciplinas y los nuevos saberes, así como la vinculación entre psiquiatras y psicólogos que

resultaron decisivos para la aprobación de leyes tales como la esterilización de los

alienados y los delincuentes reincidentes, como para la contención y crecimiento de los

anormales (higiene psicopedagógica). 58 En este tenor, la higiene mental dio origen a centros

de higiene y clínicas de la conducta o de terapia social, entre otros.

56
En 1908, Clifford Beers publicó un libro que tuvo un gran impacto: A mind that found itself: an
autobiography (Nueva York, Longmans Green). Es un relato autobiográfico de “una mente que se encontró a
sí misma”, ahí contaba en detalle los padecimientos que había sufrido. Este relato tuvo un fuerte impacto
llevando a reformas en el sistema de salud. En ese mismo año, Beers fundó la Sociedad de Higiene Mental
(Connecticut), para crear, al año siguiente, el National Committee for Mental Hygiene, desde el cual instó a la
comunidad internacional a crear una red mundial de sociedades de higiene mental. En 1919, el International
Committee for Mental Hygiene (ICMH) se hizo realidad, gracias al apoyo de personalidades como William
James, profesor de psicología de Harvard, y de Adolf Meyer, médico del hospital John Hopkins. En 1930, el
ICMH organizó en Washington el “Primer Congreso Internacional de Higiene Mental”, que contó con más de
cuatro mil participantes. En 1937, un segundo congreso fue organizado en París, con un éxito similar, lo cual
marcó una verdadera internacionalización de un movimiento que no se limitó a los Estados Unidos. Alejandro
Dagfal y Hugo Vezzetti, “Psicología, psiquiatría y salud mental”, [on line] Consultado 9-X- 2010
www.elseminario.com.ar/modulos/Modulo03_2007.rtf
57
La frenología consideraba que el estudio del cráneo, sus prominencias, desviaciones y depresiones
diagnosticaban el carácter de las personas, sus posibilidades intelectuales, la capacidad moral y las
inclinaciones mentales. Su representante fue Franz Joseph Gall fundó su doctrina craneal o “frenología”,
(1839).
58
212

Continuando con el relato, el doctor Rafael Santamarina influido por los estudios de

psicometría en Estados Unidos, inició la traducción y adaptación de los test de Simon-

Binet59, con los que se medía la capacidad mental y se determinaba el grado de desarrollo

mental alcanzado, los cuales se venían aplicando en las escuelas a los escolares

estadounidenses y europeos. Fue uno de los pioneros de la psicometría mexicana. En el

Congreso Mexicano del Niño (1921) presentó un preliminar de este estudio, indicaba que el

objetivo de estas mediciones permitiría separar a los niños con deficiencias intelectuales,

para brindarles una educación apropiada a sus capacidades, en “escuelas especiales”.

Opinaba que hacían falta escuelas especiales para “anormales”, las que urgía fundar.

Se debatía sobre la conveniencia de separar a los niños normales de los “anormales”

en las escuelas, lo cual ayudaría mejorar la educación de los primeros, en cuanto a los

segundo, se les apoyaría en con una educación apropiada a su “anormalidad”. Carlos

Roumagnac lo propuso a principios de siglo, por las mismas razones. Se formaría “grupos

homogéneos, de acuerdo con sus caracteres físicos y psíquicos”. 60 Estos grupos se

integrarían con “anormales pedagógicos”, “anormales del oído”, “anormales de la vista”,

“anormales de la palabra”, lisiados, tuberculosos, nerviosos cardiacos, anémicos, amorales,

débiles-mentales, imbéciles e idiotas.

59
En 1911 se publicó en Francia la prueba de inteligencia elaborada por Alfred Binet y Theodore Simon, el
famoso test de predicción de rendimiento escolar, cuyo propósito era identificar a los niños con dificultades
de aprendizaje para que recibieran educación especial. En contradicción con otras técnicas para medir la
inteligencia como el tamaño del cráneo (frenología) y otros atributos físicos desarrollados en el siglo XIX, a
principios de la siguiente centuria, Binet, propuso un método basado en pruebas de comprensión, capacidad,
aritmética y dominio del vocabulario. Elaboró junto con Simón una escala de medición conocida BINET-
SIMON. Alfred Binet estableció, “…la edad mental media es de 12 años. De 9 a 10 años es el límite superior
de la debilidad mental. Siete años de edad mental corresponden a la imbecilidad y sólo dos a la idiotez… en la
debilidad mental existen cuatro años de atraso con relación a la edad cronológica.” Citado por Alfonso Quiróz
Cuaron, Medicina Forence, México, Editorial Porrúa, 1993, p. 930.
60
“Memoria del Primer Mexicano del Niño.”, p. 20.
213

Cada grupo de dichos anormales estaría separado en “clases anexas especiales”, en

las escuelas regulares o “escuelas especiales”, según el caso. Las clases especiales serían

una para cada grupo considerando a los tipos que menos se apartan de los normales, tales

como: “anormales simples, anormales cardiacos, semi-sordos, semi-ciegos, anormales de la

palabra”. Las escuelas especiales serían de externado o medio internado, también una para

cada grupo, en donde estarían “los anémicos, los lisiados, los tuberculosos, los nerviosos y

los débiles mentales”. Y también habría escuelas especiales con internado del tipo de

escuelas-hospitales o colonias, igualmente, una para cada grupo, donde estarían los

anormales, los sordos, los ciegos y los que pertenecieran a los denominados “grupos

inferiores” de deficiencia psíquica. 61

El niño “retrasado” escolar

Es importante señalar que la escolarización generalizada se desarrolló de manera

simultánea a formas médicas y sociales, la higiene influenció a la pedagogía. La noción de

anormalidad tuvo como centro la herencia “degenerada”, de la cual, se hacía derivar la

enfermedad mental propiamente dicha, la “anormalidad”, el “retraso escolar” y la conducta

antisocial. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, paralelo a los debates sobre la

“anormalidad”, se venían realizando Congresos Internacionales y nacionales de Higiene

Escolar, donde se reflexionaba sobre las medidas profilácticas en las escuelas y en los

alumnos, los higienistas y pedagogos hicieron valer sus propuestas higiénico-educativas en

dando paso a una profilaxis educativa, como se mencionó en otro apartado. A la escuela

laica se le confirió un nuevo papel, como un espacio higienizado, como tribuna para

61
“Memoria del Primer...”, p. 20.
214

difundir los “principios metódicos” de la higiene y como lugar de vigilancia del aseo

personal del niño y adolescente y los “cuidados corporales perfectos” para impedir el

“cansancio intelectual y el debilitamiento del organismo”. 62 Más allá de los contenidos

educativos y sistemas de enseñanza de la “escuela moderna”, se edificó un modelo de

escuela higiénico-educativa.

Este modelo de escuela higiénico-educativa introdujo técnicas de la psicométricas

para evaluar el aprovechamiento intelectual del niño, como parte de las medidas

profilácticas y como anteriormente lo había hecho con las mediciones antropométricas para

obtener el peso y talla en relación con la edad de los niños, para determinar su desarrollo,

estado de nutrición, entre otros, a lo que se agregaban ahora las mediciones de inteligencia,

ambos métodos fueron un importante apoyo a la psicología experimental. La aplicación de

los test o medidas estándar fueron un factor esencial para determinar la capacidad

intelectual y con estos datos separar a los anormales de la escuela ordinaria. A los

anormales se les colocarían en escuelas especiales o clases especiales, según el grado de

retraso para habilitarlos con procedimientos apropiados a según sus deficiencias.

Así pues, se diseñó una “metrología de los resultados”, se relacionaban unos con

otros, para contrastar comportamientos individuales e identificar las anomalías y

diagnosticar la capacidad intelectual. En estos encuentros “terapéuticos” o higiénico-

pedagógicos no sólo se privilegió el test, sino también el interrogatorio para conocer

también otros aspectos de la personalidad, tales como la voluntad, emociones, instintos y

reacciones del niño.63 Esto con la finalidad de obtener el mapa completo del niño. De los

interrogatorios minuciosos y los test, se derivaron diagnósticos estandarizados y


62
Máximo Silva, Op., cit., p. 317.
63
Así lo muestran los expedientes del tribunal para menores.
215

pronósticos más desfavorables que positivos, en lo que respecta a los niños abandonados.

En suma, se medía y registraba todo aquello que se consideraban necesario para conocer el

desarrollo de la mente y del cuerpo, para determinar cualquier tipo de “anormalidad” o

“irregularidad” o de “inadaptación” (Donzelot) en el niño.

Vial señala que a principios del siglo XIX se aportó la distinción entre “alienados e

idiotas” o “atrasados”, así como el uso corriente de nociones de “idiota o de imbéciles

morales” y en el transcurso del siglo, también aparecieron los de “perversidad y de

perversión de los instintos”. Y a principios del siglo XX, la palabra “atrasado” continuó

utilizándose para designar el conjunto de grados y de formas de deficiencias mentales,

inclusive las deficiencias “morales”, desde ligeros hasta los más graves. Pero en la

evolución de los términos que dieron numerosos especialistas, reservaron a los infantes lo

siguiente: a “los menos atentos” se le dio el mismo vocablo que al “débil” e “inestable”, se

repetía la noción de indisciplina, confundida o no con inestabilidad.64

Como una derivación de la “anormalidad” surgió la noción de “retraso” escolar. El

vocablo de “retrasado pedagógico” designaba un grado de retraso: que iban del “transitorio,

la simple ignorancia o la falta de frecuencia escolar”65 por incapacidad para aprender. Esta

forma de graduación de ligera a profunda era la misma que la de los anormales con

deficiencia intelectual (incapacidad intelectual). En otras palabras, los “retrasados

pedagógicos” se incorporaron como una “clase” entre los anormales y en contraste con los

“retardados mentales”. En el rango de anormalidad también entraban los tartamudos como

“anormales” orgánicos, que serían los actuales “discapacitados” o de “capacidades

64
Monique Vial, op. cit., p. 336.
65
Ibíd., p. 334.
216

diferentes”.66 Los test y la escala de evaluación de acuerdo a la edad establecían un tipo de

respuesta por grupos de edades. Estos test como los de Simón-Binet y otros, fueron

elaborados con niños de países europeos, de los que hablaba Santamarina, quien hizo una

adaptación de ellos para los niños mexicanos, incluso proponía hacer psicología infantil

mexicana.

En otras palabras, el cuestionamiento que podemos hacer a esos estudios

psicológicos se basa en que, cuando fueron aplicados a los niños mexicanos del Tribunal

para Menores, por lo regular arrojaban resultados de “debilidad mental”, como pudimos

constatar en los expedientes consultados, esto era independiente de que dichos menores

ingresaran ahí por delincuencia o no, el factor común fue que presentaban deficiencias en el

desarrollo intelectual. Esto no niega que hubo casos de niños detenidos por conducta

delincuencial que su estudio psicológico mostraba deficiencia intelectual y que el propio

psicólogo lo cuestionara debido a que la conducta misma mostraba mayor capacidad de la

establecida en dicho estudio. Pero estos eran casos excepcionales.

En cuanto al nivel escolar y lo aprendido en los años cursados también los

resultados arrojaban “retraso escolar”, “falta de atención” (dificultad de concentración),

bajo aprovechamiento, dificultad de lenguaje (dislexia), deficiencia en la lectura y peor aún

en la escritura, facilidad para sumar y restar, no así para dividir, etc. Desde luego que la

asistencia de estos niños a la escuela era intermitente, acudían por algunos meses, un año o

máximo por dos años. Recordemos que José Vasconcelos como Secretario de Educación

Pública advertía de las deficiencias alimenticias en los niños de los sectores populares,

quienes llegan a clases sin ingerir alimento o por lo insuficiente de éste, les impedía

66
Ibíd., p. 334.
217

concentrarse en la aprendizaje, tanto que invitó a los universitarios de entonces a colaborar

económicamente para proporcionar desayunos a los escolares.

También puntualiza que en los debates sobre la educación de los anormales se

hablaba de brindarles una pedagogía diferente y específica o instruirlos con la misma de los

normales, tanto en sus procedimientos como en sus objetivos. La autora cuestionaba que se

hablaba sobre las carencias de los niños, pero no sobre sus necesidades o rasgos propios de

su edad, distinciones que tampoco tomaban en cuenta las escuelas especiales. Los niños

incapacitados para la escuela ordinaria eran los “infantes de mentalidad profundamente

tarada, enfermos, sordos y ciegos”, de quienes –decía Vial- eran apartados en las

instituciones especiales.67 Desde los debates de los numerosos congresos médicos,

pedagógicos o filantrópicos de finales del siglo XIX, se venía demandando la creación de

estructuras educativas “especiales” para los anormales. Las acciones conducidas en los

diferentes países se apoyaron unas a otras, a través de los intercambios entre los científicos,

pedagogos o notables de la acción social y filantrópica. 68 Acciones que dieron luz a una

diversidad de instituciones especiales, para los niños anormales, como lo muestra

Santamarina cuando visitó dichas escuelas en 1921, de lo que hablaremos en otro apartado.

En suma, se desarrolló toda una infraestructura o dispositivo institucional (Foucault) de

educación especial para los niños anormales y un campo (Bourdieu) de especialistas de la

“terapia social” por imponer su “verdad” de la anormalidad y su dominio en el campo en el

infantil y control social.

Continuando con el asunto de la anormalidad, Vial señala que las evoluciones de la

noción de anormalidad fueron acompañadas de acciones en favor de una parte de ésta


67
Ibíd., pp. 338-341.
68
Monique Vial, op. cit., p. 338.
218

producción, para los “deficientes mentales” estarían en establecimientos separados o en

cuartos de hospitales, distintos de las secciones de alienados. De otra parte, dice que una

medida novedosa fue el socorro a domicilio, con la creación de clases o de “escuelas

especiales”, que permitían hacer salir del asilo las enfermedades suficientemente

aminoradas, o que necesitaban poca atención para legitimar un internamiento.69 En este

punto, se refiere a las escuelas especiales de medio internado, para niños menos anormales,

quienes pasarían una gran parte del tiempo en la escuela y después regresarían a sus

hogares, como vernos más adelante.

Francine Muel dice que tras implantar la escuela obligatoria, la escuela se convirtió

en el púlpito moralizante contra la “infancia en peligro”, y lo que se hizo derivar de esto, 70

como lo hemos venimos mostrando. Así pues, vemos que el padre que no enviara a sus

hijos a la escuela, se significó como descuido e irresponsabilidad, en esto se hizo recaer la

valoración social de la función paterna.

Salvador Lima, profesor, recomendaba conocer “los factores intrínsecos y

extrínsecos de la génesis de la vida antisocial” 71 para observar al niño. En otras palabras,

había que buscar en la familia cómo vivía el niño y su integración al medio social, para así

incidir en los aspectos “deformantes” para prevenir las conductas antisociales. Dicho

profesor dividía en tres tipos a los hogares mexicanos para mostrar el “abandono moral” en

que se encontraban los niños. Estos eran los hogares de ricos, de “trabajadores manuales o

intelectuales” y los “desorganizados”. Veamos que decía,

69
Ibíd., p. 336.
70
Francine Muel, “La escuela obligatoria”, en Espacios de poder, España, La Piqueta, 1991, p. 126 y 127.
71
Véase a Lima, Salvador, Los Niños Moralmente Abandonados y la Función Social del Tribunal Para
Menores de la Ciudad de México. México: Herrero Hermanos Sucesores, 1929. Biblioteca de México, Fondo
Reservado, Colecc. Carlos Basave, Vol. 53, Folio 4.
219

A pesar de este aparente bienestar de que gozan los niños de los hogares ricos, como
la madre tiene que atender a infinidad de compromisos sociales y el padre está
entregado a sus múltiples tareas diarias, los hijos quedan al cuidado de los criados,
quienes les prodigan todo el bienestar material de que disfrutan los amos, mas nunca
pueden imprimirles una dirección moral de la que ellos mismos carecen. Tales niños
se hallan pues, en un verdadero abandono moral.
Hay hogares [trabajadores manuales o intelectuales] cuyos padres no son
indiferentes y que en verdad no quisieran abandonar a sus hijos ni material ni
moralmente, pero la necesidad les obliga a ello; el taller, la oficina, etc., donde
trabaja el padre está lejos y le roba la mayor parte de las horas del día; la madre está
enferma, muerta quizá, y los muchachos se encuentran abandonados. Estos niños
abandonados (…) son los que requieren atención muy especial, por ser ellos el más
grande problema de la sociedad y el porvenir de la patria.
Existen otros hogares y son los desorganizados: el padre bebe grandes cantidades de
pulque o de alcohol y los síntomas de su embriaguez se revelan en la alteración de
sus nervios; su carácter es irascible y las más inocentes frases de sus hijos le
encoleriza: las miradas le parecen injurias y cuando le contradicen, insulta.
En estas condiciones su único afán es injuriar y maltratar a sus familiares, sobre
todo a las mujeres, hasta convertirse en un tirano del hogar, causa de otras muchas
tragedias domésticas. 72

Como podemos observar en los tres tipos de hogares encuentra “abandono moral” de los

hijos, el que aquí nos interesa era el que denominaba como “hogares desorganizados”. Con

respecto a estos dice, “estos hogares son la amenaza mayor para el país y para la vida futura

de todos”.73 Por lo que toca a sus viviendas decía lo siguiente:

Si se visitan los cuartos que albergan estos hogares y se penetra en ellos se verá que
están construidos en los llanos, a la orilla de las zanjas o en el fondo de patiecillos
llenos de fierros viejos y de basuras malolientes; una puerta estrecha da acceso a su
interior, donde sobre petates, tierra suelta o costales, se miran ollas vacías, un
hacinamiento de cosas heterogéneas e indefinibles, y en los muros grabado
licenciosos; no hay camas, y padres e hijos viven día y noche en la más peligrosa
promiscuidad. 74

Alarmado advertía sobre la forma en que venían viviendo esos niños, recibiendo ejemplos

“funestos”, lo que hacía que recibieran una “verdadera educación para el vicio”. Por lo
72
Salvador Lima, “Primera Conferencia”, op, cit.
73
Ibídem.
74
Ibid.
220

tanto, para “contrarrestar este ambiente que lleva a los niños al error, a la inmoralidad”, se

tenía que empezar por despertar en los padres la responsabilidad y deberes con sus hijos,

haciéndoles entender “las inmensas necesidades del niño y del adolescente y la carencia

absoluta de sus recursos”. En efecto, los niños y adolescentes que llegaban al tribunal eran

pobres o marginales. A edades tempranas tenían que trabajar en diversas actividades, de

cargadores en los mercados, papeleros, mandaderos, vendedores, meseros, mozos,

ayudantes en trabajos de albañilería, entre otros; las actividades de las mujeres eran como

empleadas domésticas principalmente, vendedoras, meseras, tortilleras, entre otras. Una

buena parte de las relaciones de pareja de los padres (las que para Salvador Lima

consideraba de “inestables”) de dichos menores, consistían en que la madre procreaban

varios hijos (de diferentes padres), el padre abandonaba a su pareja e hijos, para

relacionarse con otra pareja; en otros casos, estaban casados (legal y religiosamente) o sólo

por una de las dos formas. Las relaciones entre padres e hijos eran difíciles, el padrastro no

aceptaba a los hijos de su pareja, era común el maltrato familiar, tanto para hijos, hijastros y

pareja. Habitaban cuartos de vecindades en las zonas marginales céntricas o en las orillas

de la ciudad. Sus viviendas eran modestas, contaban con lo mínimo indispensable, contaban

con alguna cama y sobre todo con petates donde dormían. El padre era alcohólico, había

casos en que la madre también acostumbraba la bebida pero en menor medida que el padre,

esto provocaba un ambiente familiar violento. El medio ambiente o vida cotidiana de esos

niños, se desenvolvía en zonas habitacionales plagadas de pulquerías, con sus zonas “rojas”

y prostitución callejera, (zona centro de la ciudad, Tepito, La Lagunilla, La Candelaria, El

Bolsón, etc.) y delincuencia. El discurso del tribunal señalaba que vivían en un ambiente
221

criminalizado.75 Alberto J. Pani, (1916) venía diciendo la difícil situación de los sectores

populares y del mal estado de sus viviendas. 76

En fin, es innegable que para los niños discapacitados como los sordo-mudos

brindarles una educación apropiada como la que se estaba promoviendo, favorecía su

desarrollo físico y social. Pero el problema no estaba ahí, sino se les etiquetaba como

anormal, a unos por “lento aprendizaje” o como “anormal”, a otros por sordos, ciegos,

zurdos, haciéndoles cargar el estigma anormalidad, exponiéndolos a la chanza familiar o

social y sobre todo ante sus propios ojos como seres disminuidos.

Hacía 1925, se instauró el Departamento de Psicopedagogía e Higiene 77 de la

Secretaría de Educación Pública, Rafael Santamarina que estaba interesado en la medición

de los procesos cognitivos normales y anormales puso en práctica sus trabajos en las

escuelas primarias y secundarias. Y también realizó una importante labor en el Tribunal

para Menores.

Los especialistas de la “patología social” (psiquiatras y psicólogos, pedagogos),

como los denomina Jacques Donzelot,78 veían en todos lados abandono “moral” y “peligro”

racial, inferioridad intelectual, retardo escolar y retraso escolar. Retumbaban sus voces

anunciando la catástrofe o de fin del mundo civilizado. ¿Qué era lo que realmente les

preocupaba a todos ellos? Anormales, débiles sociales, pobres su preocupación esencial fue

conservar el orden social y asegurar la disciplina del tipo fabril.

75
Estos datos los tomé del Tribunal para Menores, (1927-1940), AGN. ramo Tribunal para Menores.
76
Véase a Alberto J. Pani, La higiene en México, México, Imprenta de José Ballecá, 1916.
77
El Departamento de Psicopedagogía e Higiene de la SEP, en 1937 se elevó a Instituto Nacional de
Psicopedagogía.
78
Jacques Donzelot, Op. cit., pp. 113-114.
222

Tipos europeos de “Escuelas especiales” para los niños anormales

Como se mostró en el capítulo primero, los organismos internacionales se venían reuniendo

para reflexionar sobre diversos aspectos relacionados con la infancia. En el año de 1912, se

efectuó el “Primer Congreso Internacional de Protección del Niño”, celebrado en Bruselas,

Bélgica, éste fue designado como el primero, a pesar de que venían sesionando desde el año

de 1890, posiblemente porque en esas otras reuniones se incluían temas de los adultos,

delincuentes, presos liberados, indigentes y vagos. En todo caso, lo significativo fue que

oficialmente se le denominó de “protección a la infancia”. En dicho congreso se trataron

asuntos sobre la alimentación de los niños y de las medidas de protección. 79

No está por demás recordar que los congresos internacionales filantrópicos

anteriores a 1912, les hemos venido nombrando como “protectores” o de “protección”, los

que hemos denominado así, por el interés en atender a las necesidades del niño desvalido o

abandonado, como de hecho se dijo en el primer capítulo.

Estas reuniones se suspendieron en los albores de la primera Guerra Mundial, las

cuales se reanudaron una vez concluida la flagrancia y restablecido el orden social. A

finales de la segunda década del siglo XX, poco tiempo después de la Primera Guerra

Mundial se retomó el tema infantil, posiblemente por las secuelas que dejó en los “niños de

guerra”, así denominados por su utilización como carne de cañón, en la lucha armada, por

79
Susana Romero, “Un siglo de legislación sobre infancia en América Latina”, en Historia de la Infancia en
América Latina, Pablo Rodríguez y María Emma Mannarelli, (coord.), Colombia, Universidad Externado de
Colombia, 2007, p. 618.
223

los padecimientos vividos, por la orfandad en que quedaban y por las afecciones físicas y

mentales que les produjo sus vivencias y las de sus padres. Y también, el asunto de la

delincuencia juvenil se recrudeció, por lo que había que restablecer el orden social. Una vez

concluida la guerra, los organismos internacionales de protección a la infancia reanudaron

sus debates y reuniones.

¿En qué sentido se vieron afectados los “niños de guerra”? En los años de la

primera Guerra Mundial (1914-1918) y luego de la posguerra los niños y adolescentes que

fueron afectados en infinidad de aspectos, sólo para apuntar algunos como la neurosis,

desnutrición y diversidad de enfermedades como consecuencia de la deficiente

alimentación, sin considerar a los heridos. Peor aún, como los adolescentes fueron llamados

al frente militar, lo que provocó una acelerada precocidad de los menores y por

consiguiente un crecimiento de la delincuencia juvenil. Esta delincuencia se caracterizó por

su mayor violencia y también se observó que el mayor aumento se dio en los menores de 14

a 16 años.80

En 1919 se fundó la Sociedad de las Naciones, antecedente de la ONU, 81 organismo

que entre otras tareas se fomentó la cooperación internacional en diversos temas de interés

común, en específico con la protección de la infancia desvalida. A partir de lo cual, se

fundó el Comité de Protección al Niño y se reanudaron los congresos internacionales. La

Sociedad de las Naciones, la Delegación Suiza y la Cruz Roja Internacional convocaron a

los gobiernos de occidente para participar en el Segundo Congreso Internacional de

80
Mariano Ruíz-Funes, Criminalidad de los menores, 1ª ed., México, Imprenta Universitaria, 1953, pp. 360-
370.
81
El 24 de octubre de 1945 fue ratificada la Carta de las Naciones Unidas instrumento constituyente de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU). México fue uno de los primeros cincuenta países miembros. El
ABC de las Naciones Unidas, p. 3.
224

Protección de la Infancia, el cual, se celebró en Bruselas, Bélgica, del 18 al 25 de julio de

1921.82 Asistieron las delegaciones de los gobiernos de treinta y dos países. Es importante

mencionar, que aunque el gobierno mexicano en este momento no estaba incorporado a

dicha Sociedad, (se incorporó en el año de 1932), participó enviando una delegación a

dicho evento, para conocer las orientaciones y tendencias a este respecto. La delegación

estuvo representada por el doctor Eusebio Guajardo, como presidente y el doctor Rafael

Santamarina, como secretario. Este último, destacado médico, reconocido porque realizó la

transcripción y adaptación de los estudios europeos sobre las mediciones intelectuales de

los individuos. Y ambos galenos participaron en el congreso mexicano del niño, del que

hablamos en otro capítulo.

El primer punto que se trató fue la creación de una oficina u organismo

internacional que se ocupara de la protección de la infancia, propuesta que fue aprobada,

por lo que se instituyó en ese momento la “Sociedad Internacional para la Protección de la

Infancia”, (antecedente del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF),

quedando supeditada a la Sociedad de las Naciones y aprobados sus estatutos y

funcionamiento. Al mismo tiempo, se acordó que este nuevo organismo quedaría vinculado

a la Cruz Roja Internacional, en razón de su particularidad en el auxilio a la infancia, pero,

dado lo específico de sus funciones estarían separados. De esta manera, la Liga de las

Naciones conservó su derecho sobre la “Sociedad Internacional para la Protección de la

Infancia”. Se acordó que el gobierno de Bélgica por vía diplomática haría extensiva la

invitación a las naciones del mundo para unirse a dicho organismo internacional. Los

delegados de los gobiernos latinoamericanos manifestaron que su votación estaba

82
AHSS, caja 12, exp. 1, 1921.
225

supeditada a la aprobación de sus cámaras legislativas. Cabe mencionar que el gobierno

mexicano no estaba afiliado a dicho organismo, porque el trato no era equitativo. Por esto,

los representantes de la delegación mexicana al evento se abstuvieron de votar como lo

menciona el mismo doctor Santamarina. No obstante, quedó asentado que los niños de los

países que no formaban parte de dicho organismo y que ahí se encontraban presentes, como

los que no habían acudido al evento, serían merecedores de la protección internacional.

