El Pensamiento Crítico Reflexivo: Competencia Esencial en La Formación Del Arquitecto
El Pensamiento Crítico Reflexivo: Competencia Esencial en La Formación Del Arquitecto
El Pensamiento Crítico Reflexivo: Competencia Esencial en La Formación Del Arquitecto
Resumen
El arquitecto es un pensador crítico, cuyo arte se basa en la reflexión. En tanto, conoce su pasado,
lo analiza, y se involucra con su realidad para cuestionarla y luego transformarla. El artículo
presentado, focaliza la importancia del pensamiento crítico reflexivo en la formación del futuro
arquitecto. A partir de procesos hermenéuticos basados en el análisis documental y en el método
histórico lógico, se priorizaron los aportes de marcos rectores de la política educativa vigente; así
como algunas bases de índole teórica y epistemológica, pertinentes a la temática central de esta
propuesta. Resultado de ello, fue entender la trascendencia que tiene el pensamiento crítico-
reflexivo como competencia esencial, que permite al futuro arquitecto configurarse como un
profesional capaz de enfrentar las situaciones y problemáticas del contexto desde un potencial de
autorregulación y de autonomía en la toma de decisiones.
Palabras clave: Pensamiento crítico reflexivo, formación del arquitecto, arquitecto crítico-
reflexivo.
Abstract
The architect is a critical thinker, whose art is based on reflection. Meanwhile, he knows his past,
analyzes it, and gets involved with his reality to question and then transform it. The presented
article focuses on the importance of reflective critical thinking in the training of the future
architect. Based on hermeneutical processes based on documentary analysis and on the logical
historical method, the contributions of guiding frameworks of the current educational policy were
prioritized; as well as some bases of a theoretical and epistemological nature, pertinent to the
central theme of this proposal. The result of this was to understand the importance of critical-
reflective thinking as an essential competence, which allows the future architect to configure
himself as a professional capable of facing the situations and problems of the context from a
potential of self-regulation and autonomy in decision-making.
Introducción
La educación en el siglo XXI configura una serie de requerimientos y cambios en su
estructura que son producto de los nuevos desafíos y demandas del entorno actual. Los
sistemas educativos necesitan replantear sus pedagogías orientando competencias que se
dispongan mejor al evento formativo. En esta lógica, los estudiantes requieren
oportunidades de aprendizaje que los conlleven a nuevas formas de la pedagogía y al
perfeccionamiento de sus habilidades analíticas y crítico-reflexivas. Se trata entonces, de
brindar posibilidades para el fortalecimiento de su capacidad creativa y por ende, de un
pensamiento propositivo sostenido por el despliegue de la autorregulación y la autonomía.
Ambos, puntales fundamentales para la toma de decisiones y el afrontamiento de los
problemas propios del entorno.
Sin embargo, cumplir este tipo de objetivos incluye un cambio de paradigma desde la
docencia, lo cual no se sujeta a adoptar necesariamente nuevas metodologías, sino a
entender que el proceso educativo demanda un docente más dispuesto a la reflexión y a
la revisión continua de su práctica (Medina y Deroncele, 2020b). Entonces, los
estudiantes podrían contar con un mejor soporte para consolidar su capacidad crítico
reflexiva, que ahora mismo constituye un pilar esencial, tanto como lo son otras
capacidades, algunas de ellas vinculadas a la comunicación, a la colaboración y al
pensamiento divergente (Unesco, 2015).
Estos resultados dicen de las carencias en la formación de base, período que las
organizaciones de política educativa, necesitan atender urgentemente; en tanto se requiere
asegurar que verdaderamente sean una plataforma de continuidad para el repertorio de
competencias que empoderen al estudiante en sus futuras actuaciones y desempeños. Por
otro lado, habría que canalizar una implementación curricular que no quede en vanas
aspiraciones, sino en la concreción de un aprendizaje para la vida, con énfasis en la
autonomía para el aprendizaje; es decir en habilidades para seguir aprendiendo por sí
mismos, o lo que es reconocido como el “ser autodidacta” y que podría asumirse como
un impulsador clave del pensamiento crítico y de la reflexión.
ello tomando decisiones; pero sobre todo, resolviendo algún problema identificado desde
la miscelánea de posibilidades de su campo de profesión.
