La Cometa - N.R. Walker
La Cometa - N.R. Walker
La Cometa - N.R. Walker
N.R. WALKER
ÍNDICE
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Epílogo
También en español
Sobre La Autora
Contacta Con N.R. Walker
También de N. R. Walker
DERECHOS DE AUTOR
Artista de portada: N.R. Walker
Editor: Posy Roberts, Boho Edits
Editorial: BlueHeart Press
Traductor: Francisco David
La Cometa © 2022 N.R. Walker
The Kite © 2022 N.R. Walker
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS:
Esta obra literaria no puede ser reproducida ni transmitida en ninguna forma ni por
ningún medio, incluida la reproducción electrónica o fotográfica, en su totalidad o
en parte, sin autorización expresa por escrito, salvo en el caso de breves citas
plasmadas en artículos críticos y reseñas. Esta es una obra de ficción, y cualquier
parecido con personas, vivas o muertas, o con establecimientos comerciales,
eventos o locales es casual. El material artístico autorizado se utiliza únicamente
con fines ilustrativos.
ADVERTENCIA
Este libro está destinado a un público adulto. Contiene lenguaje gráfico, contenido
explícito y situaciones para adultos.
MARCAS COMERCIALES
Todas las marcas comerciales son propiedad de sus respectivos dueños.
DERECHOS DE AUTOR
Artista de portada: Book Cover Zone
Editor: Posy Roberts, Boho Edits
Editorial: BlueHeart Press
Traductor: Francisco David
La Cometa © 2022 N.R. Walker
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS:
Esta obra literaria no puede ser reproducida o transmitida en ninguna forma o por
ningún medio, incluyendo la reproducción electrónica o fotográfica, en su totalidad
o en parte, sin permiso expreso por escrito, excepto en el caso de breves citas
plasmadas en artículos críticos y reseñas. Esta es una obra de ficción, y cualquier
parecido con personas, vivas o muertas, o con establecimientos comerciales,
eventos o locales es casual. El material artístico autorizado se utiliza únicamente
con fines ilustrativos.
ADVERTENCIA
Este libro está destinado a un público adulto. Contiene lenguaje gráfico, contenido
explícito y situaciones para adultos.
MARCAS COMERCIALES
Todas las marcas comerciales son propiedad de sus respectivos dueños.
SINOPSIS
GARDAYA, ARGELIA
MADRID, ESPAÑA
LA MUERTE NO DESPERTÓ A
ASHER.
Lo hizo un golpe en la puerta, seguido de una voz de mujer.
—El desayuno —dijo con un fuerte acento árabe.
Harry ya estaba allí y abrió la puerta mientras Asher se
incorporaba. Una mujer seria le empujó una bandeja a Harry,
sin intentar ocultar su desprecio por él. Antes de que él pudiera
hablar, ella se había ido, maldiciéndolo mientras se alejaba.
Asher no pudo evitar reírse al ver la cara de Harry. Se giró
y cerró la puerta de un codazo.
—Tienes ese efecto en todo el mundo —dijo Asher todavía
riendo.
Harry le gruñó y puso la bandeja sobre la mesa, cojeando
ligeramente. El desayuno, tal y como había declarado Mahla,
eran panqueques con miel, huevos, pan con aceite de oliva y té
a la menta. Olía increíble.
Sabía aún mejor.
Asher no pudo evitar gemir mientras comía.
—Siempre me ha gustado Marruecos.
Harry comió otro bocado de panqueques.
—¿Vienes aquí a menudo?
Asher se encogió de hombros.
—Un lugar tan bueno como cualquier otro. ¿Y tú? El
apartamento en Madrid. También tienes uno en París, ¿no?
Harry enarcó una ceja.
—Parece que sabes mucho sobre mí.
Asher dio un sorbo a su té para ocultar su sonrisa.
—Me dieron un informe cuando recibí tu contrato.
—Oh, claro. Cuando se suponía que ibas a matarme.
¿Cómo te está resultando eso?
Asher se rio.
—Puedo remediarlo por ti ahora si quieres.
Harry lo miró fijamente como respuesta. Terminó de
desayunar y bebió un sorbo de té, tapándose la nariz.
—¿No te gusta?
—Está bien.
—El té de menta es muy bueno para ti —dijo Asher.
—No es café.
Asher resopló.
—Tu informe nunca mencionó nada de que fueras tan
gruñón.
Harry dejó su té y suspiró.
—Bueno, me han disparado, he saltado de un edificio, me
han vuelto a disparar, cuatro colegiales han venido a mi
apartamento para intentar matarme, y tú has sido un grano en
el culo desde entonces. Han sido veinticuatro horas difíciles.
—Soy un grano en el culo que te ha salvado el culo —
respondió Asher—. Y no eran colegiales. Tal vez estaban en
edad universitaria.
—Con suerte tendrían dieciocho años, cualquiera de ellos.
—¿Cuándo se volvieron tan jóvenes?
—Cuando nos hicimos viejos.
La mirada de Harry se dirigió a la de Asher.
—¿Viejo? Tengo treinta y seis años. ¿Cuántos años tienes
tú?
Asher se encogió de hombros.
—Treinta y tres. —Más o menos.
—No somos viejos.
—Esa es la edad de jubilación en nuestra industria.
—¿Por eso nos están jubilando?
—Probablemente. —Asher suspiró—. Llevamos
demasiado tiempo en el juego. Sabemos demasiado, hemos
visto demasiado. Ya no nos movemos como antes. Nos
convertimos en un lastre.
—Eso es una mierda. El instinto y la experiencia ganarán
siempre a la juventud y a la bravuconería temeraria.
—No obtendrás ninguna discusión de mi parte.
Harry estudió a Asher durante un largo momento.
—Entonces, en tu gran plan que no conozco, o que te
niegas a contarme, ¿cuánto tiempo nos quedaremos aquí?
—Hasta que tu tobillo se cure.
—Mi tobillo está bien.