El doctor Anselmo González, delegado español y Director de las escuelas de

Anormales de Madrid, trató sobre el funcionamiento de las escuelas de anormales de su

país. El doctor Santamarina, representante mexicano, llevó la ponencia “Un ensayo de

clarificación médica pedagógica de los niños en edad escolar”, misma que había presentado

en el Congreso del Niño Mexicano en enero de 1921, la cual, fue aprobada para

incorporarla como un proyecto universal.

“Escuelas especiales” para niños anormales delincuentes

El doctor Rafael Santamarina, como secretario de la Delegación Mexicana, en el Segundo

Congreso Internacional para la Protección de la Infancia (1921), realizado en Bruselas,

Bélgica, presentó el reporte al Jefe del Departamento de Salubridad Pública acerca de los

temas tratados en dicho evento. Santamarina comenta que al término del congreso, fueron

invitados los representantes de los países participantes a conocer las diversas escuelas para

niños con algún tipo de discapacidades, así como las escuelas para los menores

transgresores. En su recorrido visitó varios países europeos en los que se encontraban estos

planteles, en este apartado hacemos referencia a estos, con el objetivo de mostrar la


226

diversificación de instituciones que habían logrado implantar para la infancia-problema, lo

cual, para México difícilmente se conseguiría como pretendían médicos como Santamarina,

puesto que para este período el país no contaba con los recursos necesarios para crear una

infraestructura de tal envergadura. A continuación hacemos una descripción de los planteles

mencionados.

El galeno opinaba que dos aspectos habían llamado su atención en las acciones

emprendidas contra la infancia “anormal”: el primero, se refería a la atención que recibían

los “anormales” que caían bajo el poder de la justicia; el segundo, un mayor número de

escuelas estaba anexando a “clases especiales” para los escolares “anormales” o con

deficiencias de aprendizaje. Bélgica junto con Suiza iban a la cabeza en la “campaña” para

la detección de irregularidades en la capacidad de aprendizaje de los niños, así como de la

instauración de “clases especiales” en las escuelas ordinarias y de escuelas especiales. Cabe

recordar que el tema de la detección de la anormalidad en los niños había llevado a la

creación de instituciones de diagnóstico y de escuelas y clases especiales para este tipo de

problemas infantiles. El cuestionamiento sería ¿por qué en los niños se escudriñó tan

empecinadamente la anormalidad, en este período? No olvidemos que el psicoanálisis

(Sigmund Freud) había encontrado en la infancia el origen de los problemas adultos, la

psicología evolutiva estaba utilizando el método experimental para estudiar la percepción,

aprendizaje y cognición, y el “conductismo” (rama de la psicología) se ocupaba del

comportamiento y las posibilidades de modificación de la conducta. Esto es, se estudiaba

en el niño, su discernimiento, capacidad de aprendizaje y entendimiento para que en caso

de no alcanzar el desarrollo fijado a determinada edad, se lograría hacerlo evolucionar en

las denominadas clases especiales. La cuestión fue que el Estado al apropiarse de estas
227

propuestas intensificó su forma de control de la población. Tan es así, que en los niños de

los sectores obreros se veía el foco de la “anormalidad”, quienes fueron los principales

candidatos a examinar.83

Señalaba que en Suiza, las escuelas regulares habían incorporado clases

“especiales” para niños anormales, tenían una asistencia de más de 2000 alumnos; y

también contaban con “escuelas especiales” (35 internados), en cada uno variaba el número

de niños, juntos sumaban 1600 aproximadamente. En Bélgica existían también en las

escuelas “clases especiales” para los “anormales ligeros” y para los anormales con un grado

de más acentuado estaban las “escuelas especiales”, las cuales se ubicaban en Bruselas y

sus alrededores, así como en casi todas las ciudades importantes de Bélgica, las había tanto

públicas como privadas. Además existía una “escuela granja”, donde se enviaban a los

anormales de difícil educación, -subrayaba- los que “por su carácter necesitan un

aislamiento más completo”.

Santamarina comenta que se ocupó de las escuelas que consideró más importantes,

como la de Rixensart, situada en las afueras de Bruselas. La denominada “Escuela para

niñas y niños anormales psíquicos de Rixensart”, ocupaba un amplio edificio construido

para tal fin, con una capacidad para atender a 300 alumnos, entre los cuales, había “niños

anormales psíquicos educables”. Destacaba que este plantel contaba con los requerimientos

más modernos de entonces. Se llevaba un registro médico-pedagógico de cada alumno, se

les clasificaba de acuerdo a su estado mental. Se les impartía educación especializada e

individual, hacía referencia a que de esta manera se tenía un mayor control sobre cada niño.

83
El Tribunal para Menores en México, aplicó los test a cientos de niños y niñas entre los años de 1927 a
1940. Esto también sería un impulso a los especialistas de psicología infantil. AGN, ramo Tribunal para
Menores.
228

La escuela proporcionaba la alimentación que entonces se consideraba adecuada a su

desarrollo. El plantel recibía a niños y niñas anormales, menores de 16 años. A su ingreso

quedaban en observación durante varios días para “formarse criterio sobre la naturaleza de

su anormalidad”. Se llevaba un registro de las observaciones, se medía el nivel de

anormalidad utilizando los test de Binet y los de Decroly, para lo que se procedía de la

siguiente manera:

Para graduar su anormalidad se usa un procedimiento correccional, que da buenos


resultados: se divide la edad mental por la edad real y se reduce a decimales
considerando como “arrieres” [retrasados] a aquellos cuyo coeficiente es 7, 8 ó 9
décimos, y como imbéciles en sus tres grados a los que tienen 4, 5, ó 6 décimos, los
de 1, 2, y 3 son idiotas y no pueden ser considerados como niños de escuela sino de
asilo. 84

Visitó la “Escuela para niños débiles de Ferveuren”, en Ferveur situada en las cercanías de

Bruselas. El secretario de la “Obra de Protección de la Infancia”, Henri Velge les habló

sobre dicha fundación, desarrollo y fundamento de las escuelas de Ferveuren, ésta estuvo

pensada para que los niños pasaras la mayor parte del día en el campo, al aire libre. A esta

escuela asistían aproximadamente ciento cincuenta niños. Se les proporcionaba el desayuno

por las mañanas, el almuerzo a medio día, y por la tarde un pequeño lunch, antes de

regresar a sus hogares en Bruselas (mientras el tranvía los iba a buscar).

En la población de Moll visitó la “Establecimiento Central de Observación” y la

“Escuela de Beneficencia de Moll”, (ésta última equiparable a las escuelas correccionales

mexicanas), destinado a niños “corrigendos” o trasgresores. Ahí se les proporcionaban los

alimentos al igual que en los otros planteles. Los encargados de vigilar directamente a los

niños, presentaban un informe detallado del comportamiento de los “corrigendos”. Estos


84
AHSS, caja 12, exp. 1.
229

cuidadores tenían la obligación de cumplir con las indicaciones del tratamiento que debía

recibir cada uno de los menores, “las condiciones en que debe colocarse al niño y el

tratamiento al que debe ser sujeto para tratar de corregir lo que al niño le falta y ponerlo en

condiciones de enmendarse.” Esto es, en el caso del niño rebelde, no se le dejaba

relacionarse con niños más tranquilos para evitar inducirlos a desobediencias, estaba en

constante vigilancia, no se le permitía ninguna iniciativa, sino obediencia absoluta. Era

claro que la sumisión era la característica educativa principal. Esto es, se colocaba al niño

en una posición de alumno, sin permitirle ninguna desobediencia, acatando todo tipo de

reglamento y obligándolo a ser niño o infantilizándolo. Michel Foucault cuando se refiere

a la Escuela Mittray de lo que se habló en otro capítulo, subraya la rigidez con la que se

trataba a los educandos, tenía una carácter de “…claustro, de la prisión, del colegio, del

regimiento”, la una organización militarizada basada en una marcada jerarquización, se

castigaba la más mínima falta, por eso dice que “es la forma disciplinaria en el estado más

intenso, el modelo en el que se concentran todas las tecnologías coercitivas del

comportamiento.”85

En la misma población de Moll visitó varias escuelas “científicamente instaladas

pertenecientes a la Beneficencia. Señalaba que en éstas se recibía a los niños enviados por

el “Establecimiento Central de Observación”, donde se hacía una selección de los niños por

su capacidad de aprendizaje, “los que eran capaces de recibir una instrucción casi normal y

aprender un oficio”. Contaban con profesores y maestros de instrucción práctica, así como

talleres de imprenta, encuadernación y rayado, carpintería, ebanistería, entre otros. El taller

de imprenta elaboraba algunas publicaciones, como un periódico para la propia institución.

85
Michel Foucault, Vigilar y Castigar. El nacimiento de la prisión, México, Siglo Veintiuno Editores, 1991,
p. 300 y 301.
230

Los establecimientos estaban divididos en dos grandes secciones, una para los niños

flamencos y otro para los “walones”, el periódico mencionado manufacturaba una edición

en flamenco y otra en francés. Igualmente, los alumnos estaban divididos por grupos

escolares paralelos, estas divisiones respondían a la capacidad de aprendizaje de los

alumnos.

Es importante mencionar que el “Establecimiento Central de Observación”, era

como un laboratorio donde el niño era estudiado y observado por diversos especialistas

para diagnosticar su estado de salud mental y sus posibilidades de recuperación

manifestadas en el “pronóstico” y también se observaba su conducta en el lapso en que se le

aplicaban los estudios. A este establecimiento iban a dar los niños que enviaban de las

escuelas ordinarias y también los transgresores, para de ahí con su diagnóstico, pronóstico y

tratamiento se les colocaría en el plantel adecuado a su problemática y en clases especiales.

También visitó la “Colonia de Gheel” para el tratamiento de los enfermos mentales.

Había cerca de mil trescientos enfermos mentales y niños anormales. Era como una

pequeña ciudad, básicamente campesina, con más de dos mil familias. Santamarina destaca

que el tratamiento buscaba reproducir el ambiente del seno familiar o como un tipo de

albergue campestre. Comenta que hicieron varias visitas a esta colonia, para conocer de

cerca a las familias que ahí se encontraban, observó que había algunos niños anormales,

hacía dos años que enviaban a este tipo de niños a la colonia. Destaca que los médicos les

proporcionaron información que mostraban la mejoría de estos enfermos.

Visitó diversas escuelas en otros países, en particular las que le interesaron para sus

estudios profesionales. Comenta que tanto en Roma como en casi todas las ciudades
231

importantes de Italia, los maestros de las escuelas observaban a los niños para detectar los

problemas de aprendizaje, esto lo reportaban a los médicos escolares, para que ellos se

encargaran de investigar el origen de las deficiencias. Destacaba que en algunas ciudades se

contaba con un médico especialista en la anormalidad, a quien se le envían los “niños

sospechosos de anormalidad”, para su estudio. Observó que se llevaba una “libreta

sanitaria” y una “ficha especial”, donde se anotaban todos los datos del niño, esta servía

para “formarse un juicio más o menos completo sobre el niño” en cuestión, dependiendo el

grado de su anormalidad se le enviaba a las clases especiales, que existían en las escuelas o

a la “Escuela Especial de Niños Anormales”. Para los niños débiles físicos existían escuelas

al aire libre y en las playas. Las escuelas Normales contaban con “cursos especiales” para la

formación de los profesores en la atención de los niños anormales.

En Barcelona existían tres escuelas en un mismo edificio, eran autónomas en su

régimen interior y estaban bajo una dirección principal: la Escuela de Ciegos, la de

Sordomudos y la de Deficientes, ésta última, era la más moderna a decir de Santamarina.

Para las tres escuelas existe un Laboratorio Médico-psicológico, el cual, está dotado de

todos lo necesario para su labor de investigación y diagnóstico, se dividía en varias

secciones y cada una estudiaba al niño. Este laboratorio es el equivalente al Establecimiento

Central de Observación arriba mencionado. Se llevaba un registro de cada niño, se

anotaban las investigaciones acerca de su ambiente social, del examen psíquico, del examen

antropológico y médico.86 En las escuelas públicas se contaba con médicos especialistas en

enfermedades mentales, se tenía en vigilancia especial a los niños deficientes. Se elaboraba

un registro detallado de estos menores, el cual, era enviado al mencionado laboratorio para

86
AHSS, caja 12, exp. 1.
232

su análisis. Además de la instrucción y educación especial, los alumnos tenían enseñanza

industrial en talleres modernos con profesores competentes. En Barcelona existe una “Junta

Provincial de Protección a la Infancia y Represión de la Mendicidad”, la que contaba con

varios asilos. En general en España existían “Colonias Escolares” para los niños débiles

físicos, ubicadas en las playas y zonas boscosas. Santamarina dice que como “ejercicio

higiénico y profiláctico” se acostumbraban los baños de mar para todos los alumnos de las

escuelas.

La institución llamada “Grupo Benéfico” dependía directamente de la mencionada

Junta, Santamarina se refería a ella como la más interesante, se recogían a todos los niños

de ambos sexos que eran susceptibles de ser educados. Esta se dividía en dos grandes

grupos, una de niños y otra de niñas, cada uno de estos grupos se subdividía a su vez, en

tres: impúberes, púberes y post-púberes, en cada uno de estos subgrupos se hacía otra

segmentación en la que entraban los niños anormales. Se les educaba por varios años, a su

salida de este establecimiento, se les enviaba a talleres o granjas dependientes de la misma

institución para su adiestramiento en un oficio, ya cuando se les externaba, la misma Junta

los recomendaba en fábricas con las que está vinculada para que los emplearan.

Indicaba que en París, desde 1910 se promulgó una ley para el establecimiento de

“clases especiales” llamadas de “perfeccionamiento” y escuelas autónomas, pero, que en

realidad muy pocas escuelas brindaban estas clases. En la universidad existía un curso

especial para los profesores que pretendían dedicarse a la enseñanza de los anormales.

Destacaba que en este lugar estaba ubicada la sociedad “Alfredo Binet”, dedicada al estudio

de los anormales. Francia también contaba con el Instituto Médico Pedagógico fundado

desde 1892, comenta que su importancia radicaba, en que ahí, se instituyó el “método del
233

sistema individual”, esto es, el estudio de cada niño. Santamaría comenta que se reunió con

el doctor Paul Boncour, quien le dio detalles del mencionado método y la manera de

preparar a los maestros que se dedicarían a este tipo de tareas.87

El informe de Rafael Santamarina es de una enorme riqueza, muestra la

proliferación y la multiplicidad de escuelas para la atención de los niños anormales,

(retrasados escolares y transgresores) y el despliegue de una tecnología pedagógica y

médico-psicológica, para la detección de anormalidades y deficiencias en el desarrollo

físico y mental del niño. Al mismo tiempo, que muestra el afán de encontrar anormalidades

en el desarrollo mental de los niños, como si fuese una epidemia que se desató sin más. No

podemos soslayar que se había constituido un campo el de la psicología evolutiva, la

psicopedagogía, junto con la psicometría, donde los especialistas fueron imponiendo sus

criterios, lo que produjo una pléyade de anormalidades infantiles, sin que por ello se niegue

que algunos niños las padecieran.

Escuela “especial” modelo Fröebel

El interés por los niños “anormales”, retardados, retrasados escolares, entre otras de las

anomalías que surgían al paso, se concretó en una la multiplicación de fundaciones,

instituciones protectoras, colonias escolares, y una gran variedad de escuelas “especiales”,

entre las que apareció la Escuela Especial Fröebel en Bruselas. Fue fundada en 1897, se

concibió como una escuela central para recibir a los niños “anormales” o atrasados que

requerían educación “especial”. Era administrada por un director, una institutriz, diez

preceptores de estado, un maestro suplementario y una maestra para las lecciones de


87
AHSS, caja 12, exp. 1.
234

observación que se daban a los párvulos. Cada preceptor estaba obligado a presentar un

informe sobre sus alumnos dos veces al año. Esta escuela sólo contaba con un turno el

matutino. Había inscritos 240 alumnos.

Las clases estaban divididas en cuatro principales, una transitoria y otra “especial”,

esta última, daba una atención individualizada. La que se consideraba más importante era la

denominada “clase de Fröebel” (nombre de su autor), a la que entraban todos los alumnos

que ingresaban por primera vez, donde primero se les examinaba para determinar su nivel

de atraso y colocarlos en la clase correspondiente; y en esta clase se quedaban los

retrasados escolares. En las otras clases se repartían los de lento aprendizaje, los insumisos

e indisciplinados y los discapacitados; y la clase transitoria se destinaba para los alumnos

más pequeños y la de atención individualizada sólo para los que así lo requerían.

Los alumnos estaban clasificados de la siguiente manera: había los retrasados a

consecuencia de procedimientos educativos inapropiados en su hogar y durante su

enseñanza elemental; los “obtusos” que presentaban un desarrollo intelectual tardío o lento;

los “afectados de algún vicio orgánico” (discapacidades físicas); había los insumisos o

indisciplinados; los de entre 6 a 9 años que tenían alguna anomalía; y otros que necesitaban

estar separados para procedimientos de enseñanza especiales. También, los alumnos por su

conducta estaban subdivididos en disciplinados o indisciplinados.

En el caso de los niños que presentaban atraso escolar por un estado “patológico”, la

enseñanza era individualizada, con un tratamiento suave; en cambio, con los

indisciplinados, se recurría a procedimientos homogéneos, se les impedía cualquier

iniciativa personal, con ellos el trato era riguroso y se permitían los castigos. Es importante
235

resaltar que la mayoría de los alumnos pertenecían a este último grupo. 88 Se decía que una

vez que el alumno mostrara el desarrollo de sus facultades normales podía ingresar a la

escuela ordinaria.

A todos se les enseñaban labores manuales, tales como modelado de barro, trabajos

de cartón, entre otros, ejercicios de observación, excursiones, dibujos y música. La

gimnasia se practicaba a la forma inglesa, “al son del piano, lo que contribuye al desarrollo

de la atención y de la memoria, sin hablar del mejoramiento del aspecto exterior de los

niños.”89 Se exigía a los alumnos su asistencia regular a la escuela, las inasistencias se

castigaban con su expulsión del plantel. Se vigilaba a los educando en todas sus actividades

y descansos.

Carlos Roumagnac miraba con entusiasmo este tipo de escuela, a la que promovía

en México, por el doble beneficio que brindaba, “primero en que libran a las escuelas

normales de un lastre inútil, que les pesa y estorba para la marcha de su enseñanza; y

después, en que se aprovecha a los niños atrasados.”90 Y de pasada comentaba que se

proyectaba la fundación de una escuela de este tipo en Amberes y en Holanda. La

segregación de niños y adolescentes “problema” no implicaba encerrarlos en escuelas

especiales y olvidarse de ellos, sino precisamente “aprovecharlos” para hacerlos individuos

útiles, porque de otra manera, de dónde obtendrían la mano de obra que necesitaban para la

industria mexicana en desarrollo para este período.

88
Carlos de Roumagnac, Op. cit., pp. 38 y 39.
89
Ibídem., p. 39 y 40.
90
Pablo Kovalevsky, Le psychologie criminelle, París, 1903, p. 340 y siguientes. (sic). Citado por Carlos de
Roumagnac, Op. cit., pp. 39 y 40.
236

En fin, esta escuela surgió en los márgenes de la escuela primaria, nació como una

gran alianza entre los “especialistas de la patología”, para segregar a enfermos, retrasados,

indisciplinados o trasgresores y para colocarlos en los márgenes de la escuela primaria. En

este sentido, se explicaría porque se reagrupaba a menores discapacitados con menores

indisciplinados, a trasgresores con retrasados escolares, que por sus características no

pertenecían al mismo rango, sin embargo, se les segregaba como a enfermos contagiosos, lo

que sin duda provocaba estigmas en los propios alumnos. Cabe mencionar que en los

sectores acomodados, el sometimiento de los hijos indisciplinados en algunos casos,

también transitaron por los caminos de los hospitales psiquiátricos para su reeducación, lo

hoy asustarían a muchos padres de familia. 91

Urías Horcasista señala que el debate entre psiquiatras y penalistas sobre el asunto

de la “peligrosidad” de los delincuentes, sobre su “degeneración”, resultado de su herencia,

hizo desarrollar una profilaxis contra las conductas antisociales. De esta manera, la “higiene

mental” hizo su entrada triunfal para erradicar la enfermedad mental y la criminalidad. 92

Por otro lado, es evidente que el asunto de la “anormalidad”, se constituyó en un

campo de acción, que generó una toda una estructura de representaciones, cuyos actores

contribuyeron a ello, marchando en el mismo sentido (con sus conocimientos, sus propios

intereses y como detentadores de una verdad) y en una retroalimentación permanente. 93

Esto es, esas representaciones se tornaron en estructurantes, a partir de prácticas médico-

psicológicas y en instituciones específicas. Paralelo a esto, la anormalidad se presentó como

una necesidad del mundo social, por lo tanto, había que buscarla a en todo individuo, en

91
Véase Mary Belof, (comp.), Derecho, infancia y familia, 1ª ed., Barcelona, Gedisa, 2000.
92
Beatriz Urías Horcasitas, op, sit., p. 55.
93
Véase a Pierre Bourdieu, Sociología y cultura, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, (colec. Los
Noventa)
237

este caso el niño, que a los ojos del observador presentaba discapacidades, conductas

irregulares o simplemente porque consideraba necesario estudiarlo para buscar cualquier

indicio que justificara una anormalidad institucionalizada.

En fin, en el proceso productivo del conocimiento mental del individuo la psicología

evolutiva y su práctica experimental tuvo un papel destacado, la noción de niño “anormal”

y sus repercusiones en prácticas sociales e instituciones infantiles sirvieron anclaje a los

especialistas en la “terapia social” para imponer sus ideas a la vez, ejercer un monopolio de

poder en ese campo profesional y en el campo infantil.

Al niño delincuente se le hizo transitar al ámbito de la anormalidad, por lo mismo,

para contener de alguna manera lo que la naturaleza había producido en esos niños, había

que intervenir de manera preventiva con una profilaxis social. Por lo tanto, ante el peligro

de la anormalidad infantil se hacía inminente la fundación de un Tribunal para Menores,

propuesta que venía del Primer Congreso Mexicano del Niño, la cual, fue discutida en el

Congreso de Criminología en 1923. Hacia finales de 1926, en la ciudad de México se

instituyó el Tribunal para Menores. Esta institución se le atribuyó la doble función, como

un centro de investigación psicopedagógico y psicofisiológico y de prácticas de terapia

social (diagnóstico, pronóstico y profilaxis), que reunía a especialistas de diferentes ramas

científicas; y como un centro de concentración donde se recibía a todos los menores

“irregulares” o “inadaptados”, para su observación, interrogación y estudió y pronóstico de

vida social.
238

CAPITULO V

TRIBUNAL PARA MENORES Y CENTRO DE OBSERVACION Y


DIAGNOSTICO

QUE NIÑOS LLEGAN AL TRIBUNAL PARA MENORES.1

Hijos naturales y del adulterio.


Huérfanos de padre, de madre o en orfandad completa.
Hijos de padres alcohólicos.
Abandonados en el hogar por el trabajo del padre y de la madre, y también por los vicios de ambos.
Hijos de criminales.
Hijas violadas por sus mismos padres.
Hijas vendidas por los familiares.
Hijos de padres incapacitados para educarlos.
Por juegos prohibidos.
Impelidos al robo por la familia.
Hijos prostituidos por su misma madre.
Pervertidos sexualmente en la calle.
Sirvientes en ocupaciones inmorales.
Tratados con severidad excesiva por sus padres.
Toxicómanos por el ejemplo del hogar o del taller.
Ebrios.
Vendedores de tarjetas y folletos obscenos.
Por actos inmorales sugeridos en películas pasionales.
Por dormir con mesones y otros sitios públicos.
Porque viviendo en un cuarto numerosas personas de sexos diferentes, duermen la madre, el hijo y el amante en
la misma cama.
Por odiosidad de sus madrastras.

Salvador Lima decía que los niños que ahí se recibían estaban “moralmente abandonados”,

se refería a sus vidas como un “cuadro dantesco”, escenario de uniones libres, hijos

ilegítimos, promiscuidad familiar, padres viciosos y violadores, madres que vendían o

1
Lima, Salvador, Los Niños Moralmente Abandonados y la Función Social del Tribunal Para Menores de la
Ciudad De México. México: Herrero Hermanos Sucesores, 1929. Biblioteca de México, Fondo Reservado,
Colecc. Carlos Bsasave, Vol. 53, Folio 4.
239

prostituían a sus hijas o hijos, padres delincuentes o embarcando a sus vástagos en el atraco

y la violencia. Aseguraba que el “hogar dirigido por mujeres impreparadas para su

misión… arroja a los padres y a los hijos en brazos de la pulquería y la cantina”. El

maltrato a los hijos y principalmente a la mujer era el pan de cada día de esos hogares por

el padre alcohólico. Eximía a los niños de su situación familiar dado que estaban

abandonados a sí mismos, lo cual, se agravaba cuando tenían insuficiencias orgánicas

tiroideas, heredo-sifilíticas, heredo-alcohólicas con “taras profundas”. Por todo esto, decía

que el niño “cae en estado patológico”, el que entendía como una “verdadera predisposición

que lo arrastraba a cometer diversas faltas, a la formación de una conducta antisocial o al

delito”. Por lo tanto, proponía una educación orientada al “dominio de sí mismos”, para

hacer a dichos menores “responsables de los actos a que los incitan sus tendencias”

(hereditarias nocivas, inmorales, antisociales), de esta manera “serán capaces de juzgar, de

guiar y de refrenar sus acciones”. 2

Opiniones como esta de quien fuera el primer juez del Tribunal de Menores

muestran la amenaza que les provocaban estos niños y sus familias a los que veían como un

“peligro” social. La idea de que la conducta antisocial era un estado patológico sirvió como

argumento para la intervención médico-pedagógica y de profilaxis social, con lo cual, se

pretendía detener el crecimiento de esa población. Para tal efecto, se realizó una campaña

de “ingeniería social”, dentro de la cual resultó la instauración del Tribunal de Menores del

que hablaremos en este capítulo.

