Valoración Geriátrica Integral
Valoración Geriátrica Integral
Valoración Geriátrica Integral
RESUMEN
La valoración geriátrica integral (VGI) es un instrumento gue permite, dentro de la valoración clínica del paciente adulto
mayor, integrar los conocimientos de las esferas clínicas, psicológicas, mentales y sociales, lo gue faculta el obtener una
visión amplia y clara del contexto en gue se encuentra el paciente, facilita el diagnóstico no solo de entidades patológicas
habituales, sino también el integrar a los síndromes geriátricos, lo gue facilita la distribución de tareas en un equipo
multidisciplinario de atención al anciano y da una visión clara de los objetivos del manejo con la intención de otorgar
mejor calidad de vida. Se presentan algunos test de los más utilizados, gue ayudan a lograr la valoración de la persona
adulta mayor.
The comprehensive geriatric assessment isan instrument that allows the integration of knowledge in the clinical,
psychological, mental and social spheres within the clinical evaluation of the older adult patient, allowing a broad and
clear view of the context of the patient's situation, It facilitates not only the diagnosis of the usual pathological entities but
it also integrates the geriatric syndromes, facilitating the distribution of tasks in a multidisciplinary team. It provides a
clear vision of the objectives involved in the management intended in giving thema higher guality of life. We present the
most utilized tests that help achieve the assessment of the older adult.
ASPECTOS GENERALES
Una constante que se observa en los países en desarrollo es la preocupación por el número de personas adultas
mayores, que va en aumento con el paso de los años, así como su porcentaje en relación con la población general.
Un ejemplo es México, ya que en el año 2015, 3 de cada 10 mexicanos eran menores de 15 años (27-6%) y solo
uno mayor de 60 años de edad (10%), pero para el 2050 se considera que sólo 2 de cada 10 será menor de 15
años, y los adultos mayores tendrán un poco más del 20% en la participación poblacional; aunque algunas
expectativas llegan hasta el 28% del total, casi 3 de cada 10 personas 1.
Lo anterior es un reto para el país, tanto por los servicios que serán necesarios para su atención como para el
sector salud, ya que la atención en medicina familiar se incrementará 3-64% anualmente en los próximos años,
derivado de la presencia de enfermedades crónico degenerativas (diabetes mellitus, hipertensión arterial, obesidad,
osteoporosis, osteoartrosis, enfermedades mentales, etc.), que propiciarán que las personas sufran de discapacidad
y caigan en la dependencia con un alto costo de atención2.
La valoración geriátrica integral (VGI) se ha consolidado como una herramienta que, junto con la historia clínica de
la persona adulta mayor, permite identificar las necesidades de atención, tanto de problemas médicos comunes
como de aquellos donde se ve involucrado el aspecto psicológico, de capacidad mental, la nutrición, aspectos
sociales y riesgos de dependencia, lo cual permite diseñar estrategias de intervención 3.
Asimismo, nos hace recordar que la atención multidisciplinaria es un camino centrado en el cuidar, donde las
actividades que se realizan están orientadas a mantener la salud, controlar los factores de riesgo presentes; tienden
a conservar la autonomía de la persona, y a mantener y mejorar la funcionalidad física, psicológica, social y
familiar.
Se ha visto que mientras más temprano, en el proceso de envejecimiento, se realice una VGI y se puedan hacer
planes multidisciplinarios para conservar la calidad de vida en forma global, los éxitos de las intervenciones son
mayores. Se ha determinado que un paciente geriátrico es aquel que reúne 3 o más de los siguientes criterios:
1. Edad superior a los 60 años de edad (algunos consideran más de 75 años debido a las expectativas de
vida de cada país).
2. Presencia de múltiples patologías relevantes.
3. Presencia de enfermedad que posee características incapacitantes.
4. Existencia de enfermedad o proceso patológico de tipo mental.
5. Problemática social relacionada con su condición de salud.
1. Mejorar la exactitud del diagnóstico (contempla áreas clínicas, funcionales, mentales y sociales).
2. Identificar problemáticas relacionadas no diagnosticadas previamente.
3. Establecer un manejo integral (cuádruple) adecuado y adaptado a las necesidades particulares de la
persona.
4. Mejorar la funcionalidad física y mental, con mediciones objetivas.
5. Mejorar la calidad de vida.
6. Conocer y reconocer los recursos del paciente y su entorno social, accesibilidad a las actividades que
promuevan la salud.
7· Situar al paciente en el nivel médico social adecuado a sus necesidades. Para determinar qué
profesionales de la salud deben involucrarse.