—Entonces quítate la bota.
Harry le frunció el ceño.
—La compresión mantiene la hinchazón.
Asher comprendió que no tenía sentido discutir con
alguien tan obstinado.
—Estaremos aquí una semana —admitió—. A menos que
las circunstancias cambien.
—¿Una semana?
—Una semana para agachar la cabeza.
—¿No deberíamos seguir avanzando? ¿Alejarnos lo más
posible de Madrid?
Asher hizo una mueca, sin estar seguro de cuánto divulgar.
Sabía que en algún momento tendría que contarle todo. En
realidad estaba un poco sorprendido de que Harry estuviera de
acuerdo con no saber nada. Pero eso no duraría mucho más, y
lo sabía, así que con un suspiro cedió.
—Estoy esperando más información. Entonces sabré qué
dirección debemos tomar.
Los ojos acerados de Harry se clavaron en él.
—¿Información sobre qué?
—Sobre quién ordenó el golpe contra nosotros.
Harry frunció el ceño y parpadeó.
—¿De quién? ¿De quién obtienes la información?
—Mi informante.
—¿Tu informante? ¿Para qué agencia trabaja? ¿Qué
gobierno?
—No hay agencia. Ningún gobierno.
—¿Quién le paga?
—El mejor postor.
Harry parpadeó, con su confusión evidente, antes de que
algo encajara.
—Como tú.
—Sí, como yo. Sin agencia, sin país. —Asher lo miró
fijamente. Su pasado no era realmente un secreto. Los que lo
sabían, lo sabían. Y Harry tenía que saberlo. Habían dado
vueltas el uno al otro durante casi una década, y conocer el
pasado de tu oponente significaba conocer su punto débil.
La verdad era que no había mucho que saber sobre la
historia de Asher. No había ningún punto débil porque no
había un pasado. Ni país, ni familia, ni nacionalidad. Ningún
hogar.
—Dijiste dirección —continuó Harry—. Dijiste que
cuando supieras de tu informante, sabrías en qué dirección ir.
¿Quieres rastrear a alguien?
—Sí.
—¿Quién? ¿La persona que ordenó el golpe?
—No exactamente. Todavía no, al menos.
—Entonces, ¿qué estás rastreando?
—Información. —Asher suspiró y se pasó la mano por el
pelo. Que se vaya todo al infierno—. Necesito pruebas.
—¿Pruebas de qué?
—Pruebas de que a ti y a mí nos han tendido una trampa.
Durante años, cada trabajo que tomamos, cada asignación, fue
para el equipo equivocado.
Harry le miró con los ojos entrecerrados.
—¿Equipo equivocado? ¿Qué equipo? No hay equipos…
—Los malos, Harry. Hemos estado ayudando a los malos.
CINCO
HARRY DURMIÓ
PROFUNDAMENTE
durante unas dos horas. Se despertó con un sobresalto,
perturbado por lo profundo que había dormido.
No había escuchado nada.
Había dormido con un ojo abierto durante una década.
Pero ahora no. No con un cuerpo cálido apretado contra él,
acurrucado en él. Los brazos de Harry habían rodeado a Asher.
Su cuerpo dormido había traicionado su mente.
Y Asher no se había movido. Ni un músculo. A menos que
contara moverse para estar más cerca.
Harry había dormido como si estuviera drogado. Aunque
sólo durante dos horas, pero aun así… alguien podría haber
forzado la cerradura, entrar en su habitación y dispararles a los
dos, y no se habría enterado de nada.
Al menos podrías haber protegido a Asher…
Cristo.
Ese era el tipo de complicación que no necesitaba.
Se veía tan tranquilo dormido en los brazos de Harry. Se
veía tan bien. Dios, hacía tanto tiempo que no tenía ningún
tipo de intimidad con un hombre.
Se sentía tan increíblemente bien. Y mucho más correcto
con Asher de lo que debería haber sido.
Quitó el brazo de debajo de Asher y se sentó en el borde de
la cama. Se restregó la mano por la cara, tratando de
mentalizarse.
—¿Qué hora es? —La voz de Asher graznó.
—Casi las cuatro. Tenemos tres horas hasta que empiece a
oscurecer. Tal vez deberíamos mirar algunos mapas y empezar
a elaborar un plan.
—Se me ocurre algo que preferiría hacer durante tres
horas. —Asher se estiró y se llevó la mano a la polla—.
¿Quieres que me ponga boca abajo y me baje los vaqueros?
Harry se levantó y entró en la habitación contigua. Puso las
manos en el borde del lavabo y no dijo nada.
Asher parecía demasiado satisfecho con esto.
—He visto lo grande que es tu polla. No creas que voy a
parar hasta que me la des bien.
Harry agachó la cabeza. Su paciencia, y su autocontrol, se
estaban agotando. Dejó correr el agua y se salpicó la cara.
—Puedo ser persistente.
Harry se quitó la camisa de lino demasiado ajustada y se
limpió la cara con ella. De todos modos, no le gustaba.
Asher gimió.
—¿Te estás burlando de mí? Mira tú maldito cuerpo.
—No eres persistente. Eres una molestia. —Harry lanzó su
camisa a la cara de Asher—. Y no te estoy tomando el pelo.
Asher se rio con un suspiro.
—Sabes, pensé que si nos quitábamos de encima nuestro
primer juego, si probaba algo de ti, ya no te querría. Pero
ahora sólo quiero más.
—Asher, necesitamos concentrarnos. Necesitamos un plan.
Varios planes, contingencias, respaldos, puntos de encuentro si
nos separamos, ese tipo de cosas.
Asher se sentó en la cama.
—¿Encuentro? Así que si nos separamos, ¿me echarías de
menos?
Harry suspiró.
—Cierra. La maldita. Boca.
Asher se levantó de la cama, fluidamente, sin problemas.
Como si sus huesos no dolieran como los de Harry. Como si
no sintiera cada onza de cansancio. También se lavó la cara y
se secó con la camisa de lino.