2
Ibídem. En su tarea cultural y de “renovación” social Lima transmitía por radio sus “Conferencias” sobre
tópicos psicológico-educativos de la infancia, lo mismo pretendía hacer con el cinematógrafo, lo que le
favoreció a su nombramiento de colaborador del Instituto Internacional de Cinematografía Educativa (1929),
en Roma bajo la dependencia de la Sociedad de la Naciones.
240

A finales de la década de los veinte del siglo XX, el gobierno callista se encontraba

padeciendo serios conflictos, en particular contra la Iglesia católica, al pretender imponer

los principios de la Carta Magna, para limitar la participación de las iglesias en la vida

pública. En los albores de la lucha armada (“guerra cristera”), surgió el Tribunal para

Menores, su instauración implicó un paso de trascendental importancia para el país, en el

marco de la política de “justicia social” de los gobiernos emanados de la Revolución

Mexicana, junto con las campañas de alfabetización, higienización y asistenciales.

La creación de este tribunal formó parte de una serie de reflexiones sobre la

problemática infantil (herencia degenerada por alcoholismo, sífilis, prostitución paternos),

se confiaba en la regeneración física y moral de la población (eugenesia, higiene mental)

por medio de una profilaxis e higiene mental, separando al niño “abandonado”, para

preservarlo de un entorno negativo y de un ambiente familiar nocivo. Ahora, se procedía a

dar el siguiente paso, preparar el arribo del tribunal utilizando los avances científicos con

que se contaba para darle cuerpo a ese organismo por el que tanto pugnaron sus impulsores

en el congreso del niño, como se mencionó en otro capítulo. Para este momento el Estado

había asumido las funciones de la educación pública y el tutelaje de los menores desvalidos

o abandonados, sólo faltaba establecer un tribunal a manera de “laboratorio de observación

clínica” que se ocupara de la detección y “regeneración” social. Fue en la administración

callista cuando se concretó dicho proyecto, como parte de un proyecto de protección del

niño desvalido y de la institucionalización de una política represiva de la niñez abandonada

en el marco del restablecimiento del orden social. El propósito de este capítulo es estudiar

cómo funcionó el Tribunal para Menores y su repercusión social, para explicar su


241

surgimiento en un contexto discriminatorio (con la eugenesia y el darwinismo social), y su

repercusión en la atención de los niños abandonados.

En el marco internacional de los movimientos de protección de la niñez, en la nueva

conceptualización del niño se anteponía su protección y defensa frente a todo aquello que

afectara su salud y moralidad, contra un poder discrecional del padre y de una función

paterna descuidada. El niño, de cierta manera, pasaba a ser un “bien” público, en la medida

en que se le consideraba el futuro de la sociedad, de la raza y de la nación por lo tanto,

debía ser “protegido” de manera preventiva al quedar expuesto a los peligros del ambiente

familiar o social; igualmente se planteaba que había que protegerlo de sí mismo si llevaba

una vida desviada; protegerlo de la explotación laboral y de ocupaciones inmorales; y si

quedaba sometido a un juicio impedir a la prensa la difusión de su caso para no exponerlo

al rechazo social. De esta manera, el abandono, la “peligrosidad” y anormalidad de los

niños pasó a ser un asunto de implicaciones sociales y a integrar un área de acción pública,

tales como la escuela (escuelas especiales, reformatorias, internados de beneficencia); y las

clínicas de higiene infantil y el Tribunal para Menores y su Casa de Observación. En este

sentido, se venía promoviendo que países como México desarrollaran instituciones como el

tribunal para menores, bajo un modelo tutelar y de protección, esto es, teniendo al Estado

como “padre modelo”.

Campañas de higienización, alfabetización y asistenciales

En la administración callista el país entró en un proceso de reconstrucción e instauración de

instituciones para el fortalecimiento del Estado, dando inicio a su rectoría económica, con

la entrada a empresas norteamericanas al país, creando fuentes de empleo; creando


242

instituciones hacendarias; y el proyecto para la producción agrícola se orientó a la

institucionalización del crédito agrícola y de irrigación. Y como parte de su política de

“justicia social”: se impulsó la educación en los diferentes niveles, con énfasis en el aspecto

práctico y productivo, apoyando los programas de educación técnica, proletaria y urbana

(escuelas rurales, talleres técnicos e industriales). En el aspecto sanitario promovió el

desarrollo de la salubridad pública, su reglamentación sanitaria, amplificación de la

estructura hospitalaria e impulso a campañas sanitarias. En el aspecto asistencial se asistió a

la infancia con la apertura de un dormitorio público y se inicia la primera “red de

comedores infantiles de México”.3 La protección social se instituyó como una obligación

del Estado hasta el gobierno cardenista, la beneficencia pública desde la óptica de la justicia

e igualdad social se tornó en asistencia social, esto es, se estableció la obligación del Estado

de asistir al desvalido y el derecho a ser asistido. Sobre estas bases se venía construyendo

un programa de derechos y de protección social de largo alcance, que en sus inicios

contempló los servicios asistenciales y después haría lo propio con la protección laboral y

agraria. El reparto agrario, salario mínimo provisional, educación masiva, así como los

servicios asistenciales en general y los servicios médico-hospitalarios en particular

integraron el conjunto de derechos sociales contemplados en la constitución de 1917. Y

también fue un gobierno “duro”, en el restablecimiento del orden público con sus leyes y

3
En el gobierno de Emilio Portes Gil (1928-1930) se crea un Comité Nacional de Protección a la Infancia,
para proteger al niño física, social y moralmente. Se crea la Asociación Nacional de Protección a la Infancia
(1929), con delegaciones en todo el país. Se crea la Asociación “Gota de Leche”, para apoyar con alimento
para sus hijos a las madres de escasos recursos económicos, auspiciada por el gobierno y particulares. En el
gobierno de Pascual Ortiz Rubio (1931-1932) se continuaron con los programas de apoyo a la infancia
desvalida, se incrementaron las casas-hogar; al igual que en el gobierno de Abelardo Rodríguez se adoptaron
modelos de puericultura, para el cuidado del niño, alimentación e higiene. Y en el gobierno de Lázaro
Cárdenas la asistencia social se tornó en derecho de los “débiles sociales”, se extendió la asistencia a los niños
y las madres, se amplió la red institucional de asistencia pública, se abrieron los hogares colectivos, como
hogares sustitutos para los niños huérfanos y abandonados, casas-amiga de la obrera, comedores de
estudiantes, entre otros. Véase a Félix F. Palavicini, México historia de la evolución constructiva, t. 4,
México, Distribuidora Editorial “Libro”, 1945.
243

reglamentos en lo concerniente a la sanidad, combatió la prostitución, se normaron las

relaciones laborales, suprimió al Supremo Tribunal de Justicia y sometió sus facultades al

poder Ejecutivo y expulsó del Estado a todos los sacerdotes católicos. A partir de entonces

se inauguró una etapa de institucionalización de la protección preventiva y de orden social.

Continuando con el gobierno callista, su proyecto de reconstrucción económica

denominado “nueva política económica” (monetaria, bancaría y crediticia) y su proyecto de

“solución integral” (entrega de tierras y garantía de su producción), para resolver el

problema agrario sentaron las bases para el desarrollo del comercio y el impulso a la

industria nacional. Igualmente el proyecto educativo técnico se orientó a la formación de

una mano de obra con una disciplina organizativa o fabril. En el marco de esta política,

podemos entender la continuación y expansión del impulso a las campañas de

alfabetización, higiene y asistenciales, así como la creación de instituciones con este tinte,

para resolver los serios problemas en los renglones agrícola, laboral, educativo, sanitario y

asistencial. Se ilustraría en el alfabeto (castellanizarlos), en el baño y en la disciplina diaria

del trabajo a esa población (indígena y campesina) que había quedado al margen del

desarrollo, en otras palabras, para moralizar y formar al nuevo ciudadano en el orden social

y nacional. 4

El proyecto de beneficencia pública o asistencial llevó a realizar diversas campañas

contra la mendicidad, junto a otras campañas contra las enfermedades contagiosas, de

4
El carácter ideológico pensamiento nacionalista, según Gellner es revelado por su ruptura con el pasado. La
creencia en la naturaleza nacionalista como reivindicadora del pasado, es una falsa creencia, el nacionalismo
sirve para inducir una buena dosis de olvido histórico, para conseguir sus propósitos. Por esto, la propuesta de
la estrategia de Gellner es contrastar las pretensiones del nacionalismo con sus efectos. “El nacionalista no
resucita a las naciones, las inventa.” Para dicho teórico el nacionalismo es una consecuencia del capitalismo y
más específicamente de la industrialización. Juan Cristóbal Cruz Revueltas, “Estado y nacionalismo tras
Gellner, evaluación de su teoría”, consultado 9 de noviembre 2010.
Codex.colmex.mx:8991/exlibris/aleph/a18_1/apache_media/
B9USMX3PBV9FTDNL7215KM9CIUNNJF.pdf
244

higiene personal y social y de alfabetización. Se apoyaron a las familias pobres ampliando

el servicio de comedores, dormitorios y baños a bajo costo,5 se inició la construcción de

dispensarios médicos y hospitales, se construyeron escuelas rurales, técnicas e industriales

y se realizaron las misiones culturales en el país con las bibliotecas ambulantes.

Hacia mediados de los años treinta, la Beneficencia Pública atendía varios

establecimientos infantiles, en la ciudad de México, como la Casa de Cuna que acogía a

niños de 1 a 6 años, en la Casa del Niño de 7 a 14 años, en la Escuela Industrial Vocacional

a niños mayores de 14 años, las niñas en la Casa Hogar aprendían un oficios y economía

doméstica; al Centro Industrial Rafael Dondé, entraban los egresados de la escuela

industrial, para perfeccionar sus conocimientos técnicos. 6

Y entre los años de 1922 a 1929 se realizó la primera Convención Sanitaria

Nacional, el país suscribió el Código Sanitario Panamericano, se promulgó un nuevo

Código Sanitario, se expidió el Reglamento para el ejercicio de la prostitución, se fundaron

el Servicio de Higiene Infantil y la Asociación Nacional de Protección a la Infancia, ya sin

mencionar que se iniciaron diversos hospitales que se concluyeron en la siguiente década.

Campaña de higienización

La difícil situación de las clases trabajadoras y su sentida demanda por derechos sociales,

como el derecho a la salud quedó comprendida en la política de justicia social de los

5
Ramón Beteta, La mendicidad en México, México, Beneficencia Pública del D. F., A. Mijares y Hnos, 1931,
p. 33.
6
Ibídem, p. 34.
245

gobiernos revolucionarios. 7 Entre otros aspectos se atribuía la elevada mortalidad a la falta

de higiene en la población de escasos recursos. Por lo tanto, la higiene fue concebida como

una necesidad básica y preventiva de enfermedades. En este sentido las autoridades

sanitarias confeccionaron una política de higienización. En 1926 a la luz del nuevo Código

Sanitario las autoridades de salubridad impulsaron las campañas de higienización

antivenérea y antialcohólica para prevenir el contagio de enfermedades como la sífilis e

impedir el alcoholismo tan arraigado en buena parte de la población de los sectores bajos.

El Departamento de Salubridad de reciente creación, fue el encargado de llevar a

cabo la nueva política sanitaria. Este tenía a su cargo entre otras dependencias a la

Inspección de Sanidad, con su dirección de dispensarios venéreo-sifilíticos, el Instituto de

Higiene (de reciente creación), el Hospital General. En 1926 se expidió un nuevo Código

Sanitario para todo el país, donde aparecían codificadas las medidas sanitarias de

hospitales, cuarteles, cementerios, escuelas y talleres, así como el control de enfermedades

transmisibles y la sanidad del agua potable, alimentos y viviendas. 8 El departamento de

Salubridad fue encargado de ampliar la infraestructura sanitaria, en cuanto al sistema

hidráulico para surtir de agua a las poblaciones que carecían de este servicio, así como de

mejorar las instalaciones existentes para evitar fugas.

El Departamento de Salubridad inauguró una nueva etapa de higienización de la

población, se difundieron las medidas higiénicas en las escuelas e instituciones oficiales. Se

realizaron campañas higiénicas que alcanzaron diferentes ámbitos de la vida cotidiana de la

7
En 1908 se reformó la Constitución de 1857 para que el Congreso de la Unión legislara sobre salubridad
pública, específicamente para las costas y fronteras, para evitar la entrada de inmigrantes extranjeros con
enfermedades transmisibles. Tena Ramírez, Felipe, Leyes Fundamentales de México, 1808-1998, 21ª. Edic.,
México, Edit. Porrúa, 1998, pp. 375, 376 y 717.
8
José Alvarez Amézquita, et al, Historia de la salubridad y la asistencia en México, t. I, pp. 295.
246

población. 9 Por lo que no resulta sorprendente que indigentes y vagos fueran objeto de

mayor represión, se les obligó a bañarse, se les despiojaba y desinfectaba sus ropas. Los

chóferes de camiones colectivos tampoco escaparon a la inspección de su aseo personal, la

prensa influyó en esto, por las críticas a las autoridades por permitir el desaseo de choferes

(manos, uñas y cabello) y por el olor fétido que esto provocaba en el transporte colectivo.

Con la “higienización” se pretendía una nueva forma de vida, a decir de las

autoridades, mucho más saludable. El discurso del doctor Gabriel Malda, al ser nombrado

jefe del Departamento de Salubridad nos ilustra al respecto.

...una institución que paternalmente vigile la pública salubridad. Para conseguir este
objetivo, la higiene exige que el individuo se someta a una disciplina en bien de la
colectividad; que los habitantes todos de la República acaten voluntariamente las
prescripciones sanitarias recomendadas por el Departamento de Salubridad... 10

Los directivos del Departamento de Salubridad indicaban que se conduciría a la población

por los senderos de la higiene, con un carácter de una “dictadura médica”, para obligarla a

cumplir las medidas sanitarias, en tanto se adoptaban los hábitos higiénicos. 11 Esta idea de

higienizar a los pobres no era novedosa, desde el siglo XIX se hablaba de esto.12 Se

9
Foucault dice “la medicina jugó un papel de denominador común (...) su discurso se pasaba de un lado a otro
(...) y en su nombre se inspeccionaba como estaban instaladas las casas...” Michel Foucault, Microfísica del
poder, 3ª. Ed., Madrid, Las Ediciones de la Piqueta, 1992, p. 110.
10
Boletín del Departamento de Salubridad del 31 de mayo de 1920, citado por José Alvarez Amézquita, et al,
Historia de la salubridad y la asistencia en México, t. II, p. 142.
11
En el artículo 75, fracción XVI de la Constitución de 1917, se estableció que “el Consejo de Salubridad
general dependerá directamente de la presidencia (...) y sus disposiciones serán obligatorias”. Las Entidades
Federativas sólo podían legislar en materia sanitaria local. Sin embargo, la idea de obligatoriedad iba más allá,
así lo ilustra el licenciado Salvador Urbina: “para preservar la salubridad pública no hay quien discuta la
autoridad sin límites, dictatorial absoluta...” Citado por José Alvarez Amézquita. op. cit, pp. 328-329.
12
En 1864, Joaquín García Icazbalceta decía que los jóvenes asilados en las casas de beneficencia y
corrección, “Ha de acostumbrárseles ante todo al más riguroso aseo, combatiendo así uno de los vicios más
comunes y repugnantes de nuestro pueblo; á vestir con decencia, á andar siempre calzados, á dormir en cama,
y á comer en mesa sirviéndose de los cubiertos. Tales necesidades no son imposibles de satisfacer, por
humilde que haya de ser su posición en el mundo; y les obligarán a trabajar para tenerlas cubiertas;
comunicarán luego á sus familias esos hábitos de orden, aseo y decencia, y el Hospicio contribuirá en lo que
247

realizaron las campañas sanitarias bajo el lema “higiene y salud”. Las autoridades sanitarias

desde diversos ámbitos sociales difundieron la higiene como el nuevo valor social. Y en

1925, se decretó el “Año de la salubridad en México”. Misiones de médicos y enfermeras

recorrieron el país, en particular en la ciudad de México, visitaron las vecindades para

enseñar a las madres el cuidado sanitario de sus hijos, de la preparación de alimentos y de

sus viviendas.

En los informes estadísticos observamos que las principales causas de mortalidad en

adultos y niños eran las enfermedades gastrointestinales y bronquiales (y las derivadas del

alcoholismo). Los higienistas decían que estos padecimientos tenían relación con la falta de

servicios públicos, el hacinamiento en las viviendas y la falta de higiene personal y de los

alimentos. También señalaban que la población infantil era la más susceptible de

contagiarse de todo tipo de enfermedades e inclusive la de mayor índice de mortalidad.13

Moisés González Navarro comenta que las enfermedades contagiosas afectaban más a la

población rural que a la urbana, por encontrarse en peores condiciones higiénicas, las que

se combinaban una deficiente alimentación, viviendas insalubres y un marcado

alcoholismo. 14

pueda a la moralización de un pueblo cuyos defectos nacen en gran parte de lo poquísimo que necesitan para
vivir”. Joaquín García Icazbalceta, Informe sobre los establecimientos de Beneficencia y Corrección de esta
Capital, escrito póstumo publicado por Luis García Pimentel, Moderna Librería Religiosa, 1907, p. 131.
13
Alberto J. Pani, La higiene en México, México, Imprenta de J. Ballescá, 1916. pp. 15-44. Las
enfermedades más comunes eran las que los médicos llamaban de la pobreza como: tuberculosis, parasitosis,
al igual que los males de la piel, (lepra, pelagra y mal del pinto); la avitaminosis (que provocaba las
cataratas); y el bocio por falta de yodo (en 1963 por decreto, se empezó a yodatar la sal para contrarrestar este
mal); en vías respiratorias como la bronquitis aguda, afecciones de la laringe y la bronconeumonía; las caries
dentales (provocando infecciones respiratorias); y las gastrointestinales, como la diarrea crónica y la enteritis
(principal causa de defunciones).
14
Moisés González Navarro, Op, cit., pp. 363-382.
248

En 1929 se creó el Servicio de Higiene Infantil, 15 se fundó la Asociación Nacional

de Protección a la Infancia, la que se acogió a la Ley de Beneficencia Privada de 1926 y

para 1932 mantuvo la Gota de Leche con 500 raciones, se estableció una maternidad, 10

hogares infantiles ubicados en barrios pobres, (1929), y la casa de cuna de Tlalpan (1932).

El tifo que en años recientes había provocado temibles epidemias, gracias al

descubrimiento del piojo como agente infeccioso, se sabía que la medida preventiva contra

éste era el baño frecuente y la desinfección de la ropa. De ahí la necesidad de fomentar y de

exigir el baño frecuente en la población. A los escolares se les exigió presentarse bañados y

peinados en la escuela.

En 1934, las autoridades sanitarias afirmaban que México todavía era un país

insalubre y su población de las más desnutridas del mundo. Al año morían 25 de cada mil

habitantes y uno de cada cuatro recién nacidos no lograba vivir doce meses. Con un

crecimiento de la población del 2% anual, el 39% era menor de 14 años y el 15% mayor de

sesenta. Aunque había un alto índice de natalidad, se reducía por lo elevado de la

mortalidad infantil. 16 Gilberto Loyo decía:

México es un país que la mayor parte de la población esta formada por jornaleros de
campo y campesinos ejidatarios, y en ciudades las mayores proporciones las
constituyen asalariados y personas que trabajan por su cuenta en los oficios,
pequeñas industrias y en el comercio, con ingresos extremadamente cortos y un
bajísimo nivel de vida que explica la altísima mortalidad general y los elevados

15
Secretaría de Salubridad y Asistencia, La atención materno infantil: Apuntes para la historia, México,
1993, p. 28.
16
En 1931, Gilberto Loyo hablaba de la necesidad de una política demográfica de fomento a la natalidad, de
detener la emigración de trabajadores a los Estados Unidos y de poblamiento de las regiones inhabitadas.
Loyo, Gilberto, “Las deficiencias cuantitativas de la población de México y una política demográfica
nacional”, publicada por le Comité Mexicano para el Estudio de los Problemas de la Población, México,
1933, p. 33. Enrique Moreno Cueto, Julio Moguel, (et al), Sociología histórica de las instituciones de salud
en México, México, SSA, 1982, pp. 39-40.
249

coeficientes de mortalidad infantil y de casos de enfermedades que tienen en causa


la miseria y la ignorancia. 17

Las campañas de higienización tuvieron su antecedente con la creación del Departamento

de Salubridad (1918), el cual inauguró una nueva etapa de higienización de la población. Se

realizaron campañas higiénicas que alcanzaron diferentes ámbitos de la vida cotidiana de la

población, los medios de comunicación de entonces, difundieron ampliamente la

importancia de la higiene. El Departamento de Salubridad tuvo un amplio apoyo de los

gobiernos emanados de la Revolución Mexicana de 1910, se reorganizaron sus servicios

sanitarios, reformaron sus ordenamientos jurídicos y se instauraron nuevos centros

sanitarios, tales como los dispensarios médicos, la construcción de hospitales como el

Hospital del Niño, entre otros. El modelo sanitario de higienización se buscó por todos los

medios de imponer en la vida pública y privada.

Campaña de Alfabetización

Se promovió la alfabetización en todos los rincones del país. Se invitó a la población

alfabetizada de la capital a participar en la campaña educativa. Misiones de profesores

recorrieron el país en una cruzada por la educación. Se hizo extensiva la educación

primaria, dando prioridad a la enseñanza del idioma nacional y lo siguieron los oficios

técnicos y prácticos artesanales y agrícolas en los estudios secundarios. Autoridades

magisteriales de la talla de José Vasconcelos, principal y más destacado promotor de la

alfabetización, exhortó al profesorado universitario a contribuir económicamente para

17
Gilberto Loyo, Esquema demográfico de México, 1946, México, Impreso en Talleres Gráficos de la
Nación, 1948, pp. 6 y 7.
250

proporcionar alimentos a los escolares, pues el aprendizaje –decía- no podía fructificar

cuando los niños casi sin alimento acudían a la escuela, por esto su lema era que “un vientre

hambriento no tiene orejas: pan, jabón, alfabeto”.18

Es importante subrayar que la falta o poca asistencia a la escuela de los niños fue

considerada por las autoridades como una forma de abandono de los hijos, en un período en

que se pretendía generalizar la escolarización en los sectores populares. Asimismo se

fomentó en las familias populares que enviaran a sus hijos a la escuela, entre otras razones

porque no acudían o lo hacían de manera irregular y por poco tiempo. En los reportes del

Tribunal para Menores, del que se hablará más adelante, se observa de la poca frecuencia

de los niños a la escuela, su asistencia podía contarse por meses y no más allá de año y

medio, en cuanto a los conocimientos adquiridos con dificultad podían leer y menos

escribir. Por ejemplo, se estableció que uno de los principales requisitos para que los

padres recuperaran a su hijo internado en la casa de orientación (correccional) es que se

comprometieran a que asistiera a la escuela regularmente.

Cabe mencionar que en el proceso de la imposición de la “escuela obligatoria” en el

país, la deserción escolar era un factor común en los sectores populares, el núcleo familiar

estaba desmembrado, la situación económica era sistemáticamente apremiante, las

condiciones de habitabilidad eran insalubres. La vulnerabilidad de estos sectores, en

particular de los niños se tornaba extrema y cotidiana. Por otro lado, los niños de estos

sectores tenían que trabajar para contribuir al gasto familiar, por lo tanto, la alternativa

estaba entre el comer o estudiar. Si bien, la escuela se veía como un baluarte escolar contra

la vagancia y delincuencia. No podemos dejar de subrayar que la campaña educativa iba

18
José Vasconcelos citado por Jean Meyer, La revolución mexicana, México, Tusquets Editores, 2004, p.
140.
251

más allá, de la sola información pedagógica, buscaba la socialización y difusión de un

criterio moralizador. Desde esta perspectiva la escuela como instancia de socialización

pública operó a la par que la privada (familia), para esta última, además era inminente para

conducir al proceso de maduración de los niños dotándolos de representaciones simbólicas

para su desenvolvimiento en el mundo, lo que permitiría introducir el patriotismo y por

consiguiente el sostenimiento del nuevo orden social.

Campaña Asistencial

Por otro lado, las autoridades de la Beneficencia Pública alertaban contra el incremento de

la mendicidad, se pronunciaron por una concepción moderna de asistencia, teniendo en

cuenta la “prevención”, como elemento central para impedir la indigencia y la vagancia.

Los discursos oficiales hablaban en nombre de la justicia social como un proyecto de los

gobiernos emanados de la Revolución Mexicana, para impedir que los sectores pobres y

marginados quedaran en la desgracia, se desarrolló un proyecto asistencial para el ámbito

nacional, con el propósito de atender el problema sanitario y alimenticio. Desde luego este

proyecto tenía serias limitaciones para hacerlo extensivo a todo el país, por la falta

inversión en infraestructura, no obstante, la capital fue la más beneficiada de esto.

A fines de la década de los veinte, las autoridades se seguían lamentando de la falta

de establecimientos con horarios compatibles con el trabajo de las madres obreras, lo que se

había discutido desde el Congreso del Niño a principios de la década. Cabe mencionar que

la primera casa amiga de la obrera fue fundada en el porfiriato por la esposa de Porfirio

Diaz, quien en 1915 dejó de apoyarla y al año siguiente el gobierno carrancista se encargó
252

de ella.19 (Hubo que esperar al gobierno cardenista para ampliar la red de casas-amiga de la

obrera para el apoyo de las mujeres trabajadoras.) También se necesitaba ampliar la red de

internados, porque los existentes estaban saturados, por ejemplo en el caso de las

empleadas domésticas era común que las empleadoras no las aceptaran con sus hijos, por lo

que estas mujeres se veían en la necesidad de dejarlos al cuidado de sus familiares, con

algún vecino abandonando a su suerte a la criatura. En los reportes del Tribunal para

Menores, se observa que las niñas mayores se quedaban al cuidado de sus hermanitos

menores, mientras la madre trabajaba.

La Beneficencia Pública impulsó una campaña contra la mendicidad, brigadas

nocturnas se desplegaban para ofrecer alimentos calientes a indigentes, al principio sólo en

temporadas invernales las que posteriormente se dejaron de manera permanente. También

brigadas de jóvenes recorrían las calles levantando a niños y adolescentes que se

encontraban en la vagancia o mendicidad y se les albergaba en los dormitorios de la

Beneficencia. Y se apoyó a las familias pobres ampliando el servicio de comedores,

dormitorios y baños a bajo costo.20 Por su parte la Beneficencia Pública recibió en sus

hospitales a los contagiados, ofreció a los pobres comedores, baños y albergues a precios

bajos y recogió a niños indigentes. 21

A principios de la década, las autoridades cuestionaron la labor de la Dirección de

Beneficencia Pública del Distrito Federal porque ya no respondía a la nueva realidad social.

Se le objetaba que se había ocupado más de administrar la filantropía pública que de crear

un proyecto asistencial nacional, por ello, la naturaleza de la acción asistencial de las


19
La primera Casa Amiga de la Obrera fue creada en 1887 por la señora Carmen Romero Rubio, esposa del
presidente Porfirio Díaz. Félix F. Palavicini, México. Historia de su evolución constructiva, t. IV, 1ª ed.,
México Distribuidora Editorial, “Libro, S. De R. L.”, 1945, p. 85.
20
Ramón Beteta, La mendicidad en México, México, Beneficencia Pública del D. F., A. Mijares y Hnos,
1931, p. 33.
21
El término desvalido se usaba para referirse a los pobres y también para los indigentes.
253

instituciones de beneficencia no se había desligado de su concepción de “caridad” o

“limosna”. Además la población pobre y marginal demandaba mayor esfuerzo de las

autoridades, para subsanar la deficiente alimentación y la insalubridad para así contrarrestar

la plétora de enfermedades que la tenían postrada. Por lo tanto, se inició la modernización

de dicho organismo que culminará con la creación de la Secretaría de Asistencia Pública a

mediados de la década siguiente.