8. Reducir ingresos hospitalarios e institucionales, manteniendo en el hogar las mejores condiciones de vida
para el paciente.
9· Determinar la situación actual del cuidador, su actividad y problemas.
LA VALORACIÓN CLÍNICA
En especial en la persona adulta mayor, las enfermedades tienen presentaciones atípicas (infecciones sin elevación
de la temperatura, infartos de miocardio sin dolor, etc.), y adicionalmente, para favorecer su manejo integral se
han integrado síndromes geriatri-cos como inmovilidad, caídas, deterioro cognitivo, malnutrición, sarcopenia, etc.,
esto hace necesario familiarizarse con ellos, conocerlos, identificarlos e iniciar un manejo multidisciplinario. Hay que
recordar que el propio envejecimiento fisiológico eleva la incidencia de enfermedades y éstas repercuten en
aspectos funcionales, lo que favorece la incapacidad.
Debemos contemplar ciertas circunstancias de la consulta que serán importantes en la forma de realizar la
valoración: ¿El paciente se encuentra solo o acompañado de un familiar/cuidador? (esto ya nos habla de la relación
familiar y de la necesidad o del querer compartir su problemática); ¿por qué acude y cómo acude al consultorio? (el
motivo de la consulta); ¿un padecimiento crónico o algún dato adicional que apareció recientemente?; ¿quién lo
comunica? (la persona o el familiar; se le permite explicar o es el familiar quien contesta); conocer las prioridades
del paciente; si llegó a pie, con ayuda de alguna ortesis, caminó bien; si se encuentra en buena posición, puede
levantarse, subir o bajar de la mesa de exploración (estos datos pueden indicar pérdida de condición física).
La exploración física no difiere de la que se realiza en un adulto. Se inicia con la inspección general: aspecto,
cuidado, aseo, colaboración. Se identifican las constantes vitales (temperatura, tensión arterial, frecuencia cardiaca
y respiratoria, y se consignan peso y talla). Posteriormente se hace una revisión topográfica, algunos puntos a
resaltar en el adulto mayor son:
Cabeza: evaluación de arterias temporales, boca (estado dental, prótesis, micosis, tumoraciones), ojos
(capacidad visual y presencia de cataratas, entropion y ectropion), capacidad auditiva.
Cuello: presencia de bocio, adenopatías, ingurgitación yugular, soplos, rigidez cervical.
Tórax: auscultación cardiaca, pulmonar, palpación de mamas en la mujer y presencia de deformidades en
columna (xífosis dorsal).
Abdomen: igual que el adulto (inspección, palpación, percusión y auscultación).
Tacto rectal: en busca de hemorroides, impacto fecal y revisión prostática en el hombre.
Extremidades: fuerza y tono muscular, presencia de pulsos y reflejos, y búsqueda intencionada de edema o
deformidades articulares (incluyendo dedos de los pies)
Neurológico: Trastornos del habla, temblor, rigidez, acinesia, equilibrio, marcha, sensibilidad.
Piel: lesiones tróficas, úlceras, tumoraciones.
Una vez realizada la valoración clínica habitual se realizan pruebas complementarias de laboratorio y gabinete;
éstas pueden ser básicas o incrementarse en número, en función de lo que buscamos. Las más habituales son:
biometria hemática (hemograma), química sanguínea (glucosa, creatinina, urea, ácido úrico, colesterol,
triglicéridos, albumina y fosfatasa alcalina), electrolitos séricos, examen general de orina, electrocardiograma y
placa de tórax, y riesgo de fractura por fragilidad ósea (FRAX). Cuando hay sospechas de algún padecimiento
neurológico de tipo degenerativo se agregan pruebas tiroideas, medición de ácido fólico y vitamina B12.
Nunca hay que olvidar que debemos valorar, antes del envío de cualquier examen complementario, su precio y su
justificación por un probable tratamiento. Existe una serie de recomendaciones de exámenes de tamizaje, como el
antigeno pros-tático específico, las mamografías, densitometrías óseas, estudios de endoscopia y la citología con la
técnica de Papanicolau, que en caso de antecedentes o sospecha, después de la valoración clínica, se deben
solicitar.
La VGI integra una serie de evaluaciones adiciónales que complementan la valoración clínica; entre ellos está el
área funcional, la esfera mental (depresión y cognición), la social (incluye al cuidador) y la mencionada nutricional.
