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FRANçOIS DEVIENNE

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La reputación de Devienne como virtuoso flautístico

creció significativamente después de entrar en el


conservatorio. Él era un poco "anticuado" en su
preferencia por la flauta de una sola llave (del siglo
XVIII), un instrumento con problemas de afinación y
que requería complicadas posiciones de horquilla.
Esto la hacía poco eficaz en el repertorio cada vez
más virtuoso del siglo XIX. A finales del siglo XVIII,
se añadieron más llaves a la flauta (de dos a
cuatro) para superar la dificultad de las
composiciones de entonces (es importante saber
que aún pasarían 35 años hasta que Theobald
Boehm creara la flauta como hoy la conocemos).
Aunque Devienne recomendaba a sus alumnos la
nueva flauta, él continuó tocando la de una llave
durante toda su vida. Devienne incluso criticaba la
nueva técnica de doble y triple picado en los
pasajes rápidos, que describía como " tartamudeo".
Cuando uno examina los movimientos Allegro de
los conciertos de Devienne, es importante tener en

FRANÇOIS cuenta que este los tocaba con picado simple. A


pesar de todo esto, él debió ser un intérprete
impresionante, pues todos los historiadores
coinciden en describirlo como un virtuoso. Se dice

DEVIENNE que Devienne marcó la transición de la brillante


escuela del siglo XVIII a la no menos brillante (pero
musicalmente menos valiosa) escuela del siglo XIX.

Javier Rubio Muñoz 6º E.E.P.P


Concierto Nº 7
De los diecisiete conciertos, sólo tres están escritos en un tono menor, incluyendo el
Nº 7 (1787-1788), en el que por primera vez una nueva conciencia, más profundo y
más apasionado se puede sentir. Esto se expresa en algunos de los efectos dramáticos,
como el tutti que abre el primer movimiento y el motivo apertura flauta de la segunda
solo Un pasaje de menor importancia. El segundo tema es nostálgica y soñadora, que
contrasta fuertemente con los pasajes anteriores y los pasajes más brillantes. El Adagio
tiene un ritmo muy variada y una melodía en movimiento, mientras que requiere
grandes cualidades de flexibilidad y sonido. El final es comparable en calidad con los
movimientos anteriores y está lleno de ingenio: después de un primer pasaje virtuoso
de apertura, una nueva idea se introduce deliberadamente que va en contra de la
flexibilidad y el diálogo de la primera sección. Este tema, introducido por primera vez
en do mayor y luego se recogió en do menor, conduce a una serie de modulaciones y
un retorno parcial a mi menor. Esto se lleva a cabo en un largo pasaje en tresillos de
semicorchea, entrecortado y con apoyaturas rápidos, lo que lleva de nuevo al tema
original. Un pasaje que llama a la brillantez técnica de la flautista virtuoso proporciona
una conclusión a la que es probablemente la mejor concierto para flauta francesa de
finales del siglo XVIII.

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