Las casas de beneficencia estuvieron adscritas a la Beneficencia Pública hasta 1937,

en que se constituyó la Secretaría de Asistencia, quedando bajo su dependencia las casas

hogar, (en lugar de los hospicios o internados), ahora entendidas bajo un criterio de

recreación del hogar familiar. Y los hogares-sustitutos, con una familia al frente, para que

los niños se desarrollaron en un ambiente familiar. En cuanto a las casas de corrección se

cambiaron a Casas de Orientación (para Mujeres y para Varones), bajo una idea educativa y

no correctiva. Dependiendo directamente de la Secretaría de Gobernación (1926) y después

del Departamento de Protección Social (creado en 1929) de dicha Secretaría.

El doctor Rafael Santamarina, principal promotor del Consejo Federal de Protección

a la Infancia y Juez del Tribunal para Menores representó al país en la Primera Conferencia

Panamericana de Eugenesia y Homnicultura, (1927) la Habana, Cuba. Y para 1931 fue uno

de los fundadores de la Sociedad Mexicana de Eugenesia para el Mejoramiento de la Raza,

creada en 1931.22 Este organismo se abocó a la tarea de ampliar el servicio de detección de

la “debilidad” mental de los niños escolares en las instituciones educativas, en los

dispensarios médicos y en toda institución donde se encontraran niños, para estudiar las

anomalías que les impedían el aprendizaje eficiente o cualquier otro padecimiento que

22
Laura Luz Suárez y López Guazo, Eugenesia y Racismo en México, p. 109.
http://books.google.com.mx/books?id=9gGCddlofTkC&pg=PA109&lpg=PA109&ldk=doctor+Rafael+Santa
marina+mexicano&
254

requería atención médico-psiquiátrica para canalizarlos a las instituciones específicas para

su atención.

La ciudad de México siendo la de mayor desarrollo económico del país, por lo

mismo era la de mayor afluencia de inmigrantes del ámbito rural,23 no obstante, también

presentaba una importante población en la vagancia y mendicidad. El alcoholismo era un

vicio arraigado en la población, los llamados “teporochos” eran hombres y mujeres que

terminaban tirados en las calles por su exacerbado alcoholismo. Los expedientes del

Tribunal para Menores informan del elevado alcoholismo en los padres de los menores. El

alcoholismo, la vagancia y mendicidad se consideraban los principales impedimentos para

la modernización de la capital. Esto aunado a la prostitución (mujeres adultas y menores de

edad) que era una de las principales fuentes de contaminación de enfermedades venéreas,

mismas que dejaban secuelas o taras en las nuevas generaciones. Y a la delincuencia

desatada en adolescentes, tales como hurtos y todo tipo de delitos contra el patrimonio eran

los grades males urbanos.

La política social emanada de los gobiernos revolucionarios se orientó a brindar

servicios asistenciales públicos, a los desamparados darles cobijo e incluso alimento, como

lo hacían las brigadas asistenciales en las temporadas de invierno con los indigentes, como

ya se mencionó. Desde luego estamos hablando de la ciudad de México, donde se ofrecía

este servicio a la población indigente, la cuestión es, si este servicio asistencial llegaba a la

población de las Entidades Federativas, pues no podemos olvidar que durante la década de

veinte, emigraron del país por problemas económicos casi quinientos mil habitantes, y en

23
“El censo de 1930 refleja la desocupación endémica de México del campo sobre todo, y la menor en las
ciudades; desocupación agravada por la crisis económica mundial, con la cifra de 89,690 habiendo
desocupados durante un mes o más.” Loyo, Gilberto, Esquema demográfico de México, 1946, México,
Impreso en Talleres Gráficos de la Nación, 1948, p. 66.
255

1930, se repatriaron a trescientos mil, por la crisis económica mundial de 1929, con lo cual

se agravó la situación de la población desvalida. En los años treinta, se veía a catervas de

niños en las calles pidiendo limosna Ramón Beteta realizó una campaña de levantamiento

de los pordioseros en las calles de la ciudad de México, entre los cuales había niños.

Rómulo Velasco Ceballos decía que esos niños indigentes, “niños acostumbrados al

pordioserismo (…) un “elemento indisciplinado, tan amante de la libertad callejera y tan

orgulloso de su personalidad altiva…” 24 Por lo numeroso de dichos indigentes se fundó la

Escuela Hogar Liberación y a la ampliación de la Escuela Granja de Tlalpan (antigua

correccional para varones) y al acondicionamiento de dormitorios públicos (N° 2). Velasco

Ceballos también se refería a ellos, diciendo que “hayan tomado cariño a la labor

regeneradora que con ellos se lleva a cabo y nadie intente la fuga”. 25 También se construyó

para niños anormales de manicomio, una escuela-granja en una sección del Manicomio de

la Castañeda.26 El Estado asumió la forma paternalista, en detrimento de otras formas que

impulsaran un desarrollo económico, no obstante, no podemos dejar de considerar que el

reto era difícil para el grupo o grupos en el poder, en cuanto a la insuficiencia de recursos

económicos, sin dejar de considerar que los intereses políticos en el camino desvirtuaron la

ruta por la que transitaría el país.

A estas campañas asistenciales para combatir la vulnerabilidad extrema y cotidiana

de la población desvalida le siguió la instauración del “Departamento de Terapia Social”

(1937), el que se encargó de estudiar “científicamente” a las personas que demandaban

asistencia, como de las que ya la recibían, en los aspectos económico, educativo, moral,

24
Rómulo Velasco Ceballos, Asistencia Pública: Un año bajo la administración del presidente Cárdenas,
México, D.A.P.P., 1938, p. 49.
25
Ibídem, pp. 48-49.
26
Ibíd., p. 51.
256

social, somático-funcional y psicológico. Se partía de la idea de que la sociedad era un

organismo y el pobre o el “débil social” eran la parte enferma de la sociedad.27 Funcionó

como un centro de estudio de los “débiles o enfermos sociales”, que investigaba el origen

de ésta debilidad, formulando el diagnóstico y el pronóstico respectivos, indicaba los

medios terapéuticos y profilácticos para la “curación del enfermo” y gestionaba en otras

instituciones la “defensa” de los que se veían afectados por éste.28

En otras palabras, en dicho departamento se hacía el trabajo social, con las

visitadoras en las vecindades, se estudiaba el problema de la mendicidad; en los internados,

casas-hogar, casa-cuna se aplicaron las pruebas de Binet Simón, Koss y Vermeylein, para

establecer las características de la inteligencia y temperamento de los niños. Incluso se

hablaba de que los padres aportaran una suma simbólica por la estancia de sus hijos en las

casas hogar, para que los niños sintieran que sus padres se ocupaban de ellos y así “prevenir

el complejo de inferioridad” que pudiera formarse en ellos. 29 Las aportaciones de la

psicología evolutiva, fruto de la difusión del evolucionismo y de la consolidación de la

psicología como disciplina autónoma de la filosofía, en su modalidad o división de

“psicología experimental” fueron decisivas, ya que propiciaron el desarrollo de una nueva

noción para orientar los estudios sociales, en este caso de los “débiles sociales”.

Se hacía énfasis en que los niños como los de la casa-cuna, que dejaban sus padres

porque no tenían para mantenerlos, al principio los visitaban con frecuencia y después

dejaban de hacerlo. Esto lo mencionaba el doctor Manuel Cárdenas de la Vega, diciendo

que “la Casa de Cuna no cumple con su deber social”, el papel de la trabajadora social

27
Secretaría de Asistencia Pública, La asistencia social en México, sexenio 1934-1940, 1ª ed. Talleres
Gráficos de la Nación, 1940, pp. 91-92.
28
Ibídem, pp. 91-92.
29
Ibídem, pp. 91-92
257

debía ser recordarles a esos padres la obligación con sus hijos, puesto que, esta institución

debe impedir “la disolución de la familia”. 30

Fundación del tribunal para menores

El Tribunal para Menores o las llamadas Cortes Infantiles surgieron en el mundo occidental

a finales del siglo XIX. Fue en el Congreso internacional de protección a la infancia (1895)

en Ginebra, Suiza, cuando se habló de la necesidad de una “jurisdicción especial para

menores” y dotada de un “procedimiento peculiar” y desempeñada por un “órgano

especializado”, que se encargara de aplicar un tratamiento orientado a reformar. También,

se habló de las vejaciones que sufrían los niños en las prisiones, por lo que se proponía

separarlos de las cárceles de adultos y dejarlos fuera de la legislación, salvo casos

excepcionales y conforme a las leyes de cada país. 31 Y se acordó que los niños menores a

16 años no debían ser condenados judicialmente, sino juzgados por magistrados con

conocimientos en ciencias psicológicas y sociales. Estados Unidos crea la primera corte

para niños, denominado Children’s Court of the Cook Country (1899), en la ciudad de

Chicago (Illinois). 32 Esta corte sirvió como modelo a países europeos y latinoamericanos,

los que fueron fundando sus tribunales en los primeros años del siglo XX.

En México, el proyecto para la creación de tribunales para menores tuvo sus

antecedentes en el porfiriato, Ramón Corral, Ministro de Gobernación, encomendó a los

30
Rómulo Velasco Ceballos, El niño mexicano ante la caridad y el Estado. Apuntes históricos que
comprenden desde la época precortesiana hasta nuestros días, México, Cultura, 1935, pp. 118-119.
31
La palatina separación de los niños transgresores de las prisiones de adultos se observa a lo largo del siglo
XIX. En México este proceso fue más lento, primero fue la separación por sexos y después la de niños y
adultos todavía se encontraban adolescentes transgresores en las cárceles de adultos ya bien entrado el siglo
XX. En el período de la Revolución de 1910, se trasladaban a los menores infractores de la correccional para
varones a la penitenciaría, a decir de sus directivos por ser “peligrosos”.
32
Véase a Anthony M. Platt, Los “salvadores del niño” o la invención de la delincuencia, México, Siglo
Veintiuno Editores, 2001. En 1895 se inaugura el primer Tribunal para Menores en Australia.
258

licenciados Miguel S. Macedo y Mariano Pimentel un proyecto de reforma de la legislación

penal para que los menores de 14 años que infringían la ley no fueran a la cárcel. En su

dictamen recomendaban ampliar el límite de la edad penal hasta los 18 años (porque

llegaba sólo a los 16 años), y crear tribunales especiales. Esta propuesta no se concretó

porque se necesitaba primero modificar el Código Penal de 1871 y en ese momento no fue

posible, en 1912 nuevamente se revisó dicho proyecto con los mismos resultados como lo

menciona Elena Azaola. 33 En efecto, el asunto de la legislación era una parte del problema,

también se necesitaban especialistas en derecho de menores y el juez paternal o tutelar

podemos pensar que era una especialidad en construcción. No obstante, en las

correccionales se recibía a los menores infractores, las cuales, venían reformándose y

adecuando sus instalaciones, pasando de un sistema correctivo a uno educativo.

Ahora bien, en la Constitución de 1917, en su artículo 14 estableció que “nadie

podrá ser privado de su libertad o de sus propiedades… sino mediante juicio seguido ante

los tribunales”. Y en su artículo 18, “La Federación y los gobiernos de los Estados

establecerán instituciones especiales para el tratamiento de los menores infractores”. Por lo

tanto, la detención y encierro del menor infractor en las correccionales se tornó en un

asunto ilegal.

Por otro lado, las clases medias que impulsaron el Congreso Mexicano del Niño

fueron las principales interesadas en controlar el crecimiento de esa población de niños y

jóvenes que eran un “peligro” biológico y social, de donde surgió la propuesta de fundar

tribunales para menores, como se mencionó en otro capítulo. Como entre los participantes a

dicho congreso estaban representantes del Estado de San Luis Potosí, se entusiasmaron con

33
Elena Azaola, La institución correccional en México. Una mirada extraviada, México, Siglo Veintiuno
Editores, 1990, p. 50.
259

la idea de atender a los infractores en un organismo específico para ellos, aparte de que se

tendría la primacía en el papel tutelar de los menores, el gobernador del Estado de San Luis

Potosí, licenciado Rafael Nieto, promulgó el decreto de la Legislatura XXXVII (7 de

noviembre de 1922) para la creación del tribunal para menores y expidió la Ley de

Tribunales Infantiles (1922).34 En esa misma fecha se instaló el tribunal en el convento de

“El Carmen”. Manuel Flores, Delegado de la Cruz Roja Mexicana, asumió la

responsabilidad de Presidente del Consejo Pupilar. Abogados, comerciantes, industriales e

instituciones particulares contribuyeron a su sostenimiento, así como en sus aspectos

legales. El Asilo Infantil “Miguel Negrete” y la casa de Regeneración para Mujeres

“Arrecogidas” auxiliaban a dicho tribunal. 35

Hacia 1923, se efectuó el Primer Congreso Criminológico Mexicano, donde se

recogió la propuesta para la creación de Tribunales para Menores en el país. Los debates al

respecto, versaron sobre la pertinencia de un tribunal de tipo jurisdiccional o de tipo

paternal, los abogados más ortodoxos se inclinaban más por el primero y no así por el

segundo. Sin embargo, la participación de pedagogos y médicos del Comité Permanente del

Congreso del Niño lograron hacer valer su propuesta de un tribunal paternal. Por lo que, se

acordó lo conducente para instaurar un Tribunal para Menores del Distrito Federal y

Territorios, con carácter tutelar, tanto su organización y personal estarían sujetos a la

Secretaría de Gobernación y el gobierno de la ciudad de México se encargaría de su

sostenimiento. Se señaló la necesidad de formar jueces tutelares especializados en la

infancia y de los expertos en diversas ramas científicas en los que se apoyarían aquellos.

34
Ley de Tribunales Infantiles. Decretara por el H. XXVII Congreso del Estado y Promulgada por el
Ejecutivo el día 9 de noviembre de 1922.
35
Enrique Almazan Nieto e Hipólito González Flores (dir.), Historia y obra del Tribunal para Menores y de la
Escuela de Adaptación Social, “Profesor Angel Silva”, San Luis Potosí, Imprenta Olimpia, 1978, pp. 5 y 6.
260

Al tribunal se le concibió como una institución paternal especial, más que como un

sistema penitenciario para “niños problema”, el cual, se encargaría de investigar la

situación en que se encontraban los niños y adolescentes, con la finalidad de prevenir que

los menores cayeran en desgracia o en actos ilícitos. No obstante, que en su procedimiento

y estructuración tenía mucha similitud con el sistema penitenciario, como veremos más

adelante. En definitiva, fue aprobada la fundación de tribunales especiales para menores y

las modificaciones a la legislación para hacerlo.

En 1926, apareció el proyecto de ley orgánica de tribunales del fuero del D. F.,

donde se propone la creación de un tribunal protector del hogar y de la infancia, para

corregir las faltas administrativas.36 Y el 6 de diciembre del mismo año, se fundó el

Tribunal para Menores, del Distrito Federal y Territorios, situado en la ciudad de México

(calle de Vallarta Núm. 17). En el discurso inaugural del propio Tribunal se señala su

función paternal y por consiguiente un modelo de protección tutelar y educativo. Plutarco

Elías Calles, como presidente, con motivo de la inauguración del tribunal decía:

El ideal de mi gobierno, que es el ideal de mi pueblo, sacar de la miseria y de la


ignorancia a la gran masa subyugada del país; elevar su condición social; enseñarla
a alimentarse mejor; dotarla de escuelas y de elementos de cultura; elevarla a un
mayor grado de civilización; hacer más homogénea a la nación... 37

La prensa por su parte, difundió ampliamente la apertura y la importancia de este tribunal:

…la inauguración del Tribunal para Infantil, habiendo quedado instaladas sus
oficinas en la calle de Vallarta número 17 de esta capital. Se ha procurado
acondicionar dicho lugar de forma que no parezca un tribunal, sino por el contrario
36
Por el Artículo 3° transitorio de la Ley sobre Previsión Social de la Delincuencia Infantil en el Distrito
Federal del 9 de junio de 1928, se crea el Reglamento del Tribunal para Menores del Distrito Federal.
Firmado por Primo Villa Michel Secretario General, Encargado del Gobierno del Distrito Federal, entra en
vigencia El Reglamento del Tribunal para Menores, Diario Oficial, 22 de noviembre de 1928.
37
Excélsior, diciembre 6 de 1926, pp. 1 y 2.
261

presente un aspecto tranquilizador de un hogar familiar. Inicia albergando a los


primeros muchachos que se encuentran detenidos en las comisarias o en la cárcel
preventiva, acusados por faltas o delitos.38

El Tribunal para menores representaba la culminación de un esfuerzo institucional y social,

para resolver el problema del niño abandonado, sus impulsores tenían la expectativa de

darle salida a un problema infantil por un asunto de descuido familiar y de “peligro”

biológico y social, al mismo tiempo, que para ejercer un control sobre esos menores

desorientados. Además, el tribunal se pensó como un espacio específico para la infancia,

bajo un espíritu protector donde los niños y adolescentes con problemas diversos pudieran

sentirse que formaban parte de la sociedad.

El presidente Elías Calles en su propósito de regular el funcionamiento de la

sociedad y de fortalecer al Estado como único conductor de la sociedad, enfrentó a la

Iglesia para hacer cumplir los preceptos constitucionales, lo cual provocó un fuerte

enfrentamiento entre autoridades civiles y religiosas que terminaría en una lucha armada. El

clero católico desde varios años antes, venía desplegado una intensa labor social por medio

de la “Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos”, integrada por adolescentes y jóvenes de

los sectores medios, quienes estaban haciendo una importante labor con los niños de los

sectores populares en la ciudad de México y en varias entidades federativas, no sólo de

catequesis, sino a favor de los intereses de la Iglesia católica y contra los gobiernos que

querían hacerla a un lado.39

38
Excélsior, 1926, diciembre 6, p. 1.
39
Los jóvenes de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) impartían clases a la niñez
desvalida en varias escuelas de la ciudad de México. Antonio Rius Facius, De don Porfirio a Plutarco.
Historia de la ACJM, 1ª ed., México, Editorial Jus, 1958, pp. 3 y 64.
262

El gobierno callista para detener la intervención del clero desplegó una serie de

medidas, en particular para atender a los niños desvalidos por medio de la beneficencia

pública. Se retiraba a los niños de las calles y se les llevaba a las casas de beneficencia,

pero hacía falta un lugar de concentración que los recibiera y canalizara al plantel

adecuado. Además había que controlar a ese sector de niños y jóvenes, como herederos de

una constitución “degenerada”, que estaban causando problemas delincuenciales o

poblando las calles de indigentes. Y de paso pretendió impedir las actividades asistenciales

de la iglesia con los niños y adolescentes, pues se consideraba una labor del gobierno laico.

Por todo esto y las influencias externas sobre el tratamiento a los menores se procedió a

fundar un tribunal para menores en la ciudad de México. Dos años después se expidió el

primer Reglamento del Tribunal para Menores del Distrito Federal y Territorios, publicado

en el Diario Oficial de la Federación el 22 de noviembre de 1928, por Primo Villa Michel,

Secretario General. Encargado del Gobierno del Distrito Federal. En ese mismo año se creo

el Consejo Supremo de la Defensa y Prevención Social (1928), entre sus objetivos se

propuso analizar en su conjunto el problema delincuencial, en este caso de los menores

infractores para detener su crecimiento. De esta manera, el tribunal para menores quedó

subordinado a dicho consejo, al que se le informaba de todo lo relacionado con los menores

a su llegaban al tribunal, como de su tratamiento en las casas de orientación y también se le

solicitaba su autorización para la externación de un menor.

Según el Reglamento del Tribunal, éste estaba facultado para atender todo lo

relacionado con los hechos y transgresiones atribuidas a los menores de 15 años,

establecidos en las leyes penales, en los Reglamentos de Policía y demás disposiciones

calificadas como delitos o como faltas. En los casos de menores abandonados y


263

menesterosos el tribunal decidía la forma en que se atendería su educación, también lo

haría con los niños “incorregibles” a solicitud de los padres o tutores. De igual forma,

estaba autorizado para obligar a los padres o a cualquier persona que estuviera encargada

niños a cumplir sus deberes e inclusive de imponerles alguna “corrección administrativa”,

en casos tales como: descuido de su educación física y moral, así como por un tratamiento

con “dureza excesiva” o darle órdenes, consejos o “ejemplos corruptores”. Y también, el

tribunal estaba facultado para consignar a las personas que cometieran actos que

perjudicaran la seguridad o los intereses de los menores, haciendo intervenir a las

autoridades correspondientes. Por los expedientes del Tribunal sabemos que ahí se recibía a

menores de 18 años. Es importante mencionar que la edad penal comprendía a menores de

16 años, según el Código Penal (1929), edad que se amplió a los 18 años, en el Código

Penal de 1931, este punto lo trataremos más ampliamente en otro apartado.

Hacia 1931, el Consejo Supremo de la Defensa y Prevención Social pasó a depender

del Departamento de Prevención Social de la Secretaría de Gobernación, al igual que el

Tribunal para Menores. Y en 1934 se reformó el Reglamento del Tribunal para Menores, en

el que apareció la figura de “libertad vigilada” para los menores externados del Tribunal.

De esta manera, se pretendió detener la reincidencia de los menores transgresores,

vigilando su comportamiento con las visitas de los inspectores a sus hogares.

En 1940, las niñas infractoras pasaron a ocupar la antigua residencia de los Condes

de Regla en las calles del Congreso 20, Tlalpan, es cuando cambió su nombre a Casa de

Orientación para mujeres por “Escuela Hogar para Mujeres”. Y en 1941, (22 de abril)

apareció en el Diario Oficial la Ley Orgánica de los Tribunales para Menores y sus

instituciones auxiliares en el D. F. y Territorios Federales.


264

La administración callista construyó un nuevo sistema de prácticas de dominación

estatal, entre las cuales, estaba el Tribunal para Menores, fue la forma de intervención para

atender los problemas de la infancia “irregular”. Se le concibió como una institución para la

protección y prevención de la “degeneración social”. Este tribunal tenía un carácter

ambiguo, pues contaba con todas las características del régimen carcelario, pero sin estar

sujeto a los límites del sistema penal, como lo menciona Elena Azaola40, sino con

propósitos civilizadores de la escuela pública. Precisamente la educación en el gobierno

callista jugó un papel como instrumento de unificación y de consolidación de la ideología

del Estado. Dicho Tribunal jugó un papel fundamental en la vinculación del niño con el

mundo público.

“Jurisdicciones de menores”

Se consideraba que los menores infractores debían ser atendidos tanto de manera preventiva

y terapéutica, como protectora y educativa. La “anormalidad” constitutiva del individuo se

pensaba que lo hacía proclive a la delincuencia, por ello, había que prevenir desde los

primeros indicios de una conducta antisocial en los menores (vagancia, indigencia o

delincuencia), deteniéndolo en caso de encontrarse en “peligro” social. Y como los menores

en abandono moral representaban un “peligro futuro”, de caer en vicios y conductas ilícitas,

por lo tanto, debían intervenir las autoridades para educarlos.

40
Véase a Elena Azaola, La institución correccional en México. Una mirada extraviada, 1ª ed., México,
Siglo Veintiuno Editores, 1990.
265

A finales del siglo XIX se venía discutiendo acerca de la necesidad de elaborar una

“jurisdicción especial” para menores culpables de infracciones, con un “procedimiento”

distinto al aplicado a los adultos. Los penalistas europeos de principios del siglo XX,

crearon un derecho penal moderno de “protección social”, para el tratamiento de la

delincuencia infantil y juvenil. El procedimiento se fundó en los siguientes principios para

juzgar a los menores: los “magistrados especiales” solamente se ocuparían de los asuntos

infantiles, para que desarrollaran la sensibilidad requerida para comprender a los menores

en cuestión; y debían tener conocimientos en ciencias médico-psicológicas y sociales.

Dichos magistrados serían auxiliados por “oficiales de prueba” para realizar el “examen

preparatorio de los enjuiciados”. A los menores en “libertad vigilada”, se les protegería y

asistiría para evitar que reincidieran en la delincuencia. La intervención del poder judicial

evitaría detener a los menores infractores en las instituciones judiciales, los detenidos serían

enviados al Tribunal para Menores, los infractores serían colocados en secciones distintas a

los establecimientos penitenciarios de adultos, para que recibieran un “tratamiento

terapéutico”.

Según Mariano Ruíz-Funes (abogado y refugiado español en México) en el

Congreso Penitenciario de Washington (1910) fue aprobada una “jurisdicción especial”,

para menores de edad “culpables de infracciones”, con un procedimiento diferente al de

adultos. Se contaría con magistrados especiales para juzgar a los menores, quienes deberían

tener conocimientos en ciencias psicológicas y sociales, auxiliados por magistrados

oficiales de prueba (para examinar las pruebas), así como proteger a los menores que

fueron colocados en “libertad vigilada”. Además, dichos magistrados o jueces de menores,


266

…deben comparecer en sesiones distintas de las dedicadas a los adultos; la


investigación de los hechos realizados por ellos [menores] no debe dar lugar a
debates, sino a “conferencias”. Los magistrados especiales deben tomar las medidas
necesarias en interés de los menores maltratados y abandonados.41

Ruíz-Funes también comenta que se expidió una ley reguladora de la jurisdicción de

menores en Estados Unidos, lo que dio paso a la formulación de un proyecto-tipo de

Tribunal preparado por el Committee on Standard Juvenile Court Laws, nombrado por

National Probation Association (1927). Se definieron la función del Tribunal (de menores)

y del juez (del tribunal), la edad penal hasta los 18 años y los menores no serían

considerados delincuentes, sino como “pupilos” del Estado. Igualmente fue definido el niño

delincuente (transgresor, faltista de la escuela, díscolo o desobediente, huye del hogar, su

conducta habitual “peligrosa” para sí y para los demás), el niño abandonado (teniendo

padres no lo atiendan, los propiamente abandonados y los necesitados de cuidados paternos

que sus padres no les proporcionen, vagos, viciosos o inmorales) y el niño desvalido (los

sin hogar, con hogar sin posibilidades de sostenerlos y los hijos de padres enfermos

mentales).42

La Comisión Internacional Penal y Penitenciaria (1924) redactó un formulario para

recabar información sobre el estado de las jurisdicciones de menores, para que el Comité de

Protección a la Infancia de la Sociedad de las Naciones los hiciera llenar a sus afiliados, 22

naciones entregaron dicha información, publicada en los órganos de difusión de dicha

comisión. En 1929, se presentó otro formulario para conocer el funcionamiento de las

instituciones auxiliares de los tribunales (reformatorios, casas de orientación y escuelas

41
Mariano Ruiz-Funes, La criminalidad de los menores, México, Imprenta Universitaria, 1953. pp. 281-282.
42
Ibídem, pp. 282 y 283.
267

especiales). En la Séptima reunión de la Sociedad de las Naciones (1931) se formuló la

siguiente declaración:

La perpetración de un delito por los menores no constituye necesariamente un


indicio de la existencia de una perversidad grave o de un medio vicioso. Puede ser
debida más bien a un exceso de vitalidad o a una perturbación súbita naturales en la
infancia.43

Esta declaración muestra al delito como un acto natural en la infancia, esto es, el

determinismo biológico en ciertos individuos sobre todo los desvalidos. Precisamente esa

naturaleza explosiva lo convierte en un ser “peligroso”.