Se aprecia en un sentido real, que muchas veces el sujeto de aprendizaje puede presentar
ciertas limitaciones que lo sitúan en desventaja frente al dominio de cierto tipo de
competencia con mayor exigencia. Esta baja habilidad se traduce en su imposibilidad para
expresar opiniones y defender posturas en base a sustentos. Desempeños que además
demandan el dominio académico en el lenguaje hablado y escrito. Un estudiante de
arquitectura no debería carecer de estas facultades que le implican poner de manifiesto
estrategias de análisis crítico y reflexivo y la proyección de un modelo argumentativo más
propio y auténtico.
Frente a ello, todavía existe un gran desafío y compromiso que alcanzar; donde el rol del
docente junto al adecuado manejo de estrategias serían un aspecto clave para ir revirtiendo
esta problemática. Sin duda tenemos que seguir trabajando en el desarrollo y en el
fortalecimiento de las competencias del estudiante de arquitectura, y así alcanzar una
formación integral que lo haga capaz de hacer frente a la realidad actual y a las demandas
de la sociedad. Con pensamiento crítico reflexivo que devele una postura argumentativa,
el futuro arquitecto sabrá ejercer una ciudadanía más activa en la que no solo sea capaz
de expresar sus ideas, sino también de defenderlas. Pero sobre todo, en la que haciendo
uso de su competencia profesional integral, pueda promover soluciones a partir de la
lectura de las diversidades y singularidades físicas, estructurales, culturales y sociales.
Materiales y métodos
La metodología empleada comprende procesos hermenéuticos sobre la base del análisis
documental, método orientado a la interpretación textual, que tiene como objetivo
principal el análisis complejo de las fuentes consultadas. La hermenéutica en sí misma,
es considerada uno de los pilares constituyentes para todo tipo de análisis documental o
estado del arte (Londoño, Maldonado y Calderón, 2014). En esta práctica se dispone un
proceso activador de mecanismos de integración y de contraste de fuentes seleccionadas
y sistematizadas, sobre la base de repertorios investigativos que han configurado la puesta
en marcha de operadores epistémicos como la problematización y la teorización (Medina
y Deroncele, 2020a).
Resultados
Aproximaciones epistemológicas del pensamiento crítico reflexivo y su pertinencia en
la formación del arquitecto
El pensamiento crítico reflexivo se configura como una de las competencias esenciales
del siglo XXI, en tanto se concibe como un razonamiento centrado en una realidad a la
cual se le da valor significativo. A partir de ello, el objetivo principal es el sustentar una
idea, responder a una pregunta o cuestionarla para buscar una solución viable al problema
detectado. En esta ideación, todo razonamiento debe estar fundamentado en bases sólidas,
ideas claras y precisas, para así consolidar justificaciones y argumentos que sean cimiento
de juicios valorativos y de posibles soluciones y transformaciones que se encaminen a la
mejora.
Dewey (1910), en su teoría del pensamiento reflexivo, define al objeto de estudio como
una acción activa del pensamiento, que imprime el análisis y el cuestionamiento crítico
sobre una creencia o conocimiento; antes de aceptarlo de forma a priori. Esta concepción
del objeto de estudio aplicado a los estudiantes de Educación Superior es ideal para
desarrollar la capacidad crítico reflexiva, este propósito de lograr aprendizajes
significativos.
El estudiante no sólo debe recibir información y aceptarla como tal, sino que necesita ser
crítico, y someter lo encontrado en las fuentes, a un proceso de selección, ordenamiento
y evaluación del contenido; convirtiéndose por ello, en un ser curioso, crítico y con
En esta misma perspectiva, Peter Facione (1992), releva el pensamiento crítico como un
proceso cognitivo construido por la reflexión, el análisis y el razonamiento. Al respecto,
menciona seis habilidades indispensables que facilitan la apropiación del conocimiento,
desarrolladas a través de preguntas, con énfasis en la autorregulación, interpretación,
evaluación, inferencia y razonamiento. Si bien Facione (2007), hace énfasis en el
pensamiento crítico, este no dista de los procesos reflexivos, en tanto se compromete la
autorregulación como una posibilidad cognitiva que va a permitir al sujeto hacer revisión
de sus ideas y supuestos.