—Tengo un plan —dijo despreocupadamente.
—¿Lo tienes?
—Por supuesto que sí. Y tú no.
—Bueno, sí. Para empezar, vamos a Gardaya y hablamos
con la esposa.
—Viuda.
Harry se detuvo, suspiró y siguió hablando.
—Hablamos con la viuda. Hay un aeropuerto no muy lejos
de allí. Es el que usan los jefes del petróleo y el gas, los
magnates y demás. Podemos salir de allí por el precio
adecuado.
Asher le sonrió.
—No eres sólo una cara bonita.
—¿Cuál es tu plan?
—Lo que has dicho.
—Ese es mi plan, no el tuyo.
—El mío es el mismo.
—No era así.
—También lo era. Excepto que el mío era mejor.
Harry suspiró.
—¿Sabes qué? No me importa. Tu plan es genial.
Hagámoslo.
Asher sonrió.
—¿De verdad? Entonces, ¿quieres que me incline sobre la
mesa o me tumbo en la cama?
—Eso no es… Ese no era el plan.
—Era mi primer plan. ¿Recuerdas?
Harry inhaló lenta y profundamente, tratando de tener
paciencia, cuando un rápido golpe en la puerta los puso a
ambos en acción.
Asher abrió su bolsa de viaje, sacó una pistola y se la lanzó
a Harry. Era una SR-2 Udav de 9 mm.
—¿De dónde coño has sacado esto? —le siseó Harry.
—Del ruso que intentó matarte.
Entonces, de la bolsa duffle, Asher sacó un maldito rifle…
no, una semiautomática… no… Harry lo miró con los ojos
entrecerrados.
—¿Qué coño es eso?
—Es un Covert —susurró caminando hacia la puerta.
Entonces habló en árabe—. ¿Quién es?
El hombre respondió algo que Harry no captó del todo,
habló en un susurro apresurado, entonces Asher respondió otra
cosa.
—Abre la puerta —murmuró Asher, y luego separó sus
dedos unos centímetros. Se colocó detrás de la puerta, un poco
hacia atrás, para poder ver a través de la rendija.
Harry abrió un poco la puerta, pero no había manera de
que se pusiera delante de ella. Se puso al lado de Asher, con su
bota impidiendo que la puerta se abriera más. Apuntó con la
pistola, dispuesto a volarle la cabeza a cualquier cosa que
intentara pasar.
—Es el hombre que nos mostró la habitación —murmuró
Asher—. Está solo. Déjalo entrar.
Harry dejó que la puerta se abriera con un chirrido, y
Asher, sosteniendo su rifle por la culata, dio un paso alrededor
de él para saludar al hombre.
—Pasa.
Harry se quedó ahí con su pistola, preparada.
El hombre mayor se acercó con cautela e hizo una doble
toma cuando vio a Harry. Luego otra cuando se dio cuenta de
que ambos estábamos armados. Levantó las palmas de las
manos instintivamente para demostrar que no quería hacer
daño.
—¿Qué noticias traes? —preguntó Asher, esta vez en
inglés. Harry supuso que para su beneficio.
—Vienen tres oficiales —dijo—. De la policía especial.
Oficiales del GIN. Preguntando por dos extranjeros.
Asher miró a Harry.
—El GIN es la policía de combate. Como el SWAT.
Harry se había dado cuenta de eso.
El hombre se llevó la mano al bolsillo y Harry volvió a
sacar su pistola. El hombre se dio cuenta, por supuesto, y se
apartó un poco. Con mucho cuidado sacó una llave del bolsillo
y se la entregó a Asher.
—Cinco calles al frente, dos arriba. Coche azul. Tenéis que
iros. Ahora.
Asher lo miró fijamente.
—¿Quién te envió?
—El mismo hombre que me hizo encontrarte y mostrarte
esta habitación. —Se encogió de hombros—. No tiene
nombre. Nunca un nombre. Sólo el número cuatro.
Asher sonrió y tomó la llave.
El número cuatro…
¿Quién demonios era el número cuatro?
—Gracias —dijo Asher en inglés y luego de nuevo en
árabe—. No queríamos causar problemas. Nos iremos esta
noche.
—No, ahora. Ha dicho que os vayáis ahora. —El hombre
miró su reloj—. Oportunidad en cinco minutos. Os vais
entonces.
Los ojos de Asher se dirigieron a los de Harry antes de
volverse hacia el amable hombre y asentir.
—Entendido. Gracias.
El hombre salió de la pequeña habitación y sólo le dedicó a
Harry una breve mirada antes de desaparecer.
Y Asher ya estaba volviendo a empacar su bolsa de viaje.
—Nos vamos ahora.
Harry frunció el ceño.
—¿Así que este… Cuatro, esta persona dice que nos
vayamos, y nosotros hacemos lo que dice?
Asher deslizó una pistola en la parte posterior de sus
pantalones vaqueros.
—Sí. Exactamente así.
—¿Quién es Cuatro?
Asher subió la cremallera de su bolsa duffle.
—Recoge tus cosas Harry. O me iré sin ti. Cuando él dice
que me mueva, me muevo. Es como me mantengo vivo. Ahora
muévete.
Harry se metió la pistola de Asher en la cintura y se puso
la camisa para ocultarla. Cogió su mochila, se la colgó del
hombro y se enfrentó a la dura mirada de Asher con la suya.
Tardó tres segundos en hacerlo.
—Hecho.
Asher no perdió de vista su reloj y, cuando llegó la hora,
puso una mano en la puerta.
—No dispares a menos que nos disparen primero.
—¿Crees que soy un idiota?
Asher levantó una ceja.
¿Qué demonios?
Harry se habría enfadado si eso no hubiera picado. ¿Y por
qué picaba? ¿Qué coño era esa emoción?
Se llama indignación y orgullo, Harry. Porque te importa
lo que él piense de ti.
Antes de que Harry pudiera responder, a Asher o a sí
mismo, Asher resopló y negó con la cabeza.