VALORACIÓN FUNCIONAL
Nos permite conocer la capacidad del anciano para realizar sus actividades de la vida diaria básicas (AVDB), que
incluyen: baño, vestirse, uso del retrete, movilidad, continencia y alimentación, las actividades de la vida diaria
instrumentales (AVDI) (que son las actividades de interrelación con el medio ambiente, como el uso del teléfono, ir
de compras, preparar alimentos, realizar tareas del hogar, lavar la ropa, utilizar transportes, control de sus
medicamentos y manejo del dinero), y algunos consideran las actividades de la vida diaria avanzadas (AVDA)
(aquellas donde la persona contribuye en actividades sociales, recreativas, de trabajo, viajes y ejercicio intenso). A
mayor grado de dependencia, mayorriesgo de mortalidad, mayor número de ingresos hospitalarios, mayor consumo
de medicamentos, aumenta el riesgo de institucionalizarse y se incrementa la necesidad de recursos sociales.
El índice de actividades de la vida diaria de Katz es uno de los más estudiados y validados 5 (Tabla 1). Considera 6
puntos:
Baño.
Vestirse/desvestirse.
Uso del retrete.
Movilidad.
Continencia.
Alimentación.
a
Cuenta para el sexo masculino únicamente si el paciente vive solo.
Existen muchas otras escalas y cada persona o centro deberán seleccionar la que más se adapte a sus actividades.
Es importante utilizar siempre la misma para poder comparar resultados entre pacientes y como estadística del
mismo centro.
Desempeño físico. Una medición objetiva del funcionamiento físico permite conocer la posibilidad de realizar
movimiento o actividades específicas (se valoran repeticiones de movimientos o la medición cronometrada de la
actividad). La Organización Mundial de la Salud cataloga a las personas como válidas, con deficiencia, discapacidad
o minusvalía en función de los resultados obtenidos. Una de las que se pueden realizar es la prueba corta de
desempeño físico (SPPB, por sus siglas en inglés)7. Tiene 3 componentes: pruebas cronometradas de balance en
posición de pie (pies paralelos, en semitándem y en tándem), un recorrido a pie de 4 metros y levantarse de una
silla (si lo realiza en un solo movimiento se le solicita lo repita 5 veces). Su valoración va de o a 12 puntos,
mientras más baja la puntuación menor capacidad (Figura 1).
Marcha y equilibrio. El movimiento es esencial; el organismo funciona con mayor eficacia cuando está activo, la
pérdida de capacidad de marcha y equilibrio es indicativo de un alto riesgo para la salud. La escala de
Tinetti8 permite evaluar ambos puntos, ya que a mayor puntuación, mejor funcionamiento; la máxima puntuación
para la subescala de la marcha es de 12, y para el equilibrio, de 16. La suma de ambas puntuaciones da como
resultado la puntuación final, que nos permite determinar el riesgo de caídas (< 19, riesgo alto de caídas; 20-24,
riesgo de caídas; > 24, menor riesgo de caídas) (Tablas 3 y 4).
Tabla 3 Escala de Tinetti para equilibrioa
a
Equilibrio: el sujeto está sentado en una silla rígida, sin apoyo para brazos.
VALORACIÓN NUTRICIONAL
Sabemos que una buena alimentación con el suficiente aporte proteico es indispensable para el funcionamiento
corporal, es necesario conocer los riesgos que tiene el paciente con su alimentación. La aportación del Mini
Nutricional Assessment (MNA)9 ha sido de gran utilidad para su valoración. Se recopilan datos antropométricos,
parámetros dietéticos, evaluación global y subjetiva sobre la alimentación. Su puntuación máxima es de 30 puntos;
< de 17 puntos indica mal estado nutricional, de 17 a 23-5, riesgo de malnutrición, y más de 24, normalidad. No
hay que olvidar la causa de la visita: la enfermedad actual. El Instituto de Nutrición Nestlé se ha encargado de su
difusión (Tabla 5).
Se compone del área cognitiva y afectiva, con esto conoceremos las variables implicadas en la fragilidad de ambas
áreas. La parte cognitiva depende de muchos factores, entre otros están los factores orgánicos, psicosociales, las
patologías que tiene la persona (hipertensión, diabetes, problemas tiroidéos, etc.), los factores de riesgo para las
distimias del anciano y, la más frecuente, la depresión.