Otros teóricos de gran aporte, como Paul y Elder (2003), extienden una perspectiva más
filosófica, cuando definen el pensamiento crítico como un acto de reflexión, que busca
evaluar la información actual junto a los saberes previos, para tomar decisiones ante una
determinada problemática. Aquí se centra el análisis de las conclusiones obtenidas a partir
de una reflexión que luego es contrastada con la de otros sujetos. Es un pensamiento
situado en un campo de acción, debido a la interacción con otros sujetos, y ubicado en un
contexto de resolución de problemas, cuyo propósito es comprender la problemática, más
que encontrar su solución.
Si bien el pensamiento inquiere la forma de pensar de una persona sobre una determinada
temática o situación problema; en el pensamiento crítico, el sujeto pensante alcanza una
mejora en la calidad de su pensamiento cuando se apropia de la estructura inseparable del
acto de pensar y la confronta con la de otros sujetos. Para desarrollarlo, es necesario
conocer a fondo la información del tema a investigar o la problemática que es centro de
la revisión, para así emitir un juicio con criterios de estándares significativos al gran
objetivo de conseguir un pensamiento auto-mejorado, aportar en resolución de
problemas; y así evitar caer en un proceso mecanizado, privo del uso de la razón y de la
reflexión.
basa en tres categorías centrales para el proceso de construcción del pensamiento crítico,
las cuales se especifican en el análisis, la reflexión y la transformación; todas ellas estarían
presentes en el estudiante, de tal manera que le permitan avances en su capacidad para
tomar y centralizar cualquier idea o conocimiento, analizarlo, ponerlo en discusión,
interpretarlo y transformarlo hacia un determinado campo de interés.
Entonces, podemos decir que sin el accionar crítico y la reflexión no existe una
arquitectura eficiente; y es que se hace central, un análisis que someta permanentemente
al sujeto de formación a un cuestionamiento o crítica de lo que sea objeto de revisión en
un determinado espacio y tiempo. Si no existe un registro histórico ni memoria
documental, entonces tampoco habrá claridad en los estándares de calidad proyectual y
por ende no será posible realizar una arquitectura que contribuya al desarrollo y al
bienestar de la ciudadanía.
En esta misma línea, es pertinente mencionar a uno de los primeros en llevar sus
investigaciones hacia la praxis de estos profesionales. Fue precisamente Donald Schön
(1992), quien se basó en los postulados de Dewey, para estudiar la práctica reflexiva, en
esta su perspectiva de formación del profesional reflexivo. Schön determina que la
adquisición de conocimientos se da en la práctica profesional diaria y en función de las
actividades que esta involucre, lo cual se ve beneficiado o impedido como consecuencia
del marco de conocimientos propios de cada carrera.
Se plantea el reemplazo de una epistemología dominante más mecanizada, por una más
transformadora, denominada “reflexión en acción”. Schön aborda el proceso cognitivo de
los arquitectos en su ejercicio profesional, al describir el espacio donde un arquitecto
realiza un taller formativo destinado a la reflexión en la acción. Se aúna a dicho concepto
la importancia de los procesos históricos de enseñanza aprendizaje, llevados a cabo por
el arquitecto, y en los cuales se irá develando su postura conforme a las teorías actuales
de la educación.
Esto significa que el profesional debe poseer un paradigma crítico y transformador, con
amplia capacidad para someter los saberes a una revisión y cuestionamiento constante.
Por último, el tercer momento, la reflexión sobre la acción y sobre la reflexión en la
acción, implica la revisión después de la práctica, con predisposición al cambio y
experimentación. Estos momentos se convierten en un ciclo dinámico que se reinicia, en
una continua búsqueda de mejorar la calidad de la práctica.
Del mismo modo, podemos resaltar el concepto de “formación”, como un elemento clave
para la reflexión en la pedagogía hermenéutica del filósofo George Gadamer (1991, citado
por Medina, 2019), quien consideró dicho concepto como el pensamiento más importante
del siglo XVIII. Traducido como la bildung, proveniente del alemán y entendido como
formación. El autor la define como el proceso que está en constante disposición a la
reflexión, y por el cual, las personas adquieren los aprendizajes y la cultura. Desde esta
premisa, es claro que la reflexión es un componente esencial en la formación, toda vez
que integra otras dimensiones de competencia relacionadas al ser y a una disposición de
autoconsciencia reflexiva.
Sin embargo, esto no podría dejar de refrendarse, sino se somete el proceso reflexivo a
una suerte de diálogos reflexivos, que desde el aporte de Schön, pueden reconfigurar
oportunidades de revisión de la práctica y de la experiencia, si queremos también
particularizar las ideas de Dewey. Estos diálogos reflexivos inquieren una construcción
subjetiva singular del sujeto, el ser develado en el reconocimiento de la realidad a partir
de una postura identificada y asumida.
juicios de valor, analizar, y evaluar razonamientos, y así saber tomar decisiones y resolver
una determinada problemática.