Con los informes recabados se propusieron dos clases de medidas, las de protección

para el menor “normal” y las especiales para el menor “anormal” o deficiente. Estas

medidas especiales se dividían en exógenas y endógenas, las primeras para prevenir de

influencias nefastas al menor; las segundas, proporcionar el tratamiento físico y

psiquiátrico. Y se estableció que la competencia y procedimiento de las jurisdicciones para

menores debían tener un doble carácter: uno de instancia judicial y otro de protección. Y en

el tratamiento de los menores en dichas jurisdicciones, no sólo se referiría al hecho y sus

circunstancias que lo llevaron a cometer la infracción, sino debía ampliarse a la

investigación de la personalidad del menor y de su medio, a su examen físico y mental y al

psiquiátrico según el caso.44

Es importante mencionar que el derecho penal positivista, con respecto al enfoque

para abordar el delito y al delincuente tenía como centro su “peligrosidad” social. Sus

43
Citado por Mariano Ruíz-Funes, op., cit., p. 285.
44
Ibíd., p. 286.
268

antecedentes se encuentran en Cesar Lombroso, padre de la antropología criminal italiana,

quien influyó en un cambió de posición del delito al delincuente como hecho observable.

Se colocó al delincuente como fenómeno patológico, con una predisposición anatómica a

delinquir por una malformación en el occipital izquierdo. Dicha predisposición era debida a

una herencia atávica (se nacía delincuente)45. Enrico Ferri, en su positivismo retomó la idea

del “criminal nato”, para quien la conducta de un hombre, era un síntoma de algo

descompuesto, por lo tanto, el delito era el síntoma de la peligrosidad. De esta manera,

surgió el estado “peligroso” sin delito; y la pena se determinaba por la peligrosidad. A esto

agregó Rafael Garófalo el “delito natural”, propio de las razas inferiores (indígenas, chinos)

que se apartaban de la “recta razón de los pueblos civilizados”, el delito natural lesionaba

los sentimientos de piedad y justicia pilares de la civilización etnocentrista occidental.

Manuel Lardizabal y Pedro Rocafuerte fueron los precursores de la antropología criminal

mexicana con sus controvertidos estudios del atavismo y criminales natos.

El delito se veía desde una postura racial, de género y de clase social y de edad.

Carlos Roumagnac, que en los años treinta seguía teniendo influencia en los criminólogos

mexicanos, consideraba que las mujeres de los sectores bajos eran temibles e indignas de

confianza. Esto es, la delincuencia femenina se juzgaba desde una condición de género, lo

que junto con la edad las hacía más vulnerables. Se encerraba a la niña violada en la

correccional y al violador pronto se le dejaba en libertad, como lo muestran los expedientes

del tribunal en este tipo de casos (8 casos de violación de un total de 602 expedientes).

Ahora bien, la razón de la justicia penal tenía como centro la doctrina de la “defensa

social”, esto es, la sociedad debía estar protegida de aquellos individuos que actuaran en
45
Lombroso escribió sobre “El hombre delincuente” en 1876. Sostenía que el hombre delincuente era un ser
que no había alcanzado el desarrollo embriofetal.
269

contra del orden establecido, la sanción por lo tanto debía asegurar tanto la defensa social,

como cumplir una función preventiva. Asimismo, la sanción no debía estar únicamente

proporcionada a la gravedad del delito (derecho clásico), sino también a la peligrosidad del

delincuente. Por lo tanto, se emplearía el encierro por tiempo indeterminado, en razón de la

regeneración o readaptación del delincuente a la vida social.

La teoría de la “protección social” influyó en la forma de operación de los

Tribunales para Menores. Es justamente, en el marco de la teoría jurídica de la “defensa

social” de la que derivó la “protección social”, en la que se sustentaron los objetivos

generales del tribunal para menores en México. Esto es, la sociedad debía estar protegida de

los delincuentes en potencia y de los delincuentes de hecho. En este sentido, estaban en

“peligro” social los menores por sus anomalías físicas o mentales o por un medio ambiente

nocivo; y eran “peligrosos” los que cometían delitos, por lo que, sus actos afectaban no

solamente a alguien en particular, sino a la sociedad en su conjunto. Además, de que había

que hacerlos sumisos y moldeables en función de un proyecto de Estado laico, libre y

democrático, opuesto al oscurantismo y a la superstición, como ciudadano dispuesto al

progreso y a la educación.

Por otro lado, si vinculamos esta doctrina de la peligrosidad, con las ideas

eugenésicas e higiénicas (médico-pedagógica), en cuyo centro estaba la herencia, podemos

entender que la herencia malsana o “degenerada” (física o mental), se manifestaba como

una predisposición a la delincuencia, misma que se veía reforzada por un medioambiente

familiar y social “degradante”.


270

Continuando con el relato del Tribunal para Menores del Distrito Federal, éste se

configuró como órgano central para conocer de las diversas cuestiones relacionadas con los

niños “irregulares”, como se mencionó antes. Todo niño detenido era enviado primero al

tribunal para menores, antes que a cualquier otra institución, para que posteriormente lo

colocara en el plantel adecuado a su situación. Esto tenía el propósito de evitar que se

difuminara en otras instituciones el problema de los niños en cuestión, así como para llevar

un control de ellos, para tener una mirada de conjunto de la problemática infantil. Con esta

lógica centralizadora se recibía a niñas y niños abandonados y transgresores. Es importante

mencionar que como la indigencia o mendicidad estaba criminalizada, por lo tanto, los

niños que llegaban al tribunal lo hacían como detenidos. También había niños y niñas

“incorregibles” o rebeldes, que llegaban al Tribunal a solicitud de sus padres para ser

disciplinados (del total de niñas que ingresaban a dicha institución había 11.6% de

incorregibles, lo que para los varones se multiplicaba).

Por otro lado, el Tribunal constaba de cinco secciones: “Sección Pedagógica”,

“Sección Psicológica”, “Sección Médica”, “Sección Social”, “Sección de Paidografía” 46. El

personal estaba compuesto por especialistas en estas disciplinas. Su labor era interrogar

directamente al menor en cuestión para diagnosticar su estado de salud física y mental,

hacer la investigación socioeconómica del menor y su familia, buscar las causas de su

comportamiento antisocial, así como determinar la forma de descuido familiar. Cada uno de

los especialistas elaboraba un reporte, en éste se basaban los jueces para dictar su veredicto

y designar si se le devolvía a los padres o se le colocaba en una institución benéfica o en

46
La Paidografía es el estudio estadístico de las colectividades infantiles, se dividía en paidografía social,
médica, psicológica y escolar.
271

una de orientación (antiguas correccionales) para enmendar su conducta y ser

“rehabilitado”.

Se abría un expediente por cada uno de los menores que ingresaban dicha

institución, con los cuales se formó un archivo que servía para cotejarlo cuando un menor

era reincidente. En el expediente se consignaban los datos generales de los menores, las

causas de su detención (indigencia, vagancia, abandono moral, delincuencia o

indisciplina); sus antecedentes familiares (situación económica, forma de vida -honradez,

armoniosa, maltrato, etcétera- tipo de vivienda -cuarto aseado-, número de integrantes

familiares, ocupaciones de cada uno de ellos, estado civil de todos, escolaridad de la

familia, así como antecedentes de enfermedades, alcoholismo, entre otros-; y del menor (en

caso de una actividad ilícita todo lo relacionado con ello, de abandono familiar o fuga del

hogar), también su estado de salud en ese momento, los padecimientos anteriores, sus

medidas craneales y corporales, sus facciones y señas particulares, en las mujeres el inicio

de la menstruación, así como el tipo de trabajos anteriores o los desempeñados actualmente.

Como bien lo señala Michel Foucault, esta fuente revela “esas vidas que estaban destinadas

a transcurrir al margen de cualquier discurso y a desaparecer sin que jamás fuesen

mencionadas han dejado trazos –breves, incisivos y con frecuencia enigmáticos– gracias a

su instantáneo trato con el poder...”.47 En efecto los expedientes nos muestran muchas

veces a menores indefensos, otras a menores habilidosos en argucias con las que pretendían

encubrir sus faltas o delitos o simplemente formas de defensa contra las intromisiones o

abusos de los adultos. Desde luego estos discursos son generados por la propia institución,

por lo cual no podemos soslayar que es una visión judicial y por lo mismo su información

47
Michel Foucault, La vida de los hombres infames, Madrid, La Piqueta (colección Genealogía del Poder N°
18), 1990, p. 181.
272

está sesgada, pues no son los menores los que hablan, sino sus interrogadores relatando lo

que aquellos dijeron e hicieron.

Procedimiento y funciones: Centro de Observación y sus secciones

La teoría evolucionista de Darwin produjo una revolución en las ideas, como una

aproximación naturalista al desarrollo humano en la continuidad del animal-hombre y niño-

hombre, en la segunda mitad del siglo XIX. En este período fue cuando se puede decir que

empezó el estudio científico del niño.48 A finales de la centuria se discutieron problemas

prácticos en relación con las técnicas de crianza y educación de los niños. En algunos

países como México se planteó la necesidad de una educación laica, gratuita y obligatoria

generalizada, suscitando grandes debates sociales sobre el tema y asumiendo un importante

papel el Estado como educador. Entre los problemas concretos que se plantearon -en países

como Francia- estaba la necesidad de identificar a los niños que tenían un desarrollo

“normal” distinguiéndolos de los retardados,49 dando paso a un movimiento de protección a

la infancia anormal que pugnó por asegurar la educación elemental (a niños sordomudos,

ciegos, anormales y retrasados) y a la institucionalización de un campo nuevo médico-

pedagógico (constituyéndose un cuerpo de especialistas, una taxonomía y un corpus

científico, para definir las categorías de niños anormales) a principios del siglo XX.50 Estos

nuevos saberes y la forma de estudiar al niño en edad escolar se difundieron a otros ámbitos

48
Véase a Alberto del Castillo Troncoso [2006], Conceptos, imágenes y representaciones de la niñez en la
ciudad de México (1880-1920), El Colegio de México/Instituto de Investigaciones Dr. José María Mora.
49
Véase a Francine Muel [1981], “La escuela obligatoria”, en Espacios de Poder, de Michel Foucault,
Jacques Donzelot y Claude Grignon, et., al., (Genealogía del Poder N° 6), Madrid, la Piqueta, pp. 123-142; y
a Vial, Monique, “Enfants handicapés, du XIX au XX siècle, en Histoire de l’enfance en Occident. 2. Du
XVIII siècle á nos jours, de Egle Becchi et Dominique Julia, dir., París, Editions du Seuil, 1998.
50
Francine Muel [1981], “La escuela obligatoria”, en Espacios de Poder, de Michel Foucault, Jacques
Donzelot y Claude Grignon, et., al., (Genealogía del Poder N° 6), Madrid, la Piqueta, pp. 123-142.
273

como el jurídico-correccional con los menores “irregulares”, “inadaptados” (Jaques

Donzelot, 1977) o “problemáticos temibles” (Monique Vial, 1998), para determinar su

tratamiento educativo “especial”. Se desarrolló una “terapia social”, la cual consistía en su

observación, diagnóstico, pronóstico y un tratamiento profiláctico para contener su

“anormalidad” y “regeneración”.

En este tenor, el procedimiento del tribunal fue la “observación previa” del menor,

desde el aspecto físico, psicológico, social y pedagógico, para restablecer esa situación

irregular de los niños en cuestión. Se determinaría el cuadro de la personalidad del menor

en cuestión, más que el acto (delito) en sí mismo, el aspecto jurídico de la responsabilidad

penal se dejaba en segundo plano. La evaluación del aspecto interno del niño permitiría

aplicar la “terapia social” o dictar las medidas a que debía quedar sometido para su

reorientación educativa y “regeneración”. La “terapia social” se veía como la solución a la

problemática de los menores “irregulares”.

El Reglamento del Tribunal para Menores del Distrito Federal establecía que dicho

tribunal se ocuparía de los menores de 15 años, entre los cuales, había infractores,

abandonados y los niños incorregibles. También se ocuparía de sancionar:

…los casos en que los padres, tutores y en general las personas encargadas de la
custodia de un menor, descuidan su educación física y moral, lo tratan con dureza
excesiva o le den órdenes, consejos o ejemplos corruptores, para obligarles al
cumplimiento de sus deberes y para imponerles alguna corrección administrativa de
los que habla el artículo 21 de la Constitución [al Ministerio Público le correspondía
imponer las sanciones]. 51

51
Capítulo II, fracciones I, II, III, Reglamento del Tribunal para Menores Diario Oficial, 22 de noviembre de
1928.
274

A la llegada de los menores al Tribunal para Menores se les colocaba en el “Centro de

Observación”, donde permanecían por un lapso de 15 días, tiempo durante el cual, quedaba

en observación y para ser interrogados por los especialistas de las secciones social,

pedagógica, médico y psicológica, de las que hablaremos más adelante. Secciones

encargadas de investigar las circunstancias que rodeaban los hechos, por los que llegaban al

tribunal, no obstante, lo que más importaba era identificar la personalidad del menor, como

determinar su índice de peligrosidad y conocer sus posibilidades de recuperación.

Se establecía la edad del menor para determinar la competencia del tribunal. En la

interrogación del menor, era común que falseara sus datos, que los alterara o que no los

proporcionara, dependiendo lo que le conviniera hacer. En la revisión de los expedientes

del tribunal, observamos que cuando un menor era interrogado al poco tiempo de su llegada

sus declaraciones con respecto a su conducta y arremetimiento por el acto cometido eran

más cercanas a su sentir, en cambio cuando pasaba mayor tiempo en ese lugar, en sus

declaraciones insistía en su arrepentimiento o en que quería estar en la casa de orientación

para educarse. Seguramente por el contacto con otros menores, tal vez reincidentes, el

menor recién llegado era aleccionado por otros más experimentados, por eso asumía una

conducta sumisa y expresaba su arrepentimiento. Lo cual, al parecer le favorecía, de cierta

manera, pues los especialistas subrayaban la actitud positiva del menor, como se pudo

observar.

A los jueces les tocaba estudiar los resultados de los estudios pedagógicos,

psicológicos, socioeconómicos y médicos para emitir su resolución o conclusiones de cada

menor, la que comprendía el diagnóstico, pronóstico y tratamiento. Ellos tenían un papel

decisorio en cuanto al encierro o devolución del niño a su familia.


275

El caso de Julia Martínez (13 años) remitida al Tribunal para Menores por la 9ª

Demarcación de Policía, por carecer de “protección maternal y encontrarse en peligro de

corrupción”. Los jueces entregaron su resolución en la que se refiere

Julia es una muchacha… cuya madre criminal descuidada con ella permitió que
después de haber sido seducida por su patrón siguiera prestando sus servicios como
doméstica en la misma casa, motivo por el cual la chica tuvo que ser víctima de la
lascivia de ese hombre durante casi un año… A esto se debió que Julia abandonara
el lugar en que trabajaba, pero fue después descubierta nuevamente por su seductor,
quien pretendió por la fuerza llevarla consigo. Visto esto por un policía fueron todos
detenidos… La deplorable situación económica de la madre y padrastro… no es
menos deplorable que la situación moral en que vivía pues la familia, compuesta por
dos medios hermanos, su madre, padrastro y un amigo, se sostenían con el producto
de la limosna que este último recogía y del escaso trabajo del padrastro.
Julia es una retrasada mental cuyo retardo llega a cinco años cinco meses, se explica
fácilmente la inicua e inmoral explotación de que ha sido objeto por parte de
parientes y padrastro… como presenta herencia alcohólica, estigmas de heredo-
sífilis, tiroidea hipertrofiada así como las amígdalas y varices en la pierna derecha
se hace indispensable para ella tratamiento anti-sifilítco, desinfección de la rino-
faringe e higiene general.
Todo lo anterior hace indispensable y urgente la separación de esta menor del medio
familiar para su buena educación y protección adecuada. Por lo tanto el tribunal,
fundándose en el artículo 13 de su reglamento Julia Martínez Quezada ingrese para
su educación a la Escuela Correccional para Mujeres y que sea inscrita en el Grupo
Especial para Deficientes Mentales en vista d que no ha concurrido nunca la escuela
y es notable su retraso intelectual. 52

Los menores que se encontraban en la calle por las noches eran detenidos por, este

fue el caso de los niños Jorge y Raúl Frías y Soto, de 8 y 10 años respectivamente. A estos

niños se les consideró en un estado de “abandono moral”. Fueron detenidos (19 de enero)

en 1929 se les interrogó y permanecieron en la Casa de Observación porque no había lugar

en los planteles de beneficencia, no los enviaron a la casa de orientación para varones

(correccional), porque les preocupaba a las autoridades que ahí se pervirtieran. Para

noviembre del mismo año se resolvió que regresaran a su familia, quien se comprometió a

enviarlos a la escuela.

52
AGN, ramo CTPMI, exp. 1634.
276

Sección Social

El menor era interrogado por el delegado de la sección social del tribunal. En la

interrogación del menor, era común que falseara sus datos, que los alterara o que no los

proporcionara, dependiendo lo que le conviniera hacer. Esto es, en la revisión de los

expedientes del tribunal, observamos que cuando un menor era interrogado al poco tiempo

de su llegada, sus declaraciones con respecto a su conducta y arremetimiento por el acto

cometido eran más cercanas a su sentir, en cambio cuando pasaba mayor tiempo en ese

lugar, en sus declaraciones insistía en su arrepentimiento o en que quería estar en la casa de

orientación para educarse. Lo cual, al parecer le favorecía, de cierta manera, en un mejor

trato de los especialistas de esta institución, como hemos podido observar. Carmen

Madrigal ofrece un ejemplo de la forma en que interrogaban a los menores en el Tribunal,

La delegada interroga al menor,


¿Por qué te traen?
Este calla obstinadamente hasta la tercera o cuarta pregunta, por fin decidiéndose
contesta:
-Mi patrón dice que le robé un traje. Eso no es cierto. Ya le dije que me lo robaron
cuando lo llevaba a entregar, pero no me cree.
-Bien, quizá sea verdad lo que tú dices. Ahora -prosigue la delegada sin darle mucha
importancia al robo- dime ¿Quiénes son tus padres, cómo se llaman, dónde viven?
-A regañadientes, el menor da un nombre de mujer. En cuanto al padre calla. Dice
que no lo conoce.
-¿En dónde vive tu mamá?
-En la colonia Buenos Aires.
-¿Qué número, qué calle?
-No sé, no me acuerdo.
Sistemáticamente niega. No sabe, no se acuerda de nada. Y la delegada tiene
paciencia.
-Ya confesará pasado el temor confiesan y hasta hablan más e la cuenta.

Esta sección investigaba a la familia del menor y de su medio ambiente. Se interrogaba al

menor acerca de su familia, lugar de origen, lugar de detención, las razones de su ingreso,

ingresos anteriores, conducta, medio familiar, medio extra-familiar. Esperanza Saucedo de


277

15 y medio años fue detenida (octubre de 1934) y acusada de prostitución clandestina, los

inspectores sanitarios la trasladaron a la Inspección Sanitaria se le hizo una revisión médica

de la que resultó contagiada y fue enviada al hospital Morelos (hospital que atendía las

enfermedades venéreas) para su curación, donde permaneció durante un mes. A su salida se

le trasladó al Tribunal para Menores. A su llegada al tribunal fue colocada en la casa de

observación, junto con otras menores. Se les vigilaba día y noche. Esperanza no tenía

antecedentes de ingresos anteriores al tribunal. El estudio social se dividía en dos, en el

medio familiar y el medio extrafamiliar. Se informó que “fue sorprendida en un hotel con

un amante”, pero por el interrogatorio se sabe que:

La menor no había ejercido la prostitución tenía 15 días de que había abandonado su


hogar por seguir a su novio, José Gutiérrez, quien manifestó que él fue quien trajo a
la chica y la deshonró. La menor no tuvo contacto con ningún otro hombre… La
muchacha no está pervertida ni ha vivido nunca de la prostitución… El joven
amante se presentó hace algunas semanas manifestando que estaba dispuesto a
casarse con ella. La menor [manifestó que] no quiere ya tener relación con él porque
la enfermó.

En el estudio social aparecía lo siguiente:

A los 14 años empezó a trabajar como sirvienta fue entonces cuando conoció a su
novio. Habiendo huido con él a mediados de agosto. Todo el mes de septiembre la
pasó en el hospital Morelos.
Inexperta y enamorada decidió huir con el novio, entonces no había tenido
relaciones sexuales.
Es muy trabajadora y servicial.
Cuenta con familia organizada y de ciertos recursos. En Pachuca vive su madre, su
padrastro y sus hermanos. La madre es lavandera trabaja en su propia casa gana
$0.75 a $1.50 diarios, el padrastro Armando Pérez es minero de la mina “Don
Carlos”, gana $3.00 diarios. Del primer matrimonio tuvo la señora seis hijos del
segundo matrimonio ninguno la hija mayor está casada, vive aparte; un hijo de 20
años trabaja de minero, gana $2.80, otro de 16 años es peón de albañil gana $1.50,
los dos menores van a la escuela.
“Se trata de una familia unida y está muy lejos de vivir en la miseria. En Pachuca
rentan una casa sola $12.00 mensuales tiene tres piezas cocina y wc., como se ve
disfrutan de ciertas comodidades.
278

La educación de la menor ha estado un poco descuidada, de pequeña ayudaba en los


quehaceres domésticos por eso no la mantuvo en la escuela.
El padrastro ha sido bastante bueno, no les da mal trato procura cumplir sosteniendo
a la familia. Se embriaga de vez en cuando.
Medio: antes de los 12 años no salía sola. De los 12 a los 14 años fue a la escuela,
de los 14 a la fecha trabaja… hace dos años y medio abandonó el hogar y ha vivido
en la ciudad de México aquí siempre estuvo viviendo en hoteles hasta que la
aprehendieron.
En Pachuca no le dejaban mucha libertad conoció al novio en la calle, no
frecuentaba bailes, ni visitas, raras veces iba al cine. Ya viviendo con el novio iba al
cine con frecuencia, comía en restaurantes y dormía en hoteles.

Resolución de los jueces:

…no ha ejercido la prostitución, vivía en amasiato con Jesús que está domiciliado
en Dr. Río de la Loza N° 18, interior 14. Desgraciadamente sus relaciones con este
individuo la enfermaron. (23 de octubre de 1934)53

En su biografía aparece que es

…es hija legítima de Roberto Saucedo y de la señora Julia González. El padre murió
hace 10 años accidentalmente durante la Revolución, dicen los familiares que no
tenía vicios.
La madre es mujer de buena presencia dedicada a sus hijos, de buenas costumbres,
sana.
“Nació en Laredo Texas pero vive desde los tres años en Pachuca, Hidalgo.

El estudio médico informa que,

“La muchacha durante la infancia generalmente fue sana, padeció únicamente de


disentería grave. Últimamente ha manifestado desorden en la menstruación. El
novio la contagió y necesita tratamiento.

El estudio pedagógico dice,

“Ingresó a la escuela cuando tenía 12 años estuvo sólo dos años en el colegio
aprendió a leer y a escribir.

El estudio psicológico señala que su,

53
AGN, ramo: Tribunal para Menores, exp. 9616.
279

“Conducta: es algo voluntariosa y decidida, con la madre en general no había tenido


dificultades vivía vigilada y no fue hasta que empezó a trabajar cuando salió sola. 54

¿Por qué la detuvieron? En las redadas de la policía sanitaria hacia recorridos en las zonas

de tolerancia, casas de prostitución y en los hoteles. Los inspectores detenían a toda mujer

que saliera del hotel, o que anduviera deambulando por la zona. Algunas de las detenidas

no eran mujeres públicas, pero los inspectores no se ocupaban de averiguarlo. En el

Tribunal se dijo que la menor no estaba “pervertida” y que no había ejercido la prostitución.

Este era un aspecto importante, pues en este período la prostitución se conceptuaba en el

terreno de la moral, aunque el ejercicio de la prostitución legalmente no era considerado

delito, pero sí lo era el contagio de enfermedades venéreas. Los especialistas del tribunal

con las menores prostitutas (no se les veía como mujeres explotadas) procedían de manera

prejuiciosa e inclusive con desprecio, las veían como mujeres “pervertidas” sin remedio,

peor aún cuando hacían labor de proselitismo con las otras menores que se encontraban en

la Casa de Orientación como lo reportaban los informes.

Mariano Ruíz-Funes mencionaba que en la etapa de la pubertad se alteraba la

conducta del joven, como lo mostraban los estudios al respecto. Decía:

La pubertad tiene sus perturbaciones funcionales y psíquicas propias… las


repercusiones producidas por la aparición de la vida sexual, cuyas manifestaciones
psíquicas, principalmente de carácter emotivo, preceden a su actividad física. Antes
de ser acto es representación o grupo de representaciones e incluso obsesión, estado
psicológico que explica muchas conductas violentas de esta edad como una
liberación del sujeto.55

Además señalaba que en la vida sexual femenina el “factor biológico y psíquico” forma una

unidad vital. Así lo refería,

54
AGN, ramo: Tribunal para Menores, exp. 9616.
55
Mariano Ruíz-Funes, Estudios criminológicos, La Habana, Jesús montero, 1952, pp. 56-57.
280

La aparición de la vida sexual mediante la menarquía [primera menstruación], tiene


un precedente de alteraciones del mecanismo funcional y de la actividad psíquica.
Sensibiliza las tendencias egoístas y produce situaciones de emotividad y de
irritabilidad, altera el equilibrio con perturbaciones de la cenestesia [sensibilidad] y
desarrolla una sugestibilidad propicia a secundar toda iniciativa violenta o morbosa.
Puede producir, por excesiva erotización, estados de paroxismo sexual con
hipertrofia del yo, y conductas violentas sin causa aparentemente conocida.
El embarazo y el parto, el puerperio y la lactancia crean situaciones anormales, de
verdadero trastorno mental que pueden conducir a la consumación del infanticidio y
del aborto. Dentro de la evolución sexual, la mayor intensidad criminógena se
alcanza en la edad crítica y en las perturbaciones de todo orden que preceden a la
menopausia.56

Según este discurso las alteraciones biológicas (endocrinológicas) y emotivas de la crisis de

la pubertad producen conductas extrañas por una “insensibilidad moral constitucional”, lo

cual, es una tendencia preexistente al delito. Esta insensibilidad o “agenesia moral” es una

disfunción hormonal de origen genético, que se da en hombres y mujeres. El punto es que

la condición género estaba presente en este tipo de explicaciones sobre la vida sexual

femenina, como propuestas de identidades sexuales fijas.