—No. No lo creo. Creo que eres un idiota por rechazarme,
por no follar conmigo como quería. Por eso, eres un idiota.
Pero no por nada más.
Si Asher supiera lo fino que era el autocontrol de Harry.
Asher puso una cara pensativa.
—En realidad, lo de chuparnos las polla fue bastante
bueno.
Harry golpeó su reloj.
—Cierra la maldita boca y salgamos ahí fuera.
Cinco calles al frente, dos calles más arriba eran las
instrucciones dadas, y en esta madriguera de callejones
sinuosos y estrechos era muy fácil darse la vuelta y perderse.
Harry empezaba a pensar que se habían equivocado de
camino, se preguntaba cuánto tiempo les llevaría, se
preguntaba si estarían dirigiéndose directamente a una trampa.
Se preguntaba si éste sería su último día.
Se preguntaba si estar huyendo con Asher era como quería
que terminara todo.
A Harry le molestaba mucho disfrutar de la compañía de
Asher. Por mucho que le molestara, por mucho que Asher le
enfureciera, Harry odiaba absolutamente que le gustara.
El sonido de una risa en algún lugar cercano sobresaltó a
Harry. El silencio de la oración de la tarde había terminado, y
además era el momento perfecto. Llegaron a una calle por la
que realmente podían circular los coches, no sólo los paseos
adoquinados, y en las filas de coches aparcados a lo largo de
un lateral, efectivamente, había un sedán azul.
Asher pulsó el llavero, el coche emitió un pitido y se
desbloqueó. Asher puso su bolsa en el asiento trasero, Harry
guardó la suya junto a sus pies en el lado del copiloto, y en un
santiamén estaban conduciendo.
¿Podría haber sido tan fácil?
No lo habría sido si el informante de Asher no hubiera
enviado al hombre con las llaves de un coche.
—Tengo muchas preguntas —dijo Harry.
Asher palpó sus bolsillos mientras conducía.
—Como, ¿Cómo podría estar sin mentas? Vamos a tener
que parar.
—No vamos a parar por las malditas mentas.
—Me mantienen tranquilo —dijo Asher.
—¿Cómo es que no tienes diabetes? ¿O los dientes
podridos?
—¿Qué es lo que me dices todo el tiempo? —Asher fingió
tener que pensar en ello—. Oh, eso es. Cierra la maldita boca.
Harry lo ignoró.
—Primera pregunta. ¿Quién es Cuatro?
—Mi informante.
—¿Qué pasa con el número? ¿Es como una mierda de
James Bond? ¿007? ¿O es algún identificador que le dieron en
lugar de un nombre en alguna brutal fábrica de ciborgs?
Asher le lanzó una mirada salvaje.
—Nunca permitiré que elijas las películas que veamos.
Esas son suposiciones terribles.
—Cuidado con la velocidad.
—No me digas cómo conducir.
—Entonces, ¿los caramelos de menta son un sustituto de
los cigarrillos? Porque estás un poco gruñón.
El agarre de Asher en el volante se tensó.
—Nunca he fumado. —Luego señaló con la cabeza el
bolsillo de Harry—. ¿Puedes buscar en un mapa y decirme a
dónde se supone que nos tenemos que dirigir?
Harry sacó su teléfono.
—Tienes que ir a la N1. Sigue las señales hacia la N1.
El tráfico empezaba a aumentar, pero seguía moviéndose,
afortunadamente. En ese momento, un enjambre de coches de
policía pasó ruidosamente, con las sirenas sonando. Harry
contuvo la respiración, Asher mantuvo la vista en la carretera
hasta que pasaron, y entonces los observó por el espejo
retrovisor. Harry se giró para ver, y afortunadamente,
siguieron adelante.
—¿Crees que nos están buscando? —preguntó Harry. Esos
policías se dirigían hacia la Casba, después de todo.
—Es difícil de decir. —Asher puso la radio. Estaba en
árabe, naturalmente, así que al no entender mucho, Harry no le
prestó atención.
Se alegró de seguir poniendo kilómetros de por medio.
Llegaron a la N1 y, en una línea de tráfico constante, se
dirigieron hacia el sur y salieron de la ciudad. El tráfico se
redujo, la ciudad se convirtió en verdes tierras de labranza y ya
no los seguían. Durante un buen rato, Harry vio pasar el
paisaje, hermosas montañas verdes a la luz del día… Hasta
que se dio cuenta de que estaba admirando el maldito paisaje
como había admirado la arquitectura…
Cristo.
Eso era culpa de Asher. Al cien por ciento. Harry le lanzó
una mirada mordaz cuando se dio cuenta de que llevaba
mucho tiempo callado.
Harry supuso que Asher estaba escuchando la radio,
agradecido de que lo mantuviera callado. Pero tal vez era otra
cosa. Era el mayor tiempo que Asher había pasado sin
hablar…
¿Algo iba mal?
—¿Estás bien? —preguntó Harry.
Asher asintió.
—Bueno, eso no es convincente.
Estuvo callado durante unos cuantos kilómetros más.
—Necesito hablar con mi informante.
—Entonces llámalo.
Negó con la cabeza.
Harry chasqueó la lengua.
—Oh, no delante de mí. Ya veo cómo es.
—No es mi regla. Es la suya.
—Número cuatro.
Asher casi sonrió.
—Sí.
—¿Cómo lo sabe todo? —preguntó Harry—. Va un paso
por delante. Dijiste que está bien conectado, pero no tiene
ningún país. Entonces, ¿para quién trabaja?
—Él mismo.
—Así que es como una agencia secreta independiente que
conoce los asuntos de todos, tiene ojos y contactos en todas
partes. Nos hizo cruzar todas las fronteras hasta ahora, tenía
vehículos cuando los necesitábamos. Gente sobre el terreno
para darnos una habitación, un coche. Nos alerta.
Asher lo consideró.
—Sí. Eso es correcto.