Del mismo modo, Paul y Elder (2003), establecen en su teoría, al pensamiento crítico
como el eje central para un proceso disciplinario activo, analizable aplicable y evaluador;
generado por la experiencia, observación, reflexión y el razonamiento. Los autores nos
señalan ocho pilares básicos que están presentes en toda estructura del pensar. Estos ocho
elementos del pensamiento nos permiten resaltar la gran riqueza que encierra el pensar,
esa capacidad exclusiva y esencial del hombre, que ya desde los griegos lo habrían
determinado como un ser racional o un ser pensante. Esta dimensión nunca se agotará y
siempre se irán descubriendo nuevas sub dimensiones. Entonces, consideramos que estos
elementos son centrales y decisivos en la constitución del pensamiento crítico reflexivo
de todo estudiante y en especial en el de un futuro arquitecto.
Desde una perspectiva que refuerza la toma de consciencia sobre el contexto, Lipman
(1998) acentúa el valor del pensamiento crítico en relación a la formación de ciudadanos
activos y responsables que busquen la consolidación de una sociedad justa y democrática.
En su visión, contempla una mirada más amplia y pone como eje central de la reflexión
sobre la educación. El pensamiento basado en los criterios, razones o principios como
clave para construir juicios de valor; también es considerado por Lipman como
autocorrectivo, debido a que el sujeto está en un cuestionamiento y reflexión constante,
encaminado a analizar errores, corregirlos y aprender de ellos. He aquí las bases de un
aprendizaje que encamine procesos de autorregulación por parte del estudiante.
Ya a modo de conclusión, nos parece importante destacar que para la formación del perfil
del arquitecto reflexivo, los aportes y corrientes teóricas deben estar direccionados a
caracterizar y develar los componentes que definen el pensamiento crítico reflexivo en
todas sus posibilidades. Este tipo de pensamiento se debe propiciar; siendo su función
principal el desarrollo de procesos autónomos en los cuales el sujeto sea capaz de dominar
y direccionar sus ideas; sabiendo someter las mismas a una revisión, evaluación y
replanteo constante. Solo así se podrá determinar el nivel de comprensión, y el potencial
de procesamiento y de acción del que es capaz el sujeto cuando se trata de plasmar una
postura de saber comunicarla. Solo así, el arquitecto reflexivo será aquel profesional
capaz de pensar por sí mismo y de llevar a la arquitectura a otros niveles proyectuales,
con altos estándares intelectuales; en donde esta profesión se convierta en una posibilidad
Discusión
Retos y desafíos en la formación del arquitecto crítico reflexivo
En la actualidad, la sociedad ha sufrido una fuerte transformación, producto de una
experimentación y de cambios inimaginables en diversos contextos del ámbito social,
cultural y tecnológico. Se han generado nuevos retos y desafíos a partir de escenarios
complejos, dinámicos e inciertos, que rebaten una capacidad de respuesta adaptativa y
flexible por parte de los ciudadanos y de las organizaciones comprometidas con el
objetivo de la educación (Contreras, 2011). Frente a esta situación, proveniente de
cambios profundos en la sociedad, como el proceso de globalización con una
transformación económica, los avances significativos en la ciencia y tecnología, entre los
más destacables; el sistema educativo está respondiendo con nuevas reformas que
involucran un enfoque más holístico y transversal basado en competencias, las cuales
estarían adquiriendo un carácter generador y orientador.
Uno de los más grandes desafíos del pensamiento crítico reflexivo es emplear todo su
potencial en el orden del análisis y el del cuestionamiento; el cual nos lleva a no aceptar
las verdades como únicas, sino a ponerlas en debate y emitir un juicio a partir de ellas.
Esto alude que los estudiantes no desarrollen un sentido dogmático, sino una disposición
Hoy en día, se habla de enseñar a ser pensante, y el ser pensante implica el uso de nuestra
capacidad reflexiva y cuestionadora para modificar aquello que parece imperecedero.
Para Alotto (2020), el enseñar el razonamiento es construir en el estudiante un
pensamiento reflexivo, tan poderoso que le permita obtener las razones y sustentos
válidos para entender una problemática de cualquier índole y darle solución viable.