Continuando con otro caso de una menor que su cuñado se ofreció a acompañarla a

su casa, en el camino “la metió en un cuarto de hotel y casi la viola”, pero, según ella no se

dejó, la policía los capturó a ella y a su cuñado. El fue conducido a la Delegación donde

pagó cierta cantidad de dinero y quedó libre, en cambio a ella se trasladó al Hospital

Morelos para una revisión médica en busca de alguna enfermedad venérea. Se encontró que

era “virgen”, no obstante, fue remitida al tribunal. Fue devuelta a su familia, se argumentó

que era una joven “decente”. El punto es la diferenciación de trato en el procedimiento con

la menor, primero pasó el proceso de interrogación, que llevó más de 15 días, después se

buscó a la familia y se investigó su calidad moral, para devolverle a su hija. Proceso que

seguramente fue difícil para la menor.

56
Ibídem, pp. 57-58.
281

En el caso de las transgresiones de los varones en lo tocante al aspecto sexual eran

detenidos por faltas a la moral como masturbarse al interior de un cine, degeneración

sexual, pederastia, violación, estupro, perversión de menores, entre otros. La precocidad

sexual en niños y niñas se consideraba debida al hacinamiento en que vivían las familias, en

el mismo cuarto dormían los integrantes, presenciando la vida sexual de los padres. El

sistema social establece parámetros de ilegalidad a manifestaciones propias de la edad, en

este caso los adolescentes en su relación con su vida sexual era vista como un asunto de

precocidad. Los expedientes consultados muestran que dichos menores iniciaban su vida

sexual a edades muy tempranas, por violación, incesto, estupro o por propio

consentimiento.

Por otro lado, están los casos de los menores que se fugaban del hogar, decían que

por el maltrato que recibían de sus padres, padrastro o madrastra. Otras menores lo hacían

porque se fugaban con el novio, como es el caso de Rosario. Nació en 1915, huérfana de

padre, su madre sostenía a la familia con un negocio de comida. Nacida en Rosario,

Sinaloa, a los diez años fue internada en el colegio “Sor Teresita en Acaponeta, Nayarit, en

donde permaneció hasta 1929. Ahí realizó sus estudios primarios, y aprendió las „labores

propias de su sexo‟”. 57 A su salida del colegio regresó al pueblo con su familia, integrada

por su madre, un hermano pequeño y su abuela materna.

A principios de 1930 llegó un destacamento militar, el Batallón 43, al pueblo donde

ella vivía, el soldado Rogelio Ochoa Sánchez, asistente de uno de los oficiales iba todos los

días a la casa de asistencia de la madre de Rosario a recoger la comida para su jefe. Así fue

57
Rosario dijo a los alienistas que ingresó a los cinco años al colegio de monjas y a los especialistas del
Tribunal para Menores que a los diez años. Los datos que aportaba el Tribunal por lo general eran los más
fidedignos porque los constataba por diferentes vías. Archivo General de la Nación, fondo Tribunal para
Menores, c. 13, exp. 5028, s/p.
282

como se conocieron ambos jóvenes y sin mucho preámbulo entablaron una relación

amorosa. Al poco tiempo el mencionado destacamento fue traslado a Mazatlán y la menor

huyó con el militar. Fugarse con el novio era una práctica común en los sectores de escasos

recursos.

La corta vida de Rosario con el militar fue errabunda y accidentada. Ella relata que

en Mazatlán durante cuatro meses vivió con el militar, tiempo en el que se dio de baja en la

milicia. De ahí se trasladaron al Municipio de Copala del Estado de Sinaloa, en donde

Rogelio la dejó por algunos días trabajando como doméstica con una señora viuda, mientras

él se fue a otro pueblo y nuevamente se dio de alta en el ejército. Con motivo del 16 de

Septiembre fue enviado con las tropas a la capital, y se trajo consigo a Rosario. Vivieron en

casa de un hermano del militar hasta finales de noviembre del mismo año. Ella asegura que

el 27 de noviembre su pareja la “arrojó” a medianoche de la casa sin proporcionarle

ninguna ayuda económica “para sostenerse hasta encontrar trabajo”.58 Durante ocho días

anduvo por las calles pidiendo limosna y durmiendo en los quicios de las puertas. Fue

encontrada sin conocimiento y levantada por los gendarmes, quienes la trasladaron a la 4ª

Demarcación. Uno de ellos la llevó a casa de una hermana para que la ayudaran, en este

lugar sólo permaneció por cinco días, porque otro de los policías pretendió abusar de ella.

Al salir de esta casa la hermana del uniformado le proporcionó veinte centavos, lo que le

permitió a Rosario trasladarse a la Basílica de Guadalupe, en donde permaneció toda la

tarde, por la noche se durmió en el umbral de la puerta. Al poco rato se le acercaron dos

policías, quienes le lanzaron un puntapié para despertarla, dice que pensaban que era

58
Ibídem, f. 28.
283

“vagabunda o ebria”59 después de relatarles su situación la llevaron a la Delegación a que

pasara la noche. Al día siguiente uno de los policías ofreció ayudarla, la recomendó para

que le dieran trabajo en el restaurante que frecuentaba. Ahí permaneció como mesera hasta

principios de febrero del año siguiente.

En este tiempo se ganó la confianza del mencionado uniformado, quien en una

ocasión le dejó a guardar su pistola, precisamente el mismo día del homicidio. La menor

con el arma en su poder fue a buscar a Rogelio a su domicilio como no se encontraba lo

esperó y que cuando llegó el joven “la sacó de la casa” 60 para discutir con ella la

imposibilidad de reconciliación. Ella asegura que llevaba el arma homicida para dispararse

a sí misma, pero que Ochoa la maltrató verbal y físicamente y que al calor de la discusión

le disparó. Fue sentenciada a diez años por un juez ordinario. A su llegada al Tribunal para

Menores se le hicieron los estudios acostumbrados. La resolución de los jueces fue que era

“débil mental”, epiléptica (aunque nunca se confirmó), aunque había cometido un

homicidio pasional, no obstante, se le consideró decente porque no se prostituyó.

Sección Pedagógica

La sección pedagógica estudiaba a los menores desde el punto de vista de sus

conocimientos y antecedentes escolares. Se hacía su historial escolar, aplicando un examen

de conocimientos para determinar su nivel del conocimiento y años de estudio, se

clasificaba de: normal, insuficiencia o carencia de escolaridad. Se agregaban los

conocimientos extraescolares. Se hacía un balance pedagógico, se consignaba la edad

cronológica, el coeficiente de aprovechamiento, aspectos que indicaban el “retraso” escolar.

59
Ibib., s/p.
60
Ibid., s/p.
284

Se llevaba una ficha donde se anotaban los datos con los resultados del estudio de cada uno.

(Estos datos se utilizaban para hacer la estadística en el Distrito Federal para determinar el

índice de analfabetismo, retraso y normalidad escolar). Esta sección consignaba datos tales

como, años de estudio, pero los conocimientos por lo general eran inferiores a los años que

decían que habían cursado.

En el historial escolar se consignaba lo siguiente:

Entró a la escuela a los 10 años en el colegio Salesiano y cursó 1er. año, quedando
reprobada por las dificultades que tenía para aprender, al año siguiente repitió
primero en el mismo colegio y aprovechó ingresar al Josefino donde cursó el 2°
grado, del 1er. año. Comprensión de lo leído: 50%. Resolución: debe cursar 1°
grado, del 2° ciclo. 61

Por la información obtenida en las interrogaciones a los menores, se observa que los

menores estudiaban entre el primero y segundo año de primaria, además los conocimientos

adquiridos eran muy deficientes. Por otro lado, no se les exigía constancia de sus estudios y

es muy probable que mintieran al respecto.

Sección Médica

Se estudiará a los menores desde el punto de vista de sus antecedentes patológicos

hereditarios y personales, así como de su estudio actual comprendiendo en éste el examen

antropológico. Se llenaban los siguientes datos: antecedentes patológicos hereditarios,

antecedentes patológicos personales, estado actual, antropométricos, interpretación

antropológica. En estos datos se sustentaba el diagnóstico, pronóstico, indicaciones

higiénicas y terapéuticas generales.

61
AGN, ramo Tribunal para Menores, exp. 685. (19-VIII-1927)
285

Se encargaba de la atención médico-quirúrgica de los enfermos que hubiere en la

Casa de Observación y se vigilaban las condiciones higiénicas del lugar del Tribunal. Se

practicaban los exámenes de los transgresores, se les enviaba a los servicios hospitalarios

según el caso. Esta sección estaba obligada a hacer las investigaciones “científicas

especiales”, de laboratorio o psiquiátricas a según el caso particular que lo ameritaba.

Esta sección registraba todo tipo de enfermedades y antecedentes hereditarios,

“herencia artrítica, estigmas degenerativos, cejas cruzadas, ojos pequeños simétricos,

dientes, blenorragia. Caries, rinofaringitis crónica hipertrófica. Acné”.

Sección de Psicología

La labor de este sección consistía en investigaba el desarrollo mental individual de cada

uno de los menores, así como el carácter, la conducta y demás datos de orden psicológico.

Para investigar el desarrollo mental se usaban escalas individuales, los tests. Se llevaba un

registro con la edad cronológica, edad mental, retardo mental y cociente intelectual. A

petición de los jueces o de alguna de las secciones se les hacían ciertas investigaciones o

estudios “especiales”. Se obtenía el carácter de cada menor, mediante la observación

directa, se clasificaba el carácter; y se sometía al menor a una observación más rigurosa,

para obtener lo relativo: al tiempo de reacción, cooperación, atención, adaptación y

disposición.

Los niños y jóvenes que llegaba al Tribunal para Menores, ingresaban a la Casa de

Observación, lugar a donde se les tenía por 15 días para su observación, ahí las cuidadores

se encargaban de vigilar y observar cuidadosamente a los menores, se hacía el reporte que

se enviaba a los jueces. Las secciones colaboraban entre sí, a fin de hacer estudios

psiquiátricos en los casos necesarios.


286

Estaban a cargo de la Sección, los estudios psicotécnicos correspondientes tanto en

el Tribunal como en las Escuelas Correccionales. Se anotaban en un libro todas las

observaciones. A continuación presentamos los resultados del estudio psicológico de María

Luisa,

EXPEDIENTE 9596 Año 1934


Nombre: Ma. Luisa Martínez Hernández
Edad: 17 años
Escolaridad: analfabeta
Originaria de Tula, Hgo.
Ocupaciones anteriores: doméstica

Estudio psicológico:
Actitud: temerosa y poco confiada porte: adecuado
Mímica: poca expresión
Facies: de extrovertida
Sentido moral: rudimentario y sin conceptos éticos
Sinceridad: mediana
Sentimientos: sobre sí: de inferioridad profunda lazos egoístas
Familiares: disminuidos
Extrafamiliares: medianamente desarrollados y mantiene relaciones
carnales con sus compañeros íntimamente (…) con ellos.
Emociones: no demasiada emotividad
Pasiones: la domina el deseo de vestir bien y la satisfacción sensual
Voluntad: débil y sugestionable un tanto impulsiva
Estado sintético: edad cronológica 17 años 6 meses
Edad mental 7 años 2 meses
Conciencia: complejos de inferioridad
Carácter: mustia, con predominio ligero de extrovertida afectivamente un tanto
indiferente, mostrándose poco cariñosa con sus padres y con sus amigos, es
altamente egoísta. Su humor es estable, en general, un poco tristona; aunque afecta a
la sociedad y vestir llamativamente.
Reacciones instintivas individuales: exaltadas y las sociales: gregaria
Reproducción: no maternales, sexual exaltada hasta el vicio aunque encauzado
normalmente hacia la heterosexualidad.
Desarrollo: imitación
Ambiente: imitación débil
Evaluación de la conducta: la inmoralidad del padre que abandonó el hogar desde
antes de su nacimiento hasta los 7 u 8 años de edad. La incultura escasa y ética de la
madre que no se preocupa por formarle su conciencia moral ni educar escolarmente.
Al haber tratado de obtener productos de la menor poniéndola a trabajar como
sirvienta en diferentes casas desde los 9 años, a los 12 fue deshonrada por un
hombre permitiendo sus familiares que hiciera vida marital con él durante dos años
287

y al ser abandonada, que viniera a trabajar en México, donde se entregó a la vida de


prostitución.
El ambiente extrafamiliar le ha sido altamente negativo acabando por pervertirla.
Diagnóstico: probable heredo-luética, heredo-alcohólica, no virgen y con reacción
positiva de sífilis. Sufre deficiencias en sus funciones intelectuales y así de ello una
débil mental profunda en los límites de la imbecilidad y presenta algunos trastornos
afectivos y volitivos caracterizando su personalidad por su débil voluntad y por su
exaltación viciosa de la sexualidad.
Pronóstico: Es escasamente educable, la peligrosidad podría manifestarse.
Tratamiento: debe recluírsela por el tiempo que sea necesario
Dictamen: (6-XI-1934)
Esta menor se dedica a la prostitución y está moral y materialmente abandonada a
pesar de tener familiares.
Resolución: Que pase a la Casa de Orientación para Mujeres. Cuando se le externe
debe quedar estrictamente vigilada. 62

En los estudios del coeficiente intelectual (test) cuando la edad cronológica era de 12 años,

y el test arrojaba un resultado de 7 años 6 meses de edad mental, cuyo coeficiente

Intelectual era de 62, se le diagnosticaba, “débil mental profunda”.63 En estos casos se

recomendaba inscribirla en el grado para deficientes mentales de la Casa de Orientación

para Mujeres.

Sección de Paidografía 64

En el Tribunal se llevaba la estadística de la siguiente manera: se hacían las gráficas con los

datos obtenidos, para hacer estudios estadísticos comparativos para el estudio de la

personalidad, el conocimiento integral del niño mexicano. Dicha sección proponía los

62
AGN, ramo Tribunal para Menores, exp. 9596.
63
AGN, ramo Tribunal para Menores, exp. 1127 (nov. 1927)
64
Paidografía significa el estudio de la personalidad del niño.
288

métodos adecuados para el manejo de la información. Se entregaba mensualmente a la

Secretaría del Tribunal los datos para el Departamento de Estadística Nacional.

Jueces Paternales (Tutelares) del Tribunal para Menores

El Tribunal para Menores del Distrito Federal y Territorios funcionaba por salas para

deliberar sobre todos los asuntos relacionados con el menor. Cada sala estaba constituida

por tres miembros (jueces): un profesor normalista, un médico y un especialista en estudios

psicológicos. Y el número de salas estaba en relación al número de asuntos que se tenía

que desahogar. En cada sala sesionaban los tres jueces, a la faltaba uno se suspendía la

deliberación. A las sentencias se les denominaba resoluciones, tenían un carácter resolutivo

(sentencias), esto es, sus deliberaciones eran inapelables. En otras palabras, una “resolución

en contrario” no impedía el resultado final, la autoridad de los jueces era discrecional. Estas

debían estar avaladas al menos por dos de los jueces, el tercero en discordia, estaba

obligado a firmar, pero asentando su discrepancia.

Si bien, el reglamento del tribunal establecía la especialización de los jueces, no

obstante, en los hechos había siempre un licenciado en derecho al frente. Cada año debían

cambiar los miembros de las salas del Tribunal, compuesto por un presidente y dos

miembros. Es importante subrayar que para ser miembro del tribunal se exigía tener

referencias de “buena conducta”. En un período, en que el baluarte era la moralización

social, no era de extrañar que se exigiera una conducta honorable a los miembros del
289

tribunal. Se consideró que uno de los jueces debía ser mujer, 65 en el entendido de que la

sensibilidad femenina ayudaría al niño a sentirse “comprendido” y “protegido”. Se exigía

que los jueces estuvieran formados en diversas disciplinas, pues, ésta sería la mejor forma

“científica” de atender a los niños y no sólo por los “duros” jueces judiciales como se habló

en el Congreso Mexicano del Niño, mencionado en otro capítulo.

Los jueces para su resolución se basaban en los resultados de los estudios aplicados

a los menores (pedagógico, sociológico, médico y psicológico). Por lo regular, repetían las

mismas conclusiones de los diagnósticos y pronósticos de los especialistas. Lo específico

de las resoluciones de los jueces era las recomendaciones educativas y de vigilancia, las

sanitarias y pedagógicas para la regeneración de los menores en cuestión.

El caso de Enrique García Camacho (12 años) enviado por la 4ª Demarcación de

Policía,

Enrique… acusado de haber pretendido incendiar a un perro usando un poco de


estopa con gasolina… La grave culpa de que se le acusa a este niño fue debidamente
comprobada y fue debida a cierta deficiencia de sus sentimientos como al mal
consejo de algunas personas. Vive en el seno de una familia de diez personas
sumamente pobres pero honestas. Enrique trabajaba como ayudante de
automóviles… en las audiencias celebradas con él no manifestó arrepentimiento por
la falta cometida, si se vio que es capaz de reaccionar bien si es colocado en un
medio adecuado, es decir, es susceptible de ser educado con éxito.
Como la madre asume el deber y la responsabilidad de la educación de Enrique,
creo que no necesita de la ayuda de alguna institución de beneficencia, pero sí de la
cooperación del Tribunal. 66

65
Art. 3, “Reglamento del Tribunal para Menores”, Diario Oficial de la Federación, México, 22 de
noviembre de 1928. Se tenía la idea de que la mujer por naturaleza, tenía un carácter maternal, por lo tanto,
su presencia en el Tribunal para Menores ayudaría con su sensibilidad para atender a los niños que ahí
llegaran. Este papel que se le estaba atribuyendo a la mujer en el tribunal, respondía más a un asunto de
género que a otra cuestión.
66
AGN, ramo CTPMI, exp. 1638.
290

El tiempo de reclusión o de encierro era indeterminado, su duración dependía de la

discrecionalidad de los jueces y del lapso de “regeneración” del menor, si tomamos en

cuenta que la regeneración era el objetivo final de esta institución, podemos entender la

indeterminación del tiempo de encierro. Y cuando el menor cumplía 18 años, se le

externaba. Cuando esto sucedía las autoridades de las casas de orientación para hombres o

para mujeres se ocupaban de colocarlos en algún trabajo, a las mujeres en los quehaceres

domésticos y a los varones en algún oficio o simplemente los regresaban a sus padres.

La sesión de las salas se realizaba con la presencia del niño en cuestión, solamente

se permitía la entrada a sus padres o tutores. Para las deliberaciones se quedaban solos los

jueces. Los jueces fungían como defensores de los menores, por lo cual, no se les asignaba

un abogado defensor. Si tenemos en cuenta que la “defensa social” estaba por encima del

derecho individual del delincuente, en términos del “peligro” social que representaba, por

lo tanto, el juez velaba tanto por la sociedad, como por el niño, para “protegerlo” de sí

mismo.

Este es el caso de Rosalio Sandoval Paez (12 años) remitido por la 5ª Demarcación

al tribunal,

Por pretender robar un saco de frijol. El menor niega haber intentado cometer la
falta, pero el Sr. Margarito Velázquez, dueño de la tienda de abarrotes ubicada en el
número 50 de la calzada de Nonoalco dice que Rosalio quiso llevarse un costal que
contenía alrededor de 25 kilos de frijol, pero que habiéndolo visto a tiempo, pudo
evitar el robo. El muchacho, al ser descubierto echó a correr. Una pareja de policías
lo aprendió a petición del señor Velázquez. En vista de sus antecedentes este niño es
muy capaz de cometer faltas como ésta de que se le acusa.
Es huérfano de padre desde la edad de 5 años… Parece que al ocurrir su
aprehensión no tenía ocupación ninguna, aunque él asegura que sí. Indudablemente
que su mamá ha estado muy necesitada de su ayuda, pero al muchacho más le gusta
divertirse que trabajar. La mamá dice que con ella siempre se ha portado bien,
llevándole íntegramente el producto de su trabajo, cuando lo tenía. Como no ha
291

tenido un trabajo formal en el que dependa directamente de patrones, no pude


recabar más datos acerca de su conducta.
Casi se le puede calificar de vago, porque formaba parte de un grupo de muchachos
sin ocupación que por lo regular recorren los patios de la Estación de carga de los
ferrocarriles a lo largo de la Calzada de Nonoalco, aprovechando los descuidos de
los vigilantes para llevarse tablas, cajones, pedazos de fierro, carbón, etc. Esta clase
de amigos lo pervertirán completamente. Aficionadísimo como es él al cine y
careciendo en su casa de dinero, naturalmente es que procurara agenciarse algunos
centavos por cualquier medio. No le gusta ninguna otra diversión.
Es un muchacho que a pesar de la buena voluntad de la madre por conservarlo
bueno, se ha pervertido debido sin duda a que su trabajo, si lo ha tenido ha estado en
la calle y con compañeros soeces e incultos. El haber intentado robar un saco de
frijol, amerita enérgico correctivo y con más razón cuando es reincidente por tres o
más veces. Sus familiares no tienen ninguna posibilidad de ayudarlo impartiéndole
educación dadas las difíciles circunstancias porque atraviesan.
Se trata de un joven de 13 años de edad, hijo de madre alcohólica. Tiene desarrollo
mental disminuido en tres años 4 meses, hecho patológico debido indudablemente al
alcoholismo materno… Este retardo le impide que Rosalio se eduque como es
debido, pues en la escuela le cuesta gran trabajo aprender y por tanto, huye siempre
toda clase de labores intelectuales… El año pasado fue remitido por robarse una
piña… Se considera castigado por la falta cometida, con el tiempo que estuvo
internado Quedará en libertad vigilada con la condición de que vaya a trabaja en
calidad de aprendiz a una fábrica de cerillos y por las noches asista a una escuela
nocturna.67

Continuando con las resoluciones de los jueces, en el caso de que el estudio

psicológico mostrara poca o ninguna posibilidad de enmienda del menor en cuestión: por su

falta de disposición al arrepentimiento o por el cinismo con se conducía el menor, en la

resolución o resultado era desfavorable, por lo que procedía su internamiento o encierro.

En otros casos, cuando el menor cometía un delito mayor, robo con homicidio, el resultado

era su encierro en las casas de orientación, para continuar purgando la condena en las

cárceles de adultos.

En cuanto al procedimiento con las mujeres (menores) cuando se trataba aspectos de

prostitución por lo general en la “resolución” de los jueces procedía el encierro. Para


67
AGN, ramo Tribunal para Menores, exp. 1285..
292

devolver a dicha menor a la familia, se tomaba en cuenta la honorabilidad de la misma, en

tanto no hubiera otros miembros en ese comercio sexual, la decencia de la madre (dedicada

a su labor maternal y del hogar) o también que el padrastro no fuera un factor de disolución

(de “perversión”, de incesto, entre otros) familiar. Al devolverle a la hija, se exigía a los

padres (a ambos o al que estuviera a cargo de adolescente) que vigilaran su conducta y que

la enviaran a la escuela.

Los jueces presentaban su Dictamen: (6-XI-1934):

…probable heredo-luética, heredo-alcohólica, no virgen y con reacción positiva de


sífilis. Sufre deficiencias en sus funciones intelectuales y así de ello una débil
mental profunda en los límites de la imbecilidad y presenta algunos trastornos
afectivos y volitivos caracterizando su personalidad por su débil voluntad y por su
exaltación viciosa de la sexualidad. Pronóstico: es escasamente educable, la
peligrosidad podría manifestarse. Tratamiento: debe recluírsela por el tiempo que
sea necesario.68

En otros casos cuando las transgresiones de las menores era del tipo como el robo,

huida del hogar, indisciplina e inclusive homicidio, el tratamiento de los jueces era más

benévolo y menos prejuicioso que el de los aspectos sexuales, al igual que de los

interrogadores de diversas las secciones, de las que hablaremos más adelante. Los jueces

hacían hincapié en que una menor no se hubiera prostituido, para el procedimiento

resolutorio fuera menos rígido, devolver a la menor a su hogar familiar exigiéndoles

disciplina, vigilancia y enviarla a la escuela; o cuando procedía el encierro era por un

tiempo determinado.

68
AGN, ramo CTPMI, exp. 9596, 1934.
293

Estadística de la delincuencia y los niños vagos

El gobierno callista tenía claro que el futuro de la nación debía estar cimentado en las

nuevas generaciones, las expectativas estaban puestas en los niños de los sectores medios,

en cambio, a los niños de los sectores desvalidos había que integrarlos al control del

Estado, por intermedio de sus instituciones, por ello, revistió importancia la fundación del

Tribunal para Menores. En este sentido, se entiende que Roberto Solís Quiroga, en su

calidad de juez del Tribunal para Menores expresara que había que “actuar contra esa

debilidad social”, al referirse a los niños y adolescentes abandonados o delincuentes.69 Esto

aunado al papel que el Estado le otorgaba a la educación pública fue fundamental para que

esos niños recibieran educación elemental en los planteles de beneficencia y las casas de

orientación, esto no era novedoso, pero si su extensión a un mayor número de niños.

También la instrucción técnica (oficios) fue un factor importante para este gobierno su meta

era hacer trabajar a la población. Por lo tanto, los niños “inadaptados” o transgresores

debían ser rehabilitados por medio de “terapia social” y de trabajo.