—¿Por qué no te llamó para avisarnos? ¿Por qué enviar al
hombre a la puerta?
—Por la llave de este coche. Si robáramos algo, nos
arriesgaríamos a alertar a la policía y que estén pendientes del
vehículo.
—¿Crees que esos policías con los que nos cruzamos nos
estaban buscando? Es por eso que tu amigo nos dijo que nos
fuéramos de inmediato.
Asher le dirigió a Harry una mirada que decía que sí, que
eso era exactamente lo que pensaba.
—¿Así que tiene contactos en la policía local en todas
partes? ¿O sólo en Argel?
—No son contactos —dijo Asher—. No estamos en los 90.
Harry lo fulminó con la mirada.
—Entonces tiene acceso a la información —dedujo Harry
—. Por Dios. Es un hacker.
Asher se rio.
—Algo así.
Harry se quedó mirándolo para que le explicara más. No
hubo más información.
—¿Entonces por qué no puede hackear la Interpol y borrar
nuestros archivos?
Asher resopló.
—Oh, Harry. Eres tan lindo.
—No seas imbécil. Haces que suene como si fuera un gurú
tecnológico todopoderoso que puede hacer mierdas como esa.
Y sí tiene contactos para nosotros, como el viejo de la
habitación y los hombres que nos llevaron al otro lado de la
frontera. El pescador.
Asher suspiró.
—Bien, algunos contactos.
—Como si fueran los años 90.
Asher negó con la cabeza y se rio.
—Eres insufrible.
Estuvieron en silencio durante unos cuantos kilómetros
más.
—Entonces… —Harry trató de parecer casual—. ¿Cuánto
hace que lo conoces?
Asher se encogió un poco.
—Mucho tiempo.
—¿Cómo lo conociste?
—¿Por qué tienes tanta curiosidad por él?
—Porque estamos recibiendo órdenes de él, y quiero saber
algo sobre el hombre que parece saber mucho sobre mí.
—Nos ha salvado el culo suficientes veces esta semana
como para ganarse un poco de confianza, ¿no?
Asher estaba tan a la defensiva con él, y eso sólo
empeoraba la curiosidad de Harry.
—Entonces, él es…
—¡Dios mío, estás celoso! Sólo estaba bromeando cuando
lo dije antes, pero es verdad. Estás celoso.
—No lo estoy.
—Claramente lo estás.
—Tengo curiosidad —dijo Harry—. Hace diez años que
no trabajo con nadie. Todo esto es muy nuevo para mí. Estar
contigo. Dios, no he pasado tanto tiempo con la misma
persona desde, bueno, desde hace mucho tiempo.
—¿Desde cuándo? —preguntó Asher, su mirada pasó de la
carretera a la de Harry—. ¿Había alguien especial con quien
pasaras el tiempo?
Harry puso los ojos en blanco.
—¿Cómo podría tener a alguien así en mi vida? —
Entonces pensó en que Asher le había preguntado—. ¿Espera?
¿Lo tuviste?
Asher se rio.
—No es exactamente una vida para tener un novio,
¿verdad?
Novio.
La palabra resonó en el cerebro de Harry.
—¿Hubo alguien en tus días de ejército? —preguntó
Asher.
—No. Nunca estuve en ningún sitio el tiempo suficiente.
—Entonces, ¿hombres o mujeres? ¿Ambos?
Harry consideró mandarlo a la mierda, pero al final se
conformó con un suspiro y la verdad.
—Hombres.
Su sonrisa arrancó el corazón de Harry.
—¿No es una coincidencia? —dijo Asher—. Resulta que
soy un hombre que también se siente atraído por los hombres.
Y aquí estamos. Sólo nosotros dos.
Dios, estaban de nuevo en esto. Asher era persistente,
Harry tenía que admitirlo.
—Sí, qué coincidencia.
—En toda la información que tenía sobre ti —dijo Asher—
nunca se mencionó que fueras gay.
—Desde luego, no encontrarán nada en mi historial militar
—dijo Harry—. O en ninguna vigilancia. Espera, ¿entonces ni
siquiera tu amigo especial Cuatro tenía esa información?
Asher negó con la cabeza.
—No. Debo decirle que le faltan algunos detalles muy
importantes. Se está volviendo complaciente. O simplemente
no has tenido ningún tipo de sexo en mucho, mucho tiempo.
De ninguna manera Harry iba a admitir que esto último
estaba probablemente más cerca de la verdad.
—Me decepciona mucho que no haya nada en vigilancia
—dijo Asher casi con nostalgia—. Imagínate esa grabación.
Con audio completo.
—¿Cuánto tiempo más tengo que sufrir estando en este
coche contigo? —preguntó Harry—. ¿Hay una gasolinera o un
motel? Un puente, tal vez, del que pueda tirarme.
Asher se rio.
—Necesitaremos combustible, pero deberíamos pasar la
noche en algún motel de mala muerte. Lo de tirarte por un
puente déjalo para otro día.
Harry suspiró, decepcionado, lo que, por supuesto, hizo
que Asher le sonriera.
—¡ASHER!
Nada.
Harry intentaba que no cundiera el pánico.
Comprobó el cuarto de baño. La bolsa duffle seguía allí,
con todas las armas y rifles aún dentro.
Asher nunca se iría sin sus bebés.
El terror y el miedo subieron por la garganta de Harry. Un
frío pavor le recorrió la espina dorsal con dedos de hielo.
Y entonces vio una sola menta en el suelo bajo la ropa de
cama… no sólo una, sino que la lata también estaba allí. Harry
las cogió… Asher nunca derramaría sus estúpidas y queridas
mentas en el suelo. Si hubiera huido, nunca las dejaría atrás, ni
a sus armas.
Algo estaba mal.
Dios, por favor, no, no, no.
Harry se puso en pie de un salto y salió corriendo por la
puerta, esperando encontrar qué, no tenía ni idea. No había
coches, ni gente en la calle. Nada fuera de lo común.
Asher, ¿dónde estás?