Resalta la importancia de considerar que, los hechos no hablan por sí mismos, necesitan
ser interpretados, ya que, si tuviéramos una percepción inmediata del mundo y todo lo
que le sucede, no necesitaríamos razonar. Así mismo, comprende el identificar entre los
muchos procesos mentales del pensamiento, los referidos al acto de razonar y reflexionar,
denominado por Dewey pensamiento reflexivo.
Es así que llegamos a la conclusión que, los desafíos que enfrenta la Educación
Universitaria para el desarrollo de las nuevas competencias, deben ser abordados desde
una mirada transversal, dinámica y transformadora, bajo un paradigma crítico que esté
predispuesto a adaptarse al cambio, extraer la historia, cuestionarla, aprender de ella para
así transformarla y mejorarla.
De acuerdo a lo expuesto por Paul y Elder (2003), las acciones que caracterizan a un
pensador crítico, se miden a través de la capacidad de resolución de problemas, de análisis
de la información existente necesaria para transformarla, la formulación de preguntas con
objetivos claros, y la construcción de conclusiones para el planteamiento de posibles
soluciones, que permitan enfrentar la complejidad del problema.
De igual modo Facione (2007) describe al pensador crítico ideal como un ser único,
dotado no solo de habilidades cognitivas, sino caracterizado por su peculiar manera de
percibir la vida y de aprender de su propia experiencia. Para Facione, el buen pensador
crítico es un ser creativo, curioso en relación a su objeto de estudio y la realidad que lo
rodea, interesado en permanecer bien informado, emplear un análisis minucioso de la
información que posee, reflexionar sobre ella mediante procesos de indagación
razonados; así mismo posee una visión amplia del mundo, integridad, imparcialidad y
moderación al emitir juicios por mejorar o replantear visiones, siempre y cuando la
reflexión justifique dicho cambio.
terminar de generarse, cada idea deja una parte para emplearla en la generación de las
ideas sub siguientes, es por ello pertinente que estén interconectadas, formando un
vínculo de enlace que se mantiene en unión con dirección hacia un objetivo en común.
En este sentido, Dewey (1998) alude dos momentos que fundamentan el pensamiento
crítico reflexivo en la construcción del conocimiento: (1) la etapa pre-reflexiva, en la
que se inician las primeras interrogantes sobre una determinada situación o problemática,
y en donde se estimula la actividad de pensar, la curiosidad por la búsqueda y el interés
por la investigación de los sucesos precedentes a esta realidad para encontrar información
que le sea pertinente y que permita aclarar y resolver las dudas suscitadas; y (2) la etapa
post-reflexiva, que corresponde a las acciones necesarias para emitir un juicio o plantear
conclusiones asertivas sobre el problema que se suscitó en el proceso de reflexión y que
da como resultado la adquisición de la experiencia.
Llevando todo ello al campo de la educación, para López (2019) el pensamiento reflexivo
es un tipo de pensar que imprime este proceso sobre una idea base o información ya
existente para darle una connotación particular. De esta manera busca que la educación
ponga en primer plano el aprender a pensar y no sólo la adquisición de conocimientos y
contenidos. He ahí la importancia de llevar a cabo adecuadamente la habilidad reflexiva
para que esta sea exitosa.
Conclusiones
1. El pensamiento crítico reflexivo se convierte en una competencia esencial en la
formación del futuro arquitecto desde los fundamentos que tiene una base
teórica y epistemológica cimentada en una perspectiva experiencial, auto
dialógica y de reflexión acción constante. Esto imprime un pensamiento que va
más allá de formular ideas, y someterse a procesos automatizados. Por el
contrario, se espera que el arquitecto crítico reflexivo, sea capaz de analizar,
interpretar, cuestionar y redefinir sus ideas hasta alcanzar la autorregulación
y lograr el propósito de la pertinencia en las soluciones brindadas a las
problemáticas de la realidad nacional y mundial. De esta manera, los procesos
formativos necesitan integrar espacios de diálogo, revisión, discusión e
intercambio dando pase a un ejercicio dialéctico y al debate de ideas razonadas.
Esto no excluye una práctica propiamente auto dialógica reconocida desde la
propuesta de los diálogos reflexivos que permitan al estudiante tomar
consciencia de su proceso y a partir de ello, irse constituyendo en una
determinada postura que sepa comunicar y defender.
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