La prevalencia de problemas en la esfera mental es muy grande, cerca del 25% de las personas sufren de algún
trastorno psiquiátrico, y se suma un porcentaje similar de problemas demenciales a los 80 años de edad (20%
sufren de demencias); este tipo de problemas conlleva a la aparición de una gran cantidad de síndromes geriátricos
(inmovilidad, incontinencia, caídas, impacto fecal, úlceras de decúbito). Todo nos lleva a tener que evaluar el
compromiso en esta área, ya que desde el hecho de hacer un diagnóstico hasta el de dar indicaciones terapéuticas
tendrán como base la comprensión por parte del paciente o de su cuidador-familiar. La eleeción de la prueba para
valorar estas áreas dependerá del nivel asistencial en que nos encontremos, el más utilizado es el Mini Mental State
Examination de Folstein (MMSE)10, que es una prueba de tamizaje que valora la orientación temporoespacial, la
memoria reciente y la fijación de la misma, la atención, cálculo, capacidad de abstracción lenguaje y praxis. Una
puntuación por abajo de 24 indica deterioro cognitivo, aunque se debe recordar que se ajusta en función de la
escolaridad (Tabla 6).
Valoración afectiva. La depresión es el trastorno psiquiátrico más frecuente; puede encontrarse en 20% de los
hombres y hasta en 40% de las mujeres, y tiene importantes repercusiones en la calidad de vida. El diagnóstico
aparece muchas veces en la entrevista clínica, donde se interroga sobre estado de ánimo, labilidad emocional,
anergia, anhedonia, trastornos del apetito y sueño, signos de ansiedad, ideación de muerte, quejas somáticas. Para
valorar estas esferas contamos con diferentes pruebas, la más empleada es la Escala de Depresión de Yesavage 11-12,
que comprende 30 ítems; existe una versión corta de 15 ítems, que es la más recomendada para tamizaje. Para su
interpretación, el punto de corte se sitúa en 5/6: una puntuación de o a 5 puntos indica normalidad; entre 6 y 9,
probable depresión, y más de 10, depresión (Tabla 7)·
Valoración social. A pesar de que la valoración se considera parte del trabajo de una trabajadora social, el médico
debe considerar algunos aspectos para conocer la relación del adulto mayor con su entorno.
Los aspectos relacionados con el hogar y la familia deben considerarse en el plan de cuidados y atención. ¿Qué
debemos conocer?
Lo anterior da una idea de cómo ayudar a la persona, con quién se cuenta, o de la necesidad de buscar una
institución que brinde el apoyo necesario para mantener una calidad de vida 10 más cercana al ideal de la persona.
Cuando exista algún grado de dependencia del adulto mayor y éste cuente con un cuidador primario, es necesario
valorar si se encuentra en buen estado para continuar con el apoyo, ya que la sobrecarga de trabajo que reciben
tanto física como mental puede inducir al maltrato; identificar que exista una sobrecarga es importante para que,
en caso de existir, se tomen las medidas generales y, en caso de no existir, continuar con el plan terapèutico. La
escala de Zarit nos ayuda a identificar estos casos13(Tabla 8).
Tabla 8 Escala de sobrecarga del cuidador (test de ZARIT)
CONSIDERACIONES FINALES
El crecimiento abrumador de esta población y las necesidades a las que se enfrenta hacen que los médicos, dentro
de su ámbito de trabajo, se enfrenten a la problemática y al reto de atender al adulto mayor. La formación médica
debe contar con herramientas que le permitan al médico un abordaje integral y multidimensional del adulto, lo que
garantizará una mejor atención y calidad de vida.
Las diferentes pruebas que se han presentado son las más utilizadas, sin embargo en algunos centros de atención
se modifican o se adaptan a los requerimientos locales, como ejemplo, en Tel Aviv diseñaron un pequeño
cuestionario de 11 ítems que les permite valorar desde las actividades de la vida diaria básicas hasta la necesidad
de ayuda por personai de atención14.
Si bien, valorar integralmente al adulto mayor lleva tiempo y probablemente más de una sesión de entrevista y
análisis, esta valoración es una herramienta que permite tener una visión global y le da al médico y al equipo de
salud la oportunidad de fijar metas y realizar programas individualizados de cuidado, que nos darán la posibilidad
de otorgar una mejor calidad de vida al paciente añoso, sin importar qué tan mal o bien esté en el momento de la
valoración. Los resultados, en muchas ocasiones, no son aplicables en pacientes hospitalizados en forma aguda,
pero sí son base para el cuidado posterior y la toma de consciència de eventuales tratamientos crónicos con apoyo
de un equipo multidisciplinario15.
En Italia se ha visto que la VGI en los pacientes que van a requerir una cirugía les permite identificar a aquellos
sujetos con alto riesgo de eventos adversos perioperatorios y poner en marcha medidas preventivas, como es el
caso del delirium posquirúrgico16.