—Asher —murmuró tirando de su pelo.
Al girar, notó por el rabillo del ojo que las cortinas se
movían en la ventana de la habitación dos puertas más arriba.
La habitación donde se encontraba la mujer con el bebé.
Harry corrió y llamó a su puerta.
—Por favor. ¿Has visto algo? ¿A dónde fue?
No hubo respuesta.
Volvió a golpear, sin importarle lo desesperado que
sonaba. Estaba desesperado.
—Por favor. Él es… lo es todo para mí. Por favor. ¿Has
visto algo?
La puerta se abrió un poco y la mujer le miró a través de la
abertura.
—Dos hombres se lo llevaron —dijo en voz baja—. En
una furgoneta blanca.
Oh, Dios mío.
El frío le recorrió desde el cuero cabelludo hasta los dedos
de los pies, su corazón se apretó, su estómago se revolvió.
Apenas podía hablar.
—¿Viste algo más?
Ella negó con la cabeza.
—Nada. Por favor, no quiero problemas. Tengo un niño
pequeño.
Lo entendió.
—Gracias. —Dio un paso atrás… para ir a su habitación,
para correr por las calles, no tenía ni idea.
—Hablan como tú —dijo la mujer.
Él se giró.
—¿Qué? ¿Perdón?
—He oído hablar a uno. Su acento es el tuyo.
El mundo de Harry se inclinó y giró en sentido contrario.
Volvió a su habitación, perdido, y por primera vez en su vida,
estaba realmente asustado.
Dos hombres australianos tenían que ser Gibson y Hull.
Los miembros de su ex escuadrón. Los mismos dos pedazos de
mierda que los habían estado rastreando por Europa y el Norte
de África.
Esos imbéciles se habían llevado a Asher, y Harry no tenía
forma de encontrarlo. No tenía forma de saber dónde buscar,
por dónde empezar.
Una cosa que sí sabía era que cuando alcanzara a Gibson y
Hull, desearían no haber nacido.
Sin otra opción, sacó su teléfono y encontró el número de
su controlador. Parrish. El hombre al que había considerado
una vez como una figura paternal, el mismo hombre al que
Harry iba a tener ahora un exquisito placer en torturar.
Pulsó Llamar.
No tenía sentido esconderse; era evidente que sabían
dónde estaba.
Sonó y sonó, y Harry pudo imaginarse la cara de Parrish
cuando vio quién llamaba.
Contestó justo antes de cortarse. Sonaba medio dormido.
—Harry.
—¿Dónde lo han llevado?
—¿Dónde han llevado a quién?
—No juegues conmigo, Parrish. Lo sé todo. ¿Lanzaste un
contrato sobre mi cabeza y pensaste que no lo descubriría?
Eres más estúpido de lo que pareces. ¿Ahora dime dónde lo
han llevado?
—No sé qué…
—¡Mierda! —gritó Harry. Sujetó su teléfono con tanta
fuerza que pensó que podría romperse—. Enviaste a Gibson y
Hull a perseguirnos. Mataron a ese pescador en España y nos
culpasteis enviando información a la Interpol. Sé lo que has
hecho.
—No sabes nada —dijo fríamente.
—¿Dónde lo han llevado? —dijo Harry de nuevo, con la
voz jodidamente baja—. Que Dios me ayude, Parrish. Después
de todo lo que he hecho por ti. Por el país que dices amar…
has estado haciendo tratos con el gas y el petróleo para llenarte
los bolsillos durante años, haciendo matar a la gente cuando se
interponía en tu camino. Vas a caer por todo ello.
Silencio.
—¿Has oído lo que he dicho? —preguntó Harry.
—No tienes pruebas.
Harry se rio, sonando un poco loco.
—Sí, las tenemos. Estás jodidamente acabado. Pero no te
preocupes. El castigo por lo que te van a acusar será un paseo
en el parque comparado con lo que te voy a hacer.
Hubo más silencio durante mucho tiempo.
—Harry —dijo con un tono más apacible ahora—. Estoy
seguro de que podemos discutir esto…
—Dime dónde está y empieza a rezar para que no le hayan
dañado ni un pelo de la cabeza, o mataré a todas las personas
que tienes a tu alrededor. ¿Me oyes? A todas las personas que
has amado. —Harry le oyó tragar.
—No sé dónde están —dijo en voz baja—. Lo último que
supe es que estaban en Omán. Tú y Garin fuisteis vistos en
Mascate. Ya estaban en Arabia, así que no estaba lejos… No
sé dónde están exactamente. Todavía no han avisado.
—¿Qué instrucción les diste? —No, esa no era la pregunta
correcta—. ¿Les diste orden de matar?
Silencio.
—Les dije que te trajeran —dijo Parrish.
Harry sabía que no era la verdad.
—Embustero.
—Por cualquier medio necesario —añadió—. A ti, Harry.
No a Garin. Deben pensar que pueden sacarte de tu escondite.
—¡Lo cual podría ser el caso si supiera dónde están, joder!
—Harry estaba tan enfadado que empezaba a temblar—.
Encuéntralos. Y llámame. Y será mejor que reces a cualquier
puto Dios que te escuche para que Asher esté bien.
—Harry, no puedo…
—¿Cómo está tu familia, Parrish? —preguntó Harry, con
una voz escalofriantemente agradable—. ¿Cómo está Linda?
¿Se mantiene bien? ¿Y tus dos hijos, Andrew y Joanna? Vaya,
¿ya podrían tener sus propios hijos? ¿Están todos bien,
Parrish?
—No amenaces a mi familia…
—No es una amenaza. Es una promesa. Tienes diez
minutos.
—Es mitad de la noche…
Harry desconectó la llamada. Su corazón tronaba, su
presión arterial estaba por las nubes. Estaba jodidamente
enfadado. Y asustado. E impotente. Se sentía enfermo de
preocupación y el pulso le latía en los oídos.