Para dicho gobierno se tornó en una tarea prioritaria sacar de las calles a los niños y

adolescentes que estaban causando problemas de vagancia, ociosidad, indigencia y

prostitución. Roberto Solis Quiroga opinaba que el Estado debía intervenir en la educación

de “la infancia proletaria, pues de otra manera su vida carecerá de los elementos mínimos

indispensables para la formación de un porvenir”. Continuaba diciendo que los hijos de los

alcohólicos se encontraban en la vida en un estado de “inferioridad social”, igualmente, los

69
Dominantes Estadísticas elaboradas por el doctor Roberto Solís Quiroga, Juez del Tribunal para Menores.
Estas se incluyen en el anexos del estudio de Salvador Lima, Los Niños Moralmente Abandonados y la
Función Social del Tribunal Para Menores de la Ciudad de México. México: Herrero Hermanos Sucesores,
1929. Biblioteca de México, Fondo Reservado, Colecc. Carlos Basave, Vol. 53, Folio 4.
294

de padres sifilíticos, en ambos casos la herencia patológica era determinante en su

constitución interna anormal. Así lo expresaba: “Es importante comprender que la herencia

patológica es un factor esencial en la vida antisocial de nuestra niñez y adolescencia…”. 70

Opinaba sobre la necesidad de investigar a estos menores y darles un tratamiento de

“profilaxis social”. No se atrevía a decir, lo que opinaba el médico belga Vervaeck (1920),

se debe renunciar al “espíritu peligroso del humanitarismo” y establecer enérgicas, medidas

de eliminación social contra los delincuente incorregibles, sean anormales o sanos de

mente”.71

A los especialistas les tocaría proporcionar las herramientas científico-

metodológicas para el estudio de estos niños abandonados o transgresores, para poner a

disposición de los jueces del tribunal su diagnóstico, pronóstico y tratamiento para su

rehabilitación. Los especialistas integraban el Centro de Observación en el Tribunal para

Menores. Solís Quiroga decía:

La investigación sistematizada tanto social como psicológica, pedagógica y médica


de un buen porcentaje de los menores que ingresan a él, puede considerarse, no
solamente como el estudio individual de cada uno de ellos desde distintos puntos de
vista, sino como una exploración lenta y metódica de los ambientes de donde
proceden, que ellos son síntomas, a la vez que exponentes, de tales ambientes. 72

¿Qué tan elevada era la delincuencia en menores? Las estadísticas nos ofrecen algunos

datos, aunque, presentan imprecisiones numéricas, sin embargo, ofrecen una idea de la

problemática infantil. Entre 1907 a 1922 se registraron 41, 132 delitos en todo el país, y en

70
“Dominantes Estadísticas…”.
71
Vervaeck, S., “La defensa social contra el peligro tóxico”, revista de Criminología, Psiquiatría y Medicina
Legal, Año IX, 1922, pp. 408-425. Citado por Mariano Ruíz-Funes, Estudios criminológicos, p.
72
“Dominantes Estadísticas…”.
295

el Distrito Federal 19, 214, de los cuales 1, 727 cometidos por menores de edad. 73 Como

podemos apreciar esta cifra es representativa de una elevada delincuencia de menores. Por

otra parte, Alfonso Quiroz Cuarón, estudioso de la delincuencia en estos años, dice que

hubo aproximadamente cuarenta mil delitos cometidos por adultos desde mediados de los

años veinte y durante los treinta. 74 En el archivo del Tribunal para Menores se abrieron

veinticinco mil expedientes aproximadamente entre niños abandonados y menores

transgresores,75 de los años de 1927 a 1940 en la ciudad de México. 76

Aunque en estos datos se observa una disparidad, no obstante, sirven de indicadores

de tendencias, entre las que resalta dos elementos a considerar. Primero, en la segunda

década del siglo XX en pleno período revolucionario fue complicada la obtención de los

datos para el censo, así lo han señalado algunos estudiosos del tema, 77 lo que explicaría el

bajo porcentaje arriba anotado; segundo, a raíz de la creación del Tribunal para Menores en

1926 se inició un amplio registro de los menores aprehendidos no sólo por ilícitos como ya

se mencionó, sino por otras causas, por lo tanto más que arrojar un elevado crecimiento de

la delincuencia, se tuvo un mayor control de abandonados, vagos, desvalidos y

delincuentes. Es decir todos los niños y adolescentes que fueron detenidos para brindarles

servicios asistenciales o correctivos.

73
Memorias de la Secretaría de Justicia, 1910-1922, México, Imprenta Antonio Enríquez, 1922.
74
Alfonso Quiroz Cuarón, La criminalidad en la República Mexicana, México, Instituto de Investigaciones
Sociales, Universidad Nacional, 1958.
75
Esta información se obtuvo de los expedientes del Tribunal para Menores. AGN, fondo Tribunal para
Menores.
76
No existían otros Tribunales para Menores en las Entidades Federativas únicamente existía el que se
encontraba en la ciudad de México.
77
Delia Salazar, La población extranjera en México, 1895-1980: Recopilación estadística en los censos
generales de población de México, (tesis de licenciatura) México, UNAM, 1992, pp. 45-53.
296

Según los expedientes del Tribunal para Menores el delito más común en los

varones fue el robo en todas sus modalidades y en menor proporción otros. 78 El patrón de

delitos en las mujeres era diferente los encabezaban en un 50% aproximadamente los

sexuales como la prostitución clandestina y menor proporción otro tipo de delitos.

Los menores detenidos o retirados de las calles ingresaban al Tribunal para

Menores, como parte del procedimiento de detención consistía en interrogar y analizar a los

menores por los especialistas de la Casa de Observación, ubicada en el mismo tribunal.

El doctor Roberto Solís Quiroga elaboró los que llamó “Dominantes Estadísticas”,

reunió los datos de los menores (1927-1932), de los cuales, hizo una selección con un

“criterio fundamentalmente etiológico”, el que entendía como “factores mediatos a

inmediatos de la vida anti o parasocial” de los menores. Los datos se agruparon en factores

individuales y sociales. Señala que para el análisis utilizó un criterio ecléctico

(combinación del “antropológico” y del “ambientalista” de la corriente italiana y francesa

respectivamente)79 que según él, era el más adecuado para conocer la “génesis de la vida

antisocial”. Solís Quiroga sostenía que el estudio individual de los menores, mostraba como

la “herencia patológica” era determinante en la conducta antisocial, pero no sólo eso, sino

también las influencias nocivas familiares o de vivir con otras personas que no eran su

familia o por vivir en la calle, factores que influían en la conducta antisocial aunque no

fueran portadores de una herencia patológica. Así lo decía:

78
Estos datos fueron tomados de la prensa de la época y de los expedientes del Tribunal para Menores en los
que aparecen los delitos cometidos por los jóvenes de ambos sexos. AGN, Ramo Tribunal para Menores.
79
Se refiere a la Antropología criminal italiana que consideraba los factores internos como el móvil de la
conducta antisocial y a la Antropología Criminal francesa le daba mayor peso al factor social o de medio
ambiente en la conducta antisocial.
297

En otros casos, de individuos perfectamente normales desde el punto de vista


antropológico, el ambiente social determinaba la desviación de la vida considerada
como normal. 80

Con ese criterio de selección se analizaron los datos de los menores, para obtener una

visión de conjunto del problema que entrañaban los menores que ingresaban al Tribunal. A

continuación se presentan las conclusiones del doctor Solís Quiroga, de sus “Dominantes

estadísticas”, con la salvedad de que no eran tan exactas como él pretendió hacerlas pasar,

no obstante nos dan una idea aproximada de la problemática de los niños abandonados.

Factores endógenos: en cuanto a la herencia patológica, se calculaba que el 57% de

del total de los menores recibidos en el Tribunal, tenían antecedentes de alcoholismo

paterno, materno o bilateral. Esto tenía implicaciones en su desarrollo mental, de ahí que

presentaran debilidad mental, imbecilidad, idiocia y tarado. Además de provocar estados

neuro o psico-páticos numerosos. Más de la mitad de los menores que ingresan al Tribunal

eran hijos de alcohólicos. Las neuro o psicopatías de los padres provocan hijos con herencia

patológica nerviosa. Sus consecuencias se manifestaban en las dificultades de adaptación

social, por tanto incapacidad para vivir en condiciones sociales normales. Solís Quiroga

concluía que dichos individuos tenían necesidad de recurrir a medios “violentos y directos”

para obtener los elementos que requerían en su vida.

El 5% del total de niños tenían antecedentes de padres sifilíticos, señalaba que este

porcentaje era bajo, porque en realidad los enfermos eran numerosos, lo que se debía a la

falta de laboratorios adecuados para el diagnóstico. Las consecuencias en los descendientes

80
“Dominantes Estadísticas” elaboradas por el doctor Roberto Solís Quiroga, Juez del Tribunal para Menores.
Estas se incluyen en el anexos del estudio de Salvador Lima, Los Niños Moralmente Abandonados y la
Función Social del Tribunal Para Menores de la Ciudad de México. México: Herrero Hermanos Sucesores,
1929. Biblioteca de México, Fondo Reservado, Colecc. Carlos Basave, Vol. 53, Folio 4.
298

de los sifilíticos eran múltiples tanto físicas como psíquicas, dando lugar a seres inferiores

sociales.

El 75% aproximadamente del total de los menores que ingresaban al Tribunal para

Menores tenían una herencia patológica, lo que influía en su desarrollo mental, de este

porcentaje el 70% no alcanzaba un desarrollo mental normal. Esta deficiencia de desarrollo

se manifestaba en una enorme dificultad de adaptación al medio ambiente. Además de esta

deficiencia “existe en estos menores un conjunto de deficiencias anatómicas y funcionales

que hacen la vida de ellos particularmente difícil desde el punto de vista de la preparación

para el ejercicio y la actividades que les permitan subsistir de manera aceptable”. En la

revisión que se hizo de los expedientes del mencionado tribunal, detectamos que casi la

mayoría presentaba debilidad mental, los menos la idiocia o idiotez, pero resulta que buena

parte de ellos, por su conducta delincuencial mostraban lo contrario. Más parece que se los

quería hacer parecer anormales para controlarlos.

Además de la deficiencia mental los menores presentaban deficiencias en su estado

físico: el 77% del total de los recibidos ahí, con enfermedades de rinofaringe, el 52% con

enfermedades dentales, el 20% enfermedades de la piel, 16% enfermedades de los órganos

de los sentidos y el 2% enfermos de la parte locomotriz. Es importante mencionar, que en

las estadísticas de entonces este tipo de enfermedades eran las más comunes. Las

enfermedades dentales ocasionaban rinofaringitis, tanto que hubo campañas de radio para

atender los problemas dentales de manera gratuita.

Factores exógenos: los familiares y extrafamiliares. El 55% de los menores vivían

en su hogar, 9.32% en el hogar de parientes, el 16% en el de extraños y el 29% en la vía

pública. El 47% procedían de familia “aparentemente organizada, el resto vivía sin familia

o con familia desorganizada por el alcoholismo, por el trabajo, por la separación de los
299

padres, etc.”. El 72% de los menores viven en estado de pobreza o de miseria y el 15% que

no tiene familia, por lo mismo, vivían también en la miseria.

Las ocupaciones de los menores. Del 71% de los menores que trabajan o tenían un

tipo de trabajo, el 36% lo hacía en condiciones aceptables y 35% en inadecuadas. De

todos ellos, el 20% trabajaba de vendedor ambulante, papelero, billetero, bolero, canastero,

etc., el otro 20% de sirvientes en diversos aspectos, el 10% aprendiz de obrero y el 28% sin

ocupación.

En su opinión el Estado tenía la obligación de intervenir en la educación de esa

“infancia proletaria”, pues de otra manera su “vida carecería de los elementos mínimos

indispensables para la formación de un porvenir”.

En suma, destacaba que una labor de “profilaxis social” contra la delincuencia

juvenil, estaba ligada con el mejoramiento de ese ambiente social en que se desarrollaban

esos niños. Este era su argumento, la delincuencia infantil era “síntoma” de la enfermedad o

anormalidad, por lo mismo, ésta se debía atacar desde su origen, ejerciendo acciones sobre

los menores. Estas acciones no eran otra cosa que enseñar a los menores a adaptarse en las

casas de orientación, o casas-hogar, para que al regresar al ambiente del que provenían, lo

cambiaran. Las “enfermedades sociales” por las que los menores estaban en esta situación,

sobre éstas, recomendaba no actuar. En otras palabras no mejoramos las enfermedades

sociales (pobreza, alcoholismo, sífilis, abandono, etc.), sino a los menores, que ellos por su

propia cuenta mejorarán el medio ambiente en que vivían. Se le olvidaba a Solís Quiroga

que las correccionales eran una escuelas de la delincuencia, además del estigma que dejaba

en los menores su entrada a esos lugares.

Si bien, no se puede negar que estaban las campañas contra el alcoholismo,

prostitución, vacunación y se estaban construyendo hospitales, así como las campañas de


300

higienización y moralización social en el país, pero el punto en cuestión era la anormalidad

que iba más allá de todo esto. Si bien la anormalidad era un asunto individual, pero el

hecho de que la mayoría de los niños detenidos en el tribunal presentaran “debilidad

mental” lo hacía social. Esto mismo estaba sucediendo en Estados Unidos y en Europa, ya

sin mencionar a Latinoamérica que también estaba en la misma tónica, por todos lados la

anormalidad florecía como racimos de uvas, lo que nos llevaría a cuestionar las pruebas de

inteligencia y los estudios psicológicos e inclusive el interés de esos especialistas

detentadores de esa verdad acerca de anormalidad. Podemos pensar que en la instauración

de ese campo de higiene mental,81 psicólogos, psiquiatras y demás “especialistas” en el

tema, estaban interesados en implantar sus propios intereses de dominio y control social,

imponerse como autoridad en la materia y de paso prestigiarse como detentadores de una

verdad social. Por otro lado, el Estado emanado de la revolución se armó de estas ideas para

controlar las conciencias de los que quedaban al margen de la escolarización y del

desarrollo social.

Por otra parte, no podemos dejar de mencionar, la atención a las menores en el

tribunal para menores y en la correccional. Recordemos que en este período la mujer era

identificada con la naturaleza, el hombre con la razón. Por lo mismo, a las mujeres se les

educaba para ser madres y esposas. Bajo el movimiento nacionalista de los veintes, se

pretendió conservar una sociedad femenil “pura y casta”. Con estas premisas eran

interrogadas las menores involucradas en transgresiones o delitos, tales como el robo,

81
“La higiene mental cobró verdadero auge en los años treinta. Los médicos que la impulsaron fueron Samuel
Ramírez Moreno (vicepresidente del Comité Internacional de Higiene Mental), Saúl González Enríquez (Jefe
de prevención especial del Departamento de Previsión Social) y Alfonso Millán (Director del Departamento
de Psicopedagogía en Higiene). En 1936, crearon la Sociedad de Estudios de Criminología, Psicopatología e
Higiene Mental, así como la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría que a partir de 1937, editó la
revista Archivos de Neurología y Psiquiatría de México, con una orientación eugenésica y la intención de
regenerar a la sociedad en su conjunto.” Beatriz Urías Horcasitas, op. cit., p. 59.
301

estafa, faltas a la moral o prostitución que llegaban al tribunal para menores. En los casos

de temas sexuales como violación o incesto los especialistas interrogadores (hombres y

mujeres) daban un trato de víctimas a las menores, culpando a madre por uniones

ilegítimas, cambios de parejas de las madres y promiscuidad de sus viviendas; y en los de

faltas a la moral o prostitución la niña era la “perversa”, de constitución “degeneradas”, se

le juzgaba más que a sus explotadores, a quienes solo se les recomendaba no recibirlas en

sus burdeles, a pesar de las sanciones de clausura y multa económica, estipulada en el

Reglamento para el ejerció de la prostitución (1926). Los interrogadores varones se

interesaban en los burdeles donde ejercían el comercio sexual las menores, el número de

clientes que recibían, los precios de las bebidas y del cobro a la clientela; y en las

interrogadoras se interesaban más por la conducta moral de la familia.

Instituciones auxiliares del tribunal

El Reglamento estableció que estaban obligadas a auxiliar al tribunal, instituciones tales

como: los establecimientos de la Beneficencia Pública del Distrito Federal, para asuntos

relacionados con las medidas educativas, médicas y de guarda que se aplicaban a los

menores; y cuando el tribunal lo considerara necesario, solicitaría la colaboración de todas

las dependencias gubernativas, fundaciones de Beneficencia Privada, Instituciones

Protectoras y Sociedades Científicas, relacionadas con la protección de la infancia.

En las Municipalidades se podían nombrar delegados para que auxiliar en las

primeras averiguaciones en los casos de infracciones cometidas en dichas localidades por

menores, se les facultaba para conocer y resolver los casos que no ameritaban otra medida,
302

sino amonestación. En caso de ameritar una medida mayor los menores serían enviados al

Tribunal para Menores.

Por otro lado, José Torres Torija en el Congreso Mexicano del Niño proponía

reformar las correccionales porque eran centros de inmoralidad más que de corrección. La

Escuela correccional para Varones de Tlalpan, contaba con talleres de: sastrería, herrería,

carpintería, imprenta, encuadernación y rayado; un departamento de lavaderos y baños; un

comedor.82 Tenía un área de “separos”, esto es, cuartos destinados a castigo por medio de

encierro en aislamiento, para los que cometían alguna indisciplina en el plantel. Los

dormitorios eran grandes galerones en los que dormían los corrigendos de todas las edades,

estaban mezclados los niños de todas las edades. Torres Torija decía:

Los muebles y útiles de las piezas destinados a escuelas respecto de los


dormitorios, básteme decir que no hay en ellos una sola cama y que sin distinción de
edades ni condición, duermen los reclusos hacinados en el suelo...83

Como podemos observar, el proyecto de separación de los niños por edades y por tipo de

transgresiones no se había concretado como se pretendió hacerlo a principios del siglo XX.

Veamos que decía el mencionado doctor al respecto:

Indistintamente se encuentran juntos, niños de 8 años y mayores de 14, niños que


delinquen levemente y reincidentes, pervertidos, encausados y sentenciados, y tan
espantosa promiscuidad es doblemente perniciosa en los dormitorios, en donde
duermen, en el suelo y hacinados como bestias, los pobres muchachos que tienen la
desgracia de ir a aquel establecimiento y tal promiscuidad, es tanto más nociva,
cuanto que crea y desarrolla los hábitos de pederastia, da origen a repugnantes
enfermedades venéreas y a la fácil y rápida propagación de enfermedades cutáneas,
particularmente la sarna que parece que se ha enseñoreado en aquel
establecimiento.84

82
El comedor fue construido en la época del presente Gustavo I. Madero.
83
Memoria del Primer Congreso Mexicano del Niño, 1921, p. 370.
84
Ibídem, p. 370.
303

Aunque Torres Torija mencionaba que había niños de 8 a 14 años, sin embargo, en los

expedientes consultados se observa que había menores hasta de 18 años en la Casa de

Orientación para Varones.

Los menores infractores iniciaban el día con ejercicios militares, después asistían a

la escuela y a los talleres, había turno matutino y vespertino para estas actividades, Se

retiran a los dormitorios a las 7 de la noche. 85

La idea del trabajo como la principal forma de corrección de los transgresores, no

siempre fue puesta en práctica como se pensaba, pues los recursos económicos para este fin

escaseaban. En 1920, de los 439 asilados en la correccional, únicamente 102 jóvenes

asistían a los talleres. Torija decía:

El trabajo en los talleres no es obligatorio y solamente concurren a éstos los reclusos

que quieren y sin previo examen de sus aptitudes físicas para determinado oficio. 86

Además, los menores que asistían a las clases no acudían a los talleres y viceversa.

Los talleres tenían carencias importantes que provocaba que no funcionaran con

efectividad. Por otro lado, la idea de que en los períodos de vacaciones escolares se enviara

a los corrigendos a vacacionar al campo, siguiendo el modelo de los reformatorios

europeos, tampoco se logró hacerlo. En dicho periodo vacacional los niños no tenían

ninguna actividad extraescolar para mantenerlos no sólo ocupados, sino para evitarles el

tedio del encierro como lo mencionaba Torres Torija.

El servicio médico existente en la correccional era insuficiente para atender a los

menores enfermos. De entre las enfermedades más frecuentes entre los menores de la

correccional se encontraban las venéreas y sifilíticas. Torres Torija decía:

85
Ibídem, p. 370.
86
Ibídem, p. 370
304

En las salas 2 y 5 del Hospital Juárez, he tenido como médico que fui durante más
de 6 años de esas salas, la oportunidad de ver y tratar en los niños de la Escuela
Correccional de Tlalpan, padecimientos de los llamados venéreo-sifilíticos, algunos
de ellos, de origen pederástico.87

También María A. Sandoval Zarco señalaba que en las averiguaciones los policías llevaban

a los menores detenidos de un lado a otro, lo cual, le parecía una situación “vergonzosa”

para ellos, peor aún que en ese recorrido los policías acudían a comer o entraban a la

pulquería y que emborrachaban, terminaban maltratando a los detenidos o también

embriagándolos. Es importante mencionar que en el caso de las menores se procedía de la

misma manera, tanto que la directora de la Casa de Orientación para Mujeres se quejaba

con las autoridades del Tribunal por el peligro en que se exponía a las niñas, inclusive

porque las traían hasta altas horas de la noche.

En la Casa de Orientación para Mujeres se señalaba que funcionaba más ordenadamente

que las de varones. A las menores se les impartía educación elemental. Contaba con talleres

Había talleres de costura y galones, de pastelería y dulcería, de pasta y alimentos, se les

colocaba en trabajos domésticos como cocina y lavandería. Cultivaban la hortaliza. Además

recibían clases de gimnasia, natación y baile.

Los directivos de las casas de orientación para varones como en la de mujeres

reportaban acerca de la conducta de los menores. En el caso de de David Castro Sotero (17

años), quien ingreso por robo, se informaba a las autoridades del Tribunal que se fugó del

plantel.; o el caso de Ma. Luisa Betancourt Escalante (14 años), de quien se decía,

Dado el carácter educativo que tiene el reformatorio como las condiciones de su


construcción que no prestan seguridades para las alumnas aquí internadas y que

87
Ibídem, p. 371.
305

permanecen en él por convencimiento de su propio bien, María Luisa es un mal


elemento para las demás muchachas, y por lo tanto suplico a usted… sea entregada
el señor Florencio Betancourt su tío, persona que se interesa por ella quizá se logre
su regeneración. 88

En algunos casos de menores de buen comportamiento, las casas de orientación se

encargaban de colocar a los externados en algún trabajo. Este es el caso de Lucía que se le

externaría, la Directora de la Casa de Orientación para Mujeres envió el siguiente reporte

respecto a las personas que la solicitaban para el trabajo doméstico.

La menor Lucía empezó cursando 1° año y actualmente está en 3°, ha estado en los
talleres de galones, pastas y alimentos, de pié en la cocina y comisionada en la
lavandería. Obediente y cumplida en su trabajo, pero sarcástica y atrevida.
Adjunto a ésta, la solicitud de la señora Sara Michel de Parra que vive en Topacio
No. 16-17. Esta señora sostiene relaciones iliciticas con el doctor Adalberto Parra
graduado en la facultad de medicina quien trabaja en el dispensario gratuito del
señor Castillo propietario de la fábrica de Jabones Castillo, y que no gana nada.
También es profesor de primaria en la escuela Alvaro Obregón con un sueldo de
$6.00 diarios y sus clases las da en las tardes.
La señora Sara vive con sus padres tiene dos hermanos el mayor trabaja encargado
de una dulcería gana $8.00 semanarios, el menor tiene 8 años y los dos asisten a la
escuela en la mañana. Su padre el señor Michel tiene un molino de café en el
mercado de la Merced, la señora Michel estudia para enfermería en la preparatoria,
tiene 5 años de práctica en el hospital Juárez y el dispensario de la Beneficencia en
los Arcos de Belem No. 5. Allí gana $75.00 mensuales y con lo de su padre reúne
$105.00 al mes. La casa donde vive renta $20.00 al mes y el gasto diario lo dividen
entre el padre y la hija, la señora Michel tiene un hijo de 6 meses no está casada con
el doctor Parra porque el señor dice no estar en condiciones de sostener un hogar.
Como al externarse Lucia, como hija de familia tendría esta menor forzosamente
que enterarse de la situación anormal en que vive esta familia, los padres de la
señora toleran las relaciones ilícitas que sostiene la hija, y como en esta institución
nuestra misión es precisamente de moralidad, en mi consejo no debe concedérsele la
solicitud de esta señora que no puede darle ejemplo de vida honrada y que se
perderá fácilmente nuestra labor de varios años. 89

El tribunal no le concedió la externación. La directora envió otra solicitud para que Lucía

trabajara con otra familia, la cual fue concedida.

88
AGN, ramo Tribunal para Menores, exp. 1841.
89
AGN, ramo Tribunal para Menores, exp. 1127.
306

Solicitud de externación que hace la señorita Consuelo García Vigil, asignándole


$12.00 mensuales, casa y alimentos. Esta señorita vive en la calle de Tonalá No. 45,
departamento “G” esta casa renta $60.00 mensuales, consta de varias piezas. La
señorita sostiene su hogar el cual está formado por su madre que tiene 70 años y por
una tía también de edad. Esta señorita está empleada en el Ministerio de
Gobernación con un sueldo de $375.00 mensuales. Considero que por los
antecedentes de la solicitud y la edad de la menor debe ser externada. 90

La Defensa Social: “peligrosidad” o “temibilidad”

La teoría de la “defensa social” plasmada en el Código Penal de 1929, la cual hacía al

delincuente un individuo “peligroso”, esta “peligrosidad” cambió a “temibilidad” en el

Código Penal de 1931. La teoría de la “peligrosidad” proponía que todo delincuente adulto

o niño, (inclusive alienado o minusválido) tenía una responsabilidad social. 91 Por lo tanto,

en cualquier caso de conductas ilícitas se sostenía que: “...la sanción penal no debe

aplicarse a un hombre en razón sólo del hecho, cometido sino en función del estado

peligroso que atribuyan a su autor, los peritos, la ciencia y el juez.” 92 A la luz de dichas

teorías evolutivas el individuo con características biológicas deficientes y una actividad


90
Ibídem.
91
En la Escuela Clásica del Derecho el delito como comportamiento era un acto de la libre voluntad del
individuo, por lo cual su responsabilidad era un asunto de moral. Es decir el comportamiento del delincuente
no era causa de una patología. Enrico Ferri contemporáneo de Lombroso propuso su teoría sobre la
criminalidad con una base naturalística y social. Sostenía que había leyes que regulaban la razón de ser de la
delincuencia. Es decir desde lo social interpretó a la criminalidad como fenómeno patológico. Jacques Postel,
op., cit., p. 186. A principios del siglo XX, Julio Guerrero, apoyado en la antropología criminal italiana, decía
el crimen, “considerado socialmente es la manifestación individual de un fenómeno disolvente general, que en
grados menores y en distintas formas de inmoralidad afecta a la vez a los otros individuos.” Julio Guerrero en
La génesis del crimen en México. Estudio de psiquiatría social, México, Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes, (Cien de México), 1996, p. 21.
92
Rafael Garófalo en su Criminología estableció el concepto de delito “asentado sobre bases naturalísticas”, y
por consiguiente su concepto de “temibilidad” del delincuente, como la natural inclinación a la delincuencia
en algunos individuos demuestra de su estado peligroso, por lo tanto la pena debía aplicarse en razón de esto.
Esta doctrina fue difundida por Lombroso, Ferri y Garófalo principales exponentes de la Clásica Antropología
Criminal italiana. Eduardo Mimbela, op. cit., p. 139-142. Con la psicología experimental, también basada en
el paradigma evolucionista vio al anormal o débil mental que se había quedado en una etapa de desarrollo
inferior, de esta manera, era sugestionable, pasional, proclive a la delincuencia. Por lo tanto, en el marco de la
teoría de la “defensa social”, este anormal era un “peligro” social.
307

delictuosa era un “peligro social”. Como bien dice Michel Foucault el delincuente dejó de

ser un violador de leyes para convertirse en un hombre “anormal” y “peligroso”, y por

consiguiente la institucionalización penal pasó a ser un aparato de control medicalizado. 93

La escuela del derecho penal positivo mexicano se nutrió de estas ideas, ejemplo de

ello fue el Código Penal para el Distrito y Territorios de 1929, de corriente positivista, que

en su exposición de motivos redactada por el licenciado José Almaraz afirmaba, “el Estado

tiene el derecho y la obligación de defender los intereses vitales de la sociedad por todos los

medios posibles.”94 Se entendía por “responsabilidad social” lo siguiente: “todo individuo

que cometa un acto prohibido por la ley penal responderá del mismo ante la justicia,

cualquiera que sea su estado psico-fisiológico.”95 La peligrosidad se dividió en varias

causas: “por enfermedad mental, intoxicación por drogas y alcohol; por el medio ambiente

en que viven; por su índice personal de temperamento, sensibilidad y afectividad; y por lo

habitual al delito en un hombre (...) una vez que es habitual vive en el delito y del delito”. 96

Almaraz sostenía que “la peligrosidad en todos sus grados inclusive hasta el nivel más bajo,

siempre hará posible la reincidencia del trasgresor.”97 En otras palabras, el factor

determinante o con un alto grado de predisposición a la delincuencia se consideraba

originado por la herencia “degenerada”.