En muchos servicios de oncología se ha iniciado en los adultos mayores el empleo rutinario de la VGI, ya que les ha
permitido otorgar un manejo integral y, en algunos de los estudios, hasta reducir el grado de toxicidad de los
medicamentos empleados, así como la falla de dichos manejos farmacológicos, en especial cuando se prueban
nuevos medicamentos17. De igual forma, los radioterapeutas han observado que el realizar una valoración integral a
los pacientes que recibirán radiación en cuello y tórax, permite observar que los déficits funcionales previos a la
radiación se asocian a una menor calidad de vida pos tratamiento y a una mayor cantidad de secuelas o síntomas
(pérdida del gusto, piel seca, ansiedad, dolor, respiración corta e interferencia en la concentración mental) 18.
Los médicos de diferentes especialidades han visto un beneficio en el realizar valoraciones complementarias a los
adultos mayores a las consideradas habituales; los cardiólogos han visto que en los pacientes adultos mayores que
se les va a reemplazar la válvula aórtica y que fueron evaluados integralmente, la decisión por parte del paciente,
los cuidadores y los médicos se veía influenciada en la decisión final (hacer o no el reemplazo), ya que se permitía
tener una mejor visión de las condiciones del paciente y sus expectativas de vida en general 19.
Después de tres décadas de realizar la VGI en diferentes centros hospitalarios, diversos servicios tanto dentro como
fuera del hospital han visto el beneficio que representa contar con una información amplia de las condiciones en las
que se encuentra el adulto mayor, ya que permite una racionalización de servicios, un ahorro en cuanto a servicios
no necesarios y permite orientar el manejo a la realidad individual, lo que favorece la calidad de vida 20.
El médico no debe olvidar que el ser humano no es solo órganos y sistemas que funcionan de manera coordinada,
éste es un complejo mente, cuerpo y ambiente. Su interrelación es tan firme que cualquiera de los aspectos que
rompa el equilibrio alterará la función y el bienestar de este creciente segmento de la población.
Las personas mayores requieren mayores cuidados de diversos tipos debido al elevado número de problemas
y patologías que padecen, a menudo difíciles de diagnosticar y valorar.
Por ello, la valoración geriátrica integral combina tres campos: valoración clínica o biomédica, valoración
funcional, es decir, de las capacidades del anciano y, por último, la valoración pico-social.
Objetivo de la valoración geriátrica integral
El objetivo es elaborar y establecer una estrategia multidisciplinar de intervención que permita mejorar la
exactitud del diagnóstico y descubrir problemas de salud.
Por otro lado, desarrollar un plan integral de tratamiento para conseguir: mayor grado de independencia,
calidad de vida, mejorar el estado funcional y cognitivo y disminuir la mortalidad.
Y, por último, realizar un seguimiento a largo plazo que permite optimizar los recursos sociales y
económicos que tiene cada paciente.
Cada caso particular es distinto:
En ancianos sanos, la valoración tendrá como objetivo establecer parámetros de comparación y
medidas preventivas de posibles enfermedades y dependencias futuras.
En ancianos frágiles es donde tiene su foco el tratamiento multidisciplinar.
En ancianos con dependencia permitirá prevenir complicaciones, ayudar a la toma de decisiones
clínicas y de cuidado, evaluar el equilibrio entre riesgo, beneficios y costes de las necesidades y
soluciones para cada caso.
¿Quién realiza cada valoración?
Valoración clínica
La realiza el profesional de la medicina y/o de la enfermería, centrándose en los aspectos físicos,
psicológicos y sociales para detectar una parte de los problemas del anciano.
La valoración clínica se suele centrar en patologías como enfermedades pasadas y las secuelas de ellas, en las
enfermedades actuales y en la detección de factores predisponentes de enfermedades futuras.
Valoración funcional
La valoración funcional se realiza desde los profesionales de la fisioterapia, para recabar información sobre
la capacidad de la persona de realizar las Actividades de la Vida Diaria, es decir, las que permiten que una
persona sea autónoma e independiente.
Estas actividades pueden ser de todo tipo y sirven para evaluar si la persona puede mantener su
independencia en el entorno habitual.
La valoración del estado mental del paciente
Generalmente la valoración mental es realizada por profesionales de la psicología, llevando a cabo una
evaluación completa del estado cognitivo, afectivo y detectando la posibilidad de coexistencia de demencia.
La valoración social
Es realizada por el profesional de la asistencia social atendiendo al estado de la vivienda y de adaptación del
paciente a su entorno social, las posibilidades de tener cuidadores formales y otros recursos sociales. Más
información sobre la valoración social