Tardó un segundo en darse cuenta de que aquel zumbido
sordo no estaba dentro de su cabeza.
Era un teléfono.
Harry se arrodilló y levantó las sábanas de la cama… y allí
estaba el teléfono de Asher debajo de la cama. ¿Qué
demonios?
Harry tuvo que alcanzarlo, pero dejó de zumbar justo
cuando llegó a ver la pantalla. Era Cuatro.
La pantalla se puso en negro y, por supuesto, Asher tenía el
teléfono bloqueado. Era un código de seis números que Harry
no tenía ninguna esperanza de adivinar. Conociendo a Asher,
serían seis pulsaciones del número cuatro.
Harry lo intentó.
No fue así. No podía arriesgarse a bloquear el teléfono por
completo, así que no volvió a intentarlo. Se preguntó a quién
podría encontrar en Mascate para desbloquearlo.
Probablemente cualquier chico de quince años podría
hacerlo. Cogió su teléfono y empezó a buscar en Internet.
Seguro que había un vídeo en YouTube…
El teléfono de Asher volvió a zumbar con una llamada
entrante de Cuatro. Harry pulsó Responder.
—¿Dónde estás, Asher? —preguntó Cuatro, su voz
profunda y cortada con la preocupación—. No apareciste en el
barco.
—Soy Harry. Se lo llevaron. Los dos australianos que nos
seguían. Se lo llevaron.
—¿Qué? —Hubo un tiempo de silencio antes de que Harry
pudiera escuchar una serie rápida de clics en un teclado—.
¿Quién? ¿Cuándo?
—No lo sé. Hace diez minutos, tal vez quince, veinte. La
mujer de al lado los vio. Dijo que era una furgoneta blanca.
Tenían mi acento. Tienen que ser ellos. —Harry hablaba
rápido, con pánico, pero muy aliviado. Se sentó en el extremo
de la cama—. Llamé a Parrish. Mi controlador. Me dijo que
los había enviado. Le dije que quería una ubicación. Le di diez
minutos, pero dudo que llame. Necesito encontrarlo. No creo
que lo entiendas. Voy a encontrar a esos hijos de puta, y si le
han hecho daño, juro por Dios que…
—¿Llamaste a Parrish?
—Sí.
—De acuerdo —dijo Cuatro—. Eso es bueno. Significa
que habría llamado a alguien después. Puedo seguir su red de
llamadas… —Hubo más tecleos.
—Dejó sus armas —dijo Harry— y las estúpidas mentas
que le gustan. Sabía que algo iba mal. Su teléfono estaba
debajo de la cama. La pantalla está bloqueada. No pude
llamarte.
Harry abrió inconscientemente la tapa de la lata de
caramelos de menta.
—Oh, Dios mío —murmuró.
—¿Qué? —dijo Cuatro, alarmado.
Harry podría haberse reído. Se pasó la mano por la cara.
—El USB. Está en la lata de mentas. Se la habría dejado a
propósito.
Cuatro emitió un sonido de respiración, un poco como de
alivio.
—Es un hombre inteligente.
—Necesito encontrarlo. Por favor. —A Harry no le
importaba si sonaba emocional. Estaba emocionado.
—Bien, estoy haciendo algunas triangulaciones. Parrish
hizo una llamada después de la tuya a un número en Sídney.
Duró veintidós segundos. Pero luego llamó a un número
diferente, a una ubicación… Omán.
Harry se puso en pie.
—¿Dónde?
—Dame un segundo… Quienquiera que haya llamado
todavía se está moviendo. Tenemos que asumir que tienen a
Asher, o saben quién lo tiene. Lo que necesito que hagas,
Harry, es mantener la calma, pensar racionalmente. Tienes que
hacer esto bien. Voy a enviarte la ubicación. Tienes que llevar
tu culo allí, ahora mismo. Roba un coche si es necesario.
Tienes que encontrarlo, traerlo de vuelta.
—Lo haré.
—¿Y Harry?
—¿Sí?
—Haz que paguen. Nadie le hace daño, nunca —susurró
—. No te límites a matarlos. Haz que supliquen la muerte.
Harry sonrió. Tal vez Cuatro no era tan malo después de
todo.
—Oh, pienso hacerlo.
Fin
TAMBIÉN EN ESPAÑOL
N.R. Walker es una autora australiana a la que le encanta su género, el romance gay.
Le encanta escribir y pasa demasiado tiempo haciéndolo, pero no lo haría de otra
manera.
Es muchas cosas: madre, esposa, hermana, escritora. Tiene chicos muy, muy guapos
que viven en su cabeza, que no la dejan dormir por la noche si no les da vida con
palabras.
A ella le gusta cuando hacen cosas sucias, muy sucias… pero le gusta aún más
cuando se enamoran.
Solía pensar que tener gente en su cabeza hablándole era raro, hasta que un día se
encontró con otros escritores que le dijeron que era normal.