93
Michel Foucault, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión., pp. 235-236 y 256-258.
94
Exposición de Motivos realizada por el licenciado José Almaraz que se publicó en 1931 y se anexó al
Código Penal para el Distrito y Territorios Federales de 1929, Compendio de Leyes Penales Mexicanas N°
3, México, Instituto Nacional de Ciencias Penales. 1979, p. 15.
95
En el caso de los menores infractores el Estado buscará “su corrección en un establecimiento educativo de
la ciudad o en una escuela agrícola...” Código Penal… 1929.
96
El estado peligroso no significa que un hombre sea asesino, sino que está en situación de cometer cualquier
delito. Juan P. Ramos, “La defensa social contra el Delito”, Revista Jurídico Veracruzana, t.I, N° 2, Jalapa,
Ver., abril 30, 1941, pp. 141-142.
97
La “Exposición de Motivos” elaborada por el licenciado José Almaraz y publicada en 1931, se agregó al
Código Penal del Distrito y Territorios Federales de 1929, pp. 34-35.
308

En lo relativo a los infractores menores de edad, Almaraz decía: “el Estado tiene la

obligación de aplicarles medidas educativas y tratamientos que los transformen

orgánicamente y los hagan aptos para la vida social (...) De modo que para quedar dentro de

la ley fundamental [se] consideran delincuentes, desde el punto de vista social y no moral, a

los menores que con sus actos revelan un estado peligroso.”98 Este cambio en la concepción

del delincuente alcanzó a los niños, ahora no sólo se infringía la ley, sino que la herencia

mostraba que también se era delincuente en potencia.

En el marco de dichas teorías el delincuente pasó a ser un individuo “anormal”, el

que debía ser observado clínicamente. 99 Las mediciones de la inteligencia pasaron a ser las

herramientas para establecer el nivel de capacidad mental de los individuos, como se

mencionó en el capítulo anterior. Una graduación inferior a la considerada normal se le

denominó “debilidad mental”, la cual también se dividió en varios grados, deficiencias

todas ellas atribuidas a factores hereditarios. En la práctica institucional la “debilidad”

mental se consideró un factor de predisposición a la delincuencia y un indicador de

“peligrosidad”, así lo muestran los expedientes del Tribunal para Menores.100

En 1931 surgió un nuevo Código Penal el cual dejó a los menores fuera de la

legislación de adultos. Sin embargo, el Tribunal para Menores continuó con sus mismas

prácticas como lo muestran las fuentes. El Código de 1929 establecía estudiar los caracteres

98
Ibídem, p. 45.
99
Para la corriente clásica del Derecho Penal el delincuente era un individuo “amoral” y no “anormal” como
en la corriente positiva del Derecho Penal.
100
Para conocer los estados inferiores de la inteligencia se utilizaba la escala métrica (tests) de Binet-Simon,
con la cual se determinaba el grado de debilidad mental en años y meses, un nivel normal tenía que coincidir
con la edad cronológica. Pierre Pichot, Los tests mentales, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1979, p. 70.
Jacques Postel y Claude Quétel, (comp.), Historia de la Psiquiatría, 1ª reimp., México, Fondo de Cultura
Económica, 1993, pp.507 y 518. La “debilidad mental” es una carencia en el desarrollo mental normal de un
sujeto, su medición permite conocer el grado de deficiencia para ubicarlo en escuelas de lento aprendizaje.
309

físico-psicológicos y socioeconómicos de los menores.101 El Código Penal de 1931, cambió

la peligrosidad a temibilidad, lo cual, más parecía un cambio de palabras que de contenido,

porque en la práctica institucional no mostraba cambios sustanciales.

En suma, el nuevo régimen revolucionario aunque negaba las concepciones

positivistas del gobierno anterior, sin embargo, muchas de sus posturas se sustentaron en

los principios del “darwinismo social”, la eugenesia y la higiene como se ha venido

exponiendo. En un sentido general, la crítica a dichas tesis funcionaron como meras

ideologías, es decir como aparatos de control al servicio del poder, con las que se

justificaba la intervención en la vida de los niños de los sectores populares.

Edad penal en menores

¿Qué era la edad penal? La edad mínima de responsabilidad penal del menor estaba fijada

por el Código Penal. Se tomaba en cuenta la capacidad de discernimiento, que “...constituye

el criterio legal de la capacidad de imputación y el período en que la madurez permanece

dudosa desde el punto de vista legal.” 102 En este sentido el Código Penal de 1871 (vigente

hasta 1928) establecía que los menores de nueve años eran inimputables (no tenían

responsabilidad criminal plena), en cambio para los de 9 a 14 años, la imputabilidad se

resolvía por medio del discernimiento, esto es, se tomaba en cuenta si actuaban con

consciencia o sin ella al momento de cometer un ilícito, por lo cual, se sanaba en los

establecimientos de educación correccional. A los adolescentes de 14 a 18 años que habían

101
En 1928 se expidió la Ley sobre la Previsión Social de la Delincuencia Infantil en el Distrito Federal y
Territorios, con lo cual los menores de 15 años quedaban fuera del Código Penal. Citada por Elena Azaola, La
institución correccional en México. Una mirada extraviada, 1ª ed., México, Siglo Veintiuno Editores, 1990,
pp. 55 y 56. Dicha ley quedó anulada con el Código Penal de 1929, quedando nuevamente los menores bajo la
legislación de adultos.
102
Primer Congreso del Niño Mexicano, 1921, enero 7, p. 359.
310

cometido un delito, si distinguían entre el bien y el mal se les enviaba a la penitenciaría, en


103
caso contrario quedaba ambiguo que se hacía con ellos. La edad penal es un término

legal, que fijaba las edades en que podían ser sancionados los menores.

En el Código Penal de 1929 el delincuente ya no tenía una responsabilidad moral,

sino social, es decir la sociedad se defendía del transgresor. En el caso de los menores la

edad penal dejó de dividirse en varios grupos de edades y se estableció una edad fija hasta

los 16, por ejemplo, el menor que cometía un ilícito hasta los 16 años quedaba sujeto al

Tribunal para Menores, en cambio el que era mayor de ésta edad se le sancionaba como

adulto. Dicho código establecía la detención de los menores por la violación a las leyes

penales, reglamentos de policía y buen gobierno o que mostraran alguna conducta que los

perjudicara a sí mismos, a sus familiares o a la sociedad. 104 Después de los 16 años serían

sancionados penalmente como adultos. Es importante mencionar que en las Casas de

Orientación se albergaba a menores hasta los 18 años cumplidos. Esta edad quedaría fijada

en el nuevo Código Penal (1931), en el cual, también se dejó fuera del derecho penal a los

menores de 18 años, con lo que el Tribunal para Menores consolidó su dominio sobre los

menores.105

Con estas reformas al Código se produjo un doble efecto, se impidió la intervención

de otras autoridades en los casos de menores transgresores de 18 años y se definió la

frontera de la edad penal. En el Código Civil de 1928, al igual que en los anteriores la edad

adulta se iniciaba a los 21 años cumplidos. Los menores de 18 a 21 años quedaron en una

situación ambigua, puesto eran menores en el derecho civil, pero no así en el penal, por lo
103
Código Penal de 1871, Compendio de Leyes Penales Mexicanas N° 3, México, Instituto Nacional de
Ciencias Penales, 1979.
104
Código Penal de 1929, Compendio de Leyes Penales Mexicanas N° 3, México, Instituto Nacional de
Ciencias Penales, 1979, p.45.
105
Código Penal de 1931, Compendio de Leyes Penales Mexicanas N° 3, México, Instituto Nacional de
Ciencias Penales, 1979, p. 290.
311

cual, en caso de delitos eran sancionados como adultos. Por otro lado, es importante

mencionar que los menores de 18 años quedaban a disposición del Tribunal para Menores,

no obstante, cuando el delito cometido implicaba una sanción mayor que rebasaba los 18

años, tenían que concluir su condena en las cárceles comunes. El margen de edad de 12 a

18 años en los menores los dejó sujetos a un “sistema especial de responsabilidad penal”.

De todas formas la inimputabilidad planteaba cierta minusvalía a los menores, como una

carencia: -no tenía capacidad de- los menores. Además el fundamento para esa tutela del

Estado de los menores abandonados partía de una diferenciación por sus características

personales: como la “peligrosidad”. Al menor se le hacía responsable de sus hechos de

manera coactiva, lo que junto con la “peligrosidad” vulneraba los deberes positivos del

Estado frente a la persona como el principio de dignidad y de igualdad. Se criminalizaron

sus actividades y configuró un sistema tutelar (de defensa social) por parte del Estado.

En fin, aunque la labor manifiesta del Tribunal para Menores fue de protección,

prevención y reeducación, no obstante, la estrategia velada era de contención contra una

infancia rebelde y transgresora, es decir, de control social. Al Tribunal se le atribuyeron

amplias facultades contra los menores “descarriados” y de manera indirecta, también se

arrogó la vigilancia de las familias en las relaciones con sus hijos. Fue un centro de

investigación psiquiátrica, psicológica, pedagógica y sociológica como un laboratorio de

observación y de experimentación para atender los comportamientos desviados, es decir las

conductas “anormales”. Y fue un organismo centralizador porque desplazó la intervención

de otras instituciones y actuó como entidad de enlace con los planteles de la Beneficencia

Pública. Las resoluciones de los jueces del Tribunal decidieron el futuro inmediato de los

menores que ahí ingresaron, sus resoluciones eran inapelables. Una vez dictada la

“resolución” no había vuelta atrás, lo que facilitaba los juicios discrecionales, Esto es, los
312

menores eran sancionados sin las garantías civiles correspondientes. Al menor se le hacía

responsable por los hechos (delito) pero no se les concedía la intervención de un abogado

defensor que representara sus derechos, más aún para evitar los “juicios” injustos.

Las autoridades del tribunal justificaron el confinamiento de los menores con

medidas de protección contra el maltrato y abuso familiar de los niños; con medidas

preventivas contra conductas posibles conductas ilícitas, por inasistencia a la escuela,

vagancia, indigencia o para impedir las amistades inconvenientes; y como una medida

educativa para orientar a los transgresores e indisciplinados y coactiva para evitar la

reincidencia. En suma el Tribunal para Menores fungió como un aparato estatal de control

social, representó un espacio correctivo, fue una institución totalizadora que dispuso del

menor para infantilizarlo.

La mendicidad, ociosidad, vagancia e indisciplina fueron criminalizadas, vistas

como conductas “patológicas” o enfermedades sociales. Esto es, como un asunto

individual, resultado de una herencia degenerada. Los estudios aplicados a los menores

arrojaron diagnósticos de “debilidad mental” en diferentes grados. Sin duda había niños con

problemas específicos que requerían atención psiquiátrica o psicológica, pero la

generalización de los diagnósticos que muestran los expedientes acerca de este grupo social

es un despropósito. Muchos de los menores procedían del sector rural, no hablaban bien el

español, eran analfabetas o semi-analfabetas, la medición de la capacidad mental no

respondía a sus características culturales, familiares, sociales y ciertamente económicas.

Las autoridades veían a las familias de los menores en cuestión, como semilleros de

delincuencia, como “familias desorganizadas” que no controlar a sus hijos, descuidando su

educación. Los menores abandonados y delincuentes fueron vistos como enfermos con
313

taras hereditarias, “retrasados” mentales como seres instintivos que no controlaban sus

pasiones y como “delincuentes en potencia”. Por lo mismo, para la sociedad representaron

un “peligro”. Se les protegió retirándolos de las calles, buscando el origen de sus anomalías

físicas y mentales y encerrándolos en Casas de Orientación (antiguas correccionales) para

darles supuestamente una terapia social o tratamiento disciplinario.


314

CONCLUSIONES

En el largo camino hacia la modernidad a los niños se les fue percibiendo desde

nuevos lugares, con otras exigencias y otros propósitos educativos. En el reconocimiento de

la particularidad infantil se fueron incorporando nuevas prácticas y saberes, en los que se

fundó la lógica de la percepción infantil, que llevó a indagar no sólo en su cuerpo

enfermedades reales o ficticias, sino particularmente en su mente, anomalías que impedían

su aprendizaje, que intervenían en su comportamiento familiar y social. La capacidad

intelectual se hizo mesurable, en niveles y grados, con los que se explicaron tendencias a la

vagancia o a la ociosidad, peor aún a delincuencia, amenazando el orden establecido, por

ello, se les representó como un “peligro” social.

Los principios de la eugenesia se utilizaron para señalar en los niños en cuestión que

venían con una herencia degenerada o malsana, que amenazaban con reproducirse y

generalizar seres disminuidos en la sociedad. Por lo tanto, estos niños también fueron vistos

como un “peligro” para el capital étnico. La introducción de la “higienización escolar” en

la escuelas primarias se utilizó para ubicar al niño en su interacción con el aprendizaje,

cualquier “anomalía” o conducta heterogénea fue motivo suficiente para sustraerlo y

depositarlo en un campo “científico” donde pudiera ser inspeccionado de manera

individualizada, interrogado, medido, clasificado y registrado.

De tal manera, el niño pasó a ser el centro de observación, clasificación,

diagnóstico, y pronóstico, sujeto de medidas cautelares, reeducativas y correctivas, en una

palabra de “prescripciones sociales normativas”. El niño como un espacio de imágenes y


315

representaciones, dio origen a exploraciones y experimentaciones técnicas y científicas que

lo tornaron en un ser patológico con pocas posibilidades de recuperación. Los Tribunales

para Menores o Centro de Observación proveían de la información estadística de los niños

transgresores, de los vagos o indisciplinados, así como de sus fugas o reincidencias.

Los niños que en su vinculación con el ámbito público (hospicios, correccionales,

tribunal para menores, casas-hogar, así como el personal especializado en la infancia o sus

interrogadores) fueron caracterizados como hijos sin padres o de padres irresponsables,

niños que se conducían como adultos, en cuanto a la sexualidad, vicios, a trabajos,

amistades, por lo mismo, se les consideraban en abandono moral. Fueron niños que por

encontrarse en la vagancia o indigencia, por su conducta rebelde o indisciplinada o

delincuencial se les consideró un “peligro” social. En otras palabras, eran niños que no

estaban estudiando, ni tampoco trabajando en actividades “productivas”, más aún, que sus

padres no los controlaban. La institución correccional vinculada a la escolar funcionó como

un dispositivo para encerrar al niño, la escuela-internado operó situando a los niños en

posición de alumnos, para producir la infantilización de esos niños-adultos. Al niño

abandonado en una posición de alumno en internados, escuelas industriales o

correccionales se le escatimó asumir autonomía o conductas adultas y si obedecer una

normatividad (heteronomía) de manera unilateral, se les obligó a trabajar, como aprendices

en oficios o en hortalizas, bajo una disciplina fabril, se les brindó un conocimiento

intelectual limitado, (los cuatro primeros años de primaria). Por todo esto, se pretendió

hacer de esos niños sujetos dependientes y una mano de obra barata.

Los Estados modernos como México, asumieron un papel educador y paternalista,

así como represor de los niños en abandono moral, niños huérfanos, desvalidos y
316

“delincuentes”, en un afán de protegerlos, de ellos mismos, de un ambiente familiar nocivo

por un “descuido e irresponsabilidad” paternas; y de un ambiente social inadecuado para

los niños fuera del seno familiar en el que corrían peligros inimaginables, que favorecían

sus vicios y perversión.

La escuela fue el medio para educar a esa infancia que venía dañada desde su

origen, que en el camino de su vida familiar y social se fue saliendo del carril, adquiriendo

hábitos y costumbres perniciosas, que no le dejaban nada bueno y ponían en riesgo su

futuro laboral, de ciudadanía y social. En el niño pensado estaban depositadas no sólo las

tradiciones y costumbres, sino sobre todo, las expectativas sociales: como el continuador y

defensor de la religión, el ciudadano “modelo” y hombre civilizado de las sociedades

modernas.

Los nuevos modelos educativos, que respondían a intereses y necesidades de sus

productores y que actuaban en este sentido, se encaminaron a la formación del nuevo

ciudadano y hombre civilizado, bajo una lógica racional y evolutiva propia de las

sociedades modernas. Así pues, la preocupación e interés por los niños y el rumbo que ellos

debían seguir, circuló por el ámbito educativo en sentido amplio, fue la vía con la que se

cercó y se fijó a la infancia, se infantilizó al niño, y se le crearon espacios sociales

específicos para su “regeneración”.

En los organismos internacionales filantrópicos de protección a la infancia se

debatió sobre la infancia en peligro (de lo que pudiera amenazarla) y de la infancia

peligrosa (de lo que pudiera volverla amenazadora). De esto, surgió la idea de “abandono

moral” para explicar las conductas antisociales como la vagancia, ociosidad, indigencia o
317

delincuencia en niños y adolescentes de los sectores populares. Se señalaba a la familia por

haber flexibilizado sus lazos familiares, descuidando la educación de sus hijos y permitido

su “libertinaje”; se acusaba al padre de alcoholismo, a la madre de no cuidar sus deberes

maternales. La acción educadora del Estado desplazó el papel tradicional de la familia en

la educación de sus hijos. Aliados, autoridades, pedagogos y filántropos, se apoderaron de

la tutelarización estatal, la que junto con la minoría de edad le permitieron disponer de los

niños y adolescentes. Se acordó fundar tribunales o cortes especiales para menores. Estos se

pensaron como una jurisdicción especial encargada de estudiar al niño rebelde, irregular

mental o al deficiente, retrasado escolar entre otros.

En la medida que la ciencia ofreció nuevas herramientas para evaluar la capacidad

intelectual del individuo y explorar la estructura de su personalidad, creció el interés por

establecer el estado psíquico, en este caso de los niños, en específico en edad escolar para

valorar su desarrollo desde su ingreso a la escuela. En los congresos internacionales y

nacionales de higiene escolar se venía reflexionando sobre las medidas higiénicas en las

escuelas para hacerlas el lugar idóneo para la enseñanza: con un ambiente físico adecuado,

con métodos didácticos de enseñanza-aprendizaje y con un material educativo

higiénicamente seleccionado; y vigilante de la salud física e intelectual del alumnado, en

particular, observando los factores mentales que pudieran intervenir en el aprovechamiento

escolar.

Como bien dice Monique Vial, la infancia “anormal” irrumpió en el paso de un

siglo a otro (fines siglo XIX y principios del XX), se le caracterizó como un “campo

específico de problemas sociales”, que para explicarlos se buscó en lo médico y


318

pedagógico, de donde se originaron diferentes categorías de anormalidad.1 Los especialistas

en pedagogía, medicina y psicología e incluso los filántropos establecieron estándares

“normales” de salud física e intelectual en el desarrollo del niño. La eugenesia aportó su

grano de arena, con medidas preventivas contra una herencia “degenerada”. De estos

saberes surgirían “verdades” legitimadas por la ciencia, esquemas de percepción que

determinaron la forma de ser niño, esto es, en unas imágenes y representaciones de la

infancia que no tenían que ver con el niño real.

La protección del niño en abandono moral y material, por su situación de riesgo o

de “peligro” social tuvo como premisa la prevención. Lo cual, dio paso a un despliegue de

estrategias médico-pedagógicas, psicológicas, judiciales, así como de medidas profilácticas,

bajo una lógica racional y evolutiva propia de las sociedades modernas. La educación

infantil se situó en los nuevos métodos pedagógicos, para orientarlo fuera de la familia en

una vida moral y civilizada, esta separación fue la vía para situarlo como alumno,

trabajador sumiso, dependiente esto es, para infantilizarlo; para lo cual se le crearon

espacios sociales específicos.

La niñez abandonada o desvalida que estuvo en la mira de filántropos y autoridades,

fue terreno fértil para experimentar con las nuevas herramientas científicas, escudriñó en su

genética y antecedentes familiares para detectar “degeneraciones” de origen, en su cuerpo

para detectar enfermedades reales o ficticias, en su mente para detectar anormalidades,

conductas, retrasos, debilidades, etc. Se habló de su desarrollo intelectual tardío, debilidad

mental y retraso escolar, donde no podía fructificar la educación y sí, hacerlos proclives a

1
Monique Vial, “Enfants handicapés, du XIX au XX siècle”, en Histoire de l’enfance en occident. 2.Du XVIII
siécle á nos jours, de Egle Becchi et Dominique Julia, dir., París, Editions du Seuil, 1998, p. 332.
319

desvíos, rebeldía, vicios, vagancias, relajaciones y delincuencia. Para esta infancia

problemática se crearon las “clases especiales”, “escuelas especiales”, colonias,

correccionales, tribunales para menores, instituciones de observación de la conducta, etc.

En suma, como los niños en cuestión no presentaban posibilidades de recuperación, al

menos se les dio una educación básica, instrucción de algún oficio, se pretendió darles

valores morales como amor al trabajo y al ahorro, así como enseñarle hábitos de aseo

personal, se les ilustró sobre los efectos nocivos del alcoholismo.

El Tribunal para Menores fue una institución moderna, por medio de la cual, el

Estado intervino para proteger a los niños y adolescentes desvalidos, abandonados,

indisciplinados o delincuentes. Jugó un papel fundamental en la vinculación del niño con el

mundo público. Y se le concibió como una institución rectora para la protección y

prevención, más que como un “sistema penitenciario especial” para “niños problema”. Sin

embargo, tenía un carácter ambiguo, contaba con todas las características del régimen

carcelario, pero sin estar sujeto a los límites del sistema penal, sino con los propósitos

civilizadores de la escuela pública. Y también, en resoluciones o sentencias de los menores

por delitos mayores, llevaban a que el menor rebasando la edad de 18 años continuara su

reclusión en las cárceles de adultos para terminar de cumplir su condena.

La condición dependencia de estos menores de edad actuó en su contra, se les sujetó

legalmente a los adultos (en este caso con la tutelarización estatal) quienes ejercieron su

autoridad sobre ellos, y en contradicción con la propia realidad social de estos niños y

adolescentes, la cual, difería en la medida en que se les estaba “infantilizando”. La realidad

de estos niños y adolescentes no correspondía a las representaciones que de ellos se hizo,

primero porque esos niños contaban con familia (ambos padres o sólo uno de ellos) como
320

lo muestran los expedientes del tribunal para menores, si la familia no operaba bajo los

cánones establecidos, fue porque en sus relaciones familiares la escolarización no era una

prioridad, la vida social no se daba al interior del hogar (sus padres socializaban en la calle,

la cantina o pulquería, en el lavadero o los mercados, entre otros, además de que sus

viviendas contaban con sola habitación, no había espacio para la privacidad), las parejas no

legitimaban sus enlaces por las vías legales, el alcoholismo formaba parte de su

idiosincrasia y como una forma de socialización, el cuidado de los hijos no pasaba por la

higiene en el aseo personal, porque carecían de los recursos económicos para solventar esos

gastos, ni tampoco para el cuidado de su salud o para brindarles una alimentación rica en

nutrientes.

Con respecto a sus conductas transgresoras o delincuenciales de los adolescentes, ha

sido siempre un riesgo, en particular en esta etapa, más en los hombres que en las mujeres,

es cuando se alcanza un desarrollo físico, mental, social que los hace susceptible de asumir

conductas desafiantes (aprendidas en su medioambiente) y algunos llegan a exhibir un

evidente comportamiento hostil; y en cuanto la independencia económica, podemos afirmar

que en este sector social no había una etapa de adolescencia, entendida como un tiempo de

espera para alcanzar para su autonomía, puesto que desde edades tempranas trabajaban y

contribuían al gasto familiar, es cuando iniciaban su vida sexual (siempre y cuando no

hubieran sido violados –ambos sexos- dentro fuera de su hogar).

En fin, los objetivos y la hipótesis se cumplieron, los niños vagos y “mal ocupados”

fueron rescatados de un supuesto abandono moral, el cual, sirvió como pretexto para

intervenir las autoridades en la vida de esos niños y de sus familias y de paso sirvió para

educarlos. Las clases medias en ascensión fueron las principales interesadas en controlar a
321

esos niños a los que veían como un “peligro” para la sociedad, niños de origen rural o

indígena, que en el proceso de urbanización quedaron en una situación marginal. Y el

Estado moderno, asumió el papel de benefactor y de padre modelo para esos niños en

abandono moral, por intermedio de las casas de beneficencia, correccionales, Tribunal para

menores. Todo menor abandonado, en peligro moral o delincuente fue puesto en

observación para proceder a su estudio profundo de personalidad física, psíquica y moral

para establecer su índice de reeducación o de tratamiento médico-pedagógico, y se hicieron

los pronósticos de su regeneración para su vida social. Menores que en la lucha por su

subsistencia y las costumbres familiares adoptaron comportamientos de adultos en cuanto a

trabajos marginales, a contraer vicios, o iniciar una sexualidad temprana o adherirse a la

delincuencia. El régimen porfirista que no tuvo esperanza en la regeneración de esos niños

y el régimen revolucionario que esperó regenerarlos construyeron un dispositivo

institucional para asegurar el orden y control de los futuros ciudadanos y trabajadores

manuales (mano de obra barata), bajo la moralización de la educación y del trabajo.

Primero, el dispositivo institucional comprendió el reforzamiento y fundación de diversas

instituciones correccionales infantiles; el segundo elaboró sofisticados mecanismos de

vigilancia, observación “científica” y enjuiciamientos, se definió espacios y tiempos, asignó

conductas y formas de ser de niño o niña, que coadyuvaron a constituir las representaciones

de una identidad infantil “irregular”. Estas escuelas especiales (internados, escuelas

industriales o correccionales públicas) para niños abandonados o “irregulares” en su tarea

de educar y corregir, así como de moralizar funcionó como una suerte de centros de

infantilización.

Lo que faltaría por hacer es profundizar en los estudios sobre los niños abandonados

en los procesos de urbanización en otras ciudades importantes del país, como Guadalajara o
322

Puebla, Estado de México o las ciudades fronterizas como Monterrey y en su proceso de

institucionalización de los tribunales para menores, a finales de la tercera década del siglo

XX.

En pleno siglo XXI, en México los niños y jóvenes de los sectores marginales

continúan siendo un “peligro” social, pero sin las posibilidades de estudio y trabajo que les

ofrecían en periodos anteriores, la vagancia ya no es percibido como ociosidad porque no

hay trabajo para ellos, son niños y jóvenes son el excedente de una sociedad anónima,

individualista y neoliberal. La población de las cárceles está poblada de jóvenes. El país

destaca en el segundo lugar de producción de pornografía infantil en todo el mundo. El

turismo sexual infantil es una modalidad de atracción de los centros turísticos para los

consumidores estadounidenses y europeos. La prensa denuncia la participación de políticos

en la explotación sexual infantil. Y los niños son utilizados como carne de cañón en las

“guerras” del narcotráfico.


323

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