Ha estado escribiendo desde entonces…
CONTACTA CON N.R. WALKER
Página Web
Facebook
Página de Facebook del Autor
Twitter
Página de Amazon
Email:
nrwalker2103@gmail.com
TAMBIÉN DE N. R. WALKER
ESPAÑOL
Sesenta y Cinco Horas (Sixty Five Hours)
Código Rojo (Atrous Series 1)
Código Azul (Atrous Series 2)
Queridísimo Milton James (Dearest Milton James 1)
Queridísimo Malachi Keogh (Dearest Milton James 2)
El Peso de Todo (The Weight Of It All)
Tres Muérdagos en Raya (Hartbridge Christmas Series #1)
Lista de Deseos Navideños: (Hartbridge Christmas Series #2)
Spencer Cohen, Libro Uno
Spencer Cohen, Libros Dos
Davo
TÍTULOS EN INGLÉS
Blind Faith
Through These Eyes (Blind Faith #2)
Blindside: Mark’s Story (Blind Faith #3)
Ten in the Bin
Gay Sex Club Stories 1
Gay Sex Club Stories 2
Point of No Return – Turning Point #1
Breaking Point – Turning Point #2
Starting Point – Turning Point #3
Element of Retrofit – Thomas Elkin Series #1
Clarity of Lines – Thomas Elkin Series #2
Sense of Place – Thomas Elkin Series #3
Taxes and TARDIS
Three’s Company
Red Dirt Heart
Red Dirt Heart 2
Red Dirt Heart 3
Red Dirt Heart 4
Red Dirt Christmas
Cronin’s Key
Cronin’s Key II
Cronin’s Key III
Cronin’s Key IV - Kennard’s Story
Exchange of Hearts
The Spencer Cohen Series, Book One
The Spencer Cohen Series, Book Two
The Spencer Cohen Series, Book Three
The Spencer Cohen Series, Yanni’s Story
Blood & Milk
The Weight Of It All
A Very Henry Christmas (The Weight of It All 1.5)
Perfect Catch
Switched
Imago
Imagines
Imagoes
Red Dirt Heart Imago
On Davis Row
Finders Keepers
Evolved
Galaxies and Oceans
Private Charter
Nova Praetorian
A Soldier’s Wish
Upside Down
The Hate You Drink
Sir
Tallowwood
Reindeer Games
The Dichotomy of Angels
Throwing Hearts
Pieces of You - Missing Pieces #1
Pieces of Me - Missing Pieces #2
Pieces of Us - Missing Pieces #3
Lacuna
Tic-Tac-Mistletoe - Hartbridge Christmas Series #1
Christmas Wish List - Hartbridge Christmas Series #2
Bossy
Dearest Milton James
Dearest Malachi Keogh
Code Red - Atrous Series #1
Code Blue - Atrous Series #2
Davo
TÍTULOS EN AUDIO
Cronin’s Key
Cronin’s Key II
Cronin’s Key III
Red Dirt Heart
Red Dirt Heart 2
Red Dirt Heart 3
Red Dirt Heart 4
The Weight Of It All
Switched
Point of No Return
Breaking Point
Starting Point
Spencer Cohen Book One
Spencer Cohen Book Two
Spencer Cohen Book Three
Yanni’s Story
On Davis Row
Evolved
Elements of Retrofit
Clarity of Lines
Sense of Place
Blind Faith
Through These Eyes
Blindside
Finders Keepers
Galaxies and Oceans
Nova Praetorian
Upside Down
Sir
Tallowwood
Imago
Throwing Hearts
Sixty Five Hours
Taxes and TARDIS
The Dichotomy of Angels
The Hate You Drink
Pieces of You
Pieces of Me
Pieces of Us
Tic-Tac-Mistletoe
Lacuna
Bossy
Code Red
Learning to Feel
Dearest Milton James
Dearest Malachi Keogh
Three’s Company
Christmas Wish List
Code Blue
Davo
LECTURAS GRATUITAS:
Sixty Five Hours
Learning to Feel
His Grandfather’s Watch (And The Story of Billy and Hale)
The Twelfth of Never (Blind Faith 3.5)
Twelve Days of Christmas (Sixty Five Hours Christmas)
Best of Both Worlds
OTRAS TRADUCCIONES
Italiano
Fiducia Cieca (Blind Faith)
Attraverso Questi Occhi (Through These Eyes)
Preso alla Sprovvista (Blindside)
Il giorno del Mai (Blind Faith 3.5)
Cuore di Terra Rossa Serie (Red Dirt Heart Series)
Natale di terra rossa (Red dirt Christmas)
Intervento di Retrofit (Elements of Retrofit)
A Chiare Linee (Clarity of Lines)
Senso D’appartenenza (Sense of Place)
Spencer Cohen Serie (including Yanni’s Story)
Punto di non Ritorno (Point of No Return)
Punto di Rottura (Breaking Point)
Punto di Partenza (Starting Point)
Imago (Imago)
Il desiderio di un soldato (A Soldier’s Wish)
Scambiato (Switched)
Galassie e Oceani (Galaxies and Oceans)
The Hate You Drink
Francés
Confiance Aveugle (Blind Faith)
A travers ces yeux: Confiance Aveugle 2 (Through These Eyes)
Aveugle: Confiance Aveugle 3 (Blindside)
À Jamais (Blind Faith 3.5)
Cronin’s Key Series
Au Coeur de Sutton Station (Red Dirt Heart)
Partir ou rester (Red Dirt Heart 2)
Faire Face (Red Dirt Heart 3)
Trouver sa Place (Red Dirt Heart 4)
Le Poids de Sentiments (The Weight of It All)
Un Noël à la sauce Henry (A Very Henry Christmas)
Une vie à Refaire (Switched)
Evolution (Evolved)
Galaxies et Océans (Galaxies and Oceans)
Qui Trouve, Garde (Finders Keepers)
Sens Dessus Dessous (Upside Down)
Alemán
Flammende Erde (Red Dirt Heart)
Lodernde Erde (Red Dirt Heart 2)
Sengende Erde (Red Dirt Heart 3)
Ungezähmte Erde (Red Dirt Heart 4)
Vier Pfoten und ein bisschen Zufall (Finders Keepers)
Ein Kleines bisschen Versuchung (The Weight of It All)
Ein Kleines Bisschen Fur Immer (A Very Henry Christmas)
Weil Leibe uns immer Bliebt (Switched)
Drei Herzen eine Leibe (Three’s Company)
Über uns die Sterne, zwischen uns die Liebe (Galaxies and Oceans)
Unnahbares Herz (Blind Faith 1)
Sehendes Herz (Blind Faith 2)
Hoffnungsvolles Herz (Blind Faith 3)
Verträumtes Herz (Blind Faith 3.5)
Thomas Elkin: Verlangen in neuem Design
Thomas Elkin: Leidenschaft in Klaren Linien
Tailandés
Sixty Five Hours (Traducción al Tailandés)
Finders Keepers (Traducción al Tailandés)
Chino
Blind Faith (Traducción al Chino)